68413604-Heroes del-Antiguo-Testamento
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Héroes del Antiguo Testamento
Dios me dio el don de saber escucharle.
También me dio la fe para creer lo que me
decía, por disparatado que pareciera.
Por eso tuve la fe para construir el arca con
la que salvé del Diluvio a mi familia y los
animales.
También me dio el don de comunicarme bien con los animales.
Ellos sabían que los quería, y se fiaban de mí.
En Génesis 6 al 8 puedes ver cómo escuchaba y obedecía
Noé a Dios, y pudo salvar así a su familia y a muchos
animales en el Diluvio. Noé
Después de que me encontró la
hija del Faraón, mi mamá me
siguió cuidando y me inculcó fe
en Dios. Más tarde, en el palacio
del Faraón, me enseñaron las
costumbres de los egipcios.
Muchas de
esas
costumbres
eran
contrarias a
las de
Dios.
La verdad y la fe en Dios que me inculcó mi madre cuando era pequeño no dejaron de guiarme toda la vida.
Puedes leer sobre la infancia de Moisés en Éxodo 2:1-15.
Más tarde, pasó cuarenta años de pastor en el desierto
aprendiendo lecciones que el Señor le quería enseñar de
humildad, de paciencia y de seguir Sus indicaciones. En
Éxodo 3:1-17 puedes leer cómo Dios llamó a Moisés a
servirlo y sacar a Su pueblo de Egipto.
Moisés
Yo era profetisa y jueza en Israel.
Dios me dio mucha fe para guiar a
Su pueblo a la guerra contra
nuestros enemigos.
Dios me dijo que nos ayudaría a derrotarlos, y lo hizo. Entonces
entoné una canción para alabarlo por habernos salvado.
La alabanza es la voz de la fe.
Alabar al Señor te da más fe.
Puedes leer más sobre Débora en Jueces 4 y 5
Débora
Rut
Yo fui bisabuela de un rey.
Amaba mucho a Dios y
enseñé a mi hijo Obed a
amarlo también.
Cuando Obed fue mayor y se
casó, tuvo un hijo que se
llamó Isaí. Este, a su vez,
tuvo ocho hijos, el más joven
de los cuales se llamaba
David, y más tarde fue rey.
¡Así, me convertí en
bisabuela de un rey!
Rut
Booz
Obed
Isaí
David
La historia de Rut
la encontrarás en el
libro del Antiguo
Testamento que
lleva su nombre.
Samuel
Me crié en el
templo, y allí me
enseñaron la
Palabra de Dios y a
servirlo.
En la Biblia se cuenta que yo oía
la voz de Dios y hacía lo que me
decía. Se podía servir de mí
porque lo obedecía.
Habla, que
tu siervo
escucha.
Lee en 1º de Samuel 1-3
la historia de Samuel,
que se crió en el templo,
y de la primera vez que
oyó y obedeció la voz de
Dios.
Cuando era joven ayudaba
a mi padre a pastorear sus
ovejas.
Ya desde joven, Dios me preparaba para servirlo y ser rey de Israel. De muchacho me enseñó lecciones de
fidelidad y valentía guardando las ovejas de mi padre (1º de Samuel 16:11-13). ¡A ti también se te está
preparando con vistas a que hagas grandes cosas para Dios! Muchas veces, Él nos capacita para tareas
importantes haciendo que aprendamos a ser constantes en tareas aparentemente de poca importancia.
Se me pidió que tocara el arpa y le
cantara al rey Saúl. Dios también se
valió de eso para enseñarme (1º de
Samuel 16:18-23) David
Naamán era el jefe del ejército sirio. Como
estaba muy enfermo, le dije a su mujer que
Dios lo podía sanar. Ella no creía en Dios
como yo, así que no sabía si me creería.
Me hizo falta mucha
fe para decirle a la
mujer de Naamán que
Dios lo podía curar.
Pero me creyó, y se lo
dijo a su marido.
Puedes leer cómo se sirvió el Señor
de esta muchacha israelita para
curar al jefe militar Naamán en 2º
de Reyes 5:2-15
La Sierva Israelita
Soy la muchacha
israelita sirvienta de la esposa de
Naamán.
Entonces Dios sanó a Naamán
cuando fue desde Siria hasta el río
Jordán y se lavó allí como le había
dicho el profeta Eliseo.
Yo todavía era adolescente cuando Dios
me pidió que proclamara la verdad al
pueblo de Jerusalén y de Judá.
Le dije a Dios que
no sabía si tenía
edad suficiente
para ser el testigo fuerte que Él
necesitaba. Pero Él sabía que la
tenía. Me ayudó a ser un profeta
que decía la verdad con valentía,
y me llenó el corazón de amor por
Su pueblo.
Jeremías
Dios me pidió que transmitiera a los judíos el mensaje de que
debían permitir que Babilonia se adueñara de su país. Les advertí que
dejaran sus malos caminos y volvieran a Dios.
Muy pocos creyeron y obedecieron el mensaje que les dio Dios por
medio de mí. Hasta me metieron en la cárcel porque no les gustaba
ese mensaje. A pesar de eso, seguí proclamando fielmente la verdad al
pueblo.
Nadie es demasiado pequeño
para servir a Dios. En
Jeremías 1:5-8 puedes leer
cómo llamó el Señor a
Jeremías para que lo sirviera.
Cuando éramos unos
muchachos, me llevaron
con mis amigos Sadrac,
Mesac y Abed-nego a
Babilonia para
enseñarnos las
costumbres de allí.
Teníamos que dar la cara por nuestras convicciones, y a veces no era fácil. Sadrac, Mesac y Abed-nego fueron echado al horno de fuego porque no se quisieron postrar ante la estatua del rey Nabucodonosor.
Muchos años después,
me echaron al foso de
los leones por orar a
Dios. En los dos casos,
Él nos salvó
milagrosamente..
Puedes leer más
sobre cómo dieron
la cara por sus
creencias Daniel y
sus amigos en los
capítulos 1 al 3 y 5
de Daniel.
En Daniel 2 se cuenta una
historia fascinante de cómo
interpretó un sueño del rey.
Era una tarea muy difícil,
¡porque el rey ni siquiera se
acordaba del sueño para
contárselo a Daniel! Pero Dios
se lo contó a Daniel, y además
le dio la interpretación. Daniel
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