24 Pensar en Cuba

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Entre las dos orillas Bailar en casa del trompo Dalia González Delgado El primer diálogo con la emigración cubana (1978) Elier Ramírez Cañedo

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Revista Pensar en Cuba, nueva revista de jóvenes creadores

Transcript of 24 Pensar en Cuba

  • Entre las dos orillas

    Bailar en casa del trompoDalia Gonzlez Delgado

    El primer dilogo con la emigracin cubana (1978)Elier Ramrez Caedo

  • El 17 de diciembre nos sorprendi a todas y a todos. Fue de las agra-dables y alegres sorpresas que uno quisiera tener todos los das. Miles de corazones salieron del pecho cuando confirmamos las sospechas que desde horas de la maana empezaron a circular por las redes so-ciales: Ral hablar; Se va Alan Gross; Vienen Antonio, Ramn y Gerardo!?.

    Eran justo las 12 del medioda cuando Ral se dirigi a Cuba, al mundo. Tambin lo haca Obama. Simultneamente daban a conocer que la anhelada libertad de los tres cubanos antiterroristas presos in-justamente en crceles estadounidenses era solo el comienzo de un grupo de pasos que podran significar la normalizacin de las relacio-nes entre ambos pases.

    La noticia fue recibida por millones de personas en el mundo como un hecho trascendental y sin precedentes. Inmediatamente empezaron las dudas, las preguntas, las suposiciones. Diferentes medios publica-ron desde ese momento diversos artculos de opinin, hicieron encues-tas, analizaron impactos. Otra vez los ojos de muchos se viraron hacia Cuba con mucha incertidumbre y gran expectativa sobre su futuro.

    Pensar en Cuba, cuyo primer nmero haba salido meses atrs, tambin repens su agenda inmediata. Tenamos varios temas en el tintero: las agresiones mediticas contra Cuba, las ideas que en constante evolucin y revolucin han impulsado la dinmica social y poltica de la nacin, las crisis migratorias hacia Estados Unidos y su manipulacin meditica Pero el 17 haba cambiado el rumbo y por eso debamos nosotros repensar un poco mejor cual sera esa segunda propuesta.

    Es por eso que elegimos conformar esta edicin con cuatro art-culos que tienden puentes entre Cuba y los Estados Unidos. Los dos primeros se centran en la comunidad cubanoamericana asentada en el pas ms grande de Norteamrica y en otras aristas de las reali-dades que se viven en Miami. En cambio, los dos ltimos apuestan por la hibridacin cultural; msica y literatura: los ritmos cubanos que invadieron Nueva York en un periodo determinado y las letras de la cubana Sonia Rivera-Valds.

    Despus de tejer puentes regresamos en la historia al ao 1978: el primer acercamiento. James Carter y Fidel Castro acaso antece-dentes de Obama y Ral? Los pasos que se dieron a finales de los 70 intentaban materializar la continuidad de un deseo de acercamiento mutuo interrumpido aos atrs, cuando el inesperado asesinato de Kennedy hizo que quedara sin efecto el mensaje que portaba Jean Daniels. Cmo ocurri aquel acercamiento? El joven y amigo Elier Ra-mrez nos cuenta lo necesario para que enfrentemos la lectura de tres documentos: una conferencia de prensa, un acta de los acuerdos y las palabras finales de Fidel. Los documentos solo se muestran, nos toca a nosotros entonces sacar las conclusiones.

    Para Pensar en Cuba

  • Para poner fin a este nmero, armado con un tanto de premura, trae-mos la ancdota de un cubano que fue herido mientras otros intenta-ban secuestrar una lancha e ir a parar a la Base Naval de Guantnamo. Y a qu viene esta historia? Por qu cerrar con un hecho semejante?

    Parte de las diferencias que siempre nos han distanciado ha sido la tctica empleada por el gobierno de Estados Unidos para promover las salidas ilegales de la Isla como forma de emigracin. Que el hecho en cuestin ocurriera en las inmediaciones de la Base, nos recuerda otro motivo de desacuerdo: la ocupacin ilegal de una parte de un pas que desde 1959 se declar libre y soberano.

    Justicia y soberana, dos reclamos perennes a los que nunca renun-ciaremos. Vendrn negociaciones, se darn pasos importantes, pero Cuba seguir firme. Repasar la historia es un modo de no dejarse llevar por los cantos de sirena, que segn cuentan los viejos marineros, casi siempre vienen del Norte.

    Rodolfo RomeRo Reyes

  • ARTCULOS Y ENSAYOS

    Bailar en casa del trompo. La comunidad cubanoamericana en Estados Unidos hasta los aos 90

    Dalia Gonzlez Delgado

    Miami se mueve. Anlisis de la encuesta aplicada a los cubanoamericanos residentes en el condado Miami-Dade

    en 2011 por el Instituto para la Opinin Pblica (IPOR) de la Universidad Internacional de la Florida

    Marta Nez Sarmiento

    El renacimiento y desbordamiento antillano.El renacimiento y desbordamiento meldico antillano en Nueva York

    entre 1968 y 1989Joney Manuel Zamora lvarez

    Cuba: Aqu, all y en todas partes. Sonia Rivera-Valds, una voz femenina desde la otra orilla.

    Susana Garca Gonzlez

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    NDICE

    Consejo Editorial:Dra. Mara del Carmen Ariet Garca Dr. Fernando Martnez Heredia Dr. Jacinto Valds-Dapena VivancoDr. Elier Ramrez Caedo

    Director: Rodolfo Romero ReyesEditora ejecutiva: Disamis Arcia MuozDiseo: Yuset Sama y Yolanda Durn

    Memorial de la Denuncia Calle 14, entre 3ra. y 5ta., Miramar. Ciudad de La Habana. Cuba.Correo: [email protected].: +53 7 207 7236

    En portada, fotografade Juvenal Baln

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    DOSSIER

    El primer dilogo con la emigracin cubana (1978)Elier Ramrez Caedo

    Conferencia de Prensa de Fidel Castro Ruz sobre el dilogo con la Comunidad

    Acta final

    Palabras de Fidel Castro Ruz al finalizar la Segunda Reunin celebrada el 8 de diciembre de 1978 con miembros de la comunidad cubana en el exterior.

    GENTE

    La voz de un disparoClaudio Pelaez Sordo y Rodolfo Romero Reyes

    GALERA

    Imgenes sobre las crisis del Mariel, Camarioca y el 94

    ycubacusaPensar en Cuba es una revista on-line

    del portal Cubacusa

    www.cubacusa.cu/pensarencuba

  • ARTCULOS Y ENSAYOS

    | Bailar en casa del trompo. La comunidad cubanoamericana...4

    De visitantes a residentes. De cubanos en Estados Unidos a cubanoamericanos. De exiliados a minora tnica. De minora a participantes activos en la poltica del pas ms poderoso del mundo.

    La historia de los cubanos est conectada a su relacin con Estados Unidos. La cercana geogrfica y cultural ha hecho que muchos se hayan asentado en esas tierras, por diferentes motivos. Segn los resultados del ltimo Censo en Estados Unidos, realizado en 2010, haba al-rededor de 1,8 millones de personas de origen cubano.1 Aunque a primera vista el nmero no es significativo, se trata de una comunidad altamen-te representada dentro del sistema de gobierno.

    En estos momentos hay 3 cubanoamerica-nos en el Senado y otros 5 en la Cmara de Representantes. Dicho de otro modo, los cu-banoamericanos son alrededor del 0,6 % de la poblacin, y el 3 % del Senado. De hecho, los cubanos son los nicos Senadores hispanos en el Congreso Federal. Asimismo, durante los gobiernos de George W. Bush (2001-2009) se contabilizaron ms de 40 cubanoamericanos en cargos tanto a nivel federal como estadual.

    La eleccin presidencial de 2000 evidenci lo importante que puede ser Florida en la poltica nacional, ya que gracias a los votos que el es-tado aport al Colegio Electoral, Bush gan las elecciones an sin haber logrado la mayora del voto popular. Esos comicios marcaron un pico de visibilidad para la comunidad cubanoameri-cana.

    Diversos autores han intentado explicar el xito del grupo. Son varias las causas que han identificado: la creacin de un enclave t-nico; la coincidencia de su llegada a Miami con momentos fundamentales de la Guerra Fra; el capital no solo financiero sino humano que llevaron consigo especialmente las primeras oleadas; la ayuda que recibieron del gobierno estadounidense, dada la comunin de intereses con relacin a Cuba; sus habilidades para hacer lobby.

    Lo cierto es que la comunidad cubanoame-ricana lleg al ao 2000 con un alto grado de insercin dentro del sistema poltico estadou-nidense, proceso que tiene sus antecedentes en las dcadas anteriores. As, con este trabajo me propongo un acercamiento a la evolucin

    Dalia Gonzlez Delgado

    Bailar en casa del trompo.La comunidad cubanoamericana en Estados Unidos hasta los aos 90

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    de la comunidad hasta finales de los aos 90. Las principales fuentes empleadas fueron las informaciones oficiales, esencialmente datos estadsticos, publicadas por las instituciones gubernamentales estadounidenses que traba-jan con temas demogrficos, como la Oficina del Censo y el Servicio de Inmigracin y Natura-lizacin del Departamento de Seguridad Nacio-nal. Como complemento utilic otros estudios realizados por instituciones acadmicas, como el Pew Research Center.

    AntecedentesAunque est registrada presencia de cubanos en Estados Unidos desde el siglo XVIII, fue en el XIX cuando comenz a ser significativa, espe-cialmente a partir de la dcada del sesenta. Entre 1868 y 1898,2 los cubanos en Estados Unidos se asentaban principalmente en Tampa y Cayo Hueso, con presencia tambin en Nueva York.

    Segn datos oficiales de Estados Unidos,3 en la dcada del 60 del siglo XIX, unos 3 420 cubanos obtuvieron permiso de residentes tem-porales en aquel pas. Esa cifra fue 8 705 en la siguiente dcada. Luego, entre 1880 y 1889, 20 134 cubanos obtuvieron permiso de residente en Estados Unidos, y 23 669 lo hicieron entre 1890 y 1899.

    Aunque esas cifras no recogen la totalidad de cubanos que vivan temporal o permanen-temente en Estados Unidos en esos aos, sino solo los que tenan permiso para residir, sirven para tener una idea de cmo fue aumentando la presencia en aquellas tierras, aunque hasta ese momento no era una comunidad numerosa, es-pecialmente comparados con otros grupos de inmigrantes. Si bien el flujo de personas de ori-gen cubano ocurri tambin hacia los territorios ms al norte de Estados Unidos en ciudades como Nueva York y Boston, su presencia fue ms significativa hacia el sur, especialmente en reas de Florida.4

    Durante el siglo XIX se fueron construyendo lazos de diversa ndole entre Estados Unidos y Cuba. A eso ayudaron las polticas de los dife-rentes gobiernos estadounidenses, dirigidos a consolidar su dominio econmico sobre la Isla. La dependencia econmica al vecino norteo, con las redes familiares y de negocios que eso gener a ambos lados del estrecho de la Flori-da, fortalecieron los flujos migratorios.

    La cercana lleg a ser tan intensa que el pres-tigioso investigador cubanoamericano Louis Prez afirma que muchos elementos de la na-cionalidad cubana fueron forjados y adquirieron forma definitiva en Norteamrica.5 Esa idea pa-rece algo extrema. La identidad cubana es algo muy propio, pero no es despreciable el hecho de que la relacin con Estados Unidos contribu-y a su formacin.

    Con el cambio de siglo los asentamientos cubanos continuaron consolidndose en el sur de Florida. Durante la primera mitad del XX se mantuvo tambin la existencia de un flujo sis-temtico y creciente de cubanos desde y hacia Estados Unidos, algunos de manera temporal y otros con un carcter permanente. Esos aos, adems, sirvieron para consolidar las relaciones econmicas entre ambos pases.

    Las cifras oficiales de Estados Unidos no re-gistran datos de cubanos que hayan obtenido el permiso de residencia en el primer decenio del siglo XX, aunque eso no significa que sea cero. Luego, entre 1920 y 1929, 12 769 cubanos ob-tuvieron su permiso de residencia permanente.6 Aunque en la siguiente dcada ese indicador baj hasta 10 641, ascendi notablemente en-tre 1940 y 1949, cuando fue de 25 976. Ya entre 1950 y 1959 la cifra fue de 73 221.

    Los lazos econmicos, unido a la situacin interna de Cuba durante los aos de la dictadu-ra, llev a muchos cubanos a marcharse hacia Estados Unidos, tanto de manera permanente como temporal. Los sectores con mejores re-cursos econmicos, a menudo tambin manda-ban a sus hijos a estudiar a Estados Unidos.

    Asimismo, en esos aos buena parte de la emigracin estaba integrada por sectores traba-jadores en busca de opciones laborales, incluso con una presencia de mulatos y negros, que se establecieron en Nueva York y Nueva Jersey, que, a diferencia de los asentados en Florida, mantuvieron indicadores sociales similares a los del resto de los inmigrantes de la poca.7

    Los nmeros reflejan claramente cmo la pre-sencia de cubanos en Estados Unidos aument vertiginosamente a partir del enero de 1959. El total de cubanos que recibieron el permiso de residencia permanente entre 1820-1959 fue de 178 535. Solo entre 1960 y 1969, ese mismo in-dicador fue de 202 030. En total, entre 1960 y 2000 se registraron 750 116.8

  • ARTCULOS Y ENSAYOS

    | Bailar en casa del trompo. La comunidad cubanoamericana...6

    Pero las cifras no alcanzan para explicar el ni-vel de protagonismo que paulatinamente ga-naron los cubanos en Estados Unidos a partir de 1959, pues todava son un porcentaje nfimo de la poblacin total de ese pas. Les fue bien econmicamente y pronto se convirtieron en uno de los grupos inmigrantes de mayor xito en la historia reciente de Estados Unidos. Varios expertos, cubanos, estadounidenses y cubano-americanos, han intentado profundizar en las causas de la rpida y efectiva insercin econ-mica del grupo, especialmente en Florida, que favoreci su insercin poltica, primero a nivel local y luego federal. En realidad, ambos com-ponentes, sus inserciones econmica y poltica, se potencian mutuamente.

    Son varias las causas que se identifican para explicar el xito del grupo: la ayuda que reci-bieron del gobierno estadounidense; la coinci-dencia de su llegada a Miami con momentos fundamentales de la Guerra Fra; o la creacin de un enclave tnico.9

    La hiptesis del enclaveEl concepto de enclave ha sido utilizado muy frecuentemente y con diversas definiciones por la historiografa, as como en otros campos de la produccin cientfica. Por su parte, los estu-dios antropolgicos y etnogrficos han dado forma al concepto, tan polmico, de etnia.

    A partir de eso, en 1980, los socilogos Ale-jandro Portes y Kenneth Wilson publicaron un

    artculo donde definieron los enclaves tnicos como una forma especfica de adaptacin eco-nmica de los inmigrantes.10 En sntesis, un enclave tnico se caracteriza por una elevada concentracin de inmigrantes del mismo ori-gen en un espacio geogrfico, que organizan una serie de empresas que sirven a su propio mercado, aunque tambin a la poblacin en ge-neral. Una gran proporcin de los trabajadores de esas empresas comparten la misma nacio-nalidad.

    Portes y Wilson concluyeron que la participa-cin en un enclave econmico es una alternativa laboral para los inmigrantes, pues las empresas del enclave tienden a emplear a miembros de su propio grupo. De acuerdo con ese anlisis, el enclave es un sector econmico separado del mainstream de la economa dominante, con un carcter relativamente auto sostenido de las empresas. Supone, adems, que el capital hu-mano trado del pas de origen era mayor en los enclaves que en otros sectores de la economa que reciban mano de obra de inmigrantes.

    Para arribar a esas conclusiones Wilson y Portes estudiaron especficamente a los cuba-nos que llegaron a Estados Unidos en la dcada del 70. Esta hiptesis del enclave gan atencin en ese momento, porque era contraria a los en-foques econmicos y sociolgicos tradiciona-les,11 aunque no ha estado exenta de polmica.

    Cinco aos despus de ese primer acer-camiento, Portes y Bach12 hicieron un anlisis

    Cubanos que obtuvieron permiso de residencia permanente en Estados Unidos por dcadas

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    comparado sobre los niveles de empleo e in-gresos entre los inmigrantes mexicanos y cuba-nos durante la dcada del setenta. Los autores identificaron tres condiciones que favorecieron la insercin de los cubanos en la economa es-tadounidense. La primera est relacionada con el capital humano y material que llevaron de Cuba. La segunda, y ms importante, fue el rol de las redes sociales que se crearon entre ellos; en muchos casos los recin llegados eran ayu-dados por familiares o amigos, y empleados por firmas de cubanoamericanos. El tercer compo-nente de insercin, segn los autores, es la so-lidaridad tnica.

    Por su parte, Silvia Pedraza-Bailey, en otra interpretacin sobre el xito cubanoamericano, lo relacion con el contexto de Guerra Fra en el cual comenz a crecer el enclave, y con el apoyo que recibieron por parte del gobierno.13 La auto-ra tambin compar a los inmigrantes cubanos y mexicanos, y concluy que el origen poltico de los primeros fue fundamental para producir su insercin econmica favorable. Carlos For-ment critic ambas posturas por considerarlas limitadas, y propuso una especie de simbiosis entre ambas para poder explicar el ascenso de la comunidad cubanoamericana.14

    Para Portes, la emergencia de este tipo de enclaves depende de tres factores: la presen-cia de un nmero significativo de inmigrantes de una misma nacionalidad con habilidades em-presariales que hayan adquirido en sus pases de origen; acceso a capital; y acceso a fuentes de empleo.15

    Si bien la formacin de enclaves tnicos ha sido usual en la historia de Estados Unidos, la particularidad en el caso cubano es que esa formacin estuvo condicionada tambin por el resultado de la excepcionalidad de la pol-tica migratoria de Estados Unidos hacia Cuba despus de 1959. Aunque Portes centra sus estudios en el funcionamiento econmico del enclave, con este trabajo pretendo ampliar el concepto, para estudiar tambin la relacin entre el enclave econmico y la participacin poltica de los miembros de la comunidad cu-banoamericana.

    Formacin del enclaveLos flujos migratorios desde Cuba hacia Es-tados Unidos eran considerados, hasta 1959,

    algo natural, dada la cercana geogrfica y los nexos econmicos y culturales, adems de que Estados Unidos es bsicamente un pas de in-migrantes. Pero despus del Triunfo de la Re-volucin cubana, eso adquiri connotaciones polticas, pues hacia all se march la mayor parte de la burguesa cubana que vio en el nue-vo proyecto social una amenaza a sus intereses.

    Desde entonces, las relaciones entre ambos pases estuvieron marcadas por las reacciones norteamericanas y luego cubanoamericanas a las transformaciones en la Isla, y el tema migra-torio es uno de los ejes del conflicto.

    Una de las caractersticas de las relaciones migratorias ha sido su manifestacin a travs de oleadas, con cuatro reconocidas por los espe-cialistas. La primera se produjo justo a partir de enero de 1959, que luego alcanz niveles ma-yores en 1965 con la apertura de Camarioca, cuando el gobierno cubano autoriz a que los emigrantes pudieran venir a recoger a sus fa-miliares en la Isla, por ese puerto matancero. La tercera oleada se produjo en 1980, cuando Cuba retir las restricciones a los que quisieran emigrar y habilit para eso el puerto de Mariel. Luego se produjo una situacin similar en 1994, de apertura de las fronteras martimas, durante la llamada crisis de los balseros.

    En el primer grupo se marcharon personas afines tanto econmica como polticamente con la dictadura de Fulgencio Batista, junto a secto-res relacionados con el capital norteamericano, algunos de los cuales ya tenan negocios en Es-tados Unidos.

    Atrados tambin por el tratamiento preferen-cial que Estados Unidos comenz a dar a los cubanos, entre 1961 y 2000 obtuvieron sus per-misos de residencia permanente unos 787 299 cubanos. De ellos, 208 536 lo hicieron entre 1961 y 1970, 264 863 en entre 1972 y 1980, 144 578 entre 1981 y 1990, y 169 322 entre 1991 y 2000.16

    La postura de Estados Unidos hacia los re-cin llegados cubanos es nica con respecto a otros inmigrantes. En primer lugar, a partir del otorgamiento de la categora de Refugiado Po-ltico, durante la administracin de John F. Ken-nedy. En junio de 1962 se firm la Ley Pblica 87-510: Ley de Asistencia a la Migracin y a los Refugiados del Hemisferio Occidental. Esa legislacin permiti la asignacin de fondos especiales como el Programa de Refugiados

  • ARTCULOS Y ENSAYOS

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    Cubanos y el Centro de Emergencia para Refu-giados Cubanos, creados en Miami en diciem-bre de 1960.

    El siguiente espaldarazo lleg en 1966, cuan-do el Congreso de Estados Unidos aprob una ley nica para los cubanos: Ley para Ajustar el Estatus de los Refugiados Cubanos a la de Residentes Permanentes Legales de Estados Unidos, y para otros fines, conocida comn-mente como Ley de Ajuste Cubano, que facilita la obtencin de la residencia y ciudadana para todos los cubanos que han llegado a Estados Unidos despus de 1959.

    Los primeros emigrantes cubanos a partir de la dcada del sesenta llegaron con valiosos recursos materiales y humanos, en un contex-to que los favoreca, a un pas que no les era extrao. El mayor grupo, establecido en el rea de Miami, tuvo la ventaja adems de estar en el lugar indicado en el momento adecuado. A par-tir de los aos sesenta la economa de la ciudad vivi un proceso de expansin. Miami se con-virti en un centro para la actividad comercial, bancaria y turstica, y en general, en un puente para las relaciones interamericanas. Tanto fue as, que para principios de los 90, Miami-Dade manejaba ms de la mitad del comercio con el Caribe y cerca del 45 % del comercio con Cen-tro Amrica.17

    Pero adems de saber aprovechar la coyun-tura, el xito econmico de los cubanos fue posible gracias a la ayuda del gobierno esta-dounidense, que algunos autores cifran en los mil millones de dlares.18 Eso se tradujo tanto en ropas y alimentos como en asistencia social y fuentes de empleo. Ningn otro grupo de in-migrante latinoamericano ha recibido una ayuda comparable, y eso incluye a los cubanos que llegaron despus de los aos ochenta.

    Adicionalmente, los cubanos se favorecieron de, y al mismo tiempo contribuyeron a, la con-solidacin de Miami en un centro de avanzada de la seguridad nacional. Se estima que para comienzos de los 70 cerca de 12 00019 cubanos eran empleados de la Agencia Central de Inteli-gencia (CIA).

    Todas esas ventajas favorecieron al enclave econmico; una economa de cubanos para cu-banos. Los empresarios y profesionales usaron los capitales que trajeron consigo para poner en marcha negocios y oficinas profesionales que

    los dems cubanos patrocinaban y que ofrecan empleo a sus compatriotas. Al mismo tiempo, los pequeos bancos propiedad de exiliados ofrecan financiamiento inicial para negocios de cubanos.20

    Uno de los factores que ha favorecido el sur-gimiento y reproduccin del enclave ha sido el alto grado de concentracin en Florida meridio-nal. Despus que termin el Programa de Refu-giados Cubanos, en 1973, Miami se fortaleci como refugio para los nuevos inmigrantes cu-banos, tanto por su valor simblico como por las oportunidades del mercado laboral tnico. El desarrollo de un mercado tnico favorece la incorporacin de los recin llegados, al tiempo que ese mismo enclave alimenta constante-mente los flujos migratorios. Este proceso de concentracin ha ido fortalecindose al punto de que en 2010, en Florida radicaba cerca del 68% de la poblacin de origen cubano. Para esa misma fecha, Los 1 039 720 cubanoamericanos que residan en los condados de Miami-Dade y Broward representan el 58 % de todos las per-sonas de origen cubano en Estados Unidos.21

    Evolucin econmica del enclaveSi bien los factores econmicos no explican por s solos la evolucin del enclave, la economa es un aspecto central. En 1967 se contabilizaron en 91922 la cantidad de firmas propiedad de cu-banos solo en el rea metropolitana de Miami. En 1976 ya eran 8 000 y 28 000 en 1990.23 Para 1997 eran ya 72 693,24 lo cual representaba el 60% de todas las empresas de hispanos en la zona.

    Aunque la mayora eran pequeas, con un promedio de 4,5 empleados cada una, tambin incluan grandes empresas, la mayora dedica-das a las manufacturas, la construccin y el co-mercio. Se estima que en 2002 el 60 % de todas las construcciones residenciales en el rea me-tropolitana de Miami estaban hechas por firmas cubanas.25

    En 1977, el Censo econmico de Estados Unidos identific 30 336 firmas propiedad de cubanos. Eso significaba que haba una em-presa por cada 27 personas del mismo origen nacional.26

    Las firmas en el enclave de Miami no solo cre-cieron en nmero sino en ingresos. Los ingresos totales de las firmas Hispanas en Miami fueron

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    de 3,8 mil millones en 1987, cifra que supera en 400 millones a Los ngeles, y triplica Nueva York, a pesar de que esas ciudades tienen ma-yor poblacin hispana. Para esa misma fecha, las firmas cubanas en el rea metropolitana de Miami eran 25 000, 8 000 solo en Hialeah. El 90 % empresas pequeas, con alrededor de 10 empleados. El ingreso total de la poblacin de origen cubano en el rea se estimaba en cerca de los seis mil millones.27 La importancia eco-nmica de esas empresas es poca a escala na-cional, pero significativa para el desarrollo del enclave tnico.

    Ya para el 2001, haba 125 273 firmas de propiedad cubana en Estados Unidos, con in-gresos anuales que superaban los 26, 4 mil mi-llones de dlares; la mayora concentradas en el rea metropolitana de Miami.28

    El funcionamiento y desarrollo del enclave podra explicar por qu los indicadores socioe-conmicos de los cubanoamericanos son su-periores a los de otros grupos de inmigrantes. Comparados con el resto de la poblacin hispa-na, los cubanos tienen mayores ingresos anua-les, as como mayores niveles educacionales, lo cual contribuye tambin a su mejor ubicacin en las escalas laborales.

    Aunque hay diferencias entre los cubanos, entre las diferentes oleadas migratorias, como grupo sus indicadores econmicos estn ms cerca de los del resto de la poblacin blanca no hispana en Estados Unidos, especialmente los cubanoamericanos de segunda generacin. El mejor posicionamiento de los cubanoameri-canos de segunda generacin podemos verlo reflejado tambin en el hecho de que, actual-mente, los tres senadores cubanoamericanos pertenecen a ella.

    De acuerdo con datos de Pew Hispanic Cen-ter, en 2004 el ingreso medio anual de los ho-gares cubanoamericanos fue 38 000 dlares, mayor que el de los hispanos (36 000), pero mu-cho menor que el de los blancos no hispanos (48 000). No obstante, entre los nacidos en Es-tados Unidos la cifra era de 50 000.29 Esa cifra representa una disminucin con respecto a la del Censo del 2000, segn el cual en 1999 la media de ingreso para una familia de origen cu-bano fue de 42 642 dlares anuales, ms cerca de la media nacional (50 000) que de la media hispana (34 400).30

    La propia dinmica del enclave no siempre ha sido favorable para los recin llegados, porque aunque ofrece la oportunidad de insertarse con relativa facilidad a un mercado laboral, al mismo tiempo los limita a un espacio. Eso hace que si-gan teniendo mayor poder econmico y poltico los que llegaron antes y controlan la economa de la zona. Algunos estudios indican que los cu-banoamericanos que residen en estados dife-rentes a Florida reciben mayores ingresos.31 Por ejemplo, en 2004, las familias que vivan fuera de Florida tenan un ingreso medio anual mayor (44 000 vs. 36 000).32 Asimismo y aunque el tema supera los marcos de esta investigacin otros anlisis indican que la solidaridad tnica entre los cubanos de Miami est cambiando, y que ya no juega un papel protagnico en el fun-cionamiento del enclave.33

    Los antecedentes de esta situacin podra-mos rastrearlos hasta la oleada migratoria de Mariel en 1980, y est relacionada tambin con cambios propios de la economa norteamerica-na. Los cubanos que se marcharon a Estados Unidos despus de la dcada del 80 encontra-ron un mercado laboral menos favorable. La in-dustria de la confeccin, por ejemplo, que en los aos 60 haba empleado a un gran nmero de emigrantes, sobre todo mujeres, prcticamen-te haba desaparecido en los 90. En este nuevo contexto, el empleo fabril de los cubano-ameri-canos en Miami-Dade cay del 34 al 19 %, tan solo en la dcada del 90.34 Al mismo tiempo, a partir de los aos 90 el mercado laboral de Mia-mi se inund de inmigrantes de otros pases, lo cual se traduce en que los cubanos han tenido que enfrentar una competencia laboral mucho ms fuerte.35

    El propio Alejandro Portes considera que todos los cubanos que han emigrado despus de los aos 80 han recibido menos benefi-cios del enclave que los que emigraron antes. Aunque muchos de los recin llegados van a trabajar en empresas propiedad de otros cubanos en Miami, y algunos eventualmente abren sus propios negocios, sus conexiones con las empresas cubanas mejor establecidas son menores, as como las posibilidades de ascender en esa escala socioeconmica.36 Un estudio hecho en el 2006 por el socilogo arro-j que en una escala jerrquica, se encuentran en primer lugar los blancos no hispanos en

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    | Bailar en casa del trompo. La comunidad cubanoamericana...10

    Estados Unidos, seguidos por los cubanos que emigraron antes de 1980, luego los hijos de estos ltimos, y finalmente el resto.37

    Evolucin poltica del enclaveLas propias competencias de los miembros de la comunidad, unido a los privilegios que reci-bieron, se tradujeron en una consolidacin no solo econmica sino poltica del grupo. Con el tiempo, cuando comprendieron que su estancia en Estados Unidos no sera como imagina-ron temporal, comenzaron a aprender los me-canismos de insercin en el sistema, para poder conservar su estatus.

    Al mismo tiempo, el giro de la sociedad es-tadounidense a partir de la dcada del 70 como resultado de la llamada Revolucin Conser-vadora; las presidencias de Ronald Reagan y George Bush; la gobernatura de Jeb Bush en Florida; junto a la importancia electoral de ese estado y la alta concentracin de los votan-tes cubanos, fortalecieron una alianza entre el Partido Republicano y los cubanoamericanos, fomentada adems por la coincidencia de inte-reses sobre la poltica hacia Cuba.

    El grupo elev aceleradamente sus niveles de naturalizacin y registro como votantes, pa-sos imprescindibles para su insercin dentro del sistema poltico. Entre 1980 y 1990 unos 28 42538 personas de origen cubano se hicie-ron ciudadanos estadounidenses. La cifra en las dcadas anteriores haba sido de 351 439.39 Slo en el decenio del 70 se naturalizaron unos 178 000; y para 1982 ya un 85% se haba regis-trado en el Partido Republicano.

    Las contribuciones de los empresarios cuba-no-americanos ayudaron a las victorias electo-rales a nivel local, unido a la movilizacin del voto. Para mediados de la dcada del ochenta, las alcaldas de Miami, Hialeah, West Miami y varios municipios pequeos estaban en poder de personas nacidas en Cuba, y haba diez cu-banoamericanos en la legislatura estadual.41

    Pero las aspiraciones de los cubanos no se detuvieron en el poder poltico local. Para co-mienzos de 1990, lograron elegir dos represen-tantes republicanos al Congreso en Washington. La primera en alcanzar un puesto legislativo fue Ileana Ross, en 1989, por el distrito 18 de la Florida que comprenda a Key Biscayne, Kendall, Homestead, la Pequea Habana,

    Westchester, West Miami, Miami Beach, Miami Springs, Sweetwater y parte de Coral Gables.

    En 1992, su compatriota Lincoln Daz-Balart lleg al Capitolio por el distrito 21 del mismo es-tado. Curiosamente, su vida poltica comenz en el Partido Demcrata, pero en la medida en que la comunidad cubano-americana comenz a girar hacia los republicanos, tambin l lo hizo.

    Tambin en el condado de Hudson, New Jersey, han sido electos congresistas cubano-americanos. El primero fue Robert Menndez, demcrata, quien se convirti en alcalde de Union City en 1986, fue electo como represen-tante al Congreso en 1992, y actualmente es Senador.

    Los cubanoamericanos, que aprendieron a moverse dentro de la poltica estadounidense, no solo alcanzaron cuotas de poder a nivel na-cional por sus representantes electos, sino por su eficacia como cabilderos. El presidente Rea-gan apoy la creacin de la Fundacin Nacional Cubano Americana (FNCA), que desde 1981 se insert en el sistema poltico norteamericano. Jorge Mas Canosa, el lder de esa organizacin de la comunidad cubano-americana, tena ac-ceso a la Casa Blanca.42 Por la va nominativa, miembros de la Fundacin recibieron puestos en el gobierno.

    Un estudio del Centro para la Integridad Pbli-ca (Center for Public Integrity), un instituto liberal de investigaciones en Washington D.C., conclu-y por esa poca que la Fundacin se haba con-vertido en la organizacin tnica de cabildeo ms eficaz en Washington, superando hasta al lobby israel que originalmente le sirvi de modelo.43 Los recursos econmicos movilizados para lo-grar objetivos polticos tambin abrieron puertas al grupo. Los empresarios cubanoamericanos financiaban campaas de los polticos cubanoa-mericanos aunque no exclusivamente, quie-nes despus devolvan el favor.44

    Las empresas cubanas del sur de la Florida empezaron a prosperar, y trascendieron el mer-cado puramente tnico. Por ejemplo, Church and Tower, la compaa de Mas Canosa, se con-virti en una de las contratistas ms importantes de Miami-Dade. La Asociacin de Constructores Latinos, que agrupa a todas las empresas cuba-nas de construccin del condado, pas a ser uno de los grupos de presin ms importantes en la poltica local.45 Con el paso del tiempo, no solo

  • Pensar en Cuba N 2 | 2015 Dalia Gonzlez Delgado | 11

    los polticos cubanoamericanos se beneficiaron de la generosidad de sus aportes, sino tambin figuras reconocidas de la poltica estadouniden-se, como los senadores Jesse Helms de Carolina del Norte, y Robert Torricelli de Nueva Jersey.

    Para el ao 2000, los cubanoamericanos ocupaban la tercera parte de los cargos polticos principales tanto electos como designados del condado de Miami-Dade. Los habitantes de Miami han llegado a percibir a los cubanos como la clase dominante de la ciudad. El 75 % de los 800 residentes de Miami-Dade encuesta-dos por el Miami Herald a finales del siglo opin que los cubanoamericanos eran el grupo tnico con mayor poder poltico en el condado.46

    Aunque este anlisis es fundamentalmente hasta los aos 90, quera apuntar tambin que en la ltima dcada se ha producido un punto de viraje significativo, pues ya la mayora de los miembros de la comunidad cubanoamericana llegaron a Estados Unidos despus de la dca-da del 90, con motivaciones diferentes a los de las primeras oleadas migratorias, lo cual tiene implicaciones en el comportamiento poltico de los miembros de la comunidad. Hasta 2010, la comunidad cubanoamericana estaba integrada, en su mayora, por cubanos que haban llegado a Estados Unidos antes de 1990. A partir de 2010 la tendencia de invirti, y alrededor del 52%47 de los cubanoamericanos han llegado a Estados Unidos en alguna fecha posterior a 1990.

    Este dato es importante, sobre todo si tene-mos en cuenta la composicin de la emigracin cubana ms reciente hacia Estados Unidos. Investigaciones del Centro de Estudios de las Migraciones Internacionales, de la Universidad de La Habana, indican que las emigraciones actuales hacia el vecino norteo tienen motiva-ciones fundamentalmente econmicas o fami-liares.48 No significa que no haya un trasfondo poltico en algunos casos. Pero incluso cuando los inmigrantes defienden posiciones contrarias al sistema cubano, el centro de su vida en Flo-rida no es derrocar al gobierno de La Habana, sino progresar econmicamente. Eso diferencia a las actuales oleadas migratorias, que ya son mayora, del llamado exilio histrico.

    En sntesis, mientras durante el siglo XIX y co-mienzos del XX la presencia cubana en Estados Unidos no era numricamente significativa, ese proceso tuvo un punto de inflexin despus del

    Triunfo de la Revolucin en 1959, cuando la mi-gracin se convirti en uno de los ejes del con-flicto bilateral. A partir de entonces, los cubanos no solo llegaron en oleadas, sino que triunfa-ron, o al menos as era visto por el resto de la sociedad. A partir de los aos setenta, cuando la perspectiva del retorno comenzaba a ser leja-na, comenzaron a aprender los mecanismos del sistema poltico para garantizar su permanen-cia, desde las naturalizaciones hasta alentar a una base electoral en un enclave ya constituido. Luego, crear poderosas organizaciones de cabil-deo y llegar desde la localidad hasta el Congreso Federal. La comunidad cubanoamericana logr situarse en una posicin privilegiada dentro del complejo sistema poltico estadounidense. As llegaron a los albores del siglo XXI.

    Notas1 US Census Bureau (2012): La Poblacin Hispa-

    na: 2010. Department of Commerce Economics and Statistics Administration.

    2 El investigador cubano Antonio Aja ofrece una periodizacin del proceso migratorio cubano ha-cia Estados Unidos y la presencia en ese pas desde el siglo XIX, y la divide en cuatro etapas. La primera abarca de 1868 y 1898, la segunda com-prende los primeros treinta aos de Repblica; la tercera etapa, entre 1930 y 1958; la cuarta etapa se inicia en 1959 con el triunfo de la Revolucin Cubana, y puede dividirse en varias subetapas, que se inician en 1959, 1965, 1980 y 1994 has-ta el presente. Ver Antonio Aja Daz: Al cruzar las fronteras, Centro de Estudios Demogrficos de la Universidad de La Habana, La Habana, 2009.

    3 Office of Immigration Statistics: Yearbook of Immigration Statistics 2012, Department of Homeland Security, Washington D.C., 2013, disponible en http://www.dhs.gov/yearbook-immigration-statistics, consultado el 6 de febrero de 2015. El censo de Estados Unidos no registraba en aquel momento la categora de cubanos, ni siquiera la de hispanos. As, en diferentes bibliografas podemos encontrar diferentes cifras, aunque la variacin no es demasiada y la tendencia es la misma. En este caso, preferimos usar los datos del Departamento de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Para ver otras cifras, consultar: Miriam Rodrguez Martnez (2003): Las relaciones Cuba-Estados Unidos: migracin y conflicto,

  • ARTCULOS Y ENSAYOS

    | Bailar en casa del trompo. La comunidad cubanoamericana...12

    Centro de Estudios de Migraciones Internacionales, La Habana, disponible en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Cuba/cemi-uh/20120821040845/cubaeeuu.pdf, consultado el 6 de febrero de 2015; Antonio Aja Daz: Ob. Cit., 2009; Jess Arboleya: Cuba y los cubanoamericanos. El fenmeno migratorio cubano, Fondo Editorial Casa de las Amricas, La Habana, 2013.

    4 Para ms informacin sobre la presencia cubana en esa regin consultar: Jos Rivero Muiz: Los cubanos en Tampa, The Ybor City Story 1885-1954; Miriam Rodrguez (2003): Los cubanos en Tampa: cultura y costumbres, Centro de Estudio de Migraciones Internacionales, La Habana, disponible en http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/cuba/cemi/tampa.pdf, consultado el 6 de febrero de 2015; Louis A. Prez, Jr. (1966): Cubans in Tampa: From Exiles to Immigrants, 1892- 1901, Florida Historical Quarterly 45.

    5 Louis A. Prez: Ser cubano. Identidad, nacionali-dad y cultura, Editorial Ciencias Sociales, La Ha-bana, 2006, p. 49.

    6 Office of Immigration Statistics. Ob. Cit., 2013.7 Antonio Aja Daz: La emigracin cubana. Balance

    en el siglo XX, Centro de Estudios de Migraciones Internacionales, La Habana, 2002, p.3. Disponible en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Cuba/ce-mi-uh/20120821040024/emig.pdf, consultado el 6 de febrero de 2015.

    8 Office of Immigration Statistics: Ob. Cit., 2013.9 Para profundizar en estas causas recomendamos:

    Alejandro Portes & Robert Bach: Latin Journey: Cuban and Mexican Inmigrants, NY Staten Island, 1985; Alejandro Portes and Alex Stepick: City on the Edge: The Transformation of Miami, Berkeley, University of California Press, 1993; Carlos Forment: Political Practice and the Rise of an Ethnic Enclave: The Cuban-American Case, 1959-1979, en Theory & Society, 1989; Susan Eckstein: The Immigrant Divide: How Cuban Americans Changed the US and Their Homeland, Routledge, New York, 2009; Guillermo Grenier and Alex Stepik (ed): Miami Now, Inmigration, Ethnicity and Social Change, Univ. Press of Florida, 1992; Mara de Los Angeles Torres: From Exiles to Minorities: The Politics of Cuban-Americans, Center for the Study of the Cuban Community, 1984; Maria de Los Angeles Torres: In the Land of Mirrors. Cuban Exile Politics in the United States, University of Michigan Press, 1999; Mara Rosa Gentile Martnez: Acerca de los cubanos y su poder poltico en el sur del

    estado de la Florida, en Anuario Digital del Centro de Estudios de las Migraciones Internacionales, La Habana, 2009, pp. 34-51, disponible en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Cuba/cemi-uh/20110902023608/ANUARIO09.pdf, consultado el 6 de febrero de 2015.

    10 Wilson, Kenneth L. y Alejandro Portes: Immigrant Enclaves: An Analysis of the Labor Market Experiences of Cubans in Miami. American Journal of Sociology 86, September, 1980, pp. 295-319.

    11 Alejandro Portes y Steven Shafer: Revisiting the Enclave Hypothesis: Miami Twenty-Five Years Later. The Center for Migration and D evelopment. Princeton University, 2006.

    12 Alejandro Portes & Robert Bach: Latin Journey: Cuban and Mexican Inmigrants, NY Staten Island, 1985.

    13 Silvia Pedraza-Bailey: Cubans and Mexicans in the United States: The Functions of Political and Economic Migrations, Cuban Studies, 11-12, pp. 79-97, 1981; Silvia Pedraza-Bailey: Political and Economic Migrants in America: Cubans and Mexicans, Albuquerque: University of New Mexico Press, 1985.

    14 Carlos A. Forment: Political Practice and the Rise of an Ethnic Enclave: The Cuban American Case, 1959-1979. Theory and Society, Vol. 18, No. 1, 1989, pp. 47-81.

    15 Alejandro Portes and Rubn G. Rumbaut: Immigrant America. A Portrait, University of California Press, 2006.

    16 Office of Immigration Statistics: Yearbook of Immigration Statistics 2004, Department of Homeland Security, Washington D.C., 2006, disponible en http://www.dhs.gov/xlibrary/assets/statistics/yearbook/2004/Yearbook2004.pdf, consultado el 6 de febrero de 2015.

    17 Miriam Rodrguez Martnez: El Miami cubano y su intolerancia, Centro de Estudios de Migracio-nes Internacionales, La Habana, 2000, p. 1. Dis-ponible en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Cuba/cemi-uh/20120821034333/miamicu.pdf, consultado el 6 de febrero de 2015.

    18 Susan Eckstein: La transformacin de la dispora y la transformacin de Cuba, en Cambios en la sociedad cubana de los 90, Woodrow Wilson Center Reports on The Americas No. 16, Woodrow Wilson International Center for Scholars, Washington, 2005, pp. 245-268, p. 253.

    19 bidem., p. 254

  • Pensar en Cuba N 2 | 2015 Dalia Gonzlez Delgado | 13

    20 Alejandro Portes and Alex Stepick: City on the Edge: The Transformation of Miami, Berkeley, University of California Press, 1993, pp 139-140.

    21 US Census Bureau: Ob. Cit., 2012.22 Alejandro Portes y Steven Shafer: Revisiting the

    Enclave Hypothesis: Miami Twenty-Five Years Later, The Center for Migration and Development, Princeton University, 2006.

    23 Alejandro Portes y Rubn G. Rumbaut: Ob. Cit.24 U.S. Department of Commerce Economics and

    Statistics Administration: Economic Census Survey of Minority-Owned Business Enterprises 1997, 2001, disponible en http://www2.census.gov/econ/sbo/97/e97cs-4.pdf, consultado el 31 de agosto de 2014.

    25 Alejandro Portes y Rubn G. Rumbaut: Ob. Cit., p. 28.

    26 Alejandro Portes: The Social Origins of the Cuban Enclave Economy of Miami, en Sociological Perspectives, Vol. 30, No. 4, The Ethnic Economy, University of California Press, Oct., 1987, pp. 340-372, p. 351

    27 dem.28 Alejandro Portes y Rubn G. Rumbaut: Ob. Cit.,

    p. 28-2929 Pew Hispanic Center: Cubans in the United

    States, Washington D.C., 2006. 30 US Census Bureau: Nosotros. Hispanos en los

    Estados Unidos: 2000, Department of Commer-ce Economics and Statistics Administration, 2005.

    31 Carla P. Davis: Beyond Miami: The Ethnic Enclave and Personal Income in Various Cuban Communities in the United States, en International Migration Review, Vol. 38, No. 2, pp. 450-469, 2004, disponible en http://www.jstor.org/stable/27645385,consultado el 29 de septiembre de 2014.

    32 Pew Hispanic Center: Ob. Cit., 2006.

    33 Heike C. Alberts: Changes in Ethnic Solidarity in Cuban Miami, en Geographical Review, Vol. 95, No. 2, New Geographies of U.S. Immigrants, 2005, pp. 231-248, disponible en http://www.jstor.org/stable/30033989,consultado el 29 de septiembre de 2014.

    34 Susan Eckstein: Ob. Cit., 2005, p. 253.35 Ibdem, p. 255.36 Alejandro Portes y Steven Shafer: Ob.Cit., p. 18. 37 dem. 38 U S Census Bureau: Persons of Hispanic Origin

    in the United States. Census of Population 1990, Department of Commerce, 1993.

    39 dem. 40 Mara Rosa Gentile Martnez: Acerca de los

    cubanos y su poder poltico en el sur del estado de la Florida, en Anuario Digital del Centro de Estudios de las Migraciones Internacionales, La Habana, 2009, pp. 34-51, Disponible en http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/Cuba/cemi-uh/20110902023608/ANUARIO09.pdf, consultado el 6 de febrero de 2011., p. 38.

    41 Alejandro Portes: La maquinaria poltica cubano-americana: Reflexiones sobre sus orgenes y perpetuacin, en Cambios en la sociedad cubana de los 90, Woodrow Wilson Center Reports on The Americas No. 16, Woodrow Wilson International Center for Scholars, Washington, 2005, pp.269-289, p. 270.

    42 Susan Eckstein: Ob. Cit., 2005, p. 257.43 Portes: Ob. Cit., 2005, p. 271.44 Ibdem, p. 275.45 dem.46 Eckstein: Ob. Cit., 2005, p. 256.47 Pew Hispanic Center: Statistical Profile Hispanics

    of Cuban Origin in the United States in 2010, Washington D.C., 2012.

    48 Centro de Estudios de Migraciones Internaciona-les (CEMI): Anuario digital, Vol. 1 no. 1 ene-dic, La Habana, 2013.

    Dalia Gonzlez Delgado (La Habana, 1989)

    Licenciada en Periodismo por la Universidad de La Habana (2011). Aspirante a Mster en Historia Con-tempornea y Relaciones Internacionales en la Universidad de La Habana, con una investigacin sobre la evolucin de la comunidad cubanoamericana. Actualmente trabaja en el Centro de Estudios Hemisfricos y sobre Estados Unidos (CEHSEU) de la Universidad de La Habana. Trabajos periodsticos suyos han sido publicados en peridicos y sitios web como Granma, Cuba Contempornea, The Huffington Post, Cubahora y Cubadebate.

  • ARTCULOS Y ENSAYOS

    | Miami se mueve. Anlisis de la encuesta aplicada a los cubanos...14

    Resumen EjecutivoLos cubanos que residen en el Sur de la Florida sorprendieron a todos cuando el 48% de ellos vot por Obama en las elecciones presidencia-les de noviembre.

    Mi presentacin contiene tres comentarios para intentar explicar algunas de las razones que condicionaron este comportamiento entre los inmigrantes cubanos radicados en esta zona que arribaron a ella a partir de los aos noventa del pasado siglo con 18 aos o ms. Con ello trato de probar que ellos integraron oleadas de inmigrantes cubanos con actitudes diferentes hacia su pas de origen si se comparan con quie-nes llegaron al Sur de la Florida en las dcadas de los sesenta, de los setenta e incluso en los aos 80. Argumento tambin cules podran ser algunos de los factores que cambiaron el voto tradicional de los cubanos americanos en el Sur de la Florida.

    Mi primer comentario refiere cmo los cuba-nos que emigraron al Sur de la Florida a partir de 1990 con 18 aos y ms llevaron consigo comportamientos formados en ellos durante su infancia, adolescencia y parte de su adultez jo-ven por vivir los cambios radicales que ocurrie-ron en Cuba desde 1959, que transformaron las estructuras socio clasistas previas y abrieron las

    vas para que se produjera en toda la poblacin una movilidad social ascendente que se detuvo en la crisis de los aos noventa.

    Mi segundo comentario lo baso en la en-cuesta Cuba Poll 2011 aplicada a los cubanos residentes en el condado de Miami-Dade. Sus resultados confirman una tendencia que co-menz a manifestarse en una encuesta similar realizada por el IPOR en 2008 entre quienes haban arribado a los Estados Unidos con pos-terioridad a 1990 y entre quienes tenan entre 18 y 44 aos. Esta tendencia aspiraba a norma-lizar las relaciones del gobierno de los EE.UU. hacia Cuba y se enfrentaba a las polticas tradi-cionales de la ultra derecha cubana americana en el Sur de la Florida sobre todo en lo relativo a limitar los viajes de los cubano americanos a Cuba, limitar el envo de remesas, mantener la prohibicin a los ciudadanos norteamericanos para viajar a la Isla y oponerse a que el gobier-no de los Estados Unidos inicie todo tipo de dilogo con el gobierno cubano para restable-cer relaciones basadas en el respeto mutuo y la igualdad.

    En mi tercer comentario me refiero a cmo los cubanos que se marcharon de Cuba des-pus de 1994 y que residan en Miami-Dade percibieron los cambios actuales en el modelo

    Marta Nez Sarmiento

    Miami s e m u e v e

    Anlisis de la encuesta aplicada a los cubanos americanos residentes

    en el condado Miami-Dade en 2011 por el Instituto para la Opinin Pblica (IPOR) de la Universidad Internacional de la Florida

  • Pensar en Cuba N 2 | 2015 Marta Nez Sarmiento | 15

    econmico y social cubano en 2011 cuando la encuesta del IPOR les pregunt sobre estos temas.

    Concluyo planteando que los inmigrantes cubanos residentes en el Sur de la Florida que arribaron a los Estados Unidos despus de 1990 se acercan ms a los patrones de migrantes trasnacionales porque en ellos se combinan los modos de vida adquiridos en Cuba durante su infancia, adolescencia y adultez temprana con otros que adquirieron al llegar a ese territorio. Para algunos de ellos las fantasas del sueo americano se han desvanecido, sobre todo despus que la crisis iniciada a fines de 2008 perjudic sus situaciones individuales de vida. Otra razn de su transnacionalidad consiste en que mantienen vnculos permanentes y es-trechos con sus familiares y amigos que viven en Cuba y porque, adems, viajan con cierta fre-cuencia a su pas de origen.

    Perciben que los polticos ultraderechistas cubano americanos impiden que el gobierno norteamericano establezca relaciones normales con Cuba y que, simultneamente, concentran el poder poltico y econmico en el Sur de la

    Florida con lo cual frenan las posibilidades de ascender en la escala social que los migrantes cubanos posteriores a 1990 aspiran a realizar en los Estados Unidos. Posiblemente lo intuyan tambin en los intentos para volver a cortar sus nexos con sus familiares y amigos que viven en Cuba, para que el gobierno norteamericano im-pida a toda costa que las condiciones de vida en Cuba mejoren con lo cual requeriran menos de las remesas que actualmente envan los inmi-grantes cubanos.

    Los encuestados manifestaron quizs ms incertidumbres que esperanzas por los cam-bios en la Isla pero, a la vez, reconocen que sus familiares en Cuba invierten esta relacin de sentimientos.

    Todo ello conduce a que estos New Cu-bans sean diferentes a los inmigrantes cuba-nos de las dcadas de los sesenta, setenta y hasta los de los ochenta y que comiencen a provocar parafraseando al programa radial de Edmundo Garca que Miami se mueva exigiendo que el gobierno de los Estados Uni-dos adopte en un futuro polticas ms flexibles hacia Cuba.

    Miami se mueve Los acadmicos, los polticos y, sobre todo, los cubanos que residen en el Sur de la Florida se sorprendieron cuando comprobaron que el 48% de estos ltimos haba votado por el demcrata Barak Obama en las elecciones presidenciales de noviembre de 2012.

    Mi presentacin contiene tres comentarios para intentar explicar algunas de las razones que condicionaron este comportamiento entre los inmigrantes cubanos radicados en esta zona que arribaron a ella a partir de los aos noventa del pasado siglo con 18 aos o ms. Con ello trato de probar que ellos y ellas integraron olea-das de inmigrantes cubanos con actitudes dife-rentes hacia su pas de origen si se comparan con quienes llegaron al Sur de la Florida en las dcadas de los sesenta, de los setenta e incluso en los aos 80. Argumento tambin cules po-dran ser algunos de los factores que cambiaron el voto tradicional de los cubanos americanos en el Sur de la Florida.

    Mi primer comentario refiere cmo los cu-banos y las cubanas que emigraron al Sur de la Florida a partir de 1990 con 18 aos y ms

    llevaron consigo comportamientos formados en ellos durante su infancia, adolescencia y parte de su adultez joven por vivir los cambios radi-cales que ocurrieron en Cuba desde 1959, que transformaron las estructuras socio clasistas previas y abrieron las vas para que se produje-ra en toda la poblacin una movilidad social as-cendente que se detuvo en la crisis de los aos noventa.

    Una de las razones que motivaron a estos cu-banos y cubanas a emigrar a esa zona de los Es-tados Unidos desde 1990 fue porque percibieron que en Cuba se detenan sus posibilidades de continuar la movilidad social ascendente experi-mentada por sus padres y madres en el transcur-so de una generacin y que ellos tambin haban sentido hasta la crisis de los 90. Por lo tanto, de-cidieron emprender sus proyectos de vida para continuar escalando socialmente fuera de Cuba. Estas aspiraciones de vida consistan en mejorar sus salarios, tener viviendas propias, poseer un auto, mantener sus redes sociales con amigos y familiares fuera y dentro de Cuba, ascender en su vida profesional, viajar y ayudar econmica-mente a sus familiares en la Isla.1

  • ARTCULOS Y ENSAYOS

    | Miami se mueve. Anlisis de la encuesta aplicada a los cubanos...16

    Para argumentar este primer comentario as como los otros dos emplear dos fuentes docu-mentales. La primera es la Encuesta del Institu-to de Opinin Pblica (IPOR) de la Universidad Internacional de la Florida del 2011 y en ella slo analizar las categoras de respuesta de quienes arribaron a los Estados Unidos desde 1994.2 Con los datos incluidos en esa categora calcul que quienes tenan 59 aos cuando fue-ron encuestados en 2011 tenan alrededor de 7 aos al triunfar la Revolucin en 1959. Hice lo mismo con los encuestados de 18 aos en 2011 y result que nacieron en 1993, lo que indica que podra haber emigrado cuando tenan entre 1 y 17 aos.

    Con esta suposicin pude hacerme una idea aproximada de cuntos aos vivieron la Revolu-cin en Cuba antes de emigrar.

    La segunda fuente documental que consul-t fueron los estudios que realiz el Centro de Investigaciones Psicolgicas y Sociolgicas del Ministerio de Ciencia, Tecnologa y Medio Ambiente de Cuba acerca de los cambios en las estructuras socio clasistas y las etapas de movilidad social ascendente y descendente en Cuba entre 1959 y 2010 bajo la direccin de Mayra Espina.3

    A continuacin resumo las diferentes etapas de transformaciones en las estructuras socio clasistas en Cuba y en la movilidad social, tanto ascendente como descendente, desde 1959.

    La primera de ellas abarca desde 1959 hasta 1975 y la caracterizan cambios clasistas radi-cales. Fueron momentos de ruptura con las es-tructuras clasistas anteriores y de comenzar a construir un sistema clasista nuevo basado en el control del Estado. De todos estos cambios menciono tres. El primero consisti en que la mayora de los trabajadores pasaron de ser asa-lariados empleados en instituciones privadas a convertirse en asalariados de los sectores p-blicos o estatales. Ellos ejercan todo tipo de actividades intelectuales y manuales, y posean calificaciones educacionales y laborales desde las ms altas hasta las ms bajas.

    El segundo momento est relacionado con las primeras grandes transformaciones en la propiedad del pas. La Reforma Agraria de mayo de 1959 nacionaliz las propiedades de los grandes terratenientes cubanos y extranjeros, el Estado se apropi de la mayora de las tierras

    y otorg ttulos de propiedad a los trabajadores agrcolas que labraban en tierras ajenas. Este sector de los pequeos agricultores privados constituy hasta ese momento buena parte de los cubanos ms pobres, condicin registrada en la Encuesta a los trabajadores agrcolas realizada por la Asociacin Catlica Univer-sitaria entre 1956 y 1957 (Asociacin Catlica Universitaria). La Reforma Urbana de octubre de 1959 rebaj los alquileres de las viviendas y otorg a quienes residan en ellas facilidades para convertirse en sus dueos. Por ltimo, la nacionalizacin de las grandes empresas ex-tranjeras, principalmente norteamericanas, en el verano de 1960 permiti que el Estado co-menzara a controlarlas. El tercer momento est relacionado con la aplicacin en todo el pas de la concepcin cubana del desarrollo cuya caracterstica distintiva la define Mayra Espina como la de la focalizacin radical en lo social y su rompimiento con el enfoque economicista. De acuerdo con ella los resultados de todo cre-cimiento de la economa nacional se invierten para reproducir los sectores econmicos y para desarrollar los seis espacios de igualdad a los que toda la poblacin tiene acceso universal y gratuito: educacin, salud, seguridad social, nu-tricin, cultura y deportes.4

    Estos fueron aos de una muy elevada mo-vilidad social ascendente para una generacin que disfrut de mejores condiciones de vida en relacin con las de sus padres y madres. Ello cre en toda la poblacin un patrn de subjeti-vidad con expectativas altas para que los cuba-nos y las cubanas favorecidos por este primer impulso en el ascenso social y las generaciones futuras continuaran elevando sus posiciones en la escala social. La meta preferida era alcan-zar empleos que requirieran alta calificacin intelectual.

    La segunda etapa comprendi desde 1976 hasta 1989 y consisti en una continuidad de los cambios socio clasistas iniciados en 1959 aunque disminuyendo la fuerza de estas trans-formaciones. En 1988 de todos los ocupados en el pas un 94% perteneca a sectores estata-les, seguido por un 3% de propietarios privados agrcolas, un 2% de miembros de cooperativas agrcolas y un 1% de pequeos propietarios privados.5 Se consolidaron patrones subjetivos que conceban la posibilidad de ascender en

  • Pensar en Cuba N 2 | 2015 Marta Nez Sarmiento | 17

    trminos de movilidad social en base a la califi-cacin laboral y al acceso al trabajo intelectual.

    La tercera etapa se inici en 1990 y se exten-di hasta 2010 y es, sin dudas, la ms compleja y difcil por la crisis, las reformas y los reajustes que se produjeron en ella, que conmovieron a toda la poblacin. Se abrieron nuevas rutas de movilidad social caracterizadas por un fuerte desplazamiento de buena parte de los trabaja-dores desde los sectores de propiedad estatal a los no estatales. Por ejemplo si en 1988 el 94% de todos los ocupados en Cuba pertenecan a los sectores estatales, en 2006 esta proporcin se redujo a un 78%, mientras que los trabajado-res en sectores privados pasaron de represen-tar un 6% en 1988 a constituir el 22% en 2006.6 Creci la heterogeneidad territorial en los modos y en los grados de la movilidad social; la movili-dad ascendente fue y contina siendo selectiva y favorece a determinados grupos y territorios, mientras que la movilidad descendente se aso-cia a la precarizacin de los empleos estatales y las diferencias por territorios. Continu el au-mento de empleos que requeran niveles edu-cacionales con 12 grados concluidos y tambin de graduados universitarios, a la vez que dismi-nuyeron los empleos para personas con niveles de primaria y secundaria bsica. Los ingresos reales de la poblacin ocupada en los sectores estatales decrecieron. Surgi un patrn subjeti-vo de ascenso en la movilidad social que busca elevar los ingresos, trasladarse a sectores don-de obtengan divisas (turismo, trabajadores por cuenta propia, empresas mixtas y extranjeras) y a ocupar cargos que faciliten viajar al extranjero.

    Las personas comenzaron a distinguir cu-les son las ventajas y las desventajas que deben poseer las personas en materia de mo-vilidad social que diferan de las prevalecientes hasta ese momento. Las ventajas consisten principalmente en disfrutar de condiciones de vida superiores a las que tenan sus pa-dres y madres y contar con las capacidades para superarlas. Dudaron sobre las posibilida-des de mantener el status alcanzado ante la incertidumbre de cmo se desarrollaran en la prctica futura las reformas y los reajustes que el Estado introduca en la economa cubana. Estas vacilaciones afloran en varios estudios de caso llevados a cabo por cientficos so-ciales cubanos entre 2010 y 2012.7 Entre las

    desventajas se encuentra el hecho de percibir que la situacin actual es igual o peor que la de aquellos padres y madres que estaban en desventaja social. Se estima que las diferen-cias sociales hoy da se producen de acuerdo a si las personas mantienen las desventajas experimentadas por la generacin que les pre-cedi sobre todo en materia de pertenencias familiares como la vivienda, los ingresos, el ca-pital social y el tener parientes viviendo en el exterior o no.

    Perciben que en los aos noventa la socie-dad perdi mucho si se compara con los niveles de vida de la dcada de los ochenta en cuanto al aumento de las desigualdades sociales, un limitado acceso a las oportunidades para elevar el bienestar, inseguridades a la hora de satisfa-cer las necesidades bsicas y un debilitamiento de la justicia social. Las inseguridades y las in-satisfacciones se extienden por todo el pas y afectan tanto a los ciudadanos solventes como a los vulnerables.

    La sociedad define nuevos factores de xi-to, entre ellos, la habilidad para aprovechar lo que cada cual posee en cuanto a calificacin educacional y laboral, vivienda, ingresos y redes sociales de influencia. Vinculado a esto apare-cen las siguientes acciones para alcanzar el xito: salir del sector estatal, jubilarse para pa-sar a ejercer actividades no estatales, contraer matrimonios con extranjeros, la emigracin de uno o ms miembros de la familia, que varios miembros de la familia ejerzan varios empleos, la venta de productos dismiles, utilizar la pro-piedad estatal como negocio privado o como fuente de materias primas para realizar activida-des privadas.

    Otro rasgo en la ideologa de las personas exitosas y las no exitosas es buscar amparo emocional en las religiones. Las acciones por esfuerzo personal cobran un peso decisivo en la movilidad social ascendente al igual que la capacidad para emprender acciones nuevas y para asumir riesgos personales. Un hecho significativo es que la poblacin reclama ms espacios para estas acciones pero con la con-dicin de que el Estado contine protegiendo a los ciudadanos por la va de asegurarles los recursos bsicos para vivir.

    De todo esto resulta una mezcla de una competencia individualizada con el reclamo

  • ARTCULOS Y ENSAYOS

    | Miami se mueve. Anlisis de la encuesta aplicada a los cubanos...18

    de la proteccin social que el Estado asegur por dcadas. Y estas fueron las realidades que vivieron en diferentes momentos de la Cuba posterior a 1959 los abuelos, los padres y los emigrados cubanos ms jvenes antes de arri-bar al Sur de la Florida.

    Mi segundo comentario lo baso en la en-cuesta Cuba Poll 2011 aplicada a los cubanos residentes en el condado de Miami-Dade. Sus resultados confirman una tendencia que comen-z a manifestarse en una encuesta similar reali-zada por el IPOR en 2008 entre quienes haban arribado a los Estados Unidos con posterioridad a 1990 y entre quienes tenan entre 18 y 44 aos. Esta tendencia aspiraba a normalizar las relacio-nes del gobierno de los EE.UU. hacia Cuba y se enfrentaba a las polticas tradicionales de la ultra derecha cubana americana en el Sur de la Flori-da sobre todo en lo relativo a limitar los viajes de los cubano americanos a Cuba, limitar el envo de remesas, mantener la prohibicin a los ciu-dadanos norteamericanos para viajar a la Isla y oponerse a que el gobierno de los Estados Uni-dos inicie todo tipo de dilogo con el gobierno cubano para restablecer relaciones basadas en el respeto mutuo y la igualdad.8

    Basndome en mi primer comentario infie-ro que los cubanos que llegaron a los Estados Unidos a partir de 1990 podran percibir que estas polticas obstaculizaran sus deseos de mantener sus contactos con sus familiares y amigos que permanecen en Cuba y de visitar la Isla. Estimo, adems, que esas posiciones reaccionarias frenaran el mejoramiento de las condiciones de vida en Cuba y, con ello, la de sus familiares, quienes dependeran menos de las remesas que los emigrados les envan. Slo salvando este escollo en las relaciones entre los dos gobiernos aumentaran sus posibilidades de continuar en EE.UU. la movilidad social as-cendente que vieron frenada en Cuba.

    Resumir algunas de las respuestas de los cubanos que llegaron al Sur de la Florida desde 1994, que es la fecha que aparece en el formu-lario aplicado en 2011 y que estn relacionadas con estos temas.

    A la pregunta Favorece o se opone a res-tablecer las restricciones a los viajes familiares de los cubano americanos y el envo de reme-sas a Cuba tal y como lo instaur el gobierno de W. Bush en 2004? el 76% de quienes llegaron

    en 1994 se opuso a que se reimplantaran estas medidas. En esta opinin podra influir que los montos de las remesas que envan los cubano americanos hacia su pas de origen son com-parativamente menores que las cantidades que remiten los inmigrantes procedentes de otros pases de Amrica Latina y del Caribe porque, entre otras razones, la educacin y la salud pbli-ca son gratuitas y prcticamente todas las vivien-das son propiedad de quienes las habitan. Por lo tanto, con remesas relativamente pequeas los cubanos americanos ayudaran a sus familiares en Cuba no slo a mejorar sus condiciones de vida sino hasta prestar dinero a quienes deci-dan emprender pequeos negocios privados. De esta forma les ayudaran a estos residentes en la Isla a incrementar sus ingresos personales y a depender menos de los envos de remesas que hasta ahora reciban. En una investigacin que llevo a cabo en estos momentos varias de las personas que han iniciado sus negocios suean en un futuro con costearse sus viajes al exterior para visitar a sus familiares y amigos emigrados.9 En este estudio he entrevistado a personas que han remesado dinero a sus hijos en el exterior porque estn desempleados.

    A la pregunta Favorece o se opone a per-mitir que empresas de EE.UU. vendan medici-nas a Cuba? el 84% de los encuestados en 2011 que llegaron al Sur de la Florida despus de 1994 respondi fuertemente a favor o ma-yormente a favor. Esta tendencia se repite en las respuestas a la pregunta Favorece o se opone a permitir que empresas de EE.UU. ven-dan alimentos a Cuba?: el 75% se manifest fuertemente a favor y mayormente a favor.

    El 67% de los entrevistados respondi es-tar fuertemente a favor y mayormente a favor cuando se les pregunt Favorece o se opo-ne a establecer un dilogo entre exiliados cu-banos, disidentes cubanos y representantes del gobierno de Cuba?. El 70% expres favorecer que los Estados Unidos restablezcan relaciones diplomticas con Cuba.

    El 75% de los entrevistados afirm que debe permitirse a los ciudadanos norteamericanos viajar sin trabas a Cuba.

    Estimo que para muchos de estos cubano americanos de ms reciente emigracin votar por Romney hubiera significado retroceder a las limitaciones impuestas por W. Bush en 2004,

  • Pensar en Cuba N 2 | 2015 Marta Nez Sarmiento | 19

    implicara continuar impidiendo la normalizacin de las relaciones entre los dos pases y hubiera obstaculizado sus aspiraciones de continuar en suelo norteamericano su ascenso social deteni-do en Cuba y de contribuir en algo a que sus familiares mejoraran sus condiciones de vida en la Isla.

    En mi tercer comentario deseo referirme a cmo los cubanos que se marcharon de Cuba despus de 1994 y que residan en Miami-Dade percibieron los cambios actuales en el modelo econmico y social cubano en 2011 cuando la encuesta del IPOR les pregunt sobre estos te-mas. Ante todo estimo que sus respuestas fueron cautelosas porque no vivieron en Cuba los com-plejos procesos de aplicacin de estas medidas desde 2010, que sufrieron varias modificaciones a medida que se implementaban. Supongo que tambin influyeron en ellos las informaciones que difundan los medios de comunicacin de Mia-mi y, por ltimo, las visiones que les trasmitan sus familiares y amigos que vivan en la Isla, im-presiones que combinaban la esperanza con la desconfianza. Toda esta mezcla de referencias podra haber producido las siguientes respues-tas a las preguntas de la encuesta de 2011.

    Una de ellas deca Considera que el cam-bio introducido por el gobierno cubano que per-mite a ms ciudadanos comenzar sus propios negocios privados mejorar las cosas en Cuba, las empeorar o no producir diferencias algu-nas para las personas que residen en Cuba?. El 57% de los encuestados respondi que no provocaran diferencias y el 39% afirm que s mejorar la situacin.

    La mayora de los cubanos que emigraron despus de 1990 lo hicieron para mejorar sus condiciones de vida y ayudar a sus familiares en la Isla. Expliqu en mi primer comentario que la crisis de los aos noventa nos marc a todos, tanto a quienes se marcharon como a quienes nos quedamos en Cuba. Suelo practicar el se-rendipity y por muchos aos escuchaba en las calles a las personas quejndose de que la si-tuacin en Cuba no hay quien la arregle o los que se fueron s viven bien all e incluso la nica solucin es irse. El estudio de caso que realizo actualmente para conocer cmo se com-portan las relaciones de gnero en los pequeos negocios privados que comenzaron en 2010 me confirma que las opiniones estn cambiando:

    estos nuevos trabajadores del sector privado estn experimentando beneficios en sus in-gresos, se sienten dueos de sus acciones en materia laboral y en las maneras de administrar sus vidas pero mantienen los temores de que el Estado detenga estas libertades. Mis obser-vaciones en el serendipity callejero coinciden con esta tendencia porque lo que ms escucho son opiniones de los perdedores y ganado-res en sus afanes por abrirse camino en los nuevos negocios.

    Esto podra ser una de las muchas razones que condujeron a los encuestados a responder de esa manera a la pregunta mencionada.

    Las respuestas a la prxima pregunta se com-portaron posiblemente bajo similares motivacio-nes. Invertira Ud. en un negocio privado en Cuba si le dieran la oportunidad?. El 50% res-pondi negativamente y slo el 21% dijo que s.

    Sin embargo la esperanza aflora en las res-puestas a la pregunta Si Ud. tiene parientes cercanos residiendo en Cuba, Ud. sabe cmo se sienten en relacin con los cambios actuales que admiten los negocios privados?. El 70% consider que sus situaciones mejorarn.

    Aqu los emigrados post 1994 que fueron encuestados suponen cmo estn pensando sus familiares en Cuba, esos que estn sumer-gidos en el huracn de los cambios de los cua-les slo mencionar cuatro: la reciente ley 300 sobre entrega de tierras en usufructo que mo-dific la 259 emitida hace poco que ampla el rea que se entregar y los beneficios de los usufructuarios; las medidas para crear experi-mentalmente las cooperativas de servicios en zonas urbanas; la reforma tributaria y la flexibili-zacin en los reglamentos migratorios.

    Estas apuestas que estn haciendo los resi-dentes en la Isla a mejorar sus condiciones de vida sin tener que emigrar las confirman el au-mento en el nmero de personas incorporadas a los trabajos por cuenta propia casi 400 mil en 2012. Igualmente las evidencio en los estu-dios de caso que se llevan a cabo en Cuba hoy que confirman que los cuentapropistas estn ganando ms que los trabajadores del sector pblico, que muchos planean ampliar sus ne-gocios, que varios proyectan viajar al extranjero costendose sus gastos para no depender de sus parientes emigrados, varios han enviado re-mesas a sus hijos desempleados en el exterior.

  • ARTCULOS Y ENSAYOS

    | Miami se mueve. Anlisis de la encuesta aplicada a los cubanos...20

    Pero todos plantean que el Estado debe ase-gurarles los espacios de igualdad a los que estn acostumbrados durante las ltimas cinco dcadas y a los cuales contribuirn en parte por la va de pagar impuestos.

    Para concluir resumo algunas ideas que debo seguir estudiando.

    Los inmigrantes cubanos residentes en el Sur de la Florida que arribaron a los Estados Unidos despus de 1990 se acercan ms a los patrones de migrantes trasnacionales por-que en ellos se combinan los modos de vida adquiridos en Cuba durante su infancia, ado-lescencia y adultez temprana con otros que adquirieron al llegar a ese territorio. Para algu-nos de ellos las fantasas del sueo america-no se han desvanecido, sobre todo despus que la crisis iniciada a fines de 2008 perjudic sus situaciones individuales de vida. Otra ra-zn de su transnacionalidad consiste en que mantienen vnculos permanentes y estrechos con sus familiares y amigos que viven en Cuba y porque, adems, viajan con cierta frecuencia a su pas de origen.

    Perciben que los polticos ultraderechistas cubano americanos impiden que el gobierno norteamericano establezca relaciones normales con Cuba y que, simultneamente, concentran el poder poltico y econmico en el Sur de la Florida con lo cual frenan las posibilidades de ascender en la escala social que los migrantes cubanos posteriores a 1990 aspiran a realizar en los Estados Unidos. Posiblemente lo intuyan tambin en los intentos para volver a cortar sus nexos con sus familiares y amigos que viven en Cuba, para que el gobierno norteamericano im-pida a toda costa que las condiciones de vida en Cuba mejoren con lo cual requeriran menos de las remesas que actualmente envan los in-migrantes cubanos.

    Los encuestados manifestaron quizs ms incertidumbres que esperanzas por los cam-bios en la Isla pero, a la vez, reconocen que sus familiares en Cuba invierten esta relacin de sentimientos.

    Todo ello conduce a que estos New Cu-bans como los bautiz Susan Ecksteinsean diferentes a los inmigrantes cubanos de las dcadas de los sesenta, setenta y hasta los de los ochenta y que comiencen a provocar parafraseando al programa radial de Edmundo

    Garca que Miami se mueva exigiendo que el gobierno de los Estados Unidos adopte en un futuro polticas ms flexibles hacia Cuba.

    17 de diciembre de 2012.

    Notas 1 Marta Nez-Sarmiento: Cubans Abroad:

    A Gendered Case Study on International Migrations.

    2 Cuban Research Institute: 2011 Cuba Poll.3 Mayra Espina Prieto: Efectos sociales del reajuste

    econmico: igualdad, desigualdad y procesos de complejizacin en la sociedad cubana, pp. 239-278; Mayra Espina Prieto y V. Tagores Gonzlez: Structural Change and Routes of Social Mobility in Todays Cuba: Patterns, Profiles and Subjectivities, pp.261-290; Mayra Espina, Lilia Nez, Lucy Mar-tn, Viviana Togores y Gisela ngel: Desigualdades, equidad y poltica social. Integracin de estudios recientes en Cuba; Lilia Nez: Notas de clase de la asignatura Gnero, Desigualdades y Raza en el Programa General sobre Cuba contempornea impartido a estudiantes de American University en D.C., Casa de las Amricas, La Habana, 2012.

    4 Mayra Espina Prieto: Efectos sociales del rea-juste econmico: igualdad, desigualdad y proce-sos de complejizacin en la sociedad cubana, pp.240-243.

    5 Lilia Nez: Notas de clase de la asignatura G-nero, Desigualdades y Raza en el Programa Ge-neral sobre Cuba contempornea impartido a estudiantes de American University en D.C. en Casa de las Amricas, La Habana, 2012.

    6 dem.7 Lilia Nez, Jorge Ricardo Machado y Daniellys Pa-

    niellas: El sector privado: impactos precursores.8 Marta Nez Sarmiento: Anlisis preliminar de la

    Encuesta del 2008 sobre la transicin aplicada a los cubanoamericanos.

    9 Vuelvo a referirme a mi investigacin en curso La cara de gnero del empleo en el nuevo modelo econmico cubano.

    BibliografaASOCIACIN CATLICA UNIVERSITARIA (ACU):

    Encuesta de los trabajadores rurales (1956-1957), en Economa y Desarrollo, No. 12. Univer-sidad de La Habana.

  • Pensar en Cuba N 2 | 2015 Marta Nez Sarmiento | 21

    CUBAN RESEARCH INSTITUTE: 2011 Cuba Poll, Ford Foundation, Department of Global and Sociocultural Studies, Florida International University.

    ECKSTEIN, S.: The Immigrant Divide, Routledge, Taylor and Francis Group, New York, London. 2009, p. 29.

    ESPINA MAYRA, Lilia Nez, Lucy Martn, Viviana Togores y Gisela ngel: Desigualdades, equidad y poltica social. Integracin de estudios recientes en Cuba. Informe de Investigacin. Fondos del CIPS, La Habana, 2010.

    ESPINA PRIETO, M. y Tagores Gonzlez, V.: Structural Change and Routes of Social Mobility in Todays Cuba: Patterns, Profiles and Subjectivities, en Domnguez, J., Prez, O., Espina, M. and Barbera, L.: Cuban Economic and Social Development. Policy Reforms and Challenges in the 21st Century, The David Rockefeller Center Series on Latin American Studies, Harvard University, 2012, pp.261-290.

    ESPINA PRIETO, MAYRA: Efectos sociales del rea-juste econmico: igualdad, desigualdad y proce-sos de complejizacin en la sociedad cubana, en Domnguez, J., Prez, O. y Barbera, L.: La economa cubana a principios del siglo XXI, El Colegio de Mxico, The David Rockefeller Center for Latin American Studies, Harvard University, 2007, pp. 239-278.

    GLICK-SCHILLER, NINA: A Global and Historical Perspective on the Transnational Migration Paradigm. P.3. Workshop SSRC-CEMI-CEDEM-CEDEM, University of Havana, July 2010.

    LILIA NEZ: Notas de clase de la asignatura G-nero, Desigualdades y Raza en el Programa

    General sobre Cuba contempornea impartido a estudiantes de American University en D.C. en Casa de las Amricas, La Habana, 2012.

    NEZ, LILIA, Jorge Ricardo Machado y Daniellys Paniellas: El sector privado: impactos precur-sores, en el ltimo Jueves de la revista Temas, Mayo de 2012. La Jiribilla, La Habana. Ao XI, 2 al 8 de junio de 2012. (www.lajiribilla.cu/2012/n578_06/578_39.html). Me refiero aqu tambin a los resultados parciales de mi investigacin no concluida La cara de gnero del empleo en el nuevo modelo econmico cubano.

    NEZ-SARMIENTO, MARTA: Cubans Abroad: A Gendered Case Study on International Migrations, en Cuban Studies, Volume. 41, pp. 105-125. University of Pittsburgh Press, 2011.

    ___________________________: A Gender Approach to Migration Studies, ponencia presentada al International Workshop Migration, Citizenship, and Transnational Identities: Comparative Perspectives, ACSED, University of Acadia, Canad, 7-9 de octubre de 2010.

    ___________________________: Cubans Abroad: A Gendered Case Study on International Migrations, Cuban Studies - Volume 41, 2010, pp. 105-125.

    ___________________________: Anlisis prelimi-nar de la Encuesta del 2008 sobre la tran-sicin aplicada a los cubanoamericanos realizada por el Instituto de Investigaciones de Opinin Pblica (IPOR) de la Universidad Internacional de la Florida (FIU), patrocinada por la Brookings Institution y el Cuba Study Group (diciembre de 2008). 16 de diciembre de 2008.

    Marta Nez (La Habana, 1946)

    Sociloga y profesora titular y consultante del Centro de Estudios de Migraciones Internacionales de la Universidad de La Habana. Dra. en Ciencias Econmicas (URSS, 1983), Mster en Sociologa (Chile, 1971) y Lic. en Sociologa (Cuba, 1974).

    Entre 1962 y 1966 trabaj en la Direccin Provincial de La Habana de la Federacin de Mujeres Cuba-nas (FMC). Desde mediados de los ochenta estudia, escribe y ensea sobre cmo se han transformado las cubanas desde 1959, concedindole gran importancia al empleo femenino. Ha impartido docencia es-pecializada en Metodologa de las Investigaciones Sociolgicas y Estudios de Gnero en Cuba en diver-sos centros educativos. Ha realizado numerosas investigaciones sobre la mujer y el empleo, las relaciones de gnero, la imagen de la mujer y de las relaciones de gnero en los medios, el gnero y la emigracin. Ha sido invitada como profesora en universidades en Zrich, Santo Domingo, Estados Unidos y Canad. Ha publicado artculos en revistas y libros, nacionales y extranjeros.

  • ARTCULOS Y ENSAYOS

    | El renacimiento y desbordamiento antillano22

    Un estudio sobre las guarachas ejecutadas en Nueva York a fines de la dcada de 1960 y comienzos de los aos setenta, se hace necesario por haber sido aquella m-sica de pobres, un fenmeno que trascendi los marcos de las islas del Caribe donde se fra-gu ya como una sonoridad hbrida. Si tanto en Cuba, como Puerto Rico desde las dcada de 1940 y 1950, el mambo, el cha-cha-ch y las rumbas eran denominados como artes medio-cres de individuos carentes de instrucciones, ahora entre 1967 y 1969 un grupo de jvenes boricuas residentes en Nueva York y Nueva Jer-sey resucitaron todas esas melodas cubanas, no muy recientes, como forma de expresarse y diferenciarse de los estadounidenses y otros latinoamericanos.

    Antes que se comercializaran los ritmos cuba-nos como mercanca de nuevo tipo con el cuo de la salsa, a mediados de los aos setenta, ya los descendientes de los puertorriqueos, trata-ron de difundir un decenio antes, una moda mu-sical cubano-boricua-estadounidense, llamada bugal. Nueva York despus de 1961 se propu-so sustituir a La Habana como centro emisor de

    divertidas canciones antillanas. Cuba y Estados Unidos de Amrica en esos momentos, interrum-pieron todos sus vnculos. Pero en el interior de Norteamrica haba muchas personas que pe-dan que en los night clubs donde podan asistir los antillanos emigrados, se mantuvieran los bo-leros y sones que antes grababan las empresas disqueras habaneras Puchito, Gema y Panart. En la Babel de Hierro fueron las empresas Tico, Alegre y Vaya Records, las que extrapolaron los cantos antillanos a la ciudad del Ro Hudson. Pero la televisin y la radio en esa urbe de inme-diato no prestaron atencin al arte de los gua-racheros y soneros cubanos y puertorriqueos. Los empresarios de los medios de comunicacin estadounidenses se interesaron en la difusin de la combinacin sonora de son-guaracha y otros ritmos tropicales, a mediados de los aos setenta. Fue el Tele-sistema mexicano, uno de los pocos canales televisivos que entre 1967 y 1975 difundi las sonoridades de las islas cari-beas que conservaron el castellano como idio-ma. En Mxico los artistas antillanos recibieron la bienvenida ya que en Veracruz y otras ciudades del Golfo de Mxico eran muy demandadas las

    Joney Manuel Zamora lvarez

    El renacimiento y desbordamiento meldico antillano en Nueva York

    entre 1968 y 1989

  • Pensar en Cuba N 2 | 2015 Joney Manuel Zamora lvarez | 23

    msicas de Cuba, Santo Domingo, Puerto Rico, Colombia y Amrica Central.

    Sobre los nmeros meldicos, llamados pimentosos, se ha sentenciado que fueron producciones con propsitos comerciales que presentaron a los melmanos las propuestas de sensibilidades vulgares generalizadas. Mu-chos individuos la consideraron como un pro-ducto que provocaba una confusin entre el goce esttico y la diversin. Por aadidura, la sealaron como actividad que mantena a sus receptores en un bajo nivel de placer vulgar y que le impeda progresar. Siempre han existido quienes no le reconocen jerarquas estticas a este quehacer. Comnmente ha sido asocia-do este fenmeno cultural a la clasificacin de msica con bajos valores estticos. Tambin ha sido vinculado a un conjunto de productos artsticos destinados a amplios crculos de per-sonas poseedoras de pobres niveles de educa-cin artstica. Adems, se ha establecido que esa manera de cantar, danzar y ejecutar los ins-trumentos musicales es una manifestacin de masas con capacidades y aptitudes poco de-sarrolladas en el campo artstico. La guaracha fue un gnero criollo, convertido en una muestra del habla comn y un vehculo para las contor-siones y descoyuntamientos de todo tipo. Ade-ms, borr las fronteras entre el suceder real y el imaginario. Al poseer la combinacin sono-ra de guarachas, merecumbs, mambo-jazz y mozancos, vestigios de una vivacidad ligera y espiritual de caracteres socio-nacionales, re-gionales, expres devociones, predilecciones y otras capacidades de sentir.

    En vsperas de 1970, resucit una moda mu-sical similar a las guarachas de la Sonora Ma-tancera de antao con el nombre de salsa. Fue retomado un menesmo de nueva modalidad entre los emigrados antillanos en Nueva York. Su reaparicin constituy una fiesta de alta re-sonancia ante las cmaras y micrfonos.1 Fue el regreso de cantos rubateados, que alternaban en los LP con canciones romnticas antillanas del gran success, de divinidades mulatas de Cuba y Puerto Rico. Result esa msica un episodio artstico que reflej el drama cotidiano sociocultural caribeo y neoyorquino contem-porneo. Ense la anatoma subyacente de la realidad. Permiti determinar los movimientos de las voluntades y experiencias humanas. Este

    arte y sus temas transportaron dolores indivi-duales al colectivo. Fue una va de expresin de una esfera total de operaciones sensibles de determinados individuos. Mostr la capaci-dad de participacin de los artistas en las emo-ciones y simpatas de los dems. Se fundieron con estas armonas, las sensibilidades morales y las artsticas, entendidas estas ltimas como capacidades de juicios y valoraciones en dife-rentes campos. Una ejecucin musical aunque se trate de una creacin ligera- posibilita que fluyan sentimientos. Adems, el inters por la salsa respondi al carcter de paradoja hist-rica que signific una de las extrapolaciones y mixtificaciones en el interior de la metrpoli imperialista de la segunda mitad del siglo XX de las expresividades de los pueblos colonizados. Penetrar en el tema de las guarachas antillanas de nuevo tipo, es desentraar intimidades de uno de los compartimentos en que est dividi-da la sociedad estadounidense. Es historiar la persistencia o tenacidad de segmentos cultu-rales antillanos y de grados de conservacin de esencias originarias. La sonoridad cubano-bo-ricua-estadounidense recogi nociones sobre cdigos de comportamientos, principios ticos y valores forjados en niveles marginales de las localidades neoyorquinas.

    Las apariciones de msicas como la pachan-ga, el bugaloo y despus la salsa en el Nueva York de los aos sesenta y setenta, no fue el nico fenmeno de reavivamiento de una ex-presin cultural de pueblos neocolonizados en el interior de una potencia capitalista. En Texas, sobre todo en ciudades como San Antonio, El Paso y Corpus Christi estaba de moda en igual poca, la msica Mxico-americana de Jimmy Gonzlez y el grupo Mazz.

    Ocurri en vsperas de 1970 un renacimiento musical de las yuxtaposiciones meldicas anti-llanas populares, que trat de subsanar el dao sufrido por las expresividades musicales mula-tas caribeas durante la ausencia en los escena-rios del cantante puertorriqueo Ismael Rivera, entre 1962 y 1966, al encontrarse confinado en prisin. Entre esos mismos aos acontecieron las desapariciones fsicas de artistas cubanos como Benny Mor2 y Roberto Faz,3 quienes de-cidieron permanecer en su pas, a pesar de no recibir tantos dlares en los contratos del Insti-tuto Nacional de la Industria Turstica (INIT).

  • ARTCULOS Y ENSAYOS

    | El renacimiento y desbordamiento antillano24

    En junio de 1961 la productora de discos Gema de Guillermo lvarez Guedes, dej de ser un negocio que pona en venta las msicas de las divinidades cubanas. En ese mismo ao, el pblico cubano dej de saber los fenmenos artsticos que surgan en pistas y escenarios caribeos tales como el Pasapoga Night Club de Caracas, el Escambrn de Puerto Rico o el Afro de Mxico. Ya la msica cubana popular realizada en La Habana no estaba en manos de agentes teatrales como Tito Garrote o el vene-zolano Guillermo Arenas. Desde 1961 era el INIT el aparato estatal que empleaba a Celeste Men-doza en cabarets habaneros como el Sierra4 o a La Lupe en el Tikoa o La Red.

    Aconteci en los aos sesenta cierta deca-dencia de la msica criolla, por eclipsarse in-ternacionalmente varios de sus exponentes, quienes quedaron aislados en La Habana. As Celeste Mendoza, Abelardo Barroso, Miguelito Cun, entre otros, quedaron relegados solamen-te para la radio y las tele-pantallas de Cuba. En otros casos como Ladislao Sureda (Lato) no revivieron los merecumbs y sones de la Sonora Matancera hasta finales de los aos 1990.

    Por otro lado, los artistas aburguesados, con potencialidades, pero con ambiciones monetarias, abandonaron su pas y desapare-cieron para siempre de las tele-pantallas cuba-nas. Cuando confluyeron en Miami expresaron abiertamente su inconformidad con el iguali-tarismo, la centralizacin y la desdolarizacin existente en Cuba tras 1960-1961. Se abri as una brecha entre artistas de igual nacionalidad, o es decir entre emigrados y residentes en la isla. Pero aquellos que juraron no regresar a su pas hasta la cada de lo que llamaron rgimen castrista, intentaron estar pendientes de las no-vedades que acontecan en La Habana.

    A pesar de los problemas migratorios y del no entendimiento entre Estados Unidos y Cuba, que perjudicaron de cierta manera las extrapo-laciones culturales de los gneros musicales de la gran Antilla al resto