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    PALABRAS EN CONFLUENCIACincuenta y un poetas venezolanos modernos

    Prlogo de Gabriel Jimnez Emn

    Fundacin Editorial El Perro y la Rana

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    Prlogo

    Confluencias de la poesa venezolana

    No creo que sea ocioso preguntarse hoy cul puede ser la funcin de la poesa, elpapel que cumple el poema dentro del concierto de las artes o las disciplinas estticas. Msbien se trata de una pregunta apremiante, si atendemos a los mensajes emitidos por unmundo que se ufana en perfeccionar su tecnologa, sus mquinas, artefactos y aparatos paraque stos nos procuren --en teora-- la comodidad, o en todo caso la facilidad o la rapidezpara resolver asuntos que antes podan ser verdaderos problemas, enigmas incluso. Latecnologa de punta se ha encargado de facilitarnos la velocidad en la comunicacin, nos hasimplificado procesos, reducido distancias, para instalarnos en realidades paralelas ovirtuales con slo oprimir botones o manipular monitores. De este modo procesos que norequieren de mquinas, como el de la lectura de textos o escritura de palabras, se han idoalejando o marginando de la vida cotidiana en las grandes ciudades, como no fuera pararedactar esquelas, hojear diarios o revistas ligeras, mirar titulares o avisos publicitarios.Ciudades que pueden ser megalpolis, metrpolis o ciudades pequeas, pues en campos oen vastas extensiones de tierra que constituyen selvas, llanuras, sembrados, pampas oterrenos nevados, se cumplen a diario ciclos ecolgicos donde animales, plantas, ros,montaas y mares celebran procesos donde la vida humana tiene lugar como partcipe (y nocomo centro) de esos ciclos, y como observadora de estos procesos. Procesos que van desdeel mirar extasiado hasta el anlisis cientfico, desde la deduccin emprica hasta lacontemplacin metafsica, desde la mirada objetivista hasta la filosfica.

    La poesa es ante todo observacin esttica a travs de la palabra, una especie desonda verbal que intenta recuperar las esencias del ser en dilogo con el paisaje (llmeseleentorno, sociedad o circunstancia), o bien una respuesta sensible o intelectiva al asombro deexistir; puede tomarse tambin como una reflexin sobre el mundo y sus realidadestomando al lenguaje como centro, un lenguaje fundado en una tradicin escrita que toma encuenta tropos, figuras, imgenes y formas escritas que tienen por objeto llevar a cabo unasntesis entre reflexin y belleza, entre indagacin del ser y un estremecimiento formal quealcanza al odo (su msica), su multiplicidad interpretativa (sus significados) y supermanencia en el tiempo (su vigencia), para que el lenguaje pueda mirarse en el espejo desu propia historia, la historia literaria. De este modo, nos comunica siempre algosignificativo, permanente, que toca a la vez el pensar y los sentidos para dar cuenta, en unalengua que trasciende el discurso corriente y el lenguaje habitual, otros campos o zonas delser. No refiero aqu por oposicin el lenguaje oral (que es de por s una construccinmetafrica de los signos y objetos del mundo), al lenguaje escrito, construido sobre la basede una escritura cifrada en un alfabeto y una gramtica, un lxico, una prosodia y unasintaxis; sino al lenguaje reiterativo, chato y sin brillo que solemos or en tantastransmisiones televisivas o audiovisuales, minado por el lugar comn y despojado desugerencias.

    En fin, la lengua nos pertenece a todos (es la mxima invencin humana), pero ellenguaje escrito se nos escapa si no sabemos emplearlo para revelar cosas ms hondas(smbolos, arquetipos, mitos, tradiciones). Precisamente, la lengua y el lenguaje se han ido

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    desgastando en su dimensin escrita y hablada, cuando no naufragando en un ocano demensajes vacuos producidos por el cansancio y el tedio modernos. No es ocioso, repito,preguntarse cul podra ser el destino o la funcin especfica de la voz potica en estoscontextos, por ejemplo, la relacin de la poesa --en tanto traduce lo lrico del Yosubjetivo-- con el canto, la msica culta o la msica popular. Los cantantes populares han

    venido sustituyendo en cierto modo a los poetas, (quedando los cantautores actuales comoversiones modernas de los trovadores de las cortes europeas medievales), cantantes que secomunican a travs de grabaciones en estudio o de espectculos asistidos por efectoslumnicos o escenogrficos. En efecto, son numerosas las reflexiones que podemos hacerpor y para la poesa, y no slo desde ella. Estamos en el albor de un nuevo siglo y un nuevomilenio, y la percepcin del fenmeno potico ha variado sensiblemente, por lo cual espertinente tambin hacerse de nuevas perspectivas para abordarlo, tanto en su valorintrnseco como en los caminos semnticos que ha venido tomando en los ltimos lustrosdel pasado siglo veinte y en el primero de este siglo.

    La poesa en Venezuela se ha hecho eco de los ms variados influjos desde sunacimiento; cuando neoclsicos, romnticos o nativistas quisieron imprimirle improntasparticulares a sus voces. Andrs Bello, Juan Antonio Prez Bonalde, Andrs Mata, JosAntonio Maitn, Udn Prez y Francisco Lazo Mart son ejemplos que definieron aquellastendencias; mientras otros como J. T. Arreaza Calatrava se movieron entre el naturalismo yel modernismo. Bien entrado el siglo XX se producen las naturales resonancias delmodernismo, el simbolismo y el culteranismo, que pueden identificarse en autores comoRoberto Montesinos y Emiliano Hernndez. En cambio tres claros representantes de lavanguardia en Venezuela son Salustio Gonzlez Rincones (que tradujo a Vctor Hugo yDante Gabriel Rossetti), Alfredo Arvelo Larriva y Jos Antonio Ramos Sucre. ste ltimoescribe sus poemas en prosa y consagra como ninguno la vanguardia entre nosotros,valindose de mitos y leyendas europeos para adaptarlos al trpico, haciendo uso desmbolos e imgenes decadentistas para extraer de ellas paisajes desolados o trgicos. SiArvelo Larriva es el ltimo gran modernista nuestro, su hermana Enriqueta Arvelo Larrivale confiere al paisaje del llano una interioridad crispante.

    Despus, la llamada Generacin del 18 va a liberarse de formalismos y normasasumiendo un espritu eclctico; eclecticismo que se imbuir tambin de msica y depintura; algunos de estos poetas fueron Fernando Paz Castillo, Andrs Eloy Blanco, LuisEnrique Mrmol, Jacinto Fombona Pachano y Enrique Planchart. Mientras Paz Castillo seadentra en registros religiosos y filosficos, Blanco prefiere ensayar un modernismo a lavenezolana, caudaloso y brillante, propenso a bucear en el alma nacional gracias a sufluidez y sentido del humor, que no descarta el dramatismo. Otros parnasianos, simbolistaso post-modernistas son Jorge Schimdke, Luis Ypez, Po Tamayo, Hctor Cuenca,Humberto Tejera y Cruz Salmern Acosta, que atendieron luego las influenciasvanguardistas. Luego surgen otras tendencias telricas, tenebrosas o de exaltacin visualcomo las que pueden observarse en poetas como Ana Enriqueta Tern, Elisio JimnezSierra, Vicente Gerbasi, Luis Fernando lvarez y Jos Ramn Heredia. stos ltimos trespoetas se agruparon en torno a la revista Viernes y proclamaron su voluntad de adherirse ala rosa de los vientos, a la diversidad de movimientos. Posteriormente surge unageneracin que se mueve entre el impulso visionario y el arraigo terrestre como la de lospoetas Otto D Sola, Alberto Arvelo Torrealba, Manuel Felipe Rugeles, Hctor Guillermo

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    Villalobos y Manuel Rodrguez Crdenas; mientras que la tradicin hispanista y humanistase refleja en los poemas de Juan Beroes, Pedro Francisco Lizardo, Juan Liscano y PlmenesYarza.

    Otros grupos notables como Sardio y Tabla Redonda congregan poetas de la talla de

    Ramn Palomares, Guillermo Sucre, Luis Garca Morales o Rafael Cadenas, y no hacensino desarrollar estas tendencias con mayor cercana a la oralidad de la gente del campo y ala bsqueda de la imagen prstina, pero tambin al coloquialismo urbano, los juegos con ellenguaje y los giros surreales, que dan pie a la insercin de las vanguardias y susasociaciones inslitas, visibles ante todo en el surrealismo, el dadasmo y el futurismo; astenemos entonces voces como las de Juan Snchez Pelez, Caupolicn Ovalles o Jos LiraSosa. Rafael Cadenas ensaya primero el poema en prosa de aliento rimbaudiano y luego sepermite ludismos y existencialismos que denotan desamparos anmicos o plenitudesaforsticas, aspirando a una requisitoria sobre los vicios institucionales de nuestro tiempo.Por su parte Vctor Valera Mora es autor de una obra que se mueve entre lo poltico y loamoroso, lo cuasi-panfletario y lo simblico. En sus libros dej un testimonio clave paraentender la dcada de los aos sesenta; mientras que un poeta como Alfredo Silva Estradapersigue un tono experimental, de reflexin que avanza hacia un pulcro equilibriolingstico con ecos de la poesa francesa. Luis Camilo Guevara se adhiere a un verboalucinado de connotaciones mticas y hermticas; Jos Barroeta tiene mucho de terredad yvuelo lrico, pero con un paisaje interior dramtico. Por su lado, Gustavo Pereira dapreeminencia a una cotidianidad donde conviven lo barroco con lo breve, el espacio urbanocon la contemplacin, y donde la soledad creadora se enfrenta a la soledad del desamparo.En un tono distinto, Eugenio Montejo construye su mundo a partir de la ausencia delmundo familiar, canta a una fugacidad que sin embargo fija los paisajes de adentro y afueracon una elocuencia extraordinaria.

    Estas inclinaciones a lo social, lo imprecatorio o lo dramtico presentes en poetascomo Vctor Valera Mora, Jos Barroeta y Luis Camilo Guevara sern recogidas einterpretadas por William Osuna, Luis Sutherland, Eleazar Len y Gabriel Jimnez Emn.La voz de Eleazar Len discurre entre lo memorioso y la aprehensin de un presenteprecario, el cual sin embargo le devuelve signos maravillados. Mara Clara Salas esreflexiva y contundente; Luis Sutherland posee poderes visionarios de gran densidad; ElGalindo emprende viajes por los mitos clsicos y atrapa fantasmas y aleteos sorprendentesen medio de aguas nocturnas y sombras. En las dcadas finales del siglo XX ocurre unaverdadera erupcin de tonos y tendencias donde son nuevamente visibles los rasgos de latrasgresin; el cuerpo y la psique femeninos se expresan con enorme libertad; surge lapoesa coloquial, que expresa la friccin del paisaje tecnolgico y burocrtico de las urbes,recogido en buena parte de la obra de William Osuna, Gustavo Pereira, Juan Calzadilla yRafael Arriz Lucca. Todo ello se entremezcla a afluencias de apego al paisaje, a unapoesa que interroga la tierra y sus enigmas como la de Alfredo Silva Estrada, Luis AlbertoCrespo, ngel Eduardo Acevedo, Enrique Mujica, Adhely Rivero y Antonio Trujillo. Obien se encaminan a la va de la reflexin interior, como observamos en poemas deArmando Rojas Guardia, Miguel Mrquez y Santos Lpez.

    Estos son solo unos pocos ejemplos de un vasto espectro de afinidades yconfluencias. No son stos rasgos exclusivos o privativos en los poetas citados; la obra de

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    cada escritor suele ser cambiante y ofrece varias vetas o formas de lectura. Consideremostambin que la mayora de estos poetas an vive, que muchos de ellos se encuentranactivos, dando forma a nuevos proyectos poemticos.

    Durante el siglo veinte la poesa venezolana fue prdiga en antologas que, con

    mayor o menor suerte, dieron cuenta de su diversidad expresiva. As, autores que parecanimprescindibles en unas pocas ya no lo fueron en otras; unos que aparecan tmidamenteen algunas selecciones, forjaron despus una obra y conquistaron su lugar en obrasantolgicas notables. El tiempo y slo el tiempo se encarg de darles su sitio y puso enevidencia la calidad intrnseca de los textos seleccionados, o por el contrario puso aldescubierto tramoyas, ardides editoriales o publicitarios, intereses grupales o polticos quepermitieron tales o cuales lanzamientos. Por supuesto, tambin aparecan antologaslatinoamericanas y europeas donde estaban presentes poetas venezolanos. Poetas comoVicente Gerbasi y Miguel Otero Silva comenzaban a aparecer en antologas importantes deEspaa, como la de Jos Olivio Jimnez Antologa de la poesa hispanoamericanacontempornea 1914-1970 (Alianza Editorial, Espaa, 1971) o de Inglaterra The PenguinBook of Latin American Verse, de Enrique Caracciolo-Trejo (Penguin Books, Inglaterra,1971) donde figuran por Venezuela Andrs Bello, Andrs Eloy Blanco y Rafael Cadenas.Desde estas antologas exigentes se tiende un arco hasta una de las ms completas,Antologa de la poesa hispano-americana moderna (Monte vila Editores, Caracas,1993), coordinada por Guillermo Sucre con un equipo de investigadores de la UniversidadSimn Bolvar, donde por Venezuela figuran Jos Antonio Ramos Sucre, Fernando PazCastillo, Jacinto Fombona Pachano, Enriqueta Arvelo Larriva, Vicente Gerbasi, JuanSnchez Pelez, Ida Gramcko, Rafael Cadenas, Ramn Palomares, Eugenio Montejo yAlejandro Oliveros.

    Durante las dcadas de los aos 60 y 70 ya se haban cimentado en Venezuelavoces como las de Cadenas, Calzadilla o Palomares, mientras que poetas posteriores comoGustavo Pereira, Eugenio Montejo, Jos Barroeta, Luis Alberto Crespo, Ludovico Silva yVctor Valera Mora comenzaban a dibujarse con propiedad en el panorama de nuestrapoesa, ms identificadas con los procesos sociales o polticos, como son los casos dePereira y Valera Mora; otras van ms dirigidas a la interioridad, como ya advertimos enCadenas, Silva Estrada o Montejo. Si los aos sesentas estn signados por un destinopoltico, la dificultad de ser y de transformar la sociedad, en los aos setentas la poesatiende a la dispersin y a la pluralidad. Dispersin porque estos poetas no se agruparon paradefinir programas poticos ni para redactar manifiestos. La convulsa dcada anterior habadejado en el ambiente un compromiso que propenda muchas veces hacia el exteriorismodescriptivo, y contra el cual, creo, se reaccion inconscientemente. Los poetas del interiordel pas comenzaron a conocerse de manera aleatoria, sobre todo a travs de lecturaspblicas y la edicin privada de obras. Se comenz a leer ms directamente poesa deAmrica Latina, el Brasil y los Estados Unidos. La dispersin, a la larga, vendr a ser unelemento positivo para la poesa de los 70, pues permitir ver los procesos estticos sincoacciones, y con mayor libertad para reconocer las voces interiores que cada uno estabadispuesto a expresar, al permitir una reflexin acerca de cul camino elegir, sin presionesextraliterarias ni conminaciones programticas. Esta dispersin, a la vez, permite sealar elrasgo de la pluralidad. Ya sea coincidiendo o disintiendo, los poetas establecen unaempata, un puente que les permite compartir lecturas y abrirse a nuevos cauces, nuevas

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    confluencias, muchas de las cuales se hallan presentes en esta seleccin. Haban quedadoatrs las actitudes exclamativas o tremendistas, los temas histricos, los casticismos y lasformas mtricas para cobijar lugares comunes. La lrica se abra a una polifonahistricamente explicable. No requiri de padrinazgos ni de emulaciones tutelares paraacometer sus empresas verbales. Lo mismo no se puede decir de los aos 80, cuyos poetas

    nacientes se movieron en un gran alboroto meditico, que promulgaba sus quintaesencias atravs de manifiestos an antes de que las obras fuesen editadas y pretendieron pasar poralto el legado de los poetas de los aos 70.

    En una etapa posterior nos encontramos con poetas como Alejandro Oliveros,Reinaldo Prez-S, Mara Clara Salas, Eleazar Len, Edda Armas, El Galindo, WilliamOsuna, Luis Sutherland o Cecilia Ortiz, que venan trabajando con plena conciencia deoficio. Esta generacin es muy activa y empieza a experimentar en Talleres Literariosfundados en las Escuelas de Letras de varias Universidades, y en institutos culturales comoel Centro de Estudios Latinoamericanos Rmulo Gallegos. En el interior del pas tambinse produce este fenmeno. As tenemos a Orlando Pichardo, Eddy Rafael Prez, Tito NezSilva, Jess Enrique Barrios, Yeo Cruz, Jos Antonio Ypez Azparren, Naudy EnriqueLucena y lvaro Montero en Lara; Rafael Garrido, Lzaro lvarez, David Figueroa, DixonRojas y Manuel Barreto en Yaracuy; a Tefilo Tortolero, Reinaldo Prez-S, AlejandroOliveros, Carlos Osorio, Carlos, Ochoa, Adhely Rivero y Luis Alberto Angulo enCarabobo; Wilfredo Carrizales, Harry Almela, Alberto Hernndez y Luis Ernesto Gmezen Aragua; a Leonardo Ruiz Tirado, Ana Mara Oviedo, Arnulfo Quintero Lpez, LivioDelgado, Alberto Jos Prez y Avilmark Franco en Barinas; a Celsa Acosta, Rafael Joslvarez, Csar Seco, Benito Mieses y Gilberto Petit en Falcn, slo para citar algunosnombres sobresalientes en algunos estados. Con ellos comienza a descentralizarse lairradiacin potica de Caracas; se produce entonces un dilogo con la provincia; (si bienobservamos, la gran mayora de los poetas que se divulgan desde Caracas provienen delinterior del pas), se van creando revistas, talleres, antologas; poco a poco se respira un airemenos atomizado en cuanto a la difusin de los autores fuera de sus regiones de origen,sobre todo porque recitales, lecturas, charlas y bienales literarias se convierten en puntos dereferencia para explorar el pas de un modo ms exigente y apasionado. Se procuraentonces un dilogo que va a tener consecuencias determinantes en cuanto a la percepcinde la poesa como hecho colectivo, o mejor dicho, como hecho esttico que no puedeentenderse sino como crisol de experiencias humanas cuyo epicentro es lo colectivo, en elsentido de que ste debe ser pblico y compartido.

    Los mejores escritos sobre poesa de los aos 60 y 70 gravitan en ese sentido; susautores son Ludovico Silva, Juan Liscano, Guillermo Sucre, Oscar Rodrguez Ortiz y JulioMiranda, y en una generacin posterior Armando Rojas Guardia, Hanni Ossott, Juan CarlosSantaella, Alejandro Varderi y Ennio Jimnez Emn iluminan sentidos y conforman uncorpus crtico notable, que reflexiona, antologiza, redacta prlogos, estudios o tesisacadmicas, y permite calibrar mejor los legados poticos de cada etapa.

    En el terreno de las antologas tenemos, entre otras, las de Otto DSola, J.A.Escalona Escalona, Douglas Palma, Jess Salazar, Rafael Arriz Lucca, Alejandro Salas yJoaqun Marta Sosa, siendo la ms generosa la de Escalona Escalona Nueva antologa depoetas venezolanos (Nacidos entre 1930 y 1960) (Mrida, 2001); la ms original en el

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    manejo del criterio la de Alejandro Salas, Antologa comentada de la poesa venezolana, yla que abarca ms perodos hasta la fecha la de Joaqun Marta Sosa Navegacin de tressiglos. Antologa bsica de la poesa venezolana 1826-2003 (2004), pues intenta recogerlos mejores textos hasta los ltimos aos del siglo veinte, exhibe una organizacinbibliogrfica excelente y nos ofrece un esmerado estudio sobre el proceso de nuestra lrica.

    No es una antologa diacrnica sino temtica y la navegacin por el tercer siglo es porsupuesto casi inexistente. Como toda antologa, no puede cubrir todas las expectativas ydeja fuera nombres importantes. De la primera mitad del siglo veinte la ms completa es lade Otto DSolaAntologa de la moderna poesa venezolana (1940). Vale la pena detenerseen esta antologa de DSola, pues ella remarca un criterio de seleccin que puede ser tilpara ubicarnos dentro de la llamada moderna poesa venezolana del siglo XX. Es unaobra estrictamente cronolgica y generacional, tanto, que primero realiza un paneo sobre loque l llama los precursores de la poesa moderna a quienes ubica entre los aos 1880 y1885 y son Juan Antonio Prez Bonalde y Miguel Snchez Pesquera; despus se detiene enlos populares de la generacin 1885 y 1890: Alejandro Romanace, Pablo Emilio Romeroy Toms Ignacio Potentini. En un espacio esttico ms vasto sita a parnasianos yneoclsicos, aunque tambin reducidos al lustro 1885-1890. DSola maneja aqu un criteriogeneracional por lustros y no por dcadas, que se mantendr para los poetas cuyo trabajosobresale a partir del ao 1910, para quienes no tiene una tendencia o movimientoconcretos de ubicacin, en un amplio registro de veintitrs autores que van desde AlfredoArvelo Larriva hasta Luis Ypez. De ah en adelante D`Sola contina aplicando un criterioque no toma en cuenta tendencias o lneas estticas dominantes, sino meramente definidaspor lustros o por dcadas (1915-1920-1930 y 1935), lo cual, lejos de ayudar al lector, nohace sino confundirlo. Tampoco luce muy exhaustivo mejor sera decir exigente encuanto a la eleccin de los autores, sobre todo en lo que se refiere a los poetas localizadosentre los aos 1915-1920.

    El prlogo de esta antologa no fue escrito por DSola sino por Mariano PicnSalas, que con su admirable prosa y su lucidez va marcando ciertas pautas para definir lamodernidad. En este caso, est seguro de que con Prez Bonalde nace la modernidad enVenezuela, pues reacciona contra lo que haba pesado ms en la poesa venezolana: leelocuencia, reafirmndose en el sollozo viril que no estalla, en la nocturnidad y el acentocosmopolita, para luego ir hacia los caminos de la erudicin que degeneraron, segn PicnSalas, en la copiosa herencia enseante de Andrs Bello, los del idioma acadmico y laintencin didctica; a stos se oponan los poetas deliberadamente incultos, en quienes lagracia andaba envuelta con el ripio y el acierto con la vulgaridad, como un Martn o unAbigail Lozano. Estn por supuesto tambin los imitadores de la poesa espaola del sigloXIX, apegados a lo grandilocuente, y los autores que hacen uso de la malicia criolla, comoAlejandro Romanace o Job Pim. Pero no tiene dudas Picn Salas en sealar como iniciadorde la poesa moderna de Venezuela, veinte aos antes de que comenzara el movimientoModernista (cuyo padre tutelar fue Rubn Daro) a Prez Bonalde. Hechas estasaclaratorias, Picn Salas se sumerge en una serie de digresiones que nos ayudan mucho acomprender las tensiones polticas y las luchas del venezolano, mejor reflejadas, segn l,en los narradores que en los poetas. Pasa a aclararnos que la modernidad de la generacinde 1895 fue la de la palabra, el tema y el ritmo, transcritas en versos parnasianos yoctoslabos, como la de Gabriel Muoz; despus la Venezuela de los valses y los pianoscomo la que se expresa en la obra de Andrs Mata y Ezequiel Bujanda. Mientras que Vctor

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    Racamonde y Juan Santaella se amoldan ms a la nota schubertiana que nace con RubnDaro. El Modernismo y el Decadentismo siguen por caminos similares, sobre todo elModernismo cuando cae en la orfebrera vaca de las palabras, o cuando el Decadentismo que es refinamiento voluptuoso, afn de desconcertar al buen burgus con sus paradojas ysu prctica del arte por el arte terminan por preparar el terreno para lo que luego sern las

    notas dominantes de los poetas de los aos 30 0 40: la intimidad y la confidencialidadversus el titanismo de los neoclsicos, el pensar la inspiracin con la disciplina de la forma,para reaccionar contra la abundancia del sentimentalismo ripioso; la exaltacin solar contralas tendencias deprimentes (el sol contra la luna) de los trasnochos lunares; elsurgimiento del mundo infantil como un tema autnomo de la poesa; el auge del folklore yde la copla; la interrogacin a Dios y al Destino que crea una entonacin filosfica distinta;y finalmente la voz de Pablo Neruda, que pas con su torrente de aguas impuras,disolventes y caticas y llevaron consigo la impronta de una poca llena de insomnio,desesperacin y aventura, conforman una maravillada visin del mundo.

    Hago esta breve sntesis de rasgos para la modernidad porque esta seleccin,Palabras en Confluencia tambin desea indicar hacia unos cuantos poetas modernos, sloque stos pertenecen ms al final del siglo XX, vindome en la necesidad de aclarar ciertospuntos asociados al concepto de Modernidad, un concepto efectivamente escurridizo (senutre del abigarrado mundo de la cultura popular) que lleva en si mismo el germen de sudestruccin, una nocin ambigua, huidiza y paradjica. Bajo ella se suelen abrigar las msbrillantes ideas pero tambin las ms disparatadas teoras y especulaciones.

    Por su parte Guillermo Sucre, en el prlogo de su Antologa de la poesahispanoamericana moderna nos advierte que la poesa hispanoamericana moderna es laque se inicia, hacia 1880, con el momento modernista, hasta la poesa de las ltimasdcadas () Un lapso tan vasto que abarca casi cien aos () Cronologa y perodos,estilos y tendencias: era inevitable que tales referencias influyeran en esta divisin yreagrupacin de autores. Pero, como se explica en la introduccin de cada una de estaspartes, se ha querido combinarlas y aplicarlas con flexibilidad. Se evita, por ejemplo,delimitar demasiado los perodos o hacer excesivo hincapi en frmulas estticas generalesque, por si mismas, casi nunca llegan a revelar la singularidad de cada autor. Esta msamplia flexin, por tanto, quiz permita vislumbrar otros principios de ordenamiento.

    Hago esta cita de Sucre en ocasin de resaltar el vasto campo de percepcionesestticas que implica la modernidad: sus mscaras, sus disfraces, sus contrariedades, suheterodoxia, su diversidad y sus paradojas, que ni el discurso postmoderno ni el de lastransvanguardias han logrado an abordar bien. Tales criterios pudieran aplicarse a lamayora de los poemas aqu elegidos, mas no a la poesa que se escribe desde el ao 2000,que desea ingresar a otro canon esttico. Estamos hablando hoy de un discurso poticointerdisciplinario, transgenrico, intervenido por la tecnologa, los monitores, la cultura demasas, la cultura fragmentaria, el espectculo, el cine, la fotografa, las realidades virtualesy digitales, la velocidad de la informacin, el minimalismo, el coloquialismo, la ritualidadcotidiana. El discurso de la globalizacin interviene a veces el discurso potico para bien opara mal, esta es una realidad innegable.

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    Sobre la presente seleccin realizada por un equipo de Monte vila EditoresLatinoamericana, Fundacin Editorial El Perro y La Rana y la Casa Nacional de las LetrasAndrs Bello, habra que decir que no se trata precisamente de una antologa. Es ms unamuestra, un panorama. No es antologa porque no aspira presentar solamente nombresconsagrados por la crtica; tampoco es exhaustiva en cuanto a autores y mucho menos en

    cuanto a pocas o tendencias dominantes, lo cual justificara algunas ausencias que puedenparecer obvias a primera vista. Como no est sustentada en un criterio diacrnico, no mepareci pertinente organizarla de manera cronolgica. El orden alfabtico, en cambio,permite en este caso una mayor libertad en el momento de presentar a los autores sin rangosde edad ni de importancia histrica. Sin embargo, veremos a poetas de trayectoriareconocida compartiendo espacio con poetas jvenes que poseen clara voluntad decontinuar; otros, pese a su trabajo sostenido en el tiempo, han sido poco divulgados. En fin,se trata de una muestra heterodoxa, plural, atrevida, que ha intentado poner de relievediversas facetas de nuestra lrica, sin que haya sido necesario justificarlas merced a unaparato crtico demasiado ajustado, sino acudiendo antes a la calidad implcita de los textos.Se trata, en todo caso, de una lectura dirigida y dominada por el placer, por la voluntad deacercarse a estos poetas para asimilarlos y disfrutarlos desde el entusiasmo y la pasin.

    Gabriel Jimnez Emn

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    Adhely Rivero

    Nace en Barinas en 1956. Licenciado en Educacin y Maestra en Lengua y Literatura(UC). Co-redactor de la revista Poesa. Premio de Literatura Mencin Poesa de laUniversidad de Carabobo (1981) con En el silencio del estanque. Premio Bienal de Poesa

    Cecilio Zubillaga Perera de la Casa de la Cultura de Carora (1982) con Otras memorias.Premio de Poesa de la Universidad de Los Llanos Ezequiel Zamora (1997) y Premio nicode Poesa XL Aniversario de la Reapertura de la Universidad de Carabobo (1998) conTierra de Gadn. Adems ha publicado: 15 poemas (1984), En sol de sed (1990), Lospoemas de Arismendi (1996).

    Mudanza

    De abajo venamos siguiendo la luz de unas hojas verdes.Era invierno en los ros. Empezaba a subir la corriente.El pueblo se reconoca en una sola casa que aspiraba

    el horizonte.Yo no tuve grandes enseres que mudar, iba escoterocon los ojos inmensos como techo de cielo.Llegando se sienten los coloresy uno los rene en el temblor de la sangre.Mi caballo se qued en la doma del vaqueroque me cuida las reces en la sabana.De repente dej el pensamiento,al garete rozaba el parabrisas.Entraba a las carreteras. Largas cuerdas tendidashacia algn lugar.Esta ciudad es muy grande. No es un pueblo.En esta ciudad no hay caballos, ni vacas, ni toros.Tendr un ro. Una plaza, una gallera y un cine.Pero no es un pueblo.

    La vida austera

    Tan austera esta vidaque la mesada redunda en especies.Cuando llego a la calle y entro a la cuadrade residencia algn pariente me espera,circunspecto en la sala, con un saco o una caja, pesados,de olores agrios de estar a la intemperieRecibo la carta, la aprieto y siento el espesor de

    la mesaday contesto todo est bien, no es mucho.

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    Que importan las letras, el disentir o algnrazonamiento en el papel.Nada alcanza.Cudate en la calle, de noche, la gente.Pronto te escribo, te envo queso y carne seca.

    Y lo que me pides para conocer la ciudad.Aqu la naturaleza es prspera y tolerantecon lo salvaje que somos.

    Vienen a verme la ciudad

    En estos tiempos estn por venir los viejos, ya bajaronlas aguas.

    Vendieron las reses.Les pedir que me compren una casapara salir de la ta que gruecuando pierde las loterasy otros enredos del juego.Me van a traer la nostalgia del tiempo y la distancia,y el olor en la piel de la gente de llano.

    Los voy a llevar al hipdromo para que vean grandescaballos.

    Los viejos vienen a ver cuanto crecido y avezado estoy.Cuando tenga el tamao y fundamento de mi padrecon ropa grande, carro y mujer de la ciudad,sabrn que no regresoYa no podr volver por los montes,no ir con los vaqueros,en fin, no siento la gente de la casa.Estar pendiente de llevarles mi familiaalgn feriado,y ustedes vengan cuando quierancon queso y cacera.Perd el tiempo de ser libre,remontar las aguas del Gadn.

    La ciudad

    El hombre arregla las matasy recoge la basura al amanecer,El aire fresco llegaa la calle.

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    Sostengo un helado cuando miro al cieloy reconozcoque es el mismo cielo donde estn los mos.Creo que esta calle es la prolongacin de la calledonde montaba caballos y pasaba frente al colegio.

    Esta plaza tiene su aire,su maleza, sus viejosy me reconcilia.El barbero tiene la silla vaca y afila en el cuerola navaja. Me siento y pienso en los animales.Abro el peridico, recuerdo al filsofoque deca que all estn los apellidosde la gente importante, algunos vivos, los otrosmuertos en las pginas de sucesos.Aparto las palabras que no usar en este lugar.Habilidades.Sentimientos Primitivos.Acostumbrar mi vida a la ciudad.

    La casa

    Cuando sal del pueblo pensaba regresara comprar la casa de la esquina suroeste de la plaza,cerca de un puerto solitario del ro.Cuando vuelvo no est en venta y entiendo el arraigode los dueos.A cada vuelta al pueblo visito la calle y bajo mi familiaa la costa a contemplar las aguas pardas bajar

    eternamente.Me enter que vendieron la casa que me gusta,cerca de la plaza y del ro de mi infancia.Continuar a la espera con la ofertaen el trnsito del pueblo que crece y se desborda,solicitndole a Dios la graciaque no se me adelante un turco y la transforme en tienda.Por las aguas del ro pasan las borasmientras espero el da.

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    Nmero de suerteLuis Alberto Angulo

    Me puedo quedar la noche pensandoy sacrificar la tristeza del da.

    Todos estos aos le he pedido a Diosmuchos aospara contar la experiencia de la que vida que tienenlos hombres viejos.Uno se levanta a diariosobre la luz del amanecer, sale al trabajo,se sienta como un jefe a esperar la dificultadesque traen los otros.habla con sabidura, delante de una biblioteca,de la poesa contempornea del mundo,recuerdo un verso, un buen verso y salvala jornada.Hay das difciles para el alma,nos recogemos para el sueorevele un nmero de suerte.

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    Alfredo Silva Estrada

    Nace en Caracas en 1933. Licenciado en Filosofa (UCV). Realiz cursos de postgrado(Universidad de La Sorbona, Pars). Profesor del UCV (1960- 1965). Parte de su obra hasido traducida al francs. Premio Nacional de Literatura (1997). Gran Premio Internacional

    de Poesa de la Bienal de Lieja (Blgica). Entre sus libros se destacan: De la casaarraigada (1953), Cercos (1954), Del traspaso (1962), Integraciones, 1954-1957. De launidad de la fuga (1962), Acercamientos: obra potica 1952-67 (1969), Por losrespiraderos del da 1980-92 / En todo momento 1989-93 (1998),Al travs (2000).

    Escribir en el lmite

    Me hundo en el lmite de palabra en palabra porque supendiente, su abismo que me pone en vilo suscita esehundimiento.

    Luego, retomar aliento.Abisal y de cresta, la palabra nos sumerge y levanta: cielo

    y suelo, fondo y superficie, techo y piso afrontados.Nuestro lmite, horizontal, vertical, arriba, abajo, adentro,

    afuera, penetra el poema que no cesa de hacerse ydeshacerse, de recomenzar y rehacerse, tal vez, en el otro,en los otros.

    *****************

    Escribir como uno respira. Y la respiracin, a veces, comose rompe la ola contra la roca, entre otras olas, otrasrespiraciones. A la vez rompiente y oleaje, el poema es librede ahogarse en s mismo. Se afirma, se niega, insiste Comorespiracin, la primera y la ltima vez, en una extraaconfluencia de alborada y crepsculo.

    *******************

    Escribir como una camina. Y, al caminar, uno roza algo,tropieza con alguien. Y apresa ese algo que ya pas, seaferra a ese alguien, transente ya en lejana.

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    Por una sed insensata de lo ilimitado, uno desearafinalmente desprenderse del lmite, de uno mismo.

    **********************Escribo para desplazar el lmite, acercar con mi aliento lo

    que no tiene lugar fuera de este mundo.Palabra desplazada (y que desplaza).

    ***********************La poesa vive de dar lugar. Un lugar precariamente

    preciso en lo que por esencia es desplazante: en el lmite,horizonte, poema. En lo que nos abarca, nos oprime, noslibera puede liberarnos. Pero no cesa de darnos laespalda. Reverso del todo invisible.

    ************************Aunque el deseo es tensin ilimitada, el poema logra decir

    apenas el tiempo en su lmite. Mientras el tiempo labra ydescalabra con manos invisibles en las manos visibles. Laplenitud suele escaprsenos por las cribas del tiempotormentoso.

    ************************

    Algo nos desplaza y nos sita en este mundo porque lapalabra misma, apenas proferida, es desplazamiento y eslmite que nos pide ser desplazado.

    ************************

    Las palabras juegan con nosotros, nos trampean, cuandocreemos que jugamos con ellas. Nos dominan su fluidez, suaspereza, su inocencia, su astucia.

    ***********************

    Movido por el viento, llevado por las aguas del origen, elpoema lo sentimos en los labios, entre los labios de los otros,en la sed de los otros que el viento reaviva.

    Con la sed no saciada del nombre, damos nombres.Volvemos a nombrar el nacimiento, el transcurso, la muerte.Desde lo oscuro fuente- bebemos en la fuente de amanecerque en s misma se origina y baja por dos vertientes sin

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    nombre: all, all mismo, en lo que vamos a nombrar, en loentrevisto, lo presentido y su reverso. Hasta la totaldeclinacin, improbable, inconclusa. Hasta el anochecer ensuspenso.

    **************************Movidas por el viento, las aguas del origen nos empujan a

    decir, atizando nuestro fuego interior.Escribimos sobre esta tierra, la nica, cuando, dentro del

    instante, las aguas del origen se repiten ritmadas por loslmites estallados del instante.

    Escribimos sobre esta tierra cuando el fuego nos lopermite, se insina o se desata en el espacio nunca idntico,nunca identificable, pero que siempre sentimos por igualcerca y muy lejos, adentro, afuera. Apenas sostenido por ellmite que ilimita el horizonte de nuestras miradas.

    **************************Escribir en el lmite: conmocin, emocin, piedra de

    toque:Esa emocin llamada poesa. Es preciso, entonces, latextura inminente. Y eminente, con relieves que nos toquen.Nos conmueve lo que podemos y, a la vez, no podemostocar hasta la saciedad, hasta el extremo. Tocamos slo hastadonde puede tocar la mano. Nuestra sensualidad nosangustia. Y en esta carencia misma nos conmueve, nosconmociona. Como la visin, limitada, inmersa en suslmites, nos revela lo ilimitado: puntos de fuga y horizonte.

    Conmueve lo que nos toca. Y tambin lo que hasta ciertopunto (tantas veces punto ciego) podemos tocar. Eso quellamamos emocin potica es eminentemente terrestre,hasta el tutano, hasta la epidermis, hasta la raz, desdela raz hasta el aire.

    La precisin que conmueve slo podra estar lejos a cadainstante, ausente en su presencia misma, porque no puedefijar el instante que ama.

    La precisin es el trazo del deseo infinito imposible- desituar el aqu y el ahora, cuando stos, en verdad, nos tocan,nos conmueven.

    ************************La poesa vive de dar lugar.Dar lugar, situar el instante, desear situarlo, ese tormento, esa

    tormenta, ese temporal suscitador del poema.Acercar ms y ms el instante (no poder situarlo), acercarnos a

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    los otros por inmersin en el lmite de los instantes de palabraen palabra.

    ************************Deseo de dar cuerpo al instante con nuestro cuerpo fugitivo.

    El instante que est aqu, y est lejos, con esa ambigua,precaria precisin que nos estremece, justamente, como las aguas del origen.

    Un punto en el origen

    Un punto en el origencontiene las respuesta.

    Tal vez esoas sea.

    Pero el origenperdido est definitivamente.

    De nada vale mirar atrs.Toda dulzura habr que construirla

    con estas manos vivas.

    ****************

    De las sombras

    De las sombras que la vida trajo,elijo una.

    Elijo una para que me haga compaa.Para que permanezca,a ver si con el tiempo,

    se va aclarando en m, se va alejando de lo oscuro

    Hay momentos en que una brisa sopla

    Intensa llama quema, despiadada,la juventud. La hace ceniza.

    Ya asoman en mis ojos dos piedras calcinadas.

    Sin embargo hay momentosen que una brisa sopla

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    y nos trae la ilusinde que la hoguera recomienza.

    Cuando al agua voy

    Cuando al agua voy,el agua viene

    y es una mujer afectuosa.Una superficie

    de espuma frescapara mi pensamiento adolorido.

    Cuando al agua voy el agua vieney es un alucinante enigma.

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    lvaro Montero

    Naci en Barquisimeto en 1946. Poeta. Fundador del Taller de Investigaciones ArtsticasSimbiosis, de Job, rgano de difusin cultural del mencionado taller y, adems director

    del Centro Cultural Lea, todos en Barquisimeto. Asiduo colaborador de numerosaspublicaciones literarias del pas, entre otras: La Otra Banda (Mrida), Seccin Literariade El Impulso (Barquisimeto), Imagen (Caracas), Talud (Mrida), Job(Barquisimeto), Papel Literario de El Nacional, Caracas... Ha publicado: Bajo qu sealcomenz el fuego (Ed. Job, 1973), Ciudad de clera (Ed. de la UCV, Caracas 1978) y Saleel sol (Plaquette, Edics. Sea, Barquisimeto, 1980). Abogado, animador cultural. Tieneinditos varios libros de poesa. Muri en Barquisimeto en el ao 2004.

    Amor, esta ciudad ya no resisteEnero, 1856

    amor, esta ciudad ya no resiste la ira de Dios, por todas partes se amontonanlos muertos y los aparecidos los carretean de noche y los queman en las afueras, cerca delro. Ya lo han hecho conmigo y regreso luego para ver si me ests esperando.

    me quemarn de nuevo, te lo aseguro. Me culpan de haber trado la peste enla maleta de viaje. Yo traje slo unas aves que me hicieron soltar a la puerta de la ciudad.

    amor, no debo tener ni alma. Cuando me queman con candela la veo salir yle pregunto por los que se fueron primero. Pero yo regreso amor, hediendo a humo, regresopara morir cuando los espasmos no me dejan tranquilo.

    te escribo a prisa, siento el repicar de las campanas. Un ave de mal agerollama para la procesin. Siento que vendrn los espasmos y me quemarn por la tarde

    esta ciudad de clera nos consume a todos

    Ciudad de clera

    Pues bien MACARIO sali tempranode su casa

    vestido de negrocon el sol calado hasta

    las orejasse despidi con una sonrisa de crehuelael morbus lo esperaba como esperaba el autobspara ir al trabajo

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    UN BUENOS DAS DE CUCHILLO FILOSOMacariote jaloneaban la sotana los muertosgritaban en las calles los que queran morir y tMacario te alisabas la falda como lo hacas en Pars

    Te vi salirsalir casi con el solTe vi salir

    Nada de remedios ni arboladuras. El morbus aguijonea lavida y diezma. Nada de pociones. Macario, nada que suene aboticario. Solo t enamorado de la muerte.

    solo tMiserable ave de mal agero

    Yo recuerdo, 1855, era un pas de libertos. Nadie se quiso darcuenta que podan tumbarle la cabeza.Era cosa de descogotar la miseria y correr con las peonadaspor el monte. Eran los aos de las pestes.Primero los vmitos negros, azulados. Primero ellos consu hedentina llenando de malos presagios las maanas.Porque la peste andaba por todas partes y aguijoneabalos campos y se mora entonces hasta de mirar el vientoEran aos de guerra

    Jos Toms Boves

    Es ella Toms quien entierra las brasas y atiza el fuegoEs ella Toms la que flagelala que sale de noche con los perrosy encandila las iguanasen el cementerioEs ella quien trae las araas para la fiestay devora en veranolas cruces y los santos de maderaEs ella TomsRecuerdas que te lancearonQue te abrieron el pechoy comenzaste a gritar palabrotasy la sangre te comi la lengua por blasfemo

    Te moriste en ese sangrero Tomsen ese pasar de caballos a la carreraEn sano juicio espero que lleguesFrgida

    escurridizate presentas

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    Es slo culpa ma que me enredessi todo lo que te amo te pertenece

    Un delincuente toca la puertay me saluda

    Quien te habla

    Quien te hablasoy yoTe pido dejes

    que el rome lleve

    Aguas arribasilbar fuertepara que sepas que aun voy con vida

    Te pido lo dejes

    Te pido lo dejes cantarSon aguas rojaslas

    quebajan saltando entre

    los riscosEscucha como viene el ro

    Qu de calamidades anunciansus aguasBsame amorque la corrientehaga con nosotros lo que quiera

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    Ana Enriqueta Tern

    Nace en Valera en 1918. Premio Nacional de Literatura 1989-1990. Realiz carreradiplomtica en el exterior en Uruguay (1946) y Argentina (1950). Partcipe de numerososhomenajes y recitales,el 30 de Noviembre de 1989 recibi el Doctorado Honoris Causa de

    la Universidad de Carabobo. Ha publicado los siguientes libros: Al norte de laSangre(1946), Presencia Terrena (1949), Verdor Secreto (1949), De bosque a bosque(1970), El libro de los oficios(1975),Libro de Jaj (1980-1987), Casa de Hablas (1991),Albatros (1992), Msica con pie de Salmo(1985) y Antologa potica Ana Enriqueta Tern(2005),para citar algunos.

    Escombros con paso encharcado

    No se escuda en el sueo. Se extrava por ciudades de almo semblante.Oscurece y distiende telas para ocultar cunto turbio en propios hombros,en propia veste de ciudad que los recibe ya malandros, SUS malandros,

    SUS desgonzados para siempreque los recibe ( SUS MALANDROS ) en regazo de calle advertida en trapos de luz,calle empinada, sin viento, como genuflexin ante rizos oscuros. SUS MALANDROS.

    Escalinatas de ciudad mrtir

    Insinuaba cabellera partida en dos sobre confusa palidez.Habl de manos acariciando rasos de halito y sacrificio;algo como imponerse o a la deriva dejarlo ser;algo como pedir perdn o decidirse a ser castigado.Mucho de cuanto deja caer culpable enconoo sube escalinatas de ciudad mrtir tambin ellos, cados

    a reserva de una mayor,en tinieblas, justicia.

    Metas de absoluto despojo

    Es casi orgullo compadecerse de s mismo;extremar palidez como llegando a metas de absoluto despojo: MUERTE;a raras victorias cuando ltimo y primer salario recibieron:

    MUERTE. Pura encendida rosa: muerte,ocupando camisa de buena marca.

    De buena marca, tambin zapatos que huyeron en otros pies ayunos de piedad,en aras del mismo holocausto para comienzo y final de la MISMA ROSA.

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    Espesor paterno

    Intent devolver pgina en blanco. Nadie recibe.

    Nadie fija mirada en cada( casi un nio) en hondones de sacrificio y pureza;rostro de ellos: piedra, hierro. Rostro de el (casi un nio),rostro a veces predilecto por AQUEL que espera, se apiada,por AQUEL que lo acuna en brazos de abrumado ESPESOR PATERNO.

    Desagravios a ciudad no amada

    a Elio Gmez Grillo

    Nadie la ama ni defiende su puesto de intensidad y desangre;magnfica y cruel cuando los recibe descalzos, an tibios pura inocencia

    en exactitudes de psalmo...Cuando los recibe, ms all de la muerte, para encarnar belleza

    como extravos de holocausto.Ciudad sagrada a travs de ellos. Dioses menores ennoblecidos por el desdn

    a flores de miedoa miedo puro alguna vez mezclado

    con brumosas florecillas de amor.Caracas: ciudad amada en slo nombre: CARACAS.

    CIUDAD IRREVERENTE Y BELLSIMADJALOS CRECER!.

    Escribiendo un soneto

    Seca versin de ritmos que recojoen propia sombra como tenso nudode vibracin o resbalado escudoocasionado y dulce en tinte rojo.

    Respiracin alcanza en otro enojoadvertencias de fuego donde pudoser resuello de fondo o tiempo rudoamenazando candidez del ojo.

    Alternados redondos hacen forma

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    alada, vertical; acaso piedratambin a veces. Oh! sufriente suma

    de triunfos enrabiados y no medra

    all descanso. La inflexible normahuye en caballo de impaciente espuma.

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    ngel Eduardo Acevedo

    Nace en Valle de la Pascua en 1937. Poeta, licenciado en letras de la Universidad Centralde Venezuela y profesor de la Universidad de Los Andes hasta 1981. Colaborador de

    importantes revistas literarias del pas, entre ellas, Tabla Redonda (1958), En Letra Roja(1963), Sol Cuello Cortado (1963). Integrante de la Pandilla Lautreamont. Se ha dedicado ainvestigar las obras de los grandes poetas venezolanos Alberto Arvelo Torrealba y Rafaelcadenas. Destacan sus libros Mon Everest (antologa potica, 1967), y Papelera (ensayos,1991).

    Un loco

    Fui enviado a la ciudadporque en ella no existen rebaosde ganado (slo de gente)

    Para que fuese sabio o doctoro no vistiera ms de drilo no calzara sino zapatos.

    Para que cambiara tristeza en riqueza.

    Pero recuerdo un muchacho locoun hombre tan locoque slo es posible llamarlo muchacho.

    Hombre pensando en frutas,consintiendo pjaros.

    UN LOCO.

    Silbaba solo en los caminosy haca clarinetes de carrizos.A veces se perda con el alba

    mientras los hombres labraban la tierray apareca al anochecer con huevos de perdices.

    UN LOCO.

    Y yo no he querido sino ser como l.

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    La reina

    La reina savia de ciudadse perdi en sus colinas.

    Su pequeo enfermo est aqu

    en las avenidasy mientras desayuna an sueaque es naipe espaolefigies de monedascromos de Arubarurales.

    La reina que lava su caracontra el trono ingls y otros imperiosla que ha escupido de su bocael rouge europeo y americano

    y sus cabellos que no son de oroata con cinta ordinariadice carajo contra el cetrola corona y las perlas finasy con tales nueva realeza y nuevo atavoha hechizado al silvestre prncipeque huele otras damasy suea cmaras de un castillo de campodonde la reinade hierbaso de frutas

    o abeja reinaabre contra las uvas negras de Italiasus ojos de otro terciopelo.

    La reina gracia de tristezano vuelve de las nubesy estoy mudo en el amanecer.

    Que no descienda de la fuentea vender su recamado de hojas

    o besos para sobrevivir en exilio.

    El prncipe tambin huir a su pas.

    Ligia, mi mejor amiguita

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    Mon Everest

    Habitar siempre donde me signaron las primeras gravitaciones?Por qu nuevamente esa cuesta de antao, prematuro calvario, tormento de la puracontemplacin?

    Hoy como ayer los ojos miden desde abajo el trayecto para desmayar a la altura delhorizonte.Penuria de ahora y de antes, espritu en plomada, herencia, genealoga lastrada y plida.Me arrastro, me levanto y caigo, soy apaleado y estrujado.Como una tirana feroz ha doblegado siempre a mi pueblo, as estoy sumido en negrascinagas, destinado a comer tierra ptrida, la tierra que anso trasponer.

    En esto visito catacumbas iluminadas donde una ferviente resistencia se organiza, circulanestampillas de colores con leyendas cifradas e imgenes de nios y donde invocamos enlenguas romances nuestros impulsos primigenios, entraamos geografas remotas.Y en toda esta esperanza, este clamor, no hala sino el recuerdo de tu cima ardorosa, Everestmo.

    El sabio Salomn

    Suelo ahora recordar la historia con que aquella nodriza campesina me entregaba al sueo.

    Como Rey cabal Salomn haba alcanzado a ser el hombre ms sabio de su pueblo.

    Conocedor de todos los arcanos, a una altura de su vida dispuso morir.

    Recurri a su ms fiel esclavo y decidido le comunic:Me es llegado el da de abandonar el mundo y en tus manos encomiendo mi suerte. Tme ejecutars, me dars sepultura y debers morir antes que revelar el secreto. Cumplidossiete aos resucitar.

    El ingenuo amantsimo de su monarca se debati en llanto, se resista, no conceba.

    Pero lo persuadi el soberano y se encaminaron a un oscuro monte.

    Yo los he imaginado hermticos y sudorosos rehendiendo fragantes espesuras decarcanapire y de cujiares negros, resueltos y estirados los trancos, erguido el Rey marcandoel paso, detrs cabizbajo y hacha al hombro el esclavo, hasta llegar a un punto de

    misteriosas resonancias infantiles llamado El Cedrn donde el Rey era descuartizado y heubicado su tmulo siempre.

    Not entonces el pueblo la falta del Rey venerado, pbulo, remedio y gloria de todos comoera. Y entrada ya la ausencia en aos, la desesperacin y la sospecha incontenibles forzaronprecozmente al negro.

    La exhumacin fue romper la cscara de un huevo en empollamiento y sorprender al ave,casi para nacer, incipiente el plumaje, chorreante de sanguinolencias.

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    Y en ese estado siento hoy hallarse a mi alma.

    Corraleja

    Y como la naturaleza sucumbe a su destino, la locura selvtica y el verde xtasis cantaronsu delirio desde entre las hierbas y las enredaderas frenticas permitiendo la reviviscenciadel rastrojo y las recnditas nostalgias.

    Con quieta voz el hlito maestro descorri los tranqueros y rehumedecironse nuestros ojosnios en anciano fervor hosanando al ahora suntuoso corraln. Con lujuriante beatitudobedeci la flora al fiat y cundi all en aquel instante de pasmado temblor.

    Y son nuestro mandato y delicia permanecer absortos, dejar ser la exultacin hasta suscopas altas, mis suculentas hojas de Bethania, la misteriosa cerrazn del bosque umbroso,oh patria, reintegrado a sus ilimites mensuras de ayer.

    Y si con pvida ambicin nos acendramos, se germinar de vestiduras silvestres nuestrocuerpo y alma, la metamorfosis devendr redencin, la tapia miliar emblematizar muerte yregreso, arrasamiento y restauracin, fin y comienzo, pues la clorofila es roja, las savia esnuestra sangre y el sueo ser un pueblo valeroso.

    Las ciudad vulnerada del viento libre ser un vecindario bendito.

    Somos la flor y la simiente de los montes y hemos de establecer la prosperidad en lascomarcas de antao y del olvido.

    Resonar de inocente algaraba la vieja escuela, se levantar un templo de alabanza yseremos una inexpugnable hermandad.

    Si con intrpido temor perseveramos, en los resecos pastos flotar magia, verdecern deamor los escombros y cada antiguo invierno revivir.

    Figuracin del cielo

    1. El nio natural es metamrfico,un paradigma de nfima verdad

    que habr de preambular en su optimismoa algn Lao Ts tranquilo e ignorante.

    Estudia la corola abrirse al aire?Qu dada rosa olerse necesita?

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    Aquella alba fue aquel estricto gradode realidad y estupor.Qu ira a ser de nuestra alma y de sus reminiscencias?

    2. Mas luego el existir fue conminado

    a perfeccin, a otra pasinque viene, en carne de terneza bblica,a convertir el ptreo corazn.Costumbre primordial.Ser posibleque el cascarn raquticoestrangulado seapor la musculatura nueva, secreta

    del hombre nio pjaro seorque alza y gorjea su verbo original.

    3. A un tiempo advena el nioy se transfiguraba.Durmi larvario en brasao en botn de la luzen seminal infinitud.

    Con lgrimas de sangre aneg el hombresus ya de tanto mundo ajados ojosque lav en la alta fuente de su llantoy ces de ser letra la metfora.

    para Roberto Juarroz

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    Antonio Trujillo

    Naci en San Antonio de los Altos en 1954. Director de las revistas Trapos y Helechos(1980) y Crnica de San Antonio de los Altos (1993). Premio Municipal de Poesa de LosTeques (1983) con Cuando vivan los pjaros. Ha publicado los siguientes libros de poesa:

    De cuando vivan los pjaros (1984), Vientre de rboles (1996), Taller de cedro (1998),Blanco de orilla (2003) y Unos rboles despus (2005).

    *

    Mientras el mar golpea

    y devora la isla

    he vueltoa soar la casa

    muy cercaalguien riega las matas

    y brillan comosi hubiera llovido

    Insiste el sueo y el marsobre la ciudad que nombro

    de nada el vino servidola luz de algn mesy sus duraznos negros

    slo en sueosesquivamos la muerte.

    *

    Un pjaro antes de morir

    insiste a pico y sonido

    cruzar no la frondasino el rbol que lo sostiene

    esta obsesinlo vuela a otra verdad

    y su nervio

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    ya no mira los camposni espera el orode aquellos rboles

    un pjaro antes de morir

    vuela por dentrohasta la ramade su propio destello

    *

    La madera

    es misterio

    la hay de sombray de intemperie

    el fuego mismocrepita sus voces

    por los golpesdel rbol

    cada quienarde en su lengua

    *

    Si la niebla

    se mudara a esta hoja

    a vivircon yerbas y rboles

    incluyendo a los queno le sabemos el nombre

    ni el uso

    y soplaraviento de aquellas palabras

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    nacidasmientras cruzamos el valle

    si una ramauna brizna

    algo de lo inmenso

    si lo invisiblehiciera el bien

    sobre estos riscos blancos

    *

    Lava tus palabras

    habla con ellas

    djalasen el aire

    y olvida el brillode andar en esa luz

    son cuerpodel misterio

    huyen y presienten

    cuando el hombredesea su lugar

    lava tus palabras

    siempre el aguaes ms profunda

    que nosotros

    *

    El hombre

    marca los rboles

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    los nombrasiente conocerlos

    y nunca

    se acercaal tallode su abismo

    Dioses otra cosa

    apenas silbaen la luz de los pjaros

    y la nieblaes otro imperio

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    Armando Rojas Guardia

    Nace en Caracas en 1949. Licenciado en filosofa en la UCAB. Curs estudios en Bogot yFriburgo (Suiza). Tallerista de poesa del CELARG (1979). Cofundador del grupo Trficoy codirector de la revista Solar(Mrida). Colaborador en el Papel Literario de El Nacional,

    Hojas de Calicanto, Zona Franca y otras revistas literarias. Son muchas las distincionesque ha obtenido hasta el momento, entre ellas: Premio de Poesa del CONAC FranciscoLazo Mart en dos ocasiones en el ao 1986 y en 1995. Entre su obra se destaca:Proserpina (narrativa, 1984), La nada vigilante (1994) y El esplendor y la espera (2000)ambos de poesa.

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    No buscados, hoy amanecenel pan sin el soporte de la mesa,el agua regia sin el vaso,el rbol sin las letras que lo escriben o pronuncian,el pjaro puntual en la ciudad dormida.

    La lluvia pisa la grama y resucitavrgenes perfumes. La cal nuevafulge en la pared del campanariodonde el domingo me convoca.

    Ese trozo de musgo en el asfaltome recuerda que el Mundo, subversivo,derrota a la Historia finalmente. Y con l,vence este da, cabal e impronunciado,rendimiento en su fasto la basuraacumulada ayer sobre la acera.

    Hay asueto en la entraa del silencioy hasta las motocicletas braman hoyen el vaco festivo, como un circode animales prehistricos jugandoen la infancia silvestre del odo.

    La calle de siempre es otra calle:una estampa escrita por detrsen la caligrafa primera de la luz.No hay mariposas, pero en cambio

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    los ojos de aquel perro, bajo el porche,agradecen, acuosos, el sol tibio.

    Me miran ignorando su dulzuraen la exttica plegaria del instinto.

    Cmo cristaliz el mito de esta horaen el atesmo lquido del tiempo?Alguien dibuja el da por nosotros.Alguien me ama hoy, secretamente.

    Del miedopara Alberto Mrquez

    El miedo, deca Bernanos, intercede por el hombreen el lecho de cada agonizantemi tributo, hoy, es para ese sentimientocuyo temblor, con frecuencia despreciadopor los fuertes, los exitosos, los seguros,surge de la fragilidad verificada, al descubierto.

    Hay veces en las que el miedo se prolongams all de una estricta circunstancia. Permaneceen algunos hombres la capacidad de vivirlo

    cotidiana, diariamente. Los asustaun peligro atmosfrico emanadopor el solo existir bajo el foco tenaz de la conciencia.Siempre insomnes, sienten la acechanzaabundante y rigurosa ante la cual los arrojaese existir: la intimidacin que exudanel tiempo, la mirada del otro, la laberntica culpa,la responsabilidad insoportable o la asumible,algunos hechos u objetos casi numinosos (la nochedel domingo, los sueos y un retrato),la propensin a las palpitaciones galopantes

    y al respirar difcil, ciertas madrugadascuyo eco repite, insistente, la memoria,el deseo de elevarse, el propio flanco lbily, para colmo, la incgnita en suspenso de la muerte.Todas estas cosas que nombro como ejemplosobjetualizan, de pronto, el mismo miedo informe,son sus accidentales contenidos, por que ldura rebasndolos tal una indetenible

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    marea de temblor nunca absorbidapor ningn nombre adecuado, ninguna concrecin.

    No son enfermos los hombres y mujeresconvocados por el miedo. Ellos, al contrario,

    resguardan para nosotros esa slita vigiliafrente a lo inconmensurable aterradorque, mediante un exclusivo privilegio padeciente,se les concede percibir a toda horaen lo que los circunda, as sea lo usual y lo ordinario,cuya proximidad se torna entoncescargada de vacos siderales. Tales huecos densosproliferan bajo la temerosa angustia ahora abismada,constreida, si embargo, a enfrentar ntegroel spero trajinar del da.

    El temor atraviesa sus ngrimos minutoserizado delante del peligro indcilque advierte, sin poder fijarlo: exhalacinde la inmedible inmensidad de la existenciacuando es consciente de s misma. Quien sudael costo de tamaa inmensidad se llama miedoy su temblor se adelanta a los dems sentiresen el reconocimiento humilde de la continuaamenaza que representa conocer y conocerse.Existe asustada, lo acepte o lo disfrace, la conciencia.Qu otro modo primigenio tiene lo humano de palparsesi no es esa fragilidad desamparada,la que llega a consumarse en la agonatiritando al fondo de lo que siempre supoel hombre escogido para custodiar el miedo:la muerte ya se ha experimentado, numerosa,a lO ancho del intimidador volumen del viviry lo nico que falta es correr su mltiple riesgoresumido en el espanto final, enorme arcngelmanifiesto al cerrar los ojos, olvidndolos.

    Escucho a John Coltrane

    Lo nico que la razn la raznno encarnada ni encarnante no

    poda concebir: (...) el cuerpo resurrecto.Jos ngel Valente

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    Escucho a John Coltrane pensandoque cierto jazz limita con la muertey lo que ella oraculiza.Sus acordes, ontolgicos, jadean el sentidodel cuerpo que lo oye vivindose rtmica

    dulzura urgente, meloda visceral, disonanciaen vrtigo, lcido fraseo coagulado,dinmica espiral donde lo armnicoasciende bajo la forma de orgistica estructura.El sentido del cuerpo: metafsica ecuacincuya incgnita el jazz sabe resolvera travs de su propia lgebra caliente,superior matemtica de elemental sonidonumerado en cadencias que lo elevana una complejidad enigmticaante todo fsica, sensible: descifrareste sonoro enigma estticosoluciona el de mi carne: porosamasa orgnica devolvindose, por l,a su duracin atnita, a sus latidos esencialesal paroxismo que anhela ocultamentey a la terquedad de su dicha encarada al sufrimiento,la que suena, redentora, en ese tonolgido, pursimo del saxo, sopladopor un aire capaz de inventar celebraciones.

    El sentido del cuerpo: el jazz lo sabeporque frasea el idioma corporal.Cadencindolo, cifra tal sentido, lo atesoraen sus abstracciones auditivas, las cualesesto es milagro sutil, prodigio latono por ser abstractas dejan de ser carne,dialecto sensorial de su materia y para ella.Esta noche, escuchando a John,el ms profundo para-qu del cuerpose me confiesa, ntegro, durante la afilada horaadonde entro a la bsqueda de tantos sudorososacordes gozndome y tambin agonizndome,hallando en mi intensa vibracin corprea,eco preciso de esos difciles acordes,aquel deseo que ha olvidado ya como se llamapero cuyo objeto desovilla la compleja exactituddel saxo: deseo recibido por la muertecomo la carnal demanda a transmitira esa adivina sin mscara, desnuda:su nombre es cuerpo resurrectoy contiene la promesa de un da no existirse momentneo

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    sino a la misma eterna altura del espritu.

    Este es el sentido que el jazz identificaabstrayndolo de mis entraas al vivirdentro de ellas el deseo y la promesa.

    Salir

    Sal, sin ser notadaSan Juan de la Cruz

    Salir, siempre salir. El xodo es mi patria.Encontrarse saliendo una y otra vezdel hogar esclavizante. Afrontarla libertad de partir continuamenteal retomar la llave que impedael paso decisivo: despedirse.Que la casa se transforme en campamentoa desmantelar cada maana. Que la marchase inicie, puntual, en la precisa hora,la que obliga a encarar el adelantey no mirar hacia atrs, no prolongarel adis junto a la inminencia del trayecto.Jugar la apuesta cifrada por el irpermanente, en perseverante riesgo. Abdicardel poder que acumulan individualencerrado en un glbulo mondico y lo socialestablecido. Renunciar a lo interior ya confortabley a lo exterior vuelto adherencia. Destaparsignificados no fijables al sentido de todo.Desconfiar ante la situacin que parece detenerel tiempo y el espacio de este fluido universocuyo objeto es expandirse. Escapar de la parlisismarmrea fabricada por el xito. Preferir, ms bien,la elstica materia del fracasocon la que se puede moldear una figurafugitiva de la gloria: ella aligera el equipaje.Alejarse del dogma, intransitivo. No atendera la frmula masificada como lmitede la constante expedicin que ampla la verdad.Arriesgarse al nomadismo de la mente,el que descubre las infinitas aperturasde un cuerpo, de un texto, de un momento,de un parntesis montono, de un clausurado crculo.No proyectar lo imprevisible. Imitar

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    la sobreabundancia trascendenteque penetra, hasta el tutano, este mundopero no sedentariza en l su plenitudinvitando a la perpetua bsqueda.

    Mas el deseo central que explica la salida,su autntico mvil, su horizonte,es, a semejanza del auto olvido de Dios,quien creo fuera de l otra realidaddiferente a la absoluta tan slo para drsele,el abandono de s mismo en el amor.

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    Arnaldo Acosta Bello

    Nace en Camagun en 1927, muere en Barquisimeto en 1996. Miembro fundador del grupoTabla Redonda. Trabaj en la Direccin de Cultura de la Universidad de Oriente comocoordinador de actividades y jefe de redaccin de la revista Oriente. Fue funcionario de laDireccin de Cultura de la Universidad de Los Andes y director de la revista Actual. Obraspublicadas de poesa:El canto elemental(1956), Hechos (1960),Fuera del paraso. (1970),El alud (1973),En vez de una balada (incluye cuentos, 1975), Los mapas del gran crculo(1975), Sereno rey (1979), Minimum Mysterium (1985), Agadn o el brusco pavor de lostrboles (1990),Mar amargo (1988),Historia de un soldado de la guerra de Troya (1993),Adis al rey (1995).

    Discurso a media noche

    He aprendido a rezarsobre mi mquina de escribira decir nombresy tomar un chorrito de agua heladacuando el reloj no es ni rojo ni azulsino reloj no es ni rojo ni azulsino relojal lado de mi tarjeta de controlmis huellas pulgares de tonto a sueldovivo en los ascensoresdonde respiro la seorita limpiabesada por mamy anemia de una herencia blancay traslcida

    Si lo que amo es reino de mi soledad debe tener un sitioque bruscamente aparte hierba de cuatro metros, coraznanormal, basta! voy a disparar pues mi captura ser conagua hirviendo en el hoyo de esa raz.

    ya est!la madera del patiome ha salvado mi sacapuntasla regla de 4 gradola tabla de multiplicarmi maestro es un viejo enigmade cuyo sueldo muere su familia

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    por fin llegaste, amiga,a tu costumbre me siento biendueo de mis faltas tengo cinco das tristeme sacan de una totalidadse han empeado en asignarme amo

    al que he de matar por repulsivoestrangulando con y tringulo en la nucael horscopo anuncia ganancias que no veo jamsfumo de madrugadasobre las tablas de mi cuarto patalea el amorconejo epilctico al que ahogo en sbanasvoy a la pared a matar zancudosdoy brincos de locoTienen razn los que han ido a batirsea subvertir esta vidao moriremos de fastidio

    (Fuera del paraso)

    Cancin

    Pueblo de mi vida ms atroz que los meteoros. Manos crueles arrancan nuestros besos,bella raz apenas arrojada embellecida nuevamente al rozar el asombro y otra vez expulsadaa la molicie de un mar, raro, entre las raras cosas que consumen lo que a diario silbamos,pues esa posicin slo causa destrozos y lo que fue loado y suspendido los das de amorahora est rectificado en la destruccin.

    Somos sonoros y fuertes, contempladores de niebla que vela una hermosa montaa, una ymil veces incendiamos la hierba y no se alcanza a ver sino la noche cada como un cofre,distinta entre los caballos, entre los dormidos y los que andan desnudos salmodiando frentea todas las puertas.

    Nos es negado que se hable de amor, que se arroje sobre el hombro una mano y otra bajo lalluvia, y que la letra hecha con carbn y escrita en la pared comience a designar lo quesomos y lo que son nuestros enemigos.

    A ellos les negamos tregua, todo signo de paz est abolido, ste es un cdigo sangrientoescrito para hombres fuertes de corazn. Quien me ha visto llorar y no me ha opido rer nodebe nombrarme sin susto, sin temblor en los labios como quien se declara vencido y semancha con vino esa opaca semilla: el diente.

    Han codiciado hasta los cantos!Alguien puso un tapiz sobre la puerta y este lema, odio.

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    Andamos en la calle con el labio oscurecido de polvo. Grana es la cara refrescada alatardecer bajo el abrazo de una mirada y no deseamos saber de los que quieren atar estebello navo pues vamos a salir bajo la ola de un himno, con el aroma de los valerosos.

    Cobardes, olientes a protbulos, as son los enemigos.

    Se les oye correr como granos vertidos sobre la mesa; miedosos, piantes. Acurrucados enlos rincones tientan sus dedos las tetas de las mujeres y bebe en el roco una dicha inmensa.

    (El alud)

    Los mapas del gran crculo

    20Que quedar en mi mano que no sea las plumas de los pavorreales?digo de la ardiente verdad cuya rama se arquea detrs de mi orejaapasionada y desnuda. Su perfume no tempera en la flor, igual quelos vientos cambia de colina.Yo soy un rey, oscuro. Sumido en este cuarto veo pasar las batallas,Delirantes guerreros clavan su lanza y atraviesan caballos en el aire,para herirme slo dicen tres coses y adis, adis para siempre!Quin quiere desposarme conmigo sobre estas ruinas donde las

    brasasresplandecen en mi tristeza?Como veis vivo perpetuamente loco, susurro, digo embustes,

    inventoun cofre donde moran prendas heredadas defendidas co sangre.Mi lamento no tiene ms grandeza que yo.Huyo como una fiera y dejo esta seal: en la tierra vivi y so

    un rey dueo de todo, pero abrumado por tristezas viaj como unallama

    pues no quiso incendiar con sus manos el planeta.

    (Los mapas del gran crculo)No derrames la frase

    Como el leo sobre los muertosmdela con paciencia, tsala,ni avaro ni prdigoproporcinala cuando haya necesidady escndela si no dice nada.

    Nadie es capaz de vivir fuera de la ramadonde cant la primera vez.Somos el gallo que dice las mismas cosas

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    siempre que se levantaaunque el tiempo madure dentro de un sueoun ao o cien son tejas de una sola mansin.Mientras el sol da vueltas lisonjeando la primaveramientras la luna se impulsa como guedeja en el cielo

    apenas tocamos la cscara que nos circundasin atinar a romperla en ninguna parte.

    Eras un ramo azul sobre las sbanasmis ojos ardan de felicidadal cerrar la puerta me hice extranjeromi nueva condicin me redujo a lgrimasno s hacer nada sino amar.

    (Sereno rey)

    Adis al rey

    Dios bendiga estas tierras, estas aguasy las haga crecer. Estoy con ellaspiedras y chamizas. Si bastan para ardery construir, ardo y construyo lo que maanahoy y siempre habr de ser. Ser siemprey tambin no ser, entregar lo sagradoa lo sagrado, devolver a la tierrala majestad y la sencillez que le pertenecen.Por donde venga o vaya, los caminosde un cuerpo gastado irn cayendo,el fuego de flores, ms que adornoestar en altares probando vino y palabrasstas bajarn de los labios a la cisternay ni abejas ni mariposas podrn seguirla radiante carera: mil ros trasportarntodos los das semillas negras y doradashasta la playa spera. Continuamente el platova llenndose y el hambre da a la bocala forma necesaria, para que, la estacadonde el verbo se hiri, retoey sea el eje entre el cielo y la tierra.No s si habrn notado que si alguiense le agot el tiempo, no es por anciano,est muerto, y slo cuenta que ambosl y el tiempo, se han anulado. No hay historia,la poesa, ese viento antiguo, soara entrelas caas de un nuevo pueblo y otra vez el principio

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    y la gloria andarn juntos, porque, acaso el hombreno ha nacido para acercar su madera a su fuegoy unirse as a las cosas ms que a s mismo?Vida, no te perdono que hayan pasados aosy hayas concluido en medio del ocano.

    (Adis al rey)

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    Beverley Prez Rego

    Nace en Canad en 1957. Socilogo (Universidad de Puerto Rico) y Licenciada en Letras(Universidad Central de Venezuela). Profesora de Ingls en la Escuela de Letras de laUniversidad Central de Venezuela. Premio de Poesa Rafael Bolvar Coronado) de laBienal de Literatura Casa de la Cultura de Maracay (1994) con Libro de cetrera. Premioen la I Bienal de Literatura Eleas David Curiel Mencin Poesa (1997) con Providencia.Ha publicado los siguientes libros de poesa: Ha publicado Artes del vidrio (1992); Librode cetrera (1994);Providencia (1997) yEscurana (2004).

    Cada vez que mi padre muere, vienen los tordos a retarme. Quieren llevrselo. Pero loimpido.Bajan al csped que circunda su cama. Y yo me dejo quieta, inocente, sin pestaear. Hagoque no los he visto. Miro las sombras que ahogan la tarde, y ellos piensan que duermo. Yque al dormir, me sueo en otra vida.Pero de pronto me incorporo; los barro con rabia, rama en mano. Les digo conjuros, y mivoz se quiebra. Y ellos se van, porque me temen.A veces, cuando mi padre muere, es porque descuido la vigilia, y quedo dormida en brazosde mi amante.Entonces, enciendo tres velas por mi padre, tres por mi amor, y tres por mi alma.Y los tordos entran al cuarto para arrancar los cabos. El lecho se torna fro como el csped.El ngel de la Muerte busca alpiste en mi ventana.Y yo despierto aferrada a la mano de mi hombre. Y mi padre despierta, tosiendo, ahogadoen la savia del amor.*

    Mi padre se sienta, distante, sobre su trono. Es Viernes Santo, curtido de mirra, y la tardese enrosca a sus pies, vencida por el bochorno. Los pjaros huyen. Se escucha un cercanorugir de leones.Las hembras de la casa corretean descalzas. Susurran la lengua del temor.Mi padre no escucha. Sus ojos se han perdido: uno en este mundo, uno en el otro.Las hembras de la casa corren las cortinas.

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    Mi padre suspira en su trono, cabecea suavemente. La corona de espinas cubre su ceo.Parece dormir, susurran las hembras.Al fin.Su mano se abre, dcil, y suelta la hoz de plata.

    Las hembras suben en puntillas al techo de la casa, y clavan la hoz en el firmamento.Mi madre sopla. Las nubes se la llevan.

    *

    Deja que camine sobre el fuego. Pirdeme en la pgina; no me retengas sobre la frialdaddel umbral. Que sea la ignorancia y no la malicia mi nica gua.Deja que el carbn suplique la carne. Tindelo azul, hambriento, vivo.Otrgame por un instante la misma medida de mi deseo. Y mi deseo es un abismo, teadvierto. Todo lo que toca halla el pico tajante del patbulo.Entra en m como entra la noche: sobria, vana, irreparable. Ya que me has mostrado labrasa, deja que camine sobre ella: la pgina mostrar el camino, yo imprimir la huella, y lodems ser tu voluntad.

    *Slvame de mi propia venganza,madre, entra en mcon voz ms benigna:encarna tu faz prudenteen todas tus hijas,las que an te esperan.Mjanos, y luegodjanos hallar el sosiegode nuestra propia humedad.Resurge con indulgenciaen nosotras, en cada una,en todas: la vana,la milagrosa, la oscura,la suicida.Detn nuestra mano:que no caiga,que no sea demasiado tarde,slvanos de nuestra venganza;ensanos tu piedad.Que las tiernas cocciones no escondan veneno.Que el hombre que duerme despierte a la luz.

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    Que los nios yazgan limpios, blancos,intactos,al final del da.Aqu donde a ti oramos,calla los antiguos rencores,

    simbranos en huerto de bondad.Pero all, arriba, en tu mueca ferozsobre la marea que asciende,no abandones tu cetro.Entirralo una vez msen el centro de nuestras almas.

    Hora de la verdad

    Has llegado como el fuego que devasta el sembrado. El oscuro animal que grazna en elgranero. La hiena: slo te acercas cuando la muerte ha cumplido.Antes, lienzos amargos vendaban mis ojos. Mis ojos blancos, vueltos hacia la niebla,mientras avanzabas lenta, irremediable, como el goteo cido de la envidia entre hermanas.Ahora, manas espesa, tibia, del cuello abierto de un gallo negro.Mi cuerpo se encorva bajo tu peso. Mis piernas te circundan. Mis manos buscan tu nuca, tucresta.Hora, brralo todo; mancha mi delantal con gruesa levadura, aplasta la espiga con tu mazo.Que el pan de mi cena crezca voraz, negro.Hazlo ahora, despus de que el mal est hecho.

    *

    Escurana

    l piensa que soy santa.Est loco.Las santas son morenas y menudas,o blancas como el yeso,y no gritan,como yo bajo su cuerpo.l piensa que soy santa.Lo s: me unta de saliva,me cubre de gasas,me prende velas.Dice:Hazme un milagro.Entonces, reno los doce miembrosde su cuerpo infiel,y los coso, punto de cruz,

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    sobre la blanca superficie.Parece un alfabeto, dice,y los puntos le duelen.El hilo secoimprime su carne.

    Ya estoy listo, anuncia.Ya puedo leerme.S lo que viene.Me cubro el rostromientras se va.Adis, Escurana.se es mi nombrecuando l sale por mi puerta.

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    Carmen Verde

    Nace en Caracas en 1967. Licenciada en Letras (UCAB). Integrante de los TalleresLiterarios de la UCAB (1991). Miembro del grupo literario Eclepsidra. Premio ArstidesRojas de la Contralora General de la Repblica (1999) con Amentia. Ha publicado

    cuatro libros de poesa: Magdalena en Ginebra (1994), Cuira (1997), Amentia (1999), yMieles (2003) y uno de ensayoEl quejido trgico en Herrera Luque (1992).

    Magdalena en Ginebra (1997)(fragmentos)

    Bail en Ginebraciudadde jardinescon olor a marsilbidos de trenesy simuladosparajes montaososcon ancdotas de muerte

    A lo lejos una orquestade otros tiemposha tocado para m

    Mis piesdanzaban en la tierra hmedaLos eucaliptosiban hacia el lugar desnudoEl vientome amaba con violenciaLos pjarosvenan cansados de lo profundoY en mi interiorel eco de los pasosse prolongabacomo una campana de monasterioque suena con pereza

    Ignoraba que en la vidahaba pesadumbreCreame eternaPerversaIntocable

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    Entre surtidoreshumedeca los pies en las fuentesde parques con glorietas

    Vinos y manjares

    extendan mi destinoms all de los bosques

    La irona de los lagosdisea una vida andrajosa

    Caconoc vidrios en el paraso

    El silencio cerr las heridasaunque el anhelo eraun temprano despertarhallar el rincn de una iglesiacon muros entramadoso una extensin de cspedy dormir tranquilaaunque debajo de estas nubesque parecen protegernosno existe un sueo para m

    He burlado desde adentro la nochequiero otros paisajescaminar por la calzada de sus barriosbuscando sus pedazostropiezo con mi sombra

    *

    El miedo es felicidadaunque sea estrilen un campo que perdemos cada nochelos aos vienen a la memoriaen el deseo de un hijoque exalta el insomnioen este sueoque me asila o me expulsahacia el vientotenuesin ruidocerca de la lluvia

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    adverso mendigo de las rocasno hay ms hojas en los recuerdossi lo que anhelo es fertilidaden las tierras del amorAmanece

    mi sombraes el horrorde una luz que no entreveorisueacreo que la soledad es alegray que este cuerpoocultodebajo de la ropaes como un ciego labrador

    *

    Jams o alegrasdice una vozque procede de las avenidasplena de farolesdonde quizs muchos cuerposhayan resucitadoen los atardeceres de este daLos imaginofatigadossin comprensincredos que son nicosporquetienen hijosa quienes ofrecerleslas penuriasLa lunainertefrahabla en las nochesde una infanciaque no deseo recordar

    Crec en un pueblode calles estrechasde muchas piedrassus casas eran de barroy de felices encantosLa infancia fueentre flores de cayenas

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    que nunca despertaron de su sueoMi madrenos narraba cuentos delechuzas y leones

    *En Guaicocoel tiempo era la muertenos hunda en el espantohablaba por mi bocao nos morda el sueomurmullode sayonas espritus y muertos

    La soledad erahiguera escondidadetrs de los rboles de mangosel viento sacrlegopasaba por las callesarrasandorestos de ropashojas laceradasresiduos de comidadejaba hmedo mi cuerpo de nia

    Todo corre de no estar en este tiempocomienzo a sentirme sin nimoscuando olvidolo que fue primerosi los llantos de niaen los brazos de mi madrecuando todosiban por las callesgolpendoseen seal de penitenciarepresentandoel camino al Glgotao la triste altura de aquel hombreque me humedeci de penasy rencores

    Tengo arenas en el iris

    *

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    Nuestra infancia tiene algo de sepulcroy la adolescenciaesa momia que halla una herida

    en la oracinoracin que evoco en este verdesilencio de labios terracotaplenitudde medias de nylonen piernas de ptalos yermos

    Jesucristolea el futuro a destiempolimpibame de pecadoel vientre tibiolos labios teidosla cicatriz de la muerteera mentirayo anhelabaacostarme en muchos cuerposser adltera en la Cruzver el cielo carcomido por hormigasEl hallazgo fue de piedrassegu envejecindomeadivinandoun destino de tiempo sin soploy de humo acre

    Refugiadacontemploel huerto de una casafra tarde de inviernosueo detrs de ma un mundo en ruinasAll est el Rdanohe perdido sus rastros

    Arrodillada digo unas plegariasMisericordiasuspende mi voza la altura de los grillosmientras escucho a Mozart

    Piedadescndeme la sed entre la hierba

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    Compasinmira cmo el odioroza la juventud roza mis prpados

    Castidad

    Qu mujerno ha tenido amantesen este siglo desdichado

    Pecadoque tire la primera piedraquien no despierteaorando el abrazo de una piel

    ResurreccinSers felizsi te espero en harapos?

    Voluntad divinaNo he perdido los ojos?soy un triste caminono lmite de castidad y lujuria

    Tal vez siervaarena tibiaante unos nuevos labios que me esperanque aguardan siempre

    En la profundidad de esta habitacinde paredes blancasescritas con creyoneslpices pinturasde labios china redhe tenido la sensacin de plenitudNo ha sido fciladivinar el colordel cadver de la infanciasi me creo hechura de alguienque empieza a descubrirmeQu hago desnudaen el centro de sus manos?ahora duermey la vida es un vientoque se deshoja

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    Caupolicn Ovalles

    Nace en Guarenas en 1936, muere en Caracas en 2001. Abogado (Universidad deSalamanca, Espaa). Fundador de los grupos Sardio, El Techo de la Ballena, La Pandilla de

    Lautramont, cre la revista Sol cuello cortado y la editorial La Gran Papelera del Mundo.Obras Publicadas: Duerme Ud. Seor Presidente? (1962), En uso de razn (1963),Argimiro (1964), Elega en rojo a la muerte de Guatimocn, mi padre, aliasEl Globo.(1967), Copa de Huesos (1972), Sexto sentido o diario de Praga (1973), Ha muerto uncolmenar de la colmena (1973), Para cancin y cancin para Eva Paraso (1980),Convertido en pez viv enamorado del desierto (1989).

    Elega en rojo a la muerte de Guatimocn, mi padre, alias El Globo

    (Primera versin)

    Mi padre ebrio, mi padrese muereA Ernesto Cardenaly Germn Espinoza

    mi padre ebrio habla con los ojos cerradoscamina con los ojos cerradoscualquiera dira que es un muerto que camina

    si l me pregunta que qu hara yo si l muereyo hago pucheros y me le agarro de las piernas

    si l me vuelve a preguntar sobre lo que yo hara sil se muriera

    yo mezclo una pequea risa con un pequeopuchero

    si el me vuelve a preguntar

    yo lo digo Que se muera

    y l un da que le desobedezco y voy a casa de unamigo a solicitar sardinasen su nombre para que se coman las plagas de los

    estanques de la casa del abueloy cruzo toda la ciudad con mi caja de galletas llena

    de sardinascuando llego a la casa de l est grave mi papl descontento con mi conducta me recuerda que yo

    le he dicho un daQue se muera

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    entonces l que est grave mi pap me ensea dosmonedas ganadas por m

    recitando aquellos poemas con los ojos cerradosen una escuela

    y si mis familiasres llegan y me dicenVaya casa su pap y pdale perdnpor haberle dicho eso yo les contesto que l me

    hacia sufrr con esa preguntaYo s

    mi padre ebrio me quiere a mSi l viviera sera mi padre vivo Pero ha muerto hace

    mucho Y pidi agua de cura entes de morirY nos hizo bautizar a todos y l nunca fue a misa

    Pero se confes con el P. Losano que era suamigo Y el P. Losano dijo que no haba confesadoa otro mozo tan inteligente

    (mi padre ebrio habla de novelas con mi madre yella le presta atencin)

    Yo llor como un muchachito de ocho aos cuandose le muere su Capitn

    Mi abuelo se content con el Capitn diez minutosantes de morir

    y luego hizo grandes alabanzas de lellos tenan sus problemas desee haca lo menos

    veinte aos

    mi padre ebrio es lo mejor que he visto

    Me da monedas me presenta a sus amigos y diceeste indio promete

    y he prometido despus de todo y por eso GuatiDomingo tambin se llamaba tena raznHaba nacido el cuatro de agosto y esto lo supe

    despus que sus pulmonesnos lo arrebataron

    Estamos en un pueblo v yo lloro de vez en cuandoporque l se ha muerto

    Muchos amigos mos todava tienen su viejoYo no he podido tenerloDicen que tenemos nuestro aire en comnNuestra cosita

    Yo s

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    Indio ven y toma tu cerveza Yo s Guatimocnque estamos en un pueblo Yo s

    Salvaje yo (yo s)

    Los pies le crecen un poco al morir El Guatiy el cadver crece un poco

    y hay cambio de urnas porque la primera que traenes pequea

    Como si no quisiera morirEl Guati muri viendo a todos sus hijos al pie de

    la camaes que la enfermedad le permite que vea todo

    es cuestin de esa enfermedadah estn su mujer

    sus hermanossus sobrinos

    su padresu hermano no puede se ha marchado ese da de Jos

    19 de marzo de San JuanEl Guati como quiere y no quiere morir ha hablado

    con todos nosotros por riguroso turno hemos idoquienes lloran comos nosotros y claro l nos

    dice algo lo que nos tena que decir que ese hombreque estamos viendo

    y que est acompaado se va a morir

    A alguien le dice nos veremos en una estrellaComo tena que ser El Guati muereSi algunos amigos lloran su muerte algn tiempo

    despus nos miran a la carapara decirnos que le lloraron y que fueron sus amigos

    como si la cosa fuera ayer

    Su ltimo recibo de 175 bolvares ni lo puede firmar

    Creo que tena un solo flux al morirDespus alguien me regala una de sus uas

    Este esMi tercer hijo lleva su nombre de Guatimocnes casi lgico que sea as

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    l por ejemplo dijo de m muchas cosas buenasYo por ejemplolo descubro ahora

    levant