2007 - JORNADAS MELE - Dra. Roxana Morduchowicz

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el diario en la escuela 1 Diario Los Andes 1ras. Jornadas Nacionales Medios en la Educación y 2da. Muestra Provincial de Producciones Gráficas, Radiales y Audiovisuales realizadas en la escuela Programa Medios en la Educación - El diario en la escuela Dra. Roxana Morduchowicz

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Diario Los Andes

1ras. Jornadas Nacionales Medios en la Educación y 2da. Muestra Provincial de Producciones Gráficas, Radiales y Audiovisuales realizadas en la escuela

Programa Medios en la Educación - El diario en la escuela

Dra. Roxana Morduchowicz

“Los medios y la escuela: un encuentro necesario”

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Roxana Morduchowicz es Doctora en Comunicación, egresada

de la Universidad de París. Actualmente, Directora Nacional del Programa Escuela y Medios del Ministerio de Educación de la Nación.

Master en Educación, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO).

Licenciada en Letras, Universidad del Salvador, Buenos Aires, Argentina.

Investigadora Fulbright en la Universidad de Stanford, EEUU, en Comunicación y Educación.

Profesora titular en la carrera de Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Buenos Aires, y en el Master Industrias del Entretenimiento de la Universidad de Palermo.

Conferencista invitada a congresos internacionales en diferentes países europeos, americanos y africanos.

Realizó asistencia técnica y académica a ministerios de educación de Chile, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Venezuela y Uruguay sobre Comunicación y Educación (Enseñanza sobre los Medios en la Escuela).

Consultora para la UNESCO y para la Organización de Estados Iberoamericanos (OEI).

Asistencia técnica convocada por la UNESCO y la Asociación Mundial de Periódicos (WAN) para el lanzamiento de programas de Medios de comunicación y Educación en países de África.

Autora de numerosas investigaciones, publicaciones y artículos sobre Medios y Educación.

Entre sus libros, se encuentran: Los jóvenes y las pantallas. Nuevas formas de sociabilidad juvenil. El diario, un texto social, El placer de pensar el cine, Abramos las puertas del aula.

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Abstract

En la sociedad de hoy es necesario reconocer que existen nuevas vías en la circulación del saber. Dos cambios han sido claves en esta nueva difusión del conocimiento: el descentramiento y la destemporalización.

Descentramiento significa que el saber sale del límite de los espacios tradicionales, antes reservado sólo a los libros, para comenzar a circular también por otras esferas, en especial, los medios de comunicación.

Destemporalización significa que los saberes no sólo escapan a los espacios tradicionales, sino también a los tiempos legitimados socialmente para la distribución y aprendizaje del saber. El tiempo de aprender se hallaba hasta ahora acotado a una edad. Hoy, si bien el tiempo escolar no desaparece, su existencia está siendo afectada. El saber escolar debe convivir con saberes sin lugar propio, en un aprendizaje que se ha desligado de las fronteras que marca la edad, para hacerse continuo. Es un aprendizaje que trasciende el aula, que se vive a toda hora y que se extiende a lo largo de toda la vida.

Una parte de todas estas informaciones circulan por los medios de comunicación, que se constituyen hoy en referentes importantes para conceptualizar el mundo. Casi todo lo que conocemos viene de los medios, que construyen una imagen del mundo, a partir de la cual cada uno de nosotros construye la propia.

El libro sigue siendo clave pues nos abre a la “primera” alfabetización, la que posibilita el acceso no sólo a la cultura escrita sino a las múltiples escrituras que hoy conforman el mundo de la informática y lo audiovisual.

Sin embargo, el desafío hoy es que los jóvenes aprendan a leer libros como punto de partida para otras alfabetizaciones. La idea es que los jóvenes no sólo sepan leer libros, sino también noticieros de televisión, periódicos, vídeo clips e hipertextos informáticos.

Lo que, en definitiva, el ciudadano de hoy necesita es capacitarse para poder tener acceso a la multiplicidad de escrituras y de discursos en los que se producen las decisiones que lo afectan en los planos laboral, familiar, político y económico.

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Vivir en una sociedad multicultural no significa sólo la convivencia de diferentes etnias, religiones y tradiciones. Vivir en una sociedad multicultural significa convivir con diferentes lenguajes: los de la cultura oral, la escrita, la audiovisual y la hipertextual.

Por eso, no se trata de condenar, ni de idealizar a los medios de comunicación. Ni ser apocalípticos, ni integrados. Hoy hablamos de aceptación crítica. Se trata de reconocer que los medios existen, que afectan nuestra percepción de la realidad y que, precisamente por ello, es necesario saber leerlos, analizarlos, interrogarlos y explorar su particular manera de representar el mundo. Esta es la lectura crítica y reflexiva de la que hablamos cuando pensamos en los medios de comunicación.

Pero la lectura –en su sentido más amplio, que incluye a los medios de comunicación y a las nuevas tecnologías- necesita además de la producción. Los niños y jóvenes deben aprender a ser productores culturales, capaces de leer diferentes textos pero también de producirlos. Saber usar creativamente los medios de comunicación, es poder convertirlos en instrumentos de expresión.

Así es como lectura y producción están definitivamente unidas a la alfabetización mediática y tecnológica que los jóvenes de hoy necesitan para construir un sólido capital cultural.

La exclusión del capital cultural forma parte de una exclusión social, en la medida en que priva a amplios sectores de la población de un conocimiento complejo y de un caudal cultural importante, como el que exige hoy el nuevo campo profesional.

Hay quienes se refieren a la amenaza que representan ciertas emisiones televisivas para los niños. Otros, preferimos pensar que en realidad, la única amenaza seria para la infancia y la juventud es la restricción o reducción de espacios públicos en que los chicos y jóvenes puedan sentirse productores culturales y hacer escuchar su voz.

Buenas tardes a todos y todas. En primer lugar, quiero agradecer a Diario Los Andes por esta invitación, especialmente a Adriana, que es quien me mandó, hace mucho tiempo, el primer e-mail para confirmarme la fecha y demás, y, para mí, es un placer

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volver acá, porque es como la casa, mi casa, es como ser de la familia. El primer congreso nacional se hizo en Buenos Aires, el primero que se hizo fuera de Buenos Aires fue en Mendoza y bueno, son momentos que uno no se olvida, porque recién empezábamos, éramos todos muy chicos y muy ineptos, y que nos tuvieran confianza era muy importante. Y que Mendoza, como provincia, y Los Andes, como diario, nos tuviera confianza para lanzar aquel segundo congreso, el primero en el interior, de verdad, marcó un camino. Y es el camino que, después, por suerte, todos continuamos, o muchos continuamos y que, los que no continuaron, igual, dejaron huellas. Así que, para mí, es un placer estar hoy, acá. Toda mi idea, de hecho está la habitación que no usé, era quedarme aquí y, por supuesto, escuchar las entregas de los reconocimientos y cenar, después, y tomar un poco de vino pero, la verdad es que los pilotos de Aerolíneas me arruinaron mi plan y no hay pasaje hasta mañana, tarde, y, a la noche, tarde, viajo a Méjico y, entonces, era la mejor manera de armar todo esto. Como yo tenía muchas ganas de estar, bueno, ahora me espera un largo camino en micro, pero, habrá valido la pena si es que, espero, a ustedes les resulte interesante y útil lo que tengo para decirles.

Yo trabajo, ahora, en el Ministerio de Educación de la Nación, en Buenos Aires, obviamente, y dirijo el Programa Escuela y Medios, que es, obviamente, el lugar donde uno sigue aplicando aquello con lo que empezó muchos años atrás, enriqueciéndolo, con el aporte de la experiencia, y el aporte de las lecturas y de los docentes con quienes uno dialoga y va plagiando, tratando de que no se note que uno plagia. Así que yo estoy ahí y, cualquier cosa que necesiten, por supuesto, nos ubican en el Ministerio de Educación de la Nación.

Yo hice dos partes. La primer parte es una ponencia, con un breve PowerPoint, y yo espero que, los últimos quince minutos de mi ponencia pueda ser un DVD, con el señor técnico, que lo va a poner.

Yo hice una pequeña trampita, aunque Los Andes es un diario, y, cuando hablamos de la relación conflictiva entre la escuela y los medios, la verdad es que, afortunadamente, para los diarios, la relación menos conflictiva de la escuela es con los diarios. Por eso, yo armé la exposición de una manera distinta, porque quiero hablar de las tensiones y de los problemas. Y los problemas no se dieron nunca con los medios gráficos. Esto tiene que ver con que, ustedes saben que la escuela nació con Gutenberg, es decir, nació con la imprenta. Cuando surgió la imprenta, se hizo necesaria una

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institución que, al masificar, con la imprenta, los libros, la escritura, las publicaciones, etc., enseñara a leer y a escribir, sobre todo, a leer y, posteriormente, a escribir. Así que la escuela tiene una fuerte impronta de la cultura de la letra impresa, porque nació, debe su nacimiento, a la imprenta. Entonces, su relación con los medios gráficos, con el diario, con el libro, siempre jerarquizada, siempre fue privilegiada.

Entonces, cuando hablábamos, con Adriana, de esta charla, ahora que, afortunadamente, todos hablamos de los medios en la educación y, no, solamente, del diario en la escuela, que es como empezamos, pero, hoy, sabemos que vivimos en una cultura visual, hoy sabemos que los chicos pasan muchas horas frente a las pantallas, diría yo, al televisor, al celular, a Internet, al cine, al DVD o a la video. Es decir, son muchas pantallas en la vida de los chicos como para que las ignoremos. Y, como la relación más conflictiva es de la escuela con la televisión y sus derivados, digamos, video, DVD, cine, etc., es, un poco a eso, lo que me voy a referir: a que es una relación necesaria, pero que, todavía, tenemos serios desencuentros. Y voy a contar un poco la historia de estos desencuentros, por qué hoy, todavía, nos seguimos desencontrando, cuáles lógicas tienen a una y a otra, y vamos a tratar de terminar con algo positivo, es decir, cómo esto se puede y se debe, o se debería, resolver. Cuando digo que, todavía, es un momento de desencuentros entre la escuela y la televisión o la escuela y las pantallas, no quiero decir que no haya docentes, en Argentina y en el mundo que apuesten por una buena relación con las pantallas. No quiero generalizar. De hecho, hay muchos docentes aquí, estoy segura y estoy convencida de que están aquí porque creen en esta relación. Pero, cuando uno habla de relaciones conflictivas o relaciones difíciles, habla en general. No quiere decir que no haya honrosas excepciones que, por suerte, hagan que esta relación sea un poco mejor.

Efectivamente, la relación entre la escuela y la televisión es una relación de desconfianza. ¿Por qué? La televisión ha sido vista, con todas estas características, por la escuela y por la sociedad, como una influencia negativa. Cuando surgió, generalmente, se la calificaba de influencia negativa, especialmente, para los chicos y jóvenes, no tanto para los adultos. Pero, a los chicos se los veía como a una población vulnerable, y la tele era una influencia negativa, una amenaza a la cultura. No se olviden que la cultura que existía en ese momento era la cultura letrada, entonces, era una amenaza a la cultura. Muchos docentes solían decir, y algunos,

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suelen decir: “La televisión destruye, por la noche lo que, con tanto énfasis y cuidado, construye la escuela, durante el día”.

Entonces, es considerada una amenaza a la cultura, entre otras cosas, porque las pantallas, la televisión, el cine, popularizaron el saber. Un poco, no sé si lo vieron o leyeron, El nombre de la rosa, que fue de lo mismo que se le acusó a la imprenta: que la lectura estaba reservada a una élite de clérigos, la iglesia, señores feudales, eventualmente, y, cuando apareció la imprenta, efectivamente, se popularizó el saber. Imagínense: si la imprenta era calificada de popularizar el saber, ¿cuánto más lo sería la televisión, para la cual, no es necesario saber leer y escribir? Porque, efectivamente, para acceder a un diario o un libro, o cualquier material impreso, uno tiene que saber leer, al menos, tiene que tener cierto nivel de alfabetización. Con las pantallas, no. Entonces, aún más, se la acusó de popularizar el saber, de hacerlo demasiado vulgar. Y todo lo que se extiende por muchos, es vito como negativo, como en El nombre de la rosa. Y, finalmente, una degradación cultural, porque esto tiene que ver con que la televisión introdujo, y de ahí en más, de forma creciente, un predominio del lenguaje visual o audiovisual en la sociedad.

Y, todavía, y yo dije bien al principio, el lenguaje, la letra escrita, la palabra impresa, sigue siendo jerarquizada en la sociedad. De hecho, decimos: “¿Dónde lo viste a esto que me contás?” “Lo leí en el diario”. Tiene una fuerza muy diferente a: “Lo escuché en la radio”, por ejemplo. Todavía, la palabra oral, a pesar de que tenemos una fuerte cultura oral, porque, de ahí venimos todos, sin embargo, el verlo escrito, tiene mucha más fuerza. Por eso se acusaba a las pantallas y a lo audiovisual de degradación cultural. Si hay algo no está claro, me paran y freno.

Ante esta crítica tan feroz de la escuela a las pantallas, ¿cuáles fueron las respuestas? Por un lado, la escuela, ¿qué decía? Decía: “Bueno, no usemos los medios”, esta era una. Ignorarlos. “Los medios a lo de ellos y, nosotros, a lo nuestro”, decía la escuela. “Cada uno a su tarea, a su desafío, a su compromiso”. Entonces, una actitud de la escuela fue ignorarlos. Mucho tiempo, la escuela ignoró a los medios, como si pudiera, ¿no? Porque, hoy, ya sabemos que no se puede, que la que pierde es la escuela. Porque se excluye, porque se separa de la sociedad y, porque, la verdad, es que, cuando un chico llega a la escuela, tiene muchísimas informaciones, y muchas de esas informaciones vienen desde los medios. Después lo vamos a ver. Entonces, al

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ignorar a los medios, la única que pierde es la escuela, y el gran riesgo es que la vida del chico pase por fuera de la escuela.

La segunda postura es que eran resistidos. Es decir: “Usémoslos”, decía la escuela. “Está bien, dejémoslos entrar, pero para mostrarles a los chicos el efecto negativo, el efecto manipulador. Es decir, cómo nos perjudican, cómo nos dañan”. Entonces, o bien se los ignoraba, o bien se los usaba, pero para mostrar el mal que la televisión o los medios audiovisuales implicaban.

Así que, cualquiera de las dos actitudes estuvo en la escuela presente durante muchísimos tiempo y, todavía, hay algunas, seguramente todos tenemos el recuerdo de algún directivo o de algún colega que nos dijo: “No, la televisión, no. Dejame. Bastante con lo que los chicos ven en la casa”. Como si uno pudiera esquivar la cantidad de horas y el tiempo que el chico o la chica pasa con las pantallas, insisto, hoy.

¿Qué tipo de pedagogía, decimos, que desarrolló la escuela?: una pedagogía defensiva. Porque, si lo que yo trato, como escuela y como docente, es de usar los medios para mostrar lo malos que son y proteger a los chicos, efectivamente, se llama pedagogía defensiva, con la cual pretendo proteger a los chicos, creyendo que son víctimas, vulnerables, y que todo lo que diga la tele o las pantallas los va a dañar.

Esto es lo que, Umberto Eco, para seguir con El nombre de la rosa, llamó la corriente apocalíptica: un grupo de gente numeroso que vio en las pantallas, en este caso, de la televisión, el apocalipsis: “Esto es una amenaza, esto es una influencia negativa, esto es la degradación cultural, terminamos con la televisión, dediquémonos, nosotros, a lo nuestro, e ignorémosla”. Esta es la corriente apocalíptica, que condena y pone toda la responsabilidad de la degradación cultural porque, si la sociedad sufre, esta o cualquier otra, una degradación cultural, no podemos decir que sea, exclusivamente, por la televisión. Tendremos, todos, mucho que ver, en toda esta historia. Además, la televisión nace de la sociedad que la produce, o que la ve, o donde circula. Entonces, esto de cargar todas las culpas contra la televisión, aún sigue vigente. Yo les digo, esto es anecdótico, pero cada vez, esto, yo lo contaba, hace una semana, en una reunión, charlando de que, todavía, siguen los estigmas generales de condenar, cien por ciento, a la televisión. Y esto es así. Cada vez que hay un problema, una mañana que abrimos el diario, y leemos que hay un acto de violencia en una escuela, que no llamamos violencia escolar, sino un acto de un chico dentro de una escuela, violento,

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generalmente, recibo algún llamado de alguna radio, en mi casa, a las 7 de la mañana, para preguntarme: “¿Y ya sabemos qué programa de televisión vio ese chico el día anterior, a la noche anterior?” Es decir, como si la responsabilidad de que ese chico ejerciera un acto violento en la escuela, o donde fuere, fuese del programa de televisión que vio la noche anterior. A lo mejor, ese chico tiene acceso a armas, porque en su casa tienen armas. A lo mejor, ese chico vive en un entorno social, económico, difícil, en un barrio inseguro, con problemas sociales. Pero, de lo único que terminamos hablando es qué vio la noche anterior en televisión. Y esto, que parece una caricatura, es una pregunta muy recurrente. A eso se refiere Eco cuando habla de apocalipsis: cargar cien por ciento contra la televisión. Efectivamente, hay programas indefendibles y, efectivamente, hay programas que conducen contravalores, que no quisiéramos tener, etc. Pero, de ahí, a poner todo el peso en la pantalla, es como olvidar el resto, es el árbol frente al bosque, cuando decimos que el árbol no nos deja ver el bosque.

Ahora, este desencuentro que hay entre, yo insisto, la escuela y la televisión, pero la escuela y las pantallas, no es nuevo. Voy a compartir con ustedes, cuando termine de leerles lo que voy a mostrarles, me van a decir: “Bueno, pero, entonces, no tenemos posibilidad de unirnos”. Porque la escuela y la televisión tienen lógicas muy diferentes y cada click que va a hacer él, vamos a ver un desencuentro diferente. Y van a ver que, parecen, irreconciliables.

Vamos al primero. La escuela se funda en saberes históricos. Uno más uno es dos. Efectivamente, hay que aggiornar el curriculum, hay que modernizarlo, hay que actualizarlo, pero hay saberes que no cambian. Uno más uno es dos. Es un ejemplo muy burdo, pero hay saberes en la historia, en la geografía, en la matemática, en la lengua, que no cambian. Por supuesto, hay enfoques, metodologías, que hay que modificar, que hay que actualizar. En ciencia, obviamente, que todo se actualiza. Pero hay saberes históricos. La televisión es, básicamente, actualidad, no hay otra.

Fíjense. La escuela prioriza la razón. Si les pregunto a ustedes, seguro que me van a decir, entre otras cosas y, con justicia: “Yo quiero un chico que sepa argumentar, que sepa tomar decisiones, que sepa defender su opinión, que sepa fundamentar”. Efectivamente, queremos priorizar la razón. Efectivamente, la televisión prioriza la emoción. Yo siempre digo que, hace muchos, muchos años, un noticiero podía dar las estadísticas de

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desocupación, y poner placas con números y cifras. Hoy, para mostrar el mismo tema, va a usar la historia de Juan, que, a la mañana se levanta, va a buscar gratis los clasificados, va a tocar ocho mil puertas para ver si consigue un trabajo. El mismo tema: la desocupación, pero mostrado desde lo emotivo, mostrado desde la historia de Juan, que no consigue trabajo, y se levanta a las tres de la mañana para ir a buscar los clasificados gratis. Esto es priorizar la emoción. Hay muchos más ejemplos, yo di uno. Pero, fíjense cómo todos se van a contraponer.

La escuela se basa en la linealidad. Un poco, porque la escuela está ligada al libro, y el libro ha quedado como el único de lectura lineal. Es decir, con algunas excepciones como Rayuela, de Cortazar, en casi todos los libros, uno hace una lectura lineal. Ni qué hablar, si son de género policial. Pero, si uno empieza por el final, o agarra el medio y retoma el principio, bueno, termina sin entender nada. Estro no sucede ni con la televisión, donde estamos haciendo zapping y vemos, prácticamente, tres programas a la vez, y, mucho menos, recientemente, con las nuevas tecnologías, donde abrimos tres o cuatro ventanas, y seguimos tres o cuatro cosas a la vez. así que, la linealidad es propia de la escuela. los medios y las nuevas tecnologías es el zapping o las múltiples ventanas.

La escuela se construye sobre el largo plazo. Si yo les preguntara cuál es el objetivo de la escuela, todos pensaríamos, por lo menos, en la enseñanza básica, siete años. Si no, pensemos en el ciclo lectivo. Si yo le pregunto a un docente de Lengua: “¿Cuál es tu objetivo?” “Que, en diciembre, sepa tal cosa”, o “Que en noviembre, lo chicos puedan tal y tal cosa”. Esto no puede suceder en la televisión. En la televisión, todo es fugaz y efímero, porque, donde me fui a los meses y a los años, me cambiaron de canal, como dueño del canal. Entonces, le tengo que apostar a lo efímero, a que todo pase ya, y rápido.

La escuela se rige por la palabra, es principalmente eso. Podemos usar láminas, ojalá estemos todos los docentes usando material audiovisual, ojalá estemos usando la pantalla de la computadora, pero, no hay vuelta: el código más importante, en la escuela, sigue siendo la palabra, acá y en el mundo. Nada de esto sucede en la televisión, donde se privilegia la imagen. Para volver al noticiero, me pasó, muchas veces, desde el ministerio, y me resulta gracioso, les decía: “Che, los invito a un canal de televisión. Vengan a este acto, que es piola, y que les va a gustar, y que lo van a cubrir, y que es importante que la gente se entere, los televidentes”. Y la primer pregunta es: “¿Sabés qué pasa? No da

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imagen. Será muy interesante, pero no tiene imagen. ¿Qué muestro yo? Será muy lindo esto que van a hacer, reformular, revolucionar el sistema educativo. Pero, a mí, dame imagen. Si no, aunque lo revoluciones, no me sirve”. Y esto es muy común. la televisión, las pantallas, se sostienen por las imágenes.

La televisión nos seduce, nos atrapa, y eso es lo que conquista y hace que el televidente no cambie de canal. Es, básicamente, seducción: la escuela, no. Por supuesto, por suerte, hay, cada vez, más reconocimiento, de que el docente debe seducir, debe atrapar, debe enganchar, pero, es otro tipo de seducción. Y la televisión, por supuesto, utiliza otros lenguajes y otros recursos. La música, muchísimo. Yo, siempre, hoy estoy con los noticieros, pero es que son los ejemplos que más me salen. Y, siempre recuerdo, el aniversario de la AMIA, el noticiero de Canal 13 se traslada a la AMIA, donde sea: cuando estaba en construcción, detrás, tenía escombros. Ahora, tiene, detrás, el edificio. Y arrancan, siempre, con música, cuestión de que, ya, empecemos todos llorando, más o menos. Porque, podrían, desde el plató normal, decir: “Hoy se recuerda un aniversario de la AMIA o lo que fuere, pero no. Ya, trasladarnos ahí, y ponernos esa música, obviamente, que termina atrapándonos, porque nos seduce, nos atrapa, nos emociona, nos hace llorar, etc., etc.

La escuela es pública, obviamente. Compartimos con muchos chicos, está abierta, necesita ser pública, no es un profesor particular que viene a mi casa, nada que ver con la televisión. es un ámbito individual y privado. Y, en los últimos diez años, se ha producido en el mundo un fenómeno que se llama privatización de los medios, que es el uso privado, donde la televisión está, cada vez más, en el cuarto de los chicos, cada vez más es el uso en el ámbito individual y privado. Cada vez más, en Argentina y en el mundo, son más los chicos que tienen televisión en su pieza. Bueno, esto, el consumo, lo hace más individual y privado. Efectivamente, la escuela es un lugar público. Por suerte, no llegamos ni llegaremos al profesor particular que proponía Iván Illich, de terminar con la escuela, y que, cada uno tenga su profesor, en su casa. La escuela tiene que ver con la socialización, tiene que ver con el intercambio, tiene que ver con el diálogo. La televisión, no. Es la pantalla y yo, y puedo estar, encerrado en mi pieza, tranquila, con la pantalla.

Todo implica lógicas, todo es diferente. Por eso, incluyo esto, también que, pareciera, nada tiene que ver con la enseñanza, pero es una lógica diferente. La escuela implica una obligación legal. Es obligatorio, la escuela es laica, gratuita y obligatoria. La televisión

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es un acto de voluntad. Uno decide si quiere o no quiere ver televisión. esto hace que la predisposición sea diferente, en cada caso.

Efectivamente, las clases son correlativas. Yo no puedo ir a la primera, luego, ir a la décima, y terminar en la cuarenta, lo que sea. En la televisión, no. Ahora, voy a cambiar de género. La mejor prueba que todos solemos recordar son las telenovelas. La verdad es que yo me pierdo una semana, vuelvo, y está en el mismo lugar que cuando la dejé, hace una semana atrás, exceptuando Montecristo que, cuando yo viajaba, pedía que me la contaran, alguno me la grababa, pero no. Hablando en serio, uno deja la telenovela y la retoma sin problema. Tratemos de hacer, eso mismo con matemática, física, química, digo, las ciencias, porque, a mí, es lo que más me cuesta, pero, de verdad, no pueden ser paquetes en sí mismos. Son correlativas. Esto, también, es una lógica diferente. Estoy abordando todos los lugares en los que, de verdad, el desencuentro tiene sentido, porque las lógicas son diferentes.

Por suerte, digo, como la escuela está actualizándose, la diversión no es una mala palabra en la escuela, pero es un medio. Queremos que los chicos la pasen bien en la clase y aprendan, ese es el objetivo: aprender, o enseñar, desde el lado del docente. Pero no tiene por qué ser aburrida. La clase debe ser entretenida. Información más reflexión, igual, conocimiento. Información más criticidad, más crítica, igual, conocimiento. Información más investigación, chequeo de fuentes, etc., profundización, igual, conocimiento.

Así que, a la escuela no le alcanza con información. La información, hoy en día, y más con Internet, la encontramos en todos lados. Si es por información, cerremos las escuelas, porque información tenemos a patadas, tenemos saturación de información. Lo que necesitamos de la escuela, obviamente, del docente, es conocimiento, es la construcción del conocimiento. Por eso, todos aquellos temores con Internet, de qué va a pasar con el docente, si no hay quien enseñe, ¿cómo buscar? ¿Qué buscar, y qué hacer con lo que uno encuentre de información? Poco sirve. Así que, esta es otra lógica diferente.

Entonces, efectivamente, hay un desencuentro. Di, por lo menos, diez, doce pares de desencuentros desde cualquier ángulo. No, solamente, desde el contenido. Desde la obligación, desde la voluntad, desde la seducción, desde la forma, desde todo lo que quieran. Entonces, a este punto, uno ya empieza a inquietarse. Bueno, con semejantes desencuentros, ¿es posible? No sólo es

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posible sino, y ahí vuelvo al título de esta presentación es necesario. Y vamos a compartir, algunos ya me lo escucharon mucho, pero yo, la verdad, no me canso de repetirlo. Muchas veces me encontré con colegas que decían: “Sí, hay que usar los medios, porque estamos en el siglo XXI, somos modernos, o posmodernos”. Nada de todo eso.

Hay que usar los medios y las nuevas tecnologías en la escuela por muchos otros motivos, como, por ejemplo, el primero, que es lo que yo decía antes. Existe un gran caudal de información que los chicos reciben fuera de la escuela. Y la verdad es, que la escuela tiene que ser, por lo que decíamos del conocimiento, el centro de confluencia, el centro donde confluyen todos estos saberes, todas estas informaciones. Como decíamos antes, la información abunda. Los chicos la reciben desde afuera, muchas fuentes, principalmente, de los medios. Ahora, la escuela debe ser el centro donde confluyen todas esas informaciones, la escuela las debe analizar, explorar, etc., interpretar, profundizar, cuestionar, interrogar, y ahí es donde necesitamos a los medios. La información de los medios debe entrar a la escuela porque el chico ya llega con estas informaciones.

Los medios, también incluyo a las nuevas tecnologías permiten acceder a contextos y realidades más allá del aula, esto está claro. yo estoy en el aula pero, si tengo un diario en la mano, una tele una radio, acceso y conexión a Internet, efectivamente puedo saber lo que pasa en Pakistán, en la guerra del Golfo, en Buenos Aires, o en Chile, o en donde quiera, o en la otra cuadra de la escuela, que si estoy en la escuela, no me entero. Entonces, necesito extender el universo del chico, del alumno, porque, hoy, el título de aquel libro que, probablemente, todos hayamos leído, alguna vez, en la escuela, el mundo no es más ni ancho ni ajeno. El mundo está muy cerquita. Entonces, los medios son los que me permiten sentir que el mundo no es ni ancho ni ajeno.

Los medios influyen sobre nuestra manera de pensar el mundo, no hay duda. Yo, siempre, doy dos ejemplos. El primero es: Yo nunca estuve en Japón, pero tengo una imagen de los japoneses, no sé, pero me los imagino, de alguna manera, y esto es, por los artículos que leo en un diario, en una revista, lo que vi en un documental en la televisión, lo que escuché, de ellos, en la radio, lo que veo en Internet. Efectivamente, nos ayudan a formar una imagen del mundo, de personas. Lo mismo, yo no vi nunca al presidente de la Argentina, o a la presidenta de Chile, o al presidente de Brasil. No los conozco, no los vi, pero tengo una imagen de ellos, y a esa imagen la tengo porque me la ofrecen,

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cotidianamente, los medios. Por supuesto, yo la resignifico, la reinterpreto, la reconstruyo, pero, la base me viene de ahí, porque, si no, de toda esta gente, yo no sabría nada, ni siquiera, que existen. Entonces, me ayudan, influyen, me dan una imagen, a partir de la cual yo construyo la mía. Yo no me quedo sólo con lo que dicen los medios, pero, necesito lo de los medios para construir la propia.

Cuarto motivo. Efectivamente hoy, para los jóvenes, los medios, o lo que llamamos la cultura popular, porque los medios, el cine, la música, ahí, incluyo, digo cultura popular, porque me permite, además de incluir a los medios tradicionales, incluir la música y el cine, la cultura popular es el lugar desde el cual los chicos definen y construyen su identidad. Los c hicos, digo chicos y jóvenes. Yo, siempre digo que, cuando iba a la escuela, hace un tiempo largo, en la primaria, el primer día de clases, la maestra nos preguntaba: “¿Cómo está formada tu familia? ¿Adónde te fuiste de vacaciones? ¿Qué comida te gusta?”, ese tipo de preguntas. Y está bien. Hoy, yo digo, al mismo docente de primaria o de secundaria, me da igual, que si, además de preguntarle eso que, sí es importante, la familia, todo eso, si no le pregunta qué música te gusta, qué programa de televisión ves, si vas al cine y qué ves, qué tipo de películas, aunque sea, de televisión, te gustan, si usa Internet, ves algún video, todo eso que conforma la cultura popular, se pierde una parte importante de la identidad del chico. Es decir, hoy ya no me alcanza sólo con preguntarle por la familia y los hermanos. Necesito todo ese universo cultural, porque es, desde ahí, que los chicos, hoy, se definen, porque son actores culturales. Entonces, se definen desde la cultura popular, y a esto, lo tengo que reconocer como docente: interesarme o interiorizarme por los consumos culturales de mis alumnos, que es otra manera de acercarme a ellos, de integrar su visión, su personalidad y su identidad. Ahí hay otro motivo de por qué, entonces, los medios en la escuela.

A esto lo digo, lamentablemente. Mientras no seamos un país más equitativo, menos fragmentado, más justo, lo voy a seguir diciendo. Es necesario usar los medios en la escuela, porque, para muchos chicos, lamentablemente, muchísimos chicos, es el único lugar donde tienen acceso a ellos. Pueden no comprar, en su casa, un diario, ahí está la escuela, para enseñarle lo que es un diario. Pueden no tener acceso a Internet en su casa, ahí está la escuela, para enseñarles, mostrarles lo que es Internet, y, por supuesto, enseñar a usarla. Pueden no tener acceso al cable en sus casas,

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ahí debe estar la escuela para acceder a canales que no tiene acceso, el chico, en su casa.

La escuela debe contribuir a una mejor distribución de la información y el conocimiento. Entonces, esto es lo que se conoce como la función social de la escuela y, para esto, necesitamos a los medios, y los necesitamos dentro de la escuela. mientras sigamos en un país con tantas brechas sociales, con tantas inequidades, con tantas fragmentaciones, necesitamos que la escuela siga cumpliendo esta función social, que no es menor, por lo menos, en los países latinoamericanos y, obviamente, en Argentina.

Y, finalmente, porque, para promover algo en lo que todos estamos interesados, la actitud reflexiva y crítica, en los alumnos, necesitamos a los medios Necesitamos la información que nos proveen los medios, porque, yo siempre digo: es importante la lectura crítica, pero, si no empiezo por la lectura, no llego a la crítica. Entonces, necesitamos al diario dentro de la escuela. primero, para enseñar, mostrar, leer un diario y, luego, para que esa lectura sea crítica. Entonces, para poder fomentar la actitud reflexiva y crítica respecto de la realidad y el mundo, necesito, también, a los medios. Porque la principal fuente de información sobre el mundo, que recibimos todos, son los medios. Yo no sabría de la guerra del Golfo, si no es por los medios. Entonces, si quiero tener una actitud crítica y que los chicos aprendan a entender la guerra del Golfo, es un ejemplo, necesito utilizar los medios y, por supuesto, fomentar la actitud crítica y reflexiva respecto de la información que transmiten, justamente, y ahora vuelvo al mismo tema de antes, para que esa información se convierta en conocimiento, y no quede sólo en información.

Finalmente, esto, a mí me gusta mucho decir esta frase. La verdad es que la plagié, completamente, de un excelente especialista, que, a lo mejor, muchos de ustedes lo conocen. Es colombiano, y se llama Jesús Martín-Barbero. Cualquier libro que consigan o que les interese de él, vale la pena, cualquiera. Y él dice que vivimos en una sociedad multicultural, pero no, solamente, porque hay distintas religiones, distintas razas, distintas etnias, que esto es verdad. Vivimos en una sociedad multicultural porque conviven la cultura oral, la cultura escrita, la cultura audiovisual y la cultura hipertextual, la informática. O sea, fíjense: oral, escrita, audiovisual e hipertextual. Todas estas culturas conviven con nosotros todos los días, y mezcladas. Porque no es que, yo, a la mañana, me dedico a leer y a escribir, al mediodía me dedico a mirar imágenes, y, por la tarde, me dedico a navegar por Internet. Hago todo a la vez. y si lo hacemos nosotros,

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los chicos, aún, más. La encuesta que dimos el año pasado, yo no sé si ustedes la siguieron, salió, sé que salió en Los Andes, porque tengo el recorte, hicimos, desde el ministerio, la primer encuesta nacional de consumos culturales de adolescentes de once a diecisiete años. Entre paréntesis, está en la página web nuestra, si la quieren mirar en PowerPoint, después la doy. Una de las preguntas era: “Mientras ves televisión –eran preguntas de múltiple choice, de selección múltiple, los chicos tenían que clickear- escucho radio, hablo por el celular, navego por Internet”. Queríamos saber si usaban un medio a la vez, o, si era todo junto. Bueno, por supuesto que, a esta generación, la de los adolescentes con los que la mayoría de ustedes trabaja, se la llama la generación multimedia, no sólo por la cantidad de bienes culturales y medios que dispone, que es mucho más amplia de la que disponíamos nosotros, sino, por el uso en simultáneo. Para no dejarlos con la intriga, la encuesta dio que sólo un veinte por ciento, es una cantidad enorme de casos que consultamos, es la muestra más representativa y masiva que se usó en la Argentina, de once a diecisiete años. Sólo un veinte por ciento de los chicos argentinos usa un medio a la vez. Todos los demás, el ochenta por ciento, la combina. No sé cómo hacen. La combinan, supongo que, ustedes ya lo saben, así que, esto, no los voy a decepcionar, la combina, e incluso con hacer la tarea. O sea, navegan por Internet, escuchan música, hablan por el celular y hacen la tarea al mismo tiempo. ¿Cómo llegan con la tarea, o cómo llegan con la película que están viendo, o qué dicen con el celular, uno no lo sabe, pero hacen las cuatro cosas, a la vez. sólo un veinte por ciento hace, de a una, por vez. yo, la verdad es que, nos volvemos a esto, entonces: vivimos en una sociedad multicultural porque convivimos con culturas escritas, orales, audiovisuales, hipertextuales, y, de manera simultánea. Y, mucho más, entre los jóvenes, para quienes, el zapping, ellos nacieron con al zapping. Nosotros lo aprendimos, porque no existía el control remoto. Bueno, nosotros, no quiero englobar, acá, a muchos, que son muy jovencitos. Pero, muchos de nosotros nacimos con levantarnos a cambiar de canal. Bueno, los chicos de hoy no saben lo que es eso. Entonces, el zapping, como dice otro colega, me gusta mucho la expresión, el zapping dejó de ser una actitud ante el televisor, para ser una actitud ante la vida, y es así. Los chicos son eso. Por eso, usan medios múltiples, al mismo tiempo, y en simultáneo. Por eso, son la generación multimedia. No sólo porque disponen de una gama mucho más amplia, sino, porque la usan toda, a la vez. Así que, bueno, vivimos en una sociedad multicultural y la primera que

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la tiene que reconocer es la escuela. Esta es la puerta de entrada a los medios, a todas esas culturas.

¿Por qué, entonces, también, los medios? Porque necesitamos fortalecer el capital cultural de los chicos. Yo digo que el chico que no conoce lo que es un cine, no es que deja de conocer a Campanella, a Spielberg o a Coppola, o a quien sea. El que no va a un cine baja o disminuye su capital cultural. Es otra manera de exclusión social. Porque hoy, cuando una empresa contrata a alguien, no sólo le pide que apriete un botón a ese empleado. Le pide que tome decisiones, que las sepa argumentar, que defienda lo que hizo, que sepa reaccionar, responder, etc., y, todo eso, es capital cultural. Y en el capital cultural, la cultura popular, los medios, la música, el cine, tienen mucho que ver. Entonces, si la escuela, que esta es una labor de la escuela, necesita , o quiere fortalecer el capital cultural, debe abrirles las puertas a los medios, por más que sus lógicas sean diferentes. Pero, respetando las lógicas de cada uno, debe abrirles las puertas. ¿Qué quiere decir esto de respetar las lógicas? A mí me gusta una expresión que leí, hace poco, que es que un noticiero, y ustedes saben, cuando ven un noticiero, mezcla todas las noticias. Puede empezar con una social, la pobreza en tal lugar, puede seguir con una deportiva, luego, ir a las modas, y terminar con una de fútbol, y pasar, después, a una económica y, luego, hablar de la guerra del Golfo, mezclar todo. La escuela no hace eso. La escuela no tiene por qué mezclar todo. La escuela no tiene por qué hacer ese zapping de temas. La escuela congela la imagen, en el sentido de la televisión, y analiza, le agrega reflexión, la discute, la interpreta. Entonces, usar, de la tele o de los medios aquello que se puede usar, con la lógica de la escuela, que es la de enseñar a pensar las imágenes, y no, solamente, a ser seducidos o atrapados. Está bien emocionarme por lo que pasó en la AMIA pero yo, como docente, le tengo que enseñar, a los chicos, a entender por qué pasó lo que pasó, y no, sólo, emocionarse. Ese puede ser el primer paso, porque es inevitable que uno llore cuando ve una cosa, así, tan armada, porque conmueve. Pero, después, tengo que decir: “Momento, ¿por qué pasó esto, por qué llegamos a esto? ¿Qué pasaba en el mundo, cuál era el contexto internacional, qué pasaba en la Argentina, etc., etc.” Entonces, respetando las lógicas de cada uno, usar, de los medios, lo que necesitamos y aquello que enriquece a la escuela, para fortalecer el capital cultural de los alumnos. este es mi objetivo, también, como docente. No importa en qué área yo enseñe, sea matemática, historia, geografía, el

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capital cultural de los chicos es responsabilidad de todos porque es responsabilidad de la escuela como institución.

Y, efectivamente, el tercer objetivo, es hacer de los chicos productores culturales. Porque, hasta ahora, yo dije lo de enseñar a leer. Pero no nos olvidemos que, también, hay que enseñar a escribir o a producir. Hoy vi, aquí, excelentes ejemplos de producciones estudiantiles. Nosotros no queremos de los chicos sólo lectores o receptores críticos. Queremos emisores críticos, queremos chicos que tengan algo que decir y lo puedan decir, y que sea visible, que los demás los podamos ver. Cuando digo de los demás, puede trascender la escuela. No es, solamente, la división, el curso, el aula, la escuela. Puede ser el barrio, puede ser la comunidad educativa, puede ser una excelente idea como la de aquí, de exponerlos en un auditorio, en el diario. Es decir, los chicos tienen que aprender a producir, tienen que ser productores culturales, porque tienen mucho para decir. Sólo hay que darles la posibilidad y la oportunidad de hacerlo.

Esto, lo que quiere decir es que, básicamente, la escuela tiene, ante sí, un desafío muy grande. Los medios y las nuevas tecnologías tienen lógicas diferentes. Tienen historias diferentes, tradiciones diferentes, soportes diferentes. Pero todos, como docentes, como escuela, tenemos, seguramente, posibilidad de utilizarlos, porque todos tienen potencial. No todo es utilizable, estamos de acuerdo. Pero todo tiene potencial.

Yo quiero compartir con ustedes tres fragmentos que son los siguientes