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LA VOZ DEL INTERIOR DEPORTES Lunes 6 de julio de 1998 7D Zazá Por Ortiz VRXEL 07& MEPUZEUWPlSJtW DEGQLLtm - a c 3 cj> Oa&fEQUEZXl COZ FEZ' ÍE JO Z. EL CÜMPLEAfiJCZDELA Z/í/w D AZEM ZO P E VB . CZ j fA U E E E Z at^o C ooñ p L a final del siglo / Los hinchas pasaron del drama al gran festejo que desparramaron por las calles cordobesas El carnaval albiazul se desató al final Cuando Luis Sosa marcó el gol de la victoria celeste, el sector de la tribuna de Talleres enmudeció. Durante el partido hubo emociones repartidas para todos los gustos. La imagen final de los hinchas de Ta- lleres liberando el desahogo contenido, alcanzó a tapar esa postal del drama con rostro de terror que invadió el sec- tor albiazul en el momento que Luis Sosa marcaba el segundo gol de Belgra- no y obligaba a otro padecimiento. La alegría, por entonces, era celeste. El miedo de Talleres. “¿Es con muerte súbita?”, preguntó un desinformado cuando el árbitro Ho- racio Elizondo marcaba el campo de juego dando por finalizado los 90 regla- mentarios. “No, es una prolongación de la agonía”, respondió su compañero. Y fue así, porque en cada mirada, de un lado o del otro, un pincel tenebroso di- bujaba tensiones con tintes celestes, azules y blancas. La gran fiesta que vivió el fútbol de Córdoba ayer a la tarde, se inició en el momento que los dos equipos salieron juntos al campo de juego aprovechan- do la onda y el fervor mundialista, a pesar que para los cordobeses Francia, por estos días, es un país lejano donde se juega algo importante. Cuando co- menzó el partido se escuchó la prime- ra gran explosión de la tarde, aunque duró muy poco porque después los “ooooh” se alternaron de una tribuna a la otra. El primer tiempo no dio respiros. A los 17 minutos, Manrique casi hace pa- ralizar más de un corazón cuando es- trelló un remate en el palo del arco de Cuenca. Se levantó la gente del sur y respondió la del norte. A la media hora, Ragg se lo sacó a Garay y desencadenó en una levantada general de los cuatro puntos cardinales. Se consumía la pri- mera parte y cada vez quedaba menos. Despierta Albornoz, se sacude Talle- res y el hiriente “hijos nuestros" impac- ta directo en el alma “pirata”. Parecía el final. Después lo desperdicia Villarre- al, se va expulsado Testa y sobre los 16 minutos los albiazules “alientan" con el tradicional “Luifa, Luifa”, casi como un derechazo al mentón de los celestes. Pero todo cambia. Se va Medina Bello. Camero marca el empate y los últimos 10 minutos se juegan en un estadio mudo del medio para allá (el norte) y festivo del medio para acá (el sur). Pero todo se encaminaba para el fes- tejo albiazul. Entonces apareció Sosa para ponerle la cuota de suspenso a un partidazo que ya había repartido emo- ciones para todos los gustos. Se inaugu- raba otro encuentro. Uno de 30 minu- tos, sin ventajas. Empatados en el mar- cador acumulado de los dos partidos y con la misma cantidad de jugadores (10) por equipo. Donde no siguió igual, fue en las tri- bunas. El mismo pincel que momentos antes había dado vueltas por el estadio se detuvo en el sector albiazul para di- bujar definitivamente el rostro desga- rrador de la desesperanza. De allí hasta el final la imagen se tomó patética. Al- gunos se fueron, otros le dieron la es- palda al partido y la mayoría aguantó estoicamente, pero en silencio, el car- naval desatado al frente. Pero, como decían las vecinas mu- chos años atrás, “al que más sufre, más se premia”. Y esta vez Talleres, después de dos años de frustraciones, tuvo su premio. Tuvo su festejo que desató en el instante preciso en que Oste vulnera- ba a Ragg desatando la fiebre de saber que “el primo” se quedaba en la B por un tiempo más. El final fue brillante. La vuelta olím- pica acompañada por el delirante feste- jo albiazul y el respetuoso aplauso de la hinchada celeste fue el retrato que co- ronó una tarde especial donde, por un momento, Córdoba se convirtió en la estrella del fútbol argentino. Un ejem- plo, para tener en cuenta. Gustavo A ro Fotografía de Raimundo Viñuelas ,s « miv . ; ve .I;1/» 0 U' II \ 1 • •** vi ...... - El momento de la salida del equipo albiazul al campo de juego. Después los hinchas de Talleres pasaron del sufrimiento a la alegría como en un sube y baja. Fuera de juego Fotografía de Raimundo Viñuelas ■ Sucursal cordobesa. Los habitantes de Río Grande (Tierra del Fuego) ase guran que esa ciudad ya se convirtió en el barrio más austral de Córdoba. ¿Motivo? Allí viven muchísimos cordobeses, que conforman la colonia de “extranjeros” más importante en la segunda urbe fueguina. Es más, afirman que si “alguien levanta un hielito, seguro que abajo hay un cordobés tam- bién”. Ese dato fríe determinante para que la radio FM Stylo, que opera en la frecuencia 102.5, realizara una cobertura especial de las dos finales entre Bel- grano y Talleres. A Córdoba envió un equipo periodístico el martes pasado para seguir de cerca los momentos previos y. obviamente, los dos encuentros propiamente dichos. “No es fácil viajar desde tan lejos ni solventar los gastos que una cobertura así implica, pero con el apoyo de algunas empresas y del gobierno pudimos hacerlo”, coincidieron ayer en el Chateau Carreras Carlos Díaz, relator; René Arenas, comentarista, y Julio Alday, vestuarista (foto). ■ Excelente recaudación. El multitu- dinario marco que presentó ayer el es- tadio Córdoba se vio reflejado en la re- caudación oficial que dio a conocer Bel- grano, el club organizador de la segun- da final. La cifra final se elevó a 717.844 pesos, la quinta mayor recaudación re- gistrada en el Chateau. Esa cifra se lo- gró con el corte de algo más de 43 mil entradas. ■ “Pichón" ovacionado. Unos 20 mi- nutos antes de iniciarse la Analísima ingresó al sector de plateas cubiertas el ex arquero de Belgrano Carlos Gustavo Bossio. El guardameta de Estudiantes de La Plata fríe ovacionado por la hin- chada celeste, que guarda un muy buen recuerdo de su paso por el club. En tanto, en el sector de plateas bajas estuvieron el ex volante de Instituto, Belgrano y Vélez Sársfield Nicolás Ren- tera y el ex mediocampista de “la Glo- ria” Sergio Bonfigli. ■ De todo el país. La secretaría de prensa del Club Belgrano informó que 350 periodistas de todo el país se acre- ditaron para cubrir la segunda final por el ascenso a Primera División. Nu- merosas radios de distintos puntos de la geografía nacional, como Tucumán, Santiago del Estero, San Juan y Mendo- za; una treintena de canales de televi- sión abiertos y por cable, y numerosos periodistas de diversos diarios naciona- les abarrotaron las cabinas de transmi- sión y pupitres de prensa. ■ Fútbol en paz. Las chicas del Movi- miento de Mujeres por la No Violencia en el Fútbol desplegaron en el centro del campo de juego antes de iniciarse el superclásico, una enorme bandera de 15 x 15 metros, con el logo de una paloma encerrada en una pelota de alambres de púas. Además, como en la primera final, repartieron gomias alu- sivas en todo el estadio. ■ Reventa. En las adyacencias del esta- dio Córdoba hubo reventa de todo tipo de localidades. En el acceso norte, las entradas generales podía adquirirse in- clusive al precio oficial (10 pesos), dado que al momento de iniciarse el encuen- tro las localidades no se habían agota- do en las boleterías del Chateau. ■ Autotrol fr aterno. Durante todo el partido el tablero electrónico del esta- dio Córdoba instó a la confraternidad entre las hinchadas de ambos equipos, como una forma de prevención de posi- bles incidentes. Con mensajes como “Córdoba corazón", “Demostremos que los cordobeses somos de primera” y pe- didos especiales para una desconcen- tración pacífica, el autotrol contribuyó a sostener una jornada tranquila. ■ Desde el délo. Para amenizar la es- pera del entretiempo, varios paracaidis- tas se lanzaron desde un helicóptero municipal al centro del campo de jue- go, con mensajes alusivos al 4259 ani- versario de la fundación de la ciudad de Córdoba, que se celebra hoy. ■ Eufóricos. Se los vio en la platea cu- bierta de Belgrano a Federico Bessone y Sebastián Cattaneo, cuando Cristian Camero y Luis Sosa convirtieron sus res- pectivos goles. Como dos hinchas más, los dos ex jugadores celestes se acerca- ron hasta el vallado que separa el sector de los plateístas albiazules, palco de prensa mediante, a quienes les dedica- ron los tantos con todo tipo de gestos. París, Córdoba, París El periodista Víctor Brizuela fue pro- tagonista en las últimas horas de un agotador raid que lo trasladó en poco más de 24 horas desde Francia, donde transmitió el sábado para LV3 Radio Córdoba la eliminación de Argentina del Mundial frente a Holanda, hasta esta ciudad, para decir presente en la segunda final por el ascenso a Primera División. El conductor de la organización Su- cesos Deportivos arribó a Córdoba ayer al mediodía, y una hora antes del co- mienzo del superclásico llegó al Chate- au para comandar la transmisión del encuentro. Pero Brizuela no se quedará en la Docta: tiene previsto viajar nueva- mente en la mañana de hoy al país ga- lo, para transmitir junto a sus colegas de Radio Mitre, las instancias finales de la Copa del Mundo. El clásico con óptica femenina Una instantánea que quedará en el recuerdo Los cordobeses amanecieron ayer con la convicción de quitarse el velo de la nostalgia que les había coloca- do la derrota de Argentina y prepa- rarse para vivir una fiesta. Talleres- Belgrano definían en un partido his- tórico quién se quedaría con un lu- gar en la Primera División. Ser parte de este hito era como fi- gurar en el libro de visitantes ilus- tres del estadio Córdoba. Una cita imperdible, la oportunidad de ves- tirse de gloria. Por eso como en procesión mar- charon “tallarines” y “piratas”, para vivir por última vez en este siglo un ritual que dejó vencidos y vencedo- res. La moda mundialista decretó que no se puede ir a la cancha sin el rostro pintado y portando el gorro más original posible. Las trenzas de lanas quedaron atrás y la ola no tie- ne muchos adeptos. Un fanático ce- leste dijo orgulloso: “Los hinchas de Belgrano somos los únicos en el país que hacemos la ola”. El partido se vive adentro y afuera del estadio. Los que no pudieron conseguir un lugar tienen la certeza de que su fervor también se hará oír en la cancha. “Esta vez no me alcan- zó la guita ni para la popular, pero no iba a dejar de venir. Yo quería es- tar, porque de aquí me voy campe- ón”, dijo un “tallarín”. En el espacio cibernético tam- bién habían quedado los gritos eu- fóricos de los hinchas de ambos bandos que a lo largo de la semana pasada enviaron su pasión a través de correos electrónicos. Carlos “Pichón” Bossio se ubica en las plateas techadas y un padre des- pliega ante su pequeño “pirata” to- do el historial del ex arquero de Bel- grano y lo aplaude y grita. El fútbol es eso, un sentimiento, pe- ro también un aprendizaje que se transmite de generación a generación. Ayer había que estar en el Chate- au. La final soñada. El triunfo de Belgrano, el suple mentario y los penales. El corazón también hizo olas en un vaivén de alegría y frustración ante cada re mate. En estas circunstancias los hinchas adoptan las más diversas poses. Toda cábala es válida cuando se trata de salvarse de un abismo. “Yo me voy, porque si no me m ué ro", dijo un “tallarín” que ya palpi- taba el triunfo. Al final Talleres se despedía del si- glo 20, parado en el pedestal de la Primera División. Una instantánea reflejaba a Bel- grano triste pero esperanzado, con la garra suficiente como para seguir dando pelea. Con ese afán se acercó “el Luifa” Artime hasta una descon- solada “pirata”, que encontró en las palabras que el ídolo le susurró al oido un motivo para sonreír. El estadio apagó sus luces y un viejo de ojos celestes como Belgrano se dijo para sí: “Ma sí, al final el fút- bol es como la vida, siempre te da revancha". Luisa Heredia

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L A V O Z D E L I N T E R I O R

D E P O R T E SLunes 6 de julio de 1998 7D

Zazá Por Ortiz

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La final del siglo / Los hinchas pasaron del drama al gran festejo que desparramaron por las calles cordobesas

El carnaval albiazul se desató al finalCuando Luis Sosa marcó el gol de la victoria celeste, el sector de la tribuna de Talleres enmudeció. Durante el partido hubo emociones repartidas para todos los gustos.

La imagen final de los hinchas de Ta­lleres liberando el desahogo contenido, alcanzó a tapar esa postal del drama con rostro de terror que invadió el sec­tor albiazul en el momento que Luis Sosa marcaba el segundo gol de Belgra- no y obligaba a otro padecimiento. La alegría, por entonces, era celeste. El miedo de Talleres.

“¿Es con muerte súbita?”, preguntó un desinformado cuando el árbitro Ho­racio Elizondo marcaba el campo de juego dando por finalizado los 90 regla­mentarios. “No, es una prolongación de la agonía”, respondió su compañero. Y fue así, porque en cada mirada, de un lado o del otro, un pincel tenebroso di­bujaba tensiones con tintes celestes, azules y blancas.

La gran fiesta que vivió el fútbol de Córdoba ayer a la tarde, se inició en el momento que los dos equipos salieron juntos al campo de juego aprovechan­do la onda y el fervor mundialista, a pesar que para los cordobeses Francia, por estos días, es un país lejano donde se juega algo importante. Cuando co­menzó el partido se escuchó la prime­ra gran explosión de la tarde, aunque duró muy poco porque después los “ooooh” se alternaron de una tribuna a la otra.

El primer tiempo no dio respiros. A los 17 minutos, Manrique casi hace pa­ralizar más de un corazón cuando es­trelló un remate en el palo del arco de Cuenca. Se levantó la gente del sur y respondió la del norte. A la media hora, Ragg se lo sacó a Garay y desencadenó en una levantada general de los cuatro puntos cardinales. Se consumía la pri­mera parte y cada vez quedaba menos.

Despierta Albornoz, se sacude Talle­res y el hiriente “hijos nuestros" impac­ta directo en el alma “pirata”. Parecía el final. Después lo desperdicia Villarre- al, se va expulsado Testa y sobre los 16 minutos los albiazules “alientan" con

el tradicional “Luifa, Luifa”, casi como un derechazo al mentón de los celestes. Pero todo cambia. Se va Medina Bello. Camero marca el empate y los últimos 10 minutos se juegan en un estadio mudo del medio para allá (el norte) y festivo del medio para acá (el sur).

Pero todo se encaminaba para el fes­tejo albiazul. Entonces apareció Sosa para ponerle la cuota de suspenso a un partidazo que ya había repartido emo­ciones para todos los gustos. Se inaugu­raba otro encuentro. Uno de 30 minu­tos, sin ventajas. Empatados en el mar­cador acumulado de los dos partidos y con la misma cantidad de jugadores (10) por equipo.

Donde no siguió igual, fue en las tri­bunas. El mismo pincel que momentos antes había dado vueltas por el estadio se detuvo en el sector albiazul para di­bujar definitivamente el rostro desga­rrador de la desesperanza. De allí hasta el final la imagen se tomó patética. Al­gunos se fueron, otros le dieron la es­palda al partido y la mayoría aguantó estoicamente, pero en silencio, el car­naval desatado al frente.

Pero, como decían las vecinas mu­chos años atrás, “al que más sufre, más se premia”. Y esta vez Talleres, después de dos años de frustraciones, tuvo su premio. Tuvo su festejo que desató en el instante preciso en que Oste vulnera­ba a Ragg desatando la fiebre de saber que “el primo” se quedaba en la B por un tiempo más.

El final fue brillante. La vuelta olím­pica acompañada por el delirante feste­jo albiazul y el respetuoso aplauso de la hinchada celeste fue el retrato que co­ronó una tarde especial donde, por un momento, Córdoba se convirtió en la estrella del fútbol argentino. Un ejem­plo, para tener en cuenta.

Gustavo A ro

Fotografía de Raimundo Viñuelas

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El momento de la salida del equipo albiazul al campo de juego. Después los hinchas de Talleres pasaron del sufrimiento a la alegría como en un sube y baja.

Fuera de juego

Fotografía de Raimundo Viñuelas

■ Sucursal cordobesa. Los habitantes de Río Grande (Tierra del Fuego) ase guran que esa ciudad ya se convirtió en el barrio más austral de Córdoba. ¿Motivo? Allí viven muchísimos cordobeses, que conforman la colonia de “extranjeros” más importante en la segunda urbe fueguina. Es más, afirman que si “alguien levanta un hielito, seguro que abajo hay un cordobés tam­bién”. Ese dato fríe determinante para que la radio FM Stylo, que opera en la frecuencia 102.5, realizara una cobertura especial de las dos finales entre Bel- grano y Talleres. A Córdoba envió un equipo periodístico el martes pasado para seguir de cerca los momentos previos y. obviamente, los dos encuentros propiamente dichos. “No es fácil viajar desde tan lejos ni solventar los gastos que una cobertura así implica, pero con el apoyo de algunas empresas y del gobierno pudimos hacerlo”, coincidieron ayer en el Chateau Carreras Carlos Díaz, relator; René Arenas, comentarista, y Julio Alday, vestuarista (foto).

■ Excelente recaudación. El multitu­dinario marco que presentó ayer el es­tadio Córdoba se vio reflejado en la re­caudación oficial que dio a conocer Bel- grano, el club organizador de la segun­da final. La cifra final se elevó a 717.844 pesos, la quinta mayor recaudación re­gistrada en el Chateau. Esa cifra se lo­gró con el corte de algo más de 43 mil entradas.■ “Pichón" ovacionado. Unos 20 mi­nutos antes de iniciarse la Analísima ingresó al sector de plateas cubiertas el ex arquero de Belgrano Carlos Gustavo Bossio. El guardameta de Estudiantes de La Plata fríe ovacionado por la hin­chada celeste, que guarda un muy buen recuerdo de su paso por el club. En tanto, en el sector de plateas bajas estuvieron el ex volante de Instituto, Belgrano y Vélez Sársfield Nicolás Ren­tera y el ex mediocampista de “la Glo­ria” Sergio Bonfigli.■ De todo el país. La secretaría de prensa del Club Belgrano informó que 350 periodistas de todo el país se acre­ditaron para cubrir la segunda final por el ascenso a Primera División. Nu­merosas radios de distintos puntos de la geografía nacional, como Tucumán, Santiago del Estero, San Juan y Mendo­za; una treintena de canales de televi­sión abiertos y por cable, y numerosos periodistas de diversos diarios naciona­les abarrotaron las cabinas de transmi­sión y pupitres de prensa.■ Fútbol en paz. Las chicas del Movi­miento de Mujeres por la No Violencia en el Fútbol desplegaron en el centro del campo de juego antes de iniciarse el superclásico, una enorme bandera de 15 x 15 metros, con el logo de una paloma encerrada en una pelota de alambres de púas. Además, como en la primera final, repartieron gomias alu­sivas en todo el estadio.

■ Reventa. En las adyacencias del esta­dio Córdoba hubo reventa de todo tipo de localidades. En el acceso norte, las entradas generales podía adquirirse in­clusive al precio oficial (10 pesos), dado que al momento de iniciarse el encuen­tro las localidades no se habían agota­do en las boleterías del Chateau.■ Autotrol fr aterno. Durante todo el

partido el tablero electrónico del esta­dio Córdoba instó a la confraternidad entre las hinchadas de ambos equipos, como una forma de prevención de posi­bles incidentes. Con mensajes como “Córdoba corazón", “Demostremos que los cordobeses somos de primera” y pe­didos especiales para una desconcen­tración pacífica, el autotrol contribuyó

a sostener una jornada tranquila.■ Desde el délo. Para amenizar la es­pera del entretiempo, varios paracaidis­tas se lanzaron desde un helicóptero municipal al centro del campo de jue­go, con mensajes alusivos al 4259 ani­versario de la fundación de la ciudad de Córdoba, que se celebra hoy.■ Eufóricos. Se los vio en la platea cu­bierta de Belgrano a Federico Bessone y Sebastián Cattaneo, cuando Cristian Camero y Luis Sosa convirtieron sus res­pectivos goles. Como dos hinchas más, los dos ex jugadores celestes se acerca­ron hasta el vallado que separa el sector de los plateístas albiazules, palco de prensa mediante, a quienes les dedica­ron los tantos con todo tipo de gestos.

París, Córdoba, París

El periodista Víctor Brizuela fue pro­tagonista en las últimas horas de un agotador raid que lo trasladó en poco más de 24 horas desde Francia, donde transmitió el sábado para LV3 Radio Córdoba la eliminación de Argentina del Mundial frente a Holanda, hasta esta ciudad, para decir presente en la segunda final por el ascenso a Primera División.

El conductor de la organización Su­cesos Deportivos arribó a Córdoba ayer al mediodía, y una hora antes del co­mienzo del superclásico llegó al Chate­au para comandar la transmisión del encuentro. Pero Brizuela no se quedará en la Docta: tiene previsto viajar nueva­mente en la mañana de hoy al país ga­lo, para transmitir junto a sus colegas de Radio Mitre, las instancias finales de la Copa del Mundo.

El clásico con óptica femenina

Una instantánea que quedará en el recuerdo

Los cordobeses amanecieron ayer con la convicción de quitarse el velo de la nostalgia que les había coloca­do la derrota de Argentina y prepa­rarse para vivir una fiesta. Talleres- Belgrano definían en un partido his­tórico quién se quedaría con un lu­gar en la Primera División.

Ser parte de este hito era como fi­gurar en el libro de visitantes ilus­tres del estadio Córdoba. Una cita imperdible, la oportunidad de ves­tirse de gloria.

Por eso como en procesión mar­charon “tallarines” y “piratas”, para vivir por última vez en este siglo un ritual que dejó vencidos y vencedo­res. La moda mundialista decretó que no se puede ir a la cancha sin el rostro pintado y portando el gorro más original posible. Las trenzas de lanas quedaron atrás y la ola no tie­ne muchos adeptos. Un fanático ce­leste dijo orgulloso: “Los hinchas de Belgrano somos los únicos en el país que hacemos la ola”.

El partido se vive adentro y afuera del estadio. Los que no pudieron conseguir un lugar tienen la certeza de que su fervor también se hará oír en la cancha. “Esta vez no me alcan­zó la guita ni para la popular, pero no iba a dejar de venir. Yo quería es­tar, porque de aquí me voy campe­ón”, dijo un “tallarín”.

En el espacio cibernético tam ­bién habían quedado los gritos eu­fóricos de los hinchas de ambos bandos que a lo largo de la semana pasada enviaron su pasión a través

de correos electrónicos.Carlos “Pichón” Bossio se ubica en

las plateas techadas y un padre des­pliega ante su pequeño “pirata” to­do el historial del ex arquero de Bel­grano y lo aplaude y grita.

El fútbol es eso, un sentimiento, pe­ro también un aprendizaje que se transmite de generación a generación.

Ayer había que estar en el Chate­au. La final soñada.

El triunfo de Belgrano, el suple mentario y los penales. El corazón también hizo olas en un vaivén de alegría y frustración ante cada re mate. En estas circunstancias los hinchas adoptan las más diversas poses. Toda cábala es válida cuando se trata de salvarse de un abismo. “Yo me voy, porque si no me m ué ro", dijo un “tallarín” que ya palpi­taba el triunfo.

Al final Talleres se despedía del si­glo 20, parado en el pedestal de la Primera División.

Una instantánea reflejaba a Bel­grano triste pero esperanzado, con la garra suficiente como para seguir dando pelea. Con ese afán se acercó “el Luifa” Artime hasta una descon­solada “pirata”, que encontró en las palabras que el ídolo le susurró al oido un motivo para sonreír.

El estadio apagó sus luces y un viejo de ojos celestes como Belgrano se dijo para sí: “Ma sí, al final el fút­bol es como la vida, siempre te da revancha".

Luisa Heredia