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Análisis del riesgo
Tema 2 Aspectos básicos
del riesgo de crédito
ANÁLISIS DEL RIESGO Tema 2. Aspectos básicos del riesgo de crédito
Tea Cegos, S.A. 2016
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ÍNDICE
CRITERIOS BÁSICOS DE RIESGO. GESTIÓN DE LA CARTERA DE RIESGOS ............ 3
PROCESO DE ESTUDIO DEL RIESGO COMO ETAPA DEL CICLO CREDITICIO ........ 5
ESTUDIO DEL RIESGO ............................................................................................... 9
PARTICULARES .......................................................................................................... 11
PROFESIONALES Y EMPRESARIOS.......................................................................... 13
Ley 24/2013 sobre emprendedores de responsabilidad limitada ...... 15
CONTRAOFERTA .................................................................................................... 16
SEGUIMIENTO ........................................................................................................ 17
ANÁLISIS DEL RIESGO Tema 2. Aspectos básicos del riesgo de crédito
Tea Cegos, S.A. 2016
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CRITERIOS BÁSICOS DE RIESGO. GESTIÓN DE
LA CARTERA DE RIESGOS
El crédito y el riesgo casi siempre son inseparables. De ahí que a las operaciones
activas también se las denomine operaciones de riesgo o, simplemente, riesgo. El
crédito ideal ofrecería seguridad total o riesgo nulo, pero no hay crédito sin riesgo.
Las operaciones de riesgo de una entidad deben atender a los siguientes criterios
para minimizar dicho riesgo:
Seguridad. La decisión de conceder un riesgo debe basarse en la razonable
convicción del buen fin de la operación, es decir, que el deudor devolverá el
capital prestado con los intereses correspondientes más las comisiones
pactadas. Además, debe vigilar el nivel de riesgo de cada operación y evitar
la concentración de riesgos en determinados clientes, grupos de empresas o
sectores económicos (diversificación).
Rentabilidad. Es necesario velar por la rentabilidad particular de cada
operación procurando evitar los fallidos y el incremento de costes
(generalmente, por reclamaciones por impago). Para cada operación de
riesgo, los ingresos que genere vía intereses y comisiones deben ser suficientes
para cubrir el coste de los recursos ajenos, los gastos de administración más el
margen de beneficio atribuido, de forma que se obtenga una rentabilidad
ajustada al riesgo, que retribuya suficientemente al capital invertido en la
operación. En este sentido, las compensaciones obtenidas del cliente gracias
a la concesión de la operación de riesgo adquieren una importancia
fundamental.
Liquidez. La política general de la entidad debe procurar conciliar los plazos
de recuperación de los activos prestados con la exigibilidad del pasivo
depositado. Ante la creciente demanda de ampliación de plazos de
devolución de préstamos, y la máxima disponibilidad en los depósitos de
clientes, la entidad ajustará en cada momento su política crediticia conforme
lo exijan las circunstancias. Esto incluye planificar debidamente las
amortizaciones parciales y las cancelaciones de las operaciones activas, y
cuidar que los acreditados atiendan puntualmente sus pagos a la entidad.
La cartera de riesgos de la oficina de una entidad financiera es el conjunto de
sus operaciones vivas o vigentes. Gestionar la cartera de riesgos consiste en
aceptar o denegar nuevas solicitudes y en controlar los riesgos vigentes.
La gestión de la cartera abarca todas las etapas del ciclo crediticio, desde la
solicitud hasta la cancelación de la operación.
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La cartera de riesgos de una entidad estará bien gestionada cuando tenga
seguridad, rentabilidad y liquidez, es decir, si cumple los criterios básicos de riesgo
mencionados anteriormente:
Una cartera es segura si el porcentaje de fallidos es inferior al índice
aceptado como normal. Para conseguir seguridad, hay que controlar el nivel
de riesgo de cada operación ..y evitar excesivas concentraciones en
clientes, sectores, etc. ..y evitar excesivas concentraciones en clientes,
sectores, etc.. La falta de seguridad en las operaciones puede afectar tanto
a su rentabilidad como a su liquidez, ya que un exceso de fallidos puede
comprometer, por una parte, la obtención de beneficios y, por otra, alterar
las previsiones de tesorería de la entidad.
Una cartera es rentable si los rendimientos que produce (intereses y
comisiones) cubren los costes de las operaciones, ofreciendo un margen
suficiente para cumplir con los requerimientos de retribución del capital
determinados por el Consejo de Administración de la Entidad. Para obtener
rentabilidad global de una cartera hay que controlar los fallidos y los costes
adicionales de operaciones contenciosas (que suelen ser muy elevados), y
cuidar la rentabilidad de cada operación.
Una cartera ofrece liquidez adecuada cuando sus riesgos pueden
transformarse en dinero en un plazo razonable, suficiente para atender los
reintegros de los depositantes de la entidad. Para mantener la liquidez de la
cartera hay que cuidar que los titulares devuelvan el capital en el término o
plazos pactados.
La acción personal de los responsables de cada oficina influye decisivamente en
la brillantez, mediocridad o, tal vez, fracaso de la gestión crediticia y repercute en
el resto de las relaciones con el cliente. Por ejemplo, precauciones exageradas al
aprobar un riesgo pueden conllevar el desaprovechamiento de oportunidades de
negocio, y a la vez incurrir en costes de gestión elevados. Contrariamente,
conceder un crédito sin un análisis y rigor suficientemente profundo puede derivar
en aceptar un riesgo que resulte fallido.
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Archivo
Expediente
PROCESO DE ESTUDIO DEL RIESGO COMO
ETAPA DEL CICLO CREDITICIO
Los fondos recuperados con la cancelación de operaciones activas, así como los
nuevos depósitos captados por la entidad, se invierten en nuevas concesiones de
crédito y se genera un proceso cíclico.
La relación crediticia entre la entidad y el cliente se inicia cuando éste presenta
una solicitud y, si prospera, concluye con la cancelación de la operación. Sin
embargo, puede prolongarse formalizando una nueva operación (que puede ser
renovación de la anterior). Las actividades de este proceso se agrupan, de un
modo lógico y secuencial, por etapas: a partir de la primera, cada etapa es
consecuencia inmediata de la anterior. Observa el siguiente esquema:
Operaciones
a negociar
1. Solicitud
2. Estudio
3. Decisión
Contraoferta
Operaciones
aceptadas
4. Formalización
Operaciones
denegadas
5. Seguimiento
Petición de
renovación
6. Renovación o cancelación
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Las seis etapas se agrupan en dos fases:
- La fase de concesión que abarca desde la presentación de la solicitud hasta la
decisión de aprobar o denegar la operación.
- La fase de formalización, seguimiento y cancelación.
Cuando un cliente presenta una solicitud, la entidad procede a su estudio. Esta es la
segunda etapa dentro de la fase de concesión de una operación activa. En esta
etapa el centro proponente estudia la solicitud y luego elabora la correspondiente
propuesta (tercera etapa) para, finalmente aprobarla, o elevarla al nivel con poder
decisorio suficiente, para su resolución.
El riesgo debe ser asumido de un modo responsable por cada entidad. Por ello debe:
Estudiar concienzudamente cada operación.
Decidir teniendo en cuenta las consecuencias positivas y negativas que
puede conllevar cada operación.
Disponer de información suficiente y veraz.
Una entidad financiera sólo debe otorgar su confianza a las personas o empresas
cuando prevé recuperar el dinero prestado y obtener beneficios.
El estudio de una operación es un proceso que se inicia cuando la solicitud se considera
aceptable y finaliza cuando se consiguen los dos propósitos básicos siguientes:
La evaluación del riesgo. Para saber cuándo se debe conceder un crédito,
cuánto se debe conceder, qué riesgos se van a correr, etcétera, las
entidades financieras deben estudiar a fondo cada una de las operaciones
que les propongan sus clientes.
La determinación de la rentabilidad. La rentabilidad viene condicionada por
la política crediticia de la entidad, así como por el nivel de riesgo del deudor
y de la operación solicitada.
Los tipos de interés y las comisiones son factores que influyen directamente
en la rentabilidad de una operación. También hay que tener en cuenta las
compensaciones asociadas a la misma, que aumentan la rentabilidad
global del cliente.
En la fase de concesión la operación crediticia se estudia y se analiza para
emitir un dictamen o decisión sobre su aprobación o denegación.
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En el siguiente esquema se detallan los pasos del proceso de estudio o análisis de
una operación de riesgo:
Examinar y cotejar la
información facilitada
por el solicitante
Añadir información
crítica y verificar el
conjunto de datos
Información interna
Información externa
Análisis
cualitativo
Análisis
económico-
financiero
Evaluación del
riesgo
Determinación de
la rentabilidad
Las operaciones que no son viables (porque han sido denegadas o se han de
renegociar sus condiciones) no culminan la fase de concesión. Sólo las
aprobadas pueden pasar a la fase de vigencia.
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La primera etapa de la fase de vigencia es la formalización de la operación. Los contratos de crédito o préstamo, y otras operaciones de riesgo, suelen documentarse mediante una póliza que debe estar firmada por todos los intervinientes del contrato (si hay fiadores también deben firmar en ella). Y si se trata de una operación con garantía real, en la póliza se detallarán los bienes dejados en garantía, así como su valor. En caso de una operación con garantía hipotecaria, se formalizará escritura pública de hipoteca.
Mientras la operación se halle vigente, la entidad cuidará de su administración y
seguimiento y, al vencimiento, cuando el cliente devuelva a la entidad el capital
recibido y haya pagado los intereses y comisiones pactados, se producirá su
cancelación. El último apartado de este tema se dedica con mayor detalle a la
fase de seguimiento.
Durante la fase de vigencia, la entidad debe solicitar al acreditado que se ponga
al corriente de pago en los vencimientos previstos (y, en su caso, a los garantes).
También durante esta fase, la entidad debe asegurarse de que las garantías sujetas
a cambios de valor siguen siendo suficientes.
Salvo estipulación en contrario, el contrato de una operación activa no puede
modificarse de forma unilateral, a excepción del descuento comercial, en que
pueden variar los tipos de interés y las comisiones, sin necesidad de abrir una nueva
clasificación.
Lo usual es que las modificaciones de un contrato den lugar a la formalización de
una nueva operación que sustituya a la anterior, si bien cuando se modifican solo
algunos aspectos del mismo, pueden realizarse las citadas modificaciones
mediante la denominada “novación” que supone costes de formalización inferiores
a la firma de una nueva póliza.
En cuanto a las garantías, cuando se trata de prenda de operaciones de pasivo y otros
títulos valores, el contrato, el contrato ya prevé que el acreditado deba reponerlas, si
su valor sufre un descenso significativo.
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ESTUDIO DEL RIESGO
En primer lugar se debe disponer de datos reales y suficientes para evaluar
correctamente el riesgo:
Examinando y cotejando los datos de la solicitud y de los necesarios.
Obteniendo la información crítica necesaria no contenida en la solicitud.
Verificando y contratando los datos de la solicitud con información interna y
externa.
Una vez los datos obrantes en nuestro poder puedan considerarse reales y
suficientes, los estudiaremos por medio de los análisis cualitativo y económico-
financiero (o cuantitativo).
El estudio de una operación cuesta tiempo y dinero. Por eso es conveniente limitar
su profundidad, adecuándola, en mayor o menor medida, al riesgo que se va a
asumir y a los rendimientos esperados.
El análisis del riesgo precisa dedicación del personal de la entidad, utilización de
recursos materiales (material de oficina, medios informáticos...) y el empleo de
recursos externos (agencias de informes, centros de datos...).
La profundidad en el estudio de una operación activa debe guardar proporción,
en lo posible, con:
El nivel de riesgo previsto
La rentabilidad estimada
El coste del estudio
Y como mínimo el estudio de la solicitud de riesgo debe contener:
La identificación del cliente: Su historial y conducta financiera observada si es
cliente, pero si no lo es, se deberá intentar obtener.
La finalidad de la operación: en el sentido de que la misma debe guardar
coherencia con el importe solicitado y el plazo requerido para su devolución.
El importe solicitado: diferenciando entre el importe de la operación y el
importe de la financiación solicitada.
El plazo de la operación. Que siempre deberá estar en consonancia con la
finalidad y el destino de la financiación.
El producto: debiendo guardar coherencia con la finalidad, e ir destinado a
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cubrir las necesidades del cliente.
El análisis de la capacidad de devolución: respondiendo y verificando la
respuesta a la citada pregunta, que lógicamente contendrá un estudio
pormenorizado del endeudamiento actual y futuro del cliente.
La rentabilidad asociada al riesgo propuesto: realizando un estudio detallado
de los costes implícitos a la operación, y también los ingresos esperados con la
concesión de la misma.
Las garantías: detallando, en su caso, los bienes afectos al cumplimiento de la
obligación principal.
En ocasiones, tratándose de operaciones de importe elevado, los costes del estudio
se repercuten directamente al solicitante, incluso con independencia de que
lleguen a formalizarse o no; con ello se pretende desligarlos de la rentabilidad de la
operación.
Para ahorrar tiempo y trabajo (costes) es conveniente filtrar las solicitudes,
eliminando las inaceptables desde el primer contacto con el cliente. Esta selección
es más fácil si ya se conoce al solicitante y si se descartan las que no se ajustan a la
política crediticia de la entidad.
A continuación se relacionan ejemplos de operaciones de riesgo que normalmente
deben estudiarse con mayor dedicación:
Las de importe elevado.
Las solicitadas por nuevos clientes.
Aquellas cuyos plazos de amortización solicitados no permiten una recuperación
continua y periódica del dinero, según el destino indicado en la solicitud.
Por ejemplo, un préstamo con amortización total de capital al vencimiento
(bullet), o bien un préstamo que incluya carencia en el pago del capital en
un periodo inicial de tiempo, o bien todos aquellos préstamos con
amortizaciones de capital “atípicas”, entendidas estas como las que no se
rigen por el sistema más común de amortización denominado “sistema
francés”. Aquellas cuyos términos concretos y compensaciones deben negociarse
con el solicitante (es decir, las operaciones de riesgo que más se apartan del
habitual contrato tipo, en las que pueden aparecer puntos a negociar a
medida que se avanza en el estudio).
Descuento comercial con alta concentración de librados.
Antes de analizar la información aportada por el cliente, ya sea particular o como
empresa, es conveniente comprobar que no existen contradicciones o
incoherencias, errores de transcripción, insuficiencia de documentos anexos,
etcétera. Hecho esto, se verificarán y se obtendrá la información adicional
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necesaria para disponer de un conjunto de datos reales y suficientes.
En principio, no podemos considerar válidos los datos pendientes de verificar; por
eso necesitamos siempre información adicional. En algunos casos, esta información
contiene juicios de valor, por lo que es fundamental contrastarla.
El examen y verificación de los datos de la solicitud, basado en información externa
e interna, permite descartar o replantear alguna solicitud, al poner al descubierto
señales de alerta.
Seguidamente profundizaremos en el análisis del riesgo, según la siguiente distinción:
Operaciones con trabajadores por cuenta ajena (y pensionistas), es decir,
particulares.
Operaciones con profesionales, empresarios individuales y empresas.
El estudio de operaciones de profesionales y empresarios individuales tiene algunas
peculiaridades comunes al estudio de las operaciones con trabajadores por
cuenta ajena, y otras comunes a las operaciones con empresas.
PARTICULARES
La mayor parte de las operaciones solicitadas por los particulares son préstamos que
suelen destinarse al consumo, a excepción de los préstamos hipotecarios,
destinados a la adquisición de inmuebles.
Normalmente estas operaciones, en especial los préstamos al consumo, tienen un
importe reducido y su tramitación suele ser rápida. Su estudio y seguimiento
responden a esquemas predeterminados (su administración es simple), lo que
redunda en un bajo coste para la entidad y buenos rendimientos.
Su estudio es ágil, en tanto que se ha prefijado un patrón, con un determinado
número de variables. El crédito a particulares es el que reúne mayor número de
características de un contrato tipo, especialmente cuando su titular trabaja por
cuenta ajena.
Esta agilidad no significa que se pase por alto ninguno de los pasos del proceso de
estudio, ya que de ser así se incurriría en el peligro de llegar a conclusiones erróneas.
Simplemente se reduce la complejidad de estos pasos.
En primer lugar, se debe examinar y cotejar la información facilitada por el particular
(DNI de los solicitantes, hoja de salario, declaración de la renta del último
ejercicio,...).
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Es importante solicitar los originales para comprobar que se corresponden con las
fotocopias facilitadas. Por ello, es frecuente que el solicitante presente documentos
originales y obtengamos nosotros mismos las fotocopias necesarias para el
expediente de la operación.
Con el conjunto de datos recopilados, el gestor se deberá formar una imagen
del solicitante lo más objetiva posible, para lo cual es necesario un conocimiento
personal del mismo y que los datos en los que se basa su estudio sean suficientes
y fiables.
El análisis del cliente se establece desde una triple perspectiva:
Económica
Profesional
Personal y familiar
No basta con obtener información económica; la relativa a la conducta del
solicitante también es importante. Es decir, deben considerarse todas aquellas
circunstancias que merecerían la atención de la entidad financiera, si ésta tuviera
conocimiento de ellas.
Algunas de estas circunstancias del solicitante podrían ser, por ejemplo, las
siguientes:
Existen dudas razonables sobre su capacidad de obrar.
La existencia antecedentes negativos que cuestionen su comportamiento
financiero.
Si es persona con relaciones importantes o un alto cargo que nos interesa
captar.
Existen sospechas fundadas de que está involucrado en negocios ilícitos.
Si soporta obligaciones económicas derivadas de su situación conyugal
Es persona con una marcada propensión al consumo.
La existencia de resoluciones o conflictos judiciales que lleven aparejadas
obligaciones económicas.
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Cuando se considera que los datos son suficientes y fiables, el próximo paso del
estudio del riesgo consiste en analizar la operación propuesta y sus garantías.
PROFESIONALES Y EMPRESARIOS
Además de las operaciones propias de los particulares, los profesionales y
empresarios suelen solicitar otras financiaciones necesarias para su actividad
profesional o mercantil: descuento comercial, créditos y préstamos para compras,
para instalar o mejorar sus comercios, industrias o despachos...
Estos clientes difieren de los particulares que trabajan por cuenta ajena en que:
Los aspectos económicos de su profesión o negocio forman un todo con su
economía privada.
Su riesgo crediticio casi siempre va ligado a los resultados de su actividad
profesional o mercantil.
La primera de estas dos distinciones obliga al gestor a considerar conjuntamente
ambos patrimonios: el privado y el del negocio o profesión. La capacidad para
hacer frente a sus obligaciones es la principal garantía de la operación. El titular
responde con todo su patrimonio presente y futuro.
La segunda característica (la vinculación del riesgo a su actividad profesional o
mercantil) sitúa estas operaciones en el terreno empresarial: el buen fin de las
mismas queda generalmente supeditado a la capacidad del acreditado para
generar beneficios.
Por estas dos razones, el estudio de operaciones de riesgo con profesionales y
empresarios requiere más profundidad y especialización que el de trabajadores por
cuenta ajena.
Al igual que en las operaciones de riesgos con particulares, en primer lugar
deberemos comprobar que el contenido de la solicitud de la operación y la
documentación entregada por el cliente no ofrece contradicciones. De este modo,
podemos pronosticar que disponemos de una información fiable.
Para confirmar este pronóstico, solicitaremos la información adicional necesaria con
el objetivo de verificar los datos. La verificación y ampliación de los datos se realiza
por medio de información externa.
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Para realizar un buen análisis es imprescindible conocer el origen de los fondos que
el futuro acreditado destinará al pago de su deuda con la entidad. Es decir, a la
entidad financiera le interesa saber de dónde saldrá el dinero que el cliente
utilizará para cubrir sus deudas. De este modo sabremos si será suficiente y si tendrá
continuidad.
En el campo crediticio de los profesionales y empresarios individuales y, por
supuesto, en el de las sociedades, algunas operaciones de riesgo se conocen
como autoliquidables o autocancelables, porque los fondos para su devolución
cuentan con un tercer pagador, al que además se le puede reclamar el eventual
impago. Estamos hablando del descuento de efectos comerciales.
Resulta primordial ver y entender la correcta finalidad de la operación, es muy
importante ver la coherencia que existe entre los siguientes aspectos:
FINALIDAD, para qué se necesita la financiación.
FUENTE DE FINANCIACIÓN, cómo precisa la financiación, a través de qué
producto.
IMPORTE, cuánto dinero necesita para atender su finalidad.
PLAZO DE AMORTIZACIÓN/DEVOLUCIÓN, en cuánto tiempo precisa
devolver el dinero de la financiación más los intereses correspondientes.
Como puede verse existe una correlación directa entre todos los conceptos, de
manera que si algo no es adecuado deberemos reconsiderar la solicitud.
A modo de ejemplo, en toda financiación de circulante debe atenderse con
financiaciones a corto plazo, mientras que las financiaciones de activos no
corrientes irían con medios de financiación a largo plazo. De esta forma no se
deberían financiar operaciones de, por ejemplo adquisición de maquinaria con
cuentas de crédito, ni compras de materias primas con préstamos a largo plazo.
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LEY 24/2013 SOBRE EMPRENDEDORES DE
RESPONSABILIDAD LIMITADA
La ley 14/2013 de 27 de septiembre de apoyo a los emprendedores y su
internacionalización define al emprendedor como aquella persona,
independientemente de su condición de persona física o jurídica, que desarrolla
una actividad económica empresarial o profesional en los términos establecidos
en la citada ley.
Según esta Ley, el emprendedor persona física tiene la posibilidad de limitar su
responsabilidad por las deudas que traigan causa del ejercicio de dicha actividad
empresarial o profesional mediante la asunción de la condición de “Emprendedor
de Responsabilidad Limitada”.
Esta limitación de responsabilidad descrita por la ley permite a los emprendedores
personas físicas poder excluir su vivienda de la responsabilidad por las deudas
derivadas de su actividad profesional o empresarial, siempre que cumplan unas
determinadas condiciones:
a. Que el empresario o profesional otorgue acta notarial manifestando su voluntad
de acogerse al régimen de Emprendedor de Responsabilidad Limitada (ERL), y
que esto se inscriba en el Registro Mercantil y en el de propiedad de su vivienda
habitual.
b. Que el valor de la vivienda habitual no supere un determinado importe, siendo
este un 50 % superior para las viviendas que se encuentren ubicadas en
poblaciones de más de un millón de habitantes.
c. Que las deudas hayan nacido con posterioridad a la inscripción de dicha exclusión
de responsabilidad.
d. Que el empresario o profesional formule sus cuentas anuales en los mismos
términos que una S.L. y utilice la expresión de ERL en toda su documentación.
Queda así claro que la vivienda habitual de una persona física con actividad
empresarial acogida a la figura del ERL mantiene su vivienda dentro de un
perímetro de protección que la excluye de cualquier responsabilidad, por lo que
en el caso de que quisiera aportarla en garantía para una nueva operación se
debería ser muy cauto a la hora de tenerla en cuenta como mitigante, pues, como
decimos, su responsabilidad está limitada y la vivienda excluida.
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CONTRAOFERTA
La denegación de una operación tal como la solicita el cliente no siempre implica
un juicio u opinión desfavorable. Hay denegaciones motivadas por la política
crediticia de la entidad o por la coyuntura económica.
Muchas veces, cuando una operación no puede ser aprobada en las condiciones
propuestas inicialmente, puede negociarse en otras condiciones. La entidad
financiera puede hacer una contraoferta para adecuar la propuesta de concesión
del crédito a la política crediticia de la entidad, mediante:
Un cambio en la modalidad del crédito, de forma que ésta se adecue mejor
a las necesidades de financiación del cliente, o bien a la finalidad de los
fondos solicitados. Por ejemplo, no sería adecuado conceder un préstamo
hipotecario para financiar únicamente la compra de un turismo.
Una adaptación del riesgo (menor importe o plazo, mayores garantías, etcétera).
Un aumento de la rentabilidad (mediante mayores comisiones o tipos de
interés más elevados).
Compensaciones adecuadas (vinculación a la entidad de otras
operaciones del solicitante).
La consecución de objetivos adicionales a los meramente económicos.
Contraoferta no siempre es sinónimo de viabilidad. La contraoferta de la entidad
financiera puede contener condiciones que el cliente considere arriesgadas o
inaceptables.
El ajuste de la operación propuesto al cliente supone un cambio en las condiciones
iniciales; por tanto, puede obligar al peticionario a modificar, en mayor o menor
medida:
Sus relaciones financieras con la entidad. Por ejemplo, para una empresa
solicitante, la exigencia de una fianza solidaria de todos los socios.
Su régimen financiero interno (su administración). Por ejemplo, la exigencia
de constituir, en una empresa solicitante de crédito, un seguro que cubra el
riesgo mercantil sobre sus clientes, con cesión de los derechos
indemnizatorios a favor de la entidad financiera.
Si las nuevas condiciones y requisitos de la contraoferta son asumidos por el
solicitante, la operación puede ser aprobada.
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SEGUIMIENTO
El seguimiento de las operaciones activas tiene por finalidad asegurar el
cumplimiento de los pactos crediticios. Se efectúa sobre clientes concretos.
El seguimiento tiene por objeto comprobar que:
El cliente conserva capacidad de devolución en relación con la operación
de riesgo (liquidez).
Las garantías aportadas siguen siendo suficientes (solvencia).
El cliente sigue siendo rentable para la entidad financiera (rentabilidad).
Se cumplen las compensaciones acordadas.
El objetivo fundamental consiste en obtener datos actualizados sobre el riesgo y la
rentabilidad del cliente.
Con relación a las garantías, su seguimiento consiste en verificar que su valoración
actual es suficiente para cubrir el riesgo. Esta verificación es selectiva, puesto que
sería prácticamente inviable, y originaría costes elevados, que todas las garantías
fuesen sometidas constantemente a comprobación.
Respecto al seguimiento de la rentabilidad del cliente, es recomendable que se
haga considerando, además de los intereses y comisiones percibidos en razón del
contrato crediticio, todas las operaciones del cliente en conjunto (saldos de
cuentas y libretas, costes de las devoluciones, resultado de las compensaciones
pactadas, etcétera).
El seguimiento pretende mantener actualizado el diagnóstico de un cliente
determinado, para prevenir incidencias (impagos, deterioro de las garantías...) o
apoyar futuras decisiones (nuevos riesgos, renovaciones, etcétera). Para
conseguirlo hay que integrar en el seguimiento toda la información posible acerca
del cliente.
Las actividades del seguimiento deben ser sistemáticas y basarse en:
Un plan de trabajo
Un sistema de información
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Las actividades de seguimiento ocupan tiempo a los empleados y precisan de
medios administrativos que afectan a la rentabilidad. En una palabra, tienen un
coste. El equilibrio entre ese coste y los resultados pretendidos es la medida para
seleccionar y ordenar las prioridades, la periodicidad y la profundidad del
seguimiento.
El seguimiento exhaustivo, constante y profundo de todos los clientes resultaría más
oneroso que las propias pérdidas que se intentan evitar.
Así pues, hay que establecer limitaciones: decidir qué clientes van a ser objeto de
seguimiento, qué métodos se emplearán y con qué periodicidad y profundidad. En
esto consiste el plan de trabajo.
El sistema de información empleado por la casi totalidad de las entidades consiste
en una base de datos unificada de los clientes. Las oficinas obtienen puntualmente
los listados y documentos precisos para el seguimiento, según el plan de trabajo
previsto.
No pueden establecerse normas de seguimiento válidas para todos los casos, pero
sí enunciar algunas reglas de carácter general que permitan hacerse una idea de
conjunto.
En general, se deberá prestar especial atención al seguimiento de clientes que:
Ofrecen riesgo elevado (importes altos, escasa capacidad de
endeudamiento, garantías muy justas...).
Se observen determinados cambios en la operativa habitual del cliente
como: disminuciones de saldo de pasivo; descubiertos en cuentas
corrientes, devoluciones de recibos por falta de saldo, retiradas de fondos
de tarjetas en efectivo, disminución del scoring, etc. O en el ámbito de
autónomos y empresas: solicitud de excedidos, devoluciones de efectos,
deterioro de los estados financieros, disposición total de cuentas de crédito
sin alternancia de saldos, disminución del rating asignado, etc.
Presentan dificultades de diversa índole.
Muchas operaciones a particulares suelen formalizarse por importes relativamente
bajos. Por lo general, el riesgo con cada cliente no requiere ni justifica un
seguimiento intenso. Por ejemplo, en el caso de los préstamos con garantía personal
y los hipotecarios, solamente se hará seguimiento si surgen dificultades de cobro.
De todas formas, en las operaciones en las que los acreditados son profesionales o
empresarios individuales que han invertido el dinero en su negocio. El seguimiento
debe ser más intenso.
El examen de la cuenta corriente y la cuenta de crédito, sin ser documentos específicos de seguimiento, facilita valiosa información del titular. Antecedentes de problemas actuales de un acreditado se hallan latentes, con frecuencia, en los
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registros de sus cuentas. A veces, el examen de una cuenta corriente no añade nada nuevo a lo que conocemos del cliente, pero a menudo ofrece información adecuada para los propósitos del seguimiento. Al contrario de lo que ocurre con la liquidez, no es habitual que de la información interna de la entidad se puedan obtener datos de la solvencia actualizada de sus clientes. Para conocerla hay que pedirla al interesado. Si son profesionales o empresas, es preciso requerir los últimos estados financieros (declaraciones de bienes, balance, cuentas de resultados, previsiones, etcétera), verificarlos y ampliarlos por medio de la información externa.
Para el correcto análisis de la solvencia, además del patrimonio del acreditado, se
debe considerar también el de los posibles fiadores y el valor de las garantías
afectas al buen fin de la operación crediticia.
Por medio de los análisis cualitativo y cuantitativo se evalúa el riesgo actualizado
del cliente.