6. Tabgha y Cafarnaúm - Real Oratorio del Caballero de Gracia · La narración ocupa el capítulo...

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— 56 — 6. Tabgha y Cafarnaúm E n Tierra Santa, recibe el nombre de Tabgha un para- je a unos tres kilómetros al oeste de Cafarnaúm, que se extiende desde la orilla del mar de Genesaret tierra adentro; además, se suele aplicar de modo más restrictivo a una pequeña parte de esa región: el sitio donde se recuerda la multiplicación de los cinco panes y los dos peces, con los que el Señor dio de comer a una muchedumbre de cinco mil hombres. (Mat. 14: 13-21). Aquí se venera desde siempre, bajo el altar, la piedra en la que según la tradición estuvo sentado el Señor durante la multiplicación de los panes y los paces. El nombre procede de la palabra griega “hepta- pegon”, por los 7 manantiales que confluyen aquí. La iglesia, como en otros sitios, fue destruída por el terre- moto del siglo VIII, ¡y abandonada hasta el siglo XX. La monja Egeria en siglo IV describió la iglesia y el mosai- co con panes y peces. Lo encontraron los benedictinos en el siglo pasado. Los mosaicos son de los bizantinos. Ellos hicieron la iglesia en forma de basílica. Se encuen- tra en la costa norte del Mar de Galilea. Volvemos sobre estos datos más detenidamente, a continuación. Según la tradición de los cristianos habitaron aque- lla zona ininterrumpidamente desde los tiempos de Jesús. En Tabgha habría multiplicado los cinco panes y los dos peces para dar de comer a una multitud (Mt 14, 13-21; Mc 6, 32-44; Lc 9, 12-17; Jn 6, 1-15); allí habría pronunciado el Discurso de la Montaña que comienza con las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-11; Lc 6, 17-26); y allí se habría aparecido a los Apóstoles después de resucitado, cuando propició la segunda pesca milagro- sa y confirmó a san Pedro como primado de la Iglesia (Jn 21, 1-23). Apenas unos cientos de metros separan Peregrinación a Tierra Santa Tercer día – Viernes 8 de junio 6. Tabgha y Cafarnaúm Iglesia de la Multiplicación de los panes y los peces.

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6. Tabgha y Cafarnaúm

En Tierra Santa, recibe el nombre de Tabgha un para-je a unos tres kilómetros al oeste de Cafarnaúm,

que se extiende desde la orilla del mar de Genesarettierra adentro; además, se suele aplicar de modo másrestrictivo a una pequeña parte de esa región: el sitiodonde se recuerda la multiplicación de los cinco panesy los dos peces, con los que el Señor dio de comer auna muchedumbre de cinco mil hombres. (Mat. 14:13-21). Aquí se venera desde siempre, bajo el altar, lapiedra en la que según la tradición estuvo sentado elSeñor durante la multiplicación de los panes y lospaces. El nombre procede de la palabra griega “hepta-pegon”, por los 7 manantiales que confluyen aquí. Laiglesia, como en otros sitios, fue destruída por el terre-moto del siglo VIII, ¡y abandonada hasta el siglo XX. Lamonja Egeria en siglo IV describió la iglesia y el mosai-

co con panes y peces. Lo encontraron los benedictinosen el siglo pasado. Los mosaicos son de los bizantinos.Ellos hicieron la iglesia en forma de basílica. Se encuen-tra en la costa norte del Mar de Galilea. Volvemossobre estos datos más detenidamente, a continuación.

Según la tradición de los cristianos habitaron aque-lla zona ininterrumpidamente desde los tiempos deJesús. En Tabgha habría multiplicado los cinco panes ylos dos peces para dar de comer a una multitud (Mt 14,13-21; Mc 6, 32-44; Lc 9, 12-17; Jn 6, 1-15); allí habríapronunciado el Discurso de la Montaña que comienzacon las Bienaventuranzas (Mt 5, 1-11; Lc 6, 17-26); yallí se habría aparecido a los Apóstoles después deresucitado, cuando propició la segunda pesca milagro-sa y confirmó a san Pedro como primado de la Iglesia(Jn 21, 1-23). Apenas unos cientos de metros separan

Peregrinación a Tierra Santa

Tercer día – Viernes 8 de junio

6. Tabgha y Cafarnaúm

Iglesia de la Multiplicación de los panes y los peces.

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Claustro de la iglesia de la Multiplicación.

Los panes y peces del mosaico en la iglesia de la Multiplicación.

los tres lugares donde se sitúan estos episodios de lavida del Señor.

Es una iglesia benedictina y en ella se encuentra lapiedra donde se dice que Jesús multiplicó los peces ylos panes porque, al salir de Cafarnaúm, mucha gentelo siguió hasta llegar a Tabgha y llegada la hora decomer no había alimentos suficientes para dar decomer a la multitud.

Los primeros cristianos enseguida identificaronTabgha con el lugar donde habría sucedido este hecho,

al igual que recordaban allí el monte donde Jesús habíapronunciado las bienaventuranzas y también la riberadonde se había aparecido después de resucitado,cuando propició la segunda pesca milagrosa. En el casode la multiplicación de los panes y los peces, se vene-raba la roca exacta donde el Señor habría apoyado losalimentos. La peregrina Egeria, que recorrió TierraSanta en el siglo IV, nos ha transmitido un testimoniomuy valioso acerca de la existencia de una iglesia enaquel sitio: «no lejos de allí [de Cafarnaúm] se ven los

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escalones de piedra, sobre los que estuvo de pie elSeñor. Allí mismo, por encima del mar, hay un campocubierto de hierba, con heno copioso y muchas palme-ras, y junto a esas, siete fuentes, cada una de las cua-les provee agua abundantísima. En ese prado el Señorsació al pueblo con cinco panes y dos peces. Convie-ne saber que la piedra, sobre la que el Señor puso elpan, ahora se ha transformado en altar. De esta piedra,los visitantes se llevan trocitos para su salud, y aprove-cha a todos. Junto a las paredes de esta iglesia pasa lavía pública, donde el apóstol Mateo tenía el telonio. Enel monte que está allí cerca hay una gruta, en la que elSeñor, subiendo, pronunció las bienaventuranzas»(Appendix ad Itinerarium Egeriae, II, V, 2-3 (CCL 175,99)).

A juzgar por los datos mencionados en otros testi-monios posteriores, el santuario que conmemoraba lamultiplicación de los panes y los peces existía aún en elsiglo VI. Sin embargo, debió de sufrir los efectos de lasinvasiones de los persas —en el año 614— o los árabes—en el 638—, pues el peregrino Arculfo no encontrómás que unas pobres ruinas a finales del siglo VII (Cfr.Adamnani, De Locis Sanctis II, XXIII (CCL 175, 218)).La iglesia nunca fue reconstruida, e incluso la memoria

del emplazamiento primitivo se debilitó, hasta llegar aconfundirse con el antiguo de las bienaventuranzas. Elestado de abandono terminó en el siglo XIX, cuando ellugar fue adquirido por la Sociedad Alemana de TierraSanta. Esto facilitó las primeras excavaciones arqueoló-gicas, realizadas en 1911, que fueron completadas conotros estudios en 1932, 1935 y 1969.

Estas investigaciones permitieron comprobar laexistencia de dos iglesias: una más pequeña, de media-dos del siglo IV, que sería la que visitó Egeria; y otramás grande, de tres naves, edificada en la segundamitad del siglo V. Pero sobre todo, confirmaron la exac-titud de la tradición recibida, al traer a la luz los restosdel altar, la roca venerada con muestras de haber sufri-do la extracción de numerosos fragmentos, y unmosaico que representa una cesta con panes flanquea-da por dos peces.

Los vestigios de aquellas dos iglesias son hoy visi-bles en el moderno santuario, terminado en 1982, queforma parte de un monasterio benedictino. La basílicaretoma el perímetro y la planta en forma de T de laconstrucción bizantina del siglo V: de tres naves sepa-radas por recias columnas y arcos de medio punto, contransepto y un ábside en la nave central. En el presbi-

Interior de la iglesia de Tabgha, con la roca o mesa de Cristo.

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terio, bajo el altar, destaca la roca ya referida por Ege-ria; cuando se construyó la segunda iglesia, en el sigloV, fue arrancada de su posición primitiva y corrida unosmetros, para colocarla en el sitio destinado normal-mente a las reliquias. Delante de la roca, en el pavimen-to de mosaico, se encuentra la imagen de los peces yel cesto con panes, como un sello para ratificar la tra-dición del lugar. Podría datarse entre los siglos V y VI.Con sus trazos sencillos y los colores cálidos de lasteselas, tiene una gran fuerza evocadora: cualquier lec-tor del evangelio comprende inmediatamente el hechoque recuerda.

Hay otros restos de indudable valor arqueológico yartístico: a la derecha del altar, a través de un cristal, sepueden ver los cimientos de la iglesia del siglo IV; enalgunos muros, los sillares se apoyan sobre la fábricabizantina de piedra basáltica; y en el piso, se conservauna gran parte del pavimento original en mosaico, quesigue un diseño geométrico en las naves pero muestrauna gran riqueza de motivos figurativos en los lados deltransepto, con representaciones de varias especies deaves y plantas que tienen su hábitat en el mar de Gene-saret. Basándose en una inscripción hallada junto alaltar, esta ornamentación con influencias del valle delNilo se atribuye a Martyrios, que había sido monje en

Egipto y fue patriarca de Jerusalén entre los años 478 y486.

En el mosaico donde figuran los peces y el canastocon panes, delante del altar, vemos solo cuatro panesrepresentados. Aunque se desconocen las intencionesdel artista que diseñó aquel pavimento, cuando losbenedictinos a cargo del santuario lo muestran a losperegrinos suelen dar un sentido teológico a la falta delquinto pan: ha de buscarse sobre el altar, durante laSanta Misa, identificado con la Eucaristía. En efecto, lafe cristiana siempre ha visto prefigurado el don de estesacramento en la multiplicación de los panes y lospeces (Cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1.335).

Este vínculo se manifiesta con particular fuerza en elcuarto evangelio, donde san Juan completa el relato delmilagro con otros hechos que sucedieron después. Lanarración ocupa el capítulo sexto: después de habersaciado a la multitud con los cinco panes y los dospeces, los discípulos se embarcan y se dirigen a Cafar-naúm; en medio de la travesía, dificultada por el fuerteviento, el Señor les alcanza caminando sobre el lago; aldía siguiente, las gentes salen en busca de Jesús y loencuentran en la sinagoga de Cafarnaúm, donde lesrecibe con las siguientes palabras: Este vínculo semanifiesta con particular fuerza en el cuarto evangelio,

Matilde, Doris, Marisa, Pilar y Mari Carmen.

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donde san Juan completa el relato del milagro con otroshechos que sucedieron después. La narración ocupa elcapítulo sexto: después de haber saciado a la multitudcon los cinco panes y los dos peces, los discípulos seembarcan y se dirigen a Cafarnaúm; en medio de la tra-vesía, dificultada por el fuerte viento, el Señor les alcan-za caminando sobre el lago; al día siguiente, las gentessalen en busca de Jesús y lo encuentran en la sinagogade Cafarnaúm, donde les recibe con estas palabras: “Enverdad, en verdad os digo que vosotros me buscáis nopor haber visto los signos, sino porque habéis comidolos panes y os habéis saciado. Obrad no por el alimen-to que se consume sino por el que perdura hasta la vidaeterna, el que os dará el Hijo del Hombre, pues a este loconfirmó Dios Padre con su sello” (Jn 6, 26-27).

La iglesia se decora con mosaicos con representa-ciones de flora y fauna. La piedra de la multiplicación esgrande e irregular y era adorada en una capilla destrui-da tras la ocupación musulmana y recuperada en1930, cuando se hicieron unas excavaciones que per-mitieron reconstruir el lugar. Allí apareció un mosaicocon una canasta y unos peces y panes. Junto al altarhay una columna que era usada para medir el nivel delNilo y también los mosaicos fueron fabricados en

Alejandría, por lo que se presume que todo fuese traí-do de Egipto. Lo antiguo es más oscuro y lo modernomás claro y sin figuras.

Los peregrinos, recogiendo la tradición de los cris-tianos que vivieron ininterrumpidamente en Cafarnaúmdesde los tiempos de Cristo, localizaron en Tabgha tresrecuerdos evangélicos: la multiplicación de los panes,la aparición de Jesús resucitado a los Apóstoles y lasBienaventuranzas.

Hay otros restos de indudable valor arqueológico yartístico: a la derecha del altar, a través de un cristal,se pueden ver los cimientos de la iglesia del siglo IV;en algunos muros, los sillares se apoyan sobre la fábri-ca bizantina de piedra basáltica; y en el piso, se con-serva una gran parte del pavimento original en mosai-co, que sigue un diseño geométrico en las naves peromuestra una gran riqueza de motivos figurativos en loslados del transepto, con representaciones de variasespecies de aves y plantas que tienen su hábitat en elmar de Genesaret. Basándose en una inscripciónhallada junto al altar, esta ornamentación con influen-cias del valle del Nilo se atribuye a Martyrios, quehabía sido monje en Egipto y fue patriarca de Jerusalénentre los años 478 y 486.

Ante la Mesa de Cristo.

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La Iglesia del Primado de Pedro

La Iglesia del Primado está construida sobre otrasmás antiguas. La historia se repite en todos los SantosLugares, y las causas son las mismas: los cristianosconstruyen un lugar de culto para conservar la memo-ria de un hecho del Señor. Viene los invasores (persasel 614; musulmanes, el terrible Bibars, el 1263, etc) yla destruyen. Vuelve a ser reconstruido (Bizantinos,Cruzados, etc. hasta que se ocupan de los Santos Luga-res los Franciscanos).

Se ha llamado esta Iglesia, además del Primado, porlo que se ha dicho de las palabras de Jesús a Pedro«Apacienta mis ovejas, apacienta mis corderos», Iglesiade los Doce Tronos, por aquellas palabras de Cristo «Yos sentaréis en doce tronos para juzgar a las doce tri-bus de Israel», e Iglesia de Carbones, que alude, sinduda, a las brasas que se mencionan en el evangelio desan Juan: Jesús, hemos dicho, estaba esperando a losapóstoles con el desayuno preparado: estaba asandounos peces.

Aquí fue donde, según una antiquísima tradición,Pedro y sus compañeros, después de la Resurreccióndel Señor, llenaron de abundante pesca las redes, des-pués de una noche inútil, a la voz del Señor que, desde

la orilla, les dijo: «Echad la red a la derecha de la barcay encontraréis».

Y aquí mismo, como nos cuenta el Evangelio, elSeñor les tenía preparado el desayuno —peces asa-dos— y Pedro va a ser nombrado y constituido el pri-mer Papa, pero primero es puesto a prueba. Jesús loexamina, pero no de Teología, sino de Amor. Y pareceque Jesús se solaza en el triple interrogatorio sobre lomismo: “¿Pedro me amas más que éstos?” Y esto portres veces… Jesús conoce a Pedro y no duda de suamor, lo que pasa es que Pedro le había negado portres veces días antes, en el atrio de Jerusalén, y Pedrocomprende que Jesús quiere doblegar la presunción deeste hombre tosco y rudo.

Por eso contesta ahora sin arrogancia, con ciertatimidez: «Señor, tú sabes todo, tú sabes que teamo»… Jesús queda satisfecho con la reacción dePedro y por ello le confía la difícil misión de proseguirsu obra a través de los siglos. La fuerza del Resucitadonunca faltará a la Iglesia, pero ésta quedó confiada a unhombre —más o menos digno— que a «dedo», sin nin-gún mérito, ha elegido Jesús.

San Juan asocia este relato de la entrega del Prima-do con la pesca milagrosa: Yo os haré pescadores dehombres, pues Jesús, en esa piedra —Mensa Christi—

Iglesia del Primado.

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les tenía preparado un almuerzo, con un pez, —no delos pescados—, que él estaba asando, que se lo ofrecea los discípulos, juntamente con pan. Los primitivoscristianos, —en cuyo seno se escribieron los evangelios(repetimos)—, significaban en estos dos elementos;pan + pez, el símbolo del banquete eucarístico. Esto lohemos visto también en el mosaico del altar de la Igle-sia de la multiplicación.

Es como si a orillas del lago compartiera el Resucita-do una singular Eucaristía con este pequeño grupo deincondicionales, antes de ceder a Pedro el liderazgo desu comunidad. La Iglesia, pues, cimentada sobre elmisterio eucarístico, realiza su andadura aceptando elliderazgo de Pedro. Es una gran barca, que guiada porsu timonel -Pedro- intenta meter en sus redes a cuan-tos peces -creyentes- pueda del mar -el mundo-. Y estosólo es posible si pescadores -creyentes- y timonel senutren del alimento (pan + pez) de la Eucaristía =Jesús Resucitado.

El relato de Egeria no afirma que existiera una iglesiaen la orilla donde se apareció Jesús, pero un texto tar-dío de los siglos X-XI atribuye a la emperatriz santaElena la construcción de un santuario dedicado a losApóstoles en el lugar donde el Señor comió con ellos.Algunos documentos a partir del siglo IX lo denominanindistintamente ‘Mensa, Tabula Domini’, de los DoceTronos o de los Carbones, nombres todos que reme-moran aquel almuerzo.

Por un testimonio de la Edad Media, sabemos tam-bién que el templo estaba dedicado en particular alPríncipe de los Apóstoles: «al pie del monte está la igle-sia de san Pedro, muy hermosa pero abandonada»,afirma el peregrino Saewulfus en 1102 (Saewulfus,Relatio de peregrinatione ad Hierosolymam et TerramSanctam). Tras diversas vicisitudes, fue definitivamentedestruida en 1263. La actual, levantada por los francis-canos en 1933 sobre los cimientos de la antigua capi-lla, se llama iglesia del Primado para recordar el sitiodonde Jesús confirmó a Pedro como pastor supremode la Iglesia.

Las investigaciones arqueológicas realizadas en1969 han confirmado que bajo la iglesia del Primadose encuentran restos de dos santuarios más antiguos:del primero, datado a finales del siglo IV, quedan visi-bles algunos fragmentos de sus paredes con revoqueblanco; el segundo, construido cien años más tardeen piedra basáltica, es reconocible en los muros peri-metrales. Los dos tenían como centro una roca llama-da por los peregrinos ‘Mensa Christi’, que sigue vene-rándose en la actualidad delante del altar como el sitiodel almuerzo con los Apóstoles. Además, los escalo-nes referidos por Egeria se pueden observar en elexterior, en el lado sur de la capilla, protegidos poruna verja.

Comentando el diálogo entre Jesús y san Pedro quehemos considerado, san León Magno —romano pontí-

Iglesia del Primado, recordando los 800 años de los Franciscanos en Tierra Santa.

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fice entre los años 440 y 461— destacaba que la solici-tud del Príncipe de los Apóstoles se extiende especial-mente a sus sucesores: «en Pedro se robustece la for-taleza de todos, y de tal modo se ordena el auxilio de lagracia divina, que la firmeza que se confiere a Pedropor Cristo se da a los demás apóstoles por Pedro. Poreso, después de la resurrección, el Señor, para mani-festar la triple confesión del eterno amor, después dehaber dado al bienaventurado apóstol Pedro las llavesdel reino, con demostración llena de misterio, dice tresveces: apacienta mis ovejas. Esto lo hace sin dudaahora, y el piadoso pastor manda que se realice el man-dato del Señor, confirmándonos con exhortaciones yrogando sin cesar por nosotros, para que no seamosvencidos por ninguna tentación. Si realiza este cuidadode su piedad para con todo el pueblo de Dios, y entodo lugar, como se ha de creer, ¿cuánto más se dig-nará conceder su ayuda a nosotros, que inmediata-mente fuimos instruidos por él, que estamos junto alsagrado lecho de su sueño, donde descansa la mismacarne que presidió?» (San León Magno, Homilía en lafiesta de san Pedro Apóstol).

En el inicio de su pontificado, Benedicto XVI también serefirió a la misión de velar por la Iglesia que el Señor con-fió a Pedro y sus sucesores, y por tres veces pidió oracio-nes para ser fiel a su ministerio: «una de las característicasfundamentales del pastor debe ser amar a los hombresque le han sido confiados, tal como ama Cristo, a cuyoservicio está. “Apacienta mis ovejas”, dice Cristo a Pedro,y también a mí, en este momento. Apacentar quiere deciramar, y amar quiere decir también estar dispuestos asufrir. Amar significa dar el verdadero bien a las ovejas, elalimento de la verdad de Dios, de la palabra de Dios; el ali-mento de su presencia, que él nos da en el SantísimoSacramento. Queridos amigos, en este momento sólopuedo decir: rogad por mí, para que aprenda a amar cadavez más al Señor. Rogad por mí, para que aprenda a que-rer cada vez más a su rebaño, a vosotros, a la Santa Igle-sia, a cada uno de vosotros, tanto personal como comuni-tariamente. Rogad por mí, para que, por miedo, no huyaante los lobos. Roguemos unos por otros para que sea elSeñor quien nos lleve y nosotros aprendamos a llevarnosunos a otros» (Benedicto XVI, Homilía en el solemne iniciodel ministerio petrino, 24-IV-2005).

Mosaicos de la iglesia del Primado.

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Homilía de la Misa. Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús

Queridos hermanos, coincide nuestra estanciaaquí con la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús. Esuna buena coincidencia, porque estos lugares nostraen a la mente y al corazón con mucha viveza laSanta Humanidad de Cristo, y su corazón, divino yhumano, expresa el centro de su Humanidad. Y que-remos llegar, en la unión con El, hasta su corazón:tener los mismos sentimientos que El tuvo, tener uncorazón semejante al suyo. No queremos herir sucorazón con nuestros pecados, y queremos tambiénreparar por los pecados ajenos.

Estamos hoy en uno de los lugares —junto al lagoy muy cerca de Cafarnaúm— en los que más tiempoha estado Nuestro Señor, del que más recuerdossuyos tenemos después de Jerusalén. Cafarnaúm ylos alrededores, son el centro del ministerio públicodel Señor en Galilea. Aquí vivió establemente Jesús,aquí se vino desde Nazaret, como ya había profetiza-do Isaías, cuando oyó que Juan había sido encarcela-do (cfr. Mt 4,12-17). Aunque era una ciudad pequeña

(“poblado de Nahum”, significa), era un lugar impor-tante por estar en la “Vía Maris”, la ruta principal queunía Damasco y Egipto.

Pero es toda la zona norte del Lago, no solo Cafar-naúm, la que está llena de recuerdos del Señor. Nosdice el Evangelio que tras establecerse en Cafarna-úm, “Jesús recorría todas las ciudades y aldeas ense-ñando en sus sinagogas, predicando el Evangelio ycurando todas las enfermedades y dolencias” (Mt9,35).

Recordemos, por ejemplo, que aquí junto al lagollamó el Señor a los primeros discípulos: Simón yAndrés, y Santiago y Juan, “mientras caminaba juntoal mar de Galilea”. Ya solo considerar esta escena enel mismo lugar en que sucedió nos daría para mucho.Pensemos que el Señor pasa también ahora junto anosotros, y nos llama. ¿Qué le respondo? En vuestrocaso no se trata de dejar las barcas y las redes y a lafamilia, pero sí de ver qué me impide a mi seguir másde cerca al Señor —comodidad, respetos humanos,egoísmo...— y con su gracia dejarlo.

Recordemos que aquí le traían de Galilea, Decápo-lis, Jerusalén, Judea, del otro lado del Jordán todo

Durante la Misa en Tabgha.

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tipo de enfermos, lunáticos, paralíticos y los curaba.Pidámosle con fe que nos cure de lo que necesite-mos, en el cuerpo y en el alma.

Una reflexión especial requeriría el recuerdo de lasBienaventuranzas (cfr Mt 5), predicadas a la multituden el monte cercano a donde estamos. Es todo unprograma de vida, que desconcertaría entonces a losque lo oyeron y que sigue escandalizando hoy a losque no tienen fe, y sin embargo es un programa irre-nunciable si queremos seguir al Señor y ser buenoscristianos. Dice el Catecismo que “las bienaventuran-zas dibujan el rostro de Jesucristo y describen sucaridad” e “iluminan las acciones características de lavida cristiana”.

Podemos recordar también la fe del centurión, enCafarnaúm, que pidió al Señor que curara a su siervo,pero que no se consideraba digno de que entrara ensu casa. Bastaba que dijera una sola palabra y se cura-ría. El Señor alabó la fe de aquel gentil. “En verdad osdigo que en nadie de Israel he encontrado una fe tangrande” (Mt 8,10). Actualicemos nuestra fe cada vezque comulguemos con las palabras del centurión:“Señor, no soy digno de que entres en mi casa, másdi una sola palabra y mi alma quedará sana”.

Y cómo no recordar la pesca milagrosa y la apari-ción del Señor resucitado a sus apóstoles en estemismo lugar, de los que nos habla San Juan: ¡153peces grandes, después de toda una noche infructuo-sa, por ser dóciles a lo que aquel desconocido lesdecía desde la orilla: “echad la red a la derecha de labarca y encontraréis” (Jn21,6). Y no se rompió la red.Reconocen al Señor y vienen a la orilla. Les tenía pre-parados un pez asado con pan y le anima a comer.Impresionante escena llena de enseñanzas: la docili-dad a la gracia y la obediencia al Señor para que nues-tra vida dé fruto apostólico; el corazón materno deDios, que está pendiente hasta de nuestras máspequeñas necesidades materiales. Y sobre todo laconfirmación de que Cristo ha vencido a la muerte ynosotros estamos también llamados a resucitar.Necesitamos remansar en la oración estas maravillasde nuestra fe.

Y estamos en la iglesia que de algún modo agluti-na todas esas enseñanzas: el lugar en que NuestroSeñor resucitado, confiere a Pedro el poder de lasllaves, el poder de atar y desatar: el Primado dePedro, para representar a Cristo, con el poder espiri-

tual que El le confiere hasta el fin de los tiempos.“Después de comer le dijo Jesús a Simón Pedro:Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”(Jn21,15). Y se lo preguntará tres veces, como parasaldar la deuda de aquellas tres negaciones en el pre-torio la noche del Jueves Santo. Pedro le responderá,“Señor, tú lo sabes todo. Tú sabes que te quiero” (Jn21,17), que equivaldría a decir “Señor, tú sabes quea pesar de toda mi miseria y mi cobardía, te quiero”.Buena oración para decírsela también nosotros hoy.Que nuestra debilidad y nuestros fallos, no nos apar-ten del Señor porque El nos comprende y nos perdo-na, y no se aparta de nosotros.

Pedro, un buen conocedor del lago de Galilea queatravesaría tantas veces, en el que encontraba lapesca necesaria para vivir y alimentar a otros, aveces con la dificultad de las olas, se convertirá enel experto navegante que ha de llevar la nave de laIglesia por los mares del mundo, sin miedo a las tor-mentas, para dar a conocer la doctrina de Jesucristoal mundo entero: el buen alimento que las almasnecesitan.

Por tanto hoy rezamos en particular por el SantoPadre y sus colaboradores los obispos, para que elEspíritu Santo los ilumine en su delicada misión, detransmitir con toda su pureza y fidelidad la doctrinade Jesucristo hasta el final de los tiempos.

Y nosotros, renovemos nuestro deseo de conocermuy bien y de vivir lo mejor posible todo lo queNuestro Señor enseñó en estos mismos lugares enlos que nos encontramos. Que así sea.

Cafarnaúm

Cafarnaúm estaba en la frontera de Palestina, poreso había soldados romanos. Este lugar es conocido yaen el siglo II a.C. Significa “aldea del consuelo”, por elbello paraje en el que se encuentra. Para el Señor losería realmente. Aquí estuvo mucho tiempo. Aquí curóa la hemorroisa, y al paralítico que descendieron por eltecho unos amigos, y otros milagros que hemos citadoantes. Y en la importante sinagoga pronunció el discur-so del pan de vida que recoge San Juan en el cap. 6 desu Evangelio.

Hoy nos sorprende que, como otros santos lugares,del siglo VIII al siglo XX estos lugares —las antiguasconstrucciones— estaban desaparecidos hasta el siglo

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pasado. Se descubrió la sinagoga, y algunos capitales,con la menorá grabada en el capitel, el candelabro desiete brazos, que recuerda la luz de Dios, e iluminaba elArca de la Alianza (el Arca y la menorá desaparecencon la destrucción del primer Templo en el a. 586 antesde Cristo). A partir de esa fecha, con el Templo destrui-do, se empiezan a construir las sinagogas, donde vanrecuperando la palabra de Dios y la menorá.

Se encontraron también restos de una columna conuna fecha del s. V, que a su vez estaba sobre otra del s.I. Y restos de la iglesia bizantina octogonal del s. V, congrafitis de peces y panes: CHRISTUS. Recordemos másdespacio la historia.

Cuando Jesús oyó que Juan había sido encarcelado,se retiró a Galilea. Y dejando Nazaret se fue a vivir aCafarnaúm, ciudad marítima, en los confines de Zabu-lón y Neftalí, para que se cumpliera lo dicho por mediodel profeta Isaías:

“Tierra de Zabulón y tierra de Neftalíen el camino del mar,al otro lado del Jordán,la Galilea de los gentiles,el pueblo que yacía en tinieblasha visto una gran luz;para los que yacían en regióny sombra de muerteuna luz ha amanecido”.

Desde entonces comenzó Jesús a predicar y a decir:Convertíos, porque está al llegar el Reino de los Cielos(Mt 4, 12-17). Cafarnaúm contaba poco en la historiade Israel. El nombre semítico, que significa poblado deNahum, apenas aporta pistas sobre su origen, peroindica que no llegaba a considerarse una ciudad. Noaparece citado explícitamente en el Antiguo Testamen-to, y tampoco resulta extraño: aunque los vestigios dela presencia humana se remontarían al siglo XIII antesde Cristo, el núcleo habitado sería más reciente, quizáde época asmonea. Sin embargo, san Mateo lo presen-ta unido al cumplimiento de una promesa mesiánica, yen verdad hace justicia al lugar: aparte de Jerusalén,ninguna localidad reúne tantos recuerdos del paso del

Caminando hacia Cafarnaúm.

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Señor por la tierra como este pequeño pueblo situadoen la ribera del mar de Genesaret.

Los relatos de los cuatro evangelistas coinciden enponer Cafarnaúm en el centro del ministerio público deJesús en Galilea. Además, como hemos visto, san Mateoprecisa que lo eligió para residir establemente. Aunsiendo una ciudad pequeña, se encontraba en la VíaMaris, la principal ruta que comunicaba Damasco yEgipto, y en una zona fronteriza entre dos regionesgobernadas por los hijos de Herodes —Galilea, por Anti-pas, y Gaulanítide, por Filipo—. Da muestra de su impor-tancia, al menos en la comarca, el hecho de que tuvie-se aduana y alojase un destacamento de soldadosromanos bajo la jurisdicción de un centurión. El queejercía el mando en aquella época es bien célebre, puesel Señor elogió, conmovido, su acto de fe, que todos losdías repetimos en la Santa Misa.

Basándose en las fuentes literarias y en los resultadosde las excavaciones se ha podido reconstruir parte de lahistoria de este poblado. Se encontraron restos de sílexdel paleolítico y muros y pavimentos del segundo mile-nio a.C. (Media y Tardía Edad de Bronce). No hay ningúnrastro de ocupación en el periodo israelita (1200-587a.C.). El pueblo no es mencionado en el AntiguoTestamento.

Las excavaciones dieron como resultado que Cafar-naúm se estableció en el inicio de la Dinastía Asmonea,alrededor del siglo II a.C. y fue abandonado alrededordel siglo XI. Arqueológicamente quedó demostrado quela ciudad existía ya en el siglo II a.C. El sitio no tenía nin-gún muro defensivo y se extendía a lo largo de la riberadel lago, de oriente a occidente unos 300 metros, mien-tras que de sur a norte llegaba a 150 m.

Algunos acontecimientos sucedidos en esta localidaddurante los primeros siglos nos han permitido conocerbastante bien cómo era el Cafarnaúm donde Jesús vivió:al principio del periodo árabe, en el siglo VII, el poblado,que era cristiano, entró en declive; doscientos años des-pués, debía de estar completamente abandonado; losedificios se derrumbaron, la zona se convirtió en un con-junto de ruinas y poco a poco quedaron sepultadas. Lamisma tierra que ocultó la localización de Cafarnaúm yhundió en el olvido aquellos vestigios, los conservó casiintactos hasta los siglos XIX y XX, cuando la Custodia deTierra Santa logró adquirir la propiedad y promovió lasprimeras excavaciones.

Las excavaciones más importantes se iniciaron en1905, bajo la dirección de los alemanes Heinrich Kohly Carl Watzinger y fueron continuadas por los francis-canos Fray Vendelin von Benden (1905-1915) y Gau-dencio Orfali (1921-1926). Los resultados fueron eldescubrimiento de dos edificios públicos y una iglesiabizantina de planta octogonal, y la excavación de lasinagoga.

Más tarde, en 1968, las excavaciones fueron reanu-dadas por los franciscanos Corbo y Stanislao Loffreda,con la ayuda financiera del gobierno italiano. Duranteesta etapa el mayor descubrimiento fue la casa de SanPedro, más algunos barrios del poblado de la épocaevangélica. Estas excavaciones continuaron hasta 1986.

El trabajo de los arqueólogos, realizado en numerosascampañas hasta 2003, ha permitido establecer queCafarnaúm se extendía unos trescientos metros a lolargo de la orilla del mar de Genesaret, de este a oeste,y otros doscientos tierra adentro, hacia el norte. Su máxi-ma expansión coincidió con la época bizantina, pero nisiquiera entonces superaría el millar y medio de habitan-

Enrique, Bárbara y Antonio.

Restos bizantinos en Cafarnaúm.

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tes. Estos llevaban una vida de trabajo recio, sin lujos nirefinamientos, explotando los recursos de la zona: secultivaba el trigo y se producía aceite; se recogían variostipos de frutas; y sobre todo, se pescaba en el lago. Lascasas, levantadas con piedra local de basalto unida conun mortero muy pobre, estaban cubiertas con unatechumbre de tierra sobre cañas o ramas, sin tejas.

Varios restos de este periodo se han encontrado bajola gran sinagoga del siglo IV descubierta en 1866; bajola iglesia octogonal y particularmente en el área occiden-tal. Desde el lago hacia el norte se pudo constatar unahilera continua de habitaciones de una longitud de unos110 metros. Éste parece que es el núcleo del asenta-miento, del que Cafarnaúm se extendió en todas direc-ciones en los siglos siguientes. El cementerio estaba a200 m de la sinagoga; tenía una extensión de 3 km,hasta el área agrícola de Tabgha. Se encontró un mauso-leo romano. Las únicas casas de la época romana encon-tradas hasta ahora son las construidas en la hilera que vade la sinagoga a la llamada “ínsula sacra”.

La ciudad fue severamente dañada por el terremotode 746, y fue reconstruida a poca distancia al noreste,en el lugar de la actual Iglesia Ortodoxa Griega de losSiete Apóstoles, construida en 1931.

Bajo los gobernantes Omeyas de Damasco el sitio fuetotalmente reocupado y tanto la sinagoga como la iglesiaoctogonal fueron abandonadas. Durante la dinastíaAbassid de Bagdad la prosperidad de Cafarnaúm declinóenormemente. Algunas nuevas edificaciones se levanta-ron durante el siglo XII, pero la aldea en ese tiempo yaera un montón de ruinas.

En ese ambiente rústico, propio de una sociedad sen-cilla formada mayoritariamente por agricultores y pesca-dores, sucedieron muchos acontecimientos relatadospor los Evangelios: la llamada a Pedro, Andrés, Santiagoy Juan mientras bregaban entre barcas y redes (Mt 4, 18-22; Mc 1, 16-20; Lc 5, 1-11); la vocación de Mateocuando trabajaba en el telonio y, a continuación, el ban-quete en su casa junto con otros publicanos (Mt 9, 9-13;Mc 2, 13-17; Lc 5, 27-32); la expulsión de un espírituimpuro que poseía a un hombre (Mc 1, 21-28; Lc 4, 31-37); las curaciones del siervo del centurión (Mt 8, 5-13;Lc 7, 1-10), de la suegra de Pedro (Mt 8, 14-15; Mc 1,29-31; Lc 4, 38-39), del paralítico que descuelgan por eltecho (Mt 9, 1-8; Mc 2, 1-12; Lc 5, 17-26), de la hemo-rroísa (Mt 9, 20-22; Mc 5, 25-34; Lc 8, 43-48) y delhombre de la mano seca (Mt 12, 9-14; Mc 3, 1-6; Lc 6,6-11); la resurrección de la hija de Jairo (Mt 9, 18-26; Mc5, 21-43; Lc 8, 40-56); el pago del tributo del Templocon la moneda encontrada en la boca de un pez (Mt 17,24-27); el discurso del Pan de Vida... (Jn 6, 24-59).

Entre los restos de Cafarnaúm que han llegado hastanosotros, seguramente tenemos a la vista muchos de losemplazamientos donde ocurrieron estos hechos. Sinembargo, contamos con información suficiente parasituar solo dos: la casa de Pedro y la sinagoga.

La casa de Pedro

Según antiguas tradiciones, a finales del siglo I exis-tía en Cafarnaúm un pequeño grupo de creyentes. Enlas fuentes judías se los denomina Minim, herejes, pues

Exterior de la iglesia de la Casa de Pedro.

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habían abandonado el judaísmo ortodoxo para adherir-se al cristianismo. Ellos debieron de mantener lamemoria de la casa de Pedro, que con el tiempo seconvirtió en lugar de culto. A finales del siglo IV, laperegrina Egeria escribía: “en Cafarnaúm se ha trans-formado en iglesia la casa del príncipe de los Apósto-les, cuyas paredes se han conservado hasta hoy tal ycomo eran. Allí el Señor curó al paralítico. También estála sinagoga donde el Señor curó al endemoniado, a laque se llega subiendo muchos escalones; dicha sinago-ga está hecha con piedras cuadradas” (Appendix ad Iti-nerarium Egeriae, II, V, 2 (CCL 175, 98-99)). Este testi-monio debe completarse con otro de un siglo mástarde: “llegamos a Cafarnaúm, a la casa del bienaventu-rado Pedro, que actualmente es una basílica” (Itinera-rium Antonini Placentini, 7 (CCL 175, 132)).

En efecto, las primeras excavaciones realizadas porlos franciscanos sacaron a la luz un elegante edificio defines del siglo V, estructurado en dos octágonos con-céntricos con otro semioctágono que servía de deam-bulatorio. El pavimento lucía un mosaico polícromodecorado con figuras vegetales y animales. En 1968,cuando se descubrió el ábside orientado al este y unapila bautismal en su interior, aquella construcción pudoidentificarse como la basílica bizantina.

Los hallazgos sucesivos han confirmado los datosde las otras tradiciones: el edificio se apoyaba sobre

una base de material de relleno, donde abundabanfragmentos de revoque con numerosos grafitos incidi-dos entre los siglos III y V; bajo el octágono central,había una habitación cuadrangular de unos ochometros de lado, cuyo piso de tierra fue revestido con almenos seis capas de cal blanca a finales del siglo I y porun pavimento polícromo antes del V. Esta sala, conmuestras de haber sido lugar de veneración, sería lacasa del príncipe de los Apóstoles que Egeria vio con-vertida en iglesia.

Los arqueólogos han podido establecer con bastanteprecisión cómo era la vivienda, que habría sido levanta-da hacia la mitad del siglo I antes de Cristo. En realidad,formaba parte de un conjunto de seis estancias comuni-cadas entre sí a través de un patio a cielo abierto, provis-to de una escalinata y de un hogar de tierra refractariapara cocer el pan. Los habitantes —varias familias empa-rentadas— compartirían el uso de ese espacio central. Elacceso desde la calle se encontraba en el lado orientaldel recinto, a través de una puerta que ha conservadobien el umbral de piedra basáltica y el travesaño conhuellas de los batientes. Era el último edificio del barrio,por lo que el complejo daba a una extensión de terrenolibre por el este y a la playa por el sur.

A finales del siglo IV esta casa-iglesia fue adaptadapara recibir peregrinos y fue cercada por un muro deimpresionante altura que abarcaba un perímetro de

Interior de la iglesia de la Casa de Pedro.

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112,25 m. Construido con argamasa, alcanza una altu-ra de 2,30 m en el lado norte. Su finalidad era doble:encuadrar la casa de San Pedro como punto focal de laisla sagrada y acentuar la sacralidad de la misma. Teníados puertas: una en la esquina suroeste y la otra en laesquina noroeste. La casa de Pedro fue profundamen-

te retocada y ampliada. La estancia venerada, origina-riamente cuadrada, fue dividida en dos espacios rec-tangulares unidas por un arco central. Hubo además uncierto mejoramiento en el estilo de vida general: lasotras casas se construyeron con buena argamasa y seusaba cerámica fina importada. La peregrina Egeria que

Tertulia en Cafarnaúm.

Otro aspecto de la tertulia.

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visitó Tierra Santa al final del s. IV escribió: “En Cafar-naúm está la casa del Príncipe de los Apóstoles (Pedro)que fue trasformada en iglesia, aunque las paredesquedaron las mismas”.

En la segunda mitad del siglo V los bizantinos des-mantelaron toda la isla sagrada para construir encima laiglesia octogonal, la cual permaneció en uso hasta elsiglo VII. La iglesia se compone de un octógono centralcon ocho pilares, de un octógono externo con umbra-les todavía in situ, y de una galería o pórtico que intro-ducía tanto al interior de la iglesia como a las depen-dencias situadas al este, que se comunicaban a travésde un pasillo. Posteriormente este pasillo fue bloquea-do y en el centro del lado oriental fue construido unábside con una piscina bautismal, de la que se encon-traron dos escalones a cada lado, y la salida del aguaque se usaba en el rito.

El suelo de la iglesia era de mosaico. En el pórticoera un motivo puramente geométrico con cuatro filasde círculos contiguos y crucecitas. En la zona del octó-gono externo, los mosaicos encontrados representa-ban la flora y fauna, con un estilo semejante a lo encon-trado en la basílica de la Multiplicación de los Panes enTabgha. En el octógono central, el mosaico estabacompuesto de una franja con flores caliciformes, de uncampo de escamas de pez con florecillas y de un grancírculo con un pavo real en el centro.

Es importante destacar la relación estrecha entre laiglesia octogonal y la casa de San Pedro: los bizantinos, alconstruir la nueva iglesia, situaron el octógono central jus-

tamente sobre los muros de la casa, con el objeto de per-petuar la ubicación exacta de la misma. A partir de esemomento, ya no se podía ver la humildad de la casa porestar cubierta por los mosaicos de la nueva estructura.

Aparentemente durante los periodos romano ybizantino la ciudad no fue destruida debido a guerras oa causas naturales. Incluso, la transición al periodo árabeen el siglo VII d.C. no estuvo marcada por una destruc-ción súbita global y aunque varias casas fueron abando-nadas, otras continuaron en uso en este periodo.

El 29 de junio de 1990 fue dedicado el modernoMemorial de San Pedro, construido sobre los vestigiosde la casa y la basílica bizantina. Se trata de una iglesiaoctogonal sostenida por grandes pilares que la separandel suelo: esto permite a los peregrinos observar los res-tos arqueológicos tanto desde el exterior del templo,pasando por debajo, como desde el interior, a través deun óculo cuadrangular abierto en el centro de la nave

La sinagoga

Las ruinas de la sinagoga, por su valor artístico, con-centraron desde el principio el interés de los investiga-dores: los arqueólogos Robinson —que visitó el lugaren 1838— y Wilson —que realizó un sondeo en 1866—dieron noticia de su existencia. Al mismo tiempo, tam-bién llamaron la atención de otras personas con pocosescrúpulos: muchos restos estarían dañados o perdi-dos hoy en día si la Custodia no hubiera adquirido elterreno de Cafarnaúm en 1894.

La sinagoga de Cafarnaúm.

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La sinagoga se alza en el centro físico de la pequeñaciudad y sus dimensiones son notables: la sala de ora-ción, de planta rectangular, mide 23 metros de largopor 17 de ancho, y tiene alrededor otras estancias ypatios. A diferencia de las casas particulares, con susmuros negros de piedra basáltica, fue construida conbloques cuadrados de caliza blanca, traída de canterassituadas a muchos kilómetros de distancia; algunos delos sillares pesan cuatro toneladas. La magnanimidadde los arquitectos se manifiesta también en los elemen-tos decorativos, ricamente labrados y esculpidos: din-teles, arquivoltas, cornisas, capiteles...

Aunque nos encontramos ante el lugar de cultojudío más hermoso de los hallados en Galilea, estasinagoga no es aquella donde se escucharon las ense-ñanzas de Jesús y se presenciaron sus milagros, sinoque pertenece a una época posterior: los estudiosarqueológicos indican que el edificio principal y otrorecinto al norte habrían sido levantados hacia finalesdel siglo IV, y que se añadió un atrio en el lado orien-tal a mediados del V. Sin embargo, las mismas inves-tigaciones confirmaron que el complejo se apoyasobre los restos de otras construcciones, entre lasque se contaría la sinagoga anterior. El indicio másnotable consiste en un amplio pavimento de piedradel siglo I, descubierto bajo la nave central de la sala

de oración. La localización, por tanto, se habría man-tenido.

Tras establecer su residencia en Cafarnaúm, Jesúsrecorría todas las ciudades y aldeas enseñando en sussinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curan-do todas las enfermedades y dolencias (Mt 9, 35). SanPedro, que fue testigo de aquellos hechos maravillo-sos, los tenía presentes cuando acudió al encuentro delcenturión Cornelio y anunció la buena nueva a los desu casa: “vosotros sabéis lo ocurrido por toda Judea,comenzando por Galilea, después del bautismo quepredicó Juan: cómo a Jesús de Nazaret le ungió Dioscon el Espíritu Santo y poder, y cómo pasó haciendo elbien y sanando a todos los oprimidos por el diablo,porque Dios estaba con él. Y nosotros somos testigosde todo lo que hizo en la región de los judíos y en Jeru-salén; de cómo le dieron muerte colgándolo de unmadero. Pero Dios le resucitó al tercer día y le conce-dió manifestarse, no a todo el pueblo, sino a testigoselegidos de antemano por Dios, a nosotros, que comi-mos y bebimos con él después que resucitó de entrelos muertos; y nos mandó predicar al pueblo y atesti-guar que a él es a quien Dios ha constituido juez devivos y muertos. Acerca de él testimonian todos losprofetas que todo el que cree en él recibe por su nom-bre el perdón de los pecados” (Hch 10, 37-43).

En la sinagoga.