7 RiHC La Definicion Del Enemigo Tras El 11 S

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Revista internacional de Historia de la Comunicación, Nº2, Vol.1, año 2014, PP. 126144 126 LA DEFINICIÓN DEL ENEMIGO TRAS EL 11S. ANÁLISIS COMPARATIVO DE ABC Y EL PAÍS. César Rina Simón Universidad de Navarra [email protected] Recibido: 682012 Aceptado: 28122013 Resumen: Los atentados del 11S han sido el acontecimiento de mayor repercusión mediática de las últimas décadas. El giro de las relaciones internacionales y el creciente belicismo del gobierno de Estados Unidos requirieron de una amplia justificación de la invasión de Afganistán como guerra de civilización y acto de justicia. Los medios de comunicación fabricaron a base de estereotipos la imagen de un “enemigo”, Bin Laden y, por extensión, el mundo islámico. El análisis de la línea discursiva de ABC y de El País nos permitirá reconocer las múltiples aristas del acontecimiento y sus repercusiones. Palabras clave: Terrorismo islámico, ABC, El País, 11S, Georg W. Bush. Abstract: The September 11th terrorist attacks have been the event that has had the greatest resonance in the mass media for the last decades. The international relations shifts and the US Government’s increasing militarism required a vast justification to support the invasion of Afganistan, which was defined as a war of civilization and an

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  • Revista internacional de Historia de la Comunicacin, N2, Vol.1, ao 2014, PP. 126-144 126

    LA DEFINICIN DEL ENEMIGO TRAS EL 11-S. ANLISIS COMPARATIVO DE ABC Y EL PAS. Csar Rina Simn Universidad de Navarra [email protected]

    Recibido: 6-8-2012 Aceptado: 28-12-2013

    Resumen: Los atentados del 11-S han sido el acontecimiento de mayor repercusin meditica de las ltimas dcadas. El giro de las relaciones internacionales y el creciente belicismo del gobierno de Estados Unidos requirieron de una amplia justificacin de la invasin de Afganistn como guerra de civilizacin y acto de justicia. Los medios de comunicacin fabricaron a base de estereotipos la imagen de un enemigo, Bin Laden y, por extensin, el mundo islmico. El anlisis de la lnea discursiva de ABC y de El Pas nos permitir reconocer las mltiples aristas del acontecimiento y sus repercusiones. Palabras clave: Terrorismo islmico, ABC, El Pas, 11-S, Georg W. Bush. Abstract: The September 11th terrorist attacks have been the event that has had the greatest resonance in the mass media for the last decades. The international relations shifts and the US Governments increasing militarism required a vast justification to support the invasion of Afganistan, which was defined as a war of civilization and an

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    act of justice. The mass media stereotyped the image of the enemy, Bin Laden, and the Islamic world. The editorial analysis made by ABC and El Pas will allow us to identify the multiple layers/perspectives of the event. Keywords: Islamic terrorism, ABC, El Pas, 9-11, George W. Bush.

    1 El atentado del 11-S y sus primeras interpretaciones.

    Los infieles yerran, pero a los cristianos les asiste buen derecho.

    La Chanson de Rolland.

    El atentado del 11-S provoc un giro ideolgico y poltico en el horizonte de certezas simblicas con las que los Estados Unidos se presentaban ante el mundo tras la cada del Bloque Sovitico. Lo que podramos denominar civilizacin occidental estados europeos, norteamericanos y otros de cultura anglosajona industrializados y mercantilistas, de tradicin cristiana y con modelos polticos liberales-parlamentarios-, desde entonces, vive en una coyuntura de falta de inseguridad que ha provocado una seria disminucin de las libertades y los derechos cvicos en favor de un estado de emergencia permanente, de multiplicacin de las medidas restrictivas y coercitivas y de cuestionamiento de ciertos principios y derechos jurdicos que se remontan a las culturas polticas de las revoluciones liberales burguesas.

    La obsesin por la seguridad es legitimada, desde sus orgenes, a partir de la concrecin visual y discursiva de un enemigo que quiere acabar con la cultura democrtica y capitalista para imponer una teocracia brbara y atrasada. Sin la construccin de ste enemigo, las medidas de seguridad, la inversin militar o la limitacin de los derechos cvicos no hubieran sido tan bien acogidas por la opinin pblica (Kellner, 2002; Mira Gonzlez, 2008; Reig, 2004). Es por esto que ante los atentados terroristas contra las Torres Gemelas -smbolo econmico de la civilizacin norteamericana- y contra el Pentgono -jefatura poltica y militar de los Estados Unidos- y su respuesta armada, fuera necesaria una construccin ideolgica por parte de los medios de comunicacin y de los poderes poltico-financieros que, en primer lugar, dirigiesen el objetivo de la sociedad ante un enemigo concretizado y responsable, que debera pagar por los atentados. Haba que lanzar al mundo un firme mensaje que afirmaba que las vctimas occidentales seran vengadas (Arundhati, 2002; Auge, 2002; Chomsky, 2001 y 2007; Halpern, 2003; Hobsbawm, 2003, Salazar, 2002, Rosas, 2002).

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    Un nuevo orden mundial se esbozaba a raz de los atentados. El choque de civilizaciones pareca tomar forma y sentido en los ataques mediticos y blicos contra los Estados Unidos. (Huntington, 1996) En este horizonte dicotmico triunf el recurso a la violencia frente al enemigo, dirigindose a los grupos terroristas islmicos y a los pases que les daban acogida. El nuevo orden requera nuevas respuestas militares a realidades difciles de concretar. As mismo, el terrorismo internacional contaba con un entramado annimo y una flexibilidad que exiga una transformacin de los mtodos de hacer la guerra. Sin embargo, los Estados Unidos y sus aliados optaron por la tradicional invasin armada, la cual se acompa de una profunda fabricacin ideolgica maniquea sobre el rgimen talibn de Kabul.

    Los intelectuales occidentales interpretaron los acontecimientos en varias vertientes: entre la actitud blica y vengativa contra un ataque a nuestro sistema de valores y la defensa del dilogo, la reflexin y la lucha diplomtica frente a la diferenciacin civilizacional entre el antiguo mundo colonial y los nuevos colonizadores. (Lpez Roa, 2002) Mario Vargas Llosa se decant por una interpretacin dicotmica entre terrorismo y sociedades libres. Su compromiso sin fisuras era para stas ltimas, sin caer en relativismos lights, aunque tambin alertara de los posibles peligros de la radicalizacin de Israel y del conflicto de Oriente Prximo y la coaccin de las libertades individuales en nombre de la seguridad internacional.

    El siglo XXI ser el de la confrontacin entre el terrorismo de los movimientos fanticos (nacionalistas o religiosos) y las sociedades libres, as como el siglo XX fue el de la guerra a muerte entre estas ltimas y los totalitarismos fascista y comunista. La hecatombe ocurrida en Estados Unidos en la maana del 11 de septiembre demuestra que, aunque pequeas y dispersas, aquellas organizaciones extremistas partidarias de la accin directa y la violencia indiscriminada disponen de un extraordinario poder destructivo y pueden, antes de ser derrotadas, causar estragos vertiginosos a la civilizacin, acaso peores que los de las dos guerras mundiales. (Mario Vargas Llosa, La lucha final, El Pas, 16-09-2001).

    Umberto Eco, por su parte, propuso una firme labor pedaggica para desarrollar entre las futuras generaciones un dilogo intercultural y una reflexin sobre la superioridad moral occidental heredada del colonialismo decimonnico. En este sentido, se preguntaba:

    Creemos que el desarrollo tecnolgico, la expansin de los comercios, la rapidez de los transportes es un valor? Muchos as lo piensan, y tienen derecho a juzgar superior nuestra civilizacin tecnolgica. Pero precisamente en el interior del mundo occidental, estn aquellos que consideran un valor primario una vida en armona con un medio ambiente intacto, y por tanto estn dispuestos a renunciar a aviones, automviles, frigorficos As, pues, para definir una cultura

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    mejor que otra no basta describirla sino que es precisa la referencia a un sistema de valores al que creemos no poder renunciar. Slo entonces podemos decir que nuestra cultura, para nosotros, es mejor. (Umberto Eco, Las guerras santas: pasin y razn, La Repubblica, 5-10-2001).

    En contra de la lnea blica norteamericana se posicionaron escritores y pensadores como Edward W. Said, Susan Sontag, Salman Rushdie o John Le Carr. Coincidan que el 11-S se estaba utilizando como pretexto justificador y legitimador de la guerra y negaban las teoras occidentalistas de Samuel Huntington. Para ello, trataron de diferenciar las corrientes del Islam radical y del moderado, presentando el horizonte musulmn con una complejidad socio-cultural que trascenda con creces al reduccionismo beligerante norteamericano. As lo explicaba Edward Said:

    En realidad, Huntington es un idelogo, una persona que pretende reducir las civilizaciones y las identidades a lo que no son: compartimientos estancos, hermticamente cerrados, purgados de los millares de corrientes y contracorrientes que dan vida a la historia de la humanidad y que, a lo largo de los siglos, han hecho posible que esa historia no est hecha solamente de guerras religiosas y conquistas imperiales, sino tambin de intercambio, de frtil mezcolanza y de intereses compartidos. Esta otra historia, mucho menos visible, se omite para dar campo libre a al afn de destacar una guerra ridculamente comprimida y encorsetada. (Edward W. Said, El choque de ignorancias, El Mundo, 16-10-2001).

    O Susan Sontag,

    La unidad de la retrica moralizante emitida sin lmites por los dirigentes y los medios de comunicacin de Estados Unidos en los ltimos das no es digna de una democracia madura. Las personalidades ms destacadas de Estados Unidos, junto con todos los que tienen pretensiones de serlo, nos han demostrado que su nico deber es el de manipular: el deber de impartir confianza y gestionar el dolor. () La psicoterapia ha reemplazado a la poltica, en este caso a la poltica democrtica, que implica desacuerdos y estimula a la sinceridad. (Susan Sontag, Miremos la realidad de frente, Le Monde, 17-09-2001).

    En clave poltica, Baltasar Garzn o Felipe Gonzlez apostaron por una solucin que pasara por el fomento del protagonismo de la UE y de la justicia internacional frente a las doctrinas ms beligerantes, defendidas por pensadores conservadores espaoles como Csar Alonso de los Ros o Jaime Campmany en las pginas de ABC. (Umberto Eco et. al., 2002) Jos Saramago, en clave tica, enumeraba los problemas que haba provocado la religin a lo largo de la historia:

    Pero no han sido ellos, pobres dioses sin culpa, ha sido el factor Dios, ese que es terriblemente igual en todos los seres humanos donde quiera que estn y sea

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    cual sea religin que profesen, ese que ha intoxicado el pensamiento y abierto las puertas a las intolerancias ms srdidas, ese que no respeta sino aquello en lo que manda creer, el que despus de presumir de haber hecho de la bestia un hombre acab por hacer del hombre una bestia. (Jos Saramago, Matar en nombre de Dios, Clarn, 19-09-2001)

    Como podemos comprobar, los intelectuales se posicionaron rpidamente en causas enfrentadas y los conflictos ideolgicos y terminolgicos se concretaron en los debates reproducidos en torno a la prensa. Adems, los medios de comunicacin tomaron partido del maniquesmo de las autoridades, en diferentes niveles, y, mediante imgenes, editoriales y noticias, manipularon los acontecimientos para convertirlos en marcas justificativas de determinadas ideas polticas. Es por ello que nos hemos acercado a la fabricacin del enemigo tras el 11-S con el fin de tratar de dilucidar las dicotomas en la prensa, las diferencias ideolgicas y la manipulacin informativa, siguiendo una metodologa que se nutre del anlisis a los discursos aplicados a los medios de comunicacin y de las tcnicas de persuasin informativa y propaganda (Domenach, 1986; Pizarroso Quintero 1990 y 2005; Brown, 1995; Reyzbal, 1999).

    Hemos seleccionado para nuestro estudio los editoriales y los artculos de opinin de dos diarios de tendencias ideolgicas aparentemente enfrentadas: ABC y El Pas, con el fin de investigar el grado de construccin y deformacin que ejercieron sobre los acontecimientos durante el mes de septiembre de 2001. A s mismo, hemos comparado el ruido y la redundancia de las noticias, lo que nos ha permitido un acercamiento a la lnea discursiva y estructural de cada peridico (Rodrguez de las Heras, 1983 y 1991; Snchez Gonzlez, 2001; Daz Barrado, 1989 y 1997; Pinilla Garca, 2007 y 2008). ABC, de tradicin centenaria, representante de principios conservadores, catlicos y monrquicos, manifest su apoyo al gobierno de Jos Mara Aznar en aquella coyuntura. Por su parte, El Pas, surgido en la transicin espaola como referente de la izquierda socialdemcrata, apost por una respuesta cercana a la planteada por el principal partido de la oposicin y manifest su cuestionamiento a la actitud beligerante del gobierno de George W. Bush. El abanico cronolgico de nuestro anlisis abarca desde da posterior al atentado -12 de septiembre- hasta el da 30 del mismo mes. Casi veinte das en los que la fabricacin del enemigo se fue coloreando de matices y aspectos comparables que evidenciaron la influencia y construccin de la realidad social de los medios de comunicacin.

    2 Anlisis ideolgico de la prensa

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    Entendemos por ideologa al entramado conceptual que filtra un hecho hasta convertirlo en acontecimiento, es decir, la asimilacin de un hecho transmitido y difundido (Koselleck, 1993 y 2001; Cabrera Acosta, 2001; Chartier, 1996). Ante el atentado del 11-S, lo primero que debemos plantearnos es su repercusin en la trama del sistema poltico. El acontecimiento, por sus mltiples caras y aristas, present una difcil comprensin. Partimos de un ataque a los smbolos del poder americano y, por extensin, al mundo globalizado. La carga simblica del atentado, potenciada por los medios de comunicacin, rompi las certezas absolutas de los norteamericanos sobre su papel en el concierto internacional. De esta manera, se produjo un desajuste entre los elementos autoperpetuadores del sistema y la conciencia social, que rpidamente pretendi articular el Presidente Bush en un discurso dicotmico que confera a los estadounidenses el rol de salvadores de la humanidad occidental. Este desajuste no slo se dio en el marco norteamericano. Sus aliados occidentales fueron, indirectamente, vctimas y aliadas de una guerra contra los valores encarnados en el liberalismo, el capitalismo y la democracia laica. Los terroristas conocan el estado de seguridad de la sociedad occidental y el trauma que podran causar unos ataques en propio terreno americano, lo que los medios de comunicacin favorables a la venganza rpidamente interpretaron como un nuevo Perl Harbor.

    Para entrar en materia comparativa entre ABC y El Pas es necesario establecer tres niveles de anlisis que constituyen una totalidad discursiva. Para que el hecho se convierta en acontecimiento tiene que atravesar un proceso de denotacin (explicacin del significado en el cuerpo de noticias), valoracin (representacin en los titulares de la escala de importancia del acontecimiento) y argumentacin (desarrollo en los artculos de opinin y editoriales del entramado ideolgico). En este artculo, hemos considerado oportuno circunscribirnos al plano argumentativo, es decir, a los editoriales afirmacin aparentemente asptica y general que delimita el posicionamiento oficial del diario- y a los artculos de opinin que refuerzan, complementan o contradicen los editoriales-. El proceso valorativo y denotativo de construccin del enemigo, manifestado a partir de titulares, patrones, fotografas y vocabulario, requerira otra monografa.

    2.1 Editoriales

    Las primeras respuestas a los ataques expresaban odio, condolencias y dolor. Tanto para El Pas como para el ABC, estamos ante un ataque a nuestra civilizacin. No se observa contencin en los editoriales. Los medios participaron de la rabia colectiva con opiniones de contenido belicista. Pese a aparente homogeneidad, ABC muestra una tendencia ms radical y reitera con ms fuerza la idea de que ha sido una declaracin

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    de guerra. En el editorial del da 12, el peridico dirigido entonces por Jos Antonio Zarzalejos, interpretaba el atentado como una demostracin blica contra nuestro centro ideolgico y cultural, asimilando lo sucedido con Perl Harbor. Esta comparacin, qu duda cabe, le llevaba a defender una respuesta armada de EE.UU., como sucedi en la II Guerra Mundial. Si continuamos con la lnea argumental seguida por ABC, los terroristas islmicos se asemejaran a los totalitarismos fascistas, en definitiva, a unas fuerzas del mal que trataran de eliminar nuestros estados libres y democrticos. En este sentido, la respuesta debera ser contundente para acabar con la vulnerabilidad que presentan nuestros sistemas. Ha llegado el momento de que el mundo nos defendamos para que la democracia no sea la pesadilla de una larga postguerra declarada por el terrorismo (Guerra terrorista, ABC, 12-09-2001).

    El Pas, aunque limitado al da 12, presenta unas lneas argumentativas similares a su homlogo conservador. El atentado supondra un ataque a nuestra civilizacin, es decir, la aceptacin de la existencia de un choque de civilizaciones. El editorial lleva el nombre de Golpe a nuestra civilizacin, lo que se puede entender desde una perspectiva connotativa como una cierta aceptacin de los presagios de Huntington. Las diferencias surgen cuando El Pas llama a la calma, ya que no pueden pagar justos por pecadores. Si la comparacin con Perl Harbor era recurrente, se utiliz para constatar la fragilidad del imperio. Tambin extrajo conclusiones contrarias a la poltica de Bush y su proyecto de escudo antimisiles (Golpe a nuestra civilizacin, El Pas, 12-09-2001).

    Los das siguientes, los medios trataron de interpretar los atentados con ms calma y cautela. El Pas dio un giro drstico el da 13, centrando su lnea editorial en las represalias de Bush antes que en la fabricacin de un enemigo, que consideraban ms que difuso. El discurso en torno a Perl Harbor, y la necesaria respuesta de nuestra civilizacin, se mantuvo presente, pero los matices dirigan la accin principal del problema al presidente norteamericano. Ya que el enemigo era difcil de delimitar, el peridico se opona a una guerra poco preparada y mostraba su crtica ante los plenos poderes que estaba recibiendo Bush del Congreso norteamericano y las declaraciones blico-patriticas del presidente. En ltimo trmino, la solucin pasaba por la mejora de los servicios secretos, ltimos responsables de la inoperancia norteamericana ante los atentados.

    Sin embargo, ABC mantuvo la lnea belicista un da ms, hasta que el Rey pronunci un discurso llamando a la calma y a la unidad de los demcratas el da 14. La conmocin y la rabia marcan la lnea argumental del peridico. Occidente, en clave de superioridad, abander desde la Ilustracin un proceso de libertades marcado por la idea de progreso. Ese mundo haba sido atacado y la guerra se haca inevitable: nuestra civilizacin est siendo atacada por el terror, que quiere destruirla e imponernos un rgimen medieval (Las democracias contra el terror, ABC, 13-09-2001). La

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    dicotoma entre buenos demcratas contra malos medievales fabric una imagen tpica del enemigo de la civilizacin occidental. Y, continuando con la simplificacin maniquea, el diario comenz a relacionar la actividad de los grupos terroristas islamistas y etarras, aspecto en el que El Pas no se pronunci, producindose de esta manera un ruido meditico absoluto. As, el ABC encontr un medio para desprestigiar las acciones terroristas creando un frente global reduccionista.

    Tras el discurso moderado del Rey, ABC, el da 14, titul su editorial: Giro informativo, en una abierta declaracin de intenciones. Pasaron a destacar conceptos como serenidad y tranquilidad, alentando a la prudencia al resto de medios. Del mensaje belicista defensivo el peridico mut hacia el rearme moral de justicia. Este lenguaje sosegado se mantuvo durante todo el mes en relacin a las repercusiones militares de los atentados, aunque mostraran su apoyo a todas las acciones antiterroristas.

    En cambio, El Pas manifest progresivamente un alejamiento insalvable hacia la respuesta militar de George W. Bush, presentado como un lder exaltado escasamente preparado para un conflicto irracional contra un poder que requera de ms inteligencia y menos fuerza. El editorial del da 16 refleja la posicin del peridico: Bush ha declarado la guerra -es el agente activo-, calificada como arrolladora. El artculo destaca la incertidumbre y desconfianza hacia Bush. (Una lucha tenaz, El Pas, 16-09-2001) Sin duda, el futuro poltico y la estabilidad del orden mundial, al contrario que ABC, superaron en relevancia meditica a los propios atentados terroristas. Ms concretamente, el da 17, el editorial denunciaba cmo se estaba utilizando implcitamente la figura de Bin Laden para justificar la cuestionada invasin de Afganistn (Marn Murillo et al., 2004).

    Hay que constatar que la lnea editorial de ABC incide en menor medida en las repercusiones mundiales de los ataques a EE.UU. El editorial del da 16, El terror religioso, resulta til como sntesis de su posicionamiento: se trata de equiparar todos los terrorismos mundiales, tanto nacionalistas como religiosos, sin olvidar de completar la triada del mal con el antiguo apoyo del comunismo a los pases rabes y las revoluciones sociales como la de Jomeini en Irn.

    El da 18 de septiembre, los peridicos dejaron en un segundo plano la informacin del conflicto para centrarse en las posibles repercusiones burstiles. La prioridad era salvar el sistema capitalista ante la reapertura de la bolsa de Wall Street. Una vez conseguido, el objetivo se centrara definitivamente en Afganistn, utilizando como cabeza de turco a Bin Laden y justificando el ataque contra un poder teocrtico cuya nica va de escape pasaba por la entrega del terrorista saud.

    El debate argumentativo gir, en la segunda mitad del mes de septiembre, en torno al rgimen talibn. El enemigo estaba creado y el terror imaginario se mantuvo hasta que

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    la guerra inevitable estall. La propaganda, en ltimo trmino, adquiere mayor repercusin si se concentra en un solo objetivo (regla del nico enemigo): hay que localizar un enemigo una persona, un grupo, un pas- y contra l concentrar todos los argumentos. Del mismo modo, la exaltacin debe concentrarse en una persona o en un grupo. (Pizarroso Quintero, 1990: 35).

    En trminos generales, El Pas se sum, en apoyo al lder de la oposicin y Secretario General del PSOE, Jos Luis Rodrguez Zapatero, a las decisiones internacionales de la OTAN y la ONU contra el rgimen de Kabul y su necesaria fabricacin simblica -el editorial del da 27 estaba escrito en clave militarista, llamando a la unidad internacional ante una larga campaa-. En ese mismo editorial, se defenda el respeto de los derechos humanos ante cualquier tipo de accin y se adverta sobre los peligros que la psicosis y el exceso de seguridad podran mermar nuestros derechos individuales.

    Por su parte, ABC, ante el estallido del caso Gescartera de corrupcin econmica en crculos prximos al gobierno de Aznar, trat de centrar la atencin en Afganistn y fabricar la imagen de un enemigo ms preocupante. Bush, desde el da 19, apunt directamente al rgimen de Kabul. Las pginas de ABC se volcaron en la justificacin del ataque norteamericano como acto de legtima defensa. Los editoriales llamaron a la unidad de Espaa y a su colaboracin internacional ante el estallido inminente de una nueva guerra que, comenzando por los terroristas, podra prolongarse y extenderse. Tambin se sealaba al papel de Pakistn, como en el caso del editorial del da 20 Pakistn en la encrucijada. El medio conservador participaba de la proclama de Bush o con nosotros o contra nosotros y trat de condicionar la neutralidad a pases al borde de un conflicto civil. El mensaje de ABC era claro: Kabul juega con fuego (ABC, 21-09-2001). El sujeto de la accin siempre fue el terrorismo, el actor, Afganistn. Bush se limitaba a responder los embistes. Por el contrario, los talibanes protegan a Bin Laden y colaboraban con redes terroristas, lo que justificaba un ataque de EE.UU. Se desarroll una profunda estigmatizacin del rgimen afgano en relacin a sus pautas religiosas o econmicas. Occidente no puede demostrar debilidad intelectual de sus dirigentes ante tal ataque de sentido comn (Kabul juega con fuego, ABC, 21-09-2001). El carcter catlico del diario hace tambin necesaria una justificacin moral de la guerra, que girar en torno a los conceptos de superioridad ideolgica y necesidad moral de defenderse de los ataques terroristas y de redencin de los civiles oprimidos bajo el rgimen talibn (Moral y defensa propia, ABC, 25-09-2001).

    Pero el da 26, tras el intento de Bush de acercarse al mundo islmico moderado y la aceptacin del gobierno Aznar de esta misin, se produjo un nuevo giro editorial. Para que el mundo civilizado venciera en la guerra contra el terrorismo, deba apoyarse en

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    sus aliados musulmanes. La guerra, por lo tanto, ya no era estrictamente de civilizaciones, sino contra el terrorismo global. El giro es sustancial, en tanto que los musulmanes moderados se convirtieron en aliados contra el terror, entrando as en el selecto universo ideolgico de los nuestros. Esta lnea editorial continu hasta los das finales de septiembre.

    2.2 Artculos de opinin

    El apartado anterior, correspondiente a las lneas editoriales, nos ha permitido un acercamiento a la ideologa oficial de los medios, que siempre ocultar bajo su moderantismo unas fuertes tensiones ideolgicas, muy visibles en los artculos de opinin. A continuacin, a travs de columnistas habituales e invitados, vamos a reconstruir la ideologa que se desprende de los diarios y el ruido interno generado entre sus colaboradores. El amplio grado de disparidad interna dentro de cada peridico evidencia una mayor heterogeneidad ideolgica.

    En ABC destacamos tres grupos de anlisis de lo sucedido. En primer trmino, encontramos a los columnitas diarios Csar Alonso de los Ros, Jaime Campmany y Juan Manuel de Prada -siempre en pgina impar-, que destacaron por sus interpretaciones belicistas, fatalistas y su justificacin de una guerra de civilizaciones. As mismo, en el medio aparece un heterogneo sector que participa de los giros editoriales previamente analizados en ABC. Y, en ltimo trmino, slo encontramos un articulista que en cierta medida cuestione la salida blica del conflicto: Daro Valcrcel. Los colaboradores de este diario son, en su mayora, habituales y nacionales.

    Por su parte, El Pas cuenta con una mayor homogeneidad argumentativa y con un elenco de columnistas internacionales de amplio reconocimiento en el estudio de los conflictos Oriente-Occidente. La voz disonante parte del espacio dominical de Mario Vargas Llosa, que s estimaba oportuna una lucha mundial prodemocrtica contra el terrorismo.

    La rabia de los atentados marc, al menos los primeros das, las opiniones en ABC. Hay una aceptacin de encontrarse en un choque de civilizaciones, en un nuevo Perl Harbor. Los atentados haban supuesto una declaracin de guerra y EE.UU. era slo un elemento pasivo de la guerra. La dicotoma entre fuerzas del mal y estado democrtico fueron constantes y, en ltimo trmino, legitimaron la guerra. Esta lnea fue recurrente para Csar Alonso de los Ros y Jaime Campmany. La solucin pasaba por apoyar cualquier tipo de accin contra el terrorismo. La justificacin de la guerra de Afganistn, a partir del da 19, fue evidente en estos dos periodistas compaeros de pgina-. Enfatizaron en la relacin de los atentados con la declaracin de guerra

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    contra los valores democrticos y los peligros de una teocracia antiilustrada. Juan Manuel de Prada, en el mismo sentido, defenda la superioridad de la civilizacin occidental. Es una hipocresa hablar de multiculturalismo. No existe terrorismo sin un apoyo popular que suministre coartadas y contingentes humanos (Juan Manuel de Prada, Civilizacin, ABC, 28-09-2001).

    Esta terna de articulistas fueron los primeros en articular un discurso comparativo que una fundamentalismo islmico con el ataque de Perl Harbor y el comunismo. Se trataba de un eje del mal que se opona a la moderacin y temple demostrado por Bush, segn Campmany (Jaime Campmany, Los enemigos, ABC, 14-09-2001). Desde las mezquitas, como se apuntaba en La tercera del da 20 (Olegario Gonzlez Cardenal, ABC, 20-09-2001), proliferaban los gritos contra EE.UU. La religin islmica se estaba uniendo, en definitiva, en contra de nuestros valores. Pero a la hora de demonizar al enemigo, destac Csar Alonso de los Ros. Consideraba que los islamistas siempre haban predicado la guerra santa y que nuestro nico destino era vencer el fanatismo, nico peligro de la Humanidad ilustrada. Comparaba el caso con la buena fama de la que goz el comunismo al tiempo que se conocan sus atrocidades (Csar Alonso de los Ros, El Islam realmente existente, ABC, 21-09-2001).

    La Tercera permiti completar la lnea editorial de ABC. El da 13, Venancio Pends titulaba este espacio Lecciones para ganar una guerra. Parta de la inevitabilidad del conflicto, en tanto que los atentados haban sido una declaracin de guerra en toda regla. Occidente ha sido humillado y tocado en su fondo. La diferenciacin cultural de Occidente, partiendo del movimiento Ilustrado, ha culminado en unos derechos y libertades que deban hacerse universales. La fuerza y la razn estn de nuestra parte (Venancio Pends, Lecciones para ganar una guerra, ABC, 13-09-2001).

    Una vez espoleado el acontecimiento blico, se trat de determinar los rasgos del enemigo. Daro Valcrcel inclua abiertamente a ETA en su anlisis (Wall Trade Center y terrorismo de ETA, ABC, 13-09-2001). Era fundamental la utilizacin del atentado contra los smbolos norteamericanos para articular un discurso que equiparase el terrorismo islamista con el etarra. De esta lnea particip el historiador hispanista Geoffrey Parker (Reflexiones sobre la I Guerra mundial del siglo XXI, ABC, 16-09-2001).

    El problema alcanzara los rganos internos de nuestra civilizacin si las libertades no saban reaccionar y cortar de raz los grupos terroristas que surgan de su seno para acabar con el sistema (Ramn Pi, El Cncer de las libertades, ABC, 13-09-2001). La permisividad o la buena fama en torno a grupos como ETA requera de un replanteamiento de los peligros del terrorismo. Los valores occidentales precisaban ser modificados para que no surgieran grupos que dinamitaran el Estado desde dentro (Ignacio Snchez Cmara, Comienza el siglo XXI, ABC, 15-09-2001).

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    La guerra inevitable slo fue cuestionada en las pginas de ABC por Daro Valcrcel, que en lnea con la peticin de moderantismo por parte del Rey, consideraba que la ley del talin es hoy impracticable (Una respuesta a los suicidas, ABC, 14-09-2001). Haba que recurrir a la diplomacia para lograr una victoria en los despachos que demostrara verdaderamente la superioridad moral de Occidente. La firmeza no garantizaba la victoria en un mundo globalizado. En esta lnea, La tercera del da 15 recogi la opinin del exsecretario de Estado de la Casa Blanca Henry Kissinger, donde reiteraba el llamamiento a la calma y apostaba por una respuesta meditada, que permitiera alcanzar la victoria sin caer en un peligroso ajuste de cuentas (La Victoria sobre el terror exige una nueva poltica, ABC, 15-09-2001).

    EE.UU. recibi un tratamiento de agente pasivo, atacado y humillado, que deba liderar la lucha justa contra el terrorismo. Julin Maras esgrimi una ardua defensa moral de la nacin que acab con todos los males de la contemporaneidad, como fueron el nazismo y el comunismo. De esta manera, se produca un reiterativo rbol genealgico de los males endmicos que se remontaban desde Hitler hasta el actual fundamentalismo islmico.

    Una vez articulado el enemigo en torno a los talibanes afganos, slo quedaba justificar la invasin norteamericana. Se demoniz el rgimen de Kabul por su fanatismo religioso y la pobreza y falta de libertades en el que vivan sometidos sus sbditos. EE.UU. no deba esperar a ser atacado nuevamente, como apuntaba Ignacio Snchez Cmara (Legtima defensa, ABC, 22-09-2001). Se sucedieron las crticas hacia los organismos internacionales por su pasividad y se espole una actuacin individual de Bush. Adems, Alonso de los Ros y Jaime Campmany consideraron el da 23 que la izquierda jugaba con una doble moral muy peligrosa en momentos de guerra (Csar Alonso de los Ros, La guerra y la izquierda espaola, ABC, 23-09-2001 y Jaime Campmany, La desconfianza, ABC, 23-09-2001). Uno de los enemigos, por lo tanto, no se localizaba en Oriente, sino en las democracias occidentales.

    Cmo se poda justificar la guerra? En los atentados y, como teln de fondo, las atrocidades orientales que Occidente debe detener. Quedaba as articulado el binomio irracionales-violentos frente a demcratas-ilustrados. La justificacin religiosa jug un importante papel a la hora de espolear un conflicto dentro un diario de tradicin catlica. El Arzobispo de Mrida-Badajoz afirmaba en La Tercera el da 24: La justicia lleva consigo la vindicacin de las vctimas inocentes, el castigo de los culpables, la reimplantacin del Derecho y el escarmiento para otros criminales. Los trminos del castigo giraban en torno al merecimiento y a la inevitabilidad. Dios, de esta manera, estaba de lado de EE. UU. El mensaje pacifista no tena cabida ante un ataque terrorista tan injusto. En la lnea argumental de El Pas, estas referencias belicistas no aparecen, generando gran ruido informativo. Frente a las posturas

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    legitimistas del portavoz de El Vaticano, Navarro Valls, priman en El Pas las reflexiones moderadas y pacifistas de Juan Pablo II.

    En definitiva, en apenas dos semanas, ABC haba articulado un discurso ideolgico convincente. Su extraordinaria crueldad (del terrorismo islmico), sin la negacin de cualquier principio comn de humanidad y sin el rechazo de cualquier idea de transaccin con lo que se considera anti-musulmn desde la perspectiva del integrismo ms fantico. Esas son las races polticas y religiosas del terrorismo islmico (Luis M. Linde, Tiempos ms difciles, ABC, 28-09-2001).

    El Pas presenta un discurso ideolgico bien diferenciado, aunque siempre partiendo de la base de la pertenencia de ambos a un cdigo liberal-demcrata y eurocntrico. Los articulistas de este diario no apoyaron la intervencin armada de Bush, por lo que no encontramos ninguna justificacin de la violencia, a excepcin de la mencionada postura de Mario Vargas Llosa. As mismo, defendieron el moderantismo del Islam y la doble moral que aplicaba EE. UU. en su poltica internacional.

    La primera respuesta del peridico fue belicista, motivada sin duda por la consternacin inmediata a los atentados. Pese a ello, se hace un llamamiento general a la calma. El director, Juan Luis Cebran, partiendo de la declaracin de guerra, abogaba por reformar la inteligencia y acabar con los apoyos polticos y financieros de los terroristas. Apuntaba la piedra clave del discurso argumental de El Pas en torno a los orgenes de la violencia: es un terrorismo de los desheredados, de los que no temen nada porque no tienen nada que perder (La poltica del odio, El Pas, 12-09-2001). De esta manera, los terroristas actuaban condicionados por la situacin injusta que les ha provocado el imperialismo americano. La va de escape pasaba por cortar de raz las injusticias y las macrodiferencias. La solidaridad se convirti en la respuesta ms apropiada para el peridico. Los llamamientos a la guerra fueron interpretados por los articulistas como un smbolo ms del belicismo norteamericano. Felipe Gonzlez expuso unas lneas argumentales en defensa de la paz: un rotundo no a la guerra y la negativa al aprovechamiento del rdito poltico de los atentados (La globalizacin del terror, El Pas, 15-09-2001). Otra posible solucin pasaba por apoyar poltica y moralmente a los regmenes islmicos moderados, para crear as una conciencia de paz y respeto entre Oriente y Occidente. El peso de la irresponsabilidad cay sobre el presidente Bush, un gran loco que pretenda convertir la poltica internacional en una inmensa yihad. (Thomas Friedman, En la guerra civil del Islam, reforcemos a los buenos, El Pas, 20-09-2001).

    El moderantismo del diario es palpable desde los primeros das. Enrique Gil Calvo, por ejemplo, adems de reconocer el choque de culturas que sumir presumiblemente al siglo XXI en una guerra continua entre civilizaciones, trat de ponerse en la piel del enemigo, haciendo hincapi en que las tcnicas terroristas fueron inventadas por los guerrilleros espaoles y que -estamos ante otra de las claves segn El Pas del

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    conflicto- EE.UU. e Israel haban incumplido tratados internacionales (Hacia el choque de culturas, El Pas, 13-09-2001).

    El atentado fue explicado como un problema entre centro-periferia, opresores-oprimidos. Supona una continuidad histrica que no responda estrictamente a la incivilidad de los musulmanes, sino ms bien a un compendio de relaciones de poder polticas, econmicas y religiosas (Alain Touraine, La hegemona de EEUU y la Guerra islamista, El Pas, 14-09-2001). De ello se extrae que la respuesta americana no poda generar ms odio ni ms guerra. Los atentados, en su esencia, ms que una declaracin de guerra, presentaron un espectculo meditico cuyo objetivo era medrar la seguridad occidental y generar odio a partir de la humillacin y el terror.

    Si hay un denominador comn en la opinin de El Pas es la crtica reiterativa que efectan la mayora de los articulistas al choque de civilizaciones de Huntington (Shlomo Avineri, Ninguna guerra de civilizaciones, El Pas, 21-09-2001). La argumentacin reiterativa asent la idea de que el acto terrorista no respondi a problemas culturales, sino a injusticias sociales. Adems, el choque de civilizaciones es una idea macabra de los que creen que son el centro del mundo. La solucin para Manuel Castells pasaba por superar la exclusin social y la opresin de las identidades ejercida por el poder central imperial norteamericano (La guerra en red, El Pas, 19-09-2001).

    Una de las corrientes visibles fue la de crear una opinin positiva favorable al Islam moderado y separar terrorismo de religin. Menom Yaqub el da 15 public un alegato en contra de la demonizacin del Islam. Senta temor porque la irracionalidad terrorista haba despertado brotes racistas en EE.UU., las cuales estaban provocando el mismo horror que los fundamentalistas. Por lo tanto, la respuesta no poda pasar por una accin unilateral armada. El primer condicionante era tico: es justo lanzar bombas contra inocentes en Afganistn? (Yaqub Menom, Yo no soy el enemigo, El Pas, 15-09-2001).

    La oposicin a la guerra se articul en la imposibilidad de fijar las lneas de actuacin ante un enemigo tan voltil. Las tcnicas de guerra deban centrar sus esfuerzos en los servicios de inteligencia, en detrimento del ejrcito tradicional, que tena poco sentido en guerras que no se desarrollaban entre fronteras ni naciones determinadas. Adems, la invasin podra radicalizar las posturas en los conflictos en Oriente Medio. Los buques de guerra estimularn el integrismo saud (Anthony Simpson, La represalia militar sigue el juego de Bin Laden, El Pas, 30-09-2001).

    Los artculos de opinin de El Pas contaban con una informacin ms detallada del conflicto y con un anlisis ms crtico, en buena medida provocado por la heterogeneidad internacional de sus especialistas. Esta informacin permita una mejor conduccin ideolgica del lector. Encontramos un ejemplo en las explicaciones

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    de Antonio Elorza: La imagen tpica de Osama Bien Laden es la de una versin islmica del malvado en las pelculas de 007, solo que en esto caso motivado por los despropsitos de la poltica de EE.UU. (La encrucijada de Al, El Pas, 19-09-2001).

    Pilles Koper rompi los esquemas al recurrir a la historia reciente de Afganistn para explicar el atentado. El autor record la ayuda prestada de EE.UU. a los rebeldes afganos contra la URSS y cmo las armas norteamericanas permitieron rearmar la yihad. El artculo era clarividente, al recordar la imagen idlica y de libertad que se fabric en torno a los yihadistas-talibanes contra el comunismo. Y, adems, si EE.UU. apoy la autonoma de Afganistn frente a la ocupacin imperial rusa, debera quizs retirar sus tropas de Arabia, argumentaba Koper. A estos trucos ideolgicos, se aadan intereses econmicos, como un gran proyecto de gaseoducto norteamericano que cruzaba Afganistn (Pilles Koper, La trampa de la yihad islmica, El Pas, 18-09-2001). Nuevamente, el ruido con ABC es total.

    A partir del da 20, la fijacin por parte de la administracin Bush del objetivo en Afganistn provoc la reaccin ideolgica en contra de la inevitabilidad del conflicto. Si ABC estableca una continua comparacin de los terroristas con el nazismo y el comunismo, El Pas recurri a interpretar la guerra como una reedicin de la derrota en Vietnam (Ali Tariqu, Hace falta una solucin poltica, no militar, El Pas, 20-09-2001). La argumentacin principal giraba en torno a la doble moral de Occidente, que slo intervena en los conflictos que le interesaban econmica o estratgicamente. En definitiva, era un poder hipcrita, en tanto que lanzaba bombas atmicas contra civiles y no permita la posesin de las mismas.

    Jeremy Rifkin constataba el peligro de la guerra de Afganistn en clave de prdida de la inocencia: si nos comportamos como los verdugos en nombre la libertad, perderemos la legitimidad ideolgica (La guerra que hay detrs de la guerra, El Pas, 22-09-2001). El problema no era histrico. Tena como elemento propiciador las diferencias estructurales de la globalizacin y, resultaba comprensible, que lo que denominamos tercer mundo reaccionara ante el proceso homogeneizador. Para acabar con el terrorismo haba antes que eliminar las injusticias. En similares trminos se expresaba Carlos Fuentes. Haca hincapi en el final de las certezas absolutas y en la errnea creencia en las definitivas ideas liberales-globalizadoras de EE.UU: los atentados nos han mostrado los fracasos de nuestro sistema en materia de Justicia y Derechos Humanos (Nueva realidad, nueva legalidad, El Pas, 23-09-2001).

    Los artculos de opinin del peridico, ante la inevitabilidad aparente del conflicto, insistan en la complejidad e indefinicin del enemigo (Andrs Ortega, Casi todos, contra quin?, El Pas, 24-09-2001). La redundancia en la solucin pacfica y moderada es completa. Samy Nair resuma esta idea en actuar sobre las causas profundas del drama, postura abiertamente enfrentada a los planteamientos de ABC, que abogaban por una respuesta armada ante lo que entendan como una declaracin

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    de guerra a nuestro sistema de valores (Actuar sobre las causas profundas del drama, El Pas, 26-09-2001). La crtica de El Pas al gobierno de EE.UU. alcanz su mxima expresin el da 28 de septiembre, en un artculo de Rossana Rossanda titulado Notas de una antiamericana. Calificaba a Bush de chantajista y acusaba a EE.UU. de ser el nico motor de esta nueva guerra. Criticaba as la manipulacin informativa y la doble moral occidental a la hora de enfrentarse a la catstrofe: morirn inocentes por culpa del loco de Bush (El Pas, 28-09-2001).

    En esta lnea, hay que establecer una diferenciacin clara entre ABC y El Pas a la hora de interpretar la censura meditica. ABC trat de entender el control informativo en clave de necesidades de guerra, de tiempo de unidad bajo un mismo discurso que permitiera la victoria de nuestro sistema de valores. En cambio, los articulistas de El Pas, criticaron la homogeneizacin informativa y las serias limitaciones que se estaban imponiendo a los periodistas.

    La nica voz discrepante con esta lnea argumentativa fue la de Mario Vargas Llosa en su columna dominical. El domingo 16, en un tono radical de horror hacia los atentados, firm La lucha final. La solucin del mundo pasaba por quitar -si era necesario por la fuerza- los gobiernos sdicos, sanguinarios y dictatoriales de Afganistn, Irak, Libia y otros. Deba triunfar la democracia, aunque fuera exportada desde Occidente por la fuerza. El escritor peruano fue el nico que recurri en El Pas al argumento de la inhumana situacin de la mujer afgana, sometida a un poder teocrtico y machista. EE.UU., como lder del sistema que nos aglutinaba, tena que liderar una lucha final contra las dictaduras (El Pas, 16-09-2001). El domingo 30, en un tono ms reflexivo, escribi Las rplicas del 11-S. Acusaba a otros grupos terroristas y a estados dictatoriales de condenar un atentado del que haban participado indirectamente, pero abra una interesante reflexin en contra del exceso de seguridad que podra limitar el bienestar y la libertad (El Pas, 30-09-2001).

    3 Conclusiones

    A lo largo de las pginas precedentes hemos pretendido analizar el proceso de construccin del enemigo complejo y contradictorio- en la prensa espaola a raz del acontecimiento de mayor cobertura meditica del siglo XXI. Este enemigo presenta mltiples aristas y una abierta diferenciacin entre la opinin del diario ABC y de El Pas. Sin embargo, los mtodos por los cuales la prensa convierte los hechos en acontecimientos presentan profundas similitudes, desde la adjetivacin visual a la

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    asimilacin connotativa del sujeto de la accin en el que recae el constructor dicotmico.

    A grandes rasgos, los editoriales y artculos de opinin del diario ABC mostraron un abierto apoyo a las medidas beligerantes del presidente Georges W. Bush, as como aceptaron los planteamientos apologticos de Samuel Huntington planteados en su obra sobre el choque de civilizaciones. Observamos as mismo una tendencia a recurrir a patrones de valoracin eurocntricos y al recurso retrico a la idea de civilizacin. En cambio, la informacin de El Pas es reconducida ideolgicamente hacia el pacifismo, la crtica a la direccin de las relaciones internacionales del gobierno norteamericano y la defensa conceptual del mundo islmico como heterogneo y principalmente moderado. Sin embargo, los editoriales no dudaron en mostrar su incondicional apoyo a aquellas medidas tomadas por consenso en los organismos supranacionales. En ambos medios, los artculos de opinin complementan, radicalizan y, en el menor de los casos, contradicen, las ideas vertidas por la direccin en los editoriales.

    En definitiva, tras el 11-S irrumpi un nuevo enemigo internacional el terrorismo musulmn individualizado en la figura de Bin Laden- con la capacidad de representar la urea de barbarie que en las dcadas precedentes haba recado en el modelo sovitico como medio de legitimacin de las doctrinas neoliberales. As mismo, en determinados medios se construy una imagen dicotmica en la figura de George W. Bush. Esta construccin del enemigo, sin embargo, dist mucho de seguir un camino lineal orquestado por los medios de informacin. Ms bien, como podemos comprobar en otros procesos anlogos de construccin, sta se alcanz a partir del consenso y del disenso entre mltiples discursos, conceptos y significados, complementarios e incluso contradictorios, nunca unvocos. En nuestro estudio, al centrarnos en los veinte das que siguieron al atentado, no hemos podido rastrear el eje diacrnico de la fabricacin del enemigo. Nuestro objetivo, en cambio, era ms bien limitado: acercarnos a las primeras definiciones de ese enemigo, a los primeros acercamientos conceptuales e ideolgicos en las pginas de ABC y El Pas, elementos que posteriormente se canalizaran en ideas o conceptos socialmente aceptados.

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