3.Argonautas en La Postmodernidad
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ARGONAUTAS EN LA POSTMODERNIDAD Hugo Capella i Miternique (Université de La Sorbonne)
Los cimientos mismos de la geografía tanto moderna como antigua se sustentan en
la experiencia y pericia de navegantes que proporcionaban informaciones sobre tierras
y culturas distintas. Pero en la actualidad hemos tendido a desvincular el discurso
científico de esa mirada primera. Muelles y estaciones han pasado a verse como meros
centros intermodales, olvidando su papel de crisol de culturas.
Dentro de ese apartado, los aeropuertos acostumbran a verse como lugares fríos y
anónimos cuando de hecho son la puerta de un mundo aéreo que nos aporta una rica
experiencia y visión sobre un territorio que cada vez entendemos menos desde la
superficie.
Cada día miles de pilotos y azafatas surcan nuestros cielos, como modernos
argonautas y nos aportan con su preciosa experiencia, una nueva mirada moderna
sobre las relaciones actuales entre el espacio, el territorio y la cultura. Estos modernos
argonautas han amoldado sus modos de vida y sus referentes identitarios, creando
ingeniosas interrelaciones entre lugares, sin por ello caer, ante todo pronóstico, en una
visión reduccionista o uniformizadora.
Tal vez en el reflejo celestial de estos argonautas, largamente ignorados,
encontremos una mirada acertada para entender los territorios definidores del marco
cultural actual.
1-El embarque
Check-in, Check-out, Glate, Terminal, Carrusel, todas estas palabras han pasado
en pocos años a formar parte de nuestros cotidianos, sin prestarles la menor atención.
Deambulamos horas, por aeropuertos, esperando un vuelo, comprando en los paraísos
del Duty Free, esperando equipajes, reclamando, corriendo por fingers para no perder
el vuelo, (o durmiendo en incómodas banquetas si ya lo perdimos). Ese dédalo de
pasillos, vestíbulos y barreras llega a configurar verdaderas ciudades y junto con las
pistas representa un rompe-cabeza espacial para numerosos urbanistas que no
encuentran tanto espacio disponible cerca de las urbes (figura 1).
No obstante, toda esta red de aeropuertos nacionales e internacionales pasa casi
desapercibida. Son espacios anónimos, funcionales y asépticos en los que los
diseñadores se apresuran en no dejar ningún elemento que pudiera ser objeto de
referencia para un viajero. Los aeropuertos pasan a ser todos iguales, es decir
invisibles. Son meros túneles temporales que nos permiten conectar con otros lugares
(DEAR, 2002).
A pesar de ese anonimato voluntario, los aeropuertos recogen las vivencias y
sentimientos de miles de viajeros, reflejan la materialidad más palpable de las
fronteras, en el mundo actual, como lo fueran en su momento las estaciones de tren o
los mismos puertos; Son el punto de intercambio y de difusión, de personas,
mercancías e ideas. Por ellos se propagan las epidemias (véase el reciente brote de
neumonía del Sureste asiático), se evaden los capitales (humanos o materiales) y
llegan los visitantes.
Aunque ese decorado neutral esconde unas realidades bien distintas. Los vestíbulos
serán los mismos, pero detrás de esas mismas formas el forastero recalca aún más las
diferencias culturales, en el control en la aduana, en la forma de recibimiento o en la
dinámica del grupo de pasajeros. La racionalización del espacio en ordenaciones
alfabéticas y numéricas (como terminal A o B, puertas de embarque 45 o 46) no
pueden enmascarar las diferencias culturales que aparecen tanto en la organización,
como en el mismo plano de urbanización del aeropuerto. Difícil poder comparar la
planificación del aeropuerto de Haneda en Tokio, con el carácter improvisado del
aeropuerto de Heathrow en Londres, o la inmensidad espacial del aeropuerto O’Hare
de Chicago o el casino de los aeropuertos de Schipol en Ámsterdam o Las Vegas.
Figura 1 Mapa del aeropuerto de Heathrow en Londres.
Fuente: Autoridades Aeropuerto de Heathrow
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Los mismos sistemas de gestión y coordinación de los aeropuertos, así como las
normas internacionales de navegación común no deben llevarnos a pensar en una
uniformidad del planeta, sino simplemente en una multiplicación de los contactos que
conduce a una adecuación de las culturas en función de estos nuevos aportes técnicos.
No debemos pensar que la llegada de una revolución técnica implica indiscutiblemente
una reducción cultural, sino más bien que estimula a un cambio y a un proceso de
adaptaciones hacia la formulación de nuevas formas y creaciones culturales.
Las revoluciones de los transportes han conllevado hacia un acercamiento de
territorios desde la antigüedad, a partir de la navegación; la red ferroviaria, la
expansión del utilitario o la misma aviación. Pero así como observamos la expansión
marítima como una riqueza para el intercambio humanó y como una clave para la
diversidad del hombre, (pensemos en la antigüedad en mares como el Mediterráneo o
el Mar de China y con la revolución del vapor, el mismo océano Atlántico), ahora
debemos intentar entender las implicaciones de estos nuevos espacios y medios de
comunicación, en la articulación de las nuevas identidades diversas.
Muchas veces los lugares trascendentales para la explicación de los grandes
cambios culturales pasan desapercibidos en el momento presente y no son
considerados hasta su relectura, una vez asimilados. En este sentido, puede servir
como ejemplo la revolución ferroviaria. Hoy en día, rendimos casi culto a las antiguas
estaciones, emblema de la revolución industrial, las convertimos en museo o en
universidades y las consideramos como emblemas del siglo XIX, mientras que en su
época eran entendidas como meros espacios asépticos de paso e incluso mal vistos por
parte de su población. Los aeropuertos en la actualidad se encuentran un poco en la
misma situación. Forman parte de lo que algunos denominan como no lugares (AUGE,
1992). Son espacios vacíos en los que se niega cualquier tipo de vinculación identitaria
que pudiera agredir a su función, excluyendo su posibilidad para existir como lugares.
Pasan a sumarse al creciente número de infraestructuras anónimas que surcan nuestros
territorios como autopistas, áreas de servicio o cualquier tipo de instalación en las que
pasamos buena parte de nuestras vidas, sino pensemos en un atasco por ejemplo...
Desde la comunidad, todos esos espacios no pueden considerarse porque no
pueden ser entendidos como lugares. No por negarlos, dejan de existir, sino más bien
por el contrario, lo único que se hace es marcar su importancia funcional para las
sociedades presentes y por ello pasan a ser claves para la comprensión de sus
sociedades.
La negación debe entenderse más, como en el caso de las estaciones del siglo XIX,
como la dificultad por parte de la sociedad de asimilar esos nuevos elementos y
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reencontrarles una identidad y simbología. Sólo podrán entenderse esos espacios
como lugares, desde unas sociedades que hayan sabido asumir esos cambios como
parte de sus culturas.
El tiempo es la única clave para el proceso de aceptación o tal vez más bien de
cambio en la misma sociedad. La longevidad de vida y el envejecimiento de ciertas
sociedades por un lado, junto con los cambios tecnológicos cada vez más rápidos, por
otro lado, dificultan tal vez ese proceso gradual de cambio dentro de una misma
identidad. Es por ello, que nos encontramos en la actualidad, ante una situación
curiosa de extrema revisión y comprensión del pasado como paso previo, para asumir
espacios por ahora entendidos como no lugares. No obstante, el creciente peso de la
representación y de la imagen está conduciendo hacia un planteamiento social mucho
más simbólico del espacio (BAILLY, Á & SCARIATI, 1999).
Tal vez sea en esa clave del icono, donde encontremos las pautas para la
comprensión de lodos estos nuevos lugares que pasarán a convertirse en símbolos para
las identidades venideras. Desde este enfoque, la revolución espacial y temporal actual
no se entienden como una uniformidad o un repliegue sobre la tradición local, sino
más bien como un proceso que nos conduce hacia una nueva visión simbólica del
espacio. No se trataría de un modelo único sino más bien de una adaptación simbólica
de las diversas culturas existentes ante los nuevos cambios tecnológicos. En este
nuevo contexto, se desvincularí a la función del espacio con el significado del lugar,
recuperando una visión simbólica al margen del modelo racional moderno.
Desde este enfoque, el Gate (Figura 2) de un aeropuerto no responde tanto a una
función espacial sino que puede entenderse como un icono simbólico, de entrada al
espacio aéreo. La simbología de este elemento se asemeja más a la del significado
sagrado del umbral de un templo de la antigüedad, que no al funcionalismo racional
de los dos últimos siglos. En el caso del aeropuerto observamos como la organización
racional del espacio esconde una simbolización creciente. Los considerados no lugares
desde una visión racional pasan a convenirse en lugares cargados con simbología
propia. Los gates pasan a ser los umbrales del cielo, los duty free, las zonas
internacionales. Fuera del control simbólico aduanero. Se crean unos espacios
simbólicos de libertad, fuera del alcance de las normas organizativas. En cierto modo,
el aeropuerto asume simbólicamente lo que en otro momento de la historia podía
suponer un campo santo o cualquier lugar santo. El valor simbólico del lugar
justamente se desvincula de la función material de ese espacio, fin la actualidad, el
viajero obvia el carácter simbólico de esos espacios (los no lugares) en detrimento de
su significado funcional, pero podemos ver como esos espacios son asumidos
socialmente de una forma más exclusivamente simbólica, desvinculándose de su valor
funcional. Estos nuevos espacios adquieren por lo tanto un significado y pueden ser
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entendidos como lugares desde unos nuevos referentes identittarios que se apartan de
la función. En este nuevo contexto, las nuevas técnicas o formas de transporte, no
implican una reducción cultural sino que plantean una nueva relación social con el
espacio y el tiempo en un doble diálogo cada vez más diferenciado entre la función y
el símbolo, como sucediera en otros periodos históricos como en la Edad Media.
Durante ese período se estableció un repliegue sobre el peso simbólico con
independencia de la función. La existencia de distintos Santos Sepulcros por toda
Europa. Representando un mismo lugar seria un ejemplo. La construcción de una
iglesia del Santo Sepulcro no significaba sólo representar al Santo Lugar de Tierra
Santa, sino que representaba al mismo símbolo, con independencia de su ubicación.
Pese a ser lugares distintos y suplir funciones materiales dispares, representaba el
mismo lugar desde una forma simbólica. El poder del icono sobresalía sobre la parte
más funcional.
Al entrar en una dimensión simbólica no sólo el espacio adquiere otra dimensión
sino también el tiempo. En los aeropuertos, los cambios horarios, las duraciones de
los vuelos o las escalas se convierten en lugares casi atemporales. Los viajeros andan
por pasillos con relojes que marcan distintos husos horarios, en función del lugar de
origen o del destino final. Además, los ciclos biológicos Ofician traspuestos en el
denominado jet lack, e incluso las instrucciones de los horarios entremezclan distintas
horas locales.
La realidad temporal adquiere una nueva dimensión que la acerca igualmente a una
visión que recalca el aspecto más simbólico (LYNCH, 1995). Nos encontramos con
vuelos-que marcan horas de salida anteriores a las horas de llegada (debido a los
desfases horarios), trayectos en los que los días o las noches son interminables, viajes
Figura 2: Terminal A en el aeropuerto de Barcelona.
Fuente: Autoridades Aeropuerto de Barcelona.
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en los que funcionalmente envejecemos o rejuvenecemos y en los que vivimos dos
veces una misma hora o por el contrario desaparecen del calendario días enteros. Las
mismas comidas en los viajes se confunden y acaban por conseguir una simbiosis
entre el desayuno, el almuerzo y la cena. Nuestros relojes biológicos se revelan ante
una visión temporal funcional b social cada vez más simbólica. Los dilemas
existenciales de estar con el reloj a una hora, en un aeropuerto de escala, entre un
horario de referencia de partida y otro horario de llegada desconocido, aportan una
desorientación temporal que permite el replanteamiento de nuevos referentes. El
aeropuerto se nos presenta como un interesante umbral que nos permite intuir una
nueva clave de comprensión para los espacios contemporáneos desde una nueva
relación espacio-temporal simbólica y desvinculada de la función.
Partiendo desde este puerto, surquemos hacia que horizontes nos lleva esta visión
del espacio desde el aire. El transporte aéreo aporta una nueva visión totalmente
ignorada desde la geografía. Como en su momento lo fueron los navegantes, las
tripulaciones aéreas poseen un rico bagaje de experiencias y una forma de vida
particular que puede abrir nuestros ojos sobre una nueva mirada que devuelva ese
sentido simbólico sobre el territorio, incluidos los no lugares.
2-El viaje
Durante siglos los navegantes fueron surcando las costas de continentes y
conociendo la superficie terrestre. El papel de la marina y de la cartografía en los
descubrimientos del globo terráqueo tal como lo entendemos en la actualidad, es
innegable. Hablar de navegantes es hablar de cartógrafos.
RI papel de los marinos y de sus vivencias ha sido muy descuidado desde la
geografía. Más allá de los descubrimientos y del paso conceptual a la Edad Moderna,
se olvida el papel que desempeñaron e incluso que siguen aportando en la actualidad.
La visión de toda la gente que trabaja en medios de transporte terrestre, marítimo o
aéreo, es vista como algo meramente funcional sin considerar el precioso bagaje que
suponen sus vivencias y visiones para la geografía. Su trabajo basado en una mirada
sobre el territorio es valioso pero pasa del todo desapercibido, en el contexto
académico. Son, no únicamente testimonios de los cambios en el territorio, sino que
sus vidas se explican por la vía del viaje, o sea en función de la interrelación entre el
espacio y el tiempo.
Así como no podemos negar el papel de los navegantes en la articulación de la
visión espacial préseme, con la introducción de una visión racional y funcional del
espacio, tampoco podemos obviar el papel presente de la tripulación aérea. Así como
la visión desde el mar dibujó el perfil de unas superficies terrestres y habitó sus
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contornos, la visión desde el aire, aporta una tercera dimensión al territorio, aún difícil
de asumir. Las sociedades actuales aún se basan sobre una visión plana que
encontramos desde el derecho, hasta la misma constitución de los propios límites de
los listados. No obstante, podemos ver como la cuestión del control aéreo está
convirtiéndose en un eje de las estrategias políticas actuales, desde el plan de
articulación de un escudo de protección militar, hasta las nuevas formas de terrorismo,
pasando por el papel aéreo en las últimas intervenciones militares. Los navegantes que
en un momento histórico asentaron la visión más funcional del espacio son los que en
el momento actual nos acercan desde el aire a un retorno simbólico del lugar.
Cuando nos referimos a la visión desde el aire, no aludimos tanto alias cuestiones
más funcionales de análisis, como la fotografía aérea o la imagen satélite, sino también
a la concepción que se está formulando en la cabeza y vidas de todas las tripulaciones
que trabajan regularmente en líneas aéreas. Cada día miles de aviones surcan nuestros
cielos, viajan por nuestros territorios y adquieren un bagaje sobre el territorio poco
analizado: listos nuevos argonautas surcan no sólo unos cielos, sino que miran los
espacios contemporáneos desde un medio de transporte coetáneo. En menos de 100
años, el transporte aéreo se ha convertido en un medio de comunicación principal para
la articulación de las sociedades actuales. Recordemos qué 800 millones de pasajeros
circulan al año por los 20 aeropuertos de más tránsito en el mundo (figura 3).
Utilizamos el término de argonauta, en su significado común como piloto o
navegante con experiencia, retomando el carácter heroico de los navegantes que en su
día partieron de la Cólquida y surcaron los mares en busca del Vellocino de Oro.
Los argonautas en este caso representan a toda ésa tripulación (pilotos, azafatas,
stewards) que surcan los cielos a diario y que articulan sus vidas en función de esos
viajes. Sus experiencias y formas de vida aportan tal vez una nueva luz sobre el
espacio en general, dando un sentido coherente al denominado mundo post-moderno.
La proyección de los cambios tecnológicos en el espacio encuentra en estos nuevos
argonautas el hilo conductor para entrever las bases de un mundo postmoderno. Sus
vidas representan no sólo el viaje de sus existencias sino también en cierto modo el
camino de la evolución de la mirada social sobre el espacio contemporáneo.
Para el colectivo de la tripulación que trabaja en los aviones, el viaje significa no
tan sólo un vehículo de transporte sino que es él mismo lugar de trabajo y por lo tanto
forma parte de un cotidiano. La experiencia de este colectivo en relación con su visión
sobre el espacio es rica y diversa (BUTTIMER & SEAMON, 1980). Por un lado, se
puede recoger la experiencia adquirida, no sólo por las horas de vuelo, sino también
por el conocimiento de diferentes lugares en el mundo. En este último sentido, cabe
diferenciar entre los conocimientos específicos de cada lugar que les permitirá
establecer comparaciones entre destinos, y los conocimientos deducidos de las
experiencias que les permiten establecer criterios más sintéticos, de índole más
abstractos. Por otro lado, hay que reconocer cl papel vivencial de la experimentación.
Los viajes representan una forma de vida de por sí que acaba forjando una manera
de ser y una mirada propia, entre otros aspectos, sobre el territorio (KNAFOU, 1998).
El carácter itinerante do la profesión aporta unos planteamientos y una experiencia
vivida sobre la identidad de interés para la sociedad en general ante los retos
tecnológicos y el multiculturalismo presentes (figura 4).
»
Aeropuerto (millones pasajeros) 1985 2000
Atlanta 42,5 80,2
Chicago O'Hare 48 72,1
Los Angeles 41,3 66,4
Londres Heathrow 30 64,6
Dallas -Fort Worth 37,1 60,7
Tokío Haneda 28 56.4
Francfurt 20,3 49,4
París Charles De Gaulle 15 48,2
San Francisco 23,8 41
Amsterdam 11,7 39,6
Figura 3: Tabla de los 10 aeropuertos del mundo en volumen de pasajeros
Fuente: Charvet (2002), P. 260
Los aportes sobre la visión del territorio actual por parte de este colectivo
profesional son de interés, tanto para encontrar los factores de análisis para el geógrafo
especialista, como para encontrar las estructuras sociales sobre las cuales construir el
nuevo ideario colectivo.
En este sentido, el testimonio que sigue sirve como ejemplo para entender la
riqueza del bagaje que aportan todos estos argonautas, así como una forma de
agradecimiento y de elogio por la tarea que realizan, recordando los tiempos en que
sus vivencias eran vistas como hazañas. De esta forma, se quiere recordar la
importancia de analizar y entenderá la misma sociedad como una de las bases
explicativas de los cambios sociales, y en este caso concreto, de la articulación de
nuevas concepciones espaciales. La dialéctica del discurso académico y científico no
puede plantearse al margen de la sociedad y no debe olvidar cl potencial y bagaje
implícitos en la misma sociedad. Las claves están presentes pero el investigador debe
intentar interrelacionarlas y transmitirlas.
3- Milán-Tokio-Kuala Lumpur
Tomoko es azafata y trabaja para una compañía aérea italiana. Su organigrama de
vuelos se programa cada mes e incluye una serie de vuelos de corto, medio y largo
recorrido, pautados con una serie de días de descanso intercalados. Su sueldo se
estipula en función de la edad, así como con relación al grado de trayectos de largo
recorrido que ella decida, efectuar al mes. Tomoko pese a trabajar en una compañía
italiana, es de nacionalidad japonesa y acostumbra a realizar, dentro de lo posible, los
vuelos que parten de Italia y con destino a Extremo Oriente, en especial, el vuelo
Milán-Tokio (más de 7000 km). Su central operativa gravita principalmente entorno al
aeropuerto de Tokio.
Pasa la mayoría del tiempo durmiendo en hoteles por cuestiones de trabajo aunque
su residencia fija se encuentra a dos horas del aeropuerto de Tokio. Pese haber
buscado alojamiento en Tokio, los altos precios, le hubieran llevado hacia la periferia,
con los problemas de tráfico para llegar al aeropuerto, con lo cual decidió vivir en
Kuala Lumpur.
figura4: Esquema del viaje para un argonauta.
VIAJE
EXPERIEN
CIA
(OBJETO)
CONOCIMIENTOS DEL LUGAR
SÍNTESIS DE LUGARES
VIVENCIA
S
(SUJETO)
IDENTIDAD PROPIA
NUEVA MIRADA SOBRE EL LUGAR
En la capital malaya ha conseguido un piso céntrico; bien de precio y muy cerca del
aeropuerto que le lleva en menos de dos horas a su lugar de trabajo en Tokio (más de
3000 km). Su caso, no es excepción y forma parte de un colectivo de gente cada vez
mayor. Su forma de vida es sólo posible, gracias a la revolución que supone la
aviación y replantea lodos los cimientos identitarios clásicos.
Tomoko no se siente desvinculada, ni se considera como parte de una cosmopolita,
por el contrario ha sabido desarrollar una nueva relación con el espacio, en donde la
escala espacial no representa un obstáculo y ha sido más bien reemplazada por una
escala de observación temporal. No importa si uno se encuentra a 50 o 3000km, sigo
el tiempo que transcurre entre los lugares. Tomoko, no habla de espacios, sino siempre
de lugares bien precisos. Su visión lejos de ser generalista, tiende por el contrario a ser
terriblemente localista. Puede hacer referencia en el mismo momento de una tienda de
zapatos de Melbourne y al instante siguiente recomendarle un restaurante en Nápoles.
Las nociones espaciales son distintas pero no por ello desaparecen, ni se uniformizan
(CASEY, 1984).
El reto de Tomoko ha sido el saber responderá la pregunta que le hace la gente
cuando le dice ¿de dónde es? Cuando hay prisas responde con la profesión: "Soy
azafata" retomando la línea de todos los viajeros y argonautas de nuestra historia. La
profesión en este caso sirve como coartada o exención de respuesta. Una pregunta más
concreta como ¿De dónde te sientes? O mejor aún ¿Cómo te sientes? abre una
reflexión muy distinta. Lejos de caer en una generalización o una visión globalizadora,
Tomoko, acota sin dudar que se siente japonesa. Este sentimiento identitario de base
étnica o cultural responde según ella a su forma de vida y de entender el mundo. El
caso de Tomoko se asemeja al de muchos otros japoneses o países asiáticos, donde el
Otros
Viajes
Malasia
Residencia
Italia
Trabajo
Japón
Educación
Kyukyu
Familia
IDENTIDAD
Externo/ Viaje
Intermedio/ Funcional
Interno/ Personal
Figura 5: Los Espacios respecto a la identidad de la persona
origen étnico tiene un sentido mucho más marcado que en ciertos países occidentales
(más centrados sobre el aspecto territorial) o aún en otros contextos (como en Oriente
Medio -en función de la religión-, o en la India -en función de la casta o del trabajo-).
Lo curioso del caso, es que Tomoko es originaria de Okinawa (Islas Kyukyu), la isla
más meridional del archipiélago Nipón, y mucho más vinculada étnica y culturalmente
con las poblaciones de Micronesia.
Tomoko se siente vinculada con la cultura japonesa por su forma de vida y
educación, así como por sus referentes culturales (comida, ropa, música, religión, etc.).
Tomoko no es una excepción sino que responde a un esquema cada vez más común en
las sociedades multiculturales actuales. La Identidad y la vinculación con los
territorios no viene impuesta sino que pasa a convertirse en una decisión individual
compleja, casi como una toma de conciencia constante. Pues si bien es cierto que
Tomoko se siente japonesa, no niega ni sus orígenes micronesios, ni la influencia del
mundo occidental, en su estrecha vinculación con Italia.
En este caso si establecemos un esquema de sus actividades cotidianas nos
encontraremos con enormes dificultades, tanto por las distancias, como por el hecho
que el lugar de trabajo es móvil. Es por ello que debemos retomar el esquema sobre
una pauta temporal. (Figura 6).
La exposición del espacio cotidiano de Tomoko abre el debate sobre el tema de la
identidad y sobre cl tipo de vinculación que se establece en función del territorio (DI
MEO, 1996). El caso no ilustra sólo la situación de los colectivos de gente que trabaja
en el transporte, sino también refleja la situación cada vez más reciente de gran parle
de la sociedad. Este proceso de selección de la propia identidad demuestra como la
mayor movilidad no tiene porqué conducir hacia una uniformización de las formas,
sino por el contrario multiplica las opciones en función de las múltiples interrelaciones
que se den en un mismo individuo.
Figura 6: Esquema del espacio/tiempo cotidiano de Tomoko
En la actualidad ya no podemos hablar de un corso, de un japonés o de un argentino
pensando de una forma genérica, puesto que cada uno puede vincularse a su vez con
espacios muy diversos, creando en sí un nuevo resultado cultural. Tomoko puede
vincularse con Japón, pero de igual forma para otras cuestiones puede acercarse de las
comunidades micronesias, para sus cuestiones de orden económico defenderá sus
intereses laborales en la Unión Europea, y por las cuestiones de residencia, estará
atenta a la situación social en Malasia. Una única persona aporta una multitud de
facetas cuyo resultado da una riqueza interna y externa mayor.:
En el mundo global actual y con las nuevas formas de transporte, nos encontramos
ante un acercamiento espacial mucho más rico y complejo tal vez que en el pasado,
por los contrastes internos de cada individuo. Aunque tal vez siempre habían existido
pero a escalas más locales. La formulación identitaria y territorial es tan dispersa y
variada que sólo puede establecerse a partir de un proceso de simbolización cada vez
mayor y desvinculado del espacio funcional. No podemos hablar por lo tanto, ni de
refugio en las identidades locales, ni de desaparición del lugar, ni de readecuación de
las escalas de análisis, sino más bien de un proceso de simbolización en el cual hay
cabida para representaciones territoriales a distintas escalas (locales y generales) al
mismo tiempo y en una misma persona. No tiene por qué ser vista como un repliegue
sino como una adecuación ante un acercamiento simbólico del lugar.
4- Un amor en cada puerto
Como ya se ha comentado la visión de estos argonautas nos ilumina en la
postmodernidad en distintos aspectos. Por un lado, como se ha ilustrado en le caso de
Tomoko, se ha hecho hincapié el carácter vivencial del viaje y en la articulación de la
identidad. Pero ahora cabe también resallar algunos de los aspectos que se derivan del
conocimiento sobre lugares, así como de la capacidad de síntesis, resultante de esa
experimentación.
Retomando el caso de Tomoko, es interesante fijarse en aquello que recalca cuando
está en una ciudad por motivos de trabajo. Tomoko ya ha estado varias veces en la
mayoría de las destinaciones que le lleva su trabajo, aunque siempre encuentra fuerzas
para conocer un poco más los lugares. De hecho es esa curiosidad por conocer otros
lugares lo que la impulsó a escoger este trabajo. Su llegada a Barcelona, dista mucho
de asemejarse del acercamiento clásico de un turista convencional e incluso por su fina
pericia al moverse por la urbe, también se diferencia de los hombres de negocios,
igualmente acostumbrados a vivir fuera de casa.
En primer lugar, durante su visita a Barcelona Tomoko visitó lugares que salían de
los itinerarios turísticos. Sus visitas se establecen en función de aquellas actividades
que Tomoko considera interesantes y distintas de las de otras ciudades. En esta línea
empieza su periplo por e! mercado más espectacular de la ciudad condal para ver los
tenderos y acabar comiendo crustáceos en uno de los bares colindantes del mercado.
Estos bares son frecuentados por gente muy entendida y son casi desconocidos por la
Avión 2h
Kuala Lumpur (6h)
casa
misma población de la ciudad. Tomoko sabe que se puede tomar el mejor marisco
(debilidad de los japoneses) a un precio muy razonable.
Tras tomar un tentempié se dirige hacia una arteria comercial muy frecuentada por
la gente de la ciudad para comprarse unos cuantos pares de zapatos (nos reconoce que
es una de sus debilidades) puesto que reconoce que los diseños que se pueden
encontrar en Barcelona son excelentes y sin tanta fama como en Italia. Tras realizar
sus compras, se dirige hacia una pequeña terraza del barrio viejo, donde loma su
capuchino (no olvidemos su vinculación con Italia) y empieza una larga charla al
estilo mediterráneo. El lugar, una vez más es frecuentado en gran parte por gente de la
misma ciudad.
Para acabar decide hacer acopio en uno de los supermercados más bien surtidos de
la ciudad, desconocido por su ubicación de la mayoría de la población y realiza una
compra de productos que considera genuinos o especiales. No se fija en productos
tradicionales o turísticos, sino en productos comunes para la dieta española y que
despiertan su interés como son las conservas a partir de pescado. Para la selección, se
fija en los precios y sobre lodo en un embalaje que resista bien al viaje.
Su visita por la ciudad no se asemeja a la de un turista pero tampoco a la de un
habitante, ni incluso a la de un hombre de negocios, justamente por la disponibilidad
de tiempo. Hay que añadir que acostumbra a realizar sus visitas o tal vez debiéramos
decir estancias, sola y en algunos casos con alguna compañera del trabajo. En algunas
horas consigue sacar lo mejor o aquello en lo que para ella resalla más la ciudad.
Tomoko sabe adecuar su trabajo, usando la experiencia sobre los lugares adquirida,
para solventar sus necesidades y gustos. Se convierte poruña horas en una habitante
más de la ciudad, estableciendo sus actividades en función de aquello que sobresale de
la ciudad y de sus intereses. ,,
Cabe señalar además, la gran capacidad de observación desde las cosas más
evidentes, hasta los más mínimos detalles. Para ejemplo, durante la visita comenta
sobre el carácter benigno del clima pero a su vez sabe distinguir, mientras compra,
entre unas latas de atún y de bonito, (sin tener conocimientos de lengua española). Este
matiz gastronómico pasa incluso desapercibido por gran parte de la población
española que sabe apenas cual es la diferencia entre ambas. Estos dos ejemplos sirven
para ilustrarla variedad de observación que puede realizar a distintas escalas, sin el
más mínimo esfuerzo. Tomoko sabe combinar la frescura de la mirada del recién
llegado, sorprendido por cualquier cosa, con la experiencia del viajero experimentado
y que vive en un viaje permanente. Esa capacidad de observación y conocimiento
sobre lugares dispares en el mundo nos conduce a la gran capacidad inductiva y
sintética que resulta.
En segundo lugar, sorprende fa capacidad que poseen los argonautas para
comprender el espacio y los territorios, pudiendo casi establecer una síntesis práctica,
que los científicos no consiguen alcanzar (FOOTE, 1994). No es una teoría explícita,
pero se desdibuja una forma de concebir el espacio, el territorio y el lugar. La
búsqueda de esa esencia de cada lugar para ir llenando la propia vivencia, permite por
un lado llegar a poder establecer comparaciones argumentadas entre ciudades, así
como por otro lado, a establecer como una pauta de análisis mental, que se asemejaría
mucho al estudio urbanístico de las tipologías o de los paisajes.
Figura7: Vista del litoral de Barcelona, comparado al ríe Sydney.
Fuente: Oficina de Turismo de; Barcelona
Retomando cl ejemplo de Tomoko, argumentó en pocas palabras como Barcelona
se asemejaba a Sydney, por el tipo de vida al aire libre sociable y muy abierta y
tolerante. El clima, los espacios abiertos, los cafés, así como el espíritu de las gentes y
la devoción por el pescado eran algunos de los elementos que la hacían comparar el
espíritu de ambas ciudades. Pensemos, además que ambas han sido ciudades olímpicas
pese a no ser capitales (figura 7).
Esta comparación audaz, aporta una imagen totalmente novedosa sobre Barcelona y
encaja a la perfección, con el sentir de sus habitantes. Estos argumentos nos llevan a la
búsqueda de una patita de análisis en la que entran los elementos tipológicos de la
ciudad, no sólo de orden material (calles, edificios, lugares públicos, privados, ele.)
sino a su vez también, sociológicos. Es curioso pensar como alguien puede con su
mirada llegar a sintetizar tan bien los lugares, sin por ello perder sus propios referentes
particulares.
El caso de Tomoko es el mismo que cl de la mayoría de los argonautas. Todos ellos
son capaces de entender los lugares desde sus vidas y experiencias. Aportan con su
mirada una interesante reflexión y los referentes claves sobre los que poder entender cl
mundo actual. Su presencia pasa casi desapercibida pero con su mirada, no sólo dan
sentido a sus vidas sino que a su vez nos permiten entender y dar un significado a la
complejidad de nuestro mundo. Cuando decimos que los argonautas dejan un amor
encada puerto, aludimos al hecho que sus vidas se componen de la recopilación de
todas esas miradas y experiencias que llevan consigo y que forman parle de su
persona. Los argonautas van dejando una parle de su corazón en cada lugar. En su
mirada tenemos su mejor tesoro, el vellocino de oro que está clamando ser encontrado.
Bibliografía
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BAILLY, A & SCARIATI, R (1999); Voyage en géographie, Económica, París.
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Agradecimientos
Este artículo se ha realizado gracias a la Beca Postdoctoral del Ministerio de
Educación Cultura y Deporte de España, en el centro de investigación Es pace et
Culture, La Sorbonne, Paris-IV. (Conv 2002, Programa EX).