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9 de Marzo de 2015 5 Por Juan María Alponte [email protected] http://juanmariaalponte.blogspot.mx/ Columna México y el Mundo El trabajo y el ingreso nacional No nos engañemos. No nos engañen L a CEPAL, bajo la rma de Nor- ma Samaniego Breach, deja al país llamado México –que Lucas Alamán, en 1852, denía “como espa- cio propenso para el robo”– ante un examen conciencial grave: el signica- do de la participación del trabajo –los salarios– respecto al Ingreso Nacional. Ese desafío económico y social, esto es, Trabajo e Ingreso Nacional, nos plan- tea una interpretación del país que todo el mundo conoce por su capital ya histórica: Iguala. Es indudable que Iguala dene ya a México en la prensa mundial. Por ello, la participación del Trabajo –digo Trabajo, es decir, No Corrupción, Estado de Derecho, No Vio- lencia– en el Ingreso nacional conforma y constituye una mensuración, a la vez, racional y ética. La CEPAL elige 33 países. Entre ellos está un socio fundamental para México: Estados Unidos. En esa muestra de los 33, México ocupa el último lu- gar, pese a que la mensuración integra a la India, Chile, Corea, etc., en orden a la participación porcentual de las remuneraciones al Trabajo respecto al valor agregado bru- to en el 2011. El gráco de la CEPAL, elaborado con los Indicadores de la OCDE no nos deja lugar a dudas. Mé- xico: último lugar. El Informe de la OCDE no duda en decir que la par- ticipación del salario (los salarios) en el PNB ha descendi- do, también, en los países desarrollados “que en el decenio de los años setenta representaba entre el 70% y el 80% del Ingreso Nacional”. Sin embargo, en nuestros días ese porcentaje sólo se ha contraído a niveles cercanos al 65%. En suma, el capital, sin más, impone condiciones: la concentra- ción del Ingreso. El Informe nos añade: “El caso de México es más extremo, ya que de una proporción que ya era baja en los años setenta, ha descendido to- davía más (27% en 2012 y 41.8% si se ajusta por Ingresos mixtos)”. La CEPAL se pregunta por qué esa situación de México es preocupante, so- bre todo, “cuando el tema del empleo y los salarios son elementos esenciales en el Ingreso Total”. Su información es clara y dura: Mé- xico no ha resuelto el problema de la desigualdad ni la pobreza (52 millones según CONEVAL). El sistema mexicano está supeditado a un hecho central: los salarios son la pobreza en un proceso que implica la concentración del In- greso y sus Casas Blancas como ejemplo, casi es- perpéntico, de la Co- rrupción. El incremento per cápita (a precios cons- tantes) es irrelevante, en México, para las ma- yorías: 3.64% en la dé- cada 1971-1980; 0.27% en la década 1981-1990; 1.81% en la década 1991- 2000, esto es, entre 1971 y 2010 y a precios constantes, el crecimiento del PIB per cápita ha sido muy reducido. En ese contexto, dice la CEPAL, se puede señalar “una muy débil expansión económica”. Añade: “la dinámica del empleo formal se ha visto progresivamente amortigua- da en tres décadas. Este de- bilitamiento ha coincidido con un periodo histórico en el que la población en edad de trabajo se ha multiplicado dos veces y media mientras que la debilidad del empleo formal se acentuaba. En síntesis, los empleos formales, en México, han sido mínimos y los em- pleos informales represen- tan el 60% de la población trabajadora”. La CEPAL añade este siguiente dato terrible: “Aun cuando, a partir de ese bajo nivel se ha iniciado una recupera- ción que ya dura más de cuatro años, todavía en junio de 2014 no se lograba alcanzar el número de empleos formales que la industria tenía 14 años antes”. (Página 17). ¿Podemos asistir impasibles a esos datos que nos lle- van a Iguala? ¿Cuáles, en suma, han sido las válvulas de escape? A esa interrogación la CEPAL contesta así no más: “La In- formalidad y la Emigración”. Añadamos que ese proce- so conlleva consigo la violencia. Esos dos datos, en sínte- sis, nos dicen las causas de la baja tasa de desempleo pero es preciso añadir que los salarios disminuían en términos notables. En resumen, los salarios en México no representan una fuerza sólida y, en consecuencia, la concentración de la riqueza y la desigualdad son ineludiblemente altas y con efectos sociales, a su vez, paralizantes y generadores de la violencia convertida ya en la barbarie. Los salarios, en 1990, representaban el 34% del PIB; en 2013 el 28.15%. Da- tos duros, necesarios, sin embargo, para entender un hecho notable: un doble crecimiento negativo: el aumento de la Informalidad (el 60% de la Población Económicamente Activa) y el descenso de los salarios en la formación del Pro- ducto Interno Bruto. La desigualdad revela la impotencia de un sistema eco- nómico que, por la fragilidad del Estado de Derecho, concentra la riqueza y, a la vez, “legaliza” el crimen y la corrupción. La CEPAL sintetiza, duramente, el problema: “La débil y declinante par- ticipación de la masa salarial en el PIB en México no es algo ‘natural o ino- cuo’…”. Es, sin más, un hecho histórico que genera, a su vez, una cultura del Po- der que estalló, como un gigantesco mi- sil, en Iguala, esto es, en nuestras Igualas. No quiero, desde la desmesura, conde- nar sino asumir, sin despotricar, que un país en esas condiciones –país 102 en Instituciones Públicas– se niega a existir como una Sociedad civilizada.

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    Por Juan Mara [email protected]://juanmariaalponte.blogspot.mx/

    Columna Mxico y el Mundo

    El trabajo y el ingreso nacionalNo nos engaemos. No nos engaen

    La CEPAL, bajo la !rma de Nor-ma Samaniego Breach, deja al pas llamado Mxico que Lucas Alamn, en 1852, de!na como espa-cio propenso para el robo ante un examen conciencial grave: el signi!ca-do de la participacin del trabajo los salarios respecto al Ingreso Nacional. Ese desafo econmico y social, esto es, Trabajo e Ingreso Nacional, nos plan-tea una interpretacin del pas que todo el mundo conoce por su capital ya histrica: Iguala. Es indudable que Iguala de!ne ya a Mxico en la prensa mundial.

    Por ello, la participacin del Trabajo digo Trabajo, es decir, No Corrupcin, Estado de Derecho, No Vio-lencia en el Ingreso nacional conforma y constituye una mensuracin, a la vez, racional y tica. La CEPAL elige 33 pases. Entre ellos est un socio fundamental para Mxico: Estados Unidos.

    En esa muestra de los 33, Mxico ocupa el ltimo lu-gar, pese a que la mensuracin integra a la India, Chile, Corea, etc., en orden a la participacin porcentual de las remuneraciones al Trabajo respecto al valor agregado bru-to en el 2011. El gr!co de la CEPAL, elaborado con los Indicadores de la OCDE no nos deja lugar a dudas. M-xico: ltimo lugar.

    El Informe de la OCDE no duda en decir que la par-ticipacin del salario (los salarios) en el PNB ha descendi-do, tambin, en los pases desarrollados que en el decenio de los aos setenta representaba entre el 70% y el 80% del Ingreso Nacional.

    Sin embargo, en nuestros das ese porcentaje slo se ha contrado a niveles cercanos al 65%. En suma, el capital, sin ms, impone condiciones: la concentra-cin del Ingreso. El Informe nos aade: El caso de Mxico es ms extremo, ya que de una proporcin que ya era baja en los aos setenta, ha descendido to-dava ms (27% en 2012 y 41.8% si se ajusta por Ingresos mixtos).

    La CEPAL se pregunta por qu esa situacin de Mxico es preocupante, so-bre todo, cuando el tema del empleo y los salarios son elementos esenciales en el Ingreso Total.

    Su informacin es clara y dura: M-xico no ha resuelto el problema de la desigualdad ni la pobreza (52 millones segn CONEVAL). El sistema mexicano est supeditado a un hecho central: los salarios son la pobreza en un proceso que implica la concentracin del In-

    greso y sus Casas Blancas como ejemplo, casi es-perpntico, de la Co-rrupcin.

    El incremento per cpita (a precios cons-tantes) es irrelevante, en Mxico, para las ma-yoras: 3.64% en la d-cada 1971-1980; 0.27% en la dcada 1981-1990; 1.81% en la dcada 1991-2000, esto es, entre 1971 y 2010 y a precios constantes, el crecimiento del PIB per cpita ha sido muy reducido. En ese contexto, dice la CEPAL, se puede sealar una muy dbil expansin econmica. Aade: la dinmica del empleo formal se ha visto progresivamente amortigua-

    da en tres dcadas. Este de-bilitamiento ha coincidido

    con un periodo histrico en el que la poblacin en edad de trabajo se ha multiplicado dos veces y media mientras que la debilidad del empleo formal se acentuaba. En sntesis, los empleos

    formales, en Mxico, han sido mnimos y los em-

    pleos informales represen-tan el 60% de la poblacin

    trabajadora.La CEPAL aade este siguiente

    dato terrible: Aun cuando, a partir de ese bajo nivel se ha iniciado una recupera-

    cin que ya dura ms de cuatro aos, todava en junio de 2014 no se lograba alcanzar el nmero de empleos formales que la industria tena 14 aos antes. (Pgina 17). Podemos asistir impasibles a esos datos que nos lle-van a Iguala?

    Cules, en suma, han sido las vlvulas de escape? A esa interrogacin la CEPAL contesta as no ms: La In-formalidad y la Emigracin. Aadamos que ese proce-so conlleva consigo la violencia. Esos dos datos, en snte-sis, nos dicen las causas de la baja tasa de desempleo pero es preciso aadir que los salarios disminuan en trminos notables.

    En resumen, los salarios en Mxico no representan una fuerza slida y, en consecuencia, la concentracin de la riqueza y la desigualdad son ineludiblemente altas y con efectos sociales, a su vez, paralizantes y generadores de la violencia convertida ya en la barbarie.

    Los salarios, en 1990, representaban el 34% del PIB; en 2013 el 28.15%. Da-tos duros, necesarios, sin embargo, para entender un hecho notable: un doble crecimiento negativo: el aumento de la Informalidad (el 60% de la Poblacin Econmicamente Activa) y el descenso de los salarios en la formacin del Pro-ducto Interno Bruto. La desigualdad revela la impotencia de un sistema eco-nmico que, por la fragilidad del Estado de Derecho, concentra la riqueza y, a la vez, legaliza el crimen y la corrupcin.

    La CEPAL sintetiza, duramente, el problema: La dbil y declinante par-ticipacin de la masa salarial en el PIB en Mxico no es algo natural o ino-cuo. Es, sin ms, un hecho histrico que genera, a su vez, una cultura del Po-der que estall, como un gigantesco mi-sil, en Iguala, esto es, en nuestras Igualas. No quiero, desde la desmesura, conde-nar sino asumir, sin despotricar, que un pas en esas condiciones pas 102 en Instituciones Pblicas se niega a existir como una Sociedad civilizada.