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    KARYN MONKLA RICA HEREDERA

    ARGUMENTOJack Kent, un antiguo ladrn reformado, no se

    Encuentra a gusto en actos sociales como esa boda, a

    la que ha acudido por puro compromiso.Pero todo cambia de repente cuando ve cmo la novia

    se descuelga de uno de los balcones y le implora que lepermita huir en su carruaje. Aquella jovennorteamericana, que no estaba dispuesta a tolerar unmatrimonio impuesto con un viejo duque, le atraedesde el principio. Sin embargo, la pasin queempieza a nacer entre ellos ha de enfrentarse a variosretos: el abismo entre los mundos a que pertenecen y,sobre todo, los propios miedos de Jack, que an no hahecho las paces con su turbulento pasado.

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    Karyn Monk

    La rica heredera

    ACUDI A LA BODA COMO UN INVITADO MS...

    Jack Kent ha dejado atrs la adolescencia que vivi al filo de la ley, en el seno deuna familia de avispados delincuentes. Su negocio en los astilleros le ha otorgadouna posicin, pero la edad ha endurecido tambin su corazn y le ha convencido deque un hombre como l no puede aspirar jams a un amor verdadero. Unaconviccin que se pone a prueba como nunca con la intempestiva irrupcin deAmelia en su vida, el da en que la rescata de su propia boda. Enseguida sientesimpata por ella, ya que sabe bien lo que significa sentirse slo y perseguido portodos. Quizs esa mujer, que proviene de un mundo tan diferente al suyo, sea la

    nica capaz de romper su coraza de remordimientos...

    ...Y SE LLEV A LA NOVIA

    Amelia no estaba dispuesta a ser moneda de cambio para su familia, que pretendacasarla con un anciano duque para unir as el dinero amasado en Amrica con elprestigio de la nobleza britnica. Joven, hermosa e independiente, tiene el coraje

    suficiente para tomar las riendas de su destino y huir en plena boda. Est con-vencida de que su verdadero amor, un aristcrata de Londres con el que secomprometi en secreto, la espera con los brazos abiertos. Pero, en compaa de eseextrao y rudo escocs que la ha ayudado a escapar, empieza a tener sus dudassobre muchas cosas, especialmente sobre la eleccin que ha hecho su corazn.

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    CapituloInglaterra

    F inales del verano de 1883

    Si haba un infierno, seguro que estaba en l.-Estate quieto, Jack -susurr Annabelle dndole un codazo en el costado.

    Jack mir a su hermana molesto e intent recolocar su fornido cuerpo en losbordes del antiguo banco.-Llevamos encerrados ms de una hora en este mausoleo y la maldita boda no hacomenzado an. El olor de estas flores es asfixiante, me gustara estrangular alcoro y ya no siento el trasero.-Ese tipo de ah parece que est muerto -coment su hermano Simon frunciendoel ceo.

    Charlotte lanz a sus hermanos una suave mirada reprobatoria.-Yo creo que las flores son preciosas -respondi en voz baja-. Genevieve me hadicho que la madre de la novia, la seora Belford, ha diseado ella misma losarreglos florales y ha dejado vacos casi todos los invernaderos de Inglaterra.Deben haber costado una fortuna.-Las hojas rosas y naranjas quedan muy bien en los arcos gticos -aadi suhermana Grace observando los cuatro arcos florales del pasillo de la iglesia, queformaban un esplndido dosel bajo el cual deba pasar la novia-. Y el lienzo delirios y crisantemos de la verja del altar es impresionante.-Jamie, acrcate a ese hombre y comprueba si tiene pulso -dijo

    Simon an preocupado por el caballero que estaba sentado unas filas ms allcon los ojos cerrados-. Puede que necesite un mdico.-Slo est dormido -le asegur su hermano-. Le he visto rascarse.-Qu suerte tiene ese bastardo -murmur Jack.-Jack! -Annabelle le mir indignada mientras Charlotte yGrace se rean bajo las alas de sus enormes sombreros.-Por qu no sales fuera un momento para estirar las piernas,

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    Jack?Haydon Kent, marqus de Redmond, observ a su hijo desde el banco de al ladocon expresin comprensiva y divertida. Con sesenta y un aos haba aprendido asoportar los tediosos deberes sociales que su estatus le exiga, pero Jack saba quetambin a l le habra gustado escapar de aquella sofocante iglesia.-Con el ritmo fnebre que lleva esto estoy seguro de que an falta un rato paraque comience la ceremonia.-Pero vuelve antes de que entre el cortejo nupcial -aadi Genevieve. Su madre lesonri con cario-. A la novia no le gustara que un invitado dscolo se tropezaracon su cola al entrar a la iglesia.El gigantesco rgano reson una vez ms en el cavernoso templo mientras lossesenta miembros del coro se levantaban con aire cansado.-Estar fuera. -Sin esperar a que Annabelle se quejara, Jack avanz por el pasilloignorando las miradas reprobatorias de las mujeres y la cara de envidia de los

    hombres que sudaban profusamente a su lado.El intenso perfume de las miles de flores que se filtraba por las puertas de laiglesia y saturaba el clido aire estival oblig a Jack a buscar refugio en la partelateral del edificio de piedra. Se afloj el nudo de la corbata y respirprofundamente para librarse de ese olor empalagoso.Cmo haba consentido que su familia le persuadiera para asistir a esa ridculaboda? Apenas conoca al duque de Whitcliffe, y jams haba visto a AmeliaBelford, la rica heredera americana con la que el anciano duque se haba dignadopor fin a casarse. Si no fuera porque estaba ansioso por ver a su familia despusde haber estado tres meses navegando no habra accedido a aguantar la mayor

    tortura social que haba soportado en treinta y seis aos. El lujo con el que habasido decorada la iglesia no haca presagiar lo que vendra a continuacin. Tras laceremonia el duque haba invitado a quinientas personas a sufinca para pasar tres das de festejos interminables. Jack decidi que los gastosdeban correr a cargo de los padres de la novia, porque era bien sabido que el

    viejo Whitcliffe tena problemas para mantener su decrpito patrimonio familiar.Ese da Su Excelencia ganara una gran fortuna con la dote de la novia. Lo quelos sudorosos invitados estaban a punto de presenciar era simplemente unatransaccin comercial, gracias a la cual la seorita Belford obtendra un ttulonobiliario de dudoso prestigio y Whitcliffe se embolsara un capital que superaba

    con creces lo que habra esperado acumular en toda su vida.Jack sac una petaca plateada del bolsillo de su chaqu y bebi un trago dewhisky. Le daba igual cuntas herederas malcriadas cruzaran el ocano paraenganchar a un severo aristcrata empobrecido con los dientes amarillentos y unacalvicie incipiente.Lo nico que quera era que sta llegara a su maldita boda antes de que l murierade asfixia y aburrimiento.

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    -Dios mo -susurr entonces una vocecita sobre su cabeza-. No dejes que memate, por favor.

    Al mirar hacia arriba asombrado vio una esbelta pierna envuelta en una media decolor marfil por encima de la barandilla de piedra gris que recorra el lateral de laiglesia. Le sigui una nube blanca de tela, con tal profusin de enaguas y encajesque tapaba por completo a su portadora. La estilizada pierna tante con la puntade su fino zapato para buscar un apoyo en la gruesa enredadera que trepaba poruna celosa verde en la pared de piedra. Despus de encontrar una rama quepareca resistente, el pequeo pie la prob una vez doblando el escalnimprovisado al cargar ms peso. Luego apareci otra pierna y una autnticatormenta de nieve de galas nupciales comenz a descender con torpeza por elfollaje.De repente la enredadera empez a ceder. La indumentaria vaporosa lanz ungrito de pnico y cay sobre unos arbustos provocando una explosin de hierba

    y seda. Con el pulso acelerado, Jack corri hacia la maraa de hojas y encajesconvencido de que la estpida muchacha se haba partido el cuello.-Cielo santo! -exclam ella sin aliento pero entera-. Menudo batacazo. -Trasasomar la cabeza comenz a quitarse de encima las ramas de los arbustos.

    Aliviado de que no estuviese gravemente herida y con curiosidad por ver quhara a continuacin, Jack se escondi detrs de un rbol para observarla.Incapaz de librarse de las ataduras de su extravagante vestido, ellatir sin piedad de la tela cosida a mano y la desgarr hasta que consigui salir delos arbustos. Luego se enroll la cola y el velo y fue corriendo hasta la esquina delmuro de la iglesia tan rpida como se lo permitan sus elegantes zapatos. Una vez

    all ech un vistazo a la fachada con cautela.El coro haba terminado de cantar el himno y el obispo estaba asegurando a losconcurrentes que la ceremonia estaba a punto de comenzar. Jack pens que erapoco probable, puesto que la novia acababa de lanzarse por una balconada yestaba examinando la larga hilera de lujosos carruajes que haba aparcados delantede la iglesia. El primero era el coche nupcial, un llamativo carruaje de bano y oroadornado con grandes lazos de satn y suntuosas flores blancas. Tras decidir queno sera correcto huir de su prometido en su coche, la novia pas junto a los delcortejo nupcial hasta el siguiente vehculo disponible.-Vmonos de aqu, rpido! -consigui decir Amelia casi sin aliento entrando en el

    carruaje. Despus de cerrar la puerta mir con ansiedad por la ventanilla para versi la haba seguido alguien. Y recordando sus modales aadi con tono amable alconductor:-Por favor.Un hombrecillo arrugado con los ojos somnolientos y el pelo blanco enmaraadose dio la vuelta y la mir con incredulidad.-Buenas tardes, seorita Belford -dijo entonces Jack abriendo la puerta del coche-

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    . Bonito da para dar un paseo, verdad?-Perdone, caballero, pero este coche ya est ocupado. -Amelia intentabamantener la calma mientras miraba nerviosamente por la ventanilla para ver sialguien ms se haba percatado de que estaba huyendo-. Me temo que tendr quebuscar otro.-La novia quiere que la lleve -comunic a Jack el conductor visiblementedesconcertado.-Debo insistir en que busque otro coche -afirm Amelia desesperada pormarcharse-. ste ya est cogido.-Pero por desgracia es el mo -le inform Jack. A Amelia se le cay el alma a lospies.-Perdone... no lo saba. En ese caso tendr que buscar otro.Una vez ms se enroll los voluminosos ropajes de su vestido y se acerc a lapuerta. De repente cesaron los montonos acordes del rgano y unos gritos

    agitados comenzaron a desgarrar el aire.-Tengo la impresin -coment Jack mirando hacia la iglesiade que alguien se hadado cuenta de que la novia ha desaparecido.Ella se qued tan plida que por un momento Jack temi que fuera a desmayarse.Sin embargo, se quit de un tirn los pendientes de esmeraldas y se los lanz.-Con eso y el collar ser suficiente para comprarle el coche? -le preguntdesabrochndose la sarta de diamantes que llevaba alrededor del cuello.

    Jack la mir perplejo.-Tambin puedo darle este anillo -aadi intentado sacarse de la mano derechaun enorme rub rodeado de un reluciente halo de diamantes-. Lord Whitcliffe

    dijo que haba pertenecido a su familia durante generaciones. Claro que me handicho que a lo largo de los aos ha tenido que vender las joyas ms valiosas delos Whitcliffe para pagar sus deudas, pero no creo que me lo hubiese dado si notuviese ningn valor. Da mucha importancia a las apariencias.-No quiero el anillo de Whitcliffe -respondi Jack nervioso.

    Amelia cambi de expresin.-Tiene razn, por supuesto... en realidad no me pertenece. Pero el collar y lospendientes son mos -declar fervorosamente-. Me los regal mi padre hace unosmeses cuando cumpl diecinueve aos. Puede estar seguro de que nadie lereclamar... Entre, rpido, van a verle! -dijo agarrndole de la manga de la

    chaqueta mientras la gente comenzaba a salir de la iglesia gritando su nombre-.Dese prisa!En contra de su voluntad, Jack se sent enfrente de ella y cerr la puerta delcoche.-Seorita Belford -comenz a decir adoptando el tono que le pareca msrazonable-, es evidente que est nerviosa y abrumada por la emocin. Estoyseguro de que si lo piensa bien...

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    -Cmo se llama?l la mir exasperado, consciente de que en cualquier momento alguien decidirarastrear los carruajes.-Jack -respondi-. Jack Kent.-Dgame, seor Kent, ha estado alguna vez desesperado?Sus ojos estaban llenos de pasin. Eran del color del mar, de unazul insondable, como cuando el sol brilla sobre las olas como estrellas fugaces. Unas largas pestaas cubran sus prpados, que de cercaestaban hinchados y enrojecidos, con unas marcas moradas debajopor la falta de sueo. Sus rasgos eran delicados y atractivos, y su cutis fino y sedoso excepto por un racimo de pecas que salpicaba sunariz, que a Jack le pareci encantadora. El pelo dorado que antes llevaba bienarreglado le caa sobre los hombros en una maraa de horquillas sueltas, jironesde velo y trozos de hojas. Esta novia fugitiva era alta, y su descenso por el muro

    de la iglesia sugera que tambin era fuerte, aunque en ese momento parecapequea y frgil entre las frondosas capas de su ajado vestido de novia.-Ha sentido alguna vez que iban a condenarle a una terrible existencia que nopodra soportar -prosigui Amelia con tono sinceroporque el mundo queraencarcelarle simplemente por ser quien es?

    Jack apret la mandbula. Las heridas de su pasado llevaban aos enterradasgracias a los cuidados de Genevieve y Haydon, pero las palabras de la seoritaBelford consiguieron herirle. Algunas heridas no se curan nunca, pens conamargura, por mucho tiempo y dinero que se invierta en protegerlas.Por un momento Amelia crey que le haba ofendido. Un destello de ira

    encendi su mirada gris, y advirti la casi imperceptible tensin de su mandbula.Haba un punto de dureza y cautela en ese hombre que no haba visto enninguno de los tipos atildados que haba conocido desde que lleg a Inglaterra.

    Tena unos rasgos firmes y atractivos, con un cuerpo alto y musculoso quecontrastaba con la blandura de la mayora de sus compatriotas. Una cicatrizrasgaba la piel oscura de su mejilla izquierda, que pareca estar cada vez msblanca mientras consideraba su pregunta.-Puede que no sepa lo que es sentirse absolutamente desesperado -aadialejndose de la ventanilla mientras la gente segua saliendo de la iglesia parabuscarla. Su dama de honor estaba ahora en la barandilla por la que haba huido,

    y una multitud se haba congregado junto a la enredadera y los arbustos chafados-. Tan desesperado como para arriesgar cualquier cosa por la remota posibilidadde que haya otra vida esperndole en alguna parte, si tan slo fuese libre paraencontrarla.En la luminosidad de sus ojos haba una inquietante mezcla de miedo yesperanza. Jack maldijo en silencio. No tena la costumbre de rescatar herederasfugitivas. Slo haba accedido a asistir a la boda de Whitcliffe para estar con su

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    familia antes de volver a Escocia. All pasara un da o dos ponindose alcorriente de la situacin de su compaa naviera antes de partir para Ceiln. Notena tiempo de involucrarse en el dilema sentimental de la seorita Belford, pordesafortunado o urgente que fuera. Lo mejor que poda hacer era abrir la puertadel coche y dejarla en los acogedores brazos de su prometido, que sin dudaalguna estara muy preocupado por ella.

    Wjo Ech un vistazo por la ventanilla. Entre la multitud vio la imponente figurade John Henry Belford, su padre, vociferando su nombre, aunque era difcildiscernir si estaba alarmado o furioso. A su lado haba una seora muy enjoyadacon un traje de seda de color melocotn rematado con pieles, nada apropiadopara un da tan caluroso, y la cara torcida en un gesto de calma aparente. Laencantadora madre de la novia, pens Jack. Y cerca de ellos estaba el pomposo

    viehitcliffe, con su pesado cuerpo sudoroso embutido en un chaqu de colorvino que le sentaba fatal y su flcido rostro morado de rabia. Puede que los

    brazos de su prometido no fueran tan acogedores despus de todo.-Quiere eso decir, seorita Belford, que este matrimonio no lo ha elegido usted?-pregunt Jack considerando si deba abandonarla a su suerte.

    Amelia movi la cabeza desolada.-Mi madre estaba decidida a casarme con un aristcrata que tuviera comomnimo el rango de duque. Pero por desgracia no hay muchos duques por ah, ymenos an que estn libres. Lord Whitcliffe fue lo mejor que pudo encontrar, yestaba dispuesto a casarse conmigo aunque piensa que soy ordinaria y estpida.-Le dijo eso? -Jack sinti un repentino impulso de agarrar a Whitcliffe por sucasi inexistente cuello y exigirle que se disculpara.

    -Se lo o decir a mi padre. Al principio pens que slo lo deca porque quera quele pagara ms por casarse conmigo. Quiz le sorprenda saber, seor Kent, que elmatrimonio de una chica americana con un lord ingls sale bastante caro. Peroluego lord Whitcliffe cit algunos ejemplos de lo que l llamaba micomportamiento burdo e impropio, y me di cuenta de que realmente pensabaque era vulgar. -Despus de bajar la vista intent estirar la maraa de seda y satnque la rodeaba.

    Jack pens en su huida por el muro de la iglesia con su traje de novia. AWhitcliffe le habra dado un ataque si hubiera presenciado esaescena. Se contuvo para no sonrer.

    -Si no quiere venderme su coche, seor Kent, me permitira alquilrselo un da odos? -insisti Amelia con tono optimista-. Le prometo que cuidar bien de l y selo devolver lo antes posible.

    Jack evit su mirada suplicante. Su familia haba salido ya de la iglesia y andababuscndole entre la gente. Sus hermanas estaban muy guapas con sus elegantesmodelos, que haba diseado Grace. Las tres estaban felizmente casadas conhombres que haban elegido ellas mismas. Aunque a Jack le resultaba familiar la

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    prctica de los matrimonios concertados, sobre todo entre la nobleza, Genevievesiempre haba credo en la libertad de pensamiento y eleccin y haba inculcadoesos valores a sus hijos. La idea de que Annabelle, Grace o su querida Charlottefueran ofrecidas como corderos al mejor postor le pareca abominable.-Seor Kent? -dijo Amelia con voz cansada.Un grupo de hombres se estaba desplegando para rastrear los carruajes. Jack sedio cuenta de que Simon y Jamie se dirigan hacia el suyo. ProbablementeGenevieve les haba pedido que echaran un vistazo, no para buscar a la noviadesaparecida, sino para ver si su hermano se haba refugiado all y se habaquedado dormido. En cuanto descubrieran a la seorita Belford la sacaranapresuradamente del carruaje y la llevaran a la iglesia para unirse a Whitcliffequisiera o no.

    Y l no podra hacer nada para impedirlo.-Por favor, seor Kent -susurr Amelia.

    Tras acercarse le puso una mano sobre la suya con expresin suplicante.l mir la mano sorprendido. Su tacto era suave y fro a pesar del calor que hacay de la repentina proximidad del carruaje. Era una mano pequea, que parecams menuda an con el ostentoso anillo que Whitcliffe haba elegido paradesposarla. Tena los dedos finos y bien arreglados, como era de esperar en unanovia el da de su boda. Su piel plida y sedosa indicaba que haba pasado granparte de su existencia envuelta en.guantes caros. Pero lo que ms le llam la aten-cin fueron los abundantes araazos que la cubran. Debi hacrselos durante lacada, razon Jack, mientras intentaba agarrarse desesperadamente a laenredadera antes de desplomarse sobre los arbustos. Al coger la mano y darle la

    vuelta descubri un corte profundo en su palma del que sala un fino chorro desangre que tambin haba manchado su piel.Poco antes le haba preguntado si saba lo que era estar desesperado. La verdades que lo saba muy bien. Hasta que vio esa mancha rosada de sangre en supropia piel no comprendi lo desesperada que estaba.

    Y de repente se acord con claridad de lo que era estar solo y aterrorizado.-Oliver -dijo con una calma que no presagiaba lo que estaba a punto de hacer-, dala vuelta al carruaje y sal despacio. El conductor abri los ojos de par en par.-Con ella?

    Jack asinti.

    - Pero... es la novia -replic Oliver pensando que Jack haba pasado por alto esedetalle.-Ya lo s.--Nos perseguirn!-Solo si creen que la seorita Belford se esconde en este coche -respondi Jack-.Si conducimos despacio y no les damos motivos para sospechar seguirnbuscando por los alrededores y los dems carruajes. -Su cuerpo se tens al ver

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    acercarse a Simon y Jamie-. Tenemos que irnos ya, Oliver.El hombrecillo dud unos segundos antes de chasquear el ltigo en los cuartostraseros de sus caballos. Jack se asom por la ventanilla mientras el cocheavanzaba para que sus hermanos no vieran que la desconsolada novia iba dentro.-Es una lstima que a nadie se le haya ocurrido buscar a la novia antes -afirmcon tono malhumorado-. Podra haber salido para Escocia hace una hora -aadifingiendo que contena un bostezo.-No te irs a casa ahora, verdad? -Simon pareca decepcionado.-Enseguida encontrarn a la seorita Belford -coment Jamie-. Seguro que le hadado un ataque de nervios.-Me da lo mismo -repuso Jack con expresin aburrida-. De todas formas notengo tiempo para celebraciones. Vuelvo a Inverness, y luego me voy a Ceiln. Sino os quedis demasiado en Inglaterrapuede que os vea antes de marcharme. Decidle a Whitcliffe que siento que haya

    perdido a su heredera -dijo despidindose del resto dela familia-. La prxima vezdebera buscar una novia que no sea americana; tengo entendido que suelen darproblemas.Despus se recost en su asiento, cruz los brazos sobre el pechoy cerr los ojos. Ni siquiera mir por la ventanilla mientras el cochese deslizaba sin prisa por el camino sombro, dejando que los demscontinuaran buscando desesperadamente a la escurridiza Amelia Belford.

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    Capitulo 2A Londres -orden Amelia a Oliver agarrando nerviosamente los jirones de sudeteriorado vestido-. Por favor.-A la estacin de trenes, Oliver. Vamos a Inverness.

    Amelia mir a Jack confundida.-Eso no est en Escocia?-Si no lo han movido ltimamente...-Pero yo no puedo ir a Escocia -protest-. Tengo que llegar a Londres cuanto

    antes; mi prometido est all.-Su prometido est delante de la iglesia hecho una furia. -De repente Jack sepregunt si la seorita Belford estara desequilibrada-. Si quiere puedo decirle aOliver que d la vuelta para que se rena con l.-No estoy hablando de Whitcliffe -puntualiz Amelia-. Slo era mi prometido alos ojos de mis padres, pero nunca ha sido mi verdadero amor. La verdad, seorKent, es que estaba comprometida en secreto cuando mis padres acordaron mimatrimonio con lord Whitcliffe. Claro que no era un duque -aadi rpidamente.-Claro. -Jack sinti una punzada de decepcin.

    Por algn motivo haba pensado que en la gloriosa huida de la seorita Belfordhaba algo ms que el deseo mundano de estar con otro hombre. Durante unbreve instante crey haber visto en ella un espritu libre y salvaje, un destello derebelda e independencia que la diferenciaba del resto de las mujeres bieneducadas que haba conocido. Cuando le habl de encontrar otra vida pens quequera librarse de las ataduras de su condicin femenina y forjarse una nuevaexistencia por s misma. Pero lo que iba a hacer era cambiar un cuidador porotro. Debera haberlo sospechado, se dijo, molesto de pronto por haberseimplicado en su fuga romntica. Pocas mujeres huiran de una vida llena de lujosy privilegios si no supieran que iban a encontrar otro nido dorado. La nica

    mujer que conoca que hara algo as era Genevieve, y siempre haba sabido queera especial.-Se llama Percy Baring -prosigui Amelia con las mejillas sonrojadas por laemocin-. Es el quinto vizconde Philmore. Seguro que ha odo hablar de l.-No.Ella parpade asombrada.-Qu extrao. Lord Philmore conoce a todo el mundo en Londres, o eso me

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    pareca a m cada vez que nos veamos. Pertenece al Club Marbury, que es muyexclusivo, y ha asistido a todos los bailes y las fiestas importantes de latemporada.Seguro que s, pens Jack malhumorado.-Yo soy de Escocia, seorita Belford. No voy mucho a Londres.-Ya veo -dijo Amelia-. Supongo que eso explica su acento. Me he dado cuenta deque era diferente, pero todo el mundo me suena extrao aqu -se apresur aaadir para no ofenderle-, como s que yo les sueno extraa a ellos. Lord

    Whitcliffe me dijo que tendra que trabajar en eso cuando nos casramos. Decaque mi acento era atroz, y que no poda permitir que una duquesa de su linajeanduviese por ah como si no supiera hablar ingls correctamente. -Torci susplidas cejas al fruncir el ceo-. De hecho dijo que destrozaba las palabras. Mehizo mucha gracia, porque yo pensaba que era l quien pronunciaba mal, no yo,pero jams me habra atrevido a decrselo para no herir sus sentimientos.

    La idea de que Whitcliffe se sintiera herido le pareca muy poco probable.-Y a lord Philmore no le importa su acento? -Le parece adorable.Por supuesto, pens Jack con irona. Con una dote millonaria colgando sobresu cabeza, lord Philmore estara dispuesto a afirmar que todo en la seoritaBelford era adorable. Al fin y al cabo, un vizconde no poda permitirse el lujo deser tan exigente como un duque.-Un vizconde no les pareca suficiente a sus padres? -pregunt con un leve tonodespectivo.-Dicho as suena horrible -reconoci Amelia-. Pero no es loque piensa. Mis padres provienen de familias humildes, y mi padre ha trabajado

    toda su vida para conseguir lo que tiene. Mientras l se ha centrado en su negociomi madre ha intentado elevar nuestro nivel en la sociedad. El dinero compra larespetabilidad, seor Kent, y en Nueva York hay muchas reuniones sociales a lasque mis padres no pueden acudir.-Y si se casara con un duque eso cambiara.-No creo que mi madre sea tan ingenua como para pensar que la gente les mirarade otro modo por eso -replic Amelia-. Est pensando en mis hermanos y en m,y en los hijos que pueda tener. Mi matrimonio con lord Whitcliffe habraasegurado su posicin en la sociedad.-No le importaba que quisiera casarse con otra persona?

    -Cree que soy demasiado joven para saber qu me har feliz -explic-. Cuando lehabl de Percy me prohibi que volviera a verle o a escribirle para decirle queestaban al tanto de nuestra relacin. Neg que estuviramos comprometidos, ydijo que puesto que mi padre no haba dado su consentimiento no era uncompromiso formal. Yo le dije que nos habamos jurado amor eterno, y que dosalmas unidas no se pueden separar. -Sus ojos azules brillaban con una expresindesafiante-. No est de acuerdo, seor Kent?

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    Jack se encogi de hombros. Genevieve llevaba ms de veinte aos intentandoquitarle ese hbito nada refinado, entre muchos otros, sindemasiado xito.-Supongo que s. -No tena mucha experiencia en uniones de almas-. Qu lerespondi su madre a eso?-Dij que era slo una nia y que no saba lo que era mejor para m, pero quealgn da le dara las gracias por acordar mi matrimonio con lord Whitcliffe.Despus no me permiti estar sola, y orden a los criados que interceptaran micorrespondencia para que no pudiera comunicarle a Percy lo que haba ocurridoni me llegasen las notas que l intentara enviarme.-As que no sabe cmo reaccion su vizconde cuando se enter de que iba acasarse con lord Whitcliffe?-Estoy segura de que se qued desolado -dijo Amelia-, y de que comprendi queyo no haba participado en la decisin.

    Jack arque una ceja con aire escptico.-Qu le hace pensar que l no se ha comprometido con otra persona?-Percy me jur que nunca habra nadie ms para l. Estoy segura de que duranteestos meses ha tenido el corazn destrozado, igual que yo. Se alegrar mucho deque vuelva a su lado ahora que somos libres paracaSarnos como habamosplaneado.Su profundo cinismo le llev a Jack a pensar que si lo que tema el vizconde eraque desafiara pblicamente a sus padres y huyera el da de su boda, la seoritaBelford haba destruido por completo su relacin con ellos, con lo cual no habaninguna posibilidad de conseguir una dote ni ua herencia. Lord Philmore podra

    haber pensado en un principio qUe con un compromiso y una boda secreta losBelford habran acabado aceptando el matrimonio de su hija y estaran dispuestosa ayudar a la nueva pareja a mantener un estilo de vida comparable al que habatenido hasta entonces su adorada hija.Pero haba una gran diferencia entre fugarse discretamente con una heredera sincompromiso y casarse con una novia fugitiva que se haba convertido en elcentro de un terrible escndalo.-Tiene Philmore ingresos propios?

    Amelia se qued sorprendida por la pregunta.-Perdneme- -Jack se dio cuenta de que era muy probable que la seorita l3elford

    no supiera nada de asuntos financieros, y no fuera consciente de que a loshombres que la haban cortejado les atrajera algo ms que su extraordinariabelleza-. Lo que quiero decir es que...-S Perfectamente qu quiere decir, seor Kent -le asegur

    Amelia contrariada-. A pesar de lo que pueda pensar de m no soytonta. He pasado los ltimos aos en el mercado matrimonial de Londres YPafs, y soy consciente de que la mayora de los hombres -incluido locd

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    Whitcliffe- me ven ante todo como una suculenta fuente de ingresos. Las fincas ylas casas de Londres son caras de mantener, y muchos nobles ingleses no tienensuficiente dinero para arreglar un tejado que est a punto de caerse sobre sucabeza. Al casarsecon una heredera americana, aunque tenga un acento atroz, consiguende forma inmediata los medios para saldar sus deudas y mantener su lujoso estilade vida, a la vez que inyectan dinero en sus antiguas mansiones decrpitas.

    Tena las mejillas rojas de indignacin. Estaba claro que la haba insultado.-Puedo asegurarle que el vizconde Philmore es diferente -aadi con tonoenftico-. Aunque desconozco la naturaleza exacta de sus asuntos financieros,puedo decirle que es un hombre honorable y que no le importa el dinero de mifamilia. Cada vez que estbamosjuntos Percy juraba que mi fortuna no significaba nada para l; era yo la que habacautivado su corazn. Le parece imposible, seor Kent? Jack pens que era todo

    un enigma. En un momento pareca una nia abandonada, acurrucada entre losrestos ajados de su vestido con las manos araadas y los ojos enrojecidos. Y alsiguiente era como un ngel justiciero, llenando el carruaje con su pasinmientras defenda al hombre con el que crea que haba unido su alma. SiPhilmore tena una ligera idea de la mujer que haba bajo el reluciente decoradocon el que su familia la haba envuelto, sera un idiota si no la quisiera.Desgraciadamente, Jack saba por experiencia que la mayora de los hombres dealta alcurnia eran unos imbciles.Entonces record con impaciencia que no tena tiempo para esas tonteras. Debareunirse con el gerente de su compaa naviera para revisar sus finanzas y ultimar

    los detalles de las expediciones programadas para los cuatro meses siguientes.Pensaba quedarse en Inverness tres das a lo sumo antes de embarcarse paraCeiln. No tena tiempo de ir a Londres para dejar a la seorita Belford en manosde su amante. Pero qu diablos iba a hacer con ella? No poda llevarla aInverness en contra de su voluntad para luego abandonarla. Al ayudarla a huir desu matrimonio con Whitcliffe haba asumido sin darse cuenta su responsabilidad,al menos temporalmente.Lo ms lgico era entregar a la seorita Belford a alguien de confianza. Aunqueeso retrasara sus negocios un da o dos, le librara de futuras responsabilidadesrespecto a su bienestar. Si Philmore se alegraba de verla tanto como aseguraba

    ella, Jack podra dejarla a su cargo para que hicieran lo que quisieran mientras lse ocupaba de sus asuntos.-Oliver -dijo-, vamos a Londres.Oliver detuvo los caballos bruscamente y se dio la vuelta con el ceo fruncido.-Ests seguro, muchacho? Si quieres puedo pararme un rato a la orilla de lacarretera mientras os decids. Despus de todo, no tengo nada mejor que haceresta tarde.

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    -Estoy seguro, Oliver -respondi Jack sin tener en cuenta la actitud irrespetuosadel viejo conductor-. Llvanos lo ms rpido que puedas.-Muy bien, a Londres. -Y despus de refunfuar algo que Jack no pudo entendertir de las riendas de los caballos.-Es siempre tan... incorrecto? -pregunt Amelia asombrada por la rudeza con laque se haba dirigido a Jack.-Con bastante frecuencia.-Y por qu no le despide?-Porque desde hace aos forma parte de mi familia.

    Amelia no lo comprenda. Su madre haba despedido a montones de criados porinfracciones mucho menos graves. Y jams haban considerado a ninguno ellosparte de la familia.-Ha sido siempre cochero? -No poda imaginar a nadie ms soportando lainsolencia de ese hombre.

    -En realidad era ladrn. -A Jack le hizo gracia su expresin de incredulidad-. Ybastante bueno.Amelia mir fascinada la parte posterior de la cabeza blanca de Oliver. Nuncahaba conocido a ningn criminal, al menos que ella supiera.-No comprob sus referencias?-La verdad es que no le contrat yo -dijo Jack-. Le emple mi madre hace aos.Le sac de la crcel de Inveraray, y no esperaba que tuviera referencias.-No le preocupaba tener un criminal peligroso a su servicio? Jack se encogi dehombros.-Aparte de tener una lengua afilada, Oliver no es peligroso. A mi madre le gusta

    ayudar a la gente que se encuentra en circunstancias adversas.-Entonces tienen algo en comn. Los dos son muy amables.Jack no respondi. No era habitual que le acusaran de ser amable.-Perdneme -se disculp Amelia conteniendo un bostezo-. Me temo que ayer nodorm mucho, ni los ltimos das.-Quedan unas cuantas horas para llegar a Londres. Debera intentar dormir unpoco.-No creo que pueda dormir en este coche tan estrecho. No es por usted -seapresur a aadir, aunque la verdad era que el fornido cuerpo y las largas piernasde Jack ocupaban gran parte del espacio-. Es este ridculo vestido tan incmodo.

    Mi madre se lo encarg a Charles Worth, el famoso diseador de Pars. -Entonces empez a aplastar las capas de seda y satn que la rodeaban para hacerms sitio-. Supongo que no ha odo hablar de l -coment al recordar que no co-noca al vizconde Philmore.-Lo cierto es que ese nombre me resulta familiar. Aunque no presto muchaatencin a la moda femenina, mi hermana Grace tiene una pequea tienda deropa en Inverness. Disea los modelos ella misma, y alguna vez ha mencionado

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    al seor Worth.Amelia dej de golpear su vestido un momento intrigada.-Su hermana disea modelos? Habr odo hablar de ella?-Lo dudo. Slo tiene esa tienda, aunque su marido intenta convencerla para queabra otra en Edimburgo o en Londres.-Su marido le permite trabajar estando casada? -Amelia estaba sorprendida.-Grace es muy independiente, y siempre le ha gustado disear ropa. Su maridoquiere que sea feliz y la apoya en su trabajo.-Me encantara conocerles. Cuando lord Philmore y yo nos casemos quiz

    vayamos a Escocia.Jack pens que era mucho ms probable que su nuevo marido la encerrarainmediatamente en una casa con cortinas de terciopelo radas y esperase quehiciese de anfitriona en una serie interminable de ts y cenas mortferas y leacompaara a todos los tediosos actos sociales imaginables. Hasta que se quedara

    embarazada, momento en el cual la apartara por completo de la sociedad.Jack se volvi para observar por la ventanilla los tonos cambiantes de la luzvespertina, y se pregunt por qu vea tan negro su porvenir con el desconocidovizconde.-Disculpe, seor Kent, le importara ayudarme con las horquillas del velo? -Seinclin sobre l y agach la cabeza.

    Jack vacil unos instantes.Luego, sin saber qu otra cosa poda hacer, comenz a quitar con torpeza losganchos de alambre de la maraa de pelo rubio que tena delante.El velo, de la seda ms fina que haba visto, estaba sujeto con una reluciente

    diadema de diamantes. Las horquillas utilizadas para asegurarla haban evitadoque saliera volando cuando se cay sobre los arbustos. Jack las desenganch ensilencio, dejndolas caer en el suelo del carruaje, mientras observaba fascinadocmo se iba deshaciendo el elegante recogido que alguna doncella haba tardadohoras en componer. Y por fin la pesada diadema acab soltndose arrastrandoms de dos metros de velo.

    Amelia lanz un suspiro y se masaje el cuero cabelludo.-No puede imaginar lo incmodo que es tener tantas horquillas en la cabeza, yesa diadema es insufrible. -Se pas los dedos por el pelo hasta que se deslizcomo miel lquida sobre los hombros hasta la cintura.

    -Tenga -dijo Jack dndole la diadema.-Djela en el suelo -le indic mientras enrollaba la cola de su vestido y la encajabaen una esquina para formar una almohada-. Luego la coger.Sin embargo, Jack puso el collar y los pendientes de esmeraldas que le haba dadoantes en el centro de la diadema, envolvi las valiosas joyas con el velo y lo dej asu lado en el asiento.

    Amelia se apoy con aire cansado en la irregular almohada de satn que haba

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    improvisado.-Espero que me perdone si cierro los ojos un momento, seor Kent.-No se preocupe. -Jack se recost en su asiento y estir las piernas hasta donde selo permita el carruaje-. La despertar antes de que...De repente se detuvo y la mir desconcertado.Luego esboz una sonrisa al darse cuenta de que la encantadora y elegante

    Amelia Belford estaba roncando.Jack supo que haban llegado a Londres mucho antes de apartar la cortina y verlas siluetas fantasmales de los edificios de Mayfair delante de l. Le asalt elpestilente olor de la ciudad, una concentracin castica de la ceniza y el humoque sala de las chimeneas de las casas y las fbricas combinada con losnauseabundos efluvios del Tmesis. El sucio velo que cubra siempre el nubosocielo de la ciudad era ms desagradable en verano que en invierno, cuando todaslas maanas se encendan miles de fuegos para contrarrestar el fro de la noche y

    preparar las comidas del da. La calma del caluroso aire nocturno haba atrapadolos humos diurnos, mezclndolos con el hedor de las toneladas de estircol decaballo que regaba las calles y los residuos humanos que fluan con igualabandono por las ftidas aguas del Tmesis.Fue casi suficiente para que Jack deseara haberse quedado en la iglesia abarrotadade flores.Movi el cuello de un lado a otro y gimi en silencio mientras aflojaba losmsculos agarrotados. Luego cambi con cuidado de postura para aliviar latensin que haba acumulado en las vrtebras de la espalda procurando nomolestar a la seorita Belford, que llevaba varias horas profundamente dormida.

    La posicin vertical que tena en un principio se haba ido deteriorando poco apoco, hasta que lleg un momento en el que Jack tuvo que sujetarla para que nose cayera al suelo. Entonces ella se acurruc contra su pecho, encontrando en lun colchn ms cmodo que el arrugado bulto de satn sobre elque se haba apoyado. Reacio a despertarla cuando era evidente que estabaagotada, pero incapaz de sostenerla ms tiempo desde el asiento de enfrente,decidi sentarse a su lado y permitir que se acomodara mejor, hasta que se tumbpor completo con el pelo extendido sobre su regazo.Durante un rato se mantuvo rgido. No estaba acostumbrado a que una mujer setendiera sobre l con tanta confianza. Entonces se le ocurri que su experiencia

    con las mujeres era limitada en ese sentido. Haba disfrutado de muchasrelaciones sexuales, pero prefera la compaa de las mujeres que conoca en elextranjero, que le vean como un entretenimiento fugaz y por lo tanto tenanmenos expectativas respecto a l. No les interesaba indagar en las retorcidasraces de su pasado. Por el contrario, las jvenes bien educadas de Escocia e In-glaterra no le permitan olvidarse de sus despreciables orgenes.Desde que Genevieve se hizo cargo de l se esforz por mejorar, por convertirse

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    en un hombre que no se pareciera en nada al ladronzuelo desarrapado, analfabetoy hambriento que haba rescatado de la crcel de Inveraray veinte aos atrs.Haba sido una larga y ardua batalla. Genevieve y Haydon haban hecho todo loposible para ayudarle en esa transformacin. Despus de instruirle ella mismadurante un tiempo y fomentar su inters por aprender, oculto hasta entoncesbajo una arrogante indiferencia, Genevieve decidi que tena cualidades para ir ala universidad. A lo largo de su preparacin tuvo que soportar una interminableserie de tutores mortferos que casi consiguieron apagar la curiosidad queGenevieve haba cultivado en l con tanto cario. Era un buen estudiante, pero elhecho de que hubiera aprendido a leer y escribir a los quince aos haca que sulentitud en ambas disciplinas le resultara frustante. Odiaba el latn y el griego, yno comprenda de qu le podan servir esas lenguas antiguas. Pero era rpido conlos nmeros y le gustaban la historia y el arte, que eran las grandes pasiones deGenevieve.

    Acabaron aceptndole en la Universidad de St. Andrews, dondetanto los profesores como sus compaeros le menospreciaban abiertamente. Elhecho de que fuera el pupilo de los marqueses de Redmond no tena mucho pesoentre los prepotentes vstagos de la nobleza inglesa y escocesa, que haban sidoeducados para considerarsesuperiores y detestar a la escoria como l. Afortunadamente, gracias asu experiencia callejera era insensible a su desdn, al que respondacon la misma medida de fro desprecio. Era alto, fuerte y rpido conlos puos, con lo que se gan una expulsin temporal el primer ao,pero de ese modo estableci su reputacin de tipo duro con gran capacidad para

    defenderse. Despus de eso pocos se atrevieron a molestarle, y le permitieronproseguir con sus estudios con relativa tranquilidad.A Haydon y Genevieve les habra gustado que hubiese hecho amigos en launiversidad, pero Jack estaba acostumbrado a que le despreciaran y no lepreocupaba. Tena unos padres encantadores, adems de los hermanos, hermanasy criados que haba conseguido al entrar en la familia de Genevieve, todos elloscon un pasado tan escabroso como el suyo.Si por l fuera, el resto del mundo poda irse al infierno.-Ya hemos llegado -anunci Oliver mientras el carruaje se detena ante la elegantecasa de piedra que Genevieve y Haydon tenan en Londres. Despus de bajar

    despacio del pescante abri la puerta del coche y escrut la oscuridad delvehculo con los ojillos casi perdidos entre los pliegues de sus prpados.-Sanos y salvos y no por eso peor, aunque estos viejos huesos necesitarn un ratode descanso y un buen trago antes de ponerse en camino de nuevo. -Al ver a

    Amelia sobre el regazo de Jack arrug las cejas-. Parece que tu novia tambinnecesita decansar.-No es mi novia -objet Jack.

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    -Es ms tuya que del viejo Whitcliffe -repuso Oliver encogindose de hombros-.Lizzie y Beaton deben estar en la cama -dijo quitndose el ajado sombrero defieltro para rascarse la cabeza-. No esperan que vuelva nadie de la boda de

    Whitcliffe, porque la seorita Genevieve ha decidido regresar despus aInverness. Ir a abrir la puerta. -Se frot las nudosas manos entusiasmado--.Estoy un poco desentrenado, pero apuesto que no hay ninguna cerradura enLondres que no pueda abrir.-Toca la campanilla, Oliver.-Para qu vamos a despertar a Lizzie y a Beaton si yo puedo entrar ms rpidoque una rana engrasada... ?-No quiero que piensen que estn robando la casa y te den un golpe en la cabezaen cuanto abras la puerta principal. Oliver frunci el ceo.-Quin ha dicho nada de la puerta principal? -Oliver... -le advirti Jack.-Est bien. -Volvi a ponerse el sombrero y se encamin hacia la puerta,

    visiblemente irritado porque hubieran puesto en duda su destreza.-Dnde estamos? -murmur Amelia con tono somnoliento.-En Londres.Ella permaneci un momento en silencio intentando reconocer esa vozprofunda. Luego abri los ojos despacio y se encontr con la cabeza recostada enlas musculosas piernas de Jack y la mano apoyada en su rodilla con una intimidadignominiosa.-Oh! -exclam ponindose derecha y apartndose de l-. Disclpeme, porfavor... supongo que estaba muy cansada.-As es. -A Jack le hizo gracia su repentino sentido del decoro.

    -Es su casa? -pregunt intentando desviar su atencin del hecho de que acabarade estar tumbada sobre l-. Es muy bonita.-Pertenece a mis padres, los marqueses de Redmond, pero ahora slo hay un parde criados. Venga. -Baj de un salto del carruaje y le tendi la mano-. Supongoque dentro podremos encontrar una cama ms cmoda que... -estaba a punto dedecir mi regazo, pero el rubor de la seorita Belford le hizo comprender que noiba a apreciar su sentido del humor- este coche.Ella busc a tientas sus zapatos y se los puso antes de darle la mano. Era pequeay suave, como un ptalo dorado por el sol sobre supiel callosa.

    -Ser mejor que coja tambin sus joyas -le sugiri sealando el envoltorio, delasiento.jAmelia agarr el valioso bulto sin mucho inters, se recogi su arrugado vestidocon una mano y permiti que Jack la ayudara a baar del carruaje.-Dios misericordioso, si es el seor Jack! -dijo una voz chillona. Una mujerrechoncha, con la cara colorada y un mechn de pelo plateado asomando pordebajo de su gorro de dormir, les miraba con los ojos bien abiertos desde la

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    puerta. Tena las mejillas rollizas pero arrugadas y los ojillos redondos brillantes,como si se acabara de despertar de un profundo sueo. Al abrir la boca paradecir algo mostr unos dientes torcidos y amarillentos, pero lo nico que sali deella fue un sonoro hipo.-Buenas noches, Lizzie -respondi Jack mientras el ama de llaves se tapaba loslabios-. Espero que no te causemos muchos trastornos por llegar tan tarde.Mientras acompaaba a Amelia a la casa, de su nariz y de su boca sali unemapalagoso olor a ginebra.-Claro que no -mascull Lizzie esforzndose por adoptar una actitud digna.Despus de hipar otra vez, parpade, esperando quenadie se hubiese dadocuenta-. Es que no le esperbamos, eso es todo.-Siento no haber podido avisarles -se disculp Jack-. No tena intencin de venira Londres, pero mis planes han cambiado.De repente apareci por la puerta de la cocina un hombre inmenso, que

    intentaba desesperadamente atarse el cinturn de su bata carmes sobre suvoluminoso vientre. Un gorro de dormir de rayas azules y blancas le colgaba desu brillante calva, y slo haba conseguido encontrar una rada zapatilla, dejandoal descubierto los rechonchos dedos del otro pie. Como Lizzie, tena el rostrolleno de arrugas, lo cual sugera que tena ms de sesenta aos, pero a Amelia lepareci que haba algo infantil en l mientras manipulaba con torpeza los flecosde su bata.-Buenas noches, Beaton -dijo Jack.-Cielo santo! -exclam Beaton con los ojos vidriosos a punto de salirse de susrbitas mientras miraba desconcertado a Amelia-. El seor Jack se ha casado! -

    Luego se tambale hacia delante y rode con sus robustos brazos la cintura deJack-. Felicidades, seor -gimi con emocin-. Si me permite decrselo, es unaautntica belleza -lanz un eructo.-Estn los dos borrachos como cubas -coment Oliver asqueado-. Ya no sepueden encontrar criados decentes.-Eso no es verdad -protest Lizzie indignada-. Es que necesito un poco deginebra de vez en cuando para mi pobre corazn, eso es todo. -Volvi a hipar yluego fingi un ataque de tos flemtica.-Y yo slo he tomado un trago para acompaarla -dijo Beaton aferrado an a lacintura de Jack. Amelia se pregunt si le abrazaba porque le tena afecto o porque

    necesitaba un apoyo.-Tenis una cogorza descomunal -contest Oliver disgustado-. Debera datos

    vergenza.-No podemos culpar a Lizzie y a Beaton por tomar una copa cuando la casaestaba ya cerrada y no esperaban que llegramos, sobre todo cuando es evidenteque Lizzie necesita tomar ginebra por motivos de salud.Los criados miraron a Amelia sorprendidos. Incluso Jack la observ con

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    curiosidad. No esperaba que su rica heredera fuese tan comprensiva con lasdebilidades de sus empleados.-Gracias, seora Kent -respondi Lizzie casi a punto de caerse al hacer una torpereverencia-. Es muy amable -aadi hipando.-Es una autntica belleza. -Beaton gui un ojo a Jack.-La seorita Belford no es mi mujer -dijo Jack desenganchando los brazos deBeaton de su cintura. Luego sujet un momento al mayordomo por las muecasy se asegur de que se mantena en pie antes de soltarle-. Es mi invitada, y sequedar con nosotros un da o dos mientras arreglo...--La seorita Belford? -Lizzie frunci sus marchitas cejas-. Amelia Belford, laheredera americana?

    Amelia mir a Jack con incertidumbre.-Dios mo, es usted, verdad? -Lizzie se acerc ms a Amelia para verla mejor,abrumndola con la peste a ginebra-. He visto su fotografa en las tiendas, y las

    pginas de sociedad han estado llenas de comentarios sobre su boda con ese viejogordo, Whitcliffe.-Ya es suficiente -intercedi Oliver preocupado de que Amelia pudiera ofenderseal or hablar de su prometido en esos trminos-. Whitcliffe no est gordo, slo unpoco fuerte, como todos los duques -aadi con una benevolencia inusual-. Esoes lo que pasa cuando se est bien alimentado desde la cuna hasta la tumba.-Estoy segura de que es usted -insisti Lizzie como si Amelia necesitara que laconvencieran de su propia identidad-. Su foto ha estado en todas las tiendas.Como la mayora de las herederas que viajaban a Londres para encontrar un lordingls, su madre haba dispuesto que la retratara uno de los fotgrafos ms

    prestigiosos de la ciudad. Su retrato se haba expuesto en muchas tiendas paraque el fascinado pblico pudiera comprarlo. Adems, la boda de Amelia habatenido una amplia cobertura en los peridicos ingleses y americanos durante

    varias semanas, hecho que a ella le incomodaba pero a su madre le complacainmensamente.-Cielo santo, es ella, verdad? -pregunt Beaton con los ojos bien abiertos.-S -respondi Jack. Lizzie y Beaton llevaban ms de diez aos al servicio de suspadres, y aunque era evidente que les gustaba beber de vez en cuando, Jack sabaque para las cuestiones importantes eran de toda confianza-. As es.-En persona es an ms guapa! -exclam Lizzie observando a Amelia

    embelesada-. Aunque tenga el pelo revuelto y el vestido como si hubiese estadoandando por una carbonera.-Pero tena que casarse hoy con lord Whitcliffe -seal Beaton-. Lo han dicho enlos peridicos, con detalles suyos y de Su Excelencia, los regalos, las flores, elmen...-Dicen que sus ligas tienen broches de oro con diamantes -le interrumpi Lizzieentusiasmada-. Es eso cierto?

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    -No. -A Amelia le horrorizaba que la prensa londinense hubiera llegado adescribir su ropa interior con falsedades. Crean realmente que poda ser tanfrvola como para llevar lencera con diamantes?-Mire cmo tiene su precioso vestido -gimi Lizzie-, y sus manos. -Cogi lasmanos araadas de Amelia y chasque la lengua con aire compasivo-. Ha tenidoun accidente?-Me ca -respondi Amelia-. En unos arbustos.-La seorita Belford cambi de parecer en el ltimo momento -explic Jack.-Pero su prometido es un gran duque! -replic Lizzie-. Whitcliffe vive en uno delos castillos ms fabulosos de Inglaterra.-S, pero ella ha decidido que no le quiere -intervino Oliver saliendo en defensade Amelia.-Seguro que saba que estaba robusto antes de acceder a casarse con l -arguyBeaton centrado an en el tamao de Whitcliffe.

    -He odo hablar de casos en los que a la novia no le permiten ver al novio hastaque se encuentran en el altar -coment Lizzie-, por miedo a que cambie deopinin y cancele la boda.-Si me obligaran a m a casarme con el viejo Whitcliffe ya s por dnde huira -cloque Oliver olvidando que haca unos instantes haba defendido la decisin de

    Amelia.-La seorita Belford est muy cansada, Lizzie -dijo Jack considerando que habasoportado bastantes preguntas por una noche-. Podrais prepararle un bao ybuscarle ropa apropiada? Estoy seguro de que en el armario de mi madre debehaber algo. Dadle todo lo que necesite. Esta noche dormir en la habitacin de

    invitados azul.-Claro que est cansada, pobrecita. -Lizzie volvi a chasquear la lengua-. Sgame,querida. Har que se sienta tan cmoda como un gatito en una cesta.-Es muy amable. -Amelia se sinti de repente como si estuviera a punto dederrumbarse-. Siento haberles despertado al llegar aqu sin avisar. Espero que notengan que molestarse demasiado por m.Beaton y Lizzie parpadearon aturdidos. Ninguno de los dos haba visto nunca auna heredera americana, pero todo lo que haban odo sobre esas bellezasmalcriadas indicaba que eran tan altivas y condescendientes con los de su clasecomo la aristocracia inglesa en general.

    -No es ninguna molestia -le asegur Lizzie.-No estbamos haciendo nada antes de que llegaran -aadi Beaton.-Slo empinar el codo -murmur Oliver.-Vamos arriba entonces --dijo Lizzie ignorando su comentario mientrasacompaaba a Amelia hacia la escalera agarrando su deteriorada cola-. Beatoncalentar agua para su bao mientras intentamos quitarle este vestido.

    Jack observ cmo se ponan en marcha para atender a la seorita Belford.

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    Luego se afloj un poco la corbata y se dirigi al saln para tomaruna copa.El whisky era aejo y espeso, con un leve toque ahumado que le record a laturba ardiente de las tierras altas. Jack lo bebi despacio, tomndose su tiempopara apreciar su cuerpo y su aroma cuidadosamente cultivado.Hubo una poca en la que no era tan exquisito.Comenz a beber a los ocho aos, cuando tomaba tragos a hurtadillas de unagarrafa desportillada escondida en un mugriento armario de la cocina. Ah eradonde la guardaba el viejo bastardo al que su madre pagaba para que le cuidara.

    Jack no saba si esconda el aguardiente de l o de su esposa, una mujer de malcarcter a la que tambin le gustaba echar un trago de vez en cuando. Cuando seescap de su casa a los nueve aos y empez a vivir en las calles aument suaficin por la bebida. Para los catorce estaba orgulloso de poder tomar casi unabotella entera de alcohol sin vomitarlo. Eso es lo que acababa de hacer el da que

    le arrestaron por robar un trozo de queso, una botella de whisky barato y un parde zapatos usados. La embriaguez se le pas enseguida cuando le condenaron atreinta y seis latigazos, cuarenta das de crcel y dos aos en un reformatorio. Enese momento crey que haba llegado el fin de su corta y miserable vida, porqueno esperaba sobrevivir a la brutalidad del sistema judicial.Entonces apareci Genevieve en su celda y su destino cambi para siempre.Era extrao, pens, que algunos aspectos de la vida se pudieran alterar de formairrevocable en un instante mientras que otros permanecan inamovibles. Se habaesforzado durante aos para librarse delsucio manto de sus srdidos orgenes. Era el hijo no deseado de una puta

    borracha y un cliente cuya identidad desconoca, lo cual le pareca bien. De niofue un ladronzuelo que sobreviva gracias a su ingenio y la rapidez de sus puos.Su vida haba estado marcada por la violencia y la desesperacin. Y de repente seconvirti en el pupilo de los marqueses de Redmond, que le acogieron en suencantadora familia y le ayudaron a superar su oscuro pasado.Cuando tena quince aos se dijo a s mismo que era un superviviente nato y quese las habra arreglado de todas formas aunque Genevieve no hubiese aparecidoen su vida. Pero al madurar la cruda realidad del mundo hizo que cambiara deopinin. Slo tena que mirar a los muchachos harapientos que deambulaban porlas calles de Glasgow y Edimburgo para darse cuenta de que sin la ayuda de

    Genevieve se habra convertido en un joven analfabeto y amargado. La mayorade esos tipos malvivan robando o trabajando como esclavos en las fbricas,profesiones que se desempeaban mejor sobrio, lo cual no era frecuente.

    Atrapados por la pobreza y la ignorancia, lo nico que esperaban era seguir vivosla semana siguiente y que no les matara el alcohol o la pieza de una suciamquina.No era una vida en la que mereciera la pena sobrevivir.

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    Qu diferentes eran las preocupaciones de Amelia Belford. Para ella, el hambreera un concepto abstracto basado en la vaga sensacin que uno senta entre lahora del almuerzo y del t. Jack no poda imaginar que le hubieran negado nada,salvo quiz un vestido tan extravagante que incluso su padre se habra vistoobligado a cuestionar su necesidad, o esas ligas con broches de diamantes de lasque haba hablado Lizzie. Para Amelia, la vida era un glorioso repertorio de todolo que poda imaginar y mucho ms.Sin embargo, haba arriesgado todo eso al huir por el muro de una iglesia.Sera una ingenua si pensara que el vizconde Philmore poda ofrecerle algoparecido a la lujosa vida que habra tenido con Whitcliffe a costa de su padre.

    Jack no conoca a Philmore, pero si era como la mayora de los nobles estabaseguro de que sera caprichoso, arrogante y holgazn. Jack supuso que no deberajuzgarle por ser un aburrido representante de su clase. Despus de todo, inclusoHaydon haba llevado en un tiempo ese tipo de vida. Pero si a Philmore le

    importaba la seorita Belford tanto como ella crea, por qu no se haba casadocon ella? Si estuviese en su lugar l no habra permitido que el compromiso deAmelia y la prohibicin de sus padres a verla se interpusieran en su camino. Sihubiera sospechado por un instante que laobligaban a casarse en contra de su voluntad habra irrumpido en su casa yapartado a golpes a cualquiera que hubiera intentado impedir que se la llevara.Luego se levant de la silla, demasiado cansado para seguir pensando en eseasunto. Apag la lmpara de la biblioteca y comenz a subir la escaleradesabrochndose los botones de la camisa.

    Al llegar al piso de arriba vio sobre la elegante alfombra persa un haz de luz que

    se filtraba por la puerta entreabierta de la habitacin de invitados. Con el ceofruncido, se dirigi hacia ella preguntndose si le pasara algo a la seoritaBelford.Estaba dormida, acurrucada sobre la cama con el suave pelo dorado extendidosobre la almohada y las sbanas blancas. Su infortunado vestido de novia y el velorevuelto descansaban sobre una silla, y en una mesa haba una bandeja intactacon t, tostadas y carne fra. Haba apartado las mantas de lana, pero el aire queentraba por la ventana abierta era fresco, y estaba claro que tena fro y necesitabaque la taparan.Llevaba un camisn de algodn de color marfil con unas delicadas flores

    bordadas en el cuello y una cascada de fino encaje en la parte inferior. Careca delos relucientes adornos de su ostentoso vestido de novia, y a Jack le pareci quele quedaba mucho mejor. El holgado escote que le caa sobre el hombro y elpecho dejaba al descubierto una zona de piel sedosa, y por debajo del dobladillode encaje que se le haba subido al apartar las mantas asomaban sus pequeospies perfectamente formados. Jack se apoy en el poste de la cama y la observdurante un largo rato.

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    Despus frunci el ceo al ver el brillo de las lgrimas en sus pestaas.Y entonces pens que debera haberle pedido a Lizzie que se quedara con ella. Apesar de la compostura que haba mantenido durante su viaje a Londres, el da desu boda haba estado lleno de emociones intensas, que sin duda alguna aflorarona la superficie cuando por fin recost la cabeza en la almohada. Si no la hubieraayudado a huir, la joven que tena delante habra acabado en la cama de

    Whitcliffe, aterrada pero sin poder negarse a sus deseos. Y Whitcliffe habradeseado de ella tanto como hubiera podido tomar. A pesar de la avanzada edaddel duque y de su gordura, Jack estaba seguro de que no habra podido resistirse auna belleza tan exquisita.Le invadi la ira. Ningn hombre tena derecho a poseer a una mujer en contrade su voluntad, aunque la ley, la iglesia y sus padresse confabularan para otorgarle ese derecho. Jack no saba si Amelia haba lloradopor miedo a su futuro o de alivio por haber escapado de las garras de Whitcliffe.

    En cualquier caso, el rastro de las lgrimas sobre sus mejillas le llegaron al alma.Levant las arrugadas mantas de los pies de la cama y la cubri torpemente conellas.Luego apag la lmpara y sali de la habitacin, demasiado furioso para pensaren la extraa pasin protectora que le arda en el pecho.

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    CAPITULO 3Amelia se encogi an ms en los oscuros confines del armario de su padre, agarrando con sumano sudorosa la rada cuerda que haba atado a un clavo en una de las puertas paramantenerlas cerradas. Le gustaba ese inmenso armario sombro, con su olor familiar a maderabarnizada, cuero pulido y las bolsas aromticas cuidadosamente colocadas entre las impecablescamisas y chaquetas de su padre. La quietud de ese lugar la tranquilizaba, al igual que laordenada disposicin de la ropa. Se recost en su cama improvisada de pantalones dobladosimaginando que estaba en una tienda en Marruecos o Egipto, con tan slo una frgil barrera delona para protegerla de los furiosos vientos y de los animales salvajes que merodeaban por all.

    O puede que viajara de polizn en un barco pirata con destino a frica y hubiera tenido queesconderse en ese armario, aventurndose a salir slo por la noche para robar un poco de comidapara no morirse de hambre.Hambrienta de repente, sac una servilleta arrugada de su bolsillo y meti el dedo en elaplastado trozo de tarta de coco que haba dentro. Con un suspiro de placer lami el denso dulcedel dedo, saboreando cada bocado. Si tena cuidado podra durarle todo el viaje, que duraraunas seis semanas. Conseguir agua era ms difcil. Para eso tendra que subir a cubierta,reptando entre los sanguinarios piratas mientras dorman. Si uno de ellos se despertaba tendraque defenderse con su espada. Agarr el palo que Freddy le haba buscado en el jardn. Calculque podra reducir a una docena de ellos, pero cuntos haba a bordo de aquel terrible barco?

    Treinta? Sesenta? Cien?

    -Salga de ah, seorita Amelia, me ha odo?Con el corazn acelerado, volvi a meterse la comida en el bolsillo y tir ms fuerte de la

    cuerda. Saba que era cuestin de tiempo que descubrieran. Qu penoso castigo le impondran?La azotaran? Le cortaran el cuello? La arrojaran al mar? La cuerda se le estabaclavando en la mano, cada vez ms tensa mientras alguien intentaba abrir la puerta de suescondite. Amelia la sujet con firmeza, pero su captor era mucho ms fuerte que ella.

    De pronto la cuerda se rompi y la puerta del armario se abri con tanta fuerza que rebot

    contra la frente de su doncella. La pobre muchacha lanz un grito y sali corriendo de la alcoba,gimoteando que Amelia haba intentado matarla.Amelia suspir.Pasaron varios das antes de que le permitieran salir de su dormitorio.

    En la habitacin haba un reloj que marcaba cada segundo diligentemente. Esoera en lo que se haba centrado su mente: la constante, rtmica cadencia del

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    tiempo. Penetraba con insistencia en sus sentidos, erosionando las difusas capasde agotamiento. Hundi an ms la cara en la almohada y apret con fuerza losojos. No quera despertarse. No haba querido despertarse durante meses, desdeque arrebataron su vida y la pusieron en las rollizas y hmedas manos lord

    Whitcliffe. Todas las maanas le invada una angustia paralizante, contra la queluchaba intentando refugiarse en las plcidas aguas del sueo. Pero a medida quese acercaba el da de su unin con el repelente duque ni siquiera el sueo lareconfortaba. Los recuerdos las travesuras de su infancia haban adquirido untono agridulce, con un final invariablemente frustrante. Siempre acababaatrapada, presa de su familia, los criados y ella misma. Muy pronto sera laprisionera de lord Whitcliffe, al menos en cuerpo, si no en alma.

    Entonces sinti una terrible nusea. Apart las mantas y se levant de la camatambalendose, desesperada por llegar a la jofaina. No estaba donde se suponaque deba estar. Mir desconcertada los muebles desconocidos que haba a su

    alrededor en la habitacin sombra atenazada de repente por el pnico.-Buenos das, querida. Cmo se encuentra esta maana? Una bandeja resonsobre una mesa, y al abrirse las cortinas la habitacin se llen de luz.

    Supongo que muerta de hambre, porque anoche no toc ni el tNi las tostadas, pobrecita ma.

    Una mujer rechoncha con el pelo canoso chasque la lengua preocupada sobre labandeja intacta de la noche anterior. Amelia recuper al instante la memoria, quesustituy la nusea por una especie de aturdimiento.

    Dios mo, pens sintiendo una mareante sensacin de jbilo y miedo. Qudiablos he hecho?

    __Ha dormido bien? -pregunt Lizzie.Ella asinti.Lizzie la mir dudndolo.-Bueno, esas ojeras no van a desaparecer tan pronto con tantas emociones. Esta

    noche le preparar una taza de leche caliente con coac que le ayudar a dormir.Si no funciona probaremos con unas compresas de rosas rojas y manzanaspodridas que la dejarn como nueva.

    A pesar de los desvelos de la mujer, Amelia esperaba no tener que quedarseotra noche. Si Jack lograba encontrar a Percy se reunira con l inmediatamente.Slo entonces estara a salvo de lord Whitcliffe y de su familia, que sin duda

    alguna estara haciendo todo lo posible para encontrarla. Su padre especialmenteestara desolado por su repentina desaparicin. Aunque se habra puesto furioso,

    Amelia saba que tambin estara angustiado por saber si su nia estaba bien.Trag saliva para contener las lgrimas que le empaaban los ojos.-No se preocupe, querida -susurr Lizzie alarmada por su desesperacin-.

    Ahora est a salvo. Beaton,yo y el seor Jack nos aseguraremos de eso. Si vienealguien a buscarla le echar de aqu a escobazos.

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    -Gracias, Lizzie -respondi Amelia conmovida por la inesperada actitudprotectora de la mujer-. Es muy amable.

    -Yo dira que necesita un poco de amabilidad. -Lizzie se acerc a la bandeja yech una generosa cantidad de azcar y leche en una taza de t.

    -El seor Jack dijo que para escapar del viejo Whitcliffe baj por el mur de laiglesia y se cay sobre unos arbustos. Qu tipo de padres impondran a su hijaun matrimonio que para evitarlo decidiera arriesgarse a romperse el cuello? -chasque la lengua con aire desaprobatorio.

    -El principal deseo de mi madre desde que era una nia ha sido que me casaracon un duque -dijo Amelia-. Y durante aos a m Supongo que tambin mepareca una idea muy romntica, hasta que llegu a Inglaterra y conoc a losduques dispuestos a casarse.

    Lizzie llen el pequeo espacio que quedaba en la taza con un chorro de t yse la dio.

    -Un hatajo de cretinos, verdad?-Eran viejos, bruscosy arrogantes,y pareca que se estaban rebajando al teneralgo que ver conmigo. Estaba claro que slo les interesaba mi fortuna.

    El ama de llaves suspir mientras apartaba una silla para Amelia y le indicabaque se sentara.

    -S a qu se refiere.-Durante meses todo el mundo intentaba convencerme de lo afortunada que

    era porque lord Whitcliffe quisiera casarse conmigo, aunque slo accedidespus de varias semanas de negociacin con los abogados de mi padre -prosigui Amelia sentndose-. Y yo intentaba decirles que aunque fuera

    fabuloso no quera casarme con l. Cuando ayer tuve el valor de huir saba queno estaba abandonando slo a lord Whitcliffe; tambin estaba abandonando ami familia. -Su voz se quebr al concluir con tono desanimado-: Eso es lo quems me duele.

    -Vamos, querida. -Lizzie le dio unas palmaditas en la mano paratranquilizarla-. Seguro que su familia la perdonar; el tiempo cura todas lasheridas. -Extendi una espesa capa de mantequilla y mermelada sobre unatostada-. Supongo que sus padres pensaban que aunque no quisiera a Whitcliffeaprendera al menos a soportarle. Eso es lo que ocurre en la mayora de losmatrimonios, y las parejas parecen llevarse bien. -Despus de mirar la tostada

    con el ceo fruncido aadi una gruesa loncha de queso.-Eso esperaban ellos -reconoci Amelia-. Desafortunadamente, conoc a un

    hombre con el que quera casarme, pero mis padres se negaron a darme supermiso aduciendo que no era lo bastante bueno para m. -Dej el t sinprobarlo-. El seor Kent va a buscarle, y cuando nos casemos mis padres nopodrn obligarme a hacer nada. Por fin controlar mi vida.

    -Casarse no significa tener control, al menos para una dama -reflexion

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    Lizzie-. Sin embargo, si ha conquistado su corazn estoy segura de que ser unbuen hombrey la har feliz. El seor Jacky Oliver salieron temprano estamaana sin decir nada, as que han debido ir a buscarle. -Coloc un plato llenode huevos fritos, jamn y un trozo de pastel de carne delante de Amelia-. Tomesu desayuno y luego veremos si podemos encontrar algo que le vaya bien entrela ropa de la seorita Genevieve. Cuando llegue su prometido querr estarguapa para recibirle.

    -No le importar a la madre del seor Kent que utilice sus cosas? -preguntAmelia.

    -La seorita Genevieve estara encantada de ayudarla -le asegur Lizzie-,como el seor Jack y Oliver. As es esta familia -aadi con entusiasmo.

    Lionel Hobson mir intrigado por encima de la montura dorada de sus gafas,

    cuyas lentes estaban tan rayadas que necesitaban un cambio inmediato.-Disculpe, seor Kent -dijo con tono vacilante-, me ha odo?Jack apart su mirada de la franja de cielo azul que se divisaba sobre el tejado

    cubierto de holln del almacn que haba al otro lado de la calle y mir a su jovenempleado con aire distrado.

    -Qu? -Al darse cuenta de su error incluso antes de que la palabra saliera desus labios se apresur a aadir-: Perdone?

    -Me preguntaba cmo vamos a afrontar las prdidas que hemos tenido estemesy el anterior a causa de los daos sufridos por el Shooting Star hace dossemanas -repiti su encargado londinense ajustndose las gafas en su larga nariz

    por ensima vez. Luego se pas los dedos manchados de tinta por el pelo lacio ymir con los ojos entrecerrados las negras columnas de cifras cuidadosamenteanotadas en el libro que haba sobre su mesa, sorprendido por la inusual falta deatencin de su patrn-. Como ya le he dicho, las reparaciones se estn retrasandoms de lo previsto, y por lo tanto hemos tenido que cancelar dos contratos.Segn el astillero tienen trabajando a todos los hombres disponibles, peropasarn al menos otros diez das antes de que pueda volver a navegar. Si tardantanto tiempo nos veremos obligados a renegociar nuestro contrato con Reynolds& Sons. Y en el caso de que no nos concedan otra prrroga perderemos tambinese contrato. -Se mordisque con ansiedad el pulgar ennegrecido.

    Jack sinti una leve punzada en la base del crneo.Hasta que Lionel le sac de su ensueo haba estado pensando en los ojos deAmelia Belford, que eran tan azules como la tira de cielo que resplandeca sobrelos herrumbrosos tejados. Esa maana haba salido de casa antes de que sedespertara, dispuesto a aprovechar su inesperado viaje a Londres para reunirsecon Hobson. Despus de ponerse al da y revisar las cuentas pensaba irdirectamente al Club Marbury, que haba mencionado la seorita Belford al

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    hablar de las actividades de su prometido, lord Philmore.-Seor Kent?

    Jack se enderez en su silla para demostrar que estaba prestndole atencin.-Podra repetir eso, Hobson?-Si Reynolds & Sons cancela su contrato con nosotros, ser el quinto contratoque hayamos perdido en los ltimos seis meses. Lionel pronunci las palabrasdespacio, como si pensara que su patrn tena problemas de odo.

    Jack frunci el ceo. Cada contrato representaba miles de libras, y necesitabaese dinero para hacer los pagos al banco y a sus empleados. Si el sabotaje a susbarcos continuaba a ese ritmo, la North Star Shipping estara en quiebra antes deacabar el ao.

    Y se perdera todo el dinero que Haydon y sus socios haban invertido tangenerosamente en la compaa naviera de Jack. -Alguna noticia de la policasobre los autores de los destrozos? Lionel movi la cabeza.

    -El inspector Sanger, que lleva el caso en Londres, dice que est siguiendo variaspistas, pero no tiene nada concreto an.Por supuesto que no, pens Jack con amargura.Cuando denunci por primera vez los ataques a sus barcos en Londres eInverness la polica de ambas ciudades reaccion con un desinters exasperante.

    Accedieron a investigar de mala gana, y tras interrogar a unos cuantos marinerosborrachos del puerto para ver si haban observado algo raro las noches de lossabotajes redactaron un informe en el que concluan que no haba ocurrido nada.Haydon intent convencer a Jack de que era un caso ms de la ineptitud habitualdel sistema judicial, pero l crea que tras la indiferencia de la polica haba algo

    ms. Era uno de los golfillos del marqus de Redmond, como les llamaban a ly a sus hermanos, y su pasado delictivo era bien conocido. La pasividad de lasautoridades hacia sus problemas dejaba claro que no les interesaba ayudar a unantiguo criminal; les daba igual quin le hubiera acogido, cunto dinero tenaahora o cunto tiempo haba pasado desde su ltimo delito.

    Por mucho que lo intentara, la respetabilidad era una cualidad que no podaconseguir.

    -Qu hay de Quinn y de los hombres que contrat para que protegieran misbarcos de los actos vandlicos?-Aseguran que han estado vigilando los barcos atracados en Londres. Dicen que

    no vieron subir a nadie al Shooting Star la noche que fue saboteado, excepto a losmiembros de la tripulacin, que juran no saber cmo se produjeron los daos delcasco.

    Jack se contuvo para no maldecir. -Entonces despdales leorden. Lionel frunci el ceo desconcertado. A latripulacin?-No -respondi Jack bruscamente pensando que tal vez no fuera una mala idea

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    despedir a la tripulacin-. A Quinn y a sus hombres. No voy a pagarles para quecuiden mis barcos y acaben destrozados mientras se supone que estn bajo su

    vigilancia. El Viking, ha salido ya para Karachi, verdad?-Parti ayer -le confirm Lionel.-Lo que significa que slo quedan atracados el Charlotte y el Liberty.-El Liberty debe zarpar para Jamaica dentro de dos das,y el Charlotte est libre demomento. -Lionel se qued callado unos segundos, calibrando el humor de Jackantes de aadir con tono vacilante-: Los barcos de vapor van ms rpidos concualquier tiempo,y por lo tanto son ms rentables. Al ser un buque de vela, elCharlotte no tiene tanta demanda para transportar mercancas, a no ser que eltrayecto sea relativamente corto. De momento estamos pagando para mantenerlocon una pequea tripulacin a bordo.

    Jack mir por la ventana sin decir nada. Saba que econmicamente no tenasentido mantener el Charlotte. Estaba generando a la compaa unos gastos que

    no poda compensar. Con la creciente tendencia a utilizar barcos de vapor no loscompensara nunca.Sin embargo, no poda soportar la idea de deshacerse de l.Fue su primer barco; lo haba bautizado en honor a su querida y discreta

    hermana, con la que comparta un vnculo especial. No era un barco grande, y aldepender del viento se haba quedado obsoleto en la nueva era de los buques de

    vapor, pero Jack se negaba a venderlo. Despus de graduarse en la universidadtrabaj y naveg durante aos en otros barcos antes de reunir el dinero suficientepara comprar el Charlotte. Cuando puso las manos en el timn, con la cubierta os-cilando bajo sus pies, hizo lo que Genevieve le haba dicho que hara desde que a

    los catorce aos le ense por primera vez las ilustraciones de un antiguo libro debarcos. Se liber de los lmites de Escocia y sali a ver el mundo que hastaentonces slo haba imaginado.

    -Seor Kent? -pregunt Lionel con timidez, como si temierainterrumpir denuevo los ensueos de su patrn.-Me quedo con el Charlotte -dijo Jack con tono concluyente.En cuanto a Quinn ysus hombres, mantngales hasta que encuentre otro equipo de vigilancia. Luegodespdales. Diga a los astilleros que el Shooting Star debe estar reparado en sietedas, no diez. Que contraten a ms gente para trabajar por la noche si es

    necesario. Si lo tienen listo en una semana les pagaremos un suplemento delveinte por ciento. Supongo que eso les dar el incentivo que necesitan para ace-lerar las cosas.-Pngase en contacto con Thomas Reynolds y dgale que lamentamos el retrasocon el transporte de sus mercancas, pero que si nos conceden slo unos das msles haremos un descuento del diez por ciento. Si lo rechaza puede subir hasta un

    veinte por ciento. Asegrese de que crea que es l quien ha impuesto esas

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    condiciones. Podr hacerlo, Hobson?Lionel levant la vista del papel emborronado de tinta y asinti. -Qu quiereque haga con nuestros reducidos ingresos y los gastos de estos dos meses?Jack cogi el libro de la mesa y lo examin, sumando, restando y evaluando laslargas columnas de cifras rpidamente en su cabeza. Aprender a leer le resultdifcil, pero los nmeros siempre se le haban dado bien.

    -Si los marineros no cobran se irn, as que lo primero que hay que hacer espagarles -dijo Jack-. Luego comunique a nuestros proveedores que si nos danotros sesenta das les abonaremos un ocho por ciento adicional. Despuspngase en contacto con todos nuestros clientes y dgales que si estn dispuestosa pagar un cincuenta por ciento de adelanto en lugar del treinta habitual lesharemos un descuento de un cinco por ciento. Si podemos aplazar los gastos yrecuperar cuanto antes los costos de los envos nuestra situacin econmicamejorar inmediatamente.

    Lionel asinti mientras escriba febrilmente sobre una hoja de papelamarillento.-Qu hay del pago que debemos hacer al banco?

    Jack frunci el ceo mirando el libro con aire pensativo.-Cuando vuelva a Inverness me reunir con los del banco y les dir que notardaremos en hacer el pago, pero que ser en dos plazos. Cuando el Vikingregrese y cobremos el importe de este envo podremos saldar el primer plazo.Para entonces el Shooting Star estar navegando de nuevo y tendremos sudepsito en mano. Mientras tanto ir a Ceiln dentro de unos das para ultimarall nuestros contratos que tambin nos reportarn una inyeccin de fondos

    sustancial el prximo mes. -Revis mentalmente sus clculos una vez ms yluegodej el libro en la mesa de Lionel, satisfecho por tenerlo todo controladopor el momento-. Hay algo ms?Lionel sigui garabateando sus notas, ansioso por apuntar todos los detalles.-No, seor Kent.-Si necesita ponerse en contacto conmigo, esta noche estar en Londres en casade mi padre. Maana vuelvo a Inverness, y luego parto para Ceiln. Si surgealgn asunto urgente esta tarde podr encontrarme en el Club Marbury.Lionel se qued con la pluma paralizada.-El Club Marbury? -Siempre haba pensado que su patrn detestaba ese bastin

    de elitismo.-Voy all porque debo encontrar a un tal lord Philmore.No saba por qu senta la necesidad de justificar sus acciones a su empleado.Quiz porque Lionel, como l, haba tenido unos orgenes poco favorables.

    Aunque no haba vivido en las calles ni le haban encarcelado por robar, LionelHobson haba llevado una vida desprovista de lujos y privilegios. Con unadisciplina y un esfuerzo considerables haba conseguido un trabajo respetable

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    como gerente, por el cual cobraba una suma de ciento cuarenta libras al ao. Sila compaa no quebraba y segua trabajando para Jack, con el tiempo podraalquilar una casa pequea y asumir la carga de una familia.

    A Lionel Hobson la idea de cenar en el Club Marbury le pareca taninconcebible como ir a tomar el t al palacio de Buckingham.

    -Se refiere al vizconde Philmore? -pregunt.-Le conoce?

    -He ledo sobre l en el peridico. Asiste a casi todos los bailes y los actossociales importantes de Londres.

    Porque es un imbcil que no tiene nada mejor que hacer, pens Jack conacidez.-Justo esta maana hablaban de l en elMorning Post -dijo Lionel entusiasmadoante la perspectiva de que Jack fuera a ver a alguien con tanta notoriedad-. Lotengo aqu -intent abrir un cajn combado de su escritorio.

    -Y qu ha hecho ese vizconde para ganarse el mrito de aparecer hoy en elMorning Post? -inquiri Jack con tono sarcstico.-Va a casarse con una de las herederas americanas ms ricas de Londres -respondi Lionel abriendo por fin el cajn recalcitrante. Luego despej un pocola mesa y extendi las arrugadas pginas de su peridico-. Aqu est. -Y seal eltitular con un dedo ennegrecido.

    EL VIZCONDE PHILMORESE CASA CON UNA BELLEZA AMERICANA

    Jack frunci el ceo extraado. Aunque era posible que la prensa supiera quela seorita Belford haba dejado plantado a Whitcliffe en el altar el da anterior,cmo diablos podan saber que haba vuelto a Londres con la intencin decasarse con lord Philmore? Ley rpidamente la noticia.

    Entonces se dio cuenta de que el peridico no se refera a la belleza americanaque haba dejado acurrucada en la cama unas horas antes, con las mejillasmanchadas de lgrimas relucientes bajo la luz matutina.

    El Club Marbury estaba situado en el exclusivo distrito londinense conocido

    como Mayfair. Su entrada evocaba un templo griego, con una impresionantehilera de columnas corintias coronadas por un inmenso frontispicio quealbergaba un violento friso del ejrcito romano conquistando a un impotenteenemigo. Tras reunir el aplomo necesario para atravesar las slidas puertastalladas de roble se acceda al suntuoso vestbulo. Ms all estaban los elegantessalones en los que los miembros del club se refugiaban todos los das. Las

    ventanas estaban cubiertas con cortinas de terciopelo granates, que segn las

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    normas no se deban abrir ms de un palmo. Las paredes estaban revestidas conpaneles de roble ingls, y sobre el suelo haba kilmetros de alfombrasdesgastadas y mohosas. All era donde se reunan los ociosos caballeros de lasociedad londinense, aislndose del resto de la humanidad para poder fumar,beber, comer, leer los peridicos y cotillear en la sofocante atmsfera reservada aunos pocos privilegiados.

    Cuando llevaba dentro menos de un minuto, Jack sinti una sensacin deahogo.

    -Por todos los santos, si es el seor Kent.Un hombre voluminoso, con un cigarro en una mano y una copa de brandy

    en la otra, se levant tambalendose de una butaca de cuero y se acerc a ldejando caer un trozo de ceniza sobre la alfombra.Una espesa capa de pelo blanco le cubra la cabeza, y llevaba un bigote quepareca una cola de ratn enroscada bajo su nariz venosa.

    -Buenas tardes, lord Sullivan -dijo Jack. El hombre era amigo de Haydon, yresultaba agradable en pequeas dosis-. Cmo est?-An vivo y terriblemente sediento. -Bebi un trago de su copa y chasque sus

    labios morados con satisfaccin-. El mdico me ha dicho que tengo quemoderarme, pero yo creo que es un imbcil. Beber y fumar son las dos nicascosas que me mantienen aqu. Miren quin ha decidido honrarnos con supresencia -anunci con tono ebrio captando la atencin de todos los hombresque haba en la sala-. El pupilo mayor de Redmond, al que le gustan los barcos. Sino me equivoco acaba de volver de la India.

    Uno de los aspectos ms fascinantes de la fama de Jack era que a pesar de que

    frecuentaba poco el club, cuando estaba all la mayora de los miembros sedesvivan por hablar con l y darle la bienvenida. El amargo furor que se desatcuando Haydon se empe en que sus pupilos ingresaran en el club fue uncaptulo oscuro en la historia del Marbury, extremadamente seria por lo demsdurante doscientos aos. Su rara presencia suscit una curiosidad perversa poraveriguar cmo le iban las cosas al pupilo ms impetuoso de lord Redmond. Lasnoticias de los sabotajes y las dificultades econmicas que estaba atravesando sucompaa haban animado mucho ltimamente las insulsas conversaciones

    vespertinas del club.-Encantado de verle, Kent. -Un hombrecillo reseco con una franja de pelo

    pajizo sobre su rosada cabeza se acerc a l y le tendi una mano escamosa-.Qu tal en la India? Supongo que con un calor horroroso. -Mir a su alrededor ylanz una carcajada.

    -As es, lord Chesley. -Jack acept la copa de brandy que le ofreci uncamarero en una bandeja de plata y tom un buen trago. Necesitara refuerzos siiba a participar un rato en aquel juego de falsa cortesa-. Pero me gusta el calor.

    -Claro que le gusta. -Lord Farnham, conde de Palgrave, le observ con

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