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2011 Gonzalo Salesky
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A Tomás Ignacio
2011 Gonzalo Salesky
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EL AUTOR
Nació en Córdoba, Argentina, en 1978. Publicó los libros 2011 (poemas y
cuentos, año 2009) y Presagio de luz (poemas, año 2010). Ha obtenido las
siguientes distinciones en certámenes literarios:
-Primer Premio Nacional 2010 de Poesía SALAC (Sociedad Argentina de Letras,
Artes y Ciencias).
-Ganador del Primer Concurso Internacional de Cuento sobre la Naturaleza
(Latin Heritage Foundation, E.E.U.U.).
-Tercer Premio en Poesía en el Concurso Literario V Aniversario de la Sociedad
Argentina de Escritores, Seccional Surbonaerense (Argentina).
-Cuarto Premio en el Concurso Nacional de Poesía y Cuento corto "Lavalle hacia
el país 2011".
-“Mención de Honor” en el Concurso Internacional de Microficción para niñas
y niños “Garzón Céspedes” (España), en la categoría cuento hiperbreve.
-"Mención de Honor" en el VIII Concurso Internacional de Poesía y Narrativa
“Destacados 2011” (Instituto Cultural Latinoamericano, Argentina).
-Segunda Mención en Poesía y Tercera Mención en Cuento en el Certamen
"Miguel Hernández 2011" (Argentina).
-Cuarta Mención en el III Concurso Poético UPF Argentina “Familia global:
Diálogo y comprensión mutua” (Argentina).
-Mención en Poesía en el XIII Certamen “Antonio Nelson Romera” (Encuentro de
Escritores de Avellaneda, Argentina).
-Finalista del I Premio Internacional Grup Lobher de Relato Temático (España).
-Finalista del I Concurso de Cuento Breve “Voz Hispana” (México).
-Finalista del I Concurso Internacional de Relato Corto y Poesía “Caños Dorados”
(España).
-Finalista del I Concurso Internacional de Nano Literatura (Venezuela).
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-Finalista del I Certamen “Picapedreros” de Poesía y Microrrelato (España).
-Finalista del II Certamen Literario de Relato Breve “Ciudad Galdós 2011”
(España).
-Finalista del I Concurso de Cuento y Poesía "Voces de mi país" (México).
-Finalista del XI Concurso Literario Internacional “Bicentenario de Poesía y
Narrativa” (Centro de Escritores Nacionales, Córdoba).
-Finalista del XXII Certamen Nacional de Poesía y Narrativa “Letras Argentinas
de Hoy 2010” (Buenos Aires).
-Finalista del Concurso de Literatura Fantástica y Horror “Mundos en Tinieblas
2010” (Buenos Aires).
-Finalista del II Concurso Internacional de Microtextos “Garzón Céspedes” del
Cuento de Nunca Acabar, del Dicho y del Pensamiento (España).
-Finalista del III Certamen Nacional de Poesía y Cuento Breve de Ediciones
Ruinas Circulares (Buenos Aires).
-Finalista del Concurso de Literatura Fantástica y Horror “Mundos en Tinieblas
2011” (Buenos Aires).
© 2011
de Gonzalo Salesky
Primera Edición - Diciembre de 2009
http://gonzalosalesky.blogspot.com
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HAMBRE
El verdugo de la mente, el azote de mi historia,
escondrijo de la ruina, mi pasaje a la pobreza.
¿Por qué será que la vida se entiende tanto en la muerte?
Buscando entre la basura algo que cambie mi estrella.
Alimento de los sueños, pereza de los más ricos,
desidia de los que mandan, ignorancia de mis pares.
Languidez de los que sufren, una emboscada en el alma...
Vos mirás hacia un costado cuando me apuñala el hambre.
Como una perra de presa escarbando la carroña
no quiero sentir vergüenza cuando revuelvo tus sobras;
¿pero viste alguna vez el rostro de mis pequeños?
Trato de estar más allá de lo que entra por mis ojos:
la mentira y las falacias, la indiferencia del mundo,
la tempestad y el suplicio de los que eligen no dar
y prefieren ocultarse tras vidrios color oscuro.
Los votos largos, enormes, con gente desconocida,
las cajas con inscripciones que nunca supe leer.
La ayuda para mis hijos sólo va en años impares...
Tus ojos no me miraron, tu corazón no me ve.
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No quiero sentir más culpa al ver que mis niños lloran.
¿A quién le van a rezar? ¿Quién puede enseñarles algo?
Si ya saben que a lo sumo, repetirán mi camino.
Veo los sueños que perdí y todos los que no tuve
desde que tomé conciencia de mi sucio porvenir.
Quiero seguir una huella distinta a la de mis padres,
poder descansar de noche con el corazón feliz.
2011 Gonzalo Salesky
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IMAGINÁNDOTE
Imaginándote desde la primera noche,
fui adivinando cada minuto de tu piel,
cada centímetro de aroma y de tu pulso,
cada segundo de mi tiempo y de tu ayer.
Sentí completo el corazón con tus abrazos,
con tu sonrisa, con tu alma, con tus sueños.
Cada momento al lado tuyo es un milagro,
un regalo de Dios que no merezco.
La mujer de mi vida, eternamente...
lo supe siempre, desde el primer suspiro.
Quiero fundirme con vos en este beso
e imaginarte arropando a nuestros hijos.
2011 Gonzalo Salesky
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POCO A POCO
Me perdí en el laberinto de tus ojos
y en el andar oscuro de tu pelo.
Mastiqué cada segundo de tu aliento
y me entregué a tu risa, poco a poco.
Poco a poco has llenado mi silencio
con tu espíritu de rosas con espinas.
Me pregunté si es cierto que sentías
como yo, al fundirme con tu cuerpo.
En tu voz las palabras son eternas.
Tus besos, pura miel, son el rebaño
que deseo cuidar y que no pierdas
en otros labios, lejos de mi abrazo.
Poco a poco, licuándome en tu aroma
me veo en la entrada de tu cielo.
Y aunque me asfixie tu amor, es el momento
de dejar paso a nuestra nueva aurora.
2011 Gonzalo Salesky
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HAY
Hay voces que me ocultan la mirada,
hay días que no puedo recordar,
hay olas que en mi amanecer derrapan
y vidas que no quiero reencarnar.
Hay sol fuera del cielo y no es cierto
que es todo lo que brilla alrededor.
Hay sueños que terminan con la muerte,
hay miedos que me impiden arrancar.
Hay fantasmas que no supe enterrar
y espíritus que vuelven agitados.
Lo único que lamento en este instante
es que no tuve nada para dar.
Rincones de odio que conspiran
y heridas que ensucian sin sangrar.
A veces es mejor dejar en paz
las dudas que se curan con el tiempo.
Venganzas hacia las que no camino,
prisiones imposibles de escapar,
tristezas que no puedo evitar,
miserias de la condición humana.
2011 Gonzalo Salesky
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Hay días que despierto y creo que muero
cuando tomo conciencia de mi vida,
cuando intento ensayar una sonrisa
y la mueca de agonía sigue igual.
Crecí sin darme cuenta del pasado
que azota, sin descanso, mis silencios
y aunque quiero brillar, es el momento
de ocultarme bajo el velo un poco más.
2011 Gonzalo Salesky
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SÓLO MÍA
Sos sólo mía y le agradezco al Cielo
poder dormir al lado de la Luna,
poder soñar con vos y el Universo,
el Universo entero en tu cintura.
Sos sólo mía y desde que te tengo,
puedo vivir cada minuto de mi vida
en paz con Dios, conmigo y con el mundo,
y con el mundo entero en tu sonrisa.
Sos sólo mía y cada día que pasa,
puedo volar más lejos cada hora,
y cada hora sentir que las estrellas
brillan de día, al extrañar tu sombra.
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TE ESPERO
Me enamoré de tu pasado y no quisiera
sólo ser parte en tu presente. Descubrí
que quiero todo: el infinito mismo,
tu amor eterno, futuro y porvenir.
Quisiera ver que el tiempo se congele
y que mis años no pasen. Y al final
no sé si es cierto que el cielo nos aguarda;
si me equivoco, te espero al reencarnar.
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TENGO
Tengo sueños que me llevan lejos tuyo,
tengo fantasmas que tiran hacia atrás.
Tengo realidades que me aterran, y
pesadillas que no quiero recordar.
Tuve un destino antes de conocerte,
tuve un sendero que corté por la mitad.
Tengo mi sombra que sueña con perderse
y la señal, fugaz, de mi final.
Una tristeza gris que no me deja,
que advierte que la vida no es así.
Por culpa de mis dudas y tus miedos,
me siento obligado a desistir.
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VACÍO
Todos los años, perdidos y malgastados
en el mismo lugar.
Las horas de felicidad, tan lejanas.
El pasado rico en esperanzas,
el futuro gris que sólo promete mi muerte.
Justo en la mitad de mi camino,
hay días que me veo desde lejos.
¿Fui parte de la película de alguien?
¿O protagonista de un monólogo vacío?
Tengo tiempo todavía, pero espero
no seguir desperdiciando mi poesía.
No quiero llegar al arco iris
y ver vacíos el corazón y el alma,
mis huellas borradas por el viento
y la arena quieta en el reloj.
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ASÍ
Las hojas del verano caen de nuevo
y en mi reloj las horas no descansan.
Siento que en este infierno en el que vivo
quedan cenizas, no más brasas ni fuego.
Me quiero despedir de tu maltrato,
de tu egoísmo cruel, de tu silencio.
En el espejo roto de la noche
voy a ocultarme y salir del laberinto.
Quiero olvidarme de todo este suplicio
y de mi corazón que se desgarra.
Pradera gris o carne de mis ojos,
es una especie de muérdago escarlata.
Voy a impedirlo y no caer en tu trampa,
en el lazo infernal de tus mentiras.
Quiero evitarte porque tu amor me daña,
tu hiedra venenosa me salpica.
Como un imán que pide un exorcismo,
así quiero sacarme las espinas.
Así huyo de tu vida, así me escapo,
intuyendo lo malo que avecina.
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Me alejo de este dolor llorando,
rumiando soledad y maldiciendo.
No me hace falta nada, sólo tiempo,
no quiero repetir este fracaso.
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NO ALCANZA
No me alcanza el alma para amarte,
ni el corazón para latir por siempre.
No me alcanzan las manos al rozarte
ni la tormenta de mis ojos para verte.
La noche no alcanza para soñarte
ni el día entero para esperar tu vuelta.
No me alcanza el invierno ni abrigarme
en las horas amargas de tu ausencia.
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PAPEL
-¿Nombre?
-Philip Clarke.
-¿Procedencia?
-Dolavon, América del Sur.
-¿Número de habitante?
-Dos cero uno uno tres cero dos ocho cero tres cero dos.
-¿Tiempo de permanencia?
-Quince días. Aproximadamente.
-¿Me permite saber cuánto dinero trae?
-Seiscientos dólares europeos.
-¿Desea que le entreguemos ahora su pasaje de vuelta?
-No, voy a esperar.
-Adelante. Con este folleto podrá guiarse y recorrer la totalidad de la biblioteca
durante su estadía. Que la disfrute.
-Gracias.
Tomó el plástico con una mueca de aversión. Odiaba el papel retráctil y trató de
fingir. Estaba acostumbrado. Sin embargo, ahora estaba contento, cansado por
el viaje y emocionado hasta las lágrimas. Finalmente, había llegado y empezado
a cumplir su sueño.
Su corazón parecía a punto de estallar y por primera vez en mucho tiempo, se
sentía pleno, lleno de alegría, de felicidad, de placer. Se detuvo un instante y
leyó la placa de bronce para sus adentros: La Última Biblioteca de Papel de la
Tierra. Inaugurada el 11 de noviembre de 2021 por las Naciones Unidas del Norte.
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Había comprado el boleto desde su departamento el día anterior, por la tarde.
Pidió prestado un casco y con él se comunicó con la aerolínea. El haz de luz de
color blanco apuntó a su retina izquierda y automáticamente, el importe se
descontó de su cuenta bancaria.
Ansioso como nunca, miró por la pequeña ventana hacia afuera. La noche
estaba empezando. La claridad del cielo no permitía contemplar las estrellas. Si
todo salía bien, mañana a esta misma hora lo estaría haciendo, después de
tantos lustros sin verlas.
Sacó la caja de licor que guardaba debajo de su cama y sirvió medio vaso. En
poco más de una hora vació el pequeño envase de plástico reciclable y con la
lengua adormecida, se entregó por completo al sueño.
Cinco horas más tarde despertó confundido, mareado por el alcohol y envuelto
en su transpiración. Aún era temprano. La expectativa por su primer viaje al
espacio iba en aumento en las últimas semanas. Limpió su dormitorio y terminó
de guardar en su valija la poca ropa que iba a llevar. Fue por última vez al baño,
se vistió y luego desconectó los dispositivos eléctricos y solares de la casa.
En la calle, el tráfico escaseaba. El aire frío entraba en sus fosas nasales y por un
momento, sintió enormes deseos de estornudar. Se contuvo y tuvo que secar las
pequeñas gotas de agua que salían de su nariz con la manga de su abrigo.
El día nacía saludando los edificios de su ciudad natal. Después de tomar la
avenida principal, desde lejos y en el horizonte pudo ver al cohete Victoria. Era
brillante, completamente cubierto de pintura antirradiación. Acostado en la
pista, parecía un cigarro plateado olvidado al sol. Al acercarse, descubría en su
extensión pequeñas líneas paralelas de color gris claro, que nacían debajo de la
cabina de los pilotos y llegaban hasta la cola.
Luego de entrar a las instalaciones del aeropuerto espacial, llegó hasta la rampa
mecánica que depositaba a los pasajeros en el sector de ascenso. Uno a uno
fueron despachando el equipaje y subiendo ordenadamente, sin apurar el paso.
En poco más de tres horas, esperaban descansar en la luna.
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Los asientos individuales contaban con el mismo tono refulgente del exterior. Se
sentó en su butaca, la hizo girar hacia la izquierda y la reclinó. En tres
segundos, el plástico se adaptó a su encorvada espalda. Estaba sobre la derecha,
en el quinto asiento contando desde la pantalla gigante, ubicada a un metro del
suelo.
Por los parlantes comenzó a escucharse el pronóstico en los tres idiomas
oficiales.
Viento del sur rotando hacia el este. Hoy tendremos lluvia ácida en la ciudad y mucho
polvo en suspensión.
Unos segundos después, siguió la voz de uno de los pilotos.
Bienvenidos a bordo del Victoria. En los ciento noventa y cinco minutos siguientes
podrán disfrutar de la maravillosa vista de nuestro paseo. En las tres últimas décadas,
nuestro servicio se ha convertido en el mejor transporte aeroespacial del sistema solar.
Los trayectos, cada vez más cortos; los despegues, suaves y sin movimientos bruscos. La
mayor comodidad para usted en cada momento. Los paisajes que jamás podría apreciar
desde la Tierra a sólo una ventana de distancia. La luna, en menos de cuatro horas.
Pese a todo, Philip sintió un nudo en el estómago al notar los primeros
movimientos de la nave, previos al lanzamiento. Cerró los ojos, tomó aire y
trató de pensar en otra cosa.
Unos minutos después de partir la velocidad comenzó a disminuir. Oyó
murmullos y quejas de los pasajeros. Algunos hasta llegaron a sacarse por
primera vez en días el casco y los anteojos para mirar por las ventanas. Los
motores de energía solar eran silenciosos pero la desaceleración fue demasiado
notoria y en ese instante, la vio por primera vez.
A medida que volaban alrededor de ella, hasta el momento de hacer contacto,
pudo apreciar a través de los vidrios herméticos la perfección de la forma
esférica de la nave-biblioteca. Los arquitectos la habían diseñado tratando de
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imitar la apariencia de la luna. Incluso su exterior tenía el brillo opaco y
melancólico que la caracteriza.
Se levantó y fue hacia el sector de descenso. Tenían su valija lista y el traje para
hacer el trasbordo. Lo ayudaron a vestirse y lo condujeron hacia la compuerta
que daba al exterior.
-Ya puede bajar, señor. Tenga cuidado.
-Muchas gracias.
-Es familiar de algún empleado de la estación espacial, ¿verdad?
Todavía nadie podía entender por qué deseaba tanto llegar hasta allí.
La bóveda principal tenía un aspecto triste, gris, desolado. Como una iglesia del
siglo anterior abandonada mucho tiempo atrás. Los largos pasillos que la
conectaban con cada extremo de la nave estaban muy mal iluminados. El
ventanal gigante permitía ver con claridad las estrellas de la Vía Láctea, como
ningún ser humano vivo podría haberlo hecho desde su planeta.
Una vez que contempló por un largo rato la porción del universo que parecía
estar al alcance de su mano, decidió repasar mentalmente su plan. Era perfecto.
Entrar a la biblioteca, tomar posición, encargarse de los empleados y luego, sólo
leer. Hacerlo diariamente, ¡durante un año! Desde el amanecer hasta la tarde;
luego comer y descansar una hora. Prolongar el segundo turno de lectura voraz
hasta la medianoche. Echarse a dormir, soñando con el mundo de papel que le
habían enseñado a amar. Empezar la mañana siguiente con la misma rutina.
¿Si lo atrapaban antes de terminar? Quizá estaría en prisión hasta los sesenta,
no mucho más. ¿Podría llegar en buenas condiciones a esa edad? No se creía
capaz. Muy pocos lo lograban con dignidad. No quería llegar a tan viejo y tener
que usar pañales como su padre. Si lo condenaban a cuatro o cinco años por lo
que estaba por hacer, bien valía la pena haber estado allí, leyendo lo que
siempre soñó. En el peor de los casos, si llegaba a complicarse mucho, sabía que
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aún en las cárceles más crueles, a cada preso se le instalaba a la fuerza un
pequeño casco. Se lo obligaba a leer a través de él, bajo amenaza de empeorar
sus condiciones de detención y exclusión. Eso no era castigo para él. ¡Todo lo
contrario! Lo condenarían a hacer lo único que disfrutaba en su vida. Y ahora
era el momento del papel de verdad.
Por eso, de aquí en más, cada detalle tenía que seguir de acuerdo a lo planeado.
Miró a todos los que se encontraban dentro. Los contó desde la explanada de
acero. Solamente ocho empleados, cada uno enfrascado en su rutinaria tarea.
Apilando libros, revisando antiguos listados, trasladando de un lugar a otro
cajas repletas de hojas en blanco. Cada vez menos público acudía allí, y por eso
se había propuesto cerrarla a fin de año. Semejante nave orbitando la Tierra era
un gasto innecesario en un contexto de crisis permanente.
Pero él no podía permitirlo.
Con voz temblorosa y poco clara, gritó:
-¡Todos en su lugar! ¡A partir de ahora, harán solamente lo que les diga! ¿Me
escuchan?
Los ocho levantaron la mirada. Tomó el micrófono de la mesa de entrada,
buscando que pudieran oírlo mejor:
-¡Su vida depende de mí de ahora en más! ¡Son mis rehenes! ¡Vengo a
apropiarme de esta nave!
Le dijo al guardia de seguridad que había comenzado a acercarse sigilosamente:
-¡Quieto! Hag. Es su nombre, ¿verdad? Lo veo en su solapa. No quiero recurrir
a la violencia. ¡Levante las manos! Sea razonable y déme su arma.
-No tengo ninguna, señor. No estoy autorizado a portar armas de ningún tipo.
-¿Qué? ¿No tienen? ¿Dónde las esconden en caso de un ataque biológico? ¿Si
alguna de las grandes corporaciones los amenaza? ¿Cómo puede ser que la
estación espacial más grande de la Tierra no pueda defenderse?
Primer contratiempo del plan. ¿Qué hago si llega pronto la policía?
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Hag, un hombre joven, no sabía qué contestarle a semejante lunático. Bastante
poco le pagaban por cuidar de pergaminos viejos. Con suerte en un par de años
podría alejarse de ese horrible lugar, perdido en el espacio, tan lejos de todo. Se
armó de paciencia e intentó explicarle:
-Señor, esto es un cementerio. El depósito final de los libros de papel. No hay
nada valioso por aquí. Debe usted estar confundido...
Hablaba midiendo sus palabras para evitar alguna reacción violenta. Hasta
ahora el loco era inofensivo pero no quería arriesgarse.
-¿Confundido? ¿Acaso no lo ven? Viven entre los tesoros más grandes del
mundo y ¿no son capaces de defenderlos? ¿De cuidarlos? Hubiera matado por
la posibilidad que tienen ustedes. Dénme sus teléfonos y cascos. No intenten
comunicarse con nadie.
Por la mirada de cada uno de ellos, intuyó que no lo comprendían. Estar allí era
sólo un trabajo más, temporario, hasta que encontraran algo mejor en cualquier
parte del planeta. Tratando de amoldarse a ese nuevo escenario, diferente al
que imaginó durante meses, volvió a gritarles:
- ¡Espero que no intenten hacer ninguna locura! Voy a ser amable con ustedes
mientras sigan en su lugar. El Victoria pasará de vuelta en cinco horas y
cuarenta minutos. ¿Alguno de ustedes desea volver en él?
Nadie contestaba sus preguntas. Seguían sin tomarlo en serio.
-Vengo a disfrutar de todo lo que encuentre en esta nave-biblioteca. ¡Todo! No
quiero tener problemas con nadie y podrán irse uno a uno, a partir de hoy,
hacia a la Tierra siempre y cuando yo lo permita. ¿Entendido?
Asintieron de mala gana.
-Que así sea. Continúen. Espero estar mucho tiempo aquí. Desde la cabina
principal, vigilaré para que nadie escape o avise a las autoridades. ¿Tienen
alimentos? No quiero ser violento. No hagan nada de lo que puedan
arrepentirse.
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Se dirigió hacia la burbuja de entrada, donde podría controlar las salidas de
emergencia.
Hasta ahora vamos bien. No había estudiado la posibilidad que el estúpido Hans o Hag o
como diablos se llame no tuviera armas. ¿Podré hacerlo igual? ¿Estarán en camino?
¿Y si vienen por mí? ¿Qué hago?
Por la cúpula podía verse ahora una gran porción del planeta. Se sentía extraño
con esa masa enorme prácticamente sobre su cabeza. Tomó el control del aire
acondicionado y lo apagó. Hizo lo mismo con los monitores, las radios, las
pantallas de dimensiones múltiples y las transmisiones continuas desde la
Tierra. Sólo dejó encendido el radar principal. Seguramente los empleados
estaban empacando y a punto de dejarlo solo, a cargo de la nave.
Buscó el mejor asiento, se sacó los zapatos y sintió el frío del piso de mármol
recorriendo cada centímetro de la planta de sus pies.
Recordó su niñez, cuando leía descalzo, siempre en el mismo rincón de su casa.
Con una linterna y algo de comida, era capaz de abstraerse por horas al ruido, a
las peleas, al maltrato de sus padres adoptivos y a los golpes. Él sólo necesitaba
un libro. Así olvidaba su tristeza y podía escapar de su vida infeliz, privada de
todo.
Había apartado tres cajas llenas de ejemplares nuevos. En la contratapa de cada
uno de ellos figuraba la misma fecha: septiembre de 2020, el mes de la última
gran edición de la historia.
Debía apurarse. Era hora de comenzar. Decidió hacerlo con sus favoritos, los de
ciencia ficción. Había cumplido ya con el ritual de olerlos. Abriéndolos al azar,
en cualquier página. Luego, recorriendo las tapas con la yema de los dedos.
Después seguir con otra hoja cualquiera e hinchar sus pulmones con ese
perfume único. Con cada libro había tenido esa costumbre. De niño era capaz
de entrar a bibliotecas sólo para hacer lo mismo, jugando a distinguir los
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distintos tipos. Tenía un nombre para cada variedad, para cada detalle mínimo
que solamente él llegaba a percibir: madera, aserrín, albahaca, selvático,
jazminado, aceitoso...
Nunca podría perdonar a los que decidieron terminar con el papel.
A veces, en ese instante que disfrutaba con cada fibra de su cuerpo, con cada
porción de su espíritu, sentía que podía tocar el cielo con las manos. Y en ese
trance hipnótico en el que entraba se dejaba llevar, delirando y escribiendo
mentalmente la historia de su vida, en tercera persona. Venía memorizándola
desde hace unos meses. No tenía donde escribirla. Todavía.
Quizá algunos la consideren una porquería, quizás nadie la quiera leer.
Pero sé que algún día voy a publicarla.
A lo largo de su vida, Nuestro Amigo nunca fue feliz. Sólo encontraba placer y ganas de
vivir a través de la lectura. Su padre biológico escribía y le leía cada noche. Siempre se
habían burlado de él porque conocía en detalle los personajes de los cuentos, de las
novelas y sus autores. Porque era capaz de memorizar poemas, diálogos y obras enteras
de teatro. Porque usaba términos insólitos. Porque no hablaba como lo hace la gente
imbécil de la televisión.
Cerca del año 2011, comenzaron a circular los libros en doc, rtf, pdf... y muchos
malditos etcétera. La plaga de basura y humedad se había hecho sentir y el mundo
empezó a deshacerse del papel. Muy tóxico y peligroso, según las agencias del Gobierno
Central. Grandes laboratorios de los países más desarrollados lo habían demostrado.
¿Habrá sido cierto? Él siempre sospechó que a través de esa medida se ocultaba una
forma maquiavélica de profundizar la ignorancia y el analfabetismo de los más jóvenes.
Nuestro Amigo tuvo que tirar su amada colección antes que pudieran acusarlo de
contaminación y llevarlo a la cárcel. En un abrir y cerrar de ojos, el papel fabricado con
celulosa había desaparecido de la faz del planeta.
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Desde entonces, los “cohetes basura” eran una realidad. Se había encontrado por fin la
manera perfecta de eliminar los desperdicios. El prototipo del primer Ícaro fue aprobado
en 2014, desarrollado por las fuerzas armadas rusas y vendido al resto del mundo. Era
un cohete simple, de fabricación rápida y barata, con piloto automático hasta la órbita de
Mercurio. Cada uno de estos vehículos, construido con chatarra reciclada, era inmolado
en la estrella más cercana. Como en el medioevo, en la segunda guerra mundial o en
Alejandría. Muchas etapas claves de la historia empezaban con la quema de libros.
Los mismos laboratorios que habían alertado sobre los riesgos de una pandemia
aseguraban que, en los últimos veinte años, el sol había aumentado su potencia casi un
uno por ciento gracias a los residuos humanos.
Desde ese momento, cada vez más palabras empezaban a perder su significado para las
nuevas generaciones: diarios, revistas, historietas, impresoras, cuadernos, gomas de
borrar, sobres, cartas, afiches callejeros, servilletas… y la lista seguía aumentando.
Y lamentablemente, cada vez más gente sumida en la incultura total, en la oscuridad
absoluta, en el vacío intelectual y espiritual.
En 2016 podían encontrarse algunas obras en cualquier tipo de dispositivos móviles.
Nuestro Amigo tardó mucho tiempo en recopilar toda su colección perdida. Sin
embargo, gran cantidad de ejemplares era clasificado como “subversivo” por el Gobierno
y muy difíciles de hallar. Muy raro. Muy sospechoso. Muy triste. El Índice de Obras
Prohibidas aumentaba cada semana.
Dos años después, cada par de anteojos oscuros –de uso obligatorio en el mundo- ya
contaba con un lector de páginas, al tiempo que el casco bipolar ruso se convertía en el
invento más popular de todos los tiempos. Televisión, música, películas, información
instantánea, comunicación inmediata con cualquier persona o lugar del globo.
Alimentándose con energía solar, funcionaba las veinticuatro horas del día. Se ajustaba
al cuero cabelludo de cualquier persona de manera exacta, con una pequeña cámara a
modo de tercer ojo y un par de auriculares.
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No obstante, al día de hoy, más del noventa por ciento de las personas no lo usaba para
leer. Sólo para fotografiar y filmarse, mostrar esas imágenes, publicarlas y comentarlas...
pobres estúpidos.
En 2021, pantallas retráctiles. Todo lo que pudiera imaginarse sobre un sucio y
asqueroso tendido plástico. A partir de entonces, las pocas novelas, cuentos y ensayos
que circulaban podían encontrarse de esa manera. Durante ese año, hasta el mes de
noviembre, los últimos libros de la Tierra fueron llevados a la estación espacial que
funcionaba como nave-biblioteca, a modo de arca de Noé. El lugar donde podía
encontrarse únicamente un volumen de cada obra editada e impresa en la historia de la
humanidad. Aparentemente, el papel no contaminaba a tantos kilómetros de la
atmósfera. Pero muy pocos tenían la posibilidad de volar hasta allí.
¿Alguien podría haberlo predicho? Desde los papiros pasando por Gutenberg, ¿así había
de morir el encanto de la hoja escrita para ser leída por otros? Tantas proyecciones sobre
el futuro habían ido cayendo una a una: después de tanto tiempo, el planeta rojo seguía
sin poder conquistarse. Desde el accidente del 2019, no hubo más misiones. La última
guerra mundial fue la segunda. China nunca llegó a ser una superpotencia. Jamás se
encontraron evidencias de vida extraterrestre. El calentamiento global nunca fue la
amenaza que presagiaban al comenzar el milenio: sólo una gran mentira, avivada por los
países más desarrollados por miedo a perder su hegemonía energética.
Philip se quedó quieto, dormido, abrazado al libro con el que había empezado.
Todo el cansancio de su vida se le vino encima. Medio siglo de soledad y
frustraciones. Sin familia, sin esposa ni hijos, sin amigos de verdad. Retirado de
un trabajo que nunca lo había hecho feliz.
Ni siquiera tuvo tiempo de entender que durante el tiempo que pensaba estar
en la nave-biblioteca, no hubiera llegado a leer ni la milésima parte de lo que
deseaba. Había calculado un año exacto para terminar. Haciéndolo las
veinticuatro horas de cada día, ni siquiera usando el resto de su vida hubiera
logrado su objetivo.
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Ocultos en armarios, acumulando polvo espacial, más de un millón de
ejemplares no iban a ser jamás tocados por un ser humano.
Se despertó después de su último viaje. Mareado, atado de pies y manos,
somnoliento como estaba, dejó de imaginar mejores finales para su historia,
para la autobiografía que jamás iba a publicarse.
Siempre se puede caer más bajo, pensó Nuestro Amigo. Fue atrapado el mismo día que
ingresó a la estación espacial por la policía aérea. Conducido a la Tierra en un sucio
cohete. Y condenado a perpetuidad al adormecimiento inducido. De esa forma, se perdía
para siempre la chance de ver aunque sea en la cárcel y en papel retráctil, todas las
novelas y cuentos que amaba.
Después de la última inyección de toveína, se sintió volar, muy lejos, rumbo a la
oscuridad que tan bien conocía. Sólo en ese momento, la enfermera podía aprovecharse
de su estado para cambiar sus pañales.
Era cierto. Aún hay prisiones donde Philip no podría leer, donde no podría soñar.
Como aquí mismo, en el manicomio de Jena.
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FELIZ 2084
H. bajó de norte a sur por la avenida Juan B. Justo. Debía encontrar la forma de
cruzar el río. El muro grisáceo se veía desde lejos. Las trincheras cavadas veinte
años atrás habían perdido gran parte de su profundidad y el alambre de púas
estaba tendido a lo largo, medio metro por encima de la pared. Pero no habría
problemas con eso.
Tampoco con el agua. El lecho del Primer Río estaba prácticamente seco. Desde
la sequía del 32, el Gran Lago era sólo una gran depresión llena de tierra y
basura.
Cada uno de los guardias que custodiaban los puentes que llevaban a Córdoba
del Sur estaba vestido de la misma manera. Casco de color negro, barbijo, fusil
venezolano al hombro, botas, uniforme azul y anteojos oscuros.
Llegó hasta la barranca Las Heras. Un viejo parque de diversiones desvencijado
y tétrico resistía el paso del tiempo y luchaba por no oxidarse. Algo utópico con
el aire de estos días. Lleno de humo. El olor a pelo quemado le había quitado el
apetito durante toda la tarde.
Miró al cielo. Lo que podía verse de él. Más allá del quinto piso de cualquier
construcción no podía distinguirse más nada. Las nubes grises y blancas
cubrían por completo el cielo de Córdoba del Norte desde unos diez años atrás.
Quizá su abuelo había jugado en ese parque, subiéndose a algún árbol,
empuñando algún juguete liviano. ¿De plástico? ¿Cómo se llamaba ese
material? Le habían contado algo de esos elementos pero no recordaba mucho.
Seguramente antes del 49 había pasado a la gran Lista de Elementos Prohibidos.
¿Cómo habría sido aquella época? Hoy sólo permitían esos juguetes pesados de
metal. Su madre trabajaba las catorce horas reglamentarias fabricándolos. No
podía imaginárselos construidos de otra forma.
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¿Plástico? ¿Cómo sería eso?
Llegó hasta la frontera y decidió esperar hasta el crepúsculo, el mejor momento
para tratar de cruzar. En su mochila llevaba el recipiente lleno de soja y arroz.
Cenaría pronto. Pero no podría brindar con nada, en la noche de su cumpleaños
número quince.
Una hora después de cruzar, siguió caminando por la avenida Maipú hacia el
sur, siempre hacia el sur. En plena subida decidió colocarse de nuevo los
tapones para sus oídos. Otra vez molestaban los parlantes callejeros, el volumen
estruendoso, las imágenes de radiotevé que bombardeaban con buenas noticias
al tránsito aéreo y a la poca cantidad de transeúntes que no temían cruzar de
noche por la ciudad. A su derecha vio el domo gigante que recubría la Gran
Iglesia Amarilla y la estatua de un santo a caballo.
Cerca de las cuatro de la mañana, comenzó a llover. H.G. activó la protección de
su abrigo y siguió caminando sin mancharse. En la palma de su mano, el mapa-
móvil lo seguía orientando. Faltaban sólo catorce kilómetros para la prisión. Al
finalizar el día, si el Gobierno y Dios lo querían, podría estar hablando con su
padre. Si es que decidían quitarle el casco y no llenarlo previamente de toveína.
Tenía toda la semana para hablar con él y convencerlo de declararse culpable.
No había otra salida. Se estaban arriesgando a perder su casa, la pensión de su
madre, la comida para sus hermanas. ¿Para qué tanto esfuerzo en sostener la
verdad? No iba a tener sentido su lucha de todos los días. A los doce años había
entrado en la grandiosa fábrica estatal. Las nuevas leyes lo permitían. Había
oído de su abuelo que antes se empezaba a trabajar a los dieciocho. ¡Qué
desperdicio de tiempo! Desde que bajaron la edad de imputabilidad, uno podía
ganarse su propio dinero. Si se puede delinquir e ir a la cárcel, ¿por qué no
aportar para el Estado? Lógica pura. Con un argumento similar, el aborto era
legal en las dos ciudades de Córdoba.
Ya hay demasiada gente. ¿Para qué más?
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Llegó hasta el Parque Nuclear Sarmiento. Un complejo dedicado a generar
energía pura. Sana. Limpia. Nunca entendió por qué lo llamaban parque. Desde
allí salía la luz que alumbraba su casa las ocho horas por día. Otro de los
privilegios que podían perder si su padre cometía la locura de seguir clamando
por su inocencia. Era sólo una pequeña renuncia la que debía hacer.
La vida está hecha de esos sacrificios. Son esas pequeñas cosas que nos permiten seguir
viviendo bien.
Contó de nuevo el dinero en su bolsillo. Llevaba por las dudas el billete de
cincuenta mil, con la cara de Perón. Y dos más de veinte mil, con el rostro de
otro célebre desconocido.
En total tengo… ¿cuánto? ¿Ochenta mil? Sí, ochenta.
Había terminado la escuela a los once y no recordaba algunas operaciones,
sobre todo las más complicadas.
A su lado comenzaron a pasar las bicicletas, rumbo a las fábricas de la zona.
Cientos de mamelucos azules como una fila de hormigas obreras. Con el día un
poco más claro, pasó por la entrada de Nuevo Bouwer. En ese pueblo seguían
viviendo los mutilados y ciegos, hijos y nietos de la última generación
contaminada por la basura. Tantas malformaciones juntas… ¡Qué afortunado se
sentía por no ser como ellos!
Él iba a tratar de mejorar su historia. Quería llegar a los veinticinco, pedir
permiso legal para casarse y tener un hijo. O poder ahorrar mucho y esperar
que lo dejen tener dos.
Sólo dos. ¿Para qué más?
Si convencía a su padre, esta misma noche y todas las que seguían podrían
comer tranquilos. Tener mucho arroz. Mucha agua reciclada. Casi para todos
los días.
Al fin y al cabo, es lo único que importa. ¿De qué sirve la libertad si no hay comida?
¿De qué sirve la dignidad a la hora de dormir en la calle?
Su padre no lo entendía así.
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Agotado por la caminata, finalmente llegó. En esa prisión atestada de culpables
e inocentes, la vida era un reflejo de lo que ocurría afuera. La división de clases,
de bienes y servicios para unos y otros. Los horarios de explotación para
empleados y reos. Las comidas distintas para la jerarquía y la plebe. Las oficinas
abandonadas, podridas por la humedad. Los peores asesinos del siglo anterior
habían podido salir de ese lugar. Y su padre inocente quizá iba a morirse de
viejo allí dentro.
Mientras esperaba su turno, H.A.G. pensaba en la prisión sin muros de su
ciudad y su país. Quizá se parecían bastante a esto…
Tomó aire, juntó coraje una vez más y entró.
Ánimo. Tengo que ver a papá. Tengo que convencerlo.
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CARRO
“En Dios solamente creo”
dice tu carro a caballo.
Pies de barro, alma de acero,
salís de noche a buscar tu sombra.
Prefiero no verte,
me duele tu vida.
Me escondo en mi coraza,
en mi confort,
en mi trabajo seguro.
Me olvido que lo digno y la miseria
se están dando la mano en cada esquina.
Con tus hijos a cuestas vas viajando
desde un puente o una villa,
sobre ese carro viejo con botellas.
El cartón me impide ver la cara triste
de tus hijos sin juguetes,
peleándose por monedas
que tanto sobran por aquí.
Qué le puedo pedir a mi país
si todos te estamos ignorando;
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si hay veinte millones como vos
y otros veinte millones de ciegos,
refugiados detrás de un título,
detrás de un puesto,
detrás de un libro o un diario.
Llenos de explicaciones y teorías,
llenos de sueños y proyectos vanos,
llenos de todo lo que no alcanza para ser feliz.
2011 Gonzalo Salesky
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LOCURA
No encuentro una luz, ni una plegaria
que ilumine estas eternas noches.
Ni la ceniza que apagó nuestras voces,
quizá el pasado se llevó lo mejor.
Cerca del crepúsculo me voy
y te dejo ver todo lo perdido.
No habrá más horas muertas,
no habrá lunas en vela,
sólo queda este corazón vacío.
No sé ya qué decir, porque la vida
así, continuamente me entristece.
No sé si sirve de algo que hable ahora
cuando no veo sentido ni a la muerte.
Camino con la tristeza en el alma
de nunca ser feliz, de haber soñado
con esas esperanzas que no llegan
y me dicen que mi lucha ha sido en vano.
¿Qué puedo ahora esperar, cuando la sombra
del tiempo me cobija en su regazo?
Diciéndome que el mío terminó
y me toca dar un paso al costado.
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No quise ver el sol ni el horizonte,
no quise contemplar ese saludo
cuando dijiste adiós,
cuando todo acabó,
cuando pasé de amarte a no ser tuyo.
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FLOR
Crecimos sin voltear hacia el pasado
y en el oscuro tiempo nos perdimos.
Supimos al principio del pecado
y no nos importó, sólo seguimos.
Seguimos aunque el riesgo nos persigue,
el riesgo de quemar nuestro palacio.
Cerca de tu dolor y de mis miedos,
así, la vida misma nos atrajo.
No será la vez primera que dos locos
dejen de lado su historia y sus fracasos
para olvidarlo todo y así amarse,
como nunca jamás hayan amado.
2011 Gonzalo Salesky
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EXTRAÑO
No encuentro el sonido de tus pasos al llegar
al templo de mis manos.
Porque tu amor se ha perdido,
porque tu amor me ha mentido.
La vida me dio quizá el reflejo de otro tiempo;
no hay que vivir del recuerdo.
A mí me ganó el exilio,
a mí me ganó el olvido.
Quise escribir la canción
que refleje lo que he sido;
ni el consuelo de las lágrimas,
no quedan ya más motivos.
Las veces que quedé fuera
de un amor, no quise hacerlo.
Y hoy la puerta se cerró
dejándome sin abrigo.
Adentro vive el dolor,
afuera muero de frío.
2011 Gonzalo Salesky
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HALL
Una liebre alada en el desierto,
el dragón de los siete mares.
El libro abierto en la hoja de siempre,
la luna volando en el lago eterno.
Las huellas tenues en la arena,
el horizonte previo a la tormenta.
Aún no sé de qué lado quiero estar.
Tu mano dibujando la silueta del alma,
la vida envuelta en tu perfume.
El frío sudor de las hojas recordando el otoño,
el verdadero dolor de la mentira.
Un poema encerrado en mi balcón,
el sol nublando cada rima.
Aún no sé si en el cielo hay lugar.
Sueño despierto,
prefiero volar a estar dormido,
prefiero soñar a creer en todo,
prefiero imaginar.
No quiero más,
no quiero más realidad,
la felicidad no está en el viento.
2011 Gonzalo Salesky
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TRAICIÓN
Sentí tu traición, infiel ladero,
herido de tristeza y agonía.
La curva de tu espada, sucia y fría,
me arroja justo aquí, en nuestro sendero.
Maldito seas, Sancho, y qué cobarde,
matáis por la espalda un viejo amigo
que no dudó en armarse caballero:
de alma noble, de profesión andante.
2011 Gonzalo Salesky
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ESPERANZA
Tratando de olvidar estoy cantando,
tratando de llegar desaparezco
en este laberinto con espejos
que azota mi presente desolado.
Sueño con la mañana que en tu pecho
me recosté blandiendo la esperanza.
Tan lejos queda el aire del mañana,
tan lejos, que el perfume ya no siento.
Sos la suma de toda mi ilusión,
sos el tiempo final de mis anhelos,
creciste dentro mío pero el fuego
del momento se apagó con la razón.
Aunque me digas que el amor solo no basta
y aunque pienses abandonar el nido,
estoy dispuesto a más, al desafío
de mantener en pie nuestra esperanza.
2011 Gonzalo Salesky
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SUEÑO
No quiero ver al mundo como es,
quiero seguirlo viendo como sueño.
La falsedad, la envidia y la mentira
me muestran que estoy cerca de perderlo.
Los sueños que tuve ya no están;
los que Él soñó, colgado de un madero
por aquellos no dispuestos a cambiar,
que no quieren construir un mundo nuevo.
Quisiera la inocencia de los niños,
la verdad y cordura de los locos.
El mundo no está hecho para algunos,
algunos que soñamos cambiar todo.
La vida no es la clase de respuesta
que esperamos al despuntar el alba.
Creo que es mucho más, soñemos juntos,
pintémosla según nuestra mirada.
2011 Gonzalo Salesky
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TE PERDÍ
Viví sin darme cuenta del silencio
que golpeaba nuestra puerta.
Apareció sin más, como un espectro
y te perdí.
Jamás encontré quien me entendiera,
quien supiera qué hago aquí.
Toda la vida te esperé, soñé tu vuelta,
y estás tan lejos...
Me veré cansado,
bajando la montaña,
contando las monedas que me quedan,
y sé que no estarás.
Tal vez nunca entendí de qué me hablabas.
Sólo te amé...
2011 Gonzalo Salesky
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ODIO
Te odio cada vez que estás callada
y esquivas el llamado de mis besos.
Te odio porque va pasando el tiempo
y no estás, y te vas, y te alejas,
perdiéndote mi vida con la tuya.
Tengo tanto para dar y no lo ves,
tienes tanto que ganar y no lo quieres.
¿Será que estoy muy loco por quererte?
Será que estás cansada de esperar.
Alguna vez verás en tu ventana
mi corazón explotando en otro rumbo.
Será tarde, mi amor,
tarde para los dos,
y sentirás perdida la batalla.
2011 Gonzalo Salesky
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SOLO
Quiero escribirle a tu alma, que no me dejó.
A tu compañía de sábado a la tarde.
A tus silencios, a tu risa, a tu dolor
compartido con el mío.
Quiero cantarle a tu sombra
que todavía me sigue.
A la llamarada de tu corazón,
al infierno de tus besos.
Al comienzo bajo la lluvia y el frío de julio.
A tus ojos brillosos en la noche,
a tus manos tan pequeñas...
A tu ingenuidad y tu experiencia.
Solo, descubro que me completabas.
Solo, que en mi tristeza me llenaste
y que siempre serás, siempre a mi lado,
a pesar de estar tan lejos y tan cerca.
2011 Gonzalo Salesky
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LO NUESTRO
Sentí el calor volando por tu pelo
y el sudor frío de tus manos.
Lo nuestro empezó siendo locura,
así hasta el día de hoy,
así hasta siempre.
Tus ojos claros, azules como el viento,
tu boca tan dulce, tan osada.
Lo nuestro empezó siendo locura,
y rompió todo: tu historia,
la mía, nuestros miedos.
Tu voz llenando mi maldito silencio,
la escarcha de tu aliento, tu sabor.
Lo nuestro empezó siendo locura,
y así será, celestialmente eterno.
2011 Gonzalo Salesky
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SOÑANDO
Vivo esperando que dejes alumbrarte
con mi cúmulo de dulces poesías.
Sigo anhelando permitas acercarme
con la esperanza que alguna vez me quieras.
Siempre soñando como un loco quijote,
vuelvo a vivir la novela cada día.
Y es mi consuelo pensar que en el ocaso
de nuestra historia será tuya mi vida.
2011 Gonzalo Salesky
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REALISTA
Los sueños no se hacen realidad,
la vida es una farsa sin sentido.
Los ángeles no existen de verdad,
no hay nadie arriba.
Espero la llegada de la muerte
para dormir y descansar de la mentira.
Es triste pensar qué breve es todo,
que cada día es único,
que nadie nos espera.
Qué afortunado aquel
que cree en un cielo,
que anhela ver de nuevo
a sus queridos muertos.
Yo elijo ser así, ¿realista o infeliz?
Pronto sabré si estaba o no en lo cierto.
2011 Gonzalo Salesky
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MEMORIA
Miramos al pasado que separa
en dos partes iguales la memoria.
El futuro será seguramente
más justo, más digno y más humano.
La esperanza se renueva cada día,
aunque duelan las próximas derrotas.
La verdad bajo la manta no está oculta,
sólo unos pocos eligen verla ahora.
2011 Gonzalo Salesky
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LLUVIA
Es siempre la misma lluvia
mojándonos a los dos,
es siempre el mismo reflejo
de luna, el que me eclipsó.
La que acompaña tu brisa,
la que me muestra tu pelo,
es siempre el mismo deseo:
el compartir tu sabor.
Azabache es el color
de tus sueños y mi anhelo,
dorada la suave sombra
que despierta en nuestra cama.
Es siempre la misma lluvia,
y siempre el mismo calor
que me encuentra enamorado,
abrazado a tu sudor.
2011 Gonzalo Salesky
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ADIVINO
Adivino que tu cuerpo se aproxima,
que tus pies se tocan con los míos.
El fuego brilla mucho más de noche;
yo sé que tu alma me adivina.
Adivino tu cintura y el momento,
el momento de ser uno nos da vida.
Me acerco hasta tu boca y ya lo sabes,
desde antes de nacer te estoy queriendo.
2011 Gonzalo Salesky
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SI
Si tengo que morir, te espero,
si piensas que podrás huir de mí.
No creas que mi soledad es veneno:
no es algo que me impida sonreír.
Si tengo que volar lejos, me muero,
me muero al confiar en tu verdad.
Siento que en este rumbo estoy cayendo,
mi vida fue una forma de sembrar.
Si tengo que ahuyentar mis miedos,
yo creo que tienes el poder.
Me pesa que este dolor que siento
hiera profundo y me tenga a tu merced.
Si tengo que mentir por vos, lo intento,
los sueños no se van a cumplir.
Te espero hasta la muerte aunque no quiero
que intentes ser feliz lejos de mí.
2011 Gonzalo Salesky
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CARTA
Estás roncando. Sé que en una hora y cuarto te vas a levantar al baño. Voy a dejarte la
luz encendida. A veces no te acordás de dónde se prende.
Sigo destejiendo el pullóver negro. No puedo dormir. En estas horas de insomnio, sigo
pensando en lo que te quiero contar. Quiero que me perdones, nada más. No te imaginás
la culpa que siento. Treinta y dos años después, quiero que lo sepas. Estoy más
arrepentida que nunca.
Ahora estás teniendo una pesadilla. Te toco los pies para despertarte y lograr que te des
vuelta. ¿Serán mis malos pensamientos que se transmiten hacia vos? Siempre temí que
ese miedo me delate.
Fue sólo una vez, tanto tiempo atrás. Te lo juro. El Alzheimer va a hacer que lo olvides
muy pronto. Pero necesito tu perdón, quiero que lo entiendas. Tuvimos todo. Hijos
felices, tus premios, mi vida entera dedicada a ustedes. No me arrepiento de nada. Sólo
de eso. Sé que el amor limpia y sana todas las heridas. Aunque a esta altura y con tus
años, no sé si quiero abrir una nueva.
Voy a dejar una carta contándote, con todos los detalles. Sé que vas a entenderme.
Empiezo ya mismo a escribirla. Voy a ponerla en la mesita de luz, donde me dejabas las
notitas al irte a trabajar.
La anciana despertó asustada. Eran las diez de la mañana y los pájaros seguían
cantando. No estaba el viejo en la cama. ¿Habría visto la carta? Estaba en el
mismo lugar y el sobre, cerrado. ¿Y el viejo?
Se levantó lo más rápido que pudo y se envolvió en su bata. Presintiendo lo
peor comenzó a llamarlo. Gritando, llegó hasta el baño. Quieto, pálido, sentado
sobre el inodoro estaba el viejo, sin respirar. Ya era tarde. No se podía hacer
nada. Dormía en paz.
2011 Gonzalo Salesky
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Dos noches después, luego de retirar las cenizas de la empresa de sepelios, llegó
a la casa de siempre. No había nadie para recibirla, para esperarla con el mate
tibio. Para acompañarla y para ver, aunque sea en silencio, un poco de
televisión.
Van a ser años muy largos. Ni siquiera sé si leyó la carta. ¿Por qué esperé tanto para
contárselo?
Puso la caja plateada con los restos sobre la mesa del comedor. Pensó en darse
una buena ducha. La necesitaba. Se dio vuelta hacia el sofá, instintivamente,
para preguntarle al viejo si había prendido el calefón. Por un tiempo sería así, le
habían contado.
Dejó las luces encendidas y fue hacia la cama. Retomó el pullóver y siguió
destejiendo. ¿Para qué serviría la lana ahora? Prendió el televisor en el canal
que veían cada noche.
Segundos antes de dormirse, se asustó al notar el perfume de él. El de siempre.
El que dejaba impregnado en la ropa, en cada prenda que usaba. Algo le
impedía moverse. No había nadie allí, pero sentía la presión de una mano
gruesa y pesada sobre su garganta.
Intentó gritar. No pudo. Quiso respirar. Ya casi no podía. La mano del viejo
seguí apretando su cuello hasta asfixiarla. Cerró los ojos con un solo
pensamiento, el último de su vida.
El viejo había leído la carta. Y nunca iba a perdonarla.
2011 Gonzalo Salesky
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LA CUNA
El general salió de su cuarto con las pantuflas puestas. Entró al baño y abrió los
grifos. Trató de combinar las canillas para lograr la temperatura ideal. El
calefón no estaba funcionando bien. Debía llamar al plomero. O a López.
Seguramente él lo ayudaría.
Al desvestirse, siguió pensando de qué forma lo haría.
¿Un fusilamiento, a la vieja usanza? Mucho alboroto, muchas huellas. ¿Ahogarlos? Era
una imagen fea para los soldados. ¿Seguir con la picana? Vamos a perder mucho tiempo.
Además, los más jóvenes vienen muy impresionables. ¿Tirarlos a un pozo con cal?
Habría que cavar otro pozo más y... no, no. Voy a ser un poco más original.
Con una sonrisa, recordó su primer vuelo para eliminar los desperdicios, junto
a Horacio.
¡Qué grande el porteño!
Quince minutos después, con las ideas un poco más claras, salió del baño de
inmersión que adoraba darse todas las mañanas. Se vistió con la ropa de
siempre y pasó por el dormitorio de la bebé. Acomodó la manta que la tapaba,
alejó los ositos de peluche de su pequeña cara y le dio un beso en la frente.
¿Con veneno para ratas? Así tampoco.
Algún día, quizá muy pronto, recibiría una medalla por esto. Se sentó en la
máquina de escribir Remington y redactó.
Córdoba, 22 de junio de 1978
Sr. Teniente J. I. López
De mi mayor consideración:
2011 Gonzalo Salesky
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A través de la presente le ordeno que el día 26 del
corriente proceda a la ejecución de:
-Agustinoy, María Dolores
-Cervaglia, Luis Emilio
-Diratti, José María
-Frencia, Eduardo
-Salvitti, Juan José
de la siguiente manera: serán atados de pies y manos
hacia atrás, ojos vendados, amordazados y enterrados
de pie, vivos, en un cajón de madera. No los golpee
previamente. Morirán de hambre, sed y desesperación.
Proceda como siempre a la limpieza posterior de las
celdas y la destrucción de esta carta, una vez que
cumpla al pie de la letra las órdenes aquí expuestas.
Selló el sobre con lacre. Ahora sí, estaba inspirado. Con muchas ganas de ver la
final. Dejó el café enfriándose sobre la mesa y fue otra vez hasta la cuna nueva
de roble.
Le dio otro beso a la bebé, nacida anteayer en el mismo cuartel y la arropó.
Todavía no tenía nombre. Debía sacar hoy mismo su documento. Y llamarlo a
López. Seguramente él lo ayudaría.
Te quiero, bebé. Espero que alguna vez me entiendas. O me perdones. Todo esto es por
tu bien.
Quizás te llames María Dolores. Como tu mamá.
2011 Gonzalo Salesky
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DOS VIDAS
La tarde va oscureciendo, tristeza gris y nublada.
Mi vida pronto se apaga en un oscuro horizonte:
estás próximo a partir a tu última morada.
Te digo hijo, aunque nunca podrás llamarme “¡Mamá!”.
Me arrepiento, aunque sabrás que es tarde para lamentos.
Yo sé que sabes qué pienso y que puedes escuchar.
Sueño tus ojos, tus manos, que no pude acariciar;
no te tuvieron piedad al sacarte de mi seno.
Tu cuerpito, hecho pedazos, fue tirado a un basural.
Siempre pensaba en el modo o en la forma de escapar.
¿Era esto la libertad de decidir por mi cuerpo?
Ni siquiera tengo ahora tu tumba para llorar.
Acabo de darme cuenta qué hubiera sido de mí,
si mi madre al concebirme y al recibir la noticia,
hubiera dado, sin culpa, los pasos que yo seguí.
Nada detiene mi espanto, ni la angustia ni el dolor.
Sola, decidí por dos, y nuestros días se acaban:
tú, hijo, culpable de nada. Yo soy quién te asesinó.
Jamás pensé que la vida estaba en manos de Dios.
2011 Gonzalo Salesky
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Creí que sola, sin vos, podría encontrar la salida.
Y viviré arrepentida de mi absurda decisión.
Salí de la habitación con el alma desgarrada.
Sintiéndome muerta en vida, subí por el ascensor
hasta la zona más alta. Y volé, hacia la vereda,
pidiendo a gritos perdón... pidiendo a gritos perdón.
2011 Gonzalo Salesky
59
QUISIERA
Quisiera acompañarte en el vacío,
quisiera no perderme en la mitad.
Quisiera entender el recorrido
del laberinto eterno y tu verdad.
No puedo esperar más a que me salves,
no quiero ser mi sombra y nada más.
Hay veces que despierto y creo que muero
cuando me cruzo con la realidad.
2011 Gonzalo Salesky
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ABSURDO
Tanto lloré esperando contemplar
la luz, la aurora, el arco iris.
Tanto soñé con despertar una mañana
viendo florecer la vida nueva.
Fracaso eterno, vacío, indignación,
me sentí abatido desde el principio
de las batallas cuerpo a cuerpo con la soledad,
con los encantos ajenos, con el éxito rápido.
La cama fría al llegar la madrugada
me hace pensar en lo absurdo de mis días.
2011 Gonzalo Salesky
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DE SUEÑO A PESADILLA
Soportando gritos, discusiones, golpes,
toda la vida sufriendo a tu lado.
No tienes lo que quiero,
no doy lo que he tenido,
¿para qué vivir juntos y separados?
Perdiendo el tiempo con la vana espera
de creer que al fin las cosas cambian.
El amor fue una excusa,
no importa lo que siento.
Seguir así, una locura amarga.
De sueño a pesadilla en un instante,
esto es dolor, dolor del verdadero.
¿Será que esto fue todo?
¿Así entregué mis años?
Tal vez estaba escrito y no lo quise ver.
2011 Gonzalo Salesky
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PARA QUÉ
Oí tu voz, quebrando mi tormento
y el espinoso sueño de mi vida.
Mi alma te escuchó tan confundida,
no pudo soportar tanto desprecio.
Para qué vivir más, si no te tengo.
Si desde entonces te pierdo en mi llanura,
en este páramo infernal, muerte sin luna
que eclipsa para siempre mi secreto.
Para qué vivir más si soy la sombra
de aquello que imaginé una vez.
Para qué continuar con la mentira,
todo lo que se fue no va a volver.
Quiero cerrar mis ojos, poco a poco,
y alejo del corazón la pena.
Por no saber amarte, por no saber caer,
maduro como una fruta seca.
2011 Gonzalo Salesky
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A TU LADO
Mi triste historia y mi monotonía
terminaron al cruzarme con tu sombra.
El cielo ya no es gris, la noche espera,
todo tiene sentido al lado tuyo.
Eterna primavera,
llego a la cima de mi vida.
Y cada día me aferro a la locura
de saber que estarás siempre,
que hasta mi muerte
caminaremos juntos.
Ahora puedo entender
lo malo y lo bueno,
lo profano y lo sublime.
Todo me da la mano
porque siento que a tu lado
me estoy ahogando de amor.
2011 Gonzalo Salesky
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PAZ
La luz de tu montaña se quebró en dos,
como el furioso néctar de mi sangre,
como el párpado vacío de la luna.
El sol de la mañana me perdonó,
así como mi alma estalla al verte.
La lluvia en tu ventana palideció,
borrando el mes de agosto,
llenándome de paz.
2011 Gonzalo Salesky
65
PUEDO
Puedo pasar eternas primaveras,
morir y reencarnar en otro mundo.
Quizá perder todo ese cielo tuyo
o que me expliquen mil veces y no entienda.
¿Por qué el amor se esconde de mis sueños
y la distancia aumenta entre los dos?
Tal vez aquel pasado fue mejor
y en tu futuro entierro mi silencio.
2011 Gonzalo Salesky
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ELLA
Ella es tan ausente,
se duerme en la niebla,
no deja que nadie se acerque a su vida.
Despierta en la luna,
sigue en su inconsciencia
esperando un sueño que la haga feliz.
Se va hacia la luz
y vuela en silencio
porque ése es su idioma.
Aunque el mundo grite
nunca va a escucharlo.
Siempre entendió todo,
lo que nadie ve.
Ella es tan ausente,
sigue en su inconsciencia
y vuela en silencio
aunque el mundo grite.
Siempre entendió todo,
lo que nadie ve.
2011 Gonzalo Salesky
67
MOMENTO
El momento en que tu sueño me despierta,
el día que mi vida terminó.
La noche en la que el ángel me consuela,
todo el tiempo perdido entre los dos.
Soy ese peregrino que se aleja
negando siempre aquello que no soy.
Así, sin dar amor, me desbarranco,
comiéndome las huellas del dolor.
2011 Gonzalo Salesky
68
¿DÓNDE VAS?
¿Dónde vas?
¿Adónde has escondido
la piel de tus errores,
la espina del dolor?
¿Cómo estás?
Tantos meses sin verte.
La vida no ha querido
que vuelvas a pasar.
¿Qué buscás?
Seguramente algo
que nunca has encontrado
en otro corazón.
¿Cómo fue?
Que dentro de mi alma,
la culpa sigue viva
y pide verte más.
2011 Gonzalo Salesky
69
RASTRO
Anoche soñé todo lo que fuimos
y hoy me siento un hombre fracasado.
A pesar de tu promesa y de mi tiempo,
no entiendo qué pasó, olvidé el rastro.
Traté de dar amor sin condiciones
y de buscar respuestas a tu espacio.
Tus dudas fueron más y te fallé,
tu obra duró mucho más que un acto.
Aunque de dar algo siempre trate
no puedo pretender que ya no hay nada.
No entiendo qué pasó, olvidé el rastro.
Te fuiste, simulando que me amabas.
2011 Gonzalo Salesky
70
GRIS
Me lleva el viento adonde no he querido.
Me lleva, no me tuvo piedad.
Sé que mi vida se acaba y fue tan pobre…
En este mundo hay poco por sembrar.
Tarde descubro que la muerte es un motivo,
le da sentido al tiempo por vivir.
Arriba no hay lugar para los tibios,
no lo pude evitar, fui siempre gris.
Iré hasta el Cielo, ¿quién sabe?, o al infierno...
Si siempre caminé sin dejar huella,
si nunca me jugué, sólo busqué aferrarme
a lo poco que tuve en esta tierra.
2011 Gonzalo Salesky
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MENTIRA
Descubro que a pesar de tu mirada
las cosas no han cambiado todavía.
Vivo chocando con la pared de frente,
sigo viviendo con vos y tu mentira.
Te siento sospechosa a cada instante
y no puedo creer que seas sincera,
porque pasan las horas y no vuelves.
Sigo muriendo, con vos y tu mentira.
2011 Gonzalo Salesky
72
VISIONES
La locura es el pretexto
para divulgar mis sueños.
Aquellos que siempre tuve,
los que alguna vez tendré.
Todas las caras sin rostro
y todas las pesadillas,
las tormentas y demonios
que veo hacia la pared.
Seguiré con las visiones,
ese pasado que vuelve
logra inmolar mi presente
y me deja perdedor.
Me aterroriza la forma
que adoptan todos mis miedos,
siguiéndome cada noche,
preanunciándome el dolor.
2011 Gonzalo Salesky
73
MIEDO
Es bueno tocar fondo tan seguido,
puedo escapar pronto del abismo.
Puedo perder el miedo a lo profundo
y desangrar todo lo que no quiero.
Puedo sentir que volar es un remedio,
quizá mañana ya no me dé lo mismo.
Y así vencer el miedo que atormenta:
mi miedo a ser mejor, a ser distinto.
¿Por qué perdí todas las madrugadas
buscando lo que nadie me explicó?
Las dudas que me asaltan por la noche,
la angustia que siento por los dos.
Por eso, mi cielo está cerrado
y en mi pasado, jamás amaneció.
Para el dolor es fácil esconderse,
lo duro es creer que ya pasó.
2011 Gonzalo Salesky
74
LIBERTAD
¿Creés que la libertad es mi remedio
cuando no me educaron para usarla?
¿Creés que la vida es el destello
de lo que no hubo ni que jamás habrá?
¿Por qué se empeñan en mentirnos tanto?
¿Por qué se esmeran en burlar esta ansiedad?
¿No ven que sólo aumenta nuestra ira
con la impotencia de no poder pelear?
Aunque duelan las próximas derrotas
no quiero ser la sombra de tu altar,
tampoco el adorno de tu nuca,
ni una piedra preciosa en pedestal.
¿Realmente creés que así es la vida,
que no es posible otra sociedad?
Hay conciencias que deben despertarse
y sueños que merecen realidad.
2011 Gonzalo Salesky
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MISERIA
Tengo pastillas que me ayudan a olvidar,
y una bolsita de nylon que me invitan.
Tengo muchas ganas de ser honesto,
pero me cuesta bastante.
Tengo espectadores de mi circo gratuito,
de mis malabares por necesidad.
Miles de sueños y partidos vistos
desde atrás de una puerta cerrada.
Quiero saber qué se siente ir a la cama
con una caricia, con el corazón feliz,
con una oración, con una sonrisa.
O al menos con el estómago lleno.
Tengo mucha dignidad que no me sirve.
Deseos de trabajar pero no alcanzan.
Tengo el alma hinchada de aire,
de angustia, de soledad.
Voy por la calle, revuelvo,
podría ser un perro pero soy un hombre.
Podría ser un hombre pero no soy nadie,
masticando bronca y nada más.
2011 Gonzalo Salesky
76
¿No sentís que da lo mismo
romperte el lomo y no hacerlo?
¿No ves que a nadie le importa
si lo que hacés está bien?
Si la tristeza que tengo no me la pueden curar,
¿para qué quieren que vaya a la escuela?
Quisiera explicarles yo
la nostalgia de comer,
limosnear, dormir afuera,
las semanas sin bañarme.
Lo que no me enseñó nadie
fue a comerme la basura.
2011 Gonzalo Salesky
77
FINAL
Es tarde para saber lo que has perdido,
es pronto para ver lo que ganás.
La vida se construye en ida y vueltas
y es tiempo todavía de esperar.
Es obvio que intentas maniatarme
cuando lo que vivimos queda atrás.
¿Quién quiere saber cómo salimos?
Importante es el camino, no el final.
Nadie saldrá herido en el intento
de darle algo de paz a este epitafio.
No quiero todavía me reemplaces
con esa realidad que va a llegar.
Fui el eterno peregrino de tu sombra,
el heredero de toda la inocencia.
Voy a quedarme ajeno a tu silencio
aunque me duela no enfrentar la realidad.
Ya no me amparo debajo de tus alas,
sigo viviendo en mil contradicciones.
Ya cancelé todas mis ambiciones,
tengo las cuentas saldadas a favor.
2011 Gonzalo Salesky
78
Quiero seguir sin tantos horizontes
y derribar aquello que me acecha.
Quiero volver a ese sueño de antes,
la calma que fue previa a la tormenta.
No importa cuántas veces he caído
peleando contra molinos de viento.
Yo sé que cuando llegue al arco iris
aquello en lo que creo me va a juzgar.
2011 Gonzalo Salesky
79
ÍNDICE
Hambre 055
Imaginándote 07
Poco a poco 08
Hay 09
Sólo mía 11
Te espero 12
Tengo 13
Vacío 14
Así 15
No alcanza 17
Papel 18
Feliz 2084 29
Carro 33
Locura 35
Flor 37
Extraño 38
Hall 39
Traición 40
Esperanza 41
Sueño 42
Te perdí 43
Odio 44
Solo 45
Lo nuestro 46
Soñando 47
Realista 48
Memoria 49
Lluvia 50
Adivino 51
Si 52
Carta 53
La cuna 55
Dos vidas 57
Quisiera 59
Absurdo 60
De sueño a pesadilla 61
Para qué 62
A tu lado 63
Paz 64
Puedo 65
Ella 66
Momento 67
¿Dónde vas? 68
Rastro 69
Gris 70
Mentira 71
Visiones 72
Miedo 73
Libertad 74
Miseria 75
Final 77
2011 Gonzalo Salesky
80