2004 05 Revista Peronistas

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

Editorial 

Horacio A. Ghilini 

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PROF. HORACIO A. GHILINI

Secretario General del SADOP/CONTEDUC.

Presidente del Centro de Estudios para la Patria Grande.

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Las ideas centrales de este nuevo número de PERONISTAS  para el debate nacional giran en

torno al análisis y valoración de las realizaciones culturales del peronismo tanto durante

sus gobiernos (su acción cultural) como de su concepción sobre la cultura.

 Aún con estos ejes sugeridos, la presente edición no elude la discusión crítica de la

relación peronismo-cultura en el actual proceso político que vivimos los argentinos.Si es verdad que la principal acción –aunque no la más visible– del neoliberalismo fue el

debilitamiento de la identidad cultural, resulta claro que, en esta etapa de cambio de

paradigmas, es fundamental la recuperación del sentido cultural de nuestro ser nacional.

Hoy observamos con perplejidad cómo algunos adalides del modelo de los ‘90 han

mutado en críticos, como si nada ni nadie hubiese sido responsable de definiciones ni

concreciones durante la “segunda Década Infame”.

De todos modos y aún con contradicciones existe un elemento importante para desta-

car en nuestro proceso político: el pasado nos cuestiona. El debate sobre nuestros últi-

mos sesenta años que parecía cerrado y clausurado ha vuelto a escena.

La revisión del pasado es central para uno de nuestros objetivos principales como es la

recuperación de la identidad. Volver a discutir el pensamiento y la obra de Perón, la

resistencia peronista, los ‘70, los desaparecidos, el origen de la receta neoliberal en la

dictadura del ‘76, Malvinas, los ‘80, los ‘90, será la clave para encontrar nuevamente el

rumbo de la liberación nacional.

 No hay cultura sin historia ni proyecto sin pasado. Por ello PERONISTAS   para el debate nacional , en

sintonía fina con sus objetivos, quiere reinstalar en la discusión la cuestión del peronismo

como cultura y como política. Justo cuando, desde las derechas oligárquicas, conserva-

doras y neoliberales y desde las izquierdas vanguardistas y violentas –ambas cipayas– se

buscan denodadamente fórmulas para sepultarlo en forma definitiva.

Cuando lea y repase las páginas de nuestra publicación, el lector apreciará tres itinerarios

paralelos y, de algún modo, confluyentes: una mirada hacia la historia del peronismo

como realizador cultural, otra encaminada en una línea de reflexión filosófica sobre su

ser cultural y un tercer eje vinculado con el debate político de la coyuntura.

Para el amplísimo campo del peronismo al que pertenece, esta revista, en saludable

confrontación con los límites del pejotismo, constituye el canal que nos proyecta a la

reconstrucción del movimiento nacional en clave de integración latinoamericana.

Nuestra convocatoria como peronistas al debate nacional es una invitación a instalar en

la agenda la discusión sobre el proyecto nacional. El cambio de rumbo será firme entanto y en cuanto fortalezcamos nuestro sentido de nación, que solo será tal si rescata-

mos la cultura nacional y popular y atamos nuestra vida colectiva al destino de la Patria.

Hay una tarea pendiente en la reconstrucción de la Nación: el Modelo Argentino para el 

Proyecto Nacional que nos legó el general Perón está inconcluso.

Estamos decididamente en contra la visión liberal y elitista de la cultura, que la circunscribe

a pequeños grupos y la expresa lejana del hombre común, rodeada de “paquetería” e

individualismo. También disentimos con la visión progresista que, con base iluminista,

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Horacio A. Ghilini

rescata el saber sobre el ser y, con la misma lógica del liberalismo, provoca una fractura

entre el hombre y la cultura, entre la historia y la nación.

Somos martinfierristas y jauretcheanos (fieles expresiones de nuestra concepción cultu-

ral); por ello, para nosotros, la cultura es la creación del pueblo, que es su sujeto y que se

 vincula en forma dinámica con la naturaleza, con los hombres y con lo trascendente.Esta visión antropológica de la cultura está en el corazón del ideario peronista tan bien

expresado en Discépolo, Manzi, Scalabrini Ortiz y Jauretche y tan claramente definido

por John William Cooke: “el peronismo es el hecho maldito del país burgués”.

Hemos intentado –esperamos que el lector lo aprecie– recorrer, desde esta postura

doctrinaria, aristas diversas del ser y quehacer cultural del peronismo: la literatura, los

medios de comunicación, la presencia cultural en algunas provincias, la integración lati-

noamericana, la relación entre peronismo y cultura en la historia argentina, entre otras

cuestiones.

La cultura, y en cierta medida la educación, no han sido asumidas como las banderas

reales de la emancipación y la integración. Persiste una suerte de vacío entre la cultura

como núcleo del ser nacional y la cultura como expresión artística, con lo cual esta

última queda instalada, sobre todo por la acción de los medios masivos de comunica-

ción, como lo que no es, es decir, lo exterior sin interior.

Por aquello de que es imposible esconder lo notorio, el debate sobre nuestra identidad

 vuelve a escena una y otra vez. Es un tiempo propicio, con “aprietes” del poder finan-

ciero internacional –el verdadero enemigo– con crecimiento económico pero sin creci-

miento del empleo, con incógnitas sobre el futuro; es un tiempo para recrear nuestro

más profundo sentido de pertenencia a una nación grande: la Patria Latinoamericana,

los Estados Unidos de Sudamérica o, como surja volver a llamar lo que ya estuvo

bautizado en la historia, porque dicho proceso –la pertenencia– es la cuerda más alta de

la cultura: somos la tierra, somos la lengua, somos las costumbres...

Nuestro tiempo es la oportunidad, quizás última, para recuperar el peronismo como

movimiento nacional y alejarlo en forma definitva de sus versiones partidocráticas, so-

cial-demócrata en los ‘80, tatcheriana en los ‘90, que desembocaron en la patología del

“aparato pejotista” síntoma de la descomposición que sufrió el peronismo como mo-

 vimiento de masas.

De allí que, a nuestro juicio, la transversalidad no constituya un problema de fondo sino

más bien una forma, tan solo ello: un instrumento para convocar nuevamente a quienescreen en el peronismo. Eso sí, si la transversalidad es otro partido no deja de contener

los vicios de la democracia formal que reduce la participación ciudadana al partido

político y se aleja de la concepción peronista explicitada en “La Comunidad Organiza-

da”. Para esto ya está el agotado Frepaso.

Desde el punto de vista político cultural, sostenemos la vigencia del movimientismo y 

aspiramos a lo que aún no se vislumbra: un frente como instrumento electoral. Es

paradójico, o quizás intencionado, que en la memoria de los ‘70 no se subrayen los dos

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Editorial

últimos frentes populares que construyó el peronismo: el Frente Cívico de Liberación

Nacional y el Frente Justicialista de Liberación.

En este marco, creemos que el proceso de unidad del movimiento obrero organizado

puede constituir un elemento estratégico de vital importancia para la reconstrucción del

movimiento nacional.Sostenemos, también desde una visión cultural peronista, el modelo sindical argentino

de unidad, pero insistimos en la necesidad de un programa político del sindicalismo que

sostenga en la agenda del proyecto nacional el objetivo de la concertación social con la

participación del conjunto de los actores nacionales: trabajadores, empresarios, intelec-

tuales, fuerzas armadas, Iglesia: “Queremos ser nación, ¿qué nación queremos ser?”.

Para el peronismo, la cultura no es la sala privada del palacio ni la puerta lateral de la casa,

es el cimiento mismo de la casa de todos, del hogar que nos cobija, de lo propio, de lo

que nos identifica, de lo que nos constituye pueblo.

Los convocamos a reflexionar con nosotros, a recrear espacios de discusión y, sobre

todo, a que, como fruto de la discusión política, surja el compromiso para nuestra

acción por una nación libre, justa y soberana.

Ciudad de Buenos Aires, julio de 2004

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La aventura

de volver a ser

 Abel Posse

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 ABEL POSSE:

Escritor y diplomático.

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a noción de política reúne todos

los factores que convergen paraasegurar la sobrevivencia inter-

nacional de una comunidad y también su

particular calidad de vida y de valores y su

marcha hacia el propio concepto de bien

común. Hoy es hora de política. De ur-

gente política en el sentido señalado.

 Argentina es un convaleciente delicado.

Exige inmediata atención. Los datos de la

modesta pero muy promisoria recuperación

económica no bastan para descuidarnos.

Nuestro sistema productivo es como una

jadeante, expirante, máquina de vapor. Esta-

mos ante los Andes, otra vez como en 1817,

y hay que empezar a subir, ahora no a pie,

gloriosamente, sino con esa obsoleta, averia-

da, resoplante locomotora...

Necesitamos planes urgentes para el cor-

to, mediano y largo plazo. La recupera-

ción inesperada, ocurrida durante el go-

bierno de Duhalde y el actual, nos obligan

a un paso más en el proyecto y en la recu-

peración de los negocios de la Nación.

Debemos hacer arrancar la producción,

el sistema de créditos, la reconstrucción del

poder del Estado (frente a la anarquía de

los tres poderes en guerra, a los excesos

de las provincias y a la demolición del fac-

tor militar). Debemos recuperar no me-

nos de tres millones de jóvenes que oscilanentre la no educación, el delito, la bailanta

o la pura nada.

 Y además está el hambre, la desocupa-

ción, la inmovilidad productiva y el em-

presariado sin convicción, después del co-

lapso de esos dioses de la falsa economía

que adoraron a partir de 1990. Cinco mi-

llones de argentinos tienen en cada maña-

na hambre o amenaza de hambre.

 Y por si esta enumeración lamentable fue-

ra poco, nos falta lo más duro: negociar

nuestra deuda descomunal (que es propor-

cionalmente la más grande del mundo).

Negociar con heterogéneos acreedores.

Salvar nuestra posibilidad de vida y sobre-

 vivencia con quienes se sienten estafados.

Generar confianza y continuidad de crecimien- 

to, para que los menos intransigentes de los

acreedores empiecen a creernos y arras-

tren a los más recalcitrantes. (La primera

aproximación ha sido negativa, explicable-

mente).

Pero lo más grave es nuestra “comunidad

desorganizada” y más bien en disolución.

 Argentina es hoy una sociedad sin senti-

do, a la deriva. Y peor aún: es una socie-

dad que perdió el sentido y la dirección.

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 Abel Posse

No sabe lo que quiere ni a dónde va. Tie-

ne un gobierno activo y decidido, pero falta

la dirección y el sentido que se debe con-

cretar en un Proyecto Nacional total. Y esto

no es cosa de un gobierno, sino de la Na-ción consciente de sus peligros profundos.

Solo una fuerte política de unidad y de

cohesión podrá salvarnos.

El mundo y nosotros

Nos hemos construido una imagen

equivocada del mundo y de la posición

de nuestro país ante el mundo. Después

del default  y de la tercerización cultural

entre 1990 y el 2001, somos una especie

de remoto potrero ocupable, res derelictae 

en los confines de Occidente. Tierra y 

mar indefensos. Zona de derroche y de

desorden, inadmisible, intolerable al tra-

tarse de una de las cinco regiones privi-

legiadas del mundo (alimentos, agua

potable, energía y subpoblación). Somos

por ahora una potencia intermedia con

 vocación de inviabilidad, de autoaniqui-

lación anárquica.

Después de la demolición de las Torres

Gemelas, el mundo entró en una etapa de

nueva hegemonía y de suspensión o de-

molición de las garantías del derecho in-

ternacional y de sus organizaciones como

la ONU, la UNESCO, el mismo FMI. Los diri-

gentes argentinos no se dan por informa-dos de la dinámica histórica.

Solo con la reunión de las potencias in-

termedias regionales, a través de la inte-

gración física y de formas económicas, po-

líticas, culturales y estratégicas sólidamente

consolidadas en polos de poder, se podrá

resistir al eterno combate entre débiles y 

poderosos. Con Brasil y Sudamérica po-

dremos recuperar y garantizar esa sobera-

nía que no supimos defender en el plano

meramente nacional.

La invasión de Irak es un punto crucial.

O es un episodio de un gobierno desvia-do, o es una nueva tragedia imperial.

 Ante este nuevo momento del mundo, la

respuesta de una potencia en decadencia y 

en disolución de su sentido vital, existencial,

como es el caso de Argentina, debe ser

inmediata.

El Poder : de esto no se sale sin una pasión

de revolución en democracia. La enferme-

dad múltiple nos reclama una respuesta in-

édita, grande, valiente. Se trata de una con-

ciencia implacablemente clara acerca de mo-

dificar nuestro concepto perimido del mun-

do y de nuestra instalación ante el mundo.

 Ya no podemos ser un “país normal”

dentro del marco razonable de los países

dependientes, caídos de su sueño de inde-

pendencia y grandeza propia. La aspira-

ción de normalidad, en el ámbito de una

situación de fracaso de autoestima, con-

duciría simplemente a someterse a la frus-

tración.

Se necesita comprender las mutaciones

mundiales en curso, la realidad nueva de la

 posglobalización , y concentrar un poder nacio- 

nal de grandes convergencias , para ubicar a nues-

tra Argentina en una nueva vía sin la cual

no será posible renacimiento alguno. El

poder administrativo normal no bastaría(aún en el caso de poderse superar la anar-

quía interna del Estado argentino actual).

Nada se podría hacer sin la mística soli-

daria ante el dolor de tantos argentinos,

nuestro dolor humano. Las políticas sin

emoción, muertas como supuestas perfec-

ciones racionales (¡si lo fueran!), no bastan.

El amor debe hacerse lenguaje, palabra

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La aventura de volver a ser 

convocante, idea-fuerza, emoción-fuerza.

Hay que cambiar el lenguaje municipal, la

razón de patio y la ambición menor de ten-

deros nostálgicos de un pasado notable.

El poder que recibe el presidente de turnoes casi inocuo. Es simplemente un puesto que

cobra sentido si es capaz de gerenciar un lla-

mado general, patriótico, para una gran políti- 

ca . Para esto se necesita un balance justo del

mundo y un proyecto consensuado de res-

puesta nacional, surgida de una vasta con-

 vergencia de los partidos desde la derecha al

centro-izquierda, con el apoyo de la Iglesia,

los empresarios, los sindicatos, las Fuerzas

 Armadas, y los factores de poder y organi-

zaciones sociales relevantes, especialmente el

periodismo, que de una actitud de crítica o

de frivolidad debe pasar a ser el frente serio

de debate y de convocatoria para la batalla

de nuestra Argentina, hoy entre la mediocri-

dad y la dependencia, pero con la posibili-

dad de renacer en la política nacional-conti-

nentalista.

Sin una apasionada convocatoria, casi mís-

tica, en torno a la conciencia unitiva de de-

 volver la Patria Argentina a su destino de

grandeza, todo lo que se haga –inclusive lo

que se está haciendo– es un ejercicio menor.

El primer paso para consolidar poder  (como

instrumento básico de toda posibilidad de

reconstrucción) es armonizar y disciplinar

dentro del Estado los factores constitucio-

nales. Hoy en anarquía, vivimos la pugna quepone al Legislativo contra el Judicial, al Eje-

cutivo a denunciar jueces de la Corte, al Ju-

dicial poner trabas al Ejecutivo en definicio-

nes esenciales... y para colmo, a esos gober-

nadores transformados en grandes electo-

res que determinan con sus alianzas y presio-

nes la politiquería nacional. Una máquina rota

no se arregla con remiendos, sino con otra

máquina. Nuestras instituciones son hoy esa

máquina arruinada.

Todos esos factores deben armonizarse y 

disciplinarse, como se señaló dentro de un

Estado objetivado como instrumento desalvación primero, y como herramienta de

prosperidad y seguridad después.

El sentimiento de Nación debe ser el crite-

rio unitivo, desafiante, en este tiempo de

eclipse de ideologías, de ideas, y del pensa-

miento mismo.

La gran política  que se necesita en esta hora

de mediocridad terminal exige conformar,

a través del Poder Ejecutivo, esa usina de

 poder decisorio. Argentina, desde el siglo XIX,

superó invariablemente su anarquía median-

te el acuerdo de sus jefes políticos, que final-

mente definieron el pacto de la organización

nacional. Estos acuerdos están en la base de

nuestra Constitución. Hoy necesitamos un

Pacto Nacional de Renacimiento patriótico.

Un acuerdo básico obliga a un proyecto.

La voluntad de lo grande y sustancial define

un proyecto, al armonizar intereses y necesi-

dades. En el siglo XIX, que fuera para noso-

tros tan difícil y sangriento, había sin embar-

go una maravillosa locura unitiva : crear de la

nada del desierto la gran Nación (que toda-

 vía somos).

El balance de la realidad nos impone ur-

gente acción en lo interno y en lo internacio-

nal. Estos son los puntos de esa exigencia

inmediata:

Reforzar el poder , como se señaló, pero en la

sutura de un Estado como herramienta

de todo y como centro del consenso para

una Gran Política nacional. Desde este Po- 

der Nacional, conjugado con la política

regional a partir del Mercosur, podre-

mos enfrentar el desafío de respeto y 

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 Abel Posse

solidaridad en el concierto de poderes

mundiales.

En lo económico  llegó el momento de la

opción real. No tenemos oro, ni dólaresni credibilidad. Estamos solos. Solo te-

nemos energía nacional: riquezas, inteli-

gencia de pueblo europeo y voluntad de

sobrevivir y de volver a ser el país de

fuerza y prosperidad que fuimos.

Hay que negociar desde esta energía que

se nos reveló desde el segundo semestre

del 2002, con datos inimaginables de mo-

desta pero sólida recuperación del teji-

do productivo nacional. Es la energía del

pueblo que quiere y puede vivir. Pero la

energía no la suelen ver los políticos ni

muchos economistas. De tan prácticos,

se olvidan de que la energía se hace materia .

Se impone transformar la energía nacional en 

credibilidad y en crédito.

Cualquier sumisión a la “realidad eco-

nómica” que conlleve la pérdida de la

recuperación real y de la fuerza de reha-

bilitación que demostró la Argentina sola

y abandonada será suicida.

De las cinco condicionantes básicas que

señala el politólogo Rivero para la “via-

bilidad” de un país o de una región, Ar-

gentina goza sobradamente de cuatro.

En lo que hace a renta estratégica Argenti-

na solo tendría valor estratégico en su

alianza política, militar y económica conla consolidación de Mercosur.

Los acreedores  deben comprender (como

muchos inversores así lo entienden), que

más que hipotéticos acuerdos de pago

basados en la anemia, en la hipoteca eter-

na de un pueblo que demostró históri-

camente su eficiencia, es tomar el agua,

pero secando la fuente. Hoy, ser correc-

to ante los criterios del financierismo

posglobalizante sería rendir un homena-

je al Shylock de Shakespeare, que quería

cobrarse una libra de la carne de su deu-dor aunque después muriese.

Estamos internacionalmente solos. Y sa-

biéndonos solos, podremos seguir salien- 

do. Pero repetir con entusiasmo el retor-

no a la jaula de la relación económica

dominante (razón de y para los otros)

sería el más inútil fracaso. La repetición.

Nuestra energía de pueblo en positiva

convalescencia debe ser el aval de toda ne-

gociación. No puede admitirse ningún es-

quema de pagos o de superávit (para otros)

que dañe el caudal de energía nacional.

Cuando un país tiene el lujo triste del récord 

mundial de endeudamiento, el crédito mundial se 

arranca, no se mendiga. (Pero claro, el coraje...)

El empresariado:  es la hora de la unión del

Estado con el empresariado y todas las

fuerzas productivas y creadoras. Una fi-

losofía alegre, de entusiasmo ante el ob-

jetivo renacentista, debe ser el elemento

unitivo. Como se anotó en páginas ante-

riores, la tarea impone la gestión de los

argentinos en los grandes negocios ar-

gentinos, como objetivo final ineludible.

En comunicaciones, energía, transportes,

minería, finanzas, etc. Y, al mismo tiem-po, proyectar el tejido de la producción

nacional y de los intereses argentinos en

la trama de integración continental.

Poder sindical:  Es imprescindible la movi-

lización de un poder de extrema impor-

tancia social, en parte inmovilizado por

las presiones políticas. No debe ser po-

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La aventura de volver a ser 

der de confrontación sino voz básica en

el debate y construcción de todo Pro-

yecto Nacional. Es el elemento impres-

cindible de relación directa con el pro-

blema social básico que es el desempleoy con la creación de un concepto de tra-

bajo y remuneración que signifiquen dig-

nidad y prosperidad de la mayoría tra-

bajadora.

Riqueza básica argentina, defensa y Fuerzas 

 Armadas:  El mundo amenaza con virar

hacia el irracionalismo del puro poder

militar. Como se señaló, lo de Irak es

un episodio o es una tragedia de rena-

cimiento neoimperial. La política impe-

rial –eterna lacra occidental– no se inte-

resa solo por los países sino que busca

afirmaciones geopolíticas y geoeconó-

micas. Oswaldo de Rivero, el lúcido tra-

tadista peruano, destacó los puntos vi-

tales para la viabilidad de una nación o

de una región:

a) Poder alimentario, que Argentina tie-

ne para sí y para ser uno de los cua-

tro principales exportadores mundia-

les de alimentos. Sin embargo, su te-

rritorio está poco habilitado y explo-

tado; solo en las zonas fértiles. En re-

lación a su posibilidad productiva y de

población, es el país más rico del mundo.

b) Agua: es el recurso que será el más

buscado. El 97% del agua del mun-

do es salina. Ya falta agua a la mi-

tad de la población mundial. En

 veinte años será el factor estratégi-

co por excelencia. Argentina es uno

de los diez países con mayor reser-

 va del recurso.

c) Energía: Argentina tiene gas, uranio,

petróleo y energía hidroeléctrica abun-

dante.

d) Población: por su densidad, inclusoen relación a las regiones más fértiles,

el espacio argentino está mínimamen-

te habitado. Es el talón de Aquiles de

un país que no supo cumplir con la

 visión de Alberdi y de Roca.

e) Renta estratégica:  nuestra posición

geográfica, geopolítica, no nos ase-

gura beneficios. Renta estratégica es

la que otorga riqueza o apoyos a un

país por su interés en caso de conflic-

to. (Geográficamente, sería el caso de

Turquía o Israel.)

Por estos cinco factores, Argentina es un

espacio que despertará interés imperial en

el futuro. Es, repetimos, como una “zona

de derroche y de desorden” que podría

llamar la atención de quienes se preocu-

pan por “la administración racional del

mundo y de las necesidades”.

Nuestro territorio vacío, los mares, los

ríos dulces, los hielos, las pampas son

nuestro don de Dios, pero también nues-

tra amenaza.

Somos un país indefenso militarmente:

somos un gigantesco conejo celeste y blan-

co sentado en la Patagonia. Por odio a nomás de doscientos militares mezclados

por cumplir órdenes de tortura o de com-

bate en guerra sucia, hemos suprimido la

función del imprescindible factor militar.

(Ni Alemania, ni Italia, ni Rusia, ni Espa-

ña, ni China, ni Francia, con motivos igual-

mente atroces, tuvieron la ocurrencia de

condenarse a la indefensión). Somos esos

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 Abel Posse

tontos que echan el chico al tirar el agua sucia

de la bañadera.

 Argentina debe responder desde ya con

el restablecimiento de su poder militar y 

con el desarrollo de la alianza estratégicacontinental apenas en esbozo.

Con Brasil, Mercosur y Sudamérica po-

dremos tener en una década una conside-

rable fuerza disuasiva continental. No es-

tamos presentes en nuestros mares ni en

los extensos territorios.

El mundo internacional involuciona desde

el “respeto de las naciones” y el principio de

no intervención a una descarada lucha de

 ventajas, de rapiña de recursos naturales y de

defensa de intereses humanitarios abstractos,

que en realidad encubren un nuevo estilo de

dominación en nombre del “patrimonio

común de la humanidad”. El mundo no mar-

chó hacia un paraíso equitativo en este siglo

XXI, que se inició con la domesticación de la

ONU y guerras incalificables. Mas bien el mun-

do retrocedió al siglo XIX, de garrote e im-

perialismo victoriano.

Educación:   vuelve a ser el centro de nues-

tro ser. El desafío supremo, como en tiem-

pos de Sarmiento. Hay que recuperar lo

perdido (incluso restableciendo tempora-

riamente el servicio militar) para asimilar

esos millones de jóvenes disminuidos y des-

educados en este ciclo funesto.

Se requiere además una cultura de amor,

de espiritualidad, y una dimensión religio-sa y poética que nos eleve de la chata vi-

sión positivista en un vuelo poético, de re-

conocimiento del fundamento de Nación

en el que debemos crecer.

El colegio, la movilización de los jóvenes

hacia la naturaleza, la creación de una nue-

 va convivencia juvenil es la gran tarea, la

máxima inversión.

Si Argentina todavía significa algo en el

mundo, es por aquella educación

sarmientina y por la creatividad cultural

consecuente. Esta batalla suprema exige

reaccionar sin cobardías ante la invasiónaudiovisual subculturizadora. Esos produc-

tos nefastos deberán expulsarse y sustituirse

con la producción nacional y continental

adecuada.

Lo audiovisual deberá ponerse al servi-

cio de esta batalla suprema.

 Y como se dijo, ese “cuarto poder”, la

prensa, deberá comprometerse como la

pieza esencial en la lucha para salir de estos

subterráneos de bajeza al que son someti-

dos los pueblos mercantilizados.

Proyecto: estos son los puntos esenciales

de un proyecto nacional de resurgimiento.

Los detalles de complementación son

imaginables. Se necesita coraje. Coraje para

desprenderse de los lugares comunes que

nos impusieron quienes no tienen el más

elemental sentido común de nuestra situa-

ción en el mundo, de nuestros peligros y ne-

cesidades y de nuestra realidad de Patria.

Desde el coraje habrá que convocar a la

Nación con otro lenguaje que el de la po-

litiquería administrativa de hoy.

Necesitamos el lenguaje de la pasión ar-

gentina.

Sin el “proyecto” no será más que una

geometría muerta. Solo la pasión del rena-

cimiento, el llamado a la aventura de vol- ver a ser, podrá ubicarnos en ese lugar que

nos espera en el mundo. Una conciencia dra- 

mática del hacer para frenar nuestro no ser. Pro- 

 yecto, pasión, unión.

La demagogia es lo que espera un pue-

blo dormido en su conformismo. La

anagogía (si se permite el galicismo) es lo

que ese pueblo necesita para despertar y 

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

La aventura de volver a ser 

elevarse. Es el entusiasmo común, la fe, el

 vuelo hacia lo alto.

Pero lo esencial en nuestra peligrosa si-

tuación es crear poder. No del gobierno

de turno sino de la Nación toda, convoca-da ante el peligro.

Poder afirmado en:

a) Energía básica de todo tipo como ele-

mento estratégico para asegurar el cre-

cimiento productivo: hidrocarburos,

hidroeléctricas, nuclear, etc.

b) Tecnología y educación en todos los

niveles.

c) Conciencia de las posibilidades en los

mercados mundiales.

d) Poder educacional-moral con restau-

ración de la conciencia nacional y una

educación ética, poética y espiritualbasada en los valores cristianos y con

necesaria sustitución de la subcultura

mundializada comercialmente por ex-

presiones de verdadera cultura y es-

parcimiento.

e) Poder militar estratégico, nacional y con-

tinental en el sentido antes señalado.

f) Poder sindical, de todos los sectores

de la productividad, como mecanis-

mo de diálogo y solución de los pro-

blemas de la producción y el trabajo.

g) Poder espiritual, como restablecimien-

to de la calidad de vida que responda

a la tradición y expectativa de los ar-

gentinos. Un avance de la persona

como conciencia de la persona, aparte

de las actuales excluyentes dimensio-

nes como ciudadano y consumidor (en

el mejor de los casos...).

Nos hemos transformado en un pobre

pueblo de murmurantes, de comentaris-

tas escépticos. De una pedrada debemos

romper los cristales de la fétida enferme-

ría en la que nos arrastramos.

Como escribió T.S. Eliot sobre la deca-

dencia de su patria, “no morimos de un

grito sino de un largo gemido”. Somos el

país de los hurgadores de huesos, de losllorones del pasado, de los del partido de

la carroña, la culpa y la moribundia.

No merecemos la Argentina. Este es el

sentimiento que se afirma. Y solo hay un

rescate para esta generación: recrear ese

fuego fundacional desde la fe perdida,

desde la poesía enmudecida que nos de-

bemos. Desde el mismo impulso de fe y 

de razón que nos hizo ser Patria.

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Peronismo

y culturapolítica argentina

 Jorge Bolívar

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 JORGE BOLÍVAR:

Filósofo y ensayista.

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 Antes de emprender su regreso ala Argentina, tras diecisiete añosde ausencia, Perón hizo en rue-

da de prensa una referencia concreta altema que nos ocupa. Dijo que los argenti-nos son, en general, individuos altamentepolitizados, pero el pueblo en su conjuntono ha alcanzado una verdadera cultura po-lítica. La expresión fue más sintética y aguda:“Los Argentinos están muy politizados, perotienen poca cultura política”.

Estas palabras causaron cierto nivel demalestar periodístico pero no se profun-dizó la cuestión. Además, ya en la Argen-tina, el creador del Justicialismo no sobrea-bundó sobre el tema y más bien se dedicóa trabajar, en una sociedad altamenteconflictiva como era la de los años ‘70,para mejorar esa compleja convivenciaargentina.

La frase, dicha casi al pasar, merece ser

profundizada.La politización es una virtud individual.

Revela un claro interés político, un buengrado de información y hasta un nivelparticipativo apreciable pero en muchoscasos, también, una dosis apreciable departidismo y espíritu faccioso; la culturapolítica, en lo esencial nunca es un dato in-dividual. Cuando existe realmente –y no

en formas retóricas y discursivas– es unfenómeno colectivo. Nosotros vemos a losyanquis como un pueblo altamente indivi-dualista –y lo son en el juego ideológicode sus valores– pero tienen una fuerte cul-tura colectiva que les ha permitido mante-ner su sistema político y las institucionesde su organización nacional en forma per-manente por más de doscientos años. Algunos de nuestros criterios despectivos

hacia los norteamericanos no deberían in-cluir su constancia en mantener a través delos años un orden y una legalidad política.No se llega ser una superpotencia de ca-sualidad. Incluso puede asombrar que unpueblo individualista en su estilo de vidasea tan colectivista en la expresión de susociedad política. Casi de ellos podría de-cirse lo contrario de lo que Perón decíasobre nosotros. No son tan politizados,pero tienen una sólida cultura política.

Engendrar en lo colectivo

 Vista de esta manera, la cultura políticano es la expresión teórica o la sabiduríafilosófica de un grupo de hombres cultos,sino un suceso de naturaleza colectiva, co-munitaria. Los sistemas políticos expresanla forma en que sabemos convivir, con la

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Jorge Bolívar 

mayor armonía posible, alrededor de nues-tros conflictos.

La argentina era y sigue siendo una socie-dad altamente conflictiva y resulta funda-

mental la manera con que los enfrentamosy los procesamos, tratando de resolverlosen el tiempo. Ya lo expresaba Perón en su texto básico

de 1949 La comunidad organizada . En el ca-mino de la evolución de las sociedadeshumanas en su rumbo al universalismo, lospueblos que van a trascender son aquellosque sepan engendrar en lo colectivo. “En-gendrar en lo colectivo”, una expresiónmuy importante para comprender la tareade culturización peronista. El peronismobusca hablar desde lo popular a la totalidadde la Nación, preparándola para los com-plejos procesos de integración económica,política y cultural de carácter regional y con-tinental que debía transitar ineludiblemente.

Para una cultura política la cuestión de launión nacional y de la legitimidad de susinstituciones políticas es esencial. No es paranada un elemento superestructural adosadoa su vida mercantil, como resulta en algu-nas concepciones liberales.

Pero a esta unidad se llegaba a partir delreconocimiento de que la nuestra era y debía seguir siendo una sociedad del tra-bajo. La figura del trabajador era su eje.Esta figura no estaba referida solamente al

núcleo obrero como en gran parte de losmarxismos; sino que era un concepto másabarcativo. Incluía también a los profesio-nales, a los intelectuales, a los comerciantesy a los empresarios nacionales. En su cen-tro y en su fuerza orgánica, el peronismoera un gobierno y un movimiento de tra-bajadores, como lo manifestó Perón en sudiscurso del 7 de febrero de 1974.

En su difundida alocución del 17 de oc-tubre de 1945, afirmaba que era necesarioprocurar la unidad de todos los trabaja-dores y de sus organizaciones gremiales

para que sobre ese bloque histórico se cons-truyera la unión de toda la Nación, en unproyecto común.

El otro aspecto esencial de una culturapolítica para un país como la Argentina,que no era una potencia mundial, pero quetenía cierta presencia internacional y, sobretodo, regional, era la conciencia social. Enun discurso ante los trabajadores del 13 demayo de 1953, Perón expuso en detalleesta cuestión: “En el país, una conciencianetamente capitalista había suplantado a laconciencia social. La conciencia social soloestaba en algunos núcleos. A casi nadie leinteresaba la suerte de nadie, salvo a supropia suerte, aún cuando esto represen-tara la desgracia de los demás”.

Perón reconoce que para la modificaciónde esa situación cultural el Justicialismo tra-bajó intensamente. “La conciencia social[agrega], es una cosa que una vez que co-mienza a actuar no se detiene. Yo creo queen este momento [1953] toda la organiza-ción, tanto el gobierno, el Estado, el pue-blo y aún las fuerzas económicas y cultura-les, están todas dentro de una tónica dis-tinta a la individualista de aquellos tiem-pos. Una conciencia social ha ido reem-

plazando el sentido de una comunidadegoísta y desaprensiva con respecto a losproblemas que se le presentan a la vida y ala felicidad de los hombres del trabajodentro del pueblo”. Y finaliza diciendo: “Elsentido de solidaridad social lleva a la soli-daridad nacional, que es el grado mayor”.

Se pregunta luego una cuestión vital:“¿Ustedes creen que los gobiernos oligár-

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Peronismo y cultura política argentina

quicos pueden ser considerados gobiernosdemocráticos? ¿A quiénes representan ellos?”

Sobre el problema de la representativi-dad en el pensamiento peronista volvere-

mos más adelante, pues es uno de los nú-cleos de la cultura política generada por elperonismo. Sinteticemos ahora las tres cla-

 ves fundamentales de esta culturizaciónnacional buscada por el peronismo: engen-drar lo colectivo, unidad nacional organi-zada alrededor del orden del trabajo y dela figura del trabajador, y conciencia y so-lidaridad social expresada en una represen-tatividad política lo más democrática po-sible, es decir, profunda y real.

La comunidad organizada formada porel gobierno, el Estado y el pueblo con susorganizaciones libres,ONGs, sindicatos, uni-

 versidades, empresas, grupos intelectuales,etc., tendían de esa forma a conformaresa fuerza espiritual que Perón trabajó ensu texto del Congreso de Filosofía deMendoza en 1949 al que nos hemos refe-rido. Estas cuestiones constituían lo que elcreador del Justicialismo llamó “la normaética” que es, básicamente, una cultura

 vinculante, tanto en lo político como en losocial.

En estos aspectos doctrinarios Perón cri-ticó a las filosofías políticas individualistas,expresadas en gran medida en la Argenti-na por los grupos liberales y conservado-

res. Pero sostenía que su colectivismo notenía mucho que ver con los que teníanorigen en el estatismo “insectificador” delos comunismos y gran parte de los mar-xismos de su época. Se presentaba comoun colectivismo, cuyo verdadero fin era larealización y la libertad individual y no susometimiento o anulación. Por eso, tras suregreso a la Argentina hizo popular el afo-

rismo: “nadie se realiza en una comunidadque en conjunto no se realiza”. Expresiónque aún mantiene su popularidad.

En la Argentina, país desgarrado por dic-

taduras militares y golpes militares y porgobiernos poco representativos y con ten-dencias oligárquicas puestos al servicio delos poderes económicos de turno, la doc-trina peronista constituye, a mi juicio, elpunto más alto de nuestra identidad cultu-ral y, también, el punto más alto de nuestracultura política.

Requeriría una extensión demasiado gran-de detallar aquí toda la cantidad de obser-

 vaciones y sabidurías políticas, económi-cas y sociales que en ella podemos encon-trar para nuestra actual situación de necesi-dad de reconstrucción de la política. Tomoal pasar solo tres ejemplos: en el capítulopolítico encontramos dos subtítulos impor-tantes casi seguidos: “La política como di-sociación” y “La política como unión”. Elprimero es un extracto de un discurso deagosto de 1944 y el segundo uno de di-ciembre del mismo año. Con lo cual reve-la que el núcleo conceptual del Modelo Ar- 

 gentino ya estaba configurado en Perón des-de los inicios de su actividad pública.

En el primero dice: “Los malos políti-cos disociaron siempre a todas las fuerzasdel Estado. Encendieron la lucha, porquedividiendo el campo de las actividades na-

cionales, ellos podían medrar. Cumplieronsiempre ese sofisma maquiavélico: dividirpara reinar. Con buena fe, el problema esdistinto. Es necesario considerar que enesta tierra todos somos argentinos; pense-mos de una u otra manera, practiquemosuna u otra religión y tengamos una u otraideología.”

En la política como unión reafirma que

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quienes tienen por vocación ciudadana ladirigencia política y aceptan “una funciónpública de sacrificios” solo deben tener unaaspiración superior: “la unión sagrada de

todos los argentinos”. Es decir, desarrollaentre los dirigentes un cuidado acerca deuna práctica institucional que no disocie alos argentinos. Para expresar las diferen-cias lógicas y existentes en la representati-

 vidad de la sociedad en su conjunto hay una manera de hacerlo: en general hay queempezar por respetar al que gobiernacuando ha sido apoyado por una ampliamayoría electoral. La oposición debearticularse en el sistema político tratandode criticar o presentar proyectos alternati-

 vos, pero procurando no alterar la lógicade la base de sustentación de los que go-biernan. Si los que gobiernan no tienenapoyo mayoritario, sino que son primerasmayorías, hay que ampliar la base guber-namental con coaliciones o alianzas. Estotambién es cultura política. Por otra parte,Perón y Balbín lo mostraron en el últimogobierno del primero; lo ideal es que lasfuerzas que de una u otra manera tienenideologías, historias y representatividadpopular tengan alianzas estructurales sub-yacentes que vayan más allá de loespecíficamente coyuntural. En la dialécti-ca gobierno-oposición del ‘73 había sidoexpresado claramente por el líder radical

que dijo: “el que gana gobierna, el que pier-de ayuda”.

Pensemos qué atentado a la cultura polí-tica argentina ha sido, más allá de las inten-ciones de sus ejecutores particulares, queel peronismo haya sido derrocado mili-tarmente en 1955 cuando había ganadoelecciones en 1954 con el 64% de los vo-tos, o cuando tenía un apoyo popular su-

perior al de las otras fuerzas políticas, aun-que circunstancialmente pudiera no llegarsiempre al 50% paradigmático. O que, tras

 vencer en las elecciones de octubre del ‘73,

siguiera siendo desconocido y atacado porlas formaciones guerrilleras de eso años,desde los Montoneros al ERP, que siguie-ron actuando y operando como si se tra-tara de un gobierno no representativo nidemocrático, o una dictadura militar. Estatambién es una cuestión básica de una cul-tura política. (Muchos jefes montoneros,por ejemplo ignoraban cuán individualistaera su práctica a pesar de escudarse en ideo-logías fuertemente colectivistas.)

La cuestión de la libertad

para el peronismo

Otra cuestión vital para la gobernabili-dad de un país es la presencia de políticasde Estado, sostenidas por el conjunto dela clase política a través de los sucesivoscambios electorales. Este subtítulo de ladoctrina está basado en un discurso del 18de enero de 1945, varios meses antes del17 de octubre. En estos temas que expre-saban tanto el núcleo de la unión nacionalcomo la experiencia de la gobernabilidaden los países más avanzados, la actualidadque muestra en estas cuestiones vitales laDoctrina peronista  es notable.

El otro punto que puede destacarse, decarácter más ideológico, tiene sentido so-bre todo después de la fracasada experien-cia, para los intereses populares, del doc-tor Menem al frente del Justicialismo y dela presidencia de la Nación por dos perío-dos constitucionales, en los que trató deamalgamar de alguna manera las corrien-tes nacionales con las liberales. Podemos

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leer en la Doctrina peronista , en el capítulo“liberalismo y libertad”, extractado de undiscurso de Perón del 15 de diciembre de1944, la defensa que este hace de su pro-

puesta comunitaria y colectivista, ya que, adiferencia de las sostenidas por las ideolo-gías de la extrema izquierda, allí se trata,justamente, de proteger y de realizar al in-dividuo y de permitirle disfrutar de unalibertad generalizada y real.

Perón insiste con este tema, tan propiodel peronismo, de evitar en la práctica quela libertad sea solamente para unos pocosprivilegiados. La libertad política plena exis-te cuando coexiste con una situación dondelos principales problemas sociales estén máso menos resueltos o en vías de solución.

El peronismo, dice el texto, no restringela libertad “sino que justamente trata deimponerla y asegurarla para todos”. Algunos de los párrafos de ese discurso

son muy claros al respecto y muestran ladificultad de amalgamar al peronismo conlos liberalismos economicistas e individua-listas. Dice, por ejemplo: “Contra sofistasy dictaduras de quienes, paradójicamentese proclaman liberales, decimos la verdad.El peor mal es el liberalismo que, invocan-do una libertad, no deja ejercer las otraslibertades. La sociedad para existir exigeque la libertad de unos subsista con la li-bertad de todos. En nombre de una liber-

tad (la económica) no pueden anularse vi-das, vocaciones o espíritus. La libertad debearrancar desde el punto en que haya sidoafianzada definitivamente la seguridad so-cial, la familia y la defensa nacional. Unalibertad sin seguridad de vida, de trabajo,de educación y vivienda digna, es una falsalibertad. Poseer la libertad para morirse dehambre es un sofisma que constituye ma-

teria de engaño para quienes trafican polí-ticamente haciendo cortinas de humo paraocultar intenciones.”

Textos como el trascripto constituyen

pilares fundamentales de nuestra culturapolítica. Y el nudo de su pensamiento hasido formulado muchos años antes que laclásica, “teoría de la justicia” de John Rawlssobre el ejercicio de la libertad, que consti-tuye uno de los textos más inteligentes deorigen ideológico liberal y que parte de unabase semejante. Solo preocuparse por lapropiedad privada y por la libertad eco-nómica de unos pocos en una sociedad deexcluidos, desocupados y marginados noexpresa ni transmite una cultura políticacolectiva, ya que las instituciones que per-miten tal desequilibrio son naturalmentefrágiles, corruptas y finalmente, más omenos coercitivas y subvertibles.

La democracia social integrada

 Junto a estos textos fundantes del pensa-miento y la cultura peronista – La Comuni- 

dad   Organizada   y la Doctrina Peronista – seencuentra, al final del paso de Perón ennuestra historia, el Modelo Argentino para el 

Proyecto Nacional , un importante comple-mento cuyo eje es la democracia social in-tegrada. Las dos claves de esta suerte detestamento político son, a mi juicio, la idea

tradicional de la unidad nacional como ele-mento constituyente del sistema político y de sus instituciones y el problema de la re-presentatividad en el juego de esa demo-cracia integrada.

Dado que estas cuestiones e ideas fueronprácticamente archivadas tras la muerte dePerón y que las ediciones del Modelo Argen- 

tino solo constituyeron lecturas para la cul-

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tura de “catacumbas” que se sostuvo du-rante la dictadura militar, muchos de lostemas afirmados por el último Perón nofueron objeto de debates y análisis como

había ocurrido con La Comunidad Organi- zada , la Doctrina Peronista y Conducción Políti- 

ca  en los años ‘60 y principios de los ‘70.Diría que quedaron más bien oscureci-

dos y no demasiado tratados y debatidos.Incluso en la reforma de la constituciónsurgida del llamado “Pacto de Olivos”, estemensaje, que había sido pensado justamentepara acompañar a una asamblea constitu-yente, fue relativamente mencionado oconsultado, ya que el justicialismo condu-cido por el doctor Menem estaba funda-mentalmente interesado en el tema de lareelección y, de hecho, dejó en manos delradicalismo que conducía Alfonsín el con-tenido constitucional, el cual le puso un sellomás esencialmente partidocrático al capí-tulo de la representatividad. Sabemos quePerón tenía una visión menos liberal en lamateria. Ya en la doctrina peronista pedíano confundir al liberalismo con la demo-cracia. El modelo representativo liberal dela democracia es, desde ya, mil veces pre-ferible a una dictadura, pero, a pesar de suextendida vigencia y de sus muchas for-mas y variaciones, es imperfecto, como laeconomía de mercado. Esto crece y pue-de volverse costoso cuanto más compleja,

controversial y conflictiva es una situaciónsocial y económica.

La “imperfección” de la democracia decuño liberal ha aparecido entre nosotros,con bastante crudeza, durante los episo-dios que terminaron con el gobierno cons-titucional del ex presidente De la Rúa, quehabía asumido su gobierno con un apoyoelectoral significativo.

Es más, la incapacidad práctica para con-ducir la situación económico-social derivóen un colapso que sacó a la gente a las ca-lles al grito de “que se vayan todos”. Grito

que recorrió el mundo y que señalaba laincapacidad de las autoridades políticas dela Alianza para producir los cambios quela gobernabilidad argentina exigía. Reco-nozco que la situación era grave y confusa,pero la irrepresentatividad que emergía de lacrisis se olía en las calles, no solo en Buenos

 Aires sino en gran parte de la Argentina.Había que declarar la cesación de pagos

de una deuda pública que nos agobiaba(tarea que se animó a hacer en su brevemandato Adolfo Rodríguez Sáa) y habíaque desconectar la convertibilidad peso-dólar que se había vuelto insostenible (ta-rea que se animó a realizar EduardoDuhalde en su presidencia transicional).Esto desactivó en parte el núcleo de laingobernabilidad en ese momento; peroel problema de la representatividad, sobretodo en el campo de los poderes legislati-

 vo y judicial, todavía sigue en pie.La muñeca política de Eduardo Duhalde

impidió que el justicialismo fuera arrastra-do como las demás fuerzas partidariashacia una reducción importante de su apo-yo electoral. Al realizar externamente supropia interna, movilizó muchas volunta-des; porque coexistían y coexisten en el jus-

ticialismo modelos o rumbos económicos-sociales profundamente diferenciados y hasta antagónicos. Al permitir esta expre-sión ampliada, la representatividad del par-tido no sufrió una merma cuantitativa sinomás bien lo contrario, pero desnudó eldesacuerdo interno sobre lo esencial de lagobernabilidad en la crisis. También debedestacarse como decisivo, en el camino de

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la recuperación de la representatividadpolítica, que el sector bonaerense, cuanti-tativamente más numeroso en ese momen-to, resignara la posibilidad de un candida-

to propio y apoyara a Kirchner. De estemodo impidió que la segunda vuelta serealizara entre Menem y López Murphy,lo que habría agravado la cuestión de lacrisis de representatividad que domina,subterránea pero erosivamente, la escenapolítica argentina desde el colapso del go-bierno de De la Rúa y del “que se vayantodos”.

Representatividad y transversalidad

El tema de la representatividad es una delas cuestiones claves para comprender lacultura política impulsada por el peronis-mo. Si uno lo analiza objetivamente, en-contrará que Perón persigue obsesivamenteque los gobiernos en nuestros países lati-noamericanos sean populares, es decir, quesean ampliamente representativos, comobase para la gobernabilidad posterior, en-frentando o limitando el accionar de losgrupos e intereses minoritarios. Él mismoha expuesto la cuestión en alguno de susdiscursos. Hizo de la soberanía política unade las tres banderas de su movimiento. Casiun resabio de la Revolución Francesa queante la nobleza y la aristocracia quería fun-

damentar las prácticas republicanas colo-cando la soberanía última y primera en elpueblo y en el voto universal.

Esta bandera es además harto compren-sible en un país caracterizado por los gol-pes y las dictaduras militares o por el lla-mado “fraude patriótico”. Pero esta prác-tica, visible en las limpias elecciones de fe-brero de 1946, fue para Perón solo el ini-

cio de ese nexo entre gobernabilidad y re-presentatividad. La mitad del país no vo-taba; por eso, con el fervor de Eva Perón,incorporó a la mujer al ejercicio ciudada-

no, y convirtió en provincias a grandes ex-tensiones territoriales que no tenían posibili-dad de elegir a sus gobernantes. En esos añossolo las llamadas provincias históricas teníanparticipación ciudadana plena. Prácticamen-te la mitad del territorio estaba fuera del jue-go democrático representativo.

Pero su tarea político-cultural en este temano se detuvo ahí. Avanzó en profundidaden varios campos con el disgusto de la cla-se política tradicional. El mismo Perón loha explicado en varias conferencias. For-mó la rama femenina, sindical y políticadel movimiento –las famosas tres ramaspara impedir que los dirigentes específica-mente políticos se quedaran con la mayorcantidad de cargos, cosa que habría ocu-rrido si no hubiera obligado a que cadasector tuviera finalmente un tercio de larepresentatividad democrática en juego.De esta forma, los trabajadores y las mu-jeres no solo votarían a quienes quisieran,sino que tendrían la posibilidad de ejercerla acción de gobierno, sobre todo en elcampo legislativo.

La representatividad fue uno de susnortes. (Una acotación al margen: Perónno usaba el término “norte” como sinóni-

mo de buen rumbo, sino el más austral y situado de “estrella polar”. Los que vivi-mos en el sur nos orientamos por la estre-lla polar; es un buen símbolo para estable-cer identidades y diferencias.) Pero su en-foque de la representación fue una de lascuestiones que más problemas, cuestiona-mientos y críticas opositoras le ocasionó.Tanto respecto del movimientismo, con-

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trapuesto a la práctica tradicional de parti-dos políticos de sistema cuya tendencia,para el creador del Justicialismo, era porlo general la oligarquización, como respec-

to de su lucha por que las organizacionesdel trabajo tuvieran, además de su especí-fica tarea gremial, también un protagonis-mo político directo y no solo indirecto.

 Ambos aspectos fueron y son resistidos.En su tiempo, las llamadas “62 organiza-ciones” del sindicalismo argentino se con-

 virtieron en la “columna vertebral” delmovimiento, lo que originó toda suerte decríticas, porque esta representatividad se

 veía, en los partidos políticos opositores,como una expresión de fascismo y cor-porativismo.

Perón nunca se arredró ante estas críticasy en su legado final –el  Modelo Argentino– insistió en que era mucho más consistentela representatividad en la concepción de-mocrática peronista que en el tradicionalenfoque liberal, en el que solo se admitíandirigentes políticos. (Hubo, inclusive, esta-tutos que prohibían al sindicalista partici-par en política.) A través del movimientismo y de la de-

mocracia social integrada, el creador deljusticialismo procuró caminos que amplia-ran y renovaran la representatividad. Esteaspecto político claramente antiliberal noha formado mucha escuela ni se suele su-

brayar suficientemente en la actualidad;pero constituye un aspecto esencial de nues-tra cultura política sobre la que, en mo-mentos de evidente crisis de representati-

 vidad, deberíamos reflexionar.Reitero que en el Modelo Argentino Perón

fue suficientemente claro y terminante. Re-produzco la parte central del capítulo de-dicado a la democracia social: “La con-

cepción liberal califica, por un lado, al in-dividuo, y por el otro, a la organización(política) superior. Además solo reconoce,prácticamente, el papel de las organizacio-

nes intermedias denominadas partidospolíticos. En la acción concreta, las organi-zaciones intermedias que responden a gru-pos sociales o profesionales han sido cali-ficadas como correspondientes a una con-cepción corporativista del Estado. Hemosevaluado suficientemente la enseñanza dela historia como para concluir que no ne-cesitamos seguir en este juego pendularentre el liberalismo y el corporativismo.Una toma de conciencia, debidamente ra-zonada, nos pone en situación de ir direc-tamente hacia las estructuras intermediascompletas, que, cubriendo partidos políti-cos y grupos sociales, den a nuestra Co-munidad la fisonomía real de lo que que-remos calificar como democracia social.”

 Y para mí lo más expresivo: “La configu-ración política de esta Comunidad organi-zada implica la creación de un sistema deinstituciones políticas y sociales que garan-ticen la presencia del pueblo en la elaboración de 

las decisiones y en el cumplimiento de las mismas ”(El subrayado es mío). Ver esto como fascismo solo es obra de

un ideologismo infantil. Al contrario, lo quePerón procura es una mayor politizaciónde la sociedad civil y de lo tradicionalmen-

te entendido como “privado”. En la épo-ca actual, en la que tan alto desarrollo tie-nen las ONGS, se afirma la idea del Estado en 

red , del sociólogo español Manuel Castells,y la de la propia sociedad normativa enred, de algunos filósofos seguidores deNietszche, como el ya desaparecido MichelFoucault. La perspectiva de“movimientizar” a los partidos con diri-

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gentes que no respondan siempre y en to-das las oportunidades a las internas y a losaparatos partidarios (provinciales o nacio-nales) y la de la búsqueda de canales de

participación de grupos y entidades inter-medias que acompañen a las organizacio-nes del trabajo marcan, a mi juicio, un puntode gran interés para la reconstrucción delo político con mayúscula; de lo políticocomo destino, según lo conceptuara CarlSchmitt, al ampliar el marco puramentepolítico y el juego específico de las deci-siones gubernamentales. Sobre todo en unaépoca de pérdida de poder de aquéllas (pordeterioro de los procesos de industrializa-ción, por el gran aumento de los trabaja-dores en negro y, sobre todo, por la pre-sencia de niveles de desocupación y exclu-sión muy altos).

Una acotación político-doctrinaria almargen, a fin de no confundir culturalmen-te las cuestiones que estamos tratando, so-bre todo en una época en la cual los mo-delos políticos de matriz liberal (la demo-cracia representativa partidaria y la econo-mía libre de mercado) se expanden por elmundo y constituyen la parte más visibledel llamado “nuevo orden mundial”. Lacultura peronista es crítica de ambas patasde este modelo hoy casi hegemónico, por-que subraya adecuadamente su nivel deimperfección (por supuesto, en algunas ex-

periencias nacionales es mayor, en otras esmenor). La democracia representativa y laeconomía de mercado son imperfectaspara una sociedad nacional que pretenda,como se dice en el Modelo Argentino, “pro-curar el equilibrio del derecho del indivi-duo con el de la comunidad”.

Pero el justicialismo, a diferencia del co-munismo y de las concepciones de origen

marxista, no pretende reemplazarlas total-mente ni por “la dictadura del proletaria-do”, ni por economías estatistas planifica-das y sin propiedad de los medios de pro-

ducción. Desde su origen el peronismo haelegido otro camino, que es el de la co-rrección y el perfeccionamiento permanen-tes. Acepta ambos puntos de partida, lademocracia representativa y la economíade mercado, pero, como se expresa en ladoctrina peronista, se los procura perfec-cionar. Así, no se suprime la representati-

 vidad de los partidos políticos (como enla mayor parte de las experienciascorporativistas) sino que se la amplía conotras formas directas e indirectas de parti-cipación popular, en las cuales los actos y las movilizaciones populares que el pero-nismo impulsó durante décadas puedenresultar factor gravitante. A la propiedad privada y a la economía

de mercado se las respeta como elementoprimario de la formación de precios y dela acumulación básica de riquezas, pero elEstado se encarga, a través de subsidios, opor la vía impositiva, de generar mejorasen la redistribución de los ingresos de lapoblación en general. (En este sentido, cabeconsignar que Perón prefería trabajar losaumentos a los trabajadores en el marcode la productividad, más que otorgar au-mentos generales de salarios, que tienden a

reproducir y a ampliar generalmente losmecanismos inflacionarios, a la postre ne-gativos para los propios trabajadores. Hay 

 varios discursos de Perón en este sentido y resulta particularmente interesante el quepronunció el 27 de marzo de 1974.)

Es decir, el peronismo no anula ni la de-mocracia representativa liberal ni la demo-cracia de mercado, más bien trata de per-

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feccionarlas con vistas al bienestar de lossectores populares, consolidando con ellouna mayor representatividad.

Digamos para terminar algo concreto

sobre un tema muy actual e importante eneste juego de la democracia argentina, quesurge de lo que se ha denominado “trans-

 versalidad” y que aparece como un sím-bolo que acompaña todavía tímidamentea las esperanzas que transmite la figura delnuevo presidente de la Argentina, el doc-tor Néstor Kirchner. El término en sí mis-mo es nuevo; prácticamente no ha sidousado en épocas anteriores, pero el con-cepto que expresa tiene su historia. El doc-tor Eduardo Duhalde ha querido ver estatransversalidad desde su origen en el mo-

 vimientismo peronista, lo cual me parececorrecto en general y específicamente acer-tado con relación al momento fundacionaldel peronismo, el 17 de octubre de 1945.El doctor Romero, gobernador de Salta,ha encontrado esta transversalidad en elfrentismo tradicional del peronismo, ex-presión que corresponde, en particular, ala época del retorno del general Perón a la

 Argentina en 1973. Visto de esta manera hay que comenzar

diciendo que la cultura peronista es pro-funda y doctrinariamente transversal. Peroesa transversalidad ha surgido en momen-tos de aguda falta de representatividad de

las fuerzas políticas que actuaban en cadamomento. De manera que lo primero quehabría que subrayar es que la reapariciónde un símbolo político que expresa nece-sidad de aglutinamientos, de convergen-cias más allá de los partidos y consensosnacionales y, también, de renovación deusos y prácticas políticas es en extremoimportante. Son categorías ligadas a la re-

presentatividad y a la gobernabilidad y efi-cacia de las instituciones y del sistema polí-tico todo. Esto demuestra que nos halla-mos de nuevo ante un cierto vaciamiento

u oclusión de los canales de participacióny representatividad ciudadana. Perón, anteel agotamiento de las fuerzas políticas tra-dicionales de su época, contorneó una fuer-za transversal en lo ideológico: la formulaPerón-Quijano contó con el apoyo de exdirigentes del Partido Socialista, del Parti-do Comunista, de fuerzas de izquierda,junto a radicales, conservadores y sectoresprovenientes del nacionalismo y, lo másimportante, movilizó a muchos hombresy mujeres independientes que se consagra-ron a la actividad política desde ese mo-mento, todos con sus respectivas particu-laridades, al servicio de un proyecto social, econó- 

mico y político nacional común . Este movimientotambién incluyó una fuerza transversal enlo social-productivo, con trabajadores y empresarios diversos.

En 1973, con el “Operativo retorno”,Perón se encontró con un panorama quetenía algunos aspectos semejantes a los de1946. Había muchos partidos con relati-

 vamente pocos votos (el más grande, elradicalismo, estaba dividido en tres frac-ciones importantes: Balbín, Frondizi y 

 Alende eran sus líderes) y una lista de pe-queños partidos y una buena cantidad de

lo que entonces se llamaba “sellos degoma”, partidos más formales que reales,de poca capacidad electoral. El peronis-mo tenía su columna vertebral más o me-nos articulada, pero el aparato político erapor entonces prácticamente inexistente.Había muchos dirigentes de renombre,pero poca o ninguna organicidad. Habíaestado proscripto durante años y no tenía

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afiliados; la comunidad peronista existenteera básicamente un conjunto de vínculosamistosos y afectivos. La juventud, en tan-to, se encuadraría en organizaciones pro-

pias y paralelas –las famosas y variadas“orgas” que, si bien le dieron al peronis-mo de esos años gran capacidad de movi-lización, resultaron, a la hora de gobernar,un factor más cercano a la disociación quea la organicidad que Perón pretendía parasu movimiento político.

Por esos días el líder justicialista, como lohabía hecho en el ‘46, convocó al país a con-solidar un nuevo proyecto nacional y a abrircanales políticos de participación y represen-tación, pero murió demasiado rápido y latarea quedó inconclusa en todos los frentes.

No recuperaríamos la organicidad hastaque se afianzó la renovación liderada por

 Antonio Cafiero, pero en un plano menor–el del partido popular de sistema– delque Perón había tratado de escapar du-rante toda su vida pública.

Con la caída de De la Rúa, la cíclica crisisde representación que nos conmueve pe-riódicamente reapareció. Y si el peronis-

mo no mermó gravemente su capacidadelectoral como el radicalismo, se debe aque se convirtió, de hecho, en una liga decaudillos provinciales, bastante diferencia-

dos, que reconocen en el peronismo suidentidad originaria.Pero es evidente que si el Justicialismo

quiere mantener una representatividad po-pular auténtica y con ello una gobernabili-dad básica, debe estructurar un liderazgonacional atrás de un programa  y de un pro- 

 yecto igualmente nacional . ¿Un tercer movi-miento histórico? Quizás sea esta la figuramás adecuada y exigente para la transver-salidad en juego. En la cultura política delperonismo existen valiosas enseñanzas tan-to para este cometido, como para la nece-saria reconstrucción de nuestra represen-tatividad esencial. Para ello habría que re-cordar que la transversalidad no puede rea-lizarse solamente hacia un solo extremoideológico y que, además, no debe con-

 vocar únicamente a cuadros y dirigentespolíticos. Tiene que ser también social y or-gánica. La democracia integrada debieraser nuestra meta.

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El retorno

del progresismo*

Silvio Juan Maresca

* Lo nuclear del presente artículo fue redactado hacia septiembre de 2003. Si nos atrevemos a

 publicarlo es porque pensamos que el tiempo transcurrido lo ha hecho ganar en actualidad.

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SILVIO JUAN MARESCA:

Licenciado en Filosofía (UBA), profesor universitario, investigador y ex Director de la Bi-blioteca Nacional. Último libro: Nietzsche y la ilustración (Alianza, Madrid/Bs. As. 2004).

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La quiebra de la ilusión neoliberal

 Aunque nunca me gustó mucho la expresión, ni creo usarla con el debido rigor, quisierahacer algunas observaciones sobre el “imaginario social” argentino, más concretamente,sobre su historia reciente, su evolución, su situación actual. Quizá fuera mejor hablar, senci-llamente, de “mentalidad colectiva”, pero temo que mis colegas intelectuales tachen estafórmula de antigua o poco “científica”, así que vamos nomás con el “imaginario social”.Casi nadie duda que el 19 y 20 de diciembre de 2001 pasó en la Argentina algo impor-tante, una de esas cosas que suelen calificarse de “hecho histórico”. Se sabe que loshechos históricos (también los otros) son susceptibles de variadas interpretaciones. Esaltamente probable que con el transcurso del tiempo se multipliquen las lecturas sobrelos sucesos del 19 y 20 de diciembre, como en parte ya sucede. Adelanto mi interpreta-ción, que no pretende ser exhaustiva ni incompatible con otras. Leído a nivel del “ima-ginario social”, diciembre de 2001 significa el estallido de la ilusión neoliberal  que acariciódurante alrededor de diez años la sociedad argentina.En otros textos1  he intentado explicar que el neoliberalismo está lejos de ser una simplereceta económica. Sería bueno, dicho sea de paso, que entre tantos cambios traídos porlos últimos años, uno de ellos fuera aprender a pensar más allá de los determinismoseconómicos que han achatado y abrumado a considerables porciones del pensamientodel siglo XX. El neoliberalismo es una propuesta integral de vida que implica, por cierto,una faz económica, pero también aspectos políticos, sociales, culturales. En suma, toda

una manera de llevar la vida. Resumido brutalmente, a lo Fukuyama, neoliberalismosignifica economía de mercado, democracia liberal, cultura planetaria homogénea; cul-tura, vale decir, entretenimiento y diversión de ínfima calidad provistos por la industriacultural.Durante diez años el pensamiento dominante en el grueso de la sociedad argentina fueque el Estado era poco más que una pieza de museo, que la iniciativa privada exenta de

1  Cfr. por ejemplo, “El lento adiós al neoliberalismo”,  Máscara/s 1  (2001), 33-42.

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trabas burocráticas era la mejor respuesta a los requerimientos colectivos, la mejor ma-nera de gestionar no solo los negocios privados sino también los asuntos y serviciospúblicos, que la tecnología avanzada albergaba virtudes mágicas y poderes redentores,que el individualismo egoísta y hedonista conducía en línea recta a la felicidad, que con-

sumir productos importados, viajar barato al exterior y adoptar presuntas conductas,usos y costumbres del Primer Mundo era acceder por fin a la tan ansiada modernidad.Por lo demás, el voto periódico garantizaba suficientemente el funcionamiento de lademocracia; el retroceso del poder militar y del sindicalismo contribuía también –segúnse creía– a que en este terreno no hubiera de qué preocuparse. El desinterés por lapolítica se acrecentaba día a día; la despolitización de la sociedad y la hipertrofia de la

 vida privada, usurpando a menudo desvergonzadamente el espacio público, marcha-ban a pasos agigantados. Privatización de lo público y publicidad de lo privado era laconsigna de los tiempos. Que mientras tanto las industrias poco a poco se paralizaran,la producción agropecuaria perdiera competitividad, la desocupación creciera y, conella, la marginación social, que la educación pública se deteriorara, que la cultura sebanalizara hasta límites casi inconcebibles, que la desintegración social fuera cada vezmás pronunciada, que la delincuencia y la inseguridad se multiplicaran eran fenómenosque aun percibidos, no alcanzaban a conmover la consciencia colectiva, el paradigmaneoliberal vigente.Lo que preocupaba crecientemente a la mentalidad colectiva, con poderosa ayudamediática era, eso sí, la corrupción. Por cierto, en forma acotada: el tema era la corrup-ción de la “clase” política; no formaba parte del problema la corrupción del empresa-riado o de otros sectores de la sociedad. Fue la esperanza de suprimir esa lacra lo queencumbró a la Alianza en 1999. Pero el malestar ante la corrupción de los políticos nocuestionaba el paradigma neoliberal. Al contrario, buscaba depurarlo, perfeccionarlo. El“imaginario social” soñaba con un neoliberalismo impoluto, como si la corrupción nofuera inherente al neoliberalismo.

Breve historia de una malformación

¿Cómo es posible que el pueblo argentino se haya aferrado con tal pertinacia a la ilusiónneoliberal? A primera vista, la respuesta parece sencilla. El neoliberalismo fue en los años‘90 una moda que se extendió por todo Occidente y aún más allá. Pero es manifiesto

que no todos los pueblos adoptaron con la misma furia el credo neoliberal. La pruden-cia primó en muchos de ellos. Lo nuestro fue patético, como tantas otras veces en elpasado, empezando por el constitucionalismo unitario y el confuso liberalismo deRivadavia. En fin, creo que las razones de nuestra entrega amorosa a la ilusión neoliberal,y en el fondo a cualquier otra, hay que buscarlas en la endeblez de nuestra identidad cultural ,como pueblo y como Nación. Pienso, en efecto, que la identidad cultural de los argen-tinos es débil, confusa, contradictoria, incoherente, inconsistente. Una identidad fallida,en suma. Por eso somos tan propensos a adquirir ilusiones que nos divorcian de larealidad y de las cuales salimos indefectiblemente mal parados.

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¿Por qué esa mórbida identidad cultural? Encuentro la respuesta en algunos episodiosdecisivos de nuestra historia. En primer lugar, nuestro origen colonial sumado a la esca-sa población aborigenOtro factor que, a mi juicio, influyó poderosamente en la defectuosa configuración de

nuestra personalidad histórica es el rechazo casi unánime de la tradición hispana pornuestros prohombres del siglo XIX. Renegar de los orígenes nunca es un gesto gratuito.Se paga. Y muy caro.Pero el factor fundamental al que atribuyo nuestra debilidad cultural es la inmigraciónmasiva que afluyó al país, desde mediados del siglo XIX hasta los años ’20, ’30 del XX.Según mi modo de ver, la inmigración, heterogénea, no se ha integrado suficientementeentre sí ni con la población más antigua. No se ha formado un conjunto armónico, unanueva cultura. Aunque en forma dietética (la sangre no llega al río), subsisten encontra-das valoraciones, usos, costumbres, religiones, puntos de vista sobre la vida, como puradiversidad inorgánica y amorfa. Por lo regular no satisfacen y se complementan contoscas ilusiones colectivas, que disimulan el malestar aunque no logran encubrir el indivi-dualismo atroz. Cada inmigrante vino a hacer su América, sin importarle un comino losdemás, nativos o inmigrantes como él, lo mismo da. Del “crisol de razas”, minga.Durante cierto tiempo los mitos de la Argentina liberal, forjados en lo esencial por eltalento y la pluma de Mitre y vehiculizados por la organización escolar de Sarmiento,dotaron de ficticia unidad a la masa inmigratoria. Hoy este dispositivo ya no existe o,mejor dicho, subsisten sus jirones porque tampoco ha sido reemplazado. El peronismo,único proyecto alternativo, no alcanzó a consolidarse. ¿Demasiado criollo? 1955 noevoca simplemente “un golpe de Estado” sino que marca un año fatídico en la historiade la patria.

 Actualmente los vástagos de la inmigración están gobernados por fuerzas centrífugas.Quien no fantasea con volver a la tierra de sus ancestros, mira con desprecio cuanto lorodea y dice: “este país” .

 Admito que muchos inmigrantes o descendientes de inmigrantes se han aquerenciado,han echado definitivamente raíces en el país, lo sienten suyo. Pero lamentablemente noalcanza, predomina lo otro.

 Albor colonial, rechazo de la tradición hispana, inmigración masiva: ¿qué otros aconte-cimientos contribuyeron a la malformación cultural? Ya mencionamos el golpe de 1955

que abortó un proyecto alternativo e integrador, en base al elemento hispano-criollo,doblegado, sometido y explotado por la vieja oligarquía “nativa” y los inmigrantes.Luego, durante largos dieciocho años, la proscripción del peronismo, o sea, de la enor-me mayoría del pueblo argentino con sus símbolos, sus valores, su estilo de vida; lossucesivos golpes militares, con su impronta autoritaria; la derrota del campo popular en1976, producto en gran medida de sus propios desaciertos, con la enorme desazónconsiguiente. Y por si no bastara, la criminalidad ejercida en nombre de los más carossímbolos nacionales (1976-1983); la derrota de lo nacional en la guerra con Inglaterra,desfigurada oportunamente bajo el manto humanitario de los “chicos de la guerra” y las

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curdas de Galtieri; la mediocridad de una democracia formal incapaz de enfrentar consolvencia los grandes problemas que afectan al país... ¿Vale la pena agregar algo más?

Una deuda de gratitud

Decíamos más arriba que diciembre de 2001 señala el fin de un período de alrededorde diez años en cuyo transcurso el “imaginario social” estuvo dominado por la ilusiónneoliberal.Los disturbios que tuvieron lugar los primeros meses de 2002 son consecuencia directadel estallido de esta ilusión. Las ilusiones mantienen ficticiamente unida a la masa, cuan-do se rompen se desencadena una agresividad mortífera, todos contra todos.Sin embargo, a partir de enero de 2002 se abre una nueva etapa en la historia de lamentalidad colectiva. Aplacado el odio sobrevino la angustia, efecto del vaciamiento del“imaginario social”. Políticamente hablando, se inició un período de incertidumbre y 

 vacilaciones, marchas y contramarchas, ensayos y errores, liderado por Eduardo Duhalde,a quien el pueblo argentino deberá agradecer alguna vez no sólo haber capeado conéxito el temporal sino, mucho más profundamente, haber puesto en marcha, por una

 vez, una aventura sin final previsto, haberse atrevido a desafiar desnudo la intemperie sinapresurarse a sustituir una ilusión por otra, dejando espacio para la experiencia y lareflexión, para la fascinante búsqueda de lo propio. En forma acorde, la mentalidadcolectiva comenzó un proceso de autorreflexión, que se materializó en un crecientedebate acerca de los nuevos posibles derroteros del destino común, mientras se dejabanpaulatinamente atrás los restos de neoliberalismo aún vigentes. Que todavía hoy sonmuchos, conviene aclarar. El interés por lo nacional, tantos años ausente, empezó adespuntar con timidez. La palabra “patria” pudo volver a pronunciarse. El problemade la identidad cultural se puso sobre el tapete. Insólitamente, la situación general delpaís empezó a mejorar. Sin modelo, con el “imaginario social” semidestruido y en pro-ceso de revisión, el país crecía, las fuerzas sociales se ponían de nuevo en movimiento, laangustia, sin desaparecer, parecía transformarse en la alegría de lanzarse a lo desconoci-do. Es que las ilusiones, cuando sustituyen y bloquean en el “imaginario social” el desa-rrollo de la identidad cultural, como sucede en nuestro caso, entorpecen el despliegue dela vida. Hasta que no se consolide nuestra identidad cultural es mejor vivir sin ilusiones nimodelos. Y quizá después también.

La resurreción del progresismo

Pero en nuestro país los períodos creativos suelen durar poco, son de transición , como seinsistió en calificar al gobierno de Duhalde. Quizá las clases medias argentinas no toleren

 vivir demasiado tiempo sin entregarse a ilusiones alienantes, a cambio de apariencias deseguridad y cobijo. Lo cierto es que a partir del 25 de mayo de 2003 asistimos a unabrusca interrupción del camino emprendido a partir de los primeros meses de 2002, aun violento viraje y a la reinstalación exitosa del discurso progresista .Este discurso, siempre latente en el “imaginario social” argentino se había instalado con

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cierta fuerza en la mentalidad colectiva durante el gobierno de Alfonsín y reverdecióefímeramente con la Alianza, “Chacho” Álvarez y sus huestes del Frepaso mediante. Erala ilusión del “neoliberalismo ético”, mencionada más arriba: mantener la orientacióneconómica de los ’90, supuestamente correcta, pero depurar las instituciones políticas y,

sobre todo, alterar los patrones discursivos. Todos sabemos cuán lamentable final tuvoeste ensayo: la bancarrota económica, “Chacho” Álvarez derrotado por el inefable Can-tarero en el Senado.Sin embargo, nunca en la Argentina de los últimos veinte años, en la Argentina posteriora la dictadura, el discurso progresista se instaló con la virulencia de ahora. Discursoprogresista con energía peronista, se ve uno tentado a decir. Algo similar, salvando lasdiferencias, a lo ocurrido en los ’90 al juntarse el peronismo con el discurso neoliberal.El “imaginario social” echó inmediatamente por la borda sus tribulaciones y adoptó enforma instantánea la ilusión progresista. El abrumador apoyo de la opinión pública aNéstor Kirchner, la reaparición rutilante de personajes y cuestiones de la década del ’70,el estilo intolerante y confrontativo que se apoderó enseguida de toda la sociedad, con ladivisión maniquea entre la “izquierda” (buena) y la “derecha” (mala), así lo testimonian.Sin olvidar el renacimiento de la esperanza, el peor de todos los males encerrados en lacaja de Pandora, como bien sabían los griegos.La cuestión del interés nacional, de la imperiosa necesidad de fortalecer la identidadcultural de los argentinos, y tantas otras que se venían debatiendo, desaparecieron súbi-tamente del escenario, se esfumaron, como por arte de magia. Así somos. ¿Volverán?¿No volverán? No lo sabemos. Contrariamente a lo que sugieren las creencias progresis-tas, la historia no tiene una meta prefijada, un sentido adjudicado, que nos permitapredecir el futuro.Por ahora estamos reeditando los ‘70, revolviendo hechos y cuestiones ciertamenteirresueltas, pero que no figuraban como prioridades en el “imaginario social” hace ape-nas pocos meses. El “imaginario social”, en violenta retorsión, condena en bloque susilusiones de los ‘90, sin reconocerse en ellas, ni en los fragmentos de estas ilusiones queaun lo pueblan. Si entonces todo lo privado era bueno y todo lo público malo, ahorasucede exactamente lo contrario. Si Menem era Gardel ahora es Lucifer. Si las Madresde Plaza de Mayo no conmovían demasiado a nadie hoy son heroínas intachables, Hebede Bonafini incluida. Si Latinoamérica nos importaba un bledo, ahora, en pocos días,

somos todos “hermanos latinoamericanos”.Pero ¿es verdaderamente el progresismo lo otro del neoliberalismo o una variante suya?En suma, ¿qué es el progresismo, renovada ilusión que hoy por hoy cubre con su pátinadorada el horizonte del “imaginario social”?

Pero... ¿qué es el progresismo?

No es nada fácil definir el progresismo, fenómeno difuso debido a su misma inconsis-tencia conceptual.Quizá sea correcto afirmar que el progresismo es lo que queda del marxismo después

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de su fracaso histórico como opción política, económica y social y su transitoria (¿odefinitiva?) resignación al triunfo del capitalismo. Una suerte de retorno, saltando haciaatrás por encima del bolcheviquismo, al reformismo de la socialdemocracia, en una

 versión módica, claro está. Porque la socialdemocracia clásica no renunciaba a la toma

del poder y a la edificación de una sociedad socialista que aboliera la propiedadprivada de los medios de producción; discrepaba con el bolchevismo sólo en lametodología.

 Ahora bien, es preciso observar que a pesar de su fracaso en todos los demás planos, elmarxismo no ha muerto en cuanto tradición cultural. En este ítem, no sólo no ha de-puesto las armas sino que manifiesta un insospechado vigor en las sociedades occiden-tales. Dicen que para muestra basta un botón: visítense pues las universidades públicasargentinas y latinoamericanas, consúltense sus planes de estudio. Y si todavía no estamosconvencidos auscultemos los suplementos culturales de la mayoría de los grandes perió-dicos, las revistas literarias, la producción editorial en su conjunto, el cine, el teatro, lamúsica popular, en fin, todo el vasto universo de las industrias culturales.

 Así las cosas, el marxismo, en su variante progresista y, a diferencia del neoliberalismo,no constituiría un proyecto integral de vida sino una forma imaginaria (ahora en sentidoliteral) de insertarse en el mundo capitalista. Ese era uno de los motivos que nos llevabana preguntar si el progresismo no sería en definitiva una variante del neoliberalismo;neoliberalismo de “izquierda”. Pero al agotarse el progresismo en lo imaginario (ensentido literal) sería también fácilmente articulable con el “imaginario social”, muy aptopara satisfacerlo, prêt-à-porter . Eso explicaría el notable éxito del progresismo en las so-ciedades occidentales: una forma fantasiosa, restringidamente “cultural”, de “vivir”las relaciones capitalistas. Quiero decir: el neoliberalismo no se reduce a la ilusión neoli-beral, atañe también a las condiciones concretas de existencia, mientras que en cambio elprogresismo es pura ilusión, una forma de vivir “subjetivamente” el orden neoliberal.En fin, son conjeturas.Continuando con la ardua tarea de caracterizar al progresismo, también podríamosdecir que es un derivado tardío del Iluminismo, que adhiere a los paradigmas másdifundidos y vulgares de la Ilustración, a saber, la fe ingenua en la razón, en el desarrollocientífico-tecnológico, la creencia (¡justamente!) en el progreso indefinido, la utopía pe-dagógica, el laicismo moral, el igualitarismo democrático, etcétera.

Una cosa no quita la otra ya que el marxismo es hijo dilecto de la Ilustración, un hijo queha revelado en el vigor de su juventud, como Robespierre en su momento, cuál es lapolítica de la diosa Razón en su manifestación extrema: el Terror.

 Ahora bien, el problema es que este progresismo sudamericano –sabemos que no sólola Argentina está embarcada en este imaginario– reaparece en el contexto de la crisisterminal de todos los paradigmas modernos, ilustrados, por más que filósofos comoHabermas se empeñen en desmentirlo, insistiendo en que gozan de buena salud. Entreestos paradigmas el más cuestionado es, naturalmente, la noción de progreso. Confiesopues mi perplejidad. Hace años que procuro entender cómo el progresismo mantiene

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razonable vigencia mientras las creencias que lo informan han perdido validez y verosi-militud. Conservan no obstante, es cierto, alguna presencia evanescente en la sociedadposmoderna, tardo-moderna, o como quiera llamarse. De eso se tratará, entonces. Unamodernidad “light” enclavada en el horizonte, nihilista por excelencia, de la

posmodernidad. Cumplimiento de objetivos iluministas pero adecuados a los tiempos,sin dramatizar. Vaya uno a saber.

Una centroderecha y una centroizquierda “civilizadas”

Sea como fuere, ¿cuál es en definitiva el proyecto del progresismo en Argentina y enIberoamérica? Para preguntarlo en un lenguaje algo antiguo, cuyo uso no me avergüen-za: ¿constituye el progresismo una auténtica opción liberadora, permite retomar el ca-mino de nuestra inconclusa emancipación, apuntar a una efectiva integración iberoame-ricana, mejorar las condiciones de vida de las grandes mayorías populares? ¿Impulsa elaumento de la producción y la productividad, procura una más justa distribución de lariqueza, potencia nuestras culturas nacionales, nuestras identidades culturales, contribuyea fortalecer el poder de negociación frente a las potencias hegemónicas? Francamente,pienso que no.Más bien la obsesión del progresismo parece ser la construcción política de unacentroderecha y una centroizquierda, a semejanza de los países más “avanzados”, “civi-lizados”, que se toman como modelo. Por lo menos, así se presentan las cosas en elpensamiento de dos de los máximos exponentes del progresismo porteño: TorcuatoDi Tella y Juan José Sebreli.No importa si estos países “avanzados”, “civilizados”, se desangraron en una guerrasalvaje, absurda y brutal hace poco más de 50 años. Tampoco interesa si algunos de ellosperpetraron masacres inconcebibles, genocidios abominables: son más civilizados y de-bemos aprender de ellos, aun cuando sigan con sus atrocidades. La configuración polí-tica de una centroderecha y una centroizquierda lo resuelve todo de modo análogo acomo los doctores unitarios creían que la promulgación de una “buena” constitución,una constitución “avanzada” (también eran “progresistas”, a su manera) era la panacea.No se piense, sin embargo, que la centroizquierda está llamada a dominar. Su papelfundamental consiste en morigerar los abusos del capitalismo. Escuchemos al IngenieroTorcuato Di Tella, veamos cual es la concepción de este “socialista moderado”, como él

gusta definirse. La redacción es por momentos tortuosa, pero pongamos buena volun-tad: “[...] lo que hay que construir entre nosotros no es el socialismo sino el capitalismo,para luego ir reformándolo. La tradición socialdemócrata esto lo ha entendido desdeantiguo, dada su comprensión de que el socialismo es una utopía, o un conjunto de

 valores y prioridades, más que un tipo concreto de sociedad . Y en el proceso de cambiossociales en democracia siempre habrá una bipolaridad entre una derecha representativa de 

quienes dirigen el proceso productivo (con todos sus privilegios) y una izquierda de quienes valoran la equidad y la justicia social. ¿Podrá decirse entonces que los temas productivos son un 

atributo de la derecha, y los distributivos de la izquierda? Algo de eso hay  [...]” (los subrayados son

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míos). Es que “a diferencia del capitalismo, el socialismo no existe ni probablemente existirá 

nunca, como sociedad o modo de producción , aunque como utopía puede servir de modelo. Noes malo creer en utopías, lo malo es confiar en su realización a corto plazo, que es elerror de casi todos los ideólogos leninistas [...]” (el subrayado es mío).

¿Verá peligrar nuestro intelectual la propiedad de su cómodo departamento en Avenidadel Libertador, si las utopías se realizan demasiado pronto? Pero lo importante no eseso, sino su concepción del socialismo, plasmada en las líneas transcriptas. El libro dedonde tomo estas citas, Historia del progresismo en la Argentina , fue escrito por el ingeniero-sociólogo en 2001. Por eso, consecuente con sus ideas progresistas, se pregunta: “¿En-tonces hay que apoyar a Cavallo? Bueno, eso depende de la posición de cada uno”,contesta en primera instancia el demócrata. Pero enseguida prosigue: “En esta etapaCavallo, con su actual anclaje social, es bueno para el país [...] Y mientras tanto, está bienque Cavallo cumpla su papel en el desarrollo del capitalismo argentino, que debe serobra de los capitalistas, no de los obreros ni de la clase media progresista. Cada cosa asu tiempo”, concluye el profeta. Está claro: la “derecha” produce riqueza y la “izquier-da”, a lo Robin Hood, la reparte. Difícil, pero en una de esas, podría ser. Ahora, pensarque Cavallo es el adelantado y el motor del desarrollo capitalista argentino...En un reportaje que Sebreli concedió a La Nación  (18/08/03) no encontramos nadademasiado diferente, a pesar del apoyo brindado por el polígrafo a López Murphy enlas últimas elecciones nacionales. Luego de ironizar sobre el marxismo fundamentalistade nuestros profesores y estudiantes universitarios, dice: “Y después queda la socialde-mocracia, que es simplemente la izquierda del capitalismo. Es un liberalismo de izquierda. Yo nodescarto de ninguna manera que el capitalismo en un largo plazo pueda ser superado,pero hoy por hoy [...] la alternativa que queda es la socialdemócrata, tal como se da enEuropa” (el subrayado es mío).

Disparen sobre el “populismo”

Una centroderecha y una centroizquierda, dócil al capitalismo. Ahora bien ¿qué es loque obstaculiza en la Argentina la instauración de ese esquema político, meta anhelada delos desvelos progresistas? Sebreli, que no tiene pelos en la lengua, lo dice con todas lasletras: “En la Argentina todavía estamos muy atrasados. Lo que se entiende aquí porizquierda, y la gente que se considera socialdemócrata, en realidad son populistas . Son po-

pulistas de izquierda [...] La clase política brasileña es mucho más avanzada que la argen-tina [...] Es inconcebible en Brasil que se siga hablando de Vargas, que Lula se considereel continuador de Vargas, que es el Perón brasileño [...] Nadie se acuerda hoy de Vargasen Brasil. Y aquí Perón y Evita siguen siendo algo de actualidad. Eso revela inmadurez.”   (lossubrayados son míos).Está claro. El “populismo” es el obstáculo, la pesadilla en que se trasmutan una y otra vez losdulces sueños progresistas, socialdemócratas, impidiendo su feliz culminación. La in-comprensible persistencia del “populismo” al final lo arruina siempre todo. El triunfodel progresismo requiere pues la eliminación del populismo que en la Argentina, debido tal

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 vez al atraso mental de las masas, se empeña en subsistir. A tal punto, que no seríaextraño ver surgir la peregrina idea de implementar el programa progresista en el senodel “populismo”.Pero ¿qué es el “populismo”? Lo sabemos, lo dice Sebreli: en la Argentina el populismo es 

el peronismo.Pero, de vuelta, ¿qué es el “populismo”? ¿Cuál es la definición teórica que el progresis-mo proporciona del populismo? Me apresuro a decir que “populismo” es una catego-ría tan vaga e imprecisa como el propio progresismo que la instituye. Pero no nosanticipemos. Recurramos otra vez al profesor de Harvard, consultemos su definicióndel “populismo”, esa maldición que entorpece todavía la concreción de la idea progre-sista, que no deja en verdad configurar siquiera normalmente una centroderecha, nodigamos ya una centroizquierda. ¿Cuál es la consistencia de ese obtuso fantasma?“El populismo tiende a tomar el lugar de lo que sería un movimiento laborista o socialdemócrata –o de 

un partido como el Demócrata norteamericano– si las condiciones económicas o culturales estuvieran más 

maduras . En un país en desarrollo las tensiones sociales suelen generar minorías insatisfe-chas, a menudo desesperadas, en las partes altas o medias de la pirámide, incluyendo enalgunos casos el clero y a las Fuerzas Armadas, y por supuesto a sectores de la intelligentsia 

y las clases medias subocupadas. Su presencia muy estratégica en la coalición popularhace la diferencia con la pauta social demócrata o laborista.” (el subrayado es mío).Empezamos a entender, a pesar del uso de representaciones tan precarias, de tan pocorigor científico, como “tensiones sociales”, “pirámide” (¿la sociología se vinculará con laegiptología?), “pauta social”, “intelligentsia ”, etc. Si la definición del populismo es difusa y poco precisa no es porque el progresismo sea, él mismo, un fenómeno difuso y pocopreciso, sino porque el populismo es un todavía-no, un confuso magma embrionario,producto del atraso y destinado, en el mejor de los casos, a convertirse en laborismo osocialdemocracia en virtud del progreso económico, social y cultural, una mayor distin-ción de las clases, una consciencia más lúcida de sus intereses respectivos, etcétera.

 A causa del atraso el populismo usurpa el lugar que con todo derecho corresponde alprogresismo. Pretender que el peronismo constituya una opción política propia, origi-nal, irreductible en el fondo a los juegos cómplices de “derechas” e “izquierdas” es serun apóstol del subdesarrollo, un retrógrado defensor de la barbarie.“En definitiva, entonces,” sintetiza nuestro preclaro intelectual “es posible definir al

populismo como un movimiento político: 1) basado en un sector popular movilizadopero aún no suficientemente organizado de manera autónoma 2) dirigido por una eliteenraizada en los escalones medios o altos de la sociedad pero antagónica de la mayorparte de sus pares y 3) constituido por componentes bastante heterogéneos unificadosmediante un vínculo carismático y personalizado entre dirigentes y dirigidos, basado enfactores sociales y culturales típicos de la periferia”.

 Ahora entendemos del todo. El populismo: en buen romance, conglomerado amorfode obreros sin consciencia de clase, tránsfugas de las clases medias o altas que los condu-cen por las narices y, por supuesto, líderes (¿líderes o Líder ?) carismáticos (¡cuándo no la

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palabreja!) que unifican demagógicamente al conjunto. ¿La condición de posibilidad? Elatraso de la periferia, cuya única determinación propia es la carencia , la inferioridad res-pecto del centro.Civilizaciones como la hindú, la china o la iberoamericana no tienen ningún valor intrín-

seco, nada que merezca rescatarse o destacarse; cuando progresen lo suficiente elimina-rán esos “factores sociales y culturales típicos de la periferia” y construirán un capitalis-mo “honesto” con empresarios que hacen negocios transparentes, obreros que pidende buena manera aumentos de salarios y mejores condiciones laborales y una clasemedia... que estudia sociología en la Universidad pública (con los textos de Di Tella, porsupuesto). Casi un perfecto sistema de castas donde nadie debe sacar los pies del plato;ni los obreros levantar reivindicaciones que excedan su condición, ni los empresariosocuparse de otra cosa que de los negocios y así sucesivamente. Todo representadopolíticamente por una centroderecha y una centroizquierda. La meta de la historia es elcapitalismo “decente”. ¿Algún día la sociología argentina dejará de ser eufemismo go-rila? ¡Pensar que se impugnaban los escritos de Jauretche por falta de “rigor científico”!

 Vistos semejantes antecedentes, se entiende el imperativo perentorio que Di Tella plan-tea al peronismo: “Las tendencias a la polarización derecha-izquierda deberían también

 verificarse en la Argentina. Lo más probable es que la bipolaridad se dé, no necesaria-mente en un bipartidismo, pero sí en una confrontación entre coaliciones de derecha y de izquierda. Esto todavía no está ocurriendo” –recordar que el libro se publicó en el2001– “ y para que suceda es necesario que el peronismo se divida [...]” (el subrayado es mío).Pero esta vez hay esperanzas ciertas porque “el peronismo ha cambiado de manerabastante decidida”.Sebreli, en cambio, es más escéptico (o más gorila que Di Tella, si cabe). De ahí su apoyoa López Murphy. Es evidente que Sebreli, de ser posible, quiere hacer todo sin el pero-nismo. Di Tella, quizá más realista, quiere dividirlo, diluirlo entre centroizquierda y centroderecha, un pedazo para un lado y otro para el otro. Y ya está. Muerto el perro,muerta la rabia.

¿Y si esta vez la pegan?

Me extendí quizá por demás en el análisis del “pensamiento” progresista porque creoque en la Argentina están dadas ciertas condiciones, esta vez sí, para implementar el

proyecto progresista con algunas posibilidades de éxito. Claro que yo, a diferencia de loque me parece opinar Di Tella, no cifro esas posibilidades en un misterioso avance socialque, no se sabe cómo, se habría verificado en los últimos años, sino justamente en todolo contrario: el retroceso de la Argentina en los largos últimos 50 años.Soplan vientos favorables para el progresismo que más que venir del Sur parecen pro-ceder del Norte. Amén de la decadencia global de Occidente y de la moda que recorretoda Iberoamérica, en el caso argentino la propuesta progresista se ve favorecida por lacrisis de los partidos políticos tradicionales, el radicalismo y el justicialismo. La virtualdesaparición del radicalismo y las hondas divisiones que aquejan al justicialismo facilitan

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la tan mentada construcción transversal , tanto de la “derecha conservadora” como de la“izquierda socialdemócrata”, o como quiera denominárselas. Una suerte de cumpli-miento siniestro del ingenuo “que se vayan todos”, a saber, se van los partidos políticosy se quedan los mismos dirigentes de siempre, sólo que distribuidos de otra manera:

“derecha” e “izquierda”. Algo así como barajar y dar de nuevo, sin cambiar de mazo.Las cartas (los políticos) son siempre las mismas. Así como en la Argentina se funden lasempresas pero nunca un empresario, la débâcle de los partidos políticos no arrastra a lospolíticos que los dirigen.Otro factor que conspira a favor del proyecto progresista es la impresionante atomiza-ción social, cuya contrapartida es el debilitamiento de las organizaciones intermedias, enuna palabra, la desaparición de los restos de las articulaciones comunitarias. El ciudada-no abstracto emerge hoy entre nosotros no por su participación como citoyen en losasuntos comunes, es decir, no por superar su mera condición de bourgeois , miembro dela sociedad civil (Rousseau) sino por la pérdida de todo lazo social, de toda referenciacomunitaria. Quién sabe la mala percepción de este fenómeno sumado a su ancestraloptimismo iluminista, descamine a nuestro sociólogo, metido a Secretario de Cultura,haciéndole confundir el abandono social con una maduración de la consciencia indivi-dual, propicia a la “superación” del “populismo”.La endeble identidad cultural, a la cual nos hemos referido con algún detalle, favorecetambién los propósitos del progresismo. Para decirlo fácil: compramos cualquier cosaporque no tenemos anclaje en una tradición y encima somos demasiado perezosos y displicentes como para aventurarnos a la creación de estilos propios que respondan anuestras auténticas necesidades.Por fin tenemos que computar también, a favor del progresismo, nuestras inveteradastendencias a la confrontación y al autoritarismo que en el esquema “derecha”/“izquierda” se

 ven ampliamente satisfechas. Política como enfrentamiento dentro de la bipolaridad“amigo-enemigo”, al más puro estilo schmittiano (totalitario), antes que política comoarmonización de intereses y deseos distintos, argumentación y negociación, al más puroestilo peronista (democrático).

Entre la cara y la máscara

En definitiva, todo depende, una vez más, de la capacidad que muestre el peronismo de

comprenderse cabalmente a sí mismo, de recuperarse, tarde o temprano, de sus transi-torias enajenaciones. Esa capacidad jamás está garantizada a priori . El peronismo no creeen una meta final de la historia de cumplimiento inexorable, al modo de un designiodivino. La plenitud se alcanza en cualquier momento de la historia, en varios, en ninguno.Los momentos de perfección en la vida de los individuos y de los pueblos dependen deconjunciones propicias de azar y voluntad. Lo logrado puede perderse; lo perdido,reeditarse. La historia no tiene por sí misma un sentido, no marcha en una direcciónprefijada, es siempre una aventura con final abierto.Supuesto que la debilidad del movimiento y del país obliguen hoy al peronismo a cal-

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zarse una nueva máscara2  –la progresista– deberá procurar que no se le adhiera a la carahasta el punto de olvidar que cualquiera sea el semblante circunstancialmente adoptadoexisten dos objetivos irrenunciables (la felicidad del pueblo y la grandeza de la Nación)y tres banderas que jamás podrían arriarse (soberanía política, independencia económica

y justicia social).Fascistoide en los ’40-’50, socialista en los ’60-’70, socialdemócrata-socialcristiana en los’80, neoliberal en los ’90, ¿progresista en los 2000?,3  la máscara es sólo un vehículopragmático para la realización de idénticos fines, puestos por la voluntad humana y nopor un dictamen histórico. El riesgo de perderse en el camino, de que la máscara sefunda con la cara, jamás puede descartarse o minimizarse, claro está. Y si no, pregúnten-le a Menem.

2 Mi teoría sobre las máscaras del peronismo puede verse en “Topología y máscara en el fin de la confronta-

ción”, Revista de Filosofía Latinoamericana y Ciencias Sociales   17 (1992), 7-26; “El peronismo en la aurora del tercer

milenio”, El Bloque 2 (2000), 19-22; “El lento adiós al neoliberalismo”,  Máscara/s  1 (2001), 33-42 y “El peronismo

aprovecha la precariedad de la oferta ideológica” (título original, cambiado por los editores, “El peronismo ylas vísperas”), Debate 6 (2003), 16-17.

3 La relativa facilidad con que el peronismo cambia su rostro, su ductilidad, no tiene que ver sólo con su

oportunismo (en un buen sentido) sino conque constantemente se agitan en su seno distintas tendencias

“ideológicas”, aun cuando el peronismo, considerado de manera global, no es una ideología en el sentido

estricto de la palabra. Estas distintas tendencias “ideológicas” se encarnan en diversos grupos, que sin excep-

ción aspiran ardientemente al ejercicio del poder. Se turnan, conforme al imperio de las circunstancias. Esto

responde al carácter movimientista del peronismo y hasta ahora   no ha quebrantado su unidad. Tradicionalmen-

te, las tendencias relegadas se encolumnan en forma mayoritaria tras la ocasionalmente dominante. Lo dicho

no desmiente que el uso de máscaras, casi siempre poco apropiadas en relación a los auténticos objetivos del

movimiento, revele su debilidad.

Silvio Juan Maresca

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 Antonio Cafiero

Historia del peronismo:

etapas, máscarasy asignaturas pendientes

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 ANTONIO CAFIERO:

Senador Nacional (P. J. Buenos Aires).

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He recibido con sumo agrado estainvitación que me realizaran loscompañeros de la Revista

Peronistas  para sumarme a un debate que vienen realizando acerca de la identidad delperonismo. Sin dudas, la “cuestión” del pe-ronismo es apasionante. Así lo demuestrael importante tratamiento que le han dadoy aún le dan intelectuales argentinos y ex-tranjeros tanto en libros, ensayos y confe-rencias, como en diversos medios de ac-tualidad. El peronismo ha sido y es abor-

dado desde diversas disciplinas (política,historia, estudios culturales, sociología, etc.)y desde distintas posiciones ideológicas.Incluso, aunque debemos reconocer quehemos sido los menos, también los pro-pios peronistas hemos realizado algunosensayos para aprehender intelectualmenteel fenómeno. Esta revista es un avance eneste sentido.

 Aún cuando el peronismo sigue siendoextraordinariamente actual, la amplia ma-yoría de los pensadores lo analizan desdela historia. Convengamos en que el oficiode historiador se ha ido trasformando.

 Aquel antiguo hurgador de documentosarchivados va dejando paso al que, comoquería Benedetto Croce, convierte la his-toria en contemporánea y transforma el

pasado en tiempo actual, a veces desfigu-rando los hechos para adecuarlos a una de-terminada concepción política. Pocos han

logrado abstraerse de esta tentación dehacer política con la historia. Tal vez tam-poco el que esto escribe. Como es sabido,yo no soy historiador, aunque he vivido lahistoria desde una posición clara y conoci-da: mi lugar de militante del peronismodesde su época fundacional.

Una definición del peronismo

Para muchos de nuestros adversarios,especialmente los de nuestros primerostiempos, el peronismo, como fenómenopolítico, constituiría un desvarío que ofen-de a la inteligencia y al buen pensar, un erroren el cálculo, una falla en la razón, un “alu-

 vión zoológico”. Siempre se recuerdaaquella frase de Borges: “los peronistas no

son ni buenos ni malos: son incorregibles”.Por ello mismo, ha sido y es objeto de cu-riosidad mundial. El 7 de febrero de 1953,Stalin le preguntaba a Leopoldo Bravo,primer embajador argentino ante elKremlin, qué era el peronismo: “si he en-tendido bien, ustedes serían capitalistas,pero no tanto. Pero también socialistas,aunque casi nada. Llegan al poder por elec-

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ciones pero no creen en la democraciaburguesa” ( La Nación , 31/7/03). Es inútil“emparentarlo” con otras identidades po-líticas o ponerle etiquetas. Sigue siendo una

curiosidad histórica en los centros acadé-micos. Ha sido calificado, a la vez, debonapartista, populista, bismarkiano, fas-cista, socialoide y neoconservador. Ahoradicen que lo que distingue al peronismo essu “vocación de poder”, como si las otrasfuerzas políticas despreciaran el poder.¿Para qué se constituyen entonces? Paraotros es un bien mostrenco, un gigante sincabeza ni identidad propia. Para sectoresde la izquierda, el peronismo ya no es el“hecho maldito del país burgués”, comolo definía John William Cooke, sino el “he-cho burgués del país maldito”.

El peronismo, indudablemente, no es unfenómeno puramente racional, especial-mente si se entiende a la razón desde elacotado sitio en el que la ha colocado elcientificismo. Desborda, ciertamente, eseescueto marco, aun cuando no carezca deuna racionalidad más integral y humana.

 A mi modo de ver nadie ha sabido resu-mirlo en una definición convincente. Enmi opinión, esto es así porque se trata deuna realidad muy propia de los argenti-nos, como el tango, que es un resumen dedistintas variedades musicales, producto deuna conjunción de distintas fuentes. Inclu-

so su ejecución puede ser realizada de dis-tintos modos: con acompañamiento sim-ple de piano, de guitarra o de bandoneón,con una orquesta sencilla o una sinfónica,utilizando numerosos y distintos instru-mentos que, tocando cada uno su propiamelodía, se conjugan en una única músicafinal. Cualquiera de esos caminos, sean es-tos individuales o compuestos, siguen sien-

do expresión del tango. Incluso sus des- viaciones, corrientes y estilos más diversosforman parte del fenómeno musical deltango.

El peronismo también es una realidadcompuesta, un “colectivo complejo”,como lo llama Mario Wainfeld. Tambiéndesviaciones, corrientes y estilos más di-

 versos forman parte del fenómeno políti-co del peronismo. Si bien no convieneabundar en una imagen que ayuda a saberqué es el peronismo, pero que indudable-mente no es del todo académica, sostengopor último, como alguna vez ya lo he he-cho, que así como el tango es un sentimiento que se 

baila, el peronismo también es un sentimiento que 

se vota. Si se me permite la metáfora, el tan-go, esta realidad sinfónica, plástica, diversay compleja, con sus cadencias, ritmos, fu-gas, partituras, improvisaciones, contrapun-tos y –por qué no decirlo– disonancias, esuna imagen del complejo colectivo que esel peronismo. Incuestionablemente argen-tino, apasionadamente popular y “arraba-lero”, es fundamentalmente un sentimien-to, una emoción, una pasión.

Comprenderse como un sentimiento nosignifica asumir graciosamente alguna for-ma de irracionalidad política. Por el con-trario, es entender el fracaso de viejas y nuevas fórmulas estereotipadas deracionalismo y cientificismo político que

pretenden abarcar toda la realidad, es des-terrar la hegemonía cultural de los“bienpensantes”, es quitar el microscopioque el señorío de los “políticamente co-rrectos” ha colocado a la inteligencia. Endefinitiva, es asumir que la realidad es algodemasiado importante como para preten-der abarcarla con la estrecha mirilla de laracionalidad que nos quieren imponer nues-

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

tros modestos pedagogos disfrazados defilósofos. Incluso recientemente en Italia,

 Vattimo sostuvo que el reconocimiento dela ciencia y la filosofía respecto de su inca-

pacidad para captar con certeza un funda-mento último permite reencontrar la fe,porque un consenso en el diálogo “se cons-truye cuando se reconoce lo que tenemosen común como patrimonio cultural, his-tórico, y también de adquisiciones técnico-científicas”. (Gianni Vattimo, Después de la 

cristiandad  )Si se pretende una comprensión más ge-

nuina de la realidad, urge abordarla sin jac-tancia ni pretensiones, reconociendo unlugar para el misterio, para la intuición, parala emoción, para la poesía, y también parala pasión. El filósofo Hegel decía que “nadagrande se ha realizado en el mundo sinpasión”. Es por eso que los peronistas asu-mimos nuestra actividad política de for-ma similar a la de una vocación cuasi-reli-giosa, con un sentido emocionado y tras-cendente que se trasluce, por ejemplo, cuan-do cantamos enfervorizados nuestra mar-cha partidaria. Solo a través de una voca-ción semejante podemos impulsar trans-formaciones profundas que, al involucrar

 valores, superen las clásicas recetas del“posibilismo” de las tecnocracias que en elfondo esconden la defensa del statu quo.

Pero hay algo más: ya lo decía Perón en

su tiempo, el justicialismo es una doctrina“para la cabeza, el corazón y el bolsillo”,porque la valoración de las emociones tie-ne para los peronistas el mismo peso queel de las razones. Los filósofos actuales lehan dado la razón y sostienen que “el inte-lecto no puede operar de manera óptimasin la inteligencia emocional. Esto inviertela antigua comprensión de la tensión entre

razón y sentimiento: no se trata de quequeramos suprimir la emoción y colocaren su lugar la razón, como afirmabaErasmo, sino encontrar el equilibrio inteli-

gente entre ambas. El antiguo paradigmasostenía un ideal de razón liberado de latensión emocional. El nuevo paradigmanos obliga a armonizar cabeza y corazón”(Daniel Coleman, La inteligencia emocional  ).

Las máscaras del peronismo

 A esta complejidad para acercar una de-finición debemos agregar el carácter diná-mico de las distintas etapas que ha vividoel peronismo a lo largo de su trayectoria.Más que etapas, deberíamos decir sus ma-nifestaciones temporales, pues en una épocase ha manifestado de una manera y en otraépoca de otra.

El filósofo Silvio Maresca, en su búsque-da de comprensión del peronismo, lanzóuna explicación. Sostiene en un ensayo que“no es una ideología , por lo menos en el sen-tido canónico que el término adquirió des-pués de Marx. [...] Debe interpretarse comoun movimiento de liberación o afirmación nacional 

en un país crónicamente dependiente [y consecuencia de ello] es que en pocas opor-tunidades le fue dado al peronismo exhi-bir abiertamente su concepción política,

 viéndose obligado por lo general, a causa

de su debilidad, a enmascararse con lasideologías episódicamente dominantes. Esasí que el peronismo no pudo evitar en ladécada de los ’40 -’50 ostentar algunos ri-betes autoritarios, a pesar de haber restau-rado la democracia después de décadas defraudes y proscripciones. Los ’60 -’70 vie-ron al peronismo desenvolverse bajo lamáscara del socialismo, hasta llegar a los

máscaras y asignaturas pendientes

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’80 -’90 donde predominó la máscara delneoliberalismo”. Maresca advierte allí acercade la dificultad que tiene el peronismo dedespegar la última máscara neoliberal de

su rostro, síntoma que se ve reflejado en lacarencia de un proyecto nacionalactualizador y renovador del expresado el1° de mayo de 1974 y el sentimiento deimpotencia que campea por doquier. Sinembargo, no se detiene en la mera des-cripción, sino que insta al peronismo a re-conocer que solo un acto de voluntad,como interrupción abrupta, intempestiva,del devenir encadenado de los hechos, lepermitirá abandonar su última máscaraavanzando hacia la construcción de una

 voluntad política colectiva. (Silvio Maresca,“El lento adiós al neoliberalismo”, Revista

 Máscaras , 2001)Nuestro movimiento nunca fue dogmá-

tico ni ideológico. Fue portador de una di-námica de cambio que le ha permitidosobrevivir a las mutaciones que arrasaroncon otros partidos, aquí y en otras partesdel mundo. Siempre supo articular su cor-pus de ideas centrales al devenir de los tiem-pos, de allí su dosis de razonable pragma-tismo y de sabia adaptabilidad política alos cambios de época, a lo largo de suscasi sesenta años de vida. Sin embargo, estacualidad no fue obstáculo para preservarsu identidad fundamental, es decir, su “ra-

zón de ser” histórica. Cada vez que esaidentidad estuvo en situación de riesgo, elperonismo despertó a tiempo. Incluso enlos momentos en que la máscara parecíahaberse enseñoreado por completo, mu-chos compañeros nos adelantamos a se-ñalar la adulteración que ya por entoncesse avizoraba.

El desafío actual que el peronismo debe

enfrentar y resolver pasa por la resignifica-ción de sus banderas históricas. ¿Cómo de-fender la soberanía política nacional  en los tiem-pos de la regionalización, el continentalismo

y la globalización? ¿Cómo redefinir la justi- cia social  frente al océano de desigualdad,pobreza y exclusión que ha inundado a lasociedad y agravia nuestras conviccionesmás acendradas? ¿Cómo hacer viable la in- 

dependencia económica  frente al poder de losmercados y la prepotencia de los organis-mos multilaterales? El futuro del peronis-mo en el siglo XXI dependerá de la formaen que resolvamos estos interrogantes.¿Cuál será su nueva máscara?

Inficiones y progresismo

No esperemos que las respuestas nos vengan impuestas desde afuera, como yase ha intentado en el pasado. Puede decir-se, en este sentido, que la historia del pero-nismo es también la historia de los inten-tos de cooptación que empiezan desde suspropios orígenes. Es la tentación irreme-diable de intelectuales y comunicadoresmediáticos, de tecnócratas y dictadoresmilitares, de políticos sin votos, que sue-ñan con ponerle la cabeza al elefante, conagregarle cerebro y conducción racional aesa masa amorfa que para ellos constituyeel peronismo. Esta tentación viene de le-

jos: imposible de derrotar por la voluntadpopular, el peronismo tuvo que resistir losintentos por cooptarlo o inficionarlo al quelo sometieron –entre otros– la fracciónnacionalista de la “libertadora”, la “inte-gración” de Frondizi, las ambiciones dealgún general o de algún marino golpista;después vinieron la “Tendencia” y el“lopezreguismo” en los setenta, el Tercer

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Movimiento Histórico en los ochenta y losneoliberales en los noventa.

Hoy el peronismo tiene un nuevo desa-fío al que enfrentarse: un nuevo intento de

cooptación, ahora denominado “progre-sista”, proveniente de la cultura intelectualde la izquierda liberal.

Si por “progresismo” se entiende el cre-cimiento económico con justicia social, laincorporación de las mayorías a la vidademocrática, la lucha por un nuevo ordeneconómico mundial, la defensa de la so-beranía de los pueblos y de la paz mundialcontra el unilateralismo fundamentalista dela potencia dominante, el peronismo nonecesita tutores ni lecciones. Pero si en cam-bio se trata de instalar una cultura agnósti-ca en sus fundamentos éticos, disolver susraíces humanistas y cristianas en los plie-gues de un humanitarismo difuso y pre-tender imponerle cómo y con quién debealiarse y gobernar, encontrará la mismaoposición que los anteriores intentos decooptación.

Estos temores tal vez sean infundados. Ya se dijo antes: “un fantasma recorre la Argentina. Es el fantasma del progresis-mo. Pero lejos de espantar a la burguesía,parece un espectro herido por años deapuestas y errores. Sin ideas, sin poderpolítico ni económico, ya son solo un dis-curso vacío”. Esperemos que no se inten-

te llenarlo con el peronismo.En todo el mundo surgen nuevos

“progresismos éticos” que, en rechazo alos partidos tradicionales, pretenden esta-blecer a la “honestidad” y las “buenas in-tenciones” como valores políticos por ex-celencia. Postulan como principio moral supropia impotencia para transformar la es-tructura social e intentan reemplazar a la

política por la compasión. Seducen al ciu-dadano honesto halagándolo y tranquili-zando su conciencia, evitando hablarle deimpuestos o de derechos y obligaciones

sociales.Otros, supuestamente de cuño opuesto,creen que lo que hay que cambiar es el sis-tema y no simplemente las leyes. Como lapolítica está infectada hasta la médula, laprimera tarea consiste en rectificar los nom-bres. Se trata de un progresismo “filosófi-co” que por eso mismo “prefiere no ha-blar de dinero”, porque su enemigo prin-cipal no es una estructura social sino “unaestructura mental” (Richard Rorty).

Unos y otros refuerzan su identidad máspor lo que rechazan que por lo que pue-den afirmar. Han descubierto que puedenresguardar su aureola evitando las mezqui-nas componendas que requiere la creaciónde derechos sociales, y sobre todo eludien-do las discusiones acerca de las diversasformas de financiarlos. No es “progresis-ta” la ambición de poder político, sí lo esdudar sistemáticamente de la pureza de lasintenciones y de la validez de las palabras.

En nuestro país, el progresismo reclutaciudadanos de clase media o media alta,principalmente en grandes conglomeradosurbanos, que se precian de defender losderechos humanos mejor que nadie, deproteger a las minorías y de rechazar las

dictaduras, el nacionalismo, el autoritaris-mo y el corporativismo. Son, generalmen-te, afectos a nuestro adversario histórico,el socialismo democrático, aquel queeditorializaba “se acabó la leche de la cle-mencia” después de los fusilamientos dejunio de 1956.

El propio Torcuato Di Tella decía que ledaban una inmensa rabia las oscuridades

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que emanan del “progresismo” (en su Dic- 

cionario del político exquisito ), que se declaraenemigo del conservadorismo y del neo-liberalismo, acepta el capitalismo y defien-

de la economía de mercado. A diferenciadel revolucionario estado de bienestar dela inmediata posguerra y de las utopías so-cialistas de los setenta, la agenda delneoprogresismo es hoy más bien módica,dotada de generalidades difíciles de refu-tar: “diseminar los frutos del crecimientoeconómico, limitar la concentración delpoder económico, recuperar la igualdadde oportunidades, defender al consumi-dor, asistir a los más necesitados, darletransparencia y nuevos objetivos al pre-supuesto público, mejorar la equidad delsistema impositivo, democratizar las insti-tuciones sindicales” (Gerchunoff-Machinea). Para Rubén Lo Vuolo, elneoprogresismo directamente es funcio-nal al neoconservadorismo.

Estos neoprogresistas también se identi-fican sobre la base de lo que rechazan: ledan importancia a una virtud solamentecuando notan que su principal enemigocarece completamente de ella. Por eso, aunsus visiones más ilustradas sobre la histo-ria del peronismo caen recurrentemente enlas mismas críticas, aquellas que les permi-ten afirmar su identidad por contraste: enlos líderes del peronismo, todo es ambi-

ción, todo es cálculo mezquino; sus ideasson fórmulas vacías, simples etiquetas quesolo sirven para ganar votos. Los análisismás ilustrados las dejan de lado y van rá-pidamente a los aspectos del “régimen”que les resultan inaceptables. Para eso siem-pre tienen a mano algún autor de la cienciapolítica europea o norteamericana, autori-dades incuestionables cuando se necesita

condenar al peronismo. Por ejemplo, enun libro reciente ( La pasión y la excepción  ),Beatriz Sarlo describe “el mito de Evita”,reconociendo su apasionamiento, pero acu-

sándola de usarlo para fundar un “estadode bienestar a la criolla”. Curiosa posturaen quienes se manifiestan los mayores de-fensores de la igualdad de género: la cues-tionan por haber sido una mujer inmodes-ta, como si esa cualidad estuviera reserva-da a los varones. Hasta su pasión era cal-culada. Nada de lo que Perón o Evita de-cían era cierto; ni siquiera sus emocioneseran sinceras. Solamente le reconocen ve-rosimilitud a sus muestras de debilidad, atodo aquello que pueda servir como con-fesión de parte en aspectos que los des-merecen. De esta forma, pierden de vistaalgo fundamental en Evita: su prédica lle-gó tan profundo que permitió por prime-ra vez romper con la “deferencia”, per-mitiendo a los pobres de la Argentina to-mar conciencia de su poder para consa-grar y defender sus derechos sociales. Losprocedimientos criollos de la Fundaciónson inadmisibles para los parámetros dehoy, como pueden serlo también los vesti-dos de Evita. Pero lo curioso es que a tan-to progresista bienintencionado le cuestediferenciar lo principal de lo accesorio: elodio de los antiperonistas hacia Evita noproviene de tales “excesos”, sino de haber

sublevado al “aluvión zoológico”. Todo elresto son imposturas más o menos sutiles.

Sin embargo, la idea de progreso no pue-de quedar siempre en una mera declama-ción. Se va acercando la hora de que elneoprogresismo proponga concretamen-te aquellos logros que implicarían acelerarel desarrollo y vivir en un país que progre-sa. Lamentablemente, se acuñó y echó a

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rodar una moneda falsa: basta decirse“progresista” para adquirir por prescrip-ción el título de ser un político de avanza-da. Últimamente ello supone también de-

fender el aborto y propiciar el matrimo-nio entre homosexuales. Y ufanarse departicipar en la “internacional progresista”,un conglomerado de dirigentes y partidosde cuño socialdemócrata de los países cen-trales que en los hechos otorgan prioridada sus intereses nacionales –representadospor grandes corporaciones económicas y financieras– de las que suelen ser eficienteslobbistas.

Transversalidad

El progresismo ha puesto todas sus es-peranzas en un nuevo apotegma: la trans-

 versalidad. El prefijo “tras” o “trans” haganado difusión, tal vez como productode la actual época de incertidumbre y relativismo ético que hace difícil pensarapoyándose en “verdades sólidas”, comodecía el General. Voces tales como travesti,transexual, transgénico, transversal,transformista, trans-eterno, son algunas delas palabras que ocultan las ambigüedadesde nuestro tiempo.

Es así como la “transversalidad” políticase ha convertido en el eje de las actualesdiscusiones en el peronismo y amenaza

convertirse en una lucha ideológica por suidentidad. Si la transversalidad (etimológi-camente, “que atraviesa de un lugar a otro”)consistiera en la asociación con otras fuer-zas políticas ante las instancias electorales,debe admitirse que el peronismo fue“transversal” desde sus mismos orígenes:atravesó de un lado a otro todo el espec-tro político, unificando detrás de la candi-

datura del entonces coronel Perón a sec-tores y dirigentes de las más diversas ex-tracciones. Al mismo tiempo, decretó el finde la “vieja política” sintetizada en la anti-

nomia radicalismo/conservadorismo y dionacimiento al Partido Justicialista.Esa misma vocación transversal fue la que

animó las coaliciones electorales de los añossesenta y setenta. Y su expresión más aca-bada fue el Frente Renovador de los añosochenta que tuve el privilegio de liderar.En todas estas instancias nunca fue puestaen duda la continuidad ni la significacióndel peronismo. Por el contrario, sirvieronpara ratificar su historia, sus símbolosfundacionales y sus banderas tradicionales,y fueron una sabia adaptación a los nue-

 vos tiempos emanados del retorno a lademocracia. Ahora, la transversalidad que algunos pro-

ponen es distinta: es aquella –en su otraacepción etimológica– que se “inclina odesvía de la dirección principal o recta”, aresultas de la cual el peronismo deberíaformar parte del pasado, de la “vieja polí-tica”, y ser reemplazado por un nuevomovimiento político, doctrinariamente ins-pirado en una suerte de “panprogresismo”adscrito a la cultura intelectual de la izquierdaliberal y políticamente sustentado en diri-gentes locales de extracción socialdemó-crata que compiten con los provenientes

del Partido Justicialista.No sé por qué se me ocurre que esta

transversalidad tiene un cierto tufillo a an-teriores experiencias vividas por el pero-nismo. Viene inspirada desde afuera: bastaleer los recientes reportajes a Alain Touraine(“El país debe olvidarse del peronismo”)y a Giovanni Sartori (“La Argentina debe-ría librarse del peronismo”). Y, como en-

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 Antonio Cafiero

tonces, su apoyo interno más visible resideen una pléyade de intelectuales y comuni-cadores de las más diversas orientaciones,ciertamente talentosos, todos detrás de una

epopeya común: liberar al país de esa odiosa e irracional manía que es el peronismo.  HastaMariano Grondona propone que para aca-bar con el peronismo todos los argentinosdeberían hacerse peronistas. Y Torcuato DiTella nos pide –como el Obispo de Reimsal bárbaro Clodoveo– “cambiar de nom-bre y dejar de lado nuestra iconografía”(sic) si queremos entrar en el paraíso de laracionalidad política de “centro-izquierda”.

Sin embargo, mirada desde otra óptica,la transversalidad contiene elementos po-sitivos que no pueden ser ignorados. Esun reclamo por reformar la vida política,abrir sus cuadros a nuevos dirigentes, des-terrar las prácticas viciosas de ciertas for-mas de clientelismo, abrir el debate sobrelas mejores formas de alcanzar los objeti-

 vos últimos del justicialismo, capacitar y formar a sus dirigentes, y asimilar las nue-

 vas formas de participación popular. Unatransversalidad de este tipo es perfectamen-te compatible con la identidad histórica delperonismo.

El peronismo deberá eludir ahora lospeligros de una nueva cooptación, sinsectarismos, pero manteniendo sus convic-ciones. Sabemos de sobra el lugar al que

nos ha llevado el abandono de nuestros

principios. Por ello debe encaminarse ha-cia una nueva síntesis –realizando el acto de 

voluntad  que nos propone Maresca– que lepermitirá asegurar la gobernabilidad del sis-

tema político y la renovación del funcio-namiento de las instituciones, reencauzarfirmemente la economía en la senda de laproducción y el trabajo, operar las trans-formaciones necesarias en la debilitada es-tructura social de la Argentina y recuperarsus estándares de credibilidad en la comu-nidad internacional.

También esta vez logrará sortear nuevospeligros, en la medida en que se reconozcaque ha llegado el tiempo de una SegundaRenovación, capaz de responder al enormedesafío que hoy supone recuperar la credibi-lidad popular en la política como actividadtransformadora de la sociedad y en el justi-cialismo como el agente natural de los cam-bios que demandan los tiempos críticos,como el único movimiento nacional con vi-gencia en estos dos siglos, capaz de asegurarla gobernabilidad del país y resistir los em-bates negativos de la globalización. Solo unjusticialismo unido, moderno y resignificadoen sus postulaciones asegura un proyecto deunión nacional compartido con otras fuer-zas políticas y sociales, la vigencia de políticasde Estado, una estrategia de desarrollo demediano y largo plazo, una convocatoria alas nuevas generaciones, una nueva forma de

hacer política.

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¿El peronismo comoideología

o el peronismo como

doctrina ?

 José María Díaz Bancalari 

Debate abierto

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 JOSÉ MARÍA DÍAZ BANCALARI:

Diputado Nacional (P. J. Buenos Aires).

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Hay quienes aseguran que del peronismo no ha quedado nada. Que solo que-

dan sus símbolos: el escudo, la marcha, las efigies de Perón y de Evita, el

nombre “Partido Justicialista”...

En esta sociedad de las imágenes y de los símbolos, mantener símbolos propios es todo

una proeza. Pero los símbolos solos no alcanzan, son como los valores: demandan

encarnadura en la realidad. Hombres y mujeres que los encarnan, que los vuelquen en

actos cotidianos, en propuestas, en medidas y acciones de gobierno.

También para demostrar que el peronismo está moribundo se le adosan rótulos para

resucitarlo: peronismo histórico, peronismo verdadero, peronismo peronista, peronis-

mo de Perón, etc. “No hay nuevos rótulos que califiquen a nuestra doctrina, somos lo que dicen las 

«20 verdades peronistas», no se hace patria gritando «viva Perón» sino defendiendo el credo por el cual 

luchamos» . Este fue el mensaje de Perón el 21 de junio de 1973 cuando regresó definiti-

 vamente al país. Entonces era tan grande la pelea interna que esas palabras proféticas

fueron desoídas, y, por tanto, desobedecidas. Así nos fue.

El credo peronista es la doctrina, son sus valores y principios. Estos valores y principios

son nuestra razón de ser, los que nos dan identidad, nos caracterizan, nos hacen ser lo

que somos en la medida en que los encarnamos, si no somos cualquier otra cosa, menos

peronistas.

Los muy intelectuales quieren un peronismo- ideología: así ellos le ponen la que estudia-

ron mejor, sea socialcristiana, socialdemócrata, marxista, liberal, etc.

Los compañeros de los barrios todavía leen La Razón de mi Vida , Conducción Política,

Doctrina Peronista, La hora de los pueblos , etc. Ellos, con simpleza, le marcan la cancha a losintelectuales: “ojo, tenemos raíces, tenemos orígenes, tenemos identidad”.

El mismo Perón siempre fue reacio a definir al peronismo como ideología. El hablaba

de doctrina y de doctrina nacional, como patrimonio de todos los patriotas que quieren

la liberación de las injusticias y de los imperios de turno.

“A las doctrinas las hacen los pueblos”, decía el General en oposición a las ideologías

que “nacen de los gabinetes de los ideólogos”. El temor de Perón era que las ideologías

no parten de la realidad sino de la mentalidad del ideólogo. Y después para llevarlas a la

práctica se busca encorsetar la realidad a la ideología, poner los caballos atrás del carro.

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Ese proceso conflictivo –muchas veces violento– de adecuar la realidad a la ideología

nunca fue aceptado por Perón, que sí tenía ideología: la ideología del pueblo, creada por

el pueblo en su devenir histórico. Pero ideología como conjunto de ideas realizables. Las

ideas irrealizables eran descartadas por él por estar alejadas de la realidad.

La distinción dentro del peronismo entre doctrina e ideología nunca fue clara en los ‘70,pero sí fue clara en los primeros albores del peronismo. En los ‘40 y ‘50 nadie ponía en

duda cuál era el proyecto de país que defendía el peronismo: La patria justa, libre y 

soberana.

Esa patria había sido realidad y fue el motivo fundamental, la clave de toda la moviliza-

ción tanto de la primera Resistencia como de la segunda Resistencia e inclusive del

“Luche y Vuelve”. Se peleaba por una patria posible, que había sido realidad. No se

peleaba por un fracaso utópico, sino por algo alcanzable, concreto, real. Todo quedaba

supeditado al grado de patriotismo de los protagonistas. Porque la condición sine quanon 

 para ser peronista es ser patriota, por algo primero esta la patria en nuestra escalada de valores políticos.

El tema de la realidad está muy arraigado en el peronismo. Aquello de que “la única verdad

es la realidad” se vincula estrechamente con la necesidad de no caer en el idealismo idealista,

es decir, en el idealismo utópico, irrealizable. El peronismo es un idealismo realizable .

Las grandes ideologías fracasaron en el siglo XX. De ahí el tremendo pesimismo de la

sociedades opulentas o subdesarrolladas. Pesimismo respecto de la política, de la vida,

de la ética, del cambio social. Por eso la cultura del instante, del vivir el momento, de

disfrutar todo lo que se pueda ahora, que mañana nadie sabe lo que pasará.

Esta cultura del instante lleva a una desesperanza en el futuro. Es lo que prevaleció hasta

hace algunos meses en la Argentina. Se habían agotado no solo las reservas del Banco

Central, sino las reservas espirituales.

En el ‘72 Perón dijo que la peor destrucción en el país era la destrucción del hombre

argentino. La destrucción moral del hombre argentino, la pérdida de sus valores solida-

rios y humanistas que el peronismo había puesto en marcha.

Sucede que Perón no quería sembrar en campo estéril. Los valores son encarnados si

hay personas preparadas y dispuestas espiritualmente a encarnarlos. Un egoísta no va a 

encarnar la solidaridad . Un dirigente convencido de la globalización no va a propugnar la patria justa,

libre y soberana, porque, para él, la patria no existe más, el estado no existe más .

Los paradigmas fracasaron. El paradigma materialista histórico de la sociedad sin clases

fracasó. El paradigma positivista del progreso indefinido fracasó. Se convirtieron enmetarrelatos, en mentiras para el hombre de este comienzo de siglo. Pero no podemos

decir que el peronismo fracasó, porque el peronismo de los ‘90 fue solo de nombre.

El que mide al peronismo con el menemismo comete un acto de hipocresía intelectual.

 Y una injusticia. Fue una etapa controversial que ya fue juzgada por el pueblo y por los

historiadores. Los políticos estamos para hacer obras históricas, pero no para discutir

todo el tiempo sobre historia.

La discusión en el peronismo sobre los ‘90 está saldada en términos populares; basta

con preguntarle a cualquier compatriota sea o no peronista para que opine sobre esa

José María Díaz Bancalari

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década. La presente década tiene sus desafíos que estamos enfrentando con los valores

peronistas.

Patria justa, libre y soberana en los comienzos era igual que tercera posición. Ninguna supeditación a 

 factor externo, ninguna dependencia .

Esa claridad doctrinaria se fue perdiendo fruto del desencuentro de los ‘70 y de la pocacapacidad de debate movimientista en los ‘80 y ‘90.

Pareciera entonces que el peronismo está vacante, que está aguardando una ideología cuan-

do es al revés. El peronismo tiene un conjunto de ideas realizables (así se definía al peronismo

en el Manual del Peronista  de los años ‘40: “es un conjunto de ideas realizables”).

De un lado vemos a los que quieren meterle de prepo una ideología: los más revolucio-

narios, la socialdemócrata; los pragmáticos, la neoliberal. Ni una ni la otra. Tampoco el

centrismo, porque eso es también liberalismo. Tenemos que volver a la tercera posición, la de las 

tres banderas, actualizar las tres banderas y no tergiversarlas .

En la medida que consensuemos la actualización de las tres banderas con bastante nacio-

nalismo cultural, avanzaremos en la recuperación de la identidad peronista, en la defini-

ción precisa del proyecto nacional y en la reestructuración del movimiento que debe

darle sustento al proyecto, con cuadros decididos y convencidos de que el 25 de mayo

comenzó a renacer la esperanza en la Argentina para todos los argentinos.

¿El peronismo como ideología o el peronismo como doctrina?

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La construcción

de un nuevo “imaginario”latinoamericano

en la era global

Mario Casalla

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MARIO CASALLA:

Doctor en Filosofía (UBA). Profesor regular e investigador principal de la Facultad de Psicolo-

gía (UBA). Profesor de Historia de la Filosofía Latinoamericana en la Facultad de Filosofía de

la Universidad del Salvador (área San Miguel). Presidente de la Asociación de Filosofía Lati-

noamericana y Ciencias Sociales. Asesor del Senado de la Nación desde el año 1983. Su último

libro es América Latina en perspectiva , Buenos Aires, Altamira, 2003.

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Desde la modernidad la cuestiónde la imaginación y de lo imagina- 

rio han sido preocupaciones deprimer orden en la historia de la filosofía.En nuestros días, esos mismos temas ad-quirieron una impronta y una utilidad muy especial, sobretodo cuando se trata de pen-sar la dimensión social de lo humano. Esta

es nuestra intención aquí.En esa dirección, la obra de Cornelius Cas-

toriadis (1922-1997) resulta especialmente sig-nificativa. Debemos a él una concepción delo imaginario (labrada en el entrecruzamientodisciplinario de Filosofía, Historia y Psicoa-nálisis) en la que se resalta la vital funcióninstituyente  que lo imaginario cumple en lassociedades históricas. Sin imaginario no hay so-

ciedad, y a su vez, esta vive y crece de loscambios y transformaciones colectivas queoperan en ese nivel de significación.

Dice al respecto el propio Castoriadis que“la historia humana [...] está definida esen-cialmente por la creación imaginaria que “nosignifica ficticia, ilusoria, especular, sinoposición de formas nuevas  y posición no de-terminada sino determinante ”. Tan determi-

nante que Castoriadis acuña para ella la no-ción de “poder instituyente” : un poder (co-lectivo, anónimo, “nunca del todo explici-tado”, porque “en gran parte queda ocul-

to en los trasfondos de la sociedad”) alcual sin embargo le debemos –nada másni nada menos– que “el sistema de nor-mas, de instituciones en el sentido másamplio del término”, así como el “de va-lores, orientaciones, de finalidades de la vida tanto colectiva como individual”.

Es decir que es a partir de esa “inmateriali-

dad” de lo imaginario(expresión esencialmentecultural  ), como se construyen (o instituyen  ) las“materialidades” que luego enfrentarán y de-terminarán en gran medida la vida en socie-dad (aunque siempre con posibilidades decambio y transformaciones).1

Con esta reafirmación de lo imaginario,como la forma de ser más propia de lohistórico y de lo social, Castoriadis buscar

superar –a la vez– tanto la concepción ra-cionalista y esencialista de la sociedad (que viene de cierto pensamiento filosófico clá-sico), como la tradición marxista (moder-na) y su recaída en el determinismo y en elmaterialismo. De allí que, en diálogo críti-co con el marxismo y potenciando ciertosaspectos del propio Marx que –según Cas-toriadis– los continuadores habrían olvi-

dado, este autor replantea la acción histó-rica como  poiesis , como creación   (y recrea-ción) continua del imaginario social, a par-tir de la práctica de los pueblos.

1 Estas citas están tomadas de Castoriadis, Cornelius, “Imaginario político griego moderno”, conferencia pro-

nunciada en 1990 y luego incluida en su obra Le Montée de la Insignifiance, París, Du Seuil, 1996. (Hay traducción

castellana: El avance de la insignificancia , Buenos Aires, Eudeba, 1997; de esta edición cfr. pp. 195-196. La obra

fundamental de Castoriadis al respecto es La institución imaginaire de la societé , París, Du Seuil, 1995 (hay también

traducción castellana).

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“Una sociedad instituye y no puede vivirsin instituir” así, por ejemplo, la primeragran institución será el lenguaje : “todo re-cién nacido en la sociedad sufre mediante

la socialización la imposición de un lenguaje,pero un lenguaje no es solo un lenguaje, esun mundo”.2

En el campo de la actual bibliografíaanglosajona, también se advierte una nue- va valoración de lo imaginario, de lo cul-tural, en la explicación de los fenómenospolíticos y sociales. Recientemente, Nico-lás Shumway ha publicado una interesanteobra sobre la Argentina, a partir de lo queél denomina “ ficciones orientadoras” , a lasque caracteriza diciendo que: “[...] no pue-den ser probadas y en realidad suelen sercreaciones tan artificiales como ficcionesliterarias. Pero son necesarias para darle alos individuos un sentimiento de nación,comunidad, identidad colectiva y un desti-no común nacional”.3

En esto Shumway –como él mismo cita– sigue a Edmund Morgan, quien en un li-bro que despertó gran interés en la comu-nidad norteamericana, dice: “El éxito en latarea de gobierno... exige la aceptación de

 ficciones , exige la suspensión voluntaria de laincredulidad, exige que creamos que elemperador está vestido aún cuando vea-mos que no lo está. Para gobernar hay que

hacer creer , hacer creer que no puede equi- vocarse o que la voz del pueblo es la vozde Dios. Hacer creer que el pueblo tiene 

una voz o hacer creer que los representan-tes del pueblo son el pueblo. Hacer creerque todos los hombres son iguales o hacercreer que no lo son”.

Casualmente es el propio Morgan el queseñala que una de las “ficciones orientado-ras” de todo el inmenso sistema políticonorteamericano es la del “gobierno repre-sentativo”: esto es, la simple idea (  ficcional ,por cierto) de que ese gobierno es “delpueblo, por el pueblo y para el pueblo”.4

Otras ficciones típicas del imaginario norte-americano, según Morgan, son la del “des-tino manifiesto”, la de ser una sociedad“crisol de razas”, o el célebre “ American Way 

of Life”, ficciones sin las cuáles tampocoaquella nación sería posible.

Podrá discutirse –y con toda justicia, porcierto– la realidad de tales “verdades”,pero sin esas “ficciones orientadoras” los

2 Por cierto que esta crítica al marxismo esclerosado (devenido estalinismo y materialismo dialéctico) le valió a

Castoriadis la expulsión del PC francés. Agréguese además, para comprender mejor su pensamiento, la

interesante lectura (teórica y práctica) del psicoanálisis –especialmente en clave lacaniana– donde lo imaginario 

(junto con lo simbólico y lo real) constituyen la tríada fundamental desde donde comprender la construcción

de la subjetividad. Cfr. Lacan, Jaques. Ecrits, París, du Seuil, 1971 (hay varias ediciones en castellano).3 Shumway, Nicolás. La invención de la Argentina. Historia de una idea , Buenos Aires, Emecé, 2002 (segunda edición).

La edición original en inglés es de 1991. El autor es director de Estudios Latinoamericanos en la Universidad

de Texas, Austin.4 La obra de Edmund Morgan se titula Inventing the People, New York, Norton, 1988. La cita de este autor

corresponde a la p. 15 del libro de Shumway (ver nota 3).

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La construcción de un nuevo “imaginario” latinoamericano...

EEUU no habrían llegado a ser una nación.

De aquí también que todo cambio pro-fundo deba esperarse de ellas y no de lasimple rotación partidaria entre demócra-

tas y republicanos.

5

¿A dónde vamos nosotros con todo esto?Pues a significar que cuando hablamos dela “nueva construcción de un imaginariolatinoamericano” a lo que nos estamos re-firiendo (desde nuestra propia perspectivateórica, es cierto) es a la recreación y actua-lización de esas ficciones orientadoras , de eseorden simbólico, a partir del cual una comuni-dad histórica decide su propio camino, enmedio del panorama global de una época.

No se trata, por cierto, de ninguna “uto-pía”, ni de ningún “voluntarismo” (en lossentidos negativos con que suelen utilizar-se estos términos, sin embargo tan ricos),sino de una tarea posible y necesaria. Posi-ble, porque precisamente ese planteo entérminos de imaginario nos permite abor-dar el candente tema de la identidad cultural 

en términos de construcción  y de proyecto (ale-jándonos así de sustancialismos o esencia-lismos); necesaria a la vez, porque a noso-tros –latinoamericanos– también ese ima-ginario nos instituye , nos da poder  (en una oen otra dirección histórica); algo que en esta“era global” resulta cada vez más indis-pensable. Alguna vez Ortega dijo muy acertada-

mente que “la nación es un proyecto su-gestivo de vida en común”; pero sin imagi- 

nario no hay proyecto, así como sin creencias 

no hay sugestión que surja efecto. En estos

niveles es donde hay que buscar los moti- vos profundos de la crisis que nos afecta y allí mismo, acaso, esté la posibilidad deencarar –lentamente– su resolución.

Lo otro es atar los caballos detrás delcarro. Bien lo sabía Raúl Scalabrini Ortizcuando en 1932 (“esperando solo”) cla-maba al viento, con esta suerte de rezo lai-co: “creer, he aquí toda la magia de la vida . Atre- verse a erigir en creencia los sentimientosarraigados en cada uno [...]”, advirtiendoluego: “Estas no son horas de perfeccio-nar cosmogonías ajenas, sino de crear las pro- 

 pias . Horas de grandes aciertos y de gran-des yerros, en que hay que jugarse por en-tero a cada momento. Son horas de bi-blias y no de orfebrerías”. Algo muy simi-lar a lo que nos ocurre –como naciones y como continente– en estos tiempos inau-gurales de un nuevo siglo.

Esa impaciencia individual, esa solitariatensión existencial de Scalabrini, deberíanaguardar todavía doce largos años: el cam-bio en el imaginario (colectivo y social) co-menzaría a producirse recién a partir de1945. Y precisamente por estar atento éllo percibió de inmediato: el 17 de Octu-bre no era un día más, una manifestaciónmás. Ahí empezaba “otra cosa”, por eso,apenas se enteró de lo que pasaba, corrióhacia la Plaza de Mayo (en compañía, cuen-ta, de Carlos Maya y Ernesto Palacio) y allí

se encontró con lo que poéticamente de-nominó: “el subsuelo de la patria sublevado”.

Los reconoció rápidamente (“eran loshombres que están solos y esperan que ini-

5 Nosotros hemos estudiado la conformación de ese imaginario angloamericano y lo hemos confrontado con

el iberoamericano, en nuestra reciente obra  América Latina en perspecti va , Buenos Aires, Altamira, 2003. Ver

especialmente su cap.7.

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ciaban sus tareas de reivindicación”) y leimpactó un grito que le rozó la cara: “¡Aquíempieza la revolución de los pueblos opri-midos!”. Su respuesta silenciosa fue tam-

bién sencilla: “Yo regué con lágrima virilesas palabras para que no se marchitarannunca”.6

Dentro de ese cambio en el imaginario ar-gentino, lo latinoamericano también co-menzaría a jugar un papel fundamental.

1. Universalismo y regionalismos:

El peligro de un “todo” sin partes

Como otros gobernantes de posguerraque tuvieron la dura tarea de dirigir esta-dos nacionales sobrevivientes a un devas-tador conflicto de dimensiones mundia-les, Perón comprendió rápidamente queese nuevo marco internacional reclamabauna pronta unión de los estados más débi-les contra los nuevos poderosos. De aquíque –frente al “panamericanismo” alenta-do por los EEUU en el orden continental– impulsara dos proyectos organizativos (y conjuntos) en el inmediato marco sudame-ricano: el Tratado de Cooperación ABC

(Argentina, Brasil, Chile) y la Asociaciónde Trabajadores Latinoamericanos ( ATLAS ).

Esto encontró muy buena respuesta re-gional aunque empeoró, por cierto, las re-laciones –ya tensas– con la potencia triun-

fadora (los EEUU ). Sin embargo, marcó unatendencia hacia la “universalización” de lapolítica que habría de profundizarse en lasdécadas venideras (tanto desde el llano,

como desde el gobierno): esa política erapor un lado reactiva, frente a la apuesta (yaglobal) de los EEUU y la de la también triun-fante URSS, a las que buscaba responder con

una suerte de “internacional de los pue-blos y de los trabajadores organizados”; y era, por otro lado, propositiva, en tantoentendía que la unidad latinoamericanacreaba el marco imprescindible para eldesarrollo y fortalecimiento de nuestrasjóvenes (y dependientes) nacionalidadesregionales.

Más tarde vendría la comprensión de que América Latina integraba, a la vez, un or-den mayor: el denominado “Tercer Mun-do” (de aquí su activa participación en elMovimiento de Países no Alineados) y fi-nalmente –desde el comienzo de la déca-da de los ’70– la comprensión del fenó-meno “global” que estallaría a partir de fi-nales de los ’80. Así tenemos –muy sucintamente resumi-

dos– tres suertes de “anillos concéntricos”en los cuáles el peronismo, históricamente,concibió siempre la realización de su rela-tiva soberanía nacional: el regionalismo la-tinoamericano (de los ’40 y los ’50); eltercermundismo (de los ’60) y el universa-lismo (del ’70 en adelante).

No son aquellas sino sucesivas amplia-ciones de una antropología integradora  (en lopersonal y colectivo) que marcó al pero-

nismo desde sus inicios. Dos son aquí loshitos en el terreno filosófico: los textos La 

Comunidad Organizada (1949) y el  Modelo

 Argentino para el Proyecto Nacional (1974).

6 Las vivencias de Scalabrini Ortiz sobre el 17 de Octubre de 1945, fueron relatadas en su obra Tierra sin nada,

tierra de profetas. Además Norberto Galasso presenta muy bien el entorno de ese recuerdo en su excelente

biografía, Vida de Scalabrini Ortiz, Buenos Aires, Ediciones del Mar Dulce, 1970, cfr. pp. 400 a 406.

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 Ambos, leídos con inteligencia7  y lógicatambién sucesiva, marcan con claridad elimaginario peronista en materia de política y relaciones internacionales, así como el po- 

der instituyente que guió su acción en esosámbitos.Esa acción estuvo a la vez alentada por

tres valores políticos básicos: 1º) el de laautodeterminación de los pueblos y, porende, la no injerencia en sus asuntos inter-nos; 2º) el de solidaridad e integración en-tre iguales, en el marco de una crecientecomunidad planetaria y 3º) el anhelo de lajusticia internacional, como única formaefectiva de promover y consolidar la pazmundial.

Pasada la “experiencia menemista” –enla que se hizo ¡exactamente lo contrario!– el peronismo parece estar hoy en condi-ciones de reanimar aquel imaginario histó-rico y, actualizado, participar de la deno-minada “era global”. No hay ningún “ar-gumento ontológico” que se lo impidaporque, como hemos visto, nunca fue unnacionalismo estrecho, ni un provincianis-mo de campanario y a la defensiva, sinoque desde el vamos se planteó siempre lo

mundial  como el lugar (natural y último) dela verdadera acción política y humana.

Sus fallas y desvíos de ese conjunto de

 valores y principios (del cual el menemismoes su muestra más grosera, aunque no laúnica, ni seguramente la última) hay queachacarla entonces, no a la obsolescencia

de sus ideas-fuerza, sino a la incapacidadde muchas de sus dirigencias circunstan-ciales para saber estar a la altura de su propio

 pensamiento.Recogido el desafío que esta autocrítica

supone: ¿qué implica hoy participar –des-de la Argentina y desde el pensamientopopular– en la construcción de un nuevoimaginario latinoamericano? Varias cosas,pero empecemos por una de ellas: es nece- 

sario hacerlo activamente y en todas las iniciativas 

de integración subregional ; lo cual suponereinventar las propias,  proponer nuevas (lle-gado el caso y la necesidad) y escuchar y cola- 

borar con todas aquellas que provengan deotros estados (o pactos) subregionales.

¿Y por qué –en esta era global– nos pa-rece indispensable y urgente escuchar (sin“saltearse”) la voz de las regiones y subregiones? Precisamente porque estasson las que permitirán un tipo de ordeninternacional diferente del imperialismoglobal al que peligrosamente nos estamosacercando. No es deseable, de ningunamanera, que esta globalización termine porconsolidar una “nueva Roma”; es decir que

7 Hablamos de una “lectura inteligente” de esos textos filosóficos del peronismo porque errará gravemente el

que se dirija a ellos con un concepto tradicional (es decir eurocéntrico) de lo que es un “texto filosófico” y

también se equivocará quien olvide que se trata esencialmente de textos “filo-políticos”, es decir de discursos 

instituyentes   que buscan producir algo más que un efecto académico y retórico. Más tampoco son textos donde

lo “filosófico” es simplemente decorativo; por el contrario campea en ellos esa unidad de  filosofía y política muy

 propia del pensamiento clásico. Si la palabra no estuviese tan gastada por un uso unilateral, yo los denominaría

textos ideológicos , buscando recuperar así el sentido positivo de un término   en el que filosofía y política se

funden e interpenetran. Hemos desarrollado este sentido positivo (teórico y práctico) del término ideología   en

nuestro artículo “Amores perros: del llano ideológico al ejercicio del poder”, publicado en el número

anterior de esta misma revista (cfr. Peronistas , Buenos Aires, nº 4, 2003, p. 41 y ss.).

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el ecumenismo a que aspiramos no deberematar en un “Estado Universal” (uni obipersonal, mas en todo caso estrecho y selecto), sino en un verdadero sistema inter- 

nacional , con fuertes y representativos acto- res regionales y subregionales, de cuyos múlti-ples y activos juegos de poder  resulte el ansia-do orden que infructuosamente venimosbuscando desde comienzos de los noventa. Vistas así las cosas, las organizaciones re-

gionales y subregionales cumplirán –en esenuevo orden internacional– el papel posi-tivo que las “organizaciones intermedias”juegan en el interior de los respectivos es-tados nacionales. Esto es: organizan los in-tereses y aspiraciones individuales, las ar-monizan en el conjunto y potencian su vozfrente al Estado de turno. Aquellas organi-zaciones lo son de ciudadanos , estas lo seránde naciones . En cualquiera de los casos –y complementariamente, por cierto– ambascircundan el poder y lo limitan, evitandototalitarismos de cualquier tipo y represen-tando frente a él una suerte “voluntad ge-neral” (y popular/nacional) a la que aquélno podrá dejar de escuchar.

Casualmente el actual proceso globaliza-dor parece alejarse de un camino así y co-rre el peligro de devenir un  globalitarismo

(es decir un nuevo totalitarismo o impe-rialismo, esta vez a escala planetaria). Una“pirámide” de poder (con un par de acto-

res importantes en su vértice, EEUU, la CE,por caso), mientras al resto le queda sólola potestad de adherir a decisiones que nohan generado y muchas veces ni siquieracomparten.

2. Imprescindible redefinición

del concepto de soberanía:

hacia la “soberanía ampliada”

Para ir a un solo ejemplo en esa direc-ción no deseada  de la integración, mencio-namos –aunque más no sea brevemente– el caso de ALCA. Propuesto inmediatamen-te después de la firma del “Tratado deLibre Comercio USA-México- Canadá”(1992, NAFTA, su sigla en inglés; TLC, en cas-tellano), la “Asociación de Libre Comer-cio de las Américas” (1994, ALCA ) se plan-tea la concreción de aquella “iniciativa paralas Américas”, lanzada por George Bushel 27 de junio de 1990 como presidentede los EEUU.

La misma se presentó como “una nuevacooperación económica entre los EEUU y los países de América Latina y el Caribe”(¡o sea entre “todos” y el “Uno”!), apoya-da en los tres pilares “consensuados” en(por) Washington: libertad de comercio;inversiones norteamericanas “sin obstácu-los” en toda la región y un “manejo ade-cuado” de las respectivas deudas externas.Pero lo importante es que esto no quedóen los papeles y, de allí en adelante, esa “ini-ciativa” se convirtió en  política del Estado

norteamericano cualquiera fuese el partidopolítico que ocupase el gobierno (demó-cratas o republicanos). La mejor prueba

de ello es que la propuso un presidenterepublicano en 1990 (George Bush padre),la llevó adelante un demócrata (Bill Clinton,quien reunió en 1994 en Miami a treinta y tres jefes de estado latinoamericanos y caribeños, con lo que lanzaba formalmen-te el ALCA  y hasta poniéndole un plazo lí-mite de entrada en vigencia, que hoy reco-rre como espada flamígera nuestro conti-

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nente: el año 2005); y, finalmente es otrorepublicano, George Bush hijo, el encarga-do de “apurar las cosas”, tratando de pa-sar por encima de los acuerdos subregio-

nales existentes en el área y tentando a cadauno de los estados con pactos bilaterales y tratos “preferenciales”, que los alejen detoda negociación en común. Divide y rei-narás.

Pues bien, este no es el tipo de integra-ción deseable y así como rechazamos el“pensamiento único” es bueno tambiénestar advertidos y militantes contra estasformas de “integraciones macro” que enla práctica significan verdaderas absorciones 

y declinaciones de libertades nacionales e in-dividuales básicas. Simón Bolívar ya habíaseñalado esto con una observación tan sin-tética como precisa: “Una vez formado el pacto

con el fuerte, ya es eterna la obligación  del débil”.

Por lo tanto, también en la construcciónde una auténtica comunidad de naciones  (quede esto y no solo de “globalizar” se trata),es necesario ir por partes, y de abajo haciaarriba. De la nación a la región, de esta alcontinente y desde él hacia lo ecuménico omundial. Cuanto más simples, imperativosy “urgentes” se presenten los procesos, másdesconfianza deben inspirarnos. Esto noquiere decir, de ninguna manera, que la in-tegración no nos urja, pero no una integración 

de cualquier tipo y a cualquier precio.

El peronismo ya distinguía –en su plata-forma electoral de 1973, elecciones en las

8 Cfr. Perón, Juan Domingo. “Mensaje a los pueblos y gobiernos del mundo”, en  Juan D. Perón en la Argentina 

1973: sus discursos, sus diálogos, sus conferencias , Buenos Aires, Vespa, 1974. De éste, como de muchos otros discursos

de Perón, existen innumerables antologías y recopilaciones que pueden consultarse, aunque siempre con la

 precaución de verificar si se trata de versiones originales y completas. Lamentablemente de Perón –como de

muchos otros políticos latinoamericanos– sigue faltando una edición crítica y anotada de textos esparcidos y

diversos, algo muy propio en ese tipo de actividad.

que triunfó– entre dos tipos básicos deprocesos integradores: una integración 

satelizante, a la que por cierto rechazaba y una integración autonomizante , que era preci-

samente aquella a la que dedicaría todossus esfuerzos.Poco antes, el general Perón –desde el

exilio, y proscrito en su país– había remiti-do a la ONU su ya célebre “ Mensaje a lospueblos y gobiernos del mundo”   donde–bajo la forma de un comprometido apor-te personal– hablaba de los nuevos peli-gros que afrontaba la humanidad (¡los mis-mos que hoy en día ya son agenda usual!). Allí advertía que esta “debe ponerse en piede guerra en defensa de sí misma”, a la vez que les recordaba a los líderes del pla-neta allí reunidos el insoslayable derecho del 

Tercer Mundo a participar, con su propia voz,en esos nuevos problemas mundiales, yaque “Todos estos problemas están ligadosde manera indisoluble con el de la justiciasocial, el de la soberanía política y la inde-pendencia económica del Tercer Mundo, y la distensión y la cooperación internacional”.8

Por entonces ese marco general era el“Diálogo Norte-Sur” y la contradicciónfundamental que el peronismo llevaba a lamesa del debate se planteaba en términosde “liberación o dependencia”, con la queseñalaba que tal dicotomía marcaría el cie-rre del siglo XX y el comienzo del XXI. El

siglo XX  se ha cerrado, el XXI  acaba deinaugurarse y lo medular  de esa contradic-

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ción, sigue en pie (solo que ahora, no ya enel marco de aquel diálogo Norte-Sur, sinoen el contexto mucho más crítico y férreodel proceso globalizador). Cuestión esta

última que no implica desertar del ideal libera- dor, sino buscar la forma y la estrategia parasu adecuado logro en la era global.9

Estas consideraciones nos obligan a re-pensar a fondo el concepto de “sobera-nía”, pero no tampoco aquí para renunciar a ella 

(so pena de que sería imposible en un época“interdependiente” y global, como preten-den convencernos los mentores del neoli-beralismo), sino para ver y entender cómocursan y qué desafíos deberán sortear losproyectos soberanos en una era de crecienteintegración mundial.

Lo primero será comprender que elmodelo de nación soberana del siglo XXI,no podrá ser el del “nacionalismo” (euro-peo) del siglo XIX. Lo que está agotado y resulta inviable, es entonces ese concepto de 

soberanía: autárquico, autosuficiente y expan-sivo, con una concepción esencialmente“egoísta” (yo) y rentista de la vida, siem-pre a la defensiva (del “otro” que amena-za sus fronteras), siempre presto para la

9  Y como de imaginario y simbólico   venimos hablando en este artículo, justo es recordar por eso que diez años

después –en 1983 y otra vez en las puertas de un nuevo proceso electoral argentino, como salida de otra

sangrienta dictadura militar–, en el clásico acto de cierre de la fórmula justicialista Luder-Bittel, el candidato a

vicepresidente –por lo demás un hombre probo y leal a su ideario– confundió sin embargo los términos de

aquella ecuación y afirmó (a través de un clásico “acto fallido”) que entre la liberación  y la dependencia ... ¡el

 peronismo optaba por esta última! Todo un anticipo de las vacilaciones que luego lo atravesarían sin piedad y

de las que todavía no pudo reponerse del todo. De más está recordar que el peronismo perdió aquellas

elecciones de 1983 y que esto sucedió por primera vez en su historia política.10 Cfr. Perón, Juan Domingo, “La comunidad organizada”, en  Actas del Primer Congreso Nacional de Filosofía , tomo I,

Mendoza, Universidad Nacional de Cuyo, 1949. Ver allí especialmente para este tema los apartados XI y el XII.

Complementariamente, es bueno remitirse a las Actas del Simposio Proyecciones del Pensamiento Nacional,  convo-

cado por el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires (gobernación Antonio Cafiero) y organizado por la

Asociación de Filosofía Latinoamericana y Ciencias Sociales (que presidía el que firma), en abril 1989, con

motivo del 40º aniversario de “La comunidad organizada”. Tal cual lo expresa su título, los trabajos, conferen-

cias y paneles allí desarrollados apuntaron esencialmente a proyectar y actualizar aquellos grandes lineamientos

filosóficos. Dichas actas  fueron editadas conjuntamente por el gobierno provincial y la mencionada institu-

ción académica.

guerra y esencialmente insolidario. Por elcontrario, un proyecto actualizado y viablede “soberanía” (tanto personal como so-cial y nacional) requiere la superación (con-

 vencida) de tal egoísmo insolidario y sureemplazo por un modelo solidario,integrador y dialógico, en el que lo “pro-pio” se realiza también con lo “otro” (y nocontra él) y donde unidades menores vanposibilitando integraciones mayores que lasfortalecen (y no las absorben  ).

Desde un punto de vista estrictamentefilosófico, el peronismo no debiera de te-ner inconvenientes en comprender y ac-tuar de esta última manera, precisamenteporque su proyecto de comunidad organiza- 

da  viene (desde 1949) criticando aquella an-tropología del “egoísmo” visceral y pos-tulando en su lugar un personalismo de fuer-te impronta social, donde “mi” libertadno termina “donde empieza la del otro”,sino que se fortalece y madura en talalteridad. De allí que sea imposible reali-zar lo individual fuera de lo social y que, asu vez, lo social no es nada si no recoge ensu seno la diversidad y pluralidad de seres,géneros y personas.10

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Sobre tales bases filosóficas queremosaportar ahora a la construcción de este nuevo

imaginario latinoamericano la categoría de “so-beranía ampliada”, sobre la cual bien pue-

de apoyarse la de “soberanía regional”.Entendemos por “soberanía ampliada”aquella que realiza y completa su voluntadautonómica y su deseo de libertad (basede todo tipo de soberanía), más allá de la 

esfera exclusiva del “yo” o del sí mismo. Esto es,un proyecto de libertad y autonomía que,si bien parte como reclamo y llamada del“yo”, no se queda en él (a la manera del“egoísmo” moderno), sino que requiere al 

“otro” como contrapartida inexcusable de“mi” propia libertad. En consecuencia: milibertad no termina donde empieza la li-bertad del otro, sino que allí apenas co-mienza a madurar ese proyecto en común en elque “yo” y “tú” devienen un “nosotros” .

Proyecto por cierto lleno de contradic-ciones, tensiones y dificultades, pero inex-cusable para la realización auténtica (y sos-tenible) de todo “yo” (y de todo “tú”). Así, en este pasaje de la autonomía (impe-rial) del “yo” a la heteronomía del “nosotros”,

aquel yo inicial se amplía (no se “reduce”,ni se “limita”, como pregona el contrac-tualismo o el pactismo “liberal”) y en esamisma “ampliación” fortalece y gesta (encomunidad con el “otro”) un espacio y untiempo cualitativamente distinto: el del “no- 

11 Quien desee buscar alguna apoyatura filosófica clásica para este  pasaje del yo al “nosotros”   no estaría de más una

cierta relectura de Hegel, aún cuando la posición intelectual que nosotros aquí planteamos intenta pensar más 

allá   de ese “nosotros” hegeliano. Este, aún con toda su riqueza especulativa, se encuentra todavía muy

inficionado por el “yoísmo” propio de la modernidad europea (el viejo proyecto “cartesiano” e imperial que

en el mismo Hegel se consuma  ). De este autor puede leerse con provecho, en esta dirección de un “nosotros”,

y como en un círculo hermenéutico, su gran obra de juventud, la Fenomenología del Espíritu (de 1807, especial-

mente el cap. VI, “El espíritu”) y su gran obra de madurez, la Filosofía el Derecho   (de 1821, especialmente la

segunda parte, “La moralidad”, y la Tercera, “La eticidad”). De nuestra parte y como no podemos extendernos

más, remitimos al lector interesado a nuestra obra  América en el pensamiento de Hegel, Buenos Aires, Catálogos, 1992

y al cap. 8 (¿“Qué es eso que denominamos modernidad”?), de la ya citada  América Latina en perspectiva.

sotros” , una región por completo diferente y sin embargo encarnada  que contiene (y a la vez supera) los respectivos puntos indivi-duales de partida.

 Así es como, en nuestro entender, esteconcepto de “soberanía ampliada” resulta lamatriz teórica adecuada para pensar (másallá del “pacto” o de la “invasión”, del yoal otro) la creación de un “nosotros”  culturalsobre el cual hacer descansar (por acciónde la solidaridad y la justicia , antes que por laguerra o la conveniencia circunstancial) unanueva realidad: la región  común, la comuni- 

dad  (de destino, antes que de “origen”), enfin, la “soberanía regional” .11

Pensar la soberanía de esta manera nueva(ampliada y regional), nos parece decisivoa la hora de organizar y ejecutar nuestragran asignatura pendiente: la integración lati- 

noamericana.

3. El proyecto de una comunidad

latinoamericana de naciones.

Como todo pro-yecto este tiene un puntode partida, un “pro...” , una herencia (en estecaso la peculiar historia de América Latinay sus asignaturas pendientes); y tiene tam-bién un punto de llegada que, precisamen-te como algo “ yecto...” , está por delante y genera expectativas de unidad y acción(ahora) comunes, en tanto respuesta a aque-

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llas asignaturas pendientes y a los nuevosdesafíos de la época.

Por ello, en este proyecto de una comuni- 

dad latinoamericana de naciones , “pasado” y 

“futuro” se encuentran, conflictivamentepor cierto, en un presente vivo que exige a su vez dos cosas: primero, recuperar aquellaherencia, pero a la vez superarla  en lo queesta ha tenido de impedimentos para laconstitución de un “nosotros”  (afirmativo y plural); y segundo, responder a los desa-fíos de ese “futuro” que –desde este  pre- 

sente vivo– reclama la redención de la injus-ticia y la realización más plena y solidariade nuestros pueblos. Podemos entoncesdecir que este proyecto de una comunidadlatinoamericana de naciones está por detrásy por delante de nosotros mismos: es nues-tra historia  y, a la vez, nuestro futuro.12

La construcción de un nuevo imaginario

latinoamericano requiere entonces de esedoble movimiento. Si miramos ahora ha-cia nuestra historia continental más recien-te (siglos XIX y XX ), lo primero que salta ala vista es la fragmentación  de su territorio y de su política común, en favor de naciona- 

lidades débiles y muchas veces enfrentadasentre sí, lo cual fue alejando cada vez mása la región del aquel “nosotros” que, encomún, enfrentó con éxito al agresor es-pañol.

Sin exagerar podría decirse que después

de la orden del joven general venezolano

 José María Córdoba del año 1824, paraque los ejércitos patriotas carguen en ladecisiva Batalla de Ayacucho ( “¡División! ¡De 

 frente! ¡Armas a discreción! ¡Paso de vencedores!”),

 América Latina casi no tuvo política encomún. Una combinación casi perfecta defactores externos (ingleses primeros, nor-teamericanos, más tarde) e internos (la mio-pía y los intereses “parroquiales” de las res-pectivas elites criollas) tornaron ilusorio el viejo ideal de la “unión americana”, con elcual los patriotas mayores sí habían hechouna impresionante revolución continental.

Desde 1824 en adelante se hacen trizaslos pactos o acuerdos subregionales queiban a posibilitar esa América Latina librey unida. Así se disgregan, unas tras otras,las Provincias Altoperuanas, la Confede-ración Peruano-Boliviana, las ProvinciasUnidas del Río de la Plata, la República dela Gran Colombia y la República Federalde Centroamérica. Sobre esos retazos deliquidación se edifican entonces pretencio-sos “estados nacionales”: endebles en lointerno y muy vulnerables en lo externo;muchas veces hasta geográficamenteinviables para un desarrollo sustentable y siempre consolidados por el baño de san-gre de larguísimas guerras civiles (es decir,fraticidas), al cabo de las cuales las oligar-quías dirigentes terminaban imponiendo supropio proyecto de clase al conjunto de

un país desgarrado y empobrecido (pro-

12 No podemos desarrollar aquí in extenso esta cuestión ontológica de un “ presente viviente”, capaz de contener en

sí un “pasado” (recuperado de lo meramente “ya sido”) y, a la vez, un “futuro” que (como expectativa y pro-

yecto) se anticipa   a ese mismo presente. Solo señalamos que, en nuestro entender, esta concepción de la

temporalidad es fundamental para comprender nuestra peculiar historicidad latinoamericana   y que básicamente

supone romper con aquella concepción vulgar del tiempo que divide a este en tres instancias temporales,

arbitrarias y estancas (presente, pasado y futuro). Aquí la referencia inexcusable a la historia de la Filosofía nos

lleva a Martín Heidegger; quien quiera profundizar este tema no debe obviar los capítulos V y VI de la segunda

sección de Ser y Tiempo.

Mario Casalla

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cesos que luego, con pretendida asepsia,las historiografías oficiales denominaráncomo de “organización nacional”). Nohubo organizaciones en serio (es decir pro- 

 pias  y solidarias  ) ni dentro ni fuera de aque-llos estados parroquiales; por el contrario,la “organización” fuerte y real les provino“desde afuera” (con la complicidad y apo-yo imprescindible desde adentro) y así laregión terminó como terminó: disgrega-da, dependiente y endeudada.

Es todo un símbolo al respecto que elgran libertador, Simón Bolívar, murierapobre, en Santa María, casi solo, en camaprestada y atendido por un médico pia-doso, y diciendo aquello de “He arado en el 

mar”, que otro tanto le ocurriera a su parargentino, José de San Martín, sin siquierael beneficio de morir en su propia patria,sino exilado en Francia, y que el general hon-dureño Francisco de Morazán, el valienteimpulsor de la integración centroamericana,terminara fusilado en la plaza pública, a ma-nos del guatemalteco Rafael Carrera.13

Sin embargo estos procesos de fragmen-tación no lograron nunca quebrar del todoaquel ideal de la “unidad americana”, quereaparece con fuerza cada vez que, en elinterior de aquellas “parroquias”, o bienen el orden regional, surgen gobiernos oliderazgos populares capaces de recordarla gran tarea pendiente, con todos los ries-

gos que ello implica.Estas fuerzas centrífugas (solidarias y 

regionalmente integradoras), competiránmás tarde con aquellas otras ( centrípetas   y disgregadoras), en el interior del sistema

de instituciones y acuerdos regionales y subregionales, en gestación desde la segun-da mitad del siglo XX. El terreno de deba-te será ahora lo “económico”, aunque

como telón de fondo estará siempre lo político y sus asignaturas pendientes. Así, desde el año 1960 vemos sucederse

febrilmente instituciones para la “integra-ción económica” que generalmente, pasa-da la euforia de declaraciones y los gestosiniciales de buena voluntad, terminan casiinvariablemente empantanas, cuando noautodisueltas en la práctica. Un arancel deimportación o un cupo de exportaciónsuelen terminar en peleas y tristes finalesburocráticos o diplomáticos. Es que se atanlos caballos detrás del carro, o si se prefie-re, se parte de lo coyuntural (que competi-tivamente nos separa y enfrenta, desde cada“yo”) y se relega lo estructural (donde el“nosotros” todavía alienta). Mientras lo

 político y lo cultural  (en sentido amplio y pro-fundo) se subordinen a lo económico –obien queden como simples adornos deco-rativos– es difícil que nuestra voluntad deintegración no sucumba ante aquellos vie-jos impulsos centrípetos. A manera de simple recuerdo: desde el

año 1960 en que se crea la Asociación La-tinoamericana de Libre Comercio ( ALALC ),la región promovió (¡y a la vez estancó!) lossiguientes acuerdos entre estados: el Mer-

cado Común Centroamericano ( MCC,1960);el Pacto Andino (1969); el Tratado de laCuenca del Plata (1969); el Mercado Co-mún del Caribe ( CARICOM, 1973); el Siste-ma Económico Latinoamericano ( SELA,

13 De nuestra parte hemos historiado, con cierto detenimiento, este proceso de “balcanización” latinoamericana

y sus consecuencias posteriores, en nuestra ya citada obra  América Latina en perspectiva. A ella remitimos al lector

interesado. Cfr. especialmente los caps. VII  a IX .

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1975) ; la Asociación Latinoamericana deIntegración ( ALADI, 1980) y, más reciente-mente, el Mercado Común el Sur( MERCOSUR , 1991) y el Sistema de Integra-

ción Centroamericana ( SICA

, 1991).Dicho esto con todo respeto y tambiéncon todo dolor: un verdadero bosque desiglas que, con los años, terminan buro-cratizadas e ineficaces a la hora de resolverlos problemas que les dieron origen. Y allíquedan, reducidas a un calendario de re-uniones más o menos rotativas, de las queterminan ocupándose “expertos” u aseso-res de las respectivas cancillerías o ministe-rios de economía (para alegría también delas “consultoras” privadas, nacionales e in-ternacionales, que encuentran en la prepara-ción de papers  una buena y constante fuentelaboral). Sus ya célebres “informes”, cum-plido el encargo coyuntural, tapizan las bi-bliotecas ministeriales en espera de la llegadade... ¡nuevos informes!

Si no fuese dramático, porque en tanto larealidad continental es cada día peor, estosería risueño. Más no lo es, ya que desnudaa un tiempo dos tendencias que terminananulándose entre sí: por un lado, la voluntad 

vigente de la integración  y la conveniencia deésta para todos los pueblos latinoamerica-nos; por otro, la debilidad política  de sus cla-ses dirigentes para llevarla adelante. Y sinesto, todo es imposible: así como en la

colonia, las 6385 leyes de Indias no prote-gieron a los pueblos originarios de su ex-plotación y casi exterminio, estos nuevetratados de integración económica (gene-rados en solo tres décadas del siglo XX )tampoco parecen protegernos demasiadofrente al tipo de globalización que buscaimponerse.

Seamos claros y justos en el diagnóstico,

única forma de proyectar algo diferente:bastó que los EEUU pusieran el señuelo delALCA en la mesa de las negociaciones con-tinentales y desempolvasen el viejo

“panamericanismo” (vestido ahora de“Iniciativa para las Américas”) para que casitodo ese frondoso bosque de siglas regio-nales entrase en crisis y en visible agitación.Es cierto también que no todo está perdi-do y que, al menos en la zona sudameri-cana, se va anudando, en torno delMERCOSUR , un interesante polo de unidadsubregional, pero ésta no será fácil y re-querirá urgentes y valientes resoluciones.

Mientras tanto lo que se impone –en nues-tro humilde y nada “especializado” enten-der– es una reestructuración integral de estesistema de pactos subregionales latinoame-ricanos ( ANDINO, MERCOSUR , SICA, SELA, etc.,etc.). Lo cual implica toda una batería deacciones concretas y urgentes: redimensio-nar dichos pactos; evitar superposiciones;unificarlos (allí donde esto fuese posible)o al menos conectarlos estrecha y solida-riamente entre sí. Todo esto en vista deuna conjunción de esfuerzos y de voces  ante losorganismos clave del actual proceso glo-balizador ( FMI, GRUPO DE LOS 7, OCM, etc,etc.) donde se juega y disputa aquel podertodavía estructurante. Así enumerado parece poco, o quizá un

objetivo demasiado modesto, pero no es

sí colocamos todas estas acciones dentrode un proyecto (a su manera “teleológi-co”) que debiera servirle de nuevo norte:la progresiva constitución de una comuni- 

dad latinoamericana de naciones, objetivo quedebería irse entretejiendo con los hilos yaen marcha de la integración continental,agregando aquellos que falten e imaginan-do otros que la misma práctica indique.

Mario Casalla

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En esto, vale la crítica de Hegel a Schelling:uno no se coloca “de un pistoletazo en lo Absoluto”;  pero esa –salvando las distan-cias– es la meta; la integración política (y 

autonomizante) de esa realidad subcontinental.En realidad, formalmente hablando, lacomunidad latinoamericana de naciones yaexiste. El Parlamento Latino ( PARLATINO,creado en 1987) aprobó en 1994, de co-mún acuerdo con el denominado “Gru-po de Río”, la elaboración de un “Proyecto

de Tratado para la Comunidad Latinoamerica- 

na de Naciones ( CLAN  )” , que se presentó cua-tro años después en una reunión de presi-dentes latinoamericanos realizada en Qui-to (Ecuador). Allí a su vez, se decidió lacreación de un “grupo de trabajo” concancilleres de Brasil, Chile, Ecuador y Uru-guay para “examinar y recomendar cursosde acción inmediata para la racionalizaciónde la institucionalización regional”. De allíen adelante el proyecto CLAN no ha avan-zado demasiado en lo sustancial, sino queempezó lentamente a “empantanarse” enlos largos y reservados vericuetos de laburocracia internacional (y de los “exper-tos” en diferentes áreas de la integración).

Con todo el respeto por las excepciones aesa dramática “regla de oro” de la diploma-cia regional, es necesario decir que con estono alcanza. Que es necesario pasar más deci-sivamente de lo formal a lo real y que la CLAN

(y el PARLATINO que la ha engendrado) pue-den, en lo inmediato, constituir un excelenteforo regional frente a la “Iniciativa de las Américas”, fuertemente impulsada por las

administraciones estadounidenses (tanto re-publicanas como demócratas).Sin embargo, la idea está lanzada, el or-

ganismo “madre” subregional está for-malmente creado y esto solo ha desperta-do ya vastas esperanzas y apoyos al inte-rior de nuestras respectivos comunidades(aún cuando el proyecto CLAN tiene al mo-mento una muy escasa difusión popular).14

Lo demás, como siempre, dependerá fun-damentalmente de nuestra inteligencia y denuestra voluntad de vencer y subsistir comopueblos libres.

En esta dirección transita este aportenuestro, para una filosofía política de la inte-gración latinoamericana. Sumariamente setrata de un conjunto de ideas básicas quepara finalizar podríamos sintetizar así:

1) La categoría de “universalidad situada” que–a diferencia de la universalidad abs-tracta (o “global” –concibe lo ecuménico

como “resultado” y no como punto departida; a la vez que “contiene” –sinsubsumir– las partes en el “todo”, he-cho este ahora de la tensión y plurali-dad de las voces y no de la dictadura(“globalitaria”) de un “Uno”. 15

14  Justo es destacar aquí el firme impulso que muchos gremios latinoamericanos (nucleados en la Confederación

Latinoamericana de Trabajadores, CLAT ) vienen dando al proyecto de creación de una Comunidad Latinoame-

ricana de Naciones (CLAN ), desde sus comienzos.

15 Esta categoría de “universal situado” que hemos venido planteando en filosofía desde el año 1971 es la que, por

razones de espacio, menos hemos podido desarrollar aquí. Pero dado que se nos ocurre básica para juzgar el

resto de nuestras propuestas conceptuales, remitimos al lector interesado a otras obras nuestras en las que

hemos desarrollado el concepto: Casalla, Mario Tecnología y Pobreza, Buenos Aires, Fraterna, 1988 (ver especial-

mente cap. II, puntos a y b) y  América Latina en perspectiva (especialmente cap. 8, punto 4).

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2) La categoría de “soberanía ampliada”  que–superando el egoísmo moderno del“yo”– plantea la cuestión del “nosotros”y por lo tanto nos permite pensar la li-

bertad como liberación y la realizaciónpersonal en consonancia (y no en con-tradicción) con lo comunitario.

3) La noción de “integración autonomizante”,

concepto operativo que realiza en unapráctica determinada (la integración en-tre naciones, por caso) aquel ideal de unauniversalidad situada .

4) La noción reguladora (y “teleológica”,por cierto) de comunidad latinoamericana 

de naciones (y no de “mercado”, “trata-

Mario Casalla

do” o “pacto”, todos ellos de naturale-za marcadamente económica y porende estrechos), que oriente el conjuntode los esfuerzos parciales hacia ese ám-

bito en común   (un “bien común”, porcierto) en el que estos terminan de reali-zar su soberanía (nacional), al mismotiempo que participan de nivelescrecientemente mayores (ecumenismo).

 Aceptando aquel desafío intelectual deScalabrini Ortiz que más arriba recordába-mos (“Estas no son horas de perfeccionar cosmogonías 

ajenas, sino de crear las propias ”), es que nos per-mitimos ahora acercar esta ideas al campode debate del pensamiento nacional que, sur-gido de lo popular, recorremos juntos.

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Cambio de contexto

internacional e importanciadel megaespacio

iberoamericano

Horacio Cagni 

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HORACIO CAGNI:

Politólogo e historiador, especializado en relaciones internacionales en Barcelona.

Ha publicado libros y artículos de su especialidad en el país y en el extranjero.

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 Apartir del fin del bipolarismo, la caída del Muro de Berlín y la disgregación dela URSS, asistimos a un cambio profundo del contexto internacional, que pre-senta un panorama mundial fluido e inestable, en el que, el vigente proceso

de globalización, hace aparecer diluidos a los actores políticos clásicos. Si el Estado-nación fue el principal actor de la política internacional durante toda la época moderna,hoy asistimos a su debilitamiento a manos de los poderes indirectos, unidos a las incrementadasformas de lo que George Soros denomina capitalismo abstracto. Un poder indirecto esaquel que, sin tener que compartir los riesgos del mando, usufructúa todos los beneficiosdel poder político.

La desvalorización del Estado implica preguntarse por las fronteras. Evidentemente, lanoción de territorio ha cambiado, y en el nuevo reordenamiento planetario resultante,asistimos también a un cambio en las formas de organización de la soberanía. Estoconlleva a una total revalorización de los criterios geopolíticos: en un mundo signadopor la escasez, el dominio de los recursos naturales estratégicos, destinados a la produc-ción y a la energía (el gas, el petróleo, los minerales), y ligados directamente a la vida (elagua), constituirá la médula de los conflictos.

Luego del fin del bipolarismo, la hegemonía de los Estados Unidos, la superpotenciasobreviviente, parecía conducir al planeta hacia el unipolarismo. No obstante, el fin delorden consagrado en Yalta puso, como es evidente, a la Unión Europea como protago-nista principal. Otros países, además, ofrecieron resistencia al one world, como China y laIndia, por su entidad y peso geopolítico, o Rusia, por su negativa a integrarse totalmente

al proceso globalizado.  Estados Unidos es la única potencia capaz de mantener presencia militar plena y 

simultánea en dos teatros de conflicto, como en el Golfo Pérsico. Lo cual, obviamente,no es poco... es insuficiente. La soberanía de China, India o la Federación Rusa no esdiscutida. La realidad demuestra que el mundo actual no es unipolar ni multipolar, sinoapolar , y que, a pesar de existir un primus inter   pares, no hay una hegemonía planetaria. Setrata de un mundo apolar que pretende dirigirse hacia un multipolarismo, en el que ladisyuntiva actual se presenta entre la globalización –sinónimo de americanismo– y los

 grandes espacios , o megaespacios de integración.

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Un gran espacio –lo definimos una vez más– es una esfera o bloque supraestatal,organizado a partir de una estructura federal o confederal autocentrada, y con un abso-luto respeto de sus partes componentes. Así, se evitan roces y problemas de tipo étnico,lingüístico y cultural, que el Estado-nación, clásico –centralista, de fronteras cerradas y 

excluyentes de sus vecinos– no pudo resolver. La unidad del megaespacio está confor-mada por la sustancia de sus pueblos, religiones, etnias, lenguas y culturas, lo que implicael respeto de sus herencias nacionales y la voluntad de constituir una unidad políticacapaz de coexistir con otros megaespacios en armonía, aunque con la preferencia de símismo, con la defensa de su identidad de bloque y la de sus componentes.

El ejemplo típico es la Unión Europea, pero podemos indicar, a su vez, la existencia denaciones que son megaespacios en sí mismas, con una gran diversidad interior aunqueautocentradas, como China y los Estados Unidos. La común idiosincrasia, los valores com-partidos y una marcada homogeneidad, como los problemas comunes que deban afron-tar, aseguran que el ámbito latinoamericano podría conformar un megaespacio sin lasdificultades que tuvieron para consolidarlo, por ejemplo, los europeos.

Estrategia panintervencionista

 A partir de los noventa, el Tercer Mundo tuvo alta prioridad en la estrategia de segu-ridad nacional norteamericana. Ya el tema central no era el comunismo, sino que seplantearon nuevas amenazas, como el terrorismo, la proliferación de armas de destruc-ción masiva y los conflictos étnicos, además del narcotráfico. Al amparo de estas nuevaspremisas, los eeuu intervinieron en los Balcanes contra Serbia, y, acorde con la doctrinaBrzesinki, extendieron la OTAN aún más hacia el este. La intención fue la de introducir unacuña en Eurasia, para vigilar el resurgir del nacionalismo ruso creando un colchón entreEuropa y Rusia, y con el objeto de apuntar al mundo islámico, donde se encuentraningentes reservas de petróleo. También ampliaron su intervención en el subcontinenteiberoamericano a partir del Plan Colombia.

Sin embargo se necesitó el atentado del 11 de setiembre del 2001 para que la políticapanintervencionista estadounidense encontrara su total justificación. Las más graves cues-tiones de seguridad para Washington –Irak, Afganistán, Somalia, Corea del Norte, Haití,operaciones de paz de la ONU, etc.– son problemas del Tercer Mundo. La doctrina

Monroe, que aseguraba una posición defensiva de EEUU como tutor de América frentea otros poderes, hace tiempo se había transformado en ofensiva, proceso que se iniciócon la guerra hispanoamericana de 1898 y continuó en las dos guerras mundiales. Perolo que caracteriza a la política exterior norteamericana a principios del siglo XXI es un

 panintervencionismo casi ilimitado. EEUU, a diferencia de la Federación Rusa o China, (queson potencias pero, de momento, “potencias de resistencia”) es la única que tiene lacapacidad de emprender operaciones militares a grandes distancias –debido a sus múl-tiples recursos y superior tecnología– apoyada en una geovisión aerosatelital. Se ha de-nominado neomahanismo1  a este panintervencionismo activo.

Horacio Cagni

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En esta línea, el presidente George Bush (hijo) optó por la vía militar para la resoluciónde los temas estratégicos prioritarios. Es que el tiempo urge: en treinta años EEUU dejaráde ser la primera potencia, lugar que ocupará China, seguida quizá de la India; la UniónEuropea seguramente se ampliará hacia Eurasia, incluyendo a Rusia. La posesión de

recursos naturales escasos se hace imperiosa, de allí la nueva doctrina de seguridad y guerra  preventiva , por la cual Washington puede intervenir donde considere que en el futuro susintereses se vean amenazados, un absurdo dentro del derecho internacional, que señala,sin embargo, una decisión de realpolitik. La invasión de Afganistán primero, y la de Irak después, obedecen a esta nueva concepción, un justificativo para asegurarse petróleo y gas, así como para combatir en el marco del espacio del dinero virtual, ahora que el eurose presenta como alternativa frente al dólar.

En este marco, Iberoamérica tiene una importancia fundamental para los EEUU, por sertradicionalmente el área indiscutida de influencia de esta nación, más aún desde la con-formación de grandes bloques económico-políticos a nivel internacional. El futuro delpoder norteamericano yace en una más estrecha cooperación política y en una mayorintegración económica con los países iberoamericanos. Es decir que, dado su enormepoder, en los hechos esto equivaldría al control directo de la entera región latinoameri-cana. En un área caracterizada por la pobreza, el subdesarrollo, la existencia de ámbitosde castigo y de recompensa a nivel interno, la desigualdad, la pobreza, la inseguridad, la

 violencia y la inestabilidad política, un incidente más o menos grave puede conducir auna vietnamización del problema, como ya lo reconoció Henry Kissinger al advertir queel Plan Colombia, sin la cooperación de otros países latinoamericanos podía fracasar. Ladesaparición del argumento “defensa del mundo libre frente al comunismo” hace que lajustificación del intervencionismo estadounidense sea cada vez más difícil, de allí la nece-sidad de montar coaliciones –como en el caso reciente de la invasión a Irak– amparadasen la doctrina de la seguridad colectiva . Esta doctrina se basa en una visión policíaca de lasrelaciones internacionales, en la discriminación del adversario, convertido, de sujeto interna-cional, a simple gángster o criminal internacional, en la desproporción en el uso de la fuerza  decorrección colectiva, en la inexistencia de neutrales  que contrapesen este mecanismo y en ladilución de la responsabilidad  de aplicación de la fuerza correctiva en el mecanismo colectivode seguridad. Así como la ONU  y el Consejo de Seguridad se dividieron en el tratamiento de la

cuestión del Irak de Saddam Hussein, –reduciendo la intervención a una acción atlantistacon la única cooperación activa del Reino Unido–, y parte de Europa con Francia a lacabeza oponiéndose activamente, también los países latinoamericanos han sido reticen-tes en la presunta colectivización del Plan Colombia para darle un viso de legitimidad ala defensa o apuntalamiento de la democracia en dicho país. De allí la necesidad por

1 Del almirante T. Mahan, mentor del expansionismo naval norteamericano.

Cambio de contexto internacional...

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parte de los resortes de poder norteamericanos, incluida la cia, de provocar diversoscasus belli  en el continente latinoamericano y desestabilizar los gobiernos que se oponen asu hegemonía. Helio Jaguaribe ha señalado muy bien que la principal política para lospaíses iberoamericanos es montar un bloque supraestatal de negociación conjunta y no

provocar la “iraquización” del área.El crustáceo geopolítico sobre Iberoamérica

El área de libre comercio norteamericana, nafta, de hecho polariza a los dos países vecinos de eeuu como satélites; y el dólar es la moneda única de ipso de todo elmegaespacio. A la vez, el NAFTA –y su pretendida ampliación el alca– es un instrumen-to de guerra contra Europa y el Extremo Oriente. Washington, ante la crecientehispanización del sur, prefiere movilizar capitales y poner muros y diques de conten-ción antes que aceptar las migraciones, pero necesita expandir la hegemonía econó-mica y militar al resto del continente.

El accionar estadounidense fue ejemplificado hace unos años por Valladao y Luc Sorelcomo “estrategia del bogavante” (langosta marina). El NAFTA con sus tres países consti-tuye los centros vitales del crustáceo –con EEUU  como corazón–, y la cola “rica encarne”, es América Latina. El artrópodo geopolítico ejerce su influencia gracias a susdos formidables pinzas: las alianzas militares que le permiten enmarcar, de un lado, aEuropa Occidental y proyectarse sobre Eurasia y, del otro, a Japón, China y Asia-Pací-fico. Entre ambas zonas están las áreas de turbulencia del ex imperio soviético y delmundo islámico, hacia donde el animal dirige sus antenas y se reserva la posibilidad deintervenir, directamente o no. Con la doctrina de “guerra preventiva” se demostró enlos hechos la capacidad de injerencia del bogavante, por ahora en la coordenada detensión geopolítica Afganistán-Golfo Pérsico.

La actual política estadounidense conforma una doble tenaza económica y militarsobre Latinoamérica. La primera consiste en la creación del ALCA, que en los hechossupone una ampliación del NAFTA  y lo cual obligaría a los países iberoamericanos aadecuar sus políticas económicas a los dictados de la superpotencia. EEUU necesita impe-riosamente consolidar un megaespacio controlado desde Alaska a Tierra del Fuego,pues entonces, con un mercado de casi 800 millones de habitantes y un PBI regional

–si se incluye a EEUU– es de 11.5 billones de dólares, que sería casi un30 % superior al de la Unión Europea. Ello equivaldría a decir el mayor mercado

unificado del globo, un tercio del PBI mundial y más de un quinto de todo el comerciomundial. A esta integración le seguiría fácilmente la dolarización, que solo prosperó enescasos países al fracasar las políticas neoliberales.

Horacio Cagni

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Militarización, alcance y límites del poder panintervencionista

La militarización de América Latina se comprueba toda vez que prolifera la presenciade bases, tropas y advisors  estadounidenses, muchas veces bajo la forma de misiones

humanitarias o de cooperación. Sin olvidar, obviamente, los innumerables ejerciciosmilitares y aeronavales realizados en conjunto con los países del área. Particularmente enColombia, que es un trampolín para una posible ampliación del plan, como tambiénEcuador. Solo por ahora una ampliación de la injerencia de Washington hacia la Amazoniay el Orinoco ha encontrado una manifiesta oposición desde el Brasil del presidente Lulay la Venezuela del presidente Chávez. En la zona del Caribe se montaron bases enPuerto Rico, Aruba y Curazao, así como en los países centroamericanos. El PPP (PlanPuebla Panamá) involucra a Méjico y Centroamérica. En Argentina se multiplica la pre-sencia estadounidense bajo la forma de bases científicas para el control de la prohibicióny prevención de ensayos y explosiones nucleares en la Patagonia, y del trabajo de exper-tos en enfermedades tropicales y para combatir el dengue, en las proximidades de laTriple Frontera.

Esta última área es un punto álgido, pues allí se encuentra una de las mayores reservasacuíferas y de agua subterránea del planeta; en 2050 está previsto que la demanda del

 vital fluido se acercará al 100 % del suministro total disponible. Por ello, el gobierno de Washington prevé una intervención con el argumento de que

en dicha zona se encuentra uno de los lugares de asentamiento del terrorismo islámico.Nadie suficientemente avisado puede creer que la diferencia entre los intereses de un

gobierno republicano y otro demócrata pueda ser tan significativa. Los intereses de laspotencias y de los poderes indirectos en ellas enancados han sido siempre constantes, y el poder global del bloque o alianza que la metrópoli controle. Cierto es que hay dife-rencias de estilo. Según Dana Priest, los militares estadounidenses han llenado el vacíodejado por una Casa Blanca indecisa, un departamento de estado atrofiado y un con-greso distraído. Los norteamericanos encaran el nuevo siglo con la doctrina de guerrapreventiva, a cara descubierta, y es por eso que Wolfowitz puede referirse tan orondo ala invasión de Irak: “esta es una guerra por el petróleo, ¿qué otra cosa creían que puedeser?” Buena parte de los conservadores y republicanos más conspicuos son militares.

La Escuela de las Américas, ubicada antes en Panamá y ahora en Georgia, coexistió

con la manipulación institucional y económica; George Bush (padre) y Bill Clinton apos-taron al dominio global a través de instituciones internacionales como el FMI y el ALCA,que imponían reglas de globalización favorables al imperialismo económico. Pero Bush(hijo) prefiere directamente el intervensionismo militar, pues, como se apuntó, sus ase-sores le indican que el tiempo geoestratégico corre muy de prisa. Oriente Medio y elGolfo es la principal zona de militarización pero ahora le seguiría Iberoamérica: existenun total de 280 bases militares de todo tipo repartidas en el planeta que señalan la misiónimperial que Washington asumió desde el fin del bipolarismo.

Sin embargo, la misma extensión y complejidad del aparato militar e industrial que

Cambio de contexto internacional...

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sustenta este accionar muestra sus falencias. Las guerras se hacen por subcontratos, yaque al suprimirse el servicio militar obligatorio, las fuerzas armadas norteamericanasestán constituidas por profesionales que, si bien son numerosos, bien entrenados y mag-níficamente equipados, cada vez son y serán más insuficientes. La realidad prueba la

importancia creciente de los mercenarios; ellos son hombres y mujeres pobres, quetienen no obstante en el ejército una posibilidad de progreso, son los peor entrenados y constituyen la “carne de cañón” de las guerras más antipáticas de los últimos tiempos. Algunos aliados europeos, como la España de Aznar y la Italia de Berlusconi, están

empezando a sentir en carne propia lo que significa integrar las fuerzas de esa coaliciónen calidad de socios menores, estas siempre empiezan a ser golpeadas en sus partes másdébiles. El sangriento 11 de marzo en Madrid cambió un gobierno y está por provocarla retirada de uno de los miembros de la coalición. Asistimos a la época de la declinaciónde Roma, cuando las tropas imperiales eran extranjeras, carecían de convicción y, segúncuenta Vegenio, terminaron por pedir al emperador Marciano que les equipara de unamanera más ligera y confortable, de modo que, cuando las invasiones masivas supera-ron la avanzada ingeniería militar romana, estuvieron tan expuestos a los golpes que solopensaron en huir.

Robinson y Gallagher, grandes eruditos británicos, en su estudio sobre la mente oficialdel imperialismo victoriano, señalan que a inicios del pasado siglo XX, al Imperio Britá-nico le preocupaba que sus fuerzas estuvieran tan diseminadas y expuestas. La crisisanglo-boer, el Cercano Oriente, el Asia Central, y el Sudeste Asiático constituían paraLondres  fronteras inseguras ,  siempre  nuevas. Defender la India le valió involucrarse enBirmania, Tibet, Afganistán, y Persia; guardar Egipto implicó comprometerse en Sudán.

 A partir de 1918, para seguir defendiendo adecuadamente la India, los ingleses habríantenido que ocupar Moscú, en consideración a la logística, que es –y no las fuerzas en losfrentes de batalla– el punto débil de todo poder imperial. Para entonces, la Unión Jack no pudo, con todas sus flotas, seguir conservando sus posiciones; y terminó por rifarlaso entregarlas a los Estados Unidos a partir de la Segunda Guerra Mundial. Habrá que

 ver si Washington saca lecciones de la historia. De hecho, como decía Carl Schmitt, no sepuede violar la ley de los grandes espacios, ni aún saliendo fuera de la tierra. Salvo, claro está,que consideremos un nuevo tipo de hombre, un extraño a su género, y sin religación alguna.

Todo lo dicho no hace más que señalar la crucial necesidad de consolidar un megaespacio

iberoamericano que permita preservar la capacidad de negociación de la región frente a losdemás espacios en consolidación en este mundo apolar, pero que avanza, y debe avanzar,hacia el multipolarismo. Un gran espacio biocéanico autocentrado, orientado no solo hacia laUnión Europea –que, si bien tiene sus propios intereses nada altruistas, pero permitiríabalancear el enorme poder del norte del continente–, sino también orientado hacia el vastomercado asiático y a la constitución de una geoestrategia común con los grandes países del

 África subsahariana, como Nigeria y Sudáfrica, en un Atlántico Sur de unión y no de separa-ción. Esta es la gran tarea que deparan los albores del siglo XXI.

Horacio Cagni

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El peronismoen la obra de

Leopoldo Marechal

Graciela Maturo

Literatura y política

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

GRACIELA MATURO:

Escritora, estudiosa de las letras, catedrática universitaria, investigadora principal del Consejo

Nacional de Investigaciones. En el ámbito de la investigación se ha dedicado especialmente a

la Teoría Literaria y a la Literatura Hispanoamericana. Su obra publicada abarca la investigaciónde las letras, la crítica, el ensayo y la poesía, y la dirección de volúmenes colectivos. Ha ejercido

la cátedra en la Universidad de Buenos Aires (1969-1997) y la Universidad Católica Argentina

(1988- 2003 )y fue docente en institutos de la Universidad de Cuyo, El Salvador, Instituto

Franciscano, etc. Es evaluadora de Filología, Lingüística y Literatura del CONICET.

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Para los estudiosos de las letras, la relación entre historia y literatura es un temapresente en todo el transcurso de la literatura moderna, y aún extensible aobras anteriores. Hoy no valoramos la Divina Comedia  de Dante Alighieri por

sus alusiones a las luchas de güelfos y gibelinos, pero sabemos que existen, y formanparte de una hermenéutica histórica de la obra. La novela moderna, a partir de Cervantes,acentuó la historización de ambientes, personajes y aconteceres, sin perder su arraigo enesquemas arquetípicos transmitidos por la tradición. Toda novela tiende a lo histórico;más aún desde los autores románticos, que teorizaron y estudiaron los hechos históricospara producir su actualización. El conocimiento del presente y del pasado se revelaba paraellos como algo fundamental en la comprensión del mundo y de la vida, así como paraproyectar un futuro, como lo comprendieron Víctor Hugo, Alejandro Dumas, Pérez Galdósy Pío Baroja. En el final del siglo XIX, bajo el peso del positivismo filosófico, surgió unaliteratura realista de carácter sociológico que no ha prosperado mucho en las letras hispáni-cas, pero hubo sucesivos ciclos inspirados en hechos históricos. Digo esto para subrayar quelas relaciones de la literatura y la historia son y han sido permanentes, especialmente en el sigloXX, que incentivó el compromiso político del escritor.

En América, la relación historia-novela fue velada en los tiempos coloniales aunque nopuede dudarse de su existencia. Bajo la forma de novelas pastoriles, o del presenteembozada en obras pastoriles o relatos épicos se escondieron juicios históricos, denun-cias, apologías. En el siglo XIX, entre nosotros, hubo novelistas como José Mármol queretrataron personajes de su tiempo. En la segunda mitad del siglo XX surgió lo que ha

dado en llamarse la “nueva novela hispanoamericana”, que conllevó a un nuevo tipo denovela histórica. No se trataba ya de contar los acontecimientos en forma más o menos

 verosímil, como lo hubiera hecho la novela decimonónica, sino de presentar simbólica-mente figuras y aconteceres en función de la realidad contemporánea al escritor y allector. Los lectores de nuevas épocas tienen desde luego el derecho de hacer lecturasacordes con su propio tiempo o bien con la génesis de la obra, con lo que se crea unafusión de horizontes para una más plena interpretación.

La historia misma, con sus hechos conmocionantes, ha promovido la creación deciclos novelísticos como el de la Revolución Mexicana, que abarca desde 1910 hasta

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1950, si se tiene en cuenta que escritores como Mariano Azuela, Martín Guzmán y elpropio Juan Rulfo ( Pedro Páramo, 1949) se inspiraron en el tema para analizarlo, cuestio-narlo o extender su valor simbólico. Existe también un ciclo de la Revolución Cubana,que se genera a partir de 1959, y al que pertenecen no solo novelistas comprometidos

sino también disidentes como Reinaldo Arenas o José Cabrera Infante. Ningún escritorpuede sustraerse totalmente a los hechos que sacuden a sus contemporáneos y a élmismo, sea cual fuere su posición o toma de partido. Por mi parte, hice una lecturapolítica de una de las grandes novelas de Alejo Carpentier, El Siglo de las Luces . Nopretendo que todos coincidan en reconocer a Fidel Castro en el líder revolucionario

 Víctor Hughes, que actúa en Francia en el siglo XVIII, pero he fundamentado esto alseñalar una doble referencialidad, que permite al novelista encubrir su crítica a la Revo-lución Cubana. Esteban, personaje de textura autoral, siente gran admiración por VíctorHughes hasta que este se coloca la chaqueta de Robespierre. La idea que trasciende dellibro es que las revoluciones nacen santas, crean luego castas de poder, se corrompen y finalmente deben ser abolidas por nuevas gestas revolucionarias.

Estas consideraciones nos introducen en la relación del peronismo con la literatura.¿Cómo pensar que un suceso social y político tan importante como el peronismo no ibaa trascender literariamente? Solo el prejuicio de algunos críticos, o el pudor de quieneshemos querido evitar que se confunda la lectura del texto con la militancia, han impedi-do desarrollar plenamente esa relación, tempranamente establecida por el poeta y pro-fesor Alfonso Sola González en sus seminarios de los años ‘60, en la Universidad deCuyo, y desplegada años más tarde en obras como El peronismo en la  literatura argentina ,de Rodolfo A. Borello. Existen la novela y el teatro del peronismo, y en menor grado lapoesía, si se tiene en cuenta que el poema épico es poco cultivado, y por su parte, lapoesía de circunstancias suele ser poco valiosa en su realización estética.

En décadas recientes ha sido Eva Perón la figura que ha suscitado la atención de losnovelistas, como lo muestran, entre muchas otras obras, Santa Evita  de Tomás Eloy Martínez, o La pasión según Eva   de Abel Posse, ambas de muy diverso enfoque eintencionalidad. Lo que se ignora o se echa en olvido es que Juan Domingo Perón habíamerecido ya una novelización importante en los años ‘70: me refiero a la novelística delllamado boom  latinoamericano, y con anterioridad a este, a la narrativa y teatro de LeopoldoMarechal.

No es este el momento de demostrar que el boom  fue un operativo político-literariolanzado y publicitado alrededor de 1970, con anterioridad al retorno de Perón. Supues-tamente habría existido una reunión entre Perón o sus delegados con un grupo deescritores, auspiciada por el editor Carlos Barral. El operativo dio como resultado ungrupo de novelas de diversa calidad, publicadas entre los años 1972 y 1975. Por miparte, he dejado a otros esa investigación digna de hacerse, y he preferido el análisis y lainterpretación de las obras. He sostenido en libros y seminarios la presencia del fenóme-no peronista, y de su líder el general Perón en El recurso del método de Alejo Carpentier, El 

otoño del Patriarca  de Gabriel García Márquez, Libro de Manuel  de Julio Cortázar, Yo el 

Graciela Maturo

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supremo de Augusto Roa Bastos y en algunas otras creaciones del ciclo. La figura dePerón es aludida en estas obras de muy diverso modo, por ejemplo a través del dicta-dor nacionalista Gaspar de Francia en la novela de Roa Bastos, que dice de sí mismo“soy un león herbívoro”; o bien en la imagen del  magistrado de Alejo Carpentier,

caballero que muere el 1º de julio –como lo consigna la edición española aparecida enlos últimos meses de 1974, posterior a una edición en francés y acaso sustraída delpúblico– o en la figura del anciano general que se arrastra por los pasillos de la Casa deGobierno con la mirada clarividente de quien sabe que van a matarlo, en la obra deGarcía Márquez. En la novela de Cortázar, que no es de las mejores del ciclo ni de supropia producción, asoma con claridad la idea de una tarea grupal emprendida porescritores a la que el autor llama lúdicamente “la Joda”.1

El peronismo en la obra de Marechal

Leopoldo Marechal fue precursor de esta novelística que posee, además de las posi-bles claves concretas, un sentido político amplio y abierto hacia el futuro. Sus tres nove-las, Adán Buenosayres , 1948; El Banquete de Severo Arcángelo, 1965, y Megafón o la guerra , 1970,son obras doctrinarias ligadas al peronismo histórico. En las dos últimas novelas men-cionadas, así como en su drama Don Juan (que publicamos en 1979 en la editorial Castañeda,con unas palabras que pedí a Juan Oscar Ponferrada), mi personal lectura reconoce lafigura de Juan Domingo Perón, elaborada o aludida de diversos modos. Adán Buenosayres  es, de las tres obras, la de menor incidencia política: elaborada a partir

de 1930, recoge principalmente la autobiografía juvenil del escritor, así como el surgi-miento de sus preocupaciones metafísicas y religiosas. Sin embargo, entre los siete “li-bros” que conforman la obra, el último, titulado “Viaje a la oscura ciudad de Cacodelphia”,adquiere el sentido de una profunda crítica social, agudamente situada en el presente delescritor. Es muy posible que la redacción de este capítulo corresponda a 1947, momen-to en que, según el autor lo ha referido, retomó su viejo bouquin y le dio una nuevaredacción unificadora de diversos materiales. Este “libro”, que responde al modelo del“descenso al infierno” en boga en la Antigüedad y en el Medioevo, tiene una perspectivapolítica, presentada indirectamente a través de un juego simbólico a la manera del “In-fierno” de Dante. El autor se incluye bajo diversas máscaras en los círculos infernales de

una Argentina corrompida, sumida en los siete pecados capitales y en sus vicios conexosde estupidez, trivialidad y vaciamiento espiritual. Resuena en este capítulo, satírico y humorístico, el fuerte espíritu de conversión que prevalece en los otros dedicados porMarechal a su autobiografía espiritual y a discutir la historia nacional.

1 (Los interesados en ampliar estos datos pueden ver la segunda edición ampliada de mi libro Claves   simbólicas de

García Márquez , Buenos Aires, García Cambeiro, 1979, donde dediqué un apartado a Relato de un náufrago , al que

atribuí una textura alegórica relacionada con el boom . Ver también mi otra obra donde he comentado dos de las

novelas del ciclo, Fenomenología, creación y crítica,  Buenos Aires, García Cambeiro, 1989.

El peronismo en la obra de Leopoldo Marechal

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En su segunda novela, El Banquete de Severo Arcángelo, es donde el autor ha entradoplenamente, a mi juicio, en el terreno político. Marechal, el poeta depuesto, como seautodenominaba en estos años de ostracismo que siguieron a la autodenominada “Re-

 volución Libertadora”, necesitaba justificar su propia participación en un movimiento

execrado o incomprendido por una parte de la sociedad nacional, y especialmente porsus pares, los intelectuales. Al mismo tiempo se propuso desplegar las motivacioneshistóricas y la sustancia doctrinaria del movimiento, restaurando la conexión originariaentre peronismo y cristianismo. En tercer lugar anotaría como propósito la construc-ción política de un nuevo momento histórico, hacia el cual llamaba a sus conciudadanos.

Su tercera novela,  Megafón o la guerra , que apareció un mes después de su muerte,completa en forma exultante la narración del operativo iniciado por Severo Arcángelo,a través de un nuevo héroe, Megafón, que apunta al mismo personaje histórico delgeneral Perón, siempre en nuestra lectura. Con humor y desenfado poco comunes elautor va diseñando nuevas aventuras de recuperación nacional en las que participa unpequeño grupo de iniciados liderados por Megafón, cuya muerte ritual por el despe-dazamiento de sus miembros (como Dionisos) crea una figura de redención abiertahacia el futuro. Tanto Severo Arcángelo como Megafón, y también Don Juan en eldrama de ese nombre, se presentan como figuraciones literarias del conductor, sin quepueda verse en ellas una traslación simple ni una única faceta tipificadora. Como essabido, el novelista construye libremente sus personajes tejiendo en ellos la raíz histórica,la significación simbólica y otros datos, a menudo autobiográficos o de otros referentes,lo cual no desdibuja su vinculación intencional con una determinada figura históricacuando así se lo propone.

El Banquete de Severo Arcángelo , un camino de formación espiritual y política

La necesidad de centrarme en alguno de los textos, para evitar pasar superficialmentesobre todos ellos, me lleva a elegir en esta oportunidad El Banquete de Severo Arcángelo.

Invito a leer y releer esta obra atentamente, a leerla según la fenomenología, sin prejui-cios, y a leerla hermenéuticamente, según la historia. Debemos dejar que el texto mismonos entregue su riqueza simbólica, y al mismo tiempo las claves de su develación, ya quese trata de un texto cifrado que reclama una tarea de parte del lector.

Haré un cierto esbozo del esquema novelístico, que espero sirva de introducción a lalectura de esta obra fascinante, injustamente subestimada por algunos de sus críticos.

 Ante todo, asistimos a la división inicial de Marechal-editor y Marechal-personaje, esta vez encarnado en la figura de Lisandro Farías. Leopoldo Marechal, con su propio nom-bre, será –según un antiguo recurso ficcional llamado relato enmarcado– el editor delrelato recibido en sus encuentros con Lisandro Farías, que agoniza en un hospital delpueblo de Dolores. De los treinta y tres capítulos del libro, ordenados según el número

Graciela Maturo

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de los años de Jesús, los dos primeros y el último sirven a este marco, y en ellos el autorhabla configurado como personaje del libro.

La novela comienza con una fecha puntual, que debemos retener para una correctahermenéutica: “Hoy es el 14 de abril de 1963”.2 Hay en el autor un afán de situar su

mensaje en tiempo y en espacio. Es el tiempo de la caída de Frondizi, y empiezan amoverse las estructuras políticas como siempre que se produce una vacancia en el poder.Lisandro Farías mismo, a quien podemos considerar una hipóstasis del escritor, nos

orienta hacia tal identificación al transmitirnos vivencias, expresiones e ideas propias,reconocibles por todo aquel lector de las obras anteriores de Marechal, lo cual otorga allibro un carácter marcadamente autobiográfico, aunque indirecto, y un hondo sentidode exposición doctrinaria.

No me detendré aquí en la consideración puntual de los episodios novelescos. Simpli-ficando el relato, diré que Lisandro Farías, venido de la llanura (ámbito dilecto de Marechal,que frecuentaba en su adolescencia los pagos de Maipú), cuenta en su relato el momentoen que fue “llamado” a la participación política. Da a conocer a los lectores su situación,en un barrio de Buenos Aires, a la muerte de su esposa Cora Ferri, de cuya muerte seacusa en parte, así como declara haber llevado con ella una vida rutinaria en defensa deuna falsa seguridad; al mismo tiempo, ha sido exonerado de su empleo en un diario, aconsecuencia de su rebeldía, y se halla al borde del suicidio cuando recibe la visita de unacómica y extraña mensajera que le anuncia que ha sido elegido para visitar la Casa Gran-de. Esa invitación comportará el abandono de la “vida ordinaria” y su conexión con ungran operativo teológico-político, puesto en marcha por el Fundidor de Avellaneda, denombre Severo Arcángelo.

Es este un personaje de estructuración compleja. Se lo define por su oficio como elFundidor  o el Metalúrgico de Avellaneda , y también se lo llama “Vulcano en pantuflas” o “elPelasgo sobreviviente”, en alusión explícita a su raíz itálica y a la leyenda de los Cíclopes,que tienen un ojo en la frente; el Fundidor “trae en la sangre a los endemoniados cabirosde Grecia” (p. 48) y se relaciona con el antiguo valle de la Arcadia  (p. 59). Esto configurasu perfil mitológico, o sea esencial, ligado al Cielo y los Infiernos, de allí su apellido, quesignifica Arcángel, y su nombre Severo, es decir, sombrío. Es también un maestroalquímico, como lo han sido los metalúrgicos, que recuerda la necesidad de transmutar el 

carbón en diamante  (p. 45). Permanentemente se hace alusión a su trato con los metales , que

tanto puede ser un rasgo del fundidor como del militar. Anoto también, que el padre deMarechal fue operario de los talleres Vasena, y que siempre aparece en su poesía comohombre de la metalurgia, contrapuesto al hijo poeta. Ya he dicho que la génesis de unpersonaje reconoce distintas fuentes, pero que igualmente la intencionalidad política sehace evidente.

Severo Arcángelo tiene rasgos filosóficos y expresivos del propio Marechal, y conocesu obra. Severo también es un actor (p. 146) y un director de escena , lo cual alude a sus

2  Véase Graciela Maturo: “El tema del mal en el Don Juan  de Marechal”, revista  Megafón, Nº 14.

El peronismo en la obra de Leopoldo Marechal

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distintas facetas y a su condición de estratega. Hay en la novela una mención directa aPerón en su condición de desterrado y creador de la noción política de Tercer Mundo,retomada por De Gaulle y Mao (p. 133).

No esperemos sin embargo un retrato del líder de acuerdo con su realidad física. He

aquí el retrato de Severo Arcángelo, a cuya presencia es conducido el protagonista LisandroFarías: “Era un hombre de cincuenta y ocho años, estatura mediana y complexión fuer-te, no obstante las aristas ascéticas de su rostro y los puntazos con que su armazón dehuesos duros asomaba debajo de la ropa suelta, elegante y en visible descuido: tenía lapiel morena, como tostada en fogones externos e internos, y ojos azules cuya mirada seretraía en sus cuencas o se lanzaba de pronto al asalto, como las uñas contráctiles de untigre” (p. 46).

Se podría tildar de excesiva mi lectura, pues no todos los rasgos del personaje coinci-den con los atributos físicos de Perón, que cuando Marechal lo conoció era un hombrede alta estatura, ojos oscuros y algo más joven sin duda que Severo. Pero esto perteneceal encubrimiento histórico que hace el interés de la novela, pues en ningún momentoMarechal habla del peronismo en forma directa. Lo que remite a Juan Domingo Perónen este retrato es esa caracterización de tigre  y esa pintura del soldado, tostado en los fogones 

de la zona cordillerana que recorrió incansablemente, y en los fuegos internos  propios de sucondición ascética y meditativa. Pero además de la configuración esencial, que hemos

 visto señalada con aproximaciones mitológicas, es principalmente el suceso narrado enla novela lo que apunta decididamente al conductor; es decir, el haber puesto en marchauna empresa que aquí es llamada “preparativo del Banquete”, y que tiene mucho dejuego simbólico, teatral, barroco, cómico y sublime como todo aquello que religa elhacer humano a fines trascendentales.

Para el cumplimiento del plan salvífico de Severo Arcángelo para los suyos, que con-siste en la preparación de un banquete, han sido cuidadosamente elegidos treinta y tresinvitados. El relato, protagonizado y narrado en primera persona por Lisandro Farías,cuenta las escaramuzas y aprontes del Banquete en el chalet del Fundidor, al que Lisandrose incorpora. Allí alterna con otros personajes como el profesor Bermúdez, un profe-sor de Humanidades, y el astrofísico Frobenius, ambos tocados por la visión grotescaque prevalece en el libro, y que revelan facetas muy marechalianas, como su afición a lamitología y su inclinación a las ciencias. Lisandro halla también otros mentores, además

de Arcángelo. Uno de ellos, casi fantasmal, es Pablo Inaudi, que se revela como elmaestro tanto de Farías como del Metalúrgico de Avellaneda. Otros guías son el herma-no Jonás y el Salmodiante de la Ventana, que recita un fragmento del Antiguo Testamen-to referido a la construcción del Arca, y se descubre después como el hermano Pedro.

Ellos señalan, como Severo Arcángelo, el rumbo final del operativo en juego, queconsiste en una transmutación alquímica. Los hombres-robots , los hombres dormidos de la

 Vida Ordinaria, habrán de despertar para convertirse en hombres verdaderos e incor-porarse a un accionar colectivo, que es político y religioso. Se halla en juego la salvacióndel alma y la construcción de la Comunidad Organizada, que se expresan a través de

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distintas simbologías: la transmutación del hierro en oro, la preparación del traje del alma 

o túnica para el Banquete final, la construcción de la Ciudad Cúbica donde se volverá a vivir el Edén primordial y la Arcadia.

 Aparecen también en la obra los infaltables opositores al Banquete, defraudados por

no poder liderar el operativo: Gog y Magog, de nombres apocalípticos. Evidentemen-te, estos contenidos teológicos ligados al accionar concreto en la vida mundana solopodían tener el tratamiento simbólico y paródico que les dio Marechal (“vocación porla farsa” p. 36; “reducción o liberación por lo absurdo” p. 37).

Marechal es un autor barroco, proclive a la farsa y al juego escénico. El barroco es unarte religioso; este movimiento vuelve a traer al arte, de modo plenamente consciente, la

 vieja idea del Gran Teatro del Mundo, de origen oriental y desarrollo medieval cristiano.He hablado reiteradamente de la parodia poética, que no es una simple parodia: Marechalejerce un tipo de parodia poética que no deconstruye el mito sino que lo hace vivir bajoapariencias cotidianas y grotescas, tal como ha sido presentado en la novela cervantina.3

 Veamos algunos fragmentos textuales que nos dirán mucho sobre el personaje históri-co en juego. Lisandro Farías anuncia que “Severo Arcángelo había previsto  la conve-niencia de facilitar algunas aperturas al hermetismo del Banquete”. Esto nos da la clavebarroca de la obra, explícita cuando Lisandro Farías le dice a Marechal-personaje: “Yosoy el mensajero y Usted el receptor del mensaje” (p.17). Como señalé en el estudio yacitado, el acto de explicación y apelación de Marechal se repite en sus personajes y en elfondo se transmite al último receptor, el lector.

“Algunas veces –comenzó a decir Farías– he pensado que la concepción del Banquetemonstruoso, tal como se dio en Severo Arcángelo, solo puede cuajar en Buenos Aires”[...] “Solo un alma bruja como la de Severo Arcángelo pudo entresacar hombres y mujeres de tan diversos mundos para unirlos en un collar armónico y sentarlos a la mesade un Banquete que tanto se pareció a un Aquelarre”[...].

 Otra frase, que me parece transparente para declarar la motivación última de la nove-la: “ Pero antes es útil que yo le diga brevemente quién soy y en qué circunstancia me dejéganar por la empresa del Viejo Cíclope” (p. 21).

“Severo Arcángelo, durante su inquisitoria en la Casa Grande, me abrió los ojos hastala rotura en lo que se refiere a la “Vida Ordinaria”, la cual es una hebra de las muchascon que se urdió la complicada estofa del Banquete, junto con la del Robot humano, su

hebra constitutiva”. Y en efecto, el tema del Robot   ligado a la Modernidad (hoy diríamos también a la

“ posmodernidad”  ) da lugar en esta obra a un continuo alegato que se relaciona íntimamen-te con el movimiento puesto en marcha por Severo Arcángelo: la suya es una luchacontra el hombre-Robot, un esfuerzo de salvación de la humanidad en los últimostiempos.

3  Véase “Historia y novela: El Banquete de Severo Arcángelo ” en Graciela Maturo: Fenomenología, cr eación y crítica, Buenos

Aires, Sudamericana, 1965.

El peronismo en la obra de Leopoldo Marechal

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“¿Cuál sería la empresa trascendental a que me invitaba el odioso fundidor? Y en quésentido le respondería? Tras mi última concentración en los aledaños de la muerte, co-menzaba yo a sentir ahora un vigor expansivo que se traducía en una euforia casi malva-da. Sí, aceptaría la invitación de Severo Arcángelo”. Este es el paso de la vida ordinaria

a la vida extraordinaria y la conexión con el plan de la Providencia.El tema del remordimiento es capital para entender la acción del héroe, de los héroes.Lo vive Lisandro, continuamente acechado por la culpa de haber dado muerte a suesposa o de no haber sabido construir con ella una auténtica felicidad. Antes de partici-par en los preparativos del banquete, dice, solo “roía letra muerta”. Severo Arcángelo,tiene una historia personal que guarda un paralelismo con la de Lisandro, ya que tambiénha perdido a su mujer, María Confalonieri, y se acusa de su muerte.

Esta novela puede ser comprendida a través de sus figuras simbólicas, que movilizan lacaptación imaginaria del lector, pero mucho más hondamente se entenderá su conteni-do si la leemos en relación con ciertas obras capitales de la tradición cristiana. Así comola conversión de Severo Arcángelo se relaciona con lecturas de vidas de santos y unretorno a la simplicidad primitiva, es en este proceso de “degradación” y “mortifica-ción” cuando el Fundidor recibe el llamado de Pablo Inaudi y la proposición del Ban-quete (pp.53-54). Toda la obra, por otra parte, es un mensaje de conversión , consideradacomo único punto de partida que permite participar en forma válida del juego trascen-dente léase aventura política  y celeste.

El carácter apelativo de la obra, mediado por el juego literario, se hace evidente. Marechalllama a sus connacionales a un compromiso político con sentido finalista, íntimamenteligado al mensaje cristiano: una “formidable operación de intranautas”(p.76).

Lo argumental es por lo tanto un excursus como el del folletín o la novela de aventu-ras, a ratos gozoso y divertido, a ratos serio y cargado de admoniciones. Se preparan losConcilios del Banquete, reuniones en las cuales se ha de tratar primero el tema delpueblo situado en el Espacio, después el tema del pueblo en el Tiempo.

Se brinda el sentido velado del banquete, que evoca el Simposio platónico, la ÚltimaCena, el Banquete de Trimalción (p.144). Está presente el mito de Hesíodo de las CuatroEdades, que revela en Leopoldo Marechal a un hombre tradicional, reacio a aceptar eldevenir moderno como auténtico “progreso”. Por el contrario, nuestro autor ve ladecadencia progresiva del hombre, llevado desde su Edad de Oro a la de Hierro.

Solo una acción heroica salvará a la humanidad, y esa acción pasará necesariamente porel sacrificio, ya para siempre encarnado en Cristo, el Hombre de Sangre, por cuyoejemplo nos será dado alcanzar nuevamente el estado humano que representa el Hom-bre de Oro, pleno, esencial en su efigie trascendente. La historia misma, trayecto de

 vaciamiento y reducción progresiva, debe ser revertida hacia su finalidad trascendente,simbolizada por Marechal en la Cuesta del Agua, y referida en el país a algún remotolugar de una provincia norteña.

Tres monólogos de Severo Arcángelo nos acercan su pasión doctrinaria (pp.147-149).El hecho de que estos se hallan grabados, en la cinta magnetofónica nos trae una refe-

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rencia concreta al líder ausente y a sus mensajes grabados que los militantes conocíamosy nos transmitíamos con celoso sigilo en ese tiempos en que señores democráticoshabían prohibido hasta la mención del nombre de Perón. El primer monólogo dice así:“¿Volveré a jugar mi alma? ¿La jugaré a estos dados brillantes? Mi vida entre la espada y 

la pared: entre una espada hostil que me acosa de frente y una pared idiota que meagarra de atrás. ¿Y si diese yo el brinco de costado, a la derecha o a la izquierda? Nuncame gustó la oblicua ni el camino más corto entre dos puntos: la mía es una raza cons-tructora de laberintos para héroes astutos que tienen ya su carretel de hilo conductor y para necios que deambulan estrellándose contra los muros y los enigmas. Yo prefierosalir con la hebra de Ariadna y no con el dudoso armatoste de Ícaro. Severo Arcángelome llaman o el Quemador de hombres; deberían saber que yo fui el quemado absolutoy que solo importa el bello monstruo que nacerá de mi ceniza. ¿La estirpe de Caín? Elladescubrió la metalurgia y edificó la ciudad secreta: Caín mató, y el que mate a Caín serácastigado siete veces. ¿Volveré a jugar mi alma? ¿La jugaré a estos naipes de colores?Feliz el que interprete un día este Monólogo del Fundidor.”

Por cierto que escuchamos al poeta, y no al conductor, pero el pensamiento que inter-preta (recordemos el año declarado al comienzo) es el de un Perón desterrado y descar-nado que casi medita sobre una nueva jugada de naipes. Y esa jugada será laberíntica,difícil, demandará de la fuerza y la astucia de Caín más que de la inocencia de Abel.

En el Segundo Monólogo se refiere Severo Arcángelo a sí mismo recordando que loimportante es en definitiva ese monstruo que surge sobre las cenizas del ser contingente.

 Vuelve a definirse como el  Quemado absoluto. El Tercer Monólogo se refiere a las pala-bras, al lenguaje que ha sido vaciado y destruido. Es necesario hallar nuevas palabras,cargarlas de sentido.

Podemos seguir leyendo y descubriendo las claves del texto, que son las referencias a sucarácter de juego de máscaras , de escenificación teatral, y al mismo tiempo las significacio-nes simbólicas o teológicas que van aclarando el sentido del Banquete: como un opera-tivo político. Así vemos las referencias al mesianismo (p. 212), la figura de la construcción del 

 Arca (p. 220), la preparación de los trajes para el Banquete (p. 224). Una larga tradición haacuñado la metáfora del vestido o túnica del alma , fruto de un trabajo interior que permi-te el acceso a la inmortalidad. Marechal se mueve entre símbolos y figuras míticas de

 variado origen, como buen discípulo cristiano de la tradición universal. Su maestro

Guénon dio buen ejemplo de tal apertura, aunque la limitó al hacerse islámico.La mujer, cuya imagen será central en su novela última, aparece también aquí aunque

no de modo dominante. Se halla especialmente presente en la transformación de ThelmaFoussat, que da la materia prima para la creación de Cibeles  (p. 232). Aparece como mito finalista la imagen del Paraíso o Cuesta del Agua, lugar donde se

dividen los ríos (p. 229), que Marechal sitúa en el norte argentino. El operativo políticomesiánico tiene en sus últimas fases grandes opositores que no son ya solamente Gog y Magog, sino su jefe, el Gran Macaco, Satán-Mico de Dios, que pretende sustituir lafunción divina (p. 254). La creación de este demiurgo sustituto es Colofón, el hombre

El peronismo en la obra de Leopoldo Marechal

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final (pp. 247-249), cuyo Paraíso es un Paraíso electrónico. Si se piensa en el año degestación de esta obra, se podrá apreciar su grado de anticipación profética, y la actua-lidad que adquiere hoy al ser releída.

La novela se despliega como un palimpsesto de imágenes simbólicas que incluye su

propia teorización acerca del símbolo y la convicción de que esta operación “intranáutica”de Vuelta al Origen  (pp. 260-261) puede todavía ser continuada en un esfuerzo final haciala redención.

“¿No se intentaría en el Banquete un formidable juego de símbolos? Me respondí queno, ya que un símbolo al fin y al cabo solo era el soporte de una meditación, y las cosasdel Banquete se han dado en una realidad cruda y llena de intolerables absurdos. ¡Cuánerrado estaba yo al formular estas distinciones! Más adelante, en la Cuesta del Agua, mehicieron entender la energía viviente de los símbolos. Porque hay símbolos que ríen y símbolos que lloran... Y símbolos que atraen como cebos de trampa y que se cierran depronto al que los toca” (p. 257), “lo que importa no es el Banquete sino la organización[...] Y aquí estamos –dice Farías– yo, usted y los otros, debatiéndonos entre dos líneas defuerza, una que trata de ganarnos para el Banquete y otra que intenta hundirnos en lanoche de los réprobos” (p. 264).

Entre las estructuras simbólicas que expresan este tránsito, desde luego se halla la del viajero. El infierno es una estación de pasaje (p. 266). Lisandro Farías completará su viajeen el acceso a la Zona Vedada , donde el hermano Pedro lo inserta simbólicamente en unacruz pintada en la pared. Llama a este episodio el Embudo Gracioso de la Síntesis , el accesoa la develación de los enigmas a través del sentido de la cruz  (p. 273). “A un hombre biencrucificado le queda un solo movimiento posible: el de su cabeza en la vertical de laexaltación” (p. 274).

En el cierre del libro, Marechal-editor retoma la palabra luego de haber escuchado elmensaje de Lisandro Farías en su lecho de moribundo. El mismo considera que estemensaje debe ser transmitido, por su propia salvación. El tiempo de escritura de la obraes la década del ‘60, tiempo en que se empieza a esperar en la Argentina el regreso dePerón, que el autor dibujó con audacia en su Don Juan . En Megafón o la guerra , escrita enlos últimos años de la década, ya se advierte otro tono, más operativo y político. Lanovela abarca nuevamente un aspecto doctrinario, una revisión histórica de la Argentinay la exposición de su camino posible a través de una épica de redención y sacrificio.

Graciela Maturo

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Guillermo Mac Loughlin

Del aluvión zoológicoa la derrota

y la recuperación

La cultura y el peronismo

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GUILLERMO MAC LOUGHLIN:

Es artista plástico. Realiza regularmente exposiciones individuales y colectivas y participa

en salones oficiales y privados. Ocasionalmente ejerce el periodismo. También coordina

acciones de cultura en sindicatos y otras instituciones.

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rehabilitación en diversas patologías indi- viduales y sociales.

Donde más visible y profunda es la pre-sencia del arte y la literatura (y sus deriva-dos) es en la vida diaria de millones depersonas que se aglomeran en lo que esuna creación de una de las artes del espa-cio, la arquitectura de las grandes ciudades.Desde el propio escenario que ha creadoel ser humano, incluso los estímulos quenos rodean, el cine, la TV, los productospublicitarios, hasta los productos más in-

significantes como una caja de alfileres,todo trae incorporado en alguna medidaarte y diseño. Comprender todo esto es vital por dos razones básicas: la primera esque el mensaje, ya sea explícito (como enuna publicidad) o implícito (en un cuadroabstracto), llega a todas partes, y condicio-na nuestra vida diaria, nuestras costumbrese induce valores y modos de vivir. Impo-

sible escapar a su influencia. Y la segundaes que la actividad artística y sus derivadosinvolucran a muchísimas personas que des-empeñan tareas directamente o indirecta-mente relacionadas con dicha actividad. Esdecir, el arte, la actividad cultural en gene-ral, es económicamente significativa, ya quecrea productos que tienen un valor econó-mico y que pueden exportarse y generar

El arte y la literatura están ya muy lejos de ser un simple adornoo pasatiempo para las clases

ociosas. Junto con la revolución industrialy de la tecnología, surgen los grandes con-glomerados urbanos, y con las nuevas for-mas de comunicación aparece la cultura demasas y las industrias culturales como unfenómeno inédito.

Las expresiones culturales son el productode la identidad de un pueblo, y en la medi-da en que nos reconocemos en ellas y sen-

timos que nos expresan, se convierten enuno de los polos de una dialéctica que for-talece esa identidad o pertenencia que enri-quece la dinámica de su evolución. Esta esuna de las funciones sociales que tradicional-mente se le reconoce a la actividad artística,pero a lo largo del último siglo, su impor-tancia se ha proyectado hacia otros campos.

Las disciplinas artísticas intervienen de for-

ma creciente en las distintas etapas del pro-ceso educativo, a partir del abandono delconcepto enciclopédico y del reconoci-miento del papel decisivo del ejercicio delas artes en la formación de alumnos máscreativos y con capacidad para desarrollarinteligencia emocional y un pensamientopropio. También se ha valorizado su apli-cación como herramienta de prevención y 

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muchos puestos de trabajo. Para percibiresta dimensión económica de la actividadcultural, basta decir que en EEUU las indus-trias culturales constituyen el segundo rubro

en los ingresos por exportaciones.

La cultura y el peronismo

del aluvión zoológico

El surgimiento del peronismo provocauna profunda revolución cultural. El gol-pe del ‘55 desalojó a un gobierno de lacasa rosada, pero además la Argentina no volvió a ser la misma. Sin embargo, eseperonismo que escandalizaba a las concien-cias pacatas de la época, el del “sustrato dela patria sublevada”, el del “aluvión zoo-lógico”, el de las alpargatas no fue revolu-cionario en el concepto de cultura. Lasprioridades de la época eran otras, en uncontexto signado por la urgencia de aten-der la gestión de gobierno, organizar y consolidar el movimiento nacional y po-pular y defender el proyecto naciente deagresiones externas e internas.

Dentro de los objetivos de justicia social,hay que mencionar en un primer plano losesfuerzos del peronismo para extender atodos los beneficios de la educación. Lasartes y la literatura son consideradas en losdiscursos del primer peronismo como unbien para el enriquecimiento espiritual de

los individuos y al que todos tienen dere-cho, aunque complementario de la educa-ción formal. En algún momento se utilizala palabra cultura para designar la capaci-dad de convivir civilizadamente o sea comourbanidad, buena convivencia (en Doctrina 

Peronista , volumen editado por la Subse-cretaría de Informaciones de la Presiden-cia de la Nación, donde se reproducen

conceptos de Perón generados entre 1943y 1953, ordenados temáticamente). Estono se aleja demasiado de la concepción li-beral de lo que es cultura.

 Alguien alguna vez me hizo notar que losferrocarriles nacionalizados por el peronis-mo reciben por nombres los apellidos deSarmiento, Mitre, Urquiza y Roca, junto alos de Belgrano y San Martín. Esto señalaque no se discute la visión de la historiaargentina que ha elaborado la historiografíaliberal. En este sentido, podría decirse queel peronismo trasgresor de las alpargatases mucho más respetuoso de lo que ciertamitología quiere hacer creer, de la concep-ción de la cultura y la educación que predi-caban sus enemigos (sobre todo si se tieneen cuenta los presupuestos sumamentegenerosos que eran otorgados para esosrubros en la época). Sin embargo, ademásde predicar y teorizar sobre el valor de laeducación y la cultura, el gobierno peronistaconvierte en realidad la aspiración de quetodos pudieran acceder a sus beneficios,tan proclamados desde la retórica por laalianza liberal-conservadora que dirigía losdestinos de la Argentina desde 1880.

Con el peronismo de las alpargatas la Ar-gentina se vuelve pionera en la actividadcultural y referente de las nacioneshispanoparlantes con sus revistas, libros,películas y obras musicales. La Argentina,

desde el lejano sur, se transforma casi sinproponérselo, en una alternativa ante elnuevo imperio anglosajón que surge en elhemisferio norte, una de cuyas armas es,precisamente la industria cultural que de-sarrollaban con premura febril y total con-ciencia de su valor como instrumento depenetración y consolidación de su proyec-to de expansión.

Guillermo Mac Loughlin

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Pero el gran acto revolucionario fue po-sibilitar que un reprimido y negado por la Argentina liberal-conservadora, a saber la Argentina mestiza o criolla, el “cabecita

negra”, el componente indígena (que esmás importante y numeroso de lo que sequiere admitir), tuviera en sus manos losinstrumentos para empezar a ser actor dela historia. A través de los canales que abreel peronismo todos estos conciudadanosafirman su presencia en el escenario políti-co para hacer escuchar su propia historia.

Con los instrumentos para desarrollar sumúsica y acompañar su voz, pinceles paramezclar sus propios colores y sobre todo,con los medios para hacer llegar ese teso-ro a sus compatriotas, empezaron así a es-cribir la historia común.

Hasta aquel momento, hablar de culturaen la Argentina era hablar de mundos pa-ralelos con pocos vasos comunicantes. Laclase media y alta de las grandes ciudadesde la pampa húmeda veneraba e imitabasolamente la “cultura universal”, o la asíconsagrada por Francia e Inglaterra. Elfolclore, en sus distintas variantes, era solocosa de negros y borrachos. Es una partede la Argentina bárbara que fingen ignorarporque es diferente a la “civilización” a laque aspiran. Apenas si aceptan el tango,exótico producto de los bajos fondos, y porque París y otras capitales del mundo

lo han santificado con su aprobación.Pocos años después, las expresiones cul-

turales del interior se instalan definitivamen-te en el panorama cultural de Buenos Ai-res y otras capitales de la pampa “gringa”.Ritmos y melodías de la tierra se hacen es-cuchar con dulces texturas de instrumen-tos indígenas sumándose a los que se hantomado del español. En poco tiempo sur-

girían para el gran público los grandesnombres que sustentarían una evoluciónantes impensada para la música y la poesíallamadas “folclóricas”, pero que en reali-

dad prefiero llamar simplemente nuestramúsica y nuestra poesía.

La cultura y el peronismo de los libros

Como lo dice el propio Perón “a vecesconcepciones mediocres se transformanen grandes realizaciones” (Perón, Conduc- 

ción Política  ). Creador de algo nuevo, el pri-mer peronismo ante el imperio de las cir-cunstancias, se entrega al torbellino de laacción (“la acción precede a la concepción”,Perón, op.cit.), y en ella encuentra la pala-bra, el concepto. Y el concepto generanuevas acciones y abre potencialidades paralas que ya se iniciaron.

Durante el exilio se abre el espacio parala reflexión. Desde la distancia Perón lo-gra la hazaña de conducir su movimiento,lleno de complejidades y contradicciones,y el eje peronismo-antiperonismo se man-tiene como causa oculta en cada uno delos avatares de la política argentina. Tam-bién encuentra el espacio para el pensa-miento, el intercambio y la observación delos acontecimientos del mundo: Perón seproyecta como hombre de pensamiento.

En El Modelo Argentino el concepto de cul-

tura ha evolucionado: “Si nuestra sociedaddesea preservar su identidad en la etapauniversalista que se avecina, deberá confor-mar y consolidar una arraigada cultura na-cional. […] este carácter de “propia” de lacultura argentina se ha evidenciado más en lacultura popular que en la cultura académica,tal vez porque un intelectual puede separarsede su destino histórico por un esfuerzo de

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abstracción, pero el resto del pueblo, no pue-de –ni quiere– renunciar a su historia y a los valores y principios que él mismo ha hechogerminar en su transcurso”.

Un nuevo protagonista marcaría la vuel-ta de Perón a la Argentina y al poder. Lajuventud de clase media, universitaria, pro-fesional, empleada de cuello blanco, la mis-ma clase que antes había constituido la fuer-za de choque del antiperonismo, comien-za a mirar con simpatía al movimiento delos descamisados y su ingreso masivo a estelos lleva a crear sus propias agrupaciones.

De pronto, el hecho maldito de la histo-ria política argentina es moda. El peronis-mo entra a las universidades. Artistas y jó- venes profesores asumen desafiantes sunueva identidad y descubren que, ante elorden establecido, ser peronista resultamucho más trasgresor que ser de izquier-da. Y surgen los debates ideológicos: pe-ronismo, socialismo, liberación o depen-dencia, teología de la liberación, lucha ar-mada, reformismo, revolución, son laspalabras que buscan un nuevo sentido enel armado de la realidad argentina. Mu-chos de los recién llegados no han leído aPerón, no han comprendido la profundi-dad de un fenómeno que aún hoy descon-cierta a estudiosos del mundo. En el fon-do han dictaminado que el peronismo esuna etapa en el camino hacia el socialismo.

Que, siendo una gran fuerza popular, notiene pensamiento propio y en consecuen-cia ellos han llegado para llenar ese vacío.El enfrentamiento con los sectores tradi-cionales del peronismo es una puja porespacios de poder internos que no habríade tener solución. Desde una visión am-plia, el desencuentro entre jóvenes intelec-tuales de clase media y el movimiento obre-

ro organizado es un episodio trágico quedebilitaría al movimiento y sellaría la suer-te del peronismo en el poder. Perón nohabía predicado la alianza de clases sola-

mente como una forma de sumar votos:lo que tenían los unos era lo que le faltabaa los otros.

Más allá de sus pecados originales, lo queen conjunto se dio en llamar “La tenden-cia” incorpora nuevas prácticas demilitancia y organización dentro de las cua-les la cultura como herramienta de trabajocumpliría un rol destacado. El trabajo po-lítico y social en los barrios, en las villas, enlas aulas se sirve de la apoyatura de gruposmusicales, obras de teatro, realización demurales, proyecciones de películas condebate, etc. Junto a estas prácticas surgengrupos de artistas profesionales más omenos identificados con las agrupacionesjuveniles.

El peronismo, que en su primera épocahabía contado con muy poco, no muchomás que la adhesión de sectores vincula-dos a la radio y el cine, ahora comienza agenerar artistas que se encuadran abierta-mente en sus filas.

Es cierto que estos nuevos peronistastraen consigo un fuerte bagaje de concep-tos y prácticas habidas de su origen de iz-quierda. Pero el encuentro entre tan distin-tos actores echaría a andar una compleja

alquimia de resultados no previstos.El Partido Comunista desarrollaba des-

de mucho tiempo antes una política queapuntaba a captar y organizar a ese sectorde la sociedad compuesto de artistas e in-telectuales, ya que sabía que el poder derepercusión social que poseen sus voces,sus creaciones y sus opiniones es una he-rramienta valiosa para desarrollar los ob-

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jetivos políticos del partido. La estrategiaincluyó generosos subsidios económicos(compra de obras, financiación de edicio-nes, becas y viajes a países del bloque so-

cialista, etc.), creación de algunas empresasculturales (galerías de arte, teatros, cines, etc.)y copamiento de las entidades que agru-pan a los artistas. A pesar del esfuerzo des-plegado, en el campo conceptual los resul-tados iban a ser magros. Encorsetados enlos férreos dogmas del “realismo socialis-ta” que había generado el estalinismo, loscomunistas argentinos no pueden superarla visión iluminista de la cultura, que en elfondo, es la misma concepción liberal, soloque con retórica revolucionaria. Ellos, queson los artistas y escritores de “la vanguar-dia revolucionaria de la clase trabajadora”,tienen la misión de llevar la “Cultura Uni- versal” (con mayúsculas) a las víctimas dela ignorancia, “concientizar” a las grandesmasas con sus novelas, sus murales, susobras pictóricas, sus canciones. Muchosnotables creadores argentinos, que en al-gún momento de sus vidas fueron atraí-dos a las huestes de la vanguardia ilustra-da, finalmente se ven obligados a romperde mala manera con la burocracia partida-ria para poder desarrollar su obra. Repi-ten, como en un espejo del lejano sur, el ca-mino del exilio seguido por brillantes artistase intelectuales de la Unión Soviética.

En realidad es el clima de la época –enespecial las décadas del ‘60 y del ‘70– elque alienta un optimismo excesivo acercadel poder de las vanguardias artísticas comofactor de cambio, generador de concien-cia y acción revolucionarias. “Una novelapuede llegar a ser el equivalente a veintemil fusiles”. Como dato curioso, vale con-signar que esa ligazón tan íntima y extendi-

da entre arte y política a la que estamos tanacostumbrados en rigor solo tiene lugaren momentos puntuales en América Lati-na, en la Unión Soviética y en Alemania.

Sería injusto, no obstante, ignorar a losmuchos intelectuales y artistas de las filasdel socialismo que intentan con honestidady valentía compartir las luchas del puebloen distintos momentos de la historia. Ensu homenaje haré mención a uno de loscasos más interesantes. La CGT de los ar-gentinos, conducida por el gráficoRaimundo Ongaro, encabezó la resisten-cia contra la dictadura militar de Onganía-Levingston-Lanusse. Un grupo de artistasplásticos se acercó dejando de lado susposiciones ideológicas divergentes y sepuso al servicio de la causa obrera. El gru-po, que se conoció con el nombre de“Espartaco”, integrado principalmentepor Carpani, Sánchez, Mollari, Diz, Bute,Cesano, entre otros, diseña e ilustra afiches,periódicos y publicaciones que reflejan y apoyan las convocatorias de aquella lucha.Ricardo Carpani, con sus dibujos de ex-presividad contundente y directa, es quienlogra una especial identificación con el pue-blo. Sus afiches, destinados a una fugazpresencia en las paredes de la ciudad, ador-nan durante muchos años las casas de losmilitantes políticos, unidades básicas y loca-les de las organizaciones gremiales. Aún hoy 

sus dibujos siguen siendo utilizados en con- vocatorias y publicaciones de los sindicatos.

La idea subyacente en esta historia, quesupone creer en que alguien ilustrado va y trasmite la verdad a otro que es el igno-rante, para educarlo y “concientizarlo” (y de paso encuadrarlo políticamente en lasfilas propias) también está presente en laintención de los militantes de las nuevas

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organizaciones juveniles del peronismo enla década del ‘70. Sin embargo, como sue-le ocurrir, en los hechos se iban a generarsituaciones distintas e inesperadas.

Desde lo conceptual el peronismo seten-tista aporta hitos importantes. En 1973,organizado por la Universidad de RíoCuarto, se realiza en esa ciudad un Encuen-tro Interuniversitario de Actividades Cul-turales. En la apertura de ese encuentrohabla el rector de dicha universidad, el li-cenciado Augusto Klappenbach, quien lue-go de hacer consideraciones sobre el rolde las universidades y de la extensión uni- versitaria, abunda sobre las conflictivas re-laciones entre intelectuales, artistas y pue-blo. Habla de los “complejos del intelec-tual” cuando este trata de entrar en con-tacto con el medio popular y los resumeen dos posiciones igualmente perjudicia-les. La primera es el complejo de superio-ridad: “El intelectual cree tener la justa y saber cómo debe ser la cultura y la socie-dad futura y entonces se dirige hacia elpueblo, con todo su esquema mental rígi-do y perfectamente armado y en la medi-da en que el pueblo no comparte ese es-quema mental declarará que ese puebloestá poco concientizado y volverá a reunirsecon su pequeña elite a ver como concienti-zar al pueblo”. La segunda actitud es deuna falsa inferioridad, es decir tratar de

acercarse al pueblo procurando negar unahistoria de formación intelectual y culturalque, nos guste o no, llevamos encima. “[…]el pueblo tiene mucho olfato y suele recha-zar esta incorporación ficticia de los intelec-tuales que tratan de imitar las actitudes po-pulares sin haberlas encarnado realmente, sintenerlas realmente consustanciadas”.

El equilibrio que propone finalmente con-

siste en que el artista o intelectual ponga elprivilegio que ha tenido de poder estudiar,de dominar determinadas técnicas, al ser- vicio del pueblo. “El pueblo no ha tenido

acceso a esas técnicas y pienso que una mi-sión fundamental de la universidad, del in-telectual cuando se dirige al pueblo, es de- volverle esas técnicas que el pueblo noposee […]. Pero juntamente con este tras-paso de los instrumentos que nosotrosposeemos al pueblo, tenemos que animar-nos a que el pueblo le dé su propio conte-nido a esos instrumentos: saque sus pro-pias fotos, pinte sus propios cuadros y componga sus propias canciones, aunqueno sean de nuestro gusto [...]. No pode-mos reemplazar una cultura dependiente,una cultura de dominación, por una cultu-ra de recambio. Esa cultura de recambiono la vamos a elaborar nosotros, y si [lohiciéramos] sería tan opresiva como la quequeremos reemplazar. Tenemos que ani-marnos a dejar esos instrumentos en ma-nos del pueblo [...] para que sea el pueblomismo el que cargue de contenidos a todoeso, el que elabore la nueva cultura con suspropias manos”.

La universidad nacional y popular de Bue-nos Aires, bajo el rectorado de RodolfoPuigróss participó en dicho encuentrointeruniversitario y anunció un programade centros de cultura y trabajo en los ba-

rrios. Alcanzó a instalar uno en el barrio deMataderos, donde se combinaba la aten-ción de la salud y otros servicios con unaintensa actividad cultural que articulaba elaporte de artistas profesionales con el pro-tagonismo de la gente del barrio. Este cen-tro podría ser considerado el antecedentedirecto del Programa Cultural en Barriosque luego implementaría el escritor y psi-

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coanalista Guillermo “Pacho” O’Donnellen la Capital Federal durante el gobiernode Alfonsín, aún hoy vigente.

La práctica militante en villas y barrios en

los setenta abre el espacio para un inter-cambio que, no exento de asperezas y malos entendidos, es sin embargo fructí-fero. Cuando se montan obras de teatro,ya no son actores que llevan su arte al pue-blo, sino que los grupos empiezan a inte-grarse con gente de las villas. Los muralesya no son creaciones debidas al genio o eloficio de un artista, sino que este cumpleuna función de coordinador general y tras-misor de técnicas, organizando a chicos y grandes para pintar una pared del barrio.El intercambio es mutuo. La gente recibetécnicas, materiales, guía para un ejercicioartístico, estímulo para ser protagonistas y desarrollar sus propios contenidos. Losartistas e intelectuales se encuentran traba-jando mano a mano con los integrantes dela Argentina renegada que traía consigo suspropios valores, su cultura. Y así viven la ex-periencia necesaria para empezar a compren-der el tema central de la cuestión cultural.

Desde la práctica militante confluyen conel pensamiento de quienes como Jauretche,Hernández Arregui, Ascuy, y el propio Perónya habían vinculado la cuestión cultural conel problema de la identidad nacional.

El peronismo de los setenta no tendría el

tiempo necesario para profundizar en unaexperiencia que prometía resultados inte-resantes. Sin embargo, a partir de ese mo-mento la cuestión de la identidad surge in-eludible, casi obsesiva cada vez que se de-bate sobre el tema cultural. Y además sientael precedente de un proceso de protago-nismo barrial y descentralización de la ac-tividad cultural.

La cultura y las contradicciones

del peronismo de la derrota

Mucho tiempo y sangre son necesarios

para desmontar la estructura política, so-cial y cultural que el peronismo constru-yó en sus dos primeros gobiernos. Perono deja de ser una mueca amarga deldestino que haya sido un hombre pro- veniente de sus propias filas al que letocara enarbolar la bandera de rendiciónpara aplicar “sin anestesia” un experi-mento neoliberal.

Falta aún la perspectiva que da el tiempopara profundizar el debate sobre una dé-cada en la que se dan fenómenos comple-jos y contradictorios.

Durante los noventa se verifica un pro-gresivo retiro del Estado de sus funcionescomo principal gestor de la política cultu-ral. En cambio, se produce un avance degrandes corporaciones internacionales y fundaciones que comienzan a tener pre-sencia cada vez más importante en el me-dio cultural. En muchos casos, se introdu-cen en instituciones del Estado –principa-les museos y centros culturales– medianteel otorgamiento de “donaciones” y apor-tes económicos. Aunque el modelo tiendea la privatización de la actividad, en la prác-tica se da con frecuencia un funcionamientomixto ya que muchos sectores del Estado

conservan reflejos de otras épocas.Desde el punto de vista de la infraestruc-

tura se amplían los espacios estatales y pri- vados dedicados a la actividad cultural, sefundan museos, nuevos centros culturales y nuevos organismos (Academia Nacional delTango, Ballet Folclórico Nacional, etc.), seorganizan eventos internacionales (Festival delTeatro, Festival del Cine Independiente, Fes-

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tival de Cine de Mar del Plata, ferias interna-cionales de arte, diseño y moda, etc.).

En la producción artística es notable elresurgimiento del cine argentino gracias a

la acción del Instituto Nacional de Cine-matografía y Audiovisuales (a fines de ladécada del ‘90 se producen casi sesenta pe-lículas por año, muchas de las cuales no sepueden ver por falta de un circuito de dis-tribución). Pero también, a través de prác-ticas de distribución monopólicas, se vuel- ve asfixiante la presencia del cine norteame-ricano en las carteleras cinematográficas queno deja lugar a otras producciones. La te-levisión argentina deja de utilizar “enlata-dos” (programas, series y películas com-pradas en el exterior) y comienza a produ-cir algunos ciclos de teleteatro con una ca-lidad artística y de producción desconoci-das en nuestro medio. El teatro conservasu empuje habitual y es generador de nue- vas agrupaciones independientes y voca-cionales. El tango experimenta una nuevaépoca de fervor internacional que atrae amiles de turistas de todas partes del mun-do. Mientras grandes sectores popularespierden la posibilidad de acceder a la educa-ción y la cultura, los nuevos ricos que hansurgido con el esquema de Cavallo crean consus hábitos de consumo un pequeño merca-do para el arte y el diseño de calidad.

También se produce en este período la

liquidación y/o desnacionalización de unaindustria editorial que había sido impor-tantísima en el mundo hispanoparlante.

La clase media, sobre todo la de Buenos Aires, ha mantenido heroicamente su pro-tagonismo en la actividad cultural. Aun víc-tima de represiones políticas o de cíclicascatástrofes económicas, jamás ha renuncia-do a ese rol. Su historia incluye momentos

brillantes, como son la explosión del tea-tro independiente, la literatura y las artesen la década del sesenta, la connivenciaentre arte y política en los setenta, el arte

como refugio y resistencia durante la dic-tadura, la efervescencia en las calles, ba-rrios y plazas en los noventa.

Pero, ¿qué significado tiene todo esto des-de el punto de vista de la identidad nacional?

El diálogo y la integración de los sesentay setenta se vuelven una retórica vacía paragrandes sectores después de la dictadura y la derrota de Malvinas. El fervor por cons-truir un proyecto nacional con justicia sociales reemplazado por una módica aspiraciónde convivencia a la manera de las democra-cias liberales que resulta finalmente imposi-ble de sostener en un país dependiente.

Es el momento de la dispersión: sectoresde jóvenes de las clases medias urbanasincorporan modas y costumbres. Se agru-pan en “tribus” que se identifican con nom-bres como “Skin Heads”, “Hards”,“Heavies”, “Punks” y adoptan la corres-pondiente subcultura en indumentaria, imá-genes y sonidos. La clase media se desen-tiende de las penurias de los sectores me-nos favorecidos y adopta (como ya lo ha-bía hecho durante las guerras europeas olos conflictos de España o Vietnam) ejesde confrontación como los planteados des-de la perspectiva de los Estados Unidos o

de la izquierda internacional, según las in-clinaciones ideológicas del caso. La con-tradicción “Liberación o Dependencia” esreemplazada por “Democracia o Autori-tarismo”, que nos retrotrae al planteosarmientino de “Civilización o Barbarie”.Los dueños del capital y de las decisionesdejan la Capital para aglutinarse en una ciu-dad del interior de la provincia. El poder

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comienza a mudar su sede. La fuerza delas organizaciones libres del pueblo se di-luye y, salvo excepciones, estas carecen de laposibilidad de ser protagonistas en el acon-

tecer cultural. En lo político surge como ex-presión característica el “progresismo”, unaespecie de peronismo que no osa decir sunombre vaciado de sus contenidos cultura-les. Y para hacer aún más confuso el panora-ma, la ideología liberal encuentra un espaciode poder dentro del peronismo.

De estos sectores medios, empobrecidosy vapuleados, desilusionados por reitera-dos fracasos en sus apuestas políticas, atra-pados en la nostalgia por el país de susantepasados y encandilados con los brillosdel arte y la cultura de París y Nueva York,es de donde surge la mayoría de los artis-tas e intelectuales porteños.

Los sectores populares, castigados porla miseria y la marginación se repliegan so-bre sí mismos y generan sus propias ex-presiones. Algunas (como la cuestionada“cumbia villera”) ventilan desafiantes el re-sentimiento que ha generado la inequidadde la sociedad argentina.

Un nuevo dato lo aportan nuevas migra-ciones que provienen de países vecinos y han traído su bagaje. Y como recién llega-dos que son, sufren la aprensión de los queantes eran los prejuiciados y se aglutinanen cotos cerrados para defenderse mejor.

¿Significa esto el fin de la integración cul-tural que se insinuaba en las décadas delsesenta y setenta? ¿Se ha abandonado labúsqueda de una identidad cultural para lanación? ¿Es que debemos ir a buscarla so-lamente en las regiones del interior del país?

La Buenos Aires cosmopolita, punto deencuentro de diversas culturas, puente ten-dido para influencias que vienen de otros

países y asimismo para proyectar nuestraproducción hacia el mundo, también tieneun papel para cumplir en esta épica.

Muchas semillas sembradas han crecido

en silencio, y la Capital es hoy un inmensolaboratorio lleno de compartimentos es-tancos que coexisten como mundos para-lelos. Existen centenares de pequeños em-prendimientos que a la manera de los se-tenta unen en una actividad a los habitan-tes de villas y barrios con artistas, algunosincluso con intención de emprendimientoproductivo.

Cada una de estas historias ha evolucio-nado por su cuenta y probablemente enellas, más que en el producto de los artis-tas profesionales, esté la autenticidad quese necesita. Sobre todo en aquellas queimplican un trabajo grupal (teatro, murga,música, pintura mural, etc.).

En muchas de estas búsquedas se estáconstruyendo la identidad cultural nacio-nal, de forma inorgánica, sin concienciaquizás del proceso colectivo que protago-nizan. No se preguntan cuál es la identidadnacional, sino que simplemente la ejercende la única manera en que es posible ha-cerlo. Siendo profundamente honestosconsigo mismos, libres de los condiciona-mientos que suelen imponer los mercadosy las modas a través del aparato de losmedios de comunicación masiva. Es de-

cir, con el gesto, la palabra, el color o elgrito de una canción que se origina en unanecesidad profunda del corazón.

Hace falta que la estructura gubernamen-tal comprenda cabalmente la enorme po-tencialidad que tiene la actividad culturalcomo herramienta para construir la cohe-sión social, imprescindible en la construc-ción del proyecto nacional. Sobre todo

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debe generar instrumentos para que el sec-tor de los intelectuales y los artistas se sumea esa tarea común, comprendiendo y res-petando su particular forma de ser.

La necesidad de pertenecer, de sentirseparte de una comunidad, de compartirobjetivos que trascienden lo meramentepersonal es constitutiva del ser humano. Sino existe el sentimiento de un proyectocomún se producirán procesos de desin-tegración como el que hemos ya vividolos argentinos. Los artistas e intelectualesno difieren mucho de otras personas. Ne-cesitan concretar ese imperativo que los lle- va a hacer su obra. También necesitan sen-tir que su arte llega a la comunidad, quelogra conmover, provocar una experien-cia inédita, ensanchar los límites de la emo-ción humana, y contribuir a que los indivi-duos sean un poco mejores. Necesitan nosolo expresar su subjetividad, sino tambiénla comunicación con sus semejantes.

La imagen del artista excéntrico, aisladoo incluso enfrentado con la sociedad es unamistificación no del todo inocente de losbest-sellers románticos y el cine deHollywood. Históricamente, esas situacio-nes han ocurrido, pero son la excepción,no la regla. El mayor anhelo de un artistaes producir una obra ante la cual la comu-nidad se identifique y se reconozca. Endefinitiva, necesita vislumbrar una dirección

que sea válida para el conjunto al que per-tenece, para poder canalizar sus energías eintegrarse a la marcha del pueblo.

¡Lo que necesita es ser parte de un pro-yecto nacional!

Si bien el proyecto nacional lo debere-

mos discutir entre todos los sectores, comopedía Perón, son los políticos y los refe-rentes sociales los que deben convocar y conducir ese debate. Y lo más importante,

quienes deben generar ya las acciones queden cuerpo y sangre a ese debate nacionalpara que no quede en mera divagaciónacadémica. En el tema cultural es urgenterestablecer el encuentro entre los diversosprotagonistas. Los de la pampa húmeda,los del interior, los académicos, los artistaspopulares, los que pintan, los que escriben,el público, los críticos, etc. Crear desde elEstado los espacios institucionales para queese encuentro ocurra, pero también desdelas organizaciones intermedias: sindicatos,centros barriales, partidos políticos, fun-daciones, universidades, etc. Y que el in-tercambio sirva también para fortalecer lasorganizaciones populares, para recuperarel movimiento nacional y popular. Es des-de la acción en conjunto que aprendere-mos nuevamente la mejor manera de de-fendernos del imperialismo cultural queapabulla desde los medios masivos de co-municación, la de salir de la pantalla de TVy mirar hacia el ser humano que está a nues-tro lado.

Hemos sufrido muchos retrocesos, perotambién se ha abierto una nueva oportuni-dad histórica. Recibimos una herencia va-liosa: el legado de Perón y la experiencia

de generaciones de militantes que enrique-cieron con su gesta y su pensamiento almovimiento nacional y popular.

Solo nos resta recordar la parábola quenos cuenta la Biblia sobre qué hacer conlos talentos que hemos recibido.

Guillermo Mac Loughlin

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El odio necesarioy el amor imposible

Tato Contissa

Peronismo y medios de comunicación

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

TATO CONTISSA:

Periodista, escritor, analista de medios, investigador, docente universitario en Teorías de la

Comunicación, Tecnologías de la Información y la Comunicación y Problemática del

Periodismo en las universidades de Lomas de Zamora y Morón. Actualmente sedesempeña como subdirector de Radio Nacional.

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Cuando me permitieron asomar a estas páginas me dije que las salvedades

iban a aparecer por escrito, una vez que la publicación estuviese asegurada.

No fuera cosa que alguna observación mía preliminar me sacara de esta

hermosa cancha del pensamiento en la que tan pocas veces nos han dejado jugar.

Hago esas salvedades. El tema que presumieron podía abordar es el de los medios y el

peronismo.

Tengo dos determinaciones personales que juegan aquí tanto como problema cuanto

como posibilidad. Todo ser humano tiene este tipo de determinaciones, pero los perio-

distas suelen ser renuentes a reconocerlas por razones que, siquiera de soslayo, se expli-

can en este texto.

En primer lugar, soy cosmovisionalmente peronista. Es decir, estoy condicionado por

una perspectiva cultural e ideológica que resulta en este trabajo uno de los dos polos de

la dialéctica en cuestión: el peronismo.

En segundo lugar, no menos determinante, pertenezco a una corriente crítica de los

medios de comunicación y la sociedad y del rol del periodismo en ese quiasmo, 1  que

llamo en diversos lugares periodismo crítico.

 Aclaro que, con existir, el pensamiento crítico sobre el periodismo y el rol de los

medios de comunicación en la sociedad contemporánea no ha dado, ni en la Argentina

ni en el mundo, una revisión sobre la naturaleza de la relación de los sistemas mediáticos

con procesos históricos que impliquen revulsión política y social. En el país, precisamente,

nadie se ha ocupado de la relación entre el sistema mediático argentino y el peronismo,

considerado este un fenómeno político y social único en la última mitad del siglo veinte. Al mundo, totalidad conceptual o si se quiere metonimia que designa solo a Occidente,

puede perdonársele esta carencia si se tiene en cuenta que los intelectuales europeos se en-

cuentran encarcelados en las categorías filosóficas y políticas acuñadas a la luz de sus propios

1 Merleau Ponty ha denominado quiasmo   al entrelazado que la unidad mantiene con la totalidad y viceversa. Elquiasmo implica, tomado y trasladado el concepto, una relación que podíamos encadenar como individuo-medios / medios-sociedad mediática. Tomo aquí esa idea relacional de quiasmo entre periodismo comoacción y sistema mediático como estructura.

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procesos históricos. Estas lentes se han mostrado siempre incapaces para observar fenóme-

nos políticos en América Latina y el Tercer Mundo, ya sea por miopía ante los movimientos

de liberación nacionales como por hipermetropía a la hora de considerar la identidad de los

desarrollos políticos y sociales del hemisferio sur. Con los argentinos, y con la mayoría de los

intelectuales de la Argentina, la posibilidad de la excusa se hace más difícil.Haré algunos apuntes como intento de justificación o de corrección de esas dos deter-

minaciones personales al solo efecto de fundamentar mejor mis dichos.

Mirar al peronismo en relación con los medios de comunicación es, en primer lugar,

observar un caso de la dialéctica natural entre los sistemas sociales y los procesos histó-

ricos. Una dialéctica que si no se desarrolla de manera reversible  nos puede hacer caer en el

error de tomar las categorías del sistema como las categorías del análisis.

Digo esto porque para poder decir alguna cosa respecto de la friccionada historia del

peronismo y los medios de comunicación de masas en la Argentina habrá que tener

siempre presente al proceso histórico que modela el carácter, la cultura y la pertenencia

social de las representaciones simbólicas básicas de esos medios de comunicación.

La reversibilidad requerida, por otra parte, implica también considerar las categorías

surgidas como consecuencia del desarrollo de ese proceso histórico llamado peronis-

mo, que no es otra cosa que una cultura, es decir, a su vez, otro sistema.

En segundo lugar, algunas observaciones preliminares respecto de ese sistema mediático

resultan imprescindibles para la comprensión de la relación que indagamos. Decir, por

ejemplo, que el sistema mediático no es homogéneo y que en él pueden observarse

localizaciones y alturas, es decir áreas topográficas diferentes, permitirá entender por

qué el peronismo tiene tal diversidad de participación en ese sistema y por qué no puede

decirse que triunfe o fracase en términos generales.

También conviene recordar y apuntar que el sistema mediático es una organización nuclear,

con centro y periferia, cuyo campo invade y es invadido por otros campos de producción

cultural. En esas acciones se generan tanto las tendencias de estabilización y conservadurismo

como las del cambio y transformación, y hasta el propio proceso revolucionario.

Sabemos que existe prensa oficial, prensa establecida y prensa underground . Agrego aquí

la prensa subterránea , diferente de la última, que se ha convertido en su etapa final en una

opción de mercado antes que en que en un canal de insurgencia y que, a diferencia de la

“subte”, no sufre persecución ni censura de acción directa.2  Una prensa opositora, de resis-

tencia o revolucionaria siempre comienza como externa al sistema para luego ingresar a él, esdecir que responde a las necesidades comunicacionales de los procesos históricos.

 A la hora de decir alguna cosa significativa respecto de la relación entre el sistema

2 Recuerdo en otra parte que el sistema reproduce sus antagonismos. No es de extrañar que, prontamente, lo queirrumpe con sus cargas críticas termina convirtiéndose en una opción más en el ancho display  de elecciones propuesto por el propio sistema. La “industria del antagonismo” se ejemplifica tanto en el hippismo   y elbeatnikismo   resumido en el  flower power  y la producción masiva de sandalias como en el extenso merchandising   conla imagen del Che Guevara ocurrida en la promiscuidad simbólica de los ‘90.

Tato Contissa

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mediático y el peronismo como proceso histórico y sistema cultural, se hace imprescin-

dible hacer una mención adicional. Se trata de recordar que dentro de ese sistema, una

diferenciación funcional llamada periodismo actúa como reconstructor de los fenóme-

nos de opinión pública y del resto de los subsistemas de representaciones que tienen

como fanal, fuente y escenario a los medios de comunicación de masas. Verdad de Perogrullo esta última, que es religiosamente reemplazada en el discurso y la

conciencia del periodismo por la idea absurda de que el periodismo es un transmisor de

realidades puras sobre las que se practican ciertas técnicas de producción.

No es menor en este análisis la imprescindible referencia a los diversos formatos

mediáticos y su intervención en la masividad del sistema. Así, medios electrónicos y 

gráficos se constituyen como instrumentos o escenarios diferentes en las distintas etapas

de los procesos históricos. Hay una vinculación inicial del peronismo en el poder respec-

to de la radio, una etapa de afirmación cultural manifiesta en medios gráficos que con-

solidó lo que hoy se llama la iconografía peronista; hay una etapa “subte” de resistencia

en la que tanto los mensajes grabados de Perón cuanto los libelos de circulación restrin-

gida y oculta funcionaron, más que por su contenido, por la significación política en el

clima de persecución existente desde el ‘55 hasta los albores de los ‘70.

Con el mismo afán, esa mirada sobre la relación entre el peronismo y los medios de

comunicación demanda una descripción histórica, acción que implica la determinación

de etapas, que pueden establecerse de manera diferente según criterios diversos. Aquí, a

los efectos de la determinación de las mismas, tomamos las que resultan más notorias en

el quiasmo, es decir las que aparecen como manifestaciones necesarias del proceso histó-

rico del peronismo y las que generan acciones reactivas, de cualquier naturaleza, en el

sistema mediático.

Hechas estas apreciaciones preliminares, el “algo” de lo que puede decirse sobre la

relación peronismo/medios de comunicación  es lo que sigue.

Qué es qué, quién es quién

Toda vez que recuerdo que el sistema mediático en cualquier país de Occidente es una

estructura simbólica de la democracia burguesa, los ojos de un sinnúmero de colegas

pierden ese brillo de progresismo que suele iluminar las más de sus observaciones acer-

ca de la realidad.Por cierto que esto está relacionado directamente con aquello en lo que se ha conver-

tido buena parte del periodismo, asunto en el que reparo extensamente en otra parte3  y 

que nos distrae aquí salvo en un solo aspecto: pareciera evidente que el capitalismo y su

sistema de generación simbólica está decidido a albergar en sus versiones descafeinadas

a todo el espectro ideológico de la humanidad. Dicho de otro modo: igual que con el

3 Salven a Clark Kent: exhortaciones ante la muerte del periodismo . De próxima aparición en ediciones Corregidor.

El odio necesario y el amor imposible

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colesterol, es posible imaginar la existencia de un nacional-socialismo bueno y uno malo,

de un capitalismo bueno y uno malo, de un socialismo bueno y uno malo. Los buenos

son los sistémicos, los malos, aquellos que alojan fuera del sistema.

Si en algo el peronismo conserva su estigma revulsivo es justamente en el hecho de

que, a diferencia de lo mencionado, no registra en el sistema mediático y en la concep-ción del periodismo hegemónico una versión buena, aceptable, sistémica. En ese senti-

do, sigue siendo, como lo caracterizara John William Cooke, “el hecho maldito de la

argentina burguesa”. Siendo así, no habría que explicar cosa alguna para coincidir en el

hecho de que el peronismo y los medios naturalmente antagonizan.

Pero el sistema tiende a eximirse de explicaciones que lo conviertan en un polo, una

opción, una posibilidad o uno de los extremos de una dialéctica. Su tendencia a la

homeostasis lo lleva a producir significaciones que consoliden hegemónicamente sus

 visiones parciales y su cosmovisión. Así, los conceptos de “economía” siempre se re-

suelven dentro del universo conceptual de la economía capitalista; su concepto de “cien-

cia” lo mismo, como cualquier otro discurso propio que se establece como discurso

dominante primero y excluyente después. El discurso mediático no escapa a esta regla.

De manera que rápidamente la cuestión de la posición divorciada entre el sistema

mediático y el peronismo se explica en términos del ataque y las restricciones que el

peronismo ha realizado, efectivamente, a la libertad de prensa.

Conviene detenerse en esta cuestión puesto que es capaz de explicar por sí una de las

razones por las cuales de lo mediático por naturaleza procede naturalmente a indispo-

nerse contra cualquier manifestación de insurgencia.

Dije bien que el peronismo ha atentado ocasional, y no tan ocasionalmente contra la

libertad de prensa. Ha cercenado esa libertad, ha aplicado censura, ha presionado sobre

los medios, a veces sistemática y a veces furiosamente.

No curiosa sino lógicamente, el peronismo ha realizado con mayor violencia esa polí-

tica en los períodos de su historia en los que más peronista fue: especialmente en los dos

primeros gobiernos de Juan Perón.

Si aceptamos que, al menos por partida de nacimiento, los gobiernos que del decenio

de Carlos Menem son “peronismo”, digamos que, en sentido inverso, fue en esos (los

años del peronismo menos peronista de la historia) cuando más se facilitó la libertad de

prensa y la relación de los grupos económicos y de poder con el sistema mediático.

Desde la privatización de los medios antes en manos del Estado hasta la ruptura de lastrabas legales para la constitución de monopolios multimediáticos, pasando por la

archiconocida “cadena de la felicidad”, fue durante ese período que más se gozó en el

país la libertad de prensa.4

4 “Cadena de la felicidad” es el nombre asignado en la década del noventa a los fondos mensuales dispuestos por el gobierno nacional y operados por la Secretaría de Inteligencia de Estado para un extenso listado de periodistas de diversos medios de comunicación en la Argentina.

Tato Contissa

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 Ahora bien, hay una distinción que el sistema no hace, que la prensa no hace, que los

periodistas no hacen, que los politólogos y comunicólogos no hacen. Una distinción central

que nadie hace. Ni la libertad de prensa, ni la libertad de expresión son los fundamentos de

la libertad ciudadana que los principios democráticos necesitan garantizar. El derecho base  a

garantizar (derecho que le da sentido a la libertad de expresión en general y de entre ellas a lalibertad de prensa) es el derecho a la información . Se trata del derecho esencial del ciudadano, para

su toma de decisiones, para el ejercicio de su libertad, para la garantía del sistema y la trans-

parencia en el ejercicio de los poderes y potestades que confiere.

Cierto es que a la democracia burguesa y a su operador simbólico, el sistema mediático,

les alcanza con garantizar los derechos y las libertades subsidiarias (de expresión y de

prensa), como es cierto que la exigencia social y política de garantizar el derecho a la

información implica para esa democracia y para ese sistema un riesgo extremadamente

grande. Tanto que, si se mide bien, hay infinidad de casos en que la libertad de prensa de

los medios de la democracia burguesa conlleva cercenamientos flagrantes al derecho

ciudadano a la información.

Es a partir de esta distinción que se comprende por qué siendo que todo gobierno, de

urnas o de facto, por más o por menos, cercena, restringe y regula las libertades de

prensa y expresión, el sistema y los operadores simbólicos de la democracia burguesa

de la Argentina se obstinan en plantear esta cuestión como prerrogativa y característica

de los gobiernos peronistas.

La respuesta es sencilla: solo los verdaderos poderes que operan detrás de los cortinados

de esa versión de la democracia tienen el derecho y la potestad de ejercer censura,

regulación y cercenamiento, en última instancia a su propia prensa y a su propia libertad

de expresión. Lo harán a través de las presiones económicas o a través de sus gobiernos,

de urna o facto, que de ambos han tenido.

Si es cierto que el peronismo no ha sido campeón de las libertades de expresión y de

prensa, también es cierto que sus gobiernos no han sido los más emblemáticos en el ejercicio

de la censura, la restricción o el cercenamiento de esas libertades. Podría hasta decirse más

bien que se ha mostrado en las más de las veces bastante torpe para el ejercicio de la regula-

ción, la censura y la restricción de esas libertades, si se lo compara, por ejemplo, con los

períodos del fraude o las dictaduras cívico-militares de la segunda mitad del siglo XX.

De manera que, repito, la razón de la mala prensa del peronismo respecto de la prensa

se explica si somos capaces de reconocer la pertenencia del sistema mediático por ori-gen y por cultura al modelo democrático burgués, por un lado, y al carácter insurgente

y revolucionario del peronismo frente a ese modelo. El resto resulta de la interacción de

ese sistema con el proceso histórico; de la experiencia individual y colectiva del periodis-

mo se torna enfrentamiento, temor y antipatía natural al peronismo. De generación en

generación, de maestros a alumnos, de la escuela a la universidad, de derecha a izquierda,

según las categorías de mapeo político del Occidente europeo, para un periodista no

debe haber nada peor que un peronista.

Pero hay más. No se trata solo de unas concepciones ideológicas enfrentadas desde la

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raíz. También decimos bien cuando planteamos que la cultura productiva mediática, es

decir los criterios de producción que se realizan en el interior de las redacciones, viran en

un espectro de matices que van del no peronismo al antiperonismo.

Más periodistas que peronistas

En efecto, sin que esto nos habilite para desconocer peronistas dentro del periodismo

y periodismo peronista dentro del sistema mediático, permite asegurar que la cultura

hegemónica del periodismo en la Argentina es de raíz antiperonista.

Pero una explicación que se pretendiera así, casi planteada desde uno solo de sus costados,

ofrece poco. También es cierto y claro decir que el peronismo jamás supo qué y cómo hacer

en el sistema mediático, casi como decir que jamás tuvo una seria política de medios.

Esta declaración es altamente comprometedora, puesto que revela mi conocimiento

de de las razones por las cuales el peronismo no ha sabido qué hacer en materia de

medios. Para ser más exacto, si se revisa la historia, el peronismo cuando ha podido no

ha sabido, y cuando ha sabido no ha podido.

En su esplendor, período que se extiende desde 1946 a 1952, la construcción de la

comunicación peronista transitó los mismos caminos que la organización política. Mien-

tras sindicatos y aparato electoral se ramificaban y extendían tanto en el territorio como

en la superficie social, la iconografía, es decir, la simbología del peronismo, acompañaba

ese movimiento sin otra pretensión que la de testimoniar el paso de la revolución. Nun-

ca el peronismo consideró en esa etapa a los medios como escenarios mismos del

proceso revolucionario, un poco porque Perón confiaba excesivamente en la evidencia

de los hechos combinados con la acción de la propaganda y jamás creyó posible o

necesario construir en las corrientes de opinión, y otro poco porque la prensa en los

momentos de mayor poder del peronismo se planteó condescendiente, casi hasta el

límite de lo servil en términos generales. El propio Perón reconocería veinte años des-

pués que, cuando el peronismo tenía toda la prensa en contra ganó elecciones de manera

aplastante, en tanto que en el ‘55, con todo el aparato de difusión a su favor fue echado

inmisericordemente.

Las experiencias posteriores, las del exilio y la proscripción, les fueron más cómodas,

si es que una expresión tan desafortunada logra, con un esfuerzo intelectual, volverse

oportuna. Pero es que sin dudas, ese sayo, el de la persecución, la censura, la proscrip-ción y la condición subterránea, es el que mejor le queda al peronismo, el que mejor se

ajusta a su condición antisistémica.

Sin pretensión de rigurosidad, conviene al propósito de corroborar lo dicho señalar

sucintamente algunas etapas con una mínima caracterización del temperamento que tan-

to el peronismo como el sistema mediático presentan en cada oportunidad:

Tato Contissa

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Etapa ‘46 / ‘52 Línea Cooke - Línea Apold:

La complacencia del sistema mediático.

Entre 1946 y 1952, como ya señaláramos, se da el período de mayor presión del

peronismo sobre la prensa, claro que solo se trata de presión política. Aunque en las

antípodas ideológicas, John W. Cooke y Raúl Alejandro Apold signaron en ese períodola vocación del peronismo de someter la voluntad del sistema mediático. Apold, perio-

dista y jefe de prensa de Argentina Sono Film, que en 1947 asumió la Dirección General

de Difusión y en el mes de marzo de 1949 se convirtió en el subsecretario de Informa-

ciones y Prensa de la Presidencia, fue quien tuvo quizá una idea más clara de que la

intervención en ese sistema demandaba producción, contenidos propios, acciones y 

estrategias de comunicación que, tomadas del apogeo de Joseph Goebbels, bien podían

trasladarse a las necesidades del gobierno. Esas ideas, sin embargo, se redujeron a sim-

ples operaciones sobre los medios, un sistema de vigilancia casi innecesario ante la acti-

tud sumisa de la mayoría de los mismos (una constante en los períodos de gobiernos

“fuertes”) y toda la “carne al asador” de los medios masivos (radio y cine) en los que la

actividad se centró en la pura propaganda.

Cooke tenía mejor definido al enemigo; suponía que en el mediano plazo en el debate

intelectual la situación del peronismo concluiría en una irremediable derrota si se dejaba

que los medios de comunicación de la oligarquía siguieran manejando en forma sibilina

las corrientes de opinión. De allí la toma de La Prensa  y los esfuerzos por trasladar la

discusión sobre la naturaleza del “proceso revolucionario” a otros escenarios más allá

de la propaganda masiva.

Que Apold se haya constituido en la imagen misma del demonio censor es obra de la

necesidad que medios y periodistas tuvieron luego del golpe de 1955 de justificar su

cariz amanuense sostenido desde 1946 hasta la muerte de Eva Perón. Sacar “chapa” de

perseguido siempre ha sido un trámite redituable para el “periodismo independiente” y 

garantía de continuidad más allá de los avatares del poder. Apold, entre la excelente forma-

ción técnica y la demencia, solo fue una muestra más de la inoperancia, impericia y estupidez

del peronismo en materia de comunicación. Lo de Cooke fue apenas un sueño.

1952 a 1955. El sistema se encabrita

La muerte de Eva Perón y las dificultades económicas que empezaban a percibirse en

los sectores medios (tanto en los viejos como en los constituidos por el propio peronis-mo) le permitieron a la prensa, de manera paulatina, desembocar como levemente

opositora en la crisis con la Iglesia. Sobreviene el golpe.

1955 a 1972. La resistencia

Mientras el sistema mediático despliega “el horror del régimen depuesto” y trabaja

para la “desperonización” de la sociedad argentina, la resistencia peronista construye una

modesta barricada con forma de prensa subterránea, que termina entroncada con la

lucha armada por el regreso de Perón.

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1972 a 1974

Este período es quizá el de la mejor oportunidad para una normalización entre las

relaciones del peronismo con los medios. No casualmente es en estos años cuando la

prensa peronista mayor profesionalismo alcanza. La prensa política crece visiblemente

en calidad y variedad, en respuesta a la politización de la sociedad.

1974 a 1976

El peronismo hegemoniza en la discusión de la prensa alternativa. Las publicaciones de

todo el espectro ideológico del peronismo, que es escenario de todo el debate, compar-

ten los exhibidores de los kioscos junto con la prensa establecida. Los grandes diarios y 

los medios de comunicación electrónicos como la radio y la televisión ensanchan y 

multiplican el debate. No es la primera vez que el sistema mediático se vuelve tolerante

hacia el peronismo. Siempre sucede en los momentos de mayor vigor de esa fuerza en

términos políticos.

1976 a 1982

La cultura del proceso y el periodismo amanuense. Es el período más vergonzante de la

prensa argentina, lo que no impide que los principales referentes de esa etapa continúen hoy 

día al frente de algunos medios. La instauración de la cultura del proceso en reemplazo de la

cultura real del país contó con la invalorable colaboración del sistema mediático. El peronis-

mo, como otras corrientes, se sirve en estos años de la prensa “subte”.

1982 a 1986

Destape y vuelta a la democracia. Después de Malvinas la prensa muta hacia la recupe-

ración institucional sin perder preocupación por el peronismo, que siempre es candida-

to. El peronismo, en tanto, financia prensa a sueldo o moviliza prensa militante,

hiperfragmentada e incapaz de ingresar a las zonas centrales del sistema mediático. Un

candidato, una revista, ese parece ser el lema. La derrota del ‘83 diluye cualquier proyec-

to editorial serio y dispersa los cuadros políticos que intervienen en los medios.

1986 a 1990

El fracaso del alfonsinismo pone una vez más al peronismo en instancia electoral y eso

dispara nuevamente la necesidad de “hacer prensa”. Se sigue en ausencia de políticas decomunicación. La inminencia de la vuelta del peronismo al gobierno pone a la prensa

institucionalizada en pie de guerra. Este es el período en que el sistema mediático opta

por diseñar la conciencia pública sobre las políticas “serias”, especialmente en materia

económica, que generarán el único camino para cualquier gobierno que surja de las

elecciones en ciernes. La prensa del peronismo solo quiere ganar.

Tato Contissa

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1990 a 1996

Podría decirse que el menemismo hace alianza táctica con los grupos económicos y 

con los grandes medios. Pero mejor sería decir que fue exactamente al revés. Los grupos

económicos y la gran prensa argentina, una parte de ella en realidad, la misma que había

formateado el pensamiento único en materia económica, realizan una alianza táctica conel peronismo triunfante en las urnas y traicionado en los hechos. Se privatizan los medios

y se formalizan las concentraciones multimedia que hoy conocemos. Hay amplísima

libertad de prensa.

1996 a 2001

El nuevo triunfo de Menem prueba la eficacia de la alianza táctica, pero el inexorable

destino de desgracia del país corrobora el resultado del desarrollo estratégico trazado

desde 1976 a la fecha. Los medios comienzan paulatinamente a despegarse del gobier-

no. Se prepara una nueva mutación. La izquierda progresista ingresa, en rol de oposición

crítica, a protagonizar en el centro del escenario mediático. El peronismo en su concep-

ción ideológica original es la única doctrina inaceptable para la cultura mediática, sigue

siendo “el hecho maldito de la Argentina burguesa”.

2001 a 2003

La Alianza es el primer resultado directo de una construcción de los medios, la mues-

tra de un nuevo poder mediático y de su triunfo en la disputa por el espacio político.

Cuando se desmorona arrastra a toda la clase política y obliga a los medios de comuni-

cación a un período de múltiples y forzadas contorsiones para adecuarse a la desopilante

realidad sobrevenida.

Si lo que digo es acertado, a la natural divergencia entre la cultura mediática argentina y 

el peronismo, se adhiere a contraplano la histórica incapacidad del peronismo para

tomar posición en ese bolsón de la cultura. Es bueno decirlo, también la literatura como

ámbito, para tomar un caso, se mostró reacia y reactiva al peronismo, aunque la presen-

cia, en muchos casos rutilante, del peronismo en la literatura, en el cine y en la música

resulta insoslayable. ¿Respecto de los medios y el periodismo será la falta de amor o su

imposibilidad? No tengo la respuesta.

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

“No puedo explicarme que la TV, que es un organismo preponderantemente

cultural, que entra en la casa de todos los argentinos sin pedir permiso a nadie,

pueda estar en manos de quienes defienden otros intereses que no son los

puros intereses de la comunidad”.

 Juan Domingo Perón, 28-5-1974

“Ningún gobierno del mundo le da licencias al enemigo”.

 Antonio Carrizo

Martín García

El peronismo

y su relacióncon los medios

de comunicación

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

MARTÍN GARCÍA:

 Asesor de la Comisión de Comunicaciones e Informática de la Cámara de Diputados de la

Nación. Fundador del CEMEC, Argentina en Comunicación, del Espacio Audiovisual

Nacional y de la Agrupación Oesterheld. Ha sido director deFM  Haedo, de la revista Feriado

 Nacional  y del Canal Federal de TV ( SCF ); director de Comunicación Social en la Provincia de

Buenos Aires; director del PRONDEC y subsecretario de Cultura en la provincia de

Corrientes. Actualmente dirige la Red Nacional y Popular de Noticias ( NAC & POP ).

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Es necesario precisar la posicióndel líder máximo del peronis-mo, Juan Domingo Perón, para

tener un parámetro de cuál es la posiciónfundacional del peronismo en relación conlos medios de comunicación social. Tan ne-cesario como definir cuál fue la posicióndel peronismo respecto de los servicios pú-blicos, respecto de los créditos (o emprésti-tos) y las deudas en materia social, y respectode la producción agropecuaria, la defensa delmar, la explotación de las riquezas naturales,el manejo de la importación y la exporta-ción, etc. Perón tenía un plan estratégico parala Argentina y cada una de las áreas eran pie-zas que encajaban perfectamente.

Existe una posición inicial del peronismoque es el parámetro principal, y luego sesuceden ensayos de políticas de gobiernosde origen justicialista, e incluso políticas quese da el peronismo en las diferentes etapas

en que le tocó actuar, aun desde el llano. Elperonismo construyó políticas no solo des-de el Estado, sino que también ejecutópolíticas peronistas desde el llano, comolo hizo Rodolfo Walsh con ANCLA, su agen-cia de noticias (Agencia de Noticias Clan-destina) y su posterior Cadena Informati-

 va, que funcionaba boca a boca, o con elSemanario de la CGT que en la época de la

represión de Onganía distribuyó 700.000ejemplares a pesar de las persecuciones, ocomo los cuadros militantes de base delos ‘80 con la puesta en marcha de radioscomunitarias o libres y de canales de TV noautorizados por gobierno alguno, a pesarde la persecución de las asociaciones pri-

 vadas empresarias, de los legisladores ser- viles al poder y de los gobiernos de la de-mocracia formal. Es decir, haciéndolos fun-cionar desde lo que se entiende en elperonismo como el Movimiento, cuandola sociedad, el pueblo y los militantes polí-ticos y sociales actúan con la mochila alhombro y el bastón de mariscal y cada unosabe y hace lo que se debe hacer, aun sinorden de ninguna autoridad partidaria, nigubernamental, ni nada, en completasintonía con lo que les enseñaron Perón y Evita en su revolución del amor.

Perón y el proyecto revolucionario

Perón entendía el desarrollo argentinoeconómicamente independiente, política-mente soberano y socialmente justo (conjusticia distributiva), y todo esto como unatarea en tres niveles. Por un lado pensabaen un programa de gobierno para el pue-blo, para el país, una política estratégica

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acompasada y equilibrada de piezas que seiban potenciando entre sí, generando ri-queza para ser distribuida, asegurando re-cursos y conductas de autoestima social y 

personal con el uso fructífero de los re-cursos humanos y de los recursos natura-les. Toda una sinergía que enriquecía lo quetocaba, con estudio, con investigación, congestión, con trabajo; una política que im-plicaba la dignificación de las personas sinexclusiones.

En su libro Los vendepatria, dice Perón:“En los tiempos del crudo imperialismo,las condiciones de vida del pueblo traba-jador argentino eran miserables. Nosotroscomenzamos por emerger a ese pueblosumergido por las miserias fisiológicas y sociales hasta elevarlo a una condición hu-mana compatible con la más elemental jus-ticia a que tenía derecho. Le dimos un lu-gar en la Nación y le reconocimos sus de-rechos de intervenir en la vida y en el Go-bierno de la República. Le aseguramos unadignidad que nunca había conocido antesy comenzó a tener familia, educar a sushijos y vivir como gente. La capitalizacióndel Pueblo les dio acceso a la propiedadprivada y abrió los horizontes, hasta en-tonces desconocidos, de la felicidad y latranquilidad. Es natural que para poder rea-lizar tales cuestiones fue necesario destruirla armazón imperialista, someter los privi-

legios inmerecidos, realizar la independen-cia de la economía y afirmar la soberaníade la Nación sobre los poderes foráneosque nos esclavizaban”.

Esta es la segunda cuestión, el poder in-ternacional que regía el mundo, lo quePerón llamaba la “sinarquía internacional”,es decir el poder financiero, el poder mili-tar y el poder propagandístico del nuevo

orden surgido de las guerras mundiales, losfactores de poder que se repartían el mun-do e intentaban, de acuerdo al “plano”general de la época, explotar la parte que

les tocaba a cada uno. Es decir que paraPerón no había política chica, de país aisla-do, sino una política que solo podía pen-sarse y actuarse a escala mundial. Como loes para los EEUU para el que no existen losproblemas externos, ya que, según su po-sición, los problemas del globo son todosproblemas internos.

Perón consideraba necesario articular unpoder continental con los países sudame-ricanos para enfrentar el poder hegemóni-co del nuevo orden y defender efectiva-mente los derechos de los habitantes denuestros países contra la voracidad impe-rial. Su proyecto del ABC con el Brasil deGetulio Vargas y el Chile de Ibáñez delCampo y, aun más, su política de la terceraposición y su relación con los países delmedio oriente muestran a Perón como unestratega de alcance mundial.

Para Perón la política de medios tiene que ver con la independencia económica, lasoberanía política, y la justicia social: o losmedios de comunicación los manejan losotros desde las corporaciones que respon-den al interés del poder financiero interna-cional o los maneja el Estado en defensade los intereses del pueblo. Perón cree que

es el pueblo organizado como Estado elque debe garantizar las libertades indivi-duales y comunitarias y no acepta ni confíaen que lo hagan las corporaciones del nue-

 vo orden mundial, como ellas pretenden,ya que sus intereses son antagónicos res-pecto del nuestro.

La cuestión es la felicidad del pueblo, condignidad, jerarquía y las necesidades bási-

Martín García

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cas satisfechas: educación, vivienda, trans-porte, cultura, tecnología, oportunidades,trabajo, protección de los menores y losadultos mayores, participación y equipara-

ción de los derechos de la mujer, fortaleci-miento de la familia y la correspondienteindependencia económica que se necesitapara poder llevar adelante este programaante un enemigo que quiere esos recursosdel pueblo argentino para sí.

El poder hegemónico va a sobornar, vaa operar sobre la opinión pública nacionale internacional, va a difamar, a presionardesde los organismos internacionales, va acomprar voluntades, medios, comunica-dores, y todo lo que sea necesario y se ledeje hacer para lograrlo; de hecho lo hizodurante las dictaduras militares neolibera-les, lo hizo también durante los gobiernosseudo-democráticos en los ‘60, lo hizo enlos ‘90 e intentará hacerlo, con distinta suer-te, todo el tiempo.

La importancia de la prensa como ins-trumento político está presente en los sec-tores ligados a los intereses anglo-norte-americanos, como con Domingo F. Sar-miento en su oposición a Rosas desdeChile, y con el trabajo de prensa de losunitarios exiliados para derrocarlo, desdesu base de operaciones en Montevideo,entre ellos Juan Bautista Alberdi. BartoloméMitre y su tribuna de doctrina, el diario La

Nación, fue un instrumento para fortale-cer el mismo objetivo. La prensa tambiénfue el arma adecuada para llamar a los sec-tores del interior a sumarse a las campañasde los “ejércitos libres” apoyados y finan-ciados por Francia e Inglaterra.

Del otro lado, el de los patriotas, en laguerra de nuestra independencia, tal comolo vieron quienes lucharon por ella (el Ge-

neral San Martín, Manuel Belgrano,Güemes, Rosas, Dorrego, y miles de ante-pasados más) se había establecido el mis-mo escenario. Solo trece días después del

25 de mayo de 1810, el 7 de junio de 1810,los patriotas fundan por decreto de la Pri-mera Junta el órgano oficial del gobiernorevolucionario, La Gazeta, primer perió-dico de la etapa independentista del paíscreado por el Estado a instancias de losmilitantes políticos y defendido por patrio-tas como Manuel Belgrano, Juan JoséCastelli y Mariano Moreno (que la dirigió),para fortalecer la revolución e informar alpueblo desde la visión de los revoluciona-rios, enfrentando así la versión de los he-chos locales e internacionales que hasta en-tonces proveía el enemigo.

Perón y el gobierno de 1946:

cuadro político

Desde diciembre de 1945, diarios comoDemocracia o Tribuna y revistas como lahumorística Descamisada , opuesta ideológi-camente a Cascabel , fueron de los pocosmedios decididamente enfrentados a laUnión Democrática.

Peronistas de la primera hora fueron, entreotros, los periodistas José Gobello, Valentín

 Vergara, Mauricio Birabent, Fermín Chávez, José María Fernández Unsaín, Lizardo Zía,

y Jorge Ricardo Masetti, quien luego funda-ría en los ’60 la Agencia Latinoamericana deNoticias en Cuba, con el apoyo de Ernesto“Che” Guevara.

Salvo algunos medios como el diario La Época , cuando Perón, el coronel del pue-blo, llega al gobierno en 1946 existe unaexitosa presencia empresaria (de tipo PYME )en el naciente rubro radiofónico, y una fuer-

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te presencia de los sectores de la oligarquíaen los medios gráficos: los Mitre en LaNación, Los Gainza Paz en La Prensa, y Botana en Crítica. Noble, un conservador

que funda el diario Clarín, fue adverso alperonismo hasta el ‘51, cuando se vio be-neficiado por la expropiación del diarioLa Prensa, que, al ser manejado por la CGT,le dejó el campo libre del negocio de losclasificados.

Estos medios gráficos amigos de la oli-garquía defienden intereses contrarios a lapolítica que va a desplegar el gobierno re-

 volucionario de Juan Domingo Perón. Eldiputado justicialista John William Cookecalifica al diario La Prensa como “enemi-go de la nación y de la clase trabajadora,complotado con los intereses capitalistas”.Lo hace en oportunidad de reunirse la co-misión bicameral del Congreso Nacionalque determinó su expropiación a raíz delos negociados realizados por la empresaen la importación de papel de diario.

En agosto de 1947 Jaime Yankelevich,un exitoso empresario radial, le ofrece alEstado la venta de su red de emisoras enseis millones de pesos. Perón dispone queel Estado argentino compre esa y las de-más radios; les pide a los otros empresa-rios radiofónicos que las tasen y logra com-prarlas. Quien no quería vender no lo ha-cía, como sucedió con los dueños de LV1

Radio Graffigna, que no acordaron con elgobierno. Es decir que las demás radiospasaron a ser propiedad del Estado Na-cional. El Consejo Económico Nacional,presidido por el empresario Miguel Mi-randa, el Instituto Argentino de Promo-ción Industrial ( IAPI ), Correos y Telégra-fos, dirigido por Oscar Nicolini, y el Ban-co Industrial de la República Argentina, con

Oscar Maroglio a la cabeza, se lanzan acomprar todas las radios privadas del país.Como luego hicieron Cablevisión y Multicanal en los ‘90, cuando le compra-

ron los canales de cable a sus dueños, Perónles dice a ex dueños de las radios que sequeden al frente de las mismas para geren-ciar sus ex empresas. Los convierte en unasuerte de funcionarios y a la vez les abre laposibilidad de hacer buenos negocios conreglas de juego claras y total transparencia,explotando y acrecentando el éxito de susmedios y el éxito del Estado. Perón no leteme a la actividad privada. Los empresa-rios argentinos de la radiofonía no eranenemigos de la revolución; lo que no que-ría Perón era cederle el poder al enemigoestratégico, es decir Gran Bretaña, su so-cio los EEUU y la oligarquía nativa asociadaa ambos, lectora y auspiciante de La Pren-sa y La Nación.

Las radios pasan a formar cadenas in-formativas que cubren el territorio nacio-nal y comienzan a depender informativa y administrativamente de la Subsecretaría dePrensa y Difusión del gobierno de la re-

 volución que lideran Perón y Evita.De allí en más Yankelevich será un pro-

tagonista exitoso en el gobierno peronista,y culminará su participación estelar en esaetapa revolucionaria del país, a instanciasdel general Perón y de la misma Evita, con

la puesta en el aire del primer canal de tele- visión argentino, que es también el prime-ro de habla hispana en el mundo, el Canal7 de Argentina. Naturalmente, los sectoresinternacionales que operaban sobre Argen-tina, pusieron el grito en el cielo por estaactiva política comunicacional de Perón.

En la conferencia que los “tres grandes”(el presidente de Estados Unidos Franklin

Martín García

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Delano Roosevelt, el primer ministro bri-tánico Winston Churchill, y el máximo di-rigente de la Unión de Repúblicas Socialis-tas Soviéticas Iósiv Stalin) celebraron en

 Yalta, Ucrania, desde el 4 al 11 de febrerode 1945, se repartieron el mundo. Allí, ha-bían acordado un compromiso sobre lafórmula de voto en el futuro Consejo deSeguridad de las Naciones Unidas, con unpapel privilegiado, monopólico y decisivopara las grandes potencias vencedoras dela segunda guerra en la futura organizaciónde la paz. El nuevo orden mundial que seestablecía a partir de ese momento, con-formando el reparto espurio de las zonasde influencia y de explotación imperial, fuedenunciado con vehemencia por el gene-ral Juan Domingo Perón cuando levantólas banderas fundacionales de la TerceraPosición (tan alejada de uno como de otrosector de los protagonistas de Yalta), y cuando definió que la contradicción prin-cipal no era capitalismo o comunismo, sinoliberación o dependencia.

Goar Mestre, empresario radiofónicocubano de la época pre castrista, y amigode Spruille Braden (quien antes de ser em-bajador norteamericano en la Argentina,lo había sido en Cuba), acuerda, en totalconsonancia con EEUU, con catorce empre-sarios de otros tantos países ligados a lamisma influencia política (Brasil, Canadá,

Costa Rica, Cuba, Chile, Ecuador, El Sal- vador, Estados Unidos, Guatemala, Méxi-co, Panamá, Puerto Rico, Uruguay y Vene-zuela) para realizar en Argentina el Con-greso Internacional de la AIR  (AsociaciónInternacional de Radiodifusores) con el finde presionar a Perón para que abandonesu política de explotación mixta de las ra-dios y, de este modo, concitar la tenencia

de importantes medios argentinos en ma-nos de radiodifusores privados “libres”,con apoyo del exterior o de capitales ex-tranjeros.

Evidentemente, Goar Mestre no cono-cía suficientemente a Perón.Cuando al culminar el Congreso de la AIR 

presenta el documento firmado por sussocios, en el que se condenan las políticasde medios de Argentina, Bramuglia, el can-ciller argentino, lo cita y le dice que ha co-metido un acto incalificable que el gobier-no de la Nación Argentina no puede per-mitir: “El general Perón pide que le de-

 vuelva el documento firmado por ustedesy que no lo puede aprobar, porque repre-senta a un grupo de ciudadanos extranjerosque se han entrometido en los asuntos inter-nos de un país soberano, en abierta violaciónde la Carta de San Francisco” (y los echaimperiosamente de Argentina, acusándolospúblicamente de complotar contra el país).

Pero esto no acaba allí; Perón da la or-den de apoyar con recursos económicosal empresario Amado Trinidad, el más fe-roz competidor de Goar Mestre en Cuba,a quien le encomienda, a cambio de forta-lecer a este grupo cubano en su disputacomercial con Mestre, la imagen del go-bierno argentino en su país. Es decir, arre-mete contra Mestre en su propio territo-rio. Por este motivo, cuando Perón vuelve

al país, después de 18 años de exilio, y seconvierte, por tercera vez, en presidentede los argentinos, decide no renovarle lalicencia del Canal 13 a Goar Mestre y a sugrupo, ya que lo tiene claramente caracte-rizado como agente enemigo del país. Ahora: ¿Cómo y cuándo apareció Goar

Mestre al frente de un canal de la televisiónabierta en el distrito central de Argentina?

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Cuando es derribado Perón por el gobier-no golpista de Lonardi-Rojas y Aramburuen el ‘55, la contrarrevolución le abrió laspuertas del mercado argentino a las tres

cadenas norteamericanas de producción decontenidos: la ABC, que respaldará al Canal9, la NBC que llevará su programación alCanal 11 de Buenos Aires y la CBS que apa-recerá asociada a Goar Mestre en el Canal13. Habían tenido que esperar que Perónse fuera, como lo hizo el FMI, para irrum-pir en la Argentina.

En los diez años de gobierno, la perfo-mance del peronismo en las radios quedependían de la Subsecretaría fue más quebuena, y puede anotarse a su favor la in-corporación de Enrique Santos Discépolo,que en su rutina de “Pienso y digo lo quepienso”, el gran poeta, actor y director decine y teatro dialogaba con un imaginarioopositor al gobierno llamado Mordisquito,con un extraordinario suceso radial. Habíasido una iniciativa del gobierno la que ledio espacio en el micrófono y le produjoel ciclo, y fue de tal éxito que Perón mani-festó que su reelección en los comicios del11 de noviembre de 1951 se debía al votode las mujeres y a Mordisquito. Natural-mente, esto le ganó al gran autor el odio y el desprecio de toda la sociedad fogoneadapor el establishment de la gente “decente”ligada a las empresas expropiadas a los in-

gleses y a la oligarquía. “Vos siempre vivis-te sin la angustia del peso que falta y nuncallegaba hasta tu mundo el rumor doloro-so de las muchedumbres explotadas.¿Entendés, Mordisquito? ¡No! ¡A mí no me

 vas a contar que no entendés, que no en-tendiste ya, hace mucho tiempo! ¡No! ¡Amí no me la vas a contar!”. Jaime Yankelevich acuerda con el gobier-

no peronista realizar la primera transmi-sión televisiva el día 17 de octubre de 1951.En esa fecha se cumple el sexto aniversa-rio del día de la Lealtad peronista y se rea-

liza un multitudinario acto en la Plaza deMayo. Allí Eva Perón pronuncia su dis-curso al pueblo después del famoso re-nunciamiento histórico a su candidaturacomo vicepresidenta de la Nación. Con lamencionada transmisión queda inaugura-do el Canal 7, conocido en ese entoncescomo LR 3 Radio Belgrano TV.

Es muy poca la gente que por entoncesposee televisión en sus hogares. La mayo-ría de los aparatos se encuentran en baresy negocios y la gente se agolpa frente a las

 vidrieras de las casas de artículos del ho-gar. Los receptores de esos primeros añoseran importados, aunque ya en 1954 se abrela primera fábrica nacional de televisoresCopehart Argentina.

El Estado mantenía la titularidad del ser- vicio, tenía el poder de decisión y en suseno se desarrollaban dinámicamente agen-cias comerciales y productoras de conte-nidos artísticos como son actualmente lasde Adrián Suar, Marcelo Tinelli, MarioPergolini, o Damián Szifron y el grupo quehizo “Los Simuladores”.

La irrupción de la televisión lleva al Po-der Ejecutivo Nacional a proponer unanueva ley para regular jurídicamente la ra-

dio y a la TV. La Ley de Radiodifusión N°14.241 se dicta en el Congreso de la Na-ción en 1953, y es la primera y hasta ahoraúnica ley de radiodifusión promulgada porun gobierno constitucional que organizalegalmente los servicios.

Estos últimos se definen, según el artícu-lo 2º, como de interés público y serán pres-tados mediante licencias adjudicadas, pre-

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 via licitación pública, por el Poder Ejecuti- vo. La ley postula el principio de la subor-dinación del interés particular al interés so-cial, cultural, económico y político de la

Nación (artículo 5º) y hace responsable acada estación del contenido de sus infor-mativos (artículo 4º). Se establece por pri-mera vez, normativamente, la veracidad in-formativa y la necesidad de contraste defuentes a fin de establecer su auténtica pro-cedencia (artículo 3º).

La propaganda comercial se inspirará enuna constante de veracidad y honestidad,y no se admitirá la transmisión de publici-dad que contenga declaraciones engaño-sas, lo que pone a la ley a la vanguardia dela defensa del consumidor (artículo 5º).

Como surge de la Ley 14.241, la televi-sión argentina nace con un modelo mixtoadaptado a sus necesidades de seguridad y soberanía nacionales, con una mezcla apro-piada de propiedad estatal y privada.

Las radios y LR 3 Televisión RadioBelgrano pueden operar bajo el visto bue-no del gobierno con un cierto control desus contenidos, como lo hacen los mediosprivados con los suyos.

El decreto 17.959/54 adjudica las tresredes a Editorial Haynes Limitada Socie-dad Anónima (la red A, con cabecera y matriz en Radio Mitre), a APT Promotores

 Asociados de Teleradiodifusión (la red B,

con cabecera en LR3 Radio Belgrano, queincluye LR 3 TV  Canal 7), y a la Sociedad

 Anónima La Razón Editorial Emisora, Fi-nanciera y Comercial (la red C, que enca-bezaba LR 4 Radio Splendid).

El golpe del ‘55

En 1955 se produce la RevoluciónLibertadora, conocida en el peronismo

como la “Fusiladora” por la orden delpresidente golpista Pedro Eugenio Aram-buru y el almirante Isaac Rojas de fusilar apatriotas civiles y militares leales al gobier-no constitucional de Juan Domingo Perón,que intentaron recuperar el gobierno para susautoridades constitucionales.

El 25 de noviembre de 1957 nace la TV

privada por el Decreto 15.460 del gobier-no contrarrevolucionario. En abril de 1958,tres días antes de entregar el gobierno, Pe-dro Eugenio Aramburu firma un decretomediante el cual se adjudican las primeraslicencias para establecer canales de televi-sión privados. Se pone en el aire el Canal 9( CADETE ), con el aporte financiero de la ca-dena norteamericanaNBC, vinculada con laproductora de cine Emelco-Lowe. En esemomento aparece nuestro conocido GoarMestre, el amigo de Spruille Braden, esdecir, de la embajada norteamericana, res-paldado por la CBS  y el grupo editorialTime-Life para fundar Proartel y Canal 13,cuyas emisiones comienzan el l° de octu-bre de 1960. Un par de meses más tarde,el 21 de julio de 1961, se suma Canal 11,merced a los buenos oficios de la cadenanorteamericana ABC. Esta decisión marca

el inicio de una forma de explotación quese ha mantenido hasta nuestros días.

La apertura no esta referida a la libertadde expresión ya que, mientras la revolu-ción “Fusiladora” le abre la puerta de Ar-gentina a las corporaciones mediáticas delos EEUU, se prohíbe por el Decreto Ley 4161, del 5 de marzo de 1956:a) “... la utilización de la fotografía, retra-

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to o escultura de los funcionariosperonistas o sus parientes, el escudo y la bandera peronista, el nombre pro-pio del presidente depuesto, el de sus

parientes, las expresiones como pero-nismo, peronista, justicialismo,justicialista, tercera posición, la abrevia-tura PP, las fechas exaltadas por el régi-men depuesto, las composiciones mu-sicales “Marcha de los muchachosperonistas” y “Evita capitana” o frag-mentos de las mismas, los discursos delpresidente depuesto o su esposa o frag-mentos de los mismos, la utilización delas imágenes, símbolos, signos, expre-siones significativas, doctrina, artículosy obras artísticas que de alguna manerapudieran ser referidos a los individuos,organismos o ideología del peronis-mo.”

b) “Artículo 3º: El que infrinja el presentedecreto-ley será penado con prisión detreinta días a seis años y una multa de 500a 1.000.000 pesos moneda nacional.”

 El primer encarcelado por infringir estedecreto es el poeta Horacio Pilar. El pue-blo peronista, desplazado del poder, pro-hibido y perseguido, se reorganiza desdela Resistencia. Comenzará a funcionar asíla cadena de cintas de audio con los men-sajes del general Perón desde el exilio que

daban indicaciones a sus representantes y seguidores. Estas cintas circularán de manoen mano y sus directivas correrán de bocaen boca por todo el territorio de la repú-blica. El peronismo en el poder, o desdeel llano, en la casa de gobierno, en el con-greso, en los sindicatos o en la más grande

de las clandestinidades, y aun bajo pena demuerte, nunca dejará de darse una políticade comunicación de alcance nacional queestará activa hasta el retorno del líder.

Dice Perón en Los vendepatria: “Decla-raron enfáticamente la libertad de prensay, como era de esperar comenzaron a saliralgunos órganos independientes y de com-bate que fueron sucesivamente clausuradosy sus directores encarcelados; en esa barri-da cayeron Consigna, El 45, Lucha Obrera,El Federal, Surestada, El Soberano, El Desca- misado, La Argentina, De Frente, Nueva Eta- 

 pa , etc., junto con los cuales fueron a parara la cárcel los periodistas Juan Puigbo,

 WaIter Vezza, Raúl Prieto, J. Guemes, Bus-tos Núñez, el coronel Gentiluomo y mu-chos otros como Osvaldo Méndez, Tulio

 Jacobella, Luis Sobrino Aranda. R. Frigerio,Damonte Taborda, Nora Lagos, Arturo

 Jauretche, Alejandro Olmos, A. Cerviño,etc., que se encuentran prófugos o han con-seguido exilarse en otros países. Esa es lalibertad de prensa amparada por estossimuladores indecentes, que han aprendi-do de sus mandantes la técnica de la false-dad, que están aplicando por métodos dig-nos de la causa y los intereses que sirven.”1

 Año‘73, vuelve el peronismo

al gobierno nacional

Perón ha vivido más de diez años enEuropa y se ha acostumbrado a convivircon la radio y la televisión en manos delEstado. Entiende el modelo europeo, don-de el Estado ocupa el rol que asegura elinterés del pueblo y de la nación y garanti-za las libertades individuales, un rol que pre-

1 Los Vendepatria , Buenos Aires, Peña Lillo, p.165.

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tenden ocupar las multinacionales. Las te-levisiones estatales de Inglaterra, Italia oEspaña son ejemplos de que se puede en-señar sin aburrir y entretener con ingenio;

la sólida televisión pública norteamerica-na, la TV  educativa de Japón y, sin ir tanlejos, ciertas experiencias en Chile y Méxi-co, han logrado hacer una televisióncreativa, competitiva y profunda, con pro-gramas culturales y de nivel.

En su primera comunicación personal alparlamento tras su retorno al poder, elgeneral califica a la TV de servicio público,que, por estar dirigido a satisfacer necesi-dades, requerimientos y exigencias comu-nes a la mayoría de la población, debía serprestado por el Estado nacional, provin-cial o municipal.

Perón indica que se declaren vencidas, esdecir, no renovables a su vencimiento, laslicencias para el manejo privado de los ca-nales 9, 11 y 13, y decide dar por termina-do el ciclo iniciado por Aramburu y Rojasen los ’50 y ’60 con la incorporación al paísde las cadenas productoras de contenidosde Norteamérica, la CBS, el ABC y la NBC, y sus amigos y socios de Argentina. De aho-ra en más, Argentina volverá a instalar unmodelo más europeo, con las innovacio-nes que Perón ya le había hecho en los ’50,es decir con la participación activa delempresariado privado y el control garan-

tista del Estado argentino. Horas antes dela asunción presidencial de Perón se dis-pone la intervención de los canales men-cionados, con la firma Raúl Lastiri, el pre-sidente interino. Es una orden de Perón.La intervención extiende sus efectos a lasproductoras cautivas como Proartel,Telerama y Telecenter.

Durante 1973 y 1974 Rodolfo Walsh,

Haroldo Conti, Francisco “Paco” Urondoy Rodolfo Ortega Peña (diputado nacio-nal peronista asesinado en 1974) dirigenjunto a Eduardo Luis Duhalde la revista

Militancia, de corta vida editorial.El 1° de julio fallece el teniente general Juan Domingo Perón, y su esposa y vice-presidenta, María Estela Isabel Martínez,lo sucede.

El 20 de julio de 1974 varias entidadessindicales firman una solicitada en la queapoyan la estatización de los canales: son elSindicato Argentino de Televisión, la Aso-ciación Argentina de Actores, el Sindicatode Prensa (Capital Federal), el Sindicato

 Argentino de Músicos, la Asociación Ar-gentina de Telegrafistas, Radiotelegrafistasy Afines, el Sindicato Único de Trabajado-res del Espectáculo Público, el SindicatoÚnico de la Publicidad, la Unión Argenti-na de Artistas de Variedades y la Sociedad

 Argentina de Locutores.Durante el breve gobierno del doctor

Héctor J. Cámpora, el oficialismo mantu- vo un bajo perfil, concentrando su interésen la administración del Canal 7, cuyo pri-mer director, Juan Carlos Gené, represen-taba a toda una generación de actores guio-nistas y realizadores que habían decididotrabajar en grupo: David Stivel, BárbaraMugica, Emilio Alfaro, Carlos Carella, Fe-derico Luppi y Marilina Ross, provenien-

tes de sectores progresistas y creativos,pronto amenazados por la Triple A. Elpoder del pueblo estaba siendo cercado.Su correlato gráfico estaba representadopor el diario Noticias , una innovación edi-torial que surgió tras la asunción del presi-dente Cámpora, cuya tirada llegó a 130.000ejemplares y fue dirigido por MiguelBonasso, en cuyo equipo contaba con Pa-

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blo Giussani, Horacio Verbitsky, Rodolfo Walsh y el historietista Héctor G. Oester-held, que publica allíLa Guerra de los Antartes .La revista El Descamisado, que dirigía Dardo

Cabo, es un éxito editorial militante que llegaa vender 250.000 ejemplares.El 23 de julio de 1974 los Canales 9 y 11

fueron tomados y ocupados por el Sindi-cato Argentino de Televisión. Se intentabaasí evitar que los ex permisionarios vacia-ran las emisoras, se llevaran la memoriaartística y el equipamiento que el puebloestaba pagando en compensación por lanueva circunstancia: no era una conversa-ción entre señoritas. El 30 de julio los pro-pietarios aceptan vender los bienes mue-bles e inmuebles de los Canales 9, 11 y 13y de las productoras Telecenter (provee-dora de contenidos del 9) y Proartel (pro-

 veedora del 13), con lo que se por termi-nada la discusión, luego de indemnizar alos ex licenciatarios. El l° de agosto de 1974la estatización de los Canales 9, 11 y 13 yaera un hecho sin retorno. La CGT y las 62Organizaciones apoyaron la medida.

En septiembre de 1974 se produce ladrástica nacionalización de las bocas ex-pendio de los derivados del petróleo, porlo que se dan de baja a las estaciones deservicio de la Shell y la Esso, que son pues-tas bajo la bandera argentina de  YPF. Enese marco, el nuevo secretario general del

gobierno de Isabel Perón, Julio González,designa al frente de la Secretaría de Prensay Difusión de la Nación a Osvaldo Papaleo.Lo habían precedido desde mayo de 1973

 José María Castiñeira de Dios, Emilio Abras, José María Villone, José Stupenengoy Eloy Rebora y en conjunto se podríaconcluir que ellos no podrán mostrar ca-balmente hasta dónde el justicialismo se

proponía desarrollar la propuesta nacio-nal y popular en esta etapa de su historia.Los acontecimientos vertiginosos, las pre-siones del establishment y la violencia

paramilitar que anticipaba la intencióngolpista del ‘76 no les dieron tiempo paraque el pueblo advirtiera la profundidad delcambio. Aun así se rescatan ciclos como “Noso-

tros” (en Canal 11), con Norma Aleandro,Federico Luppi y elenco rotativo y librosde Alberto Adellach, Ricardo Halac y Car-los Somigliana; “La batalla de los ángeles”(Canal 13), escrito por Juan Carlos Gené,con Pepe Soriano, Beto Gianola, Miguel

 Ángel Sola y María Luisa Robledo, y “Cuentos para la noche” y “Arriba el te-lón” (Canal 7). Se comienzan a asignar es-pacios centrales semanales a los líderes dela oposición en la búsqueda del equilibrioestatal. En la noche del 23 de marzo de1976, Oscar Alende le habló al país. Unpar de horas más tarde, Isabel Perón eradepuesta por la junta comandada por

 Videla, Massera y Agosti. Comenzaba ladictadura del “Proceso”.

Paradójicamente, los peronistas, que ha-bían creado la televisión y que, años des-pués la habían recuperado para el puebloargentino, solo habían dispuesto de un añoy medio para desarrollar su programa na-cional y popular. La dictadura del “Proce-

so” se quedaría con ellos ocho años, y losradicales, seis.

La comunicación fue siempre para losmilitantes peronistas una forma de luchaestratégica, ya que había que llegar a todoel pueblo con la noticia, porque este era elprincipal aliado frente al poder del enemi-go. Las formas se adaptaron a la posibili-dad de cada etapa. Cuando ya no fue po-

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sible un diario legal como Noticias, apare-ció ANCLA; casi enseguida nació la CadenaInformativa, más artesanal y limitada, y fi-nalmente surgieron las cartas que llevaban

la firma de Rodolfo Walsh, en una vuelta ala propia identidad para llamar la atenciónacerca de lo que estaba sucediendo. Cuan-do el régimen de Videla y Martínez de Hozse fijo en él, Walsh fue secuestrado y asesi-nado como tantos otros militantesperonistas, que fueron más de un cente-nar: Dardo Cabo, Cristina, Guillermo y Leonardo Bettanín, Haroldo Conti, HéctorGermán Oesterheld, Norberto Habberg-ger, Raymundo Gleyzer, Ignacio Ikonicoff,Miguel Francisco Lizaso, y, en definitiva,como aquel otro periodista de la revolu-ción, Mariano Moreno, envenenado en altamar por luchar por la Patria contra losmismos intereses que antes de Martínez deHoz representaba Bernardino Rivadavia.

Durante la dictadura, el peronismo deizquierda monta en Costa Rica la emisorade onda corta Radio Noticias del Conti-nente, con el fin de perforar el cerco in-formativo en Argentina. La emisora sufreataques armados y, finalmente, una fuertepresión del gobierno militar hará que loscostarricenses les anulen la licencia.

El peronismo

en los tiempos de Alfonsín

Durante el retorno a la democracia, des-pués de ocho años de dictadura, el pero-nismo pierde la elección presidencial y serefugia, primero en las doce y finalmenteen las diecisiete provincias gobernadas porel justicialismo. Algunas experiencias gráfi-cas como la revista Caras y Caretas , dirigidapor Héctor Alberto Descalzi, con Ricardo

Hugo Propatto y la colaboración de Pa-blo Hernández, Fermín Chávez y otros, y Feriado Nacional , que apoya al justicialismoen su campaña presidencial, salen a com-

petir ideológicamente con la revistaHUM(r), que apoyaba a Alfonsín.Feriado nacional suma figuras como Rep,

Maicas, Otelo Borroni, Caloi, Fontanarro-sa, Crist, Juan Sasturain, Maitena, Sanyu,

 Almeyda, Emilio Petcoff, Horacio Ferrer, Alejandro Dolina, Litto Nebbia, ClaudioMadanes, Marcelo Schapces, José PabloFeinmann, Patricia Breccia, Horacio Lalia,

 Alberto Macagno, y sobrevive once núme-ros a la derrota de la formula Luder-Bittel.

Durante el período que se inicia con Alfonsín, el peronismo, en desventaja, sesuma a distintas “movidas” en las que lainiciativa la tiene el radicalismo, al que tratade empujar a concertar políticas de Esta-do que incorporen la presencia del justi-cialismo que gobierna en las provincias ar-gentinas. Se organiza el Consejo Federal deComunicación Social con gobiernosperonistas, se constituye la MENECS (MesaNacional de Estudiantes de ComunicaciónSocial) con fuerte presencia de los estudian-tes peronistas de todo el país; también

 Argentina en Comunicación, un grupomultipartidario y multisectorial que impul-sa la producción federal de programas deTV (de allí surge la muestra “La TV que no

 vemos”, donde se exponen importantesproducciones históricas de ficción como“Una Chaqueta para Morir”, “Nuestra

 América” y “El Cabo Savino” y documen-tales como “Los galeses del Chubut y dela selva misionera”, realizados por las Uni-

 versidades de Mar del Plata, Córdobay Tucumán y por productoras indepen-dientes de las provincias, programas to-

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dos que serán la base de la transmisión delCanal 4 de La Plata). También se crea laAMEC (Asociación de Medios Estatales deComunicación), donde se nuclean la ma-

yoría de los canales deTV

 provinciales con-ducidos por funcionarios de gobiernosperonistas, más los de los radicales y losde movimientos políticos provincialescomo el Movimiento Popular Neuquino y el Fueguino ( MPF ); la AMEC organiza el pri-mer noticiero federal (que se aborta por-que el radicalismo que conduce Canal 7no acepta un productor periodístico de-signado por los canales de TV de las pro-

 vincias gobernadas por el peronismo, quetrabaje junto al productor designado porel gobierno nacional). En Formosa, el go-bernador peronista Vicente Joga funda elCanal 3 sin autorización de las autoridadesnacionales y en La Plata, durante el gobier-no justicialista de Antonio Cafiero se poneen el aire por un día el Canal 4 de televi-sión de La Plata, sin apoyo ni autorizaciónnacional, con la transmisión de la muestrafederal de videos de Argentina en Comu-nicación, en apoyo a la reapertura de la ca-rrera de Cine en la Facultad de Bellas Ar-tes, que había sido cerrada en épocas de laTriple A. El 1º de mayo de 1986 se fundaFM Haedo, con la unión de los militantesde dos centros culturales, el Jauretche y elDiscépolo de Haedo. Antes, el goberna-

dor por el MPN , el neoperonista FelipeSapag, asiste en persona a la inauguraciónde una radio de Villa La Angostura, des-conocida por el COMFER  del gobierno ra-dical de la Nación y el gobernador deChubut, el radical Álvarez Guerrero, san-ciona una ley de radiodifusión en su pro-

 vincia que, en su corta vigencia, resulta muy útil para legalizar todas las radios (prohibi-

das por la ley) que estaban en funciona-miento. Por entonces, en Argentina la po-blación temía que se volviesen a dar lascondiciones para un nuevo golpe de esta-

do y algunos militantes del peronismocomunicacional pensaron que si esto suce-día, el pueblo, que apoyaba definitivamen-te a la democracia conquistada, tenía dere-cho a defenderse con sus propios mediosde comunicación. Para esa tarea era, nosolo lícito, sino conveniente, que se sem-brara el territorio nacional de radios de bajapotencia que estuvieran en manos de gen-te del pueblo y que pudieran mantener in-formada y unida a la población. Finalmen-te, en la Semana Santa de 1987 hubo unintento de golpe de estado contra Raúl

 Alfonsín y las pequeñas radios comunita-rias fueron uno de los tantos factores decohesión ciudadana que evitaron malesmayores. A pesar de haber cumplido esterol (y más que cumplido), en el futuro lasradios como FM  Haedo resultarán “tru-chas” o clandestinas para el gobierno radi-cal y la prensa del establishment empresa-rio, mientras la militancia peronista y la iz-quierda social las llamará radios libres y co-munitarias. Al mismo tiempo, RicardoLeguizamón, un técnico peronista, inauguraCanal 4 de Alejandro Korn, al que le se-guiría un movimiento televisivo agrupadoen ATECO (Asociación de Teledifusoras Co-

munitarias), luego reunido en parte en Se-ñales Argentinas, que llegaría a tener másde cincuenta canales de televisión al aire sinninguna autorización, perseguidos por lasautoridades, los juzgados, la policía y losmedios de comunicación privados.

El fenómeno de las radios de baja po-tencia había surgido en Europa por loscambios tecnológicos y el auge de la FM.

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En Inglaterra, las radios “piratas” transmi-ten música sin publicidad a la isla desdebarcos que navegan en el mar, ante el odiode las radios licenciadas y de las autorida-

des; en Italia el auge de las radios chicas esenorme y también en Francia, donde tomaforma un gran movimiento que, en Euro-pa, es rápidamente integrado al sistema. En

 Argentina, en el bar de la esquina de la casade gobierno de Tucumán, de Paraná o deSanta Fe, al mismo tiempo que se estándesarrollando reuniones del Consejo Fe-deral de Comunicación Social, en las quese discute todavía la legitimidad de las ra-dios no autorizadas por la Nación, los vi-sitantes nacionales que promueven estosmedios de manera extraoficial se reúnencon un par de amigos de las autoridadeslocales a tomar un café y los animan a po-ner en el aire radios locales sin habilitaciónalguna, para que rompan el monopolio dela legalidad instaurada por los amigos dela dictadura del “Proceso”, sin más armasque la palabra entusiasta y novedosa de loscompañeros. ¡Métanle!, les dicen. En algu-nos casos, surge en la charla la puesta en elaire de canales de TV, como sucede con el11 de Paraná, nacido para encauzar eco-nómica y artísticamente la capacidad deproducción local ante la privatización delCanal 9 estatal convertido, por el gobier-no de origen peronista de Entre Ríos, en

una mera repetidora de Canal 9 de Bue-nos Aires, tal como se lo habían sugeridoRomay y Mestre a los cableros del interior:“Ustedes no tomen gente ni se compliquencon la producción, nosotros les mandamostodo por satélite y listo” (Alejandro Romay,EXPO TV Mar del Plata, 1984).

La revolución mediática de las radios y canales de TV de baja potencia de alcance y 

producción local nunca se habría podidohacer sin la educación técnica y tecnológi-ca y la enseñanza de la electrónica difundi-da y popularizada por el peronismo en los

‘50. En cada barrio, en cada pueblo, lostécnicos surgidos de la universidad tecno-lógica nacional estaban listos para armartransmisores artesanales de radio y TV na-cionales y apoyar el movimiento local, hastaasegurar la puesta en el aire de sus peque-ñas emisoras. Cuando llega el ‘89 ya las ra-dios informales suman más de setecientas(mientras las emisoras “legales” otorgadaspor el “Proceso” eran mucho más poten-tes, pero no llegaban a cien).

El gobierno de Menem

Durante la campaña electoral que culmi-nara con las elecciones presidenciales de1989 tanto Carlos Menem, candidato porel justicialismo, como Eduardo Angeloz,por el radicalismo, se han presentado antelas asociaciones de propietarios de diarios,revistas, cables, radios y canales de televi-sión reunidos en el CEMCI y se han com-prometido a derogar el artículo 45 de laley que sancionara la dictadura, que prohi-bía el acceso de los medios gráficos a latitularidad de radios y canales de TV.

Dentro de sus partidos, no saben si creer-les. En el justicialismo eso significaba dar

por tierra todo lo hecho por Juan DomingoPerón. Era hacer todo lo contrario de loque el gran líder había aconsejado con suprédica y su práctica. De hecho pueden

 verse en los equipos de campaña del justi-cialismo del ‘89 intelectuales, grandes artis-tas, dirigentes de medios alternativos y todauna suerte de patriotas de la cultura y lacomunicación emparentados con la línea

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revolucionaria peronista de los mismísimosPerón y Evita. Ninguno de ellos cree queMenem va a ser el candidato del neolibe-ralismo.

Nuestro buen amigo, Goar Mestre, queha sido sacado de la escena por Juan Do-mingo Perón al no renovársele la licenciadel Canal 13, piensa, como el resto del país,que Menem encarna lo más rancio y folclórico del peronismo tradicional y queel inquietante paisaje de la Argentina del‘73 al ‘76 volverá a recrearse en la Argenti-na de Menem, con un mal sesgo para losintereses que él representa. Sin embargo,para su sorpresa ve que Menem comienzaa tejer una alianza con un programa liberalque quiere privatizarlo todo: teléfonos, lí-neas aéreas, luz, gas, petróleo y canales detelevisión.

Menem sorprende a todos al anunciar quecerrará los canales 11 y 13 hasta su totalprivatización. En agosto de 1989 firma elDecreto 528, que crea una comisión conel fin de realizar la privatización de losmedios de comunicación administradospor el Estado Nacional, y también le arrancaal Congreso la derogación del Artículo 45de la Ley de Radiodifusión, que impedía alas empresas periodísticas el acceso al mun-do audiovisual.

La Comisión Sindical de los Trabajado-res de los Medios de Comunicación So-

cial, que aglutina a los once gremiosinvolucrados en el quehacer televisivo,lideran entonces un enfrentamiento contraesa medida de Menem. La solución delministro Dromi, adalid de las privatizacio-nes, al decir “Bajamos las cortinas de loscanales y seguimos pagando los salarioshasta que se privaticen”, anticipa otro aser-to: “Ramal que para, ramal que cierra”,

anunciado para poder llevar a cabo elferrocidio.

La oposición al cierre es tan grande queMenem, a regañadientes, acepta una solu-

ción intermedia propuesta por su secreta-rio de Prensa y Difusión, Jorge Rachid, paraque los gremios coadministrasen los cana-les juntamente con los interventores desig-nados y que el Estado solo se comprome-tiera a pagar los sueldos, con el compro-miso de que el resto de los gastos fueracubierto por las propias emisoras. Elautofinanciamiento se logra en el plazo detres meses gracias al aporte de los trabaja-dores de los once gremios de la comuni-cación ( COSIMECOS ), que lucharon codo acodo con la Secretaría para evitar, en prin-cipio, el cierre de las fuentes de trabajo y su posterior remate a precio vil, como pre-tendían los sectores liberales y, además, quela confección de los pliegos de la licitacióncontemplase los intereses de los trabaja-dores para evitar así que el Programa dePropiedad Participada fuese una realidad.

 Apenas unos pocos días después Menemfirma el decreto de llamado a licitación delos canales, con la promesa de favoreceren la licitación del 11 y el 13 a aquellos gru-pos que admitieran la participación de lostrabajadores en la conducción de los cana-les, algo que pronto olvidará.

Desde el espacio de la Secretaría de Prensa

y Difusión se había logrado producir elordenamiento y la privatización de losmedios, definir una política con todos lossectores involucrados, COSIMECOS y CEMCI

en especial, que pasó por jerarquizar losmedios estatales a través de RADIO  Y  TELE- VISIÓN ARGENTINA  ( RTA ), LA  PRODUCTORANACIONAL DE  PROGRAMAS, con NicolásSarquis a la cabeza, que no pudo encarar

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nada importante por falta de un presupues-to adecuado, y LA  TELEVISIÓN EDUCATIVA,con aportes extrapresupuestarios y el apo-yo de la UNESCO, logrado en ocasión de la

reunión de París de 1989.En la mismísima casa de gobierno, GoarMestre vuelve por tercera vez ahora comoasesor circunstancial ad honorem deHumberto Toledo, el vocero presidencialy le aconseja buscar la documentación delas anteriores licitaciones (años 1959 y 1982)para redactar los pliegos de bases y condi-ciones siguiendo aquellos modelos. Al sancionarse la Ley de Reforma del

Estado, tanto Rachid como Guinsburg,con el apoyo del Espacio AudiovisualNacional, introducen una cláusula que au-toriza al ejecutivo a resolver la situación irre-gular de lo medios de baja potencia,facultándolo para su normalización.2 Estodaba el marco necesario para incorporar acientos de radios y canales que habían sur-gido para respaldar en la democracia a losgobiernos constitucionales, actuando comouna red popular con gran participación ciu-dadana, en todo el país, y generando milesde puestos de trabajo sin subsidio alguno.En el vértigo de la sanción de la Ley Dromialguien del peronismo en el Congreso in-troduce la posibilidad de que el capital ex-tranjero ingresara hasta en un 25% en losmedios electrónicos. Los miembros del

Espacio Audiovisual Nacional increpan a Alberto Pierri, el presidente de la Cámarade Diputados por esta inclusión realizadaentre gallos y medianoche, acercándole la

 voz de los militantes peronistas para queesto fuera frenado, cosa que consigue, por

el momento.La segunda instancia regulatoria del go-

bierno de Menem será en el año ‘94 cuan-do se modifique la Constitución Nacional.

En ella se hace una nueva interpretaciónde la jerarquía legal. Se introduce comosegundo nivel jurídico a los tratados inter-nacionales, y en tercer lugar a las leyes. An-tes no quedaba clara esa jerarquización, yaque la Ley 22.285 decía que no podía ha-ber capitales extranjeros en los medios decomunicación.

Pero “Argentina tiene ahora firmadosnuevos tratados de protección y promo-ción recíproca de inversiones con los EEUU.Por esa nueva jerarquización jurídica nopodía ahora impedirse que el capital nor-teamericano entrara a los medios de co-municación argentinos.

“Esto es resistido por los sectores inte-lectuales que habían apoyado al justicialis-mo en su campaña. En realidad, lo que laConstitución permite es que cobre mate-rialidad el tratado firmado en el año ’91,que hasta entonces no tenía vigencia en esetema. No podía aplicarse para los mediosde comunicación porque la ley lo contra-decía. Cuando se firma el tratado de in-

 versiones, se liberaliza la economía. Argen-tina firmó este tratado con Estados Uni-dos. En estos tratados se suelen estableceráreas de reserva (cada país elige donde no

entrarán las inversiones extranjeras): una delas áreas que reservó Estados Unidos fueel área de las telecomunicaciones y audiovisuales; Argentina, por lo tanto, nopuede invertir ni en radiodifusión ni en te-lecomunicaciones en Estados Unidos.

2 Puede consultarse Rachid, Jorge, El Peronismo pendiente, Buenos Aires, Corregidor, 1996, pp. 117 a 121.

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“A partir de entonces ocurre la entradade capitales extranjeros en el sector. Es elmomento en el que, por ejemplo, Cable-

 visión pasa a ser de capitales norteameri-

canos.Finalmente en 1999, el Decreto 1005: fir-mado en noviembre de 1999, unos mesesantes de irse Menem de la presidencia, per-mitiría dos cosas centralmente: pasar decuatro a veinticuatro la cantidad de licen-cias que cada operador podía tener, y latransmisión en cadena.

Estos momentos regulatorios respondie-ron a intereses específicos.”3

Los pliegues del sistema

Mientras el presidente Menem definía loestratégico desde la alianza neoliberal, lasrelaciones carnales con EEUU y ponía a losgrandes medios en manos de los gruposde poder, los militantes justicialistas másligados a las ideas de Perón encontrabanespacios, en el gobierno, y fuera de él, paraimpulsar programas peronistas.4

En el Consejo Nacional del Partido Justicialista se realiza un Congreso del queparticipan cuatrocientos ochenta y sieteradiodifusores justicialistas no legales, dePuerto Madryn a La Quiaca. No obstantela no legalidad, cada emisora debe traeruna presentación firmada por el PJ de su

localidad. Durante la jornada asisten y dansu discurso a los presentes el Ministro delInterior, el Secretario General de la Presi-dencia, el Presidente del PJ en ejercicio y laSecretaria de Relaciones con la Comuni-

dad, Claudia Bello, organizadora del even-to, que era quien los defendía en la mesadel gabinete nacional. Frente a un audito-rio tan específico dan su exposición el in-

terventor delCOMFER 

, León Guinsburg, y el Secretario de Comunicaciones de la Na-ción. Ambos funcionarios, que compar-ten el día con los radiodifusores “clandes-tinos”, los persiguen y amenazan (por laadministración del mismo COMFER  y de laComisión Nacional de Comunicaciones)y además les confiscan los equipos.

Desde la Secretaría de Cultura de la Na-ción se crea la Dirección de Medios Co-munitarios, que depende de la Subsecreta-ría de Comunicación Social y promuevelas radios no autorizadas en Tierra del Fue-go, Rosario, Misiones y otras localidades.Desde el PRONDEC, en Presidencia de la Na-ción, se ponen en el aire canales de TV pordos y tres días, como el Canal 4 deMendoza y el 5 de Capital Federal, paradifundir el modelo televisivo de baja po-tencia y sacar la novedad de los pasillos,aulas y libros, poniéndola a consideraciónde audiencias masivas. En una y otra deestas experiencias autorizadas por el COMFER y la Secretaría de Comunicaciones de la Na-ción, desfilan miles de artistas, videastas,estudiantes, periodistas y otros entusiastas,lo que quedará documentado en dos li-bros: El Municipio, núcleo sustancial del

federalismo,5 con el relato de la experien-cia mendocina, y Yo en TV,6 con el de la delCentro Cultural Recoleta.

En la intervención federal a Corrientesse pone en el aire un canal estatal que de-

3 Mastrini, Guillermo, “Política y medios en la Argentina”, Buenos Aires, UBA, material de la carrera de Ciencias

de la Comunicación.4 Cfr. Todo es historia , n°411, Buenos Aires, Octubre de 2001.

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pende del área de cultura de la provincia,el 7 de la ciudad de Corrientes, TCC (Tele-

 visión Cultural Correntina) y se producen veintitrés programas realizados por acto-

res, técnicos, músicos y autores locales, adiferencia de la programación del Canal12 (privado), también de Corrientes, quees una simple repetidora de Telefé de Bue-nos Aires. Cuando se estrena la miniserie“El crimen de Santa Ana”, de Pablo Mo-yano, en el que se relata la muerte de unamilitante de esa localidad, que había sidoregistrada en video, a manos del vicepresi-dente del partido autonomista, un talMaidana, tira en la que trabajan actores dela comedia provincial e incluso el esposo y el hijo de la víctima, el canal cultural TCC

supera el rating del programa de MarceloTinelli (verdadero hit de la televisión porteñaen todo el país), por la audiencia obtenidadentro de la ciudad de Corrientes. La mis-ma intervención abre un registro de intere-sados en ejercer la titularidad de medios decomunicación, con la intención de anotar atodos los medios informales en funciona-miento, extendiéndoles un diploma con sunúmero de registro, que les quita así la con-dición de clandestinos que les había asigna-do la Ley de Radiodifusión.

Desde la actividad privada se produce laapertura de El Canal Federal (Sistema Fe-deral de Comunicaciones), de la empresa

País Federal, con sede en Buenos Aires, unaseñal de veinticuatro horas que funcionadesde principios de 1994 hasta finales de1996 y llega a tener espacio en 2.800.000televisores a través de los canales de cable

de gran parte del país. Incluso tiene sucur-sales de producción de contenidos en San

 Juan, Santa Fe y la provincia de Buenos Aires, y una programación realizada en casi

todas las provincias argentinas y el Uru-guay. También el Canal Compañeros, re-lacionado con los sindicatos, que nació porla misma época, y el canal del Congreso,que transmitía las sesiones del Parlamento,fueron proyectos llevados adelante pormilitantes del peronismo histórico, por fue-ra de toda estructura partidaria o guber-namental. Las señales satelitales privadasTVA, Argentinísima Satelital (ambas ligadasa empresarios del espectáculo) y el “clon”del canal Federal de Buenos Aires, el CFSde La Rioja, del grupo titular del privatiza-do Nuevo Banco de La Rioja, con puertotransmisor en la provincia de Entre Ríos,deben contabilizarse como esfuerzos rea-lizados por personalidades delmenemismo.

Raúl Scalabrini Ortiz

Raúl Scalabrini Ortiz, en su libro Basespara la Reconstrucción Nacional, nos qui-ta el velo de los ojos respecto de cómomanejan, Gran Bretaña y EEUU los mediosde comunicación de los países que preten-den dominar. Es bueno leerlo atentamen-te ya que se refiere a nosotros:

“En un país empobrecido, los grandesdiarios son órganos de dominio colonia-lista. El periodismo es quizás la más eficazde las armas modernas que las nacioneseventualmente poderosas han utilizado

5 Buenos Aires, PRONDEC , Presidencia de la Nación, 1990.6 Buenos Aires, PRONDEC , Presidencia de la Nación, 1992.

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para dominar pacíficamente hasta la inti-midad del cuerpo nacional y sofocar casien germen los balbuceos de todo conatode oposición. Su acción es casi indenun-

ciable porque fundamentalmente opera, noa través de sus opiniones, sino mediante eldiestro empleo de la información que porsu misma índole no puede proporcionaruna visión integral y solo transfiere aquellaparte de la realidad que conviene a los in-tereses que representa.”7

Lo que dice Perón

“Los órganos independientes que en pe-queño número funcionan en algunos paí-ses deben vivir muy aleatoriamente, desdeque las grandes cadenas les hacen una gue-rra ruinosa de avisadores. Hasta conseguirsu ruina económica. El sistema es fácilmediante los grandes órganos que realizanel boicot a las empresas comerciales y par-ticulares que avisan en los diarios de la listanegra. Así se va consiguiendo una unani-midad para que todos los órganos de opi-nión respondan a la voz del amo. A estose le llama, ahora, libertad de prensa [...].

“Si algún mandatario, en uso de su dere-cho que no se le niega a estos empresariosde la falsedad se decide a tener sus pro-pios órganos de opinión o tomar medi-das en defensa de los intereses nacionales

limitando la licencia y la procacidad de losórganos encadenados mediante una cen-sura apropiada, entonces todas las agen-

cias de noticias, también encadenadas, co-mienzan a cursar despachos con noticiasen los que se tendrá buen cuidado de decirque se trata de un dictador y que el régi-

men es totalitario o antidemocrático y arenglón seguido comienzan a hablar de unarevolución, mientras viajara el inefable JulesDubois8 para anunciarla [...].

“Las causas nobles no valen tanto por sucontenido cuanto por las manos que lasutilizan. Las causas nobles al servicio delmal son las peores causas. Conocemos losprincipios que practican, los escrúpulos quegastan y los métodos que emplean muchoscampeones de la libertad de informacióny de la libertad de prensa que hoy se ras-gan las vestiduras en su defensa [...].

“Las libertades de prensa e información,realizadas de buena fe, son una de las másgrandes conquistas de la humanidad civili-zada, pero, practicadas de mala fe, son unode sus peores azotes. Hoy se ataca indeco-rosamente a los países o a sus gobernan-tes, pero desde el exterior, coordinandoembajadas y servicios de espionaje en unacampana generalizada de propaganda, pro-

 vocación y agresión. Las agencias informa-tivas manejadas por los servicios de inteli-gencia participan también en esos planes y los diarios venales de los diversos paísesson asimismo instrumentos a su servicio.

 Aparecen de pronto numerosas revistas con

diversos nombres mal disimulados, quebajo inocente pretexto se suman a la cam-pana publicitaria dentro y fuera de los paí-

7 Bases para la Reconstrucción Nacional , Punta Alta, Centro de Estudios Argentinos Raúl Scalabrini Ortiz, 1973, pp.

354 a 357.8 Nota del autor: Jules Dubois fue un conocido intrigante a quien se tildaba de coronel del FBI o de la CIA y se

desempeñaba en la Sociedad Interamericana de Prensa: era un adalid de los ataques de los grandes medios

contra las naciones que intentaban liberarse del yugo de la dominación.

Martín García

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ses. Noticiarios cinematográficos y trans-misiones radiales, como servicios gratui-tos de películas cinematográficas de pro-paganda, completan el cuadro de penetra-

ción mal disimulada. Si desde un diario se

9 Op.cit ., pp 166-182.

El peronismo y su relación con los medios de comunicación

puede hacer un chantaje a una persona,desde esta organización se lo puede hacera toda una nación. Por este medio se pue-de llevar allí descrédito a un gobierno, y a

un pueblo entero, a la guerra.”9

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 Adolfo Sequeira

Presencia cultural

del peronismoen Córdoba

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 ADOLFO SEQUEIRA:

Gestor de Políticas Culturales en ámbitos públicos y privados. Consultor de organismos

internacionales en cuestiones de cultura y profesor de postgrado en universidades nacionales

sobre temas de integración regional. En la actualidad dirigeCarta de América, Revista de Cultura 

 y Política Iberoamericana .

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Introducción: algunas precisiones y un mínimo marco de referencia

1) El peronismo es, en sí, un instrumento cultural:

Creación de la sociedad argentina en pleno sigloXX

, síntesis de las experiencias de afir-mación nacional y mestizaje cultural, se probó apto para encausar productivamente unasociedad periférica definida por el industrialismo, la democracia de masas y la bipolaridada nivel mundial; y hoy se muestra con dificultades para expresar las formulaciones per-tinentes de los fondos culturales argentinos y latinoamericanos en la recientemente insta-lada sociedad global.En ambos casos, tanto en sus aciertos cuanto en sus limitaciones, se asumió como unprotagonista social de clara incidencia en la conformación del universo simbólico de lostiempos y espacios en los que actúa.La acción cultural que desarrolla depende entonces del conjunto de prácticas que cuen-tan con su orientación, provengan o no del aparato dedicado a esa especificidad, las que,incluso, se verifican en general por fuera de las metas propuestas por quienes programano dirigen esa política.

2) Al gobierno no le corresponde hacer “cultura peronista”:En la medida en que el peronismo es, aunque en un sentido no convencional, tambiénuna ideología, corresponde al gobierno abstenerse de usar al Estado como red dedifusión de su cosmovisión.Cabe, sí, reconocer que actúa en base a criterios que es necesario enunciar claramente–que, por lo demás, siempre están dictados por una visión ideológica– y que encuentranlegitimidad en tanto fueron votados. Negar esta realidad significaría adherir a posturashipócritas que suponen posible que el gobierno se mutile o esconda sus premisas centra-les –en especial en el área de cultura– para no incurrir en totalitarismos.Según la premisa que, entendemos, votó el pueblo de Córdoba, al Estado no le corres-ponde entonces adoctrinar , sino favorecer acciones que le permitan a la sociedad admi-nistrar productivamente las tensiones que se registran en su seno, de manera que aleje laposibilidad de que se reconozca y asuma a la violencia simbólica  como modo de resoluciónde los conflictos.

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3) El Peronismo significó una experiencia especialmente conmocionante para la socie-dad cordobesa:

 A partir de su nacimiento e instalación en la sociedad cordobesa, el peronismo produjouna serie de acciones que convulsionaron las normas acostumbradas para la vida en

sociedad.Desde su inicio mismo (el gobierno provincial peronista elegido en Córdoba en 1946fue intervenido por el presidente Perón apenas cumplido el año), hasta la clausura deltormentoso período constitucional 1973/76 (intervención del Brigadier Lacabanne comoculminación de una sublevación policial), hubo siempre en el peronismo mediterráneoconductas capaces de dejar una profunda huella en el imaginario cordobés.Por cierto, el paso del peronismo por la provincia dejó muchos más hechos positivosque negativos; para dar un claro ejemplo de ello, valga recordar la transformación enuna sociedad moderna –en el complejo y vivificante sentido de este concepto– quesupo operarse en la misma de la mano del industrialismo desarrollado en aquellos años.El resultado de esta vinculación entre la sociedad tradicional y los elementos innovadoresque le arrimó el peronismo a Córdoba muestra por estos días una tensión irresuelta, queemerge claramente como el punto de referencia obligado para toda política de gobier-no y, en especial, en su área de cultura.

Qué hizo el gobierno: propuestas y respuestas

1) Generar las condiciones para un nuevo diálogo:Pueden sintetizarse las líneas principales de acción política implementadas por el gobier-no –y no solo en el área cultural– diciendo que las mismas apuntaban a salvar las dificul-tades comunicar sectores sociales que perpetuaban cierto déficit de integración, condiverso tipo de fracturas, de las que la presencia del peronismo no había sido ajena. Conellos se pretendía dar respuesta, a partir de la generación de oportunidades para elencuentro creativo, a las desarmonías que se observaban como un impedimento im-portante para el despliegue de las potencialidades de la provincia, que junto a esta (lapotencialidad que trajo en sus alforjas el peronismo) tenía además postergadas muchasotras que demandaban diálogos y encuentros hasta entonces inexistentes.

2) Desempeño específico en el sector:El gobierno que asume en 1999 y es reelegido en el 2003 dispone en el momento de suasunción la modificación de la estructura organizativa del Estado para adecuarlo alcumplimiento de sus fines de acuerdo a las demandas que formulaban los tiempos.En el área de cultura, se reemplaza la vieja forma organizativa que estaba montada conel nombre de secretaría por una agencia creada ad hoc.La creación de una agencia apuntaba a contar con un organismo que, en la medida quegozaba de autonomía administrativa, y en algún punto financiera, pudiera tener un des-envolvimiento más ágil y operativo.

 Adolfo Sequeira

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La experiencia se probó exitosa, aún en el período en que la severa crisis nacional impu-so resignar algo de la autonomía obtenida al reagrupar temporariamente las diversasagencias que se habían creado.

 A continuación vamos a destacar algunas de las acciones que se han realizado, mediante

una mayor participación y acceso a la cultura, así como una creciente interacción con lossectores privados e independientes, en orden aportar a la construcción de los espaciosde integración social. A ese efecto podemos nombrar algunas acciones agrupadas pordisciplina, que, entendemos, resultan ilustrativas del modo de aplicación de ese modeloteórico:

- Teatro: Festival Iinternacional Infantil de Teatro, Festival Internacional de Teatro delMERCOSUR , Programa de Teatro Independiente de Córdoba en salas oficiales, programade giras con grupos independientes al interior y resto del país, salidas de cuerpos establesde los teatros provinciales al interior, apoyo económico a grupos independientes invita-dos a festivales, cursos, eventos y para-producciones independientes, programa de pre-sentación de proyectos de directores externos para dirigir a cuerpos estables.

- Letras: presencia de editoriales cordobesas en la Feria Internacional del Libro deBuenos Aires y Ferias del Libro provinciales, creación del Premio Provincial de Le-tras, instalación del programa “Celebración del Pensamiento”, restauración y refuncionalización de Biblioteca Córdoba, institución del Premio Vía-Iberoamerica-na para quienes contribuyeron decisivamente al desarrollo de una teoría social y polí-tica autónoma de los grandes centros de producción de conocimiento, realización delSimposio Internacional sobre el Discurso Iberoamericano y auspicio a los encuentrosde Filosofía Latinoamericana.

- Patrimonio: declaración de la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad alas Estancias Jesuíticas, la Manzana de las Luces y el Legado Jesuítico.

- Música: Creación del Festival Internacional de Música Barroca, obligatoriedad de laactuación de los cuerpos estables en el interior provincial, sostenimiento de la progre-sión en la programación lírica, con visitas internacionales.

- Cine: Muestra de Cine Cordobés en Buenos Aires, difusión de material fílmico o video producido en Córdoba por medio de muestras semestrales en el interior de laprovincia y en el resto del país a través de un sistema de intercambio, apoyo logísticoy financiero a cortos y largometrajes, cine móvil en localidades del interior, apoyologístico a producciones independientes, apoyo financiero para presentación de mues-tras internacionales, proyecciones en cárceles.

-  Artes Visuales: refuncionalización y nueva estructura para el Museo de Arte Contem-

Presencia cultural del peronismo en Córdoba

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poráneo, adquisición de un centenar de obras para la colección provincial, promo-ción de artistas jóvenes, muestras itinerantes y de capacitación, muestras en 35 locali-dades del interior provincial, impresión de series de postales artísticas, concurso deesculturas para las márgenes del Río Suquia “Arte en la Ribera”, certámenes de foto-

grafía, programa anual de muestras en el Teatro Real.Más allá de la descripción de las acciones llevadas adelante, y de las cuales las señaladaspretenden solo ilustrar sobre el tipo y no sobre la cantidad, nos interesa en estas notasrealizar algunos apuntes sobre los criterios que orientan la elaboración de las políticasculturales implementadas en la provincia.

 Actualmente nos encontramos trabajando nuevamente con la estructura de la agencia,reformulándola en base a la experiencia adquirida, y a partir de la cual se propone:

- Asistir a las voces tradicionales, como un modo de promover acciones destinadas aque la comunidad se reconozca como sujeto social e histórico, facilitando los proce-sos identidad y autoreferencia. Al respecto, cabe acotar la inconveniencia, en estepunto, de adherir acríticamente a las tesis de la llamada legitimación de origen , y con elloa visiones esencialistas .

- Favorecer la innovación, mediante el ingreso de nuevos actores, temas y modos alejercicio cultural, y estar alertas respecto de que los mismos requieren el reconoci-miento y la valoración de nuevas aptitudes.

- Articular los entes productores, a partir de la detección de indicadores de la produc-ción común y sus diversos modos de articulación.

- Exponer y referenciar los ejes prioritarios del consenso político. Por estos días, y enbase a lo establecido por el gobierno provincial, pueden entenderse como tales laampliación de los márgenes de la democracia; la promoción, en sus distintas dimen-siones, del desarrollo del MERCOSUR ; y la contribución a la afirmación de toda perspec-tiva y acción que se encamine a favorecer una mayor inclusión social.

De este modo, en cuanto organismo depositario de la “responsabilidad cultural públi-ca”, y con la comprensión de que para ello debemos ser un espacio de referencia cons-tante, resulta importante la construcción de un elemento que simbolice propósitos y expectativas de nuestra función. Es lo que llamamos “La marca Córdoba”.Consideramos que nuestra propuesta cultural debe hacer referencia a una circunstanciatransformada en paradigma y que ha conformado la identidad de nuestra provincia: serespacio de encuentros y cruces culturales que han favorecido el desarrollo de una expe-riencia socio-histórica de profunda vitalidad.

 Adolfo Sequeira

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 Algunos nombres y muchas ausencias

Puesto a tratar de cumplir con el pedido de nombrar a quienes trabajan culturalmentedesde el peronismo, se me hace difícil la empresa, y confieso mi inhabilidad para un

relevamiento exhaustivo, por razones de tiempo, espacio y oportunidad.No obstante, considero importante en este punto hacer un par de comentarios: el pri-mero, alrededor de lo extraño que suena en Córdoba hablar de un “hacer peronista enla cultura”. Pese a ello, no consideramos esta formulación como un anacronismo queresulta irrelevante cuando no curioso, sino por el contrario un útil disparador de una

 vieja e inquietante pregunta sobre nuestra cohesión social, que permite develar comocuestión irresuelta y casi inadvertida al silencio deliberado que envuelve al tema. Eviden-temente, estamos en deuda al respecto, pues solo excepcionalmente puede registrarseesta experiencia histórica como material o tema de estudio (de hecho, algunas facultadestienen entre sus seminarios opcionales  esta cuestión), pero no existe ni siquiera como medi-tación sistemática; para ser justos, tampoco hay una demanda sostenida de producciónteórica sobre el tema.Profundizando esa necesidad de justicia, debe decirse que hay intentos serios y perseve-rantes, aunque como ya dijimos, excepcionales, para arrimar algo de luz sobre estatemática, pero para poder identificarlos es preciso internarse en los oscuros senderos deun triste y sorprendente juego de mímesis que esconde al investigador o teórico innova-dor tras el ropaje de lo aceptado en la academia.Incluso, este espíritu recorre la producción de productos culturales populares, como losprogramas de radio FM. No creemos que el sistema de comunicación e información delos mass media  pueda ser tema de tratamiento en esta oportunidad, porque el nivel de suincidencia en la configuración del imaginario colectivo lo asimila directamente al escena-rio donde se verifica todo juego intersubjetivo.Lo que el sistema de producción de imaginarios y paradigmas habilita como posible y permitido está lejos de la experiencia del peronismo, y hay que decir también que esconcurrente a la conformación de tan desgraciada situación la notoria incapacidad delmismo para entablar una discusión que favorezca un recorrido en común con lo quehemos llamado la sociedad tradicional.Tal vez a la luz de estas notas se entienda mejor porqué decíamos al comienzo que la

principal tarea del gobierno consiste en el tendido de puentes que reconstruyan unarelación entre diversas y fundamentales experiencia de vida.Para cerrar, y no solo a modo de reconocimiento y homenaje sino por lo decisivo de suaporte, quiero referirme a dos representantes de esa escasa pero profunda actividadteórica, cuya tarea tiene como objeto la cuestión del peronismo.En primer lugar, quiero destacar la labor docente y académica de Jorge Torres Roggero,quien ha construido a lo largo de treinta años con su cátedra de literatura latinoamerica-na en la Universidad Nacional de Córdoba los elementos primordiales para la estructu-ración de una mirada crítica sobre la literatura y el arte desde el ethos cultural iberoamericano.

Presencia cultural del peronismo en Córdoba

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Su hacer ha conformado una línea investigativa que se desenvuelve con las rispidecespropias de las experiencias que se apartan de las normas y, sobre todo, ponen severa-mente en cuestión al canon consagrado. Como resultado de su tarea docente se destacatambién la conformación de una corriente de pensamiento y desarrollo teórico, en la

que se encolumnan muchos de sus discípulos, que contribuye ciertamente a remozar elpanorama intelectual de nuestra provincia.En segundo lugar, quiero hacer referencia a la labor desempeñada por Ignacio PalaciosHidalgo, en este caso y a diferencia del anterior, realizada por fuera de la academia. Sibien cumplió funciones en la estructura del Ministerio de Educación de la Nación, don-de fue Secretario de Políticas Universitarias, y estuvo a cargo de la conducción de uni-

 versidades nacionales, su producción teórica ha tenido caminos de expresión y modosde gestación muy por fuera de lo que dicta el sistema oficial.Mas allá de que su formación universitaria es filosófica (trabajó con Rodolfo Mondolfoy Nimio de Anquín) ha preferido cultivar lo que él llama “pensamiento a secas” y señalardesde allí el exotismo que exhiben, para nuestras necesidades de indagación y conoci-miento, los productos culturales angloeuropeos.  Él instaló, hace ya casi veinte años, enocasión del Congreso Internacional de Filosofía celebrado en nuestra provincia, con suponencia “América y las dos Modernidades”, una base importante para fundar lasperiodizaciones pertinentes para la autonomía política de nuestra región. Propicia ade-más una profunda meditación sobre el tiempo, entendido como futuro y único espaciode realización de lo iberoamericano, a diferencia de lo que indican las claves para lalectura de la historia qué propone el logos  entronizado en Occidente.Palacios Hidalgo sugiere que proyecto debe dominar al pasado y al presente, y desde esepunto de vista relativiza al revisionismo histórico, que en una época transitó junto a JoséMaría Rosa. Hay en él una profunda reivindicación de los llamados populismos , que en-tiende como creación original de la teoría y la practica política iberoamericana.

Observaciones a modo de cierre

Estas notas pretenden brindar una primera aproximación al tema de la presencia cultural 

del peronismo en Córdoba , por lo que hemos preferido señalar lo que entendemos algunasposibles claves interpretativas y criterios generales para el abordaje de la cuestión, antes

que la presentación ordenada de datos y cifras que releven la producción al respecto.Estos, sin embargo, están a disposición de los interesados en trabajar sobre ellos.El criterio adoptado en este trabajo implica necesariamente incurrir en ciertas omisiones,tanto de temas y personajes como de despliegues y tratamientos de cuestiones deriva-das. Aún así, hemos preferido postergar reseñas en beneficio de la presentación deelementos que expresen la necesidad de ejercicios de hermenéutica, en la convicción deque se trata de una tarea imprescindible y urgente para los argentinos.

31 de marzo de 2004

 Adolfo Sequeira

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“Siempre es el pueblo, en su múltiple variedad y disonancia, el que llega a

realizar las grandes concepciones. Solo cuando encuentra el espíritu vivificador

del pueblo la idea se transforma en acción y la acción en obra.”

 Juan Perón

Silvio Peduto

En la Pampa,

el peronismodejó huella

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SILVIO MARIO PEDUTO:

Geógrafo egresado de la Facultad de Filosofía y

Letras (U.B.A.). Escritor, investigador, ensayista.

Como periodista colaboró en Aportes, Crear ,

Sudestada , Máscaras , Rumbo Sur  (Viedma), La 

Reforma (General Pico) y El Diario (Santa Rosa).

Docente del nivel polimodal. Capacitador docente.

 Asesor del Bloque Justicialista, Cámara de

Diputados de la provincia La Pampa desde 1984.

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En medio de una expectativa enorme y posterior algarabía popular, el gobier-no nacional encabezado por el General Juan Domingo Perón, tomó la deci-sión política de provincializar el entonces Territorio Nacional de la Pampa,

promulgando el 8 de agosto del año 1951 la Ley Nacional N° 14.0371  que fuera sancio-

nada por ambas Cámaras del Congreso de la Nación, en el curso del mes de julio dedicho año.2  Un espacio geográfico, La Pampa, que constituía un retazo territorial de loque las provincias limítrofes fundantes del Estado argentino: Mendoza, Buenos Aires,San Luis y Córdoba, no querían para sí. Si se observa con detenimiento un mapa de la Argentina, se puede percibir que La Pampa se articula con el resto del territorio nacionala modo de una verdadera cuña; es el país nuevo penetrando en el país viejo. País nuevoconstituido por las “tierras nacionales” en los términos del artículo 1° de la Ley Nacio-nal N° 28 del 17/10/18623  y por sus esforzados habitantes, a quienes le costó un granempeño llegar a regirse por sí mismos, poder elegir a sus autoridades y ser elegidos, fijar

sus impuestos o darse su propia Constitución y sus propias leyes.¿Fue este acontecimiento histórico realmente importante? ¿Repercutió en la cultura

pampeana? ¿Impactó en sus hombres y mujeres? ¿Cómo, de qué manera? ¿Es, acaso, elperonismo en La Pampa, un rasgo distintivo de su población? Hay que tener en cuentaque triunfó en todas las contiendas electorales libres y sin proscripciones –nos estamosrefiriendo a los comicios para gobernador provincial–, en las que el pueblo pampeanotuvo la ocasión de manifestarse libremente desde el 12 de abril de 1953 a la fecha.

Más acá en el tiempo, el peronismo de La Pampa, ¿no ha sido acaso, el trabajadorincansable y el pionero para la consecución de la región de la Patagonia4  –primera

1  Anales de Legislación Argentina. 1881-1888, Buenos Aires, La Ley, 1955, p. 141.2 Diario de Sesiones de la Cámara de Senadores , Tomo I, Sesión del 5 de julio de 1951, Buenos Aires, Imprenta del

Congreso de la Nación, 1951, pp. 447 y ss.Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados , Tomo II, Período Ordinario,  Sesión del 19 y 20 de julio de 1951,Buenos Aires, Imprenta del Congreso de la Nación, 1951, pp. 1143 y ss.

3  Anales de Legislación Argentina. Complemento, Años 1852-1880 , Buenos Aires, La Ley, 1954, p. 355.4 Tratado de la Región de la Patagonia (Conclusiones),  Reunión de Gobernadores de la Patagonia, 25 y 26 de junio

de 1996, Santa Rosa, Gobierno de La Pampa, 1996. Ver asimismo: Livigni, Omar N., “Por un mayor protagonis-mo regional. El espíritu de Santa Rosa” en revista Rumbo Sur , y la Revista de la Integración Patagónica , N° 13, Viedma,Río Negro, marzo de 2004. Resulta interesante y sugestiva la lectura del editorial de esta última revista, una publicación que luego de casi diez años de ausencia vuelve a editarse, en una segunda época.

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región argentina en los términos del artículo 124 de la Constitución Nacional– que hoy nos distingue del resto de nuestros compatriotas, como pampeanos y como patagónicos?

Estos dos verdaderos jalones históricos que trascienden incluso los límites provincialespara alcanzar un rango nacional, ¿no conllevan, quizás, un correlato de índole cultural

que hace a la identidad como pampeanos y patagónicos? Con la creación de la región dela Patagonia, ¿no se está mostrando al resto de nuestros hermanos, diseminados por elinmenso espacio de la geografía nacional, el camino de unidad necesario que debemostransitar?

Estos son algunos de los interrogantes que nos sugiere el tema convocante: la presenciacultural del peronismo en La Pampa.

El peronismo y el interés de la patria

Entre todos los títulos que pudo ostentar el general Perón y que le han sido reconoci-dos por el pueblo, el más trascendente lo constituye el de ser un verdadero libertadorcultural de la Patria. Esto, dicho desde el interior, promete mucho paño para cortar. Elinterior y nuestra vivencia en él nos permiten ver todo desde otro lugar, de otro modo,con otros tiempos que no son los alienantes y urgentes de la Gran Urbe. Nos movemosen tiempos distintos, más ralentados; todo nos llega a otro ritmo, como quien arroja unapiedra a un estanque. Los del interior estamos situados en la periferia del estanque, lasondas tardan en llegar, se van suavizando y nos permiten ver todo con otros ojos y desde perspectivas diferentes.

¿Qué quiero decir con esto? Pues que por detrás de la línea fluvial que va desde laciudad de Santa Fe hasta La Plata-Ensenada –que hoy tendrá unos cien kilómetros deancho–, existe un país distinto en todos los sentidos y con respecto al Gran Buenos Aires o las otras grandes urbes de nuestra patria.5

Quiero expresar que antes de Perón y de sus gobiernos de dignificación nacional, loshombres y las mujeres que habitaban el interior profundo de la patria, al decir de nues-tro querido maestro, compañero y amigo, el pehuajense Osvaldo Guglielmino, “nosencontrábamos encadenados al suelo en el que nacíamos”. Era imposible movilizarsefuera del ámbito pueblerino, o a lo sumo se podía hacer dentro de la propia provinciao región. Perón los liberó. Perón permitió, con la voluntad política de cambiar el estado

de cosas imperante, que el interior del país adquiriera su propia dinámica y que sushombres y mujeres, por vez primera, sintieran al país como propio, lo recorrieran ha-ciendo turismo y llegaran a lugares que en su momento habían sido coto exclusivo deuno de los sectores más favorecidos y tradicionales de la Argentina: la oligarquía terrate-niente.

Perón posibilitó que La Pampa accediera a la condición de provincia, luego de una

5 Peduto, Silvio M.; “Una Argentina sin alternativa. El interior olvidado”,  p. 41, en revista Crear , N° 26, BuenosAires, Diciembre de 1988.

Silvio Peduto

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espera de más de cuarenta años,6  porque ya en el año 1914 en que se realiza el TercerCenso Nacional, los 101.338 habitantes de sus tierras7  cumplimentaban más que holga-damente el límite numérico establecido por el artículo 4° de la Ley Nacional N° 1532,8

de Territorios Nacionales. Finalmente, el deseo, el pedido y la exigencia –tantas veces

desoídos– de ser escuchados y tenidos en cuenta, será concretado por nuestro gobierno,a quien solo animaba un único interés, el del pueblo, o lo que es lo mismo, el de la Patria.El peronismo posibilitó que el habitante de este suelo reafirmara, profundizara, incor-porara entrañablemente, a la vez que transmitiera, su impronta identitaria de pampeano,que no es diferente de la de ser bonaerense, cordobés, mendocino o puntano. Esaidentidad que hace que seamos lo que somos y no otra cosa se fue macerando a lo largodel tiempo y amalgamó voluntades, desde los inicios de la lucha por la provincialización,en los primeros años del siglo XX.9  El peronismo rompe con un estado de cosas im-puesto manu militari desde el puerto de Buenos Aires, que había dado por tierra contodos los intentos previos de provincializar La Pampa, saboteando, obstruyendo,digitando, dilatando, cajoneando, acordando con todos aquellos factores de poder po-líticos y económicos que veían el gran espacio territorial de La Pampa como al resto delos territorios nacionales: espacios geográficos vacíos, bienes mostrencos queusufructuaban para sí. Al Estado Nacional controlado por los sectores oligárquicos, leredituaba pingües ingresos en concepto de riqueza territorial generada y por la remisiónde gravámenes; un Estado fuertemente unitario que mantuvo por décadas un país des-articulado y desintegrado, y a su población, como verdaderos argentinos de segundacategoría en su propia tierra.

La provincia Eva Perón y su lucha por la autonomía

La provincialización de La Pampa significó mucho para sus pobladores y tuvo unimpacto cultural en todos los órdenes digno de destacar. A partir del 8 de agosto de1951, nada fue lo mismo en nuestra tierra. Ya desde 1907,10  tuvo lugar la primeraexpresión provincialista al constituirse el primer núcleo autonomista en Santa Rosa, loque marcó el comienzo de la labor de un movimiento que no habría de cejar en elempeño hasta conseguir lo que se proponían: La Pampa provincia. Es así como políticay cultura se interrelacionan articulándose, conformando, como expresa el general Perón

6 Etchenique, Jorge, “Pampa Central. Segunda Parte (1925-1952). Movimientos Provincialistas y Sociedad Glo-bal”, en Anexo de Documentos, Mensaje del Comisionado Nacional Juan C. Neveu ,  p. 252 (dado a conocer a través de LRARadio del Estado de Santa Rosa, el 10 de agosto de 1951).

7 Grassi, Alberto J., La Pampa y sus derechos , Buenos Aires, Merovich Editor, 1929, p. 42.8  Anales de Legislación Argentina , Tomo XI-A, Buenos Aires, La Ley, 1952, p. 124. Ver también Boletín Oficial  del 10/

8/1951.9 Etchenique, Jorge, Pampa Central. Primera Parte (1884-1924). Movimientos Provincialistas y Sociedad Global , Santa Rosa,

Subsecretaría de Cultura, Departamento de Investigaciones Culturales, 2001, p. 46.10 Berhongaray, Antonio T., La Pampa y su lucha por la autonomía. El fin del colonialismo interno argentino,  Buenos Aires,

Edición del autor auspiciada por FIPROS, 2000, p. 62.

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al referirse a la cultura, “[...] una especie de red que conecta los ámbitos económico,político y social.”11

 A modo de ejemplo y para percibir lo tangible de la relación entre política y cultura, vale citar un hecho que debe ser desconocido para la gran mayoría de los argentinos y 

que ocurrió en el Chaco,

12

 luego del derrocamiento del peronismo. Sobre el particularnos expresa el doctor Manuel Millán Ford: “Entre los días 27 de septiembre y el 13 deoctubre de 1955, se quemaron y rompieron todos los antecedentes, actas y recuerdosfílmicos referidos al proceso de provincialización y a la elección, instalación y funciona-miento de la Asamblea Constitucional que el 22 de diciembre de 1951, sancionó la primeraConstitución del Chaco. También se quemaron e hicieron desaparecer los antecedentes y actas de asunción del cargo de los integrantes del primer gobierno del Chaco, el 4 de junio de1953, y todos los recuerdos fílmicos relacionados con esos acontecimientos.

“Fue una destrucción intencional, tan prolija y minuciosamente realizada que a 50 añosde esos hechos no existe siquiera una fotografía de los constituyentes reunidos, y solohemos recuperado una fotografía de los integrantes del primer gobierno cuando, trasasumir el cargo, se dirigen a la plaza central a rendir homenaje a San Martín. [...] Nuncase ha investigado esa devastación [...] Nos resultó evidente que en esa tarea –de destruc-ción– tuvieron colaboradores idóneos. Pero supimos que ese fue el acto de depreda-ción cultural más brutal perpetrado en nuestra historia y que a su amparo se tendió unmanto de infamia y de malicia sobre el proceso de creación del Chaco.”13

Semejante atentado a la identidad de los chaqueños y a la cultura de un pueblo noreconoce antecedentes similares en el país como no sea, quizás, el tristemente célebredecreto-ley 416114  o la “exclusión” dictaminada por la proclama del 27/4/56, de lareforma constitucional de 1949, intentando volver atrás en la historia. En La Pampa nose vivió algo parecido. Quizás, por ser zona marginal de la campiña bonaerense o por-que sus escasos habitantes, muy diseminados en una amplísima geografía, no justificabansemejante esfuerzo de revancha a pesar de que el nombre de la provincia fuera EvaPerón; o más simplemente, porque a nadie se le ocurrió. Por el contrario, con el paso delos años, el peronismo fue permeando todos los sectores sociales de La Pampa y esto eshoy considerado como un elemento casi constitutivo de la identidad de los pampeanos,a pesar de la opinión en contrario que aún actualmente, pueden tener algunos mediosescritos, sobre todo de la capital provincial, históricamente antiperonistas y tributarios

de una ideología demoliberal de izquierda.15  Esto significa que, sin el aporte de distintos

11 Perón, Juan Domingo, Modelo Argentino para el Proyecto Nacional , Buenos Aires, Ediciones Realidad Política, 1986, p. 55.12 Recuérdese que el Chaco es provincializado juntamente con La Pampa por la Ley N° 14.037 y que adopta el

nombre de Presidente Perón.13 “La documentación avasallada del primer gobierno de la provincia” en diario Norte de Resistencia , (“Cartas de

Lectores”, de fecha 17/7/2001), Chaco.14 Decreto Ley 4161, “Prohibición de elementos de afirmación ideológica o de propaganda peronista”   en Boletín

Oficial de la República Argentina , 9/3/56.15 Peduto, Silvio M., “El voto femenino 40 años después” en revista Crear en el pensamiento nacional , N° 24, abril de

1988, p. 30. Véase en especial la nota a pie de página.

Silvio Peduto

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sectores sociales, además de los trabajadores y de los pequeños productores agropecua-rios, muchos de ellos antiguos arrendatarios y colonos, el peronismo no hubiera podidotriunfar, como lo ha hecho siempre, toda vez que las elecciones fueron libres y sinproscripciones.

De manera que, y con Maresca,

16

 podemos afirmar que el objetivo trascendente de lacultura es “[...] promover el sentimiento de autonomía en los individuos y en los grupos.Si falta esa autonomía no cabe hablar seriamente de democracia. Y la cultura, es decir, laauténtica participación activa en la creación cultural, es el instrumento idóneo para pro-mover ese sentimiento de autonomía.” Tal sentimiento, como hemos visto, era ya partede la vivencia cotidiana de los pampeanos, desde fines de siglo XIX y comienzos del XX,que se plasmará en la realidad de la provincialización, casi cincuenta años después. Aco-plándose a lo dicho por Maresca, vale citar una de las más entrañables plumas provin-ciales, con expresiones acerca de la cultura pampeana, que marchan en un sentido similaral del filósofo. Manifiesta Morisoli que: “Si hubiera un rasgo dominante con el cualdefinirla, yo diría que es la cultura de la adversidad”. “La Pampa es un duro amor” dijoHoracio Armani en un célebre verso; nuestra mejor tradición es esa, la cultura de laadversidad: frente a la adversidad, que es lo mismo que decir contra la adversidad, haciala esperanza. La cultura de un pueblo que se curtió en el olvido y el desamparo de lacondición territorial, en el desafío espacial del ámbito pampeano-patagónico, de la di-mensión pampeano-patagónica, en la porfía de un sueño obstinado e inclaudicable. Esacultura de la adversidad tiene innumerables testimonios literarios en la poesía, en lanovela, en el cuento, pero tiene también un diagnóstico, no superado hasta ahora, en loque alguna vez llamé “un pequeño texto inagotable”. Se trata del ensayo de José Prado“El agro en la cultura pampeana”.17  Esa cultura de la adversidad, implica una durabrega en contra de la soledad, de la sequía, del médano, de los vientos y de la indiferen-cia de un poder central hegemónico y autocrático. Todo ello lleva a reafirmar cada vezmás un sentimiento de autonomía que se constituye en parte integrante de nuestro ser comocomunidad histórica. Yendo aún más allá, Morisoli explicita: “Por eso, tratando de acercar-nos al secreto de esta presencia espiritual de la región no exclusivamente temática, decíamosque la pampeanidad es un diálogo con la tierra que no cesa jamás. Una metafísica de laplanicie tejida en sentimientos y reflexiones cuyo tempo, en el sentido musical de la palabra, lomarca tal vez el pausado ofertorio en la rueda fraterna del mate.”18

Pero, cabe preguntarse ¿qué es la pampeanidad, de qué modo se manifiesta? ¿Cómopoder explayarnos con relación a lo expresado por este autor? El mismo Morisoli lo

16 Maresca, Silvio J., “Discurso inaugural” en La cultura en la sociedad democrática. Exposición de Apertura. Encuentro 

 Nacional de Pensadores , Volumen 1; Buenos Aires, Ediciones de la Secretaría de Cultura de la Nación, 1999, p. 2.17 Morisoli, Edgar, “Aproximación al concepto de región”  en Seminario de Literatura Regional, organizado por

la Universidad Nacional de La Pampa, el Centro de Estudios Regionales y la Asociación Pampeana de Escrito-res, Publicación N° 1, Santa Rosa (La Pampa), 1988/89, pp. 7 y 8.

18 Ibíd. p. 33.

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hace cuando aclara que la pampeanidad es “[...] ese estilo humano inconfundible. [...]Una manera de asumir el mundo, de aprehenderlo en vida y muerte. Una manera de sery de sentir, hecha de llaneza y hondura, amasada con mucho silencio y una serena volun-tad de afirmación creadora: cordial en la doble vertiente del vocablo. Una cosmovisión,

en fin, que la matriz bravía del Mamüll Mapú

19

 fue troquelando, lenta pero firmemente,sobre el alma de los hombres venidos de tantos rumbos, y cuya progenie de confluenciaencarnó en definitiva al pampeano actual.”20  De modo que la pampeanidad está fuerte-mente imbricada con el esfuerzo pionero, con la brega constante en contra de las adver-sidades de distinto signo, por el acendrado sentimiento de autonomía de todo un pue-blo que se sabía digno –en aquel entonces– de regir sus destinos y por ello luchaba. Estotiene que ver –y mucho– con una cultura basada en el trabajo, al que las tremendasheladas invernales y los tórridos veranos no hacen mella, como tampoco la escasez deagua que ha generado una conciencia hídrica importante en su población, que la hahecho sentir toda vez que fue necesario. Por último, la pampeanidad también tiene que ver con hacer habitable, humanizar un territorio en el que nada le es dado al ser humanode manera fácil o sencilla.

Una provincia, La Pampa, puesta en obra

Parafraseando el copete del comienzo, diremos que la acción a que alude el generalPerón fue de todo el pueblo pampeano desde 1907 en adelante y, consecuentemente, laobra que consiguió fue la provincialización del Territorio Nacional de La Pampa.

Este acontecimiento histórico es, sin duda alguna, el más trascendental e impactantehecho cultural en La Pampa, por lo que significó y por las consecuencias de todo ordenque trajo aparejadas: “La lucha tiene su correspondencia con la Ley 14.037 del 20 dejulio de 1951 que fue impulsada por Eva Perón, en su carácter de presidenta del Movi-miento Peronista Femenino, quien ejerció el derecho a peticionar,21  acordado por elartículo 26 de la Constitución Nacional. Fue por esa causa y en su reconocimiento que laprovincia tuvo como primer nombre el de provincia Eva Perón. El hecho más signifi-cativo en esa época, entonces, es la institucionalización de la provincia.”22

De acuerdo a lo preceptuado por las normas legales pertinentes,23  el Territorio Nacio-nal de La Pampa cumplía holgadamente con el mínimo de población impuesto por el

artículo 4° de la ley mencionada, para acceder a la categoría de provincia argentina. El

19 Término araucano que alude al “País del Monte” en especial referencia a los bosques caducifolios xerófilos decaldén y algarrobo, dominantes en el ambiente semidesértico pampeano.

20 Morisoli, Edgar; “Prólogo” en Nervi, J. Ricardo, Rastro en la Sal., Santa Rosa, La Arena, 1980, p. 5.21 Perón, Eva, “Nota al señor presidente del Honorable Senado de la Nación”, en Diario de Sesiones de la Cámara de

Senadores de la Nación, Tomo I, 5 de julio de 1951, p. 453.22 Durango, Norma, “El Cincuentenario de la provincialización de La Pampa y la cultura”, exposición realizada

en el Seminario de Capacitación Docente organizado por la Fundación Sol y el ministerio de Cultura yEducación de la Provincia, General Pico, Año 2001.

23  Ver Leyes Nacionales N° 28, 1.532 y 14.037 en los  Anales de Legislación Argentina   ya citados.

Silvio Peduto

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empeño puesto por el poder central impidió durante décadas que nuestra Pampa acce-diera a ser provincia.24  Las mezquindades políticas de todo tipo que antepusieron lopartidario al interés común, viabilizadas desde la Capital Federal; la especulación de losterratenientes pampeanos que veían en el horizonte futuro, un aumento de los impues-

tos, en caso de que se provincializara el Territorio Nacional; la supuesta inhabilidad,incapacidad e inexperiencia de los pampeanos para valerse por sí mismos;25  la presiónejercida por las provincias fundantes, a fin de oponerse a todo intento que alterara elstatu quo en las decisiones políticas que ellos compartían en ambas Cámaras del Con-greso y el Ejecutivo Nacional; el interés de esas mismas provincias por continuarusufructuando subsidios del Gobierno Nacional, vía los aportes financieros de los Te-rritorios Nacionales;26  el clientelismo político en boga que implicaba la utilización dehombres, quienes si bien vivían y trabajaban en zonas limítrofes del Territorio Nacional,tenían su domicilio legal en provincias vecinas (Buenos Aires, Córdoba), y eran “arreados”por el caudillo de turno para sufragar en cada proceso electoral; la desconsideración y elno tratamiento de las decenas de proyectos legislativos presentados para laprovincialización de los Territorios Nacionales desde 1908 (año en el que se presentó elprimer proyecto para declarar provincia al Territorio Nacional de La Pampa Central 27 )en adelante.28

Frente a este panorama de aparente equilibrio político y decidido por el EjecutivoNacional –que fuera desarticulado y roto por la voluntad de Perón y de Eva Perón–, eldoctor Alberto J. Grassi, quien desplegara una enorme e intensa actividad, tanto en LaPampa como en la Capital Federal, se manifiesta de modo contundente y sin cortapisas:“El derecho de La Pampa, en efecto, no puede discutirse y nadie lo pone en duda, niaún los más fanáticos defensores del centralismo unitario; es tan absoluto, tan incuestio-nable, que ante la conciencia nacional tiene el poder dominador e irrefutable de unaxioma. Nadie ignora que la preparación del pueblo para la vida democrática está ple-namente demostrada; difícilmente se encontrará quien desconozca el colosal aporte in-dustrial, agrícola-ganadero que hace La Pampa a la riqueza nacional, mientras que, por laimprevisión e ignorancia de gobernantes extraños a su suelo, permanece ociosa una granparte de sus 14.000.000 de hectáreas aptas para la producción; hasta los niños de losgrados inferiores en la escuela primaria saben que es muy crecido el contingente depampeanos que prestan servicio en el ejército del país, circunstancia que sirve para evi-

24 Etchenique, Jorge, Exposición realizada el 7-8-2001 en el Recinto de Sesiones de la Cámara de Diputados de LaPampa, en el marco del programa de la celebración del Cincuentenario de la Provincialización.

25 Etchenique, J., Pampa Central. Segunda parte (1925-1952). Movimientos Provincialistas y Sociedad Global , Santa Rosa,Subsecretaría de Cultura, Departamento de Investigaciones Culturales, 2003, p.  154.

26 Diario La Pampa Provincia , del 10/6/1933, editado en Buenos Aires y dirigido por Alberto J. Grassi.27 Asquini, Norberto, “El sueño de los bastardos. La lucha por la provincialización de La pampa”,   p. 21, 2° premio

de ensayo del certamen literario “Vivir en Democracia con Justicia Social”, Santa Rosa, 2001.28 Colombato, Julio, “Ubicación Temporal. Enfoque Histórico” en Seminario de Literatura Regional , N° 3, (organi-

zado por la Universidad Nacional de La Pampa, el Centro de Estudios Regionales y la Asociación Pampeana deEscritores, Santa Rosa), 1988/89, p. 75.

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denciar claramente que tenemos obligaciones y carecemos de derechos, tal cual si fuése-mos enfermos de hospital, gente de manicomio o condenados a presidio; las cifras están alalcance de cualquiera que desee informarse sobre el portentoso progreso económico y social que ha producido el pueblo pampeano en pocos años, a pesar del abandono oficial y 

de la desmedida usurpación que de sus bienes hicieron los gobiernos.”

29

El territorio argentino heredado por el peronismo. El ayer y el hoy

Hay que tener en cuenta que, al asumir el peronismo el gobierno de la Nación, el 4 dejunio de 1946, existían en nuestra patria nueve territorios nacionales. Al momento de suderrocamiento en 1955, no quedaba ninguno de ellos. Así, es evidente que a una políticacentralista y unitaria se le contrapuso una decisión en sentido totalmente inverso, esto es,la instauración definitiva de un federalismo solidario que posibilitó, con la sanción y promulgación de las Leyes de Provincialización N° 14.037 (La Pampa y el Chaco),14.294 (Misiones) y 14.408 (Neuquén, Río Negro, Formosa, Chubut y Patagonia –quecomprendía los Territorios Nacionales de Tierra del Fuego y Santa Cruz), un “ensancha-miento de la base democrática” que eliminó

“[...] el último vestigio político del colonialismo del puerto hacia las explotadas zonasdel interior.”30  Esta decisión de alterar un estado de cosas sostenido por décadas cam-biaría definitivamente el panorama político de la Argentina de los años por venir. Elgobierno de la contrarrevolución fusiladora volverá atrás y creará el Territorio Nacionalde Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur, en marzo de 1957, previa diso-lución de la provincia de la Patagonia en noviembre de 1956, para segregar los territo-rios insulares de la actual provincia de Santa Cruz.

En este contexto histórico, La Pampa emergerá por sí misma, con un perfil propio. Apartir de la provincialización, el 8 de agosto de 1951, finalmente el pampeano pudocontar con su propia legislación, dejó de ser un paria, un minusválido que solo eratenido en cuenta por el Estado Nacional como aportante de la riqueza que genera y cuando se lo convoca a engrosar las fuerzas armadas, en el servicio militar obligatorio.Decidieron por sí mismos, cómo contribuir al nacimiento de una provincia, basados enla rica experiencia municipalista que, por años, constituyó el exclusivo ámbito de expre-sión político-electoral de la ciudadanía, que habilitaba el artículo 22 de la Ley N° 1532,

toda vez que se alcanzara determinado número de habitantes. Estaban, como sabemos,imposibilitados de votar para presidente de la Nación, vicepresidente, gobernador y  vicegobernador; legisladores nacionales y provinciales. Una Pampa que, en su historia,fuera estragada por el despoblamiento31  en los llamados “años malos” de sequía, vien-

29 Grassi, Alberto J., Op.cit.,  p. 153, citado por el diputado Luis Galcerán en la Sesión de la Cámara de Diputadosde la provincia de La Pampa del 5 de abril de 2001, Diario de Sesiones , p. 251.

30 Sbarra Mitre, Oscar, “Cómo se gestó la revolución popular. Realizaciones Justicialistas. Primera Parte” enrevista  Movimiento , marzo de 1983, p. 43.

31 Colombato, Julio, Ibíd., p. 75 y ss.

Silvio Peduto

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to, arena y pobreza; años en que también cayeron del cielo, cenizas de la erupción del volcán El Descabezado, en la cordillera chilena.

Hoy no existe ni Pampa del Este ni Pampa del Oeste o del Norte. Y esta integración sela debe la Nación Argentina, al peronismo que no solo sentó las bases teóricas, desde los

distintos proyectos concebidos, sino que ejecutó una obra de infraestructura que articulael territorio provincial y se irradia hacia la región y a la Argentina toda. Porque el desiertopampeano también es parte del desierto argentino que se debe integrar y poblar. De esose trata. De manera que lejos estamos de poder nominar a hombres o a mujeres de losdistintos quehaceres de la cultura pampeana. Al fin todos y cada uno de aquellos que nosprecedieron fueron artífices del destino común y todos, ellos y nosotros, hemos sidofuertemente impactados, primero por la lucha por la provincialización, con todo lo queella implicó y, segundo, por la inserción de La Pampa en la región de la Patagonia,32  queno es un capricho, sino el reconocimiento de una larga brega de pueblo y gobierno, demás de cuarenta años.33

La integración peronista debe marcar el rumbo de la patria

 Aquellos intereses que se opusieron históricamente a la consolidación de La Pampacomo provincia son similares, en lo que a mezquindad política atañe, a aquellos interesesque hicieron lo indecible para impedir que nuestra provincia se incorporara a la regiónde la Patagonia. La puja del pueblo pampeano fue, como se ve, constante a lo largo dela historia breve de nuestra provincia. Una historia que nos enorgullece, una cultura de laadversidad –la pampeanidad– que nos mancomuna y que nos hace coincidir en losgrandes temas, sin distingos partidarios, ni intereses mezquinos y una existencia comopueblo, plena de iniciativas y realizaciones que los distintos gobiernos justicialistas de LaPampa lograron articular y hacer posibles para beneficio de toda su comunidad, aun deaquellos que se han opuesto histórica y sistemáticamente. Volviendo a Morisoli y a modo de reflexión, quizás en el país, esta cultura de la adver-

sidad hacia la esperanza, nos sea útil a los argentinos para repechar la cuesta, empinada y nada fácil, en la que nos encontramos. Nosotros, desde este rincón del interior profun-do de la Argentina, continuaremos machacando con lo nuestro en el ámbito regional-patagónico, marcándole en este sentido –humildemente y a modo de propuesta perfec-

tible– el rumbo al país histórico, el de las catorce provincias. Rumbo, que no es otro másque el de la integración, en todos sus aspectos: territorial, social, político, cultural, regio-nal, económico, nacional y continental. Y en esto de la integración, los peronistas alguna

32 Ley N° 23.272/85, Boletín Oficial de la República Argentina , del 5/11/85.33  Ver Decreto 1784/64 del Ejecutivo de La Pampa por el que se designa la Delegación Oficial de La Pampa a la

Primera Conferencia de Gobernadores de Estados del área patagónica a realizarse en Neuquén, entre los días5 y 7 de noviembre de 1964; también el Decreto 1651/65,  por el que se designa la delegación oficial de LaPampa a la Segunda Conferencia de Gobernadores de la Patagonia a llevarse a cabo en la Capital Federal, entrelos días 2 y 4 de septiembre de dicho año.

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experiencia tenemos, habida cuenta que históricamente nuestros proyectos han sidoinclusivos. En la IV Reunión de los Gobernadores del Sur, el compañero Marín, a lasazón primer mandatario pampeano, expresó entre otros conceptos: “Por eso es nece-sario, en primer lugar, que los habitantes de este Sur despiadadamente arrinconado

tomemos conciencia y sepamos asumir esta convocatoria regional para apoyarnos unosen otros, solidaria y estrechamente, a la búsqueda del bien común como categoría fun-damental de la felicidad del pueblo. [...] Por un encuentro solidario con base en lascomunes afinidades, con base en los intereses semejantes, en el marco político que per-miten las leyes fundamentales de la Nación.”34

Es imprescindible, como señala Maresca, “un fortalecimiento de la identidad culturalde nuestros pueblos, en vertiginosa descomposición, con especial atención a las genera-ciones más jóvenes, entre las cuales el problema se agudiza [...]”.35  En orden a ello, creoque la pampeanidad nos puede ayudar a los argentinos a persistir en la lucha por sernosotros mismos, oponiéndonos y resistiendo desde lo cultural y lo político, a todos losque nos quieren avasallar. La identidad cultural es un factor de síntesis viva y original,anima y sostiene la voluntad colectiva, suscita la movilización de los recursos interiorespara la acción y transforma los cambios en innovaciones creadoras. Como aclara Azcuy,“es siempre una conciencia participante. Yo soy porque somos, que contrasta con elhiperindividualismo postmoderno”.36

 Al fin, no es otra cosa lo que plantea el pensamiento independentista del peronismo y el método que se debe aplicar para lograrlo, que el que tantas veces nos dejara impresoel magisterio de Arturo Jauretche y tantos otros compañeros que, del pensamientohicieron su arma de lucha: pensar en argentino, reflexionar desde acá y atender, en esehilo de reflexión, a los verdaderos intereses de nuestro pueblo. Como hizo finalmente elEjecutivo Nacional encabezado por el general Perón, con los pampeanos que le entre-garon un petitorio firmado por 25.000 habitantes del Territorio Nacional, solicitando suprovincialización, en la audiencia multitudinaria del 18 de junio de 1951. Dos días des-pués, ingresaría en el Senado de la Nación la histórica carta de Eva Perón que solicitabala aprobación del proyecto de Ley de Provincialización, cuestión que –como hemos visto– se concretó luego de décadas de desconsideración, indiferencia, marginación y subestimación. “La lucha política es una sublime forma de cultura”, decían los compa-ñeros de Crear en el pensamiento nacional37 , entendida esta como militancia constante

por cambiar el rumbo de las cosas, como “una acción anudada a una convicción”. Esees nuestro convencimiento con relación a lo ocurrido en nuestra provincia de La Pampay así lo hemos intentado transmitir.

34 Mensaje del gobernador de La Pampa, Rubén H. Marín, en la Apertura de la IV Reunión de Gobernadores delSur Argentino, Santa Rosa (La Pampa), 5 y 6 de octubre de 1984.

35 Maresca, Silvio J., Democracias errantes ,  febrero de 2004, (en prensa).36 Azcuy, Eduardo, “Yo soy porque somos” en Guglielmino, Osvaldo,  Americanismo y peronismo (Expresión de una 

cultura libre), Buenos Aires, Ediciones Ilustradas, 1990.37 Castellucci, Oscar, “Cultura es decir política”  en Crear , N° 27, Buenos Aires, marzo de 1989.

Silvio Peduto

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Opinión

Miguel Gazzera

Peronismo,generador de cultura

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MIGUEL GAZZERA:

Sindicalista, escritor, periodista.

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EEntiendo la palabra POLÍTICA, integrando Filosofía, Sociología, Teología, Ideo-logía, Doctrina y Cultura. Esto sin las generalizaciones a las que suelen recurrirlos especialistas al tratar específicamente algunos de estos temas. De allí que al

no considerar al sindicalismo una categoría profesional, lo tengo como vocación, com-promiso y servicio; me considero un militante político-social. El lector podrá entenderesta aclaración innecesaria; sí, coincido con él al respecto. El tema central de este número5 de Peronistas  es PERONISMO y CULTURA, y he decidido el título de este escrito en la certezade que el peronismo es el primer movimiento político social que ha definido, hasta hoy,la cultura nacional y popular a través del trabajo, la solidaridad, la justicia social y latercera posición internacional.Para Juan Domingo Perón la génesis de la cultura está en el trabajo. He encontrado, lejosen el tiempo, el uso de la palabra CULTURA en Catón “el viejo”, al referirse al CULTIVO delos alimentos por el hombre, en la era cuaternaria, en lo que se denominó “La revolu-ción neolítica”. Juan Domingo Perón expuso su pensamiento en la cultura del trabajo enlos actos finales de los congresos obreros, desde el 3 de diciembre de 1943 al 9 demarzo de 1955.

Cultura y constitución nacional

La confrontación entre dos tiempos de nuestra historia se dio entre la constitución de1853 y la constitución de 1949. De la primera dice Ernesto Palacio en La historia falsifica- 

da : “fraguada para servir los intereses de un partido dentro del país, llenó la misión a quese la destinaba: fue antecedente y la justificación de la acción política de nuestras oligar-quías y gobernantes, o sea el partido de la «civilización». No se trataba de hacernos, encualquier forma, dueños de nuestro destino, sino de someternos. No de ser heroicos,sino de ser ricos. No de ser una gran Nación, sino una colonia próspera. No de crearuna cultura propia, sino de copiar la ajena. No de poseer nuestras industrias, sino defundar, en cambio, muchas escuelas primarias donde se enseñaba, precisamente, quehabía que recurrir a este expediente para suplir nuestra incapacidad, y muchas universi-

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dades donde se profesara como dogma que el capital es intangible y que el Estado(sobre todo el argentino) es “mal administrador”. Se exaltó al prócer de levita frente alcaudillo de lanza: al “civilizador” frente al “bárbaro”. Y todo esto se tradujo a la larga enla veneración del abogado como tipo representativo, y en la dominación efectiva de

quienes contrataban al abogado”.Cuando Juan Domingo Perón anunció su voluntad de sustituir la Constitución de 1853lo fundamentó diciendo: “En lo social buscamos asegurar para nuestro pueblo un régi-men social justo y humano” con su correlato en el nuevo orden jurídico de la PatriaLibre, Justa y Soberana.En realidad esto de “sustituir”, palabra de la que me hago cargo, fue objeto de discu-sión. Los “forjistas”, de ideología populista, hablaban de “reformar” la Constitución de1853. Entonces digo: el revolucionario “sustituye”; el reformista “reforma”. Perón juróobediencia a la nueva Constitución el 16 de marzo de 1949. Arturo Enrique Sampay laconsideró un “instrumento idóneo en la lucha por la liberación de los pueblos”. Escierto, lo había dicho Ernesto Palacio: 1853 enmarcó el modelo de la “colonia próspera,corrupta y cipaya”. La constitución justicialista decidió los derechos sociales, laborales y losde la familia, rescatando la dignidad del pueblo. Dignidad es lo contrario de humillación.Era un momento crucial en la historia argentina, y Eva Perón lo advertía así: “La huma-nidad está viviendo días tremendos; un frío materialismo quiere burlarse de la ternura;una hostil solemnidad quiere alejar a los hombres de la humana sencillez que hace cor-diales y sensibles a los corazones. Mezquinas ambiciones han hecho olvidar el encantoinefable de las pequeñas cosas humildes que nos rodean. El hombre que tenía amor seha convertido en el hombre indiferente; y el hombre que creaba se ha transformado enel hombre que destruye”.Por su parte, Ernesto Palacio, en Catalina contra la oligarquía  dice del político y la política:“El político nato piensa orden, y siente justicia. Lo cual no significa contradicción sinocomplemento necesario, puesto que el orden es justo y la injusticia desordenada”.La prioridad que ha dado origen a la cultura nacional y popular peronista tiene su ejeprecisamente en el orden y la justicia. Dice Carlos Disandro, en El humanismo político del 

 justicialismo: “afirma la Nación como un destino que se clarifica y al Estado como unaconciencia histórica que permite la articulación entre la Patria eterna y el quehacer políti-co impostergable y cotidiano”.

La concepción humanista y cristiana del peronismo tiene su raíz en la Suma Teológica  deSanto Tomás de Aquino, en cuya línea de pensamiento han diversificado, con observa-ciones y afirmaciones sobre el existencialismo (de la existencia y de lo existente) Ponferrada,Maritain, Bergson y Heidegger, dicho esto en orden a mi preferencia.El año 1949 fecundizó la Constitución Nacional Justicialista y elevó la cultura nacional y popular al Congreso Nacional de Filosofía, realizado ese mismo año en Mendoza.

Miguel Gazzera

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 Antecedentes del Congreso de Filosofía

Humeaban aún las ruinas en las ciudades japonesas donde la aviación norteamericanalanzó las bombas atómicas sobre la población civil inerme; Yalta había dividido a Ale-

mania entre Oriente y Occidente y una hoguera roja calcinaba las dinastías en China.¿Hablar de filosofía en tal mundo y en una Argentina enfrentada entre peronismo y antiperonismo, donde la conspiración de adentro y de afuera era permanente? Peróndecidió que era la hora de la cultura justicialista, un determinismo del que exige todarevolución.En el rectorado de la Universidad Nacional de Cuyo surgió la idea de realizar un Con-greso de Filosofía, que se plasmó en una resolución del 18 de diciembre de 1947 y queconvocaba a su realización entre el 12 y 19 de octubre del año siguiente.Informado de la convocatoria el Poder Ejecutivo Nacional, el 20 de abril de 1948,mediante el decreto firmado por el Presidente de la Nación y los ministros Ivanissevichy Gache Pirán dio carácter nacional al congreso estableciendo su realización entre el 25y 29 de ese año. Posteriormente se estableció fecha definitiva entre el 30 de marzo y el 9de abril de 1949. El Decreto en sus considerando dice:

- “Que las circunstancias concurrentes de ser el primer congreso de este género que seconvoca en la Argentina, señala la trascendental importancia que asumirán sus delibe-raciones en el movimiento cultural de la Nación.”

- “Que cooperan y tomarán parte en él todas las universidades nacionales de la Repú-blica.”

- “Que su temario relativo a la persona, educación y convivencia humana reviste uninterés capital para la doctrina nacional.”

- “Que al citado congreso asistirán oficialmente, en calidad de participantes, los delega-dos de todos los países iberoamericanos, incluidos España y Portugal.”

- “Que en las sesiones administrativas del congreso se constituirá la Junta Permanentede los congresos de Filosofía, con carácter de organismo universitario.”

- “Que el Poder Ejecutivo, en la persona del Primer Mandatario, tendrá a su cargo laconferencia final y la presidencia de la sesión final plenaria de dicho Congreso.”

La resolución agrega: “que el Estado a los efectos de solventar los gastos que origine suconvocatoria y reuniones aportará hasta la suma de trescientos mil pesos moneda nacional”.El espacio concedido a este escrito, y lo que me aconseja la prudencia, hacen imposibleincorporar la nómina de los participantes nacionales e internacionales y sus procedenciascomo así también el texto completo de lo que fue una clase magistral de Juan DomingoPerón al cerrar el Congreso de Filosofía. Todo lo referente a este congreso consta en lasdos mil ciento noventa y siete páginas de las actas ordenadas en tres tomos por elsecretario de actas del congreso, Luis Juan Guerrero, donde también constan los temastratados en las reuniones plenarias y los discursos pronunciados.

Peronismo, generador de cultura

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El Congreso de Filosofía

 Junto a los participantes argentinos se sentaron en el Congreso personalidades de Uru-guay, Brasil, México, Estados Unidos, Italia, España, Francia, Alemania, Chile, Colom-

bia, Irlanda, Perú, Portugal, Inglaterra, Suiza, Bolivia, Canadá y Venezuela; enviaronmensajes de adhesión el ministro de Educación de España, la Universidad del Brasil, laUniversidad Nacional de México, el Consejo Superior de Investigaciones Científicas deMadrid, el Instituto de Estudios Filosóficos de Roma, la Pontificia Universidad de Bo-gotá, el gobernador de Texas, la Universidad de Texas (de Estados Unidos) y el profe-sor Martín Heidegger. Curiosamente, en 1937 en París se realizó el Congreso Descartes,al que fue invitado Heidegger, que no pudo estar presente impedido por el gobierno.En 1949, otro gobierno impidió la concurrencia del filósofo alemán a Mendoza.En el acto de instalación del Congreso hicieron uso de la palabra el profesor OscarIvanissevich, ministro de educación argentino, el rector de la Universidad Nacional deCuyo, Irineo Fernando Cruz, el secretario técnico del congreso, Dr. Coriolano Alberini,el profesor Gastón Berger de la Universidad de Marsella, el profesor Hans Georg Gadamer de la Universidad de Frankfurt, el profesor Ángel González Álvarez de laUniversidad de Murcia, España y el profesor Francisco Miró Quesada de Perú.

Los temas centrales tratados en las reuniones plenarias tienen por título:- La filosofía en la vida del espíritu.- La persona humana.- El Existencialismo.- La Filosofía contemporánea.- La Filosofía y la ciudad humana.- Conmemoración de los centenarios de Francisco Suárez, Yohan Wolfgag, Von Gethe

y Enrique José Varone.- Homenaje a la memoria de Felix Krueger, Guido De Ruggiero y Martín Garbmann.- Metafísica.- Situación actual de la filosofía.- Filosofía de la existencia.- Lógica y Gnoseología.

- Axiología y Ética.- Psicología.- Estética.- Epistemología y filosofía de la naturaleza.- Filosofía de la historia, la cultura y la sociedad.- Filosofía de la educación.- Filosofía del derecho y de la política.- Historia de la Filosofía.- Filosofía de Argentina y América.

Miguel Gazzera

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La clase magistral de Perón

En realidad el título de “La Comunidad Organizada” aparece en 1952 cuando publicael texto de la conferencia la Subsecretaría de Informaciones de la Nación.

Perón escribía en el Diario Democracia  con el pseudónimo “Descartes”, y en la edicióndel 29 de noviembre de 1951 se publica un editorial titulado “Una comunidad organi-zada”. Más adelante en este escrito haré un comentario al respecto.Perón llegó a Mendoza acompañado de Eva Perón y los miembros en pleno de sugabinete. La Confederación General del Trabajo integró una delegación formada porlos sindicalistas: David Diskin y Luis Argaña (comercio); Manuel Ulloa y Angel Miel

 Asquia (bancarios); José Alonso y Antonio Valerga (industria del vestido); RaimundoCabístain; y quien esto escribe (alimentación).El acto se realizó el 9 de abril de 1949 en el Teatro Independencia de Mendoza, que fuedesbordado por el público.

 Al realizar el ordenamiento de la conferencia de Perón para su publicación se dispusie-ron los siguientes títulos:

- El hombre y la sociedad se enfrentan con la más profunda crisis de valores queregistra su evolución.

- El hombre puede desafiar cualquier mudanza si se halla armado de una sólida verdad.- Si la crisis medieval condujo al Renacimiento, la de hoy, con el hombre más libre y la

conciencia más capaz, puede llevar a un renacer más esplendoroso.- La preocupación teológica.- La formación del espíritu americano y las bases de la evolución ideológica universal.- El reconocimiento de la esencia de la persona humana como base de la dignificación

y el bienestar del hombre.- La realización perfecta de la vida.- Los valores morales han de compensar las euforias de las luchas y las conquistas y 

oponer un muro infranqueable al desorden.- El amor entre los hombres habría conseguido mejores frutos en menor tiempo del

que ha costado a la humanidad la siembra del rencor.- El grado ético alcanzado por un pueblo imprime rumbo al progreso, crea el orden y 

asegura el uso feliz de la libertad.- El sentido último de la Ética consiste en la corrección del egoísmo.- La humanidad y el yo. Las inquietudes de la masa.- Superación de la lucha de clases por la colaboración social y la dignificación humana.- Revisión de jerarquías.- Espíritu y materia: dos polos de la Filosofía.- Cuerpo y alma: el “cosmos” del “hombre”.- ¿La felicidad que el hombre anhela pertenecerá al reino de lo material, o lograrán las

aspiraciones anímicas del hombre el camino de perfección?

Peronismo, generador de cultura

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- El hombre como portador de valores máximos y células del “bien general”.- Hay que devolver al hombre la fe en su misión.- La comunidad organizada. Sentido de la norma.- La terrible anulación del hombre por el Estado y el problema del pensamiento de-

mocrático del futuro.- Sentido de proporción. Anhelo de armonía. Necesidad de equilibrio.

Si se recuerda, o se entiende el momento histórico de la postguerra en el mundo, y especialmente en nuestro país, será posible advertir el significado ideológico, doctrinarioy cultural que sintetizaron la Constitución Nacional y el Congreso Nacional de Filosofíaen el año 1949. Me ha parecido que siempre hubo “dos historias verdaderas”. Meidentifico con una de ellas: peronista-justicialista. Solo un movimiento “armado de unasólida verdad” (Perón) pudo sobrevivir a dos rupturas sangrientas diezmando física-mente, encarcelando, torturando y proscribiendo a la primera línea de sus militantes,desde el 13 de noviembre de 1955 hasta fines de 1957 y desde marzo de 1976 hastafines de 1982. Y ese movimiento sobrevivió doctrinariamente por las enseñanzas dicta-das en las escuelas y universidades creadas por el peronismo en todo el país. Especial-mente el adoctrinamiento en las escuelas sindicales y en los cursos universitarios de for-mación de los agregados obreros destinados en las embajadas argentinas. Allí se sem-braron las semillas por las que se cultivó (Catón, “el viejo”) el peronismo justicialista quecontinúa hoy siendo el caudal de la identidad nacional y la reserva del pueblo a quienPerón, el 1° de mayo de 1974, legó la construcción del modelo argentino para el pro-yecto nacional.Respecto de la conferencia magistral de Perón en el Congreso Nacional de Filosofía,puede interpretarse desde las generalizaciones a que se refiere Jacques Maritain en suBreve tratado acerca de la existencia y de lo existente . En el preámbulo que lleva por título“Diversas clases de existencialismo” se lee: “Este breve tratado acerca de la existencia y lo existente puede ser considerado como un ensayo sobre el existencialismo de SantoTomás de Aquino. Importa disipar en este asunto, y ya desde el principio, cualquierconfusión. El existencialismo de Santo Tomás es totalmente distinto del existencialismode las filosofías que nos salen hoy al paso; y si afirmo que a mi modo de ver es él elúnico existencialismo auténtico, no es que pretenda con ello “rejuvenecer” el Tomismo

mediante un artificio verbal que me llenaría de confusión, ni que trate de presentarridículamente a Santo Tomás con un vestido de moda”. Y continúa: “Y hace ya más de30 años que voy viendo lo difícil que es hacer comprender a nuestros contemporáneosque no deben confundir las facultades de invención de los filósofos con las de losartistas de las grandes casas de costura”. El escrito continúa enfilando a enemigos y traidores sin permiso ni disculpas. Más cercano a hoy, Gustavo Ponferrada en Introduc- 

ción al Tomismo, considera a la Filosofía “La búsqueda de la sabiduría” y hace una salve-dad: “[...] pero la historia de la filosofía entraña un hecho curioso. Al revés de las demásdisciplinas humanas, que con el correr del tiempo han ido adquiriendo una mayor cohe-

Miguel Gazzera

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

sión interna, la Filosofía se ha ido «diversificando» continuamente, no solo en el sentidode una mayor especialización, hecho común a todo saber, sino, y esto es lo notable, en sumisma orientación general, al punto que hoy cabe preguntarse si hay una filosofía o unconjunto de filosofías”.

Perón habla de la verdad, digo; supongo que se trata de la “verdad de todos”. En suclase magistral en Mendoza, Perón sustituye el “yo” por el “nosotros” y persiste en la“evolución” como ascenso espiritual, moral y ético. Para Perón, el “nosotros” es lacomunidad organizada y lo dice así: “Así como en el examen que nos está permitidoaparece la voluntad transfigurada en su posibilidad de libertad, aparece el «nosotros» ensu ordenación suprema, La Comunidad Organizada . El pensamiento puesto al servicio dela Verdad esparce una radiante luz, de la que, como en un manantial, beben las discipli-nas de carácter práctico. Pero, por otra parte, nos es imposible comprender los motivosfundamentales de la evolución filosófica prescindiendo de su circunstancia”. Indudable-mente la conferencia, con la inclusión de La Comunidad Organizada , constituyen en unesbozo filosófico.En cuanto a “La Comunidad Organizada”, publicada en editorial en el diario Democracia 

a que hice referencia, debo recurrir a mi memoria, por cuanto durante 1956-1957,estando preso, mi domicilio fue saqueado con destrucción de libros, apuntes y recortesperiodísticos. Tiene su interpretación que aparece en las Actas 172-173 del CongresoNacional de Filosofía que a continuación transcribo: “La Comunidad Organizada ads-cribe a la cosmovisión geocéntrica y espiritualista: el humanismo justicialista a diferenciadel resto de los humanismos que ven la luz en el grito del hombre como “medida detodas las cosas”, posee una coordenada vertical que subraya un reclamo a algo superioral hombre. Y por su raíz occidental, cristiana, abomina del terrorismo y sus métodos,pues anhela “la mansión de la paz”, donde posee el hombre frente al Creador, la escalade magnitudes, es decir, su proporción”. Afirma las características de la vida políticacomo un acto creador en la que “el bien vivir” del hombre es condición necesaria y fundamental para gozar del bien común; y por eso repugna por igual del individualismoliberal como del materialismo marxista, “formas materialistas” que “no poseen condi-ciones de redención pues están ausentes de ellas el milagro del amor, el estímulo de laesperanza y la perfección de la justicia”.Queda pendiente, en consecuencia, la construcción del modelo argentino para el pro-

yecto nacional que el General Perón legara al pueblo en su mensaje del 1° de Mayo de1974. Parafraseando a Ortega y Gasset, digámosnos: ¡peronistas, a las cosas!

Peronismo, generador de cultura

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Opinión

Lizardo Sánchez

Los sustitutos funcionalesde la cultura

y el peronismo

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LIZARDO SÁNCHEZ:

Docente e investigador

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

Introducción

En este artículo se procura analizar algunos aspectos de la respuesta de la sociedad

argentina frente a la intempestiva heterogeneidad cultural ante la que la colocó el proce-so inmigratorio de fines del siglo XIX, la consecuente aparición de sustitutos a un marco

cultural común que fueran funcionales a algún grado de cohesión social y la relación de

las clases medias y del peronismo con ello.

La oposición entre ciudadanos y esclavos, señores y siervos, burgueses y proletarios, en

suma, entre explotadores y explotados, tan estudiada por historiadores, sociólogos,

politicólogos y filósofos, adquiere en nuestra historia un sesgo singular, pues contiene un

constituyente cultural que derivaría en social y racial.

Marco histórico

“Su bisabuelo hizo patria

su abuelo fue servidor,

su padre carneó una oveja

y está preso por ladrón”.

Osiris Rodríguez Castillos, Camino de los quileros 

La independencia política de la América Española fue el resultado natural de la evolu-ción de sus sociedades. Se dieron dos procesos simultáneos que se entremezclaron cons-

tantemente. Uno, proveniente de la madurez de la sociedad indiana, que procuraba

instrumentar su propio sistema político manteniendo buena parte de las creencias socia-

les y económicas que contenía; el otro estaba ligado a diferentes esferas locales que

buscaban ampliar su dimensión económica ligándose al nuevo espacio imperial inglés.

En nuestras tierras, el primero de los procesos tendía a ser republicano, democrático y 

federal. El segundo, no, por lo que buscó una legitimación en el pensamiento político de

la época: el siglo de las luces, del despotismo ilustrado, el de la revolución de 1789 y de

las utopías.

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Buena parte de la tensión presente en nuestra historia se puede explicar mediante el

enfrentamiento de la sociedad del interior que intentaba una organización vinculada a su

identidad con Buenos Aires, la cual propone una suerte de utopía sobre la base de un

sistema acorde al pensamiento racionalista de la época. Esto le era necesario por ser una

minoría demográfica, le era natural por la tradición del despotismo ilustrado de su clasedirigente, y le era posible por su poder económico.

La adopción lisa y llana de un pensamiento situado en otra realidad terminó siendo un

proceso patológico que suponía no solamente una ruptura con España sino una fuga

del mundo español. Una fuga de la realidad y de la propia identidad, ya que en el

rechazo a España se incluía a Hispanoamérica, por ser obra de España. Esto facilitaría el

rechazo a la sociedad concreta.

Esta tensión entre deseos y realidad llevaría a una segregación psicológica, social y cultu-

ral entre Buenos Aires y el interior indiano, que a su vez derivaría en una confusión en el

plano de la propia conciencia. Buenos Aires no sentía al país como sí mismo, sino como

una entidad extraña, y desde esta perspectiva se entiende que para los sectores dominan-

tes de ella, el interior del país fuera una tierra extraña y mostrenca, a ser conquistada o

abandonada a su suerte, tal como sucedería con el Alto Perú, el Paraguay y Montevideo.

Tras una disputa de cincuenta años, la batalla de Pavón señala un claro punto de in-

flexión. A partir del derrumbe de la Confederación, lo que quedaba en manos argenti-

nas en el interior indiano es conquistado por Buenos Aires en guerra de policía y some-

tido a reglas de juego dictadas desde el puerto. Y entre 1866 y 1945 la única válida fue

esta Argentina. El pueblo indo-afro-hispánico desapareció del escenario político al fina-

lizar la guerra del Paraguay y sobre esa ausencia se edificó la república liberal y mercantil.

La construcción de esa república significó, en primer lugar, el montaje del sistema legal

y político, y posteriormente, el reemplazo de la población. La aplicación concreta del

sistema abarcaría la constitución de 1853, la codificación emergente de ella, el sistema

electoral, el juez de paz, el sistema educativo, el librecambio económico y la inmigración.

El criterio legitimador de este sistema se basó en el principio de que nuestro pueblo era

incapaz de toda capacidad industriosa y de libertad. Por lo tanto, el sistema constitucio-

nal no era para él. Priorizando el sistema antes que al hombre, este debía ser reemplaza-

do para asegurar el sistema de libertad. De ahí que se abrieran las puertas a la inmigra-

ción. En toda Hispanoamérica se excluyó al pueblo, frecuentemente se renegó de la

hispanidad, pero el nuestro es el único caso en que se hizo un esfuerzo consciente porreemplazar a su población.

Lizardo Sánchez

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

Sustitutos funcionales de la cultura

“No son las leyes las que precisamos cambiar: son los hombres, las cosas.

Necesitamos cambiar nuestras gentes incapaces de libertad por otras gentes hábiles

para ella.”

 Juan Bautista Alberdi, Bases .

El hombre es portador de cultura. Toda cultura es esencialmente social, por ello para poder

gozarla en plenitud cada persona necesita participar de aquella a la cual él pertenece. Salvo

excepciones, esta posibilidad no ha sido facilitada por la norma con que se desarrolló la

inmigración en nuestro país. Los inmigrantes venían aislados o en pequeños grupos, normal-

mente familiares. Los españoles encontrarían un marco cultural afín que les era fácilmente

interpretable, pero no ocurrió así con el resto de aproximadamente el 70% del total de ellos.

Si bien la mayoría participaba de un horizonte común (el europeo occidental), su hetero-

geneidad de origen impidió que los inmigrantes poseyeran los códigos finos de una

cultura compartida. La ausencia de estos rasgos comunes, necesarios para la sociabilidad

y el control social, hizo que se dificultara la vida individual, la vida colectiva y consecuen-

temente el sentido de pertenencia a un todo común.

Para permitir la convivencia en un medio en el que coexistía gran variedad de usos

culturales, espontáneamente fueron adoptados elementos que sustituyeron a esa cultura

común inexistente y que fueran funcionales en el papel intercomunicante y ordenador de

esa comunidad cultural ausente, papel que debiera haber cumplido en la socialibilización,

convivencia y mantenimiento armónico de un cuerpo social mínimamente integrado.

Dicha necesidad espontánea fue encuadrada por la elite dirigente de la época, mediante la

creación consciente de una estructura mítica y épica en función de sus intereses legitimatorios,

políticos y económicos de la nueva sociedad. Para ello, se utilizarían los mitos propios de la

modernidad occidental: la solución, urgencia del quehacer, explicación causal, verificación de

la conciencia, dominio de la naturaleza, crecimiento indefinido y lineal. A su vez, se utilizarían

sucesivas adaptaciones del esquema sarmientino de civilización o barbarie, consolidando

prejuicios antihispanos y anticriollos, en suma, antipopulares, actuando con absoluto desdén

en las estructuras sociales y culturales preexistentes.

Esta estructura mítica se articuló de la siguiente forma:

a) Con la aplicación de los conceptos teóricos expresados por Alberdi y Sarmiento,

según los cuales la libertad interna y la civilización eran bienes superiores al habitante

existente y su cultura.

b) Con el marco político, fue elaborada a través de las historias de Vicente López y 

Mitre, para quienes la conciencia nacional era un retrógrado resabio de hispanismo y 

una traba a la política deseable.

c) Con el mito del inmigrante civilizador, esforzado, austero, y trabajador, contrapuesto

al mito del criollo bárbaro, indolente, ocioso, malentretenido y pendenciero.

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Su transmisión a la población se realizó mediante una concepción épica del esfuerzo indivi-

dual, que intentaría sustentar la identidad genérica de los nuevos habitantes.

Esta estructura mítica y esta épica se instalaron en el imaginario social mediante la acción

estatal en la educación y la colonización, así como por los sistemas de comunicación social de

la época: periodismo, literatura, teatro, y posteriormente radio, cine y televisión. Se explicó alpaís en clave de progreso lineal y permanente, lo que supuso ignorar todo lo anterior a mayo

de 1810 y a no menos de la mitad de su población. Se llegó a colocar a lo extranjero en una

posición nuclear válida en cuanto a la identidad para el argentino, y se instaló la idea del crisol

de razas, ficción encuadrada en el positivismo dominante que, según la cual, la mezcla de

razas y culturas necesariamente derivarían en una raza y cultura superior mediante mecanis-

mos cercanos a los de la selección natural.

La homogeneidad cultural ausente y los comportamientos sobre la base de consensos ela-

borados históricamente, fueron sustituidos por una suerte de convenio tácito: a partir del

esfuerzo y el trabajo se admitiría el ascenso social del inmigrante o de sus descendientes. Las

relaciones interpersonales debieron encuadrarse en los mitos fundantes ya expuestos ante-

riormente, y se resolverían en el acatamiento a las pautas de control social funcionales a la

sociedad que se estaba estableciendo. A su vez, las ideas de orden y progreso fueron relacio-

nadas con un matiz victoriano y de la educación patriótica del Centenario: trabajo, ahorro,

compostura, circunspección, veneración hacia los padres de la patria y los símbolos nacionales.

De este modo se desplazaron los fundamentos del comportamiento de la nueva sociedad a

motivos externos de toda índole cultural, quitándole a la vida cotidiana de quienes pertene-

cían a este ámbito todo sentido de comunidad histórica, impedidos de sentir como cosa

propia lo elaborado desde una experiencia ajena, desconocida y desvalorizada. Con ello se

esterilizó el esfuerzo natural de creación de una cultura que emprende todo colectivo social,

creándose en su lugar dos sociedades paralelas e instalándose una cuña entre los habitantes de

raíz criolla -inmersos en su identidad, historicidad y exclusión- y los recientes, desculturados,

ahistóricos y con una concepción falsa de sí mismos. Este mutuo desconocimiento favore-

cería la confusión en el plano de la propia conciencia arriba mencionada.

La innumerable serie de pequeñas y valiosas gestas individuales propuestas como una gran

épica del esfuerzo habría servido para sustentar la identidad individual y grupal de los nue-

 vos habitantes, pero no alcanzó a conformar una nueva nación. Los sustitutos serían funcio-

nales pero no fundantes. La suma de esfuerzos individuales no conformaron una gesta ni

una épica, pues carecieron de toda dimensión comunitaria, faltos como estaban de un origeny destino compartido. Por todo ello, esa Argentina fue inconsistente y duraría en la medida

en que se mantuvieran sus soportes de fondo. No obstante, la creencia en ella fue poderosa

y duraría en plenitud hasta la irrupción popular del ‘45, y aún persiste enquistada en el discur-

so cotidiano, en las frases hechas y en la superestructura intelectual del país. Entramparse en

ella fue la limitación del yrigoyenismo.

Lizardo Sánchez

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Las clases medias

“No ves que tiene en contra a los doctores, los artistas, los periodistas, los profesores,

los escritores, los intelectuales. En una palabra, no hay como equivocarse; cuando ellos

se juntan, el pueblo se va para el otro lado. No se es causa o efecto, pero es así. Y fue nomás”.

 A. Jauretche, Los Profetas del Odio

 Algunas facilidades dadas por el Estado a los inmigrantes, el comportamiento efectivo

de los nuevos habitantes, el ajuste de sus hábitos con la situación que se creaba, los

resultados de sus tradiciones de acumulación, ahorro, cooperación familiar, la búsqueda

de prestigio social, los convertiría en los sectores dominantes de las clases medias de la

pampa húmeda, que desplazarían a la población criolla hacia los niveles mas bajos de la

escala social.

Estas clases medias, hegemonizadas por los sectores de origen inmigratorio, serían el

conjunto social ejemplar y normativo para la nueva sociedad, y que marcaría los patro-

nes dominantes del comportamiento social. Ellos darían lugar a una sociedad claramen-

te diferenciada de la criolla, básicamente urbana, brillante en algunas de sus expresiones,

con alta movilidad social, con atención muy especial a las apariencias y cuestiones for-

males, muy estereotipada, fragmentada, y poco permeable frente a la preexistente.

Esta sociedad manifestaría problemas, tanto en el arraigo de sus integrantes como en el

sentido de pertenencia de estos al conjunto. A partir de la aparición de mitos parciales,

capaces de sustentar identidades locales o sectoriales, se crearon sub-identidades secto-

riales o locales funcionales al arraigo de los recién llegados que fragmentaron la socie-

dad. Particularmente esto es notorio en la mitología porteña relacionada al tango, en la

de las clases medias de la pampa húmeda, muchas veces faltas de la suficiente humildad

para reconocer que sus actores no fueron los primeros ni son los únicos, y también en la

alta cohesión mantenida a través de varias generaciones por sectores muy minoritarios

en el todo inmigratorio.

Fue una población que permaneció suspendida psicológicamente entre dos mundos,

originada en una añadidura de decisiones en integrarse a la misma, personales y aisladas

entre sí y criada por migrantes. En consonancia con la vida moderna, sus objetivosfueron claramente individualistas. Nunca fue muy claro su sentido de pertenencia, habi-

tualmente centrado en la procedencia de los antepasados y el entorno de cada persona:

el barrio, la localidad, y alguna colectividad. La Nación se limitaba al culto de una serie

de fechas, héroes y al ritual escolar y militar. La coordinación de sus actitudes se mante-

nía por el control social. Este era fuerte y pautaba el comportamiento de modo que no

se saliese de la serie de los esperados para cada sector.

Los sustitutos funcionales de la cultura se desempeñaron bien mientras se expandió la

riqueza. Detrás de su aparente solidez y brillo fueron endebles y escasamente útiles para

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

situaciones de crisis. No obstante, alcanzaron a dejar establecidas las bases del estilo

dominante en las clases medias: una serie de comportamientos esperados no necesaria-

mente vinculados a su realidad histórica, enseñados en la escuela, mantenidos por los

medios de comunicación, reforzados por el control social. Ellos darían por resultado

una sociedad de baja cohesión, desarraigada, con sentido de pertenencia muy lábil, confuerte disociación entre las conductas esperadas y las consumadas, permisiva en cuanto

a las conductas sociales y restrictiva en cuanto a los hábitos culturales visibles, es decir,

que dieron origen a un comportamiento errático e imitativo.

De este modo las clases medias, hegemonizadas por los nuevos argentinos, huérfanas

de una cultura a la cual referirse, se desarrollaron sin propio sentido ni rumbo, sin con-

ciencia del espacio ni del tiempo, ni de sí mismas. Esta debilidad las hizo proclives a

adoptar sucesivos modelos de referencia tan prestigiosos como ajenos a su realidad,

demostrando líneas de conducta mudables e inconsecuentes, normalmente disfuncionales

respecto de sus propios intereses y los del conjunto. Habituadas a imitar, le sería dificul-

toso crear soluciones, por lo que se acostumbró a copiar fórmulas. Por ello fue fascista,

izquierdista, aliadófila, germanófila, antiperonista, autoritaria, democrática y en los últi-

mos tiempos liberal y progresista.

En diferentes momentos se acercaría a los hechos históricos, pero con la inhabilidad

suficiente para desbaratar la oportunidad y diluirse en el aprovechamiento eufórico de

lo que el liberalismo les facilitaría con Alvear, en la Década Infame, luego del ‘55, con

Martínez de Hoz y finalmente con Menem.

La reacción de las clases medias a la crisis del modelo de los años ‘90 deja sin espacio al

liberalismo, y por descarte quedan vigentes las opciones progresistas, entendiendo por

esto al conjunto de valores orientados a una organización social que admite una convi-

 vencia enriquecedora basada en criterios de la razón y en la creencia del crecimiento

indefinido. En suma, sin salir del siglo XVIII. De este modo se pierde respuesta a la

complejidad del problema, se inmoviliza la situación y continúa la descomposición de lo

que se quiere salvar.

Es muy probable que buena parte del comportamiento propio de las clases medias,

disfuncional al movimiento nacional se haya debido a las siguientes características:

- A la desculturización que supuso la migración.

- A el uso de sustitutos funcionales de cultura necesarios tras la desculturización.- A la falsa conciencia sobre la propia identidad, producto de las bases sobre las que se

elaboraron concretamente los sustitutos funcionales.

Lizardo Sánchez

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

El peronismo

“Por esa Argentina grande,

con que San Martín soñó,

que es la realidad efectivaque debemos a Perón”

El peronismo se mostró inicialmente como expresión de las masas criollas del interior

indiano, ahora urbanas, y que volvían a aparecer luego del largo silencio iniciado tras la

guerra del Paraguay. Naturalmente inconciliable con los sustitutos funcionales de la cul-

tura y sus productos, no de vicio fue señalado como el hecho maldito del país burgués.

El peronismo, heredero de la tradición integradora del mundo español, mediante su

accionar se convirtió en la mejor escuela de realismo, conciencia y cultura para quienes,

provenientes de la sociedad inmigratoria, se incorporarían a la Nación a través de su

participación en el mismo. En ese sentido, oficiando de puente entre ambas sociedades,

fue fundante de una nueva Argentina, capaz de integrar en un cauce histórico común a

todos los nacidos en nuestra tierra sobre la base de una identidad.

En la posterior evolución del mismo ha ido tomando fuerza el papel desempeñado por

las clases medias, particularmente desde el fin de la épica del retorno del general Perón

y la posterior disminución del peso relativo del movimiento obrero. De este modo ha

sido permeable a su confusión de conciencia e identidad. Esto generaría una tensión

interna dentro del campo popular, debilitándolo y esterizándolo. Debido a que hoy no

existe fuera del peronismo ningún espacio político organizado y creíble, este de hecho se

ha convertido en el sistema político, por lo que se refuerza la presión orientada a man-

tener los contenidos espurios presentes en el mismo: liberalismo, individualismo,

partidocracia, electoralismo, clientelismo, localismo, a lo que se le suma la tendencia a

aceptar soluciones prestadas, como el liberalismo o el progresismo.

Esta permeabilidad a criterios propios de las clases medias hace que sea alto el riesgo de

introducir elementos extraños a nuestra cultura, en los intentos de superar la situación

señalada en el punto anterior. Hay que tener muy presente que el peronismo no es

producto de las clases medias, es la respuesta integradora que desde un horizonte histó-

rico muy anterior a mayo de 1810 se ofrece a las diferentes sociedades argentinas delsiglo XX y pretendemos que del XXI. Sin la memoria del pasado es imposible construir el

futuro, pues nadie escapa a su propia sombra.

Conclusiones

Las incapacidades innatas de un modelo social, originado en sustitutos funcionales de

cultura, derivan en que los sectores sociales vinculados al mismo tienen serias dificultades

para la elaboración de un pensamiento propio y apto para verse a sí mismas en su

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

propia realidad. Esto será determinante en el papel político que desempeñarán estos

sectores sociales y cubrirá a buena parte de la historia y vida social argentina desde fines

del siglo XIX hasta la actualidad.

El peronismo aparece como una creación popular urbana con fuerte presencia de valo-

res culturales tradicionales, propios de la población criolla, que desde tiempo atrás, veníamigrando hacia Buenos Aires desde el interior no atlántico. Oficiando de puente entre

ambas sociedades fue fundante de una nueva Argentina, capaz de integrar en un cauce

histórico común a todos los nacidos en nuestra tierra mediante una organización social

sobre la base de la identidad nacional.

El crecimiento del espacio que dentro del peronismo tienen las clases medias, herederas

de la sociedad organizada a partir de los sustitutos funcionales a la cultura, alerta sobre el

riesgo de la introducción de las confusiones y debilidades de la misma en el seno del

movimiento nacional.

Córdoba, marzo de 2004.

Lizardo Sánchez

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

Reseña bibliográfica

Mario Casalla“América Latina en perspectiva. Dramas del pasado, huellas del 

 presente”, Altamira/Fundación OSDE, Buenos Aires, 2003.

por Silvio Juan Maresca

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

 América Latina en perspectiva  es una

obra importante, que resume en

sí una tarea de muchos años.

Unos cuantos dedicados expresamente a

ella y un transfondo mucho más prolon-

gado que implica no menos de treinta años

de estudio y reflexión. Digo esto porque

nos movemos actualmente en un contex-

to en el cual el formato “libro” acoge los

productos más exóticos; ya no hablemos

de “obras importantes”, resulta incluso

abusivo hablar de “obras”. Es como si la

foucoultiana deconstrucción de la –según

él– ilusoria unidad del libro, se hubiera tor-

nado real por su lado más siniestro. Proli-

fera el ensayismo de tipo periodístico, lo

que se escribe hoy para dejar de importar

mañana, por ni mencionar “géneros”

como la autoayuda, las novelitas produci-

das en serie, las caprichosas ensoñaciones

subjetivas y qué sé yo cuántas cosas más.

En una primera mirada podríamos decirque América Latina en perspectiva  es una obra

de historia. Nos relata cómo se construyó

esa configuración que, según el autor, mal

llamamos América, antes por una picardía y 

un equívoco que por cualquier otra razón.

Sin embargo, para ser un libro de histo-

ria, a América Latina en perspectiva  le faltan

algunas cosas y le sobran otras. Porque no

es, ni lo pretende, una historia exhaustiva

de la conquista, colonización y posteriores

avatares de nuestro continente. Más bien,

alternando permanentemente entre Amé-

rica y Europa, lo de “acá” y lo de “allá”,

destaca algunos hechos, circunstancias, per-

sonajes, puntos de vista, obsesiones y de-

cisiones, particularmente significativos y 

perdurables desde la óptica de una pecu-

liar configuración material y espiritual, la

nuestra, que por lo regular se nos escapa,

permaneciéndonos entrañablemente aje-

na, si así cabe expresarlo.

En este sentido, más que historiar, Améri- 

ca Latina en perspectiva , fiel al mandato

alberdiano, emprende el camino de la

autognosis , de aquella autoconsciencia histó-

rica y social, proyectada a los distintos as-

pectos de la vida del pueblo, que Alberdi

identificó con la filosofía nacional y que,

según creyó, era el único camino apropia-

do para consumar exitosamente la gestaemancipadora.

 Así, sin dejar de ser una obra de corte

histórico, América Latina en perspectiva  es al

mismo tiempo una obra filosófica, en per-

fecto acuerdo con uno de los conceptos

centrales del pensamiento de Casalla, cual

es el de situación . Más de uno creerá ver en

este concepto el fundamento de un

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R E V I S T A . P E R O N I S T A S

relativismo cultural. Y es claro que implica

una fuerte connotación en este sentido. Los

pueblos débiles o subordinados, si se pre-

cian, deben apelar sin vacilaciones al

relativismo cultural. Sin embargo, el con-cepto de situación comporta en el pensa-

miento de Casalla una vocación de tras-

cendencia que, aun cuando no se compa-

dece con universalismos apriorísticos y 

abstractos, elocuentes testimonios de una

 vocación dominadora, deja abierta la puerta

para ir más allá de todo particularismo

cerrado y excluyente. En este orden de

cosas, los dos interludios filosóficos que

constituyen sendos capítulos de la obra,

lejos de ser inoportunos nos brindan la

clave de interpretación del relato histórico

o mejor, digamos ahora, histórico-filosó-

fico, que construye prolijamente el autor.

No nos extrañe entonces que el relato

histórico sea selectivo y se encuentre a

menudo salpicado de observaciones con-

ceptuales que intentan establecer algunas

constantes que insistirán hasta el presente.

De ahí el subtítulo: “Dramas del pasado,

huellas del presente”.

Sin embargo, esas observaciones concep-

tuales quieren ser en todo momento fieles

al drama puesto en escena. Casalla es es-

pecialmente cuidadoso en esto y trata de

apartarse lo menos posible de las peculia-

ridades puestas en juego en cada episodio

decisivo de nuestra configuración históri-ca. Por cierto, su concepto de situación

prescribe esta metodología. Pero al haber-

se desenvuelto América en situación pri-

mero colonial y luego dependiente, la aten-

ción a lo singularmente propio debe

aguzarse. Porque, justamente, una de las

tendencias básicas de la situación depen-

diente reside en malentenderse, en conce-

bir lo propio de modo inapropiado, o sea,

a través de la aplicación desaprensiva de

esquemas conceptuales o explicativos que

no emanan del análisis de la propia reali-

dad sino que son tomados de contextosajenos y utilizados sin más trámite, a modo

de lecho de Procusto. Si la realidad no en-

caja del todo bien, peor para ella. Podría-

mos pasar horas enteras dando ejemplos

de esto, oscilando entre lo ridículo y lo su-

blime, llegando sin dificultad hasta hoy. Este

desajuste grosero entre realidad y pensa-

miento es la esencia de nuestra cultura ofi-

cial argentina y latinoamericana, conserva-

dora o progresista, de derecha o de iz-

quierda, para el caso no importa.

Dentro de este panorama, son frecuen-

tes las apelaciones de Casalla a la literatura,

no solo americana sino también española,

como si algunos escritores hubieran cum-

plido entre nosotros una función que los

filósofos no quisieron o no supieron cum-

plir. Está también de por medio, es obvio,

el aprecio del autor por la literatura.

Historia, filosofía, literatura: no espere-

mos sin embargo encontrarnos con una

obra grata, que acaricie nuestros ojos y oí-

dos. Me parece que Casalla no tuvo en

cuenta, al escribir América Latina en perspec- 

tiva , el insaciable afán de distracción y en-

tretenimiento que ostenta nuestra inefable

clase media semi-ilustrada, como así tam-

poco su hambre voraz de ilusiones efíme-ras. No, América Latina en perspectiva  no es

un libro para leer en vacaciones. Tampoco

tiene nada de edificante. Más bien nos en-

frenta sin anestesia con nuestra propia mi-

seria, no únicamente económica.

La verdad es que el panorama que nos

pinta Casalla es terrible. América: desde el

comienzo, desde el mal llamado “descu-

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brimiento” y, peor aún, “encuentro” de dos

culturas, como si se tratara de un idílico

conocimiento mutuo; desde el comienzo,

digo, América, tierra de promisión, sí, pero

también de genocidio, increíble explotación(vale como paradigma el cerro de Potosí),

ambición descontrolada rayana en la locu-

ra, traición cotidiana.

Es como si desde la llegada de los espa-

ñoles –y de ahí en más para siempre– Amé-

rica estuviera destinada al saqueo, al enri-

quecimiento fácil y sin escrúpulos, al des-

precio y maltrato del nativo (primero abo-

rigen, después también criollo). Sí, Améri-

ca no es lugar para quedarse, la cosa es

llevarse lo que uno pueda y retornar lo antes

posible. Si bien Casalla no trata el tema y 

no creo que piense así, a mi juicio, la inmi-

gración masiva que arribó a nuestras tie-

triotas revuelve la basura en pleno centro

de la ciudad de Buenos Aires, capital de la

paródica república.

 América Latina en perspectiva   se inscribe en

la mejor tradición de lo que ha dado enllamarse “pensamiento nacional”, aquello

que en una realidad menos enajenada, más

normal, denominaríamos simplemente

“pensamiento”. Hubo que llamarlo así

porque en un mundo colonial, semicolonial

o dependiente, como el nuestro, el pensa-

miento suele ser espontáneamente

antinacional, distorsionado. Con las actua-

lizaciones que impone el siglo XXI, América 

Latina en perspectiva  continúa la tradición de

un Hernández Arregui, un Scalabrini Ortiz,

un Rodolfo Puiggrós, un Jorge Abelardo

Ramos, aunque yo creo que en un nivel

más alto de rigor conceptual No digamos