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Emanuele Coccia-Filosofía de la imaginación, Averroes y el averroísmo

“Existe tradición, en efecto, sólo porque el pensamiento no puede agotarse en un simple

hecho personal. La tradición misma no es sino el cambio del aspecto subjetivo en el saber:

un mismo pensamiento viene a existir en un cuerpo diferente, a asociarse a un lugar y a un

tiempo diferente de aquellos en los que se encontraba. Si el pensamiento resiste al cambio

de estos aspectos sin transformarse o sufrir alteraciones, este debe mantener con aquellos

una relación de exterioridad puramente accidental. El sujeto cognoscente –el quién piensa-

no define las condiciones de posibilidad de un pensamiento, sino simplemente el lugar y el

tiempo de su realización. En el sujeto humano, pues, el pensamiento no halla aquello que lo

hace posible sino la ocasión de su verdad, aquello que hace real su posibilidad”1.

Agamben- El hombre sin contenido

Para Agamben la modernidad ha conducido a la muerte del arte, o al menos lo ha sumido

en una crisis sin precedentes. Éste ya no puede alcanzar una dimensión concreta con la

obra. Kant habría establecido la bipolaridad que constituye la crisis del arte moderno. Por

un lado se encontrarían los juicios estéticos desinteresados, el buen gusto como puesta en

descubierto del point de perfection de toda obra de arte. Espectador que da con lo bello

desinteresadamente, en una obra en la que ya no acontece la revelación religiosa ni

constituye un hacer mundo de la obra como en la antigüedad. Por el otro lado el punto de

vista del artista, completamente interesado –el genio- que intenta plasmar su subjetividad

en la obra.

Libertad absoluta del arte que busca en sí mismo su fin poblando las galerías y

convirtiéndose en objeto de colección para el hombre de buen gusto. Pero al darse su propio

fin carece de contenido, es pura nada:

Así, el nacimiento del gusto coincide con el absoluto desgarro de la «cultura pura»:

en la obra de arte, el espectador se ve a Sí mismo como Otro, su propio ser-por-sí

mismo como ser-fuera-de-sí mismo. En la pura subjetividad en acción creadora de

1 Emanuele Coccia, Filosofía de la imaginación: Averroes y el averroísmo, p. 97.

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la obra de arte, no encuentra de ninguna manera un contenido determinando y una

medida de su propia existencia sino, simplemente, a su propio Yo en la forma de

absoluto extrañamiento, y sólo puede poseerse en el interior de este desgarro2

Así, el juicio estético intenta aprehender al arte desde la negatividad, diciendo el no-ser del

arte. Pero ahí nos damos cuenta de que entre más intentamos dar con el arte, más nos

alejamos de él. Lo captamos meramente por su contrario o su sombra, el arte como arte.

Desgarramiento en fin del espectador que aprehende la nada pura como arte y del artista

que se posee como pura inesencialidad de una potencia creativa sin contenido. Hombre sin

contenido. Desgarramiento al fin del arte que se convierte en una nada auto aniquilándose,

incapaz de morir, sobreviviendo eternamente a sí mismo. Nada que se suspende a sí misma.

Destinarse del ser como Nada, que desaparece así la dimensión concreta de la obra, el hacer

del hombre y el mundo donde otrora aconteciera lo divino: nihilismo.

2 Giorgio Agamben, El hombre sin contenido, ´p.64.