2002122P15 Sergio Pitol

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ganado el premio que muy merecidamente lleva tu nombre, un nombre inmortal dentro de la literatura”. El imaginario literario y las identidades Sergio Pitol ¿ Q ué causas –podría uno preguntarse– obligarían a un escritor a abandonar su país por varios años –o durante el resto de su vida– y qué relación se establece entre destierro y creatividad literaria? De inmediato aparecerá una infinidad de razones. La primera, las más traumática, la verdaderamente trágica es el destierro, en sus dos varian- tes, la expulsión de un individuo o un grupo de individuos que com- parten ideas sociales, religiosas, lingüísticas, o forman parte de minorías étnicas, o de cofradías diferentes, que los órganos del Estado y a veces ciertas capas poderosas de la sociedad se resisten a alojar en el seno de la nación; la segunda, el exilio voluntario al que se ven obligados esos indi- viduos o grupos, aún sin existir ninguna orden de destierro, porque de otra manera su vida o su libertad correrían peligro o, por lo menos, su existencia sería desdichada. Se trata siempre de “operaciones de limpieza” para librar a un país de elementos difíciles de absorber. Esos conflictos se encuentran ya en los orígenes de la historia, y han alcanzado una brutalidad atroz en nuestro tiempo. La inmensa multitud que salió de España, después de la derrota republicana de 1939, los millares de judíos europeos que fueron abandonando sus lugares a medida que el ejército alemán ocupaba la mayor parte del continente; las migraciones multitudinarias, obligatorias en la Europa del Este y los Balcanes, de seres humanos que debieron abandonar los lugares donde tanto ellos como sus antepasados habían nacido y vivido para trasladarse a regiones desconocidas donde tuvieron que iniciar una nueva vida. El retiro masivo de los pobladores de los antiguos territorios alemanes de Alsacia y Lorena y después de Silesia, Prusia Oriental, o los Sudestes, para insta- larse en una Alemania súbitamente reducida, y la inmediata reciproci- dad de otros centenares de miles de procedentes de las ciudades de Galitzia o la región de Vilno, que por decreto dejaron de ser polacas para convertirse en parte de la Ucrania y la Lituania soviéticas, para repoblar 15

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  • ganado el premio que muy merecidamente lleva tu nombre, un nombreinmortal dentro de la literatura.

    El imaginario literario y las identidades

    Sergio Pitol

    Qu causas podra uno preguntarse obligaran a un escritor aabandonar su pas por varios aos o durante el resto de su vida yqu relacin se establece entre destierro y creatividad literaria?De inmediato aparecer una infinidad de razones. La primera, las ms

    traumtica, la verdaderamente trgica es el destierro, en sus dos varian -tes, la expulsin de un individuo o un grupo de individuos que com-parten ideas sociales, religiosas, lingsticas, o forman parte de minorastnicas, o de cofradas diferentes, que los rganos del Estado y a vecesciertas capas poderosas de la sociedad se resisten a alojar en el seno de lanacin; la segunda, el exilio voluntario al que se ven obligados esos indi-viduos o grupos, an sin existir ninguna orden de destierro, porque deotra manera su vida o su libertad correran peligro o, por lo menos, suexistencia sera desdichada. Se trata siempre de operaciones delimpieza para librar a un pas de elementos difciles de absorber. Esosconflictos se encuentran ya en los orgenes de la historia, y han alcanzadouna brutalidad atroz en nuestro tiempo. La inmensa multitud que salide Espaa, despus de la derrota republicana de 1939, los millares dejudos europeos que fueron abandonando sus lugares a medida que elejrcito alemn ocupaba la mayor parte del continente; las migracionesmultitudinarias, obligatorias en la Europa del Este y los Balcanes, deseres humanos que debieron abandonar los lugares donde tanto elloscomo sus antepasados haban nacido y vivido para trasladarse a regionesdesconocidas donde tuvieron que iniciar una nueva vida. El retiro masivode los pobladores de los antiguos territorios alemanes de Alsacia yLorena y despus de Silesia, Prusia Oriental, o los Sudestes, para insta-larse en una Alemania sbitamente reducida, y la inmediata reciproci-dad de otros centenares de miles de procedentes de las ciudades deGalitzia o la regin de Vilno, que por decreto dejaron de ser polacas paraconvertirse en parte de la Ucrania y la Lituania soviticas, para repoblar

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  • las costas del Bltico y las tierras silesianas abandonadas por los ger-manos. K.S. Karol seala que en las regiones del Este europeo durantelos aos mil novecientos cuarenta y cinco y cuarenta y seis la mitad de lapoblacin estuvo en movimiento de una regin a otra. Los firmantes delTratado de Yalta consideraron como definitivos los cambios operados enel mapa de Europa, pero, como nos lo demuestran los terribles acontec-imientos que han tenido lugar en la ltima dcada, ningn asentamientoha sido definitivo.

    Cuando el exilio es voluntario o la lejana tiene por fundamento unservicio a la nacin a la que se pertenece, la estancia en el extranjero nose concibe como destierro, y la distancia del propio pasado puede serfavorable para la creacin literaria o artstica. Pinsese en la emigracinde los romnticos ingleses a Italia: Percy Bysshe Shelley y Mary Shelley,Robert Browning y Elizabeth Barret Browning, John Keats, Lord Byron,William Beckford, y tantos ms, viajaron por los pases del Mediterrneoy casi todos terminaron por instalarse durante largos periodos en Italia.Nada de aquella fascinacin renacentista, de aquella suntuosidad de for-mas, de tejidos de fastuosos colores, de naturalidad fsica, de gracia y desensualidad que les prodigaba Italia haban conocido ellos en la pluviosaInglaterra, la laboriosa, la prctica, la sobria, la protestante, la utilitaria.Italia se converta entonces en un sueo plenamente realizado.

    Y ms tarde, en la primera parte del siglo XX, desde el modernismo sun-tuoso con que se inici hasta las vsperas de la segunda guerra mundial, esdecir durante el periodo estridente, ldico y feroz de las vanguardias, unaplyade de americanos, a cuyo genio se una una intensa curiosidad, y unfervor gnoseolgico; escritores, msicos y pintores llegados de la Amricadel Norte y de la del Sur, recorran diversos pases hasta converger final ynaturalmente en Pars. Por lo general se trataba de artistas sin inhibi-ciones, sin prejuicios hacia todo lo que de nuevo estaba producindoseentonces en Europa. Abrazaron uno o varios ismos, pero tambin, por con-traste, descubrieron sus races y al llegar de nuevo a sus pases contabancon la ventaja de moverse de un modo privilegiado entre una tradicinnacional y una emocin contempornea, entre los fastos de pasado y losnuevos conceptos europeos. Conocan lo que era vlido en lo nacional, y almismo tiempo combatan cualquier nacionalismo de aldea. Todo aquelloque redujera los lmites de su imaginacin se converta en su enemigo.

    II

    Cuando a finales del siglo XIX y durante las primeras tres dcadas del queacaba de terminar, alguien hablaba de visitar Europa, se refera casi

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  • siempre a Francia; ms todava: a Pars. Durante dcadas Pars fue laMeca de los latinoamericanos, como del mundo entero, ya se sabe. Lasoberbia e inmarcesible Metrpolis. Si un escritor mexicano aprenda unidioma extranjero, era casi seguro que ese fuera francs. En Parsexistan dos casas editoriales, la de Ollendorff y la de la viuda de Bouret,que publicaban libros en lengua castellana. Ser aceptado un manuscritoen cualquiera de esas dos casas situaba ya a su autor en los crculos lite -rarios de todo el continente. Pedro Henrquez Urea public su segundolibro de ensayos Horas de estudio, en Ollendorff en 1910; Alfonso Reyes,su primero: Cuestiones estticas, en la misma casa en 1911. Haba tam-bin all dos revistas literarias importantes en nuestra lengua, condifusin en Espaa e Hispanoamrica, La revista de Amrica, dirigidapor el peruano Francisco Garca Caldern y otra por el venezolano RufinoBlanco-Fombona. Rubn Daro, la gran figura, publicaba en ambas revis-tas. Un poco ms tarde, en el periodo de entreguerras, no haba un jovenescritor o pintor en Amrica que no deseara vivir en Pars. Algunos lolograron con becas, con ayudas familiares o con ingresos casi mendi-cantes. Los hijos de las familias pudientes llegaban a estudiar carrerasserias, las de siempre: leyes, medicina e ingeniera. Raros fueron los quepersistan hasta el fin. Al poco de llegar conocan ya a la mayora de loslatinoamericanos que la ciudad contena. Lean poesa, discutan de litera -tura, de poltica, de mujeres, de los ballets de Stravinski y de Milhaud, dela pintura de Picasso, del Ulises de Joyce, de la ria entre Breton yAragon. Estaban al da! Recorran las calles a todas horas, conocan loscafs y las vinateras, vivan extasiados y al mismo tiempo hartos detodo, sin saber bien por qu, poco a poco comenzaron a moverse consoltura dentro de la cultura francesa; es ms, algunos participaron acti-vamente en los movimientos de vanguardia, sobre todo en el surrealista.Pero tambin por caminos distintos comenzaron a interesarse por la his-toria y la literatura de aquellos vagos pases que haban dejado a susespaldas y a rebelarse ante su atraso, sus injusticias, sus caudalososproblemas. Sin advertirlo casi, sin proponrselo, fueron reconquistadospor Amrica. Puedo citar algunos nombres: los cubanos Alejo Carpentiery Lidia Cabrera, los venezolanos Uslar Pietri y Teresa de la Parra, eluruguayo Enrique Amormim, los guatemaltecos Luis Cardoza y Aragn yMiguel ngel Asturias, los chilenos Gabriela Mistral y Vicente Huidobro,los peruanos Csar Vallejo y Csar Moro, los mexicanos Alfonso Reyes,Carlos Pellicer y Octavio Paz, y muchsimos ms. Gran parte de nuestrapintura se forj all: Diego Rivera, Agustn Lazo, Rodrguez Lozano,entre los mexicanos, el guatemalteco Carlos Mrida, los cubanos AmeliaPelez y Wifredo Lam, el uruguayo Torres-Garca, el chileno Matta, el

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  • colombiano Botero, entre muchos otros, unos participaron en el cubismo yel futurismo, otros en el surrealismo. Aos ms tarde volveran a suspases convertidos en ciudadanos del mundo, con un buen manejo deidiomas, y una cultura forjada en plena libertad, placer y rigor. Su mayorinters, una vez de vuelta en Amrica, era el de empaparse del pasado yel presente de su pas y fusionar en su obra, los diversos imaginariosy las mitologas creadas por una colectividad, los ritos ancestrales con losartificios formales aprendidos en Europa. Con excepcin de uno o dos delos mencionados todos ellos hicieron una literatura plenamente nacionalpero sin prejuicios ni resabios nacionalistas.

    El caso de Borges es peculiar. Viaja muy joven a Europa. Estudia enGinebra y pasa despus algunos aos, los de la primera guerra mundial,en Mallorca, Sevilla y Madrid. En esta ltima ciudad se adhiere a unmovimiento de vanguardia, el ultrasmo. De vuelta en Buenos Aires,repudi con estruendo ese pasado inmediato europeo, sobre todo elespaol. Decidi ser un criollo total y escribir con el lenguaje de los crio -llos. Le llev varios aos recuperar el equilibrio. Sin desistir del fervorpor los poemas gauchos, las milongas y los tangos de arrabal, recuper elviejo placer de la filosofa, las literaturas clsicas, sobre todo la inglesa;se asom tambin al mundo oriental. A la mitad de su vida se haba con-vertido ya en nuestro escritor universal por antonomasia.

    Han sido estos escritores formados en Europa y convertidos all mismoa las causas americanas los que junto con otros que permanecieron ensus pases han dignificado la literatura nacional, lo que jams pudieronlograr los farragosos nacionalistas, ni los costumbristas mediocres.

    III

    El esfuerzo de los latinoamericanos para no quedarse atrs del mundo, nia la sombra de las metrpolis ha sido mprobo, una larga y esforzadamarcha desde la Independencia hasta la hora actual. Partimos en buscade una deseada madurez y en la cultura lo hemos logrado, no obstantelas mil trabas, reproches, barreras, zancadillas y asedios que se nos hanpuesto. Parecera que una Amrica buena marchara hacia la Utopamientras la otra, la perversa, pusiese todos sus esfuerzos en frenarla. Lasfases ms difciles se registraron en el siglo diecinueve. Las pruebasfueron tremendas. Cuntos de entre los pobladores lograban en milochocientos veinte orientarse sobre lo que significaba un trmino comorepblica? Slo un mnimo puado perdido y disgregado en la infinidadde un continente polticamente virgen. En ese siglo se form un sen-timiento de americanera andante. Se inicia con las enseanzas de

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  • Andrs Bello, cuando se pone al servicio de Venezuela su pas natal yde Chile y ensea todo lo que haba aprendido en su laboriosa y largaestancia en Inglaterra, y culmina con Mart y Daro, recorriendo diversospases con un fervor cultural nunca antes registrado.

    No he encontrado visin ms clara que la de Reyes para ilustrar esalarga marcha:

    En tanto que el europeo no ha necesitado asomarse a Amrica para construir un sistemadel mundo, el americano estudia, conoce y practica a Europa desde la escuela Primaria[...] La experiencia de estudiar todo el pasado de la cultura humana como cosa propia,sigue apuntando Reyes, es la compensacin que se nos ofrece a cambio de haber llegadotarde a la llamada civilizacin occidental. Estamos en postura de hacer sntesis y desacar saldos sin sentirnos limitados por estrechos orbes culturales como otros pueblos demayor abolengo. Para llegar a su conciencia del mundo, el hijo de un gran pas europeono necesita casi salir de sus fronteras. En cambio para llegar a Roma nosotros tuvimosque caminar por muchos caminos. No as el que vive en Roma.

    La esperanza de Reyes en poder ver realizada una utopa americana, suoptimismo en el presente y en el destino de nuestra Amrica es ferviente:

    Hemos tenido que buscar la figura del Universo juntando especies dispersas en todas laslenguas y todos los pases. Somos una raza de sntesis humana. Somos el verdaderosaldo histrico. Todo lo que el mundo haga maana tendr que contar con ese saldo nue-stro.

    No ha sido as, no todava; pero perseveraremos.Sobre los esfuerzos de un intelectual en la periferia de las grandes cul-

    turas, para no quedarse paralizado en el rincn de su aldea, cito unacarta muy aleccionadora del filsofo Cioran a su traductor en Espaa, elfilsofo Savater:

    Nunca me han atrado los espritus confinados en una sola forma de cultura. Mi divisaha sido siempre y contina sindolo, no arraigarse, no pertenecer exclusivamente a unacomunidad. Vuelto hacia otros horizontes, he intentado siempre saber qu suceda enotras partes. A los veinte aos, los Balcanes no podan ofrecerme ya nada ms. se es eldrama, pero tambin la ventaja de haber nacido en un medio cultural de segundoorden. Lo extranjero se haba convertido en un dios para m. De ah esa sed de peregri-nar a travs de las literaturas y de las filosofas, de devorarlas con un ardor mrbido. Loque sucede en la Europa oriental sucede tambin en los pases de Amrica Latina, y heobservado que sus representantes estn infinitamente ms informados y son mucho mscultivados que los occidentales, irremediablemente provincianos. Ni en Francia ni enInglaterra he conocido a nadie con una curiosidad comparable a la de Borges, unacuriosidad llevada hasta la mana, hasta el vicio, y digo vicio porque, en materia de artey de reflexin, todo lo que no degenere en fervor es superficial, es decir, irreal...

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  • Es la sed sudamericana lo que hace a los escritores de aquel continente ms abiertos,ms vivos y ms diversos que los europeos occidentales, paralizados por sus tradicionese incapaces de salir de una prestigiosa esclerosis.

    Coda

    Ahora bien, las migraciones de hoy en da tienen caractersticas diferen -tes a las anteriores. Me imagino que alguna semejanza tendrn con lasque ocurrieron en los dominios del Imperio Romano despus de sudesplome final. Los brbaros, las tribus despreciadas se pusieron enmovimiento para ocupar los espacios vacos.

    Hace un mes vi en Miln una magnfica e impresionante exposicindel genial fotgrafo Sebastin Salgado. El tema era slo uno, precisa-mente el de las migraciones. Los diez ltimos aos, y todos los conti-nentes. Inmensas muchedumbres marchan de un lado a otro, pueblosexpulsados de su lugar por un rgimen poltico, por el miedo a los com-bates en regiones en guerra, pero, sobre todo, por el hambre. Son los hijosde la poltica neoliberal, sus frutos. Pases y continentes enteros enruinas. Lo ms impresionante era el rostro de las mujeres. Ms quetemor uno encontraba signos de fortaleza, de dignidad, la seguridad desobrevivir a todos los desastres. Junto a ellas, sobre ellas, bajo de ellasrevoloteaban parvadas de nios. En algunas fotos, en los campamentosde socorro, los nios dorman en el suelo, jugaban o aprendan a leer y aescribir en unas salas pobremente improvisadas. Al salir del PalazzoRegio, donde se expona la obra de Salgado, vi en las calles del centro dela ciudad, en la misma inmensa plaza del duomo y en sus alrededores lasmismas caras contempladas en las fotografas: muchsimos sudameri-canos pobres, en especial de Per, Bolivia y Ecuador. Algunos paleabannieve, otros vendan lo que tenan, de todo, paraguas, juguetes folclricosde sus pases, tejidos, fotografas, discos, videocasetes, otros ms tan sloconversaban; africanos procedentes del frica negra o del norte, de lospases rabes, miles de asiticos, y una cantidad de europeos del Este ode los Balcanes mal vestidos, psimamente abrigados, poco aseados:albaneses, kosovares, serbios, bosnios, blgaros, rumanos, bielorrusos, asaber de dnde ms... En la noche de Navidad la plaza se convirti enuna torre de Babel. Imposible saber cuntos idiomas y dialectos seemitan, unos junto a otros, en aquel espacio cristiano, cada unoguardando un propio imaginario. Una inmensa colonia de parias. Lospobres del mundo. Se percibe una vitalidad primaria, una propensin alrelajo, a la bulla. Es la vida. Los italianos los detestan, como en todos los

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  • pases prsperos de Europa, pero no pueden ni lo lograrn deshacersede ellos. Los golpearn, encerrando a algunos en sus miserables refugios,y les prendern fuego, los escupirn, les robarn sus pobres harapos, lesdestruirn sus igualmente pobres artesanas, violarn a sus mujeres y asus hijas, pero ellos perdurarn, porque seguirn llegando otros, debido ala miseria de sus pases y algunos encontrarn trabajo porque las tasasde natalidad en Europa son en los ltimos tiempos casi todas negativas;cada ao diminuyen los nacimientos, hay menos nios en Italia, menosjvenes, faltan manos para ocuparse de los trabajos sucios y fatigosos.

    No soy socilogo, muchsimo menos profeta, pero de esas visionesinvernales me qued la conviccin de que dentro de cincuenta aos, o cienaos, para fijar cifras nada lejanas, la imagen de Europa quedar trans-formada por estos nuevos pobladores. El actual globalismo, al empobre-cer al extremo su entorno los ha despojado hasta de sus lugares natales.En el futuro sern los ciudadanos del mundo, y si no ellos fsicamente, stoda esa marea infantil que los acompaa por todas partes. La historia serepetir, ellos reemplazarn a las ablicas civilizaciones incapaces deprocrear sus descendientes, como hace quince siglos los godos, los visigo-dos, los rutenos, los magiares, los kazhubes, y tantos y tantos grupostemidos entonces se desbarbarizaron y reconstruyeron las ruinas y losjardines que los romanos fatigados no pudieron mantener.

    Y el mundo, de eso no cabe duda, seguir su larga, su infinita marcha.

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