3 8° T E M P O R A D A D E L G E D A - AÑO 2020 2021

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3 8° T E M P O R A D A D E L G E D A - AÑO 2020 – 2021 Después del castigo de DNU, Aspro, Dispo, YPF, Movistar, etc, etc, un poco de prepo y otro poco por rebeldes, iniciamos la actividad del GEDA, recién en el mes de enero.- Lamentamos haber perdido la primavera y el reencuentro en la habitual raqueteada, pero gracias a varias reuniones de la Subcomisión, nos impusimos a los virus, al temor y abrimos el juego tímidamente.- Ahora sería con lineamientos claros, mucho de virtual y habría límite de inscriptos.- Convocamos a los guías, el Jefe y alma mater, sería Roni, secundado por Fernando, Goldi y para estar a tono con la lucha de género, Agostina. Comenzamos a elegir lugares, tarea nada fácil ya que Roni se apareció con tres hojas de listado de posibilidades.- El primero seleccionado era un sitio único al que todos desean regresar o conocer: Las Buitreras. De la emoción del reencuentro y con todo lo que teníamos para contarnos, Roni nos hizo caminar 3:15 horas, y al comenzar a sentir en su nuca, los ojos de muchos hambrientos, les dijo por radio a los ayudantes “si no paro a comer, nos matan”.-

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3 8° T E M P O R A D A D E L G E D A - AÑO 2020 – 2021

Después del castigo de DNU, Aspro, Dispo, YPF, Movistar, etc, etc, un poco de prepo y

otro poco por rebeldes, iniciamos la actividad del GEDA, recién en el mes de enero.-

Lamentamos haber perdido la primavera y el reencuentro en la habitual raqueteada,

pero gracias a varias reuniones de la Subcomisión, nos impusimos a los virus, al temor y

abrimos el juego tímidamente.-

Ahora sería con lineamientos claros, mucho de virtual y habría límite de inscriptos.-

Convocamos a los guías, el Jefe y alma mater, sería Roni, secundado por Fernando, Goldi

y para estar a tono con la lucha de género, Agostina. Comenzamos a elegir lugares,

tarea nada fácil ya que Roni se apareció con tres hojas de listado de posibilidades.-

El primero seleccionado era un sitio único al que todos desean regresar o conocer: Las

Buitreras. De la emoción del reencuentro y con todo lo que teníamos para contarnos,

Roni nos hizo caminar 3:15 horas, y al comenzar a sentir en su nuca, los ojos de muchos

hambrientos, les dijo por radio a los ayudantes “si no paro a comer, nos matan”.-

Seguía sin encontrar el lugar soñado, a la medida del grupo, y en la foto de grupo de

precumbre, nos instaba a sonreír. Había tanto viento, que se le volaba el pelo al perrito

que nos seguía curioso. Finalmente, como zombis hambrientos, nos sentamos en un

bosquecito sombreado y con la mejor vista.-

Este año, el fotógrafo en Jefe, vino bien acompañado, Fabián, su hijo, no faltó a una sola

caminata y se volvió fanático del Geda.-

Ya de regreso, visitamos el afloramiento de petróleo surgente y Roni nos contó historias

de ése raro caso en medio de la estepa. Luego, el infaltable mate cocido, esta vez

compartido manteniendo 2 metros de distancia, según protocolos vigentes.

En cada salida, lográbamos sumar más integrantes permitidos y la segunda fue a La

Lipela (según el CAB) pero según los organizadores, que siempre buscan atraer con el

misterio, la llamaron al “Castillo verde”.-

Era fin de enero, mucho sol, calor y sin viento. Subimos en zigzag, y ya arriba

almorzamos, exploramos las rocas, los cipreses retorcidos y a pesar de la macheteada

continua, Roni aún tenía fuerzas para organizar la foto de cumbre. Tal vez por estar

medio deshidratados, la nueva bandera del Geda quedó cabeza abajo.-

El guía nos probaba para ver quién podría trabajar de faquir, ya que caminamos horas

entre agujetas filosas de rosa mosqueta, espino negro y neneos. La ganadora del desafío

fue Silvana, quien con su minishort, mostraba hilos de sangre en muslos y pantorrillas.

Decidimos nombrar la excursión como “paseo al espinal” y decidimos alquilar

guardamontes o pantalones de cuero para ocasiones similares.-

Otra prueba, en cada bosquecito, Roni nos decía, vengan, descansen, estiren las piernas

y nosotros cual ovejitas, nos amuchábamos en la escasa sombra. Pero llegó el

ultimátum: ¿Cuánta agua les queda? Un cuarto, medio litro, NADA. Entonces, a

regresar. Por suerte, Fernando descubrió una tranquera escondida, que nos ahorró

mucho camino. Ya abajo, al lado de un arroyito fresco, revivimos.-

Preparamos el mate cocido mientras esperábamos a Armando que debía traer tortas

fritas encargadas para todos, pero no aparecía. Al llegar, con cara de actor dramático,

nos dijo: “Se les quemó el aceite y no habrá tortas”. Pero era mentira, y nos tocaron tres

por cabeza. A la vez, cual Papá Noel, vino cargado de pan y huevos caseros, que nos

vendían los pobladores. También degustamos la torta que Alejandra siempre trae para

convidar a todos.-

Este año 2021, el Club Andino Bariloche, cumple nada menos que 90 años, y su

Presidente nos pidió que organizáramos algo “especial”. Buscamos un cerro, que en

teoría nunca habíamos subido, ni se conocían noticias de su ascenso. Así, fue el Cerro 3

picos el elegido, ubicado al noroeste del Lago Nahuel Huapi.-

Gracias al barquito Kaikén, partimos desde Villa Tacul, muy temprano, para navegar

hasta Puerto Vinagre, donde nos esperaba el poblador, Don Martin, siendo su hijo quien

oficiaría de guía baqueano. Pero, él y su hijito, lo hacían a caballo, mientras nosotros

subíamos lentamente sin grandes desniveles, rodeando el primer pico.-

Una pampita, otra más allá, y en cada una, descansábamos o comíamos la fruta, hasta

entrar al bosque alto de lengas y salir al pedrero. Allí, como en una democracia griega,

Roni decidió consensuar con todos: miren la hora, miren las tres cumbres, calculemos

el regreso…¿Qué hacemos? Teniendo cerca el primero de los picos, se decidió almorzar

y subir a ése, que cuenta con 1.800 metros.-

La vista era increíble, abarcadora y distinta ya que es un sector del paisaje al que no se

accede habitualmente. Tuvimos un premio adicional, ya que nos acompañaba Ignacio,

alias Nacho, ex guía del grupo y geólogo, quien descubrió un fósil marino, prueba de que

en el pasado remoto, el Pacífico había llegado hasta allí. Se almorzó y luego, casi todos

subieron a la cumbre, donde la bandera del Geda y la del aniversario del Cab, ondearon

con orgullo. Con control remoto activado, bajamos rápido para armar el campamento.

Esta vez, relajados, aguardamos la cena, ya que el dueño del lugar nos prepararía

corderos al asador, ensalada de su huerta y pan casero. O sea, que hubo oportunidad

de compartir experiencias y recordar historias del GEDA.-

Y llegó el cordero y fue muy bien acompañado por tintos y blancos. Alejandra se había

ocupado de comprar el postre para todos: queso durito y dulce de batata y membrillo.

Al abrir la caja la retamos, que exagerada, trajiste como para un regimiento!!! Final del

largo día en torno al fogón y a soñar y proponer lugares a visitar en el futuro.-

Para el domingo, no teníamos planes marcados ni horario ya que el barco nos buscaría

a las 17 horas. Luego del desayuno, Fernanda nos propuso una clase de elongación.

Formamos un enorme círculo y fuimos aflojando músculos acortados o doloridos. En

cada movimiento, envidiábamos a Goldi, ya que él, alcanzaba todas las posturas. Se oyó

decir “Y si… él es esquiador…¿Viste?”. Roni y Vito nos miraban de lejos y decían que se

cansaban sólo con vernos. Luego Paula y Fernando propusieron otros juegos. La

siguiente propuesta era conocer la cercana laguna del Buey. Era por una calle ancha, no

necesitaríamos al baqueano sino seguir las indicaciones. Pero, luego de caminar más de

una hora hacia el sur….no la encontramos. En un claro almorzamos y Goldi nos premió

con su tablita de delicatesen.-

Ya de regreso, desarmamos el campamento, acercamos todo a la playa, y recién fuimos

conscientes que había mucho oleaje, por el viento del este. Vimos acercarse el barco,

pero el capitán a cargo no lo expondría a impactar contra el precario muelle.-

Seis valientes voluntarios subieron a un pequeño bote a motor para intentar abordar en

medio del lago, pero era tal el riesgo, que partieron en procura de otros puertos

cercanos, regresando a la hora, muy desanimados. Cambio de planes, debíamos

quedarnos una noche más e intentarlo el lunes a las 7 o a las 17 horas. Rearmamos

carpas, mientras algunos avisaban a la familia o al trabajo.-

Yo sólo tenía una preocupación: ¿Qué cenaríamos y desayunaríamos? Pero, como de la

galera de un mago, aparecieron ensaladas, pizas, tartas, tomatitos cherry, fiambres, y

aplaudimos a Alejandra ya que teníamos otra vez queso y dulces de postre.-

Como viviendo un “dejavu”, madrugamos, desarmamos campamento y a desayunar.

Cual milagro bíblico, llovió del cielo pan, galletitas, budines y hasta pan dulce.

Liquidamos los últimos trozos de queso y dulce y…… todos a la costa a mirar el lago en

busca del barquito. Lo vimos acercarse, y creo que fue el control mental que ejercimos

sobre el capitán, lo que logró que amarrara, a pesar del oleaje. Finalmente llegamos

sanos y salvos a tierra firme y no tuvimos que acudir a la Comisión de auxilio-

Roni nos contó, que para descansar de la salida al cerro 3 Picos o del aniversario, se

había dedicado a pintar de rojo y decorar, 27 latas de cumbre, por lo tanto teníamos que

buscar 27 cumbres de la región. Pero preferimos elegir una salida tranquila pero muy

apreciada, la 2ª. y 3er. Cascada del Río Manso.-

La senda, en vez de ascender, baja suavemente en bosque bajo de radales, ñires y miles

de cañas coligües secas que parecen palitos chinos. Aunque agregamos malla a la

mochila, amaneció fresco para un chapuzón y al llegar, almorzamos gozando del

murmullo del potente Manso, muy mal bautizado por sus descubridores.-

Nuestro guía Fernando está enamorado, ya que había olvidado su almuerzo, el vaso y

otras cosas. Varias chuchis del grupo le ofrecían parte de su refrigerio y comió más que

nadie. Los rastreadores buscaron una picada oculta, complicada, para acceder a la otra

cascada cercana. Fernando ayudaba en un paso difícil y le dije “no te abuses de las

chicas” y él me respondió, “son ellas las que se abusan y me abrazan”.-

Luego de la foto de grupo, visitamos la cascada más famosa, la de los Alerces, y allí

aproveché para contar historias del río Manso. Terminamos la jornada, merendando

chocolate y café, con tibias tortas fritas, bajo las ramas de una añosa araucaria.-

Avanzando el verano, rumbeamos para Pampa Linda a pasar el fin de semana.

Visitaríamos la confluencia de río Castaño Overa con el Manso, senda nueva para el

Geda. Roni fue apodado “el loco del machete” ya que lo trajo recién afilado y se dedicó

a filetear el estrecho sendero.-

Ya de regreso, aguardamos ansiosos la llegada de Charly Galosi, quien había partido el

día anterior, para unir a pié todos los refugios y camping que posee el Cab. Lo

aplaudimos, fotografiamos y hasta le prestamos nuestra bandera de los 90 años.-

A la hora del mate cocido, tuvimos que cambiar los planes de cena, se venía la lluvia y

la choriceada sería en el quincho del camping, calentito y bien provisto de mesas y

asientos. Los pocos voluntarios de siempre, rallamos, picamos y dimos cuenta de

enormes repollos, tomates y lechuga, dejando escondido el queso y dulce para el postre.

Mientras, Vito asaba los chorizos.-

Se largó la cena, y esta vez, Goldi nos sorprendió con una sexy tablita de degustación.

Antes del postre, Fernando remataba un combo de chori y ensalada para el almuerzo

del domingo. Como la cena estuvo muy bien regada por cepas de variado origen, había

alegría, y Norma, ayudada por Fernando, propuso un concurso de canciones que eran

elegidas en equipos. La jurado imparcial designada era Alejandra.-

Lo más divertido era ver como los más jóvenes no podían competir con los mayores, ya que no conocían los grandes éxitos de los años 60 a 90, de Xuxa, Palito Ortega, o Leo Dan. Los jóvenes protestaban “no vale son de otra época”. Arturo nos deleitó cantando tangos.- Roni fue el más sorprendido ya que le festejamos su cumpleaños con torta de chocolate, con vela y todo, preparada por Alejandra. A pesar de su alegría, nos dio el ultimátum: “Mañana 7:30 horas en pie, desayuno y al Tronador!!” Parece que durante la ventosa y lluviosa noche, Roni hizo un pacto con los chimangos, ya que a las 7:20 horas empezaron a gritar entre las carpas oficiando de despertador.- La idea era subir por la picada al Refugio Meiling, para llegar a ver desde arriba el glaciar Castaño Overa, luego visitar las cuevas donde Otto pasaba la noche y también ver desde lo alto el glaciar Los alerces y su laguna.- El bosque es imponente, añosos coihues, helechos, flores, musgos. Almorzamos al llegar al pedrero y al reiniciar la marcha nos sorprendió una fría llovizna, pero como premio al esfuerzo, el sol nos regaló un arco iris completo que se desplegaba como un marco sobre el valle. Fue la más bella foto de grupo de la historia del Geda, parecía trucada.-

Seguimos subiendo y casi casi llegamos al Meiling, pero era hora de regresar. Aproveché en una parada, a armar cual rompecabezas, las fotos de todo lo visto desde el año 1991, y nos sorprendió ver el cambio y retroceso de los hielos.-

Normalmente cuando bajamos vamos más silenciosos, soñando con el mate cocido reparador. Esta vez, rogamos a coro a Roni y Vito, que pidieran a Pampa Linda que nos esperaran con tortas fritas. Tanto insistimos, que por radio, las convencieron y se pusieron a amasar.- Ya abajo a elongar y a recuperar fuerzas con mate dulce, tortas fritas y otras delicias compartidas.

Si hay algo que caracteriza al matrimonio de Alejandra y Armando, aparte de las ricas tortas que aportan, es su capacidad de gestión, insistencia obsesiva a la hora de obtener un permiso. Luego de decenas de llamadas, se consiguió el OK para subir el Cerro los Monjes por una senda no habitual.- A los guías conocidos, se sumaba Agustín y el cuidador del campo oficiaría de baqueano, quien marchaba rápido acompañado por un perro diminuto. Ya en el bosque virgen, escuchamos por radio que se necesitaba “caladryl”, seguro que por picadura de chaqueta amarilla. Yo ofrecí vinagre, pero se agrandó Fernando. Sacó el machete y blandiéndolo cual samurái gritaba:”Que se anime! la corto al medio!”.- Roni, por su parte, como es también guía de caza, gritaba feliz: “Se escucha la brama”.- Luego de horas de marcha, llegamos a una cumbre a almorzar, ya se veían los monjes, pero estaban allá lejos y con un cañadón a bajar y subir para alcanzarlos. Momento de decisión: sigo o me quedo. Roni nos planteó diversas actividades: siesta, charlas, relajación, fotografiar, buscar lindas vistas. Agustín, el nuevo guía, se quedó con el grupo pequeño y nos llevó a un mirador cercano. Fue su bautismo de fuego ya que nos lesionamos Horacio y yo y tuvo que practicar primeros auxilios. Además, la afamada gurú Sisi, practicó sus técnicas ancestrales y nos alivió de molestias a ambos.-

Se hacía tarde, ya que ese día iniciaba el otoño. Nos apurábamos al máximo pero el suelo era una alfombra de palos y troncos a sortear. El baqueano corría y Roni nos gritaba, preparen linternas. ¿trajeron? Cada tanto nos sorprendía el paso ágil de grupos de ciervos que nos maravillaban.- Parecía una bajada de antorchas y llegamos a los autos bien cerrada la noche. No hubo foto de despedida y se comenta que Vito quiere comprarse una cámara infrarroja para estas ocasiones.- Yo propuse cambiar el mate cocido por una cena en parrilla del río Limay, pero no hubo quorum.

Ya acercándose el otoño, rumbeamos para el Norte del lago Nahuel Huapi, en busca de los primeros colores del bosque. Subiríamos en aerosilla el Cerro Bayo hasta los 1.550 metros, y luego seguiríamos a pie hasta la cima.- Íbamos un poco por las pistas, otro a campo traviesa. La vista era increíble, y ya arriba veíamos varios volcanes, el Puyehue, el Tronador, el Osorno y la chimenea del Pantojo.- A la hora de almorzar, esta vez el olvidadizo fue Goldi, y puso en práctica el término acuñado por Fernando, empezó a “caranchear “. Léase, picar un poco de cada compañero, y hasta olvidó su famosa tablita. Fernando estaba celoso, ya que las chicas le ofrecían sándwiches y tartas.- Luego de la primera foto de cumbre, el grupo se dividió, algunos siguieron hacia el Cerro Inacayal.-

Esta vez, Roni no fue de la partida, ya que gozaba de sus merecidas vacaciones laborales, pero su espíritu apareció al abrir la lata de cumbre que con cariño preparó para esta salida.- Otro grupo, con Goldi, iniciamos el descenso intentando llegar a horario a la aerosilla, y por apurarnos practicamos el sandboard, léase bajada clavando talones en una barranca de arena del volcán Caulle. Aun así, no llegamos al sector de sillas y continuamos bajando todo el cerro. Ya abajo nos dedicamos a preparar el mate y esperar al resto con algo rico.

Aprovechando el otoño de clima primaveral nos dirigimos aguas abajo del río Limay hasta Villa Llanquín. Visitaríamos un lugar de nombre enigmático y muy descriptivo, “la Cosa “.- Cruzamos a pie por el puente colgante y rumbeamos primero hacia “la cosita”, donde era una parada a elección, de fruta, de almuerzo, de agua. Fernando, iba “chimangueando” y ligó café.- Olivia, vio como su coqueta botellita de agua, rodaba por un lugar peligroso y lamentó no poder recuperarla. Al rato, Fernando tropezó y exclamó “Uy, casi caigo al barranco!!” y ella replicó: “Si caes tráeme la botellita!!!….” De La Cosita a La Cosa, donde almorzamos y fotografiamos desde todos los ángulos una formación particular, rojiza, con cañones y cuevas.- Ya de regreso, en la costa del Limay, varios niños del grupo, como Fabián y Fernando, competían haciendo “patitos”, mientras otros acalorados se remojaban en el río.-

Finalmente, descansados, cruzamos el puente para ir hasta un restaurante próximo donde prepararíamos el mate cocido. No había apuro, ya que aguardábamos la sorpresa final: encargamos tortas fritas a los vecinos, y llegarían calentitas.- En la espera vimos que Fernando hablaba animadamente con Tony, pero Tony no era un perro sino una blanca y muy femenina gallina. Dudamos si su agua poseía algún alucinógeno que nublaba su mente.- Nos costó levantarnos, estábamos muy cómodos compartiendo la que, no sabíamos sería la última salida de la 38ª. temporada. Otro decreto presidencial y veda de Parques Nacionales y… nos quedamos con ganas de más.- Nos juramos que a la primera nevada, haríamos una raqueteada, aunque sea en el cercano Cerro Otto, la cosa era seguir con este vínculo único, con este vicio tan saludable de: compartir, conocer, participar, respetar la Vida que nos rodea y continuar con salud por muchas temporadas más.- TEXTO DE LILIANA SCHIAVO