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Poemario de Gonzalo Salesky

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A Tomás Ignacio

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EL AUTOR

Nació en Córdoba, Argentina, en 1978. Publicó los libros 2011 (poemas y

cuentos, año 2009) y Presagio de luz (poemas, año 2010). Ha obtenido las

siguientes distinciones en certámenes literarios:

-Primer Premio Nacional 2010 de Poesía SALAC (Sociedad Argentina de Letras,

Artes y Ciencias).

-Ganador del Primer Concurso Internacional de Cuento sobre la Naturaleza

(Latin Heritage Foundation, E.E.U.U.).

-Tercer Premio en Poesía en el Concurso Literario V Aniversario de la Sociedad

Argentina de Escritores, Seccional Surbonaerense (Argentina).

-Cuarto Premio en el Concurso Nacional de Poesía y Cuento corto "Lavalle hacia

el país 2011".

-“Mención de Honor” en el Concurso Internacional de Microficción para niñas

y niños “Garzón Céspedes” (España), en la categoría cuento hiperbreve.

-"Mención de Honor" en el VIII Concurso Internacional de Poesía y Narrativa

“Destacados 2011” (Instituto Cultural Latinoamericano, Argentina).

-Segunda Mención en Poesía y Tercera Mención en Cuento en el Certamen

"Miguel Hernández 2011" (Argentina).

-Cuarta Mención en el III Concurso Poético UPF Argentina “Familia global:

Diálogo y comprensión mutua” (Argentina).

-Mención en Poesía en el XIII Certamen “Antonio Nelson Romera” (Encuentro de

Escritores de Avellaneda, Argentina).

-Finalista del I Premio Internacional Grup Lobher de Relato Temático (España).

-Finalista del I Concurso de Cuento Breve “Voz Hispana” (México).

-Finalista del I Concurso Internacional de Relato Corto y Poesía “Caños Dorados”

(España).

-Finalista del I Concurso Internacional de Nano Literatura (Venezuela).

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-Finalista del I Certamen “Picapedreros” de Poesía y Microrrelato (España).

-Finalista del II Certamen Literario de Relato Breve “Ciudad Galdós 2011”

(España).

-Finalista del I Concurso de Cuento y Poesía "Voces de mi país" (México).

-Finalista del XI Concurso Literario Internacional “Bicentenario de Poesía y

Narrativa” (Centro de Escritores Nacionales, Córdoba).

-Finalista del XXII Certamen Nacional de Poesía y Narrativa “Letras Argentinas

de Hoy 2010” (Buenos Aires).

-Finalista del Concurso de Literatura Fantástica y Horror “Mundos en Tinieblas

2010” (Buenos Aires).

-Finalista del II Concurso Internacional de Microtextos “Garzón Céspedes” del

Cuento de Nunca Acabar, del Dicho y del Pensamiento (España).

-Finalista del III Certamen Nacional de Poesía y Cuento Breve de Ediciones

Ruinas Circulares (Buenos Aires).

-Finalista del Concurso de Literatura Fantástica y Horror “Mundos en Tinieblas

2011” (Buenos Aires).

© 2011

de Gonzalo Salesky

Primera Edición - Diciembre de 2009

http://gonzalosalesky.blogspot.com

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HAMBRE

El verdugo de la mente, el azote de mi historia,

escondrijo de la ruina, mi pasaje a la pobreza.

¿Por qué será que la vida se entiende tanto en la muerte?

Buscando entre la basura algo que cambie mi estrella.

Alimento de los sueños, pereza de los más ricos,

desidia de los que mandan, ignorancia de mis pares.

Languidez de los que sufren, una emboscada en el alma...

Vos mirás hacia un costado cuando me apuñala el hambre.

Como una perra de presa escarbando la carroña

no quiero sentir vergüenza cuando revuelvo tus sobras;

¿pero viste alguna vez el rostro de mis pequeños?

Trato de estar más allá de lo que entra por mis ojos:

la mentira y las falacias, la indiferencia del mundo,

la tempestad y el suplicio de los que eligen no dar

y prefieren ocultarse tras vidrios color oscuro.

Los votos largos, enormes, con gente desconocida,

las cajas con inscripciones que nunca supe leer.

La ayuda para mis hijos sólo va en años impares...

Tus ojos no me miraron, tu corazón no me ve.

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No quiero sentir más culpa al ver que mis niños lloran.

¿A quién le van a rezar? ¿Quién puede enseñarles algo?

Si ya saben que a lo sumo, repetirán mi camino.

Veo los sueños que perdí y todos los que no tuve

desde que tomé conciencia de mi sucio porvenir.

Quiero seguir una huella distinta a la de mis padres,

poder descansar de noche con el corazón feliz.

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IMAGINÁNDOTE

Imaginándote desde la primera noche,

fui adivinando cada minuto de tu piel,

cada centímetro de aroma y de tu pulso,

cada segundo de mi tiempo y de tu ayer.

Sentí completo el corazón con tus abrazos,

con tu sonrisa, con tu alma, con tus sueños.

Cada momento al lado tuyo es un milagro,

un regalo de Dios que no merezco.

La mujer de mi vida, eternamente...

lo supe siempre, desde el primer suspiro.

Quiero fundirme con vos en este beso

e imaginarte arropando a nuestros hijos.

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POCO A POCO

Me perdí en el laberinto de tus ojos

y en el andar oscuro de tu pelo.

Mastiqué cada segundo de tu aliento

y me entregué a tu risa, poco a poco.

Poco a poco has llenado mi silencio

con tu espíritu de rosas con espinas.

Me pregunté si es cierto que sentías

como yo, al fundirme con tu cuerpo.

En tu voz las palabras son eternas.

Tus besos, pura miel, son el rebaño

que deseo cuidar y que no pierdas

en otros labios, lejos de mi abrazo.

Poco a poco, licuándome en tu aroma

me veo en la entrada de tu cielo.

Y aunque me asfixie tu amor, es el momento

de dejar paso a nuestra nueva aurora.

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HAY

Hay voces que me ocultan la mirada,

hay días que no puedo recordar,

hay olas que en mi amanecer derrapan

y vidas que no quiero reencarnar.

Hay sol fuera del cielo y no es cierto

que es todo lo que brilla alrededor.

Hay sueños que terminan con la muerte,

hay miedos que me impiden arrancar.

Hay fantasmas que no supe enterrar

y espíritus que vuelven agitados.

Lo único que lamento en este instante

es que no tuve nada para dar.

Rincones de odio que conspiran

y heridas que ensucian sin sangrar.

A veces es mejor dejar en paz

las dudas que se curan con el tiempo.

Venganzas hacia las que no camino,

prisiones imposibles de escapar,

tristezas que no puedo evitar,

miserias de la condición humana.

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Hay días que despierto y creo que muero

cuando tomo conciencia de mi vida,

cuando intento ensayar una sonrisa

y la mueca de agonía sigue igual.

Crecí sin darme cuenta del pasado

que azota, sin descanso, mis silencios

y aunque quiero brillar, es el momento

de ocultarme bajo el velo un poco más.

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SÓLO MÍA

Sos sólo mía y le agradezco al Cielo

poder dormir al lado de la Luna,

poder soñar con vos y el Universo,

el Universo entero en tu cintura.

Sos sólo mía y desde que te tengo,

puedo vivir cada minuto de mi vida

en paz con Dios, conmigo y con el mundo,

y con el mundo entero en tu sonrisa.

Sos sólo mía y cada día que pasa,

puedo volar más lejos cada hora,

y cada hora sentir que las estrellas

brillan de día, al extrañar tu sombra.

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TE ESPERO

Me enamoré de tu pasado y no quisiera

sólo ser parte en tu presente. Descubrí

que quiero todo: el infinito mismo,

tu amor eterno, futuro y porvenir.

Quisiera ver que el tiempo se congele

y que mis años no pasen. Y al final

no sé si es cierto que el cielo nos aguarda;

si me equivoco, te espero al reencarnar.

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TENGO

Tengo sueños que me llevan lejos tuyo,

tengo fantasmas que tiran hacia atrás.

Tengo realidades que me aterran, y

pesadillas que no quiero recordar.

Tuve un destino antes de conocerte,

tuve un sendero que corté por la mitad.

Tengo mi sombra que sueña con perderse

y la señal, fugaz, de mi final.

Una tristeza gris que no me deja,

que advierte que la vida no es así.

Por culpa de mis dudas y tus miedos,

me siento obligado a desistir.

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VACÍO

Todos los años, perdidos y malgastados

en el mismo lugar.

Las horas de felicidad, tan lejanas.

El pasado rico en esperanzas,

el futuro gris que sólo promete mi muerte.

Justo en la mitad de mi camino,

hay días que me veo desde lejos.

¿Fui parte de la película de alguien?

¿O protagonista de un monólogo vacío?

Tengo tiempo todavía, pero espero

no seguir desperdiciando mi poesía.

No quiero llegar al arco iris

y ver vacíos el corazón y el alma,

mis huellas borradas por el viento

y la arena quieta en el reloj.

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ASÍ

Las hojas del verano caen de nuevo

y en mi reloj las horas no descansan.

Siento que en este infierno en el que vivo

quedan cenizas, no más brasas ni fuego.

Me quiero despedir de tu maltrato,

de tu egoísmo cruel, de tu silencio.

En el espejo roto de la noche

voy a ocultarme y salir del laberinto.

Quiero olvidarme de todo este suplicio

y de mi corazón que se desgarra.

Pradera gris o carne de mis ojos,

es una especie de muérdago escarlata.

Voy a impedirlo y no caer en tu trampa,

en el lazo infernal de tus mentiras.

Quiero evitarte porque tu amor me daña,

tu hiedra venenosa me salpica.

Como un imán que pide un exorcismo,

así quiero sacarme las espinas.

Así huyo de tu vida, así me escapo,

intuyendo lo malo que avecina.

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Me alejo de este dolor llorando,

rumiando soledad y maldiciendo.

No me hace falta nada, sólo tiempo,

no quiero repetir este fracaso.

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NO ALCANZA

No me alcanza el alma para amarte,

ni el corazón para latir por siempre.

No me alcanzan las manos al rozarte

ni la tormenta de mis ojos para verte.

La noche no alcanza para soñarte

ni el día entero para esperar tu vuelta.

No me alcanza el invierno ni abrigarme

en las horas amargas de tu ausencia.

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PAPEL

-¿Nombre?

-Philip Clarke.

-¿Procedencia?

-Dolavon, América del Sur.

-¿Número de habitante?

-Dos cero uno uno tres cero dos ocho cero tres cero dos.

-¿Tiempo de permanencia?

-Quince días. Aproximadamente.

-¿Me permite saber cuánto dinero trae?

-Seiscientos dólares europeos.

-¿Desea que le entreguemos ahora su pasaje de vuelta?

-No, voy a esperar.

-Adelante. Con este folleto podrá guiarse y recorrer la totalidad de la biblioteca

durante su estadía. Que la disfrute.

-Gracias.

Tomó el plástico con una mueca de aversión. Odiaba el papel retráctil y trató de

fingir. Estaba acostumbrado. Sin embargo, ahora estaba contento, cansado por

el viaje y emocionado hasta las lágrimas. Finalmente, había llegado y empezado

a cumplir su sueño.

Su corazón parecía a punto de estallar y por primera vez en mucho tiempo, se

sentía pleno, lleno de alegría, de felicidad, de placer. Se detuvo un instante y

leyó la placa de bronce para sus adentros: La Última Biblioteca de Papel de la

Tierra. Inaugurada el 11 de noviembre de 2021 por las Naciones Unidas del Norte.

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Había comprado el boleto desde su departamento el día anterior, por la tarde.

Pidió prestado un casco y con él se comunicó con la aerolínea. El haz de luz de

color blanco apuntó a su retina izquierda y automáticamente, el importe se

descontó de su cuenta bancaria.

Ansioso como nunca, miró por la pequeña ventana hacia afuera. La noche

estaba empezando. La claridad del cielo no permitía contemplar las estrellas. Si

todo salía bien, mañana a esta misma hora lo estaría haciendo, después de

tantos lustros sin verlas.

Sacó la caja de licor que guardaba debajo de su cama y sirvió medio vaso. En

poco más de una hora vació el pequeño envase de plástico reciclable y con la

lengua adormecida, se entregó por completo al sueño.

Cinco horas más tarde despertó confundido, mareado por el alcohol y envuelto

en su transpiración. Aún era temprano. La expectativa por su primer viaje al

espacio iba en aumento en las últimas semanas. Limpió su dormitorio y terminó

de guardar en su valija la poca ropa que iba a llevar. Fue por última vez al baño,

se vistió y luego desconectó los dispositivos eléctricos y solares de la casa.

En la calle, el tráfico escaseaba. El aire frío entraba en sus fosas nasales y por un

momento, sintió enormes deseos de estornudar. Se contuvo y tuvo que secar las

pequeñas gotas de agua que salían de su nariz con la manga de su abrigo.

El día nacía saludando los edificios de su ciudad natal. Después de tomar la

avenida principal, desde lejos y en el horizonte pudo ver al cohete Victoria. Era

brillante, completamente cubierto de pintura antirradiación. Acostado en la

pista, parecía un cigarro plateado olvidado al sol. Al acercarse, descubría en su

extensión pequeñas líneas paralelas de color gris claro, que nacían debajo de la

cabina de los pilotos y llegaban hasta la cola.

Luego de entrar a las instalaciones del aeropuerto espacial, llegó hasta la rampa

mecánica que depositaba a los pasajeros en el sector de ascenso. Uno a uno

fueron despachando el equipaje y subiendo ordenadamente, sin apurar el paso.

En poco más de tres horas, esperaban descansar en la luna.

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Los asientos individuales contaban con el mismo tono refulgente del exterior. Se

sentó en su butaca, la hizo girar hacia la izquierda y la reclinó. En tres

segundos, el plástico se adaptó a su encorvada espalda. Estaba sobre la derecha,

en el quinto asiento contando desde la pantalla gigante, ubicada a un metro del

suelo.

Por los parlantes comenzó a escucharse el pronóstico en los tres idiomas

oficiales.

Viento del sur rotando hacia el este. Hoy tendremos lluvia ácida en la ciudad y mucho

polvo en suspensión.

Unos segundos después, siguió la voz de uno de los pilotos.

Bienvenidos a bordo del Victoria. En los ciento noventa y cinco minutos siguientes

podrán disfrutar de la maravillosa vista de nuestro paseo. En las tres últimas décadas,

nuestro servicio se ha convertido en el mejor transporte aeroespacial del sistema solar.

Los trayectos, cada vez más cortos; los despegues, suaves y sin movimientos bruscos. La

mayor comodidad para usted en cada momento. Los paisajes que jamás podría apreciar

desde la Tierra a sólo una ventana de distancia. La luna, en menos de cuatro horas.

Pese a todo, Philip sintió un nudo en el estómago al notar los primeros

movimientos de la nave, previos al lanzamiento. Cerró los ojos, tomó aire y

trató de pensar en otra cosa.

Unos minutos después de partir la velocidad comenzó a disminuir. Oyó

murmullos y quejas de los pasajeros. Algunos hasta llegaron a sacarse por

primera vez en días el casco y los anteojos para mirar por las ventanas. Los

motores de energía solar eran silenciosos pero la desaceleración fue demasiado

notoria y en ese instante, la vio por primera vez.

A medida que volaban alrededor de ella, hasta el momento de hacer contacto,

pudo apreciar a través de los vidrios herméticos la perfección de la forma

esférica de la nave-biblioteca. Los arquitectos la habían diseñado tratando de

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imitar la apariencia de la luna. Incluso su exterior tenía el brillo opaco y

melancólico que la caracteriza.

Se levantó y fue hacia el sector de descenso. Tenían su valija lista y el traje para

hacer el trasbordo. Lo ayudaron a vestirse y lo condujeron hacia la compuerta

que daba al exterior.

-Ya puede bajar, señor. Tenga cuidado.

-Muchas gracias.

-Es familiar de algún empleado de la estación espacial, ¿verdad?

Todavía nadie podía entender por qué deseaba tanto llegar hasta allí.

La bóveda principal tenía un aspecto triste, gris, desolado. Como una iglesia del

siglo anterior abandonada mucho tiempo atrás. Los largos pasillos que la

conectaban con cada extremo de la nave estaban muy mal iluminados. El

ventanal gigante permitía ver con claridad las estrellas de la Vía Láctea, como

ningún ser humano vivo podría haberlo hecho desde su planeta.

Una vez que contempló por un largo rato la porción del universo que parecía

estar al alcance de su mano, decidió repasar mentalmente su plan. Era perfecto.

Entrar a la biblioteca, tomar posición, encargarse de los empleados y luego, sólo

leer. Hacerlo diariamente, ¡durante un año! Desde el amanecer hasta la tarde;

luego comer y descansar una hora. Prolongar el segundo turno de lectura voraz

hasta la medianoche. Echarse a dormir, soñando con el mundo de papel que le

habían enseñado a amar. Empezar la mañana siguiente con la misma rutina.

¿Si lo atrapaban antes de terminar? Quizá estaría en prisión hasta los sesenta,

no mucho más. ¿Podría llegar en buenas condiciones a esa edad? No se creía

capaz. Muy pocos lo lograban con dignidad. No quería llegar a tan viejo y tener

que usar pañales como su padre. Si lo condenaban a cuatro o cinco años por lo

que estaba por hacer, bien valía la pena haber estado allí, leyendo lo que

siempre soñó. En el peor de los casos, si llegaba a complicarse mucho, sabía que

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aún en las cárceles más crueles, a cada preso se le instalaba a la fuerza un

pequeño casco. Se lo obligaba a leer a través de él, bajo amenaza de empeorar

sus condiciones de detención y exclusión. Eso no era castigo para él. ¡Todo lo

contrario! Lo condenarían a hacer lo único que disfrutaba en su vida. Y ahora

era el momento del papel de verdad.

Por eso, de aquí en más, cada detalle tenía que seguir de acuerdo a lo planeado.

Miró a todos los que se encontraban dentro. Los contó desde la explanada de

acero. Solamente ocho empleados, cada uno enfrascado en su rutinaria tarea.

Apilando libros, revisando antiguos listados, trasladando de un lugar a otro

cajas repletas de hojas en blanco. Cada vez menos público acudía allí, y por eso

se había propuesto cerrarla a fin de año. Semejante nave orbitando la Tierra era

un gasto innecesario en un contexto de crisis permanente.

Pero él no podía permitirlo.

Con voz temblorosa y poco clara, gritó:

-¡Todos en su lugar! ¡A partir de ahora, harán solamente lo que les diga! ¿Me

escuchan?

Los ocho levantaron la mirada. Tomó el micrófono de la mesa de entrada,

buscando que pudieran oírlo mejor:

-¡Su vida depende de mí de ahora en más! ¡Son mis rehenes! ¡Vengo a

apropiarme de esta nave!

Le dijo al guardia de seguridad que había comenzado a acercarse sigilosamente:

-¡Quieto! Hag. Es su nombre, ¿verdad? Lo veo en su solapa. No quiero recurrir

a la violencia. ¡Levante las manos! Sea razonable y déme su arma.

-No tengo ninguna, señor. No estoy autorizado a portar armas de ningún tipo.

-¿Qué? ¿No tienen? ¿Dónde las esconden en caso de un ataque biológico? ¿Si

alguna de las grandes corporaciones los amenaza? ¿Cómo puede ser que la

estación espacial más grande de la Tierra no pueda defenderse?

Primer contratiempo del plan. ¿Qué hago si llega pronto la policía?

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Hag, un hombre joven, no sabía qué contestarle a semejante lunático. Bastante

poco le pagaban por cuidar de pergaminos viejos. Con suerte en un par de años

podría alejarse de ese horrible lugar, perdido en el espacio, tan lejos de todo. Se

armó de paciencia e intentó explicarle:

-Señor, esto es un cementerio. El depósito final de los libros de papel. No hay

nada valioso por aquí. Debe usted estar confundido...

Hablaba midiendo sus palabras para evitar alguna reacción violenta. Hasta

ahora el loco era inofensivo pero no quería arriesgarse.

-¿Confundido? ¿Acaso no lo ven? Viven entre los tesoros más grandes del

mundo y ¿no son capaces de defenderlos? ¿De cuidarlos? Hubiera matado por

la posibilidad que tienen ustedes. Dénme sus teléfonos y cascos. No intenten

comunicarse con nadie.

Por la mirada de cada uno de ellos, intuyó que no lo comprendían. Estar allí era

sólo un trabajo más, temporario, hasta que encontraran algo mejor en cualquier

parte del planeta. Tratando de amoldarse a ese nuevo escenario, diferente al

que imaginó durante meses, volvió a gritarles:

- ¡Espero que no intenten hacer ninguna locura! Voy a ser amable con ustedes

mientras sigan en su lugar. El Victoria pasará de vuelta en cinco horas y

cuarenta minutos. ¿Alguno de ustedes desea volver en él?

Nadie contestaba sus preguntas. Seguían sin tomarlo en serio.

-Vengo a disfrutar de todo lo que encuentre en esta nave-biblioteca. ¡Todo! No

quiero tener problemas con nadie y podrán irse uno a uno, a partir de hoy,

hacia a la Tierra siempre y cuando yo lo permita. ¿Entendido?

Asintieron de mala gana.

-Que así sea. Continúen. Espero estar mucho tiempo aquí. Desde la cabina

principal, vigilaré para que nadie escape o avise a las autoridades. ¿Tienen

alimentos? No quiero ser violento. No hagan nada de lo que puedan

arrepentirse.

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Se dirigió hacia la burbuja de entrada, donde podría controlar las salidas de

emergencia.

Hasta ahora vamos bien. No había estudiado la posibilidad que el estúpido Hans o Hag o

como diablos se llame no tuviera armas. ¿Podré hacerlo igual? ¿Estarán en camino?

¿Y si vienen por mí? ¿Qué hago?

Por la cúpula podía verse ahora una gran porción del planeta. Se sentía extraño

con esa masa enorme prácticamente sobre su cabeza. Tomó el control del aire

acondicionado y lo apagó. Hizo lo mismo con los monitores, las radios, las

pantallas de dimensiones múltiples y las transmisiones continuas desde la

Tierra. Sólo dejó encendido el radar principal. Seguramente los empleados

estaban empacando y a punto de dejarlo solo, a cargo de la nave.

Buscó el mejor asiento, se sacó los zapatos y sintió el frío del piso de mármol

recorriendo cada centímetro de la planta de sus pies.

Recordó su niñez, cuando leía descalzo, siempre en el mismo rincón de su casa.

Con una linterna y algo de comida, era capaz de abstraerse por horas al ruido, a

las peleas, al maltrato de sus padres adoptivos y a los golpes. Él sólo necesitaba

un libro. Así olvidaba su tristeza y podía escapar de su vida infeliz, privada de

todo.

Había apartado tres cajas llenas de ejemplares nuevos. En la contratapa de cada

uno de ellos figuraba la misma fecha: septiembre de 2020, el mes de la última

gran edición de la historia.

Debía apurarse. Era hora de comenzar. Decidió hacerlo con sus favoritos, los de

ciencia ficción. Había cumplido ya con el ritual de olerlos. Abriéndolos al azar,

en cualquier página. Luego, recorriendo las tapas con la yema de los dedos.

Después seguir con otra hoja cualquiera e hinchar sus pulmones con ese

perfume único. Con cada libro había tenido esa costumbre. De niño era capaz

de entrar a bibliotecas sólo para hacer lo mismo, jugando a distinguir los

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distintos tipos. Tenía un nombre para cada variedad, para cada detalle mínimo

que solamente él llegaba a percibir: madera, aserrín, albahaca, selvático,

jazminado, aceitoso...

Nunca podría perdonar a los que decidieron terminar con el papel.

A veces, en ese instante que disfrutaba con cada fibra de su cuerpo, con cada

porción de su espíritu, sentía que podía tocar el cielo con las manos. Y en ese

trance hipnótico en el que entraba se dejaba llevar, delirando y escribiendo

mentalmente la historia de su vida, en tercera persona. Venía memorizándola

desde hace unos meses. No tenía donde escribirla. Todavía.

Quizá algunos la consideren una porquería, quizás nadie la quiera leer.

Pero sé que algún día voy a publicarla.

A lo largo de su vida, Nuestro Amigo nunca fue feliz. Sólo encontraba placer y ganas de

vivir a través de la lectura. Su padre biológico escribía y le leía cada noche. Siempre se

habían burlado de él porque conocía en detalle los personajes de los cuentos, de las

novelas y sus autores. Porque era capaz de memorizar poemas, diálogos y obras enteras

de teatro. Porque usaba términos insólitos. Porque no hablaba como lo hace la gente

imbécil de la televisión.

Cerca del año 2011, comenzaron a circular los libros en doc, rtf, pdf... y muchos

malditos etcétera. La plaga de basura y humedad se había hecho sentir y el mundo

empezó a deshacerse del papel. Muy tóxico y peligroso, según las agencias del Gobierno

Central. Grandes laboratorios de los países más desarrollados lo habían demostrado.

¿Habrá sido cierto? Él siempre sospechó que a través de esa medida se ocultaba una

forma maquiavélica de profundizar la ignorancia y el analfabetismo de los más jóvenes.

Nuestro Amigo tuvo que tirar su amada colección antes que pudieran acusarlo de

contaminación y llevarlo a la cárcel. En un abrir y cerrar de ojos, el papel fabricado con

celulosa había desaparecido de la faz del planeta.

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Desde entonces, los “cohetes basura” eran una realidad. Se había encontrado por fin la

manera perfecta de eliminar los desperdicios. El prototipo del primer Ícaro fue aprobado

en 2014, desarrollado por las fuerzas armadas rusas y vendido al resto del mundo. Era

un cohete simple, de fabricación rápida y barata, con piloto automático hasta la órbita de

Mercurio. Cada uno de estos vehículos, construido con chatarra reciclada, era inmolado

en la estrella más cercana. Como en el medioevo, en la segunda guerra mundial o en

Alejandría. Muchas etapas claves de la historia empezaban con la quema de libros.

Los mismos laboratorios que habían alertado sobre los riesgos de una pandemia

aseguraban que, en los últimos veinte años, el sol había aumentado su potencia casi un

uno por ciento gracias a los residuos humanos.

Desde ese momento, cada vez más palabras empezaban a perder su significado para las

nuevas generaciones: diarios, revistas, historietas, impresoras, cuadernos, gomas de

borrar, sobres, cartas, afiches callejeros, servilletas… y la lista seguía aumentando.

Y lamentablemente, cada vez más gente sumida en la incultura total, en la oscuridad

absoluta, en el vacío intelectual y espiritual.

En 2016 podían encontrarse algunas obras en cualquier tipo de dispositivos móviles.

Nuestro Amigo tardó mucho tiempo en recopilar toda su colección perdida. Sin

embargo, gran cantidad de ejemplares era clasificado como “subversivo” por el Gobierno

y muy difíciles de hallar. Muy raro. Muy sospechoso. Muy triste. El Índice de Obras

Prohibidas aumentaba cada semana.

Dos años después, cada par de anteojos oscuros –de uso obligatorio en el mundo- ya

contaba con un lector de páginas, al tiempo que el casco bipolar ruso se convertía en el

invento más popular de todos los tiempos. Televisión, música, películas, información

instantánea, comunicación inmediata con cualquier persona o lugar del globo.

Alimentándose con energía solar, funcionaba las veinticuatro horas del día. Se ajustaba

al cuero cabelludo de cualquier persona de manera exacta, con una pequeña cámara a

modo de tercer ojo y un par de auriculares.

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No obstante, al día de hoy, más del noventa por ciento de las personas no lo usaba para

leer. Sólo para fotografiar y filmarse, mostrar esas imágenes, publicarlas y comentarlas...

pobres estúpidos.

En 2021, pantallas retráctiles. Todo lo que pudiera imaginarse sobre un sucio y

asqueroso tendido plástico. A partir de entonces, las pocas novelas, cuentos y ensayos

que circulaban podían encontrarse de esa manera. Durante ese año, hasta el mes de

noviembre, los últimos libros de la Tierra fueron llevados a la estación espacial que

funcionaba como nave-biblioteca, a modo de arca de Noé. El lugar donde podía

encontrarse únicamente un volumen de cada obra editada e impresa en la historia de la

humanidad. Aparentemente, el papel no contaminaba a tantos kilómetros de la

atmósfera. Pero muy pocos tenían la posibilidad de volar hasta allí.

¿Alguien podría haberlo predicho? Desde los papiros pasando por Gutenberg, ¿así había

de morir el encanto de la hoja escrita para ser leída por otros? Tantas proyecciones sobre

el futuro habían ido cayendo una a una: después de tanto tiempo, el planeta rojo seguía

sin poder conquistarse. Desde el accidente del 2019, no hubo más misiones. La última

guerra mundial fue la segunda. China nunca llegó a ser una superpotencia. Jamás se

encontraron evidencias de vida extraterrestre. El calentamiento global nunca fue la

amenaza que presagiaban al comenzar el milenio: sólo una gran mentira, avivada por los

países más desarrollados por miedo a perder su hegemonía energética.

Philip se quedó quieto, dormido, abrazado al libro con el que había empezado.

Todo el cansancio de su vida se le vino encima. Medio siglo de soledad y

frustraciones. Sin familia, sin esposa ni hijos, sin amigos de verdad. Retirado de

un trabajo que nunca lo había hecho feliz.

Ni siquiera tuvo tiempo de entender que durante el tiempo que pensaba estar

en la nave-biblioteca, no hubiera llegado a leer ni la milésima parte de lo que

deseaba. Había calculado un año exacto para terminar. Haciéndolo las

veinticuatro horas de cada día, ni siquiera usando el resto de su vida hubiera

logrado su objetivo.

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Ocultos en armarios, acumulando polvo espacial, más de un millón de

ejemplares no iban a ser jamás tocados por un ser humano.

Se despertó después de su último viaje. Mareado, atado de pies y manos,

somnoliento como estaba, dejó de imaginar mejores finales para su historia,

para la autobiografía que jamás iba a publicarse.

Siempre se puede caer más bajo, pensó Nuestro Amigo. Fue atrapado el mismo día que

ingresó a la estación espacial por la policía aérea. Conducido a la Tierra en un sucio

cohete. Y condenado a perpetuidad al adormecimiento inducido. De esa forma, se perdía

para siempre la chance de ver aunque sea en la cárcel y en papel retráctil, todas las

novelas y cuentos que amaba.

Después de la última inyección de toveína, se sintió volar, muy lejos, rumbo a la

oscuridad que tan bien conocía. Sólo en ese momento, la enfermera podía aprovecharse

de su estado para cambiar sus pañales.

Era cierto. Aún hay prisiones donde Philip no podría leer, donde no podría soñar.

Como aquí mismo, en el manicomio de Jena.

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FELIZ 2084

H. bajó de norte a sur por la avenida Juan B. Justo. Debía encontrar la forma de

cruzar el río. El muro grisáceo se veía desde lejos. Las trincheras cavadas veinte

años atrás habían perdido gran parte de su profundidad y el alambre de púas

estaba tendido a lo largo, medio metro por encima de la pared. Pero no habría

problemas con eso.

Tampoco con el agua. El lecho del Primer Río estaba prácticamente seco. Desde

la sequía del 32, el Gran Lago era sólo una gran depresión llena de tierra y

basura.

Cada uno de los guardias que custodiaban los puentes que llevaban a Córdoba

del Sur estaba vestido de la misma manera. Casco de color negro, barbijo, fusil

venezolano al hombro, botas, uniforme azul y anteojos oscuros.

Llegó hasta la barranca Las Heras. Un viejo parque de diversiones desvencijado

y tétrico resistía el paso del tiempo y luchaba por no oxidarse. Algo utópico con

el aire de estos días. Lleno de humo. El olor a pelo quemado le había quitado el

apetito durante toda la tarde.

Miró al cielo. Lo que podía verse de él. Más allá del quinto piso de cualquier

construcción no podía distinguirse más nada. Las nubes grises y blancas

cubrían por completo el cielo de Córdoba del Norte desde unos diez años atrás.

Quizá su abuelo había jugado en ese parque, subiéndose a algún árbol,

empuñando algún juguete liviano. ¿De plástico? ¿Cómo se llamaba ese

material? Le habían contado algo de esos elementos pero no recordaba mucho.

Seguramente antes del 49 había pasado a la gran Lista de Elementos Prohibidos.

¿Cómo habría sido aquella época? Hoy sólo permitían esos juguetes pesados de

metal. Su madre trabajaba las catorce horas reglamentarias fabricándolos. No

podía imaginárselos construidos de otra forma.

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¿Plástico? ¿Cómo sería eso?

Llegó hasta la frontera y decidió esperar hasta el crepúsculo, el mejor momento

para tratar de cruzar. En su mochila llevaba el recipiente lleno de soja y arroz.

Cenaría pronto. Pero no podría brindar con nada, en la noche de su cumpleaños

número quince.

Una hora después de cruzar, siguió caminando por la avenida Maipú hacia el

sur, siempre hacia el sur. En plena subida decidió colocarse de nuevo los

tapones para sus oídos. Otra vez molestaban los parlantes callejeros, el volumen

estruendoso, las imágenes de radiotevé que bombardeaban con buenas noticias

al tránsito aéreo y a la poca cantidad de transeúntes que no temían cruzar de

noche por la ciudad. A su derecha vio el domo gigante que recubría la Gran

Iglesia Amarilla y la estatua de un santo a caballo.

Cerca de las cuatro de la mañana, comenzó a llover. H.G. activó la protección de

su abrigo y siguió caminando sin mancharse. En la palma de su mano, el mapa-

móvil lo seguía orientando. Faltaban sólo catorce kilómetros para la prisión. Al

finalizar el día, si el Gobierno y Dios lo querían, podría estar hablando con su

padre. Si es que decidían quitarle el casco y no llenarlo previamente de toveína.

Tenía toda la semana para hablar con él y convencerlo de declararse culpable.

No había otra salida. Se estaban arriesgando a perder su casa, la pensión de su

madre, la comida para sus hermanas. ¿Para qué tanto esfuerzo en sostener la

verdad? No iba a tener sentido su lucha de todos los días. A los doce años había

entrado en la grandiosa fábrica estatal. Las nuevas leyes lo permitían. Había

oído de su abuelo que antes se empezaba a trabajar a los dieciocho. ¡Qué

desperdicio de tiempo! Desde que bajaron la edad de imputabilidad, uno podía

ganarse su propio dinero. Si se puede delinquir e ir a la cárcel, ¿por qué no

aportar para el Estado? Lógica pura. Con un argumento similar, el aborto era

legal en las dos ciudades de Córdoba.

Ya hay demasiada gente. ¿Para qué más?

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Llegó hasta el Parque Nuclear Sarmiento. Un complejo dedicado a generar

energía pura. Sana. Limpia. Nunca entendió por qué lo llamaban parque. Desde

allí salía la luz que alumbraba su casa las ocho horas por día. Otro de los

privilegios que podían perder si su padre cometía la locura de seguir clamando

por su inocencia. Era sólo una pequeña renuncia la que debía hacer.

La vida está hecha de esos sacrificios. Son esas pequeñas cosas que nos permiten seguir

viviendo bien.

Contó de nuevo el dinero en su bolsillo. Llevaba por las dudas el billete de

cincuenta mil, con la cara de Perón. Y dos más de veinte mil, con el rostro de

otro célebre desconocido.

En total tengo… ¿cuánto? ¿Ochenta mil? Sí, ochenta.

Había terminado la escuela a los once y no recordaba algunas operaciones,

sobre todo las más complicadas.

A su lado comenzaron a pasar las bicicletas, rumbo a las fábricas de la zona.

Cientos de mamelucos azules como una fila de hormigas obreras. Con el día un

poco más claro, pasó por la entrada de Nuevo Bouwer. En ese pueblo seguían

viviendo los mutilados y ciegos, hijos y nietos de la última generación

contaminada por la basura. Tantas malformaciones juntas… ¡Qué afortunado se

sentía por no ser como ellos!

Él iba a tratar de mejorar su historia. Quería llegar a los veinticinco, pedir

permiso legal para casarse y tener un hijo. O poder ahorrar mucho y esperar

que lo dejen tener dos.

Sólo dos. ¿Para qué más?

Si convencía a su padre, esta misma noche y todas las que seguían podrían

comer tranquilos. Tener mucho arroz. Mucha agua reciclada. Casi para todos

los días.

Al fin y al cabo, es lo único que importa. ¿De qué sirve la libertad si no hay comida?

¿De qué sirve la dignidad a la hora de dormir en la calle?

Su padre no lo entendía así.

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Agotado por la caminata, finalmente llegó. En esa prisión atestada de culpables

e inocentes, la vida era un reflejo de lo que ocurría afuera. La división de clases,

de bienes y servicios para unos y otros. Los horarios de explotación para

empleados y reos. Las comidas distintas para la jerarquía y la plebe. Las oficinas

abandonadas, podridas por la humedad. Los peores asesinos del siglo anterior

habían podido salir de ese lugar. Y su padre inocente quizá iba a morirse de

viejo allí dentro.

Mientras esperaba su turno, H.A.G. pensaba en la prisión sin muros de su

ciudad y su país. Quizá se parecían bastante a esto…

Tomó aire, juntó coraje una vez más y entró.

Ánimo. Tengo que ver a papá. Tengo que convencerlo.

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CARRO

“En Dios solamente creo”

dice tu carro a caballo.

Pies de barro, alma de acero,

salís de noche a buscar tu sombra.

Prefiero no verte,

me duele tu vida.

Me escondo en mi coraza,

en mi confort,

en mi trabajo seguro.

Me olvido que lo digno y la miseria

se están dando la mano en cada esquina.

Con tus hijos a cuestas vas viajando

desde un puente o una villa,

sobre ese carro viejo con botellas.

El cartón me impide ver la cara triste

de tus hijos sin juguetes,

peleándose por monedas

que tanto sobran por aquí.

Qué le puedo pedir a mi país

si todos te estamos ignorando;

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si hay veinte millones como vos

y otros veinte millones de ciegos,

refugiados detrás de un título,

detrás de un puesto,

detrás de un libro o un diario.

Llenos de explicaciones y teorías,

llenos de sueños y proyectos vanos,

llenos de todo lo que no alcanza para ser feliz.

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LOCURA

No encuentro una luz, ni una plegaria

que ilumine estas eternas noches.

Ni la ceniza que apagó nuestras voces,

quizá el pasado se llevó lo mejor.

Cerca del crepúsculo me voy

y te dejo ver todo lo perdido.

No habrá más horas muertas,

no habrá lunas en vela,

sólo queda este corazón vacío.

No sé ya qué decir, porque la vida

así, continuamente me entristece.

No sé si sirve de algo que hable ahora

cuando no veo sentido ni a la muerte.

Camino con la tristeza en el alma

de nunca ser feliz, de haber soñado

con esas esperanzas que no llegan

y me dicen que mi lucha ha sido en vano.

¿Qué puedo ahora esperar, cuando la sombra

del tiempo me cobija en su regazo?

Diciéndome que el mío terminó

y me toca dar un paso al costado.

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No quise ver el sol ni el horizonte,

no quise contemplar ese saludo

cuando dijiste adiós,

cuando todo acabó,

cuando pasé de amarte a no ser tuyo.

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FLOR

Crecimos sin voltear hacia el pasado

y en el oscuro tiempo nos perdimos.

Supimos al principio del pecado

y no nos importó, sólo seguimos.

Seguimos aunque el riesgo nos persigue,

el riesgo de quemar nuestro palacio.

Cerca de tu dolor y de mis miedos,

así, la vida misma nos atrajo.

No será la vez primera que dos locos

dejen de lado su historia y sus fracasos

para olvidarlo todo y así amarse,

como nunca jamás hayan amado.

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EXTRAÑO

No encuentro el sonido de tus pasos al llegar

al templo de mis manos.

Porque tu amor se ha perdido,

porque tu amor me ha mentido.

La vida me dio quizá el reflejo de otro tiempo;

no hay que vivir del recuerdo.

A mí me ganó el exilio,

a mí me ganó el olvido.

Quise escribir la canción

que refleje lo que he sido;

ni el consuelo de las lágrimas,

no quedan ya más motivos.

Las veces que quedé fuera

de un amor, no quise hacerlo.

Y hoy la puerta se cerró

dejándome sin abrigo.

Adentro vive el dolor,

afuera muero de frío.

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HALL

Una liebre alada en el desierto,

el dragón de los siete mares.

El libro abierto en la hoja de siempre,

la luna volando en el lago eterno.

Las huellas tenues en la arena,

el horizonte previo a la tormenta.

Aún no sé de qué lado quiero estar.

Tu mano dibujando la silueta del alma,

la vida envuelta en tu perfume.

El frío sudor de las hojas recordando el otoño,

el verdadero dolor de la mentira.

Un poema encerrado en mi balcón,

el sol nublando cada rima.

Aún no sé si en el cielo hay lugar.

Sueño despierto,

prefiero volar a estar dormido,

prefiero soñar a creer en todo,

prefiero imaginar.

No quiero más,

no quiero más realidad,

la felicidad no está en el viento.

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TRAICIÓN

Sentí tu traición, infiel ladero,

herido de tristeza y agonía.

La curva de tu espada, sucia y fría,

me arroja justo aquí, en nuestro sendero.

Maldito seas, Sancho, y qué cobarde,

matáis por la espalda un viejo amigo

que no dudó en armarse caballero:

de alma noble, de profesión andante.

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ESPERANZA

Tratando de olvidar estoy cantando,

tratando de llegar desaparezco

en este laberinto con espejos

que azota mi presente desolado.

Sueño con la mañana que en tu pecho

me recosté blandiendo la esperanza.

Tan lejos queda el aire del mañana,

tan lejos, que el perfume ya no siento.

Sos la suma de toda mi ilusión,

sos el tiempo final de mis anhelos,

creciste dentro mío pero el fuego

del momento se apagó con la razón.

Aunque me digas que el amor solo no basta

y aunque pienses abandonar el nido,

estoy dispuesto a más, al desafío

de mantener en pie nuestra esperanza.

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SUEÑO

No quiero ver al mundo como es,

quiero seguirlo viendo como sueño.

La falsedad, la envidia y la mentira

me muestran que estoy cerca de perderlo.

Los sueños que tuve ya no están;

los que Él soñó, colgado de un madero

por aquellos no dispuestos a cambiar,

que no quieren construir un mundo nuevo.

Quisiera la inocencia de los niños,

la verdad y cordura de los locos.

El mundo no está hecho para algunos,

algunos que soñamos cambiar todo.

La vida no es la clase de respuesta

que esperamos al despuntar el alba.

Creo que es mucho más, soñemos juntos,

pintémosla según nuestra mirada.

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TE PERDÍ

Viví sin darme cuenta del silencio

que golpeaba nuestra puerta.

Apareció sin más, como un espectro

y te perdí.

Jamás encontré quien me entendiera,

quien supiera qué hago aquí.

Toda la vida te esperé, soñé tu vuelta,

y estás tan lejos...

Me veré cansado,

bajando la montaña,

contando las monedas que me quedan,

y sé que no estarás.

Tal vez nunca entendí de qué me hablabas.

Sólo te amé...

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ODIO

Te odio cada vez que estás callada

y esquivas el llamado de mis besos.

Te odio porque va pasando el tiempo

y no estás, y te vas, y te alejas,

perdiéndote mi vida con la tuya.

Tengo tanto para dar y no lo ves,

tienes tanto que ganar y no lo quieres.

¿Será que estoy muy loco por quererte?

Será que estás cansada de esperar.

Alguna vez verás en tu ventana

mi corazón explotando en otro rumbo.

Será tarde, mi amor,

tarde para los dos,

y sentirás perdida la batalla.

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SOLO

Quiero escribirle a tu alma, que no me dejó.

A tu compañía de sábado a la tarde.

A tus silencios, a tu risa, a tu dolor

compartido con el mío.

Quiero cantarle a tu sombra

que todavía me sigue.

A la llamarada de tu corazón,

al infierno de tus besos.

Al comienzo bajo la lluvia y el frío de julio.

A tus ojos brillosos en la noche,

a tus manos tan pequeñas...

A tu ingenuidad y tu experiencia.

Solo, descubro que me completabas.

Solo, que en mi tristeza me llenaste

y que siempre serás, siempre a mi lado,

a pesar de estar tan lejos y tan cerca.

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LO NUESTRO

Sentí el calor volando por tu pelo

y el sudor frío de tus manos.

Lo nuestro empezó siendo locura,

así hasta el día de hoy,

así hasta siempre.

Tus ojos claros, azules como el viento,

tu boca tan dulce, tan osada.

Lo nuestro empezó siendo locura,

y rompió todo: tu historia,

la mía, nuestros miedos.

Tu voz llenando mi maldito silencio,

la escarcha de tu aliento, tu sabor.

Lo nuestro empezó siendo locura,

y así será, celestialmente eterno.

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SOÑANDO

Vivo esperando que dejes alumbrarte

con mi cúmulo de dulces poesías.

Sigo anhelando permitas acercarme

con la esperanza que alguna vez me quieras.

Siempre soñando como un loco quijote,

vuelvo a vivir la novela cada día.

Y es mi consuelo pensar que en el ocaso

de nuestra historia será tuya mi vida.

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REALISTA

Los sueños no se hacen realidad,

la vida es una farsa sin sentido.

Los ángeles no existen de verdad,

no hay nadie arriba.

Espero la llegada de la muerte

para dormir y descansar de la mentira.

Es triste pensar qué breve es todo,

que cada día es único,

que nadie nos espera.

Qué afortunado aquel

que cree en un cielo,

que anhela ver de nuevo

a sus queridos muertos.

Yo elijo ser así, ¿realista o infeliz?

Pronto sabré si estaba o no en lo cierto.

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MEMORIA

Miramos al pasado que separa

en dos partes iguales la memoria.

El futuro será seguramente

más justo, más digno y más humano.

La esperanza se renueva cada día,

aunque duelan las próximas derrotas.

La verdad bajo la manta no está oculta,

sólo unos pocos eligen verla ahora.

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LLUVIA

Es siempre la misma lluvia

mojándonos a los dos,

es siempre el mismo reflejo

de luna, el que me eclipsó.

La que acompaña tu brisa,

la que me muestra tu pelo,

es siempre el mismo deseo:

el compartir tu sabor.

Azabache es el color

de tus sueños y mi anhelo,

dorada la suave sombra

que despierta en nuestra cama.

Es siempre la misma lluvia,

y siempre el mismo calor

que me encuentra enamorado,

abrazado a tu sudor.

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ADIVINO

Adivino que tu cuerpo se aproxima,

que tus pies se tocan con los míos.

El fuego brilla mucho más de noche;

yo sé que tu alma me adivina.

Adivino tu cintura y el momento,

el momento de ser uno nos da vida.

Me acerco hasta tu boca y ya lo sabes,

desde antes de nacer te estoy queriendo.

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SI

Si tengo que morir, te espero,

si piensas que podrás huir de mí.

No creas que mi soledad es veneno:

no es algo que me impida sonreír.

Si tengo que volar lejos, me muero,

me muero al confiar en tu verdad.

Siento que en este rumbo estoy cayendo,

mi vida fue una forma de sembrar.

Si tengo que ahuyentar mis miedos,

yo creo que tienes el poder.

Me pesa que este dolor que siento

hiera profundo y me tenga a tu merced.

Si tengo que mentir por vos, lo intento,

los sueños no se van a cumplir.

Te espero hasta la muerte aunque no quiero

que intentes ser feliz lejos de mí.

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CARTA

Estás roncando. Sé que en una hora y cuarto te vas a levantar al baño. Voy a dejarte la

luz encendida. A veces no te acordás de dónde se prende.

Sigo destejiendo el pullóver negro. No puedo dormir. En estas horas de insomnio, sigo

pensando en lo que te quiero contar. Quiero que me perdones, nada más. No te imaginás

la culpa que siento. Treinta y dos años después, quiero que lo sepas. Estoy más

arrepentida que nunca.

Ahora estás teniendo una pesadilla. Te toco los pies para despertarte y lograr que te des

vuelta. ¿Serán mis malos pensamientos que se transmiten hacia vos? Siempre temí que

ese miedo me delate.

Fue sólo una vez, tanto tiempo atrás. Te lo juro. El Alzheimer va a hacer que lo olvides

muy pronto. Pero necesito tu perdón, quiero que lo entiendas. Tuvimos todo. Hijos

felices, tus premios, mi vida entera dedicada a ustedes. No me arrepiento de nada. Sólo

de eso. Sé que el amor limpia y sana todas las heridas. Aunque a esta altura y con tus

años, no sé si quiero abrir una nueva.

Voy a dejar una carta contándote, con todos los detalles. Sé que vas a entenderme.

Empiezo ya mismo a escribirla. Voy a ponerla en la mesita de luz, donde me dejabas las

notitas al irte a trabajar.

La anciana despertó asustada. Eran las diez de la mañana y los pájaros seguían

cantando. No estaba el viejo en la cama. ¿Habría visto la carta? Estaba en el

mismo lugar y el sobre, cerrado. ¿Y el viejo?

Se levantó lo más rápido que pudo y se envolvió en su bata. Presintiendo lo

peor comenzó a llamarlo. Gritando, llegó hasta el baño. Quieto, pálido, sentado

sobre el inodoro estaba el viejo, sin respirar. Ya era tarde. No se podía hacer

nada. Dormía en paz.

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Dos noches después, luego de retirar las cenizas de la empresa de sepelios, llegó

a la casa de siempre. No había nadie para recibirla, para esperarla con el mate

tibio. Para acompañarla y para ver, aunque sea en silencio, un poco de

televisión.

Van a ser años muy largos. Ni siquiera sé si leyó la carta. ¿Por qué esperé tanto para

contárselo?

Puso la caja plateada con los restos sobre la mesa del comedor. Pensó en darse

una buena ducha. La necesitaba. Se dio vuelta hacia el sofá, instintivamente,

para preguntarle al viejo si había prendido el calefón. Por un tiempo sería así, le

habían contado.

Dejó las luces encendidas y fue hacia la cama. Retomó el pullóver y siguió

destejiendo. ¿Para qué serviría la lana ahora? Prendió el televisor en el canal

que veían cada noche.

Segundos antes de dormirse, se asustó al notar el perfume de él. El de siempre.

El que dejaba impregnado en la ropa, en cada prenda que usaba. Algo le

impedía moverse. No había nadie allí, pero sentía la presión de una mano

gruesa y pesada sobre su garganta.

Intentó gritar. No pudo. Quiso respirar. Ya casi no podía. La mano del viejo

seguí apretando su cuello hasta asfixiarla. Cerró los ojos con un solo

pensamiento, el último de su vida.

El viejo había leído la carta. Y nunca iba a perdonarla.

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LA CUNA

El general salió de su cuarto con las pantuflas puestas. Entró al baño y abrió los

grifos. Trató de combinar las canillas para lograr la temperatura ideal. El

calefón no estaba funcionando bien. Debía llamar al plomero. O a López.

Seguramente él lo ayudaría.

Al desvestirse, siguió pensando de qué forma lo haría.

¿Un fusilamiento, a la vieja usanza? Mucho alboroto, muchas huellas. ¿Ahogarlos? Era

una imagen fea para los soldados. ¿Seguir con la picana? Vamos a perder mucho tiempo.

Además, los más jóvenes vienen muy impresionables. ¿Tirarlos a un pozo con cal?

Habría que cavar otro pozo más y... no, no. Voy a ser un poco más original.

Con una sonrisa, recordó su primer vuelo para eliminar los desperdicios, junto

a Horacio.

¡Qué grande el porteño!

Quince minutos después, con las ideas un poco más claras, salió del baño de

inmersión que adoraba darse todas las mañanas. Se vistió con la ropa de

siempre y pasó por el dormitorio de la bebé. Acomodó la manta que la tapaba,

alejó los ositos de peluche de su pequeña cara y le dio un beso en la frente.

¿Con veneno para ratas? Así tampoco.

Algún día, quizá muy pronto, recibiría una medalla por esto. Se sentó en la

máquina de escribir Remington y redactó.

Córdoba, 22 de junio de 1978

Sr. Teniente J. I. López

De mi mayor consideración:

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A través de la presente le ordeno que el día 26 del

corriente proceda a la ejecución de:

-Agustinoy, María Dolores

-Cervaglia, Luis Emilio

-Diratti, José María

-Frencia, Eduardo

-Salvitti, Juan José

de la siguiente manera: serán atados de pies y manos

hacia atrás, ojos vendados, amordazados y enterrados

de pie, vivos, en un cajón de madera. No los golpee

previamente. Morirán de hambre, sed y desesperación.

Proceda como siempre a la limpieza posterior de las

celdas y la destrucción de esta carta, una vez que

cumpla al pie de la letra las órdenes aquí expuestas.

Selló el sobre con lacre. Ahora sí, estaba inspirado. Con muchas ganas de ver la

final. Dejó el café enfriándose sobre la mesa y fue otra vez hasta la cuna nueva

de roble.

Le dio otro beso a la bebé, nacida anteayer en el mismo cuartel y la arropó.

Todavía no tenía nombre. Debía sacar hoy mismo su documento. Y llamarlo a

López. Seguramente él lo ayudaría.

Te quiero, bebé. Espero que alguna vez me entiendas. O me perdones. Todo esto es por

tu bien.

Quizás te llames María Dolores. Como tu mamá.

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DOS VIDAS

La tarde va oscureciendo, tristeza gris y nublada.

Mi vida pronto se apaga en un oscuro horizonte:

estás próximo a partir a tu última morada.

Te digo hijo, aunque nunca podrás llamarme “¡Mamá!”.

Me arrepiento, aunque sabrás que es tarde para lamentos.

Yo sé que sabes qué pienso y que puedes escuchar.

Sueño tus ojos, tus manos, que no pude acariciar;

no te tuvieron piedad al sacarte de mi seno.

Tu cuerpito, hecho pedazos, fue tirado a un basural.

Siempre pensaba en el modo o en la forma de escapar.

¿Era esto la libertad de decidir por mi cuerpo?

Ni siquiera tengo ahora tu tumba para llorar.

Acabo de darme cuenta qué hubiera sido de mí,

si mi madre al concebirme y al recibir la noticia,

hubiera dado, sin culpa, los pasos que yo seguí.

Nada detiene mi espanto, ni la angustia ni el dolor.

Sola, decidí por dos, y nuestros días se acaban:

tú, hijo, culpable de nada. Yo soy quién te asesinó.

Jamás pensé que la vida estaba en manos de Dios.

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Creí que sola, sin vos, podría encontrar la salida.

Y viviré arrepentida de mi absurda decisión.

Salí de la habitación con el alma desgarrada.

Sintiéndome muerta en vida, subí por el ascensor

hasta la zona más alta. Y volé, hacia la vereda,

pidiendo a gritos perdón... pidiendo a gritos perdón.

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QUISIERA

Quisiera acompañarte en el vacío,

quisiera no perderme en la mitad.

Quisiera entender el recorrido

del laberinto eterno y tu verdad.

No puedo esperar más a que me salves,

no quiero ser mi sombra y nada más.

Hay veces que despierto y creo que muero

cuando me cruzo con la realidad.

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ABSURDO

Tanto lloré esperando contemplar

la luz, la aurora, el arco iris.

Tanto soñé con despertar una mañana

viendo florecer la vida nueva.

Fracaso eterno, vacío, indignación,

me sentí abatido desde el principio

de las batallas cuerpo a cuerpo con la soledad,

con los encantos ajenos, con el éxito rápido.

La cama fría al llegar la madrugada

me hace pensar en lo absurdo de mis días.

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DE SUEÑO A PESADILLA

Soportando gritos, discusiones, golpes,

toda la vida sufriendo a tu lado.

No tienes lo que quiero,

no doy lo que he tenido,

¿para qué vivir juntos y separados?

Perdiendo el tiempo con la vana espera

de creer que al fin las cosas cambian.

El amor fue una excusa,

no importa lo que siento.

Seguir así, una locura amarga.

De sueño a pesadilla en un instante,

esto es dolor, dolor del verdadero.

¿Será que esto fue todo?

¿Así entregué mis años?

Tal vez estaba escrito y no lo quise ver.

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PARA QUÉ

Oí tu voz, quebrando mi tormento

y el espinoso sueño de mi vida.

Mi alma te escuchó tan confundida,

no pudo soportar tanto desprecio.

Para qué vivir más, si no te tengo.

Si desde entonces te pierdo en mi llanura,

en este páramo infernal, muerte sin luna

que eclipsa para siempre mi secreto.

Para qué vivir más si soy la sombra

de aquello que imaginé una vez.

Para qué continuar con la mentira,

todo lo que se fue no va a volver.

Quiero cerrar mis ojos, poco a poco,

y alejo del corazón la pena.

Por no saber amarte, por no saber caer,

maduro como una fruta seca.

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A TU LADO

Mi triste historia y mi monotonía

terminaron al cruzarme con tu sombra.

El cielo ya no es gris, la noche espera,

todo tiene sentido al lado tuyo.

Eterna primavera,

llego a la cima de mi vida.

Y cada día me aferro a la locura

de saber que estarás siempre,

que hasta mi muerte

caminaremos juntos.

Ahora puedo entender

lo malo y lo bueno,

lo profano y lo sublime.

Todo me da la mano

porque siento que a tu lado

me estoy ahogando de amor.

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PAZ

La luz de tu montaña se quebró en dos,

como el furioso néctar de mi sangre,

como el párpado vacío de la luna.

El sol de la mañana me perdonó,

así como mi alma estalla al verte.

La lluvia en tu ventana palideció,

borrando el mes de agosto,

llenándome de paz.

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PUEDO

Puedo pasar eternas primaveras,

morir y reencarnar en otro mundo.

Quizá perder todo ese cielo tuyo

o que me expliquen mil veces y no entienda.

¿Por qué el amor se esconde de mis sueños

y la distancia aumenta entre los dos?

Tal vez aquel pasado fue mejor

y en tu futuro entierro mi silencio.

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ELLA

Ella es tan ausente,

se duerme en la niebla,

no deja que nadie se acerque a su vida.

Despierta en la luna,

sigue en su inconsciencia

esperando un sueño que la haga feliz.

Se va hacia la luz

y vuela en silencio

porque ése es su idioma.

Aunque el mundo grite

nunca va a escucharlo.

Siempre entendió todo,

lo que nadie ve.

Ella es tan ausente,

sigue en su inconsciencia

y vuela en silencio

aunque el mundo grite.

Siempre entendió todo,

lo que nadie ve.

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MOMENTO

El momento en que tu sueño me despierta,

el día que mi vida terminó.

La noche en la que el ángel me consuela,

todo el tiempo perdido entre los dos.

Soy ese peregrino que se aleja

negando siempre aquello que no soy.

Así, sin dar amor, me desbarranco,

comiéndome las huellas del dolor.

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¿DÓNDE VAS?

¿Dónde vas?

¿Adónde has escondido

la piel de tus errores,

la espina del dolor?

¿Cómo estás?

Tantos meses sin verte.

La vida no ha querido

que vuelvas a pasar.

¿Qué buscás?

Seguramente algo

que nunca has encontrado

en otro corazón.

¿Cómo fue?

Que dentro de mi alma,

la culpa sigue viva

y pide verte más.

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RASTRO

Anoche soñé todo lo que fuimos

y hoy me siento un hombre fracasado.

A pesar de tu promesa y de mi tiempo,

no entiendo qué pasó, olvidé el rastro.

Traté de dar amor sin condiciones

y de buscar respuestas a tu espacio.

Tus dudas fueron más y te fallé,

tu obra duró mucho más que un acto.

Aunque de dar algo siempre trate

no puedo pretender que ya no hay nada.

No entiendo qué pasó, olvidé el rastro.

Te fuiste, simulando que me amabas.

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GRIS

Me lleva el viento adonde no he querido.

Me lleva, no me tuvo piedad.

Sé que mi vida se acaba y fue tan pobre…

En este mundo hay poco por sembrar.

Tarde descubro que la muerte es un motivo,

le da sentido al tiempo por vivir.

Arriba no hay lugar para los tibios,

no lo pude evitar, fui siempre gris.

Iré hasta el Cielo, ¿quién sabe?, o al infierno...

Si siempre caminé sin dejar huella,

si nunca me jugué, sólo busqué aferrarme

a lo poco que tuve en esta tierra.

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MENTIRA

Descubro que a pesar de tu mirada

las cosas no han cambiado todavía.

Vivo chocando con la pared de frente,

sigo viviendo con vos y tu mentira.

Te siento sospechosa a cada instante

y no puedo creer que seas sincera,

porque pasan las horas y no vuelves.

Sigo muriendo, con vos y tu mentira.

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VISIONES

La locura es el pretexto

para divulgar mis sueños.

Aquellos que siempre tuve,

los que alguna vez tendré.

Todas las caras sin rostro

y todas las pesadillas,

las tormentas y demonios

que veo hacia la pared.

Seguiré con las visiones,

ese pasado que vuelve

logra inmolar mi presente

y me deja perdedor.

Me aterroriza la forma

que adoptan todos mis miedos,

siguiéndome cada noche,

preanunciándome el dolor.

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MIEDO

Es bueno tocar fondo tan seguido,

puedo escapar pronto del abismo.

Puedo perder el miedo a lo profundo

y desangrar todo lo que no quiero.

Puedo sentir que volar es un remedio,

quizá mañana ya no me dé lo mismo.

Y así vencer el miedo que atormenta:

mi miedo a ser mejor, a ser distinto.

¿Por qué perdí todas las madrugadas

buscando lo que nadie me explicó?

Las dudas que me asaltan por la noche,

la angustia que siento por los dos.

Por eso, mi cielo está cerrado

y en mi pasado, jamás amaneció.

Para el dolor es fácil esconderse,

lo duro es creer que ya pasó.

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LIBERTAD

¿Creés que la libertad es mi remedio

cuando no me educaron para usarla?

¿Creés que la vida es el destello

de lo que no hubo ni que jamás habrá?

¿Por qué se empeñan en mentirnos tanto?

¿Por qué se esmeran en burlar esta ansiedad?

¿No ven que sólo aumenta nuestra ira

con la impotencia de no poder pelear?

Aunque duelan las próximas derrotas

no quiero ser la sombra de tu altar,

tampoco el adorno de tu nuca,

ni una piedra preciosa en pedestal.

¿Realmente creés que así es la vida,

que no es posible otra sociedad?

Hay conciencias que deben despertarse

y sueños que merecen realidad.

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MISERIA

Tengo pastillas que me ayudan a olvidar,

y una bolsita de nylon que me invitan.

Tengo muchas ganas de ser honesto,

pero me cuesta bastante.

Tengo espectadores de mi circo gratuito,

de mis malabares por necesidad.

Miles de sueños y partidos vistos

desde atrás de una puerta cerrada.

Quiero saber qué se siente ir a la cama

con una caricia, con el corazón feliz,

con una oración, con una sonrisa.

O al menos con el estómago lleno.

Tengo mucha dignidad que no me sirve.

Deseos de trabajar pero no alcanzan.

Tengo el alma hinchada de aire,

de angustia, de soledad.

Voy por la calle, revuelvo,

podría ser un perro pero soy un hombre.

Podría ser un hombre pero no soy nadie,

masticando bronca y nada más.

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¿No sentís que da lo mismo

romperte el lomo y no hacerlo?

¿No ves que a nadie le importa

si lo que hacés está bien?

Si la tristeza que tengo no me la pueden curar,

¿para qué quieren que vaya a la escuela?

Quisiera explicarles yo

la nostalgia de comer,

limosnear, dormir afuera,

las semanas sin bañarme.

Lo que no me enseñó nadie

fue a comerme la basura.

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FINAL

Es tarde para saber lo que has perdido,

es pronto para ver lo que ganás.

La vida se construye en ida y vueltas

y es tiempo todavía de esperar.

Es obvio que intentas maniatarme

cuando lo que vivimos queda atrás.

¿Quién quiere saber cómo salimos?

Importante es el camino, no el final.

Nadie saldrá herido en el intento

de darle algo de paz a este epitafio.

No quiero todavía me reemplaces

con esa realidad que va a llegar.

Fui el eterno peregrino de tu sombra,

el heredero de toda la inocencia.

Voy a quedarme ajeno a tu silencio

aunque me duela no enfrentar la realidad.

Ya no me amparo debajo de tus alas,

sigo viviendo en mil contradicciones.

Ya cancelé todas mis ambiciones,

tengo las cuentas saldadas a favor.

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Quiero seguir sin tantos horizontes

y derribar aquello que me acecha.

Quiero volver a ese sueño de antes,

la calma que fue previa a la tormenta.

No importa cuántas veces he caído

peleando contra molinos de viento.

Yo sé que cuando llegue al arco iris

aquello en lo que creo me va a juzgar.

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ÍNDICE

Hambre 055

Imaginándote 07

Poco a poco 08

Hay 09

Sólo mía 11

Te espero 12

Tengo 13

Vacío 14

Así 15

No alcanza 17

Papel 18

Feliz 2084 29

Carro 33

Locura 35

Flor 37

Extraño 38

Hall 39

Traición 40

Esperanza 41

Sueño 42

Te perdí 43

Odio 44

Solo 45

Lo nuestro 46

Soñando 47

Realista 48

Memoria 49

Lluvia 50

Adivino 51

Si 52

Carta 53

La cuna 55

Dos vidas 57

Quisiera 59

Absurdo 60

De sueño a pesadilla 61

Para qué 62

A tu lado 63

Paz 64

Puedo 65

Ella 66

Momento 67

¿Dónde vas? 68

Rastro 69

Gris 70

Mentira 71

Visiones 72

Miedo 73

Libertad 74

Miseria 75

Final 77

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