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    Como citar este documento: Gentili, Pablo. Las deudas educativas del Bicentenario en Cuadernos del Pensamiento

    Crtico Latinoamericano N 35. CLACSO, octubre de 2010. Publicado en La Jornadade Mxico, Pgina 12 de Argentina yLe Monde Diplomatiquede Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Espaa y Per.

    LAS DEUDAS EDUCATIVAS DEL BICENTENARIO*

    PABLO GENTILIDoctor en Educacin. Profesor de la Universidad del Estado de Rio de Janeiro (UERJ).

    Secretario Ejecutivo Adjunto de CLACSO y Director de FLACSO / Brasil.

    Durante los ltimos doscientos aos ha habido grandes avances y conquistas democrticas en Amrica Latina. Una

    de ellas ha sido, sin lugar a dudas, la expansin de los sistemas educativos y la universalizacin del acceso a laeducacin bsica, sumada a la significativa ampliacin de la enseanza media y superior, en buena parte de los pasesde la regin. Sin embargo, a doscientos aos de las gestas revolucionarias que dieron inicio a nuestra independencia,podemos observar que muchas de las aspiraciones de libertad y emancipacin que guiaron las luchas del siglo XIX, nosiempre cristalizaron en polticas educativas a la altura de los desafos que enfrentaron y enfrentan las nacioneslatinoamericanas. A doscientos aos de nuestra independencia, muchas deudas educativas se acumulan, alimentandoun inventario de inequidades que parece resistir al tiempo y a las demandas de justicia social y ciudadana que formulanamplios sectores de la sociedad.

    La situacin puede parece paradjica. Cmo es posible que el fracaso educativo de las naciones latinoamericanassea tan insistentemente mencionado si los sistemas escolares no han parado de crecer e, inclusive, la inversin eneducacin ha aumentado en muchos pases de la regin?En materia educativa, universalizar un bien significa no slo garantizar su acceso, sino tambin generar condiciones paraque quienes accedan a l lo hagan en condiciones de igualdad. La expansin de los sistemas escolares ha sido, por estemotivo, una gran conquista democrtica. Entre tanto, la enorme diferenciacin y segmentacin institucional que hoycaracteriza los sistemas escolares latinoamericanos, constituye una recurrente deuda y una persistente injusticia social.El acceso a la escuela se realiza as en condiciones de extrema desigualdad entre los nios y nias latinoamericanos.Una desigualdad generada por las marcas de origen que carga la poblacin infantil (pobreza, discriminacin tnica yracial, inequidades de gnero, precariedad en las condiciones de vida, de acceso a los bienes bsicos, a los servicios desalud, etc.) y a la propia fragmentacin de los sistemas educativos nacionales. De tal forma, la misma cantidad de aosde escolaridad no supone la misma oportunidad educativa cuando se compara dos nios de cualquier ciudadlatinoamericana. Para saber qu a oportunidades educativas los nios y nias tiene acceso, es necesario saber en qubarrio viven, cul ha sido el nivel educativo alcanzado por sus padres, la ocupacin que ellos ejercen y los ingresos quedisponen, entre otros datos. La enorme pulverizacin del sistema hace que, en un mismo barrio, las diferencias entre las

    instituciones educativas se hayan tornado tan enormes que una misma cantidad de aos de escolaridad llegue a ser hoyun indicador incomparable.A doscientos aos de nuestra independencia, en Amrica Latina, no existen sistemas nacionales de educacin, sino

    circuitos educativos diferenciados a los que accedern casi todos los nios y nias en edad escolar. Para unos, los mspobres, una escuela pobre y sin condiciones para tornar efectivo su derecho a la educacin. Para otros, los que disponende mejores condiciones de vida, circuitos educativos que abrirn oportunidades y espacios para su desarrollo personal yprofesional.

    Es en este sentido que debemos reconocer que el grado de universalizacin de la educacin, en una sociedaddemocrtica, se mide por los niveles de expansin de su red escolar, por los aos de escolaridad de los nios, nias yjvenes, y tambin por el grado de justicia educativa que esa sociedad es capaz de construir, contrarrestando los

    *El texto de este Cuadernoes una versin editada del artculo publicado en el Informe sobre Tendencias Educativas y

    Sociales 2010. Sistema de Tendencias Educativas de Amrica LatinaSITEAL (www.siteal.iipe-oei.org).

    Conquistas educativas. Relacionar con Dussel y Southwell

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    procesos de exclusin, discriminacin y desigualdad que se producen no slo afuera sino tambin dentro mismo del

    sistema escolar. La universalizacin del acceso a la escuela es una extraordinaria conquista democrtica que debilita yamortigua sus efectos cuando se produce en contextos de profunda injusticia educativa, donde reinan la desigualdad deoportunidades y de condiciones para revertir la herencia de inequidades que cargan sobre sus espaldas los ms pobres yexcluidos.

    Para universalizar la educacin no slo es necesario que haya ms nios y nias en las escuelas. Es necesariotambin que las escuelas sean cada vez mejores para todos, disminuyendo la brecha que separa a los que acceden auna educacin de calidad y a los que tienen como nica oportunidad una escolaridad sin recursos, pobre y, muchasveces, abandonada a su suerte. En materia democrtica, la universalizacin de la escuela y la igualdad de oportunidadesy condiciones educativas para todos, forman parte del mismo proceso. Universalizar un sistema pobre para los pobres ypreservar inalterado un inventario de privilegios y oportunidades para los sectores ms ricos, es lo que se ha hechodurante buena parte de estos ltimos doscientos aos.

    Los desafos son enormes e ineludibles. En este sentido, resulta auspicioso el acuerdo logrado por todos los

    gobiernos latinoamericanos en la Cumbre Iberoamericana de Ministros de Educacin de El Salvador, en mayo del 2008.El evento dio origen a la formulacin y aprobacin de las Metas Educativas 2021, luego de un proceso de movilizacin yconsulta liderado por la Organizacin de Estados Iberoamericanos (OEI) y apoyado por diversas organizaciones sociales,sindicales y polticas de todo el continente.

    Las Metas Educativas 2021sealan y alertan sobre los puntos nodales de nuestros sistemas escolares. Ponen eldedo en la herida, en llagas que no han cicatrizado despus de doscientos aos de grandes avances, pero tambin, denotables retrocesos. Las Metasnos interpelan, dejando, una vez ms al descubierto, una realidad insoslayable; brindanhorizontes de salida, alternativas y propuestas, indicadores y datos, costos y oportunidades, posibilidades y desafos. LasMetasaspiran a revertir esta situacin, presentando un resumido conjunto de indicadores y logros para hacer de estedesafo una realidad efectiva. Si las alcanzamos, no deberemos esperar otros doscientos aos para cumplir los idealesde justicia y libertad por los que lucharon los hroes y las heronas de nuestra independencia.

    Como citar este documento: Carles, Feixa. El imperio de los jvenes en Cuadernos del Pensamiento CrticoLatinoamericano N 34. CLACSO, septiembre de 2010. Publicado en La Jornadade Mxico, Pgina 12 de Argentina y LeMonde Diplomatiquede Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Espaa y Per.

    EL IMPERIO DE LOS JVENES*

    CARLES FEIXAProfesor de Antropologa de la Universidad de Llieida (Catalunya, Espaa).

    La juventud de ahora, tan gloriosa, corre el riesgo de arribar a una madurez inepta.Hoy goza del ocio floreciente que le han creado generaciones sin juventud.(ORTEGA Y GASSET 1928: 219)

    En 1928 el filsofo espaol Jos Ortega y Gasset pronunci una serie de conferencias en Buenos Aires, invitado porla Asociacin de Amigos del Arte, que se convirtieron en un autntico acontecimiento. La segunda de las charlas estuvodedicada al tema de las generaciones, siendo publicada pstumamente, a partir de las notas mecanogrficas y latranscripcin taquigrfica, bajo el ttulo de Juventud, cuerpo. Se trata de un texto fresco, que recupera algunas de lasideas de su ensayo sobre las generaciones, pero va ms all en su reflexin sobre la juventud como garante de una

    *El texto de este Cuadernoes una versin editada del prlogo publicado en Alvarado, Sara Victoria y Pablo Vommaro(Compiladores) 2010. Jvenes, cultura y poltica en Amrica Latina: algunos trayectos de sus relaciones, experiencias y

    lecturas (1960-2000). (CLACSO: Buenos Aires). Tambin disponible enwww.biblioteca.clacso.edu.ar.

    http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/http://www.biblioteca.clacso.edu.ar/
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    nueva sensibilidad vital. Como afirma el editor en la introduccin, la idea central es la caracterizacin de nuestro

    tiempo como un tiempo de jvenes: El que sea una poca de jvenes significa que se ha cortado la continuidad yconvivencia generacional. Ahora bien, la poca en la que no hay continuidad de generaciones, es una poca de crisishistrica. Y sta, dice Ortega, lo es en grado superlativo (Molinuevo 1996: 29). Ortega postulaba que el tiempo presenteera un tiempo de juventud, dominado por el imperio de los jvenes: Parece de toda evidencia que nu estro tiempo secaracteriza por el extremo predominio de los jvenes. Es sorprendente que en pueblos tan viejos como los nuestros ydespus de una guerra ms triste que heroica, tome la vida, de pronto, un cariz de triunfante juventud. En realidad, comotantas otras cosas, este imperio de los jvenes vena preparndose desde 1890, desde el fin de siglo. Nosotros lo hemosiniciado: hoy de un sitio, maana de otro, fueron desalojados la madurez y la ancianidad. En su puesto se instalaba elhombre joven con sus peculiares atributos. Yo no s si este triunfo de la juventud ser un fenmeno pasajero o unaactitud profunda que la vida humana ha tomado y que llegar a calificar toda una poca. Es preciso que pase algntiempo para poder aventurar este pronstico. El fenmeno es demasiado reciente y an no se ha podido ver si estanueva vida in modo juventute ser capaz del esfuerzo sin el cual no es posible la perduracin de su triunfo (Ortega y

    Gasset 1928: 216). Frente a la vitalidad menguante del viejo continente, frente a la desmoralizacin de susjuventudes, Ortega aprecia el entusiasmo agresivo de la juventud argentina, eptome de la nueva sensibilidad. En suCarta a un joven argentino que estudia filosofa (1924), Ortega afirmaba: No he hecho nunca mis terio de sugerirmemayores esperanzas la juventud argentina que la espaola (citado en Molinuevo, 1996: 24).

    * * *

    Se advierte que una situacin de crisis como la actual implica para los jvenes una cierta crisis de identidad, peroadems una fuerte incertidumbre respecto al futuro y por esto es posible que los jvenes intenten constituir una especiede sub-cultura adolescente casi como una identidad definitiva, siendo por definicin la condicin juvenil algo transitorio yms an, inicial. (Faletto, 1986: 80)

    Lo que Ortega llamaba el imperio de los jvenes no era ms que la emergencia de una nueva forma de participacin

    poltica, en la que el factor generacional (lase estudiantil) capitalizaba los deseos de cambio democrtico, como sehaba visto una dcada antes en Argentina, en el movimiento de la reforma universitaria de 1918, sealado por EnzoFaletto (1986) como momento fundacional de la irrupcin de la juventud como movimiento social, y como emerga esemismo 1928 en Venezuela.()

    El libro () [Jvenes, cultura y poltica en Amrica Latina: algunos trayectos de sus relaciones, experiencias ylecturas (1960-2000), recientemente publicado por el Grupo de Trabajo de CLACSO Juventud y nuevas prcticaspolticas en Amrica Latina] es un estado del arte que nos habla de las artes del estado, es decir, de losprocedimientos intelectuales y simblicos mediante los cuales los poderes pblicos delimitan, contienen, observan,describen y planean intervenciones sobre la juventud (y de cmo a su vez la juventud reacciona, se adapta, se asla,resiste o finalmente participa en las luchas de poder). Se trata de uno de los primeros y ms conseguidos intentos debalance latinoamericano sobre un campo temtico (la relacin de la juventud con la poltica) que abarca un panoramasupraestatal, lo que demuestra que los avances de la investigacin en juventud desde la dispersin local y nacional a losintentos sntesis transnacionales han sido notables en la ltima dcada. Prueba palpable de que existe suficiente masacrtica, produccin cientfica y reflexin terica. En uno de los textos ms interesantes del volumen (el de Ziga sobrelos estudios en torno a las pandillas), el autor critica un trabajo de unos investigadores espaoles en el que estoscomparan el escaso grado de desarrollo de los estudios latinoamericanos sobre pandillas frente al grado de sofisticacinconceptual y metodolgica alcanzado por la sociologa y la criminologanorteamericanas. Pese a conocer a los autores,criminlogos formados en universidades anglosajonas con valiosos trabajos sobre las violencias juveniles, tengo quecompartir las apreciaciones de Ziga sobre el escaso conocimiento sobre la juvenologa latinoamericana, aunque noestoy seguro de que ello se deba solo a las relaciones de hegemona y subalternidad en el mbito acadmico, sinotambin a limitaciones de la propia academia latinoamericana: a dispersin y dificultades de consulta de los estudios,escasez de visiones de conjunto, falta de revistas, antologas y traducciones al ingls de las principales obras de losinvestigadores del subcontinente. El presente estado del arte puede contribuir a llenar este vaco.

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    Significativamente, el volumen se centra en un mbito temtico (las prcticas polticas de los jvenes) que ha sido el

    eje central sobre el que nacieron, crecieron y maduraron los estudios a la juventud latinoamericana. En cierta medida, elvolumen plantea un cambio de paradigma, que puede resumirse en la siguiente secuencia: de las culturas polticas (dela juventud) a las polticas de lacultura (juvenil) (desarrollada en una reciente tesis doctoral quehe tenido ocasin dedirigir: Aguilera, 2008). En el primer caso, la accin pblica se centra en difundir en el territorio de la juventud lasdirectrices polticas hegemnicas en cada momento (ya sean autoritarias y por tanto monolticas o democrticas y portanto plurales), definiendo un terreno clsico donde las llamadas polticas integrales priorizan la poltica como espaciode cohesin social. En el segundo caso, la accin pblica es permeable a las nuevas necesidades y lenguajes queprovienen de la cultura juvenil, definiendo un nuevo terreno de juego donde las llamadas polticasafirmativas priorizanla cultura como espacio de innovacin social. La primera perspectiva es adultocntrica (son las institucionesadultas lasque definen las reglas del juego y construyen culturalmente la juventud) y poltico-cntrica (las polticas culturalesestnmediatizadas por las relaciones de poder). La segunda perspectiva es intergeneracional (las reglas del juego no sepresuponen sino que se practican en el mbito de la interaccin entre las generaciones) y culturocntrica (la cultura es

    un terreno fundamental en la redefinicin de la esfera pblica y por tanto en la praxis de nuevas identidadespolticas).()

    Los captulos nos hablan de historias locales y nacionales especficas (guerras, guerrillas, levantamientos, dictaduras,democracias, etc.). Pero tambin nos hablan de convergencias significativas en cuanto a los grandes contextoshistricos, los distintos paradigmas tericos y los actores polticos juveniles involucrados.

    En cuanto a los contextos histricos, los estudios sobre la participacin poltica de los jvenes aparecen como reflejode procesos de transicin poltica (de dictaduras militares a democracias ms o menos consolidadas) y econmica (de laautarqua o dbiles estados providencia a la expansin de polticas neoliberales, neosocialistas y neopopulistas del sigloXXI). En cuanto a los marcos tericos, debe sealarse como primera fase la primera mitad del siglo XX (un periodo notratado en el volumen), en la que emergen las minoras juveniles mesocrticas y algunos intelectuales comoprotagonistas de un intento de renovacin democrtica, lo que se expresa en discursos tericos filosficos o ensaysticos(como los de Ingenieros, Rod, Vasconcelos, etc.). La segunda fase abarca los aos 50 y 60 y se caracteriza por la

    emergencia de organizaciones juveniles de distinto tipo, pero normalmente corporativas: estudiantiles, polticas,religiosas, guerrilleras; los estudios, escasos y localizados, introducen las metodologas empricas y se enmarcangeneralmente en el estructural-funcionalismo. La tercera fase, posterior al movimiento de 1968, tiene una direccinclaramente militante: la juventud emerge como sujeto poltico revolucionario, lo que se justifica con planteamientostericos marxista-leninistas y de la teora de la dependencia, o bien se critica desde las posiciones ms conservadorasde la psicologa social y la moratoria institucional. La cuarta fase empieza en 1985 (Ao Internacional de la Juventud) ysupone el reconocimiento de la juventud como nueva fase de la vida; desde el punto de vista de los marcos tericos, seintroducen los estudios culturales y las aproximaciones foucaultianas a la microfsica del poder. La quinta y ltima fase,que coincide con el cambio de siglo, supone el despertar del inters por las nuevas formas de subjetividad juvenil, elpapel de los medios de comunicacin y las prcticas polticas emergentes en la era digital, con marcos tericos que vandel posmodernismo a la teora de la informacin.

    En cuanto a los actores polticos involucrados, los textos evocan tres grandes figuras que a su vez corresponden atres grandes tipos de movimiento social. En primer lugar, los movimientos sociales que podemos denominar clsicos,centrados en la figura del estudiante secundario o del universitario, descritos en los textos de Bonvillani et l., Bermdezet l. y Botero et l. En segundo lugar, los nuevos movimientos sociales, representados por figuras como las del jovenurbano-popular, las acciones estticoculturales de los hip-hoperos brasileos rescatadas por Borelli et l., losmovimientos urbano-populares descritas por Galindo et l., la evolucin de pandillas como la MS y la 18 narrada porZiga, y los movimientos sociales con vinculacin de jvenes con prcticas polticas emergentes que empiezan adistanciarse de las prcticas polticas tradicionales como puede verse en el trabajo de Baeza y Sandoval. En tercer yltimo lugar, los novsimos movimientos sociales, representados por los ciberactivistas de la era digital, como losjvenes altermundialistas, blogueros y fotologueros, enunciados en algunos textos como los de Cubides, Romero yMoreira, y Galindo y Acosta, aunque no desarrollados plenamente por ninguno de ellos. Ello podra sorprender en unvolumen que prioriza lo nuevo de las prcticas polticas de los jvenes, aunque tambin anuncia futuros desarrollos del

    grupo de trabajo, cuyos primeros resultados son tan provechosos.

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    Igual que los conceptos de nacin o clase, el trmino generacines preformativo (expresiones que crean unaentidad por el hecho de nombrarlas): una convocatoria o un grito de guerra que se eleva a la condicin de unacomunidad imaginada o postulada de manera ms precisa (Bauman, 2007: 114).

    En 2007 el socilogo Zygmunt Bauman pronunci una conferencia en Barcelona, con motivo de un congresointernacional sobre la convivencia entre generaciones. (Larrosa, 2007) En la misma demostr un profundo conocimientode las teoras de las generaciones formuladas por Ortega y Gasset y por Mannheim en los aos de entreguerras. De laprimera destac la idea de superposicin(complementaria a la idea de sucesin). De la segunda destacsu conexincon el concepto de ideologa, desarrollado por el mismo autor. Bauman plantea como hiptesis que la nocin degeneracin o ms bien su reciclaje sociolgico est determinada por el impacto de la Gran Guerra la primeraguerra mundial en la que murieron millones de jvenes del viejo continente. Por ello se trata para l de un concepto

    generacional. Para Bauman, no fue una simple contingencia que la categora de generacin (en el sentido de unatotalidad que destaca por los rasgos comunes de todas las unidades que la forman y que no se pueden encontrar enningn otro lugar) naciese y se fijase en el discurso cientfico y social, y tambin pblico, posterior a la Gran Guerra(fijmonos que con el calificativo de gran slo se conoce a la primera de las guerrasmundiales del siglo XX, aunquedespus fuese superada por la segunda guerra mundial en alcance territorial, crudeza y gravedad de las consecuencias).Fue entonces cuando el estudio fundamental de la comunicacin y los desacuerdos intergeneracionales fueronabordados por Ortega y Gasset. Y no mucho tiempo despus Karl Mannheim fij esta categora, acabada de descubrir ymuy apreciada, junto con otra novedad conceptual, la de ideologa ensus admirables carreras. Se podra decir que eldescubrimiento de la generacin en el sentido que propuso Ortega y Gasset y que canoniz despus Mannheim (asaber, el de sujeto colectivo con una visin del mundo particular, capaz de o inclinado a actuar por su cuenta y suspropios intereses particulares) fue por s mismo un triunfo generacional: el de la generacin de la Gran Guerra (Bauman,2007: 120-1).

    Tiene sentido seguir utilizndolo un siglo despus, en tiempos de modernidad lquida, cuando la sucesin ysuperposicin generacionales han alcanzado un ritmo frentico?: El ritmo delcambio tiende a ser, tal vez, demasiadorpido y la velocidad con la que los nuevos fenmenos que irrumpen en la conciencia pblica envejecen, mueren ydesaparecen, otra vez, demasiado vertiginosa para que la experiencia tenga tiempo de establecerse, sedimentarse ycristalizar en actitudes durables o en modelos de comportamiento, y sndromes y visiones del mundo de valor, aptas paraser registradas como rasgos durables del espritu de la poca considerados como las caractersticas nicas ypermanentes de la generacin. En una legin de discontinuidades esparcidas e inconexas pero pocas veces si es quealguna vez lo son radicales y de amplio alcance, muy pocas destacan por sugerir una ruptura generacional yproporcionar la materia prima para la constitucin generacional y la autoafirmacin efectiva. Algunas se modifican ypueden adquirir la claridad y el poder formativo de una revuelta(Bauman, 2007: 125).

    Pero la revuelta de los jvenes no parece destinada a crear un nuevo imperio, sino ms bien anuncia la emergenciade nuevas formas de ciudadana que este bello estado del arte impulsado por CLACSO documenta de manera precisay elocuente.

    BIBLIOGRAFA

    Aguilera, O. (2008) Movidas, mobilizaciones, movimentos. Cultura poltica y polticas de la cultura juvenil en el Chile dehoy, Barcelona, Dep. Antropologa Social i Cultural, UAB.Bauman, Z. (2007) Between Us, the Generations. J. LARROSA (ed.) On Generations. On coexistence betweengenerations. Barcelona, Fundaci Viure i Conviure: 365-376.Faletto, E. (1986) La juventud como movimiento social, Revista de Estudios de Juventud, 20: 71-81.Molinuevo, J-L. (1996) Introduccin, En ORTEGA Y GASSET, J. Meditaciones de nuestro tiempo. Las conferencias de

    Buenos Aires 1916-1928, Mxico, FCE: 7-32.

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    Ortega y Gasset, J. (1996) (1928) Juventud, Cuerpo, Meditaciones de nuestro tiempo. Las conferencias de Buenos

    Aires 1916-1928, Mxico, FCE: 207-228.