72075443 Amelia Valcarcel La Memoria Colectiva y Los Retos Del Feminismo

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    Amelia ValcrcelAmelia Valcrcel

    La memoria colectiva

    y los retos delfeminismo

    Unidad Mujer y Desarrollo

    Santiago de Chile,

    marzo de 2001

    1

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    Este documento fue preparado por Amelia Valcrcel para la

    Unidad Mujer y Desarrollo de la CEPAL para ser

    presentado en la VIII Conferencia Regional sobre la Mujer

    de Amrica Latina y el Caribe, realizada en Lima, Per los

    das 8 al 10 de febrero de 2000.

    Las opiniones expresadas en este documento, que no ha sido

    sometido a revisin editorial, son de exclusiva

    responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de la

    Organizacin.

    Publicacin de las Naciones Unidas LC/L.1507-P ISBN: 92-

    1-321809-5

    Copyright Naciones Unidas, marzo de 2001. Todos los

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    Naciones Unidas, Santiago de Chile

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    I N D I C E

    Resumen 4

    I. La primera ola 5

    l feminismo ilustrado 6

    II. La segunda ola: el feminismo liberal sufragista 21

    La misoginia romntica 22

    La declaracin de Seneca Falls 27

    Mstica de la feminidad 36

    III. La tercera ola: El feminismo sesentaiochista 41

    La mstica de la feminidad de Friedan 41

    IV. El presente y los retos del futuro 48

    Los retos del dos mil 51El Segundo Iluminar:

    La ginofobia del mercado y su desactivacin 58

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    RESUMEN

    El texto que presentamos pertenece a la filsofa AmeliaValcrcel y fue presentado en el panel sobre Equidad yDerechos Humanos que se realiz en el marco de la VIIIConferencia Regional sobre la Mujer de Amrica Latina y elCaribe en Lima, Per los das 8 al 10 de febrero de 2000.

    La memoria colectiva y los retos del feminismo recorren eltrayecto histrico de este pensamiento como filosofa poltica,desde la Ilustracin hasta nuestros das. Aborda temas clsicosrelativos a la igualdad, revisando crticamente las fuentesdonde se originan muchos de los debates actuales entrehombres y mujeres.

    El proceso a travs del cual el feminismo de la Ilustracin,logra formular en clave poltica sus demandas, su relacin conla construccin de la democracia y las condiciones bajo lascuales fue posible realizar cambios legislativos y educativos, lasegunda ola caracterizada por el sufraguismo de los tiempos dela guerra mundial, la tercera ola de los sesenta y los retos deldos mil, se presentan en un texto breve y riguroso.

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    I. LAPRIMERAOLA

    Subrayar este origen ilustrado del feminismo pienso queconsigue distinguir lo que es literatura poltica feminista de unaserie de pensamientos, tambin polmicos, que se producenrecurrentemente en la tradicin europea desde el siglo XIII. Enlos albores de la Baja Edad Media y en el entorno delnacimiento y expansin del gtico ciudadano y las formascivilizatorias bajomedievales, nacen toda una serie de nuevosmodos e ideas que suelen resumirse bajo el nombre de AmorCorts. En tal entorno surge una literatura peculiar que llamar" discurso de la excelencia de las nobles mujeres" que tienensus cultivadoras y cultivadores as como usos socialesinequvocos. Sirve para proporcionar modelos de autoestima yconducta a las mujeres de las castas nobles. Glosa a reinas,heronas, santas y grandes damas del pasado y, a su travs,ofrece modelos de feminidad que contribuyan a la creacin decortesa en el grupo de poder. Este discurso de la excelencia nose produce sin disenso: tiene como paralelo continuado unaliteratura misgina, por lo comn clerical pero tambin laica,que, a su vez, viene de remotos orgenes. Ambos, el discursode la excelencia y el misgino, compiten hasta el Barroco enforma casi ritualizada. Uno exalta las virtudes y cualidadesfemeninas y da de ellas ejemplos. Otro se ensaa en los defec-tos y estupidez pretendidamente ingnitos del sexo femeninocon una plantilla de origen que habra de remitirse a los Padresde la Iglesia o incluso a Aristteles. Filginos y misginos re-piten los mismos ejemplos y argumentos sin jams llegar aacuerdo, -ni quiz pretenderlo- en una disputa tan ritualizada

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    como la de Don Carnal y Doa cuaresma. Unos y otros noponen tampoco en duda el marco comn: que las mujeres hande estar bajo la autoridad masculina, sino que discrepen en lo

    que toca al respeto que haya de acordrseles.

    El feminismo ilustrado.

    El feminismo se diferencia de esta tpica discursiva de formaradical. Es un pensamiento poltico tpicamente ilustrado: En el

    contexto de desarrollo de la filosofa poltica moderna, elfeminismo surge como la ms grande y profunda correccin alprimitivo democratismo. No es un discurso de la excelencia,sino un discurso de la igualdad que articula la polmica entorno a esta categora poltica. El feminismo tiene su obrafundacional en la Vindicacin de Mary Wollstonecraft, unalegato pormenorizado contra la exclusin de las mujeres delcampo completo de bienes y derechos que disea la teora

    poltica rosseauniana. Esta obra decanta la polmica feministailustrada, sintetiza sus argumentos y, por su articulacinproyectiva, se convierte en el primer clsico del feminismo ensentido estricto.

    El pensamiento ilustrado es profundamente prctico. Se planteaeducir mundo: frente al que existe, prefiere imaginar un mundocomo debe ser y buscar las vas de ponerlo en ejecucin. Sin

    embargo de lo dicho no cabe deducir que la Ilustracin es desuyo feminista. Es ms, pienso que el feminismo es un hijo noquerido de la Ilustracin. Rousseau, uno de sus tericosprincipales, haba escrito: "En efecto, es fcil ver que entre lasdiferencias que distinguen a los hombres, muchas que pasanpor naturales son nicamente obra del hbito y los diversosmodos de vida que los hombres adoptan en la sociedad. As, untemperamento robusto o delicado, la fuerza o la debilidad quede l dependen, muy a menudo proviene ms de la naturaleza

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    dura o afeminada en que ha sido educado, que de laconstitucin primitiva de los cuerpos. Lo mismo pasa con lasfuerzas del espritu

    Sin prolongar intilmente estos detalles, cada uno debe ver quelos lazos de la servidumbre, que no estn formados ms quepor la dependencia mutua de los hombres y las necesidadesrecprocas que los unen, es imposible seorear a un hombre sinantes haberle puesto en el caso de no poder prescindir de otro;situacin que, no existiendo en el estado de naturaleza, deja acada cual libre del yugo y hace vana la ley del ms fuerte". 1

    Pues bien, este filsofo radical que ni siquiera admite la fuerzacomo criterio de desigualdad en el estado presocial, queconsidera injusto todo privilegio posterior, que en el mismotexto citado tambin afirma "es difcil demostrar la validez deun contrato que no obliga ms que a una de las partes, que ponetodo de un lado y nada del otro", que considera que la libertades un tipo tal de bien que nadie est autorizado a enajenar,

    asevera que, por el contrario, la sujeccin y exclusin de lasmujeres es de todo punto deseable.

    El democratismo rosseauniano es excluyente. La igualdad entrelos varones se cimenta en su preponderancia sobre las mujeres.El estado ideal es una repblica en la cual cada varn es jefe defamilia y ciudadano. Todas las mujeres, con independencia desu situacin social o sus dotes particulares, son privadas de unaesfera propia de ciudadana y libertad. Rousseau decantaba asla polmica feminista del XVIII. Figura intelectual de grantalla, pero por origen fuera de la corriente de las filosofas desaln, no se senta obligado a mantener ni siquiera un precario"feminismo galante". Las mujeres son un sexo segundo y sueducacin debe garantizar que cumplan su cometido; agradar,

    1 "Discours sur lnegalit", Oeuvres Completes, Vol II, L'Integrale, Seuil,1971, pgs 226-7.

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    ayudar, criar hijos. Para ellas no estn hechos ni los libros nilas tribunas. Su libertad es odiosa y rebaja la calidad moral delconjunto social.

    Puede que ambos sexos fueran, en el inicio remoto pre-civil,aproximadamente iguales. Pero el hbito de vivir juntos hizonacer los ms dulces sentimientos que los hombres conocen, elamor conyugal y el amor paternal. Cada familia se volvi unasociedad pequea, tanto ms unida cuanto que el vnculorecproco y la libertad eran sus nicos lazos; y entonces seestableci la primera diferencia en la forma de vivir de los dossexos, que hasta aqu no haban tenido ms que una. Lasmujeres se volvieron ms sedentarias y se acostumbraron aguardar la cabaa y los hijos, mientras que el hombre se iba abuscar la subsistencia comn".2 Y, a fin de garantizar esteidlico estado familiar, el Rousseau pedagogo escribir en ellibro V delEmilio:

    "En lo que se relaciona con el sexo la mujer es igual alhombre: tiene los mismos rganos, las mismas necesidades y

    las mismas facultades; la mquina tiene la misma

    construccin, son las mismas piezas y actan de la misma

    forma En lo que se refiere al sexo se hallan siempre

    relaciones entre la mujer y el varn y siempre se encuentran

    diferencias Estas relaciones y diferencias deben ejercer

    influencia en lo moral. Consecuencia palpable, conforme a laexperiencia, y que pone de manifiesto la vanidad de las

    disputas acerca de la preeminencia o igualdad de los sexos

    en lo que existe de comn entre ellos, son iguales, pero en lo

    diferente no son comparables. Se deben parecer tan poco un

    hombre y una mujer perfectos en el entendimiento como en el

    rostro El uno debe ser activo y fuerte, el otro pasivo y dbil.

    2Ibid. pgs 229.

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    Es indispensable que el uno quiera y pueda y es suficiente con

    que el otro oponga poca resistencia. Establecido este

    principio, se deduce que el destino especial de la mujer

    consiste en agradar al hombre el mrito del varn consisteen su poder, y slo por ser fuerte agrada".

    El varn es, por relacin a la mujer, marido y tiene sobre ellapreeminencia por naturaleza.

    Cuando afirmo que el feminismo tiene su nacimiento en la

    Ilustracin y es un hijo no querido de esta, no hago ms queponer de relieve que, como resultado de la polmica ilustradasobre la igualdad y diferencia entre los sexos, nace un nuevodiscurso crtico que utiliza las categoras universales de sufilosofa poltica contempornea. Un discurso, pues, que nocompara ya a varones y mujeres y sus respectivas diferencias yventajas, sino que compara la situacin de deprivacin de

    bienes y derechos de las mujeres con las propias declaracionesuniversales. Estas declaraciones se compusieron usando laslneas y terminologas acuadas por Rousseau, de ah que elpapel de su pensamiento sea tan importante para entender elpropio feminismo como teora poltica.3 El feminismo es laprimera correccin fuerte y significativa al democratismoilustrado. Provienen, como no, de la fase polmica anterior,

    pero se fragua y solidifica en contraste con las prcticaspolticas, - declaraciones de derechos americanas y francesa- ycon las teoras polticas que les sirven de fundamento. PorqueMary Wollstonecraft es demcrata rousseauniana, porqueestima que tanto el Contrato Socialcomo el Emilio dan en ladiana de cmo debe edificarse un estado legtimo y una

    3 Para este anlisis, Rosa Cobo, Fundamentos del Patriarcado Moderno:J.J. Rouesseau, Ctedra, Madrid, 1995.

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    educacin apropiada para la nueva ciudadana, no estdispuesta a admitir la exclusin de las mujeres de ese nuevoterritorio. Slo a partir de la asuncin completa del nuevo

    paradigma sociopoltico cabe argumentar contra susinsuficiencias. Justo porque entiende bien que cada sujeto ha deser libre y dueo de s y sus derechos, que no ha de ser guiadopor su exclusivo inters, sino que debe realizar un contrato conla voluntad general, que esta voluntad general no coincide conla voluntad de todos, ya que posee elementos normativospropios, porque acepta que cada sujeto debe autodominarse

    para la vigencia de los objetivos comunes, y, por ltimo, que elestado ha de ser quien represente tales objetivos y bienescomunes, Wollstonecraft no puede digerir que el sexo excluyaa la mitad de la humanidad de este anhelo de la razn. Porque,al fin, slo de eso estamos hablando mientras construye sualegato y lo publica en 1792. Si bien el Contrato Socialfunciona como modelo para la Revolucin Francesa, es tan

    slo un modelo en trmite. Sin embargo, las exlusiones quemantiene estn siendo respetadas punto por punto.

    La declaracin de 1789, dedicada "a la generacin naciente"est repleta de expresiones rousseaunianas; las cenizas delfilsofo se depositan, con toda pompa, en el Jardn Nacional.Mientras, los "Cuadernos de Quejas" enviados por algunasmujeres a la Asamblea, que piden instruccin, modestosejercicios de voto, reforma de la familia y proteccin, no sontenidos en cuenta.4 La Vindicacin de los derechos de la mujerno naca sola. Estaba avalada por el difuso sentimiento

    4 Esta singular literatura, en la que se mezclan vindicaciones con arbitrios,

    es an poco conocida, como por otra parte sucede casi con la completa

    polmica feminista de Las Luces. Una excelente recogida de textos para

    introducirse en ella es la realizada por A. Puleo, La Ilustracin olvidada: lapolmica de los sexos en el siglo XVIII, Anthropos, Barcelona, 1993

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    igualitarista que flua en el conjunto social en el momentoprevio a la Revolucin y que la Ilustracin haba cultivado.Transmita tambin las actitudes de bastantes mujeres que,

    generalmente por su origen y encuadre social, habanconseguido acceder a grados incluso amplios de cultura.Buscaba un pblico atento en las lites polticas y delpensamiento que, ocasionalmente, haba ya manifestado estar afavor. En 1790 Condorcet haba repetido lo ya escrito en el 87:"Acaso los hombres no tienen derechos en calidad de seressensibles capaces de razn, poseedores de ideas morales? Las

    mujeres deben, pues, tener absolutamente los mismos y, sinembargo, jams en ninguna constitucin llamada libreejercieron las mujeres el derecho de ciudadanos.5

    Sin embargo, la Vindicacin, a pesar de sus muchas einmediatas ediciones desde su publicacin en el 1792, a pesardel uso de un lenguaje contrastado y acomodada a su poltca deorigen, no logr traspasar sus ideas ms que a algunospequeos crculos intelectuales.6 Lo mismo haba sucedido conla mucho ms breveDeclaracin de los derechos de la mujer yde la ciudadana que, redactada por Olympia de Gouges, habaaparecido en 1791. La autora de esta ltima recibi en premio asu pluma y fama ser guillotinada dos aos despus, as comoWollstonecraft fue objeto de difamaciones y sarcasmos. De lams que fra acogida de los crculos polticos afines, tenemosuna prueba reveladora: de uno de los grupos ms radicales

    5 Condorcet, Cartas de un burgus de Newhaven a un ciudadano de

    Virginia, Puleo, op.cit. pg. 95. En Sobre la admisin de las mujeres al

    derecho de ciudadana, Condorcet afirma: "O bien ningn individuo de la

    especie humana tiene verdaderos derechos, o todos tienen los mismos"

    6Para el mejor conocimiento de texto y contexto remito a I. Burdiel, en su

    excelente "Introduccin" a la edicin espaola de la Vindicacin, Madrid,Ctedra, 1994.

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    presentes en la escena revolucionaria, procede el panfletoProyecto de una ley por la que se prohba a las mujeres

    aprender a leer.7 De las invenciones y propuestas novedosas

    que pulularon en aquel ambiente poltico, el feminismo fue unade las ms desamparadas. Lo nico que tena a su favor era elartculo XI de la Declaracin de los Derechos del Hombre y elCiudadano: algunas individuas e individuos podan defender yexpresar libremente pensamientos y opiniones, "uno de losderechos ms preciosos del hombre", pero poco ms. A talesopiniones se opona una firme barrera de prejuicios bien

    instalados en las prcticas sociales y polticas. A esas inerciasRousseau haba dado nueva solidez y decoro. Porque supensamiento no se limit a argumentar la exclusin de lasmujeres de su visin genial y anticipadora del nuevo mbito delo pblico, sino a ofrecer modelos de feminidad pregnantes yexitosos.

    En la negativa roussoniana a la ciudadana de las mujeres y ensu instrumentacin por parte de la poltica revolucionariacoexistan varias lneas de fuerza que, en conjunto, permitansecularizar el desigual trato dispensado al sexo femenino allibrarse de las desfasadas argumentaciones mtico-religiosas.La argumentacin poltica se doblaba de otra que era moral y

    7 Su autor fue probablemente Sylvain Marchal, perteneciente al grupo de

    "Los Iguales" cuya figura ms descollante fue Babeur. Si sorprende que eligualitarismo acendrado fuera compatible con la completa exclusin, es

    porque quizs no se manejen las claves de interpretacin adecuadas. En

    palabras de Celia Amors, la igualdad de los ciudadanos de hecho se

    solap con la igualdad conspiratoria de la fratra masculina ("Espacio de

    Los Iguales y espacio de las Idnticas", Arbor, Madrid, Noviembre -

    diciembre 1987; este trabajo fue retomado y ampliado por su autora en

    "Igualdad e Identidad" en El Concepto de Igualdad, A. Valcrcel Ed.

    Madrid, Pablo Iglesias, 1994. Para el comentario detenido del sarcstico

    panfleto de Marchal, G. Fraisse, Musa de la razn, Madrid, Ctedra,1991.

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    ambas se mantenan sobre un fundamento inexplcito deinters. Se ha visto parte del argumentacin excluyenterousseauniana, la que concierne al origen y fundamento de la

    exclusin en la naturaleza y que hace de todos los varonesmarido y, del mismo modo, esposas de todas las mujeres. Lafamilia es la sociedad original y es jerrquica; esa jerarquatiene efectos.

    Del molde rousseauniano brota tambin el nuevo modelo defeminidad que la divisin de papeles polticos sacraliza. Si lasmujeres no pertenecen al orden de lo pblico-poltico es porquelo hacen al domstico-privado. Ese reparto y esa segundaesfera ha de permanecer como fundamento y condicin deposibilidad del todo poltico. Las mujeres, ni por cualidades desu nimo, esto es, vigor moral que comporta inteligencia,honorabilidad, imparcialidad, ni por cualidades fsicas, sabidasu manifiesta debilidad corporal, pueden pagar el precio de laciudadana. Regidas por el sentimiento y no por la razn, nopodran mantener la ecuanimidad necesaria en las asambleas y,fsicamente endebles, no seran capaces de mantener laciudadana como un derecho frente a terceros. Ni las asambleasni las armas les convienen. Siendo esto as, no se puede sermujer y ciudadano, lo uno excluye lo otro. Pero esta exclusinno es una merma de derechos, ya que no podran ser acordadosa quien no los necesita porque es la propia naturaleza quien selos ha negado. Las mujeres son, consideradas en su conjunto, lamasa pre-cvica que reproduce dentro del Estado el ordennatural. No son ciudadanas porque son madres y esposas.

    El estado est formado por los varones los cuales tienenresponsabilidades y derechos y colaboran a la edificacin de lavoluntad general y a los objetivos del inters comn. Las

    mujeres, vinculadas como estn a un orden previo, ni siquiera

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    pueden pensar ese orden. Su incapacidad de realizar el contratoque cada individuo hace con la voluntad general nace de susituacin en la esfera familiar, que no es familiar, que no es

    poltica, sino natural. Como colectivo deben ser mantenidasbajo la autoridad real y simblica de los varones: la realradicada en que cada una de ellas debe abnegacin yobediencia a un varn concreto, la simblica en que todasdeben reverencia al sexo capaz de mantener el orden poltico.Y esto, que podra entenderse como una exclusin injusta, nolo es, sino que, muy al contrario, la separacin de esferas

    conviene que sea ntida para el propio bien de las excluidas. Nodebe cargarse al sexo familiar con el peso de la cosa pblica:dada su naturaleza o no soportaran sus exigencias ointroduciran su incapacidad en los asuntos gravestergiversando los fines generales. En este reparto no hay nidebe haber excepciones. En una frase que Rousseau escribe enel "Manuscrito de Ginebra" del Contrato Social y luego

    descarta, (lo que manifiesta algo sobre su deseo de no provocaren exceso a la cultura de salones), escribe: "En un Estado libre,los varones, a menudo reunidos entre ellos, viven poco a pococon las mujeres". Y en el Discurso sobre el origen y losfundamentos de la desigualdad entre los hombres, la divisinde tareas entre los sexos aparece en la dedicatoria:

    "Podra yo olvidar a esta preciosa mitad de la repblica quehace la felicidad de la otra, cuya dulzura y sabidura mantienenla paz y las buenas costumbres? Amables y virtuosasciudadanas, la suerte de vuestro sexo siempre ser gobernar alnuestrosed siempre, pues, lo que sois, las castas guardianasde las costumbres de los dulces vnculos de la paz; y continuadhaciendo valer en toda ocasin los derechos del corazn y de lanaturaleza en beneficio del deber y de la virtud" 88 Ed. Cit. Pg 208. Del Manuscrito, ibidem 422

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    La existencia segregada de los sexos aparece en el primer textocomo un acompaante de la libertad y en el segundo comogaranta de la paz. Sin embargo la existencia de dos esferas

    tampoco significa el reconocimiento de dos fuentes deautoridad. Slo los varones son capaces de igualdad y libertaden el Estado, lo que supone admitirse entre ellos las jerarquaslegtimas, y tambin detentan la autoridad en el orden familiar.Y ello en el mismo pensador que no admite que ningnindividuo pueda empear ni renunciar a la libertad propia.Pero debe sobreentenderse que el individuo es, a todo efecto,

    masculino. La diferencia entre varones y mujeres es nfima,escribe en otros textos, pero significativa:

    "Por muchas razones que vienen de la naturaleza de la cosa, elpadre debe mandar en la familia. Primeramente, la autoridad nodebe ser igual entre el padre y la madre; hace falta que elgobierno resida en uno y que, en las divisiones de opinin,haya una voz preponderante que decida. Segundo: Por ligerasque se quieran suponer las incomodidades particulares de lamujer, como son para ella siempre un intervalo de inaccin,son razn suficiente para excluirla en esta primaca: porquecuando la balanza es perfectamente igual, una paja basta parahacerla bascular. Adems, el marido debe tener inspeccinsobre la conducta de su mujer porque le importa asegurarse deque los hijos que est forzado a reconocer y alimentar nopertenezcan a otro que l. La mujer, que no tiene nada parecidoque temer, no tiene el mismo derecho sobre el marido".9

    Prrafos de este y parecido tenor llevan a Wollstonecraft al

    9Del artculo Economa Poltica, ed. Cit. Pg 277. No me resisto a recordar

    en este punto que Rousseau, como padre, por mucha seguridad que

    tuviera sobre su paternidad en los hijos habido de Tesera, no se sinti en

    el deber de reconocerlos ni alimentarlos, sino que l mismo relata en susConfesiones que sistemticamente los envi a la inclusa.

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    borde de la clera. En ocasiones su prosa encoge el nimo;sobre todo cuando lamenta el destino amargo de las mujeresque por nadie son amparadas y no tienen recursos para

    defenderse. Mujeres a quienes se les niega el uso de suscapacidades, se las hace dependientes o vctimas, se las empujaa una dependencia que las pone al arbitrio de la buena o malavoluntad de un individuo que tiene sobre ellas derechos casicompletos. Esto sin duda entristece, pero todava msencoleriza que aquellos con cuyos pensamientos ofrecenmodos de romper las cadenas de todas las inmemoriales

    servidumbres, estn, sin embargo, dispuestos a asegurar laopresin femenina. Quienes como Rousseau suean mejoresmetas para la humanidad estn decididos a dejar que lasmujeres no puedan escapar a su destino impuesto.

    Wollstonecraft decanta la polmica de los sexos ilustradamediante el uso de categoras universales polticas cuya fuentese encuentra en el derecho natural racional. Pero a la vezinaugura la crtica de la condicin femenina. Supone quebastantes de los rasgos de temperamento y conducta que sonconsiderados propios de las mujeres son en realidad productode su situacin de falta de recursos y libertad. Desde su visinilustrada niega que la jerarqua masculina sea otra cosa que unprivilegio injusto avalado por prejuicios inmemoriales. "Noquiero escribe hacer alusin a todos los autores que hanescrito sobre el tema de los modales femeninos de hechoslo batira terreno conocido, porque, en general, han escritocon el mismo estilo, sino atacar la tan alardeada prerrogativadel hombre; la prerrogativa que con nfasis se llamara elfrreo cetro de la tirana, el pecado original de los tiranos. Medeclaro en contra de todo poder cimentado en prejuiciosaunque sean antiguos".10La situacin de las mujeres no tiene10 Vindicacin, pg 249,ed esp. Ctedra, 1994

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    otro origen distinto del abuso de poder en que se funda el ordende la nobleza de sangre a abatir. Ambas dominaciones, la declases y la de sexo, son polticas y no se puede estar contra una

    de ellas y dejar a la otra intacta. Lo que los varones ejercensobre las mujeres no es una autoridad natural no hay ningunade este tipo sino un privilegio injusto: "si se prueba que estetrono de prerrogativas descansa slo en una masa catica deprejuicios sin principios de orden inherentes que los mantenganjuntos se pueden eludir sin pecar contra el orden de lascosas".11 El dar el moderno nombre de privilegio a la ancestral

    jerarqua entre los sexos era la radical novedad terica que elprimer feminismo ilustrado ejerca. Era posible gracias alempleo de las categoras conceptuales y discursivas de laModernidad, pero traspasaba los usos para las cuales habansido concebidas. El feminismo apareca como un hijo nodeseado de la Ilustracin. Implicaba la subversin de un ordenque muy pocos queran ver producirse. Pareca amenazar a los

    mismos pilares de la nueva respetabilidad burguesa. Lanegativa a aceptar la estirpe, de la que provena el orden deprivilegio de la nobleza de sangre, implicaba una nueva formade familia en la que la jerarqua sexual era bsica. Elloentraaba redefinir los nuevos papeles masculinos y femeninos.

    He afirmado que tambin tiene su origen en Rousseau el nuevomodelo de feminidad. En La Nueva Elosa y en el Emilio seforja un molde de mujer que lleva aparejadas sensibilidad ymaternidad. E. Badinter ha investigado la fabricacin de estemodelo de mujer-madre y la consiguiente abrogacin de lasprcticas anteriores: crianza mercenaria, nodrizas y hospicios.12

    11 Ibid. pgs 249-50.

    12 Badinter, E. Existe el amor maternal?,(1980)m trad, esp. en Paids,Barcelona y Buenos Aires, varias ediciones. Se cita por la de 1984.

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    Cada individuo varn es concebido como un virtual paterfamilias cuyo alto fin es, en paridad con los dems, conformarla voluntad general que es el Estado. Cada mujer debe existir y

    ser formada para esposa. A ellos corresponde el mbitopblico, a ellas el privado. "Con independencia de las dotes ycapacidades particulares", como Hegel escribira su Filosofadel Derecho, cada gnero tiene marcado un destino pornacimiento. La complementariedad se transforma en la palabraclave y de ella est excluida la justicia simtrica. No esconveniente ni deseable que los sexos neutralicen sus

    caractersticas normativas, sino que las exageren. Ellos esgaranta de orden. No son iguales, sino complementarios. Aslo ha querido la naturaleza y el nuevo orden sociopoltico nodebe alterar su voluntad. El feminismo planteaba que ladominacin masculina era poltica. La respuesta fuenaturalizarla dotando a cada sexo de principios de accin y deexcelencia particulares.13 Pero bajo la pretendida

    complementariedad subyace la verdadera divisin: En nuestromundo humano una parte es cultura, esto es, ideas, hbitos,conceptos, instituciones, ritos, racionalidad, es decir, todo

    13 Como resume agudamente Badinter, "No es un azar que las primeras

    mujeres que escucharon los discursos masculinos sobre la maternidad

    fueran burguesas. Ni pobre, ni particularmente rica o brillante, la mujer de

    las clases medias vio en esta nueva funcin la oportunidad de unapromocin y una emancipacin que la aristcrata no buscaba se

    converta en el fundamento central de la familia la madre es consagrada

    como "soberana domstica" La maternidad se transforma en una

    funcin gratificante porque ahora est cargada de ideal. El modo en que

    se habla de esta "noble funcin", con un vocabulario sacado de la religin,

    seala que a la funcin de madre se asocia un nuevo aspecto mstico. La

    madre es comparada de buena gana con una santa y la gente se habita

    a pensar que una buena madre es "una santa". La patrona natural de esta

    nueva madre es la Virgen Mara cuya vida testimonia la dedicacin a suhijo". Badinter, op. Cit. Pgs 183-84.

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    aquello que nos conforma como distintos de las dems especiesnaturales, y otra parte es naturaleza, absoluta identidad que a smisma se reproduce y en s misma se mantiene. En esta

    divisin fundamental, los varones son cultura y las mujeresnaturaleza. El destino de las mujeres es reproducir la especie yas debe seguir siendo. Parafraseando a Rousseau "deben seguirsiendo lo que son". As ha sido siempre y tal destino no tienerazn para cambiar. No es voluntad de nadie que sea como es,sino decreto inmemorial del mundo Cuantos cambios seandeseables y se produzcan en el mbito humano, incluida una

    nueva poltica que es justamente la ms alta expresin delespritu y la razn, no tienen por qu afectar al estatuto delcompleto colectivo de las mujeres. Ellas se mantienen y han deser mantenidas en su propio orden, el seno indiferenciado de lanaturaleza "con independencia de las capacidades y dotesparticulares", como llegara a escribir Hegel. Si en el ncleoprofundo de lo humano hay una divisin entre naturaleza y

    espritu, las mujeres son naturaleza y por lo tanto lo que en susvidas se produzca no es poltico ni resultado de padecer lasconsecuencias de un privilegio injusto. Lo poltico no debejams pensar como propio ni iluminar ese mundo, ni muchomenos pretender variarlo.

    Recapitulando: Si el primer feminismo que surga comodecantacin de la polmica ilustrada haba conseguidoformular en clave poltica sus demandas, con dos pilares,concepto viril de la ciudadana y nueva definicin de lafeminidad, se comenz a edificar la democracia excluyente.Pasado el momento revolucionario, realizar la nuevalegislacin civil y penal napolenica e institucionalizar elmodelo educativo curricular burgus fueron sus dos grandestramos.

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    Conocemos por el nombre genrico de codificacionesnapolenicas aquellas nuevas formas de derecho positivo quesustituyeron al antiguo orden del derecho parcial de castas,

    oficios y estamentos. El derecho tom la universalidad porpatrn y por modelo al derecho romano. Acab con el mosaicodisperso de los derechos antiguos y en su lugar instituy underecho civil homogneo y un derecho penal suavizado segnlos principios ilustrados que haban sido defendidos porBeccaria. En las nuevas codificaciones civiles, con la ayudafundamental del modelo del derecho romano, la minora de

    edad perpetua para las mujeres quedaba consagrada. Eranconsideradas hijas o madres en poder de sus padres, esposos eincluso sus hijos. No tenan derecho a administrar supropiedad, fijar o abandonar su domicilio, ejercer la patriapotestad, mantener una profesin o emplearse sin permiso,rechazar a un padre o marido violentos. La obediencia, elrespeto, la abnegacin y el sacrificio quedaban fijadas como

    sus virtudes obligatorias. El nuevo derecho penal fij para ellasdelitos especficos que, como el adulterio y el aborto,consagraban que sus cuerpos no les pertenecan. A todo efectoninguna era duea de s misma, luego todas carecan de lo quela ciudadana aseguraba, la libertad.

    De otra parte, la institucionalizacin del curriculum educativode la nueva sociedad, tambin las exclua. El nuevo estadoliberal tom para s la responsabilidad de la educacin yestabiliz los tramos educativos corrientes que conocemos:educacin primaria, media y superior. El curriculum educativose converta en la llave que permita acceder a los ejerciciosprofesionales. La universidad del antiguo rgimen cambi ypas a depender para sus ttulos del aval estatal. El estadotambin regul los tramos medios y cre su propia red decentros y funcionariado. Incluso la formacin primaria se

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    estabiliz y dej de depender de la familia o la escolarizacinno regulada. De lo que un individuo saba o no saba, de sucompetencia curricular, el estado se volva juez y garante. Las

    mujeres quedaron excluidas formalmente de los tramoseducativos medios y superiores y su enseanza primaria sedeclar graciable.

    Sin capacidad de ciudadana y fuera del sistema normaleducativo, quedaron las mujeres fuera del mbito completo delos derechos y bienes liberales. Por ello el obtenerlos, elconseguir el voto y la entrada en las instituciones de altaeducacin, se convirtienron en los objetivos del sufragismo.

    LASEGUNDAOLA. ELFEMINISMOLIBERALSUFRAGISTA.

    El siglo XIX, y no sin retrocesos y sobresaltos, fueconsolidando el modelo sociopoltico liberal. Pese a losintentos de restauracin del orden antiguo, el napoleonismo yla naciente sociedad industrial haban alterado el panorama ental grado que ni los ms nostlgicos podan mantener supropsito de vuelta atrs. Cuando las potencias reunidas en elCongreso de Viena acordaron el restablecimiento de los viejosmoldes y el apoyo mutuo de los monarcas restaurados contraposibles insurrecciones revolucionarias, saban que mantenersu acuerdo era casi imposible.14 La aceptacin progresiva delos principios liberales y los modelos de alternancia poltica se

    14De hecho slo se produjo una intervencin que fue primera y nica. "Los

    Cien mil Hijos de San Luis" intervinieron en Espaa llamados por el

    ultramontano Fernando VII que los us contra los liberales espaoles.

    Ellos mismos se retiraron asqueados del tipo de violencias en que se les

    quera hacer participar y esta su nica intervencin di al traste con lamera posibilidad de repetirla en cualquier otro lugar.

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    fueron estabilizando. La teora poltica en que se fund elprimer liberalismo result de una amalgama de los principiosabstractos rouseaunianos con las elaboraciones slidas de la

    teora estatal de Benjamin Constant. La separacin de esferaspblica y privada, familia y estado en que consista elfundamento del concepto de estado rousseaunoniano fueadmitida completamente por la filosofa poltica liberal. Elprimer liberalismo concibe al ciudadano como un "paterfamilias" y utiliza las ideas de contrato social y voluntadgeneral. Estas dos ltimas fueron rechazadas y atacadas por latradicin conservadora y ultramontana, pero es excusado decir

    que el acuerdo sobre la primera se mantiene en todos losautores.Cuando Hegel escribe la "Fenomenologa" y ms tarde la"Filosofa del Derecho" deja claro cul es el sentir ms probadode los tiempos: bien est la abolicin de las estirpes porquepueden convertirse en dueas de estado; mal concebir al estadocomo un contrato y peor an concebir el matrimonio como un

    contrato. La familia es la garanta del orden y en ella laseparacin de los sexos y sus funciones es el fundamentoltimo e inamovible de la eticidad.

    La Misoginia Romntica

    Las conceptualizaciones de Rousseau acerca de lo que varonesy mujeres tenan derecho a esperar de la poltica fuerondecisivas para entender las claves del siglo XIX. El Rousseaucontractualista fue atacado y convivi con el Rousseauinatacado, el que haba dictaminado que existan dos territoriosinmiscibles, el poltico espiritual para los varones y el naturalpara las mujeres. Esta divisin del mundo haba sido dictadapor la filosofa y eso requiere una explicacin.

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    En nuestro mundo actual el feminismo tiene cierta proclividada aliarse con la filosofa pero no distinta de aquella que havinculado a la filosofa con la misoginia. Quiero decir que la

    filosofa no es s liberadora. Y esto se demostr cumplidamentea lo largo del siglo XIX. Cuando la ilustracin desfundamentel viejo discurso religioso, en el que la inferioridad femeninaobtena una validacin en clave de justicia, -las mujeresheredaban la condena de Eva y su posicin de inferioridad eraresultado de la aplicacin de la justicia divina a la faltaoriginaria de la primera de ellas- estos argumentos religiosos

    quedaron tambin desfundamentados. Pero la voluntad que lossostena no haba perdido vigencia, de manera que la exclusinencontr nuevas formas de argumentarse. La vieja madre Evano poda resultar convincente para casi nadie en el mundo delprogreso tcnico, el telgrafo, el ferrocarril, la anestesia y ellibre cambio. Haba cumplido su funcin y se necesitabanexplicaciones de mayor fuste: la filosofa las dio.

    Obviamente la exclusin pudo mantenerse pero no sin elconocimiento de la existencia de las voces discordantes delprimer feminismo, Wollstonecraft, Gouges, Condorcet. Contraellas, contra las esperanzas que haba levantado siguiera fuereen grupos de opinin muy pequeos, se construy elmonumental edificio de la misoginia romntica: toda unamanera de pensar el mundo cuyo nico referente es laconceptualizacin rousseauniana y que tuvo como finreargumentar la exclusin. As la filosofa tom el relevo a lareligin para validar el mundo que exista e incluso para darleaspectos ms duros de los que existan.

    Los filsofos que trato en los captulos que en "La poltica delas Mujeres" dedico a la misoginia romntica no son en

    absoluto figuras de segunda o tercera fila escondidos en los

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    recovecos de la historia de la filosofa. Fueron las principalescabezas del siglo XIX las que teorizaron por qu las mujeresdeban estar excluidas. Hegel, Schopenhauer, Kierkegaard,

    Nietzsche, son figuras cuyo nombre inmediatamente reconocecualquiera que no sea ducho en la materia. Y esos nombressuenan rodeados del respeto condigno. Estos pensadorestuvieron una indiscutible influencia en todo lo que fue laformacin de los nuevos discursos cientficos, cientficos,tcnicos y humansticos. La medicina, la biologa, todas lasciencias nacientes que en el XIX comenzaron a asentarse, as

    como la sicologa, la historia, la literatura o las artes plsticasdieron por buenas las conceptualizaciones de alguno de ellos.

    El primero en abordar la reconceptualizacin de los sexos fueHegel pero no fue el ms influyente: era un filsofo oscuro, suterminologa era complicada e incluso lo hizo con demasiadafinura. En la "Fenomenologa del Espritu" explica el porqu delos sexos: son realidades del mundo de la vida, del mundonatural, pero en la especie humana estn normados. Cada unotiene un destino distinto. El destino de las mujeres es la familia,el destino de los varones es el estado. Ese destino no puedecontradecirse. Lo que entendemos por historia y dinmica delas comunidades humanas es el cmo los dos sexos serelacionan entre s. Aunque cada sexo es un destino, no seimpone como un destino biolgico, sino que para nosotrosexiste una dimorfia tica y poltica y es la que explica lasesferas separadas de ambos. Y es tal que est por encima de lascualidades contingentes del sujeto, esto es, si un sujeto seadeca a lo que se predica de todos ellos mejor para l y si no,peor para l porque la normativa se le impondr como suverdad. La verdad es la del sexo al que se pertenece y no la quesubjetivamente, como cualidades y rasgos de carcter, hayatrado al mundo. En todo caso el sexo es un destino pblico

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    para los varones, privado para las mujeres y los intentos destas de subvertir tal orden son la ruina de las comunidades.

    Pero como he dicho, Hegel era demasiado complicado. Elfilsofo cuya misogina evidente marc la impronta del XIX fueSchopenhauer. Al contrario que Hegel, se expresa con enormefluidez y en trminos que cualquiera puede entender, por ellofue muy influyente. Toda persona que en la segunda mitad delsiglo XIX se consideraba medianamente culta lo tena comouna de sus lecturas de cabecera. Los "Parerga undParalipomena" rebasaron el marco de la disciplina filosfica ydieron ideas a la literatura, la poltica, la medicina en fin, supensamiento modeliz el campo de lo pensable. Pues bien, sumisoginia forma la parte esencial de su pensamiento y no seesconde. Sobre la teorizacin rouseauniana y hegeliana aadialgo significativo: no slo el sexo masculino encarna el espritumientras que la naturaleza es el sexo femenino, sino queadems la continuidad en la naturaleza es la caractersticafundamental de la naturaleza. Y esto tiene bastanterendimiento.

    Lo femenino dicho en general es una estrategia de la naturalezapara reproducir el ser. En verdad llamamos femenino, a causade una tergiversacin espiritualista, a lo que en trminospropios hay que llamar "lo hembra". La naturaleza es ella

    misma hembra y persigue perpetuarse porque ese es el finnico que tiene, dado que en ella ni hay ni puede haber unaulterior teleologa. La naturaleza es en s misma inconsciente einconsciente de s misma. Esa inconsciencia, ininteligente,corto de miras, incapaz de formar representaciones oconceptos, incapaz de prever el futuro, incapaz de reflexionarsobre el pasado, en fin, un puro existir sin conciencia de s

    mismo. Y como lo hembra es una continuidad a lo largo de la

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    naturaleza se sigue que una vaca, una perra, una gallina y unamujer se parecen mucho ms entre s que un mujer y un varn,que slo aparentemente son de la misma especie. Lo que aleja a

    las mujeres de la especie humana es que precisamente sonhembras. Aunque a veces parecen seres humanos, hablan, secomportan, parecen seguir normas, esto es pura apariencia. Lasabidura consiste en poder fijar una mirada ms profunda y vercmo a travs de ese aparente ser humano lo que en verdadsucede es el surgir de una estrategia de la naturaleza paraperpetuarse. Las perfecciones de este ser son falsas y utilitarias:

    belleza o gracia o atisbos de inteligencia slo tienen por fin lareproduccin y la prueba es que ese ser las pierde en elmomento en que se reproduce. Mientras que los varones tienenmadurez, las mujeres florecen y se agostan. La naturaleza, quelas utiliza, se venga de ellas. Cuando esta filosofa no desdeaen sus mismos textos fundantes volverse coloquio de cafetn,nada tiene de extraar que fuera bien recibida en esos lugares.

    Schopenhauer decanta la misoginia popular y sus tpicos y ladota de una apariencia imponente y respetable. Todas lasmujeres son la mujer, en el fondo lo hembra, y ninguna de ellastiene derecho a un trato que sea el de sexo segundo. Lo queavergenza a las culturas europeas ante culturas ms sabiascomo el oriente o el islam es la apariencia de individualidadque una estpida galantera concede a las mujeres. La dama

    europea es un ser fallido y ridculo y en buena lgica deberahacerse desaparecer porque todas las mujeres debieran ser seresde harn. Las mujeres, el sexo inesttico, deben mantenersealejadas de toda voluntad propia y todo saber. De entre losmuchos dislates de Schopenhauer, quiz uno sirva de muestra yconclusin. Llega a afirmar que la naturaleza quiere, comoestrategia, que las mujeres busquen constantemente a un varn

    que cargue legalmente con ellas. Esto es, parece que la

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    naturaleza prev la juridicidad. Pero dislate o no, el formidableedificio de la misoginia romntica tuvo en Schopenhauer unode sus ms anchos pilares.

    Cabe preguntarse por el porqu de un arma tan fenomenalcontra una vindicacin, la de igualdad, que se haba presentadoslo en crculos elitistas. La existencia de la misoginiaromntica prueba que se pens que esa vindicacin podaprender y transformarse en una caracterstica que volviera altodo social incontrolable. Sabemos lo que es el miedo y lassociedades tambin lo sienten. Los mundos tienen miedocuando se ven abocados a un cambio y quieren defenderse del. La misoginia romntica se utiliz contra la segunda gran oladel feminismo, el sufragismo.

    La Declaracin de Seneca Falls

    Las protestas contra este nuevo orden fueron escasas yprovinieron de individualidades disonantes. Sin formacin ysin poder, pocas mujeres podan pretender abanderar la defensapoltica o moral de su sexo e igual suceda con los varonescomprometidos en la querella poltica sin parar atencin en otramujer que aquella que ficcionaba el primer romanticismo.George Sand, Sthendal y algn otro de una parte, y de otra lasfiguras femeninas romnticas de la perfecta inocente. Del lado

    poltico el sistemtico enfrentamiento de liberales yultramontanos bajo cuyos pies estaba creciendo, sin que ellosllegaran a advertirlo el movimiento obrero.En 1848 Europa se conmocion por un nuevo procesorevolucionario que prendi en varios pases a la vez. Hay quehacer notar que, aunque la Ilustracin estuvo casi ausente envarias naciones europeas, el romanticismo fue el primer

    movimiento de cultura que cubri el mapa completo europeo.

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    La sociedad de la primera mitad del XIX era ms homognea yfuncionaba con mayor sinergia que la del siglo XVIII.

    1848 fue un ao de agitaciones y manifiestos. Suele recordarseel manifiesto comunista y prestarse menos atencin a ladeclaracin de Seneca Falls. Cierto que sta se produjo al otrolado del Atlntico, pero no sin que repercutiera en todas lassociedades industriales. En 1848, setenta mujeres y treintavarones de diversos movimientos y asociaciones polticas detalante liberal, se reunieron en el hall de Seneca y firmaron loque llamaron con el nombre de "Declaracin de Sentimientos".

    El modelo de declaracin de Seneca era la declaracin deIndependencia. La declaracin consta de doce decisiones eincluye dos grandes apartados: de un lado las exigencias paraalcanzar la ciudadana civil para las mujeres y de otro losprincipios que deben modificar las costumbres y la moral.15 Elgrupo que se haba reunido en Seneca provena

    fundamentalmente de los crculos abolicionistas. Varones ymujeres que haban empeado sus vidas en la abolicin de laesclavitud llegaron a la conclusin de que entre sta y lasituacin de las mujeres, aparentemente libres, haba ms de unparalelismo. Desde postulados iusnaturalistas y lockeanos,acompaados de la idea de que los seres humanos nacen librese iguales, afirman: "decidimos que todas las leyes que impidan

    que la mujer ocupe en la sociedad la posicin que suconciencia le dicte, o que la siten en una posicin inferior a ladel varn, son contrarias al gran precepto de la naturaleza y,por lo tanto, no tienen fuerza y autoridad".

    El gran precepto de la naturaleza que invocan es el resumen deigualdad, libertad y persecucin de la propia felicidad. Era el

    15 A. Miyares "1848 El manifiesto de Seneca Falls" en Leviatn primaverade 1999.

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    mismo que se haba invocado contra el mantenimiento deltrfico, venta y tenencia de esclavos. A medida que Inglaterrase decant por posiciones abolicionistas, ms tarde conden el

    trfico y por ltimo lleg a perseguirlo, el abolicionismotampoco haba permanecido quieto en los Estados Unidos. Losgrupos ms concienciados, pese a la pequea calidad de susvictorias, decidieron incluir la servidumbre femenina en sutabla vindicativa. Pero lo hicieron porque en estos grupos lasmujeres activistas eran mayora. E. Cady y L. Mott que "defacto" comandaron la declaracin de Seneca formaban la punta

    de lanza de lo que lleg a conocerse como movimientosufragista. Las que ms tarde seran editoras y compiladoras deun texto clsico del sufragismo, La Biblia de la Mujer,iniciaron sus lides pblicas en esta Declaracin.16

    El sufragismo fue un movimiento de agitacin internacional,presente en todas las sociedades industriales, que tom dosobjetivos concretos, el derecho al voto y los derechoseducativos, y consigui ambos en un periodo de ochenta aos,lo que supone al menos tres generaciones militantes empeadasen el mismo proyecto, de las cuales obvio es decirlo, al menosdos no llegaron a ver ningn resultado.

    El derecho al voto y los derechos educativos marcharon a lapar apoyndose mutuamente. A medida que los requerimientos

    para el derecho del sufragio masculino, la situacin resultantese agravaba de tal forma que ni siquiera los frecuentementerepetidos argumentos misginos lograban invisibilizar suaspecto chocante. Primero los poseedores de una determinadarenta votaban, pero no las escasa poseedoras de la mismacondicin. Despus el voto se aseguraba con la

    16 A. Miyares "1848 El manifiesto de Seneca Falls" en Leviatn primavera

    de 1999. Todava la ms joven de las asistentes pudo llegar, en suancianidad, a celebrar la obtencin del voto.

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    autosubsistencia, pero no para las mujeres, aun empleadas. Porltimo todo varn poda ejercerlo con independencia de sucondicin, pero ninguna mujer fuere cual fuere la suya. Y en

    este cambio de condicin los derechos educativos tuvieron ungran papel.

    En un primer momento algunas mujeres se aseguraron laenseanza primaria reglada. La razn aducida para obtenerlafue conforme al canon domstico: para cumplir adecuadamentelas funciones de esposa y madre, los conocimientos de lectura,escritura y clculo parecan necesarios. Tal peticin, tanconforme a la sumisin domstica no poda ser rechazada, demanera que escuelas primarias para las nias fueron creadas alamparo de esta femenina disposicin. Poco ms tarde, algunosgrupos de mujeres reclamaron su entrada en los tramos mediosde la enseanza. La razn aducida tambin se protegi con elrespeto al modelo vigente: pudiera darse el caso de que algunasmujeres, conociendo que sin duda su destino era el matrimonioy la maternidad, por adversas circunstancias de fortuna nopudieran cumplirlo. La orfandad, la falta de recursos para pagaruna dote conveniente y otros acaeceres imprevistos podanquiz dejar a un porcentaje de mujeres de excelente intencinfuera de la vida matrimonial. No sera bueno que pudieransubsisitir ejerciendo una profesin digna y no se vierancondenadas a la dependencia de sus parientes o, lo que es peor,la cada en el oprobio? Para asegurar su virtud y el buen orden,la demanda de escuelas de institutrices en primer lugar y deenfermeras despus, se present, y de nuevo hubo de seraceptada. Las enfermeras decan no hacer otra cosa queextender socialmente una virtud femenina privada, el cuidado.Y del mismo modo lo hicieron las maestras. No era msadecuado que las nias fueran educadas por mujeres y no pormaestros varones que, con mayores expectativas, sin duda

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    podan proporcionar mejores conocimientos a los alumnosvarones? Y ms an, no era mejor para la decencia que lasmujeres educaran a las nias o extendieran su capacidad

    maternal a la educacin de los nios impberes?. Y as hasta elpresente esas dos profesiones siguen siendo mayoritariamentefemeninas. Fueron las primeras que se abrieron y permitieronuna existencia relativamente libre a las mujeres de las clasesmedias. Pero quedaba un tramo, el ms difcil, las institucionesde alta educacin.

    Asegurada la entrada en la educacin primaria y ciertasprofesiones medias, un grupo selecto de mujeres haba logradocumplimentar las exigencias previas a la entrada en lasuniversidades. Permaneceran stas cerradas? Tomemos elcaso paradigmtico de las relaciones de Concepcin Arenal conla universidad espaola. Esta que es, sin lugar a dudas, una denuestros mejores juristas, solicit su ingreso en la carrera dederecho avalada por su excepcional talento y por una familia deacadmicos y rectores que confiaba en ella. Tales eran lasdisposiciones y presiones que se decidi admitirla, sin embargolas caractersticas que tuvo esta admisin dicen mucho de lasbarreras que se oponan a la formacin universitaria de lasmujeres. Concepcin Arenal fue admitida como oyente enleyes siempre que su presencia en los claustros universitariosno resultare indecente. En la prctica, esto se tradujo en laobligacin de acudir a las aulas vestida de varn. Imaginemospues que aquella sociedad pudibunda y timorata considerabamenos grave el travestismo que el hecho de que una mujerescuchara enseanzas que le estaban, en principio, vedadas. Elrito era el siguiente: acompaada por un familiar, doaConcepcin se presentaba en la puerta del claustro donde erarecogida por un bedel que la trasladaba a un cuarto en el que semantena sola hasta que el profesor de la materia a impartir la

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    recoga para las clases. Sentada en un lugar diferente del de susaparentes compaeros segua sus explicaciones hasta que laclase conclua y de nuevo era recogida por el profesor que la

    depositaba en dicho cuarto hasta la clase siguiente. Consoberana paciencia, Concepcin Arenal termin sus estudios dederecho y se acomod a estos rituales. Ahora bien, proseguirdeterminados estudios implicaba para el caso de las mujeresque se les reconoca que meramente los haban cursado, estoes, que no tenan derecho a obtener el ttulo ni mucho menos aejercer la profesin para la que estos estudios validaban. De

    manera que bastantes mujeres que prosiguieron estudios a lolargo de la segunda mitad del XIX y hasta la dcada de losveinte de este siglo, que aparecieron citadas en las actas de finde carrera, nunca obtuvieron los ttulos. En ocasiones se leshizo renunciar explcitamente a ellos.17

    A partir de 1880 algunas universidades europeas, pocas,comenzaron a admitir mujeres en las aulas. La idea quepermiti esto fue la de excepcionalidad. En castellano estamosacostumbrados a or que "la excepcin confirma la regla" y asparece ser en este caso. Es de sentido comn que una verdaderaregla, esto es, una regularidad observable, si tienenexcepciones no es tal regla. Si todo "x" es "y", que exista una"x" que no sea "y" invalida la primera proposicin. Pero aquhablamos de otro tipo de reglas. La regla es que para lasmujeres una formacin superior es inaceptable excepto encasos excepcionales. La existencia misma de las excepcionescomo tales excepciones confirma que la regla est bien tomada.17 Hace tres aos la prensa, en la seccin de sueltos graciosos, daba esta

    noticia: una mujer britnica, habiendo cumplido 100 aos, recibi en ese

    da dos alegras. La primera la que recibe todo centenario en esa

    monarqua: la reina le envi el telegrama de felicitacin. La segunda, la

    universidad de Oxford en que haba cursado sus estudios de historias leremiti por su parte el ttulo que en su da no le haba expedido.

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    Una mujer con formacin superior ni es ni puede ser una mujercorriente, por lo tanto su capacidad o su trabajo revierten slosobre ella misma y para nada cambian la opinin que haya de

    mantenerse sobre el resto. Ella es una excepcin y las demsson lo que son. Bajo esta "dinmica de las excepciones"algunas mujeres consiguieron por primera vez abrirse unpuesto en el seno de la cultura formal. Lou Andreas Salome,Marie Curie y otras de parecida envergadura pertenecen a estageneracin de las excepciones.

    Hay que tener en cuenta, sin embargo, que pese a que paraestas excepciones la obtencin de ttulos fue generalizndose,ello no signific que pudieran optar a los ejerciciosprofesionales corrientes. Aquellas primeras mujeres queobtuvieron ttulos encontraron la negativa cerrada de loscolegios profesionales a que pudieran ejercer como mdicas,juristas, o profesoras. Esto explica por qu las dos primerasgeneraciones de mujeres con educacin superior obtuvieronxitos en tares investigadoras. Apartadas por ley y costumbrede los ejercicios profesionales y docentes, encontraron en lainvestigacin un nicho salvador. De su exclusin se siguieronalgunas de las primeras premios nobel, en un momento en quela investigacin poda an realizarse casi solitariamente y conpequeos equipos.

    El espinoso camino educativo se conectaba directamente con elde los derechos polticos. A medida que en efecto la formacinde ciertos grupos selectos de mujeres avanzaba, se haca msdifcil negar la vindicacin del voto. El movimiento sufragistaaprovech internacionalmente esta tensin. A lo largo de lasegunda mitad del siglo XIX y principios del XX multiplicsus convenciones, reuniones, actos pblicos y manifestaciones.

    Al movimiento sufragista le debe la poltica democrtica dos

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    grandes aportaciones de estilo. Una es una palabra,"solidaridad". Otra los mtodos y modos de la lucha cvicaactual. La palabra fue elegida para reemplazar al trmino

    fraternidad que, teniendo su raz en "frater" -hermano varn-posea evidentes connotaciones masculinas. De hecho ahoranunca decimos libertad, igualdad, fraternidad, excepto parareferirnos al trptico histrico de la Revolucin Francesa. Lasolidaridad, ese trmino acuado por el sufragismo, ha pasadoa ser de uso corriente. La aportacin en mtodos de lucha tienean mayor envergadura. El sufragismo se plante las formas de

    intervenir desde la exclusin en la poltica y estas formastenan que ser las adecuadas para personas no especialmenteviolentas y relativamente carentes de fuerza fsica. De modoque la manifestacin pacfica, la interrupcin de oradoresmediante preguntas sistemticas, la huelga de hambre, elautoencadenamiento, la tirada de panfletos vindicativos, seconvirtieron en sus mtodos habituales. Hoy entendemos esto

    como la forma normal de lucha ciudadana que por lo generalprescinde de atentados, incendios o barricadas. El sufragismoinnov las formas de agitacin e invent la lucha pacfica.18

    Los desfiles sufragistas se trasformaron en procesiones en lasque mujeres vestidas con sus togas acadmicas llevando en lasmanos sus diplomas, seguan a los estandartes que reclamabanel voto. Harriet Taylor y su marido John Stuart Mill pusieron

    las bases de la teora poltica en que el sufragismo se movi.La profunda reforma del primer liberalismo llevada a cabo porS. Mill es el marco terico que sirvi para pensar la ciudadanano excluyente. En gran parte consisti en una renovacin del

    18 Ignoro por qu este hecho es, a menudo, obliterado y se hacer recaer la

    intencin de la lucha pacfica en las supuestas races pacficas

    ancestrales del indusmo de Mathama Gandhi. En todo caso, ste, lastom del sufragismo.

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    iusnaturalismo combinada con una ontologa individualistaprofundamente liberal que encontraba la clave de suarticulacin comunitaria en la nocin e inters comn ms que

    en la de voluntad general. Pertrechado por la slida doctrinadel segundo liberalismo, el sufragismo reclam y obtuvojustamente los derechos liberales: voto y educacin. Elfeminismo no ha perdido hasta la fecha ninguna de las batallasen que se ha empeado. Ha tardado ms o menos en conseguirsus resultados pero ha mantenido sus objetivos invariables. Losdos que el sufragismo se haba propuesto fueron conseguidos

    en un lapso de tiempo ms o menos largo -unos ochenta aos-pero al final se obtuvieron. En algunos pases y en algunosestados de la Unin las mujeres haban obtenido derecho alvoto en los aledaos de la Primera Guerra mundial. Al final dela Segunda todos los estados que no eran dictadurasreconocieron este derecho a su poblacin femenina.

    El esfuerzo blico no fue ajeno a esta victoria. Cuando lasgrandes guerras se produjeron en la primera convulsa mitad delsiglo XX, los varones fueron llamados a filas y llevados alfrente. Los pases beligerantes tuvieron entonces que recurrir alas mujeres para sostener la economa fabril, la industria blica,as como grandes tramos de la administracin pblica y de lossubsistemas estatales. La economa no fall, la produccin nodescendi y la administracin estatal pudo afrontar sin lagunasmomentos muy crticos. Quedaba entonces claro que lasmujeres podan mantener en marcha un pas. En talescondiciones, que siguieran excluidas de la ciudadana carecade todo sentido. Ni siquiera las voces ms misginas pudieronoponerse a la demanda del voto. Simplemente se limitaron aaugurar los efectos catastrficos que la nueva libertad de lasmujeres tendra para la familia. Porque el sufragismociertamente haba engaado o se haba autoengaado

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    asegurando frecuentemente que el uso de esa nueva libertadpor parte de las mujeres para nada alterara las relacionesfamiliares. Posiblemente muchas militantes lo creyeran de

    buena fe, pero el panorama resultante de su accin se encargde asegurar que en efecto fuera as.

    La pertinaz lucha y agitacin sufragista de casi un siglo, unalucha en la opinin y en el cambio de posiciones de las mujeresen la educacin y los empleos, llegaba a su fin. Los bienesliberales haban sido conseguidos y tanto el sufragismo comola misoginia romntica haban cubierto su tramo. Las cosaseran ahora diferentes. Pero lo eran?

    Mstica de la feminidad

    En las democracias surgidas tras la Segunda Guerra Mundial, y

    por primera vez, el sufragio universal se obtuvo y, tambin porprimera vez, los derechos educativos se aseguraron para toda lapoblacin. Esto significaba para las mujeres que comenzabauna nueva era, aquella que surga de las conquistas sufragistas.Un notable contingente de ciudadanas tenan ante soportunidades desconocidas en el pasado.Lo que entonces ocurri fue el conglomerado que recibe el

    nombre de "mstica de la feminidad". Por una parte losgobiernos, por otra los medios de comunicacin de masas cuyopapel aument de forma considerable hasta llegar a ser comohoy los conocemos, se comprometieron en una maniobra, estavez consciente, que permitiera obtener un doble objetivo: alejara las mujeres de los empleos obtenidos durante el periodoblico devolvindolas al hogar y diversificar la produccin

    fabril. Betty Friedam, en la obra que sirvi de punto dearranque al feminismo de los setenta, "La Mstica de la

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    Feminidad", analiz de forma magistral los diversos ejes deeste periodo. En los aos cincuenta las mujeres con derecho avoto y oportunidades educativas deban ser reconducidas al

    hogar y se pretendi que aceptaran la divisin de funcionestradicional, que, para tal efecto, fue reacuada. Esto implicabaque renunciaran a hacer ejercicios verdaderos de sus nuevosderechos. Por una parte los varones que regresaron del frentereclamaban sus antiguos empleos, lo que implicaba que lasmujeres los desalojaran y volvieran al hogar, bajo elsobreentendido de que lo haban abandonado de modo

    provisorio por causas de fuerza mayor.Para hacer esto posible el hogar mismo deba renovarse y elpapel femenino tradicional adecuarse al nuevo estado de cosas.Mujeres con derechos ciudadanos recientemente adquiridos yuna formacin elemental o media, en nmero significativo,deban poder encontrar en el papel de ama de casa un destinoconfortable.

    De los puestos obtenidos como reemplazo de los varonesfueron expulsadas sin ms. De aquellos que ellas mismashaban asegurado se intent desalojarlas por medio de unadisuasin optimista en la cual las revistas femeninas tuvieronun gran protagonismo.

    Las revistas femeninas haban aparecido en la dcada de los

    felices veinte y por la extensin y tirada que les conocemos seconsolidaron en los aos cincuenta. Todas ellas propusieron unmodelo de mujer nueva que oponer a la abuela ignorante ycaduca. "Antes" y "ahora" se convirtieron en las palabras clave."Antes" las abuelas hacan inconscientemente y por lo generalmal una larga serie de cosas, por falta de perfeccionamiento yde oportunidades: no criaban bien a sus hijos, no conocan las

    buenas reglas de higiene, no saban que llevar una casa exiga

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    una licenciatura en asuntos domsticos. "Ahora" las "mujeresmodernas", que eran ciudadanas y tenan formacin, eran libresy competentes. Libres de elegir permanecer en su hogar y no

    salir a competir en un mercado laboral adusto. Competentespara llevar adelante la unidad domstica mediante unaplanificacin cuasi empresarial. El nuevo hogar tecnificado enel que los electrodomsticos libraban de algunas de las tareasms trabajosas y humillantes necesitaba a una ingenieradomstica al frente. Una mujer que saba que el xito provenade una correcta direccin de la empresa familiar. Cada ama de

    casa era una directora gerente de la que dependa el xitocompleto de la familia nuclear. No tena sentido salir acompetir en el mercado por un puesto de cualificacin media obaja cuando se poda ser su propia jefe. Una "mujer moderna"no slo tena a punto su hogar tecnificado, sino que establecalas relaciones por las cuales el marido poda progresar:reuniones, asociaciones, cenas, partys, que hincharan las velas

    del progreso familiar.Los modelos de mujer cambiaron, tanto en el cine como en lapublicidad y las revistas. Frente a la soltera independiente delos aos cincuenta, Catherine hepburn o Doris Day. En latelevisin, cuya influencia se iba extendiendo sin cesar, elmodelo de mujer que pudiendo hacerlo todo decide hacer deama de casa, tuvo ejemplos sobresalientes en series de granxito. "Embrujada" es un perfecto resumen de todas ellas. Laprotagonista no es una vieja bruja como su madre, sino unaesposa cariosa que renuncia de buena gana a sus poderes y sedesvive por la vida profesional de un marido mediocre ysimptico.

    Antes de la emergencia de esta enorme maniobra publicitaria,

    inmediatamente antes, se haba producido una obra

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    fundamental para el feminismo, "El segundo sexo" de Simonede Beauvoir. Esta filsofa, hija de "la dinmica de lasexcepciones", puso su talento al servicio de una nueva forma

    de hacer feminismo. Ya no se trataba de las vindicaciones,como lo haban sido las ilustradas y las sufragistas, sino de lasexplicaciones. La obra de Beauvoir es difcil de clasificar.Siempre se duda si considerarla un colofn del sufragismo o laapertura a la tercera ola del feminismo. En cualquier caso, cayrelativamente en el vaco pues se produjo en el mismomomento en que la mstica de la feminidad se estaba forjando.

    Perteneca adems al ramo de la alta cultura, mientras que elmodelo de mujer que la mstica propona era el modelo medio.Esto es, "la mstica de la feminidad" segua operando dentro de"la dinmica de las excepciones". El nuevo modelo domsticoprevea que masivamente las mujeres retornaran a la antiguadivisin pblico/privado, esta vez no naturalizada, sinoconcebida complementariamente. Algunas mujeres sin duda

    podan no desear tal destino, pero tendran que probarlo. Y entodo caso, con ellas se hara una excepcin. La propia Beauvoirrelata que ella se crea de buena fe una de tales excepciones.Igual que se crea de buena fe que el trato incuo para lasmujeres slo se produca en el mundo capitalista y que por elcontrario en el estado sovitico la igualdad estaba ya alcanzada.Porque la mstica de la feminidad coincidi y fue uno de los

    momentos normativos de la guerra fra. Dos modelos sociales ypolticos, dos modelos femeninos. La realidad era muy otra. Lamstica de la feminidad estaba produciendo graves trastornosen la poblacin femenina sobre la que se ejerca. La pretendidaigualdad sovitica funcionaba con un sobreesfuerzo que slo alas mujeres se exiga, que dejaba intacto el trabajo domstico ysuprima las libertades pblicas.

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    Si el modelo propagado era duro para las excepciones -implicaba normalmente la soltera, la vigilancia sobre la moralsexual y una economa emocional casi insostenible- para

    aquellas que intentaron adaptarse a l result igualmenterepulsivo. La familia nuclear no era ya un centro productivo,como lo haba sido la tradicional en el pasado, sino deconsumo. En un primer momento los nfasis en la natalidad,-por otra parte esperables despus de un periodo blico al quesiempre sucede un repunte natalist - ocuparon el tiempodisponible de las nuevas amas de casa, pero con mrgenes de

    perfeccionismo que tensaron en demasa las relacionesfamiliares. Se exiga de las "mujeres modernas" una dedicacinal trabajo y al agrado a menudo incompatibles.19 Por otra parte,el nico mecanismo de encuadre poltico previsto fueron lasasociaciones de amas de casa, con escasos horizontes deintervencin en la comunidad. Mantener ocupada a una mujercon formacin media y ciertas expectativas profesionales

    dentro de un hogar tecnificado y ocupar su cabeza con elarreglo personal y domstico compulsivo, as como ocupar susdeseos de participacin con reuniones acerca del mejor modode envasar los alimentos, o dirigir su vida de consumo socialhacia la compra de productos cosmticos a domicilio, todo ello,deba tener consecuencias personalmente desastrosas. Sinindependencia econmica, sin quehaceres domsticos19

    Como por ejemplo dir que se lleg a escribir en los libros de belleza que

    la poca hizo populares, que una esposa perfecta deba levantarse de la

    cama una hora antes que su marido a fin de arreglarse, de modo que ste

    no la viera nunca sin maquillar a lo largo de su vida. Del mismo modo se

    podan aconsejar ejercicios para afinar la cintura mientras se pelaban

    patatas. En el bachillerato espaol las jvenes estbamos obligadas a

    estudiar la asignatura de "economa domstica" en cuyo texto podamos

    encontrar interesantes lecciones sobre las partes crnicas de los

    animales, as como completos desarrollos del tema "como mantenerperfectamente ordenado un armario".

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    relevantes, sin horizontes de relacin o de cultura fuera de losque las revistas femeninas planteaban, el relativo ociodomstico propiciado por la tecnificacin -e incluso por la

    existencia de ayuda en los estratos altos de la poblacin-comenzaba por gastarse de modo errtico - manualidades,consumo de infraliteratura, televisin- y terminaba por producirsoledad, cuadros depresivos y cuadros mdicos que fueroncalificados de "tpicamente femeninos".

    A mediados de los aos sesenta lleg a ser meridianamenteclaro para las hijas de esta generacin que las conquistassufragistas no haban logrado producir apenas cambios en lajerarqua masculina. El malestar creca y no se vean los caucesindividuales para darle salida. Un nuevo movimiento colectivoestaba a punto de aparecer.

    LA TERCERA OLA. ELFEMINISMOSESENTAIOCHISTA.

    La mstica de la feminidad de Friedan

    Fue una descripcin magistral del modelo femenino avaladopor la poltica de los tiempos postblicos y contribuydecisivamente a que a la nueva generacin de mujeres lecayeran las escamas de los ojos. A partir de ella se podanombrar al "malestar que no tena nombre", porque asllamaron las feministas de los setenta al estado mental yemocional de estrechez y desagrado, de falta de aire y

    horizontes en que pareca consistir el mundo que heredaban.Las primeras feministas de los setenta realizaron un gil

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    diagnstico: El orden patriarcal se mantena inclume."Patriarcado" fue el trmino elegido para significar el ordensociomoral y poltico que mantena y perpetuaba la jerarqua

    masculina. Un orden social, econmico, ideolgico que seautorreporduca por sus propias prcticas de apoyo conindependencia de los derechos recientemente adquiridos.

    El nicho poltico de nacimiento de la tercera ola del feminismofue la izquierda contracultural sesentaiochista. Del mismomodo que el feminismo ilustrado haba utilizado las categoraspolticas contemporneas y el sufragismo haba usado yrenovado las liberales, el feminismo de la tercer ola hizo lopropio con su conceptologa poltica contempornea. El cambioen las concepciones de lo poltico que supuso la agitacin demayo del 68 todava permanece insuficientemente tematizado,as como lo que aquel movimiento represent por s mismo.

    En l se conjugaron un relevo de lites que sustituyeron a las

    formadas y heredadas de la Victoria Aliada, un nuevo diseodel estado de bienestar, una revolucin en la transmisin de lossaberes, cambios profundos en las formas de vida y aparicinde un nuevo horizonte utpico y valorativo. Dado queseguimos habitando en la estela de estos cambios, ponderarlosen toda su extensin es an difcil.

    El feminismo de los aos setenta supuso el fin de la mstica de

    la feminidad y abri una serie de cambios en los valores y lasformas de vida que todava se siguen produciendo. Lo primeroque realiz fue una constatacin: que aunque los derechospolticos -resumidos en el voto- se tenan, los derechoseducativos se ejercan, las profesiones se iban ocupando -sinembargo no sin prohibiciones explcitas an para algunas-,20 las

    20 Por ejemplo permaneca vedado por ley el acceso a las magistraturas, elejrcito, el clero; y, por supuesto, el acceso de facto a las profesiones

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    mujeres no haban conseguido una posicin paritaria respectode los varones. Continuaba existiendo una distancia jerrquicay valorativa que en modo alguno se poda asumir como

    legtima. De tal constatacin surgi el anlisis de lo que estabaocurriendo y la articulacin de los nuevos objetivos a alcanzar.

    Se diagnostic, y con certeza, que por una parte, la obtencindel voto para nada haba supuesto el cambio en los esquemaslegislativos heredados por lo que tocaba a grandes partes delderecho civil y de familia. Por otra, el conjunto completo de lonormativo no legislado -moral, modales y costumbres- apenashaba sufrido cambios. Se haca imperiosa pues una revisin dela legislacin a fin de volverla igualitaria y equitativa. La igual-dad de derechos era slo aparente mientras no se fijara ennuevos textos. El feminismo de la tercera ola no se podacontentar con el solo derecho al voto, sino que inici la tarea derepaso sistemtico de todos y cada uno de los cdigos a fin dedetectar en ellos y posteriormente eliminar los arraigosjurdicos de la discriminacin todava vigente.

    En todos los pases avanzados, en la dcada de los setenta,coincidiendo con los momentos ms agitativos de las protestasfeministas, se produjeron revisiones y reformas legales quepermitieran a las mujeres el efectivo uso de su libertad, quehasta entonces slo en abstracto se les conceda. Pero no era

    voluntad del feminismo de los setenta detenerse ah. Desde elprincipio haba planteado la subversin del orden normativoheredado, que no se limitaba a lo estrictamente legal. Por esteexpediente las reformas legislativas fueron completadas con laentrada en la juridicidad de mbitos hasta entonces

    prestigiosas, la poltica, las ingenieras, arquitectura, medicina, economa

    y un largo etctera donde las mujeres se mantenan siempre a ttulo deexcepciones.

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    considerados privados.21 El feminismo estaba borrando lasfronteras tradicionales entre lo privado y lo pblico.

    En el terreno legislativo el trabajo principal se realiz en unadcada, la de los setenta y primeros aos de los ochenta. Perola tercera ola feminista haba previsto tambin que los mbitosnormativos no legales ni explcitos haban de ser alterados. Larevolucin en la moral, las costumbres y los modales, elconjunto que solemos conocer por mores, se iba produciendoen paralelo con la renovacin legislativa. Lo que resultaba msnotorio y produca mayor escndalo eran los nuevos juiciossobre su sexualidad y las nuevas libertades sexuales de lasmujeres "liberadas". Las relaciones prematrimoniales sehicieron por lo menos tan frecuentes como lo haban sido en elpasado, pero quienes las mantenan se negaban a culpabilizarseo ser culpabilizadas por ellas. El empleo de contraconceptivos,dispositivos uterinos, espermicidas, la comercializacin y usosemilegal de "la pldora" permitan a las mujeres de lasavanzadillas estudiantiles una disposicin sobre s mismasdesconocida.

    El cambio en los mores se iba produciendo en parte pordifusividad y en parte con independencia del ncleo militante.Para ste, "abolicin del patriarcado" y "lo personal es poltico"fueron los dos grandes lemas. El primero designaba el objetivo

    global y el segundo una nueva forma de entender la polticaque tena sus claves no en la poltica gerencial, sino en elregistro contractual. Un concepto mucho ms amplio y enocasiones poco manejable del trmino poltico, herederodirecto de la filosofa frankfurtiana -poltica es todo aquelloque entrae una relacin de poder- sobre todo a travs de

    21 Pongo como ejemplo la violacin en el seno del matrimonio, figuraimpensable en el momento en que fue planteada.

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    Marcuse, se impuso. Tal acepcin, a la que posteriormente seaadieron aditamentos foucaultianos, permita volver atematizar la veta ms clsica y profunda del feminismo desde

    sus orgenes: el injusto privilegio. Pero ahora el anlisis, pesea la utilizacin de un trmino tan amplio, se afinaba. Losnuevos datos y aportaciones del psicoanlisis, la antropologacultural, la sociologa y, en fin, la panoplia corriente de lacultura poltica contractual, permitan diagnsticos otroraimprevisibles. La nueva filosofa feminista se estaba formandosegn el consejo kantiano de elevar lo particular a categora.

    Kate Millet, S. Firestone, J. Mittchell, C. Lonzi, cada una a sumanera, recaptaban un minuciosos trabajo previo, el de losgrupos de mujeres que por todas partes haban ido surgiendo alamparo del ya citado "lo personal es poltico". Literalmenteaquellos primitivos grupos ponan en comn experienciaspersonales para someterlas a contrastacin y debate.22

    Dificultosa y an dolorosamente, sus integrantes ibanrehaciendo con los hilos de sus vidas particulares toda la tramade la opresin comn. De este humus previo, ahormado por ellenguaje poltico prevalente en la izquierda contracultural,surgieron las obras de cabecera de este perodo: la PolticaSexual de Kate Millet y la Dialctica del Sexo de SulamithFirestone.

    A medida que los anlisis se pormenorizaban e iban abarcandosituacin legal, laboral, medios de comunicacin educacin,salud, sexualidad, pareja, El Segundo Sexo de Beauvoir, sobreel cual haba depositados ms de veinte aos de olvido, se fue

    22Para un anlisis ms pormenorizado de estas formas organizativas

    remito a mi libro Sexo y filosofa, sobre mujer y poder, Anthropos, 1991.

    Del mismo modo lo hago para el debate fundamental acerca de "la

    contradiccin principal", que aqu no podr reproducir pormenorizadamente por necesidad de sntesis.

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    haciendo tambin relevante. Cierto que no estaba articulado enun lenguaje inmediatamente poltico, pero daba a su estiloexplicaciones convincentes de algunos fenmenos globales.

    Haba iniciado en solitario la entrada del feminismo en la "filo-sofa de la sospecha". No sin ciertas reservas fue aadido a losanteriores. Estas eran mayores en aquellos grupos ms radica-lizados que recibieron como algo propio el Manifiesto delSCUMde Valerie Solanas.

    En cualquier caso la totalidad del movimiento era contempladadesde fuera como una protesta radical y en ocasionesincomprensible, tanto por su tipo de demandas como por sumodo de presentarlas. Y esto no slo era as en los mbitosconservadores, sino que tambin las tensiones se agudizaroncon los propios compaeros de viaje. El "hijo no querido de laIlustracin", que con el sufragismo se haba vuelto el incmodopariente del liberalismo, ahora se perciba como el indeseable,por inesperado, compaero del 68. Ahora, cuando se estabaapunto de tocar el Cielo utpico y derribar al "sistema" a quvena la revuelta de las mujeres? No se daban cuenta de quefragmentaban "la lucha final"?

    Acostumbrados a operar tambin con la dinmica de lasexcepciones, incluso los reductos polticos ms extremosintentaron desviar aquella potencia acfala. Por la parte de la

    teora con el asunto previo de la contradiccin principal, porla prctica mediante engaosas ofertas de cooptacin. Paraqu necesitas t ser feminista? fue una pregunta que bastantesmujeres oyeron.

    Sobreentenda que el feminismo serva como vehculo para lasincompetencias. Las que valan podan intentar vas deacceso a la lites grupusculares sin semejante equipaje.

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    Como heredero directo que es del igualitarismo, el feminismosiempre ha contado con una tensin propia: la que se estableceentre la fila y el liderazgo. Esto a menudo hizo caer al

    movimiento en lo que ha llegado a llamarse la tirana de lafalta de estructuras. En efecto, el feminismo es de suyo unigualitarismo tan bsico que ello mismo entorpece enocasiones, tomado el movimiento en toda su extensin, suaccin colectiva. El feminismo de los setenta poda confiar enla novedad de sus demandas y en su capacidad de agitacin,cuantitativamente entonces asombrosa. Pero casi no contaba

    con liderazgos y muchas veces tampoco los deseaba. Losgrupos se formaban por afinidad a la par militante y amistosa yfuncionaban precisamente por esta amistad tica ypolticamente dirigida para la que el trmino griego fila resultaadecuado. Este modo de fraguarse era muy adecuado. Estemodo de fraguarse era muy adecuado dado el gnero dediscurso y experiencias que haba que abordar en la primera

    fase: elevarla ancdota a categora implicaba a veces revelarcosas personales e incluso ntimas, lo que se facilitaba con lafila por apoyo. Sin embargo, tanto el diagnstico como laconcepcin de objetivos eran polticos. De modo que sepretenda incidir en lo pblico desde un espacio que seconstrua como semiprivado. Pero es que el feminismo buscabatambin la transformacin de cada militante en una mujer

    distinta, liberada. En las lizas por la jerarqua, que no tardaronen aparecer, se form un pequea lite de mujeres que no habasido convalidada por sus varones homlogos ni provena de lasestructuras relacionales masculinas y que pretendainterlocuciones polticas directas. Queran llevar por ellasmismas adelante los cambios apetecidos en todo lo que lapoltica vigente estuviera dispuesta a ceder.

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    Esto chocaba con el problema paralelo de la doble o nicamilitancia,23 pero an lo complicaba, dado que los liderazgos aque me refiero igual surgan en grupos de doble adscripcin

    como en otros radicales de nica militancia. Por esteexpediente el feminismo tuvo que replantearse el tema delpoder. Estas tensiones, con todo, no deben equivocarnos sobrela cuestin principal: an en medio de ellas la seleccin desntoma. El diagnstico y la localizacin de objetivos siguieronfuncionando a buen ritmo. En los aos ochenta el feminismo,aunque fuera de forma muy tmida, comenz a capilarizar la

    poltica formal. En todos los pases occidentales fueroncreando organismos especficos para la condicin femenina.Ellos, por lo general, posibilitaron la finalizacin de lasreformas legales todava en curso y la evaluacin de las yarealizadas.

    En los ochenta fue quedando patente que la imagen socialglobal segua connotando poder, autoridad y prestigio del ladovaronil, sin que las reformas ya obtenidas estuvieran variandoesa inercia de modo sensible. As que la visibilidad se convirtien el objetivo. En otros trminos, el feminismo, un movimientoprofundamente antijerrquico e igualitarista enfrentaba elproblema de transformarse tambin en una teora de las litescon la voluntad de no perder sus seas de identidad en elempeo. Ello tuvo bastante que ver con la aparicin de latensin igualdaddiferencia.

    ELPRESENTEYLOSRETOSDELFUTURO

    23 De nuevo me veo obligada para no desdibujar el hilo principal expositivoa remirme a mi libro Sexo y filosofa ya citado anteriormente.

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    Del mismo modo que a la obtencin de las conquistassufragistas le sigui la mstica de la feminidad, los ochentavieron aparecer una formacin conservadora reactiva que

    intent volver a poner las cosas en su lugar a fin de deflactarlas vas abiertas por los nuevos espacios legales. Se produjodurante la vigencia del conservadurismo Regan-Thacher. Hasido perfecta y admirablemente descrita por S. Faludi en sulibro Reaccin.24 De nuevo la maniobra fue orquestada ensinergia por los poderes pblicos, la industria de los medios yla moda y la red asociativa conservadora de la sociedad civil.

    Sin embargo tuvo mucha menos capacidad que su predecesora.Por una parte el panorama internacional no era homogneo ypor otra el feminismo en los ochenta se estaba transformandoen una masa de acciones individuales