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r fivo o criterio para preferir o para m01* nrevalecer uno de ellos sobre los b*®? y así, se ha perdido, en la Ê. ° Russell, uno de los aspectos fundá- bales de la Ê. inglesa tradicional, o ° ótales de la E. inglesa tradicional, o ° l a exigencia de un cálculo de tipo ben thamiano, es decir, de una discipli- na de la selección entre los deseos o entre las alter- ^ra decirlo mejor,C i« ^ mm* Pttivas posibles de conducta. Precisa- mente también a este punto de vista mutilado se ha aferrado la concep-1 cióo de la Ê. predominante en el po- sitivismo lógico, según la cual los jui- cios éticos no hacen más que expresar “los sentimientos del que habla y es, por lo tanto, imposible hallar un crite- rio para determinar su validez” (Ayer, language, Truth and Logic, p. 108; cf. Stevenson, Ethics and Language, p. 20). Obviamente esto no es más que el mismo punto de vista de Russell, se- gún el cual la É. consiste en deseos y no en afirmaciones verdaderas o fal- sas; es éste un punto de vista que señala la renuncia a la comprensión de los fenómenos morales más bien que un paso hacia esta comprensión. Más fecundo parece el punto de vista de Dewey, cuya É. se relaciona con la noción de valor. Dewey comparte en buena medida, con la filosofía del valor (véase), la creencia de que los valores no sólo son objetivos sino tam- bién simples y, por lo tanto, indefini- bles, pero no comparte con ella la creen- cia de que sean absolutos o necesarios. f-°s valores son, según Dewey cualidades inmediatas sobre las cuales, por ende, no hay nada que decir y que sólo me- lante un procedimiento crítico y rc- Pueden ser preferidos o pospues- £ J 'Theory.°f Valuation, 1939, p. 13). VivL-°-n y precarios, negativos feSm IV0S y tambtén infinitamente di- la im S cn sus cualidades. De aquí una ¡E S?110*®de filosofía que, como primer i Ca de las críticas”, tiene en lar loe *a. f*.nalidad de interprc- 'nstrum^ contecinÑentos para hacerlos medios dc la estima- ci dc reni 01 ieS y> cn se8undo lugar, V s mismo/ Æ Slgn.ificado los va- Pp. 394 óJ (Experience and Nature, y k naturatigli?*': 1x1 exPer*encta Pp. 324 L ? X1, México. 1948, F. C. E., *Stá cond ;«PSt5 larca dc la filosofía Clonada por la renuncia a la creen . ’a en realidad necesaria y en eí 1er absoluto. "Acaso parezca un sacriti..io abaldonar la pesquisa dc la realidad j . valor absolutos e inmu- tables, pero esta renuncia representa la condición para que podamos entre- gamos. a una vocación de mayor vita- lidad. La busca de los valores a ase- gurar y de los que participarían todos, porque se apoyaría en los cimientos de la vida sociaí, es una pesquisa en la cual la filosofía no encontraría rivales, sino colaboradores, en los hombres de buena voluntad” (The Quest for Cer- tainty, p. 295; trad, esp.: La busca de la certeza, México, 1952, F. C. E., pági- nas 271-72). Estas consideraciones de Dewey circunscriben, por cierto, el te- rreno en el que debe moverse la inves- tigación ética contemporánea, pero no ofrecen, sin embargo, instrumentos efi- caces para esta busca. En la É. con- temporánea falta aún una teoría gene- ral de la moral que corresponda a la teoría general del derecho (véase), o sea una teoría que considere la moral como una técnica de la conducta y se aplique a considerar las caracterís- ticas de esta técnica y las modalidades por medio de las cuales se realiza en grupos sociales diferentes. Obviamente, una teoría general dc la moral no par- tiría de una tarea preventiva en rela- ción con una tabla de valores determi- nada: su tarea sería simplemente la de considerar la constitución de las tablas de los valores que se ofrecen al estudio histórico y sociológico de la vida moral y de descubrir, en caso de ser posible, las condiciones formales o generales de tal constitución. Pero podría (y debería) utilizar ampliamen- te la É. del siglo xvm y, en general, la É. de la motivación y presentarse como la continuación de tal concepción. A propósito de las relaciones entre moral y derecho, se reafirma aquí lo que se dice con referencia al derecho, es decir, que tales relaciones pueden ser configuradas de diferentes mane- ras, pero nunca especificadas como re- laciones de heterogeneidad o indepen- dencia recíproca. La É., como técnica de la conducta, parece a primera vista más extensa que el derecho como téc- nica de la coexistencia. Pero si se reflexiona que toda especie o forma dc la conducta es una form a o espe-

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  • r fivo o criterio para preferir o para m01* nrevalecer uno de ellos sobre los b*? y as, se ha perdido, en la . Russell, uno de los aspectos fundb a l e s de la . inglesa tradicional, o tales de la E. inglesa tradicional, o l a exigencia de un clculo de tipobenthamiano, es decir, de una discipli-na de la seleccin entre los deseos oentre las alter-^ra decirlo mejor,C i ^ mm*Pttivas posibles de conducta. Precisamente tambin a este punto de vista

    mutilado se ha aferrado la concep-1 cio de la . predominante en el positivismo lgico, segn la cual los ju icios ticos no hacen ms que expresar los sentimientos del que habla y es, por lo tanto, imposible hallar un criterio para determinar su validez (Ayer, language, Truth and Logic, p. 108; cf. Stevenson, Ethics and Language, p. 20). Obviamente esto no es ms que el mismo punto de vista de Russell, segn el cual la . consiste en deseos y no en afirmaciones verdaderas o falsas; es ste un punto de vista que seala la renuncia a la comprensin de los fenmenos morales ms bien que un paso hacia esta comprensin. Ms fecundo parece el punto de vista de Dewey, cuya . se relaciona con la nocin de valor. Dewey comparte en buena medida, con la filosofa del valor (vase), la creencia de que los valores no slo son objetivos sino tambin simples y, por lo tanto, indefinibles, pero no comparte con ella la creencia de que sean absolutos o necesarios. f-s valores son, segn Dewey cualidades inmediatas sobre las cuales, por ende, no hay nada que decir y que slo melante un procedimiento crtico y rc-

    Pueden ser preferidos o pospues- J 'Theory. f Valuation, 1939, p. 13). V ivL--n y precarios, negativosfeSm IV0S y tambtn infinitamente di- la im S cn sus cualidades. De aqu una ES?110* de filosofa que, como primer i Ca de las crticas, tiene en lar loe *a. f*.nalidad de interprc- 'nstrum contecinentos para hacerlos

    medios dc la estimaci dc r e n i 01ieS y> cn se8undo lugar, V s mismo/ Slgn.ificado los va- Pp. 394 J (Experience and Nature,y k n a tu r a t ig l i ? * ': 1x1 exPer*encta Pp. 324 L ? X1, Mxico. 1948, F. C. E.,*St cond ; P St5 larca dc la filosofaClonada por la renuncia a

    la creen .a en realidad necesaria y en e 1er absoluto. "Acaso parezca un sacriti..io abaldonar la pesquisa dc la realidad j . valor absolutos e inmutables, pero esta renuncia representa la condicin para que podamos entregamos. a una vocacin de mayor vitalidad. La busca de los valores a asegurar y de los que participaran todos, porque se apoyara en los cimientos de la vida socia, es una pesquisa en la cual la filosofa no encontrara rivales, sino colaboradores, en los hombres de buena voluntad (The Quest for Certainty, p. 295; trad, esp.: La busca de la certeza, Mxico, 1952, F. C. E., pginas 271-72). Estas consideraciones de Dewey circunscriben, por cierto, el terreno en el que debe moverse la investigacin tica contempornea, pero no ofrecen, sin embargo, instrumentos eficaces para esta busca. En la . contempornea falta an una teora general de la moral que corresponda a la teora general del derecho (vase), o sea una teora que considere la moral como una tcnica de la conducta y se aplique a considerar las caractersticas de esta tcnica y las modalidades por medio de las cuales se realiza en grupos sociales diferentes. Obviamente, una teora general dc la moral no partira de una tarea preventiva en relacin con una tabla de valores determinada: su tarea sera simplemente la de considerar la constitucin de las tablas de los valores que se ofrecen al estudio histrico y sociolgico de la vida moral y de descubrir, en caso de ser posible, las condiciones formales o generales de tal constitucin. Pero podra (y debera) utilizar ampliamente la . del siglo xvm y, en general, la . de la motivacin y presentarse como la continuacin de tal concepcin.

    A propsito de las relaciones entre moral y derecho, se reafirma aqu lo que se dice con referencia al derecho, es decir, que tales relaciones pueden ser configuradas de diferentes maneras, pero nunca especificadas como relaciones de heterogeneidad o independencia recproca. La ., como tcnica de la conducta, parece a primera vista ms extensa que el derecho como tcnica de la coexistencia. Pero si se reflexiona que toda especie o forma dc la conducta es una form a o espe-