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601Estaba aterrada, quería gritar sin conseguirlo mientras la negra y gruesa serpiente se enroscaba alrededor de su cuerpo.Aquello era el fin... Sólo tendría que empezar a constreñirla para asfixiarla, estrangularla y de este modo asesinada, ella lograría el pacto con el diablo. Sería su firma para que luego, al caer de los tiempos, su alma perteneciera a Loki…

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602La muchacha oyó el ruido del aldabón como un lejano trueno que retumbara en las entrañas de la casa.Y entonces apareció.Estaba en aquella ventana de la planta baja, mirándola fijamente a través de los cristales.Iba en una silla de ruedas.Tenía los ojos muy abiertos.Y el terrible orificio en la frente.Era su padre. Su padre...¡Su padre había salido de la tumba y ahora estaba allí!Las manos rozaron los cristales. Los brazos se tendieron hacia el vacío como si quisieran llamarla.Y entonces Chris ya no pudo más.Lanzó un grito aterrador que pareció llenar el silencio de la tarde.Y cayó de bruces hasta el fondo de un vacío lejano, insondable, mientras su cerebro parecía romperse en mil pedazos…

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603—Eso me alivia mucho. Usted ha pensado en todo, Godfrey.—Tengo que hacerlo, señor —sonrió el funerario—. La muerte es algo demasiado serio para tomarlo a la ligera. Enterrarse vivo, no es ninguna broma, aunque usted lo haga simplemente por divertirse. En un principio sabe que me opuse a tal proyecto por considerarlo demasiado peligroso y hasta profano. Pero usted me convenció, al explicarme que así sabría quiénes de sus parientes son dignos de confianza, su afecto y, llegado el momento, su herencia. Creo que tiene derecho a conocer la verdad sobre sus seres queridos, y nada mejor que una fingida muerte para asegurarse de ello de una vez por todas. He visto a muchos deudos amadísimos convertirse en auténticas aves de rapiña cuando el ser querido ha dejado de existir. Ojalá no sea ese su caso, señor Nordham. Especialmente, su distinguida esposa sé que sufrirá mucho al verle muerto...

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604Ya en la playa, junto al mar, Errol Langg se convenció de que la muchacha tampoco se hallaba allí.Pero allí, relativamente cerca, había alguien. Permanecía inmóvil sobre la mojada arena de la playa.Se acercó a ver quién era.Entonces se dio cuenta de que se trataba del hombre pelirrojo.Su cuerpo, partido en dos, resultaba un espectáculo horrible, escalofriante. A pesar de estar acostumbrado a hechos violentos y desagradables, Errol Langg dio instintivamente un paso atrás.Aquel horror, frío, gélido como el bisturí de un cirujano asesino, superaba todo lo que una mente humana es capaz de imaginar…

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605—Oh, mi amor... ¿Ves como sólo..., sólo te amo a ti...?Cuando dijo esto, recordé, de pronto, por qué estaba yo poseyendo a mi mujer en el cuarto de baño, y por qué estaba tan furioso. Entonces, sin dejar de hacerlo, mis manos se deslizaron hacia arriba...Dejé de acariciar su cuerpo, y mis manos fueron a su cuello. Clavé los dedos en su blanca, tibia, tierna carne...Ella quiso gritar, pero ya no pudo hacerlo. Yo seguí apretando, apretando, sin dejar de hacer lo otro...Y así, llegué al final de todo. Tuve doble placer: el de su cuerpo poseído, y el de la muerte de su cuerpo.Porque, mientras yo tenía su amor, tenía también su vida. La estrangulé mientras la hacía mía, y así fue como... como..., ¡Dios mío!

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606—Poderoso príncipe Beli, fuerte y terrible que cabalgas sobre el caballo blanco, te ofrezco este cáliz de vino. Escucha la voz del que te invoca y te suplica, del esclavo que lleva tu nombre para recordarte constantemente. Reconóceme por mi anillo de plata, príncipe al que adoro y me someto. Soy el que te sirve y el que pregona tus poderes. Acepta a esta doncella que he puesto en el altar a ti dedicado. Conserva incorrupta a mi amada esposa y que su corrupción se produzca en el cuerpo de ésta chica y no en el cuerpo sin vida, pero todavía caliente de mi amada a la que te suplico sigas conservando siempre en todo el esplendor de su belleza. Príncipe Beli, aplastado contra el suelo, besando las losas y postrado a tus pies, te juro que te ofreceré cuantos sacrificios demandes de mí.

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607—Dios... Dios mío...Volvió a oír el ladrido del perro, y, sin vacilar, saltó la valla de madera pintada de blanco. Caminó por el césped, con gran seguridad y aplomo... El perro apareció de pronto, corriendo hacia él, ladrando entre furioso y aterrado, quizá furioso consigo mismo por sentir aquel terror. Parecía dispuesto a saltar contra Brett Kimsaid, y así tenía que haber sucedido con toda lógica. Pero, de pronto, el animal se detuvo, y se encogió, comenzando a gemir, mientras su cuerpo vibraba en fortísimos estremecimientos. Las orejas del animal quedaron flojas, sus gemidos se hicieron apenas audibles, salvo algún que otro trémolo.Entonces, aquella garra amarilla cayó sobre su cuello…

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608—Mientras salga sangre de mis heridas no estaré muerta del todo —le dijo ella.—Te asesinaron hace diez años... ¡Diez años! ¿Cómo es posible que en tanto tiempo, y después de haber sido enterrada...?—Dentro de poco habré muerto del todo. Presiento que el momento se acerca. No, no lo lamento. Prefiero morir del todo a seguir viviendo dentro de la tumba... ¡Si supieras qué horripilantes resultan las horas ahí dentro! Horas lentas, inacabables, eternas como una agonía sin fin. No sabiendo nunca cuándo es de noche y cuándo es de día...

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609En una ocasión, dos amigas mías se quedaron aquí a pasar la noche conmigo y murieron asesinadas.—¿Dentro de esta casita casi de juguete? —preguntó Micky.—Sí, yo no lo recuerdo bien, pero creo que murieron aquí.—¿Cómo? —inquirió Lizzy, apretando los dientes.—Les cortaron las cabezas.—¿Nos has traído a esta casita de los juegos de tu niñez para buscar al asesino?Muy preocupada. Shirley inquirió:—¿No cogieron al asesino?—No, nunca supieron quién fue, que yo sepa.—Tengo miedo —confesó Lizzy con sinceridad—. Aquí les cortaron la cabeza a dos niñas y parece ser que el espíritu del asesino está aquí con nosotros…

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610No era, claro está, su primer amante, pero cada día estaba más convencida de que realmente lo amaba. Cada día, sus dudas al respecto eran menores. En cuanto a él, no había duda: solamente un hombre que amaba locamente a una mujer podía secundar los planes de ésta, aquellos planes que la habían enriquecido tan rápidamente...«Si él estuviese aquí ahora —pensó Rachel—, podríamos bañarnos juntos, y luego...»Se volvió hacia la bañera, sin dejar de frotar tiernamente su clítoris, moviendo las caderas, acariciándose un pecho...Justo entonces, allá en el borde de la bañera, donde tan sólo cuatro o cinco minutos antes no había habido más que la blancura de la porcelana, Rachel vio otra gota de sangre fresca y brillante.Súbitamente, completamente olvidada, de su sexo, retrocedió un paso y lanzó un enorme alarido….

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611De pronto, se escuchó un aullido prolongado y lejano. Era el aullido de un lobo que semejaba venir del más allá, un aullido que los hombres no llegaron a captar conscientemente. Más, los animales del circo sí lo captaron. Los lobos se pusieron inquietos; el macho de la camada se retrepó, alzó su hocico y mostró sus blancos colmillos al gruñir.Los vacaríes comenzaron a saltar de una parte a otra de la jaula. El tigre alzó su mirada y buscó por entre los barrotes. La pantera desnudó sus uñas las enormes y oscuras garras surgieron amenazadoras mientras por entre sus colmillos aparecía la lengua rojiza.Sin embargo, quien más sintió la llamada, quizá el aviso del desconocido animal, quizá un lobo, quizá una bestia extraña y perdida en aquellos bosques pródigos en árboles, ubérrimos en matorrales, fue «Goliath», el gorila híbrido que se puso en pie, con la espalda ligeramente encorvada.Agarró los barrotes entre sus manazas y comenzó a sacudirlos, mostrando una fiereza desacostumbrada. Su boca se abría, mostrando los amenazadores colmillos.Los músculos de sus brazos se hinchaban, sus huesos semejaban crujir y los barrotes comenzaron a ceder...

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612¡Maldito cuadro! ¡Una y mil veces maldito...!Desde que lo había pintado su existencia era una angustia continua, una zozobra ininterrumpida, un jadeo incontenible. Hasta el aire faltaba a sus pulmones.A todas horas tenía la sensación de que las fuerzas del Mal iban a abatirse sobre él. Como si la hermosa muchacha que había pintado fuera un ser endiabladamente abyecto, satánicamente perverso, que estuviera dispuesto a destruirle.¡Pero qué tonterías pensaba!No debía dar importancia a aquella pintura. Ningún mal había de llegarle de lo que, en verdad, sólo era eso: una pintura.

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613—Necesito a Steve Hagard —dijo—, para saber quién le asesinó, y dónde está el dinero.El gesto de la médium fue brusco esta vez. Su boca estaba ahora cerrada herméticamente. Mabel se acercó otro poco más.—Steve —llamó—, ¿estás aquí? Necesito hablar contigo, tienes que decirme quién te mató y se llevó el dinero que había robado la banda... ¡Tienes que decírmelo!—Nooo —resonó cavernosamente la voz de la médium—. No, no... ¡No! Me retiro..., me... retiro...—Steve —repitió Mabel—. Steve, son más de setecientos mil dólares... ¡Tienes que decírmelo!—Ya me... re...ti...ro...—Pareció que a la médium la sacudiese una potentísima descarga eléctrica. Emitió otro de aquellos profundos ronquidos, se relajó bruscamente, y la cabeza le cayó blandamente sobre el pecho…

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614—¿Va a sacar el Maligno de ese hombre al exterior, profesor? —preguntó Basil, roncamente.—Así es. Pondré el Maligno materializado dentro de esa caja de cristal que, como pueden ver, está vacía.Todos quedaron callados, expectantes. El profesor manipulaba sus aparatos electrónicos hasta que le pareció que todo estaba dispuesto. Luego, se volvió de nuevo hacia ellos para decirles:—Tuve la primera idea al respecto cuando me interesé en la cirugía del cerebro y lo que significaba extraer cierta parte del hipotálamo. La agresividad quedaba anulada, un asesino podía convertirse en un ser lleno de mansedumbre, aunque también perdía toda su personalidad, porque la personalidad de cada uno es la mezcla del bien y del mal y de nuestro cuerpo físico-biológico.

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615—Por ese dinero que me ofrece sería capaz de vender mi alma al diablo —acababa de decir una de las dos personas reunidas en aquel lugar, junto a esa cueva en la que había aparecido un manantial de aguas curativas.—La idea de provocar muertes no es agradable —repuso—. ¡La muerte, en todos sus casos y circunstancias, es horrible! Por eso has de asimilar la idea antes de decidirte. Si luego te arrepintieras de algo...—No voy a arrepentirme de nada.—Serán varias muertes —le hizo saber, silabeando entre dientes.—De acuerdo.—Entonces, ¿me puedo fiar completamente de ti? ¿Puedo dar por descontado que llegarás hasta el final sin dar síntomas de flaqueza...?—¿No le he dicho —le interrumpió— que por ese dinero vendería mi alma al diablo?

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616Un vuelo de recreo nocturno en avioneta para contemplar la belleza de Viena y el Danubio a la luz de la luna, se convierte en la más horrible pesadilla de terror y muerte para el grupo de ocho personas que lo emprenden.Un ancestral culto a un dios sediento de sangre pone en peligro sus vidas...

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617El anuncio había aparecido una semana atrás en varios periódicos, pero donde lo había leído Patricia Winston había sido en el "Charleston Post". Lo decía bien claramente:

VENGA A CONTAR SU CUENTO DE MIEDO EN LA TERROR PARTY

Hay varios premios de cinco mil dólares y uno especial de veinticinco mil

No debemos preocuparnos ¿Quién conduce la camioneta?—Soy Augustus: les llevaré a la casa.—Dios mío, ¡parece un zombie!—Soy un zombie —dijo, Augustus, volviéndose en el asiento, mostrando sus dientes negros y podridos en una imitación tétrica de sonrisa.Patricia se mordió los labios conteniendo un respingo. Los demás miraban con expresión entre asustada y escéptica a Augustus, que puso la camioneta en marcha. Alguien susurró:—Por lo menos parece que la cosa va a ser divertida.—¿Se lo parece a usted? Francamente, esto de tratar con un zombie no me hace mucha gracia…