25918761 La Venganza: Uncuento de Las Arribes de 1860

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    Matilde Cherner y Hernndez y los cuentos de Las Arribes

    ARRIBES DE SALAMANCAAnastasia Snchez Martn febrero-2010

    Existen parajes, en nuestra Castilla y Len asociados para siempre almisterio de viejas historias y leyendas,...parajes naturales que parecenhechizarnos y que nos retrotraen hasta la Edad Media. Esta vieja y singulartierra de Las Arribes ha tenido mucha facilidad para crear historias fantsticas,supersticiones ancestrales, y en definitiva contar cuentos.

    Pgina 235 Fotografa Xdel libro Fotografas sociales, Vol. IIdeRobustiana Armio de Cuesta, publicado el ao1862.

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    Salto de Aldeadvila (19639 levantado junto al vergel mediterrneo quedescribe el cuento: el paraje antiguo deLa Verde.

    Esta facilidad para contar cuentos, historias reales que han idotransformndose en cuentos, o simplemente historias fabuladas basadas encierta medida en hechos reales, es la que ha engendrado en esta tierra notablesCuentacuentosde la literatura espaola o hispanoamericana. El ms clebre hasido sin duda Hernndez Cat, pero no el nico.

    Ya dos siglos antes, el padre fray Alonso Sendino se hace eco de laclebre tragedia transformada en copla El Toru de Aldeadvila de unatradicin todava ms antigua.

    Toreu, tira la capa,

    Toreu, tira el capoti,

    Toreu tira la capa,

    Mira que el toru te cogi

    Toreu sal de la plaza

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    Pero tambin antes de Hernndez Catsurge la figura de Matilde Chernery Hernndez, natural al igual que los otros dos autores en la misma villa deAldea-Dvila, que por aquellos aos sobrepasaba de largo los 1600 habitantes,gracias a su prspera Aduana terrestre y a la comercializacin de sus frutosmediterrneos.

    Matilde Cherner y Hernndeznace en Aldea de Dvilaen 1.833. Hija de JuanCherner y Luna natural de San Fernando (Cdiz), y de D Antonia Hernndez-tambin natural de Aldea de Dvila-. Se ignora casi todo lo referente a su infanciay educacin, aunque la autora Carmen Simnnos aporta algunos datos, entre ellossu apellido, de origen alemn por su abuelo paterno Don MiguelCherner.

    Matilde era prima hermana de Juan Cuesta Cherner1, mdico facultativo,fundador y director de la prestigiosa revista cientfica: La correspondenciamdica. Juan Cherner casa con la gijonesa Robustiana Armio de Cuesta en1.848, quien es directora de varias revistas, entre ellas La familia que se publicaen Madrid, y quien apoyara grandemente a la salmantina Matilde. FalleceRobustiana en 1.890. En 1861, a pesar de un incendio en su casa de Madrid, lograpublicar su libro de cuentos Fotografas sociales en el que una joven MatildeCherner, con 27 aos le aporta valiosos retratos sociales de Las Arribes, y unapequea historia que es la que vamos a reproducir indita en este trabajo.

    De la mano de sus primos, Matilde Cherner logra ver publicados artculossuyos en diversas revistas madrileas del momento.

    El extracto principal sobre sus obras lo encontramos de la mano de Mara delCarmen Simn Palmer2:

    Mantuvo una polmica al sostener que El haz de leade Nez de ArceyDon Rodrigo de la Sernaeran coincidentes con sus dramas La Cruzy DonCarlos de Austriaque haban estado en poder de las empresas que los habanrechazado.

    Saba latn y francs. Fue amiga de Manuel Fernndez y Gonzlez, Jos

    Marco, Nicols Daz y Prez, Luis Vidart y Enrique Rodrguez Sols. Fuerepublicana federal convencida. Colabor en la revista El tiempo, con lasnovelas: Ocaso y Aurora 1.878, Novelas que parecen dramas y Las tresleyes (1.875-1.878). Tambin es destacable su obra:La Ilustracin de lamujer y Las Mujeres pintadas por s mismas.

    A su espritu muy insatisfecho con la situacin poltica que viva Espaa enaquellos aos se une, al parecer, un profundo desamor. Estas circunstancias lellevaron al suicidio el da 15 de julio de 1.880, a la edad joven de 47 aos, lo que

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    Villar y Macas, Manuel: Historia de Salamanca, p. 149.2 Simn Palmer, Mara del Carmen: Escritoras espaolas del siglo XIX. Manual bio-grfico, p.226.

    Editorial Castalia, 1.991. Madrid.

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    nos privara de la continuacin de una obra literaria tan sugerente y novedosa parala poca.

    Simn Palmernos da las referencias de edicin de sus dos obras principales:

    o Ocaso y Aurora. Novela histrica. Madrid, Sociedad de Tipgrafos,1.878. 215 pgs., 17cm. Trata de la sucesin de Carlos II. Madrid: Nacional. V/C2.526-19 (ejemplar dedicado por la autora a Hartzenbusch)

    o Mara Magdalena (estudio social). Madrid, Imprenta y Fundacin dela Vida e Hijos de J.A. Garca (s.a., 1.880), 217 pgs., 17 cm. Explica en el prlogosu tardanza en escribirla ante lo trascendental y resbaladizo del tema. Piensa quede haberla publicado en Francia, dara la vuelta al mundo. Son las memorias ntimasde una prostituta.

    Otras obras significativas de Matilde fueron: Contra la escrituramaniataday La Celestina.Gran parte de sus obras aparecen bajo el seudnimode Rafael Luna, tomando el segundo apellido de su padre.

    En La Celestinapresenta algunos rasgos comunes con su antepasada clsica,a quien debe su nombre, segn se menciona en el texto, al indicar que el apodo lefue impuesto por los estudiantes de Salamanca que la bautizaron as en recuerdode la otra a la que se asemejaba en malicia y perversidad, y a la que imita en suoficio principal de alcahueta y ama de prostbulo. Los aos jvenes pasados en

    Salamanca capital influyen en sus obras, comentando a menudo historias antiguasde Salamanca.

    En la poca que transcurre la accin de esta historia, las villas de LaFregeneda y Aldea Dvila de la Rivera contaban con 984 y 1632 almasrespectivamente, teniendo mucha importancia el comercio de ganado y cereales conPortugal a travs de sus respectivas aduanas terrestres de 2 clase, as como susferias, lugar de encuentro de muchas gentes de estas comarcas.

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    Fotografa X: Venganza

    I

    Escucha sueos de rosa

    Mecieron mi abril de paz,

    Como nia caprichosa,

    Ligera cual mariposa

    Hend los aires fugaz.

    Y mis alas pintadas

    De flgido color,

    Perdieron en las zarzas

    Su mstico primor;

    Y mi noble corona

    De tibio rosicler,

    Quemronla las auras

    De amoroso vergel. (R.A.)3

    No lejos de Aldea-Dvila y antes de internarse en el vecino reino dePortugal, cruza el caudaloso Duero plcidas y feraces campias donde la

    naturaleza parece haber reunido todo lo ms grande; todo lo ms potico de suscaprichosas galas.

    All encontrais perfumados bosquecillos de naranjos y limoneros, de acaciasy de almendros que alfombran el suelo con sus nevadas flores; la higuera de lasIndias que se estiende lujuriosa por las tapias de los cercados, las rosadasadelfas, emblema de la belleza y del orgullo, y todos estos rboles y todos estosarbustos confundidos en magnfico desrden entre espesas matas de romeros ytomillares, de amarillas retamas y grosellas silvestres, que brillan los rayos delsol como transparentes y encendidos rubes.

    3R.A:: acrnimo de Robustiana Armio.

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    Y all entre un espeso muro de verdura, formado por laberintos deazulados lirios y blancas azucenas que sujetan en sus amorosas redes lascaprichosas algas, el Duero, el caudaloso Duero, que ruje embravecido en suprofundo cauce guarnecido por ambos lados de elevadas montaas coronadas depinos y olivos, y orgulloso de verse constantemente acariciado en su camino por lamas rica y exuberante vegetacion.4

    All encontrais ese tipo meridional, ardiente, voluptuoso, que engendrapasiones enrgicas indomables, la mujer morena de negros ojos y encendidoslabios, la mujer de corazon apasionado y varonil que no concibe poder algunocapaz de contrarestar su poderosa inflexible voluntad.

    En la falda de una de las montaas que guarnecen la ribera y que formanpor aquella parte la frontera lusitana, estindese alegremente al sol del medioda, un gracioso pueblecito de ochenta noventa casas lo mas, y cuyascenicientas paredes se destacan apenas entre los elevados pinos y frondososviedos que bajan escalonados desde la cima de la sierra hasta las romnticasmrgenes del Duero.

    Hija nica del mas rico labrador, dotada de una de esas hermosurassoberanas que rinden y avasallan su paso todas las voluntades, rosa era sinduda alguna, la mas bella, la ms rica, y sobre todo la mas desptica de todas lasdoncellas de la aldea.

    Al perder su madre que era una santa mujer, dulce y cariosa como unapaloma, pero asctica y severa como un monje, Rosa se encontr los doce aosen completa libertad para seguir los instintos de su corazon ardiente y orgulloso,que la impelia por una senda peligrosa y desonocida.

    4 Esta descripcin que realiza Matilde Cherner se refiere alparaje de Santa Marina de La Verde, del que

    gustaba de visitar en su infancia y aos primeros de juventud.

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    Labores tradicionales en Pinilla de Fermoselle

    Su padre anciano ya, y entregado ciegamente al vicio de los naipes, plagamortfera que devora sin escepcion todas las aldeas, pasbase los dias enterosen el estanco, verdadero garito donde ttulo de la brisca y el truquiflor, seconcluia siempre por el monte, atravesando en tan azaroso juego cantidadesenormes, si se considera lo repartida que se encuentra la propiedad en aquelhermoso pais.

    Rosa, duea absoluta de su albedro y que por otra parte no habia tenidojamas apego alguno los quehaceres domsticos, pasbase los dias de fiesta enfiesta, y de romera en romera, acompaada constantemente por otras dosamigas que tan holgazanas como pobres, la seguian todas partes como dossatlites.

    Coqueta por naturaleza y bastante rica para vivir sin trabajar, Rosa,cediendo su natural inclinacion de burlarse de todos sus adoradores, ponia enjuego los mas hbiles resortes para seducir los que deslumbraba con su belleza,y despues de llevarlos pblicamente uncidos al carro de sus caprichos, los heriasin piedad lanzndolos con frecuencia al insondable abismo de la desesperacion.

    Las doncellas de la aldea la envidiaban, las madres que se enorgullecian dever su lado mancebos de veinte aos, la profesaban un odio mortal, y lascomadresque en la aldea como en la ciudad se ocupan solo de comentar vidasagenas, se reunian hilar al sol, refiriendo acerca de Rosa mil ancdotas cualmas significativas, y cantando maliciosamente al verla pasar:

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    Que bien dijo aquel que dijo

    Que la mujer que es hermosa

    Lleva desgracia consigo.

    Pero Rosa habia ya cumplido diez y ocho aos, y pesar de que en lasfamilias bien acomodadas las muchachas casi nunca cumplian los diez y seisabriles, nuestra herona no habia elegido esposo todava por la sencilla razon deque siendo rica, jven y hermosa se creia con derecho unir su mano con la de unmedio seor que la llevase pasar el invierno La Fregeneda, villa la mas notabley bulliciosa entre las villas fronterizas.

    Pero en la poca que nos referimos, la clebre zarzuela de Jugar confuego5no haba llegado todava las fronteras de Portugal, y Rosa que habiaacudido siempre ansiosa de conquistas la feria de la Fregeneda, se enamor sinadivinarlo siquiera, de un gallardo mozo propietario de numerosas tierras de pan-llevar, y codiciado hasta por algunas familias bien acomodadas de la villa.

    Rosa, que no saba lo que era contrariar un capricho, y que esperimentabapor aquel hombre un verdadero frenes, corri desalada en pos de su deseo,presentndose acompaada de su nuevo galan en todos los bailes de la aldea y

    acudiendo todos los das de mercado la Fregeneda donde la aguardaba su alparecer enamorado y lujoso pretendiente.

    El padre de Rosa, que deseaba quedarse solo para contraer segundasnupcias con la viuda del cirujano su compaero inseparable de juego y de taberna,aprobaba con toda su alma las relaciones amorosas de su hija, ofrecindose darla en dote, mas de la cuantiosa legtima de su madre, cuatro mil reales enonzas de oro peluconas.

    Pero sucedi entonces lo que acontece entones en semejantes casos, y

    Liborio, que as se llamaba el galan, sondeando hbilmente en el corazon de laenamorada doncella, descubri en l la coqueta frvola insensible que segozaba en destrozar los corazones de los demas, y solo pens ya en representarlo mejor que le fuese posible la farsa del Burlador burlado.

    Queriendo dar la envanecida Rosa una terrible leccion la minti un amortan noble y verdadero, que los pocos dias ya no se hablaba en el pueblo mas quede la boda, lamentndose las comadres de que se les marchaba la novia al pueblode su marido situado mas de diez horas de distancia6, y ofreciendo las madres

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    Zarzuela compuesta por Barbieri en 1851. Lamentablemente no nos da una fecha exacta de la historia; esnicamente un recurso literario de la autora.6

    Por la referencia de distancia que se da, la aldea natal de Rosa podra ser Cerezal de Peahorcada.

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    limosnas San Antonioy las nimas benditasporque se les desaparecia delpueblo la tentacion.

    De repente Liborio se pas tres dias sin dar cuenta de s, y Rosa, que como

    hemos dicho antes, no conocia freno sus inclinaciones, mont la mejor yegua delestablo, dirigindose resueltamente la Fregeneda, y tomando desde all elcamino para ella desconocido del pueblo de su amante sin cuidarse para nada delescndalo que su desaparicion debia forzosamente producir en la aldea.

    Carros tradicionales en los encierros de Aldeadvila

    Apenas ech pie tierra en el lugar, Rosa oy con espanto de bocade laposadera, que Liborio se hallaba forasteroen Aldea-Dvila donde habia ido buscar una gallarda jven con la que se habia desposado la vspera, y que eraconocida en todos aquellos contornos con el potico nombre de Mara la Blanca.

    Hundida, quebrantada, deshonrada sus propios ojos y los de cuantos la

    conocian, la desventurada jven, caso sofocada por la clera, tomprecipitadamente la vuelta de su aldea, maldiciendo el momento en que guiadapor su insensata vanidad habia ido lucir su hermosura en los mercados de laFregeneda.

    En vano procuraba la infeliz ocultar su deshonra los que la rodeaban; susaccesos de furor le hicieron traicion, y al dia siguiente la cirujana, rodeada de uncorro de comadres, vomitaba una nube de maldiciones contra el burlador quehabia dejado plantada la muchacha mas rica del lugar, entorpeciendo con suvillana la boda con que aunque mayor de edad y peinando canas, habia ya contado

    como cosa hecha.

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    -Porque es el caso-aadia furiosa la cirujana-, que eltio Jeromono quiereoir hablar de iglesia hasta que la muchacha salga de casa, y con la lotera que leha caido la pobre chica por mucho que le relucen las espaldas, me parece mque tendremos moza para mucho tiempo.

    Y las comadres, no por un sentimiento de verdadera compasion, sino poragravar el caso, repetian con tono plaidero:

    - Pobre Rosa! pobre Rosa de mayo!

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    II

    La Perlita se cas,

    Se fue vivir a la playa,

    Cogironla los armeros,

    Dironla para una saya.

    Perlita, qu ser de ti?

    Perlita, qu ser de ti?,

    Piensas que nadie lo sabe,

    Y todo se sabe aqu (Cancin popular)

    Rosa permaneci por algunos dias encerrada en su cuarto, jurando ypersiguiendo como un presidiario, y desoyendo los consejos de la cirujana, quecon el pretesto de consolarla, entraba en la casa por la maana, y no salia hastamuy cerrada la noche.

    De repente Rosa ces de llorar, trenz de nuevo sus negros y abundantescabellos, y se presento en la iglesia acompaada de la cirujana, que no cesaba derepetirla seis veces por hra:

    - Gracias Dios ,hija mia, que te has cansado ya de lloriquear y hacerpucheritos como una tonta. No se acaba el mundo con ese tunante, que malfin tenga, y estos ojos ,lo veannada, nada rey muerto, rey puesto, y vivir!

    En medio de su dolor y de su vergenza, que la hacian huir de sus antiguas

    amigas, Rosa encontraba cierto consuelo en la compaa de aquella mujercharlatana insustancial, pero que al menos miraba con indulgencia susgravsimas faltas, y la compadecia y acariciaba como una verdadera madre.

    Es verdad que la cirujana obraba solo impulsada por el interes de ganarse lavoluntad de la muchacha: pero Rosa, que se veia cuidada qu quieres boca, quevea la casa arreglada y limpia como una tacita de plata y los mozos de la labormejor atendidos que nunca, pensaba acerca de aquella pobre mujer como la granCatalina de Mdicis acerca del duque de Guisa, quien todo el mundo acusaba deobrar tan solo impulsado por sus ambiciosas miras.

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    - Si nos sirve como ninguno, qu nos importa que la vez se sirva tambin s mismo?

    Rosa asistia la misa los domingos, recorria las eras, los olivares y los

    viedos; pero ni acudia al baile como las demas mozas del lugar, ni se la veiajamas con ninguna de sus antiguas amigas, de las que parecia haberse olvidadopor completo.

    Su rostro hermoso y apacible estaba con frecuencia iluminado por una vaga y melanclica sonrisa, que prestaba nuevo encanto sus labios delgados yencendidos como claveles; pero el profundo rayo de su pupila, se habiareconcentrado en el fondo de las rbitas de una manera misteriosa, como siajena todos los sucesos del mundo esterior dirigiese las miradas al fondo de sujoven y destrozado corazon.

    Animado por la intimidad que reinaba entre las dos nuevas amigas, el padrede Rosa ( la que comunmente llamaban en el pueblo Rosalba) se atrevi demostrar su hija todas las ventajas que le traeria el que la cirujana entrasepor completo en la casa, y lo mucho que debia prometerse de una mujer que,como decian en el lugar, vea el sol por las espaldas de la chica, y que solo porella habia dejado la tertuliadel estanco, con su brisca y su truquiflor, y suscopillas de anisete.

    Con gran asombro del labrador, Rosalba, que siempre se habia opuesto con

    toda su energa que mujer alguna ocupase el puesto de su santa y virtuosamadre, accedi de buenas primeras la propuesta, y los pocos dias la cirujanacubierta de moos y colorinesentraba en plena posesion de la casa de su nuevomarido, siendo lo mas notable que la muchacha, que habia sido toda la vidavoluntariosa indomable, era para con su madrastra mas humilde y suave que unamalva.

    Pero quin puede penetrar los misterios que encierra en sus profundossenos el corazon de la mujer?

    Rosalba, la hermosa Rosalba, la que pareca ya curada de su dolorosaherida, estaba cada vez mas frentica, mas delirante, mas celosa, entregndosecon frecuencia en sus noches de insomnio los accesos de la mas funestadesesperacion.

    Desde aquel negro dia en que otra mujer se habia unido para siempre al quetan villanamente la habia deshonrado, no hubo ya para Rosalba ni sombra, pena nialegra: no hubo ya mas que un pensamiento unico, el de la realizacion de suvenganza7.

    7Nota de autora: La Madrilana, FOTOGRAFIA XXIII (1 serie)

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    Esclava de aquel pensamiento que la dominaba de una manera horrible,resuelta sacrificar por l todos los intereses materiales, que miraba ya con lamas glacial indiferencia, Rosalba, que pasaba la vida en acecho, logr averiguar alcabo de algunos meses que su prfido amante, labrador y contrabandista lavez, hacia frecuentes escursiones Portugal, dejando su joven esposa en elhogar en compaa de su madre, mujer laboriosa y caritativa que profesaba sunuera el mas tierno y desinteresado cario.

    Picn de Felipe en Aldeadvila: lugar de paso de contrabandistas

    Aunque la nueva de aquella vida nmada desconcertaba por completo susbien combinados planes, Rosalba, dotada de esa fortaleza que hace de la mujerun hroe, aguard resignada mes tras mes y ao tras ao la ocasin de llevar

    cabo aquella venganza, cuya idea era la que animaba su miserable y desesperadaexistencia.

    A los dos aos, y como si el destino quisiese acelerar el logro de susferoces deseos, el padre de Rosalba falleci repentinamente, dejando su hijaduea de una fortuna que, residiendo en el pueblo, era mas que suficiente paravivir sin trabajar.

    La cirujana maldecia su suerte, se retorcia las manos, y maldeca tambien laceguedad del difunto que dia por dia habia estado acosando en vano para que

    dejase bien arreglados sus asuntos.

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    Preocupada nicamente por el deseo de lavar en sangre su afrenta, Rosalbaofreci solemnemente la cirujana dejarla en completa posesion de sus pingeshaciendas, si ella por su parte se comprometia poner en juego toda su astuciapara ayudarla en el logro de la venganza con que incesantemente deliraba.

    La cirujana, devorada por la codicia y pensando juiciosamente que lashaciendas la vendrian muy al caso para conquistarse el amor del fiel de fechos,que le parecia escelente para tercer marido, prometi a Rosalba cuanto quiso,ofrecindose servirla las mil maravillas, y confindola reservadamente quenada podia escaparse su penetracion, porque desde los quince abriles teniapacto con los familiares.8

    Rosalba que creia ciegas en duendes y aparecidos, segura ya deque los familiaresinspirarian la cirujana el medio mas seguro de llevar cabosu objeto, aguard llena de fe que llegase el dia marcado por el destino,esperimentando una impaciencia febril cada vez que la vieja se detenia un pocoen el estanco donde habia vuelto instalarse diariamente unas cuantas horasen busca de novio.

    Un ao cabal dur la espera, y ya empezaba Rosalba dudar delpoder de losfamiliares, cuando la cirujana entr un dia cantando y bailando ylevantando los brazos frente su entenada9, brillando en sus hundidos yarrugados labios una sonrisa cnica insolente.

    Al ver su madratra poseida de tan frentico gozo Rosalba nadapregunt, pero sinti que toda la sangre se le agolpaba al corazon.

    - No te lo deca yo?esclam la cirujana haciendo un gesto de losmas repugnantes: no hay plazo que no se cumpla ni deuda que no sepague: yMaria la Blancacon su blancura y sus zalameras se fue cumplir los veinte aos la tierra, dejndole la silla vacante y dos

    8Nota de la autora: Pacto con los familiares.El pacto con el diablo no es tan solo una

    estravagancia de la nebulosa imaginacion de Goethe. En pleno siglo XIX existen todava muchaspersonas inspiradas por el fanatismo y mas comunmente por la estafa, confiesan haber hecho pacto

    con el espritu de las tinieblas, que en cambio pone su disposicion un gran nmero de diablillos

    microscpicos, llamadosfamiliares, que el poseido guarda casi siempre encerrados en una redoma

    de cristal, obligndolos servirle de emisarios en todos sus antojos. Segn la tradicion, los

    familiares hablan mucho, tienen la voz afeminada, y se burlan de sus enemigos, entrando y

    saliendo en la redoma por arte mgica y revestidos de las formas mas caprichosas. Hace muy

    pocos meses que una mujer, de las muchas que ejercen en madrid el oficio de adivinas, aseguraba

    muy formalmente que ella y otros once poseidos iban dos veces cada mes la una de la madrugada

    los campos de Viclvaro donde sucesivamente conferenciaban con el demonio por boca de los

    diablillos familiares, ratificando siempre el pacto con sacrlegos juramentos. Losfamiliares

    merced al privilegio de hacerse invisibles hacen penetrar su poseedor al travs de los mas

    espesos muros colndose casi siempre por el agujero de las cerraduras, y aparecindoseordinariamente bajo la forma de insectos lagartijas.9Entenada: m. y f. hijastro. R.A.E.

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    criaturitas galanas como dos soles para que no se te haga triste lacasa.

    Insultante indecoroso sarcasmo, al comprender que la que le

    dejaba la silla vacante era una madre jven y hermosa que acababa de dar luzsu segundo hijo, Rosalba sinti correr por todos sus miembros un escalofriodoloroso y que su frente plida se cubria de anchas gotas de sudor.

    - Pues, hija, -aadi la cirujana con entusiasmo sin tener en cuentala alteracion que revelaba el rostro de la muchacha,- el asunto hasido que ni pedir de boca; porque figurate que despues dehabersalido misa de parida, i cuando al ver que andaba tan lista comosi tal cosa, su madre se habia ya vuelto Aldea Dvila10, la da unpatatus, ysin decir oste ni mostezasy aqu paz y despues gloria;como que se fue al otro mundo sin ver su marido que hace ya cincomeses cumplidos que anda por esos mundos sin dar siquiera unavuelta por la casa.

    A pesar del afan que mostraba por ver llegar el dia de la venganza; pesarde los abrasadores celos que le inspiraba la esposa del que tan villanamente habiaburlado su amor, Rosalba esperimentaba un malestar indecible, lamentandosinceramente la suerte de la infeliz Maria y devorando en silencio las lgrimas decompasion que se agolpaban sus ojos.

    - Ya ves, hijaaadio la cirujana hacindose aire con su abanico de doscuartos lo que Dios hace est bien hecho; y rey muerto, rey puesto, y enlugar de pensar en venganzas y trigedias, sabes que Dios nos manda perdonar lasinjurias; con queal avio, y recobrar lo perdido, quemas valen veinte aos queveinte doblones de ochenta, ydel agua vertida, la media cojida

    Rosalba baj los ojos avergonzada ante aquella mujer que parecia penetraren lo mas recndito de su alma.

    En pos del sentimiento de compasion que le inspiraba la suerte de aquella

    desgraciada esposa, se levantaba orgulloso, florido, indomable el amor que yacreia estinguido, el amor que la impelia con una fuerza sobrehumana los pies deaquel hombre que tan friamente habia ultrajado su peregrina hermosura.

    Ciega, desalentada, seducida por las sugestiones de la cirujana quedesvanecia uno tras otro todos sus escrpulos, Rosalba se decidi al fin seguir tontas y locas los consejos de su madrastra que no cesaba de repetirle:

    - Ay, hija mia y qu dias tan hermosos te aguardan! Bendito seaDios que al fin y la postre no se olvida nunca de los suyos!

    10Las autoras de esta novela corta sitan enAldeadvila, tanto aMara la Blanca, como a su familia.

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    Y la cirujana autorizada con su basquia negra que la envolvia como unamortaja, y cubierta con su mantilla de franela calada sobre la frente manerade toca, sali de su casa boca de noche, encaminndose con otras comadresla cueva del Zorro, situada en las profundas gargantas de la sierra , y dondesegn decia esperaba saber aquella noche el sino con que estaba marcada Rosalbay los resortes que habia de poner en juego para conquistar de nuevo el corazonde Liborio.

    Rosalba, dcil en todo las inspiraciones de la que se habia acostumbrado mirar como una verdadera Sibila, encendi un cirio a San Antonio y pas lanoche en oracion, fin de que se sirviese iluminar la cirujana en sus profundasinvestigaciones.

    Como una hora antes de amanecer la cirujana volvi su casa en el mascompleto estado de embriaguez, y tartamudeando los mas felices indeclinablesaugurios.

    Cascada del Pozo de los Humos entre Perea y Masueco de la Ribera.

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    III

    Y cada vez mas punzante

    Y cada vez mas nutrido,

    Este fuego derretido

    Que hace sus sienes latir;

    Volcnico torbellino

    En su cerebro fomenta

    Preludio de la tormenta

    Que ya comienza rugir (J. Cuesta)

    Al despertarse de su profundo sueo, la cirujana vi al lado de su cama Rosalba, que plida y temblorosa aguardaba con ansiedad que la Sibila lecomunicase todas las circunstancias de su sino.

    La cirujana se incorpor en su lecho, movi tres cuatro veces la cabeza

    con ademan solemne, y fij sobre su hija una mirada fascinadora.

    El aspecto de aquella mujer era en verdad capaz de estraviar imaginacionesmenos impresionables que la de Rosalba.

    Su camisa holgada y blanca como la nieve (como que la cirujana era la quetenia fama en el pueblo de lavar mejor sus trapitos), dejaba descubierto sucuello formado por gruesos nervios cubiertos de una piel rugosa y sus brazossecos y descarnados como los de la misma muerte.

    Sus manos eran blancas, delgadas y coronadas por uas negras yencorvadas como las de los murcilagos, y su rostro plido y apergaminado, sussienes hundidas y sus ojos de un color indefinible, que brillaban en el fondo desus rbitas con un fulgor siniestro, le daban todo el aspecto de una de esasmegueras que vemos tan hbilmente bosquejadas en los cuentos fantsticosengendrados por las nieblas del Rhin y del Escalda.

    - Hija mia le dijo, apartando con ambas manos sus cabellos grises yerizados, como si quisiese apartar las nieblas que la separaban del mundode los espritus: dichosa la hora en que mis labios te aconsejaron

    olvidarte de la venganza, que es hija del demonio, para tornar al cario, y la vida del perdon, que es la nica buena del Seor!.

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    Pues Rosalba, yo vide una rosa encendida que se alzaba en el huerto deLiborio, derecha como un pino y vanidosa como un laurel que se alza enmediode los sembrados para librarlos del rayo y de la centella; y vide dospalomicas blancas, blancas como los campos de la nieve, que revolaban endela rosa, y un pjaro muy galan que cobijaba con sus alas la rosa y laspalomicas, y las campanas del lugar que tocaban boda, y que decian con suslengecillas de metal:

    Las aves, fuentes y flores

    La dan dulce parabien,

    Corred! Corred!

    Aves, estrellas, hablad,

    Volad! Volad!

    Astros y plantas, venid,

    Decid! Decid!

    Rosa! Rosa!

    Galana y hermosa!

    Rosalba baj los ojos ruborizada.

    En seguida los levant de nuevo, fijndolos en su madrastra con una especiede miedo.

    La vieja la contemplaba impasible y silenciosa como una momia, y su frenteamarilla y cubierta de profundas arrugas paraecia inspirada por un reflejo

    sobrenatural.

    Hija mia!Aadi, cruzando las manos sobre el pecho la manera oriental:todo lo sabes ya, voy ahora mismo oir una misa la parroquia para que Dios meilumine acerca del camino que hemos de seguir para que se logre lo quedeseamos; pero no puedes venir conmigo la iglesia, porque para que todo sehaga como est escrito, es preciso que en tanto que yo rezo la estacion en cruzal divino Seor, enciendas una candelilla la gloriosa Santa Elena, y le pidas deveras queas como ella encontr la cruz que estaba oculta en las entraas de latierra, encontremos nosotros lo que buscamos.

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    Y la cirujana se visti su basquia negra y su jubon de anascote11 con laligereza de una jven de veinte aos, se arregl en un santiamen sus escasoscabellos, y sin atender las cariosas exhortaciones de Rosalba, se march enayunas para que, segun decia, fuesen meritorias las oraciones.

    Rosalba, trmula y preocupada con la revelacion que en su credulidadtomaba por un orculo divino, encendi la candelilla, y se arrodill ante unarobusta y pintarrajeada imgen de Santa Elena, que la cirujana habiadevotamente pegado la pared con cuatro pedacitos de pan mascado, rogndolade todo corazon que la iluminase en aquella inesperada y peligrosa tentacion.

    La cirujana en tanto almorzaba en el estanco con el fiel de fechos, al queencarg muy particularmente que no dejase de pasarse por su choza boca denoche, acompaado de dos tres amigos de su confianza.

    Al volver su casa un tanto iluminada por el sabroso jugo de las cepas delpais, se encerr en su cuarto para pedir por ltima vez consejo los familiares,encargando Rosalba que redoblase sus oraciones, porque se acercaba la hora.

    Un cuarto de hora despues llam cariosamente su hija, con la quepermaneci mas de una hora en misteriosa conferencia, revelndole al traves demil prembulos y artificiosas alumbraciones los medios que habia de emplearpara reconquistar la silla que Mara-la-blancahabia dejado vacante.

    Rosalba consinti en todo, repitindose una por una cuantas palabras ledictaba la vieja: pero su pensamiento se extraviaba, y sus manos parecianagitadas por una especie de vrtigo.

    A boca de noche Rosalba otorg en favor de la cirujana una donacioncompleta de todos sus bienes, estendida por el escribano y autorizada por el fielde fechosy sus dos amigos de confianza.

    La cirujana por su parte se comprometia mantener la muchacha todo eltiempo que permaneciese moza12 y habitando bajo el honrado techo de su

    madrastra.

    A la maana siguiente Rosalba mont al amanecer en la yegua, y se encamin la Fregeneda, acompaada del msmisimo fiel defechos, que se habia ofrecidogratuitamente servirla de espolista.13

    11Tela delgada de lana, asargada por ambos lados que usantambin mujeres del pueblo en algunas

    provincias espaolas R.A.E.12 Nota de la autora: Moza: en los pueblos, sinnimo de soltera.13

    Espolique (espolista): mozo que camina delante de la caballera de su amo. RAE.

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    A pesar de encontrarse completamente equipada, la muchacha iba vestidacon un pobre traje de indianadesteido y apiezado14 ya por todas partes,llevando nicamente en un saquito de lienzo una muda de ropa blanca.

    Sus hermosos cabellos descuidadamente peinados asomaban en desrdenbajo su pauelo de algodon oscuro, trazando desiguales y caprichosas ondassobre su frente morena, plida y ardiente como la de los rabes del desierto.

    Al llegar la FregenedaRosalba entreg al fiel defechosla yegua, con laque se volvi al pueblo el caballero, y emprendi sola y pie el camino del pueblode Liborio, que distaba solo dos tres horas de la Fregeneda, y al que lleg lapobre jven antes que cerrase la noche.

    La posadera, que era la misma que en otro tiempo le habia noticiado la boda,

    le refiri entonces que el contrabandistano teniapizca de ley la casa, y que pesar de habrsele noticiado la muerte de su mujer, no habia vuelto aun de suespedicion Portugal, quedndose las dos nias al cuidado de su anciana madre,conocida en todos aquellos contornospor la tia Mara la gelica.15

    Rosalba respir: la cirujana le habia repetido una y cien veces que losfamiliares habian visto Liborio en Portugal, y que podria ganarse muyfcilmente la voluntad de la tia Maralagelica, que era una santa mujer.

    Animada por aquella nueva, la pobre muchacha se encamin decididamente

    la casa de Liborio, cuya puerta estaba todava abierta de par en par.

    En el dintel veanse sentadas dos muchachas del lugar que, recogida ya larueca, departian alegremente acerca de cul era el mejor mozo entre loscarabineros que estaban de destacamento en la Fregeneda, dirigiendo de vez encuando la palabra la tia Mara, que desde la muerte de su nuera se pasaba losdias y las noches hundida all en el fondo de la cocina.

    Rosalba se coloc uno de los lados de la puerta, demandando una limosnacon voz acompasada y temblorosa.

    - Abuela !grit una de las mozuelas, asomando hcia dentro la cabeza;salga vuesa merced, que aqu hay una moza que pide una limosna.

    La tia Mara se asom entonces la puerta, examinando la mendiga con lacuriosidad de todas las viejas de lugar.

    Rosalba se acerc lagelica, dejando descubierto su hermoso semblantey repitiendo su demanda con voz entrecortada y apenas perceptible.

    14 Remendado.15

    Nota de la autora: Gelica, diminutivo de abuela.

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    - Hija de mi alma!dijo Mara, contemplndola con la mayor admiracion: esposible que tan jven y tan galana vengas por estos campos de Dios pidiendo unalimosna como una pobretona de tres al cuarto?

    - Seora, respondi Rosalba con una voz, cuya dulzura cautivaba lasvoluntades mas egoistas: no es una limosna la que necesito ahora, porque notengo hambre ya, es un abrigo donde pasar la noche.

    - Pobre muchacha !esclam la gelica con el acento de la mas sencillacompasion: luego no conoces aqu nadie?

    - A nadie seora; soy hurfana y sola, y vengo buscando un amoque meliberte de los feroces tratamientos de mi madrastra.

    - Madrastra replic Mara enfurecida la sola idea de que sus inocentesnietecitas se viesen algun dia maltratadas por otra mujer. Tienesmadrastra! Pues no me digas ya mas, hija de mi alma, y ntrate aqu al amorde la limbre; que solo en pensar que mis pobres criaturas se han quedado sinmadre al venir al mundo, y que yo voy cumpliendo ya los sesenta, parece queme tiemblan las carnes.

    Y Mara la gelicaque, como habia dicho la cirujana, era una santa mujer,cediendo los impulsos de su generoso corazon, ofreci desde luego Rosalba lamas generosa hospitalidad, creyendo de buena fe que la cara es el espejo del

    alma, y aquella mujer era demasiado hermosa para ser capaz de engaarla en lomas mnimo.

    Y en verdad que no se equivocaba mucho en sus clculos, pues cediendo laconfianza que le inspiraba la bondadosa anciana, que en pocos momentos la habiaenterado de todos los pormenores y circustancias de la casa, Rosalba le refiri su vez todos los accidentes de su vida, ocultndola nicamente el nombre deLiborio y acusando su madrastra de ser la nica causa de su salida de la casapaterna.

    Pero Rosalba no senta sin embargo al hacer aquella acusacion escrpuloalguno de conciencia, pues la misma cirujana, que era de los que profesan elaxioma de dame pan y llmame tonto, la haba autorizado para que si laconvenia, le quitase el pellejo.

    La casa de la tia Mara la gelica, sin ser buena ni medio buena siquiera, erasin embargo bastante capaz para una familia numerosa y por lo mismosobradamente grande para la que la habitaba entonces.

    Despues de un portal grande, limpio y bastante destartalado que hacia

    ordinariamente depieza de labor, y en el que se veian colocados simtricamentealgunos taburetes de blanco pino, estaba la cocina, grande tambien, guarnecida

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    de largos vasales cubiertos de reluciente vajilla de loza portuguesa, y desde laque se sala al corral, donde anidaban con una paz octaviana toda especie de aves,unos cuantos conejos y una cabra.

    En la cocina habia un cuarto oscuro y tenebroso donde dormia la moza, queera ni mas ni menos que la mozuela16que hacia el panegrico de los carabineros dela Fregeneda.

    A los lados del hogar estendanse los tradicionales escaos y algunosbanquillos sin respaldo de los que usan comunmente las hilanderas.

    Dos puertas habia en el portal, ambas la derecha: la primera era la de lasala baja con reja la calle, y en cuya alcoba dormia la gelica con sus dosnietecillas.

    La segunda era la de la escalera, que subia al piso principal, escaleraestrecha, oscura y empinada, que se abria en una salita con ventana, la queseguia un gran nmero de habitaciones interiores que habian estado siempredeshabitadas. En la alcoba de la salita, que era la que habian ocupado siempre losesposos, se vea una cama de pino, una mesita de la misma madera, sobre la quese alzaba triste y solitaria una Dolorosade yeso y algunos cofres que constituianla dote de Mara-la-blanca,y que hacian al mismo tiempo el oficio de asientos.

    Desde la muerte de Mara-la-blanca, lagelica, que amaba su nuera como

    las nias de sus ojos, no habia vuelto subir la escalera, ni asomarse la rejani apenas la puerta de la calle, pasndose, como hemos dicho, los dias enterosen el escao de la cocina, donde trasladaba por la maana la cuna para cuidarmejor de los dos ngeles que Dios habia colocado bajo su amparo.

    A pesar de ser aquel pais eminante agrcola, nada revelaba enaquella casa al labrador que vive del producto de los campos. Liborio, dedicadociegamente al peligroso trfico del contrabando, habia vendido por completotodos los aperos de labranza.

    Al ver la tosca y pobre cuna donde dorman las dos hermosas nias,Rosalba tendi instintivamente los brazos hcia ellas, dejando correr por susmejillas una hermosa lgrima de compasion.

    Mara la gelica vi aquella lgrima, y tendi su vez los brazoshacia Rosalba.

    - Hija! esclam con todo el entusiasmo de un corazon inocente yapasionado; no s por qu me parece que acabo de encontrar en ti lasanta que nos ha dejado por otro mundo mejor no te irs, no!... T

    16Mozuela: persona que est al principio de la mocedad. RAE.

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    tienes el corazon tan hermoso.Como tu rostro, y puesto que buscas unacasa donde servir, aqu te quedars conmigo para alegrar mi tristeza:que mi Liborio al cabo y la postre es una cabeza un poco ligera, peroque nunca se ha mezclado para nada en los asuntos de la casa.

    Rosalba por toda respuesta inclin la cabeza sobre la cuna, y empez llorar amargamente.

    Los pronsticos de la cirujana se cumplan de una manera fabulosa, y sinembargo la pobre jven temblaba como una tercianaria17:era ella en realidadmerecedora del cario que desde luego le habia manifestado aquella escelentemujer? era un bien un mal el que se le presentase tan propicia la suerte? Lainfeliz no sabia en aquel momento lo que temia ni lo que deseaba; pero su corazonse oprimia de una manera horrible, como si presintiese que veria un dia cortadasen flor todas sus risueas y quimricas esperanzas.

    Mara hizo dormir su lado Rosalba en un jergon, prodigndola los mastiernos y cariosos cuidados; pero la pobre aventurera no pudo cerrar los ojos entoda la noche, exhalando de vez en cuando un tembloroso y ligero grito.

    Parecale que la sombra de Mara-la-blancase proyectaba impasible sobrela cuna de sus hijas, fijando sobre ella sus grandes y amenazadoras pupilas.

    Pero la costumbre es para el hombre una segunda naturaleza, y Rosalba

    mimada y acariciada por la tia Mara, que veia el sol por sus espaldas, seacostumbr vestir las nias y subir y bajar la escalerilla del piso principal, sinque sus nervios se resintiesen, durmiendo tranquilamente sin que turbasen susueo visiones ni pesadillas.

    Rosalba desplegaba tal habilidad para el gobierno, que no solo lagelicasinotodas las vecinas confesaban una voz que la casa habia ganado un ciento porciento, y que Liborio, informado ya por las cartas que le dirigia cada quince diasel Seor maestro por rden de su madre, no podra menos de levantarle suvuelta un altar en la cocina y otro en la sala.

    Dos meses hacia ya que Rosalba vivia tranquilamente al lado de Mara, y unoy medio que la cirujana habia dado su blanca mano al fiel defechos, cuando unatarde se agolparon repentinamente la puerta de la casa todos los muchachosdel lugar, gritando con mayor algazara:

    - Que viene que viene

    - Quin?Pregunt Rosalba mudando de color.

    17Tercianaria: se dice de la persona que sufre calenturas cada tercer da.

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    - Quin ha de ser? Pregunt la gelica, levantando los brazos hciaRosalba y llorando de alegra: mi hijo mi hijo

    Y la pobre mujer sali corriendo recibir su hijo, que en aquel momento

    traspasaba ya los umbrales, recibindola cariosamente en sus robustos brazos.

    El trfico,18 que habia secado en el corazon de aquel hombre hasta lossentimientos mas delicados, habia sin embargo respetado uno que existia vivo ypalpitante como en los mas hermosos das de la infancia: el amor filial.

    Al ver Liborio con sugracioso traje de contrabandistay cien veces masgallardo que en la poca de su desgraciado amor, Rosalba no pudo contener unligero grito, haciendo al mismo tiempo un rpido movimiento para huir.

    Liborio, que aun no habia fijado en ella los ojos, palideci como si sehubiese encontrado frente frente con un fantasma.

    - No es verdad que es una alhaja la chica, esclam Mara, reteniendo porel brazo Rosalba y presentndosela su hijo; pero ya se v si es unacriatura que tiene miedo las palomas!...Y luego t, que vienes as con esasbarbas y esetrabucoyvamos, vamos, hija, aadi, golpendola cariosamente enel hombro; cenar, y no te aflijas por nada, que aunque as de buenas primeras,como quien ve visiones, maana ser otro dia, y vers como mi Liborio no sercapaz de darte un sentimientopor el oro del moro.

    Y Mara lagelicaarrastr su hijo hasta la cuna, donde dormian las nias,cubrindolas de besos y refirindole aunque en pocas palabras la dolorosahistoria de Mara la Blanca.19

    Liborio cada vez mas sombro estamp un beso sobre cada una de las dos,cen silenciosamente, y se retir su cuarto, fijando de una manera estraa susnegros y atrevidos ojos sobre Rosalba, que plida y temblorosa no acertabatampoco pronunciar una palabra.

    Mara lagelicacrey de buena fe que la preocupacion de Liborio provenasencillamente del recuerdo de su mujer, y se durmi soando con que despuesque se le pasase aquella idea, su hijo concluiria por querer Rosalba casi tantocomo ella y levantarla, como decian las comadres, un altar en la sala y otro en lacocina.

    18 El trabajo de contrabandista.19

    El personaje de Mara la Blanca, tiene paraRobustiana Armio yMatilde Cherner un papel muysecundario en la trama del cuento, slo as se explica queLiborio, su esposo no supiera nada del fallecimiento

    de su mujer.

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    IV

    Todos duermen, corazon,

    Todos duermen y vos non

    (CANCIONERO GENERAL)

    Durante los primeros dias de la llegada de Liborio, la posicion de Rosalbaera de las mas difciles y peligrosas para una mujer de veintidos aos, y una

    mujer que como nuestra heronano habia conocido nunca freno sus violentas indomables pasiones.

    Seguro estaba Liborio de que aquella mujer no era otra que la mismaRosalba, Rosalba enamorada como nunca, con sus encendidos labios, con susnegras pupilas en cuya voluptuosa languidez se revelaba todo un mundo desentimiento.

    Segura estaba tambien Rosalba de que los ojos de Liborio estaban casisiempre fijos distraidamente en los suyos y sin embargo cinco dias habian pasado

    ya y ni una sola palabra se habia cruzado entre los que segn la prediccion de losfamiliaresdebian unirse para siempre con indisoluble lazo.

    Por fin, Mara vi con alegra que su Liborio empezaba cambiar algunasfrases con la muchacha, y como el trato engendra cario, y que Rosalba al decirde la vieja era buena como el buen pan, los pocos dias, la gelica y los dosjvenes hacian ya conversacion comun aunque observando siempre ambos la masprudente y estudiada reserva.

    Pero medida que los dias pasaban, Rosalba aunque al parecer contenta y

    encariada visiblemente con las nias, se iba tornando ligeramente plida y sushermosos ojos estaban casi siempre fijos en las tostadas y atrevidas faccionesde Liborio.

    Aprovechndose de las cortas ausencias de la gelica los dos jveneshabian espontneamente reanudado sus relaciones amorosas, y Rosalba sencilla inocente como todos los corazones enamorados, olvidndose por completo de lasofensas de otros dias, lleg creer de buena fe que apenas las campanas dellugar doblasenpara el cabo de aode Mara la Blanca, tocaran boda para que

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    segn la prediccion de los familiares20ocupase la silla que habia dejado vacantela malograda esposa.

    Infeliz de la hija que ve ponerse el sol los veinte aos sin que vele su

    casto lecho la sombra protectora de una madre Infeliz de la que no ha vistonunca contrariados sus caprichos, y que como la azucena silvestre que brota enlas veredas de los campos, , abre sus ptalos los besis del cfiro y las cariciasde la olvidadiza mariposa

    Liborio temiendo siempre que el entusiasmo de Rosalba concluyese porhacerle traicion dejando traslucir en la aldea su misterioso amor, no cesaba de

    recomendarla el secreto mas absoluto hasta que llegase la hora, pues segndecia: la gelica habia jurado de antemano un odio eterno la que se atreviese llamarse madre de sus inocentes y hermosas nietecitas.

    - Bah contestaba siempre Rosalba con una coquetera encantadora: Tu madre Tu madre, Liborio, que me quiere como las nias de susojos

    Pero Liborio balbuceaba algun otro suterfugio aun mas desprovisto desentido que el anterior y concluia por arrugar el entrecejo, fijando en la

    atribulada jven sus profundas y amenazadoras miradas.

    Y Rosalba devorada por aquel amor que herbia dentro del pecho como uninmenso crter, pasbase las noches enteras sin dormir, llorando y suspirandocon gran asombro de la gelicaque pugnaba en vano por arrancarla su peligrososecreto.

    Aunque preocupada por la idea que subyugaba su alma, Rosalba empez notar que la gelica se pasaba tambien las noches sin cerrar los ojos, y que susemblante espresaba de vez en cuando una punzante y dolorosa inquietud.

    20Diablillos.

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    Abuela, dijo cariosamente Rosalba una de las muchas noches en que lapobre mujer tosia con mas frecuencia que de costumbre, qu penas son las quele quitan el sueo vuesa merced?

    - Penas! respondi tristemente la gelica, si las penas son las quedesvelan las criaturas, muchas son, hija mia, las que te atormentan elcorazon.

    - A m?Esclam Rosalba fingiendo serenidad favor de las tinieblas.- S, hija mia, porque hace ya mas de dos meses que te siento pasar las

    noches en vilo, y hasta juraria que mas de cuatro veces te oigo llorar ysuspirar, que parece como que me partes el alma.

    Rosalba sinti que su frente se cubria de una nube de fuego, y haciendo unesfuerzo sobre s misma murmur con voz entrecortada:

    - Sueossueosque! - Bien hija miabienyo no pretendo obligarte ahora que me reveles la

    pena que te desvela, que cuando t me la callas sabiendo lo que tequieropero no puedo ocultarte ya por mas tiempoesta zozobra que meroe el corazon como una culebraEl enemigo malo est conmigo.

    -

    Abuela!balbuce Rosalba estendiendo su mano hasta encontrar la de lagelicahable vuesa merced queparece ya como que no se me llega laropa al cuerpo.

    - S, hija ma! en medio de todos los traspieses de la mocedad, y pesar de que la vida del contrabando apaga todos los recuerdos de lacasa, Liborio habia conservado vivo el cario hcia la pobre gelica; puesbien, hace ya muchos das que mi hijo se ha tornado para conmigo brusco,reservado y qu s yo, hasta se me figura que huye de m como siestuviese fraguando alguna trama diablica,el otro dia le hablaba yo de

    lo mucho que quieres mis pobres nietecitas, y de la vuelta que has dado la casa, y despues de contestarme una dos palabras estraidasde esasque no dicen ni s ni no, se qued callado por mas de un cuarto de hora, yparecia quelas nias de los ojos se le tornaban hcia adentro, comodice el seor cura de Aldea Dvila que se les tornaban los

    monederos falsosay Rosalba! y qu bien te deca yo esta maanacuando se rompi el espejillo de Mara la Blanca, que alguna desgracia nosanda rondando muy de cerca21.

    21 La anciana Mara la gelica muestra aqu una profunda supersticin, muy acendrada en aquellos aos de

    la primera mitad del s.XIX.

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    - Pero abuela, respondi Rosalba vivamente afectada, yo no veo que porque Liborio ande pensativo, haya de sucederle vuestra mercedninguna desgracia.

    Y Rosalba impresionada con la idea de que la preocupacion de Liborioprovenia nicamente de su amor, pas una gran parte de la noche consolando yanimando la afligida anciana, y concluy por dormirse tranquilamente soandocon verse ya en posesion de la codiciada sillade Mara la Blanca que le habianpronosticado los familiares.22

    A pesar de la dulce influencia que ejercian en su nimo las cariosaspalabras de Rosalba, la gelica continu suspirando hasta el nuevo dia, segura deque la reserva de su hijo encerraba para ella una dolorosa significacion.

    Para que la alucinacion de Rosalba fuese completa, Liborio al parecer cadavez mas enamorado, sali para la Fregeneda donde segn decia iban concertarse algunas cuadrillas,23 prometindola traerle su vuelta un alegre yabigarrado traje de indiana portuguesa.

    El galan volvi en efecto trayendo cargado el macho24con un enorme fardode indianas, cuties y muselinas inglesas de contrabando,25 con gran alborozode Rosalba que veia en aquellas compras los aprestos26 para la boda.

    Borriquitos en Bru (freguesa de Mogadouro)

    22 Diablillos.23

    Cuadrillas de hombres para realizar algn trabajo de contrabando.24

    Mulo.25Muselina:tela de algodn, seda, lana, tc.fina y poco tupida.Diccionario RAE.

    Cut: tela de lienzo rayado o con otros dibujos que se usa comnmente para cubiertas de colchones.Idem,

    RAE.Indiana: tela de lino o algodn, o mezcla de uno y otro, pintada por un solo lado.RAE.26

    Disposicin, preparacin de la boda.

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    La gelicaque lea con ojos de madre en el corazon de su hijo, no vea lasindianas, ni los cutes sino aquella mirada sombra que esquivaba la suya, y encuyo profundo rayo creia vislumbrar la pobre anciana fatdicos pronsticos.

    A la maana siguiente muy temprano Liborio mont de nuevo en el machollevndose con gran asombro de su madre las mejores telas y encargndoles quele aguardasen porque volveria tarde.

    Lagelicaaunque desconcertada por aquel aspecto glacial abraz su hijoy se asom la puerta para verle partir.

    Cuando el ginete y el caballo desaparecieron al traves de los olivares, lapobre mujer envi a Rosalba al campo con las nias y comenz llorarsilenciosamente oculta en el fondo de la cocina.

    Rosalba llevaba de la mano Mara que era la mayorcita, estrechandocontra su pecho la menor que amamantaba cuidadosamente con la cabra.

    Segura de que Liborio se habia llevado las indianaspara quele hiciesen lasvistas27, la enamorada jven atravesaba los olivares cantando alegremente comola alhondra y sintiendo ya escrpulos de conciencia por no haber revelado todavasu secreto la pobregelicaque la queria como las nias de sus ojos.

    Al volver casa Rosalba encontr la pobre mujer llorando amargamente y

    mesndose los cabellos con el mayor desconsuelo.

    - Hija de mi alma!esclam abarcando con sus delgados brazos Rosalba y las dos nietecitas, no te decia yo que el enemigo malo estabaconmigo? Dios mo! Qu ser de mi!

    Rosalba atemorizada no acertaba preguntarla la causa de aquelladesesperacion.

    - Se casa! se casa! Esclamaba la gelica sollozando, y se casa con unahiena, con una infame que matar mis nietecitas mano airadaay!por qu el Seor no me habr llevado m en lugar de Mara?

    - Se casa!Repiti Rosalba estrechando convulsivamente las manos de ladesconsolada madre: y quin se casa?

    - Mi hijo! mi Liborio! respondi la gelica con voz entrecortada, y secasa con la mujer mas feroz y desalmada que se encuentra en veinteleguas la redonda. Ah! El espejillo, el espejillo de Mara la Blanca.Pobre Mara! .

    27Nota de la autora:Vistas: los trajes que el novio envia su futura la vspera de la boda.

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    Rosalba exhal un ligero grito y se llev las manos al corazon como si sesintiera herida de muerte.

    Luego se pas la mano por la frente cubierta de sudor, y reponindose al

    instante de su sorpresa, rog cariosamente la gelica la refiriese todos lospormenores de aquel misterioso drama.

    Entonces supo de boca de la infeliz Maria, que el seor cura se le habiapresentado pocos momentos antes para notificarla que su hijo iba dentro de dosdias casarse con una buena moza muy conocida en la Fregeneda, y que teniarden del mismo Liborio para recomendarla que buscase donde vivir, porque lamoza era mujer lo mismo para un barrido que para un fregado y que leestorbaban las moscas.

    Rosalba mir la gelica como quien ve visiones.

    Pero no es eso solo hija de mi alma!Aadi la pobre anciana dejando caerla cabeza sobre el pecho de Rosalba, sino que el infame ha tenido valor paradecir al seor cura que es preciso que yo lo ignore hasta pasado maana, y quetiemble por su sotana, si esta noche le decimos su vuelta una sola palabra.

    Rosalba quiso hablar, pero la clera sofoc la voz en su garganta, yestrechando convulsivamente las manos de la gelica lanz un rugido espantosoque hizo temblar sobre sus cimientos las dbiles paredes del casero.

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    Casa del siglo XVIII en Aldeadvila (ARRIBES de Salamanca)

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    V

    On dit qualors, dans son delire

    Ella parla damour, denfer et de trpas,

    El que laurore qui vint luire

    Ne le retrouva pas! (J. FAVRE)

    Aquel malhadado dia fue para las dos infelices mujeres uno de los mastristes y dolorosos.

    La gelica lloraba, juraba, maldecia la hora en que Dios habia llevado s Mara la Blanca, y aterrada ante la idea de ir en los dias de la vejez mendigandoun asilo de puerta en puerta caa en una especie de estravo que tena todas lasapariencias de enajenacion mental.

    Rosalba por el contrario apareca serena, aunque abismada en una silenciosay profunda meditacion.

    Sus ojos fijos distraidamente en el espacio parecan esforzarse enpenetrar el denso velo que nos separa del mundo de los espritus, y sus manoscruzadas tranquilamente sobre el pecho tenian toda la inmovilidad de unaestatua.

    El ligero soplo que agitaba sus encendidos labios era tnue y acompasadocomo el rumor del cfiro entre las hojas, y su frente morena y reluciente comoel bronce bruido se cubria por intrvalos de una ligera y encendida nube defuego.

    Al ver el abatimiento de la gelica, Rosalba sali aceleradamente, volviendoal poco rato con una bebida compuesta por la mujer del mariscal, y que segndecian, era cosa milagrosa para el histrico28.

    - Seor! Seor! dnde ir yo? esclamaba desconsolada la pobreanciana.

    - Y yo?Repetia maquinalmente Rosalba: dnde ir yo?.

    28Una nueva faceta de la supersticin popular en nuestros pueblos de Las Arribes.

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    Y sus ojos brillaban entonces con una luz siniestra que prestaba susemblante una espresion feroz y amenazadora.

    La noche lleg lbrega y triste como el corazon que ha perdido la ltima

    esperanza.

    Liborio volvi la media noche un tanto sombro impertinente, notndoseen sus escasas insolentes palabras el entorpecimiento del que ha bebido masque lo que le permiten sus fuerzas.

    Amedrentada por la amenaza que Liborio habia hecho al seor cura, lagelica no se atrevi dirigir su hijo mas que algunas palabras temblorosas,sirvindole en silencio la cena, que pesar de su embriaguez devoraba conapetito brutal.

    Despues de haber bebido de nuevo, Liborio tom un velon reluciente comoel oro, y subi la escalerilla del piso principal, tropezando cada escalon enambas paredes y amenizando la subida con numerosas y picantes interjecciones.

    Un cuarto de hora despues las dos mujeres, creyendo ver fantasmas en supropia sombra, subieron de puntillas la escalera.

    Liborio completamente vestido roncaba como un liron, tendido sobre ellecho nupcial.

    Siempre de puntillas bajaron entonces la salita, y cerrandocuidadosamente la puerta se abrazaron, llorando como dos palomas heridas por elmismo dardo.

    - Hija, balbuce la gelica, vamos antes de recogernos rezar elescapulario la Virgen del Crmen para que nos ilumine, porque tengopara m, pobre pecadora, que voy perder la cabeza antes de muchashoras.

    Y la gelica sac de su arcon un pedacito del cirio que habia llevado laparroquia el Jueves Santo, y colocndole en un antiguo candelabro de bronce,heredado de padres hijos y que no salia mas que cuando daban el Viticoen lafamilia, le encendi con la mayor devocion ante una polvorosa estampa de laVrgen del Crmen que Liborio le habia traido, siendo nio, de la Fregeneda, y sepuso rezar el escapulario con esa fe que todo lo ensalza y todo lo santifica.

    Rosalba equivocaba el rezo cada palabra, empezando dos tres veces elmismo Pater noster.

    A pesar de la escitacion de su espritu la gelica empez a bostezar y dar

    cabezadas atacada de una fuerte somnolencia.

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    - Abuela, dijo Rosalba, procurando sofocar la emocion que agitaba susencendidos labios: vyase vuesa merced la cama, que harto cansadaestar de llorar y cavilar todo el dia.

    La gelica, que rara vez se dejaba tentar del sueo, comprendi y con razonque aquel adormecimiento era el efecto del antehistrico29, y fin de pasar lanoche sin penas ni fatigas tom de nuevo la medicina y se acost, recomendando Rosalba que estuviese con cuidado para despertarla de madrugada, cuidandotambien de apagar el cirio para que no ocurriese una desgracia.

    Rosalba se arrodill de nuevo ante la imgen de la Vrgen, y sus labios semovian acompasadamente como si rezase; pero su espritu se perdia en las masterribles y sombras alucinaciones.

    Luego que vi a la gelica profundamente dormida, Rosalba se levantencendida y calenturienta como una febricitante30, y se arrodill silenciosamenteal pie de su lecho, besando repetidas veces la orla de la sobrecama y llevndoselas dos manos al corazon, que parecia salrsele del pecho.

    Luego se dirigi la cuna donde las dos nias dormian tranquilas y risueascomo dos ngeles.

    Rosalba se arrodill tambien al pie de la cuna, y estendiendo las manossobre las rubias cabecitas murmur algunas palabras con voz imperceptible,

    dejando correr sus lgrimas hasta entonces trabajosamente comprimidas.

    Aquella despedida parecia ser para Rosalba la mas dolorosa prueba. Ladesgraciada jven, agitada por una terrible convulsion, se mordia los labios, semesaba los cabellos y estendia de nuevo sus manos sobre la cuna como si lefaltara el valor para separarse de aquellas inocentes y hermosas criaturas.

    De repente se levant y ces de llorar; pero sus ojos estraviados inyectados de sangre, seguian fijos sobre la cuna, que parecia encadenarla conuna misteriosa fascinacion.

    Haciendo un violento esfuerzo sobre s misma, tom el cirio que ardiadelante de la estampa de la Vrgen, y sali rpidamente de la salita. En el umbraltorn de nuevo los ojos hcia la cuna, exhalando un suspiro que parecia espresarel ultimo adios.

    Deslizndose como una sombra lo largo del pasadizo, Rosalba penetr enun camaranchn 31situado debajo de la escalera, y en el cual se encontrabanhacinados una porcion de objetos, fuera de uso los mas.

    29

    Momento previo al histerismo.30 Febricitante: persona que tiene fiebre o calentura.31

    Camaranchn: desvn de la casa, o lo ms alto de ella, donde suelen guardarse los trastos viejos.RAE.

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    En el fondo del camaranchndestacbase sobre la pared una hoz corvayreluciente, con la que la moza salia segar la yerba para la cabra y los conejos.

    Rosalba tom la hoz, dej entornada la puerta del camaranchony empez

    subir sigilosamente la escalerilla del piso principal.

    Casa tradicional de mediados del siglo XIX en Aldea-Dvila (Salamanca)

    Al llegar la puerta de la sala, que abri con la sutileza del ladron, parsealgunos instantes, plida y temblorosa.

    Parecia que la sangre que brotaba momentos antes de sus ojos y susmejillas, se habia agolpado toda al corazon.

    Liborio roncaba tranquilamente sobre su lecho, soando tal vez con la dichaque le brindaba de nuevo su dorada copa.

    Segura ya de que su dichoso burladorno podia oirla, Rosalba furiosa comouna tigre, animada nicamente por el deseo de lavar en la sangre del seductor lasrepetidas infamias con que habia pagado su cario, se lanz trmula y delirante

    hcia la alcoba, sin cuidarse siquiera de cerrar la puerta de la saleta32, que habiadejado abierta de par en par.

    * * * * * * * *

    A la maana siguiente la gelica que despecho de la accion calmante delantehistrico33se despertaba siempre con el alba, vi con espanto que la cama deRosalba permanecia intacta, y que la moza se habia ya cansado de dar vueltas porla casa y por el corral sin que le fuese posible dar con ella.

    32 Habitacin o cuarto anterior al dormitorio.33

    Calmante, o brevaje para calmar los nervios, que usaba en el s.XIX.

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    Aunque segura de que Rosalba no se hubiera atrevido en manera alguna traspasar los umbrales de la habitacion de su hijo, y mucho menos en tales dias,la pobre madre subi la escalerilla nublados los ojos y agitado el corazon por undoloroso presentimiento.

    Al llegar la puerta de la sala que encontr abierta de par en par, la gelicapercibi distintamente un tristsimo y prolongado gemido.

    Plida y aterrada la pobre anciana, gan de un salto la puerta de la alcoba,lanzando un grito desgarrador que reson con la velocidad del rayo en lassolitarias calles de la aldea.

    Liborio yaca sobre su lecho brbaramente degollado, y Rosalba herida demuerte en el cuello, luchaba revolcndose en un rio de sangre con las

    convulsiones de la agona.

    En el momento supremo, su debilidad de mujer la habia hecho traicion, lamano habia vacilado, y aunque muy pocos, le quedaban todava algunos instantesde vida.

    La desventurada gelica supo entonces de boca de la moribunda que Liborioera el infame seductor que habia envenenado la vida de aquella desgraciada, yabrazndose con delirio al mutilado cadver de su hijo, tornaba todava los ojoshcia la infeliz que desconfiando de la justicia de Dios, habia ejercido por s

    misma tan horrible venganza.

    Cuando los vecinos atraidos por los gritos de la desconsolada madre,lograron penetrar en la estancia, Rosalba habia espirado ya, rogandoencarecidamente los que la esccuchaban que hiciesen colocar su cadver al ladode su vctima.

    FIN

    Robustiana Armio, editora de estas fotografas sociales, y la escritora

    de esta novela corta: la aldeavilea Matilde Cherner, sin proponrselo, realizanun retrato exacto de la sociedad arribea de mediados del siglo XIX con susvicios, y sus miserias, en las que se desarrolla una bella historia de amor nocorrespondida, la de Rosalba hacia el desaprensivo contrabandista Liborio.

    La belleza y el valor de esta novela es no slo, su descripcin realista cmoera la sociedad arribeade hace 150 aos, salpicada de mltiples expresiones ydichos populares, sino sobre todo de la generosidad, del amor hasta el ltimomomento de una mujer: Rosalba.

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    Esta historia de miseria, y de trgico desamor, tiene su reflejo en la

    sociedad salmantina de aquellos aos, en mltiples hechos de muerte y tragedias,pero sobre todo parece anticipar el trgico final de la novelista Matilde Cherner.

    Matilde, a partir de alguna historia que circulaba por la comarca, elaboracon 27 aos esta novela corta, en la que parece reflejar su propia vida dedesamor, su profunda frustacin, y a la que al igual que Rosalba, la vida terminarcon un suicidio a una edad temprana -47 aos-.

    Caben ms coincidencias entre Rosalba y la escritora Matilde Cherner?