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1 DISCURSO DEL SEÑOR PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR Econ. RAFAEL CORREA DELGADO EN EL LXXIII (Septuagésimo tercer) ANIVERSARIO DE LA POLICÍA NACIONAL Y GRADUACIÓN DE LA LXXII (Septuagésima segunda) PROMOCIÓN DE OFICIALES DE LÍNEA DE LA POLICÍA NACIONAL Quito, 02 de marzo de 2011

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DISCURSO DEL SEÑOR PRESIDENTE

CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR

Econ. RAFAEL CORREA DELGADO

EN EL LXXIII (Septuagésimo tercer) ANIVERSARIO DE LA POLICÍA NACIONAL Y

GRADUACIÓN DE LA LXXII

(Septuagésima segunda) PROMOCIÓN DE OFICIALES DE LÍNEA DE LA POLICÍA NACIONAL

Quito, 02 de marzo de 2011

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“…Y no ha de ser pues, esta nueva traición a la Patria la que dé prestigio ni en el pueblo ni en el ejército a un hombre despreciable y aborrecible. Será, por el contrario, un poderoso estímulo para acabar, de una vez para siempre, con todos estos elementos nocivos para la República.” Esta cita -¡prohibido olvidar!-, es parte del editorial publicado en el Diario El Comercio de Quito, el 11 de Enero de 1912, refiriéndose a la rebelión alfarista en contra del Gobierno de Carlos Freire Zaldumbide. “El hombre despreciable y aborrecible, el elemento nocivo para la República”, era nada más y nada menos que Eloy Alfaro Delgado, el mejor ecuatoriano de la historia, el más ferviente servidor de la Patria.

El mismo día, en el Diario “La Prensa”, con el título “La Víbora en Casa” refiriéndose al regreso de Alfaro desde Panamá, se escribía lo siguiente, cito: “Esta es la víbora que tenemos entre nosotros, oh! Ecuatorianos, y a esta víbora es preciso triturarla”, cierro cita.

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Se preparaba el escenario para la Hoguera Bárbara, que ocurriría antes de que acabara el mes. Aquel 28 de Enero de 1912, el brutal asesinato del Viejo Luchador, no fue algo fortuito -sepamos leer la historia, sepamos recordarla, sepamos aprender de ella, no fue algo fortuito-, no fue una explosión popular espontánea. Todos sabemos que el pueblo de Quito y del Ecuador es un pueblo bueno, no tiene naturaleza criminal. El cobarde asesinato de Eloy Alfaro fue una vileza premeditada, inducida, azuzada por las hordas más retardatarias de la República, entre ellas, y como siempre, ciertos medios de comunicación, que desde la elocuencia de insensatos editoriales, como los que he reproducido, atacaba y ataca sin misericordia toda opción encaminada a sustituir sus oprobiosos modelos.

Hoy, después de cien años de la gesta de los montoneros revolucionarios, nuestro país vive un proceso de cambios profundos. Con la decisión, con la voluntad de todo un pueblo, construimos una verdadera transformación en las relaciones de poder, en función de las grandes mayorías, algo inédito desde la

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Revolución Liberal; y, aunque no gozamos ni de lejos de un Alfaro, -¡cómo quisiéramos tenerlo entre nosotros!-, recibimos los mismos odios de aquellos que quieren mantener a toda costa sus prebendas.

No es de extrañarse, así han sido, en el Ecuador y en el mundo, los procesos históricos que constituyen transformaciones reales, no cosméticas -si no hubiera el peligro de que estemos cambiando algo, les aseguro que no hubiera tantos obstáculos-.

Las fuerzas retardatarias, saben que no pueden vencernos en las urnas, y por ello se movilizan en las sombras, a través de la desinformación y la manipulación. Los conjurados se esconden, buscan a los cándidos o a los corruptos, que agreden y caotizan, y lamentablemente los encuentran, acostumbrados a obtener por la fuerza lo que la razón no admite. Así sucedió aquel nefasto 30 de Septiembre del 2010, página negra en la historia nacional.

Mi homenaje a los caídos aquel tristísimo día: al estudiante Juan Pablo Bolaños, quien con decenas de miles de ciudadanos desarmados

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fue al hospital de la Policía a defender la Democracia, a defender su, nuestra, Revolución, y lo recibieron con un tiro en la cabeza; a los soldados Jacinto Cortés y Darwin Panchi, caídos en el rescate al compañero Presidente; al policía del GIR –esos heroicos miembros del GIR, muchas gracias compañeras y compañeros de ese cuerpo de élite, muchas gracias al GOE-, al policía del GIR Froilán Jiménez, caído mientras resguardaba la salida del vehículo presidencial… y, algunos todavía niegan que hubo un intento de magnicidio, ¡vaya desfachatez!; al policía Edwin Calderón, muerto en un absurdo cruce de balas cerca al Regimiento Quito 2.

Mi homenaje a las decenas de heridos civiles que arriesgaron la vida por el orden constitucional; mi homenaje a los miles de militares y policías que supieron cumplir su deber con honor y lealtad, que supieron mantener ese juramento que el día de hoy acaban de hacer ustedes, queridos Subtenientes. Ojalá que algún día, aquellos que dispararon las balas asesinas, tengan conciencia de lo que hicieron.

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La lección a aprender con tanto dolor, es: jamás volver a caer en la manipulación, en un falso espíritu de cuerpo, en las garras de la prensa corrupta, en las garras de los cobardes politiqueros que quisieron usar a la Fuerza Pública para desestabilizar a la Revolución Ciudadana; jamás permitir que las armas que, en deber sagrado, les diera el pueblo ecuatoriano, se vuelvan en contra de ese Pueblo, en contra del Presidente y en contra de la Democracia. Y, siempre tener presente que con este Gobierno, por el diálogo todo, por la fuerza nada, como también quedó demostrado aquel 30 de Septiembre, donde pese a la brutalidad ejercida, no retrocedimos un solo paso, y si teníamos que dejar la vida en ese lugar, tengan la seguridad de que así habría sido y no hubiéramos claudicado en nuestros principios.

Permítanme por unos momentos retornar al oprobioso asesinato del General Alfaro. ¿Saben cuántos condenados… –prohibido olvidar, un pueblo que olvida su historia está condenado a repetir los errores cometidos-… ¿Saben cuántos condenados hubo por el brutal magnicidio del

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líder histórico de la Patria, que fue asesinado junto a su hermano Medardo, su sobrino Flavio, los generales Páez y Serrano, los coroneles Torres y Coral, aquel vergonzoso 28 de Enero de 1912? ¿Saben cuántos condenados hubo por este brutal asesinato?: Absolutamente ninguno.

No permitiremos que la historia se repita. No toleraremos que la muerte de ecuatorianos a manos de infames conjurados sea moneda común. No admitiremos que la impunidad sea sentencia ineluctable en el país.

En algo rescatarían su honor quienes propiciaron aquel 30 de Septiembre, si al menos asumieran su responsabilidad. Pero ni de aquello han sido capaces. Pareciera que aquel día no hubiese sucedido nada, como también lo pretende cierta prensa corrupta.

Debo confesar que algo que abonó a mi tristeza profunda en aquel día fue que el instrumento principal de la desestabilización fueran algunos integrantes de la Policía Nacional, organización tan despreciada por la oligarquía, y por ello y

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mucho más, tan entrañablemente querida para nosotros.

¡Cómo no sentir el mayor afecto por la Policía Nacional y sus integrantes, si aquí encontramos la expresión más cabal de nuestro pueblo sencillo, bueno, digno!

El 30 de septiembre significó un duro golpe a la imagen institucional de la Policía, un golpe a nuestros conciudadanos que jamás esperaron tan absurda conducta, un golpe a la democracia, un golpe a la imagen del país…

A partir de esa experiencia lamentable, deben tener absoluta claridad con respecto a que su misión constitucional debe ser rigurosamente cumplida.

Los ecuatorianos esperan ver, cuanto antes, una Policía Nacional renovada, reestructurada, modernizada. Los propios miembros de la institución policial, ustedes, anhelan los cambios que les devuelvan la autoestima, el prestigio, y ante todo la confianza de la ciudadanía, confianza que la Institución venía recuperando aceleradamente hasta antes de aquel 30 de septiembre. La peor actitud frente a un error

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sería cerrar los ojos y pretender que nada ocurrió.

Cuando llegamos a la Presidencia, hace ya cuatro años, nos afectó saber de la insuficiente remuneración que ustedes tenían, hoy los sueldos se han más que duplicado; nos dolió conocer de las precarias condiciones de trabajo de nuestros policías, hoy se construyen nuevos cuarteles a lo largo y ancho de la República, que constituían un verdadero insulto a la dignidad humana. Nos escandalizó conocer que menos de la cuarta parte de los policías tenía un arma para defenderse, menos municiones para practicar; ¿recuerdan?, tenían hasta que comprar las balas para ejercer su oficio; hoy, cada policía de la Patria tiene un arma moderna, la suficiente dotación de municiones y un chaleco anti-balas que ha disminuido grandemente la mortalidad en las filas policiales. Recibimos una Policía debatiéndose en absurdas condiciones laborales, como la permanente rotación geográfica, que afectaba a familias y personas; y, en la mayoría de las veces, sin contar siquiera con una vivienda

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fiscal; ó la rotación interdepartamental, que impedía una adecuada especialización.

Sabemos que no hemos podido cambiar todo, pero indudablemente hemos hecho importantísimos progresos. Con dolor tengo que decirles que muchas veces no se ha logrado avanzar más rápido, por culpa de la propia institución, por ejemplo, a causa del incumplimiento de mi orden de hace más de dos años para que los policías, sólo por excepción, sirvan en lugares distintos a los de su residencia; ojalá esto no se deba también a la corrupción que sabemos que había, y ojalá ya no exista, sabemos los esfuerzos del actual director de Recursos Humanos, pero sabemos que existía en el sistema de pases donde ciertas ‘posiciones’ eran cotizadas; ojalá no se haya debido a esa corrupción.

Estas son las cosas por las que hay que luchar, queridas compañeras, compañeros policías. ¡Qué tristeza que en las investigaciones sobre el 30 de Septiembre se descubra que uno de los argumentos para tanta violencia, fue… la supresión de los juguetes que daba la Policía

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Nacional en Navidad! Lo cual NO es deber del Estado ¡No es deber del Estado! Y era una forma de engaño, de limosna para paliar los indignantes, bajísimos sueldos; mientras que no se cumplían, y aún no se cumplen suficientemente derechos fundamentales como el acceso a viviendas fiscales dignas.

Este gobierno con total autenticidad, con voluntad, ha buscado y buscará por todos los medios mejorar las condiciones de vida, las condiciones de trabajo de nuestra Policía. Pero también tenemos que entrar a un proceso de modernización, de redefinición del rol de la Policía Nacional.

La nueva distribución del personal policial, por circuitos, no en base a donde nos daban el terreno para construir la Unidad de Policía Comunitaria, no en base a arbitrios, a discrecionalidad absoluta, sino en base a planificación, a sectorización técnica del territorio nacional, a lo cual hemos llamado “distritalización” y “distribución por circuitos”; esta nueva distribución, posibilitará que los oficiales jefes tengan un mayor control de los

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efectivos policiales, posibilitará optimizar los recursos con que contamos y, sobre todo, que haya una más eficaz capacidad de respuesta, con lo cual se logrará una mejor articulación también con la ciudadanía.

Es necesario, por otro lado, transparentar a la institución: Tecnistamp, Gasespol, empresas que tenían el monopolio de muchos suministros policiales, pasarán a ser cien por ciento del Estado ecuatoriano, de la Policía Nacional, para evitar arreglos extraños y ciertamente faltos de claridad. Ayer no más tenía una reunión con transportista, quejándose amargamente de la corrupción y extorsión de ciertos policías. Ustedes deben ser los primeros en denunciar y sancionar a esos malos elementos, que hacen quedar mal a todos.

Sabemos también que existen argollas de corrupción en lugares donde está cundiendo el crimen organizado, como la provincia de Santo Domingo de los Tsáchilas, como el cantón El Empalme, en la provincia de Los Ríos. ¡No permitiremos que los corruptos nos sometan! ¡No permitiremos que los malos elementos nos

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venzan! Los honestos somos más, queridos policías, queridos conciudadanos, y ¡venceremos a la corrupción y a los deshonestos! Sabemos y reconocemos los esfuerzos, la entrega de la inmensa mayoría de la Institución en el cumplimiento del deber para combatir la criminalidad; estamos conscientes de que mucho de esos esfuerzos y sacrificios, se ven entorpecidos, se desvanecen, se pierden, por un sistema judicial inoperante, corrupto, que socaba la seguridad ciudadana, establece la impunidad como regla, la corrupción como norma de relación cotidiana. ¿!Hasta cuándo vamos a soportar que la negligencia, la corrupción de una función judicial que se ha desnaturalizado por completo, siga entorpeciendo los esfuerzos, los sacrificios, del trabajo policial!? Todas, todos, debemos armarnos de indignación y coraje para dar por terminado de una vez y para siempre ese falso sistema de justicia que debilita nuestros derechos, nuestra institucionalidad, nuestra dignidad.

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La justicia requiere una revolución inmediata, y por ello, he solicitado que se convoque al pueblo para pronunciarse. Asumimos la responsabilidad ante la historia por la petición de convocatoria para trazar el camino de la justicia que nunca se llegó a inaugurar. Que nadie nos pida que vayamos más despacio, no hay tiempo que perder, el pueblo nos reclama celeridad, honestidad, eficiencia, prontitud. ¡No hay tiempo que perder!

Algunos, deliberadamente, con mucha mala fe, quieren confundir esta lucha y estos cambios como la desinstitucionalización de nuestro país; por el contrario, lo estamos institucionalizando; pero, esta vez, no en función de pequeños grupos, no en función de particulares privilegios, sino en función del bien común. Los viejos poderes fácticos, ponen a funcionar todos sus mecanismos, todos sus voceros, su prensa, sus radios, sus canales, sus instrumentos, para volver al pasado. Como les mencioné, aquellos que siempre maltrataron a la Policía Nacional, que la ignoraron, que nunca se preocuparon por ella, esa burguesía que miraba con desprecio a

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los sencillos hombres y mujeres que anónima y cotidianamente se jugaban la vida por darnos seguridad, son los que hoy pretenden manipular, distorsionar el proceso de depuración y fortalecimiento de la Policía Nacional que impulsamos como Gobierno democrático.

Ya la prensa corrupta -así como hacía con Alfaro-, está difundiendo rumores de que se va a acabar la Policía Judicial. En realidad, lo que estamos haciendo es organizar una unidad de Agentes Detectives, Detectives Civiles, especializados, científicos dedicados a la investigación; tal como existe en la hermana República de Chile, de la cual precisamente estamos recibiendo la correspondiente asesoría.

La idea es que haya médicos, ingenieros, economistas, etcétera; que, después de capacitarse 2 o 3 años, se conviertan en detectives; y, ese médico detective ayuda a descubrir un asesinato por envenenamiento, por intoxicación; ese economista detective, nos ayuda a descubrir un fraude financiero; ese

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ingeniero detective, nos ayude a descubrir las causas de un atentado. Son complementarios a la policía judicial. No son excluyentes. Tal como en Chile la policía judicial con los carabineros y el cuerpo de detectives.

Pero incluso -y escúcheseme bien, porque nosotros vamos a cumplir nuestra misión sin temor a nada ni a nadie, a cualquier costo vamos a cumplir nuestra misión-, pero incluso si fuera cierto lo que dice con tanta mala fe la prensa corrupta, probablemente para generar otro 30 de Septiembre y después hipócritamente rasgarse las vestiduras ante la violencia, tendríamos el legítimo derecho de hacerlo ¡tendríamos el legítimo derecho de hacerlo!, y no vamos a permitir que ciertos mandos hablen del “desmembramiento” de la Policía, como si esta fuera un fin en sí mismo, cuando el fin supremo debe ser la Patria.

En cualquier circunstancia nuestro compromiso será con la ciudadanía, sólo con ella, con nadie más, y emprenderemos todos los cambios que sean necesarios en función de las exigencias ciudadanas, sin detenernos en intereses personales o de grupo. Gracias a la nueva

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constitución Uds. tienen el derecho al voto. En las urnas, no con balas ni con botas, podrán respaldar o rechazar nuestra gestión.

La nueva Ley Orgánica pretende modernizar a la Policía, en estricto cumpliendo de la Constitución. Esa nueva ley abrirá la posibilidad cierta para que los clases y policías puedan convertirse en oficiales, gracias a sus méritos.

Esto, junto a la gratuidad que, por principio constitucional, deben tener nuestras escuelas de policía, sea para oficialidad o para clases y tropa, ayudará a terminar con la inaceptable desigualdad en nuestro país.

Es impresionante, no solo en Ecuador, sino en toda América Latina, el continente más inequitativo del mundo, cómo todo está en función, no de terminar esa desigualdad, sino de perpetuarla.

La diferencia entre haber accedido a ser oficial o tropa, no era la capacidad o el liderazgo, sino sencillamente la posición económica o las influencias. Nunca más estas barbaridades, ni en la Policía ni en las Fuerzas Armadas ni en ningún rincón de nuestro país. Esto

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es parte fundamental de la revolución. Los más capaces, al mando. Una estricta meritocracia, sin contemplaciones.

Esta Institución, nació del pueblo para servir al pueblo. Trabajaremos denodadamente para que nunca más los ciudadanos tengan temor; y por el contrario, sepan que tienen, en cada policía, un incondicional aliado de su seguridad.

La lucha en contra de la delincuencia se hace ahora dentro de un marco integral. Se encuentra en marcha el “Proyecto C4/2”, que supone la articulación de toda la institucionalidad estatal vinculada al tema de la SEGURIDAD. Tecnología de punta, que permitirá realmente dividir la historia de la seguridad ciudadana en un antes y un después. Se trata de centros de control de nivel nacional que permitan monitorear diferentes zonas, hacer el seguimiento geo referenciado de patrulleros, ambulancias, etcétera, vía informatizada establecer los agentes y recursos más cercanos al lugar de un delito, etcétera. El proyecto costará cerca de 140 millones de dólares, y estará listo en dos años.

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Hoy, el Ministerio del Interior ha asumido la representación legal, administrativa y judicial de la Policía Nacional, liberándola de una carga administrativa que nunca debió tener. Los generales están para cumplir con su profesión, no para girar cheques. Recuerden que ese Ministerio del Interior anteriormente era el Ministerio de Gobierno, Cultos y Gobiernos Seccionales, que se ocupaba de la política y de cualquier cosa, menos de la Policía Nacional. Hoy tenemos un Ministerio que, básicamente, es de Policía y Seguridad Ciudadana. En las investigaciones sobre el 30 de Septiembre, una de las “graves” -entre comillas-, críticas al Mando, es que éste se sometía a un Ministro Civil. ¡Vaya disparate! Resulta que eso, en cualquier parte del mundo, se llama Democracia: la fuerza pública sometida al poder civil legítimamente constituido.

Queridas compañeras y queridos compañeros que ostentan con orgullo el uniforme policial, que llevan en el alma impregnados los colores de la Patria, que llevan en el corazón y en la conciencia valores tan nobles como el honor y la

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lealtad; ustedes que son esposos, esposas, padres y madres de familia, gente buena de la Patria, gente honorable, entrañable, querible, son testigos y actores de los tristes momentos en que hemos asistido al sacrificio de hombres y mujeres del pueblo que, en estricto cumplimiento del deber, han caído. Hermanas, padres, hijos, madres de familia, han sido asesinados por cumplir con el deber de protección ciudadana. Sepan que cada vez que se pierde a un miembro de la Policía Nacional, se nos va también un pedazo de nuestra vida, hoy recordamos a esos valientes patriotas, héroes de la Policía que cayeron en el año anterior.

Queridas caballeresas, queridos caballeros de la paz:

Un Oficial de Línea de la Policía Nacional, jamás puede olvidar que las instituciones del orden están supeditadas al poder civil; que éste, es la legítima expresión del poder ciudadano; que las armas e implementos que la sociedad confía a sus policías y soldados, son

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sagrados y jamás pueden apuntar contra su pueblo.

La Escuela Superior de Policía “General Alberto Enríquez Gallo” existe en función de proveer a la Patria de seres humanos integrales, altamente capacitados y formados para servirla, no para servirse de ella; porque ser policía es una profesión de honor, un apostolado, una verdadera vocación -un llamado- de entrega a las causas del orden y la paz social. Ningún verdadero policía escogió esta durísima profesión para enriquecerse, para tener bienestar material, saben que aquí no van a encontrar aquello sino una profesión muy dura, sacrificada y muchas veces incomprendida. Por eso, los verdaderos policías, los policías de honor cumplen realmente un apostolado, y la Patria se lo agradece.

La Septuagésima Segunda Promoción de Oficiales de Línea de la Policía Nacional, se incorpora al servicio del país cuando la Institución del Orden se esfuerza por construir su nueva institucionalidad.

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Oficiales que se gradúan, ustedes tienen una fundamental responsabilidad con respecto a nuestro pueblo; ustedes asumieron un reto que debe honrarse todos los días con profesionalismo, sabiduría, afán de servicio, honradez, valentía y respeto. El país confía en sus ideales y en su preparación.

Nuevos policías del Ecuador, ejerzan la autoridad de la que están investidos, sin abuso, pero con firmeza, con coraje, con decencia, para que sean el orgullo de sus padres y de sus hijos, nunca los defrauden.

Los héroes y heroínas, anónimos y anónimas que hacen posible esta ceremonia, son los padres de familia de quienes se gradúan, para quienes pido un fuerte aplauso. Muchas gracias en nombre de la Patria por habernos dado a sus hijos para el servicio público en tan importante misión. Un agradecimiento especial a las familias ecuatorianas que tienen a uno o varios policías entre sus miembros: cónyuges, padres, madres, hijos, hijas… La Patria reconoce sus desvelos.

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Felicito a los oficiales que han sido homenajeados y condecorados este día. Al Señor General Director de Carabineros de Chile, a su Estandarte Institucional, todo afecto, toda gratitud y respeto a la Patria de Allende, en nombre de la Patria de Alfaro.

A la UNASE (la Unidad Anti Secuestros), cuyo estandarte también ha sido condecorado en homenaje a la elevada eficiencia de este cuerpo policial especializado. ¡Felicitaciones! Sinceramente son un orgullo para el País.

A la Septuagésima Segunda Promoción de Oficiales de Línea, a esos Cadetes que hoy han ascendido al grado de Subtenientes de Policía, portadores del espíritu de renovación, la fuerza, la fe, que requiere la Policía Nacional para ponerse a tono con la nueva época que vive la Patria. A quien ostenta la Primera Antigüedad de la Septuagésima Segunda Promoción de Oficiales de Línea, subteniente Páez… Siempre seremos devotos de la excelencia; queridas hermanas, hermanos, compañeras, compañeros, a huir de la mediocridad como de la peste, a buscar siempre la excelencia,

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sabiendo que su principal y único rival son ustedes mismos: ¡ser mejores cada día!

Felicitaciones finalmente a los oficiales, clases, tropa de la Policía Nacional ¡Felicitaciones a esta noble Institución en su Septuagésimo Tercer Aniversario! La Patria los abraza.

¡Hasta la victoria siempre compatriotas!

Rafael Correa Delgado

Presidente Constitucional de la República del Ecuador