5 Razones Por Las Que Predicadores No Hablan Sobre El Juicio de Dios

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5 razones por las que predicadores no hablan sobre el juicio de Dios ¿Que pasaría si alguien te dijera que a tu predicación le falta algo que podría socavar tu ministerio completo? Tristemente, mucho de la predicación hoy en día quiere ser bíblica, pero le falta algo esencial para representar un cristianismo bíblico completo: el juicio de Dios. Hay diversas razones por las que el juicio de Dios no está presente en mucho de la predicación, aun en predicadores que quieren ser fieles. Y no siempre estamos conscientes del porqué. Aquí hay cinco de esas: 1. Han hecho del amor de Dios un ídolo e ignoran sus otros atributos. Mientras las Escrituras claramente enseñan que “Dios es amor” (1 Jn. 4:16), también enseñan claramente que Él es santo, celoso, y justo; el juez del universo a quien todos tendrán que rendir cuentas. A nuestra cultura de pensamientos positivos no le gusta hablar de las doctrinas negativas como la muerte o el infierno, pero la Palabra de Dios tiene mucho que decir al respecto. Exaltar el amor de Dios por la omisión de la ira de Dios tiene el efecto opuesto de lo que quieres hacer: evita las malas noticias y hace que las buenas nuevas sean opcionales. Por esta razón, empezar presentaciones del evangelio con las palabras “Dios te

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5 razones por las que predicadores no hablan sobre el juicio de Dios

¿Que pasaría si alguien te dijera que a tu predicación le falta algo que podría socavar tu ministerio completo? Tristemente, mucho de la predicación hoy en día quiere ser bíblica, pero le falta algo esencial para representar un cristianismo bíblico completo: el juicio de Dios.

Hay diversas razones por las que el juicio de Dios no está presente en mucho de la predicación, aun en predicadores que quieren ser fieles. Y no siempre estamos conscientes del porqué. Aquí hay cinco de esas:

1. Han hecho del amor de Dios un ídolo e ignoran sus otros atributos.

Mientras las Escrituras claramente enseñan que “Dios es amor” (1 Jn. 4:16), también enseñan claramente que Él es santo, celoso, y justo; el juez del universo a quien todos tendrán que rendir cuentas. A nuestra cultura de pensamientos positivos no le gusta hablar de las doctrinas negativas como la muerte o el infierno, pero la Palabra de Dios tiene mucho que decir al respecto.

Exaltar el amor de Dios por la omisión de la ira de Dios tiene el efecto opuesto de lo que quieres hacer: evita las malas noticias y hace que las buenas nuevas sean opcionales. Por esta razón, empezar presentaciones del evangelio con las palabras “Dios te ama” sin presentar también que hemos pecado contra Él es inútil. “¿Dios me ama? Por supuesto, ¡soy una persona muy especial!”. Es posible que después de oír que Dios les ama, sus oídos se cierren al único evangelio que les puede rescatar de la ira de Dios.

2. Han creído sutilmente en una versión del evangelio de la prosperidad.

Incluso pastores que rechazan el evangelio de la prosperidad pueden caer en la tentación de creerlo en sus corazones o proclamarlo desde el púlpito. Nuestra cultura materialista solo aumenta el peligro. En vez de

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proclamar el juicio eterno, algunos predicadores enfatizan los beneficios del cristianismo, y en el proceso roban poder y gloria del evangelio.

3. Tienen una perspectiva disminuida de la santidad de Dios.

La santidad de Dios es una de las doctrinas más descuidadas hoy en la iglesia evangélica. El profeta Isaías y el apóstol Juan recibieron visiones del salón del trono del cielo y oyeron el contenido de alabanza celestial: “Santo, Santo, Santo” (Is. 6:3; Ap. 4:8).

Solo cuando veamos a Dios en la luz de su santidad brillante podremos entender nuestra rebeldía contra Él y por qué merecemos su justa ira. Cuando perdemos la vista de la santidad de Dios, su ira parece ser arbitraria.

4. Tienen un enfoque pragmático sobre su ministerio.

Muchas iglesias hoy funcionan más como negocios y basan su definición del éxito en el ministerio sobre las métricas. En vez de enfocarse en la fidelidad a las Escrituras y hacer discípulos, se enfocan en la asistencia semanal, programas mejores y más grandes, y el monto de dinero en la canasta de las ofrendas. Cuando la meta es crecer números, no es sorprendente que algunas doctrinas menos sabrosas —como el infierno— se dejen atrás.

5. Temen más al hombre que a Dios.

Cuando tememos a nuestro prójimo más que al Creador, el deseo de agradar a la gente moldeará el contenido de nuestros sermones. Los predicadores tienen que buscar el temor del Señor, que es el principio de sabiduría (Pr. 9:10), y dejar que Dios defina el éxito ministerial. En el ministerio y cada parte de la vida, estas palabras de Proverbios 29:25 son verdaderas: “El temor al hombre es un lazo, pero el que confía en el Señor estará seguro”.

Que nuestras actitudes imiten a Pablo: “¿Busco ahora el favor de los hombres o el de Dios? ¿O me esfuerzo por agradar a los hombres? Si yo todavía estuviera tratando de agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo”.

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Un falso Cristo no puede salvar a nadie de la justicia de Dios. Predicar un falso Cristo guiará, junto con otras consecuencias, a falsa certeza. Evitar las malas noticias degrada la gloria de las buenas. Las presiones de la cultura y el comezón de oídos pueden hacernos olvidar el gran privilegio de predicar el evangelio completo, no solo el infierno que merecemos pero también la gloria de aquel que cargó el infierno para ganarnos vida eterna. Proclamémonos fielmente la totalidad de las buenas nuevas para que nuestros oyentes puedan arrepentirse, creer, y escapar la ira que vendrá.

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Si creemos en la predestinación, ¿qué pasa con los niños que mueren al nacer?

Esta pregunta tiene dos vertientes. Por un lado, debemos establecer primero si existe tal cosa como una predestinación de Dios, y luego, qué ocurre con los niños a la luz de esa realidad.

La biblia es sumamente clara en el sentido de que Dios es soberano en la salvación de los pecadores. En Efesios capítulo 1, Pablo dice que “fuimos predestinados antes de la fundación del mundo”. Por otra parte, Pablo dice en Romanos capítulo 9 que esa predestinación no se hace en base ni a la fe que Dios prevee que el hombre va a tener, o a la bondad que el hombre va a tener, sino más bien al puro afecto de su voluntad. Dios dice claramente en su palabra “yo tendré misericordia del que yo tenga misericordia”.

Ahora, si partimos de la premisa de que Dios escoge desde antes de la fundación del mundo, eso quiere decir que todos nosotros, cuando éramos niños, y todavía no creíamos en el Señor, ya éramos elegidos, si después se vino a manifestar que nosotros llegamos a ser cristianos. O sea que los niños que hoy son adultos una vez fueron niños y fueron elegidos, y se convirtieron finalmente al Señor.

La dificultad viene en el hecho de que Dios no solamente predestina a los que se van a salvar, sino también el medio a través del cual se van a salvar, y el medio es la predicación de la palabra de Dios. Las personas tienen que responder en arrepentimiento y fe. Pablo dice en 2 Timoteo 2:10 “yo todo lo soporto por amor a los escogidos para que ellos también obtengan la salvación que es en Cristo Jesús”. Así que hay una predestinación  pero hay también un medio a través del cual el predestinado viene a ser salvo.

Hay una predestinación  pero hay también un medio a través del cual el predestinado viene a ser salvo.

La dificultad es que el infante que muere en la infancia no tiene la oportunidad ni de arrepentirse ni de ejercer fe. Entonces, ¿qué ocurre con esos niños? Bueno el mundo evangélico ha tenido 3 posiciones mayoritarias en cuanto a esto. La primera es que todos los niños que

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mueren en la infancia van al cielo, y hay muy buenos hombres de Dios que creen esto, de hecho es la posición que la mayoría del pueblo evangélico tiene. La otra postura es que solamente los niños elegidos serán salvos, y una última postura es que “no sabemos, no podemos decir dogmáticamente una cosa ni la otra”.

En lo personal, yo tiendo a decir la palabra de Dios no es clara en cuanto a este tema. Mi tendencia es a creer que el niño que muere en la infancia va a la presencia del Señor. Ahora, yo creo que es importante aclarar algo aquí antes de dar por terminada esta pregunta: nosotros sabemos que Dios es bueno, es santo, es justo; cualquiera que sea la decisión que Dios tome con respecto a los niños que mueren en la infancia es una decisión buena, es santa y es justa.

Lo que Dios decida con respecto a los niños que mueren en la infancia es una decisión buena, santa y justa.

Por el contexto general de las Escrituras, mi tendencia es a pensar que los niños son salvos. Ahora, esa respuesta, a mi parecer la tendremos con toda certeza cuando lleguemos a la presencia del Señor.