2.1 Dllo Integral PI Young (1)
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Desarrollo Integral del Niño en la Primera Infancia; Desafíos y oportunidades
MARY EMING YOUNG
I. Introducción
Durante los últimos dos decenios, la atención sobre los programas
centrados en la primera infancia y la demanda de los mismos ha crecido
en todo el mundo como resultado de lo siguiente: a) un mayor número de padres que trabajan fuera del hogar en ambientes donde la presencia
de niños pequeños no es aconsejable ni práctica; b) un aumento constante de la supervivencia infantil, de modo que la sociedad puede empezar a considerar temas más amplios como la calidad de la vida; y c)
el reconocimiento de que las experiencias de la primera infancia pueden ejercer efectos considerables sobre el desarrollo posterior, especialmente
en la escolaridad. A nivel internacional, tres sucesos han dado nuevo relieve a los temas
de la niñez y han puesto de manifiesto los retos institucionales y de organización para los programas destinados a la primera infancia a nivel nacional. La Convención de las Naciones Unidas de 1989 sobre los
Derechos del Niño, la Cumbre Mundial de las Naciones Unidas en favor de la Infancia que tuvo lugar en 1990, y la Conferencia Mundial de
Educación para Todos, junto con su seguimiento de 1993, el Foro de Educación para Todos, recalcaron la importancia de los programas de atención y desarrollo del niño en la primera infancia. Al reconocer el
valor de estos programas, las conferencias también hicieron resaltar la relación entre el bienestar de los niños y el desarrollo de la comunidad,
la función cambiante de la mujer, la mitigación de la pobreza y el rendimiento escolar. Estas reuniones han aumentado la conciencia de la comunidad de donantes y de los gobiernos internacionales sobre la
importancia del aprendizaje temprano, y han conducido a un compromiso mayor por parte de ambos hacia los programas en favor de la niñez temprana.
Esta conciencia creciente es crucial porque los niños en el mundo en
desarrollo, en particular los niños pobres y las niñas, están bajo grave amenaza de privación de las condiciones favorables para el desarrollo. Afortunadamente, existen medios científicos y operativos asequibles
para eliminar o reducir la deprivación. En los últimos dos decenios el Banco y otros organismos multinacionales (UNICEF, OMS/OPS, UNESCO y ONGs como la Fundación Bernard van Leer, la Fundación
Aga Khan y Save, the Children), junto con gobiernos nacionales, han
examinado los datos y recogido la experiencia necesaria para diseñar programas eficaces en favor de la primera infancia.
El desarrollo del niño en la primera infancia comprende, por una
parte, atender las necesidades básicas de salud y seguridad, y por la
otra, favorecer el crecimiento multidimensional de su desarrollo mental, emocional y social. El cuidado infantil, es decir las medidas necesarias
para la custodia del niño, y su desarrollo, es decir su estimulación social y psicológica, no deben considerarse por separado. Los programas que proporcionan atención infantil también deben incorporar metas de
desarrollo. Asimismo, los programas destinados a mejorar el desarrollo en la primera infancia deben considerar las necesidades de las familias.
En resumen, los programas deben responder al bienestar completo del
niño. Esto incluye la familia y la comunidad.
Hay pruebas de que la inversión temprana en el desarrollo integral del
niño puede introducir mejoras en su vida y proporcionar beneficios a
toda la sociedad. La investigación acumulada indica que el principal crecimiento mental ocurre durante el primer año de vida y la primera
infancia, y que en general los primeros años son -decisivos en la formación y el desarrollo de la inteligencia, la personalidad y el comportamiento social. La investigación científica indica que, dada la
influencia decisiva de la estimulación temprana del niño sobre su desarrollo físico, psicológico y social, es posible que la escuela primaria
y aun los programas dé jardín de niños (para niños de 4 a 5 años de edad) lleguen demasiado tarde para contrarrestar factores físicos, neurológicos, psicológicos y sociales estrechamente relacionados con la
privación y la estimulación insuficiente en la primera infancia. Existe una variedad de tales programas. Están los tradicionales
programas preescolares y de jardín de niños que son a menudo parte del sistema de instrucción formal. Sin embargo, por razones de costo y
asequibilidad la atención se ha dirigido a modelos de programas no formales. Además, 1a inquietud por la educación de los padres y los prestadores de asistencia y por el ambiente de la comunidad en que vive
el niño ha conducido a un mayor interés en los modelos no formales y su vinculación con una tradición anterior de desarrollo comunitario. Las
iniciativas que ayudan a las comunidades a organizarse en función de sus necesidades percibidas a menudo se centran en atender a los niños de la comunidad. En países tan diversos como la India (Servicios
Integrados de Desarrollo Infantil), Colombia (Hogares Comunitarios), Kenya (los Harambees nacionales o el movimiento Trabajemos Juntos),
Brasil (Salas Comunitarias de Recién Nacidos), Jamaica (Estudio de la Comunidad y salas vecinales para recién nacidos), Reino Unido (el
Movimiento de Patios de Juego), y Venezuela (Hogares de Cuidado Diario) se han iniciado programas de atención y desarrollo del niño en la primera infancia que representan este modelo de desarrollo no formal de
las comunidades.
No obstante, es importante recalcar aquí que las diferencias en el ambiente cultural y económico nos advierten que no se puede suponer que las soluciones factibles en un país serán . igualmente eficaces en
otro. En consecuencia, en vez de recalcar un modelo. único, es más apropiado identificar una variedad de modelos eficaces. Aun dentro dé cada país, debe tenerse sumo cuidado de
identificar a las poblaciones destinatarias y ayudar a los beneficiarios a definir sus necesidades y crear los programas necesarios para
satisfacerlas. Por ejemplo, los programas formales basados en un centro, que quizás sean apropiados para las poblaciones urbanas de ingreso medio, tal vez no sean apropiados en gran escala en países de
bajos ingresos. Por otro lado, los programas de enriquecimiento orientados a los prestadores de asistencia, empleando los recursos ofrecidos por los padres y la comunidad, pueden ejecutarse a bajo costo
y mejorar enormemente tanto el bienestar como el ambiente de aprendizaje de la mayoría de los niños.
Este informe, destinado a los directores de tareas del Banco Mundial, resume por qué es valiosa la inversión en la formación de capital
humano mediante el desarrollo del niño en la primera infancia. En él se analizan las lecciones aprendidas de los programas y los proyectos en curso y se examina cómo pueden diseñarse tales proyectos bajo diversas
condiciones. El debate se limitará al enfoque no formal. En el capítulo II se resume la justificación para invertir en la atención y el desarrollo del niño en la primera infancia. En el capítulo III se examinan las opciones
de programas y las experiencias de programación de proyectos, tanto dentro como fuera del Banco.- En el capítulo IV se analizan los insumos
mínimos y los métodos esenciales para presentar tales proyectos. En el capítulo V se indica la manera en que el Banco puede fortalecer su función en esta área. En el capítulo VI se presentan las conclusiones.
II. Justificación para la inversión en la atención y el desarrollo del
niño en la primera infancia La investigación sobre la importancia del desarrollo del niño en la
primera infancia para el aprendizaje y el éxito en la vida de los niños de bajos ingresos empezó algunos años antes del advenimiento del
programa Head Start a comienzos de los años sesenta en los Estados Unidos, con una serie de proyectos especialmente diseñados y
controlados.1 Posteriormente, se financiaron estudios de evaluación para analizar la repercusión del programa Head Start, y estas dos corrientes convergieron en una demostración notable de la eficacia de la
estrategia en el largo plazo. Los resultados básicos concluyen que el desarrollo del niño en la primera infancia puede mejorar la vida de los
niños de bajos ingresos y de sus familias, así como la calidad de vida de la comunidad en su totalidad (Schweinhart y col., 1993).
Han surgido pruebas que sustentan el fomento de la atención y el desarrollo del niño en la primera infancia, tanto en los países desarrollados como en los países en desarrollo. Los resultados de los
programas analizados indican que la participación en programas de educación preescolar e inicial dirigidos a los lactantes y niños pequeños
y los programas preescolares pueden mejorar las aptitudes y la disposición del niño para 1a escuela. Otros beneficios incluyen la reducción de la edad de matrícula en la escuela primaria, la reducción
de la tasa de repetición y deserción, y el mejoramiento del rendimiento académico. Parece que los grupos tradicionalmente desfavorecidos (niñas, niños rurales y niños de familias pobres) reciben los efectos más
beneficiosos. También parece que la participación paterna en los programas fortalece la repercusión positiva de las intervenciones en la
primera infancia. Justificación científica
Las pruebas científicas indican que el 50 por ciento de la variación en
el desarrollo intelectual ya se ha producido a la edad de cuatro años. Es probable que la estimulación intelectual insuficiente y la escasez de atención afectiva, junto con la malnutrición temprana, den lugar a
daños graves y posiblemente irreversibles sobre la capacidad física y emocional, cuyo desarrollo es crucial para facilitar el aprendizaje. Debido a la importancia de los primeros años, la escuela primaria y aun
el jardín de niños pueden llegar demasiado tarde para desarrollar estas capacidades en los niños.
El principal crecimiento mental ocurre durante el primer año de vida y
la primera infancia, y en general, los primeros años son decisivos para
1 En esta sección se aplican numerosos conceptos de Roben Myers. Los doce que sobreviven, y
del informe del Banco Mundial. México -The Initial Education Strategv (México: la estrategia
de educación inicial) (informe No. 10129-ME), los cuales proporcionan una reseña integral de
la bibliografía sobre las justificaciones científicas y socioeconómicas para invertir en el
desarrollo del niño en la primera infancia.
la formación y el desarrollo de la inteligencia, la personalidad y el comportamiento social. Dado que el primer año de vida es un período
sumamente sensible de maduración, se necesita un grado elevado de estimulación ambiental para que más adelante en la vida se desarrollen estructuras conceptuales y relaciones sociales sólidas.
El debate acerca del desarrollo del niño en la primera infancia ha
evolucionado en tos últimos veinticinco años, a medida que la investigación ha empezado a comprobar la eficacia de los programas de asistencia diurna de alta calidad sobre la vida de los niños
desfavorecidos. En los Estados Unidos, os primeros estudios, desde fines de los años sesenta a mediados de los setenta, se preguntaban si la intervención temprana podría tener algún efecto positivo duradero. A
medida que se superó el escepticismo inicial se produjo una segunda serie de estudios en los años ochenta, en los cuales se investigó si
diferentes modelos programáticos podrían ejercer diferentes efectos sobre el desarrollo de un niño pequeño. En la actualidad los estudios enfocan los elementos esenciales de los programas en pequeña escala
que resultan eficaces y su ampliación a programas nacionales. Justificación socioeconómica
Eficiencia. La educación en la primera infancia puede aumentar el
rendimiento de las inversiones escolares en la primaria y la secundaria.2 También puede contribuir a la formación de capital humano, al aumentar la productividad y los niveles de ingreso de los participantes y
reducir el gasto público (mediante la reducción de los costos de servicios de bienestar social, salud y educación). En los Estados Unidos, en el
Programa Preescolar Perry, iniciado en 1962, una inversión de US$ 1 ha producido US$ 7,16 en ahorros, debido a 1a reducción de los gastos educativos y de bienestar social y al aumento de la productividad entre
los participantes (Schweinhart, 1993). Asimismo, estudios llevados a cabo en Asia; el Medio Oriente y en particular América Latina indican que la educación durante la primera infancia aumenta las aptitudes
escolares, promueve la matrícula escolar oportuna, baja el índice de repetición de grados y la tasa de deserción y mejora las aptitudes
2 La investigación acumulada durante los años setenta y ochenta indica que aun unos pocos
años de escolaridad repercuten en cambios importantes que tienen valor económico para las
aptitudes individuales (véase, por ejemplo. Selowsky, 1931). Mediante el aumento de los
capacidades tempranas, los programas preescolares aumentan los ingresos a partir de un nivel
dado de escolaridad y los beneficios netos de la escolaridad adicional inducida por una tasa
mayor de retorno a los estudios. La inversión en educación, especialmente en educación
primaria (asociada con la estimulación y la disposición sensorimotora tempranas), produce una
tasa mayor de rendimiento del dinero invertido que la educación secundaria o superior
(Psacharopoulos. 1985).
académicas generales. Por ejemplo, en Brasil la evaluación del Programa de Alimentación del Preescolar (PROAPE) mostró que al reducir el costo
extra de la escolaridad primaria asociado con la repetición, un programa de, atención integrada destinado a los niños preescolares ahorró más que lo que gastó. El análisis de Myers (1992a) de 19 evaluaciones
longitudinales en las que se examinó el efecto de las intervenciones tempranas en América Latina revela que los niños que participaron en
los programas de la primera infancia muestran tasas inferiores de repetición en la educación primaria.3 La repercusión beneficiosa de la educación temprana es particularmente marcada entre los grupos
tradicionalmente desfavorecidos (las niñas, por ejemplo, y los niños de zonas rurales, indígenas y pobres).
Los programas de desarrollo del niño en la primera infancia: pueden facilitar la- mayor asistencia a la escuela primaria en casos en los que
los hermanos mayores han debido abandonar la escuela para ayudar en la crianza de los niños más pequeños. En un estudio de la asistencia escolar de los niños entre 7 y 14 años de edad en Brasil
en 1980, Psacharopoulos y Arriagada (1989) encontraron un efecto negativo sumamente significativo en el número de hermanos menores entre los 0 y los b años de edad. Bittencourt y DeCicco (1979)
encontraron que las niñas en una favela de Salvador perdieron más días de escuela que los varones porque se las necesitó más a menudo en la
casa para ayudar en las tareas domésticas. Los programas para la primera infancia también pueden servir como
vehículos para extender la atención primaria de salud. Las pruebas indican que los programas relacionados con 1a salud y la nutrición
tienen una relación positiva con el crecimiento físico, las capacidades cognoscitivas básicas, y la disposición y el comportamiento en el aula. Los programas de desarrollo del niño en la primera infancia que apoyan
las necesidades de salud y nutrición de las familias demostrándoles cómo proporcionar atención permanente, están ayudando a los niños a evitar enfermedades y la malnutrición, además de desarrollar su
disposición para participar en la escuela y la comunidad. Por ejemplo, un estudio realizado en México durante diez años ha demostrado el
efecto negativo de la- malnutrición grave sobre la disposición escolar, así como de la falta de estimulación en el hogar sobre la adquisición del lenguaje (Chávez y Martínez, 1981). Además, Glewwe y Jacoby (1993),
en su análisis de la Encuesta de Niveles de Vida de Ghana encontraron pruebas de que la matrícula escolar primaria retardada es una
consecuencia de carencias nutricionales en la primera infancia. Los
3 De los 19 estudios, 10 contienen información comparativa acerca de la matrícula. 14 acerca
del progreso escolar (promoción, repetición, deserción) y 1 4 acerca del rendimiento escolar.
autores argumentan que las intervenciones de nutrición durante la primera infancia pueden conducir a aumentos sustanciales en los
ingresos más tarde en la vida. Dado que el crecimiento físico de un niño puede verse influido no sólo por la alimentación sino también por su desarrollo *social y psicológico, los programas sobre la primera infancia
que hacen hincapié en los aspectos del desarrollo junto con la salud y las intervenciones de nutrición pueden beneficiar el crecimiento físico y
la capacidad cognoscitiva básica de un niño (Zeitlin, Ghasseri y Mansour, 1990).
Los programas de desarrollo del niño en la primera infancia también pueden dar lugar a ahorros en gastos de salud. Como promedio, entre el 70 y el 85 por ciento del gasto sanitario total público y privado en e mundo
en desarrollo va destinado a la cura de enfermedades. Entre el 10 y el 29 por ciento se gasta en atención preventiva y el resto en servicios a la
comunidad. Dentro del sector curativo, los hospitales -a menudo representan más del 80 por ciento del costo. No obstante, es bien sabido que los servicios preventivos y comunitarios son mucho más eficaces para
la reducción de la morbilidad y la mortalidad. Mediante la educación de los padres y la atención temprana de los niños, los costos de atención de salud pueden reducirse con medidas preventivas que reducen las
enfermedades y los accidentes, de ese modo evitando tratamientos más costosos.
E1 desarrollo del niño en la primera infancia también puede apoyar
iniciativas de salud y nutrición. Por ejemplo, en el proyecto comunitario
de Atención y Nutrición Infantil de Colombia y en los proyectos integrados de Desarrollo Infantil de Bolivia, se requiere que los niños
participantes completen su vacunación en el plazo de seis meses desde su ingreso a las guarderías infantiles. E1 programa también puede facilitar la vigilancia del crecimiento y la administración de suplementos
alimentarios y micronutrientes. Cuando se los vincula con programas gubernamentales existentes de salud pública, los servicios de desarrollo de la primera infancia, por ejemplo la vacunación masiva, proporcionan
una manera eficaz de aumentar estos programas.
La equidad social. Hay amplias pruebas de que la inversión en capital humano, especialmente en el desarrollo temprano, también ataca algunas de las causas más afianzadas de la pobreza. Una gran parte de
la diferencia de logros cognoscitivos entre los grupos de nivel socioeconómico más bajo y los grupos de mayor ingreso puede atribuirse
a la malnutrición, la falta de saneamiento y los bajos niveles de estimulación psicológica común entre los niños pobres. Todos estos factores pueden verse influidos positivamente por la educación. Las
intervenciones de desarrollo del niño en la primera infancia pueden ayudar a reducir las desigualdades sociales arraigadas en la pobreza,
mediante la ayuda a niños pequeños de medios desfavorecidos para que tengan un comienzo más equitativo en la vida y una base para la
educación adicional. Esto es especialmente importante para tos que viven en zonas rurales y urbanas marginales, donde los servicios de educación, salud y saneamiento quedan lejos o no existen.
Lo que es importante señalar aquí es que las ventajas de las
intervenciones en la primera infancia son especialmente evidentes para las niñas. La discriminación en la educación empieza temprano en algunas culturas; por ejemplo, en muchos países africanos la tasa de
matrícula femenina en la escuela primaria es menos del 50 por ciento con respecto a los varones. Las estrategias para mejorar la participación de las niñas incluyen su preparación* para la escuela primaria. Los
programas de la primera infancia pueden ser una ayuda importante para ayudar a superar las barreras discriminatorias y las desigualdades
por razón de sexo que ya existen al momento de entrar a la escuela. Los beneficios de los programas de la primera infancia para las niñas
son de especial importancia porque la escolaridad de la mujer es a menudo una herramienta más útil para predecir la salud y los resultados reproductivos que otras variables a nivel del hogar, como
podrían ser el ingreso familiar y la ocupación del esposo. La ampliación de la matrícula escolar femenina parece ofrecer una solución atractiva a
la reducción del aumento en la esperanza de vida, la salud infantil y el control de la fecundidad en los países en desarrollo. Los estudios de las diferentes culturas revelan -que las niñas que participan en los
programas de la primera infancia están mejor preparadas para la escuela y es más probable que asistan y continúen en la escueta.
Además, como a menudo estas niñas muestran rendimiento favorable en la escuela, los padres cambian sus expectativas, dejándoles continuar su educación. Puesto que está bien comprobado que la mujer educada
cuida mejor a sus hijos, las intervenciones tempranas orientadas hacia las niñas pueden fortalecer las posibilidades de que permanezcan en la escuela más tiempo, lo cual posteriormente puede resultar en una
fecundidad reducida y en la reducción de la mortalidad de lactantes y niños.
Necesidades coincidentes de las mujeres y los niños
El aumento en el número de hogares encabezados por mujeres y de mujeres que trabajan ha creado una gran necesidad de atención infantil
sin riesgos. En todo el mundo en desarrollo, la mujer realiza un aporte sustancial a la fuerza laboral en el sector formal. Al mismo tiempo, las necesidades de atención infantil han aumentado en forma singular. Los
estudios de la participación de la mujer en la fuerza laboral y los tipos de trabajos tomados, generalmente revelan una relación inversa entre el
número de niños pequeños en la casa y la probabilidad de que la madre tenga empleo (Landers y Leonard, 1992). Se produce un círculo vicioso,
en particular en las ciudades, por el cual los trabajos con escasa remuneración impiden a las madres' adquirir una atención infantil adecuada, y la carencia de atención infantil adecuada impide a las
madres buscar empleo más estable y mejor remunerado. Este problema es particularmente agudo en los hogares de escasos recursos, donde el
efecto de no trabajar es más grave sobre las familias. La provisión de atención subsidiada que satisfaga las necesidades de las mujeres podría ayudar a romper este círculo, elevando los ingresos y la productividad y
beneficiando tanto a las mujeres como a los niños. La provisión de asistencia diurna es importante. Si cuentan con cuidado disponible, las mujeres tienen movilidad entre el hogar y el mercado de trabajo.
También es requisito previo que la mujer tenga oportunidad de recibir aprendizaje y educación adicionales. Por lo tanto, la disponibilidad de
atención infantil tiene la posibilidad de aumentar la productividad y el potencial de ingreso tanto de la mujer con trabajo autónomo como de la que realiza actividades agrícolas.
No obstante, muchos programas centrados en el niño hacen muy poco
por responder a las necesidades de la mujer que trabaja. Estos
programas a menudo prestan servicios durante un número insuficiente de horas al día. Por ejemplo, el Servicio Integrado de Desarrollo Infantil
(CIES) de la India se centra principalmente en las mujeres embarazadas y no aborda la necesidad de contar con una guardería infantil. Se está revisando el programa para extender las horas y abarcar a los niños
más pequeños. Muy diferente del CIES, las salas infantiles móviles de la India integran un programa para satisfacer las necesidades de las
mujeres que trabajan. El servicio está ubicado en solares en construcción, para proporcionar asistencia diurna a las trabajadoras de la construcción que tienen niños- pequeños. , En el Proyecto Femenino
de Animación del Senegal, las trabajadoras agrícolas se turnan para proporcionar atención a grupos de niños. En Nepal un programa similar, el proyecto Punto de Entrada, viene funcionando con éxito desde 1989.
La atención infantil y los servicios de desarrollo no solo sirven como
medios para mejorar la productividad de la mujer, sino que también pueden servir como medio directo para generar ingresos. La adopción de modelos de asistencia diurna en casa proporciona oportunidades de
empleo directo para un gran número de mujeres. Se han desarrollado modelos de crédito para proporcionar a las mujeres el acceso a los
fondos necesarios para establecer la atención infantil como una actividad lucrativa. Por ejemplo, en Nepal se han diseñado esquemas novedosos para extender crédito sobre la base de garantía de un grupo
en lugar de garantía individual. Los programas de asistencia diurna domiciliaria en Colombia y Bolivia proporcionan crédito a las mujeres,
permitiéndoles realizar mejoras estructurales en sus hogares para que puedan emplearse como locales domiciliarios de asistencia diurna. El
crédito se otorga con una tasa favorable, y es posible contratar a familiares o miembros de la comunidad para realizar las mejoras. Además, en Bolivia el proyecto garantiza honorarios preferenciales para
la atención de la salud materna en centros de salud públicos y privados afiliados.
Efectos sinérgicos de la salud, la nutrición y la estimulación sobre el desarrollo del niño en la primera infancia
El desarrollo infantil no puede fragmentarse en ámbitos separados. La
capacidad de aprendizaje de un niño depende de un proceso interactivo
de salud, nutrición e interacción entre el niño y la persona que presta la asistencia. La investigación reciente sobre
la relación entre la salud, la nutrición y la estimulación demuestra convincentemente que el suministro suficiente de alimentos no basta para lograr la supervivencia de un niño. El crecimiento y el desarrollo se
fomentan cuando todas estas variables están presentes dentro de un ambiente favorable. Además, los niños tienen diferentes necesidades a medida que pasan por las etapas diferenciadas del primer año de vida,
la primera infancia y la edad preescolar. Cuanto más pequeño es el niño, más difícil es diferenciar los factores fisiológicos y psicológicos
ambientales que gobiernan la salud. A medida que el lactante crece y se convierte en niño pequeño, la higiene ambiental, las prácticas alimentarías adecuadas y la vigilancia para la seguridad del niño son de
importancia capital. Por ejemplo, el crecimiento puede verse afectado por la nutrición inadecuada, pero entre los niños pequeños el
crecimiento lento también tiene relación con la manera en que se los alimenta. La alimentación es más que darles a los niños los alimentos, e incluye el proceso interactivo que acompaña la ingestión de los
alimentos. Además, la interacción entre el prestador de asistencia y el niño es decisiva para el desarrollo posterior. Los programas de desarrollo del niño en la primera infancia pueden ser el punto de
entrada para darles instrucción a los prestadores de asistencia en lo referente a la salud, la nutrición y las -necesidades de desarrollo de los
niños. . En resumen, la justificación para la inversión en los programas de
desarrollo del niño en la primera infancia es innegable, sobre la base de
la equidad, la eficiencia y la eficacia. Si bien no hay ningún programa social que pueda abordar todos los problemas con que se enfrentan las
familias que viven en la pobreza, el apoyo a los programas de desarrollo temprano produce beneficios tangibles no sólo para los niños y los padres sino también para la comunidad. Los déficits individuales
causados por la malnutrición y la atención temprana insuficiente pueden repercutir en toda la sociedad, lo cual afecta la productividad
laboral y el desarrollo económico. Las intervenciones tempranas pueden ayudar a los niños a prepararse para una función productiva en la
sociedad. Las intervenciones en los primeros años de la niñez ofrecen una poco frecuente oportunidad para abordar varios intereses coincidentes. Adecuadamente diseñados y ejecutados, tales programas
pueden tener beneficios multidimensionales, entre ellos: a) mejorar la disposición escolar; b) aumentar la eficiencia de la inversión en la
educación primaria y la formación de capital humano; c) fomentar el comportamiento social útil, reduciendo así, los costos de bienestar social; d) estimular el desarrollo de las comunidades, y e) ayudar a las
madres a obtener ingresos. III. ¿Qué se puede hacer?
El financiamiento de los programas de desarrollo del niño en la
primera infancia es una responsabilidad conjunta de las familias, las comunidades y el gobierno. Si bien ningún programa social puede resolver todos los problemas que afrontan las familias que viven en la
pobreza, tanto en el mundo desarrollado como en el mundo en desarrollo existen pruebas que indican que los programas de desarrollo del niño en la primera infancia Pueden ser una intervención sumamente
útil para mitigar muchos de los complejos y persistentes problemas que acompañan a la pobreza. En consecuencia, dadas las limitaciones de
recursos, la inversión en' servicios durante la primera infancia con fondos públicos debe orientarse hacia los niños que viven en la pobreza. Estos niños corren alto riesgo de privación ambiental, malnutrición y
falta de atención de salud básica esencial.
A continuación dirigiremos nuestra atención a determinar qué programas de desarrollo del niño en la primera infancia proporcionan los resultados más confiables, dadas las limitaciones de recursos de los
países. Los gobiernos deben considerar qué poblaciones tienen prioridad para recibir los servicios, cómo se deben prestar los servicios y usar los recursos, y qué necesidades de los niños y las familias deben abordarse.
Ante todo, se necesita sensibilidad hacia la cultura y las costumbres locales para lograr la ejecución y la continuidad de cualquier programa
de la primera infancia. Las consideraciones políticas pueden dificultar que se justifique la dedicación de escasos recursos al apoyo de los niños muy pequeños, mientras que a los niños mayores no se les proporcionan
servicios adecuados. Para contrarrestar tales argumentos, es importante destacar que orientar los recursos hacia los niños muy pequeños dará
como resultado niños en edad escolar mejor preparados, con lo cual mejorará su rendimiento escolar y la eficiencia de las inversiones que se realicen en la educación primaria.
Experiencia del Banco Mundial en el desarrollo del niño en la primera infancia
La posición dentro del Banco está cambiando en lo que se refiere a la
atención y el desarrollo del niño en la primera infancia. A fines de los
años setenta, estudios comisionados por el Banco recomendaron que se ejecutaran políticas destinadas a ayudar a tos niños pobres mediante el
trabajo directo con sus familias (Grawe, 1979) y el apoyo educativo a la unidad familiar (Smilansky, 1979). Tras estos estudios, escasos proyectos del Banco abordaron este tema.
Sin embargo, las pruebas acumuladas á partir de 1985 ya no apoyan
estas aseveraciones. Se han identificado los efectos a más largo plazo de
los programas preescolares de alta calidad. Además, la medición de los efectos del programa se ha ampliado, para pasar de una concentración
casi exclusiva en el cociente intelectual a otros indicadores, incluidos el rendimiento educativo y el comportamiento social de los niños. Además, muchas opciones informales menos costosas que los programas
preescolares tradicionales formales criticados por Smilansky han resultado muy eficaces para llegar a las poblaciones beneficiarias. Muchos de estos programas no formales se ubican en centros, ya sea
fuera o dentro del hogar, principalmente en zonas urbanas y periurbanas, e incluyen adiestramiento y apoyo a las familias (Myers,
1992b). Desde 1985 el número de proyectos independientes ha aumentado
notablemente. Estas actividades se ubican en el Sector Social, Nutrición, Salud, y Préstamos para la Educación. Los préstamos
concedidos para el desarrollo del niño en la primera infancia se agruparon en varias opciones: a) educación de los padres centrada en el bienestar de los niños entre 0 y 3 años de edad, por ejemplo, el Proyecto
de Educación Inicial de México de 1993 y el Proyecto de Desarrollo Infantil Integrado de la India de 1990; b) asistencia diurna domiciliaria o basada en centros, que presta servicios directos a niños entre 1 y 6 años
de edad, como el Proyecto de Desarrollo Infantil Integrado de Bolivia de 1993 y el proyecto comunitario de Atención y Nutrición Infantil de
Colombia; c) educación preescolar formal o no formal, como el Proyecto de Mejoramiento de la Educación Primaria de Chile de 1992, Primer Proyecto de Desarrollo Social de Ecuador de 1990, el Proyecto de
Desarrollo Social de Venezuela de 1990 y el Proyecto de Rehabilitación Social de El Salvador de 1991; y d) las comunicaciones sociales,
conforme al Proyecto de Desarrollo de las Comunicaciones de Nigeria de 1993.
Para 1993 varios documentos de estrategia educativa de países del Banco reconocieron la importancia de las intervenciones durante la
primera infancia y de los programas de desarrollo del niño en la primera infancia incluidos como insumos en la escolaridad primaria eficaz. Estos
documentos son los siguientes: "Educación y África al sur del Sahara" (Banco Mundial, 1988); "Atención infantil en el Brasil metropolitano" (Banco Mundial., 1990); "La estrategia de educación
inicial de México" (Banco Mundial, 1992); "La estrategia de educación de Indonesia" en él Country Economic Memorandum (Banco Mundial,
I993); y el trabajo "Reseña de Educación de ESP" (de próxima
aparición).