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Voces: DERECHOS CONSTITUCIONALES ~ FACULTADES DE LOS JUECES ~ GARANTIAS CONSTITUCIONALES ~ GRAVAMEN IRREPARABLE ~ JUEZ ~ JUEZ ADMINISTRATIVO ~ PODER JUDICIAL ~ RECURSO EXTRAORDINARIO ~ TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DE LA NAVEGACION Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación(CS) Fecha: 08/08/1978 Partes: Ojeda, Domingo Antonio Publicado en: Colección de Análisis Jurisprudencial - CS Fallos HECHOS: La Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la resolución del Tribunal Administrativo de la Navegación que declaró la responsabilidad profesional de un patrón motorista por una colisión entre embarcaciones, desestimando el recurso extraordinario interpuesto contra tal pronunciamiento. SUMARIOS: 1. Es procedente confirmar la sentencia que confirmó la resolución del Tribunal Administrativo de la Navegación que declaró la responsabilidad profesional de un patrón motorista por una colisión entre embarcaciones, a menos que medien razones de grave entidad que justifiquen apartarse de sus conclusiones, dado que la idoneidad en la materia náutica que ostentan los integrantes del citado organismo avala sus conclusiones acerca de las complejas situaciones de hecho que deben dilucidar. 2. Si bien el control judicial supone negar la potestad de dictar resoluciones definitivas en cuento a los hechos y el derecho aplicable, respecto de los tribunales administrativos -en el caso, el Tribunal Administrativo de la Navegación, llamado a conocer en el accidente acaecido por una colisión de embarcaciones-, dicho principio no es rígido y su alcance debe ser adecuado a las particularidades de cada situación jurídica, armonizándolo con las circunstancias concretas del caso, entre las cuales se destacan el carácter de los órganos actuantes y la complejidad técnica de las cuestiones abordadas. 3. Es improcedente el recurso extraordinario -art. 14, ley 48 (Adla, 1852-1880, 364)- deducido contra la resolución del Tribunal Administrativo de la Navegación que declaró la responsabilidad de carácter profesional de un patrón motorista por una colisión entre embarcaciones, pues para que dicha responsabilidad pueda hacerse efectiva, resulta necesario el juicio previo de la conducta personal del agente imputable y la subsunción de ésta en la norma jurídica que prevea una sanción, por lo que la resolución impugnada carece de entidad para violar algún derecho constitucional (Del voto en disidencia del doctor Daireaux). TEXTO COMPLETO: 2ª Instancia. - Buenos Aires, agosto 8 de de 1978. Considerando: 1°) Que el Patrón Motorista Profesional del Delta D. Domingo Antonio Ojeda recurre de la sentencia dictada por el Tribunal Administrativo de la Navegación, que lo declara responsable de los cargos que se le formulan en los fundamentos del pronunciamiento apelado, sin aplicarle sanción alguna porque, al momento de dictarse el fallo; no existía norma que lo permitiese. 2°) Que el inc. a) del art. 4° de la ley 18.870 dispone que "Corresponde al Tribunal Administrativo de la Navegación fijar las responsabilidades de carácter profesional emergentes de accidentes de la navegación, aplicando las sanciones establecidas por las leyes y reglamentos vigentes en la materia". El reglamento que contenía las penalidades a aplicarse era el Digesto Marítimo y Fluvial que fue derogado en la oportunidad de aprobarse, el Régimen de la Navegación Marítima, Fluvial y Lacustre" (REGINAVE) que no contenía disposición en esa materia. 3°) Que a juicio de este Tribunal la inexistencia de una reglamentación que fije las penas que corresponden aplicar no constituye obstáculo para que el Tribunal Administrativo de la Navegación fije las responsabilidades de carácter profesional" que surjan del análisis de las circunstancias que provocan un accidente en una vía navegable, porque lo que realmente importa a los intereses públicos y privados, comprometidos en la actividad del transporte naviero, no es tanto la sanción individual de la que pudiera ser pasible un profesional de la navegación, sino, más bien, su grado de conocimiento, y acatamiento a las normas técnicas que imperan en el tráfico realizado por esa vía, en la que se comprometen unidades de muy alto costo, y las responsabilidades de orden civil que pudieran generarse, a consecuencia de los accidentes. 4°) Que las sanciones que eventualmente pudiera aplicar el Tribunal Administrativo de la Navegación no son la consecuencia emergente del ejercicio de un poder disciplinario, en tanto no existe la relación de dependencia que justifique dicho poder, sino que tiene su fundamento en la vigilancia de la idoneidad profesional, que la ley le atribuye, en cada oportunidad que se produce un accidente, respecto de quienes se desempeñan en las funciones de conducción de buques o lanchas destinados a las distintas actividades que se cumplen en las vías marítimas, fluviales y lacustres. A ese efecto, lo que importa entre otras cosas, para conocimiento de quienes deben emplear a esos profesionales, es la idoneidad con que estos desempeñan sus funciones, en ocasión de producirse accidentes, para lo que el Tribunal Administrativo de la Navegación posee suficiente competencia, con independencia de la sanción que en cada caso pudiera corresponder, que solo es la exteriorización del juicio de responsabilidad que el citado tribunal efectúa en cada oportunidad que le corresponde actuar y cuya conclusión no constituye en sí misma una sanción, sino una declaración técnica de la que pueden emerger responsabilidades de distinta naturaleza o propiamente sanciones si una norma las establece con anterioridad a los hechos que se investigan. 5°) Que las limitaciones que en su competencia le imponen a este Tribunal los arts. 86 y siguientes de la ley 18.870, modificada por la ley 20.395, determinan que el análisis que debe efectuar, a raíz del recurso deducido, se circunscribe, por principio, a controlar la legitimidad del proceder del órgano jurisdiccional administrativo y del acto impugnado, con exclusión de las cuestiones de hecho, salvo que en orden a este aspecto se denuncia la inexistencia de las causas que motivaron el pronunciamiento cuestionado o si se alegase que lo decidido es irrazonable, que evidencia grave error, falta de fundamentos o arbitrariedad manifiesta. 6°) Que en el caso resueltas, las cuestiones relativas a la legitimidad del acto impugnado -el proceder del órgano recurrido no se cuestiona- se advierte que el recurrente se limita a expresar su discrepancia con la apreciación que el tribunal apelado efectúa de la prueba rendida, sin atribuirle irrazonabilidad, grave error, falta de fundamento o arbitrariedad manifiesta (Corte Suprema, Fallos: 251:472; 254:51; 255:29; 256:24, 305, 562; 265:293), razón por la que el tribunal considera que en la especie no existen motivos suficientes para trasponer el límite de su competencia normal, tal como se ha señalado en el parágrafo precedente. Por los fundamentos expuestos y oído el Sr. Procurador Fiscal, "se rechaza el recurso deducido y consecuentemente, se confirma el fallo

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Voces: DERECHOS CONSTITUCIONALES ~ FACULTADES DE LOS JUECES ~ GARANTIAS CONSTITUCIONALES ~

GRAVAMEN IRREPARABLE ~ JUEZ ~ JUEZ ADMINISTRATIVO ~ PODER JUDICIAL ~ RECURSO EXTRAORDINARIO ~

TRIBUNAL ADMINISTRATIVO DE LA NAVEGACION

Tribunal: Corte Suprema de Justicia de la Nación(CS)

Fecha: 08/08/1978

Partes: Ojeda, Domingo Antonio

Publicado en: Colección de Análisis Jurisprudencial - CS Fallos

HECHOS:La Corte Suprema de Justicia de la Nación confirmó la resolución del Tribunal Administrativo de la Navegación que declaró laresponsabilidad profesional de un patrón motorista por una colisión entre embarcaciones, desestimando el recurso extraordinariointerpuesto contra tal pronunciamiento.

SUMARIOS:

1. Es procedente confirmar la sentencia que confirmó la resolución del Tribunal Administrativo de la Navegación que declaró la

responsabilidad profesional de un patrón motorista por una colisión entre embarcaciones, a menos que medien razones de grave entidad que

justifiquen apartarse de sus conclusiones, dado que la idoneidad en la materia náutica que ostentan los integrantes del citado organismo avala

sus conclusiones acerca de las complejas situaciones de hecho que deben dilucidar.

2. Si bien el control judicial supone negar la potestad de dictar resoluciones definitivas en cuento a los hechos y el derecho aplicable,

respecto de los tribunales administrativos -en el caso, el Tribunal Administrativo de la Navegación, llamado a conocer en el accidente

acaecido por una colisión de embarcaciones-, dicho principio no es rígido y su alcance debe ser adecuado a las particularidades de cada

situación jurídica, armonizándolo con las circunstancias concretas del caso, entre las cuales se destacan el carácter de los órganos actuantes y

la complejidad técnica de las cuestiones abordadas.

3. Es improcedente el recurso extraordinario -art. 14, ley 48 (Adla, 1852-1880, 364)- deducido contra la resolución del Tribunal

Administrativo de la Navegación que declaró la responsabilidad de carácter profesional de un patrón motorista por una colisión entre

embarcaciones, pues para que dicha responsabilidad pueda hacerse efectiva, resulta necesario el juicio previo de la conducta personal del

agente imputable y la subsunción de ésta en la norma jurídica que prevea una sanción, por lo que la resolución impugnada carece de entidad

para violar algún derecho constitucional (Del voto en disidencia del doctor Daireaux).

TEXTO COMPLETO:2ª Instancia. - Buenos Aires, agosto 8 de de 1978.Considerando: 1°) Que el Patrón Motorista Profesional del Delta D. Domingo Antonio Ojeda recurre de la sentencia dictada por el TribunalAdministrativo de la Navegación, que lo declara responsable de los cargos que se le formulan en los fundamentos del pronunciamientoapelado, sin aplicarle sanción alguna porque, al momento de dictarse el fallo; no existía norma que lo permitiese.2°) Que el inc. a) del art. 4° de la ley 18.870 dispone que "Corresponde al Tribunal Administrativo de la Navegación fijar lasresponsabilidades de carácter profesional emergentes de accidentes de la navegación, aplicando las sanciones establecidas por las leyes yreglamentos vigentes en la materia". El reglamento que contenía las penalidades a aplicarse era el Digesto Marítimo y Fluvial que fuederogado en la oportunidad de aprobarse, el Régimen de la Navegación Marítima, Fluvial y Lacustre" (REGINAVE) que no conteníadisposición en esa materia.3°) Que a juicio de este Tribunal la inexistencia de una reglamentación que fije las penas que corresponden aplicar no constituye obstáculopara que el Tribunal Administrativo de la Navegación fije las responsabilidades de carácter profesional" que surjan del análisis de lascircunstancias que provocan un accidente en una vía navegable, porque lo que realmente importa a los intereses públicos y privados,comprometidos en la actividad del transporte naviero, no es tanto la sanción individual de la que pudiera ser pasible un profesional de lanavegación, sino, más bien, su grado de conocimiento, y acatamiento a las normas técnicas que imperan en el tráfico realizado por esa vía, enla que se comprometen unidades de muy alto costo, y las responsabilidades de orden civil que pudieran generarse, a consecuencia de losaccidentes.4°) Que las sanciones que eventualmente pudiera aplicar el Tribunal Administrativo de la Navegación no son la consecuencia emergente delejercicio de un poder disciplinario, en tanto no existe la relación de dependencia que justifique dicho poder, sino que tiene su fundamento enla vigilancia de la idoneidad profesional, que la ley le atribuye, en cada oportunidad que se produce un accidente, respecto de quienes sedesempeñan en las funciones de conducción de buques o lanchas destinados a las distintas actividades que se cumplen en las vías marítimas,fluviales y lacustres. A ese efecto, lo que importa entre otras cosas, para conocimiento de quienes deben emplear a esos profesionales, es laidoneidad con que estos desempeñan sus funciones, en ocasión de producirse accidentes, para lo que el Tribunal Administrativo de laNavegación posee suficiente competencia, con independencia de la sanción que en cada caso pudiera corresponder, que solo es laexteriorización del juicio de responsabilidad que el citado tribunal efectúa en cada oportunidad que le corresponde actuar y cuya conclusiónno constituye en sí misma una sanción, sino una declaración técnica de la que pueden emerger responsabilidades de distinta naturaleza opropiamente sanciones si una norma las establece con anterioridad a los hechos que se investigan.5°) Que las limitaciones que en su competencia le imponen a este Tribunal los arts. 86 y siguientes de la ley 18.870, modificada por la ley20.395, determinan que el análisis que debe efectuar, a raíz del recurso deducido, se circunscribe, por principio, a controlar la legitimidad delproceder del órgano jurisdiccional administrativo y del acto impugnado, con exclusión de las cuestiones de hecho, salvo que en orden a esteaspecto se denuncia la inexistencia de las causas que motivaron el pronunciamiento cuestionado o si se alegase que lo decidido esirrazonable, que evidencia grave error, falta de fundamentos o arbitrariedad manifiesta.6°) Que en el caso resueltas, las cuestiones relativas a la legitimidad del acto impugnado -el proceder del órgano recurrido no se cuestiona- seadvierte que el recurrente se limita a expresar su discrepancia con la apreciación que el tribunal apelado efectúa de la prueba rendida, sinatribuirle irrazonabilidad, grave error, falta de fundamento o arbitrariedad manifiesta (Corte Suprema, Fallos: 251:472; 254:51; 255:29;256:24, 305, 562; 265:293), razón por la que el tribunal considera que en la especie no existen motivos suficientes para trasponer el límite desu competencia normal, tal como se ha señalado en el parágrafo precedente.Por los fundamentos expuestos y oído el Sr. Procurador Fiscal, "se rechaza el recurso deducido y consecuentemente, se confirma el fallo

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dictado por el Tribunal Administrativo de la Navegación.Regístrese, notifíquese y devuélvase.- Oscar E. Barleta.- Mueler S. Tonelli.Dictamen del Procurador GeneralSuprema Corte: I. El Tribunal Administrativo de la Navegación declaró parcialmente responsable de la colisión ocurrida el 26 de setiembrede 1976 entre las embarcaciones Interisleña XIII y Carolina Andra al patrón de la primera don Domingo Antonio Ojeda, de acuerdo con lasiguiente premisa: "desempeñándose como Patrón de una lancha de pasajeros, no utilizar francamente su mano; avistar tardíamente a unalancha deportiva que navegaba de vuelta encontrada; y, ante la inminencia del abordaje, no maniobrar adecuadamente para tratar de evitarloo atenuar sus consecuencias".Dicho pronunciamiento fue recurrido por ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Federal y Contenciosoadministrativo cuyo falloresultó adverso al apelante.Dedujo éste entonces el recurso autorizado por el art. 6° de la ley 4055 agraviándose de: a) haber sido objeto de una sanción sin ley anteriorque la previese y b) no haber obtenido una revisión amplia de los hechos que el órgano administrativo tuvo por acreditados, circunstancia quetoma a la ley 18.870, modificada por la ley 20.395, en la cual los jueces apoyaron su decisión, inconstitucional a la luz de la doctrina sentadaen la causa registrada en Fallos: 247:646.II. La navegación ya sea de guerra, mercante o deportiva es una actividad que engendra riesgos para las personas y bienes que participan deella.La medida de tales riesgos depende tanto de las características de las embarcaciones como de la pericia de sus tripulantes, circunstancia queha motivado desde antiguo la intervención del Estado que, en ejercicio del poder de policía de la seguridad, ha compelido a losadministrados, por un lado, a registrar sus naves y dotarlas de ciertas características de construcción y equipamiento apropiados, y, por otro amatricularse a si mismos, previo examen de aptitud física y técnica, a fin de quedar habilitados para comandar un buque.Este despliegue estatal se ha hecho más intenso al compás del desarrollo del tráfico náutico cuya complejidad ha exigido convocarespecialistas a fin de mantener un control eficaz del quehacer marinero.En este orden de ideas "... ha sido motivo, de preocupación...aquellos hechos de la navegación que prima facie comprometen laresponsabilidad profesional del personal que interviene en ella" (nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de ley 18.870, segundopárrafo).La creación del Tribunal Administrativo de la Navegación, por la ley 18.870, obedece a tales razones y propósitos.Las facultades del organismo, no obstante su nombre, que alude a su carácter jurisdiccional, comprenden también la de proponer "...lasmedidas de seguridad o las modificaciones a las leyes, reglamentos y ordenanzas vigentes, cuya conveniencia resulte de lo investigado por elTribunal en las causas en que intervenga" (art. 4°, inc. b, de la ley 18.870).Aparece, así, en mi opinión, no como una mera instancia sustitutiva de la judicial en el conocimiento de causas referidas a violación de leyesu ordenanzas reglamentarias de la navegación, sino como un apéndice complejo por medio del cual el Poder Ejecutivo ejerce una parterelevante del poder de policía delegado en él por el legislador.III. Según el texto de la ley 18.870 -en ello no modificado por la ley 20.395-, corresponde al mencionado tribunal "fijar las responsabilidadesde carácter profesional emergentes de accidentes de la navegación, aplicando las sanciones establecidas por las leyes y reglamentos vigentesen la materia" (art. 4°, inc. a), teniendo por objeto sus decisiones "determinar la falta de idoneidad profesional, la imprudencia, impericia onegligencia del personal responsable, directa o indirectamente de un accidente de navegación, o la inobservancia de las leyes, reglamentos yordenanzas vigentes y aplicables en cada caso" (art. 6°).La confrontación de ambas disposiciones pone de relieve, a mi entender, los dos tipos de facultades antes aludidas asignadas por la ley altribunal de referencia. Así resulta, por lo demás, de uno de los antecedentes de la ley 18.870 -el anteproyecto del Capitán de Navío AuditorDr. Armando Luis Selva (Jurisprudencia Argentina, 1947 -III- p. 75 y siguientes, sección doctrina) -en cuyo art. 20 se expresaba que"corresponde al Tribunal de la Navegación -así se lo denominaba-: a) definir la naturaleza, extensión y causa determinante de los accidentesy hechos de la navegación; b) fijar la responsabilidades de todos los accidentes y hechos de la navegación y aplicar sanciones administrativasa los responsables". Por consiguiente, dado que el cometido previsto en el inc. a) no está supeditado a la concreción del contenido en el inc.b) y que frecuentemente la causa de un accidente consistirá en el obrar inexperto o negligente del personal a cargo de una nave, pareceforzoso concluir que el tribunal proyectado tenía la facultad de determinar responsabilidades con prescindencia de que existieran prevista enel orden jurídico consecuencias gravosas para el responsable distintas de la indicada declaración.El ejercicio de tal facultad de investigación se compadece naturalmente, por otra parte, con la de proponer las medidas de seguridad y lasmodificaciones normativas, prevista, según antes se ha recordado, en el inc. b) del art. 49 de la ley 18.870. De otro modo, si se admitiera quela facultad de investigar por parte del tribunal está destinada exclusivamente a la averiguación de hechos descriptos por una norma que losenlace a una sanción específica, se le privaría del conocimiento de los casos más interesantes para el ejercicio de dicha facultad deinvestigación, que son precisamente aquellos todavía no previstos en el orden jurídico.IV. Admitida la competencia del Tribunal Administrativo de la Navegación para determinar las responsabilidades de los navegantes,corresponde pronunciarse acerca de la validez constitucional de tal facultad. Para ello, a mi modo de ver, corresponde, en primer término,considerar la naturaleza jurídica de aquella atribución de responsabilidad. Al respecto, si se considera que en sí misma no contiene ningúnelemento propio de una sanción, parece obvio que se esfuma todo escrúpulo que en orden a su legitimidad pudiera abrigarse, puesto que nose trataría más que de una actividad administrativa meramente dirigida a munirse de elementos a fin de ejercer la atribución del art. 4°, inc.b).En tal caso, el ejercicio de esa facultad sería; como principio, imposible la revisión judicial, dada la índole no justiciable de la cuestión. Encambio, si se adoptara la tesis contraria; a la que adhiero, puesto que a mi entender la declaración de responsabilidad importa, conindependencia de otras repercusiones que también tiene, la privación de un bien propio del imputado, cual es su prestigio profesional,máxime cuando se la comunica a las autoridades (conf. fs. 242), debería encontrarse una norma jurídica general que describieraadecuadamente las conductas susceptibles de engendrar la reacción del poder público.A mi juicio el art. 6° reúne esas calidades. En efecto, exige, para declarar la responsabilidad del navegante: a) que haya tenido lugar unaccidente, b) que aquél haya sido su causante directo o indirecto, y c) que haya obrado con imprudencia, impericia, etc....".Estos elementos bastan en mi opinión, para sustentar la constitucionalidad de la figura legal. A fin de ser breve en la fundamentación de esteaserto sólo diré que V. E en la causa "Yue Way Mand y otros s/recurso contra resolución del T.A.N.", fallada el 13 de junio de 1978,consideró aplicable, para sancionar la conducta de un práctico, el art. 55 inc. b) del dec. 5207/71, que contiene una descripción delcomportamiento reprochable no más precisa que la del artículo cuestionado. Por lo demás, el tipo previsto requiere una complementaciónsemejante al de otros contenidos en el Código Penal en el que se alude a la omisión del cuidado debido, negligencia, transgresión dereglamentos, etc. (verbigracia art. 84).En cuanto al tipo de sanción, no advierto que la Constitución Nacional lo prohíba puesto que su efecto no es de naturaleza diferente al decualquier sanción -en este caso, el de hacer conocer la mala actuación del castigado-, sin incluir, en cambio; otros efectos más gravosos comoel impedimento para trabajar o la privación de la propiedad o de la libertad, etc.V. Asiste razón al apelante en sostener que la ley 18.870 limita el análisis de la prueba en la instancia judicial, razón por la cual se veríaprivado del control judicial suficiente de que habla la sentencia dictada en la causa "Fernández Arias c. Poggio"(Fallos: 247:646).Sin embargo, conviene destacar -como lo dice la Corte en el fallo precedentemente recordado- que "el alcance que ese control judicial

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necesita poseer para que sea legítimo tenerlo por verdaderamente suficiente, no depende de reglas generales u omnicomprensivas, sino queha de ser más o menos extenso y profundo según las modalidades de cada situación jurídica. En otras palabras: la medida del control judicialrequerido deberá ser la que resulte de un conjunto de factores y circunstancias variables o contingentes, entre los que podría mencionarse, atítulo de ejemplo, la naturaleza del derecho individual invocado, la magnitud de los interés públicos comprometidos, la complejidad de laorganización administrativa creada para garantizarlos, la mayor o menor descentralización del tribunal administrativo, etc. (Fallos: 244:548).Y todo ello, como es natural, obliga a examinar, en cada caso, los aspectos específicos que singularizan a la concreta materia litigiosa".Es cierto que "control judicial suficiente" quiere decir: a) reconocimiento a los litigantes del derecho a interponer recurso ante los juecesordinarios; b) negación a los tribunales administrativos de la potestad de dictar resoluciones finales en cuanto a los hechos y al derechocontrovertido."Mas no debe verse en ello -ha dicho la Corte en Fallos: 244:548- una exigencia rígida, insusceptible de ser adecuada a los requerimientosimpuestos por la estructura del Estado y por las actividades que él desarrolla teniendo en vista el bienestar social. Lo que el ordenamientovigente demanda es el cabal respeto de la garantía constituida por la certeza de que aquellas decisiones quedarán sujetas a control judicialsuficiente; o sea que, en el supuesto de mención, no se conferirá a los funcionarios actuantes un poder absolutamente discrecional eincontrolado, sustraído a toda especie de revisión judicial ulterior, y es claro que, así entendida, la exigencia sub examine tiene alcancevariable según las peculiaridades de cada situación jurídica y necesita ser armonizada con factores o circunstancias tales como la naturalezadel derecho individual alegado, el carácter de los organismos a los que ha sido deferida la función jurisdiccional, la complejidad técnica delas materias sobre las que versa dicha función la índole y magnitud de los intereses públicos comprometidos, el régimen y la organizaciónadministrativa establecidos para garantizados, etc.".Pienso que el caso en consideración es precisamente uno de aquellos a que alude la última parte del párrafo precedentemente transcripta.Ello así, porque el órgano administrativo cuya decisión se impugnó es un cuerpo integrado por funcionarios escogidos de tal suerte que segarantiza su capacidad técnica para resolver con soltura las cuestiones fácticas de por sí complejas, que se plantean en los casos en queintervienen. No es ocioso destacar al respecto la preocupación por el nivel técnico del Tribunal que, como respuesta natural a la dificultad deltema, muestra el mensaje de elevatoria al Poder Ejecutivo que acompaña al proyecto de la ley 18.870 (conf. en especial, párrafos 2, 19 y 22).Ello se ve asimismo reflejado en la composición del organismo (conf. art. 8° en especial en su texto reformado por la ley 20.395) y en elhecho de que los procuradores fiscales, cuya formación es jurídica aún cuando se trata de oficiales de la Armada, y son los únicosfuncionarios que intervienen sin un apoyo técnico específico, pueden solicitado a la fuerza a la que pertenecen cuando les resulte necesario(art. 27, según ley 20.395).En las condiciones expuestas, el examen que de los hechos hace el tribunal administrativo tiene más de peritaje que de sentencia.No me parece, por tanto irrazonable que la revisión judicial, sin duda garantizada por la Constitución Nacional, obre empero con la prudenciapropia de quien se halla en presencia no de un inferior sino de un perito y proceda entonces a alterar sus conclusiones sólo en los supuestosexcepcionales cuya existencia no se ha demostrado en el sub lite (conf. mutatis mutandis la doctrina de Fallos: 268:340; 280:284 y 281:314,entre otros).Con este alcance, pienso que la decisión de la Cámara se ajusta a la doctrina sentada por V. E. en la materia.VI. Por lo expuesto considero que V. E. debe confirmar el fallo apelado en cuanto ha sido materia de recurso. Buenos Aires, 31 de julio de1979.- Mario J. López.Buenos Aires, noviembre 27 de 1979.Considerando: 1°) Que el Tribunal Administrativo de la Navegación, juzgando acerca de una colisión entre dos embarcaciones ocurrida en elRío Sarmiento, declaró las responsabilidades de carácter profesional del patrón motorista profesional del Delta D. Domingo Antonio Ojedapor "...no utilizar francamente su mano; avistar tardíamente a una lancha deportiva que navegaba de vuelta encontrada; y, ante la inminenciadel abordaje, no maniobrar adecuadamente para tratar de evitarlo o atenuar sus consecuencias", y ordenó, asimismo, la comunicación de loresuelto a las autoridades competentes y su publicación.En los fundamentos respectivos, el sentenciante, había señalado que al acaecer el accidente sé encontraba en vigencia el Régimen deNavegación Marítima, Fluvial y Lacustre (REGINAVE), que no incluía sanciones para el personal navegante de la Marina Mercante,dictándose con posterioridad el régimen punitivo -dec. 313/77- inaplicable al caso por los principios de irretroactividad de las normaspenales, razón por la cual no correspondía imponer sanción alguna, pese a la exteriorización del juicio de responsabilidad profesional (art. 4°,inc. a, de la ley 18.870; conf. fs. 229/242).2°) Que deducido por el señor defensor del imputado el recurso previsto en los arts. 86 y 87 de la citada ley (modificada por la N° 20.395), laCámara Nacional de Apelaciones en lo federal y Contenciosoadministrativo lo rechazó y confirmó el pronunciamiento. Expuso para ello sucriterio acerca de que "la inexistencia de reglamentación que fije las penas que corresponden aplicar no constituye obstáculo para que elTribunal Administrativo de la Navegación fije las responsabilidades de carácter profesional" que surjan del análisis de las circunstancias queprovocan un accidente en la vía navegable, porque lo que realmente importa a los intereses públicos y privados, comprometidos en laactividad de transporte naviero, no es tanto la sanción individual... sino, más bien, su grado de conocimiento (el profesional y de lanavegación) y acatamiento de las normas técnicas que imperan en el tráfico realizado por esa vía, en la que comprometen unidades de muyalto costo, y las responsabilidades de orden civil que pudieran generarse..."; añadiendo el a quo: "...lo que importa... para conocimiento dequienes deben emplear a esos profesionales es la idoneidad con que... desempeñan sus funciones, en ocasión de producirse accidentes, paralo que el Tribunal Administrativo de la Navegación posee suficiente competencia, con independencia de la sanción que en cada caso pudierecorresponder, que sólo es la exteriorización del juicio de responsabilidad que el citado tribunal efectúa en cada oportunidad... y cuyaconclusión no constituye en sí misma una sanción, sino una declaración técnica de la que pueden emerger responsabilidades de distintanaturaleza o propiamente sanciones si una norma las establece con anterioridad al hecho...". Y, concluye la sentenciante, después de aludir alos limites de su competencia, por expedirse en la forma ya mencionada.3°) Que contra el fallo de la alzada, la defensa interpuso el recurso extraordinario de fs. 271/274, apelación esta contemplada en la nota alPoder Ejecutivo acompañando el proyecto de la ley. Entiende, en primer lugar, que la declaración formulada por el Tribunal Administrativode la Navegación, al establecer la responsabilidad profesional de Ojeda en la producción del siniestro, significaba la aplicación de unaverdadera sanción, sin una ley previa que la instituyera, con lo cual se habría infringido el art. 18 de la Constitución Nacional, vicio en queincurrió, igualmente, el a quo al mantener lo decidido por el órgano administrativo. Sostiene, a continuación, que la Cámara no podía ceñirse,como lo hizo, al análisis de las cuestiones de derecho "sin adentrarse en las de hecho", porque la anterior no era una instancia judicial. Y,finalmente, tacha al pronunciamiento de arbitrario por diversas razones. A fs. 276 el a quo concedió el recurso en cuanto se invocaba, laviolación de garantías constitucionales, rechazándolo por la causal de arbitrariedad. Al no haberse interpuesto la queja pertinente, este últimoaspecto quedará excluido del pronunciamiento del Tribunal (causas "Samara, Carlos U. c. Nación Argentina s/retiro militar" y "S. C. Johnsony Son de Argentina S.A.I.C. c. La Nación (D.G.I.) s/repetición", del 24 de febrero y 9 de junio de 1977, respectivamente, entre muchasotras).4°) Que según el art. 4° de la ley 18.870, "corresponde al Tribunal Administrativo de la Navegación: a) fijar las responsabilidades de carácterprofesional emergentes de accidentes de la navegación, aplicando las sanciones establecidas por las leyes y reglamentos vigentes en lamateria": A su vez, el art. 6° del mismo ordenamiento establece que sus decisiones "tendrán por objeto determinar la falta de idoneidadprofesional, la imprudencia, impericia o negligencia del personal responsable, directa o indirectamente, de un accidente de navegación, o lainobservancia de las leyes, reglamentos y ordenanzas vigentes y aplicables en cada caso", estándole vedado la consideración y

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pronunciamiento sobre las responsabilidades penales y civiles que eventualmente surgieran de los hechos investigados. Resulta indudable,pues, que el referido órgano posee facultades suficientes para investigar hechos como el de autos y también para declarar la responsabilidadprofesional de los protagonistas, sin que sea, requisito indispensable para habilitar su jurisdicción la existencia de las leyes y reglamentos aque alude el inc. a) del citado art. 4° dado que ella encuentra sustento bastante en el art. 6° del mencionado cuerpo legal.5°) Que corresponde ahora considerar la naturaleza jurídica que cabe atribuir a la declaración de responsabilidad profesional. En este ordende ideas, conviene recordar que dicha declaración importa un juicio negativo sobre la idoneidad del interesado, es comunicada a lasautoridades competentes y publicada por el medio previsto en el art. 93 de la ley 18.870, y por ello no cuadra sino concluir que su efecto,además de otros que pudiera tener, es el de provocar un mal al imputado, cual es la disminución de su prestigio profesional, consecuenciaesta que basta para configurarla como una medida de privación o restricción de los bienes de que goza el afectado. Se justifica, entonces, elinterés necesario para la apertura de la instancia extraordinaria.Cabe recordar, en relación a lo expuesto, que en la nota al Poder Ejecutivo acompañando el proyecto de ley 18.870 se expresa haber previstoun recurso de infracción de ley ante la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Federal "dado el carácter de las resoluciones que dicta eltribunal y su alcance legal", como así también que "la existencia de ese recurso no impide, como es natural, el planteamiento de otrosrecursos generales, como el extraordinario o el de arbitrariedad...". Si a ello se agrega que en la citada nota también se habla de garantizar elderecho de defensa y se considera, además, la naturaleza de las causales previstas en los arts. 86, 87 y 88 de la citada ley, no parece dudosoque el legislador ha atribuido un carácter suficientemente valioso a los bienes afectados por la declaración de responsabilidad profesional eimportancia a sus eventuales consecuencias. Todo lo cual corrobora la justificación de la apertura de la instancia extraordinaria, como se dijosupra.6) Que, por tanto, sentada la naturaleza de la declaración de la responsabilidad, las facultades del Tribunal Administrativo de la Navegaciónpara pronunciarla y la preexistencia de la norma incriminatoria de la conducta reprochable (arts. 4°, y 6° de la ley 18.870), debe desestimarseel primer agravio expuesto por el apelante.7°) Que en orden a la segunda queja que se formula, relativa al alcance de la instancia judicial de apelación, el Tribunal estima que, en el sublite, ha mediado el control judicial suficiente que exige su reiterada jurisprudencia sobre el particular. Ello así pues, si bien es cierto quedicho control supone la negación a los tribunales administrativos de la potestad de dictar resoluciones definitivas en cuanto a los hechos y alderecho aplicables, también lo es que esa exigencia no constituye un principio rígido sino que su alcance debe adecuarse a las peculiaridadesde cada situación jurídica, armonizándolo con las circunstancias concretas del caso, entre las cuales adquieren especial relevancia el carácterde los órganos actuantes y la complejidad técnica de la materia en discusión (Fallos: 244:548; 247:646).8°) Que, como lo señala el señor Procurador General, el sub judice constituye uno de aquellos supuestos a los que se refiere la doctrina antesaludida. En efecto, la idoneidad que en materia náutica representa la calidad de los integrantes del Tribunal Administrativo de la Navegaciónavala sus conclusiones acerca de las complejas situaciones fácticas que le corresponde dilucidar, lo que coloca a los magistrados que debenejercer el control judicial ante un pronunciamiento de naturaleza eminentemente técnica sobre los hechos acaecidos, del que sólo cabríaapartarse -en ese aspecto fáctico- mediando razones de grave entidad que, a juicio de esta Corte no concurren en la especie (doctrina deFallos: 268:340; 280:284; 281:314; 293:681; causa "Yue Way Mand y otro s/recurso contra resolución del Tribunal Administrativo de laNavegación", del 13 de junio de 1978).Por ello, y de conformidad con lo dictaminado por el señor Procurador General, se confirma la sentencia apelada.- Adolfo R. Gabrielli.-Belardo F. Rossi.- Pedro J. Frías.- Emilio M. Daireaux (en disidencia).- Elías P. Guastavino.Disidencia del doctor DaireauxConsiderando: 1°) Que el Tribunal Administrativo de la Navegación, juzgando acerca de una colisión ocurrida en el río Sarmiento, en lasproximidades del río Luján, entre dos embarcaciones, declaró las responsabilidades de carácter profesional del patrón motorista profesionaldel Delta Domingo Antonio Ojeda por "...no utilizar francamente su mano; avistar tardíamente a una lancha deportiva que navegaba devuelta encontrada; y, ante la inminencia del abordaje, no maniobrar adecuadamente para tratar de evitarlo o atenuar sus consecuencias",ordenando, asimismo, comunicar lo resuelto a las autoridades competentes. En los fundamentos respectivos, el sentenciante había señaladoque al acaecer el accidente se encontraba vigente el Régimen de Navegación Marítima, Fluvial y Lacustre (REGINAVE), que no incluíasanciones para el personal navegante de la Marina Mercante, dictándose con posterioridad el régimen punitivo -dec. 313/77- inaplicable alcaso por los principios de irretroactividad, razón por la cual no correspondía la imposición de sanción alguna, pese a la exteriorización deljuicio de responsabilidad profesional (art. 4°, inc. a) de la ley 18.070) (fs. 231/242).2°) Que deducido, por el señor defensor del imputado, el recurso previsto en los arts. 86 y 87 de la citada ley, la Cámara Nacional deApelaciones en lo Federal y Contenciosoadministrativo lo rechazó y confirmó el pronunciamiento. Expuso para ello su criterio acerca de que"la inexistencia de reglamentación que fije las penas que corresponden aplicar no constituye obstáculo para que el Tribunal Administrativode la Navegación fije las responsabilidades de carácter profesional que surjan del análisis de las circunstancias que provocan un accidente enuna vía navegable, porque lo que realmente importa a los intereses públicos y privados, comprometidos en la actividad del transporte navierono es tanto la sanción individual... sino, más bien, su grado de conocimiento del profesional y de la navegación) y acatamiento de las normastécnicas que imperan en el tráfico realizado por esa vía, en la que comprometen unidades de muy alto costo, y las responsabilidades de ordencivil que pudieran generarse..."; añadiendo el a quo; "...lo que importa... para conocimiento de quienes deben emplear a esos profesionales esla idoneidad con que... desempeñan sus funciones, en ocasión de producirse accidentes, para lo que el Tribunal Administrativo de laNavegación posee suficiente competencia, con independencia de la sanción que en cada caso pudiera corresponder, que sólo es laexteriorización del juicio de responsabilidad que el citado tribunal efectúa en cada oportunidad... y cuya conclusión no constituye en símisma, una sanción, sino una declaración técnica de la que pueden emerger responsabilidades de distinta naturaleza o propiamente sancionessi una norma las establece con anterioridad al hecho...". Y, concluye la sentenciante, después de aludir a los límites de su competencia, porexpedirse en la forma ya mencionada.3°) Que contra el fallo de la alzada, la defensa interpuso el recurso instituido por el art. 14 de la ley 48. Entiende, para empezar, que ladeclaración formulada por el Tribunal Administrativo de la Navegación, al declarar la responsabilidad profesional del patrón Ojeda en laproducción del siniestro, significaba la aplicación de una verdadera sanción, sin una ley previa que la instituyera, con lo cual se habríainfringido el art. 18 de la Constitución Nacional, vicio en que incurrió, igualmente, el a quo al mantener lo decidido por el órganoadministrativo. Sostiene, a continuación, que la Cámara no podía ceñirse, como lo hizo, al análisis de las cuestiones de derecho "sinadentrarse en las de hecho", porque la anterior no era una instancia judicial. Y, finalmente, tacha al pronunciamiento de la Cámara dearbitrario por diversas razones (fs. 271/274 vta.).4°) Que la Cámara de Apelaciones, tras de señalar "que no puede concederse el recurso... fundado en la arbitrariedad", en base a que seinvocó la violación de garantías constitucionales, concedió el recurso extraordinario (fs. 276).5°) Que el señor defensor presentó el memorial del caso (fs. 281/284), dictaminando, a continuación el señor Procurador General quien,luego de extenderse en consideraciones generales, se refirió a la competencia del Tribunal Administrativo de la Navegación, y admitió que-como se afirma en el recurso- lo resuelto implicaba realmente una sanción para Ojeda que, a su juicio, encontraba sustento en el art. 4°, inc.b) de la ley 18.870 sin que se hubiera suscitado quebrantamiento constitucional alguno. Y finaliza el dictamen examinando la jurisprudenciade esta Corte acerca del control judicial, el cual habría quedado satisfecha en la especie.6°) Que conforme a lo dispuesto en el art. 4° de la ley 18.870, "corresponde al Tribunal Administrativo de la Navegación: a) Fijar lasresponsabilidades de carácter profesional emergentes de accidentes de la navegación, aplicando las sanciones establecidas por las leyes y

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reglamentos vigentes en la materia...". Por su parte, el art. 6° del mismo ordenamiento dispone que "Las decisiones del TribunalAdministrativo de la Navegación tendrán por objeto determinar la falta de idoneidad profesional, la imprudencia, la impericia o negligenciadel personal responsable directa o indirectamente, de un accidente de navegación, o la inobservancia de las leyes, reglamentos y ordenanzasvigentes aplicables a cada caso. El Tribunal no considerará ni se pronunciará sobre las responsabilidades penales, ya sea por delitos, faltas ocontravenciones, ni las de orden civil que eventualmente surgieran de los hechos investigados".7°) Que con el fin de determinar si existe o no una interdependencia entre las normas transcriptas o si, por el contrario, son susceptibles, cadauna de ellas, de ser aplicada con abstracción de la otra, la primera tarea a encarar consiste en definir la naturaleza del ordenamiento que lasencierra. Al pasar revista a los diversos capítulos de la ley, se advierte de inmediato que, por disponer ésta acerca de la jurisdicción ycompetencia del Tribunal Administrativo de la Navegación, de su composición, de sus atribuciones, de sus auxiliares y de losprocedimientos, habrá de concluirse, sin duda, que se trata de un instrumento unitario y coherente de disposiciones adjetivas o formales. Serobustece esta conclusión con la atenta lectura de la nota de elevación del proyecto al Poder Ejecutivo -legislador a la sazón- nota que,después de una introducción en la que pone de resalto la necesidad de estructurar "un procedimiento orgánico tendiente a lograr elpronunciamiento de la autoridad sobre aquellos hechos de la navegación que prima facie comprometen la responsabilidad profesional delpersonal que interviene en ella", continua con una reseña de los procedimientos que se proponen para juzgar las conductas personales, contodas las garantías que hacen al debido proceso.8°) Que siendo las cosas de este modo, resulta contrario a las exigencias de una sana hermenéutica, la idea de independizar la actuación delos dos preceptos antes aludidos, componentes de un mismo sistema, ateniéndose a su mera literalidad, con olvido de rastrear el verdaderosentido jurídico totalizador, propio de una interpretación racional, que surgirá de su conexión con el resto de las disposiciones que completandicho sistema (doctrina de Fallos: 263:227; 283:239, 284:9 y 293; 293:528). En el caso, el art. 6° fija los límites de la jurisdicción y de lacompetencia del Tribunal Administrativo de la Navegación, a la vez que precisa las reglas a las que deberá ajustarse en el conocimiento delos accidentes de navegación, entre las cuales la de determinar la "inobservancia de las leyes, reglamentos y ordenanzas vigentes aplicables",en tanto que, antes, el art. 4°, inc. a), con mención de las mismas responsabilidades profesionales, y de los mismos accidentes, manda aplicar"las sanciones establecidas por las leyes y reglamentos vigentes en la materia. El empleo de idéntica terminología está mostrando la íntimaconexión entre ambos preceptos, de los cuales el posterior aparece como funcional respecto del anterior y en ninguno de los dos se adviertela voluntad legislativa de otorgarles la calidad sustantiva de crear sanciones.9°) Que, en concordancia con lo expuesto, convendrá recalcar que el fallo del Tribunal Administrativo de la Navegación, al dictarse tras lasdistintas etapas procesales, deberá decidir sobre "la responsabilidad profesional" del imputado, no pudiendo considerar otro tipo deresponsabilidades (penales o civiles) que pudieran hallarse presentes (art. 6° cit.). Ahora bien: no ha menester de muchas explicaciones paradefinir el concepto de "responsabilidad" -con el alcance aquí relevante- como la consecuencia jurídica de un hecho ilícito, perjudicial a suautor, sea aquella consecuencia de índole civil, penal o administrativa. Es decir que no ha de confundirse "responsabilidad", con lainidoneidad profesional, la imprudencia, la impericia, de predicadas por la ley, no ha de confundirse, en suma, con la culpa, porque para quedicha "responsabilidad" emergente de un accidente de la navegación sea susceptible de hacerse efectiva, es necesario el juicio previo de laconducta personal del agente imputable y la subsunción de ésta en la norma jurídica que prevea una sanción. Tal es lo que se desprende, nosolamente de una conceptuación integradora de la ley 18.870, sino de su adscripción al ordenamiento institucional del país (arts. 81 de la leycitada, modificada por la ley 20.935 y 18 de la Constitución). Dicho de otra manera: la actuación cabal de los preceptos formales quecomponen la ley tantas veces invocada supone la vigencia de otros, sustantivos, que suministren la materia justiciable e instituyan lassanciones administrativas aplicables. Ausentes éstos, cualquier decisión del órgano administrativo, se torna, si no completamente abstracta,carente de efecto en punto a la responsabilidad.10) Que el Tribunal Administrativo de la Navegación, como se relató (supra cons. 1°), declaró que la conducta profesional que le atribuyó alimputado no estaba conminada por ninguna norma legal, criterio que fue compartido por el a quo (supra cons. 2°). Y dado que la simplecomunicación a la autoridad competente del juicio merecido por la susodicha conducta al Tribunal administrativo no reviste la entidadsuficiente para atribuirle, a la resolución respectiva, el carácter de privación o restricción de alguno de los derechos subjetivos amparados porla Carta Fundamental, rasgo constitutivo de toda sanción propiamente dicha, debe concluirse que Ojeda no resultó sujeto pasivo de unamedida de este tipo, adoptada por la administración pública en ejercicio de su potestad punitiva.11) Que, en tales condiciones, si se recuerda que la finalidad perseguida por el recurso extraordinario era la de obtener la revocación de lasentencia apelada en cuanto habría sancionado al acusado, dicho recurso aparece vacío de contenido y se torna improcedente, sin que resultenecesario tratar los otros agravios expresados, ni decidir si aquel recurso fue concedido en todo o en parte.Por ello, habiendo dictaminado el señor Procurador General, se declara improcedente el recurso extraordinario interpuesto.- Emilio M.Daireaux.

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