38 claudia zamora colonia

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AÑO IV Nº 38 - ENERO 2015 CLAUDIA ZAMORA

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Hermoso lugar en Uruguay Susurros de Claudia Zamora

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AÑO IV Nº 38 - ENERO 2015

EL FARO

CLAUDIA ZAMORA

COLONIA DE SACRAMENTO

URUGUAY

Colonia de Sacramento, que hoy les mostramos en fotos, fue fundada en el 1680 por los portu-gueses, la ciudad más antigua del Uruguay tie-ne en sus tesoros históricos su principal foco de atracción, pero no el único. A la belleza de su arquitectura colonial y las calles centenarias del famoso Barrio Histórico, se suma el precio-so paisaje portuario, las lindas playas sobre el Río de la Plata y las modernas atracciones del centro de la ciudad, sin contar las escapadas a las estancias y parques del interior del De-partamento.

La letras en esta oportunidad son de una mujer argentina radicada en EEUU hace muchos años, que nos ha soreprendido por la diver-sidad de sus actividades. Son sus libros lo que a nosotros nos parece que debemos destacar. Ariel Figueroa Ortega

COLONIA Y CLAUDIA ZAMORA

COLONIA Y CLAUDIA ZAMORA

CLAUDIA ZAMORA

Mi corazón está de fiesta hoy; giro inocente y bulliciosa, ascendiendo como un arcoíris diáfano, de enredaderas briosas. La fuerza de este amor estalla en burbujas mozas, irrigadas de sueños prósperos. Giro y giro. Mi cuerpo se entrega boyante a la danza de la vida al compás de los ruantes. Giro y giro. Son los ojos de mi niña interna que embelesados,siguen su ritmo alado. Son las manos de mi mujer virgen que tocan el cielo, colmado de estrellas claras. Giro y giro. Es la boca cándida que suelta risas castas, agitadas en el espacio. Giro y giro. Son mis pies celestes que tocan fecundos el éter lascivo de mi ser.

del Poeta y Escultor Cordobés

Dulce como paleta de caramelo, es el sabor de tu sombra magra. Dulce que empalaga en mieles de fresas y esmeraldas. Tengo para ti, copos de besos tiernos en ramilletes de golosinas. Con sabores de confites, de vestigios y fantasías. En las orillas de mi boca, se esmaltan promesas risueñas. Con aroma de jazmines, chocolate y menta. Soy dueña de un círculo de cielo

que me espera allá en lo alto. Con mis golosinas, Voy subiendo despacito hacia los pórticos de los naranjos. Espérame en la entrada, llevaré dulces con sabores de rocío. Precipitaste tu fuego biográfico tan veloz como la lluvia.

El viento que no duerme, acarició tu alma pura y te meció entre las nubes con capullos de aurora. Te espero con dulzura, hasta que mi sudor se quede frio, y en el laberinto de mis brazos eternamente, poder acariciarte. y en el laberinto de mis brazos eternamente, poder acariciarte.

Cuando mis lágrimas se hicieron diamantes, le pedí un rostro prestado al otoño. Indigente, me envolví en crepúsculos caminando erguida; soplando humos, por la ciudad dormida. La luz se discurría presurosa, detrás de la oscuridad de lo desconocido; y un gato negro, de mirada aguda, en ronroneos, me dedicaba su canción de cuna.

Mientras un entresijo de memorias gratas, se apresuró modesto, con su silenciosa súplica. Un rayo de plata, alumbró el camino, me acarició la oreja y me cubrió de noche.

Poseída por la fuerza de un relámpago de neón, me convierto en una anónima fauna salvaje que huye sublime, de la prisión de su memoria. El frescor de la selva húmeda, zambulle mis pies cansados, enterrando cobarde, las huellas de mi pasado.

Hechizada con la savia lustrosa de los castaños, juro ante las monarcas, despertarme de este ocaso infausto. El aroma de las azucenas hipnotizan mis sentidos y en un espejismo claro, veo tu mirada benigna, llena de alivio.

¡Corre! ¡Corre como un toro recio! Que contagiado de vigor va arrasando cielos. Suelta las amarras de tu barca segura y échate a la mar oscura con visiones de esperanza. ¡Corre! Con briosa aquiescencia asaltada. El futuro está a la vuelta; No te demores,

¡Abre su puerta! Respira hondo, suelta la luna, que embelesada, te invita a jugar con las estrellas del mañana.

Con tus destellos de plata cautivaste mi curiosidad. Sacudiste tu polvo de maga sobre mis mejillas, con vanidad.

¿Qué mensaje traes Saturnia encantada, desde las colinas del más allá? ¿Qué pigmentos claros humedecen tus alas; tus dos grandes luceros, de azabache y terciopelo? Columpiándote entre los ciruelos, Te vi posada sobre sus flores dulces. Tu música lisonjera

Iluminaba en ocres los pistilos, me bañaba en voces y me encandilaba con sus deleitables ruidos. Pestañé incrédula ante la maravilla,

Y masticando tu aroma de pródigos amaneceres, te extendí mi palma franca en interpelación: ¿la derecha o la izquierda? ¿Cuál prefieres? Inundada con luz pura Besaste mis labios gentiles.

Me palpaste con tu cosquilleo angelical exclamando tu desfile. y en tu mirada de sol pude advertir una melodía sutil, profunda y venerable, tal vez como un murmullo celestial cargado de paz, pronunciando tu nombre.

Envuelta en las brumas de este fugaz letargo, no quiero abandonar mi lucha, ni ceder virgen a tu descargo.

La llama de mi vela, quema demasiado. Parpadea y fluctúa ceñida a la mano de la vida.

Mis pensamientos respiran en palabras que queman. Y mis relámpagos sueñan Con abrazar el sol.

No quiero escuchar el sonido de tus ideas, ni entusiasmar mi semblante

con tus perpetuas promesas. Te quiero hoy, te quiero aquí, te quiero ahora. La luna se amanece expirando su noche. Y tu confusión me abruma entre misterios y duda.

No quiero consagrar mi cuerpo a la alborada.

Quiero abrazarte en la Inmortalidad de las horas doradas.

Y con un soplo de aliento decirte que soy tuya.

Trepada a los fecundos tilos, siento al fin, el aroma alegre de una brisa de paz.

El bosque convoca mi cuerpo de mujer tierna, y entre sus follajes tórridos me abraza suspicaz.

Respiro hondo su mensaje alado, que trae ventura después de la guerra.

Me inunda arrogante, con su tersura de miel y sus clamores de tierra.

¡Por fin la paz se rinde al amor! Los tambores de mi alma resuenan con vigor.

Y dos pájaros azules, me regalan un beso brillante lleno de dicha y fulgor. ¡Bienvenida Paz radiante! Ya no me suelto de ti jamás. Con flores de nácar, y ramas de ternura, te cobijaré entre mis palmas Y me vestiré animada, con los colores del arcoíris.

Con mis ojos de diabla Hipnotizada con tu amor, Hoy respiro tus ganas colmadas de osadía y calor.

¿Cuál es el antídoto de este embrujo apasionado, que acaricia tu memoria con sentimientos desbordados?

Mi mirada sugerente Convoca los demonios de tus labios. Y mi piel se estremece vacía en la gravedad del espacio impotente.

Pretendí esconder con perfume, las huellas de tus besos ardientes, y en un intento febril, revolqué el delirio que me consume.

Pero hoy quiero seducirte con mis gestos incandescentes.

Caminar descalza sobre las brasas de este laberinto infinito que me lleve hacia ti. Y enferma de deseos, seducirte.

Recordando que es Imposible olvidarte.

Bajo la nobleza de los paraísos, Me columpiaba alegre, en la hamaca colgante; contemplando desde lo alto, marmolados campos, con sus sembradíos distantes. La tarde caía en su fiesta Mientras diez moscas pardas, Jugaban en ronda, Evitando la siesta.

Yo elevaba mis piernas Hacia lo alto, sintiendo mariposas en el ombligo.

Queriendo tocar con mis manos aquel cielo escondido. A lo lejos unos críos, corrían descalzos, Levantaban polvo, Saltando rayuelas; despertaban chicharras con sus voces y bríos. La tarde caía en su fiesta, el sol se cubría de sombras y mis mariposas, divertidas, con un beso en la mejilla, del sol se despedían.

Un claro de luna Iluminó tu camino. Las estrellas abrieron su paso A tus ángeles benignos. Un ruiseñor te escoltó solemne, Y tú danzaste animosa, aquel ultimo merengue.

Azul era el manto que cubría tu cabello. Azul era tu mirada buena, encendida en destellos.

Azul como el zafiro de tu collar. Azul, radiante y espectacular. Dos trompetas sonaron en lo alto. Te paraste firme, Con tus pies en el asfalto.

Lista para emprender el largo viaje, Colmada de dulces recuerdos, prolijamente envueltos en tu equipaje. Me miraste afable, casi sin prisa. Con la ternura pura, de una suave brisa.

Nos despedimos unidas en una cómplice sonrisa. Y las burbujas de tu alma se elevaron aladas.

Azul como el color del mar. Azul como el zafiro de tu collar. Azul, radiante y espectacular.

ADVERTENCIA!!!

Todas las obras publicadas tienen derechos reservados a nombre de CLAUDIA ZAMORA. No se pueden ni deben publicar sin la autorización de la autora.