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Palabras, monedas y seres vivos. Adam Smith y la historia conjetural del origen de la lengua Luis Miguel Bascones y Mario Domínguez 0. Introducción L a conciencia de Adam Smith acerca del lenguaje, su constante reflexión al respecto, es poco conocida. Si la enor- me proyección de La Teoría de los Sentimien - tos Morales dibujaba, en los comienzos del li- beralismo, al filósofo moral; con todo, el autor de La Riqueza de las Naciones quedó con fre- cuencia etiquetado como «economista», funda- dor de la economía moderna y asociado con la famosa imagen de la «mano invisible» sin más. La pasión por el conocimiento, el compromiso con las preguntas cruciales de su época, lo lle- varon a cultivar los distintos ámbitos del saber, de la asimilación admirada ante la física new- toniana a entablar un diálogo amplio e intenso con pensadores tanto en su entorno cercano –de su maestro Hutcheson a su amigo Hume– como entre los ilustrados continentales, de los enci- clopedistas a Rousseau. La enseñanza de retó- rica y su dedicación al estudio de las lenguas probablemente ocuparon sus momentos más gratos. El texto que presentamos es breve y, aunque hasta la fecha desatendido, esclarece formas ca- racterísticas del pensamiento de Smith, así como el tránsito y controversia en torno a las reglas del conocimiento científico en la modernidad. 1. El ensayo acerca de las primeras lenguas en la obra de Smith E l Ensayo o Consideraciones acerca de la Primera Formación de los Len - guajes (en adelante Considerations) se inscribe entre los trabajos iniciales de Smith. La educación primera del autor trans- curre en la escuela de gramática en Kirkaldy, su ciudad natal. El joven Smith fue enviado a la universidad de Glasgow donde permaneció tres años (1737-1740). Se desplazó después al College Balliol de Oxford, como estudiante «becario» de la fundación Snell 1 , conforme al propósito de ingresar en el clero anglicano, decisión finalmente evitada. Tras siete años en Oxford y dos de su regreso a Kirkaldy, se deci- 57 Título del artículo Luis Miguel Bascones y Mario Domínguez. Universidad Complutense de Madrid. Política y Sociedad, 37 (2001), Madrid (pp. 57-79)

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Palabras, monedasy seres vivos. AdamSmith y la historiaconjetural del origende la lengua

Luis Miguel Bascones y MarioDomínguez

0. Introducción

L a conciencia de Adam Smith acercadel lenguaje, su constante reflexión alrespecto, es poco conocida. Si la enor-

me proyección de La Teoría de los Sentimien -tos Morales dibujaba, en los comienzos del li-beralismo, al filósofo moral; con todo, el autorde La Riqueza de las Naciones quedó con fre-cuencia etiquetado como «economista», funda-dor de la economía moderna y asociado con lafamosa imagen de la «mano invisible» sin más.La pasión por el conocimiento, el compromisocon las preguntas cruciales de su época, lo lle-varon a cultivar los distintos ámbitos del saber,de la asimilación admirada ante la física new-toniana a entablar un diálogo amplio e intensocon pensadores tanto en su entorno cercano –desu maestro Hutcheson a su amigo Hume– comoentre los ilustrados continentales, de los enci-clopedistas a Rousseau. La enseñanza de retó-rica y su dedicación al estudio de las lenguasprobablemente ocuparon sus momentos másg r a t o s .

El texto que presentamos es breve y, aunquehasta la fecha desatendido, esclarece formas ca-racterísticas del pensamiento de Smith, así comoel tránsito y controversia en torno a las reglas delconocimiento científico en la modernidad.

1. El ensayo acerca delas primeras lenguasen la obra de Smith

E l Ensayo o Consideraciones acercade la Primera Formación de los Len -guajes (en adelante Considerations)

se inscribe entre los trabajos iniciales deSmith. La educación primera del autor trans-curre en la escuela de gramática en Kirkaldy,su ciudad natal. El joven Smith fue enviado ala universidad de Glasgow donde permaneciótres años (1737-1740). Se desplazó después alCollege Balliol de Oxford, como estudiante«becario» de la fundación Snell 1, conforme alpropósito de ingresar en el clero anglicano,decisión finalmente evitada. Tras siete años enOxford y dos de su regreso a Kirkaldy, se deci-

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Luis Miguel Bascones y Mario Domínguez. Universidad Complutense de Madrid.Política y Sociedad, 37 (2001), Madrid (pp. 57-79)

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dió a impartir una clase para explicar retóricaen Edimburgo, bajo el patronazgo de LordKames. La necesidad de homologar la lenguaen Escocia coincidió con la experiencia y ven-tajosa preparación de Smith. En efecto, amitad del siglo XVIII, la dispersión de varian-tes dialectales en Escocia suponía una seriadificultad a la comunicación hablada y escrita.El primer número de The Edinburgh Review(1755) daba cuenta de esta urgencia, al señalarcomo uno de los obstáculos al progreso de laciencia en Escocia «la dificultad de una expre-sión propia en un país donde no existe unestándar de lenguaje, o al menos, es muyremoto» 2. En esta incipiente Ilustración esco-cesa se multiplican las Sociedades con aspira-ciones de progreso y mejora, que incluyen lagramática y atención a la lengua como una desus atenciones prioritarias. Dos influencias seatribuyen a Smith en su aptitud privilegiadapara enseñar retórica en el Edimburgo de1748: el discurso de su profesor Francis Hut-cheson, a quien conoció en su primera estanciaen Glasgow y su período en Oxford 3. Cuandoen la universidad prevalecía el latín como len-gua académica, Hutcheson comenzó a impartirclases en inglés. Imbuido en esta controversialingüística, sus años en Oxford fueron aprove-chados para el riguroso aprendizaje de la gra-mática inglesa así como de las lenguas clásicasy modernas, incluyendo traducciones del fran-cés. Su conciencia acerca del lenguaje encuanto práctica social vendría marcada sinduda por ambas influencias, partiendo de suentorno cercano.

Las lecciones de retórica originales de Smithtuvieron lugar presumiblemente en una de lasSociedades ilustradas en Edimburgo. En 1751se trasladó a Glasgow para comenzar su do-cencia como profesor de Lógica y Retórica. Alaño siguiente debió ocupar la cátedra de Filo-sofía Moral ante la defunción de Thomas Crai-gie, anterior profesor en el cargo. Resultaesclarecedor considerar los hábitos lectivos enaquella universidad, característicos a lo largodel siglo XVIII. La clase habitual o «pública»comenzaba a las siete y media de la mañana,con lecciones de ética, política, jurisprudenciay teología natural, para el estudio de la Filoso-fía Moral. A las once se procedía a una suertede «examen» a lo largo de una hora para ase-gurar la comprensión de la clase. A partir delmediodía daba comienzo una clase «privada»,

también denominada «college», donde se reu-nían estudiantes que ya habían tomado los cur-sos «públicos», a los cuales ahora podían acu-dir por segundo o tercer año sin necesidad deexamen. Los profesores solían plantear enestos seminarios, que ocupaban dos o tres díasa la semana, aquellos temas de especial interéspara ellos. Hutcheson dedicaba estos espaciosal estudio de filósofos latinos y griegos. AdamSmith orientó estas clases «privadas» hacia laretórica y las «bellas letras» (literatura), aque-llas materias que ocuparon su primera activi-dad –si bien la retórica se vinculaba al ámbitodisciplinar de la Lógica– (Bryce, 1983: 9).

Smith mantuvo la docencia de retórica a lolargo de su vida. El manuscrito de estas Lec-ciones se destruyó con el resto de sus trabajosuna semana antes de su muerte, según su pro-pia voluntad y las instrucciones que dio prime-ro a Hume en 1773 y confirmó en su hora. Estadeterminación se refería ante todo a la parte desus trabajos inéditos que no consideró apropia-dos para su publicación (Griswold, 1998: 29,42) 4. Estos documentos, muchos de los cualesalcanzaron amplia circulación, incluyen tantomanuscritos propios como apuntes de sus lec-ciones que inevitablemente sufrieron los ava-tares y posibles malinterpretaciones ligadas alas notas redactadas por los estudiantes. Hayque decir que Smith fue un escritor conscientey sumamente cuidadoso de las ediciones publi-cadas de su obra 5.

Las Lecciones de Retórica y Bellas Letrashalladas alcanzan la cantidad de 29. Falta entreellas una introducción. Dugald Stewart, en elrelato clásico y más cercano respecto a la viday obra de Smith, comenta su concepción de laretórica en sus prácticas docentes desde suincorporación como profesor de Lógica a launiversidad de Glasgow. La lectura de estememorial tuvo lugar en la Royal Society ofEdinburgh, en enero y marzo de 1793.

«En su enseñanza como profesor de Lógi-ca, a la cual se dedicó en su primera incor-poración a esta Universidad, vio pronto lanecesidad de tomar distancia respecto alplan seguido por sus predecesores, y dirigirla atención de sus alumnos hacia estudios demayor interés y utilidad que la lógica ymetafísica de las academias. En consecuen-cia, tras mostrar una perspectiva general delos poderes de la mente y explicar parte de lalógica antigua como requisito para gratificar

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la curiosidad respecto a los métodos artifi-ciales de razonamiento, que ocuparon en untiempo la atención universal del aprendizaje,dedicaba todo el tiempo restante a deliberaren torno al sistema de la retórica y las bellasletras. El mejor método para explicar e ilus-trar los poderes diversos de la mente huma-na, la parte más útil de la metafísica, emergeal examinar las distintas formas de comuni-car nuestros pensamientos a través del dis-curso, y de la atención a los principios deaquellas composiciones literarias que contri-buyen sea a la persuasión sea al entreteni-miento» (Stewart, 1793: I).

En su tratamiento de la retórica –como partede la Lógica– la reflexión acerca del lenguajese equipara a la misma reflexión respecto alpensamiento y las formas del conocer. La deli-beración retórica apunta ante todo al cultivo deun aprender a pensar y persuadir entre susestudiantes. Como veremos, los pasos en lacomplejización de la lengua y la capacidad deabstracción y conocimiento forman el hiloconductor y parte de un mismo proceso en lasConsiderations.

Cabe observar otros elementos reveladoresdel interés en Smith por el lenguaje. Para acce-der a la plaza de Lógica y Retórica en la Uni-versidad de Glasgow, Smith presentó, segúnexigían los estatutos, una disertación magistraltitulada De origine idearum. En ausencia deldocumento no se conoce en qué sentidoempleó la expresión idea, crucial por suentronque con tradiciones anteriores que pue-den remontarse a los planteamientos de Aris-tóteles; con todo, la noción de idea o conceptoparticipa en sus demás trabajos y, en concreto,podemos explorarla en este ensayo de carácterlingüístico.

Desde su juventud Smith mostró el mayorinterés acerca de la evolución, tipología y cla-sificación del lenguaje, así como de los proce-sos mediante los cuales las palabras, separadasde su contexto «natural», adquieren significa-dos técnico-filosóficos o metafísicos. Las pri-meras publicaciones de Smith son ensayos enesta línea. En el primer número de la Edin -burgh Review, de la que fue cofundador en1755, introdujo un artículo crítico respecto alnuevo Diccionario por materias que en aquellaépoca elaboraba Johnson. Discute las mismasbases gramaticales del proyecto, ofrece alter-nativas y revisa de forma sistemática significa-

dos atribuidos a las palabras pero y humor(Griswold, 1998: 43). También merece serseñalada una carta dirigida a los editores de larevista acerca de la literatura y el aprendizajede ésta en varios países de Europa, mostrandouna atención a la filosofía ya la literatura en elContinente, inusual en aquel momento y entor-no académico (Dugald, 1793). En su debate ycorrespondencia posterior, Smith se mantieneal tanto de las aportaciones en el ámbito de lagramática, siguiendo con especial atención, enconsonancia con el entorno ilustrado escocés,a los desarrollos de la Enciclopedia coordina-da por D’Alembert. Sin duda la consideraciónde estas fuentes incidió, decantada por su for-mación, método y vigor creativo, en la con-cepción de las Considerations.

2. Estructura y relaciónlenguaje-mente en las

Considerations

L as Considerations ofrecen múltiplesfacetas a su interpretación actual. Deuna parte, se inscriben de pleno en el

tipo de preocupación ilustrada acerca de laslenguas, atenta, desde la idea de progreso, a labúsqueda de sus orígenes y evolución. Porotra parte, este breve y sistemático ensayo deSmith comporta un proceder en la investiga-ción, así como principios conceptuales presen-tes en el conjunto de su obra, en particular la«historia teorética o conjetural» 6. En este sen-tido, el ensayo de Smith, en su rigor procedi-mental contiene, más allá de su acierto o erroren la materia, una proyección normativa acer-ca del quehacer científico-ilustrado que desta-ca su valor. En este epígrafe presentamos losejes explicativos del ensayo, sus posiciones ypasos argumentales para tratar luego las face-tas indicadas.

La primera publicación del texto aparecióen The Philological Miscellany (1761), unarevista dedicada en buena medida a traducir ycompilar artículos franceses, algunos prove-nientes de la Enciclopedia. No se editaronnúmeros posteriores de esta revista, cuyo vín-culo con Smith aún se desconoce. La publica-ción de las Considerations durante la vida de

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Smith apareció siempre como un ensayo apén-dice a La Teoría de los Sentimientos Morales,en las sucesivas ediciones a partir de 1766–esto es, a partir de su tercera edición–.

A lo largo del ensayo, Smith sostiene la tesisdel desarrollo conjunto entre lenguaje y pensa-miento. Su exposición se basa en su mayorparte en un razonamiento histórico-hipotético,donde los hombres van desplegando su capaci-dad más plena: comparan, clasifican, abstraenen su relación con el mundo externo y ante lanecesidad de comunicar con los demás. Estaargumentación histórica se encuadra en sumayor parte bajo el método que Dugald Ste-ward (1980) denominó «historia teorética oconjetural». Ésta se basa en la atribución hipo-tética de circunstancias y comportamientosentre los hombres en momentos originarios oen todo caso en un pasado del que no se cuen-ta con información empírica, de forma que seproyectan postulados a partir de la naturalezahumana, tal como la concibe el autor. Esta con-j e t u r a histórica se intercala en el ensayo conobservaciones a partir de hechos conocidos ytrazos históricos documentados (como porejemplo la convivencia entre pueblos con dis-tinta lengua: lombardos y latinos). Hay queseñalar cómo Smith atribuye en todo momen-to a las tesis desprendidas de su consideraciónlógica el estatuto de la probabilidad o la plau-sibilidad, no de la certeza.

La estructura expositiva ofrece una sistemá-tica sucesión de parágrafos (45 en total). Partede los elementos más simples y concretos en lalengua para analizar/conjeturar paso a paso losprocesos de abstracción y orígenes de lasreglas gramáticas. Así, los primeros parágrafostratan acerca de los nombres y sus cualifica-ciones (adjetivos, preposiciones) así como delos verbos, comenzando por sus formas imper-sonales. La cronología entre unos y otros tér-minos (aunque Smith crea que los verbosimpersonales puedan ser la parte más antiguade las lenguas) parece no importar tanto comoel exponer el proceso y grados de la abstrac-ción que cada operación lingüística implica.Por otra parte, cada «salto» implica un notableesfuerzo «metafísico» o conceptual, que laslenguas han evitado, de forma transitoria oestable, mediante recursos alternativos paracomunicar significados: la variación en las ter-minaciones del sustantivo (que evita hasta uncierto punto la invención y uso de los adjeti-

vos), en primer lugar; declinaciones (los casosdativo y genitivo en latín, que evitan inventarlas preposiciones) y conjugaciones, en las len-guas antiguas-clásicas.

Conforme a la temática, cabría diferenciaren el ensayo tres secciones: una primera, lamás extensa, en la cual predomina el uso de lahistoria conjetural, presenta los distintos ele-mentos del lenguaje (nombres, adjetivos, pre-posiciones; verbos y conjugaciones), obser-vando su correspondiente función significativay grado de dificultad «metafísica» y abstrac-ción que suponen (§ 1-30). Una vez expuestoslos elementos, la reflexión gira hacia la trans-formación de las lenguas en su conjunto, lacual alcanza altos grados de complejidad ysimplificación conceptual correlativa a lareducción de sus múltiples términos concretos-individuales, como por ejemplo, en la sustitu-ción de múltiples caracteres escritos por lacombinación de las pocas letras que forman elalfabeto. En esta segunda consideración, lahistoria conjetural deja paso al estudio compa-rado de las lenguas y a la historia actual (§ 30-41). Una tercera parte, más breve, observa laspérdidas y limitaciones que esta sustituciónconlleva en las lenguas modernas, en cuanto aprecisión y equilibrio armónico-estético, res-pecto a las antiguas-clásicas (§ 42-45). Undesglose de estos pasos, como acercamientobásico al razonamiento de Smith, dará pie altratamiento de sus posiciones específicas.

2.1. LA CONJETURA HISTÓRICA ENLOS ORÍGENES DEL LENGUAJE

Smith parte del estadio más simple imagina-do en el lenguaje y la relación social. Como enun experimento hipotético, supone dos salva-jes criados al margen de toda civilización. Lanecesidad de «procurar volver inteligibles susmutuos deseos entre sí» les llevaría a pronun-ciar ciertos sonidos para denotar objetos de-terminados. He aquí el momento seminal en laformación de la lengua: «La asignación denombres particulares para denotar objetos par-ticulares, esto es, la institución de nombressustantivos, podría ser probablemente uno delos primeros pasos hacia la formación del len-guaje» (§ 1).

El paso del nombre particular al sustantivogenérico implica la comparación entre objetos

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semejantes: «Después, cuando la mayor expe-riencia de estos salvajes les hubiera llevado aobservar, en su caso necesario se verían obli-gados a mencionar otras cuevas, otros árbolesy otras fuentes, asignarían naturalmente a cadauno de estos nuevos objetos el mismo nombremediante el cual acostumbraban a expresar elobjeto similar la primera vez que se familiari-zaron con él». Smith ilustra el argumentodesde la exposición de otros casos reales: ladesignación de la tierra poblada y rica deAmérica (México) por los españoles como«Nueva España», a semejanza de la Españaconocida, por ejemplo. El recurso empleado enestas comparaciones aparece en la figura gra-mátical de la «antonomasia»: «Decimos de lamisma manera, de un héroe, que es un Alejan-dro; de un orador, que es un Cicerón; de unfilósofo, que es un Newton» 7. Esta forma dehablar evoca la disposición natural al pensa-miento comparativo.

Contando con la designación genérica, sevuelve necesaria la distinción entre objetoscon cualidades peculiares y relaciones entresí. Este paso supone la génesis de los adjetivos(«Las palabras árbol verde, por ejemplo, pue-den servir para distinguir un árbol particular deotros marchitos o quemados», § 4) y, por otraparte, el conjunto de las preposiciones («Cuan-do decimos, el árbol verde del prado, porejemplo, distinguimos un árbol particular, nosólo por la cualidad que le pertenece, sino porla relación que sostiene con otro objeto», § 5).

Momento en el cual el autor apunta una pri-mera consideración acerca de la formación delos conceptos. «Un adjetivo es por naturalezauna palabra general, y en alguna medida abs-tracta, y necesariamente presupone la idea decierto número de especies o variedades decosas, a todas las cuales es aplicable por igual»(§ 7). El aislar cualidades, como el adjetivoverde, respecto a los objetos-nombres sustanti-vos implica un «paso metafísico». En mayormedida ocurre con las relaciones correlativasentre objetos expresadas por la preposición:«Si a la invención original de los adjetivos seasistió con mucha dificultad, la de las preposi-ciones fue acompañada por una dificultadtodavía mayor» (§ 12). Las preposiciones sig-nifican un vínculo entre dos nombres, confor-me a una relación determinada: por ejemplo,en la frase «el árbol sobre la cueva». El sobredebió indicar la relación de superioridad de un

objeto sobre otro; por otra parte, supondría laoperación mental de distinguir esta relaciónentre otras, «tales como la relación de inferio -ridad denotada por la palabra bajo, de la rela-ción de yuxtaposición, expresada por la pala-bra junto...». En suma, «Antes que nada, unarelación es, por sí misma, un objeto más meta-físico que una cualidad. Todo el mundo puedeexplicar qué significa una cualidad; pero pocagente se encontrará capaz para expresar conclaridad qué se entiende por una relación. Lascualidades son casi siempre objeto de nuestrossentidos externos; las relaciones nunca lo son.[...] Una preposición denota una relación ynada más que una relación» (§ 12). Al respec-to hay que señalar cómo para Smith no se con-ciben antes las cualidades o relaciones y des-pués se les inventa el nombre para expresarlas.En todo momento lenguaje y pensamiento segeneran de forma conjunta, su conexión espues intrínseca.

El camino hacia la abstracción o conceptua-lización implica un esfuerzo mental considera-ble, cuajado de obstáculos. Las lenguas hanrecurrido a procedimientos para soslayar estesalto «metafísico» que implican los adjetivos ylas preposiciones. Así, por ejemplo, al variar laterminación de los sustantivos, fenómenocomún en distintas lenguas, se denota una cua-lidad, su género: masculino, femenino o neu-tro. Por otra parte, los casos de las declinacio-nes en los nombres, características en laslenguas clásicas (ejemplifica con el latín)denotan relaciones entre sustantivos supliendoel uso de preposiciones. Con todo, la variaciónen los nombres puede prevenir por un tiempola necesidad de inventar adjetivos, los cuales,en la complejización del pensamiento devie-nen indispensables. Los adjetivos se formaríanconforme al sonido y la terminación de lossustantivos, «por el gusto de cierta similitud enel sonido o ciertas clase de ritmo, que es pornaturaleza muy agradable al oído humano».En cuanto a las preposiciones, el esfuerzo deabstracción debió seguir un curso aún másarduo 8. Finalmente las preposiciones habríansustituido a los casos derivativos de las len-guas antiguas (§ 8-20).

Tras una consideración acerca de la forma-ción de los números, semejante en su razona-miento a la correspondiente para los adjetivosy preposiciones (§ 21-25), Smith vuelve alcomienzo de los elementos más simples, para

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tratar de los verbos. Toda afirmación implicael uso de verbos. La palabra que denota unacontecimiento completo suscita la primera ymás simple expresión: el verbo impersonal:llueve, nieva, truena, luce (es de día). De lasimplicidad y unicidad del verbo impersonalse transitaría hacia formas más complejas. Porejemplo, aquellas frases como « “ A l e j a n d rocamina, Pedro se sienta”, dividen el aconteci-miento en dos partes, la persona o sujeto y elatributo o asunto del hecho, afirmado de talsujeto». «Los primeros verbos, por tanto,quizá incluso las primeras palabras, que fue-ron usadas en los comienzos del lenguaje,podrían ser con toda posibilidad tales verbosimpersonales» (§ 28). La partición en losacontecimientos, su cualificación expresadaen las distintas partes del discurso conduce ala formación de los verbos personales, lospronombres y las conjugaciones verbales,mediante procesos de abstracción equivalen-tes a los ya expuestos para los nombres.

2.2. LA COMPLEJIZACIÓNCONCEPTUAL DE LA LENGUACOMO SISTEMA: EL SALTO«METAFÍSICO»

La designación de los entes y sus maticesdaría lugar, en una primera instancia, a la pro-liferación de los elementos lingüísticos indivi-duales. Considerando una misma ruta de pro-greso entre el arte de hablar como en el deescribir, Smith afirma: «Cuando la humanidadcomenzó a intentar expresar sus ideas median-te la escritura, cada carácter representó unapalabra completa. Pero el número de palabrasse volvió casi infinito, la memoria se encontródemasiado cargada y oprimida por la multitudde caracteres que debía retener. Por tanto, vinola necesidad de dividir las palabras en sus ele-mentos, y a inventar caracteres que pudieranrepresentar no las palabras en sí mismas, sinolos elementos de los cuales se componían. Aconsecuencia de esta invención, cada palabraparticular vino a ser representada no ya por unúnico carácter sino por una multitud de carac-teres; y la expresión escrita se fue volviendomás intrincada y compleja que antes. Peroaunque palabras particulares se expresaron asípor un número mayor de caracteres, el conjun-to del lenguaje se expresó por un número

mucho menor, y en torno a cuatro o veinteletras fueron capaces de suplir el lugar de lainmensa multitud de caracteres que fueron elrequisito anterior» (§ 30). Esta ruptura, ejem-plificada aquí en la invención de un alfabeto,vale para las demás dimensiones del lenguaje.Estos dos momentos corresponden a dos con-figuraciones de la lengua: la combinatoria deelementos, declinaciones de los sustantivos yconjugación verbal (primera etapa) y compo-sición global-abstracta (etapa moderna). Ens í n t e s i s :

1. La proliferación de elementos significan -tes particulares en los primeros desarrollos dela lengua para designar una realidad cada vezmás matizada a la percepción. Estos elementosdenotan objetos y aspectos concretos de losacontecimientos; su grado de abstracción esbajo, por lo cual tienden a multiplicarse ycombinarse para dar cuenta de la realidad.

2. Esta multiplicación de elementos concre-tos conduce las posibilidades comunicativas(por ejemplo, la capacidad retentiva de lamemoria) hacia el colapso. En este punto ten-dería a ocurrir la mutación crucial de la len-gua: la prolija colección de elementos particu-lares combinados dentro de una estructurasimple se ve sustituida por un conjunto menorde términos en una estructura ahora complejay más abstracta en su articulación. «La expre-sión de cada acontecimiento particular se con-virtió de esta forma en más intrincada y com-pleja, pero el lenguaje en su conjunto se volviómás coherente, articulado, más fácil a la reten-ción y la comprensión» (§ 30).

Por tanto, para Smith los avances en laabstracción implican sustituir operacionesmás simples, pero en conjunto más intrinca-das y difíciles de retener, por un juego deoperaciones individuales más complejas peroque dan lugar a un sistema de la lengua mássimple y mejor articulado. Concluye en lasiguiente tesis: «En general podemos afirmarcomo máxima que un lenguaje más simple ensu composición ha de ser más complejo ensus declinaciones y conjugaciones; y por elcontrario, aquel más simple en sus declina-ciones y conjugaciones, ha de ser más com-plejo en su composición» (§ 36). Lossiguientes parágrafos (§ 37-41) consisten enla contrastación de esta tesis a través del

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estudio comparativo de lenguas clásicas(griego, latín), correspondientes al primermomento, y modernas (francés, italiano,inglés) evolucionadas hacia la gramática másabstracta de la composición.

«Probablemente el lenguaje habrá seguidoeste camino en todos los países» (§ 33). Coneste razonamiento, Smith plantea de formaimplícita las bases de una gramática universal.El estudio del lenguaje desde una conjeturacronológica, que sirve al efecto didácticocorrespondiente a la explicación de sus proce-sos conceptuales o abstractos, proyecta así unadimensión normativa. El patrón lineal se con-vierte en rasero comparativo del grado y jerar-quía evolutiva de las lenguas. Uno de los indi-cadores en este progreso «metafísico» de lalengua lo constituyen los verbos auxiliares, elcopulativo ser y el posesivo tener. Por la mul-titud de operaciones que permiten constituir elgrado más elevado de abstracción 9. En estaescala evolutiva, la lengua inglesa alcanza lacúspide de la composición abstracta entre laslenguas modernas 10.

Por otra parte, Smith trata casos históricosde lenguas en contacto, por conquista o migra-ción, cuando pueblos con distinto idioma(como los lombardos germanos frente a loslatinos) se ven incapaces de entenderse,«derrotados» ante la complejidad que ven en lalengua del otro. En los intentos de compren-sión mutua intercambian elementos básicos deuna y otra lengua, alterando su mismo sistemade inflexión. El habla resultante, reducido ymixto, está en la base de fenómenos lingüísti-cos como las distintas clases de pidgin y creolen diversos lugares del mundo.

La consideración del salto «metafísico» e nlas lenguas culmina con su comparación ana-lógica con un motor mecánico. En él observaSmith dos fases progresivas: 1) su invencióny; 2) su perfeccionamiento, en corresponden-cia metafórica con los dos momentos básicosen la evolución de una lengua. La metáforade la máquina, tan común entre los ilustra-dos, opera el tránsito entre la explicación delprogreso lingüístico y la crítica final de suprecio 11.

Hasta aquí, Smith ha completado el desplie-gue del progreso conceptual en las lenguas y laradical transformación que supone el paso desus inabarcables elementos simples a la com-posición abstracta de sus inflexiones.

2.3. LAS PÉRDIDAS DEL PROGRESOLINGÜÍSTICO

El perfeccionamiento de las máquinas coin-cide con su simplificación. Por el contrario, lasimplificación de la lengua a través del salto«metafísico» desvirtúa parte de sus capacida-des y propósitos comunicativos. Las lenguasconceptuales modernas requieren múltiplespalabras para reemplazar expresiones simplesen las lenguas clásicas, más sintéticas a esterespecto 12. En este sentido, el progreso lin-güístico resta concisión a las frases, criterio deprecisión y belleza. Por otra parte, esta simpli-ficación moderna, además de menguar la eufo-nía y calidad estética de la composición, vuel-ve más rígidas las posibilidades de ordenar elmundo, frente a la flexibilidad exenta de ambi-güedad que hacen posible las declinaciones enlas lenguas clásicas. De forma paradójica,parece concluir Smith, la abstracción que com-portan las lenguas modernas nos confina ennuevas formas de profusión, pérdida de armo-nía y restricción expresiva respecto al orden decomposición en las lenguas antiguas clásicas.

3. El proyecto de unagramática universal

L a obra lingüística de Adam Smith,igual que la de cualquier otro autor,no se construye ex novo, sino que se

encardina en una compleja línea que persiguediversos objetivos a lo largo de la historia. Quizápor ello, el punto de partida de nuestro estudio,advirtiendo que no se trata de componer una cro-nología sobre la preocupación por el lenguaje ysu origen, sea la reflexión sobre el signo lingüís-tico y su adecuación desarrollada por la filosofíagriega. El signo, en general, parece definirsecomo «aquello que remite a otra cosa, o naturalo convencionalmente» (Platón), de ahí esa preo-cupación original por los problemas que revistenla relación entre el «nombre» y la realidad, oentre el «nombre» y el pensamiento o la estruc-tura de estas relaciones. Cabe dividir la ordena-ción de este debate, recogido en el texto deSmith, en una serie de temas que aquí se plan-tean de forma lineal, abstrayendo la interacciónobvia que existe entre ellos.

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Veremos que, de hecho, admitiendo sólo laarbitrariedad de los sonidos y no de los mecanis-mos más «internos» que regulan la constitucióndel signo, Aristóteles había autorizado el proyec-to de una gramática universal que reflejara en lasleyes lingüísticas el orden del pensamiento y elorden de la realidad. Tal proyecto se perseguirá através de toda la historia de la filosofía preocu-pada por la lengua hasta los filósofos de PortRoyal (del siglo XVII), e incluso cabía incluirtambién ciertos aspectos de la gramática genera-tiva actual. Más que una historia lineal se trata deuna espiral continua de fases contradictorias quese van sucediendo a través de una recuperación eincorporación de los momentos anteriores. Elloha generado, entre otras, una serie de ilusionesdestacables asimismo en Adam Smith. El hechode que la lengua sea un conjunto ordenado, reve-lador de un plan, incita a buscar en el sistema for-mal de la lengua el trasunto de una «lógica» quesería inherente al espíritu y así exterior y anteriora la lengua misma. El problema consiste en queasí no se construyen más que tautologías, peroeso es otra historia.

En primer lugar, cabe plantear la genealogía enla que se ubica la posición de Smith en esa rela-ción entre el signo lingüístico y su designado, o sise prefiere, en la oposición entre la remisión«convencional» o «natural» a la realidad. Remon-tándonos a la filosofía griega parece haber unafase inaugural en la cual el choque entre las dosposiciones emerge netamente: Heráclito, porejemplo, defiende la tesis de la «naturalidad» delsigno, sosteniendo que la tarea específica del len-guaje es la de adecuarse a lo real y nombrarlo,aunque esto no suponga una correspondenciaexacta entre un sustantivo y una cosa, sino másbien una relación entre la globalidad del discursoy la estructura del ser en general. En este sentidoel lenguaje, justamente por constituir tal espejo delo real, viene a tener a verdadera y propia funcióncognoscitiva más que una función indicativa. Ta les la postura que adoptará la Ilustración y, entreotros, Adam Smith. Por el contrario, Parménidesniega a la palabra todo valor de conocimiento porlo mismo que la juzga falsa, impuesta al serhumano por convención, con el fin de nombraruna realidad ya de por sí sólo aparente. El len-guaje se revela según esta perspectiva como unengaño de palabras, una aplicación de etiquetas alas cosas ilusorias: la autonomía del signo se trans-forma así en una culpa, su libertad en una pérdidade credibilidad.

Diversas son las salidas que proporcionanlos sofistas a este debate, así como distinto esel marco en que ellos operan. Advierten el sen-tido del proceso político en el que viven y sededican a entregar a quien lo requiera los ins-trumentos más aptos para sobresalir en estasociedad política, basada más que ninguna otraen la palabra. En la práctica, el lenguaje serevela como un instrumento indispensablepara la afirmación personal, y los sofistas,anticipando un nexo que une la teoría y la pra-xis, se transforman en maestros de retórica,esto es, el arte de persuadir mediante discur-sos. El postulado inicial mira a la relaciónpalabra-cosa. «El medio por el que nos expre-samos es la palabra y la palabra no es el obje-to, aquello que realmente es; no es, por tanto,la realidad existente la que expresamos a nues-tro vecino, sino sólo la palabra, que es otracosa que el objeto» (Gorgias). De aquí que sedeclare la imposibilidad del lenguaje comomedio para acceder al conocimiento de lo real:liberado de toda atadura, el lenguaje encuentrasólo en sí mismo la propia consistencia objeti-va, las leyes de que se dota para su orden. Peroesto, que podría ser juzgado como un límite, seconvierte en exactamente su contrario: elpoder de la palabra se acrecienta por el descu-brimiento de su autonomía ya que ésta puedegarantizar la continua posibilidad de nuevosusos. Si de hecho las palabras no tienen másque un sólo referente, se podrán componerdiferentes discursos, pero todos igualmentecorrectos sobre la misma cosa o argumento. Laatención se desplaza entonces hacia el funcio-namiento y la aplicación del lenguaje en unasituación dada; y la retórica como ciencia de lapersuasión se evidencia como un instrumentoa disposición de quien no mira tanto a un con-tenido de verdad cuanto a la exposición cohe-rente de las propias argumentaciones. En tér-minos actuales, sería la polaridad extrema dela arbitrariedad del signo lingüístico.

Será con Platón y Aristóteles –los primerosentre otros en dedicar obras enteras a los pro-blemas del lenguaje– cuando entre en juego unnuevo elemento: el concepto. Con ello la dis-cusión puede sobrepasar los límites de unasimple confrontación entre dos tipos de depen-dencia (natural o convencional) para acceder auna nueva composición de toda la problemáti-ca, y es sobre todo la estructura misma delsigno lingüístico la que viene a reformularse 13.

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El nuevo campo de operaciones conocerá unagran prédica posterior, tanto que gran parte de lareflexión sucesiva podrá leerse como una tenta-tiva de posicionamiento frente al «modelo»aristotélico y puede rastrearse perfectamente enobras como la de Adam Smith. En primer lugar,en su base se halla una idea del signo como rela-ción que comprende tres elementos, los «sím-bolos» gráficos o fónicos, los «afectos delalma» y las «cosas». ¿Cuáles son las implica-ciones que ello comporta? En primer lugar, unadiversa posición atribuida a los dos órdenes de«símbolos» (hoy los denominamos «significan-tes») fónicos y gráficos: si los fónicos remiten alos «afectos del alma» (esto es, los conceptos),los gráficos remiten a los conceptos a través delos fónicos; los «símbolos» gráficos son antesque otra cosa significantes de significantes. Deaquí el origen de un «privilegio» de la voz y una«desventaja» de la escritura que marcará al pen-samiento lingüístico occidental (Derrida, 1972).En segundo lugar, una cierta asimetría de losconstituyentes del signo: Aristóteles admite laexistencia de significantes diversos de lengua alengua, pero no la diversidad de los elementos alos cuales se refieren, los «afectos del alma» queconstituyen a su vez una imagen especular de lascosas. Se instituye por consiguiente un doblemovimiento, con dos diferentes grados de rela-ción: por una parte, una arbitrariedad relativaentre significados y conceptos, por otra, un vín-culo de semejanza entre los «afectos del alma»(conceptos) y las cosas 1 4.

Recordemos que la posición que atribuyeAristóteles al signo no implica ni ambigüedadni polisemia: existe una relación unívoca,determinada (aunque arbitraria por lo que res-pecta a los sonidos) entre palabra y cosa;hablar significa nombrar cosas precisas en laconstitución de un sentido que no puede serdiferente de sí mismo. Por consiguiente elparalelismo entre palabra, concepto y cosa sereafirma y con ello la función esencialmentecognoscitiva del lenguaje.

Sobre esta definición los estoicos van aintroducir una cierta generalización, en tantocualquier signo está constituido a su juicio porun reenvío: es «aquello que es indicativo deuna cosa oscura», donde por oscura se entien-de algo no directamente perceptible o mani-fiesto. No importa tanto subrayar cómo en estainsistencia sobre el mecanismo general delsigno se inaugura una tradición que va a con-

ducir hasta las reflexiones de, por ejemplo, SanAgustín, Bacon, Condillac, etc., sino aclararalgunos motivos que acompañan a esta defini-ción. El principal es que el mecanismo referen-cial se complica y el plano discursivo se impo-ne, con lo que se inaugura una línea dereflexión que pasará entre otros a través deBacon (quien sostiene el carácter funcional deldiscurso en la perspectiva comunicacional) opor Hobbes (que identifica cuatro funcionesdiscursivas: comunicativa, afectiva, estética yde registro de las causas y efecto), hasta el pen-samiento más reciente de Jakobson, o la teoríade los actos de habla de Austin o Searle 1 5.

4. La transformación de laepisteme: de la semejanza

a la representación

L a episteme renacentista (si por talentendemos un término operativo porel que se nombra a la articulación

relativamente estable de las reglas de forma-ción del saber) y su vuelta al platonismosupondrá una ruptura de esta tendencia aristo-télica, pero también por ello mismo, prepararála configuración general del saber moderno enel que se inscribe Smith. Pues bien, hasta elsiglo XVI, el elemento constructivo del sabery la unidad mínima de la interpretación habíasido la semejanza: el signo es una semejanza ysu marca es una signatura, de modo que elsaber se convierte en un descifrar. Junto a lasimpatía (identidad de los accidentes en sus-tancias distintas), el elemento decisivo de estasimilitud es la signatura, puesto que marca lassemejanzas y permite que sean reconocidas.Pero este elemento de decisión no pertenece aun orden diferente: tanto lo que designa comolo designado son semejanzas, tienen unamisma naturaleza 16. El saber del Renacimien-to, nos dirá Foucault, nos ofrece un universoen el que todo era legenda –cosas que leer–.

La organización del lenguaje como sistemade signos, tal como el Renacimiento lo planteaenfrentándolo con su transformación corres-pondiente que tendrá lugar bajo la épocamoderna (siglos XVI-XVIII) podría esquema-tizarse del siguiente modo (Morey, 1983: 129):

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En el salto de la episteme Renacentista a laepisteme Moderna desaparece el ser vivo dellenguaje. «Se ha desecho la profunda pertenen-cia del lenguaje y del mundo. Se ha terminadoel primado de la escritura. Desaparece, pues,esta capa uniforme en la que se entrecruzanindefinidamente lo v i s t o y lo leído, lo visible ylo enunciable. Las cosas y las palabras van asepararse. [...] El discurso tendrá desde luegocomo tarea el decir lo que es, pero no será másque lo que dice» (Foucault, 1971: 50).

No se quiere plantear con todo ello que lasemejanza, o alguna de sus figuras como lasimpatía, desaparezca tras el Renacimiento 17,sino que deja de ser el elemento constitutivodel saber para convertirse en un «rudimento derelación» en palabras de Hume, que pertenecea la confusión de lo empírico (en el orden delos objetos) o al fondo de lo imaginario (en elorden del sujeto).

En los siglos XVI y XVIII, la semejanzaviene a ser sustituida por la re p re s e n t a c i ó n ,mejor dicho, la existencia propia del lenguaje sedisuelve en el funcionamiento de la representa-ción, de modo que «todo lenguaje vale comodiscurso». Esto supone que el arte del lenguajese transforma en una manera de «hacer unsigno», significar a la vez alguna cosa y dispo-ner signos en torno a ella: así pues, un arte denombrar y después de captar este nombre, dedesignarlo a su vez con otros nombres a través

del aparato retórico. Esta duplicación de larepresentación, esta conciencia de la doblez, eslo que caracteriza a la episteme de la época 1 8.Tal es el sentido en el que Foucault habla depaso de la semejanza a la representación: comoun nuevo modo de disponer la relación entre lovisible y lo decible, por una intencionalidadexpresa y consciente en el intercambio, queabre dimensiones nuevas de la percepción y eldiscurso, y que irradia hasta llenar con sus sig-nificados toda la realidad de la época.

Junto a los modelos y tipologías de signosque se deducen de esta preocupación por lasociabilidad del intercambio y la intencionali-dad del querer- d e c i r, hay que destacar tam-bién un esquema de «proceso de producciónsígnica» cuyos representantes más directosvan a ser precisamente los lingüistas de PortRoyal. Aunque el propósito de la «Gramáticade Port Royal» (1660) había sido examinar loque hay de común en todas las lenguas, tam-bién estudia lo que es «particular a algunaslenguas» estableciéndose a partir de esa dife-renciación un esquema genealógico entreellas. Pero lo relevante de esta «Gramática» essu inscripción dentro de la tendencia a insti-tuir una «gramática universal» (racional ológica) de carácter no taxonómico e inspiradaen el cartesianismo 1 9.

El marco que llegará a constituir el trasfon-do de este cambio en relación al lenguaje y el

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Tabla I. La reorganización del lenguaje

RENACIMIENTO ÉPOCA MODERNA

Estatuto del lenguaje Escritura material de las cosas Régimen material de los signosrepresentados

Estructura Figura única/forma ternaria Binaria, a partir de Port Royal

Elementos Dominio formal de las marcas, Significado/significantecontenido señalado por ellas,similitudes que ligan marcasy cosas

Problema específico ¿Cómo reconocer que un signo ¿Cómo puede estar ligado undesigna lo que significa? signo a lo que significa?

Modalidad de Análisis de la similitud Análisis de la representación (elrespuesta (homogeneidad lenguaje/cosa) lenguaje es un caso particular de

la representación)

Dominio general Soberanía de lo semejante: Soberanía de la significación:primado de la escritura primado de la representación

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conocimiento cuenta con las relevantes aporta-ciones de John Locke, especialmente con suTratado sobre el entendimiento humano de1690. También para Locke, igual que luegoveremos en Smith, las palabras son ante todoun reflejo arbitrario de las ideas 20. Así pues, laprimera relación es la que hay entre sonido eidea; pero también la idea, a su vez, está enrelación con algo, es decir, con la cosa; unarelación que viene determinada por la expe-riencia de cada individuo. Aquí el triánguloformado entre sonido, idea y cosa constituyelo sígnico en sí mismo, pero, advierte Locke,la relación sonido-idea es la que cuenta 21.Conviene añadir que la relación sígnica, aun-que consumada individualmente por el sujetosingular, se halla motivada por la naturalezasocial del lenguaje, y no sólo por las razonesgenerales antes mencionadas, sino también poruna particular presuposición que acompaña alhablante: «Si bien las palabras, como son usa-das por los hombres, en sentido propio e inme-diato no pueden significar algo distinto de lasideas que están en la mente de quien habla,éste, sin embargo, supone que sus palabrassean el signo de ideas que se encuentran en lamente de otros con los cuales comunica: por-que de otro modo hablaría en vano y no podríaser entendido» (Locke, 1980: III.II., 4).

Este aspecto de sociabilidad nos puedeintroducir también otra característica de fun-cionalidad general, o por decirlo de otra forma,de economía interna. De hecho la doble rela-ción sonido-idea e idea-cosa podría llevar aforjar una palabra para cada objeto, o cadaexperiencia, o cada hecho del mundo: peroesto no ocurre en primer lugar porque es«superior a toda capacidad humana forjar yretener ideas distintas de todas las cosas parti-culares que encontramos» (ibid.: III.II., 2); ensegundo lugar, aunque esto fuese posible,«sería inútil porque no serviría al objetivoprincipal del lenguaje. Los hombres acumula-rían en vano tantos nombres de cosas particu-lares que no les servirían para comunicar suspensamientos», dado que cada interlocutordebería haber tenido las mismas experiencias,y por ende las mismas ideas, para comprendercada palabra (ibid.: III.III., 3). En tercer lugar,«un nombre distinto para cada cosa particularno tendría ningún uso importante para el mejo-ramiento del conocimiento: el cual, aunqueesté fundado en las cosas particulares, se

extiende mediante las visiones generales; y lefavorecen justamente las cosas reducidas acategorías, bajo nombres generales» (ibid.:III.III., 4). Hay pues un reforzamiento de larelación palabra-idea que más tarde apareceráde forma prácticamente idéntica en Smith:dado que las cosas que la mente contempla noestán nunca, excepto la mente misma, presen-tes al intelecto, es necesario que otra cosa, seaun signo o una representación de la cosa con-siderada, se presente al espíritu: y esta cosason las ideas. Y ya que la escena de las ideas,que constituyen los pensamientos de un serhumano determinado, no puede verse expues-ta a la inmediata visión de otro, ni se acumulaen otro lugar más que en la memoria (un depó-sito por lo demás poco seguro), se sigue quepara comunicar a otros nuestros pensamientos,así como para registrarlos para nuestro uso,son necesarios signos de nuestras ideas: «y loque los hombres han encontrado más conve-niente a tal fin y que por eso hacen uso gene-ralmente, son los sonidos articulados» (ibid.:IV.XXXI., 4).

4.1. EL PROBLEMA DEL ORIGENDE LAS LENGUAS

El problema del origen de las lenguas, fre-cuentemente debatido en el siglo posterior aLocke, esto es en el siglo XVIII, fue abordadode forma singular por Jean-Jacques Rousseau.Singular porque lo plantea desde una perspec-tiva que sin ser materialista no es al menosidealista, frente a la divinización que el temasufría incluso entre los autores de la Enciclo-pedia. Mientras algunos argumentaban laimposibilidad de que las lenguas se hubieranestablecido «por medios puramente huma-nos», Rousseau, admitiendo incluso que no esfácil explicar la institución de los signos con-vencionales, trata de explicar el origen de laslenguas partiendo de las emociones. En suexposición el clima es un agente clave deldesarrollo de las lenguas al concentrar o dis-persar los grupos humanos y determinar unascondiciones de desarrollo concretas 22.

La intención declarada de Rousseau eshablar del origen y del grado cero de las len-guas. Tal vez, a diferencia de Smith, que esmás monocorde, su discurso sufre un vaivénconstante entre lo abierto de su proyecto decla-

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rado y una cierta complejidad sistémica espe-cialmente cuando necesita formular la unidaddel significado y del significante tal y como searticula en componentes como los nombres,los verbos o los adjetivos. Utilizando tambiénese modelo de «historia conjetural», Rousseaudescribe el origen pasional del habla, a dife-rencia de la «necesidad» física de comunica-ción que plantea Smith 23.

En la teoría rousseauniana, la lingüísticaforma parte de una teoría general de los signosy a su vez esta semiología depende de unasociología y antropología general. El habladistingue al hombre de los animales y es «laprimera institución social», sólo comprensibleen el marco genético de las sociedades. No estampoco ninguna facultad natural; la naturale-za se tomó poco cuidado «en unir a los hom-bres por medio de mutuas necesidades y defacilitarles el uso de la palabra» (Rousseau,1968: I). La conquista de ésta ha necesitadoprobablemente «millones de siglos [...] paradesenvolver sucesivamente en el espírituhumano la operación de que era capaz» (ibid.:I). Tampoco tiene el lenguaje ningún origendoméstico, es inútil buscarlo en el seno de lafamilia; aparte de que ésta es también en granmedida una convención, no necesitan susmiembros más que signos para relacionarse,pero no la palabra. Esta sólo puede quedarestablecida por «una convención más generaly durable» (ibid.: IX).

Rousseau además parte con la ventaja res-pecto a Smith de contar con una teoría social,por decirlo así, más estructural, puesto queconsidera que esa creación artificial, esa granconvención que es la sociedad, no se mantienepor la simple adición de sus miembros y éstees otro de los puntos básicos de la obra rous-seauniana. La sociedad, producto convencio-nal creado por los hombres, tiene una especifi-cidad propia que la diferencia de sus partes, alintroducir los hombres en ella la racionalidad yla moralidad. En pocos aspectos queda esto tanclaro como justamente en el origen del lengua-je, el cual surge simultáneamente con la socie-dad; si ésta no puede existir sin lenguaje, ellenguaje sólo puede formarse en las relacionessociales 24.

La invención del habla no proviene, pues,de las necesidades físicas, sino de las pasiones;aquéllas pudieron dictar los primeros gestos,pero éstas arrancaron las primeras voces: «Si

nunca hubiéramos tenido otra cosa que necesi-dades físicas, muy bien habríamos podido nohablar jamás y entendemos perfectamente conla sola lengua del gesto» (Rousseau, 1980: I).Cazar, pescar, trabajar, puede hacerse en per-fecto silencio. Sólo en el proceso de formaciónsocial, cuando el hombre desarrolla el instintode la piedad natural y puede identificarse ycompararse con los otros hombres, aprendien-do a utilizar la reflexión y la imaginación;cuando se desarrolla en la vida social la esti-mación hacia los otros y el deseo de ser esti-mado por ellos, el sentido de obligación yvaloración moral, la cortesía y la vanidad ytambién los recelos y el despecho, el hombreinventa la palabra movido por la fuerza delcrecimiento de sus pasiones. Las primeras len-guas son «hijas del placer y no de la necesi-dad» (ibid.: IX).

A la hora de trazar esa «historia conjetural ohipotética», Rousseau planteó en primer lugaruna pequeña introducción de las diferenciasmás elementales entre el hombre primitivo y elhombre actual (el hombre de su época seríamejor decir) y a continuación expuso el pasode estas desigualdades a lo largo de los añoshasta llegar hasta su propio tiempo. Comienzasu argumentación hablando de lo sencillo queera el hombre en su estado natural y primitivoya que todo lo que requería lo tenía al alcancede la mano y su razón, si es que en él había, nollegaba más allá de sus instintos. Es así comoRousseau advierte que por muy hábil que fuerael hombre y por mucho tiempo que hubierapasado no se explica la postura que tienen losfilósofos al pensar que todos los avances quese hicieron, el fuego, el lenguaje, etc., surgie-ran de repente de este individuo. Considerabaque para esto fuera posible no se precisaba la«ayuda» de un creador que iniciara un cúmulode casualidades que despertaran en el «primi-tivo» sus primeros pasos dentro del razona-miento lógico.

Para conseguirlo, Rousseau propone la pala-bra como único medio de llegar a pensar, maspara llegar a esa palabra hace falta pensar. Estaidea se ve más claramente en su frase: «Si loshombres han necesitado la palabra para apren-der a pensar, más necesidad han tenido aún desaber pensar para encontrar el arte de la pala-bra». Conviene decir que este proceso deaprendizaje tuvo que ser muy difícil ya que porla constitución física de sus cuerpos aún no

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estarían acostumbrados a este tipo de actitud.En definitiva, la palabra fue el primer inventogrande que hizo la humanidad como avancehacia el futuro. Al principio, una misma pala-bra significaba una idea de forma muy generaly, a medida que se avanza en el tiempo, se valogrando una mayor especificación de las pala-bras, en definitiva, pasan a ser más concretas.Es así como se logra diferenciar entre las fun-ciones de cada palabra: nombre, verbo, adver-bio, complementos, etc. Comienza aquí Rous-seau a comparar un tipo de hombre y otro; deesta manera se piensa que el hombre en suestado natural es un ser miserable, siempre ycuando entendamos por esta expresión una pri-vación dolorosa o sufrimiento del hombre odel alma. A esto se responde diciendo que elprimitivo tenía con el instinto todo lo necesa-rio para vivir en su medio natural y que sólo lefaltaba la razón para tener todo lo necesariopara vivir en sociedad.

La evolución posterior del lenguaje es tanlineal como puede plantearse a través de todahistoria conjetural e hipotética, tal y comotambién se observa en Smith. Si acaso cabesubrayar la importancia que Rousseau concedea las explicaciones climáticas y geográficas enconsonancia con otros autores ilustrados, espe-cialmente Montesquieu, a la hora de explicarla diferenciación de las lenguas: «[...] en losclimas suaves, en las tierras fértiles, fue preci-sa toda la vivacidad de las pasiones agradablespara comenzar a hacer hablar a los habitantes.Las primeras lenguas, hijas del placer y no dela necesidad, llevaron mucho tiempo la enseñade su padre; su acento seductor no se borrómás que con los sentimientos que las habíanhecho nacer» (ibid.: IX).

La etapa final de las lenguas propuesta porRousseau vuelve a alterar la composición pre-vista por Smith: ya no se trata de caracterizarla elevada «abstracción» de los países delnorte, sino de privilegiar esos espacios geográ-fico-climáticos donde «las necesidades nacende las pasiones»: «A la larga, todos los hom-bres se vuelven semejantes, pero el orden de suprogreso es distinto. En los climas meridiona-les, donde la naturaleza es pródiga, las necesi-dades nacen de las pasiones; en los paísesfríos, donde es avara, las pasiones nacen de lasnecesidades, y las lenguas, tristes hijas de lanecesidad, se resienten de su duro origen»(ibid.: X).

4.2. LA TRANSFORMACIÓNDE LOS DOMINIOS DEL SABER

En cualquier caso, no se trata ni en Rosseauni en Smith de una insistencia hasta entoncesdesconocida entorno al origen del lenguaje. Laíndole de la transformación de la época moder-na respecto a la episteme renacentista va másallá de la articulación de nuevos interrogantes,hasta el punto de plantearse otros dominios desaber que permitan establecer las líneas defuncionamiento de la disposición entre lo visi-ble y lo decible. Los tres dominios que conoceesta época moderna serán: la historia natural(discurso acerca de los caracteres de los seresvivos, que es ante todo una historia hipotéticao conjetural), la teoría de la moneda y el valor(discurso acerca del intercambio y la circula-ción del valor) y la gramática general (discur-so acerca de la significación de las palabras) 25.Según la hipótesis de Foucault (1971), una mis-ma configuración rige la Gramática General, laHistoria Natural y el Análisis de las Riquezas,una configuración que además encuentra en larepresentación la modalidad que prescribe susconceptos y sus métodos, tanto para el lengua-je como para los individuos de la naturaleza olos objetos de la necesidad. Este isomorfismose podría plantear en un esquema como elsiguiente:

• Representación: toda representación essignificable/representable en tanto que entraen un Sistema de identidades y diferencias.

• Gramática general: toda entidad es nom-brable, en tanto que entra en un lenguaje arti-culado.

• Historia natural: todo ser natural es carac-terizable, en tanto que entra en una taxonomía.

• Análisis de las riquezas: toda riqueza esamonedable, en tanto que entra en circulacióny cambio.

El nombre, el carácter y la moneda son asílas representaciones rectoras a partir de lascuales se organiza la posibilidad de ordenarsignos, seres y riquezas. En este sentido, puededecirse que para el marco epistemológico enque se ubica Adam Smith, los sistemas de lahistoria natural y las teorías de la moneda y elcomercio tienen las mismas condiciones deposibilidad que el lenguaje mismo. De aquí sepueden extraer dos conclusiones de la eviden-

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cia de esta serie de isomorfismos: «primero,que el orden en la naturaleza y el orden en lasriquezas tienen, [...] el mismo modo de ser queel orden de las representaciones tal como esmanifestado por las palabras; en seguida, quelas palabras forman un sistema de signos sufi-cientemente privilegiado, cuando se trata deaparecer el orden de las cosas, para que la his-toria natural funcione a la manera de un len-guaje» (Foucault, 1971: 202).

Ahora bien, ese discurso de los nombres, losseres y las riquezas no adopta la forma del len-guaje sin tener que correr algunos riesgos: sal-tos en el vacío que aparecen en el momento enque el cuadro cobra movilidad, cuando debenponerse en relación sobre un dominio empíri-co dado. Tales momentos críticos habrán deser conjurados por el proyecto complementa-rio de una Ars Combinatoria ejemplificada enlos múltiples tratados de Retórica de la época(para neutralizar el error de juicio o de refle-xión) y de una Enciclopedia (para neutralizarel error de significación o de imaginación). Setrata de un error doble que se instala en el nivelmismo del lenguaje, y del cual se liberan tantola Historia Natural como el Análisis de lasRiquezas, en virtud de su mismo estatuto teóri-co que los diferencia de un lenguaje (sistemade signos recibido pasivamente y que sólo unarte puede corregir). De este modo, neutrali-zando las posibilidades de error de reflexión yde imaginación, se fundan respectivamente laestructura y el carácter en la historia natural, elvalor y los precios en el análisis de las riquezasy el juicio y la significación en el lenguaje.

4.3. UN NUEVO PRINCIPIO GENERAL:LA HISTO R I A

Adam Smith se sitúa en el filo de esta epis-teme moderna. El problema consistirá en queante la mutación que reorganiza todo el sabera finales del siglo XVIII, nuestro autor serácapaz de insertarse en una nueva dimensiónsólo en el ámbito por el que será más conoci-do (la economía), pero no lo hará, o al menosno en la misma medida, en los otros dos domi-nios: ni en la historia de los seres, para la cualmantendrá una metodología arcaizante para laépoca como es la historia conjetural; ni en lalingüística, donde aún se sitúa en el modelorepresentativo ahistórico y que desconoce el

análisis filológico de las transformaciones eti-mológicas. Por lo que respecta a la lingüística,ésta introducirá los conceptos de morfología ehistoria para analizar el dominio continuo de larepresentación entre juicio y significacionesestableciendo un criterio diacrónico en las len-guas, aspecto que no recoge Smith. En cam-bio, en la economía política Smith propondrácomo objeto fundamental la relación entrevalores y precios por medio del análisis de laproducción y la distribución, tal como se esta-blece a partir de su obra más conocida: LaRiqueza de las Naciones, con ello lograrásuperar el mero estudio de la acumulación deriquezas para proyectarlo hacia un dominionovedoso.

En efecto, será ahora una nueva dimensión,la Historia, la que en cuanto principio generaldictará las leyes que en adelante van a regir lagramática general, la historia natural y el aná-lisis de las riquezas, y que en lo sucesivo sepresentarán como filología o estudio de losgrupos lingüísticos, biología o análisis de losseres organizados y economía política o análi-sis de la producción.

• Economía política: ahora se define comoaquello que representan las riquezas y apare-ce la noción de trabajo. Ello supone la aper-tura de un nuevo dominio de la Economía: l ap r o d u c c i ó n .

• Biología: se define como aquello querepresentan las estructuras y los caracteres delo vivo. Aparece la noción de organización,todo lo cual acarrea la radicalización de la par-tición orgánico/inactivo.

• Filología: Se define como aquello quepermite a las lenguas representar. La noción deflexión supone una transformación analítica:del análisis de los discursos propio de la Gra-mática General al análisis de las lenguas.

Aun cuando en un principio conceptoscomo trabajo, organización y lenguaje fueranintroducidos dentro de un espacio definido porel análisis de la representación, muy pronto lapresión de estas funciones dentro de un domi-nio que les comienza a ser ajeno va a propiciarsu reorganización. La emergencia de las nocio-nes de trabajo, vida y lenguaje, y su situaciónen el campo del saber dará nacimiento a laepisteme del siglo XIX, que consiste, en pocaspalabras, en introducir la historicidad en el

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dominio de las riquezas, los seres vivos y laspalabras. Canguilhem caracteriza esta muta-ción en los siguientes términos: «A fines delsiglo XVIII, por una parte la filosofía kantiana,y por otra la constitución de la biología, la eco-nomía y la lingüística plantearon la pregunta:¿Qué es el hombre? El día en que la vida, eltrabajo, el lenguaje dejaron de ser los atributosde una naturaleza para convertirse ellos mis-mos en naturalezas enraizadas en su historiaespecífica, naturalezas en cuyo entrecruza-miento el hombre se descubre naturalizado, esdecir, a la vez sostenido y contenido, en esemomento se constituyen ciencias empíricas deesas naturalezas como ciencias específicas delproducto de tales naturalezas, por tanto, delhombre» (Canguilhem, 1970: 141-142).

En efecto, con Smith y más acusadamentecon Ricardo, el análisis de las riquezas deja depertenecer al espacio estático de la acumula-ción para articularse como economía políticaque analiza las riquezas según una cadena tem-poral. El trabajo aparece como la instancia tras-cendental de la que tanto el valor como los pre-cios son representaciones. En términos dellenguaje, la transformación que llevará a cabola filología mostrará lo anticuado de las formu-laciones ilustradas en las que se inscribe AdamSmith. Ahora el análisis independiente de lasformas gramaticales aislará el lenguaje, lo tra-tará como una organización autónoma rom-piendo sus relaciones con los juicios, la atribu-ción y la afirmación. Con ello se disipa launidad de la gramática general que aún persis-te en Smith o Rousseau a través de esa univer-salidad subyacente, y el lenguaje va a aparecersegún múltiples modos de ser. En este momen-to, y será el punto de partida de la gramática deSaussure, se entiende el lenguaje como unamediación necesaria para todo conocimientocientífico que quiera manifestarse como discur-so, lo cual permite reactualizar y pulir el len-guaje científico y buscar una lógica de implica-ciones universales, independiente de laspalabras. En suma, «conocer el lenguaje no esya acercarse lo más posible al conocimientomismo; es sólo aplicar los métodos del saber engeneral a un dominio particular de la objetivi-dad» (Foucault, 1971: 290), lo cual desplazapor entero la antigua prerrogativa ilustrada dellenguaje, y cientifiza el estudio de esta materiao t o rgando a los anteriores análisis el menospre-cio propio del profesional frente al aficionado.

Esta transformación también se muestra enel análisis diacrónico de las lenguas: frente a lapretensión evolutiva lineal y dirigida que seencontraba al hablar del origen y desarrollo dellenguaje en los autores ilustrados, se plantearáahora, a través de la teoría del parentesco entrelenguas, una discontinuidad entre las grandesfamilias y analogías internas en el régimen decambios. Pero esto ya sería una cuestión aleja-da del tema que nos ocupa.

5. El problemadel método

U no de los principales estudiosos deAdam Smith, Dugald Stewart (1980),define el método de indagación de

aquél como una «historia hipotética y conjetu-ral», en ese contexto también menciona a losescritos de Smith The Principles which leadand direct Philosophical Enquires, y afirmaque este método se parece mucho al utilizadopor David Hume en la Historia natural de lasreligiones y a lo que «algunos escritores fran-ceses habían llamado H i s t o i re raisonnée»(Stewart, 1980: 293) 26. La preocupación deStewart reside en justificar el uso de las conje-turas basadas en los principios generales delcomportamiento humano, lo cual significa queno pueden encontrarse hechos, y aunque asífuera, estos no podrían confirmar y corroborarlos principios generales. Así ocurre con lasfases iniciales de la sociedad, ya sea en el te-rreno del origen del lenguaje, ya en el del ori-gen de las instituciones. De ahí ese manifiestodeseo por demostrar cómo el uso de una «his-toria conjetural o hipotética» es posible enausencia de hechos históricos, en tanto sea, obien epistemológicamente correcta, o bien secorrelacione con los principios del orden gene-ral que hacen plausible el comportamientohumano en determinadas condiciones.

Para el primer caso, esto es, para la utiliza-ción de las conjeturas en ausencia de hechos, lareferencia metodológica es la del Discurso pre -liminar de D’Alembert, que a su vez había esta-blecido una crítica a los sistemas planteados porCondillac en su Tratado de los Sistemas d e1749. Respecto a la cuestión de la utilización delos principios generales del comportamiento

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humano en circunstancias determinadas, la re-lación es más bien con Montesquieu, el cualfue tal vez el primero en observar que «lasleyes nacieron principalmente de las situacio-nes de la sociedad, y en segundo lugar para darcuenta, a partir de las mutaciones en las condi-ciones de la humanidad que se produjeron enlos diversos estados del progreso, de lascorrespondientes alteraciones súbitas de lasinstituciones» (Stewart, 1980: 294).

Tal vez esta interpretación de Montesquieuno sea demasiado fiel, porque lo que le intere-sa a Stewart consiste más bien en lograr, a tra-vés de la referencia a Montesquieu, relacionarla idea de la «historia conjetural e hipotética»del ensayo sobre el lenguaje, con el análisishistórico-teórico de las instituciones y de lasociedad que Adam Smith había realizado enlas Lectures on Jurisprudence (1978), dondese exponía la «teoría de los cuatro estadios».Además hay una diferencia que Stewart noparece percibir entre el análisis del lenguaje yel de las instituciones y la formación de losgobiernos. En el primer tipo de indagación lin-güística, las hipótesis deben sustituir por com-pleto a los hechos. En el segundo tipo esto seproduce, cuando lo hace, sólo en el caso deinstituciones muy antiguas, puesto que cuandoAdam Smith procede a relacionar sus hipótesiscon las observaciones de sociedades másmodernas y complejas, la ausencia de pruebasdirectas se reduce progresivamente.

Pero además, la atención prestada por Ste-wart a los métodos de D’Alembert y Montes-quieu como origen del método planteado porAdam Smith, obvia la importancia que la obrade Rousseau había tenido en las Considera -tions. La necesidad que Rousseau manifiestade conjeturar sobre la naturaleza del hombrecon una cierta abstracción de los hechos, seplantea como un método válido de indagar enlos procesos históricos de formación de lasociedad, acerca su método a la necesidad deautonomía teórica y conjetural de las tradicio-nes y narraciones bíblicas, algo que le alejaenormemente de una cierta concepción mate-rialista de la historia que se puede rastrear enla teoría smithiana de los cuatro estadios.

El problema de Rousseau no es tanto el defacilitar una interpretación distante respecto alos hechos históricos contenidos en las tradi-ciones y narraciones bíblicas, como anterior-mente había hecho por ejemplo Thomas Hob-

bes a propósito del origen de la lengua, y comohará sucesivamente Kant a propósito de losinicios de la historia humana. Más bien Rous-seau plantea la hipótesis del posible devenirdel género humano en una situación en la cualse concibe a la humanidad abandonada a supropia suerte. Tal hipótesis no excluye por símisma una interpretación diferente, de tipohistórico-antropológico, de los hechos narra-dos en la Biblia, pero para evitar tal proximi-dad Rousseau siente la necesidad de radicali-zar sus presupuestos, y afirma que hace faltacomplementarlos con los hechos. Si las conje-turas se oponen a los hechos ello se debe a que,paralelamente, la razón se opone a los mila-gros, por lo que todas las intervenciones divi-nas en la historia humana han de ser concebi-das siguiendo procedimientos «naturales». Dala sensación que para Rousseau los hechos na-rrados en la Biblia no pueden estar más separa-dos de los aspectos providenciales y religiosospropios del contexto en el cual habían sidotransmitidos 2 7.

5.1. LA HISTORIA HIPOTÉTICAY CONJETURAL

Esta fórmula de la historia hipotética y con-jetural que presupone la necesidad de unaautonomía de indagación es la que permite aRousseau eliminar la intervención divina en lahistoria humana, pero también –y esto es muysignificativo– negar la existencia de un estadopuro de naturaleza, porque es imposible deprobar, lo cual supone una manera de oponer-se a todos aquellos sistemas filosóficos quehabían privilegiado su coherencia interna fren-te a la convalidación de los hechos 28. Precisa-mente es lo que tratará de superar Rousseau alplantear su conjetura sobre el origen de las len-guas como tal, y tratar luego de ubicarla demanera conjunta a los hechos, en lo que semostrará radicalmente diferente de la argu-mentación de Adam Smith: en las Considera -tions de este último todavía está contenida lateoría de los cuatro estadios, con claras sem-blanzas en la Biblia. Frente a ello, Rousseauexplica la ilogicidad de los filósofos que habíansentido la necesidad de postular la existenciadel estado de naturaleza. En segundo lugar, elginebrino cuestiona el error de los ensayistasque transfieren al estado de naturaleza, y a

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cualquier otro estado, las ideas que tienen de supropia sociedad: «El gran error de los europeoses filosofar siempre sobre los orígenes de lascosas a partir de lo que pasa en torno a ellos: nodejan de mostrarnos a los primeros hombreshabitando una tierra ingrata y ruda, muriendode frío y de hambre [...]; no ven en por doquiermás que la nieve y los hielos de Europa, sinpensar que la especie humana, como todas lasdemás, ha nacido en los países calidos y que enlas dos terceras partes del Globo el invierno esapenas conocido» (Rousseau, 1980: VIII). Conestas consideraciones Rousseau anticipa la crí-tica marxiana de las teorías «robinsonianas»(precisamente uno de los objetivos de tal críti-ca será el punto de partida de la economía polí-tica de Adam Smith) y gran parte de la refle-xión antropológica contemporánea 2 9.

Y no obstante, a pesar de la precauciónmetodológica de declarar las conjeturas comotales y de no confundirlas con la realidadempírica, la preocupación de utilizarlas junto alos hechos hace que estos aparezcan trazadosde manera ambigua, atravesados en la narra-ción sin que siempre sea posible distinguirlosunas de otros, lo cual lleva a borrar la líneadivisoria entre una historia conjetural y unahistoria factual. Si nos remitimos por ejemploa la «teoría de los cuatro estadios» tal como laexpone Adam Smith en sus Lectures on Juris -prudence, vemos que la sucesión de los modosde subsistencia –caza, pastoreo, agricultura ycomercio– con que se marca la historia delprogreso de las naciones, viene explicada conla hipótesis de un naufragio en una isla desier-ta (Smith, 1978: 459), tras lo cual plantea unhecho, pero este hecho es exactamente laexcepción a la regla establecida por la conjetu-ra. La conclusión final es que la teoría de loscuatro estadios dice más sobre la cosmovisiónde Adam Smith que sobre la realidad históri-co-social que trata de interpretar con su teoría.Con ello no se quiere minusvalorar la impor-tancia que ha tenido la idea de indagar median-te hipótesis sobre los modos de subsistenciapara comprender las costumbres, los hábitos,la ideología o los lenguajes de la gente; tansólo se quiere subrayar que su uso no autorizaa hablar de continuidad e influencia sin teneren cuenta las alteraciones que ello supone.

Dugald Stewart definió este método queplantea Smith en sus Lectures así como en susConsiderations como una «historia hipotética

y conjetural» sobre la base de una explicacióncomparativa. Siguiendo esta argumentación sepuede decir que el uso de la conjetura, al esta-blecer la imposibilidad de confirmar loshechos, depende de la necesidad de dar cuentade los principios básicos de la actividad huma-na, de los cuales tampoco se puede proporcio-nar una prueba directa. Tal exigencia se derivade la comparación entre el desarrollo logradopor la sociedad contemporánea occidental y elpunto en que se encontraban las tribus consi-deradas salvajes. Esta comparación entre unestadio elevado de la humanidad y otro infe-rior establece necesariamente una serie depasos históricos a seguir partiendo de los esta-dios primitivos para abandonarlos y alcanzarprogresivamente el estadio presente 30.

Como cabía esperar, este método, definidocomo «historia hipotética y conjetural», habíaoriginado una profusa necesidad de estudioscomparativos a todo lo largo del siglo XVIIIque explicasen la transformación del «salvaje»en un ser «primitivo» de la sociedad occiden-tal desarrollada. La idea básica es que la «so-ciedad salvaje» se encontraba en un estadio delprogreso social análogo al que se había encon-trado la sociedad occidental en tiempos pri-mordiales. Las diferencias espaciales se asimi-laban así a las diferencias temporales. Y apartir de tal procedimiento comparativo sepodían reencontrar los «hechos» que los filó-sofos y ensayistas no pudieron obtener directa-mente de los hombres y pueblos «primitivos»del pasado, con lo que se falsificaban y trans-formaban en mitos prestos a ser transmitidos.Paradójicamente, a una conjetura general –laasimilación de los «salvajes» a los «primiti-vos»– se unía por comparación la obtención dehechos análogos a los que se buscaban. La ideadel progreso y una visión universalizante de lahistoria humana y de la civilización, conside-rada como un proceso único o como una seriede procesos paralelos, contribuye a la unidadestratégica del nexo conjetura/hechos. En elseno de esta episteme se encuentra todo elcomplejo sistema de hechos transformados enmitos y de conjeturas donde los «salvajes»,que son los «primeros hombres», expresan sustentativas primordiales. Puede decirse por elloque el recurso de utilizar conjeturas durante elsiglo XVIII no se caracteriza tanto por laausencia de hechos, sino como por la presen-cia de hechos transformados en mitos.

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5.2. USOS DE LA HISTORIAHIPOTÉTICA: EL ORIGEN DE LARELIGIÓN Y DE LAS LENGUAS

El verdadero problema que debían afrontarlos filósofos y ensayistas del siglo XVIII noera tanto atender a la confirmación racional delas teorías con los hechos, sino que más bienfue la necesidad de un uso «racional» de lasconjeturas, basado en el análisis de la naturale-za humana y de sus principios fundamentales,frente a un uso «irracional» de tales, basado enel sentido de lo maravilloso. Puede afirmarseen tal sentido que la aplicación del métodocomparativo para basar las explicaciones inhe-rentes a la naturaleza humana y a su psicologíaconstituye un punto final para la filosofía deDavid Hume y el método de indagación deAdam Smith, aunque tal vez en ellos (al igualque en Rousseau aunque más nítidamente eneste último) se de una simple contraposiciónconjetura/hechos. Surgía pues una nueva ideade verosimilitud 31. Utilizando esta verosimili-tud, y sorteando el modelo de historia univer-sal que recorre la historia profana bajo la égidade la historia divina, autores como DavidHume, Voltaire, Tu rgot, Rousseau, AdamSmith, Adam Ferguson y John Millar querránconstruir una ciencia humana que tuviera elrigor de las ciencias naturales y dotada de unaautonomía como ciencia que le permitiese nodepender del tradicional recurso a las verdadesreveladas y a las intervenciones divinas y pro-videnciales para explicar el curso de la historiahumana y social.

En tal contexto se hace preciso considerarlas tesis de Hume en materia del origen de lareligión contenido en su Historia natural dela religión (1757) que representa para Ste-wart una referencia fundamental para la«historia hipotética y conjetural» de lasConsiderations de Adam Smith. La teoría deHume sobre los orígenes de las creenciasreligiosas, que tantas críticas recibió en elmomento de su publicación y que tanto éxitoconocerá en las sucesivas teorías de la histo-ria de la religión y la antropología, represen-ta el cenit de su teoría filosófica expuesta enel Tratado sobre la naturaleza humana(1739-1740), así como el paso de los análi-sis religiosos caracterizados por un trata-miento teológico, a los estudios antropológi-cos y filosóficos de la fe.

La religión, según Hume, tiene su origen enel miedo debido a la irregularidad de los fenó-menos naturales que se adscriben, en la«mente primitiva» al poder intencional de losdioses. Mas lo propio de tales razones yhechos del pasado es que han sido inevitable-mente alterados por la imaginación primitivaque los ha transformado en mitos 32. Por talmotivo Hume, en su Historia natural de lareligión, plantea una afirmación muy radicalen relación a la escasa credibilidad de loshechos históricos: «Hay tal diferencia entre loshechos históricos y las opiniones especulati-vas, que ni el conocimiento de unos se propa-ga como el de las otras. Un hecho histórico quetransmite junto a la tradición oral de los testi-monios oculares la de los contemporáneos, seve modificado en sucesivas narraciones y, alfin, guardará tan sólo una lejana semejanza (sies que lo hace) con la verdad originaria en laque se basaba. La debilidad de la memoria, suamor por la exageración, la supina incuria,todos estos principios, cuando no vienencorregidos por los libros y la escritura, defor-man la narración de los hechos históricos»(Hume, 1964: 312-313).

Hume implica aquí, en la valoración de loshechos históricos transmitidos oralmente,tanto a los mitos como a las religiones. Frentea Vico, quien pensaba que era posible tratar alos mitos y fábulas de los pueblos antiguoscomo elementos de verdad histórica, paraHume la situación es otra. Su escepticismohacia los «hechos» de las primeras historias detodas las naciones, que se presentan al obser-vador moderno como «un mundo nuevo»,impiden toda traducibilidad de los mitos y lascreencias primitivas. Gracias a la difusión delas «opiniones especulativas» y a la credibili-dad de los «hechos» transmitidos oralmente,Hume justifica la idea del politeísmo como lareligión originaria de los hombres y refuta latesis del teísmo como creencia originaria debi-do a su segura corrupción. Porque, continúaHume, «parece obvio que los razonamientosimpidieron una corrupción tal; si son tan abs-trusos, todos los principios se sustraen al cono-cimiento del vulgo, que es el único capaz decorromper los principios y opiniones» (Hume,1964: 313). A partir de esta visión elitista,Hume coloca a los «salvajes», «primitivos» yal «vulgo ignorante» (del cual las mujeresrepresentan la mayoría) en la estela de la his-

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toria inverosímil de los milagros y lo maravi-lloso; que se distinguen de una élite que no seconforma con los razonamientos y «las opinio-nes especulativas», y que entiende que las con-jeturas y los hechos están entremezclados en lanarración historica.

Los Principles de Adam Smith siguen unprocedimiento y un método parecidos a loscontenidos en la obra de David Hume, aunquela separación entre élite y «vulgo ignorante»no parece tan drástica como en éste. Por suparte, el fragmento fundamental planteado porSmith es el que se ha producido debido almiedo de los hombres «primitivos» a la mara-villa, lo cual ha originado la filosofía. Se tratade un pasaje que se corresponde con la teoríahumana del origen politeístico de la religión,lo cual implica una idea del conocimientobasado ante todo en la mayor o menor capaci-dad de saber reconducir lo no familiar, loextraño, lo irregular, lo insólito, a lo familiar,lo sabido, lo regular. La «mente primitiva»,presa como está de necesidades, carece detiempo para reflexionar y opera en un ambien-te familiar restringido. La filosofía hará frentea tales problemas: salidos de la presión de lasnecesidades, los hombres están en disposiciónde concebir lo irregular en el ambiente fami-liar, gracias al hecho de que tal medio puede obien prolongarse o bien organizar mejor laexperiencia. Esta «historia hipotética o conje-tural» permite entonces estabilizar los gradosde avance y progreso de la conciencia asícomo prolongar el control de las leyes natura-les. Tal prolongación se activa mediante unprocedimiento que une al pensamiento y allenguaje. Bajo este aspecto, los Principles ylas Considerations se mueven en la mismadirección.

En las Considerations, Adam Smith suponeque el lenguaje se forma con la institución delos sustantivos a través de la asignación denombres particulares forzados a denotar obje-tos particulares. Smith aplica a la formacióndel lenguaje lo que Hume había planteado entérminos más generales a propósito de lasconexiones de las ideas: «Transferimos siem-pre nuestra experiencia, expresa o tácitamente,directa o indirectamente, a los casos de los queno teníamos experiencia» (Hume, 1972: I).Mas con el crecimiento de la experienciaaumentan las posibilidades de enriquecer elcampo de las designaciones. Smith repite a

propósito del lenguaje lo que había escrito enlos Principles a propósito de la observación dela semejanza de los objetos: «Esta aplicacióndel nombre de un individuo a una gran multi-tud de objetos cuyo parecido natural evoca laidea del individuo y del nombre que lo expre-sa, parece haber sido la ocasión original en laformación de aquellas tipologías de variedadesque en las academias son denominados géne-ros y especies» (Smith, 1983: § 2).

La relación entre los Principles y las Consi -derations es muy estrecha, tanto al menoscomo la que existe entre la «historia hipotéticay conjetural» de Adam Smith y la filosofía deDavid Hume. Pero la utilización de conjeturasefectuada por Adam Smith, si bien está moti-vada por aquellas áreas de indagación en lascuales los hechos no son del todo rastreables oaparecen mutados en forma de mitos y fábulas,no se debe tanto al resultado de una sustituciónnecesaria, sino al fruto de una concepcióngeneral de los progresos del conocimiento y dela sociedad que considera el desarrollo de lamente humana sobre todo en su relación con elmedio natural, con los objetos, con las cosas.La imagen de los dos salvajes en las Conside -rations, de los náufragos en una isla desiertaen sus Lectures on Jurisprudence, de los «esta-dios primitivos e incultos de la sociedad» en laRiqueza de las Naciones, tienen en común elhecho de que, en cuanto simplificaciones hipo-téticas, metodológicamente declaradas, refle-jan una idea del desarrollo histórico de la civi-lización y de sus formas en la clave modernade la hegemonía relacional entre el hombre ylas cosas por encima de la relación hombre-sociedad. Se trata de un paradigma con unenorme éxito durante todo el siglo XIX, quetiene su origen en la teoría moderna de la pro-piedad privada, y que determina la elección yel tipo de hipótesis conjeturales utilizadas. Aeste tipo de conjeturas bien se le puede aplicaraquello que había dicho Rousseau: «hablabandel hombre salvaje y describían al hombrecivil».

El modo en que esta situación había influen-ciado los «hechos», los cuales eran efectiva-mente documentables, lo muestra la autorre-flexión de la antropología contemporánea queha insistido en el peso de las construcciones delos observadores en el descubrimiento y la sin-gularización de datos y hechos científicos. Laobservabilidad de los hechos depende del

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modo de organizarlos y de interpretarlos. Enúltima instancia, las conjeturas y los hechosdependen, ya estén mezclados o no, de losparadigmas a partir de los cuales se observa, seorganiza, se interpreta. En la concepción deAdam Smith y de David Hume los mitos y lascreencias religiosas «primitivas» pertenecen alámbito de las explicaciones ingenuas de losfenómenos y eventos que atraviesan el campode la experiencia y de la capacidad de controlintelectual de los hombres «salvajes». Losmitos y creencias religiosas se oponen a lafilosofía que surge progresivamente cuando,como ya había sostenido Aristóteles, el deseode saber va más allá de la necesidad de satis-facer los deseos inmediatos. La filosofía mues-tra el paso a un estadio más alto y refinado dela facultad humana de organizar sus experien-cias y de ampliar progresivamente el terrenode la conciencia. Lo mismo puede aplicarse alinstrumento básico del conocimiento que es ellenguaje.

La consecuencia de lo anterior es la cre-ciente capacidad de asimilar lo insólito y loirregular en un cada vez más amplio y com-plejo sistema de regulación y control cognos-citivo de los fenómenos. El lenguaje, en eltranscurso de su formación y desarrollo,sigue este proceso de asimilación del mundo,el cual se va convirtiendo en un escenariodonde se tiende a percibir a los «otros» comocosas y objetos. La primera cosa que viene ala mente de los dos salvajes que comenzarona hablar fue la de asignar un nombre a losobjetos; el lenguaje surge así como un acuer-do comunicativo destinado a dominar lascosas. No podía imaginarse Adam Smith quequizá la comunicación lingüística estructuraun campo de la experiencia donde son lasrelaciones humanas las que determinan elmodo de relacionarse todas las cosas y dedominarlas. Por tal motivo los dos salvajesestán en realidad aislados, como el «aislado ysingular cazador y pescador» que inicia laeconomía política: en efecto, se comunicansólo gracias a la relación que habían instaura-do con los objetos que intentaban poseer. Yasí, enfrentándose a los mitos de los «salva-jes» y los «primitivos», el pensamientomoderno ha edificado sus propias conjeturassobre el comienzo de la historia humana, dellenguaje, de la economía; conjeturas que tie-nen el sabor de los mitos.

NOTAS

1 En su memoria de la vida y obras de Smith, DugaldStewart refiere esta condición con la palabra «exhibitio-ner», aparecida en la traducción al francés de La Rique -za de las Naciones, por Garnier: «il entra au college deBaliol à Oxford, en qualité de démonstrateur de la fon-dation de Snell». El diccionario elaborado en la épocapor Johnson introduce esta voz para denotar al estudian-te que disfruta un salario para sustentar su educaciónacadémica (Stewart, 1793, nota 4).

2 Citado por Bryce (1983: 7), a partir de los Estudiosde Materia Filosófica de Smith. Por las mismas fechasDavid Hume manifiesta en su correspondenica estamisma carencia lingüística.

3 Su obituario aparecido en Gentleman’s Magazine(agosto de 1790) advierte este aspecto: «Su pronuncia-ción y su estilo eran muy superiores a los que hubieranpodido ser, para aquel tiempo, adquiridos únicamente enEscocia». Citado por Bryce (1983: 7).

4 Smith salvó de la quema una significativa excep-ción: una obra temprana acerca de la Historia de laAstronomía, de inspiración newtoniana y basada en elmétodo de indagación conjetural, mismo que preside laConsiderations.

5 No fue hasta 1961 cuando John Lothian, lector deinglés (después profesor) en la universidad de Aberdeenanunció el descubrimiento en la venta de la biblioteca deuna antigua casona en la misma ciudad, de un manuscri-to en dos volúmenes bajo el título Notes of Dr. Smith’sRhetorick Lectures. Este manuscrito había pertenecidoen un principio a la familia Forbes-Leith de la ciudad deWhitehaugh, probablemente entregado a la familia porun tutor privado, el cual debió ser estudiante de AdamSmith. En realidad, estos manuscritos reflejan apunteselaborados por tres alumnos diferentes. En 1963, Lothianpublicó la edición de estas notas como Lectures on Rhe -toric and Belles Lettres Delivered in the University ofGlasgow by Adam Smith, Reported by a Student in 1762-63. La Lección 3 de este documento constituye una ver-sión abreviada del Ensayo acerca la Formación de lasPrimeras Lenguas.

6 Lógicas que son compartidas en buena medida porlos autores en la época; cabe destacar al respecto a Rous-seau, y con anterioridad Locke y Hobbes, entre otros,como veremos después.

7 Adviértase lo significativo en esta relación: los per-sonajes expresivos de la antonomasia vienen del mundoantiguo, Alejandro en tanto héroe; Cicerón, en tanto ora-dor; se trata de figuras universales o consagradas. A sulado, la figura del filósofo por antonomasia no será yaAristóteles, comm lo fue sin discusión hasta el momen-to, en especial para la escolástica medieval. Newton seconvierte para Smith y el movimiento ilustrado en elnuevo paradigma universal y cumbre de la filosofía.

8 «Si la humanidad, por lo tanto, en la primera for-mación de las lenguas, parece haber evadido, por algúntiempo, la necesidad de los adjetivos, al variar la termi-nación de los nombres de las sustancias, conforme a estavariación en algunas de sus cualidades más importantes,se debieron ver ante una mayor necesidad de evadir,según similares artificios, la aún más difícil invención delas preposiciones» (§ 13).

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9 «En cada idioma hay un verbo conocido comoverbo sustantivo, en latín, sum; en inglés, I am este verbono denota la existencia de un acontecimiento particular,sino de la existencia en general. Es, por lo mismo, el másabstracto y metafísico de todos los verbos; y, en conse-cuencia, no pudo ser una palabra de temprana invención»(§ 34).

10 Este adelanto del inglés, en la lógica smithiana, semuestra en la menor variedad en elementos individuales,tales como los adjetivos (que no llevan género en inglés),a diferencia del francés o italiano (§ 40).

11 «De esta manera el lenguaje se vuelve más simpleen sus rudimentos y principios, en la misma medida enque aumenta la complejidad de su composición, y lomismo ha ocurrido respecto a los motores mecánicos.Todas las máquinas son, en general, en su primera inven-ción extremadamente complejas en sus principios, y confrecuencia hay un principio particular de movimientopara cada movimiento particular que ha de ser realizado.Las mejoras posteriores establecen cómo un único prin-cipio puede aplicarse para producir varios de estos movi-mientos; y así la máquina se vuelve gradualmente mássimple, y produce sus efectos con menos ruedas y menosprincipios de movimiento. En el lenguaje, de la mismamanera, cada caso de cada nombre, y cada tiempo decada verbo, se expresó originalmente por una palabraparticular distinta, que servía para su propósito y no paraotros. Pero la observación logra que un conjunto de pala-bras puedan sustituir el conjunto de un número infinito,y que cuatro o cinco preposiciones y media docena deverbos auxiliares sean capaces de responder y poner fina todas las declinaciones y a todas las conjugaciones enlas lenguas antiguas» (§ 41).

12 «Así, las palabras Dei y Deo, en latín, muestrancon suficiencia, sin añadidos, qué relación objetual sig-nificada se entiende al afirmarla en los objetos expresa-dos por otras palabras en la frase. Pero para expresar lamisma relación en inglés y en otras lenguas modernasdebemos hacer uso de al menos dos palabras, y decir, deDios, a Dios. Por consiguiente, respecto a las declina-ciones descritas, las lenguas modernas son mucho másprolijas que las antiguas» (§ 43).

13 Así lo demuestra por ejemplo esta definición aris-totélica: «Las cosas que son, que se verifican en la voz,son símbolos de los afectos del alma, y los escritos sonsímbolos de las cosas que están en la voz; y como los sig-nos gráficos no son los mismos para todos, tampoco lasformas fónicas son las mismas; ellos son signos de éstas,los afectos del alma son los mismos para todos y lascosas, de las que estos afectos son imágenes, son tam-bién las mismas para todos» (De interpretatione, 16a).

14 En este orden de cosas, Smith, al igual que otrosilustrados, parece proponer una concepción del signoque supera tal asimetría, transfiriendo la arbitrariedad atoda la estructura simbólica, o mejor a la forma del siste-ma en cuyo interior se inserta el signo. Este tratamientodel signo le permite salir de las arenas de un convencio-nalismo sin fundamento como el de los sofistas: los sím-bolos son diferentes en cada lengua, pero no por esto soninmotivados, y al mismo tiempo otorgan al lenguaje unvalor general, con independencia de las variaciones loca-les y contextuales en que aparece.

15 Señalamos esta continuidad no para plantear unageneralización que de por sí sería inútil, cuando no equi-

vocada, sino para subrayar cómo el tránsito del signo lin-güístico al discurso es un sendero siempre recorrido conextremo interés por los participantes en esta controversia.Una dimensión del querer expresarse y de la relación ointercambio comunicativo y por tanto social, tiene siem-pre lugar en el uso de un signo, aún en las formas de unapráctica directa. En palabras de San Agustín: «Para queuna cosa funcione como signo es necesario que el intér-prete sepa que ella es un signo» (De Trinitate, X, 1.2).

16 Como explica Michel Foucault, a quien en estoseguimos, «[En el siglo XVI] buscar el sentido es sacara la luz lo que se asemeja. Buscar la ley de los signos esdescubrir las cosas semejantes. La Gramática de los sereses su exégesis. Y el lenguaje que hablan no dice nadamás que la sintaxis que los liga. La naturaleza de lascosas, su coexistencia, el encadenamiento que las une ypor el cual se comunican, no es diferente a su semejan-za. Y ésta sólo aparece en la red de los signos que de uncabo a otro recorre todo el mundo. [...] Entre las marcasy las palabras no existe la diferencia de la observación yla autoridad aceptada, o de lo verificable y la tradición.Por doquier existe un mismo juego, el del signo y losimilar, y por ello la naturaleza y el verbo pueden entre-cruzarse infinitamente, formando, para quien sabe leer,un gran texto único» (Foucault, 1971: 38-42).

17 Cabe señalar la importancia que tiene para Smith lasimpatía, especialmente en sus Lecciones de Retórica,así como, aunque con una denotación algo distinta, en laTeoría de los Sentimientos Morales.

18 «Es característico que el primer ejemplo de signoque da la Logique de Port Royal no sea la palabra, ni elgrito, ni el símbolo, sino la representación espacial y grá-fica –el dibujo: mapa o cuadro–. En efecto, el cuadro notiene otro contenido que lo que representa y, sin embar-go, este contenido sólo aparece representado por unarepresentación» (Foucault, 1971: 70-71).

19 Noam Chomsky (1972) destaca el que los autores dedicha gramática consideraron el juicio, expresado lingüís-ticamente en la proposición, como la unidad básica com-puesta de sujeto y atributo, con lo que apunta a una claraconciencia de la estructura profunda subyacente en algu-nas proposiciones, lo cual anticipa la búsqueda de laestructura profunda como base de la gramática generativa.

20 «[...] fue necesario que el hombre descubrieraalgún signo visible externo, mediante el cual las ideasinvisibles de que están construidos sus pensamientospudieran darse a conocer a los demás. En tal modo pode-mos concebir cómo las palabras, que por su naturalezaeran tan adaptadas a ese fin, vinieron a ser empleadas porlos hombres como signos de sus ideas; y no debido aalgún vínculo natural que hay entre particulares sonidosarticulados a ciertas ideas, porque en tal caso no habríaentre los hombres más que un solo lenguaje, sino por unaimposición voluntaria, mediante la cual una palabra dadaes tomada arbitrariamente como contraseña de tal idea»(Locke, 1980: III.II., 1).

21 «Se pervierte el uso de las palabras y se provocainevitable oscuridad y confusión en sus significados cadavez que pretendemos que representen alguna cosa que noson las ideas que nosotros mismos tenemos en la mente»(Locke, 1980: III.II., 5).

22 Rousseau, al privilegiar la voz frente a la escritura,y gracias a su concepción del signo lingüístico, consigueoponer en el signo el significante y el concepto. Al cabo

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de esta cadena podríamos encontrar posiblemente a Fer-dinand de Saussure, padre de la lingüística moderna.

23 De este modo, la escritura aparece igualmentecomo un apéndice accesorio que sirve para extraer infor-mación suplementaria sobre el estado de las lenguas. Dehecho, todo el capítulo V, «De la escritura», está abiertoy regido por ese proyecto declarado. Vid. al respecto Jac-ques Derrida (1971), quien propone como fecha proba-ble de redacción de este opúsculo de Rousseau la de1754.

24 Esta consideración le acarreó a Rousseau una fuer-te crítica que le acusaba precisamente de aquello quedeseaba superar. Beauzée, autor de una Gramática Gene -ral, y de los artículos de la Enciclopedia relacionadoscon la lingüística, sugiere en la entrada de Lengua (1784)e incluida en Rousseau (1980), que la hipótesis de Rous-seau (y que podríamos ampliar a Smith) sobre el origeny desarrollo de las lenguas es la menos sostenible debidoa su carácter metafísico y abstracto. Ante todo porquepermite la suposición del hombre salvaje dotado de len-guaje, pero sobre todo porque toda lengua supone unasociedad preexistente, la cual, como sociedad, habrátenido previamente necesidad de esa comunicación queestos dos autores plantean como grado cero de la lengua.Con ello quiere apuntarse que el establecimiento de laprimera sociedad y la institucionalización del lenguaje sesuponen mutuamente, de modo que no hay pues ningunalengua natural que pertenezca a un supuesto salvaje, sinosiempre a una sociedad.

25 Se trata de ámbitos en los que se produce unaactuación constante y coherente por parte de AdamSmith.

26 De entre estos escritores cita a D’Alembert y aMontesquieu, haciendo caso omiso al Rousseau delEnsayo sobre el origen de las lenguas, el cual había sidopresentado por Adam Smith en su Letter to EdinburgReview de 1755.

27 En parte se debe al complejo debate que a partir de1500 se desarrolla en Europa ante un hecho clamoroso–el descubrimiento de América, el cual con grandes difi-cultades podia insertarse en la narración bíblica– lo cualfavoreció las hipótesis radicales que, en clave metodoló-gica, preferían introducir los hechos en las hipótesisantes que reinterpretarlos.

28 De ello se había hecho eco Adam Smith en suLetter to Edinburg Review (1755).

29 En esto último, máxime si nos referimos a la ten-dencia de la antropología contemporánea a proponer lapertinencia de la «otreidad» de los universos conceptua-les e ideológicos respecto al observador occidental, bastacon repasar la intención profundamente antietnocéntricaque se desprende de sus palabras: «Cuando se quiereestudiar a los hombres, hay que mirar al lado de unomismo; pero para estudiar al hombre hay que aprender amirar a lo lejos; en primer lugar, hay que observar lasdiferencias para descubrir las propiedades» (Rousseau,1980: VIII).

30 Escribe Stewart: «Cuando en un período de la so-ciedad como aquel en que vivimos, comparamos nues-tras adquisiciones intelectuales, nuestras opiniones, cos-tumbres e instituciones, con aquellas que prevalecenentre las tribus inferiores, no puede sino plantearse unacuestión interesante: ¿cuáles son los pasos graduales conlos que se realiza la transición desde los primeros y sim-

ples esfuerzos de una naturaleza inculta hasta un estadode cosas que es sorprendentemente artificial y comple-jo?» (Stewart, 1980: 292).

31 Como Dugald Stewart lo expresa: «examinar lahistoria de la humanidad, como si examináramos losfenomenos naturales [...], no podríamos recorrer el pro-ceso inverso ya que si un evento ha sido producido, esigualmente importante el grado en que se demuestracómo podría haber sido producido por causas naturales»(Stewart, 1980: 293).

32 Un elemento importante, tanto para la Historianatural de la religión, como para las Considerations deAdam Smith es esta afirmación contenida en el Tratado:«En general, la maravilla acompaña todo lo que es extra-ordinario; y la maravilla pronto se transforma en un granaprecio o desprecio la segunda vez que lo aprobamos olo desaprobamos».

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Página oficial de Adam Smith: http://www.adamsmith.org.uk/

Página en castellano: h t t p : / / w w w. g e o c i t i e s . c o m / Wa l l-Street/Floor/9680/smith.htm.

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