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Recepción correspondencia y Oficina de Atención al Ciudadano Calle 16 N° 68 d - 89 Bogotá, Colombia Sede Administrativa Centro Empresarial C 75 pisos 2 y 3 Carrera 7 # 75- 66 Bogotá, Colombia Conmutador (571) 255 8955 www.defensajuridica.gov.co Página 1 de 31 *2022100000259 1* Al contestar por favor cite estos datos: No. de Radicado: 20221000002591-DG Fecha de Radicado: 19-01-2022 Bogotá D.C., Honorable Magistrado EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Presidente JURISDICCIÓN ESPECIAL PARA LA PAZ [email protected] [email protected] Carrera 7 n.º 63-44. Bogotá D.C Asunto: Solicitud de investigación y juzgamiento de las conductas constitutivas en daño ambiental durante el conflicto armado. Respetado Señor Magistrado: CAMILO GÓMEZ ALZATE, identificado con la C.C N.º 19.472.289 de Bogotá, portador de la Tarjeta Profesional de abogado N.º 71.328 del Consejo Superior de la Judicatura y actuando en calidad de Director General 1 de la AGENCIA NACIONAL DE DEFENSA JURÍDICA DEL ESTADO, de conformidad con el Decreto de nombramiento N.° 1863 del 03 de octubre de 2018 y el acta de posesión N.º 013 de 8 de octubre del mismo año del Ministerio de Justicia y del Derecho, documentos que se adjuntan al presente escrito; de manera respetuosa me permito allegar la presente solicitud para que se inicie un macroproceso en contra de los ex-integrantes de las entonces Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejercito del Pueblo (FARC-EP), quienes incurrieron en graves delitos contra el medio ambiente, los cuales fueron cometidos por causa, con ocasión, o en relación directa o indirecta con el conflicto armado. A manera de ejemplo, las FARC cometieron, durante muchos años y de manera sistemática, atentados terroristas que afectaron gravemente el 1 Decreto de nombramiento n.° 1863 del 03 de octubre de 2018 y Acta de posesión n.º 013 del 08 de octubre del mismo año expedidas por el Ministerio de Justicia y del Derecho, documentos que se adjuntan al presente escrito.

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Al contestar por favor cite estos datos: No. de Radicado: 20221000002591-DG

Fecha de Radicado: 19-01-2022 Bogotá D.C., Honorable Magistrado EDUARDO CIFUENTES MUÑOZ Presidente JURISDICCIÓN ESPECIAL PARA LA PAZ [email protected] [email protected] Carrera 7 n.º 63-44. Bogotá D.C

Asunto: Solicitud de investigación y juzgamiento de las conductas constitutivas en daño ambiental durante el conflicto armado.

Respetado Señor Magistrado: CAMILO GÓMEZ ALZATE, identificado con la C.C N.º 19.472.289 de Bogotá, portador de la Tarjeta Profesional de abogado N.º 71.328 del Consejo Superior de la Judicatura y actuando en calidad de Director General1 de la AGENCIA NACIONAL DE DEFENSA JURÍDICA DEL ESTADO, de conformidad con el Decreto de nombramiento N.° 1863 del 03 de octubre de 2018 y el acta de posesión N.º 013 de 8 de octubre del mismo año del Ministerio de Justicia y del Derecho, documentos que se adjuntan al presente escrito; de manera respetuosa me permito allegar la presente solicitud para que se inicie un macroproceso en contra de los ex-integrantes de las entonces Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Ejercito del Pueblo (FARC-EP), quienes incurrieron en graves delitos contra el medio ambiente, los cuales fueron cometidos por causa, con ocasión, o en relación directa o indirecta con el conflicto armado. A manera de ejemplo, las FARC cometieron, durante muchos años y de manera sistemática, atentados terroristas que afectaron gravemente el

1 Decreto de nombramiento n.° 1863 del 03 de octubre de 2018 y Acta de posesión n.º 013 del 08 de octubre del mismo año expedidas por el Ministerio de Justicia y del Derecho, documentos que se adjuntan al presente escrito.

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medio ambiente: atentados a la infraestructura petrolera causando enormes derrames de crudo; atentados con cilindros de gas que causaron daño ambiental; actuaron de la mano del narcotráfico siendo cómplices de la deforestación sistemática;protegieron los laboratorios de procesamiento de drogas participando directa o indirecta en el vertimiento de miles de toneladas de insumos químicos sólidos y millones de litros de químicos esparcidos en los ríos, y participaron en el negocio del narcotráfico de manera directa, por lo que son responsables del grave deterioro ambiental que ese fenómeno delincuencial causó y sigue causando al medio ambiente. Dichos actos delictivos se encuentran tipificados tanto en el ordenamiento jurídico colombiano, como en las normas de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario (DIH). Como se verá en este documento, los delitos contra el ambiente y los graves atentados contra el entorno natural son faltas penalizadas por el régimen de protección de los Derechos Humanos y por el DIH bajo la modalidad de crímenes de guerra y por lo tanto no pueden ser materia de amnistía o indulto. Lo anterior implica que las autoridades judiciales del sistema de justicia transicional están obligadas a investigar, juzgar y sancionar estas graves conductas cometidas por los miembros de las FARC-EP en relación o con ocasión del conflicto armado. Esta solicitud presenta los argumentos jurídicos y las normas a la luz de las cuales deben ser juzgados los delitos ambientales que se han cometido en el desarrollo del conflicto armado. Así mismo, expone las pruebas y argumentos que demuestran la responsabilidad penal internacional de las FARC-EP en esta materia y propone fórmulas encaminadas al adecuado juzgamiento de estas acciones.

I. LEGITIMIDAD DE LA AGENCIA NACIONAL DE DEFENSA JURÍDICA DEL ESTADO PARA FORMULAR LA PRESENTE SOLICITUD

El Decreto ley 4085 de 2011 “Por el cual se establecen los objetivos y la estructura de la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado” atribuye a dicha Entidad, entre otras funciones, la de velar por “la protección efectiva del patrimonio público” por lo cual faculta a la Agencia a participar “en procesos judiciales o administrativos en los que la Nación o las entidades públicas del orden nacional sean parte demandante o demandada o deban intervenir”.

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El medio ambiente constituye una de las esferas que exige que la Agencia participe en cumplimiento de su misión, con el fin de velar por la protección del patrimonio del Estado. La Ley 1957 de 2019 (Ley Estatutaria de la JEP) señala: “En toda actuación del componente de justicia del SIVJRN se tomarán en cuenta como ejes centrales los derechos de las víctimas y la gravedad del sufrimiento infligido por las graves infracciones al Derecho Internacional Humanitario y las graves violaciones a los Derechos Humanos ocurridas durante el conflicto. Deberá repararse el daño causado y restaurarse cuando sea posible”.(resaltado fuera de texto) Por su parte, en los literales a y b del artículo 15 se garantiza el derecho de las víctimas a: i) “ser reconocidas como víctimas dentro del proceso judicial que se adelanta” y ii) “aportar pruebas e interponer recursos establecidos en la Jurisdicción Especial para la Paz contra las sentencias que se profieran, en el marco de los procedimientos adelantados en dicha jurisdicción”. El medio ambiente es uno de los bienes esenciales del Estado y las actuaciones de las FARC durante el conflicto le generaron graves daños que deben ser reparados por los autores, bajo los criterios de la justicia restaurativa. Tanto las FARC-EP como el Ejercito de Liberación Nacional (ELN) y los grupos paramilitares, de manera sistemática y por largos años ocasionaron un grave daño ambiental mediante las diferentes acciones cometidas por causa, con ocasión o en relación directa o indirecta con el conflicto armado. Por esta vía, y con ocasión de las conductas delictivas, violaron los derechos de los ciudadanos a tener un ambiente sano y un patrimonio ambiental para el futuro y causaron un grave daño al patrimonio ambiental del Estado Colombiano, por lo cual esta solicitud resulta procedente y debe tener como conclusión la reparación del daño causado por las FARC. El daño ambiental ocasionado durante el conflicto, especialmente por las FARC-EP, generó un serio detrimento al patrimonio ambiental de la Nación y del Estado, el cual debe ser reparado por los responsables. El ataque sistemático y continuo al patrimonio ambiental implicó una seria afectación a los derechos de la comunidad nacional e incluso internacional. Hasta el momento, las acciones de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) se han centrado en los daños individuales causados por los actores armados ilegales. No obstante, de conformidad con la Constitución colombiana y con las normas ambientales, así como con lo establecido en el Acuerdo firmado

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con las FARC-EP2, el daño ambiental causado directa o indirectamente por los actores del conflicto, debe ser reparado por tratarse del patrimonio común, único e irremplazable de los colombianos. Como parte de la justicia transicional y restaurativa, es indispensable que exista investigación, juzgamiento, condena, reparación, garantías de no repetición y verdad acerca de la participación de las extintas FARC-EP, en la comisión de estos delitos. Es de público conocimiento que mediante actos terroristas las FARC-EP estallaron oleoductos con los cuales generaron graves derrames de petróleo, volaron torres de energía, extrajeron petróleo de pozos ya cerrados generando derrames contaminantes en la selva, promovieron la minería ilegal, y, desde luego, tuvieron una estrecha relación con las diversas fases del narcotráfico: bien lo dijo Juan Manuel Santos hace unos años "Hoy por hoy las Farc son uno de los principales carteles de la droga en el mundo y así lo empienzan a reconocer”3. Todos estos hechos, como es de público conocimiento, fueron cometidos con ocasión del conflicto, bien sea para causar daño sistemático al Estado o bien para obtener los recursos necesarios para financiar la actividad delincuencial, comprar armas, explosivos y para el mantenimiento de la misma guerrilla. Es evidente que la responsabilidad de las FARC-EP en la deforestación, la minería ilegal, los derramamientos de petróleo y el vertimiento descontrolado de químicos en la selva y parques naturales, entre muchas otras acciones, afectaron el patrimonio ambiental de los colombianos. Por este motivo, estas acciones deben ser investigadas, juzgadas, sancionadas y reparadas por ese grupo guerrillero. La JEP tiene la obligación de investigar, juzgar y sancionar los crímenes más graves y representativos ocurridos durante o con ocasión del conflicto armado. En su labor, también está la de satisfacer los derechos de las víctimas a la justicia, la verdad y, contribuir a la satisfacción de los derechos a la reparación y no repetición respecto de las conductas directa o indirectamente relacionadas con el conflicto, las cuales deben ser reparadas

2 Acuerdo Final Para La Terminación Del Conflicto Y La Construcción De Una Paz Estable Y Duradera. Punto 5: Acuerdo sobre las Víctimas del Conflicto: «Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición» incluyendo la Jurisdicción Especial para la Paz; y Compromiso sobre Derechos Humanos. Numeral 5.1.3.2. Acciones concretas de contribución a la reparación. Fecha: 12 de noviembre de 2016. 3 El Espectador. Judicial “Farc ya son reconocidos en el mundo como cartel de droga: Mindefensa”. Fecha 06 de mayo de 2009. Disponible en: https://www.ideaspaz.org/tools/download/43265

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por los correspondientes responsables, no solamente por los máximos responsables. Dentro de estas conductas claramente se encuentran los graves delitos ambientales y el narcotráfico. El presente documento (i) expone las razones por las cuales la JEP está llamada a iniciar un macroproceso encaminado a la sanción de los graves delitos ambientales en los que incurrieron las FARC-EP, antes del primero de diciembre de 2016; (ii) examina la dimensión prospectiva que tiene la causa; y (iii) allega información relevante sobre el daño ambiental ocasionado en el marco del conflicto armado por la FARC-EP. Dichos insumos, aunados a los informes recibidos por la JEP, apoyan la solicitud que presenta la Agencia a través de este escrito, para que se de inicio a un macro-caso. Esto permitirá la investigación, juzgamiento, verdad, reparación y no repetición de las conductas cometidas por los miembros de las FARC-EP, que ocasionaron una grave afectación sistemática al medio ambiente4. El medio ambiente es un recurso público, que requiere no sólo que el Estado exija a todos los conciudadanos su protección sino también que se ordene su reparación a quienes lo han afectado5. Con el fin de ilustrar lo mencionado con anterioridad, este documento tendrá la siguiente estructura: II) El daño ambiental y su conexidad con el conflicto armado; III) El daño ambiental y su relación con los DDHH y el DIH; IV) La competencia de la JEP para conocer del daño ambiental generado en el conflicto; V) La magnitud del daño ambiental amerita plenamente abrir un macro-caso específico; VI) Necesidad de reparación del daño ambiental en el marco de Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (SIVJRNR) y la justicia retributiva; VII) Información del daño ambiental y VIII) Solicitud.

II. EL DAÑO AMBIENTAL Y SU CONEXIDAD CON EL CONFLICTO ARMADO

El conflicto armado en Colombia no sólo ha atentado contra la humanidad de millones de colombianos y extranjeros y el tejido social de las

4 Sabiendo que en el marco de las actuaciones de esa jurisdicción de paz no pueda exigirse una reparación monetaria. 5 Ver, C. Const, Sent. C-431 de abril 12/2000, M.P Vladimiro Naranjo Mesa.

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comunidades, sino que también ha ocasionado un daño en el ecosistema y en el medio ambiente6. Muestra de ello, se evidencia en la: i) destrucción de millones de hectáreas de bosques por el desarrollo de cultivos ilícitos, con plena participación de la guerrilla; ii) contaminación de ríos y fuentes hídricas producto del vertimiento de desechos químicos provenientes del cultivo y procesamiento de coca; iii) voladuras de oleoductos, torres de energía e infraestructura en general, entre otras. La ejecución de estas conductas no sólo configura tipos penales ordinarios sino que constituyen violaciones graves al régimen de los Derechos Humanos y del Derecho Internacional Humanitario bajo la modalidad de crímenes de guerra, tal como lo hemos puesto ya de presente. Se trata, además, de acciones que tienen profundas implicaciones en el marco de la justicia transicional y del régimen sancionatorio implementado a través de la Ley 1820 de 2016, del Acto Legislativo 1 de 2017 y de la ya mencionada Ley 1957 de 2019. La Ley Estatutaria de la JEP contempla la figura de la amnistía a favor de los rebeldes que pertenezcan a organizaciones que hayan suscrito un acuerdo final de paz, así como a aquellas personas que hayan sido acusadas o condenadas por delitos políticos o conexos mediante providencias proferidas por la justicia (art. 40). No obstante, en concordancia con las obligaciones de Colombia en materia de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, el artículo 42 de la Ley Estatutaria dispone:

“ARTÍCULO 42. DELITOS NO AMNISTIABLES. No serán objeto de amnistía ni indulto ni de beneficios equivalentes los delitos de lesa humanidad, el genocidio, los crímenes de guerra, la toma de rehenes u otra privación grave de la libertad, la tortura, las ejecuciones extrajudiciales, la desaparición forzada, el acceso carnal violento y otras formas de violencia sexual, la sustracción de menores, el desplazamiento forzado, además del reclutamiento de menores, todo ello conforme a lo establecido en el Estatuto de Roma.

6 El daño ambiental se puede definir como aquel daño “que afecta el normal funcionamiento de los ecosistemas o la renovabilidad de sus recursos y componentes" de conformidad con el artículo 42 de la Ley 99 de 1993.

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Tampoco son amnistiables o indultables en el SIVJRNR, los delitos comunes que carecen de relación con la rebelión, conforme a lo determinado en la Ley 1820 de 2016 de amnistía” (negrillas y subrayado fuera de texto).

Ahora bien, de la información suministrada por algunas empresas y entidades, así como de la recaudada a partir de las investigaciones y consultas públicamente conocidas e incluso publicadas en medios de comunicación, se concluye sin mayor esfuerzo que muchos de los hechos directa o indirectamente relacionados con el conflicto implicaron un daño ambiental que debe ser reparado. Tal como se ha puesto de presente, se trata de conductas cuya comisión configura delitos que el sistema de protección de los Derechos Humanos y el régimen del Derecho Internacional Humanitario califica como crímenes de guerra. Por tener dicha connotación, esos delitos no pueden ser objeto de amnistías sino que deben ser materia de investigación y castigo en la esfera de la justicia transicional, y de las medidas restaurativas que sean procedentes. A continuación se describen, de manera detallada, algunas de las conductas mencionadas:

A. Deforestación El accionar de los grupos armados ha promovido que el país haya perdido un total de 6.206.900 hectáreas de bosque fruto de la deforestación, la minería ilegal y la siembra de cultivos ilícitos7. Esto, durante el período comprendido entre el año 1992 y el 20128. En el Informe Mundial sobre las Drogas de 2018, la ONU llegó a concluir que la mayor parte de la cocaína del mundo procedía de Colombia, donde en 2016 se incrementó la fabricación a unas 866 toneladas, lo que supuso un aumento de más de un tercio con respecto al año 2015. Así, de las 213.000 hectáreas que en 2016 se dedicaron al cultivo de coca en todo el mundo, casi el 69% se encontraban en Colombia9.

7 García Romero, Helena. Deforestación en Colombia: Retos y perspectivas. Fedesarrollo. 2012. 8 Daniel Quintero Calle. Revista Semana. Año 2012. Disponible en: https://www.semana.com/la-paz-es-verde/325016/ 9 Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, Resumen, conclusiones y consecuencias en materia de políticas, Informe Mundial sobre las Drogas, 2018. Disponible en: https://www.unodc.org/wdr2018/prelaunch/WDR18_ExSum_Spanish.pdf

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La estrecha relación del narcotráfico con la deforestación ha sido ampliamente reconocida, a lo cual la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ha manifestado que la deforestación “puede ser consecuencia directa o indirecta del cultivo ilícito: es directa cuando se tala una parcela de bosque para el cultivo de adormidera o arbusto de coca; y es indirecta cuando los diversos mecanismos asociados al cultivo ilícito, incluidas las actividades agrícolas lícitas, la formación de pastos y otras formas de desarrollo e intrusión, influyen en la deforestación”10. Los cultivos ilícitos implican la transformación del suelo, por lo que generan deforestación. Este tipo de actividad es el detonante de todo un proceso de destrucción de las funciones de los ecosistemas. Así mismo, la deforestación asociada a cultivos ilícitos, tiene impactos relacionados con la pérdida y migración de la fauna y flora de estos bosques, pérdida de suelos y aumento de la erosión y desertificación, y el consecuente incremento de deslizamientos, avalanchas, entre otros. Asimismo, la pérdida de bosques se da, entre otros, por las plantaciones ilegales, la apertura de pistas de aterrizaje, carreteras clandestinas o incluso otras actividades económicas, como la ganadería o la tala, usadas por los narcotraficantes para lavar dinero11. En el año 2019,la ONU reconoció que “[l]a coca sigue siendo una amenaza para la conservación del patrimonio biológico y cultural de Colombia”, en cuanto “pese a que la cantidad de coca en estas zonas disminuyó en 2019, aún está presente en 14 parques nacionales naturales, 161 resguardos indígenas y 102 territorios de comunidades afrocolombianas”12. Es así que, los diferentes informes de la UNODC han reconocido la necesidad de entender las dinámicas regionales de la producción de cocaína en Colombia para abordar efectivamente el impacto medioambiental que generó el narcotráfico13. Ahora bien, es indiscutible el vinculo directo e indirecto que mantuvo la FARC-EP con economías criminales, principalmente con el narcotráfico. El

10 Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, Informe Mundial sobre las Drogas, 2016. Disponible en: https://www.unodc.org/doc/wdr2016/V1604260_Spanish.pdf 11 Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, Informe Mundial sobre las Drogas, 2016. Disponible en: https://www.unodc.org/doc/wdr2016/V1604260_Spanish.pdf 12 Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, Informe Mundial sobre las Drogas, 2019. Disponible en: https://www.unodc.org/documents/crop-monitoring/Colombia/Colombia_Monitoreo_Cultivos_Ilicitos_2019.pdf 13Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, Informe Mundial sobre las Drogas, 2019. Disponible en: https://www.unodc.org/documents/crop-monitoring/Colombia/Colombia_Monitoreo_Cultivos_Ilicitos_2019.pdf

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informe entregado por la Fiscalía General de la Nación (FGN) a la JEP detalla la intervención del grupo guerrillero en la actividad ilícita. La actuación de la FARC-EP en el narcotráfico estuvo sujeta a una transformación histórica. En la VII Conferencia Nacional Guerrillera (CNG) de 1982 se reconoce la primera forma de intervención extorsiva bajo la modalidad del “impuesto” de gramaje, un cobro que la guerrilla impuso a los cultivadores por cada kilo de hoja de coca. Las conclusiones de la VII CNG ya ubicaban la pasta base de coca (PBC) como una fuente de recursos para la guerra14. Dicha financiación sería clave en el trazado de corredores estratégicos de movilidad de tropas y PBC, así como de zonas de presencia de estructuras guerrilleras, cuya ubicación, con el tiempo, se traslapó cada vez más con la de las zonas con cultivos ilícitos15. (subrayado fuera de texto) Luego de esta Conferencia se impusieron cobros a los narcotraficantes por la entrada a las regiones, por cada kilo de pasta base y cristal comercializado, así como por la vigilancia del transporte terrestre y el uso de las pistas de aterrizaje en las regiones con presencia de la guerrilla16. Posteriormente, la guerrilla también se vinculó directamente al control de distintas etapas del proceso de producción de la cocaína. La propiedad sobre los laboratorios y las cocinas, le permitió a la guerrilla tener el control de la pasta base y el control del cristal de cocaína para hacer transacciones directas con los narcotraficantes con beneficios económicos aún mayores que bajo la sola extorsión, e incluso vincularse en actividades de tráfico internacional de cocaína17. Rodrigo Londoño en su versión voluntaria ante la JEP dijo que desde 1982 (VII CNG) decidieron que ese era el camino para financiar la organización. Lo anterior, en los siguientes términos: “Creímos en esa misma etapa, de pronto, más allá, más acá, cuando ya conocemos ese tema del narcotráfico como tal, dijimos: aquí está la solución para las finanzas que necesitamos para el proyecto nuestro. Eso lo creímos inicialmente, dijimos: por aquí es el camino eso da una buena plata”18.

14 FGN. Génesis FARC –EP. Tomo II Documentos Rectores FARC-EP. Conclusiones de la Séptima Conferencia. Bogotá D.C. 2017. Pág. 180. 15 ODECOFI. Esbozo para una explicación espacial y territorial del conflicto armado colombiano. Bogotá D.C. CINEP. 2014. Pág. 29. 16 Ficalía General de la Nación. Informe Fuentes y mecanismos de financiación de la FARC-EP. Año 2019. 17 Ibídem. 18 JEP. Sala de Reconocimiento de Verdad, de Responsabilidad y de Determinación de los Hechos y Conductas. Auto n.º 19 de 2021. , 26 de enero de 2021.

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El informe n.º 10 de la Fiscalía evidencia que el mayor ingreso de la antigua FARC-EP correspondía al narcotráfico que con $10.530.036.328.625 dobla el rubro de ingresos por secuestro que corresponde a $5.776.945.599.25019. Lo mencionado previamente permite ratificar que la principal fuente de financiación de la FARC-EP fue el narcotráfico. Dicha actividad ilegal ha ocasionado, indudablemente un daño ambiental a gran escala en todos los ecosistemas de Colombia.

B. Minería ilegal

Los grupos armados ilegales (y las FARC EP no fueron la excepción) han operado directamente minas ilegales, principalmente de oro, para su financiación. Entre las labores adelantadas se encuentran la prestación de servicios de seguridad y control territorial con acciones que van desde el cobro de vacunas, servicios de vigilancia, protección o destrucción de la infraestructura minera, hasta el alquiler de las máquinas para adelantar dichas actividades20. El Informe presentado por la FGN a la JEP, demuestra que las FARC-EP le dieron un enfoque especial a la minería ilegal. En las conclusiones de la VIII Conferencia Nacional Guerrillera de 1993, las FARC-EP presentaron el enfoque especial y la importancia que la minería representaba para sus finanzas. Así mismo, relata que el crecimiento de la minería como actividad económica y la complejidad de sus procesos –que van desde la extracción hasta la comercialización–, motivaron el interés de las FARC-EP por vincularse a este negocio. La actividad minera abría amplias posibilidades para la participación de actores ilegales, así como para la comisión de distintos delitos21. Es por esto que los lugares donde se produce la mayor violación de derechos humanos (ejemplo desplazamiento), coincide con territorios donde hay explotación minero-energética.

19 JEP. Sala de Reconocimiento de Verdad, de Responsabilidad y de Determinación de los Hechos y Conductas. Auto n.º 19 de 2021. , 26 de enero de 2021. Referencia: archivo consolidado denominado para este trabajo como Matriz Financiera Farc-Ep, como resultado de la revisión a 17 evidencias referenciadas a FARC-EP, Expediente Caso No. 01. Cuaderno de informes. Informe No. 10. Fuentes y mecanismos de financiación de las FARC-EP. Presentado por la FGN. Bogotá D.C. 2018. 20 Daniel Quintero Calle. Revista Semana. Año 2012. Disponible en: https://www.semana.com/la-paz-es-verde/323665/ 21Ficalía General de la Nación. Informe Fuentes y mecanismos de financiación de la FARC-EP. Año 2019.

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Por otro lado, se tiene que el Informe Especial de la Defensoría del Pueblo sobre nuevos escenarios de riesgo en el post-acuerdo22 estableció que:

“En cuanto a las guerrillas es posible identificar dos actores pertenecientes a esta categoría: las FARC-EP, cuya participación en minería, anterior a la firma de los Acuerdos era significativa, y el ELN que hoy ocupa gran parte de los territorios que ocupaban las FARC-EP y que en la actualidad se encuentra en disputa con los grupos armados posdesmovilización”.

Para el caso específico de la guerrilla, la vinculación con la explotación minera significaba desde la extorsión a los distintos actores intervinientes, hasta el control directo sobre distintas fases de la explotación y el lavado de activos. Bajo este esquema de control, la guerrilla manejó considerables volúmenes de riqueza23. La explotación ilegal aurífera se ha convertido en una fuente de ingresos atractiva para las diferentes partes involucradas en el conflicto. El aumento internacional de los precios del oro y los efectos de la lucha contra el narcotráfico, han hecho que muchos de los grupos armados ilegales en el país incorporen esta economía ilegal como parte de su economía de guerra. La minería ilegal del oro como fuente de financiación de los actores armados, produce fuertes impactos en materia económica, social y ambiental24.

C. Ataques a la infraestructura petrolera e hidroeléctrica

Según un estudio de la Asociación Colombiana del Petróleo (ACP) referenciado por la revista National Geographic25, los ataques guerrilleros han causado el derrame en las selvas de 4.1 millones de barriles de crudo en los últimos 30 años, causando uno de los mayores desastres ambientales del mundo. La JEP a partir de los informes del Grupo de Análisis de Información (GRAI), ha expuesto que la táctica de la extinta guerrilla de las FARC-EP, consistente en atacar las estructuras petroleras, tenía por objeto atraer miembros de la

22 Defensoría del Pueblo de Colombia. INFORME ESPECIAL: ECONOMÍAS ILEGALES, ACTORES ARMADOS Y NUEVOS ESCENARIOS DE RIESGO EN EL POSACUERDO. 23 Ficalía General de la Nación. Informe Fuentes y mecanismos de financiación de la FARC-EP. Año 2019. 24 Defensoría del Pueblo de Colombia. INFORME ESPECIAL: ECONOMÍAS ILEGALES, ACTORES ARMADOS Y NUEVOS ESCENARIOS DE RIESGO EN EL POSACUERDO. 25 Disponible en: https://www.ngenespanol.com/naturaleza/el-medio-ambientevictimaenlaguerradecolombia/

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Fuerza Pública y emboscarlos en lugares estratégicos de la región. Adicionalmente provocaban la erogación del presupuesto del Estado en la reconstrucción de dichas estructuras. En suma, estos bienes civiles se convirtieron en objetivo militar por parte del extinto grupo, por lo cual se encuentra una relación directa de los mismos con el conflicto armado26. El GRAI, dentro del caso “Dinámicas del conflicto armado en el departamento de Norte de Santander, análisis del Bloque Catatumbo de las AUC en el período 1999 a 2004 y relaciones de la estructura con agentes estatales no integrantes de la fuerza pública (AENIFP)” enunció que:

“Para las FARC-EP, el oleoducto y otros bienes civiles se convirtieron en objetivo militar sobre todo a partir de 2001, cuando su accionar en el Catatumbo se incrementó particularmente con respecto a acciones de bajo esfuerzo militar, es decir utilización de pocos hombres en relación con las acciones de gran esfuerzo militar de los noventa. En algún sentido, fue evidente que la ofensiva de la Fuerza Pública y de los paramilitares propiciaron cambios en la manera de operar de esta guerrilla”.

En un informe allegado por la Defensoría del Pueblo, se calcula que entre 1986–1996 se reportaron 562 voladuras de los oleoductos colombianos. Las tres zonas dónde los derrames de petróleo fueron más graves según este informe, son: i) Caño Limón-Coveñas: Los Llanos, ii) Cuenca del Catatumbo y iii) Ayacucho (Norte de Santander). Bajo ese marco, es posible evidenciar que este daño tiene una conexidad importante con las actuaciones de los grupos armados al margen de la ley, toda vez que sus actuaciones estaban dirigidas a causar terror y a afectar la provisión de energía e insumos en el país. Al respecto, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tuvo la oportunidad de pronunciarse frente a algunos de los ataques a la infraestructura de hidrocarburos y eléctrica ocasionada por las guerrillas colombianas. Para ese cuerpo internacional esos grupos armados han violado de manera evidente las normas del DIH. Lo anterior, en los siguientes términos:

“Aunque la Comisión no tiene suficiente información para analizar adecuadamente todos los ataques de los grupos armados disidentes en contra de las torres de energía y oleoductos, la Comisión cree que, por su alto número, muchos

26 JEP. Resolución: SAI-AOI-SUBA-D-045-2019 SUBSALA A.

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de estos ataques no cumplen con las normas del derecho internacional humanitario. […] Sin embargo, la Comisión encuentra difícil creer que, en cada una de dichas ocasiones, los oleoductos constituían un legítimo objetivo militar cuya destrucción habría dado, en las circunstancias específicas presentadas al momento del ataque, una "ventaja militar definida". […] Algunos de los ataques a los oleoductos han violado de manera evidente las normas del derecho internacional humanitario […]”27.

Los ataques cometidos contra la infraestructura de hidrocarburos y eléctrica por parte de los grupos guerrilleros, son infracciones al Derecho Internacional Humanitario (DIH) por las siguientes razones:

i. Se trata de bienes civiles y por lo tanto no deben ser atacados bajo ninguna circunstancia.

ii. Son ataques indiscriminados y sistemáticos.

iii. La voladura de esta infraestructura produce la pérdida de

cosechas y ganado, atenta contra las reservas de agua potable y las obras de riego, todos estos considerados bienes civiles por el DIH.

iv. Los atentados contra esta infraestructura, incluyendo lo

relacionado con la generación hidroeléctrica, puede causar pérdidas importantes en la población civil, por tratarse de fuerzas peligrosas.

v. No obedece a una necesidad de conseguir una ventaja militar

definida, ni tiene un objetivo determinado.

III. EL DAÑO AMBIENTAL Y SU RELACIÓN CON LOS DDHH Y EL DIH

27 CIDH, CAPÍTULO IV continuado 2 VIOLENCIA Y LA VIOLACIÓN DEL DERECHO INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS HUMANOS Y EL DERECHO INTERNACIONAL HUMANITARIO del TERCER INFORME SOBRE LA SITUACIÓN DE LOS DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA, OEA/Ser.L/V/II.102 Doc. 9 rev. 1, 26 febrero 1999

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El medio ambiente sano constituye un interés universal28 esencial para la vida humana y para la dignidad de la persona. Es por eso que las conductas que atentan contra este medio esencial son consideradas violaciones a los derechos fundamentales, a los derechos humanos y al derecho internacional humanitario. En el ámbito de los conflictos internacionales hay abundantes reglas convencionales expresas sobre la materia. Por ejemplo, el párrafo 3 del artículo 35 del Protocolo I adicional a los Convenios de Ginebra, prohíbe el empleo de “métodos o medios de hacer la guerra que hayan sido concebidos para causar, o de los que quepa prever que causen, daños extensos, duraderos y graves al medio ambiente natural”. Por su parte, el artículo 55, el cual está contenido en el Título IV (“Población Civil), Sección I (“Protección general contra los efectos de las hostilidades”), Capítulo III (“Bienes de carácter civil”), señala:

“Artículo 55: Protección del medio ambiente natural 1. En la realización de la guerra se velará por la protección del medio ambiente natural contra daños extensos, duraderos y graves. Esta protección incluye la prohibición de emplear métodos o medios de hacer la guerra que hayan sido concebidos para causar o de los que quepa prever que causen tales daños al medio ambiente natural, comprometiendo así la salud o la supervivencia de la población. 2. Quedan prohibidos los ataques contra el medio ambiente natural como represalias”.

El Estatuto de Roma (incorporado al ordenamiento nacional mediante la Ley 742 de 2002) en su artículo 8.2.b.iv, relativo a los crimenes de guerra, enuncia en la categoría de “otras violaciones graves de las leyes y usos aplicables en los conflictos armados internacionales” lo siguiente:

“iv) Lanzar un ataque intencionalmente, a sabiendas de que causará pérdidas incidentales de vidas, lesiones a civiles o daños a bienes de carácter civil o daños extensos, duraderos y graves al medio ambiente natural que serían manifiestamente excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa de conjunto que se prevea (…)”

28 Corte IDH. Caso Comunidades Indígenas Miembros de la Asociación Lhaka Honhat (Nuestra Tierra) Vs. Argentina. Fondo, Reparaciones y Costas. Sentencia de 6 de febrero de 2020. Serie C No. 400. Parr. 203.

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Estas disposiciones deben ser interpretadas de manera conjunta con otras normas aplicables a los conflictos armados que no tienen la calidad de internacionales. El mismo artículo 8 del Estatuto de Roma, en su numeral 2.e, dispone:

“Otras violaciones graves de las leyes y los usos aplicables en los conflictos armados que no sean de índole internacional, dentro del marco establecido de derecho internacional, a saber, cualquiera de los actos siguientes: (…) “xii) Destruir o apoderarse de bienes de un adversario, a menos que las necesidades del conflicto lo hagan imperativo”

La norma transcrita constituye un tipo penal amplio que razonablemente abarca la destrucción sistemática del ambiente, tal como lo hicieron los integrantes de las FARC-EP y como se muestra más adelante en este documento. La Fiscalía de la Corte Penal Internacional, en el año 2016 elaboró un documento de política pública en el cual se abordó la selección y priorización de casos. Al respecto, se resalta que esa dependencia “buscará cooperar y ofrecer asistencia a los Estados, por solicitud, en relación con conductas que constituyan serios crímenes bajo la ley nacional, tales como la explotación ilegal de los recursos naturales, tráfico de armas, tráfico de personas, terrorismo, crímenes financieros apropiación ilegal de tierras o destrucción del ambiente”. Más adelante se agrega que: “El propósito de la Oficina de la Fiscalía consiste en establecer tanto como sea posible el alcance de la criminalidad que ha ocurrido en una cierta situación, en un esfuerzo por asegurar, de manera conjunta con las jurisdicciones nacionales relevantes, que los crímenes más serios cometidos en cada situación no queden impunes”29. En relación con la priorización de casos, el documento hace referencia a tres criterios, a saber: i) la gravedad de los crímenes, ii) grado de responsabilidad de los presuntos perpetradores y iii) el alcance de los cargos.

29 International Criminal Court. The Office of the Prosecutor “Policy paper on case selection and prioritisation”. https://www.icc-cpi.int/itemsdocuments/20160915_otp-policy_case-selection_eng.pdf. (Traducción propia).

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La Fiscalía define, a su vez, la gravedad de los delitos con base en cuatro factores: escala del delito, naturaleza del mismo, modo en que fue cometido e impacto. En relación con el impacto del delito sujeto a selección y priorización, la Fiscalía de la Corte Penal Internacional indica: “El impacto de los crímenes puede ser evaluado a la luz, entre otros, de la mayor vulnerabilidad de las víctimas, el posterior terror inculcado a las víctimas o el daño económico, social o ambiental generado a las comunidades afectadas”30. (negrilla fuera de texto). Como puede verse, el medio ambiente es un bien jurídico que goza de un régimen de protección cada vez más estricto. En la esfera convencional, las normas que lo amparan se encuentran contenidas principalmente en el ámbito de los conflictos armados internacionales. No siendo así en sede consuetudinaria. El documento de política pública de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional no hace distinciones. Por el contrario, cada vez es más claro que el ambiente sano es un bien jurídico de valor universal. Los daños que se le ocasionan no se circunscriben al plano meramenre local, sino que trascienden límites meramente políticos. La Fiscalía de la Corte Penal Internacional es clara en indicar que se trata de conductas que deben ser materia de persecución y castigo, inicialmente por las autoridades judiciales nacionales, aunque siempre con el apoyo y acompañamieto -e incluso, con la competencia residual- de ese tribunal universal. La protección del medio ambiente ha sido reconocida también en los instrumentos del Continente Americano, incluso en escenarios distintos a los conflictos armados. La Opinión Consultiva OC-23/17, proferida el 15 de noviembre de 2017 por la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH) constituye para el efecto un precedente de la mayor importancia. La Opinión constituye la respuesta de la Corte IDH frente a la consulta formulada por la República de Colombia “a fin de que el Tribunal determine “de qué forma se debe interpretar el Pacto de San José cuando existe el riesgo de que la construcción y el uso de las nuevas grandes obras de infraestructura afecten de forma grave el medio ambiente marino”31.

30 International Criminal Court. The Office of the Prosecutor “Policy paper on case selection and prioritisation”. https://www.icc-cpi.int/itemsdocuments/20160915_otp-policy_case-selection_eng.pdf. PG 15 (Traducción propia). 31 Corte IDH. “Opinión Consultiva OC-23/17”.

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En esa oportunidad, la Corte IDH partió del reconocimiento de la innegable relación que hay entre la protección del medio ambiente y la realización de otros derechos humanos. Agregó que “las diferentes categorías de derechos constituyen un todo indisoluble que encuentra su base en el reconocimiento de la dignidad de la persona humana, por lo cual exigen una tutela y promoción permanente con el objeto de lograr su vigencia plena, sin que jamás pueda justificarse la violación de unos en aras de la realización de otros”. La Corte IDH reiteró la tesis de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) según la cual “varios derechos de rango fundamental requieren, como una precondición necesaria para su ejercicio, una calidad medioambiental mínima, y se ven afectados en forma profunda por la degradación de los recursos naturales”. La Corte IDH resalta además la especial fragilidad que experimentan los territorios de comunidades étnicas por causa de las afectaciones ambientales y llama la atención sobre la necesidad de proteger de manera específica a este sector de la población dados los particulares vínculos que tienen con sus tierras. Aunque la Opinión Consultiva que se analiza no aborda cuestiones propias de los Derechos Humanos y del DIH, su importancia para los fines del presente caso radica en que expone de manera detallada las distintas aristas de las que se compone el derecho a un ambiente sano y desarrolla varias de las obligaciones que tienen los Estados para protegerlo. La Opinión Consultiva OC-23/17 de la Corte IDH debe ser leída de manera conjunta con las normas estatutarias propias de los Derechos Humanos, el DIH y con las reglas y prácticas consuetidinarias que lo nutren. El régimen de protección de los derechos humanos tipifica bajo la modalidad de crímenes de guerra las actuaciones encaminadas a dañar el medio ambiente y a perjudicar el entorno. Esta tipificación es específica en la esfera de los conflictos armados internacionales pero lo es cada vez más clara en el ámbito de los conflictos armados nacionales. La posición de la Fiscalía de la Corte Penal Internacional es ilustrativa. Como puede verse, ese órgano resalta la necesidad de perseguir y castigar los delitos que impactan de manera más profunda al género humano, sus valores jurídicos básicos, su dignidad y, por supuesto, su entorno y su medio ambiente. El DIH como derecho especializado, en su ámbito de protección y regulación de la guerra en contextos de conflictos armados no internacionales (CANI), se encarga de prohibir, en primer término, aquellas conductas que en el

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marco de un conflicto interno, atenten contra la subsistencia de la población civil y ciertos bienes que aprovecha. Las disposiciones generales del DIH en lo que se refiere a la conducción de las hostilidades contempla que el medio ambiente tiene carácter de bien civil. Es importante destacar que el DIH tiene como uno de sus fundamentos el de la prohibición de los ataques indiscriminados, esto es, aquellos que pueden alcanzar indistintamente objetivos militares y personas civiles o bienes de carácter civil. En este sentido y bajo el entendido de que el medio ambiente es, por principio, un bien civil, no puede ser objeto de ataques ni de represalias y resulta prohibido por la normativa humanitaria todo tipo de ofensiva, incluso contra objetivos militares, cuando de este puedan derivarse daños de las características descritas sobre el medio ambiente, y cuando afecten bienes civiles como el agua potable, las zonas agrícolas y los productos alimenticios32. El documento producido por la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU para Colombia y la Embajada de los Países Bajos sobre el DIH, aplicable al conflicto armado interno en Colombia señala que las reglas consuetudinarias de conducción de las hostilidades se aplican al medio ambiente natural, así:

“A. Ninguna parte del medio ambiente natural puede ser atacada, a menos que sea un objetivo militar. B. Queda prohibida la destrucción de cualquier parte del medio ambiente natural, salvo que lo exija una necesidad militar imperiosa. C. Queda prohibido lanzar ataques contra objetivos militares de los que quepa prever que causen daños incidentales al medio ambiente natural que sean excesivos en relación con la ventaja militar concreta y directa prevista”33.

De forma similar se señala que en los CANI:

32 Defensoría del Pueblo, RESOLUCIÓN DEFENSORIAL HUMANITARIA No. 007, Bogotá, diciembre 5 de 2001 33 Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Derecho Internacional Humanitario aplicable al conflicto armado interno en Colombia. Septiembre de 2012. Pág. 44. Disponible en: https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/Publicaciones/2013/9133.pdf

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“Los métodos y medios de hacer la guerra deben emplearse teniendo debidamente en cuenta la necesidad de proteger y preservar el medio ambiente natural. En la conducción de las operaciones militares, han de tomarse todas las precauciones que sean factibles para no causar daños incidentales al medio ambiente o reducirlos, al menos, todo lo posible. La falta de certeza científica acerca de los efectos de ciertas operaciones militares sobre el medio ambiente no exime a las partes en conflicto de tomar tales precauciones”34.

Finalmente, en el documento de la Oficina del Alto Comisionado de Derechos Humanos de la ONU se afirma que en el conflicto armado que se dio en Colombia con las FARC-EP:

“Queda prohibido el empleo de métodos o medios de guerra concebidos para causar, o de los cuales quepa prever que causen daños extensos, duraderos y graves al medio ambiente natural. La destrucción del medio ambiente natural no puede usarse como arma”35.

Es preciso resaltar además que la Fiscalía de la Corte Penal Internacional es deferente con las jurisdicciones nacionales y con sus ordenamientos jurídicos. En efecto, la Fiscalía reconoce plena legitimidad a las autoridades judiciales de los países miembros para adelantar, prima facie, las respectivas actuaciones y para asegurarse de que el adecuado ejercicio de las facultades sancionatorias según el ordenamiento jurídico interno permitan prevenir la comisión de este tipo de delitos y sancionar a los responsables. El Código Penal de 1980 (Decreto 100 de 1980) fue la primera compilación normativa que introdujo los delitos contra el medio ambiente al ordenamiento jurídico colombiano. La normativa anterior -Código Penal de 1936- no contenía ninguna disposición relativa a delitos contra el medio ambiente o los recursos naturales. Si bien se habían proferido varias normas para la protección ambiental (v. gr. Código Nacional de Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente – Decreto 2811 de 1974), ninguna de ellas tipificaba las conductas contra el medio ambiente o los recursos naturales como delitos penales.

34 Ibídem 35 Oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Derecho Internacional Humanitario aplicable al conflicto armado interno en Colombia. Septiembre de 2012. Pág. 45. Disponible en: https://www.acnur.org/fileadmin/Documentos/Publicaciones/2013/9133.pdf

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El Código Penal de 1980 fue, por tanto, la primera norma de relevancia penal sobre la materia. Dicha legislación tipificó las siguientes seis (6) conductas como “Delitos contra los recursos naturales y el ambiente”:

1. Ilícito aprovechamiento de recursos biológicos. 2. Invasión de áreas de especial importancia ecológica. 3. Explotación o exploración ilícita minera o petrolera. 4. Manejo ilícito de microorganismos nocivos. 5. Daños en los recursos naturales. 6. Contaminación ambiental.

Mediante la Ley 491 de 1999, el Congreso efectuó una reforma integral a la sucinta legislación penal existente en materia ambiental. Lo anterior, con el fin de contar con un régimen de protección ambiental más apropiado y que se acompasara con los desarrollos de la dogmática penal. La reforma modificó la redacción original de los delitos y tipificó nuevas conductas como delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente, todo lo cual se integró al Código Penal de 1980. Las novedades para los delitos ambientales introducidas por la Ley 491 de 1999, fueron las siguientes:

1. Omisión de información (relativo a la presencia de plagas o enfermedades infectocontagiosas en animales o en recursos forestales o florísticos).

2. Confluencia de sanciones administrativas (referido a que las

sanciones previstas para los delitos contra el ambiente natural se aplicarán sin perjuicio de las sanciones administrativas que se le hubieron impuesto por la misma conducta).

3. Atenuante por la reparación del daño ecológico causado o por la

indemnización a las personas damnificadas con la conducta. 4. Agravantes para los delitos ambientales.

En el año 2000 se expidió un nuevo Código Penal en Colombia (Ley 599 de 2000). El nuevo Código Penal -actualmente vigente- consagró todo un título robusto y omnicomprensivo en el que se recoge toda la tipificación de los delitos en materia ambiental (Título XI “De los delitos contra los recursos

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naturales y el medio ambiente”). Con la entrada en vigencia de este Código, se dotó al ordenamiento jurídico colombiano de una protección ambiental fuerte desde la esfera penal, tipificando una amplia gama de delitos orientados a contar con una protección sólida, fuerte y apropiada de los recursos naturales y del medio ambiente. Los delitos ambientales consagrados en la redacción original del Código Penal de 2000 representan una ampliación marcada con respecto a la legislación penal prexistente, los delitos contemplados fueron los siguientes:

1. Ilícito aprovechamiento de los recursos naturales renovables. 2. Violación de fronteras para la explotación de recursos naturales. 3. Manejo ilícito de microorganismos nocivos. 4. Daños en los recursos naturales. 5. Contaminación ambiental. 6. Contaminación ambiental culposa por explotación de yacimiento

minero o hidrocarburo. 7. Experimentación ilegal en especies animales o vegetales. 8. Pesca ilegal. 9. Caza ilegal. 10. Invasión de áreas de especial importancia ecológica. 11. Explotación ilícita de yacimiento minero y otros materiales. 12. Modalidad culposa de los delitos de (i) daños en los recursos naturales y (ii) contaminación ambiental.

Adicionalmente, se tipificó el delito de “Destrucción del medio ambiente” en el Título II sobre “Delitos contra personas y bienes protegidos por el Derecho Internacional Humanitario”. El medio ambiente quedó consagrado como bien protegido por el DIH, en concordancia con la normatividad internacional mencionada. Algunos de los delitos enlistados fueron objeto de un aumento de penas tras la expedición de la Ley 890 de 2004. Igualmente, mediante la expedición de

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la Ley 1453 de 2011, se modificó la redacción de algunos tipos penales para ampliar el espectro de protección ambiental y de los recursos naturales en la legislación penal. Finalmente, pese a ser una norma posterior, es del caso tener en cuenta que la Ley 2111 de 2021 sustituyó integralmente el Título XI “De los delitos contra los recursos naturales y el medio ambiente” del Código Penal vigente. El objeto de esta sustitución, según la exposición de motivos del proyecto de ley, fue “actualizar su contenido, introducir nuevos tipos penales, así como ajustar los verbos rectores y las modalidades de los actuales delitos en contra de los recursos naturales y el medio ambiente, permitiendo valorar la sanción de acuerdo al Impacto Ambiental (IA), consecuencia del actuar típico, antijurídico y reprochable de quien comete la conducta, estableciendo de manera coherente y armónica unos mínimos y máximos punitivos, tanto en tiempos como en multas”36. Es claro así que, el ordenamiento jurídico nacional contenía, al menos desde 1980, tipos penales específicos encaminados a la protección del medio ambiente. Se trata de tipos penales que acogen la posición del derecho internacional acerca del deber de los Estados de velar por la protección de sus recursos naturales, y que fueron consistentemente vulneradas por las FARC-EP, tal como se expone más adelante. A los tipos penales mencionados anteriormente se deben adicionar los delitos relacionados con el cultivo, procesamiento y tráfico de sustancias ilegales. En efecto, pese a no ser delitos ambientales, las conductas relacionadas con el narcotráfico han causado también gravísimos daños ambientales. La deforestación de las selvas, la contaminación de los ríos con sustancias tóxicas, la destrucción de la riqueza vegetal y animal y la modificación incurable del territorio son consecuencia de todos estos crímenes cometidos por las FARC-EP de manera reiterada y de tiempo atrás. El narcotráfico, al igual que la explotación ilícita de minas y yacimientos, el aprovechamiento ilícito de los recursos naturales renovables o la invasión de áreas de especial importancia ecológica, entre otros tipos que se mencionan a manera de ejemplo, son acciones que han generado gravísimas consecuencias en los ecosistema y que no sólo afectan a las generaciones presentes, sino también a las futuras. Estas conductas configuran además tipos penales sancionados por el régimen de los Derechos Humanos y el DIH. Son, por tanto, acciones cuya

36 Gaceta 1083 del Congreso de la República. Oct. 31/2019.

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investigación, procesamiento y sanción por las autoridades judiciales competentes constituye una obligación del Estado colombiano que emana de los compromisos adquiridos en distintos instrumentos internacionales de impedir que tales actos queden impunes.

IV. LA COMPETENCIA DE LA JEP PARA CONOCER DEL DAÑO AMBIENTAL GENERADO EN EL CONFLICTO

La JEP tiene competencia para conocer las conductas directa o indirectamente relacionadas con el conflicto que sean cometidas con anterioridad al 1º de diciembre de 2016 y, excepcionalmente, de las que hayan sido perpetradas durante el proceso de dejación de armas de las FARC-EP. Desde el ámbito de aplicación material de los mecanismos de justicia transicional usados en el Acuerdo de Paz, la JEP se limita a las conductas cometidas por causa, con ocasión o en relación directa o indirecta con el conflicto armado, que supongan graves violaciones a los derechos humanos o infracciones al DIH37. Las conductas que constituyen un daño ambiental atentan contra derechos humanos y constituyen un crimen de guerra. La aplicación simultánea de las normas internacionales ambientales y del DIH debe ser interpretada de modo similar al de la vigencia simultánea de los derechos humanos y del DIH. La obligación de su observancia es tanto más intensa cuanto más cerca se hallan los derechos humanos/derecho ambiental del vértice de unión con el DIH. Un daño ambiental tal que ponga en peligro o haga imposible el ejercicio de los derechos humanos fundamentales enunciados, constituye una violación de normas imperativas de derecho internacional general38. Sin perjuicio de lo anterior, esas conductas al haber sido cometidas por causa, con ocasión o en relación directa o indirecta con el conflicto armado y en la zona geográfica en que ocurrió el conflicto, encuadran en la competencia material de la JEP y deben ser investigadas, juzgadas y falladas por los órganos de esa jurisdicción. Ahora bien, que esas conductas se encuadren en la competencia de la JEP, obliga a entender que este tribunal, como mecanismo de justicia transicional, es el único organismo del poder público que puede juzgarlas dada su competencia exclusiva.

37 Artículo transitorio 5 de la Constitución, adicionado por el artículo 1 del Acto Legislativo 1 de 2017, la Ley 1820 de 2016, la Ley 1922 de 2018 y la Ley Estatutaria 1957 de 2019, señalan en consonancia con el punto 5 del Acuerdo de Paz. 38 "Derecho internacional humanitario y temas de áreas vinculadas", Lecciones y Ensayos nro. 78, Gabriel Pablo Valladares (compilador), Lexis Nexis Abeledo Perrot, Buenos Aires, 2003, ps. 265 a 296. CICR ref. T2003.49/0003. Disponible en. https://www.icrc.org/es/doc/assets/files/other/10_zlata.pdf

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A la luz del artículo 19 de la Ley 1957 de 2019, los criterios para la selección de las conductas en las cuales la JEP tiene competencia son:

“1) Gravedad de los hechos: Grado de afectación de derechos fundamentales individuales y colectivos; modalidad de la comisión de los hechos en términos de violencia y sistematicidad. 2) Representatividad: Efectos de la investigación y judicialización de los hechos: capacidad de ilustración del modus operandi y/o prácticas o patrones criminales de los hechos. 3) Características diferenciales de las víctimas: Condiciones de vulnerabilidad y/o necesidad de adoptar medidas diferenciales de protección derivadas de patrones históricos, sociales y culturales de discriminación que se han identificado a partir de aspectos como: el origen étnico, el género, la edad, la condición de discapacidad, la orientación sexual y la identidad de género y/o rol social de la víctima. 4) Características de los responsables: Participación activa o determinante en la comisión de los crímenes de competencia de esta jurisdicción y/o la prueba de su autoría y participación en los hechos concretos. 5) Disponibilidad probatoria: Calidad y cantidad de las pruebas disponibles, las requeridas para probar el hecho y su dificultad para conseguirlas”.

Teniendo en cuenta la competencia exclusiva y preferente de la JEP sobre las conductas cometidas por antiguos miembros de las FARC-EP, entre otros, se debe resaltar que las conductas que constituyen daño ambiental deben ser seleccionadas para su sanción y juzgamiento por este tribunal. Lo anterior, por cumplir con 4 de los 5 criterios para concentrar el ejercicio de la acción penal en quienes tuvieron participación determinante en los hechos más graves y representativos. Ellos son: i) graves; ii) representativas; iii) participación activa de los actores del conflicto armado; y, iv) disponibilidad probatoria.

Ahora bien, los hechos que constituyen daño ambiental no sólo cumplen los criterios recién referidos para que sean seleccionados por la JEP, sino que

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para enfatizar su gravedad, deben ser abordados en un nuevo macro-caso. Esto además, debido a la sistematicidad, a la masividad del daño (en casi todo el territorio colombiano), y a sus consecuencias (afectaron intereses materiales e intangibles del Estado y de la sociedad civil). Lo anterior es importante, porque permitirá estudiar la temática de forma integral, sin la limitación que hoy en día existe en razón del territorio, teniendo en cuenta que los hechos que lo generaron como se dijo anteriormente, tuvieron lugar y repercusiones a lo largo de todo el territorio nacional.

V. LA MAGNITUD DEL DAÑO AMBIENTAL AMERITA PLENAMENTE ABRIR UN MACRO-CASO ESPECÍFICO

A la fecha, la JEP ha abordado el tema ambiental sólo en los tres39 macro-casos, con base en un enfoque territorial. El mencionado enfoque parte de reconocer la relación establecida por las comunidades (afrocolombianas, indígenas y campesinas) con sus territorios, e investiga la degradación de los recursos naturales locales como una violación de los derechos colectivos de las comunidades. La JEP únicamente ha adoptado un enfoque racial, étnico y territorial para la inclusión del medio ambiente en el proceso de justicia transicional, excluyendo los demás enfoques contemplados en el Acto Legislativo 01 de 2017. Es necesario que el órgano judicial garantice un enfoque integral que asegure la justicia, la verdad y la no repetición de lo ocurrido de cara a las víctimas del conflicto.

39 CASO 2: Investiga los hechos ocurridos en Tumaco, Barbacoas y Ricaurte en Nariño. En el marco de este caso se reconoció al ambiente como una víctima silenciosa del conflicto, a través de un fuerte enfoque étnico donde se encuentran consejos comunitarios afrodescendientes y resguardos indígenas de los pueblos Awá y Eperara Siapiadaara y se evidencian los daños ambientales sufridos en esta región. CASO 4: Este caso se ubica en la región del Urabá para investigar los responsables de los crímenes cometidos en el marco del conflicto armado en entre 1986 y 2016. La región fue priorizada entre otros aspectos, por ser epicentro del conflicto armado, y actualmente como una zona de relevancia económica por diversos proyectos de infraestructura y agroindustriales, a lo que se suma fuerte presencia de narcotráfico, situaciones estas que la hacen una zona ecológica fundamental para el país. CASO 5: Prioriza las poblaciones de Santander de Quilichao, Suárez, Buenos Aires, Morales, Caloto, Corinto, Toribio, Caldono, Jambaló, Miranda, Padilla y Puerto Tejada, en Cauca y Florida, Pradera, Palmira, Jamundí y Candelaria, en el Valle del Cauca. El enfoque ambiental en este caso se relaciona con la relación profunda de los pueblos indígenas del Norte del Cauca tienen con su territorio. El territorio Nasa ha sido víctima de profundas disputas por distintos actores armados. Su localización estratégica ha servido para el cultivo, producción y transporte de drogas por corredores que vienen desde las montañas de la Cordillera Occidental hasta el litoral pacífico.

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Los tres macro-casos resultan insuficientes si se considera que se dirigen a zonas específicas que no coinciden necesariamente con los lugares donde los grupos armados generaron un mayor daño ambiental, zonas que además requieren de una reparación y restablecimiento ecológico. Adicionalmente, dicha consideración excluye el derecho a un ambiente sano para todos y cada uno de los ciudadanos y tampoco permite comprender la manera en que la naturaleza fue usada estratégicamente en el marco del conflicto. Los delitos ambientales ocasionados en medio del conflicto y el daño causado al Estado consituyen un innegable hecho que sin lugar a duda debe ser atendido de manera preferente por la JEP. Este es un tema que debe tenerse como un capítulo importante en la reconstrucción de la verdad y en el cumplimiento de los compromisos ambientales que se negociaron en el acuerdo para la finalización del conflicto. En ese sentido, se insta a la JEP, para que de apertura a un nuevo macro-caso, el cual abarque la investigación de estas conductas, sus partícipes, implicaciones y repercusiones de forma integral.

VI. REPARACIÓN DEL DAÑO AMBIENTAL EN EL MARCO DE SISTEMA INTEGRAL DE VERDAD, JUSTICIA, REPARACIÓN Y NO REPETICIÓN (SIVJRNR) Y LA JUSTICIA RETRIBUTIVA

Magistrados de la JEP sostienen que el derecho a la reparación de las comunidades étnicas, cuyos territorios han sido afectados por el conflicto, podría garantizarse proponiendo vías alternas de reparación por parte de los exmiembros de las FARC-EP como la reforestación, la remoción de minas terrestres y otras intervenciones diseñadas con la colaboración de las comunidades étnicas. Tanto el Acuerdo de Paz como la Ley 1957 de 2019, señalan algunas pautas de lo que podría constituirse como acciones de reparación ambiental. Parte del régimen de condicionalidad de los ex integrantes de las FARC-EP, sometidos a la JEP, incluye la obligación de contribuir a la satisfacción de las víctimas para garantizar su permanencia y resolución, a través de trabajos, obras y actividades reparadoras conocidas como TOAR. La JEP ha encontrado viable que el compareciente proponga la realización de un TOAR individual o colectivo, que sea valorado posteriormente por la Sección de Reconocimiento de Verdad y Responsabilidad al momento que se imponga la sanción propia, lo cual se conoce como TOAR anticipado.

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Se considera importante pensar en unas TOAR colectivas dirigidas a la reparación ambiental, ya que sólo a través de la suma de muchos esfuerzos podrá ser posible concretar formas más integrales y transformadoras de restauración de los ecosistemas. Se considera necesario aprovechar los colectivos que se encuentran agrupados alrededor de los antiguos Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR), lo que además facilitará su verificación y seguimiento por parte de la JEP o la misión de Observación de la ONU. Acciones similares han sido implementadas en el derecho comparado por Irak, República Democrática del Congo, Sudán y Sierra Leona40. Las personas que sean condenadas por la comisión de crímenes de carácter ambiental pueden acometer distintas acciones reparadoras que, aunque no restituyan de manera integral el daño causado, sí pueden contribuir a mitigar las consecuencias de sus acciones. El entorno natural ofrece innumerables posibilidades. La siembra de plantas y árboles, el cuidado de animales o la restauración de los paisajes son tan solo unos ejemplos que pueden ser explorados por la JEP para la satisfacción de tal finalidad. Basta con que los perpetradores de los daños ambientales tengan un propósito real de reparar los daños causados al ambiente para que las alternativas surjan. Es, por último, una meta que con plena certeza será abrazada por una comunidad internacional cada vez más consciente de la necesidad de velar por la preservación de nuestro mundo.

VII. INFORMACIÓN DEL DAÑO AMBIENTAL En virtud del Decreto-Ley 4085 de 2011 y la Ley 2111 de 2021, la Agencia Nacional de Defensa Jurídica del Estado tiene la responsabilidad de promover la coordinación de las acciones que aseguren la adecuada defensa de los intereses litigiosos de la Nación, dentro de los procesos que se lleven a cabo en materia de defensa de los recursos naturales y de la fauna y la flora silvestre. Gran parte de la información sobre el daño ambiental es de publico conocimiento y/o se encuentra recaudada por la JEP. Consideramos de especial relevancia los documentos citados y especialmente los informes de Naciones Unidas sobre monitoreo de drogas en Colombia, pues allí se reflejan de manera independiente las aterradoras cifras del daño ambiental causado por el narcotráfico en complicidad estrecha con las FARC.

40 SÁNCHEZ DÁVILA, Juan Sebastián. EL daño ambiental causado por el conflicto armado y su reparación: contribución al debate en el contexto colombiano. Investigación de Grado. Universidad de los Andes. 15 de mayo de 2015

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Es así que, en el marco de sus funciones, la Agencia se permite remitir la información recaudada, según la cual por lo menos en 23 de los departamentos del país, hubo al menos una afectación al medio ambiente de gran escala por grupos armados no regulares. La información se encuentra en los siguientes enlaces: Enlace de acceso al cuadro referido: https://defensajuridica-my.sharepoint.com/:x:/g/personal/camilo_navas_defensajuridica_gov_co/EW1FinCzpNlHtc4zIQ7OQpYB08xhHipPNmCJbQC5nuK3Pg?e=HX65FJ Respuestas otorgadas por las entidades mediante las cuales se hizo entrega de la información en el siguiente enlace: https://defensajuridica-my.sharepoint.com/:f:/g/personal/camilo_navas_defensajuridica_gov_co/ElwkwSMKiP5Els-_vocZu-MBrZ2B_bcv2xGbFBejxgY-TA?e=8qC7zj Sin perjuicio de la importancia de la referida información y que los documentos de datos son más accesibles para consultar virtualmente, la Agencia anexa los siguientes documentos:

1. Documentos que hacen alusión a daños relacionados con hidrocarburos:

a. DOCUMENTO PDF 790355-RESPUESTA ANH- ID 752445-ANDJE-DANO AMBIENTAL-CONFLICTO ARMADO (3 FOLIOS)

b. RESPUESTA ANLA 2021-05-18 (3 FOLIOS) i. RESPUESTA ANLA 2021-05-20 (5 FOLIOS)

c. RESPUESTA ECOPETROL 15-06-2021 2-2021-033-OT0015681 (2

FOLIOS) i. 210625 Respuesta ANDJE Daño Ambiental – JEP (2 FOLIOS) ii. PROCESOS ECOPETROL VICTIMA (FARC) (3 FOLIOS) iii. 181226 OF Remisorio Afectaciones OTA ECP (13 FOLIOS) iv. 210126 Repuesta JEP Re OTA (3 FOLIOS)

2. Documentos relacionados con atentados a infraestructura energética

a. Respuesta Cedelca (2 FOLIOS)

i. Oficio - Entrega de información Actos violentos – CEDELCA VATIA (2 FOLIOS)

b. Respuesta ANDJE Caso CENIT No. 1628550 (3 FOLIOS)

c. RESPUESTA ELECTROCAQUETA (2 FOLIOS)

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3. AFECTACIONES GENERALES AL MEDIO AMBIENTE

a. RESPUESTA CORPONARIÑO (3 FOLIOS) i. INFORME RECORRIDO RIO MIRA Y ROSARIO JULIO 2015 (4

FOLIOS) ii. INFORME VISITA DERRAME RÍO ROSARIO JUNIO 14 DE 2015 (5

FOLIOS) iii. INFORME PRIMERA VISITA DERRAME RIO CAUNAPI JUNIO 11 DE

2015 (6 FOLIOS) iv. INFORME SEGUNDA VISITA DERRAME RÍO CAUNAPI JUNIO 15

DE 2015 (5 FOLIOS) v. INFORME SOBREVUELO RÍOS ROSARIO Y CAUNAPI JUNIO 13 DE

2015-1 (5 FOLIOS) vi. INFORME RECORRIDO RIO MIRA Y ROSARIO JULIO 2015 (4

FOLIOS) vii. INFORME SEGUIMIENTO DERRAME RIO MIRA ENERO 30 DE 2016

(9 FOLIOS) viii. INFORME SEGUIMIENTO DERRAME RIO MIRA SEPT-2015 (7

FOLIOS) ix. PRIMER INFORME DERRAME RIO MIRA JUNIO DE 2015 (9

FOLIOS) x. SEGUNDO INFORME 239 - VISITA OTA - ATENTADO KM 72 - EL

PINDE (42 FOLIOS) xi. DERRAMES DE CRUDO Y SU AFECTACIÓN (2 FOLIOS) xii. INFORME DERRAME RIO SAUNDE 12 NOV-2011-1 (4 FOLIOS) xiii. INFORME DERRAME RIO SAUNDE 5 DIC-2011 (5 FOLIOS) xiv. INFORME SEGUIMIENTO SAUNDÉ-1 (4 FOLIOS) xv. SOBREVUELO ECOPETROL OLAYA HERRERA - ROBERTO PAYAN

- RIO PATIA Y RIO SAUNDE (8 FOLIOS) xvi. SOBREVUELO ECOPETROL ROBERTO PAYAN - RIO SAUNDE (5

FOLIOS) xvii. VISITA ATENTADO OTA KM 96 (3 folios) xviii. DERRAME QUEBRADAS INDA Y GUACARAY MARZO DE 2015 (5

folios) xix. INFORME DERRAME INDA 14 NOV-2011 (5 FOLIOS)

b. Respuesta CVC (2 FOLIOS)

c. Respuesta MinAmbiente (2 FOLIOS)

d. ANTOLOGIA MINDEFENSA (15 FOLIOS)

e. Respuesta PNN (4 FOLIOS)

f. Respuesta Fiscalía (2) (2 FOLIOS)

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g. Respuesta Policía (12 FOLIOS)

h. Respuesta defensoría (4 FOLIOS)

i. Respuesta ejército (22 FOLIOS)

VIII. SOLICITUD

Expuesto lo anterior, de manera atenta y comedida, solicitamos a la Jurisdicción Especial para la Paz que, en el marco de sus competencias constitucionales y legales, investigue, juzgue y sancione las conductas constitutivas en daño ambiental que mediante este documento y sus anexos se ponen en su conocimiento. Tambien rtesulta fundamental que sobre esta materia se conozca toda la verdad, como parte fundamental de la justicia restaurativa, en especial en todo lo relacionado con los vínculos de las FARC y el narcotráfico en todas sus etapas, desde el cultivo hasta el lavado de dinero, pasando por el intercambio de drogas por armas y la financiación obtenida por ese grupo guerrillero del dinero del narcotráfico. En cumplimiento de la dimensión prospectiva de la Justicia Transicional y dadas las múltiples alternativas que ofrece el ambiente y las múltiples posibilidades que para recomponerlo, corresponde a la JEP definir además fórmulas que encaminadas a la restauración del daño causado y la garantía de no repetición, lo cual como por ejemplo se conoce en el caso Santrich, es necesario consolidar Así mismo, se solicita que, conforme a las competencias legales de esta Agencia, se nos tenga como intervinientes en el caso o casos en los cuales se investiguen y juzguen estos hechos. Agradecemos su amable atención y quedamos a su disposición. Cordialmente, Directoro

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CAMILO GÓMEZ ALZATE Director