4 THOMAS C. BREZINA ÚNETE AL EQUIPO TIGRE...9 ¡Únete al equipo Tigre! NOMBRE: Patrick. Fuerte...
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Conspiración en la Piedra del Infierno THOMAS C. BREZINA Con material para resolver enigmas
Transcript of 4 THOMAS C. BREZINA ÚNETE AL EQUIPO TIGRE...9 ¡Únete al equipo Tigre! NOMBRE: Patrick. Fuerte...
El Equipo Tigre ha ido a la montaña para pasar unas vacaciones... ¿tranquilas?
Pero las aventuras los persiguen y, sin darse cuenta, acaban metidos en una
antigua venganza en la que nada ni nadie es lo que parece... ¡Hasta que ellos desenmas-caren a los culpables!
darse cuenta, acaban metidos en una antigua venganza en la que nada ni nadie
es lo que parece... ¡Hasta que ellos desenmas-caren a los culpables!
DESCODIFICADOR PARA RESOLVER EL CASO
ÚNETE AL EQUIPO TIGRE
www.thomasbrezina.com
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TUS
ACCESORIOS
Conspiración en la Piedra del Infi erno
THOMAS C. BREZINA
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Dirección editorial: Elsa Aguiar Coordinación editorial: Xohana Bastida
Texto: Thomas C. Brezina (www.thomasbrezina.com)Ilustraciones de cubierta e interiores: Naomi Fearn Diseño de cubierta: Maximilian Meinzold, MúnichTraducción del alemán: María Teresa Marcos Bermejo
Publicado originalmente en alemán por EGMONT Verlagsgesellschaften mbH, SchneiderBuch, Colonia www.schneiderbuch.de
Título de la edición original: Ein Fall für dich und das Tiger-Team: Verschwörung am Höllenstein
© 2008, EGMONT Verlagsgesellschaften mbH, SchneiderBuch, Colonia
© Ediciones SM, 2013 Impresores, 2 Urbanización Prado del Espino 28660 Boadilla del Monte (Madrid) www.grupo-sm.com
ATENCIÓN AL CLIENTETel.: 902 121 323 Fax: 902 241 222e-mail: [email protected]
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
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¡Únete al equipo Tigre!
NOMBRE:
Patrick. Fuerte como un tigre.
PUNTOS FUERTES:
antes estaba relleno, pero hoy tengo músculos. Me gustan el fútbol y el atletismo, y siempre estoy dispuesto a echarme unas risas cuando se presenta la ocasión.
MAYOR PROBLEMA:
no siempre soy tan valiente como pretendo.
ME MOLA:
los recreos, mi conejo Benny, saltar con paracaídas, la pizza, el té helado, los chistes y las bromas.
ME SACA DE QUICIO:
las trampas y los plastas.
LEMA:
¡A por ellos!
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NOMBRE:
Biggi (en realidad es Birgit). Veloz como un tigre.
PUNTOS FUERTES:
colecciono de todo y me gusta tomar la iniciativa. A veces, los chicos son unos pasmados (y no digo más). También me gusta ejercitar la memoria.
MAYOR PROBLEMA:
según Patrick y Luk, soy una cabezota. ¡Pero también lo son los rinocerontes y los elefantes!
ME MOLA:
la ropa, el helado de avellana, cocinar cosas ricas, los caballos, bailar, llevar siempre algo de comida encima.
ME SACA DE QUICIO:
los chicos pasmados, los quejicas, las vacaciones demasiado cortas, los mayores que no me toman en serio.
LEMA:
¡Sin esfuerzo, pero con fuerza!
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NOMBRE:
Luk (en realidad es Lukas). Astuto como un tigre.
PUNTOS FUERTES:
Soy un friki de los ordenadores y me gustan los chismes teledirigidos. He construido un cerdo volador y me encargo del equipamiento para nuestros casos.
MAYOR PROBLEMA:
¡El caos reina a mi alrededor!
ME MOLA:
las hamburguesas, mi TABLETA (que he reconvertido en un cacharro demencial), mi maletín de especialista lleno de trucos.
ME SACA DE QUICIO:
las discusiones y lo listilla que se pone Biggi (¡pero no se lo digáis a ella!). También odio que mi madre ordene mi habitación.
LEMA:
¡Insiste hasta que funcione!
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TU FICHA
NOMBRE: ................................................ - como un tigre
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PUNTOS FUERTES: .....................................................................
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MAYOR PROBLEMA: ..................................................................
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ME MOLA: .......................................................................................
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ME SACA DE QUICIO: ...............................................................
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LEMA: ..............................................................................................
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Encuentra las pistas y resuelve las preguntas del Equipo Tigre. Para comprobar tus respuestas, coloca el descodificador sobre el recuadro gris y deslízalo lentamente.Prueba aquí mismo:
A veces, el descodificador tam-bién resulta útil para buscar. Cuando veas ilustraciones con este símbolo, coloca el descodificador de manera que su lado derecho coincida con el del descodi-ficador dibujado y deslízalo hacia abajo. ¿En qué ventana aparece lo que buscas? ¿Y dónde: arriba, abajo o en medio de la ilustración?
Pregunta para ti
IMPORTANTE
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Encontrarás un montón de consejos y ca-sos para entrenarte a partir de la página 145.
No olvides apuntarte un tanto por cada respuesta correcta en la ficha del caso (que en-contrarás en la página 143).
Y ahora... ¡en marcha!
Y ahora, la primera pregunta para ti:¿En qué ventana encuentras los prismáticos? SE DERRU
MBA
EL PUENTE D
EL LOBO
ROBO
DE DIAMANTES
EN ÁMSTERDAM
SE INTENSIfIcAN LOS
cONTROLES fRONTERIzOS
PARA EvITAR
EL cONTRABANDO DE jOyAS
TRAfIcANTES EN LA cIUDAD
¿Podrá
detenerlos
la policía?
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LOS CABALLEROS DE LA OLLA
Luk se ajustó los prismáticos y escrutó la mon-taña.
–¿Hay ladrones de huevos a la vista? –le preguntó Biggi, quien estaba a punto de des-pachar su novena barrita de avellanas del día.
–Creo que no, pero he visto un tipo vestido de caballero medieval con una especie de olla en la cabeza –respondió Luk.
Patrick hizo una mueca.–¿Que has visto... qué?–Uno... no, dos caballeros con cascos ra-
ros –contestó Luk–. Toma, míralo tú mismo –le entregó a su amigo los prismáticos y se-ñaló un risco.
Patrick observó atentamente y luego sa-cudió la cabeza.
–¡No son más que rocas!
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–¡Qué va! –gruñó Luk–. ¡Al pie de aquella peña había dos tipos con chalecos de piel y ollas en la cabeza!
Biggi sonrió maliciosamente y se golpeó la sien con el dedo.
–De tanto mirar el nido de águilas se te está yendo la olla a ti... –se burló.
–¡Eh, que yo no estoy loco! –exclamó in-dignado Luk, y le arrebató los prismáticos a Patrick para seguir examinando la montaña.
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El Equipo Tigre había aceptado un encargo poco habitual: vigilar dos nidos de águila real. En total contenían tres huevos, y pronto sal-drían los polluelos.
Aquella especie de águila estaba en peli-gro de extinción, y una asociación ecologista de la zona reclutaba gente para vigilar los nidos en época de cría. Por desgracia, había personas sin escrúpulos que trataban de ro-bar los huevos o los polluelos para venderlos a los aficionados a la cetrería.
A los tigres les había parecido una causa justa, así que habían aceptado la propuesta. Ya llevaban cuatro días de sus vacaciones sentados en un banco carcomido, observando el risco en el que se encontraban los dos nidos.
–Vale, no estás loco. Entonces, ¿dónde se han metido tus caballeros de la olla? –se burló Biggi.
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Por mucho que buscó, Luk no pudo volver a encontrarlos. Resopló, molesto por las risas de sus dos amigos: él sabía perfectamente lo que había visto.
Pregunta para ti
¿Has encontrado tú algún rastro
de los caballeros?
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EL ATAQUE
Luk quiso mostrar a sus amigos la sombra que había descubierto, pero esta de nuevo desapareció en cuanto les pasó los prismá-ticos.
–A lo mejor puedes verlos gracias a tus ga-fas –bromeó Patrick–. Una vez leí algo sobre unas gafas que hacían visibles a los espíritus. El hombre al que pertenecían veía fantasmas por todas partes.
A Luk aquello no le pareció nada gracioso.–¡Me ponéis de los nervios! –bufó–. Que-
daos aquí haciendo el vago si queréis; yo voy a subir a la montaña para echar un vis-tazo.
–¡Tú mismo! –replicaron Biggi y Patrick al unísono, sin mostrar la menor intención de acompañarle.
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Tras subir por un sendero empinado, Luk llegó a un arroyo de montaña y tuvo que avan-zar por la orilla hasta encontrar un puente. Parecía viejo e inestable: la madera crujía y se
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balanceaba bajo los pies del tigre, y la baran-dilla estaba rota hacia la mitad.
Luk respiró aliviado al llegar a la otra ori-lla. Sin perder el ritmo, atravesó un bos-quecillo y trepó por la ladera hasta llegar al lugar que había estado observando antes con los prismáticos. Echó un buen vistazo a su alrededor, pero no había ni rastro de los ca-balleros.
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De pronto, en la pared de piedra rebotó un grito que le heló la sangre. Luk se quedó petrificado ante el peñasco; aunque lucía el sol, de pronto parecía hacer mucho frío. Una ráfaga de viento pasó sobre él y aulló al me-terse en los resquicios de la roca.
Algo crujió detrás de Luk. El chico se dio la vuelta y vio una figura oscura que parecía haber surgido de la nada.
¿Era un hombre? Parecía demasiado alto para ser una persona normal. El sol cegaba a Luk, e hizo visera con las manos para ver mejor. Dio un respingo al notar un olor nau-seabundo.
–¿Quién... quién es usted? –balbuceó.De pronto, el desconocido le tapó la ca-
beza con una especie de tela. Luk se debatió, pero tenía los brazos aprisionados. Dos po-derosas manos lo empujaron contra el suelo
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y lo aplastaron contra una piedra. El chico oyó roces, y luego dos voces de hombre em-pezaron a cuchichear.
Al cabo de unos segundos, sus captores se alejaron con paso firme.
Intentó liberarse, pero no lo consiguió: estaba embutido en una manta apestosa al-rededor de la cual habían atado una cuerda.
–¡Socorro! –jadeó. Pero ¿quién iba a oírle allí?Le faltaba el aire. Su respiración se hizo
más rápida y entrecortada, y la cabeza empezó a darle vueltas.
Entonces volvió a escuchar pasos: sus cap-tores regresaban, seguro.
Luk tensó todos los músculos al notar que unas manos lo agarraban y lo alzaban en vilo. Pataleó, pero sus pies golpearon el vacío...
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Pregunta para ti
¿Quién ha proferido ese grito estremecedor?
Usa las ventanas de tu descodificador.
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EL CACIQUE DE LA MONTAÑA
–¡Ay! ¡Estate quieto! –protestó una voz que Luk conocía bien.
–¿Patrick? ¿Biggi? –preguntó, jadeante.–¿Quién esperabas que fuera? ¿El conejito
de Pascua?Luk notó que la cuerda se aflojaba. Sus ami-
gos retiraron la manta apestosa y el chico as-piró el aire fresco con ansiedad, sudoroso por los nervios y el miedo.
–¿Cómo es que me habéis seguido? –pre-guntó.
Biggi sonrió maliciosamente.–Porque pensamos que, si te dejábamos
solo, te meterías en algún lío. Y ya ves, tenía-mos razón...
Patrick señaló la cuerda y el mugriento pellejo de oveja que había al lado de Luk.
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–¿Quién ha sido? ¿Quién te ató?–Dos hombres, creo. Me apuesto lo que sea
a que eran los caballeros de la olla.–¡Tú sí que estás de la olla! –resoplaron
Patrick y Biggi.–En cualquier caso, esos tipos ocultan
algo; si no, ¿por qué iban a atacarme? –insis-tió Luk.
–¡A lo mejor eran ladrones de huevos! –su-puso Biggi–. No querrán que nadie los reco-nozca.
–Por cierto, ¿cuándo nos relevan? –preguntó Patrick.
Biggi miró el reloj.–Dentro de media hora. A ver si se pasa rá-
pido el tiempo, porque tengo un hambre...Los chicos la miraron sorprendidos. –¡Pero si te has pasado toda la mañana
zampando barritas de avellana!
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–¿Y qué? –se asombró Biggi–. ¡Eso no cuenta!
Tras recibir al voluntario que se haría cargo del siguiente turno de vigilancia, los tigres se encaminaron al pueblo de Luzendorf, donde estaban pasando las vacaciones. Allí vivía Herta, una tía de Patrick que los había invi-tado a alojarse en el hostal que regentaba. De camino pasaron por delante de un caserón enorme que lucía un rótulo de neón en el te-jado:
HOTEL CACIQUE DE LA MONTAÑA
–Este mamotreto no pega nada aquí... –re-flexionó Luk en voz alta.
Los tres amigos se habían parado a mirar el ostentoso edificio. Solo llevaban unos se-gundos allí cuando apareció un hombre bar-budo, vestido con un traje típico montañés.
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–¿Os alojáis aquí? –preguntó el recién lle-gado.
–No –respondió Patrick.–En ese caso, ¡largo!–¡Eh, que sí que somos huéspedes! No le
haga caso, que este chico es un despistado –intervino Biggi señalando a Patrick.
–¿Cómo dices? –repuso el barbudo, perplejo.Los chicos miraron sorprendidos a Biggi,
pero no dijeron nada; su amiga parecía tener algún plan.
–¿Cómo se apellidan vuestros padres? –quiso saber el vigilante, sacándose del bol-sillo una tableta pequeña.
–Steinbrenner –contestó Patrick. El hombre tecleó y en la pantalla resplan-
deció una luz roja.–¿Me estáis tomando el pelo? –gruñó,
haciendo una mueca de furia que le erizó el
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mostacho–. ¡Aquí no se aloja ningún Stein-brenner! ¡Fuera ahora mismo!
Los chicos retrocedieron un paso, asusta-dos, pero Biggi se quedó donde estaba y son-rió con descaro.
Pregunta para ti
¿Sabrías decir el nombre de alguno de los huéspedes del hotel? Usa las ventanas
de tu descodificador.
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