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  • El desarrollo del Estado es el proceso civilizatorio car-dinal de Mesoamrica, el creador de su unidad y forta-leza poltica; de su identidad social y cultural. Los fac-tores que impulsaron la formacin del Estado puedenapreciarse en las diversas culturas de Mesoamrica,pero aqu slo voy a referirme a la formacin inicial delEstado en la cultura olmeca.

    LA S F U N D AC I O N E S P O L T I C A S O L M E C A S

    Las organizaciones polticas desarrolladas por losolmecas son fruto del maz, producto de la multiplica-cin prodigiosa de ese grano en un territorio frtil, irri-gado por ros caudalosos que ao con ao depositabansus limos germinales en las riberas. Las imgenes delparaso agrcola que ms tarde reprodujeron los teo-

    tihuacanos en sus pinturas murales, o los aztecas en suscantos, son una representacin idealizada de la tierraprdiga de los olmecas, pues describen escenarios dondeabundaba el algodn, el hule, las frutas tropicales, losanimales suntuosos como el jaguar y las aves exticas deplumas multicolores. Los datos arqueolgicos mues-tran que los olmecas fueron los primeros agricultoresespecializados en los cultivos necesarios para la sobre-vivencia de los grupos humanos: el maz, la calabaza, elfrijol, el chile y diversos tipos de legumbres. Fueron lospromotores iniciales de la hortaliza y el cultivo de lasplantas tiles, y los herederos de grupos an ms anti-guos, a quienes debemos el arte de la seleccin de lasplantas y los principios de su domesticacin.

    Las indagaciones dedicadas a conocer la evolucinde los olmecas registran un largo proceso marcado porasentamientos primarios que los arquelogos sitan

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    Los olmecas: el primer reinode Mesoamrica

    Enrique Flore s c a n o

    F u n d a d o res de las culturas mesoamericanas, los olmecas seerigen como una de las fuentes inagotables para comprender eld e s a rrollo de las civilizaciones prehispnicas. Enrique Flore s-cano, autor de libros fundamentales como Memoria mexicana,Tiempo, espacio y memoria histrica entre los mayas y El mitode Quetzalcatl, entre muchos otros, aborda en este ensayo lascomplejidades de la cultura olmeca.

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    hacia 1600-1500 a.C., en San Lorenzo, una meseta ro-deada por los ros Chiquito y Coatzacoalcos, cerca de lacosta sur de Veracruz. De esta fecha hasta el ao 1200a.C., San Lorenzo fue la cabecera de las aldeas dispersasque pagaban tributo al centro poltico que dominaba eltrnsito fluvial y los cultos religiosos. Los arquelogosencontraron que la organizacin social de San Lorenzohaba rebasado el estadio de las sociedades igualitariasy estaba compuesta por grupos de campesinos, artesa-nos, comerciantes, chamanes, guerreros y jefes polti-cos que se transmitan sus oficios y posiciones de manerahereditaria.1

    El escaln ms alto en este proceso es el de la apari-cin del Estado, el nacimiento de una organizacin po-ltica centralizada a la que se subord i n a ron las aldeasc e rcanas y los cacicazgos enclavados en territorios leja-nos. En t re 1200 y 900 a.C., San Lore n zo se convierte enel primer centro urbano y en el mayor poder poltico del rea olmeca. En esta poca el corazn de San Lore n zo loocupaba una plataforma en parte artificial, delimitadapor el ro Coatzacoalcos y un ramal antiguo del ro Chi-quito, que abarcaba ms de veinte hectreas en las quese aglomeraban numerosas aldeas que rodeaban el polo

    u r b a n o. Aun cuando ste carece del diseo habitualmen-te calificado de urbano, los arquelogos no dudaron enasignarle ese rango porque el lado noroeste se distinguedel resto por albergar un palacio real (el llamado Pa l a c i oRojo), plazas ceremoniales, canchas para el juego depelota, extensos acueductos de piedra, grandes tallere sa rtesanales y un dispositivo procesional en el que se ubi-c a ro n esculturas, tronos y estelas de gran tamao, queexaltaban el poder re a l .2 Este complejo conglomeradosocial fue el resultado de la agricultura de aluvin que sed e s a r roll en esta rea, merced a una complicada red dep resas, bordos y canales de irrigacin.

    El testimonio que delata la presencia del reino es laformidable serie de diez cabezas colosales encontradas enSan Lore n zo, pues cada una es un retrato monumentale inolvidable de los jefes que ejerc i e ron el poder supre-mo en distintos momentos de la historia de San Lore n-zo (figura 1). Se trata de una galera histrica que usa lapiedra y la elocuencia de la escultura tridimensionalpara fijar de modo impere c e d e ro el ro s t ro de los ocupan-tes del trono en esta ciudad. Sbitamente, por primeravez en la historia de Mesoamrica, la efigie del soberanoasume estas pro p o rciones y es elevada al primer planodel escenario urbano. Lo ms probable es que estos per-sonajes pertenecieran a un mismo linaje o tronco dins-tico, la bisagra que asegur la transmisin del poder deuna generacin a otra por medio de la here n c i a .

    Una demostracin del inmenso poder que ejercie-ron los gobernantes de San Lorenzo es su capacidadpara movilizar a centenares de individuos dedicados altransporte y a la construccin de estos monumentosgigantescos, que por provenir de canteras situadas enlas montaas sagradas, donde segn la mitologa ances-tral se guardaban los granos alimenticios y se derramabael agua fertilizadora, eran en s mismos objetos sagra-dos, piedras preciosas. Esta coleccin de imgenes delsoberano, estratgicamente distribuida en el rea urba-na de San Lore n zo, es la primera prueba de la existenciade un gobierno central y jerarquizado, uno de los re-quisitos que definen el Estado.3

    Ot ro testimonio del poder real lo constituyen lose x t r a o rdinarios tronos con la figura del soberano bro-tando del interior de cuevas que simbolizaban el infra-mundo, el lugar donde se acumulaba la fuerza re g e n e-radora y fertilizadora de la tierra. A veces la figura delgobernante sostiene en sus brazos la efigie de un nio,

    1 Los autores que acuaron el trmino de sociedades igualitariasno se refieren a que stas carezcan de diferencias de posicin. Quierendecir que cualesquiera diferencias de posicin se adquieren no se here-dan. Vase Joyce Marcus y Kent Flannery, La civilizacin zapoteca,Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 2001, p. 87 y siguientes, yel estudio clsico sobre el trnsito de la sociedad igualitaria a una je-rrquica heredada, Edmund R. Leach, Political Systems of HighlandBurma: A Study of Kachin Social Structure, Harvard University Press,Cambridge, Massachussets, 1954.

    2 Vase Ann Cyphers, Es c u l t u ra olmeca de San Lore n zo Te n o c h t i t l n,Un i versidad Nacional Autnoma de Mxico, Mxico, 2004. So b re lan a t u r a l eza de la organizacin poltica de los olmecas vase Philip Dru c k e r, On the Na t u re of the Olmec Po l i c y, The Olmec and their Ne i g h b o r s,Du m b a rton Oaks Re s e a rch Library and Collections, 1981, pp. 29-48.

    3 Ronald Cohen, State Origins: A Re a p p r a i s a l, He n ry M. Claesseny Peter Skalnk editores, The Early State, Mouton Publishers, TheHague, 1978, p. 31-75.

    Figura 1

  • una re p resentacin que se ha interpretado como pru e b ade la existencia del culto dinstico. De lo que no puedehaber duda es de que estos monumentos exaltan la figuradel soberano y la vinculan con los poderes vitales y fer-t i l i z a d o res del cosmos. La parte superior de esos tro n o s ,por ejemplo, es una re p resentacin del llamado d r a-gn olmeca o numen del inframundo.4 En la figura 2se ve cmo el gobernante, al sentarse en el trono que re-p resentaba la Tierra, haca de su cuerpo un eje csmicoque una el inframundo germinal con la superficie terre s-t re (su cuerpo) y con el cielo, figurado por la mscara ylas alas de pjaro que lo envuelven. La ubicacin de esosmonumentos en las plazas y los ejes del centro urbanos u g i e re que al sentarse el gobernante en esos tronos, or-nado con los smbolos del poder, escenificaba dive r s o sactos pblicos que propagaban su imagen como inter-mediario de los dioses y de las fuerzas sobre n a t u r a l e s .5

    Estas caractersticas del gobernante olmeca son seme-jantes a las definidas por James Fr a zer y Arthur Ma u r i c eHocart en sus estudios sobre la realeza sagrada. En Larama dorada, Frazer encontr reyes dotados de poderesmgicos que manejaban el viento, la lluvia, el creci-miento de las plantas y las cosechas.6 Se trata de gober-nantes que absorban en su cuerpo y en sus smboloslos poderes reproductores de las fuerzas naturales.

    Por su parte Arthur M. Ho c a rt, quien estudi lospueblos de las islas Fidji y Ceiln (la actual Sri Lanka),descubri que en estos grupos predominaban las fun-ciones rituales, a la cabeza de las cuales estaba el gober-nante. La funcin esencial del gobernante sagrado esp roveer la prosperidad del reino; y para cumplir con esameta asume las tareas fertilizadoras y re p roductoras delg rupo y el papel de intermediario con las fuerzas sobre-naturales. Es decir, se define como el proveedor del bienes-tar de su pueblo y el responsable del equilibrio csmico.7

    Tiene el doble papel de conductor de la sociedad y el dec o n s e rvador del orden csmico. stas son tambin lasfunciones que asume el soberano olmeca, que es un jefesagrado dotado de poderes extraord i n a r i o s .

    Ot ro signo del poder instalado en San Lore n zo esla combinacin de fuerza y belleza que emana de sus

    monumentos. La destreza que convirti sus esculturasen obras memorables para sus contemporneos, y queh oy siguen provocando asombro y admiracin, re vela laexistencia de una lite de artesanos y de escuelas de ex-p e rtos dedicados a producir estas piezas excepcionales unageneracin tras otra. Es probable que estos artistas fue-ran miembros de la familia real, como ocurre con los pin-t o res, escultores y artesanos mayas. El poder de estosjefes protega asimismo a sus comerciantes, quienes enesta poca emprendan largos viajes a la lejana re g i nmaya del valle del ro Motagua, en la actual Gu a t e m a l a ,donde adquiran las piedras preciosas de jade que luegoeran talladas por artesanos olmecas para satisfacer lademanda de objetos de lujo de los altos mandos de esere i n o. La ms rica coleccin de jades de pro c e d e n c i amaya se encontr en forma de ofrenda en un antiguo ma-nantial nombrado El Manat, cerca de San Lore n zo. Lasaguas del manantial brotaban al pie de un cerro, demodo que la montaa simbolizaba el lugar sagradode los mitos mesoamericanos, el sitio donde la tierra seuna con el cielo y en cuyo interior se guardaban los ali-mentos esenciales y el agua fecundadora.8

    Los arquelogos Ponciano Ortiz y Mara del CarmenRodrguez descubrieron en este sitio el ms antiguoritual dedicado al agua y a la fertilidad. En el fondo delmanantial hallaron una esplndida ofrenda de hachasde jade, el mineral privilegiado por diversas culturas pararepresentar el agua, la fertilidad y la riqueza.9 La im-portancia extraordinaria de este antiguo lugar de cultofue sealada por el hallazgo de unos bustos de madera,milagrosamente conservados en el medio hmedo que

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    4 Peter David Joralemon, The Olmec Dragon: A Study in Pre -Columbian Ic o n o g r a p h y, H. B. Nicholson editor, Origins of Religious Artand Ic o n o g raphy in Pre-Classic Me s o a m e r i c a, U C LA, Latin American Center,Los Angeles, 1976, pp. 27-71. Vase, asimismo, los estudios de Vi r g i n i aM. Fields y F. Kent Reilly III en el libro coordinado por Virginia M. Fi e l d sy Dorie Re e n t s - Budet, L o rds of Creation, The Origins of Sa c red Ma y aK i n g sh i p, Los Angeles County Museum of Art, 2005, pp. 21-27 y 30-36.

    5 David Grove, The Olmec Paintings of Oxtotitlan Cave, Gu e r re-ro, Mxico, Studies in Pre-Columbian Art and Arc h a e o l o gy, 1973, 26 (4),pp. 178-188; del mismo autor, Olmec Altars and Myths, Archaeology1973, 26, pp. 128-135.

    6 James George Frazer, La rama dorada,Fondo de Cultura Econ-mica, Mxico, 1961.

    7 Arthur Maurice Hocart, Rois et courtisans, Editions du Seuil,1978, esta obra es una traduccin del original en ingls, Kings andCouncellors, Printing Office Paul Babey, 1936.

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    8 Ponciano Ortiz y Mara del Carmen Ro d r g u ez, The Sa c re dHill of El Manat: A Pre l i m i n a ry Discussion of the Si t es RitualPa r a p h e r n a l i a en John E. Clark y Ma ry E. Pye, Olmec Art and Arc h e -o l o gy in Me s o a m e r i c a, National Ga l l e ry of Art, Wahington, 2000,p p. 75-93. Vase tambin el estudio anterior deambos autores, ilustrado con excelentes foto-grafas de las hachas de jade y los bustos demadera: Los espacios sagrados olmecas:El Manat, un caso especial en John E.C l a rk coord i n a d o r, Los olmecas enMe s o a m r i c a, El Equilibrista, 1994,p p. 69-91; y Ponciano Ortiz, Mara delCarmen Ro d r g u ez y Alfredo De l g a d o ,Las investigaciones arqueolgicas en el cerros a g rado Ma n a t , Un i versidad Ve r a c ru-zana, 1997.

    9 Ortiz y Ro d r g u ez ,op. cit., pp. 86-88. KarlTaube, Lightining Celtsand Corn Fetishes: The Fo r-m a t i ve Olmec and De ve-lopment of Ma i ze Sy m b o-lism in Mesoamerica andthe American So u t h we s t ,( C l a rk y Pye, op. cit., pp.297-337), sostiene que lashachas de jade eran unaforma de acumular riquez a( p p. 300-303). Figura 2

  • se form en este sitio. Estas esculturas quiz represen-taron a ancestros, jefes tribales o antepasados ilustres, yestaban envueltas a la manera de los bultos sagradosque los aztecas llamaron tlaquimilolli (figura 3). A sulado los arquelogos encontraron cuchillos, cetros demadera y las preciosas hachas de jade que en este con-texto simbolizaban el poder asociado a los personajesde madera. A ello hay que agregar el descubrimiento delas ms antiguas pelotas de hule registradas en una ex-cavacin arqueolgica.10

    La fecha relacionada con estos hallazgos (1500-1200 a.C.) es cercana al apogeo de San Lorenzo (1200-900 a.C.) a cuyos dirigentes los arquelogos atribuyenestas ofrendas suntuosas. Se trata, en efecto, de una ma-nifestacin del poder y la riqueza acumulados por losjefes de San Lorenzo y los poblados aledaos. Los jadesfinamente pulidos y brillantes eran los objetos de lujoms valorados en esa poca. Los bustos con el retrato delos ancestros (el antecedente en madera ms antiguo de lascabezas colosales talladas en piedra), y la presencia delos cetros y smbolos del poder, son otros ejemplos delculto a las autoridades polticas, combinado aqu conel culto a la montaa, el agua y la fertilidad. Propiciarla fertilidad era, al fin y al cabo, la funcin ms alta quese atribuan los gobernantes. La fuerza de estos cultos

    est presente en otra rica ofrenda hallada en el sitioLa Merced, no lejos del manantial de El Manat. Aqulos arquelogos encontraron, al lado de una notableofrenda de hachas de piedra, una escultura con la re-presentacin de una de las ms antiguas imgenes deldios olmeca del maz (figura 4).1 1 En esta poca el maz,el agua, la fertilidad y el soberano eran los principa-les objetos de culto. O dicho de otro modo, el culto alas fuerzas generadoras de la vida haba sido media-tizado por el poder y conve rtido en culto a los jefesp olticos.

    La lista de logros realizados por los pobladores de Sa nL o re n zo entre el ao 1200 y 900 a.C., motiva el asom-b ro. En t re los ms significativos sobresale el dominio delterritorio y la divisin entre el centro poltico-cere m o n i aly los barrios y caseros de la periferia. Desde entonces losritos familiares y grupales quedaron circunscritos a laresidencia familiar o a los barrios, mientras que las cere m o-nias polticas y religiosas mayo res tuvieron por escena-rio la plaza central y el palacio real. Es decir, la divisindel espacio acentu la divisin jerrquica de la sociedad.1 2

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    10 Ortiz y Rodrguez op. cit., pp. 88-91. Vase tambin PoncianoOrtiz y Mara del Carmen Rodrguez, Olmec Ritual Behavior at ElManat: A Sacred Space, David C. Grove y Rosemary A. Joyce edito-res, Social Patterns in Pre-Classic Mesoamerica, Dumbarton Oaks Rese-arch Library and Collection, 1999, pp. 225-254.

    11 Mara del Carmen Rodrguez y Ponciano Ortiz, A MassiveOffering of Axes at La Me rced, Hidalgotitln, Ve r a c ruz, Me x i c o, Clarky Pye, op. cit., pp. 155-167. Karl Taube interpreta ambos monumentoscomo representaciones del dios olmeca del maz. Vase su estudio,The Olmec Maize God: The Face of Corn in Formative Mesoameri-ca, Res, 1996, pp. 39-81.

    1 2 Vase los estudios contenidos en Ann Cyphers coord i n a d o r a ,Poblacin, subsistencia y medio ambiente en San Lore n zo Te n o c h t i t l n ,Un i versidad Nacional Autnoma de Mxico, Mxico, 1997. La divi-sin espacial, acompaada por la divisin jerrquica se observa tambin

    Figura 3 Figura 4

  • Tambin es notable el incremento de las diferencias he-reditarias entre gobernantes y gobernados y la madura-cin de una ideologa que una a los dioses cre a d o res delcosmos con la fundacin del reino y la genealoga de losgobernantes. Poco a poco los cultos astrales, los cultos ala tierra y a la fertilidad, as como el culto a los ancestro sc o n f l u ye ron con el culto al soberano y la creacin de sm-bolos que legitimaban el orden establecido.

    El suceso poltico ms notable de este tiempo es elf o rtalecimiento del poder real. Luego del gran salto quesignific la aparicin de una comunidad sustentada enla agricultura y el manejo de las avenidas de los rosen un clima tropical hmedo, el logro mayor es la fun-dacin de un Estado territorial gobernado de maneracentralizada por un mando supremo. Como en Meso-potamia y en Egipto, este tipo de agricultura aluvial es-trech los lazos sociales y familiares de los pobladores eindujo la formacin de identidades comunitarias.13 Laagricultura encerr a los pobladores en un territoriodelimitado y los altos rendimientos de este modo deproduccin fortalecieron las relaciones sociales sobrelas que se levant la jaula social.

    En San Lore n zo el desarrollo de la agricultura y lasaldeas sedentarias fue seguido por un proceso aceleradode estratificacin social y centralismo poltico. El naci-miento de la ciudad y poco despus del reino bajo laforma de poder hereditario corrieron paralelos al desarro-llo de la ideologa que proclam que los gobernantesdescendan de los ancestros fundadores y stos de los dio-ses cre a d o res del cosmos. La mayor riqueza la constituanla tierra y el acceso a los recursos naturales, y ambos fue-ron apropiados por el linaje gobernante. Como se havisto antes, al lado del palacio real surgieron los tallere sa rtesanales y el mercado, del mismo modo que el trficofluvial y el comercio exterior se convirt i e ron en pre r ro-g a t i vas del jefe poltico. En Mesoamrica es el palacioreal, no el templo, el centro hacia el que convergen las re-des polticas, los linajes, los tributos, el comercio interior

    y exterior, la fuerza militar y los cultos religiosos, como lomuestra el caso de San Lore n zo. Es decir, la institucinde la re a l eza sagrada acab por absorber todas las tareas yfunciones sociales. El rey sagrado, como dice Ho c a rt, seha transformado en el responsable de la vida del grupo yde las fuerzas naturales y sobrenaturales de las que de-penda la sobre v i vencia de la poblacin.1 4

    El fortalecimiento del poder real y del linaje gober-nante corri paralelo a la sujecin de la mayora de lapoblacin campesina y trabajadora. Los jefes y cabezas delinaje constru ye ron un aparato ideolgico que separde modo tajante al grupo en el poder de la mayora traba-jadora. Los ritos, las leyes, los mitos y la ideologa re l i g i o-sa fraguaron una argumentacin persuasiva, repetida sindescanso por los mensajes orales, visuales y monumen-tales. El mensaje de esta propaganda polimorfa deca quelos nobles nacieron para gobernar mientras que al co-mn de la gente corresponda trabajar para sustentar elreino y mantener el orden establecido por los dioses desdelos orgenes del mundo. Estos rasgos marcaron el des-puntar poltico de esta regin, que habra de culminarpocos aos ms tarde con la fundacin de La Ve n t a .

    LA VE N TA Y E L A P O G E O D E L ES TA D O O L M E C A

    En la lenta construccin de San Lorenzo se observa elprogresivo asentamiento del poder central y la correla-tiva sujecin a ste de los campesinos, las aldeas y loscacicazgos, as como de los ritos, el ceremonial, la pro-duccin de artesanas y obras monumentales, los sm-bolos religiosos y los emblemas polticos. Esta centra-lizacin de la vida pblica en la persona del jefe dehombres se acompa de una planificacin estricta delespacio. En La Venta, la capital del reino que sucede aSan Lorenzo, construida en una meseta rodeada poruna red de ros, pantanos, lagunas y tierras frtiles, aquince kilmetros de distancia de la costa del Golfo deMxico, estos procesos alcanzaron un desarrollo plenoentre los aos 900 y 600 a.C.

    En La Venta aparece por primera vez una demarca-cin neta entre el espacio urbano y el resto del territo-rio: la ciudad se separa del campo. A su vez el espacio

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    En La Venta aparece por primera vez una demarcacin neta entre el espacio urbano y elresto del territorio: la ciudad se separa del campo.

    e n t re los mayas. Vase Julia A. Hendon, The Pre-Classic Maya Com-pound as the Focus of Social Id e n t i t y, David C. Grove y Ro s e m a ry A.Joyce editores, Social Pa t t e rns in Pre-Classic Me s o a m e r i c a, Du m b a rt o nOaks Re s e a rch Library and Collection, 1999, pp. 97-119.

    1 3 So b re la formacin de estos lazos en Mesopotamia y Egipto vaseMichael A. Mann, The Sources of Social Powe r, Cambridge Un i ve r s i t yPress, 1986, pp. 45 y 74-77. 14 Hocart, op. cit., pp. 157-158 y captulo VIII.

  • urbano se divide en reas delimitadas por funcionespropias. El plano de La Venta sigue un eje norte-surbien marcado (figura 5). El rea norte es el lugar de losancestros y el sitio donde yacen enterrados los funda-dores del reino. En este recinto, separado del resto delrea urbana por barreras arquitectnicas, se deposi-taron ofrendas de piedra serpentina y basalto que su-maban toneladas cubiertas luego por sucesivas capas dearcilla de colores azules y amarillos. La ms rica de estasofrendas estaba enterrada ocho metros abajo de la su-perficie, en el rea que parece ser el sanctasanctrumdel lugar. Se trata de una ofrenda en forma de msca-ra de mosaico dedicada a los poderes fertilizadores delinframundo, por eso tiene los rasgos del dragn olmecay est hecha de piedras de serpentina verde, que imi-taban el ve rde renacer de la naturaleza en la primave-ra. Carolyn Tate observ que las figuras en forma dediamante que bordean la mscara son las mismas queadornan la falda de la gran Diosa del Agua de Teoti-huacn, y es exactamente el mismo motivo que se ve enel faldelln del dios maya del maz (figura 6). Se tratade un diseo en forma diamantina hecho de pequeascuentas y cilindros de jade que representa la superficiede la tierra, un motivo que tambin sola pintarse bajola forma de un carapacho de tortuga.15

    Prxima a esta ofrenda se descubri otra no menosenigmtica, la llamada Ofrenda 4 que se enterr en elmismo patio hundido y est formada por diecisis figu-ras pequeas talladas en piedra ve rde. Cu a t ro de estospersonajes caminan hacia la figura semioculta de la dere-cha de la fotografa, mientras que el resto forma un semi-c rculo (figura 7). El conjunto evoca un momento car-gado de misterio, una escena hundida en la memoriaque parece aludir a un rito de fundacin, guiado por losjefes de los linajes que forman el gru p o. Como se advier-te, la mayora de los personajes rodean al individuo queocupa el centro de la escena, quien da la espalda a una delas hachas en forma de estela que se yerguen en el fondo.La posicin de los personajes y el aura de gravedad que lose n v u e l ve re v i ven un momento trascendente, vinculadoa los orgenes de la ciudad.1 6 La hiptesis de que este es-pacio estaba consagrado a los ancestros la re f u e rza la pre-sencia en el mismo lugar de dos tumbas espectaculare s ,una formada por grandes columnas de basalto y otra por

    1 5 C a rolyn Tate, Cuerpo, cosmos y gnero, Arqueologa Me x i c a -n a, volumen X I, nmero 65, 2004, pp. 36-41, figura 2, Kent Re i l l y( Enclosed Ritual Spaces and the Wa t e ry Un d e rworld in Fo r m a t i vePeriod Arc h i t e c t u re: New Ob s e rvations on the Function of La Ve n t aComplex A, Se venth Palenque Round Table, 1989, pp. 125-135), inter-p reta el patio hundido donde se enterraron estas ofrendas como el infra-mundo marino, el ocano primordial, el lugar de la fertilidad absoluta.

    1 6 Vase una descripcin detallada del descubrimiento de esta ofre n-da y un excelente re g i s t ro fotogrfico de ella en Philip Dru c k e r, Ro b e rt F.He i zer y Ro b e rt J. Sq u i e re, Exc a vations at La Venta, Ta b a s c o, 1955, Un i t e dStates Government Printing Office, 1959, pp. 152-161 y lminas 30-36.

    Figura 5

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    Figura 7

  • un sarcfago de piedra, en cuyos lados se grab la figuradel dragn olmeca o dios del inframundo. De s a f o rt u-nadamente, los restos que contenan estas tumbas, des-tinadas a los personajes ms encumbrados de la ciudad,d e s a p a re c i e ron. Tres de las cabezas colosales ms antiguasse ubicaron en esta parte de la ciudad y quiz fuero npuestas ah para celebrar la memoria de los fundadore sdel reino (vase el mapa de la figura 5).

    Se observa que esta seccin de la ciudad est pobla-da por entidades sobrenaturales y emblemas sagrados.O dicho con otras palabras, los smbolos religiosos y losemblemas del poder son aqu los principales conducto-res de mensajes. Por eso a los pro m o t o res y manejadore sde esos smbolos se les ha llamado re yes o gobernantes sa-grados. Se trata, como dice Michael Mann, de un poderideolgico asentado en smbolos y prcticas religiosasc u yo fin era forjar un espritu colectivo e imprimirle cohe-rencia al conjunto social. Monopolizar las normas y lossmbolos que dotaban de significado al conjunto socialfue una de las rutas que lleva ron al poder a los jefes deMesopotamia y Me s o a m r i c a .1 7

    En Mesoamrica el poder poltico se uni con losmensajes ideolgicos que, bajo la forma de smbolos,normas y prcticas cotidianas, dotaban de unidad, co-h e rencia e identidad a los pobladores rurales y urba-nos del reino. La fuerza integradora de la ideologa ylos ritos est presente en la planificacin de la ciudady particularmente en su simbolismo religioso. SegnPeter Joralemon, en el centro del cosmos olmeca estabala Tierra, re p resentada por un dragn o un cocodrilo flo-tando en el mar primordial. De ese suelo brotaron lasplantas y las montaas; stas ltimas eran la morada delas nubes, el rayo y el relmpago que provocaban la hu-medad y el derrame de la lluvia. Las cuevas, figuradaspor la boca del monstruo de la tierra, eran la entrada alinframundo, la regin hmeda y fra donde todo se trans-formaba y donde el sol, la vegetacin y los seres huma-nos iban a morir para luego renacer (figura 8). Por lti-mo, arriba de la Tierra estaba la regin celeste, el reinodel sol, la luna, los planetas y las estrellas. En cada una

    de las esquinas de este espacio haba cuatro atlantes quesostenan el inmenso edificio del cosmos.18

    Como habr observado el lector, el plano urbanode La Venta re p roduca con fidelidad el orden csmi-c o. La superficie de la tierra era el punto donde conve r-g a n las fuerzas celestes con las del inframundo, el cen-tro equilibrador donde se unan los flujos positivos ynegativos que en la concepcin mesoamericana ponanen movimiento la mquina universal. En la mitad delcentro urbano de La Venta se levantaba la montaaartificial que resuma los tres niveles del cosmos: el in-framundo, la superficie terre s t re y el cielo, mientras quesus c u a t ro costados la comunicaban con los cuatro ru m-bos espaciales (figura 9). Esta elevada pirmide quenaca en el corazn de la ciudad era una representacinde la Montaa Primordial, la colina que en el da inau-gural del mundo surgi de las aguas y form la superfi-cie terrestre. Los mitos de creacin dicen que los diosesdepositaron en el interior de esa montaa las aguas fer-tilizadoras y las semillas nutricias y por eso la colinaocupaba un lugar central en el mapa terrestre.19

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    17 Michael A. Mann, volumen I, op. cit., pp. 22-23.

    18 Joralemon, In Search of the Olmec Cosmos: Reconstructingthe World View of Mexicos First C i v i l i z a t i o n. Elizabeth P. Benson yBeatriz de la Fuente, Olmec Art of Ancient Me x i c o, National Ga l l e ry ofA rt, Washington DC, 1996, pp. 52-53; otras descripciones de los tre sn i veles del cosmos pueden verse en F. Kent Re i l l y, III, A rt, Ritual andRulership in the Olmec Wo r l d, en Michael D. Coe, The Olmec Wo rl d .Ritual and Ru l e r s h i p, Princeton Un i ve r s i t y, 1996, pp. 27-45. Los anli-sis sobre la cosmovisin en el mundo nhuatl los debemos a Jo h a n n aBroda. Vase A s t ro n o m y, Cosmovision and Ideology in Pre h i s p a n i cMe s o a m e r i c a, Anthony F. Aveni y Ga ry Urton editores, Et h n o a s t ro -nomy and Arc h a e o a s t ronomy in the American Tro p i c s, The New Yo rk Ac a-demy of Sciences, 1982, pp. 81-110; Cosmovisin y observacin de lan a t u r a l eza: el ejemplo del culto a los cerros en Me s o a m r i c a, Jo h a n n aBroda, S. Iw a n i s zewski y L. Maupom editores, Arq u e o a s t ronoma ye t n o a s t ronoma en Me s o a m r i c a, Un i versidad Nacional Autnoma deMxico, Mxico, 1991, pp. 461-500; y Johanna Broda y Flix Bez -Jorge editores, C o s m ovisin, ritual e identidad de los pueblos indgenas deM x i c o, Fondo de Cultura Econmica, Mxico, 2001.

    19 Gonzlez Lauck Rebeca, Acerca de pirmides de tierra y seressobrenaturales: observaciones preliminares en torno al edifico C1 enLa Venta, Ta b a s c o, Arq u e o l o g a, nmero 17, 1997, pp. 79-97. El Po p o lVuh (1961, pp. 24-25) describe as el surgimiento de la tierra el primerda de la creacin: Luego la tierra fue creada por (los dioses...). Tierra,dijeron, y al instante fue hecha (...). Como la neblina, como la nube ycomo una polvareda fue la creacin, cuando surgieron del agua lasmontaas; y al instante crecieron las montaas....

    Figura 6

  • La gran pirmide de La Venta divida la parte norteconsagrada a los ancestros de la parte sur, dedicada aldespliegue de los smbolos del poder real y a las reaspblicas de la ciudad. As como el diseo y los monu-mentos del rea urbana son una expresin del ordencsmico definido en los mitos de creacin, as tambinlos espacios y monumentos de la parte sur son unarepresentacin del orden poltico que rega la vida de lapoblacin. Al pie de la pirmide, mirando hacia la granplaza que se extiende hacia el sur, se sembraron seisestelas de piedra que tienen la forma de las hachas dejade, el objeto que los olmecas convirt i e ron en su mediode expresin favo r i t o. Cu a t ro de estas estelas proye c-tan la imagen del dios olmeca del maz y otra presentaa tres personajes en la parte baja, uno de los cualesporta el bastn ceremonial que simboliza el mando.20

    Arriba flota un personaje, quizs un ancestro, quieno b s e rva la escena (figura 9). Me atre vo a pro p o n e rque los individuos representados en esta estela celebra-ban una ceremonia de entronizacin, sancionada porla imagen bienhechora del ancestro que aparece flotan-do en la parte superior y por la presencia contigua deldios del maz.

    Los monumentos con escenas en las que el actorprincipal es el gobernante ocupan puntos estratgicosde la gran plaza, llamada Complejo B de La Venta (fi-gura 5). En el lado oriental de ese espacio sobre s a l e nlos restos de un conjunto bautizado por los arq u e l o g o scon el nombre de Acrpolis St i r l i n g, que era pro b a-blemente el palacio real de la ciudad. En el centro de laplaza se encontr la Estela 2, conocida por el nombre de El Go b e r n a n t e porque su parte central tiene grabadala figura de un individuo con un bastn de mando en

    sus manos y un gran tocado, rodeado por seispersonajes que parecen protegerlo y que al-

    gunos autores identifican como ances-t ros (figura 10). Caminando

    hacia el norte se entra enuna plaza extensa de msde cuarenta y dos milmetros cuadrados, el reallamada Complejo D (fi-gura 5), donde sobresa-len los tronos 4 y 5.

    Estos tronos eran, como vimos antes, plataformas dondeel jefe poltico teatralizaba sus ritos y funciones a lolargo del ao. En La Venta los tronos, las estelas y losre l i e ves multiplican la figura del gobernante y dan cuen-t a de sus funciones polticas como cabeza del reino, ca-pitn de los ejrcitos y gran chamn que tena a su cargola ejecucin de los ritos y ceremonias re l i g i o s a s .

    Si volvemos la mirada hacia los espacios y monu-mentos de La Venta, caemos en la cuenta de que se tratade una ciudad edificada segn el arquetipo de las fun-daciones primigenias que narran los mitos de creacin.La ciudad est articulada por la Montaa Primordialque nace en su centro y por los tres niveles que definensu espacio. Como en el mito de creacin, el inframun-do olmeca es el lugar del origen de la vida, la matrizfecunda. Por eso las ofrendas ms suntuosas estn dedi-cadas a esa regin, enterradas en las profundidades dela tierra, la residencia del dragn olmeca, uno de los n-menes protectores de la ciudad. El trazo urbano tienepor centro la gran pirmide y al pie de ese eje csmicose despliega el espacio habitado por los pobladores, unespacio amparado por el dios del maz y los fundadoresdel re i n o. La capital, sus aldeas, campos, montaas, rosy manantiales estn protegidos por los dioses, pues allado de los dioses creadores pululaban los protectoresde cada uno de esos espacios, de sus actividades y culti-vos. La prodigiosa escultura llamada El Seor de lasLimas tiene esgrafiados en las distintas partes del cuerpoun compendio del dilatado universo de deidades crea-do por los olmecas, algunas de las cuales pervivirn enel panten mesoamericano posterior (figura 11).

    Junto a la presencia protectora de los dioses el espa-cio de La Venta est ocupado por la imagen del gober-nante. Las estelas y los monumentos que lo retratan(sin contar las innumerables efigies fabricadas en mate-

    2 0 Las primeras inter-p retaciones de estas estelas

    como re p resentaciones deldios del maz apare c i e ron en

    los estudios de James B. Po r-t e r, Celtiform Stelae: A New

    Olmec Sculpture Type and It sImplication for Ep i g r a p h e r s ,

    Ma ry H. Preuss editor, Be yo n dIndigenous Voices, L a by r i n t-

    hos, 1996, pp. 65-72; yTaube, op. cit., pp. 39-81.

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    Figura 8

    Figura 9

  • riales perecederos), lo muestran ubicuo, protector ypoderoso. Su imagen recorre los varios espacios de laciudad, pero se concentra en el rea de los ancestros,donde aparece en esculturas grandiosas en calidad depatriarca fundador. En las plazas ocupa el lugar central;su imagen invade la superficie entera de la estela, queen La Venta alcanza un pleno desarrollo esttico ymonumental. En esta ciudad se pueden ver los diversosestadios recorridos por la escultura, que pasa del graba-do tridimensional del rostro del gobernante al monu-mento narrativo inaugurado por los tronos de SanLorenzo, hasta llegar a la estela de grandes dimensionesque relata los acontecimientos forjadores del reino: laentronizacin del gobernante, su desempeo como ca-beza del estado y el cortejo de los ancestros, parientes yherederos que lo acompaan. La estela es en La Ventael principal difusor de la imagen de los dioses y del go-bernante, las presencias ms vigorosas en el imagina-rio colectivo.

    En los aos de auge de La Venta uno de los mediosms socorridos para dar cuenta de la imagen del gober-nante eran las lujosas hachas de jade. Gracias a que estospequeos objetos se labraron en un material duro, sed e p o s i t a ron en los entierros de grandes personajes ose a t e s o r a ron de generacin en generacin, disponemosde numerosas piezas en las que el gobernante se identi-fica con el territorio y aparece como eje csmico. Ke n tRe i l l y, el autor que ha realzado las caractersticas cha-mnicas de las imgenes olmecas, sostiene que las hachasde jade que retratan a un personaje central rodeado porc u a t ro semillas de maz en los costados son re p re s e n t a-

    ciones del gobernante como axis mundi (figura 12A yB ) .2 1 Virginia Fields fue la primera que advirti en estasimgenes una re p resentacin de la planta del maz o dela mazo rca en la banda real de los gobernantes olmecasy mayas, tal como se ve en los personajes que apare c e nen esta figura.2 2 Ms tarde Karl Taube mostr que sasy otras imgenes asociadas con la planta eran re p re s e n-taciones del dios olmeca del maz. En las hachas de jadeestudiadas por Taube el dios del maz es un axis mundi,el icono que integra en su cuerpo el inframundo, las u p e rficie terre s t re y el cielo, vinculando este eje ve rt i c a lcon los cuatro rumbos del cosmos.2 3

    Los dioses mismos, y en este caso el dios del maz,son los primeros en ser re p resentados como el eje art i c u-lador del cosmos. Posteriormente, a semejanza de losdioses, los gobernantes se hacen retratar en efigies queencarnan los diferentes pisos del cosmos y sus podere s .Tal es el caso de la extraordinaria estatuilla de jade bauti-zada con el nombre de Sl i m por su delgadez. Va r i o sa u t o res sealaron que esta escultura esgrafiada con tra-zos finos es un gobernante re p resentado en el momentode su entronizacin, cuando empua en su mano dere-cha el punzn del sacrificio de la sangre y en la izquierd ael cetro del poder (figura 13). Las tres partes de su cuer-po estn vinculadas a los tres niveles del cosmos y l es,

    LOS OLMECAS

    21 Kent Reilly, III, op. cit., pp. 27-45.22 Virginia M. Fields, The Iconographic Heritage of the Maya

    Jester God, Virginia M. Fields editor, Sixth Palenque Round Table,1986, pp. 167-174.

    23 Karl Taube, op. cit., pp. 39-81; y la nota The Cosmos and theKing, en Fields y Reents-Budet coordinadores, op. cit., pp. 125.

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    Figura 10 Figura 11

  • en s mismo, una re p resentacin virtual del cosmos y delas fuerzas que lo nutren, un axis mundi. La idea de ejecsmico est relacionada en este periodo de Me s o a m r i-ca con la concepcin chamnica que divide el cosmos ent res niveles a los que slo pueden acceder los seres dota-dos de poderes especiales, como los chamanes y los jefesque ejercen el mando supre m o. Los individuos capa-ces de transitar por estos distintos niveles y comunicar alos seres humanos con el mundo sobrenatural ocupabanel papel de conductores y dirigentes. El chamn tenatambin el poder de transmutar su ser humano en animal,y viceversa, una cualidad compartida con el gobernante.2 4

    En La Venta se observa la maduracin de los smbo-los del poder. En numerosos monumentos el gobernan-te es presentado como axis mundi y es la encarnacindel dios del maz. Una escultura encontrada en la cs-pide del cerro de Pajapn, en las montaas de los Tu x t l a s ,muestra a un personaje en el acto de levantar un rbolcsmico, una de las funciones propias de la re a l ez a ,c u yo tocado es una imagen del dios olmeca del maz(figura 14 A). En otra estatuilla de jade se retrata a ungobernante sentado, cuya banda real se compone depequeas hachas de jade que semejan granos de maz yen su cabeza porta un tocado con una re p re s e n t a c i ndel dios del maz (figura 14 B). Otra hacha de jade tienegrabada la figura ricamente ataviada de un persona-je que sostiene en su mano izquierda un punzn para el

    sacrificio de la sangre. Como en los casos anteriores sutocado es la efigie del dios del maz (fig. 14 C). Estasesculturas muestran que el dios del maz era el numenprivilegiado del panten y el emblema ms va l o r a d oen esta poca, de modo que cuando el gobernante loincorporaba en su tocado, adquira sus poderes susten-t a d o res y re g e n e r a d o res, se tornaba en una re p re s e n t a-cin viva del dios.2 5 Su imagen es un duplicado de lare a l eza sagrada estudiada por James Fr a zer y Ma u r i c eHo c a rt en las obras antes citadas.

    EL C U E R P O P O L T I C O Y LA I D E N T I D A D O L M E C A

    Los gobernantes olmecas, al dotar a la poblacin de unterritorio fijo, propiciar el desarrollo de la agriculturay el comercio en gran escala, disear un escenario urba-no monumental y hacer convivir en ese espacio a unapoblacin numerosa y contrastada, tuvieron que serv i r-se de una lengua comn y de smbolos compartidos. Esd e c i r, por primera vez surgi un conglomerado socialh e t e rogneo asentado en bases territoriales, polticas yreligiosas comunes. Como hemos visto en las pginasa n t e r i o res, la empresa de darle unidad a la diversidad setorn realidad por la va de sacralizar el reino y conve r-tirlo en espejo del cosmos, por el artilugio de hacer de laciudad terre s t re una re p roduccin de las cuatro part e sdel cosmos y de sus tres pisos ve rticales y, finalmente,por la habilidad para erigir al soberano en un axis mundi,en una re p resentacin arquetpica del territorio, la po-blacin, el reino y sus dioses pro t e c t o re s .

    El espacio urbano creado por esta nueva re a l i d a dpoltica fue el mort e ro unificador de esos diversos agen-

    2 4 F. Kent Re i l l y, I I I, Olmec Iconographic Influences on the Sy m-bols of Maya Rulership: An Examination of Possible So u rc e s, Me r l eGreene Ro b e rtson, Sixth Palenque Round Ta b l e, 1991, pp. 151-166.Vase tambin la descripcin que hace de esta pieza Peter D. Jo r a l e m o nen la obra Olmec Art of Ancient Me x i c o, 1996, pp. 213-216. So b re lasfacultades del chamn y del gobernante para cambiar su ser humano enanimal, vase F. Kent Reilly I I I y James F. Ga r b e r, The Sy m b o l i cRe p resentation of Wa rf a re in Fo r m a t i ve Period Me s o a m e r i c a, enM. K a t h ry Brown y Travis W. Stanton, Ancient Me s o a m e r i c a n Wa rf a re,Altamira Press, 2003, pp. 127-148.

    25 Vase sobre esto el libro recientemente publicado, coordinadopor Fields y Reents-Budet, Lords of Creation. The Origins of SacredMaya Kinship; especialmente los artculos de Fields y Reents-Budet yF. Kent Reilly III.

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    Figuras 12 A y 12 B Figura 13

  • tes. Es ve rdad que la restauracin arqueolgica noayuda a precisar esa funcin esencial, pues al fin delpenoso esfuerzo de re c o n s t ruccin nos topamos conel esqueleto de una urbe vaca, despoblada. Es decir, sipor un lado la obra de restauracin re v i ve las dimensio-nes arquitectnicas y espaciales de la ciudad extinta, poro t ro nos oculta el fragor de la convivencia de grupos hu-manos diversos en el ro s t ro, el vestido, las ocupaciones olos modos de ser. Y precisamente la creacin de ese fra-gor humano fue uno de los derivados de la aparicin dela ciudad: la aglomeracin de individuos y grupos dis-tintos en un mismo espacio. Ot ro obstculo que dificul-ta el conocimiento de la diversidad urbana es la rigidezde la arqueologa para privilegiar el estudio de los cen-t ros ceremoniales, los palacios y las formas de vida de losg rupos nobles, pues esa inclinacin apenas ha dejadop e rcibir el ro s t ro y las actividades de los sectores popula-res que con sus manos constru ye ron el entorno urbano.Con todo, la curiosidad que despert a ron las antige-dades mesoamericanas en coleccionistas oriundos de

    la regin donde se leva n t a ron esas ciudades, y el trabajorealizado bajo una nueva concepcin de la exploracina rqueolgica, nos ha deparado la presencia de milesde ro s t ros, hbitos y costumbres populares (figuras 15A. B y C).

    En estas variadas re p resentaciones de la humanidadse advierte la predisposicin por captar la peculiar fiso-noma del otro, sea ste mujer, nio, anciano, chamn,contorsionista, bufn, jugador de pelota, guerre ro o an-c e s t ro ve n e r a d o. De pronto, la aglomeracin urbana pusoante los ojos del alfare ro, el pintor o el escultor la rica pa-noplia de la diversidad social y sus constrastes (figuras16A y B). Es decir, al confrontarse los pobladores dela ciudad entre s, al cobrar conciencia de sus difere n c i a s ,al vivir da con da la heterogeneidad de sus activida-des, al conocer las predisposiciones y animosidades entrelos sexos, los grupos, los linajes, los barrios o los oficios, loshabitantes de La Venta tambin adquirieron concienciade que ms all de esas diferencias compartan una iden-tidad comn. La lengua y la comunin con el territorio,

    LOS OLMECAS

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    Los olmecas de La Venta fueron los primeros enrepresentar en el diagrama urbano el conjunto

    de sus concepciones acerca del cosmos, la naturaleza, los dioses y los seres humanos.

    Figura 14C

    Figura 14A Figura 14B

  • el vestido, la comida, los ritos y las ceremonias colecti-vas, las tareas cotidianas y los usos y costumbres loca-les, los hicieron copartcipes de una empresa comn, losi d e n t i f i c a ron con la ciudad, el reino, los gobernantes ysus dioses pro t e c t o res. As, entre los aos 1000 y 400a.C., en la regin de La Venta varios millares de pobla-d o res vivieron la experiencia de compartir identidadesoriginadas en el reino, fortalecidas por la convive n c i ap o l t i c a .2 6 Sin embargo, la capacidad del Estado paraintegrar y dotar de identidad al conjunto social no signi-fic hegemona absoluta. Los primeros estados que apa-re c i e ron en Me s op otamia, as como los que se formaro nen Mesoamrica, eran multitnicos, admitan en su senola presencia de grupos tnicos y lingsticos diferentes alncleo aborigen.2 7

    El reino de La Venta resume los rasgos que caracteri-zarn ms tarde el desarrollo de la civilizacin en Me s o a-mrica. Se trata de una sociedad fundada en la agricul-tura, el intercambio comercial de larga distancia y elcalculado manejo de la fuerza de trabajo en gran escala.Su puntal bsico es la organizacin planificada de los tra-b a j a d o res en todos los niveles, dirigida a un mismo fin:la fort a l eza del re i n o. En las imgenes manejadas por losgobernantes el reino es el centro del universo, el sostene-dor del equilibrio csmico y el territorio privilegiado porlos dioses cre a d o res. En esta concepcin el gobernante esla encarnacin de esas fuerzas: su imagen ocupa los pun-

    tos principales del ceremonial poltico y domina los tre sn i veles del cosmos y sus cuatro rumbos. La ciudad es elescenario de sus acciones, un espejo calcado a semejan-za del cosmos creado por los dioses. Los olmecas de LaVenta fueron los primeros en re p resentar en el diagramaurbano el conjunto de sus concepciones acerca del cos-mos, la naturaleza, los dioses y los seres humanos. In ve n-t a ron smbolos que significaban el mundo sobre n a t u r a ly la compleja realidad terre s t re. Peter D. Joralemon sin-tetiz esos logros en un prrafo:

    E s t oy convencido de que hay un sistema re l i g i o s ocomn a todos los pueblos mesoamericanos (...). Comotodos los sistemas mitolgicos, propone una interpreta-cin de la realidad. Por una parte, explica los orgenes yla organizacin del cosmos, el nacimiento de los dioses y lacreacin de la humanidad. Por otra, establece las relacio-nes entre los dioses y los seres humanos, entre stos y sussemejantes y entre los seres humanos y la naturaleza.28

    Adems de desarrollar un lenguaje simblico, pls-tico, arquitectnico, ritual, escenogrfico y corporal (quereuna la msica, la danza y la teatralizacin de lasacciones en el espacio), los fundadores de La Venta fue-ron los primeros que re s u m i e ron esos lenguajes en lacpsula del mito de la creacin del cosmos. La pre s e n c i ade la Montaa Pr i m o rdial (la colina de los manteni-mientos) en el centro de La Venta, la vinculacin de laciudad con los tres niveles y los cuatro rumbos del cos-mos, el nacimiento de los seres humanos de la cuevagerminal, la invencin del cultivo del maz y su trans-formacin en dios pro t e c t o r, y el culto a los ancestro s

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    28 Peter D. Joralemon, 1976.

    26 Se trata de un proceso comn a la formacin poltica del reino,como lo ha mostrado Michael Mann en el caso de Mesopotamia. V a s eMann, 1986, pp. 89-93.

    2 7 Vase Cohen, State Origins: A Re a p p r a i s a l, 1978, pp. 64-65;Mann (1986, pp. 91-93), seala por su parte que en Sumeria la culturano fue unitaria. Dice que en esa regin se form lo que llama una c o m u-nidad tnica, con distintos dioses, tradiciones y formas de gobierno.

    Figura 15A Figura 15B Figura 15C

  • como fundadores del reino, todos esos acontecimientosremiten a los episodios definitorios del mito de la cre a-cin del cosmos que domina el imaginario colectivo deMesoamrica. En otra parte he sostenido que los mitosde creacin se concentraron en narrar tres momentos ca-pitales en la formacin de esos pueblos. Pr i m e ro, la cre a-cin del cosmos y el surgimiento de la superficie terre s-t re. Segundo, el origen de los seres humanos, el sol y lasplantas cultivadas; y, por ltimo, la fundacin del re i n oy el nacimiento de la vida civilizada seguidos por el re l a-to de las hazaas de los gobernantes.2 9 No sabemos silos pueblos que constru ye ron San Lore n zo, La Ve n t a ,Chalcatzingo y otros centros asentados en la tradicinolmeca narraron esos episodios en cdices jeroglficos opintados, pero de lo que no cabe duda es de que los gra-b a ron indeleblemente en el trazo y los monumentos desu ciudad, transformndola en un cdice de piedra.

    La luz que emana de la arquitectura y del simbolismode La Venta dan idea del efecto tremendo que produjo lafundacin del reino en el imaginario colectivo de los pue-blos mesoamericanos. La posesin de un territorio por ung rupo tnico que comparta ancestros y orgenes comu-

    nes, gobernado por un poder centralizado, cre un orga-nismo que amalgam los poderes econmicos, militares yreligiosos en un haz baado por el aura de la grandeza ma-terial y la proteccin de los dioses. El trnsito de este tejidosocial a su concrecin material en una urbe inslita que sim-bolizaba esos poderes y pareca concentrar en su espacio lad i versidad del gnero humano, fue obra de los constru c-t o res de La Venta. Su creacin se convirti en el canonmaravilloso que se empearon en re p roducir los sucesi-vos reinos que se fundaron ms tarde en Me s o a m r i c a .

    BI B L I O G R A F A

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    LOS OLMECAS

    29 Enrique Florescano, Memoria Indgena, Taurus, Mxico, 1999,captulos 1, 2 y 3.

    Figura 16A Figura 16B

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