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RAMON DE LA FUENTEFRANCISCO JAVIER ALVAREZ LEEFMANS

BIOLOG ADE LA MENTE

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PR LOGO

Estamos viviendo una revolución científica inédita en el conocimiento delfuncionamiento de la mente. Hoy estamos en condiciones de ofrecer

explicaciones científicas de los mecanismos neurales responsables dellevar a cabo procesos mentales como la memoria, la atención, el aprendi-zaje, las emociones, el lenguaje, la cognición, la ideación y aun la concien-cia. Por ello, hemos podido comenzar a explicar la naturaleza de lasenfermedades mentales en términos neurocientíficos, permitiéndonosdiseñar tratamientos adecuados para estos padecimientos que aquejan, demanera creciente, al hombre. Sabemos que el sistema nerviosorepresenta el último término de la evolución de la materia viva, la máquinamás compleja que nos ofrece la naturaleza y que de sus componentes,así como de la forma peculiar en la que éstos se organizan e interactúan,emerge la mente. El deslinde tradicional entre lo mental y lo cerebral

  ya no es justificable. El cerebro humano, pináculo de la evolucióniológica y última frontera del conocimiento, ha comenzado a ceder sus

secretos y misterios a los investigadores en neurociencias.

El cerebro se ha convertido en objeto de estudio interdisciplinario ymultidisciplinario de biofísicos, bioquímicos, biólogos moleculares,fisiólogos, expertos en computación e inteligencia artificial, psicólo-gos, neurólogos y psiquiatras. El objeto de este libro es ofrecer al lectorno especializado, una visión general de los temas de vanguardia en lasneurociencias. Sin embargo, esperamos que su lectura también sea deutilidad para estudiantes y profesionistas en psicología, neurología ysiquiatría, así como para investigadores en las diversas áreas del

conocimiento que hoy constituyen las neurociencias. Con ello, creemostambién que llenamos un hueco muy obvio en la literatura científicahispana en el campo de las neurociencias. Escrito por más de una

eintena de expertos, la idea de producir este libro surgió de dos ciclosde conferencias organizadas bajo los auspicios de El Colegio Nacional.Estas conferencias, que fueron dictadas por la mayoría de los auto-res que han contribuido a la realización del presente volumen, sellevaron a cabo en el Instituto Mexicano de Psiquiatría, entre 1992

 y 1993.

No hemos querido circunscribirnos a una labor meramente compi-ladora. Cada capítulo de la obra que hoy ofrecemos ha sido revisado,actualizado y editado respetando al máximo las ideas de cada autor, pero

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PRÓLOGO

tratando de lograr una unidad coherente. Los puntos de vista vertidos porlos autores en sus respectivos capítulos no necesariamente reflejan losde los editores. Consideramos que esta pluralidad de ideas contribuirá alfascinante debate que se ha generado, particularmente en torno a variosaspectos filosóficos de los problemas que se abordan.

Deseamos agradecer el valioso apoyo prestado por el ingeniero JoséRodolfo Fernández, el biólogo Andrés Nani y el señor Sergio MárquezBaltazar, para la elaboración del manuscrito final.

RAMÓN DE LA FUENTEFRANCISCO JAVIER ALVAREZ LEEFMANS

I. LAS BASES NEUROBIOLÓGICAS DE LA MENTEUna visión de conjunto

RAMÓN DE LA FUENTE

EL DESEO irresistible que nace en el corazón del hombre por verse a símismo como algo aparte de la naturaleza, ha estimulado desde Platónhasta nuestros días concepciones duales de la condición humana. En sutiempo, René Descartes (1596-1650) postuló que el hombre está cons-tituido por dos esencias distintas (1): una extracorpórea, la menteensante, consciente y eterna; y otra corpórea, el soma, sujeto a las leyes

de la naturaleza. Para explicar la acción recíproca de una sobre la otra,sugirió que ambas convergen en un punto del cerebro, la glándula pineal.

Sabemos que a Descartes le impresionaron dos sucesos queocurrieron en su tiempo: el juicio de Galileo (1564-1642) y la publicaciónor Harvey (1578-1657) de su obra  De Motus Cordi. ¿Cómo conciliar las

creencias religiosas y los hechos científicos emergentes? Su solución

fue dividir al hombre en dos dominios: uno, el de Harvey y Galileo, y otroel de la Iglesia. El punto de vista cartesiano ha mantenido su vigencia enla filosofía occidental por más de tres siglos.

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A Descartes le faltó la información con que cuenta el hombre de cienciamoderno. No sabía que la maquinaria del cerebro está construida y man-tenida conjuntamente por genes y experiencias, ni tampoco sabía que es elresultado de millones de años de evolución, de la que es responsablecl proceso de selección natural.

Sin embargo, personalidades tan distinguidas como Sir Charles Sher-rington (1857-1952), Premio Nobel de Medicina en 1932, consideradocorno el fundador de la neurofisiología moderna, y uno de sus discípulosmas distinguidos, Wilder Penfield (1891-1976), el gran neurocirujano, ex-resaron su adhesión a un punto de vista dualista (15, 20). "El que nuestro

ser pueda consistir en dos elementos fundamentales", escribió el primero,"no es menos improbable que lo sea solamente por uno".

Hasta tiempos recientes se pensó que las funciones mentales no eranaccesibles al examen científico en la misma forma en que lo son otrasfunciones corporales, o bien que pertenecían estrictamente al dominio dela filosofía o al de la psicología. En las dos últimas décadas, las neurocien-cias han hecho avances espectaculares en el conocimiento de la relaciónentre la organización del cerebro y los procesos.mentales y, como consecuencia, atributos tales como el pensamiento, la memoria, la atención y laconciencia son estudiados hoy en día en el laboratorio.

No es nuestra intención ahondar en torno a este eterno problema, yaque la neurobiología nunca responderá a preguntas que no puedanformularse en términos neurobiológicos. Sin embargo, conviene deslindardesde

principio dos clases de conceptos: los espiritualistas y teológicos, comoel del cuerpo finito y el alma inmortal, que son cuestiones del ámbito dela fe y por lo tanto no pueden ser abordadas por la ciencia; yconceptos  científicos, como el conjunto de funciones del cerebro quellamamos "mente", algo que es parte y no aparte de la naturaleza.

La tarea de abordar los mecanismos íntimos que subyacen a la activi-dad cerebral no es sencilla. La corteza cerebral humana, el logro más

reciente de la evolución, es muy compleja, sumamente compleja.Emerson Pugh (17) ha dicho, "si el cerebro humano fuera tan simple que

lo pudiéramos comprender, seríamos tan simples que no lo podríamoscomprender. Si bien nuestra comprensión es aun elemental y fragmentaria,lo que salxemos es convincente.

¿Es importante abordar el conocimiento de la mente en términos1 'emules? Yo diría que no sólo es importante, sino esencial, no sólo paracomprender al hombre y guiarlo hacia un futuro mejor, sino para asegurarsu supervivencia. De hecho, uno de los grandes retos de la ciencia esdesentrañar la naturaleza de ese componente destructivo que la humani-d;icl lleva sobre sí como una enfermedad heredada e incurable. La historiaNi ;í llena de agresiones contra nuestra propia especie y contra otras espe-

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cies. Es posible que esta tendencia sea una parte inescapable de nuestranaturaleza animal, que cuando se combina con la inteligencia causadaños que no tienen límite.

Paso a paso las neurociencias nos conducen, a partir del estudio de lasneuronas y de las redes que éstas forman constituyendo el cerebro, a unnuevo conocimiento de lo que es mental, entendiéndose por ello la capa-cidad de producir y comprender el lenguaje, pensar, recordar y planear.Las neurociencias también nos están llevando hacia un nuevo conoci-miento de enfermedades que únicamente afectan al hombre, como la

esquizofrenia y la enfermedad bipolar. Es posible que el misterio quecubre a la "mente" se desvanezca conforme sepamos más acerca de cómotrabaja el cerebro. Los psiquiatras tenemos un profundo interés porabordar el estudio de las funciones superiores del cerebro, desde el puntode mira que ofrecen las distintas ramas de la neurociencia, porque hoy endía nuestra gran expectativa es precisamente mejorar las afecciones de lamente, actuando con base en lo que se conozca de su sustrato neural.

No obstante que la psicología es parte del estudio científico de la vidacomo totalidad, tradicionalmente se ha desarrollado, hasta tiemposrecientes, como una disciplina autónoma que se contiene a sí misma y queresponde a sus propias leyes. Sus instrumentos han sido principalmente lacomunicación verbal, la introspección, la observación y la medición de

la conducta. Por su parte, los neurobiólogos estudian las funcionesmentales en sus formas más simples, abordándolas en el cerebro animal yen el humano con los métodos de la experimentación biológica. Hoy ya noes posible sostener que el estudio de las funciones mentales superioresertenezca a la filosofía y que éstas no sean accesibles al examen cien-

tífico. De hecho, se ha avanzado considerablemente en el estudio de losrocesos fisiológicos subyacentes a funciones mentales como la

atención, la percepción, la memoria y el aprendizaje (capítulos x y xi deesta obra). Más difícil ha sido abordar la advertencia subjetiva delmundo y de  nosotros mismos, es decir, la conciencia (capítulos iii y xv deesta obra).

Al final del siglo pasado, la psicología se ocupó del estudio de la con-ciencia. Wundt (1832-1920) (22), Titchener (1867-1927) (21) y otrosfundaron los primeros laboratorios de psicología, partiendo del supuestode que la mente es capaz de observar su propio trabajo interno, y usaronel método de la introspección, mediante el cual, observadores adiestradosintentaron analizar sus propias percepciones, sus memorias y susensamientos, reduciéndolos a sensaciones, imágenes y sentimientos

elementales. Las observaciones realizadas en el laboratorio y en la clínicamostraron que la vida mental no se limita a la experiencia consciente.Helmholtz (1821-1894) (8), antes que Freud (1856-1939), concluyó que laercepción consciente de una persona es el producto de inferencias no

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conscientes basadas en el conocimiento del mundo y la memoria deexperiencias pasadas.Esta corriente en el examen científico de la vida mental consciente y no

consciente fue interrumpida por el enfoque conductista de Watson (1878-1958) (13) y sus seguidores, quienes sostuvieron que la concienciano existe, que es un epifenómeno y que en todo caso es irrelevante para laconducta. Sin embargo, a partir de 1950 la psicología abandonó esteunto de vista conductista radical y tomó de nuevo la posición de la

sicología cognitiva. Ésta se da en varias formas, pero todas ellascomparten el interés central en describir las estructuras y los procesosmentales que vinculan a los estímulos ambientales con las respuestas delos organismos y que son subyacentes a la experiencia, al pensamiento y ala acción. Recientemente los psicólogos cognitivistas han definidomás finamente sus conceptos, se han unido con colegas del campo dela neurobiología, de la ciencia de la computación y de la lingüística yaspiran a formar, a través de un esfuerzo interdisciplinario, una cienciacognitiva. Uno de los productos más saludables de esta corriente hasido el renacimiento del interés por la conciencia. Conviene destacar queinvestigaciones recientes en psicología cognitiva han puesto también demanifiesto que hay estructuras y procesos mentales no conscientesque intervienen en la experiencia consciente del individuo, en susensamientos y en sus acciones.

 A manera de introducción esbozaremos algunos de los temas que seránabordados en detalle en los capítulos que siguen. Comencemos por laformación y el desarrollo del cerebro humano, temas de los que tratan loscapítulos III y v. Para algunos puede ser desalentador saber que comparti-mos 98.4% de nuestra dotación genética con el chimpancé y que las mo-léculas y las células que operan en su cerebro y en el nuestro son lasmismas. Una de las diferencias principales radica en que lasconexiones interneuronales en el cerebro humano son mucho másnumerosas y complicadas que en el chimpancé. Cien trillones deinterconexiones en serie y en paralelo proveen la base física de laelocidad y la sutileza de operación del cerebro, haciendo posible sus

funciones. Al nacer contamos con casi todas las neuronas que habremosde tener en la vida, y el aumento en el tamaño de la masa cerebral, hastaalcanzar la del adulto, no se dele al incremento en el número de células,sino al de sus ramificaciones y conexiones.

l t i proceso observado en los mamíferos es que desde antes del naci-miento el cerebro cuenta con un número excedente de neuronas, lo cual

i te la eliminación selectiva de las que son innecesarias. Tambiéns; i l n Inos que la maduración de las neuronas en el tubo neural del embrión

i cqiiici c (le estímulos tróficos, un proceso que persiste después del

LAS BASES NEUROBIOL GICAS DE LA MEN E

nacimiento. El universo de conexiones sinápticas que toman forma en el.

cerebro refleja la suma de influencias epigenéticas, nutritivas y ambien-tales, que durante el desarrollo convergen de manera irrepetible sobre ladotación genética de cada cerebro.

Sabemos que los genes no determinan el lugar exacto de terminaciónde las ramificaciones más finas de las células nerviosas, ni la cantidadexacta de receptores a hormonas y neurotransmisores, ni su sitio en lasuperficie de la célula, todo lo cual depende de factores que no están bajo

control estrictamente genético. Esto explica que no haya dos cerebrosiguales, ni siquiera en el caso de individuos genéticamente idénticos.

Un hecho de singular importancia es la evidencia de que los mecanis-mos implicados en el cambio estructural del sistema nervioso, que acom-añan al aprendizaje, son similares a los que han sido identificados en el

desarrollo embrionario del cerebro hacia su forma única. Es decir, que unmismo proceso puede ser usado nuevamente para permitir al cerebromaduro continuar su crecimiento.

Otro hecho significativo es la unidad presente en la diversidad de todoslos sistemas nerviosos animales a través de cientos de millones de años deevolución. Por ejemplo, la estructura de las proteínas que constituyen loscanales jónicos y las bombas metabólicas neuronales se conserva conligeros cambios en todos los seres animados.

La plasticidad, propiedad fundamental de los sistemas neuronales, seexpresa en la formación de circuitos nuevos como sustrato de las expe-riencias o como reparación del daño causado por lesiones. Hoy sabemosmás acerca de los factores tróficos que regulan el crecimiento de lasneuronas y les confieren a sus redes capacidad plástica. Rita Levi-Mon-talcini, trabajando en la Universidad de Washington en San Luis, EstadosUnidos, en colaboración con Viktor Hamburger, identificó el hoy famosofactor de crecimiento neural que se une a receptores específicos en lasuperficie de las neuronas y dirige el crecimiento de las fibras nervio-sas hacia sus células blanco, asegurando la sobrevivencia de aquellosaxones que establecen las conexiones correctas con sus respectivas cé-lulas blanco (12). El fenómeno ha sido comprobado tanto en el sistemanervioso vegetativo como en el sistema nervioso central. Este fenómeno

esencial en la plasticidad se sitúa en la frontera de las neurociencias.Actualmente se conocen muchos otros factores de crecimiento que jueganun papel fundamental en la morfogénesis del sistema nervioso, como seerá en el capítulo v.

 Tanto interés como el que ha despertado el proceso de desarrollo delcerebro ha también despertado su declinación, como resultado del enve-ecimiento. Conforme se llega a la senectud, ciertas células en el cerebro sedañan en forma progresiva y mueren. Sin embargo, estudios recientes

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sugieren que la erosión de la mente no es un acompañante automático dela longevidad, sino el resultado de enfermedades específicas que aceleranmarcadamente el proceso del envejecimiento o se le superponen. Porello es interesante que en el proceso de envejecer se hayanidentificado cambios que pueden representar intentos de neuronassobrevivientes por compensar la pérdida o la atrofia de otras neuronas y de susroyecciones respectivas. Por ejemplo, en algunas regiones del hipocampo

 y la corteza  se ha observado el crecimiento de dendritas aun después delos 70 años. Estos hallazgos sugieren que aun en edades avanzadas elcerebro es capaz  de cierta remodelación dinámica de sus conexionesneuronales. Si bien el significado funcional de estas dendritas que aparecenen la senectud no ha sido determinado, lo que sí está razonablementeestablecido es que el  mantenimiento o el incremento de la actividadmental en la senectud pueden proteger contra la declinación cognitiva.Otro avance importante es el  creciente conocimiento que estamosadquiriendo sobre las bases fisiológicas de la atención, el procesomediante el cual el cerebro selecciona,  entre los múltiples estímulosexternos e internos a que se haya sujeto, aquellos que en un momentodado habrán de lograr preeminencia para ser procesados e ingresar a laadvertencia consciente. Los conglomerados de neuronas que se activancuando se atiende producen potenciales elécI ricos que puedenregistrarse a través del cr íneo intacto. La medición y

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análisis de estos potenciales es una forma de estudiar, en un nivel elemental, loque sucede en el cerebro cuando el sujeto presta atención a algún estimulo delmundo exterior.

Engranados en la arquitectura y en la química de su cerebro, los organismoscontienen los "programas" neurales para ejecutar conductas i mulatasdesarrolladas a través de millones de años, así como el potencial para modificarsus respuestas en virtud de sus experiencias. En efecto, las experienciasmodifican el sistema nervioso de tal manera que los organismos actúan enformas diferentes. Esta capacidad de cambio o plasticidad subyace a losfenómenos de la memoria y el aprendizaje. Donald Hebb (7) postuló en 1949 queel sitio crítico donde ocurren estos cambios es la sinapsis. Ya desde 1976, EricKandel (10) demostró en sus experimentos con un pequeño molusco marino (

  Aplysia Cali fornica) que la experiencia modifica la eficacia de latransmisión sinóptica. Este fenómeno se ha comprobado también en losvertebrados.

Por muchos años el aprendizaje y la memoria han sido problemas cenmalesde la psicología, pero en la última década han tomado un papel relevante comoobjeto de estudio de la neurobiología. El aprendizaje es el proceso mediante elcual adquirimos nuevos conocimientos, y la memoria, aquel por el queretenemos esos conocimientos a través del tiempo. Aprender y memorizar sonprocesos centrales para nuestro sentido de individualidad y, más que eso, han

hecho posible transmitir de generación en generación la mayor parte de lo quesabemos acerca del mundo y sus civilizaciones.

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Actualmente algunos aspectos de los mecanismos neurales que subya-cen a varios tipos de aprendizaje pueden estudiarse a nivel celular ymolecular. El esclarecimiento de estos mecanismos es clave para llegar acomprender el desarrollo del carácter y la génesis de muchos problemassicológicos y emocionales que son resultado de la experiencia.

Conviene no perder de vista que la memoria no es la repetición exactade una imagen, sino la puesta en juego de un proceso de categorización.Una memoria dada depende del contexto presente y de la experiencia

asada de un organismo y cada recuerdo es una recategorización.La mayoría de los biólogos modernos están de acuerdo con Thomas

Huxley (1825-1895) en cuanto a que la conciencia no pudo haber hecho suaparición en la naturaleza de una manera súbita (2). "La continuidad estáestablecida y no se puede suponer que cualquier fenómeno natural com-lejo inicie su existencia sin ser producto de modificaciones de fenómenos

más simples. No hay argumentos para pensar que la conciencia aparecióor primera vez en el hombre". Desafortunadamente, lo que sabemos

acerca de la evolución del sistema nervioso poco nos dice acerca de laevolución de la conciencia.

A principios de este siglo el interés por la conciencia sufrió una grandeclinación en virtud de que tanto el psicoanálisis como el conductismoenfocaron su atención hacia otras direcciones; Freud hacia el incons-ciente, y los psicólogos del comportamiento hacia la conductaobservable, a la que tomaron como el único objeto legítimo de estudio.

Han pasado ya algunas décadas desde 1913 en que Watson (13)roclamó su manifiesto: "Ha llegado el tiempo en que la psicología debe

descartar toda referencia a la conciencia y no necesita engañarse a símisma haciendo de los estados mentales objeto de la observación; laintrospección no puede formar parte de su método". En 1902, William

 James (1842-1910) publicó un ensayo titulado "¿Existe la conciencia?" yllegó a la sorprendente conclusión de que no existe, es decir, no existecorno propiedad específica o atributo de un órgano en particular.

Hoy las cosas han cambiado y la conciencia vuelve a ocupar el lugarcentral que tuvo en el pasado, posiblemente porque es un concepto que no

odemos excluir si hemos de dar adecuada cuenta de la vida y la condi-ción de los humanos. Lo que ha cambiado es el método paraaproximarse a ella.

Uno de los caminos transitados hacia el conocimiento de la neuro-iología de la conciencia ha sido el estudio de la estructura, la función y el

desarrollo de las áreas visuales de la corteza cerebral (6, 23). Lo que sesabe hace insostenible la división entre el proceso de ver y el de entenderlo que se ve. Tampoco es posible hablar de conocimiento visual sinreferirse al complejo aparato neural que el cerebro ha desarrollado para

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adquirirlo. Existen por lo menos 20 áreas distintas y discretas del cerebroencargadas de procesar la información visual. Hay áreas especializadas enrocesar color, otras movimiento, contraste, etc. ¿Cómo es que la activa-

ción de estas áreas discretas y sus componentes nos dan una visión unificada sin dejar huella de la división de labor que ocurre en el cerebro? ¿Cómo es que la información que entra al cerebro a través de ambos ojosse integra para darnos imágenes unificadas? Parte de la respuesta a estasreguntas se generó en el laboratorio de David Hubel y Torsten Wiesel (9,

11) en la Escuela de Medicina de Harvard. Estos investigadores

encontraron que el sistema visual de monos y gatos recién nacidos esmuy similar aI de los adultos. Su sistema visual se organizafuncionalmente a sí mismo en la etapa prenatal, antes de que el animalhaya visto algo. Cuando el animal recién nacido ve al mundo lo hace yacon las redes neurales específicas construidas en su cerebro. Sinembargo, si a los animales, gatos o mo- nos, se les priva de la vista en uneriodo crítico (hasta seis semanas de edad en el gato y seis meses en el

mono) se producen cambios estructurales notables en su corteza visual.Es decir, existe un periodo crítico del desarrollo en el que tanto lasconexiones neurales como la experiencia deben interactuar paraasegurar el desarrollo apropiado del sistema. El conocimiento a través dela vía visual no puede adquirirse, o se adquiere distorsionado, si no existeuna organización neuronal apropiada. No hay

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experiencia visual si no se ve, y no se puede ver si no hay conciencia. Lasercepciones: visuales, auditivas, gustativas, odoríficas y táctiles comien-

zan con fenómenos físicos definidos como la transducción sensorial de losestímulos, que resulta en la generación de impulsos nerviosos que siguenías que, a cada paso, reclutan nuevas formas de información hasta llegar

al campo de la experiencia subjetiva. Es en este terreno donde se pretendedar solución a la pregunta ¿qué ocurre en el cerebro que explique la expe-riencia subjetiva de quien percibe? La respuesta sigue envuelta en el

misterio. Por ejemplo, conocemos en detalle las vías y relevos por dondefluye la información visual de manera secuencia) y paralela, pero no sabe-mos cómo se integra la información sensorial para producir la percepción.Sabemos qué y dónde, pero no cómo.

Otro logro importante de las neurociencias, de gran trascendenciaara la psiquiatría, lo constituyen los notables avances en la genética

molecular, como se verá en el capítulo ix.Sabemos que algunas enfermedades psiquiátricas pueden ser causa-

das por un solo gen aberrante y que otras, como la esquizofrenia y la en-fermedad maniaca, tienen raíces poligénicas. Los estudios de gemelosidénticos no dejan dudas en cuanto a la importancia del factor genéticoen la susceptibilidad a la esquizofrenia y también que los genes impli-cados pueden expresarse o no en distintas condiciones ambientales. Así,los estudios de familias y de gemelos en adopción no sólo muestranque los factores genéticos son un riesgo importante para la expresión de laesquizofrenia, sino también que hay factores ambientales que actúantempranamente, algunos de ellos durante la vida embrionaria.

Como en otras áreas de la ciencia, el avance en el conocimiento delsustrato neural de las funciones mentales está estrechamente ligado alavance de la tecnología. Cuando Hans Berger (1873-1941), psiquiatraalemán, diseñó el primer aparato para el registro de potenciales eléctricosdel cerebro intacto (1), abrió el camino que en los años subsecuentes haermitido el registro de la actividad eléctrica espontánea y provocada de

las distintas regiones del cerebro. Su utilidad en la clínica es conocida,ero más que eso, el electroencefalograma ha sido un poderoso instru-

mento para la investigación de la operación de la mente durante laigilia y el sueño.

Otro avance técnico de la mayor importancia ha sido el registro de lasminúsculas señales eléctricas generadas a través de la membrana plas-mática de una sola célula nerviosa, que resultan del flujo de iones através de canales específicos. Refinamientos de esta técnica inventada porlos fisiólogos alemanes Erwin Neher y Bert Sakmann (14), acreedoresdel Premio Nobel de Fisiología y Medicina de 1991, hicieron posible elanálisis funcional de canales jónicos individuales ; que responden a

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ios en el campo eléctrico existente a través de la membrana plasmática oque son activados por la acción de un neurotransmisor. Se trata de porosde naturaleza proteínica que al ser activados permiten el paso selectivo deiones a través de la membrana.

Uno de los avances tecnológicos de mayor resonancia para la psiquia-tría ha sido el registro en imágenes de diferencias significativas en el me-tabolismo energético y en el flujo sanguíneo en distintas regiones delcerebro. El método de la tomografía por emisión de positrones (18) ha

ermitido identificar deficiencias cerebrales funcionales en diversas con-diciones patológicas: tal es el caso de la hipofuncionalidad de los lóbulosfrontales en enfermos esquizofrénicos y, más recientemente, la asimetría yel desequilibrio funcional de las regiones temporales en enfermos quesufren estados de pánico.

De los nuevos métodos de imágenes, tomografía por emisión deositrones, tomografía computada, resonancia magnética, magnetoen-

cefalografía, etc., puede decirse que están haciendo por la psicopatologíahumana lo que el telescopio hizo por la astronomía y el microscopio porla biología. Estos métodos se tratan en detalle en los capítulos II y xix.

Con las técnicas actualmente en uso, la comprensión de los mecanis-mos de acción de los agentes psicoterapéuticos que modifican el funciona-

miento del cerebro en varias direcciones es más precisa, lo cual facilita eldiseño de nuevos fármacos más efectivos y selectivos.

Otro de los grandes avances recientes ha sido el estudio de la inteligenciaartificial, tema del que trata el capítulo xviii. Los modelos de mecanismoscognitivos complejos basados en circuitos organizados en serie procesanlentamente la información y no son efectivos para simular los proce-sos reales del pensamiento. El cerebro no opera exclusivamente pro-cesando información en serie, sino principalmente en paralelo, y por ellolos modelos más recientes incluyen organizaciones en paralelo capaces deoperaciones más complicadas y refinadas.

Hay modelos que reproducen con éxito algunas de las funciones pro-ias del cerebro. De hecho pueden, como el cerebro, resolver cualquierroblema que se plantee mediante una fórmula lógica. Además de facul-

tades de computación, el cerebro tiene otras propiedades que son únicas ydependen de su naturaleza biológica. Searle (19) apunta que si bien lascomputadoras más avanzadas y complejas poseen sintaxis, no insertanningún significado en símbolos, es decir, no tienen semántica.

Penrose (16) en su polémico libro de 1989 atacó vigorosamente a quie-nes proponen que los modelos cibernéticos pueden replicar todos losatributos humanos, incluyendo la conciencia. A su juicio las analogíasentre el cerebro como órgano de la inteligencia y la inteligencia artificialestán siendo exageradas. Un computador ha derrotado a algunos de los

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mejores jugadores de ajedrez, pero es incapaz de resolver una situaciónque un jugador novato hubiera podido manejar. Lo que ocurre es que lascomputadoras no pueden comprender. Desde otro punto de vista, lo quenos diferencia, a nosotros y a los mamíferos superiores del mundo inani-mado y del mundo de los circuitos de silicón, no es sólo la autoconcienciasino el afecto.

En síntesis, de esta revisión panorámica a ojo de psiquiatra clínico, detodo lo anterior podemos decir que en las últimas décadas, merced a una

fusión gradual de dos campos del conocimiento originalmente separados  —la neurobiología, la ciencia del cerebro, y la psicología cognitiva,ciencia de la mente—, surge un nuevo marco intelectual para examinar lasfunciones mentales. Este nuevo esquema se nutre principalmente de lacapacidad de estudiar los sustratos biológicos de estas funciones, si bienhasta ahora sólo en sus componentes elementales.

Algunos piensan que los avances en el conocimiento que conduce a la "

naturalización" del hombre ponen en tela de juicio la validez de nuestrossentimientos íntimos de libertad y autodeterminación y les resulta cuestaarriba reconocer que nuestro yo y nuestra mente dependen de una intrin-cada red neuronal y ésta a su vez de un segmento de ADN. ¿En qué gradonuestro esfuerzo determina la clase de persona que queremos ser?Conforme develamos los misterios de nuestra corteza cerebral advertimos

de manera más clara que es precisamente el conocimiento de nuestranaturaleza lo que nos permitirá tener una mayor medida del dominio denuestras mejores potencialidades humanas.

Sería ingenuo suponer que los avances en el conocimiento de la biolo-gía celular y molecular del sistema nervioso, y la mayor precisión de lasformulaciones de la psicología cognitiva, permiten ya conectar a la bio-logía y a la psicología con los mecanismos establecidos del desarrollo y laevolución en formas consistentes, pero no cabe duda que se avanza en esadirección.

Un hecho establecido es que nuestros genes, que se expresan en cadauna de nuestras células nerviosas, nos determinan, pero es también unhecho establecido que la experiencia y la educación en el curso de la vidanos individualizan mediante la afinación del patrón de conexiones neura-les subyacentes a la función del cerebro. Al momento del nacimiento noestamos dotados de una máquina terminal, sino adaptados para el de-sarrollo en direcciones individuales; cada persona es única (5).

Preguntarse si una forma de conducta desviada es psicológica oiológica, es decir, un estado de la mente que resulta de la crianza y de las

interacciones sociales o asunto de genes y de química cerebral, no tienemucho sentido. Por ejemplo, cuando se dice que la orientación sexual deuna persona tiene un sustrato biológico se está sugiriendo que hay otros

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aspectos de la vida mental que no lo tienen, lo cual no se sustenta enhechos científicos establecidos. En el campo de la psiquiatría, la distincióntradicional entre trastornos orgánicos y funcionales se está haciendoorrosa. Hoy sabemos que muchos enfermos considerados anteriormente "

funcionales" sufren daños orgánicos, y se tienen pruebas de la presenciaen ellos de anomalías cerebrales específicas y de alteraciones a nivelmolecular.

En el pasado se pensó que los determinantes biológicos y los deter-minantes psicosociales de la conducta actuaban a niveles diferentes delcerebro. Lo que ha planteado Eric Kandel (10) es que puesto que accionestales como la estimulación y la privación de estímulos externos alteran lasconexiones neuronales, todos los procesos mentales son biológicos y sualteración es orgánica. Lo que hay que definir es en qué grado un procesoiológico está determinado por factores genéticos y de desarrollo y en qué

grado lo está por condiciones psicológicas y sociales.

No obstante los avances tecnológicos son los que nos permiten conten-der con algunos de los trastornos mentales y conductuales más frecuentes,no pensamos que la materia psiquiátrica pueda reducirse al conocimientodel cerebro, ni es de creerse que las anomalías moleculares permitiránexplicar los desórdenes mentales en su totalidad. En la iniciación, curso

 y consecuencias de las enfermedades mentales, lo que se requiere es recon-siderar, a la luz de los nuevos conocimientos, la participación patogénicareal de los diversos factores que intervienen en los cuadros clínicos, quecontribuyen a su prevalencia, les dan contenidos y significados, y entor-ecen o facilitan la recuperación de los enfermos. Hay hechos científicos

que no pueden ser soslayados. Las neurociencias están demoliendoaulatinamente los obstáculos que separan al hombre del conocimiento

de sí mismo y de su lugar en la naturaleza.

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8/3/2019 2._Biologia_de_la_mente

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LAS BASES NEUROBIOL GICAS DE LA MI N•I IN,