3. Escepticismo pirrónico

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Escepticismo pirrónico Rasgos de la posición de Pirrón. La epoché como actitud y como mecanismo argumental Pirrón toma a la epoché no sólo como programa cognitivo sino también, y principalmente, como actitud. Sostiene que en el formato más perfecto de estadio pirrónico lo esperable es que se reaccione con epoché, o sea, no dándole crédito a los sentidos, y que, en caso de que no se pueda llegar a eso, se tiene que activar la epoché como mecanismo argumental, mostrar por qué la epoché es la mejor salida frente al mundo circundante, pero la primacía la tiene la epoché como actitud frente al mundo. El sujeto pirrónico ideal, entonces, no reacciona frente al mundo. En este sentido, hay diversas críticas que tienen que ver con anécdotas de Pirrón. Por ejemplo, en una situación en que un perro va a morder a Pirrón, él se escapa; ahí ya no puede sostener que le da lo mismo lo que ve o no ve. Una fuente dice que Pirrón respondió a las críticas diciendo que era difícil separarse completamente de lo humano, pero que hay que intentar luchar contra las circunstancias reaccionando con epoché, no dándole crédito a los sentidos, y, si no se tiene éxito con eso, tratar de justificar por medio de la razón por qué la epoché

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Escepticismo pirrónico

Rasgos de la posición de Pirrón. La epoché como actitud y como mecanismo

argumental

Pirrón toma a la epoché no sólo como programa cognitivo sino también, y principalmente,

como actitud. Sostiene que en el formato más perfecto de estadio pirrónico lo esperable

es que se reaccione con epoché, o sea, no dándole crédito a los sentidos, y que, en caso de

que no se pueda llegar a eso, se tiene que activar la epoché como mecanismo argumental,

mostrar por qué la epoché es la mejor salida frente al mundo circundante, pero la

primacía la tiene la epoché como actitud frente al mundo. El sujeto pirrónico ideal,

entonces, no reacciona frente al mundo. En este sentido, hay diversas críticas que tienen

que ver con anécdotas de Pirrón. Por ejemplo, en una situación en que un perro va a

morder a Pirrón, él se escapa; ahí ya no puede sostener que le da lo mismo lo que ve o no

ve. Una fuente dice que Pirrón respondió a las críticas diciendo que era difícil separarse

completamente de lo humano, pero que hay que intentar luchar contra las circunstancias

reaccionando con epoché, no dándole crédito a los sentidos, y, si no se tiene éxito con

eso, tratar de justificar por medio de la razón por qué la epoché sería la mejor reacción.

Por eso, según Enesidemo (pirrónico del S. I a.C.), hay que tomar a Pirrón como modelo

regulador pero no como ejemplo para el obrar cotidiano: no hay vida que que resista un

modelo de apraxía tan extrema, y tampoco hace falta. Para Enesidemo, esto es una

especie de ejemplo extremo que tampoco hay que tomarse al pie de la letra.

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Caracterización del escepticismo. La posición neopirrónica de Sexto

Empírico. La ataraxía como télos

Al comienzo de sus Esbozos pirrónicos, Sexto Empírico distingue tres líneas generales de

sistemas filosóficos: la dogmática, la académica y la escéptica. Y lo que dice es que los

escépticos verdaderos no pueden subsumirse a la línea académica porque en realidad esta

no es una forma de escepticismo sino de dogmatismo negativo, porque sostienen que el

conocimiento es imposible, y para el escepticismo pirrónico esto constituye una

afirmación demasiado fuerte. Desde luego que tampoco la línea dogmática es una opción

para Sexto, porque tiene una base teórica desvinculada de los criterios más básicos que

tenemos para chequear si algo es verdadero o falso, y lo que plantea Sexto es una especie

de “deflación” lo más fuertemente posible respecto de la adopción de principios teóricos

no probados. Por eso la línea que propone seguir Sexto es la escéptico.

Ahora bien, Sexto distingue dos modos de exposición de la filosofía escéptica: a

uno da el nombre de “estudio general” al otro de “estudio específico”. En el estudio

general exponemos lo característico del escepticismo, explicando cuál es su definición,

cuáles sus principios y razonamientos, cuál su criterio y finalidad, cuáles los trópoi de la

suspensión del juicio, etc. En el estudio específico, en cambio, se arguye contra alguno de

los apartados de la filosofía; por ejemplo, si argüimos contra la posición ontológica del

escepticismo podemos habilitar el uso de los desarrollos de Arquesilao, etc.

Entonces, tenemos que comenzar por el estudio general, y por una descripción del

escepticismo: el escepticismo debe ser entendido como la capacidad de establecer

antítesis en los fenómenos y en las consideraciones teóricas según cualquiera de los

trópoi, gracias a lo cual nos encaminamos, en virtud de la equivalencia entre las cosas y

proposiciones contrapuestas, primero hacia la suspensión del juicio y después hacia la

ataraxía. Esto ya nos da el método escéptico (el escéptico opera con tropos); el fin

primero, digamos, la epoché, que no es un negacionismo de la primera tesis, sino que

tanto tesis como antítesis valen lo mismo, y Sexto llama a no dogmatizar, a suspender el

juicio respecto de ambas; y esto lo hago para alcanzar la finalidad de este sistema

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filosófico (aquello en función de lo cual se hacen o consideran todas las cosas), que es la

ataraxía, la ausencia de perturbaciones. Hay una vinculación importante para Sexto entre

estos dos últimos puntos: todos los problemas, las perturbaciones que trae el problema

de la ignorancia se anulan si uno suspende el juicio.

Bueno, y ahora tenemos que introducir una serie de precisiones metodológicas. La

primera es que para suspender el juicio por medio de la contraposición de dos tesis

tenemos que llegar a una equivalencia entre ambas, o sea, igualdad respecto a su

credibilidad o no credibilidad. Otra aclaración es lo que entiende más precisamente por

suspensión del juicio y por ataraxía. Por suspensión del juicio Sexto entiende el equilibrio

de la mente por el que ni rechazamos ni ponemos nada; y por ataraxía, que es la finalidad

del escepticismo, el bienestar y la serenidad de espíritu, y que sigue a la suspensión del

juicio. Otra cosa que tenemos que tener en cuenta es que Sexto entiende por “fenómeno”

a lo sensible, a lo que se me aparece, y por “teórico” a lo no sensible. Y esta distinción

sirve para aclarar que en la formulación de antítesis se pueden formular todo tipo de

contraposiciones, i. e. fenómenos a fenómenos (la misma torre parece circular desde lejos

y cuadrangular desde cerca), fenómenos a consideraciones teóricas o viceversa (decimos

que la nieve es blanca y que es agua solidificada, y vemos que el agua es negra y, por lo

que podríamos decir que la nieve es negra) y consideraciones teóricas a consideraciones

teóricas (suponemos la existencia de Dios por el orden de los Cielos, pero a eso

contraponemos que al bueno le va mal y al malo bien); y además tenemos que agregar

que este tipo de contraposiciones no debe necesariamente ser entre una afirmación y una

negación de una tesis, sino que basta con mostrar que dos posiciones enfrentadas son

igualmente convincentes o no convincentes. Y, partiendo de esta última precisión, Sexto

establece una última distinción entre distintos tipos de criterio, para librarse de la

acusación de apraxía; distingue entre un criterio teórico (el que se refiere a aceptar o no la

creencia en la realidad; sobre el que trata el estudio de las refutaciones, que veremos en

el siguiente punto) y un criterio práctico (el relativo a la acción, a ver qué hacemos y qué

no). Este criterio práctico va a tomar al fenómeno, así llama a la representación mental,

como algo a partir de lo cual puedo ver cómo obrar. Esto va a ser una innovación con

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respecto al pirronismo más originario, porque para Sexto el fenómeno no es algo a

descartar; al contrario, mientras uno lo tome como algo que aparece, sin adquirir ningún

compromiso no hay problema. Y al tomar en cuenta al fenómeno, uno puede dar cuenta

también de las exigencias vitales que son cuatro: una consiste en la guía natural, según la

cual somos capaces de sentir y pensar; otra, en el apremio de las pasiones, según la cual el

hambre nos incita a la comida y la sed a la bebida; en el legado de las leyes, según el cual

aceptamos en la vida como bueno el ser piadoso y como malo el ser impío; y en el

aprendizaje de las artes, según el cual somos útiles para aquellas artes para las que nos

instruimos.

La teoría de los trópoi .

Como dijimos, la finalidad del escepticismo de Sexto es la ataraxía, a la que se llega por

medio de la suspensión del juicio. Ahora nos falta ver cómo podemos llegar a la

suspensión del juicio. Como dijimos, hablando en términos generales, la suspensión del

juicio surge de la contraposición de cosas (fenómenos y consideraciones teóricas).

Los diez trópoi de Enesidemo contra fenómenos y consideraciones teóricas

Bueno, entonces, Enesidemo propone 10 tropos.

1º) Según la diversidad de los animales. Aquí se apunta a mostrar que los animales se

generan de maneras completamente distintas y perciben de maneras distintas. Enesidemo

comienza a enumerar varios animales y su origen; todos tienen origen distinto y una

manera distinta de percibir. ¿Qué es, entonces, lo que justifica privilegiar la manera

humana de percibir? Si no podemos justificar esto debemos suspender el juicio.

2º) Según la diversidad de los hombres. Suponiendo que los hombres tienen un tipo de

potestad sobre los demás animales, aún dentro del género humano sigue habiendo

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disputas. Hay diferencias entre los hombres, tanto en el cuerpo como en el alma. No

podemos sostener la opinión de todos los hombres a la vez porque nos contradecimos, ni

podemos hacer que todos acuerden porque es imposible. En todo caso hay que elegir

algún grupo, pero eso no lleva a ningún lado puesto que los platónicos dicen que Platón

tiene razón, los epicúreos que Epicuro, y así con los demás, y peleándose sin posible

acuerdo nos llevan a la suspensión del juicio como todos los demás casos.

3º) Según las diferentes constituciones de los sentidos. Supongamos incluso que los

hombres tenemos un tipo de acuerdo, o por lo menos le aceptamos las opiniones a un

hombre particular. Por ejemplo, la manzana se aparece bajo diversos aspectos: lisa,

fragante, dulce. Sin embargo es una sola. Por un lado, no sabemos si hay un tipo de

cualidad unificadora diferente de lo que nosotros percibimos a través de los distintos

sentidos; pero, por otro lado, y este es el argumento más fuerte, ¿y si nos faltan sentidos?

Sería posible que, de la misma manera que hay animales que tienen menos sentidos que

los hombres, haya otros seres que tengan más sentidos que los hombres y haya aspectos

de la manzana que no podemos percibir.

4º) Según las circunstancias. Aún en la circunstancia en que un sujeto x percibe una

manzana y suponemos que no le faltan sentidos, puede hallarse condicionado por las

circunstancias. Se enumeran 7 más el supuesto de que no estar en ninguna disposición es

absurdo:

a) Hallarse en un estado normal o uno anormal.

b) Hallarse despierto o dormido.

c) Tener cierta edad y no otra.

d) Moverse o estar parado.

e) Odiar o amar.

f) Hallarse hambriento o harto.

g) Ebrio o sobrio.

5º) Según las posiciones, distancias y lugares. Lo mismo que las demás: aún suponiendo

todo lo anterior no presenta problemas, tenemos el problema de que según cada una de

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tales condiciones (posicionamiento, distanciamiento, locación) aparecen diferentes las

mismas cosas.

6º) Según las interferencias. Aún suponiendo que todo lo anterior no presenta problemas,

tenemos que ningún objeto se nos ofrece en sí mismo, sino junto a algo, y esto trae el

problema de que quizás podríamos decir cómo es la mezcla de ese objeto exterior y

aquello junto a lo cual es observado, pero no podríamos decir con seguridad cómo es el

objeto exterior. La cuestión es que no podemos saber dónde termina un objeto y empieza

otro.

7º) Según cantidades y composiciones de los objetos. Suponiendo que lo anterior no

presenta problemas, todavía tenemos que hay objetos que se presentan de distinta

manera si están en un compuesto que si están solos (por ejemplo, pedacitos de cuerno de

cabra son blancos si están solos y negros si están en el cuerno).

8º) A partir del con relación a algo. Suponiendo que lo anterior no presenta problemas,

todavía tenemos que todas las cosas son en relación con algo, por lo que no podemos

saber y debemos suspender el juicio respecto de lo que son absoluta y objetivamente.

9º) Según los sucesos frecuentes o los raros. Suponiendo que los anteriores tropos no

presentan problemas, todavía tenemos el hecho de que captar normalmente un

fenómeno genera una costumbre que hace que no lo veamos en su sentido real. Por

ejemplo, el sol es una cosa extrañísima en relación con un cometa, y sin embargo lo

vemos como algo natural cosa que no hacemos con el cometa. Estar demasiado cerca del

fenómeno puede quitar capacidad perceptiva como para ver realmente sus cualidades.

10º) Según las formas de pensar, costumbres, leyes, creencias míticas y opiniones

dogmáticas. Solemos oponer unas a las otras, y basta con que haya dos para preguntarse

por qué elegir una por sobre la otra.

A estos diez trópoi los podemos clasificar en tres grupos: el primero, que lo

conforman los primeros cuatro trópoi, buscan la epoché a partir del que juzga; el segundo,

que lo conforman el séptimo y el décimo trópoi, a partir de lo que se juzga; y el tercero,

que está conformado por el quinto, sexto, octavo y noveno trópoi, es el resultado de los

dos primeros.

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La idea de reducir los diez trópoi a tres sigue un principio de economía teórica, de

estrategia argumentativa defendida por los escépticos: mientras más alambicada es una

doctrina, cuantos más principios tiene que manejar, más fácil de quebrar es, por lo que

hay que reducir todo al mínimo, que sean pocos principios y fuertes.

Como dijimos al principio, a diferencia de los escépticos académicos, los pirrónicos

no niegan la posibilidad de conocimiento. Simplemente afirman que no están seguros de

tal cosa, que no tienen pruebas, que “no les consta”, etc.; sin embargo, si alguna teoría

pudiera pasar los diez trópoi no tendrían problemas en aceptarla como verdadera.

Los cinco trópoi de Agripa contra los modos de justificar sistemas. La

recepción de H. Albert en el Trilema de Münchhausen

Agripa ve la posibilidad de que un escéptico no tenga que tomarse tanto trabajo. Podrían

llegar a utilizarse esquemas con mucho menos carga argumental que funcionen como

refutadores de doctrinas en bloque y que corten la discusión mucho antes. Entonces,

postula su sistema de cinco trópoi. Uno puede suspender el juicio:

1º) A partir del desacuerdo: La multiplicidad de opiniones ya genera dudas acerca de cuál

hay que aceptar y cuál no.

2º) Por caer en una recurrencia ad infinitum: Lo que se presenta como garantía de algo,

necesita de otra garantía, y así al infinito. No sabemos dónde comenzar la argumentación.

En términos lógicos, A se justifica por B, B se justifica por C, C se justifica por D, etc.

3º) A partir del estar con relación a algo: El objeto aparece de una forma según el que

juzga y según lo que acompaña su observación; hay que mantener en suspenso “cómo es”

por naturaleza.

4º) Por hipótesis. Al caer en una recurrencia ad infinitum, los dogmáticos parten de algo

sin justificación, i. e. establecen un corte arbitrario en el razonamiento: A se justifica por B,

B se justifica por C, y C no se justifica.

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5º) Círculo vicioso. Lo que debe ser demostrado en el tema que se está investigando

necesita una garantía derivada de eso mismo que se está investigando, entonces se forma

un círculo lógico: A se justifica por B, B se justifica por C, y C se justifica por A. Este es el

esquema básico del coherentismo.

Los puntos 2, 4 y 5 son los llamados “trilema de Agripa” o, en el sentido

contemporáneo y según la recepción de H. Albert, “trilema de Münchhausen”, y

funcionan como refutadores de doctrinas en bloque.

Los dos trópoi de Menodoto como síntesis integradora de los trópoi de

Enesidemo y Agripa

En este último sistema de trópoi lo que se pretende es que sabiendo solo dos datos uno

estaría en condiciones de reducir a la nada cualquier tesis. Esto es así: puesto que parece

que todo lo que es aprehendido se aprende o bien a partir de ello mismo o bien a partir de

otra cosa, podemos llegar a la inviabilidad del conocimiento haciendo notar que nada se

aprende a partir de ello mismo ni de ninguna otra cosa. El planteo es sobre una cuestión

gnoseológica bien básica, que son las condiciones de captación: si uno puede captar a la

cosa de una manera directa o si necesita de algún tipo de mediación. La estrategia,

entonces, va a tratar de mostrar que cualquiera de las dos opciones trae problemas

suficientes como para habilitarme a suspender el juicio. En sí mismo es imposible que

tengamos captación efectiva de la cosa porque bastaría cualquier desacuerdo para

mostrar que existe una duda que no existiría si tuviésemos una captación directa de la

cosa. Ahora bien, si necesita ser aprehendido por otra cosa, entonces a la larga se cae,

entonces, en el tropo del círculo vicioso o en el de la recurrencia al infinito. Por eso

podemos entender este sistema como un intento de sistematizar los dos sistemas

anteriores de trópoi: el primero al sistema de diez de Enesidemo, que muestra por qué no

puede conocerse algo por sí mismo; y el segundo al sistema de Agripa, que muestra por

qué no podemos apelar a un sistema de creencias.