2012-04 Art G40 Espiel y la Espeleología El Barrero

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18 Nº 50 • ABRIL 2012 Cultura Incluso puede ser que fuesen labradas en el mismo taller piezas de localidades distantes, con lo que esta- ríamos diciendo que la localidad que aparece en una moneda no indica el lugar de fabricación sino otra información; por ejemplo, que indicase el nombre de la ciudad de donde se había recibido el impuesto. De hecho en una excavación se pueden encontrar juntas monedas de distintas localidades. En el caso de que una localidad centralizase la fabricación de moneda habría que pensar en CESE (Tarraco para los romanos y Tarragona para nosotros) pues era la capital de la provincia y sede del procónsul. Tenemos aquí la oportunidad de contemplar la escri- tura del alfabeto ibérico, verdadero tesoro al que vol- veremos en otra ocasión. Su utilización por Roma nos induce a pensar que estas monedas se labraron para su uso por los indígenas, ya que no serían entendidas por las legiones. El caballito ibérico fue copiado por Franco en sus perrasgordas de aluminio. Este artículo está dedicado a los aficionados al caba- llo de Espiel Juan Manuel López Márquez ESPIEL Y LA ESPELEOLOGÍA (I) Rafael Bermúdez Cano (Miembro del Grupo Espeleológico G40) Julio Guijarro González (Miembro del Grupo Espeleológico G40) Desde los inicios del Grupo Espeleológico G40 de Priego de Córdoba el campo de trabajo del mismo se ciñó al ámbito de las Sierras Subbéticas Cordobesas. A finales de 2009 se acuerda ampliar su ámbito de ac- tuación a toda la provincia de Córdoba y así se solicita como zona de exploración a la Federación Andaluza de Espeleología. Meses atrás se venía ideando un pro- yecto a través del cual realizar un estudio histórico de la espeleología cordobesa y sus cavidades. El acuerdo citado era imprescindible para el desarrollo posterior del mismo y le serviría como punto de partida. Así nace “Tras las Huellas de la Espeleología Cordobesa”. Después de terminar los estudios de la Cueva del Fato, en Trassierra, nos planteamos otra zona de tra- bajo. Rebuscando entre la información a la que tenía- mos acceso, por la conjunción de diversas referencias, artículos e informes, nos resultó interesante las posi- bilidades que nos planteaba el Cerro del Castillo de Espiel. Un vaciado bibliográfico y entablar contacto con algunos veteranos del deporte subterráneo se plan- tean como tareas previas a las labores de campo que se inician en octubre de 2011. Como objetivo la localización de las cuevas y simas del cerro para su posterior exploración y realización de un informe espeleo-histórico de las mismas. Para lo primero se contó con las referencias escritas por los miembros del GULMONT y las indagaciones realiza- das por Manuel Ángel Barbero vecino de la localidad donde se ubican. Ello se complementó con una pros- pección sobre el terreno. Como resultado, al día de la fecha, se ha realizado el (Interior Sima Las Goteras) estudio de 8 cavidades entre las que destacan la Cue- va de Peña Redonda, Sima del Spit Viejo, Cueva de las Palomas y Sima de las Goteras, que han engrosado el mapa espeleológico provincial que se viene reali- zando por el G40 a través del “Catálogo de Cavidades de Córdoba”. En los informes de las mismas a parte de los datos puramente espeleológicos (localización, ac- cesos, descripción, reportaje fotográfico, ficha técnica y topografía) se reflejan igualmente datos históricos, antropológicos, biológicos, arqueológicos y geológi- cos. Para ello se han invertido ¿? Salidas. ¿? Miem- bros del G40 han participado en las mismas. A ello debemos de sumar las horas de gabinete en las que se han procesado y plasmado los datos obtenidos durante los trabajos de campo. Como resultado a destacar reseñar que en el trans- curso de los mismos se localizó un conjunto de pintu- ras rupestres de extraordinario interés. En diciembre

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"Espiel y la Espeleología (I)", por Rafael Bermúdez Cano y Julio Guijarro González, del Grupo Espeleológico G40. Publicado en la revista El Barrero de Espiel, nº 50 (abril 2012), pg. 18 a 20.

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Incluso puede ser que fuesen labradas en el mismo taller piezas de localidades distantes, con lo que esta-ríamos diciendo que la localidad que aparece en una moneda no indica el lugar de fabricación sino otra información; por ejemplo, que indicase el nombre de la ciudad de donde se había recibido el impuesto. De hecho en una excavación se pueden encontrar juntas monedas de distintas localidades. En el caso de que una localidad centralizase la fabricación de moneda habría que pensar en CESE (Tarraco para los romanos y Tarragona para nosotros) pues era la capital de la provincia y sede del procónsul.

Tenemos aquí la oportunidad de contemplar la escri-tura del alfabeto ibérico, verdadero tesoro al que vol-veremos en otra ocasión. Su utilización por Roma nos induce a pensar que estas monedas se labraron para su uso por los indígenas, ya que no serían entendidas por las legiones.

El caballito ibérico fue copiado por Franco en sus perrasgordas de aluminio.

Este artículo está dedicado a los aficionados al caba-llo de Espiel

Juan Manuel López Márquez

ESPIEL Y LA ESPELEOLOGÍA (I)Rafael Bermúdez Cano(Miembro del Grupo Espeleológico G40)Julio Guijarro González(Miembro del Grupo Espeleológico G40)

Desde los inicios del Grupo Espeleológico G40 de Priego de Córdoba el campo de trabajo del mismo se ciñó al ámbito de las Sierras Subbéticas Cordobesas. A finales de 2009 se acuerda ampliar su ámbito de ac-tuación a toda la provincia de Córdoba y así se solicita como zona de exploración a la Federación Andaluza de Espeleología. Meses atrás se venía ideando un pro-yecto a través del cual realizar un estudio histórico de la espeleología cordobesa y sus cavidades. El acuerdo citado era imprescindible para el desarrollo posterior del mismo y le serviría como punto de partida. Así nace “Tras las Huellas de la Espeleología Cordobesa”.

Después de terminar los estudios de la Cueva del Fato, en Trassierra, nos planteamos otra zona de tra-bajo. Rebuscando entre la información a la que tenía-mos acceso, por la conjunción de diversas referencias, artículos e informes, nos resultó interesante las posi-bilidades que nos planteaba el Cerro del Castillo de Espiel. Un vaciado bibliográfico y entablar contacto con algunos veteranos del deporte subterráneo se plan-tean como tareas previas a las labores de campo que se inician en octubre de 2011.

Como objetivo la localización de las cuevas y simas del cerro para su posterior exploración y realización de un informe espeleo-histórico de las mismas. Para lo primero se contó con las referencias escritas por los miembros del GULMONT y las indagaciones realiza-das por Manuel Ángel Barbero vecino de la localidad donde se ubican. Ello se complementó con una pros-pección sobre el terreno.

Como resultado, al día de la fecha, se ha realizado el

(Interior Sima Las Goteras)estudio de 8 cavidades entre las que destacan la Cue-va de Peña Redonda, Sima del Spit Viejo, Cueva de las Palomas y Sima de las Goteras, que han engrosado el mapa espeleológico provincial que se viene reali-zando por el G40 a través del “Catálogo de Cavidades de Córdoba”. En los informes de las mismas a parte de los datos puramente espeleológicos (localización, ac-cesos, descripción, reportaje fotográfico, ficha técnica y topografía) se reflejan igualmente datos históricos, antropológicos, biológicos, arqueológicos y geológi-cos. Para ello se han invertido ¿? Salidas. ¿? Miem-bros del G40 han participado en las mismas. A ello debemos de sumar las horas de gabinete en las que se han procesado y plasmado los datos obtenidos durante los trabajos de campo.

Como resultado a destacar reseñar que en el trans-curso de los mismos se localizó un conjunto de pintu-ras rupestres de extraordinario interés. En diciembre

 

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del pasado año ya se dio cuenta de ellas por parte de Manuel Ángel Barbero en esta misma publicación. Una vez debidamente contrastadas y verificadas por especialistas en la materia en breve comenzará un es-tudio pormenorizado de las mismas. La ciencia con sus últimas innovaciones aplicada a la arqueología nos desvelará lo que hasta ahora el ojo humano sólo apre-cia en parte debido a lo desvaído de sus pigmentos. Cuatro serán los arqueólogos comprometidos con este proyecto, tres de los cuales son miembros de nuestro grupo.

El presente artículo pretende ser el primer de una se-rie que, a manera de catálogo, den a conocer la riqueza del subsuelo de Espiel, haciendo un recorrido por las diferentes cavidades que lo horadan. Se basarán en los estudios realizados por los miembros del Grupo Espe-leológico G40 de Priego de Córdoba.

Antes de introducirnos de lleno en cada una de los citados fenómenos espeleológicos convendría realizar un recorrido histórico donde enmarcarlos:

Las primeras referencias que hablan sobre cavidades en el Cerro del Castillo de Espiel las encontramos en la obra de Antonio Carbonell Trillo-Figueroa. Geólo-go, trabajador incansable y gran conocedor de la tie-rra cordobesa, nos dejó un amplio legado de escritos, relacionados sobre todo con la minería. Pero también realizó aportaciones al estudio de la Prehistoria cordo-besa, que se hallaba en pañales en los primeros años del siglo XX. Este interés por la Prehistoria y la mine-ría le llevaron a entrar en contacto con el mundo de las cavidades, al estar algunas de ellas directamente rela-cionadas con ambas disciplinas. De este modo, realizó los que se pueden considerar como primeros catálogos de cavidades dedicados específicamente a la provin-cia. En 1917 describe una relación de ellas en el “Se-manario Independiente Córdoba”. De la zona que nos ocupa dice textualmente: “Espiel. Cuevas del Castillo, atribuidas a restos de las antiguas cisternas de éste”. En 1922, en los boletines de la Real Academia habla sobre una cavidad arrasada por una cantera en una de sus “Contribuciones a la prehistoria cordobesa”, al hablar de una placa ídolo hallada en la citada cueva. En 1945 hace una relación más amplia en otro de los boletines: “Varias de ellas con interesantísimos restos eneolíticos se reconocieron en la cuerda del cerro del Castillo de Espiel”.

La espeleología, como disciplina que implica tanto la práctica deportiva como el estudio de diferentes aspec-tos de las cavidades, ya sean directa o indirectamente ligados a ésta, no surge en Córdoba hasta los principios de la década de los sesenta del pasado siglo. Previa-mente, en la década de los cincuenta, el grupo GAMA

de Doña Mencía había abierto éste camino realizando las primeras exploraciones. El Grupo Espeleológico Ambrosio de Morales de Córdoba (GEJAM), depen-diente del Frente de Juventudes al igual que la sección espeleológica de la OJE prieguense, el Grupo de Ex-ploraciones e Investigaciones Subterráneas del Grupo Universitario Laboral de Montaña (GULMONT), que nace en el seno de la Universidad Laboral Onésimo Redondo de Córdoba o el Grupo Espeleológico Cór-doba (GEC) que llegó a funcionar bajo el patrocino de la Diputación Provincial, operan de forma activa hasta principios de los setenta. A partir de dicho momento van disminuyendo poco a poco en sus actividades y trabajos hasta llegar a desaparecer por completo creán-dose a su vez nuevos grupos.

Según las referencias escritas a las que hemos te-nido acceso hasta el momento son los miembros del GULMONT los encargados de abrir el horizonte de la espeleología en Espiel. Atraídos en un principio por la verticalidad de las paredes del Cerro del Castillo, exploraron finalmente su subsuelo. Pero en la mejor de sus cavidades hasta ahora exploradas, la de las Gote-ras, encontramos en la sala final un panel donde, pinta-das a carburo se hallan las siglas de los nombres de los tres grupos antes citados con cede en Córdoba capital, que propiciaron, junto con otros de la provincia, los inicios de la espeleología cordobesa.

En el boletín interno del GULMONT y en va-rios artículos (publicados en el Diario Córdoba y en la revista Karst) quedaron reflejados sus trabajos de exploración, catalogación, descripción y topografía. En 1965 ya tenemos constancia escrita de la presen-cia de miembros del GULMONT en la Cueva de Peña Redonda, aunque su primer contacto con ella sería an-terior. Sus paredes sirvieron como espacio de instruc-ción en las técnicas de progresión por cuerda y escala, como lo siguen siendo en la actualidad para algunos escaladores. En ese año realizaron las primeras activi-dades espeleológicas en la zona que nos ocupa:

“El grupo de espeleología Gúlmont ha realizado en el curso 1965-66 una intensa actividad espeleoló-gica…En el mes de noviembre tuvo lugar la primera expedición de investigación subterránea a la zona de Espiel, en la provincia de Córdoba. El fin de la expe-dición era el estudio del terreno y la bajada a un pozo-mina de 25 metros que sirvió de entrenamiento para algunos principiantes” (GULMONT, 1966).

Durante los primeros meses de 1966 continúan con las campañas de exploración en el karst de Espiel. Se llegó incluso a organizar por la Delegación Pro-vincial de Espeleología de Córdoba el “Primer Cam-pamento Cordobés de Espeleología” en el Cerro del

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Castillo. Sus promotores serían el GULMONT y el GEC. Este campamento celebraría entre los días 6 y 8 de diciembre de 1969, aprovechando el fin de semana y la fiesta de la Inmaculada Concepción. Se realizaron actividades de espeleología y de escalada. No es de extrañar esta mezcla de disciplinas, hoy tan diferen-ciadas, ya que los inicios de la espeleología en Cór-doba estuvieron muy unidos a los grupos de Montaña, al igual que a la arqueología. En un primer momento, sin tener el apoyo de federación deportiva alguna, y posteriormente encuadrados en la Federación Españo-la de Montaña. La elección del lugar no fue aleatoria. En el Cerro del Castillo y alrededores se concentraban varias cavidades ya conocidas por los escaladores del GULMONT que lo visitaban con asiduidad para sus prácticas deportivas. En la provincia de Córdoba, al margen de las Sierras Subbéticas, quizás sea el lugar donde nos encontremos con mayor concentración de cavidades en un espacio reducido. Aunque varias de ellas habían sido ya exploradas, quedaban otras pen-dientes de ello y las características geológicas de la zona propiciaban el que pudieran localizarse alguna más, tras una prospección sistemática del terreno.

En el campamento participaron trece perso-nas, ocho de ellas espeleólogos y cinco escaladores, pertenecientes al GULMONT y al GEC. El sábado 6 fue empleado en el montaje del campamento, organi-zación de material y planteamiento de las salidas. El día 7 los integrantes de las actividades se dividieron en dos secciones, una de escalada y otra de espeleolo-gía. La de escalada tenía como jefe de grupo a Florián Iglesias. Su objetivo las paredes del Cerro del Castillo. Una “chimenea” de más de 30 metros de altura que culminaba en la zona alta de la cuerda montañosa. La de espeleología contó como jefe de grupo con J. A. Magariño, y exploró tres cavidades, según se indica en las memorias del mismo:

“La primera cavidad presentaba carácter geológico algo extraño. Su boca había sido originada por una disgregación de rocas calizas, dando lugar a una sima de 23 metros. En su interior pasadizos artificiales y grandes destrozos de sus galerías, debido a una mina de cuarzo cristalizado. Todo ello impresionaba a se-guir la búsqueda del término de la misma. Grandes bloques de piedra obstaculizaban el difícil acceso por sus galerías, dando lugar a fáciles derrumbamientos en su interior.

Más tarde, una segunda cueva, equidistante a 1500 metros de ésta, fue localizada gracias a la colabora-ción de un campesino de Espiel. Esta cueva, reconoci-da por el nombre de “Las Goteras”, presentaba en su boca una sima de 36 metros. En su interior se abría en dos salas con bellísimas formaciones litogénicas.

La tercera cueva junto a unos baños árabes está si-tuada en las ermitas del pueblo. Es de poco interés, debido a su escasa longitud y carencia en formaciones de tipo científico” (GEC-GULMONT, 1969).

El lunes día 8 se volvieron a plantear dos expe-diciones:

“El lunes, día de la Inmaculada, los escaladores prosiguieron la subida por una de las chimeneas de más de 30 metros de altura llegando a la cúspide del cerro.

El grupo de Espeleología siguió explorando las cin-co cavidades restantes que resultaron ser pequeños cobijos que no presentaban gran interés para nuestra afición” (GEC; GULMONT, 1969).

El grupo de Espeleología continuó explorando cavidades, aportando cinco más a las ya existentes, las cuales resultaron tener escaso interés espeleológico. El monitor José Antonio Magariño impartió lecciones de topografía, arqueología, karstología, técnica de subi-das y bajadas por escala, “rappel” y paso por lamina-dores y galerías, tanto en su aspecto científico como deportivo.

Manuel Ángel Barbero

ESPIEL EN LA REAL ACADEMIA DE CÓRDOBAHace unos meses, terminé un libro titulado “Breve

Historia de la Primera Guerra Mundial” de Norman Stone. Realmente la lectura fue interesante, pero bre-ve, por lo que me dirigí hacia la bibliografía utiliza-da, con la intención de ampliar algo los conocimien-tos sobre la Guerra menos conocida. Tras anotar las publicaciones más notorias, se citan una serie de di-

recciones de correo electrónico de las que reconoce el autor, los “resultados sensacionales” que se obtienen en Internet. Los tiempos cambian, ya no hay que ser ratón de biblioteca.

En este segundo artículo que, amablemente, Pepe Ortiz me invita a escribir y que continua con la apor-tación de datos para provocar a la investigación de la