1 Dania Garca

43 estancias de violencia

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Cierro los ojos y miro a mi hijo, ese muchacho noble. Con su angustia, aterrado, esperando que

unos tipos lo vayan a matar. Ese instante me duele mucho, en el que uno que se parece a ti te

arranca la vida. La memoria es terrible. Ya sucedi, pero sigue sucediendo. Ya pas, pero no.

Javier Sicilia

La juventud, mediticamente, ha pasado a ser una categora del psicoanlisis que se ha

constituido, en el marco de la posmodernidad y el desarrollo del neoliberalismo, como sujeto

consumidor. Y como consumidoras tenemos un valor de uso y un valor de cambio como todo

producto material que forma parte del libre mercado. La arbitrariedad de esos valores ha llevado

a una descomposicin social, masiva y colectiva que ha tenido como producto de la modernidad

lo que Bauman llama wasted lives o vidas desechadas.

El pasado 26 de septiembre de 2014 emboscaron a tiros a los estudiantes normalistas

(para ser maestros) de la Escuela Ral Isidro Burgos que se dirigan a la Ciudad de Mxico a

participar de una marcha en conmemoracin de la masacre de Tlatelolco, en la cual asesinaron a

una centena de estudiantes en 1968. Esta vez, la historia no es muy diferente, por rdenes del

alcalde municipal les dispararon, les secuestraron, les torturaron, les desollaronS, a

estudiantes, pobres, con identificacin y desarmados, cuyo nico futuro era la universidad que

los acogi, los aliment y educ. Qu irnico, no? Pues no, no lo es. Esta imagen narrativa se

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ha convertido en el libreto de una guerra, no contra el narcotrfico, sino contra el pueblo que se

revela en contra de las estructuras del narcotrfico: el gobierno. El saldo oficial de esta masacre

ha sido, 6 estudiantes muertos y 43 desaparecidos. El nmero de vctimas ha sido un pas entero,

que ha visto marcado en su juventud, el macabro resultado de las polticas del narco estado.

Pero qu de particular puede tener este caso en un pas donde la violencia es cotidiana,

especialmente, en el estado de Guerrero, en el cual las desapariciones han descontinuado

generaciones? Lo particular no radica en que sean jvenes estudiantes, al contrario, stos son las

vctimas primarias de esta violencia a nivel nacional: [] la cifra escalofriante que indicaba que

tan solo en 2012 haban fallecido 20,658 jvenes por causas violentas. La muerte por agresin

para hombres y mujeres alcanz en ese ao el 44.1%; 16,298 vidas jvenes cegadas por las

violencias directas que azotan este pas informa la investigadora social Rossana Reguillo. Creo

que tampoco reside en lo que llaman la narcocultura, la cual forma parte de la cultura popular

mexicana y que tiene su representacin ms vigente en los narcocorridos.

Para m, lo particular, reside en la visualizacin del cadver del joven estudiante de 22

aos, Julio Csar Mondragn, con el rostro desollado, o sea, le quitaron la piel y los ojos del

rostro. La narrativa del rostro desfigurado, de ese proceso de deshumanizacin incluso despus

de la muerte ha trascendido la espectacularizacin de la violencia para anclarse en la consciencia

de un pas. El terico cultural, Stuart Hall, describe la identificacin como un proceso que se

construye sobre la base del reconocimiento de algn origen comn constituido dentro del

discurso y la representacin, que esboza un discurso de distincin del otro y se constituye en el

proceso del devenir y no del ser. Mxico est pasando por una sntesis de esas identificaciones

que han sido tan convulsas al pasar de los aos, especialmente, cuando lo siniestro es casi

imperceptible y la sobrevivencia depende de la transformacin de lo cotidiano que a veces es

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necesario que se altere el estado de las cosas para poder articularlas. El rostro como referencia

primaria de humanidad se ha transgredido y ha develado una forma de violencia que no conoce

lmite. Cuando el Estado, visto como la sede de todo patrimonio econmico y social, es el

propulsor de esa violencia deshumanizante y el miedo ya no tiene rostro, queda lo que Zizek

(pensando a Baudrillard) denomin el desierto de lo real: se prepara el terreno ideolgico (por

medio de la propaganda, la espectacularizacin de la violencia en los medios, entre otros) para

este tipo de catstrofes de manera que aparezcan, casi naturalizadas, entre opuestos (buenos y

malos, judos y palestinos, entre otros) que desaparecen del propio terreno de accin que los

engendr y pasan a convertirse casi en fuerzas csmicas omnipresentes e invencibles.

Para Bauman (2002), una de las caractersticas principales del desarrollo histrico del

capitalismo es lo que llama la modernidad lquida. En su libro, Modernidad lquida, Bauman

describe este perodo histrico, en el cual hemos vencido las barreras del tiempo y espacio y el

capital se ha convertido en el nico referente, como uno voluble, carente de forma y en constante

transformacin. Esto ha llevado a una crisis en el largo plazo, por el cual la individualizacin, la

precarizacin, la desterritorializacin, entre otros procesos, han hecho de la inestabilidad la orden

del da a travs de la desaparicin de referentes. En momentos de tragedia, cuando se

interrumpen todos los procesos de normalizacin, las estructuras del Estado pierden su propsito

puesto que para lo que han sido constituidas, momentneamente, ya no existe. Entonces, se

revela el verdadero estado del orden, un orden que corre paralelamente con el caos. Los 43

estudiantes secuestrados por policas municipales fueron entregados posteriormente a los sicarios

de Guerreros Unidos, una organizacin que se dedica al narcotrfico en el estado de Guerrero.

Estos alegan haber trasladado a los estudiantes en una guagua hasta el vertedero, disparado en la

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nuca a los que llegaron vivos y luego quemaron los cuerpos. En Mxico, el narcotrfico es un

orden que opera paralelo al gobierno.

Ante estas declaraciones se ha comenzado una especie de procesin por las fosas

comunes del rea. Estas fosas clandestinas (Quines habitaron esos cuerpos? Cunto llevan

all? An les estn buscando?), de las cuales han encontrado ms de 17, representan,

irnicamente, la esperanza de las familias de estos estudiantes. Pero a su vez, esas fosas le han

dado una visin tridimensional a la violencia que se ha institucionalizado en ese pas. Es un pas

que ha excavado su propia consciencia y va desechando los cadveres, que ante el terror y la

pobreza han asumido la juventud, de manera ontolgica, como resistencia. La insumisin de hoy

se debe a que han habido verdaderas transformaciones, acumulativas y recurrentes: El medio,

no es una media, sino al contrario, el sitio por el que las cosas adquieren velocidad (Deleuze,

p.13).

El narcoestado ha recurrido a la violencia, como modelo econmico pero sobretodo como

mecanismo de control social. Recurren a la representacin explcita y macabra de la violencia a

consciencia de lo que produce en la sociedad. La espectacularizacin de los crmenes por parte

de los medios de comunicacin los legitima. Existe un lmite para el consumo social de la

violencia? Para Baudrillard (1998), el simulacro consiste en la reproduccin de lo real a partir de

unidades miniaturizadas, las cuales no dependen del aspecto racional puesto que ya no se miden

con respecto a ningn ideal (p.1). En resumen, su funcin es la de un grupo de smbolos

dedicados exclusivamente a su recurrencia como signos, y ya no ms hacia su verdadero

objetivo en absoluto (Baudrillard, p.2). No se mata por drogas, se mata por aterrorizar, se mata

porque se puede. Esta falta de contenido, esta descontextualizacin, se ve reinyectada de realidad

gracias a las narrativas tecnolgicas llevadas a cabo en plataformas como YouTube. Conocemos

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la historia de los 43 estudiantes desaparecidos y 6 asesinados en manos del narcoestado, en gran

parte gracias a la valenta de los estudiantes sobrevivientes, pero colectiva y materialmente

gracias al desarrollo de estas tecnologas. El espacio ha dejado de ser el territorio.

Gracias a una campaa meditica por Facebook y por Twitter bajo el censurado hashtag

#YaMeCans, ahora #YaMeCans2, en conjunto con un activismo contundente a nivel nacional,

han logrado integrar una resistencia internacional que ha permitido comparar y contrastar

diversos, pero similares, procesos histricos. Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza

de Mayo, se reuni con la madre de uno de los jvenes desaparecidos y varios estudiantes,

incluyendo uno de la escuela normalista de Ayotzinapa. De este encuentro tan significativo, una

pregunta me llen de presente, la estudiante le comenta a Estela, yo quiero entender lo que es

una dictadura. No fue la respuesta lo que me conmovi, sino la pregunta en s misma, la

entiendo de esta manera: qu era lo que pasaba antes que no pasa ahora? aunque parece que

estn pasando las mismas cosas. Qu es esa cosa tan distintiva de la dictadura que la hace

antagnica a la democracia, que en apariencia la hace diferente pero en la prctica se revela

igual. Un cuestionamiento, que an en las sociedades democrticas modernas, tiene vigencia.

Este marco de violencia, que se ve reforzado a su vez por las polticas de la frontera

mxico-norteamericana, es el reflejo de ese afuera que se constituye en el seno de una poblacin

desplazada. El narcoestado ha prevalecido, por las estructuras del gobierno mexicano que lo

cobijan, pero sobre todo por ese mercado internacional que basa su economa en la persistencia

de este modelo econmico que consume vidas humanas. El Estado no puede tener el monopolio

de la violencia. Puerto Rico, debe echar un vistazo por la ventana del maana y ver en Mxico el

reflejo de su propia sociedad.

7 Dania Garca

La polica y las(os) estudiantes: Huelga UPR 2010

8 Dania Garca

Referencias

Baudrillard, J. (1988). Simulacra and simulations: Jean Baudrillard, selected writings. Stanford

University Press, pp. 166-184. Extrado de http://www.egs.edu/faculty/jean-

baudrillard/articles/simulacra-and-simulations/

Bauman, Z. (2002). Modernidad lquida. Fondo de cultura econmica de Argentina. Buenos

Aires, Argentina.

Hall, S. (n.d.). Quin necesita identidad?

Zizek, S. (2002). Welcome to the desert of the real!. The south atlantic quarterly, 101(2) pp.

385-389.