[2000] Miranda R - Los Sofistas

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    Rosario MirandaLB. de Arucas. La Orotava - Las Palmas de Gran Canaria. mayo de 1997

    En las distintas disciplinas hay autores y textos que tienen el rango de cl-sicos y otros que no. Los sofistas no slo no se han considerado nunca clsicosen la historia de la filosofa, sino que adems han sido descalificados, despresti-giados, incluso vituperados en su tiempo y fuera de su tiempo. Suele presentr-seles como hombres sin rigor intelectual, simples artistas de la oratoria, virtuo-sistas del lenguaje, cazadores de jvenes ricos, traficantes de enseanzas,embaucadores, hombres de mala fe, pensadores poco serios sin relevancia nifundamento, carentes de reflexiones o teoras interesantes o importantes. Se diceque su produccin filosfica fue efmera y que sus escritos se olvidaron en segui-da debido a su escasa contundencia.

    A diferencia de Platn y Aristteles, cuya obra conservamos casi en su tota-lidad, los sofistas no son autores privilegiados por la conservacin de sus textosni por su afinidad con el acontecer ideolgico de Occidente. Lo que nos quedade ellos son algunos testimonios y unos pocos fragmentos proporcionados porotros: Digenes Laercio, Filstrato, Aristfanes, Eurpides, Platn, Aristteles,Plutarco, Clemente de Alejandra, Sneca, Sexto Emprico, Ciciern, Porfirio.Las fuentes acerca de los sofistas son muy escasas, como las de los presocrti-cos o las de las numerosas escuelas postaristotlicas. Por qu de unos autoresse ha conservado tanto y de otros tan poco? Digenes Laercio cita doce libros deProtgoras, y otros antiguos se refieren a bastantes obras de Hipias, Antifonte,

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    Gorgias y otros sofistas. No ha quedado ninguna. Sabemos que Epicuro fue unescritor ms prolfico an que Platn. No tenemos un solo libro. En funcin dequ fuerzas permanecen o se pierden las palabras en el tiempo? De qu depen-de la repercusin y la resonancia de las ideas en el futuro? Se dice que hayvoluntades movidas por la animadversin que contribuyen activamente al olvi-do de cierto modo de pensar. Yo no lo creo as. Las palabras y las ideas formanparte de lo comn, son patrimonio de la multitud que habla, y nadie tiene elpoder de hacerlas desaparecer. Quiz es el azar la nica fuerza responsable deque unas ideas se conserven a sus anchas y otras no, o quiz es tambin el acon-tecer espiritual de una cultura lo que determina inconscientemente lo que perdu-ra y lo que no. Qu habra sido de la mentalidad occidental si Protgoras hubie-ra ocupado el lugar de Platn y Epicuro el de Aristteles en nuestra historia dela filosofa? Eso pertenece al misterio y al enigma, pero quiz la ideologa occi-dental no es como es porque ciertas obras se han perdido, sino que ciertas obrasse han perdido porque la mentalidad occidental es como es. El pensamiento delos sofistas era alternativo al que haba en su poca y al que hubo despus, y nose contagi a la colectividad, no triunf como modo masivo de referenciar la rea-lidad, no devino sentido comn, del mismo modo que la teora heliocntrica deAristarco de Samos no tuvo relevancia alguna hasta que Coprnico la rescatveinte siglos despus, cuando el intelecto europeo estaba maduro para desarro-llarla.

    Aunque, como he dicho, no creo en causas personalizadas del olvido de unpensamiento, si alguna voluntad negadora de la sofstica ha influido en los pre-juicios, la aversin o el desinters con que la historia ha tratado a ese movimien-to, esa ha sido la voluntad de Platn. Siendo Platn la ms amplia y popular fuen-te sobre los sofistas, siendo negativo y adverso su juicio sobre ellos, y siendo unode los pensadores canonizados en la ideologa occidental, es natural que durantesiglos la historia de la filosofa no les haya dedicado ms que una nota a pie depgina en la que se dice que, como deca Platn, los sofistas eran unos charlata-nes y unos inmorales. En la poca moderna Hegel los rescat en sus "Leccionessobre Historia de la Filosofa", y la parte de la historiografa reciente que se refie-re a ellos sin la lente platnica los considera unos filsofos no ortodoxos de laIlustracin griega. Yo creo que la filosofa de los sofistas es importante y rigu-rosa, y que fue producto de unas circunstancias sociales y polticas que no sehaban vuelto a dar hasta ahora: los sofistas son figuras de la democracia.

    En el sistema poltico indito que fue la democracia ateniense del siglo Va.e. se dieron hechos inditos tambin. Por ejemplo, la educacin tradicional sequed obsoleta.

    La educacin, reservada a los varones aristcratas, era elemental y prima-ria. Consista en aprender a leer, a escribir, a contar, a tocar la flauta y la ctara

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    y a practicar la gimnasia, la lucha y el atletismo. Esto ltimo se haca en la pales-tra con el pedotriba, y el resto lo imparta en la casa familiar un esclavo o unhombre libre sin ningn prestigio o consideracin social. Si un joven querahacer carrera poltica era instruido por algn estadista amigo de la familia. Estaeducacin funcionaba en una sociedad en la que se era virtuoso por naturaleza yse llegaba a poltico o a juez por linaje, pero no en la democracia, donde la ciu-dadana se haba extendido a todos los hombres libres y donde los ciudadanostenan una vida politizada y judicalizada: eran frecuentsimas unas asambleas enlas que cualquiera poda intervenir, y continuos unos pleitos en los que cada cualacusaba a los dems y se defenda a s mismo en primera persona. En este esta-do de cosas se haca necesaria una educacin superior, y no como la pitagrica,existente en la Magna Grecia, en Metaponto y en Crotona, que era cerrada y sec-taria, sino abierta y urbana. Este reclamo social lo cubrieron los sofistas, quenacieron al fuego de la democracia independientemente de su ideologa: unosfueron idelogos de la democracia y otros sus fieros enemigos.

    Los sofistas aparecieron en el siglo V a.e. Confluyeron en tiempos dePericles en Atenas, donde eran extranjeros procedentes de Leontinos, Abdera,Ceas, lide y de otras polis de la Hlade. Eran itinerantes; se movan de un sitioa otro exhibiendo su talento, a veces con pedantera y suntuosamente vestidos.Eran blanco de los poetas cmicos y objeto de burla por parte de la multitud,pero imanes para los jvenes, que se vinculaban a ellos y los seguan de ciudaden ciudad. Eran profesionales de la educacin y de la cultura; daban una forma-cin general al ciudadano; enseaban geometra, fsica, astronoma, medicina,artes, tcnicas, y sobre todo retrica, el arte de hablar bien en pblico, algo indis-pensable en un sistema poltico y judicial basado en la participacin directa delciudadano. Su finalidad era formar hombres desenvueltos en la democracia,sabios y hbiles a la vez.

    Pero los sofistas no se limitaban a ensear oratoria ni sus reflexiones se cen-traban slo en el hombre y la ciudad. No existe una contraposicin tajante entredos etapas de la atencin filosfica, hacia la naturaleza primero y hacia la socie-dad despus. Jenfanes, Herclito, Pitgoras, Empdocles y Demcrito tenanpreocupaciones ticas y polticas, y muchos sofistas se ocuparon de distintasciencias, popularizaron sus resultados e incluso contribuyeron a ellas: Galenocita a Gorgias y a Prdico y Cicern a Trasmaco y Protgoras entre los filso-fos antiguos que escribieron acerca de la naturaleza; Antifonte figura en la his-toria de la geometra por intervenir en el problema de la cuadratura del crculo;Plutarco cuenta que el mismo Antifonte empleaba un mtodo de su invencinpara eliminar la ansiedad y la tristeza, mtodo que recuerda ciertas tcnicas psi-coanalticas que conducen a la ataraxia; a Hipias se le atribuye un manual con-tra la afliccin, y parece que mantuvo durante una temporada una especie de

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    consultorio psiquitrico en el gora de Corinto, donde procuraba alivio a la gentemediante la palabra; tambin escribi que los sueos son expresiones simblicasque deben ser interpretadas por un especialista. Numerosos sofistas enseabanmedicina entre otras artes; Galeno atribuye a Prdico una teora especial delplegma. Gorgias habl sobre la naturaleza del sol y en la tumba de Iscrates sele representa observando las estrellas, y Protgoras intervino en la discusinsobre los efluvios que preocupaba a Demcrito, a Empdocles y a los atomistas.

    Los sofistas daban, pues, a sus discpulos una formacin general y superior.A cambio de dinero. Cobraban sus lecciones y fueron los primeros en hacerlo enuna sociedad que rechazaba el trabajo retribuido y que se escandalizaba de quepudiera mezclarse el vil metal con la sublime sabidura. La democracia tena pre-juicios aristocrticos, y recibir un salario de otro estaba mal considerado en loscrculos distinguidos de Atenas, donde se supona que uno es rico de nacimien-to y no necesita hacer algo tan vulgar como ganarse la vida. El precio de las lec-ciones era a veces muy alto, lo cual muestra la elevada estimacin social delanueva enseanza. Se dice que un curso de Protgoras era carsimo y que estesofista obtuvo por su ciencia ms riqueza que Fidias y otros diez escultores jun-tos por sus obras, y Gorgias don al orculo de Delfos una estatua de oro deltamao de su cuerpo y muri muy longevo siendo un hombre riqusimo. En esteterreno como en otros, los sofistas carecan de prejuicios respecto a la tradicin,y adems estaban acordes con la economa de su sociedad: vender era lo propioen un mundo en el que se multiplicaban los intercambios comerciales, surga laindustria y el dinero cobraba cada vez ms importancia. Sin embargo, por hacerde la transmisin del saber una actividad lucrativa recibieron reproches y crti-cas acerbas de conservadores como Platn o Jenofonte, quienes dijeron que hac-an del conocimiento una mercanca, que no tenan discpulos sino clientes, queeran tenderos sin escrpulos y sin ideales, hombres que enseaban por dinero yno por amor y que por eso se prostituan.

    Por dinero los sofistas enseaban ciencias, tcnicas y sobre todo retrica,oratoria, elocuencia, persuasin mediante la palabra. Eran profesionales de lapalabra en un escenario en el que la palabra era poder. Triunfaba en la asambleano el ms rico ni el de mejor familia, ni el ms prudente o esforzado, sino el quemejor hablaba, y el ms elocuente era quien sala airoso de los numerosos liti-gios y pleitos en que los ciudadanos se vean envueltos a menudo. Los sofistasno eran loggrafos -escritores de discursos que otros pronunciaban como pro-pios, antecedentes de los negros de nuestros polticos- sino que convertan acualquiera en orador ensendole a hablar bien y a discutir, retrica y dialctica.En el uso griego normal, "dialctico" significa discutidor o relativo a la discu-sin. Platn dio al trmino otra referencia, lo defini como la ciencia reservadaa los filsofos y dirigida al bien, pero la dialctica era un debate que tena lugar

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    en pblico, estaba sometido a reglas y acababa con la victoria de un hablante yla derrota del otro. La dialctica era la palabra como espectculo de discordia,disputa, rivalidad, la palabra como justa entre contrincantes, instrumento de unenfrentamiento en el que se buscaba vencer. La dialctica haca un uso masculi-no de la palabra en un mundo viril, uso que ha llegado hasta nuestros das, puesla palabra pblica no suele ser dilogo, conversacin y construccin, sino desa-fo, antagonismo y competicin entre adversarios.

    Muchos sofistas eran muy diestros en las artes que enseaban; algunos fue-ron eficaces embajadores de sus respectivas polis y unos virtuosos del discursooral y escrito; con un bagage cultural amplio y refinado hacan de la palabra unespectculo que deleitaba al pblico. Algunos de los grandes maestros de orato-ria se prestaban a improvisar sobre cualquier tema que se les propusiera.Gorgias, el vehemente, inspirado, solemne, potico, sutil y artificioso Gorgias,fue el mejor.

    Como maestros de retrica los sofistas no se contentaron con formular unaserie de esquemas para elaborar discursos. Para dominar a fondo la elocuenciainvestigaron en el lenguaje, y fueron los primeros tericos de disciplinas comola gramtica, la filologa, la mtrica, la versificacin, la esttica y la orthopeiao correccin de la expresin. En esta ltima materia se ocuparon tanto de la dic-cin correcta -lo que hoy se llama ortologa- como de la bsqueda de la palabrajusta para designar las cosas, del correcto cifrado de la realidad. No es lo mismoser sbdito que ciudadano ni ser un enfermo terminal que tener una enfermedadincurable. Prdico analiz las sutiles diferencias de significado entre vocablosprximos o emparentados, y Protgoras critic a Homero por usar el imperativoen lugar del optativo para dirigirse a una diosa en el inicio de "La Ilada" ("Cantaoh diosa la clera de Aquiles"), pues en el habla hay peticiones y mandatos yuna musa requiere splicas pero no rdenes. Este primer brote no gazmoo delo que hoy se conoce como lo polticamente correcto no fue algo aislado sobrelo que llamaran la atencin algunos sofistas; tambin Tucdides resalt la impor-tancia de nombrar las cosas correctamente. En su "Historia de la guerra delPeloponeso" deplora que los hombres trastoquen el significado de las palabraspara justificar su conducta, pues llaman, dice, valor a la temeridad, cobarda a lasensatez, carencia de hombra a la mesura e incapacidad de accin a la reflexin.

    Los sofistas crean que la palabra da poder no slo en el universo poltico yjudicial sino tambin en el ontolgico. La palabra no es el reflejo de un aconte-cimiento, sino que contribuye activamente al modo como ese acontecimientosea. La palabra tiene una fuerza tal que es capaz de cambiar el ser. El lenguajeprocura una experiencia de la realidad; como lo real puede predicarse de mlti-ples maneras, tan importantes como las cosas son las palabras que las constitu-yen. "La palabra -dice Gorgias- es un poderoso soberano que con un cuerpo

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    pequesimo y completamente invisible lleva a cabo obras divinas". El lenguajeno es solamente un instrumento de colaboracin y de xito, tambin crea elmundo al nombrarlo, y al nombrarlo de otra manera lo transforma; por eso loscambios, sociales o individuales, se gestan cuando se hace otra lectura de lamisma situacin, cuando se interpretan los hechos en otros trminos. El sentidoque damos a las cosas se apoya en un cdigo subyacente del que la mayora delos hablantes -como de la gramtica que usan- no son conscientes. Lainconsciencia con que se usa el lenguaje corre pareja con la inconsciencia conque se vive una cultura, ese complejo de ideas, creencias, costumbres y artefac-tos que encauzan la vida de las comunidades humanas.

    Consecuentemente con su visin del lenguaje, los sofistas fueron crticos dela cultura. Ilustrados puros, se desarraigaron con toda libertad de los mitos, ritos,instituciones e interpretaciones tradicionales transmitidas por inercia en el len-guaje y en la educacin. Sometieron a anlisis racional lo que se ha llamado elconglomerado heredado, es decir, el cmulo de creencias, normas de conducta ysistemas de vida sobre los que se basaba la vida en la ciudad. No aceptaron quelos dioses o los antepasados mticos fueran el fundamento de la polis, indagaronen el origen de las leyes, instituciones y costumbres y llegaron a la conclusinde que todo lo humano es producto de la convencin.

    Durante los siglos VII y VI a.C. muchas ciudades-estado griegas cambiaronsu legislacin y escribieron su constitucin, experiencia que dej poco espacio ala creencia en un origen divino de las leyes. Adems, en el siglo V, debido alcomercio, la guerra y la colonizacin, los helenos entraron en contacto conmuchos pueblos y constataron la variedad de las ideas religiosas, morales y pol-ticas. Haba un escepticismo y un relativismo difusos en el ambiente que lossofistas, intelectuales y viajeros, captaron y articularon con rigor. Los sofistasestablecieron una teora de la relatividad de las convenciones legales y contra-pusieron el orden natural al orden propiciado por las leyes humanas, el derechonatural y el derecho positivo, asunto que se convirti en un tema de conversa-cin recurrente en la poca.

    Hipias del Peloponeso, el sabedor de mucho, cre la doctrina del derechonatural en Grecia. Dijo que los hombres son iguales por naturaleza pero la ley dela ciudad los trata como si no lo fueran. Cosmopolita y demcrata, Hipias afir-maba la igualdad biolgica de los hombres y deduca de ella la necesidad de laigualdad social, igual que Licofrn y Alcidamante, discpulos de Gorgias, y tam-bin Antifonte. Defendan el derecho natural del dbil, doctrina que tuvo reper-cusiones sociales y que a su vez era eco de corrimientos de tierra en la sociedad.En Grecia y en Atenas, donde eran dbiles los esclavos, las mujeres, los pobres ylos extranjeros, el derecho natural del dbil quitaba razn a los oligarcas que seapoyaban en la sangre para dominar al resto de los ciudadanos, y rechazaba la

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    diferencia entre nobles y plebeyos, seores y esclavos, hombres y mujeres ygriegos y brbaros. En tiempos de Pericles hubo un movimiento a favor de quelas mujeres accedieran a la educacin y seguramente a la ciudadana; comediascomo "Lisstrata" o "La asamblea de las mujeres" parecen aludir a eso.

    Pero, una vez enfrentadas la naturaleza y la ley, el antagonismo puede tam-bin elaborarse en beneficio del fuerte. La naturaleza ensea adems que el fuer-te le puede al dbil, y la igualdad de derechos decretada por el gobierno del pue-blo es contraria a la ley natural. Los decretos urbanos que convierten en igualesa quienes por naturaleza no lo son son un arma de los dbiles para evitar cum-plir con el destino de sometidos que por naturaleza les corresponde. La esenciade la democracia es la alianza del pueblo contra los seores, la dominacin orga-nizada de la masa sobre los nobles. As opinaban Calicles, discpulo de Gorgias,y Alcibades y Critias, jvenes aristcratas ambiciosos y desbocados a quienesScrates, su maestro, no consiguui atar duraderamente. No se sabe si Caliclesexisti; quiz fue una invencin de Platn para ilustrar el inmoralismo que segnl se derivaba de las enseanzas sofistas. Y Critias no fue propiamente un sofis-ta, no imparti clases ni cobr; fue un ilustrado, un brillante orador y un polti-co cruel al que desde la Antigedad se incluye entre los sofistas por su presen-cia en la reunin sofista en casa de Calias, en el "Protgoras" de Platn.

    El derecho natural del fuerte se formul en Atenas en el periodo oscuro y dedecadencia que sigui a la muerte de Pericles. Durante los cincuenta aos de paztranscurridos entre la segunda guerra mdica y la guerra del Peloponeso, perio-do conocido como la Pentecotecia, hubo en Atenas prosperidad econmica yestabilidad social; aument la cohesin entre los ciudadanos y se fortaleci lademocracia. A este momento pertenecen Protgoras, Gorgias, Ripias y el escri-tor de lo que conocemos como el Annimo de Jmblico, la primera generacin,brillante y optimista, de sofistas defensores de la democracia, amigos de Periclesalgunos, que crean en el poder de la razn para vivir mejor y vean en la retri-ca el instrumento de que la razn dispone para lograrlo; eran pensadores queapostaban por la igualdad, la justicia, el respeto y la persuasin, en lugar del usode la fuerza como base de la vida poltica. Eran hombres con esperanza, testigosde una gran prosperidad espiritual y material despus de las guerras mdicas;pertenecieron a una generacin privilegiada para la que la Edad de Oro no esta-ba detrs sino delante y adems cerca. Pero con la guerra (429-404), la derrota,la peste y las consecuencias nefastas de una poltica exterior imperialistamuchas veces intolerante y cruel, Atenas se desmoraliz. Las tensiones socialesse recrudecieron, hubo crisis econmica y la ideologa democrtica y solidariasalt por los aires. A esta poca pertenece una generacin de pensadores de talan-te muy diferente a la anterior, algunos inmoralistas y partidarios del derecho delms fuerte, responsables de las graves acusaciones que se alzaron contra los

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    sofistas, y otros pesimistas, horrorizados de una democracia horrorosa, comoTrasmaco de Calcedonia.

    Trasmaco no era un aristcrata despechado sino un amigo de la justiciaenormemente desesperanzado. Fue un terico de la poltica de talante muy amar-go y realista, con una visin fundada en lo que de verdad sucede y no en lo quedebiera suceder segn el teorizar humano. Observ un mundo competitivo, des-garrado y cruel en el que vencen los ms fuertes y sin escrpulos y en el que losdbiles son aplastados. Dijo que la justicia no existe como ideal ni como valor,y que se llama justicia a la imposicin de la voluntad de los gobernantes. Lasleyes del Estado son las rdenes que satisfacen los deseos de los dominadores.Las leyes son convenciones que no expresan los intereses generales, como creaProtgoras, sino slo los de los gobernantes, sean stos una persona tirnica, unaminora oligrquica o la mayora demcrata. Lo justo, lo legal, es lo que con-viene a los gobernantes, lo que interesa a los que estn en el poder porque cons-tituye su propio y particular bien. Independientemente de la perfeccin quepodamos concebir, la realidad es que los gobernantes actan para provecho de smismos, que el hombre injusto saca la mejor parte en los tratos, paga menosimpuestos, favorece a sus amigos y parientes y se aprovecha de los cargos pbli-cos que desempea. La realidad de la justicia es la injusticia siempre que secometa a escala suficiente, no a la del ratero. Trasmaco no habl de lo quedebiera ser la justicia sino de lo que es; su anlisis, slido, real y triste, muestrael desconsuelo de un pensador impotente frente a la realidad que termin susdas suicidndose.

    Trasmaco, Protgoras y el resto de sofistas que hablaron de las leyes coin-cidieron en que la justicia carece de fundamento trascendente y se basa en unaconvencin entre hombres. Eso significa que los hombres tienen capacidad paracolaborar, para establecer acuerdos y cumplirlos. Si la justicia es aquello que unosciudadanos convienen, entonces los hombres tienen necesaraimente una disposi-cin o capacidad para el pacto; sin este requisito o condicin no puede hacerseacuerdo alguno. Protgoras dijo que tal disposicin no es natural, sino algo adqui-rido por la humanidad para defenderse del reiterado ataque de las fieras y de loshombres entre s, como afirmaron siglos despus Hobbes y otros tericos del con-trato social. La virtud poltica o capacidad para la justicia es un resultado del pro-greso, pero no una conquista irreversible adquirida de una vez por todas; la barba-rie no es un estado dejado atrs definitivamente y no es imposible que vuelva. Yla virtud poltica no es innata, como sostenan las clases altas: se adquiere por laenseanza y se desarrolla mediante la aplicacin y el ejercicio.

    La enseanza y el aprendizaje de la virtud fue un tpico entre los sofistas,que se declaraban maestros de ella, y sus adversarios, que crean que la virtud esla manifestacin de una naturaleza especial propia de los nobles, posicin aris-

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    tocrtica ilustrada por Pndaro y Teognis y mantenida luego por Platn. ParaProtgoras la virtud se ensea porque se transmite entre maestro y discpulo, ytambin porque est en el espritu de la ciudad y "se coge", como se coge la len-gua materna, sin que medie un maestro en particular: se asimilan los conceptostico-polticos del entorno.

    La cuestin de si puede o no ensearse la virtud encierra otra de ms largoalcance: quin est capacitado para dirigir la vida pblica? es competente oincompetente el pueblo para gobernar? Algunos sofistas dijeron que, a diferen-cia de las habilidades tcnicas, desigualmente repartidas entre los humanos, elsentido de la justicia pertenece a todos y participar en poltica a todos concier-ne; no hay especialistas ni profanos en los asuntos cvicos y gobernar es un dere-cho de cualquiera, cosa que Platn rechaz defendiendo la competencia delexperto en gobierno, el filsofo tecncrata conductor de la mayora ignorante.Muchos sofistas, en cambio, crean que cada cual est capacitado por naturalezapara discernir lo que es el bien, aunque el bien, como la verdad o la realidad, nosea lo mismo para todos.

    Ni el bien, ni la verdad ni la realidad son lo mismo para todos. El pensa-miento de los sofistas es relativista, subjetivista y escptico respecto a los valo-res, la verdad y el ser, y creo que es un pensamiento de mucha envergadura filo-sfica, aunque no tuviera repercusin entonces. O quiz s la tuvo: la posicinde Protgoras en el libro IX de Digenes Laercio sobre los filsofos ilustres esanloga a la de Demcrito, Herclito, Parmnides o Pirrn, y se le concedemayor extensin que a Parmnides o Zenn. En el Serapeion de Menfis seencontraron once estatuas en semicrculo de filsofos y poetas; entre los prime-ros se encuentran Platn, Herclito, Tales y Protgoras, prueba de que el sofistaera tenido en la Antigedad por un filsofo importante, no por un dispensador derecetas de las que se nutran los crculos demcratas y los jvenes que deman-daban instruccin. El relativismo sofista me parece una filosofa slida y alter-nativa a la que ms tarde propusieron la Academia y el Liceo.

    Los valores son relativos a cada hombre o comunidad de hombres. El bieny el mal no son propiedades de las cosas sino de nuestras relaciones con ellas;no proceden de los dioses ni de los expertos ni del modo de ser de las cosas. Elhombre es el origen de los valores, por eso diferentes hombres producen dife-rentes valores: "los masagetas descuartizan a sus padres y se los comen y creenque es una tumba bellsima estar enterrados en sus propios hijos, pero en Grecia,si alguien hiciera tales cosas, sera expulsado de la comunidad y tendra unamuerte infame"; "los persas juzgan bueno que un hombre tenga relaciones consu hija, madre o hermana, pero los griegos tienen esto por malo e ilegal". "Si seordenara a todos los hombres reunir en un solo lugar las cosas que estiman malasy despus tomaran de ese montn las que estiman buenas, ni una sola quedara

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    donde estaba". Respecto al alcance de la relatividad de los valores hay diver-gencias entre los sofistas. Gorgias es famoso por su neutralidad o indiferenciatica; excepcin entre los sofistas, no pretenda ensear virtud sino slo retri-ca; su relativismo moral parece haber sido radical. El de Protgoras no. Segnl, aunque ninguna cosa por s misma vale ms ni menos que otra, hay unas queson mejores porque sus consecuencias son objetivamente ms deseables y bene-ficiosas. Por ejemplo, el enfermo dice que es malo un manjar y tiene razn por-que as lo siente, pero la salud es mejor que la enfermedad y la tarea del mdicoconsiste en sanar al enfermo para que as cambien sus sensaciones. De igualmodo el sofista debe influir mediante la retrica en las creencias y valoracionesde los ciudadanos para que profesen aquellas que desemboquen en normas quesean satisfactorias. Radicales o moderados, los sofistas negaron la concepcinabsoluta del bien y del mal. Dijeron que no hay nada en particular que sea elbien. Y lo mismo dijeron de la verdad y del ser.

    La verdad, como el bien, es una relacin del hombre con las cosas y no unaesencia de la realidad. No tenemos acceso al mundo externo tal y como es; lle-gamos a l a travs del filtro de nuestras percepciones y creencias subjetivas, ypor eso cada uno de nosotros se convierte en la medida de lo que el mundo es."El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son, delas que no son en tanto que no son" es la sentencia que abra un libro deProtgoras titulado "Sobre la verdad". Para cada individuo o comunidad de indi-viduos -segn interpretemos "hombre"-las cosas son como se le aparecen. Nohay diferencia entre ser y apariencia ni entre opinin y verdad. No hay ms ver-dad que la de las opiniones que en cada momento creemos, ni hay distincinentre lo que las cosas son de verdad y lo que parecen ser. No hay ms realidadque las apariencias, y no existe el saber indudable que se opone a la opinin ilu-soria. La doxa es frgil e inestable, est sometida a la persuasin, pertenece alreino de la contingencia, la ambigedad y el cambio, pero no hay otro. No hayopinin correcta, no existe la Orto Doxa. En los planos gnoseolgico y ontol-gico, como en el tico, Gorgias fue el ms extremo. Si para Protgoras nada esverdad, para Gorgias nada es. "Nada es -dice-o Si algo fuera no sera cognosci-ble. Y si fuera cognoscible no sera comunicable". Esta sentencia suele interpre-tarse como un ataque al dogmatismo filosfico, en particular al de Parmnides ylos eleatas, que pretendan haber encontrado la verdad absoluta e inmutable yrechazaban como ilusorias las apariencias sensibles de las cosas. Frente a ellosGorgias afirmaba que no hay saber tras la opinin, ni realidad tras la aparienciani naturaleza bajo el artificio. Slo hay opinin, apariencia, artificio, ilusin yficcin, y sobre todo eso reina la retrica. La realidad es una construccin dellenguaje; como la verdad, la realidad no existe, y esta noticia no es pesarosa sinoliberadora: como es la palabra la que construye opiniones, artificios y aparien-

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    cias, y las opiniones, artificios y apariencias son lo nico que hay, o por lo menoslo nico que est en nuestro poder, inicimonos en el arte de la palabra y seamosdiestros en crear las opiniones, artificios y apariencias que ms nos satisfagan,dmosle a la realidad la forma que ms nos convenga.

    La palabra, el lenguaje, es el vehculo en el que entramos en el mundo, es unfiltro ineludible entre nosotros y la realidad, por lo que con la palabra puedenconstruirse realidades diferentes. Sobre cada cosa pueden predicarse dos discur-sos opuestos, un elogio y una censura, una acusacin y una defensa. Los sofistaspracticaban y enseaban a sus discpulos el mtodo antilgico, que consiste enconstruir para una misma cosa un discurso que la afirma, la justifica y la defien-de y otro que la acusa, la niega y la destruye. En una discusin ante una asambleao en un pleito ante un tribunal, parte de los presentes mantiene una postura y laotra parte mantiene la contraria. La retrica ensea a defender cualquiera de lasdos, a argumentar con consistencia los dos puntos de vista opuestos que puedenobservarse sobre cualquier asunto. No hay verdad: es la fragilidad o la contun-dencia del razonamiento lo que persuade de la verdad o falsedad de los hechos, ycon la retrica cualquier argumento puede pasar de dbil a fuerte y viceversa,segn la capacidad de conviccin del orador. Incluso la causa ms desfavorecidapuede hacerse fuerte si es presentada con la suficiente elocuencia. Los enemigosde los sofistas definieron su oficio como la habilidad para hacer fuerte el argu-mento dbil, y a ellos como oradores faltos de escrpulos que ponan sus capaci-dades al servicio del mejor postor. Tambin se les descalific por irracionales enel plano lgico, pues, se deca, al afirmar mediante el mtodo antilgico una cosay su contraria a la vez, violaban el principio de no-contradiccin.

    Sin embargo, esta crtica no tiene fundamento. En una concepcin relati-vista y sujetivista del mundo, en que las cosas se definen con referencia a la opi-nin del hombre, no hay esencias ni sustancias, y lo que ocupa el primer planoes lo que Aristteles calificaba de accidente. La concepcin relativista tiene supropia lgica y es una lgica alternativa a la aristotlica, una lgica basada en larelacin y no en la sustancia; no una lgica mondica de sujeto y predicado sinouna lgica n-dica de relaciones entre trminos; y no una lgica binaria de dosvalores opuestos en la que las proposiciones son verdaderas o falsas, sino unalgica de ms valores de verdad. La estructura de pensamiento que subyace alrelativismo no es irracional y contradictoria, sino una estructura racional alter-nativa, una lgica de relaciones que ha venido a desarrollarse ahora, veinticincosiglos despus. El mtodo antilgico no sirve -como lo han presentado- paralograr una victoria en la argumentacin por cualquier medio y con independen-cia de la verdad; eso es la erstica. La antilgica, mtodo de razonamiento queopone dos argumentos acerca de la misma cosa, es una manifestacin del mundofenomnico en su continuo estado de flujo y cambio, sometido a los vaivenes de

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    la opinin, de la apariencia, del momento o kairs, de un devenir en el que laverdad no es posible, sino acaso la verosimilitud. Los sofistas apostaron por estemundo imperfecto y cambiante donde las cosas no son absolutamente buenas omalas, ni absolutamente verdaderas o falsas. Contra ellos se alzaron, entonces ydespus, los adeptos a la verdad nica, objetiva, inmutable, una verdad que eli-mina la ignorancia y el error, que es un ancla para fijar la norma, la ley, el bien,el saber y la propiedad, que nos da seguridad, nos mantiene serenos y nos librade la oscuridad. Los sofistas no creyeron, como Occidente lo hizo, que, comodicen los pitagricos en su tabla, lo cierto, finito, nico, recto e inmutable esluminoso y bueno, y lo ilimitado, mltiple, curvo y cambiante es oscuro y malo.

    El relativismo no slo fue tachado de irracional y contradictorio: tambin lofue de peligroso. Se dijo que la neutralidad tica y el desinters por la verdadconducen necesariamente al inmoralismo. Esta crtica tampoco tiene fundamen-to. Calicles y Polo, dos brbaros en el sentido moral del trmino, fueron disc-pulos de Gorgias, pero Licofrn y Alcidamante, defensores de los derechos delos dbiles, tambin lo fueron. Y Alcibades, otro joven dorado, ambicioso ydesalmado, fue discpulo de Scrates. Es cierto que Critias, Polo y otros autoresde matanzas no aprendieron la transustanciacin de los valores en ninguna clasede Hipias o de Gorgias, pero la creencia en la verdad tampoco ha ahorrado horro-res. No se hace mejor al hombre cuando se le presenta la verdad como existen-te y la virtud como fundada. El relativismo y sujetivismo no autoriza a los hom-bres a comportarse como bestias: con creencias absolutas tambin lo hacen. Esms, el escepticismo -que se desprende siempre del relativismo- genera tole-rancia, pues la conciencia de la imperfeccin, limitacin e imprecisin de nues-tras facultades en todos los terrenos libra del dogmatismo, esa enfermedad quese padece cuando las personas se aferran a sus opiniones, descalifican lo dife-rente y se hacen violentas y obstinadas. Adems, la concepcin relativista tienesu propio alcance ideolgico. En el plano tico y moral implica que, como nohay una instancia superior ni un patrn absoluto que pueda imponerse a todos,la convivencia y la poltica tienen que basarse en el acuerdo entre opiniones, enel consenso y la negociacin. Por otra parte, en el plano epistemolgico, laexposicin de argumentos contrapuestos sobre la misma cosa permite ponderarmejor las situaciones, analizar en detalle los conflictos y examinar las distintasfacetas de los hechos. Desde esta ptica el mtodo antilgico es ms que un ins-trumento prctico de retrica, es adems una poderosa herramienta de anlisis yde conocimiento cuando se cree que no hay verdad objetiva, sino quizs opinio-nes mejores que no aspiran a la petulancia o a la ingenuidad de ser verdad.

    Los sofistas creyeron que la verdad, la virtud o el ser, escritos con mayscu-la, no tinen mucho que ver con un hombre circunscrito a sus percepciones y limi-tado a su medida. Fueron, pues, realistas. observaron que existe un abismo, o al

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    menos un contraste, entre las normas y la prctica real de la moral, a pesar de losdioses, saberes y verdades en que las normas pretenden fundarse. Los sofistas ele-varon al rango de valores lo que todo el mundo hace de verdad en la prctica dela moral. O es que alguien piensa que esas pequeas ciudades libres griegas,autosuficientes y autogobemadas, esas polis que tanto idealizamos como lugaresapetecibles y privilegiados, se movan por principios de humanidad y justicia? oalguien cree que durante la democracia, Atenas, definida por Pericles como unaciudad alegre, festiva, valiente, sabia, bella, libre, solidaria y artista, y calificadade joya de la humanidad desde el Renacimiento, era en realidad esa civilizacinbrillante, luminosa, clida, ntida y ejemplar? En esa sociedad soada como lamejor que jams ha existido haba enormes desigualdades econmicas y sociales,haba numerosos vagabundos y no voluntarios como los cnicos, haba absentis-mo poltico y mucha gente iba a las asambleas y a los jurados nicamente paracobrar las dietas; haba suplicios, muerte a mazazos y lapidacin, adems de larefinada cicuta, haba mal funcionamiento judicial, haba un espritu belicoso yconquistador en la poltica exterior y haba una religin que era de hecho supers-ticin, aparte de la demagogia y de la muerte de Scrates, que es lo que siemprese cita como sus lacras. Y la gran poca de la Ilustracin griega, de los Propleos,el Erecteion o el Partenn, de las representaciones trgicas, la poca urea de lacultura, fue a la vez una poca de persecucin, de destierro de estudiosos, de tra-bas para el pensamiento e incluso de quema de libros. En los ltimos 30 aos delglorioso siglo V a.e. se declararon delitos denunciables no creer en lo sobrena-tual y ensear astronoma, y hubo una serie de juicios por hereja, procesos pormotivos religiosos entre cuyas vctimas se cuentan personas destacadas comoAspasia, Anaxgoras, Digoras, Scrates, Protgoras, Esquilo o Eurpides. Nosabemos cunta otra gente no famosa sufri por sus ideas.

    Muchos sofistas criticaron especficamente la religin. Al igual que otrosaspectos de la cultura, la interpretaron fuera de la tradicin, negaron que tuvieraun fundamento trascendente y dieron su propia versin de ella. El libro titulado"Acerca de los dioses" de Protgoras empezaba con una declaracin de agnosti-cismo: "No puedo saber de los dioses ni su existencia ni cul es su forma. A estainvestigacin se oponen dos obstculos: la oscuridad del asunto y la brevedad dela vida". Prdico, un sofista de quien Platn habla bien y de quien se dice quefue maestro de Scrates, afirm que el origen de la religin es la deificacin deunos hombres por otros, que los dioses son los hombres inventores del pan, delvino, del fuego, de todo lo que permite sobrevivir, que por su legado a la huma-nida obtuvieron un rango divino. Critias dijo que los dioses fueron inventadospor un hombre astuto por motivos polticos; la ilegalidad no queda abolida nuncadel todo porque en secreto puede cometerse injusticia impunemente y el temoral castigo divino sirve para evitar que la gente cometa delitos a escondidas. La

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    divinidad era para Critias lo que para Bentham el panptico, un ojo no humanosupervisor del orden, teora utilitarista de la religin que reaparece enMaquiavelo y en la Ilustracin. Antifonte y Eurpides criticaron la adivinacin omntica, una de las facetas ms vivas de la religin en la Antigedad. Los or-culos ejercan gran influencia religiosa, moral y poltica. La adivinacin era unainstitucin oficial reconocida por los Estados, que tambin consultaban a la Pitiay mantenan a adivinos colaborando con magistrados civiles y militares. No slolos incultos eran supersticiosos; un estratego como Nicias y un escritor comoJenofonte lo eran enormemente, y Scrates tena un orculo particular que le dic-taba su proceder. En ese ambiente Antifonte dijo que la mntica consiste en losclculos probables de un hombre prudente, y Eurpides que el clculo prudentees la mejor profetisa.

    Una de las razones que se aducen para explicar la represin religiosa es quelos adivinos profesionales vieron en el avance del racionalismo una amenazapara su prestigio y para su profesin. De hecho, quien propuso el decreto que -una vez aprobado en el ao 470- desencaden los procesos por impiedad fueDiopites, adivino profesional. El decreto deca que seran llevados ante los tri-bunales los individuos que no creyeran en la religin o que ensearan astrono-ma. Hasta entonces se entenda por impiedad una accin contra los dioses ocontra su propiedad, por ejemplo un robo sacrlego, lesin de rboles sagrados,profanacin de templos o destruccin de estatuas. Con la nueva leyera delito lafalta de veneracin a los dioses, la indiferencia hacia los rituales y hasta un modoirreligioso de pensar, y la pena por ello era generalmente la muerte.

    Cmo se explica esta represin justo en ese momento y en Atenas? Porquelos sofistas, Anaxgoras, Scrates y Aspasia, no fueron los nicos ni los prime-ros que explcita o implcitamente criticaron la religin. Para los fsicos, fisilo-gos o filsofos de la naturaleza, el orden del mundo no es el resultado de forni-caciones y partos sagrados, ni surge al final de un combate por la soberana deZeus, sino que es inmanente a la naturaleza. La explicacin de la naturaleza pors misma que la filosofa instaur frente a la mitologa desterraba a los dioses yhaca tambalear la fe de los hombres. Adems, Jenfanes y Herclito criticarondirectamente la religin. Jenfanes neg la validez de la adivinacin, los presa-gios y la inspiracin; afirm la relatividad de la divinidad segn los pueblos por-que cada cual construye a sus dioses segn sus propias caractersticas, y dijo quesobre lo sagrado no hay conocimiento sino fe. Herclito neg validez a la expe-riencia onrica, se burl de la catarsis ritual y critic los ritos funerarios y losconsuelos de la religin; su mxima "carcter es destino" desprecia el conjuntode creencias referentes a la suerte innata y a la intervencin divina en la vidahumana. Estos hombres no fueron perseguidos por la justicia. Por qu lo fue-ron quienes lo fueron en el ltimo tercio del siglo V a.e. y en Atenas?

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    Un motivo fue la guerra, la guerra del Peloponeso, la ms larga de la histo-ria griega, que se sald adems con la derrota de Atenas. Los tiempos de guerrason histricos, van precedidos de sombras y seguidos de disturbios emocionales.Otro motivo fue que se vea con preocupacin cmo cambiaban las costumbresde la polis, cmo los gimnasios se vaciaban y los jvenes se agrupaban en tomoa los sofistas; la educacin haba sido hasta entonces ms fsica que intelectual, yse tema que el nuevo espritu produjera un reblandecimiento fsico y anmico enla juventud; adems, la nueva educacin no era igualitaria, beneficiaba a la clasealta por razones financieras yeso crispaba al pueblo. Pero el motivo principal fueque los ilustrados rompan algo que nunca se haba puesto en duda: la coinciden-cia entre religin y orden social y la consiguiente creencia en que aquel que tocala religin pone tambin en peligro al Estado. Los antiguos ignoraban la divisinentre lo espiritual y lo temporal: las leyes de la polis se remontaban a los diosesy por eso haban de ser obedecidas; los sacerdotes de los dioses eran los magis-trados de la ciudad; el lazo que una a los ciudadanos era sagrado, adems de pol-tico y social. Al comienzo de cada sesin de la Asamblea unos sacerdotes inmo-laban animales en un altar, y con su sangre trazaban un crculo sagrado alrededorde los presentes. La frmula de los jueces antes de ejercer sus funciones en el tri-bunal terminaba as: "Lo juro por Zeus, por Apolo y por Dmeter. Si soy fiel a mijuramento, que mi vida sea dichosa; si soy perjuro, caiga la maldicin sobre m ysobre mi familia". Tan teologizado estaba lo cvico que un presagio de mal augu-rio suspenda una sesin de la Asamblea, y una buena travesa por mar era unaprueba de inocencia y un griego del siglo V se vala de ello ante los jueces. En laciudad antigua no haba distincin entre lo espiritual y lo temporal, los ateos seconsideraban irrespetuosos con las leyes de la ciudad y, durante la guerra y des-pus de la derrota, en un momento de peligro para la comunidad, el conformismose robusteci y se toleraron menos que nunca las crticas a la religin.

    El sofista ms perseguido fue Protgoras, denunciado por Pitodoro, uno delos 400. Su proceso fue ms radical que ningn otro: no slo se le conden sinoque se orden confiscar su libro sobre los dioses a cualquiera que lo poseyera yquemarlo, proceder que no parece haberse prodigado mucho en el mundo gre-corromano. Quiz esta particular inquina se debi a que poco antes se habanmutilado las estatuas de Hermes y se haban profanado los misterios de Eleusis,lo cual cre un clima de indignacin y alarma y aument la crispacin social pro-ducida por las tesis filosficas ateas y agnsticas. Tras la sentencia, Protgorasnaufrag en el barco donde hua. Segn la supersticin, tambin el veredicto delmar le declar culpable.

    Platn y Jenofonte guardaron silencio sobre este proceso por impiedad y tam-bin sobre el de Anaxgoras. De haberlos aplaudido habran comprometido suposicin respecto al proceso contra Scrates. Hay quienes ven en el juicio a

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    Protgoras la voluntad precisa de terminar con una filosofa alternativa, y ese serael motivo de la quema de sus libros. No lo comparto. La historia de la mentalidadde los pueblos no la decide una voluntad invidual. La realidad es peor an: lacolectividad es dejada, carece de independencia de pensamiento y es lenta, muylenta para cambiar. No creo en un complot consciente y deliberado de los conser-vadores contra los sofistas para borrar su filosofa de la faz de la tierra. Protgorasno era un tbano; era un hombre optimista perfectamente integrado en su ciudad,idelogo de la democracia en que viva y contento de vivir donde y cuando letoc. Y aunque hubiera habido un claro y violento deseo de eliminar la filosofasofista en beneficio de la de Scrates -cosa difcil de sostener porque la mismasociedad conden a Scrates tambin-, desde luego ese deseo no se cumpli.Veinticinco siglos no son nada en la corriente del tiempo, y nuestro esprituactual es sofstico, protagrico. Quiz los cambios de rumbo en el pensamientode los pueblos se producen a intervalos de siglos, y aparecen destellos en unmomento de modos de pensar que luego tardan miles de aos en aposentarse enla colectividad. Hoy la educacin es obligatoria y gratuita para todos los ciu-dadanos, como dijo Protgoras que deba ser; desde el siglo XVIII el funda-mento terico de nuestra justicia no es la autoridad del soberano sino el contra-to social, idea que estaba en los sofistas; nuetro rgimen poltico, la democracia,es el que muchos sofistas teorizaron y defendieron; hoy el desapego de la reli-gin es de dominio pblico y la fsica actual nos ha hecho relativistas. A pesarde Platn y del lugar a pie de pgina que han tenido los sofistas en la historia dela filosofa, nuestro sentido comn, en nuestra democracia igual de mala que laantigua, es sofista.

    Protgoras elogi el lenguaje. Dijo que con l se hacen votos y cartas,convenios, leyes y otras cosas que contribuyen a hacer buena la vida, yque gracias a l los que estn lejos se acercan y las buenas ideas setransmiten de generacin en generacin. Es cierto. Incluso habindoseesfumado tanta obra de los sofistas, gracias al lenguaje conservamosalgunas de sus buenas ideas y tambin algunas de las malas. Y es el len-guaje el medio por el que podemos estar hoy cerca de Prdico,Protgoras, Hipias, Trasmaco, Antifonte, Gorgias y algunos otros per-sonajes de aquellos lejanos tiempos.

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