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  • HACSO - Biblioteca

    Populismo yrepresentacin democrtica

    Enrique Peruzzotti"

    El debate acerca del populismo no puede disociarse de la discusin acer-ca de los diversos modelos de democracia existentes (Canovan, 1999; Dela Torre, 2000; Peruzzotti, 1997; Urbinati, 1998). El populismo, y en par-ticular la forma que dicha expresin tom en Amrica Latina, est direc-tamente ligado a una visin especfica de lo que la democracia es y, portanto, es parte de una disputa cuya genealoga puede trazarse hasta los or-genes mismos de la modernidad poltica acerca de la naturaleza y alcan-ces del ideal democrtico. Por eso, la discusin sobre el populismo debeenmarcarse dentro de un debate ms general sobre cmo entender lademocracia. El ideal populista debe ser confrontado con otras versionesde democracia a fin de determinar cul de ellas est ms cerca de realizarla promesa normativa contenida en la idea misma de democracia. En par-ticular, es importante distinguir y comparar la idea democrtica populis-ta con su forma representativa, puesto que la identidad poltica populistase piensa como una alternativa superadora del dficit de la ltima.

    El populismo implica una clara preferencia por una forma directa dedemocracia y por lo tanto, rechaza la democracia representativa comoinautntica y artificial. El terico que mejor expresa la teora democrticadel populismo es Carl Schmitt. Como se ver en la seccin siguiente, elconcepto schmittiano de democracia se opone a la idea de una construc-cin mediada de la voluntad popular, proponiendo en cambio un mode-lo de democracia directa organizada alrededor del proceso de identifica-

    Universidad Torcuato di Tella. E-mail: [email protected].

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  • Enrique Peruzzorti

    cin no mediada entre pueblo y gobierno. Esta nocin de democracia vaa tomar forma histrica en Amrica Latina con la emergencia de lo que seha denominado los regmenes populistas clsicos (Pern, Vargas, Velasco,Crdenas). A pesar de la distancia temporal que existe con dicha experien-cia histrica, el ideal democrtico populista no se ha desvanecido sino quecontina marcando con su impronta la vida poltica de varios pases de laregin (De la Torre, 2007; Roberts, 2007). Fenmenos como el "chavis-mo" en Venezuela indican que este modelo democrtico an es vistocomo una alternativa legtima para un orden representativo en crisis. Espor tanto imperativo confrontar este modelo con otras versiones dedemocracia para determinar hasta qu punto son vlidas no solamente suscredenciales democrticas sino tambin su presuncin de ser una etapa deprofundizacin de la vida democrtica.

    Este captulo se divide en cuatro secciones. En la primera, presento lavisin de Carl Schmitt sobre la democracia, puesto que sintetiza tericamen-te la visin populista de la representacin poltica. En la segunda seccinestablezco algunas diferencias entre la concepcin schmittiana y la forma queasumi la tradicin democrtica populista en Amrica Latina. La tercera sec-cin presenta algunos argumentos sobre las diferencias y limitaciones de losmodelos hegemnicos de democracia en la regin: el modelo liberal mini-rnalista, el modelo delegativo y el populismo. Finalmente, el trabajo conclu-ye con un argumento sobre la necesidad de ir ms all de los modelos exis-tentes y repensar la nocin misma de representacin democrtica, propo-niendo una nocin de democracia representativa basada no simplemente enla existencia de elecciones libres y regulares, sino tambin en la posibilidadde establecer un amplio campo de mediaciones polticas que permita dar vozefectiva a una pluralidad de actores a fin de establecer una situacin de per-manente receptividad del sistema poltico a las demandas de la ciudadana.

    La democracia como identidad entre pueblo y gobierno

    En la Teora de la Constitucin, Carl Schmitt distingue dos principiosopuestos para lograr una forma poltica: la representacin y la identidad(Schmitt, 1982). El primer principio, argumenta, corresponde al univer-

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    so normativo del liberalismo. El segundo, en cambio, es el principio sobreel cual se asienta la idea moderna de democracia. El ideal democrtico,sostiene Schmitt, busca establecer una identidad no mediada entre gober-nantes y gobernados. La representacin, en cambio, presupone un siste-ma de mediaciones polticas que hacen imposible dicho proceso de iden-tificacin entre gobernantes y gobernados. Para Schmitt, por lo tanto,democracia y gobierno representativo son principios alternativos de for-macin de la unidad poltica. Es errneo considerar, afirma, a la denomi-nada democracia representativa o al parlamentarismo como un subtipo dedemocracia, pues la mediacin parlamentaria introduce un elemento nodemocrtico que conspira contra el logro de una verdadera identidadentre gobernantes y gobernados.

    De hecho, Schmitt considera al gobierno parlamentario representati-vo como un rgimen temporal que tiene lugar en el proceso histrico detransicin entre dos formas de unidad propiamente polticas: la monar-qua y la democracia. En su visin, el gobierno representativo es incapazde establecer un principio de unidad poltica, salvo quiz en el perodoheroico de las luchas burguesas contra el estado absolutista en el cual elparlamentarismo se presentaba como una complexio oppositorum, es decir,como un principio de unidad poltica alternativo al de la soberana abso-luta del monarca. Sin embargo, una vez que el absolutismo monrquicoperdi legitimidad, tambin se resquebraj la efectividad del parlamenta-rismo como principio para construir una unidad poltica alternativa:desaparecida la monarqua absoluta, el principio parlamentario de gobier-no indirecto se vio enfrentado a la dificultosa tarea de representar la uni-dad del pueblo (Schmitt, 1982: 217). La naturaleza misma del gobiernorepresentativo conspira contra el xito de dicho proyecto. Los prerrequi-sitos que deben estar presentes a fin de asegurar el correcto desempeo deun rgimen parlamentario -transparencia, deliberacin pblica, divisinde poderes, libertad de prensa, etc.-, llevan a la consolidacin de un espa-cio poltico mediado que evita que se genere una verdadera identidadpoltica entre gobierno y pueblo (Schmitt, 1988: 36). Las elecciones bajoun sistema parlamentario, sostiene Schmitt, producen un comit electivode representantes autnomos e independientes que elaboran decisionestotalmente desconectadas de lo que Schmitt considera es la autntica

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    voluntad popular (Schmitt, 1988: 35). La ratio del parlamentarismo es ladeliberacin pblica, la dinmica de argumentos y contra-argumentos enla cual, supuestamente, se forja la voluntad poltica. Este juego delibera-tivo da lugar a un tipo de voluntad poltica que, en su opinin, poco tieneque ver con la nocin de voluntad popular. El funcionamiento de lamaquinaria del gobierno representativo genera, indefectiblemente, untipo de voluntad poltica distinta y autnoma de lo que Schmitt conside-ra es la expresin verdadera (o inmediata) de la voluntad popular(Schmitt, 1988: 34-5). Precisamente, el punto de partida del parlamenta-rismo -la nocin de representacin libre- supone, en su opinin, unadisociacin entre la voluntad popular mediada que se genera en las insti-tuciones representativas y la voluntad no mediada o "autntica".

    La crtica schmittiana a los principios intelectuales que fundamentanla idea de gobierno representativo se complementa con un diagnsticosociolgico sobre la situacin presente del parlamentarismo. Schmitt nosolamente rechaza el universo normativo sobre el que se asienta el parla-mentarismo sino que sostiene que dichos ideales no tienen ningunainfluencia sobre las dinmicas sociales y polticas que acontecen en lassociedades actuales. En su opinin, las circunstancias contemporneastienden a convertir al principio intelectual legitimador del parlamentaris-mo -la deliberacin pblica- en una mera formalidad. La aparicin departidos polticos de masas subvierte los principios sobre los cuales se basala idea de gobierno parlamentario:

    Los partidos... no se enfrentan entre s para discutir opiniones, sino comogrupos de poder social o econmico que calculan sus interes mutuos, ascomo sus oportunidades para acceder al gobierno, y establecen compro-misos y coaliciones sobre esta base. Las masas son seducidas medianteaparatos de propaganda, cuyo mximo efecto se apoya en su atractivopara presentar los intereses y pasiones de estas masas. Todo argumento, enel sentido real para la autntica discusin, queda as al margen (Schmitt,1988: 6; traduccin propia).

    Segn Schmitt, lo que era la instancia crucial de mediacin del gobiernorepresentativo -el parlamento- sobrevive en nuestros das como una ma-quinaria vaciada de contenido. Los parlamentos actuales son carcasas vac-

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    as sin efectividad poltica, que simplemente reflejan las coaliciones de inte-reses socioeconmicos predominantes. Los miembros del parlamento, lejosde ser una clase poltica de representantes libres, actan como meros emi-sarios o agentes de grupos econmicos (Kelly, 2004: 118). Detrs de lafachada del parlamentarismo, argumenta, se desarrollan procesos de nego-ciacin sectorial por parte de grupos econmicos que no pasan por el filtrode la mediacin poltica. El supuesto mbito en el que se ejerce la represen-tacin poltica ha quedado reducido a la impotencia frente a la presenciacreciente de los intereses privados. Es por eso que Schmitt sostiene que,bajo las presentes circunstancias, la nocin de "representacin poltica" esreemplazada por la de "representacin privada de intereses". 1 La verdaderarepresentacin poltica implica el acto de representar la unidad de un pue-blo y por lo tanto, sostiene Schmitt, debe diferenciarse de cualquier nocinde representacin de intereses sectoriales. La situacin contempornea delparlamentarismo es analizada en trminos de un proceso de colonizacinde la dimensin pblica de la representacin por una versin degradada dearticulacin y representacin de intereses privados (Schmitt, 1982: 208).

    Schmitt define a la democracia contrastndola con la idea de gobiernorepresentativo. La democracia supone un vnculo directo entre gobernan-tes y gobernados y por lo tanto se opone a cualquier idea de gobierno indi-recto. En el ideal democrtico schmittiano est ausente cualquier nocinde mediacin poltica: la democracia se define por la presencia de un vn-culo plebiscitario entre gobernantes y gobernados, que expresa la inmedia-ta unidad del pueblo. El problema poltico fundamental que se presentaen un escenario de democracias de masas es el de quin posee los rasgospersonales, as como los medios institucionales, para generar dicho proce-so de identificacin a travs del cual se construye la voluntad popular(Schmitt, 1988: 29). Cmo lograr la identificacin entre pueblo y lder es

    Max Weber realiza un diagnstico similar en su anlisis sobre la transformacin de la institucinparlamentaria en la democracia de masas: "El parlamento se convertira en un nuevo mercado decompromisos entre intereses puramente econmicos, sin ninguna orientacin poltica para agregarlos intereses... Un cuerpo 'representativo' de este tipo sera el lugar menos propicio para la solucinde los problemas sociales de acuerdo a criterios verdaderamente polticos" (CE Weber, 1978: 1397;traduccin propia). A diferencia de Schrnitt, Weber no propone eliminat la mediacin parlamen-taria sino mantenerla y fortalecerla en su papel de contrapeso institucional al creciente poder delejecutivo y de la burocracia.

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    para Schmitt irrelevante: dicha tarea puede requerir el uso de la fuerza y lamanipulacin, e incluso no descarta que se pueda lograr por medios dic-tatoriales (Schmitt, 1988: 29). La dictadura, sostiene, no necesariamentees antittica a la democracia, pues una dictadura puede ser exitosa engenerar un proceso de identificacin democrtica entre masa y dictador.

    Ante la crisis del parlamentarismo liberal, Schmitt argumenta, se vuel-ve imperativo reemplazar al mismo por una forma cesarista de democra-cia que pueda restablecer un principio de unidad propiamente poltico.La transicin hacia una forma de democracia directa requiere de un pro-ceso de homogeneizacin del campo poltico. Es necesario remover todasaquellas mediaciones polticas e institucionales que pueden eventualmen-te interferir con dicho proceso de identificacin. El parlamento, la esferapblica, la oposicin independiente, la prensa libre, son vistas en estaconstruccin como obstculos que conspiran contra el xito del procesode formacin de una identidad democrtica. En esta perspectiva, la for-macin de la voluntad popular poco tiene que ver con la idea de unaconstruccin mediada y deliberativa caracterstica del ideal democrtico-representativo. No es la deliberacin sino la aclamacin el rasgo distinti-vo de la democracia de masas:

    El pueblo no est capacitado para la consulta, deliberacin o discusin.No puede gobernar o administrar, ni tampoco establecer normas. Sola-mente puede sancionar con un "s" o un "no" las normas que se le presen-ten. Ni siquiera puede elevar cuestiones, solo responder un s o un no alo que se le proponga (Schmitt, citado por Scheuerman, 1999: 201).

    En el modelo schmittiano de democracia, el concepto de pueblo, concep-tualizado en trminos de masa, suplanta al de ciudadana. Las masas, pordefinicin, cumplen un papel poltico pasivo, siendo su accin funda-mental el acto de aclamacin por el cual un lder es investido como laencarnacin del pueblo.' Las masas reaccionan a partir de los estmulosexternos que el liderazgo poltico genera, confirmando o no si determina-

    2 Para Schmitt, sostenamos anteriormente, poco importa cmo se forje ese proceso de identifica-cin y por lo tanto la mera aclamacin alcanza para investir a un lder como representante delpueblo. De hecho, la aclamacin o incluso la tcita aprobacin son tan buenos o mejores que elmtodo estadstico de contar votos (Urbinati, 1998: 119).

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    do lder ha sido exitoso en generar una identidad democrtica entregobernantes y gobernados. Conceptos como el de accountability, media-cin poltica y deliberacin son totalmente ajenos a esta concepcin de lademocracia.

    La tradicin democrtica populista latinoamericanayel modelo democrtico schmittiano

    La descripcin de Carl Schmitt de la democracia provee un punto de par-tida importante para entender los fundamentos intelectuales sobre los quese afirma la tradicin democrtica populista, que ha marcado con suimpronta a buena parte de Amrica Latina. El populisrno, sostenamosanteriormente, est indisociablemente ligado a la idea misma de democra-cia, expresando un modo particular de concebir a la misma. El populs-mo es una de las mltiples formas especficas que la democracia puedeadoptar en las sociedades modernas y en el caso latinoamericano expresauno de los rasgos caractersticos que asumi el patrn modernzanre en elcontinente (Peruzzotti, 1999). El populismo se refiere a un fenmenoespecfico de la modernidad latinoamericana y por lo tanto es errneopensarlo como un fenmeno poltico de sociedades en transicin (Ger-rnani, 1979).

    El populismo seala una vertiente fundamental de la tradicin demo-crtica de la regin. Dicha tradicin desarroll su identidad poltica engran parte a travs de la oposicin a los regmenes democrtico-liberalesque precedieron a la experiencia de democratizacin populista. En esteaspecto, la identidad populista se construye en relacin y contraposicina la versin de democracia que imperaba en el denominado orden oligr-quico. En la regin, liberalismo y democracia han estado histricamenteimbricados en' una relacin tensa y conflictiva, lo cual establece un rasgodistintivo de la evolucin poltica del continente frente a otras reas geo-grficas. La genealoga del conflicto entre liberalismo y democracia puederastrearse a los comienzos mismos de la modernidad poltica latinoameri-cana. Es que en Amrica Latina, a diferencia de otras regiones, la demo-cracia se constituy en un problema de la propia gnesis del orden polti-

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    ca moderno, observndose en muchos casos la temprana incorporacinde instituciones democrticas (Guerra, 2000; Sbato, 1998). Como sos-tiene Halpern Donghi, la democracia, ms que un punto de llegada,represent una referencia insoslayable y por lo tanto un problema cons-tante para las lites polticas y para el constitucionalismo del siglo XIX yde comienzos del siglo XX. La respuesta al desafo democrtico fue el esta-blecimiento de un orden institucional que incorporaba formalmente ins-tituciones democrticas, aunque el desempeo de estas ltimas se vea dis-torsionado en la prctica por el fraude electoral o por otros mecanismosde reproduccin de la hegemona poltica (Botana, 1979; De la Torre,2000: 35; Sbato, 1998).3

    La irrupcin del ideal democrtico populista debe ser vista, por lotanto, como un emergente directo de dicha peculiar dialctica entre libe-ralismo y democracia." En cierta manera, los regmenes populistas repre-sentan una reaccin poltica a lo que se considera una tergiversacin de lainstitucionalidad democrtica por parte del orden conservador u oligr-quico. El populismo se presenta como un proyecto democratizador, orga-nizado alrededor de la demanda por elecciones libres y competitivas a finde permitir la incorporacin poltica de aquellos sectores que la anterior

    3 En muchos casos, la dialctica polarizante que generan los regmenes populistas termina gene-rando regmenes basados en la instrumentalizacin poltica de los mecanismos democrticos afin de evitar el retorno de la coalicin populista al poder, retroalimentando de esta manera ladualidad entre institucionalidad democrtico representativa y populista, que dio origen al movi-miento populista.

    4 Es importante tener en cuenta esta dialctica para comprender los rasgos diferenciales del mode-lo democrtico populista, dado que se construye como identidad poltica en gran parte en con-traposicin a la idea de democracia liberal representativa imperante en elllam~do orden oligr-quico. En realidad, el populismo como idea democrtica aparece ntimamente ligado al concep-to de democracia representativa. Como seala Paul Taggart, la paradoja del populismo es que apesar de su hostilidad hacia la democracia representativa, solamente puede surgir de su seno ycomo reaccin a la misma (Taggart, 2000: 3). Que sea importante considerar el contexto hist-rico en el que emerge no quiere decir que el fenmeno populista deba ser acotado temporalmen-te a la experiencia de los populismos clsicos. Mas bien, lo que estamos argumentando es queexiste la posibilidad de formacin de liderazgos populistas bajo determinadas circunstanciaspolticas; ms especficamente, en aquellos contextos en donde la legitimidad de la democraciarepresentativa se encuentra cuestionada (Panizza, 2005: 11). La reaparicin de liderazgos popu-lisras en aos recientes en Venezuela, Ecuador y Bolivia, sucede precisamente en pases que expe-rimentaron una profunda crisis del sisrema representarivo que llev a la desintegracin del viejosistema de partidos.

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    institucionalidad democrtico liberal carecan de presencia poltica.' Suaparicin, por tanto, se explica a partir del descrdito que haba sufridoen algunos pases del continente la democracia liberal. En contraposicina la misma, el populisrno elabora sus credenciales democrticas a partir desu demanda por elecciones libres y transparentes (De la Torre, 2000: 58;Peruzzotti, 1997). Como sealaba Juan Domingo Pern luego de triun-far en las elecciones de 1945:

    En la arena poltica... hemos curado la enfermedad que ha afectado a lanacin por ms de un siglo,y emp=rnos por eliminar aquello que le dio a lademocracia argentina un viso de nulidad: el fraude electoral, fraude que hacavisible a los ojos de cualquier espectador la terrible mentira que realmente erala democracia en la Argentina (Pern, citado por Peruzwrti 1996: 21).

    Esto marca una importante diferencia con el modelo schmittiano dadoque el discurso populista latinoamericano adopta, en la mayora de loscasos, formas electorales. Las elecciones son consideradas el mecanismode certificacin del xito de determinado proceso de identificacin." Sipara Schmitt no importaba el mtodo por el cual se expresaba la volun-tad popular -fuera a travs de la aclamacin, la mera aceptacin pasiva opor eleccin-, en el populismo latinoamericano esta ltima es considera-da el medio legtimo para establecer dicha conexin entre gobernantes ygobernados.?

    La opcin por las elecciones, sin embargo, tiene lugar en un marcointerpretativo que hace que las mismas sean vistas de manera muy diferen-te a, por ejemplo, la manera en que se interpreta su papel en las formasrepresentativas de democracia. Si, como sostiene Schmitt, las elecciones"... pueden servir al principio de representacin as como al principio de

    5 En esto reside la ambigedad del fenmeno en Amrica Latina, pues a pesar de sus rasgos y prc-ticas autoritarias supone una forma particular de incorporacin poltica y simblica de sectorespopulares a la vida democrtica (De la Torre, 2000: 26, 141; Panizza, 2005: 13).

    6 Esto por supuesto no implica que reniegue de otros mecanismos de identificacin, por ejemplo,la aclamacin; peto estos se desarrollan como complemento, no como alternativa, a la ratifica-cin electo tal.

    7 Este contexto histrico especfico de emergencia de regrnenes populistas en algunos pases de laregin sirve tambin pata diferenciar a estos ltimos de las llamadas "democracias delegativas"(O'Donnell, 1994). Me detendr en esta distincin en la seccin 3.

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    identificacin" (citado por Manin, 1997: 150), bajo la democracia popu-lista las elecciones aparecen como un momento crucial del proceso deidentificacin poltica. Las elecciones proveen el canal de comunicacinpor excelencia entre el ejecutivo y el electorado. A diferencia del papel quele atribua Schmitt al proceso electoral bajo el parlamentarismo -la gene-racin de una clase representativa poltica "artificial" cuyo lugar institucio-nal era el parlamento-, en el modelo presidencialista del populismo laselecciones sirven para confirmar empricamente que se ha establecido exi-tosamente un vnculo plebiscitario. Dicho vnculo se establece, en muchasocasiones, de espaldas a las instituciones de mediacin poltica. El parla-mento, los partidos polticos, la esfera pblica y cualquier otra forma depoltica mediada, no solamente no cumplen un papel en dicho proceso deformacin de una voluntad poltica sino que son considerados potencia-les obstculos que pueden interferir en el proceso de establecimiento deformas de conexin no mediadas entre liderazgo poltico y pueblo. Laopcin populista por una forma directa de democracia se traduce enton-ces en un constante intento de restringir la autonoma institucional y pol-tica de cualquier instancia de mediacin que desafe o cuestione al vncu-lo plebiscitario sobre el cual se organiza el rgimen democrtico. Frente alproceso constitucional de agregacin y mediacin de intereses divergentesy heterogneos, el populismo contrapone la simplicidad del vnculo direc-to de comunicacin entre lder y pueblo. En palabras de Pern:

    Hoy no se puede admitir o tolerar la anrquica conduccin de las partesdado que es posible lograr una conduccin centralizada a travs de mto-dos novedosos. As es como hemos prevalecido sobre nuestros adversarios,quienes se aferraron a las viejas formas de comits partidarios y estructu-ras de mediacin. Nosotros en cambio tomamos la radio y dijimos qu eslo que haba que hacer. Y as lo hicimos (Pern, 1951: 41).

    El concepto de "pueblo" es la piedra angular del ideal democrtico popu-lista. Como sostiene Guillermo Q'Donnell, en buena parte de la reginlas identidades de mayora se forjaron ms como pueblo que como ciu-dadana (Q'Donnell, 1982: 24). La idea de pueblo se encuentra en lasantpodas de conceptos como sociedad civil o ciudadana. Estos concep-tos son considerados parte del ideario poltico liberal, o sea, del engrana-

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    je ideolgico-institucional que ha permitido la exclusin simblica ypoltica de los sectores populares. El populismo, en cambio, apela a lanocin de pueblo a fin de activar al mismo como sujeto poltico. Peroqu se entiende por pueblo? Juan Domingo Pern define al pueblocmo una "masa organizada" (Pern, 1951: 226, 243). En su opinin, elproceso de transformacin de una masa amorfa en pueblo es el produc-to de la accin de liderazgo poltico. En esta visin, el lder aparece comoel elemento central para la formacin de la voluntad poltica de la masa.Segn Pern, slo un liderazgo iluminado puede convertir una masainorgnica en una masa organizada. En contraste con la idea de auto-constitucin pluralista de los sujetos polticos que se encuentra detrs denociones como la de sociedad civil o ciudadana, el proceso de formacindel sujeto populista es concebido como un acto de identificacin que segenera desde arriba." Es el lder quien da expresin y entidad a la masa,rescatndola del lugar marginal que cumpla en el anterior orden polti-co y ponindola como eje central del nuevo rgimen.

    El proceso de construccin de la voluntad popular no se canalizanecesariamente a travs del entramado institucional representativo. Laesfera pblica, el parlamento, el sistema de partidos dejan de ser conce-bidos como engranajes cruciales para la generacin de representacinpoltica, y son en cambio percibidos como una presencia molesta queobstaculiza la comunicacin entre lder y pueblo. El proceso de forma-cin de la voluntad popular no refiere entonces a un complejo procesode mediacin constitucional de intereses y opiniones sociales antagni-cas sino que depende fundamentalmente de las habilidades personalesde conduccin del lder; ms especficamente, de su capacidad de iniciarun proceso de movilizacin de los sectores populares desde arriba(Roberts, 2007: 6).9

    8 Esta nocin es funcional a la promesa populista de establecer una forma ms simple y no media-da de democracia, en la cual el sujero democrtico se presenta como nico e indiferenciado.

    9 La eliminacin de la poltica mediada no quiere decir que el populisrno no introduzca y refuer-ce ciertas estructuras organizativas como partidos y sindicaros. Sin embargo, estas estructuras nocumplen un papel de mediacin, es decir, no se insertan en un complejo horizontal de media-ciones representativas ms amplio, sino que se relacionan vertical y subordinadamente con elliderazgo ejecutivo. Estas estructuras organizativas, sin embargo, pueden sobrevivir y actuarcomo importantes mediaciones polticas en el perodo posterior a la etapa populista.

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    Obviamente dicha preferencia por formas directas de democracia impli-ca una reorientacin del eje del sistema democrtico del poder legislativo alejecutivo. Es la presidencia el poder institucional que expresa de manera mscaballa voluntad democrtica del pueblo. El ejecutivo indica el sitio insti-tucional donde se aloja el principio democrtico, mientras que los restantespoderes legislativo y judicial son vistos como eventuales lmites contra-mayoritarios a la voluntad popular. A fin de preservar su sustancia democr-tica, el poder ejecutivo debe cultivar formas de comunicacin directa con elpueblo. Las elecciones, los medios de comunicacin masiva y las moviliza-ciones pasan a ser los canales privilegiados de comunicacin entre ejecutivoy pueblo, y juegan un papel primordial en los regmenes populistas.

    Las movilizaciones y actos masivos de aclamacin del lder son uncomponente esencial de la relacin representativa populista pues sirvenpara confirmar de manera tangible la particular relacin que une al ldercon la masa. La movilizacin del 17 de octubre de 1945, por ejemplo, seconvirti en un evento simblico fundamental del peronismo que fuerecreado anualmente como acto de renovacin de la fe y apoyo de la claseobrera en Pern (Plotkin, 1993).10 Los medios masivos de comunicacinaparecen como otra pieza central de la maquinaria poltica pues proveenun efectivo canal de comunicacin entre el lder y el pueblo (Haussen,2005; 1997). Como sealaba Pern en la anterior cita, nuevas tecnolog-as de comunicacin han hecho posible establecer un vnculo directo y nomediado entre lder y pueblo.

    Las elecciones son el tercer canal de comunicacin entre lder y puebloy ocupan un papel central en el imaginario populista. La legitimidad delpopulismo en Amrica Latina, sostenamos anteriormente, se encuentrantimamente vinculada al xito electoral. Los gobiernos populistas en laregin siempre se mostraron muy orgullosos no solo por el hecho de ganarelecciones, sino por hacerlo en condiciones relativamente aceptables decompetencia poltica. En muchos casos, esta opcin por las elecciones vinode la mano de significativos procesos de ampliacin de la base electoral. Laetapa del populismo clsico est asociada generalmente con procesos de in-

    10 Para una excelente discusin sobre el significado del 17 de octubre en la identidad polticaargentina, ver los distintos artculos compilados en Tone, 1995.

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    corporacin poltica que completan el proceso de democratizacin funda-mental de la sociedad (Collier y Collier, 1991; Germani, 1979). El pero-nismo, por ejemplo, sancion una legislacin que permiti incorporar alelectorado sectores de la poblacin previamente excluidos: la poblacinfemenina con la sancin del derecho de la mujer al voto y las poblacionesde los territorios nacionales que carecan hasta ese momento de derecho alsufragio (Lirtle, 1973).11 Bajo el liderazgo de Jos Mara Velasco Ibarra, elelectorado ecuatoriano se expandi del 3.1 por ciento al 16.83 por cientode la poblacin. Si bien an se trataba de un electorado restringido, debi-do al requisito de leer y escribir que dejaba fuera a gran parte de los secto-res populares, el velasquismo se preocup por incluir simblicamente aaquellos sectores de la poblacin que no estaban habilitados para votar atravs de actos y movilizaciones masivas (De la Torre, 2000: 9).

    El acto eleccionario es interpretado en clave decisionista: la eleccin esvista como la instancia decisiva del contrato representativo, pues represen-ta un pronunciamiento poltico crucial que no podr ser sujeto a ningntipo de desafo o de discusin. Luego de la votacin, el electorado debesometerse polticamente al lder. En esta interpretacin, la delegacinelectoral presupone simultneamente un acto de abdicacin poltica de laciudadana, la cual debe aceptar pasivamente el principio de liderazgopoltico que la eleccin ha legitimado. La siguiente interpretacin porparte de Juan Domingo Pern de su triunfo electoral sirve como ilustra-cin de esta forma de construccin de la voluntad popular frente a unmodelo deliberativo de poltica mediada:

    ... confrontada nuestra firme e inquebrantable voluntad con la de nues-tros oponentes, queda slo un problema para elucidar: quin tiene razny quin tiene el derecho de imponer su voluntad. Le hemos dado al pue-blo argentino la oportunidad de elegir, en las eleccin ms libre y hones-ta de la historia argentina, entre nosotros y nuestros adversarios. El pue-blo nos ha elegido, por lo tanto dicho dilema est solucionado. En laArgentina, se hace lo que nosotros decidimos. (Pern, 1949: 9)

    11 El rgimen peronisra rambin se preocup por redisefiar el mapa elecroral a fin de forralecer suposicin en aquellos disrriros que le haban sido elecroralmenre adversos, como por ejemplo laciudad de Buenos Aires (Lirde, 1973).

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    Como se sostiene en el discurso, el triunfo electoral confiere el "derechoa imponer" la voluntad mayoritaria. El discurso populista radicaliza laidea de mayora democrtica, entendiendo la eleccin como un momen-to decisorio que autoriza la imposicin de determinada voluntad sobre elresto de la sociedad. El presidente electo no se percibe a s mismo comoun poltico ordinario, si no como la encarnacin misma del pueblo.Como sealaba Hiplito Irigoyen, al comentar su triunfo electoral, "elpueblo ya no es gobernado, sino que a partir de ahora se gobierna a smismo" (Peruzzotti, 1996). El triunfo electoral no es el de una parte de lasociedad, de un partido, sino del pueblo mismo. El populismo se percibecomo un movimiento nacional que no puede ser encapsulado en el for-mato del partido, dado que no representa a una parcialidad del electora-do, sino al pueblo mismo (Peruzzotti, 1997: 100-2). La democraciapopulista defiende, por tanto, el derecho de las mayoras a imponersepolticamente sobre el resto de la sociedad. La decisin electoral preanun-cia el inicio de un proceso de homogeneizacin del escenario poltico,bajo el cual se pretende acallar cualquier expresin de oposicin a lamayora popuLar que se ha pronunciado polticamente en las urnas. Enesta peculiar interpretacin, democracia equivale a homogeneidad, elobjetivo ltimo de dicho proceso es la utpica realizacin de una volun-tad unnime:

    Nuestra doctrina ... es una doctrina patritica. Por lo tanto, no veo elinconveniente de introducirla en todos lados. Si fuese una mala doctrina,yo sera el primero en desafiarla, pero siendo una doctrina beneficiosa,debemos intentar introducirla en todos los lugares, en cada hombre ymujer, de manera de asegurar el triunfo de una accin colectiva unificada(Pern, 1949: 46).

    El populismo se ve a s mismo como una saludable reaccion polticaorientada a fortalecer el principio democrtico mayoritario, embarcndo-se en una tarea de desmantelamiento del entramado institucional de lademocracia representativa que, a sus ojos, encorsetaba constitucional-mente a la voluntad popular, volvindola impotente. El populismo eshostil a la idea de derechos y de rendicin de cuentas, pues dichos instru-

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  • Populismo y representacin democrtica

    mentos de limitacin gubernamental son herramientas que protegen a lasminoras, debilitando en cambio a la voluntad popular. Para el populis-mo, es la mayora la que est amenazada polticamente por el excesivocelo del gobierno representativo en la defensa y respeto de voces minori-tarias, y por lo tanto se hace necesario desmantelar el aparato institucio-nal representativo por medio del cual las minoras mantienen a la mayo-ra en una situacin de impotencia poltica (Taggart, 2000: 116). Por eso,su nfasis en la necesidad de imponer la voluntad mayoritaria por sobrelas minoras polticas an cuando esto requiera violar la institucionalidadpreexistente.

    La imposicin de la voluntad mayoritaria sobre el resto de la sociedadgeneralmente acarrea un proceso de homogeneizacin del escenario pol-tico. La democracia populista se convierte, tomando la frase de AlainTouraine, en "el reinado del pueblo" (Touraine, 1989). En este sentido,existe una constante preocupacin por reducir la heterogeneidad de lasociedad poltica, de manera de generar una voluntad comn homognea.Dicho proceso de homogeneizacin poltica supone la eliminacin detodo aquello que interfiera o conspire contra la efectiva realizacin de unavoluntad poltica popular concebida en trminos monolticos. Estasacciones homogeneizantes se desplegarn simultneamente en las princi-pales arenas de mediacin entre ciudadana y sistema poltico. Tomandonuevamente al peronismo como ejemplo, se observa durante las dos pri-meras administraciones de Pern el despliegue de acciones homogenei-zantes en las tres intersecciones principales de mediacin entre Estado ysociedad: la arena de representacin de intereses sociales, el complejo par-lamentario-partidario y la esfera pblica. En primer lugar, el peronismobusca activar al movimiento obrero, pero subordinndolo a la tutela esta-tal, para lo cual establece un sistema de corporativismo estatal que le per-mite ejercer un efectivo control poltico. Para los gremios ms combati-vos, generalmente socialistas y comunistas, el rgimen aplic una polticade reemplazo a travs de la formacin de organizaciones sindicales alter-nativas, a las que el Estado no slo otorgaba la personera jurdica, sinotambin amplios beneficios con el objetivo de lograr el traspaso de afilia-dos (Torre, 2006a; 2006b: 237). El poder que tena el gobierno de deter-minar la legalidad o la ilegalidad de una huelga pona a los sindicatos cr-

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  • Enrique Peruzzotti

    ticos U opositores en desventaja y abra la puerta para una intervencin enlos mismos por parte del Estado. Hacia 1954, la mayora de los principa-les sindicatos argentinos haban pasado por un perodo de intervencin(Collier y Collier, 1991: 342).

    En segundo lugar, el intento de establecer un nuevo tipo de represen-tacin poltica fue llevado a cabo bajo formas de auto-entendimientomovimentista, que harn imposible la consolidacin de un sistema de par-tidos ampliado y llevarn a la sobre-politizacin y fragmentacin de lasociedad argentina. Pern modific la composicin de la corte suprema,de manera que pudiera alinearla polticamente con su administracin,estableciendo una "constitucin justicialista", y cercena las reducidasvoces opositoras en el poder legislativo (Ciria, 1983: 88-89, 94-97), elcual queda fundamentalmente reducido a un papel de receptor de losdecretos del poder ejecutivo (Ciria, 1983: 103; Lpez, 1961: 113-114).

    Por ltimo, el peronismo busca ejercer la tutela poltica sobre la socie-dad civil a travs del establecimiento de una esfera pblica manipulada.El gobierno peronista apunt a debilitar las bases de una esfera pblicaindependiente mediante el uso estatal de nuevos medios masivos decomunicacin y del ataque a los medios y gtupos sociales opositores. Lapropiedad de las emisoras radiales se nacionaliza en 1947, alegando "ele-mentales razones de defensa nacional y concepcin espiritual". A su vez,en 1951 se crea el primer y nico canal oficial de televisin. Los procesosa periodistas y medios por desacato, calumnias, injurias, instigacin aldelito, etc., estaban a la orden del da. Otra forma comn de presin erael envo constante de mltiples inspecciones, que llevaron a la clausura dediversos peridicos y semanarios. A dichas acciones se sumaron las inspec-ciones legislativas a cargo de la comisin del diputado Visea, que resulten el cierre y clausura de numerosas publicaciones. El manejo discrecio-nal por parte del gobierno de la distribucin de papel prensa fue otromecanismo efectivo de control y censura estatal. Por ltimo, el rganoopositor ms radical, el peridico La Prensa, fue expropiado por el gobier-no y su direccin transferida a la Confederacin General del Trabajo(Sirven, 1984).

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  • flACSO BibliotecaPopulismo y representacin democrtica

    Democracia minimalista, delegativa, populista y representativa

    El populismo representa una forma particular de entender la democraciaque en gran parte se forja como ideal, en contraposicin a la idea de pol-tica mediada de la democracia representativa. En el caso de Schmitt, elrechazo a los principios de la democracia representativa est basado en suparticular concepto de lo poltico, que reniega de la naturaleza negociaday deliberativa por medio de la cual se construye la voluntad popular bajola institucionalidad representativa. El populismo comulga con la ideaschmittiana de la poltica como guerra, pero tambin representa una reac-cin a las limitaciones del orden liberal oligrquico que le sirve de espejoy frente al cual desarrolla su propia imagen de la democracia. En esta dia-lctica, el populismo termina estableciendo una contraposicin tan drs-tica como la que estableci Schmitt entre democracia y liberalismo, sinpercatarse de que ciertos componentes liberales no pueden ser totalmen-te erradicados del orden poltico sin que la democracia misma se vea enriesgo de ser eliminada." El problema con los modelos de democraciapropuestos por Schmitt y el populismo es que suprimen la tensin queinevitablemente existe entre la lgica liberal y la democrtica a travs deldebilitamiento de la institucionalidad representativa liberal, sin conside-rar que la misma es indispensable para el correcto funcionamiento de lademocracia. El liberalismo facilita el funcionamiento de las democraciascontemporneas porque proveen el cimiento sobre el cual se establece eledificio institucional de las mismas, e impone simultneamente lmites ala voluntad popular (Beetham, 2007: 291). Si bien se puede pensar endemocratizar el orden actual, este proceso no puede estar fundado en lasupresin unilateral de todos los componentes liberales del orden institu-cional sin evitar que, independientemente de las intenciones que lo guen,dicho proceso degenere en autoritarismo electoral.

    12 De por s , esto no representaba un problema para Schmitt, quien abiertamente consideraba ladictadura como una forma legtima de construccin de identidad; pero s se trata de un proble-ma para el discurso populista latinoamericano, el cual no solamente se presenta como democr-tico sno tambin como democratizante, es decir, como un proyecto que profundiza la idea dedemocracia.

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  • Enrique Peruzzotti

    Cules son los componentes del orden liberal que es necesario preser-var para asegurar la supervivencia de la representacin democrtica?Aquellos que permitieron la limitacin y constitucionalizacin del poderestatal, y que aseguran la autonoma poltica de la ciudadana: los dere-chos fundamentales, el principio de separacin de poderes, la existenciade mediaciones representativas como el parlamento y el espacio pblico,y la separacin entre pblico y privado (Beetham, 2007: 291-2). Dichasinstituciones, si bien fueron establecidas antes del proceso de democrati-zacin fundamental de las sociedades contemporneas, sirven comogarantas que evitan que la democracia como mtodo de gobierno se con-vierta -como sucede bajo el populismo-, en la simple decisin de un go-bierno electo sobre lo que arbitrariamente supone que el pueblo quiere onecesita. Porque estas instituciones permiten el control ciudadano sobreel proceso de toma de decisiones pblicas en un horizonte temporal msamplio (Beetham, 2007: 293).

    Cules son los componentes de la democracia liberal que deben sercuestionados? Aquellos que limitaron histricamente el control popular delgobierno a travs de una definicin de la idea de gobierno representativo,que lejos de fomentar la participacin y el control ciudadano, buscan aislarel proceso de tomas de decisiones polticas de la influencia ciudadana. Esteha sido el caso del modelo minimalista de democracia -y de su variante lo-cal, la democracia delegativa-, que percibe la representacin como una acti-vidad fundamentalmente a cargo de las lites polticas. El papel de la ciuda-dana en el modelo minimalista se restringe a elegir entre lites que compi-ten electoralmente por posiciones de liderazgo poltico. Si bien existen di-versasvariantes dentro de dicho modelo, que suponen distintas gradacionesde rendicin de cuentas, ninguna va ms all del reconocimiento de la nece-sidad de mecanismos de rendicin de cuentas horizontales y verticales elec-torales. En definitiva, dicho modelo supone una concepcin muy restringi-da de la nocin de accountability poltica (Peruzzotti, 2006).

    En Amrica Latina, la nocin de "democracia delegativa" acuada porGuillermo 'Donnell busca delimitar un modelo distintivo de democra-cia que supone un grado de rendicin de cuentas an menor del que estndispuestos a aceptar las variantes ms recientes del minimalismo demo-crtico. La rendicin de cuentas en la democracia delegativa se reduce

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  • PopuJismo y representacin democrtica

    fundamentalmente a la dimensin electoral vertical. Como sealaGuillermo O'Donnell, la democracia delegativa se caracteriza por la debi-lidad o inexistencia de mecanismos de rendicin de cuentas horizontales(O'Donnell, 1994: 61). Dado que la nocin de representacin esta nti-mamente ligada a la posibilidad de ejercer rendicin de cuentas,O'Donnell distingue estos regmenes delegativos de las formas que asumela representacin en el minimalismo democrtico -en los cuales existe ungrado mnimo de accountability horizontal-o Las democracias delegativassuponen una forma degradada o no institucionalizada de poliarqua, quese traduce en un dficit del componente liberal de la ciudadana. Bajo estaforma de democracia, los ciudadanos pueden votar libremente en eleccio-nes justas y transparentes pero, simultneamente, encuentran sus dere-chos cvicos repetidamente violados por el comportamiento autoritario ydiscrecional de ciertos agentes pblicos (O'Donnell, 1993: 1361).

    La democracia delegativa presenta algunas afinidades con el conceptopopulista de democracia. De hecho comparte algunas caractersticasimportantes, como el personalismo y la centralidad del vnculo plebisci-tario. Existen, por tanto, ciertos rasgos comunes en la cultura poltica deambas variantes democrticas. Es precisamente en aquellos pases en losque las anteriores olas democratizantes asumieron una forma populistadonde se establece la forma delegativa de democracia (Peruzzotti, 2003).O'Donnell, sin embargo, distingue a los regmenes delegativos de lospopulistas. En su opinin, un aspecto diferenciador es que el populismoclsico estuvo ligado a un proyecto de incorporacin poltica y social desectores previamente excluidos, rasgo que no necesariamente compartenlas actuales democracias delegativas." El "buen" funcionamiento de lademocracia delegativa se encuentra ms bien ligado -como en la varianteminimalista- a la presencia de un importante grado de apata poltica enla ciudadana (O'Donnell, 1993: 1367).

    13 En realidad, no es que las democracias delegarivas no supongan un avance democratizante. Loque est ausente en este caso con respecto al populismo clsico es un rasgo que le daba impor-tante fuerza al plebiscitarisrno presidencial: la presencia de una "masa disponible", que habasido silenciada o relegada polticamente por mecanismos fraudulentos en el perodo institu-cional precedente. Dada la naturaleza represiva de los regmenes burocrtico-autoritarios y suradical supresin de todo tipo de mediacin poltica, el retorno a la democracia es percibidocomo un logro colectivo por parte de la poblacin.

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    Otra importante diferencia entre democracia delegativa y populista esel contexto histrico en el cual surge cada una de estas expresiones de lademocracia, el cual conlleva formas muy distintas de evaluacin y apre-ciacin ciudadana de la democracia liberal representativa. En contrastecon el populismo clsico -que, como se argument antes, aparece comouna reaccin a un orden representativo osificado o distorsionado-, lasdemocracias delegativas son el producto de una transicin desde el auto-ritarismo militar. La naturaleza que las dictaduras militares asumieron enla regin hace que -a diferencia del contexto particular que dio origen alpopulismc--, las elecciones libres no sean el foco exclusivo de la preocu-pacin ciudadana. Obviamente, la posibilidad de elegir democrticamen-te a las autoridades en elecciones libres y regulares es vista como un logrofundamental por sociedades que han sufrido la inestabilidad poltica y elautoritarismo militar. Sin embargo, las demandas ciudadanas no se ago-tan en dicho reclamo, sino que surge de manera simultnea una fuertedemanda social por derechos y constitucionalismo a raz de la traumticaexperiencia de terrorismo de Estado. En este contexto, el llamado a elec-ciones libres y transparentes, si bien crucial, es insuficiente. La aparicinde un movimiento de derechos humanos demandando garantas consti-tucionales y la limitacin del poder estatal representa una importantenovedad poltica, que pone en tela de juicio no solamente al autoritaris-mo militar sino tambin a ciertos rasgos de la tradicin democrtica de laregin (Peruzzotti, 2002). En este aspecto, las democracias delegativaspueden compartir algunos rasgos o estilos con el populismo, pero se desa-rrollan en otro ambiente cultural y social que les impone limitaciones-aunque sean informales- a los eventuales arrebatos discrecionales porparte del ejecutivo. La aparicin de una poltica de derechos y de accoun-tability social seala formas de politizacin cvica novedosas que buscanencarrilar el proceso democrtico bajo los rieles de una institucionalidaddemocrtico-representativa (Peruzzotti, 2002; Peruzzotti y Smulovitz,2003). No es casualidad que los pases en los que reaparecen versiones depopulismo radical (Ecuador, Venezuela) son precisamente aquellos queno experimentaron la etapa de autoritarismo militar de nuevo cuo. Enestos ltimos casos, como en el pasado, el populismo radical aparece co-mo consecuencia de la crisis de representacin de un modelo de democra-

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    cia liberal representativa (McCoy y Myers, 2006). El modelo chavista, porejemplo, defiende sus credenciales democrticas, como en otras experien-cias clsicas de populismo, a partir de contraponer un modelo plebiscita-rio de democracia, que se apoya fuertemente en el vnculo electoral queconstruy Hugo Chvez con los sectores populares, frente a lo que consi-dera constitua una fachada partidocrtica que impeda al pueblo venezo-lano expresarse polticamente.

    Pero esto no quiere decir que el populismo est totalmente desterradodel horizonte poltico en el resto del continente. Las limitaciones de laforma delegativa de democracia puede alimentar el desencanto ciudada-no con las instituciones representativas existentes y llevar a una crisis derepresentacin que cree el escenario adecuado para una salida populista.El destino del populismo en la regin depender de la capacidad de laspresentes democracias de establecer instituciones polticas que sean vistascomo incluyentes, legtimas y representativas por la mayora de la pobla-cin. Esto demanda una tarea de profundizacin democrtica que se tra-duzca en una transicin del actual delegativismo hacia una forma repre-sentativa de democracia que, a diferencia del modelo minimalista, no soloestablezca mecanismos efectivos de rendicin de cuentas horizontales,sino tambin defina un amplio campo de poltica mediada a fin de mejo-rar la receptividad del sistema poltico a las demandas y preocupacionesciudadanas.

    La profundizacin de la democracia, por tanto, implica la introduc-cin de un concepto ms fuerte de rendicin de cuentas, que no se limi-te solamente a una combinacin de accountability horizontal y electoral(como en el modelo minimalista) o simplemente a la accountability elec-toral (como en el delegativo), sino que adems incluya la nocin deaccountability ciudadana. Sin negar o subestimar la importancia de losmecanismos horizontales y electorales de rendicin de cuentas, as comolas diversas iniciativas de accountability social que se desarrollan en laregin a fin de promover la agenda de fortalecimiento de las agencias ho-rizontales de control, es necesario avanzar en la construccin de un campode poltica mediada que permita fortalecer los canales de comunicacinentre ciudadana e instituciones representativas. La poltica de accounta-bility social, aunque relevante y novedosa, es insuficiente si pretendemos

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  • Enrique Peruzzotti

    una transicin no solamente de la democracia delegativa a una mnima-lista, sino tambin el establecimiento de un modelo fuerte de democraciarepresentativa. Esto implica desarrollar iniciativas orientadas a fortalecerla dimensin poltica del concepto de accountability, de manera que secree una alternativa progresista frente a las propuestas populistas de sali-da a las crisis de representacin o al inadecuado desempeo de las institu-ciones representativas. La reconstitucin plebiscitaria de vnculo polticosolo puede proveer un enmiendo temporal e insuficiente a las deficienciasde la institucionalidad representativa. Esta ltima respuesta, lejos de me-jorar la receptividad del sistema democrtico a las demandas ciudadanas,termina profundizando en el largo plazo el dficit de accountability, Loque est ausente en los modelos populistas, minimalistas y delegativos dedemocracia es lo que considero constituye el elemento crucial para elbuen desempeo de la representacin poltica: la existencia de una com-pleja trama de mediaciones formales e informales que permita procesar lapluralidad y diversidad de voces que caracterizan a las sociedades contem-porneas.

    La representacin democrtica como poltica mediada

    Las limitaciones de los modelos de democracia hegemnicos en la reginobligan a reformular la idea misma de representacin democrtica. En es-ta ltima seccin presentar un argumento acerca de la necesidad de pen-sar la democracia representativa como el modelo de democracia que per-mite establecer una mayor receptividad del sistema poltico a las deman-das y preocupaciones ciudadanas. Para que esto ocurra, es necesario eldesarrollo de un amplio campo de poltica mediada con el objetivo derellenar los vacos de accountability que aquejan a los otros modelos dedemocracia. En este sentido, argumentar que lo que distingue y da valora la democracia representativa sobre otras formas de democracia es quepermite y asegura la existencia de un vital y extendido campo de polticamediada. Esto ltimo implica romper con los modelos meramente elec-torales de la representacin (en cualquiera de sus variantes). Pero esto nosignifica desvalorizar de las elecciones, pues son un mecanismo importan-

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    tsimo de comunicacin entre la ciudadana y sus representantes y el logrode elecciones regulares y libres representa un avance histrico fundamen-tal para una regin marcada por el autoritarismo y la inestabilidad insti-tucional como lo fue Amrica Latina. Sin embargo, argumentar, las elec-ciones no son el rasgo distintivo de la democracia representativa, ya quelas mismas pueden convivir con distintos modelos de democracia (mini-malista, populista, delegativa, representativa). Precisamente, lo que distin-gue a la democracia representativa de otras formas de democracia es "elcarcter y extensin de su poltica mediada" (Urbinati, 2002: 71). El con-cepto de "poltica mediada" nos obliga a pensar la representacin demo-crtica como una institucin compleja que involucra distintos niveles deaccin poltica durante los intervalos electorales, y que por lo tanto seprolonga ms all del momento electoral, extendindose a lo largo delperodo de un gobierno. En dicho intervalo se sucede una multiplicidadde iniciativas, por medio de las cuales diversos grupos, organizaciones ypblicos buscan influenciar el proceso de toma de decisiones polticas. Elrasgo distintivo de la democracia representativa es el establecimiento deun marco instirucional, poltico y cultural que hace posible un rico y acti-vo campo de poltica mediada en el cual se desarrollan mltiples y varia-das formas de comunicacin entre representantes y representado.

    La poltica representativa es por lo tanto inherentemente compleja, ycualquier intento de reducir su complejidad a travs del establecimientode un vnculo nico y personalizado conspira contra el propio dinamis-mo de la vida democrtica. La idea de poltica mediada rompe con lavisin individualista de la representacin en tanto vnculo que se constru-ye entre un principal (el votante individual) y un agente (el representan-te), o entre el lder y pueblo -pensado este ltimo como un actor nico yhomogneo-. La nocin de mediaciones polticas subraya en cambio ladimensin asociativa y plural de los procesos polticos democrticos. Latarea de representacin democrtica no puede ser reducida a un momen-to especfico de agregacin electoral de voluntades individuales o a unproceso de identificacin de un colectivo con un lder, sino que involucrauna variedad significativa de instituciones, organizaciones, arenas e inicia-tivas. La nocin de gobierno representativo se refiere a un proceso pbli-co e institucionalizado y por lo tanto no puede comprenderse como una

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    mera relacin entre dos agentes (Pirkin, 1967: 219). La representacinpoltica, como argumenta Pitkin, supone el funcionamiento de una ma-quinaria institucional compleja orientada a establecer una situacin de re-ceptividad por parte del sistema poltico a las demandas e inquietudes dela ciudadana (Pitkin, 1967: 233). A medida que se expande la democra-cia y se incorporan nuevos sectores a la vida pblica, dicha maquinariacrece en complejidad y densidad. La profundizacin de la democracia,por lo tanto, no puede ser comprendida como un proceso homogeneizan-te orientado a establecer un escenario ms simple organizado alrededor deuna relacin personalizada que suplanta la poltica indirecta. Por el con-trario, la ampliacin de la representatividad del sistema inevitablementeincrementar la complejidad del sistema de mediaciones a fin de reflejarla creciente heterogeneidad social.

    Frente a las carencias democrticas de los regmenes liberales prece-dentes, los movimientos populistas intentan establecer una forma de vn-culo democrtico ms simple y directa: a las limitaciones del sistema demediaciones del liberalismo oligrquico, el populismo hace entrar a lasmasas de la mano del plebiscitarismo. En vez de subsanar el dficit demo-crtico expandiendo, fortaleciendo, y complejizando el sistema de media-ciones polticas, el populismo ataca la idea misma de mediacin. Las ca-rencias que presenta la variante delegativa del minimalismo democrticoen la regin pueden terminar reabriendo la puerta al discurso redentor delpopulismo. Este llamado a una poltica ms simple y no mediada podrreconstruir de manera temporal los lazos polticos; pero en el largo plazo,indefectiblemente terminar profundizando el dficit de accountability.Las dinmicas de inclusin democrtica tienden a expandir la compleji-dad institucional de la democracia, no a reducirla (Plotke, 1997: 24). Eneste sentido, la crtica a la idea de representacin en nombre de una pol-tica directa ms simple y democrtica, lejos de llevar a una situacin demayor democratizacin, elimina las condiciones que hacen posible larepresentacin democrtica.

    La solucin a la crisis de representacin, por tanto, es el establecimien-to de un sistema de mediaciones lo suficientemente complejo con el finde permitir la expresin de la mayor cantidad de voces posibles -y no laeliminacin o degradacin plebiscitaria de dichas mediaciones-o Si bien

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  • Populismo y representacin democrtica

    el populismo puede seducir -capitalizando en la frustracin ciudadanacontra un orden poltico marcado por un fuerte dficit democrtico o porprcticas que instrumentalizan y tergiversan la institucionalidad represen-tativa- con su propuesta de un orden ms simple que permita recreardemocracia autntica, sus acciones slo llevarn a ahondar el dficit demediaciones, demorando an ms la ya dilatada empresa de construccinde representacin democrtica en el continente.

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