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INCORPORACIÓN DE NUEVOS MIEMBROS DEL SERVICIO EXTERIOR ECUATORIANO

TERCEROS SECRETARIOS

Quito, 11 de abril 2012

Queridas compañeras, queridos compañeros:

Realmente estoy muy emocionado. Creí que no iba a tener vida para presenciar momentos como este. Recuerdo las bromas que hacíamos, que Ecuador era un país indescifrable porque cuando veían jugar a

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nuestra selección de fútbol, nuestra querida TRI, creían que todos éramos afro descendientes; cuando veían las postales turísticas creían que todos éramos indígenas; y cuando iban a nuestras embajadas creían que todos éramos coloraditos. Así que por fin hay una diplomacia que refleja la riqueza, la pluralidad, la diversidad de nuestras naciones.

Son pasos, pasos importantes y hoy día fundamentales, Dios quiera irreversibles, para esa Patria Nueva, para esa Patria plurinacional, intercultural que reconoce nuestra nueva Constitución.

Ya se han dado otros pasos importantes y debemos seguir construyendo, insisto, ese país de todas y de todos: hace unas semanas, en este mismo local, después de un proceso de selección absolutamente transparente, cuarenta y dos jueces y conjueces se posesionaron como miembros de la Corte Nacional, la primera en la historia del Ecuador y la única a nivel planetario con equidad de género. No logramos la diversidad étnica que existe en estos nuevos diplomáticos, pero sí logramos esa equidad de género y, por primera vez en la historia, por concurso de

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méritos (como decía un compañero, sin que nadie les haya regalado nada), un indígena y, más aún, una mujer indígena es miembro de la Corte Nacional.

Qué diferencia del país que vivíamos y sufríamos muchos. Recuerdo hace algunos años, en las tantas luchas fratricidas por el poder -no por la nación, por el poder, por espacios de poder-, cuando uno de esos políticos que deambulaban en la vida nacional, avergonzándonos a todos, fue destituido, huyó, ya ni recuerdo, de la Alcaldía de Guayaquil, para ser sustituido por otro igual de malo que él; pero entre las cosas que había realizado estaba el concurso de Reina de Guayaquil y había salido electa una afrodescendiente preciosa… Lo segundo que hicieron después de sacar a ese alcalde, fue reemplazar esa Reina de Guayaquil afrodescendiente por una chica de ojos claros, seguramente muy bella, pero que no representaba en absoluto a la mujer ecuatoriana.

Cuánto racismo, cuánta discriminación, cuánta exclusión, cuánto elitismo ha habido en nuestro país; pero ese viejo país se está

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acabando y estamos presenciando aquí el nuevo país, la Patria bella, la Patria digna, la Patria de todas y de todos.

Todos recordamos las argollas que había para ingresar a la Cancillería. No ingresaban los mejores –con las excepciones de siempre-, ingresaban los de apellidos rimbombantes, los que tenían palancas, componendas… En mi propio equipo, en la Presidencia, tengo brillantes colaboradores, con varios títulos de posgrado, con varios premios académicos, que participaron una, dos, tres veces y nunca pudieron ingresar. Si había cinco cupos, siempre quedaban en sexto lugar y siempre les decían “usted es brillante, muy bueno, pero quedó en sexto y esperemos que tal vez alguien se retire para ver si ocupa ese puesto” y no entraban necesariamente los mejores.

Cuánto entreguismo, cuánto cuento. Recuerdo que cuando llegué al gobierno me preguntaba ¿por qué los mexicanos, hermanos latinoamericanos, requieren visa para entrar en Ecuador? Por el principio de reciprocidad, porque ellos también nos piden visa. Ah, muy bien, ¿y por qué los estadounidenses no necesitan visa para entrar en Ecuador, cuando

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ellos sí nos piden visa? Todavía estoy esperando la respuesta. Era puro y simple entreguismo.

Insisto, con las honrosas excepciones de siempre, pero con criterios anacrónicos, obedeciendo a dictámenes extranjeros, a lugares comunes, a lo “políticamente correcto” entre comillas, de acuerdo al establishment y no de acuerdo a lo que la Patria y la Patria Grande necesitaban. Esas vieja diplomacia, con ustedes, llega a su fin y nace la diplomacia nueva para esa Patria nueva, compatriotas.

Estamos construyendo una democracia verdadera, en todos los sentidos, con equidad de género, con equidad regional. Están aquí las 70 personas que han superado pruebas académicas relacionadas a temas como la Constitución, Realidad Nacional, Plan Nacional del Buen Vivir, Realidad Internacional. El rango de terceros secretarios o ayudantes generales, corresponde a la sexta categoría del Servicio Exterior, cargo con el que todo diplomático inicia su carrera en la Cancillería, todos ellos profesionales ecuatorianos con altos méritos académicos y muchos de ellos

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con títulos de postgrado. Nuestra representación diplomática se pinta de colores, resumiendo todo el bagaje cultural de los Kichwa, de los Otavalo, de los Saraguro, de los Caranki, de los Shuar, de los Afroecuatorianos, de los Montubios, de los Mestizos, personas con discapacidades y migrantes; esto, representa una nueva época, no una época de cambios, una nueva época, un cambio de época en la Cancillería y en la Patria entera.

Imanalla, wawkikuna, panikuna!

Ecuadorpika shikan kawsaymi tiyan.

(En Ecuador hay diferentes culturas)

Kankuna shikan kawsaymantami kankichik,

(Ustedes pertenecen a diferentes culturas)

Shinapash Ecuadormantami kankichik.

(Pero son de Ecuador)

Chaymantami kaypi kankichik.

(Por eso están aquí)

Chaymantami kaypi trabajakrinkichik.

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(Por eso van a trabajar aquí)

Kankunata rikushpa,

(Mirando a ustedes)

ñukaka may kushillami kani.

(Me alegro muchísimo)

Imamanta?

(¿Por qué?)

Kaypimi Ecuadorka kan.

(Aquí está el Ecuador)

Kaypimi ñuka kuyashka Llaktaka kan.

(Aquí está mi Patria querida)

Kaypimi tukuykunapa Llaktaka kan.

(Aquí está la Patria de todos)

Chaymantami may kushilla kani.

(Por eso mi alegría)

Kayakaman wawkikuna, panikuna!

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En el Ecuador del pasado, las políticas exteriores del país estaban determinadas por el coloniaje. Yo no sé si llorar o reír cuando dicen que no hay política internacional, que estamos condenados al fracaso, aislándonos. Una cosa es que no les guste la política internacional, otra cosa es que no haya; pero cuando se escuchan esas cosas se debería asumir que antes nuestra política exterior era un completo éxito, que jamás perdíamos batalla diplomática alguna, que jamás mutilaron en las mesas de negociaciones nuestro territorio, que jamás se perjudicó al país, cuando sabíamos que nuestra diplomacia, nuestra política internacional iba de fracaso en fracaso, de derrota en derrota, porque estaban determinadas por el coloniaje, por el bobo aperturismo económico y por el entreguismo, insisto, siempre puntualizando las honrosas excepciones; pero esta era la regla general, sino ¿cómo llegamos a consentir una base militar de otro país en nuestro suelo? El servicio exterior se había desnaturalizado y divorciado de los verdaderos intereses nacionales.

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Así como en el nacimiento mismo del Ecuador como República, en 1830, se enviaron embajadores plenipotenciarios para que el resto del mundo se enterara de nuestra existencia, de las intenciones de soberanía, autogobierno y convivencia pacífica que teníamos en nuestros objetivos fundacionales; ahora, los nuevos conceptos del país se proyectarán al mundo entero: el Buen Vivir, el amor por la vida, el proyecto Yasuní, la nueva arquitectura regional latinoamericana, el derecho a la movilidad humana, la supremacía del ser humano sobre el capital, la búsqueda de un futuro próspero y feliz como derecho humano, todo eso que está en la base de nuestra Revolución; insisto, se potenciará en el mundo entero gracias a nuestros compatriotas del servicio exterior, que así se convierte hoy, al fin, en un claro crisol de la mega diversidad de esta Patria maravillosa.

Los representantes del país deben ser los mejores, debemos vivir una estricta meritocracia, huir de la mediocridad como de la peste, peor aún cuando quieren analogar esa mediocridad con democracia. Nuestra democracia debe estar repleta de excelencia,

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deben estar los mejores representantes al país, los más capaces, quienes están comprometidos con la soberanía y el desarrollo, y para eso no importa el apellido ni el color de la piel, sino el talento humano, el amor para defender los intereses del país y el corazón ardiente por la Patria.

Desde nuestra constitución como República hasta la actualidad, hemos tenido más de 150 cancilleres y, con honrosas excepciones, la mayoría obedecía los designios del norte e ignoraba al sur; por ello, debemos tener en el servicio exterior a los que no tengan miedo de decir “no” cuando se afecta al país, a los que sepan bien claro que la dignidad del Ecuador no está en venta, ni se negocia por TLCs o prebendas mercantiles; quienes nos representan tienen la delegación de todo un pueblo y por eso deben ser impecables, pero no solamente en sus modales, no en su experticia en cocteles, sino fundamentalmente impecables en su proceder ético en defensa de la Patria y por qué no, también de la Patria Grande.

Este proceso marca un nuevo hito en la historia de la diplomacia ecuatoriana, con

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transparencia (le duela a quien le duela, porque ya no ganan los que quieren que ganen o los que estaban acostumbrados a ganar), con equidad, con meritocracia, donde los mejores tendrán el privilegio de representarnos con dignidad y soberanía, con independencia y amor patrio.

Mi felicitación a estos nuevos funcionarios y funcionarias, que entran al servicio exterior con el rango de tercer secretario, que han sido seleccionados como los mejores. Como decía el compañero representante del pueblo montubio: nadie les ha regalado nada, nadie les ha hecho ningún favor, ustedes se lo han ganado, ustedes lo han logrado, ustedes lo han merecido. Han sido seleccionados como los mejores, que han conseguido con su esfuerzo y su capacidad las más altas puntuaciones, y empiezan así una vida de servicio que el país sabrá reconocer o demandar.

El balance político del mundo ha cambiado, el Sur se presenta hoy como un Norte posible y los pequeños demostramos que la grandeza no reside en el tamaño territorial, sino en la fuerza del espíritu y en el coraje de forjar un

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mundo más justo y amable para nuestros hijos, para nuestros nietos. La región latinoamericana representa hoy por hoy una de las más grandes esperanzas para la humanidad, no solamente por los recursos naturales que bendicen nuestras tierras, por el agua, por los bosques, por los minerales, sino por el giro político que ha tomado la región en esta década, con gobiernos democráticos que buscan no solo crecimiento económico sino desarrollo, inclusión social, dignidad, soberanía.

Nunca más el Servicio Exterior será un bastión de las élites, nunca más la representación de nuestro país será privilegio de quienes tuvieron el poder PARA SERVIRSE DE ÉL; ahora, la función internacional se viste de todos los colores, se abre al pueblo, a nuestra gente que se ha esforzado, que ha estudiado para alcanzar esta meta, que antes estaba reservada para pocas personas, con apellidos rimbombantes, que decían eran de abolengo, alcurnia o aristocracia rancia.

La Constitución, aprobada por la inmensa mayoría, inaugura una nueva época en la Patria entera y en particular en el servicio

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exterior ecuatoriano, porque fija de manera inédita los parámetros de ejercicio de la soberanía con objetivos nacionales y regionales de integración, consolidación, apoyo. Para cumplir con estos postulados, los nuevos funcionarios se incorporan al Servicio Exterior con la nueva mirada de Patria; estamos seguros de que no agacharán la cabeza ante ningún mandato foráneo sino que levantarán la mirada y la voz del sur, para labrar un futuro nuevo y digno para nuestros pueblos.

La fuerza de la Patria Grande, de la América Nuestra, se sustenta en el compromiso que asumimos para buscar la integración enriquecedora y creativa; la unión de diversos pero no de desiguales; la gran nación de naciones que camine hacia el futuro sin hambre, sin exclusiones, sin analfabetismo, con dignidad y soberanía; de otro modo, nuestros pueblos se van a cansar de que los Presidentes estemos en tantas cumbres mientras ellos siguen en tan profundos abismos.

Hace cien años Eloy Alfaro Delgado, asumió y propuso el rumbo integracionista bolivariano,

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definido en estas palabras: “La Unión Centroamericana será igual a la que deberá alzarse más al Sur, sobre el solar de la Gran Colombia, preludio ambas uniones de otra más vasta, la Continental”.

“La Patria es América”, sentenció el Libertador Simón Bolívar. Hasta hoy la política internacional ha estado llena de adjetivos y de cumbres, es hora de bajar al llano y colmarla de verdades.

No serán nuestras palabras sino nuestros actos los que cambien la historia. Doscientos años han pasado sin que el sueño bolivariano de constituir una “Nación de repúblicas hermanas”, pueda concretarse. No vamos a seguir esperando ni un minutos más. Cuando los temerosos y los pusilánimes le reclamaban a Bolívar su vehemencia por la causa de la independencia y le decían que había que esperar, el joven y futuro Libertador les respondió: ¿es que trescientos años de espera no son suficientes?

Queridas compañeras y compañeros, el tiempo apremia, ya hemos esperado demasiado. Con prisa y sin pausa tenemos

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que construir la Patria nueva y junto a ella la Patria Grande, las cosas hay que hacerlas extraordinariamente bien y extraordinariamente rápido.

Felicitaciones, compañeras, compañeros, con Ustedes la Patria avanza y se muestra soberana, diversa y libre ante todo el mundo.

Muchas gracias en nombre del país.

¡Hasta la victoria siempre!

Rafael Correa Delgado

PRESIDENTE CONSTITUCIONAL DE LA REPÚBLICA DEL ECUADOR