6. La Paz de Wetfalia

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Guillermo Fernández Gonzalo La Paz de Westfalia El siglo XVII representa la decadencia de la monarquía hispánica y la pérdida progresiva de su hegemonía en Europa. En este siglo, la monarquía sufre graves problemas estructurales que van a acabar con su dominio en el reinado de Felipe IV (Paz de Westfalia, 1648 y Tratado de los Pirineos, 1659). Estos problemas son: a. Ausencia de unidad y cohesión interior e intentos secesionistas (Países Bajos, Italia; Cataluña) b. Insuficiencia demográfica (8 millones frente a los 18 millones de Francia) c. Dificultades de la Hacienda (Bancarrota, Gastos de la Guerra de los Treinta Años) d. Decadencia de la actividad económica (agricultura, artesanía y comercio) En el reinado de Felipe III (1598-1621) destaca la aparición de la figura del valido (Duque de Lerma y Duque de Uceda), la degradación de la Corte, la expulsión de los moriscos (1609) y los graves problemas de la hacienda. Pese a esto, la ausencia de guerras generalizadas y la plata que llega de América frenan la situación del reinado. El reinado de Felipe IV (1621-1665) estuvo condicionado por la guerra de los Treinta Años y las decisiones de su valido, el Conde Duque de Olivares, cuando estableció la Unión de Armas (1626), que obligaba a todos los reinos a contribuir a la defensa de la Monarquía, fortaleciendo así el papel del rey y consiguiendo un poderoso ejército con el que hacer frente a la Guerra de los Treinta Años. La resistencia de los reinos hizo fracasar este proyecto y provocó la sublevación de Cataluña en 1640. En la segunda etapa del reinado de Felipe IV se inicia la aceleración del fin de la hegemonía hispánica con la entrada en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Esta guerra, que tuvo múltiples orígenes (causas económicas, religiosas y políticas), fue la última gran guerra de religión que ha tenido Europa, interviniendo casi todos los países importantes. En el lado español se encontraban España y Austria (católicos) y en el bando enemigo los príncipes alemanes, los Países Bajos del Norte, Dinamarca, Suecia, Francia e Inglaterra. Su larga duración asoló el centro de Europa y supuso el fin de los ejércitos de mercenarios y el comienzo de los ejércitos nacionales. Esta guerra llevó a la economía española a la bancarrota y supuso una sangría demográfica. Las derrotas españolas crearon un clima de protesta social que culminará con la crisis de 1640 y que pondrá en serios apuros la unidad del estado. En Portugal el Duque de Braganza se proclama rey y después de un largo conflicto consigue la independencia (1668). Esta crisis tuvo como consecuencia la caída del valido en 1643. La Paz de Westfalia (1648) supuso para España reconocer la independencia de los Países Bajos del Norte, perder la hegemonía en Europa a favor de Francia, el triunfo de los postulados de la Paz de Augsburgo (1555) que declaraban el principio de paz religiosa y la derrota del concepto de monarquía cristiana, por la que prevalece la idea de Estado sobre la religión. Esta paz no es el final de las luchas contra Francia, que duraran once años más, acabando con la Paz de los Pirineos (1659) donde España cedía al país galo el Rosellón, la Cerdeña y algunas plazas en los Países Bajos, además de ventajas comerciales con América. Para sellar esta paz se acuerda el matrimonio del futuro rey de Francia, Luis XIV, con Mª teresa de Austria, hija de Felipe IV.

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Guillermo Fernández Gonzalo

La Paz de Westfalia

El siglo XVII representa la decadencia de la monarquía hispánica y la pérdida progresiva de su hegemonía en Europa. En

este siglo, la monarquía sufre graves problemas estructurales que van a acabar con su dominio en el reinado de Felipe

IV (Paz de Westfalia, 1648 y Tratado de los Pirineos, 1659).

Estos problemas son:

a. Ausencia de unidad y cohesión interior e intentos secesionistas (Países Bajos, Italia; Cataluña)

b. Insuficiencia demográfica (8 millones frente a los 18 millones de Francia)

c. Dificultades de la Hacienda (Bancarrota, Gastos de la Guerra de los Treinta Años)

d. Decadencia de la actividad económica (agricultura, artesanía y comercio)

En el reinado de Felipe III (1598-1621) destaca la aparición de la figura del valido (Duque de Lerma y Duque de Uceda),

la degradación de la Corte, la expulsión de los moriscos (1609) y los graves problemas de la hacienda. Pese a esto, la

ausencia de guerras generalizadas y la plata que llega de América frenan la situación del reinado.

El reinado de Felipe IV (1621-1665) estuvo condicionado por la guerra de los Treinta Años y las decisiones de su valido,

el Conde Duque de Olivares, cuando estableció la Unión de Armas (1626), que obligaba a todos los reinos a contribuir a

la defensa de la Monarquía, fortaleciendo así el papel del rey y consiguiendo un poderoso ejército con el que hacer

frente a la Guerra de los Treinta Años. La resistencia de los reinos hizo fracasar este proyecto y provocó la sublevación

de Cataluña en 1640. En la segunda etapa del reinado de Felipe IV se inicia la aceleración del fin de la hegemonía

hispánica con la entrada en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).

Esta guerra, que tuvo múltiples orígenes (causas económicas, religiosas y políticas), fue la última gran guerra de

religión que ha tenido Europa, interviniendo casi todos los países importantes. En el lado español se encontraban

España y Austria (católicos) y en el bando enemigo los príncipes alemanes, los Países Bajos del Norte, Dinamarca,

Suecia, Francia e Inglaterra. Su larga duración asoló el centro de Europa y supuso el fin de los ejércitos de mercenarios

y el comienzo de los ejércitos nacionales.

Esta guerra llevó a la economía española a la bancarrota y supuso una sangría demográfica. Las derrotas españolas

crearon un clima de protesta social que culminará con la crisis de 1640 y que pondrá en serios apuros la unidad del

estado. En Portugal el Duque de Braganza se proclama rey y después de un largo conflicto consigue la independencia

(1668). Esta crisis tuvo como consecuencia la caída del valido en 1643.

La Paz de Westfalia (1648) supuso para España reconocer la independencia de los Países Bajos del Norte, perder la

hegemonía en Europa a favor de Francia, el triunfo de los postulados de la Paz de Augsburgo (1555) que declaraban el

principio de paz religiosa y la derrota del concepto de monarquía cristiana, por la que prevalece la idea de Estado sobre

la religión.

Esta paz no es el final de las luchas contra Francia, que duraran once años más, acabando con la Paz de los Pirineos

(1659) donde España cedía al país galo el Rosellón, la Cerdeña y algunas plazas en los Países Bajos, además de ventajas

comerciales con América. Para sellar esta paz se acuerda el matrimonio del futuro rey de Francia, Luis XIV, con Mª

teresa de Austria, hija de Felipe IV.