3.Transformando Las Masculinidades

4
1 Transformando las masculinidades VÍCTOR J. SE1DLER" ¿Pueden cambiar los hombres? ¿Por qué les ha llevado tanto tiem- po responder a los retos planteados por el feminismo en lo que se refie- re a relaciones en las que la igualdad y el afecto estén más presentes? Tradicionalmente el feminismo iba unido a la proclamación de igualdad de derechos, a la igualdad de oportunidades para competir por carreras, empleos y profesiones, así como por representaciones en la esfera polí- tica, de la cual las mujeres habían sido excluidas. Todo esto no lograría retar los términos masculinistas en los que estaba enmarcada la esfera pública, y que habían sido presentados dentro de la modernidad como un campo de la razón que solamente una masculinidad dominante po- día dar por sentado. La situación a la que quedaron relegadas las muje- res las obliga a tener que demostrar constantemente su cualidad de se- res racionales, ya que están destinadas a estar más cerca de la naturaleza y, por lo tanto, a ser más influenciables debido a sus emociones, senti- mientos y deseos. El feminismo liberal aseguraba que las mujeres eran iguales en su racionalidad a los hombres y. por lo tanto, deberían tener las mismas condiciones a la hora de competir. Pero con la segunda oleada de feminismo en el mundo an 1,4ófono se extendió una segunda premisa que decía así: «Lo personal es político». Ello significaba que el poder debió ser reconocido dentro de la esfera personal de las relaciones íntimas, al igual que dentro de la esfera pú- " Este texto constituye una síntesis de la conferencia dictada por el autor en el Congreso «Los hom- bres ante el nuevo orden social» que, organizado por Emakunde / Instituto Vasco de la Mujer), se cele- bró en Donostia-San Sebastián el 13, 14 y 15 de junio de 2001./N. del comp.) ** Victor j. Seidler es profesor de Teoría Social en el Goldsmiths College de la Universidad de Lon- dres y autor de diversas obras sobre la masculinidad y teoría social. entre las que cabe destacar La sinra- zón masculina (Paidós, 2000). Correo electrónico: vseidlet€)gold.ac.uk

description

género y masculinidades alternativas

Transcript of 3.Transformando Las Masculinidades

1Transformando las masculinidadesVCTORJ. SE1DLER"Pueden cambiar los hombres? Por qu les ha llevado tanto tiem-po responder a los retos planteados por el feminismo en lo que se refie-re a relaciones en las que la igualdad y el afecto estn ms presentes?Tradicionalmente el feminismo iba unido a la proclamacin de igualdadde derechos, a la igualdad de oportunidades para competir por carreras,empleos y profesiones, as como por representaciones en la esfera pol-tica, de la cual las mujeres haban sido excluidas. Todo esto no lograraretar los trminos masculinistas en los que estaba enmarcada la esferapblica, y que haban sido presentados dentro de la modernidad comoun campo de la razn que solamente una masculinidad dominante po-da dar por sentado. La situacin a la que quedaron relegadas las muje-res las obliga a tener que demostrar constantemente su cualidad de se-res racionales, ya que estn destinadas a estar ms cerca de la naturalezay, por lo tanto, a ser ms influenciables debido a sus emociones, senti-mientos y deseos. El feminismo liberal aseguraba que las mujeres eraniguales en su racionalidad a los hombres y. por lo tanto, deberan tenerlas mismas condiciones a la hora de competir.Pero con la segunda oleada de feminismo en el mundo an 1,4fono seextendi una segunda premisa que deca as: Lo personal es poltico.Ello significaba que el poder debi ser reconocido dentro de la esferapersonal de las relaciones ntimas, al igual que dentro de la esfera p-"Este texto constituye una sntesis de la conferencia dictada por el autor en el Congreso Los hom-bres ante el nuevo orden social que, organizado por Emakunde / Instituto Vasco de la Mujer), se cele-br en Donostia-San Sebastin el13, 14 y 15 de junio de 2001./N. del comp.)** Victor j. Seidler es profesor de Teora Social en el Goldsmiths College de la Universidadde Lon-dres y autor de diversas obras sobre la masculinidad y teora social. entre las que cabe destacarLa sinra-zn masculina (Paids, 2000). Correo electrnico: vseidlet)gold.ac.uk206OTROSHOMBRES, OTRASMUJERESTRANSFORMANDOLASMASCULINIDADES207blica de la poltica. La esfera pblica no se puede considerar, pues, des-de entonces como un espacio racional y de poder. Mientras tanto laesfera privada era un espacio de amor, emociones e intimidad. Esto sig-nificaba que si las mujeres iban a ser libres para competir por empleos ycarreras, entonces los hombres tendran que reconsiderar los trminosmasculinistas que se dieron por sentado en la organizacin tradicionalde los procedimientos de muchos lugares de trabajo. Las mujeres que-ran ser capaces de competir en las mismas condiciones sin sentirse for-zadas a dejar de lado sus continuas responsabilidades, como por ejem-plo el cuidado de sus hijos y el trabajo domstico.Ello conllevaba que el apoyo de los hombres al feminismo no podalimitarse a alentar a las mujeres en su propia lucha a favor de la igual-dad, sino que tambin implicaba aprender a denominar su experienciacomo masculina. Eso era algo que los hombres tenan que aprender ahacer por s solos, aunque no fuese una tarea fcil dentro de una cultu-ra homofbica en general, en la que las identidades masculinas se defi-nan generalmente en trminos negativos es decir, de no ser blan-do, emocional, dependiente, lo que en otras palabras significabano ser mujer. Eso poda dificultar a los hombres apoyarse unos aotros de una manera consciente creando grupos, va que se dabancuenta de que como varones necesitaban ser independientes y auto-suficientes; no podan mostrar debilidades derivadas del miedodelante de otros, ya que stas podan ser utilizadas contra ellos porotros hombres que a su vez competan con ellos en masculinidad. A me-nudo los hombres slo pueden sentirse bien consigo mismos sabiendoque lo estn haciendo mejor que otros.Estos modelos comienzan a una edad temprana y, por tanto, es devital importancia reflexionar sobre el modo en que los chicos adquierensus masculinidades en la escuela y en la familia. A menudo sienten quetienen que sobrevivir por cuenta propia y que, por ejemplo, si sus pa-dres se estn separando o uno de ellos ha fallecido, no pueden hablarcon nadie sobre el terna ni buscar ayuda. Frecuentemente se sientenavergonzados y aprenden a simular que todo va bien. Han aprendido asobrellevar su propia agitacin y confusin emocional. Tambin puedendesahogarse intimidando a otros nios como modo de reafirmar unaidentidad masculina que se ve amenazada. Recientemente la importan-cia del tema del acoso en los centros escolares ha crecido dentro del de-bate sobre el fracaso escolar, el cual subraya que las chicas obtienenmejores resultados. Esto se debe, quizs, al tipo de apoyo que han reci-bido en torno a su propia vala como mujeres jvenes.De alguna manera debemos reflejar tambin el tipo de ayuda que loschicos necesitan durante el perodo de transicin hasta llegar a ser hom-bres. Durante este espacio de tiempo surgen numerosas dudas acercade lo que significa ser un hombre en el mundo actual. ste es, en parte,un tema cultural, y est relacionado con el dilogo existente entre las di-ferentes generaciones. Pero con el declive de tantas industrias tradicio-nales, los padres no se encuentran en una situacin cmoda para dejarun puesto de trabajo en manos de sus hijos. A medida que los aprendi-zajes tradicionales han ido disminuyendo, tambin ha decrecido el di-logo entre hombres adultos y jvenes en el contexto de transicin de ha-bilidades, y los hombres jvenes de la clase trabajadora pueden sentirsems dependientes de la educacin formal, de la cual sus padres se con-sideren alejados. Los hombres jvenes pueden sentirse ms solos.Junto con el declive del trabajo tradicional, es ms duro para los pa-dres sostener el sentido de sus identidades masculinas como proveedo-res y fuente del sustento familiar. Esto puede dar lugar a una depresinque se podra transmitir a la siguiente generacin. Los varones puedensentirse inseguros sobre su condicin de hombres jvenes y a veces lle-gar a sentir hostilidad hacia el feminismo, que insiste en que el hombreslo se denomina a s mismo corno una figura de poder. Una figura, que dealguna manera, es responsable de la subordinacin y opresin quepadecen las mujeres. Por eso, y dado que los hombres jvenes no se vena s mismos de esa manera, son habituales los sentimientos de intran-quilidad y confusin.ELPODERSi los hombres jvenes se sienten rodeados a menudo de mujeres j-venes ms seguras de s mismas, que parecen tener ms clara la direccinque quieren dar a sus vidas, stos pueden encerrarse en un triste silencio.La teora feminista temprana insisti en identificar la masculinidad comouna relacin exclusivamente de poder, como si no hubiera maneraderedescubrir la masculinidad, ya que el objetivo era deconstruirla. Eracomo si los hombres no tuviesen ninguna oportunidad para el cambio oningn modo que permitiera la redencin de la masculinidad. Por elcontrario, tenan que aceptar que la masculinidad era el problema y, porlo tanto, no podan formar parte de la solucin. Esto an sigue siendouna debilidad de ciertas formas de poltica anti-sexista de los hombres,ese tipo de poltica que puede asumir que los hombres denominen su208OTROSHOMBRES, OTRASMUJERESTRANSFORMANDOLASMASCULINIDADES209experiencia a travs del reconocimiento del poder que ejercen en la subor-dinacin de la mujer.Impulsados por el compromiso adquirido contra la terrible violen-cia que los hombres tan a menudo dirigen contra las mujeres, este tipode poltica masculina deja ms claro qu es lo que no se aprueba. In-siste en la responsabilidad de los hombres en cuanto a lo que durantetanto tiempo ha sido negado. Pero sigue centrndose en el sufrimien-to de las mujeres. Es decir, no dice demasiado sobre la experiencia delos hombres. Como ya he explorado en Man Enough (Sage, 1997), ne-cesitamos atraer la atencin sobre el abuso que los hombres cometenhacia las mujeres mediante el uso de violencia. Tenemos que acabarcon la violencia domstica y con el acoso sexual en el trabajo. Fre-cuentemente trivializamos esas experiencias y de forma involuntariaactuamos en colusin con ellas. Obien insistimos en que es un asuntopersonal que solamente concierne al individuo. S, por mi experienciaprofesional en Mxico, que las buenas maneras que se muestran enla esfera pblica, en muchas ocasiones, esconden la violencia ejercidade puertas adentro. Muchas veces las mujeres estn demasiado aterro-rizadas para hablar sobre el tema, e incluso aprenden a culpabilizarsea s mismas.Pero debemos ser capaces de reconocer tanto el poder social que loshombres continan asumiendo dentro de la sociedad patriarcal, princi-palmente estructurada de acuerdo con su propia imagen, como los sen-timientos de confusin e impotencia que siente tambin cada hombre.Ambos son aspectos de una realidad social compleja, lo que significa,asimismo, que debernos recapacitar sobre las relaciones entre el podery la vida emocional y las diferentes esferas en las que tambin se ejerceese poder. En parte esto replantea ternas de diferencias sobre gnero ymaneras, por ejemplo, en las que las mujeres pueden ejercer el poder enreas especficas de la vida y los hombres en otras. Muchas veces las mu-jeres se quejan de que sus compaeros se comportan en casa como ni-os, mostrando gran inseguridad respecto a sus emociones.Tradicionalmente la fuente divina de la autoridad ha sido siempreel padre. Su palabra ha sido la ley y siempre se ha esperado obedienciapara con l. Con frecuencia, los padres han sentido que comprometensu autoridad si se involucran en los temas emocionales de sus hijos. Seespera de ellos que legislen para lograr lo mejor para sus hijos, sinque sea necesario comunicarse con stos. Su tarea era castigarles si noobedecan. Ello converta la figura del padre patriarcal en un ser extra-amente distanciado en la familia, que se organizaba alrededor de ma-dres e hijos. Si el padre se senta solo y excluido, contaba tan slo conla compaa de otros hombres en el trabajo o bien se involucraba enaventuras donde el secreto le devolva la intensidad perdida en su vida.Pero a menudo era difcil para los hijos identificar el contacto perdidoen sus relaciones con sus padres, aunque stos ltimamente estn di-ciendo que quieren ms contacto emocional con sus hijos.En Gran Bretaa lo que realmente supuso una transformacin fue lacreciente presencia de padres que ayudaban a sus parejas durante el em-barazo y el parto. Los padres queran involucrarse ms, y se sentan mo-lestos cuando tenan que volver al trabajo despus de. una limitada bajapor paternidad. A menudo esto result ser nefasto para las mujeres, quefueron abandonadas literalmente cuando an tenan en brazos albeb y haban vivido con anterioridad unas relaciones entre gnerosms igualitarias en las que los dos miembros de la pareja trabajaban yse sentan responsables del mantenimiento del hogar. De alguna ma-nera, las visiones de igualdad entre los gneros que parecan funcionarcuando ambos miembros de la pareja trabajaban no podan ser modi-ficadas para permitirse tener hijos. Muchas veces la solucin era pagara mujeres ms pobres para cuidar a sus hijos y de ese modo delegarsobre ellas la carga que conlleva dicha responsabilidad. De cualquierforma muchas madres no se sienten a gusto con esa decisin. Los pri-meros meses son a menudo un perodo de supervivencia en el que lapareja tiene dificultades para hacer .frente a los problemas que vansurgiendo y, desafortunadamente, tras los primeros diecisis meses,cuando las cosas comienzan a ser ms fciles con el beb, todo acabaen divorcio.A medida que el trabajo se intensifica, los padres encuentran difi-cultades para pasar con los nios el tiempo que ellos quieren. A veces,las mujeres son tan libres como los hombres para acudir al trabajo, pa-ra huir de las infinitas exigencias y del caos de la vida ntima. Podemosdecir que en el mundo anglfono las mujeres se sentan bastante presio-nadas para formar una identidad de gnero neutro, que en realidad sedefina en funcin de pautas masculinas. Una vez aceptadas en su en-torno laboral, se esperaba de ellas que aguantasen la presin comotodo el mundo. Las ltimas investigaciones delatan que algunas sesienten molestas con las mujeres que tienen hijos por defraudarlas yexigir cosas para s mismas, cuando no deberan hacerlo.210OTROSHOMBRES, OTRASMUJERESTRANSFORMANDOLASMASCULINIDADES211DIFERENCIASComo ya he sealado sobre la experiencia de los hombres, podemosapreciar las tensiones que stos sienten entre la vida ntima y la laboral.No se trata simplemente de tener un tiempo de calidad con sus hijosdurante el fin de semana, sino tambin de escuchar los deseos y necesi-dades de los nios y revisar la igualdad de los gneros para incluir a s-tos, lo que significa reconocer cun importante es para nios y padresinvolucrarse los unos con los otros en el da a da. Asimismo significaque debemos reconocer la necesidad de reconsiderar la naturaleza deltrabaj postindustrial y lograr un equilibrio entre el tiempo que, tantohombres como mujeres, pasamos trabajando y el que pasamos en la in-timidad. Esto conlleva en parte que los hombres reconozcan el benefi-cio del esfuerzo emocional para mantener una relacin sexual a largoplazo.Con demasiada frecuencia, los hombres deben aprender a conside-rar sus relaciones como fondo, ya que esto podra ayudarles a valorarmuchas cosas. Aunque a menudo digan que trabajan para su familia,las identidades masculinas an estn organizadas alrededor del trabajo,lo que hace que los hombres raras veces aprendan cunto tiempo, aten-cin y esfuerzo supone una relacin seria. Habitualmente sta es la tareaque se les encomienda a las mujeres dentro de una pareja heterosexual,una especie de labor invisible en exclusiva a la que las mujeres son cadavez ms reacias. Por supuesto no se debe generalizar y se tienen que en-focar estos ternas dentro de un contexto cultural e histrico en particu-lar. Las antiguas leyes del territorio vasco, por ejemplo, han permitidola herencia femenina y, por lo tanto, han ayudado a mantener el poderde las mujeres dentro de la comunidad. Una vez ms slo podemosaprender de la experiencia de los otros reflejando estos temas dentro deun contexto cultural especfico.Cuando pensamos sobre el poder y la diferencia, no slo estamosconsiderando las relaciones entre hombres y mujeres, sino tambin lasdiferentes sexualidades y las complejas relaciones que separan las di-versas masculinidades. No podemos dejar de lado los ternas relaciona-dos con las clases, culturas, razas y etnias que establecen relaciones depoder y de derechos entre diferentes masculinidades. En un debate re-ciente entre un grupo de hombres, qued bastante claro que algunos deellos, de clase trabajadora, no podan imaginarse a ellos mismos yendoa la universidad. Esto no era posible dentro de la realidad social en quevivan.Si hemos aprendido a reflexionar sobre las diferencias entre las mu-jeres, tambin hemos aprendido a considerar diversas masculinidades.Pero del mismo modo que las mujeres han descubierto la libertad paraexplorar sus propios deseos y necesidades, distancindose de los jui-cios y evaluaciones de una masculinidad dominante, los hombres tam-bin necesitan tomarse su tiempo y su espacio para explorar las formasde masculinidad que han heredado. sa es la tarea de los hombres, de-finir las masculinidades particulares que han desarrollado para podertenerlas en cuenta. Puede ser una tarea difcil de llevar a cabo en un pe-rodo de incertidumbre, cuando los prototipos tradicionales de la mas-culinidad estructurados en trminos que describen a los hombres co-mo los que se ganan el pan y los proveedores se han venido abajo.Frecuentemente los hombres sienten que debern controlar su pro-pia experiencia, ya que admitir su incertidumbre podra amenazar a suidentidad masculina. Los hombres aprenden a reservarse sus propiasansiedades y miedos a la hora de proyectar una determinada imagenpblica de s mismos. A veces esa afliccin interior puede crecer en lamedida en que a los hombres les persigue un miedo que, de mostrarlo,seguramente seran marginados. La rabia puede volverse contra unomismo y ello se refleja en el alto nmero de suicidios de hombres jve-nes. Resulta ms fcil acabar con la propia vida que dejar que los demsconstaten tu desesperacin.En la medida en que los hombres aprendan a mostrar ms abierta-mente su vulnerabilidad aprendern tambin a reconocer que esto no esun signo de debilidad, sino una muestra de valor. Cuando los hombresaprendan a ser responsables ntimos de sus relaciones con cualquiera delos dos sexos, aprendern qu es lo que les importa en la vida y a apre-ciar el amor mientras luchan por una mayor justicia en las relacionesentre los gneros en el contexto de una sociedad ms democrtica y afavor de la igualdad.