2 - La Construcción Imperial Carolingia

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2 – La construcción imperial carolínigia 2.1. El Imperio Carolíngio. Orígenes El Imperio Carolíngio fue el más importante entre la romanidad tardía y la baja edad media. Proviene originariamente de una dinastía regional del reino de Austrasia llamada los pinpínidas, que eran unos “mayordomos” que, en calidad de grandes dignatarios, gobernaban localmente en nombre del rey. Comenzaron a adquirir importancia gracias a la actuación de Pipino de Herstal, que reunificó todas las mayordomías (Austrasia, Neustria, Aquitania, Borgoña) en una, él a la cabeza, convirtiéndose en un “alter-ego” del rey. Le sucedió su hijo Carlos Martel, que luchó contra los musulmanes en la Batalla de Poitiers, que supuso el gran triunfo del reino franco contra los reinos musulmanes por debajo de los pirineos. Pero fue su hijo Pipino el Breve, considerado el primer rey carolíngio, quién destituyó a Childerico III, extinguiendo así la antigua dinastía de los merovíngios y empezando la dinastía de los pipínidas y con ella el reino carolíngio. Consolidación Su hijo Carlo Magno, fue el máximo rey franco, debido a la consolidación política que con él alcanzó el imperio carolíngio, donde los reyes francos controlan el territorio y se reparten el botín. Dió continuidad a la expansión territorial, a través de varios terrenos como el reino lombardo, que era el última reino germano que quedaba, junto a la marca hispánica, Sajonia, Baviera, Frisia y la Marca de Panonia, extendiéndose así hacia el sur y hacia el este.

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2 – La construcción imperial carolínigia

2.1. El Imperio Carolíngio.

Orígenes

El Imperio Carolíngio fue el más importante entre la romanidad tardía y la baja edad media. Proviene originariamente de una dinastía regional del reino de Austrasia llamada los pinpínidas, que eran unos “mayordomos” que, en calidad de grandes dignatarios, gobernaban localmente en nombre del rey. Comenzaron a adquirir importancia gracias a la actuación de Pipino de Herstal, que reunificó todas las mayordomías (Austrasia, Neustria, Aquitania, Borgoña) en una, él a la cabeza, convirtiéndose en un “alter-ego” del rey. Le sucedió su hijo Carlos Martel, que luchó contra los musulmanes en la Batalla de Poitiers, que supuso el gran triunfo del reino franco contra los reinos musulmanes por debajo de los pirineos. Pero fue su hijo Pipino el Breve, considerado el primer rey carolíngio, quién destituyó a Childerico III, extinguiendo así la antigua dinastía de los merovíngios y empezando la dinastía de los pipínidas y con ella el reino carolíngio.

Consolidación

Su hijo Carlo Magno, fue el máximo rey franco, debido a la consolidación política que con él alcanzó el imperio carolíngio, donde los reyes francos controlan el territorio y se reparten el botín. Dió continuidad a la expansión territorial, a través de varios terrenos como el reino lombardo, que era el última reino germano que quedaba, junto a la marca hispánica, Sajonia, Baviera, Frisia y la Marca de Panonia, extendiéndose así hacia el sur y hacia el este.

Con la legitimización obtenida mediante la coronización imperial y el reconocimiento externo obtenido, sobretodo por parte del reino bizantino mediante el tratado de Aquisgrán, se habla de un Traslatio Imperi, que es una renovación del concepto de “imperio”. Así, “Carlo Magno” es considerado heredero de los emperadores romanos (algunos historiadores lo consideran el último emperador romano), pero el concepto se traslada, dejando de ser un imperio romano y pasando a ser franco.

Crisis

Mediante la concepción patrimonial del imperio se llega a la división de éste en la Francia Occidental, Lotaríngia y la Francia Oriental o Germania. Esta división es el reflejo de la incapacidad del imperio carolíngio para crear un gobierno estable que abarque un territorio tan amplio. Así estas divisiones acabarían desembocando en la creación de los estados mantenidos hasta la actualidad Francia, Italia y Alemania respectivamente.

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2.2 Organización administrativa del Imperio Carolíngio

Este imperio se caracteriza básicamente por la privatización del poder, que conducirá posteriormente a su desintegración.

El emperador es concebido sacralmente, ya que ha sido urgido por el papa, y además goza de los privilegios del Ban, que es sinónimo de “autoridad que es capaz de imponer su poder”. EL concepto de Ban se remonta a las asambleas germanas, y significa el poder que puede manifestar un emperador.

La administración central se divide entre la Casa Real (Palatium), que es el núcleo de la administración, el Fisco (que es la hacienda – hacienda como capacidad de poder económico que tienen los ingresos del estado y el monarca. No los impuestos – que es la concepción actual – sino las rentas propias de la corona - y tiene dos fuentes principales de recursos: Los impuestos privatizados, que son un vestigio de la fiscalidad tardoromana y mediante los cuales se recauda poco y mal, pero sobretodo las amplísimas posesiones territoriales o villas) así como la Capilla Palatina (Una oficina que se encarga de expelir los documentos reales, un recurso del rey para gobernar, la mano ejecutiva del monarca) y el tribunal regio.

Existe una estrechísima colaboración con la iglesia, mediante la jerarquización y la homogeneización.

La administración territorial se caracteriza principalmente por los condados. Se impone una jerarquía condal, que consiste en la subordinación de grupos de condes a un conde mayor. Así, los condes dejan de ser funcionarios públicos de las circunscisiones administrativas y pasan a ser representantes del poder ejecutivo local (alta aristocracia laica, emparentada con la alta aristocracia eclesiástica), con una sucesión hereditaria. Los Missi Dominici – que quiere decir “Enviados del señor” -, vigilan la labor de los condes, demostrando así la inefectividad del control del emperador sobre estos.

Así, el imperio carolíngio es la última tentativa de establecer una autoridad regia pública e imperial en la romanidad tardía. En el fondo, el imperio se mantiene en pié porque sirve a las aristocracias locales, que han logrado privatizar el poder, hasta que consiguen fragmentar el imperio.

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2.3. Las segundas invasiones

Se llama “segundas invasiones” a la presencia sobre la europa carolíngia de vikingos, musulmanes y magiares. Los vikingos, comerciantes y piratas marítimos, entran por el Atlántico Norte, el canal de la Mancha y el Mediterráneo. Los musulmanes, ya estructurados como civilización, entran por el mediterráneo a la Península Ibérica y los Magiares, que son húngaros de la estepa ucraniana (una especie de hunos actualizados) por la germania Oriental e Italia.

Estas segundas invasiones dotan a los invasores de un prestigio militar gracias a los saqueos, la despoblación y los asentamientos, así como de la inseguridad de la población, que no sabe quién la defiende. Refuerzan la autoridad de las aristocracias locales y regionales, es decir, de las grandes famílias.

2.4 La fragmentación territorial del poder político

La fragmentación territorial del poder político es el primer paso del imperio carolíngio al feudalismo (que es un nuevo sistema de organización social) a través de los siglos IX y X. Este es un proceso que se arrastra desde el siglo IV. El imperio carolíngio intenta controlarlo, pero fracasa.

La fragmentación del poder territorial por parte de las aristocracias locales en castillos (que facilitan el control de la población por parte de los poderes locales) , lleva a la privatización del Ban, que facilita el sometimiento de las comunidades campesinas y el paso a la revolución feudal.

Esta privatización del Ban afecta sobretodo a la sociedad rural, a los trabajadores de la tierra, que se dividen entre esclavos, siervos (ambos controlados por las aristocracias locales) y campesinos propietarios (que hasta ahora se escapaban a esta gobernación porque tenian tierras. Eran propietarios libres. Pero dejan de serlo, gracias a la apropiación del Ban ya que, desprovistos del paraguas del estado, ahora están a merced de los poderes locales. Es así como surgen los caballeros, los séquitos armados y los milites.

La clave de esta fragmentación reside, por tanto, en la privatización o patronalización y la fragmentación, a favor de las aristocracias locales, tanto laicas como eclesiásticas.