3r Domingo de Adviento - B
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Transcript of 3r Domingo de Adviento - B
Adviento 2014
Tercer domingo – ciclo B
He aquí el testimonio de Juan, cuando los judíos le enviaron sacerdotes y
levitas a preguntarle: Tú, ¿quién eres? Él
confesó y negó: No soy el Cristo… Yo soy la voz que clama en el
desierto: enderezad el camino del Señor, como
lo dice el profeta Isaías… Yo bautizo con agua, pero en medio de
vosotros hay uno a quien no conocéis…
Jn 1, 6-8, 19-28
La semana de la alegría
La tercera semana de Adviento es llamada de la alegría —Gaudete—. El Papa titula su
exhortación apostólica La alegría del evangelio. Porque la alegría debería definir el talante de
todo cristiano. ¡Alegraos!
Juan, puente hacia Cristo
Juan Bautista se nos presenta como anunciador de la esperanza para su pueblo. Él insiste: solo es un testigo, una voz que prepara el camino al que tiene que venir. Es el eco que, con fuerza, nos exhorta a abrir el corazón para el encuentro con Dios.
Agua y fuegoJuan bautiza con agua.
El agua lava, purifica, es un primer paso. Pero Jesús bautizará con el fuego del Espíritu Santo,
que es el que transforma, nos enciende en amor y nos eleva hasta ser hijos de Dios.
¿Qué dices de ti mismo? Los cristianos podríamos hacernos esta pregunta. Nuestra vida cristiana ¿es coherente con lo que creemos y decimos?¿Somos gente de esperanza? Al menos, como Juan, deberíamos ser una voz que clama…
…una voz recia, tenaz, convencida. Elevar la voz implica asumir compromisos de tipo social,
político, cultural y moral. Así lo hace la Iglesia cuando se pronuncia sobre temas que afectan a la humanidad, a su dignidad y a su libertad.
No tengamos miedo a definir nuestra postura cristiana ante el mundo. Tampoco temamos encarnarnos y dialogar con las ciencias, el arte, la política, la cultura. Si no estamos presentes en esos ámbitos, los valores cristianos serán poco a poco desplazados. Es importante hablar con voz firme y sonora, que a veces sonará como denuncia profética.
Ejerzamos la adultez cristiana. Nuestra fe una
potencia capaz de transformar el mundo. Si
de verdad creemos en Jesús de Nazaret, esto
debería reflejarse en nuestra vida. No puede
haber un abismo entre lo que creemos y lo que
hacemos.
Seamos la voz de los que no tienen voz.
Y tengamos siempre presente a Jesús como guía y salvador.