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54 / El Viejo Topo 275 / diciembre / 2010 pensamiento ¿Una terrible amenaza?. Foto de Jordi Espel (Creative Commons)

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¿Una terrible amenaza?. Foto de Jordi Espel (Creative Commons)

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por Jacques Rancière

Me gustaría proponer algunas reflexiones en torno a lanoción de “racismo de Estado”, que figura en el orden del díade nuestra reunión. Estas reflexiones se oponen a una inter-pretación muy extendida de las medidas adoptadas reciente-mente por nuestro gobierno, desde la ley sobre el velo integralhasta las expulsiones de romaníes. Dicha interpretación ve enestas medidas una actitud oportunista que busca explotar lostemas racistas y xenófobos con fines electoralistas. Esta pre-tendida crítica lleva implícita la presuposición que hace delracismo una pasión popular, la reacción temerosa e irracionalde las capas más retrógadas de la población, incapaces deadaptarse al nuevo mundo móvil y cosmopolita. El Estado esacusado de faltar a sus principios al mostrase complaciente decara a estos sectores. Pero al mismo tiempo se ve reafirmado yconfortado en su posición de representante de la racionalidadfrente a la irracionalidad popular. Ahora bien, esta disposición del terreno de juego, adoptada

por la crítica “de izquierdas”, es exactamente la misma queaquella en cuyo nombre la derecha lleva promulgando desdehace ya veinte años toda una serie de leyes y decretos racistas.Todas esta medidas se han tomado en nombre del mismorazonamiento: hay problemas de delincuencia y diversas

molestias causadas por los inmigrantes y clandestinos, quepueden desencadenar reacciones racistas si no ponemosorden. Por lo tanto, hay que someter estos delitos y molestiasa la universalidad de la ley para que no provoquen disturbiosraciales. Se trata de un juego que se juega, tanto en la izquierda co -

mo en la derecha, desde las leyes Pasqua-Méhaignerie de1993. Consiste en oponer a las pasiones populares la lógicauniversalista del Estado racional, es decir, en dar a las políticasracistas de Estado una coartada antirracista. Va siendo hora dedar la vuelta al argumento, para poner de relieve la solidaridadque existe entre la “racionalidad” estatal que ordena estas me -didas y esa otra –ese adversario cómplice– en la que tan có -mo damente se apoya, la pasión popular. Porque en realidadno es que el gobierno actúe bajo la presión del racismo popu-lar y en reacción a las pasiones llamadas populistas de la ex -tre ma derecha, sino que es la razón de Estado lo que alimentaal racismo, confiándole la gestión imaginaria de su legislaciónreal. Hace unos quince años propuse el término racismo frío

para designar este proceso. El racismo que hoy nos ocupa es,en efecto, un racismo frío, una construcción intelectual. Es,

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El racismoUna pasión que viene de arriba

egún explicaba el filósofo Jacques Rancière el pasado 11 de septiembre en Montreuil, cerca de París, en elsimposio Los romaníes, ¿y quién más?, “racismo de Estado” y “racismo intelectual ‘de izquierda’” se combi-

nan dando lugar a “la amalgama entre migrante, inmigrante, atrasado, islamista, machista y terrorista”. Esta essu intervención.

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antes que nada, una creacióndel Estado. Hemos discutidoaquí sobre la relación entre Es -tado de derecho y Estado po -licial. Pero la naturaleza mis -ma del Estado es la de ser unEs tado policial, una institu-ción que fija y controla lasidentidades, los lugares y losdesplazamientos, una institu-ción en lucha permanentecon tra todo excedente del re -cuento de las identidades quegestiona, es decir, tambiéncon tra ese exceso sobre laslógicas identitarias que repre-senta la acción de los sujetospo líticos. Este proceso se haintensificado por el orden eco-nómico mundial. Nuestros Es -tados son cada vez menos ca -paces de contrarrestar los efectos destructores de la libre circu-lación de capitales para las comunidades que tienen a su cargo.Y son tanto más incapaces cuanto que no tienen el más míni-mo deseo de hacerlo. Así las cosas, se rebajan y se concentranen aquello sobre lo que sí ejercen un poder, como es el caso dela circulación de personas. Toman como objetivo específico elcontrol de esa otra circulación y como meta general la seguri-dad de los nacionales amenazados por estos migrantes, es de -cir, más precisamente, la producción y la gestión del senti -mien to de inseguridad. Esta es la tarea que va siendo cada vezmás su razón de ser y su forma de legitimación.

De ahí se deriva un uso de la ley que cumple dos funcionesesenciales: una función ideológica, que consiste en dar cons-tantemente un cuerpo al sujeto que amenaza la seguridad; yuna función práctica, que consiste en reordenar continuamen-te la frontera entre lo de dentro y lo de fuera, creando sin cesaridentidades flotantes, susceptibles de hacer caer fuera a aque-llos que estaban dentro. Legislar sobre la inmigración ha signi-ficado antes que nada crear una categoría de infra-franceses,hacer caer en la categoría flotante de inmigrantes a gente que

Philippe Leroyer (Creative Commons)

La Policia roba, el contrato de inmigración (ANAEMI), deporta.Foto de Philippe Leroyer (Creative Commons)

Es la razón de Estado lo que alimenta

el racismo

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ha nacido en Francia de padres nacidos franceses. Legislarsobre la inmigración clandestina ha significado hacer caer enla categoría de clandestinos a “inmigrantes” legales. Es lamisma lógica la que ha ordenado el uso re -ciente de la no ción de “franceses de origenextranjero”. Y es esta misma lógica la queapunta hoy contra los romaníes, creando,contra el principio mismo de libre circula-ción en el espacio europeo, una categoría deeuropeos que no son verdaderamente euro-peos, de la misma manera que hay francesesque no son verdaderamente franceses. Paracrear estas identidades en suspenso elEstado no se sonroja ante sus propias con-tradicciones, tal y como hemos visto con res-pecto a las medidas sobre los “inmigrantes”.Por un lado, crea leyes discriminatorias y formas de estig -matiza ción basadas en la idea de la universalidad ciudadana yde la igualdad ante la ley. Por esa vía se sanciona o estigmatiza aaquellos cuyas prácticas se oponen a la igualdad y a la univer-salidad ciudadana. Pero por otro lado, crea en el seno de estaciudadanía igual para todos, discriminaciones como la que dis-tingue a los franceses “de origen extranjero”. Así que por un ladotodos los franceses son iguales, y ojo con los que no lo son, y porel otro no son todos iguales, y ay de aquellos que lo olviden. Por lo tanto, el racismo de hoy es ante todo una lógica esta-

tal y no una pasión popular. Y esta lógica estatal es sostenida enprimer lugar, no por quién sabe qué grupos sociales retróga-dos, sino por una buena parte de la élite intelectual. Las últi-mas campañas racistas no llevan en absoluto la impronta de laextrema derecha llamada “populista”. Han sido organizadaspor una intelligentsia que se reivindica como de izquierdas,republicana y laica. La discriminación no se basa ya en argu-mentos sobre razas superiores e inferiores. Antes bien, se argu-menta en nombre de la lucha contra el “comunitarismo”, de launiversalidad de la ley, de la igualdad de todos los ciudadanosante la ley y de la igualdad de género. Dicho sea de paso, estosargumentos son a menudo esgrimidos por gente que ha hechobien poco por la igualdad o el feminismo, pero esa contradic-ción no les preocupa. De hecho, con esta forma de argumentarse pretende sobre todo crear la amalgama requerida para iden-tificar al indeseable: así la amalgama entre migrante, inmi-grante, retrógado, islamista, machista y terrorista. En realidad,el recurso a la universalidad opera en beneficio de su contrario:para establecer un poder estatal discrecional a la hora de deci-dir quién pertenece y quién no a la clase de aquellos que tienenderecho a estar aquí –el poder, en breve, de conferir o suprimiridentidades–. Ese poder tiene su correlato en el poder de obli-

gar a los individuos a ser en todo momento identificables, amantenerse en un espacio de visibilidad integral frente alEstado. Vale la pena, desde este punto de vista, volver sobre la

solución que el gobierno ha dado al proble-ma jurídico planteado por la prohibicióndel burka. Como hemos visto, era difícilhacer una ley que apuntara específicamen-te a algunos centenares de personas de unareligión determinada, así que el gobiernodio con una solución: hacer una ley queprohíba en general cubrirse el rostro en unespacio público, una ley que apunte almismo tiempo a la mujer portadora de unvelo integral y al manifestante que se cubracon una máscara o pañuelo. El pañuelo seconvierte así en el emblema común del

musulmán retrógado y el agitador terrorista. Para esta solu-ción, adoptada (como muchas otras medidas sobre la inmigra-ción) con la benevolente abstención de la “izquierda”, es tam-bién el pensamiento “republicano” el que ha dado la fórmula.Acordé mo nos, si no, de las diatribas furiosas de noviembre de2005 contra esos jóvenes enmascarados y encapuchados queactuaban con nocturnidad. Acordémonos también del co -mienzo del asunto Redeker, el profesor de filosofía amenazadopor una fatwa islámica. El punto de partida de la furiosa diatri-ba antimusulmana de Robert Redeker era... ¡la prohibición deltanga en la playita de París! En esta prohibición dictada por laalcaldía de París él discernía una medida de complacenciahacia el islamismo, hacia una religión cuyo potencial de odio yde violencia se había sido ya puesto de manifiesto en la prohi-bición de desnudarse en público. Los bellos discursos sobre lalaicidad y la universalidad republicana vuelven, en definitiva, aeste principio según el cual uno debe estar enteramente visibleen el espacio público, ya sea el de adoquines o la playa. Concluyo: mucha energía se ha gastado contra una cierta

figura del racismo –la que ha encarnado el Frente Nacional– yuna cierta idea de este racismo como expresión de los “whitetrash”, blancos xenófobos de las capas sociales atrasadas. Unabuena parte de esa energía ha sido recuperada para construirla legitimidad de una nueva forma de racismo: un racismo deEstado y un racismo intelectual “de izquierdas”. Quizás sea elmomento de reorientar el pensamiento y el combate contrauna teoría y una práctica de estigmatización, de precarizacióny de exclusión que constituyen hoy un racismo desde arriba:una lógica de Estado y una pasión de la intelligentsia �

Traducción de Álvaro García-Ormaechea

Fuente: http://www.mediapart.fr/node/92825

Las últimas campañasracistas han sido

organizadas por unaintelligentsia que se

reivindica como de izquierdas,

republicana y laica

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