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El Cotidiano Universidad Autónoma Metropolitana - Azcapotzalco [email protected] ISSN (Versión impresa): 0186-1840 MÉXICO 2006 Gabino Solano Ramírez LOS PRIMEROS GOBIERNOS DIVIDIDOS EN MÉXICO (1997- 2003): SU IMPACTO EN LA RELACIÓN EJECUTIVO-LEGISLATIVO El Cotidiano, julio-agosto, año/vol. 21, número 138 Universidad Autónoma Metropolitana - Azcapotzalco Distrito Federal, México pp. 51-62 Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal Universidad Autónoma del Estado de México http://redalyc.uaemex.mx

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El CotidianoUniversidad Autónoma Metropolitana - [email protected] ISSN (Versión impresa): 0186-1840MÉXICO

2006 Gabino Solano Ramírez

LOS PRIMEROS GOBIERNOS DIVIDIDOS EN MÉXICO (1997- 2003): SU IMPACTO EN LA RELACIÓN EJECUTIVO-LEGISLATIVO

El Cotidiano, julio-agosto, año/vol. 21, número 138 Universidad Autónoma Metropolitana - Azcapotzalco

Distrito Federal, México pp. 51-62

Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal

Universidad Autónoma del Estado de México

http://redalyc.uaemex.mx

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Gabino Solano Ramírez*

E l propósito de este estudio esdar seguimiento al trascendente cam-bio político de gobiernos unificados agobiernos divididos que se dio enMéxico desde 1997. Puntualizar en lasconsecuencias que el hecho políticode los gobiernos divididos ha tenidosobre la interacción entre el PoderEjecutivo y el Poder Legislativo duran-te la LVII y LVII Legislatura.

El cambio político abrió numero-sos desafíos. En lo que cabe a nuestralínea argumental se reconoce que lacomplejidad de las demandas socialesaparentemente resulta incompatiblecon las instituciones del antiguo régi-

Los primeros gobiernosdivididos en México (1997-2003): su impacto en larelación Ejecutivo-Legislativo

* Profesor-Investigador, Instituto Interna-cional de Estudios Políticos Avanzados, Univer-sidad Autónoma de Guerrero.

A partir de 1997, cuando el partido gobernante pierde la mayoría absolutaen el Congreso, inicia la inédita experiencia de gobiernos divididos en México. Eneste contexto, la relación Ejecutivo-Legislativo cobró mayor relevancia, haciéndosenecesario replantear el modelo de división de poderes sustentado en el esquemade frenos y contrapesos vigente en México. Tal es el objetivo de este estudio, quepropone modificar las disposiciones normativas -constitucionales o reglamentarias–que regulan la relación entre el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo, independien-temente de la situación política del partido gobernante en el Congreso.

men. Este desfase se asocia a lainacabada construcción del nuevo ré-gimen político, es decir, al problema dela instauración democrática, definidopor César Cansino como “el diseño,la negociación y la puesta en prácticadel nuevo entramado institucional ynormativo acorde con la nueva reali-dad democrática”. Un dilema cuyamagnitud supone necesariamente “unaprofunda reforma del Estado que con-duzca a buen término los consensosfundamentales conseguidos a lo largode la transición democrática”1.

Uno de los ejes centrales de laReforma del Estado, es el relativo a laestructura de gobierno y organizaciónde los poderes estatales –el plan degobierno–, particularmente, lo que esnuestra línea argumental, la relaciónentre los poderes Ejecutivo y Legisla-tivo. Dado que es una relación pensa-da para limitar el poder político ymantener el equilibrio y autonomíaentre poderes, se le atribuyen poten-

1 Cansino, César, El desafío democrático. Latransformación del Estado en el México pos auto-ritario. México, CEPCOM, 2004, p. 15. Citando aCansino, uno de los politólogos mexicanos quemás ha trabajado las cuestiones relativas a este

tema, reforma de Estado en el México postautoritario significa “el rediseño normativo einstitucional de nuestro ordenamiento políti-co en su conjunto con el fin de adecuarlo a unalógica de funcionamiento claramente democrá-tico que hoy, por las fuertes herencias autori-tarias del pasado, sólo se asoma de maneracontradictoria y parcial”. En síntesis, la confi-guración de una nueva constitucionalidad.

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ciales problemas de “parálisis, conflicto y excesiva tenden-cia a proteger el statu quo, que normalmente se asocian alrégimen presidencial”2 , sobre todo en contextos de go-biernos divididos como el que novedosamente tenemosen México. El cuestionamiento central a este modelo esque implica una estructura de distribución de poderes de-masiado rígida, como para enfrentar y resolver en formaeficiente y legal los desacuerdos potenciales entre el Ejecu-tivo y el Legislativo. De ahí que un adecuado diseño de lasinstituciones que regulan la interacción entre estos pode-res constituye una dimensión importante de estudio, porel impacto que tiene en el proceso decisorio y el desempe-ño gubernamental.

A ocho años de gobiernos divididos, se admite que lasinstituciones políticas –las reglas del juego3– heredadas delantiguo régimen, son instrumentos limitados, o con efectosperniciosos, para el pleno funcionamiento democrático delnuevo. El andamiaje institucional es insuficiente para darrespuesta satisfactoria al cúmulo de demandas sociales, loque se reconoce impacta negativamente en el desempeñode la estructura de gobierno. De modo que el problema demayor relevancia es la falta de acuerdos fundamentales en-tre los actores políticos, pues dificulta impulsar acciones degobierno y conformar las mayorías legislativas indispensa-bles para concretar los desafíos que se imponen en la agendapolítica nacional. Tales circunstancias reflejan “una maquina-ria de gobierno incompleta o por lo menos deficiente quenecesita de urgentes reparaciones”4, sobre todo si, comose vislumbra en el corto plazo, prevalecen las posicionespolíticas de resistencia a revisar integralmente la Constitu-ción vigente.

Esta premisa guía el desarrollo del presente ensayo. Enun primer momento, aunque necesariamente breve, expli-

co el tránsito de los gobiernos unificados a los gobiernosdivididos que abarca el periodo de 1988 a 1997; enseguidaexpongo las primeras experiencias de gobiernos divididosen México y sus implicaciones en la relación entre los po-deres Ejecutivo y Legislativo; finalmente, a manera de con-clusión, planteo las dificultades que significa para la estructurade gobierno el desfase institucional del arreglo institucio-nal de división de poderes en el país. Cabe señalar que faltadar el siguiente paso lógico de estos argumentos: repen-sar el modelo de frenos y contrapesos, es una deuda abor-dar el estado de la cuestión y el sentido de las modificacionesal esquema de distribución del poder político en México.

De los gobiernos unificados a losgobiernos divididos

Las elecciones legislativas de 1997, cerraron un ciclo demás de sesenta años de gobiernos unificados en México.Una época en la que el presidente mexicano contó invaria-blemente con mayoría disciplinada de su partido en el Con-greso5, situación que le garantizó la aprobación de suspropuestas legislativas. A la pluralidad legislativa tres añosdespués se sumó la alternancia en la Presidencia de la Re-pública, culminando así el mayor cambio político en la his-toria del México posrevolucionario: la transición a lademocracia.

El viejo modelo de convivencia se agotó, dando lugar ala pluralidad en la representación política y a un ejerciciocada vez más efectivo de los mecanismos constitucionalesde control del poder político. Es ampliamente aceptado queel predominio del Poder Ejecutivo sobre las otras ramasdel poder político se fundó, no en el arreglo constitucionalsino en las facultades metaconstitucionales del presidente,de modo que al desaparecer éstas, por efecto del cambiopolítico, se diluyó la poderosa presidencia imperial. “Casi dela noche a la mañana –recapitula Sartori– un hiperpresidentefue sustituido […] por un presidente relativamente débil”6,con facultades legales muy limitadas para implementar ac-ciones de gobierno a través de la legislatura en funciones,es decir, con el apoyo del Congreso. Por su parte el Legis-lativo, tradicionalmente subordinado a las decisiones delpresidente, recuperó la posibilidad de actuar de manera

2 Negretto, Gabriel L., “Diseño constitucional y separación de pode-res en América Latina”, en Revista Mexicana de Sociología, núm. 1, enero-marzo de 2003, p. 71.

3 Parece haber un acuerdo general según el cual las instituciones sonbásicamente las “reglas del juego”. Normalmente se distingue entre re-glas “formales” e “informales”. Las primeras están formalizadas como le-yes u otras regulaciones escritas; mientras que las reglas informales son“rutinas”, “costumbres”, “procedimientos de conformidad”, “hábitos”, “es-tilos de decisión” o incluso “normas sociales” y “cultura”. De acuerdo conesta concepción amplia de las instituciones, la inmensa mayoría de la po-blación casi siempre actúa de acuerdo con normas predefinidas de con-ducta, y la mayoría de esas normas no están formalizadas. Para un examenmás amplio de sobre este tema véase los textos de Peter B Guy, El nuevoinstitucionalismo. 1ª ed. en español, España, Gedisa, 2003 y Robert E. Goodin,Teoría del diseño institucional, España, Gedisa, 2003.

4 Sartori, Giovanni, Ingeniería constitucional comparada, 3ª ed., México,FCE, 2003, p. 225.

5 En la Cámara de Diputados el partido del presidente (PRI) tuvomayoría calificada, necesaria para reformar la Constitución, hasta 1988(66%), y absoluta hasta 1997 (50% más 1). Mientras que en la Cámara deSenadores mantuvo una mayoría calificada hasta este último año (véasecuadro 1).

6 Sartori, Op. cit., p. 224.

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autónoma y servir de contrapeso a las decisiones del Ejecu-tivo, una práctica inherente al sistema de división de poderessustentado en el esquema federalista7 de frenos y contrape-sos, pero inexistente durante el régimen autoritario.

En la compleja estructura de gobierno mexicana, larelación entre poderes fue relativamente simple durante elrégimen autoritario, pues la excesiva concentración delpoder en la institución presidencial anuló en los hechos ladivisión de poderes. Cuando la pluralidad política se reflejóen las diferentes instituciones, la relación Ejecutivo-Legisla-tivo se tradujo en un complicado y delicado mecanismo decontroles y balances mutuos, una situación que suponemayores riesgos de conflictos y parálisis institucional endetrimento de la dimensión decisoria gubernamental. Así,presenciamos el tránsito de una situación política caracte-rizada por la concentración de poderes en el mismo parti-do disciplinado, propia de un gobierno unificado, a otracaracterística de un gobierno dividido, donde por efecto deelecciones más abiertas y competitivas el control de lasinstituciones se deposita en diferentes partidos.

Cabe señalar que el proceso de transformación de losgobiernos unificados a los gobiernos divididos en el Méxi-co contemporáneo se encuentra acotado temporalmentepor la democratización del régimen político y el surgimien-to de un sistema de partidos competitivo, sucesos que sólohan existido en México en las últimas décadas del siglopasado8. Sin profundizar en los temas relativos a la transi-ción democrática y al ámbito partidista, es un consensoque la transición democrática permitió una mayor compe-tencia política y la incorporación de los partidos oposito-res a las instituciones de gobierno, hasta que finalmente la

pluralidad política terminó con el predominio presidencialy su partido (PNR-PRM-PRI) sobre el Congreso en las elec-ciones legislativas de 1997.

Dada la simbiosis entre régimen autoritario y gobier-no unificado –que prevaleció nítidamente en México almenos hasta 1988, cuando el PRI pierde la mayoría califica-da en la Cámara de Diputados–, resulta procedente refe-rirnos a esta situación política como de autoritarismo unificado,esto nos permite identificar tanto al tipo de régimen políti-co como el carácter concentrado de las instituciones degobierno en un solo partido. Bajo el supuesto de que “unrégimen autoritario es siempre un gobierno unificado y al-tamente concentrado”9, el autoritarismo unificado suponeuna estructura institucional no-competitiva, semiexcluyentey altamente concentrada. En esta situación la relación en-tre los poderes Ejecutivo y Legislativo es de un dominioabsoluto por parte del Ejecutivo.

Durante el periodo comprendido entre 1988 y 1997el partido gobernante pierde la mayoría calificada de dostercios en el Congreso, pero conservó la mayoría absolutaen la Cámara de Diputados, lo que le obligó a buscar elacuerdo de al menos otro partido para aprobar cambiosconstitucionales, situación política que se adecua más a lascaracterísticas de los gobiernos unificados. Cabe señalar queeste suceso esta vinculado a los cambios graduales queexperimentó el régimen político, particularmente en losámbitos electoral y partidista. Las sucesivas reformas a lasreglas electorales “terminaron por configurar un sistemaelectoral y unos comicios razonablemente libres y justos”.En lo relativo al sistema de partidos, el establecimiento defórmulas pluralistas diluyó la hegemonía del PRI dando lu-gar a una situación de partido predominante que concluyóen 199710.

La ausencia de una mayoría legislativa del partido go-bernante, nos indica el inicio de transformaciones funda-mentales en las relaciones entre los poderes Ejecutivo yLegislativo. Los cambios institucionales al posibilitar unamayor pluralidad en la composición del Congreso, modifi-caron el dominio del ejecutivo sobre los legisladores, sinque esto signifique haber alcanzado todavía una relaciónequilibrada, de controles y contrapesos mutuos. Pero tam-poco este proceso derivó en una relación conflictiva o de

7 El modelo federalista de división de poderes complementa la divi-sión formal de las funciones estatales a partir de dos elementos: a) unsistema electoral que induce en cada rama de gobierno una representa-ción de intereses lo más diversa posible; y b) una distribución de funcio-nes tal que permite a cada uno de los agentes estatales bloquear lasdecisiones de los otros, en ausencia de acuerdo entre ellos. La idea cen-tral de este mecanismo es mantener la separación mediante el equili-brio, diversificar la representación popular entre varios agentes con mutuacapacidad de veto, de tal forma que los representantes elegidos esténobligados a respetar la Constitución y a mantenerse dentro de los lími-tes de sus funciones. Negretto, Op. cit., p. 42 y ss.

8 “Sin embargo, la oposición entre ramas de gobierno no es reciente:se remonta al siglo diecinueve, cuando se realizaron los primeros expe-rimentos republicanos en el país”, pero que al estar ausente la dimensiónpartidista en el sistema político, a aquella situación política se le identificacomo de “mayoría dividida”, dado que “el presidente no tuvo asegurada lamayoría o el control de la asamblea legislativa”. José Antonio Aguilar Rive-ra. “Oposición y separación de poderes. La estructura institucional delconflicto, 1867-1872”. En María Amparo Casar e Ignacio Marván (Coords.),Gobernar sin mayoría, México, CIDE-TAURUS, 2002, p. 19.

9 Colomer, Josep M., Instituciones políticas, Barcelona, Ariel, 2001,p. 178.

10 Ortega Martínez, Rogelio, La transición votada, Tesis, Doctor enCiencia Política, Universidad Complutense de Madrid, España, 2001, p.275 y 279.

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rupturas institucionales, tal como lo previenen los críticosde esta forma de distribuir el poder político. Finalmente,como veremos en seguida, el desfase institucional ha per-mitido mantener estable la conducción del gobierno en lostemas mínimos necesarios, más no se han logrado los acuer-dos de gran alcance, los que permitan encarar con aciertolos temas fundamentales de la agenda política nacional.

Los primeros gobiernos divididos(1997-2003)

Gobierno dividido es una situación política en la que variospartidos políticos tienen poder en instituciones relevan-tes11. En el marco de un régimen de división de poderes yestructura federal, es posible que el gobierno se encuentredividido en sus dos niveles: de manera horizontal o nacional,cuando el partido del presidente no tiene mayoría en elCongreso; y vertical o federal, cuando el partido del gobier-no central no controla la mayor parte de los gobiernosregionales o locales12.

Las experiencias de gobiernos divididos que se hanregistrado en México coinciden con el tipo de gobiernos deminoría, debido al hecho de que ningún partido político hapodido alcanzar una mayoría congresional absoluta. El fe-nómeno se acentúa en el plano vertical, pues hasta el 2004el actual partido gobernante (PAN) apenas había ganado enun tercio de los treinta y dos ejecutivos estatales que com-prende el país; en tanto que hasta el 2003 dieciséis gobier-nos estatales vivieron la experiencia de contar congobiernos divididos13.

México es un caso excepcional en términos de la pro-blemática relativa a los gobiernos divididos o sin mayoría.La particularidad mexicana radica en el hecho de que lainexistencia de gobiernos divididos estuvo asociada, al me-nos hasta 1988, a la ausencia práctica de división de pode-res. Pero, la explicación de uno y otro fenómeno se

encuentra en diferentes causas. Como se reconoce, el sis-tema de partido hegemónico en México inhibió la presen-cia de gobiernos divididos, pero ello no explica totalmentela ausencia de una efectiva división de poderes; esta últimaexistió en gran medida por los poderes metaconstitucio-nales del presidente, quien tenía, además de la capacidad dedefinir el carácter unificado del Congreso, asegurada la dis-ciplina partidista de los legisladores14 y el liderazgo sobresu partido, lo cual dio como resultado que estuvieran au-sentes de la vida política nacional durante muchos dece-nios la división de poderes y, por tanto, los gobiernosdivididos.

Cabe diferenciar los conceptos de gobierno dividido ydivisión de poderes. Mientras que el primero hace referen-cia a una situación política específica de mayorías diferen-tes en las instituciones políticas, el segundo describe unprincipio general de distribuir el poder político entre lospoderes del Estado. En este sentido, Casar aclara que nopuede plantearse una identidad entre gobierno dividido ydivisión de poderes y, contrariamente, entre gobierno uni-ficado y ausencia de división de poderes, pues son concep-tos que se refieren a realidades distintas, y el uno no implicao anula necesariamente al otro. “La división de poderesexiste o no existe, independientemente de la composicióndel Congreso y de qué partidos dominen las ramas ejecu-tiva y legislativa”15.

El paulatino proceso de democratización del régimenpolítico mexicano al tiempo que activó los mecanismosconstitucionales de división de poderes, permitió que lapluralidad política estuviera representada en el Congreso,posibilitando la presencia de los gobiernos divididos. Alculminar la transición democrática es perfectamente pro-bable que se presenten tanto gobiernos divididos comogobiernos unificados, sin detrimento de la división de po-deres, pues este principio esta garantizado por el marcoconstitucional. Con esto no se pretende afirmar que el ac-tual diseño institucional no deba modificarse. Particular-

11 Colomer, Op. cit., 179.12 En el mismo sentido lo señala Alonso Lujambio: “se entiende por

gobierno dividido aquel donde […], el partido que llevó al presidente aocupar la titularidad del Poder Ejecutivo no cuenta con el control mayo-ritario, esto es, con por lo menos cincuenta por ciento más uno de losescaños de la Asamblea Legislativa (o en una de dos cámaras, si se tratade un sistema bicameral)”. Lujambio, Alonso. “Gobiernos divididos enonce estados de la federación mexicana, 1989-1997”. En María AmparoCasar e Ignacio Marván (Coords.). Gobernar sin mayoría. México, CIDE-TAURUS, 2002, p. 319.

13 Véase el texto de Robert Balking, El poder legislativo estatal en Méxi-co. Análisis y diagnóstico, México, State University of New York-CIDE-ITAM-Universidad Anahuac, p. 195.

14 Debido a la naturaleza bicameral del Congreso mexicano, la disci-plina partidaria tiene una doble condición. En primer lugar, es necesarioque los grupos parlamentarios voten de manera cohesiva, y en segundolugar, voten de manera coherente, es decir que los grupos parlamenta-rios del mismo partido voten en la misma dirección en ambas cámaras.Nacif, Benito. “La lógica de la parálisis y el cambio bajo gobiernos sinmayoría”. Primer lugar del cuarto certamen nacional de ensayo Francis-co I. Madero: Alternancia y gobernabilidad. México, IFE. Obtenido el 3 dediciembre de 2004 en <http://www.ife.org.mx>.

15 Casar, María Amparo. “Perspectivas políticas de un gobierno dividi-do en México”, en María Amparo Casar e Ignacio Marván (Coords.).Gobernar sin mayoría, México, CIDE-TAURUS, 2002a, pp. 358.

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mente, en este trabajo argumentamos a favor de modificarlas disposiciones normativas –constitucionales o reglamen-tarias– que regulan la relación entre el Poder Ejecutivo y elPoder Legislativo, independientemente de la situación polí-tica del partido gobernante en el Congreso.La literaturarelativa a las causas y consecuencias que la presencia degobiernos divididos ha tenido en la vida político-institucio-nal en México, como es de suponerse es relativamente re-ciente16. Fue Alonso Lujambio, quien realizó el primerestudio comparado relevante sobre la ocurrencia de estefenómeno en las entidades de la República mexicana, es untrabajo sobre las primeras once experiencias estatales degobiernos no-unificados entre 1989 y 1997. Guardando lasasimetrías, ésta investigación arrojó las primeras aproxima-ciones sobre las implicaciones que tendría en el gobiernonacional la eventual presencia de una mayoría política dife-rente en la Presidencia y el Congreso17.

Implicaciones en la relaciónEjecutivo-Legislativo

Como resultado de la inédita composición de la LVIILegislatura (1997-2000), particularmente la Cámara de Di-putados, se transforma el equilibrio que el régimen posre-volucionario mexicano había establecido en la relación entreel Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo. La necesidad dearribar a un nuevo equilibrio institucional, que albergue vir-tuosamente la novedosa pluralidad legislativa, ha marcadola pauta de numerosos y diversos trabajos de investigaciónen los últimos años18. La mayor parte de estos estudios

resaltan las dificultades que el desfase institucional en laestructura de gobierno significa para construir acuerdosentre múltiples actores con poder de veto, así como paradar cierta celeridad y transparencia al proceso decisional.

Desde nuestra perspectiva enumeramos las principa-les consecuencias políticas e institucionales que el gobier-no dividido ha significado para la interacción entre estospoderes:

1. En primer lugar, este cambio político ubica a Méxicoen el contexto de la llamada normalidad latinoamericana19.En los diferentes regímenes presidenciales de América La-tina, el multipartidismo de manera regular produce gobier-nos sin mayoría en el Congreso, situación que los críticosdel presidencialismo asocian con los problemas de gober-nabilidad e inestabilidad política en la región. El principalargumento es que en condiciones de gobierno dividido estálatente el riesgo de parálisis gubernamental, derivado deconflictos que no tienen una solución normativa20. Auncuando los conflictos entre poderes y la parálisis guberna-mental no son el resultado estrictamente necesario en un

16 Hasta 1997 eran escasos los estudios dedicados a indagar bajoperspectivas diversas las implicaciones para el régimen político mexica-no la eventual presencia de un gobierno dividido. Los recientes estudiossobre gobiernos divididos en el país se pueden clasificar en distintasperspectivas, una línea de investigación político-institucional sobre larelación entre Ejecutivo-Legislativo, en la que participan Alonso Lujambio,María Amparo Casar, David Pantoja Morán, Gabriel Negretto, JosepColomer y Margarita Jiménez; otra concentrada en los cambios y diná-mica del Poder Legislativo: Benito Nacif y Jeffrey Weldon; y una tercerajurídico-institucional, referida al rediseño de nuestro sistema presiden-cial en la que participan entre otros Jorge Carpizo, Diego Valadés y Mi-guel Carbonell.

17 Lujambio, Op. cit. Cabe agregar que en la medida que los resultadosen el plano estatal no derivaron en parálisis legislativa o crisis institucio-nal, los estudios posteriores alentaron una visión moderada sobre lanueva situación política de gobiernos no-unificados que se vive en Méxi-co desde 1997.

18 Los trabajos más relevantes son los de Margarita Jiménez, La opo-sición parlamentaria en México. Su rendimiento en gobiernos de mayoría divi-dida, México, H. Cámara de Diputados LIX Legislatura-Porrúa, 2006; MaríaAmparo Casar, “Perspectivas políticas de un gobierno dividido en Méxi-

co”, en María Amparo Casar e Ignacio Marván (Coords.), Gobernar sinmayoría. CIDE-TAURUS, México, 2002ª, pp. 349-368; Porfirio Muñoz Ledo(coord), Comisión de Estudios para la Reforma del Estado, Conclusiones ypropuestas, UNAM, México, 2001; y Alonso Lujambio, El poder compartido.México, Océano, 2000.

19 Jiménez, loc. cit.20 Juan Linz señala que en un régimen presidencial con mayoría divi-

dida los partidos de oposición no tienen incentivos para cooperar con elpartido del presidente en el ámbito legislativo, por dos razones: a) siellos cooperan y el resultado de dicha cooperación es exitoso, los bene-ficios político-electorales del éxito tienden a ser capitalizados por elpresidente y su partido; y b) en el caso de que el resultado de dichacooperación fracase, todos los miembros de la coalición comparten loscostos políticos con el presidente y su partido. Por lo tanto, si de unacoalición exitosa no procede ninguna ganancia en términos electorales yun fracaso sólo produce costos, lo racional es oponerse al presidente enlugar de cooperar con él. La parálisis institucional será entonces el resul-tado final siempre que el partido del presidente no cuente con una ma-yoría parlamentaria. Esta tesis ha sido acotada por Alonso Lujambio [véasesu ensayo: “Adiós a la excepcionalidad: régimen presidencial y gobiernodividido en México”. En Jorge Lanzaro (ed.), Tipos de presidencialismo ycoaliciones en América Latina, Caracas, Nueva Sociedad, p. 260 en el senti-do de que los gobiernos divididos no necesariamente producen el resul-tado esperado por Linz, pues esta argumentación no toma en cuentaotras variables que pueden influir en la decisión de los partidos oposito-res de cooperar o no con el presidente y su partido, a saber: el númerode partidos con ambición presidencial; el timing de las decisiones parla-mentarias a lo largo del mandato legislativo; la disciplina partidaria; yotras variables contingentes como el desempeño económico, la popula-ridad de los candidatos presidenciales y la habilidad de los liderazgospartidistas legislativos. [Juan Linz, “Democracia: presidencialismo y parla-mentarismo ¿hace alguna diferencia?”, en Oscar Godoy (ed.). Hacia unademocracia moderna. La opción parlamentaria, Ediciones de la UniversidadCatólica de Chile, 1990, pp. 45-108.

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gobierno presidencial, lo cierto es que tienen sentido enun esquema de separación de poderes fundado en el mo-delo tradicional de frenos y contrapesos. Dado que la rela-ción entre el Ejecutivo y el Legislativo esta orientada parael control y el mutuo bloqueo, es un diseño que carece, enciertas circunstancias, de formas cooperativas para resol-ver los conflictos que surjan entre las ramas del poder po-lítico21.

En México, sin embargo, la parálisis ha sido una amena-za ambigua. Los estudios recientes sobre las relaciones en-tre los poderes Ejecutivo y Legislativo, en contexto degobiernos divididos, rechazan la tesis de Linz, de que losgobiernos sin mayorías en el régimen presidencial generanparálisis política. Margarita Jiménez y Benito Nacif22 sostie-nen que a pesar de la dispersión del poder político en elcongreso mexicano, durante la LVII y LVIII (1997-2003) Le-gislaturas la cooperación entre la oposición y el presidentey su partido se ha mantenido en niveles relativamente acep-tables. Al menos hasta el 2003, la colaboración se ha man-tenido en los temas mínimos necesarios para garantizar elfuncionamiento básico del gobierno, como es el caso de laaprobación presupuestal. Igualmente, tampoco se han re-gistrado consensos congresionales que sean sistemática-mente vetados por el Ejecutivo.

2. En 1997, tras el fin de una larga etapa de dominiopresidencial sobre el Congreso, asistimos a un nuevo equi-librio institucional23. Los partidos de oposición adquirie-ron poder legislativo de tal modo que sin su participaciónlos presidentes no pueden hacer avanzar sus propuestas,

de la misma manera que la oposición no puede realizarcambios legislativos sin el respaldo del presidente y su par-tido. En otros términos, bajo las nuevas circunstancias loscambios legislativos requieren la construcción de coalicio-nes multipartidistas, objetivo que pasa por la negociación yel acuerdo entre múltiples actores políticos con capacidadde veto (fundamentalmente los partidos de oposición, elpresidente y su partido). De esto se desprende que el po-der del presidente y su partido se haya transformado, deuna posición predominante a un poder esencialmente ne-gativo, tienen la autoridad para evitar un cambio a la legisla-ción existente, pero no pueden por sí solos definir elcontenido del cambio como en el pasado.

El diseño constitucional mexicano le otorga poderesrazonablemente equilibrados al Ejecutivo y el Legislativo.Presidente y legisladores tienen la facultad de iniciar leyes,más no para decidir por si solos su aprobación. Cuando elpresidente propone el Congreso puede enmendar la inicia-tiva y aprobarla en sus términos, y el presidente puede vetar,en última instancia, las piezas aprobadas por el Congreso.Cuando el Congreso propone, el Ejecutivo puede vetar elcambio de legislación sólo si su partido cuenta con más deun tercio de los legisladores en alguna de las dos cámaras24.

El proceso legislativo en realidad es mucho más com-plejo, los mecanismos institucionales que regulan las rela-ciones entre la Presidencia y el Congreso son sólo unaparte del problema, además, son relevantes las transforma-ciones de las diversas fuentes del cambio legislativo. Cabeaclarar que aquí no pretendo abordar el estudio de las ins-tancias generadoras del cambio legislativo, sólo destacarque la configuración de estas instituciones tiene implica-ciones autónomas sobre el proceso de formulación y crea-ción de leyes. De modo ilustrativo, cabe señalar que elcarácter colectivo del Congreso significa que sus decisio-nes son determinadas por un mayor número de variables,entre las que sobresalen: las preferencias de políticas de lasfracciones legislativas, la ubicación del statu quo y el núme-

21 Negretto, Op. cit., p. 55.22 Cfr. Los textos de Margarita Jiménez, ob. cit.; y Beníto Nacif, “Las

relaciones entre los poderes ejecutivo y legislativo en México tras el findel presidencialismo”, en Política y Gobierno, Vol. XI, No. 1, 1er semestre,2004, pp. 9-41.

23 Por mucho tiempo, el dominio presidencial sobre el proceso legis-lativo hizo irrelevante la distribución constitucional del poder político. Apartir de que esta facultad metaconstitucional del Ejecutivo desaparece,tenemos una nueva situación política en la que el proceso legislativo setiene que ajustar a reglas que de alguna forma fueron pensadas para unarealidad política diferente. De acuerdo con Nacif “la Constitución es-tructura el proceso de formulación de políticas gubernamentales, definelas etapas por las cuales una iniciativa puede convertirse en política gu-bernamental, determina qué órganos participan en el proceso y, final-mente, confiere y delimita la autoridad de los actores participantes. En lapráctica, los poderes Ejecutivo y Legislativo son actores que compartenpoder y se interrelacionan en el proceso de formulación de políticas. Losresultados de esa interacción pueden ser: la introducción de una nuevapolítica o la continuidad de la política en curso”. Benito Nacif. “La lógicade la parálisis y el cambio bajo gobiernos sin mayoría”. Primer lugar delcuarto certamen nacional de ensayo Francisco I. Madero, Alternancia ygobernabilidad, México, IFE, 2000. Obtenido el 3 de diciembre de 2004 en<http://www.ife.org.mx>.

24 “La Constitución mexicana establece dos procesos distintos paraintroducir cambios legislativos: el constitucional y el regular. El procesoconstitucional esta diseñado para promover la estabilidad política […]imponiendo requisitos supramayoritarios y multiplicando el número dejugadores con capacidad de veto […] Cualquier iniciativa [de reformaconstitucional] debe ser aprobada por dos terceras partes de la Cámarade Diputados y el Senado y por 16 de las 31 legislaturas estatales. Elproceso regular es, en cierto sentido, más sencillo […], es suficiente quela mayoría en la Cámara de Diputados, la mayoría en el Senado y elpresidente de la República estén de acuerdo para que se produzca uncambio de política” Nacif, Op. cit.

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ro de partidos representados en el Congreso. Pero, tam-bién son variables relevantes la conformación de los go-biernos y los poderes constitucionales y partidarios delpresidente25.

Las variaciones en la conformación del Congreso, sinembargo, no han modificado sustancialmente el equilibrioinstitucional inaugurado en 1997. Los primeros presiden-tes con gobiernos divididos, Ernesto Zedillo (1994-2000) yVicente Fox (2000-2006) –éste último aún con la segundaminoría congresional–, “ganaron el poder de detener cual-quier iniciativa aprobada por la oposición, pues con el res-paldo de al menos un tercio más uno de los votos en alguna

de las cámaras, el veto presidencial es insuperable”26. Comose aprecia en el cuadro 1, en la LVII Legislatura la fracciónlegislativa del último presidente del PRI, Ernesto Zedillo, con-tó con la primera minoría en la Cámara de Diputados (y lamayoría absoluta en el Senado); mientras que en el 2000 elPAN, el partido del primer presidente no priista Vicente Fox,apenas obtuvo la segunda minoría (en ambas cámaras delCongreso). El mismo escenario se reprodujo en la elecciónpara renovar la Cámara de Diputados en el 2003, dondeincluso disminuyó en más de cincuenta escaños la fracciónlegislativa del PAN, incrementándose la representación le-gislativa de los principales partidos opositores (PRI y PRD).

25 Desde una perspectiva de los cambios y dinámicas del Poder Legis-lativo véase el trabajo de Benito Nacif “Las relaciones entre los poderesejecutivo y legislativo en México tras el fin del presidencialismo”. En Políticay Gobierno, Vol. XI, No. 1, 1er semestre, 2004, pp. 9-41.; y para un análisismás exhaustivo de las transformaciones de la institución presidencial eltrabajo de J. Weldon “Las fuentes políticas del presidencialismo en Méxi-co”, en Scott Mainwaring y Mattew S. Shugart (comps.), Presidencialismo ydemocracia en América Latina, Paidos, Argentina, 2002, pp. 175-211. 26 Nacif, Op. cit., p. 16.

3. En el plano del proceso legislativo, la nueva correla-ción de fuerzas en el Congreso permitió que se modifica-ran algunas pautas tradicionales de comportamiento entrelegisladores y Ejecutivo.

PANPRIPRDPVEMPTPSNPASConvergenciaFDN*PPSPARMPFCRNS/P**Total

Cuadro 1Composición de la Cámara de Diputados por Partido

(1988-2006)

Partido

Fuente: La información, para las Legislaturas LIV, LV y LV, se obtuvo de la tesis doctoral de Rogelio Ortega (2001); en tanto que para la LVII, LVIII y LIXen la página electrónica de la Cámara de Diputados <http://www.diputados.gob.mx>. Los datos entre paréntesis corresponden al valor relativorespecto al número total de diputados por partido en la Cámara de Diputados.*FDN = Frente Democrático Nacional, Coalición electoral que postuló al candidato opositor Cuauhtémoc Cárdenas para la elección presidencial de1988; la integraron los partidos Mexicano Socialista (PMS), Auténtico de la Revolución Mexicana (PARM), el Frente Cardenista de ReconstrucciónNacional (PFCRN) y Popular Socialista (PPS). Como resultado de esta alianza, en 1989 el PMS cedió su registro para el nacimiento del Partido de laRevolución Democrática (PRD).Siglas del resto de los partidos: PAN: Partido Acción Nacional; PRI: Partido Revolucionario Institucional; PVEM: Partido Verde Ecologista de México; PT:Partido del Trabajo; PSN: Partido de la Sociedad Nacionalista; PAS: Partido Alianza Social; y Convergencia Partido Político Nacional.**S/P = Diputados sin partido se denomina a los legisladores que han renunciado a la militancia de los Grupos Parlamentarios que los propusieron,sin integrarse a otro existente (Ley Orgánica del Congreso General, LOCG, artículo 31).

101 (20.2)260 (52.0)

------

139 (27.8)----

500 (100)

LIV(1988-1991)

89 (17.8)320 (64.0)

41 (8.2)------

12 (2.4)15 (3.0)23 (4.6)

-500 (100)

119 (23.8)300 (60.0)71 (14.2)

-10 (2.0)

--------

500 (100)

121 (24.2)239 (47.8)125 (25.0)

6 (1.2)7 (1.4)

-------

2 (0.4)500 (100)

LV(1991-1994)

LVI(1994-1997)

LVII(1997-2000)

LVII(2000-2003)

LIX(2003-2006)

205 (41.0)208 (41.6)54 (10.8)17 (3.4)8 (1.6)3 (0.6)2 (0.4)1 (0.2)

----

2 (0.4)500 (100)

149 (29.8)224 (44.8)97 (19.4)17 (3.4)6 (1.2)

--

5 (1.0)----

2 (0.4)500 (100)

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Gobiernos divididos: la relación ejecutivo-legislativo58

Los gobiernos divididos multiplicaron las fuentes rele-vantes del cambio legislativo, dando lugar a un mayor nú-mero de actores con capacidad de veto o de contrapeso.Dada la pluralidad partidista que prevalece en la Cámarade Diputados desde 1997, el Ejecutivo ha reducido sustan-cialmente su agenda legislativa, mientras que el Congreso –particularmente los partidos de oposición–, contribuye conla mayor parte de la producción legislativa, de esta forma elPoder Legislativo “recobra su función legisladora despuésde un largo letargo de subordinación frente al Ejecutivo”27.

Los datos que aportan Margarita Jiménez y Benito Nacif,ilustran esta nueva pauta de comportamiento de legislado-res y Ejecutivo en el proceso de producción de cambioslegislativos. Como se aprecia en el siguiente cuadro, se dis-tingue el cambio en la contribución de cada fuente al volu-men de legislación aprobada bajo gobiernos unificados ygobiernos divididos.

bio legislativo. Esto se observa en la reducción a casi untercio de la agenda legislativa del presidente, pues pasó de135 iniciativas presentas en la LV Legislatura (que coincidecon un importante número de reformas realizadas durantela segunda parte del sexenio presidencial de Carlos Salinas,a ello contribuyó, sin duda, que su partido –el PRI– hayaobtenido el 60% de los escaños en la Cámara de Diputa-dos) a 52 en la LVIII (la primera legislatura de mayoría opo-sitora); en tanto que los legisladores multiplicaron en másde nueve veces su contribución en las iniciativas de ley pre-sentadas. El Ejecutivo, en cambio, mantuvo altos índices deaprobación de sus proyectos de ley.

Cabe aclarar, sin embargo, que los datos disponibles noindican la relevancia de la legislación aprobada ni de las queno lo son, pues en los dos gobiernos divididos de referen-cia algunas iniciativas prioritarias en la agenda presidencialno han podido ser aprobadas las llamadas reformas estruc-

27 Jiménez, Op. cit., p. 207 y Nacif, Op. cit., p. 22.

Cuadro 2Producción legislativa en la Cámara de Diputados por fuente de origen

(1988-2003)

EjecutivoLegislativoPartido del PresidenteOposiciónTotal

Fuente

Fuente: Información obtenida de la obra de Margarita Jiménez, Op. cit., p. 167; esta clasificación no distingue la contribución de las legislaturas estatalesa la producción legislativa, lo que para nuestros propósitos no es relevante, pues sólo nos interesa mostrar la evolución que en este proceso hantenido el Ejecutivo y el Congreso.Pres. = Iniciativas presentadas por fuente; Aprob. = iniciativas aprobadas, en números absolutos y relativos (entre paréntesis).Partido del Presidente: el PRI durante la LV, LVI y LVII Legislaturas; y el PAN para el LVIII periodo legislativo (el gobierno del Presidente Fox culmina conla LIX legislatura en el 2006).Oposición: Los partidos opositores fueron durante la LV Legislatura: PAN, PRD, PARM, PPS, PFCRN; en la LVI: PAN, PRD, PT; para la LVII: PAN, PRD, PVEM, PT; y porúltimo en la LVIII Legislatura: PRI, PRD, PVEM, PT, PSN y Convergencia.

8520919

190294

LIV(1988-1991)

82 (96)49 (23)6 (31)

43 (23)131 (44)

LV(1991-1994)

LVI(1994-1997)

LVII(1997-2000)

LVII(2000-2003)

Pres. Aprob.. Pres. Aprob.. Pres. Aprob.. Pres. Aprob.. Pres. Aprob..

13516135

126296

82 (96)41 (25)15 (43)26 (20)

123 (42)

8416519

146249

83 (98)25 (15)7 (37)18 (12)

108 (43)

4451084

426554

36 (82)116 (23)21 (25)95 (22)152 (27)

521077276801

1129

50 (96)185 (17)55 (20)130 (16)230 (20)

Los datos muestran que el volumen total de legisla-ción aprobada por la Cámara de Diputados no disminuyósustancialmente a partir del surgimiento de los gobiernosdivididos, pues pasó de un 44% en la LVI Legislatura a un27% en la LVII, estos datos fundamentan la tesis de que losgobiernos divididos no necesariamente derivan en parálisislegislativa o gubernamental. La transformación más rele-vante fue, sin duda, la multiplicación de las fuentes del cam-

turales. Igualmente, es muy probable que los actores políti-cos con poder de iniciativa hayan adecuado su agenda le-gislativa al nuevo equilibrio de poderes, anticipando nointroducir iniciativas con bajas probabilidades de ser dicta-minadas en comisiones y aprobadas por el pleno.

4. Los gobiernos divididos generan, por sobre cualquierotra dificultad, la necesidad política de formar mayoríasmultipartidarias para respaldar los cambios legislativos. Adiferencia de los gobiernos unificados, en esta situación elpresidente (y su partido) sólo puede influir en los cambioslegislativos de manera limitada, es decir, puede utilizar su

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El Cotidiano 138 59

poder de veto para mantener la continuidad de la políticaen curso o dejar que el Congreso los apruebe cuando cual-quier modificación del statu quo les represente una ganan-cia, pero no determinar o controlar la orientación de loscambios. Daniel Chasqueti28 califica a este problema comoel mayor desafío para la estabilidad democrática del régi-men presidencial, pero, a pesar de esto, la parálisis no es elresultado regular de las negociaciones legislativas bajo go-biernos divididos.

La incidencia y el tamaño de las coaliciones mayorita-rias en el Congreso mexicano es un indicador del grado deconsenso en la legislación aprobada, estos datos revelan ladinámica cooperativa entre la oposición y el presidente ysu partido, la disciplina y cohesión partidista, pero no latrascendencia de los cambios29. Por otro lado, las variacio-nes observadas en el tamaño de las mayorías suponen queademás de las instituciones –el veto y la iniciativa legislativa–que regulan este proceso, factores como las preferencias depolíticas de las fracciones parlamentarias y el presidenterespecto al statu quo, de alguna forma configuran la conver-gencia en torno a posiciones centristas.

Sin ahondar en esta temática, cabe decir que este com-portamiento cooperativo se estudia tradicionalmente enbase a la dimensión de preferencias de políticas que cubreel eje ideológico izquierda-derecha, esta forma de plasmarlas preferencias permite definir el comportamiento de losactores políticos al momento de introducir una modifica-ción al statu quo, los diferentes resultados de equilibrio, asícomo el grado de polarización del sistema de partidos. En

este sentido, Margarita Jiménez argumenta que la proximi-dad ideológica entre los actores políticos con capacidad deveto en México “facilitó la cooperación para integrar coali-ciones de votación legislativa”30. Los datos que respaldanesta afirmación muestran que a pesar de la pluralidad legis-lativa los partidos de oposición en los dos gobiernos dividi-dos de referencia tuvieron incentivos suficientes paracooperar con el presidente, al menos en los temas básicospara el funcionamiento del gobierno como lo es el presu-puesto federal, no así en los temas sustantivos y de mayorimpacto para el país, como lo son las llamadas reformasestructurales.

La coalición más consistente que respaldó los cambioslegislativos, en ambos casos de gobiernos divididos, fue laque formaron el PAN y el PRI, ambos partidos oposición enla LVII y LVIII Legislaturas, fungieron como el pivote paraimpulsar la producción legislativa […]. Tanto en la LVII comoen la LVIII Legislaturas, esta fue la coalición que más coope-ró entre sí para sancionar las leyes. La relación PAN-PRD fuela menos próxima de las coaliciones legislativas. En tantoque el binomio PRI-PRD, a pesar de la falta de coincidenciasdurante los gobiernos unificados “otorgaron los mínimosvotos para integrar coaliciones ganadoras, anteponiendo lagobernabilidad a la parálisis política”31.

28 Chasquetti, Daniel, “Democracia, multipartidismo y coaliciones enAmérica Latina: evaluando la difícil combinación” en Jorge Lanzaro (ed.),Tipos de presidencialismo y coaliciones en América Latina, Caracas, NuevaSociedad, 2001, 319-359.

29 La información disponible sobre las coaliciones multipartidistas seremite a 1988, cuando se introdujo en la Cámara de Diputados el siste-ma de votación electrónica. Los datos sobre el proceso legislativo querecogemos de los multicitados textos de Margarita Jiménez y BenitoNacif están simplificados, tratan a todas las iniciativas de ley como situvieran el mismo valor. En realidad “las iniciativas son muy diferentesentre sí, tanto en su contenido como en su extensión e importancia,además, no toman en cuenta posibles modificaciones a las que hayansido objeto tanto en las comisiones como en el pleno de la Cámara deDiputados. Por otro lado la cooperación en la creación legislativa supo-ne un elevado nivel de disciplina y cohesión de las fracciones parlamen-tarias. Casar, por su parte, en su ensayo “Coaliciones y cohesión partidistaen un congreso sin mayoría: la cámara de diputados de México; 1997-1999”, en Política y gobierno, No. 1, Vol. VII, 1er. Semestre de 2000, p. 200.atribuye este comportamiento partidista a tres factores institucionales:la no reelección consecutiva de los legisladores; el control centralizadode candidatos por parte de los líderes de los partidos y la inexistencia decandidaturas independientes.

30 Jiménez, Op. cit., p. 353.31 Jiménez, Op. cit., p. 195.32 Jiménez Badillo Margarita, La oposición parlamentaria en el presiden-

cialismo mexicano (1997-2003), Tesis Doctoral. Colec. Vitor nº 146, 2004,Ediciones Universidad de Salamanca, IBSN 84-7800-595-1.

Cuadro 3Coaliciones multipartidarias ganadoras en la

Cámara de Diputados por número de escaños(1997-2003)

PRI/PANPRI/PRDPAN/PRD/PTPAN/PRD/PVEM

PRI/PANPRI/PRDPAN/PRD/PTPAN/PRD/PVEM

Escaños de la LVII Legislatura

Fuente: Tesis doctoral de Margarita Jiménez (2004: 340)32.Nota: estos datos se muestran con la finalidad de ilustrar el comporta-miento cooperativo entre los partidos representados en el Congreso.Para un examen más amplio, véase los textos de Margarita Jiménez (2006)y Benito Nacif (2004).

238+117 = 355

238+125 = 363

117+125+11 = 253

238+125+8 = 254

Escaños de la LVIII Legislatura

211+206 = 417

211+50 = 261

206+50+7 = 263

206+50+17 =273

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Gobiernos divididos: la relación ejecutivo-legislativo60

5. Por último, en lo que cabe a la parte más sensible dela relación entre los poderes, el proceso presupuestal, losacuerdos multipartidistas –no sin dificultades y aún de últi-mo momento–, se han logrado construir. Como se mues-tra en el cuadro 4, de 1997 al 2004 el presidente y su partidoparticiparon en la aprobación presupuestal. Sin embargo,como lo explicamos en líneas más adelante, la inexistenciade mecanismos institucionales que limiten el conflicto en-tre los actores políticos llevaron a excluir, por primera vez,de la aprobación del presupuesto de 2005 al partido delpresidente (PAN). El verdadero problema no es que los di-putados hayan votado un presupuesto diferente al enviadopor el presidente, sino esa aparente incapacidad de acuer-dos para poder sacar adelante una iniciativa que contaracon un mínimo respaldo del Ejecutivo y su partido.

torno a las llamadas reformas estructurales, que integra unaagenda de temas estratégicos para el futuro del país comoel sector energético, la hacienda pública, el marco de lasrelaciones laborales, la competencia política y las telecomu-nicaciones. Además de otros temas relevantes que igualmen-te enfrentan los costos de la parálisis legislativa y que expresanclaramente los problemas institucionales del estado mexica-no, como el sistema de seguridad social, la iniciativa sobrederechos y cultura indígena, el equilibrio entre poderes, lareforma al Poder Judicial y las relaciones entre el gobiernonacional y los gobiernos locales o pacto federal.

Incluso la legislación electoral, que en su momentofue el eje esencial de la transición democrática, hoy semuestran sus limitaciones para regular la competenciapolítica, particularmente en lo relativo al control del gas-

Cuadro 4Aprobación de presupuestos bajo gobiernos divididos por año fiscal

(1998-2005)

19981999200020012002200320042005

PRI+PANPRI+PANMayoría de todos los partidosUnanimidadUnanimidadMayoría de todos los partidos, excepto PRDMayoría de todos los partidos, excepto PRDMayoría de todos los partidos, excepto PAN

Años fiscal

Fuente: Carlos Enrique Casillas, “Presupuesto azolvado” en Voz y Voto,núm. 143, enero de 2005, p. 8.

341340365480417427370323

Coalición

132127

8--

4193

137

A favor En contra

Votación

A modo de conclusión: el desfaseinstitucional

La incapacidad de legislar sobre algunos problemassustantivos de la agenda nacional muestran las limitacionesde este arreglo institucional, así como la absoluta necesi-dad de adecuarlo a la nueva situación política que vive elpaís33. Esto resulta evidente ante la falta de acuerdos en

33 La peculiaridad de la transición mexicana es su carácter gradual,centrada en el ámbito electoral, que en términos generales significó uncambio sin quiebra del marco constitucional –aunque las sucesivas re-formas electorales propiciaron rupturas con el sistema de reglas forma-

les e informales propias de nuestro régimen de partido hegemónico-esto ha generado que “las instituciones no reconvertidas del viejo régi-men han comenzado a mostrar en el nuevo patrones anómalos de com-portamiento, desde la parálisis [en los temas sustantivos] hasta lasobrecarga de roles, pasando por el traslape de funciones, que más queapuntalar a nuestra joven democracia, abonan a la ingobernabilidad y lainestabilidad” Cansino, Op. cit., p. 16.

to para el financiamiento de las campañas, los procesosintrapartidistas de selección de candidaturas y la debili-dad de los mecanismos de rendición de cuentas de lospartidos políticos. Estos problemas pueden alentar mayo-res niveles de disenso y eventualmente desacreditar el

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El Cotidiano 138 61

34 La información aquí vertida se ha tomado de diversas publicacio-nes periodísticas del mes de mayo de 2005 (El Financiero, Reforma y LaJornada), así como de las revistas Este País y Voz y Voto de enero de 2005.

35 Carbonell, Miguel, “Calidad de la democracia y Estado de dere-cho”, Ponencia presentada en el Coloquio Internacional: Calidad de lademocracia: paradojas y contradicciones, Guadalajara, México, ITESO, 25 deabril de 2005.

36 En las principales encuestas realizadas sobre este tema, la idea másdifundida entre los ciudadanos mexicanos era que el “desafuero” de

resultado electoral del 2006 o, lo que sería más grave,revertir los avances del proceso democrático. Tres dificul-tades apuntan en esa dirección.

a) En el plano de la relación entre poderes, en 2005,por primera vez en los años de gobiernos divididos, estuvoen riesgo la implementación del Presupuesto de Egresosde la Federación (PEF), y con ello se pudo paralizar el fun-cionamiento básico del gobierno. A partir de que los dipu-tados, ejerciendo sus facultades, modificaron el proyectodel PEF presentado por el Ejecutivo esee año, el presidentedecidió rechazar los cambios, enviando a los diputados lasobservaciones sobre un conjunto de irregularidades en elPEF que a su consideración cometieron en la asignación delos recursos, y que por tanto deberían de modificar (con-tradicciones técnico-presupuestarias, reducciones y asig-naciones que violan el Plan Nacional de Desarrollo, invasiónde atribuciones del Ejecutivo y la inconstitucionalidad dealgunas disposiciones que contravienen las leyes federalesde ingreso, presupuesto y planeación). Los legisladores, porsu parte, se negaron a revisar las observaciones hechas porel presidente, argumentaron que el Ejecutivo federal noesta facultado para vetar el presupuesto, pues de acuerdoal artículo 72 constitucional sólo puede vetar resolucionesemanadas de ambas cámaras, mientras que el procesopresupuestal es unicameral.

El desacuerdo motivó que el presidente interpusierauna controversia constitucional ante la Suprema Corte deJusticia de la Nación, buscando, fundamentalmente, que esteórgano resuelva respecto a dos ámbitos del procesopresupuestal que no están claramente definidos en la Cons-titución: primero, la facultad del Ejecutivo para vetar el pre-supuesto y, segundo, anular las partidas presupuéstalesreasignadas por la Cámara de Diputados, lo que significaprecisar los alcances de la facultad legislativa para modificarel PEF sin afectar las facultades de gobierno.

Respecto a la primera parte de la demanda, el 12 demayo del 2005 los ministros de la Corte, actuando comotribunal constitucional, resolvieron por mayoría mínima(seis ministros a favor y cinco en contra) que no obstantecarecer de facultad expresa, el Presidente de la Repúblicasí puede vetar el Presupuesto de Egresos del 2005 queaprobaron los diputados, invalidando, con ello, la decisiónlegislativa de rechazar las observaciones del Ejecutivo; ensesión posterior (17 de mayo de 2005) los ministros de-cidieron que el presupuesto es un acto administrativo yno una norma general, derivando en la nulidad de las par-tidas objeto de observaciones y la convocatoria a laCámara de Diputados a revisarlas en un periodo extraor-

dinario, ajustándose al procedimiento ordinario que esta-blece la Constitución en materia de veto Ejecutivo. Lacorte, sin embargo, no precisó qué procedería en caso deque la Cámara de Diputados no acepte las observacionesque hizo el presidente Vicente Fox al Presupuesto, perotampoco logre la mayoría calificada de dos terceras par-tes para rechazarlas.

En cuanto a la segunda parte de la controversia, losministros decidieron, por ocho votos contra tres, no pro-nunciarse sobre la facultad de la Cámara de Diputadospara modificar la iniciativa presupuestal del Ejecutivo, esdecir, no definieron si esta facultad es absoluta o si losdiputados tienen que ajustarse a límites legales cuandoreasignan gasto, lo que de no precisarse en el texto cons-titucional bien podría ser objeto de una controversia pos-terior34.

La evidente ambigüedad del marco jurídico en estamateria es una muestra de que el desfase institucional difi-culta regular adecuadamente “las condiciones del intercam-bio político […], o los procedimientos que mantengan elpluralismo político”. Tal responsabilidad de alguna maneraha recaído en la Suprema Corte de Justicia de la Nación,con todas las consecuencias que significa sobrecargar losroles y las funciones de este poder, que además enfrentasus propias limitaciones al no “disponer de mejores instru-mentos de control de constitucionalidad”, como los tieneun Tribunal Constitucional en lo relativo al “régimen de lascontroversias constitucionales y las acciones de inconsti-tucionalidad”35, que normalmente se presentan entre lospoderes Ejecutivo y Legislativo.

b) En segundo lugar, en el plano de la competencia de-mocrática, el juicio de procedencia aprobado por el PAN yel PRI en la Cámara de Diputados al principal aspiranteopositor a la Presidencia de la República, el jefe de gobier-no del Distrito Federal Andrés Manuel López Obrador. Porsu potencial polarizador y deslegitimador de la elecciónpresidencial del 2006, “el desafuero” del gobernante capi-talino puso en riesgo los fundamentos democráticos de lasreglas del juego electoral, penosamente alcanzados36. Más

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Gobiernos divididos: la relación ejecutivo-legislativo62

allá de las consecuencias que este hecho tendrá para elprecario equilibrio institucional, la decisión del gobiernofederal de judicializar un conflicto político –que ademástiene diversas interpretaciones jurídicas–, se considera uncontrasentido a la lógica democrática de privilegiar la polí-tica, para explicar y para resolver los problemas –el quesea– en términos políticos37.

b) Por último, la perspectiva de un tercer gobierno deminoría y una exacerbada competencia electoral entrelos principales partidos políticos (PRI, PAN y PRD) por laPresidencia de la República en el 2006, suponen dificultadesmayores para una estructura institucional que aparente-mente resulta infuncional para regular adecuadamente elintercambio político, bajo reglas, roles y valores democrá-ticos.

Manuel Palma-Rangel38, citando a Scott Mainwaring, se-ñala las dificultades que significa para la relación entre lospoderes Ejecutivo y Legislativo la combinación de un régi-men presidencial de gobierno con un sistema multipartidista,como el que tenemos en México: primero, esta relacióntiende al inmovilismo político dados los frecuentes desen-cuentros entre ambos poderes; segundo, una mayor pro-pensión a la polarización ideológica que los sistemasbipartidistas; y, finalmente, obstaculiza la creación de coali-ciones legislativas ganadoras. En este sentido, el principalproblema del diseño mexicano –concluye Palma-Rangel–es que no fomenta la existencia de acuerdos postelectorales,lo que dificulta el funcionamiento de la fórmula régimenpresidencial-sistema multipartidista; aunque, como hemossubrayado, esto sólo sucede en el ámbito de las macrodeci-siones políticas.

39 Sartori, Op. cit., p. 221.40 La no reelección consecutiva de los legisladores es el ejemplo más

emblemático, además de normas que son inoperantes o confusas comoel formato del informe presidencial, la fiscalización del gasto público, loslímites que tienen los legisladores para hacer modificaciones a las parti-das presupuéstales y el carácter simétrico del bicameralismo.

Estos problemas muestran que las instituciones he-redadas del antiguo régimen no son totalmente compati-bles con la situación política de pluralidad, autonomía ycompetencia que se vive en México. Se reconoce que ladiscrecionalidad, contradicción y obsolescencias del an-damiaje legal mexicano están generando dificultades paraconstruir acuerdos en un entorno de pluralidad y alta com-petencia política. El marco institucional resulta, cada vezmás, una fuente seminal de conflictos que de colabora-ción entre las instancias y actores políticos con capacidadde veto.

Si bien es cierto, el tránsito de gobiernos unificados agobiernos divididos no se tradujo en problemas de inesta-bilidad política entre poderes que amenazaran con la pará-lisis institucional, tampoco esto significa que la estructurainstitucional esté facilitando el debate y las decisiones polí-ticas fundamentales sobre los grandes temas pendientesde la agenda nacional. La Presidencia, excepcionalmentefuerte durante el régimen autoritario, al desaparecer susfacultades metaconstitucionales, resultó evidente la debili-dad de sus atribuciones constitucionales para “enfrentar[entre otras cosas] el problema que supone no tener ma-yoría en el Congreso y tener que someter la legislación aun parlamento que no controla”39, como en el pasado. Igual-mente, el Poder Legislativo enfrenta limitaciones institu-cionales que de alguna forma suponen dificultades paraasumir plenamente sus funciones sustantivas de legislación,fiscalización y control político sobre las acciones del PoderEjecutivo, pero, sobre todo, para expresar normativamentelas demandas sociales.

Necesariamente las normas y reglas que determinan lainteracción entre los poderes Ejecutivo y Legislativo tie-nen que ser repensadas a la luz de las nuevas circunstanciaspolíticas que se vive en México40. Se requiere, además deperfeccionar los mecanismos de control político –objetivoprimordial del modelo de frenos y contrapesos–, innovaren incentivos institucionales que sin detrimento de la plu-ralidad política propicien la cooperación y el entendimien-to en cuanto a los temas pendientes de la agenda nacional,y con ello mejorar el desempeño gubernamental.

López Obrador no era más que el pretexto legal del gobierno federal ysu partido, en alianza con el PRI, para inhabilitar de sus derechos políticosal precandidato presidencial puntero en las intenciones de voto, y comoconsecuencia eliminarlo de la posibilidad de participar en el procesoelectoral del 2006 como candidato presidencial (Juárez, 2005: 9). Se tra-tó, pues, de un problema eminentemente político que finalmente tuvouna salida de esta naturaleza con la decisión del presidente Vicente Foxde aceptar la renuncia del Procurador General de la República, RafaelMacedo de la Concha, y la revisión jurídica del caso “El Encino”, eje de lademanda legal contra el jefe de gobierno capitalino.

37 Lujambio, Alonso, “Tres problemas”, en Nexos, núm. 328, abril de2005, p. 40.

38 Palma-Rangel, Manuel, “Reforma económica y arreglos institucio-nales en México: el legado de las instituciones políticas” en Revista Institu-ciones y Desarrollo, 2003, núm. 14-15, diciembre de 2003, Barcelona,España, p. 185. Obtenido el 6 de junio de 2005 en <ttp://iigov.org/revista/?p=14_06>.