4.2. Colonialismo interno

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    EN

    LA

    HISTORIA

    DEL

    CAPITALISMO

    En una definicin concreta de la categora de colonialismo interno, tansignificativa para las nuevas luchas de los pueblos, se requiere precisar:primero, que el colonialismo interno se da en el terreno econmico,poltico, social y cultural; segundo, cmo evoluciona a lo largo de la his-toria del Estado-nacin y el capitalismo; tercero, cmo se relaciona conlas alternativas emergentes, sistmicas y antisistmicas, en particularlas que conciernen a la resistencia y la construccin de autonomasdentro del Estado-nacin, as como a la creacin de vnculos (o a la

    ausencia de estos) con los movimientos y fuerzas nacionales e interna-cionales de la democracia, la liberacin y el socialismo.

    El colonialismo interno ha sido una categora tab para muy dis-tintas corrientes ideolgicas. Para los idelogos del imperialismo, por-que no pueden concebir que se den relaciones de comercio inequitativodesigualdad y explotacin ni en un plano internacional ni a nivel in-terno. Para los idelogos que luchan con los movimientos de liberacin

    Pablo Gonzlez Casanova*

    Colonialismo interno[una redefinicin]

    * Socilogo y politlogo. Director del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias enCiencias y Humanidades de la Universidad Nacional Autnoma de Mxico, UNAM, eInvestigador Emrito de la misma unidad acadmica.

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    nacional o por el socialismo, porque, una vez en el poder, dejan a un ladoel pensamiento dialctico y no aceptan reconocer que el Estado-nacinque dirigen, o al que sirven, mantiene y renueva muchas de las estruc-turas coloniales internas que prevalecan durante el dominio colonial o

    burgus. An ms, estos idelogos advierten con razn cmo el imperia-lismo o la burguesa aprovechan las contradicciones entre el gobiernonacional y las nacionalidades neocolonizadas para debilitar y desestabi-lizar cada vez que pueden a los estados surgidos de la revolucin o lasluchas de liberacin, y esos argumentos, que son vlidos, les sirven tam-bin como pretexto para oponerse a las luchas de las minoras naciona-les, las nacionalidades o los pueblos originales, sin que la correla-cin de fuerzas subsistente sea alterada y sin que se les permita a estosltimos modificarla en un sentido liberador que incluya la desaparicin

    de las relaciones coloniales en el interior del Estado-nacin.La definicin del colonialismo interno est originalmente ligadaa fenmenos de conquista, en que las poblaciones de nativos no son ex-terminadas y forman parte, primero, del Estado colonizador y, despus,del Estado que adquiere una independencia formal, o que inicia unproceso de liberacin, de transicin al socialismo o de recolonizaciny regreso al capitalismo neoliberal. Los pueblos, minoras o nacionescolonizados por el Estado-nacin sufren condiciones semejantes a lasque los caracterizan en el colonialismo y el neocolonialismo a nivel in-

    ternacional: habitan en un territorio sin gobierno propio; se encuentranen situacin de desigualdad frente a las elites de las etnias dominantesy de las clases que las integran; su administracin y responsabilidadjurdico-poltica conciernen a las etnias dominantes, a las burguesasy oligarquas del gobierno central o a los aliados y subordinados delmismo; sus habitantes no participan en los ms altos cargos polticos ymilitares del gobierno central, salvo en condicin de asimilados; losderechos de sus habitantes y su situacin econmica, poltica, social ycultural son regulados e impuestos por el gobierno central; en general,los colonizados en el interior de un Estado-nacin pertenecen a unaraza distinta a la que domina en el gobierno nacional, que es consi-derada inferior o, a lo sumo, es convertida en un smbolo liberadorque forma parte de la demagogia estatal; la mayora de los colonizadospertenece a una cultura distinta y habla una lengua distinta de la na-cional. Si, como afirmara Marx, un pas se enriquece a expensas deotro pas al igual que una clase se enriquece a expensas de otra clase,en muchos estados-nacin que provienen de la conquista de territorios,llmense Imperios o Repblicas, a esas dos formas de enriquecimientose aaden las del colonialismo interno (Marx, 1963: 155, Tomo I).

    En la poca moderna, el colonialismo interno tiene antecedentesen la opresin y explotacin de unos pueblos por otros, desde que a laarticulacin de distintos feudos y dominios, caracterstica de la forma-

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    cin de los reinos, se sumaron, en el siglo XVII, la Revolucin Inglesa yel poder de las burguesas. Los acuerdos ms o menos libres o forzadosde las viejas y nuevas clases dominantes crearon mezclas de las antiguasy nuevas formas de dominacin y apropiacin del excedente, y dieron

    lugar a formaciones sociales en las que fue prevaleciendo cada vez msel trabajo asalariado frente al trabajo servil, sin que ni este ni el esclavodesaparecieran. La creciente importancia de la lucha entre dos clases, laburguesa y el proletariado, se dio con toda claridad en la primera mitaddel siglo XIX. A partir de entonces, la lucha de clases ocup un papel cen-tral para explicar los fenmenos sociales. Pero a menudo se extrapol sucomportamiento, ya porque se pensara que la Historia humana conducadel esclavismo al feudalismo y luego al capitalismo; ya porque no se re-parara en el hecho de que el capitalismo industrial slo permita hacer

    generalizaciones sobre una parte de la humanidad; ya porque no se ad-virtiera que el capitalismo clsico estaba sujeto a un futuro de mediacio-nes y reestructuraciones de la clase dominante y del sistema capitalistapor el que aquella buscara fortalecerse frente a los trabajadores.

    En todo caso, en el propio pensamiento clsico marxista prevale-ci el anlisis de la dominacin y explotacin de los trabajadores por laburguesa frente al anlisis de la dominacin y explotacin de unos pa-ses por otros. Con la evolucin de la socialdemocracia y su cooptacinpor los grandes poderes coloniales, no slo se atenu y hasta olvid el

    anlisis de clase, tambin se acentu el menosprecio por las injusticiasdel colonialismo. Estudios como el de J. A. Hobson (1902) sobre el impe-rialismo fueron verdaderamente excepcionales. Slo con la RevolucinRusa se plante a la vez una lucha contra el capitalismo y contra el co-lonialismo. Por parte de los pueblos coloniales o dependientes, durantemucho tiempo surgieron movimientos de resistencia y rebelin con ca-ractersticas predominantemente particularistas. A principios del sigloXX, algunas revoluciones de independencia y nacionalistas empezarona ser ejemplares, como la Revolucin China o la Mexicana. Pero los fe-nmenos de colonialismo interno, ligados a la lucha por la liberacin,la democracia y el socialismo, slo se dieron ms tarde. Aparecieronligados al surgimiento de la nueva izquierda de los aos sesenta y a sucrtica ms o menos radical de las contradicciones en que haban in-currido los estados dirigidos por los comunistas y los nacionalistas delTercer Mundo. An as, puede decirse que no fue sino hasta fines del si-glo XX cuando los movimientos de resistencia y por la autonoma de lasetnias y los pueblos oprimidos adquirieron una importancia mundial.Muchos de los movimientos de etnias, pueblos y nacionalidades no slosuperaron la lgica de lucha tribal (de una tribu o etnia contra otra) ehicieron uniones de etnias oprimidas, sino que plantearon un proyectosimultneo de luchas por la autonoma de las etnias, por la liberacinnacional, por el socialismo y por la democracia. La construccin de un

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    Estado multitnico se vincul a la construccin de un mundo hecho demuchos mundos que tendra como protagonistas a los pueblos, los tra-bajadores y los ciudadanos. En ese proyecto se destacaron los conceptosde resistencia y autonoma de los pueblos zapatistas de Mxico (Gonz-

    lez Casanova, 1994; 2001; Harvey, 2000; Baschet, 2002).

    OBSTCULOSYLOGROSENLADEFINICIN

    Los primeros apuntes del colonialismo interno se encuentran en la pro-pia obra de Lenin. En 1914, se interes por plantear la solucin al pro-blema de las nacionalidades y las etnias oprimidas del Estado zaristapara el momento en que triunfara la revolucin bolchevique. En eseao escribi Sobre el derecho de las naciones a la autodeterminacin,y en 1916 escribi especficamente sobre La revolucin socialista y elderecho de las naciones a la autodeterminacin (Lenin, 1985).

    Lenin busc evitar la preponderancia de Rusia sobre las demsunidades nacionales (Lenin, 1985: 360, Tomo XXXVI). Hizo ver que laInternacional Socialista deba denunciar implacablemente las conti-nuas violaciones de la igualdad de las naciones y garantizar los derechosde las minoras nacionales en todos los Estados capitalistas (Lenin,1985: 294-297, Tomo XXXIII). A fines de la guerra, plante la necesidadde una lucha simultnea contra el paneslavismo, el nacionalismo y elpatriotismo ruso (que constituan la esencia del imperialismo ruso), yen 1920 hizo un enrgico llamado a poner atencin en la cuestin na-cional y en el hecho de que Rusia, en un mismo pas, es una prisinde pueblos (Lenin citado por Gallissot, 1981: 843, Tomo III, Parte II).La nocin de colonialismo interno no apareci, sin embargo, hasta elCongreso de los Pueblos de Oriente celebrado en Bak en septiembrede ese mismo ao. All, los musulmanes de Asia, verdadera colonia delimperio ruso, trazaron los primeros esbozos de lo que llamaron elcolonialismo en el interior de Rusia. An ms, hicieron los primerosplanteamientos en el mbito marxista-leninista de lo que llegara a co-nocerse ms tarde como la autonoma de las etnias. Concretamente, sos-tuvieron que la revolucin no resuelve los problemas de las relacionesentre las masas trabajadoras de las sociedades industriales dominantesy las sociedades dominadas si no se plantea tambin el problema dela autonoma de estas ltimas (Shram y Carrre dEncausse, 1965). Ad-virtieron la dificultad de realizar a la vez un anlisis de la lucha de libe-racin, o de la lucha por la autonoma de las etnias, que no descuidarael anlisis de clase o que no subsumiera la lucha de los pueblos y lasnaciones en la lucha de clases. De hecho, frente a la posicin del pro-pio Lenin en el II Congreso del Komintern, una fuerte presin oblig apensar qu etnias y minoras se redimiran por la revolucin proletaria.Sultan-Galiev quiso encontrar una solucin que aument los enredos

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    metafsicos sobre colonialismo y clase. En 1918 sostuvo que los pueblosoprimidos tenan el derecho a ser llamados pueblos proletarios y que,al sufrir la opresin casi todas sus clases, la revolucin nacional ten-dra el carcter de revolucin socialista. Estas y otras afirmaciones ca-

    rentes del ms mnimo rigor para analizar las complejidades de la luchade clases y para construir la alternativa socialista endurecieron las po-siciones de quienes sostenan directa o indirectamente que la cuestinnacional (como eufemsticamente llamaban al colonialismo interno)slo podra resolverse despus de la revolucin socialista (Gallissot,1981: 850, Tomo III, Parte II). Los propios conceptos que tendierona prevalecer en el estado centralista enfrentado al imperialismo y alcapitalismo se complementaron con reprimendas a las reivindicacio-nes concretas de croatas, eslovenos, macedonios, etc. Se condenaron

    sus demandas como particularistas, en especial las que reivindicabanla independencia. As se cerr la discusin en el V Congreso de la Inter-nacional. A partir del VI Congreso, se abandonaron las posiciones ana-lticas y se concibi lo universal al margen de los hechos nacionalesy tnicos. Desde entonces prevaleci la dictadura de Stalin en el partidoy en el pas (Hjek, 1980: 483-486, Vol. III).

    Encontrar la convergencia de la revolucin socialista y larevolucin nacional siempre result difcil. La teorizacin principal sehizo en torno a las clases, mientras etnias o nacionalidades fueran conce-

    bidas como sobredeterminaciones circunstanciales. Los conceptos de et-nias y nacionalidades, como los de alianzas y frentes, oscilaron ms quelos de la lucha de clases en funcin de categoras abstractas y posicionestcticas. Clase y nacin, socialismo y derechos de las etnias, enfrenta-mientos y alianzas, se defendieron por separado o se juntaron segn losjuicios coyunturales del partido sobre las situaciones concretas.

    El descuido del concepto de colonialismo interno en el marxismooficial y en el crtico obedeci a intereses y preocupaciones muy dif-ciles de superar. La hegemona de la Unin de Repblicas SocialistasSoviticas (URSS) en los partidos comunistas del mundo dio a sus plan-teamientos sobre el problema un carcter paradigmtico. Las luchas delas naciones contra el imperialismo, y la lucha de clases en el interior decada nacin y a nivel mundial, oscurecieron las luchas de las etnias enel interior de los estados-nacin. Slo se encontr sentido a las luchasnacionales como parte de la lucha antiimperialista y la lucha de claseso de estrategias variables como los frentes amplios.

    Desde los aos treinta y cuarenta, toda demanda de autodetermi-nacin en la URSS fue tachada de separatista y nacionalista. La hege-mona de Rusia y de los rusos correspondi a un constante y crecienteliderazgo. La participacin de otros pueblos en las esferas pblicas ysociales lleg a ser prcticamente nula. La propia clase trabajadoraque perteneci al Partido Comunista de la Unin Sovitica (PCUS) era

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    sobre todo rusa. En lo que respecta a la expansin de las grandes in-dustrias en el territorio de la URSS, los rusos hacan colonias apartey eran muy pocos los nativos que habitaban en ellas. La administracinautoritaria dependa de Mosc para sus principales decisiones. En los

    aos setenta, se acentu la lucha por la democracia y las autonomas.Las respuestas del Estado fueron inflexibles. La Constitucin de 1977no incluy ningn artculo sobre los derechos de las minoras o las et-nias. En una reforma a la Constitucin el 1 de diciembre de 1988, seformul un artculo por el que se peda al Soviet de las Nacionalida-des promover la igualdad entre las naciones, respetar sus intereses yluchar por el inters comn y las necesidades de un Estado soviticomulti-nacional. El partido se refiri a la necesidad de legislar sobrelos derechos a usar con mayor frecuencia la lengua de las nacionalida-

    des y crear instituciones para la preservacin de las culturas locales, yplante la necesidad de hacer efectivos y ampliar los derechos a tenerrepresentacin en el gobierno central. Todo qued en buenos deseos deuna poltica que, en parte, s se aplic entre los aos veinte y los sesen-ta, perodo en que a la publicacin de textos en varios idiomas de lasdistintas nacionalidades y al impulso de las culturas locales les corres-pondi un proceso de transferencia de excedente econmico de Rusiaa sus periferias, proceso que se revirti desde fines de los sesenta. Encualquier caso, incluso en los mejores tiempos, los rusos mantuvieron

    su hegemona en la URSS y sus repblicas. En medio de grandes trans-formaciones y de innegables cambios culturales y sociales, los rusos re-hicieron la dominacin colonial al interior de su territorio hasta que laURSS se volvi una nueva prisin de nacionalidades (Vorkunova, 1990;Ustinova, 1990). Ms que cualquier otra nacin de la URSS, Rusia seidentific con la Unin Sovitica y con el sistema socialista. El cen-tralismo moscovita aplastaba y explotaba tanto las regiones de Rusiacomo las siberianas. As, el comunismo de Estado suscit en el interiorde la propia Rusia resentimientos nacionales y locales. El fenmenose hizo patente con la disolucin de la URSS y el nuevo gobierno ruso.Cuando se disolvi la URSS, Chechenia fue integrada en las fronterasde la nueva Rusia como una de sus 21 repblicas, a pesar de que nuncaquiso firmar el Tratado Federal de las Repblicas, Territorios y BarriosAutnomos (Ferro y Mandrillon, 1993: 167-169, 179-180).

    Todas las circunstancias anteriores y muchas ms impusieron unfreno intelectual y oficial, inhibitorio y autoritario, a la reflexin sobre elcolonialismo interno. Ese freno se dio especialmente en los pases me-tropolitanos e imperialistas, pero tambin en las nuevas naciones. Lalgica de la construccin del Estado y las alianzas polticas, consciente einconscientemente, logr que la categora del colonialismo interno fueraobjeto sistemtico de rechazo. En la periferia del mundo, Franz Fanonplante el problema de los estados liberadores que sustituyen a los ex-

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    plotadores extranjeros por los explotadores nativos, pero no relacionese problema con las etnias explotadas sino con las clases (Fanon, 1961:111 y ss.). Casi todos los lderes e idelogos dieron prioridad a la luchacontra el imperialismo y a la lucha de clases como base para rechazar la

    lucha de las etnias, sin que estas pudieran romper las barreras epistemo-lgicas y tcticas que llevaban a desconocer sus especificidades. As, elproblema del colonialismo interno se expres de manera fragmentaria ydispersa en el pensamiento marxista y revolucionario.

    Cuando la nocin de colonialismo interno fue formulada de ma-nera ms sistemtica en Amrica Latina, su vinculacin con la lucha declases y el poder del Estado apareci originalmente velada. En La demo-cracia en Mxico sostuve la tesis de que en el interior de dicho pas se da-ban relaciones sociales de tipo colonial. Rechazando que el colonialismo

    slo debe contemplarse a escala internacional, afirm que este tambinse da en el interior de una misma nacin, en la medida en que hay enella una heterogeneidad tnica, en que se ligan determinadas etnias conlos grupos y clases dominantes, y otras con los dominados (GonzlezCasanova, 1965). Ya en un artculo de 1963 haba analizado el concepto anivel interno e internacional, que luego ampli en 1969 en ensayos sobreSociologa de la explotacin (Gonzlez Casanova, 1987). En esos traba-jos se precisaron los vnculos entre clases, imperialismo, colonialismo ycolonialismo interno. Tambin se ampli el alcance de este ltimo, y se

    lo relacion con las diferencias regionales en la explotacin de los traba-jadores y con las transferencias de excedente de las regiones dominadasa las dominantes. El planteamiento correspondi a esfuerzos semejantesque fueron precedidos por C. Wright Mills (1963: 154), quien de hechofue el primero en usar la expresin colonialismo interno.

    Por esos aos, el concepto empez a ser formulado sobre todoen el marxismo acadmico, en el pensamiento crtico y en las investi-gaciones empricas de Amrica Latina, Estados Unidos, frica, Europa,Asia y Oceana. La literatura al respecto es muy abundante e incluyeinvestigaciones y trabajos de campo, entre los que sobresali como unode los pioneros el de Rodolfo Stavenhagen (1963). Las discusiones so-bre el concepto pasaron de ser debates ms o menos contenidos entreespecialistas, a ser verdaderos encuentros y desencuentros entre pol-ticos y dirigentes revolucionarios. Guatemala es tal vez el ejemplo msmarcado de cmo se plante la lucha en torno al colonialismo internocomo categora para la liberacin y el socialismo de indios y no indios.All tambin se dio el caso ms agudo de mistificaciones que reducanesa categora a una perspectiva tnica y de repblicas de indios. A laviolencia fsica se aadi la violencia verbal, lgica e histrica que hacesufrir a los ms pobres entre los pobres (Gonzlez Casanova, 2000).

    La historia del colonialismo interno como categora, y de las dis-cusiones a que dio lugar, dio muestras de sus peores dificultades en la

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    comprensin de la lucha de clases as como de la lucha de liberacincombinada a nivel internacional e interno. Las corrientes ortodoxas seopusieron durante mucho tiempo al uso de esa categora. Prefirieronseguir pensando en trminos de lucha contra el semifeudalismo y el

    trabajo servil, sin aceptar que desde los orgenes del capitalismo lasformas de explotacin colonial combinan el trabajo esclavo, el trabajoservil y el trabajo asalariado. Los estados de origen colonial e imperia-lista y sus clases dominantes rehacen y conservan las relaciones colo-niales con las minoras y las etnias colonizadas que se encuentran enel interior de sus fronteras polticas. El fenmeno se repite una y otravez despus de la cada de los imperios y de la independencia polticade los estados-nacin, con variantes que dependen de la correlacin defuerzas de los antiguos habitantes colonizados y colonizadores en los

    estados que lograron la independencia.Una objecin menor al uso de la categora de colonialismo in-

    terno consisti en afirmar que, en todo caso, lo que existe es un semi-colonialismo o neocolonialismo interno, lo cual en parte es cierto sipor tales se toman las formas de dependencia y explotacin colonialmediante el empleo (o la asociacin) de gobernantes nativos que pre-tenden representar a las etnias de un Estado-nacin. Slo que no todoslos gobernantes de las etnias oprimidas se dejan cooptar por las fuerzasdominantes: muchos encabezan la resistencia de sus pueblos e incluso

    buscan con ellos nuevas alternativas de liberacin, en una lucha que enAmrica lleva ms de quinientos aos. Las etnias o comunidades de na-tivos o habitantes originales resultan ser as objetos de dominacin yexplotacin, y tambin importantes sujetos de resistencia y liberacin.

    MISTIFICACIONESYESCLARECIMIENTOS

    El colonialismo interno ha dado lugar a innumerables mistificacionesque pueden agruparse en cinco principales. Primera: se lo desliga de lasclases sociales e incluso se lo excluye de las relaciones de explotacin.No se lo comprende como un fenmeno caracterstico del desarrollodel capitalismo, ni se ve a quienes luchan contra l desde las etniascolonizadas como parte del pueblo trabajador y del movimiento porla democracia, la liberacin y el socialismo. Segunda: no se lo conectacon la lucha por el poder efectivo de un Estado-nacin multitnico,por el poder de un Estado de todo el pueblo o de todos los pueblos,o por un poder alternativo socialista que se construya desde los mo-vimientos de trabajadores, campesinos, pobladores urbanos. Tercera:en sus versiones ms conservadoras se lo conduce al etnicismo y a lalucha de etnias, al batustanismo y otras formas de balcanizacin y tri-balizacin que tanto han ayudado a las polticas colonialistas de lasgrandes potencias y de los estados perifricos a acentuar las diferencias

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    y contradicciones internas de los estados-nacin o de los pueblos quese liberan. En la interpretacin etnicista del colonialismo interno, lasetnias ms dbiles no son convocadas expresamente a unirse entre s nia luchar al lado de la etnia ms amplia y de sus fuerzas liberadoras, o

    dentro del movimiento de todo el pueblo y de todos los pueblos. No seapoya a las etnias en las luchas contra sus mandones y caciques, ocontra los grupos de poder e inters, muchos de ellos ligados a las cla-ses dominantes del Estado-nacin y de las potencias imperialistas. Laversin conservadora del colonialismo interno niega u oculta la luchade clases y la lucha antiimperialista, asla a cada etnia y exalta su iden-tidad como una forma de aumentar su aislamiento. Cuarta: se rechazala existencia del colonialismo interno en nombre de la lucha de clases, amenudo concebida de acuerdo con la experiencia europea que fue una

    verdadera lucha contra el feudalismo. Se rechaza al colonialismo inter-no en nombre de la necesaria descampesinizacin y de una supuestatendencia a la proletarizacin de carcter determinista, que idealiza auna lucha de clases simple. Para ese efecto se invoca como ortodoxiamarxista la lnea de una revolucin anti-feudal, democrtico-burguesay antiimperialista. Esta mistificacin, como algunas de las anteriores,utiliza argumentos revolucionarios para legitimar polticas conserva-doras e incluso reaccionarias. Quinta: consiste en rechazar el conceptode colonialismo interno con argumentos propios de la sociologa, la

    antropologa o la ciencia poltica estructural-funcionalista, por ejem-plo al afirmar que se trata de un problema eminentemente cultural dela llamada sociedad tradicional, el cual habr de resolverse con unapoltica de modernizacin; y que se trata de un problema de inte-gracin nacional para construir un Estado homogneo que llegar atener una misma lengua y una misma cultura. En estas posiciones sesostiene, de una manera u otra, que el colonialismo interno, en caso deexistir, llegar a su fin mediante el progreso, el desarrollo, la mo-dernidad; y que, si algo hay parecido al colonialismo interno, la se-mejanza se debe a que sus vctimas, o los habitantes que lo padecen, sehallan en etapas anteriores de la humanidad (primitivas, atrasadas).El darwinismo poltico y la sociobiologa de la modernidad se utilizanpara referirse a una inferioridad congnita de esas poblaciones que sonpobres de por s y que no estn sometidas a explotacin colonial nia explotacin de clase. Los tericos del Estado centralista sostienenque lo verdaderamente progresista es que todos los ciudadanos seaniguales ante la ley, y afirman que los problemas y las soluciones paralas minoras y las mayoras corresponden al ejercicio de los derechosindividuales, y no de supuestos derechos de los pueblos o las etnias deorigen colonial y neocolonial. Otros invocan la necesidad de fortalecera la Nacin-estado frente a otros estados y frente a las potencias neoco-loniales, acabando con las diferencias tribales que estas ltimas aprove-

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    chan para debilitar el legado y el proyecto del Estado-nacin a que cadauno pertenece. Semejantes argumentos son acentuados en la etapa delneoliberalismo y la globalizacin por gobiernos que colaboran en eldebilitamiento del Estado-nacin, como los de Guatemala y Mxico.

    Las tesis que distorsionan o se niegan a reconocer el colonia-lismo interno se enfrentan a planteamientos cada vez ms ricos vin-culados con las luchas contra la agresin, explotacin y colonizacinexterna e interna. Entre las zonas o regiones donde se ha discutido conms profundidad el problema del colonialismo interno se encuentranfrica del Sur y Centroamrica. El Partido Comunista Sudafricano(South African Communist Party, SACP) ha afirmado: La Sud-fricade la poblacin que no es blanca es la colonia de la poblacin blancade Sud-frica (SACP, 1970). Ha hecho ver cmo el capital monoplico

    y el imperialismo se han combinado con el racismo y el colonialismopara explotar y oprimir a territorios que viven bajo un rgimen colo-nial o neocolonial. El planteamiento ha dado lugar a grandes debates,muchos de ellos formales, en los que se niega el colonialismo internoafirmando que desde una perspectiva marxista (per se) la clase obrerabajo el capitalismo no puede beneficiarse de la explotacin colonial(Southall, 1983). El problema se ha complicado con la mistificacin queimplica buscar la independencia de sub-estados o estados tnicossin capacidad real para enfrentar el poder de la burguesa y el impe-

    rialismo. El oscurecimiento ha sido an ms grave en el caso del usodel concepto de colonialismo interno por el pensamiento conservador ypaternalista, que pretende dar la bienvenida a la fingida independenciade los batustanes. En ocasiones, el debate se ha hecho tan complejo quemuchos autores progresistas y marxistas han recurrido ms frecuen-temente al concepto de racismo como mediacin de la lucha de clasesque al concepto de colonialismo interno. OMeara ha expresado estehecho de la siguiente manera: la poltica racial es un producto hist-rico diseado sobre todo para facilitar la acumulacin de capital, y hasido usado as por todas las clases con acceso al poder del Estado enSud-frica (1975: 147). Con el racismo, como ha observado Johnstone,los nacionalistas y los obreros blancos logran la prosperidad y la fuer-za material por la supremaca blanca (1970: 136). Todo esto es cierto,pero con el solo concepto de racismo se pierde el de los derechos de lasminoras nacionales o etnias dominadas y explotadas en condicio-nes coloniales o semicoloniales, y que resisten defendiendo su cultura ysu identidad. Con el solo concepto de racismo se pierde el del derechoque tienen las etnias a regmenes autnomos.

    La nocin de etnias ligada a la revolucin de todo el pueblo y alpoder de un Estado que reconozca su autonoma es la solucin que en-contr el gobierno revolucionario de Nicaragua, finalmente derrocadopor la contra y por la claudicacin de muchos de sus dirigentes. En

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    1987 en Nicaragua fue promulgada una nueva Constitucin que en el ar-tculo 90 incluye los derechos de las etnias a la autonoma regional. Elconcepto de autonoma y su formulacin jurdica lograron precisar contoda claridad la diferencia entre autonoma regional y soberana del

    Estado-nacin. Para fortalecer al Estado-nacin y respetar la identidad ylos derechos de las etnias, se busc resolver a la vez el problema tnico-nacional (Daz Polanco, 1987: 95-116). Se reconoci la especificidadlingstica, cultural y socioeconmica de las etnias o minoras naciona-les a las que con frecuencia tratan de ganar para s la contrarrevoluciny el imperialismo (Daz Polanco y Lpez y Rivas, 1986). El planteamientono logr, sin embargo, vincular suficientemente las luchas de las etniascon las de las dems fuerzas democrticas y liberadoras. La tendencia aplantear la lucha por la autonoma de los pueblos indios sin vincularla

    con las luchas por las autonomas de los municipios, y con aquellas delas organizaciones de pueblos, trabajadores y ciudadanos, hara de eseesfuerzo un ejemplo que slo sera superado por el movimiento de libe-racin de Guatemala y, sobre todo, por los zapatistas de Mxico. Frente alindigenismo marxista que no contempl ninguna reivindicacin tnica(Saladino Garca, 1983: 35), o frente al que pretendi oscurecer la luchade clases con las luchas de las etnias, desde la dcada del ochenta losrevolucionarios centroamericanos, en particular los de Nicaragua y Gua-temala, aclararon considerablemente la dialctica real de la doble lucha.

    Para nosotros dice un texto guatemalteco el camino del triunfo dela revolucin entrelaza la lucha del pueblo en general contra la explo-tacin de clase y contra la dominacin del imperialismo yanqui, conla lucha por sus derechos de los grupos tnico-culturales que con-forman nuestro pueblo, complementndolos de manera dialctica ysin producir antagonismos (Los pueblos indgenas y la revolucinguatemalteca, 1982).

    CONCEPTOSDELALUCHAYDELOSESPACIOSDELALUCHAA la presencia del colonialismo interno en el concepto de la lucha declases y por la liberacin nacional, se aade su presencia en el conceptode los espacios de la lucha de clases y por la liberacin nacional. Si enun caso el colonialismo interno enriquece la comprensin y la accin delas luchas de los trabajadores y los pueblos oprimidos, en otro plantea elproblema de las diferencias y semejanzas de los campos de lucha que noslo interesan a los trabajadores o a los pueblos oprimidos, sino a todaslas fuerzas ocupadas en construir un mundo alternativo desde lo localhasta lo global, desde lo particular hasta lo universal. La diferencia entreprecisar la lucha y los campos de lucha se aclara a partir de algunos tex-tos de Jos Carlos Maritegui, Antonio Gramsci y Henri Lefebvre.

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    Jos Carlos Maritegui (1894-1930), fundador del PartidoSocialista del Per, que perteneci a la III Internacional, coloc a lospueblos indios en el centro de la problemtica nacional. La originali-dad de su planteo, y la dificultad para reconocerla, se perciben mejor

    si se coloca la cuestin de las etnias entre los problemas centrales dela humanidad. La idea resulta polticamente chocante y epistemolgi-camente desdeable. Para la mayor parte de las fuerzas dominantesen Per y en el mundo, los problemas de los indios, las minoras, lasetnias, son problemas particularistas, no universales. La concepcinde Maritegui sobre el tema poco tiene que ver con buena parte de laizquierda de ayer y de hoy, para las que los indios y las etnias sometidasno se ven, no existen como actores ni en la problemtica de la lucha declases, ni en la lucha nacional contra el imperialismo, ni en el proyecto

    de una revolucin democrtica y socialista. Para este autor, en cambioes imposible que una poltica en Per no tenga como principal referentea los pueblos indios. Si generalizamos su reflexin, Maritegui planteaen cada pas o Estado-nacin pluritnico la imposibilidad de una polti-ca alternativa que no tome en cuenta, entre los actores centrales, a susetnias o pueblos oprimidos, aliados e integrados con los trabajadoresy las dems fuerzas democrticas y socialistas. Yendo ms all de losplanteamientos populistas de su tiempo y de su pas, propone una luchanacional e iberoamericana en que lo indo-nacional y lo indoamericano

    se inserten en la realidad mundial de la lucha de liberacin y de clases.Se opone con razn al proyecto populista de formacin de las repbli-cas independientes con los pueblos indios. Al mismo tiempo, reconocecomo actor central en la lucha nacional y de clases a los indios unidoscon los trabajadores (Maritegui, 1928). Y esta propuesta no representsimplemente un decir, o una reflexin quijotesca y dogmtica de india-nismo y obrerismo; fue realismo poltico y revolucionario. Mariteguiindianiz la lucha de clases; indianiz la lucha antiimperialista y plan-te la necesidad de hacer otro tanto en cualquier pas o regin dondehubiera poblaciones colonizadas, etnias, pueblos oprimidos, minoraso nacionalidades en las condiciones de esa explotacin, discriminaciny dominacin que distingue a los trabajadores de las etnias dominantes,o asimilados, frente a los trabajadores de las etnias dominadas, discri-minadas, excluidas. En Maritegui, los espacios sociales y las particu-laridades de la lucha de clases y de liberacin aparecieron con relacina un determinado pas, a un determinado Estado-nacin, sin que eseautor precisara los diferentes espacios de dominacin y explotacin enel pas ni las distintas categoras colectivas que podan y deban inte-grarse o asociarse a la clase trabajadora y sus frentes de lucha. Gramsciy Lefebvre llenaron algunos de esos vacos a partir de las propias ex-periencias europeas. En ese mismo terreno los seguira Robert Lafont.Entre las contribuciones de Gramsci al estudio de los campos de lucha,

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    se destaca, sin duda, su estudio sobre las relaciones entre el norte y elsur de Italia. Un prrafo de sus Cuadernos de la crcel sintetiza en formamagistral su pensamiento:

    La miseria del Mezzogiorno fue inexplicable histricamente paralas masas populares del Norte; stas no comprendan que la unidadno se daba sobre una base de igualdad sino como hegemona del Nor-te sobre el Mezzogiorno, en una relacin territorial de ciudad-campo,esto es, en que el Norte era concretamente una sanguijuela que seenriqueca a costa del Sur y que su enriquecimiento econmico tenauna relacin directa con el empobrecimiento de la economa y de laagricultura meridional. El pueblo de la Alta Italia pensaba por el con-trario que las causas de la miseria del Mezzogiorno no eran externassino slo internas e innatas a la poblacin meridional, y que dada la

    gran riqueza natural de la regin no haba sino una explicacin, laincapacidad orgnica de sus habitantes, su barbarie, su interioridadbiolgica. Estas opiniones muy difundidas sobre la pobreza andra-josa napolitana fueron consolidadas y teorizadas por los socilogosdel positivismo que les dieron la fuerza de verdad cientfica en untiempo de supersticin en la ciencia (Gramsci, 1977).

    El texto es impecable. Permite comprender cmo en un solo pas, Italia,se plante el problema del colonialismo interno. Pero ese problema no

    se piensa entre los hombres del pueblo ni entre los cientficos comocolonialismo ni como interno. Con el habitual oportunismo epistemo-lgico en la manipulacin y mutilacin de categoras, el colonialismo,como explicacin, es sustituido por los socilogos. Para ellos la infe-rioridad racial de los italianos del sur y la superioridad de los del norteconstituye el factor determinante. Lo interno del pas llamado Italiaes sustituido por lo interno inferior propio del sur y lo interno superiorpropio del norte. Esta operacin de sustitucin oculta las relacionesentre norte y sur. Gramsci usa la metfora de la sanguijuela para hablarde la explotacin regional. Aborda, como contraparte, el problema dela unidad en la diversidad para la formacin de un bloque histrico quecomprenda la necesidad de la unidad con respeto a las autonomas. Re-chaza el temor de los reaccionarios que en el pasado vieran en la luchapor la autonoma de Cerdea un peligroso camino para la mutilacinde Italia y el regreso de los Borbones. Defiende las luchas por la autono-ma del pasado y el presente.

    En todo caso, como ha observado con razn Edward W. Soja, laexplotacin de unas regiones por otras slo se entiende cuando en lasregiones se estudian las relaciones de produccin y de dominacin consus jerarquas y sus beneficiarios (Soja, 1995: 117 y 184). De llevarse acabo ese anlisis, aparecen, entre otros fenmenos, los del colonialismointerno, tanto en la intensificacin de la dominacin del capital nacional

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    e internacional, como en la ocupacin de los espacios territoriales y so-ciales de un pas a otro o en el interior de un mismo pas. La explotacin,dominacin, discriminacin y exclusin de los trabajadores colonialespor el capital nacional y extranjero se da en el interior de las fronteras

    polticas nacionales, o fuera de ellas. Plantea diferencias econmicas,polticas y jurdicas significativas entre los trabajadores coloniales oinmigrantes que, viniendo de las periferias a los pases o regiones cen-trales, compiten con los trabajadores residentes vendiendo ms baratasu fuerza de trabajo. Las discriminaciones y oposiciones tambin se danentre los trabajadores de las etnias dominantes y los trabajadores de lasetnias dominadas. Superar esas diferencias en frentes comunes slo esposible cuando se reconoce la unidad de intereses y valores en medio dela diversidad de etnias y trabajadores residentes e inmigrantes.

    Henri Lefebvre y Nicos Poulantzas critican al marxismo que des-cuida la ocupacin y la reestructuracin del espacio. Precisan el vagomtodo del anlisis concreto de las situaciones concretas, actuales. Serefieren, aun sin decirlo as, a la necesaria consideracin de distintassituaciones tanto a lo largo de los tiempos como a lo ancho de los espa-cios de dominacin y apropiacin. Lefebvre hace ver que la ocupacin yla produccin de espacios por el capitalismo es lo que le permite dismi-nuir sus contradicciones. Analiza la manipulacin fsica y terica de losespacios de la clase obrera, desde Haussmann con sus bulevares has-

    ta el actual mercado mundial. Y aade que hay un semi-colonialismometropolitano que subordina a sus centros los elementos campesinosy de obreros extranjeros todos sometidos a una explotacin concentra-da y que mantiene la segregacin racial (Lefebvre, l968: 65). Observaque agrupando los centros de decisin, la ciudad moderna intensificala explotacin organizndola en toda la sociedad y no slo en la cla-se obrera sino en otras clases sociales no dominantes (Lefebvre, l968:200). (Esas clases sociales no dominantes son las de los medianos ypequeos propietarios, artesanos y clases medias pobres; las de losmarginados y excluidos, base de los acarreados de los frentes po-pulistas y socialdemcratas; hay en ellas elementos de lucha contra elneoliberalismo y por una democracia incluyente).

    El rico significado del colonialismo interno como categora queabarca toda la historia del capitalismo hasta nuestros das, y que, conese u otro nombre, opera en las relaciones espaciales de todo el mundo,es analizado por Robert Lafont en su libro La revolucin regionalista(1971). Lafont estudia el problema en la Francia de De Gaulle, perolleva el anlisis mucho ms all de las fronteras de ese pas centrali-zado, cuyas diferencias tnicas o regionales son a menudo olvidadas,y de un Estado Benefactor particularmente pujante y avanzado. Susreflexiones generales se ven ampliamente confirmadas en pases conmuchas mayores diferencias regionales, como Espaa, Italia, Inglate-

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    rra, Yugoslavia y Rusia en la propia Europa, no se diga ya en la inmensamayora de los pases de la periferia mundial. Tambin se ven confir-madas y acentuadas en la gran mayora de los pases post-socialistas,que vivieron bajo regmenes de socialismo de Estado. Su peso alcan-

    za magnitudes sin precedente con el paso del Estado de Bienestar odel Socialismo de Estado al Estado Neoliberal que surgi en Chiledesde el golpe de Augusto Pinochet, y que se instal en las metrpoliscon los gobiernos de Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Las polticasneoliberales adquirieron perfiles cada vez ms agresivos en el desman-telamiento del Estado Social, y desataron guerras humanitarias yjusticieras para la apropiacin de posiciones militares, vastos territo-rios y valiosos recursos energticos, como las que han ocurrido desdelas invasiones de Kosovo, Palestina, Afganistn, hasta las de Irak. Todas

    ellas han aprovechado y manipulado las luchas entre etnias para in-vadir a los estados-nacin y someter a sus pueblos. La declaracin deuna guerra permanente o sin fin previsible por el gobierno de EE.UU.abri una nueva poca del estado terrorista, y una nueva poca deconquistas y colonizaciones transnacionales, internacionales e intrana-cionales. En todas ellas el colonialismo interno tiende a articularse conel colonialismo internacional y con el transnacional, con sus redes depoderosas empresas oligoplicas y sus empresas paramilitares o guber-namentales (Larry, 2000: 433-455).

    Analizando la Francia de los aos sesenta, Robert Lafont observun aplastamiento de las estructuras regionales subsistentes. La invasincolonizadora, nacional-francesa o extranjera, es la conclusin lgicadel subdesarrollo mantenido por la forma del Estado y por el rgimendel gran capital que actan conjuntamente. Lafont no se refiere sloal colonialismo interno sino a la colonizacin que se halla en procesode aumentar en un Estado-nacin, y que est a cargo tanto del capitalnacional como del extranjero. El perfil que da del colonialismo se puedeactualizar y reposicionar. Colonializacin internacional y colonizacininterior tienden a realizar expropiaciones y despojos de territorios y pro-piedades agrarias existentes, y contribuyen a la proletarizacin o empo-brecimiento, por depredacin, desempleo y bajos salarios, de la pobla-cin y los trabajadores de las zonas subyugadas. Al despojo de territoriosse aade la creacin de territorios colonizados o enclaves coloniales; aldespojo de circuitos de distribucin se aade la articulacin de los re-cursos con que cuentan las megaempresas y los complejos; a la asfixia yabandono de la produccin y los productos locales se agrega el impulsode los trusts extranjeros unidos al gran capital nativo pblico y privado.

    La redemarcacin de territorios y regiones rompe y rehace anti-guas divisiones geogrficas, y crea nuevos lmites y flujos. Abre al pas.Mueve, por distintos lados, el frente de invasin. Elimina buena partede los medianos y pequeos empresarios, y se ensaa con los artesa-

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    nos y las comunidades. Crea una conciencia colonizadora entre lasdistintas clases, con prdida de identidad de los nativos. Lleva a unprimer plano las industrias extractivas frente a las industrias de trans-formacin, y a estas las reduce a maquilas en que los trabajadores re-

    ciben bajos sueldos, realizan grandes jornadas de trabajo, se someten aprocesos de produccin intensiva, todo con bajos mrgenes de seguri-dad y salubridad, carencia efectiva de derechos de asociacin y controlrepresivo por parte de sindicatos y policas patronales.

    La debilidad de los trabajadores aumenta en tanto las unidadesde produccin situadas en un mismo lugar elaboran partes de apa-ratos, mquinas y productos que se producen y ensamblan en lugaresdistintos y distantes, y en tanto las instalaciones pueden ser fcilmentedesmontadas y removidas por los gerentes y propietarios. As se crean

    regiones enteras que dependen de una sola compaa y que estn some-tidas a sus objetivos y dominacin, no slo corporativa, econmica, pa-rapolicial, sino tambin psicolgica, cultural, social, poltica, judicial.Las compaas dominan fbricas y regiones. Esa dominacin es muydifcil de romper; pero, en caso de ocurrir tal ruptura, las compaastienen muchos recursos, incluidos los de la represin, de preferenciaselectiva, con operaciones encubiertas o acciones legitimadas por unEstado privatizado. En todo caso, la alternativa de sumisin con ex-poliacin o de desempleo con exclusin se plantea como la opcin

    racional a los trabajadores y sus familias.Por otra parte, las conexiones y circuitos de distribucin se hacendirectamente de unas empresas a otras o en una misma megaempresacon sus sucursales y sus proveedores, sin que los flujos de importa-cin-exportacin-realizacin sean contabilizables a nivel internacionalo nacional, y sin que puedan darse interferencias fiscales o laborales.Los circuitos internos de las compaas se benefician de la compra a losproveedores locales, con precios castigados, que en el caso de las regio-nes perifricas estn muy por debajo del valor que alcanzan los mismosbienes y servicios en el mercado formal nacional o internacional.

    Las compaas son enclaves territoriales y llegan a privatizar detal modo el poder en regiones y pases enteros que desaparece el mono-polio de la violencia legal del Estado cuando as conviene a los interesesde las compaas o de los funcionarios estatales asociados y subordina-dos. En caso de conflicto con el gobierno local o con los trabajadores ylos movimientos sociales y polticos, las compaas invasoras recurrenal Estado provincial o al nacional, y, si estos no atienden sus intereses ydemandas, se amparan en las potencias invasoras. La lgica de que loque le conviene a las compaas le conviene a la nacin y al mundo (eleslogan conocido sostiene: What is good for General Motors is good for theWorld) se impone de arriba abajo entre funcionarios, directivos, gerentesy empleados de confianza, o que aspiran a serlo. Dicha lgica correspon-

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    de al sentido comn de una colonizacin internacional que se combinacon la colonizacin interna y con la transnacional. En ella dominan lasmegaempresas y los complejos empresariales-militares. Todos actan enforma realista y pragmtica sobre las bases anteriores y se ilusionan o

    engaan pensando que la nica democracia viable y defendible es la delos empresarios, para los empresarios y con los empresarios.

    Lafont habla de la Francia de las relaciones humanas concre-tas. Su contribucin al estudio analtico de lo concreto no slo permitever las diferencias entre el pas formal y el pas real, sino entre susequivalentes mundiales y locales. Permite tambin ver lo concreto enrelacin con distintos tipos de organizaciones, como los gobiernos y lascompaas, y lo concreto de categoras como las clases, las potencias,las naciones inviables y los complejos con sus redes y jerarquas. El

    suyo es un anlisis particularmente til para determinar las causas o elorigen de los problemas en distintas etapas, regiones, estructuras y or-ganizaciones. Tambin lo es para plantear las alternativas, las alianzas,los frentes, los bloques y sus articulaciones en movimientos, organiza-ciones, redes y partidos, o sus combinaciones y exclusiones en contin-gentes de resistencia y liberacin en la lucha actual contra el sistemade dominacin, acumulacin, explotacin, exclusin, opresin y me-diacin internacional, intranacional y transnacional. Lafont plantea losproblemas de la revolucin regionalista advirtiendo que las regiones

    como el tiempo histrico y el capitalismo tienen un punto de ruptura.l mismo esboza un proyecto de poder regional y de luchas democr-ticas y revolucionarias con autonomas. Propone que los sindicatos yotras organizaciones construyan una ciudadana completa que incluyaun humanismo regional en un mundo de pueblos (Lafont, 1971).

    COLONIALISMOINTER, INTRAYTRANSNACIONAL

    Con el triunfo mundial del capitalismo sobre los proyectos comunistas,socialdemcratas y de liberacin nacional, la poltica globalizadora yneoliberal de las grandes empresas y los grandes complejos poltico-mi-litares tiende a una integracin de la colonizacin inter, intra y transna-cional. Esa combinacin le permite aumentar su dominacin mundialde los mercados y los trabajadores, as como controlar en su favor losprocesos de distribucin del excedente en el interior de cada pas, en lasrelaciones de un pas con otro y en los flujos de las grandes empresastransnacionales.

    La poltica globalizadora y neoliberal redefine las empresas y lospases con sus redes internacionales, intranacionales y transnacionales.El mundo no puede ser analizado si se piensa que una categora exclu-ye a las otras. En cuanto a las relaciones de dominacin y explotacinregional, las redes articulan los distintos tipos de comercio inequitativo

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    y de colonialismo, as como los distintos tipos de explotacin de lostrabajadores, o las distintas polticas de participacin y exclusin, dedistribucin y estratificacin por sectores, empleos, regiones.

    Las categoras de la acumulacin se han redefinido histrica-

    mente. Procesos iterativos ampliados se consolidan con polticas macrode las fuerzas dominantes. Estas impulsan las tendencias favorables alsistema. Frenan o desarticulan las tendencias que le son desfavorables.Aunque ese proceder est lejos de acabar con las contradicciones delsistema, e incluso cuando en plazos relativamente cortos lo coloque enel orden de los sistemas en extincin, durante la etapa actual, cuyaduracin es difcil calcular, le da una fortaleza innegable. La misma pro-viene de la desarticulacin de categoras sociales como la clase obrera,el Estado-nacin, el Estado Benefactor, el Estado independiente

    surgido de condiciones coloniales y que se vuelve o resulta ser depen-diente, el Estado Socialista o Nacionalista surgido de los movimien-tos revolucionarios y de liberacin nacional, que se vuelve o resulta sercapitalista y neoliberal, y que hasta se inscribe en los pases endeudadossujetos a las polticas del Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario In-ternacional (FMI) y la Tesorera del Gobierno de EE.UU. La fuerza delos centros de poder mundial y de los antiguos pases imperialistas tam-bin proviene de la estructuracin y reestructuracin de mediaciones enlos sistemas sociales con refuncionalizaciones naturales e inducidas

    de las clases, capas y sectores medios, y de las polticas de distribucinque incluyen desde estmulos especiales al gran capital y sus asociadoshasta polticas de marginacin, exclusin y eliminacin de las poblacio-nes ms discriminadas y desfavorecidas, todo combinado con polticasde premios y castigos que en los estados benefactores corresponden aderechos sociales, y en los neoliberales se asocian a donativos focaliza-dos y acciones humanitarias. La fortaleza de los centros de poder del ca-pitalismo mundial tambin se basa en la articulacin y combinacin desus propias fuerzas desde los complejos militares-empresariales y cient-ficos, pasando por sus redes financieras, tecnolgicas y comerciales, has-ta la organizacin de complejos empresariales de las llamadas compa-as transnacionales y multinacionales que controlan desde sus propiosbancos, pasando por sus medios de publicidad, hasta sus mercados deservicios, mercancas, territorios y conciencias. Para la maximizacindel dominio y las utilidades, la articulacin de los complejos militares-empresariales y polticos es fundamental. Todos ellos trabajan en formade sistema autorregulado, adaptativo y complejo, que tiende a dominaral sistema-mundo sin dominar las inmensas contradicciones que dichosistema genera. Dentro de sus polticas caben los distintos tipos de co-lonialismo organizado que se combinan, complementan y articulan conproyectos asociados para la maximizacin de las utilidades y del poderde las empresas y de los estados que las apoyan.

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    En esas condiciones, fenmenos como el colonialismo operan ensus formas internacionales clsicas; tambin funcionan segn las formasintranacionales que aparecen con el surgimiento de los estados-nacinque han hecho objeto de conquista a pueblos vecinos como Inglaterra

    hizo con Irlanda, o como Espaa hizo con el Pas Vasco o que, viniendode una historia colonial tras las guerras de independencia, mantienencon las antiguas poblaciones nativas las mismas o parecidas relacionesde explotacin de los antiguos colonizadores. Y a ellas se aaden lasempresas transnacionales y las regiones transnacionales controladaspor la nueva organizacin expansiva del complejo militar-empresarialde EE.UU. y sus asociados internos y externos. La estrecha articulacinde esas fuerzas es percibida cada vez ms por las etnias, nacionalidadeso pueblos que se enfrentan a las oligarquas y burguesas locales, nacio-

    nales e internacionales, y a las empresas transnacionales.Los movimientos alternativos, sistmicos y antisistmicos, nopueden ignorar los grandes cambios que han ocurrido en las catego-ras sociales del sistema de acumulacin y dominacin capitalista, hoyhegemnico a nivel mundial. Y si el reconocimiento de esos cambiosse presta a formulaciones que dan por muertas categoras anteriorescomo el imperialismo, el Estado-nacin o la lucha de clases, lo cuales completamente falso y ms bien corresponde a las operaciones en-cubiertas de las ciencias sociales y al uso de lenguajes polticamente

    correctos de quienes dicen representar a una izquierda moderna,sistmica o antisistmica, el problema real consiste en ver cmo se re-estructuran las categoras de la acumulacin y dominacin, y en quforma aparecen sus redefiniciones actuales y conceptuales en los nue-vos procesos histricos y en los distintos espacios sociales.

    En medio de los grandes cambios ocurridos desde el triunfo glo-bal del capitalismo, el colonialismo interno o intracolonialismo, y surelacin con el colonialismo internacional, formal e informal, y con eltransnacional, es una categora compleja que se reestructura en sus re-laciones con las dems, y que reclama ser considerada en cualquieranlisis crtico del mundo que se inicie desde lo local o lo global.

    Si los fenmenos de colonizacin externa en los inicios del ca-pitalismo fueron el origen del imaginario eurocentrista y antiimperia-lista que no dio al colonialismo el peso que tena en el interior de losestados-nacin estructurados como reinos, repblicas o imperios, hoyresultara del todo falso un anlisis crtico y alternativo de la situacinmundial o nacional que no incluya al colonialismo interno articulado alinternacional y al transnacional.

    A la necesidad de reconocer la enorme importancia de las luchasde los ciudadanos contra el Estado tributario que haca de ellos me-ros sujetos, o a la necesidad de incluir las luchas de los trabajadorescontra los sistemas de explotacin y dominacin del capital, o las de

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    los pueblos colonizados y oprimidos que luchan por la independenciasoberana del Estado-nacin frente al imperialismo y el colonialismointernacional, se aade la creciente lucha de los pueblos que, dentrode un Estado-nacin, se enfrentan a los tres tipos de colonialismo, el

    internacional, el intranacional y el transnacional.Las nuevas luchas que libran los pueblos rebeldes o en resisten-

    cia contribuyen a esclarecer la complejidad o inter-definicin que hanalcanzado las categoras del capitalismo, y hacen acto de presencia entodas ellas. Tambin registran las amargas experiencias de mediacin,cooptacin y corrupcin que las distintas revoluciones sufrieron conla integracin de los movimientos revolucionarios y reformistas a lossistemas polticos del Estado, fuera este liberal, socialdemcrata, nacio-nalista, socialista o comunista.

    Las nuevas fuerzas emergentes tambin llevan a replantear la de-mocracia, la liberacin y el socialismo, dando un nuevo peso a la lgicade la sociedad civil frente a la del Estado, a los valores tico-polticos delas comunidades y las organizaciones autnomas de la resistencia o dela alternativa frente a un capitalismo que ha colonizado el conjunto dela vida cotidiana.

    En los planteamientos emergentes se pone el acento en la formu-lacin moral y poltica del respeto a uno mismo, a la propia dignidady autonoma de la persona, y tambin del respeto a la colectividad a

    que se pertenece, a fin de construir un poder alternativo indoblegableque, basado en las unidades autnomas y sus redes, redescubra, porsus recuerdos y experiencias, la lucha encubierta de clases, hoy conver-tida en guerra por los ricos y los poderosos, y que los ciudadanos, lospueblos y los trabajadores descubren o redescubren por experienciaspropias, conforme las crisis se agudizan y los movimientos alternativosse fortalecen.

    La presencia del nuevo colonialismo internacional, interno ytransnacional, encontr una importante confirmacin en el terreno mi-litar desde que a la guerra internacional se aadi la guerra internahasta convertirse en el objetivo central terico-prctico de las fuerzaspoltico-militares hegemnicas. La guerra interna fue consideradadesde los aos sesenta por los complejos militares-empresariales delas grandes potencias como la forma principal de la guerra mundial.El cambio implic una importante innovacin en las artes y las tecno-ciencias militares al articular los ejrcitos de ocupacin nacionales conlos multinacionales y transnacionales. El cambio se dio en las guerrasabiertas y encubiertas, y en las fuerzas convencionales y no conven-cionales, militares y paramilitares. En todos los tipos de guerras y deguerreros, de soldados y de agentes, se articul lo nacional, lo interna-cional o multinacional, y lo transnacional. Los pueblos oprimidos porun colonialismo descubrieron todos los colonialismos. Su dura vivencia

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    fue parte de su inmensa capacidad terica, de un sentido y una prcticamuy lejanos a la sociedad tradicional.

    La guerra interna apareci originalmente asociada a la guerracontrainsurgente del llamado Tercer Mundo; pero, de hecho, qued in-

    cluida en la nueva teora de la guerra de variada intensidad que selibra en el mundo entero, con previsiones de inclusin de la misma enlos pases metropolitanos, hecho contemplado desde los aos sesen-ta y que se puso en marcha desde el 11 de septiembre de 2001. Estetipo de guerra no slo mostr su carcter internacional, intranacionaly transnacional como guerra contrainsurgente, sino como nueva gue-rra de conquista que combina la ocupacin violenta y pacfica de losterritorios de la periferia con las nuevas guerras de conquista contra losestados-nacin del ex Tercer Mundo y sus distintas etnias.

    La guerra interna muestra, en tanto guerra, que la mayora delos estados-nacin y sus clases dominantes actan predominantemen-te como cmplices o asociados en las acciones contra los pueblos, sinque por ello dejen de existir enfrentamientos entre los estados-nacinde las grandes potencias. Las etnias ven la unidad de sus opresores enla preparacin de los ejrcitos nacionales que van a las escuelas me-tropolitanas, y que reciben el entrenamiento de sus expertos para usarlas armas que esos pases les venden a los ricos y poderosos del propiopas o provincia de origen. Descubren cmo esa unidad se extiende a

    los paramilitares nativos que reciben entrenamiento y armamento decaciques y gobiernos nacionales y extranjeros, hasta formar verdaderoscomplejos transnacionales, con sus jerarquas y autonomas relativas,convencionales y no convencionales. Con las guerras internas y las debaja intensidad, los pueblos adquieren una conciencia creciente del ca-rcter internacional de sus luchas; y, aunque ven la conveniencia deapoyarse en los estados que simpatizan con ellas, sus referentes princi-pales se hallan en la sociedad civil de los pobres y empobrecidos, de losmarginados y excluidos en sus movimientos y organizaciones.

    Durante la nueva etapa de la conquista del mundo, cada vez msabierta y sin freno, en que el complejo militar de EE.UU. y sus asociadosy subordinados dan muestras de disponer de una inmensa fuerza paradestruir, intimidar, disciplinar y comprometer a casi todos los gobiernosdel mundo, as como para dividir y enfrentar a los pueblos, ya no slocobran especial relieve las luchas y guerras entre etnias que desde Koso-vo hasta Irak se vuelven instrumentos del imperialismo, sino los nuevosmovimientos sociales por un mundo alternativo que profundizan susluchas contra el imperialismo, el neoliberalismo, el capitalismo, y con-tra las ms distintas formas de opresin laica o religiosa, que impidenalcanzar ciertos valores universales de democracia, justicia y libertad.

    Esos movimientos de nacionalidades, pueblos y etnias constituyenla avanzada del movimiento histrico mundial desde el fin del Estado

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    Benefactor, Socialista o Populista, y manifiestan en sus llamados y comu-nicados un nivel de conciencia sin precedente, que no slo obedece a lalectura que han hecho de las rebeliones de fin de siglo, ni a la reformula-cin de los legados de experiencias anteriores, sino a una contradiccin

    necesaria de los estados socialdemcratas, populistas o desarrollistas, ydel socialismo de Estado. En muchos de los pases perifricos, durantelos gobiernos populistas o socialistas se dio una poltica educativa queincluy entre sus beneficiarios a muchos jvenes de las nacionalidades yminoras tnicas (Stavenhaguen, 1996: 105-114). Ligados a sus pueblosoriginales, buen nmero de jvenes de las etnias o nacionalidades fueroncapaces de captar lo universal concreto en sus variedades, en sus espe-cificidades y en sus novedades histricas. Descubrieron el nuevo mundosin encubrir el pasado. Descubrieron el mundo actual y las lneas de un

    mundo alternativo emergente y a ser construido. El cambio ocurri enlas regiones perifricas y centrales. Se dio entre los pobladores urbanosmarginados, entre los movimientos de jvenes, mujeres, homosexuales,desempleados, endeudados, excluidos, y en algunos de los viejos movi-mientos de campesinos y trabajadores o de revolucionarios y reformis-tas, pero entre todos ellos se destacaron los movimientos de las etnias,de los pueblos indios que captaron la vieja y nueva dialctica del mundodesde las formas de opresin, discriminacin y explotacin local hastalas transnacionales, pasando por las nacionales e internacionales.

    La lucha por la autonoma de los pueblos, las nacionalidadeso las etnias no slo uni a las vctimas del colonialismo interno, in-ternacional y transnacional, sino que se top con los intereses de unamisma clase dominante, depredadora y explotadora, que opera con suscomplejos y articulaciones empresariales, militares, paramilitares y deciviles, todos estos organizados como sus clientelas y allegados en unpaternalismo actualizado y un populismo focalizado.

    En sus formas ms avanzadas, los nuevos movimientos planteanuna alternativa distinta a la estatista revolucionaria o a la reformista, ytambin a la anarquista y libertaria. Ni luchan por reformar al Estado,ni bregan por tomar el poder del Estado en una guerra de posicionesy movimientos, ni pretenden crear aldeas o regiones aisladas dirigidaspor sus comunidades al estilo de aquellos anarquistas de Per o de Ca-talua que declararon que en su pueblo haba desaparecido el Estado,y, ms pronto que tarde, el Estado acab con ellos. La propuesta de loszapatistas est combinando las antiguas formas de resistencia de lascomunidades con su articulacin a manera de redes muy variadas. Lasredes no slo incluyen a distintos pueblos indios que antes se enfrenta-ban entre s y que ahora actan conjuntamente para resistir y gobernar,sino a muchas minoras, etnias o pueblos de las mismas provincias opases, y de regiones como Mesoamrica o Indoamrica, y hasta otrasmayores y ms lejanas con las que al menos entran en comunicacin

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    por va electrnica. Las redes tambin incluyen a los campesinos queno se identifican por una cultura o lengua distinta de la nacional. In-cluyen a los trabajadores, a los estudiantes, a los intelectuales, a las po-blaciones marginales urbanas, y a otros llamados nuevos movimientos

    como los de gnero, los ecologistas, los de deudores y jubilados, y engeneral los de los empobrecidos, marginados, excluidos, desempleados,desplazados y amenazados de extincin.

    La formacin de redes y organizaciones autnomas plantea unanueva alternativa de lucha con crecientes capacidades para enfrentar alsistema dominante en tanto esta articule y reestructure a fuerzas hete-rogneas que no slo den un valor primordial a la autonoma necesaria,sino a la dignidad, irrenunciable, de personas y colectivos. Esos plan-teamientos no slo incluyen un nuevo uso de los medios electrnicos y

    de masas, sino comunicaciones tambin presenciales. A travs de unosy otras, la lectura y el dilogo colectivos combinan los espacios de re-flexin, creacin y actuacin de pequeos grupos con los actos de ma-sas por medio de discursos dialogales. Adems, transmiten el proyectoa travs de distintas formas de razonar, sentir y expresarse, esto es, enuna mezcla de gneros literarios y de artes pedaggicas y retricas queno permite separar los discursos histrico-polticos de los filosfico-cientficos, sin perder mucho de lo que se est viviendo y creando. Elconjunto de un fenmeno de dilogo integral, o de pensar-sentir-hacer,

    que desde siempre ha existido, adquiere un relieve especial, como sisus articulaciones fueran en gran medida intuidas y deliberadas. La co-municacin interactiva e intercultural se vuelve posible por un respetoal dilogo de las creencias, de las ideologas y de las filosofas, ligado ala descolonizacin de la vida cotidiana y de los momentos estelaresde la comunidad creciente, esbozo de una humanidad organizada. Labsqueda de lo universal en lo particular, de la unidad en la diversidad,recoge y combina las experiencias revolucionarias, reformistas y libera-doras o libertarias anteriores, mientras enlaza viejas y nuevas utopas,ms asequibles a una prctica alternativa y ms dispuesta a compren-der sus propias contradicciones y algunas formas de superarlas. Entrelos zapatistas, el proyecto de redes como proyecto de gobierno que ar-ticula autonomas se ha materializado con la transformacin recientede zonas de solidaridad en municipios autnomos en rebelda, que noslo se articulan entre s sino con el exterior, con la nacin, y un poco,por ahora, con el mundo (Gonzlez Casanova, 2003). El centro del pro-yecto radica en construir las autonomas de la alternativa desde las ba-ses, y en articular comunidades y colectividades autnomas decididas aresistir las polticas neoliberales que combinan represin, cooptacin ycorrupcin para la intimidacin y la sujecin.

    Los nuevos movimientos y muchos de los pobladores que son susbases de apoyo saben que el control del Estado llega a los partidos pol-

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    ticos y a los medios de comunicacin, de alimentacin, de salud, de edu-cacin, de intimidacin, de persuasin, e implica una lucha por la alter-nativa que se plantee el problema de la moral colectiva como una de lasfuerzas ms importantes para la resistencia pacfica de los pueblos, una

    resistencia armada de valor e inteligencia, ms que de fusiles, y dispuestaa negociar sin claudicar, construyendo fuerzas de tal modo articuladasy autnomas que impongan una poltica de transicin hacia un mundocapaz de sobrevivir y de vivir. En ese terreno, los nuevos movimientosse reencuentran con el nico de los anteriores, el 26 de Julio, que halogrado subsistir no slo frente a la ofensiva que el capital neoliberal yoligoplico ha desatado en los ltimos veinte aos, sino frente al asedio ybloqueo que el gobierno de EE.UU. le impuso desde hace medio siglo.

    Aislar categoras como el colonialismo interno de otras como la

    lucha por las autonomas y la dignidad de los pueblos y las personases un acto de inconciencia intelectual tan grave como aislar la sobrevi-vencia de Cuba, y los inmensos logros sociales y culturales de su pue-blo-gobierno, de la fuerza moral que le leg Mart, a quien con raznse llama el autor intelectual de la revolucin cubana. Los aislamientosde categoras pueden ser la mejor forma de no definir las categoras.Son la mejor forma de no entender las definiciones histricas de la cla-se trabajadora y de la lucha de clases cuidadosamente encubiertas omediatizadas por las estructuras actuales y mentales del capitalismo

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