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    CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTFICAS

    Volumen XCII N 1 Madrid (Espaa) ISSN: 0210-9174enero-junio 2012

    INSTITUTO DE LENGUA, LITERATURA Y ANTROPOLOGA

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    Condicionamientos textuales en la evolucinde los adverbios en -mente*

    Textual conditioning in the evolutionof manner adverbs in -mente

    Concepcin Company CompanyUniversidad Nacional Autnoma de Mxico

    RESUMEN: El trabajo plantea que los adverbios en -mentepueden ser caracterizadoscomo un cultismo peculiar. Analiza diacrnicamente la diferente manifestacin de estosadverbios en lengua literaria y no literaria, la preferencia de ciertos soportes dis-cursivos por adverbios en -mente, la temprana y rpida inhibicin de la varianteverncula diptongada -miente y las varias causas que motivan la generalizacin de lavariante no diptongada -mente. El trabajo se basa en un anlisis estadstico para mos-trar la significatividad de las variables estudiadas.

    Palabras clave: adverbios en -mente, cultismo, cambio sintctico, oralidad, escritu-ra, condicionamiento textual del cambio.

    ABSTRACT: The paper analyzes the evolution of manner adverbs in -mente in Span-ish. These adverbs constitute a peculiar learned construction not only in their formation

    but also in their evolution. The variables examined are: the difference between writtenand spoken texts; the genre or textual conditioning of the syntactic-semantic change ofmanner adverbs; the early and fast inhibition of the vernacular variant -miente and thevarious causes of the generalization of -mente. The paper shows the statistical signifi-cance of the variables studied.

    Keywords: manner adverbs in -mente, learned words, syntactic change, written lan-guage, spoken language, genre conditioning of language change.

    R E V I S T A

    DE

    F I L O L O G A E S P A O L AVolumen XCII N.o 1 enero-junio 2012 M ad ri d ( Es pa a ) I SS N: 0 21 0-9 17 4

    *Dos de los aspectos aqu desarrollados fueron expuestos, de manera abreviada y puntual, enel IX Congreso Internacional de Hispanistas de Argentina, llevado a cabo en La Plata, en abrilde 2010.

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    REVISTA DE FILOLOGA ESPAOLA (RFE), XCII, 1.o, 2012, pgs. 9-42, ISSN: 0210-9174

    1. INTRODUCCIN. LA RELACIN ENTRE ORALIDAD Y ESCRITURA EN EL CAM-

    BIO LINGSTICO

    Uno de los aspectos ms complejos, por huidizo y multiangular, en los es-tudios de lingstica histrica es cmo determinar el papel de la relacin entreoralidad y escritura en la gestacin y desarrollo de los cambios lingsticos. Unaspecto estrechamente vinculado con el anterior, y asimismo conflictivo, escmo establecer la manera en que el gnero textual puede condicionar el origeny difusin del cambio. A la vez que complejos, ambos aspectos son nodales enel anlisis del cambio lingstico y por ello han estado presentes, implcita oexplcitamente, en los trabajos de gramtica histrica del espaol realizados alo largo de la ltima centuria.

    Los dos aspectos son complejos, entre otras razones, por las dificultadescada vez menores, ciertamente para acceder a corpus adecuados en los quese pueda comparar escritura y oralidad o, bajo otra perspectiva, escritura litera-ria y no literaria, y porque, con cierta frecuencia, el anlisis de los condiciona-mientos textuales suele limitarse a la reflexin y planteamientos tericos y nosiempre se llegan a analizar en profundidad los datos ni a comprobar emprica-mente los posibles vnculos entre los diferentes soportes textuales o elcondicionamiento discursivo del cambio. En gran medida, esas dificultades es-

    tn ancladas en el hecho, insoslayable y sabido, de que el estudio diacrnicoest determinado en gran parte por los textos escritos, particularmente los lite-rarios, y porque hasta hace muy poco los acercamientos diacrnicos excluanlos siglos XX-XXI, ya que se consideraban parte de la sincrona de la lengua, noobstante que, como es obvio, son los nicos periodos en los que es posibleanalizar oralidad real. La dificultad subyacente primaria un problema episte-molgico de fondo es que, en ltima instancia, se puede decir que nuncasabremos cmo se hablaba en estados pretritos de la lengua.

    Este trabajo versa precisamente sobre los dos problemas bsicos aqu plan-teados: la relacin entre oralidad y escritura en la lingstica histrica, especfi-

    camente en sintaxis histrica, y el posible condicionamiento discursivo delcambio sintctico, y pretende aportar luz metodolgica y nuevos datos al anli-sis de estos dos aspectos tericos. El tema especfico en que se sustenta el an-lisis es la gestacin y desarrollo de los adverbios de manera en -mente en elespaol.

    Dado que trabajaremos con las diferencias y similitudes entre oralidad yescritura, se hace conveniente presentar un breve estado de la cuestin. En lostrabajos de sintaxis histrica del espaol se observan, al menos, cuatro maneras,slo hasta cierto punto complementarias, de concebir la relacin entre la lenguaoral y la lengua escrita, particularmente, la literaria; las cuatro aparecen implci-

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    tamente conviviendo en la mayora de los anlisis y las cuatro se preguntan,implcita o explcitamente, por la tensin que oralidad y escritura generan en la

    construccin de la gramtica1. a) Una primera postura considera la literaturacomo reflejo y retardadora de los cambios que inician usualmente en laoralidad. c) Una segunda posicin establece que la lengua literaria es un espejocasi directo de la oralidad. b) Una tercera postura sostiene que la lengua litera-ria es modlica e innovadora y que puede ser la iniciadora de cambios que seconvierten en modas lingsticas que pasan con posterioridad a la oralidad y segeneralizan en ella. d) Una ltima postura considera que la oralidad y la escri-tura construyen un continuum gradual de diferencias, pero que bsicamente sonsoportes textuales diferentes. Existen diferencias entre la primera y segundaposturas: en la primera, la escritura disfraza y retarda la dinmica de la lenguaoral, en la segunda, la escritura es un mero reflejo de la oralidad. Veamos bre-vemente cada una de estas posiciones.

    a)La escritura como retardador del cambio. Es la posicin ms generaliza-da y tradicional. Se acepta en esos trabajos que los cambios lingsticos se ori-ginan y activan primero en la lengua oral y posteriormente dichos cambios sonincorporados en la lengua escrita, que es, por lo regular, un soporte con mayorprestigio social y, por ello, ms conservador y reticente a introducir innovacio-nes2. De hecho, muchos cambios gestados, e incluso generalizados, en la lenguaoral, aun cuando tienen una gran naturalidad o bondad estructural, nunca, o

    muy difcilmente, llegan a la escritura ya que se asocian con usos populares oineducados, de manera que carecen del cuidado, la reflexividad y el prestigioen que se respalda la lengua escrita estndar3.

    1 En el panorama actual de los estudios de sintaxis histrica, las cuatro posiciones conviven.Conviven, por ejemplo, por citar slo un par de obras colectivas de amplia envergadura, en losdiversos trabajos recogidos en la Historia de la lengua espaola coordinada por Rafael Cano,Barcelona, Ariel, 2004; conviven en los diversos captulos de la Sintaxis histrica de la lenguaespaoladirigida por Concepcin Company, 4 volmenes, Mxico, Fondo de Cultura Econmicay Universidad Nacional Autnoma de Mxico, 2006 y 2009; y, de hecho, por lo regular, en esos

    proyectos no existe una reflexin explcita sobre los vnculos entre oralidad y escritura en losprocesos de cambio sintctico, aunque s hay fragmentos particulares y notas muy iluminadoras alrespecto en ambas obras.

    2 Esta postura aparece reflejada y defendida en ocasiones en Rafael Lapesa, Historia de lalengua espaola, Madrid, Gredos, 1981, especialmente, caps. 8 y 9.

    3 Un caso paradigmtico entre muchos otros, es el de la concordancia de nmero del verbohaber con su objeto directo etimolgico: han habido problemas, haban problemas. Se trata deun cambio natural que rescata transparencia entre el signo y su funcin, ya que resuelve el con-flicto de un verbo monoargumental que es transitivo y no intransitivo, como sera lo esperado, demanera que el etimolgico objeto directo se reinterpreta como sujeto, de ah la concordancia denmero, con la consecuente reinterpretacin del verbo como inacusativo. Se trata de una concor-dancia sumamente extendida en la lengua oral, popular y no educada, de la mayora de dialectos

    del espaol, e incluso lengua oral educada en algunas variantes, pero dificilsima, si no es que

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    b) La escritura como reproduccin de la oralidad. Muy comnmente ensintaxis histrica se parte de la idea de que las tradiciones culturales se constru-

    yen en la oralidad y de que hay una esencial transmisin oral de la cultura, demanera que la literatura es, en buena medida, reproduccin y espejo fiel deusos discursivos orales. En esta segunda posicin se postula que la lengua lite-raria, particularmente la medieval, no puede ser analizada al margen de laoralidad ya que aquella recoge y repite tradiciones y usos discursivos genuinosde esta. No hay, hasta donde conozco, en este segundo planteamiento una tomade posicin sobre cmo opera el cambio lingstico en esta relacin de espejoentre oralidad y literatura. Un par de ejemplos bien conocidos bastar. El acer-camiento sintctico tradicional a la poesa pica, y su derivacin, los romances,slo puede ser entendido en la transmisin y composicin orales: los romanceshabran sido primeramente textos oralizados, repetidos sucesivamente en lamemoria colectiva, que ms tarde pasaron y se fijaron en la modalidad escrita,o incluso se fijan en mltiples variantes. Asimismo, la mayor parataxis, yux-taposicin y coordinacin oracionales sobre la hipotaxis en los textos historio-grficos alfonses sera reflejo, segn el anlisis ms comnmente aceptado, delencadenamiento sintagmtico propio de la oralidad de la poca, que no habadesarrollado an mecanismos complejos de subordinacin4.

    Dentro de esta segunda postura, debe entenderse el privilegio que comobase documental de anlisis han tenido y siguen teniendo hasta la fecha en

    sintaxis, y an ms en fonologa y morfologa histricas los documentos jur-dicos, ya que por ser no literarios se consideran ms espontneos en sus usosdiscursivos sintcticos, ms prximos, por tanto, a la inmediatez comunicativadel habla, al punto de que, se supone, pueden llegar a reproducir incluso hablaviva por ejemplo, en los casos de discurso directo en los testimonios. Esteestatus privilegiado del lenguaje jurdico para los estudios de sintaxis histricase sigue sosteniendo, no obstante que sabemos tambin que son textos que re-producen en buena parte un lenguaje repetitivo y formulaico exclusivo de latradicin escrita legal, transmitido por siglos, casi sin cambios, a travs de su-cesivas generaciones de escribanos.

    c)La escritura como activador del cambio. Con cierta frecuencia en el que-hacer de sintaxis histrica, sobre todo en el anlisis de la lengua de los Siglosde Oro, se piensa que la lengua literaria no es un retardador o mero reflejo de

    imposible, de documentar en la lengua escrita, literaria y no literaria, ya que est estigmatizada enla mayora de variedades hispanohablantes y carece por ello del prestigio social necesario paramanifestarse en la escritura.

    4 Posiblemente el defensor ms seero de esta tercera postura es Ramn Menndez Pidal,Cantar de mio Cid. Texto, gramtica y vocabulario, volumen 1, Gramtica, Madrid, Espasa-Calpe, 1945-1946, seguido por muchos de sus discpulos, por ejemplo Lapesa, en la ya citada

    Historia de la lengua espaola, caps. 9-10.

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    las innovaciones realizadas en la oralidad, sino que aquella, como lenguamodlica, puede generar innovaciones propias, mecanismos particulares de ex-

    presin, los cuales, con el paso del tiempo, se constituyen en modas lingsticasque llegan a permear la oralidad y terminan formando parte del sistema lings-tico general, oral y escrito. Son bien conocidas las creaciones lxicas deCervantes o Gngora, por citar slo dos casos paradigmticos, que han pasadoal caudal lxico del espaol general, hablado y escrito. En este contexto, debe-mos recordar la expresin empleada por Menndez Pidal de literatizacin delhabla cotidiana para referirse a las innovaciones de la literatura que son adop-tadas en el siglo XVII por la lengua comn5.

    d) Escritura y oralidad como un continuum gradual. Se adscriben a estacuarta posicin bastantes estudios en la lnea de la denominada Nueva Filolo-ga, dentro de la cual, tres objetivos centrales son encontrar huellas estructura-les de la oralidad en la escritura, indagar cmo se construye una tradicindiscursiva y analizar el condicionamiento discursivo del cambio lingstico.Con la expresin huellas de la oralidad en la escritura, recurrente en esos tra-bajos, se est diciendo implcitamente, a mi modo de ver, que la oralidad no esnecesariamente previa a la escritura en la historia de la lengua, sino que ambossoportes, escritura y oralidad, pueden ser bastante distintos, con estructuras di-ferenciadas caracterizadoras de uno y otro6.

    Adems de la presente Introduccin, este estudio est estructurado en seis

    apartados. En 2 planteo los objetivos especficos, la hiptesis y el corpus basedel anlisis. El apartado 3 est dedicado a mostrar las notables diferencias queexisten entre la oralidad y la escritura en cuanto a la manifestacin de los ad-verbios en -mente; se enfoca este apartado en el espaol de finales del siglo XX

    5 Cf. Ramn Menndez Pidal, La lengua castellana en el siglo XVII, Madrid, Espasa-Calpe,1991, pgs. 173 y ss., tambin Dmaso Alonso, Del Siglo de Oro a este siglo de siglas, Madrid,Gredos, 1962.

    6 Cf., entre muchos otros, los dos trabajos de Douglas Biber Spoken and written textualdimensions in English: Resolving the contradictory findings, Language, 62, 2, 1986, pgs. 384-

    414, especialmente pg. 391;Dimensions of register variation, Cambridge, Cambridge UniversityPress, 1995, cap. 1; el libro de Peter Koch y Wulf Oesterreicher, Gesprochene Sprache in derRomania: Franzsisch, Italienisch, Spanisch, Tbingen, Max Niemeyer, 1990, caps. 2 y 3; RafaelCano Aguilar, Historia de la lengua oral en la Romania: espaol, en G. Ernst, M. D. Glessgen,Ch. Schmitt y W. Schweickard, eds., Romanische Sprachgeschichte. Ein internationales

    Handbuch zur Geschichte der romanischen Sprachen, vol. 3, Berlin-New York, Walter deGruyter, 2003, pgs. 2439-2446; Araceli Lpez Serena, Oralidad y escrituralidad en la recrea-cin literaria del espaol coloquial, Madrid, Gredos, 2007, cap. 2; los trabajos editados por WolfOesterreicher, Eva Stoll y Andreas Wesch, Competencia escrita, tradiciones discursivas y varie-dades lingsticas. Aspectos del espaol europeo y americano en los siglos XVIy XVII, Tbingen,Gnter Narr, 1998; por Daniel Jacob y Johannes Kabatek, Lengua medieval y tradicionesdiscursivas en la Pennsula Ibrica. Descripcin gramatical, pragmtica histrica, metodologa,

    Frankfurt, Madrid, Vervuert Iberoamericana, 2001.

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    e inicios del XXI, periodo en que se puede contar con textos propiamente ora-les. En 4 analizo el contraste entre textos literarios y no literarios en la mani-

    festacin de los adverbios en -mente en etapas antiguas de la lengua espaola.En 5 examino, a la luz de los datos arrojados por el corpus, el problema de sila formacin de los adverbios en -mente fue una creacin de carcter culto ono; retomo para ello el problema ya clsico de la diptongacin o no de la ebreve tnica de la forma latina mente. En 6 analizo la dependencia que ladifusin, y posiblemente la gestacin, de los adverbios en -mente tuvo de undeterminado gnero discursivo, a saber, el sapiencial. Cierran unas conclusionesen 8.

    2. OBJETIVOS, HIPTESIS Y CORPUS

    Los objetivos especficos son tres. Por una parte, intentar mostrar que losadverbios en -mente constituyen un caso peculiar de gnesis: se gestaron en lalengua escrita, segn indican los datos del corpus analizado, y nunca se genera-lizaron bien en la lengua oral, donde, adems de ser mucho menos abundantes,presentan restricciones lxicas y distribucionales importantes. Es decir, laoralidad no es un soporte textual propicio para los adverbios en -mente.

    En segundo lugar, discutir, a la luz de un extenso corpus, si los adverbios

    en -mente son una formacin popular, como sostienen algunos autores, o son,por el contrario, y se puede decir que siguen siendo, una formacin cultacaracterizadora de la lengua escrita, particularmente de la literaria.

    En tercer lugar, aportar evidencias de la fuerte dependencia que estos ad-verbios tuvieron, en su formacin y desarrollo, de un determinado gnerodiscursivo, y que el traspaso a otros gneros fue un lento proceso gradual queobliga a definir y redefinir qu debemos entender por cada uno de los gnerostextuales o discursivos involucrados en cada etapa cronolgica.

    La hiptesis sustentada en este trabajo es que la formacin de los adverbiosen -mente constituye un cultismopeculiar. Cultismo, porque su manifestacin s

    se recubre, en buena parte, con uno de los sentidos de esta voz en la filologatradicional: forma de aparicin temprana sin el desarrollo fontico esperado7,y con la primera acepcin de cultismo en el diccionario: palabra usada en la

    7 Carmen Pensado, El orden histrico de los procesos fonolgicos, Salamanca, Ediciones dela Universidad de Salamanca y Caja de Ahorros de Salamanca, 1983, pg. 189; tambin RamnMenndez Pidal, Manual de gramtica histrica espaola, Madrid, Espasa-Calpe, [1904] 1964, 3.3; Gloria Clavera Nadal, El latinismo espaol, Barcelona, Publicaciones de la UniversidadAutnoma de Barcelona, 1991, pgs. 10-12; para una revisin del concepto de cultismo, cf.Consuelo Garca Gallarn, El cultismo en la historia de la lengua espaola, Madrid, EdicionesPartenn, 2007, particularmente los caps. 1 y 2.

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    lengua intelectual, literaria y cientfica8. Peculiar, porque su evolucin no serecubre exactamente con ninguna de las dos definiciones anteriores: s evolu-

    cionaron fonticamente de manera regular pero se retrajo el resultado fonticopatrimonial o vernculo, y se emplean tambin en la lengua hablada, coloquialy no coloquial, pero en este soporte textual son muchsimo menos productivosque en la lengua literaria, adems de que ambos soportes muestran preferenciasdistribucionales distintas.

    En resumen, voy a abordar en este trabajo dos aspectos, hasta donde tengonoticia, poco estudiados en la sintaxis histrica del espaol, a saber, un cambioque parece haberse gestado en el mbito culto literario y escasamente llega a laoralidad, adems de que cuando llega a este soporte se manifiesta con numero-sas restricciones, las cuales parecen seguir operando en buena parte en el espa-ol actual, y un cambio que s experiment las transformaciones fnicas espera-das de una forma patrimonial pero estas quedaron truncadas.

    Una herramienta fundamental para abordar estos objetivos ser determinarla frecuencia relativa de uso de los adverbios en -menteen los diferentes regis-tros y soportes textuales que constituyen el corpus, ya que las diferencias cuan-titativas en la manifestacin de la frecuencia de uso de una forma o construc-cin son siempre un sntoma de cmo se comporta y evoluciona la gramtica y,en ocasiones, son el nico indicio de cmo est cambiando una forma. Porejemplo, si las diferencias entre oralidad y escritura, entre lengua literaria y no

    literaria y entre gneros discursivos distintos fueran un aspecto irrelevante en laformacin y evolucin de los adverbios en -mente, cabra esperar que estosadverbios tuvieran una manifestacin cuantitativa azarosa o cabra esperar que,en cuanto a su frecuencia de empleo, se comportaran de manera similar encualquiera de los registros y soportes considerados. Adems, si los adverbios en-mente fueran una formacin romance popular, la diptongacin de la e brevetnica latina de mente se habra generalizado.

    Es pertinente avanzar dos conclusiones que servirn de gua en la lecturadel trabajo: 1) la oralidad y la escritura parecen ser, al menos para esta rea dela gramtica, dos soportes, registros o manifestaciones de lengua bastante dife-

    renciados y no tanto registros lingsticos complementarios, donde uno de ellosrefleja o secunda al otro, y 2) para algunos fenmenos diacrnicos, hay quecuestionar la prioridad histrica de la lengua oral, sealada una y otra vezcomo un postulado fuerte de la lingstica general.

    En cuanto al corpus base del anlisis, este est constituido por 24 textos, enprosa y verso largo, literarios en su mayora pero tambin no literarios, quecomprenden de los siglos XIIIal XVIIy XX-XXI. He seleccionado, por lo regular,

    8 Real Academia Espaola, Diccionario de la lengua espaola, Madrid, Espasa-Calpe, 2001,s.v. cultismo.

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    obras de la segunda mitad de cada siglo, ya que la abundancia de textos delperiodo alfons obliga para tener intervalos de tiempo homogneos entre los

    diversos cortes cronolgicos, a continuar con obras correspondientes a la se-gunda mitad de cada uno de los siglos elegidos, con excepcin, claro est, delespaol del da de hoy. Est estructurado el corpus en cinco cortescronolgicos: siglos XIII, XIV, XV, XVII y segunda mitad del XX e inicios delXXI, considerados estos dos ltimos siglos como un slo estado de lengua, he-cho que parece estar respaldado por los datos del corpus, aunque soy conscien-te de que es difcil establecer estados de lengua con cortes ntidos, ya que laesencia de la lengua es su constante transformacin imperceptible, al mismotiempo que su aparente estabilidad. El corpus base del anlisis est constituidopor un total de 2.607 fichas9.

    9Las ediciones crticas manejadas son, en orden cronolgico, Annimo, Calila e Dimna, edi-cin crtica de Juan Manuel Cacho Blecua y Mara Jess Lacarra, Madrid, Castalia, 1984; Anni-mo, Libro de Apolonio, edicin de Carmen Monedero, Madrid, Castalia, 1987; Annimo, Poemade Fernn Gonzlez, edicin de Alonso Zamora Vicente, Madrid, Espasa-Calpe, 1954; AlfonsoX, General estoria. Primera parte, 2 volmenes, edicin de Pedro Snchez-Prieto Borja, Madrid,Fundacin Jos Antonio de Castro, 2001; Alfonso X, General estoria. Segunda parte, edicin deAntonio G. Solalinde, Lloyd A. Kasten y Victor R. B. Oelschlger, Madrid, Consejo Superior deInvestigaciones Cientficas, 1957; Alfonso X, Primera crnica general de Espaa, edicin deRamn Menndez Pidal, Madrid, Gredos, 1955; Alfonso X, Setenario, edicin de Kenneth H.Vanderford, Buenos Aires, Instituto de Filologa de la Universidad de Buenos Aires, 1945;

    Arcipreste de Hita, Libro de buen amor, edicin de Gerald Burney Gibbon-Monneypenny, Ma-drid, Castalia, 1988; Don Juan Manuel, El conde Lucanor o Libro de los enxiemplos del conde

    Lucanor et de Patronio, edicin de Jos Manuel Blecua, Madrid, Castalia, 1971; Don Juan Ma-nuel, Libro de los estados, edicin de Ian R. Macpherson y Robert Brian Tate, Madrid, Castalia,1991; Pero Lpez de Ayala, Coronica del rey don Pedro, edicin y estudio de Constance L.Wilkins y Heanon M. Wilkins, Madison, The Hispanic Seminary of Medieval Studies, 1985; PeroLpez de Ayala, Crnica del rey don Juan Primero de Castilla de Len, en Crnicas de los

    Reyes de Castilla II, Manuel Rivadeneyra editor, Madrid, Atlas, 1953 [1877]; Fernando de Rojas,La Celestina, edicin de Dorothy S. Severin, Madrid, Ctedra, 1987; Diego de San Pedro, Obrascompletas, II. Crcel de amor, edicin de Keith Whinnom, Madrid, Castalia, 1971; Annimo,Crnica annima de Enrique IV de Castilla, edicin de Mara Pilar Snchez Parra, Madrid, Edi-ciones de la Torre, 1991; Epistolario del conde de Tendilla (1504-1506), edicin de M. A. More-

    no Trujillo y M. A. Jos Osorio Prez, estudio de J. Szmolka Clares, Granada, Publicaciones dela Universidad de Granada y Diputacin provincial de Granada, 1996; Francisco Gutirrez de losRos y Crdoba, Conde de Fernn Nez, El hombre prctico o discursos varios sobre su cono-cimiento y enseanza, edicin crtica de Jess Prez Magalln y Russell P. Sebold, Crdoba,Publicaciones Obra Social y Cultural Caja Sur, 2000; Francisco Santos, El rey gallo y discursosde la hormiga, edicin crtica de Vctor Arizpe, London, Tamesis, 1991; Carlos de Sigenza yGngora, Parayso occidental, facsmil de la primera edicin, Mexico 1684, Mxico, UniversidadNacional Autnoma de Mxico, Centro de Estudios de Historia de Mxico, Condumex, 1995;Almudena Grandes, Corazn helado, Barcelona, Tusquets, 2007; lvaro Uribe, El expediente delatentado, Mxico, Tusquets, 2007; las colecciones de documentos, de diversas fechas, RamnMenndez Pidal, Documentos lingsticos de Espaa. 1. Reino de Castilla, Madrid, Consejo Su-perior de Investigaciones Cientficas, 1965 [1919]; Concepcin Company Company, Documentoslingsticos de la Nueva Espaa. Altiplano Central, Mxico, Universidad Nacional Autnoma de

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    REVISTA DE FILOLOGA ESPAOLA (RFE), XCII, 1.o, 2012, pgs. 9-42, ISSN: 0210-9174

    Con el fin de tener una panormica lo ms abarcadora posible para cumplirlos objetivos anteriormente citados, he analizado un corpus adicional electrni-

    co, en prosa, de donde he extrado todas las documentaciones de adverbios en -mente de los siglos XIII, XIV y XV que aparecen en el Corpus Diacrnico delEspaol (CORDE), ya est graficada la partcula -mente (con todas sus varian-tes morfofonmicas) junta o separada de su base adjetiva, as como los adver-bios en -mente que aparecen en el Corpus de Referencia del Espaol Actual(CREA), comprendidos entre 1970 y 2008, en tres pases hispanohablantes: Ar-gentina, Espaa y Mxico10.

    3. ESCRITURA VS. ORALIDAD EN LOS ADVERBIOS EN -MENTE EN EL ESPAOLCONTEMPORNEO

    Empecemos comparando el comportamiento de los adverbios en -mente enlos soportes oral vs. escrito en los siglos XX-XXI, periodo en que es posible con-trastar las semejanzas y diferencias entre estas dos manifestaciones de la lenguade manera mucho ms clara que en etapas previas del espaol. Para ello, presen-tar los datos arrojados por el CREAen tres pases: Argentina, Espaa y Mxico,en dos cortes cronolgicos: 1970-2008, el lapso completo abarcado por el CREA,y 2000-2008 la etapa propiamente del espaol contemporneo. Para la lengua es-

    crita, fue elegido slo el subgnero novela, dentro del gnero ficcin.En el cuadro 1 se muestra el contraste global de los tres pases entreoralidad y escritura en el CREA (1970-2008). Puede verse en l que es much-simo ms frecuente, en trminos totales (ltima lnea), en la escritura que en laoralidad. Aunque a priori no es posible saber la extensin del universo de pala-bras para cada uno de los documentos11, pueden observarse unas diferenciascuantitativas notorias entre el soporte oral y el escrito, diferencias que sonsintomticas de la menor productividad de estos adverbios en aquel soporte. En

    Mxico, 1994; el peridico espaol El Pas y los peridicos mexicanos El Universal, El Finan-ciero y Exclsior, los cuatro de junio de 2008.10El corpus adicional correspondiente al CREAes, en orden alfabtico, para Argentina, Csar

    Aira, Varamo, Barcelona, Anagrama, 2002; Toms Eloy Martnez, El vuelo de la reina, Ma-drid, Alfaguara, 2002; para Espaa, Dulce Chacn, La voz dormida, Madrid, Alfaguara, 2002;lvaro Pombo, Una ventana al norte, Barcelona, Anagrama, 2004; y para Mxico, LauraEsquivel, Tan veloz como el deseo, Barcelona, Plaza y Jans, 2001; Margo Glantz, El rastro,Barcelona, Anagrama, 2002. La eleccin de estos tres pases se debe a que constituyen tresextremos geogrficos del mbito hispanohablante, uno en Europa, dos en los extremos norte ysur de Hispanoamrica.

    11 Debemos suponer que, en general, los documentos orales son ms breves que los escritos,aunque algunos de aquellos son largas entrevistas de radio o reproduccin de dilogo de televi-

    sin de una hora de duracin.

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    la oralidad, hay 909 documentos que arrojan un total de 36.800 documenta-ciones de adverbios en -mente. En la escritura, en casi la cuarta parte de docu-

    mentos, 241, hay algo ms del doble de ocurrencias de adverbios: 87.338. Esdecir, en la oralidad, hay una ocurrencia adverbial en cada 40 documentos,aproximadamente, mientras que en la escritura hay un promedio de 362 adver-bios en cada documento.

    CUADRO 1Oralidad vs. escritura en tres pases en el CREA: 1970-2008

    ORAL ESCRITON.o Casos N.o Docts. N.o Casos N.oDocts.

    Argentina 8.180 58 7.133 26Espaa 19.871 717 67.548 177Mxico 8.749 134 12.657 38TOTAL 36.680 909 87.338 241

    El cuadro 2 se concentra en el siglo XXI. En l se confirma la fuerte des-proporcin entre lengua oral y lengua escrita ya comentada en el empleo de es-tos adverbios. Si observamos la ltima lnea con el total de ocurrencias, vemosque en la oralidad en 12 documentos hay 439 casos, en la escritura hay veinteveces ms adverbios: 8.245, en poco ms del doble de documentos: 27. Esto

    es, en la oralidad hay un promedio de 37 adverbios por cada documento, mien-tras que en la escritura hay un promedio de 305 adverbios por cada documento.No debemos olvidar que lo que se considera un documento en la lengua escrita,dado que elegimos novela de ficcin, es bastante ms extenso que un documen-to oral en el CREA, por lo que estas proporciones deben ser tomadas con grancautela. No obstante, sugieren de manera clara, a mi modo de ver, que los ad-verbios en -mente, aunque se manifiestan en ambos tipos de soporte, parecenuna construccin ms propia de la escritura que de la oralidad. Con todo, nodebe ser pasado por alto un hecho importante, a saber, que la oralidad es alta-mente creativa y espontnea y que se registran en este soporte adverbios que nosuelen emplearse en la escritura, pendejamente, patudamente, pachorrientamen-te, pachorrudamente, asustantemente, ipsofactamente, ltimadamadremente,etc., e incluso se documentan adverbios de base no adjetiva, nuncamente, mu-chos de los cuales son creaciones espordicas, con una o dos ocurrencias, queconllevan un matiz semntico irnico o festivo.

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    CUADRO 2Oralidad vs. escritura en tres pases en el CREA: 2000-2008

    ORAL ESCRITON.oCasos N.o Docts. N.o Casos N.o Docts.

    Argentina 0 0 401 4Espaa 28 3 7.269 21Mxico 411 9 575 2TOTAL 439 12 8.245 27

    Con el fin de hacer ms confiable la comparacin, hemos elaborado el cua-dro 3, que parte del nmero menor de documentos registrados en lengua escrita

    en el periodo analizado (2, para Mxico), y sobre esta base hicimos una com-paracin entre los tres pases en oralidad y escritura; es decir, tomamos slodos novelas por pas y dos documentos orales por pas, excepto Argentina, parael que no existen adverbios en -menteen los materiales orales del CREAen losltimos ocho aos. Para este cuadro, hemos podido cuantificar el universo totalde palabras contenido en las dos novelas de cada pas, ya que ello permite so-pesar de manera ms fina las diferencias entre el soporte oral y el escrito12.

    CUADRO3Oralidad vs. escritura en tres pases en el CREA sobre dos documentos

    y conteo de universo de palabrasORAL ESCRITO

    N.oCasos N.oDocts. N.oCasos N.oDocts. Universo Ocurr.

    Argentina 0 0 166 2 103.802 1/625 (pal.)Espaa 22 2 665 2 184.604 1/278 Mxico 136 2 575 2 95.220 1/166 TOTAL 158 4 1.406 6 383.626

    Puede observarse que la desproporcin entre oralidad y escritura se mantie-ne, en lo esencial, respecto del cuadro 2. Pueden extraerse algunas diferenciasbsicas entre los soportes oral y escrito del cuadro 3. La primera tiene que vercon una desproporcin cuantitativa muy importante entre ambas manifestacio-nes. Para el soporte oral, ltima lnea con el total, se documentan 158 casos en4 documentos, en el soporte escrito se registran 1.406 casos en 6 documentos;por lo tanto, comparativamente, la proporcin es la siguiente: un promedio de39 adverbios por documento oral, 234 adverbios por documento escrito. En el

    12 Para el soporte oral no es posible obtener el universo total de palabras ya que el CREAcontiene la leyenda los datos correspondientes a la nmina de la parte oral del CREA se incor-porarn en breve (ltima consulta: 2 de septiembre de 2009).

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    soporte escrito, y considerando solamente el universo de palabras, Argentinaemplea un adverbio cada 625 palabras, Espaa, un adverbio cada 278 y Mxi-

    co, un adverbio cada 166 palabras. Por tanto, el dialecto que menos adverbiosen -menteemplea en la escritura es el de Argentina, le siguen el de Espaa y elde Mxico, respectivamente, de menor a mayor frecuencia de uso de estas for-mas.

    La segunda diferencia tiene que ver con los correlatos cualitativos que sepueden extraer a partir de las manifestaciones numricas. El escaso empleo deadverbios en -mente en Argentina puede ponerse en relacin, a mi modo dever, con el hecho de que en los textos procedentes de esa zona los adverbios en-mente compiten, en el espacio funcional de la modalidad, con los adverbiosadjetivales, del tipo hablar bonito, tratar feo a alguien, irse derecho, le dimosduro al River, voten libre, espero que se recupere rpido, etc., sealados en lasgramticas de referencia del espaol como mucho ms productivos en Amricaque en Espaa y muy especialmente productivos en el Ro de la Plata13. Elmayor nmero de adverbios en la lengua oral en Mxico que en Espaa, 136vs. 22 confirma lo visto para la escritura, pero cuestiona la mayor productivi-dad de adverbios adjetivales en el espaol americano, ya que se esperara unmayor empleo de ellos en la lengua oral y, en consecuencia, un menor nmerode apariciones de adverbios en -menteen la oralidad en Mxico. Carezco por elmomento de una explicacin para estas diferencias cuantitativas entre Mxico y

    Espaa en la oralidad.La tercera diferencia extrable del cuadro 3 es respecto a la relacin entrefrecuencia en lxico y frecuencia en uso al interior de cada uno de los soportestextuales. Al examinar los ejemplos de adverbios en -mente en discurso real,tanto en la lengua oral como en la escrita, en 2000-2008, puede apreciarse queen la oralidad hay una baja frecuencia lxica de adverbios con una alta frecuen-cia en uso; es decir, hay pocos adverbios lxicamente distintos, pero se repitena manera de frmulas y suelen ocupar, preferentemente, una posicin inicial oparenttica, como muestran los ejemplos de (1a), lo cual nos indica que suelentener un alcance extraoracional y son, bsicamente, adverbios de la enuncia-

    cin, sobre todo orientados al hablante, y no tanto adverbios del enunciado:realmente, con ms de 15 ocurrencias, le siguen en frecuencia, con casi 10ocurrencias: finalmente, solamente, justamente, evidentemente, frecuentemente,precisamente, efectivamente, y unos pocos ms: actualmente, sinceramente,simplemente, adems de las frmulas llana y sencillamentey simple y sencilla-mente, etc. Pueden tambin, en la oralidad, modificar al sintagma verbal y muy

    13 Real Academia Espaola y Asociacin de Academias de la Lengua Espaola, Nueva gra-mtica de la lengua espaola, Madrid, Espasa Libros, 2009, 30.3, Real Academia Espaola yAsociacin de Academias de la Lengua Espaola, Nueva gramtica de la lengua espaola. Ma-nual, Madrid, Espasa-Planeta, 2010, 30.2.1b.

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    escasamente al sintagma adjetival. En la lengua escrita, la proporcin de fre-cuencias en lxico y en uso es inversa a las de la oralidad: hay una gran varie-

    dad lxica de bases adjetivas pero con baja frecuencia de uso cada una de ellas,por lo general una o dos ocurrencias para cada adverbio: vagamente, velozmen-te, lentamente, trgicamente, peligrosamente, ilusoriamente, implacablemente,imposiblemente, masivamente, etc. En la lengua escrita, se documentan tambinadverbios de la enunciacin pero son mucho menos frecuentes que en laoralidad; los adverbios en -mentede la lengua escrita suelen modificar con granfrecuencia al sintagma verbal, como se muestra en (1b), seguidos, muy de le-jos, por adverbios modificadores de adjetivos14.

    (1) a. Esa prensa efectivamente se juega en el quiosco su credibilidad

    [CREA, programa de radio La Ventana, Cadena Ser]Entonces yo, sinceramente, trabajara desde las tres sedes por defi-nir, cada una con su idiosincrasia, evidentemente, actividades quesean realmente proyectos innovadores [CREA, Conversacin delGrupo de Estudios Andaluz de la Escuela Europea de Psicoanlisis]Evidentemente, traduciendo a la letra lo que hay ah me produceperplejidad [CREA, Conversacin del Grupo de Estudios Andaluz dela Escuela Europea de Psicoanlisis]

    b. Y con ella continuar acercndose hasta el ao 9900, incrementn-dose sensiblemente su intensidad [CREA, Plyades, 52]Tambin es que yo soy mongamo, monondrico, imposiblemente

    nada! [CREA, El Pas, El Pas Babelia]Me parece que hay que mirar entornadamente. El que quiera cono-cerse tiene que desconocerse [CREA, El Pas, El Pas Babelia]Hace muchos aos que no vengo al pueblo: estaciono mi coche, meacerco tmidamente, con cautela, a la puerta principal y entro a lacasa [CREA, Glantz, El rastro]

    En resumen, a la luz de los datos del CREA, los adverbios en -mentepare-cen ser una construccin gramatical caracterizadora de la lengua escrita, es de-cir, ms propia de la distancia que de la inmediatez comunicativas, para em-plear los trminos de Koch y Oesterreicher15.

    14 Para la diacrona de los alcances de modificacin y otros cambios en la categora de losadverbios en -mente cf. Concepcin Company Company, Los adverbios en -mente y las cons-trucciones con guisay cosa, en Concepcin Company, dir., Sintaxis histrica de la lengua espa-ola. Tercera parte: Adverbios, preposiciones, conjunciones y relaciones interoracionales, Mxi-co, Fondo de Cultura Econmica y Universidad Nacional Autnoma de Mxico, en proceso.

    15

    En el libro ya citado Gesprochene Sprache in der Romania, en la nota 7, cap. 1.

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    4. ESCRITURA LITERARIA VS. NO LITERARIA EN LOS ADVERBIOS EN -MENTE ENESPAOL ANTIGUO

    Pasemos a comparar textos literarios y no literarios en el espaol antiguo, enlo que he denominado Corpus base, en cuanto a la manifestacin de los adverbiosobjeto de estudio. El cuadro 4 est estructurado en tres cortes cronolgicos, co-rrespondientes a los siglos XIII, XVy XVII, ya que para esos periodos contamoscon un corpus bastante extenso de documentacin no literaria. Se espera si enalgo son significativos los datos arrojados por el CREAen cuanto a que en el es-paol actual los adverbios en -menteson esencialmente una manifestacin de lalengua escrita que las ocurrencias y porcentajes de aparicin de adverbios seanmucho mayores en la lengua escrita literaria que en la no literaria. Por lengua es-crita no literaria estoy considerando aquella documentacin escrita sin intencincreativa: tanto los documentos jurdicos, Documentos lingsticos de Espaa(DLE), de los siglos XIII(1270-1290) y XV(1449-1492), y Documentos lings-ticos de la Nueva Espaa, siglo XVII en su segunda mitad, como las cartas delConde de Tendilla, escritas a inicios del siglo XVI (1504-1506). Para el corpusbase est contabilizado el universo de palabras, de manera que la confiabilidad dela comparacin es bastante alta. La divisin del cuadro 4 pretende reflejar el gra-do de inmediatez comunicativa: lengua escrita literaria = menor inmediatez vs.lengua escrita no literaria = mayor inmediatez.

    CUADRO 4Escritura literaria vs. no literaria en espaol antiguo

    ESCRITURALITERARIA ESCRITURA NO LITERARIAAdv. Universo % Ocurr. Adv. Universo % Ocurr.

    XIII 407 192.000 .21 1/472 pal. 14 14.527 .09 1/1038 pal.XV 503 139.220 .36 1/277 22 41.267 .05 1/1876 XVII 749 176.723 .42 1/394 31 41.608 .07 1/1342

    Las ocurrencias, porcentajes y estadstica arrojados por el corpus base son

    altamente significativos de que los adverbios en -mente son una construccincaracterizadora de la lengua literaria. Esta multiplica con creces las ocurrenciasy porcentajes de aparicin de adverbios respecto de la escritura no literaria. Enefecto, en las obras literarias hay una ocurrencia promedio de un adverbio cada380 palabras, mientras que en los textos jurdicos y epistolares el promedio deocurrencia es un adverbio cada 1.419 palabras; es decir, la lengua literaria tie-ne, en promedio, cinco veces ms posibilidades de emplear un adverbio en-mente que la lengua escrita no literaria16.

    16Este promedio general est obtenido de sumar los tres promedios de ocurrencias, ltima co-

    lumna para cada registro textual, y dividirlos entre los tres periodos considerados para el anlisis.

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    Si comparamos ahora los porcentajes en ambos gneros textuales, tercera ysptima columna, respectivamente, se afianzan los indicadores de que se trata

    de una construccin propia de la escritura literaria. Por una parte,cuantitativamente, la lengua literaria contiene 15 veces ms posibilidades por-centuales de aparicin de estos adverbios que la lengua escrita no literaria:.33% vs. .07%, en promedio. Por otra, se observa un incremento sostenido deaparicin de estos adverbios en la lengua literaria: .21 > .36 > .42, incrementoque, en mi opinin, respalda una de las propiedades de la gramaticalizacin: lageneralizacin de la construccin y extensin a nuevos contextos.Estadsticamente, las diferencias entre las proporciones anteriores son muy sig-nificativas, con estimados zsiempre mayores a 1.96 (con un nivel de confianzade 95), nmero a partir del cual es siempre significativo el resultado.

    En la lengua escrita no literaria, en cambio, no se aprecia incremento nigeneralizacin alguna, sino ms bien un vaivn porcentual, con un ligero incre-mento en el segundo corte cronolgico respecto al primero y un nuevo levedecremento en el ltimo corte: .09 > .05 > .07. Estadsticamente, el estimado zarroja nmeros no significativos, ya que en los tres cortes cronolgicos est porabajo de 1.96: del siglo XIII al XV, z = 1.76, del XV al XVII, z = 1.21.

    Por lo tanto, podemos obtener una primera conclusin a partir de las fuertesdiferencias porcentuales y el incremento sostenido en slo uno de los gnerostextuales, el literario, y de la significatividad estadstica de las diferencias entre

    los tres siglos en la literatura, a saber: que la gramaticalizacin17

    de los adver-bios en -mente est asociada a la lengua literaria, donde permanece con plenaproductividad lxica y de uso hasta la fecha. Es posible, incluso, que se hayagestado en la lengua literaria. Lleg tambin, desde luego, a la lengua escritano literaria y a la oralidad, sntoma de generalizacin y gramaticalizacin sinduda, pero con fuertes restricciones, lxicas y de frecuencia.

    Si realizamos una prueba estadstica para comprobar de manera ms fina elsignificado de los nmeros gruesos reflejados en el cuadro 4, los datos confir-man con contundencia lo ya planteado: s hay diferencias significativas entreambos gneros textuales respecto del comportamiento de los adverbios en -men-

    te. Para ello, realic una Prueba de Hiptesis de Diferencias entre Proporciones

    17 Los adverbios en -mente son un ejemplo paradigmtico de gramaticalizacin, definidacomo el paso de una forma o construccin lxica o menos gramatical, en contextos especficos, auna forma ms gramatical. La forma latina mente era un sustantivo pleno, una palabra, y segramaticaliz en la mayora de las lenguas romances en un formativo, un morfema, de una cons-truccin mayor, el adverbio de manera; la gramaticalizacin requiri mltiples reanlisis, cf. mistrabajos, Historical morphosyntax and grammaticalization, en I. Hualde, A. Olarrea y E.Rourke, eds., Handbook of hispanic linguistics, London-New York, Blackwell, y Reanlisismltiple, gramaticalizacin e incertidumbre categorial en la formacin de los adverbios en -mentedel espaol, en E. Montero Cartelle, ed., Actas del VIII Congreso Internacional de Historia dela Lengua Espaola, Madrid, Arco/Libros.

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    para cada conjunto de muestras independientes, esto es, una prueba para compa-rar los dos universos textuales en cada siglo. La hiptesis nula es que la propor-

    cin de la muestra escrita literaria es igual a la muestra escrita no literaria, esdecir, H0 : p1 = p2, y la hiptesis alternativa es que se trata de muestras diferen-tes, es decir, H1 : p1 p2. Los resultados comprueban la hiptesis alternativa yrechazan la hiptesis nula. El siglo XIIIarroja un estimado (estadstico) z = 3.11,con una probabilidad de rechazo de la H0, p .002. El siglo XV arroja un esti-mado z = 10.3, con una probabilidad de rechazo de la H0, p. 0. Para el sigloXVIIel estimado z = 10.38, con una probabilidad de rechazo de la H0, p. 0. Lasdiferencias entre estas proporciones son estadsticamente significativas, con esti-mados z siempre mayores a 1.96 (con un nivel de confianza de 95), que, comoya seal, es el nmero a partir del cual es significativo el resultado.

    De las proporciones anteriores, es posible extraer dos informaciones cualita-tivas interesantes adicionales respecto de la relacin entre la lengua escrita lite-raria y la no literaria. La primera es que en el siglo XIII las diferencias entretextos literarios y no literarios eran menores, 3.11, que en siglos posteriores,10.3 y 10.38, siglos XV y XVII, respectivamente. Este hecho apoya con datosestadsticos una de las posturas sealadas al inicio del trabajo relativas a la re-lacin entre literatura y oralidad, aquella que sostiene que la lengua literariasecunda o refleja la oralidad. La segunda es que, efectivamente, los textos jur-dicos tienen, en trminos generales, menor distancia comunicativa respecto de

    la oralidad a pesar de la alta convencionalizacin de ese soporte textual, comoya ha sido sealado al inicio de este trabajo. En efecto, las frecuencias porcen-tuales de -menteen la lengua escrita no literaria siempre estn abajo de 0.05%,mientras que en la literaria el porcentaje ms bajo es de 0.21%.

    Cualitativamente, en cuanto a la diversificacin lxica de las basesadjetivales, se confirma lo que ya hemos comentado para el siglo XXI. Lasobras literarias contienen una gran variedad lxica de races adjetivas (2a):raviosamente, bivamente, escondidamente, forciblemente, cruelmente, alegre-mente, intensamente, nativamente, y un largo etctera. En la lengua escrita noliteraria se reduce enormemente la variedad lxica y suelen con mucha frecuen-

    cia repetirse los mismos adverbios, muchas veces casi a manera de frmulas,como muestran los ejemplos de (2b): solamente, claramente, primera mente,nombrada mjentre, prinipalmente, juntamente, sacramentalmente, la frmulaconstante en los documentos jurdicos medievales oreginal et fielmente concer-tados, y pocos ms.

    (2) a. Non es el que sirve al rey, en quanto se teme que lo matarraviosamenteet que se le mudar el coran por las mezclas de losmalos [Calila, 168]yo creera que dispongo y ordeno sabiamente la muerte de Laureola[Crcel, 132]

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    pues de acostumbrarse a perder la vergenza en los defectos peque-os va naciendo un hbito que insensiblemente nos conduce a no

    tenerla en los graves [Hombre prctico, 275]b. la qual dicha gente ha de quedar aca solamente en tanto que nosaqu estoujeremos [DLE, 1492, 364.480]claramente el moro deve ser para los daos [Tendilla, 71]A que se aade que en la dicha su declaracin tiene dicho que con-fiesa sacramentalmente y ha resivido el santsimo sacramento de laeucharistia [DLNE, 1692, 163.431]Fue preguntada diga en qu lugar est el confesionario donde le paslo que lleba declarado, i si dicho padre daba a entender estaba confe-sando, simulando oirla sacramentalmente [DLNE, 1694, 165.435]

    5. LOS ADVERBIOS EN -MENTE. FORMACIN POPULAR O CULTA?

    Un aspecto generalmente aceptado en la bibliografa especializada es que lagramaticalizacin de los adverbios en -mente constituye una innovacin com-partida por todas las lenguas romances, con excepcin del rumano, que empleael sufijo -este. La innovacin tiene antecedentes directos en el latn escrito, yaen escritores clsicos, en los que es relativamente frecuente encontrar frasesnominales, con cierto significado modal, construidas con un adjetivo y el sus-tantivo mens-mentis, flexionados ambos en el caso requerido por su funcin

    dentro de la oracin: deuota mente de manera pa(Cicern),o frases de valoradverbial en las que ya no es posible rescatar el significado bsico de mente:ea mente utcon la intencin de (Cicern)18. Tambin hay consenso en aceptarque en latn carecan del grado de gramaticalizacin que adquirieron en las len-guas romances. Ya en autores del siglo I a. C. es comn documentar contextosintermedios, los denominados contextos puente, ejemplo en (3), donde es difcilsaber si el sustantivo mente conserva su significado referencial o ha adquiridoya un significado intencional ms abstracto, o es justamente la indeterminacinentre ambas interpretaciones, como creo, la que hace posible que mente y suadjetivo se gramaticalicen en un constructo adverbial abstracto.

    (3) manet alta mente repostum iudicium Paridis spretaeque... [Virgilio,Eneida, I.26]permanece de manera profunda en su mente el juicio puesto de Paris y...profundamente permanece el juicio de Paris y...

    18El primer ejemplo de Cicern est tomado de Keith E. Karlsson, Syntax and affixation. Theevolution of -mente in Latin and Romance, Tbingen, Max Niemeyer, 1981, el segundo est to-mado de Agustn Blnquez Fraile, Diccionario latino-espaol, Barcelona, Ramn Sopena, 1960,s.v. mente.

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    Respecto de la lengua espaola, un aspecto bastante controvertido es si setrata de una formacin vulgar-popular, como sugieren algunos autores, o se tra-

    ta de un cultismo19. La base de la discusin radica en la evolucin fnica de lae breve tnica de mente. Si se trata de una formacin vulgar o popular, queancla sus races en la oralidad, lo esperado es que siga la evolucin propia deuna ebreve tnica, esto es, que diptongue; si es una formacin culta, la ebrevetnica no diptonga.

    Slo en los primeros siglos del corpus base, XIIIy XIV, es posible documen-tar alternancia entre diptongacin y no diptongacin, pero esa alternancia des-aparece, se puede decir que drsticamente, ya en la segunda mitad del sigloXIV. La diptongacin era mayoritaria, en una proporcin de tres a uno, como seaprecia en el cuadro 5, en el siglo XIII, pero convivi con la forma no dipton-gada desde los inicios de la cohesin, fijacin y consiguiente gramaticalizacindel constructo como adverbio20. El cuadro 5 incluye tanto formas separadascomo no separadas grficamente: libre mente (DLE, 1270, 350.464), apartada-mientre (GEI, 1.80), formas apocopadas y no apocopadas: complida mjent(DLE, 1278, 64.97), perfetamente (Calila, 91), cuanto formas con inclusin de-r- y sin ella: firme mjentre (DLE, 1288, 141.186), mesuradamiente (Setenario,12.22), as como textos literarios y no literarios. Es decir, el cuadro 5 slo con-trola diptongacin vs. no diptongacin, en cualquier manifestacin morfofon-mica en todos los gneros textuales.

    CUADRO 5Diptongacin o no de -mente en los siglos XIII y XIV

    DIPTONGACIN NO DIPTONGACIN

    XIII 76% (321/421) 24% (100/421)XIV < 1% (4/765) 99% (761/765)

    Para el siglo XIV, la no diptongacin, como se observa en el cuadro 5, escasi categrica. El avance de la forma no diptongada debe interpretarse, creo

    19Para la primera posicin, cf. el libro de Karlsson citado en la nota anterior, pg. 98, MaurilioPrez, Las formaciones adverbiales con menteen la documentacin latina asturleonesa (s. IX-1230),Voces, 12-13, 2001-2002, pgs. 79-93; para la posicin de que es un cultismo, cf. Joan Corominas,con la colaboracin de Jos A. Pascual, Diccionario crtico etimolgico castellano e hispnico,Madrid, Gredos, 1980-1983, s.v. mente; tambin Karlsson, en su libro ya citado, pgs. 46-48; sin unaposicin al respecto y con un anlisis, poco claro en mi opinin, centrado en las variantesmorfofonmicas de un fragmento de la Primera crnica general de Espaa, cf. Nancy Joe Dyer, Astudy of the Old Spanish adverb in -mente,Hispanic Review, 40, 3, 1972, pgs. 303-308.

    20 No abordar aqu en profundidad la apcope del afijo -mente, que es tambin una de lasbases de la polmica para suponer que se trata de una formacin culta. En el corpus la apcopems frecuente es la forma no diptongada -ment; le siguen muy de dejos -mient y -mjent, en ese

    orden de frecuencia.

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    yo, como una retraccin de la innovacin popular diptongada y una generaliza-cin de la forma culta, formalmente ms prxima a la lengua madre. No se tra-

    ta de un cultismo genuino, ya que mente experiment la evolucin fonticapropia de la oralidad, con diptongacin, sino de un cultismo peculiar, porque setrat, al parecer, de una rpida inhibicin de la forma popular. De hecho, lacada brusca de la diptongacin reflejada en el cuadro 5 permite cuestionar, almenos para esta rea de la gramtica, el postulado del carcter gradual delcambio fontico o, al menos, obliga a redefinirlo y precisarlo.

    Hay algunas diferencias interesantes entre los textos que integran el corpusen cuanto al comportamiento de la alternancia objeto de estudio, -e- / -ie-, ysus variantes morfofonmicas asociadas (con o sin apcope, con o sin r) que,por el momento, a reserva de un anlisis ms minucioso en proceso, parecenser debidas tanto al peso de la tradicin de determinados usus scribendi, estoes, a preferencias de autores y amanuenses por unas ciertas tradiciones grficas,como a la cronologa de los manuscritos en los que han pervivido las obras,pues no hay que pasar por alto el hecho sabido de que la gran mayora de tex-tos medievales tiene una tradicin textual compleja con un acumuladocronolgico de testimonios. Por ejemplo, los DLE, texto no literario, registranen el siglo XIII todas las variantes morfofonmicas que despliega -mente: con osin separacin grfica, con o sin apcope, con o sin -r- intermedia, miente,mientre, mjentre, mente, mient, mjent, ment; la forma con -r- siempre diptonga,

    esto es, no se registra mentre, la forma con -r- nunca apocopa, es decir, no haymientrni mjentr, hecho lgico porque esa apocope generara una pauta silbicafinal ajena a la lengua espaola. Tal variacin morfofonmica es, posiblemente,seal de que losDLEfueron elaborados por amanuenses diferentes, procedentesquiz, como ya seal, de diversas zonas dialectales castellano leonesas e, in-clusive, no castellanas. Las obras alfonses varan bastante: por ejemplo, elSetenario emplea mayoritariamente miente con algunos testimonios escasos demente; la General estoria. Primera parte prefiere mientre, aunque en menorproporcin se documentan casi todas las otras variantes; cabe sealar que no heencontrado variacin entre los distintos testimonios de esta obra en cuanto a la

    seleccin del formativo -mente. El Calila e Dimna slo tiene mente y no hayvariacin entre los dos manuscritos que se conservan. En resumen, conjuntandoobras literarias y no literarias, miente seguida de mientre son las variantes msempleadas en el primer siglo del corpus base, y a partir del XIV, como dije, seimpone y generaliza la forma no diptongada -mente21.

    Con el fin de obtener una mayor certeza en cuanto al carcter popular oculto, diptongado vs. no diptongado, respectivamente, en la formacin de estos

    21No encuentro, al menos en esta etapa de la investigacin, diferencias semnticas ni funcio-

    nales entre las distintas variantes morfofonmicas.

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    adverbios, he realizado una consulta en el CORDE para los siglos XIII, XIV yXV, en la suposicin de que, dado el universo de varios millones de palabras y

    la gran diversidad textual de este corpus electrnico, se podran matizar los re-sultados obtenidos en el corpus base22. Por ejemplo, cabra pensar que hay to-dava diptongacin en el siglo XV, pero que ser ya espordica y se mostrar demanera evidente la gramaticalizacin y generalizacin de -mente. Los resulta-dos aparecen concentrados en el cuadro 6.

    CUADRO 6Diptongacin o no de -mente en el CORDE: siglos XIII-XV

    DIPTONGACIN NO DIPTONGACIN

    XIII 47% (4.730/9.960) 53% (5.230/9.960)XIV 3% (1.050/30.365) 95% (29.315/30.365)XV 1% (800/89.370) 99% (88.570/89.370)

    El cuadro 6 corrobora lo manifestado por el corpus base, cuadro 5: que lano diptongacin se hizo casi categrica a partir del siglo XIV, y categrica enplenitud a partir del XV. Nos aporta adems este cuadro una informacin mu-cho ms interesante que el corpus base para apoyar la hiptesis sostenida eneste trabajo de que los adverbios en -mente se gestaron y generalizaron comoun cultismo peculiar de la lengua espaola. Puede verse que en el siglo XIII, la

    diptongacin, popular patrimonial, compite con la no diptongacin, casi 50%en cada una de las columnas, pero que, incluso, hay una ligera mayora de nodiptongacin. Es decir, la forma que refleja directamente el timo latino, sindiptongacin, que hemos llamado culta, es algo mayoritaria ya desde las prime-ras manifestaciones escritas en lengua castellana; el cultismo, que ya asoma enel primer corte cronolgico, se confirma con la generalizacin total de la formano diptongada en los siguientes dos siglos. La rpida inhibicin de la formaadverbial diptongada es seal, a mi modo de ver, del escaso arraigo de estosadverbios en la oralidad de aquel periodo; es decir, las formaciones en -mente,

    en cualquiera de sus variantes, carecieron de arraigo en la oralidad.La pregunta obligada es por qu se impuso en un lapso tan breve el cultis-mo -mente, ms all del hecho de que fuera una forma propia de la lengua lite-raria, ms cuidada y conservadora, como vimos en el epgrafe anterior. Creoque varias son las causas, internas y externas, que pueden haber motivado ocoadyuvado a la retraccin de la forma diptongada o popular y la rpida impo-sicin de la forma culta carente de diptongacin, seis al menos: a) inconsisten-

    22 Por supuesto, estn eliminados de este conteo todos los casos de mientre, mjentre, comosubordinador temporal de simultaneidad. Tambin estn eliminados del conteo los pocos casos du-dosos que existen en el corpus electrnico entre el nexo temporal y el formativo adverbial modal.

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    cias del castellano, en varias zonas del lxico patrimonial, en cuanto a la dip-tongacin de la e breve tnica latina; b) bsqueda de mxima diferenciacin

    formal respecto del sufijo -miento; c) respaldo formal, fnico-morfolgico, dela forma no diptongada; d) prdida de apoyo paradigmtico de la forma dip-tongada; e) contacto lingstico en reas castellano leonesas con otras lenguasromances carentes de diptongacin en estos adverbios, y f) posible gestacin ymejor difusin de estos adverbios a travs de un gnero textual culto dirigido ala lite social aristocrtica medieval. Examinemos las cinco primeras ahora y laltima en el siguiente apartado. Por el momento, no tengo una respuesta res-pecto a si se puede establecer una jerarqua entre las distintas motivaciones encuanto a su papel en la imposicin del cultismo peculiar -mente, slo me pare-ce ms dbil la causa c), aunque s debi ejercer cierta influencia.

    a)Inconsistencias en la diptongacin. En primer lugar, est lejos de ser unaregla que las voces patrimoniales del espaol hayan sistemticamente diptonga-do la e y obreves en slaba tnica y hayan inhibido tal diptongacin en entor-nos de yod (segunda de manera no regular, tercera y cuarta). Malkiel denominaresistencia a la diptongacin al nmero no desdeable de inconsistenciasevolutivas, erratic monopthongal reflexes (pg. 76), de voces cuya slaba t-nica con ebreve, contra lo esperado, nunca diptong, especulu> espejo, regula> reja, aunque otras palabras con el mismo contorno fontico s diptongaron:secula> siega.23Para el autor, la evolucin espontnea esperada was blocked

    at crucial points by socio-educational pressures (pg. 71), adems de que enmuchos casos, en su opinin, es difcil establecer la transmisin textual exactade la palabra en cuestin, porque puede haber estado sometida a presionesanalgicas de la categora verbo, con vocal larga, sobre la categora sustantivo,con breve, de modo que en no pocos casos se debieron fusionar en su desarro-llo e larga y e breve tnicas. Asimismo, no hay que descartar, en opinin deeste especialista, la presin sistmica que debi ejercer la retraccin de la dip-tongacin de un nmero de verbos, cuya forma usual medieval era con dipton-go pero que posteriormente monoptongaron: traxieron > trajeron, dixieron >dijeron, vieda> veda, etctera.

    b)Mxima diferenciacin formal con -miento. La rpida imposicin diacr-nica y generalizacin de -mente pudo haber estado motivada, en opinin deMalkiel24, por un intento de diferenciar mximamente dos formas con gran

    23Yakov Malkiel, Old Spanish resistance to dipthongization or previous vowel lengthening,Language, 60, 1, 1984, pgs. 70-114, descarta, por inconsistente, la influencia metafnica de yodcomo una explicacin para la inhibicin de la diptongacin, que, como se sabe, es una explica-cin tradicional en la gramtica histrica espaola desde el Manual de Menndez Pidal, cap. 3.

    24Yakov Malkiel, resea de la edicin crtica de Gunnar Tilander de Vidal Mayor: Traduc-cin aragonesa de la obra In excelsis Dei thesauris de Vidal de Canellas , Language, 35, 4,1959, pg. 689.

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    parecido formal misma estructura silbica, misma secuencia fnica exceptola ltima vocal, misma diptongacin de e breve tnica: mente > -miente y -

    mentu> -miento, las dos con un significado abstracto, las dos con cierta proxi-midad en su estatus morfolgico. Dado que -mientoes el sufijo ms productivode la lengua espaola para formar abstractos deverbales, y que (casi) sistemti-camente diptong, surgimiento, casamiento, arrepentimiento, ablandamiento25,habra presionado a -mienteen su desarrollo fnico, eliminndolo, y favorecien-do la generalizacin del culto -mente. Un aspecto clave en la argumentacin deMalkiel es que adems del parecido formal y de la proximidad semntica, laevolucin del latino mente > -miente hacia un sufijo o elemento compositivo26

    habra aproximado morfolgicamente -miente y -miento, de manera que en unintento por obtener una mxima diferenciacin se habra producido una retrac-cin de la forma patrimonial -miente a favor de la culta -mente, tal como con-firman los cuadros 5 y 6 arriba; es decir, se tratara de evitar una aproximacinde homnimos.

    c) Respaldo formal fnico-morfolgico. Esta motivacin es un residuo de laanterior, y en cierto sentido hasta paradjica respecto de ella, pero no debe serpasada por alto, en mi opinin. La implantacin de la forma -mente puede ha-ber tenido un refuerzo en el sistema para lograr la rpida generalizacin crono-lgica que muestra el cuadro 6 arriba. El formativo -mente tiene clara similitudfnica y silbica con el sufijo culto del espaol -mento< -mentu, el cual cons-

    tituye el par culto del frecuentsimo y patrimonial -miento, fundamento, orna-mento, campamento, basamento, y tal parecido formal debi, en mi opinin,contribuir a la estandarizacin de la forma no diptongada -mente.

    En resumen, si los adverbios en -mente empezaron su gramaticalizacin enfechas muy tempranas, como creemos, ya desde el propio latn del siglo Ia. C,la coexistencia de -mientoy -mento, de un lado,y de -mientey -mente, de otro(motivaciones b y c) debe haber creado un conflicto de cuasi-homnimos a lavez que un apoyo paradigmtico, ambos conducentes a la consolidacin delcultismo -mente.

    d) Prdida de apoyo paradigmtico. En tercer lugar, la prctica desapari-

    cin o prdida de constructos verbonominales frecuentes en el espaol medie-val, que contenan el sustantivo diptongado miente: parar mientes, tener enmiente(s), venir en miente(s), debi restar apoyo paradigmtico a la pervivencia

    25 Cf. Real Academia Espaola y Asociacin de Academias de la Lengua Espaola, Nuevagramtica de la lengua espaola, cit, 5.4.

    26No entrar en el complejo estatus morfolgico de -mente, sealado por todos los autores, ycon soluciones muy diversas; remito a Sergi Torner, On the morphological nature of Spanishadverbs ending in -mente, Probus, 17, 2005, pgs. 115-144, y a mi trabajo Reanlisis mlti-ple, ya mencionado en la nota 18, y referencias citadas en ambos artculos.

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    del formativo diptongado del adverbio de manera27. El empleo de miente(s) enestos constructos es un vnculo o contexto puente entre la forma libre mente,

    con estatus de palabra, y el formativo adverbial -mente. Miente en esos cons-tructos verbonominales es, sin duda, un sustantivo pero ha sufrido una lexicali-zacin y carece, por tanto, de las propiedades de una palabra plena, tales comomovilidad posicional, cuantificacin, capacidad de modificacin y expansin,capacidad de ser pronominalizado, etc.; en definitiva, el constructo verbo-nominal tiene un significado global y no composicional. Los datos arrojadospor el CORDE y por el Nuevo Tesoro Lexicogrfico de la Lengua Espaola(NTLLE) () son reveladores del rpido decremento de estosconstructos. Para el siglo XIII, el CORDE documenta 695 casos de pararmiente(s), en cualquiera de las formas flexivas de parar, en 43 documentos,mientras que en el siglo XV hay 897 casos en 113 documentos; es decir, en elsiglo XIII hay un promedio de 16 constructos verbonominales por cada docu-mento, en el siglo XV se reduce su documentacin a la mitad, algo menos deocho constructos por documento; todava se documenta en el siglo XX, aunqueest prcticamente desaparecido: 104 casos en 68 documentos, que arroja unpromedio de 0.6 por documento. Respecto del constructo venir en miente(s), encualquiera de las formas flexivas del verbo venir, el CORDE slo tiene ya 16casos en el siglo XVI. Por su parte, el NTLLE, corrobora la prdida de estosconstructos. El Diccionario de Autoridades, de 1734, indica que miente(s) es

    una voz muy usada en lo antiguo, y el Diccionario de la Academia Usual,de 1783, la caracteriza como voz poco usada, con la marca p.u.. En resumen,al debilitarse el empleo de estos constructos verbonominales, la formadiptongada perdi, sin lugar a dudas, apoyo en el sistema.

    e) Contacto lingstico. La forma no diptongada se puede haber impuestodebido a una situacin de contacto cultural, con el consecuente bilingismo,entre el castellano y otras lenguas romances, que formaron estos adverbios sindiptongo, particularmente el occitano y el cataln. Como han mostrado varioshistoriadores, la presencia de occitanos, catalanes y franceses, conocidos todosellos como francos, fue muy importante, y persistente, en tierras de Castilla y

    Len a lo largo de la Edad Media, tanto a travs del camino de Santiago, ascomo en villas y ciudades ms alejadas del Camino, donde los francos ejercanlos ms diversos oficios28, como en las diversas cortes, especialmente la de

    27Aunque otra interpretacin posible sera justamente la contraria: que la generalizacin delformativo adverbial no diptongado pudo haber contribuido a la prdida de los constructos verbo-nominales que contenan el sustantivo miente. La cronologa relativa de la generalizacin de-mente y la prdida de los constructos verbo-nominales con miente es un tema que excede losobjetivos de este trabajo.

    28 Cf. Juan Ignacio Ruiz de la Pea, Las colonizaciones francas en el camino de Santiago,

    en J. Garca Turza, coord., El camino de Santiago y la sociedad medieval, Logroo, Ayuntamien-

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    Alfonso X, en que gozaban de una influencia cultural muy variada29. Asimis-mo, varios lingistas han defendido el carcter ultrapireinaico y cataln del for-

    mativo -mentede estos adverbios30y el carcter no genuinamente castellano dela no diptongacin de la e breve tnica en algunas voces patrimoniales31. Siexiste un bilingismo activo, como parece ser que exista en la Castilla y Lenmedievales, las lenguas pueden prestarse formas y construcciones en cualquierade los niveles de lengua, siempre y cuando la lengua fuente tenga las condicio-nes estructurales para recibir o activar el fenmeno en cuestin. El castellanoposea adverbios de manera formados con el sustantivo mente y, por lo tanto,tena las condiciones estructurales para generalizar la forma culta -mentee inhi-bir la patrimonial diptongada.

    No se puede descartar el anlisis del castellano -mente como resultado del

    contacto, pero, con todo, creo que es necesario matizar este aspecto. Dado quela variante culta, sin diptongar, est presente en el castellano de todas las po-cas, y es la nica que se registra en los textos latino-medievales32, consideroque no es posible hablar de manera estricta de un prstamo lingstico, sino po-siblemente de una reactivacin a partir del intenso contacto cultural con loshablantes de las otras dos lenguas romances. Tal reactivacin de una posibili-dad interna de la lengua es lo que Otheguy ha denominado convergenciacomunicativa33. En resumen, la forma no diptongada pudo haber tenido respal-dos varios en el sistema del espaol para lograr la rpida generalizacincronolgica que muestran los cuadros 5 y 6 arriba.

    6. LOSADVERBIOSEN-MENTEYELGNEROTEXTUALOTRADICINDISCURSIVA

    Uno de los problemas nodales de la diacrona de las lenguas34, explcita-mente formulado por trabajos en la corriente de la Nueva Filologa, es cmo

    to de Logroo-Instituto de Estudios Riojanos-Gobierno de la Rioja, 2000, pgs. 135-141, PascualMartnez Sopena, Los francos en la Espaa de los siglos XI al XIII, en A. Vaca Lorenzo, ed.,

    Minoras y migraciones en la Historia. XV Jornadas de Estudios Histricos Organizadas por elDepartamento de Historia Medieval, Moderna y Contempornea, Salamanca, Ediciones de la

    Universidad de Salamanca, 2004, pgs. 25-66.29 Cf. Julio Valden Baruque, Alfonso X el Sabio. La forja de la Espaa moderna, Madrid,

    Ediciones Temas de Hoy, 2003, pgs. 79-82.30 Cf. Heinrich Lausberg, Lingstica romnica, volumen 1, Fontica, Madrid, Gredos, 1965,

    204, el libro de Karlsson, Syntax and affixation, pgs. 91-92.31 Cf. Malkiel, Old Spanish resistance, cit., pg. 72.32Cf. Maurilio Prez, Las formaciones adverbiales con menteen la documentacin latina, cit.33Cf. Ricardo Otheguy, When contact speakers talk, linguistic theory listens, en E. Contini-

    Morava y B. Sussman Goldberg, eds., Meaning as explanation. Advances in linguistic signtheory, Berlin-New York, Mouton de Gruyter, 1995, pgs. 213-242.

    34Retomo en este apartado algunos puntos expuestos en mi trabajo Gramaticalizacin, gne-ro discursivo y otras variables en la difusin del cambio sintctico, en J. Kabatek, ed., Sintaxis

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    establecer la relacin entre evolucin lingstica y tradicin textual, o, en otraspalabras, de qu manera una tradicin discursiva o un determinado soporte tex-

    tual condiciona el cambio lingstico35. Numerosos trabajos, desde la filologatradicional hasta la nueva filologa, pasando por los estudios sobre variacin yregistros, sustentan que el cambio lingstico no se produce de manera homog-nea a travs de los diferentes tipos de textos y que puede estar en dependencia,incluso, de las temticas preferentes desarrolladas en determinados gneros tex-tuales.

    En este trabajo sostengo que a) las diferencias entre gneros o tradicionesdiscursivas son siempre en trminos de frecuencia de uso y no tanto de presen-cia o ausencia de una innovacin, y b) que no toda gramaticalizacin tiene porqu mostrar asociacin con gneros textuales o discursivos o dependencia deellos. Por ejemplo, cabra pensar que un texto didctico-moral puede propiciarmejor que una crnica el desarrollo de modalidad epistmica o de nominalesindefinidos e impersonales, que una crnica propicia mejor que un enxemplumla aparicin de sujetos agentes, humanos y volitivos, o que la estructura infor-mativa es muy distinta en un texto argumentativo frente a uno narrativo, peroque la estructura bsica interna de una oracin transitiva, esto es, la relacinque contraen verbo y objeto, no tendra, en principio, por qu depender de undeterminado gnero textual.

    Un problema no menor, desde luego, es cmo definir un gnero discursivo

    y, sobre todo, cmo delimitarlo de otro, problema an mayor en la literaturamedieval, para la que es sabido que los gneros textuales no estn bien delimi-tados y que muchas obras, como la General estoria, en sus diversas partes, porponer un solo ejemplo, se definen precisamente por la capacidad de conjuntargneros textuales diversos.36Soy consciente de que muchas obras literarias con-tienen un continuum textual, pero rebasa los objetivos de este trabajo decidir

    histrica del espaol y cambio lingstico. Nuevas perspectivas desde las tradiciones discursivas,Frankfurt-Madrid, Vervuert-Iberoamericana, 2008, pgs. 17-51, con ajustes y algunos replantea-

    mientos.35 Cf. Johannes Kabatek, Cmo investigar las tradiciones discursivas medievales? El ejem-plo de los textos jurdicos castellanos, en D. Jacob y J. Kabatek, eds., Lengua medieval y tradi-ciones discursivas en la Pennsula Ibrica. Descripcin gramatical, pragmtica histrica, meto-dologa, Frankfurt-Madrid, Vervuert-Iberoamericana, pgs. 97-132, especialmente pgs. 97-98, ylos trabajos reunidos en Johannes Kabatek, ed., Sintaxis histrica del espaol y cambio lingsti-co, cit.

    36 Para el problema de la definicin y la huidiza delimitacin de gneros textuales en el me-dioevo espaol, cf. el trabajo de Fernando Gmez Redondo, Historiografa medieval: Constantesevolutivas de un gnero, Anuario de estudios medievales, 19, 1989, pgs. 3-16, y ms reciente-mente Alejandro Higashi, Formacin de tradiciones discursivas medievales (las limitaciones delconcepto de gnero en la composicin medieval hispnica), tesis de doctorado indita, Mxico,El Colegio de Mxico, 2002.

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    qu zonas textuales deben ser adscritas a qu gneros discursivos. Es un impo-sitivo metodolgico para lograr un anlisis hacer una clasificacin, aunque esta

    sacrifique riqueza de los contenidos y complejidad de las obras. Por otra parte,basarse slo en diferencias de comportamiento lingstico parece un tanto cir-cular: las diferencias lingsticas dan soporte a la existencia de distintos gne-ros registros y gneros, pero al mismo tiempo se trabaja con distinciones tex-tuales genricas establecidas a priori37.

    En este apartado mostrar cmo la manifestacin y desarrollo de los adver-bios en -mente en la lengua literaria medieval fue en gran medida dependientede un tipo de gnero discursivo, el sapiencial. Es bastante lgico por dos razo-nes. Por un lado, porque hay afinidad entre el significado bsico de los adver-bios en -mente, que es mostrar la valoracin del hablante ante la predicacin,toda o en distintos tramos sintagmticos, y el valor-significado del gnerosapiencial, que es mostrar verdades generales, ejemplificar el buen comporta-miento que debe seguir un ser humano para convertirse en un buen poltico ysancionar las acciones, buenas o malas, del prncipe. Por otro, la fuerte asocia-cin o dependencia de un gnero literario culto, como lo es el sapiencial, apo-ya, sin duda, los datos ya analizados anteriormente, a saber, que la formacin ydesarrollo de los adverbios en -mente puede considerarse, en lneas generales,como un cultismo peculiar, que debi gestarse tempranamente en la lengua lite-raria y extenderse con posterioridad, pero con restricciones, a la lengua no lite-

    raria y a la oralidad. Por todo lo anterior, el gnero sapiencial motiva, con faci-lidad, la aparicin de esta construccin adverbial de significado modal.Los cuadros 7 y 8 comparan los siglos XIII y XIV, momentos, respectiva-

    mente, inicial de una amplia literatura castellana medieval y de generalizacindel formativo culto -mente. Nos informan de dos hechos: a) que se produjo unadifusin o generalizacin de este tipo de adverbios, y b) que dicha difusinestuvo propiciada por un determinado gnero textual. He estructurado el corpusbase para estos dos siglos, un tanto arbitrariamente, en tres gneros discursivos,que ms que gneros propiamente deben ser entendidos como funciones discur-sivo-comunicativas: sapiencial, histrico-narrativo y poesa, de cuaderna va.

    El cuadro 7 muestra que efectivamente se realiz un proceso de difusin delcambio, ya que las ocurrencias de uso del siglo XIV casi doblan a las del XIII:35% > 65%, y se produjo tambin un proceso de ligera ampliacin lxica delos adjetivos capaces de constituir la base de formacin de un adverbio en-mente: 46% > 54%. Ambos incrementos de frecuencia, en uso y en lxico, sonseales inequvocas de generalizacin y, por lo tanto, de gramaticalizacin, yaque aquella es una de las manifestaciones de esta.

    37 Para una exposicin de este problema apoyado en la historia del ingls, cf. Douglas Biber

    y Susan Conrad, Register, genre and style, New York, Cambridge University Press, 2009, cap. 2.

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    CUADRO 7Avance diacrnico de la gramaticalizacin de los adverbios en -mente

    FRECUENCIADEUSODEADV. FRECUENCIA LXICADEADJ. BASE

    XIII 35% (407/1.172) 46% (104/222)XIV 65% (765/1.172) 54% (118/222)

    Realic una Prueba de Comparacin de Proporciones para observar si elincremento 35% > 65% es significativo. El estadstico z indica que s es signi-ficativo el aumento: z = 10.52 con un p < 0, y, recordemos, que un estadsticoz superior a 1.96 es significativo. Para el siglo XIII la prueba z arroja .0021 ypara el XIV, .0039, con una diferencia de .0018 a favor del segundo periodo

    comparado.El cuadro 8 abajo muestra que la difusin diacrnica de los adverbios en-mentefue mucho ms activa en textos sapienciales, ya que en estos, al compa-rar los siglos XIIIy XIV, se triplica la ocurrencia de adverbios modales en -men-te: 20% > 68%, mientras que los otros dos gneros redujeron notoriamente laaparicin de estas formas: histricos: 72% > 28%; poesa: 8% > 4%. Parecelgico, por un lado, el mayor avance de la gramaticalizacin en el gnerosapiencial, ya que ste, como hemos dicho, contiene verdades generales y nor-mas morales que favorecen el empleo de diversas formas de la modalidad. Elcuadro 8 tambin nos informa que la poesa, pica en este caso, es un gnero

    reacio al empleo de adverbios en -mente. La razn, creo yo, no es de ndolesemntica sino fnica: son formas de mucho peso fonolgico, muy largas,polisilbicas, con dos acentos, que difcilmente pueden ser acogidas con como-didad en la poesa de verso largo. Menos an debieron encajar en la lrica,construida con verso corto.

    CUADRO 8Gramaticalizacin de los adverbios en -mente segn gnero discursivo

    SAPIENCIAL HISTRICO POESA

    XIII 20% (80/407) 72% (292/407) 8% (35/407)XIV 68% (520/765) 28% (211/765) 4% (34/765)

    El cuadro 8 plantea un serio problema para la caracterizacin de los gne-ros y tradiciones discursivas, especficamente, la de los textos histricos. Enprincipio, tanto la Crnica general, como la General estoria. Segunda parte,cuanto las crnicas de Pedro I y Juan I, los cuatro textos analizados para esegnero, pueden ser clasificadas como textos de funcin comunicativa bsica detipo histrico-narrativo. Sin embargo, el hecho de que las dos primeras tenganun 72% de ocurrencias de adverbios modales en -mentey las dos segundas slo

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    REVISTA DE FILOLOGA ESPAOLA (RFE), XCII, 1.o, 2012, pgs. 9-42, ISSN: 0210-9174

    un 28% lleva a dos preguntas: a) deben ser alojados los cuatro textos histri-cos en el mismo gnero discursivo? Pareciera que no, pues, ciertamente, la

    General estoria. Segunda parte tiene fragmentos de cierto contenido moral,del que carecen, creo, las dos crnicas del siglo siguiente. b) Se transform enese lapso la tradicin discursiva cronstica y se modificaron las herramientasgramaticales que iban de la mano de ella? Creo que una respuesta posible aesta ltima interrogante est en la gramtica histrica externa, concretamente,en los cambios culturales experimentados en el siglo XIV. En este siglo tienelugar el desarrollo de una fuerte burguesa y con ella el desarrollo pleno de laindividualidad, de verdaderos y continuados protagonistas de los hechos narra-dos38. En efecto, los seres humanos de las crnicas del siglo XIVson, a diferen-cia de los de la historiografa de siglos anteriores, estrictamente humanos y nonecesariamente heroicos; adems, los textos cronsticos del siglo XIV, no as losdel XIII, tienen protagonistas altamente individualizados, con una elevada per-sistencia topical, que se mantiene a lo largo de todo el texto. Es decir, las cr-nicas del siglo XIV son textos creados al servicio de un personaje. Por lo tanto,aunque pertenecientes, grosso modo, las cuatro obras al gnero que suele de-nominarse historiogrfico, parece claro que este requiere una redefinicin al en-frentarnos a los textos de fines del siglo XIV.

    Por otra parte, no debe ser pasado por alto el hecho de que la brusca retrac-cin de la diptongacin, siglo XIV, cuadros 5 y 6 arriba, coincide con la crea-

    cin de numerosos espejos de prncipes en la literatura espaola. Es decir, ladifusin de la literatura sapiencial coincide cronolgicamente con la generaliza-cin de la forma no diptongada del adverbio de manera.

    Este acercamiento a la sintaxis histrica, enriquecido con tradiciones dis-cursivas, cultura e historia, es prueba de que los hechos internos se interpretanmejor cuando sobre ellos recae una mirada multidisciplinaria filolgica, en elsentido ms tradicional, pidaliano y lapesiano, de acercarnos a la gramtica his-trica.

    Lo importante que debe ser retenido en mente para los fines de este trabajoes que la difusin de los adverbios en -mente, no obstante las varias interro-

    gantes antes formuladas, s refleja de modo claro la incidencia de la variablegnero discursivo en la evolucin de la gramtica. El anlisis presentado eneste apartado nos aporta una informacin interesante: que el gnero sapiencialconstituy, a lo largo de la Edad Media, una tradicin discursiva y cultural

    38Agradezco a Carmen Benito Vessels, de la University of Maryland College Park, y a losalumnos de doctorado de esta universidad, el iluminador dilogo interdisciplinario sobre este yotros puntos de la relacin entre lengua, cultura y literatura, durante el curso de Sintaxis histricadel espaol impartido en abril de 2009, dilogo que me permiti enriquecer el anlisis y com-prensin de algunos de los problemas aqu planteados.

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    37CONDICIONAMIENTOS TEXTUALES EN LA EVOLUCIN DE LOS ADVERBIOS EN -MENTE

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    importantsima que motiv y condicion en buena medida algunos cambiosexperimentados por el espaol de ese periodo; es posible, incluso, que alguna

    de las innovaciones registradas en este gnero no hayan llegado nunca a la len-gua oral.

    Dos preguntas de difcil respuesta subyacen al anlisis aqu presentado:cmo pasa una innovacin desde un determinado gnero discursivo a la len-gua?, esto es, cmo se da lo que Ferguson llama convencionalizacin?39 ycul es el papel de la ecdtica y sus diferentes metodologas en la configura-cin de una tradicin discursiva?, porque la gramtica histrica est mediadapor los soportes textuales que condicionan el acercamiento a la lengua antiguay ellos, a su vez, estn mediados, en una parte nada desdeable, por la crticatextual.

    7. CONCLUSIONES

    Del anlisis de los datos pueden extraerse algunas conclusiones de intersde diverso carcter. Unas estrictamente lingsticas, otras sobre la interaccin, oms bien tensin, complementaria y diferencias entre oralidad y escritura en losfenmenos de cambio lingstico, otras sobre el papel de las tradicionesdiscursivas en la gestacin y difusin del cambio y an otras ms sobre cmo

    el dilogo entre lingstica, soportes discursivos o informativos y cultura engeneral puede enriquecer nuestro acercamiento a las subdisciplinas de la lin-gstica histrica.

    Con base en los datos arrojados por los corpus base y adicional, hemos in-tentado probar que la formacin de estos adverbios es un cultismo peculiar, quepor ello se retrajeron las variantes morfofonmicas patrimoniales o vernculas,que por ello se manifiestan diversificados lxicamente y muy bien generaliza-dos en la lengua escrita literaria, pero que fue una gramaticalizacin en ciertosentido dbil en la lengua oral, debilidad no estructural sino lxica, dada laconstante repeticin de ciertos adverbios, y frecuencial, dada su baja aparicin

    en la oralidad.Asimismo, hemos visto que el comportamiento de estos adverbios es bas-

    tante diferente en cuanto a frecuencia de uso segn se considere la lengua oralo la lengua escrita, segn se considere la lengua escrita literaria o la no litera-ria. Lo anterior lleva a plantear un problema terico bsico en la gramaticali-zacin y, en general en los procesos de cambio sintctico-semntico: cul es el

    39 Cf. Charles A. Ferguson, Dialect register and genre: Working assumptions about