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245 Del patrimonialismo a la competitividad: élites y sistema de valores en España Félix Ortega L a configuración de las clases domi- nantes de una sociedad depende es- trechamente de los procesos de cam- bios e innovación o del estancamiento social que en ella tienen lugar. La sociedad española mo- derna y contemporánea se ha caracterizado por la debilidad e insuficiencia de su proceso de mo- dernización, que le ha llevado no sólo a incorpo- rarse tardíamente a la modernidad, sino también a recuperar formas sociopoliticas ya periclitadas y que en la época de su vigencia en Europa tu- vieron escasa fortuna en nuestro país. De algu- nas de las causas de esta singularidad histórica me he ocupado en otro trabajo, al que me remito (Ortega, 1992a). Aquí voy a tratar de explicar las razones que han hecho de la clase gobernante española un estamento con caracteres cuasi-feu- dales hasta fechas recientes, así como de los ras- gos de la nueva clase surgida tras el advenimien- to de la democracia. 1. Un anacronismo histórico: La feudalización de la política L a constitución de las élites del poder en la España Moderna no difiere, en principio, de los procesos que tienen lugar en otros países coetáneos. La progresiva transformación de la nobleza como grupo esta- mental y de status en otro claramente volcado a actividades lucrativas, supone la profunda reno- vación estructural llevada a cabo por el sistema de dominio propio del Absolutismo. De guerre- ra y basada en una economía del consumo, la nobleza deviene en grupo que civilizadamente practica el arte de la política (Elias, 1987) y se dedica a actividades económicas. La desvalori- zacion del combate y de las funciones guerreras conduce a la nobleza, como ha señalado Mara- valí (1979, pp. 201 ss.), a mutarse en una clase gobernante que tratará de monopolizar el poder. Para ello reduce el número de sus efectivos, co- hesiona internamente el grupo, se apropia de buena parte de la administración del Estado ab- solutista y acentua y fortalece los mecanismos de selección para pertenecer a ella. Mecanismos que ya no se fundan exclusiva o preferentemente Félix Ortega. Profesor de Sociología, Universidad Complutense, Madrid. Política ySociedad, 14/15 (1993-1994), Madrid, (PP. 245-258).

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Del patrimonialismoa la competitividad:élites y sistemade valores en España

Félix Ortega

L a configuración de las clasesdomi-nantesde una sociedaddependees-trechamentede los procesosde cam-

bios e innovacióno del estancamientosocialqueen ella tienen lugar. La sociedadespañolamo-dernay contemporánease ha caracterizadoporla debilidade insuficienciade suprocesode mo-dernización,quele hallevadono sólo a incorpo-rarsetardíamentea la modernidad,sino tambiéna recuperarformassociopoliticasya periclitadasy que en la épocade su vigenciaen Europatu-vieron escasafortuna en nuestropaís. De algu-nasde las causasde esta singularidadhistóricame heocupadoenotro trabajo,al queme remito(Ortega, 1992a).Aquí voy a tratar de explicarlas razonesquehanhechodela clasegobernanteespañolaun estamentocon caracterescuasi-feu-daleshastafechasrecientes,asícomo delos ras-gosde la nuevaclasesurgidatrasel advenimien-to dela democracia.

1. Unanacronismohistórico:Lafeudalizacióndela política

L a constituciónde las élites del poderen la EspañaModerna no difiere, enprincipio, de los procesosque tienen

lugar en otros paísescoetáneos.La progresivatransformaciónde la noblezacomo grupo esta-mentaly de statusen otro claramentevolcadoaactividadeslucrativas,suponela profunda reno-vación estructuralllevadaa cabopor el sistemade dominiopropio del Absolutismo.De guerre-ra y basadaen una economíadel consumo,lanoblezadevieneen grupo que civilizadamentepracticael arte de la política (Elias, 1987) y sededica a actividadeseconómicas.La desvalori-zacion del combatey de las funcionesguerrerasconducea la nobleza,como ha señaladoMara-valí (1979, pp. 201 ss.), a mutarseen una clasegobernantequetrataráde monopolizarel poder.Paraello reduceel número de susefectivos,co-hesiona internamenteel grupo, se apropia debuenapartede la administracióndel Estadoab-solutistay acentuay fortalecelos mecanismosdeselecciónpara pertenecera ella. Mecanismosqueyano se fundanexclusivao preferentemente

Félix Ortega.ProfesordeSociología,UniversidadComplutense,Madrid.Política ySociedad,14/15(1993-1994),Madrid, (PP. 245-258).

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enla noblezade sangre(y por tanto enuna mo-dalidad de legitimidad carismáticarutinizada),sino en demostraruna cierta competenciaparael ejercicio de la función pública.De ahí, comomuestraKagan(1981,caps.4 y 6), queColegiosmayores y Universidadesquedasenreservadosespecialmentepara los hijos de la aristocracia,queformaronuna«jerarquíadeletrados»que,enla mayoríadelos casos,vino aconfirmar,por viaprotomeritocrática, la adscripción social. Deeste modo, la incipiente burocratización delEstadoquedaneutralizadaal ser absorbidaporel mismoestratosocialqueveníadisfrutandodeprivilegios enla dominacióntradicional,al ser lacooptaciónel principal medio de accesoa loscargospúblicos.

Y aunque durante todo el Antiguo Régimenlos estratosintermediosy burguesesvan adqui-riendo una posicióncada vez más definida, suvinculación a las tareasde gobierno es muy re-duciday subalterna.A medidaquesecaminaha-cia la Edad Contemporánea,esta situación deapropiaciónde la Administración por parte deunaaristocraciarevitalizadaesnotoria.Al tiem-po, como legítimo depositariode la tradición,estegrupo se convertiráen un poderosoobstá-culo paralas políticasreformistasdelosAustriasprimero (piénseseen el Conde-duquede Oliva-res) y los Borbonesdespués(Carlos III). Perosobretodo, conestemonopoliodel poder,la no-bleza originará profundos efectos sobre la es-tructuradel mismo.En primerlugar,darálugaraun tipo bien definido dedominaciónestamental;esto es, «determinadospoderesde mandoy suscorrespondientesprobabilidadeseconómicases-tán apropiados por el cuadro administrativo»(Weber,1944,vol. 1, p. 185).Todo ello implica,siguiendouna vez mása Weber, la permanentelimitación a la libre selecciónde quieneshan deformar el aparato administrativo, así como laapropiaciónde los cargos,de los mediosy delpoderpolítico.

En segundolugar, los sometidosa estetipo dedominación se convierten en servidores cuyaforma de recompensaes la prebenda. Es decir,un intercambiono sólo desigualsino arbitrario,dependientesiemprede la libre voluntad del se-ñor patrimonial.

En tercerJugar,el Estadono llegaa convertir-se en una instancia(relativamente)neutral y ac-cesibley disponiblea todoslos ciudadanos,sinoen una institución patrimonializada; esto es, po-seiday usufructuadapor el grupo quelo mono-

poliza. Consiguientemente,la relación con elEstadosóloesposiblea travésdetal grupo,que,endefinitiva, sustituyey suplantaa la instituciónmisma.Deestemodosegenerala conviccióndequela clasequegobiernaes tout courtel Estado.Al tratarsedeun estratolegitimadoa mediasporla herenciay por la formación recibida(que sereservaa los privilegiadospor nacimiento),ten-dremosun cuadrorealistade lo que ha sidoca-racterísticode la vida políticaespañola:Imposi-bilidad para dotarsede un Estadofuerte (muydiferentede los regímenesmilitaresy dictadurasquehaconocido);vida política alejadadela opi-nión pública; bloqueo sistemáticoa una ciertarenovación(no digamosya «circulación»)de lasélites;constantedificultad paraestablecerun sis-tema de dominaciónlegal-racional,y, en fin, elalejamientoy despreocupacióndel ciudadanopor los asuntospúblicos (privatizados por esaminoríade ciclo largoen sudominio).

En cuarto lugar, esteconjuntode factoresex-puestovino a producir un resultadoparadójico:España,queapenastuvo en el Medioevoun sis-temafeudal,se va progresivamentefeudalizando.El enfeudamientose convierte en el elementoclave de la política,quepermite a cienosgruposesiamentalesapropiarsede poderesy derecbosde mandoenvirtud deunainiciática investiduraprimero personal,despuésconvertidaen tradi-cional. En consecuencia,la asociaciónpolíticaresultantese basaen unared de intercambioses-trictamentepersonalessometidosal principio dela fidelidad(Weber,1944,pp. 204ss.).

Este entramadocristaliza de tal modo en lapolítica españolaquemás adelante,al intentarseunaciertaliberalizaciónde la mismapor la Res-tauración canovista,el sistemase erigirá sobreuna modalidadde feudalismo,el caciquismo.Laesenciadel mismo(y en estepunto sigo eldocu-mentado estudio de J. Varela Ortega, 1977,pp.353ss.),basadoen organizacioneslocales esla negaciónde los partidos democráticosy laconsagracióndel comportamientoparcial de laadministración.Desprovisto del control de laopinión, contandocon la desmovilizacióngene-ral y valiéndosedel reparto de prebendasa unreducido núcleo de seguidores,el aparatodelEstadoquedabaenfeudado.Sólo serviaparabe-neficiar a losamigos(la prebenda)y perseguiralos adversarios(la ley). Las funcionesestataleslucrativasse privatizabanen manos de agentesfieles, y no se cumplía el principio de igualdadantela ley.La relacióndel caciqueconsussegui-

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doresessimilar a la del patróncon el cliente,ba-sándoseambasenel intercambiode favoresper-sonales.Se trata de unarelación pragmática,enla que nadacuentanlas ideologías.Y aunqueelcaciquesolía ser propietario de tierras (no envanoel caciquismotuvo éxito en una sociedadcomo la española,profundamenteruralizada),susingularposicióndependíade la capacidadqueteníapara controlar la administraciónen favorsuyoy desusclientes.

Curiosamente, la institución del caciquismoprocedede la Américaprecolombina.Aceptadayutilizadapor losconquistadores,sirvió deinterme-diariaentrelos indígenasy la administracióncolo-nial. Con estesignificadopasóa la metrópoliy sir-vió para conformarel sistemade la Restauración(Varela Ortega, ib/dl, p. 354). Un dato más queconfirma la hipótesis formuladaen otro trabajo(Ortega, 1992a) acercade la influencia negativaque la conquistade América tuvo para la evolu-ción ulterior dela sociedadespañola.

Estadominaciónestamentalproducirádiversosefectos estmcturalesque duranteun largo ciclohistóricohanfrenadola innovaciónsocial. El másrelevantede todos, desdeel punto de vistade lasélites,ha sido constituirunaclasedirigenteendo-gámica,queal suprimirloscaucesderenovaciónycompetencia,hadegeneradoen un grupoinsolven-te y sólo capazde realizar funcionesdirectivasacondición de hacerloen régimenpatrimonial;endefinitiva, ha monopolizadoel poder. Lo que hasupuestootra consecuenciano menor,a saber,queha optadopor fórmulaspolíticasmonocráticas(enel sentido que a este término da Mastellone,1990). Nadadeextrañotiene,por tanto,queaestaclasedominantele fuesenachacadosla mayorpar-te de los males de la sociedad,tal y como hizoCostaye! regeneracionismo.

Mas essin dudaOrtegay Gassetel queaciertaa describirmejor la situación españolasurgidadesemejanteordenpolítico. Utilizando unaideade Mommsen,piensaque la decadenciade unanaciónes fruto de la no incorporacióna ella detodoslos grupossociales;esteexclusivismocon-duceal particularismosocial,queno esotracosaqueun procesode entropíaquetiendea diluir lasociedad.Los «compartimentosestancos’>(cla-ses,grupos profesionales,regiones)han hechode Españaun paísdesarticulado,«invertebrado»(Ortega,1988,passinfl. En lo quea mi juicio noes consistenteel argumentoorteguianoesen loque concierneal diagnósticodel problema.La<‘ausenciade los mejores»,de unaélites rectoras

aceptables,no essóloel resultadodela masifica-ción social,de su internadesvertebración;esso-bre todo el efecto acumulativode esaspropiasélites,quea travésdelas funcionesde dirección,control y ejemplaridadhancreadounasociedada imageny semejanzasuyt Estoessingularmen-te importantea lo largo detodoel períodohistó-rico que he señaladoanteriormente,ya que du-ranteél es cuandose constituyeen Europaesarealidad que llamamos «sociedadcivil>’, cuyaexistenciaesespecularde la del Estado.Así, losdefectosdeestasociedada quealudeOrtegasonmuyrealesy deresultadosfunestosparanuestrahistoriacontemporánea;masellossonun preci-pitado del tipo y la cualidadde unasclasesdiri-gentesque han tratado de abonar sistemática-mente la existenciamismade la sociedady delEstadocomo institución disponibleparael con-juntodelosciudadanos.

La resistenciaaabandonarestaposiciónmono-polizadora de privilegios y oportunidades,juntocon el resto de problemassocialesa queestamo-dalidadde dominaciónhabíadadolugar, provoca-ron el fracasodel primer intento consistentedecambiodela vida socialy desusdirigentes.Me re-fiero, claro está,a la II República. Ciertamente,como yahe escritoenotro lugar<Ortega,1992a),tambiénel régimenrepublicanoadolecióde unaclase política escasamentecapacitadapara hacerfrentea la inmensatareaqueel régimenmonárqui-co le legó. Perofuerencualesfuesensuscarencias,el hechomás importantees que las clasesdomi-nantes tradicionalesno le dejaron probar duranteun tiempo razonable una nueva formadeejercerelpodery deorganizarla sociedad.Yestaesla razónprimeradel fracasorepublicano:la resistenciacon-servadoraa abandonarsu posiciónpatrimonialistaenelEstadoy lasociedad.

2. Lamonocraciafranquista:El retornodelos sacrosantos

poderes

E 1 fin del enfeudamientodel poderque supusoel régimen republicano,apenastuvo tiempode constituiruna

renovadaclasedirigente. El golpe militar y lasubsiguienteguerra civil acabaroncon ella; susrestos continuaronanimando, ahora tan sólocomo clase intelectual, la cultura de no pocos

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paises latinoamericanos.El pronunciamiento,por lo demás,respondióa esamentalidadexclu-sivista propiadel patrimonialismo,que,conven-cido de que su «idea» es la única, no necesitapersuadira los demás:simplementese limita aproclamarlo quecree,eliminando (físicao polí-ticamente)a los discrepantes.El constantedes-créditode las vías políticasde organizaciónso-cial en nuestro país quizá se deba, comoseñalabaOrtega y Gasset(1988, pp. 60 ss.), aque los políticos representantodo lo contrario:la necesidadquecualquiergrupo tienede contarcon los demás,estoes, de negociary pactary node vencer.El franquismo, por el contrario,vol-vió a los métodosde accióndirecta: imposiciónde la voluntadabsolutade quieneshabíandeten-tadoel poderdurantelargotiempo

Al abolir la (débil y complicada)democraciarepublicana,el franquismoarrasócon todos suselementosmás genuinos:gobiernopopular, ins-titucionesrepresentativas,igualdadde oportuni-dades,libertadde asociación,libertad de expre-sión y derechosciviles y sociales (que es elcontenido de la democraciasegún Mastellone,1990, p. 452). Posibilitóasí el retornode la mo-nocraciacuyaclasedirigenteestabaconstituidapor los dos grandespilaresde la tradición con-servadora:el Ejército y la Iglesia.A ellosseaña-dió, como unaconcesiónde los tiempos,el par-tido único, la Falange. Esta sirvió, al menosduranteun cierto tiempo,parafacilitar el ascen-soy promoción de sectoresvinculadosal bandovencedor,peroquepor susorígenessocialesnoprocedíande los estratosinveteradamenteprívt-legiados.Una partede la Falangesirvió, endefi-nitiva, para esa legitimidad interciasista quetodoslos regímenesautoritariosde la épocarei-vindicaronparasí.

Las característicasde estaélite, al menoshas-ta el momentoque precedea la liberalizacióneconómicadel Plan de Estabilización (1959),hansido analizadaspor M. Jerez(1982, passim).Paraaccedera cargospolíticos era necesarialavinculación a alguno de los tres grandesgruposconstitutivosdel régimen:el Ejército, la Iglesiayla Falange.Ahora bien,si seexceptuaa los cató-licos, la peculiaridaddel franquismoes que noprolongasin másla dominaciónde las viejascla-ses monárquicay tradicional; antesbien, creauna nueva élite dirigente, que si bien tiene susorígenessocialesenestratosafinesa losdeaqué-lías, sonpor su edady trayectoriaproductodelrégimenmismo.Más en concreto,trátasede un

grupocuyo trasvaseal podersehacepor media-ción de supreviaincorporacióna loscuerposal-tos de la Administración,y no simplementeporsuadscripcióna la noblezao a la altaburguesía.A medidaque esta nuevaélite se afianzaen elpoder, su incorporacióna la esferaeconómica—públicay privada—es progresivae intensa.Y sibien el régimentoleró un cierto gradode per-meabilidaden la configuraciónde su clasediri-gente,por el caucede la promoción en el parti-do único o en lossindicatosverticales,cadavezestaclaseprocedióa clausurarsey reproducirseendogámicamente.

La razónde estefenómenode cierre estriple.En primer lugar, toda clasesocial que accedepor primeravezal podertratade monopolizarloen detrimentode otra u otrasposiblescompeti-doras.En segundolugar, enel franquismosedióunasuperposiciónde los centrosde extracción,que produjo una cierta amalgamade élites quedificultaba el ascensode nuevos miembros nopertenecientesa alguno delos núcleosdecisivos.En tercerlugar, las tensionesy losconflictos ge-nerados en una partedel bloque hegemónico,haránqueel sistemapolítico depositeunamayorconfianzaen elsectormásfiel. En efecto,prime-ro las disensionesentrelos falangistas(unosmásortodoxos,otros más aperturistasy «liberales»);despuésentreéstosy los católicos,y por últimola escisióndentro de estosúltimos en variasco-rrientes, dejaron al Ejército como pilar funda-mentaldel ordenpolítico. Su importancianumé-rica, su autonomíarespectodel partido y suestructura disciplinada hicieron del mismo elcontinuo baluarteen la defensadel franquismo;lo que fue recompensadocon una masiva pre-senciade militaresen la élitedel poder(políticoy económico).De hecho,muchosde los dirigen-tes queaparecíancomo civiles, procedíande al-guno de los múltiplescuerposquecontenianca-da uno de los tres ejércitos.Nada de extrañotienequea las postrimeriasdel régimeny enlosinicios de la transicióndemocrática,las esperan-zasde la reaccióny los temoresde la oposiciónse concentrasenen la actitud que adoptasenlosmilitares.

Sin embargo,ello no quieredecirque el régi-menestuviesesocialmenteaislado,ya queseguíacontandoconel apoyoy anuenciatanto de nue-vos gruposcatólicos(piénseseen el importantepapeljugado por el OpusDei a partir de 1959),cuantodejóvenesarribistasqueutilizabanla víapolítico-sindical (por ejemplo el SEU) paraha-

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cercarrera.Perosi estoes cierto,no lo es menosque la clasedirigente así formada no podía re-presentara los nuevosgruposemergentesqueeldesarrolloeconómicode los añossesentagene-raba.De igual maneraque,sin proponérselo,elfranquismopermitió un cierto grado de moder-nizaciónsocial,envirtud de estaúltima posibili-tó tambiénla apariciónde unasélites potencia-les, que acabarían por sustituirle. Me estoyrefiriendo enconcretoa lastransformacionesenla estructuraestratificacionaly al crecimientodelaburocraciaestatal.

Por la primera,graciassobretodoa la evolu-cion de la poblaciónactiva, cadavez máscon-centradaen los sectoressecundarioy terciario,surgenunasnuevasclasesmediasmás aspirad-vasy unaclasealtadistante,en susintereresesycultura,del conglomeradodefuerzasqueapoya-ba al régimen.Una clase,éstaúltima, paulatina-menteconstituidapor empresarios,managersyprofesionalesliberales,que en escasamedidasereconocíaen la legitimidad carismáticay tradi-cional con queel régimen se presentaba.Ade-más,lanaturalezade éstebloqueabael ascensoala política de estos nuevosdirigenteseconómi-cosy sociales.

De otro lado, a medidaque el Estadotuvoquehacerfrente aunarealidadsocial máscom-pleja a resultasdel desarrollo,su aparatoadmi-nistrativocomenzóa crecer.Con ello, las aspira-cionesdemovilidad socialsurgidasen el cuerposocial encontraronunavía de realizaciónen laburocracia.La reformay ampliaciónde la Ad-mínístracióncorrió parejacon la liberalizacióneconómicay los intentosde aperturaal exterior:aquéllase modifica sustancialmenteen los años1957 (Ley de RégimenJurídico),1964 (Ley deFuncionariosCiviles) y 1965 <Ley de Retribu-clones).Los criterios de racionalidadburocráti-caque tales modificacionessupusieron,se con-tradecían con el patrimonialismo políticoimperante,lo quecausaba,entre otros efectos,unaciertadesconexiónfuncionalde ambossub-sistemas.Pero,sin duda,la consecuenciamásre-levantees que el régimense sirvió cadavez másde los altos cuerposburocráticospara engrosarsu clasepolítica: segúndatosde M. Beltrán (enS. Giner, 1990, Pp. 326-327),cercadel 80% decargosde designaciónpolítica,el30% de procu-radoresy el 50% de consejerosnacionalesdelMovimiento eran funcionarios. A. de Miguel(1975, Pp. 83 ss.) ha llegado a denominar«fun-cionariato” a la última etapadel franquismo,la

que se inicia en 1973,paradiferenciarlade lasprecedentes,la «azul» y la «tecnocrática».Aun-que setratade unasimplificación,sin dudacon-tieneunapartede verdad:el irresistibleaugedelos funcionanosenlos finalesdel franquismoesun hechocierto, por cuantolos grupospolíticosorganizadosque habíansostenidoal régimen,ohabíandesaparecido,o esperabana la sucesióndel mismo para incorporarse(redemocratiza-dos)alosnuevostiempos.

Perotambiénen estaAdministraciónse desa-rrolla, de manerasoterradaprimero, másexplí-citamentedespués,un estratoqueencuentraallíno sólo las posibilidades de ascensosocialvedadaspor la monocraciapolítica, sino tam-bién una institucióndesdela quereivindicar lademocracianegada.A estegrupo podemosde-nominarleél¡te latente,y su contribucióna la di-rección de los acontecimientosposterioresalfranquismohasidonotable.

En resumidascuentas,la Administraciónquese empiezaa configurarenlos añossesentacon-tiene, a mediadosde la décadasiguiente estáconstituidapor tres tipos de élites: unaresidual,identificadaconel franquismoy asentadaenlosórganosmáscaracterísticosdel régimen;otra detransición,ya que colaboré,sino políticamente,al menos técnicamentecon la dictadura (porejemplo en los Planesde Desarrollo),y final-menteuna tercerapotencial,quesumergidaenlas sombrasdel anonimato funcionarial y sinvínculacionescon el régimen,se convertirámásadelanteen una partesustancialde la «circula-ción de élites»que se produceen la décadadelosochenta.

Por esta particular posición, la burocraciaestatalsirvió paraaliviar tensionesderivadasdelautoritarismopolítico, al permitir un alto gradode movilidad social. En virtud de tal singulari-dad,la burocraciaadquirióun conjuntode pro-piedadesque ha incidido negativamenteen suposterior funcionamiento.Así, en primer térmi-no, los altos cuerposfuncionarialeshabianasu-mido comopropiaunaposiciónelitista,queblo-queabala adecuadarenovacióny reformade laAdministración.Portal motivo y antela necesa-ria expansiónburocrática,tuvo lugar un crecí-mtentodesordenadoy caóticode la misma, con(a multiplicaciónde categorías(todaunamirladade «razas»y «subrazas”,funcionarialeso contra-tadas), de difícil acoplamiento funcional. Altiempo,un rebrotedelpatrimonialismocondujoa quela Administraciónensuconjuntoy el fun-

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cionarioen particular,adoptasenel principio dela no responsabilidad.De todo ello se derivóunahipertrofia (con la secuelade su alto costeeconómico)y un cierto clientelismo (coopta-ción) notoriamentemanifiestoen los altoscuer-pos. Racionalizareste mastodonteera y siguesiendocomplicado;sobretodo porqueello im-plica delimitarprerrogativasde sectoresconpo-der y autodefinidoscomo «grupos de status».(Un análisis, quizá algo dramático, de esteestadode cosasha sido realizadopor A. Nieto,1984).

3. Elitesdetransición.Ascensoburocráticoy predominio

de lo público

U no de los retos principalesde todorégimen autoritario es asimilar loscambio de su entorno, así como

mantenero renovarlas fuentesdesu legitimidad.En el casoespañol,además,laderrotadel fascis-mo habíaaisladoal sistemapolítico como paraque estepudierasobrevivir sin hacerconcesio-nesen algunosdominios. Estas se acumularonpreferentementeen el aumentode las oportuni-dadesdel debatepúblico,eliminandoel derechoa participar directamenteen la elecciónde susrepresentantes.El régimeninició así, sin saberlo,una de las secuenciasde transición a la demo-craciaque, paraDahí (1990 Pp. 42 ss.),hasidohistóricamentede mayor estabilidad.«El proce-so de iniciación más propicio para una poliar-quía—sostieneDahl— es el que transformalasestructurasy formas hegemónicas,previamentelegitimadas,en formasy estructurasaptasparalacompetenciapolítica evitandode estemododi-vtsiones persistentesy dudas sobrela legitimi-daddel nuevorégimen,compartidasporgrandessectoresde la población»(ibíd, p. 52). A lamuerte del dictador, el régimen, que ya habíaperdidosu legitimidadbasadaenel ideariocató-lico-falangista,no tenía otro apoyo que el delunicosectorquecomoparteintegrantede lacla-se gobernantele seguíasiendofiel, el Ejército.Ante si no teníamás que dos alternativas:au-mentarla represión,o tolerarlas plenasliberali-zación y representación.Los intentos interme-dios (Ley de asociaciones,«espíritu del 12 de

febrero») resultaroninfructuosos. El régimen,queparaasimilaralgunosde los cambiosprodu-cidos tuvo necesidadde un cierto margende li-beralización,carecíade atractivosparaincorpo-rar a sus filas a las nuevasgeneraciones;inclusole erandesafectasfraccionesde la antiguaclasedominante.De maneraquelo que parecíaunacompactaélite, era en realidadfrágil e inconsis-tente. Comoha señaladoDahrendorf(1974, p.248) contraMosca, no siemprequien dominaestámejororganizadoquelos dominados.Quizádebido al postuladoparetianode que cuantomáscerradaes una élite, y la del franquismoyahemosvisto quelo eraen gradosumo,antesde-genera.

El franquismo, además, había promovidonuevosintereses(económicosy de expectativasde promoción)queeraya incapazde salvaguar-dar.Cambiodeinteresesqueimplicabaunapro-funda remodelaciónde la estructurade clases:frente a unasociedadrural, con unapequeñaydébil clasemedia, la realidadde ahorase erigíasobreunaampliaclasemediaurbana,un prole-tariadoindustrialy unaclasealtaadquisitivaan-tes queposeedora(Weber).Con estepanorama,en el que la autoridadmonocráticahabíaperdi-do sus dos pilares de sustentaciónclaves,el delos interesesmaterialesy el de la legitimidad,sehacia necesariaunarenovacióndel personaldi-rigente. ¿Cómoy en qué medidase produjo talrelevo?.

De entraday durantela denominadatransi-cton democrática,tienenlugar dos procesosdemovilidad política de signodiverso:un «descen-so” o replieguede los sectoreshastaentonceshegemónicos,y un «ascenso»o adoración dcgruposde interéshastaentoncespoliticamentelatentespero que ahorase tornan manifiestos.Quienesformabanpartedestacadae ideológica-mentecomprometidadel régimen(militares,sin-dicalistas y del Movimiento) ceden en pocotiempo su posiciónde privilegio y pasanaserungrupode presióncontrala nacientedemocracia.El desmoronamientode lavieja élitees, portan-to, relativamenterápidoy escasamentetraumatí-co; estamosante un grupo claramenteagotadoen susposibilidadespolíticas.Por el contrario,lapromociónde nuevossectoreso de gruposquehabíancolaboradoconel régimenparadespuésdistanciarsede él, resultó ser extremadamenterápida.

Ahorabien, estacirculaciónde doblesentidono debeconfundirseconuna«circulaciónde éli-

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tes»en sentidoestricto. Mientrasdura la transi-ción, en realidadse produceunaamalgamadenuevasy viejasélites,que,a medioplazo,condu-jo inexorablementea la disoluciónde los restosde lavieja claseque consiguieronsobrevivira lamuertedelautócratay al ascensode unarenova-da clasedirigente.La amalgamafue fruto de laconvergenciadediversosfactores:

(1) Los intereseseconómicosprivados queel crecimientode los últimos lustros del fran-quismohabíapromovido. Se tratabadel capitalfinanciero y especulativoque pretendíano per-der la posiciónpreeminentealcanzada,así comoaumentarsus oportunidadesen una economtaque necesariamentetendría que abrirseal ex-terior y apoyarsemás en la libre iniciativa. Portal razón encontramosentre los políticos delmomentoa representantesde la bancay los sec-tores empresarialesmás dinámicos; asimismofueronincorporadosotros atravésdela designa-ción real paraocuparpuestosen el Senadodelperíodoconstituyente.Es tambiénahoracuandoestosinteresesprivadosse dotandeauto-organí-zactón, constituyendoasociacionesque jugaránun destacadopapelenlasociedadcivil

(2) Los sectoresliberalesy menoscompro-metidos del franquismo. Grupos heterogéneos,perotodoselloscaracterizadosporunatrayecto-ria detotal dedicaciónala política,si bienno enlas institucionesrepresivas.Susposibilidadesdemantenery acrecentarla posiciónlograda(pues-to queen la mayoríade los casosno habíanda-do el saltoal mundode las actividadesprivadaslucrativas)dependíaenteramentede asegurarsupropia transiciónventajosaal nuevorégimen.Suposiciónpolíticatácticafue la «reforma».

(3) La oposicióndemocráticay los sindica-tos, cuyas expectativaspolíticas y de interesesson en este momentomuy altas, al contarconunainfraestructuraorganizativacuasitoleradaycon fuerteapoyoexterior.Libres de todaculpade colaboracióncon la dictadura,peroconscien-tes de que no podíanenfrentarseabiertamentecon la fuerzacoactivade ella, optaronpor unadiscreta actitud de «ruptura’>, que no era otracosaqueunatacticaparanegociarcon los restosdel aparatofranquistadescritosen el párrafoprecedente.

(4) La Iglesia, que de brazo ideológicodelviejo régimenhabíapasadoa distanciarsede élhastael punto de contribuir activamentea supérdidade crédito. Esta institución,además,al-

bergabaen su senoalgunosgruposorganizadosquesi bienno desembocaronenun partidopolí-tico (opción desechadapor la jerarquíaeclesialdel momento),fueronembrionesimportantesdealgunosde los partidospolíticos fundamentalesdelademocraciaespañola.

Si estosfueronlos factoresquedesdeel puntodevistade las organizacionessocialescontribu-yeron a amalgamarsectoresdistintosde diversasclasesdirigentes(en decadenciao emergentes),hayotro queresultacomúna todosellos y porlomismosurelevanciaes deprimer orden.Se tratade la burocraciade la Administración pública,cuyaimportanciaen el último franquismoya hepuestode relieve.La burocraciahabíahechopo-sible lo que la monocraciaimpedía, la circula-ción social, y ahora posibilitaría también laamalgamapolítica.Ella veníaa confundirseconlas clasesmediasfuertementeexpandidas,mate-rializabasus idealesy valoresy representabaelnuevotipo de poder que se estabagestando,lamesocracia.

Dentrodel aparatoburocráticogeneradoporelEstadofranquistatuvo lugarel quepodriamosdenominar«primer ensayode transición»,pues-to queen élcoexistieronprácticamentetodoslosgruposque iban a estardespuéspresentesen lademocracia.En esteámbitose ponenen funcio-namíentopor primera vez las actitudesy lasprácticastípicasde la vida política (disenso,ne-gociación,pactos)y graciasa él se estableceelnexo de unión entreambasformas de sistemaspolíticos.La burocracia,además,produjo lossu-ficientesintereses(individualesy de grupo)parapromoverla rupturapactadaantesqueel enfren-tamiento.Fue, en fin, el vivero de granpartedelos dirigentesdel nuevorégimen.Hay quehaceruna particular mención,dentro de la Adminis-tración,ala Universidad:ellafue el primer esce-nario político dondese iniciaron y forjaron loslíderesdel postfranquismo,dadoque en ella eradondese tolerabaun cierto margende actividadpolítica.

Debidoa estavirtuajidadesy no sólo ala ne-cesidadde remodelarel vetusto edificio delEstadofranquista,las administracionespúblicassufrieronun aceleradoprocesoexpansivo.Conla incorporacióna ellasde nuevascohortes,consu conversiónen trampolín de promoción, seampliabanlos incentivosmaterialesentrela po-blacióny se reforzabanlosvínculos de adhesiónal nuevoestadode cosas.Particularmentesigni-

POLITp~#~á-

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ficativo paraesteproyectode integraciónde es-tratosfuertementeaspirativos,ha sidoel inusita-do desarrollodelas administracionesautonómi-cas y locales.El análisis máspormenorizadodeotras implicacionespolíticas,lo he efectuadoenun trabajoprecedente(Ortega,1990,cap.2). Enestaocasióndeseosubrayarque lacrisis quepa-decíael Estadoheredadodel franquismotratóde paliarseensanchandoel círculo de lasrecom-pensasa sectoresmás vastosde la población.Las dificultadesde legitimación política propi-ciaron la apariciónde políticasneocorporatistasdestinadasa favorecerconsensosampliados.Yasí,juntoal retornode lasvíasparlamentariasderepresentación,se pusieronen vigor otros cau-cespolíticosmáscercanosa los ciudadanos.Esen estediseñodondehemosde encuadrarla ge-neralizacióndel tejido burocrático,en un intentode hacercopartícipea la sociedadcivil (organi-zaciones,clientes,usuarios,trabajadoresy per-sonasindividuales)de lasdecisionesdela políti-ca central (C. Offe, 1990). Y ello a pesardelelevado coste económico de tal proyecto, queestá haciendo crecer peligrosamenteel déficitpúblico.

El partido político que expresabamejor queningún otro estaamalgamaera la U.C.D. Con-fluían ensucomposicióntodoslos factoresarri-ba mencionadosy la presenciaen él de la buro-cracia resultabaabultada. Concebidocomo unpartido del podery desdeel poder,eraunamis-celáneade apetencias,tendencias ideológicas,procedenciasvariadasy faccionesantagónicas.Setrataba,másde queun partidoo conglomera-do de partidos,de unasoluciónde espera,provt-sional y por lo mismo transitoria, hastaun aco-modo más definitivo (Caciagli, 1986; Huneeus,1985).Unaporción,numéricamenteimportante,de los cuadrosucedistasno la formabanpolíti-cos profesionales,sino altos funcionarios quehabíanconsolidadosu posiciónen el franquis-mo. Precisamentepor estaestructura,la UCD.adolecíade la falta de organizacióninternay deun liderazgo claro. La proliferación de líderesparcialeshacíande estaélite un grupo con ten-denciascentrífugas.Logrado el cambio políticoy a buen recaudoy salvaguardadas—cuandonoincrementadas—las posicionespersonalesy degrupo,el partidoy unapartedesuslíderessede-rrumbó. La élite del poder centrista,como elpartido,fuerondetransición.

Por lo queatañeal restode formacionespolí-ticas(cfr. Gunther,Sani y Sabad,1986),su con-

tribución a la conformaciónde las clasegober-nantefue enesteperíododemenorimportancia.El partido abiertamenteidentificadocon el régi-men de la dictadura(A.P.) no dejó deser de re-ducidasproporciones,y su menguadoresultadoelectoralreflejabafielmentela pérdidade baseylegitimidad socialdeaquélla.Hastano despren-dersede sucarganostálgica,estafuerzapolíticano consiguiótenerun respaldosocialamplio.

Tampocodesempeñaronel papelal quepare-cíanestarllamadoslos dirigentesdel P.C.E., tandestacadoen la oposiciónal franquismo y conun poderososindicato (CC.OO.). Aunque sumoderacióncoadyuvódestacadamentea facilitarla transición,suslíderesdejaronprontamentedetener protagonismoen la élite de poder. Todoha acontencido,tanto en lo concernientea A.P.cuantoal P.C.E., como si la proximidad al fran-quismo—aunqueen estecasoseapara oponer-sele— les hubiesecontaminadoy distanciadodelas expectativaselectoralesde las nuevasclasesmediasy trabajadoras.

El partidoque,con unabasesocial no muyle-jana a la de la UCD., representabamejor queningún otro a la mesocraciaascendenteera elP.S.O.E.Consiguióatraera su seno,despuésdela U.C.D., unapartedela burocraciay de las éli-tes potenciales.En los finales del franquismoydurantela transición,esta élite hizo de puenteentrelosdirigentessocialistasy el restode la so-ciedad, sirviendo como canal de información,reclutamientoy generadoradealtasaspiracionespromocionalesy de cambio (Dowse, Hughes,1975, p. 190). Con unaamplia y eficaz red deprofesionales camuflados (Panebianco, 1990, p.436), el partido tuvo informaciónprivilegiadayla posibilidad de controlarestrechamenteal go-bienio ucedista,así como contribuir a ahondarun poco más en sus múltiples fracturas internas.Además,graciasa las ¿lites potencialesy a losprofesionalescamuflados,los socialistaspusie-ron en sufavor a la opiniónpública,quedeposi-tó en ellossuconfianzatras la definitiva entropíaucedista. De este modo, los dirigentes delP.5.O.Ey sus élites emergentesse convirtieron,desdela perpectivaque aquí nos importa, nosóloen la alternativa, sino también en la clasedi-rigente por antonomasia.

Estenuevomareopolítico seacompañadeununiversocultural en el que se ensalzanlos valo-res colectivos,la solidaridad; hay en el ambienteun cierto clima comunitario y unareduccióndelámbito intimo (descalificadocomo «pequeño-

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burgués»).Una primera explicacióndel fenóme-no resideen la naturalezade los acontecimien-tos: seestabaremodelandola esferade lo públi-co, despuésde largosañosde haberseimpedidointervenir en ella; de ahí la idealización de losobjetivospolíticos.Otra posibleexplicaciónpo-dnahallarseenlas tesisde Hirschman(1986,enespecialcap. IV), quien sostieneque la decep-ción generadaen el consumoprivado conducecomo alternativaal foro público. La frustraciónenestasituaciónvendríaagravadapor la prolon-gadaimposibilidad de salir (exit) y alzar la voz(voice) en lo asuntospolíticos; razónpor la queéstosse hacían más deseables.Este pasode loprivado a lo público se corresponde,además,con la nuevaposición adquiridapor las clasesmedias,quegraciasal desarroloeconómicoy alas oportunidadesburocráticas,habíanexperi-mentadoun ostensibleenriquecimientodentrode unamismageneración.En consecuencia,nosóloatraíanlasaccionescolectivas,sinoquebas-tabacon recibir por ellas incentivoscolectivos,simbólicos. Este valor altruista, de desprendi-mientotiñó la épocade un tonomoralista,inclu-so pedagógico,que casabamal con el fondo dela vida política, y que sirvió más tarde para el«desencanto>’de muchos y el paso al ciclo si-guiente,esto es, el del primado de la vida pri-vada.

4. La consagracióndela mesocracia:

La vueltaalo privado

E l triunfo electoral del P.S.O.E. en1982 culmina el proceso de transi-ción política, y con él se inicia una

nueva etapa en la configuración de las élites.Bien es cierto queno implica unarupturacon elperiodo precedente,por cuanto algunasde sustendenciascontinuanvigentesahora,enparticu-lar la importante presenciaburocrática.Lo quede nuevotieneel procesoque ahorase inicia esquehay en él unamayor<‘circulación de élites”,ya que nos econtramosejerciendola autoridadpolítica a unasclasesmedias que anteshabíancarecidoabsolutamentede ella. Una nutrida re-presentaciónde las mismas sehallabaentreloscuadrospolíticos y sindicalessocialistas,y nue-

vas remesasse irían incorporandoal partido y laAdministracióna medida quese consolidabalaestabilidadelectoralsocialista.

La estructura ocupacional españolaen la dé-cadade los ochentase caracterizabapor la fuer-te presenciaen ella detécnicos,funcionariossu-periores,personaladministrativo,comerciantes,vendedoresy trabajadoresde los servicios.Puesbien,en primer lugar, el perfil delos afiliadosalPSOE. se correspondía bastante fielmente conaquellaestructura,en panicularel de los afilia-dos durante la transición democrática. Paraestos,el arriboa la política es más por unaéticade la responsabilidadquede la convicción.Estaúltima quedabareservadaa los militantes histó-rtcos. A medida que el mandatosocialista seprolongaba,las nuevasremesasde afiliados te-nían aun más los rasgospropios de las nuevasclasesmediasarribistas,gentejoveny cualificadacon elevadasexpectativasdepromoción.Peroesque,además,el partido estabaideológicamenteabiertoa todaslas posiblesopcionesde la socie-dad española:cercade una tercerapartede susintegranteserancatólicos(Tezanos,1982).

Si consideramosal electoradoen suconjunto,el P.5.O.E.tenía la virtualidad de atraera secto-res de trabajadoresy a granpartede esaclasemediaa la quepodíarepresentarmejor quenin-gunaotra formación.Sus dirigentes expresabaninmejorablementela nuevapauta de recluta-mientoefectivaentrelos estratosintermedios,lameritocracia.Y los criteriosdeéstano sonotros,comoreconoceunaobrano lejanaa los postula-dossocialistas,quela competiciónindividual, laprivatización de la vida y la búsquedadel logroeconómico(Giner, 1990,p.4O).Justamenteestacultura de clasemedia será la que ponga enprácticala administraciónsocialista.El proble-ma residíaen que la retóricade la propagandaquecondujo al triunfo electoral,centradaen laética, habíacreadouna cierta confusión:se se-guíapensandoen unamoral altruistay colectiva,cuandoen realidadlos socialistasse referíanaestaotra basadaen el egoísmocomo principiomoral.Una conductaregidapor el amorpropioerael «cambio’>prometido,y no otrasmodalida-desmás solidariasen queseguíanpensandolosrestosdel naufragioizquierdistay sesentaiochis-ta, quedieronsuvoto al P.S.O.E.envirtud de unsobreentendidoounafalsailusión.

Hay, por lo demás,otro elementoa conside-rar.Mientras se es oposición,la tensióngenera-dapor un esfuerzode incierto resultado,secon-

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vterteen unafuentedegratificación.Es esesen-timiento altruista,al queantesme referí, deriva-do de la autoconvicciónde que se particpaenun «combate»noble por elevadosobjetivos (elbien común, el progreso,la racionalización,lamodernización...).Mientras duraesteimpulso yno hay que evaluar los resultados de la respon-sabilidad de gobernar,bastacon actuar«comosi» la sociedadcambiasesegúnnuestrosdeseos,para creer que el cambio tiene lugar (Hirs-chman, ibíd). Este fue el sentimientoque em-bargóaafliadosy electoressocialistasantesy al-gunos—pocos—añosdespuésdel primertriunfoelectoral.Y esta fue también unade las princi-palesrazonesde unacierta frustraciónentrelosmilitantes y electoresmás ideologizados.Frus-tración queno han compartidolos típicoselec-tores de clasemedia,que han seguido votandoal PSOE., no porque no hubieseotro partido«menosmalo” alternativo(quepuedehaberlo),sino porque los socialistasestabanllevando acabosuideariocultural.

No hay quesoslayartampocola importanciaqueel liderazgojuegaen las democraciasy, porende,la queha tenido la direcciónsocialista.Enel casoespañol,tras la muertedel dictador,de-sintegradoel partidoquehabíaprotagonizadolatransiciónen unaestérilbatallainternay privadode toda autoridady atractivoel presidenteSua-rez, existía un clima propicio para la apariciónde unapersonacon fuerzapolítica. Comohaes-crito Cavalli siguiendoa Weber,en losperíodosde transición,paravencery obtenerla disponi-bilidad del patrocinioeconómicoy social,seeli-gen hombres de gran personalidad;los viejoscuadros(«idealistas”)de los partidosson reem-plazadospor jóvenes de la nuevaclasemedia(«realistas”)que pretendenvivir de la política(Cavalli, Bettin et alii, 1987, pp. 37 ss.).Estepa-pel lo desempeñóF. González,quien indudable-mentetenía el suficiente«carismade situación”como paraconvertirseenel líder induscutidodela décadadelos ochenta.Y junto a él, esosotrosjóvenesquepertenecíana los sectoresmás prag-máticosdel partido.

En consecuencia,el PSOE. se transforma rá-pidamente de partido burocrático de masas,fuertementeimpregnadode contenidosmarxis-tas y tercermundistas,en un partido catch-all, di-rigido a unasociedadmás heterogéneay menosantagónicade la prescritaen la vieja estructurapartidaria.Acorde con estecambio,los socialis-tas configuran su partido conforme a nuevas

pautas:(1) desideologización(quizá convengamejor hablardeunanimidadenunasolaideolo-gía), con la consiguienteexclusiónde tenden-cias organizadas(en realidad IzquierdaSocia-lista, más que una tendenciaideológica,es unpequeñosectorque legitimaen su sedicenteiz-quierdismoa los socialistas,al tiempoqueotor-ga a sus miembros un protagonismo dentro delpartido que de otro modo no tendrían). (2)Conversión en una organización atenta a losgrupos de interés,ya seaa los externos del parti-do, ya seareconvirtiendo a diversosestamentosdel partido engruposde interés.Estaesunadelas razonesprincipalesde la rupturacon el sin-dicatougetistay de suvuelcohaciaunapolíticamásneoliberalqueneocorporatista.(3) El debi-litamiento de la posición de afiliados y militantesmásimbuidos de conviccionesy elascensode losexpertos y técnicos; lo que implica unasrelacio-nes más tibias, cuando no la ausenciade lasmismas con el electorado.(4)El crecientepo-der del liderazgo, cuya fortaleza dependede dospilares: el apoyo de los gruposde interésy elmantenimientode una aceptableimagenpúbli-ca producidapor la comunicaciónpolítica demasas.(Cfr. al respecto Panebianco, 1990,p.490, y O. Kirchheimeren K. Lenk y F. Neu-mann,1980,pp. 331 ss.).

Congruentecon estasmodificacionesestruc-turales es que los incentivos selectivostenganahora un mayorpesoespecífico,tanto en las rela-ciones intrapartidocomo en las de éstecon lasociedad;y quepor tanto seaestetipo de incen-tivos el deseadoy el otorgado.La participaciónen la vida públicaen virtud de los principiosco-lectivos y altruistas, que predominabanen losprimerostiemposde la transición,resultaahorade todo puntoinsatisfactoria.Una sociedadmásindividualistay valoradoradel esfuerzoy de loslogros, no puedepor menos que provocardosefectoscomplementariosensuclasepolítica:Enprimer lugar, el acrecentamientode las recom-pensasmaterialesen el sectorpúblico, y el pasodeunapartede los políticosal sectoreconómicoprivado.Es obvio queambosresultadosseforta-lecenmútuamente,ya queel político, sobretodoel técnicoperono sólo él, puedeobtenerventa-jas materialesde suposiciónde mayor statusymejorescuotasdeinformación;y quepor lo mis-mo su pasoal sectorprivado de la sociedadessiempretentadoral hacerseentérminosventajo-sosparaambaspartes.Es lo queha dado en de-nominarseen nuestrasociedad,usandouna ex-

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presiónqueaplicadaa lospolíticos esmeratau-tología, «tráfico de influencias’>. La política,porsí sola, no satisface,toda vez que conseguidoelaccesoa la misma sesaciael deseoprevio y si-multúneamentese descubrensuslimitacionesalcomprobarque la realidadno es tan moldeablecomo la voluntad quisiera. Además,pasadoelmomentode bisoñezpolítica, la absorbentede-dicación que esta actividad requiere resultaríaimposible de mantenersin otras compensacio-nes.Surgenasí las dostentacionesdel político yamencionadas:vivir de la política o especular conla política.

En amboscasos,una nutrida representaciónde la clasedirigente (de la socialista,que es lamayoritaria,y tambiénde la situadaenotrasfor-mactones),ha dado, estádando o a punto dedar el pasode lo público a lo privado. Apartelos beneficiospúblicosy conocidosquese des-prendendel ejercicio de la política,hay, comoseñalaHirschman(1986,cap.VIII), tresmediosprincipalesparaestetránsitode clasepolítica aclaseeconómica.El primerode ellos, la corrup-ción, que sigue a la primera fasede entusiasmoidealista y, por qué no decirlo, algo ilusorio.Una visión másrealistalleva a tratarde obtenerprovechode las oportunidadesofrecidaspor laposiciónquese ocupa.«Así, pues,la corrupciónpuedeconcebirsecomo unarespuestaa un cam-bio de los gustos;se compensancon ganaciasmaterialeslas pérdidasexperimentadasenla sa-tisfacción producidapor la acción en aras delinterés público» (ibíd, Pp. 137-38). Mezcla yconfusiónde asuntospúblicoscon interesespri-vados que puedendevolvernosnuevamentealdenostadoy no superadopatrimonialismodelpasado.

En segundo término, la devaluaciónde losasuntospúblicos. Si estosya no reconfortan y suentregaa ellos sesientecomo privación,el siste-ma cultural queahorasefraguaconsisteen valo-resensalzadoresde lo privado.Apareceasí unapautatípica de nuestraépoca: no sólo la críticaconstantea los políticos,sinotambiéna las insti-tucionespúblicas.La redencióny el Edénpare-cen estar exclusivamenteen las organizacionesprivadasde la sociedadcivil; y el que no puedeacogersea ellas,siempredispondrádel «refugio»de supropia intimidad.Lo público ha dejadodeexpresarlos aspectosnoblesde la acciónhuma-na,paravenir aserun ámbitoquedignifica pocoy mal. Se produceun tipo de conocimientoso-cial en el que la imagen de quien se dedica a

asuntospúblicos,o trabajaen instanciasde esenivel, apareceen términos negativos,como unapersona«que no vale» para otra cosa.Es más,este tipo de dedicaciónviene a ser a la postre,segúnla misma crítica, unacargaparala socie-dad,por lo quese contribuyemejor a la causapública laborandoen pro de los propios intere-sespersonales.

Estápor hacerseun análisis detalladoy rigu-roso de la abundanteliteratura —casi toda ellabiográfica— sobrepolíticos editadaen los últi-mos años.En ella, junto a descripcionesfísicasquequtsíeranrescatara Lombroso,no aparecensino términosdescalificadores:el «conspirador»,el «halcón”,la «ambicióndel césar»,el «asaltoalpoder>’...Muy otros sonlos epítetosreservadosabanquerosy empresariosde rancio abolengoocuyo pasadoennobleéidose fraguó en los tiem-posdel franquismo.

Por último, la magnificenciay deslumbredelas riquezas. El poder puede corromper; la ri-quezano, ya quesu adquisicióny tenenctare-quieren de elevadascualidades,tales como laentrega,la humildad, la abnegacióny, en fin, lacreaciónde oportunidadesy bienestarparalosdemás.Mientras que buscary mantenerel po-der aparececargado de valencias negativas,creary atesorarriquezas(siemprey cuandoloseaen el ámbitoprivado) es objeto deelogio.Seha ido de estemodo tejiendoun auténticamito-logia social,plagadade héroesy villanos: estosson siemprepolíticos, en particular de extrac-ción modesta;aquéllos pertenecena las cum-bres (aunque sean borrascosas)de la riquezamas ostentosa.Tener riquezase ha convertidoen el valor supremo;el problemaestá en quenunca,o casinunca,se dice nadade la vía parahacerserico. Quienya lo es, tienelosparabienesde esaopinión públicaqueno esotra quela co-municaciónde masas(que es de los ya ricos);quien pretendeserlo,obtienetodossusdenues-tosy reprobaciones.

El fenómeno,por lo demás,no esnuevoo im-previsible.La dominaciónbasadaen la legitimi-dad legal-racionalproduce,segúnWeber (194,p. 179), el efecto de plutocratizarla vida social.Y Pareto, en fecha similar, sostieneun plantea-miento análogo,sólo queen unostérminos,casicomo todoslossuyos,más radicalesy rudos.Se-gún él, plutocraciay democraciavan unidasdes-de fines del XIX, y «si bien,generalmente,espe-culadores y trabajadoresno comparten porcompletointeresescomunes,ocurre a vecesque

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unapartede losunosy otra delos otros encuen-tran ventajasen obrar en el mismo sentidoconel fin de imponerseal Estadoy de explotara lasotras clasessociales. Ocurre también que losplutócratasconsiguenestaunión por la astucia,aprovechándosede los sentimientos(residuos)de la plebey engañándola.He aquícómoapare-ceen el puebloy en los empiristasel fenómenode prudencia llamado la plutocraciademagógi-ca” (1985,Pp. 65-66).

Es obvio queen estepunto, como en algunosmás, los gobernantessocialistas han actuadocomo aprendicesde brujo, concitando unasfuerzasque a algunosde ellos rebasany estánapunto de desplazarlosdel escenariopúblico.Perono es menosciertoquelos objetivosy valo-res que acabode mencionarson todos ellos re-presentativosdelas clasesmediasarribistas,y nosólo de ellas,aunquelo parezca.Lo parecepor-que en estos estratoses más visible el esfuerzoconalcanzarlogros quetodavíano se tienen.Deahí que la críticaefectuadapor los ya asentadosen la claseopulenta,que disfrutan aquéllo queotros aspirana conseguir,no sólo es hipócrita,sino que entradentrode los mecanismosde ex-clusión típicos de todos los poderosos. Sobretodo resultapintorescoel empeñopor deslegiti-mar a los nuevos ricos, o en trance serlo,porpartede quienesadquirierontal condición ape-nas unos lustros atrás. La lectura de Veblen setorna en nuestrostiemposunatareade higienemental y moral colectiva,si es quese quiereen-tendercuantosucedeennuestroentorno;al me-nos un poco más de lo que da a entenderla fe-nomenologíaperiodísticaal uso.

Este conjunto de factoresha convertido,ennuestraépocaposiblementemásque en ningu-na otra, el dinero en el bien duradero más de-seado. Ciertamenteporque a diferencia deotrosbienes,el dinero tieneun carácterabstrac-to que impide su consuncióny pocasvecesde-frauda, como atinadamenteya viese Simmel.Pero, además,en unos tiempos de consumoge-neralizadoy patronesculturalesbastantesho-mogeneizados,es el único signo de distinciónque quedapara alejar a los poderososde la«culturade mediopelo” accesiblea lasmasas.Ydondemejor cumpleestesigno con su funciónde comunicardistinción, esen aquellosestratosrecién promocionados,queperentoriamentelonecesitanpara ocultar o negarsus orígenesyalejarsede los círculos que frecuentaronen suépocade mayorbisoñez.

5. La circulacióndelas élitesy suslímites

L a transiciónpolíticaprimero y funda-mentalmentela llegada al poderdelP.S.O.E.después,han supuestouna

renovaciónimportantede la clasedirigentees-pañola.Al menosha habidotres procesoscom-plementariosde cambiosen la misma: (i) desa-parición de unapartey reconversiónde otra dela viejaclasefranquista;(u) relevogeneracional,y (iii) formación de unanuevaclaseen sentidoestricto. Sin duda alguna, los sectoresdel fran-quismo más fundamentalistashan desaparecidodel escenariopolítico. Mientras que aquellosgrupos(oportunistas)quecolaboraronen losúl-timostiemposcon el viejo régimenperolo hicie-ron siempredesdeposicionesambiguas,pervi-ven en élites dela democracia,algunosjugandoun destacadopapel. Tambiénha dejadode serclasedirigenteuna parteimportantede la claseeconómicadel franquismo, desplazadapor lasdiversascrisis económicas(en particularla ban-caria)y reconversionesdel aparatoeconómico.

El segundogranprocesode transformaciónesmásaparenteque real: se tratasimplementedelrelevo debido a la edad.Incluyo aquí a los des-cendientesde sagasy linajes que siempredispu-sieron de un recambio para cualquieropciónpolítica; familias de acendradofranquismo quedieron vástagosa la U.C.D, al PP. (antesAP.),al P.5.O.E.y al P.C.E.; e inclusoa otrasforma-cionesmásextremosas.La capacidadde transfi-guraciónpolítica deestaslíneasdeparentescoesmás rápida que el propio relevo generacional.Susredesde interesesy familiaresseconfunden,y susconexionese influenciasson tan ampliasque les permitenunaanimadae intensacircula-ctón por todo el espectropolítico. Y cuandofa-lía la política, es fácil recurrir al patrimonio fa-miliar o al del Estado.Algunas de estassagassonanterioresal períodorepublicano;otrassonde fechamás recientey debensu fortalezaa laposiciónque supieronapropiarsetras la victorianacionalistaenla contiendacivil.

La constitución de una nueva clase dirigentey, por ende,la circulacióndelas élitesensentidoestricto, plantea algunas dificultades reales yanalíticas.Estamosenpresenciadeun grupohe-terogéneo,en el que se incluyen tambiénseg-mentosdelos otros sectoresqueacabode men-

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cionar, aunqueno seasimeprefácil aislarlos.Elrasgo9comúnde estanuevaclasees quedebesuactualposicióna la vía política seguida.Es la po-lítica la variablemás significativaen la configu-racion del grupo. Y es en virtud de ella comohantenido accesoa otrasoportunidades,princi-palmenteeconómicas.Parala mayoríade ellos,habríanresultadoinalcanzablesla preeminenciasocial y los recursosmaterialesbrindadospor laacción pública, debido a sus orígenesde clasemedia.Espor tal razónpor la quees vistacomouna clasearribista, y como tal se comporta;esdecir, como nuevosricos que hande haceralar-de y ostentaciónde los bienes recién logrados.Carecen,todavía,de la soleray reposode la ri-quezasedimentada.

Ahora bien, ¿esla carrerapolítica unavaria-ble independientecapazde explicar la génesisde las clasesdirigentes?.Mi hipótesises que loes, pero sólo para cortos períodostemporalescaracterizadospor el tránsito políticode un régi-menaotro;peroestavariablepor sísolano es elcriterio único de selecciónde la élite, ya quevaacompañadade otras variables intervinientesquesonextraordinariamentepoderosas:la mcii-tocracia y la adscripción económico-familiar.Son estavariables,además,las que en períodosde normalidaddemocráticaseconviertenen lasrealmenteindependientes,siendola política me-ra interviniente. La política, sin más, cuentapoco.Es decir, el partido político desempeñaunrestringido papel de cambio en lasélites y de mo-vilidad social en losperíodos deestabilidad políti-ca. La razónde estefenómenoes doble.Una esintrínsecaa la propiapolíticadeomcrática:la vo-latilidad electoral y la provisionalidad de todocargo político, hacenpreferiblesotrasvías paraascendersocíalmente.La otra es extrínsecaalfuncionamientopolítico y tiene que ver con laestratificación:el cierresocial se estableceparaimpedir el pasoa quien, aun contandocon unabuenaposiciónestratégica,carecepor susorige-nes y backgroundde los dones y méritos idó-neos.Deahí queaunqueenocasionespuedasernecesario,no es suficiente, para pertenecerymantenerseen la clasegobernante,con disponerdel apoyodel aparatodeun partidopolítico.

Así pues,la política,quehabíaseguidocomomecanismode promoción típico de las clasesmediasa la burocracia,ha dejadode ser,al me-nos en nuestrasociedad,autosuficiente.Requie-re, para tener algunavalidez, de prerrequisitosestructuralesque devuelvena la concretaconfi-

guracióndel orden social. De maneraque másque hablarde circulación de las élites tenemosquehacerlode circulaciónentrelasélites. La re-ducida movilidad social y la insuficiencia de lapolítica ponende relieve que la democraciaes-pañolaha entradoenunafasede oligarquizaciónrelativamenteestable.

Dicho esto,convieneañadir de inmediato quela política contribuyeactivamentea mejorar laposición de aquellosque cuentancon los ade-cuados requisitos meritocráticos. Se trata, enestecaso,delos quepodriamosdenominarpoii-ticos camuflados: si intervienen en el escenariopúblico o dedicanalgunaatencióna la política(por ejemplomilitandoen algúnpartido)es paramejorarsu carreraprofesionaldentrodel apara-to administrativo.Es unade las manifestacionesdel tipo especuladorque,para usarlos mismostérminosparetianos,sebasaen el residuodelas«combinaciones’>,y cuyo objetivo es el incre-mento personalde la riqueza,en detrimentodecualquierotraconsideraciónsobrela moral y losinteresespúblicos.Dentro de estetipo, hay dosmodalidades: (1) el político-negociante, quepersigueobtener, a través de caucespolíticos,una posición económico-empresarialque deotra manerano habríalogrado. (2) El político-parásito, que se enquista en el aparato adminis-trativo y lo usa para el medro y la carrera perso-nal dentro de él. Este subtipo representa a lanueva clase patrimonialista generada al amparodela democracia.

A todoselloshayqueañadirun último compo-nentede la élite política, por lo demáspresenteen todaslas sociedadesy partidosdemocráticos:el técnicoo profesional,quevive transitoriamentede lapolítica, y queno requiereni dela maquina-ríapartidistani deimagenpúblicaparafortalecerun perfil profesionalquesehaconstruidoprevia-mente.Fundadasu legitimidad enel criterio de laeficacia, su papel responde mejor a la sociedadcorporativaenquenosencontramosactualmente.El deteriorodel hombrepúblico, la ley de hierrode las burocraciaspartidistasy la fragilidad dc lanotoriedadpolítica, estánllevando,si bien no deforma lineal y simple,a la apariciónde un políti-co de nuevo cuño y que se define en términoscontradictorios:dedicarsea algo que no es. Elprocesoestámás avanzadoen otras partes(cfr.Cavalli, Benin et alii, 1987), pero también haprendidoentrenosotros.La erade la tecnocraciaharetomado.

Pero una tecnocraciaque no puede existir

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másquea condiciónde tenerasu frenteun líderconcarisma.La únicaformade inducir al voto yprovocaruna cierta adhesión(cuandono movi-lización)social en las masaselectoras,de legiti-marlasprácticaspolíticasneoliberaleso neocor-poratistas,no es otra que situar en la cúspideaun político con buena imagen mass-mediáticaPorello mismo, algunasde las grandesbatallasno se libran, aunqueno puedaprescindirsedeellas,en las organizacionespartidistas,sino enlacomunicaciónpolítica. Es en este ámbito de lacomunicaciónal quehande acudirquienesaspi-ran al liderazgosocial. Razónpor cual progresi-vamenteel rol típico del político esdesempeña-do cadavez menos por los políticos y más porlos periodistas(Ortega, 1992b).Pero decir pe-riodismoes lo mismo quereferirsea corporacio-nes oligopolistas.A ellas se ha transferidounagran partede las funcionesqueformalmentetie-nenatribuidaslas asambleasrepresentativas:res-ponsabilidad, control y selecciónde los políti-cos (Weber,1944,p. 1095).Estaúltima función,sí bienlegalmentela ejercenlos parlamentos,es-tá precedidapor la producciónde personajespúblicos notorios debida a las industriasde laconcienciao mediosde masas.

De modo que la clasepolítica tiende hoy aestarintegradapor dos tipos de personajes:loslíderes, quesonpreseleccionadospor dosgran-desorganizacionescorporativas(Prensay Parti-dos),y los técnicos,que obedecena las necesi-dadesdelos diversosgruposde interesesenquese apoyanaquellasorganizaciones.El restofor-ma partede las rutinas propiasdel sistemade-mocrático,quelas requiereparahacercreíblesufundamento, pero que políticamente resultaninanes.

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