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    FRONTERA SUR Y SEGURIDAD NACIONAL.EL OLVIDO INTERMITENTE

    ERUBIEL TIRADO*

    Declarar de modo oficial la situacin de nuestra frontera sur como asunto de

    seguridad nacional, llama la atencin sobre la naturaleza misma en que el

    Estado mexicano se asoma a una realidad que se ignora en forma sistemtica y

    se ocupa de ella de manera excepcional de vez en vez y solo por motivos de

    alarma. No resulta fortuita la atencin actual del gobierno mexicano al respecto,

    particularmente a la luz de la determinacin norteamericana de fortalecer sus

    estrategias de seguridad regional en aras de prevenir ataques terroristas

    reforzando o extendiendo de factosus lmites territoriales.

    El presente artculo procura describir, desde una perspectiva ms amplia de la

    coyuntura especfica, un patrn de comportamiento estatal que se verifica al

    margen de signos gubernamentales y motivado casi siempre por factores

    exgenos: en los aos ochenta tal atencin fue caracterizada por el fenmeno

    de los refugiados centroamericanos y el conflicto blico en la regin al sur del

    Suchiate (definido desde entonces como asunto de seguridad nacional); en los

    noventa fue el levantamiento zapatista el que dio el campanazo obedeciendo a

    un complejo universo de factores polticos y sociales de carcter endgeno y con

    tratamientos oficiales no solo diferenciados sino hasta contrapuestos; al final de

    esa dcada y a principios de la presente, el narcotrfico y el factor americano

    retomaron la atencin sobre la zona, bajo la ptica geoestrtgica de seguridad;

    y, ahora, luego de la tragedia norteamericana del 11 de septiembre de 2001 y

    sus secuelas a nivel mundial, la lucha antiterrorrista de nuevo cuo (el

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    norteamericano), est marcando otra vez la pauta sobre los intereses de

    seguridad respecto de una frontera que se niega al olvido a fuerza de conflictos

    renovados e intermitentes desde los ltimos cinco lustros, cuando menos, y con

    problemas que tambin se niegan a desaparecer.

    Con un repaso puntual a estas circunstancias, se muestra la necesidad de

    trascender las visiones cortoplacistas del Estado mexicano sobre la importancia

    de su frontera sur que, per se, constituye una fuerte advertencia de reformular

    sus polticas pblicas reivindicando, en primer lugar, estrategias de desarrollo ad

    hocpara la regin y, por supuesto, definiciones propias de seguridad nacional a

    partir de las nuevas realidades impuestas por el nuevo terrorismo globalizado al

    que se enfrenta el mundo. Este es el eje sobre el que gira el presente anlisis.

    Refugiados. La amenaza ideolgica y el humanismo de la Seguridad

    Nacional mexicana

    El triunfo de la revolucin sandinista en 1979 fue el detonante ideolgico que se

    expres en la estrategia blica impulsada por Washington para hacer de la

    Centroamrica teatro de operaciones de uno de los ltimos conflictos de la

    Guerra Fra. Los Estados Unidos, a la vez que patrocinaban regmenes

    dictatoriales como los de Honduras, El Salvador y Guatemala, impulsaba

    tambin a la contrarrevolucin nicaragense armada, todo ello con el afn de

    detener, a decir del presidente Ronald Reagan, el establecimiento de una

    cadena de dictaduras marxistas antiestadounidenses1.

    Uno de los efectos ms dramticos y visibles de esta situacin fue el fenmeno

    de desplazamientos importantes de ciudadanos centroamericanos que huan de

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    sus pases con conflictos armados aderezados con la visin guerrera

    norteamericana compartida por sus propios gobiernos como El Salvador y

    Guatemala. Al principio de los aos ochenta, esta situacin no fue advertida de

    inmediato ni con claridad por el gobierno mexicano, a grado tal que su conducta

    inicial fue la de deportar a los desplazados por la guerra y devolverlos a una

    suerte incierta y deplorable. Ese fue el caso de cerca de 500 campesinos

    guatemaltecos que en 1981 cruzaron la frontera con Chiapas y que, segn

    reportes periodisticos de la poca, fueron deportados casi de inmediato a su

    pas.

    Este comportamiento fue corregido tanto por la presin de organizaciones

    humanitarias como por el cambio de la visin mexicana que observ el conflicto

    centroamericano desde la perspectiva diferenciada de sus orgenes no

    ideolgicos, como s lo hacan los Estados Unidos, sino en funcin de factores

    sociales y econmicos. No slo eso, el rgimen de Miguel de la Madrid, al definir

    los efectos de esta problemtica, ms all del desplazamiento migratorio por la

    guerra, como parte de la agenda de la seguridad nacional mexicana, asumi una

    estrategia amplia de acciones de poltica interna y externa que ayudara, por

    inters propio, a solucionar la crisis de la regin que amenazaba con arrastrar a

    nuestro pas.

    La situacin respecto de los flujos migratorios era el factor que extenda, de

    hecho, el conflicto centroamericano en nuestro territorio. Por un lado, los

    ejrcitos de los pases vecinos, adems de tratar de impedir el paso de sus

    ciudadanos hacia este lado de la frontera, llegaron al extremo, como fue el del

    1The Washington Post, 21 de junio de 1983.

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    Guatemala, de realizar incursiones armadas y violatorias de nuestra soberana

    territorial con el pretexto de perseguir supuestos guerrilleros de su pas.

    Este escenario alarmante llamaba la atencin por el simple dato que en los

    primeros aos del conflicto subregional la cifra de desplazados oscilaba entre

    380 mil y 500 mil personas entre salvadoreos, hondureos y guatemaltecos. En

    Mxico, particularmente estos ltimos, encontraron refugio ya sea en

    rudimentarios campamentos o poblados de la selva chiapaneca y en el estado

    de Tabasco, inicialmente se contabilizaron 77 asentamientos de refugiados. Esto

    provoc la accin coordinada del gobierno mexicano a travs de la Comisin

    Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) y el Alto Comisionado de Naciones

    Unidas para Refugiados (ACNUR). Paralelamente se desplegaron fuerzas

    regulares del ejrcito mexicano como medida de contencin, no de los flujos

    migratorios sino de las incursiones blicas de persecusin por parte, sobre todo,

    del ejrcito guatemalteco2.

    A fines de los aos ochenta se informaba oficialmente la presencia de ms de

    400 mil personas ilegales en Mxico3, lo que da cuenta que se trat de un

    problema persistente con efectos evidentes en la seguridad nacional mexicana

    expresada en polticas pblicas que, paradjicamente, iban a contrapelo de la

    impronta neoliberal y trasnacional del gobierno tecnocrtico de entonces.

    A lo largo de esa dcada marcada por la crisis centroamericana, las acciones de

    proteccin y apoyo a los refugiados y flujos migratorios que continuaban su

    2Aguayo, Sergio, El xodo Centroamericano, Foro 2000/Consejo Nacional de Fomento

    Educativo, SEP, Mxico, 1985, pp. 17-383

    Comisin Mexicana de Ayuda a los Refugiados, Informe de Mxico a la ConferenciaInternacional sobre Refugiados Centroamericanos , Mxico, 1989, pp. 6 y 7.

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    trayecto hacia el norte, adquirieron un carcter institucional as como efectos

    principales y colaterales en trminos de nuestro esquema de seguridad y an de

    carcter legal. Por un lado, el Estado mexicano se vio obligado a enfrentar este

    riesgo en su frontera sur, primero, subsanando vacos legales e institucionales

    como la calidad de refugiado que no se contemplaba en nuestro sistema

    jurdico y, por otro, el despliegue de medidas efectivas que dieran proteccin

    legal y material a los refugiados como la verificacin de condiciones seguras de

    su regreso, o bien, asimilndoles en toda forma en territorio nacional otorgando

    cartas de naturalizacin aquellos que as expresaran su voluntad. El proceso de

    pacificacin de la regin, impulsado en forma decisiva por Mxico y en una

    coyuntura mundial con el colapso del bloque socialista, fueron los

    condicionantes iniciales para un retorno a la normalidad en nuestra frontera sur

    con flujos migratorios motivados por razones ajenas a la violencia poltica que

    imperaba en la regin.

    La rebelin zapatista y el olvido domstico

    Enero de 1994 rompi un silencio de conflicto latente en un rgimen que venda

    la imagen de progreso de un pas inserto en la modernidad proclamada por el

    discurso neoliberal y globalizador de la dcada de los noventa. En trminos de

    seguridad nacional, el Estado mexicano tuvo un comportamiento diferenciado de

    acuerdo con la visin de coyuntura que observaran los tomadores de decisin en

    un ao particularmente crtico y grave. Para efectos de este artculo, sin

    profundizar en la complejidad de las causas de la rebelin ni en el arduo proceso

    de negociacin poltica por el que se opt, por fortuna, luego de un cruento

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    tratamiento inicial de solucin militar, se describen y valoran a continuacin las

    secuelas directas e indirectas bajo la perspectiva de seguridad en la frontera sur.

    La rebelin zapatista, adems de ser el detonante de un impulso estructural de

    gran envergadura en la transformacin doctrinaria y organizacional de las

    fuerzas armadas mexicanas, dej en la frontera sur una huella caracterstica en

    trminos de seguridad y defensa. El efecto inmediato fue la decisin de

    consolidar la creacin de fuerzas blicas de reaccin rpida que, precisamente,

    se manifestaron en los combates de enero de 1994 en Chiapas. Los entonces

    Escuadrones ereos de Operaciones Especiales se convirtieron, bajo una ptica

    institucional de transformacin doctinaria y operativa, en los Grupos Aeromviles

    de Fuerzas Especiales (GAFE)4. Durante el rgimen zedillista se increment el

    nmero y formacin profesional de estos grupos, creando uno por cada regin

    militar, descentralizando tambin su entrenam iento5.

    La importancia de este comportamiento organizacional radica en la concepcin

    de los principios que inspiran el despliegue de estos grupos. La explicacin

    oficial refiere que se trata de mejorar en forma sustancial la capacidad de

    respuesta blica en misiones especficas como el narcotrfico, lo cual es cierto

    en forma parcial. Segn los manuales de operacin del ejrcito mexicano, no

    hay duda sobre qu se inspira su creacin al referirse al concepto de fuerzas

    especiales: tienen como misin general realizar operaciones de

    contraguerrilla, de interdiccin y hostigamiento, patrullaje, captura y control de

    4Su denominacin no es nueva, lo mismo que su concepto operacional. En Mxico ya se haba

    formado un grupo bajo las rdenes del alto mando de la SEDENA en 1986, la novedad consisteen su institucionalizacin y su impacto organizativo en la presencia castrense en el territorionacional.

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    pequeas reas, tanto en zonas urbanas como rurales , control de objetivos

    militares de importancia y la realizacin de operaciones especficas; as como el

    apoyo de operaciones regulares 6.

    Bajo esta premisa, queda clara la intencin del uso primordial contrainsurgente

    de estas fuerzas y el cambio sustancial a la doctrina tradicional de guerra en que

    se basaba hasta hace unos lustros, la accin de las FFAA de nuestro pas. No

    solo esto, sino que la consolidacin de esta estrategia dependi en forma

    sustancial del apoyo militar y econmico extreno, especialmente de los Estados

    Unidos. Luego de la insurreccin zapatista, el entrenamiento y formacin de

    estos grupos represent en un solo ao (1996-97) el nmero de efectivos

    mexicanos entrenados en planteles del Pentgono casi tres lustros atrs7. De

    hecho, fue el corolario de un acuerdo expreso entre las FFAA estadounidenses y

    las mexicanas a partir de la visita a Mxico del Secretario de la Defensa de los

    Estados Unidos, William Perry, en 1996, calificado como el ms importante en

    materia militar celebrado entre ambos pases 8.

    La divisin territorial del pas en trminos de control y supervisin militares sufri

    una modificacin sustancial luego del alzamiento armado del Sureste. Siguiendo

    una tendencia estructural del Estado mexicano de reforzar estrategias

    coercitivas de contingencia social, expresados en la creacin de zonas militares

    5Secretara de la Defensa Nacional, Informe de Labores 1994-95, Mxico, 1995.

    6Secretara de la Defensa Nacional, Manual de empleo de unidades de fuerzas especiales. DN

    M3110, Mxico, 1985, p. 12, subrayado del autor.7

    Por supuesto no se trataba solo de entrenamiento sino tambin del suministro de armas. Entotal este apoyo se multiplic en forma exponencial en esos aos posteriores al levantamientozapatista que pas de poco ms de 2 millones de dlares hastacasi 20 millones al final de ladcada, Sierra Guzmn, Jorge Luis, El enemigo interno, Contrainsurgencia y Fuerzas Armadasen Mxico, Plaza y Valds/Universidad Iberoamericana, Mxico, 2003, pp. 265-275.

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    (ZM) en lugares con cierto grado recurrente de conflictos polticos y sociales,

    entre 1994 y principios de esta dcada, la SEDENA cre siete nuevas ZM,

    completando 44 (el diseo original de este esquema impulsado por Plutarco

    Elas Calles, inici con 33 ZM y as permaneci por varias dcadas).

    Un proceso de militarizacin propiamente dicho, qued plasmado en forma

    inequvoca en la frontera sur a partir de la segunda mitad de la dcada pasada:

    cinco zonas militares (en Tabasco, la 30 en Villahermosa, la 38 en Tenosique; y

    en Chiapas, la 31 en Rancho Nuevo, la 36 en Tapachula, y la 39 en Ocosingo)

    conformaron la VII Regin Militar; la ocupacin de 39 posiciones estratgicas en

    toda la regin, 11 agrupamientos de la llamada Fuerza de Tarea Arcoiris (en

    1995 se contabilizaron 14), 4 GAFE y una Fuerza de Intervencin Rpida as

    como la creacin de nuevas bases areas en Ciudad Pemex, Tabasco; Copalar

    y Altamirano en Chiapas, todo ello para confinar y focalizar el conflicto zapatista.

    Esto represent un despliegue constante de casi cuarenta mil efectivos, poco

    ms del 20% del total de las FFAA mexicanas.

    A esto hay que aadir el emplazamiento de una modalidad paramilitar de control

    conjuntando fuerzas federales y estatales tanto militares como policiacas, las

    denominadas Bases de Operaciones Mixtas (BOM) cuyas atribuciones legales

    son fuertemente cuestionadas por su frgil fundamento constitucional. En

    Chiapas se desplegaron 10 de estos agrupamientos poco despus de1994.

    Este es el escenario resultante del conflicto zapatista y que sigue teniendo

    repercusiones desde la perspectiva de seguridad fronteriza. Aventurando la

    8Schulz, Donald E., Between a rock and a hard place: The United States, Mexico and the agony

    of national security, Strategic Studies Institute Special Report, US Army War College, US, 1997.

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    magnitud de la estrategia gubernamental, podra decirse que operaba una lgica

    inversamente proporcional ante el conflicto centroamericano: haba que aislar la

    zona tanto hacia el exterior de frontera al sur del Suchiate as como respecto de

    otras zonas del territorio nacional. Esta visin geoestratgica de seguridad

    reforz las justificaciones de las misiones internas del ejrcito mexicano y que no

    se observaron an en los momentos ms lgidos del conflicto centroamericano

    cuando hubo, incluso, violaciones flagrantes a nuestra soberana territorial y

    area.

    Narcotrfico. El sellamiento que asfixia

    Hacia el fin de la dcada pasada y casi a la par de la militarizacin pretextada

    por el alzamiento zapatista, las estrategias de seguridad con fuertes medidas

    coercitivas se vieron estimuladas por la lucha contra el narcotrfico. De nuevo, el

    factor americano tiene un papel importante en sus formulaciones. En 1997, el

    departamento de Defensa de Estados Unidos cre un programa especial de

    entrenamiento y equipamiento para unidades militares aerotransportadas de

    reaccin rpida dedicadas a la lucha antinarco9. Se trata tambin de una

    estrategia militarizada que involucra tanto a efectivos de tierra (ejrcito regular),

    de aire as como de mar.

    La atencin de la ayuda militar norteamericana a nuestro pas se enfoc a los

    GAFE y a su versin anfibia en la Armada. En menos de tres aos se

    contabilizaban casi dos mil efectivos entrenados y equipados para estos

    menesteres antinarco bajo el Programa Internacional de Educacin y

    9Mc Caffrey, Barry M., US-Mexico Counter Drug Cooperation. Report to Congresss, Vol. I,

    Executive Office of the President, Office of National Drug Control Policy, US, september 1997.

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    Entrenamiento Militar (IMET por sus siglas en ingls) y el Programa de Control

    Internacional de Narcticos 10.

    En este contexto se verifica la reformulacin norteamericana de atajar el flujo de

    drogas en su trayecto a su territorio, una vez que se tenan indicios suficientes

    que una proporcin considerable de dicho trasiego pasaba por rutas areas,

    terrestres y martimas del Caribe y Sureste mexicanos. Este esquema punitivo

    prcticamente implic adems de un bloqueo policiaco-militar de amplio

    espectro para detectar, perseguir y confiscar cargamentos de droga proveniente

    de sudamrica, redujo a su mnima expresin su fllujo y destino final en los

    Estados Unidos. Al emplazamiento militar en la regin descrito en prrafos

    anteriores, debe agregarse que con la Operacin Sellamiento de la Frontera se

    involucraron, en el momento de mayor actividad de esta estrategia, 16, 300

    efectivos policiacos, 980 vehculos terrestres. 42 aviones, 20 buques y 23

    helicpteros.

    Sin embargo, la estrategia de sellamiento policaco-militar tuvo efectos

    colaterales mltiples en la regin fronteriza. Por un lado, si bien en un inicio tuvo

    xito la contencin integral de espacios y rutas, en poco tiempo se rearticularon

    nuevas rutas martimas y terrestres en otras latitudes rodeando a nuestro pas

    (p.ej., el Caribe medio), o a travs de l, logrando traspasar el bloqueo11

    .

    Por otra parte, la naturaleza misma de la estrategia lleva a un esfuerzo

    permanente de despliegues de fuerzas multimodales con consecuencias propias

    de un territorio militarizado de necesidades constantes y crecientes

    10Cfr. Isacson, Adam y Joy Olson, Just the Facts: A Civilians Guide to US Defense and Security

    Assitance to Latin America an the Caribbean, Washington, 1998.

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    caracterizadas por un estado de alerta que se ha pasado de temporal a

    permanente y con una dependencia mexicana respecto de la cooperacin

    norteamericana12.

    Terrorismo. La paranoia ciega y las fronteras inteligentes como coartada

    Luego de los ataques terroristas a los Estados Unidos y de la reaccin inmediata

    de derrocar al rgimen talibn de Afganistn en el otoo de 2001, el gobierno de

    George Bush se aboc a la tarea de asegurar la colaboracin de sus vecinos

    territoriales, Canad y Mxico a fin de establecer una estrategia eficaz contra

    futuros atentados que utilizaran de plataforma las fronteras respectivas. Los

    pilares de esta estrategia fueron definidos inicialmente a travs de los llamados

    Smart Border Agreements (Acuerdos sobre Fronteras Inteligentes) firmados de

    modo bilateral con Canad (diciembre de 2001) y Mxico (marzo de 2002) 13. La

    caracterstica primordial del pacto con Canad radica en el concepto de

    operacin conjunta de las acciones de seguridad transfronteriza, es decir, ms

    que intercambio de informacin estratgica y de sugerencia de cursos de accin,

    entre Estados Unidos y Canad hay definiciones claras de operacin conjunta

    de acciones entre agencias de ambos pases con fines acordados de antemano.

    Los trminos especficos del acuerdo con nuestro pas, en cambio, giran en

    torno de una amplia e irrestricta cooperacin entre los organismos de defensa.

    11Cambian las Rutas del Narco.- Herrn, Reforma, 30 de julio de 1999.

    12Aunque a decir de algunos especialistas, esta cooperacin es ms genuina que la que se

    observaba en el pasado, Gonzlez Gonzlez, Guadalupe, Los Dilemas de la CooperacinBilateral en el Combate al Narcotrfico, Agustn Maciel, (coord.), La Seguridad Nacional en lasRelaciones Mxico-Estados Unidos , El Colegio de San Luis, Mxico, 2003, pp. 263-283.13

    Cfr. U.S. Government, Canadas Government, Summary of Smart Border Action Plan Status ,December 2001; y, Gobierno de Estados Unidos (sic), Gobierno de Mxico (sic), Alianza para laFrontera Mxico Estados Unidos. Declaracin a favor del fortalecimiento tecnolgicop y la

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    seguridad, inteligencia, migracin y procuracin de justicia. En suma, se trata de

    22 compromisos especficos de acciones que comprometen al Estado mexicano

    en una situacin de alerta constante determinada por las percepciones de su

    vecino del norte y con consecuencias concretas tanto en la frontera con Estados

    Unidos y la del Sureste.

    ACUERDO SOBRE FRONTERAS INTELIGENTES MXICO-ESTADOS UNIDOS

    SEGURIDAD DE INFRESTRUCTURA SEGURIDAD EN FLUJO DE PERSONAS SEGURIDAD EN EL FLUJO DE BIENES

    Planeacin de largo plazo Viajeros con documentacin revisadapreviamente

    Cooperacin sectores pblico yprivado

    Mejora en flujo de cuellos de botellafronterizos

    Informacin anticipada sobrepasajeros

    Intercambio electrnico deinformacin

    Proteccin de Infraestructura Viajes de negocios en marco TLC Seguridad en transporte martimo

    de bienes

    Armonizacin de puntos de entradaa puertos

    Fronteras seguras y disuasin atraficantes de personas (polleros)

    Cooperacin tecnolgica

    Exhibicin de proyectos Consulta sobre polticas deexpedicin de visas

    Seguridad en redes ferroviarias

    Cooperacin en cruces fronterizos Entrenamiento conjunto Combate al fraude

    Financiamiento de proyectos

    fronterizos

    Compartimiento de bases de datos Intercepcin de contrabando

    Revisin de personas provenientes

    de terceros pases

    Uno de los efectos primarios de este planteamiento motivado por el miedo

    terrorista es el corrimiento lmitrofe, de facto, de la frontera sur de los Estados

    Unidos, no con el ro Bravo sino con el Suchiate. El gobierno mexicano ha

    emprendido polticas concretas para cumplir con el cometido estadounidense

    partiendo de la premisa de que comparte los mismos intereses de seguridad

    nacional respecto de sus fronteras, en particular con la del sur. Por ello no es

    casual que desde juniio de 2002 se haya materializado el Acuerdo para la

    Creacin del Grupo de Alto Nivel para la Seguridad Fronteriza (Gansef) Mxico-

    Guatemala, en principio, para diagnosticar el comportamiento de flujos

    cooperacin para promover un flujo seguro y eficiente de personas y bienes a lo largo de la

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    irregulares de bienes y personas a travs de su frontera y emprender acciones

    de normalizacin y prevencin. Algo similar se plantea con Belice desde el ao

    pasado.

    La premisas reales la estrategia se descubren con claridad en la definicin de la

    agenda del Gansef al establecer que habr intercambio de informacin de

    inteligencia y ejecucin de acciones bilaterales para prevenir actos

    terroristas14. A esto se aaden acciones definidas para la deportacin

    garantizada de ilegales entre la frontera Mxico-Guatemala segn lo expresado

    por las mismas fechas en el marco de la VII Conferencia Regional sobre

    Migracin. Sin margen de duda sobre los alcances del nuevo escenario

    conformado en la frontera sur y desde la perspectiva amplia del crimen

    organizado, se han concretado acuerdos en este sentido15.

    El nfasis en la estrategia no es gratuito si se tiene en cuenta el comportamiento

    de los flujos migratorios provenientes de centroamrica y que pasan por nuestro

    pas con rumbo a los Estados Unidos y, por otra parte, un fenmeno

    delincuencial nuevo que se asocia con la tesis de los crculos de inteligencia

    norteamericanos de que el terrorismo islmico utilice rutas y estos flujos

    migratorios para un nuevo ataque a su territorio. En marzo de 2005 el

    Departamento de Seguridad Interior inform del arresto de miembros de la

    llamada Mara Salvatrucha, originada en las calles de Los ngeles durante los

    frontera, Monterrey, Mxico, 22 de marzo de 2002.14 Van contra terrorismo Mxico y Guatemala, Reforma, 28 de julio de 2005.15

    En la Tercera Reunin del Gasef se reiteraron las acciones para reforzar la seguridadfronteriza con planes concretos, Pacta plan anticrimen Mxico con Guatemala, Reforma, 18 dediciembre de 2004. Para un anlisis detallado, ver Sandoval Palacios, Juan Manuel, Seguridadnacional y migracin internacional de Mxico a Estados Unidos en Jos Luis Pieyro (coord.),La Seguridad Nacional en Mxico. Debate Actual, UAM, Mxico, 2004, pp. 411-431.

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    noventas, localizados en Nueva York, Miami, Washington, Baltimore adems de

    Los ngeles.

    Por un lado, la poltica mexicana de contencin migratoria bajo este contexto y

    en los ltimos aos se ha concentrado en el estado de Chiapas donde entre

    2002 y 2004 se han detenido a cerca de 400 mil indocumentados, de los cuales

    casi el 40% son de origen guatemalteco. La focalizacin de estas acciones estn

    directamente relacionadas con el fenmeno de la Mara Salvatrucha. las

    pandillas de origen hondureo y salvadoreo y con caractersticas propias de

    delincuencia organizada,.

    De acuerdo con datos del Centro de Investigaciones y Seguridad Nacional,

    Cisen (que por cierto, funge como Secretara Tcnica del Gansef), se tienen

    detectados grupos de los maras en 21 entidades del pas. Con formas

    novedosas de organizacin para la naturaleza tradicional de las pandillas o

    bandas callejeras (por clulas) y de actuacin delictiva, son producto de su

    estancia en territorio norteamericano16. Chiapas es el punto natural e inicial de

    manifestacin de sus actividades en Mxico. Segn cifras de la Secretara de

    Seguridad Pblica de Chiapas, hasta febrero pasado se tena detectada su

    presencia en 21 municipios (casi la quinta parte del total), tanto en la frontera

    como en reas urbanas (17 colonias de Tuxtla, 34 de Tapachula, 11 en

    Suchiate, principalmente)17.

    16Rodriguez, Luis J., Gang of Our Own Making en The New York Times, 28 de marzo de 2005.

    Originalmente establecidas en Los ngeles, han extendido sus redes de organizacin a diversosestados de la Unin Americana: segn datos oficiales su presencia se registra en 31 estados dela Unin Americana y en cinco pases con ms de 100 mil miembros a lo largo de Canad,Guatemala, Honduras y Mxico.17 Secretara de Seguridad Pblica del Estado de Chiapas, Estadstica de Pandillas Juveniles enen Chiapas , Documento de Trabajo actualizado, Mxico, febrero de 2005

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    Esto provoc una situacin de alerta permanente para las autoridades federales

    y locales as como un despliegue inusitado de una poltica severamente punitiva

    para contener la actividad de los maras : entre 2002 y hasta enero del presente

    ao se consignaron 831 pandilleros (entre Mara Salvatrucha y su contraparte

    enemiga, Barrio 18, as como simpatizantes). La fuerte cohesin orgnica de

    estos grupos y su frrea actitud hacen difcil aplicar medidas de reinsercin

    social en el corto plazo y las autoridades han optado por las medidas represivas

    de contencin. Se trata de acciones limitadas estructuralmente por la casi nula

    capacidad siquiera de mantenerlos en prisin: del total de detenidos, solo 176

    permanecen en centros de reclusin, es decir, menos de la cuarta parte18.

    Bajo este esquema se explica la actitud aprehensiva del gobierno mexicano

    sobre la frontera sur y que no est exenta de abusos y violaciones a los

    derechos humanos19, y la presin que representa en trminos de amenaza

    terrorista para los Estados Unidos.

    El futuro sin olvido

    La mirada del estado mexicano hacia su frontera sur ha estado marcada por el

    signo de la alarma y la desventura adems de un sello casi siempre ajeno en su

    motivacin. Esto confirma la ausencia de una visin de Estado con acciones de

    18Ibid.

    19maz Lara, Bertha Esther, Derechos Humanos de los Migrantes en la Frontera Sur en

    Comisin Nacional de Derechos Humanos, Migracin, Col. Transicin Democrtica y Proteccina los Derechos Humanos, Mxico, 2004, pp. 21-35. Cfr. Comisin Nacional de DerechosHumanos, informe de Actividades 2004, Mxico, 2005, pp. 409-431, 514-531, en particular losreportes sobre programas especiales para Los Altos y Selva de Chiapas; de Proteccin yObservancia de los Derechos Humanos de los Pueblos Indgenas; y, el de Atencin a Migrantes(Frontera Sur-Frontera Norte); y, Grayson, George W., Mexicos Forgotten Southern Border:Does Mexico practice at home what it preaches abroad? en Backgrounder, Center forImmigration Studies, july 2002.

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    largo plazo, confirmando comportamientos reactivos con consecuencias

    variables, buenas o cuestionables segn se analice cada coyuntura.

    La influencia norteamericana en los sucesivos escenarios de nuestra frontera sur

    ha sido inequvoca y se apresta a seguir en una trayectora que podra

    caracterizarse como tpica en la historia reciente de nuestras naciones. La visita

    del titular del Departamento de Estado a nuestro pas, raro en el pasado, y ahora

    con visitas consecutivas de dos de ellos bajo el rgimen de Bush (primero Colin

    Powell y luego Condolezza Rice), la celebracin de la Alianza para la Seguridad

    y Prosperidad de la Amrica del Norte entre Mxico, Estados Unidos y Canad

    (23 de marzo de 2005) en Waco, Texas, son acontecimientos que estn

    marcados por una agenda monotemtica: la lucha contra el terrorismo y la

    alimentacin del temor de un ataque siempre inminente 20. De hecho, nuestro

    pas est reproduciendo un esquema asmetrico de relacin de franca

    desventaja tal como ocurri con la celebracin del Tratado de Libre Comercio.

    La Alianza para la Seguridad se inscribe como parte de una estrategia amplia

    que inici con las fronteras inteligentes y que tiene implicaciones de grave

    riesgo a nuestra seguridad nacional. A principios de 2004 con la alerta naranja

    antiterrorista de Estados Unidos, autoridades de dicho pas supervisaban la

    20En principio se trata de establecer un permetro comn de seguridad continental contra

    amenazas (terroristas) externas mientras se facilita el flujo legal de personas y comercio a lolargo de las fronteras comunes e incrementando la cooperacin en energa y medioambiente. Deeste modo, la pretensin mexicana de procurar un pacto ms amplio de carcter migratorio,qued relegado a un inters secundario y subordinado de sus vecinos y socios comerciales.U.S., Mexico, Canada Agree to increase Cooperation, The Washington Post, 24 de marzo de2005, p. A4.

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    revisin de pasajeros y mercancas que partan de nuestro pas. Con la Alianza

    esto ser cotidiano21.

    La conjuncin de el trfico de armas, drogas, seres humanos, la

    depauperizacin econmica de la regin y una militarizacin que se hizo sorda

    pero bastante visible y presente, han hecho de nuestra frontera sur un complejo

    problema que ha disparado definiciones de polticas pblicas con alcances

    nacionales. Nuestra poltica migratoria en la zona se expresa en forma punitiva

    ms que con razonamiento econmico y social; la lucha contra el narcotrfico en

    la zona trajo consigo un fenmeno que apenas asoma la cabeza, el incremento

    en el consumo interno de estupefacientes con un crimen organizado que rebasa

    a las autoridades, en particular en Chiapas; la militarizacin, por su parte, halla

    en este contexto el plano ideal para mantener su presencia, y la paranoia

    antiterrorista de los Estados Unidos aprieta los controles punitivos en los niveles

    federales y estatales de nuestro pas. En suma, existe un escenario grave de

    riesgo por factores que escapan al control inmediato del Estado mexicano que,

    apuesta de nuevo, a una suerte incierta.

    *Coordinador del Diplomado de Seguridad Nacional de la Universidad Iberoamericana.

    21 Una visin ptima de las implicaciones de las fronteras inteligentes llevaban a analistas aprever la reformulacin del TLC llamndolo NAFTA-plus. Sin embargo, la pretensin de losEstados Unidos y las asimetras entre los tres pases, rebate dicho optimismo. Cfr. BentezManaut, Ral, Seguridad Hemisfrica. Debates y Desafos , Centro de Investigaciones sobreAmrica del Norte, UNAM, Mxico, 2005, p.41.