87364323 Sagrada Biblia Libros Profeticos Edicion Nacar Colunga

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SAGRADA BIBLIA VERSIÓN DIRECTA DE LAS LENGUAS ORIGINALES POR ELOÍNO NÁCAR FUSTER (t) CANÓNIGO LECIORAL DE LA S. I. C. DE SALAMANCA Y ALBERTO COLUNGA, O. P. PROFESOR DP, SAGRADA ESCRITURA EN EL CONVENTO DE SAN ESTEBAN Y EN LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA PRÓLOGO DK S. JCMCIA, RVDMA. El* CARDENAL GAETANO CICOGNANI ANTIGUO NUNCIO DE SU SANTIDAD EN ESPAÑA UNDÉCIMA EDICIÓN BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS MADRID . MCMLXI

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SAGRADA BIBLIA V E R S I Ó N D I R E C T A D E LAS LENGUAS ORIGINALES

POR

E L O Í N O NÁCAR FUSTER (t) CANÓNIGO LECIORAL DE LA S. I . C. DE SALAMANCA

Y

A L B E R T O C O L U N G A , O. P. PROFESOR DP, SAGRADA ESCRITURA EN EL CONVENTO DE SAN ESTEBAN Y EN LA PONTIFICIA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA

PRÓLOGO DK S. JCMCIA, RVDMA. El* CARDENAL

G A E T A N O C I C O G N A N I ANTIGUO NUNCIO DE SU SANTIDAD EN ESPAÑA

UNDÉCIMA EDICIÓN

BIBLIOTECA DE AUTORES CRISTIANOS MADRID . MCMLXI

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NihU obstat: Pr. E. Cuervo, O. P . , Bac. S. Theol. l'r, K. ilt> Tuya, O. P . , S. Theol. Lect.

Imprimí potes!: l'r. A. l'i-rnandez, O. P. Prior Provincialis.

NIMl obstat: Dr. Iv. Turrado, Censor.

Imprimatur: t Fr. Franciscus, ü . P. , Epise. Salmant. Saloianticae, 30 octobris 1960.

Begistro núm. 5.786-1960

Depósito legal M 4.180-1961

Í N D I C E G E N E R A L

Págs.

Prólogo de S. Bmcia. Rvdtna. el Card. Gaetano Cicognani, antiguo Nuncio de S. S. en España i x

Encíclica «Divino afilante Spiritu», de S. S. Pío XI I x x m Prólogo de los traductores :

A la i . a edición x x x i x A la 2.a y 3.a edición x u A la 4.a, 5.a, 6.a, 7.a, 8.a, 9.a, io.» y 11.a edición x u v

Consejos de San Agustín a los lectores de la Sagrada Escritura ... x u v Siglas x u v Introducción general a los libros de la Sagrada Escritura 1 Introducción especial a los libros históricos 12

ANTIGUO TESTAMENTO

Pentateuco 20

Génesis 24 Éxodo 84 I/evítico 131 Números 161 Deuteronomio 201 Josué 238 Jueces 262 Rut 286 Samuel 290

I Samuel 291 II Samuel 322 Reyes 348 I Reyes 349

II Reyes 384 Paralipómenos o Crónicas 414 I Crónicas 415

II Crónicas 439 Esdras y Nehemías 469 Esdras 470 Nehemías 480 Tobías 493 Judit 503

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ÍNDICE GENERAL VI

PÍÍS.

Ester 516

I Macabeos 527 I I Macabeos 556

Libros sapienciales 576 Job 578 Salmos .' 601 Proverbios 67a Eclesiastés 694 Bl Cantar de los Cantares 702 Sabiduría 711 Eclesiástico 727 I/ibros proféticos 767 Isaías 772 Jeremías 819 I/amentaciones 869 Barnc 874 Ezequie1. , 881 Daniel 926 Oseas 946 Joel 952 Amos 956 Aibdías 961 Jonás 962 Miqueas 964 Nahurn _. 969 Habacuc 971 Sofonías 973 Aigeo 975 Zacarías 977 Malaquías 985

NUEVO TESTAMENTO

Introducción general al Nuevo Testamento 989 Introducción general a los Evangelios 999 San Mateo 1000 San Marcos 1041 San i/ucas 1063 San Juan 1103 Hechos de los Apóstoles 1136 Epístolas de San Pablo 1167 A los Romanos 1170 I a los Corintios 1185

I I a los Corintios ¡. 1199

VII ÍNDICE GENERAL

Págs.

A los Gálatas 1207 Epístolas de la cautividad 1213, A los Efesios 1214 A los Filipenses 1219 A los Colosenses 1223 Epístolas a los Tesalonicenses 1227

I a los Tesalonicenses 1228 I I a los Tesalonicenses 1231 Epístolas pastorales 1232 I a Timoteo 1233

II a Timoteo 1237 A Tito 1240 A Filemón 1241 A los Hebreos 1242 Santiago 1253 Epístolas de San Pedro 1257 I de San Pedro 1258

II de San Pedro 1261 Epístolas de San Juan 1264

I de San Juan 1265 II de San Juan 1268

III de San Juan 1269 San Judas 1269 Apocalipsis 1271 índice bíblico doctrinal 1296 Mapas 1333

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ECLESIÁSTICO 50 -51 766

de Sirac, de Jerusalén, | que derramó en él la sabiduría de su corazón. *

3" Dichoso el hombre que la medita; y el que la guarda en su corazón será sabio,

31 Pues el que así haga triunfará en to­do, | porque el temor del Señor es su ca­mino.

Oración de Jesús, hijo de Sirac C •« i Te doy gracias, Señor y Rey « A mío; | te alabaré, Dios de mi salud, *

2 Y confesaré tu nombre, | porque has sido mi protector y mi socorro

3 Y libraste mi cuerpo de la muerte, | y mi pie del poder del sepulcro. | Me libras­te de la maledicencia pública, | del azote de la lengua calumniosa, | y contra mis adversarios I fuiste mi socorro.

4 Me libraste, según tu misericordia, | del rechinamiento de los preparados a de­vorarme,

3 Del poder de los que atentaban con­tra mi vida, | de las muchas tribulaciones que me acosaban,

6 D e la asfixia de las llamas que me en­volvían, | y en medio del fuego no me quemé.

7 Del profundo seno del sepulcro, | de la lengua malvada, de los discursos em­busteros, | de las saetas de la lengua men­tirosa.

8 Estaba mi alma al borde de la muerte, 9 Y mi vida próxima al profundo sepul­

cro. io Me volví a todas partes y no hallaba

ayuda; I miré buscando socorro humano, mas en vano.

ii Pero me acordé, Señor, de tu miseri­cordia, | de tu antigua conducta,

12 De que salvas a los que en ti espe­ran | y los libras de todo mal,

13 Y alcé entonces mi voz | y te rogué a las mismas puertas del sepulcro.

14 Y clamé ante el Señor Altísimo: | «Señor, tú eres mi padre, el campeón de mi salud; | no me abandones en el día de la tribulación, | en el día de la ruina y la devastación.

15 Alabaré continuamente tu nombre | y en mi acción de gracias te cantaré». ¡ Escuchó el Señor mi oración,

16 Me salvó de la ruina ¡ y me sacó de todo mal.

17 Por esto te daré gracias y te alaba­ré I y bendeciré el nombre del Señor. *

Letanía Alabad al Señor, porque es bueno, |

porque es eterna su misericordia. Alabad al Señor de las alabanzas, | por­

que es eterna su misericordia. Alabad al Señor, escudo de Israel, 1

porque es eterna su misericordia. Alabad al Criador del universo, | por­

que es eterna su misericordia. Alabad al libertador de Israel, | porque

es eterna su misericordia. Alabad al que reúne los dispersos de

Israel, | porque es eterna su misericordia. Alabad al edificador de su ciudad y $ú

santuario, | porque es eterna su miseri­cordia.

Alabad al que hizo brotar el cuerno de la casa de David, | porque es eterna su mi­sericordia.

Alabad al que eligió a los hijos de Sa-doc para el sacerdocio, | porque es eterna su misericordia.

Alabad al escudo de Abraham, | por­que es eterna su misericordia.

Alabad a la roca de Isaac, | porque es eterna su misericordia.

Alabad al Fuerte de Jacob, | porque es eterna su misericordia.

Alabad al que eligió a Sión | porque es eterna su misericordia.

Alabad al Rey de los reyes grandes, | porque es eterna su misericordia | y exaltó el cuerno de su pueblo | para gloria de to­dos sus fieles, I los hijos de Israel, el pue-blo que a El se llega. I ¡Aleluya! *

Celo del autor por la sabiduría 18 Siendo yo joven y antes que me ex­

traviase, I me di a buscar sinceramente la sabiduría. *

19 En mi oración la pedi | y hasta el fin la busqué:

20 Floreció, maduró como racimo, | y se regocijó en ella mi corazón, | y cami­nó mi pie por senda llana | y desde mi juventud me abracé a la sabiduría.

21 Apliqué a ella mi oído y la recibí, 2 2 Y hallé para mí mucha ciencia | e hi­

ce en ella grandes progresos. 2 3 Me mostré reconocido al que me en­

señó la sabiduría 2 4 Y me propuse obrar según ella; me es­

forcé por seguir el bien, y no me avergon-cé de ello.

2 5 Mi alma se aficionó a ella I y nunca le volveré el rostro.

2 9 Estos versículos (20-31) son el epílogo de la obra. El autor nos hace la presentación de su persona, que ya conocemos por el prólogo del traductor. C | 1 En este postrer capitulo distinguimos los w.1-17, que tienen parecido con el salmo 18 de " ' David. El autor da gracias al Señor por los muchos males de que le libró.

17 Esta letanía, que llega hasta el v.18, está tomada del texto hebreo y se halla inspirada en los salmos 117,1-4 y 136.

18 En la última sección de este capítulo (18-38) el autor nos cuenta sus esfuerzos por adquirir la sabiduría y los frutos logrados, que él ofrece a todos los amantes de ella.

767 LIBROS PROFÉTICOS

26 Extendí mis manos a lo alto I y la hallé en toda su pureza.

27 Jamás por la eternidad me apartaré de ella.

2 8 Desde el principio adquirí por ella la inteligencia, | y por eso no la abando­naré jamás.

2 9 Mis entrañas se encendían contem­plándola, I y por eso la adquirí y la tuve por bella adquisición.

30 El Señor me dio en recompensa el don de la palabra, | y con ella le alabaré.

31 Acercaos a mí los que carecéis de instrucción | y frecuentad mi escuela.

3 2 ¿Hasta cuándo habréis de carecer de este bien | y vuestras almas han de tener sed de ella?

33 Y o abro mi boca y hablo | para co­municaros de balde la sabiduría.

3 4 Inclinad a su yugo vuestro cuello | y reciba vuestra alma la instrucción. | Cer­ca está de quien la desea, | y el que se en­trega a ella la hallará.

35 Ved con vuestros ojos cuan poco me he fatigado yo | y cómo hallé en ella gran descanso.

3* Oíd mis instrucciones cuanto más po­dáis, I y la adquiriréis sin oro ni plata.

3 7 Alégrese de mi enseñanza vuestra al­ma, I y no tendréis que avergonzaros al oír mi canto.

3 8 Haced vuestra obra a t iempo, | y en su día el Señor os dará la recompensa.

L I B R O S P R O F É T I C O S

La misión de los profetas i . Ya en la In t roducción general (nn.5-10) hemos hablado del carisma de la

profecía otorgada a los autores sagrados. Necesitamos ampliar lo dicho allí en esta Introducción a los libros proféticos.

Tres son los nombres que principalmente se dan en la Sagrada Escritura a estos hombres de Dios: los de rohe y jozeh, que significan videntes, y el más común de nabi , que traducimos por profeta. La etimología de este último nombre es discutida, pero su sentido ordinario resulta bien claro de las palabras de Dios a Moisés cuando se excusaba con su tartamudez: «Mira, te he puesto como Dios para el Faraón, y Arón, tu hermano, será tu profeta. Tú le dirás a él lo que yo te mandare, y Arón, tu hermano, se lo dirá al Faraón para que deje partir de su tierra a los hijos de Is­rael» (Ex 7,1 ss.). Nab i , pues, quiere decir el que habla en nombre de otro. Es la sig­nificación de la palabra griega profetes. Es, pues, profeta el encargado, por especial misión divina, de hablar al pueblo en nombre de su Dios.

2. Con estos sus enviados se proponía el Señor satisfacer dos necesidades del pueblo de muy desigual importancia. Los antiguos no se atrevían a emprender negocio alguno, privado o público, sin antes consultar la voluntad de sus dioses. Israel padecía de la misma enfermedad. Pues para impedir que acudiesen a los oráculos gentiles o a los adivinos, los proveyó el Señor de profetas a quienes acudiesen (Dt 18,1 $ ss.), y para esto mismo dio al sumo sacerdote los u r im y t u m m i m (Ex 28,30). Recordemos a Saúl yendo a consultar a Samuel sobre las pollinas perdidas (1 Sam 96,11); al rey Jeroboam, que, teniendo a su hijo enfermo, manda a su mujer a consultar al profeta Ajías sobre el desenlace de la enfermedad (1 Re 14,1 ss.); y más todavía el caso de Ocozías, que en semejante caso envió mensajeros a consultar a Baalzebub, dios de Acarón, para saber si curaría de aquella enfermedad, a los cuales salió Elias al en­cuentro, por orden de Dios, y les dijo: «¿Es que no hay Dios en Israel, para que vayáis a consultar a Baalzebub, dios de Acarón?» (2 Re 1,2 ss.). David tenía su profeta, por quien consultaba al Señor sobre los negocios públicos (2 Sam 7,1 ss.); y los otros reyes no emprendían cosa grave sin hacer lo mismo (cf. 1 Re 22,5 ss.; Jer 38,14 ss.).

Pero no era ésta la misión principal de los profetas. Otra tenían, ligada al destino de Israel. El Señor los había escogido para preparar los caminos del Mesías y la salud del mundo. Los patriarcas eran instruidos por Dios sobre la conducta que de­bían seguir para responder a su misión divina. Moisés fue llamado a organizar la vida religiosa y social del pueblo sobre las bases del monoteísmo y de las promesas mesiánicas hechas a los patriarcas. Por esto fue el más grande de los profetas de Israel,

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LIBROS PROFÉTICOS 768

según Santo Tomás (Suma Teol. 2-3 9.174(1.4^. A Moisés le sucedieron otros profetas, encargados de explicar la Ley, inculcar su observancia, combatir las transgresiones, llamar al pueblo a penitencia mediante amenazas y promesas. Entre éstas se destaca siempre la promesa del Mesías y de su obra salvadora. Esta es la misión principal del profetismo de Israel, por lo que se distingue del de todos los pueblos antiguos.

3. Como abundaban en Israel estos ministros auténticos de la palabra divina, así abundaban también sus remedos y falsificaciones, los falsos profetas, que se decían enviados de Yavé y daban como palabra de Dios los sueños de su imaginación. Su norma era halagar al pueblo y a los príncipes, prometiéndoles fácil prosperidad, con que los confirmaban en sus extravíos (cf. 2 Re 22 y Jer 28) • Eran los principales adversarios de los verdaderos profetas, como fueron luego los escribas los adversarios de Jesucristo.

4. La profecía es un carisma divino, no un arte adquirido por el estudio. Sin embargo, los profetas necesitan de ordinario una formación que los prepare para mejor desempeñar la misión que Dios les confiere. Adquieren esta formación en el seno de la familia y en las asociaciones de hombres piadosos, llamadas escuelas de profetas, al parecer fundadas por Samuel (1 Sam 10,5.10 s.; 19,20) y restauradas por Elíseo (2 Re 2,3 ss.); en la lectura de la Ley y de los profetas anteriores, en el trato con hombres doctos, en la meditación y en las luchas de cada día. Todo esto lo venía a completar y confirmar con su sello divino la iluminación profética. Recae ésta en la inteligencia, única facultad de conocer que es capaz de percibir la verdad divina; pero esta verdad suele presentársele a los profetas envuelta en multitud de imágenes o símbolos, que son una nota característica del profetismo de Israel. Como ejemplo bastará citar las visiones de la vocación de los tres grandes profetas: Isaías (6), Jeremías f i j y Ezequiel (1-3). A estos cuadros simbólicos se añaden las acciones, también simbólicas, que dan al ministerio de los profetas un carácter enteramente dramático. En este punto se distinguen, sobre todo, Jeremías (16,1 ss.; 18,1 ss.) y Ezequiel (3,22 ss.; 12,1 ss.; cf. 2 Re 13,14-ig; Act 21,10 s.).

5. Los discursos de los profetas, tal como nos han llegado, en su mayoría están escritos en verso, y a veces en estrofas artificiosamente compuestas, y son frecuente­mente modelos no sólo de elocuencia, sino de la poesía hebrea y universal. El caso de Jeremías (36) nos muestra cómo los profetas dirigían al pueblo la palabra en el templo, en las plazas, en las puertas de las ciudades, en su propia casa, dondequiera que podían. Luego, con frecuencia escribían esos versos y los entregaban al pueblo, que los aprendía fácilmente, los recitaba y cantaba, continuando así el ministerio del profeta. Daniel es de los muy pocos profetas que han publicado sus vaticinios sólo por escrito. Sin duda, de esta divulgación de los oráculos proféticos proviene la falta de orden cronológico que en casi todos se siente, y no sólo del desorden cronológico de los diversos oráculos, sino hasta del desorden de un oráculo mismo, que viene a ser una de las dificultades más graves en el estudio de los profetas. Los expositores se esfuerzan por reducirlos a su verdadero orden; pero no teniendo a su disposición más medios que el texto actual de los oráculos mismos ni más criterio que el orden lógico de las ideas, el ritmo de los versos y la artificiosa construcción de las estrofas no siempre pueden alcanzar a restituirlos a su orden primitivo-

6. ¿Cómo probaban los profetas la verdad de su misión? Moisés, el primero de los profetas de Israel, necesitó señales con que mostrar al pueblo ser enviado de Dios (Ex 3,11-6,0); pero los que a Moisés siguieron, con la misión de mantener al pueblo en la observancia de la Ley o de reducirle a ella, no tenían necesidad de tales pruebas. Su vida ajustada a la Ley, su celo por la causa de Dios, la fortaleza con que luchaban contra los pecados del pueblo y reprendían las iniquidades de reyes, príncipes y sacer­dotes, eran para los creyentes prueba bastante de que Dios los enviaba. Si Elias y Elíseo pasaron a la historia como grandes taumaturgos, de Isaías sólo se nos cuenta un milagro; de Jeremías y Ezequiel, ninguno, como tampoco se cuenta ninguno del Bautista, el postrero de los profetas. Si al leer hoy sus discursos no puede menos de sentirse en ellos el espíritu de Dios, mucho más lo sentirían los coetáneos, que los oían y eran testigos de su vida.

769 LIBROS PROFÉTICOS

Ambiente histórico de los profetas

7. La actividad de los profetas se desarrolló en íntima conexión con la vida religiosa, moral y hasta política del pueblo israelita. Por esto importa mucho, para entenderlos, conocer el ambiente histórico en que ejercían su ministerio. Materia de sus reprensiones son las idolatrías del pueblo, las injusticias de los jueces, la opresión de parte de los poderosos y la conculcación de la ley divina por parte de todos. La política demasiado humana de los gobernantes, que por su falta de fe en Dios acudían a alianzas peligrosas para la vida religiosa del pueblo, ofrece también a algunos profetas, como Isaías y Jeremías, materia de duros reproches.

La figura que Israel hace en la historia antigua no puede ser más humilde, no obstante su grandeza en el orden religioso. Ateniéndose a la época en que florecieron los profetas escritores, desde el siglo VIII hasta el IV antes de Jesucristo, Israel vivió en vasallaje, bajo la dominación de los extranjeros, primero de la Asiría, luego de Babilonia y después de Persia. Fue Teglatfalasar III, llamado también Pul, el que, después de ampliar su imperio por Oriente, pensó en dominar las regiones de Occi­dente. Los reyes amenazados trataron de unir sus fuerzas para oponerse al invasor. El rey de Judá, Ajaz, no asintió a tales planes. Para obtener la cooperación de Judá, el rey de Siria, Rasin, y el de Samaría, Facea, declararon la guerra a Ajaz (734) con el propósito de substituirle por un cierto Tabel, que se avendría a los planes de los confederados (cf. Is 7,1-11). Ajaz acudió en demanda de socorro a Teglatfalasar, el cual atacó luego el reino de Damasco, que pronto quedó convertido en una provincia más del reino asirio (732) (cf. 2 Re 16,1-9). Luego se dirige contra Samaría, a cuyo rey, Facea, destronó, poniendo en su lugar a Oseas (732) y llevándose muchos cautivos a Nínive (Is 8,4; 2 Re 15,29).

Judá quedó también sometido al vasallaje de Asiría durante el reinado todo de Ajaz. No se pasaron muchos años, y el amor de la libertad movió a los reinos occiden­tales a nueva tentativa. Parece que Samaría era el centro de la misma. Salmana-sar IV, sucesor de Teglatfalasar III, trató de reprimir aquellos conatos de indepen­dencia sujetando a Samaría. Fue Sargón, su sucesor, el que en 721, después dedos años de asedio, tomó a Samaría, llevó cautiva la mayor parte de la población y puso fin al reino de Israel (2 Re 17). Era una dura lección para Judá, que se mantuvo quieto, aun por el año 711, en que Azoto, confiado en el apoyo de Egipto, se sublevó, siendo cercada, tomada y duramente castigada por el mismo Sargón (Is 20,1).

Pero en los últimos años del siglo VIH, otra vez los pueblos quisieron probar fortu­na. Senaquerib había sucedido a su padre; el de Egipto ofrecía su apoyo a los rebeldes, y la Caldea, siempre en abierta lucha contra Nínive, entraba también en la coalición (Is 39). Parece que Ezequías, hijo y sucesor de Ajaz, sentía simpatía por los suble­vados, y si no se alzó en armas, alentó a los confederados y les prestó su ayuda. Por esto, cuando Senaquerib vino a sofocar aquellos conatos de libertad, entró por las ciudades de Judá, muchas de las cuales tomó y saqueó (Is 36-37). Ezequías hubo de comprar la paz al precio de treinta talentos de oro y trescientos de plata. Senaquerib se volvió a Nínive. Después (693) volvió a traerle un nuevo conato de rebelión. A los egipcios, que vinieron en socorro de los confederados, los derrotó en Altacu (Eltequeh), en la tribu de Dan. Tras de dos legaciones a Ezequías para que entregara a Jerusalén, la asedió, pero no pudo tomarla. Una grave peste que se declaró en su ejército le obligó a retirarse a Nínive, sin que volviera a aparecer por Palestina en los años que aún reinó hasta ser asesinado por sus hijos (681).

Sin embargo, los asirios, dueños de Damasco y de Samaría, continuaban ejerciendo su hegemonía sobre los pueblos de Canán. No sabemos que los sucesores de Senaquerib, Asaradón y Asurbanipal, que elevaron el imperio asirio al apogeo de su grandeza, tuvieran que intervenir con las armas. Los pueblos entendieron que les era mejor soportar el yugo asirio pagando tributo a los reyes de Nínive que exponerse a las guerras y deportaciones que aquéllos usaban. Sólo el libro de las Crónicas nos cuenta que Manases, hijo y sucesor de Ezequías, había sido llevado cautivo a Babilonia, de donde volvió para ocupar otra vez el trono. Su delito no debía de ser muy grave, cuando fue dado por libre y continuó reinando (2 Par 33,11-13). Probablemente tuvo

Nácwr*Colunga •ja

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LIBROS MOFÉTICOS 770

lugar esto alrededor del año 650, en que Asurbanipal luchaba contra su hermano Samasumuquin, gobernador de Babilonia, hasta tomar la ciudad y sujetar la Caldea, que había hecho causa común con el rebelde. Muerto este rey (625), que llegó a apo­derarse de Egipto, la Asiría decayó rápidamente; Nínive fue tomada por los medos y caldeos en 612, y aunque su ejército continuó luchando por la conservación del imperio, éste desapareció pocos años después, dejando en pos de sí la memoria de su espíritu guerrero, de su ferocidad y de su sistema de deportaciones, que los caldeos imitaron luego.

8. Una señal de cuan habituados estaban los pueblos de Palestina al yugo asirio pudiera ser la conducta de Josías. Como el faraón Necao se dirigiese con un ejército hacia la Siria para lograr alguna parte de los despojos del reino ninivita, Josías quiso cortarle el paso. En una desgraciada batalla, que se dio en Megido, quedó gra­vemente herido y vino a Jerusalén a morir en 608 (2 Re 23,29 s.). Derrotado en Carquemis por el príncipe Ñabucodonosor, no logró Necao sus propósitos; pero de vuelta a su tierra pasó por Jerusalén, y hallando el trono de Josías ocupado desde hacía tres meses por Joacaz, su hijo, destituyó a éste y puso en su lugar a Joaquim, llevando a su hermano a Egipto (ibid., 23,31-35). Después de la retirada del faraón, Judá pudo*creerse independiente, hasta que en 604 Ñabucodonosor se presentó en Palestina e impuso su vasallaje a todos los reyes de la región. Pero entonces volvió a renovarse la antigua historia. Con la esperanza de la ayuda egipcia, los reyes de Siria y Candn se confederaron para sacudir el yugo caldeo. En 597 se presentó Ñabu­codonosor con su ejército, y la coalición se deshizo. Joaquim había ya muerto. Joaquín o Jeconías, su hijo y sucesor, no se atrevió a afrontar los peligros de la guerra, y cuando los caldeos se presentaron ante Jerusalén, les salió al encuentro en son de paz. Ñabu­codonosor le prendió para llevárselo a Babilonia con una buena parte de lo más selecto del pueblo, y puso en el trono a un tercer hijo de Josías, Matanías, a quien mudó el nombre por el de Sedéelas, exigiéndole juramento de fidelidad (2 Re 24,1-20).

Pronto Ñabucodonosor se dio cuenta de que no podía estar seguro de la lealtad de Judá, y Sedecias hubo de ir a Babilonia para sincerarse. Al fin, en 589 acabó Sedecias por declararse en abierta rebeldía. Los caldeos llegaron y pusieron cerco a Jerusalén, tomándola al cabo de año y medio de asedio, en julio de 587. El templo fue incendiado; los muros y los palacios de Jerusalén, arrasados. A Sedecias le condenó a perder los ojos, después de haber contemplado la matanza de sus hijos y de sus corte­sanos. Lo principal y más granado de la nación, en todos los órdenes, fue deportado a Caldea, quedando en Judá el pueblo humilde bajo el gobierno de Godolías (2 Re 25; 2 Par 36,17 ss. y Jer 52).

9. No fue larga la duración del segundo imperio caldeo. A Ñabucodonosor suce­dieron como relámpagos tres reyes de su dinastía. El cuarto fue Nábonides, hijo de una sacerdotista de Jarran, cuyo principal empeño fue reformar la religión caldea. Con esto se malquistó con los sacerdotes y el pueblo, que con gusto dieron acogida al ejército persa, mandado por Gubaru, caldeo. En 539 entró éste en Babilonia, defen­dida por el príncipe Belsarasar, que fue muerto. Pocos días después, Ciro hacía su entrada en la ciudad y era reconocido rey de Babilonia. Su primera medida fue ordenar la restitución de los dioses a sus antiguos santuarios, de donde la superstición de Nábonides los había sacado, y autorizar a todos los pueblos deportados para que volviesen a su tierra.

En estas medidas quedaron incluidos los judíos, a quienes restituyó los vasos sa­grados, tomados del templo por Ñabucodonosor, y dio permiso para volver a Judá y levantar el templo. No todos los deportados se resolvieron a emprender el viaje de vuelta. Y los que por entonces o más tarde lo hicieron, sólo pudieron levantar el altar y echar los cimientos del templo, impedidos de proseguirlo por los pueblos circunvecinos, sobre todo por los samaritanos, cuya cooperación en la obra del santuario no habían querido aceptar los judíos. Sólo en los comienzos del reinado de Darío (521), apro­vechando las turbulencias originadas por el cambio de monarca y dinastía, pudieron acabar aquéllos la obra. Pero la ciudad continuaba en ruinas, hasta que Nehemías pidió y obtuvo del rey Artajerjes I (465-424) autoridad de gobernador, con el fin

771 LIBROS PROFÉTICOS

de levantar los muros de Jerusalén. Los que volvieron del cautiverio vivieron en su tierra, gozando de la amplia libertad que los persas les otorgaban, sobre todo a causa de la afinidad que creían hallar entre su religión y la judía. Caído el imperio persa a los golpes de maza de Alejandro Magno, la Palestina pasó automáticamente bajo domi­nio de los macedonios. Tal es el cuadro externo en que se desarrolló la actividad de los profetas. Veamos ahora el cuadro interior.

Ambiente religioso y moral de los profetas

10. Es el argumento de este cuadro la vida religiosa y moral, cuyo principio fundamental era el monoteísmo, la adoración del único Dios de Israel, Yavé, y la observancia de su Ley. En otros términos, era la fidelidad al pacto hecho con Dios en el Sinaí, cuyas condiciones se contenían en la Ley. El primer precepto de ésta era el reconocimiento del solo Dios de Israel, excluidos todos los otros dioses; luego venía el culto de ese Dios, conforme a las prescripciones de la Ley, entre las cuales ocupaba lugar importante la exclusión de toda imagen, que fácilmente inducía a la idolatría; en tercer lugar estaban los otros preceptos de carácter moral y social, que regían las relaciones de los israelitas unos con otros. Hasta la vida política había de inspi­rarse en los mismos principios. Debía mirar a mantener la independencia de Israel, pero apoyándose en Yavé y en sus promesas de protección contra los enemigos, y no buscando alianzas con las naciones, cuyo trato era un peligro para la vida religiosa del pueblo escogido.

En el reino de Samaría, Jeroboam, su fundador, para mantener a Israel separado de Jerusalén y de la dinastía davídica, había alzado unos becerros de oro en Dan y Betel, imágenes de Dios, pero condenados por la Ley, y que fueron perpetuo escándalo para el pueblo. Este es el pecado que el autor del libro de los Reyes pone de relieve en el juicio que hace de cada uno de los reyes de Israel. En estos santuarios se intro­dujeron, fuera del sacerdocio ilegítimo, pues no era de la tribu de Leví, muchas corrup­telas idolátricas. Además, desde el reinado de Ajab, bajo la influencia de la reina Jezabel, fenicia, los cultos fenicios invadieron el reino, no obstante los esfuerzos de los profetas Elias, Elíseo y otros más. La idolatría era siempre fuente de inmoralidad en todos los aspectos de la vida, y de ello nos dan testimonio los discursos de los profetas. Por este camino, Samaría fue de mal en peor, hasta que cayó sobre ella el castigo definitivo por medio de Sargón, que destruyó la ciudad, llevó cautiva la mayor parte de su pueblo y trajo de Oriente otros pobladores, que ocuparon el lugar de los deportados. De la mezcla de estos elementos con los que de Israel habían quedado en la tierra resultaron los samaritanos de la historia posterior, pueblo aborrecido de los judíos. En tiempo de Nehemías, un hijo del sumo sacerdote, que no consintió en dejar a su mujer, samaritana, huyó a Samaría y levantó allí el templo de Garizim (2 Re 17,24 ss.; 1 Esd 4,1-11; Neh 13,28 ss.; Jn 4,0-11).

11. Cuanto a Judá, parece que en los reinados de Ozías y Joatán imperó el culto de Yavé; pero era más bien un culto externo, sin el sentimiento íntimo de la piedad ni las obras de justicia exigidas por la Ley. De ello tenemos la prueba en el primer discurso de Isaías (Is 1,2 ss.). Pero en el reinado siguiente, de Ajaz, se dejaron sentir las influencias asirías,y en pos de ellas las cananeas (2 Re 16,10-11; 2 Par 28). Todas fueron extirpadas por Ezequías, que desde el principio de su reinado se esforzó por borrar las idolatrías que se habían introducido, especialmente en la época de su padre (2 Re 18,1-11; 2 Par 29-31). Procuró, además, atraer a los restos de Israel, que los asirios habían dejado en Samaría (2 Par 30). Borró hasta los santuarios de los altos, porque si bien dedicados a Yavé y hasta entonces tolerados, eran contra­rios a la Ley deuteronómica.

Cuan arraigadas estaban las tendencias idolátricas en el pueblo, nos lo demuestra el hecho de que a la muerte del santo rey Ezequías toda su obra de reforma quedó anulada, y los males se agravaron en el reinado de su hijo Manases y de su nieto Amón, ambos adoradores fervorosos de los ídolos y practicantes de todas las abomina­ciones gentílicas, sin excluir el sacrificio de los niños por el fuego (2 Re 21; 2 Par 33). El espíritu yavista renace de nuevo con Josías (628), el cual, al conocer el Deutero-

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ISAÍAS 772

nomio, hallado en sus días en el templo por Helcias, emprendió una reforma radical, según las prescripciones del mismo código. Pero estas reformas eran sólo oficiales y externas, y por eso, en cuanto faltó Josias y se sentaron en el trono sus hijos y nietos, que no tenían su espíritu religioso, volvió a aparecer la idolatría en todas sus formas. De ello tenemos dos testimonios: los de Jeremías y Ezequiel. Con la idolatría cundió la inmoralidad tanto en los gobernantes como en los gobernados. Para fomentar todo esto estaban los falsos profetas, que pretendían hablar en nombre de los dioses o de Yavé. Deseando acabar de una vez con todas estas lacras de su pueblo, Dios decidió el destierro de los de Israel a Asiría y de los de Judd a Caldea. Bajo la violencia del azote renació la fe en los que habían de formar el resto escogido de que tanto hablan los profetas; los demás quedaron anegados en el mar de las naciones gentílicas.

Oráculos de las naciones 12. No son Israel y Judd los únicos pueblos a quienes hablan los enviados de

Dios; se dirigen también a los pueblos vecinos y aun a las naciones remotas, para anunciarles los juicios del Señor. No es de suponer que tales discursos llegasen a los reyes ni a los pueblos extraños, fuera de casos extraordinarios, como el de Jonds y el de los embajadores llegados a Jerusalén en tiempos de Jeremías (27,2-11). Y así hemos de creer que al proferirlos los profetas pensaban en su propio pueblo, para mostrarle que la justicia de Dios alcanzaba a todas las naciones. Pues la prosperidad material de esos pueblos gentílicos, no obstante sus idolatrías y pecados, constituía una tentación para Israel, que no entendía por qué Dios se mostraba tan severo con supueblo y dejaba en paz y hasta prósperas a naciones que ni siquiera le conocían. A veces miran a consolar al pueblo con el anuncio de los castigos de aquellos reinos que los habían maltratado injustamente, y aun el de aquellos que, habiendo sido instrumentos de la cólera de Dios, se habían engreído con su poder y extremado en sus rigores y no se habían reconocido ministros de la justicia del Señor.

13. Los profetas que nos han transmitido por escrito sus vaticinios no empiezan hasta el siglo VIII a. C, en la época en que los asirios invaden la Palestina, constitu­yendo un grave peligro no sólo para la libertad de Israel, sino también para su vida religiosa y moral. Su orden cronológico es el siguiente:

ÉPOCA ASIRÍA (750-612)

a) Amos y Oseas; b) Isaías y Miqueas; c) Nahum.

ÉPOCA BABILÓNICA ( 6 l 2 - 5 3 9 )

a) Jeremías con Baruc; b) Habacuc y Sofoníasi c) Ezequiel y Daniel,

ÉPOCA PERSA (539-333)

a) Ageo y Zacarías; b) Malaquías.

De época incierta quedan Abdías, Joel y Jonds. Por la extensión de sus vaticinios los dividieron ya los judíos en profetas mayores, Isaías, Jeremías, Ezequiel y Daniel, aunque éste en la Biblia hebrea figura entre los hagiógrafos, y los otros doce, que formaban un solo libro y se llamaban profetas menores.

I S A Í A S 1. Isaías, el primero de ios profetas mayores, nos cuenta en el capítulo 6 su voca­

ción al ministerio profético, que tuvo lugar «el año en que murió el rey Ozías» (737). Desempeñó su misión durante los tres siguientes reinados, de Joatdn, Ajaz y Eze-quías (1,1). No tenemos, en el extenso libro de los vaticinios de Isaías, ninguno que haga expresa mención de Joatdn, aunque bien se pueden atribuir a su tiempo los pri­meros capítulos (1-5; 9,8-10,4). De la época de Ajaz es, sin duda, a lo menos, buena parte del libro de Emmanuel (7-12), y de la de Ezequías los capítulos 36-39. Como la cronología de estos reyes es algo incierta, y el libro del profeta contiene pocos datos

778 ISAÍAS

cronológicos, no podemos fijar con certeza el tiempo del comienzo ni del fin de su mi­nisterio. Sólo podemos asegurar que empezó antes del 734, año de la guerra siroefrai-mita contra Ajaz (7,1). La tradición judía asegura que murió aserrado por el rey Manases, bien entrado ya el siglo VII y, por consiguiente, cuando el profeta era ya muy anciano.

2. Al llamarle el Señor a profetizar le confiere una gravísima misión: reducir al pueblo de Judd a la obediencia, y previendo que no habrían de escucharle, anunciarle que su endurecimiento en la maldad había de atraerle el castigo de Dios «hasta que las ciudades queden devastadas y sin habitantes, la tierra saqueada y desierta, y que la soledad sea grande en toda la tierra» (6,11). A esto se ajustan las conminaciones de los primeros capítulos, en que reprende al pueblo por su falsa piedad, su inmoralidad y su soberbia. Lo mismo hace después contra Ajaz, por su incredulidad con ocasión de la guerra siroefraimita (734), en el capítulo 7, aunque todas estas conminacio­nes vayan seguidas de las más hermosas promesas mesiánicas (i,24ss.; 2,2ss.; #,23-9, 6; i r ,1 ss.). En los capítulos 36-39 le vemos intervenir en los graves negocios que sus­citaba la invasión de Senaquerib (701-693), alentando a Ezequías y vaticinando la salud de Jerusalén, la ruina del invasor y más tarde la curación de Ezequías. Aunque no conste expresamente ni por los escritos del profeta ni por los libros históricos, no podemos dudar de que Isaías haya tenido gran parte en la reforma religiosa llevada a cabo por Ezequías.

3. Con qué espíritu y elocuencia haya cumplido Isaías su misión, nos lo dicen sus oráculos, tan densos de pensamiento, de tan elevada y vehemente expresión, tan variados por los temas que trata. Basta para convencerse de esto leer el primer dis­curso, en que reprende al pueblo por su ingratitud hacia Dios (1,2-27); las amena­zas contra Asur (10,5-19); el oráculo contra Tiro (23); ¡as conminaciones contra Efraím (28); la réplica a los embajadores asirios (37,22-35), y sus muchos vatici­nios mesiánicos, por los cuales mereció ser llamado el profeta evangelista.

4. Igual que los libros de los otros profetas, el de Isaías no tiene unidad de plan: en él se destacan ciertos grupos, como los vaticinios de Emmanuel (7-12), los oráculos contra las naciones (13-23), el apocalipsis (24-27), los capítulos histórico-proféticos relativos a la invasión asiría (36-38) y, finalmente, la última parte, dedicada a la restauración (40-66).

Es propio y singular de algunos capítulos de Isaías (13,1-14,23; 21,1-10), y es­pecialmente de toda la segunda parte (40-66), que el profeta aparezca como viviendo y moviéndose en época muy posterior a la suya, en la que inmediatamente precede a la vuelta de la cautividad. En esto se distinguen los capítulos citados y toda la segunda parte del resto de la obra: en el modo ordinario de presentar sus profecías los otros profetas.

La singularidad de este fenómeno ha inducido a los expositores protestantes a ne­gar la autenticidad isaiana de estos capítulos, que algunos autores católicos quieren atribuir a discípulos del profeta, profetas como él. Un decreto de la P.C.B. del 28 de junio de 1908 declaró insuficientes los argumentos aducidos hasta aquella fecha para negar a Isaías la paternidad de tales capítulos.

He aquí sus respuestas: III. Si los profetas que anuncian cosas futuras se han de dirigir siempre a sus coetáneos, a aquellos que las pudieran entender, y, por tanto, si la segunda parte de Isaías (40-66), en que el profeta no habla a los judíos, sus con­temporáneos, sino a los que lloraban en el destierro, como presente entre ellos, no puede ser de Isaías, desde mucho tiempo muerto, sino de un autor desconocido, que vivía entre los desterrados. La respuesta es negativa.—IV. Si el argumento tomado de la lengua y el estilo es de tal peso que fuerce a un perito de la lengua hebrea a admitir pluralidad de autores en el libro de Isaías. La respuesta es también negativa.—V. Si todos los argumentos aducidos, tomados en globo, son suficientes para probar que el libro de Isaías no es sólo del profeta, sino de dos o más autores. La respuesta es siempre negativa.

El texto del libro de Isaías es quizá el que parece haber sufrido más traslocaciones;

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ISAÍAS 1 774

parece como si en él hubiera habido un terremoto. Hubiéramos querido restituirle al orden que nos parece fue el primitivo, mas para no producir confusiones en el lector le dejamos en el que actualmente tiene en el texto, indicando en notas el orden en que parece debe ser leído.

SUMARIO P R I M E R A P A R T E : Primeros vaticinios de Isaías contra Judá e Israel (1-12).—SEGUNDA P A R T E : Oráculos con­

tra las naciones gentiles (13-23).—TERCERA P A R T E : Apocalipsis de Isaías (24-27).—CUARTA P A R T E : Juicio sobre Samaría y Jerusalén (28-35). Apén­dice histórico sobre la invasión asiría (36-39).—QUINTA P A R T E : Israel, libre del cautiverio babilónico (40-48).—SEXTA P A R T E : Israel, libertado por el Siervo

de Yamé (49-66).

P R I M E R A P A R T E

P R I M E R O S VATICINIOS DE ISAÍAS CONTRA

J Ü D Á E ISRAEL

(1-12)

V a n i d a d d e l c u l t o e x t e r i o r s in la s a n t i d a d i n t e r i o r

1 1 Visión que Isaías, hijo de Amos, tu­vo acerca de Judá y Jerusalén, en

tiempos de Ozías, Joa tam, Ajaz y Eze-quías, reyes de Judá. *

2 ¡Oíd, cielos! ¡Escucha, tierra! ¡Que ha­bla Yavé! I Yo he criado hijos y los he engrandecido, | y ellos se han rebelado contra mí.

3 Conoce el buey a su dueño, | y el asno el pesebre de su amo, | pero Israel no en­tiende, 1 mi pueblo no tiene conocimiento.

4 ¡Oh gente pecadora, I pueblo cargado de iniquidad, | raza malvada, hijos desna­turalizados! I Se han apar tado de Yavé, | han renegado del Santo de Israel, | le han vuelto las espaldas.

5 ¿A qué castigaros todavía, | si toda­vía os habréis de rebelar? | Toda la cabe­za está enferma; | el corazón, todo malo. 6 Desde la planta de los pies hasta la ca­beza, I no hay en él nada sano. | Heridas, hinchazones, llagas podridas, I ni curadas, ni vendadas, [ ni suavizadas con aceite.

7 Vuestra tierra está devastada, | vues­tras ciudades quemadas; | a vuestros ojos los extranjeros devoran vuestra tierra, | asolada con asolación de enemigos.

8 Ha quedado Sión como una cabana de viña, I como choza de melonar, | como ciudad asolada.

9 Si Yavé Sebaot I no nos hubiera deja­do un resto, | seríamos ya como Sodo-ma, I nos asemejaríamos a Gomorra .

10 Oíd la palabra de Yavé, | príncipes de

Sodoma; I escucha la doctrina de nuestro Dios, I pueblo de Gomorra .

11 ¿A mí qué, dice Yavé, | toda la mu­chedumbre de vuestros sacrificios? | Har­to estoy de holocaustos de carneros, | del sebo de vuestros bueyes cebados; | no quiero sangre de toros I ni de ovejas ni de machos cabríos. | 12 ¿Quién os pide esto a vosotros, | cuando venís a presentaros ante mí, | hollando mis atrios?

13 N o me traigáis más esas vanas ofren­das. I El incienso me es abominable, | las neomenias, los sábados, las fiestas solem­nes; I las fiestas con crimen me son inso­portables. [ 14 Detesto vuestras neome­nias I y vuestras festividades me son pe­sadas; I estoy cansado de soportarlas.

u Cuando alzáis vuestras manos, ¡ yo aparto mis ojos de vosotros; | cuando ha­céis vuestras muchas plegarias, | no escu­cho. I Vuestras manos están llenas de san­gre. I 16 Lavaos, limpiaos, | quitad de an­te mis ojos I la iniquidad de vuestras accio­nes. I Dejad de hacer el mal, | 17 aprended a hacer el bien, | buscad lo justo, restituid al agraviado, | haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.

I n v i t a c i ó n a la c o n v e r s i ó n

18 Venid y entendámonos, dice Yavé: | Aunque vuestros pecados fuesen como la grana, | quedarían blancos como la nie­ve. I Aunque fuesen rojos como la púr­pura, 1 vendrían a ser como la lana blanca.

19 Si vosotros queréis, si sois dóciles, | comeréis los bienes de la tierra. | 20 Si no queréis y os rebeláis, | seréis devorados por la espada. | Lo dice la boca de Yavé.

21 ¿Cómo te has prostituido, Sión, ciu­dad fiel, llena de justicia? I Antes habitaba en ella la justicia, | ahora el homicidio. | 2 2 Tu plata se ha tornado escoria, | tu vino

1 1 Este versículo viene a ser como título de toda la obra, a la vez que nos indica la época en que el profeta ejerció su ministerio.

775 ISAÍAS 1-3

puro se ha aguado. | 23 Tus príncipes son prevaricadores, | compañeros de bandi­dos. I Todos aman las dádivas | y van tras los presentes, | no hacen justicia al huérfano, | no tienen a ellos acceso la cau­sa de la viuda.

2 4 Por eso dice el Señor, | Yavé Sebaot, el Fuerte de Israel: I Voy a tomar vengan­za de mis enemigos, | voy a pedir satisfac­ción a mis adversarios.

2 5 Y tenderé mi mano sobre ti, | y puri­ficaré en la hornaza tus escorias, | y se­pararé el metal impuro. | 26 Y restituiré a tus jueces como eran antes | y a tus con­sejeros como al principio. | Y te llamarán entonces ciudad de justicia, I ciudad fiel. | 2 7 Y Sión será redimida por la rectitud, I y los conversos de ella, por la justicia. *

C a s t i g o d e los p e c a d o r e s 2 8 Los rebeldes, los pecadores, todos a

una serán quebrantados; | los desertores de Yavé serán aniquilados. | 2 9 Entonces se avergonzarán de los terebintos que tan­to estiman, | y de los bosques en que se de­leitan, I 3U y serán como terebinto despo­jado de su follaje I y como jardín que ca­rece de agua, m Y su poderío será como estopa I y su obra como centella, I y arde­rán ambos juntamente, | y sin que nadie pueda apagar el fuego.

G l o r i a de l I s r ae l m e s i á n i c o

21 Lo que vio Isaías, hijo de Amos, acerca de Judá y Jerusalén. *

2 Pero sucederá a lo postrero de los tiempos I que el monte de la casa de Ya­vé I será confirmado por cabeza de los montes, | y será ensalzado sobre los co­llados. I y correrán a él todas las gentes, | 3 y vendrán muchedumbres de pueblos, di­ciendo: I Venid, subamos al monte de Ya­vé, I a la casa del Dios de Jacob, ' y El nos enseñará sus caminos | e iremos por sus sendas, | porque de Sión ha de salir la Ley ! y de Jerusalén la palabra de Yavé. 14 El juz­gará a las gentes | y dictará sus leyes a nu­merosos pueblos, I que de sus espadas ha­rán rejas de arado, I y de sus lanzas, ho­ces. I No alzarán la espada gente contra gente ¡ ni se ejercitarán para la guerra. | 5 Venid, ¡oh casa de Jacob!, | y camine­mos a la luz de Yavé.

P r o s i g u e el cas t igo d e los p e c a d o r e s 6 Ciertamente has rechazado a tu pue­

blo, I a la casa de Jacob, ' por estar llena de adivinos y hechiceros, | como los filis­teos, y haber pactado con los extranje­ros. [ 7 Su tierra está llena de plata y de oro, I sus tesoros no tienen fin, | llena de caballos | y carros sin número. I 8 Está su tierra llena de ídolos, I se prosternan ante la obra de sus manos, | ante lo que sus dedos fabricaron.

9 Todo hombre será derribado, I todo mortal humillado, | no los perdonarás. | 10 Meteos en los escondrijos de las pe­ñas, I escondeos en e¡ polvo, I ante la pre­sencia aterradora de Yavé, I ante el fulgor de su majestad, I cuando venga a cas­tigar a la tierra. I u Entonces serán aba­tidas las altivas frentes de los hombres, | será humillada la soberbia humana | y sólo Yavé será exaltado aquel día. 112 Por­que llegará el día de Yavé Sebaot | sobre todos los altivos y soberbios, I sobre cuan­tos se ensalzan, para humillarlos, I 13 sobre los altos y erguidos cedros del Líba­no, I sobre las robustas encinas de Ba­san, | ' 4 sobre los montes soberbios I y so­bre los altos collados, | , 5 sobre las altas torres I y sobre las fuertes murallas, | '" sobre las naves de Tarsis I y sobre todo lo bello a los ojos, ! I7 y será abatida la al­tivez del hombre, | y la soberbia humana, humillada, | ! 8 y sólo Yavé se exaltará aquel día, I y desaparecerán todos los ídolos.

19 Meteos en los escondrijos de las pe­ñas, | escondeos en el polvo, | ante la pre­sencia aterradora de Yavé, I ante el ful­gor de su majestad, | cuando venga a cas­tigar a la tierra. I 20 Aquel día arrojará el hombre, ! entre topos y murciélagos, ¡ sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, I que se hizo para adorarlos, 12r y se meterá en las hendiduras de las peñas I y en las ca­vernas de las rocas, ! ante la presencia aterradora de Yavé y ante el fulgor de su majestad, ! cuando venga a castigar a la tierra. ! 2Z Cesad de apoyaros sobre el hombre, ! cuya vida es un soplo I ¿Qué estima podéis hacer de él?

C a s t i g o d e J u d á

3 1 Porque he aquí que el Señor, Yavé Sebaot. ! quitará a Jerusalén v a Ju­

dá todo apoyo y sostén, I el sostén del

2 7 En este oráculo (2-27) de Isaías, uno de los más elocuentes, se reprende la falsa devoción de Judá, declarando a la vez cuál es la religión que a Dios agrada en armonía con su santidad, a saber, la justicia y la misericordia con el prójimo. Al pecado debe seguir el castigo: pero a éste la restau­ración, que siempre tiene carácter mesiánico.

O ' Este versículo es, sin duda, el título de un segundo oráculo, que empieza en 1,28-31: prosi-"• gue en 2,6-22, con la reprensión de la superstición idolátrica y de ía soberbia, para terminar en 2,2-5 con la hermosa promesa mesiánica que nos presenta a Jerusalén como foco de luz, centro de la religión divina, y a las naciones, atraídas hacia ella corriendo deseosas de disfrutar de tanta dicha en la paz de Yavé, que será Rey y Juez de todos.

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ISAÍAS 3-4 776

pan y el sostén del agua, * | 2 el guerrero, el hombre de armas, | el juez, el profeta, el adivino y el anciano, I 3 el jefe de cin­cuenta, el grande y el consejero, I el ma­go y el hechicero. | 4 Y les dará mozos por príncipes, I y reinará sobre ellos el capri­cho, | 5 y las gentes se revolverán los unos contra los otros, | cada uno contra su ve­cino, | y el mozo se alzará contra el an­ciano, | y el villano contra el noble. | 6 Y se echarán unos sobre otros, | diciéndose: I Tienes un manto en la casa de tu padre ; | ven y sé nuestro jefe, | y toma en tus ma­nos esta ruina. | 7 Y el otro aquel día les responderá: N o soy médico yo, | y en mi casa no hay ni pan ni vestido, | no quiero ser jefe del pueblo.

8 Sí, Jerusalén está al borde de la rui­na, y caerá Judá, I porque sus palabras

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Caja de afeites egipcia

y sus obras todas son contra Yavé, | para irritar los ojos de su majestad. | ' Sus frentes dan testimonio contra ellos, I pues llevan como Sodoma sus pecados a la vis­ta, | no los disimulan. | ¡Ay de ellos, que se acarrean su propia ruina!

10 Bienaventurado el justo, | porque ha­brá bien, comerá el fruto de sus obras. | 11 ¡Ay del impío!, porque habrá mal, | re­cibirá el pago de las obras de sus manos.

12 Mi pueblo está oprimido por capri­chosos, | y se han apoderado de él exac­tores. | Pueblo mío, los que te guían te

descarrían, | han torcido el camino por que ibas.

13 Yavé está en pie para acusar, | se alza para juzgar a los pueblos.

14 Yavé vendrá a juicio | contra los an­cianos y los jefes de su pueblo, | porque habéis devorado la viña, | y los despojos del pobre llenan vuestras casas. I 15 Por­que habéis aplastado a mi pueblo, | y ha­béis machacado el rostro de los pobres, I dice el Señor, Yavé Sebaot.

1 6 Dice Yavé: | Ya que tan orgullosas son las hijas de Sión, que I van con la ca­beza erguida | y mirando con desver­güenza, | pisando como si bailaran | y ha­ciendo sonar las ajorcas de sus pies, | 1 7 el Señor afeitará la cabeza de las hijas de Sión, | y decalvará Yavé sus frentes. I !8 Aquel día quitará el Señor todos sus atavíos, | ajorcas, redecillas y lunetas, I 19 collares, pendientes, brazaletes, | 20 co­fias, cadenillas, cinturones, I pomos de olor y amuletos, |2> anillos, arillos, | 2 2 ves­tidos preciosos, túnicas, | mantos, bolsi-tos, | 2 3 espejos, y velos, tiaras y mantillas. I 2 4 Y en vez de perfumes, habrá hedion­dez ; I y en vez de cinturón, un cordel; | y en vez de trenzas, calvicie; I y en vez de vestido suntuoso, saco ; | y en vez de her­mosura, vergüenza, 125 Y los hombres cae­rán a la espada, | y sus fuertes en la bata­lla. | 2<> Sus puertas se entristecerán y ge­mirán, | y ella se sentará en tierra, de­solada.

G l o r i a a l r e s t o s a l v a d o

41 En aquel día, [ siete mujeres echa­rán mano a un hombre, | diciendo:

Comeremos de nuestro pan, | nos vesti­remos con nuestras ropas, | pero que po­damos llevar tu nombre ; quita nuestro oprobio. * | 2 En aquel día | será el renue­vo de Yavé gloria y ornato , | y el fruto de la tierra, grandeza y honra | de los que de Israel quedaren. 13 Y los restos de Sión, los sobrevivientes de Jerusalén, | serán lla­mados santos, | y todos los hombres, ins­critos entre los naturales de Jerusalén, | 4 cuando lave el Señor la inmundicia de las hijas de Sión, | limpie en Jerusalén las manchas de sangre, | al viento de la jus­ticia, al viento de la devastación; | 5 cuan­do venga Yavé sobre todo el monte de Sión | y sobre los lugares de sus asam­bleas, | en nube y humo de día, | y en res­plandor de fuego y llama de noche; | y

31 El tercer discurso abarca los capítulos 3-4. A la dura reprensión de Judá y de sus mujeres, a quienes se amenaza con una total devastación, acaba prometiendo días gloriosos de restau­

ración para el pequeño resto, que recibirá la gracia del Señor después de haber escapado a la jus­ticia vengadora (4,2-6).

41 En la grave devastación con que el profeta amenaza a la nación, la muerte se cebará, sobre todo, en los hombres; las mujeres quedarán sin maridos, estériles por consiguiente. Por esto

hasta siete se allegarán a uno de los varones supervivientes, para que, tomándolas por esposas, les quiten el oprobio de la esterilidad. Todo ello es expresión figurada de la gran desolación de Judá.

777 ISAÍAS 4-5

habrá protección sobre toda gloria, * i 6 y tabernáculo para proteger contra el calor del día, | y para refugio y abrigo contra el turbión y el aguacero.

L a p a r á b o l a d e la v i ñ a

51 Voy a cantar a mi amado | el canto de la viña de sus amores: | Tenía mi

amado una viña I en un fértil recuesto. * 2 La cavó, la descantó t y la plantó de vi­des selectas. | Edificó en medio de ella una torre, I e hizo en ella un lagar, | es­perando que le daría uvas, | pero le dio agrazones. 13 Ahora, pues, vecinos de Je­rusalén y varones de Judá, juzgad entre mí y mi viña. | 4 ¿Qué más podía yo ha­cer por mi viña | que no lo hiciera? | ¿Có­mo, esperando que diese uvas, | dio agra­zones?

5 Voy, pues, a deciros ahora | lo que haré de mi viña: | Destruiré su amarra­da, I y será ramoneada. | Derribaré su cerca, | y será hollada. I 6 Quedará desier­ta, I no será podada ni cavada, | crecerán en ella los cardos y las zarzas, | y aun mandaré a las nubes que no lluevan so­bre ella. I 7 Pues bien, la viña de Yavé Sebaot es la casa de Israel, | y los hom­bres de Judá son su amado plantío. | Es­peraba de ellos juicio, I pero sólo hubo sangre vertida; | justicia, pero sólo hubo rebeliones.

A m e n a z a s c o n t r a los p e r v e r s o s 8 ¡Ay de los que añaden casas a casas, |

de los que juntan campos y campos | has­ta acabar el término, | siendo los únicos propietarios en medio de la tierra! | 9 A mis oídos ha llegado, | de parte de Yavé Sebaot, | que las muchas casas serán aso­ladas; I las grandes y magníficas queda­rán sin moradores. | 1" Y diez yugadas de viña sólo producirán un bato, | y un jó-mer de simiente sólo dará un efá!

11 ¡Ay de los que se levantan con el alba I para seguir la embriaguez | y se quedan por la noche | hasta que el vino los enciende, | 12 en cuyos banquetes hay arpas, | cítaras, panderos, I flautas y mu­cho vino, I y no reparan en las obras de Yavé I ni ven las obras de sus manos! | 13 Por eso mi pueblo será llevado cauti­

vo, I sin que se dé cuenta, ¡ y sus grandes serán consumidos por el hambre, | y su vulgo se secará de sed. | 14 Por eso el seol ensanchará su seno | y abrirá su boca sin medida, y allá bajará su gloria, su mu­chedumbre, su fausto, de quo tanto se en­vanecía. I 15 Y el hombre será humillado, y abatidos los varones, | y bajados los ojos altivos, 116 y Yavé Sebaot ensalzado en el juicio, | y el Dios Santo santificado por la justicia. ¡ "Corde ros pacerán allí como en su pastizal | y cabritos devora­rán las destruidas posesiones de los ricos!

ls ¡Ay de los que se arrastran el cas­tigo I con cuerdas de maldad, y las penas del pecado | como con coyundas de ca­rro! | l ' ¡ A y d e los que dicen: Que venga pronto , I que se dé prisa, | que veamos la obra de sus manos ; | que venga, pues, y de una vez | acabe su plan el Santo de Is­rael, I y lo veamos nosotros!

2 0 ¡Ay de los que al mal llaman bien y al bien mal ; | que de la luz hacen tinie­blas I y de las tinieblas luz, | y dan lo amar­go por dulce | y lo dulce por amargo! | 2i ¡Ay de los que son sabios a sus ojos | y son prudentes delante de sí mismos! ¡ 2 2 ¡Ay de los que son valientes para beber vino I y fuertes para mezclar licores; | 2 3 d e los que por cohecho dan por justo al im­pío I y quitan al justo su justicia!

2 4 Por eso, como la lengua del fuego de­vora el rastrojo | y como se consume en la llama la hierba seca, | su raíz se torna­rá podredumbre, | y su flor será arreba­tada como el polvo. | Porque han recha­zado la ley de Yavé Sebaot I y han des­preciado la palabra del Santo de Israel. | 25 Por eso se ha encendido la cólera de Ya­vé contra su pueblo, | y ha tendido con­tra él su mano, y le ha her ido; | y tiem­blan los montes, I y yacen los cadáveres en medio de los caminos, | como estiér­col. I Mas con todo esto no se ha aplaca­do la cólera, su mano queda tendida.

2 6 Alzará pendón a gente lejana | y lla­mará silbando a los del cabo de la tierra, | que vendrán pronto y velozmente. * | 2 7 N o hay entre ellos cansado ni vacilan­te, I ni dormido ni somnoliento; | 28 n o se quitan de sus lomos el cinturón, | ni se desatan la correa de los zapatos. | Sus

5 Después de vaticinar la devastación espantosa de Judá y de Jerusalén, en castigo de sus in­justicias y de su orgullo, acaba prometiendo días gloriosos de restauración para el pequeño resto, que recibirá la gracia del Señor después de haber escapado de la justicia vengadora.

51 La imagen de la viña se emplea con frecuencia en la Biblia (Sal 80,9). Esta parábola de Isaías es una de las más bellas, que pinta la ingratitud de Israel, que luego detalla ampliamente con

una serie de amenazas que empieza con ¡ay! (5,8). Los w.24-25, que forman un todo, terminan con un a modo de estribillo: «Mas con todo esto», etc., que regularmente se repite cuatro veces en 9,12-10,4, y que sin duda señala otras tantas estrofas. Tal coincidencia parece un argumento grave de que 5,24 s. constituye una quinta estrofa de aquel oráculo, y que éste debe leerse sin ella, abarcando sólo 1-25.

26 Tampoco los w.26-30 parecen ser continuación de lo que precede, y menos del c.6. Algún expositor los considera como principio de un oráculo sobre la invasión asiría, que seguiría en 8,20: «Noche sin aurora», y acabaría con la descripción gloriosa del Rey Mesías (9,6).

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ISAÍAS 5-7 778

flechas son agudas, | y tensos sus arcos. I Los cascos de sus caballos son dé peder­nal, | y las ruedas de sus carros un tor­bellino; | 2 9 su bramido es de león; | ruge como cachorro de león, | gruñe y arre­bata la presa, | y se la lleva, sin que nadie pueda quitársela. I 30 Habrá aquel día un bramar contra ellos, I como bramido del mar ; I mirarán a la tierra ! y no habrá sino tinieblas y tribulación, | se obscurecerá la luz en los cielos.

V o c a c i ó n d e Isaías al m i n i s t e r i o p r o f é t i c o

61 El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado sobre un trono

alto y sublime, y sus haldas henchían el templo. * 2 Había ante El serafines, que cada uno tenía seis alas; con dos se cu­brían el rostro, con dos se cubrían los pies, 3 y con las otras dos volaban, y los unos a los otros se gritaban y se respon­dían: ¡Santo, Santo, Santo, Yavé Se-baot! I ¡Está la tierra toda llena de su gloria!

4 A estas voces temblaron las puertas en sus quicios, 5 y la casa se llenó de hu­mo. Yo me dije: «¡Ay de mí, perdido soy!, pues siendo un hombre de impuros la­bios, ) que habita en medio de un pueblo de labios impuros, | he visto con mis ojos al Rey, Yavé Sebaot». I 6 Pero uno de los serafines voló hacia mí, teniendo en sus manos un carbón encendido, que con las tenazas tomó del altar, | 7 y tocando con él mi boca, dijo: «Mira, esto ha tocado tus labios, | tu culpa ha sido quitada y borrado tu pecado».

8 Y oí la voz del Señor, que decía: | «¿A quién enviaré | y quién irá de nues­tra parte?» | Y yo le dije: | Heme aquí, envíame a mí. [ 9 Y El me dijo: | Ve y di a ese pueblo: | Oíd y no entendáis, | 1 0 ved y no conozcáis. Endurece el corazón de ese pueblo, I tapa sus oídos, | cierra sus ojos. ¡ Que no vea con sus ojos, ! ni oiga con sus oídos, | ni entienda su corazón, | y no sea curado de nuevo. ! " Y yo le dije: ¿Hasta cuándo, Señor? | Y El respondió: ¡ Hasta que las ciudades queden asoladas | y sin habitantes, | y las casas sin morado­res, | y la tierra hecha un desierto. | I 2 Has­

ta que Yavé arroje lejos a los hombres \ y sea grande la desolación en la tierra. \ 13 Si quedare un décimo, será también pa­ra el fuego | como la encina o el terebinto cuyo tronco es abatido.

I sa ías y A j a z

7 ' Sucedió en tiempo de Ajaz, hijo de Joatam, hijo de Ozías, rey de Judá,

que Rasín, rey de Siria, y Pecaj, hijo de Romelía, rey de Israel, subieron contra Jerusalén para combatirla, pero no pu­dieron tomarla. * 2 Y tuvo noticia la casa de David de que Siria y Efraím se habían confederado, y tembló su corazón y el corazón del pueblo, como tiemblan los árboles del monte a impulsos del viento.

3 Entonces dijo Yavé a Isaías: Sal lue­go al encuentro de Ajaz, tú y tu hijo Sear-Jasub, al cabo del acueducto de la piscina Superior, * 4 camino del campo del Batanero, y dile: | Mira bien no te inquietes, no temas nada y ten firme co­razón ¡ ante esos dos cabos de tizones humeantes, ante el furor de Rasín, el si­rio, y del hijo de Romelía, | 5 ya que la Siria ha resuelto tu ruina, I con Efraim y el hijo de Romelía, diciendo: | 6 Mar­chemos contra Judá, I apoderémonos de él, enseñoreémonos de él ) y démosle p o r rey al hijo de Tabel.

7 He aquí lo que dice el Señor, Yavé: | Eso no se logrará, no será así, | 8 porque la cabeza de Siria es Damasco, y la cabeza de Damasco, Rasín (dentro de sesenta y cinco años, Efraím habrá dejado de ser pueblo), * ¡ 9 y la cabeza de Efraím es Sa­maría, | y la cabeza de Samaria el hijo de Romelía. | Vosotros, si no tuviereis fe, no permaneceréis.

i" Y dijo además Isaías a Ajaz: » Pide a Yavé, tu Dios, una señal, o de abajo en lo profundo, o de arriba en lo alto. 12 Y contestó Ajaz: N o la pediré, no quiero tentar a Yavé. " E n t o n c e s dijo Isaías: | Oye, pues, casa de David: | ¿Os es poco todavía molestar a los hombres, | que mo­lestáis también a mi Dios? | 14 El Señor mismo os dará por eso la señal: | He aquí que la virgen grávida da a luz un hijo | y le llama Emmanuel. * 15 Y se alimentará de leche y miel | hasta que sepa desechar

6l Este capitulo nos cuenta la vocación de Isaías, el mismo año en que murió el rey Ozías (de 740 a 737). Yavé se revela a su profeta como el Dios de la santidad, que, por lo mismo, la

exige de su pueblo. «Sed santos, que yo soy santo; Yavé, vuestro Dios» se repite muchas veces en el Levítico. Precisamente porque el pueblo no la tiene ni parece estar dispuesto a procurársela, por esto el Señor le amenaza con una completa devastación. Los w.o y 10 deben mirarse como una figura de permisión. El Señor, como hastiado de su pueblo, envía a su profeta a endurecer al pueblo en el mal, no porque sea éste su intento al enviar a Isaías, sino porque va a ser el resultado del mi­nisterio de éate, a causa de las malas disposiciones del pueblo.

71 Los capítulos 7 a 12 forman el llamado Libro de Emmanuel, en el cual la amable figura del Niño aparece enlazada con la invasión asiría, que amenaza a judá y que traerá la devastación

tantas veces anunciada (cf. Introducción a los libros proféticos, n.7). 3 Sear-Jasub, nombre simbólico que significa «el resto volverá». 8 Las palabras de este paréntesis son, sin duda, una glosa.

1 4 Las dificultades de este vaticinio han sido sentidas desde antiguo, por la unión con que apa-

779 ISAÍAS 7-8

lo malo y elegir lo bueno. | ' 6 Pues antes que el niño sepa desechar lo malo y ele­gir lo bueno, I la tierra por la cual temes de esos dos reyes será devastada. | 17 Hará venir Yavé sobre ti, sobre tu pueblo | y sobre la casa de tu padre, I días cuales nunca vinieron | desde que Efraím se sepa­ró de Judá. I 1S Y en esos días silbará Ya­vé I a la mosca que está en los cabos del rio de Egipto, I y a la abeja que está en la tierra de Asiría, | " y vendrán y se aba­tirán en masa | sobre valles y torrentes, I y sobre los huecos de las rocas, I y sobre los zarzales, y sobre los matorrales todos. I 2 0 En esos días afeitará el Señor | con na­vaja alquilada del lado de allá del río, | y rasurará las cabezas, los pelos del cuer­po , I y quitará la barba.

2Í En aquel día tendrá uno una vaca y dos ovejas, | 2 2 y por la gran cantidad de leche que darán, | comerá mantequilla, [ pues de mantequilla y miel se alimenta­rán I todos los que quedaren en la tierra. I 2 3 En aquel día, I el lugar donde había mil vides I por valor de mil siclos de plata, ¡ 2 4 se cubrirá de cardos y de zarzas. ! Y se entrará allá con arco y saetas, I pues toda la tierra será espinas y cardos. I 25 Y a los montes que se cavaban y escardaban | no se irá ya, p o r temor de las espinas y los cardos; | quedarán para pasto de bueyes I y para ser pisoteados por el ganado.

L a des trucc ión d e S a m a r i a y d e D a m a s c o

81 Díjome Yavé: Toma una tabla gran­de y escribe en ella * 2 con grandes

caracteres: A Maher-salal-jas-baz. Y tó­mame dos testigos fieles, Urías, el sacer­dote, y Zacarías, hijo de Jebereguías. * 3 Acerquéme a la profetisa, que concibió y parió un hijo, y Yavé me dijo: Lláma­le Maher-salal-jas-baz,4 porque antes que el niño sepa decir «padre mío, madre mía», las riquezas de Damasco y el botín de Samaria serán llevados por el rey de Asiría.

L a invas ión d e Judá p o r los as i r ios 5 Y me habló de nuevo Yavé y me di­

jo : I 6 Por haber despreciado este pue­

blo I las aguas de Siloé, que corren man­samente, i y haber temblado ante Rasín y el hijo de Romelía. ' v a a traer contra él el Señor ¡ aguas de un río tan caudalo­so e impetuoso, I que saltarán todos sus diques I y se desbordarán por todas las riberas, | 8 y llegando hasta Judá. le inun­darán y le cubrirán, ! llenándole de agua hasta el cuello I Y tendiendo sus brazos, | cubrirán toda tu tieira, ! ¡oh Emmanuel!

9 Aprended, pueblos, que seréis que­brantados; I oíd todos vosotros, los de lejanas tierras. | Armaos, que vais a ser quebrantados: ¡ apercibios, que seréis que­brantados. ¡ 10 Trazad planes, que serán deshechos; I haced proyectos, que no se lograrán, I porque Dios está con vosotros,

u Así me ha hablado Yavé, mientras se apoderaba de mi su mano y me advertía que no siguiese el camino de este pueblo. Y me dijo: I i 2 N o llaméis conjuración I a lo que este pueblo llama conjuración. I N o tengáis miedo ni temor de lo que él te­me; I 13 a Yavé Sebaot habéis de santi­ficar, í de El habéis de temer, de El tened miedo. I , 4 E 1 será piedra de escándalo y piedra de tropiezo I para las dos casas de Israel, | lazo y red para los habitantes de Jerusalén. I 15 Y muchos de ellos trope­zarán, I caerán y serán quebrantados. 1 y se enredarán en el lazo y quedarán cogi­dos.

16 Guardaré el testimonio, I sellaré esta enseñanza para mis discípulos,* I ' " y es­peraré a Yavé, que oculta su rostro I a la casa de Jacob. | En El esperaré. ( '8 Henos aquí a mí y a mis dos hijos, I que me dio Yavé, I como señales y presagios en Is­rael, I de parte de Yavé Sebaot, que mora en el monte de Sión. 1 i« Y todavía os di­rán sin embargo: | Consultad a los evo­cadores I y a los adivinos, que murmuran y susurran: I ¿No debe un pueblo consul­tar a sus dioses I y a sus muertos 12" sobre la suerte de los vivos ! para conocimiento y testimonio? | Seguramente eso es lo que os dirán.

Noche sin aurora, * I 21 tribulación y hambre invadirán la tierra, I y enfureci­dos por el hambre, ! maldecirán a su rey y a su Dios. | 2 2 Alzarán sus ojos arriba, I

rece ligado a la devastación asiría. Para darnos cuenta del lenguaje del profeta, habremos de recono­cer que había tenido de Dios una muy alta revelación de Emmanuel, la cual le dejó tan impresio­nado, que no podía apartar el pensamiento de ella. Así. al anunciar la inminencia de la invasión asiría, toma por señal el mismo Niño, que. si entonces naciera, antes de llegar a los años de la dis­creción no tendría para alimentarse más que leche y miel. Estas abundarán mucho, porque toda la tierra devastada será pastizal para los ganados.

Q í Ese capítulo, hasta el v.2ob, contiene una serie de vaticinios alusivos a la invasión asiría que ** anuncia el c.7.

2 El nombre del niño significa Pronto a saquear, Rápido a robar. 16 El testimonio es la tabla (8,1) en que están escritos los nombres de sus hijos Maher-salal-

jas-baz (8-3) y Sear-Jasub (7,3). Ambos llevan nombres simbólicos de la devastación asiria. que con el del padre tendrá el pueblo siempre ante los ojos. Sin embargo, todavía habrá quienes tengan por muy natural consultar por los evocadores y adivinos sobre la suerte del pueblo.

2 0 El oráculo que sigue debe empezar por 5,26-30; continuará luego con 8,20c; «Noche sin

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ISAÍAS a-IÜ 780

luego mirarán a la tierra, | pero sólo ha-hni angustia y tinieblas, | obscuridad y Iribulación. | Mas se pasará la noche* |

21 y no habrá ya tinieblas I para el pueblo que andaba en angustias.

Q ] Como al principio cubrió de opro-** bio | la tierra de Zabulón y la tierra de Neftalí, | a lo último llenará de gloria el camino del mar | y la otra ribera del Jordán, | la Galilea de las gentes. *

D e s p u é s de l cas t igo , I s r ae l s e r á l i b e r a d o p o r el R e y M e s í a s

2 í1) El pueblo que andaba en tinie­blas, | vio una luz grande; I sobre los que habi taban en la tierra de sombras de muerte | resplandeció una brillante luz. | 3 (2) Multiplicaste la alegría, | has hecho grande el júbilo, | y se gozan ante ti co­mo se gozan los que recogen la mies, | como se alegran los que se reparten la presa. | 4 (3) Rompiste el yugo que pesa­ba sobre ellos, | el dogal que oprimía su cuello, | la vara del exactor, como en el día de Madián. I 5 (4) Y han sido echados al fuego | y devorados por las llamas | los zapatos jactanciosos del guerrero I y el manto manchado de sangre. | 6 (5) Porque nos ha nacido un niño, | nos ha sido dado un hijo, | que tiene sobre su hombro la so­beranía, | y que se llamará | maravilloso consejero, Dios fuerte, | Padre sempiter­no, Príncipe de la paz, * | 7 (6) para dila­tar el imperio y para una paz ilimitada, | j sobre el t rono de David y sobre su reino, | para afirmarlo y consolidarlo I en el de­recho y la justicia I desde ahora para siem­pre jamás. | El celo de Yavé Sebaot hará esto.

I enemigos, | al ejército de sus enemigos. | 12 (n) La Siria al este y los filisteos al oes­te, | que a boca llena devorarán a Israel. | Ni con todo esto se aplacará su ira, | an­tes seguirá todavía tendida su mano.

13 (12) Pero el pueblo no se ha vuelto al que le hería, | no ha buscado a Yavé Se­baot ; I 14 (13) y Yavé cortará de Israel la cabeza y la cola, | el ramo y la caña en un mismo día. | 15 O4) Los ancianos, los

A grandes: he ahí la cabeza; | el profeta, doctor de mentiras: he ahí la cola, j 16 (15) Porque los que guían al pueblo se descarrían, | y los guiados van perdidos. | 17 (16) Por eso el Señor no se complace en sus mancebos, | ni tiene piedad de sus

I huérfanos y sus viudas. | Porque todos son | impíos y malvados, I y toda boca dice des­propósitos. | Ni con esto se aplaca su ira, [ antes seguirá todavía tendida su mano.

ís (17) Porque la iniquidad se ha encen­dido como fuego, | que devora cardos y zarzas I y consume la maleza del bosque, | subiendo el humo en remolinos. 119 0 8 ) Por el furor de Yavé Sebaot se abrasará la tie­rra, [ y el pueblo será presa del fuego. | 2o (19) Despedazan a derecha, y se quedan con hambre ; | devoran a izquierda, y no se sacian; | (20) cada cual devora a su prójimo, | y nadie se apiada de su her­mano. | Manases contra Efraím, Efraím contra Manases, | y ambos a dos contra Judá. | 21 Ni con todo esto se aplaca su ira, | antes seguirá todavía tendida su mano.

1 A ' ¡Ay de los que dan leyes inicuas I * " y de los escribas que escriben pres­cripciones tiránicas | 2 para apartar del tribunal a los pobres de mi pueblo I y conculcar el derecho de los desvalidos, | para despojar a las viudas | y robar a los huérfanos! I 3 ¿Qué haréis el día de la vi­sitación, | del huracán que viene de le­jos? | ¿A quién os acogeréis para que os proteja? | ¿Qué será de vuestros tesoros? | 4 D e no ir curvados entre los cautivos, | habrán caído entre los muertos. | Ni con todo esto se aplacará la ira de Yavé, | an­tes seguirá todavía tendida su mano.

E l cas t igo d e los p e r v e r s o s 8 (7) El Señor ha mandado palabra para

Jacob, | que ha caído en Israel, *| 9 (8) y llegará a conocimiento de todo el pue­blo, | de Efraím y de los habitantes de Samaría. I Los que en su soberbia y en su dureza de corazón se decían: ¡ 10 (9) "Han caído los ladrillos, pero edificaremos con sillares; I han sido cortados los sicómo­ros, pero en su lugar pondremos cedros. | 11 (10) Yavé fortalecerá contra ellos a sus

aurora». Bajo la imagen de una tormenta, el profeta describe la invasión asiría sobre el norte del reino de Samaría por Teglatfalasar después de la conquista de Damasco (732).

22 Tras de la tormenta viene el día claro; aquí la claridad es la edad mesiánica.

9 1 San Mateo (4,15 s.) hace uso de este texto para introducir la aparición de Jesús en Galilea. A las tinieblas del error y del pecado sucede la luz de la verdad y de la gracia.

» Los atributos que aquf atribuye el profeta al Niño nos declaran la alta idea que Dios le había comunicado de este vastago de David. Tales atributos tocan en lo divino, y su pleno sentido nos lo pondrá en claro la propia revelación del Nuevo Testamento.

8 La sección 9,8-10,4 consta de cuatro estrofas claramente distinguidas por el estribillo: «Ni con todo esto se aplacará», etc. (9,12.17.21; 10,4), a las cuales no dudamos en añadir 5,24-25. El tema es la amenaza contra Israel a causa de sus iniquidades. El instrumento será, sin duda, el asirio; pero, como Amos y Oseas, no lo señala por su nombre, lo que indicaría que el oráculo es anterior a los otros dos.

781 ISAÍAS 10-H

E l r e i n o d e As i r í a s e rá d e s t r u i d o 5 ¡Ay de ti, Asur, vara de mi cólera, |

bastón de mi furor! * | 6 Yo le mandé con­tra una gente impía, | le envié contra el pueblo objeto de mi furor, | para que saquease e hiciera de él su botín | y le pisase como se pisa el polvo de las calles; | 7 pero él no tuvo los mismos designios, I no eran éstos los pensamientos de su co­razón. I Su deseo era desarraigar, | exter­minar pueblos en gran número. | 8 Por­que él dice: | Reyes son todos mis prín­cipes, I ' ¿no ha sido ésa la suerte de Cal-no, la de Carquemis; | la de Jamat , no ha sido la de Arpad; I y la de Samaría, la misma de Damasco? | 1 0 Así se apoderó mi mano de reinos de ídolos, I más en nú­mero que los de Jerusalén y Samaría. | 11 ¿No podré hacer con Jerusalén y sus ídolos I lo que hice con Samaría y los su­yos? ! 12 Pero sucederá que cuando el Se­ñor I haya realizado toda su obra | sobre el monte de Sión y Jerusalén, I castigará el Señor al rey de Asiría | por el orgullo de su corazón y la altivez de sus ojos. | 13 El se dice: | Con la fuerza de mi brazo he hecho eso, | con mi sabiduría y mi prudencia, I y borré las fronteras de los pueblos, I y saqueé sus tesoros, y, | todo­poderoso, derribé a los que se sentaban en los tronos. | 14 Mi mano ha cogido la riqueza de los pueblos | como se coge un n ido ; | como quien se apodera de hue­vos abandonados, | me he apoderado yo de la tierra toda. | Y nadie sacudió las alas, l.ni abrió el pico, ni dio un chillido. | 15 ¿Se ensoberbece el hacha contra el que la maneja, | la sierra contra el que la mue­ve? I Como si la vara dirigiera al que la levanta, | o el bastón al que lo lleva. | 16 Mas por eso el Señor, Yavé Sebaot, ¡ herirá de flaqueza ese cuerpo tan robus­to. I Y debajo de su gloria encenderá un fuego, I como fuego de incendio. | 17 Y la luz de Israel se convertirá en fuego, | y su Santo en llama, I para quemar y devo­rar [ en un solo día sus cardos y sus es­pinas. I l g Y la hermosura de su bosque y de su vergel quedará del todo destrui­da, I 19 y los árboles que de su selva que­den serán tan pocos, I que un niño podrá contarlos.

I s r ae l s e r á l i b e r a d o 2 0 En aquel día, I el resto de Israel | y

los sobrevivientes de la casa de Jacob | no se apoyarán ya sobre el que los hirió, | sino que se apoyarán con fidelidad en Yavé, el Santo de Israel. | 2I Volverá un resto, un resto de Jacob, | al Dios fuerte. | 2 2 Porque aunque fuera tu pueblo, Israel, como las arenas del mar, | sólo un resto volverá. | Decretada está la destrucción, | que acarreará la justicia, | 23 y este de­creto de destrucción | lo ejecutará el Se­ñor, Yavé Sebaot, en toda la tierra. I Por eso dice el Señor, Yavé Sebaot:

2 4 Pueblo mío, que habitas en Sión, I no temas que Asur te hiera con la vara | y alce contra ti su bastón, | como el Egipto. * I 2 5 Dentro de poco tiempo, den­tro de muy poco, I mi cólera llegará al fin, I y mi furor los destruirá. | 2 6 Yavé Sebaot alzará contra ellos el azote, I como cuando hirió a Madián en la roca de Horeb, | y el mar con su báculo, | como lo levantó un día en Egipto; | 2 7 y en ese día se quitará su peso de sobre tus es­paldas I y su yugo de sobre tu cuello.

I n m i n e n c i a d e la i n v a s i ó n 2 8 Ya avanza del lado de Rimón; | ha

llegado a Ayot; | pasa por Magrón | y deja en M i c m a s su i m p e d i m e n t a . * | 2 9 Han pasado el desfiladero I y durante la noche han acampado en Gueba. | 3 0 Ra­ma está temblando, | Gaba de Saúl está en fuga; | lanza gritos, hija de Galim; | e s c u c h a , L a i s ; r e s p ó n d e l e , A n a t o t ; | 3 ' Madmena huye; | los habitantes de Gabim han escapado. | 3 2 Hoy todavía hace alto en Nob , | y alza su mano contra el monte de la hija de Sión, | contra el monte de Jerusalén.

33 He aquí que Yavé Sebaot | desga­jará con fuerzas las ramas, I las cimeras serán cortadas, | y las altas abatidas. | 34 La madera del bosque será cortada a hierro, | y echados a tierra los cedros del Líbano.

E l r e i n o de l M e s í a s , r e i n o d e p a z y u n i v e r s a l

1 Y brotará una vara del t ronco de Jesé, | y retoñará de sus raíces

un vastago. * j 2 Sobre el que reposará el 11

Ijj 5 La postrera sección del libro de Emmanuel abarca 10,5-12,6. Empieza por una amenaza * " contra Asur, muy orgulloso de sus conquistas. Semejante a un frondoso bosque, será consu­

mido por el fuego. Como en otro tiempo fue castigado el Egipto, así lo será ahora Asur, y el resto de Israel, salvado.

2 4 Estos versículos van dirigidos a Sión, y son una palabra de aliento ante la invasión asiría que se describe con detalle desde el v.28.

2 8 Aquí nos pinta al ejército asirio que sube por etapas a Jerusalén, donde Yavé le aguarda para confundir su orgullo. Los w.14.24-27 estarían bien después del v.32. La profecía parece haberse realizado o el año 700, cuando la primera invasión de Senaquerib, o el 603, en una segunda invasión (cf. Introducción a los libros proféticos, n.7).

•f •§ l Otra vez, después de describirnos la invasión del asirio, su gloria y su poder, semejantes • • a un soberbio bosque, que, sin embargo, será destruido, lo contrapone al humilde renuevo

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ISAÍAS 11-13 782

espíritu do Yavé, | espíritu de sabiduría y de inteligencia, | espíritu de consejo y de fortaleza, | espíritu de entendimiento y de temor de Yavé. I 3 Y pronunciará sus decretos en el temor de Yavé. | No juz­gará por vista de ojos, | ni argüirá por oídas de oídos, I 4 sino que juzgará en justicia al pobre, | y en equidad a los humildes de la tierra. | Y herirá al t irano con los decretos de su boca, I y con su aliento matará al impío. | 5 La justicia será el cinturón de sus lomos, | y la fi­delidad el ceñidor de su cintura. | 6 Ha­bitará el lobo con el cordero, | y el leopardo se acostará con el cabrito, | y comerán juntos el becerro y el león, ¡ y un niño pequeño los pastoreará. * I 7 La vaca pacerá con la osa, I y las crías de ambas se echarán juntas, I y el león, como el buey, comerá paja. I 8 El niño de teta jugará junto a la hura del áspid, | y el recién destetado meterá la mano | en la caverna del basilisco. | 9 N o habrá ya más daño ni destrucción | en todo mi monte santo, | porque estará llena la tierra | del conocimiento de Yavé, | como llenan las aguas el mar.

10 En aquel día el renuevo de la raíz de Jesé | se alzará como estandarte para los pueblos. | Y le buscarán las gentes, I y será gloriosa su morada. * | n En aquel día, de nuevo la mano del Señor | redi­mirá al resto de su pueblo, | a lo que reste de Asur y de Egipto, | de Patros, de Cus, de Elam, de Senaar, | de Jamat y de las islas del mar. | 1 2 Alzará su estan­darte en las naciones, I y reunirá a los dispersos de Israel, I y juntará a los dispersos de Judá I de los cuatro confines de la tierra. | 13 Y cesará la envidia de Efraím | y serán destruidos los enemigos de Judá. | Y no envidiará ya más Efraím a Judá, | y Judá no será más enemigo de Efraím. | 14 Y se lanzarán contra la costa de los filisteos a occidente, | y juntos saquearán a los hijos de Oriente; | Edom y Moab les servirán, | y los hijos de Am-món les estarán sujetos. | l 5 Y secará

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Yavé la lengua de mar de Egipto I y levantará con fortaleza su mano sobre el río, ¡ y herirá sus siete brazos, | que podrán pasarse a seco. * | 16 Y abrirá ca­mino a los restos de su pueblo, | a los que quedaran de Asur, | como lo abrió para Israel | el día de su salida de Egipto.

C á n t i c o d e l iberac ión 1 Y aquel día dirás: I Yo te alabo, Yavé, porque te irritaste contra

mí, | pero se aplacó tu cólera | y me has consolado. * | 2 Este es el Dios de mi salvación, | en El confío y nada temo, | porque mi fuerza y mi canto es Yavé, | El ha sido para mí la salud. ] 3 Sacaréis con alegría el agua de las fuentes de la salud | y diréis aquel día : | 4 Alabad a Yavé, cantad a su nombre, | pregonad sus obras en medio de los pueblos, | proclamad que su nombre es sublime. I 5 Cantad a Yavé, que hace cosas grandes, I que lo sepa la tierra toda. I 6 Exultad, ju­bilad, moradores de Sión, porque grande es en medio de vosotros el Santo de Israel,

S E G U N D A P A R T E

O R Á C U L O S CONTRA LAS NACIONES G E N T I L E S

(13-23) O r á c u l o contra Babi lon ia 1 Oráculo sobre Babilonia que vio Isaías, hijo de Amos. *

2 Alzad bandera sobre lo alto de un monte desnudo, | gritadles, hacedles se­ñas con las manos | para que entren por las puertas de los príncipes. I 3 Yo man­do a mi ejército consagrado para la gue­rra I y llamo a mis valientes para eje­cutar mi ira, I a los que triunfan para mi gloria. I 4 Murmullo de muchedumbres en los montes, I ruido de muchas gentes, I de reinos, de gentes reunidas. | Yavé Se-baot revista al ejército que va a combatir. | 5 Viene de tierra lejana, | de los confines

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del tronco de Jesé, sobre quien descenderá el espíritu de Yavé, y que traerá la paz no sólo a los restos de Judá, sino a todas las naciones que le buscarán. Este Espíritu se manifestará en formas varias, que la teología llama dones del Espíritu Santo, que se hallan en Cristo de un modo eminente, de otro modo en sus fieles.

6 Para describirnos la paz de los tiempos mesiánicos, el profeta se remonta a los días del pa­raíso, en que todos los animales vivían sometidos al hombre y en paz.

1 ° El Mesías reunirá a todos los pueblos, empezando por juntar en uno los dos reinos de Judá y Efraím, en mal hora divididos.

15 Los siete brazos por que el Nilo entraba en el mar Mediterráneo, que hoy son cuatro.

1O * Hermoso remate de todo el libro de Emmanuel, en que alternativamente nos va presen-"* tando el profeta las amenazas de la justicia vengadora, que se vale de los asiríos para cas­

tigar a su pueblo, y las promesas de la misericordia, que lo salva por medio del vastago de David. El alma profundamente religiosa del profeta expresa sus sentimientos en este himno de acción de gracias.

"I O ] Este oráculo contra Babilonia es un modelo de los discursos contra las naciones. La jua-* ™ ticia de Yavé a todos alcanza. Las naciones poderosas son instrumento de su cólera; pero

como al obrar se dejan llevar de su orgullo, habrán de caer bajo la justicia divina. Dios lo anuncia para consuelo de los oprimidos (cf. Introducción al libro de Isaías, n.4).

783 ISAÍAS 13-14

de los cielos, | Yavé con los instrumentos de su furor | para asolar la tierra toda.

6 Lamentaos, que se acerca el día de Yavé, I que vendrá como azote del To­dopoderoso, I 1 y desfallecerán todos los brazos | y se helarán todos los corazones de los nombres. | 8 Se llenarán de terror y de angustia, y de dolor se retorcerán como parturienta. I Se mirarán con estu­por unos a otros | y se encenderán en llama sus rostros.

9 Ved que se acerca el día de Yavé, | y cruel, con cólera y furor ardiente, | para hacer de la tierra un desierto | y exterminar a los pecadores. | 10 Las es­trellas del cielo y sus luceros I no darán su luz, I el sol se obscurecerá en nacien­do, y la luna no hará brillar su luz. | 11 Y o castigaré al mundo por sus críme­nes, I y a los malvados por sus iniqui­dades. I Y o haré cesar la insolencia de los soberbios | y abatiré la altivez de los opresores. | i 2 Y o haré que sean los hom­bres más escasos que el oro fino, más que el oro de Ofir. | H Y o haré estreme­cer a los cielos | y temblará la tierra en su lugar I ante la indignación de Yavé Sebaot | el día del furor de su ira.

14 Entonces, como cierva asustada, I como ovejas sin pastor, | se irá cada uno a su pueblo, | huirá cada uno a su tierra. | 15 Cuantos fueren habidos se­rán degollados, cuantos fueren cogidos caerán a la espada. | 16 Sus hijos serán estrellados a sus ojos, | sus casas incen­diadas, sus mujeres violadas. | 1 7 Yo des­pertaré contra ellos a los medos, | que no se cuidan de la plata, I que no codi­cian el oro. I 18 Y los arcos aplastarán a los mancebos | y no harán gracia al fruto del vientre | ni tendrán sus ojos piedad de los niños. | 1 9 Entonces Babilonia, la flor de los reinos, | ornamento de la so­berbia de los caldeos, | será como So-doma y Gomorra , | que Dios destru­yó. I 2 0 N o volverá jamás a ser habitada | ni poblada en los siglos venideros. | N o alzará allí el árabe su tienda | ni se apa­centarán allí ganados. I 2 1 Morarán allí las fieras, I y los buhos llenarán sus ca­sas. I Habi tarán allí los avestruces | y harán allí los sátiros sus danzas. I 2 z En sus palacios aullarán los chacales, | y los lobos en sus casas de recreo. | Está para llegar su tiempo, no se alargarán mu­cho sus días. *

P r o m e s a d e l iberac ión y canto triunfal

H1 Yavé se apiadará de Jacob, | to­davía escogerá a Israel | y los es­

tablecerá en su tierra. | A ellos se uni­

rán extranjeros, I se unirán a la casa de Jacob. I 2 Los tomarán los pueblos y los llevarán a su lugar, \ y la casa de Is­rael los tendrá por siervos y siervas | en la tierra de Yavé. | Cautivarán a los que los habían cautivado | y dominarán a los que los dominaron. | 3 Entonces, el día en que Yavé te dará el reposo | de tus fatigas, de tus penas y de la dura servidumbre | a que estuviste sometido, ¡ 4 cantarás este canto | contra el rey de Babilonia y dirás:

¿Cómo se acabó el opresor | y pasó la vejación? | 5 Rompió Yavé la vara de los impíos, I el cetro de los tiranos. | 6 El que castigaba a los pueblos con fu­ror, I sin cansarse de fustigar; | el que en su cólera subyugaba a las naciones | bajo un yugo cruel. | 7 Toda la tierra está en paz, toda en reposo | y en cantos de alegría. | 8 Hasta los cipreses se alegra­ron de tu ruina, | con los cedros del Lí­bano. I Desde que tú quedaste inmóvil | nadie sube ya a abatirnos. | 9 El seoi mismo se conmueve en sus profundida­des I para salir a recibirte, | y por ti despierta a las sombras, | todos los gran­des de la tierra, | y hace dejar sus tronos a todos los reyes del orbe.

10 Y todos a voces te dicen: [ ¿Tam­bién tú te debilitaste como nosotros | y has venido a ser uno de tantos? | n Ha bajado al seol tu gloria | al son de tus arpas ; | los gusanos serán tú lecho | y gusanos serán tu cobertura. l 2 ¿ C ó m o caíste del cielo, | lucero brillante, hijo de la aurora? | ¿Echado por tierra | el dominador de las naciones? 13 Tú, que decías en tu corazón: | Subiré a los cie­los; I en lo alto, sobre las estrellas de Dios, elevaré mi t rono ; | me instalaré en el monte santo, | en las profundida­des del aquilón. 14 Subiré sobre la cum­bre de las nubes | y seré igual al Altísi­mo. I 15 Pues bien, al sepulcro has baja­do, I a las profundidades del abismo.

16 Para verte mejor se detienen \ y te contemplan diciéndote: | ¿Es éste el que hacía temblar la tierra, | el que trastor­naba los reinos, 17 el que hacía del mun­do un desierto, | devastaba las ciudades | y no liberaba a sus cautivos? | 18 Todos los reyes de las naciones | reposan con honor, | cada uno en su morada ; 1 9 p e r o tú has sido arrojado de tu sepulcro | como un vil tronco. I Los muertos por la espada | descienden a los sepulcros de piedra; | tú, como cadáver que se piso­tea con los pies, | 2 0 no tendrás con ellos sepultura, | porque arruinaste tu tierra, mataste a tu pueblo. I N o se hablará ya jamás I de la raza del impío.

22 En los días de Isaías, Babilonia no era más que una provincia del imperio asirio; de aquí la duda sobre la época de la composición de este oráculo.

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ISAÍAS 14-lfi 784

21 Aparejaos para la matanza de los hijos | por la impiedad del padre. | N o se levanten más para conquistar la tie­rra | y llenar el mundo de ruinas. | 2 2 Yo me alzaré contra ellos, I dice Yavé Se-baot ; | yo aniquilaré de Babilonia su nombre y sus restos, | su raza y su ger­men, dice Yavé. | 2 3 Yo la haré hura de erizos | y fangosa charca, | y la barreré con la escoba de la destrucción, dice Yavé Sebaot. *

O r á c u l o contra Asiría 2 4 Yavé Sebaot lo ha jurado, diciendo: I

Sí, lo que yo he decidido llegará, I lo que yo he resuelto se cumplirá. * | 2 5 Yo romperé al asirio en mi tierra y le hollaré en mis montes, I y se les quitará de enci­ma su yugo, | y arrojarán su carga de sobre sus espaldas. | 2 6 He aquí la resolu­ción tomada contra toda la tierra, | he ahí la mano tendida contra todos los pueblos. | 2 7 Yavé Sebaot ha tomado esta resolución, | ¿quién se le opondrá? | Ten­dida está su mano, I ¿quién la apartará?

O r á c u l o contra la Filistea 2 8 El año de la muerte del rey Ajaz se

dio este oráculo :* 2SI N o te alegres tú, Filistea toda, | por haberse roto la vara que te hería, | porque de la raza de la serpiente nacerá un basilisco, | y su fruto será un dragón volador. | 30 Los hijos de los pobres se apacentarán en mis pas­tos, | y los humildes dormirán seguros. | Yo haré morir de hambre a tu raza | y destruiré lo que de ti queda. I 31 Gime, ¡oh puerta!; grita, ¡oh ciudad!; [ cae des­fallecida la Filistea toda. | Viene del aqui­lón una humareda, | viene el enemigo en apretados haces, I 3 2 ¿y qué responder a los mensajeros de las naciones? ] Yavé fundó a Sión, | y a ella se acogerán los desvalidos de su pueblo.

O r á c u l o contra M o a b •i r ] Oráculo sobre Moab . •1 O Ved, atacado de noche, | Ar -Moab está en ruinas; | atacado durante la no­che, | está en ruinas Quir-Moab. * | 2 La gente de Dibón ha subido | a los altos para llorar, | y Moab se lamenta | por Nebo y por Madaba. Todas las cabezas están rasuradas; I todas las barbas, afeita­das. | 3 Salen por las calles vestidos de

saco, | por los terrados, por las plazas; | todos se lamentan, todos lloran.

4 Hesebón y Eleale lanzan gritos, | cu­yos ecos se oyen hasta Jallas. | M o a b siente desfallecer sus Tiflones, | y su alma desmaya. | 5 Salen gritos del corazón de Moab , | sus huidos llegan a Segor, a Eglat-Selisiya. | Suben llorando | la cuesta de Luhit, | van dando gritos de angustia | por el camino de Joronaím.

6 Se han secado las aguas de Nirnrim, | se h a secado el heno, se ha marchitado la hierba, | todo verdor ha desaparecido. | 7 Llévanse sus bienes y sus provisiones | al otro lado del torrente de los Sauces. I 8 El llanto rodea las fronteras de Moab , | los lamentos llegan hasta Eglaím, | y hasta Beer-Elim los alaridos, | " p o r q u e las aguas de Dimón ] están llenas de sangre, | y todavía mandaré sobre Di­món nuevos males. | Leones para los escapados de M o a b | y para los sobre­vivientes de la tierra.

| /» i Enviad la hija del señor de la * « tierra I desde las rocas del desierto | al monte de Sión. I 2 Como aves espan­tadas, ] como nidada dispersa, | así van las hijas de M o a b j por los vados del Arnón. I 3 Resuelve, decide, | haz sombra como de noche en pleno mediodía, | oculta a los desterrados, | no entregues a los fugitivos. | 4 Esconde dentro de ti a los desterrados de Moab , | protégelos del devastador, | hasta que acabe la invasión, I cese la destrucción I y deje la tierra el invasor.

5 El t rono se afirmará por la clemencia; I y sobre ese t rono se sentará siempre, [ en la tienda de David, I un juez celoso de la justicia | y sabio en discernir el derecho. I 6 Hemos oído del altanero orgullo de Moab , | su arrogación, su orgullo, | su insolencia, su palabrería. | 7 Por eso la­méntese Moab por Moab , | sean todo lamentos; | suspiren profundamente con­movidos | por las tortas de uvas pasas de Quir-Jareset; | 8 porque el campo de Hesebón está desolado, I los señores de las naciones | han pisoteado la viña de Sibma. | Sus ramas se extendían hasta Jazer, | sus sarmientos iban a perderse en el desierto, | y sus pámpanos llegaban hasta muy lejos, | y pasaban el mar. | 9 Por eso uno mis llantos a los llantos de

1 4 23 Véase la nota anterior. 2 4 Estos w.24-27. que aquí parecen un canto errático, estarían bien después de 10,32,

como complemento del castigo de Asiría. 28 El v.28 señala la fecha de este oráculo, que amenaza a los filisteos con el azote de los reyes

asirios, desde Sargón, el que tomó a Samaría. •1 C ! No todos los vaticinios sobre las naciones extranjeras son amenazas. Los ce. 15 y 16 tratan * ** de una invasión de Moab, sin duda por los asirios. El profeta muestra la benevolencia de

Jerusalén, mezclada de ironía, hacia los invadidos descendientes de Lot, que en Sión encontrarán un refugio contra el invasor.

785 ISAÍAS 16-18

Jazer | por la viña de Sibma, I y os riego con mis lágrimas, Hesebón y Eleale, I sobre cuyos frutos y cosechas | estallaba el grito del lagarero. | I 0 Ya no hay gozo y alegría en tus vergeles, | ya no hay cantos ni gritos de júbilo en las viñas, I ya no se pisa el vino en los lagares, | ya cesaron los gritos del lagarero. | n Por eso mis entrañas | vibran como un arpa por Moab , | y mi corazón por Quir-Jareset.

1 2 Verán a M o a b subir con fatiga a sus altos, I y entrar en sus santuarios para pedir y no obtener nada. | 13 Esta es la palabra que sobre M o a b pronunció Yavé en otro t iempo; 14 y ahora dice esto Yavé: Dentro de tres años, como años de jornalero, será abatida la soberbia de Moab , con toda su gran arrogancia, y quedará de ella bien poco, casi nada.

O r á c u l o s o b r e D a m a s c o

n 1 Oráculo sobre Damasco. Ved a Damasco, borrada del núme­

ro de las ciudades. J N o es más que un montón de ruinas. * | 2 Sus ciudades, de­siertas para siempre, I sirven de majada a los ganados. | Allí duermen sin que nu-die los espante. I 3 Ya no hay ayuda para Efraím, | ya no existe el reino de Da­masco. I Y del resto de Aram y de su gloria, I será lo que de la gloria de los hijos de Israel, | dice Yavé Sebaot. | 4 Será en aquel tiempo atenuada la gloria de Jacob | y enflaquecerá su bien nu­trido cuerpo. I 5 Como cuando el segador siega la mies | y coge las espigas con su m a n o ; | 6 como cuando se espiga en el valle de Refaím. | Queda un rebusco como después de cosechada la aceituna, | dos o tres olivas en la copa del árbol, j cuatro o cinco en las ramas, dice Yavé, Dios de Israel.

7 Aquel día se volverá el hombre a su Hacedor, | sus ojos mirarán al Santo de Israel. | 8 N o mirará a los altares obra de sus manos, | no se volverá a lo que hicieron sus dedos, | a las aseras ni a los altares del sol. * | » Aquel día serán tus ciudades fuertes, como las ciudades de­siertas de los amorreos y los jeveos, 1 abandonadas al acercarse los hijos de Israel; | serán tierra devastada. | 10 Por­que te olvidaste del Dios de tu salud |

y no te acordaste del que era tu forta­leza. I Para eso plantaste los jardines de Adonis I y pusiste en ellos los pámpanos de un dios extraño. * | 11 El día mismo en que los plantabas los veías crecer, | y al día siguiente todas las plantas estaban en flor; I pero la cosecha h a sido nula para el día de la angustia, | y el dolor es irre­mediable.

O r á c u l o sobre Et iopía l 2 ¡Ah! Ruido de muchedumbres innu­

merables, I como el estruendo del mar ; I tumulto de naciones, | como el estrépito de aguas copiosísimas. | 13 Los amenaza él, y huyen lejos, | ahuyentados como el tamo de los limpiadores | arrebatado del viento, como el polvo arrebatado por huracanado torbellino. | 1 4 A la Iiora de la tarde será el espanto | y a la mañana habrán desaparecido. | Esa será la suerte de los que nos aplastan, | la suerte de los que nos saquean.

1 ft ' ' ^ ^ e ' a " e r r a del zumbido de * *» alas, I de tras los ríos de Cus! * |

2 La que envía mensajeros por el mar, | en naves de junco sobre las aguas. | Id volando, mensajeros, | al pueblo de ele­vada talla y piel brillante, | a la nación temible y lejana, | 3 a la nación fuerte y conquistadora, I cuya tierra está surcada de ríos. | Todos vosotros, los moradores del mundo , | los habitantes de la tierra, I cuando sobre el monte se alce la bandera, mirad. | Cuando oigáis sonar la trompeta, escuchad.

4 Porque he aquí lo que me ha dicho Yavé:

Yo miro tranquilo mi morada, I como calienta sereno un sol brillante, | como nube de rocío en el calor de la vendimia. I 5 Porque antes de la vendimia, cuando hayan caído las flores | y los frutos se hayan hecho maduros racimos, | se po­darán los sarmientos con la podadera, I y aun serán quitadas, arrancadas las ce­pas. I 6 Y se dejarán a merced de los buitres de los montes | y de las bestias del llano. | Allí pasarán los buitres el verano, | y las bestias del llano el in­vierno.

7 En aquel tiempo traerán ofrendas a Yavé Sebaot del pueblo de alta talla y

•f y 1 Damasco fue subyugada por los asirios (732), de los que no la pudieron librar los ídolos ' * que adoraba. Pero Isaías, lleno del espíritu de los tiempos mesiánicos, ve el día en que tam­

bién Damasco reconocerá al Señor y se volverá al Santo de Israel. A pesar del título, varios versícu­los parecen referirse a Israel.

8 Estos altares del sol son los altares en que quemaban perfumes (Lev 26,30). 10 Los cultos de Adonis eran celebrados en Biblos y conocidos en judá.

•1 Q 1 Otro oráculo contra los etíopes, que dominaban en Egipto y eran la vana esperanza de * ^ muchos israelitas contra Asiría. Senaquerib los venció en Altacu, obligándolos a volverse a

su tierra, donde más tarde los perseguirían los asirios. También aquí el profeta entrevé ei día feliz en que este pueblo vendrá a ofrecer sus dones a Yavé en su monte de Sión, lo que es anunciar los tiempos mesiánicos.

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ISAÍAS 18-20 786

piel brillante, del pueblo temible, lejano, <Jc la nación fuerte y conquistadora, cuya tierra está surcada de ríos, a la morada del nombre de Yavé Sebaot, al monte de Sión.

O r á c u l o sobre E g i p t o

1 Q 1 Oráculo sobre Egipto. * | 2 Ved •!• »» cómo Yavé, montado sobre ligera nube, | llega al Egipto. | Ante El tiem­blan todo los dioses de Egipto I y el corazón de los egipcios se hiela de es­panto. | 3 Yo armaré a egipcios contra egipcios, | y lucharán hermanos contra hermanos, amigos contra amigos, | ciudad contra ciudad, reino contra reino. I Y el Egipto perderá su espíritu | y se confun­dirán sus consejos, I preguntarán a sus ídolos y a sus magos, | a sus evocadores y adivinos.

4 Yo entregaré al Egipto en manos de un dominador cruel; I un rey duro se adueñará de ellos, | dice el Señor, Yavé Sebaot. I s Las aguas del mar se agota­rán, | y el río se consumirá, se secará. | 6 Los canales se estancarán, | los canales de Egipto bajarán y se secarán; | juncos y cañas se doblarán. | 7 Los prados del Nilo, a las riberas del río, | cuanto el Nilo hace crecer, se secará, caerá, mo­rirá. | 8 Gemirán y se lamentarán los pescadores, | cuantos echan en el Nilo sus anzuelos | y cuantos tienen sus redes en las aguas estarán desesperados.

9 Los que trabajan el lino estarán cons­ternados; | peinadoras e hiladores, des­concertados. | 10 Los tejedores, afligidos, | y todos los obreros en la mayor de­solación.

11 Los príncipes de Zoán son del todo locos; | el consejo de los consejeros del Faraón es consejo necio. | ¿Cómo decís al Faraón: | Somos hijos de sabios, | hijos de antiguos reyes? | 12 ¿Dónde es­tán, pues, tus sabios? i Dígante ahora y dente a saber | lo que Yavé Sebaot ha determinado sobre Egipto. | 13 Los prín­cipes de Zoán son del todo locos, I los príncipes de Menfis van errados, | los jefes de sus tribus engañan a Egipto. | 14 Yavé ha derramado sobre ellos un es­píritu de vértigo, ] y descarrían el Egipto en cuanto hace, | como desatina el bo­rracho en su borrachera.

15 N o le saldrá bien al Egipto cosa alguna, I haga cabeza o haga cola, |

•f Q * El tema de la invasión de Egipto por los asirios, como en el vaticinio anterior; pero aquí 1 * el pensamiento mesiánico está más desarrollado. Egipto acudirá a rendir culto a Yavé, y las

dos naciones enemigas, Asiría y Egipto, harán las paces, siendo Israel la mediadora, y todos tres recibirán las bendiciones del Señor. O j j 1 En 711 Azoto se levantó contra Asiría, confiada en el auxilio del Egipto. El ejército de * • " Asiría la sometió, haciéndola sufrir un duro castigo, con gran confusión de quienes les ha­bían prometido ayuda. Él Señor manda a su profeta que vaya desceñido y descalzo por las calles de Jerusalén, para dar a entender a sus compatriotas, que en Egipto ponían su confianza, cuan frágil era el bastón en que querían apoyarse.

haga palma o haga junco. I 16 Aquel día serán los egipcios como mujeres, I se aterrarán y temblarán | ante la mano de Yavé Sebaot, | tendida contra ellos. | 17 Entonces la tierra de Judá ! será para Egipto motivo de espanto, ] y quienquiera que le oiga nombrar | se asombrará de los designios de Yavé Sebaot acerca de él. | 18 En aquel día habrá en tierra de Egipto cinco ciudades | que hablarán la lengua de Canán, | y jurarán por Yavé Sebaot, | y de ellas una se llamará la Ciudad del Sol. | 19 Aquel día habrá en tierra de Egipto altar para Yavé, I y en sus fron­teras estelas de Yavé. | 2 0 Esto será para Yavé Sebaot señal | y testimonio en la tierra de Egipto, | y cuando clamen a Yavé en sus tribulaciones, I Yavé les mandará un salvador, [ un vengador que los librará. I 2 I Yavé hará que los egipcios le conozcan, | y el Egipto conocerá aquel día a Yavé, | y le ofrecerán sacrificios y oblaciones, I y harán votos a Yavé, y los cumplirán. I 2 2 Pues Yavé castigará al Egipto, | hiriendo y sanando, | y se con­vertirán a Yavé, | que se dejará mover a compasión y lo curará.

2 3 Y aquel día habrá camino I de Egipto a Asiría, [ y el asirio irá a Egipto y el egipcio a Asiría. I Y egipcios y asirios servirán a Yavé. | 2 4 Aquel día Israel será tercero I con Egipto y la Asiría, | como bendición en medio de la tierra. | 25 Ben­dición de Yavé Sebaot, que dice; | Ben­dito de mi pueblo de Egipto; | Asiría, obra de mis manos ; | e Israel, mi heredad.

O r á c u l o s o b r e E g i p t o y E t i o p í a

Q A i El año en que el Tar tán vino a ™ " Azoto, mandado por Sargón, rey de Asiría, y combatió a Azoto y la tomó, * 2 habló Yavé por Isaías, hijo de Amos, diciendo: Ve, quítate de los lomos el saco y descálzate los pies. Hízolo así Isaías, andando desnudo y descalzo; 3 y dijo Yavé: Como anduvo Isaías, mi sier­vo, desnudo y descalzo tres años, señal y pronóstico sobre Egipto y sobre Etiopía, 4 así llevará el rey de Asiría a los cautivos de Egipto y a los desterrados de Etiopía, mozos y viejos, desnudos y descalzos, al aire las nalgas. 5 Y los que contaban con Etiopía y se enorgullecían de Egipto que­darán consternados y confusos; * y los moradores de esta tierra dirán: Mirad a los que eran nuestra esperanza, a los que

787 ISAÍAS 20-22

pensábamos acogernos para que nos sir­vieran de reíugio y protección contra el rey de Asiría. ¿Cómo escaparemos nos­otros?

O r á c u l o s o b r e Babi lon ia

O 4 l Oráculo sobre el desierto del mar. « * Como del mediodía el huracán des­encadenado, j viene también esto del de­sierto, | de la tierra espantosa. * | 2 Me ha sido mostrada una terrible visión: | Saqueadores saqueando; I asoladores aso­lando. | Lánzate, Elam. Asediad, medos; | despojaos de toda piedad. | 3 Mis entra­ñas se han llenado de angustia, | y soy presa de dolores I como de parturienta. | Aturdido, ya no oigo; | espantado, ya no veo. | 4 Pasmóse mi corazón, | el terror me invadió, | la plácida noche me llena de espanto.

5 H a n puesto la mesa, han tendido el mantel, I comen, beben. I ¡Arriba, prín­cipes! ¡A engrasar el escudo! | * Porque ved lo que me ha dicho el Señor: | Ve, pon uno en atalaya [ que comunique lo que vea. I 7 Si ve un tropel de caballos, de dos en dos, | un tropel de asnos, un tropel de camellos, | 8 que mire atenta­mente, muy atentamente, I y que grite: Ya los veo. | Así estoy yo, Señor, en atalaya, I sin cesar todo el día, I y me quedo en mi puesto toda la noche.

9 Llegan tropeles de gentes, | caballos de dos en dos, | se alza una voz y dice: I ¡Cayó! ¡Babilonia ha caído! I Todas las imágenes de sus dioses | yacen por tierra destrozadas. I 1° ¡Oh pueblo mío!, pisado, trillado como la mies, | lo que he oído, de parte de Yavé Sebaot, Dios de Israel, I yo te lo hago saber.

O r á c u l o s o b r e E d o m

H Oráculo sobre Edom. Danme voces desde Seir: I Centinela,

¿qué hay de la noche? | Centinela, ¿qué hay de la noche? * | , 2 El centinela res­ponde : I Viene la mañana, viene tam­bién la noche. | Preguntad, si queréis; volved a preguntar.

O r á c u l o s o b r e A r a b i a 13 Oráculo sobre Arabia. Pasad la noche en un monte del de­

sierto, | caravanas de Dedán. 14 A los que tengan sed, llevadles agua; | habitan­tes de la tierra de Tema, I dad pan a los

fugitivos. I U Porque van huyendo de la espada, | ante la espada desenvainada, | ante los tensos arcos, | ante los horrores de la guerra. | 16 Pues he aquí lo que me ha dicho Yavé: Dentro de un año, como año de jornalero, se acabará toda la glo­ria de Cedar. 17 Quedarán muy pocos de los valientes arqueros, de los hijos de Ce-dar. Lo dice Yavé, Dios de Israel.

O r á c u l o sobre Jerusalén

Q Q 1 Oráculo sobre el valle de la Vi-«<M sión.*

2 ¿Qué tienes para subirte así | toda a los terrados, | ciudad turbulenta, llena de tumulto, I ciudad de alborotos? | Tus heridos no son heridos a la espada, | no han muerto en el combate. | 3 Tus jefes han huido todos a la vez, I han sido apresados sin la defensa del arco. | Todos tus guerreros han sido cogidos en masa, I huían lejos, muy lejos.

4 Por eso digo: | Apartaos de mí, de­jadme verter amargas lágrimas, | no me importunéis con vuestros consuelos I por la ruina de mi pueblo. | 5 Porque es día de alboroto, | de angustia y de confu­sión, I de parte del Señor, Yavé Sebaot. | lili el valle de la Visión, | derrumbamiento de murallas, | griterío en la montaña.

6 Elam ha cogido su aljaba, | Aram ha montado a caballo. | Quir ha sacado el escudo. I 7 Tus hermosos valles están lle­nos de carros, | acampan los jinetes a tus puertas. | 8 Cayó el velo que cubría a Judá, I y en tal día miráis los arsenales de la casa del bosque, | 9 las brechas de la ciudad de David, y veis que son nu­merosas, I y recogéis las aguas del estan­que inferior. | 1° Contáis las casas de Jerusalén, | y derribáis para fortalecer las murallas. n Y hacéis depósito entre los dos muros | para las aguas de la piscina vieja; | pero no miráis al que ha dispuesto estas cosas, I no veis I al que de mucho ha las preparó.

1 2 El Señor, Yavé Sebaot, os invita en ese día | a llorar, a gemir; a rasurar la cabeza, a ceñir el saco. | 13 Pero en vez de eso I hay júbilo y alegría, | matanza de bueyes y de ovejas, I comilonas y borra­cheras. I «Comamos y bebamos, | que mañana moriremos». 114 Yavé Sebaot me lo ha revelado: I Este pecado no os será perdonado hasta la muerte, I dice el Señor, Yavé Sebaot.

1 Este oráculo contra Babilonia, asediada por los elamitas y los medos, tiene Intimo pareci­do con el c.13. El pueblo de Dios parece cautivo, pues el profeta lo ve pisado y trillado por

los babilonios. El titulo es un poco enigmático; el desierto del mar parece ser el país del mar, al sur de Caldea.

1 1 Este oráculo contra Edom y el siguiente, contra Arabia, son, sin duda, fragmentos de otros más completos.

1 Este oráculo o elegía (í-14) se refiere a la invasión asiría de la época de Ezequías (2 Re 20, 20; 2 Par 32,2 s.; Eclo 48,19 ss.).

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ISAÍAS 22-24 788

Oráculo sobre Sobna, mayordomo de palacio

15 Así dice Yavé Sebaot: I Ve a ese cortesano:* | 16 ¿Qué tienes tú aquí o a quién tienes tú aquí I para labrarte aquí sepulcro? I Se está labrando sepulcro en la altura, | se talla una morada en la roca. | 17 Pero Yavé te lanzará con fuerte golpe, I te echará a rodar, ¡oh gran señor!, | como una bola; I con ímpetu te lanzará como una bola I sobre la vasta tierra. I Allí morirás, allí tendrás tu glorioso sepul­cro, I ¡oh vergüenza de la casa de tu señor! | 18 El te echará de tu puesto, | te arrancará de tu lugar.

19 Aquel día llamaré yo a mi siervo Eliaquim, hijo de Helcías, 12» y le revestiré de tu túnica y le ceñiré con tu cinturón, I y pondré en sus manos tu poder. | El será un padre para los habitantes de Jerusalén | y para la casa de Judá. | 21 Pondré sobre su hombro la llave de la casa de David; I abrirá y nadie cerrará, ! cerrará y nadie abrirá. I 22 Le hincaré como clavo en lugar firme I y será honrosa silla de la casa de su padre. I 23 Será el sostén de toda la gloria de la casa de su padre, | de hijos y nietos, I de todos los utensilios, de vasos y fuentes. I 24 Aquel día, dice Yavé Sebaot, el clavo que estuvo hincado en lugar firme será arrancado y caerá roto, y el peso que de él pendía se perderá, pues así lo dice Yavé.

Oráculo sobre Tiro n o 1 Oráculo sobre Tiro. 4 «5 Gemid, naves de Tarsis; I vuestro puerto está destruido. I A la vuelta de la tierra de Quitim I les dieron la noticia. * | 2 Los habitantes de la costa del mar están estupefactos. | El mercader fenicio que atraviesa los mares, | 3 cuyos mensajeros van sobre la muchedumbre de las aguas, I cuya cosecha era el trigo de Sijor, | cuya ganacia la feria de los pueblos.

4 Avergüénzate, Sidón, pues el mar te dice: No has sido madre, no has parido, I no has criado hijos, I no has educado hijas. I 5 Cuando el Egipto sepa la noti­cia, I temblarán al conocer la caída de Tiro.

6 Idos a Tarsis, lamentaos, I moradores de la costa. I 7 ¿Es ésta vuestra ciudad

'5 Este fragmento es una invectiva contra el prefecto del palacio, Sobna, que debía oponerse a la acción del profeta. Este le anuncia su calda y la sustitución por otro, Eliaquim, que tendrá una conducta muy otra de la de Sobna. Es un maravilloso ejemplo de la elocuencia de Isaías. 9 0 1 La grande y rica ciudad comercial de Tiro es objeto de muchos vaticinios proféticos. En " " los conatos de liberación emprendidos por los principes de Canán y Siria, Tiro tenia una parte principal y, por lo mismo, tuvo que sufrir los ataques asirios. Pero lo más interesante del oráculo es su conclusión. Lleno de la idea mesiánica el ánimo del profeta, anuncia para después de una generación, setenta años, la restauración de Tiro, que volverá a su tráfico, y entonces todas las ga­nancias adquiridas en el comercio y profanadas con el culto de los ídolos serán consagradas al Señor para alimentar y vestir a quienes le sirven: mesianismo.

O/I l Este capítulo y los tres siguientes forman un verdadero apocalipsis, y, como todas las * " * obras de este género, ésta es obscura. El profeta se desliga cuanto puede del medio ambiente histórico que le rodea y se traslada en espíritu a los tiempos futuros, cercanos al fin de las cosas,

alegre, | la de antiguo origen, I que iba por sus pies [ a lejanas regiones para morar en ellas? | s ¿Quién decretó tal cosa I contra Tiro, la coronada, | cuyos mercaderes eran príncipes, cuyos nego­ciantes eran grandes de la tierra? | 9 Yavé Sebaot lo decretó | para abolir la sober­bia orgullosa, | para humillar del todo a los grandes de la tierra.

10 Vete a tu tierra, hija de Tarsis, I que tu puerto no existe ya. 111 Yavé tendió su mano sobre el mar, | e hizo temblar a los reinos, I y ordenó la destrucción | de las fortalezas de Canán. | i2Dijo: No te regocijes, | Fenicia, virgen deshonrada. | Levántate y vete a la tierra de Quitim, j que ni aun allí habrá reposo para ti. | 13 Mira la tierra de los caldeos, | que ha entregado El a fieras salvajes; I alzaron sus torres, edificaron sus palacios, | pero El los convirtió en ruinas.

14 Gemid, naves de Tarsis, I que vues­tro puerto ha dejado de existir. | 15 Suce­derá aquel día que Tiro quedará olvidado setenta años, los años de la vida de un rey; y al cabo de setenta años será Tiro como dice el canto de la cortesana: | 16 Coge la cítara | y recorre la ciudad, I ramera olvidada; | toca lo mejor que sepas I y canta bien alto, a ver si se acuerdan de ti.

17 Y al cabo de setenta años visitará Yavé a Tiro, y ésta recibirá de nuevo su merced, y se prostituirá a todos los reinos del mundo sobre la superficie de la tierra; l 8 pero su merced y sus ganan­cias serán consagradas a Yavé; no serán guardadas ni atesoradas, sino que serán para los que habitan ante Yavé, para nutrirlos abundantemente y vestirlos con esplendor.

T E R C E R A P A R T E

APOCALIPSIS DE ISAÍAS

(24-27)

Devastación universal t*A 1 He aquí que Yavé devasta la tie-<w^ rra, | la asóla y trastorna su super­ficie I y dispersa a sus habitantes, * I 2 y será del pueblo como del sacerdote, |

789 ISAÍAS 24-25

del siervo como de su amo, | de la criada como de la señora, | del que compra como del que vende, | del que presta como del que toma prestado, | del acreedor como del deudor.

3 La tierra será devastada, entregada al pillaje; | lo decretó Yavé. | 4 L a tierra está desolada, marchita; | el mundo pe­rece, languidece, | perece el cielo con la tierra. | 5 La tierra está profanada por sus moradores, | que traspasaron la Ley, falsearon el derecho, | rompieron la alian­za eterna. [ 6 Por eso, la maldición con­sume la tierra, | y sus moradores llevan sobre sí las penas de sus crímenes. | Por eso los moradores de la tierra son con­sumidos I y reducidos a corto número. | 7 Y se pierde el vino, y enferma la vid, ¡ y suspiran cuantos antes se regocijaban. | 8 Y cesó la alegría de los panderos, j y se acabó el estrepitoso regocijo | y el alegre sonar del arpa. | 9 Ya no beben el vino entre cantares, I y las bebidas son amargas al que las bebe. | i° Y están las ciudades desiertas, en ruinas, | cerradas las casas, sin que nadie entre en ellas. | 11 Lamentándose por las calles: Ya no hay vino, | cesó todo gozo, I desterróse do la tierra la alegría. | '2 La ciudad ha quedado en soledad, | y las puertas, aba­tidas, en ruinas, | 13 porque así será en la tierra, en medio de los pueblos, | como cuando se sacude el olivo, | como cuando se hace el rebusco después de la vendimia.

14 Alzan sus voces, lanzan gritos de alegría; | desde las orillas del mar can­tan la majestad de Yavé. I 15 Glorifican a Yavé en las islas, | en las islas del mar, [ el nombre de Yavé, Dios de Israel. | 16 Oyese cantar desde los confines de la tierra: | ¡Gloria al justo! | Pero yo digo: ¡Ruina sobre mí! | ¡Ruina sobre mí! ¡Ay de mí! | Los ladrones roban y saquean.

17 Terror, hoya, red | sobre ti, habi­tante de la tierra; | l 8 el que escape al terror, caerá en la hoya; I el que escape a la hoya, se enredará en la red. | Abrense las cataratas en lo alto | y tiemblan los fundamentos de la tierra. | í9 La tierra se rompe con estrépito, I la tierra retiembla, | salta en pedazos. | 20 La tierra tiembla como un ebrio, I vacila como una choza, | I

pesan sobre ella sus pecados y caerá para no volver a levantarse. ¡ 2i Entonces, aquel día, visitará Yavé | la milicia de los cielos en la altura, | y abajo a los reyes de la tierra. | 22 Y serán encerrados, presos en la mazmorra, | encarcelados en la pri­sión, I y después de muchos días serán visitados. I 23 La luna se enrojecerá, el sol palidecerá l cuando Yavé Sebaot sea proclamado rey. I Y sobre el monte de Sión, en Jerusalén, | resplandecerá su gloria ante sus ancianos.

La impiedad, abatida 9 t ! Yavé, tú eres mi Dios; | yo te **** ensalzaré y alabaré tu nombre, | porque has cumplido designios maravi­llosos, I de mucho ha verdaderos con verdad. * I 2 Porque hiciste de la ciudad un montón de piedras; | de la ciudad fuerte una ruina. | Ya la ciudadela de los impíos no es ciudad, | y no será jamás reedificada. | 3 Por eso te alabará un pueblo fuerte | y te temerá la ciudad de las naciones poderosas. | 4 Porque eres tú el refugio del débil, | el refugio del pobre en la aflicción, | amparo contra la tempestad, | sombra contra el calor. | Pues el aliento de los poderosos | es como una borrasca de invierno; | 5 como calor sobre tierra seca, | humillarás el orgullo de los impíos; | como el calor a la sombra de una nube, | se extinguirá el canto triunfal de los poderosos.

Cántico de los redimidos 6 Y preparará Yavé Sebaot | a todos

los pueblos, sobre este monte, | un festín suculento de manjares, un festín de vinos generosos, I de manjares grasos y tiernos, de vinos selectos y clarificados;* | 7 y sobre este monte hará desaparecer el velo I que vela a todos los pueblos, I la cortina que cubre a todas las naciones. | 8 Y des­truirá a la muerte para siempre, I y en­jugará el Señor las lágrimas de todos los rostros, | y alejará el oprobio de su pue­blo, I lejos de toda la tierra. | Lo dice Yavé.

9 Y se dirá en aquel día: | He aquí nues­tro Dios, I hemos esperado en El que nos salvaría. | Ahí está Yavé, a quien esperá-

para pintarnos la manifestación de la justicia de Dios contra la impiedad y su misericordia para con los justos. Para su mejor inteligencia podemos dividirlo en tres partes. La primera abarca 24, 1-23 y_25,6-12 y 16,1-6. A las manifestaciones de la cólera vengadora de Dios siguen el afianzamiento de su imperio, la manifestación de su generosidad hacia los salvados todos y el canto de alegría de éstos. En todo esto se habla de Yavé en tercera persona.

2 5 ' L a segunda Par'e del oráculo apocalíptico empieza por 25,1-5, sigue en 26,7-21. Comienza fc" por la justicia de Dios, continúa por la esperanza de los justos en el reino de la justicia y acaba por el interesante diálogo entre el pueblo y Yavé sobre la resurrección de Israel.

6 Los sacrificios pacíficos eran ocasión de alegrar banquetes celebrados en el recinto del san­tuario, a los cuales manda el Deuteronomio (12,1-28) que sean invitados los pobres y levitas; el Señor anuncia aquí que dará en Sión un gran banquete a todos los pueblos, a quienes, para mayor solaz, protegerá contra los ardores del sol con una nube como la que en el desierto protegía a Israel. El sentido mesiánico queda con esto bien señalado.

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ISAÍAS 25-27 790

hamos : I goeémonos y alegrémonos en su salud. | 10 Porque la mano de Yavé se posará I sobre este monte, | y Moab será pulverizado, | como se pulveriza la paja en el muladar ; | l l a l l i tenderá sus brazos I como los tiende el nadador para nadar ; | pero Yavé abatirá su soberbia | y los esfuerzos de sus manos, | 12 sus murallas fuertes y soberbias; | las des­truirá, las derribará, | las echará a tierra, en el polvo.

*} R 1 ^ n a c l u e l ° ' a cantarán este cán-« ™ tico | en la tierra de Judá: Tene­mos una ciudad fuerte; I por muro y antemuro | nos da El la salvación. I 2 Abrid las puertas, que entre el pueblo justo que se mantiene fiel. I 3 Su firme ánimo conserva la paz, | porque en ti pone su confianza. | 4 Confiad siempre en Yavé, pues Yavé es la Roca eterna. | 5 El destruyó a los que habitan en las alturas, I derribó la ciudad soberbia. I 6 El la derribó y la humilló hasta la tie­rra, | y es hollada por pies, ¡ por los pies de los pobres | y los pasos de los débiles.

L a e s p e r a n z a d e l j u s t o 7 La senda de los justos es recta, I dere­

cho el camino que tú abres al justo. I 8 Nosotros te esperamos en el sendero de tus juicios, ¡oh Yavé! I Tu nombre, tu me­moria, es el deseo de mi alma. | ' Deséate mi alma por la noche, | y mi espíritu te busca dentro de mí, | pues cuando apa­rezcan sobre la tierra tus juicios, | apren­derán los hombres la justicia. I 10 Si al impío se le hace gracia, no aprende la jus­ticia, | y en la tierra del bien él hace el mal. | Desaparezca de la tierra el impío; | que no vea la majestad de Yavé.

11 Alzada está tu mano, ¡oh Yavé!; | no lo han visto, | pero ya verán, confundidos, tu celo por tu pueblo, I y el fuego devora­rá a tus enemigos. | 12 Depáranos la paz, ¡oh Yavé!, [ pues que cuanto hacemos, | eres tú quien para nosotros lo hace. | 13 Yavé, Dios nuestro; | otros señores, que no tú, se enseñorearon de nosotros. I Pero a ti solo conocemos y tu nombre alabamos. | i 4 Los muertos no revivirán, no resucitarán las sombras, I tú los cas­tigaste y destruíste, | tú borraste su nom­bre.

15 Multiplica al pueblo, ¡oh Yavé!, I multiplica al pueblo, muéstrate glorio­

so, | extiende los confines de la tierra. | 16 En la aflicción, ¡oh Yavé!, te hemos buscado, | hemos clamado en la angus­tia, | cuando tu castigo nos hería. | '7 Co­mo la mujer encinta cuando llega el parto | se retuerce y grita en sus dolores, | así estábamos nosotros lejos de ti, ¡oh Yavé! | 18 Concebimos, y en dolores de parto pa­rimos viento; | no dimos salud a la tierra | y no nacieron habitantes. | !!l Revivirán tus muertos, resucitarán sus cadáveres. | Alzaos y cantad los que yacéis en el pol­vo, | pues tu rocío es rocío de luz, | y renacerán las sombras del seno de la tierra. *

20 Anda, pueblo mío, entra en tu casa | y cierra las puertas tras de t i ; | ocúltate por un poco, mientras pasa la cólera. | 2 Í Porque va a salir Yavé de su mora­da | para castigar la iniquidad de los moradores de la tierra. I Y la tierra dará a ver la sangre que ha bebido, | no encu­brirá más sus muertos.

n >J l Aquel día castigará Yavé | con « * su espada pesada, grande y pode­rosa, ] al Leviatán, serpiente huidiza; | al Leviatán, serpiente tortuosa, | y matará al dragón que está en el mar. *

2 Aquel día se dirá: | Cantad a la viña hermosa; | yo, Yavé, la guardo. I 3 Y o la riego a todas horas I para que no caiga su follaje; 4 yo la guardo día y no­che, sin enojo. | Que salen cardos y zar­zas, | yo les haré la guerra I y los quemaré todos, | 5 a no ser que se pongan bajo mi protección | y hagan la paz conmi­go, | hagan conmigo la paz.

6 Vendrá día en que Jacob echará raí­ces, | e Israel echará flores y retoños, | y llenará la tierra con su fruto. | 7 ¿Le hirió acaso Yavé, como hirió a los que le he­rían? | ¿Le mató como mató a los que le mataban? | 8 Le castigó arrojándole al destierro, | echándole con su soplo impe­tuoso, | como de viento solano. I ' Así se expió el crimen de Jacob, | y éste es el fruto del perdón de su pecado. I Des­menuzó Yavé las piedras de sus altares | como piedras calizas, I y las aseras y las estelas del sol I no volverán a levantar­se. | 1 0 Sí, la ciudad fuerte fue asolada, | ha quedado desierta, | abandonada como un desierto. I Allí pacen los bueyes, | allí se echan; | allí ramonean. | n Cuando las ramas están secas, se rompen, I vienen

26 19 Este pasaje habla de la resurrección del pueblo; pero no es fácil decidir si es ía resurrec­ción nacional de que habla Ezequiel (37) o la individual de Daniel (12,2).

0 7 ' La tercera parte del apocalipsis de Isaías abarca el capítulo 27, excepto el primer versículo, ^ * que habla de Egipto y debe de ser de alguno de los oráculos anteriores (19-20). Dios cuida de su viña, que Yavé ha castigado para bien de ella, y traerá la justicia contra los impíos y la restau­ración de Israel. Es curioso el texto siguiente de Textos de Ras Samra: «Tú (Baal) herirás a Lotán, la serpiente huidiza; tú aniquilarás la serpiente tortuosa, la poderosa de siete cabezas» (Revue Bü buque [1937] 545).

791 ISAÍAS 27-28

las mujeres y les prenden fuego. | Es un pueblo sin conocimiento; | por eso el que le hizo no tuvo piedad de él, ¡ el que le formó no se compadeció de él. 1 1 2 Enton­ces hará Yavé la cosecha de sus frutos | desde el curso del río hasta el torrente de Egipto; I vosotros seréis recogidos uno a uno, hijos de Israel.

13 Entonces se tocará la gran trompe­ta, I y vendrán los dispersos en la tierra de Asur | y los fugitivos en Egipto, I y se prosternarán ante Yavé [ en el monte santo de Jerusalén.

C U A R T A P A R T E

J U I C I O SOBRE SAMARÍA Y JERUSALÉN

(28-35)

C o n t r a S a m a r í a y J e r u s a l é n

O Q ' ¡Ay de la corona soberbia de los « O bebedores de Efraím, | de la flor marchita de la hermosura de su gloria, | que se alza sobre la cima asentada en el fértil valle I de los que se atracan de vino!* I 2 He aquí que Yavé manda a un fuerte y poderoso, | como turbonada de granizo, como huracán devastador, | como chaparrón impetuoso de aguas to­rrenciales, I que todo lo inundan y derri­ban. I 3 Será pisoteada \ la corona soberbia de los bebedores de Efraím, | 4 y la flor marchita de la hermosura de su gloria, | que se alza en el fértil valle, I será como breva tempranera, que se adelanta a la cosecha, | y en viéndola, se coge y se come.

5 En aquel día Yavé Sebaot será corona de gloria | y diadema de hermosura para las reliquias de su pueblo. | 6 Espíritu de justicia para el que se sienta en el trono de la justicia, | y de valentía para el que haya de rechazar el asalto de las mura­llas. I 7 También ellos se tambalean por el vino y se entontecen con los licores. | Sacerdotes y profetas vacilan, embriaga­dos por los licores inebriantes; I se ahogan en el vino y se aturden con las bebidas fuertes, 1 y yerran en la visión, y tropiezan en el juicio. * | 8 Las mesas están todas llenas de vómitos e inmundicias, | no hay lugar para más.

Ofl 1 El comienzo de este capítulo (1-4) va dirigido contra Samaría antes de su ruina (721), " • ^ y sin duda no es más que breve fragmento de un oráculo más extenso.

7 Aquí comienza una amenaza contra los directores del pueblo de Judá, que andan como bo­rrachos; ni oyen ni entienden las amonestaciones del profeta para que pongan su confianza en Dios, la piedra angular, sólidamente asentada, y no vayan a ponerla en Egipto, cuyas fuerzas destruirá Dios, como destruyó las de los cananeos en Gabaón (Jos 10,1-19).

10 Estas palabras, que se repiten en el versículo 13, no tienen sentido alguno; son un remedo del balbuceo de los niños, con que se burlaban de los profetas los malvados cuando aquéllos las amenazaban de parte de Dios, y que Dios les repite amenazándoles con los asirios, los cuales hablarán una lengua que no entenderán y será para ellos como el balbuceo de los niños (cf. 33,19; Jer 5,15) para que no entiendan la palabra del Señor, que los podría librar. Se reproduce en otra forma el pensamiento de 6,9.

16 Esta piedra angular es citada en Rom 9,33; 1 Pe 2,6 (cf. Is 8,14). 21 Alude a la victoria de David sobre los filisteos (2 Sam 5,17-21).

9 ¿A quién va a enseñársele sabidu­ría? ¡ ¿A quién va a dársele lecciones de doctrina? | ¿A los recién destetados? | ¿A los que apenas han sido arrancados de los pechos? I 1° Porque sav lusav, sav lasav, kav lakav, kav lakav, zer sam, zer. sam * ] n Pues bien, sí, balbuceando, como quien tartamudea en una lengua extranjera, I será como se enseñe a este pueblo.

12 Habíales dicho: Aquí está el repo­so, I dad reposo al fatigado, 1 aquí está el descanso; 11 3 pero no han querido obe­decer, ! y ahora Yavé les dirá: sav lasav, sav lasav, | kav lakav, kav lakav, zer sam, zer sam. j Y así, al andar, caerán de espal­das, I y serán quebrantados y cogidos en el lazo.

14 Oid, pues, burlones, la palabra de Yavé; | oídla, maestros del pueblo de Je­rusalén. 11 5 Vosotros decís: Hemos hecho pacto con la muerte, | nos hemos concer­tado con el seol; I el azote desencadenado pasará sin llegar a nosotros; | nos hemos hecho de la mentira abrigo, | de la perfidia refugio.

16 Por eso dice el Señor, Yavé: | Yo he pueslo en Sión por fundamento una piedra, | piedra probada, I piedra angular, de precio, sólidamente asentada. | El que en ella se apoye, no titubeará. * I 17 Y de la justicia haré regla, | y del derecho haré nivel. I La granizada echará abajo el abrigo de la mentira, | y las aguas torrenciales se llevarán el refugio de la perfidia. ¡ 18 Vues­tro pacto con la muerte quedará roto, | y vuestra convención con el seol, anula­da. I Cuando el azote desencadenado pase, os aplastará, ! 19 siempre que pase, os cogerá, | y pasará todas las mañanas, de día y de noche, | y su espantoso terror os servirá de lección. | 2 0 Porque la cama será corta para poder estirarse, | y la manta demasiado estrecha para poder en­volverse. I 2l Porque se alzará Yavé como en el monte de Perasün, | y rugirá de cólera, como en el valle de Gabaón, | para realizar su obra, obra extraordinaria, | para hacer su labor, labor inaudita. * | 2 2 N o os burléis, pues, I no se aprieten todavía más vuestras ataduras, I pues de­cretada está la destrucción para la tierra

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ISAÍAS 28-29 792

toda; | yo se lo he oído al Señor, Ya vé Se bao t.

25 Atended, oíd mi voz; I escuchad, oíd mis palabras. * | 24 ¿Acaso está siempre el labrador arando, | cavando o rastrillan­do?, | 25 Después de allanar la superficie, | ¿no siembra la neguilla o esparce el co­mino, | o echa el trigo en líneas o la ceba­da en su sitio | y la avena en el suyo? | 26 Su Dios los instruye | y les enseña cómo han de hacer. I 27 Ni tampoco se trilla la neguilla con el trillo, | ni se hace pasar sobre el comino la rueda de la carreta, | sino que la neguilla se bate con el palo, | y el comino se bate con la vara. | 28 Y el trigo, ¿se muele acaso en la era? | No, es pisado sin cesar, | se hace pasar sobre él la rueda del carro, | pero no se muele. | 29 También esto lo enseña Yavé Sebaot, ¡ cuyos consejos son admirables y cuya sabiduría es muy grande.

Castigo de Jerusalén O Q ' ¡Ay de Ariel, Ariel, | la ciudad « « ' en que habitó David! | Añadid a un año otro año | hasta que se complete el ciclo de las fiestas. * | 2 Luego yo ata­caré a Ariel, I y habrá llantos y gemidos. | 3 Serás para mí un verdadero Ariel. | Co­mo te asedió David te asediaré yo; | te rodearé de una circunvalación | y alzaré baluarte contra ti. I 4 Y serás desolada, vendrá de la tierra tu palabra, | y tus ahogados sonidos saldrán del polvo, | y saldrá de la tierra tu voz como la de un fantasma, | y del polvo tu palabra como un murmullo. 15 Pero la muchedumbre de tus enemigos será como fino polvo; ! la turba de tus tiranos, como paja que vue­la. | Y vendrá esto de repente, en un mo­mento, | porque te socorrerá Yavé Se­baot | 6 con truenos, estruendo y gran ruido; | con huracán, tempestad y llama de fuego devorador. | 7 Será como un sue­ño, como visión nocturna, | la muche­dumbre de las gentes que combaten a Ariel, | que la atacan y embisten su for­taleza | y la estrechan de cerca. | 8 Como el hambriento* sueña que come | y se levanta con el estómago vacío, | como sueña que bebe el sediento I y se levanta luego agotado y desfallecido, | lo mismo sucederá a la muchedumbre de gentes | que atacan el monte de Sión.

2 3 En estos últimos versículos el profeta exhorta a sus discípulos, a los que tienen fe en sus palabras, a vivir confiados como el labrador, que siembra con la esperanza de la cosecha.

Ofi ' Dentro de uno o dos años la multitud del ejército asirio se apretará en torno a Jerusalén, ** ** pero Dios lo disipará como el polvo.

9 A pesar de esto, el pueblo no cree, está ciego, son como borrachos que carecen de discreción. 1 5 Desde este versículo hasta el fin del capítulo 32 tenemos una serie de discursos en que el

profeta combate las vanas esperanzas de muchos israelitas en la ayuda de Egipto para luchar contra los asirios. Pero no faltan al lado de las amenazas promesas de salud, al parecer ligadas a la confianza en Yavé, que el profeta inculca en vez de la política humana; v.gr-, 29,5-8.17-24; 30,18-29; 32,15-20. En todo caso es difícil mostrar el orden lógico del pensamiento de Isaías y parece que el del texto se halla muy alterado.

Ceguera del pueblo 9 Espantaos, asombraos, I ofuscaos, ce­

gad. I Embriagaos, pero no de vino; bam­boleaos, pero no de embriaguez, * 11" por­que derrama Yavé sobre vosotros | un espíritu de letargo, | y cierran vuestros ojos los profetas, | y velan vuestras ca­bezas los videntes. | 11 Toda revelación es para vosotros como libro sellado; se le da a leer a quien sabe leer, diciéndole: Lee esto, y responde: No puedo, el libro está sellado. 12 O se da el libro a quien no sabe leer, diciéndole: Lee esto, y res­ponde: No sé leer.

13 El Señor dice: | Pues que este pueblo se me acerca sólo de palabra | y me honra sólo con los labios, | mientras que su co­razón está lejos de mi, | puesto que su temor de mí no es más que un manda­miento humano aprendido de memoria, I 14 voy a hacer nuevamente con este pueblo extraordinarios prodigios, | ante los que fallará la ciencia de los sabios | y será confundida la prudencia de los prudentes.

15 ¡Ay de los que se esconden de Yavé, I queriendo encubrir sus pensamientos, | y para sus obras buscan las tinieblas! [ De los que dicen: ¿Quién nos ve? | ¿Quién nos conoce?* I 16 ¡Qué perversidad! Tener por barro al alfarero. | Decir a su hacedor la obra: No me has hecho tú; | y el vaso a quien lo hizo: No sabes nada.

Promesas de salud 17 Sí, de aquí a muy poco | el Libano

será vergel | y el vergel será bosque. | 18 Entonces oirán los sordos las palabras del libro, | y los ciegos verán sin sombras ni tinieblas. I 19 Se regocijarán en Yavé los humillados, | y aun los más pobres se gozarán en el Santo de Israel. | 2« Porque se acabó la violencia, tuvo fin el escarnio | y fueron aniquilados los que se iban tras la iniquidad; I 21 los que por una palabra condenaban a uno; | los que ponían ase­chanzas contra quien en la puerta los vencía; I los que por un nada negaban al justo su derecho.

22 Por eso el que redimió a Abraham, Yavé, I dice a la casa de Jacob: | Ya no será confundido Jacob, | ya no palidece­rá su rostro. ! 23 Porque sus hijos verán mi obra en medio de ellos | y santificarán

793 ISAÍAS 29-30

mi nombre. I Y pregonarán santo al Santo de Jacob [ y temerán al Dios de Israel. I 24 Y los da alma descarriada aprenderán la sabiduría, I y los que murmuraban apren­derán la doctrina.

Contra la política humana

n n ' ¡Ay de los hijos rebeldes, dice *»U Yavé, que proyectan sin tenerme en cuenta a mí, | que hacen pactos contra mi espíritu, I añadiendo pecados a peca­dos! I 2 Toman el camino de Egipto | sin haberme consultado, | para pedir el auxi­lio del Faraón, | para abrigarse a la som­bra de Egipto. 13 Pero el apoyo del Faraón será vuestra vergüenza, | y el abrigo de Egipto será vuestra confusión, | 4 pues cuando estén tus príncipes en Zoán | y lleguen tus embajadores a Hares, | 5 todos quedarán burlados por el pueblo, | que de nada les servirá | ni podrá socorrerlos y ayudarlos, I mas será su vergüenza y su ignominia.

6 Aparejan las bestias de carga para ir al mediodía, | a través de una región desierta y desolada, | de donde salen el león y la leona, | la víbora y el dragón volador. | Llevan a lomo de asnos sus riquezas, I y sobre la giba de los camellos sus tesoros, I para un pueblo que de nada sirve. I 7 Porque el socorro de Egipto no es más que vanidad, nada, | y por eso le llamo: La soberbia adormilada.

8 Ve, pues, y escribe esta visión en una tableta, | consígnala en un libro, | para que sea en los tiempos venideros | perpe­tuo y eterno testimonio. I 9 Porque este pueblo es un pueblo rebelde, | son hijos fementidos, que no quieren escuchar | la Ley de Yavé. | 10 Que dicen a los viden­tes: No veis, I y a los profetas: No nos habláis más que de castigos; | decidnos cosas halagüeñas, I profetizarnos men­tiras, I u apartaos del camino, | quitaos del sendero, | dejad de poner a nuestra vista I al Santo de Israel. 12 Por eso, he aquí lo que el Santo de Israel dice: | Ya que rechazáis la palabra | y confiáis en falsedades e iniquidades I y en ellas os apoyáis, | 13 sea ése vuestro pecado para vosotros I grieta en pared ruinosa, | joroba en alto muro, I cuyo derrumbamiento llega de repente, en un instante, I y se rompe, como sin piedad se rompe una vasija de barro, | 14 hasta no quedar siquiera un tejón I para llevar brasas al brasero | o para sacar agua de la cisterna.

15 Porque ved lo que dice el Señor, Yavé, el Santo de Israel: | En la conver­sión y la quietud está vuestra salvación, | y la quietud y la confianza serán vues­tra fuerza; I 16 pero vosotros no habéis querido escuchar | y habéis dicho: No, | huiremos en caballos. | Bien, huid. —Hui­

remos en corceles veloces. —Bien, correrán veloces vuestros perseguidores. | 17 Hui­réis mil amenazados por cinco, | hasta quedar como un mástil sobre la cumbre de un monte | y como bandera sobre una colina.

Bendiciones del Señor sobre Judá 18 Por eso os está esperando Yavé, para

haceros gracia; | por eso se levanta, para tener misericordia de vosotros, | que es Yavé Dios justo, j y cuantos se le aco­gen son bienaventurados. 19 Sí, pueblo de Sión, habitantes de Jerusalén, ya no llorarás más. Te hará gracia cuando le invoques; en oyendo tus clamores te res­ponderá, 20 cuando te haya dado a comer el Señor el pan de la angustia y a beber el agua tasada. Ya no se ocultarán tus maestros, I sino que con tus ojos los verás, 21 y oirás con tus oídos la voz de los que te encaminan, que si te apartas a la derecha o a la izquierda, te dirá: Ese es el camino, anda por él. 22 Tendréis entonces como inmundicia la plata que cubre vuestros ídolos y el oro que de­cora vuestras imágenes. Y las tiraréis co­mo cosa inmunda, diciendo: Lejos de aquí. 2i Entonces te dará El la lluvia para la simiente que siembres en la tie­rra, y el pan que la tierra producirá sera suculento y nutritivo. 24 Entonces pa­cerán tus ganados en pastos pingües, y los bueyes y los asnos que labran la tie­rra comerán forraje salado, aventado y bieldado. 25 Entonces en todo monte alto y en todo collado sublime habrá arro­yos y corrientes de agua, al tiempo de la gran matanza, de la caída de las to­rres. 26 Será entonces la luz de la luna como la luz del sol, y la luz del sol siete veces mayor, al tiempo en que curará Yavé la herida de su pueblo y sanará las llagas de sus azotes.

27 He aquí el nombre de Yavé, que vie­ne de lejos. | Arde su cólera, es un violento incendio. | Sus labios respiran furor, I su lengua es como fuego abrasa­dor. I 28 Su aliento es como torrente des­bordado I que sube hasta el cuello I para cribar a las naciones en la criba de la destrucción | y poner bozal de engaño a las mandíbulas de los pueblos. | 29 En­tonces vosotros cantaréis como en no­che de fiesta, | tendréis alegre el corazón como quien marcha al son de la flau­ta 1 para ir al monte de Yavé, a la roca de Israel. | 3 0 Y hará oir Yavé su voz ma­jestuosa I y mostrará su brazo amenaza­dor, I en el ardor de su ira, en medio de fuego devorador, | en tempestad, en agua­cero y en granizo. | 3i A la voz de Yavé temblará Asur | y será herido con el palo. I 32 Cada golpe de palo vengador |

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ISAÍAS 30-33 794

que Yavé descargue sobre él I se dará ni son de tambores y arpas y entre dan­zas. | 33 Está desde hace mucho tiempo preparado un tofet, I está también desti­nado al rey. | Honda y ancha es la ho­ya, | en que no falta paja y lena, | que el soplo de Yavé va a encender co­mo torrente de azufre.

C o n d e n a c i ó n d e la política h u m a n a O í ' ¡Ay de los que bajan a Egipto ** ^ en busca de socorro | y confían en los caballos, | y en la muchedumbre de carros ponen su esperanza, I y en el número de los jinetes! [ Pero no miran al Santo de Israel | y no buscan a Yavé. | 2 Porque El es diestro en traer los males | y no retira su palabra. | Y se levantará contra la casa de los malvados, | con­tra el socorro de los que obran la ini­quidad. | 3 El egipcio es un hombre, no es un dios, | y sus caballos son carne, no son espíritu. ] Y en tendiendo Yavé su mano, | caerá el protector y caerá el protegido, | ambos juntamente perece­rán. | 4 Porque ved lo que me ha dicho Yavé: | Como león que ruge | o como cachorro de león que se arroja sobre la presa, | contra el cual se reúne toda la turba de pastores, | pero no se acobarda ante sus gritos ni se turba ante su nú­mero, | así Yavé Sebaot se lanzará a la lucha | en el monte de Sión, en su colla­do, | s y huirán los enemigos como aves que levantan el vuelo; | así protegerá Yavé Sebaot a Jerusalén, I protegiendo, librando, preservando, salvando.

6 Volveos, hijos de Israel, a aquel de quien tan profundo abismo os separa. I 7 Entonces cada cual tirará sus ídolos de plata y sus ídolos de oro, | que vos­otros mismos os hicisteis con vuestras manos pecadoras. | 8 Asur caerá a la espada, que no es espada de hombre, | herido por espada que no es de un mor­tal. | Huirá ante la espada, j y sus jó­venes guerreros serán cautivados; I 9 y de miedo caerá su fortaleza, I y sus jefes, espantados, abandonarán sus banderas. | Así dice Yavé, que tiene su fuego en Sión i y su horno en Jerusalén.

N u e v a era d e Judá O O ' H e aquí que reinará un rey en * * « justicia | y gobernarán goberna­dores en juicio. | 2 Cada uno será como abrigo contra el huracán, | como refugio contra la tempestad, | como corriente de agua en tierra seca, I como la sombra de una gran roca para tierra calurosa. I 3 N o se ofuscarán los ojos de los que ven |

3 1 1 Este oráculo fue pronunciado hacia 701 ó t r 'b, cuya derrota predice con la salud de Jer

los tiempos mesiánícos.

y estarán atentos los oídos de los que oyen. | 4 Los fatuos juzgarán acertada­mente I y la lengua tar tamuda hablará claro y expedito. | 5 N o se llamará ya noble al loco, I ni magnánimo al bellaco,

6 El insensato dice insensateces, | y su corazón maquina la maldad, | cometer iniquidades, | escarnecer a Yavé, \ dejar al hambriento con su hambre | y quitar al sediento la bebida. | 7 Las armas del malvado son perniciosas, | traza planes malignos | para perder al desvalido con palabras mentirosas, | aunque sea justa la causa del pobre ; | 8 mientras que el bueno tiene nobles designios | y en sus nobles designios persevera.

9 Mujeres descuidadas, oíd mi voz; | mujeres confiadas, escuchad mis pala­bras. I 1° Dentro de un año y unos días habréis de temblar, ¡oh confiadas!, ) por­que no habrá vendimia ni cosecha. | 11 Temblad , descu idadas ; es t remeceos, confiadas; | despojaos, desnudaos, ceñid de saco vuestros lomos. ¡ 12 Se dan gol­pes de pecho, | l lorando por los hermo­sos campos y las fértiles viñas. | , 3 En la tierra de mi pueblo I no hay más que cardos y espinas; | y aun en todas las casas de placer | de la ciudad alegre. I 14 Los palacios están desiertos, I desierta la ciudad ruidosa, | torres y fortalezas devastadas, | para siempre convertidas en cuevas, | lugar de descanso para los asnos salvajes | y de pasto para los ga­nados.

15 Mientras no sea derramado sobre nosotros I un espíritu de lo alto, | y el desierto se torne en vergel, | y el vergel venga a ser selva, | i6 y el derecho more en el desierto, | y la justicia en el ver­gel. I t 7 La paz será obra d é l a justicia; I y el fruto de la justicia, el reposo | y la seguridad para siempre. | '8 Mi pueblo habitará en morada de paz, | en habita­ción de seguridad, | en asilo de reposo; i 19 y la selva caerá a los golpes del grani­zo, I y la ciudad será del todo abatí-da. I 2 0 Venturosos los que sembráis a la orilla de las aguas | y no atáis el buey ni al asno.

L i b e r a c i ó n d e Jerusalén O O ' ¡Ay de ti, devastador, que no has «*«» sido devastado! I ¡Ay de ti, sa­queador, que no has sido saqueado! | Cuando acabes de devastar serás tú de­vastado ; I cuando acabes de saquear se­rás tú saqueado.*

2 Ten, ¡oh Yavé!, piedad de nosotros, | que en ti hemos confiado. | Sé tú nues­tro brazo cada día, | nuestro socorro

693, épocas en que invadió la Palestina Senaque-usalén. Esta salud da pie al profeta para anunciar

795 ISAÍAS 33-34

al tiempo de la tribulación. | 3 A tu voz de trueno huyen los pueblos; | cuan­do te alzas tú, las naciones se disper­san. I 4 Se recoge el botín como cuando se recogen las langostas, | y se precipi­tan sobre él como sobre los campos la langosta. | 5 Yavé es grande, se sienta en los cielos I y llena a Sión de rectitud y de justicia. I 6 La seguridad de aquellos días será tesoro de ventura; I serán su riqueza: sabiduría, entendimiento y te­mor de Yavé.

7 Ved: Los de Ariel lanzan gritos | y los mensajeros de paz lloran amargamen­te. I 8 Las calles están desiertas, | no hay quien pase por los caminos; I ha roto la alianza, ha aborrecido a las ciudades, | no hace cuenta de nadie. | 9 La tierra está de luto, entristecida; | el Líbano, confu­so, desfallecido; I Sarón es un desierto. | Basan y el Carmelo han perdido su fo­llaje.

10 Voy a levantarme, dice Yavé, I voy a alzarme, voy a subir. | n Habéis conce­bido heno y pariréis paja, | y vuestro soplo será fuego que os devorará. | 12 Los pueblos serán reducidos a cenizas, I co­m o zarzas cortadas y consumidas por el fuego. I 13 Vosotros, los que habitáis lejos, oíd lo que yo hago, I y los que estáis cerca, conoced mi poder. | M Los pecadores de Sión se espantarán, | y tem­blarán los impíos. I ¿Quién de nosotros podrá morar en el fuego devorador? | ¿Quién habitar en los eternos ardores?

15 El hombre justo en sus caminos y recto en sus palabras, I que no quiere ganancias fruto de la violencia, | y cuya mano rechaza el presente corruptor; | el que cierra sus oídos a proposiciones san­guinarias I y se tapa los ojos para no ver el mal, | 16 ése habitará en las altu­ras ! y tendrá su refugio en firmes rocas, | tendrá pan y no le faltará el agua.

i 1 Tus ojos verán al rey en su magni­ficencia j y verán la tierra que se extien­de hasta muy lejos. | 18 Tu corazón re­cordará los días de terror: | ¿Dónde está el exactor? ¿Dónde está el pesador? | ¿Qué fue de los que contaban las torres? | 19 A esa gente espantable de lengua obs­cura, I que tú no entiendes, que tarta­mudea palabras imposibles de descifrar, | no la verás ya más. | 2 0 Mira a Sión, la ciudad de nuestras festividades; | vean tus ojos a Jerusalén, | morada de quietud, tienda bien fija, | cuyos clavos no serán arrancados | ni rota cuerda alguna. | 2 1 Aquí está Yavé para nosotros en su gloria; I es para nosotros río y anchos canales | por donde no irá barca de re­mos I ni pasará ningún poderoso navio.

Q M l Este oráculo contra las gentes pone bii V T ' los libros proféticos, n.12.

2 2 Yavé es nuestro juez, Yavé es nues­tro jefe, I Yavé es nuestro rey. El nos salva. I 23 Tus cuerdas se aflojaron, 1 ya no sostienen el mástil, ya no tienden las velas. I 2 4 Entonces la presa que se repartirá será muy grande; I hasta los cojos tomarán parte en el saqueo. | 25 Na­die dirá: Estoy enfermo, | pues el pueblo obtendrá el perdón de sus iniquidades.

Juic io contra las gentes 0 A ' Acercaos, pueblos, y oíd; escu-" " chad naciones; I oiga la tierra y cuantos la llenan, I el mundo y cuanto en él se produce. * 2 Porque está irritado Yavé contra todas las naciones, | airado contra todo el ejército de ellas. | 3 Las destina al matadero, | las entrega al ex­terminio, y sus muertos quedarán aban­donados. I Exhalarán los cadáveres un hedor fétido | y por los montes correrá en arroyos la sangre.

4 La milicia de los cielos se disuelve, | se enrollan los cielos como se enrolla un l ibro; [ y todo su ejército caerá I co­mo caen las hojas de la vid, | como caen las hojas de la higuera. | 5 Mi espada se embriagará en los cielos | y va a caer sobre Edom, | sobre el pueblo que he destinado al exterminio. | ó La espada de Yavé chorrea sangre | y está cubierta de grasa; | de la sangre de los corderos y de los machos cabríos, | de la grasa de los ríñones de los carneros; | porque hace Yavé un sacrificio en Bosra | y gran matanza en la tierra de Edom. | 7 Caen con ellos los búfalos, | y los bue­yes con los toros. | Su tierra está borra­cha de sangre | y su suelo cubierto de grasa. I 8 Es para Yavé un día de vengan­za, ! un año de desquite para la causa de Sión.

9 Los torrentes de Edom se converti­rán en pez, I y su polvo, en azufre, I y será su tierra como pez que arde día y noche; | 10 nunca se extinguirá, | subirá su humo perpetuamente. | Será asolada por generaciones y generaciones | y na­die pasará más por ella. ! u Se adueña­rán de ella el pelícano y el mochuelo, I la habitarán la lechuza y el cuervo. | Echa­rá Yavé sobre ella | las cuerdas de la confusión y el nivel del vacío, I y habita­rán en ella los sátiros, | y todos sus no­bles quedarán exterminados. | I 2 Allí ya no habrá reino | y desaparecerán todos sus grandes. ! 13 En sus palacios crecerán las zarzas, | en sus fortalezas las ortigas y los cardos, | y serán morada de chaca­les I y refugio de avestruces. | 14 Perros y gatos salvajes se reunirán allí, | y se juntarán allí los sátiros. ¡ Allí tendrán

1 de manifiesto lo expuesto en la Introdúcelo , a

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ISAÍAS 34-36 796

su morada el fantasma nocturno | y ha­llará su lugar de reposo. | 15 Alli hará su nido la serpiente y pondrá sus hue­vos, | los incubará y los sacará. | Allí se reunirán los buitres I y se encontrarán unos con otros.

Liberación y gloria de Israel 16 Buscad en el libro de Ya vé | y ve­

réis que no falta ni uno, [ porque lo ha mandado la boca de Yavé | y su soplo los ha reunido. I 17 El mismo ha echado suer­tes entre ellos | y con su mano echó las cuerdas de distribución de la tierra; | y la poseerán por siempre | y la habitarán de generación en generación.

O C ' Exultará el desierto y la tierra **»» árida, I se regocijará la soledad y florecerá como un narciso. * | 2 Florecerá y exultará con júbilo y cantos de triun­fo; | le será dada la gloria del Líbano, | la hermosura del Carmelo y del Sarón. | Se verá la gloria de Yavé | y la magni­ficencia de nuestro Dios.

3 Fortaleced las manos débiles | y co­rroborad las rodillas vacilantes. | 4 De­cid a los de apocado corazón: ( Valor, no temáis, he ahí a nuestro Dios. | Vie­ne la venganza, viene la retribución de Dios, | viene El mismo y El nos salvará. | 5 Entonces se abrirán los ojos de los cie­gos, | se abrirán los oídos de los sordos. | 6 Entonces saltará el cojo como un cier­vo | y la lengua de los mudos cantará gozosa. | Brotarán aguas en el desierto | y correrán arroyos por la soledad. | 7 La tierra seca se convertirá en estanque, | y el suelo árido en fuentes. | Lo que fue morada y cubil de chacales | se cubrirá de cañas y juncos, | 8 y habrá allí camino ancho, | que llamarán la vía santa; | nada impuro pasará por ella. | El mismo guiará al caminante | y los simples no se descarriarán. | 9 No habrá allí leones, ni fiera alguna pondrá los pies allí. | Por ella marcharán los libertados I y volve­

rán los rescatados de Yavé. I io Vendrán a Sión cantando cantos triunfales, I ale­gría eterna coronará sus frentes. | Los llenará el gozo y la alegría I y huirán la tristeza y los llantos.

APÉNDICE HISTÓRICO SOBRE LA INVASIÓN ASIRÍA

(36-39)

La invasión asiría. Primera tentativa de Senaquerib para rendir a Jerusalén O í ! ' E l arlo catorce del reinado de « * " Ezequías, Senaquerib, rey de Asi­ría, se puso en marcha contra todas las ciudades fuertes de Judá y se apoderó de ellas. * 2 Envió el rey de Asiría a Rabsaces, con imponentes fuerzas, de La­quis a Jerusalén, al rey Ezequías. Tomó aquél posición cerca del acueducto de la piscina Superior en el camino del campo del Batanero. * 3 Entonces Elyaquim, hijo de Helcías, prefecto de palacio, fue con Sobna, secretario, y Joás, hijo de Asaf, canciller, a Rabsaces, que les dijo: Decid a Ezequías: 4 He aquí la palabra del rey grande, del rey de Asiría: ¿De dónde te viene esa tu confianza? 5 ¿Crees que pa­labras vanas pueden servir de consejo y de fuerza para la guerra? ¿En qué po­nes, pues, tu confianza para resistirme? 6 ¿Es que cuentas con el Egipto y has tomado por apoyo a esa caña rota que horada y hiere la mano que sobre ella se apoya? Porque eso es el Faraón, rey de Egipto, para todos cuantos con él cuentan. * 7 Y si me decís: Es en Yavé, nuestro Dios, en quien ponemos nuestra confianza: ¿No ha sido el mismo Ezequías quien ha hecho desaparecer los altos y los altares, diciendo a Judá y a Jerusa­lén : Sólo en este altar adoraréis? * 8 Haz, pues, convenio con mi señor el rey de Asiría. Yo te daré dos mil caballos si tú eres capaz de aprontar otros tantos jine­tes que los monten. * 9 ¿Serías tú capaz

O C 1 En contraste con el capítulo 34, éste nos pinta la vuelta de Israel a su patria y la restaura-v ' v ' ción pacífica en la tierra de Canán, que Dios les había dado. En éste, como en todos los va-ticinios_ del mismo género, hace resaltar con vivos colores la descripción poética de los tiempos mesiánicos.

3 £ ! Los capítulos 36 a 39 son de las páginas más interesantes de la historia de Jerusalén, to-^ v madas de 2 Re 18,13-20,21, en que se destaca la figura del profeta. En ella sobresale el dis­curso de Isaías contra eí orgullo de los asirios, cuya derrota anuncia. Parecen responder estos su­cesos a la campaña de Senaquerib de los años 701 ó 693.

2 Rabsaces es el jefe de los oficiales o general en jefe del ejército, aunque entonces éste era mandado por el rey en persona, que asediaba a Laquis, al sur de Judá. Rabsaces se sitúa al sudeste de Jerusalén, en el valle Cedrón. El prefecto de palacio que sale a recibirle es el mismo de que se habla atrás (22,20), pero el secretario acompañante ha de ser distinto del prefecto, contra quien habla el profeta (22,15).

6 Los etíopes de Napata habían logrado apoderarse de Egipto, y, siguiendo las tradiciones faraónicas, aspiraban a intervenir en Canán y oponerse a los asidos.

7 Es curiosa esta alusión del asirio a la reforma religiosa de Ezequías, que muestra cuánto le apreciaba el autor sagrado.

8 Los asirios habían hecho grandes progresos en el manejo del caballo, y era la caballería la fuerza principal de su ejército.

797 ISAÍAS 36-37

de rechazar a uno solo de los menores servidores de mi señor? Pero cuentas con que el Egipto te va a suministrar caba­llos y jinetes. 10 ¿Acaso sin contar con Yavé he invadido yo esta tierra para devastarla? Yavé me ha dicho: Invade la tierra y devástala.

11 Entonces Elyaquim, Sobna y Joás di­jeron a Rabsaces: Habla a tus siervos en arameo, pues le entendemos; no nos hables en judío, no lo oiga la gente que hay en las murallas. 12 Rabsaces respon­dió : ¿Acaso a tu señor y a ti me ha man­dado mi señor dirigir estas palabras? ¿No son más bien para la gente sentada en las murallas, que con vosotros habrán de comerse sus excrementos y beberse sus orines? * 13 Avanzó entonces Rabsa­ces y gritó fuertemente en lengua judía:

14 He aquí lo que dice el rey grande, el rey de Asiría: que no os engañe Eze­quías : 15 Mirad que él no podrá libraros. Que no os haga confiar en Yavé dicien­do: Yavé seguramente nos librará, no caerá esta ciudad en poder del rey de Asiría. 16 No escuchéis a Ezequías; he aquí lo que dice el rey de Asiría: Haced paces conmigo, rendios, y cada cual co­merá el fruto de su viña y de su higuera, y beberá el agua de su cisterna, 17 hasta que venga yo a llevaros a una tierra como la vuestra, tierra de trigo y de vino, tierra de cereales y de viñas. * i8 Que no os embauque Ezequías diciendo: Yavé nos librará. ¿Acaso los dioses de los pue­blos libraron cada uno a su tierra de las manos del rey de Asiría? * 19 ¿Dónde están los dioses de Jamat y de Arpad? ¿Dónde los dioses de Sefarvaim? ¿Dónde los dioses de Samaría? ¿Libraron a Sa­maría de mis manos? 20 ¿Cuál de los dio­ses de estas tierras pudo librar la suya de mis manos para que Yavé pueda librar de mis manos a Jerusalén?

21 Ellos se callaron y no dijeron na­da, porque el rey había dado esta or­den: No les respondáis. 22 Elyaquim, hijo de Helcías, prefecto del palacio; Sobna, secretario, y Joás, hijo de Asaf, canci­ller, rasgaron sus vestiduras, se tornaron a Ezequías y le refirieron las palabras de Rabsaces.

Ezequías consulta a Yavé por Isaías O "7 ' E n oyendo el rey Ezequías aque-** • lio, rasgó sus vestiduras, se vis­tió de saco y entró en el templo de Yavé, * 2 y envió a Elyaquim, prefecto del palacio; a Sobna, secretario, y a los más ancianos de los sacerdotes, vestidos de saco, a Isaías, hijo de Amos profeta, que le dijeran: 3 He aquí lo que dice Ezequías: El día de hoy es día de angus­tia, de castigo y de oprobio. El hijo ha llegado a término, pero no hay fuerza para darlo a luz. 4 A ver si Yavé, tu Dios, ha oído las palabras de Rabsaces, mandado por el rey de Asiria, su señor, para insultar al Dios vivo, y le castiga Yavé, tu Dios, por las palabras que él ha oído. Dirígele una súplica por este resto que subsiste todavía. *

5 Los servidores del rey Ezequías fue­ron a Isaías, e Isaías les dijo: 6 Decid a vuestro señor esto. He aquí la palabra de Yavé: No te asuste el discurso que acabas de oir, en el que los servidores del rey de Asiria me han ultrajado. 7 Yo voy a poner en él un espíritu tal, que en recibiendo cierta noticia, se volverá a su tierra, y alli le haré caer al filo de la es­pada. *

Senaquerib intima de nuevo la rendición

8 Volvióse Rabsaces y halló al rey de Asiria asediando a Libna, pues supo que había dejado Laquis. 9 Supo entonces el rey de Asiria que Taraca, rey de Etio­pía, se había puesto en marcha contra él, y mandó otra vez sus mensajeros a Ezequías con esta orden: 10 Decid a Eze­quías, rey de Judá: Que no te engañe tu Dios, en quien has puesto la confian­za, diciendo: Jerusalén no será entregada en mano del rey de Asiria. n ¿No sabes cómo los reyes de Asiria han destruido a todos los pueblos? ¿Y vas a salvarte tú? 12 ¿Salvaron sus dioses a los pueblos que destruyeron mis padres, a Gosán y Jarran, a Resef y a los hijos de Edén, que están en Telasar? 13 ¿Dónde están el rey de Jamat, el rey de Arpad y el rey de la ciudad de Sefarvaim, de Hena y de Iva?

12 Como se ve, es ya vieja la artimaña de los invasores de no reconocer a los gobiernos de los pueblos amenazados y su pretensión de tratar con el pueblo mismo, cuyos salvadores pretenden ser.

1' La deportación de los pueblos entraba en los planes políticos de Asiria, y ésta da por supuesta el enviado de Senaquerib.

is El historiador sagrado pone muy de relieve las blasfemias del asirio contra Yavé, que no era a sus ojos sino uno de tantos dioses. O "7 1 Ante aquellas blasfemias, el rey se rasga las vestiduras de horror, y mientras se dirige al ** * templo, envía sus ministros al profeta.

4 Senaquerib, como si estuviera seguro de la victoria sobre el etíope, envía una nueva emba­jada a Ezequías, esta vez por escrito, pero con las mismas ideas. Ezequías presenta la carta ante Yavé, como para despertar su cólera contra el blasfemo. La respuesta le viene por Isaías y es con­forme a los deseos del rey y a la providencia de Yavé sobre Judá. Este oráculo nos pone de mani­fiesto el genio poético del profeta.

7 Se habla aquí de una «noticia»; después (v.36), de una catástrofe.

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ISAÍAS 37-38 798

P l e g a r í a d e E z e q u í a s y respuesta d e Y a v é

1 4 Ezequías recibió la carta de la mano de los mensajeros, y luego de leerla su­bió al templo de Yavé, 15 y desplegándola ante Yavé le dirigió esta plegaria: 16 ¡Oh Yavé Sebaot, Dios de Israel, que te sien­tas entre los querubines I Tú eres el solo Dios de todos los reinos de la tierra. Tú has hecho los cielos y la tierra. 17 Inclina tus oídos, ¡oh Yavé!, y oye. Abre, ¡oh Yavé!, tus ojos y mira. Oye todas estas palabras que me dirige Sena­querib para escarnecer al Dios vivo. 18 Es verdad, ¡oh Yavé!, que los reyes de Asi­ría han destruido a todos los pueblos y sus tierras; I 9 que arrojaron al fuego a sus dioses, que no eran dioses, sino obra de la mano de los hombres, leño y piedra, y los destruyeron. 20 Líbranos, pues, Yavé, Dios nuestro, de sus manos y que apren­dan todos los reinos de la tierra que tú eres Yavé, el Dios único.

21 Entonces Isaías, hijo de Amos, man­dó a decir a Ezequías: He aquí lo que dice Yavé, Dios de Israel: Por la plegaria que tú me has dirigido con motivo de lo de Senaquerib, rey de Asiría, 22 he aquí la sentencia que Yavé pronuncia contra él: | Te desprecia, se burla de ti, | virgen, hija de Sión; I yergue detrás de ti su cabeza, | hija de Jerusalén. | 2 3 ¿A quién has ultrajado y escarnecido? | ¿Contra quién has alzado tu voz y has dirigido tus soberbias miradas? | ¿Contra el Santo de Israel? | 2 4 Por medio de tus esclavos has ultrajado al Señor | y has dicho: Con mis numerosos carros | he subido a las crestas de las montañas, | a las cumbres del Líbano, | y he cortado los sublimes cedros | y los más hermosos cipreses. I He llegado a las más altas ci­mas | y a los más espesos bosques; | 2 5 he alumbrado y bebido aguas extran­jeras; I he secado con mis pies los cana­les de Egipto.

2 6 Pues oye: H a mucho tiempo ya que yo preparaba esto; | lo resolví muy de antiguo y ahora lo cumplo. | Tú habrás de hacer montones de ruinas de ciudades fuertes, | 27 cuyos habitantes estarán sin fuerza, espantados y confusos. | Serán como la hierba de los campos, verdura

tierna; | serán como el musgo que nace en los tejados, abrasado por el viento solano. | 28 Yo sé cuándo te levantas y cuándo te sientas I y conozco todas tus andanzas. | 29 Xu furor contra mí, tu insolencia, han llegado a mis oídos. | Yo te pondré mi aro en la nariz, I y mi freno en tus labios, I y haré que te vuel­vas por el camino por donde viniste. | 30 He aquí ahora la señal para t i : | Este año se comerá lo que produzcan los gra­nos caídos,, l y al siguiente lo que de sí produzca la tierra sin sembrarse, | pero al tercer año sembraréis y cosecharéis, | plantaréis viñas y comeréis su fruto. | 31 El resto que queda en la casa de Judá I echará raíces por debajo | y llevará fru­tos en lo alto. * I 32 Porque saldrá de Jerusalén un resto, | y sobrevivientes del monte de Sión; ¡ el celo de Yavé Sebaot hará esto.

33 He aquí, pues, lo que dice Yavé del rey de Asiría: I N o entrará él en esta ciudad | ni arrojará en ella flecha; | no marchará contra ella embrazando el es­cudo | ni la rodeará de trincheras. | 3 4 Por el camino que trajo se tornará. | N o entrará en esta ciudad, dice Ya­vé. | 35 Yo defenderé esta ciudad, yo la libraré | por amor de mí y de mi siervo David.

L a l i b e r a c i ó n 3 6 Vino el ángel de Yavé e hirió en

el campo de los asirios a ciento ochenta y cinco mil hombres, y a la mañana, al despertar, no se veían más que cadáve­res. * 3 7 Entonces Senaquerib, rey de Asi­ría, levantó el campo y se tornó, quedán­dose en Nínive; 3 8 y mientras oraba en el templo de Nesroc, su dios, sus hijos Adramelec y Saresec le mataron a espada y huyeron a la tierra de Ararat . Le suce­dió su hijo Asaradón.

E n f e r m e d a d d e E z e q u í a s

O O ' Enfermó por entonces Ezequías « * 0 de enfermedad morta l ; y el pro­feta Isaías, hijo de Amos, vino a verle y le dijo: * 2 Dispon de tu casa, porque vas a morir, no curarás. Ezequías se volvió cara a la pared e hizo a Yavé esta ple­garia: 3 ¡Oh Yavé!, acuérdate de que he andado fielmente delante de ti de todo

31 «El resto» es una alusión a los cautivos de Judá, en número de 20O.OO0, llevados cautivos por Senaquerib (Crónica de este rey).

36 La sentencia común de los expositores es que una peste que de repente se desarrolló en el ejército asirio obligó a Senaquerib a retirarse de Judá, adonde no volvió más. Hay fundamento para suponer que en este relato están englobadas dos expediciones del rey, la una de 701 y la otra posterior a 693. En esta postrera habría tenido lugar esta derrota de Senaquerib. Su muerte a manos de dos de sus hijos, sin duda descontentos de la sucesión ordenada por el padre, no tuvo lugar hasta 681.

OQ * Morir en la plenitud de los días, cuando ya el cuerpo se inclina a la sepultura, era mirado *'*-' como un favor de Dios; pero acabar la vida a la mitad de la carrera era cosa muy triste y que tenía todas las apariencias de un castigo divino. Esto explica la conducta de Ezequías, que no conocía las esperanzas que Jesucristo nos abrió con su resurrección.

799 ISAÍAS 38

corazón y que he hecho lo que te era grato. 4 Y se puso a sollozar. La palabra de Yavé fue dirigida a Isaías, diciéndole: 5 Vete y di a Ezequías: Así habla Yavé, el Dios de tu padre David: He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a añadir a tu vida quince años más. 6 De la mano del rey de Asiría yo te libraré a ti y a esta ciudad; yo protegeré a esta ciudad. 7 H e aquí la señal de Yavé, de que hará Yavé lo que ha dicho: 8 Haré retroceder la sombra en el reloj de Ajaz

10 Y o dije: A la mitad de mis días ] voy a bajar a las puertas del sepulcro, privado del resto de mis años. | u Dije: Ya no veré más a Yavé en la tierra de los vi­vientes ; I ya no veré hombre vivo de entre los moradores del mundo . 11 2 Mi morada es arrancada, llevada lejos de mí, | como tienda de pastores. ¡ Como tejedor cortó el hilo de mi vida | y le separó de su tra­ma. I 13 Día y noche me consumo, grito hasta la mañana, | pues como león muele todos mis huesos. | 14 Chillo como golon-

Reloj solar fenicio

tantos grados cuantos en él ha avanzado, diez grados. Y en el cuadrante retroce­dió la sombra los diez grados que había avanzado. *

C á n t i c o d e a c c i ó n d e g r ac i a s d e E z e q u í a s

9 Cántico de Ezequias, rey de Judá, de cuando enfermó y curó de su enferme­d a d : *

8 Isaías, que en 7,10 había ofrecido a Ajaz el milagro que quisiera, ofrece ahora a su hijo hacer retroceder diez líneas u horas el cuadrante solar que Ajaz había instalado en el palacio.

Es digna de notar la patente manera con que se narra este suceso aquí y en 2 Re 20,1 ss. » Este cántico de Ezequías no se halla en 2 Re 20, de donde está tomada la sección. Es notable

porque nos da a conocer los tristes sentimientos de los israelitas ante la muerte, a causa de la obs­curidad en que vivían sobre los futuros destinos del hombre. No sólo no conocían los resplandores de la futura resurrección de Jesucristo, sino que desconocían aún las promesas del libro de la Sabi­duría. Una viva fe en Dios, que da a cada uno según sus obras, los consolaba; pero esta fe era obscura, aunque por esto más meritoria.

drina y gimo como paloma. ! Mis ojos se consumen mirando a lo alto. | ¡Oh Yavé, mira mi angustia y confórtame! | 15 ¿Qué voy a decir yo? | Ya me ha dicho El, y ha hecho; I a pesar de mi mal acabaré el curso de mis años. | 16 Los que el Señor protege viven para El | y entre ellos reco­braré alientos de vida. | Me has curado y me dejas vivir. | 17 Mi mal se ha torna­do en bien, | y has preservado mi alma

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ISAÍAS 38-39 800

ñ\ vs.:

¿Sü^^^^^ttí Merodacbaladán, rey de Caldea, y su primer ministro

del hoyo de la corrupción | y has echado tras de ti todos mis pecados. | 18 Porque no puede alabarte el sepulcro, | no puede celebrarte la muerte | ni pueden los que descienden a la fosa I esperar en tu fideli­dad. | 19 Los vivos, los vivos son los que pueden alabarte, | como yo te alabo hoy, | y de padres a hijos pregonar tu fideli­dad. 120 Que nos salve Yavé y cantaremos al arpa todos los días de nuestra vida, I ante el templo de Yavé.

2 1 Es manifiesto que estos dos versículos no el 2i después del 8 hacen perfecto sentido.

2 1 Isaías mandó traer una cataplasma de higos e hizo que se la pusieran en la llaga, y Ezequías sanó. * 22 Y preguntó Ezequías: ¿Qué señal tendré yo de que volveré a subir al templo de Yavé?

E m b a j a d a d e M e r o d a c b a l a d á n y p r e d i c c i ó n de l caut iver io

O Q 1 Por entonces Merodacbaladán, ** *' hijo de Baladán, rey de Babilonia, mandó a Ezequías un mensaje y un pre-

están en su lugar. Leído el 22 después del 6 y

801 ISAÍAS 39-40

senté, pues había tenido noticia de su enfermedad y de su curación. * 2 Ezequías se alegró de ello y enseñó a los embajado­res su tesoro, la plata, el oro, los perfu­mes y ungüentos preciosos, su arsenal y todo cuanto había en sus almacenes. N o hubo nada, ni en el palacio ni en sus de­pendencias, que no les enseñase Ezequías. 3 El profeta Isaías fue a ver a Ezequías y le preguntó: ¿Qué han dicho esas gentes y de dónde vienen? * Ezequías respondió: Han venido de lejos a verme, de Babi­lonia. ¿Y qué es lo que de tu palacio han visto?, preguntó. Y Ezequías respondió: Han visto cuanto en mi palacio hay; no ha quedado nada de cuanto hay en mis almacenes que no les haya enseñado.

5 Entonces dijo Isaías a Ezequías: Oye la palabra de Yavé Sebaot: 6 Tiempo ven­drá en que todo cuanto hay en este pala­cio y cuanto reunieron tus padres hasta el día de hoy será llevado a Babilonia; nada quedará, dice Yavé. 7 Y tus hijos, tus propios hijos, los engendrados por ti, serán llevados y tomados por eunucos para el palacio del rey de Babilonia. 8 Y Ezequías dijo a Isaías: Buena es la palabra de Yavé que me anuncias. Así, pensaba él, habrá por lo menos paz y se­guridad durante mi vida. *

Q U I N T A P A R T E

ISRAEL, LIBRE DEL CAUTIVERIO

BABILÓNICO

(40-48)

Glor ia d e Y a v é e n la l iberación d e su p u e b l o

J A ' Consolad, consolad a mi pueblo, | ™ " dice vuestro Dios ; | animad a Je-rusalén y gritadle • | 2 que se acabó su servidumbre, | y han sido expiados sus pecados, | y que ha recibido de manos de Yavé I el doble por todos sus crímenes.

3 Una voz grita: Abrid una calzada a Yavé en el desierto, I allanad en la soledad

camino a vuestro Dios. * I 4 Que se relle­nen todos los valles | y se rebajen todos los montes y collados; I que se allanen las cuestas | y se nivelen los declives. | 5 Por­que va a mostrarse la gloria de Yavé, | y a una la verá toda carne.

Ha hablado la boca de Yavé. | 6 Una voz dice: Grita. I Y yo respondo: ¿Qué he de gritar? | Toda carne es como hier­ba, I y toda su gloria como flor del cam­po. I 7 Sécase la hierba, marchítase la flor, I cuando sobre ellas pasa el soplo de Yavé. I * Sécase la hierba, marchítase la flor, I pero la palabra de nuestro Dios permanece por siempre.

9 Sube a un alto monte, | anuncia a Sión la buena nueva. | Alza con fuerza la voz, tú que llevas la buena nueva a Jeru-salén. I Alzadla, no temáis nada, | decid a las ciudades de Judá: I He aquí a vues­tro Dios. I 10 He aquí al Señor, Yavé, que viene con fortaleza. | Su brazo domina­rá. I Ved que viene con él su salario y va delante de El su fruto. I u El apacentará a su rebaño como pastor, | El le reunirá con su brazo; | El llevará en su seno a los corderos | y cuidará a las paridas.

12 ¿Quién midió las aguas con el hueco de su mano, I y a palmos los cielos, | y al tercio de efá el polvo de la tierra; | pesó en la romana las montañas | o en la ba­lanza los collados? I 13 ¿Quién ha son­deado el espíritu de Yavé, I quién fue su consejero y le instruyó? 114 ¿Con quién de­liberó El para recibir instrucciones | y que le enseñase el camino de la justicia? | ¿Quién le enseñó la sabiduría | y le dio a conocer el camino del entendimiento? | 15 Son las naciones como gota de agua en el caldero, | como grano de polvo en la balanza. I Las islas pesan lo que el polvillo que se lleva el viento. ] 16 El Lí­bano no basta para leña, | ni sus animales para el holocausto. | " Todos los pueblos son delante de El como nada, | son ante El nada y vanidad.

39

4.0

1 Este episodio, como los precedentes, no está en orden cronológico. Merodacbaladán luchó por la independencia de la Caldea contra la Asiría hasta que en 695 fue tomada Babilonia,

muerto Baladán y destruido su ejército. Estos embajadores vienen, sin duda, a promover la coali­ción de los pueblos cananeos contra Senaquerib.

8 Ezequías se resigna ante la sentencia de Yavé, como Helí y David (1 Sam 3.18; 2 Sam 24,14); pero todavía mira como una manifestación de la divina misericordia el que los males anunciados se difieran hasta después de su muerte.

1 Por el comienzo de esta parte segunda del libro de Isaías, el Eclesiástico dice de este pro­feta que contempló el fin de los tiempos y consoló a los que lloraban a Sión (Eclo 48,27).

Israel ha pagado ya el doble de lo que por sus pecados había merecido. Alégrese ya, porque viene a salvarle Yavé, sabio y poderoso, ante quien son nada los ídolos y los príncipes de las naciones. El es quien ha suscitado al conquistador, quien lo predijo antes que llegase para dar libertad a su pueblo. Este, sostenido por Dios, no tendrá que temer; sus enemigos quedarán aniquilados y a él le hará volver a la patria como por un umbroso bosque.

3 El profeta nos presenta a Yavé llegando por el desierto para hacer justicia salvando a su pue­blo. Manda prepararle los caminos, como se hace a los reyes que visitan una ciudad. En virtud de la analogía, los evangelistas ponen este texto en boca del Bautista, que invita al pueblo a preparar los caminos al Mesías mediante la penitencia (Le 3,4 s.).

Náoar-Colunga '>*

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ISAÍAS 40-41 802

V a n i d a d d e los {dolos 18 ¿A quién, pues, compararéis vuestro

Dios, | qué imagen haréis que se le a»e-meje? I " El ¡dolo es fundido por el fun­didor, el orfebre le reviste de oro I y le adorna con cadenillas de plata. *

20 Para hacer a la imagen una peana i toman madera incorruptible I y buscan un buen obrero I que fije el ídolo para que no se caiga.

21 ¿No lo sabéis? ¿No os lo habéis apren­dido? i ¿No os lo han dicho desde el prin­cipio? ¿No lo habéis visto desde que se fundó la tierra? i n Está El sentado sobre el orbe de la tierra, ! cuyos habitantes son ante El como langostas. ! El tiende los cielos como un toldo, I los despliega como una tienda de morada. I 23 El torna en nada a los poderosos. I y en vanidad a los jueces de la tierra. 24 Apenas plan­tados, apenas sembrados, I apenas han echado sus troncos raíces en la tierra. I sopla sobre ellos, y se secan, I y como pa­juela los arrastra el huracán.

2 5 ¿A quién, pues, que me iguale I me asemejaréis?, dice el Santo. I 2 6 Alzad a los cielos vuestros ojos y mirad: I ¿Quién los creó? I El que hace marchar su bien contado ejército, I y a cada uno llama por su nombre, I y ninguno falta, l tal es su inmenso poder v su gran fuerza, i27 ¿Cómo dices tú, Jacob: ' cómo murmuras tú, Is­rael: 1 Yavé no ve lo que sucede. ' Yavé no se da cuenta de la justicia de mi cau­sa? I 2" ¿No sabes tú. no has aprendido, I que Yavé es Dios eterno. ' que creó los confines de la tierra. que ni se fatiga ni se cansa ' y que su sabiduría no hay quien la alcance? I M El da vigor al fati­gado ' y multiplica las fuer/as del débil: i 30 se cansan los jóvenes, se fatigan. ' y los guerreros llegan a (Jaquear: ' " pero los que confían en Yavé renuevan sus fuer­zas, y echan alas como de águila, I y vue­lan velozmente sin cansarse. 1 y corren sin fatigarse.

Y a v é susc i ta u n l i b e r t a d o r

A •§ ' Oídme, islas, en silencio: i reno-T" » vad, ¡oh pueblos!, vuestras fuer­zas; I acercaos y hablad, '< entremos en juicio. I 2 ¿Quién le ha suscitado del lado de levante I y en su justicia le llamó para que le siguiera? I ¿Quién puso en sus ma­nos los pueblos I y le entregó los reyes? I Su espada los reduce a polvo, i y su arco los dispersa como brizna de paja, i ' Los persigue y va tranquilamente ' por cami­nos que no había pisado nunca ' 4 ¿Quién hace esto, quién lo cumple0 ' El que desde el principio llamó a las generaciones. ' Yo, Yavé, que era al principio, I y soy el mis-

19 Los w.6-7 de! capítulo 41, que están allí deberían traspasarse a este lugar.

mo siempre, I y seré en los últimos tiem­pos I 5 Las islas le ven, y tiemblan, I y se espantan los eeaánes de la tierra. I Se reúnen y juntos vienen al juicio.

6 Uno a otro se ayudan, I uno a ot ro se dicen: ¡Animo! I 7 El escultor anima al orfebre, I y el que bate el oro al forja­dor, I diciendo: Bien está esa soldadu­ra. I Y le afirma con clavos para que no se caiga.

P r o m e s a d e l i b e r a c i ó n 8 Pero tú, Israel, eres mi siervo: | yo

te elegí, Jacob, ! progenie de Abraham, mi amigo. • ' Yo te traeré de los confines de la tierra i y te llamaré de las regiones lejanas, I diciéndote: Tú eres mi siervo, | yo te elegí y no te rechazaré. ' 10 No temas nada, que yo estoy cont igo: 1 no desma­yes, que yo soy tu Dios I Yo te fortale­ceré, yo vendré en tu ayuda. I y con la mano de mi justicia te sostendré. ' u Con­fundidos serán y cubiertos de ignominia | todos los que te persiguen. I Serán redu­cidos a la nada, aniquilados, I los que contienden contigo. I 12 Buscarás y no hallarás a los que te aborrecen, I serán reducidos a la nada los que te combaten. | 13 Porque yo, Yavé, tu Dios, ! fortaleceré tu diestra; I y yo te digo: Nada temas, | yo voy en tu ayuda ! I 4 Nada temas, gu­sanillo de Jacob.! coquito de Israel .!1 5 Yo te haré como agudo rastrillo, ' nuevo y armado de dientes. : Irás, trillarás y pul­verizarás los montes : y desharás en me­nuda paja los collados. ' 16 Los bieldarás, y el viento los aventará, 1 y el huracán los dispersará ' Y te regocijarás en Yavé I y te gloriarás en el Santo de Israel.

17 Los pobres, los menesterosos, buscan el agua y no la hallan: ' su lengua está seca por la sed; I pero yo. Yavé, los oiré; yo, el Dios de Israel, no los abandona­ré ' l s Yo. Yavé. haré brotar manantia­les en las alturas peladas ' y fuentes en medio de los valles Tornaré el desierto en estanque. ' y la tierra seca en corrien­tes de aguas. < , 0 Yo plantaré en el desier­to cedros y acacias, I mirtos y olivos. I Yo plantaré en la soledad cipreses, 1 olmos y alerces juntamente. I 20 Para que todos vean y comprendan ' y todos consideren y entiendan que es la mano de Yavé la que hace eso I y el Santo de Israel el que lo crea.

21 Venid y alegad vuestro derecho. 1 pre­sentad vuestras pruebas, dice el Rey de Jacob: ' 22 Que se acerquen y nos anun­cien lo que está por venir. ' ¿Qué predic­ciones hicisteis en lo pasado? 1 Para que las tengamos en cuenta. I Anunciadnos lo por venir, I y veremos su cumplimien-

fuera de contexto, encajan aquí perfectamente y

803 ISAÍAS 41-42

to. I 23 Anunciadnos lo por venir, I para que sepamos así que sois dioses. | Vea­mos ; haced bien o haced mal, haced algo para que podamos medirnos. | 2 4 ¡Bah! N o sois nada, | y vuestra obra es nada, I abominable quien os elige.

2 5 Yo le he suscitado del septentrión, y ya llega, | l lamado por su nombre del lado de levante. I Pisa a los principes como se pisa el polvo [ y como el alfarero pisa el barro con sus pies, j 2* ¿Quién antes le anunció y nos le dio a conocer de ante­mano , i para que digamos. Justamente? Nadie le anunció, nadie habló de él, I na­die os oyó una palabra. | 2 7 Yo el primero le anuncié a Sión, | y di a Jerusalén la buena nueva. | 2 8 Miro, y no hay nadie; | no se halla entre ellos un profeta; les pregunto: ¿De dónde viene?, 1 y no saben responder. | 2 ' ¡Bah! Todos son nada, I y su obra es nada, | y sus ídolos, viento y vanidad.

A*\ 1 He aquí a mi siervo, a quien sos-" ™ tengo yo, mi elegido, en quien se complace mi alma. He puesto mi espíri­tu sobre él, y él dará la Ley a las nacio­nes ; * 2 no gritará, no hablará recio, no alzará su voz en las plazas; s no romperá la caña cascada ni apagará la mecha humeante . 4 Expondrá fielmente la Ley, sin cansarse ni desmayar, hasta que establez­ca la Ley en la tierra; las islas están espe­rando su doctrina.

5 Así dice Dios, Yavé, que creó los cie­los y los tendió y formó la tierra y sus frutos, que da a los que la habitan el aliento, el soplo de vida a los que por ella andan. <> Yo, Yavé. te he llamado en la justicia y te he tomado de la mano. Yo te he formado y te he puesto por alianza para mi pueblo y para luz de las gentes, * 7 para abrir los ojos de los ciegos, para sacar de la cárcel a los presos, del fondo del calabozo a los que moran en tinieblas. 8 Soy yo, Yavé es mi nombre, que no doy mi gloria a ningún otro, ni a los ídolos el honor que me es debido. * 9 Han llegado las cosas predichas, y anuncio otras nue­vas, antes de que sucedan las doy a co­nocer.

C a n t o t r i un fa l e n h o n o r d e Y a v é 10 Cantad a Yavé un cántico nuevo, |

lleguen sus loores a los extremos de la tierra. ¡ Estremézcase el mar y cuanto en él se contiene, I las islas con sus habitan­tes. ' 1 11 Alce su voz el desierto, y las ciudades | y las aldeas que habita Cedar. | Lancen gritos de júbilo los habitantes de Sela ! y entonen sus cánticos en lo alto de los montes. 112 Que den gloria a Yavé, | que canten sus alabanzas en las islas. I 13 Avanza Yavé como un gigante, | como guerrero se excita en su ardor. ! Lanza su grito, un potente grito de guerra, | y muestra su fuerza «contra sus enemigos.

I s rae l s e r á v e n g a d o y l i b e r a d o 14 Mucho tiempo callé, I estuve en si­

lencio, me contuve; ! como mujer en par­to, gemía, I suspiraba y jadeaba. | 1 5 Pero ahora devastaré los montes y los colla­dos I y secaré todo verdor. I Haré islas las corrientes de aguas | y secaré los lagos. | 16 Llevaré a los ciegos por un camino ignorado, I los conduciré por senderos desconocidos. I Ante ellos tornaré en luz las tinieblas I y en llano lo escarpado. | Todo esto lo haré yo, | lo cumpliré, sin que nada falle I " Retrocederán cubier­tos de ignominia I los que confían en los ídolos, I que dicen a sus imágenes fun­didas: I Vosotros sois nuestros dioses.

18 Oíd, sordos; I mirad, ciegos, y ved. | 19 ¿Quién es ciego sino mi siervo? I ¿Quién sordo como el mensajero que yo envié? | ¿Quién ciego como mi dilecto? I ¿Quién sordo como el siervo de Yavé? I 2 0 Mu­chas cosas has visto, sin poner en ellas atención: I abiertos tenías los oídos, pero no oíste, i 21 Habíase complacido Yavé en su justicia, I en hacer grande y mag­nifica la ley; I 2 2 y he ahí a este pueblo saqueado y hollado, I puesto en cepos, encerrado en mazmorras; I destinados al pillaje, sin que nadie los libre; I despoja­dos, sin que nadie diga: Restituid. I 23 ¿Quién de vosotros dará oídos a estas cosas? I ¿Quién atento las escuchará para lo por venir? I 24 ¿Quién entregó Jacob a los saqueadores, I Israel a los despoja-

A *} l Los w.1-0. nos presentan un personaje muy distinto del libertador guerrero de que se ^ ~ habla (41,2-5.25-28). San Mateo (12,18) lo entiende de Jesús, y, en efecto, nos pinta bien su condición humilde y su obra salvadora por medio de la enseñanza de la ley divina. Este trozo no tiene conexión ni con lo que precede ni con lo que sigue, y debe unirse a los otros fragmentos en que más adelante (49,1 ss.) se habla de este mismo siervo de Yavé.

6 Los vv.6,7 y 19 parecen venir bien después de 40,19, pues prosiguen el mismo tema. 8 Los w.21-25 parece que deben precederá 8-20, por ser la continuación del apostrofé a las na­

ciones cuyos dioses no han podido predecir la venida del libertador suscitado por Dios. 10 Un nuevo discurso, que parece extenderse hasta 44,5. Empieza invitando a celebrar a Yavé,

que, como potente guerrero, se levanta para mostrar su poder contra los enemigos. Después de haber callado mucho tiempo va a realizar la obra de salud de Israel, antes ciego y sordo, pero que ahora empezará a ver y oir. Yavé protege a su pueblo; por su libertad entregará la Etiopía y el Egipto a los caldeos como precio de su rescate, y los desterrados volverán a la patria, donde su conduc­ta será muy otra de la que fue antes. Jeremías anuncia la conquista de Egipto y Etiopía por Nabu-codonosor (44,30; 46,13; cf. 43,3).

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ISAÍAS 42-44 804

dores? I ¿No fue Yavé, contra quien he­mos pecado, I cuyos caminos no quisimos seguir, | cuya Ley no obedecimos? | 25 ¿Quién derramó sobre él el fuego de su ira | con los furores de la guerra? | Ro­deados de llamas, no comprendieron; I quemados, no hicieron caso.

A O i Ahora, pues, así dice Yavé, | que " « * te creó, Jacob; I que te formó, Is­rael. | Nada temas, yo te he rescatado, | yo te llamé por tu nombre y tú me pertene­ces. | 2 Si atraviesas las aguas, yo seré contigo | y no te sumergirán las olas. | Si pasas por el fuego, no te quemarás, | las llamas no te consumirán. | 3 Porque yo soy Yavé, tu Dios, | el Santo de Israel, tu salvador. I Yo doy al Egipto por resca­te tuyo, | doy por ti a Etiopía y Seba. I 4 Porque eres a mis ojos de muy gran es­tima, i de gran precio, y te amo, | y entrego por ti reinos | y pueblos a cambio de tu vida. 1 5 Nada temas, que yo estoy con­tigo ; | yo traeré tu descendencia del orien­te | y los reuniré del occidente. | 6 Diré al septentrión: Devuélvelos, I y al medio­día : No los retengas. | Retraed a mis hijos de las regiones lejanas | y a mis hijas de los confines de la tierra, I 7 a todos cuan­tos llevan mi nombre, | que yo los creé y formé para mi gloria. | 8 Dejad que vuelva el pueblo ciego, que ya tiene ojos; | el pueblo sordo, que ya tiene oídos.

9 Los pueblos se reúnen todos I y se congregan las naciones. | ¿Quién de entre ellos anuncia tales cosas, I quién aduce antiguas predicciones? | Que presenten sus pruebas para justificarse, I y oyéndo­las, se diga: Verdad. I 10 Vosotros sois mis pruebas, dice Yavé; I mi siervo, a quien yo elegí para que aprendáis y me creáis | y comprendáis que soy yo solo. | Antes de mí no había dios alguno, | y ninguno habrá después de mí. IU Yo, yo soy Yavé, I y fuera de mi no hay salvador. | 12 Soy yo el que anuncio, el que salvo, el que hablo, | y no hay otro entre vosotros; vosotros sois mis testigos, dice Yavé. I 13 Yo soy Dios desde la eternidad, I y lo soy por siempre jamás. I Nadie puede librar a nadie de mis manos; | lo que hago yo, ¿quién lo estorbará?

Salida de Babilonia 14 Así habla Yavé, vuestro redentor, |

el Santo de Israel: | Por vosotros mandé yo contra Babilonia, | y rompí los cerro­jos de vuestra cárcel, | y los caldeos fue­ron atados con cuerdas. I ¿Qué fue de sus gritos de alegría? | 15 Yo soy Yavé, vues­tro Santo, | el creador de Israel, vuestro Rey. I 16 Así habla Yavé, | el que abre ca­minos en el mar | y senderos en la mu­chedumbre de las aguas. I >7 El que hace

avanzar a carros y caballos, | y a los ejércitos de fuertes guerreros, [ o los echa por tierra juntamente, sin que vuelvan a levantarse, | extinguidos como mecha que se apaga.

18 No os acordéis más de lo de otras veces, | no hagáis atención a lo pasado; | 19 que voy a hacer una obra nueva | que ya está comenzando; ¿no la veis? | Voy a abrir un camino en el desierto I y a llevar ríos a la soledad; | 20 y me alabarán las bestias del campo, J los chacales y los avestruces. | Voy a poner agua en el de­sierto, | y torrentes en las tierras áridas, | 21 para abrevar a mi pueblo, a mi elegido, | al pueblo que hice para mí, ] que cantará mis loores.

La liberación es pura misericordia de Yavé

22 Pero tú, ¡oh Jacob!, no me invocas­te; | no te fatigaste en buscarme, Israel; | 23 no me ofreciste ovejas en holocausto, I no me honraste con tus sacrificios; | yo no te abrumé con ofrendas | ni te importuné por el incienso. | 24 No compraste aromas de precio para mí I ni me saciaste con la grosura de tus sacrificios, | sino que me atormentaste con tus pecados | y me ape­naste con tus iniquidades. | 25 Soy yo, soy yo quien por amor de mí borro tus peca­dos | y no me acuerdo más de tus rebel­días. | 26 Hazme recordar, entremos en juicio; | habla tú para justificarte. | 2 7 Pecó tu primer padre, | y tus guías se rebelaron contra mí, | y tus príncipes profanaron mi santuario. | 28 Por eso di a Jacob al ana­tema | y a Israel al oprobio.

Efusión del espíritu de Yavé y conversión de las gentes

A A 1 Oye, pues, ¡oh Jacob!, mi siervo; | ™ " Israel, a quien elegí yo. | 2 Así ha­bla Yavé, que te ha hecho, | en el seno materno te formó I y te ha socorrido. | Nada temas, siervo mío, Jacob, I el Jesu-rún, a quien yo elegí; I 3 porque yo derra­maré aguas en el desierto, I arroyos en lo seco; | derramaré mi espíritu sobre tu posteridad | y mi bendición sobre tus descendientes, | 4 que crecerán como la hierba a orilla del agua, | como prados junto a los ríos. | 5 Este dirá: Yo soy de Yavé; | aquél tomará el nombre de Ja­cob; i y el otro escribirá en su mano: De Yavé; | y querrá ser conocido con el nombre de Israel.

Vanidad de los ídolos 6 Así habla Yavé, el rey de Israel, |

su redentor, Yavé Sebaot: I Yo soy el primero y el último I y no hay otro Dios

805 ISAÍAS 44-45

fuera de mí. * | 7 ¿Quién como yo? Que venga y hable, | que anuncie y se compare conmigo. | ¿Quién desde el principio anun­ció lo por venir? | Que nos prediga lo que ha de suceder. | 8 No os atemoricéis, no temáis nada. | ¿No lo anuncié yo antes ya | y lo predije tomándoos por testigos? | No hay Dios alguno fuera de mi, I y si hay Roca, no la conozco.

9 Todos los hacedores de ídolos son nada, | y sus vanas hechuras no sirven de nada. | Y son testigos ellos mismos, no ven nada, | no saben nada, para ver­güenza suya. | 10 ¿Quién hace un dios, quién funde un ídolo, | para no servir de nada? ] n Mirad, todos sus devotos serán confundidos; I los que los hacen son hombres. | Que se junten, que vengan todos; | todos temblarán, cubiertos de vergüenza. | 1 2 Un herrero aguza el cincel, forja en la fragua su obra, | hace la ima­gen a golpe de martillo, I poniendo toda su fuerza. | Tiene hambre y está agotado; | no bebe, está desfallecido. * | 13 Otro que trabaja en madera | toma sus medidas con la cuerda | y hace sus señales con almagre. | Maneja el cepillo y marca con el compás. | Hace así una semejanza de hombre, de un hombre bello, I para que habite en una casa.

14 Plántanse cedros que hace crecer la lluvia; se deja que se hagan grandes en el bosque, se escogen luego el roble y la encina y se cortan los cedros. I 15 Sirven luego de leña para el fuego, para calen­tarse, | también para cocer el pan. | Y ade­más se hacen con ellos dioses, I ante los cuales se prosternan, I ídolos que adoran. | l é Ha quemado el fuego la mitad de la leña, | sobre las brasas asa carne I y se sacia comiendo el asado. I Caliéntase lue­go, diciendo: | ¡Ea! Me caliento, siento la lumbre. | I7 Con el resto se hace un dios, | un ídolo que adora, postrándose ante él, | y a quien suplica, diciendo: | Tú eres mi dios, sálvame. | 18 Pero ellos no saben, no distinguen; | porque están cerrados sus ojos y no ven, | está cerrado su corazón y no entienden. | 19 No refle­xionan, | son demasiado simples e igno­rantes para decir: | He quemado la mitad |

de la madera, I sobre sus brasas he cocido el pan, | he asado la carne y me la he comido; I lo que con el resto haga será un ídolo execrable, | y me prosternaré ante un tronco de madera. 1 20 Se ali­menta de ceniza, | y su corazón enga­ñado le extravia. | Y no salva su alma diciéndose: | ¿No es pura mentira lo que tengo en la mano?

Sólo Yavé es grande 21 Ten en la memoria estas cosas, Ja­

cob; | mira, Israel, que tú eres mi siervo; | yo te he formado, tú estás para servirme; | Israel, no te olvidaré. | 22 Yo he disipado como nube tus pecados, como niebla tus iniquidades. I Vuelve a mi, que yo te he rescatado. I 23 Cantad, cielos, la obra de Yavé; | resonad, profundidades de la tie­rra ; | saltad de júbilo, montañas; I cantad todos, árboles de la selva; 1 que Yavé ha rescatado a Jacob I y ha mostrado su gloria en Israel.

24 Así dice Yavé, tu redentor, | el que en el seno te formó. I Yo soy Yavé, el que lo ha hecho todo; I yo, yo solo desplegué los cielos I y afirmé la tierra. ¿Quién me ayudó? * I 25 Yo deshago las señales mentirosas de los embusteros I y a los adivinos enloquezco. | Yo obligo a los sabios a retroceder y torno en locura su sabiduría; | 26 pero mantengo las pa­labras dadas a mis siervos I y cumplo los designios revelados a mis mensajeros. | Yo digo a Jerusalén: Serás habitada; | y a las ciudades de Judá: Seréis reedifica­das, | yo levantaré sus ruinas. | 27 Yo digo al abismo: Sécate, | y deseco sus aguas. | 28 Yo digo a Ciro: Tú eres mi pastor, I y él hará lo que yo quiera. | Yo digo a Jerusalén que será reedificada I y que su templo será reconstruido.

Ciro, el libertador de Israel A C ' Así dice Yavé a su ungido, Ciro, | »•* a quien tomó de la mano | para

derribar ante él las naciones, | para des­ceñir la cintura de los reyes, | para abrir ante él las puertas I y dejarle libres las entradas. * | 2 Yo iré delante de ti I y te allanaré los caminos montuosos. | Yo

4 4 6 Otro discurso, que va hasta el fin del c.46. Comienza celebrando a Yavé como Dios único, * * ante quien son nada los ídolos de las gentes. El es quien suscitó a Giro para castigo de las naciones y libertad de su pueblo.

12 Aquí el profeta se burla donosamente de los fabricadores de los ídolos, que se humillan ante lo que ellos mismos fabricaron. Es argumento corriente en los profetas, fundado, si no en la concepción de los sabios, que tenían los ídolos por simples imágenes de los dioses, sí en la concepción del vulgo, en la cual entraban hasta muchos tenidos por sabios, que consideraban los ídolos como dioses, a lo menos en cuanto estaban habitados por las mismas divinidades.

2 4 Otro argumento muy preferido del profeta es este de que Yavé crea la tierra, que extiende los cielos, hace prodigios y predice lo que se propone hacer; al contrario que los ídolos, que de nada de esto son capaces.

A C ' Desde el c.41 el profeta habla de Ciro, aunque sin mencionarle por su nombre. Esta unción ^ ^ es su destino para ejecutar los planes divinos sobre los pueblos y sobre Israel. Ciro es el mi­nistro de la justicia divina contra Babilonia y de la misericordia a favor de Israel. Una y otra cosa

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ISAÍAS 45-46 806

romperé las puertas de bronce I y arran­caré los cerrojos de hierro; I 3 yo te entregaré los tesoros escondidos | y las riquezas enterradas, I para que sepas que yo soy Yavé, el Dios de Israel que te llamó por tu nombre. I * Por amor de mi siervo Jacob, | por amor de Israel, mi elegido, I te he llamado por tu nombre I y te he dado un nombre glorioso, aunque tú no me conocías; | 5 soy yo, Yavé, no es ningún otro; I fuera de mí no hay Dios. Yo te he armado, aunque tú no me cono­cías, 6 para que sepan el levante y el poniente I que no hay ninguno fuera de mí. | 7 Yo soy Yavé, no hay ningún otro. I Yo formo la luz y creo las tinieblas, I yo doy la paz, yo creo la desdicha; soy yo, Yavé, quien hace todo esto. | 8 Destilad, cielos, arriba, el rocío; I lloved, nubes, la justicia; | ábrase la tierra y produzca el fruto de la salvación I y germine la jus­ticia. | Soy yo, Yavé, quien crea esto.

Inutilidad de toda oposición 9 ¡Ay del que contiende con su Hace­

dor! | Es el tiesto de los tiestos de la tierra. I ¿Dice acaso el barro al alfarero: Qué es lo que haces? I ¿Dícele la obra al obrero: Eres un torpe? | I0 ¡Ay del que al padre dice: Por qué engendraste, | o dice a la madre: Por qué pariste! | H Así dice Yavé, | el Santo de Israel, que te formó. | ¿Os atreveríais vosotros a pedir­me cuenta de mis propósitos, | a darme lecciones acerca de la obra de mis ma­nos? | 12 Yo hice la tierra I y creé sobre ella al hombre: I mis manos desplegaron los cielos, | y yo mando a todo su ejér­cito. | 13 Y yo le suscité para justicia I y allano todos sus caminos. I El reedificará mi ciudad I y libertará a mis desterrados, I no por dinero ni por dones, | dice Yavé Sebaot.

La conversión de las gentes l4Así habla Yavé: ! Los trabajadores

de Egipto, los traficantes de Cus, | los sábeos de elevada estatura, I pasarán a ti, y serán tuyos, y te seguirán, | y te servirán esposados, encorvados, I y supli­cantes te dirán: I Sólo tú tienes un Dios, no hay ningún otro, | los dioses no exis­ten ya. | 15 En verdad que tienes contigo un Dios escondido, | el Dios de Israel, salvador. | 16 Todos los hacedores de ido-son una prueba de que Yavé es verdadero Dios, y los dioses que no pueden hacer tales cosas no son nada.

1 El contexto parece exigir la transposición de 1-2 después del v.7. Como prueba de que los ídolos no pueden nada, dice el profeta que a la llegada de Ciro tendrán que ser cargados

sobre bestias para huir con sus adoradores. Una nueva forma de ironía, porque, a la verdad, el ejército de Ciro entró en Babilonia dirigido por un general caldeo, Gubaru, en medio de las acla­maciones del pueblo, y Ciro pocos meses después tomó de manos de Bel el poder sobre Babilonia y permitió volver a los santuarios los dioses, que Nabonides por superstición había reunido en la ciudad.

los están cubiertos de confusión y de ignominia, | vense todos juntos llenos de vergüenza, j ll Israel es salvado por Yavé con salvación eterna; I ni vergüenza ni confusión por los siglos para él.

18 Sí, así habla Yavé, I el que creó los cielos, I el Dios que formó la tierra, | la hizo y la afirmó. | No la creó en vano; | la formó para que fuese habitada. | Soy yo, Yavé, y ningún otro. | í9 No he ha­blado yo en secreto, i en un obscuro rincón de la tierra. | No he dicho yo a la progenie de Jacob: | Buscadme en vano. | Soy yo, Yavé, cuya palabra es verdadera j y cuya predicción es segura.

20 Reunios, venid, acercaos juntamen­te I los sobrevivientes de las naciones. | No tienen entendimiento los que llevan un ídolo de madera | y ruegan a un dios incapaz de salvar. | 2i Hablad, exponed, consultaos unos a otros: ! ¿Quién predijo estas cosas desde mucho ha, I mucho tiempo antes las anunció? | ¿No soy yo, Yavé, el único, I y nadie más que yo? | (22) No hay Dios justo y salvador fuera de mí; | 22 volveos a mí y seréis salvos, | confines todos de la tierra. (23) Porque yo soy Dios y no hay otro; | 23 por mí lo juro, I sale la verdad de mi boca | y es irrevocable mi palabra. 1 24 Doblaráse ante mí toda rodilla | y por mí jurará toda lengua. I 25 (24) De mí dirán: Cierta­mente sólo en Yavé | hay justicia y fuer­za. I A El vendrán cubiertos de ignomi­nia I todos cuantos se agitan contra El. | 26 (25) En Yavé será justificada y glorifica­da I toda la progenie de Israel.

Caída de los ídolos

A C ' Postrado Bel, abatido Nebo, | T»" sus simulacros son puestos sobre bestias de carga, | cargados y llevados con trabajo. * 1 2 Todos son humillados, todos abatidos juntamente; | no pudieron salvar esta carga, | antes ellos mismos son llevados cautivos.

3 Oídme, casa de Jacob, | y vosotros todos, restos de la casa de Israel, lleva­dos desde el seno por mí y carga mía desde el nacimiento. 1 4 Yo mismo hasta vuestra vejez, | hasta vuestras canas, os soportaré; I como ya hice, yo me encargo de sosteneros y preservaros. I 5 ¿A quién queréis compararme? ¿Con quién medir­me? I ¿A quién me haréis semejante,

46

807 ISAÍAS 46-48

igual? I 6 Aquéllos sacan el oro de la bolsa, I pesan la plata en la balanza, I pagan al orfebre y mandan que les haga un dios; I luego se postran y le adoran, | ' le cargan sobre sus hombros, le llevan, | le ponen en su lugar, y allí se está; I no se mueve de su sitio; | claman a él, pero no responde I ni libra de la tribulación.

8 Acordaos de esto y entendedlo; I en­trad en vosotros, rebeldes. I 9 Recordad los tiempos pasados desde el principio. | Sí, yo soy Dios, yo, y no tengo igual. I 10 Yo anuncio desde el principio lo por venir | y de antemano lo que no se ha hecho. I Yo digo: Mis designios se reali­zan, I y cumplo toda mi voluntad. | n Yo llamo de levante al ave de presa, I de lejana tierra al hombre de mi consejo. | Como lo he dicho, así lo haré; | lo he dispuesto y lo cumpliré.

12 Oídme, hombres de duro corazón, | que estáis lejos de la justicia. I 13 Yo haré que se os acerque mi justicia, ya no está lejos, I y no tardará mi salva­ción. I Yo pondré en Sión la salud I y mi gloria en Israel.

Caída de Babilonia 1 Desciende y siéntate en el polvo, I 47

^ • virgen hija de Babilonia. | No más trono; siéntate en la tierra, I hija de los caldeos. | Ya no te llamarán jamás I la delicada, la voluptuosa. * 12 Coge la muela y ve a moler la harina; I quítate el velo, | pon haldas en cinta, descubre tus piernas | y pasa los ríos. | 3 Descubierta será tu desnudez, I se verán tus vergüenzas. I 4 Yo tomaré venganza implacable, I dice nuestro redentor, I Yavé Sebaot es su nombre, | el Santo de Israel. I 5 Siéntate en silencio, súmete en tinieblas, | hija de los caldeos; I ya nunca más te llamarán soberana de los reinos.

6 Estaba yo airado contra mi pueblo | y dejé profanar mi heredad ! y la entre­gué en tus manos. | Tú no tuviste piedad, I e hiciste pesar tu yugo aun sobre los ancianos. | 7 Tú decías: Yo seré siempre, | por siempre, la reina, I y no reflexionaste, | no pensaste en tu fin. | 8 Escucha, pues, esto, voluptuosa, I que te sientes tan segura, | que dices en tu corazón: I Yo y nadie más que yo; I no enviudaré ni me veré sin hijos. | 9 Ambas cosas te ven­drán I de repente, en un mismo día: I la falta de hijos y la viudez I te abruma­rán a un tiempo, | a pesar de tus nume­rosos agüeros | y de tus muchos encan-

A"7 ' N o la ciudad, sino el imperio de Babilonia fue destruido por Ciro. La que hasta entonces era gloriosa reina de los caldeos quedó convertida en una de las muchas grandes ciudades

que abarca el imperio de los persas. La verdadera ruina material sólo vino siglos más tarde.

4 8 1 ^ o r 'OS a . n t ' g u o s Profetas Dios había predicho los castigos que sobre su pueblo enviaría; * *-* ahora predice nuevas cosas, la salud y la restauración de Israel. Nuevo argumento de ser

Yavé verdadero Dios.

tamientos. | 10 Tú estabas fiada en tu maldad | y te decías: No me ve nadie. | Tu sabiduría y tu ciencia te engañaron, | y te decías en tu corazón: I Yo y no más que yo. I n Pero va a caer sobre ti un mal I que no podrás conjurar, | y te abrumará una ruina I que no podrás remediar; ! caerá de repente sobre ti, | sin que preveas sus golpes. I 12 Acude ahora a tus encantamientos, I a las mu­chas hechicerías I con que te fatigas desde la niñez. | Quizá puedan servirte, | quizá puedan hacerte terrible. I I3 ¿Estás can­sada de tanto consultar? I Que vengan ahora, que te salven I los que hacen la carta del cielo, [ y observan las estrellas, | y hacen la cuenta de los meses, | de lo que ha de venir sobre ti. I 14 Helos ahí como briznas de paja, I que serán consu­midas por el fuego. I No podrán escapar | de los brazos de las llamas; I no serán brasas para calentar el pan, | ni ho­guera para sentarse ante ella. | 15 Eso serán para ti I aquellos por quienes te afanaste, tus amigos desde la juventud. | Cada cual ochará por su camino, | y no habrá quien te salve.

Israel sale de Babilonia por pura gracia

A O ! Oíd esto, casa de Jacob, I los "** que lleváis el nombre de Israel, | los salidos de las entrañas de Judá. i Los que juráis por el nombre de Yavé | y alabáis al Dios de Israel, I pero sin verdad y sin justicia, * I 2 aunque lleváis el nombre de la ciudad santa I y os apo­yáis sobre el Dios de Israel, | cuyo nombre es Yavé Sebaot. I 3 Lo que ha pasado, ya ha tiempo lo predije | y de mi boca salió. Yo lo hice oir I y de improviso obré, y todo se ha cumplido. I 4 Porque bien sé que eres duro, I y es tu cerviz una barra de hierro, | y que tienes una frente de bronce. I 5 Yo te predije esto hace tiempo, I antes de que sucediera te lo di a saber. | Para que no dijeras: Lo ha hecho mi ídolo; I mi estatua, mi bronce lo mandó. I 6 Ya lo has oído, lo has visto todo cumplido: I ¿Por qué no pre­decís también vosotros? I Yo te he dado a conocer ahora cosas nuevas, I cosas ocultas que tú no sabías. | 7 Se crean ahora, no en tiempos pasados; I antes de hoy nada habías oído de ellas, I para que no dijeras: Ya lo sabía yo. | 8 N o ; nada habías oído, nada conocías, I nada en mucho tiempo llegó a tus oídos. I Porque

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ISAÍAS 48-49 808

se que eres infiel, I y tu nombre es Re­belde desde que naciste. I ' Yo por la honra de mi nombre contengo mi ira, | por amor de mi gloria te doy largas, | y no llego a exterminarte. I 10 Mira, te pasé por el fuego del crisol, y no había plata; te he pasado por la hornaza de la aflicción. | u Es por mí, por amor de mí lo hago, I porque no quiero que mi nombre sea es­carnecido, | y mi gloría a nadie se la doy.

12 Óyeme, Jacob, | y tú, Israel, que yo te llamo; | soy yo, yo, el primero, | y aun también el postrero. I 13 Mi mano cimentó la tierra, | mi diestra desplegó los cielos, | y los llamé y luego aparecie­ron. | 14 Reunios todos y oid: I ¿quién de entre ellos anunció estas cosas? I Aquel a quien Yavé ama, cumplirá su voluntad 1 contra Babilonia y contra la raza de los caldeos. | 13 Yo, yo le he hablado, yo le he llamado, | yo le guío y prospero sus caminos. | 1<¡ Acercaos a mí y oíd esto: | Desde el principio no os he hablado en las sombras; I cuando las cosas se hacían, allí estaba yo. | Y ahora yo, el Señor, Yavé, | soy quien le envía con su espíritu.

i? Así habla Yavé, tu redentor, | el Santo de Israel: | Yo soy Yavé, tu Dios, | que para tu bien te enseña I y te pone en el camino que has de seguir. | 18 ¡Ah!, si atendieras a mis leyes, | tu paz sería como un río, | y tu justicia como las olas del mar. | " Tu descen­dencia sería como los granos de arena; I los frutos de tus entrañas, como el polvo. | Y nada borraría, nada raería | tu nombre de delante de mí. I 20 Salid de Babilonia, huid de entre los caldeos | con canto de alegría; | anunciad, pregonad la buena nueva, | que llegue hasta los confines de la tierra. | Decid: Rescata Yavé | a su siervo Jacob. | 2l No tendrá sed en el desierto por el cual los guía; I hará que broten para ellos aguas de la roca, I abrirá la peña y brotarán las aguas. ¡ 22 Pero no hay paz para los malvados, dice Yavé.

S E X T A P A R T E

ISRAEL, LIBERTADO POR EL SIERVO DE YAVÉ

(40-66) J A i ¡Oídme, islas! | ¡Atended, pueblos ^ »» lejanos! | Yavé me llamó desde an­tes de mi nacimiento, | desde el seno de

mi madre me llamó por mi nombre.* | 2 El hizo mi boca como cortante espada, | El me guarda a la sombra de su mano, | hi­zo de mí aguda saeta I y me guardó en su aljaba. | 3 El me ha dicho: Tú eres mi sier­vo, | en ti seré glorificado. | 4 Yo me de­cía: Por demás he trabajado, | en vano y para nada consumí mis fuerzas, I pero mi causa está en manos de Yavé, I mi recom­pensa en las manos de mi Dios. I s Y aho­ra dice Yavé, el que desde mi nacimiento me formó para siervo suyo, | para traer a él a Jacob, I para congregarle Israel. | Yavé me ha dado este honor, I y El, mi Dios, será mi fuerza. I « Díjome: Poco es para mí ser tú mi siervo para restablecer las tribus de Jacob [ y reconducir a los salvados de Israel. I Yo te hago luz de las gentes | para llevar mi salvación has­ta los confines de la tierra. | 7 Así dice Yavé, | el Redentor de Israel, su Santo, | al menospreciado y abominado de las gen­tes, [ al esclavizado por los tiranos. I Ve-ránte los reyes, y se levantarán; I los prin­cipes, y se prosternarán, | por la obra de Yavé, que es fiel; | del Santo de Israel, que te ha elegido.

La liberación 8 Así habla Yavé: I Al tiempo de la

gracia te escuché, | el día de la salvación vine en tu ayuda. | Yo te formé y te puse por alianza de mi pueblo, | para restable­cer la tierra | y repartir las heredades de­vastadas.

9 Para decir a los presos: Salid; y a los que moran en tinieblas: Venid a la luz. | En todos los caminos serán apacenta­dos, | habrá pastos en todas las laderas. I 10 No padecerán hambre ni sed, I calor ni viento solano que los aflija. I Porque los guiará el que de ellos se ha compade­cido | y los llevará a aguas manantiales. I 11 Yo tornaré todos los montes en cami­nos 1 y estarán preparadas las vías. 112 Vie­nen de lejos: | éstos, del norte y del po­niente; | aquéllos, de la tierra de Sinim. *

Restauración de Sión 13 Cantad, cielos; tierra, salta de go­

zo; | montes, que resuenen vuestros cán­ticos, | porque ha consolado Yavé a su pueblo, | ha tenido compasión de sus ma­les. | 14 Sión decía: Yavé me ha abando­nado, el Señor se ha olvidado de mí. | ¿Puede la mujer olvidarse del fruto de su

49 1 Con esta invitación, dirigida a las Islas del Mar y a los pueblos remotos, parece comenzar un nuevo oráculo muy importante, por la parte que en él tiene el Siervo de Yavé, a quien

Dios concede una palabra poderosa para restablecer a las tribus de Jacob y llevar la luz hasta los confines de la tierra. Jerusalén, restaurada, se maravillará de su fecundidad, y las naciones vendrán a ella para servirla. Todo es obra del poder de Yavé, único salvador de Israel, que en esto mostrará haber reanudado su pacto con Jacob. En 50,4, de nuevo aparece el Siervo de Yavé, dócil en seguir sus enseñanzas, paciente en sufrir los ultrajes, a quien Israel debe oir lo mismo que las naciones para alcanzar las promesas de Abraham. .

12 Sinim, nombre misterioso, que algunos corrigen Sevenim, Syena, al sur de Egipto.

809 ISAÍAS 49-51

vientre, | no compadecerse del hijo de sus entrañas? | 15 Pues aunque ella se olvi­dara, I yo no te olvidaría. | l 6 Mira, te ten­go grabada en mis manos, | tus muros es­tán siempre delante de mí. | i? Ya vienen aprisa los que levantarán tus ruinas, [ y tus asoladores huyen lejos de ti. | 18 Echa en torno de ti los ojos y mira; | todos se reúnen para venir a ti. | Por mi vida, dice Yavé, que te revestirás de ellos como de ornamento | y te ceñirás de ellos como novia. I 19 Porque tu tierra, devastada, arruinada, desierta, será ahora estrecha para la muchedumbre de tus habitantes, | y se alejarán los que te devoraban. | 20 En­tonces dirán a tus oídos los hijos de la madre que los había perdido: | La tierra es demasiado estrecha para mí; | hazme lugar para que habite en ella. | 21 Y tú di­rás en tu corazón: [ ¿Quién, pues, me ha parido a éstos? | Yo había perdido mis hijos y quedé estéril. I ¿A éstos quién los ha criado? | Yo estaba sola. ¿De dónde vienen éstos?

22 Así habla el Señor, Yavé: | Yo ten­deré mi mano a las gentes y alzaré mi bandera a las naciones, I y traerán en bra­zos a tus hijos y en hombros a tus hijas. | 23 Reyes serán tus ayos, | y reinas tus no­drizas; I postrados ante ti, rostro a tie­rra, I lamerán el polvo de tus pies. | Y sa­brás que yo soy Yavé | y que el que en mí confía no es confundido.

24 ¿Se le quita al guerrero su botín? ¿Se le escapa al poderoso su presa? | 25 Así habla Yavé: | Pues yo arrebataré al guerrero su botín | y al poderoso le arrancaré su presa, | y defenderé tu cau­sa I y salvaré a tus hijos. | 2 f Y a los que te despojaron les haré comer sus propias carnes | y se embriagarán de su sangre como de vino dulce. | Y reconocerá toda carne que yo soy Yavé, tu salvador, | tu redentor, el Fuerte de Jacob.

C í\ ! Asi dice Yavé: | ¿Dónde está el * » " libelo de repudio de vuestra ma­dre, I por el cual la he repudiado yo? | ¿O cuál es aquel de mis acreedores | a quien os haya vendido yo? | Por vuestros crímenes fuisteis vendidos | y por vues­tros pecados fue repudiada vuestra ma­dre. I 2 ¿Por qué cuando yo venía no ha­llaba a nadie | y cuando llamaba nadie me respondía? I ¿Habráse acortado mi brazo para salvar | o no tendré ya fuerza para librar? | Con sólo mi amenaza seco el mar | y torno en desierto los ríos, | has­ta perecer sus peces por falta de agua I y morir de sed sus vivientes. | 3 Yo revisto los cielos de un velo de sombras I y los cubro como de saco.

4 El Señor, Yavé, me ha dado lengua de discípulo | para saber sostener con mi palabra a los abatidos. | Cada maña­

na despierta mis oídos para que oiga co­mo discípulo; I 5 el Señor, Yavé, me ha abierto los oídos, | y yo no me resisto, no me echo atrás. | * He dado mis espal­das a los que me herían, I y mis mejillas a los que me arrancaban la barba. | Y no escondí mi rostro ante las injurias y los esputos. ] 7 El Señor, Yavé, me ha soco­rrido, I y por eso no cedí ante la ignomi­nia I e hice mi rostro como de pedernal, | sabiendo que no sería confundido. | 8 Cer­ca está mi defensor. ¿Quién quiere con­tender conmigo? I Comparezcamos jun­tos. ¿Quién es mi adversario? | Que se ponga frente a mí. | 9 Sí, el Señor, Yavé, me asiste. | ¿Quién me condenará? I To­dos ellos caerán en pedazos, como vesti­do viejo; I la polilla los consumirá. | i° Quien de vosotros tema a Yavé, | oiga la voz de su Siervo. | El que ande en ti­nieblas, privado de luz, | que confíe en el nombre de Yavé y se apoye sobre su Dios. I 11 Los que estáis encendiendo un fuego i y preparando saetas encendidas, | arrojaos a las llamas de vuestro fuego | so­bre las saetas que encendéis. I De mi ma­no os llegará esto, | y seréis atormentados en un lecho de dolor.

Exhortación a los israelitas fíeles

C 1 ' Oídme vosotros, los que seguís «* * la justicia | y buscáis a Yavé. [ Considerad la roca de que habéis sido ta­llados, I la cantera de que habéis sido sa­cados. I 2 Mirad a Abraham, vuestro pa­dre, I y a Sara, que os parió en dolores. | Sólo a él le elegí yo, | y le bendije y le mul­tipliqué. I 3 D e c i e r t 0 Yavé consolará a Sión, I consolará todas sus ruinas | y tor­nará su desierto en vergel, | y su soledad en paraíso de Yavé, | donde habrá gozo y alegría | y cantos y alabanza.

4 Atended, pueblos, a mi voz; | prestad­me oído, naciones. | Que de mí viene la doctrina | y mi ley será la luz de los pue­blos. I 5 Mi justicia se acerca, ya viene mi salvación, | y mi brazo hará justicia a los pueblos. I A mí me esperan las islas | y aguardan mi poder. | 6 Alzad los ojos al cielo I y mirad la tierra a vuestros pies. | Pasarán los cielos como humo, | se enve­jecerá como un vestido la tierra | y mori­rán como las moscas sus habitantes. | Pe­ro mi salvación durará por la eternidad | y mi justicia no tendrá fin.

7 Oídme vosotros, los que conocéis la justicia; | tú, pueblo, en cuyo corazón está mi Ley. | No temas las afrentas de los hombres, | no te asusten sus ultrajes. | 8 Porque como a vestidura los comerá la tínea, I como a lana los roerá la poli­lla. I Pero mi justicia durará por la eter­nidad, I y mi salvación de generación en generación.

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ISAÍAS 51-52 810

o Álzate, álzate, revístete de fortaleza, I brazo de Yavé. | Levántate, como en los tiempos antiguos, I en los siglos remo­tos. | ¿No eres tú quien aplastaste a Ra-hab | y atravesaste al dragón? | 1° ¿No eres tú quien secaste el mar, | las aguas del profundo abismo, | y tornaste las pro­fundidades del mar en camino | para que pasasen los redimidos? | n Volverán los rescatados de Yavé, | volverán a Sión con cantos de triunfo, | coronada de gloria eterna su frente. | Se apoderarán de ellos el gozo y la alegría, | huirán el llanto y la tristeza.

12 Soy yo vuestro consolador. I ¿Por qué temer tú a un débil mortal, | a un hom­bre que es como el heno, | 13 olvidándote de Yavé, tu Hacedor, | que desplegó los cielos y fundó la tierra, I para estar te­miendo todo el día I el furor de tu opre­sor, | que busca destruirte? I 14 ¿Dónde está el furor del que te oprimía? | Bien pronto será liberado el cautivo. I N o mo­rirá en su cárcel, | no le faltará el pan.

15 Yo soy Yavé, tu Dios, | que levanto el mar y embravezco sus olas, I y cuyo nombre es Yavé Sebaot. I 16 Yo pondré en tu boca mi palabra I y te protegeré con la sombra de mi mano, | desplegan­do los cielos y fundando una tierra ¡ y diciendo a Sión: Tú eres mi pueblo.

17 Despierta, despierta, levántate, Je-rusalén, | tú que has bebido de la mano de Yavé I el cáliz de su ira; I tú que has apurado hasta las heces I el cáliz que atur­de. * ! l s No hubo nadie que la guiara ! de todos los hijos que ella parió; I ninguno la sostuvo con su mano ¡ de cuantos hi­jos crió. ! ' 9 Cayeron sobre ti estos dos males. | ¿Quién se dolerá de ti? ¡ Ruina y azote, hambre y espada, I ¿quién te con­solará? ! 20 Tus hijos yacen desfallecidos i en las encrucijadas de los caminos, | co­mo antílopes cazados a lazo, I ebrios de la ira de Yavé, i de los furores de tu Dios.

21 Oye, pues, malaventurada, I ebria, pe­ro no de vino. I 2 2 Así habla tu Señor, Ya­vé, | tu Dios, que aboga por su pueblo: Yo tomaré de tu mano | la copa em­briagadora, ¡ el cáliz de mi ira, I y no lo beberás ya más. I 23 Y lo pondré en la ma­no de los tiranos, I en la mano de tus opresores, I en la mano de los que te de­cían: | Encórvate para que pasemos por

encima de ti, | cuando pisaban tu dorso como se pisa la tierra, | como camino de los que pasan.

C O ' Levántate, levántate, revístete de * * " fortaleza, ¡oh Sión!; I viste tus ves­tiduras de fiesta, | Jerusalén, ciudad san­ta; | que ya no entrará más dentro de ti | incircunciso ni inmundo. | 2 Sacúdete el polvo, levántate, | Jerusalén cautiva. I Desata las ataduras de tu cuello, I cauti­va, hija de Sión.

3 Así dice Yavé: De balde fuisteis ven­didos y sin precio seréis rescatados.4 Pues así dice Yavé: A Egipto bajó mi pueblo en otro tiempo para habitar allí como peregrino, pero Asur le cautivó sin ra­zón. 5 ¿Qué, pues, he de hacer yo, dice Yavé, ahora que ha sido tomado gratis mi pueblo? Sus opresores aullan y con­tinuamente, dice Yavé, es blasfemado mi nombre. 6 También mi pueblo conocerá mi nombre y que soy yo quien dice: Aquí estoy.

A l e g r í a d e la r e s t a u r a c i ó n 7 ¡Qué hermosos son sobre los montes |

los pies del mensajero | que anuncia la paz, | que te trae la buena nueva, i que pregona la salvación, | diciendo a Sión: Reina tu Dios! I 8 ¡Voces! Tus atalayado­res alzan la voz, | y todos a una cantan jubilosos, | porque ven con sus ojos ! có­mo se ha vuelto Yavé hacia Sión.

9 Cantad todas a una vuestros cantos, | ruinas de Jerusalén, I que consuela Yavé a su pueblo I y rescata a Jerusalén. i l 0 Ya­vé alza su santo brazo 1 a los ojos de to­dos los pueblos, | y los extremos confines de la tierra ] ven la salvación de nuestro Dios.

11 Partid, partid, salid de ahí, | no to­quéis nada inmundo. | Salid, purificaos | los que lleváis los utensilios de Yavé. i 12 Pero no salgáis a la desbandada, | no partáis como fugitivos, I porque va Yavé a vuestro frente, | y vuestra retaguardia es el Dios de Israel. *

P o e m a de l S i e r v o d e Y a v é 13 He aquí que mi Siervo prosperará, |

será engrandecido y ensalzado, puesto muy alto. | >4 Como de él se pasmaron muchos, | tan desfigurado estaba su ros-

ff*f l 7 Nuevamente se insiste en el pensamiento varias veces repetido. Israel ha sufrido la ira ** • de su Dios, ha bebido la copa de su cólera en castigo de sus pecados, pero la hora del castigo de Babilonia se acerca, y ésta será la hora de la libertad de Israel.

K O 1 2 Esta sección (52,13-53.12), con los varios fragmentos dispersos que antes hemos ido x '** indicando, forma un verdadero poema, que es a la vez el vaticinio más claro de la pasión del Siervo del Señor, y que podríamos llamar el profético y primer relato de la pasión. Los dolo­res del Siervo, la causa de ellos y los frutos de la muerte se hallan descritos con los más vivos colo­res. Una cosa,.sin embargo, hay que notar: que, tanto aquí como en los pasajes anteriores, este Siervo aparece, como Melquisedec, sin padre ni genealogía; parece como si no tuviera nada que ver con el glorioso hijo de David y restaurador de su reino. Por eso se explica que estos pasajes fue­ran un enigma para los judíos, como les fue después escándalo el misterio de la cruz.

811 ISAÍAS 52-55

tro I que no parecía ser de hombre , I I 5 así se admirarán de él las gentes | y los reyes cerrarán ante él su boca I al ver lo que jamás vieron, | al entender lo que jamás habían oído.

C O ' ¿ Q u i é n c r e e r á l o q u e h e m o s «»«* oído? I ¿A quién fue revelado el brazo de Yavé? I 2 Sube ante El como un retoño, I como retoño de raíz en tierra árida. I N o hay en él parecer, no hay her­mosura que atraiga las miradas, ! no hay en él belleza que agrade. I 3 Despreciado, desecho de los hombres, I varón de dolo­res, conocedor de todos los quebrantos, I ante quien se vuelve el rostro, I menospre­ciado, estimado en nada.

4 Pero fue él, ciertamente, quien tomó sobre sí nuestras enfermedades I y cargó con nuestros dolores, | y nosotros le tu­vimos por castigado I y herido por Dios y humillado. I J Fue traspasado por nues­tras iniquidades I y molido por nuestros pecados. I El castigo salvador pesó sobre él, I y en sus llagas hemos sido curados. I 6 Todos nosotros andábamos errantes, co­m o ovejas, I siguiendo cada uno su cami­no, I y Yavé cargó sobre él | la iniquidad de todos nosotros.

7 Maltratado y afligido, | no abrió la boca, I como cordero llevado al matade­ro , I como oveja muda ante los trasquila­dores. I 8 Fue arrebatado por un juicio inicuo, I sin que nadie defendiera su cau­sa I cuando era arrancado de la tierra de los vivientes I y muerto por las iniquida­des de su pueblo. I ' Dispuesta estaba en­tre los impíos su sepultura, I y fue en la muerte igualado a los malhechores, I a pesar de no haber en él maldad I ni ha­ber mentira en su boca. I , 0 Es que quiso quebrantarle Yavé con padecimientos.

Ofreciendo su vida en sacrificio por el pecado, I tendrá posteridad y vivirá largos días, I y en sus manos prosperará la obra de Yavé. I u Librada su alma de los tor­mentos verá, I y lo que verá colmará sus deseos. I El Justo, mi siervo, justificará a muchos [ y cargará con las iniquidades de ellos. I 12 Por eso yo le daré por parte suya muchedumbres, I y recibirá muche­dumbres por bot ín; | por haberse entre­gado a la muerte I y haber sido contado entre los pecadores | cuando llevaba so­bre sí los pecados de todos I e intercedía por los pecadores.

G l o r i a d e la n u e v a S i ó n CA ' Regocíjate, estéril, la sin hijos; I O ^ entona un canto de alegría, tú que no conoces los dolores del parto. | Por-

ttM ' Los ce 54,1-55,11, y después 60,1-62,12, forman como un gran poema en que se describe v ' ^ ' la gloriosa restauración de Jerusalén, convertida en centro de las naciones, que se sienten atraídas a ella por las maravillas que ven realizadas por Yavé. El tema se encuentra con frecuencia en los profetas, pero en ninguna parte tratado con la amplitud y el alto lirismo que aquí.

que los hijos de la abandonada son más numerosos I que los hijos de la casada, dice Yavé. *

2 Ensancha el espacio de tu tienda, | extiende las pieles que te cubren; I no las recojas, alarga tus cuerdas I y refuerza tus clavos; I 3 porque te extenderás a derecha e izquierda, I y tu descendencia poseerá las naciones I y poblará las ciudades de­siertas. I 4 Nada temas, que no serás con­fundida; no te avergüences, que no serás afrentada. Te olvidarás de la vergüenza de la juventud I y perderás el recuerdo del oprobio de tu viudez. 15 Porque tu marido es tu Hacedor, I que se llama Yavé Se­baot , I y tu redentor es el Santo de Israel, | que es el Dios del mundo todo.

6 Sí, Yavé te llamó | como a mujer aban­donada y desolada. I La esposa de la ju­ventud, ¿podrá ser repudiada?, dice tu Dios. I 7 Por una hora, por un momento te abandoné, I pero en mi gran amor vuel­vo a llamarte. I 8 Desencadenando mí ira, oculté de ti mi ros t ro; I un momento me alejé de t i ; I p»ro en mi eterna misericor­dia me apiadé de ti, I dice Yavé, tu re­dentor.

9 Será como al tiempo de Noé, | en que juré que nunca más el diluvio | se echaría sobre la tierra. I Así juro yo ahora no vol­ver a enojarme contra ti, no volver a re­ñirte. I 10 Que se muevan los montes, I que tiemblen los collados, I no se apartará más de ti mi misericordia, I y mi alianza de paz será inquebrantable, | dice Yavé, que te ama.

11 ¡Pobrecita, azotada por la tempestad, sin abrigo! I Voy a edificarte sobre jaspe, ¡ sobre cimientos de zafiro. | i2 Te haré al­menas de rubí I y puertas de carbunclo, I y toda una muralla de piedras precio­sas. I 13 Todos tus hijos serán adoctrina­dos por Yavé I y gozarán de mucha paz. | 14 Serás fundada sobre la justicia, I y es­tará lejos de ti la opresión, que no habrás de temer, I y la angustia, que no te llega­rá jamás.

13 Si te atacare alguno, no será de par­te mía, I y quien te ataque caerá ante ti. | 16 Mira, yo he hecho al herrero, I que so­pla las brasas del fuego [ y con su tra­bajo forja un a rma; también he hecho yo al destructor para destruir. | l 7 T o d a ar­ma forjada contra ti será inútil, I y cual­quiera que sea la lengua que contra ti se querelle, triunfarás tú. I Esta es la por­ción de los servidores de Yavé | y la jus­ticia que de mí les vendrá, dice Yavé.

C C l ¡Oh vosotros, los sedientos!, ve-*»** nid a las aguas; I aun los que no

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ISAÍAS 55-57 812

i tenéis dinero. | Venid, comprad pan y co­med; | venid, comprad sin dinero, | sin pagar, vino y leche. | 2 ¿A qué gastar vues­tro dinero no en pan, | y vuestro trabajo no en hartura? | Escuchadme y comeréis lo mejor | y os deleitaréis con manjares suculentos. I 3 D a d m e oidos y venid a mí ; | escuchadme y vivirá vuestra alma, | y haré con vosotros un pacto sempiterno, j el de las firmes misericordias de David. I 4 D e ti he hecho un testimonio para las gentes, I un jefe y maestro de los pue­blos. | 5 Llamarás a pueblos que te son desconocidos, | y pueblos que no te co­nocen | correrán a ti, | por Yavé, tu Dios, I por el Santo de Israel, que te glorificará.

6 Buscad a Yavé mientras puede ser hallado, | llamadle en tanto que está cerca. | 7 Deje el impío sus caminos, | y el malvado sus pensamientos, I y vuélvase a Yavé, que tendrá de él misericordia; I a nuestro Dios, que es rico en perdones. 8 Porque no son mis pensamientos vues­tros pensamientos, I ni mis caminos son vuestros caminos, dice Yavé. I 9 Cuanto son los cielos más altos que la tierra, I tanto están mis caminos por encima de los vuestros, | y por encima de los vues­tros, mis pensamientos. | i° Como baja la lluvia y la nieve | de lo alto del cielo, y no vuelven allá | sin haber empapado y fecundado la tierra y haberla hecho ger­minar, | dando la simiente para sembrar y el pan para comer, | n así la palabra que sale de mi boca | no vuelve a mí vacía, | sino que hace lo que yo quiero | y cumple su misión.

12 Sí, partiréis con regocijo I y cami­naréis en paz. | Montes y collados os aclamarán | y todos los árboles del campo os aplaudirán. | 13 En vez de los espinos, crecerá el ciprés; | en vez de las ortigas, el mirto, I y será esto gloria para Yavé, | señal eterna, imperecedera.

V o c a c i ó n d e las g e n t e s r / » i Así dice Yavé: | Guardad el de-O ™ recho, obrad la justicia, | que pron­to va a venir mi salvación | y a revelarse mi justicia. 12 Bienaventurado el varón que esto hiciere, | y el hijo del hombre que a ella se asiere, | y que guarde el sábado sin profanarlo I y guarde sus manos de toda obra mala.

3 Que no diga el extranjero allegado a Yavé: | Yavé me excluye de su pueblo. | Que no diga el eunuco: | Yo soy un

árbol seco. | * Porque asi dice Yavé a los eunucos | que guardan mis sábados | y eligen lo que me es grato | y son fieles a mi pacto: * | s Y o os daré en mi casa, dentro de mis muros, | poder y nombre, mejor que hijos e hijas. | Y o les daré un nombre eterno, | que nunca perecerá. | 6 Y a los extranjeros allegados a Yavé | para servirle y amar su nombre, | para ser sus servidores, I que guarden el sá­bado sin profanarlo | y sean fieles a mi pacto, | 7 yo los llevaré al monte de mi santidad | y los recrearé en mi casa de oración. | Sus holocaustos y sacrificios serán gratos en mi altar, | porque mi casa será llamada casa de oración | para todos los pueblos.

L o s m a l o s p a s t o r e s d e I s r ae l 8 Oráculo del Señor, Yavé, I que re-

une a los dispersos de Israel: | A los reunidos yo allegaré otros. | 9 Bestias del campo, fieras de la selva, | venid todas a comer. | 1() Mis guardianes son ciegos todos, | no entienden nada. | Todos son perros mudos | que no pueden ladrar ; | soñolientos, se acuestan, | son amigos de dormir. | n Son perros voraces, insacia­bles, ! y aun los pastores no entienden, I siguen cada uno su camino, | cada cual busca su interés. | 1 2 «Venid, voy en busca de vino, | y beberemos licores, I y ma­ñana será como hoy I día grande, muy grande».

I d o l a t r í a s d e I s r ae l C rf ' Perece el justo, | y no hay quien *» * pare mientes; I desaparecen los buenos, | y no hay quien entienda | que el justo es recogido ante la aflicción, I 2 para entrar en la paz, | para que des­cansen en sus lechos | los que siguen el camino derecho.

3 Acercaos, pues, vosotros, | hijos de bruja, 1 generación de adúltera y de pros­tituta. * | 4 ¿De quién os burláis? I ¿A quién hacéis muecas y sacáis la lengua? | ¿No sois vosotros hijos de pecado, | raza de mentira, | 5 encendidos de concupiscencia bajo el terebinto | y bajo todo árbol frondoso, | sacrificando niños en el lecho de los torrentes, I en los huecos de las peñas?

6 Los lisos chinarros del torrente serán tu parte, | he ahí tu porción. | A ellos hiciste tus libaciones | y llevaste ofrendas; I ¿no habré de resentirme yo? I 7 Sobre un

Kfl 4 La ley deuteronómica (23,1 ss.) excluía a los eunucos de la comunidad de Israel; pero " " aquí el Señor declara abrogada esa ley en favor de la piedad de los eunucos, que por ella podrán alcanzar un nombre glorioso en el reino mesiánico.

Í 7 ' Este pasaje, como casi todo lo que sigue hasta el fin del libro, se distingue notablemente ** * de lo que precede. Allí sólo suenan palabras de triunfo, de alegría por la vuelta de Israel a la gracia de su Dios; aquí, en cambio, hallamos lo que es tan frecuente en los profetas y más en Isaías: la reprensión de los pecados y las amenazas de castigos.

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monte alto, bien alto, I pones tu cama; I después subes allá | para sacrificar. | 8 Detrás de la puerta y del umbral | pones tu memoria, | y lejos de mí, des­vergonzadamente te desnudas, | subes a la cama y la ensanchas I y te prostituyes con aquellos cuyo comercio deseas, I com­partiendo su lecho. *

9 Corres a Moloc con ungüentos, | lle­nas las manos de perfumes, | envías lejos a tus mensajeros, I hasta la profundidad del seol. | i° El largo viaje te fatiga, I pero no dices: Renuncio a él. | Hallas nuevas fuerzas | y no desistes. | •• ¿De quién temes, qué te asusta, I para rene­gar de mí, I para no acordarte más de mí I y no hacerme caso? | ¿No me he callado y he cerrado los ojos, | y tú no me temiste? | 12 Pues ahora voy a pregonar mi justicia, | y tus obras de nada te servirán. | 13 Grita. Que te salven tus ídolos. I A todos los llevará el viento, | un soplo los arrebatará. I Pero el que en mí confía heredará la tierra I y poseerá mi monte santo.

P r o m e s a d e p e r d ó n a los a r r e p e n t i d o s

1 4 Y se dirá: Abrid, abrid camino, alla­nadlo, I quitad los tropiezos del camino de mi pueblo; | 15 porque así dice el Altísimo, I cuya morada es eterna, cuyo nombre es santo: | Yo habito en la altura y en la santidad, I pero también con el contrito y humillado, | para hacer revivir los espíritus humillados I y reanimar los corazones contritos. | i* Pues yo no quie­ro estar siempre contendiendo, I ni quiero estar siempre enojado, I porque sucum­biría ante mí todo espíritu, I las almas que yo he creado.

17 Po r su iniquidad, un tiempo yo le herí en mi ira, | y ocultándome, le cas­tigué sañudo. I El rebelde seguía por los caminos de su corazón. | l s Sus caminos los conozco yo, y le sanaré | y le conduciré y le consolaré. | w Y o pondré cantos en los labios afligidos. I Paz, paz al que está lejos y al que está cerca, I dice Yavé; yo le curaré. | 2 0 Pero los malvados son un mar proceloso, | que no puede aquietar­se I y cuyas olas arrojan cieno y lodo. | 2 1 N o hay paz, dice Yavé, para los impíos.

L o s p e c a d o s d e I s r a e l

[ Q ' Clama a voz en cuello sin cesar; | OO alza tu voz como trompeta I y echa en cara a mi pueblo sus iniquidades, | y sus pecados a la casa de Jacob. * | 2 Día tras dia me buscan | y quieren saber mis caminos, I como si fueran un pueblo que

8 Imagen de la idolatría. Cf. Ez 16,23. C Q ! Pretende el pueblo merecer la gracia de ^ ^ ticia y observar la Ley del Señor, que es e

ISAÍAS 57-59

ama la justicia, | sin apartarse de la ley de Dios. I Me piden leyes justas | y pre­tenden acercarse a Dios. I 3 ¿A qué ayu­nar, si tú no lo ves? | ¿A qué humillar nuestras almas, si tú no te das por en­tendido? I Sí, pero en el día de ayuno os vais tras vuestros negocios | y oprimís a todos vuestros servidores. | 4 Ayunáis para mejor reñir y disputar, | para herir inicuamente con el puño. I N o ayunéis como lo hacéis ahora, | si queréis que en lo alto se oiga vuestra voz. | 5 El ayuno que me agrada I es el día en que se humi­lla el hombre. I Encorvar la cabeza como un junco I y acostarse con saco y en ceniza, | ¿a eso llamáis ayuno I y día agradable a Yavé?

E l a y u n o g r a t o a Y a v é 6 ¿Sabéis qué ayuno quiero yo?, | dice

el Señor, Yavé: ( Romper las ataduras de iniquidad, | deshacer los haces opreso­res, I dejar ir libres a los oprimidos I y quebrantar todo yugo; | 7 partir su pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo, | vestir al desnudo | y no volver tu rostro ante tu hermano. | 8 Entonces brillará tu luz como la aurora, | y se dejará ver pronto tu salud, | e irá delante de li la justicia, I y detrás de ti la gloria de Yavé. I 9 Entonces llamarás, y Yavé te oirá; I le invocarás, y El dirá: Heme aquí.

Cuando quites de ti la opresión, I el gesto amenazador y el hablar al tanero; | !0 cuando des de tu pan al hambriento | y sacies el alma del indigente, | brillará tu luz en la obscuridad, I y tus tinieblas serán cual mediodía. I n Yavé será siempre tu pastor, [ y en el desierto hartará tu alma | y dará vigor a tus huesos. I Serás como huerto regado, I como fuente de aguas vivas, I que no se agotan jamás. I 12 Edi­ficarán tus hijos las desiertas ruinas | y alzarás los cimientos primeros; | y te l lamarán reparador de las brechas | y restaurador de las casas en ruinas.

13 Cuando te abstengas de profanar el sábado | y de ocuparte en tus negocios el día santo, I y hagas del sábado tus deli­cias I y lo santifiques, alabando a Yavé, | y me honres, dejando tus negocios, | el trabajo que te ocupa y los discursos va­nos, I 14 entonces será Yavé tu delicia I y llevará tu carro a las alturas de la tierra. | Te haré gozar de la heredad de Jacob, tu padre; I habla la boca de Yavé.

P o d e r s a l v a d o r d e Y a v é , m a s p a r a el

q u e se e n m i e n d a

C Q x N o , no se ha acortado la mano

*»«» salvadora de Yavé, I ni se ha he-

Dios con ayunos y no se cuida de practicar la jus-

1 ayuno grato a Yavé (cf. Zac 7).

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ISAÍAS 59-60 814

cho su oído duro para oir. * I 2 Vuestras iniquidades cavaron un abismo I entre vosotros y vuestro Dios; I vuestros peca­dos hacen que El oculte sus rostro I para no oiros; | 3 porque vuestras manos están manchadas de sangre, I y vuestros dedos de iniquidades; I vuestros labios hablan mentira I y vuestra lengua dice maldades. | 4 N o hay quien clame por la justicia, I nadie que juzgue con verdad. I Confían en vanidades y hablan vanidades; I con­ciben maldades y paren crímenes; I 5 in­cuban huevos de áspides I y tejen telas de araña, I y el que come los huevos muere, I y si los rompe sale un basilisco. I 6 Y sus telas no sirven para hacer ves­tidos, | no pueden cubrirse con su obra ; | sus obras son obras de iniquidad, | y llevan en sus manos la rapiña. I 7 Corren tras el mal sus pies | y se dan prisa a derramar sangre inocente. I Sus pensa­mientos son pensamientos de iniquidad, I y a su paso dejan el estrago y la ruina. 8 N o conocen los caminos de la paz, I no hay en sus sendas justicia; I sus vere­das son tortuosas, I y quien por ellas va no conoce la paz.

9 Por eso se alejó de nosotros el juicio, I por eso no nos alcanza la justicia. I Es­peramos luz, y no vemos más que tinie­blas; | resplandor, y no hay más que obscuridad. I 10 Vamos palpando como el ciego a lo largo del muro, I y andamos a tientas, como quien no tiene ojos. Tropezamos en pleno dia como si fuera de noche; | estamos a obscuras, como muertos; I • 1 gruñimos todos como osos I y gemimos como palomas; ! esperamos la liberación, pero no viene; I la salvación, Pero está lejos de nosotros. I I 2 Porque son ante ti muy numerosos nuestros pe­cados, ! y nuestros crímenes dan testi­monio contra nosotros. [ Presentes nos sstan nuestros crímenes y conoce­mos nuestras iniquidades. '3 Rebelarse y renegar de Yavé: I apostatar y alejarnos ae nuestro Dios: I hablar la perfidia v la violencia; I concebir en el corazón y pro-tenr palabras de mentira; I ' « y se aleja ; ' derecho, | y se ausenta la justicia, I y tropieza la buena fe en las plazas, I no "alia lugar la rectitud. " sido desterrada e s roído.

Violo Yavé y se indignó, l que ya

un hombre I y le asombró que no hubiera intercesor. I Y se apoyó en su brazo I y vino en su ayuda su justicia; 1 y se revistió de la justicia como de coraza, y puso sobre su cabeza el casco de la salvación, I y se vistió de vestiduras de venganza, I y se cubrió de celo como de manto.

18 Como son las obras, así será la re­tribución ; I ira contra sus enemigos, furor contra sus adversarios. I '* Y temerán des­de el poniente el nombre de Yavé, | y desde el nacimiento del sol su majestad; | porque vendrá como torrente impetuoso, | empujado por el soplo de Yavé. | 2D Mas para Sión vendrá como redentor, I para los de Jacob que se convierten de sus pecados, dice Yavé. 121 He aquí mi alianza con ellos, dice Yavé: | El espíritu mío que está sobre t i ; I y las palabras que yo pongo en tu boca I no faltarán de ella jamás, ni de la de tus hijos, I ni de la boca de los hijos de tus hijos, I dice Yavé, desde ahora para siempre.

G l o r i a d e la n u e v a J e r u s a l é n

Cf\ i Levántate y resplandece, que ya

La buena fe ha y quien evita el mal

se alza tu luz | y la gloria de Yavé alborea para t i . * I 2 mientras está cubierta de sombras la tierra I y los pueblos yacen en tinieblas. I Sobre ti viene la aurora de Yavé I y en ti se ma­nifiesta su gloria. I 3 Las gentes andarán a tu luz. I y los reyes, a la claridad de tu aurora. : 4 Alza los ojos y mira en torno tuyo; I todos se reúnen y vienen a ti; I llegan de lejos tus hijos, I y tus hijas son traídas a ancas.

5 Cuando esto veas resplandecerás, | y palpitará tu corazón y se ensanchará. I Vendrán a ti los tesoros del mar, ! llega­rán a ti las riquezas de los pueblos. I * Te inundarán muchedumbres de came­llos, I de dromedarios de Madián y de Efa. I Llegarán de Saba en tropel, | tra­yendo oro e incienso I y pregonando las glorias de Yavé. I 7 En ti se reunirán los ganados de Cedar, I y los carneros de Nebayot estarán a tu disposición. I Serán víctimas gratas sobre mi altar, I y yo glorificaré la casa de mi gloria.

8 ¿Quiénes son aquellos que vienen vo­lando, como nube, I como bandada de palomas que vuelan a su palomar? I 9 Sí, se reúnen las naves para mí, I y los navios

para traer no ha • • • y ""J 'gno, i que ya se reúnen las naves para mi,

y J u s t l « a . I ><> Vio que no había ni | de Tarsis abren la marcha,

de lo p r , s a ' v a c ' ° r de Dios no se ha acortado, pero no se pondrá en acción en beneficio y estahl»™ i Pecadores, sino en favor de los que se vuelven a Yavé. A éstos vendrá a librar el Señor le t-era una alianza firme.

gloriaPd° Y " ° S d e s c r i l 3 e a Jerusalén como la capital del reino mesiánico. Iluminada por la ^ Arabia v d 1 Í T V I a t r a e r a a s ' ^ peregrinos de todos los pueblos del Oriente hasta el extremo ""edificar con l l i t e h a S t a ' a S ' e ¡ a n a s ' i e r r a s de Tarsis. Vienen trayendo a los israelitas para "ación del mu H m u r o s destruidos de Jerusalén Jerusalén, convertida en centro de peregri­ne Israel en e ° ^ í ™ ' ™ra a c u c " r a e " a ' a s riquezas de las naciones para enriquecer a los hijos

cuyos oídos debían resonar estes oráculos como suavísima música (cf. Ag 2,8 ss.).

815 ISAÍAS 60-62

de lejos a tus hijos con su oro y su plata, I para el nombre de Yavé, tu Dios; I para el Santo de Israel, que te glorifica.

10 Extranjeros reedificarán tus muros, I y sus reyes estarán a tu servicio, | pues si en mi ira te herí, I en mi clemencia he tenido piedad de ti. I " Tus puertas esta­rán siempre abiertas, no se cerrarán ni d e día ni de noche, I para traerte los bienes de las gentes con sus reyes por guías al frente; I 12 porque las naciones y los reinos que no te sirvan a ti I perecerán y serán exterminados.

13 Vendrá a ti la gloria del Líbano, | los cipreses, los olmos y los alerces jun­tamente. | Para embellecer mi santuario, I para decorar el lugar en que se asientan mis pies. I ' 4 A ti vendrán humillados los hijos de los tiranos, I y se postrarán a tus pies todos cuantos te infamaron. I Ya te llamarán la ciudad de Yavé, I la Sión del Santo de Israel. | >5 De abandonada que eras, odiada y detestada, yo te haré eterno prodigio, I delicia de los siglos. I 16 Mamarás la leche de las gentes, ¡ los pechos de los reyes, I y sabrás que yo, Yavé, soy tu salvador, I tu redentor, el Fuerte de Jacob. | ' 7 En vez de cobre pon­dré en ti o ro ; | en vez de hierro, plata; I bronce en vez de madera, ¡ y hierro en vez de piedras. I Te daré por magistrado la paz, I y por soberano la justicia. ! '8 No se hablará ya de injusticia en tu tierra, | de saqueo y de ruina en tu territorio. | Tus muros los llamarás «salud», ¡ y a tus puertas, «gloria».

19 Ya no será el sol tu lumbrera, I ni te alumbrará la luz de la luna. | Yavé será tu eterna lumbrera, I y tu Dios será tu luz. I 20 Tu sol no se pondrá jamás, | y tu luna nunca se esconderá, porque será Yavé tu eterna luz; I acabáronse los días de tu luto. I 21 Tu pueblo será un pueblo de justos I y poseerá la tierra para siempre. I Renuevos del plantío de Yavé, I obra de mis manos, hecha para resplan­decer. | u Del más pequeño saldrá un millar; I del menor, una inmensa nación, i Yo, Yavé, lo he resuelto, | y a su tiempo yo lo cumpliré.

C 1 ' E l espíritu del Señor, Yavé, des-" * cansa sobre mi, j pues Yavé me ha ungido. I Y me ha enviado para pre­dicar la buena nueva a los abatidos, | y sanar a los de quebrantado corazón; ¡ para anunciar la libertad a los cautivos I y la liberación a los encarc«lados. * I 2 Para publicar el año de la remisión de Yavé i y el día ds la venganza «la nuestro i Dios. I ' Para co»s»l*r a los tri*«w ! y dar a los afligidos de Sioa. í «a va: é« c m i m .

| una corona; I el óleo del gozo, en vez de luto; ! la gloria, en vez de la desespera­ción. | Se los llamará terebintos de justi­cia, , plantación de Yavé para su gloría. I

¡ 4 Ellos reedificarán las ruinas antiguas I y levantarán los asolamientos del pasado. | Restaurarán las ciudades asoladas, | los e scombros de m u c h a s generac iones . 1 5 Habrá extranjeros para apacentar tus ganados, I y extraños serán tus labradores y viñadores. I 6 Y vosotros seréis llamados sacerdotes de Yavé | y nombrados mi­nistros de nuestro Dios. I 7 Comeréis lo exquisito de las naciones | y os vestiréis de sus magnificencias. I Pues como tuvie­ron el doble en cuanto a vergüenza y fue su parte el oprobio y la confusión, | re­cibirán el doble también sobre la tierra | v gozarán de eterna gloria.

8 Porque yo. Yavé, soy amante del de­recho | y aborrezco el rapaz latrocinio. | Por eso les daré fielmente su recompensa I y haré con ellos una alianza eterna I 9 Su descendencia será glorificada en los pue­blos, I y su posteridad en medio de las gentes. I Y quien los viere reconocerá | que son la progenie bendita de Yavé.

A g r a d e c i m i e n t o a Y a v é d e la J e r u s a l é n r e s t a u r a d a

10 Y yo me gozaré en Yavé, | y mi alma saltará de júbilo en mi Dios, | porque me vistió de vestiduras de salud j y me envolvió en manto de justicia, I como esposo que se ciñe la frente con diadema I y como esposa que se adorna de sus joyas, i " Porque como produce la tierra sus gérmenes I y como hace brotar el huerto sus semillas, | así el Señor, Yavé, hará brotar la justicia | y la gloria ante todas las gentes.

Ya v iene la sa lvac ión C O ' Por amor de Sión yo no callaré | " ™ y por Jerusalén no pararé I hasta que resplandezca la justicia como aurora, | y la salvación como brillante antorcha; | 2 y verán las naciones tu justicia, I y todos los reyes tu gloria, I y te darán un nombre nuevo, I que te pondrá la boca de Yavé.

' Serás en la mano de Yavé corona de gloria, real diadema en la mano de tu Dios. 4 No te llamarán ya más la «Desamparada», l ni se llamará tu tierra «Desierta», sino que te llamarán a ti «Mi complacencia en ella», f y a tu tierra «Desposada», i porque en ti se compla­cerá Yavé '• y tu tierra tendrá esposo. | 5 Como naaac«bo qa« se desposa con una dwasvMa, ! así el que te edificará se des-BOHrá castigo. I Y como la esposa hace

1 En la sinagoga de Nazaret, Jesús se aplicó a sf este pasaje, con el resultado que San Lucas nos refiere en 4,16 ss

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ISAÍAS 62-64 816

las delicias del esposo, | asi harás tú las delicias de tu Dios.

6 Sobre tus murallas, ¡oh Jerusalén!, he puesto centinelas, | que no se callarán ni de día ni de noche. | Vosotros, los que hacéis que se acuerde Yavé, | no os deis descanso. | 7 Y no le deis tregua hasta que restablezca a Jerusalén | para gloria de la tierra. | 8 Jura Yavé por su diestra y por su brazo poderoso [ no dar jamás tu trigo | para comida de tus enemigos; | que no beberán extraños tu vino, | el fruto de tu trabajo. | 9 Los que hagan la recolección, la comerán, [ a labando a Yavé; | los que hagan la vendimia, be­berán el vino ] en los atrios de mi san­tuario.

10 Entrad, entrad por las puertas; | alla­nad camino para el pueblo. | Abrid, abrid camino, quitad las piedras | y alzad ban­dera para los pueblos. | n Porque Yavé proclama a todos los confines de la tie­r ra : | Decid a la hija de Sión: | Llega tu salvador, | viene con su recompensa I y le precede su retribución. | 12 Los llamarán pueblo santo, | los rescatados de Yavé; | y a ti te llamarán la «Deseada», | la «Ciu­dad no desamparada».

P l e g a r i a p i d i e n d o l a l i b e r a c i ó n C O ' ¿Quién es aquel que avanza en-" * * rojecido, | con vestidos más rojos que los de un lagarero, | tan magnífica­mente vestido, | avanzando en toda la grandeza de su poder? | Soy yo, el que habla justicia, | el poderoso para salvar. • | 2 ¿Cómo está, pues, rojo tu vestido | y tus ropas como las de los que pisan en el lagar? | 3 He pisado en el lagar yo solo, | y no había conmigo nadie de las gentes. | He pisado con furor, | he hollado con ira, i y su sangre salpico mis vestiduras | y manchó mis ropas. * | 4 Porque estaba en mi corazón el día de la venganza | y llegaba el día de la redención. | 5 Miré, y no había quien me ayudara, | me mara­villé de que no hubiera quien me apo­yase; | 6 y salvóme mi brazo, I y me sostuvo mi furor, | y aplasté a los pueblos en mi ira, | y los pisoteé en mi furor, | derramando en la tierra su sangre.

7 Cantaré las misericordias de Yavé, | ensalzaré la gloria de Yavé, [ todo cuanto ha hecho por nosotros, | lleno de piedad hacia la casa de Israel. | Lo que ha

hecho en su misericordia, | en la inmensa muchedumbre de su piedad. *

8 Dijo: «Ciertamente son mi pueblo, | son hijos que no me serán infieles». I Y fue su salvador | en todas sus angustias. | 9 N o fue un mensajero, un ángel; | su faz misma los salvó, | en su amor y su misericordia El mismo los rescató; | y constantemente los sostuvo | y los guió en los siglos pa­sados. * | W Pero ellos se rebelaron, | y enojaron su santo espíritu, | y se hizo su enemigo | y combatió contra ellos.

11 Entonces su pueblo se acordó de otros tiempos, | de los tiempos antiguos. | ¿Dónde está el que apar tó las olas, | el pastor de su rebaño? | ¿Dónde está el que puso en medio de ellos | su santo espíritu?

1 2 ¿Dónde está el que llevó de la mano a Moisés, | su brazo poderoso; | el que delante de ellos dividió las aguas, | ha­ciéndose así un nombre eterno, I 13 el que los condujo por en medio de los abismos, | como a caballo por el desierto, | sin que tropezaran? | 1 4 El espíritu de Yavé los pastoreó, | como a la bestia que se lleva al valle. | Así condujiste tú a tu pueblo, | haciéndote un nombre glorioso.

15 Mira desde los cielos, y ve l desde la morada de tu santidad y de tu gloria. | ¿Dónde está tu celo y tu fortaleza, I la emoción de tus entrañas y tus misericor­dias? | ¿Se han acortado? | " Con todo, tú eres nuestro padre, | Abraham no nos conoció y nos desconoció Israel; | pero tú, ¡oh Yavé!, eres nuestro Padre, I y «Redentor nuestro» es tu nombre desde la eternidad. *

17 ¿Por qué, ¡oh Yavé!, nos dejas errar fuera de tus caminos I y endureces nues­tro corazón contra tu temor? | Vuélvete, por amor de tus siervos, | de las tribus de tu heredad. | 18 ¿Cómo han penetrado los impíos en tu templo | y nuestros ene­migos han hollado con sus pies tu san­tuario? | 19 Somos desde mucho ha como pueblo que no te tiene por caudillo I y que no es l lamado por tu nombre.

CA ! ¡Oh si rasgaras los cielos y baja-" ™ ras, | haciendo estremecer los mon­tes, | 2 como fuego abrasador que quema la leña seca, | como fuego que hace hervir el agua! | Para mostrar a los ene­migos tu nombre | y hacer temblar a los

£ Q J Los profetas nos pintan a veces a Yavé como guerrero armado de todas sus armas para "** combatir a sus enemigos; aquí nos lo presentan viniendo del combate, manchados de sangre los vestidos, después de haber ejercido su cólera contra los impíos (50,15 ss.).

3 «Nadie de las gentes», esto es, ningún dios de las gentes. 7 Aquí comienza una tierna plegaría, puesta en boca del pueblo, que se prosigue en el capítulo

siguiente. El pueblo invoca la misericordia de Dios, confiesa sus pecados y pide que Yavé renueve sus maravillas, salve a su pueblo y levante su santuario en ruinas.

9 «Su faz misma», esto es, El mismo en persona (Ex 33,14). '« Pondera el amor de Yavé hacia su pueblo, incomparablemente mayor que el de Abraham

(cf. 64,8).

817 ISAÍAS 64-65

pueblos ante ti, I 3 haciendo nunca espe­rados prodigios, I de que no se oyó hablar jamás. I * Jamás oyeron oídos, jamás vie­ron ojos I Dios que así obrara como obras tú con los que en ti confían. | 5 (4) Tú te adelantas a los que obran el bien I y tienen presentes tus caminos, I pero estás irritado por nuestros pecados y padeceremos hasta que seamos salvados.

6 (5) Todos nosotros somos impuros, I toda nuestra justicia es como vestido in­mundo . I Hemos caído como hojas secas, I y nuestras iniquidades como viento nos arrastran. I 7 (6) Y nadie invoca tu nom­bre, I nadie despierta para apoyarse en ti. I Has apartado tu rostro de nosotros I y nos has entregado a nuestras iniqui­dades.

«COY con todo, ¡oh Yavé!, tú eres nuestro Padre; | nosotros somos la ar­cilla y tú el alfarero; | todos somos obra de tus manos. I 9 (8) iOh Yavé!, no te irrites del todo, | no estés siempre acor­dándote de nuestras iniquidades; | ve, mira que somos tu pueblo.

10 (9) Tus ciudades santas están hechas un desierto, | Sión es un desierto; | Jeru­salén, un lugar asolado. I n (10) Nuestro santo y magnífico templo, l donde te alababan nuestros padres, I ha sido presa del fuego. I Toda nuestra gloria está en ruinas; | i 2 ( n ) ¿y a todo esto vas a mos­trarte insensible, I vas a callarte para hu­millarnos del todo?

R e s p u e s t a d e Y a v é Cf" 1 Y o estaba a la disposición de *»*» los que no me consultaban, | po­día ser hallado por los que no me bus­caban. I Yo decía: Heme aquí, heme aquí, I a gente que no invocaba mi nom­bre. * I 2 Todo el día tendía yo mis ma­nos I a un pueblo rebelde, | que iba por caminos malos, I en pos de sus pensa­mientos. I 3 U n pueblo que me provo­caba a ira descaradamente y sin cesar, I sacrificando en los huertos | y quemando incienso sobre ladrillos; I 4 que iba a sentarse en los sepulcros I y pasaba la noche observando los astros; I que comía carne de puerco ] y en cuyas ollas habia manjares inmundos; I 5 que decía: Qué­date ahí, I no te llegues a mí, que te santificaría. | Es como humo que sale de mis narices, | fuego encendido todo el día.

6 Todo esto escrito está delante de mí | y no callaré sin darles su pago | y re­tribuirles con medida colmada. | 7 Vues­tras iniquidades y las iniquidades de vues­tros padres, dice Yavé, | que quemaron incienso en los montes | y me ultrajaron

en los collados. | Yo les mediré en el seno el salario de sus obras pasadas.

8 Así dice Yavé: I Como cuando hay jugo en un racimo, dicen, no lo eches a perder, | que hay en él bendición, | así haré yo por amor de mis siervos; I no los destruiré del todo, I 9 sino que sacaré de Jacob una progenie, | y de Judá un heredero de mis montes, | y los habitarán mis elegidos | y morarán allí mis siervos. | 1° Y será Sarón prado para los carneros, | y el valle de Acor dehesa para los bue­yes I del pueblo q u e m e habrá buscado. | 11 Mientras que vosotros, los que dejáis a Yavé | y os olvidáis de mi monte santo, | los que aderezáis mesa para la diosa For tuna | y llenáis la copa para libar al Dest ino , | n a todos os destinaré a la espada, | todos sucumbiréis en la ma­tanza; I porque cuando os llamaba no me respondisteis | y cuando os hablaba no me escuchasteis. | Hacíais lo que era malo a mis ojos | y elegíais lo que me desagradaba.

13 Por eso dice el Señor, Yavé: | Sí, mis siervos comerán, | y vosotros ten­dréis hambre; I mis siervos beberán, | y vosotros tendréis sed; | mis siervos gozarán, l y vosotros seréis confundidos; | 14 mis siervos cantarán, lleno de júbilo el corazón, | y vosotros gemiréis con el corazón quebrantado | y gritaréis deses­perados; i l 5 dejaréis vuestro nombre a mis elegidos como imprecación: | «Que el Señor, Yavé, te mate». | Y a sus siervos dará otro nombre.

16 Todo el que en la tierra quiera ben­decirse, I se bendecirá en el Dios fiel. | Todo el que en la tierra jure, | jurará por el nombre del Dios verdadero; | y las angustias pasadas se darán al olvi­do I y estarán lejos de mis ojos. I 17 Porque voy a crear cielos nuevos I y una tierra nueva, ) y ya no se recordará lo pasado ] y ya no habrá de ello memoria. | i 8 Sino que se gozará en gozo y alegría eterna | de lo que voy a crear yo, | porque voy a crear a Jerusalén alegría, | y a su pueblo gozo.

19 Y será Jerusalén mi alegría, | y mi pueblo mí gozo, | y en adelante no se oirán más en ella I llantos ni clamores. | 2<> N o habrá allí niño que muera de pocos días, I ni viejo que no cumpla los suyos. I Morir a los cien años será morir niño, | y no llegar a los cien años será tenido por maldición. | 21 Construirán casas y las habitarán, | plantarán viñas y comerán su fruto. I 2 2 No edificarán para que ha­bite otro, ¡ no plantarán para que recoja otro. I Porque según los días de los árbo-

1 Este capítulo puede considerarse como la respuesta de Dios a la plegaria anterior, y en ella nos refiere la conducta por Dios seguida con pueblo tan rebelde; pero al fin llegará la obra

de la misericordia y de la restauración de Israel. 65

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ISAÍAS 65-66 818 les serán ios días de mi pueblo, | y mis elegidos disfrutarán del trabajo de sus manos. | 23 No trabajarán en vano, | ni parirán para una muerte prematura, I sino que serán la progenie bendita de Yavé | ellos y sus descendientes. | 24 An­tes que ellos me llamen les responderé yo; I todavía no habrán acabado de hablar, y ya los habré escuchado. | 25 El lobo y el cor­dero pacerán juntos; | el león, como el buey, comerá paja, | y la serpiente comerá el polvo, i No habrá mal ni aflicción | en todo mi monte santo, dice Yavé.

La nueva Jerusalén, de la que serán excluidos los malvados

C C • Así dice Yavé: | El cielo es mi " " trono, | y la tierra el escabel de mis pies. | ¿Qué casa podríais edificar­me? | ¿En qué lugar moraría yo? * 12 Todo eso mis manos lo hicieron, | todo es mío, dice Yavé. I Mis miradas se posan sobre los humildes I y sobre los de contrito corazón, que temen mis palabras. | 3 Hay quien me sacrifica un buey y mata a un hombre; | quien inmola un cordero y desnuca a un perro; | quien presenta su ofrenda y como sangre de puerco; | quien ofrece el incienso y se postra ante un ídolo.

4 ¡Ah! Ellos se complacen en sus ca­minos I y aman sus abominaciones; I pero yo me complaceré en sus males j y traeré sobre ellos lo que se temen. | Por­que llamé y nadie me respondió, I hablé y nadie me escuchó. | Hicieron lo que era malo a mis ojos | y escogieron lo que a mi me desagrada.

5 Oíd la palabra de Yavé | vosotros, los que teméis mi palabra; I ellos, vues­tros hermanos, que os aborrecen y os niegan por causa de mi nombre, han di­cho: ! Que haga Yavé muestra de su gloria | y nosotros seremos testigos de vuestro contento. ' Pero han de ser con­fundidos. * ! 6 Voces, alborotos en la ciudad. [ voces que salen del templo. I Es la voz de Yavé, I que da a sus enemi­gos el pago merecido.

7 Antes de ponerse de parto I ha pari­do, I antes de sentir los dolores dio a luz un hijo. I 8 ¿Quién oyó cosa semejan

pueblo en un día? | ¿Una nación nace toda de una vez? | Pues Sión ha parido a sus hijos | antes de sentir los dolores. | 9 ¿Voy a abrir yo el seno materno para que no nazcan hijos?, | dice Yavé. I ¿O voy a cerrarlo yo, que soy quien hace na­cer?, i dice tu Dios.

i° Regocíjate, Jerusalén. [ Vosotros, los que la amáis, sea ella vuestra gloria. | Llenaos con ella de alegría | los que con ella hicisteis duelo. | u Para mamar hasta saciaros I la leche de sus consolaciones, | para mamar en delicia | a los pechos de su gloria. | '2 Porque asi dice Yavé: I Voy a derramar sobre ella la paz como río | y la gloria de las naciones como to­rrente desbordado. | Y sus niños serán llevados a la cadera | y acariciados so­bre las rodillas.

13 Como consuela una madre a su hi­jo, ¡ así os consolaré yo a vosotros y seréis por Jerusalén consolados. | 1 4 Cuan­do esto veáis latirán de gozo vuestros corazones | y vuestros huesos reverde­cerán como la hierba. I La mano de Yavé se dará a conocer a sus siervos, I y su furor a sus enemigos.

15 Porque he aquí que llega Yavé en fuego | y es su carro un torbellino | para tornar su ira en incendio y sus ame­nazas en llamas de fuego, i 16 Porque va a juzgar Yavé por el fuego | y por la es­pada a toda carne | y caerán muchos a los golpes de Yavé. | n Los que se santi­fican y purifican para ir a los jardines, en grupo tras uno que va delante, que comen carne de puerco, de reptiles n ratas, todos perecerán, dice Yavé. 1S Yo conozco sus obras y sus pensamien­tos. Vendré p a r a reunir las naciones de toda lengua, que vendrán p a r a ver mi gloria. * 19 Yo les Jaré una señal y mandaré a los sobrevivientes de las naciones a Tarsis, a Put, a Lud, a Mo-soc y a Ros, a Tubal y a Javán, y a las islas lejanas, que no han oído nunca ha­blar de mi nombre y no han visto mi gloria, y ellos pregonarán mi gloria en­tre las naciones 20 y de todas las nacio­nes traerán a vuestros hermanos como ofrenda a Yavé, a caballo, en carros, en literas, en mulos y en dromedarios.

te? I ¿Quién vio nunca tal? I ¿Nace un | mi monte santo, a Jerusalén, dice Yavé, C C ' Empieza este discurso con un tema semejante al del capítulo primero de Isaías, la religión **XJ materia], que no agrada a Yavé. 5 Este versículo pone muy de relieve la división de Israel. De una parte están los que tiemblan de la palabra de Yavé y que son odiados de sus hermanos a causa del nombre de Dios: de la otra están los que se burlan diciendo: «Que se manifieste la gloria de Dios*. La respuesta de Yavé es que los primeros experimentarán la alegría y los otros quedarán confundidos. Luego nos describe la multiplicación repentina de Jerusalén, que termüaa como kabía empezado, con el gozo para sus siervos y la cólera para los enemigos.

i» Todavía prosigue el desarrollo del miimo tema. Dios dará a c*n«c*r su gloria entre las na­ciones y éstas cargarán con los hij«s de Isrfl«l dúpvn** jwr la úem y I«s trawén a Jerusalén, llevados del deseo de te*ier parte e» sus WWM(¿CÍ»II«S (é«,8 ss.). Ent«nttac se restablecerá el culto divino según la voluntad de Dios, en el que todos tomarán parte, y al salir del templo verán los cadáveres de los impíos que *e hablan rebelado contra Dios.

819 JEREMÍAS

como traen los hijos de Israel sus ofren­das en vasos puros al templo de Yavé. 21 Y yo elegiré de entre ellos sacerdotes y levitas, dice Yavé; 22 porque así como subsistirán ante mí los cielos nuevos y la tierra nueva que voy a crear, dice Yavé, así subsistirá vuestra progenie y vuestro nombre; 23 y de novilunio en no­

vilunio, de sábado en sábado, vendrá toda carne a prosternarse ante mi, dice Yavé, 24 y al salir verán los cadáveres de los que se rebelaron contra mí, cuyo gusano nunca morirá y cuyo fuego no se apagará, que serán objeto de horror para toda carne.

E R E M

1. Jeremías es el segundo de los profetas mayores, que nos cuenta su vocación al principio de su libro. «Yo—le dice Yavé—te consagré antes de nacido y te destiné para ser profeta de las naciones, para que arranques y plantes, destruyas y edifiques. Yo te haré ciudad fuerte, columna de hierro y muro de bronce, para hacer frente a toda la tierra, a reyes, a principes, a sacerdotes y al pueblo todo». Esto ya dice bas­tante de la grave misión encomendada a Jeremías, que desde el principio aparece ante el Señor tímido y, a su propio juicio, inepto para tal ministerio (Jer 1; cf. Eclo 49,9). Que con la asistencia divina supo realizar su misión, nos lo dice, fuera de su libro, el elogio que le consagra Onías en el 2 Mac 15,14

2. Nació Jeremías en Anatot, ciudad sacerdotal, al oriente de Jerusalén, en el reinado de Manases o de Amón. Fue su padre Helcías, sacerdote, que debió de educar a su hijo en el verdadero espíritu del sacerdocio, al que por su nacimiento estaba des­tinado. Todavía joven, recibió el llamamiento de Dios, el año 13 de Josías, en 626 (25,3)- Cinco años más tarde Josías emprendía la reforma religiosa (621), y es ex­traño que no hallemos en Jeremías más noticias de ella que la alusión del capítulo 11. La muerte del piadoso príncipe (608) fue una pérdida irreparable para la causa de la reforma. Como todos los buenos, sintió Jeremías la muerte de Josías, a la que dedicó unas lamentaciones, según se nos dice en 2 Par 35,25. En los reinados de Joaquim (608-597) y de Sedecías (598-587), Jeremías tuvo que realizar lo que el Señor le había dicho en su llamamiento, oponiéndose cual muro de bronce a los vicios predo­minantes, la idolatría y la inobservancia de la Ley, que son el tema de sus discursos, en los que anuncia la destrucción del templo y de la ciudad con la deportación del pue­blo a Babilonia. Sus palabras no eran bien recibidas ni de los príncipes ni del pueblo, que oían con más gusto a los malos sacerdotes y a los falsos profetas No es, pues, de extrañar que Jeremías hubiera de beber muchas veces el amargo cáliz del dolor. Insul­tos, oprobios, cárceles, acusaciones de traición a la patria, asechanzas contra su vida, todo lo hubo de soportar, y en tanto grado, que a veces el dolor le forzaba a levantar sus ojos a Dios en son de queja y hasta maldecir el día de su nacimiento con un tono que supera en fuerza de expresión al de Job (15,10-20; 17,12-18; 18,18-23; 20,28-38). Con razón es mirado Jeremías como tipo del Redentor, aunque no ciertamente por el modo con que sobrellevó sus penalidades. De él no se puede decir lo que del Siervo de Yavé escribía Isaías: «Enmudeció como un cordero ante el que lo trasquila y no abrió su boca» (Is 53,7). Jeremías se queja amargamente a Dios y pide que le vengue, puesto que su causa es la misma causa de Dios.

3. Nunca con más razón se dijo que el amor es causa de dolor. El corazón tierno y sensible del profeta, lleno de amor hacia su pueblo, se sentía excitado por las abomi­naciones de Judá y por los castigos con que Dios le amenazaba; y ante esta vista Jere­mías se conmueve intensamente, hasta poner en sus labios palabras tan elocuentes, imágenes tan vivas y tan variadas, sentimientos tan tiernos, que su elocuencia supera a la del mismo Isaías. Dios le obligó a ejercer la triste misión de vaticinar la ruina total de Judá y de presenciar con sus ojos el cumplimiento de sus vaticinios; pero tam­bién le dio el consuelo de pronosticar la futura restauración mesiánica, unida, a sus ojos, como es ordinario en los profetas, con la vuelta de los deportados a la patria. Por esto no es de maravillar que sus palabras, antes tan desagradables en los oídos de

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JEREMÍAS 1 820

Judá, fueran luego las más consoladoras. En el 2 Mac 15,14 se nos cuenta la visión de Judas el Macabeo, en la que se le aparecen el santo pontífice Onlas y nuestro profeta. El primero hace la presentación del segundo en estos términos: «Este es el amigo de sus hermanos, que ora mucho por el pueblo y por la ciudad santa: Jeremías, el profeta de Dios». Destruida Jerusalén y asesinado Godolías, el gobernador dejado por los caldeos en Judá, Jeremías fue conducido a Egipto por los que allá huyeron. Su corazón sintió honda amargura al ver a sus hermanos entregarse a la idolatría egipcia, sin hacer caso de la dura lección que acababan de recibir. Desde este momento no tenemos no­ticia del profeta, ni sabemos si murió a orillas del Nilo, si volvió a Judá o se dirigió a Caldea, para cooperar a la obra de Ezequiel, consolando a los deportados.

4. El libro de Jeremías nos ofrece un capítulo, el 36, sumamente interesante y úni­co en la literatura profética, sobre la redacción de la mayor parte de los oráculos, que por mandato divino dictó el profeta a su secretario Baruc. El texto he­breo de los oráculos de Jeremías, comparado con la versión griega de los LXX, pre­senta gran cantidad de adiciones. Los críticos discuten sobre su origen y su valor, y sus sentencias están lejos de ser unánimes. Hay quien da preferencia al texto masorético y quien prefiere el texto más corto de los LXX. Según otros, no se puede adoptar una solución general, sino estudiar cada caso por separado. Tampoco el orden de los orácu­los es el mismo en el texto hebreo y en la versión de los LXX. Desde el capítulo 25 hasta el $2, en los que se hallan los vaticinios contra las naciones, el orden es muy di­ferente. La razón es, sin duda, que los oráculos se conservaron primero separados, y al reunidos no se les dio en todas partes el mismo orden.

^ T T M A R T O P R I M E R A P A R T E : Vocación del profeta y oráculos sobre ü U i T i A i u w U reprobación de Judá (1-20).—SEGUNDA P A R T E : Va­ticinios sobre la ruina de Jerusalén y de Judá (21-20).—TERCERA P A R T E : Oráculos sobre la salud mesiánica (30-33).—CUARTA P A R T E : Postreros vati­cinios y suerte del profeta (34-45).—QUINTA P A R T E : Vaticinios sobre las na­

ciones (46-51).—APÉNDICE H I S T Ó R I C O (52).

P R I M E R A P A R T E

V O C A C I Ó N DEL PROFETA Y ORÁCULOS

SOBRE LA REPROBACIÓN DE JÜDÁ

(1-20)

1 1 Profecías de Jeremías, hijo de Hel-cías, del linaje de los sacerdotes que

habitaban en Anatot , tierra de Benjamín; 2 a quien llegó la palabra de Yavé en tiempo de Josías, hijo de Amón, rey de Judá, el año decimotercero de su reina­do, 3 y después, en tiempo de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá, hasta el fin del aflo undécimo de Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, hasta el quinto mes de la transmigración de Jerusalén.

V o c a c i ó n y m i s i ó n d e l p r o f e t a 4 Llegóme la palabra de Yavé, que de­

cía : I 5 Antes que te formara en las ma­ternas entrañas te conocía; | antes que tú salieses del seno materno te consagré | y te designé para profeta de pueblos. * I 6 Y

•f 5 No parece que esta palabra que traducimos consagré signifique una santificación propia-1 mente dicha, como suponen algunos, por la infusión de la gracia santificante. Es más bien una

vocación a la misión profética, que también llamamos en castellano consagración. Confirma esta sentencia Eclo 49,9.

1 i La olla vista por Jeremías es símbolo de los furores que estaban para venir sobre Jerusalén

dije: ¡Ah, Señor, Yavé! | N o sé hablar. | Soy todavía un niño. | 7 Y me dijo Yavé: | N o digas: Soy todavía un niño, | pues irás a donde te envíe yo | y dirás lo que yo te mande. | 8 N o los temas, | que yo estaré contigo para protegerte, palabra de Yavé. | ' Tendió Yavé su mano y to­cando con ella mi boca, me dijo: | 10 Mira que pongo en tu boca mis palabras. | H o y te doy sobre pueblos y reinos poder de destruir, arrancar, arruinar y asolar; de levantar, edificar y plantar.

D o s v i s iones n Y me llegó la palabra de Yavé, que

me decía: ¿Qué ves, Jeremías? Yo le contesté: Veo una vara de almendro. 12 Y me dijo: Bien ves, pues yo vela­ré sobre mis palabras para cumplir­las. 13 De nuevo me llegó la palabra de Yavé, que decía: ¿Qué ves, Jeremías? Y o contesté: Veo una olla al fuego y de cara al septentrión. * 14 y me dijo Yavé: I Del septentrión vendrá el incendio | que

821 JEREMÍAS 1-2

ha de abrasar a todos los moradores de esta tierra; | 1S pues voy a convocar a los reinos del septentrión, palabra de Yavé, I para que vengan a poner cada uno su pabellón | junto a las puertas de Jerusalén, | en torno de sus muros, | y contra todas las ciudades de Judá. I •6 Entonces pronunciaré contra ellos mis sentencias | por todas las maldades que cometieron, | dejándome a mí para ir a libar a dioses extraños | y a adorar la obra de sus manos.

C o n f i r m a c i ó n e n la m i s i ó n

l ' T ú , pues, ciñe tus lomos, | yérguete y diles I todo cuanto yo te mandaré. I N o te quiebres ante ellos, no sea que yo a su vista te quebrante a ti. I n Desde hoy te hago como ciudad fortificada, I como férrea columna y muro de bron­ce, I para la tierra toda, para los reyes de Judá y sus grandes, | para los sacer­dotes y para todo su pueblo. | 19 Ellos te combatirán, pero no te podrán, | por­que yo estaré contigo para protegerte, palabra de Yavé.

L a s apos t a s í a s d e I s r ae l

2 1 Vínome la palabra de Yavé, di-ciéndome: * 2 Anda y clama con fuer­

te voz a los oídos de Jerusalén: Así dice Yavé:

Me acuerdo de tu fidelidad al tiempo de tu adolescencia; I de tu amor hacia mí cuando te desposé conmigo; | de tu seguirme a través del desierto, | tierra donde no se siembra. | 3 Era entonces Israel lo santo de Yavé, | la primicia de sus frutos. I Quien de ella comía, peca­ba ! y caía sobre él la desgracia, palabra de Yavé. *

4 Oye las palabras de Yavé, casa de Jacob, I y todas las familias de la casa de Israel. I 5 Así dice Yavé: ¿Qué tacha hallaron en mí vuestros padres | para apartarse de mí | e irse en pos de la va­nidad de los ídolos, | para hacerse tan vanos como ellos? I 6 N o se pregunta­ban : ¿Dónde está ahora Yavé, | el que nos sacó de la tierra de Egipto; | el que nos condujo a través del desierto, | tie­rra de arenales y barrancos, | tierra árida y tenebrosa, I tierra por donde no transi­ta nadie | y donde nadie habita?

y toda Judá, por la guerra de invasión y devastación que iban a hacerles los reinos del Norte some­tidos a la hegemonía de Nabucodonosor, rey de Babilonia.

21 El primer discurso de Jeremías abarca 2,1-4,4, y se divide en tres partes: 2,1-25; 2,26-3,5 y 3,6-4,4. Su tema es la apostasía de Israel, que, volviendo las espaldas a Yavé, va en segui­

miento de los ídolos impotentes para salvar. 3 La juventud de Israel, el tiempo de sus amores con Dios, son los días en que, sacándole de

Egipto, le condujo al desierto y allí le hizo objeto de sus íntimas comunicaciones, como se narra en el Pentateuco.

1 1 La gloria de Israel es Yavé, su Dios, torpemente cambiada por la nada de los ídolos (cf. Dt 10, 21; Sal 106,20).

18 El Sijor es uno de los principales brazos del Nilo.

7 Y o os traje a la tierra fértil I para que comierais sus ricos frutos. I Y en cuanto en ella entrasteis contaminasteis mi tierra I e hicisteis abominable mi he­redad. I 8 Tampoco los sacerdotes se pre­guntaron: ¿Dónde está Yavé? I Siendo ellos los maestros de la Ley, me descono­cieron, I y los que eran pastores me fueron infieles. I También los profetas se hicieron profetas de Baal, | y el pueblo se fue tras los que de nada valen. I 9 Por eso entro hoy en juicio con vosotros | y con vuestros hijos contenderé, palabra de Yavé.

1° Id hasta las islas de los quititas y ved: i mandad a Cedar e informaos bien, | a ver si jamás sucedió cosa como ésta. | 11 ¿Hubo jamás pueblo alguno que cam­biase de dios, I con no ser dioses ésos? I Pues mi pueblo ha cambiado su glo­ria I por lo que de nada vale. *

i2 Pasmaos, cielos, de esto | y horro­rizaos sobremanera, palabra de Yavé. | 13 Ya que es un doble crimen | el que ha cometido mi pueblo: I dejarme a mí, fuente de aguas vivas, | para excavarse cisternas agrietadas, I incapaces de re­tener el agua.

14 ¿Es por ventura Israel un siervo, un siervo nacido en casa? | ¿Cómo, pues, ha venido a ser presa? | Cachorros de león rugen sobre él con fuerte rugido. | 15 H a n hecho de su tierra un desierto, i han quemado y despoblado sus ciuda­des. I l6 Hasta los habitantes de Men-fis y de Tafnis | se duelen de ti y te com­padecen. I 17 Todo esto, ¿no lo ha traído sobre ti | el haberte apartado de Yavé, tu Dios?

18 Y ahora, ¿qué es lo que buscas ca­mino de Egipto? I ¿Beber las aguas del Sijor? I ¿Qué es lo que buscas camino de Asiría? I ¿Beber las aguas del Eufra­tes? * I 19 Sírvante de castigos tus per­versidades I y de escarmiento tus apos­tasías. I Reconoce y advierte cuan malo y amargo es para ti I haberte apartado de Yavé, tu Dios, | y haber perdido mi temor, | palabra de Yavé, tu Dios.

E n b u s c a d e ído los 20 ¡Cuan de antiguo ya quebrantaste

tu yugo, I rompiste tus coyundas y di­jiste: N o te serviré! I Y sobre todo co-

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JEREMÍAS 2-3 822

liado alto | y bajo todo árbol frondoso I te acostaste y te prostituíste. * | 21 Yo te planté de la vid más generosa, I toda de selectos plantones. I ¿Cómo, pues, te me has vuelto vil y degenerada I y te me has hecho viña ajena?

2 2 Por mucho que te laves con ni­tro, | por mucha lejía que emplees, I siempre verán mis ojos la suciedad de tu depravación, I palabra del Señor, Ya-vé. | 23 ¿Y podrás, acaso, decir: N o es­toy manchada, | no me he ido en pos de los baales? | Repara en lo que hacías en el valle; | reconoce tu culpa, I came­lla joven, de ligeros pies, | que corres de un lado para o t ro ; | 2 4 impetuosa, habituada al desierto, I en el ardor de su pasión olfatea el viento; I ¿quién la reducirá? I El que la busque no tendrá que fatigarse, | la hallará fácilmente en el t iempo de celo. I 25 Da descanso a tus descalzos pies, I respiro a tus sedientas fauces. | Pero tú dices: No , es en vano; I amo lo extranjero y tras ello me voy.

P r o f u n d a d e g r a d a c i ó n 26 Como queda confundido el ladrón

al verse descubierto, I así será confun­dida la casa de Israel. | Ellos, sus reyes, sus grandes, | sus sacerdotes y sus pro­fetas, | 2 7 que dicen a un leño: Tú eres mi padre; | y a una piedra: Tú me diste la vida. | Pero al tiempo de la angustia me invocan: I ¡Álzate y sálvanos! | 2 8 ¿Dónde están ahora los dioses que tú te fabricaste? | Que se alcen ellos y te salven ahora : ! pues tantos son tus dio­ses, ¡oh Judá!, | cuantas tus ciudades; I y cuantas son las puertas de Jerusalén, I tantos son los altares de Baal.

2 9 ¿Qué podéis alegar contra mí? ] To­dos os habéis rebelado contra mí, pala­bra de Yavé. I 3° En vano os he casti­gado en vuestros hijos; I no habéis que­rido aprender, | la espada ha devorado a vuestros profetas I como devora el león.

31 Oid los de esta generación la pala­bra de Yavé: I ¿Por ventura soy yo para Israel un desierto I o una tierra tenebrosa I para que digan: Somos libres, no ire­mos en pos de ti? 32 ¿Se olvida por ven­tura la doncella de sus galas I y de su ceñidor la esposa? I Pues mi pueblo se ha olvidado de mí I ya desde días sin cuento.

33 ¿Por qué tan mañosamente te pre­

paras los caminos | para captarte el amor? [ Es que a los caminos del cri­men | estás habituada. | 34 Hay en tus manos | manchas sangrientas de pobres inocentes, I no de sorprendidos en co­nato de robo. 135 Y dices: Soy inocente, | su cólera se ha apar tado ya de mí. | ¡Ah! Ya te juzgaré yo | por decir: N o he pecado.

36 ¿Por qué apresurarte tanto | para mudar de camino? I Egipto te burlará, | como te burló Asiría. | 37 También de ahí saldrás | con las manos en la cabe­za, | pues el Señor hará fallar tus planes | y no se te lograrán.

P e c a d o y p e n i t e n c i a

3 ' Cuando un hombre despide a la mujer | y ella se aparta de él, si

viniere a ser de otro hombre, | ¿se vol­verá otra vez ella al primero? | ¿No se considera tal mujer | como enteramente y por siempre manchada? | Tú, pues, que con tantos amadores fornicaste, | ¿podrás volver a mí? Palabra de Yavé. | 2 Pon tus ojos en los collados, | a ver en cuál de ellos no te entregaste. | Andabas por los caminos al acecho, | como ace­cha el árabe en el desierto. I Contami­naste la tierra | con tus perversidades y fornicaciones; | 3 tus muchos amantes | han sido un lazo para ti. | Y tú tenías frente de prostituta, | no querías aver­gonzarte.

4 Desde poco acá me invocas, dicien­do : ¡Padre mío! | Tú eres el esposo de mi juventud. | 5 ¿Va a durar por siempre su cólera? I ¿La mantendrá hasta el fin? | Pero mientras esto dices sigues cometiendo maldades y las llevas al colmo.

6 Y me dijo el Señor en tiempo del rey Josías: ¿Has visto lo que ha hecho Israel? Se fue por todo monte alto y bajo todo árbol frondoso para fornicar allí. * 7 Yo le dije: Con todo y con ha­ber perpetrado tantos crímenes, vuélvete a mí. Pero no se volvió.

8 Vio esto su pérfida hermana, Judá ; vio que por tantas fornicaciones y apos-tasías despedí a Israel, dándole el libelo de repudio. Pero ella, sin temor alguno, igualó la perfidia de su hermana, y se fue y apostató también. » Y contaminó la tierra con sus fornicaciones, y adulte­ró con la piedra y con el leño; '° y tam­poco la pérfida hermana Judá se volvió

2 0 El pacto entre Dios y el pueblo tiene, en el estilo profético, cierto carácter de pacto matri­monial, y su quebrantamiento por la idolatría es no sólo una fornicación, sino un verdadero adulterio. El culto idolátrico tenía principalmente lugar en los templos edificados en honor de los Ídolos y en los altos de los collados y bajo los árboles o bosques consagrados a los dioses de la fertilidad (Jdt 3,8).

O * El reino de Israel había sido destruido por los asirios en 721. pero no toda la población habla " sido llevada al cautiverio, y los que habían quedado en su tierra continuaban en las idolatrías de sus padres, insensibles a los azotes que habían sufrido. Joslas extendió hasta esta regién la reforma religiosa, según 2 Re 23.16 ss-

823 JEREMÍAS 3 4

a mí de corazón, sino mentidamente, pa­labra de Yavé. u Y me dijo Yavé: I La apostasía de Judá 1 ha hecho buena la de Israel.

12 Anda y grita así | hacia el septen­trión y d i : I Vuelve, apóstata Israel, pa­labra de Yavé, | que quiero dejar de mostrarte rostro airado, I porque soy misericordioso, palabra de Yavé, I que no es eterna mi cólera, I 13 siempre que reconozcas tu maldad | al pecar contra Yavé, tu Dios, dispersando tus caminos hacia los extraños, | bajo todo árbol frondoso, | y desoyendo mi voz, palabra de Yavé.

14 Volved, hijos apóstatas, palabra de Yavé. I Yo soy vuestro dueño | y yo os tomaré, I uno de una ciudad, I dos de una familia, ] y os traeré de nuevo a Sión. I 15 Yo os daré pastores según mi corazón, | que os apacentarán sabiamen­te. I 16 Y cuando yo os haré crecer i y multiplicaros en la tierra, | en aquellos días, palabra de Yavé, no dirán ya: I ¡Ah! El arca de la alianza de Yavé. | No se acordarán ya de ella, se les irá de la memoria, I la olvidarán y no harán otra. • ! 17 Entonces será llamada Jerusalén I tro­no de Yavé, I y en el nombre de Yavé vendrán a ella todas las gentes, I y desde entonces no volverán ya más I a irse tras los malos deseos de su corazón. | 18 En­tonces vendrán juntamente | la casa de Judá y la de Israel; I juntos vendrán de la tierra del septentrión I a la tierra que di en heredad a vuestros padres.

19 Yo me pregunté: I ¿Cómo voy a contarte entre mis hijos I y a darte una tierra escogida, I una magnífica heredad, preciosa | entre las preciosas de todas las gentes? [ Y me contestaba: | Lla­mándome «mi padre» y no volviendo a apartarte de mí. | 2a Sin embargo, como la infiel a su marido, ¡ así has sido tú infiel a mí, casa de Israel, [ palabra de Yavé.

2 ' Una voz se deja oir sobre las pela­das alturas, | llantos y súplicas de los hijos de Israel | por haber pervertido su camino I y haberse olvidado de Yavé. su Dios. I 2 2 Convertios, hijos rebeldes, y sanaré vuestras rebeldías. I Sí, henos aquí, pues tú eres Yavé, nuestro Dios. ! 2 3 Ciertamente sólo mentira nos ha ve­nido de los altos, | sólo ruido de los mon­

tes. I Verdaderamente en Yavé, nuestro Dios, I está la salvación de Israel.

2 4 La vergüenza de los ídolos ha devo­rado los bienes de nuestros padres. | Sus rebaños, sus vacadas, | sus hijos y sus hijas. I 25 Yacemos en nuestro opro­bio y nos cubre nuestra vergüenza I porque hemos pecado contra Yavé, nues­tro Dios, I nosotros y nuestros padres, I desde nuestra mocedad hasta el día de hoy, I y hemos desoído la palabra de Yavé, I nuestro Dios.

41 Si te conviertes, Israel, palabra de Yavé, I volverás a mí. I Si quitas de

delante de mí tus abominaciones, I no serás rechazado. ! 2 Si juras por la vida de Yavé con verdad, I con derecho y con justicia, I serán en ti bendecidos los pueblos y en ti se gloriarán. *

3 Asi dice, pues, Yavé I a los hombres de Judá y de Jerusalén: I Roturad vues­tro campo I y no sembréis en cardiza­les. I 4 Circuncidaos para Yavé, I circun­cidad vuestros corazones, | varones de Judá y habitantes de Jerusalén. I No sea que se derrame como fuego mi ira I y se encienda, sin que haya quien pueda apagarla I por la maldad de vuestras obras.

I n m i n e n t e cas t igo

5 Notificádselo a Judá y a Jerusalén; I haceos oir, clamad, tocad las trompetas por la tierra; | gritad con toda fuerza y decid: Congregaos | y refugiémonos en las ciudades amural ladas;* | fi levantad banderas hacia Sión, I huid apresurada­mente, ! porque voy a hacer venir del septentrión | el azote, una gran desven­tura. 7 El león ha salido de su cubil; | el devorador de pueblos está en marcha; I ha salido de su tierra para devastar la tuya I y destruir tus ciudades | hasta no dejar en ellas morador. | 8 Vestios, pues, de saco, | llorad y lamentaos: I No se ha apartado, no, de nosotros I la ira encendida de Yavé.

9 Y sucederá entonces, palabra de Ya­vé, I que desfallecerá el corazón del rey y el de los magnates; | se consternarán los sacerdotes, i se pasmarán los profe­tas I 10 y exclamarán: ¡Ah, Señor, Ya­vé! I Así han sido torpemente engañados

'« El arca santa era símbolo de la presencia de Dios, de quien se dice que está sentado sobre los querubines y de allí hablaba a Moisés (Núm 7,89). En los tiempos por el profeta prometidos, toda la ciudad será trono de Dios. Esto significa que se manifestará con tantos prodigios y bendi­ciones, que las gentes todas se sentirán atraídas a ella (Is 2,2 ss.). Clara señal del mesianismo.

4 2 El juramento, practicado con las debidas condicionas, es wn acto de religión por el cual se distinguirán los fieles del Señor en los tiemnos mesiánicns.

5 Un segundo discurso, que va hasta 6, jo. anuncia ron clare* detalles la invasión de los pueblos del Norte, los caldeos, que vendrán sobre Judá y Jerusalén com* instrumento de la justicia divina, para ejercer las venganzas de sus idolatrías e infidelidades.

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JEREMÍAS 4-5 824

este pueblo y Jerusalén, | diciéndoseles: Paz, tendréis paz; | ¡y ahora es la espada la que se nos entra hasta el alma!

11 Entonces se le dirá I a este pueblo y a Jerusalén: | Un viento cálido sopla de las dunas del desierto | sobre los caminos de la hija de mi pueblo; | viento no de limpia ni de abaleo. | 12 Es un viento im­petuoso que yo mandaré; | ahora voy también yo a pronunciar | sentencia con­tra ellos. | i3 Ya sube como denso nubla­do; | sus carros son como el torbellino; | sus caballos, más veloces que las águilas. | ¡Ay de nosotros, estamos perdidos! | 14 Limpia de maldades tu corazón, Jeru­salén, | para que puedas ser salva. ¿Has­ta cuándo guardarás en tu pecho I tus culpables pensamientos?

15 Ya viene de Dan el anuncio de la calamidad, | llega el funesto mensaje del monte de Efraím. I 16 Dan esta orden a las naciones: «Juntaos aquí». | Se les convoca contra Jerusalén. | Vienen los asaltantes de lejanas tierras; lanzan sus gritos de guerra contra Judá; I 17la ro­dean como guardias rurales | por haber­se ella rebelado contra mí, palabra de Ya vé. | l s Esto es lo que te han traído | tus extravíos y tus malas obras; I tu maldad es la que ha hecho que el dolor y la amargura I hieran tu corazón. | 19 ¡Ay mis entrañas, ay mis entrañas! Desfallezco, | se me rompe el corazón, | lo traspasa el dolor, | no puedo callar. | Ya oigo los clarines de guerra, | el estrépito de la batalla. | 20 Ya anuncian desastre sobre desastre. | Toda la tierra devasta­da. | De repente invadieron mis tien­das, | en un instante mis tentorios. | 21 ¿Hasta cuándo habré de ver sus ban­deras | y oir el sonar de sus clarines?

22 ¡Ah! Mi pueblo está loco, | me ha desconocido. [ Son necios, no ven; [ sabios para el mal, | ignorantes para el bien.

23 Miré a la tierra, y todo era vacío y confusión; | a los cielos, y todo eran ti­nieblas. | 24 Miré a los montes, y todos temblaban, | todos los collados se con­movían. | 25 Miré, y no se veía un hom­bre, | y las aves del cielo habían huido todas. | 2* Miré, y el vergel era un desier­to, | todas las ciudades eran ruinas ante Yavé, ante el furor de su cólera. | 27 Pues así dice Yavé: I Toda la tierra será un desierto, | consumaré la destrucción. ! 28 Llorará la tierra I y se entenebrecerán los cielos. | Yo lo anuncié y no me arrepentiré, | yo lo he resuelto y no de­sistiré de ello.

29 ¡Ah! Al vocerío de la caballería y de los saeteros I han quedado deshabita­das las ciudades, | penetraron en las sel­vas y escalaron las montañas; | todas las ciudades fueron abandonadas, | sin que en ellas quedara un hombre. | 3<>Y tú, la desolada, ¿qué harás ahora? | Si te vistes de púrpura, | te adornas con tus joyas de oro, | te rasgas los ojos con los afeites, | en vano te acicalarás; | tus aman­tes te desprecian, | te persiguen de muerte. *

31 Oigo gritos como de mujer en par­to, | alaridos como por la muerte del primogénito. | Es la hija de Sión, que grita | y se retuerce las manos. | ¡Ay, ay de mí! | ¡Mi alma desfallece ante los asesinos!

Maldad imperdonable

51 Recorred las calles de Jerusalén; | ved e informaos; | buscad por sus

plazas | a ver si halláis un varón, | uno solo, que obre según justicia, | que guar­de fidelidad, | y la perdonaré. * 2 Cuando juran por la vida de Yavé, | juran en falso. | 3 ¿No es la fidelidad, ¡oh Yavé!, lo que buscan tus ojos? | Los has casti­gado y no se han dolido, | los has corre­gido con azotes, I pero no han querido escarmentar; | tienen la cara más dura que una piedra; | no quieren convertirse.

4 Yo me decía: Quizás es sólo la gen­te baja e ignorante, ¡ que desconoce los caminos de Yavé, j los preceptos de su Dios. | 5 Voy a dirigirme a los grandes y les hablaré; | éstos ya conocerán los caminos de Yavé, | los mandatos de su Dios. | Pero todos a una han quebrado el yugo, | han roto las coyundas. | 6 Por eso los devorará el león de la selva, | los asaltará de noche el lobo del desierto | y el tigre rondará en torno a sus ciuda­des. | Cuantos salgan de ellas serán des­pedazados, | porque son muchas sus mal­dades | y grandes sus apostasías.

7 ¿Cómo podré perdonarte? | Tus hijos se han apartado de mí y juran por aque­llo que no es Dios. | 8 Yo los harté, y ellos se dieron a adulterar | y se van en tropel a la casa de la prostituta. | Semen­tales bien gordos y lascivos, [ relinchan todos ante la mujer de su prójimo. | 9 ¿No habré de pedirles cuenta de todo esto?, dice Yavé. | De un pueblo como éste, ¿no habré yo de tomar venganza? | 10 Escalad sus bancales y arrasadlos; | arrancad sus sarmientos, pues no son de Yavé. | H Se ha rebelado contra mí la

30 Los amantes de Judá son los dioses que antes adoraba: ahora se vuelven contra ella con propósitos de exterminio.

e i Este terrible azote es castigo del pecado: por tanto, no alcanzaría a los justos. Pero lo triste ** es que no los hay, porque todos han prevaricado. Sobre este juicio de Jeremías recuérdese el otro análogo de Elias (i Re io,i8).

825 JEREMÍAS 5-6

casa de Israel y la casa de Judá, I palabra de Yavé.

i2 Renegaron de Yavé y dijeron: No se cuida El. | No vendrá sobre nosotros ningún mal. | No veremos ni guerra ni hambre. | t3 Los profetas son puro flato | y no han tenido oráculo de Yavé. | Todo eso les sobrevendrá a ellos. | 14Por eso dice Yavé, | Dios Sebaot: | Porque ha­béis dicho todo eso, I mis palabras serán en vuestra boca fuego, I y este pueblo cual montón de leña, I y los abrasará.

15 Contra vosotros, casa de Israel, voy a traer yo de lejos un pueblo, palabra de Yavé; I un pueblo fuerte, un pueblo de antiguo abolengo, I un pueblo de lengua extraña, I cuyas palabras no entende­réis. 116 Su aljaba es como sepulcro abier­to, | todos ellos valerosos; | 1 7y devo­rará tus cosechas y tu pan, I a tus hijos y a tus hijas. I Devorará tus rebaños y tus vacadas, | tus viñas y tus higueras, I y asolará tus ciudades muradas, | en que tanto confías. | 18 Pero tampoco en­tonces, palabra de Yavé, os consumiré del todo.

ia y cuando te pregunten: ¿Por qué ha hecho Yavé, nuestro Dios, todo esto con nosotros?, les dirás: Como os apar­tasteis vosotros de Yavé y servísteis a dioses extraños en vuestra propia tierra, así habréis de estar sometidos a extran­jeros en tierra de éstos, no vuestra. | 20 Predica esto a la casa de Jacob, | pre­gónalo en los oídos de Judá, y di: | 21 Oíd, pueblo necio e insensato: Tenéis ojos, y no veis; I tenéis oídos, y no oís. | 22 ¿No me temeréis a mí, palabra de Yavé; I no temblaréis ante mí, | que de arenas he hecho muro para el mar, | muro perpetuo que no podrá traspasar, | que aunque se enfurezca no podrá saltar­lo | y por mucho que embravezca sus olas no podrá atravesarlo?

23 Pero este pueblo tiene un corazón rebelde y contumaz; I se rebelaron y de­sertaron, | 24 y no se dijeron en su cora­zón: | Temamos a Yavé, nuestro Dios, | que nos da a su tiempo las lluvias, las tempranas y las tardías, | y con ellas fecun­da los campos que nos dan la cosecha. | 25 Vuestras maldades han trastornado to­do esto, I vuestros pecados os han robado el bienestar.

Los ricos 26 Hay en mi pueblo malvados | que

acechan como cazadores en emboscada | y tienden sus redes para cazar hombres. 27 Como se llena de pájaros la jaula, [ así está llena su casa de rapiñas. I 28 Así se

han engrandecido, asi se han enrique­cido, [ así engordaron y se pusieron lus­trosos; | no se amparaba el derecho del huérfano | y no se hacía justicia a los pobres. | 2 9¿No habré yo de pedirles cuenta de todo esto?, dice Yavé. I De un pueblo como éste, ¿no habré yo de tomar venganza?

Profetas y sacerdotes 30 Una cosa horrenda y abominable |

ha acontecido en esta tierra. * | Ji Los profetas profetizaban mentiras, [ los sacer­dotes iban con ellos del brazo, I y el pueblo gustaba de esto. | ¿Qué cosas, pues, habrán de acontecer al fin?

La guerra contra Jerusalén

61 Buscad refugio fuera de Jerusalén, hijos de Benjamín; | tocad las trom­

petas en Tecua | y poned la bandera de Bet-Aqueren, | que es del septentrión de donde amenaza | el infortunio y la gran ruina. | 2 ¿Es que ha venido a ser la hija de Sión un prado delicioso? 3 Acuden a ella pastores con sus rebaños, I clavan en derredor suyo las tiendas, | cada uno apa­cienta allí su manada. | 4 Moved guerra contra ella. | ¡Arriba! La asaltaremos al mediodía. | ¡Ay de nosotros, que ya cae el día, | que ya se tienden las sombras de la noche! | 5 ¡Arriba! ¡Vamos a asaltarla por la noche, | asolemos sus palacios!

6 Porque así dice Yavé Sebaot: | Cor­tad sus árboles I y haced de ellos empa­lizadas contra Jerusalén. I ¡Ay de la ciudad frivola! | Dentro de ella todo es injusticia. | 7 Como mana el agua en los pozos, I así mana en ella la iniquidad. I No se habla en ella más que de injusticia y violencia, | a mi vista hay siempre vejación y estrago. 8 Enmiéndate, Jerusalén, | antes que del todo me harte de ti | y te convierta en ruinas, I en tierra de soledad.

Amenazas del profeta 9 Así dice Yavé Sebaot: | Haz cuida­

doso rebusco, como en las viñas, | de los restos de Israel; I mueve tu mano como el vendimiador | entre los sarmientos. I 10 ¿A quién hablaré? | ¿A quién amones­taré que me oiga? I Tienen oídos incir­cuncisos, | no pueden oir nada. | La pala­bra de Yávé | es para ellos objeto de escarnio, | no sienten deseo alguno de ella.*

ii Yo estaba lleno de la cólera de Yavé, | en vano me esforzaba por contenerla, [ de­rramarla sobre los niños que juegan por las calles, | sobre toda la juventud. Serán llevados cautivos hombres y mujeres, I los

30 Sobre los profetas falsos véase Introducción a los libros proféticos, n.3. 10 Oídos o corazones incii observancia de su alianza.

£ 10 Oídos o corazones incircuncisos quiere decir indóciles a la voz de Dios y rebeldes a la

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JEREMÍAS 6-7 826

viejos, los adultos; | ' 2 y las casas pasarán a manos de extraños, I los campos y tam­bién las mujeres, I cuaMdo yo extienda mi mano I sobre los moradores de esta tierra, palabra de Yavé. I '3 Pues todos, I todos están llenos de rapiñas, I y todos, profe­tas y sacerdotes, | todos llenos de frau­des. | l 4 Pretenden curar el mal de mi pueblo como cosa leve, I y dicen ¡paz, paz!, | cuando no ha de haber paz. ; 15 Se­rán confundidos por haber obrado abo­minablemente. | Y no se avergüenzan I ni conocen la vergüenza. | Por eso caen ellos también en la común caída. | AI tiempo de la cuenta, caerán. I palabra de Yavé.

16 Así dice Yavé: Haced alto en el camino y ved: | Preguntad por las sendas de antes: | ¿Es ésa la senda buena? | Pues seguidla, | y hallaréis la paz para vuestras almas. I Pero dijeron: N o queremos ir por ella. I '7 Yo os había dado atalayado­res: I Atención a la voz de la trompeta. | Pero ellos dijeron: N o queremos oírla. ¡ 18 Por eso, oíd, pueblos; entiende, con­gregación, lo que voy a hacer en ellos. | 1 9 Oye tú, tierra. Yo mandaré males sobre este pueblo, el fruto de sus malas obras ; | porque no atendieron a mis palabras I y despreciaron mi Ley. I 2<> ¿A mí qué el in­cienso de Saba I y las cañas aromáticas de tierras lejanas? I Vuestros holocaustos no me son gratos, I vuestros sacrificios no me deleitan. I 21 Por eso, así dice Yavé: | Yo pondré tropiezos a este pueblo, | y en ellos tropezarán juntos padres e hijos, | ve­cinos y amigos perecerán.

E l e n e m i g o 2 2 Así dice Yavé: | Mira, viene de la

tierra del septentrión un pueblo, | una gran nación viene del extremo de la tie­rra. | 23 Empuña el arco y el venablo, I es cruel y despiadado; | su estrépito es como el del mar enfurecido, | y cabalga sobre caballos; | viene armado para la guerra contra ti, hija de Sión.

2 4 Ya oímos su noticia; I se nos caen los brazos, I nos oprime la angustia, I dolores como de mujer en parto. | 2 5 N o salgáis al campo, I no andéis por los caminos; I por todas partes nos sale al encuentro | la espada del enemigo y el espanto. I 2f> Vís­tete de saco, pueblo mío; I revuélcate en la ceniza. | Llora como se llora la muerte

del primogénito. | Llora amargamente, ¡ porgue de repente vendrá | sobre nos­otros el i»vasor.

J e r e m í a s , fiel c o n t r a s t e 2 7 Te he hecho fiel contraste de mi pue­

blo para examinar y probar su valor. | 2 8 Todos ellos son rebeldes, | andan sem­brando calumnias, son bronce y hierro; | todos son moneda falsa. 29 Se enciende el fuego, se hace soplar el fuelle, pero lo fundido no es sino plomo. En vano fun­dió el orífice, no hay nada de oro. 30 Serán llamados plata de desecho, porque Yavé los ha desechado.

7 1 Palabra de Yavé que llegó a Jeremías diciéndole: 2 Ponte a la puerta del

templo de Yavé y pronuncia allí estas palabras, di: Oíd la palabra de Yavé, gen­tes todas de Judá, que entráis por estas puertas para adorar a Yavé. * 3 Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Enderezad vuestros caminos y enmendad vuestras obras, y yo permaneceré con vosotros en este lugar.

4 N o pongáis vuestra confianza en va­nas palabras diciendo: ¡Oh el templo de Yavé! ¡Oh el templo de Yavé! ¡Este es el templo de Yavé! 5 p u e s si de verdad en­derezáis vuestros caminos y enmendáis vuestras obras ; si de verdad hacéis justi­cia a los litigantes; 6 si no oprimís al peregrino, al huérfano y a la viuda; si no vertéis en este lugar sangre inocente; si no vais tras dioses extraños para vues­tro mal, 7 entonces yo permaneceré con vosotros en este lugar, en la tierra que di a vuestros padres por los siglos.

s Mirad que os engañáis a vosotros mis­mos confiando en palabras vanas, que de nada os servirán. 9 ¡Pues qué! ¡Robar, ma­tar, adulterar, perjurar, quemar incienso a Baal e irse tras dioses ajenos que no conocíais, * io y venir luego a poneros en mi presencia en este lugar, en que se in­voca mi nombre, diciéndoos: «Ya estamos salvos», 11 para luego volver a cometer to­das esas iniquidades! ¿Veis, pues, en esta casa, en que se invoca mi nombre, una cueva de bandidos? Pues mirad, también yo la veo así, palabra de Yavé.

12 Id, id a Silo, que fue al principio lu­gar de mi morada, y ved lo que hice con él por las iniquidades de mi pueblo Israel. *

Y 2 Este párrafo nos dice de qué manera los profetas cumplían su misión. Jeremías recibe la orden de colocarse a la puerta del templo e intimar a los que entran y salen; esta amenaza debía de

sonar en los oídos de todos a blasfemia, como vemos en el capitulo 26, con el cual éste tiene cone­xión estrecha.

9 Este versículo nos declara bien cuál era el programa moral y religioso que pregonaba el pro­feta, conforme con el de Isaías en el capítulo i.

12 Silo, en la tribu de Efraím, fue el lugar del santuario nacional durante la época de los jueces (18,31; 21,2) y de Samuel (1,3; 2,15). Vicisitudes diversas sacaron de allí el arca, y luego el taber­náculo, centro religioso de Israel, vino a instalarse en la capital del reino (Jue 21,2: 1 Sam 1,2: Sal 77,60).

827 JEREMÍAS 7-8

13 Pues ahora, palabra de Yavé, y porque os amonesté a tiempo repetidas veces y no me escuchasteis, os llamé y no me res­pondisteis, 14 haré de esta casa a mi de­dicada, en que confiáis vosotros, y de esta tierra que di a vuestros padres, lo que hice de Silo; 15 y os arrojaré de mi pre­sencia, como arrojé a vuestros hermanos, a toda la progenie de Efraím.

16 Y tú no me ruegues ya por este pue­blo, no hagas por ellos súplicas ni oracio­nes, no me porfíes, porque no te oiré. * 1 7 ¿Por ventura no ves lo que ellos hacen en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén? 1 8 Los hijos amontonan la leña, los padres la prenden fuego y las mujeres amasan la harina para hacer las tortas de la Reina del cielo y libar a los dioses ex­traños, para darme pesadumbre. * 19 ¿Pero es a mí, por ventura, a quien la dan? Pa­labra de Yavé. ¿No es más bien para su daño? 2 0 Por tanto, así dice el Señor, Yavé: El furor de mi ira se derramará sobre este lugar, sobre hombres y anima­les, sobre arboledas y campos y sobre los frutos de la tierra, y arderá y no se extin­guirá.

O b e d i e n c i a , n o sacrif icios 21 Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel:

Aumentad el número de vuestros sacri­ficios y comed la carne de las víctimas. 2 2 Cuando yo saqué de Egipto a vuestros padres no fue de holocaustos y sacrificios de lo que les hablé ni lo que les mandé, * 23 sino que les ordené: Oíd mi voz y seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pue­b lo ; y seguid los caminos que yo os man­do y os irá bien. 2 4 Pero ellos no me escucharon, no me dieron oídos, y siguie­ron su consejo en la dureza de su mal corazón y se pusieron detrás, no delante de mí.

25 Desde el día en que vuestros padres salieron de Egipto hasta hoy, les he en­viado mis siervos, los profetas, día tras día; 26 pero no me escucharon, no me prestaron oído, y endurecieron su cerviz y obraron peor que sus padres. 27 Cuando les digas todo esto, no te escucharán, y los llamarás y no te responderán. 28 Diles,

pues: I Sois gente que no oye | la palabra de Yavé, su Dios; ¡ gente sin enmienda, I de cuyos labios ha desaparecido la ver­dad. I 29 Córtate la hermosa cabellera y tírala, I y entona por los montes tus la­mentaciones, I pues ha echado de sí Yavé y repudiado | a la generación que provocó su ira.

30 Hicieron los hijos de Judá sus mal­dades ante mis ojos, palabra de Yavé. Llevaron sus abominaciones a la casa a mí dedicada, profanándola. 31 Y se hicie­ron los altos de Tofet, que está en el valle de Benjinón, para quemar allí sus hijos y sus hijas, cosa que ni yo les mandé ni pasó siquiera por mi pensamiento. * i2 p o r eso vienen dias, palabra de Yavé, en que no se le llamará ya Tofet ni valle de Jinón, sino valle de la mortandad; y tantos se­rán los sepultados en Tofet, que no habrá ya lugar para más; 33 y i o s cadáveres de este pueblo serán pasto de las aves del cielo y de las bestias de la tierra, sin que haya quien las espante. }4 Y haré que deje de oirse en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén el son de los cantos de alegría y regocijo, los cantos del esposo y de la esposa, y no habrá más que desola­ción en esta tierra.

8 R u i n a y de so l ac ión

• Entonces, palabra de Yavé, saca­rán de sus sepulcros los huesos de

los reyes de Judá, los de los principes, los de los sacerdotes, los de los profetas y los de los habitantes de Jerusalén;* 2 y los esparcirán al sol, a la luna y a toda la milicia celeste, que ellos amaron y a que sirvieron, tras de la cual se fueron y que consultaron y adoraron; nadie los recogerá ni los sepultará; servirán de es­tiércol a la tierra. 3 Cuantos restos de esta mala generación sobrevivan preferi­rán la muerte a la vida en los lugares a que yo los arrojaré, palabra de Yavé Se­baot.

C o n t u m a c i a 4 Diles: Así dice Yavé: I ¿Por ventura

quien cae no hace por levantarse? | ¿Quien se va no vuelve? 5 ¿De dónde, pues, la

16 Estas palabras de Yavé muestran hasta dónde llegaba la perversión del pueblo. Sin embargo de esto, Moisés obtuvo perdón en un caso análogo (Ex 32,10).

18 La «Reina del cielo» era Istar, la estrella Venus, la gran divinidad del panteón semita. 2 2 Amos habla de semejante manera en 5,25. Estas palabras no excluyen las ordenaciones del

código sacerdotal. El profeta, moralista, hace resaltar la mayor importancia de la obediencia, que es sacrificio espiritual, sobre los sacrificios materiales. Ello explica el estilo tajante con que a veces los profetas parecen despreciar los sacrificios litúrgicos.

31 El valle, valle de Jinón o de Ben-Jinón o Bene-Jinón, es el que rodea a Jerusalén por el oeste y el sur. En los profetas es famoso el santuario idolátrico de Tofet, situado en la confluencia de este valle con el Tiropeón, que, atravesando la ciudad, viene a terminar al sur de ella. Este santuario estaba consagrado a una divinidad bárbara, que se complacía en sacrificios humanos, de que muchas veces nos hablan con horror los autores sagrados. Parece haber sido inaugurado por Ajaz, a juzgar por 2 Par 28,3 (cf. Jer 19,5 s. 12 s.).

1 En este oráculo, que abarca hasta el capítulo 10, hay trozos que no parecen ocupar el lugar que les corresponde, de donde nace la dificultad para ver el desarrollo del discurso. 8

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JEREMÍAS 8-9 828

pertinaz aversión | de este pueblo, su após­tata rebeldía? | Tan fuertemente se ha abrazado a la mentira, I que del todo rehusa convertirse. | 6 Yo estoy atento y escucho; I no hay quien hable con ver­dad, | nadie a quien le remuerdan sus maldades I y se pregunte: ¿Qué es lo que he hecho? | Todos corren desenfrenada­mente su carrera I como caballo lanzado a la batalla.

F a l s a c o n f i a n z a e n la L e y 7 En el cielo, la cigüeña conoce su es­

tación; | la tórtola, la golondrina y la grulla I conocen los tiempos de sus mi­graciones, | pero mi pueblo no conoce los juicios de Yavé. I 8 ¿Cómo os decís: | Tenemos la sabiduría, poseemos la Ley de Yavé? | La convirtieron en mentira I las mentirosas plumas de vuestros escri­bas. | 9 Han sido confundidos los sabios, | avergonzados, cogidos. | Arrojaron de sí la palabra de Yavé. I ¿Qué sabiduría les queda? I 10 Por eso daré sus mujeres a extraños, I sus campos a otros poseedo­res ; | porque desde el pequeño al grande, todos se llenaron de rapiñas; I desde el profeta al sacerdote, I todos se dieron al fraude; I n y curaban las llagas de mi pueblo [ como cosa de nada, diciendo «paz, paz», | cuando no había paz. * | 12 Serán confundidos, I porque hicieron abominaciones, | no se avergonzaron, | no conocen siquiera la vergüenza; I por eso caerán con los demás caídos, | al tiempo de la cuenta caerán, dice Yavé. 13 Los reuniré a todos, palabra de Yavé. I N o quedará racimo en la viña ni higo en la higuera; I caerán hasta las hojas. Yo les enviaré gentes que los arrebaten.

R u i n a s in e s p e r a n z a 14 ¿Por qué nos estamos sentados? I

Reunios y vayamos a las ciudades amu­ralladas I a perecer allí, pues Yavé, nues­tro Dios, nos va a descubrir; | nos ha dado a beber agua de adormideras | por haber pecado contra El. [ 15 ¡Esperar la paz, y no haber bien alguno! | ¡Esperar la curación, y todo pavor! I I 6 Ya se oye desde Dan el relinchar de sus caballos. | Al estruendo de su caballería de guerra ¡ tiembla la tierra toda. | Ya viene a devorar la tierra y cuanto hay en ella, I la ciudad y cuantos la habitan. | ' 7 Voy a mandar con­tra vosotros | serpientes y víboras, | contra las que no hay conjuro posible, | y os morderán, palabra de Yavé.

18 Mi mal es sin remedio, I mi corazón desfallece. I 19 Oigo gritos de angustia de

la hija de mi pueblo | desde lejana tierra. | ¿No estaba por ventura Yavé en Sión? | ¿No estaba en ella su rey? | ¿Por qué, pues, provocaron mi ira con sus ídolos, I con dioses extraños? | 20 p a s o el verano, se acabó el otoño, | y no hemos sido salva­dos. | 2t Estoy quebrantado | por el que­branto de la hija de mi pueblo; | estoy cubierto de luto, | se ha apoderado de mí el espanto. | 22 ¿ p o r ventura no había bálsamo en Galad I y no había médicos allí? ¿Cómo, pues, no fue vendada la he­rida | de la hija de mi pueblo?

D o l o r d e l p r o f e t a p o r la r u i n a d e l p u e b l o

Q ( 2 3 ) ' ¡Quién me diera que mi cabeza se •» hiciera agua, | y mis ojos fuentes de lágrimas, | para llorar día y noche I las llagas de la hija de mi pueblo! * | 2 Ojalá tuviera en el desierto I un albergue de caminantes, | y dejaría a mi pueblo | y me iría lejos de ellos, | pues todos son adúl­teros, | gavilla de ladrones; | 3 tensan su lengua como un arco. | Nada de fideli­dad, | sólo el fraude predomina en la tierra. | Amontonan iniquidad sobre ini­quidad, | y a mí me desprecian, palabra de Yavé. | 4 Guárdese cada uno de su amigo | y nadie confíe en su hermano, | pues todos los hermanos engañan siem­pre, | todos los amigos calumnian. | Unos a otros se engañan, | 5 no hay verdad en sus palabras. | Tan avezadas están sus lenguas a la mentira, | que no pueden ya sino mentir.

6 Amontonan violencia sobre violen­cia, | engaño sobre engaño, | y no quieren conocerme, palabra de Yavé. | 7 Por eso, así dice Yavé Sebaot: I Yo los fundiré en el crisol, | ¿pues qué otra cosa voy a hacer ¡ con la hija de mi pueblo? | 8 Sus lenguas son saetas mortíferas, | las pala­bras de su boca son dolo; | dan la paz a su prójimo | y llevan la insidia en su co­razón. | 9 ¿No habré de pediros cuentas | por todo esto? Palabra de Yavé. | D e un pueblo como éste, | ¿no habré de tomar yo cumplida venganza?

10 Llorad y gemid sobre los montes, la­mentaos por los pastizales del desierto, | porque están desolados, | no hay quien pase por ellos, | ni se oye el balar de los rebaños. Desde las aves del cielo I hasta las bestias de la tierra, | todos huyeron, | todos se fueron. | n Y de Jerusalén haré un montón de ruinas, | cubil de chaca­les; | y de las ciudades de Judá, desola­ción, | donde no habitará nadie. | 1 2 ¿Quién será el hombre sabio que entienda esto, |

11 Los falsos profetas se mostraban siempre optimistas y lisonjeros con el pueblo (cf. 28,1-4; 1 Re 22.6-7).

9 ' Ala vista de los crímenes de su pueblo largamente descritos, el profeta querría huir al desierto. A esta lamentación pertenecen los w.18-23 del capítulo precedente.

829 JEREMÍAS 9-10

al cual pueda dirigirse la palabra de la boca de Yavé, ( y haga saber la causa por que perece la tierra, I que será con­vertida en un desierto | por donde no habrá quien pase?

13 Y dijo Yavé: Porque han quebran­tado la ley que yo les di | y no han escu­chado mi voz ni procedieron según ella, | 14 sino que, según la pertinacia de su corazón, | se fueron tras los baales, I como les enseñaron sus padres. I 15 Por eso, así dice Yavé Sebaot, | Dios de Israel: | Y o hartaré a este pueblo de ajenjo, | y le daré a beber agua de adormideras, I 16 y los esparciré por entre gentes que no cono­cieron I ni ellos ni sus padres, | y haré que los persiga la espada I hasta consu­mirlos.

D e la r u i n a a la c o n v e r s i ó n

17 Así dice Yavé Sebaot: | Atended, lla­mad a las plañideras, que vengan; | buscad a las más hábiles en su oficio; | 18 que se apresuren, que vengan | y hagan sobre vosotros sus lamentaciones; | caiga de vuestros ojos el llanto | y manen lágrimas vuestros párpados; | ' ' p o r q u e de Sión vienen voces y lamentos. | ¡Qué desola­ción, qué vergüenza! | Nos echan de nues­tras tierras, ¡ nos arrojan de nuestras ca­sas. I 20 Porque oíd, mujeres, la palabra de Yavé | y perciban vuestros oídos las palabras de su boca, | para que ense­ñéis a vuestras hijas a lamentarse | y se lo enseñen ellas unas a otras. | 21 Se entra la muerte por nuestras ventanas I y penetra en nuestras moradas ; | acaba con nuestros niños en las calles | y con nuestros mancebos en las plazas. | 22 L o s cadáveres de los hombres | quedan co­mo estiércol sobre el campo, | como que­da tras el segador el manojo, I sin haber quien lo recoja.

23 Así dice Yavé: | Que no se gloríe el sabio de su sabiduría, | que no se glo­ríe el fuerte de su fortaleza, | que no se gloríe el rico de su riqueza. | 2 4 El que se gloríe, gloríese en esto: | En obrar el bien y conocerme a mí, | conocer que yo soy Yavé, que hago misericordia, I derecho y justicia sobre la tierra; | pues en esto es en lo que yo me complazco, palabra de Yavé. | 25 Vienen días, dice el Señor, | en que yo pediré cuenta a todos, circuncidados e incircuncisos. [ 26 A Egip­to, a Judá, a Edom, | a los hijos de Am-món, a Moab I y a los que se rapan las sienes | y habitan el desierto; | pues to­dos esos pueblos son incircuncisos, | pero todo Israel es incircunciso de corazón.

A ' Una contraposición entre los dioses, que " único verdadero, Dios grande, Rey eterno,

C o n s e j o s a los d e s t e r r a d o s

1 fl ' )'t'' casa lie 'srae'' '° 1 u e os

*• " dice Yavé: * 2 Así dice Yavé: I N o os acostumbréis a los caminos de las gentes; I no temáis de los meteoros ce­lestes, I que a ellos les producen terror; | 3 pues el culto de esos pueblos es el culto a la nada, | leños cortados en el bosque, | labrados luego con el buril por mano del escultor. | 4 Se decoran con plata y oro I y se sujetan a martillazos con cla­vos I para que no se caigan. | 5 Son como espantajos en melonar | y no hablan; | hay que llevarlos, | porque ellos no an­dan; I no les tengáis miedo, pues no pueden haceros mal ni bien.

* N o hay semejante a ti, ¡oh Yavé! ¡Tú eres grande | y grande y poderoso es tu nombre! | 7 ¿Quién no te teme­rá, I rey de los pueblos? I Pues a ti se te debe el temor | y no hay entre todos los sabios de las gentes I y en todos sus reinos nadie como tú. | 8 Todos a una no son sino suma estupidez y necedad; su entendimiento, pura nada ; | no son más que un madero ; | 9 plata laminada venida de Tarsis, | oro de Ofir, | obra de escultor y de orfebre, | vestida de púr­pura y jacinto, | todo es obra de artífices.

10 Pero Yavé es verdadero Dios, | el Dios vivo I y rey eterno. I Si El se aira, tiembla la tierra, | y todos los pueblos son impotentes ante su cólera. | " Así, pues, habéis de decirles: I Desaparezcan de la tierra y de debajo de los cielos I los dioses que no han hecho ni los cielos ni la tierra. 112 El, con su poder, ha hecho la tierra, I con su sabiduría cimentó el orbe I y con su inteligencia tendió los cielos. I 13 A su voz se congregan las aguas en el cielo, | El hace subir las nu­bes desde los confines de la tierra, | hace brillar el rayo entre la lluvia | y saca los vientos de sus escondrijos. | 14 Embrutecióse el hombre sin conoci­miento; I los orífices se cubrieron de ignominia haciendo sus ídolos, | pues no funden sino vanidades, I que no tie­nen vida, I I 5 nada, obra ridicula. | El día de la cuenta perecerán. | 16 N o es ésta la herencia de Jacob, que El es el Hacedor de todo | e Israel es su propia tr ibu; | su nombre es Yavé Sebaot.

17 Daos prisa a reunir y liar el hato, | moradores de la ciudad asediada, I 18 pues así dice Yavé: | Voy a lanzar de una vez a los moradores de esta tierra I para ponerlos en angustia y que me encuentren.

19 ¡Ay de mí! ¡Qué destrucción la mía! I Mi mal no tiene remedio. | Pero yo digo: Es mi castigo, debo soportarlo. 2 0 Mis tiendas devastadas, I todas las

nada valen ni en nada pueden ayudar, y el Dios que hizo todas las cosas.

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JEREMÍAS 10-11 830

cuerdas rotas, I mis hijos me han aban­donado, no existen ya; I no habrá quien pueda ya levantar la tienda, quien pueda ya tender las lonas.

2 1 Fueron unos insensatos los pasto­res, | y no buscaron a Yavé; | por eso no prosperaron I y todos sus rebaños han sido dispersados. | 2 2 Oye, viene ya la noticia, | viene gran alboroto de la tie­rra del septentrión | para hacer de las ciudades de Judá un desierto, | guarida de chacales.

23 Bien sé, Yavé, | que no está en mano del hombre trazarse su camino, | no es dueño el hombre de caminar | ni de di­rigir sus pasos. | 2 4 Corrígeme, ¡oh Yavé!, con suavidad, | no con ira, no del todo me destruyas.

2 5 Derrama tu furor sobre las gentes que te desconocen | y sobre los pueblos que no invocan tu nombre, | que han de­vorado a Jacob, le han consumido | y han devastado sus campos.

E x h o r t a c i ó n a la g u a r d a de l p a c t o d e Y a v é

n l Palabras que dirigió Yavé a Je­remías, diciendo: * 2 Oíd las pala­

bras de esta alianza y comunicádselas a los varones de Judá y a los moradores de Jerusalén. 3 Decidles: Así habla Ya­vé, Dios de Israel: Maldito el varón que desoiga las palabras de esta alianza, 4 que di a vuestros padres al tiempo de sacar­los de la tierra de Egipto, del horno de hierro, diciendo: Oíd mi voz y obrad según todo lo que os mando, y seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios; 5 para que yo cumpla mi juramento a vuestros padres, de darles una tierra que mana leche y miel, como es el día de hoy. Yo respondí diciendo: Así sea, ¡oh Yavé!

6 Y me dijo Yavé: Anuncia todas es­tas palabras en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén diciendo: Es­cuchad las palabras de esta alianza y cumplidlas. 7 Pues con insistencia he amo­nestado a vuestros padres desde que sa­lieron de la tierra de Egipto hasta hoy y con toda diligencia los amonesté: Es­cuchad mi voz. 8 Pero ellos no rae escu­charon, no me dieron oídos y se fueron todos en pos de los malos deseos de su corazón; y les recordé todas las palabras

«le arta abanta que los mandé cumplir; pero no las cumplieron.

' Y me dijo Yavé: Se han confabula­do los varones de Judá y los moradores de Jerusalén. * lo Han vuelto a las ini­quidades de sus primeros padres, que rehusaron cumplir mis mandatos, y se han ido tras dioses ajenos para servirles. La casa de Israel y la de Judá han roto el pacto que hice con sus padres. " Por eso asi dice Yavé: Yo traeré sobre ellos males de que no podrán librarse, y clama­rán a mí, y no los oiré; 12 e irán las ciu­dades de Judá y los moradores de Jeru­salén y clamarán a los dioses a quienes ellos sacrifican, y no podrán salvarlos en el tiempo de la tribulación. 13 Cuantas son tus ciudades, tantos fueron tus dio­ses, Judá; y cuantas son las calles de Jerusalén, tantos fueron los altares alza­dos para ofrecer incienso a Baal. 14 Y tú no me supliques por este pueblo y no hagas por él oración, porque no oiré cuando ellos clamen a mi al tiempo de la aflicción.

15 ¿Qué tiene que hacer en mi casa mi amada, estando cubierta de iniqui­dad? ¿Crees por ventura que los sacri­ficios y las carnes santificadas de las víc­timas pueden evitarte el castigo y sal­varte?

i6 Olivo siempre verde y hermoso te quiso Yavé, pero he pegado a tu copa fuego, que abrasó tu ramaje.

17 Yavé Sebaot, que te plantó, ha de­cretado la desgracia contra ti por los crímenes de la casa de Israel y de la casa de Judá, que han cometido para irritarme, ofreciendo incienso a Baal.

C o n j u r a c i ó n d e los d e A n a t o t c o n t r a el p r o f e t a

' " Y a v é , házmelo saber y que yo lo entienda. Entonces vi con claridad su proceder conmigo. * , 9 Estaba yo entre ellos como inocente cordero que sin sa­berlo era llevado a la muerte, pues ha­bían t ramado una conjura contra mi, diciéndose: Vamos a darle veneno en el pan, le raeremos de la tierra de los vivos y no se hará más memoria de su nom­bre. *

2 0 ¡Oh Yavé Sebaot, juez justo, | que escrudiñas los ríñones y el corazón! Que

•I -I ] El año 621, .Tosías introdujo una reforma religiosa en Judá, y para confirmarla renovó la • • ceremonia del pacto sinaítico entre Dios y el pueblo, comprometiéndose éste a la observancia

de la Ley. El discurso de Jeremías parece aludir a esta ceremonia. 9 La exhortación de los versículos precedentes va seguida de una dura reprensión de las infrac­

ciones, que ya se cometen contra el pacto, probablemente después de la muerte del rey (608). 18 Parece indudable que ha habido traslocación en las partes del relato de la conjuración de los

de Anatot, sus conciudadanos, contra Jeremias. A cambio «le esta conducta del profeta, Dios le revela la conspiración que se forma contra él, incluso por los mismos de su ciudad natal, Anatot; por lo cual el Señor le declara el castigo que les tiene reservado.

19 El texto en este lugar parece indudablemente alterado. De todos modos, es bien claro que se trata de un criminal proyecto para suprimir al profeta sin que éste pudiera darse cuenta.

831 JEREMÍAS 11-13

vea yo en ellos tu venganza, I pues a ti te he confiado mi eansa. I 21 Por eso, así dice Yavé de los hombres «le Anatot , que buscan mi muerte, diciendo: N o pro­fetices en nombre de Yavé si no quieres morir a nuestras manos. 2 2 Por eso así dice Yavé Sebaot: Yo les voy a pedir cuentas. Los fuertes morirán al filo de la espada; sus hijos y sus hijas morirán de hambre . 2 3 No quedará superviviente, por­que yo traeré la desdicha sobre los de Anatot cuando les pida cuentas.

Q u e j a s de l p r o f e t a

1 O 1 Muy justo eres tú, Yavé, I para * * • que yo vaya a contender conti­g o ; I pero déjame decirte sólo una cosa: I ¿por qué es próspero el camino de los impíos I y son afortunados los perdi­dos y los malvados? * | 2 Tú los plantas y ellos echan raíces, I crecen y fructi­fican; I te tienen a ti en la boca, | pero está muy lejos de ti su corazón. | 3 Tú, ¡oh Señor!, me conoces; tú me ves, i tú penetras los sentimientos de mi co­razón para contigo. | Reúnelos como rebaño destinado a la matanza, | consá­gralos para el día de la mortandad. | 4 ¿Hasta cuándo padecerá la tierra, | se secarán las hierbas del campo I por la maldad de los que habitan en ella | y perecerán bestias y aves? I Dicen: «Dios no ve nuestros caminos»

5 Si corriendo con gente de a pie le vencieron, I ¿cómo vas a atreverte con los de a caballo? I Si en tierra abierta no te sientes seguro, | ¿qué será en los boscajes del Jordán? I 6 Mira que tam­bién tus hermanos, los de la casa de tu padre, | esos mismos te son aún traido­res I y a espaldas tuyas todos a una te maldicen. ! No te fíes de ellos I cuando por delante te hablan con benevolencia.

L o s i m p í o s s e r á n ca s t i gados

' He desamparado mi casa, I he aban­donado mi heredad, I he entregado lo que más amaba I en manos de enemi­

gos. * I 8 Fue mi heredad para mí | co­mo león en la selva; I lanza contra mí sus rugidos; | por eso la aborrecí. 9 Ha venido a ser mi heredad una fiera ra­paz I en torno a la cual rondan otras fieras. | Venid, juntaos, fieras todas del campo. I Venid a devorarla.

"> Muchos pastores han entrado a saco en mi viña | y pisotearon mi heredad, | han convertido mis deleitosos campos I en desolado desierto. | n Hicieron de ella campo de desolación | y está ante mí triste y asolada. | Toda la tierra es desolación I por no haber quien recapa­cite en su corazón.

12 Por todos los pastizales del desierto irrumpieron los invasores I y la espada de Yavé devora la tierra I de un extremo al otro, I sin dar paz a ser viviente. * I 13 Sembraron trigo y han recogido car­dos ; I trabajaron en vano; I quedaron confusos de su cosecha I por la cólera encendida de Yavé.

14 Asi dice Yavé de todos los malos vecinos que asaltan la heredad que yo di en herencia a mi pueblo, Israel: I Yo los arrojaré de sus tierras I y arrancaré a Judá de sus garras, | 15 y después de ha­berlos arrojado \ tendré misericordia de ellos I y los haré volver cada uno a su pro­piedad, I cada uno a su tierra, I l s y cuando ellos hayan aprendido el camino de mi pue­blo I y juren en mi nombre, «Vive, Yavé», I como ellos enseñaron a mi pueblo a jurar en el nombre de Baal, I habitarán próspera­mente en medio de mi pueblo. ! 17 Pero si no obedecen arrancaré esa nación, | los arrancaré de raíz | y perecerán, pa­labra de Yavé.

L a faja p o d r i d a < o ' Díjome Yavé: Ve y cómprate •*• *» una faja de lino y faja con ella tus lomos y procura que no toque el agua. * 2 Y adquirí la faja, como me man­dó Yavé, y me la puse sobre los lomos; 3 y me habló Yavé por segunda vez, di-ciéndome: 4 Coge la faja que adquiriste

1 *y 1 La anterior revelación suscita en el profeta esta queja. Era una tentación grave para los ^ antiguos hebreos esto de la prosperidad de los impíos, y la postración de los justos, que no

veían cómo pudiera armonizarse con la justicia de un Dios de quien se dice que trata a cada uno según sus obras (cf. Sal 35; 72, etc.).

7 Judá es entregado por Dios a la devastación de sus enemigos, tal vez los sirios, moabitas y am-monitas, de quien se habla en 2 Re 24,1 s.

12 A ellos alcanzará el destierro igual que a Judá; pero también una restauración gloriosa con la incorporación al pueblo de Yavé en los días mesiánicos.

1 0 t Interpretar este pasaje como acción simbólica, que por orden de Dios ejecutara el profeta, ** presenta una grave dificultad: la distancia enorme que hay desde Jerusalén al Eufrates para

que el profeta la pudiera recorrer cuatro veces. Quizá debe mejor tomarse como una parábola en forma de diálogo entre Dios y el profeta. El simbolismo es claro. La prenda de que se trata no tiene correspondiente exacto en nuestra indumentaria. Se ponía a raíz de la carne, y cubría, ciñéndola al mismo tiempo, la cintura hasta medio muslo. Lo principal, en la significación parabólica, es la intima unión entre la prenda y quien la vestía, ceñida a raíz de la carne. Es símbolo del pueblo elegido, íntimamente unido a Dios. El quitársela y dejar que se pudriera a orillas del Eufrates es símbolo de la destrucción del pueblo y de la gran humillación a que habla de verse reducido en medio de los pueblos de la Mesopotamia.

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JEREMÍAS 13-14 832

y te pusiste, vete al Eufrates y escóndela en una hendidura de la piedra. 5 Fui, pues, y la escondí junto al Eufrates, se­gún lo mandó Yavé.

6 Y al cabo de muchos días me dijo Yavé: Anda, vete al Eufrates y recoge la faja que te mandé esconder allí. 7 Fui, pues, al Eufrates y busqué la faja y la saqué del lugar en que la había escondi­do, pero estaba podrida; no servía ya para nada.

8 Y me habló el Señor diciéndome: * Así dice Yavé: Así haré yo que se pudra la mucha soberbia de Judá, el gran or­gullo de Jerusalén. i° Este pueblo malva­do, que rehusa escuchar mis palabras y en la depravación de su corazón se va tras dioses ajenos para servirlos y ado­rarlos, será como esa faja podrida, que no sirve ya para nada. u Como se adhie­re la faja a los lomos del hombre, así quise yo que se adhiriese a mí toda la casa de Israel y toda la casa de Judá, pa­labra de Yavé, para que ellos fuesen mi pueblo, mi honra, mi prez, mi gloria; pero ellos no me escucharon.

Las tinajas rotas 12 Vete, diles esto: Así dice Yavé, Dios

de Israel: Las tinajas se llenan de vino. Y te dirán: ¿Acaso no sabemos muy bien que las tinajas se llenan de vino?* 13 Pero tú les dirás: Así dice Yavé: Pues así llenaré yo de embriaguez a todos los habitantes de esta tierra, a los reyes que se sientan en el trono de David, a los sacerdotes, a los profetas y a todos los moradores de Jerusalén: 14 y se quebra­rán, chocando unos contra otros, pa­dres contra hijos a la vez, palabra de Yavé. No tendré de ella compasión ni clemencia ni misericordia en su destruc­ción.

15 Escuchad, dadme oídos, no os enva­nezcáis, | que es Yavé quien os habla. | 16 Dad gloria a Yavé, vuestro Dios, ¡ antes que se haga obscuro; y antes que tropiecen vuestros pies | por los montes en tinieblas, | y en vez de la luz que es­peráis, | os dé sombras de muerte | y densas tinieblas. | 17 Si no escucháis, llo­raré en secreto vuestra soberbia, | llo­raré sin consuelo | y mis ojos derrama­rán abundantes lágrimas I por la disper­

sión del rebaño de Yavé, llevado en cau­tiverio.

18 Di al rey y a la reina: | Humillaos, sentaos en el suelo, I porque está para caer de vuestras cabezas | la corona de vuestra gloria. I 19 Las ciudades del sur están cercadas | y nadie escapará. | Todo Judá será apresado, I todos sin excep­ción cautivados. | 20 Alza tus ojos y mira, Jerusalén, I vienen del septentrión, j ¿Dónde está la grey que te fue dada, | tu espléndido rebaño? | 21 ¿Qué dirás cuando te golpeen la cabeza tus amantes, | aquellos que acostumbrabas a tratar co­mo amigos? I ¿No te dolerás con dolo­res I como de mujer en parto? | 22 y s¡ te preguntas en tu corazón: | ¿por qué me sucede todo eso? | Por la muchedum­bre de tus maldades alzaron tus faldas I y maltrataron tus talones. | 23 ¿Mudará por ventura su tez el etíope, | o el tigre su ra­yada piel? I Asi, ¿podréis vosotros obrar el bien, | tan avezados como estáis al mal?* I 2 4Yo los dispersaré como paja que vuela | al viento del desierto. | 25 Es tu parte, | es la porción que yo te señalo, palabra de Yavé, | por haberme despreciado y haber puesto tu esperan­za I en la vanidad de los ídolos. | 26 Tam­bién yo te alzaré las faldas hasta taparte con ellas la cara | y se verán tus ver­güenzas. 127 A mi cara pusiste tú tus adul­terios, I tus relinchos, tus execrables for­nicaciones. I Sobre los collados del cam­po I tuve que ver yo tus torpezas. | ¡Ay de ti, Jerusalén, si no te limpias! | ¿Has­ta cuándo dilatarás tu conversión?

La gran sequía 1 4 1 Llegó la palabra de Yavé a Je-^ ™ remías con ocasión de la sequía. *

2 Llora Judá, | y sus puertas están desola­das, I e inclinadas hacia la tierra las ca­bezas, I y crece el grito de Jerusalén. | 3 Los pudientes de ella mandaron a sus zagales por agua; | fueron éstos a los pozos, I pero no hallaron agua | y se volvieron con los cántaros vacíos, | tris­tes, afligidos y cubiertas las cabezas. I 4 Los agricultores se afligen y cubren sus cabezas, | porque los campos están ex­tenuados I por falta de lluvia sobre la tierra. | 5 Aun las ciervas en el campo I paren y abandonan la cría | por falta

12 Dios llenará de vino y embriagará a todos los moradores de Jerusalén, sin excluir a los reyes, sacerdotes y profetas, para que vengan a chocar unos con otros y destruirse. A estas parábolas sigue una apremiante exhortación a la penitencia.

23 Todas estas imágenes nos parecen a nosotros demasiado crudas, acostumbrados como esta­mos al uso de eufemismos; pero hay que tener en cuenta que los orientales son mucho más realistas que nosotros, y que este realismo se refleja en sus literaturas.

•JA 1 La sequía es tan grande, que en los pozos no hay agua, ni siquiera para beber. El profeta ' *" siente piedad de su pueblo y ruega a Yavé, una y más veces, que tenga misericordia de él,

y por su antigua alianza le dé el agua que necesita. Dios contesta a su profeta que no lo hará, porque no lo merece: el castigo será lo que vendrá sobre ellos.

833 JEREMÍAS 14-15

de pastos. I 6 Lo* asnos salvajes están sobre las colinas peladas I aspirando el aire como chacales y hundidos los ojos por la falta de hierba.

'Aunque nuestras maldades claman contra nosotros, | hazlo, ¡oh Yavé!, por la gloria de tu nombre. | Grandes son nuestras rebeldías. | Hemos pecado con­tra ti. I 8 Tú eres la esperanza de Israel, ¡oh Yavé!, | su salvador en el tiempo de la tribulación. | ¿Cómo vas a ser cual extranjero en tu tierra, | como viajero que sólo pasa en ella una noche? | 9 ¿Có­mo vas a parecer como hombre azora­do, como guerrero incapaz de salvar? I Pues tú, ¡oh Yavé!, habitas en medio de nosotros | y tu nombre es por nosotros invocado. | ¡No nos desampares!

10 Esto dice Yavé de este pueblo: | Así se acostumbraron a vagar de un lado para otro; | no daban paz a sus pies. | Pero Yavé no les tiene amor alguno; I ahora se acordará de sus maldades I y les pedirá cuenta de sus pecados. | !1 Y me dijo Yavé: No niegues por este pue­blo para que le socorra. 12 Cuando ayu­nen no escucharé sus clamores y cuando ofrezcan holocaustos y oblaciones no los aceptaré, sino que los consumiré con la espada, con el hambre y con la peste.

15 Y yo dije: ¡Ah, ah, Señor, Yavé! Mira que los profetas les dicen: No ve­réis la espada, no vendrá el hambre. Paz entera os daré en este lugar. 14 Pero Yavé me dijo: Mentidamente profetizan los profetas en mí nombre; yo no los he en­viado, no los he mandado, no les he hablado. Falsas visiones, agüeros, vani­dades y engaños de su corazón es lo que les profetizan. , 5 Por eso dice Yavé: Con­tra los profetas que profetizan en mi nombre sin haberlos yo enviado, dicien­do: No habrá en esta tierra espada ni hambre: A la espada y por hambre pe­recerán esos profetas.16 Y las gentes ante quienes ellos profetizaron serán arroja­das a las calles de Jerusalén, muertas por hambre y por espada, y no habrá quien les dé sepultura a ellos, a sus muje­res, a sus hijos y sus hijas, y haré caer so­bre ellos su maldad. 17 Diles, pues, así: I Derramen mis ojos lágrimas I de noche y de día sin cesar, | pues la virgen hija de mi pueblo I ha sido quebrantada con gran quebranto, | herida de gravísima plaga.

18 Si salgo, al campo | veo por doquier muertos por la espada; | si entro en la ciudad, I muertos por el hambre. | Profe­tas y sacerdotes son arrastrados | a una

2 1 El trono de la grandeza, de la majestad de ella estaba.

1 0 3 Cuatro deudos o parientes, por ir casi siei

tierra que no conocen. I 19 ¿Acaso has rechazado del todo a Judá? | ¿Detesta tu alma a Sión? | ¿Cómo nos hieres de muer­te. I y mientras esperábamos paz, todo son infortunios, | y a la hora del alivio | sólo se presenta la angustia?

20 Reconocemos, ¡oh Yívé!, nuestra maldad | y la de nuestros padres. I He­mos pecado contra ti. | 21 Por la gloria de tu nombre, no nos rechaces, | no des­precies el trono de tu grandeza. | Acuér­date, no rompas tu alianza con nos­otros. * 1 22 ¿Hay entre los ídolos de las gentes quien pueda hacer llover? | ¿O pueden de sí los cielos dar la lluvia? | ¿No eres tú en quien esperamos? I Pues tú eres quien hace todo eso.

•| C ' Pero Yavé me dijo: Aunque se * •* me pusieran delante Moisés y Sa­muel, no se volvería mi alma a este pue­blo. Quita este pueblo de mi presencia, que se vayan. 2 Y si te preguntan: ¿Adon­de hemos de ir? Respóndeles: Así dice Yavé: | El que a la mortandad, a la mor­tandad; I el que a la espada, a la espa­da; I el que al hambre, al hambre; | el que al cautiverio, al cautiverio. ! 3 Yo les daré por regidores cuatro deudos, pa­labra de Yavé: la espada para matar, los perros para arrastrarlos, las aves del cielo y las fieras del campo para devo­rarlos y consumirlos. * 4 Y los haré el asombro de todas las regiones de la tie­rra a causa de Manases, hijo de Eze-quías, rey de Judá, por todo lo que hizo en Jerusalén.

Los horrores de la guerra 5 ¿Quién, pues, va a compadecerse de

ti, oh Jerusalén? | ¿Quién se dolerá por ti? I ¿Quién se saldrá del camino I para preguntar por ti y saludarte? | « Tú me dejaste a mí, palabra de Yavé; | me vol­viste la espalda; | y yo voy a extender contra ti mi mano | y te abatiré sin due­lo. I 7 Y los aventaré con el bieldo | a las puertas de la tierra; dejaré sin hijos a mi pueblo y le destruiré I por su impe­nitencia. I 8 Serán más numerosas sus viu­das I que las arenas del mar. | Lanzaré contra la madre de sus jóvenes [ un de­vastador en pleno día. | Haré que caiga de repente sobre ellos | el terror y la an­gustia. I 9 Ajóse de tristeza la madre de siete hijos, I su alma desfalleció; | pú­sose para ella el sol cuando aún era de día, I quedó abatida y confusa. I Sus restos los entregaré a la espada | de sus enemigos, dice Yavé.

Dios, es Jerusalén, por razón del templo que en

unidos: guerra, hambre, peste y mortandad.

Náoar-Colunga •a

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JEREMÍAS 15-16 834

J e r e m í a s , f igura d e la caída del p u e b l o

1 tí ! Llegóme la palabra de Yavé, di-•*• " ciéndome: * | 2 N o has de tomar mujer, y no tendrás hijos ni hijas I en esta tierra; I 3 porque así dice Yavé | de los hijos y las hijas | nacidas en esta tierra, I de las madres que los paren | y de los padres que los engendran en esta tierra: | 4 Morirán de epidemias | y na­die los llorará ni los sepultará; | servi­rán de estiércol sobre el haz de la tie­r ra ; | serán devorados por la espada y por si hambre | y sus cadáveres serán pasto de las aves del cielo y de las bes­tias de la tierra.

5 Así, pues, dice Yavé: | N o vayas a casa en duelo, ni vayas a llorar a los muer­tos, ni te lamentes por ellos, | pues he qui­tado a este pueblo mi paz, | palabra de Yavé; la benignidad y la misericordia. | 6 Y morirán grandes y pequeños en esta tierra; I no se los sepultará, ni se los llo­rará, I ni nadie se herirá el rostro, ni se afeitará la cabeza por ellos; I 7 y nadie les partirá el pan del duelo I para con­solar a uno por el muerto, | ni se le dará a nadie la copa para consolarle | por la muerte del padre o de la madre. | 8 N o entres tampoco en casa donde haya ban­quete, | para sentarte a comer y a beber con ellos; | 9 pues así dice Yavé Sebaot, | Dios de Israel: | Voy a hacer cesar en este lugar, | a vuestros ojos y en vuestros días, | el canto del gozo y de la alegría, I y el canto del esposo y de la esposa.

10 Y cuando anuncies a este pueblo todo esto y te digan: ¿Por qué nos anuncia Yavé todos esos males tan grandes? ¿Cuá­les son nuestras maldades y cuáles los pecados que hemos cometido contra Yavé, nuestro Dios?, n les responderás: Porque vuestros padres me abandonaron, palabra de Yavé, para irse tras los dioses ajenos, para servirlos y adorarlos, dejándome a mí y quebrantando mi Ley; 12 pero vos­otros habéis obrado peor todavía que

| vuestros padres y os vais cada cual tras

12 Este pasaje es de los más difíciles de interpretar en Jeremías. El texto parece, indudable­mente, alterado, y las conjeturas de restitución con las consiguientes interpretaciones son muchas. Adoptamos la que nos parece más probable, y ésta se refleja en la traducción. Se lamenta el profeta de haber nacido para ser objeto de las maldiciones de todos, y pregunta a Dios si no es verdad que él, insistentemente y poniendo cuantos medios estaban a su alcance, no le pidió por el bien de los que le odian. Los w.12, 13 y 14 parecen una interpolación. El v.12 es casi ininteligible. El v. 13 y el 14 se refieren a ..na invasión: parece venir de 17,3 s.

18 En estas quejas de Jeremías hay ciertas dificultades de crítica y de interpretación. El sentido general más probable parece ser éste: Se lamenta el profeta de que, por ser fiel a su misión, ha tenido que profetizar siempre desventuras, y por esto no ha gozado de un momento de alegría, fuera de la de ser siervo fiel de Yavé; y pregunta: ¿Va a ser siempre asi? En seguida el Señor le reprende por su desconfianza y pusilanimidad, y le anuncia que, si quiere seguir siendo su profeta, su boca, vuelva a su primera fortaleza y confianza en Yavé.

1 £ l Yavé inspira a Jeremías varias cosas, ordenadas a significar los males que vendrán sobre " Judá: que no se case ni engendre hijos, porque morirían por el hambre y ¡a espada y serían

pasto de las fieras; que no asista a duelos ni a festines, porque todo eso quedará suprimido en Judá, y todo a causa de las iniquidades de su pueblo.

L a m e n t o s d e l profeta 10 ¡Ay de mí! Madre mía, ¿cuál me

engendraste? | Soy objeto de querella y de contienda para todos. I A nadie pres­té, nadie me prestó, | y, sin embargo, todos me maldicen. | H En verdad, ¡oh Yavé!, ¿soy culpable? I En el t iempo del infortunio y de la angustia, | ¿no te ro­gaba por el bien de los que me odian? | 12 ¿El hierro va a romper el hierro del norte y el bronce? * i1 3 Yo entregaré gra­tis tus bienes y tus tesoros al pillaje I por todos tus pecados y sobre todo tu territorio. I 14 Yo te haré esclavo de tus enemigos I en tierra que no conoces, I porque se ha encendido el fuego de mi cólera | y arderá contra vosotros. 115 ¡Oh Yavé! ¡Ten cuenta de mí, mira por mí | y véngame de mis perseguidores! | N o contengas tu ira; I mira que por ti so­porto oprobios ¡ de parte de los que des­precian tu palabra. | Eran para mí tus palabras I 16 el gozo y la alegría de mi corazón, | porque yo llevo tu nombre, | ¡oh Yavé, Dios Sebaot! I l 7 Nunca me senté entre los que se divertían i para gozarme con ellos. | La acción de tu mano sobre mí me obligaba a sentarme en soledad, | pues llenaba mi alma tu ira. 1 1 8 ¿Ha de ser perpetuo mi dolor, | está gangrenada mi herida | y se ha hecho incurable? I ¡Ay! ¿Vas a ser para mí arroyo falaz, | con cuyas aguas no se puede contar? *

19 Por eso así dice Yavé: | Si tú vuel­ves, vo te volveré ; y seguirás a mi ser­vicio. I Si sabes distinguir lo precioso de lo vil, I seguirás siendo mi boca; | todos se volverán a ti, | no serás tú quien te vuelvas a ellos, I 2 0 y te haré para este pueblo I inconmovible muro de bronce. Ellos combatirán contra tí ; | pero no podrán vencerte, | porque yo estaré con­tigo para salvarte I y protegerte, palabra de Yavé, I 2 1 y te libraré de las manos de los malvados I y te rescataré del po­der de los violentos.

835 JEREMÍAS 16-17

los malos deseos de vuestro mal corazón, sin escucharme a mí. 13 Po r eso os arro­jaré fuera de esta tierra, a una tierra que no conocéis ni conocieron vuestros pa­dres, y allí serviréis día y noche a dioses extraños y no tendré compasión de vos­otros.

14 Por eso vendrá tiempo, palabra de Yavé, en que no se dirá ya : «Vive Yavé, que sacó a los hijos de Israel de la tierra de Egipto»; 15 sino: «Vive Yavé, que sacó a los hijos de Israel de la tierra del aqui­lón y de las otras en que los dispersó», cuando yo los haga volver a su tierra, a la que di a sus padres . 1 6 Yo voy a mandar muchos pescadores, palabras de Yavé, que los pescarán; y después muchos caza­dores, que los cazarán por los montes todos, por todos los collados y por las cavernas de las rocas. 17 Porque están a mi vista todos sus caminos, | no se escon­den de mi vista, | y sus maldades no están ocultas a mis ojos. ( 18 Yo les pagaré al doble sus iniquidades y pecados | por haber profanado mi tierra | con la carro­ña de sus ídolos | y haber llenado de abo­minaciones mi heredad.

L a s a lud , p o r la c o n f i a n z a e n Y a v é 19 ¡Yavé, mi fuerza, mi fortaleza, | mi

refugio al tiempo de la tribulación! | A ti vendrán los pueblos | desde los confines de la tierra, y dirán: | Sólo mentira fue la herencia de nuestros padres, | vanidad sin provecho alguno.

2 0 Si es el hombre el que se hace los dioses, I entonces no son dioses. ¡ 2 i Por eso esta vez les voy a dar a conocer, I les voy a hacer ver la fuerza de mi brazo, | y sabrán que mi nombre es Yavé.

L a c u l p a d e J u d á

I fj ! El pecado de Judá está escrito | • con estilo férreo; | a punta de dia­

mante se ha grabado | en la tabla de su corazón; * | 2 en los cuernos de sus alta­res, en sus aseras, ¡ en los árboles verdes, | en las elevadas colinas, | 3 en los montes del llano. Tus riquezas, todos tus tesoros, | los daré al pillaje por tus pecados | en todo tu territorio. | 4 Te obligaré a abandonar

1 "7 1 Este capítulo contiene varios temas, que parecen desligados unos de otros. Primeramente, * los pecados de idolatría de Judá traerán como secuela el castigo.

5 Maldito el hombre que pone su confianza fuera de Yavé; bendito el que confía en el Señor; será como árbol plantado sobre la corriente de las aguas (Sal 1,1-3).

18 Estas imprecaciones del profeta contra los que encarnizadamente le persiguen, así como las contenidas en 18,21-23, y en otros lugares del A. T., por ejemplo. Sal 109, no son expresión del deseo de una venganza personal, sino más bien del deseo de que Dios castigue con castigos tempora­les a los enemigos del profeta, que son al mismo tiempo los enemigos de Dios. A veces más que im­precaciones son profecías. Para explicarse tales imprecaciones es muy de tener en cuenta el carácter hiperbólico de la literatura poética de estos pueblos y que muchas veces se trata de fórmulas usuales y como troqueladas del lenguaje. Estos pueblos, tan realistas, difícilmente distinguían en sus maldi­ciones entre el pecado y el pecador, y al maldecir a aquél, maldicen a éste. Finalmente, y sobre todo, se ha de tener en cuenta que están estas imprecaciones dentro del marco del A. T., ley de premios y de castigos temporales, ley de justicia, que llega hasta incluir la pena del talión, y no podemos apli­carles el criterio de ley nueva, ley de gracia y de misericordia, ley de caridad.

la heredad I que te di y te haré esclava de tus enemigos I en tierra para ti desco­nocida, I pues habéis encendido el fuego de mi ira, | que arderá por siempre.

5 Así dice Yavé: | Maldito el hombre que en el hombre pone su confianza, | y de la carne hace su apoyo, | y aleja su corazón de Yavé. * | 6 Será como desnudo a rbus to en e l desierto; | que aunque le venga algún bien, no lo siente, | y vive en las arideces del desierto, I e n t ierra sali­trosa e inhabitable. | 7 Bienaventurado el varón que confia en Yavé | y en El pone su confianza. | 8 Es como árbol plantado a la vera de las aguas, I que echa sus raíces haci a la corriente | y no teme la venida del calor, | conserva su follaje ver­de, I en año de sequía no la siente, I y no deja de dar fruto.

9 Tortuoso es el corazón, 1 impenetra­ble para el hombre. | ¿Quién puede cono­cerle? I 1° Yo, Yavé, que penetro los corazones I y pruebo los ríñones | para retribuir a cada uno según sus caminos, | según el fruto de sus obras.

11 Perdiz que empolla huevos ajenos | es el que injustamente allega riquezas; | a la mitad de sus días tendrá que dejar­las, I y su fin será el de un necio.

12 Trono de gloria excelso desde el prin­cipio I es nuestro santo templo. | 13 Yavé es la esperanza de Israel; I todos los que le abandonan serán confundidos. I Los que te dejan se cubrirán de vergüenza, | porque dejaron a la fuente de aguas vi­vas, a Yavé.

14 Sáname, ¡oh Yavé!, y seré sano; | sálvame y seré salvo, | pues tú eres mi esperanza. I 15 Ellos me dicen: ¿Dónde está la palabra de Yavé? | Que se cumpla. | 16 Pero yo no he ido tras de ti a incitarte a su castigo; | nunca he deseado el día de la calamidad, | tú lo sabes. I Lo que ha salido de mis labios, | ante tu presencia está. I , 7 N o me hagas temblar. | Proté­geme el día de la tribulación. 11 8 Sean con­fundidos mis perseguidores, no yo. I Sean ellos los que tiemblen, no yo. | Haz venir sobre ellos el día de la ira. | Tritúralos con doble trituración. *

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JEREMÍAS 17-18 836

El camino de salvación 1 9 Así me dijo Yavé: Ve a ponerte ante

la puerta de los Hijos del pueblo, por la que entran y salen los reyes de Judá, y ante todas las otras puertas de Jerusa­lén, 2» y diles: Oíd la palabra de Yavé vosotros, reyes de Judá, y todo Judá, y todos los habitantes de Jerusalén que pa­sáis por estas puertas: 2 1 Así dice Yavé: Guardaos, por vuestra vida, de llevar car­gas en día de sábado y de introducirlas por las puertas de Jerusalén. 2 2 N o sa­quéis tampoco cargas de vuestras casas en día de sábado ni hagáis labor alguna; santificad así el día del sábado, como se lo mandé a vuestros padres. 2 3 Ellos, sin embargo, no me oyeron, no me dieron oídos, sino que endurecieron su cerviz, sin obedecerme y sin corregirse.

2 4 Si me obedecéis vosotros, palabra de Yavé, y dejáis de introducir cargas por las puertas de esta ciudad en día de sába­do y santificáis ese día no haciendo en él labor alguna, 2S seguirán entrando por las puertas de esta ciudad los reyes que se sientan sobre el t rono de David mon­tados en sus carros y caballos, ellos, sus grandes, los hombres de Judá y los habi­tantes de Jerusalén, y esta ciudad estará siempre habitada. 26 Y de las ciudades de Judá y de los contornos de Jerusalén, de la tierra de Benjamín, del llano, de la mon­taña y del mediodía, vendrán con holo­caustos, víctimas, oblaciones, inciensos y sacrificios eucarísticos y los ofrecerán en el templo de Yavé. 2 7 Pero si no me obe­decéis en santificar el día del sábado y en no llevar cargas en él y no introducirlas por las puertas de Jerusalén, entonces en­cenderé yo en sus puertas un fuego que devorará los palacios de Jerusalén y que no se apagará.

E n l a c a s a d e l a l f a r e r o •| Q 1 Palabra que de Yavé llegó a Je-* O remías: * 2 Anda y baja a la casa del alfarero y allí te haré oir mis pala­bras. 3 Bajé, pues, a la casa del alfarero y hallé a éste trabajando a la rueda. 4 Cuando se le estropeaba entre las manos la vasija que estaba haciendo, iba y con el mismo barro hacía otra cualquiera, la que se le antojaba.

5 Y me vino palabra de Yavé, dicien­do : 6 ¿Acaso no puedo hacer yo de vos­otros, casa de Israel, como hace el alfa­rero? Como está el barro en la mano del alfarero, así estáis vosotros en mi mano, casa de Israel. 7 De pronto decido yo arrancar, destruir y hacer perecer a un pueblo y a un reino; 8 pero si este pueblo se convierte, arrepentido de las maldades

1 Q l Esta misma comparación del poder del al O i s Nueva imprecación de Jeremías contra 1<

por las que yo le amenazaba, también yo me arrepiento del mal que había deter­minado hacerle. 9 Igualmente resuelvo yo de pronto edificar y plantar a un pueblo o un reino; 10 pero si este pueblo obra mal ante mis ojos y no escucha mi voz, me arrepiento del bien que había deter­minado hacerle.

L a c o n t u m a c i a t r a e r á el s u p r e m o cas t igo

u D i ahora a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: Así habla Yavé: Estoy trazando males y formando planes contra vosotros. Convertios cada uno de vuestros malos caminos, mejo­radlos y mejorad vuestras obras. 12 Pero ellos dicen: Es en vano, seguiremos ha­ciendo nuestra real gana, y cada cual hará el mal que maquine su mal corazón.

13 Por eso, así dice Yavé: | Preguntad a los pueblos. I ¿Quién oyó cosas seme­jantes? | Muy horrible crimen ha come­tido | la virgen de Israel. | I 4 ¿Por ventura desaparece de las rocas la nieve del Líba­no | o se agotan las frescas aguas que corren de los montes? I 15 Pues mi pueblo se ha olvidado de mí ; I ha ofrecido in­cienso a la vanidad, | van de tropiezo en tropiezo por sus caminos, | los senderos antiguos, | siguiendo sendas extraviadas, | camino no tri l lado, I 16 para hacer de su tierra un lugar de horror, | objeto de eterna burla. | Cuantos pasen por ella se asombrarán | y moverán la cabeza. | 17 Como viento solano, los dispersaré | ante sus enemigos. I La espada, no el rostro, les daré yo | el día de la angustia.

I m p r e c a c i ó n d e l p r o f e t a is Ellos dijeron: Venid, vamos a to­

mar | una resolución contra Jeremías, | pues tienen todavía la Ley los sacerdotes, | el consejo los sabios 1 y la visión los profe­tas. | Venid, vamos a hacerle morir por la lengua, | no demos oídos a sus pala­bras. * | 19 Atiéndeme, ¡oh Yavé!, I oye la voz de mis adversarios. | 2 0 ¿Se paga por ventura mal por bien? | Porque me cavan una hoya. | Acuérdate cómo me presenté ante ti I para hablarte en favor suyo, | para apartar de ellos tu indigna­ción. | 21 Da , pues, sus hijos al hambre I y entrégalos al poder de la espada; | qué­dense sus mujeres sin hijos y viudas, I y mueran sus maridos de peste, I y sus man­cebos traspasados por la espada de la guerra. I 2 2 Salgan gritos de sus casas | cuando de repente hagas venir sobre ellos el salteador, | pues han cavado una t ram­pa donde cogerme | y tendieron a mis pies lazos ocultos. | 2 3 Pero tú, ¡oh Yavé!,

arero sobre ia masa de barro la leemos en Rom g,2I s que atentan a su vida (cf. la nota a 17,18).

837 JEREMÍAS 18-20

conoces | todas sus maquinaciones para llevarme a la muerte. | N o les perdones su iniquidad, I no borres su pecado de ante tus ojos; I caigan ante ti I en el día de tu ira; castígalos.

R o t u r a s i m b ó l i c a

1 Q ' Así dice Yavé: Ve y cómprate una * «* orza de barro y lleva contigo a al­gunos de los ancianos del pueblo y de los sacerdotes, * 2 y sal hacia la entrada del valle de Ben-Jinón, delante de la puer­ta de la Alfarería, y pronuncia allí las palabras que yo te diré.

3 Les dirás, pues: Oíd la palabra de Yavé, reyes de Judá y habitantes de Je­rusalén: Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Yo traeré sobre este lugar males tales que a cuantos los oigan les retiñirán los oídos, 4 por haberme dejado a mí y haber enajenado este lugar, ofreciendo incienso en él a dioses ajenos, que no conocían ni ellos ni sus padres ni los reyes de Judá, llenando este lugar de sangre de inocentes 5 y edificándose en él el alto de Baal, donde queman con el fuego a sus hijos como holocausto a Baal, cosa que ni yo había mandado ni me había venido a la mente. 6 Por eso vendrá tiempo, pa­labra de Yavé, en que no se llamará ya este lugar Tofet y valle de Ben-Jinón, sino valle de la Mortandad.

7 En este lugar frustraré yo los planes de Judá y de Jerusalén, y a sus moradores los haré caer a espada ante el enemigo, y los entregaré en poder de éste, en manos de los que los persiguen a muerte, y daré sus cadáveres en pasto a las aves del cielo y a las fieras de la tierra. 8 Y haré de esta ciudad el espanto y la burla, de modo que cuantos pasen se espanten y se burlen de su destrucción. 9 Les haré comer la car­ne de sus hijos y de sus hijas, y se comerán unos a otros en las angustias del asedio y del hambre a que los reducirán sus ene­migos, los que de muerte los persiguen.

10 Y romperás la orza a la vista de los que te acompañan n y les dirás: Esto dice Yavé Sebaot: Asi romperé yo a este pue­blo y a esta ciudad, como se rompe un cacharro de alfarero, sin que pueda vol­ver a componerse . 1 2 Así haré yo con este lugar y con sus habitantes, palabra de Ya­vé, y haré de esta ciudad un tofet. 13 Las

casas de Jerusalén y los palacios de los reyes de Judá quedarán inmundos como el suelo de Tofet; todas las casas en cuyos terrados quemaron incienso a toda la mi­licia celeste y libaron a los dioses extraños.

14 Y se volvió Jeremías de Tofet, adon­de le había mandado Yavé para que pro­fetizara, y se detuvo en el atrio del tem­plo, y dijo a todo el pueblo: * " Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Yo traeré, contra esta ciudad y contra todas las ciu­dades que de ella dependen, todos los males con que los he amenazado por haber endurecido su cerviz y no haber escuchado mis palabras.

M a r t i r i o de l p r o f e t a O A 1 Y Pasjur, sacerdote, hijo de Imer, " i " que era prefecto del templo, oyó a Jeremías pronunciar estas palabras; 2 y mandó azotar a Jeremías, profeta, y po­nerle en el cepo que hay en la puerta su­perior de Benjamín, junto al templo. 3 Cuando a la mañana siguiente sacó Pas­jur a Jeremías del cepo, le dijo éste: N o te llama Yavé Pasjur, sino Nagor, terror por doquier. 4 Pues así dice Yavé: Y o te traeré el terror a ti y a todos tus deudos y amigos. Caerán a la espada del enemigo, a tus propios ojos, y entregaré a todo Judá en manos del rey de Babilonia, adon­de los llevará cautivos y los hará morir a espada; 5 y daré todos los bienes de esta ciudad, todas sus ganancias, todas sus preciosidades y todos los tesoros de los reyes de Judá, en manos de sus enemigos, que los saquearán, se apoderarán de ellos y se los llevarán a Babilonia. « Y tú, Pas­jur, con todos cuantos habitan en tu casa, iréis a la cautividad, y allí moriréis y se­réis sepultados tú y todos tus amigos, a quienes profetizaste mentiras.

E s t a d o d e á n i m o d e l p r o f e t a 7 Tú me sedujiste, ¡oh Yavé!, | y yo me

dejé seducir. | Tú eras el más fuerte, y fui vencido. | Ahora soy todo el día la irrisión, | la burla de todo el m u n d o . * | 8 Siempre que les hablo tengo que gritar, tengo que clamar. | ¡Ruina, devastación! | Y todo el día la palabra de Yavé | es opro­bio y vergüenza para mí. 9 Y aunque me dije: N o pensaré más en ello, | no volveré a hablar en su nombre ; I es dentro de mí

•• Q * La historia señala entre los altares escandalosos de Jerusalén el de Tofet, en el valle de Ben-1 -* Hinón, donde se derramaba sangre inocente en honor del inmundo ídolo. El profeta compra

una vasija y la rompe, para significar lo que Dios hará con Judá a causa de los pecados allí cometidos. 14 Vuelve Jeremías a la puerta del templo y repite sus amenazas contra la ciudad de Jerusalén

y las demás ciudades de Judá. Al oirle Pasjur, el inspector de la policía del templo, le manda azotar y poner en eí cepo. El profeta responde con una dura amenaza (cf. 38,1-2).

7 El profeta repite aquí, pero con mucha más vehemencia, la angustiosa queja de 15,10 ss. Las imágenes y las palabras son aquí más atrevidas. El profeta se dirige a Dios con una 20

libertad de expresión que casi podríamos tachar de irreverente: «Tú me sedujiste, eras el más fuerte y me venciste. Yo rehuía aceptar ía misión que me encomendabas; pero tú me prometiste hacerme tan fuerte como un muro de bronce; y ahora me veo hecho la burla, la irrisión, el oprobio

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JEREMÍAS 20-21 838

como fuego abrasador | que siento den­tro de mis huesos, | que no puedo con­tener | y no puedo soportar.

10 Oigo muchas maldiciones | y por to­das partes me amenazan: | «¡Delatadle, delatémosle!» | Aun los que eran mis ami­gos me espían I para ver si doy un paso en falso: [ «A ver si le engañamos, y triunfaremos, I nos vengaremos de él». I 11 Pero Ya vé es para mí un fuerte guerre­r o ; | por eso mis enemigos caerán venci­dos, [ no triunfarán, | y serán enteramente confundidos por su fracaso | con perpe­tua ignominia, que nunca se olvidará.

12 ¡Oh Yavé Sebaot, tú que pruebas al justo | y penetras dentro del corazón y de los ríñones! I Que vea yo tu venganza contra ellos, | pues a ti te he encomendado mi causa. | l 3 Porque El libra el alma del pobre | de la mano de los malvados.

14 ¡Maldito sea el día en que nací! ¡El día en que mi madre me parió no sea bendito! I 1S Maldito el hombre que ale­gre anunció a mi padre: ] «Un niño, tie­nes un hijo varón», | llenándole de gozo. | l6 Sea ese hombre como las ciudades I que destruye Yavé sin compasión, | donde por la mañana se oyen gritos | y al mediodía alaridos. I 17 ¿Por qué no me mató en el seno de mi madre, | y hubiera sido mi ma­dre mi sepulcro, | y yo preñez eterna de sus entrañas? | l s ¿Por qué salí del vientre de mi madre, | para no ver más que tra­bajo y dolor | y acabar mis días en la afrenta? *

S E G U N D A P A R T E

V A T I C I N I O S SOBRE LA RUINA D E

JERUSALÉN Y D E J U D Á

(21-29)

L a d e s t r u c c i ó n d e l r e i n o n 4 1 Palabra de Yavé que llegó a Je-*< * remías cuando el rey Sedecías le mandó a Pasjur, hijo de Malaquías, y a Sefonías, sacerdote, hijo de Mahasías, pa-

de todos. Me has engañado». Amarga, muy amarga es, ciertamente, la queja: pero muy disculpable en el triste estado de ánimo en que debia hallarse. Acababa de ser azotado, preso y encepado por anunciar lo que el Señor le mandara. ¿No estaba todo esto muy lejos de lo que de las promesas de protección habría cabido esperar?

18 Estas maldiciones son supremos gritos de angustia, en que prorrumpe el profeta, transida el alma por la inmensa amargura que le produce su dura misión. Quisiera no haber vivido. Es de una valentía y una belleza insuperable la expresión: «Hubiera sido mi madre mi sepulcro, y yo preñez eterna de sus entrañas».

Al leer estas maldiciones, vienen luego a la memoria las de Job (3,1-16). ¿Serán las unas imita­ción de las otras? No lo sabemos. En el caso de serlo, ¿quién imitó a quién? A juicio de muchos crí­ticos, el libro de Job es posterior al de Jeremías, y desde luego las maldiciones de éste superan en nervio y energía a las de aquél, más difusas y desleídas, y por lo general el modelo supera siempre a la imitación.

O "i ! Era ordinario el consultar a Dios en los grandes apuros de 3a vida privada o pública. Na-^ * bucodonosor se halla ante Jerusalén. ¿Cuáles serán los propósitos de Dios ? ¿Querrá repetir el prodigio de la época de Senaquerib? La respuesta no pudo ser más categórica. La ciudad pere­cerá por el hambre, la espada y la peste. El que quiera salvarse, que se aleje.

1 1 Estos dos versos no guardan relación con los precedentes, pero van dirigidos a la corte, in­culcándole la guarda de la justicia.

ra que le dijeran: * 2 Consulta a Yavé acerca de nosotros, pues Nabucodono-sor, el rey de Babilonia, nos hace la gue­rra. Quizá haga Yavé con nosotros se­gún su maravilloso poder y tenga que retirarse.

3 Jeremías les respondió: Así diréis a Sedecías: 4 Esto es lo que dice Yavé, Dios de Israel: Yo haré volver contra vosotros, que confiáis en las armas, las armas mis­mas con que lucháis fuera de las mura­llas contra el rey de Babilonia y los cal­deos que van a asediaros, y las amonto­naré dentro de esta ciudad. 5 Y yo, yo mismo lucharé contra vosotros con ira, cólera e indignación grandes. 6 Y heriré a los moradores de esta ciudad, hombres y animales. Morirán de una gran peste. 7 Y después de esto, palabra de Yavé, a Sedecías, rey de Judá, y a sus servidores y al pueblo, a cuantos en la ciudad se sal­ven de la peste, de la espada y del ham­bre, los pondré en manos de Nabucodo-nosor, rey de Babilonia, y en manos de sus enemigos, y en manos de los que bus­can su vida, que los pasarán a filo de es­pada sin compasión, sin piedad, sin mi­sericordia.

8 Y a ese pueblo le dirás: Así habla Ya­vé: Mirad, os doy a elegir entre el cami­no de la vida y el de la muerte. 9 Los que se queden dentro de esta ciudad, morirán por la espada, por el hambre y por la pes­te; los que se salgan y se entreguen a los caldeos que os cercan, vivirán, tendrán por botín la vida sa lva . I 0 Porque yo vuel­vo mi rostro contra esta ciudad para mal, no para bien, palabra de Yavé, y la haré caer en manos de Nabucodonosor, rey de Babilonia, que la dará al fuego.

11 Y a la corte del rey de Judá dile: | Oíd la palabra de Yavé, * | 12 casa de Da­vid: ¡ Así dice Yavé: | Haced siempre jus­ticia, I librad al oprimido de las manos del opresor, | no sea que brote como fue­go mi ira, y se encienda, | y arda sin que haya quien la apague, | por la maldad de

839 JEREMÍAS 21-22

vuestras obras. I 13 A ti me dirijo, habi­tante del valle, I roca de la llanura, I pa­labra de Yavé; I a vosotros que decís: ¿Quién podrá expugnarnos? I ¿Quién po­drá penetrar en nuestras guaridas? * | 1 4 Y os daré la paga | según el fruto de vues­tras obras, palabra de Yavé, I y prenderé fuego al bosque | y lo abrasaré del todo.

A m o n e s t a c i ó n a la f ami l i a r e a l 1 Así dice Yavé: Baja al palacio d«l 22

Contra el rey Joaquim 13 ¡Ay del que edifica su casa con la in­

justicia, I sus salones con la iniquidad, 1 haciendo trabajar a su prójimo sin pa­garle, I sin darle el salario de su traba­j o ! * I i 4 E l que dice: Voy a hacerme un gran palacio, I con espaciosas salas I de rasgadas ventanas, | pisos y techos de ce­dro I pintado en vivos colores. 115 ¿Reinas, acaso, I para rivalizar en obras de ce­dro? I ¿No comía y bebía tu padre, | y hacía derecho y justicia? | i* Hacía justi­cia al pobre y al desvalido, I y entonces le iba bien. | Esto es conocerme, palabra de Yavé.

1 7 Pero tú no tienes ojos ni corazón | más que para buscar tu interés, | para de­rramar sangre inocente, | para oprimir y hacer violencia. | 18 Por eso, así dice Ya­vé I de Joaquim, hijo de Josías, | rey de Judá : I N o te lamentarán: «¡Ay, herma­n o ; ay, hermana!» | N o te lamentarán: | «¡Ay mi señor, ay majestad!» | 19 Sepul­tura de asno será la tuya, | cogido y tira­do lejos de las puertas de Jerusalén.

C o n t r a la c i u d a d y c o n t r a J e c o n í a s 2 0 Sube al Líbano y grita, | alza tu voz

en Basan | y clama desde lo alto del Aba-r im, I pues todos tus amadores han sido destruidos. * | 2 I Te amonesté en el tiempo de la seguridad I y dijiste: N o obedece­ré. I Este ha sido tu proceder desde tu mocedad: | no escuchar mi voz. | 2 2 A to­dos tus pastores los arrastrará el viento, | y tus amadores serán llevados cautivos. | Entonces te confundirás y te avergonza­rás I de todas tus maldades.

2 3 Tú que te asientas en el Líbano I y anidas en los cedros, | ¡cómo gemirás cuando te sobrevengan dolores, | tor­turas como de parto! | 2 * P o r mi vida, palabra de Yavé, | que si fuera Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, I el anillo de mi mano derecha, | lo arrancaría de ella. I 2 5 Yo te entregaré en manos de los que buscan tu vida, | en manos de aque­llos a quienes temes, [ en manos de Na­bucodonosor, rey de Babel; | en manos de los caldeos, | 2 S y te arrojaré a ti | y a la madre que te parió | a tierra extraña, en que no nacisteis, | y allí moriréis. ¡

13 Tampoco estos últimos versículos riman con los que preceden o siguen; tal vez con 22,1.6.

O O 1 Una nueva amonestación a la corte para que se administre justicia, que no pudo hacer *'*' el profeta en momento ya crítico, en que la ruina de la ciudad está decidida, sino mucho antes, en la época de Joacaz (608).

6 Estos versículos parecen continuación de 21,13 s., y prosiguen la amenaza contra Jerusalén, representada bajo la imagen de un bosque.

10 El muerto es Josías; el que se va, Joacaz, a quien el faraón Necao llevó cautivo a Egipto. 1 3 Amenaza contra el gobierno injusto de Joaquim, sucesor de Joacaz y puesto por Necao en

el trono. 2 0 Joaquim o Jeconías sucedió a su padre en 597, pero fue llevado cautivo a Babilonia con una

buena parte de la corte y del pueblo de Jerusalén, sucediéndole en el trono su tío Matanías, a quien Nabucodonosor llamó Sedéelas.

rey de Judá y pronuncia allí estas palabras: * 2 Oye la palabra de Yavé, rey de Judá, que te sientas en el t rono de Da­vid ; tú, tus servidores y tu pueblo, los que entráis por estas puertas. 3 Así dice Ya­vé : Haced derecho y justicia, librad al oprimido de la mano del opresor; y no vejéis al extranjero, al huérfano y a la viuda, no los maltratéis, y no derraméis en este lugar sangre inocente. 4 Si fiel­mente cumplís estos mandatos , seguirán entrando por las puertas de este palacio reyes que se sienten en el trono de David montados en carros y caballos ellos, sus servidores y su pueblo. 5 Pero si no obe­decéis estos mandatos, por mí mismo lo juro , palabra de Yavé, que este palacio será un montón de ruinas.

6 Pues así dice Yavé del palacio del rey de Judá : | Eres para mí como el mon­te de Galad, | como la cumbre del Líba­n o . I ¡Pero qué! Y o haré de ti un desier­to , I tierra inhabitada. * | 7 Yo juntaré contra ti devastadores, I todos armados de sus armas, | y destrozarán tus magní­ficos artesonados de cedro | y los arro­jarán al fuego; I 8 y pasarán muchas gentes ante esta ciudad y se dirán unos a otros: ¿Por qué ha tratado así Yavé a esta gran ciudad? 9Y d i rán: Porque rompieron la alianza de Yavé, su Dios, y adoraron dio­ses ajenos y les sirvieron.

10 N o lloréis por el muerto I ni os la­mentéis por él . I Llorad y gemid por el que se va, | porque no volverá más I y no verá más la tierra en que nació. * | 11 Porque así dice Yavé de Salum, hijo de Josías, rey de Judá, que sucedió a su padre, Josías, y fue llevado de este lugar: N o volverá ya más, 1 2 morirá en el lugar a que ha sido llevado; y no volverá a ver ya más esta tierra.

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JEREMÍAS 22-23 840

C o n t r a los p r o f e t a s 9 A los profetas: | Se me parte el co­

razón dentro del pecho, | tiemblan todos mis miembros | y estoy por Yavé y por su santa palabra I como un ebrio, como un harto de vino. * | 10 La tierra está lle­na de adúlteros. | A causa de la maldi­ción, la tierra está triste | y están secos los prados y los pastizales. | Todos corren tras la maldad, | su fuerza es la injusti­cia. | n Aun los profetas mismos y los sacerdotes son unos impíos; | hasta en mi casa misma he hallado sus perversi­dades. | 1 2 Por eso sus caminos | se les van a volver resbaladero | en medio de tinieblas. Serán empujados por él y cae­rán, | pues voy a hacer venir sobre ellos males | el año de la cuenta, palabra de Yavé.

13 En los profetas de Samaría vi yo la insensatez. | Profetizaban en nombre de Baal | y descarriaron a mi pueblo, a Is­rael. | 1 4 P e r o en los profetas de Jerusa-lén he visto algo horrendo, | adulterio y mentira, | y dar su brazo a los perversos | para que nadie se convirtiera de su mal­dad. | Todos ellos han venido a serme como Sodoma, | y sus habitantes como Gomorra .

15 Por eso así dice Yavé Sebaot de los profetas: | Yo les daré a comer ajenjo | y les daré a beber veneno, | porque de los profetas de Jerusalén | ha salido la impie­dad, que se ha extendido por toda la tie­rra. | 16 Así dice Yavé Sebaot: | N o escu­chéis lo que os profetizan los profetas; | os engañan. | Lo que os dicen son visio­nes suyas, | no procede de la boca de Ya­vé. 117 Dicen a los que se burlan de la pa­labra de Yavé: | «Paz, tendréis paz»; | y a todos los que se van tras los malos de­seos de su corazón les dicen: | «No ven­d r á s o b r e v o s o t r o s n i n g ú n m a l » . | 18 ¿Quién asistió a consejo con Yavé | y vio y oyó sus palabras? | ¿Quién se las oyó para comunicarlas? | 19 He aquí que viene el torbellino de la ira de Yavé, | y una tormenta furiosa descargará sobre la cabeza de los impíos. | 2 0 N o retrocederá la ira de Yavé | mientras no se hayan eje­cutado y cumplido sus designios, j Al fin de los tiempos los comprenderéis.

2 3 ' E s t o s P a s t o r e s son los tres arriba mencionados. **" 3 Es la voz dulce de la misericordia después de la voz dura de la justicia. A los malos pas­tores, o reyes que preceden, sucederá otro pastor justo, que hará derecho y justicia, que sucederá en el trono de David.

6 El nombre pudiera también traducirse: «Yavé, nuestra salvación». Es uno de tantos nom­bres propios compuestos, en que uno de los elementos es el nombre de Yavé. En 33,16 se da este mismo nombre a la Jerusalén de la restauración. Quizá hay en él una alusión al nombre de Sedéelas, de significación semejante: «Mi justicia es Yavé». Del solo nombre no puede, como algunos pretenden, deducirse una indicación profética de la naturaleza divina del Mesías restaurador.

9 Al lado de los verdaderos profetas, dados por Dios para conducir a los gobernantes y a los gobernados por ía senda de sus destinos mesiánicos, que no podía ser otra que la senda de la santa Ley de Dios, _ brotaban como hongos en el pueblo profetas falsos, que, usurpando el nombre de Yavé, descarriaban al pueblo. La invectiva de Jeremías contra ellos no puede ser más dura.

2 7 Pero a esta tierra, | a que con todo el anhelo de su alma querrán volver, | a ésa no volverán.

2 8 ¿Es, pues, este hombre, este Jeco-nías, I un mueble inútil y despreciable, | un mueble que nadie estima? | ¿Por qué han sido así rechazados él y su progenie | y arrojados a tierra de ellos desconoci­da? I 2 ' ¡Tierra, tierra, tierra! | Oye la pa­labra de Yavé: I 30 Así dice Yavé: | Ins­cribid a ese hombre : | «Varón estéril, que no prosperará en sus días, pues no logrará descendiente I que se siente en el trono de David | y reine sobre Judá».

C o n t r a los p a s t o r e s d e I s r ae l O O ' ¡Ay de los pastores que disper-™ *» san I y destrozan el rebaño de mi pastizal! Palabra de Yavé. * 2 Por eso, así dice Yavé, Dios de Israel, de los pasto­res que apacientan a mi pueblo: Vosotros habéis dispersado mi grey, la habéis des­carriado y no habéis cuidado de ella; yo me cuidaré de pediros cuenta de vuestra mala conducta, palabra de Yavé.

P r o m e s a d e r e s t a u r a c i ó n 3 Y o mismo reuniré los restos de mis

ovejas de todas las tierras en que las he dispersado y las volveré a sus prados, y crecerán y se multiplicarán. * 4 Y les da­ré pastores que de verdad las apacienten, y ya no habrán de temer más, ni angus­tiarse ni afligirse, palabra de Yavé. 5 He aquí que vienen días, palabra de Yavé, | en que yo suscitaré a David un vastago de justicia, | que, como verdadero rey, reinará prudentemente | y hará derecho y justicia en la tierra. | <• En sus días será salvado Judá, I e Israel habitará en paz, | y el nombre con que le llamarán será és­te : I «Yavé Zidquenu»: «Yavé, nuestra jus­ticia». *

7 Por eso vendrán días, palabra de Ya­vé, I en que no se dirá ya: «Vive Yavé, | que sacó de la tierra de Egipto a los hijos de Israel», | 8 sino más bien: «Vive Yavé, que sacó | y condujo al linaje de Israel de la tierra del aquilón | y de todas las otras a que los arrojó | y los hizo habitar en su propia tierra».

841 JEREMÍAS 23-25

2 1 Yo no enviaba a los profetas, | y ellos corrían. | N o les hablaba, | y ellos profe­tizaban. I 2 2 Si han asistido a mi conse­jo, I que hagan oir mis palabras al pue­blo I y le conviertan de su mal camino | y de sus perversas obras. I 23 ¿Soy yo, por ventura, Dios sólo de cerca? Palabra de Yavé. I ¿No lo soy también de lejos? | 2 4 Por mucho que uno se oculte en escon­drijos, I ¿no le veré yo? Palabra de Ya­vé. I ¿No lleno yo los cielos y la tierra? Palabra de Yavé.

2 5 Yo he oído lo que decían los profe­tas que en mi nombre profetizaban men­tiras y decían: «He tenido un sueño, he tenido un sueñe». 26 ¿Hasta cuándo ha de haber en mi pueblo profetas que profeti­zan mentira, profetas de sus desvarios, 2 7 que hacen que mi pueblo se olvide de mí por sus sueños, que unos a otros se van contando cómo me olvidaron sus pa­dres por Baal?

2 8 El profeta que tenga un sueño, que lo cuente como sueño; el que reciba pa­labra mía, que proponga fielmente mi pa­labra. ¿Cómo igualar el grano y la paja? Palabra de Yavé. 2 9 ¿No es mi palabra como fuego, palabra de Yavé, que quema, como martillo que tri tura la roca? 30 Por eso, con verdad estoy contra los profetas, palabra de Yavé, que se roban unos a otros la palabra. 31 Contra los profetas, palabra de Yavé, que gastan sus lenguas pronunciando: «Oráculo». 3 2 Contra los profetas que sueñan mentiras, palabra de Yavé, y contándolas, descarrían a mi pue­blo con sus mentiras y sus jactancias, siendo así que yo no los he enviado, no les he dado misión alguna y no han he­cho a este pueblo bien alguno, palabra de Yavé. 33 Cuando este hombre del pue­blo que en adelante te preguntare: ¿Cuál es la carga de Yavé?, le responderás: Vos­otros sois la carga, y yo os tiraré de mí, palabra de Yavé. *

3 4 Y al profeta, al sacerdote o al hom­bre del pueblo que en adelante diga: «Car­ga de Yavé», yo le pediré cuenta a él y a su casa. 35 Así habéis de deciros unos a o t ros : ¿Qué ha respondido Yavé? ¿Qué dice Yavé? 3 6 N o se mentará ya la carga de Yavé, porque para cada cual la carga será su propia palabra, y vosotros habéis pervertido la palabra del Dios vivo. Yavé Sebaot, nuestro Dios.

3 7 Así habéis de preguntar al profeta: ¿Qué te ha respondido Yavé? ¿Qué te na anunciado Yavé? 3 8 Y si decís: «Car­ga de Yavé», entonces así dice Yavé: Por

haber dicho esa palabra: «Carga de Ya­vé», mientras que yo os lo había prohi­bido decir, 3 9 por eso ciertamente yo me descargaré de vosotros, 4 0 y a vosotros y a la ciudad que a vosotros y a vuestros padres di os arrojaré de mi presencia y de vosotros haré eterno oprobio, eterna vergüenza, que no se olvidarán jamás.

L o s h igos s i m b ó l i c o s

O A ' Mostróme Yavé dos cestos de hi-A " gos delante del templo de Yavé. Fue después de haber llevado cautivos Nabucodonosor, rey de Babilonia, a Je-conías, hijo de Joaquim, rey de Judá ; a los principales de Judá y a los herreros y carpinteros de Jerusalén a Babilonia. * 2 U n o de los cestos tenia higos muy bue­nos, como brevas, pero el otro tenía hi­gos muy malos; tan malos, que de malos no podían comerse. 3 Me dijo Yavé: ¿Qué es lo que ves, Jeremías? Yo le respondí: Higos. Los buenos son muy buenos, pero los malos, muy malos; tan malos, que de malos no pueden comerse. 4 Y me fue di­rigida palabra de Yavé:

5 Así dice Yavé, Dios de Israel: Como a esos higos buenos, así miraré yo a los cautivos de Judá, que para su bien he arrojado de esta tierra a la tierra de los caldeos. (> Pondré sobre ellos mis ojos pa­ra bien y les haré volver a esta tierra, los edificaré y no los destruiré, los plantaré y no los arrancaré, 7 y les daré un cora­zón capaz de conocerme, de saber que yo soy Yavé, y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios, pues se convertirán a mí de todo corazón.

8 Y de los higos malos, que de malos no pueden comerse, de éstos dice Yavé: Así haré yo de Sedecías, rey de Judá, y de sus grandes y del resto de los de Jerusalén, que quedaron en esta tierra, y de los re­fugiados en la tierra de Egipto. 9 Los ha­ré el vejamen, la execración de todos los reinos de la tierra, el oprobio, la fábula, la irrisión, la maldición en todos aquellos lugares a que los arrojaré, 10 y mandaré contra ellos la espada, el hambre y la pes­te hasta que desaparezcan de la tierra que les di a ellos y a sus padres.

A n u n c i o d e la c a u t i v i d a d

O C ' Palabra de Yavé que acerca del **«* pueblo todo de Judá llegó a Jere­mías el año cuarto de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá (es el primero de Na-

3 3 Carga es un oráculo amenazador, una sentencia divina condenatoria.

0 4 1 Esta visión simbólica fue comunicada a Jeremías después de 597, a propósito de la pri-" ^ mera deportación (598), objeto de la compasión de los que habían quedado; pero el pro­feta predice a éstos mucho peor destino.

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JEREMÍAS 25 842 bucodonosor, ley de Babilonia),* 2 y que pronunció el profeta Jeremías a todo el pueblo de Judá y a todos los habitantes de Jerusalén, diciendo: 3 Desde el año tre­ce de Josías, hijo de Ammón, rey de Ju­dá, hasta el día de hoy, veintitrés años ya, he recibido la palabra de Yavé y os la he predicado reiteradamente, y no habéis es­cuchado. 4 Os envió también Yavé todos sus siervos, los profetas, una y otra vez, y tampoco escuchasteis, no les disteis oídos.

5 Os decía: Dejad vuestros malos cami­nos y vuestras malas obras y habitaréis la tierra que Yavé os dio a vosotros y a vues­tros padres por eternidad de eternidades. 6 No os vayáis tras los dioses ajenos para servirlos y adorarlos. No provoquéis mi cólera con las obras de vuestras manos y no vendrá el mal sobre vosotros. 7 Pero no me escuchasteis, palabra de Yavé, pro­vocándome con las obras de vuestras ma­nos para vuestro mal.

8 Por eso, así dice Yavé Sebaot: Por­que no habéis escuchado mis palabras, 9 yo convocaré a todas las tribus del aqui­lón, palabra de Yavé, y a Nabucodono-sor, rey de Babilonia, mi siervo, y los ha­ré venir contra esta tierra y contra sus ha­bitantes y contra todos los pueblos que la rodean, y los destruiré, y haré de ellos horror, burla y oprobio eterno. 10 Y haré desaparecer de ellos los cantos de alegría, las voces de gozo, el canto del esposo y el canto de la esposa, el ruido de la muela y el resplandor de las antorchas, n Y toda esta tierra será desierto y desolación y servirán entre los pueblos setenta años. 12 Y al cabo de setenta años yo pediré cuentas al rey de Babilonia y a su pueblo, palabra de Yavé, de sus maldades, a la tierra de los caldeos, y la convertiré en eterno desierto, u Y cumpliré contra esta tierra todo lo que contra ella anuncié, to­do lo que está escrito en este libro, lo que profetizó Jeremías contra los pueblos. 1* Porque también ellos serán sojuzgados por otros pueblos grandes y por reyes poderosos, y yo les retribuiré según su merecido, según las obras de sus manos.

El cáliz de la ira de Yavé 15 Así me dijo Yavé, Dios da Israel: To­

ma de mi mano esta copa de espumoso vino y házselo beber a todos los pueblos a los que yo te he enviado. 16 Que beban, que se tambaleen, que enloquezcan ante |

la espada que yo arrojaré en medio de ellos. 17 Y tomé la copa de la mano de Yavé y la di a beber a todos los pueblos contra los cuales me envió Yavé. 18 A j e _ rusalén y a todas las ciudades de Judá, a sus reyes, a sus príncipes, para hacer de ellos desierto, estupor, burla y maldición, como es hoy. 19 Al Faraón, rey de Egipto; a sus servidores, a sus príncipes, a todo su pueblo y a todos sus mercenarios; 20 a todos los reyes de la tierra de Us y a todos los reyes de la tierra de los filis­teos: a Ascalón, a Gaza, a Acarón y al resto de Azoto; 21 a Edom, a Moab y a los hijos de Ammón; 22 a todos los reyes de Tiro, a todos los reyes de Sidón y a los reyes de las islas que están pasado el mar; 23 a Dedán, a Tema, a Buz, a todos los que se rapan las sienes; 24 a todos los reyes de Arabia que habitan el desier­to ; 25 a todos los reyes de Zimrí, a todos los reyes de Elam y a todos los reyes de Media. 26 A todos los reyes del norte, próximos y lejanos, y a todos los reinos de la tierra que habitan la superficie de ella.

27 Y les dirás: Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Bebed, embriagaos, vomi­tad y caed para no levantaros más ante la espada que yo echaré entre vosotros. 28 Y si rehusaren tomar de tu mano la copa y beber de ella, les dirás: Así dice Yavé Sebaot: Tendréis que beber; 2s> por­que si yo, al desatar el mal, he comenzado por la ciudad en que se invoca mi nom­bre, ¿ibais a quedar vosotros impunes? No quedaréis, no, pues que llamaré a la espada contra todos los moradores de la tierra, palabra de Yavé.

30 Y tú anuncíales todo esto y diles: | Ruge Yavé desde lo alto; I desde su san­ta morada alza su voz, | ruge fuertemente contra sus pastizales, | lanza el grito de los lagareros | contra todos los moradores de la tierra. * | 31 Llegará su estrépito has­ta los confines de la tierra; ] porque juz­gará Yavé a las gentes | y será juicio este contra toda carne. I Los malvados los da­ré al filo de la espada, | palabra de Yavé.

32 Así dice Yavé Sebaot: j He aquí que el mal pasará de pueblo en pueblo, | un fortíiimo huracán se desencadenará desde los extremos d» la tierra, ' y yacerán los heridos por Yavé en ese día | del uno al otro cabo de la tierra. | No serán llorados, I no serán recogidos, | no serán

OC 1 Interesante momento en la historia oriental de la época. El oráculo es del año cuarto de *• Joaquim y primero de Nabucodonotor (604), en que todas las naciones que antes habían formado parte del imperio asirio pasaron bajo el poder de los caldeos, a quienes servirán setenta años. No solamente Judá, sino todas las otras nacionse, sufrirán la misma suerte. Estos setenta años son la duración del imperio caldeo (604-539), hasta que Babilonia fue tomada por Ciro y el reino babiló­nico substituido por el persa. Los aftos no pasan de sesenta y cinco, pero la cifra es un número re­dondo, que equivale a una generación (Sal 89,10).

3° Concluye el profeta con esta amenaza, extensiva a todas las naciones sobre quienes pesará el yugo de Babilonia.

843 JEREMÍAS 25-26

sepultados. | Quedarán como estiércol sobre el haz de la tierra.

34 Llorad a gritos, pastores. | Clamad y encenizaos, mayoral»! de la grsy, | porque llega el día de vuestra matanza, | de vuestra destrucción, y caeréis como piezas selectas. | 35 No escaparán los pas­tores, I no habrá salvación para los ma­yorales de la grey. I 36 Gritos de espanto de los pastores, | clamores de los mayo­rales de la grey, | porque ha talado Yavé sus pastizales, | 37 han sido devastadas sus tranquilas praderas | ante el furor de la ira de Yavé. | 38 Ha salido como sale el león de su cubil I y ha sido devastada su tierra I al golpe de la espada destruc­tora, I ante el furor de su ira.

Quieren condenar a Jeremías a muer t e

*) R * ^ principio del reinado de Joa-**" quim, hijo de Josías, rey de Judá, llegó a Jeremías esta palabra de Yavé:* 2 Así dice Yavé: Ve a ponerte en el atrio del templo y habla allí a las gentes de todas las ciudades de Judá, que vienen a adorar en él, todo lo que yo te he mandado decirles, sin omitir nada. 3 A ver si te escuchan y se convierten cada uno de su mal camino y me arrepiento yo del mal que por sus malas obras había de­terminado hac»rles. 4 Diles: Así dice Ya­vé: Si no me obedecéis, cumpliendo la ley que yo os he dado 5 y escuchando las palabras de mis siervos los profetas, que yo os he enviado repetidamente y que habéis desoído, <> yo haré de esta casa lo que hice de Silo, y de esta ciudad haré la maldición de todos los pueblos de la tierra.

7 Y los sacerdotes, los profetas y todo el pueblo oyeron a Jeremías decir estas palabras en la casa de Yavé; 8 y cuando acabó Jeremías de hablar todo lo que Yavé le ordenara decir al pueblo, los sacerdotes y los profetas le cogieron, di­ciendo : ¡Vas a morir! 9 ¿Por qué profetizas en nombre de Yavé, diciendo: Como Silo será esta casa, y esta ciudad quedará asolada y sin moradores? Y se reunió en torno a Jeremías todo el pueblo que había en la casa de Yavé. 10 Y en sa­biendo esto los magistrados de Judá, su­bieron del palacio del rey a la casa de Yavé y se pusieron a la entrada de la puerta nueva del templo.

11 Los sacerdotes y los profetas habla­ron a los magistrados de Judá y a todo 0£ 1 Hermoso episodio éste, que nos muestra lo tjue fue la vida de Jeremías. La fecha, al prin-^ " cipio del reino de Joaquim (608-597), es anterior al precedente vaticinio. La causa de este toUe, tolle que aquí se levanta contra el profeta es que predice la ruina del templo y de la ciudad. Tal cosa fue juzgada como verdadero sacrilegio. Fue la misma acusación proferida contra Jesús (Mt 26, 61) y contra San Esteban (Act 6,14).

" Este Miqueas de Morasti es «1 «ua figura entra l*s profetas menores. Las palabras están citadas a la letra según Mi« 3,12.

el pueblo, diciendo: Reo de muerte es este hombre por haber profetizado con­tra esta ciudad lo que vosotros mismos habéis oído. 12 Y dijo Jeremías a los ma­gistrados y a todo el pueblo: Yavé me ha mandado profetizar contra esta casa y contra esta ciudad todo lo que habéis oído. 13 Ahora bien, enmendad vuestros caminos y vuestras obras, escuchad la voz de Yavé, vuestro Dios, y se arrepen­tirá Yavé del mal que había determinado haceros. 14 En cuanto a mí, en vuestras manos estoy; haced conmigo lo que bien os parezca. 15 Pero sabed que si me ma­táis, será sangre inocente que echaréis sobre vosotros, sobre esta ciudad y sobre sus habitantes, porque en verdad he sido enviado a vosotros por Yavé para deciros todo esto.

16 Y dijeron los magistrados y todo el pueblo a los sacerdotes y a los profetas: No es reo de muerte este hombre por habernos hablado en nombre de Yavé, nuestro Dios. 1 7Y alzándose algunos de los ancianos de la tierra, dijeron a todo el pueblo allí congregado: 18 Miqueas de Morasti profetizó en tiempo de Ezequias, rey de Judá, y habló a todo el pueblo de Judá: Así dice Yavé Sebaot •. Sión será arada como campo de labor, Jerusalén será un montón de ruinas y el monte del templo será una selva. * I9 ¿Le hicieron acaso matar Ezequias, rey de Judá, y todo el pueblo de Judá? ¿No temieron más bien a Yavé y le aplacaron, y volvió Yavé sobre el mal con que los amenazó? ¿Vamos a echar nosotros sobre nuestra alma un crimen tan grande? 2" Pero hubo también un hombre de los que profetiza­ban en nombre de Yavé, Urías, hijo de Semaya, de Quiriat-Jearim, que profetizó contra esta ciudad y esta tierra, lo mismo que Jeremías. 21 Al o ir el rey Joaquim, sus guardias y sus ministros lo que decía, quiso el rey matarle, y sabiéndolo Urías, temió y huyó a Egipto;22 pero el rey Joa­quim mandó a Egipto emisarios; a El-natán, hijo de Acobor, y a otros que le acompañaron a Egipto, 23 y sacando a Urías de Egipto, le condujeron al rey Joaquim, que le hizo matar a espada, arrojando su cuerpo a la fosa común.

24 En favor de Jeremías intervenía Aji-cam, hijo de Safan, para evitar que fuese entregada «n manos d«l pueblo para ma­tarla.

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JEREMÍAS 27-28 844

de Yavé, aunque ellos mentirosamente profeticen en mi nombre, y serán causa de que yo os disperse y perezcáis vosotros y los profetas que os profetizan.

1 6 Y a los sacerdotes y a todo este pueblo les hablé, diciendo: Así dice Yavé: N o escuchéis lo que os profetizan vues­tros profetas, diciendo: «Los vasos del templo van a venir de Babel ahora en seguida». Porque os profetizan mentira. 17 N o los escuchéis; someteos al rey de Babel y viviréis: ¿Por qué esta ciudad ha de venir a ser un desierto? 18 Si en verdad son profetas, si tienen palabra de Yavé, que intercedan con Yavé Sebaot para que los vasos que todavía quedan en el tem­plo y en el palacio del rey de Judá y en Je rusa l én n o sean t a m b i é n l levados a Babel.

1 9 Porque así dice Yavé Sebaot acerca de las columnas, del mar de bronce, de los basamentos y de los demás utensilios que todavía quedan en esta ciudad * 2 0 y no han sido llevados por Nabucodonosor a Babel al llevar cautivos de Jerusalén a Babel a Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y a todos los notables de Judá y de Jerusalén. 21 pUes así dice Yavé Se­baot , Dios de Israel, de los utensilios que todavía quedan en el templo, en el palacio del rey de Judá y en Jerusalén: 2 2 A Babel serán llevados, y allí estarán hasta el día en que yo iré, palabra de Yavé, a buscarlos y devolverlos a este lugar.

A u d a c i a d e Anaru 'as

Q Q ' En aquel mismo año, al comienzo " O del reinado de Sedecías, en el año cuarto, en el quinto mes, Ananías, hijo de Azur, profeta, de Gabaón, me dijo en el templo delante de los sacerdotes y de todo el pueblo: 2 Así dice Yavé Se­baot, Dios de Israel: He roto el yugo del rey de Babel. 3 Al cabo de dos años haré volver a este lugar todos los utensi­lios del templo que de aquí se llevó Na­bucodonosor, rey de Babel, t ransportán­dolos a Babel; 4 y a Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y a todos los cautivos de Judá llevados a Babel los traeré a este lugar, palabra de Yavé. Porque he roto el yugo del rey de Babel.

5 Y dijo Jeremías, profeta, al profeta Ananías delante de los sacerdotes y de todo el pueblo que estaba en la casa de

0 7 2 El yugo de esta acción simbólica no es en modo alguno el yugo doble, de uso corriente ** * entre nosotros para uncir una pareja. Es un yugo simple, para un solo animal, y sencillísimo, como el que todavía se usa en aquellos países, que consistía en dos ligeros palos que encajan por el extremo superior en un travesano y por el inferior se sujetan con una cuerda al cuello del animal. De otro modo no hubiera sido fácil ni a Jeremías llevarlo sobre su cuello ni a Ananías romperlo.

3 Fue por el año 594 cuando deshizo Jeremías estos planes de sublevación, cuyas noticias hu­bieron de llegar a oídos de Nabucodonosor. El rey Sedecías debió de tomar el camino de Babilonia para sincerarse de su conducta y de la lealtad que había jurado (51,59).

19 Los falsos profetas, apoyándose en sus sueños, anunciaban la vuelta de la primera cautivi­dad; Jeremías les contradecía anunciando la segunda.

E l y u g o e x t r a n j e r o

o *T 1 El año cuarto del reinado de Se-« • decías, hijo de Josías, rey de Judá, llegó a Jeremías esta palabra de Yavé: 2 Así me dijo Yavé: Hazte con una co­yunda y un yugo y póntelos al cuello, * 3 y manda decir al rey de Edom, al rey de Moab , al rey de los hijos de Ammón, al rey de Tiro y al rey de Sidón por los embajadores que han venido a tratar con Sedecías, rey de Judá, a Jerusalén: *

4 Que digan a sus señores: Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel; esto habéis de decir a vuestros señores: 5 Yo , con mi gran poder y la fuerza de mi brazo, he hecho la tierra. Y o he hecho al hom­bre y a los animales que hay sobre la haz de la tierra y la doy a quien quiero. 6 Ahora he dado todas estas tierras en poder de mi siervo Nabucodonosor , rey de Babilonia; aun las bestias del campo las he puesto a su servicio, 7 y habrán de estarle sometidas todas las naciones a él, a su hijo y al hijo de su hijo hasta que venga el tiempo también para su tierra y la sojuzguen pueblos poderosos y reyes grandes.

8 Al pueblo y al reino que no quiera someterse a Nabucodonosor , rey de Ba­bilonia, y no dé su cuello al yugo del rey de Babilonia, le visitaré yo con espada, hambre y peste, palabra de Yavé, hasta someterlos a su poder. 9 N o escuchéis, pues, a vuestros profetas, a vuestros adi­vinos, a vuestros soñadores, a vuestros astrólogos y a vuestros encantadores, que os dicen: Ñ o os veréis sometidos al rey de Babel; 10 porque es mentira lo que os profetizan, para que seáis echados de vuestra tierra y yo os disperse y perezcáis. 11 Al pueblo que dé su cuello al yugo del rey de Babel y se le someta, le dejaré en su tierra, palabra de Yavé, y la cul­tivará y habitará en ella.

1 2 Y a Sedecías, rey de Judá, le hablé de todo esto, diciéndole: D a d vuestro cuello al yugo del rey de Babel, someteos a él y a su pueblo, y viviréis. 13 ¿Para qué morir tú y tu pueblo de espada, hambre y peste, como amenaza Yavé al pueblo que no se someta al rey de Babel? 14 Y no escuchéis a los profetas que os dicen: «No os veréis sometidos al rey de Babel», pues lo que os profetizan es men­tira. 15 N o los he enviado yo, palabra

845 JEREMÍAS 28-29

Yavé: « Así sea, hágalo Yavé: Que cum­pla Yavé tu promesa haciendo volver de Babel aquí los utensilios de la casa de Yavé y a todos los cautivos. 7 Pero oye lo que delante de todo el pueblo voy a decirte. 8 Los profetas que de antiguo antes de mí y antes de ti fueron, profe­tizaron a pueblos poderosos y a grandes reinos la espada, el hambre y la peste. 9 El profeta que profetiza paz por el cum­plimiento de su profecía habrá de ser tenido por profeta y se sabrá que en verdad le envió Yavé.

10 Cogió entonces el profeta Ananías el yugo del cuello de Jeremías, profeta, y 10 rompió, H diciendo delante de todo el pueblo: Esto dice Yavé: Así romperé yo dentro de dos años el yugo de Nabu­codonosor, rey de Babel, de sobre el cuello de todos los pueblos; y el profeta Jeremías se fue su camino.

1 2 Después que Ananías, profeta, hubo roto el yugo de sobre el cuello del profeta Jeremías, tuvo éste palabra de Yavé, di­ciéndole : 13 Ve y dile a Ananías : Así dice Yavé: Has roto un yugo de madera. E n su lugar yo haré un yugo de hierro; 1 4 pues así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Yugo de hierro pondré yo sobre la cerviz de todos estos pueblos y los haré servir a Nabucodonosor , rey de Ba­bel, y le servirán; aun los mismos animales del campo se los he dado a él.

15 Y dijo el profeta Jeremías a Ananías, profeta: Óyeme una palabra, Ananías: N o te ha enviado a ti Yavé, y tú estás dando a este pueblo falsas esperanzas. 1 6 Por eso, así dice Yavé: Voy a quitarte de sobre la haz de la tierra; este mismo año morirás por haber predicado la re­belión contra Yavé. 17 Y murió el profeta Ananías en ese mismo año, en el sépti­mo mes.

L a c a u t i v i d a d se rá l a r g a O Q l H e aquí el texto de la carta que « « 7 desde Jerusalén envió Jeremías a los ancianos de la cautividad, a los sacer­dotes y a los profetas y a todo el resto del pueblo que de Jerusalén había llevado Nabucodonosor a Babel * 2 después de haber salido Jeconías, el rey, la reina, los eunucos, los notables de Judá y de Jeru­salén, los herreros y los carpinteros. 3 La envió por mano de Elasa, hijo de Safan y de Gamarías, hijo de Helcías, a quienes mandó Sedecías, rey de Judá, a Babel

29

a Nabucodonosor , rey de Babel. Decía: 4 Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel,

a todos los cautivos que yo he desterrado de Jerusalén a Babel: 5 Construid casas y habitadlas; plantad huertos y comed sus frutos. 6 Casaos y engendrad hijos e hijas. D a d mujeres a vuestros hijos y maridos a vuestras hijas, y tengan hijos e hijas; multiplicaos ahí en vez de dismi­nuir. 7 Laborad por el bien de la ciudad a que os he desterrado y rogad por ella a Yavé, pues su bien será vuestro bien. Porque así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: 8 N o os dejéis engañar por vues­tros profetas, que habitan con vosotros, y por vuestros adivinos. N o escuchéis sus sueños. 9 Mienten cuando os profetizan en mi nombre. Yo no los he enviado. Palabra de Yavé.

10 Pues así dice Yavé: Cuando se cum­plan los setenta años de Babel, yo os visitaré y cumpliré la promesa de traeros a este lugar. * 11 Yo conozco mis designios para con vosotros, palabra de Yavé; de­signios de paz y no de aflicción, de daros término y esperanza. 1 2 Llamadme, pedid­me, y yo os escucharé; buscadme, y me hallaréis. *3 Sí, cuando me busquéis de todo corazón, 14 yo me mostraré a vos-olros, palabra de Yavé, y trocaré vuestra suerte, y os reuniré de entre todos los pueblos y de todos los lugares a que os arrojé, palabra de Yavé, y os haré volver a este lugar de que os eché.

15 Como vosotros decís: Yavé nos ha suscitado profetas en Babel, * í6 por eso os dice Yavé del rey que se sienta sobre el trono de David y de todo el pueblo que mora en esta ciudad, vuestros her­manos, que no han sido llevados con vosotros a Babel. 17 Así dice Yavé Se­baot : Yo mandaré contra ellos la espada, el hambre y la peste, y serán como los higos malos, que de malos no pueden comerse; i 8 y los perseguiré con la espada, el hambre y la peste, y los haré escarnio de todos los reinos de la tierra; maldi­ción, espanto, ludibrio y oprobio entre todos los pueblos a los que los arrojaré 19 por no haber escuchado mis palabras, palabra de Yavé, que reiteradamente les anuncié por mis siervos los profetas, a quienes yo envié y n o los escucharon, palabra de Yavé.

20 Vosotros, pues, todos los cautivos que yo he llevado de Jerusalén a Babel, oíd la palabra de Yavé: 2 1 Así dice Yavé Se-

1 Las comunicaciones entre Jerusalén y Babilonia no eran tan raras después de la primera deportación. Por una de las caravanas que de Judá partían para las orillas del Eufrates, en­

vió Jeremías esta carta, a fin de oponerse a los falsos profetas, que también allá hacían su mala labor. El orden del capítulo parece algo alterado.

10 Los «sesenta años de Babel» son como antes (25,11): la duración del imperio babilónico y, por tanto, el fin de la cautividad (539).

15 Ahora Jeremías se enfrenta con los falsos profetas de Babilonia, anunciándoles su desastra­do fin. Los w . 16-20 léanse después del v.9.

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JEREMÍAS 29-.10

baoi. Cola

846 >«K de

decías' h i l ^ í ? 5 ' í ** 0 ' d e • ' t í e m P 0 . palabra de Yavé, en que trocaré

ss¿iSSi'£S^rt la suerte de mi pueblo, Israel y Judá, y los haré volver "a te tierra que di a sus

rev ri» ti u " "~ I P a d r e s en posesión. « He aquí lo que dice , ^ 0 ™ . f a ™ . que los | Yavé sobre Israel y Judá : 5 Pues así dice

Yavé: Oímos gritos de dolor, I de espanto, no

de paz. | 6 Preguntad y ved. ¿Es que paren los hombres? | ¿Cómo, si no , veo a todos los varones con las manos en los lomos, como en par to , | demudados y amarillos todos los rostros? | i ¡Ah! Es el día gran­de. | N o hay nada igual a él. | Tiempo de angustia para Jacob, pero de él le vendrá la salvación. | 8 Y sucederá que en ese día, | palabra de Yavé Sebaot, I quebraré el yugo de sobre su cuello | y romperé sus coyundas; | ' y ya no serán más

nombre : YcTirtT""6. ° S p r o f e t i z a n Nabucodonosor ™ T r t e n m a " ° s d « ajusticiará a v u l J S : d e . B a ° e l , que los d e ellos, emre l o ' " ? TS> " » 1 u e d a r a eMán en Babel i„ c a , "? . v °s de Judá que tigo Yavé¡como c o T s ^ Ha*a c ° ° -q u i e n e s a s ó a l f n t . ™ n , S e d e S l a s ? A í a b . a

haber hecho í ^ g ° J ' i e y d e B a b e l 2 3 P° r ber adu lTe rad r? !? m d ? d e S e n I s r a e ' . ha-P'ójimos y h Í „ ? K a ^ m u J e r e s d e »»s te en mi „ ¿ r

h a b l a d o m ent i rosamen-Yo lo™ v T S T q U e y ° , o s c a n d a r a .

s e y lo atestiguo, palabra de Yavé.

C o n t r a S e m e y a s

dice Y a a v ! e ^ S a S ; ^ . N ^ a m i t a , dile: Así cuamn t° ?. b a o t ' D l 0 s d e I s r a e l : » Por una c a r t a U

a ^ H " T ^ 0 e n t u n o m b r é a So fo r tL £?°? ? u e b l ° d e Jerusalén y a t o d o ^ - ^ M a S a y a > s a c e r d ° t e , y a todos los sacerdotes, diciéndoles: 26 Y a -Jovada L í f * 0 s a c e r d o t e en lugar de Joyada para que como prefecto viaiies en el templo de Yavé a todo f ^ i c o T u e quiera hacer el profeta y le hagas enca­denar y p o n e r e n e l ' 2 7 ¿ C o m o

no has castigado a Jeremías, el de Anatot que anda profetizando entre vosotros? *• Hasta ha llegado a escribirnos a Babel diciendo: Eso será largo. Construid casas y habitadlas, plantad huertos y comed sus frutos.

2 9 El sacerdote Sofonías leyó al profeta Jeremías esta car ta; 30 y Yavé habló a Jeremías, diciéndole:

31 Manda a decir a todos los cautivos: Esto dice Yavé sobre Semeyas, el Nejla-mita: Por haberos profetizado Semeyas sin que yo le haya enviado y haberos hecho concebir falsas esperanzas; 3 2 por eso dice Yavé: Yo castigaré a Semeyas, el Nejlamita, y a su descendencia. N o tendrá descendencia que habite entre este pueblo y vea el bien que yo haré a mi pueblo, palabra de Yavé, por haber pre­dicado la rebeldía contra Yavé.

siervos de extranjeros, | sino que servirán a Yavé, su Dios, I y a David, su rey, I que yo les suscitaré.

10 Y tú, siervo mío, Jacob, no temas, I palabra de Yavé; I no tiembles, Israel, I porque voy a libertarte de esta tierra lejana, | y a tus hijos de la tierra de su cautividad. | Jacob tornará, y vivirá tran­quilo | y seguro, sin que nadie le pertur­be. | H Porque yo estoy contigo, | palabra de Yavé, para salvarte. I Yo llevaré la ruina a todos los pueblos | entre los que te dispersaré; | pero a ti no te arruinaré, | sino que te castigaré con moderación. I Impune no quedarás.

T E R C E R A

O R Á C U L O S

A R T E

MESIÁNICA SOBRE LA SALUD

(30-33)

Cast igo y p e r d ó n O A ' Llegó a Jeremías palabra de Ya' < 5 " vé , diciendo: * 2 Así d ice Y a v é Dios de Israel: Escribe en un libro todo

H e r i d a y curac ión 12 Así, pues, dice Yavé: | Era incura­

ble tu herida; I tu mal, sin remedio; I 13 nadie se cuidó de curar tu úlcera; | no había remedio para curarte. | 1 4 Todos tus amadores te han olvidado; I ni pre­guntan por t i ; I pues yo herí, como hiere un enemigo, | con cruel castigo | por tus grandes maldades, I por la muche­dumbre de tus pecados. | 15 ¿A qué gritas por tu herida? | Es incurable tu mal. I Por tus grandes maldades, por tus mu­chos pecados, I te he tratado así. 116 Pero todos los que te devoraron serán devora­dos I y tus enemigos irán todos al destie­rro. I Tus saqueadores serán saqueados, | y tus expoliadores serán expoliados.

i? Voy a curar tu llaga, | voy a sanar tus heridas, palabra de Yavé, | porque te llaman la «Repudiada», Sión; | la que no tiene quien se acuerde de ella. | 18 Así dice Yavé: He aqui que voy a restablecer los tabernáculos de Jacob, | y me com­padeceré de sus tiendas, I y se reedificará la ciudad sobre su colina, | y el palacio

i» Y saldrán de cuanto yo te he dicho. 3 Porque viene | en su lugar anterior. O A ' Por grandes que sean las manifestaciones de la justicia de Yavé, excitada por los crímenes OV de su pueblo las de la misericordia serán mayores, y éstas son las que expone ahora Jeremías nara consolar a su pueblo y levantar sus ánimos a la confianza en Yavé su Dios. El profeta emplea aqui todos sus recursos poéticos jara describir la restauración de Judá después de cumplidos los setenta años de Babel.

847 JEREMÍAS 30-31

ellos cantos de alabanza | y voces de alegría; I y los multiplicaré, y no serán disminuidos; los engrandeceré, y no serán empequeñecidos; I 2 0 y serán sus hijos como fueron primero, I y su congrega­ción estará firme ante mí | y castigaré a todos sus opresores. | 21 Y su jefe saldrá de su seno, | de en medio de ella saldrá su soberano, | y yo le haré venir, y él se acercará a mí ; | ¿pues quién, si no , sería el que expusiera su vida | acercándose a mí? Palabra de Yavé. I 2 2 Y vosotros se­réis mi pueblo, I y yo seré vuestro Dios.

L a t e m p e s t a d y la c a l m a 2 3 He aquí ya la tempestad de Yavé; |

el furor del torbellino se desata | y des­cargará sobre la cabeza de los malvados. | 2* N o se calmará el ardor de la ira de Yavé I hasta ejecutar y cumplir sus de­signios. I Vosotros los conoceréis al fin de los tiempos.

O í ' Por entonces, palabra de Yavé, Oí yo seré el Dios de todas las tribus de Israel | y ellos serán mi pueblo. | 2 Así dice Yavé: | Halló gracia en el desierto | el pueblo reliquia de la espada; | se fue a su lugar de reposo Israel. | 3 Des­de lejos se hizo ver de él Yavé. | Con amor eterno te amé; | por eso te he mantenido mi favor.

4 Yo te restauraré, y serás restaurada, I virgen de Israel. | 5 Todavía volverás a adornarte con tus tímpanos | y saldrás en alegres danzas. I Todavía plantarás viñas I en las alturas de Samaría, | y los que las planten las gozarán. | 6 Porque viene tiempo en que los atalayas clama­rán I en el monte de Efraím: | Venid y subamos a Sión, | a Yavé, nuestro Dios. I ' Pues así dice Yavé: | Regocijaos y dad parabienes a Jacob, | gritad loores a la primera de las naciones; I cantadla, ala­badla y decid: | Yavé ha salvado a su pueblo, I a los restos de Israel.

8 Yo os voy a hacer volver | de la tierra del aquilón | y os reuniré de los extremos de la tierra | a todos junta­mente, al ciego y al cojo, | a la embarazada y a la recién parida. | ¡Qué gran muche­dumbre la que vuelve! I 9 Mi ra : salieron entre llantos, | yo los hago volver conso­lados; I yo los guío a las corrientes de aguas I por caminos llanos para que no

OH| 2 2 Todo este poema es de carácter mesiánico. La esperanza de la restauración, la seguridad ^ * de la misma, la paz y tranquilidad en medio de la cual ha de realizarse y el esplendor y la gloria que de ella ha de revertir al pueblo restaurado y a la nueva Jerusalén, son las líneas con que Jeremías trata el poético cuadro. El verso a que esta nota se refiere, el 22, tiene también, como parte del poema, carácter mesiánico; no, sin embargo, el estrictamente mesiánico que San Jerónimo y muchos con él le atribuyen, interpretando que la mujer es la madre del Mesías, éste el varón, y la acción de rodear, la concepción virginal de Jesús en el seno de María. Para interpretar así es nece­sario hacer violencia al texto. Estas palabras significan la vuelta de Israel a Yavé, su Esposo, cosa que anuncia siempre los tiempos mesiánicos.

tropiecen, I pues yo soy el padre de Is­rael, y Efraím es mi primogénito.

10 Oíd, pueblos, la palabra de Yavé, | dadla a conocer a las lejanas islas | y decid: El que dispersó a Israel le congrega de nuevo | y le protege como el pastor protege a su rebaño. | n Yavé ha liber­tado a Jacob, I le ha salvado de la mano de sus opresores. I n Vienen dando gritos de gozo por las alturas de Sión, | a gozar de los bienes de Yavé, | el trigo, el vino, el aceite, | los corderos y los terneros, | y será su alma como jardín regado | y no volverá a padecer sequía.

13 Entonces la virgen danzará alegre en el coro; I jóvenes y viejos, todos juntos, I trocaré en júbilo su tristeza, | los conso­laré y convertiré su pena en alegría. | 14 Saciaré a los sacerdotes de la grosura de las víctimas I y hartaré a mi pueblo de mis bienes, I palabra de Yavé.

D o l o r y c o n s u e l o 15 Así dice Yavé: I Una voz se oye en

Rama, lamentos, amargo l lanto. Es Ra­quel, que llora a sus hijos | y rehusa con­solarse de su pérdida. I ' 6 Así dice Yavé: | Cese tu voz de gemir, | tus ojos de llorar. | Tendrán remedio tus penas. | 17 Tienes todavía una esperanza, palabra de Yavé; I volverán los hijos a su patria.

18 Oigo a Efraím lamentarse: I Tú me has castigado y yo recibí el castigo. | Yo era como toro indómito; conviérteme, y yo me convertiré, | pues tú eres Yavé, mi Dios. I 19 Después de mi defección me he arrepentido; I luego que entré en mí herime el muslo. Estoy confuso y aver­gonzado, I llevo sobre mí el oprobio de mi mocedad. I 2 0 ¿No es Efraím mi hijo predilecto, I mi niño mimado? | Porque cuantas veces t ra to de amenazarle, | me enternece su memoria, | se conmueven mis entrañas y no puedo menos de com­padecerme de él, palabra de Yavé.

21 Ponte hitos, alza jalones, | pon toda la atención en el camino; | ya antes le recorriste. I Vuelve, virgen de Israel; | retorna a tus ciudades. | 2 2 ¿Hasta cuándo has de andar titubeando, | hija desca­rriada? I Pues hará Dios una cosa nueva en la tierra. | La mujer tornará al varón. *

2 3 Así dice Yavé Sebaot, Dios de Is­rael: I Todavía se dirán estas palabras | en la tierra de Judá y en sus ciudades | cuando yo haga volver a los cautivos: j

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JEREMÍAS .11-S2 848

Bendígate Yavé, sede de la justicia, | mon­te de la santidad. | 24 Y habitarán en ella Judá I y todas sus ciudades juntamente, | los agricultores y los pastores de reba­ños. | 2 5 Porque yo saciaré a todos los desfallecidos | y har taré a todos los de­caídos. | 26 Por esto, al despertar y ver, | me fue dulce mi sueño.

R e s t a u r a c i ó n 27 Ved que vienen días, palabra de Ya­

vé, en que yo sembraré la casa de Israel y la casa de Judá de simiente de hombres y de simiente de animales; 28 y lo mismo que velé sobre ellos para arrancar y des­truir, para arruinar, devastar y desolar, así velaré también sobre ellos para edi­ficar y plantar, palabra de Yavé. 29 E n esos días no se dirá ya más : Nuestros padres comieron agraces y los hijos su­frimos la dentera. 3° Sino que cada uno morirá por su propia iniquidad; quien coma el agraz, ése sufrirá la dentera.

31 Vienen días, palabra de Yavé, en que yo haré una alianza nueva con la casa de Israel y la casa de J u d á ; * 3 2 n o como la alianza que hice con sus padres, cuando tomándolos de la mano los saqué de la tierra de Egipto; ellos quebrantaron mi alianza y yo los rechacé, palabra de Yavé. 33 Esta será la alianza que yo haré con la casa de Israel en aquellos días, palabra de Yavé: Yo pondré mi ley en ellos y la escribiré en su corazón, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo. 3 4 N o tendrán ya que enseñarse unos a otros ni exhortarse unos a otros, diciendo: Conoced a Yavé, sino que todos me conocerán, desde los pequeños a los grandes, palabra de Yavé; porque les perdonaré sus maldades y no me acordaré más de sus pecados.

35 Así dice Yavé: | Y o he puesto al sol para que luzca de día; | he puesto la luna y las estrellas | para que luzcan en la noche; | el que conturba el mar y hace bramar sus olas | tiene por nombre Yavé Sebaot. | 36 ¿Se romperán estas leyes I ante mí? Palabra de Yavé. | Entonces cesará la descendencia de Israel | de ser ante mí un pueblo por siempre. | 37 Así dice Yavé: | Si pueden medirse arriba los cielos y descubrirse abajo los funda­mentos de la tierra, | entonces repudiaré yo a toda la descendencia de Israel | por todo cuanto han hecho, palabra de Yavé.

3 8 Vienen días, palabras de Yavé, en que será edificada para Yavé la ciudad, desde la torre de Janamel hasta la puerta del Ángulo. 39 Y serán de nuevo echadas las cuerdas para medir enfrente hasta la colina de Gareb, y dando vuelta después hacia Goa, *» todo el valle de los Cadá­veres y de la Ceniza, y todos los campos, hasta el torrente de Cedrón, hasta la es­quina de la puerta de los Caballos, hasta oriente, serán consagrados a Yavé y no serán ya jamás destruidos y devastados.

L a c o m p r a d e l c a m p o O O i Palabra que recibió Jeremías de **"* Yavé el año décimo de Sedecías, rey de Judá, que fue el año dieciocho de Nabucodonosor. * 2 Entonces el ejército del rey de Babel cercaba a Jerusalén y el profeta Jeremías estaba encerrado en el atrio de la guardia del palacio del rey de Judá ; 3 pues Sedecías, el rey de Judá, le había encarcelado, diciéndole: ¿Por qué profetizas, asegurando que Yavé dice que entregará la ciudad en manos del rey de Babel, que la tomará, 4 y Sedecías, rey de Judá, no escapará a las manos de los caldeos, sino que caerá en manos del rey de Babel, y hablará con él boca a boca, y sus ojos verán sus ojos, 5 y llevará a Sedecías a Babel, y allí estará hasta que le visite, palabra de Yavé, y si hacéis la guerra a los caldeos, nada conseguiréis?

6 Y recibió Jeremías palabra de Yavé, diciéndole: ^ Mi ra : Janamel, hijo de Se­rum, tu t ío, vendrá a decirte: Cómprame el campo que tengo en Anatot , pues a ti te corresponde adquirirlo por razón de parentesco. 8 Vino, pues, Janamel, el hijo de mi t ío, a verme, según lo que me ha­bía dicho Yavé, al atrio de la guardia, y me dijo: Cómprame el campo de Anatot , en tierra de Benjamín, pues te correspon­de la posesión por razón de parentesco. Entendí, pues, que era voluntad de Ya­vé, 9 y compré el campo a Janamel, mi primo, de Anatot , pagándole diecisiete si­d o s de plata. 10 Hice el contrato por es­crito, lo sellé, tomé testigos y pesé la pla­ta en la balanza, u y recibí el contrato de venta sellado y el acta de las estipulacio­nes abierta; 1 2 y se lo entregué todo a Baruc, hijo de Nerías, hijo de Masías, en presencia de Janamel, mi pr imo, y de los testigos que habían firmado el contrato

3 1 Esta denominación de «nueva alianza», empleada por Jeremías la primera vez y repetida des­pués por San Pablo (Heb 8,8-13), ha prevalecido para designar la revelación evangélica y los libros inspirados que la contienen.

J O * ^ n incidente de familia es ocasión de un nuevo discurso o, mejor, poema, sobre la futura * '* ' restauración de Israel. Un pariente del profeta viene a ofrecerle un campo, a cuya compra tenía derecho de preferencia. Singular propuesta en aquellas tristes circunstancias. Él profeta acepta por orden de Dios, y las partes escriben y firman el contrato en toda forma. Dios manda al profeta que guarde el contrato, porque aún se comprarán tierras y casas en Judá. Es decir, que la ruina de Judá no es definitiva; hay esperanzas de restauración.

849 JEREMÍAS 32

y de todos los judíos que se hallaban en el atrio de la guardia. 13 Y delante de to­dos di a Baruc esta o r d e n : 1 4 Así dice Ya­vé Sebaot, Dios de Israel: Toma esos do­cumentos, ese contrato de venta, el sella­do y el abierto, y mételos en un tubo de barro cocido para que puedan conservar­se largo tiempo. 15 Porque así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Todavía se com­prarán en esta tierra casas, campos y viñas.

O r a c i ó n de l p r o f e t a , 6 Después de haber entregado el con­

t ra to de venta a Baruc, hijo de Nerías, hice a Yavé esta oración: 1 7 ¡Ah, Señor, Yavé! Tú has hecho los cielos y la tierra con el gran poder de tu brazo; nada es imposible para tí. 18 Tú eres quien haces gracia a millares y quien retribuye un día a los hijos la iniquidad de sus padres ; el Dios grande, el fuerte, cuyo nombre es Yavé Sebaot; 19 grande en el consejo, po­deroso en la obra, cuyos ojos están abier­tos para ver todos los caminos de los hombres y dar a cada uno según su ca­mino y según el fruto de sus obras ; 20 el que hizo maravillas y portentos en la tie­rra de Egipto, y después, hasta el día de hoy, en Israel y en todos los hombres, y te has hecho un nombre como lo es en el día de hoy; 21 y sacaste a Israel, tu pue­blo, de la tierra de Egipto, en medio de maravillas y portentos, con mano fuerte y brazo tendido y en medio de gran pa­vor; 2 2 y le diste ésta tierra, según juraste a sus padres darles una tierra que mana leche y miel; 23 y entrados en ella, la po­seyeron; pero no escucharon tu voz, y no cumplieron tu Ley, y no hicieron lo que les mandaste hacer, e hiciste que vi­nieran sobre ellos todos estos males . 2 4 He aquí que se alzan contra la ciudad inge­nios para tomarla; y la ciudad será presa de los caldeos, que la combaten con la espada, el hambre y la peste; y como tú anunciaste, así ha sucedido, bien lo ves tú. 2 5 Y ahora, cuando la ciudad va a caer en manos de los caldeos, me dices, ¡oh Se­ñor, Yavé!: «Compra el campo y toma testigos».

R e s p u e s t a d e Y a v é al p r o f e t a

M Y recibió Jeremías palabra de Ya­vé, diciendo: * 2 7 Mira, yo soy Yavé, Dios de todos los vivientes: ¿Hay algo impo­sible para mí? 2 8 Por eso así dice Yavé: Y o entregaré esta ciudad en manos de los caldeos y en manos de Nabucodono­

sor, rey de Babel, que la tomará. 2 9 Los caldeos que atacan la ciudad entrarán en ella y le pegarán fuego y la quemarán; quemarán las casas en cuyos terrados que­maban incienso a Baal y ofrecían libacio­nes a los dioses extraños para irritarme; 30 pues lo mismo los hijos de Israel que los de Judá no hacen más que el mal a mis ojos desde su juventud; sí, los hijos de Israel no hacen más que irritarme con las obras de sus manos, palabra de Yavé.

3i Objeto de ira y furor ha sido siem­pre para mí esta ciudad desde el día en que fue edificada hasta hoy, para que la haga desaparecer de delante de mí 32 por tanto mal como los hijos de Israel y los hijos de Judá han hecho para irritarme, ellos, sus reyes, sus grandes, sus sacerdo­tes, sus profetas, las gentes de Judá y los habitantes de Jerusalén. 33 Ellos me han vuelto la espalda en vez de darme la cara; yo los he amonestado constantemente, pe­ro ellos no han aprovechado la lección. 3* H a n llevado sus abominaciones hasta la casa en que se invoca mi nombre, profa­nándola; 35 Se han alzado el santuario de Baal en el valle de Benjinón para pasar por el fuego a sus hijos y a sus hijas en honor de Moloc, cosa que yo nunca les mandé y que nunca soñé. ¡Cometer abo­minaciones semejantes y hacerse Judá reo de tal crimen!

36 Por eso así dice ahora Yavé, Dios de Israel, de esta ciudad de la que vos­otros decís: Ha sido entregada en ma­nos del rey de Babel por la espada, por el hambre y por la peste: 3? Yo los reuni­ré de todos los lugares en que los disper­sé en mi cólera, en mi indignación y en mi furor. Y o los volveré a este lugar para que en él habiten seguros. 38 Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios. 3 9 Yo les daré un solo corazón, un solo camino, para que siempre me teman y siempre les vaya bien: a ellos y a sus hijos des­pués de ellos. 40 Y haré con ellos una alianza eterna de no dejar nunca de ha­cerles bien y pondré mi temor en su cora­zón para que no se aparten de mí ; 4 1 y me gozaré en ellos al nacerles bien y los plantaré firmemente en esta tierra con to­do mi corazón y toda mi alma.

4 2 Porque así dice Yavé: Como he traí­do sobre este pueblo todos estos tan gran­des males, así traeré sobre ellos todo este bien que digo de e l los ; 4 3 y habrá todavía poseedores de esta tierra, que vosotros de­cís desierta por no quedar en ella hombre ni bestia y haber sido entregada en ma-

2* Para Dios nada hay imposible. La ciudad será entregada a los caldeos, para satisfacer la justa cólera de Dios; pero luego el Señor reunirá a los deportados y hará con ellos una alianza eterna, que no será anulada. Las promesas de Dios, dirá luego San Pablo, son sin arrepentimiento (Rom 11,2g). Tiene palabra de rey, no se vuelve atrás. La infidelidad del pueblo no sorprende al que es omnisciente.

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JEREMÍAS 32-M 850

no de los caldeos. 4 4 S e comprarán cam­pos, dando por ellos el precio en plata; se harán contratos escritos, se sellarán y se aducirán testigos en tierra de Benja­mín, en los alrededores de Jerusalén, en las ciudades de Judá, en las de la monta­ña, y en las del llano, y en las del medio­día, porque yo trocaré su suerte, palabra de Yavé.

R e s t a u r a c i ó n

O O : Fue dirigida la palabra de Yavé *» ** a Jeremías por segunda vez mien­tras estaba preso en el atrio de la guardia, diciéndole:* 2 A s i dice Yavé, el que ha hecho la tierra y la ha formado y afirma­do , Yavé es su nombre. 3 Llámame y yo te responderé, y te comunicaré cosas gran­des y ocultas que tú no conoces, 4 p u e s así dice Yavé, Dios de Israel, de las cosas de esta ciudad y de los palacios del rey de Judá, destruidos al servir de baluartes y troneras para resistir a los caldeos, 5 lle­nándose con los cadáveres de los hom­bres que yo herí en mi furor y mi indigna­ción, volviendo atrás mi rostro a esta ciu­dad por tantas maldades suyas. 6 Pero mira, yo los sanaré, yo los curaré y les abriré tesoros de paz y seguridad; 7 yo haré volver a los cautivos de Judá y a los de Israel, y los restableceré como al principio, y los limpiaré de todas las ini­quidades que contra mí cometieron; 8 y les perdonaré todos sus pecados y todas sus rebeliones contra mí ; 9 y será para mi gloria, alegría, alabanza y gozo entre todos los pueblos de la tierra, que verán todo el bien que yo les haré, y que se asombrarán y admirarán de tanto bien y de tanta paz como yo les daré.

10 Asi dice Yavé: Todavía en estos lu­gares, de que vosotros decís: Son un de­sierto, sin hombres y sin bestias; en las ciudades de Judá y en las calles de Jeru­salén, desiertas, sin hombres y sin bes­tias, ii se oirán voces de júbilo y voces de alegría, los cantos del esposo y los cantos de la esposa; voces que cantarán los que llevan al templo sus oblaciones: «Alabad a Yavé Sebaot, porque es bueno, porque es eterna c u misericordia»; porque yo restauraré esta tierra a su an­tiguo estado. Palabra de Yavé.

i2 Así dice Yavé Sebaot: Todavía ha­brá en estos lugares desiertos, sin hom­bres ni bestias, y en todas sus ciudades, majadas donde los pastores apriscarán sus rebaños; 13 en las ciudades de la monta­ña, en las del llano y en las del mediodía,

1 Admirable conducta la de Dios. El profeta se halla preso en el atrio de la guardia real, mientras la ciudad es combatida por los caldeos, y allí viene Dios a consolarle con estas pro­

mesas de gloriosa restauración, pintadas con colores del todo mesiánicos. 14 La casa de David parece caída, víctima de sus propios crímenes; pero Yavé promete un

nuevo vastago, cuyo nombre será «Yavé es nuestra justicia?. Asimismo, los sacerdotes, que hasta ahora tan mal habían respondido a su misión, y cuyo santuario será, por lo mismo, desrtuido, vol­verán también a ofrecer sacrificios gratos a Yavé.

en la tierra de Benjamín y en torno a Je­rusalén, y en las ciudades de Judá, toda­vía pasará el ganado bajo la mano del que lo cuenta, palabra de Yavé.

R e i n o e t e r n o y p e r p e t u o s a c e r d o c i o 14 He aquí que vienen días, palabra de

Yavé, en que yo cumpliré la buena pala­bra que he pronunciado sobre la casa de Israel y sobre la casa de Judá. * 15 En esos días y en ese tiempo yo suscitaré a David un renuevo de justicia, que hará derecho y justicia sobre la tierra, l6 En esos días será salvado Judá, y Jerusalén habitará en paz, y se la l lamará «Yavé, justicia nues­tra». 17 Porque así dice Yavé: N o faltará a David un varón que se siente sobre el t rono de la casa de Israel. 18 Y a los sacer­dotes levitas no les faltará tampoco va­rón que me ofrezca holocausto y queme la ofrenda y sacrifique todos los días.

19 Y recibió Jeremías palabra de Yavé, diciendo: 20 Así dice Yavé: Si rompéis mi pacto con el día y mi pacto con la no ­che para que no sea día y noche a su tiem­po, 21 entonces se romperá mi pacto con David, mi siervo, para que no haya hijo suyo que se siente sobre su t rono, y mi pacto con los levitas sacerdotes, mis mi­nistros. 2 2 Como no pueden contarse las milicias celestes ni las arenas del mar, así multiplicaré yo la descendencia de David, mi siervo, y a los levitas, mis ministros.

23 Y recibió Jeremías palabra de Yavé, diciendo: 2 4 ¿No ves lo que dicen estas gentes?: «Las dos familias que Yavé eli­gió, las dos las ha repudiado»; y despre­cian a mi pueblo por no ser ya a sus ojos un pueblo. 2 5 Así dice Yavé: Si no he hecho yo pacto con el día y con la noche ni he dado leyes a los cielos y a la tierra, 2 6 entonces repudiaré yo la descendencia de Jacob y de David, mi siervo, y no to­maré de ella jefes para la progenie de Abraham, de Isaac y de Jacob, pues yo haré volver a sus cautivos y tendré pie­dad de ellos.

CUARTA PARTE

POSTREROS VATICINIOS Y SUERTE

DEL PROFETA

(34-45)

E l d e s t i n o d e Sedec i a s

O A 1 Palabra de Yavé que recibió Je-• * T » remías mientras Nabucodonosor, rey de Babilonia, con todo su ejército y

33

851 JEREMÍAS 34

todos los reinos de la tierra sometidos a su dominación y todos sus pueblos, ata­caba a Jerusalén y a todas sus ciudades. * 2 Así dice Yavé, Dios de Israel: Ve a Se­decias, rey de Judá, y dile: Así dice Ya­vé: Mira que voy a entregar esta ciudad en manos del rey de Babilonia, que le pegará fuego, 3 y tú no escaparás de sus manos, sino que serás hecho prisionero y le serás entregado, y verás con tus ojos al rey de Babilonia, y te hablará boca a boca, y serás llevado a Babel. 4 Oye, pues, ¡oh Sedecias!, rey de Judá, lo que dice Yavé: Esto es lo que te dice a t i : N o mo­rirás a la espada; s morirás en paz, y co­mo se quemaron perfumes en los funera­les de tus padres, los reyes que te han pre­cedido, así se quemarán también en los tuyos, y se te harán lamentaciones: «¡Ay, Señor!», pues soy yo quien lo digo, yo, Yavé.

* El profeta Jeremías dijo todo esto a Sedecias, rey de Judá, en Jerusalén. i El ejército del rey de Babel estaba entonces atacando a Jerusalén y a las otras ciuda­des de Judá que no se habían rendido, a Laquis y Azeca, que aún resistían entre las ciudades amuralladas de Judá.

Q u e b r a n t a m i e n t o d e la ley d e la s e r v i d u m b r e

8 Palabra de Yavé que recibió Jere­mías después de haber hecho el rey Se­decias un convenio con el pueblo todo de Jerusalén, * 9 de que se publicase la liberación de los esclavos hebreos, hom­bres y mujeres, y de que no fuera retenido como esclavo ningún judío o judía por un hermano suyo. 1° Todos los grandes y todo el pueblo, que habían aceptado este convenio, consintieron en libertar cada uno a sus esclavos y esclavas y no rete­nerlos en la esclavitud; consintieron y los libertaron; H pero se arrepintieron luego, y reclamaron a los esclavos y esclavas que habían liberado y los obligaron a ser de nuevo esclavos y esclavas, i 2 Recibió, pues, Jeremías palabra de Yavé, dicién­dole:

13 Así dice Yavé, Dios de Israel: Yo hice con vuestros padres un pacto al tiempo que los saqué de Egipto, de la casa de la esclavitud, diciéndoles: i 4 A l llegar el año séptimo, cada uno dará li­bertad al hermano hebreo que se le haya vendido; te servirá durante seis años, pe­ro luego le liberarás; mas vuestros padres no me obedecieron, no me dieron oídos. 15 Vosotros hoy os habéis convertido, y habéis hecho bien a mis ojos, proclaman­do la liberación de vuestros hermanos, y habéis hecho ese pacto en mi presencia, en la casa en que se invoca mi nombre ; 16 luego os habéis vuelto atrás, habéis pro­fanado mi nombre y habéis vuelto a re­traer cada uno a sus siervos y siervas que habíais liberado, reduciéndolos de nuevo a la servidumbre y haciéndolos vuestros esclavos y esclavas. 17 Por eso, así dice Yavé: Vosotros no me habéis escuchado, proclamando cada uno la libertad de su prój imo; pues yo os proclamo la libera­ción, palabra de Yavé, para la espada, pa­ra la peste, para el hambre, y haré de vos­otros el vejamen de todos los reinos de la tierra. 18 Y haré de los que han que­brantado mi pacto y 110 han guardado la palabra con que ante mí se ligaron como becerro partido por en medio para pasar entre ambas partes. * " Los grandes de Judá, los grandes de Jerusalén, los eunu­cos, los sacerdotes y todo el pueblo de es­ta tierra que pasaron por entre las partes del becerro; 2 0 los entregaré en manos de sus enemigos, en las manos de los que de muerte les persiguen; y sus cadáveres se­rán pasto de las aves del cielo y de las bes­tias de la tierra; 2 1 y a Sedecias, rey de Judá, y a sus príncipes los entregaré en mano de sus enemigos, en manos de los que de muerte les persiguen, en manos del ejército del rey de Babel, que se ha reti­rado. 2 2 Y o les daré la orden, palabra de Yavé, y les haré volver a esta ciudad; y la combatirán, la tomarán y la incendiarán, y haré de las ciudades de Judá un desier­to y no habrá quien las habite.

0 4 ! Este triste mensaje que Jeremías recibe para el rey es de los últimos días de Jerusalén, ^ ^ cuando la ciudad tuvo un poco de respiro por la causa que señala el v.7. Pero aun esta pro­mesa estaba condicionada por la rendición, y como ésta no tuvo lugar, la suerte del rey fue más triste aún.

8 Al comenzar el asedio se había contraído este compromiso, que luego dieron al olvido, cuando Nabucodonosor levantó provisionalmente el cerco para acabar de someter otras ciudades y para hacer frente a los egipcios.

Los israelitas que no podían pagar sus deudas se vendían como esclavos a los acreedores o ven­dían a éstos sus hijos; pero esta esclavitud no era perpetua; había de cesar, según la Ley, pasados seis años, estando los dueños obligados a dar libertad a estos siervos al año séptimo (cf. Ex 21,2; Dt 15,12; Neh s).

18 Aquí se nos ofrece pintada al vivo la ceremonia del pacto antes aludido. Todo pacto debía ser sancionado con una víctima degollada ante el altar, con la fórmula; «Así haga Dios al que que­brante este pacto», o dividiendo en cuartos la víctima y pasando los pactantes por en medio de ella pronunciando estas palabras: «Así me haga Dios si fuere infiel al pacto». Dios amenaza con dividir en cuartos a esos quebrantadores del pacto (cf. Gen 15,17).

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JEREMÍAS 35-36 852

La fidelidad de los recabitas a sus leyes

O C ' Palabra que Jeremías recibió de •*•* Yavé en tiempo de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá: * 2 Anda y vete a la casa de los recabitas. Habíales y tráelos al templo, llévalos a una de las cámaras y dales a beber vino. 3 Yo tomé a Jaza-nías, hijo de Jeremías, hijo de Jabasinías; a sus hermanos y a todos sus hijos y a toda la familia de los recabitas, 4 y los introduje en el templo, en la cámara de los hijos de Janán, hijo de Jegdelías, hom­bre de Dios, que está junto a la cámara de los grandes, debajo de la de Maasías, hijo de Salum, el guarda del vestíbulo; 5 y puse ante los recabitas copas y vasos llenos de vino, diciéndoles: Bebed.

6 Pero ellos me contestaron: No bebe­mos vino, pues Jonadab, hijo de Recab, nuestro padre, nos mandó: No bebáis vino jamás, ni vosotros ni vuestros hijos, 7 ni construyáis casas, ni hagáis siembras, ni plantéis ni poseáis viñas, sino que ha­bitaréis en tiendas todo el tiempo de vues­tra vida, para que viváis muchos días so­bre la tierra en la que sois peregrinos. 8 Nosotros hemos obedecido la voz de Jonadab, hijo de Recab, nuestro padre, en cuanto nos mandó de no beber vino en los días de nuestra vida, ni nosotros, ni nuestras mujeres, ni nuestros hijos, ni nuestras hijas, 9 y de no edificar casas de habitación; y no tenemos viñas ni campos de sembradura, 10 sino que habitamos en tiendas, como nos lo mandó Jonadab, nuestro padre. n Pero cuando Nabuco-donosor, rey de Babel, subió a nuestra tierra, nos dijimos: Vamos¡ a refugiarnos en Jerusalén para escapar al ejército de los caldeos y al ejército de Aram, y nos vinimos a habitar en Jerusalén.

La infidelidad de los judíos 12 Y dirigió Yavé la palabra a Jeremías,

diciendo: 13 Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Ve y diles a los hombres de Judá y a los habitantes de Jerusalén: ¿No apren­deréis a obedecer mis palabras? Palabra de Yavé.14 Las palabras de Jonadab, hijo de Recab, son obedecidas. Mandó a sus

hijos no beber vino, y no lo han bebido hasta hoy, cumpliendo el mandato de su padre; y yo os he hablado tantas y tan­tas veces, y no me habéis obedecido.1S Os he enviado una y otra vez mis siervos, los profetas, para deciros: Convertios de vues­tros malos caminos, enmendad vuestras obras y no os vayáis tras los dioses ajenos para darles culto, y habitaréis la tierra que yo os he dado a vosotros y a vuestros padres; pero no me habéis dado oídos, no me habéis obedecido.

16 Los recabitas han obedecido lo que les mandó su padre, pero este pueblo no me ha obedecido a mí.

17 Por eso así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Yo haré venir sobre Judá y so­bre todos los habitantes de Jerusalén to­dos los males con que los he amenazado, pues les he hablado y no me han oído, los he llamado y no me han respondido. 18 Pero a la casa de los recabitas les dijo Jeremías: Por haber obedecido el man­dato de Jonadab, vuestro padre, cum­pliendo cuanto os mandó, 19 por eso así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: No de­jará de haber siempre ante mi presencia un varón de la estirpe de Jonadab, hijo de Recab, que me sirva.

Lectura, ante el pueblo y los grandes, del libro de las profecías de Jeremías n / i i El año quinto de Joaquim, hijo de J v Josías, rey de Judá, recibió Jere­mías palabra de Yavé, diciéndole: * 2 To­ma un volumen y escribe en él todo cuanto yo te he dicho contra Jerusalén y contra Judá y contra las gentes desde el día en que te hablé en tiempo de Josías hasta hoy; * 3 a ver si oyendo la casa de Judá todos los males que yo pienso traer sobre ella, se convierte cada uno de sus malísi­mos caminos, y yo les perdonaré sus ini­quidades y sus pecados.

* Llamó, pues, Jeremías a Baruc, hijo de Nerías, y escribió éste en un volumen, dictándole Jeremías todas las palabras que Yavé le había dicho. 5 Y le dijo Jeremías a Baruc: Yo estoy impedido de poder ir a la casa de Yavé; * 6 vete, pues, tú, y en el libro que a mi dictado has escrito, lee las palabras de Yavé, oyendo el pueblo

OC l Tuvo lugar este episodio el año cuarto de Joaquim (604), cuando Nabucodonosor vino a " ^ imponer su autoridad sobre los pueblos antes subditos de Asiría. Estos recabitas, por dis­posición de su ascendiente Jonadab, seguían la vida nómada y se abstenían además del vino; todo por rehuir el peligro de la corrupción moral (cf. 2 Re 10,15 ss.; 1 Par 2,55)-

36 1 Este otro episodio, tan interesante para conocer el modo de actuar que tenían los profetas, tuvo lugar al año siguiente del suceso pasado.

2 A la letra, «un rollo de libro». Esto significa también, por su etimología, la palabra «volumen»: un trozo mayor o menor de la materia sobre que se escribía, que se arrollaba luego, y así se conser­vaba. La materia no era ya la piedra, ni la tableta de barro como antes, ni era todavía el pergamino como después, sino hojas de papiro provenientes principalmente de Egipto, y que se unían unas a otras en la cantidad necesaria.

5 Impedido, probablemente, por una prohibición de la policía del templo de presentarse en él

853 JEREMÍAS 36-37

en el templo en un día de ayuno y oyendo todos los que vienen de todo Judá y de sus ciudades; 7 a ver si acaso sus oracio­nes llegan a la presencia de Yavé y se con­vierten cada uno de sus pésimos caminos, porque grande es el furor y la indignación con que amenaza Yavé a este pueblo. 8 Hizo, pues, Baruc, hijo de Nerías, lo que había mandado Jeremías, profeta, y leyó en el libro las palabras de Yavé en la casa de Yavé.

9 Sucedió, pues, el año quinto de Joa­quim, hijo de Josías, rey de Judá, en el mes noveno, que se promulgó un ayuno a todo el pueblo de Jerusalén y a todos cuantos venían a Jerusalén de las ciuda­des de Judá; I 0 y leyó Baruc el libro de los sermones de Jeremías en el templo, en la cámara de Gamarías, hijo de Sa­fan, escriba, en el vestíbulo superior, a la entrada de la puerta Nueva del tem­plo, oyendo todo el pueblo. 11 Y habien­do oído Miqueas, hijo de Gamarías, hijo de Safan, las palabras de Yavé del libro, 12 bajó al palacio del rey, a la cámara del escriba, donde se hallaban todos los grandes: Elisama, escriba; Dalaías, hijo de Semeia, y Elnatán, hijo de Ajobor, y Gamarías, hijo de Safan, y Sedecías, hijo de Ananías, y todos los grandes; 13 y les comunicó Miqueas todo lo que había oído leer a Baruc del volumen ante el pueblo.

14 Mandaron, pues, todos los grandes a Judí, hijo de Natanías, hijo de Sele-mías, hijo de Cusí, para decir a Baruc: Ven y trae el volumen en que has leído al pueblo. Tomó, pues, Baruc el volu­men y vino con él a ellos, 15 que le dije­ron: Siéntate y léenos eso a nosotros; y se lo leyó Baruc. 16 Cuando oyeron, pues, todo aquello, mostráronse unos a otros atónitos y dijeron a Baruc: Tene­mos que comunicar esto al rey; 1 7y le dijeron: Indícanos cómo has escrito tú todo esto. 18 Baruc les dijo: El me dic­taba como si me leyese, y yo lo escribía con tinta en el libro.19 Y dijeron los gran­des a Baruc: Ve y escóndete, y que se esconda también Jeremías, sin que sepa nadie dónde estáis.

Lectura ante el rey 20 Ellos se fueron al rey, al atrio, de­

jando el volumen en la cámara de Elisa­ma, escriba, y dijeron al rey lo que pa­saba. 21 Mandó el rey a Judí que llevara el volumen, y éste lo tomó de la cámara de Elisama, escriba, y lo leyó en presen­

cia del rey, en las habitaciones del rey, y en presencia de todos los grandes que estaban junto a él. 22 Estaba el rey en las habitaciones de invierno, era el no­veno mes, y tenía delante de sí un bra­sero encendido; 23 y según iba leyendo Judí tres o cuatro columnas del volumen, lo iba rasgando el rey con el cuchillo del escriba y lo arrojaba al fuego del bra­sero, hasta que lo quemó todo.

24 No temieron ni rasgaron sus vestidu­ras ni el rey ni sus cortesanos que oye­ron todas aquellas palabras.

25 Sin embargo, Elnatán, Dalaías y Ga­marías rogaron al rey que no quemara el volumen, pero éste no los oyó; 26 y mandó el rey a Jeremiel, hijo de Amelec, y a Sarayas, hijo de Ezriel, y a Selemías, hijo de Abdeel, que apresaran a Baruc, escriba, y a Jeremías, profeta, pero Yavé los ocultó.

27 Después que el rey quemó el volu­men de los sermones de Jeremías, que había escrito Baruc al dictado de aquél, recibió Jeremías palabra de Yavé, que le dijo: 28 Toma un nuevo volumen y escribe en él todos los sermones anterio­res que había en el primero, que quemó Joaquim, rey de Judá; 29 y a Joaquim, rey de Juili, le dirás: Así dice Yavé: Tu has quemado aquel volumen, diciendo: ¿Por qué has escrito esto, anunciando que vendrá el rey de Babel y devastará esta tierra, no dejando en ella hombre ni jumento? 30 Pues así dice Yavé contra Joaquim, rey de Judá: No tendrá descen­diente que le suceda en el trono de David y su cadáver será arrojado al calor del día y al frío de la noche; 31 y le pediré cuenta a él y a su descendencia y a sus siervos de sus iniquidades, y traeré sobre ellos y sobre los habitantes de Jerusalén y sobre los hombres de Judá todos los males que les he anunciado y ellos no han querido oír.

32 Tomó, pues, Jeremías otro volumen y se lo dio a Baruc, hijo de Nerías, es­criba, el cual escribió de boca de Jere­mías todos los sermones que quemó Joa­quim, rey de Judá, y se añadieron toda­vía otros muchos como aquéllos. *

Consulta de Sedecías y respuesta de Jeremías

O "7 1 Reinó Sedecías, hijo de Josías, ** * en lugar de Jeconías, hijo de Joa­quim. Fue Nabucodonosor, rey de Ba­bel, quien le hizo rey de la tierra de

después del episodio que se cuenta en el c.26, cuando Jeremías estuvo a punto de ser muerto por el pueblo. La opinión de que el impedimento fuera la prisión no parece probable, pues entonces hubiera sido imposible que Jeremías se escondiera (cf. 26).

3 2 Al primer rollo destruido sucede este segundo, que corresponde en gran parte al libro de Jeremías que hoy tenemos.

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JEREMÍAS 37-38 854 Judá. * 2 Y no obedecieron él y sus sier­vos y el pueblo de la tierra lo que había mandado Yavé por medio de Jeremías, profeta; 3 y envió el rey Sedecías a Jucal, hijo de Selemías, y a Sofonías, hijo de Maasías, sacerdote, a Jeremías, profeta, diciéndole: Ruega por nosotros a Yavé, nuestro Dios. * 4 Jeremías andaba libre­mente entre el pueblo, pues todavía no le habían encarcelado. (5) Salió entonces de Egipto el ejército del Faraón, y, al saber la nueva, los caldeos que asedia­ban a Jerusalén se retiraron de allí.

5 (6) Y recibió Jeremías, profeta, pala­bra de Yavé diciéndole: 6 (7) Así dice Yavé, Dios de Israel: Decid al rey de Judá que os ha mandado a preguntarme: Ese ejército del Faraón que ha venido en socorro vuestro se tendrá que volver a su tierra de Egipto ^ (8) y volverán los caldeos a combatir esta ciudad, y la to­marán y la incendiarán. 8 (9) Así dice Yavé: Ñ o os engañéis a vosotros mis­mos diciéndoos: Se irán los caldeos y nos dejarán en paz; porque no se irán. 9 (10) Pero aunque destrozarais a todo el ejército caldeo que lucha contra vosotros y no quedase de él más que algunos he­ridos, ésos saldrían de sus tiendas y pega­rían fuego a esta ciudad.

E n c a r c e l a m i e n t o d e J e r e m í a s 1 0 (H) Cuando se había retirado de Je­

rusalén el ejército caldeo por la venida del ejército del Faraón, n (12) salía Jere­mías de Jerusalén para ir a tierra de Benjamín a hacer una partición en medio de su pueblo; * 12 ()3) pero al llegar a la puerta de Benjamín, el jefe de la guardia, l lamado Jerías, hijo de Selemías, hijo de Ananías, apresó a Jeremías, diciendo: Tú vas a pasarte a los caldeos. 1 3 (14) Jeremías respondió: Mentira, no voy a pasarme a los caldeos. Pero no escuchó Jerías a Jeremías, y, arrestándole, le condujo a los jefes, 1 4 (15) que, airados contra Jere­mías, le hicieron azotar y encerrar en la cárcel que había en la casa de Jona-tán, escriba, de la cual habían hecho prisión.

15 (16) y entró Jeremías y fue metido en una cisterna abovedada y estuvo allí mucho tiempo, i* (17) M a n d ó a buscarle el rey Sedecías y le preguntó en secreto, en el palacio: ¿Hay palabra de Yavé? (18) Sí, la hay, contestó Jeremías: Serás entregado

en manos del rey de Babel, n Y dijo Je­remías al rey Sedecías: ¿Qué pecado he cometido yo contra ti , contra tus corte­sanos y contra tu pueblo para que me hayáis metido en la cárcel? 18 (19) ¿Dón­de están ahora vuestros profetas que os profetizaban diciendo: N o vendrá el rey de Babel contra vosotros y contra esta tierra? 19 (20) Óyeme, pues, ¡oh rey, mi señor!, te lo ruego; acoge mi súplica y no me vuelvas a la prisión de la casa de Jonatán, escriba, porque me moriré allí.

20 (21) Mandó , pues, el rey Sedecías que fuese llevado al vestíbulo de la guardia y se le diese cada día una torta de pan de la calle de los Horneros mientras no faltase del todo el pan en la ciudad. Así quedó Jeremías en el vestíbulo de la guardia.

O O ' Oyeron Safatías, hijo de M a t a n ; O O Guedelías, hijo de Pascur; Jucal, hijo de Selemías, y Pasjur, hijo de Mel-quías, que Jeremías decía delante de todo el pueblo: 2 Así dice Yavé: Todos cuan­tos se queden en esta ciudad morirán de espada, de hambre y de peste; el que huya a los caldeos vivirá y tendrá la vida por botín. 3 Así dice Yavé: Con toda cer­teza esta ciudad caerá en manos del ejér­cito del rey de Babel, que la tomará.

4 Y dijeron los grandes al rey: Hay que matar a ese hombre, porque con eso hace flaquear las manos de los guerreros que quedan en la ciudad y las de todo el pueblo, diciéndoles cosas tales. Ese hombre no busca el bien de este pueblo, sino su mal. 5 Díjoles el rey Sedecías: En vuestras manos está. Pues no podía el rey nada contra ellos.

6 Cogieron, pues, a Jeremías y le me­tieron en la cisterna de Melquías, hijo del rey, que está en el vestíbulo de la cárcel, bajándole con cuerdas a la cisterna, en la que no había agua, pero sí lodo, y quedó Jeremías metido en el lodo.

7 Oyó Abdemelec, etíope, eunuco de la casa real, que habían metido a Jeremías en la cisterna. El rey estaba entonces en la puerta de Benjamín. 8 Salió Abdeme­lec del palacio y fue a decir al rey: 9 Rey, mi señor, han hecho mal esos hombres t ra tando así a Jeremías, profeta, metién­do le en l a cisterna para que muera allí de hambre , pues no ha y y a pan en la ciudad.

O "7 * Los tres cc.37-30 contienen diversos episodios de la vida del profeta durante los postre-" * ros días de Jerusalén (588-586).

3 El rey Sedecías pide al profeta que interceda con Yavé por la ciudad cuando los caldeos ha­bían levantado el cerco para salir al encuentro del ejército egipcio, que al fin, sin combatir, se vol­vió a su tierra. El profeta contesta a los enviados del rey que no se forje ilusiones sobre la suerte de la ciudad, que sin duda será entregada a las llamas.

1 í Durante este mismo levantamiento del cerco quiso el profeta ir a Anatot por un asunto que el texto no explica bien. Fue detenido como tránsfuga a las puertas de la ciudad, llevado a la comi­saría, azotado y encerrado en un calabozo.

855 JEREMÍAS 38-39

déos y no escaparás a sus manos, sino que serás entregado al rey de Babel y hará que sea incendiada esta ciudad.

2 4 Dijo, pues, el rey Sedecías a Jere­mías: Que nadie sepa nada de esto y no morirás. 2 5 Si saben los grandes que he hablado contigo y vienen a decirte: Cuéntanos lo que has dicho al rey, no nos ocultes nada, si no te mataremos, y dinos lo que el rey te ha dicho a t i ; 26 les responderás: He suplicado al rey que no me haga volver a la casa de Jo­natán, pues moriría allí.

2 7 Vinieron, en efecto, los grandes a Je­remías y le preguntaron, y él les dijo lo que el rey le había mandado decir, y le dejaron, pues nada se había sabido. 28 Quedó Jeremías en el vestíbulo de la guardia hasta el día en que fue tomada Jerusalén.

S u e r t e d e Sedec ía s y de l p u e b l o O Q 1 Y sucedió que fue tomada Jeru-«**» salen. El año noveno de Sedecías, rey de Judá, en el décimo mes, vino Na-bucodonosor, rey de Babel, con todo su ejército a Jerusalén y la sitió; * 2 y el

año undécimo d e Sedecías, el cuarto mes, se abrió bre­cha; 3 y penetraron en la ciudad todos los jefes del rey de Babel y ocuparon la puerta Media: N e r g a l - S a r e s e r , Samgar, Nebu-Sas-gan, camarero ma­yor; Nebu-Sareser, jefe de los magos, y todos los otros jefes del rey de Ba­bel.

4 Al verlos, Se­decías, rey de Judá, y todos sus hom­bres de guerra hu­yeron, saliendo de noche de la ciudad por el camino del

jardín real, por la puerta de entre los dos muros, y se dirigieron hacia el Ara­ba. 5 El ejército de los caldeos los per­siguió y alcanzó a Sedecías en los lla­nos bajos de Jericó, llevándole preso a

OQ 14 Estos versículos nos revelan la situación del rey. Querría seguir el consejo del profeta para " ° salvar la vida, pero teme a sus oficiales. El profeta volvió al cuerpo de guardia, donde perma­neció hasta el fin. Los oficiales le preguntan su coloquio con el rey. pero él sabe ocultar lo que el deber le impide decir. DQ ' Estos oráculos de Jeremías son del año 11 del rey Sedéelas (586). Los caldeos habían lo-^ " grado abrir una brecha en los muros y apoderarse de una puerta de la ciudad. E! rey y su gente de guerra escaparon por la noche; pero pronto fueron cogidos y tratados con la dureza con que era uso de los asirios. A Sedecías le sacaron los ojos; la población de la ciudad fue deportada, y dejada en la tierra la gente pobre. El profeta fue tratado con respeto por los caldeos, que debían mirarle como un aliado. Y en verdad lo era, aunque no por motivos de política humana.

!0 M a n d ó el rey a Abdemelec, el etío­pe, diciéndole : Toma contigo tres hom­bres y saca de la cisterna a Jeremías an­tes que muera, u Tomando, pues, consigo Abdemelec los hombres, se dirigió al ro­pero deb palacio y cogió de allí unos cuantos vestidos usados y ropas viejas, qu e con cuerdas hizo llegar a Jeremías en la cisterna. 12 Y dijo Abdemelec, el etíope, a Jeremías: Ponte estos trapos y ropas vieja s debaj o de los sobacos, so­bre las cuerdas; hízolo así Jeremías, 13 y sacaron con las cuerdas a Jeremías de la cis terna; y quedó Jeremía s en el ves­t íbulo d e l a cárcel.

U l t i m o c o l o q u i o d e J e r e m í a s c o n el r ey

1 4 E 1 rey Sedecías mandó a buscar a Jeremías, le hizo llevar a la tercera puer­ta del templo y allí le dijo: Voy a pre­guntarte una cosa; no me ocultes nada. * 15 Dijo Jeremías a Sedecías: Si te la digo, m e harás matar , y si te doy un consejo, no lo seguirás, ¿no es así? i6 Hizo, pues, en secreto el rey Sedecías a Jeremías este juramento". Vive Yavé, que nos ha dado la vida a nosotros, que no te daré la muerte y que no te entregaré a esos que de muerte te persiguen.

17 Dijo entonces Jeremías a Sedecías: Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Si sales y vas a entregarte a los generales del rey de Babel, salvarás tu vida y esta ciudad no será dada a las llamas; te sal­varás tú y tu familia; i 8 pero si no sales a entregarte a los jefes del rey de Babel, caerá esta ciudad en manos de los cal­deos, que la incendiarán, y tú no escapa­rás de sus manos. 19 Y dijo el rey Sede-cías a Jeremías: Temo que me entreguen a los judíos que se han pasado a los cal­deos y aquéllos me escarnezcan.

2 0 Contestóle Jeremías: N o te entrega­rán. Oye lo que te digo de parte de Yavé, y te saldrá bien y vivirás. 2 i Y si no quie­res salir, mira lo que me ha mostrado Yavé: 2 2 todas las mujeres que han que­dado en el palacio serán llevadas a los jefes de los caldeos y serán ellas las que te dirán: | Te han engañado, | te han abandonado tus mejores amigos. | Cuan­do se hundieron en el lodo tus pies, I te volvieron la espalda. 2 3 Y todas tus mu­jeres y tus hijos serán llevados a los cal-

Rey asirio sacando los ojos a un soberano re­

belde

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JEREMÍAS S9-40 856

Nnbucodonosor, rey de Babel, que es­taba en Ribla, en la tierra de Jamat. El rey de Babilonia pronunció contra él su sentencia. s Hizo matar en Ribla a los hijos de Sedecías a la vista de éste, dio muerte a todos los nobles de Judá 7 e hizo sacar los ojos a Sedecías y le cargó de cadenas para llevarle a Babel. 8 Los caldeos prendieron fuego al pala­cio real y a las otras casas y arrasaron las murallas de Jerusalén. 9 m resto de los habitantes que había quedado en la ciudad, los huidos que se habían pasado a los caldeos y todo el resto del pueblo los deportó a Babel Nebu-Zardan, jefe de la guardia. 1°A los pobres del pueblo, que no tenían nada, los dejó Nebu-Zar­dan, jefe de la guardia, en la tierra de Judá y les dio viñas y campos de labor.

Jeremías, en libertad il Nabucodonosor, rey de Babel, ha­

bía dado orden a Nebu-Zardan, jefe de su guardia, respecto de Jeremías, dicién-dole: 12 Cógele y mira por él y no le hagas mal alguno; haz con él según sus deseos.13 Y Nebu-Zardan, jefe de la guar­dia; Nebu-Sasgan, camarero mayor; Ner-gal-Sareser, jefe de los magos, y todos los otros jefes del rey de Babel 14 man­daron sacar a Jeremías del vestíbulo de la guardia y se lo encomendaron a Go-dolías, hijo de Ajicam, hijo de Safan, para que le llevase a su casa, y quedó ha­bitando en medio del pueblo.

15 Y Jeremías había recibido palabra de Yavé mientras estaba preso en el ves­tíbulo de la guardia, diciéndole:* l6 Ve y di a Abdemelec, el etíope: Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Yo cum­pliré mis palabras sobre esta ciudad para su mal, no para su bien; esto sucederá a tus propios ojos un día. 17 Entonces yo te libraré, palabra de Yavé, y no serás entregado en manos de los hombres a quienes temes. ls Yo te salvaré y no cae­rás a la espada y será salva tu vida, por­que confiaste en mí. Palabra de Yavé.

Godolías, gobernador de la tierra J A l Palabra de Yavé que recibió Je-T » " remías después que Nebu-Zardan, jefe de la guardia, le dejó ir de Rama, donde le halló cargado de cadenas en medio de los cautivos de Jerusalén y de Judá que iban deportados a Babel. * 2 El jefe de la guardia real dijo a Jeremías: Yavé, tu Dios, había amenazado con ma­les a este lugar; * 3 y los ha traído sobre

15 El buen eunuco, que tan bien se había portado con Jeremías, había recibido seguridades de éste que tendría salva su vida. Era lo más que podía esperarse en tales circunstancias (Is 56,3-7).

Af\ * Este primer versículo viene a servir de título de los cinco capítulos que siguen. » " 2 L o s vv.2-6 nos narran en detalle lo que 39,14 dice en compendio sobre la suerte del pro­

feta al ser tomada la ciudad.

él, como lo anunció, porque habéis peca­do contra Yavé y no habéis escuchado su voz; por eso os ha sucedido esto. 4 Mira, yo te quito hoy las cadenas de las manos; si quieres venir conmigo a Babel, ven, que yo miraré por ti; pero si te desagrada venir conmigo a Babel, déjalo; tienes la tierra toda a tu dispo­sición. Ve a donde mejor y más cómodo te parezca. 5 Vete a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Safan, a quien ha hecho el rey de Babel gobernador de las ciuda­des de Judá, y habita con él en medio del pueblo, o vete donde tú mejor quieras. Diole también el jefe de la guardia provi­siones, le hizo regalos y le despidió.

6 Vino, pues, Jeremías a Godolías, hijo de Ajicam, que residía en Misfa, y ha­bitó con él en medio del pueblo que ha­bía quedado en la tierra.

7 Cuando los jefes de tropas que se ha­bían dispersado por las varias regiones su­pieron, ellos y sus tropas, que el rey de Babilonia había hecho gobernador de la tierra a Godolías, hijo de Ajicam, enco­mendándole los hombres, mujeres y ni­ños y los pobres de la tierra que no ha­bían sido deportados a Babel, 8 vinie­ron a Godolías, en Misfa, Ismael, hijo de Natanías; Joanán, hijo de Carea; Se-rayas, de Tanjumet; los hijos de Efai, de Netofa, y Jezonías, hijo de un macatita, ellos y sus hombres, 9 y los conjuró Go­dolías, hijo de Ajicam, hijo de Safan, a ellos y a sus compañeros: «No temáis servir a los caldeos, habitad en la tie­rra, servid al rey de Babel, y os repor­tará bien. 10 Yo me quedo en Misfa para recibir las órdenes que de los caldeos nos vengan; pero vosotros haced la ven­dimia, recoged las mieses y el aceite, y guardadlos y quedaos en las ciudades que habitáis.

11 También todos los judíos que esta­ban en Moab, entre los hijos de Ammón, en Idumea y en todas las otras regiones, al oir que el rey de Babel había dejado un resto de Judá y que les había dado por gobernador a Godolías, hijo de Aji­cam, hijo de Safan, 12 volvieron de todas las regiones en que se habían dispersado, y vinieron a la tierra de Judá, a Godolías, en Misfa, y cogieron vino y mieses en gran abundancia.

13 Pero vinieron a Godolías, en Mis­fa, Joanán, hijo de Carea, y todos los jefes del ejército que se habían dispersa­do por el campo, 1 4y le dijeron: ¿Sabes que Baalis, rey de los hijos de Ammón,

857 JEREMÍAS 40-42

cual había dado Nebu-Zardan, jefe de la guardia real, por gobernador a Go­dolías, hijo de Ajicam; Ismael, hijo de Natanías, se los llevó cautivos y se enca­minó hacia la tierra de los hijos de Am­món.

11 Joanán, hijo de Carea, y los jefes de tropas que con él estaban supieron todo el mal que había hecho Ismael, hijo de Natanías, 12 y tomando todos sus hombres, salieron en persecución de Is­mael, hijo de Natanías, y le alcanzaron cerca del gran estanque de Gabaón. 13 Todo el pueblo que estaba con Ismael se alegró al ver a Joanán, hijo de Carea, y los jefes de tropas que le acompañaban; 14 y todo el pueblo que Ismael llevaba de Misfa dio la vuelta y se fue con Joanán, hijo de Carea. 15 Ismael, hijo de Nata-nías, con otros ocho huyó delante de Joanán y se refugió entre los hijos de Ammón.

16 Tomaron, pues, Joanán, hijo de Ca­rea, y todos los jefes de tropas que le acompañaban a todo el resto del pueblo que Ismael, hijo de Natanías, había lle­vado do Mista después de matar a Go­dolías, hijo de Ajicam; hombres y muje­res, niños y eunucos que habían traído de Gabaón, " y se volvieron, detenién­dose en los apriscos de Camam, cerca de Belén, para desde allí dirigirse a Egipto, is huyendo de los caldeos, a quie­nes temían por haber matado Ismael, hijo de Natanías, a Godolías, hijo de Ajicam, puesto por el rey de Babel como gobernador del país.

Consulta a Jeremías sobre la huida a Egipto

A O 1 Todos los jefes de las tropas, " ^ Joanán, hijo de Carea; Azarías, hijo de Maasías, y todo el pueblo, chi­cos y grandes, se acercaron a Jeremías* 2 y le dijeron: Acepta nuestro ruego y pide por nosotros a Yavé, tu Dios; por todos estos restos, pues de muchos he­mos quedado pocos, como tú ves. 3 Que Yavé, tu Dios, nos dé a conocer el ca­mino que debemos seguir y lo que he­mos de hacer.

* El profeta Jeremías les dijo: Os oigo y pediré por vosotros a Yavé, vuestro Dios, según vuestros deseos. Todo cuan­to me responda Yavé os lo comunicaré, sin ocultaros nada. 5 Y ellos dijeron a

^ • i ! Godolías había establecido su residencia en Misfa, al norte de Jerusalén. Allí viene un • * oficial del rey, llamado Ismael, que, considerando a Godolías un traidor a la patria, un cola­

boracionista, le asesina en secreto y a otros más que se mostraban adictos.

A O ! La situación era grave. El gobernador puesto por los caldeos había sido muerto, y éstos ^ ^ no podían menos de castigar a los presuntos autores del crimen, siendo de temer, además, que no se detuvieran mucho en depurar la verdad. Consultan a Jeremías, dispuestos a cumplir lo que por su medio Dif;s les diga. Diez días se hizo esperar la respuesta, y fue ésta que se quedasen en la tierra, sin temor a las venganzas de los caldeos.

ha mandado a Ismael, hijo de Natanías, para darte muerte? No lo creyó Godo-lías, hijo de Ajicam. 15 Y Joanán, hijo de Carea, llevó aparte a Godolías y le dijo: Yo iré y mataré a Ismael, hijo de Natanías, sin que nadie lo sepa; no te mate él a ti y se dispersen todos los ju­díos que se han reunido en torno tuyo y perezcan los restos de Judá. 16 Y le con­testó Godolías, hijo de Ajicam: No ha­gas eso, pues lo que dices de Ismael es falso.

Asesinato de Godolías A •* 1 Y sucedió que el séptimo mes ™ ^ vino Ismael, hijo de Natanías, hijo de Elisama, de sangre real, de los magna­tes de la corte, con otros diez a Godo-lías, hijo de Ajicam, en Misfa; y comie­ron juntos en Misfa.* 2 Y se levantó Ismael, hijo de Natanías, y con él los diez que le acompañaban, y mataron a Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Sa­fan, al que había puesto de gobernador de la tierra el rey de Babel; 3 y mataron también a todos los judíos que le acom­pañaban en Misfa y a los caldeos que se encontraban allí.

4 Al segundo día de haber muerto Go­dolías, sin que nadie lo supiera todavía, 5 vinieron unos hombres de Siquem, de Silo y de Samaría, ochenta en número, rasurada la barba, rasgadas las vestidu­ras e incisas las carnes, que traían en sus manos oblaciones e incienso para ofrecerlos en el templo de Yavé. 6 Sa­lióles al encuentro Ismael, hijo de Nata-nías, de Misfa. Iban llorando, y al llegar a ellos les dijo: Venid a ver a Godolías, hijo de Ajicam. 7 Cuando estuvieron en medio de la ciudad, los mató Ismael con los que le acompañaban, arrojándolos a la cisterna. 8 Hubo entre ellos diez que dijeron a Ismael: No nos mates, que tenemos en el campo escondida gran can­tidad de trigo y de cebada, de aceite y de miel. Dejólos y no los mató con los demás. 9 La cisterna en que arrojó Is­mael todos los cadáveres de los hombres a quienes mató es una gran cisterna que hizo construir el rey Asa cuando se de­fendía de Basa, rey de Israel. Esta es la que llenó de cadáveres Ismael, hijo de Natanías.10 Llevóse consigo Ismael a todo el resto del pueblo que se hallaba en Misfa, a las hijas del rey y a todo el pueblo que en Misfa había quedado, al

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JEREMÍAS 42-43 858

Jeremías: Sea Yavé contra nosotros tes­tigo verdadero y fiel si no hiciéramos en todo según la palabra que Yavé, tu Dios, te mande para nosotros. 6 Bueno o malo, seguiremos el mandato de Yavé, nues­tro Dios, a quien te enviamos, para que nos suceda bien obedeciendo la voz de Yavé, nuestro Dios.

7 Pasados diez días, recibió Jeremías palabra de Yavé: 8 y llamó a Joanán, hijo de Carea, y a todos los jefes de tro­pas que con él estaban y a todo el pueblo, chicos y grandes, 9 y les dijo: Así dice Yavé, Dios de Israel, a quien me habéis mandado para presentarle vuestros rue­gos : 10 Si os quedáis tranquilos en esta tierra, yo os edificaré y no os destruiré, os plantaré y no os arrancaré, pues me pesa ya del mal que os he hecho.

il No os dé miedo el rey de Babel, a quien teméis; no temáis de él, dice Yavé, pues yo estoy con vosotros para salva­ros y libraros de sus manos. I2 Yo os haré hallar gracia ante él, y él os la hará y os dejará en vuestra tierra. 13 Pero si de­cís: No queremos seguir en esta tierra y no escucháis la voz de Yavé, vuestro Dios, u diciendo: Nos iremos a la tierra de Egipto, donde no veremos ya la gue­rra ni oiremos el sonido de la trompeta y no habrá falta de pan, allí habitaremos; 15 entonces, restos de Judá, escuchad la palabra de Yavé:

Así dice Yavé Sebaot, Dios de Is­rael: Si volvéis vuestros ojos a Egipto para iros allá y habitar en él, 16 la espada que teméis os alcanzará sobre la tierra de Egipto, el hambre que receláis os so­brevendrá en Egipto y os hará morir allí. 17 Y todos cuantos vuelvan el rostro hacia Egipto para ir a habitar allí mori­rán de espada, de hambre y de peste; ni uno solo escapará ni se librará del mal que yo haré venir sobre ellos; 18 por­que así dice Yavé Sebaot, Dios de Is­rael: Lo mismo que ha estallado mi có­lera y mi furor contra los habitantes de Jerusalén, así estallará mi furor contra vosotros si os vais a Egipto, y seréis objeto de execración, de horror, de mal­dición y de oprobio y no veréis más esta tierra. 19 He aquí la palabra de Yavé para vosotros, restos de Judá: No va­yáis a Egipto. Sabed que yo os lo ad­vierto hoy solemnemente.

20 Os engañáis a vosotros mismos. Me habéis mandado a Yavé, nuestro Dios, diciéndome: Intercede por nosotros cer­ca de Yavé, nuestro Dios; todo lo que diga Yavé, nuestro Dios, comunícanos­lo y nosotros lo haremos, 21 Yo os lo |

4 3 7 ^e cre*an e n Egipto libres de los caldeos, pero Jeremías les asegura que su seguridad es vana. ^ " Nabucodonosor llegará y hará en Egipto lo mismo que habia hecho en Judá. Esta expedición parece haberse realizado el año 37 de Nabucodonosor, que sería el 568.

hago saber hoy, y vosotros no escu­cháis la voz de Yavé, nuestro Dios, lo que me ha encargado deciros. 22 Sabed, pues, que certísimamente moriréis de es­pada, de hambre y de peste en el lugar a donde queréis iros a habitar.

Huida a Egipto contra la voluntad del profeta

A O 1 Sucedió, pues, que cuando Jere-^ « * mías acabó de hablar a todo el pueblo las palabras de Yavé, su Dios, todo cuanto Yavé, su Dios, le había en­cargado decirles, 2 Azarías, hijo de Maa-sías; Joanán, hijo de Carea, y todos los hombres soberbios dijeron a Jeremías: Es mentira lo que dices: No te ha enviado Yavé, nuestro Dios, para decirnos: No vayáis a habitar en Egipto. 3 Es Baruc, hijo de Nerías, que te incita contra nos­otros, para entregarnos a los caldeos, para que nos den muerte o nos deporten a Babel.

* De este modo Joanán, hijo de Carea; todos los jefes y todo el pueblo desoyeron la orden de Yavé de quedarse en la tierra de Judá. 5 Y Joanán, hijo de Carea, y to­dos los jefes de tropas tomaron a los res­tos de Judá que habían vuelto de las re­giones todas en que se habían dispersa­do, para habitar en la tierra de Judá; * los hombres, las mujeres, los niños, las hijas del rey y todos cuantos Nebu-Zar-dan, jefe de la guardia real, había dejado con Godolías, hijo de Ajicam, hijo de Sa­fan, y a Jeremías, profeta, y a Baruc, hijo de Nerías; 7 entraron en Egipto, des­oyendo la voz de Yavé, y llegaron a Tafees. *

8 Y recibió Jeremías la palabra de Yavé en Tafnes, diciéndole: 9 Toma con tu mano unas piedras grandes y mételas en el empedrado, junto a la puerta de Fa­raón, en Tafnes, en presencia de los ju­díos. 1° Y diles: Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Yo mandaré a buscar a Nabucodonosor, rey de Babel, mi sier­vo, que asentará su trono sobre estas pie­dras que acabo de colocar y extenderá so­bre ellas su tapiz. 11 Vendrá y batirá la tie­rra de Egipto; los que a la muerte, a la muerte; los que al cautiverio, al cautive­rio ; los que a la espada, a la espada.12 Y pegará fuego a los templos de sus dioses, y los abrasará, y despiojará la tierra de Egipto como despioja el pastor su zama­rra, y saldrá de aquí en paz. I3 Y rompe­rá los obeliscos del templo del Sol, en Egipto, y quemará los templos de Egipto.

859 JEREMÍAS 44

Idolatría y su castigo

A A 1 Palabras que dirigió Jeremías a T» « todos los judíos que habitaban en tierra de Egipto, en Migdol, Tafnes, Men-fis y en la región de Patros. * 2 Asi dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Vosotros habéis visto todos los males que yo he traído sobre Jerusalén y sobre todas las ciudades de Judá, desiertas hoy, sin que nadie las habite, 3 por las iniquidades que cometiron, provocando mi ira y yéndose a ofrecer incienso a los dioses ajenos, que no conocían ni ellos ni sus padres. 4 Yo os mandé repetidamente a mis siervos, los profetas, diciéndoos: No hagáis esas abominaciones que detesto. 5 Y no obe­decieron ni me dieron oídos, convirtién­dose de sus maldades y dejando de ofre­cer incienso a los dioses ajenos. 6 Y estalló mi cólera y se encendió mi furor sobre las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, convertidas en desierto y de­vastación, como están hoy.

7 Ahora, pues, así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: ¿Por qué cometéis contra vosotros mismos ese gran mal de hacer que perezcan hombres y mujeres, niños y mamones, de en medio de Judá, sin que quede resto alguno de vosotros, 8 provo­cándome con las obras de vuestras ma­nos, ofreciendo incienso a los dioses aje­nos en la tierra de Egipto, a que habéis venido a habitar, y desaparezcáis y seáis maldición y oprobio de todas las gentes de la tierra?

9 ¿Habéis por ventura olvidado las ini­quidades de vuestros padres, de los reyes de Judá, de vuestros magnates, las vues­tras y las de vuestras mujeres, las come­tidas en la tierra de Judá y en las calles de Jerusalén? 10 ¡No se han arrepentido todavía hoy! No han tenido temor ni han seguido mis preceptos, los que os di a vosotros y a vuestros padres.

H Por tanto, así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Yo volveré a vosotros mi ros­tro para mal y exterminaré a todo Judá, i2 y tomaré a los restos de Judá que volvieron su rostro a Egipto para venir a habitar en él, y perecerán todos en tierra de Egipto; caerán por la espada, morirán de hambre desde el más pequeño hasta el más grande; morirán de espada o de hambre y serán execración, asombro, mal­dición y oprobio. 13 Yo ajustaré cuentas a los que habitan en tierra de Egipto, como se las ajusté a los de Jerusalén, por la espada, por el hambre y por la peste. 14 No habrá fugitivos ni supervivientes de los restos de Judá venidos a habitar en

M A 3 En Egipto se halla el profeta con que lo: ' ' ^ misma enfermedad que los de Judá: la ide

les amenaza con la muerte en la tierra de su destie

Egipto que vuelvan a la tierra de Judá, objeto de las ansias de su alma, a la que querrían volver para habitar, si no es algún fugitivo.

15 Entonces todos los hombres, sabedo­res de que sus mujeres ofrecían incienso a los dioses ajenos, y todas las mujeres, reunidas en gran asamblea, y todos los del pueblo que habitaban en Egipto, en la región de Patros, respondieron a Je­remías: 16 No te escucharemos en lo que nos dices en nombre de Yavé,17 sino que persistiremos en hacer todo cuanto nos venga en boca, quemando incienso a la Reina del cielo y ofreciendo libaciones, como antes hemos hecho e hicieron nues­tros padres, nuestros reyes y nuestros magnates en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén, viéndonos entonces hartos de pan y felices, sin experimentar la desdicha; 1S mientras desde que deja­mos de quemar incienso a la Reina del cielo y ofrecerle libaciones, carecemos de todo y nos consume la espada y el ham­bre. I9 Y si nosotros quemamos incienso a la Reina del cielo y le ofrecemos liba­ciones, ¿es acaso sin nuestros maridos como hacemos las tortas para ofrecérse­las a su imagen y hacerle las libaciones? 2o Y dijo Jeremías a todo el pueblo, a los hombres y a las mujeres, a todos los que asi le habían respondido: 21 ¡Qué! El incienso que en las ciudades de Judá y en las plazas de Jerusalén quemasteis vos­otros, vuestros padres y vuestros reyes, vuestros magnates y todo el pueblo, ¿no lo ha recordado Yavé y no lo ha tenido presente? 22 No podía ya soportar Yavé la malicia de vuestras perversidades y vuestras abominaciones, y por eso vues­tra tierra ha sido convertida en un desierto inhabitado, hecha horror y maldición, como está hoy. 23 Por haber quemado incienso a los ídolos, pecando contra Ya­vé, sin oir su voz ni seguir su ley, sus preceptos y sus amonestaciones, por eso han venido sobre vosotros todos esos males que hoy padecéis.

24 Dijo, pues, Jeremías a todo el pue­blo y a todas las mujeres: Oíd la palabra de Yavé todos los de Judá que habitáis en tierra de Egipto: 25 Así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: Vosotros y vues­tras mujeres lo decís con vuestra boca y lo haréis con vuestras manos; decís: Cum­pliremos los votos que hemos hecho de quemar incienso a la Reina del cielo y ofrecerle libaciones. Ciertamente los cum­pliréis . ciertamente los pondréis por obra.

26 Oíd, pues, la palabra de Yavé todos los de Judá que habitáis en Egipto: Yo

i muchos judíos que allí moraban padecían de la ilatría. A ellos dirige este largo discurso, en que rro; sólo unos pocos volverán a la patria.

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JEREMÍAS 44-46 860

juro por mi gran nombre, palabra de Yavé, que no será ya más pronunciado mi nombre por boca de ningún hombre de Judá, diciendo: ¡Vive el Señor Yavé!, en toda la tierra de Egipto. * 27 Yo velaré sobre ellos para mal, no para bien, y todos los varones de Judá que habitan en tierra de Egipto serán consumidos por la espada y por el hambre hasta que perezcan del todo, 28 y los que escapen a la espada volverán de la tierra de Egipto a la tierra de Judá, muy pocos en nú­mero, y los restos de Judá que han en­trado en tierra de Egipto sabrán qué palabra es la que se cumple, sí la mía o la suya. 29 Y he aquí la señal, palabra de Yavé, de que yo os pediré cuentas en este lugar y de que se realizará mi palabra contra vosotros para vuestro mal. 30 Así dice Yavé: Yo entregaré al faraón Ho-fra, rey de Egipto, en manos de sus enemi­gos, en manos de los que de muerte le persiguen, como entregué a Sedecías, rey de Judá, en manos de Nabucodonosor, rey de Babel, su enemigo, que de muerte le perseguía.

Palabras del Señor a Baruc i C i Palabras que dijo Jeremías, pro-"*» feta, a Baruc, hijo de Nerías, cuan­do escribía estas cosas al dictado de Je­remías, el cuarto año de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá. 2 Así dice Yavé, Dios de Israel, a ti, Baruc. 3 Tú dices: ¡Ay mísero de mí, que Yavé no hace más que añadir dolor a mi dolor! Me canso de gemir y no hallo reposo. 4 Así dice Yavé: Dile esto: He aquí que lo que yo había edificado lo destruyo, lo que había plantado lo arranco. 5 ¡Y tú pides para ti grandes cosas! No las pidas, pues mien­tras yo hago venir males sobre toda carne, te dejo a ti salva la vida dondequiera que vas.

Q U I N T A P A R T E

VATICINIOS SOBRE LAS NACIONES

(46-50 Contra Egipto

AR 1 Palabras de Yavé a Jeremías con-™ " tra las gentes. * 2 A Egipto. Contra el ejército del faraón Necao, rey de Egip­

to, que estaba en Carquemis, junto al río Eufrates, al que derrotó Nabuc&do-nosor, rey de Babel, el cuarto año de Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá. *

3 Preparad escudo y broquel, | marchad a la guerra, | aparejad los caballos. | 4 A montar, caballeros; formad; I el casco en la cabeza; | limpiad las lanzas, ceñid la loriga.

5 ¿Qué veo? Vacilan, | vuelven la es­palda. I Muertos los más valientes, | hu­yen veloces, sin mirar atrás. | Terror por doquier, palabra de Yavé. | i No escapará el más veloz, | no se librará el más fuerte. | Al norte, a orillas del Eufrates, | cayeron derrotados.

7 ¿Quién es ese que avanza como un río, I cuyas aguas rugen como torrente? | 8 Es Egipto, que sube como el Nilo, j cuyas aguas rugen como torrente, 1 que dice: Inundaré la tierra, devastaré las ciudades con sus moradores. | * Adelante la caballería; | avancen los carros; | mar­chad, valientes. | Etíopes y libios, | el escudo al brazo; | libios, los que tensan el arco. | 10 Pero es el día de Yavé, Dios de los ejércitos; I día de venganza contra sus enemigos. | La espada devorará, se hartará, | se embriagará de su sangre. | Día de gran sacrificio a Yavé, Dios de los ejércitos, | en tierras del norte, junto al río Eufrates.

11 Sube a Galad en busca de bálsamo, | virgen hija de Egipto. | En vano multipli­carás los remedios, | no hay cura para ti. I 12 Oyeron las gentes tu ignorancia, ( y tus alaridos llenaron la tierra. | Tropezó el fuerte con el fuerte, | y ambos junta­mente cayeron.

13 Palabras que dijo Yavé a Jeremías, profeta, sobre la venida de Nabucodono­sor, rey de Babel, a Egipto para batir­lo: * I 14 Anunciadlo en Migdol, 1 prego­nadlo en Menfis; I decid: ¡Arriba!, pre­paraos, I porque la espada va a devorarlo todo en torno vuestro. I 15 ¿Cómo huye Apis? I Tu toro ha sido abatido, | porque Yavé lo derribó. | 16 Tus soldados tropie­zan y caen, | dícense unos a otros: | ¡Ea! Volvámonos a nuestros pueblos, | a la tierra en que nacimos, I ante la espada destructora.

17 Al Faraón, rey de Egipto, | llamadle «ruido a destiempo». | l s Vivo yo, dice

2 6 Insiste el profeta, y como señal de su palabra anuncia la muerte del faraón Hofra a manos de sus enemigos. Los historiadores clásicos cuentan que, en efecto, habiendo sido destronado por Amesés (569), éste le trató al principio con respeto, pero luego, obligado por las exigencias del pueblo, le hizo estrangular.

46 1 Los capítulos que siguen (46-51) van dirigidos contra las naciones. En los LXX se halla esta sección después de 25,12. Tiene su paralelo en ls 13-23 y en Ez 25-32.

2 La primera parte (2-12) es un canto de triunfo al poder de Yavé, que deshizo en Carquemis (604), por medio de los caldeos, al ejército del faraón Necao, necia esperanza de tantos en Judá.

1 3 Este título ya nos dice el contenido del oráculo siguiente, la invasión de Nabucodonosor sobre el Egipto, anunciada en 43,8 ss. Esto no se había cumplido antes del año 37 de Nabucodo-oosor (568).

861 JEREMÍAS 46-48

el Rey, I Yavé Sebaot es su nombre. I Como el Tabor entre los montes | y el Carmelo junto al mar, vendrá. I w Lía el hato del cautiverio, I moradora hija de Egipto, I pues Menfis se convertirá en un desierto, | devastada, sin habitan­tes. I 20 Es el Egipto una hermosa novi­lla; I del norte ha venido el tábano a picarla.

21 Sus mercenarios eran como toros ce­bados; I pero también ellos volvieron la espalda, | huyeron todos, y no resistieron | cuando les llegó el día de la destrucción, j el día de su castigo. | 22 Su voz es como silbido de serpiente que silba, I pues vie­nen con gran poderío, I y los atacan con sus hachas, | como leñadores de la selva. 1 23 Arrasan su bosque, palabra de Yavé, | pues son innumerables, I más numerosos que las langostas; | nadie puede contar­los. I 24 Ha sido confundida la hija de Egipto, I entregada en manos del pueblo del norte.

25 Dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: | Yo voy a castigar a Amón de Tebas, I y a Faraón y a los que en aquél confían. | 26 Y los entregaré en manos I de los que los persiguen de muerte, | en manos de Nabucodonosor, rey de Babel, | y en manos de sus subditos, | y después de esto el Egipto volverá a ser habitado | como antes, palabra de Yavé.

27 Pero tú, siervo mío, Jacob, no te­mas; I no desmayes, Israel. | Yo te liber­taré de la tierra lejana, I y libraré a tu descendencia del país del destierro, I y Jacob volverá a vivir tranquilo, | seguro y sin temor. | 28 No temas, no, siervo mío, Jacob, I palabra de Yavé, que yo estoy contigo I y destruiré a todos los pueblos | en que te he dispersado; | pero a ti no te destruiré, | sino que te castigaré según merezcas; I no te dejaré impune.

Contra los filisteos 1 Palabra que dirigió Yavé a Je-47 remías sobre los filisteos antes que

el Faraón tomara a Gaza. * 2 Así dice Yavé:

Mirad, las aguas suben del norte, | son como torrente desbordado; | inun­dan la tierra en toda su amplitud, I la ciudad y sus moradores. | Lanzan gritos los hombres | y se lamentan todos los habitantes de la tierra | 3 al estrépito del galopar de sus caballos, | al estruendo de los carros, | al retumbar de sus ruedas. | Los padres no cuidan de sus hijos, | cáen-seles los brazos.

4 Es que llega el día, | el día de la ruina

de los filisteos; | de arrancar a Tiro y a Sidón [ cuantos aliados les quedan toda­vía. [ Es Yavé que destruye a los filisteos, | a los retoños de la isla de Caftor; | 5 Gaza se ha rasurado la cabeza, | Ascalón está desgreñada, | los retoños de Enac se hieren sin piedad.

6 ¡Oh espada de Yavé! | ¿Cuándo repo­sarás? I Vuelve a la vaina, descansa, re­posa. I 7 ¿Cómo va a cesar, si es Yavé quien la manda? | Contra Ascalón y contra la región marítima la mandó.

Contra M o a b A O J Sobre Moab. Así dice Yavé Se-™ ** baot, Dios de Israel: | ¡Ay de Nebó! Está devastada. I Confundida y conquis­tada está Quiriat-Jearim; | confundida y consternada, Pisga; * I 2 huyó la gloria de Moab. I En Hesebón se trama su mal: | ¡Ea!, borrémosla de entre los pueblos. | También tú, Dibón, sucumbirás. | La espada se vuelve contra ti.

3 Gritos se oyen de Joronaím. Devas­tación, ruina inmensa. | 4 Moab está des­trozado. I Los alaridos se oyen hasta en Segor. I 5 Por la subida de Luit suben llantos, I por la bajada de Joronaím bajan gritos de angustia. | * Huid, salvaos, co­rred I como onagros en el desierto. | 7 Por haber puesto tu confianza en tus fortalezas y en tus tesoros, | también tú serás tomada. | Irá Camos al destierro, | y con él sus sacerdotes y sus magnates, j 8 Entrará el conquistador en todas las ciudades, I ninguna se salvará. I El valle será arrasado, el llano devastado, | como lo ha dicho Yavé. | 9 Dad alas a Moab | y que emprenda el vuelo. I Sus ciudades se convertirán en desiertos, | sin que haya quien las habite.

10 ¡Maldito el que ejecute negligente­mente la obra de Yavé, | maldito quien retraiga la espada de la sangre! | " Tran­quilo estuvo Moab desde su adolescen­cia; I reposado sobre sus heces, | no había sido trasegado de tinaja en tinaja, | llevado al destierro. | Por eso conservó su gusto I y no se disipó su aroma; | 1 2 pero ahora viene tiempo, dice Yavé, | en que yo le mandaré trasegadores que le trase­garán, I que vaciarán las tinajas y las romperán. | 13 Y será confundido Moab por Camos, | como lo fue la casa de Is­rael I por Betel, su esperanza. I 14 ¿Cómo decíais: Somos valientes, | hombres fuertes para la lucha? 115 El devastador de Moab sube contra él, | la flor de su juventud baja para la matanza. | Palabra del Rey, | Yavé Sebaot su nombre.

47 1 El enemigo viene del norte (v.2); no puede dudarse que sea el ejército caldeo.

A Q * Este largo vaticinio contra el tradicional enemigo de Israel termina con una breve promes* e r v ¿g restauración (v.47).

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JEREMÍAS 48-49 862 '* Ya se acerca la ruina de Moab , |

su mal corre velozmente. I 17 Lloradle todos sus vecinos, I todos los que por su fama le conocéis, decid: I ¿Cómo así ha sido roto el cetro poderoso, | el báculo glorioso? | 18 Desciende de tu magnificen­cia y siéntate en el cieno, | moradora hija de Dibón, | que ya sube contra ti el devastador de Moab , | que arrasará tus fortalezas. ¡ " Sal al camino y atalaya, | habitante de Aroer; I pregunta a los hui­dos ; a los que se han salvado, diles: «¿Qué pasó?»

2 0 Avergonzado está M o a b ; h a sido de­rrotado. | Clamad, gritad, I anunciadlo en el Arnón: | M o a b está devastado. | 21 Se ha cumplido el castigo I contra los moradores de la meseta, | contra Jolón, contra Jasa, I contra Mefat | 2 2 y contra Dibón; | contra Nebó, contra Bet-Dibla-taím, | 23 contra Quiriat-Jearim, contra Bet-Gamul, I contra Bet-Maón, | 2 4 contra Queriot y contra Bosra; | contra todas las ciudades de Moab | cercanas y lejanas. | 25 El poder de M o a b ha sido abatido, | roto ha sido su brazo, palabra de Yavé.

2 6 Emborrachadle, pues se alzó contra Yavé; | y Moab , que ha batido palmas, | sea también objeto de burla. I rl ¿No te burlabas de Israel, | como de ladrón cogido, y hablabas de él moviendo burlo-namente la cabeza? I 2 8 Abandonad vues­tras ciudades, habitantes de Moab , I y refugiaos en las rocas, | como la paloma bravia, | que anida al borde de los pre­cipicios.

2 ' Conocida es la soberbia de Moab , el soberbio; | su orgullo, su altanería, su arrogancia, I la altivez de su corazón. | 3" Bien conozco, bien, su jactancia, pa­labra de Yavé; | sus vanas bravatas, sus fútiles obras. 131 Por eso gimo por Moab , | me lamento por Moab todo | y lloro por las gentes de Quit-Jeres. | 3 2 Más que por Jazer lloro por ti, viña de Sibma. | Tus sarmientos atravesaron el mar | y se ex­tendían hasta Jazer. | Sobre tu cosecha y tu vendimia I se arrojó el devastador.

33 Huyeron de los vergeles de M o a b el regocijo y la alegría. | Yo he vaciado el vino de tus tinajas, | no pisará ya más el lagarero. I La canción ya no es can­ción. | 34 Los alaridos de Hesebón llegan hasta Eleale, I se extiende su rumor hasta Jasa, | desde Segor hasta Joronaím | y hasta Eglat-Selisiya. Sí, aun las aguas de Nimri se secarán.

35 Yo haré desaparecer de Moab , pala­bra de Yavé, | a los que suben a sus altu­ras | a ofrecer incienso a sus dioses. ] 36 Por eso mi corazón suspira | como una flauta por M o a b ; por las gentes de Quir-Jeres |

suspira como una flauta, | por la pérdida de cuantos bienes habían adquirido,

3 7 Toda cabeza ha sido rapada, I toda barba rasurada, | todos los brazos están desgarrados, | y los ríñones, cubiertos de cilicio. | 38 Sobre todos los terrados de Moab y en todas sus plazas | no hay más que llantos, | porque he roto a M o a b | como se rompe un cacharro enojoso, pa­labra de Yavé.

3 9 ¡Cómo ha sido quebrantado! Lamen­taos; | ¡cómo volvió Moab las espaldas vergonzosamente! | Es objeto de burla y de espanto para cuantos le rodean. | 4 0 Por eso dice Yavé: | Sí, viene volando como el águila | y extiende sobre Moab sus alas. | 4l Sus ciudades serán tomadas, asaltadas sus fortalezas, | y entonces el corazón de los guerreros de M o a b I será en aquel día como el corazón de mujer en parto. | 4 2 Y dejará Moab de ser una nación, | por haberse alzado contra Yavé.

43 Terror, hoya y red [ contra vosotros, moradores de Moab , | palabra de Yavé. | 4 4 El que escape al terror caerá en la hoya , | el que se libre de la hoya será cogido en la red. | Yo haré venir todo esto contra Moab el año de su castigo, pala­bra de Yavé. ) 4 5 Se detienen a la sombra de Hesebón | extenuados por la fuga. | Pero suben de Hesebón las llamas, I sale el fuego de los palacios de Sehón, i que devora las sienes de Moab , | la coronilla de los jactanciosos.

4 6 ¡Ay de ti, M o a b ! | Acabaste, pueblo de Camos. I Tus hijos son llevados cauti­vos, | y tus hijas en cautiverio. | 4 7 Pero al fin de los días | yo haré volver a los cautivos de Moab , | palabra de Yavé. | Hasta aquí el juicio de Moab .

C o n t r a A r r i m ó n

An ' A s í dice Yavé: [ ¿Por ventura ^ * * no tiene hijos Israel? | ¿No tiene heredero? | ¿Por qué, pues, Milcom ha heredado a Gad | y su pueblo ocupa sus ciudades? * | 2 Por eso viene tiempo, pa­labra de Yavé, | en que yo haré oir a Rabba-Ammón | los gritos de guerra. | Quedará convertido en un montón de ruinas, | sus ciudades serán quemadas. | Y heredará Israel a sus herederos, pala­bra de Yavé.

3 ¡Grita, Hesebón! Ha sido devastada Hai. | Gritad, hijas de Rabba t ; | ceñios cilicios, llorad, | porque Milcom será lle­vado cautivo, | y con él sus sacerdotes y magnates.

4 ¿Por qué te glorias de tus valles, hija rebelde? | Y confiada en tu riqueza de­cías : ¿Quién vendrá contra mí? ¡ 5 Yo traeré sobre ti el terror | de cuantos te

1 Esta breve profecía sobre Arrimón termina también con una promesa parecida a la de Moab (v.6).

863 JEREMÍAS 49

rodean, palabra de Yavé, y os dispersa­réis cada uno por su lado, I y no habrá quien reúna a los huidos. I 6 Y después de esto yo haré volver | la cautividad de los hijos de Ammón, palabra de Yavé.

C o n t r a E d o m

' Así dice Yavé Sebaot: I ¿No hay sabiduría en Teman? | ¿Huyó de sus sa­bios el consejo? | ¿Se ha desvanecido su prudencia? * | 8 Huid, volved las espaldas, buscad refugios profundos, I habitantes de Dedán, | porque voy a traer la ruina de Esaú, | el t iempo de su castigo. | 9 Cuan­do vengan contra ti los viñadores I no te dejarán un racimo. I Cuando de noche te asalten los ladrones ¡ se llevarán cuanto les convenga. | 10 Soy yo quien despoja a Esaú; | yo descubriré sus escondites, I no podrá ocultarse. | Su pueblo será destrui­do , | sus hermanos y sus vecinos dirán:

11 «Deja a tus huérfanos, que yo los criaré, | que cuenten conmigo tus viudas». | 1 2 Porque así dice Yavé: | Los que no hubieran debido beber el cáliz I han te­nido que beberlo, | ¿y vas a quedar tú impune? | N o quedarás, n o ; lo beberás. | 1 1 Porque h e jurado por mí mismo, | palabra de Yavé; | soledad, objeto de oprobio y de maldición será Bosra; | sus ciudades, ruinas por siempre.

14 He recibido de Yavé una noticia, | ha sido enviado un heraldo por los pue­blos: I «Reunios y marchad contra él, alzaos para hacerle la guerra». | 15 Yo te haré pequeño entre los pueblos, | des­precio de los hombres. | 16 Te ha enga­ñado la altanería de tu corazón, | tú que habitas en los huecos de las rocas | y escalas las crestas de los montes. | Aunque pongas tan alto como el águila tu nido, I de allí te haré bajar, palabra de Yavé.

1' Edom vendrá a ser objeto de horror, | el viandante se quedará estupefacto. | Y contemplará sus ruinas silbando bur-lonamente. | 1 8 Destruido como Sodoma y Gomorra , ¡ con sus ciudades vecinas, dice Yavé. | N o habrá quien la habite, | ni hijo de hombre que en ella more. | 19 Como un león subirá desde los bos­cajes del Jordán | a los pastos siempre verdes. | En un momento los arrojaré de ellos ¡ y estableceré allí a quien me plazca. I Pues ¿quien como yo? | ¿Quién me pedirá cuentas? | ¿Quién es el pastor que me hará frente?

2 0 Oíd, pues, los designios de Yavé con­tra Edom, I los planes que traza contra Teman. | En verdad que serán conduci­dos por lo más ruin del rebaño, | y a su vista se espantarán los pastizales. | 2 1 Tem­blará la tierra al fragor de su ruina I y se oirán sus alaridos en el mar Rojo. | 2 2 Co­mo águila subirá, volará I y extenderá sus alas sobre Bosra, | y el corazón de los guerreros de Edom será entonces | como el corazón de mujer en parto.

C o n t r a D a m a s c o 2 3 Jamat y Arfad están cubiertas de

vergüenza, I les ha llegado una mala nueva, | se conturbaron y se agitan como el mar, | y no hallan descanso. *

2 4 Damasco, acobardada, se dispone a la fuga; | es presa del terror, | siente an­gustias y dolores | como de parturienta. 2 5 ¡Ay de ella! | ¡Cómo ha quedado de­sierta la ciudad gloriosa, | la ciudad de la alegría! | 26 Por eso caerá en sus plazas su juventud, | y todos sus hombres de guerra perecerán en aquel día, | palabra de Yavé Sebaot. | 2 7 Yo pegaré fuego a los muros de Damasco, | que consumirá los palacios de Benadad.

C o n t r a los á r a b e s 2 8 Contra Cedar y el reino de Jasor, que

destruyó Nabucodonosor, rey de Babel, así dice Yavé: | Levantaos, marchad con­tra Cedar y devastad a los hijos del Orien­te. * I 2 9 Apodérense de sus tiendas y de sus ganados, | de sus tapices, de todos sus utensilios; I apropíense sus camellos | y esparzan el terror en torno suyo.

30 Huid, escapad a toda prisa, | buscad escondidos refugios, I habitantes de Ja-sor, I palabra de Yavé. | Porque Nabuco­donosor, rey de Babel, | ha trazado contra vosotros sus planes | y está haciendo pro­yectos en daño vuestro.

31 Alzaos, marchad contra una gente tranquila | y confiada, palabra de Yavé, | que no tiene puertas ni cerrojos | y habita aislada. | 3 2 Serán vuestro botín sus ca­mellos, y vuestra presa sus ganados. I Yo dispersaré a todos los vientos a esas sienes rapadas | y de todos los confines haré venir sobre ellos la ruina, I palabra de Yavé. I 33 Y se convertirá Jasor en guarida de chacales I y quedará por siempre de­sierta. I N o morará en ella nadie, | ni la habitará hijo de hombre.

7 Edom, descendiente de Esaú, tan poco benévolo para con sus hermanos, que batió palmas en la ruina de Jerusalén, sufrirá la misma pena de parte délos caldeos. Elleón del v.io debe de ser Nabucodonosor.

2 3 El profeta parece conservar la memoria de las antiguas relaciones guerreras de Damasco con Israel.

2 8 Las tribus de la Arabia, que más de una vez hacían sentir su furor guerrero y rapaz a la Pa­lestina, tampoco quedarán libres de las ambiciones bélicas de Nabucodonosor.

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JEREMÍAS 49-50 864

Contra Elam 34 Palabra de Yavé a Jeremías, profeta,

acerca de Elam, que le fue dirigida al comienzo del reinado de Sedecías, rey de Judá. *

35 Así dice Yavé Sebaot: | Yo romperé el arco de Elam, I el fundamento de su fuerza. I 36 Yo desencadenaré contra Elam los cuatro vientos I de los cuatro confines del cielo. | A todos estos vientos los dispersaré | y no habrá nación | que no vea llegar a ella | a los fugitivos de Elam. | 37 Yo haré temblar a Elam ante sus enemigos, I ante los que buscan su vida. | Yo haré venir sobre ellos el mal, | el furor de mí cólera, palabra de Yavé. | Yo mandaré en su persecución la espada I hasta destruirlos. I 38 Yo pondré mi trono sobre Elam | y haré perecer al rey y a sus grandes, | palabra de Yavé. | 39 Pero al fin de los días haré volver a los cautivos a Elam, | palabra de Yavé.

Contra Babel C n l Palabras que dirigió Yavé a Je 3 " remías, profeta, acerca de Babel y de la tierra de los caldeos: * 2 Anun­ciadlo a las gentes, pregonadlo; alzad bandera, I publicadlo, no lo calléis; | decid: Cayó Babel, lleno de vergüenza está Bel, vencido está Marduc, | confun­didos sus ídolos, abatidos sus dioses. *

3 Del septentrión avanza contra ella un pueblo | que hará de su tierra soledad, I en que no habitará nadie; | hombres y ganados huyeron, desaparecieron. | 4 En­tonces, en aquellos días, | vendrán los hijos de Israel, | y con ellos los hijos de Judá. ] Seguirán su camino llorando, | y buscarán a Yavé, su Dios. | 5 Pregunta­rán por el camino de Sión vuelto hacia ella su rostro: I «Vamos y liguémonos con Yavé | con pacto eterno, que no se olvide jamás».

6 Rebaño descarriado ha venido a ser mi pueblo. | Sus pastores le engañaron I y le hicieron vagar por los montes. | An­duvieron de monte en collado, | se olvi­daron del aprisco. 17 Cuantos los hallaron los devoraban, | y se decían sus enemi­gos: | No hay delito en ello, | porque han pecado contra Yavé, | sede de la justicia, esperanza de sus padres.

s Huid del recinto de Babel, | de la tierra de los caldeos salid. I Sed como cabestros a la cabeza del ganado, | 9 por­que voy a suscitar | y a lanzar contra Babel un gran conglomerado de muchas gentes del norte, I que la asediarán y la tomarán; | sus saetas, como de gue­rreros adiestrados, I no errarán el blanco. I 10 Y será dada la Caldea al pillaje, | y se hartarán los conquistadores de sus despojos, | palabra de Yavé.

11 Alegraos ahora, regocijaos, I despo­jadores de mi heredad; | saltad como novilla sobre la hierba, | relinchad como sementales. | 12 Grande será la confusión de vuestra madre, I grande la vergüenza de la que os engendró. | Será la última de las naciones, | un desierto, soledad, sequedad. | 13 La ira de Yavé la dejará deshabitada, | la convertirá en soledad; I cuantos pasen por Babel se espantarán I y silbarán contra ella su total destrucción.

u Aprestaos contra Babel y sus con­tornos cuantos tendéis el arco. I Comba­tidla, no escatiméis las saetas, porque pecó contra Yavé. I l s Lanzad de todas partes contra ella el grito de guerra; | en todas partes se rinde. | Cayeron sus torres, han sido arrasados sus muros. | Es la venganza de Yavé. I Véngaos de ellos, haced con ella lo que ella hizo. * I 16 Dis­persad de Babel a los sembradores | y a los que siegan | al tiempo de la cosecha. | Ante la espada devastadora, | cada uno se volverá a su pueblo, | cada uno huirá a su tierra.

17 Israel es un rebaño disperso, | leones le dispersaron. | Primero le devoró el rey de Asur; I luego Nabucodonosor, rey de Babel, | le rompió los huesos, j 18 Por eso, así dice Yavé Sebaot, I Dios de Israel: | Yo castigaré al rey de Babel y a su tierra | como castigué al rey de Asur. | w Y traeré a Israel a sus pastizales, y se apacentará en el Carmelo y en Ba­san; | se saciará en el monte de Efraím y de Galad. ! 20 Entonces, en aquellos días, | se buscará la iniquidad de Israel y no se hallará, I el pecado de Judá y no pare­cerá, | porque yo seré propicio a los que queden.

21 Sube, joh espada!, contra la tierra de Meretaím | y contra los habitantes de Pecod. | Espada, acuchilla y mata tras

50

34 Elam se hallaba al este de la Caldea y cuenta mucho entre los enemigos de Asiría y Babilonia.

i De todos estos vaticinios, aquel cuya razón mejor entendemos es éste, que va dirigido con­tra Babilonia, cuyo fin, al cabo de setenta años, traerá la libertad de Israel. En efecto, el

oráculo comienza anunciando la vuelta de todo Israel, y éste es el pensamiento principal del orácu­lo (2-20).

2 Bel era el dios nacional de la antigua Nippur; Marduc, el de la antigua Babel. Cuando ésta logró la hegemonía política, Marduc vino a ser el principal tutelar de Babilonia, y Bel fue llamado Bel-Marduc, y así Jeremías les llama Bel y Marduc.

15 Es el logro del anhelo expresado por el autor del Sal 136,8: «Dichoso quien te dé tu pago, el que a nosotros nos diste tú».

865 JEREMÍAS 50-51

ellos, palabra de Yavé, | y haz cuanto yo te he mandado. *

22 Estruendo de guerra en la tierra, I inmensa ruina. I 23 ¿Cómo has sido roto en pedazos, | martillo de toda la tierra? I ¿Cómo has venido a ser, Babel, horror de las gentes? | 24Soy yo quien te ha ten­dido la red, | y sin darte cuenta, Babel, quedaste presa en ella. | Estás cogida, has sido apresada, | porque provocaste a Yavé. | 2$Yavé abrió sus arsenales, ha sacado las armas de su cólera. | Porque tenía un quehacer Yavé Sebaot | en la tierra de los caldeos. | M Venid de los últimos confines contra ella, I abrid sus graneros, I haced de ella montones como de gavillas y destruid, | que no quede nada. I 27 Matad todos sus toros | que vayan al matadero. | ¡Ay de ellos! Les llegó su día, | el día de su castigo.

28 Rumor de tumulto de los fugitivos, de los que escapan I de la tierra de Babel. | Anunciad en Sión la venganza de Yavé, nuestro Dios, | la venganza de su templo. I 29 Convocad contra Babel a los arqueros, I a cuantos tienden el arco; I cercadla, que no escape nadie. I Dadle su merecido. I Haced con ella como ella hizo, | pues se irguió contra Yavé, | contra el Santo de Israel. | 30 Por eso caerá en sus plazas su juventud I y todos sus hombres de guerra perecerán aquel día.

31 Heme aquí contra ti, insolente, | pa­labra del Señor, Dios Sebaot. I Ha llegado tu día, I el día de tu castigo. | 32 Vacila la insolente, caerá I y nadie podrá levantar­la. I Yo pegaré fuego a sus ciudades, | que las consumirá con todos sus alrededores.

33 Así dice Yavé Sebaot: | Los hijos de Israel viven en la opresión, I y con ellos los hijos de Judá. I Cuantos los hicieron esclavos los retienen | y rehusan soltar­los ; I 34 pero su libertador es fuerte, | su nombre es Yavé Sebaot; | El sabrá defen­der su causa para dar reposo a la tierra I y confusión a los habitantes de Babel.

35 ¡Espada contra los caldeos!, palabra de Yavé, | y contra los moradores de Ba­bel, I contra sus grandes y contra sus sa­bios. I 36 Espada contra sus mentirosos adivinos, I que serán tenidos por necios. I Espada contra sus hombres de guerra, I que se llenarán de pavor. I 37 Espada contra sus caballos y contra sus carros, I y contra todas sus tropas auxiliares, i que están en medio de ella, I que se harán como mujeres. | Espada contra sus tesoros, que serán saqueados. I 38 Espada

contra sus aguas, que se secarán, | por­que es tierra de ídolos | y se glorían de sus espantajos. | 39 Por eso se convertirá en cubil de fieras y chacales, | en morada de avestruces. | Y no será más habitada | ni poblad a po r siglos . | 4 0 Com o destruyó Yavé a Sodoma, I a Gomorra y a las ciu­dades vecinas, I no habitará hombre en ella ni morará en ella hijo de hombre.

41 Ya viene del norte un pueblo, | un pueblo grande, | muchos reyes se alzan de los confines de la tierra. | 42 Empuñan el arco y el venablo, | son crueles y sin pie­dad. I Su estrépito es como el mugido del mar; | montan caballos, | vienen con todos los pertrechos de guerra | contra ti, hija de Babel. | 43 El rey de Babel ha recibido la noticia, I se le han caído los brazos, | es presa de la angustia ] y de dolores, como mujer en parto.

44 Vedlos, se lanzan como leones | que suben de los boscajes del Jordán i a los pastos siempre verdes. | En un momento los hago partir | y establezco allí a quien me place. | ¿Pues quién como yo? | ¿Quién me pedirá cuentas? | ¿Quién es el pastor que podrá oponérseme? | 45 Oíd, pues, los designios de Yavé contra Babel, | sus planes contra 1a Caldea. ] Irán conduci­dos por lo más ruin del rebaño, | y a su vista los pastizales se asombrarán. | « Al rumor de la conquista de Babel tembla­rá la tierra, | sus ecos repercutirán en las naciones.

C 1 1 Así dice Yavé: | Yo voy a susci-«* * tar contra Babel ¡ y contra los ha­bitantes de la Caldea | el espíritu des­tructor; * | 2 y mandaré contra Babel bisl-dadores que la bielden, | que harán eva­cuar su tierra I y la asediarán de todas partes | el día de su miseria. ¡ 3 No deje, pues, el arquero su arco | ni se desciña la malla. | No perdonéis a su juventud, | ex­terminad todo su ejército. [ 4 Que caigan muertos sobre la tierra de Caldea, | tras­pasados en su plazas. | 5 Q u e ia tierra de los caldeos está llena de crímenes | ante el Santo de Israel, | pues no son ya Israel ni Judá viudas | de su Dios, Yavé Sebaot.

6 Huid de Babel, I salve cada uno su vida, | no perezcáis por su iniquidad. I Es el tiempo de la venganza de Yavé; va a darle su merecido. I 7 Era Babel como copa de oro en manos de Yavé; | sirvió para embriagar a toda la tierra. I Los pue­blos bebieron de su vino | y enloquecie-

2 1 Otro oráculo (21-46) en que Dios ordena a la espada venir contra Babilonia. Es la espada de Yavé, manejada por gentes venidas del norte, y que dará libertad a su pueblo, ejerciendo su jus­ticia contra el verdugo.

e - | ' Otro tercer vaticinio contra Babel, en que abundan los mismos pensamientos de la juati-** * cia de Yavé. El destructor de las naciones será a su vez destruido. La Media es el instrumen­to de Dios, como en Isaías 13 y 21.

¿V ácar-Colunsa 28

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JEREMÍAS 51 866

ron. * | 8 De repente Babel ha caldo y se ha ro lo ; i gemid por ella. | Id en busca de bálsamo para su herida | a ver si sana. | 9 Hemos querido curar a Babel, pero no

Íse ha curado; | dejé­mosla, vamonos cada uno a nuestra tierra, | porque sube su mal­dad hasta los cielos | y se eleva hasta las

lOYavé ha hecho justicia a nuestra cau­sa; | venid, anuncie­mos en Sión | la obra de Yavé, n u e s t r o Dios. | ti Afilad las saetas, llenad las al­jabas. | Yavé ha exci­tado el espíritu del rey de los medos. | Tiene contra Babel u n proyecto: d e s -

El dios Bel truirla. | Es la ven­ganza de Yavé, | la

venganza de su templo. 12 Alzad las banderas sobre los muros

de Babel, estrechad el cerco, poned centi­nelas | y disponed emboscadas; | porque hará Yavé como lo pensó, | todo cuanto ha dicho contra los habitantes de Babel. | 13 Tú que te sientas entre grandes cana­les, | rica de tesoros, I ha venido tu fin, la medida a que cortar el hilo de tu vida. | 14 Por sí mismo lo juró Yavé Sebaot: | Te inundaré de hombres, más en número que las langostas, | que lanzarán contra ti sus gritos de triunfo.

!5 El con su poder ha hecho la tierra, | con su sabiduría cimentó el orbe | y con su inteligencia tendió los cielos. | i* A su voz se congregan las aguas en el cielo. | El hace subir las nubes desde los confines de la tierra; | hace brillar el rayo entre la lluvia | y saca los vientos de sus escondri­jos.

! ' Embrutecióse el hombre sin conoci­miento; | los orífices se cubrieron de ig­nominia haciendo sus ídolos, | pues no funden sino vanidades, I que no tienen vi­da, | i* nada, obra ridicula. I El día de la cuenta perecerán.

19 N o es ésta la herencia de Jacob, | que El es el Hacedor de todo, | e Israel es su propia tr ibu; | su nombre es Yavé Se­baot. | 2 0 Tú me fuiste martillo | y maza de guerra. I Contigo aplasté pueblos; contigo quebranté reinos; | 21 contigo derribé ca­ballo y j inete; | contigo aplasté al carro y al conductor; | 2 2 contigo aplasté a hom­bres y mujeres; contigo aplasté a viejos y

7 Babel, como instrumento de la ira de Dios, beber el cáliz de la ira del Señor; pero también par

38 Un cuarto oráculo predice la destrucción di

niños; contigo aplasté al pastor y a su re­baño ; | 23 contigo aplasté al labrador y a su yunta; | contigo aplasté a gobernantes y jueces.

2 4 Pero yo devolveré a Babel | y a todos los habitantes de la aldea | todo el mal que a vuestros ojos ] hicieron ellos a Sión, palabra de Yavé.

2 5 Heme aquí contra ti, monte de des­trucción, | que destruyes la tierra. | Y o extenderé mi mano sobre ti | y te haré ro­dar desde lo alto de las rocas, | y haré de ti mi incendio. | 2<> N o se sacara más de ti una piedra angular | ni una piedra de ci­miento. | Serás perpetua ruina, | palabra de Yavé.

2? Alzad bandera en la tierra, | tocad las trompetas en los pueblos, | santificad para la guerra contra ella a las gentes, | convocad contra ella los reinos de Ara­rat, | de Menni y de Ascenez. | Instituid contra ella sátrapas, | lanzad contra ella los caballos | como espesa nube de lan­gostas. | 2 8 Santificad para la guerra con­tra ella a las naciones, | a los reyes de Me­dia, a sus jefes, a todos sus gobernantes I y a todo el pueblo de su jurisdicción.

2 9 La tierra toda tiembla y se estreme­ce, | porque va a cumplirse el designio de Yavé contra Babel | para hacer de la tierra de Babel un desierto inhabitable. | 30 Los guerreros de Babel | no luchan ya en campo abierto; | se han encerrado en las fortalezas. I Han perdido su valor, | se han vuelto mujeres. | 31 Se ve correr a los co­rreos uno tras otro, | uno tras otro a los mensajeros, I para anunciar al rey de Ba­bel | que su ciudad está tomada del uno al otro extremo. | Sus casas están ardiendo, | sus puertas han sido rotas. | 3 2 Los vados, ocupados; I las defensas, ardiendo, | y los hombres de guerra, abatidos.

33 Porque así dice Yavé Sebaot, Dios de Israel: | La hija de Babel es como una era | cuando se trilla; | bien pronto le llega­rá el tiempo de la recolección. | 3 4 El rey de Babel me devoró, me consumió, | me de­jó como vaso vacío. | Me tragó como dra­gón | y llenó su vientre de mis bocados más suculentos. I 3S Sean sobre Babel mis car­nes destrozadas, I dirá Sión. I Caiga mi sangre sobre los habitantes de la Caldea, dirá Jerusalén. | 3 6 Por eso así dice Y'avé: Y o tomaré por mi cuenta tu causa; I yo te vengaré, | yo secaré su mar | y cegaré sus manantiales; | 3 7 y se convertirá Babel en un montón de ruinas, I en cubil de chaca­les, | objeto de horror y de sarcasmo, I sin habitantes.

3* Todos a una rugen como leones, | gruñen como cachorros de leona. * | 39 En

desoló y oprimió a muchos pueblos, dándoles a a ella ha llegado la hora, y a su vez ha de beberlo. e los ídolos y de las murallas de Babilonia.

867 JEREMÍAS 51-52

su fiebre yo les prepararé la bebida, I los embriagaré para que desfallezcan | y duer­man el sueño eterno, de que no desperta­rán, I palabra de Yavé. | 4° Yo les llevaré al matadero como corderos, | como car­neros y chivos. I 4 1 ¿Cómo ha sido cogida Babel? I ¿Cómo ha sido conquistada la gloria de toda la tierra? I ¿Cómo ha veni­do a ser Babel I objeto de horror entre los pueblos?

42 Ha subido el mar contra Babel, I la ha sumergido bajo el cúmulo de sus olas. | « S u s ciudades han sido devastadas; | tierra árida y desierta, I que nadie habita­rá, | por la que nadie transitará. I 4 4 Yo me ensañaré contra Bel en Babilonia, I yo le haré vomitar por la boca cuanto engulló; | ya no concurrirán más a él las gentes; I caerán también las murallas de Babel. | 45 Sal de ella, pueblo mío. | Salve cada cual su vida | ante el furor de la cólera de Yavé.

4 6 N o os turbéis ni temáis | por los ru­mores que se esparcen por la tierra. I U n año correrá un rumor i y el otro o t ro ; I do­minará en la tierra la opresión, | un tirano contra otro tirano. | 4 7 Por eso vienen días | en que yo me ensañaré contra los ídolos de Babel, | y toda la tierra se cu­brirá de vergüenza, | y todos sus muer­tos quedarán sobre ella. | 4 S Y cielos y tierra y cuanto hay en ellos | aplaudirán lo sucedido a Babel. | Del norte vendrán sus devastadores, | palabra de Yavé. | 4 9 Por los muertos de Israel caerá Ba­bel, | como por Babel cayeron los muer­tos de toda la tierra. | 5 (>L O S q u e hayáis podido escapar a la espada, partid, | no os detengáis. | En la tierra lejana acor­daos de Yavé I y que vuelva Jerusalén a vuestra memoria.

51 Estamos llenos de vergüenza, hemos sido ultrajados, I nuestro rostro se cubre Qe confusión. | Entraron extranjeros [ en el santuario del templo de Yavé. | 52 p o r

« o vienen días, | palabra de Yavé, | en que yo destruiré sus ídolos I y por toda su tierra se oirá el gemir de los heridos. |

Ir, i U n i ? U e s e a l z a s e B a b e l h a s t a el cie-r n , Z i ? a i n a c c es ib les por lo altas sus r W f s ' J v e n d r a " contra ella devasta­dores traídos por mí, | palabra de Yavé. eranH y e n S , e l o s a l a r ¡ d o s de Babel, | ruina s ranae e n l a t i e r r a d e ,Q S c a l d e o s | 55 p

su w a n a S t a Y a V - é a B a b e I I y P ° n e fln a

come, , „ ] a c t a " C i a ; | y mugen sus olas

e s t Z na Í U a S

ld s f b o r d a d a s ' I retumban con d u e n d o , | * ¡ p o r h a ¡ d

Babel el devastador. I Son apresados sus guerreros, rotos sus arcos, | porque es Ya­vé Dios de retribuciones, I y les dará su merecido. 57 Y emborracharé a sus grandes, a sus

sabios, | a sus jefes, a sus magistrados, a sus guerreros, I y dormirán un sueño eter­no, del que no despertarán, I palabra del Rey, cuyo nombre es Yavé Sebaot. | s> Así dice Yavé Sebaot: | La ancha muralla de Babel será enteramente arrasada, | sus al­tas puertas quemadas; | trabajaron en va­no tantas gentes, | y las naciones para el fuego se han cansado.

5 9 Misión que encomendó Jeremías, profeta, a Saraya, hijo de Nerías, hijo de Masías, al ir éste a Babilonia con el rey Sedecías, el cuarto año de su reinado. Sa­raya era entonces gran intendente. * 60 Es­cribió Jeremías en un volumen todo el mal que había de venir contra Babel, cuanto había escrito contra Babilonia. 61 Y dijo Jeremías a Saraya: Cuando lle­gues a Babel lee en voz alta todo esto; 6 2 y dirás: Yavé, tú has hablado de des­truir este lugar, sin que haya ni hombre ni ganado que lo habite, hecho perpetua soledad, w Cuando hayas acabado de leerlo le atarás una piedra y lo arrojarás en medio del Eufrates, 6 4 diciendo: Así se hundirá Babel, sin alzarse ya más del estrado y la destrucción que yo traeré so­bre ella. Hasta aquí las palabras de Jere­mías.

APÉNDICE HISTÓRICO (52)

52

C u m p l i m i e n t o d e la p ro fec í a d e J e r e m í a s c o n t r a J e r u s a l é n

i A la edad de veintiún años co­menzó a reinar Sedecías, y reinó

once años en Jerusalén. Su madre fue Jamital, hija de Jeremías, de Libna. * 2 Hizo mal a los ojos de Yavé, como lo había hecho Joaquim, 3 encendiendo la cólera de Yavé contra Jerusalén y con­tra Judá, hasta hacer que los arrojase de su presencia. Sedecías se rebeló contra el rey de Babel. 4 Y sucedió que el año nono de su reinado, el décimo mes, el diez del mes, vino Nabucodonosor, rey de Babel, con todo su ejército contra Je­rusalén: la cercó, levantó fortificaciones contra ella en derredor; 5 y estuvo sitiada la ciudad hasta el año undécimo del rey Sedecías. 6 El mes cuarto, a nueve del

W* ir a ^ a b i S f a í n ' * 3 e m b a ' a d a s d e '°s reyes a Jerusalén y del oráculo del yugo, Sedéelas de­m o n i o s a los df> U, „' rícerars5 a n t e Nabucodonosor. Sería entonces cuando Jeremias envió estos

, a e I a Pfimera deportación.

e s 'e «P?ulo™omaedo d'e c u ¿ l p l i m i e n t 0 d e l o s vaticinios de Jeremías se añadió al fin de ellos

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JEREMÍAS 52 868

mes, se apoderó ei hambre de la ciudad y no había en ella ya nada que comer. 7 Abrieron brecha en los muros y todos los hombres de guerra huyeron, saliendo de la ciudad de noche, por el camino de la puerta entre ambos muros, que está junto a los jardines reales, mientras los caldeos rodeaban la ciudad. Tomaron el camino que conduce al Araba. 8 El ejér­cito caldeo persiguió al rey, dándole al­cance en los llanos de Jericó, y todas sus tropas le abandonaron y se dispersaron. 9 Cogieron al rey y le llevaron ante el rey de Babel, en Ribla, en la tierra de Jamat, donde le juzgó. I0E1 rey de Babel hizo degollar a los hijos de Sedéelas a la vista de éste, e igualmente a los grandes de Judá, en Ribla. u A Sedecias le h;?o sa­car los ojos y le cargó de cadenas de bron­ce para conducirle a Babel, donde le tuvo encarcelado hasta el día de su muerte. 12 El quinto mes, el día diez del mes, el año decimonono de Nabucodonosor, rey de Babel, vino Nebu-Zardan, jefe de la guardia real, ministro del rey de Babel, a Jerusalén 13 y puso fuego al templo y al palacio del rey y a todas las casas de Jerusalén, quemando principalmente to­das las casas grandes; 1 4y el ejército de los caldeos que estaba con el jefe de la guardia arrasó toda la muralla que ro­deaba a Jerusalén. 15 El resto del pueblo que había quedado en la ciudad, los pró­fugos que se habían pasado al rey de Ba­bel y el resto de los artesanos los llevó Nebu-Zardan, jefe de la guardia, l6 de­jando sólo los pobres de la tierra, viñado­res y labradores. 17 Rompieron también las columnas de bronce que había en el templo de Yavé, las basas y el mar de bronce del templo y se llevaron todo el bronce a Babel. l s Cogieron los caldeos las palas, los cuchillos, las copas, las cu­charas y todos los utensilios del culto, w Igualmente tomó el jefe de la guardia los pilones, los braseros, las copas, las calderas, los candelabros, las cucharas y los platos; todo cuanto era de oro, por oro; lo de plata, por plata; 20 las dos co­

lumnas, el mar de bronce y los doce toros de bronce y las basas que había hecho el rey Salomón para el templo, de un peso incalculable. 21 Las columnas eran de die­ciocho codos de altura cada una, doce de circunferencia, y tenían cuatro dedos de grueso, pues eran huecas por dentro. 22 Tenía cada columna su capitel de bron­ce, de cinco codos de alto; todo en torno de los capiteles había un entretejido con granadas, todo de bronce. Lo mismo la otra columna. 23 Eran noventa y seis las granadas pendientes, ciento entre todas, sobre el entretejido en derredor. 24 y se llevó el jefe de la guardia a Saraya, sumo sacerdote, y a Sofonías, el segundo, y a los tres prefectos del vestíbulo. 2 5De la ciudad llevó a un eunuco intendente de las gentes de guerra; a siete de los con­sejeros íntimos del rey, que estaban en la ciudad; al secretario del jefe del ejér­cito, encargado de la recluta, y sesenta más del pueblo, que se hallaban en la ciu­dad. 26 Y los llevó Nebu-Zardan, jefe de la guardia, ante el rey de Babel, en Ri­bla ; 27 y el rey de Babel los hizo matar en Ribla, en tierra de Jamat, y Judá fue de­portado de su tierra. 28 Estos son los que deportó Nabucodonosor: el año séptimo de su remado, tres mil veintitrés judíos; 29 el año dieciocho, ochocientas treinta y dos almas; 3<> el año veintitrés de Nabuco­donosor deportó Nebu-Zardan, jefe de la guardia, setecientas cuarenta y cinco almas; entre todos, pues, cuatro mil seis­cientas almas. 31 Y sucedió que el año treinta y siete de la deportación de Joa­quín, rey de Judá, en el duodécimo mes, el día veinticinco de él, Evilmerodac, rey de Babel, el año del comienzo de su rei­nado, hizo gracia a Joaquín, rey de Judá, y le sacó de la prisión. 32 Le habló bené­volamente, y puso su silla sobre las de los otros reyes que estaban con él en Babel. 33 Dejó sus vestidos de preso y comió ya siempre a la mesa del rey por todos los días de su vida. 34Todo cuanto necesi­taba para su mantenimiento se lo dio día por día hasta el de su muerte.

LAMENTACIONES DE JEREMÍAS

No es el texto hebreo, sino la versión griega, la que atribuye estos cantos a Jere­mías, y en ese testimonio se debe fundar principalmente la tradición que señala a Jere­mías como autor de ellos. Son las Lamentaciones cuatro cantos alfabéticos, seguidos de una oración, cuyo tema es la soledad y ruina de Jerusalén, destruida por hs caldeos. Tales composiciones eran usuales en Oriente, y sabemos que Jeremías dedicó unas lamen­taciones a la muerte de Josías. Su ministerio profético en los últimos años de Judá, el amor intenso que hacia su pueblo sentía y lo mucho que trabajó por apartar de él las amenazas divinas, hacen de Jeremías el más apto cantor de las penas de Judá y le seña­lan como autor de estos tiernos cantos. Muchos críticos, sin embargo, no se dejan con­vencer por estas razones, y alegan otras, no decisivas, en contra de tal atribución. Todo esto ni pone en duda la inspiración divina ni aminora el mérito literario de estas endechas, que tan solemnemente resuenan en las iglesias cristianas en los días de la Semana Santa para llorar la ruina espiritual de Israel.

C T T M A R T O LAMENTACIÓN PRIMERA: Jerusalén desolada (1).— 0\jnifíl\L\j LAMENTACIÓN SEGUNDA: Jerusalén destruida (2). L A M E N T A C I Ó N T E R C E R A : Jerusalén asolada (3).—LAMENTACIÓN CUARTA: Jerusalén asediada (4).—LAMENTACIÓN QUINTA: Oración de

Jeremías (5).

LAMENTACIÓN PRIMERA

Jerusalén desolada

I1 Alef.—¡Cómo se sienta en soledad la ciudad populosa, I es como viuda

la grande entre las naciones, | la señora de provincias ha sido hecha tributaria! *

2 Bet.—Llora amargamente en la noche y corre el llanto por sus mejillas, | no tie­ne entre todos sus amadores quien la con­suele; I le fallaron todos sus amigos y se le volvieron enemigos.

3 Guímel.—Emigró Judá a causa de la aflicción y de la gran servidumbre; | mo­ra entre las gentes sin hallar reposo; | to­dos sus perseguidores la dieron alcance y la estrecharon.

4 Dálet.—Los caminos de Sión están en luto por no haber quien venga a las so­lemnidades; I todas sus puertas por los suelos, sus sacerdotes gimiendo; ¡ sus vír­genes escuálidas, y ella llena de amargura.

5 He.—Prevalecieron sus enemigos y prosperaron los que la aborrecían, | pues la afligió Yavé por la muchedumbre de sus rebeldías; ¡ sus niños fueron a la cau­tividad delante del enemigo.

6 Vau.—Perdió la hija de Sión toda su gloria; I sus príncipes fueron como cier­vos que no hallan pastos | y huyeron sin fuerzas ante el perseguidor.

7 Zain.—En los días de su aflicción y de su vivir errante, | acordóse Jerusalén de todos los bienes que de antiguo tuvo. | Cuando cayó su pueblo en manos del ene­migo, sin que nadie le ayudase: | mirá­ronla sus enemigos y se burlaron de su caída.

8 Jet.—Muchos son los pecados de Je­rusalén; por eso fue objeto de aversión; | cuantos antes la honraron la desprecian viendo su desnudez; | y ella misma sus­pira y vuelve su rostro.

9 Tet.—Su inmundicia manchaba sus vestiduras y no se cuidaba de su fin; | y cayó de modo sorprendente, sin que nadie la consolara. I Mira, ¡oh Yavé!, mi aflicción, mira la arrogancia del enemigo.

10 Yod.—Echó mano el enemigo de to­dos sus tesoros, | vio penetrar en su san­tuario a las gentes | de las cuales man­daste que no entrasen en tu congregación.

11 Caf.—Todo su pueblo va suspiran­do en busca de pan, | han dado cuanto te­nían de precioso para mantener la vida. | Mira, ¡oh Yavé!, y ve cuan abatida estoy.

12 Lamed.—¡Orí vosotros cuantos por aquí pasáis: | Mirad y ved si hay dolor comparable a mi dolor, al dolor con que yo estoy atormentada! I Afligióme Yavé en el día de su ardiente cólera.

13 Mem.—Mandó desde lo alto contra mí un fuego que consume mis huesos; |

I1 Se divide el capítulo en dos partes: en la primera ( I - I I ) , el autor llora la suma miseria y ca­lamidad de la ciudad de Jerusalén; en la segunda (12-22), es la ciudad misma la que habla,

contando sus males y rogando a Dios el remedio.

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LAMENTACIONES 1-2 870

tendió a mis pies una red, y me hizo caer hacia atrás, | y me arrojó en la desolación, consumida sin cesar por la tristeza.

14 Nun.—Ató con sus manos el yugo de mis iniquidades; | entretejidas, me fue­ron puestas sobre la cerviz y ha quebran­tado mis fuerzas. | M e entregó Yavé en manos a que no puedo resistirme.

15 Sámec.—Echó a tierra Yavé a todos mis guerreros en medio de mí, | reunió contra mí un ejército para exterminar a mis mancebos; | como en lagar ha pisado el Seflor a la virgen hija de Judá.

16 Ayin.—Por eso lloro y manan lágri­mas mis ojos; | y se alejó de mí todo con­suelo que aliviase mi alma; | mis hijos es­tán desolados al triunfar el enemigo.

17 Pe.—Tiende Sión sus manos, pero na­die la consuela. | Dio Yavé contra Jacob órdenes a los enemigos que le rodeaban, | y Jerusalén fue para ellos objeto de abo­minación.

18 Sade.—Justo es Yavé, pues yo fui rebelde a sus mandatos. | Oíd, pueblos todos, y ved mi dolor; | mis doncellas y mis mancebos han ido al cautiverio.

19 Qof.—Llamé a voces a mis amigos, pero me engañaron; | mis sacerdotes y mis ancianos perecieron en la ciudad | buscando comida con que sostener sus vidas.

2 0 Res.—Mira, ¡oh Yavé!, mi angus­tia. | Mis entrañas rugen, mi corazón se revuelve dentro de mí por haber sido re­belde. ¡ Fuera hizo estragos la espada; dentro, la mortandad.

2 1 Sin.—Oyen mis gemidos, y nadie me consuela; | todos mis enemigos han sa­bido mi desgracia, y todos se alegran de lo que has hecho. | Haz venir el anuncia­do día y que sean como yo. *

2 2 Tau.—Que se ponga a tus ojos toda su maldad I y trátalos como me has tra­tado a mí por mis rebeldías, I porque son muchos mis suspiros y está muy dolorido mi corazón.

LAMENTACIÓN SEGUNDA

J e r u s a l é n d e s t r u i d a

21 Alef.—¡Cómo obscureció el Señor en su ira a la hija de Sión! | Precipitó

del cielo a la tierra la magnificencia de Israel | y no se acordó del escabel de sus pies el día de su ira. *

2 Bet.—Destruyó el Señor sin piedad to­das las moradas de Jacob; | derribó en su furor las fortalezas de la hija de Judá, |

echólas por tierra, y humilló el reino y a sus príncipes.

3 Guímel.—Abatió en el furor de su ira toda la potencia de Israel, i retiró de él su diestra frente al enemigo I y encendió en Jacob ardorosas llamas, que de todos lados le devoran.

4 Dálet.—Tendió contra él su arco cual enemigo; | afirmó hostilmente su diestra, destruyó cuanto era agradable a la vista | y derramó como fuego su ira sobre la tienda de la hija de Sión.

5 He.—Ha obrado el Señor como ene­migo; ha devorado a Israel, I destruyó todos sus palacios, derribó sus fortalezas | y llenó a la hija de Judá de llantos y ge­midos.

6 Vau.—Derribó su tienda como caba­na de viña, destruyó su santuario; | Yavé hizo cesar en Sión las festividades y los sábados | y en su violenta cólera rechazó al rey y al sacerdote.

7 Zain.—Desdeñó el Señor su altar, me­nospreció su santuario | y entregó a ma­nos del enemigo los muros de los palacios de Sión. | Resonaron los gritos en la casa de Yavé como en día de fiesta.

8 Jet.—Resolvió Yavé destruir los mu­ros de la hija de Sión; | echó las cuerdas y no retiró su mano hasta destruirla, | su­mergiendo en el luto antemurales y mu­ros, que gimen todos juntamente.

' Tet.—Sus puertas fueron echadas a tierra; destruyó, quebrantó sus cerrojos; | su rey y sus príncipes están entre las gen­tes, no hay administración de justicia; I y tampoco sus profetas reciben de Yavé vi­sión.

10 Yod.—Los ancianos de la hija de Sión se sientan en tierra mudos, I cubierta de polvo la cabeza, vestidos de saco, | y las vírgenes de Jerusalén inclinan a tierra sus cabezas.

n Caf.—Mis ojos están consumidos por las lágrimas, mis entrañas hierven, | de-derramaré en tierra mi hígado ante el de­sastre de la hija de mi pueblo, | al ver desfallecer a los niños, aun los de pecho, en las calles de la ciudad.

12 Lamed.—Decían a sus madres: ¿Dón­de está el pan? | Al caer como heridos en las plazas de la ciudad, | dando el alma en el regazo de sus madres.

13 Mem.—¿A quién te compararé, hija de Jerusalén? | ¿Quién hallar semejante a ti para poder consolarte, virgen hija de Sión? | Tu quebranto es grande como el mar. ¿Quién podrá curarte?*

l 4 Nun .—Tus profetas te anunciaron

2 1 Estos enemigos son también los enemigos de Yavé, pues lo son de su pueblo, y es a Yavé a quien Sión pide esta obra de justicia.

O 1 Describe la gran ruina de Sión como castigo del Señor (1-12). ^ 13 El profeta se dirige a Jerusalén, describiendo la triste situación en que se halla, incitándole-a clamar a Dios.

871 LAMENTACIONES 2-8

visiones vanas y mentirosas; | no pusie­ron al desnudo tus iniquidades, para evi­tar así tu cautiverio, I sino que te anuncia­ron grandezas vanas y falaces.

15 Sámec.—Cuantos pasan baten pal­mas por ti, I silban y menean la cabeza contra la hija de Jerusalén: | ¿Es ésta la ciudad que decían del todo hermosa, la delicia de toda la tierra?

16 Ayin.—Todos tus enemigos abren la boca contra ti, | silban y dentellean con­tra ti y dicen: La hemos devorado, | es el día que esperábamos; ya llegó, ya lo vimos.

17 Pe.—Ha realizado Yavé en ti lo que había decretado; | ha cumplido la palabra que de antiguo dio, ha destruido sin pie­dad; I te ha hecho el gozo de tus enemi­gos, ha robustecido a los que te aborre­cían.

18 Sade.—¡Clama al Señor, virgen | h i ­ja de Sión; | derrama día y noche lágrimas a torrentes, | no te des reposo, no descan­sen las niñas de tus ojos!

19 Qof. —Levántate y gime al comien­zo de las vigilias de la noche; | derrama como agua tu corazón en la presencia del Señor; | alza a El tus manos por la vida de tus pequeñuelos.

2 0 Res.—Mira, ¡oh Yavé!, y considera a quién has t ratado así. | ¿Está bien que las madres hayan de comer el fruto de sus entrañas, los niños que amamantan? | ¿Que de sacerdotes y profetas se haga cruel matanza en el santuario del Señor? *

2 1 Sin.—Niños y viejos yacen por tierra en las calles. | Mis doncellas y mis man­cebos cayeron al filo de la espada. | Has matado en el día de tu ira, has degollado sin piedad.

2 2 Tau.—Llamaste como a solemnidad de todas partes el terror contra mí; I no hubo en el día de la cólera de Yavé quien escapase ni quedase con vida. | Aquellos que yo crié y mantuve, los acabó el ene­migo.

LAMENTACIÓN TERCERA

J e r u s a l é n a s o l a d a

31 Alef.—Yo soy hombre que ha vis­to la miseria bajo el látigo de su fu­

ror. * I 2 Alef.—Llevóme y me metió en tinieblas, sin luz alguna. | 3 Alef.—Todo el día vuelve y revuelve su mano contra mí.

4 Bet.—Ha hecho «nvejecer mi carne y mi piel, ha quebrantado mis huesos. | 5 Bet.—Ha levantado contra mi un mu­ro, me ha cercado de veneno y de do­lor. [ 6 Bet.—Me hace habitar en tinie­blas, como los ya de mucho tiempo muer­tos.

7 Guímel.—Me cercó por todos lados sin dejarme salida; me puso pesadas ca­denas. I 8 Guímel.—Y aunque clamo y vo­ceo, no se hace accesible a mi oración. | 9 Guímel.—Cerró mis caminos con silla­res de piedra, torció todos mis senderos.

1" Dálet .—Fue para mí como oso en acecho, como león en escondrijo. I n Dá­let.—Me hizo caer en emboscadas, me despedazó, me asoló. | 1 2 Dálet.—Tendió su arco y me puso por blanco de sus saetas.

13 He.—Clavó en mis lomos las flechas de su aljaba. | 14 He.—Soy el escarnio de los pueblos todos, su cantilena de todo el día. I 15 He.—Me hartó de amarguras, me embriagó de ajenjo.

1 6 Vau.—Rompióme los dientes con una piedra, cubrióme de ceniza. | 1 7 Vau.—Fue privada mi alma de felicidad, ya no gozo de bien alguno. I n Vau.—Así que me digo: Se acabaron mis fuerzas, ya para mí no hay esperanza en Yavé.

19 Zain.—Acuérdate de mi miseria y de mi aflicción, ajenjo y veneno. * 120 Zain.— Cuando me acuerdo, se abate mi alma dentro de mí. | 2 1 Zain.—Quiero traer a la memoria lo que puede darme esperanza.

2 2 Jet .—No se ha agotado la misericor­dia de Yavé, no ha llegado al límite su compasión. | 2 3 Jet.—Se renuevan cada día. ¡Oh! Es muy grande tu fidelidad. I 2 4 Jet.—Yavé es mi parte, dice mi alma; por eso quiero esperar en El.

25 Tet.—Bueno es Yavé para los que en El esperan, para el alma que le busca. I 26 Tet.—Y es bien esperar, callando, el socorro de Yavé. | 2 7 Tet.—Bueno es al hombre soportar el yugo desde la moce­dad.

2 8 Yod.—Sentarse en soledad y en si­lencio, porque es Yavé quien lo dispo­ne. I 2 9 Yod.—Poner su boca en el polvo y no perder toda esperanza. I 30 Yod.— Dar la mejilla al que la hiere, hartarse de oprobios.

31 Caf.—Porque el Señor no desecha pa­ra siempre. * | 3 2 Caf.—Sino que después

2 0 No puede decirse más del hambre padecida en la ciudad asediada que esto de comerse ias madres la carne de los hijos que amamantaron (4,10; Lev 26,29; Ez 5,10; Dt 28,53; Bar 2,3; 2 Re 6, 28 ss.).

O * Cambia la forma acróstica, pues cada letra se repite tres veces. Los w.1-18 están en boca r'el ^ autor, que cuenta las duras pruebas sufridas en el servicio de Dios.

19 Parece que es ahora el pueblo quien habla, esforzándose por buscar esperanza en Yavé, seguro de que la misericordia del Señor es inagotable. ,

31 Prosigue el mismo tsma hasta el v.37, considerando la universal providencia de Dios, de quien vienen así los bienes como los males.

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LAMENTACIONES 3-4 872

de alligir, se compadece según su gran mi­sericordia. | 33 Caf.—Porque no aflige por gusto, ni de grado acongoja a los hijos de los hombres.

3 4 Lamed.—Aplastar con los pies a los cautivos de la tierra. I 35 L á m e d .— Violar la justicia y la humanidad a los ojos del Altísimo. I 3 6 Lamed. — Hacer tuerto a uno en su causa, ¿no ha de verlo el Señor?

3 ' Mem.—¿Quién podrá decir que una cosa sucede sin que la disponga el Se­ñor? | 38 Mem.—¿No es de la voluntad del Altísimo de donde proceden los ma­les y los bienes? I 3 9 Mem.—¿Por qué, pues, ha de lamentarse el viviente? Laméntese más bien cada uno de sus pecados.

4 0 Nun.—Escudriñemos nuestros cami­nos, examinémoslos y convirtámonos al Altísimo. * | 4 1 Nun.—Alcemos nuestro corazón y nuestras manos a Dios, que está en los cielos. | 4 2 Nun.—Hemos peca­do, hemos sido rebeldes y no nos perdo­naste.

4 3 Sámec.—Desencadenaste tu ira y nos perseguiste, mataste sin piedad. | 4 4 Sá­mec.—Te has cubierto de una nube para que no llegue a ti la plegaria. | 4 5 Sá­mec.—Y nos hiciste oprobio y escarnio en medio de los pueblos.

4 6 Ayin.—Abren contra nosotros su bo­ca todos cuantos nos odian. | 4 7 Ayin.— Nuestra parte es el terror y la fosa, el sa­queo y la ruina. I 4 8 Ayin.—Corren de mis ojos ríos de agua por la ruina de la hija de mi pueblo.

4 9 Pe.—Mis ojos derramarán lágrimas sin descanso, sin cesar. * | 50 Pe.—Hasta que Yavé mire y vea desde lo alto de los cielos. | 5* Pe.—Mis ojos contristan mi al­ma por todas las hijas de mi ciudad.

5 2 Sade.—Me dieron caza como a un ave los que sin causa me aborrecen. I 53 Sade.—Quisieran acabar del todo mi vida en una fosa arrojando piedras so­bre mí. | 54 Sade.—Suben las aguas por encima de mi cabeza, y me dije: Muerto soy.

55 Qof.—Invoqué tu nombre, ¡oh Ya­vé!, desde lo hondo de la fosa. | 5 6 Qof.— Y oíste mi voz: «No cierres tus oídos a mis suspiros». | 5 7 Qof .—Cuando te in­voqué, te acercaste y me dijiste: N o te­mas.

58 Res.—Tú, Señor, defenderás la causa de mi alma, rescatarás mi vida. 15 9 Res.— Tú ves, ¡oh Yavé!, cuánto me atormentan; hazme justicia. | 60 Res.—Tú ves todos sus

4 0 Desde este versículo hasta el 48 emplea la forma plura. para hablar a Dios exponiendo el triste estado de la ciudad.

4 9 Vuelve otra vez el profeta a hablar en primen persona, lamentando la ruina de Jerusalén, y acaba recurriendo a la misericordia de Dios, pidiendo al fin el justo castigo para sus enemigos.

" t Viva pintura de la increíble miseria a que estuvo reducida Jerusalén.

rencores, todas sus maquinaciones contra mí.

«i Sin.—Tú, ¡oh Yavé!, ves todos sus ultrajes, todas sus t ramas contra mi. I 62 Sin.—Las palabras de mis enemigos y los proyectos que para mi mal trazan to­do el día. I 63 Sin.—Tú ves cuándo se sien­tan, cuándo se levantan y cómo soy su contienda.

6 4 Tau.—Tú les darás, ¡oh Yavé!, su merecido, según las obras de sus manos. I 65 Tau.—Tú los darás, al endurecimiento de sus corazones, tu maldición contra ellos. I M Tau.—Tú los perseguirás en tu ira y los exterminarás de debajo de los cielos, ¡oh Yavé!

LAMENTACIÓN CUARTA

J e r u s a l é n a s e d i a d a

41 Alef.—¡Cómo se ennegreció el oro, cómo el oro fino perdió su brillo! j

Están las piedras del santuario esparcidas por los rincones de todas las calles. *

2 Bet.—Los hijos de Sión, preciados y estimados como oro puro, ¡cómo son te­nidos por vasijas de barro , obra de las manos del alfarero!

3 Guímel.—Aún las mismas hembras del chacal dan la teta y amamantan a sus crías. I Pero la hija de mi pueblo se ha hecho tan cruel como los avestruces del desierto.

4 Dálet .—La lengua de los niños de teta se pega de sed al paladar ; I los pequen líe­los piden pan, y no hay quien se lo parta.

5 He.—Los que se nutrían de manjares delicados perecen por las calles; | los que se criaron vistiendo púrpura se abrazan a los estercoleros.

6 Vau.—El castigo de la hija de mi pueblo es más grande que el de Sodoma; I destruida en un instante, sin que nadie pusiera en ella la mano.

7 Zain.—Eran sus príncipes más res­plandecientes que la nieve, más blancos que la leche, I más rubicundos que el co­ral, más bellos que el zafiro.

8 Jet.—Y están más negros que la ne­grura, no hay quien los conozca por las calles; I está su piel pegada a los huesos, seca como un palo.

9 Tet.—Los muertos a espada son más dichosos que los que mueren de hambre, | que mueren poco a poco extenuados por falta de los frutos de la tierra.

10 Yod.—Las mujeres, a pesar de su

878 LAMENTACIONES 4-5

ternura, cocieron a sus hijos; | fueron se­pulcro para ellos en el quebranto de la hija de mi pueblo.

11 Caf.—Apuró Yavé sus furores, de­r ramó su abrasada ira | y encendió con­tra la hija de Sión un fuego que consume sus cimientos.

12 Lamed.—Nunca creyeron los reyes de la tierra, ni cuantos habitan el mundo, | que entraría el enemigo, el adversario, por las puertas de Jerusalén. *

13 Mem.—Por los pecados de sus pro­fetas, por las iniquidades de sus sacer­dotes, | que derramaron en medio de ella sangre de justos.

14 Nun.—Erraban como ciegos por las calles; manchados de sangre, | no podían tocarse sus vestiduras.

15 Sámec—«¡Apartaos! ¡Uninmundo!», les gritaban; ¡ «¡Apartaos, apartaos, no toquéis!» | Cuando huyan y anden erran­tes entre las naciones, no encontrarán hospitalidad.

1 6 Ayin.—Yavé mismo los dispersó y no vuelve a ellos su mirada. | N o hubo respeto para el sacerdote, ni piedad para el anciano.

n Pe.—Se c.insumían nuestros ojos es­perando vanamente el socorro. | Iban es­peranzadas nuestras miradas hacia un pueblo que no pudo librarnos.

1 8 Sade.—Espiaban nuestros pasos pa­ra impedirnos pasar por las calles; | nues­tro fin se acercaba, se cumplían nuestros días y llsgó nuestro fin.

1 9 Qof.—Eran nuestros enemigos más veloces que las águilas del cielo, I y nos perseguían por los montes, y nos ponían celadas en el desierto.

2 0 Res.—El que er» nuestro aliento, el ungido de Yavé, fue cogido en su Ham­p a ; I aquel de quien decíamos: A su som­bra viviremos entre las naciones.

2 1 Sin.—Alégrate y tripudia, hija de Edom, que habitas la tierra de Us. I Ya te llegará a ti el cáliz, y te emborracharás hasta vomitar. *

2 2 Tau.—Hija de Sión, tu iniquidad está expiada, ya no volverá a arrojarte al cau­tiverio. I Hija de Edom, El castigará tu iniquidad y pondrá tus pecados al des­cubierto.

1 2 La ciudad parecía inexpugnable, pero los crímenes de los falsos profetas y de los sacerdotes allanaron tal fortaleza, y las esperanzas que en el socorro ajeno nos daban nos dejaron siempre des­ilusionados.

2 1 Edom, que se alegró de la ruina de Jerusalén, experimentará la misma calamidad, mientras que Jerusalén verá expiada su iniquidad y no volverá a sufrir otro cautiverio.

51 Hablando con Yavé, el pueblo se queja de la dureza de la esclavitud. 6 Nueva pintura de las calamidades de servidumbre, merecida por los pecados de La padres,

1 í Las mujeres, los ancianos y los jóvenes, todos sufrieron las mayores vejaciones. 15 No hay alegría en Sión; todo es tristeza y desolación. •» Pero Yavé es eterno y no abandonará a su pueblo ni se irritará contra él perpetuamente.

LAMENTACIÓN QUINTA

O r a c i ó n d e J e r e m í a s

5 1 Acuérdate, ¡oh Yavé!, de lo que nos ha sobrevenido, | mira y ve nues­

tro oprobio. * I 2 Nuestra heredad ha pa­sado a manos extrañas, | nuestras casas a poder de desconocidos. I 3 Somos como huérfanos, sin padre, | y nuestras madres son como viudas.

4 Bebemos nuestra agua a precio de di­nero, I tenemos que comprar nuestra leña. | 5 Somos perseguidos, llevamos yugo sobre la cerviz, j estamos agotados, no hay para nosotros descanso. | 6 Tendimos la mano a Egipto I y a Asiría para saciarnos de pan. * I 7 Pecaron nuestros padres, mas murieron, ¡ y llevamos sobre nosotros la pena de sus iniquidades,

8 Somos dominados por esclavos | y no hay quien nos libre de sus manos. I 9 Con peligro de la vida, vamos en busca de nuestro pan I ame la espada del de­sierto. I l ü Nueslra piel quema como un horno | por el ardor del hambre.

11 Violaron a las mujeres en Sión, a las vírgenes en las ciudades de Judá. * I l 2 Col­garon de las manos a los príncipes i y no respetaron la persona de los ancianos. I 13 Los mancebos son puestos a la muela I y los niños se lámbale;] 11 bajo la carga de leña. 114 Ya no van los ancianos a la puer­ta, ¡ ya no cantan los jóvenes.

15 Huyó de nuestros corazones la ale­gría, I nuestras danzas se han tornado en luto. * I 16 Cayó de nuestra cabeza la co­rona. I ¡Ay de nosotros, que pecamos! | 17 Se angustia nuestro corazón, ' i se nu­blan nuestros ojos, [ 18 porque el monte de Sión está asolado | y por él se pasean las raposas.

l 9 T ú , ¡oh Yavé!, reinas por siempre, | y tu trono permanece por generaciones y generaciones. * | 20 ¿Nos olvidarás para siempre, I nos abandonarás por muy largo tiempo? I 21 Conviértenos a ti, ¡oh Yavé!, y nos convertiremos. I Danos todavía días como los antiguos. I 2 2 ¿Nos vas a re­chazar enteramente? | ¿Te irritarás contra nosotros hasta el extremo?

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B A R V C

El libro de Baruc no está comprendido en el canon judio ni es admitido por los protestantes, que siguen en esto a aquél. Pero la Iglesia cristiana lo recibió de los apóstoles con la Biblia griega, y a eso nos hemos de atener. Baruc, hijo de Nerías, que figura como autor de este librito, nos es conocido como fiel discípulo y secretario de Jeremías. Pertenecía a una familia noble de Jerusalén, cuyos miembros tomaban parte en los consejos de los reyes. Aunque no parece haber duda sobre la composición del libro en lengua hebrea, hoy sólo se conserva la traducción griega de los LXX. Una de las versiones siríacas parece provenir también del original hebreo. La versión que tenemos en la Vulgata uiene de la ítala y reproduce el texto griego.

El libro habría sido escrito en Babilonia el año quinto de la cautividad (583) y pu­blicado allí entre los cautivos para exhortarlos a penitencia y retraerles del culto de los ídolos. Consta de tres partes: la primera, histórica (1,1-3,8) -„la segunda, sapien­cial (3,0-4,4); la tercera, parenética (4,5-5,9). Lleva como apéndice una carta de Jeremías a los deportados, que es una verdadera sátira contra el culto de los ídolos. Podemos considerar esta carta como una ampliación de la que leemos en el profeta (c.29), y que fue enviada a los cautivos de la primera deportación (597).

G ¡ T T M A T ? T O P R I M E R A P A R T E : Oración del pueblo penitente (1,1-3,8). D U l V I x i J U W S E G U N D A P A R T E : Triple exhortación a la sabiduría, a la paciencia y a la esperanza (3,9-5,9)-—APÉNDICE: Epístola de Jeremías sobre la

vanidad de los ídolos (6).

P R I M E R A P A R T E

1

O R A C I Ó N DEL PUEBLO P E N I T E N T E

(1,1-3.9)

1 Discursos del libro escrito por Ba­ruc, hijo de Nerías, hijo de Masías,

hijo de Sedéelas, hijo de Asadlas, hijo de Helcías, en Babilonia. * 2 El año quinto, el día séptimo del mes quinto, al tiempo en que los caldeos tomaron a Jerusalén y la incendiaron, 3 leyó Baruc los discursos de este libro a Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y a todo el pueblo que venía a oir la lectura del libro, 4 y a los magnates, y a los hijos de los reyes, y a los ancianos, y, en fin, a todo el pueblo, desde el pe­queño hasta el grande, a todos los que habitaban en Babilonia, a orillas del río Sud.

5 Lloraron y ayunaron y oraron ante el Señor; * 6 y recogiendo dinero según las posibilidades de cada uno, 7 l o en­viaron a Jerusalén, a Joaquim, hijo de

Helcías, hijo de Salan, sacerdote, y a los demás sacerdotes y todo el pueblo que se hallaba con ellos en Jerusalén; 8 cuan­do tomó los utensilios de la casa del Se­ñor, que habían sido robados del templo, para volverlos al país de Judá, el día diez de Siván, los vasos de plata que había hecho Sedecías, hijo de Josías, rey de Judá, 9 después que Nabucodonosor, rey de Babilonia, trasladó a Jerusalén a Je-conias y a los príncipes y a los prisioneros y a los magnates, y al pueblo de la tierra, y los llevó de Jerusalén a Babilonia, 10 di­jeron :

Ahí os envío dinero para que con él compréis holocaustos y víctimas por el pecado, e incienso para que hagáis las oblaciones y las ofrezcáis en el altar del Señor, nuestro D i o s , ' " y oréis por la vida de Nabucodonosor , rey de Babilonia, y por la vida de Baltasar, su hijo, para que sean sus días sobre la tierra como los días del cielo, * 12 y nos dé el Señor for­taleza e ilumine nuestros ojos, y vivamos

1 1 La fecha escogida para la lectura fue el aniversario quinto de la toma de Jerusalén por los caldeos, el año 581 (2 Re 25,8).

5 Las disposiciones de los cautivos son muy otras de las que vemos en el libro de Ezequiel antes de la caída de Jerusalén; ahora ya no tenían falsos profetas que fomentasen las ilusiones de un pronto retorno.

I o Aunque el templo estaba en ruinas, no hay por qué negar que para esta fecha los que habían quedado en Jerusalén hubieran acomodado el altar a fin de satisfacer su devoción en aquel sitio, que era el único santuario legítimo de Israel.

II Este Baltasar, hijo de Nabucodonosor, no mencionado en la historia profana, lo leemos tam­bién en Dan 5,12. Las ideas de este párrafo concuerdan con Jer 29,7.

875 BARUC 1-2

bajo la sombra de Nabucodonosor, rey de Babilonia, y bajo la sombra de Bal­tasar, su hijo, y les sirvamos por muchos días y hallemos gracia en su presencia. 1 J Orad por nosotros al Señor, nuestro Dios, porque hemos pecado contra el Se­ñor, nuestro Dios, y la cólera del Señor y su furor no se apartó de nosotros hasta el presente. 14 Leeréis este libro que os enviamos para que lo deis a conocer en la casa del Señor en el día de fiesta y en los días oportunos.

15 Diréis: Del Señor, nuestro Dios, es la justicia; nuestra la confusión y el son­rojo, como se muestra hoy en todo varón de Judá y en los moradores de Jerusa­lén, * 16 y en nuestros reyes, y en nuestros príncipes, y en nuestros sacerdotes, y en nuestros profetas, y en nuestros padres; 1 7 porque pecamos en presencia del Se­ñor, 18 y no le obedecimos ni escucha­mos la voz del Señor, nuestro Dios, ni caminamos por los preceptos del Señor, que él nos dio. 19 Desde el día en que sacó a nuestros padres de la tierra de Egipto hasta hoy, hemos sido rebeldes al Señor, nuestro Dios, y nada hicimos por oir su voz. 20 y así se apegó a nosotros el infortunio y la maldición que el Señor intimó por Moisés, su siervo, al tiempo en que sacó a nuestros padres de Egipto pa ra darles la tierra que mana leche y miel, como aparece en este día. 21 N o es­cuchamos la voz del Señor, nuestro Dios, conforme a todas las palabras de los pro­fetas que nos envió, 2 2 y nos fuimos cada uno según el pensamiento de su mal co­razón, sirviendo a los dioses extraños y cometiendo maldades a los ojos del Se­ñor, nuestro Dios.

21 Cumplió el Señor la palabra que había dado contra nosotros y contra

nuestros gobernantes que regían a Israel, con t ra nues t ros reyes, cont ra nuestros príncipes y contra todo varón de Israel y de J u d á , 2 de traer sobre ellos grandes ma­les cuales no los había hecho debajo de todo el cielo, como fueron hechos en Je­rusalén, según lo que está escrito en la Ley de Moisés: 3 que comeríamos las car­nes de nuestros hijos y de nuestras hijas, 4 y los entregó al poder de todos los reinos nuestros vecinos, para escarnio y espanto de todos los pueblos circunvecinos, en­tre los cuales los dispersó el Señor. 5 Fui­mos abatidos, en vez de ser ensalzados, por haber pecado contra el Señor, nues­tro Dios, desoyendo su voz.

6 Del Señor, nuestro Dios, es la justi­

cia, nuestra y de nuestros padres la con­fusión y el sonrojo, como se ve al presen­te. 7 Los males que el Señor anunció con­tra nosotros, todos nos han sobrevenido. 8 Y no aplacamos el rostro del Señor con­virtiéndonos de los pensamientos de nues­tro corazón perverso. 9 Veló el Señor so­bre el castigo y lo trajo sobre nosotros, porque el Señor es justo en cuanto ha echado sobre nosotros. 1 0 P e r o nosotros no oímos su voz, caminando en los pre­ceptos del Señor que puso delante de nos­otros.

11 Y ahora, Señor, Dios de Israel, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano fuerte, con señales y prodigios, con poder grande y brazo tendido, y te adquiriste un nombre, como se ve al pre­sente : * 12 Hemos pecado, hemos come­tido impiedades e injusticias, Señor, Dios nuestro, contra todos tus justos precep­tos. 13 Apártese tu ira de nosotros, pues hemos quedado reducidos a poco en me­dio de las naciones en que nos has dis­persado.

14 Escucha, Señor, nuestra oración y nuestra plegaria por amor de t i ; líbranos y danos gracia en presencia de los que nos han traído al destierro, 15 para que toda la tierra conozca que tú eres el Se­ñor, Dios nuestro; que tu nombre es in­vocado sobre Israel y sobre su linaje. 16 Señor, mira desde tu santa casa y piensa en nosotros; inclina, Señor, tu oído y escucha. l ' A b r e tus ojos y mira que no proclaman la gloria y la justicia del Se­ñor los muertos que están en el ades, cuyo espíritu abandonó sus e n t r a ñ a s . i 8 Sólo el alma entristecida por la grandeza de los males que padece, que camina encorvada y débil, apagados los ojos, y el alma ham­brienta, pueden, Señor, pregonar tu gloria y tu justicia. 19 Que no apoyados en la justicia de nuestros padres y de nuestros reyes derramamos nuestros ruegos delan­te de tu rostro, Señor Dios nuestro;20 por­que tú has derramado tu ira y tu cólera sobre nosotros, según tenías anunciado por tus siervos, los profetas.

21 Así dijo el Señor: Inclinad vuestros hombros para servir al rey de Babilonia y seguiréis habitando en la tierra que yo di a vuestros padres; 2 2 pero si no escu­cháis la voz del Señor, sirviendo al rey de Babilonia,2 3 haré cesar en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén la voz del gozo y la voz de la alegría, la voz del esposo y la voz de la esposa, y toda la tierra se convertirá en un desierto sin moradores. 2 4 Y nosotros no escuchamos

1 5 Esta confesión de los pecados tiene gran parecido con la que hace Daniel en 9,7 ss. 11 Este recurso a la misericordia de Dios y a su propio hon se lee asimismo en la oración de Daniel, 9,19, y en Ex 32,11.

*y !! Este recurso a la misericordia de Dios y a su propio honor es frecuente en loa profetas, y

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BARÜC 2-3 876

tu vc»7., sirviendo al rey de Babilonia, y tú cumpliste las palabras que habías dado por tus siervos, los profetas, de que echa­rías fuera de sus sepulcros los huesos de nuestros reyes y de nuestros padres. 25 Y, en efecto, han sido arrojados al calor del día y al hielo de la noche. Han muerto en medio de atroces males, de hambre, de espada y de peste; 26 y la casa en que era invocado tu nombre la has puesto como hoy se halla por la maldad de la casa de Israel y de la casa de Judá.

27 Has obrado, Señor, con nosotros se­gún toda tu bondad y toda tu gran mise­ricordia, 28 conforme hablaste por boca de Moisés, tu siervo, al tiempo en que le ordenaste escribir tu Ley en presencia de los hijos de Israel, diciendo: 29 Si no escuchareis mi voz, estad seguros que esta grande y numerosa muchedumbre se vol­verá pequeña en medio de las naciones entre las cuales os dispersaré, 30 pues yo sé que no me oiréis, porque este pueblo es de dura cerviz. Pero volverán en sí en el país de su destierro, 31 y conocerán que yo soy el Señor, su Dios, y les daré un corazón que entienda y unos oídos que escuchen,32 y me alabarán en la tierra de su cautiverio y se acordarán de mi nom­bre, 33 y ablandarán su dura cerviz y de­jarán sus máximas perversas, acordándose del camino de sus padres, que pecaron contra el Señor; 34 y y0 los volveré a la tierra que juré dar en posesión a sus pa­dres, a Abraham, Isaac y Jacob, para que la poseyesen, y los multiplicaré y no serán disminuidos; 35 y estableceré con ellos mi alianza eterna, de ser su Dios y de ser ellos mi pueblo; y no moveré más a mi pueblo de Israel de la tierra que le he dado.

31 Señor todopoderoso, Dios de Is­rael, el alma angustiada y el espíritu

abatido claman a ti. 2 Oye, Señor, y ten piedad; porque hemos pecado contra ti, 3 porque tú te sientas en tu trono para siempre, pero nosotros perecemos sin re­torno, para siempre. 4 Señor todopodero­so, Dios de Israel: oye la oración de los muertos de Israel y de los hijos de los que pecaron contra ti, que no oyeron la voz de su Dios, y por eso la miseria se apegó a ellos. 5 No te acuerdes de las iniquidades de nuestros padres; acuérdate más bien en esta hora de tu diestra y de tu nombre; 6 porque tú eres el Señor Dios nuestro, a quien alabaremos, Señor, ^ que por esto has infundido tu temor en nuestros cora­zones, para que invoquemos tu nombre y te alabemos en nuestro destierro; por­

que hemos alejado de nuestro corazón toda la iniquidad de nuestros padres, que pecaron contra ti. 8 Henos aquí a nosotros hoy en nuestro destierro, donde nos han dispersado para oprobio, castigo y pena, según las iniquidades de nuestros padres, que se apartaron del Señor, nuestro Dios.

SEGUNDA P A R T E

TRIPLE EXHORTACIÓN: A LA SABIDURÍA, A LA PENITENCIA Y A LA ESPERANZA

(3,9-5,9) 9 Oye, Israel, los preceptos de vida;

aplicad los oídos para aprender la pru­dencia. * 10 ¿Qué es esto, Israel? ¿Por qué estás en tierra enemiga, n languideces en tierra extraña? Te has contaminado con los muertos, has sido contado con los que descendieron al ades. 12 Has abandonado la fuente de la sabiduría. t 3 Si hubieras caminado por la senda de Dios, habita­rías en perpetua paz.

14 Aprende dónde está la prudencia, dónde la fortaleza, dónde la inteligencia, para que a la vez conozcas dónde están la loBgsvidad y la dicha, dónde la luz de los ojos y la paz. 1S ¿Quién halló la mo­rada de la sabiduría? ¿Quién encontró sus tesoros? i* ¿Dónde están los príncipes de las naciones y los domadores de las fieras de la tierra? 17 ¿Los que se divierten con las aves del cielo, los que amontonan la plata y el oro, en que confían los hom­bres, que nunca dicen «Basta» en su ava­ricia?

18 ¿Dónde están los que funden con fa­tiga la plata, con operaciones casi innu­merables? 19 Han desaparecido, han ba­jado al ades, y otros surgieron en su lu­gar. 20 Los jóvenes que vieron la luz y habitaron sobre la tierra tampoco cono­cieron el camino de la ciencia 21 ni dieron con sus senderos; sus hijos no lograron adueñarse de ella, están muy alejados de sus caminos.

22 No supieron de ella en Canán, ni en Teman fue vista. * 23 Los hijos de Agar conocen la ciencia humana; los mercade­res de Madián y de Tema, los fabulistas y los que se afanan por adquirir prudencia e inteligencia, no conocieron el camino de la sabiduría ni dieron con sus sendas.

24 ¡Oh Israel, cuan grande es la casa de Dios y cuan vasto su dominio! 25 Es muy grande y no tiene término, alto e inmenso. 2 Í Allí nacieron los gigantes, los famosos desde la antigüedad, que eran de alta es-

3 ' Esta segunda sección contiene una exhortación a buscar la sabiduría, que Israel posee en la ley divina.

2 2 Estos pueblos son con frecuencia mencionados en la Escritura como sabios (cf. Ez 28,41 s.¡ Zac 9,2; Jer 49,7).

877 BARÜC 3-4

tatura, diestros en la guerra. * 27 Pero no eligió Dios a éstos ni les dio a conocer el camino de la sabiduría, 28 y así perecieron por falta de prudencia, perecieron por su necedad.

29 ¿Quién subió al cielo y se apoderó de ella y la hizo descender de las nubes? 30 ¿Quién atravesó los mares y la descu­brió y la trajo con preferencia al oro más puro? 31 No hay quien conozca sus caminos ni quien tenga noticia de sus senderos; 32pero el que sabe todas las cosas la conoce y con su inteligencia la descubre.

El que cimentó la tierra para siempre y la pobló de vivientes; 33 el q u e manda a la luz, que luego se pone en marcha; la llama él, y ella le obedece temblando. 34 Los astros brillan en sus atalayas y en ello se complacen. 35 Los llama y contes­tan: Henos aquí. Lucen alegremente en honor del que los hizo.

36 Este es nuestro Dios, ninguno otro cuenta a su lado para nada. 37 El conoce todos los caminos de la sabiduría y se la concedió a Jacob, su siervo, y a Is­rael, su amado. 38 Hizo, además, que se dejara ver en la tierra y conversara con los hombres*.

41 Es el libro de los mandamientos de Dios y la Ley perdurable para

siempre. Los que la guarden alcanzarán la vida; los que la abandonen caerán en la muerte. 2 Vuélvete a ella, Jacob, y abrázala; camina al resplandor de su luz. 3 No des a otros tu gloria, ni tu dig­nidad a una nación extraña.4 Somos bien­aventurados, Israel, porque conocemos lo que a Dios place.

5 Cobra aliento, pueblo mío, cuyo nom­bre de gloria es Israel. * * Fuisteis vendi­dos a las naciones, mas no para ruina. Porque habéis irritado a Dios, fuisteis entregados a los enemigos. 7 Habéis irri­tado al que os hizo, sacrificando a de­monios, a no dioses. 8 Os olvidasteis de quien os engendró, el Dios eterno; tra­jisteis la tristeza sobre la que os crió, Jerusalén, 9 que vio venir sobre vosotros la cólera de Dios y dijo:

Oíd, naciones vecinas de Sión: Dios ha echado sobre mí un gran duelo. * 10 Vi el cautiverio de mis hijos y mis hijas, que el Eterno trajo sobre ellos. 11 Con alegría los había criado y los des­pedí con llanto y duelo, i2 Nadie se ale­

gre de verme viuda y abandonada de todos. Quedé desierta por los pecados de mis hijos, porque se apartaron de la Ley de Dios I3 y despreciaron sus manda­mientos y no anduvieron por los cami­nos de los preceptos divinos ni marcha­ron por las sendas de la doctrina ajustada a su justicia.

14 Venid, pueblos vecinos de Sión, y acordaos del cautiverio de mis hijos y mis hijas que trajo sobre ellos el Eterno.. 15 Trajo contra ellos una nación lejana, una nación insolente, de lengua extraña, que no respetaron al anciano ni se com­padecieron del niño 1* y se llevaron el consuelo de la viuda, dejándola sola, sin sus hijos. 17 Pues ¿qué socorro podría daros yo? ¿Cómo podría yo socorreros? 18 Sea el que trajo este infortunio quien os libre del poder de vuestros enemigos.

19 Id, hijos míos, id, que yo me quedo sola, abandonada, 20 despojada de la tú­nica de la alegría, vestida del saco de la plegaria. Siempre, mientras me dure la vida, estaré clamando al Señor. 21 Y vos­otros, hijos míos, valor; clamad también al Señor y El os librará de la domina­ción de los enemigos.

J 1 Yo espero del Eterno vuestra reden­ción, del Santo me vendrá la alegría, por la misericordia del Eterno, nuestro Sal­vador, que pronto vendrá sobre nosotros. 23 Con llantos y con duelo os despido, con alegría y con gozo eterno me seréis devueltos por Dios. 24Pues como ahora ven los pueblos vecinos de Sión vuestro cautiverio, así os verán pronto redimidos por Dios con redención espléndida y glo­riosa del Eterno.

25 Soportad, hijos míos, con paciencia la cólera que sobre vosotros viene de parte de Dios. El enemigo os persigue; mas pronto verás su perdición y pon­drás el pie sobre su cuello.

26 Van mis delicadas hijas caminando por ásperos caminos, van arrastradas co­mo rebaño robado por los enemigos. 27Tened ánimo, hijas mías; clamad a Dios, que ya se acordará de vosotras quien os hizo ir. 28 Pues como os incli­nasteis a apartaros de Dios, así, conver­tidas, le buscaréis con multiplicado ar­dor, 29 pues el que trajo sobre vosotras el castigo os traerá con la redención la eterna alegría.

30 Ten ánimo, Jerusalén. El que te dio

26 Los gigantes son aquellos de que se hace referencia no pocas veces, sobre todo en los prime­ros libros de ¡a Biblia, v.gr., los hijos de Enac (Dt 1.28; 2,10).

3 8 Esta aparición de Dios no es otra que la del Sínaí, como lo muestra claro el texto siguiente. La ley divina era el más grande tesoro de sabiduría para Israel (Dt 4,6; Eclo 24,32 ss.).

A 5 Comienza ahora otro discurso consolatorio, dirigido al pueblo cautivo. • 9 Hermoso discurso puesto en boca de Jerusalén, que consuela a sus hijos con la esperanza eD

Dios.

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BARUC 4-6 878

su nombre te consolará. * 31 ¡Desdichados los que te maltrataron y se alegraron de tu caída! 3 2 ¡Desgraciadas las ciudades en que tus hijos estuvieron esclavizados, des­dichada la que os tuvo cautivos! 33 Pues así como se alegró en tu ruina y se re­gocijó en tu caída, así habrá de entriste­cerse de su propia soledad. 34 Yo la pri­varé de la alegría de sus muchedumbres, y su orgullo se convertirá en duelo , 3 5 pues el Eterno mandará sobre ella el fuego por largos días y por mucho tiempo será habitación de demonios.

3 6 Mira hacia el oriente, Jerusalén, y contempla la alegría que te viene de Dios. 3 7 Mira que llegan tus hijos, aquellos de quienes tuviste que despedirte. Llegan con­gregados desde el oriente y el occidente por la palabra del Santo, llenos de ale­gría por la gloria de Dios.

5 1 Despójate, Jerusalén, de tu saco de duelo y aflicción; vístete para

siempre los ornamentos de la gloria que te viene de Dios ; * 2 envuélvete en el manto de la justicia que Dios te envía; ponte en la cabeza la mitra de gloria del Eterno, 3 que Dios hará ver tu gloria a toda nación debajo del cielo. Te lla­mará por siempre Paz de la justicia y Gloria de la piedad.

5 Levántate, Jerusalén, sube a lo al to; mira hacia oriente y contempla a tus hijos, reunidos desde el ocaso del sol hasta su orto por la palabra del Santo, regocijados por haberse acordado Dios de ellos. « D e ti partieron a pie, arras­trados por los enemigos; pero Dios te los devuelve traídos con honor, como hijos de reyes. 7 Porque Dios dispuso hu­millar todo monte alto y todo collado eterno, rellenar los valles hasta igualar la tierra, para que caminase Israel con seguridad para gloria de Dios. 8 Los bosques y todo árbol aromático darán sombra a Israel por disposición divina. 9 Sí, Dios mismo traerá a Israel Heno de alegría a la luz de su gloria con la mise­ricordia y la justicia que de El vienen

APÉNDICE

EpfsTOLA DE JEREMÍAS SOBRE LA VANIDAD

DE LOS ÍDOLOS

(6)

6 Copia de la epístola que remitió Je­remías a los que habían sido lleva­

dos cautivos a Babilonia por Nabucodo-nosor, rey de los babilonios, a fin de comunicarles lo que Dios le había or­denado :

1 Por los pecados que habéis cometido contra Dios fuisteis llevados cautivos a Babilonia por Nabucodonosor, rey de los babilonios. * 2 Llegados, permanece­réis ahí muchos años, un tiempo largo, hasta siete generaciones, pasadas las cua­les os sacaré de ahí en paz. 3 Ahora bien, en Babilonia veréis dioses de plata, de oro y de madera, llevados a hombros , que infunden temor a los gentiles.4 Cuan­to a vosotros, guardaos de asemejaros a los extraños y que el temor de tales dio­ses no se apodere de vosotros 5 al ver la multitud apiñada delante y detrás de ellos adorándolos. Vosotros decid en vuestro corazón: A ti, Señor, se te ha de adorar. 6 Mi ángel está con vosotros y es quien vela por vuestras almas.

7 Esos dioses los hace un artífice, los cubre de oro y plata, pero son mentira, no pueden hablar. 8 Como para donce­lla amiga de aderezarse, toman el oro 9 y fabrican coronas, que colocan en la cabeza de sus dioses. Y tal vez acontece que los sacerdotes roban a los dioses el oro y la plata y la emplean para ador­narse ellos i° y aun para regalárselos a las meretrices que moran bajo su techo. Como a hombres visten a los dioses de plata sus vestidos y a los dioses de oro y de madera, n pero no pueden evitar la herrumbre ni la carcoma vestidos con sus trajes de púrpura. , 2 Hay que lim­piarles el rostro para quitarles el polvo que se levanta en su templo y en abun­dancia se deposita sobre ellos. 13 Tienen un cetro como el juez de un distrito, mas no pueden quitar la vida a quien los ofende. 14 Tienen asimismo un puñal o un hacha en su diestra, pero no se de­fenderán del enemigo ni del ladrón. Por

30 Aquí es el profeta el que se dirige a Jerusalén, dándole seguridades sobre la promesa de res­tauración antes expresada y mostrándole ya el próximo cumplimiento.

O l En esta parte del discurso se nota más el parecido de nuestro profeta con Isaías (60,14 s s 0.

61 Esta epístola es una verdadera sátira contra el culto de los ídolos. Como es de estilo en la sátira, el autor acentúa los rasgos ridículos, atribuyendo a ios gentiles el sentir común de la

gente ruda, y en lo que tal vez incurrían los mismos hebreos cuando se dejaban arrastrar a la idola­tría. Para comprender semejante modo de hablar conviene tener en cuenta que el segundo pre­cepto del decálogo imponía la adoración de Yavé sin imagen alguna. La razón de tal precepto era cortar de raíz la concepción grosera de Dios, asimilándolo a sus imágenes, y también la materiali­zación del culto, como ocurría entre los paganos, y esto aun en las naciones más cultas.

879 BARUC 6

lo que se pone de manifiesto que no son dioses. N o los temáis, pues.

15 Así como cualquier utensilio que un hombre tiene, si se quiebra, no es ya de utilidad, I 6 así son sus dioses. Colocados en sus templos, los ojos se les llenan de polvo, levantado por los pies de los que allí entran. 17 Y así como al criminal que ofendió al rey o al condenado a muerte se le cierran las puertas de la prisión, asi los sacerdotes aseguran sus templos con puertas, con cerrojos y con palan­cas para que no sean robados por los l a d r o n e s . l s Encienden lámparas para ellos

delante las ofrsndas. 2 7 Los sacerdotes, vendiendo las víctimas sacrificadas, se aprovechan de ellas. Y asimismo sus mu­jeres ponen en sal una porción de ellas y no dan nada al pobre ni al débil. 28 Son manoseados por mujeres impuras por el parto o la menstruación. Conociendo, pues, por todo eso que no son diosas, no debéis temerlos.

2 5 ¿Cómo, pues, llamarlos diosas? Pues hasta mujeres presentan sus ofrendas a semejantes dioses de plata, de oro y de madera; 3 0 y en sus templos los sacerdo­tes están sentados, rasgadas las túnicas,

Dioses asirlos Llevada en procesión

y en mayor número que para sí mis­mos, pero los dioses no pueden ver nin­guna. 19 Son como las vigas del templo, de las cuales se dice que les carcomen el corazón los gusanos que nacen de la tierra, y devoran así sus vestidos sin que ellos lo adviertan. 2 0 Su rostro se enne­grece por el humo del templo. 21 Sobre su cuerpo y sobre su cabeza se arrojan las lechuzas, las golondrinas y otras aves, y aun los gatos. 2 2 Por donde conoceréis que no son dioses. N o los temáis, pues.

23 El oro que para su ornato los cu­bre, se empaña, y si no lo limpian, no brilla; ni aun cuando fueron fundidos sintieron nada. 2 4 Fueron comprados a este o al otro precio y no hay en ellos ni un soplo de vida. 2 5 Aun teniendo pies, tienen que ser llevados en hombros, mostrando con esto a los hombres su ignorancia, para confusión de los que los sirven. 2 6 Si alguna vez caen en tie­rra, no se levantan por sí mismos, y una vez puestos en pie, no pueden mover­se; y como a los muertos, así les ponen

rapadas la cabeza y la barba y descu­bierta la cabeza, 31 y aullan y gritan de­lante de ellos como en una cena fúne­bre. 3 2 D e sus vestidos roban los sacer­dotes para vestir a sus mujeres y a sus hijas. Hágaseles mal o hágaseles bien, ellos no pueden corresponder. 33 N o pue­den ni poner ni quitar, 34 ni pueden dar riqueza ni dinero, ni una pieza de cobre. Si alguno les hace un voto y no lo cum­ple, no reclaman. 35 Ni libran al hom­bre de la muerte ni arrancan al débil de las manos del fuerte. 3« N o son capa­ces de dar vista al ciego ni de librar al hombre que se halla en necesidad. 37 N o pueden compadecerse de la viuda ni ha­cer bien al huérfano. 38 Son semejantes a piedras arrancadas del monte. Son dio­ses de madera, dorados y plateados, y serán confundidos los que los sirven. 3 9 ¿Cómo, pues, vamos a creer y decir que son dioses?

4" Los mismos caldeos los deshonran. Cuando ven a un mudo que no puede hablar, lo conducen a Bel, pidiéndole que

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BARUC 6 880

le ció el habla, siendo como es el dios incapaz de oírlos. 4i Y sabiendo esto, no piensan en dejarlos, porque no tienen co­nocimiento. 4*Y las mujeres, ceñidas de cordones, se sientan en los caminos que­mando salvado; 4 3 y cuando alguna de ellas, solicitada, se la lleva un transeúnte y duerme con ella, injuria a las vecinas por no haber merecido ese honor de que le rompieran el cordón.

44 Todo lo que con estos dioses se hace es un embuste. ¿Cómo, pues, vamos a creer y decir que son dioses? 45 Han sido fabricados por artífices y orfebres y no podrán ser sino lo que quieran los artí­fices. 4<> Los mismos que los fabrican no viven largo tiempo: ¿cómo va a vivir lo que ellos fabricaron? 47 Han dejado para los venideros mentira y oprobio. 48 Cuan­do sobre ellos viene la guerra o la cala­midad, deliberan entre si los sacerdotes dónde podrán ocultarse con ellos. 49 ¿Có­mo, pues, no comprenden que no son dioses los que ni a sí mismos se libran de la guerra ni de las calamidades? 50 Luego se ve que, siendo de madera, dorados y plateados, son un embuste para todas las naciones y los reyes y quedará manifiesto que no son dioses, sino obras humanas y que no hay en elios nada divino.

51 ¿Quién, pues, no conocerá que no son dioses? 52 No podrán jamás hacer un rey en la región ni dar a los hombres la lluvia. 53 Su propia causa no podrán defenderla, ni protegerse contra la injus­ticia por su impotencia. 54 Son como las cornejas, que vuelan entre el cielo y la tierra. Y si alguna vez prende el fuego en los templos de estos dioses de madera dorada o plateada, sus sacerdotes se sal­van con la huida, pero ellos se queman como vigas en medio de las llamas. 55 Ni a un rey ni a los enemigos resistirán. 5<¿Cómo, pues, admitir o pensar que son dioses?

Ni de ladrones ni de salteadores se salvan estos dioses de madera, plateados y dorados. S7 Cualquiera más fuerte les arrebatará el oro y la plata y el vestido de que están cubiertos, y se marcharán, I

sin que los dioses puedan auxiliarse. 58 De suerte que mejor es un rey, que puede hacer ostentación de su poder, o un utensilio cualquiera en una casa, del cual se sirve su dueño, que estos djoses falsos. Y hasta la puerta de una casa protege las cosas que hay en ella mejor que esos falsos dioses, y una columna de madera en un palacio real vale más que ellos 59 Y no digamos del sol, de la luna y de las estrellas, que alumbran, puestas para utilidad de los hombres. 60 Y asi­mismo el relámpago, cuando brilla, se hace ver bien; y el viento sopla en toda la tierra; 61 y las nubes, cuando Dios las ordena pasar por encima de ella, cum­plen el mandato; 62 y el fuego, enviado de arriba para consumir los montes y las selvas, hace lo que le es mandado. Sus dioses ni por la belleza ni por la potencia son a estas cosas comparables. w No debe, pues, creerse ni decirse que son dioses, no siendo capaces de hacer justicia ni de hacer bien a los hombres. 64 Conociendo, pues, que no son dioses, no los temáis.

65 Son incapaces de maldecir o bende­cir a los reyes. 66 Ni pueden dar en el cielo señales a las naciones, ni pueden, como el sol, alumbrar, ni iluminar como la luna. 67 Las fieras mismas saben más que ellos, porque huyendo a su madri­guera pueden salvarse a sí mismas. 6» No se ve, pues, por modo alguno que sean dioses; por tanto, no los temáis.

69 Así como en el melonar nada guar­da el espantajo, así sus dioses de madera, dorados y plateados. 70 Más parecen es­pino en huerto, sobre el cual todos los pájaros se posan. Son también estos dio­ses de madera, dorados y plateados, se­mejantes a un muerto arrojado al se­pulcro tenebroso. 71 Por la púrpura y el lino que sobre ellos se envejece conoce­rás que no son dioses. Y ellos mismos serán más tarde consumidos, viniendo a ser el oprobio de la tierra. 72 Mejor es, pues, el hombre justo, que no tiene ído­los, porque está muy lejos de tener que temer el oprobio.

E Z E Q U I E L

1. Ezequiel, hijo de Buzi, que formaba parte de los deportados con Jeconías 0H 595> era de familia sacerdotal. Su vida, por tanto, se había pasado en el ejercicio del ministerio sacerdotal, en Jerusalén. Nabucodonosor instaló a los cautivos a orillas del río Quebar, uno de los muchos canales que, derivados del Eufrates, servían para regar la Caldea. Tel-Abib era la localidad en que habitaba el profeta cuantío co­menzó a profetizar. Allí tenía su casa, donde vivía con su mujer, «las delicias de sus ojos» (24,16). No parece que tuviera hijos. A pesar del castigo, los deportados no habían entrado por los caminos de la penitencia: continuaban entregados a la idola­tría, ilusionados por los falsos profetas que entre ellos había, con la esperanza de volver pronto a la patria. La carta de Jeremías disuadiéndoles de ello no había hecho ninguna mella en sus corazones (Jer 29,1 ss.).

2. El año quinto del cautiverio ("593), Ezequiel fue llamado por Dios al minis­terio profético del modo más solemne. Con aquella misteriosa visión que se nos des­cribe en los capítulos 1-3, Dios quiso dar a entender a los cautivos que no sólo enjudd y en el templo moraba Yavé, sino también en la Caldea, en medio de ellos, y que allí inspiraba a un profeta para que en nombre suyo les hablase. Y, efectivamente, Eze­quiel comenzó su misión con un estilo lleno de símbolos, a modo de parábolas, y mez­clado de acciones también simbólicas, que son la nota característica en los uatictnios de nuestro profeta. En éstos insiste, sobre todo, en las prevaricaciones idolátricas de Israel y Judd, que a veces describe hasta con crudeza. La primera parte de su libro (1-24) tiende a convencer a sus oyentes, la casa rebelde, del castigo irrevocable de

Jerusalén, cuyos pecados describe para justificar la conducta de Dios hacia ella. Son notables sobre esto los capítulos 16 y 23. Cuando la sentencia del Señor se ha cumplido, entonces Ezequiel muda de tono y habla ya del retomo, de la penitencia, de la miseri­cordia del Señor, de la restauración mesidnica (33-39). Tiene también su sección de vaticinio contra las naciones gentílicas (2S-32), entre las cuales se destacan las de Tiro (26,1-28,19,) y de Egipto (29-32). Es notable la última sección del profeta (40-48), en que nos describe en forma verdaderamente geométrica la restauración de Israel después del cautiverio: el templo, la ciudad, sus arrabales y la tierra toda de Palestina, repartida por igual entre las doce tribus. Es claro que esto no responde a la realidad histórica. Es uno de tantos símbolos, una descripción que ha de interpretarse a modo de parábola, cuyo sentido es el mismo que este profeta y los otros nos ofrecen en forma más llana en otros lugares.

3. ignoramos la fecha de la muerte de Ezequiel, que debió de ocurrir en Caldea después de $70. Con su misión contribuyó a renovar el espíritu religioso entre los de­portados. Gracias a él, cuando sonó la hora de Dios no faltaron millares de israelitas que, curados de sus antiguas idolatrías, voititesen a Judá dispuestos a secundar ¡os pla­nes de Dios, preparando la llegada del Mesías y de su salud.

4. Ha debido de ser el mismo profeta quien coleccionó sus vaticinios, que por eso se hallan en mejor orden que los de los profetas anteriores.

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EZEQDIEL 1 882

S i l l\1 A l i T O P R I M E R A P A R T E : Vocación del profeta y juicios de Dios J U 1 . 1 I U U U sobre Judá (1,24).—SEGUNDA P A R T E : Vaticinio sobre las naciones (25-32).—TERCERA P A R T E : Vaticinios consolatorios de Israel (33-39)-—CUARTA P A R T E : Cuadro de la restauración mesiánica (40-48).

12 Todos marchaban de frente, a don­de los impelía el espíritu, sin volverse para atrás. 13 Había entre los vivientes fuego como de brasas encendidas cual antorchas, que discurría por entre ellos, centelleaba y salían de él rayos. 1* Los

P R I M E R A P A R T E

VOCACIÓN DEL PROFETA Y JUICIOS DE

D I O S SOBRE J U D Á

(1-24)

Vis ión d e la g lo r í a d e D i o s

1 1 Por espacio de unos treinta años fue dirigida la palabra de Yavé a

Ezequiel, hijo de Buzi, sacerdote, en tie­rra de tos caldeos, junto ai río Quebar. 2 E! año quinto de nuestra cautividad, el día cinco del mes cuarto, estando yo entre los cautivos en las riberas del río Quebar, se abrieron los cielos y tuve vi­sión de Dios 3 y fue sobre mí la mano de Yavé. *

4 Miré y vi venir del septentrión un nublado impetuoso, una nube densa, en torno de la cual resplandecía un remo­lino de fuego, que en medio brillaba co­mo bronce en ignición. 5 En el centro de ella había semejanza de cuatro seres vivientes, cuyo aspecto era éste: tenían semblante de hombre, * <• pero cada uno tenía cuatro aspectos y cada uno cuatro alas. 7 Sus pies eran derechos y la planta de sus pies era como la planta del toro. Brillaban como bronce en ignición. 8 Por debajo de las alas, a los cuatro lados, salían brazos de hombre ; todos cuatro tenían el mismo semblante y las mismas alas, 9 que se tocaban las del uno con las del otro. Al moverse no se volvían para atrás, sino que cada uno iba cara adelante. 1» Su semblante era éste: de hombre, por delante, los cuatro; de león a la derecha, los cuatro; de toro a la iz­quierda, los cuatro, y de águila por de­trás, los cuatro. * 1 ] Sus alas estaban des­plegadas hacia lo alto, dos se tocaban la del uno con la del otro y dos de cada uno cubrían su cuerpo.

•J 3 En el original estos primeros versículos no hacen sentido. La corrección introducida nos • parece totalmente fundada, para lo cual nos apoyamos en el encabezamiento de los libros de

otros profetas y de muchos capítulos de Ezequiel. El texto, según se halla en hebreo, dice asi: «* El año treinta, en el cuarto mes, el cinco del mes, estando yo en medio de los cautivos junto

al rio Quebar, se abrieron los cielos y vi visiones de Dios. »2 El día quinto del mes del año quinto de la cautividad del rey Joaquim, 3 fue dirigida la palabra

de Yavé a Ezequiel, hijo de Buzi, sacerdote, en la tierra de los caldeos, junto al rio Quebar. Fue allí sobre él la mano de Yavé».

5 La imagen de estos seres, que para realzar la majestad de Dios nos presenta el profeta en esta visión, es imitación de los Kartbu, que los asirios y babilonios colocaban como guardianes a las puer­tas de sus palacios y templos. En ella se reúnen los cuatro reyes del reino animal: el hombre, el león, el toro y el águila.

1 ° El arte mesopotámico nos ofrece la explicación de este pasaje con las estatuas de sus Karibu, seres divinos con cabeza y a veces con manos de hombre, alas de águila, cuerpo de toro y cola y pa­tas de león (véase el grabado).

Querub asirio

vivientes se movían en todas direcciones semejantes al rayo. " Mirando a los vi­vientes descubrí junto a cada uno, a los cuatro lados, una rueda que tocaba la tierra. l« Las ruedas parecían de turque­sa, eran todas iguales y cada una dispues­ta como si hubiese una rueda dentro de otra rueda. 17 Marchaban hacia los cua­tro lados y no se volvían al caminar, i» Mirando, vi que sus llantas estaban todo en derredor llenas de ojos. 19 Al ir los vivientes giraban junto a ellos las ruedas, y al levantarse los vivientes so­bre la tierra se levantaban las ruedas.

883 EZEQUIEL 1-3

20 Hacia donde los impelía el espíritu a marchar, marchaban, y las ruedas se al­zaban a la ver con ellos, porque tenían las ruedas espíritu de vida. 21 Cuando iban ellos, iban las ruedas; cuando ellos se paraban, se paraban ellas, y cuando se alzaban de la tierra, se alzaban, porque había en las ruedas espíritu de vida.

22 Sobre las cabezas de los vivientes había una semejanza de firmamento, co­mo de portentoso cristal, tendido por en­cima de sus cabezas, 23 y por debajo del firmamento estaban tendidas sus alas, que se tocaban dos a dos, la del uno con la

El dios Asur rodeado del arco iris

del otro, mientras las otras dos de cada uno cubrían su cuerpo. 24 Oía el ruido de las alas, como ruido de río caudaloso, como ruido de truenos, cuando marcha­ban, como estruendo de campamento; cuando se detenían plegaban las alas.

2 5 Y se dejó oir una voz encima del firmamento que estaba sobre sus cabe­zas. 26 Sobre el firmamento que estaba sobre sus cabezas había una apariencia de piedra de zafiro a modo de trono, y sobre la semejanza del t rono, en lo alto, una figura semejante a un nombre que se erguía sobre él; * 2 7 y lo que de él apa­recía de cintura arriba era como el ful­gor de un metal resplandeciente, y de cintura abajo, como el resplandor del fuego, y todo en derredor suyo resplan­decía. 28 El esplendor que le rodeaba todo en torno era como el del arco que apa­rece en las nubes en día de lluvia. Esta era la apariencia de la imagen de la glo­ria de Yavé. A tal vista caí rostro a tierra, pero oí la voz de uno que me hablaba.

V o c a c i ó n de l p r o f e t a

21 Y me dijo: Hijo de hombre, pon­te en pie, que voy a hablarte. 2 y

en hablándome, entró dentro de mí el

espíritu, que me puso en pie, y escuché al que me hablaba. 3 Me dijo: Hijo de hombre, yo te mando a los hijos de Is­rael, al pueblo rebelde, que se ha rebe­lado contra mí ; ellos y sus padres peca­ron contra mí hasta el día de hoy. * 4 Son gente de cara dura y de corazón empedernido esos a quienes te mando. Diles: Así dice el Señor, Yavé. 3 Acaso te escuchen. Y si no te escucharen, pues son gente rebelde, al menos conocerán que hay entre ellos profeta. 6 Tú, hijo de hombre, no los temas ni tengas mie­do a sus palabras, aunque te sean cardos y zarzas y habites en medio de escorpio­nes. N o temas sus palabras, no tengas miedo de su cara, porque son gente re­belde. 7 Diles lo que yo te diga, óigante o no te oigan, porque son muy rebeldes. 8 Tú, hijo de hombre, escucha lo que yo te digo, no seas tú también rebelde, como la casa rebelde. Abre la boca y come lo que te presento. ' Miré y vi que se ten­día hacia mí una mano que tenía un rollo. Lo desenvolvió ante mí y vi que estaba escrito por delante y por detrás, y lo que en él estaba escrito eran lamentaciones, elegías y guayes.

3 1 Y me dijo: Hijo de hombre, co­me eso que tienes delante; come ese

rollo y habla luego a la casa de Israel. * 2 Yo abrí la boca e hízome él comer el rollo, 3 diciendo: Hijo de hombre, llena tu vientre e hinche tus entrañas de este rollo que te presento. Yo lo comí y me supo a mieles. 4 Luego me dijo: Hijo de hombre : Ve, llégate a la casa de Israel y habíales mis palabras. 5 Mira que no eres enviado a un pueblo de habla abs-trusa. * N o es a pueblos remotos, cuyas palabras no entiendes. ¡Ah!, si a éstos te enviara, seguramente te escucharían. * ' La casa de Israel, por lo contrario, n o querrá oírte, porque no quieren oirme a mí, porque toda la casa de Israel tiene frente altanera y corazón contumaz. 8 Pe­ro yo te doy un rostro tan firme como el de ellos y una frente dura cuanto las fren­tes suyas, 9 tan dura como el diamante, más que el pedernal. N o los temas ni te atemorices ante ellos, porque son casa re­belde.

WDíjome también: Hijo de hombre, todas las palabras que yo te diga, recó­gelas en tu corazón y dales atento oído,

** Estos versos nos presentan envuelta en misterioso simbolismo la imagen de Yavé. La pin­tura parece inspirada en la imagen del dios Asur, vestido de luz y rodeado del arco iris (véase el grabado).

23 Esta misión se parece a las de Isaías (6) y Jeremías (1), enviados también a un pueblo rebelde a la voz de Dios, que les habla por sus profetas.

3 * Aunque muy material, esta imagen viene a significar la asimilación de las relaciones divinal por el profeta. 6 Estas palabras nos traen a la mente las de Jesús a las ciudades incrédulas (Mt 11,20-24).

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EZEQUMX 3-4 884

Ji y ve luego y llégate a los deportados, a los hijos de tu pueblo, y habíales, di-ciéndoles: Así dice el Señor, Yavé, óigan­te o no te oigan. 12 Entonces me arreba­tó el espíritu y oi tras de mí un estruendo de fuerte terremoto al elevarse la gloria de Yavé de su lugar; * 13 y oí el rumor de las alas de los cuatro seres que daban la una contra la ctra y el ruido de las rue­das, ruido de gran terremoto. 14 Entonces me alzó el espíritu y me arrebató. Yo an­daba amargado y malhumorado en mi alma; pero fue sobre mí la mano de Yavé, que me confortó.

15 Llegué así a los deportados de Tel-Abib, que habitaban en la ribera del río Quebar, a la región donde moraban, y estuve entre ellos atónito durante siete días. 16 Al cabo de los siete días me fue dirigida la palabra de Yavé, diciendo: 17 Hijo de hombre, yo te he dado por atalaya a la casa de Israel. Tú oirás las palabras de mi boca y de mi parte los amonestarás. 18 Si yo digo al malvado: «¡Vas a morir!», y tú no le amonestares y no le hablares para retraer al malvado de sus perversos caminos para que viva, él, el malvado, morirá en su iniquidad, pero yo te demandaré a ti su sangre. 19 Mas si, habiendo tú amonestado al mal­vado, no se convierte él de su maldad y de sus perversos caminos, él morirá en su iniquidad, pero tú habrás salvado tu alma. 20 Y si se apartare el justo de su justicia, cometiendo maldad, y pusiere yo una trampa delante de él, él morirá. De no haberle amonestado tú, morirá en su pecado y no se recordarán las obras buenas que hubiere hecho, pero yo te demandaré a ti su sangre. 21 Pero si tú amonestaste al justo para que no pecara y dejare de pecar, vivirá él, porque fue amonestado, y tú habrás salvado tu alma. *

El profeta, cautivo en su casa 22 Fue aquí de nuevo sobre mí la ma­

no de Yavé, que me dijo: Levántate, vete al campo y allí te hablaré.23 Levánte­me y salí al campo y vi que estaba allí la gloria de Yavé, como la gloria que

12 En los Salmos (17,11; 104,3) se dice que Dios hace de las nubes su carro y camina sobre las alas de los vientos; aquí le vemos, a semejanza de los reyes, caminar sobre su carro. Pero este carro y su atalaje está formado por cuatro querubines atados y animados y con ruedas para moverse mejor en todas direcciones. Encima de ellos está una bóveda, que representa al firmamento, la morada celeste de Dios. Está Yavé sentado en su trono, vestido de luz y rodeado del arco iris (Ap 4,2-11).

2 1 Estas palabras del Señor indican la grave responsabilidad que pesa sobre el profeta. 24 Esta orden de Dios a su profeta parece que se dirige a llamar la atención del pueblo sobre el

profeta mismo, a quien hasta entonces no conocía como inspirado de Dios. A 1 En esta tableta de arcilla, como las usadas por los babilonios para escribir los textos cunei-^* formes, el profeta debe dibujar la ciudad de Jerusalén y representar a los ojos del pueblo el asedio de la misma.

6 Ya se deja entender que estas palabras no implican un mandato que el profeta debe ejecutar, pues no sería posible sin un milagro. Es una parábola para significar con aproximación la duración del cautiverio. Mira a ios dos reinos: el de Israel, deportado el 721, y el de Judá, que lo estaba c hacía cinco años y lo sería más completamente dentro de poco.

había visto en la ribera del Quebar, y cal rostro a tierra; 24pero e n t ró en mí el espíritu y me puso en pie y me habló Yavé, diciéndome: Ve y enciérrate en tu casa. * 25 Tú, hijo de hombre, verás que echan cuerdas sobre ti y te atan con ellas, y ya no podrás salir a ellos. 26 Y haré que se te pegue la lengua al paladar y que­darás mudo y no serás ya para ellos un censor, porque es casa rebelde; 27m as cuando yo te hable abriré tu boca y en­tonces les dirás: Así habla el Señor, Ya­vé; el que oiga, oiga, y el que no quiera oir, no oiga, porque es casa rebelde.

El plano de Jerusalén asediada 4 1 Tú, hijo de hombre, toma una ta-* bleta de arcilla y póntela delante. Traza en la tableta el plano de una ciu­dad, Jerusalén. * 2 Pon contra ella cerco, alza contra ella torres, haz vallado, asien­ta campamento delante de ella y pon contra ella arietes en derredor. 3 Toma luego una plancha de hierro y ponía como muro de hierro entre ti y la ciudad, y dirige a ella tus miradas. El cerco será estrecho, y lo estrecharán cada vez más. Es señal para la casa de Israel.

El profeta, cargado con las iniquida­des de Israel y de Judá

4 Échate después sobre tu lado izquier­do y pon sobre él las maldades de la casa de Israel. Tantos días como sobre él yazcas, expiarás en ti la iniquidad suya. 5 Los años de su expiación te los computo a ti por días; ciento noventa días expia­rás las iniquidades de la casa de Israel. 6 Acabados éstos, te echarás del lado de­recho para expiar a su vez las iniquida­des de la casa de Judá por cuarenta días, computándote cada día por un año. *

7 Dirigirás tus miradas contra el muro de Jerusalén, tendiendo el brazo y pro­fetizando contra ella. 8 Yo te ataré con cuerdas para que no puedas volverte de un lado al otro mientras no se cumplan los días de tu atadura.

885 EZEourEL 4-6

El pan, tasado e inmundo • Coge también trigo, cebada, habas,

lentejas, mijo y avena y ponió todo en una misma vasija, y haz de ello tu ali­mento durante los días que estés echado de este o del otro lado. * 1» Lo que para comer tomes será de veinte siclos de peso por día, que es lo que comerás de un día al otro. n También el agua la beberás medida, un sexto de hin, que te servirá de bebida de un día al otro. 12 Comerás pan de cebada, que cocerás en rescoldo de excrementos humanos y a la vista de esas gentes. 13 Y me dijo Yavé: Así comerán los hijos de Israel su pan in­mundo en medio de las gentes a las cuales los arrojaré.

i4¡Ah, Señor, Yavé!, exclamé yo; mi alma no se ha contaminado nunca desde mi adolescencia hasta hoy; no comí mortecino ni despedazado y jamás entró en mi boca carne inmunda. ls El me res­pondió: Mira, te concedo que en vez de estiércol humano tomes estiércol de bue­yes para cocer con él tu pan. l 6 Y añadió: Hijo de hombre, yo voy a quebrantar en Jerusalén el sustento del pan; comerán el pan por peso y con angustia y beberán el agua tasada y con afán, 17 para que, faltándoles el pan y el agua, desfallezcan los unos con los otros y se consuman en su iniquidad.

La depopulación de Judá y Jerusalén

51 Hijo de hombre, coge una espada afilada y empléala como navaja de

barbero para raerte cabellos y barba. Toma luego una balanza justa y reparte el pelo. * 2 Un tercio lo quemarás al fuego en medio de la ciudad mientras se cum­plen los días del asedio; otro tercio lo herirás con la espada en rededor de ella, y el otro tercio lo esparcirás al viento, y yo lo perseguiré con la espada desnuda. 3 Toma también de ellos unos pocos, con­tados, y átalos a la orla de tu manto. 4 Toma otros pocos y los echas en medio del fuego, que se quemen. De ahí saldrá el fuego para toda la casa de Israel.

'As í dice el Señor, Yavé: Esta es Je­rusalén. Yo la había puesto en medio de las gentes y de las tierras que están en derredor suyo. 6 Ella se rebeló contra mis mandatos, malvada, más que las gentes, y contra mis leyes, más que las tierras que

9 Otra imagen nueva y extraña para declarar el hambre que Jerusalén pasará durante su asedio por los caldeos. B 1 Nueva imagen de los estragos que vendrán sobre Jerusalén, de cuya población sólo quedará ** una pequeña porción.

1 ° Estos horrores se cuentan muchas veces referidos en la Sagrada Escritura a partir de Lev 26,20: Dt 28,53; 4 Re 6,26 sss. C ' No sólo Jerusalén, toda la tierra recibirá el castigo, pues toda ha sido profanada por los pe-v cados del pueblo.

están en torno suyo, despreciando mis mandamientos y mis leyes y no andando por ellos. 7 Por tanto, así dice Yavé: Por ser más rebelde que las gentes que os rodean y no haber seguido mis manda­mientos y no haber obrado según mis leyes, y hasta ni siquiera haber hecho según las costumbres de las gentes que están en torno vuestro, 8 por eso, así dice el Señor, Yavé: Heme aquí contra ti, a mi vez, para hacer justicia en ti a la vista de las gentes, 9 y haré en ti lo que no hice jamás y como jamás volveré a hacer, por todas tus abominaciones. i°Por eso, dentro de ti se comerán los padres a sus hijos y los hijos se comerán a sus padres; cumpliré en ti mis juicios, y lo que de ti reste lo esparciré a todos los vientos. *

11 Por mi vida, dice el Señor, Yavé, ya que tú has profanado mi santuario con todas tus fornicaciones y con todas tus abominaciones, yo también te abatiré a ti, sin que perdone mi ojo, sin misericor­dia. i2 Una tercera parte de ti morirá dentro, de pestilencia y de hambre; otra tercera parte caerá en derredor tuyo a la espada, y la otra tercera parte la esparciré a todos los vientos e iré tras ella con la espada desenvainada. 13 Cumpliré mi fu­ror y saciaré en ellos mi ira, y tomaré satisfacción, y sabrán que yo, Yavé, he hablado en mi indignación cuando des­fogue en ellos mi furor. i 4 Te tornaré en desierto y en oprobio de las gentes que están en derredor tuyo, a los ojos de todos; 15 y serás el oprobio y el escarnio, el espanto y escarmiento de las gentes que están en derredor de ti, cuando en medio de ti haga yo justicia con furor e indignación, con terrible ira. Yo, Yavé, lo he dicho.

Devastación de la tierra

16 Cuando dispare yo contra ellos las perniciosas saetas del hambre, que los llevarán a la destrucción, que lanzaré yo para destruirlos, y acreciente vuestra hambre y os quite todo sustento de pan; 17 cuando lance contra vosotros el hambre y las bestias feroces que te dejarán sin hijos, y pasen por tus calles la pestilencia y el estrago, y haga caer sobre ti la espada. Yo, Yavé, he hablado.

61 Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo: * 2 Hijo de hombre, vuelve

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EZEQUIEL 6-7

el rostro a los montes de Israel y profe­tiza contra ellos. 3 D i : Oíd, montes de Israel, la palabra del Señor, Yavé. Así dice el Señor, Yavé, a los montes, a los collados, a los torrentes y a los valles:

Voy a traer contra vosotros la espada y destruiré todos vuestros a l tos . 4 Vuestros altares serán devastados, y destrozados vuestros altares de incienso, y haré caer vuestros muertos ante vuestros ídolos.5 Yo pondré los cadáveres de los hijos de Israel delante de sus ídolos y dispersaré vuestros huesos en derredor de vuestros altares. 6 Dondequiera que habitéis serán arruina­das vuestras ciudades y devastados vues­tros altos. Vuestros altares serán arrui­nados, y abandonados vuestros ídolos, destrozados, desaparecerán. Serán rotos vuestros pebeteros y aniquiladas vuestras obras, "i Caerán en medio de vosotros los muertos y sabréis que yo soy Yavé.

8 Mas dejaré de vosotros entre las gen­tes unos restos que escaparán a la espada cuando sean dispersados por las tierras. * 9 Vuestros dispersos se acordarán de mí en las naciones en que estarán en cauti­verio, porque yo quebrantaré su corazón fornicario, que se apartó de mí, y sus ojos, que fornicaron tras los ídolos. Y ten­drán horror de sí mismos por las iniqui­dades que cometieron y por todas sus fornicaciones. 1" Sabrán entonces que yo soy Yavé. N o en vano he dicho que había de escarmentarlos.

11 Así dice el Señor, Yavé: Hiere con la mano y hiere con el pie, diciendo: ¡Ah! Después de tantas horribles abominacio­nes, caerá la casa de Israel a espada, de hambre y de peste. 12 El que esté lejos morirá de peste, el que esté cerca caerá a la espada y el que quedare y esté ase­diado morirá de hambre. Desfogaré mi ira, 13 y reconoceréis que yo soy Yavé cuando yazcan sus muertos junto a sus Ídolos, en derredor de sus altares; en todo alto collado y en la cima de todos los montes; bajo todo árbol frondoso y bajo toda encina copuda, allí donde ofre­cían perfume de grato aroma a todos sus ídolos; 1 4 y o tenderé contra ellos mi ma­no y tornaré la tierra desolada y solitaria, más que el desierto de Ribla, dondequiera que habiten, y sabrán que yo soy Yavé.

C a s t i g o d e las i do l a t r í a s l Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo: * 2 Mira, hijo de hombre,

de Israel, viene el fin sobre los cuatro confines de la tierra. 3 Llega para ti el fin, y desencadenaré mi ira contra ti, y te pagaré según tus obras, y echaré sobre ti todas tus abominaciones. 4 N o se apia­dará de ti mi ojo, no tendré compasión, echaré tus obras sobre ti, y en tu seno tus abominaciones, y sabréis que yo soy Yavé.

5 Porque así dice el Señor, Yavé: Des­dicha tras desdicha, ya viene; 6 llega el fin, está amenazándote el fin, ya está ahí. ^ Ya te llega el fin, habitante de la tierra; ya viene el tiempo, ya llega el día del alboroto, pero no de alegría, en los montes. 8 Ahora en seguida voy a derra­mar sobre ti mi ira y satisfaré en ti mi furor, juzgándote según tus obras y echan­do sobre ti todas tus fornicaciones. ' N o se apiadará mi ojo, no tendré compasión, sino que echaré sobre ti tus obras y pondré en tu seno tus abominaciones, y sabrás que yo, Yavé, os hiero.

10 H e ahí el día, ya viene, ya llega tu suerte, ya florece el cetro, ya echó sus brotes la soberbia. H Viene la destrucción para el cetro impío; nada quedará de ellos, nada de su soberbia, nada de su estrépito, nada de su esplendor. I 2 Llega el tiempo, viene el día; que no se alegre el que compra ni se entristezca el que vende, que sobre todos vendrá la ira. 13 Quien venda no recobrará lo vendido por más que viva, porque la visión sobre todos ellos no se revocará y por sus im­piedades ninguno vivirá.

14 Tocan las trompetas, apréstase todo, pero todos se agachan, están sin fuerzas, porque se desencadena mi ira contra toda la muchedumbre. * 15 Fuera, la espada; dentro, la peste y el hambre; quien esté en el campo morirá a la espada, quien esté dentro de la ciudad será devorado por el hambre y por la peste. 1 6 Quien de ellos escape huirá a los montes y gemirán to­dos como gime la paloma, cada uno por su propia iniquidad. 17 Todas las manos están debilitadas y todas las rodillas fla-quean. ' 8 Cíñense de saco y cúbrense de terror; en todos los rostros se ve la confu­sión y todas las cabezas están rapadas.

19 Tiran en las calles su plata, y su oro se les torna en estiércol; no los salvará su plata ni su oro el día de la ira de Yavé. N o saciarán su hambre y no llenarán su vientre con ellos, porque les fueron in­centivo para el pecado. 2 0 Estaban muy orgullosos de sus bellas joyas, y con ellas

asi habla Yavé: Es el fin para la tierra I fabricaron sus abominables simulacros, se

• La espada vengadora de Yavé deja siempre un resto, que será luego como la semilla sobre la cual descenderán las bendiciones' mesiánicas. y l Todo este discurso no tiene otro sentido que el de los precedentes. Una nueva amenaza con-' tra la tierra de Judá.

14 A la llegada del ejército enemigo, el pánico se apoderará de todos, faltarán las fuerzas y d consejo, así en el pueblo como en sus principales.

887 EZEQUIEL 7-8

hicieron sus ídolos. 21 Por eso los haré yo para ellos estiércol y los daré al saqueo de manos extrañas y en botín a los impíos de la tierra, para que la contaminen.

2 2 Apartaré de ellos mi rostro y será profanado mi tesoro, entrarán allí los invasores y lo profanarán; 23 de él harán cadenas. Porque está la tierra llena de sangre, y la ciudad llena de violencias. 2 4 Traeré allá lo más feroz de las gentes para que se apoderen de sus casas; aca­baré el orgullo de los poderosos y serán profanados sus santuarios.

2 5 Viene la ruina; pedirán paz y no habrá paz; 2 6 vendrá angustia sobre an­gustia y al anuncio de una seguirá el de otra. Faltará la visión a sus profetas, los sacerdotes desconocerán la Ley, y los ancianos el consejo.2 7 El izy se enlutará y los príncipes estarán desolados y tembla­rán las manos de todo el pueblo. Yo los trataré según sus caminos y los juzgaré segú;* su merecido, y sabrán que yo soy Yavé.

L a g lo r í a d e Y a v é a b a n d o n a el t e m p l o

81 El arlo sexto, el día cinco del quinto mes, me hallaba yo en mi casa, y es­

taban delante de mi los ancianos de Judá, y allí se posó sobre mí la mano del Señor, Yavé. * 2 Miré, y vi una figura al parecer de fuego. D e lo que aparecía, de cintura arriba era fuego, y de cintura abajo era como un esplendor luminoso, como bron­ce brillante. 3 Tendió una a modo de ma­no y me cogió por los pelos de la cabeza. El espíritu me levantó entre la tierra y el cielo, y en visión divina me llevó a Jeru-salén, a la entrada de la puerta del atrio interior, del lado del septentrión, donde estaba puesto el ídolo que provoca el celo. * 4 Y allí estaba la gloria del Dios de Israel, semejante a la de la visión que tuve en el campo.

L a ido la t r í a e n el t e m p l o m i s m o 5 Y me dijo: Hijo de hombre, alza tus

ojos hacia el lado del septentrión. Y al­

zando mis ojos al lado del septentrión, vi al norte de la puerta el altar del idolo del celo, a la entrada misma, y me dijo: 6 Hijo de hombre, ¿ves lo que hacen éstos? ¿Ves las grandes abominaciones que la casa de Israel hace aquí mismo para ale­jarme de mi santuario? Pero date la vuel­ta y verás abominaciones todavía más grandes. 7 Y me llevó a la entrada del atrio, y mirando, \ i un agujero en la pared. 8 Y me dijo: Hijo de hombre, ho­rada la pared. Horadé la pared y apareció una puerta. 9 Entra, me dijo, y mira las pésimas abominaciones qae éstos hacen. 10 Entré, miré y vi toda suerte de imáge­nes de reptiles y bestias abominables y todos los ídolos de la casa de Israel pin­tados en la pared en derredor. * 1] Y se­tenta hombres de los ancianos de la casa de Israel, entre ellos Jezonías, hijo de Safan, estaban en pie ante ellos, cada uno con su incensario en la mano, de los que subía una nube de incienso. <2 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto lo que hacen los ancianos de Israel en secreto, cada uno en su cámara, llena de imáge­nes? Pues se dicen: Yavé no nos ve; se ha alejado de la tierra. 13 Y me dijo: Pues verás abominaciones todavía mayores que éstos hacen.

14 Me condujo a la entrada de la puerta de la casa de Yavé, del lado norte, y es­taban allí dos mujeres sentadas llorando a T a m m u z ; * 15 y me dijo: ¿Has visto, hijo de hombre? Pues todavía verás abomi­naciones mucho más grandes que ésta. i6 Y me llevó al atrio interior de la casa de Yavé, y allí, a la misma entrada del santuario de Yavé, entre el vestíbulo y el altar, había unos veinticinco hombres, de espaldas al santuario de Yavé y cara al oriente, que hacia el oriente se postraban. 17 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿has visto? ¿Será cosa ligera para la casa de Judá hacer las abominaciones que en este lugar se hacen, que han llenado la tierra de violencias para irritarme? Y hasta se lle­van la zemora a sus narices. * 18 Pues también yo obraré con furor, no se apiadá­

is 1 En la presencia misma de los ancianos del pueblo, que muchas veces son mencionados y que ^ parece tenían sus reuniones en la casa del profeta, éste experimentó la mano de Yavé, que en espíritu le llevó al templo de Jerusalén, donde vio la gloria de Yavé, que, como en el Pentateuco, es una imagen de Yavé, que se hace presente en el templo.

3 Dios conduce en espíritu al profeta al templo de Jerusalén para hacerle ver las abominaciones idolátricas que allí se cometen. De una manera semejante se habla en Dan 14,35 s. Qué estatua sería esta que excitaba el celo de Yavé, que es Dios celoso, no puede precisarse con certeza (Dt 32,16.21; Re 15,13).

1 ° Aquí parece que se nos presentan las manifestaciones de los cultos egipcios, que no podían faltar entre aquellas gentes, tan aficionadas a buscar el apoyo del Egipto contra la Asiría y la Caldea.

14 Tammuz es el mismo dios babilónico, muy venerado en Grecia bajo el nombre de Adonis, el joven amante de Venus, que la fábula decía muerto por un jabalí y cuya muerte lloraban las mu­jeres.

17 La palabra zemora significa un ramito o ramillete, mas no sabemos de qué, y por eso hemos creído mejor transcribirla que traducirla. Los textos asirios sugieren ciertas raíces de virtud mágica. Que creían daban vida al que las olía.

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EZEQUIEL 8-10 888

rá mi ojo y no tendré compasión, y cuan-oo gnten a mis oídos en voz alta, no los escucharé.

L o s m e n s a j e r o s d e la d e s t r u c c i ó n Q ' Y clamó en mis oídos con fuerte

voz: ¡Acercaos los que habéis de castigar a la ciudad!* 2 y llegaron seis hombres por el camino de la puerta su­perior del lado del septentrión, cada uno con su instrumento destructor en la mano.

•A J e n m e d i o d e e l l ° s un hombre ves­tido de lino, que traía a la cintura un tratero de escriba; y entrados, fueron a ponerse junto al altar de bronce.

3 La gloria del Dios de Israel se alzó de sobre los querubines sobre el que estaba, hacia el umbral de la casa, y l lamando al hombre vestido de lino que llevaba el tintero de escriba,* 4 le dijo Yavé: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y pon por

10

con el tintero de escriba a la cintura, vino a hacer relación: H e hecho lo que man­daste.

N u e v a d e s c r i p c i ó n d e la gloria d e D i o s

i Y miré, y vi encima del firma­mento que estaba sobre las cabe­

zas de los querubines una como piedra de zafiro que aparecía sobre ellos como una semejanza de t rono; * 2 y habló Yavé al hombre vestido de lino y le dijo: Ve por entre las ruedas de debajo de los querubines y llena tus manos de las bra­sas encendidas que hay entre los queru­bines y échalas sobre la ciudad; y él fue a vista mía. ' Los querubines se habían pa­rado al lado derecho de la casa cuando el hombre fue y una nube había llenado el atrio interior. 4 La gloria de Yavé se alzó sobre los querubines al umbral de la casa, y ésta se llenó de la nube, y el

señal una tau en la frente de los que se atrio se llenó del esplendor de la gloria duelen de todas las abominaciones que | de Yavé; * s y el rumor de las alas de los en medio de ella se cometen. * 5 Y a los otros les dijo: Pasad en pos de él por la ciudad y herid. N o perdone vuestro ojo ni tengáis compasión;* 6 viejos, mance­bos y doncellas, niños y mujeres, matad hasta exterminarlos, pero no os lleguéis a ninguno de los que llevan la tau. Co­menzad por mi santuario. Comemaron, pues, por los ancianos que estaban de<

querubines se oía hasta el atrio exterior, semejante a la voz de Dios omnipotente cuando habla.

« Y como dio la orden al hombre ves­tido de lino, «Coge del fuego de entre las ruedas de en medio de los querubines», entró él y paróse entre las ruedas; 7 y uno de los querubines tendió la mano al fue­go que entre ellos había, y tomó de él y lo

lante del templo. 7 Y les dijo: Profanad puso en las palmas del que estaba vestido también el santuario, henchid de muertos de lino, que lo tomó y salió, los atrios. Salid, pues. Salieron y se pu- ' " • " • • • sieron a matar por la ciudad.

8 Mientras ellos herían, quédeme yo solo, y postrándome rostro a tierra, grité: ¡Oh Señor, Yavé! ¿Vas a exterminar cuan­to queda de la casa de Israel, arrojando tu furor sobre Jerusalén? 9 Y me dijo: La iniquidad de la casa de Israel y de Judá es muy grande. La tierra está llena de san­gre; la ciudad, llena de injusticia, pues se han dicho: Yavé se ha alejado de la tierra y no ve n a d a . I 0 Así, pues, haré yo; no perdonará mi ojo, no tendré compa­sión, haré recaer sus obras sobre sus cabezas. n Y el hombre vestido de lino,

* Mostróse entonces en los querubines una forma de mano de hombre bajo sus alas. * Miré y vi cuatro ruedas junto a los querubines, una rueda al lado de uno y otra al lado de otro querubín. A la vista parecían las ruedas como de turque­sa, 10 y en cuanto a su forma, las cuatro eran iguales, como rueda dentro de rueda, n Cuando se movían iban a sus cuatro la­dos y no se volvían atrás al marchar. 12 Todo el cuerpo de los querubines, dor­so, manos y alas, y las ruedas estaban todo en derredor llenos de ojos, y todos cuatro tenían cada uno su rueda. 13 A las ruedas, como yo lo oí, las l lamaban tor-

9 1 Es la voz de Yavé mismo, que llama a los ministros de su justicia para que la ejecuten sobre Jerusalén.

3 La gloria de Yavé es una imagen para representar a Dios, a quien la concepción teológica sobre la trascendencia divina impide designar aqui en propia persona.

4 La señal puesta en la frente marcaba a los piadosos que se dolían de la idolatría del pueblo y los señalaba para la preservación. Este detalle de la visión está inspirado en la señal puesta sobre el dintel de las casas israelitas en Egipto (Ex 12,13).

5 Estos otros, a quienes se encomienda la ejecución de la justicia, son como el ángel vengador que la noche de Pascua hirió a los egipcios.

1 (* 1 Como el profeta nos dice, esta visión es la misma que había visto al principio junto al rio " Quebar, y que nos describe en el c.r.

4 Hay que distinguir en el conjunto de la visión la gloria de Yavé, que es como la imagen del mismo Dios, el carro con su trono, formado por los querubines, la bóveda y el trono de zafiro. La gloria habla descendido de su trono y se habla colocado en el umbral de la puerta para dar las ór­denes a los ejecutores de la divina justicia contra Jerusalén.

889 EZEQUIEL 10-11

bellino. " C a d a uno tenia cuatro aspec­tos : el primero de toro, el segundo de hombre, e! tercero de león y el cuarto de águila. 15 Levantáronse los querubines. Eran los mismos seres vivientes que había visto junto al río Quebar. 16 Al moverse los querubines, se movían las ruedas a su lado , y cuando alzaban las alas para levan­tarse de tierra, las ruedas, a su vez, no se apar taban de su lado; 17 cuando aquéllos se paraban, se paraban éstas, y cuando se alzaban aquéllos, se alzaban éstas con ellos, pues había en ellas espíritu de vida.

1!s La gloria de Yavé se quitó de sobre el umbral de la casa y se puso sobre los querubines; " y los querubines, saliendo fuera, tendieron las alas, se alzaron de tierra a vista mía, y con ellos se alzaron las ruedas. Paráronse a la entrada de la puerta oriental de la casa de Yavé, y la gloria del Dios de Israel estaba arriba sobre ellos. * 2 0 Eran los mismos seres que había visto bajo el Dios de Israel junto al río Quebar, y supe que se llama­ban querubines. 21 Cada uno tenía cuatro aspectos y cada uno cuatro alas y una semejanza de mano de hombre bajo las alas. 2 2 La semejanza de sus rostros era la de los que vi junto al río Quebar. Cada uno iba de frente a sí.

C a s t i g o d e los jefes d e l p u e b l o

I * 1 Me elevó el espíritu y me llevó * a la puerta oriental de la casa de

Yavé, la que mira a levante; y vi que había a la puerta veinticinco nombres, entre los cuales Jazanías, hijo de Asur, y Peltía, hijo de Banayas, jefes del pueblo. 2 Y Yavé me dijo: Hijo de hombre, éstos son los que maquinan perversidades y dan en la ciudad perversos consejos; 3 y dicen: ¿No se han reconstruido bien pron­to las casas de la ciudad? Ella será la olla, nosotros la carne. * 4 Por tanto, pro­fe t iza c o n t r a e l los , profetiza, h i jo de hombre.

5 Y vino sobre mí el espíritu de Yavé y me dijo: D i : Así habla Yavé: Vosotros habéis dicho eso, casa de Israel, y yo sé muy bien lo que pensáis. 6 Habéis mul-

1 9 La gloria de Yavé, o sea El mismo, que moraba en el templo, lo abandona, para que el templo sea entregado a la destrucción de los caldeos. No se concibe que pudiera ser profanado morando Yavé en él.

I * 3 Este versículo es obscuro, y acaso no esté bien conservado. Ateniéndonos al texto, que • concuerda con la Vulgata, pudiera entenderse así como lo leemos. El asedio de Jerusalén

tuvo dos etapas, separadas por la ida de los caldeos al encuentro de los egipcios. Al fin de este inter­medio, dedicado a restaura las ruinas del asedio, se dirían estos consejeros del pueblo: Las casas están reparadas, la ciudad está otra vez en condiciones de protegemos; ella será la caldera que pro­tege la carne de los ardores del fuego; ella nos protegerá contra las mortíferas ascuas de los ase­diantes, si volvieran. A esto responde Yavé en el v.8 ss.

16 Hermosas palabras las de este verso. Los desterrados carecen de templo; pero Dios mismo será su templo; Dios no los abandona en su destierro, hasta reconducirlos a su patria, mudado su espíritu.

20 Durante el destierro, el Señor cambiará el corazón del pueblo, que será curado de sus ten­dencias idolátricas. Pero, como siempre, el profeta ve al fin del cautiverio la edad mesiánica y aquella edad de oro, esto es, de plena fidelidad a la nueva alianza, de que nos hablan siempre los profetas.

tiplicado los muertos en esta ciudad, ha­béis llenado sus calles de cadáveres. 7 Por tanto, así dice Yavé: Vuestros muertos, los que habéis dejado tendidos en medio de ella, ésos son la carne y ella es la olla, pero yo os sacaré de ella.

8 Vosotros tenéis miedo a la espada, y yo haré venir la espada sobre vosotros, dice el Señor, Yavé. 9 Y o os sacaré de en medio de ella y os entregaré en manos de los extranjeros y haré justicia en vos­otros. i° Pereceréis a la espada en los términos de Israel; os juzgaré y sabréis que yo soy Yavé. 11 N o será ella para vosotros la olla, ni seréis vosotros en ella la carne; en los términos de Israel os juzgaré, 1 2 y sabréis que yo soy Yavé, cuyos mandamientos no habéis seguido, cuyas leyes no habéis practicado, sino que habéis obrado siguiendo las costum­bres de las gentes que os rodean.

13 Apenas había profetizado, cayó muer­to Peltía, hijo de Banayas, y yo me eché rostro a tierra y grité con todas mis fuer­zas: ¡Ah Señor, Yavé! ¿Vas a acabar del todo con lo que queda de Israel? 14 Me fue dirigida palabra de Yavé, diciendo: 15 Hijo de hombre, tus hermanos, los de tu parentela, la casa de Israel toda entera, son los que dicen a los habitantes de Jerusalén: Alejaos de Yavé, tenemos la tierra en posesión. ^ D i l e s por tan to : Así habla el Señor, Yavé: Los he alejado entre las gentes, los he dispersado en tie­rras extranjeras, pero yo seré para ellos santuario por el poco tiempo que estarán en la tierra a que han emigrado. *

i 'D i l e s , pues: Así habla el Señor, Ya­vé: Y o os recogeré de entre las gentes, y os reuniré de entre las tierras a que habéis sido dispersados, y os daré la tierra de Israel. 18 Y entrarán en ella y quitarán de ella todos sus ídolos y todas sus abo­minaciones. 19 Y les daré otro corazón y pondré en ellos un espíritu nuevo; qui­taré de su cuerpo su corazón de piedra y les daré un corazón de carne, 2 0 para que sigan mis mandamientos y observen y practiquen mis leyes, y sean mi pueblo y sea yo su Dios. * 2* Pero a los que se

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EZEOtirEL 11-12 890

complacen en sus ídolos, en sus abomi- j para que salga y se cubrirá el rostro para naciones, yo les echaré sus obras sobre la cabeza, dice el Señor, Yavé.

2 2 Los querubines desplegaron sus alas, y les siguieron las ruedas; y la gloria del Dios de Israel estaba sobre ellos; 2 3 y la gloria de Yavé se alzó de en medio de la ciudad y se posó sobre el monte que está al oriente de la ciudad. * 2 4 Me tomó el espíritu y me llevó a Caldea entre los cautivos, en visión del espíritu de Dios, y desapareció la visión que había tenido. 2 5 Yo dije a los cautivos todo lo que Yavé me había mostrado.

L a fuga de l r e y 1 O ' Fueme dirigida la palabra de Ya-* « vé, dic iendo:* 2 Hijo de hombre :

Habitas en medio de gente rebelde, que tiene ojos para ver y no ven, oídos para oir y no oyen, porque son gente rebelde. 3 Tú, hijo de hombre, dispon tus trebejos de emigración y sal de día a la vista de I ellos. Parte a presencia suya del lugar en I que estás para otro lugar, a ver si reco­nocen que son gente rebelde. 4 Saca tus trebejos, como trebejos de camino, de día, a sus ojos, y parte por la tarde a presencia suya, como parten los desterrados. 5 A sus ojos horada la pared y sal por ella, 6 llevando a sus ojos tus trebejos, y te los echas al hombro, y sales al obscurecer, cubierto el rostro y sin mirar a la tierra, pues quiero que seas pronóstico para la casa de Israel.

7 Yo hice lo que se me mandaba, y salí de día con mis trebejos, como trebejos de emigración; horadé con mis manos la pa­red y los saqué al obscurecer, y me los eché al hombro a presencia suya. 8 Por la mañana me fue dirigida la palabra de Yavé, diciendo: 9 Hijo de hombre, no te ha dicho la casa de Israel, esta casa de rebeldes: ¿Qué es lo que haces? lo Pues diles: Así habla el Señor, Yavé: Este oráculo es para el príncipe que está en Jerusalén y para toda la casa de Israel que allí se halla. " Diles: Yo soy para vosotros una señal; lo que yo hago, eso harán ellos: irán al destierro, al cauti-

no ver la tierra. '3 Yo le tenderé mis re­des, y será cogido en mis mallas, y le lle­varán a Babilonia, a la tierra de los cal­deos, pero no la verá, y allí morirá. M Y a cuantos estén a su lado para servirle, a cuantos le acompañen, los esparciré a todos los vientos y desenvainaré en pos de ellos mi espada. l5 Y sabrán que yo soy Yavé cuando los disemine entre las gentes y los derrame sobre la t ierra . i* Pe­ro haré que de ellos quede un corto nú­mero de la espada, del hambre y de la pestilencia, para que cuenten todas sus abominaciones entre las gentes a las que llegaren y sepan que yo soy Yavé.

17 Fueme dirigida la palabra de Yavé, d i c i e n d o : l s Hijo de hombre, come tu pan con temor y bebe tu agua con anhelo y angustia, ,9y di al pueblo de la t ierra: Así habla el Señor, Yavé, de los morado­res de Jerusalén y de la tierra de Israel: Comerán su pan con temor, y con espan­to beberán su agua, porque su tierra será despojada de todo por la maldad de cuantos la habitan. 2 0 Y serán asoladas las ciudades que habitan y sabrán que yo soy Yavé.

veno. 12 El príncipe que entre ellos está se

echará al hombro su bagaje en la obscu-

E l cas t igo se a c e r c a 21 Fueme dirigida la palabra de Yavé,

diciendo: 2 2 Hijo de hombre, ¿qué refrán es ese que corre por la tierra de Israel, di­ciendo: Pasan los días y no se cumple la visión? 2} Diles por tan to : Así habla el Señor, Yavé: Yo haré que desaparezca ese refrán y no lo repetirán en Israel. 2 4 Diles por lo contrar io: Ya se acerca el día y se cumplirá toda visión. N o habrá ya más en adelante visiones engañosas .ni adivinaciones lisonjeras en la casa de Is­rael. 25 Porque yo, Yavé, digo: Se cum­plirá la palabra que yo pronuncié y no se dilatará. Antes en vuestros días, ¡oh casa de rebeldes!, diré mi palabra y la cumpliré. Palabra del Señor, Yavé.

26 Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo: 2 7 Hijo de hombre, mira cómo dice la casa de Israel: Las visiones que éste ve no son para pronto, profetiza para muy lejanos días. * 28 Diles por tan to : Así habla el Señor, Yavé: N o se dilatará ya más. Se cumplirá toda palabra que yo

ridad y partirá. Se horadará la muralla I hable, dice el Señor, Yavé.

2 3 Al fin, la gloria de Dios, de un vuelo deja el templo y la ciudad y va a posarse sobre el monte de los Olivos. Ahora el invasor podrá destruir el santuario sin profanar el nombre de Yavé, que no tendrá nada en él. •I O l Jeremías nos cuenta cómo Sedecías y su ejército, cuando perdieron toda esperanza de salud, * "" contra el consejo del profeta, que les aseguraba la vida entregándose a los caldeos, huyeron

una noche por una brecha; pero, perseguidos por los enemigos, fueron alcanzados (39,4.11). Esto es lo que simboliza esta orden de preparar el profeta sus bártulos y salir de noche por la brecha abierta en el muro de tapial de su casa.

2 7 Interesante para entender cómo oía el pueblo las palabras del profeta. No negaban su vera­cidad, sabiendo que eran profetas de Dios; pero creían, al ver pasar los días sin que las visiones se cumplieran, que no eran más que amenazas, que no se realizarían o quedarían para edades remotas.

891 EZEQÜIEL 13-14

13 C o n t r a los falsos p r o f e t a s 1 Fueme dirigida la palabra de Ya­vé, diciendo: * 2 Hijo de hombre,

profetiza contra los profetas de Israel, profetiza, y di a esos que profetizan a capricho suyo: Oíd la palabra de Yavé. ' Así dice el Señor, Yavé: ¡Ay de los pro­fetas insensatos que andan a su propio capricho, sin haber visto nada! 4 Fueron, Israel, tus pro.etas como zorras del de­sierto. 5 N o habéis subido a las brechas, no habéis amurallado la casa de Israel para que resistiera en el combate el día de Yavé. 6 Vieron vanidad y adivinación mentirosa. Dicen: «Ha dicho Yavé», y no los envió Yavé, y hacen esperar que se cumplirán sus palabras. 7 ¿No habéis vis­to visiones vanas? ¿No habéis anunciado adivinaciones mentirosas, diciendo: «Ha dicho Yavé», no habiéndolo dicho yo?

8 Por tanto, así dice el Señor, Yavé: Por haber hablado vosotros vanidad y haber visto mentiras, por tanto, aquí es­toy yo contra vosotros, dice el Señor, Ya­vé. ' Y será mi mano contra los profetas que ven vanidad y adivinan mentira. N o formarán en la asamblea de mi pueblo, ni serán inscritos en el libro de la casa de Israel, ni volverán a la tierra de Israel, y sabréis que yo soy el Señor, Yavé.

1° Por tanto, por haber engañado a mi pueblo, diciendo: «Paz», no habiendo paz, y porque mientras mi pueblo alzaba una pared, ellos la jarreaban con barro, n di a esos jarreadores con barro que se cae­rá, que vendrán aguaceros y mandaré gra­nizadas que la derribarán y viento impe­tuoso que la deshará. I2 Y cuando caiga la pared, no os dirán: ¿Dónde está la emba­rradura con que la cubristeis?

13 Por tanto, así dice el Señor, Yavé: Yo en mi furor desencadenaré la tempes­tad, y vendrá en mi ira un aguacero im­petuoso, y caerá furioso el granizo para destruir. 14 Y derribaré la pared que vos­otros embarrasteis, la echaré a tierra, y quedarán al descubierto sus cimientos. Je­rusalén caerá, y vosotros pereceréis en medio de sus escombros, y sabréis que yo soy Yavé. 15 Yo saciaré mi furor contra la pared y contra los que la recubrieron de ba r ro ; y se dirá: Ya no hay pared y se acabaron los que la jarreaban, 16 los profetas de Israel que profetizan a Jeru­salén y tienen para ella visiones de paz, no habiendo paz, dice el Señor, Yavé. 17 Y tú, hijo de hombre, pon tus ojos en las hijas de tu pueblo que profetizan a ca­pricho suyo y profetiza contra ellas.

•f O 1 También vivían en Babilonia, entre los desterrados, falsos profetas, que vaticinaban se-• " gún su imaginación, y afirmaban que Jerusalén sería por Dios preservada como en los días

de Ezequías y que ellos volverían luego a la patria (Jer 9,31). 1 A ' Estos ancianos, que rinden en su corazón culto a los ídolos, vienen a consultar a Dios por • ^ su profeta. La respuesta que reciben es la que más necesitan.

18 D i : Así habla el Señor, Yavé: ¡Ay de las que se hacen cintajos para todas las articulaciones de las manos y lazos para toda clase de gentes, para cazar las al­mas! ¿Creéis que cazando las almas de mi pueblo mantendréis las vuestras? 19 Vosotras por dos puñados de cebada 0 dos pedazos de pan me deshonráis ante mi pueblo predicando la muerte de quien no ha de morir y prometiendo la vida a quien no vivirá, y engañando así a mi pueblo, que se cree las mentiras.

20 Por tanto, asi dice el Señor, Yavé: Heme aquí contra esos vuestros cintajos con que cazáis las almas; yo los arranca­ré de vuestros brazos y dejaré volar libres a las almas que con ellos cazáis. 21 Yo arrancaré también vuestros lazos y libra­ré de vuestras manos a mi pueblo. N o os servirán ya más de red en vuestras ma­nos y sabréis que yo soy Yavé. 2 2 Por ha­ber entristecido con vuestras mentiras el corazón del justo, cuando yo no quería entristecerle, y haber confortado las ma­nos del impío para que no se volviese de su mal camino y viviese, 2} ya no tendréis más vanas visiones ni pronunciaréis más oráculos. Libraré de vuestras manos a mi pueblo y sabréis que yo soy Yavé.

E x h o r t a c i ó n a la c o n v e r s i ó n

4 A 1 Vinieron a mí algunos de los an-1 ™ cíanos de Israel y se sentaron de­lante de mí; * 2 y me fue dirigida la pala­bra de Yavé, diciendo: 3 Hijo de hom­bre, estas gentes llevan sus ídolos dentro de su corazón y miran con sus ojos el es­cándalo de su iniquidad. ¿Voy a dejarme consultar por ellos? 4 Habíales, por tanto, y diles: Así habla el Señor, Yavé: A to­dos los de la casa de Israel que, llevando sus ídolos en su corazón y mirando con sus ojos el escándalo de su iniquidad, vi­nieren al profeta, les responderé yo mis­mo, Y^ivé, hablándoles de la muchedum­bre de sus ídolos, 5 para agarrar a la casa de Israel por su propio corazón, ya que por sus ídolos se apartan de mí.

6 Di, por tanto, a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yavé: Convertios y apar­taos de vuestros ídolos y apartad la vista de vuestras abominaciones; 7 porque a quienquiera de la casa de Israel que de mí se apartare para poner en su corazón sus ídolos y sus ojos en el escándalo de su iniquidad y viniere al profeta para pre­guntarle, le responderé yo, Yavé, por mí mismo, 8 y pondré mi rostro contra él, y le haré portento y fábula, y le arrancaré

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EZJEQUIEI. 14-16 892

de mi pueblo, de Israel, y sabréis que yo i jas, que escaparán y saldrán fuera, y ven-soy Ya vé; ' y si el profeta seductor dice drán con vosotros y veréis su conducta y alguna cosa, seré yo, Yavé, quien le ha- sus obras, y comprenderéis el mal que yo bré seducido y tenderé sobre él mi mano, voy a hacer a Jerusalén y todo lo que y le exterminaré de en medio de mi pue- voy a hacer contra ella. 23 Lo compren-blo Israel. 10 Y llevarán sobre sí su mal- | deréis cuando veáis su conducta y sus dad; según la maldad de quien pregunta, así será la maldad de quien responde. 11 Para que no yerre más la casa de Israel lejos de mí ni se contamine con todas sus abominaciones, y sean mi pueblo y yo sea su Dios, dice el Señor, Yavé.

Inutilidad de la intercesión 12 Fueme dirigida ¡a palabra de Yavé,

obras, y reconoceréis que no sin razón hago yo cuanto hago, dice el Señor, Yavé.

Israel, sarmiento inútil 1 C ' Fueme dirigida la palabra de Ya-*• *» vé, diciendo: * 2 Hijo de hombre, ¿qué tiene más el palo de la viña que otro palo? ¿Qué es el sarmiento entre todas las maderas de la selva? 3 ¿Sacarán de él ma-

diciendo:13 Hijo de hombre: Cuando por I dera para hacer obra alguna? ¿Harán de haberse rebelado pérfidamente contra mí j él estacas para colgar cualquier cosa? la tierra, tienda yo mi brazo contra ella, y la quebrante el sustento del pan y man­de sobre ella el hambre, y extermine en ella hombres y animales, '4 aunque hu­bieran estado en ella estos tres varones, Noé, Daniel y Job, ellos por su justicia hubieran salvado su vida, dice el Señor, Yavé. * l s Y si invadiera esa tierra con bestias feroces para que la desolaran, sin que nadie por miedo a las fieras la atra­vesara, 16 si hubieran estado en ella esos tres varones, por mi vida, dice Yavé, no hubieran salvado a sus hijos ni a sus hi­jas ; ellos solos habrían escapado, y la tie­rra habría sido desolada. >' Y si mando contra ella la espada y digo: Espada, re­corre la tierra y extermina hombres y ani­males; 18 aunque en medio de ella estu­vieran aquellos tres varones, por mi vida, dice Yavé, que no salvarían a sus hijos y a sus hijas; ellos solos escaparían. I9 O si mandare sobre esa tierra la peste contra ella, dentro de su sangre, derramando mi ira para exterminar hombres y bestias, 20 aunque en medio de ella estuvieran Noé, Daniel y Job, por mi vida, dice Yavé, no salvarían un hijo ni una hija; por su pro­pia justicia escaparían ellos y salvarían la propia vida.

21 Pues así dice el Señor, Yavé: ¡Cuán­to más cuando desencadene yo contra Je­rusalén esos cuatro azotes juntamente: la espada, el hambre, las bestias feroces y la peste, para exterminar en ella hom­bres y animales! 22 Y, sin embargo, que­darán en ella algunos restos, hijos e hi- |

4 Echase al fuego para que se consuma, de cabo a cabo es consumido, y arde también el medio; ¿servirá para nada más? 5 Cuando estaba entero no servía para hacer de él obra alguna. ¡Cuánto menos servirá después de quemado, des­pués que fue presa del fuego!

6 Por tanto, así dice el Señor, Yavé: Como es el palo de la vid entre las ma­deras de la selva, leña que yo echo al fue­go para que se consuma, así echaré a él a los habitantes de Jerusalén. i Volveré contra ellos mi rostro; escaparon del fue­go, y el fuego los devorará, y sabréis que yo soy Yavé cuando volviere contra ellos mi rostro. 8 Y tornaré la tierra en desierto por cuantos prevaricaron, dice el Señor, Yavé.

Horr ible ingratitud de Israel 1 fi 1 Fueme dirigida la palabra de Ya-•l " vé, diciendo: * 2 Hijo de hombre, echa en cara a Jerusalén sus abominacio­nes 3 y di: Esto dice el Señor, Yavé, a Je­rusalén : Eres por tu tierra y por tu origen una cananea, tu padre un amorreo, tu ma­dre una jetea; 4 a tu nacimiento, el día que naciste, nadie te cortó el ombligo, no fuiste lavada en el agua para limpiarte, no fuiste frotada con sal ni fajada; 5 nadie hubo que pusiera en ti sus ojos para ha­certe algo de esto compadecido de ti, sino que con horror fuiste tirada al campo el día en que naciste. 6 Pasé yo cerca de ti y te vi sucia en tu sangre, y, estando tú en tu sangre, te dije: ¡Vive!

14 La intervención de los justos a favor de los pecadores es de gran eficacia ante Dios, como se ve por Gen 18,23-33; pero cuando las cosas llegan al último extremo, ya no valen intercesores. Aquí el profeta nos ofrece a estos tres personajes, que la tradición presentaba como justos y de gran vali­miento ante Dios. Noé es anterior al pueblo hebreo: Job, extraño a él, y Daniel no parece que sea el profeta Daniel, sino un antiguo personaje de que hablan los textos de Ras Samma (Rev. Biblique [1037] 541,546)- Igual se habla de Jeremías (2 Mac 15,14).

1 t? 1 La vid, abundante en Palestina, es por su fruto muy apreciada; pero su madera no sirve ^ para otra cosa que para alimentar el fuego. Así es Jerusalén, la antes amada viña de Yavé

(ls 5,1 ss.; Sal 80,0).

1 C 1 Este largo capítulo es una narración parabólica del más vivo realismo, en que nos pinta " la historia religiosa de Israel, siempre infiel a su Dios y amante de los Ídolos. A pesar de todo,

acaba prometiendo la reanudación de la antigua alianza.

893 EZEQUIEL 16 7 Te hice crecer a decenas de millares,

como la hierba del campo. Creciste y te hiciste grande y llegaste a la flor de la ju­ventud; te crecieron los pechos y te salió el pelo; pero estabas desnuda y llena de vergüenza. 8 Pasé yo junto a ti y te miré. Era tu tiempo, el tiempo del amor, y ten­dí sobre ti mi mano, cubrí tu desnudez, me ligué a ti con juramento e hice alianza contigo, dice el Señor, Yavé, y fuiste mía. 9 Te lavé con agua, te quité de encima la sangre, te ungí con óleo,10 te vestí de re­camado, te calcé de piel del tejón, te ce­ñí de lino fino y te cubrí de seda. 11 Te atavié con joyas, puse pulseras en tus brazos y collares en tu cuello,12 arillo en tus narices, zarcillos en tus orejas y es­pléndida diadema en tu cabeza. I3 Esta­bas adornada de oro y de plata, vestida de lino y seda en recamado; comías flor de harina de trigo, miel y aceite; te hi­ciste cada vez más hermosa y llegaste hasta reinar.

14 Extendióse entre la gentes la fama de tu hermosura, porque era acabada la her­mosura que yo puse en ti, dice el Señor, Yavé. 15 Pero te envaneciste de tu hermo­sura y de tu nombradía, y te diste al vicio, ofreciendo tu desnudez a cuantos pasa­ban, entregándote a ellos. 16 Tomaste tus vestidos y te hiciste altos coloreados para prostituirte en ellos. 17 Tomaste las es­pléndidas joyas que yo te había dado, mi plata y mi oro, y te hiciste simulacros de hombres, fornicando con ellos. 18 Co­giste las telas recamadas y los cubriste con ellas, y les ofreciste mi óleo y mis aro­mas. 19 También el pan que yo te diera, la flor de harina de trigo y el aceite y la miel con que te mantenía, se los ofreciste en ofrenda de suave olor. Esto hiciste, dice el Señor, Yavé.

20 Y a más de esto tomaste a tus hijos y a tus hijas, los que habías engendrado para mí, y se los sacrificaste para que les sirvieran de comida. Te parecían poco tus prostituciones, 21 y sacrificaste a mis hi­jos haciéndolos pasar por el fuego.22 Y al cometer todas esas tus fornicaciones y prostituciones, no te acordaste del tiempo de tu mocedad, cuando estabas desnuda en tu vergüenza y te revolvías en tu san­gre; 23 antes al contrario, después de tan­tas maldades, ¡ay de ti!, dice Yavé, 24 te hiciste en cada plaza un lupanar, 25 y en cada calle un prostíbulo, mancillando tu hermosura, entregándote a cuantos pasa­ban y multiplicando tus prostituciones.

26 Te prostituíste a los hijos de Egipto, tus vecinos de gordos cuerpos, multipli­cando tus fornicaciones para irritarme. 27 Por eso tendí yo a ti mi mano y te quité parte de la dote, y te entregué al capri­cho de tus enemigas, las hijas de los filis­

teos, que te aborrecen y se avergüenzan de tu desenfreno. 28 No harta todavía, te prostituíste también a los hijos de Asur, fornicaste con ellos, sin hartarte todavía. 29 Multiplicaste tus prostituciones desde la tierra de Canán hasta la Caldea, y ni con todo esto te saciaste.

30 ¿Cómo sanar tu corazón, dice el Se­ñor, Yavé, cuando has hecho todo esto, como desvergonzada ramera dueña de sí, 31 haciéndote prostíbulos en todas las encrucijadas y lupanares en todas las pla­zas? Y ni siquiera eres comparable a las rameras, que reciben el precio de su pros­titución. 32 Tú eres la adúltera que en vez de su marido acoge a los extraños. 33 A la meretriz se le paga su merced, pero tú hacías mercedes a tus amantes y les ha­cías regalos para que de todas partes en­trasen a ti para tus fornicaciones. 3 4Ha sucedido contigo en tus fornicaciones lo contrario de las otras rameras, pues no te buscaban, y pagando tú en vez de re­cibir paga, fuiste al contrario de las otras.

Castigo de tanta ingratitud 35 Por tanto, oye, ¡oh ramera!, la pala­

bra de Yavé: 36 Así dice el Señor, Yavé: Por haber descubierto tus vergüenzas y haber mostrado tu desnudez a tus aman­tes en tus fornicaciones y a todos tus abo­minables ídolos, y por la sangre de tus hi­jos que les ofreciste, 37 por eso reuniré yo a todos tus amantes y a cuantos recibiste placentera; y además de los que amaste, traeré también a los que aborreciste, y los juntaré contra ti en derredor, y les des­cubriré tus vergüenzas, y contemplarán todas tus torpezas. 38 Te juzgaré como se se juzga a la adúltera y a la vertedora de sangre, y te haré sangrienta víctima del furor y del celo. 39 Te entregaré a sus ma­nos, y ellos desharán tu lecho y derribarán tus prostíbulos, te desnudarán de tus ves­tidos y te arrebatarán todos los ornamen­tos de tu hermosura, y te dejarán desnuda, en cueros. 40 Y harán venir contra ti a las muchedumbres y te lapidarán con piedras, y te atravesarán con la espada; 41 y pega­rán fuego a tus casas, y harán en ti justi­cia a ojos de muchas mujeres, y haré que ceses de fornicar y no harás ya más rega­los. 42 Saciaré en ti mi ira y se apartará de ti mi celo.43 Por cuanto no te acordaste de los días de tu mocedad y me provo­caste a ira con todas esas cosas, por eso yo también echaré tus caminos sobre tu cabeza, dice el Señor, Yavé, y cumpliré mis designios contra todas tus abomina­ciones.

44 Mira que no habrá proverbista que no te aplique este proverbio: «Cual la ma­dre, tal la hija». 45 Sí, eres hija de madre que aborreció a su marido y a sus hijos.

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EZEQtWX 16-17 B94 Y ores también hermana de tus hermanas, contigo una alianza eterna. 61 Y tú te que aborrecieron a sus maridos y a sus acordarás de tus obras y te avergonzarás hijos. Vuestra madre fué una jetea y vues­tro padre un amorreo. 46 Tu hermana ma­yor es Samaría, con sus hijas, que habita a la izquierda tuya, y tu hermana menor es Sodoma, con sus hijas, que habita a tu derecha. 47 Y ni aun seguiste sólo sus ca­minos ni imitaste sólo sus abominaciones;

cuando recibas a tus hermanas mayores y menores que yo te daré por hijas, mas no ya por el pacto hecho contigo. 62 y 0 re_ novaré mi alianza contigo, y sabrás que yo soy Yavé, 63 para que te acuerdes y sientas vergüenza, y nunca más de ver­güenza te atrevas a abrir la boca, cuando

como si esto fuera muy poco para ti, te te habré perdonado cuanto hiciste, dice corrompiste más que ellas en todas tus | el Señor, Yavé. sendas.

4 8 Por mi vida, dice el Señor, Yavé, que tu hermana Sodoma con sus hijas no hizo lo que tú con tus hijas hiciste. 49 Mira cuál fue la iniquidad de Sodoma, tu her­mana : tuvo gran soberbia, hartura de pan y mucha ociosidad. N o dio la mano al pobre, al desvalido; 50 se ensoberbecie­ron e hicieron lo que a mis ojos es abomi­nable, y cuando lo vi, las quité del medio. 51 Samaría no pecó ni la mitad de lo que

17

H u m i l l a c i ó n y r e s u r g i m i e n t o d e la casa d e D a v i d

1 Fueme dirigida la palabra de Ya­vé, diciendo:* 2 H i j o de hombre,

propon un enigma y compon una pará­bola sobre la casa de Israel: 3 D i : Así ha­bla el Señor, Yavé:

La gran águila de grandes alas y de lar­gas plumas, toda cubierta de espléndido plumaje de colores varios, vino al Líbano

ñas pecado tú. Tú multiplicaste tus forni- I y cogió el cogollo del cedro; 4 arrancó el caciones mucho más que ellas, hasta el I principal de sus renuevos y le llevó a tierra punto de hacer justas a tus hermanas con de mercaderes y le puso en una ciudad de toaas las abominaciones que tú has come- . . . . . . . tido. 52 Lleva, pues, sobre ti tu vituperio, tu que has abogado por la causa de tus hermanas con las abominaciones que rnás que a ellas te han hecho abominable, vi­niendo a ser justas ellas comparadas con­tigo. Sé confundida y soporta tu vitupe-r. '? t a m D i é n tú, pues que has venido a jus­tificar a tus hermanas.

53 Pero yo mudaré la suerte suya, la suerte de Samaría y de sus hijas, v con la

comerciantes. 5 Escogió luego un sembra­dío de la tierra y le puso en campo selecto para la plantación. Le puso cerca de aguas abundantes para que estuviese co­piosamente regado,. 6 Echó brotes y se hizo una vid frondosa, pero de poca altu­ra, para que dirigiese hacia el águila sus ramas y le estuvieran sometidas sus raíces. Hízose vid y echó sarmientos y extendió sus ramas.

7 Pero había otra gran águila de gran-ae ellas mudaré también la tuya, 54 para des alas y espeso plumaje, y la vid dirigió que soportes tu confusión y tu vituperio hacia ésta sus raíces y tendió hacia ella por todo cuanto hiciste y les sirvas a ellas sus sarmientos, desde la era en que la otra ae consuelo. 55 Tu hermana Sodoma, con la plantó, para que estuviera bien regada, sus hijas, volverán a su anterior estado, 8 Había sido plantada en tierra buena y volverán también a él Samaría con sus ' . . . hijas, y tú también y tus hijas volveréis a vuestro estado primero. 56 Ni el nombre siquiera de tu hermana Sodoma se oía en tu boca al tiempo de tu orgullo, 57 antes de que fuera descubierta tu perversidad. Así también eres tú ahora oprobio para las hijas de Aram y para las hijas de los Místeos que te rodean, que dondequiera te desprecian. 58 j j e v a so^re tí t u p e r v e r -dad y tus abominaciones, dice Yavé.

M i s e r i c o r d i a y r e h a b i l i t a c i ó n 5» Porque así habla el Señor, Yavé: Voy

a hacer yo contigo lo que conmigo hiciste tú, menospreciando el juramento y rom­piendo el pacto, so N o obstante, yo me acordaré de la alianza que contigo hice al tiempo de tu mocedad y confirmaré

cerca de abundantes aguas para que echa­se ramas y llevase frutos y se hiciese una vid vigorosa.

9 D i : Así habla el Señor, Yavé: ¿Pros­perará? ¿El águila primera no arrancará sus raíces, no la despojará, dejándola que se seque y se sequen todas las hojas que echó? Sin gran esfuerzo, sin necesidad de mucha gente, la arrancará de raíz. 10 Ha­bía sido plantada, ¿prosperará? ¿No se se­cará del todo apenas la toque el viento solano? En la era de su verdor se secará.

11 Y me fue dirigida la palabra de Yavé, diciendo: 1 2 Anda , di a la casa rebelde: ¿No habéis entendido lo que esto signifi­ca? D i : El rey de Babilonia vino a Jeru-salén, cogió al rey y a sus príncipes y los deportó, llevándolos consigo a Babilonia. 13 Tomó a uno de la real estirpe e hizo

1 7 Esta alegoría nos representa un águila, el rey de Caldea, el cual viene a Jerusalén y traslada . ., .a Ba™onia el cedro del Líbano, el rey Jeconías, poniendo en su lugar a Sedéelas, a quien

«agio juramento de fidelidad. La segunda águila es el Egipto, hacía quien Sedéelas tendió sus mano», por lo cual el águila primera le arrancará, llevándole cautivo a Babilonia.

895 EZEQUIEL 17-18

con él un pacto, tomándole juramento. Llevóse a los poderosos de la tierra n pa­ra que el ramo fuese modesto y no se re­belase y guardase y mantuviese el pacto hecho con él. 15 Pero se rebeló y mandó embajadores al Egipto para que le diese caballos y mucha gente. ¿Prosperará? ¿Es­capará el que tales cosas hizo? Rompió el pacto, ¿escapará?

i* Por mi vida, dice el Señor, Yavé, que en la tierra de quien le había puesto en el tronco, cuyo juramento menospreció y cuya alianza rompió, allí morirá, en Ba­bilonia. ]7 Y el Faraón no le socorrerá con gran ejército y muchas fuerzas en la lucha cuando se levanten terraplenes y se cons­truyan torres para destrucción de muchas vidas. 1 8 Menospreció el juramento, rom­pió el pacto, dio su mano y luego hizo co­sas tales; no escapará. 19 Por tanto, así habla el Señor, Yavé: Por mi vida, que yo echaré sobre su cabeza mi juramento, que él menospreció, y mi pacto, que él rom­pió;2!) y le tenderé mi red y quedará preso en mi lazo. Le deportaré a Babilonia, y allí le juzgaré por la infidelidad cometida contra mí. 2 ) Todos los fugitivos de sus tropas caerán a la espada, y los que que­den serán dispersados a todos los vientos, y sabréis que yo, Yavé, he hablado.

P r o m e s a s de l r e y M e s í a s 22 Así dice el Señor, Yavé: También yo

tomaré del cogollo del cedro, y del princi­pal de sus renuevos cortaré un tallo, * 23 y lo plantaré sobre el monte alto y sublime, en el alto monte de Sión le plantaré; y echará ramas y dará fruto, haciéndose un magnífico cedro, y se acogerán a él todas las aves de toda pluma, que habitarán a la sombra de sus ramas; 2 4 y conocerán to­dos los árboles de la selva que yo soy Ya­vé, que humillé el árbol sublime y levanté el árbol bajo, sequé el árbol verde e hice reverdecer el árbol seco. Yo, Yavé, he ha­blado y yo lo cumpliré.

L a jus t i f i cac ión d e D i o s

1 R ' F u e m e dirigida la palabra de Ya-A O vé, diciendo: * 2 ¿Qué andáis repi­tiendo este proverbio en la tierra de Israel y decís:

«Los padres comieron los agraces | y los dientes de los hijos tienen la dente-

2 2 Sin embargo, de ese cogollo, que es la casa de David, hará brotar Yavé un renuevo que, convertido en cedro, dará acogida a todas las aves: el Mesías.

1Q i Este capitulo es importantísimo en la historia de la revelación del A. T. Con él queda rota ® aquella cadena que ligaba a los padres con los hijos. La ley de la responsabilidad social es una ley natural. Los hijos heredan no sólo el nombre, los

bienes y la gloria de los padres, sino también las enfermedades, la miseria, etc. Igual se diga de los pueblos. Esta ley la unlversalizaba la opinión del pueblo, haciendo que los hijos cargasen con todas las responsabilidades de los padres. El profeta la reduce a sus justos limites. Ante Dios, cada uno será juzgado según sus obras, buenas o malas, sin consideración a la conducta de los padres. En la Ley ya se había establecido el mismo principio, que cada uno pagará por su pecado (Dt 24,10; Jer 31,29 s.).

ra»? 3 Por mi vida, dice Yavé, que nunca más diréis ese refrán en Israel. 4 Mías son las almas todas; lo mismo la del padre que la del hijo, mías son, y el alma que pecare, ésa perecerá.

5 El que sea justo y haga juicio y jus­ticia, 6 no banquetee por los montes y no alce sus ojos a los ídolos de la casa de Is­rael; no manche a la mujer de su prójimo y no llegue a la mens t ruada ; 7 y no oprima a nadie y devuelva al deudor su prenda, y no robe y dé pan al hambriento y vestí-do al desnudo; 8 no dé a logro ni reciba a usura, retraiga su mano del mal y haga juicio de verdad entre hombre y hombre; 9 camine en mis mandatos y guarde mis leyes obrando rectamente, ése es justo, vi­virá, dice Yavé . 1 0 Pero si engendró un hi­jo ladrón, vertedor de sangre o que haga alguna de esas otras cosas, n y no Imi­tando a sus padres, coma por los montes» manche a la mujer de su prój imo, 1 2 opri­ma al pobre y al desvalido, robe, no de­vuelva la prenda, alce los ojos a los ídolos y haga abominaciones,1 } dé a logro y reci­ba usura, ¿vivirá éste? N o vivirá. Hizo todas esas abominaciones; de cierto mo­rirá. Recaerá su sangre sobre él.

14 Pero si éste engendró un hijo que, viendo todos los pecados de su padre, no los imita, 15 ni come por los montes, ni alza sus ojos a los ídolos de Israel, ni man­cha a la mujer de su prójimo, ' 6 ni opri­me a nadie, ni retiene la prenda, ni roba, da su pan al hambriento y viste al desnu­do, !7 contiene su mano de la iniquidad, no recibe usura ni interés y cumple mis preceptos, éste no morirá por la iniquidad de su padre, vivirá. l s Su padre, que agra­vió y despojó a su hermano y no obró el bien en medio de su pueblo, ése morirá por su iniquidad.

19 Y si dijereis: ¿Por qué no ha de pa­gar el hijo la iniquidad del padre? Pues porque el hijo hizo juicio y justicia y guardó mis mandamientos y los puso por obra, y de cierto vivirá. 2 0 El alma que pecare, ésa mori rá : el hijo no llevará so­bre sí la iniquidad del padre, ni el padre la del hijo; la justicia del justo será sobre él, y sobre él será la iniquidad del malva­do. 2 1 Y si el malvado se retrae de su maldad y guarda todos mis mandamien­tos y hace lo que es recto y justo, vivirá

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gZEQVTKL 18-20 896

y no morirá. 22 Todos los pecados que cometió no le serán recordados; en la justicia que obró vivirá.

23 ¿Quiero yo acaso la muerte del im­pío, dice el Señor, Yavé, y no más bien que se convierta de su mal camino y viva? 2 4 Pero si el justo se apartare de su justi­cia e hiciere maldad conforme a todas las abominaciones que hace el impío, ¿va a vivir? Todas las justicias que hizo no le serán recordadas; por sus rebeliones con que se rebeló, por sus pecados que come­tió, por ellos morirá.

21Y si dijereis: No es derecho el camino del Señor; escucha, casa de Israel: ¿Que no es derecho mi camino? ¿No son más bien los vuestros los torcidos? 26 Si el jus­to se aparta de su justicia para obrar la maldad, y por eso muere, muere por la iniquidad que cometió. 27 Y si el malvado se aparta de su iniquidad que cometió y hace lo que es recto y justo, hará vivir su propia alma. 2S Abrió los ojos y se apartó de los pecados cometidos, y vivirá y no morirá. 29 Y dice la casa de Israel: ¡No son derechos los caminos del Señor! ¿Que no son derechos mis caminos, casa de Is­rael? ¿No son más bien los vuestros los torcidos?

30 Yo, pues, os juzgaré a cada uno se­gún sus caminos, ¡oh casa de Israel!, dice el Señor, Yavé. Volveos y convertios de vuestros pecados, y así no serán la cau­sa de vuestra ruina, si Arrojad de sobre vosotros todas las iniquidades que co­metéis y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué habéis de querer morir, casa de Israel? 32 Q u e n o quiero yo la muerte del que muere. Convertios y vivid.

Elegía sobre los últimos reyes de Judá "i A 1 Canta una elegía sobre los prín-» •» cipes de Israel y di: * | 2 ¿Qué fue tu madre? | Una leona que se echaba en­tre leones. | Agazapada en medio de jó­venes leones, | crió a sus cachorros. | 3 Le­vantó a uno de sus cachorros, I que llegó a ser león, | y aprendió a coger la presa I y a devorar hombres. | * Dieron voces contra él las gentes, I y cogiéronle en sus trampas, | y con gritos le llevaron a la tierra de Egipto. | s Y viendo ella, después de esperar mucho tiempo, | que se des­vanecía su esperanza, I tomó a otro de sus cachorros | y le puso en lugar del leon-cillo. | « Se echaba entre leones, | y vino

20 > El año séptimo, el quinto mes, el día diez del mes, vinieron algunos

de los ancianos de Israel a consultar a Yavé y se sentaron delante de mí. * 2 Y me fue dirigida la palabra de Yavé, diciendo: 3 Hijo de hombre, habla a los ancianos de Israel y diles: Así dice el Señor, Yavé: ¿Vosotros veníais a consultarme? Por mi vida, que no os responderé, dice el Señor, Yavé. 4 ¿Quieres juzgar a éstos, hijo de hombre? ¿Quieres juzgarlos? Hazles saber las abominaciones de sus padres. 5 Diles: Así habla el Señor, Yavé: El día en que yo elegí a Israel y alcé mi mano jurando a la posteridad de Jacob, y me mostré a ellos en la tierra de Egipto, y alcé a ellos mi mano diciendo: Yo, Yavé, soy vuestro Dios; 6 aquel día alcé mi mano jurando sacarlos de la tierra de Egipto a la tierra que yo les había destinado, que mana le­che y miel y es la más hermosa de las tierras. 7 Y les dije: Quite cada uno de sus ojos los ídolos y no os contaminéis

•i Q 1 Esa leona es la casa de David, que dio a luz el primer león, llevado a Egipto, Joacad (2 Re * 23,33-35): luego un segundo, llegado a Babilonia, Jeconías (2 Re 24,10-17). 10 Esta es una nueva alegoría, la cepa, que significa la misma casa de David, al presente repre­

sentada por Sedéelas. O A 1 Los ancianos del pueblo en cautiverio vienen a consultar a Yavé por medio de su profeta, " " sin duda sobre la suerte de la nación. El profeta les responde echándoles en cara las perpetuas infidelidades de Israel, por las cuales serán castigados duramente. Pero a la justicia se sobrepondrá

1 a misericordia, y tras el castigo vendrá la gloriosa restauración mesiánica.

a ser también león, I y aprendió a arreba­tar la presa I y a devorar hombres. | 7 Rugiente en su altanería, | devastó ciu­dades, I y la tierra y cuantos en ella esta­ban I se espantaban al oír el rugido del león. I 8 Dieron sobre él las gentes | de las regiones del contorno, | tendieron redes contra él | y le cazaron en su fosa. | » En­cerráronle en una jaula, | y, encadenado, le llevaron a Babilonia | para que no se oyeran más sus rugidos | en los montes de Israel.

10 Tu madre fue como una vid | plantada cerca de las aguas, | vigorosa, de fruto y de follaje, I por la abundancia de las aguas. * I 11 Echó robustos sarmientos, | propios para cetros de dominador. | Su tronco se alzaba | por encima de los arbustos que la rodeaban, | vistosa por su altura | y por sus numerosos sarmientos. | , 2Pero fue arrancada con furor | y echada a tierra, | y el viento solano la secó, | quemó sus frutos. I Secáronse sus robustos sarmien­tos I y fueron echados al fuego, | 1 J y aho­ra está plantada en el desierto, I en tierra seca y árida; | 1 4 y ha salido de uno de sus sarmientos un fuego | que ha consumido los otros sarmientos, ( y no queda ya en ella rama alguna fuerte, | ni un solo cetro de dominio. | Elegía es ésta y de elegía servirá.

Infidelidad del pueblo y fidelidad de Dios

897 EZEQDIEL 20

con los ídolos de Egipto. Yo, Yavé, soy vuestro Dios. 8 Pero ellos se rebelaron contra mí y no quisieron darme oídos, ni quitaron de sus ojos los espantajos de Egipto; y dije que derramaría sobre ellos mi ira y desfogaría mi enojo sobre ellos en la tierra de Egipto.

9 Mas, por la gloria de mi nombre, para que no fuese infamado a los ojos de las gentes en medio de las cuales estaba, a cuya vista me había dado a conocer como quien los había de sacar de la tierra de Egipto, l0 los saqué de la tierra de Egipto y los conduje por el desierto; 11 les di mis leyes y mis mandamientos y les hice saber mis disposiciones, que son la vida para quien las cumple. 12 Diles también mis sábados, para que fuesen señal entre mí y ellos, para que supiesen que yo soy Yavé, que los santifico.

13 Pero rebelóse contra mí la casa de Israel en el desierto, no anduvieron en mis preceptos y no guardaron ni cum­plieron mis ordenaciones, que son la vida para quien las cumple, y profanaron mis sábados. Entonces dije que volcaría sobre ellos mi furor y en mi ira los exterminaría en el desierto.l4 Pero retraje mi mano por el honor de mi nombre, para que no fuese profanado a los ojos de las gentes, a cuya vista los había sacado. 15 Alcé mi mano en el desierto, jurándoles no llevarlos a la tierra que les había dado, que mana leche y miel, la más hermosa de todas las tie­rras, 1S porque habían despreciado mis ordenaciones y no habían seguido mis leyes y habían profanado mis sábados, yéndose su corazón tras sus ídolos.

17 Con todo, mis ojos los miraron pia­dosamente para no destruirlos y no los exterminé en el desierto. 18 Pero dije en el desierto a sus hijos: No sigáis las cos­tumbres de vuestros padres, no sigáis sus caminos ni os contaminéis con sus ídolos; 19 yo soy Yavé, vuestro Dios; andad en mis ordenaciones, guardad mis manda­mientos y ponedlos por obra;20 santificad mis sábados y sean señal entre mí y vos­otros, para que sepáis que yo soy Yavé, vuestro Dios. 21 Pero los hijos se rebela­ron contra mí, no anduvieron en mis or­denaciones ni guardaron mis mandamien­tos poniéndolos por obra, los que son la vida para quien los cumple; profanaron mis sábados, y dije entonces que derrama­ría sobre ellos mi ira para satisfacer en ellos mi enojo en el desierto. 22 Mas re­traje mi mano por el honor de mi nombre, para que no se infamase a los ojos de las gentes a cuya vista los saqué. 23 También

alcé mi mano en el desierto, jurándoles que los esparciría entre las gentes y los aventaría por las tierras;24 porque no pu­sieron por obra mis mandamientos y des­echaron mis ordenaciones y profanaron mis sábados, y se les fueron los ojos tras los ídolos de sus padres. 25 Por eso les di yo también a ellos ordenaciones no bue­nas y decretos que no son de vida, * 26 y los contaminé en sus ofrendas, cuando pa­saban a sus hijos por el fuego, a todo primogénito, para desolarlos y hacerles saber que yo soy Yavé.

27 Por tanto, hijo de hombre, habla a la casa de Israel y diles: Así habla el Se­ñor, Yavé: Hasta esta injuria me hicieron vuestros padres, entre las infidelidades que cometieron contra mí. 28 Yo los con­duje a la tierra que, alzando mi mano, ha­bía jurado darles, y ellos, mirando a todo alto collado y a todo árbol frondoso, sa­crificaron allí sus víctimas y presentaron sus irritantes ofrendas, y pusieron suaves aromas y derramaron sus libaciones.29 Yo les dije: ¿Qué es ese alto, el Bamá, adonde vosotros vais? Y Bamá se llama hasta hoy. *

Castigo 3(1 Di, pues, a la casa de Israel: Así ha­

bla el Señor, Yavé: ¡Qué! Os contamináis vosotros a la manera de vuestros padres, fornicáis con sus ídolos, 31 y ofreciendo vuestras ofrendas y pasando a vuestros hijos por el fuego os contamináis con vuestros ídolos hasta el día de hoy; ¿y voy a responderos yo, casa de Israel? Por mi vida, dice Yavé, que no os responderé. 32 Y no será lo que vosotros pensáis. Por­que vosotros os decís: Seremos como las gentes, como las naciones de la tierra, sirviendo al leño y a la piedra. 33 Por mi vida, dice el Señor, Yavé, que con puño fuerte, con brazo tendido y en efusión de ira he de reinar sobre vosotros. 34 Os he de sacar de en medio de las gentes y os recogeré de en medio de las tierras a que con puño fuerte, con brazo tendido y en efusión de ira os desparramé; 35 y os lle­varé al inhabitable desierto, y allí cara a cara litigaré con vosotros; 36 como litigué con vuestros padres en el desierto de la tierra de Egipto, así litigaré con vosotros, dice el Señor, Yavé. 37 Y os haré pasar bajo el cayado y os conduciré con disci­plina de alianza. 38 Separaré de vosotros a los rebeldes, a los que se apartaron de mí, y los sacaré de la tierra en que mo­ran, y no entrarán en la tierra de Israel y sabréis que yo soy Yavé.

25 El texto es difícil. Estos preceptos no buenos deben ser los de la consagración de los primo­génitos (Ex 13,2: 22,29; 34,10), que interpretaban mal, según las costumbres cananeas, pasándolos por el fuego (Is 6,9 s.).

29 Bamá es el nombre con que designaban los santuarios cananeos erigidos en los altos

Nácar-Colun&t

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EZEQUIKL 20-21 898

M i s e r i c o r d i a y r e s t a u r a c i ó n 3 ' Y vosotros, los de la casa de Israel

—así dice el Señor, Yavé—, andad cada uno tras sus ídolos y servidles. Pero ¡ah! Ya me daréis oídos luego y dejaréis de profanar mi santo nombre con vuestras ofrendas y vuestros ídolos. 4 0 Pues en mi santo monte, en el alto monte de Israel, dice el Señor, Yavé, allí me servirá toda la casa de Israel, toda ella en la tierra, y allí me complaceré en ellos y demandaré vuestras ofrendas y el don de vuestras pri­micias y todo cuanto me consagréis. +1 M e agradaré de vosotros como de un suave aroma cuando os saque de en medio de las gentes y os reúna de las tierras a que fuisteis dispersados, y me santificaré en vosotros a los ojos de las gentes, 4 2 y sa­bréis que yo soy Yavé cuando os conduz­ca a la tierra de Israel, a la tierra que al­zando la mano juré dar a vuestros padres. 43 Allí os vendrán a la memoria vuestras obras y todos los pecados con que os con­taminasteis, y sentiréis vergüenza de vos­otros mismos por las maldades que co­metisteis. 4 4 Entonces sabréis que yo soy Yavé, cuando haga con vosotros conforme al honor de mi nombre, no según vues­tros malos caminos ni según vuestras per­versas obras, casa de Israel, dice el Señor, Yavé.

L a ca tá s t ro fe 4 5 (21 J ) Fueme dirigida la palabra de

Yavé, diciendo: 4 6 (2) Hijo de hombre, vuélvete de cara hacia la derecha y derra­ma la palabra sobre el mediodia. Profe­tiza contra el bosque de las llanuras del Negueb 4 7 y di al bosque del Negueb: (3) Oye la palabra de Yavé: Así dice el Señor, Yavé: Voy a encender en ti un fuego que devorará todos los árboles, los verdes y los secos. No se apagarán las abrasadoras llamas hasta no quemar todo rastro, del mediodía al septentrión: 48 (4) y verá toda carne que soy yo, Ya­vé, quien lo encendió. N o se apagará. 4 9 (5) Dije yo: ¡Oh Señor, Yavé! Mira que éstos me dicen: ¿No es éste un t ro­vador de parábolas?

O í i (6) Y me fue dirigida la palabra « i de Yavé, diciendo:* 2 ( 7 ) H i j o de hombre, vuélvete de cara a Jerusalén y derrama tu palabra sobre sus santuarios. Profetiza contra la tierra de Israel y 3 (8) di a la tierra de Israel: Así dice el Señor, Yavé: Heme aquí contra t i ; voy a desenvainar mi espada y a exterminar en ti al justo y al impío. 4 (9) Pues para

eso saldrá mi espada de la vaina con­tra toda carne, desde el mediodía hasta el septentrión; 5 ( 1 0 ) y sabrá toda carne que yo soy Yavé, que he desenvainado mi espada y no la volveré a la vaina.

6 (n) Y tú, hijo de hombre, gime, gi­me con quebranto, gime a la vista suya. 7 ( 1 2 ) Y cuando te digan: ¿Por qué gi­mes? Diles: Por una noticia que cuando llegue se encogerán los corazones to­dos, todas las manos se caerán, todas las almas se consternarán y todas las rodillas flaquearán. Y ya viene, y ya se cumple, dice el Señor, Yavé.

8 (i3) Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo: 9 (14) Hijo de hombre, profetiza y di : Así habla el Señor, Yavé: D i : ¡La espada, la espada! Viene afila­da y bruñida. 10 ( I s) Afilada para dego­llar, bruñida para fulgurar como el rayo. 11 (16) La he hecho bruñir para blandiría, hícela afilar y bruñir para ponerla en manos del degollador.

12 (17) Grita y gime, hijo de hombre, porque viene sobre mi pueblo, sobre to­dos los príncipes de Israel. Caen a la espada, juntamente con mi pueblo; hiere, pues, tus muslos. 13 O8) Palabra del Se­ñor, Yavé. 14 (19) Tú, pues, hijo de hom­bre, profetiza, batiendo una palma con­tra otra. Se duplicará la espada, se tri­plicará; es la espada de la matanza, la espada de la gran matanza que los ame­naza. 15 (20) Para que se encojan los co­razones y se multiplique el estrago, he puesto a todas sus puertas el espanto de la espada. ¡Ah! Bruñida para fulgu­rar, afilada para degollar. l s (21) Taja a derecha, raja a izquierda, dondequiera que te vuelvas, ll (22) y también batiré yo palmas, y desfogaré mi ira, dice Yavé

N a b u c o d o n o s o r , c o n t r a J e r u s a l é n y A m m ó n

18 (23) Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo: * l9 (24) Tú, hijo de hom­bre, traza dos caminos para la espada del rey de Babilonia, que salgan ambos de la misma tierra, y pon una señal al comienzo de cada camino que indique la ciudad adonde va. 20 (25) Traza un cami­no por donde vaya la espada a Rabat , de los hijos de Ammón, y otro por don­de vaya a Judá, a la ciudad fuerte de Jerusalén. 2 1 (26) Porque el rey de Babi­lonia se ha parado en el cruce de donde parten los dos caminos para consultar augurando por el lanzamiento de las flechas, por la pregunta a los terafim, por el examen de las entrañas. 2 2 (27) El

O í ' Ala burla del pueblo, que llama al profeta trovador de parábolas, responde éste con una *• • viva amenaza, en que la espada de Yavé ejercerá las venganzas del Señor.

18 Nabucodonosor, indeciso sobre el camino que debe tomar, busca la decisión en varios gé­neros divinatorios y se resuelve por seguir a Jerusalén.

899 EZEQUtEL 21-22

augurio ha señalado la derecha, Jerusa­lén, para dar la orden de ataque, lanzar los gritos de guerra, alzar arietes contra sus puertas, levantar terraplén y hacer vallado. 23 (28) Para ellos éstos son pre­sagios vanos, pues ha habido juramentos solemnes; pero él se acuerda de su ini­quidad y serán cogidos en el lazo.

24 (29) p o r tanto, así dice el Señor, Ya­vé: Por haber traído a la memoria vues­tra iniquidad, poniendo al descubierto vuestras traiciones y de manifiesto vues­tros pecados en todas vuestras accio­nes, puesto que os jactáis, seréis entrega­dos a su mano. 2 5 (30) Y tú, profano, impío príncipe de Israel, llegó tu día, el término del tiempo de la iniquidad. * 2 6 ( 3 i ) A s í dice Yavé: ¡Fuera tiara! ¡Fue­ra corona! Eso no será más. Será ensal­zado lo humilde y humillado lo alto. 2 7 (32) ¡Ruina, ruina! ¡A ruina las redu­ciré!, y no serán más mientras no ven­ga aquel a quien de derecho pertenecen, y a él se las daré. *

28 (33) y tú, hijo de hombre, profetiza y di : Así habla el Señor, Yavé, de los hijos de Ammón y de su oprobio: Di, pues : ¡La espada! Desenvainada está la espada para degollar, bruñida para con­sumir, para fulgurar, * 2 9 (34) para hacerla caer sobre el cuello de los más inmundos de los -mpíos, mientras te profetizan va­nidad y te adivinan mentiras. Llegó su día en el tiempo de la consumación de la iniquidad. 3o (35) ¿L a volveré a la vai­na? Yo te juzgaré en la tierra donde te criaste, en la tierra donde has vivido. 31 (36) Derramaré sobre ti mi furor, so­plaré contra ti el fuego de mi ira y te entregaré en manos de hombres despia­dados, artífices de la destrucción.3 2 (37) Se­rás pasto de fuego, se empapará la tierra de tu sangre y se perderá tu memoria, porque yo, Yavé, lo he dicho.

L o s c r í m e n e s d e J e r u s a l é n O O 1 Fueme dirigida la palabra de Ya-í* £* vé, diciendo: * 2 Y tú, hijo de hom­bre, ¿no juzgarás a la ciudad sanguina­ria, echándola en cara todas sus abomi­naciones? 3 Di , pues : Así habla el Se­ñor, Yavé: ¡Ay de la ciudad derramado­ra de sangre en medio de sí! Para que venga su hora y para su ruina se ha he­

cho ídolos, contaminándose. 4 Por ha­berte hecho culpable de la sangre que has derramado y haberte contaminado con los ídolos que hiciste, has apresura­do tu día, has llegado al término de tus años. Por eso te haré yo oprobio de las gentes, ludibrio de la tierra toda. ¡ Cer­canos y lejanos se burlarán de ti, famosa por tus abominaciones, grande por tu corrupción.

6 He ahí a los príncipes de Israel que, cada uno a la medida de su poder, se ocupan en derramar sangre. 7 En ti des­precian al padre y oprimen al huérfano y a la viuda. 8 Menosprecias mis santua­rios y profanas mis sábados. 9 Hay en ti calumniadores para derramar sangre, quienes comen por los montes, quienes hacen torpezas. i "En ti se descubre la desnudez del padre y se hace violencia a la mujer durante el menstruo. » To­dos adulteran con la mujer de su próji­mo, contaminan incestuosamente a la nuera y fuerzan a la hermana, a la hija de su padre. , 2 Hay en ti quien recibe dones para derramar sangre, exiges usura e intereses, despojas con violencia al pró­jimo y a mí me olvidas, dice el Señor, Yavé. ' 3 Yo te he castigado por tu ava­ricia y ante la sangre derramada en me­dio de ti. I 4 ¿Resistirá tu corazón, ten­drán fuerza tus manos en los días que yo te preparo? Yo, Yavé, he hablado y lo haré. 15 Yo te esparciré entre las gentes y te aventaré por las tierras, y haré des­aparecer tu inmundicia de en medio de ti, 16 y serás a tus ojos ignominia entre las gentes, y sabrás que yo soy Yavé.

t 7 Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo: 1 8 Hi jo de hombre, la casa de Israel se me ha tornado en escoria, to­dos son en el crisol plata, cobre, estaño, hierro, p lomo: escorias. 19 Por tanto, así habla el Señor, Yavé: Por cuanto vos­otros os habéis vuelto escorias, yo os reuniré en medio de Jerusalén. 2 0 C o m o quien reúne en la hornaza plata, bronce, hierro, plomo y estaño y sopla el fuego para fundirlos, así os reuniré yo en mi furor y en mi ira y os echaré a la hor­naza para fundiros. 2 ' Yo os reuniré y soplaré contra vosotros el fuego de mi furor y seréis fundidos en medio de Je­rusalén. 2 2 C o m o se funde la plata en

2 5 Sedéelas había jurado por Yavé fidelidad a Nabucodonosor, pero había quebrantado tal jura­mento, cometiendo un perjurio.

2 7 La segunda mitad de este versículo parece inspirada en Gen 49,10 y anunciar en ef Mesías la restauración de las ruinas. Sin embargo, el texto está incorrecto.

28 Después de Jerusalén, la espada vengadora de Yavé, manejada por Nabucodonosor, se vol­verá contra los amonitas.

99 1 Como si Dios quisiera justificar la sentencia que en el c.21 pronunció contra Jerusalén, *• aquí nos pinta con vivos colores el cuadro de las iniquidades del pueblo, de los príncipes, de los sacerdotes, tantas que en toda la ciudad no halló quien con su valimiento se levantase a favor de ella.

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EüEQMEL 22-23 900

el crisol, así seréis fundidos vosotros en medio de él y sabréis que soy yo Yavé, que derramo mi furor sobre vosotros.

Los crímenes de los príncipes, sacerdotes y profetas

23 Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo: 24Hijo de hombre, diles: Eres una tierra no bañada desde lo alto, no rociada por la lluvia al tiempo de la ca­nícula. 25 Dentro de ella se conjuran los príncipes; como ruge el león y despedaza la presa, así devoran ellos las almas; se apoderan de los tesoros y riquezas y mul­tiplican en medio de ella las viudas. 26 Sus sacerdotes han violado mi Ley y han pro­fanado mis cosas santas; no hacen dife­rencia entre lo santo y lo profano, ni en­señan a distinguir entre lo mundo y lo inmundo; cierran los ojos a las violacio­nes de los sábados y yo soy profanado en medio de ellos; 27 sus príncipes son como lobos que despedazan la presa, derraman­do sangre, destruyendo las almas, para dar pábulo a su avaricia. 2S Sus profetas revocan con barro suelto, profetizándoles vanidad y prediciendo mentiras, y dicen: «Así habla el Señor, Yavé», sin que Yavé haya hablado. 29 Y el pueblo de la tierra oprime, roba, hace violencia al desvalido y al menesteroso, y al extranjero le veja contra derecho. 30 También de entre ellos busqué yo quien levantase muro y se pu­siese a la brecha frente a mí en favor de la tierra, para que yo no la devastase, y no le hallé. 31 Por tanto, derramaré sobre ellos mi ira y los consumiré con el fuego de mi furor y les echaré sobre la cabeza sus obras, dice el Señor, Yavé.

Los pecados de Samaría y de Jerusalén y su castigo

« o ! Fueme dirigida la palabra de Ya-í* «5 vé, diciendo: * 2 Hijo de hombre, había dos mujeres hijas de la misma ma­dre. 3 Se prostituyeron en Egipto al tiempo de su mocedad; allí fueron estrujados sus pechos y manoseado su seno virginal. 4 Llamábanse Oola la mayor, y su her­mana, Ooliba. Fueron mías y parieron hijos e hijas. Oola es Samaría; Ooliba, Jerusalén. 5 Oola me fue infiel y se enlo­queció por sus amantes, sus vecinos, los asirios. 6 Iban vestidos de púrpura viole­ta, eran jefes y oficiales, todos jóvenes, codiciables y que montaban caballos. 7 Se prostituyó a ellos, la flor de los hijos de Asur, y se contaminó con todos los ídolos de aquellos de quienes se enamoró. 8 Tam­poco dejó sus prostituciones con el Egip­

to, porque eran los que se habían acostado con ella en su mocedad y habían manosea­do su seno juvenil y derramado sobre ella sus impurezas. 9 Y o por eso la entregué en manos de sus amantes, en manos de los hijos de Asiría, de quienes estaba ena­morada. 10 Ellos descubrieron sus ver­güenzas, le cogieron sus hijos y sus hijas y a ella la hicieron perecer a la espada. Vino a ser famosa entre las mujeres por la justicia que en ella se hizo.

n Viendo esto Ooliba, su hermana, fue más estragada que ella en su pasión, y sus prostituciones sobrepasaron a las de su hermana. I2 Encendióse en amor por los hijos de Asur, jefes y oficiales, nobles vestidos magníficamente, caballeros en sus caballos, jóvenes todos y codiciables.13 Yo vi que se habían contaminado, que ambas habían seguido el mismo camino. 14 Pero ésta fue más lejos que la otra en sus for­nicaciones: vio hombres pintados en pa­red, figuras de caldeos trazadas con mi­nio, 15 ceñidos sus lomos de sus cinturo-nes, y tiaras de varios colores a la cabeza, todos con apariencia de jefes, figuras de hijos de Babilonia, de la Caldea, su pa­tria. 16 Y en viéndoles se encendió en amor por ellos y mandó embajadores a Caldea, 17 y entraron a ella los hijos de Babilonia, al lecho de sus amores, y la mancharon con sus inmundicias y ella se contaminó con ellos hasta hartar su deseo, i* Hizo patentes sus fornicaciones y descubrió su ignominia, y yo me asqueé de ella, como me había asqueado de su hermana.19 Mas todavía acrecentó sus fornicaciones, tra­yendo a su memoria los dias de su moce­dad, cuando había fornicado en la tierra de Egipto. 20 Y ardió en lujuria por aque­llos lujuriosos, que tienen carne de burro y flujo de garañones. 2 1 Y renovaste las fornicaciones de tu mocedad, cuando los egipcios estrujaban tus pechos y mano­seaban tu seno juvenil.

22 Por eso, Ooliba, así dice el Señor, Yavé: Yo suscitaré contra ti a tus aman­tes, aquellos de que te hartaste tus deseos, y los haré venir contra ti en derredor. 23 Los hijos de Babilonia y todos los cal­deos, los de Peqod, los de Soa, los de Coa y con ellos todos los hijos de Asur: mozos guapos, jefes y capitanes todos, nobles y notables, todos a caballo. 2 4 Y vendrán contra ti con estrépito de carros y ruedas, con escudos, paveses y capacetes, se or­denarán en batalla de todas partes con­tra ti. Yo les he entregado a ellos tu juicio y te juzgarán según sus leyes. 25 Desenca­denaré mi celo contra ti y te tratarán con

O 'i l Bajo la imagen de dos hermanas de perdidas costumbres nos traza el profeta la historia ^ ^ moral y religiosa de los dos reinos de Samaría y de Judá, acabando por someterlas ambas al juicio de un recto tribunal, que las condenará a la pena impuesta a las adúlteras.

901 EZEQUIEL 23-24

furor. Te cortarán la nariz y las orejas y tu prole caerá a la espada. Llevaránse a todos tus hijos y tus hijas y tu progenie será consumida por el fuego. 26 Te desnu­darán de tus vestidos y te arrebatarán todos los ornamentos de tu hermosura. 27 Yo haré que cese tu lujuria y tus pros­tituciones con el Egipto, y no alces ya más los ojos a ellos, y no te acuerdes más del Egipto.

2 8 Porque así dice el Señor, Yavé: Te entrego en las manos de aquellos a quie­nes llegaste a aborrecer, de quienes se hartaron tus deseos. 29 Y te tratarán con odio, se apoderarán de todo el fruto de tu trabajo y te dejarán desnuda y en cue­ros, y se descubrirán las vergüenzas de tus prostituciones. Tu lujuria y tus forni­caciones 30 son causa de todo esto. Por haber fornicado con las gentes y haberte contaminado con sus ídolos. 31 Has se­guido los caminos de tu hermana y pon­dré en tus manos el cáliz suyo.

32 Así habla el Señor, Yavé: Beberás el cáliz de tu hermana, hondo y ancho, de gran capacidad. 33 Te embriagarás y sen­tirás bascas incontenibles; es el cáliz que entontece y emborracha, el cáliz de tu hermana Samaría. 34 Lo beberás hasta las heces, lo morderás, lo romperás con los dientes y con sus fragmentos te rasgarás el seno, porque yo he hablado, dice el Señor, Yavé. 3S Puesto que me dejaste y me echaste a tus espaldas, también yo echaré sobre ti tu lujuria y tus prostitu­ciones.

36 Díjome Yavé: Hijo de hombre, ¿no juzgarás tú a Oola y a Ooliba? ¿No les echarás en cara sus abominaciones? 37 Dié-ronse al adulterio y mancharon de sangre sus manos. Adulteraron con sus ídolos, y aun los hijos que me parieron los pasa­ron por el fuego para que les sirviesen a ellos de comida. 38 Hasta eso hicieron, contaminando también mi santuario y profanando mis sábados, 39 pues luego de sacrificar sus hijos a sus ídolos entraban el mismo día en mi santuario, contami­nándolo. Eso hicieron con mi casa. 40 Y aun han hecho venir de lejos hombres a los que enviaron mensajeros, y al venir ellos te lavaste, te pintaste los ojos y te ataviaste con tus joyas, 41 y echada en suntuoso estrado, te pusiste a la mesa que aderezaste para ellos, poniendo en ella mis perfumes y mi óleo, 42 entre el rumor clamoroso de los cantos. Ellos, a su vez, traían mirra y bálsamo, venidos de Saba, del desierto, y ponían manillas en sus manos y coronas en sus cabezas. 43 Y dije de la envejecida en adulterio: Ahora se

consumarán los adulterios de ellos y de ella. 44 Pues venían ellos como quien vie­ne a la ramera; así vinieron a Oola y a Ooliba, las depravadas.

4s Pero hombres rectos te juzgarán se­gún la ley de las adúlteras y las sanguina­rias, porque adúlteras son y manchadas de sangre están sus manos. 46 Pues así dice el Señor, Yavé: Trae turbas contra ellas y sean entregadas al maltrato y la rapiña; 47 y las turbas las apedrearán con piedras y las acuchillarán con sus cuchi­llos, matarán a sus hijos y a sus hijas y prenderán fuego a sus casas. 4S Y haré cesar en la tierra la depravación, y escar­mentarán las mujeres y no imitarán vues­tras torpezas. 49 Y harán recaer sobre vosotras vuestras obscenidades y pagaréis los pecados de vuestras idolatrías y sabréis que yo soy Yavé.

El asedio de Jerusalén y sus angustias n i 1 El año nono, el mes décimo, el ^ ^ día décimo del mes, me fue diri­gida la palabra de Yavé, diciendo: * 2 Hijo de hombre, consigna por escrito la fecha de este día. En este día el rey de Babilonia se ha echado sobre Jerusalén. 3 Compon una parábola para la casa de los rebeldes y diles: Así habla el Señor, Yavé:

Pon la caldera I y echa también agua; I 4 echa en ella trozos, | todos los trozos selectos, | la pierna y la espalda, | lo me­jor de todo. I 5 Pon debajo la leña, | que hierva a borbotones, I que se cuezan hasta los huesos. I 6 Porque así dice el Señor, Yavé: | ¡Ay de la ciudad sanguinaria! | ¡Ay de la caldera herrumbrosa | cuya herrum­bre no ha sido quitada! I Tírala trozo a trozo, I sin echar suertes sobre ella. I 7 Porque tiene dentro la sangre de los su­yos; I la ha derramado sobre una piedra lisa, 1 no la derramó sobre la tierra, | para cubrirla con ella, I 8 para provocar la ira | y traer sobre sí la venganza. | También derramaré yo su sangre | sobre una pie­dra lisa, sin que pueda cubrirse.

9 Por lo cual dice el Señor, Yavé: | ¡Ay de la ciudad sanguinaria! I También yo au­mentaré la hoguera. | 1 0 Añade leña, | ati­za el fuego, I que se cueza la carne | y se evapore el caldo, I que se quemen los huesos. 111 Déjala vacía sobre las brasas; | que se ponga al rojo y se liquide el cobre, | se funda con su suciedad I y se consuma su herrumbre. | *2 En vano me fatigué, | no desapareció su herrumbre; | sólo con el fuego podrá quitarse.

13 Es execrable tu suciedad. Yo he que­rido limpiarte, pero no te limpiaste; no quedarás purificada de tu suciedad hasta

O í * Este vaticinio fue pronunciado en Babilonia el día mismo en que los caldeos establecieron ¿^ el asedio contra Jerusalén. El juicio de Dios contra la ciudad está vivamente expresado por la olla, en que se cuece la victima, dividida en pedazos.

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EZEOIHEI. 24-25 902

que no derrame yo mi fuego sobre ti. 14 Yo, Yavé, he hab lado . Vendré, lo haré, no me volveré atrás, no tendré piedad, no me arrepentiré. Según tus caminos y tus obras, así serás juzgada, dice el Señor, Yavé.

15 Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo: i" Hijo de hombre, voy a qui­tarte de repente lo que hace tus delicias, pero no te lamentes ni llores, no derrames una lágrima. * 17 Suspira en silencio, sin llevar luto por el muer to ; ponte el tur­bante en la cabeza y calza tus pies, no te cubras el rostro ni comas el pan del duelo.

18 Yo había estado hablando al pueblo por la mañana, y a la tarde murió mi mu­jer. A la mañana siguiente hice lo que me había sido mandado, 19 y la gente me de­cía: ¿No nos explicarás lo que significa eso que haces? 20 Yo les respondí: Yavé me ha hablado, diciendo: 2 1 Di a la casa de Israel: Así habla el Señor, Yavé: Mi­rad, voy a profanar mi santuario, gloria de vuestra fuerza, delicia de vuestros ojos y regalo de vuestra alma; vuestros hijos y vuestras hijas caerán a la espada, 2 2 y entonces haréis vosotros lo que ahora hago yo. N o os cubriréis el rostro ni co­meréis el pan del duelo; 23 llevaréis en vuestra cabeza los turbantes y calzaréis vuestros pies; no os lamentaréis ni llo­raréis, sino que os consumiréis en vuestra iniquidad y gemiréis unos con otros. 2 4Ezequiel será para vosotros una señal; cuando esto llegue haréis vosotros lo que él hace ahora y sabréis que yo soy Yavé. 25 Y tú, hijo de hombre, el día en que yo les arrebataré a ellos su fortaleza, el or­gullo de su gloria, la delicia de sus ojos, el gozo de sus almas, sus hijos y sus hi­jas, 26 vendrá a ti un huido para darte la noticia; 2 7 y aquel día se abrirá tu boca a la llegada del fugitivo, y hablarás, no estarás ya mudo, y serás señal para ellos, y sabrán que yo soy Yavé.

S E G U N D A P A R T E

V A T I C I N I O S SOBRE LAS NACIONES

(25-32)

O r á c u l o c o n t r a A m m ó n 1 Fueme dirigida la palabra de Ya­vé, diciendo: 2 Hijo de hombre,

tiende tu vista hacia Ammón y profetiza contra él. 3 Di a los hijos de A m m ó n :

25

Oíd la palabra del Señor, Yavé: Así ha­bla el Señor, Yavé: Pues que tú dijiste «Bien» cuando era profanado mí san­tuario y la tierra de Israel era asolada, y llevada la casa de Judá al cautiverio,4 por eso yo te entregaré en poder de los hijos del Oriente, que pondrán en ti su campa­mento y alzarán en ti sus tiendas, y co­merán tus cosechas y beberán tu leche. 5 Y haré de Raba pastizal de camellos, y de las ciudades de Ammón, rediles de ovejas. Y sabréis que yo soy Yavé.

6 Porque así habla el Señor, Yavé: Pues que batiste palmas y pateaste con los pies y te regocijaste en el alma con desprecio para la tierra de Israel, 7 por eso heme aquí, tenderé mi mano contra ti y te daré en presa a las gentes, y te extirparé de entre los pueblos de la tierra, y te haré desaparecer del número de ellos. Te ex­terminaré y sabrás que yo soy Yavé.

O r á c u l o c o n t r a M o a b 8 Así dice Yavé: Puesto que M o a b ha

dicho: ¡Oh! ¡La casa de Judá es entre los pueblos uno de tantos! * 9 Por eso yo abri­ré el flanco de Moab , desde las ciudades fronterizas, gloria de la región. Bet-Je-simot y Baal-Meón, hasta Quiriataim. 10 Doy su tierra a los hijos de Oriente para que no sean contados más entre los pue­blos. n También haré justicia en Moab .

O r á c u l o c o n t r a E d o m 12 Así dice el Señor, Yavé: Por el com­

portamiento de Edom, que tomó vengan­za de la casa de Judá y se manchó sobre­manera vengándose de ellos, 13 por eso, así dice el Señor, Yavé: También yo ten­deré mi mano contra Edom, y extermi- ' naré hombres y bestias, y lo reduciré a ruinas; desde Teman hasta Dedán caerán a la espada. 14 Y pondré la venganza con­tra Edom en manos de mi pueblo Israel, que tratará a Edom conforme al furor de mi ira, y sabrán que yo soy Yavé y que es mía la venganza. Así dice el Señor, Yavé.

O r á c u l o c o n t r a F i l i s tea 15 Así habla el Señor, Yavé: Por haber

obrado vengativamente los filisteos y ha­berse vengado con odio en el alma, exter­minando con odio secular; 16 por eso, así dice el Señor, Yavé: Yo tenderé mi mano contra los filisteos y exterminaré a los có­reteos. Haré perecer hasta los restos de los habitantes de la orilla del m a r . 1 7 Haré

16 Interesante acción simbólica de la conducta de Dios. El profeta acaba de perder a su mujer, «las delicias de su alma»; pero Dios le manda que no llore. También El va a perder a su esposa, Jerusalén, con su santuario, y no hará duelo por ellos. O C 8 Aquí comienzan los oráculos contra las naciones vecinas. Los más importantes de ellos ^ ^ son los que hablan a Tiro (26-28) y a Egipto (29-32). Los pueblos de Ammón, Moab, Edom y Filistea, siempre rencillosos contra Judá, se habían alegrado de su ruina y cooperado a ella; por eso Yavé los castigará por medio del mismo ministro de sus venganzas, el rey de Babilonia, o por los árabes del desierto, «los hijos del Oriente».

903 EZEQUIEL 25-27

con ellos grandes venganzas, con furor los castigaré y sabrán que yo soy Yavé cuando haga en ellos mi venganza.

O r á c u l o c o n t r a F e n i c i a « g 1 El año undécimo, el día primero * V del mes, me fue dirigida la palabra J de Yavé, diciendo: * 2 Hijo de hombre, por haber dicho Tiro de Jerusalén: | «Bien, ha sido rota la que era puerta de los pueblos; | vendrán a mí, yo me lle­naré y ella está desierta», | 3 por eso así dice el Señor, Yavé: | Heme aquí contra ti, Tiro. I Yo haré subir contra ti pueblos numerosos, I como hace subir el mar sus olas; I 4 y destruirán las murallas de Ti­ro I y abatirán sus torres. | Y barreré de ella hasta el polvo | y haré de ella una des­nuda roca. I 5 Será en medio del mar ten­dedero de redes, porque yo he hablado, dice el Señor, Yavé. | Será presa de las gentes, I 6 y sus hijas, las que están en el campo, | serán pasadas a cuchillo, | y sabrán que yo soy Yavé. I

7 Porque así habla el Señor, Yavé: Yo '

tus heridos, a la matanza que en ti harán, temblarán las islas. 16 Todos los príncipes del mar bajarán de sus tronos, se despoja­rán de sus mantos y de sus recamadas vestiduras, se vestirán de espanto y se sen­tarán en tierra. Temblarán a cada mo­mento y estarán consternados ante ti. 17 Te cantarán una elegía y te dirán: «¡Có­mo! ¿Destruida tú, la poblada por los que recorrían los mares, | la ciudad tan cele­brada, tan poderosa en el mar? | ¿Des­truida con sus habitantes, | que eran el espanto de todos los que la rodeaban? | l8 Estremeceránse las islas el día de tu caída, I se espantarán de tu fin las islas del mar.

i ' Pues así dice el Señor, Yavé: Cuan­do yo te torne en ciudad desierta, co­m o las ciudades deshabitadas; cuando haga yo subir al abismo contra ti y te cubra la inmensidad de las aguas, 2 " t e haré bajar con los que cayeron en la fosa, con los pueblos de otros tiempos, y te pondré en las profundidades de la tierra, en las eternas soledades, junto a los que

enviaré desde el septentrión, contra Ti- ¡ bajaron a la fosa; y no serás habitada ro , a Nabucodonosor, rey de Babilonia rey de reyes, con carros, caballos y jine­tes y gran muchedumbre de pueblo. 8 Pa­sará al filo de la espada a tus hijas del campo, I pondrá contra ti cerca, | levan­tará baluartes | y alzará escudos. | 9 Pon­drá contra ti arietes, | derrumbará tus murallas | y con sus ingenios echará por el suelo tus torres.

ío La polvareda que alzarán sus caba­llos te cubrirá; | y al estrépito de sus ca­balleros, sus carros y sus ruedas | retem­blarán tus muros, | cuando entre él por tus puertas, | como se entra en ciudad conquistada. | n Con los cascos de sus ca­ballos I bollará todas tus calles | y pasará a tu pueblo al filo de la espada, I y caerán a tierra las columnas de tu fuerza.

l2 Darán al saqueo todas tus riquezas, I al pillaje todas tus mercancías. | Demole­rán tus murallas | y derribarán tus magní­ficos palacios; | hasta las piedras, las ma­deras y el escombro | lo arrojarán al mar. 13 Haré cesar el estrépito de tus canta­res, I no se oirá más el sonido de las cí­taras. I 1 4 T e tornaré desnudo escollo, | apto para tender en él las redes, [ y no se­rás jamás reconstruida, porque yo, Yavé, he hablado, dice el Señor, Yavé.

U Así ha hablado el Señor, Yavé, de

jamás, y daré tu gloria a la tierra de los vivientes. 21 Te reduciré a la nada, no se­rás ya más. Te buscarán y nunca ya más te hallarán, dice el Señor, Yavé.

27 C o n t r a T i r o

1 Fueme dirigida la palabra de Ya­vé, diciendo: * 2 Tú, hijo de hom­

bre, haz a Tiro una elegía. 3 Di a Tiro: | ¡Oh tú, la que te asientas a la entrada del mar, | la que comercias con los pueblos de numerosas islas! I Así habla el Señor, Yavé: | Tiro, tú te decías: «Yo soy de per­fecta hermosura, [ 4 mis dominios están en el corazón de los mares»; | los que te edificaron te hicieron perfectamente her­mosa, I 5 de cipreses de Sanir hicieron tus quillas; | de cedros del Líbano, tus más­tiles ; I 6 tus remos, de encinas de Basan; | tus bancos, de boj incrustado de marfil, | traído de las islas de Quitím.

7 De lino recamado del Egipto | eran tus velas y tus toldos: | de jacinto y púrpu­ra de las islas de Elisa | tus pabellones. | 8 Los habitantes de Sidón y de Ar-vad I eran tus remeros, | y los más exper­tos entre ti, | ¡oh Tiro!, tus pilotos. | 9 An­cianos de Guebal con sus más hábiles obreros | calafateaban tus junturas. | To-

Tiro: Al fragor de tu caída, al gritar de I das las naves del mar, con sus navegan-

1 El año 11 de ¡a primera cautividad, cuando Jerusalén había ya caído en poder de los caldeos, Tiro, la gran ciudad comercial de la Fenicia, muestra su alegría, esperando medrar con la

desaparición del reino de Judá. El profeta pronuncia contra ella esta solemne amenaza, que no sabe­mos con certeza cuándo y hasta qué punto se haya realizado.

1 El profeta nos ofrece en este capítulo una hermosa elegía de la ciudad comercial y nave­gante, bajo la imagen de una rica nave, y nos describe el comercio de Tiro con todos los pue­

blos conocidos, todos ios que figuran en la tabla etnográfica de Gen 10.

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EZEQUTRL 27-28 904

tes, | estaban dentro de ti para cambiar sus mercancías.

i" D e Persia, de Lud y de Put eran los soldados de tu ejército, I tus hombres de guerra, | Suspendían en medio de ti es­cudos y yelmos, I dándote esplendor. | 11 Hijos de Arvad y de Jelec | guarnecían tus murallas, | y los Gadamín, tus to­rres; | todos en torno, en tus murallas | colgaban sus escudos, I coronando tu belleza.

1 2 Los de Tarsis traficaban contigo en gran abundancia de productos de toda suerte. En plata, hierro, estaño y plomo te pagaban tus mercancías. 13 Javán, Tú-bal y Mesec comerciaban también con­tigo y cambiaban tus mercaderías por es­clavos y objetos de bronce. 1 4 L o s de la casa de Togorma pagaban tus mercan­cías con caballos de tiro y de carrera y mulos. 15 Los hijos de Dedán traficaban contigo; el comercio de numerosas islas estaba en tus manos y te pagaban con dientes de marfil y con ébano. !6 Aram cambiaba contigo sus muchos productos y te pagaba con malaquita, púrpura, re­camados, lino, coral y rubíes.

17 Contigo comerciaban Judá y la tie­rra de Israel, y te daban como precio el trigo de Minit, perfumes, miel, aceite y bálsamo. 18 Traficaba contigo Damasco, pagándote con sus muchos productos y sus bienes de toda suerte, vino de Jelbón y lana de Sahar. 19 Los de Vedan y Javín de Uzal te pagaban con hierro elaborado, casia y caria aromática. 2 0 Dedán trafica­ba contigo en sillas de cuero para mon­turas.

2 1 La Arabia y los príncipes de Cedar eran tus proveedores y comerciaban con c o r d e r o s , c a r n e r o s y m a c h o s cabr íos . 2 2 Los mercaderes de Seba y de Ragma comerciaban contigo, cambiaban tus mer­cancías por los más exquisitos aromas, piedras preciosas y oro. 2 3 Jarran, Cañe y Edén, Asur y Quilmad traficaban con­tigo. 2 4 Negociaban contigo en muchas co­sas, vestidos preciosos, mantos de jacinto recamado, tapices tejidos en varios colo­res, fuertes y retorcidas cuerdas . 2 5 Las na­ves de Tarsis eran las caravanas que te traían tus mercancías. | Así llegaste a ser opulenta y muy gloriosa I en el seno de los mares. | 2 6 Pero en las grandes aguas, | adonde te conducían tus remeros, | el vien­to solano te precipitará I al seno del mar.

27 Tus riquezas, tus mercancías, tu trá­fico, I tus marineros, pilotos y calafates, | los mercaderes de tu tráfico, | todos los guerreros que en ti hay, | con toda la mu­chedumbre que te llena, ¡ caerán en el co­

razón del mar el día de tu ruina. | 2 8 Al estrépito de los gritos de tus marineros I temblarán las playas. | 2SI Bajarán de tus naves cuantos manejan el remo, | y todos, marineros y pilotos del mar, | se queda­rán en tierra. I 30 Alzarán a ti sus clamo­res I y darán amargos gritos; echarán pol­vo sobre sus cabezas | y se revolcarán en la tierra. | 31 Se raerán por ti los cabellos en torao | y se vestirán de saco; I te llo­rarán en la amargura de su alma | con amarga aflicción;132 te lamentarán con ele­gías I y dirán de t i : ¿Quién había que fuera como Tiro, | ahora silenciosa en medio del mar?

33 Con las mercancías que tú sacabas de los mares, | saciabas a numerosos pue­blos; I con la muchedumbre de tus rique­zas y de tu comercio, | enriquecías a los reyes de la t ierra; I 3 4 y yaces ahora sepul­tada en el mar, | en lo profundo de las aguas, I y contigo cayeron tu tráfico | y toda tu gran muchedumbre. | 35 Quedá­ronse atónitos sobre ti | los habitantes de las islas, I y los reyes de ellas están tem­blando de espanto, I demudado el ros­tro. I 36 Los mercaderes de los pueblos silban contra t i ; I has venido a ser objeto de espanto, I ya no serás más por los siglos.

Contra el rey d e T i r o

n o 1 Fueme dirigida la palabra de Ya-« O vé, diciendo: * 2 Hijo de hombre, di al príncipe de T i ro : Así habla el Señor, Ya vé: | Por cuanto se ensoberbeció tu corazón y dijiste: | «Soy un dios, habito en la morada de Dios, en el corazón de los mares», y siendo tú un hombre, no un dios, | igualaste tu corazón al co­razón de Dios, I 3 creyéndote más sabio que Daniel, | que ningún sabio se te igualaba; | 4 que con tu sabiduría y tu prudencia | creaste tu poderío ) y acumu­laste el oro y la plata | en tus tesoros, | 5 y con tu gran sabiduría y tu comercio | acrecentaste tu poder, | y en tu potencia se ensoberbeció tu corazón.

6 Por eso asi dice el Señor, Yavé: | Pues que hiciste tu corazón igual al co­razón de Dios, I 7 yo traeré contra ti | a extranjeros, | a los más feroces de los pueblos, I que desenvainarán la espada contra la belleza de tu arte | y profanarán tus esplendores. I 8 Te harán bajar a la huesa, | y morirás con la muerte de los que mueren en medio de los mares. I 9 ¿Di­rás ya ante tu matador : Yo sov un dios? I Hombre eres, no eres dios, | en las ma­nos de tu matador . | 1 0 Morirás la muerte de los incircuncisos, | a manos de extran-

O C ' El rey de Tiro, que en su orgullo se compara con Dios, será muerto con la muerte de los ¿ O que mueren en los mares. Otra vez tenemos a Daniel como personaje de gran sabiduría.

905 EZEQDIEL 28-29

jeros, porque he hablado yo, | dice el Señor, Yavé.

E l e g í a de l r e y d e T i r o 11 Fueme dirigida la palabra de Yavé,

diciendo: * I 2 Hijo de hombre, canta una elegía al príncipe de Tiro y dile: Así habla el Señor, Yavé: Eras el sello de la perfección, lleno de sabiduría y acabado de belleza. I 3 Habitabas en el Edén, en el jardín de Dios, vestido de todas las preciosidades. El rubí, el topacio, el dia­mante, el crisólito, el ónice, el berilo, el zafiro, el carbunclo, la esmeralda y el oro te cubrían; llenaste tus tesoros y tus almacenes. El día en que fuiste creado 14 te pusieron junto al querube colocado en el monte de Dios, y andabas en me­dio de los hijos de Dios. 15 Fuiste perfecto en tus caminos desde que fuiste creado hasta el día en que fue hallada en ti la iniquidad. * 16 Por la muchedumbre de tus contrataciones se llenaron tus estan­cias de violencia; y pecaste, y te arrojé del monte santo y te eché de entre los hijos de Dios ; el querube protector te hi­zo perecer.

17 Ensoberbecióse tu corazón de tu her­mosura y se corrompió tu sabiduría, y a pesar de tu esplendor, por tus muchos y grandes delitos, yo te eché por tierra; y te doy en espectáculo a los reyes, 18 por la muchedumbre de tus iniquidades. Por la injusticia de tu comercio profanaste tus santuarios; y yo haré salir de en medio de ti un fuego devorador, y te reduciré a cenizas en medio de la tierra, a los ojos de cuantos te miran. í9 Todos cuantos de entre los pueblos te conocen se asombrarán de ti. Serás el espanto de todos y dejarás de existir para siempre.

C o n t r a S i d ó n 2 0 Fueme dirigida la palabra de Yavé,

diciendo: * 2 I Hijo de hombre, vuélvete de cara a Sidón y profetiza contra ella. 2 2 D i : Así habla el Señor, Yavé: Heme

aquí contra ti, Sidón. Yo seré glorificado en medio de ti, y sabrán que yo soy Yavé cuando la juzgue y manifieste en medio de ella mi santidad. 2 3 Mandaré a ella la peste, y la sangre a sus calles, y caerán en ella los muertos a la espada que todo en torno la rodeará, y sabrán que yo soy Yavé. 2 4 Y no será ya para la casa de Israel un aguijón punzante, un espino desgarrador en medio de cuantos la ro­dean y la aborrecen. Sabrán que soy Yavé.

2 5 Así dice el Señor, Yavé: Cuando reúna yo a la casa de Israel de en medio de todos los pueblos en que se dispersó, yo me glorificaré ante las gentes, y habi­tarán en la tierra que di a mi siervo J a c o b ; 2 6 habitarán en ella seguros, y cons­truirán en ella casas, y plantarán viñas; habitarán en seguridad cuando haga yo justicia en todos aquellos que en torno a ella la aborrecen, y sabrán que yo, Yavé, soy su Dios.

ORÁCULOS CONTRA E G I P T O

P r i m e r o r á c u l o

O Q 1 El año décimo, el décimo mes, a ™«* doce del mes, fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo: * 2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el Faraón, rey de Egipto, y profetiza contra él y contra el Egipto entero; 3 habla y di : Así dice el Señor, Yavé: | Heme aquí contra ti, ¡oh Faraón!, rey de Egipto. | Cocodrilo gigantesco echado en medio de tus ríos, | te dijiste: Míos son los ríos, | yo mismo los he creado.

4 Y o pondré un aro en tus quijadas | y te sacaré de en medio de tus ríos, | con todos los peces que hay en ellos | pegados a tus escamas, I 5 y te arrojaré al desierto I a ti y a todos los peces de tus r íos; ] y caerás en la superficie de los campos, \ y no serás recogido ni levantado; | y te daré en pasto | a las fieras de la tierra y a las aves del cielo, | 6 y todos los habitantes

1 ! Después de anunciada su muerte, le honra con una lamentación, como antes había hecho con Tiro. Gomo en otros casos el Faraón o Nabucodonosor, el rey de Tiro, Itobaal según los historiado­res griegos, es la representación de su reino. De manera que esta lamentación es una segunda lamen­tación de Tiro.

15 No deja de sorprender el retrato que nos hace el profeta del príncipe de Tiro. AI que antes (v. 2 ss.) reprochaba igualarse a Dios, ahora lo presenta adornado de toda riqueza y perfección y lo coloca en el jardín de Edén, al lado de los querubes, que lo custodian, casi convertido en uno de ellos, hasta que aparece en él la iniquidad de su tráfico y es arrojado fuera, como los primeros padres. Hay que advertir que el estado del texto deja mucho que desear en punto a corrección.

20 Después de Tiro, que tenía en esta época la hegemonía de la Fenicia, viene Sidón, el primo­génito de Canán, según Gen 10,15, que había sido para Israel un aguijón punzante. Después de esto vendrá la restauración de Israel en su tierra, «cuando Dios haga justicia en todos cuantos le aborrecen». O Q 1 Cuatro capítulos dedica el profeta a Egipto, que tanta parte había tenido en la ruina de *• Judá, solicitándole a rebelarse contra los caldeos. En este primer oráculo, pronunciado durante el asedio de Jerusalén, nos pinta Egipto bajo la imagen del cocodrilo, animal tan abundante en el Nilo, a quien sacará de las aguas para conducirle al desierto. El ministro de esta venganza divina parece que será el mismo Nabucodonosor, y por espacio de cuarenta años, una generación, sufrirá Egipto el cautiverio y la dispersión en tierra extraña. Debe de ser ésta una profecía conminatoria, cuya realización, en la forma en que el profeta la anuncia, desconocemos.

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EZEQUIEL 29-30 906

dol Egipto | sabrán que yo soy Yavé, por haber sido tú báculo de caña para la casa de Israel, ] 7 que te rompiste cuando te cogieron con la mano, | traspasando sus flancos. | Cuando en ti se apoyaron te quebras te , | de s lomándo los en te ra ­mente.

8 Por eso asi dice el Señor, Yavé: | Y o haré venir la espada sobre ti | y ex­terminaré hombres y bestias, I ' y la tierra de Egipto se tornará soledad y desierto, | y sabrán que yo soy Yavé. | Por haber dicho: Míos son los ríos, I yo los he creado, | 10 por eso heme aquí contra ti y contra tus r íos; | yo haré del Egipto desierto y soledad, | desde Migdol hasta Siena, | hasta las fronteras de Etiopía. | 11 N o pasará por él pie de hombre | ni pie de animal pasará por allí, | y quedará por cuarenta años deshabitado. | l 2 Y o haré del Egipto tierra desierta entre las desiertas, | y serán sus ciudades entre las c iudades desier tas | d u r a n t e c u a r e n t a años, | y diseminaré a los egipcios entre las naciones I y los dispersaré por las tierras.

13 Así dice el Señor, Yavé: Al cabo de cuarenta años reuniré al Egipto de entre los pueblos a que le había dispersado; 14 y mudaré la suerte del Egipto y le llevaré a la tierra de Patros, a la tierra de sus orígenes, y allí formará un modes­to reino; 15 será el más humilde de los reinos y no volverá a alzarse sobre las naciones. I-e disminuiré para que no pue­da enseñorearse de las gentes. lf> No será ya este reino para Israel apoyo de con­fianza, sugestión de iniquidad, a la cual se vuelva, y sabrán que yo soy Yavé.

S e g u n d o o r á c u l o 17 El año veintisiete, el primer mes, en

el primer día del mes, me fue dirigida la palabra de Yavé, diciendo:* is Hijo de hombre, el rey Nabucodonosor, rey de Babilonia, ha hecho prestar a su ejér­cito un largo servicio contra Tiro. Encal­veciéronse todas las cabezas, todos los hombres quedaron molidos, y no hubo ni para él ni para su ejército paga de Tiro por el servicio prestado contra ella. 1 9 Por tanto, así dice el Señor, Yavé: Doy a Nabucodonosor, rey de Babilonia, la tierra de Egipto; él tomará sus rique­zas y cogerá sus despojos. Pillará su bo­tín, y ésta será la paga para su ejército. 2 0 En pago del servicio prestado contra

Tiro, yo le doy el Egipto, porque fue para mí para quien trabajaron, dice el Señor, Yavé. 21 En ese día yo haré nacer el cuerno de la casa de Israel. Y abriré en medio de ellos tu boca, y sabrán que yo soy Yavé.

T e r c e r o r á c u l o O A l Fueme dirigida la palabra de Ya-« * " vé, diciendo: * | 2 Hijo de hombre, profetiza y di : | Así habla el Señor, Yavé: I 3 Vociferad: «¡Desdichado día!»; | porque se acerca el día de Yavé, | día tenebroso; I llega la hora de las gentes. I 4 Vendrá la espada sobre el Egipto | y la angustia sobre la Etiopía, | cuando caigan los muertos en Egipto, | y sean apresadas sus m u c h e d u m b r e s , | y des t ru idos sus ci­mientos.

5 La Etiopía, las gentes de Put y de Lud, toda suerte de pueblos, las gentes de Cub y las tierras aliadas caerán con ellos a la espada. 6 Así dice Yavé: | Cae­rán los apoyos del Egipto, | se desvane­cerá la altivez de su poderío. | Desde Migdol hasta Siena caerán a la espada, I dice el Señor, Yavé. | 7 Quedará desolado entre las tierras desoladas, | y sus ciuda­des entre las ciudades en ruina. I 8 Se sa­brá entonces que yo soy Yavé | cuando pegue fuego al Egipto I y quebrante todos sus apoyos. | 9 Aquel día partirán mensa­jeros de mi parte, que irán a esparcir el terror en la confiada Etiopía, y serán presa de la angustia cuando le venga al Egipto su día.

10 Así dice el Señor, Yavé: I Haré cesar el tumultuar del Egipto I por mano de Nabucodonosor, rey de Babilonia. | u El y sus gentes, los valerosos entre los pue­blos, | serán llevados a devastar la tierra, | y desenvainarán su espada contra el Egip­to, [ y llenarán de muertos su tierra; 11 2 y secaré sus ríos, I venderé esa tierra a gentes feroces I y devastaré su tierra y cuanto en ella hay por mano de extran­jeros; | yo, Yavé, lo digo.

13 Así dice el Señor, Yavé: | Haré des­aparecer los falsos dioses de Menfis \ y no se alzará ya príncipe alguno en la tierra de Egipto. | 1 4 Echaré el terror sobre la tierra de Egipto, | devastaré a Patros, pegaré fuego a Tanis, haré jus­ticia en Tebas; I I 5 derramaré mi ira sobre Pelusio, el baluarte del Egipto, I y exter­minaré a la muchedumbre de Tebas. | 16 Pondré fuego al Egipto, | Pelusio se

17 Por el año 571 pronuncia el profeta este segundo oráculo contra Egipto. Nabucodonosor había puesto su ejército al servicio de Dios para ejecutar su sentencia contra Tiro y Sidón, pero no halló en esta larga guerra la paga de sus servicios. Esta se la ofrece Dios en la rica tierra del Ñilo. Pa­rece obrar aquí Dios como los generales antiguos, que concedían a sus soldados el saqueo de una ciudad para recompensarles de las fatigas de una campaña dura.

OA * Lo que en el oráculo precedente se prometía, se nos presenta ahora inminente, y se nos **v da de ello una descripción desoladora.

907 EZEQÜIEL 30-31

dolerá sobremanera, | se abrirá brecha en Tebas | y de Menfis serán destruidos los muros. I 1 7 Las juventudes de He-liópolis y de Bubastis I caerán a la es­pada, I y sus mujeres irán al cautive­rio. I 18 En Tafnis se obscurecerá el día | cuando destroce los cetros de Egipto I y aniquile el orgullo de sus fuertes. | Que­dará envuelto en tinieblas | y sus hijas serán llevadas cautivas. | 1 9 Haré justicia en Egipto I y sabrán que yo soy Yavé.

C u a r t o o r á c u l o 2 0 El año undécimo, el primer mes, el

día siete del mes, me fue dirigida la pa­labra de Yavé, diciendo: * 2 1 Hijo de hom­bre, yo he roto el brazo del Faraón, rey de Egipto, y no le ha sido vendado, ni fajado, ni entablillado para soldar la ro­tura y que pueda manejar la espada. 2 2 Por tanto, así dice el Señor, Yavé: Heme aquí contra el Faraón, rey de Egip­to. Yo le romperé los dos brazos, el sano y el quebrado, y haré que la espada se le caiga de la mano , 2 3 y diseminaré a los egipcios entre las gentes y los aven­taré por las t ierras; 2 4 y fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, y pondré mi espada en su mano , pero quebraré los brazos del Faraón, que delante de aquél gemirá con gemidos de herido de muerte. 2 5 Fortaleceré los brazos del rey de Babilonia, y se caerán los brazos del Faraón, y sabrán que yo soy Yavé, cuan­do ponga mi espada en mano del rey de Babilonia y la esgrima él contra la tierra de Egipto. 2 S Esparciré a los egipcios en­tre las gentes y los aventaré por las tierras, y sabrán que yo soy Yavé.

Q u i n t o o r á c u l o . L a c a í d a d e A s u r , ñ g u r a d e la d e E g i p t o

Q 1 ' E l año undécimo, el tercer mes, ** * el primero del mes, fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo: * 2 Hijo de hombre, di al Faraón, rey de Egipto, y a su pueblo: | ¿A quién te igualaste en tu grandeza? I 3 Era Asur cedro del Líbano | soberbio de su fronda y de sublime al­tura, I que mecía su copa entre las nubes. I 4 Las aguas le hicieron crecer, | el abismo le encumbró; | corrían ríos cerca del lugar en que estaba plantado, | y manda­ba sus influencias a todos los árboles del campo. I 5 Por eso se encumbró sobre todos los árboles del campo, | y se mul­tiplicaron sus ramas, | y su fronda se extendió, I por la abundancia de aguas.

* Anidaban en la expansión de sus ra­mas I todas las aves del cielo y parían bajo su copa | todas las bestias del cam­po, I y eran muchos los pueblos | que habitaban a su sombra. [ 7 Era hermoso por su grandeza, | por la extensión de sus ramas, I por tener sus raíces metidas | en abundantes aguas. I 8 N o le sobrepu­jaban los cedros del jardín de Dios ; | no se le asemejaban en la fronda los cipreses; | no eran los plátanos como una de sus ramas ; | ningún árbol del jardín de Dios I le igualaba en hermo­sura. I 9 Y o le habla hecho hermoso y frondoso, | y todos los árboles del Edén le miraban con envidia.

«•Por eso así dice el Señor, Yavé: Ya que por ser encumbrado en altura, al­zando su cima hasta las nubes, se em­briagó su corazón de la propia alteza, 11 le he dado yo en las manos de un fuerte de las gentes, que le tratará según su maldad; le he desechado por su im­piedad. 12 Extranjeros, los más feroces de los pueblos le abatieron; cayeron sus ra­mas por los montes y por todos los valles, quedó destrozada su fronda por todas las pendientes de la tierra, y esquivando su sombra, todos los pueblos de la tierra le abandonaron. 1J Posáronse sobre sus restos todas las aves del cielo y en sus ramas hicieron sus yacijas todas las bes­tias del c a m p o ; 1 4 para que no se exalten en su altura los árboles todos de junto a las aguas, y no lancen su cima hasta las nubes, y no confíen en su altura cuantos son regados por las aguas, porque todos están destinados a morir, a ir a la mo­rada subterránea, entre los hijos de los hombres que bajan a la fosa.

" A s í dice el Señor, Yavé: El dia en que bajó al seol enluté el abismo, retuve el curso de los ríos y se estancaron las aguas caudalosas; entristecí al Líbano por él y se secaron todos los árboles del campo. I 6 Con el fragor de su ruina hice temblar a las gentes. Cuando le hice bajar al seol entre aquellos que bajan a la fosa, se consolaron en la morada subte­rránea todos los árboles del Edén y los mas hermosos y selectos del Líbano, todos regados por las aguas . 1 7 También bajarán ellos al seol con él, hacia los muertos a la espada, los que fueron su brazo y se acogieron a su sombra en medio de las gentes.

18 ¿A quién te asemejas tú por gloria y por grandeza entre los árboles del Edén? Pues también tú serás llevado con los

2 0 Un cuarto oráculo anuncia el castigo del Faraón y de su reino por mano del rey de Babilonia. 1 Bajo la imagen de un cedro de Líbano nos pinta la gloria de Asiria, que, sin embargo, des­cendió a la región de los muertos, dejándolos espantados. Pues Egipto, que tanto se engríe,

comparándose con Asiria, tendrá la misma suerte que ella. 31

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EZEQBIEL 31-32 908 árboles del Edén a la morada subterránea. Yacerás entre los incircuncisos, con los traspasados por la espada. Eso será del Faraón y de toda su gente, dice el Señor, Yavé.

Elegía de la ruina de Egipto o O ' E l año duodécimo, el duodécimo «*«• mes, el día primero del mes, me fue dirigida la palabra de Yavé, dicien­do: * 2 Hijo de hombre, canta una elegía al Faraón, rey de Egipto, y di: Eras como el león de las gentes, eras como el coco­drilo de los mares; con tus narices hacías hervir las aguas, y las enturbiabas con tus patas y hollabas sus canales: 3 Así dice el Señor, Yavé: Yo te tenderé mi red con una turba de pueblos que te subirán en mi esparavel, 4 y te echaré en tierra seca, y te dejaré en medio del campo. Haré venir sobre ti todas las aves del cielo y saciaré de ti a todas las bestias de la tierra. 5 Esparciré tus carnes por los montes y llenaré de tu carroña los valles. 6 Regaré con tu sangre la tierra por donde andas, la regaré. Regaré con ella hasta los montes y de ella se llenarán los canales.

7 Al apagar tu luz velaré los cielos y obscureceré las estrellas. Cubriré de nubes el sol, y la luna no resplandecerá; 8 todos los astros que brillan en los cielos se vestirán de luto por ti, y se extenderán las tinieblas sobre la tierra, dice el Señor, Yavé. ' Llenaré de horror el corazón de muchos pueblos cuando lleve al cauti­verio a los tuyos, a tierras que no conocen; 10 dejaré por ti atónitos a muchos pueblos y a sus reyes, que temerán por sí cuando comience a volar a su vista contra ti mi espada, al tiempo de tu ruina.

11 Porque así dice el Señor, Yavé: La espada del rey de Babilonia te alcanzará; 12 exterminará a tu pueblo con la espada de los fuertes, todos valerosos entre los valerosos, que destruirán la soberbia del Egipto y todas sus muchedumbres serán deshechas. I3 Destruiré todos tus ganados de junto a las muchas aguas, que no en­turbiará ya más pie de hombre ni pezuña de bestia.

]4 Entonces correrán limpias sus aguas, y sus canales se deslizarán como aceite, dice el Señor, Yavé. 15 Cuando tornaré en desierto la tierra de Egipto y asolaré cuanto la llena. Cuando heriré a todos cuantos la habitan, que sabrán que yo soy Yavé. 16 Esta es la elegía que canta­

rán; la cantarán las hijas de las gentes, la cantarán sobre el Egipto y todas sus muchedumbres, dice el Señor, Yavé.

Ot ra elegía a Egipto i ' El año duodécimo, el quince del mes,

fueme dirigida la palabra de Yavé, di­ciendo: * 18 Hijo de hombre, compon un canto lúgubre a la muchedumbre del Egip­to. Precipítale a él y a las hijas de las gentes fuertes a lo profundo de la tierra, con los que bajan a la fosa. 19 ¿Conque nos sobrepasabas por belleza? Baja, baja a la fosa y yace entre los incircuncisos. 20 Cae en medio de los muertos a la espada, que la espada ha sido ya entre­gada ; traedlo con toda su pompa. 21 En el seol se dirigirán a él los fuertes entre los fuertes, diciéndole a él y a sus auxi­liares: Han bajado a la fosa y yacen entre los incircuncisos, entre los muertos a la espada.

22 Allí está Asur con todos sus ejércitos, cuyos sepulcros están en torno de él. 23 Están sepultados en lo profundo de la fosa rodeándole en torno, todos traspa­sados por la espada, los que sembraban el terror en la tierra de los vivos.

24 Allí Elam, con todas sus mesnadas en torno de su sepulcro; todos muertos a la espada cayeron, y bajaron incircuncisos a lo profundo de la fosa. Los que espar­cieron el terror en la tierra de los vivos trajeron su ignominia a lo profundo del abismo. 25 En medio de los muertos pu­sieron su lecho para él y sus muchedum­bres. Sus sepulcros le rodean, todos in­circuncisos, muertos a la espada. Sembra­ron el espanto en la tierra de los vivos, pero vinieron con su ignominia a unirse con los que bajan al seol y yacen en medio de los muertos.

26 Allí Mesec y Túbal, con todos sus ejércitos, cuyos sepulcros les rodean; to­dos incircuncisos, muertos a la espada, los que aterrorizaban a la tierra de los vivos. 27 No yacen con los héroes que cayeron entre los incircuncisos y bajaron a la morada de los muertos con sus armas de guerra, la espada bajo sus cabezas y el escudo sobre sus huesos, con haber sido el terror de los valientes en la tierra de los vivos. 28 También tú serás que­brantado entre los incircuncisos y yacerás con los muertos a la espada.

29 Allí está Edom, sus reyes y sus prín­cipes todos, que a pesar de su valor yacen entre los muertos a la espada, y duermen

OO * Una elegía sobre la ruina de Egipto por Nabucodonosor. En ella nos hace el profeta una " ^ espantosa pintura de la ruina de Egipto. Hasta los cielos se obscurecerán para producir mayor espanto en los pueblos.

17 Otra nueva elegía, en que se manda a la región de los muertos al Egipto para hacer compañía a los asirios y eiamitas, escitas e idumeos. Su vista consolará al Faraón de su caída en aquel lugar (Is 14,10-15)

909 EZEQUIEL 32-33

con los incircuncisos, con los que bajaron a la fosa. 30 Allí están todos los principes del septentrión y todos los sidonios, que con su ignominia descendieron a los muer­tos, a pesar del terror que inspiraba su valor. Incircuncisos se acostaron con los muertos a la espada, y comparten su ignominia con los que bajan a la fosa.

31 El Faraón los verá y se consolará de sus muchedumbres, de los suyos, muer­tos a la espada, y de todo su ejército, dice el Señor, Yavé. 32 Porque yo sem­braré mi terror en la tierra de los vivos y se acostarán en medio de los incircun­cisos, con los muertos a la espada, el Faraón y todas sus muchedumbres, dice el Señor, Yavé.

T E R C E

VATICINIOS

R A P A R T E

SOBRE

La salud por la penitencia 10 Di, ¡oh hijo de hombre!, a la casa

de Israel: Vosotros decís: «Llevamos so­bre nosotros nuestros pecados y nuestras rebeliones, y por eso nos vamos consu­miendo; ¿cómo vamos a vivir?» u Diles: Por mi vida, dice el Señor, Yavé, que yo no me gozo en la muerte del impío, sino en que se retraiga de su camino y viva. Volveos, volveos de vuestros malos ca­minos: ¿Por qué os empeñáis en morir, casa de Israel?

12 Hijo de hombre, di también a los hijos de tu pueblo: La justicia del justo no le salvará el día en que pecare, y la impiedad del impío no le será estorbo el día en que se convierta de su iniquidad, como no vivirá el justo por su justicia el día en que pecare.13 Diciendo yo al justo: De cierto vivirás: Si él, fiado en su justicia, comete maldad, no serán traídas a la memoria todas sus justicias, sino que por la iniquidad que cometió morirá. 14 Y di­ciendo yo al impío: De cierto morirás: Si él se convirtiere de su pecado e hiciere juicio y justicia;15 si devolviere la prenda, restituyere lo robado y caminare por los mandatos de vida, no haciendo iniquidad, ciertamente vivirá, no morirá. 16 No se recordará ninguno de los pecados que cometió; hizo juicio y justicia y de cierto vivirá.

17 Y dirán los hijos de tu pueblo: «No es recta la vía del Señor». ¡Las suyas sí que no son rectas!18 Si el justo se aparta de su justicia y hace iniquidad, morirá por ésta, 19 y si el impío se aparta de su iniquidad y hace juicio y justicia, por esto vivirá. 20 Y decís: «Ño es recta la vía del Señor». Yo os juzgaré, ¡oh casa de Israel!, a cada uno conforme a sus caminos.

21 El año duodécimo de nuestro cauti­verio, el mes décimo, a cinco del mes, vino a mí un escapado de Jerusalén, di­ciendo : «La ciudad ha sido tomada». * 22 La tarde anterior, antes que llegase el fugitivo, había sido sobre mí la mano de Yavé, que abrió mi boca a la llegada del fugitivo, a la mañana; abrióse mi boca y en lo sucesivo ya no estuve mudó.

23 Y me fue dirigida la palabra de Yavé, diciendo: * 24 Hijo de hombre, los que en la tierra de Israel moran, en aquellas ruinas andan diciendo: «Abraham era él solo y poseyó la tierra; pues nosotros somos muchos, poseeremos la tierra».

1 El profeta es constituido por Dios atalaya del pueblo y pregonero de la salvación por la penitencia. Cuando todo parece perdido para Judá, pues los vaticinios precedentes del pro­

feta se han cumplido, Dios le hace repetir que no quiere la muerte del pecador, sino que se convier­ta y viva.

21 No es creíble que la noticia de la toma de Jerusalén tardara año y medio en llegar a los depor­tados de Caldea; debe de haber aquí una errata. Algunos códices del texto leen «el año undécimo».

23 Los que habían quedado en Judá tenían esperanzas de restaurar la nación; el Señor les dice que no. Esta misión la tiene reservada para los purificados por el fuego del cautiverio.

CONSOLATORIOS ISRAEL (33-39)

El profeta, atalaya del pueblo O O ' Fueme dirigida la palabra de Ya-«5 <5 vé, diciendo: * 2 Hijo de hombre, habla a los hijos de tu pueblo y diles: Si hiciere yo venir la espada sobre una tierra y la gente de la tierra toma un hombre de su territorio y lo pone por atalaya, 3 y éste, viendo venir la espada sobre la tierra, toca la bocina para dar al pueblo la alarma, 4 si el que oye el sonido de la bocina no se apercibe y llegando la espada le hiere, su sangre será sobre su cabeza. 5 Oyó el sonido de la bocina y no se apercibió; su sangre será sobre él; si se hubiese apercibido, habría salvado su vida. 6 Mas si el atala­ya, por lo contrario, viendo llegar la espada no toca la bocina para que la gente se aperciba, y llegando la espada hiere a alguno de ellos, éste quedará preso en su propia iniquidad, pero yo deman­daré su sangre al atalaya.

7 Mira, pues, ¡oh hijo de hombre!: Yo te he puesto por atalaya de la casa de Israel. Cuando oigas de mi boca la pala­bra, apercíbelos de parte mía. 8 Si yo digo al impío: ¡Impío, vas a morir!; si tú no hablas al impío para apercibirle de su mal camino, el impío morirá por su iniquidad, pero de su sangre te pediré yo cuenta a ti. 9 Pero si tú apercibiste al impío de su camino para que se apartase de él y él no se apartó, él morirá por su iniquidad, pero tú habrás salvado tu alma.

33

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EZEODIEL 33-34 910 25 Diles, pues: Así habla el Señor, Yavé: Vosotros banqueteáis por los montes, al­záis los ojos a vuestros ídolos, derramáis la sangre; ¿vais a poseer la tierra? 2 6 Vos­otros os apoyáis sobre vuestras espadas, hacéis abominaciones y cada cual conta­mina a la mujer de su prójimo, ¿y vais a poseer la tierra? 2 7 Diles así: Esto dice el Señor, Yavé: Por mi vida, que los que moran entre las ruinas perecerán a la espada, y los que están en campo abierto los daré en pasto a las fieras, y los que se escondan en las rocas y en las cuevas morirán de peste. 2 8 Y desolaré la tierra hasta destruir su soberbia y su fortaleza, y los montes de Israel serán asolados, sin que haya quien por ellos pase; 29 y sabrán que yo soy Yavé cuando con­vierta la tierra en un desierto por todas las abominaciones que han cometido.

30 Y tú, hijo de hombre, mira que los hijos de tu pueblo se burlan de ti junto a las paredes y a las puertas de sus casas, y hablan los unos con los otros, cada uno a su prójimo, diciendo: «¡Ea, vamos a oír qué palabra sale de Yavé!» 31 Y vie­nen a ti como a las asambleas, y se sientan delante de ti los de mi pueblo para es­cuchar tus palabras, pero luego no las ponen por obra; y mientras me halagan con su boca, se va su corazón tras su avaricia. 32 Eres para ellos cantor gracio­so, de hermosa voz y maestro en el canto; oyen tus palabras, pero de ponerlas por obra, nada. 33 Mas cuando ello viniere, y viene ya, sabrán que hubo entre ellos un profeta.

7 Oíd, pues, pastores de Israel, la pala­bra de Yavé. s Por mi vida, dice Yavé, que pues mi rebaño ha sido depredado y han sido presa mis ovejas de todas las fie­ras del campo por falta de pastor, pues no iban mis pastores en pos de mi rebaño, sino que le abandonaron, apacentándose a sí mismos, no a mi grey; 9 oíd, por tan­to, loh pastores!, la palabra de Yavé:

10 Así habla el Señor, Yavé: Heme aquí contra los pastores para requerir de su mano mis ovejas. N o les dejaré ya rebaño que apacienten, no serán pastores que a sí mismos se apacienten. Les arrancaré de la boca mis ovejas, no serán ya más pasto suyo. 11 Porque así dice el Señor, Yavé: Yo mismo iré a buscar a mis ovejas y las reuniré. *

El fiel

L o s m a l o s p a s t o r e s

*IA • Fueme dirigida la palabra de Ya-* » " vé, diciendo:* 2 H i j o de hombre, profetiza contra los pastores de Israel. Profetiza diciéndoles: Así habla el Señor, Yavé: ¡Ay de los pastores de Israel que se apacientan a sí mismos! ¿Los pastores no son para apacentar el rebaño? 3 Pero vos­otros comíais su grosura, os vestíais de su lana, matabais los cebados, no apacen­tabais a las ovejas.4 N o confortasteis a las flacas, no curasteis a las enfermas, no ven­dasteis a las heridas, no redujisteis a las descarriadas, no buscasteis a las perdidas, sino que las dominabais con violencia y con dureza. 5 Y así andan perdidas mis ovejas por falta de pastor, siendo presa de todas las fieras del campo. 6 Andan errantes por montes y collados, derrama­das por toda la haz de la tierra, sin que haya quien las busque y las congregue.

p a s t o r 12 Como recuenta el pastor a sus ove­

jas el día en que la tormenta dispersa a la grey, así recontaré yo mis ovejas, y las pondré en salvo en todos los lugares en que fueran dispersadas el día del nublado y de la tiniebla; 13 y las retraeré de en me­dio de las gentes, y las reuniré de todas las tierras, y las llevaré a su tierra y las apacentaré sobre los montes de Israel, en los valles y en todas las regiones del país. 14 Las apacentaré en pastos pingües y tendrán su ovil en las altas cimas de Is­rael. Allí tendrán cómoda majada y pin­gües pastos en los montes de Israel.

15 Yo mismo apacentaré a mis ovejas y yo mismo las llevaré a la majada, dice el Señor, Yavé. 16 Buscaré la oveja perdida, traeré la extraviada, vendaré la pernique­brada y curaré la enferma; y guardaré las gordas y robustas, apacentaré con justi­cia. 17 Y tú, rebaño mío, así dice el Señor, Yavé: Yo mismo juzgaré entre oveja y oveja y entre carneros y machos cabríos. 18 ¿No os bastaba a vosotros apacentaros en lo mejor de los pastos, que pisotea­bais además con vuestras pezuñas el res­to del pasto? Beber el agua clara y no en­turbiar con vuestras pisadas la que queda. 19 ¡Mis ovejas van a tener que comer lo que vosotros hollasteis con los pies y beber lo que con ellos enturbiasteis!

2 0 Por eso, así dice el Señor, Yavé: Yo juzgaré entre la oveja gorda y la oveja flaca. 2 I Y como empujáis con el flanco y las espaldas y acorneáis con los cuernos a las débiles, hasta que las echáis y las ha­céis descarriar, 2 2 yo protegeré a mis ove­jas para que no se descarríen, y juzgaré entre oveja y oveja.

3 4 ' E s t e capitulo, escrito después de la ruina definitiva de Judá, está dedicado a levantar el " ^ ánimo de los cautivos con la esperanza de la restauración, enlazada con la promesa mesiánica.

1 ' Los pastores anteriores, infieles a su misión, hablan conducido su rebaño a la ruina en que «1 presente se halla, pero Yavé tomará ahora a su cuenta este oficio para rehacer el rebaño.

911 EZEQUIEL 34-36

P a s t o r ú n i c o , el n u e v o D a v i d 2 3 Suscitaré para ellas un pastor único,

que las apacentará. Mi siervo David, él las apacentará, él será su pastor. * 2 4 Yo, Yavé, seré su Dios, y mi siervo David será principe en medio de ellas. Yo, Yavé, lo he dicho.

25 Haré con ellas alianza de paz, haré desaparecer de la tierra las fieras, y anda­rán tranquilas por el desierto y se repo­sarán en la selva. 26 Haré de ellas y de los alrededores de mi collado una bendición. Mandaré a su tiempo las lluvias, lluvias de bendición. 2 7 Da rán sus frutos los ár­boles del campo y la tierra los suyos. Ha­bitarán en su tierra en seguridad y sabrán que yo soy Yavé cuando rompa las co­yundas de su yugo y las arranque de las manos de los que las esclavizaron.

2 8 N o serán ya más presa de las gentes, no las devorarán las fieras del campo, sino que habitarán en seguridad sin que nadie las espante . 2 9 Les suscitaré una pro­le de renombre; no los consumirá ya más el hambre ni serán más el escarnio de las gentes. 30 Conocerán entonces que yo, Yavé, soy su Dios, y que ellos, la casa de Israel, son mi pueblo, dice el Señor, Ya­vé. * 3l Rebaño mío, vosotros sois las ove­jas de mi grey y yo soy vuestro Dios, dice el Señor, Yavé.

O r á c u l o c o n t r a E d o m O C • Fueme dirigida la palabra de Ya-«* •* vé, diciendo: * 2 Hijo de hombre, vuelve tu rostro hacia el monte Seir y pro­fetiza contra él. 3 Dile: Así habla el Se­ñor, Yavé: Heme aquí contra ti, ¡oh mon­te Seir! También sobre ti tenderé mi ma­no, 4 y te tornaré en desierto, reduciendo a ruinas tus ciudades. Serás asolado y sa­brás que yo soy Yavé . 5 Porque en tu secu­lar enemiga contra Israel pasaste a sus hi­jos a la espada el día fatal de la desventu­ra, cuando llegó a su término la iniquidad. 6 Por mi vida, dice el Señor, Yavé, por ha­ber perseguido a sangre, la sangre te per­seguirá, 7 y hará del monte Seir desierto y soledad, sin que haya quien por él vaya ni venga; 8 y henchiré de muertos tus co­linas; en tus montes y en tus valles, en el lecho de todos tus torrentes, yacerán los muertos a la espada. » Te reduciré a eter­na soledad; no serán ya habitadas tus ciu­

dades, y sabrás que yo soy Yavé, JO p U e s te dijiste: «Míos serán ambos pueblos y ambas tierras, nosotros las poseeremos, aunque allí esté Yavé».

JJ Por mi vida, dice el Señor, Yavé, que te trataré conforme a tu ira y al fu­ror con que en tu odio los trataste. 12 Y sabrás que yo soy Yavé cuando te juz­gue. He oído todas las injurias que profe­riste contra los montes de Israel, diciendo: «¡Destruidos! Nos los dan para que los devoremos».1 3 Y os insolentasteis de boca contra mi y multiplicasteis, oyéndolas yo, vuestras palabras contra mí.

14 Así dice el Señor, Yavé: «Alegrándo­se la tierra toda, a ti te tornaré en desier­to. J5 Como te gozaste en la desolación de la heredad de la casa de Israel, asi­mismo haré yo contigo; os tornaréis en desierto, ¡oh montes de Seir!, y con vos­otros Idumea toda entera, y se sabrá que yo soy Yavé».

L a v u e l t a d e Is rae l a su t i e r r a p o r p u r a m i s e r i c o r d i a d e D i o s

Q C ' Y ahora, hijo de hombre, profe-« * " tiza a los montes de Israel y di : Oíd, montes de Israel, la palabra de Ya­vé: * 2 Así habla el Señor, Yavé: Pues que el enemigo dijo de vosotros: ¡Ea! Son ruinas perpetuas, se nos dan en posesión a nosotros. 3 Habla y di : Así habla el Se­ñor, Yavé: Por eso, porque os asolaron y tragaron de todas partes, dándoos por heredad a las gentes y haciéndoos objeto de habladurías y de escarnios, 4 por eso, ¡oh montes de Israel!, oíd la palabra de Yavé: Así dice el Señor, Yavé, a los mon­tes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles, a las ruinas deso­ladas y a las ciudades desiertas, que fue­ron la presa y el sarcasmo de los que de los pueblos circunvecinos quedaban.

5 Por eso, así habla el Señor, Yavé: Sí, en mi celo y en mi furor hablé contra los escapados de los pueblos, y contra la Idumea toda entera, que se apropiaron mi tierra, con corazón alegre y el despre­cio en el alma, para despoblarla y depre­darla. 6 Por eso, profetiza a la tierra de Israel, y di a los montes y a los collados, a los lechos de los torrentes y a los valles: Así habla el Señor, Yavé: Heme aquí, en mi celo y en mi furor lo digo: Ya que ha-

2 3 El Mesías y su grande obra salvadora viene siempre después de la catástrofe. Yavé se ser­virá, para realizar su obra de misericordia, de David, esto es, del Hijo de David.

30 Esta frase: «Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo», resume las relaciones de Yavé con Is­rael en los tiempos mesiánicos. San Juan ve la plena realización de esta sentencia en la Jerusalén del cielo (Ap 21,3; Lev 26,11; Jer 7,23). O C J Un nuevo oráculo contra Edom, pero más explícito que los otros sobre las causas de U ***' amenaza, que son el trato dado a los fugitivos de Judá, su alegría por la ruina de ésta y la ocupación de la tierra, que habla quedado desolada (Sal 137,7; Lam 21-22)

1 El comienzo del tauración de Judá.

O i . 1 El comienzo del capitulo contrapone a la desolación que Yavé traerá sobre Edom la res*

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EZEOÜIEL 36-87 912

beis soportado el escarnio de las gentes, I las gentes y os reuniré de todas las tierras 7 «sí habla el Señor, Yavé: Alzo mi mano | y os conduciré a vuestra tierra;25 y os as­

pergeré con aguas puras y os purificaré de y juro que las gentes que os rodean so­portarán vuestro escarnio, 8 y vosotros, montes de Israel, germinaréis, daréis ra­mas y frutos a mi pueblo Israel; que va a volver. 9 Porque heme aquí, a vosotros, a vosotros me vuelvo. Todavía seréis labra­dos y sembrados, 10 multiplicaré en vos­otros a los hombres, la casa de Israel toda entera, y serán repobladas las ciudades y reconstruidas las ruinas.

11 Multiplicaré en vosotros a los hom­bres y se multiplicarán los ganados, y es­taréis poblados como antiguamente, y más todavía que al principio, y sabréis | que yo soy Yavé. 12 Haré volver a vos­otros a los hombres, mi pueblo, Israel

todas vuestras impurezas, de todas vues­tras idolatrías.

26 Os daré un corazón nuevo y pondrá en vosotros un espíritu nuevo; os arran­caré ese corazón de piedra y os daré un corazón de carne. * 27 Pondré dentro de vosotros mi espíritu, y os haré ir por mis mandamientos y observar mis preceptos y ponerlos por obra. 28 Entonces habita­réis la tierra que yo di a vuestros padres, y seréis mi pueblo, y yo seré vuestro Dios. 29 Os libraré de todas vuestras impurezas, y llamaré al trigo, y lo multiplicaré, y no tendréis hambre. 3<> Multiplicaré los frutos de los árboles y el de los campos, para que

que os poseerán y les seréis en heredad y nunca más os "escarnezcan las gentes por-no volveréis a devorarlos. 13 Así dice Ya- que padezcáis hambre. vé: Pues que andan diciendo de ti: «Eres una tierra que devora a los hombres y mata a sus hijos»,14 no devorarás ya más a los hombres, no matarás más a tus hijos, dice el Señor, Yavé;15 y nunca más te ha­ré oir los insultos de las gentes, ni tendrás que soportar los escarnios de los pueblos, y no quedarán los tuyos privados de hi­jos, dice el Señor ,Yavé.

i* Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo: I7Hijo de hombre, cuando mo­ró en su tierra la casa de Israel, la conta­minaron con sus malas obras y sus peca­dos. Su obrar ante mí fue como inmundi­cia de menstruada. 18 Por eso descargué yo mi ira sobre ellos, por la sangre que derramaban en la tierra y por los ídolos

31 Vosotros, por vuestra parte, os acor­daréis de vuestros malos caminos, de vuestras obras, que no fueron buenas, y sentiréis vergüenza de vosotros mismos por vuestras iniquidades y vuestras abo­minaciones. 32 No lo hago por vosotros, dice el Señor, Yavé; sabedlo, confundios y avergonzaos de vuestras obras, ¡oh ca­sa de Israel!

Prosperidad del nuevo reino 33 Así habla el Señor, Yavé: El día en

que os habré purificado de todas vues­tras iniquidades, repoblaré las ciudades y reconstruiré las ruinas. * 34 La tierra deso­lada en que el caminante no ve más que

u c i i o u i a u o i i olí La l i o n a V L/Ul 1U9 luifiua . , . ,- , , , , , , e ' con que la contaminaron. « Y los he dis- desplacen volverá a ser labrada, 3*y se persado entre las gentes y han sido espar- ?™: A.que la tierra inculta se ha conver­gidos por todas las tierras, juzgándolos tido en jardín del Edén; las ciudades arrm-™„fo™, <, .„< ™m;„™ „ =, c„t „ N ™ . . I nadas, asoladas y desiertas están fortifi-conforme a sus caminos y a sus obras 2<> y llegados a las gentes a donde fueron, éstas profanaron mi santo nombre, di­ciendo de ellos: «¡Estos son el pueblo de Yavé; han sido echados de su tierra!» 2i Pero he tenido lástima de ellos, al ver mi santo nombre profanado, por causa de la casa de Israel, entre las gentes a las que han sido llevados.

22 Di, pues, a la casa de Israel: Así ha- , bla el Señor, Yavé: No lo hago por vos- | otros, casa de Israel, sino más bien por el honor de mi nombre, profanado por causa vuestra entre las gentes a que ha­béis ido. 23 Yo santificaré mi nombre grande, profanado entre las gentes a cau­sa de vosotros en medio de ellas, y sabrán las gentes que yo soy Yavé, dice el Señor, Yavé, cuando yo me santificare en vos­

eadas y pobladas, 36 y los pueblos que en torno vuestro han sido dejados sabrán que yo, Yavé, he reedificado vuestras de­rribadas ruinas y he repoblado de árbo­les la tierra devastada. Yo, Yavé, lo he dicho, y lo haré.

37 Así dice el Señor, Yavé: Aún a esto más me dejaré inducir por la casa de Is­rael: Multiplicaré los nombres como se multiplican los rebaños;38 a modo de ove­jas consagradas, de ovejas de Jerusalén, en sus solemnidades, así serán las ciuda­des arruinadas, llenas de rebaños huma­nos, y sabrán que yo soy Yavé.

Los huesos secos i Fue sobre mí la mano de Yavé, y llevóme Yavé fuera y me puso 37

otros a sus ojos. 24 Yo os tomaré de entre I en medio de un campo que estaba lleno

26 En estos versos se promete la gracia del Espíritu Santo, que, al decir de San Pablo, derrama Dios en nuestros corazones, infundiéndonos la caridad, y con ella el espíritu de adopción, en virtud del cual llamamos a Dios nuestro Padre y nos sentimos sus hijos (Rom 8,15-17).

33 Ega promesa de la multiplicación es el tema de la magnífica visión siguiente.

913 EZEQDIEL 87-38

de huesos. * 2 Hízome pasar por cerca de ellos todo en derredor, y vi que eran so­bremanera numerosos sobre la haz del campo y enteramente secos. 3 Y me dijo: Hijo de hombre, ¿revivirán estos huesos? Y yo respondí: Señor, Yavé, tú lo sabes. 4 Y El me dijo: Hijo de hombre, profeti­za a estos huesos y diles: Huesos secos, oíd la palabra de Yavé. 5 Así dice el Señor, Yavé, a estos huesos: Yo voy a hacer en­trar en vosotros el espíritu y viviréis; 6 y pondré sobre vosotros nervios, y os cu­briré de carne, y extenderé sobre vosotros piel, y os infundiré espíritu, y viviréis y sabréis que yo soy Yavé.

7 Entonces profeticé yo como se me mandaba; y a mi profetizar se oyó un rui­do, y hubo un agitarse y un acercarse huesos a huesos. 8 Miré y vi que vinieron nervios sobre ellos, y creció la carne y los cubrió la piel, pero no había en ellos espí­ritu. ' Díjome entonces: Profetiza al es­píritu, profetiza, hijo de hombre, y di al espíritu: Así habla el Señor, Yavé: Ven, ¡oh espíritu!, ven de los cuatro vientos, y sopla sobre estos huesos muertos, y vi­virán. 10 Profeticé yo como se me manda­ba, y entró en ellos el espíritu, y revivie­ron y se pusieron en pie, un ejército grande en extremo.

11 Díjome entonces: Hijo de hombre, esos huesos son la entera casa de Israel. Andan diciendo: «Se han secado nues­tros huesos, ha fallado nuestra esperanza, estamos perdidos».

12 Por eso profetiza y diles: Así habla el Señor, Yavé: Yo abriré vuestros sepul­cros y os sacaré de vuestras sepulturas, pueblo mío, y os llevaré a la tierra de Is­rael ; 13 y sabréis que yo soy Yavé cuando abra vuestros sepulcros y os saque de vuestras sepulturas, pueblo mío,14 y pon­ga en vosotros mi espíritu, y viváis, y os dé reposo en vuestra tierra; y sabréis que yo, Yavé, lo dije y lo hice, dice Yavé.

U n solo reino bajo el cetro único del nuevo David

15 Fueme dirigida la palabra de Yavé, diciendo:* l6 Hijo de hombre, toma un palo y escribe en él: «Judá y los hijos de Israel que le están unidos». Toma luego otro y escribe en él: «José, el báculo de Efraím y de toda la casa de Israel que

oy l Daniel (12,1 s.) y los mártires del 2 Mac (7.9.H. 14) muestran una esperanza cierta en la ^ ' resurrección de los muertos, como la tenían ios fariseos (Mt 22,23-24); pero ésa vendrá al fin de los tiempos. Aquí nuestro profesa anuncia la resurrección como medio de llevar a cabo la restauración de Israel en su tierra y gozar de la edad mesiánica. No puede, pues, tratarse de la re­surrección de los cuerpos, sino como de un símbolo o imagen de la resurrección del pueblo, que Dios multiplicará como los rebaños o como el trigo sembrado en campo fértil.

15 La escisión del reino de David fue una gran calamidad para el pueblo de Dios; la restau­ración aquí prometida traerá la reunión de Israel y Judá bajo el cetro del descendiente de David, el Mesías. 3 8 1- k ° s ^-os c a P í t u l ° s Que siguen tienen un carácter escatológico. Israel mora tranquilo en su * ' v 7 tierra, sin temor de enemigos. De las regiones del aquilón llega una invasión feroz de pueblos

le está unida». I 7 Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y uno solo hagan en tu mano. 18 Y cuan­do te pregunten los hijos de Israel: ¿No nos enseñarás qué es eso? 1'Diles: Así habla el Señor, Yavé: Mirad, yo tomaré el báculo de José, que está en manos de Efraím y de las tribus de Israel que le están unidas, y lo pondré sobre el báculo de Judá, haciendo un solo báculo, y será uno solo en mi mano. 20 Que estén a sus ojos los palos en que escribas y diles: 21 Así dice el Señor, Yavé: Mirad, yo to­maré a los hijos de Israel de entre las gen­tes a que han ido, juntándolos de todas partes, y los traeré a su tierra. 22 Y haré de ellos en la tierra, en los montes de Is­rael, un solo pueblo, y todos tendrán un solo rey; nunca más serán dos naciones, nunca más estarán divididos en dos rei­nos ; 23 nunca más se contaminarán con sus ídolos; los libraré de todas las rebe­liones con que pecaron, y los purificaré, y serán mi pueblo, y yo seré su Dios. 24 Mi siervo David será su rey, y tendrán todos un solo pastor, y caminarán por las sendas de mis mandamientos y guar­darán mis preceptos, poniéndolos por obra. 25 Y habitarán la tierra que yo di a mi siervo Jacob, en que habitaron vues­tros padres. Ellos la habitarán y los hijos de sus hijos por los siglos, y por los siglos será su príncipe David, mi siervo. 26 Es­tableceré con ellos un pacto de paz que será pacto eterno; los asentaré, los acre­centaré y pondré mi santuario en medio de ellos por los siglos. 27 Pondré en me­dio de ellos mi morada, y yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. 28 Y sabrán las gentes que yo, Yavé, santifico a Israel cuando esté mi santuario en medio de ellos por los siglos.

Gog 1 Fueme dirigida la palabra de Ya­vé, diciendo: * 2 Hijo de hombre,

vuelve tu rostro a Gog y a la tierra de Magog, príncipe soberano de Ros, de Mesec y de Túbal y profetiza contra él, 3 y di: Así habla el Señor, Yavé; Heme aquí contra ti, príncipe soberano de Ros, de Mesec y de Túbal; 4 yo te atraeré y pondré freno a tus mandíbulas; y te sa­caré a ti y a todos tus ejércitos, caballos

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EZEQUIEL 38-39 914

y jinetes, de todo en todo equipados. Muy gran muchedumbre con rodelas y escudos, todos con espada. 5 Persia, Etio­pía y Put con ellos, todos con escudo y yelmo. * Gomer y todas sus mesnadas, la casa de Togorma; los extremos con­fines septentrionales y todas sus hordas, pueblos innumerables, contigo.

L a i n v a s i ó n 'P repá ra t e , apréstate tú y toda la in­

numerable muchedumbre reunida en tor­no tuyo; sé su jefe. 8 D e aquí a muchos días te será dada la orden. Al cabo de años vendrás a la tierra salvada de la es­pada, recogida de entre muchos pueblos, a los montes de Israel, que habían sido reducidos a eternas ruinas. H a sido saca­da de entre las gentes y habita confiada­mente. 9 Tú la invadirás, llegando allí co­mo un torbellino; como tormenta que en­volverá la tierra serás tú, con todos tus ejércitos y los innumerables pueblos que están contigo.

10 Así dice el Señor, Yavé: En aque­llos días se alzarán en tu corazón los pen­samientos y concebirás malvados desig­nios: n Te dirás: «Voy a subir contra una tierra indefensa, iré contra gentes tran­quilas que habitan confiadamente, todas sin murallas, sin puertas ni cerrojos». * 1 2 A robar, a saquear, a poner tus manos sobre ruinas repobladas, sobre un pue­blo reunido de entre las gentes, que tiene ganados y propiedades y habita en el ombligo de la tierra. 13 Seba y Dedán y sus mercaderes, Tarsis y todos sus comer­ciantes, te dirán: «¿Vienes en busca de botín? ¿Has reunido toda esa muchedum­bre para saquear, en busca de plata y de oro, para coger ganados y riquezas, para hacer gran botín?»

14 Por tanto, profetiza, hijo de hombre, y di a Gog : Así dice el Señor, Yavé: En aquel tiempo, cuando mi pueblo Israel habite confiadamente, ¿no lo sabrás tú? 15 Y vendrás desde tus moradas, desde las extremas regiones del septentrión, tú y contigo numerosos pueblos, todos a ca­ballo, una inmensa muchedumbre, un ejér­cito poderoso, 1 6 que avanzará contra mi |

desconocidos, los cuales, atraídos por la facilidad de la presa que les ofrece Israel, recién restaurado, pretenden acabar con él. Pero el Señor interviene en defensa de su pueblo y siembra la discordia entre los invasores, que unos a otros se destrozan.

11 En Zacarías (2,4) se dice que en la época de la restauración Jerusalén será habitada sin mu­rallas a causa de la multitud de su población y que el Señor será para ella como muro de fuego. Esta idea es la que quiere desarrollar Ezequiel en estos dos capítulos. A fines del siglo VII los es­citas y los cimerios se arrojaron sobre el Asia, recorrieron saqueando la Siria y llegaron a la Filis-tea, viniendo a morir, como mueren las olas del mar en la arena, sobre la frontera de Egipto. Sobre estos hechos contemporáneos de Ezequiel se apoya el profeta para damos este oráculo. Estos ven­drían atraídos por el ansia de un rico y fácil botín, pero Dios interviene a favor de su pueblo, y los enemigos unos a otros se destruyen.

21 Estos últimos versículos expresan bien la intención de Yavé al traer estas hordas de enemi­gos contra su pueblo. Quiere mostrar a Israel que El es su escudo protector y enseñar a las na­ciones que, si por las iniquidades castigó a Israel, ahora, por su gran misericordia, le restaura y la reinstala en su tierra.

pueblo, Israel, como nublado que va a cu­brir la tierra. Al cabo de los días yo te haré marchar contra mi tierra, para que me conozcan los pueblos, cuando a sus ojos, en ti, ion Gog!, seré santificado.

L a d e s t r u c c i ó n d e l i n v a s o r 17 Así habla el Señor, Yavé: ¿No eres

tú aquel de quien hablé yo en tiempos pa­sados, por medio de mis siervos, los p ro­fetas de Israel, que desde años profetiza­ron entonces que yo te traería contra ellos? J8 En aquel día, cuando marchará Gog contra la tierra de Israel, dice el Se­ñor, Yavé, subirá la ira a mis narices; 19 y en mi celo, en el incendio de mi furor, juro que habrá aquel día gran temblor en la tierra de Israel. 20 Y temblarán ante mí los peces del mar y las aves del cielo, los animales del campo y todos los reptiles que se arrastran por la tierra, y los hom­bres que hay en la tierra. Y los montes se desmoronarán y caerán las rocas, y todos los muros se vendrán al suelo.

2* Y llamaré contra él la espada por to­dos sus montes, dice el Señor, Yavé; y la espada de cada uno será contra su her­mano. * 22 Y haré justicia en él con peste y con sangre, y lloveré contra él y contra los numerosos pueblos que le acompañan lluvia torrencial, piedras de granizo, fue­go y azufre; 2 3 y me magnificaré y haré muestra de mi santidad, y me daré a co­nocer a pueblos numerosos, que sabrán que yo soy Yavé.

39 1 Tú, pues, hijo de hombre, profe­tiza contra Gog y di : Asi habla el

Señor, Yavé: Heme aquí contra ti, ¡oh Gog!, príncipe soberano de Mesec y de Túbal , 2 y o te atraeré, yo te guiaré y te haré subir de los extremos confines del septentrión y te llevaré a los montes de Israel; 3 y romperé en tu mano izquierda el arco y haré caer de tu diestra las saetas. 4 Caerás en los montes de Israel con todos los ejércitos y todos los pueblos que con­tigo estén. Te destino para pasto de aves rapaces de todo plumaje y de las fieras del campo. 5 Serás abatido sobre la haz del

915 EZEQUIEL 39-40

campo, porque lo digo yo, dice el Señor, Yavé.

6 Y encenderé en Magog un fuego y en las islas que habitan confiadamente, y sa­brán que yo soy Yavé. 1 Haré notorio mi santo nombre en medio de mi pueblo Is­rael; no dejaré más que sea profanado mi santo nombre, y sabrán las gentes que yo soy Yavé, el Santo en Israel. 8 Y llegarán estas cosas, vendrán, dice el Señor, Ya­vé : Es el día de que he hablado y o . 9 Y sal­drán fuera los habitantes de las ciudades de Israel, y darán al fuego y quemarán armas, escudos y paveses, arcos y flechas, mazas y lanzas, y harán lumbre con ellas por siete años. 10 N o tendrán que traer leña del campo ni cortarla en los montes: harán el fuego con las armas y expoliarán a sus expoliadores y depredarán a sus de­predadores, dice el Señor, Yavé.

11 Aquel día daré yo a Gog un lugar de sepultura en Israel: el valle de los Aba-rim, a oriente del mar ; allí será sepultado Gog con todas sus muchedumbres, y se llamará el valle de Amon-Gog. 12 Le da­rá sepultura la casa de Israel para puri­ficar la tierra, y estará sepultándolos du­rante siete meses. 13 Los sepultará todo el pueblo de la tierra, y quedará famoso para ellos el día en que yo seré glorifica­do , dice el Señor, Yavé. 14 Designarán hombres que vayan por la tierra conti­nuamente reconociéndola, para dar se­pultura a los invasores, enterrando a los que queden sobre la haz de la tierra; la recorrerán buscando por espacio de siete meses; 15 y cuando al recorrerla vean osa­mentas humanas , tendrán alzada junto a ellas una señal hasta que los enterrado­res las sepulten en el valle de Amon-Gog. 1 6 Así purificarán la tierra.

17 Y tú, hijo de hombre, así habla el Señor, Yavé: D i a las aves de toda espe­cie y a todas las bestias del campo: Re­unios y venid. Juntaos de todas partes para comer las víctimas que yo inmolo pa­ra vosotras, sacrificio inmenso, sobre los montes de Israel. Comeréis las carnes y beberéis la sangre; 1S comeréis carne de héroes, beberéis sangre de príncipes de la tierra. Carneros, corderos, machos cabríos y toros, gordos como los de Basan . 1 9 Co­meréis gordura hasta saciaros; beberéis sangre hasta embriagaros, de las víctimas que para vosotros inmolaré. 2 0 Os satura­

réis a mi mesa de caballos y jinetes, de hé­roes y guerreros de toda suerte, dice el Señor, Yavé . 2 i Haré ante las gentes mues­tra de mi gloria, y todas verán las justi­cias que yo hago y los castigos con que hiere mi mano.

2 2 La casa de Israel sabrá para en ade­lante que yo soy Yavé, su Dios. 23 Y las gentes conocerán que por sus iniquidades fue llevada la casa de Israel al cautiverio, porque se había rebelado contra mí y yo escondí de ella mi rostro, y la entregué en manos de sus enemigos para que todos juntos cayesen a la espada, 2 4 tratándolos, según sus inmundicias y sus transgresio­nes y escondiendo de ellos mi rostro.

P o r v e n i r pac í f ico y g lo r ioso d e I s r ae l 2 5 Por tanto, dice el Señor, Yavé: Aho­

ra voy a hacer volver la cautividad de Ja­cob, y tendré misericordia de toda la casa de Israel, velando por mi santo nombre. 26 Y ellos olvidarán los oprobios sufridos y sus rebeldías contra mí cuando habiten seguros en su suelo sin que nadie los per­turbe; 27 cuando los saque de entre las gentes y los reúna de las tierras en sus ene­migos, y me sanl ¡fique a los ojos de las gentes; 2» sabrán que yo soy Yavé, su Dios, lo mismo cuando los llevé al cau­tiverio entre las gentes que cuando los reuní en su tierra. No dejaré allí ni uno s o l o , 2 ' ni les esconderé mi rostro, porque habré derramado mi espíritu sobre la casa de Israel, dice el Señor, Yavé.

C U A R T A P A R T E

C U A D R O D E LA. RESTAURACIÓN MESIÁNICA

{40-48)

E l n u e v o t e m p l o

Áf\ 1 El año veinticinco de nuestro cau-" " tiverio, al comienzo del año, el diez del mes, el año catorce de la toma de la ciudad, aquel día mismo fue sobre mí la mano de Yavé, que me condujo * 2 en vi­sión divina a la tierra de Israel, y me puso sobre un monte altísimo, sobre el cual ha­bía, al mediodía, como una edificación de ciudad. 3 Llevóme allá y un varón de as­pecto como de bronce bruñido, que tenía en su mano una cuerda de lino y una caña

40 1 Los nueve últimos capítulos de Ezequiel (40-48) forman una perfecta unidad. En ellos se traza la restauración en forma un tanto geométrica, reflejada en los grabados con que

ilustramos la descripción. Empieza por describirnos el templo con los detalles de un arquitecto, aunque sin planos. La gloria del Señor vuelve a él; es decir, Yavé vuelve a tomar posesión de su morada y a reanudar las relaciones de amistad con su pueblo. Los sacerdotes y levitas reorganizan el culto, que se celebra conforme a todas las exigencias del ceremonial. Luego se divide la tierra entre las tribus, el príncipe, los levitas y sacerdotes. Estos últimos reciben su heredad en torno del santuario, como para guardar mejor su santidad. Las tribus son instaladas todas en la tierra de Yavé (Jos 22,9-29), esto es, del lado acá del Jordán. El nombre de la ciudad será: «Yavé mora allí». Por si solo dice bastante este nombre sobre la nueva situación de Israel.

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EZEQUIEL 40ÍPT 916

de medir, estaba en pie a la puerta. 4 Dí-jome aquel varón: Hijo de hombre, mira con tus ojos y atiende con tus oídos y pon tu atención a lo que yo te vaya mostran­do, pues para que te lo haga ver has sido traído, y para que se lo cuentes todo a la casa de Israel. 5 Mira, pues, ahí la mura­lla exterior que rodea la casa por todas partes.

La caña de medir que aquel varón te­nía en la mano era de seis codos, de codo y coto cada uno. Midió con ella el espesor del muro y era de una caña, y su altura era de una caña. * 6 vino luego a la puerta que mira hacia el oriente, subió sus siete gradas y midió su umbral, de una caña de profundidad. ^ Las cámaras tenían cada una una caña de largo y una caña de an­cho, y había entre cámara y cámara cinco codos, 8 y el umbral de la puerta por den­tro, junto al vestíbulo, de una caña. » Mi­dió el vestíbulo de la puerta, de ocho co­dos; y sus pilastras, de dos codos; el vestíbulo de la puerta estaba a la parte de dentro, m Tenía la puerta oriental tres cámaras de un lado y tres del otro, todas de la misma medida, y de una misma me-

- dida también a una y otra parte las pi-i lastras, i ti Midió la anchura del vano de la puer-- ta, de diez codos, y la longitud del portal, ) arriba, de trece codos. 12 Había delante i de las cámaras un espacio, de un lado y - del otro, de un codo, y cada cámara tenía s seis codos de un lado y seis del otro.

13 Midió la puerta desde el techo de una

cámara hasta el techo de la de enfrente, veinticinco codos de anchura, puerta con­tra puerta. u Midió el atrio, veinte codos, que daba frente a la puerta y la rodeaba por todas partes. 15 Y desde la delantera de la puerta de entrada hasta la puerta interior, cincuenta codos, i* La puerta te­nía todo en derredor ventanas aspillera-das, que hacia el exterior se estrechaban, y estaban en las cámaras y en sus pilas­tras, y lo mismo había también ventanas que daban al interior del atrio en derredor, y en cada uno de los postes había palmas.

17 Llevóme luego al atrio exterior, en el cual había cámaras, y estaba solado todo en derredor; treinta cámaras había alrededor del atrio. 18 El solado a los la­dos de las puertas correspondía a la an-

Planta del templo de Ezequiel

* Este codo equivalía al codo ordinario más cuatro dedos, o sea 52 centímetros.

917 EZEQUIEL 40-41

chura de ellas mismas, el solado inferior, l ' Midió el espacio entre la fachada de la puerta por debajo, hasta la delantera de la puerta interior por arriba, cien codos hacia oriente y norte. 20 Midió el largo y el ancho de la puerta que da al norte, al atrio exterior; 21 sus1 cámaras, tres a un lado, tres al otro; las pilastras y el vestí­bulo eran de las mismas dimensiones que las de la puerta primera, cincuenta codos de largo y veinticinco codos de ancho. 22 Sus ventanas, su vestíbulo, sus palmas, tenían las mismas dimensiones que las de la puerta que da al oriente. Se subía a ella por siete gradas y delante de ella es­taba el atrio. 23 Frente por frente de éste había en el atrio interior una puerta que estaba también frente por frente de la puerta oriental. Midió la distancia entre puerta y puerta: cien codos.

24 Llevóme después al lado del medio­día, donde estaba la puerta que da al mediodía; y medidas las pilastras y el vestíbulo, tuvieron las mismas dimensio­nes que las otras. 25 Había en torno de ella y del vestíbulo ventanas iguales a las otras, cincuenta codos de largo y veinticinco codos de ancho. 26 Las gra­das de subida a la puerta eran siete, y delante de ellas estaba el vestíbulo. Ha­bía a cada lado palmas en los postes. 27 Había también puerta hacia el medio­día en el atrio interior, y entre puerta y puerta midió cien codos. 2S Llevóme por la puerta del mediodía al atrio inte­rior, y midió la puerta y el vestíbulo, de las mismas dimensiones; 2!> sus cáma­ras, sus pilastras y el vestíbulo, de las mismas dimensiones. La puerta y su ves­tíbulo tenían ventanas en derredor y cin­cuenta codos de largo y veinticinco de ancho. (30) * 31 El vestíbulo daba al atrio exterior, en sus postes habia palmas y las gradas de subida eran ocho. 32 Lle­vóme luego al atrio interior por el cami­no de oriente, y midió la puerta, de las acostumbradas dimensiones. 33 L a s c ¿ . maras, las pilastras y el vestíbulo, de las mismas dimensiones, con ventanas en ellas, y en el vestíbulo cincuenta codos de largo y veinticinco de ancho. 34Su vestíbulo daba al atrio exterior, en los postes a uno y otro lado había palmas y las gradas de subida eran ocho.

35 Llevóme luego a la puerta del sep­tentrión y midió, hallando las dimensio­nes de las otras 36 para cámaras, pilas­tras y vestíbulo, y en torno a las venta­nas, cincuenta codos de largo y veinti­cinco de ancho. 37 Sus vestíbulos daban

30 El versículo 30, que falta en los LXX y en Dice: «Había en él salientes todo en torno, veinte rompe la simetría de la descripción, pues en nini

al atrio exterior y había en ellos palmas y las gradas de subida eran ocho.

38 Había también allí una cámara que se abría hacia los postes de las puertas; era donde habían de lavarse los holo­caustos. 39 En el vestíbulo de la puerta había a cada lado dos mesas, en las que se había de degollar el sacrificio por el pecado y el sacrificio por el delito. 40 En el lado exterior, al norte de quien subía por la entrada de la puerta, había otras dos mesas, y otras dos al otro lado, cerca del vestíbulo de la puerta. 4l Ha­bía, pues, a cada lado de la puerta cua­tro mesas de una parte y cuatro de otra, ocho mesas, en las que se hacia la inmo­lación. 42 Había, además, otras cuatro me­sas para los holocaustos, de piedra ta­llada, codo y medio de largas, codo y medio de anchas y un codo de altas, sobre las cuales se ponían los instrumen­tos con que se inmolaban los holocaus­tos y los otros sacrificios. 43 Tenían las mesas en derredor un reborde alto de un codo, y sobre ellas se ponía la carne de las víctimas.

4 4 Fuera de la puerta interior, en el atrio interior, había dos cámaras: una al lado de la puerta norte, y que se abría hacia el mediodía; otra al lado de la puerta del mediodía, que se abría hacia el norte. 45 Y me dijo: Esta cámara que se abre hacia el mediodía es para los sacerdotes que hacen la guardia del tem­plo, 46 y la que mira al norte es la de los sacerdotes que hacen la guardia del altar. Son los hijos de Sadoc que entre los hijos de Leví se acercan a Yavé para servirle. 47 Midió el atrio, cien codos de ancho y cien codos de largo, cuadrado, y en él, delante de la casa, estaba el altar. 48 Llevóme al vestíbulo de la casa; midió cada uno de los postes, cinco co­dos el de una parte, cinco codos el de la otra. 49 Tenía el vestíbulo veinte co­dos de largo y doce codos de ancho, y se subía a él por diez gradas. Había junto a los postes columnas, una a un lado y otra al otro.

* I 1 Me introdujo en el templo, mi-" •!• dio los postes, anchos seis codos de un lado y seis codos del otro; tal era la anchura de las pilastras. 2 El vano de la puerta era de diez codos, y los lados de la puerta cinco codos a una parte y cinco codos a la otra. Midió también el largo, y eran cuarenta codos, y el an­cho eran veinte codos. 3 Pasó luego al interior y midió cada pilar de la puerta, dos codos, y la puerta misma, seis codos,

la antigua versión latina, parece una interpolación, codos a lo largo y veinte a lo ancho». Como se ve,

íuna otra parte se habla de estos salientej.

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EZEQDIEL 41-42 918

4 M ^ C u r l l l e l a e n » a d a , siete codos, codos, y el ancho sobre el frente del tem-s a n t í s t a T C ° d O S : y m e d Í j ° : E s t e e S e l

s Midió luego el grueso del muro de r á™ a S a ' ? e i s c o d o s . y la anchura de las S S Í , a t e r a ' e s , cuatro codos, todo en torno de la casa. «Las cámaras latera­les estaban sobrepuestas unas a otras, treinta en cada uno de los tres pisos. £ „ *, r e t a l l o s e n el muro de la casa en uerreaor, para que en ellos se apoya­sen las vigas de las cámaras sin entrar en el muro. 7 H a b í a mayor anchura en •as cámaras hacia arriba de piso en piso, porque los retallos de la casa iban de piso en piso todo en derredor de la casa, y así al subir dejaba el muro mayor an-

í " I a ' p i s o i n f e " ° r se podía subir ai de en medio y de éste al superior. ,

vi que la casa toda en torno estaba sobre una elevación. Los cimientos de | I A

y palmas talladas por todos los muros de la casa.

2 1 Los pilares del templo eran cuadran­g l a r e s , y enfrente del santísimo había una cosa que parecía 2 2 un altar de ma­dera, tres codos de alto, dos codos de largo y dos codos de ancho, y tenía sus cuernos, sus pies y sus costados de ma­dera. Y me dijo: Es la mesa que está

I delante de Yavé. 23 Había dos puertas, la del santo y la del santísimo. 24 Cada puerta tenía dos hojas que se plegaban en dos partes, dos partes para una hoja y dos para la otra. 2 5 En las puertas ha­bía tallados querubines y palmas, como en las paredes, y en la fachada del atrio al exterior había un portal de madera, 26 y había ventanas aspilleradas y palmas a cada lado en las paredes la­terales del vestíbulo, en las cámaras late­rales de la casa y en los cornisamentos.

las cámaras laterales eran de una caña entera, seis codos hacia el ángulo. » La anchura del muro exterior del edificio lateral era de cinco codos, igual al es­pacio de las cámaras de dentro. l ° D e las cámaras a la casa había una anchura de veinte codos por todos lados en de­rredor de la casa, n Las puertas de las cámaras, una del lado del norte y otra del lado del mediodía, daban a un es­pacio vacío que rodeaba toda la casa, cinco codos de ancho. i 2 U n a construc­ción separada que había frente al espacio vacío, al lado de occidente, tenía setenta codos de ancho. El muro del edificio tenía cinco codos de grueso todo en de­rredor, y su largo era de noventa codos.

13 Luego midió la casa, largo cien co­dos ; el espacio vacío, las edificaciones y los muros, cien codos; n la anchura de la delantera de la casa con espacio va­cío, cien codos. 15 Midió la anchura de la edificación frente al espacio vacio, ha­cia atrás, y los portales de uno y otro lado, cien codos. El templo interior y los vestíbulos del a t r i o , i 6 el umbral, las ven­tanas aspilleradas, los portales todo en torno. Los tres pisos estaban todos en derredor cubiertos de tablas de madera desde el suelo hasta las ventanas, y las ventanas tenían cortinas.

1 7 Lo de encima de las puertas, en el interior de la casa y en el exterior, las paredes de lo interior y de lo exterior, estaban cubiertas de relieves, 18 represen­tando querubines y palmas. Había una palma entre querubín y querubín, l ' y cada querubín tenía dos aspectos, aspec­to de hombre hacia una palma y aspecto de león hacia la otra, y así todo en torno de la casa. 2<* Desde el suelo hasta la altura de las puertas había querubines

1 Sacóme al atrio exterior, al lado del septentrión, y me llevó al de­

partamento que está frente al muro del norte. 2 Era de un frente de cien codos de largo al lado norte y tenía cincuen- -ta codos de ancho, 3 dando al espacio vacío de veinte codos del atrio interior y al enlosado del atrio exterior, terra­za contra terraza en tres pisos. * Delan­te de las cámaras había un corredor de diez codos de ancho y cien codos de largo; sus puertas daban al norte. 5 Las cámaras superiores, como las terrazas, quitaban espacio, eran más estrechas que las inferiores y las intermedias del edi­ficio, 6 pues los pisos eran tres, pero sin columnas como las columnas de los atrios. Por eso las superiores eran más estrechas que las de abajo y las de en medio, 7 El muro exterior de fuera, de­lante de las cámaras, que daba al atrio exterior frente a las cámaras, tenía cin­cuenta codos de largo, 8 pues el largo de las cámaras del lado del atrio exte­rior era de cincuenta codos, pero del lado del templo, de cien codos.

9 Más abajo de las cámaras había una entrada que daba al oriente, para el que venía del atrio exterior, al comienzo del muro del atrio. 10 Del lado del medio­día, frente al espacio vacío y al muro de cintura, había cámaras; u delante de ellas, un corredor como el de las cá­maras que dan al nor te ; su largo y su ancho eran los mismos, y también las varias salidas y toda su disposición. Co­m o las puertas de las primeras 12 eran las puertas de las cámaras que daban al mediodía, y había unas puertas al co­mienzo del corredor, en el muro corres­pondiente, para quien venía del oriente.

13 Díjome: Las cámaras del norte y las cámaras del mediodía que dan al es-

919 EZEQUIEL 42-43

pació vacío son las cámaras del santua­rio, donde los sacerdotes que se acercan a Yavé comerán las cosas santísimas, es decir, las oblaciones y las víctimas por el pecado y por el delito, pues este lugar es santo. 14 Cuando los sacerdotes entra­ren no saldrán del lugar santo al atrio exterior, sino que dejarán allí las vesti­duras con que ministran, pues son san­tas ; y vestido de otras, se acercarán así a lo destinado al pueblo.

15 Cuando hubo acabado de medir la fábrica interior, sacóme fuera por la puer­ta que da al oriente y midió el períme­tro. 16 Midió el lado de oriente con la caña de medir, quinientos codos; se vol­vió I 7 y midió el lado del norte, quinien­tos codos de la caña de medir. 18 Midió el lado del mediodía, quinientos codos de la caña de medir. 19 Se volvió al lado de occidente y midió quinientos codos de la caña de medir. 2i> Midió el muro de cin­tura a los cuatro vientos; tenía quinientos codos de largo, quinientos codos de an­cho y separaba el santuario del lugar profano.

L a g lo r ia d e D i o s e n el n u e v o t e m p l o J 4 1 Llevóme luego de nuevo a la " " puerta que da al oriente,* 2 y vi la gloria del Dios de Israel venir del oriente. Se oía un estrépito como el es­trépito de caudalosas aguas y la tierra resplandecía del resplandor de la gloria. 3 El aspecto de lo que veía era como el que vi cuando vino Yavé a destruir la ciudad, y en todos los aspectos, como los de la visión que vi cerca del río Quebar. Caí rostro a tierra, 4 mientras la gloria de Yavé penetró en la casa por la puerta de la fachada que da al oriente. 5 El espíritu me levantó y me llevó al atrio interior y vi la gloria de Yavé lle­nar la casa 6 y oí que alguno me hablaba desde dentro de la casa, mientras el va­rón aquel estaba en pie junto a mí 7 y me decía:

Hijo de hombre, éste es el lugar de mi t rono, el escabel de las plantas de mis pies, donde habitaré para siempre en medio de los hijos de Israel. La casa de Israel no profanará ya más mi santo nombre, ni ella ni sus reyes con sus abo­minaciones y con homicidios de jefes en medio de ella y con sus altos; 8 pusieron

su umbral junto a mi umbral y sus pos­tes junto a mis postes, y pared sólo por medio, contaminaron mi santo nombre con las abominaciones que cometieron. Por eso en mi furor los consumí. 9 Pero ahora arrojarán lejos de mí sus fornica­ciones y los cadáveres de sus reyes, y yo habitaré en medio de ellos para siempre.

E l a l t a r d e los h o l o c a u s t o s 10 Y tú, hijo de hombre, describe a la

casa de Israel este templo. * u Si se aver­güenzan de lo que han hecho, muéstra­les la traza y el diseño de esta casa, sus salidas y sus entradas y toda su dispo­sición, sus ritos y sus leyes, y ponió por escrito ante sus ojos, para que guarden todos sus ritos y sus reglas y los pongan por obra. 12 Esta es la ley de la casa: Sobre la cumbre del monte, todo en de­rredor, su término será santísimo. Tal es la ley de la casa. 13 He aquí las medidas del altar en codos de a codo y coto el codo. El canal, de un codo de alto y un codo de ancho, y el reborde que lleva en torno, un codo. l 4 T a l es el zócalo del altar. Desde el canal sobre el suelo al plano inferior, dos codos, y la anchu­ra de su vuelo, un codo. Del plano in­ferior al plano superior, cuatro codos, y la anchura, de un codo. '5 El altar tenía cuatro codos, y arriba del altar, los cua­tro cuernos. I 6 El altar tenía doce codos de ancho y doce codos de largo, forman­do un cuadrado perfecto. ' 7 La basa tenía catorce codos de largo y catorce de ancho a los cuatro lados, y en torno de ella había una cornisa de medio codo y el canal de un codo todo en derredor; sus gradas estaban al lado oriental.

Su i n a u g u r a c i ó n 18 Díjome: Hijo de hombre, así habla

el Señor, Yavé: Estas son las leyes del altar para cuando sea construido para ofrecer en él holocaustos y derramar la sangre de ellos. * 19 A los sacerdotes, le­vitas de la posteridad de Sadoc, que se­rán los que a mí se han de acercar para servirme, dice el Señor, Yavé, les darás un novillo para el sacrificio por el peca­do. 2 0 Tomarás de su sangre y untarás con ella los cuatro cuernos y los cuatro ángulos del cuadro y el borde todo en torno. Así harás la expiación y la pro-

M O 1 E2equiel había visto a Yavé abandonar su templo y entregarlo a la profanación de los ^ " " caldeos; ahora ve cómo Yavé vuelve en su carro por el mismo camino a tomar posesión del templo restaurado. Las palabras del v.7 nos declaran todo el sentido que encierra esta toma de posesión.

10 La explanada del templo no es llana; va subiendo por varios planos hacia lo más alto en que se levantaba la casa, la morada de Dios. Delante de ella, al aire libre, estaba el altar de los ho­locaustos, cuyas medidas nos da aquí con toda precisión, como nos había dado las del templo.

18 Después de las medidas, el profeta describe todo el ceremonial con que los sacerdotes, hijos de Sadoc, habrán de consagrarle por espacio de una semana, como habla sido consagrado el templo de Salomón (1 Re 8).

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EZEQDIEL 34-44 920 piciación del altar. 21 Tomarás luego el novillo del sacrificio por el pecado, que quemarás en el lugar de la casa desig­nado fuera del santuario. 2 2 A 1 día si­guiente ofrecerás por el pecado un ma­cho cabrío sin defecto y expiarás el altar como lo hiciste con el novillo. 23 Cumpli­do que hayas el rito expiatorio, ofrecerás un novillo sin defecto y un carnero de la grey sin defecto. 2 4 Los ofrecerás a Yavé; los sacerdotes derramarán sobre ellos la sal y los ofrecerán a Yavé en ho­locausto. 25 Por siete días sacrificarás por el pecado un macho cabrío por día; ofre­cerás además un novillo y un carnero de la grey sin defecto. 2 6 Por siete días se hará la propiciación del altar, se pu­rificará y se consagrará. 2 7 Pasados estos días, del dia octavo en adelante, los sacer­dotes ofrecerán en el altar vuestros ho­locaustos y vuestros sacrificios eucarísti-cos, y yo os seré propicio, dice el Señor, Yavé.

L a s n u e v a s l eyes de l c u l t o A A l Llevóme luego de nuevo a la " « puerta de fuera del santuario que daba al oriente, pero la puerta estaba cerrada; * 2 y me dijo Yavé : Esta puerta ha de estar cerrada, no se abrirá ni en­trará por ella hombre alguno, porque ha entrado por ella Yavé, Dios de Israel; por tanto, ha de quedar cerrada. 3 Por lo que hace al príncipe, por ser el prín­cipe, podrá sentarse en ella para comer el pan en la presencia de Yavé; entrará por el camino del vestíbulo de la puerta y por el mismo saldrá.

4 Llevóme hacia la puerta del norte por delante de la casa, y miré y vi que la gloria de Yavé llenaba la casa de Yavé, y me postré rostro a tierra. * 5 Ya­vé me dijo: Hijo de hombre, pon aten­ción, mira con tus ojos y oye con tus oídos todo lo que yo voy a hablar con­tigo sobre todas las ordenaciones de la casa de Yavé y todas sus leyes; pon atención a todas las entradas de la casa y a todas las salidas del santuario; * y di a los rebeldes, a la casa de Tsrael:

Así dice el Señor, Yavé: Basta ya de abominaciones, ¡oh casa de Israel! ' D e traer extranjeros ni incircuncisos de co­razón e incircuncisos de carne para que entren en mi santuario, contaminen mi casa, mientras vosotros me ofrecéis mi pan, el sebo y la sangre, quebrantando

44

así mi alianza con todas vuestras abomi­naciones 8 y no guardando lo estableci­do acerca de mis cosas santas, antes po­niéndolos como ministros de mi culto en mi santuario, en lugar vuestro. 9 Así dice el Señor, Yavé: Ningún extranjero incir­cunciso de corazón e incircunciso de car­ne, de cuantos están en medio de Israel, entrará en mi santuario. 10 Los levitas, que se apartaron de mí cuando Israel se alejó de mí yéndose tras sus ídolos, lle­varán su iniquidad. H Servirán en mi san­tuario de guardias de las puertas de la casa y de guardias de la casa misma; degollarán los holocaustos y las víctimas del pueblo y estarán ante él para servirle. 12 Por haber servido a sus ídolos y haber sido para la casa de Israel tropiezo de iniquidad, alzo mi mano , dice el Señor, Yavé, y juro que llevarán sobre sí su iniquidad; 13 que no se acercarán a mí para servirme en las funciones sacerdota­les y para tocar mis cosas santas en el santísimo, sino que llevarán sobre sí la vergüenza y la pena de las abominacio­nes que cometieron. 1 4 Los dejo reducidos a hacer solamente la guardia d i la casa y su servicio en lo que en ella haya de hacerse.

15 Los sacerdotes levitas hijos de Sa-doc que guardaron el ordenamiento de mi santuario cuando se apartaron de mí los hijos de Israel, serán mis allegados para ministrar ante mí y ofrecerme la grosura y la sangre, dice el Señor, Yavé. 16 Esos entrarán en mi santuario y se llegarán a mi mesa, guardando mi or­denamiento. 17 Cuando entren por las puertas del atrio interior se vestirán ves­tiduras de lino, no llevarán sobre sí lana cuando ministren en las puertas del atrio interior y dentro de la casa. 18 Lleva­rán tiaras de lino sobre sus cabezas, y calzones de lino a sus lomos, y no se ceñirán para no sudar. 19 pero cuando hayan de salir al atrio exterior, al pueblo, se quitarán las vestiduras con que se hace el servicio, y, dejándolas en las cá­maras del santuario, se vestirán otros vestidos para no santificar al pueblo con sus vestiduras. 2 0 N o se raparán la cabe­za ni dejarán crecer sus cabellos, sino que se los cortarán motilando sus ca­bezas.

2 1 Nimgún sacerdote beberá vino cuan­do haya de entrar en el atrio interior. 2 2 Ne> tomarán por mujer ni viuda ni

1 La puerta oriental, que da paso del atrio interior hacia afuera, estará cerrada por haber pasado por ella la gloria de Yavé, santificándola; sólo el príncipe del pueblo podrá sentarse

en ella para los banquetes sagrados que acompañan a los sacrificios paciicos. 4 Al pasar de la puerta oriental a la del norte, por al atri« interior, pasé por dolante de la casa

y la vio llena de gloria de Dios, que la santifica. Por esto deberán ser excluidas de ella todos los in­circuncisos de corazón y de carne, y aquellos hijos de Leví que en los tiempos pasadas habían pre­varicado sólo servirán en los ofiícios inferiores, quedaad® excluidos del sacerdocio, reservado a los

''hijos de Sadoc.

921 EZEQÜIEL 44-45

repudiada, sino virgen de la casa de Is­rael o viuda de sacerdote. 23 Enseñarán a mi pueblo a distinguir entre lo santo y lo profano y a discernir entre lo puro y lo impuro. 2 4 Juzgarán los pleitos confor­me a mis leyes y guardarán mis leyes y mis preceptos en cuanto a todas mis solemnidades y santificarán mis sábados. 25 N o entrarán a muerto alguno para no contaminarse; sólo por el padre o la madre, el hijo o la hija, el hermano o la hermana que no haya ya tenido ma­rido se contaminarán. 2« Después de su purificación contarán siete días, 2 7 y el día en que entren en el santuario, en el atrio interior, para ministrar en el san­tuario, ofrecerán su expiación, dice el Señor, Yavé.

28 En cuanto a su heredad, su heredad seré yo ; no les daréis posesión en Is­rael, pues su posesión seré yo. * 2 ' Se alimentarán de las ofrendas, de los sa­crificios por el pecado y de los sacrificios por el delito, y será para ellos cuanto en Israel sea dado al anatema. 30 Las primicias de todos los primeros frutos de toda suerte y todas las ofrendas de toda suerte de cuanto ofreciereis serán para los sacerdotes, y daréis también a tos sacerdotes las primicias de vuestras ma­sas, para que en vuestras casas repose la bendición. 31 N o comerán mortecino alguno ni desgarrado, sea ave, sea bestia.

N u e v a d i s t r i b u c i ó n d e la t i e r r a A e 1 Cuando distribuyáis por suerte ™«* la tierra para poseerla, reservaréis una suerte a Yavé, que le consagraréis en la tierra, de veinticinco mil codos de largo y diez mil de ancho, que en todo su término en derredor será santa. * 2 D e ella será para el santuario un cua­dro de quinientos por quinientos codos, que tendrá en torno un espacio libre de cincuenta codos . 3 D e esa extensión la me­dirás, de un largo de veinticinco mil co­dos y un ancho de diez mil, y en ella que­dará el santuario, el santísimo. 4 Esta porción santa de la tierra será para los sacerdotes que se acerquen a ministrar a Yavé y servirá para sus casas y como lugar santo para el santuario. s Asimis­mo veinticinco mil de largo y diez mil de ancho para los levitas que hacen el servicio de la casa, y en ella tendrán ciu­dad de habitación. 6 Para propiedad de

la ciudad destinaréis cinco mil codos de ancho y veinticinco mil de largo, parale­lamente a la porción santa reservada, que pertenecerá a la casa de Israel.

^ El príncipe tendrá su parte, l indando de ambos lados con la parte del santuario y la parte de la ciudad, ante la parte del santuario y la parte de la ciudad del lado occidental, hacia occidente, y del la­do oriental, hacia oriente, y de una lon­gitud igual a ana de las partes, desde la frontera occidental a la oriental. 8 Es­ta será su propiedad, su posesión en Is­rael, y así mis príncipes no oprimirán nunca más a mi pueblo y dejarán la tierra a la casa de Israel por sus tri­bus. 9 Así dice el Señor, Yavé: ¡Basta, príncipes de Israel! Dejad la violencia y la rapiña. Haced juicio y justicia, no haya de parte vuestra exacciones sobre mi pueblo, dice el Señor, Yavé.

N u e v a s o f r e n d a s y p r i m i c i a s i° Sean justas vuestras balanzas, justo

vuestro efá, justo vuestro bat. * n El efá y el bat serán de la misma medida, el bat la décima parte del jómer, y una dé­cima parte del jómer el efá. Uno y otro corresponderán al jómer.12 El sido, vein­te güeras. Los cinco siclos habrán de ser cinco, los diez, diez, y cincuenta si­clos la mina. 13 La ofrenda que reserva­réis será ésta: un sexto de efá por jómer de trigo y un sexto de efá por jómer de cebada. ] 4 Y la ley para el aceite, para el bat de aceite, ésta: la décima parte de un bat por jómer. Diez batos son el jómer, pues diez batos llenan el jómer.

15 De las reses, una por manada de doscientas, de las gordas de Israel, para el sacrificio, para el holocausto, para el sacrificio pacífico y para el expiatorio, dice el Señor, Yavé. * K Todo el pueblo de la tierra hará esta oblación al príncipe de Israel, 17 y cuenta del príncipe será dar el holocausto, la ofrenda y la liba­ción en las fiestas, en los novilunios, en los sábados y en todas las solemnidades de la casa de Israel, y él ofrecerá el sacri­ficio expiatorio, la ofrenda, el holocausto y el sacrificio eucarístico, para expiar las casas de Israel.

18 Así dice el Señor, Yavé: El día pri­mero del primer mes tomarás un novillo sin defecto y harás la expiación del san­tuario. * 1 9 El sacerdote tomará de la san-

2 8 Estos versículos señalan los emolumentos que percibirán por su ministerio los sacerdotes (cf. Núm 18,1-32). AtZ 1 La restauración del pueblo tendrá lugar en la tierra de Yavé (Jos 22,18-10), es decir, en • ^ la tierra propia de Cañan, renunciando al territorio de la TransJordania. De esta tierrase

tomará ante todo una faja para la ciudad y el templo, para los sacerdotes y levitas y para el príncipe del pueblo (véase el plano).

1 o Sobre las medidas véase índice. 15 Se señala la contribución del pueblo para el sostenimiento del culto (Neh 10,32; Mt 17,23-2$)-18 Expone el modo de celebrar las diversas fiestas del año (Núm 28-20).

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EZEQÜIEL 45-46 922 gre de la víctima expiatoria y la pondrá I no se saldrá por la puerta por donde se sobre los postes de la casa y sobre los entró, sino que se saldrá por la opuesta, cuatro ángulos de la basa del altar y I '<• El príncipe entrará con ellos cuando en­sobre los postes de las puertas del atrio tren y saldrá con ellos cuando salgan. interior. 2 0 Y así harás también el mes séptimo para los que pecan por ignoran­cia o por error, y así purificaréis la casa. 2 1 El día catorce del primer mes tendréis la pascua. La fiesta durará siete días y se comerá durante ellos pan ácimo. ^ E s e día ofrecerá el príncipe, por sí y por todo

11 En las fiestas y en las solemnidades la ofrenda será de un efá por el toro, un efá por el carnero, y lo que él quisiere por los corderos, con un hin de aceite por efá. 12 Si el príncipe ofreciere a Yavé un holocausto voluntario o un sacrificio euca-rístico voluntario, se le abrirá la puerta del

el pueblo de la tierra, un novillo en sacri- lado de oriente, y ofrecerá su holocausto y ficio expiatorio; 2 3 y durante los siete días su sacrificio eucarístico lo mismo que en de la fiesta ofrecerá en holocausto a Yavé siete toros y siete carneros sin defecto, cada uno de los siete días, y un macho cabrío en sacrificio expiatorio cada día. 2 4 Añadirá la ofrenda de un efá por toro, un efá por carnero y un hin de aceite por efá. 2S El día quince del séptimo mes, en la solemnidad, ofrecerá durante siete días los mismos sacrificios expiatorios y la misma ofrenda con su aceite.

los sábados, y luego saldrá, y cuando haya salido se cerrará la puerta. 13 Ofrecerás cada día en holocausto a Yavé un corde­ro primal sin defecto, todas las mañanas ; 14 y todas las mañanas añadirás la ofren­da, un sexto de efá y un tercio de hin de aceite para amasar la harina. Esta es la ofrenda a Yavé, ley perpetua, para siem­pre, is Se ofrecerá todas las mañanas el cordero y la ofrenda con el aceite, como

I holocausto perpetuo. *f> i Así dice el Señor, Yavé: La puer- 16 Así dice el Señor, Yavé: Si el prín-«»» ta del atrio interior del lado de cipe hiciere a uno de sus hijos un don, to-

oriente estará cerrada los seis días de tra- mado de su heredad, el don pertenecerá bajo, pero se abrirá el día del sábado y en al hijo y será propiedad suya como he­los novilunios. * 2 El príncipe entrará por redad. 17 Pero si el don tomado de su he-el camino del vestíbulo de la puerta exte- redad lo hace a uno de sus servidores, le rior, y se estará junto a los postes de la pertenecerá a éste hasta el año de la remi-puerta; los sacerdotes ofrecerán sus ho- sión; luego volverá al príncipe, y su he-locaustos y sus sacrificios eucarísticos, y redad será de sus hijos. 18 N o podrá to-él se prosternará en el umbral de la puer- mar el príncipe nada de las heredades del t a ; luego saldrá, y la puerta no se cerra- pueblo, despojándolos de su posesión. D e rá antes de la tarde. 3 El pueblo de la tie- | lo suyo heredará a sus hijos, para que mi rra se prosternará ante Yavé a la entrada de esta puerta, los sábados y los novilu­nios.

4 El holocausto que el príncipe ofrece­rá a Yavé los sábados será de seis cor­deros sin defecto y un carnero sin defec­to ; 5 y su ofrenda, de un efá por el car­nero y de lo que él quiera por los corde­ros, con un hin de aceite por efá. 6 En los novilunios ofrecerá un novillo sin defecto, seis corderos y un carnero sin defecto; 7 y su ofrenda será de un efá por el no­villo, un efá por el carnero y lo que él qui­siere por los corderos, y un hin de aceite por efá. 8 Cuando el príncipe entre, en­trará por el camino del vestíbulo de la puerta, y por el mismo camino saldrá.

pueblo no salga de la heredad de cada uno.

19 Metióme luego por la entrada que está al lado de la puerta, en las cámaras santas destinadas a los sacerdotes, hacia el norte, y vi que había un lugar en el fon­do, del lado de occidente; 2 0 y me dijo: Ese es el lugar donde los sacerdotes ha­rán cocer la carne de los sacrificios por el pecado y por el delito, y donde se coce­rán las ofrendas, para no llevarlas al atrio exterior, santificando al pueblo. 2 1 Llevó­me luego al atrio exterior, y me hizo pa­sar por los cuatro ángulos del atrio, y vi que a cada ángulo del atrio había un pa­tio 2 2 de cuarenta codos de largo y treinta de ancho, todos cuatro de las mismas me-

» Pero cuando el pueblo de la tierra se didas en cada uno de los cuatro ángulos; presente ante Yavé en las solemnidades, 23 y e n todos ellos había en torno una pa-el que entre por la puerta del norte para red, y abajo fogones alrededor de las pa-prosternarse, saldrá por la puerta del me- redes; u y me dijo: Estas son las cocinas diodía, y el que entre por la puerta del donde los servidores de la casa cocerán mediodía saldrá por la puerta del nor te ; | e l sacrificio del pueblo.

4 6 i' E ' TSyi ha- d e s aP a r e c i*> de estos planes de restauración, asi como el sumo sacerdote. En lugar del primero hay un principe, cuyo principal oficio es el de contribuir al sostenimiento

del culto.

923 EZEQÜIEL 47-48

E l torrente q u e sale del n u e v o t e m p l o A "7 ' Llevóme luego otra vez a la en-

* trada de la casa, y vi que debajo del umbral de la casa, al oriente, brotaban aguas, pues la fachada de la casa estaba al oriente, y las aguas descendían debajo del lado derecho de la casa, del mediodía del altar. * 2 Me llevó por el camino de la puerta septentrional, y me hizo dar la vuelta por fuera, hasta el exterior de la puerta oriental, y vi que las aguas salían del lado derecho. 3 Al salir hacia oriente llevaba aquel varón en la mano un corde-hllo, y midió mil codos, y me hizo atrave­sar las aguas; llegaban hasta los tobillos. 4 Midió otros mil y me hizo atravesar las aguas; llegaban hasta las rodillas. Midió otros mil y me hizo atravesar las aguas; llegaban hasta la cintura. 5 Midió otros mil, y era ya un río que me era imposible atravesar, porque las aguas habían cre­cido de manera que no se podía pasar más que a nado.

6 Díjome: ¿Has visto, hijo de hombre? Luego me hizo volver siguiendo la orilla del río. t Y entonces vi que de una a otra parte había en las riberas muchos árbo­les; 8 y m e d i j 0 . H j j 0 ¿e hombre: estas aguas van a la región oriental, bajan al Araba y desembocan en el mar, en aque­llas aguas pútr idas; y éstas se sanearán. 9 Y todos los vivientes que nadan en las aguas, por dondequiera que entre este río, vivirán; y el pescado será allí abundantí­simo, porque al llegar estas aguas, las del mar se sanearán y los peces tendrán vida hasta donde llegue el río. 10 Junto a sus orillas estarán los pescadores, y desde Engadi hasta En-Eglaim será un tende­dero de redes, y por sus especies será el pescado tan numeroso como los del mar Grande, u Sus charcas y sus lagunas no se sanearán, serán dejadas para salinas. 12 En las riberas del río, al uno y al otro lado se alzarán árboles frutales de toda especie, cuyas hojas no caerán y cuyo fruto no faltará. Todos los meses madu­rarán sus frutos, por salir sus aguas del santuario; y serán comestibles, y sus ho­jas medicinales.

Las n u e v a s fronteras d e la n u e v a t i e r r a

13 Así dice el Señor, Yavé: Estas son las fronteras de la tierra que distribuiréis a las doce tribus de Israel: a José una parte doble ;* l 4 c a d a uno de vosotros tendrá su parte igual que la de los otros, de lo que yo, alzando mi mano, juré dar a vuestros padres, y ésta será la tierra de vuestra heredad. 15 Estas, pues, serán las fronteras: Del lado norte, desde el mar Grande, camino de Jetlon, hasta llegar a Sedad, 16 Berota, Sibraim, entre la frontera de Damasco y la frontera de Jamat; Jaser-Enón, en la frontera de Jau-ran. I 7 Así la frontera desde el mar hasta Jaser-Enón, dejando al norte el territorio de Damasco. Esta es la frontera septen­trional. 18 Del lado de oriente, la frontera entre el Jauran, Damasco, Galad y la tierra de Israel será el Jordán; mediréis desde el confín hasta el mar Oriental. Esta es la frontera oriental. 19 Del lado del mediodía, al mediodía, desde Tamar hasta las aguas de Meribat-Cades, en la dirección del torrente hasta el mar Gran­de. Esta es la frontera meridional, la del mediodía.2 0 Del lado de occidente la fron­tera será el mar Grande hasta frente a Jamat. Esta es la frontera occidental.

N u e v a d i s t r i b u c i ó n d e la t i e r r a e n t r e las t r i b u s

21 Partiréis esta tierra entre vosotros, según las tribus de Israel, * 22 y echaréis suertes sobre ella para heredad vuestra y de los extranjeros que entre vosotros pe­regrinan y entre vosotros han engendrado hijos, pues los tendréis como naturales entre los hijos de Israel y entrarán en suerte con vosotros para heredarse entre las tribus de Israel. 23 En la tribu en que peregrinare el extranjero, en ella le daréis su heredad, dice el Señor, Yavé.

48 1 Estos son los nombres de las tri­bus, partiendo de la frontera sep­

tentrional, a lo largo del camino de Jet-Ion, que lleva a Jamat, hasta Jaser-Enón, dejando al norte la frontera de Damasco, a lo largo de Jamat. Dan, una parte. * 2 Junto a Dan, desde el lado de oriente

47 1 Zacarías dice que en los días mesiánicos habrá en Jerusalén una fuente para lavar los pecados (13,11). La única fuente que había en Jerusalén era la de Guijón, cuyas aguas con­

dujo Ezequias a la piscina de Siloé. Pues esta fuente, idealizada, es la que nos presenta aquí el pro­feta, brotando del umbral mismo de la casa, siguiendo su curso hacia el oriente hasta dar en el valle Cedrón y por él llegar al mar Muerto. Él arroyo va creciendo cada vez más, sin hablarnos de afluentes; a sus orillas crecen frondosos árboles, que dan un fruto cada mes, y las aguas sanean las del mar Muerto, que se vuelve abundantísimo en pescado, (cf. A p 22,115).

13 Muchas veces se trazan estas fronteras en el Antiguo Testamento, y siempre coinciden e i señalar como límite oriental el río Jordán, con que queda excluido el territorio de la Transjordani .

21 En esta regla general sobre la distribución de la tierra se ha de señalar como rasgo singular la admisión de los extranjeros a formar parte de las tribus y tener en ellas su heredad.

i La distribución entre las doce tribus restantes es más fácil que en Josué, pues la división es ideal, como sobre un plano limpio de obstáculos. 48

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EZEQUIEL 48 924 hasta la orilla del mar, Aser, una parte. 3 Junto a Aser, desde el lado de oriente hasta la orilla del mar, Neftalí, una parte. * Junto a Neftalí, desde el lado de oriente hasta el mar, Manases, una parte. 5 Junto a Manases, desde el lado de oriente has­ta el mar, Efraím, una parte. 6 Junto a Efraím, desde el lado de oriente hasta la

veinticinco mil codos por el norte, diez mil codos de anchura al occidente, diez mil de anchura al oriente y veinticinco mil de longitud por el mediodía, y en medio de ella estará el santuario de Yavé. " Pertenecerá a los sacerdotes consagra­dos, a los hijos de Sadoc que hicieron el servicio en mi santuario y no se desca-

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Distribución de la tierra prometida según Ezequiel

ribera del mar, Rubén, una parte. 7 Junto a Rubén, desde el lado de oriente hasta la ribera del mar, Judá, una parte. 8 Junto a Judá, desde el lado de oriente hasta la orilla del mar, estará la porción que re­servaréis de veinticinco mil codos de an­cho, y larga cuanto cada una de las partes de oriente a occidente, y en medio de ella estará el santuario.

9 La porción que reservaréis para Yavé tendrá veinticinco mil codos de largo y diez mil codos de ancho. * 10 Esta porción pertenecerá a los sacerdotes y será santa,

rriaron como se descarriaron los levitas cuando se descarriaron los hijos de Israel. 12 Les pertenecerá como porción santísi­ma reservada de la porción de tierra que se reserva, al lado de la de los levitas.

13 Los levitas tendrán, paralelamente al límite de los sacerdotes, veinticinco mil codos de largo y diez mil de ancho, veinti­cinco mil en toda la longitud y diez mil en la anchura. 1 4No podrán vender ni permutar nada, ni exportar las primicias de la tierra, porque están consagradas a Yavé. 15 Los cinco mil codos restantes,

9 Aquí se trata más en detalle de la división de la faja mayor del centro, ya mencionada en 45. i ss.

925 EZEQUIEL 48

en la anchura de los veinticinco mil, serán profanos, para la ciudad, para las casas y los alrededores; la ciudad estará en medio. K Estas serán sus medidas: a la parte del norte, cuatro mil quinientos codos, y cuatro mil quinientos codos a la parte del mediodía; a la parte de oriente, cuatro mil quinientos codos, y cuatro mil quinientos codos a la parte de occidente. 17 El contorno de la ciudad será: al norte, de doscientos cincuenta codos, y de doscientos cincuenta al me­diodía; al oriente, de doscientos cincuenta codos, y de doscientos cincuenta al oc­cidente.

18 Lo que queda de longitud delante de la porción santa, diez mil codos al oriente y diez mil al occidente; los que quedan serán para que de su producto se mantengan los que trabajan para la ciudad. 19 La labrarán los operarios de la ciudad, tomados de entre todo Israel. 20 La parte reservada tendrá en conjunto veinticinco mil codos por veinticinco mil, y para la propiedad de la ciudad toma­réis la cuarta parte de la porción consa­grada. 21 De lo que queda a ambos lados de la porción santa y de la propiedad de la ciudad, a lo largo de los veinticinco mil codos de la porción santa hasta el oriente, y a occidente a lo largo de los veinticinco mil codos hacia la frontera occidental paralelamente a las partes, será para el príncipe. Eso será lo del príncipe; así la porción santa y el santuario estarán en medio. 2 2De este modo la parte del príncipe será la comprendida desde la porción de los levitas y la porción de la

ciudad, entre el límite de Judá y el límite de Benjamín.

23 He aquí las otras tribus: Dssds orien­te hasta la orilla del mar, Benjamín, una parte.24 Al lado de Benjamín, desde orien­te, a la orilla del mar, Simeón, una parte. 25 Al lado de Simeón, desde oriente hasta el mar, Isacar, una parte. 2* Al lado de Isacar, desde oriente hasta el mar, Za­bulón, una parte. 2? Al lado de Zabulón, desde oriente hasta el mar, Gad, una parte. 28 Al lado de Gad, al lado meri­dional, hacia el mediodía, correrá la fron­tera desde Tamar hasta las aguas de Me-ribat-Cades, a lo largo del torrente hasta el mar Grande. 2 ' Tal es la tierra que partiréis en heredad a las tribus de Israel y tales sus partes, dice el Señor, Yavé.

3« Estas serán las salidas de la ciudad: Al lado del norte medirá cuatro mil qui­nientos codos. * 31 Las puertas de la ciu­dad tendrán los nombres de las tribus de Israel. Tendrá al norte tres puertas: una la puerta de Rubén, otra la puerta de Judá y la otra la puerta de Leví. 32 Al lado oriental cuatro mil quinientos codos y tres puertas: una la puerta de José, otra la puerta de Benjamín y la otra la puerta de Dan. 33 Del lado del mediodía medirá cuatro mil quinientos codos y tendrá tres puertas: la puerta de Simeón, una; la puerta de Isacar, una; la puerta de Zabulón, una. 34 Del lado de occidente, cuatro mil quinientos codos y tres puertas: la puerta de Gad, una; la puerta de Aser, una; la puerta de Neftalí, una. 35 El perí­metro, dieciocho mil codos, y el nombre de la ciudad será desde aquel día «Yavé Samma». *

3 0 Al fin viene la ciudad, cuyas doce puertas señala, y lo mismo sus medidas. Aquí se inspiró San Juan para trazar las líneas de la Jerusalén celestial (Ap. 21,10-27).

35 Este nombre significa «Yavé allí, en ella» (Is 43,7; 60,14). Acerca del sentido de esta detallada descripción geométrica de la restauración ha habido no

pocas sentencias. Nos parece claro que en cuanto al sentido no se distingue de tantas otras des­cripciones poéticas y oratorias que nos ofrecen Ezequiel y los otros profetas. La diferencia está en el género literario que aquí nuestro profeta emplea. Por lo demás, tanto las medidas de este vati­cinio como las imágenes poéticas de los otros son el ropaje de algunas ideas substanciales tocantes a la restauración de Judá y del reino mesiánico. Como explanación de estas ideas fundamentales podemos añadir las exposiciones alegoristas propuestas por los Padres y por los Doctores posteriores.

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¡JgÉLg

D A NI E L

De todos los profetas, es Daniel el más misterioso. Estd su libro como envuelto en misterios, no ciertamente doctrinales, aunque de éstos algunos tiene, sino históricos. Son estas dificultades de las que dice Pío XII en su encíclica Divino afilante Spiritu que no han sido resueltas todavía y esperan su solución de la asidua y mancomunada labor de los estudiosos.

Llevado después del año tercero de Joaquín (605), en una deportación anterior a las dos que conocemos, de 598 y 587, fue escogido con otros tres jóvenes hebreos para ser educado en el palacio real de Babilonia y entrar luego al servicio del rey (1,1-11 ss.).

Introducido en el palacio real, el joven Daniel, gracias a su inteligencia y don de profecía, se ganó la confianza de Nabucodonosor y llegó a ocupar altos cargos en el gobierno de Caldea. Y así continuó al pasar ésta a los medos y persas (539), pues Darío el medo le colocó a la cabeza de los sátrapas gobernadores de las provincias (6,i ss.J. Esta confianza ía conservó también bajo el sucesor de Darío, Ciro el persa (6,28). Su alta posición, la religión que profesaba y el celo por demostrar la inanidad de los dioses caldeos, le atrajo enemigos que pusieron en peligro su vida. Pero todo sirvió para gloria de Dios y de la religión del pueblo israelita. Del fin de Daniel nada sabemos.

Por razón de la materia, el libro consta de dos partes, una histórica, y profética la otra. Abarca la primera los seis primeros capítulos y los dos últimos, que forman un apéndice. Contiene una visión profética, la de la estatua, cuyo recuerdo retrajo Daniei a la memoria de Nabucodonosor, dándole al mismo tiempo su interpretación (2,31-45). La parte profética comprende ios capítulos 7 a 12, con cuatro visiones. Tienen de singular que todas abarcan el mismo cuadro histórico y lo terminan en la persecución de Antíoco IV.

El libro se ha conservado en tres lenguas: la aramea (2,4-7,28), la griega (3, 24-90), inserta en la sección aramea, y el apéndice (12-14). El resto está escrito en hebreo. Las partes hebrea y aramea entran en el canon judío de las Escrituras; la parte griega es reconocida por la Iglesia, que con la versión de los LXX la recibió de los apóstoles como parte de las Escrituras divinas. Los judíos no cuentan a Daniel entre los profetas, sino entre los hagiógrafos.

Esperemos que la inuestigacitín perseverante de los sabios, bajo la dirección de la Iglesia, acabe de poner en claro las dificultades que envuelven el libro de Daniel. Entretanto, es para nosotros suficiente que el valor de sus vaticinios mesiánicos y de todas sus enseñanzas doctrinales no disminuye en nada, aunque se halle obscurecida su parte histórica por algunas dificultades cuya solución al presente no entrevemos.

C T T M A R T í l PRIMERA PARTE: Historia de Daniel (1-6). — SE-3 UJVIAIVIV; QUNDA PARTE: Visiones pro)'éticas (7-12). — APÉN­

DICE (13-14).

P R I M E R A PARTE

HISTORIA DE DANIEL

(1-6)

Introducción

1 1 El año tercero del remado de Joa-quim, rey de Judá, Nabucodonosor,

rey de Babilonia, fue contra Jerusalén y la asedió. 2 Y entregó el Señor en sus manos a Joaquim, rey de Judá, y parte de los vasos de la casa de Dios, y los

trajo a la tierra de Senaar, a la casa de su dios, y metió los vasos en la casa del tesoro de su dios. 3 Dijo el rey a Aspenaz, jefe de sus eunucos, que trajese de los hijos de Israel, del linaje real y del de los príncipes, 4 cuatro mozos en los que no hubiera tacha, de buen parecer, de ta­lento, de entendimiento y educados, ca­paces de servir en el palacio del rey, y a quienes se instruyese en las letras y la lengua de los caldeos. 5 Asignóles el rey para cada día una porción de los manja-

927 DANIEL 1-2

res de su mesa, del vino que él bebía, y mandó que los criasen durante tres años, al cabo de los cuales entrasen a servir al rey.

6 Fueron de ellos, de entre los hijos de Judá, Daniel, Ananías, Misael y Aza-rías, 7 a los cuales el jefe de los eunucos puso por nombre: a Daniel, Baltasar; a Ananías, Sidraj; a Misael, Misaj, y a Azarías, Abed-Nego. 8 Se propuso Daniel en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey ni con el vino que él bebía, y rogó al jefe de los eunucos que no le obligara a contami­narse. 9 Hizo Dios que hallase Daniel gracia y favor ante el jefe de los eunucos, 10 y el jefe de los eunucos dijo a Daniel: Tengo miedo de mi señor, el rey, que ha determinado lo que habéis de comer y beber, porque si viere vuestros rostros más macilentos que los de los mozos de vuestra edad, condenaríais mi cabeza ante el rey.

11 Dijo entonces Daniel al cortesano, a quien el jefe de los eunucos había puesto para velar sobre Daniel, Ananías, Misael y Azarías: 12 Prueba, te ruego, a tus sier­vos por diez días y que nos den a comer legumbres y agua a beber; 13 y compara luego nuestros rostros con los de los mozos que comen los manjares del rey, y haz después con tus siervos según veas. '•* Concedióles lo que le pedían y los probó por diez días, 15 al cabo de los cuales tenían mejor aspecto y estaban más metidos en carnes que los mozos que comían los manjares del rey. l s El corte­sano se llevaba sus manjares y su vino y les daba legumbres.

Daniel en la corte del rey 17 Otorgó Dios a los cuatro mancebos

sabiduría y entendimiento en todas las letras y ciencias, y Daniel interpretaba toda visión o sueño, i8 Pasados los días al cabo de los cuales había mandado el rey que se los llevasen, el jefe de los eunucos se los presentó a Nabucodono­sor. i* El rey habló con ellos, y entre todos los mozos no había ninguno como Daniel, Ananías, Misael y Azarías, y fue­ron puestos al servicio del rey. 20 En cuan­tas cosas de sabiduría y entendimiento el rey les preguntó, hallólos diez veces superiores a todos los magos y astrólogos que había en su reino. 21 Asi estuvo Da­niel hasta el año primero del rey Ciro.

La visión de la estatua

2 1 El año doce del reinado de Nabu­codonosor tuvo Nabucodonosor unos

sueños y turbóse su espíritu, sin que pudie­ra dormir. * 2 Hizo llamar el rey a magos y astrólogos, encantadores y caldeos para que explicasen al rey sus sueños. Vinieron, pues, y se presentaron ante el rey. 3 El rey les dijo: He tenido un sueño y estoy agitado, porque no sé ya cuál fue. 4 En­tonces hablaron los caldeos al rey en lengua aramea: Vivas para siempre, ¡oh rey! Di a tus siervos el sueño y te daremos su interpretación. 5 Respondió el rey di­ciendo a los caldeos: La cosa se me ha ido, y si no me mostráis el sueño y su interpretación, seréis descuartizados y vuestras casas convertidas en muladares; 6 mientras que, si me decís el sueño y su interpretación, recibiréis de mí dones y mercedes y mucha honra; decidme, pues, el sueño y su interpretación.

7 Respondiéronle, diciendo por segunda vez: Diga el rey a sus siervos su sueño y le daremos su interpretación. 8 El rey respondió, diciendo: Veo claro que po­néis dilaciones, porque veis que la cosa se me ha ido. 9 Si no me decís el sueño, caerá sobre todos vosotros la misma sen­tencia. De cierto que pretendéis prepa­raros para decirme falsedades y mentiras mientras pasa el tiempo. Decid, pues, el sueño y conoceré que sois capaces de darme su interpretación. 10 Los caldeos respondieron al rey, diciéndole: No hay hombre sobre la tierra que pueda decir lo que el rey pretende; jamás tampoco rey alguno, por grande y poderoso que fuese, exigió cosa semejante de mago, astrólogo o caldeo. n Lo que pide el rey es imposible y no hay nadie que al rey pueda decírselo, a no ser los dioses, que no moran entre los hombres. u El rey, con ira y gran furor, mandó matar a todos los sabios de Babilonia.

13 Publicóse la orden, y ya iban a ser llevados a la muerte los sabios, y busca­ban también a Daniel y a sus compañeros para matarlos. 14 Habló entonces Daniel avisada y prudentemente a Aríoj, capitán de la guardia del rey, que había salido para matar a los sabios de Babilonia. 15 Habló y dijo a Arioj, capitán del rey. ¿Por qué esta orden del rey se publica tan apresuradamente? Entonces explicó Arioj la cosa a Daniel, 16 y Daniel, en­trando al rey, le pidió que le diese tiempo y daría al rey declaración. I7 Fuese luego Daniel a su casa y comunicó la

2 1 Como en Egipto, asi también en Caldea había sacerdotes que tenían por oficio interpretar los sueños, en los que creían recibir comunicación de los dioses. En el presente caso, Dios se

vale de los sueños, como hacía con sus profetas (Núm 12,6), para mostrar la inanidad de la ciencia adivinatoria de los caldeos y la verdad de las revelaciones otorgadas por El a sus verdaderos pro-

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DANIEL 2 928

cosa a Ananías, Misael y Azarías, sus compañeros , 1 8 instándoles a pedir al Dios de los cielos que le revelase aquel misterio, para que no hiciese perecer a Daniel y a sus compañeros con el resto de los sabios de Babilonia.

R e v e l a D a n i e l la v is ión

19 Entonces el misterio fue revelado a Daniel en visión nocturna, por lo cual Daniel bendijo al Dios de los cielos,2 0 di­ciendo :

Bendito sea el nombre de Dios, de si­glo en siglo, porque suya es la sabiduría y la fuerza. 2 I El es quien ordena los tiempos y las circunstancias, pone reyes y quita reyes, da la sabiduría a los sabios y la ciencia a los entendidos. 2 2 El revela lo profundo y lo oculto, conoce lo que está en tinieblas y con El mora la luz. 23 A ti, Dios de mis padres, te confieso y te alabo, que me has dado sabiduría y fortaleza, y me has dado a conocer lo que te hemos pedido, y nos has revelado el secreto del rey.

2 4 Después de esto fue Daniel a Arioj, a quien había mandado el rey matar a los sabios de Babilonia, y le dijo así: N o mates a los sabios de Babilonia; llé­vame a la presencia del rey, que yo daré al rey la explicación. 2S Llevó entonces Arioj prestamente a Daniel a la presencia del rey y díjole así: He hallado a uno de los deportados de Judá que dará al rey la explicación. 2 6 Respondió el rey dicien­do a Daniel, a quien llamaban Baltasar: ¿Podrás tú declararme el sueño que vi y su interpretación? 2? Daniel respondió delante del rey, diciendo: Lo que pide el rey es un misterio que ni sabios, ni astrólogos, ni magos, ni adivinos son ca­paces de descubrir al rey; 2 8 pero hay en los cielos un Dios que revela lo secreto y que ha dado a conocer al rey Nabuco-donosor lo que sucederá en el correr de los tiempos. H e aquí tu sueño y la visión que has tenido en tu lecho:

E l s u e ñ o y su i n t e r p r e t a c i ó n 2 9 En tu lecho, ¡oh rey!, te vinieron

pensamientos de lo que vendrá después de este tiempo, y el que revela los secretos te dio a conocer lo que sucederá. 30 Si este misterio me ha sido revelado, no es porque haya en mí una sabiduría supe­rior a la de todos los vivientes, sino para que yo dé a conocer al rey la explicación y llegues a entender los pensamientos de tu corazón.

31 Tú, ¡oh rey!, mirabas y estabas vien­

do una gran estatua. Era muy grande la estatua y de un brillo extraordinario. Es­taba en pie ante ti y su aspecto era terrible. 3 2 La cabeza de la estatua era de oro pu ro ; su pecho y sus brazos, de plata; su vientre y sus caderas, de bronce; 33 sus piernas, de hierro, y sus pies, parte de hierro, parte de barro. 34 Tú estuviste mirando, hasta que una piedra despren­dida, no lanzada por mano, hirió a la estatua en los pies de hierro y barro, destrozándola. 35 Entonces el hierro, el barro, el bronce, la plata y el oro se desmenuzaron juntamente y fueron como tamo de las eras en verano, se los llevó el viento, sin que de ellos quedara traza alguna, mientras que la piedra que había herido a la estatua se hizo una gran mon­taña, que llenó toda la tierra.

3 6 He ahí el sueño. Daremos también al rey su interpretación. " Tú, ¡oh rey!, eres rey de reyes, porque el Dios de los cielos te ha dado el imperio, el poder, la fuerza y la gloria. 3 8 El ha puesto en tus manos a los hijos de los hombres dondequiera que habitasen; a las bestias de los cam­pos, a las aves del cielo, y te ha dado el dominio de todo; tú eres la cabeza de oro. 3 9 Después de ti surgirá otro reino, menor que el tuyo, y luego un tercero, que será de bronce y dominará sobre toda la tierra. 4 0 Habrá un cuarto reino, fuerte como el hierro; como todo lo rom­pe y destroza el hierro, así él lo romperá todo, igual que el hierro, que todo lo hace pedazos.

41 Lo que viste de los pies y los dedos, parte de barro de alfarero, parte de hierro, es que este reino será dividido, pero ten­drá en sí algo de la fortaleza del hierro, según que viste el hierro mezclado con el barro. 4 2 Y el ser los dedos parte de hierro, parte de barro, es que este reino será en parte fuerte y en parte frágil. 43 Viste el hierro mezclado con barro por­que se mezclarán por alianzas humanas, pero no se pegarán unos con otros, como no se pegan el hierro y el barro.

4 4 En tiempo de esos reyes, el Dios de los cielos suscitará un reino que no será destruido jamás y que no pasará a poder de otro pueblo; destruirá y desmenuzará a todos esos reinos, mas él permanecerá por siempre. « E s o es lo que significa la piedra que viste desprenderse del monte sin ayuda de mano, que desmenuzó el hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El Dios grande ha dado a conocer al rey lo que ha de suceder después. El sueño es verdadero y cierta su interpre­tación. *

4 5 Esta visión representa los cuatro imperios que desde el caldeo se sucedieron en Oriente: ti caldeo, el persa, el macedonio y el seléucida o sirio. No han faltado intérpretes que han querido ver en este último el imperio romano, llevados de la idea de que bajo este imperio había aparecido

929 DANIEL 2-3

D a n i e l , j e fe d e los sab ios c a l d e o s 4 6 Entonces el rey Nabucodonosor cayó

sobre su rostro y se prosternó ante Da­niel, y mandó que le ofreciesen sacrificios y perfumes. 4? Dirigió el rey la palabra a Daniel y le dijo: En verdad que vuestro Dios es el Dios de los dioses y el Señor de los reyes y que revela los secretos, pues que tú has podido descubrir este misterio.4 S En seguida, el rey engrandeció a Daniel, y le hizo muchos y grandes dones, y le constituyó gobernador de la ciudad de Babilonia, y le hizo jefe supre­mo de todos los sabios de ésta. 49 Daniel rogó al rey que diese la intendencia de la provincia de Babilonia a Sidraj, Misaj y Abed-Nego. Pero Daniel permaneció en la corte del rey.

L a e s t a t u a e r i g i d a p o r N a b u c o d o n o s o r

3 1 Hizo el rey Nabucodonosor una estatua de oro, alta de sesenta codos

y seis codos de ancha. Alzóla en el llano de Dura , de la provincia de Babilonia; 2 y mandó el rey reunir a todos los sátra­pas , prefectos, bajaes, oidores, tesoreros, magistrados, jueces y a todos los gober­nadores de las provincias para que vinie­sen a la dedicación de la estatua que hab ía a lzado el rey N a b u c o d o n o s o r . * 3 Reuniéronse, pues, los jefes, prefectos, bajaes, oidores, tesoreros, magistrados, jueces y todos los gobernadores de las provincias para la dedicación de la esta­tua alzada por el rey Nabucodonosor y se pusieron ante la estatua que Nabucodo­nosor había alzado.

O r d e n d e a d o r a r la e s t a t u a 4 U n pregonero clamaba en voz alta:

Ved lo que se os ordena, pueblos, nacio­nes y hombres de toda lengua. 5 En cuanto oigáis el sonido de las bocinas, las cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y toda suerte de instrumentos, adorad postrados la estatua de oro que h a alzado el rey N a b u c o d o n o s o r . 6 T o d o aquel que no adore postrándose al instante, será echa­do en un horno encendido. 7 Por tanto, los pueblos todos, en oyendo el sonido de las bocinas, las arpas, los salterios, las gaitas e instrumentos músicos de toda suerte, todos los pueblos, naciones y hom­bres de toda lengua se prosternarán y adorarán la estatua de oro alzada por el rey Nabucodonosor .

L o s tres j ó v e n e s h e b r e o s se n i e g a n a a d o r a r y s o n d e n u n c i a d o s a l r e y

8 Con ocasión de esto vinieron enton­ces algunos caldeos y denunciaron a los judíos. * Hablaron al rey Nabucodonosor , diciendo: ¡Vivas por siempre, oh rey! 10 Tú, ¡oh rey!, has dado una ley por la cual todo hombre, en oyendo el son de las bocinas, las cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y toda suerte de ins­trumentos músicos, ha de adorar postrado la estatua de oro, n y que quien no se postre y adore será arrojado a un horno encendido, l2 Pues hay unos hombres, ju­díos, a quienes has encomendado tú la dirección de los negocios de la provincia de Babilonia, Sidraj, Misaj y Abed-Nego, que, sin tenerte en cuenta para nada, ¡oh rey!, no sirven a tus dioses y no adoran la estatua que has alzado.

13 Irri tado y furioso entonces Nabuco­donosor, dio orden de que trajesen a Sidraj, Misaj y Abed-Nego. Traídos éstos a la presencia del rey, 14 Nabucodonosor les habló, diciendo: ¿De verdad, Sidraj, Misaj y Abed-Nego, no servís a mis dio­ses y no adoráis la estatua de oro que yo he alzado? 15 Ahora, pues, aprestaos, y en oyendo el sonido de las bocinas, las cítaras, las arpas, los salterios, las gaitas y toda suerte de instrumentos músicos, postraos y adorad la estatua que yo he hecho, y si no la adoráis, al instante seréis arrojados a un horno encendido. ¿Y quién será el dios que os libre de mis manos?

i* Sidraj, Misaj y Abed-Nego respon­dieron al rey, diciendo: Nabucodonosor, no tienes por qué esperar más nuestra respuesta en esto, 1 7 pues nuestro Dios, al que servimos, puede librarnos del hor­no encendido y nos librará de tu mano, is Y si no quisiere, sabe, ¡oh rey!, que no adoraremos a tus dioses ni nos postra­remos ante la estatua que has alzado.

L o s t r e s m a n c e b o s s o n a r r o j a d o s a u n h o r n o e n c e n d i d o

19 Lleno entonces de ira Nabucodono­sor, demudado el rostro contra Sidraj, Misaj y Abed-Nego, habló mandando que se encendiese el horno siete veces otro tanto de lo que encenderse solía, 2 0 y mandó a hombres muy robustos de su ejército que atasen a Sidraj, Misaj y Abed-Nego y los echasen al horno de fuego ar­diente. 2 i Entonces estos varones, atados, con sus bragas, sus túnicas, sus mantos y sus otros vestidos, fueron arrojados en

el Mesías. Pero Daniel no es una excepción de los otros profetas, que ven el reino mesiáníco al término de su horizonte histórico. Los otros vaticinios y la historia de los Macabeos confirman esta idea.

32 La adoración de la estatua del rey impuesta a todos sus subditos pone de relieve la con­dena de los tres jóvenes, que se niegan a adorarla llevados de su ñdelidad a la ley y a su Dios.

Ndcar-Colunga i »

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DANIEL 3 930

medio del horno encendido. 22 Y como lu orden del rey era apremiante y había mandado encender el horno tanto, las llamas abrasaron a los que habían echado en él a Sidraj, Misaj y Abed-Nego; 23 y los tres varones, Sidraj, Misaj y Abed-Nego, cayeron atados en medio del horno ardiente.

PARTE DEUTEROCANONICA (Gr 3,24-90)

L a o r a c i ó n d e los t r e s m a n c e b o s 2 4 Se paseaban en medio de las llamas,

alabando a Dios y bendiciendo al Señor. 25 Azarías, puesto en pie, abriendo sus labios en medio del fuego, oró de esta manera y dijo:

2 6 Bendito seas, Señor, Dios de nues­tros padres. Digno de alabanza y glorioso es tu nombre, 2 7 porque eres justo en cuanto has hecho con nosotros, y todas tus obras son verdad, y rectos tus cami­nos, y justos todos tus juicios. 2 8 Y has juzgado con justicia en todos tus juicios, en todo lo que has traído sobre nosotros y sobre la ciudad santa, la de nuestros padres, Jerusalén, pues con juicio justo has traído todos estos males a causa de nuestros pecados.

2 9 Porque hemos pecado y cometido iniquidad, apartándonos de ti, y en todo hemos delinquido; 3 0 y no hemos obede­cido tus preceptos, no los hemos guardado ni cumplido, según nos habías ordenado para que fuéramos felices, 3i y cuantos males has traído sobre nosotros y cuanto has hecho con nosotros, con justo juicio lo has hecho.

3 2 Nos entregaste en poder de enemigos injustos e incircuncisos apóstatas, y a un rey el más inicuo y perverso de toda la tierra, -13 y ahora no podemos abrir nues­tra boca. La vergüenza y el oprobio han caído sobre tus siervos y sobre los que te veneran. 3 4 Por tu nombre, no nos des­eches para siempre, no anules tu alianza, 35 no apartes tu misericordia de nosotros; por Abraham, tu amado ; por Isaac, tu siervo, y por Israel, tu santo, 3* a quienes prometiste multiplicar tu descendencia co­mo las estrellas del cielo, como las arenas que hay en la orilla del mar.

37 Porque, Señor, hemos sido empeque­ñecidos más que todas las naciones y estamos hoy humillados en toda la tierra a causa de nuestros pecados. 38 Al pre­sente no tenemos príncipe, ni profeta, ni jefe, ni holocausto, ni sacrificio, ni ofrenda, ni incienso, 39 ni lugar en que ofrecer las primicias delante de ti y hallar misericordia. Pero con el alma contrita y el espíritu humillado hallemos acogida.

4» Como los holocaustos de los carne­

ros y de los toros, como las miríadas de los gruesos corderos, así sea hoy nuestro sacrificio delante de ti, a fin de aplacar tu rostro, pues no serán confundidos los que en ti confían. 41 Ahora nosotros de todo corazón te seguimos y te tememos y bus­camos tu rostro. 4 2 N o nos confundas, antes obra con nosotros según tu bondad y según la grandeza de tu misericordia.

4 3 Líbranos en virtud de tu prodigioso poder y da gloria, Señor, a tu nombre ; 4 4 queden avergonzados los que maltra­tan a tus siervos, y queden confundidos de su tiranía, y su fuerza sea deshecha. 4 5 Y conozcan que tú, Señor, eres el único Dios glorioso sobre toda la tierra.

4 6 Los ministros del rey, que los habían echado, no cesaban de avivar el horno con betún, estopa, pez y sarmientos, 4 7 hasta levantarse las llamas cuarenta y nueve codos por encima del ho rno ; 4 8 y las llamas, irrumpiendo, abrasaron a cuantos ca ldeos e s t a b a n a l r e d e d o r del h o r n o ; 4 9 pero el ángel del Señor había descen­dido al horno con Azarías y sus compa­ñeros y apartaba del horno las llamas del fuego y hacía que el interior del horno estuviera como si en él soplara un viento fresco; 5 0 y el fuego no los tocaba abso­lutamente ni los afligía ni les causaba molestia, si Entonces los tres a una voz alabaron y glorificaron y bendijeron a Dios en el horno , diciendo:

C á n t i c o d e los t r e s m a n c e b o s 5 2 Bendito seas, Señor, Dios de nues­

tros padres, digno de alabanza y ensal­zado por los siglos. Bendito tu nombre santo y glorioso, muy digno de alabanza y muy ensalzado por todos los siglos. 53 Bendito en el templo santo de tu gloria, digno de ser cantado y glorificado por los siglos.

5 4 Bendito tú, que penetras los abismos, digno de alabanza y ensalzado por los siglos. Bendito tú, que estás sentado so­bre los querubines, digno de alabanza, ensalzado por los siglos. 53 Bendito en tu trono real, digno de ser cantado y cele­brado por los siglos. 56 Bendito tú en el firmamento de los cielos, digno de ser cantado y glorificado por los siglos.

57 Bendecid al Señor todas las obras del Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 5 8 Bendecid al Señor, ángeles del Señor, cantadle y ensalzadle por los si­glos. 5 9 Bendecid, cielos, al Señor, can­tadle y ensalzadle por los siglos. 60 Ben­decid al Señor, aguas todas que estáis so­bre los cielos, cantadle y ensalzadle por los siglos.

61 Bendiga al Señor todo el ejército del Señor, cantadle y ensalzadle por los si­glos. 6 2 Bendecid, sol y luna, al Señor,

931 DANIEL 3 4

cantadle y ensalzadle por los siglos.6 3 Ben­decid, astros del cielo, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 64 Bendecid, lluvias y rocío, al Señor, cantadle y ensal­zadle por los siglos. 65 Bendecid, todos los vientos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.

66 Bendecid, fuego y calor, al Señor, cantad'e y ensalzadle por los siglos. 6 7 Ben­decid, fríos y heladas, al Señor, cantadle y ensalzadl e por los siglos. 68 Bendecid, rocío y escarcha, al Señor, cantadle y en­salzadle por los siglos. 69 Bendecid, frío y fresco, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 70 Bendecid, hielos y nieves, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.

7 ' Bendecid, noche y día, al Señor, can­tadle y ensalzadle por los siglos. 72 Ben­decid, luz y tinieblas, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 73 Bendecid, relámpagos y nubes, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 7 4 Bendiga la tierra al Señor, cántele y ensálcele por los siglos. 75 Bendecid, montes y collados, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.

76 Bendecid al Señor cuanto brota en la tierra, cantadle y ensalzadle por los si­glos. 7 7 Bendecid, mares y ríos, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.78 Ben­decid, fuentes, al Señor, cantadle y en­salzadle por los siglos. 7 9 Bendecid al Se­ñor, monstruos de las aguas y cuanto en las aguas se mueve, cantadle y ensalzadle por los siglos. 80 Bendecid, todas las aves del cielo, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 81 Bendecid todas las bes­tias y ganados al Señor, cantadle y ensal­zadle por los siglos.

8 2 Bendecid, hijos de los hombres, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. 83 Bendice, Israel, al Señor, cántale y en­sálzale por los siglos. 8 4 Bendecid, sacer­dotes del Señor, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos. S5 Bendecid, sier­vos del Señor, al Señor, cantadle y ensal­zadle por los siglos. 8 6 Bendecid, espíritus y almas de los justos, al Señor, can­tadle y ensalzadle por los siglos. 8 7 Ben­decid, santos y humildes de corazón, al Señor, cantadle y ensalzadle por los siglos.

8 8 Bendecid, Ananías, Azarías y Misael, al Señor, cantadle y ensalzadle por los si­glos, porque nos sacó del infierno, y del poder de la muerte nos salvó, y de en me­dio del horno encendido nos libró, sal­vándonos de en medio del fuego. 8 9 Dad gracias al Señor, porque es bueno, por­que es eterna su misericordia. 90 Bende­cid todos los piadosos a! Señor de los dio­ses, cantadle y dadle gracias, porque es eterna su misericordia.

PARTE PROTOCANONICA

N a b u c o d o n o s o r glorif ica a D i o s

91 (24) Espantado entonces el rey Nabu­codonosor, se levantó precipitadamente, y, dirigiéndose a sus consejeros, les dijo: ¿No hemos arrojado al fuego tres hom­bres? Ellos le respondieron: Cierto, ¡oh rey! 92(25) Y el rey repuso: Pues bien, yo veo allí cuatro hombres sueltos, que se pasean en medio del fuego sin daño algu­no, y el cuarto de ellos parece un hijo de dioses. 93 O26) Acercóse entonces Nabuco­donosor a la entrada del horno encendi­do y, hablando, dijo: Sidraj, Misaj y Abed-Nego, siervos del Dios supremo, salid y venid. Entonces salieron de en me­dio del fuego Sidraj, Misaj y Abed-Nego; 94 (27) y juntándose los jefes, los prefec­tos, los bajaes y los consejeros del reino, vieron que el fuego no había tenido poder alguno sobre los cuerpos de aquellos va­rones y ni siquiera se habían quemado los cabellos de sus cabezas, y sus ropas esta­ban intactas y ni siquiera olían a chamus­cadas.

95 (28) Tomó entonces la palabra Nabu­codonosor y dijo: Bendito sea el Dios de Sidraj, Misaj y Abed-Nego, que ha man­dado su ángel y ha librado a sus siervos, que confiaron en él y no cumplieron la or­den del rey y entregaron sus cuerpos an­tes que servir y adorar a dios alguno fue­ra de su Dios. 9 6 (29) He aquí ahora lo que dispongo: Todo hombre, cualquiera que sea el pueblo, la nación o la lengua a que pertenezca, que hable mal del Dios de Si­draj, Misaj y Abed-Nego será descuarti­zado, y su casa convertida en muladar, porque no hay dios alguno que como El pueda librar. * 9 7 (3°) Luego el rey engran­deció a Sidraj, Misaj y Abed-Nego en la provincia de Babilonia.

98 (31) Nabucodonosor, rey, a todos los pueblos, naciones y hombres de toda len­gua que habitan en toda la tierra: Paz abundante. " (J2) Me ha parecido bien daros a conocer las señales y prodigios que el Dios supremo ha hecho conmigo. too (33) ¡Cuan grandes han sido sus señales! ¡Cuan potentes sus prodigios! Su reino es reino eterno y su dominación perdura de generación en generación.

L a v i s ión de l á r b o l , i n t e r p r e t a d a p o r D a n i e l

4 1 Yo, Nabucodonoso , vivía tranqui­lo en mi casa, feliz en mi palacio; 2 y

tuve un sueño que me espantó, y los pen­samientos que me perseguían en mi lecho y las visiones de mi espíritu me llenaron

9 6 La perseverancia de los tres jóvenes acaba en gloria de la nación y de la religión judía, dando el rey un decreto que impone a todos sus pueblos el respeto a la religión de Israel.

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DANIEL 4 932

de turbación. 'Hice que vinieran anie mí todos los sabios de Babilonia para que me diesen la interpretación del sueño. 4 Vinieron, pues, los magos, los astrólo­gos, los caldeos y los adivinos y les ex­puse el sueño, pero nunca pudieron dar­me la interpretación; 5 hasta que vino an­te mí Daniel, cuyo nombre es Baltasar, del nombre de mi dios, y en el cual resi­de el espíritu de los dioses santos. Expli-quéle mi sueño, diciéndole: 6 Baltasar, tú, jefe de los magos, que tienes en ti, yo lo sé, el espíritu de los dioses santos y a quien ningún misterio se oculta, dame la expli­cación de las visiones que en sueño he te­nido.

7 He aquí las visiones de mi espíritu mientras estaba en mi lecho. Miraba yo y vi en medio de la tierra un árbol alto sobremanera. 8 El árbol había crecido y se había hecho muy fuerte, y su cima tocaba en los cielos, y se le veía desde los confines de toda la tierra. 9 Era de hermosa copa y de abundantes frutos; y había en él man­tenimiento para todos. Las bestias del campo se resguardaban a su sombra, y en sus ramas anidaban las aves del cielo, y todos los vivientes se alimentaban de él.

10 En las visiones de mi espíritu, en mi lecho, vi que bajaba del cielo uno de esos que velan y son santos;* ny gritando fuertemente, dijo: Abatid el árbol y cor­tad sus ramas, sacudid su follaje y dise­minad los frutos, que huyan de debajo de él las bestias, y las aves del cielo de sus ramas; l 2 pero dejad en la tierra el tronco con sus raíces, y atadle con cadenas de hierro y de bronce, y quédese así entre las hierbas del campo, que le empape el rocío, y tenga por parte suya, como las bestias, la hierba de la tierra. 13 Quítesele su corazón de hombre y désele un corazón de bestia, y pasen sobre él siete tiempos. 14 Esta sentencia es decreto de los que ve­lan, es resolución de los santos, para que sepan los vivientes que el Altísimo es due­ño del reino de los hombres y lo da a quien le place, y puede poner sobre él al más bajo de los hombres. 15 Este es el sueño que tuve yo, el rey Nabucodonosor. Tú, Baltasar, da la interpretación, ya que ninguno de los sabios de mi reino ha po­dido dármela; tú puedes darla, porque tienes en ti el espíritu de los dioses santos.

US Entonces Daniel, llamado Baltasar, se quedó por algún tiempo estupefacto y turbado por sus pensamientos. Díjole el rey. Baltasar, que no te turbe el sueño y su interpretación. Y Baltasar respondió: Mi señor, que el sueño sea para tus ene­migos, y la interpretación para tus ad­versarios. 17 El árbol que viste que se ha-

1 bía hecho grande y fuerte, que con su ci­ma tocaba en los cielos y que se veía des­de toda la tierra,18 de hermosa copa y de tan abundante fruto que había en él ali­mento para todos, y bajo el cual se res­guardaban las bestias del campo y en cu­yas ramas anidaban las aves del cielo, 19 eres tú, ¡oh rey!, que has venido a ser grande y fuerte, y cuya grandeza se ha acrecentado y ha llegado hasta los cie­los y cuya dominación se extiende hasta los confines de la tierra. 20 Vio el rey ba­jar de los cielos a uno de esos que velan y son santos, y decir: Abatid el árbol y destruidle, pero dejad en la tierra el tron­co con las raíces, y atadle con cadenas de hierro y de bronce entre la hierba del campo, que le empape el rocío del cielo y tenga su parte con las bestias del campo hasta que sobre él pasen siete tiempos.

21 He aquí, ¡oh rey!, la interpretación y el decreto del Altísimo, que se cumplirá en mi señor, el rey. 22 Te arrojarán de en medio de los hombres, y morarás entre las bestias del campo, y te darán a comer hierba, como a los bueyes; te empapará el rocío del cielo, y pasarán sobre ti siete tiempos hasta que sepas que el Altísimo es el dueño del reino de los hombres y se lo da a quien le place. 23 Lo de dejar el tronco donde se hallan las raíces del ár­bol significa que tu reino te quedará cuando reconozcas que el que domina está en los cielos. 24 Por tanto, ¡oh rey!, sírvete aceptar mi consejo: redime tus pecados con justicia, y tus iniquidades con misericordia a los pobres, y quizá se prolongará tu dicha.

Locura de Nabucodonosor 25 Todo esto tuvo cumplimiento en Na­

bucodonosor, rey. 26 Al cabo de doce me­ses, mientras se paseaba en su palacio de Babilonia, 27 se puso a hablar y dijo: ¿No es ésta Babilonia la grande, que yo, por el poder de mi fuerza y la gloria de mi magnificencia, he edificado para residen­cia real? 2S Todavía estaba la palabra en su boca, cuando bajó del cielo una voz:M Sa­be, ¡oh rey Nabucodonosor!, que te va a ser quitado el reino. Te arrojarán de en medio de los hombres, morarás con las bestias del campo y te darán de comer hierba, como a los bueyes, y pasarán so­bre ti siete tiempos hasta que sepas que el Altísimo es el dueño del reino de los hombres y se lo da a quien le place. 30 Al momento se cumplió en Nabucodonosor la palabra: fue arrojado de en medio de los hombres, y comió hierba como los bueyes, y su cuerpo se empapó del rocío del cielo, hasta que llegaron a crecerle los

1L Véase lu dicho en 2, i sobre los sueños. Este anuncia la locura del rey, que en su demencia se tendria por bestia. Digno castigo de su orgullo por haber querido igualarse con Dios.

933 DANIEL 4-5

cabellos como plumas de águila, y las uñas como las de las aves de rapiña.

Curación 31 Al cabo del tiempo señalado, yo, Na­

bucodonosor, alcé mis ojos al cielo y re­cobré la razón. Yo bendigo al Altísimo, alabo y glorifico al que domina con eter­no dominio y cuyo reino perdura de ge­neración en generación. 32 A sus ojos to­dos los habitantes de la tierra son nada, y con el ejército de los cielos y con los ha­bitantes de la tierra hace según su vo­luntad, sin que nadie pueda resistir a su mano y decirle: ¿Qué es lo que haces? 33 Recobré entonces la razón y me fue­ron devueltas la gloria de mi reino, mi magnificencia y mi grandeza, y me llama­ron mis consejeros y mis grandes, y fui restablecido en mi reino, y todavía se acrecentó más mi poderío; 34 y ahora yo, Nabucodonosor, alabo, ensalzo y glorifi­co al Rey del cielo, cuyas obras todas son verdad, cuyos caminos todos justos y que puede humillar a los que andan en so­berbia.

El festín de Baltasar

51 El rey Baltasar dio un gran banque­te a mil de sus príncipes, y con ellos

se dio a beber vino. * 2 Excitado por el vino, mandó Baltasar que le llevasen los vasos de oro y plata que Nabucodonosor, su padre, había cogido del templo de Je-rusalén, y que se sirviesen de ellos para beber el rey y sus principes, sus mujeres y sus concubinas. ' Se trajeron, pues, los vasos de oro que habían sido arrebatados al templo de Dios de Jerusalén, y con ellos bebieron el rey y sus príncipes, sus mujeres y sus concubinas. 4 Bebían el vino y alababan a sus dioses de oro y plata, de hierro y de bronce, de leño y de piedra.

La escritura misteriosa en la pared

5 En aquellos momentos aparecieron los dedos de una mano de hombre que es­cribían delante del candelera, en el revo­co de la pared del palacio real, viendo el rey el extremo de la mano que escribía. 6 Mudó entonces el rey de color y sus pensamientos le turbaron, se relajaron los músculos de sus lomos y sus rodillas daban una contra otra. 7 Gritó el rey con voz muy fuerte que llamasen a los magos, caldeos y adivinos, y hablándoles, dijo: El que descifre esa escritura y me la inter­prete será vestido de púrpura, llevará co­llar de oro al cuello y será el tercero en el gobierno del reino. 8 Entraron todos los sabios del rey, pero ninguno pudo desci-

51 El contenido de este capítulo muestra la ser tenidos los vasos sagrados. Gomo profai

cido castigo.

ftar la escritura ni dar al rey su interpre­tación. 9 Turbóse sobremanera el rey Bal­tasar, mudó de color y se consternaron sus príncipes.

1° La reina, llevada del clamoreo del rey y de los príncipes, entró en la sala del banquete, y tomando la palabra, dijo: Vive por siempre, ¡oh rey!; que no te tur­ben tus pensamientos ni se demude tu rostro, H que hay en tu reino un hombre que tiene en sí el espíritu de los santos dioses y ya en los tiempos de tu padre, el rey, fue hallada en él una sabiduría seme­jante a la sabiduría de los dioses, y el rey Nabucodonosor, tu padre, ¡oh rey!, le hizo jefe de magos, astrólogos, caldeos y adivinos, i2 porque se halló en Daniel, llamado Baltasar por el rey, un espíritu superior de ciencia e inteligencia, la fa­cultad de interpretar los sueños, de expli­car los enigmas, de resolver las dudas. Llama, pues, a Daniel, y él te dará la in­terpretación.

Daniel interpreta la escritura 13 Fue, pues, introducido Daniel a la

presencia del rey, y tomando el rey la pa­labra, dijo a Daniel: ¿Eres tú, Daniel, de los hijos de Judá, a quien el rey, mi padre, trajo de Jerusalén? 14 Me han dicho de ti que tienes en ti el espíritu de los dioses y que hay en ti luz y entendimiento y gran sabiduría. iS Ahora acaban de traerme sabios y astrólogos para leer esta escritura y darme su interpretación, pero ninguno ha podido explicarme la cosa. í6 He oído de ti que puedes resolver las dudas y acla­rar las obscuridades. Si me lees esa escri­tura y me das su interpretación, serás vestido de púrpura, llevarás al cuello co­llar de oro y serás el tercero en el reino.

17 Respondió entonces Daniel, diciendo al rey: Sean para ti tus dones, ¡oh rey!, y haz a otro tus mercedes. Yo leeré al rey lo escrito y le daré la interpretación, i8 El Dios Altísimo, ¡oh rey!, dio a Nabucodo­nosor, tu padre, el reino, la grandeza, la gloria y la magnificencia, i ' Por la gran­deza que le dio temblaban ante él y le temían todos los pueblos, naciones y lenguas. Mataba a quien quería y a quien quería daba la vida; engrandecía a quien quería y a quien quería le humillaba. 20 Mas cuando su corazón se ensoberbe­ció y su espíritu se endureció altivo, fue depuesto del trono de su reino y despoja­do de su gloria. 2l Fue arrojado de entre los hijos de los hombres, y se hizo seme­jante a las bestias, y moró con los asnos salvajes. Diéronle a comer hierba, como a los bueyes, y se empapó su cuerpo del

santidad del templo y el respeto en que debían lador de ellos, el príncipe caldeo recibe su mere-

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DANIEL 5-6 934

roclo del cielo hasta que conoció que el Altísimo es el dueño del reino de los hom­bres y pone sobre él a quien le place.

2 2 Y tú, Baltasar, hijo suyo, sabiendo esto, no has humillado tu corazón. 2 3 Te has alzado contra el Señor de los cielos, han traído ante ti los vasos de su casa y os habéis servido de ellos para beber el vino tú y tus grandes, tus mujeres y tus concu­binas; has alabado a dioses de plata y de oro, de bronce y de hierro, de leño y de piedra, que ni ven ni entienden, y no has dado gloria al Dios que tiene en sus ma­nos tu vida y es el dueño de todos tus ca­minos. 2 4 Por eso ha mandado él esa mano que ha trazado esa escritura.2 5 La escritu­ra es: mene, tequel, ufarsin, * 2f> y ésta es su interpretación: mene, ha contado Dios tu reino y le ha puesto fin; 2 7 tequel, has sido pesado en la balanza y hallado falto de peso; 2 8 ufarsin, ha sido roto tu reino y dado a los ruedos y persas.

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a quien diesen cuenta los sátrapas para que no fuese perjudicado el rey. 3 (4) E ra Daniel superior a sátrapas y presidentes, porque había en él más espíritu, y el rey pensó en ponerle sobre todo el reino. 4 (5) Entonces presidentes y sátrapas bus­caron ocasión de acusar a Daniel en lo tocante a la administración del reino, mas no hallaron ninguna cosa por que denun­ciarle, pues era fiel y no se veía en él falta ni negligencia.

5 (6) Dijeron entonces aquellos hom­bres: No hallaremos en Daniel cosa de qué acusarle si no es por la ley de su Dios. * 6 (7) Vinieron, pues, presidentes y sátrapas a la presencia del rey y le dije­ron así: Vive por siempre, rey Dar ío . 7 (8) Todos los príncipes de tu reino, pre­sidentes, sátrapas, magistrados y jueces han acordado en consejo que se promul­gue y confirme un real edicto mandando que cualquiera que en el espacio de trein­ta días hiciere petición alguna a dios u hombre, fuera de ti, ¡oh rey!, sea arrojado al foso de los leones. 8 (9) Confirma, pues, ¡oh rey!, el edicto y fírmalo para que no pueda ser revocado conforme a la irrevo­cable ley de Media y de Persia. »(10) Fir­mó , pues, el rey Dar ío el edicto y la prohibición.

D a n i e l n o c u m p l e el e d i c t o d e l r e y 10 ( n ) Cuando supo Daniel que había

sido firmado el edicto, entróse en su casa y abiertas las ventanas de su cámara, que daban hacia la ciudad de Jerusalén, hin­cábase de rodillas tres veces al día y ora­ba, confesando a su Dios, como solía ha­cerlo antes. u (l2) Entonces apresuráron­se a venir aquellos hombres y hallaron a Daniel orando y rogando a su Dios. 12 (13) Llegáronse luego al rey y le habla­ron acerca del real edicto: ¿No has firma­do tú un edicto mandando que cualquie­ra que en el espacio de treinta días hicie­se petición a dios u hombre, sino a ti , ¡oh rey!, sea arrojado a la leonera? Res­pondió el rey, diciendo: Así es, según la ley de Media y Persia, que no puede re­vocarse . 13 (14) E n t o n c e s r e s p o n d i e r o n ellos diciendo al rey: Pues Daniel, de los hijos de la cautividad de los judíos, no teniendo cuenta de ti, ¡oh rey!, ni del edic­to firmado, tres veces al día hace su ora­ción. 14 (15) Al rey, cuando oyó esto, pe­sóle sobremanera, y se propuso salvar a Daniel, y hasta la puesta del sol estuvo haciendo esfuerzos por librarle.

15 (16) p e r o aquellos hombres se reunie­ron ante el rey y le dijeron: Has de saber,

2 5 La traducción de estas palabras es: «Una mina, un siclo y dos medias minas». La interpre­tación la da el texto a continuación.

6 5 En este capítulo tenemos un episodio de la vida de Daniel semejante al del capítulo 3, y que termina, como aquél, con la glorificación del Dios de Israel.

Guardia real medo-persa de Persépolis

29 Mandó entonces Baltasar vestirle de púrpura, poner a su cuello el collar de oro y pregonar de él que era el tercero en el reino.

L a r e a l i z a c i ó n 30 Aquella misma noche fue muerto

Baltasar, rey de los caldeos , 3 1 (61) y Da­río, rey de Media, se apoderó del reino a los sesenta y dos años.

Ins id ias d e los c o r t e s a n o s d e D a r í o c o n t r a D a n i e l

6 1 (2) Resolvió Darío instituir en su reino ciento veinte sátrapas que go­

bernasen el reino, 2 (3) y sobre ellos tres presidentes, de los cuales uno fue Daniel,

935 DANIEL 6-7

¡oh rey!, que es ley de Media y Persia que edicto u ordenanza que el rey firma es irrevocable.

D a n i e l , a r r o j a d o al foso d e los l e o n e s 16 (17) M a n d ó entonces el rey que traje­

ran a Daniel y le arrojaran al foso de los leones. Y hablando el rey a Daniel, le dijo: Quiera salvarte tu Dios, a quien perseverante sirves. I7 (18) Trajeron una piedra, que pusieron sobre la boca de la leonera, y la selló el rey con su anillo y con los anillos de sus grandes para que en nada pudiera mudarse la situación de Daniel.

18 (19) Fuese luego el rey a su palacio, y se acostó ayuno, no se tocaron ante él instrumentos de música y huyó de sus ojos el sueño. 19 (2<>) Levantóse, pues, muy de mañana y se fue apresuradamente al foso, 20 (21) y acercándose al foso de los leones, l lamó con tristes voces a Daniel, y hablando el rey a Daniel, decía: Da­niel, siervo del Dios vivo, el Dios tuyo, a quien perseverante sirves, ¿ha podido li­brarte de los leones? 2 1 (22) Entonces dijo Daniel al rey: Vive por siempre, [oh rey! 22 (23) M Í Dios ha enviado su ángel, que ha cerrado la boca de los leones para que no me hiciesen mal, porque delante de El ha sido hallada en mí justicia, y aun con­t ra ti , loh rey!, nada he hecho de malo.

23 (24) Púsose entonces muy contento el rey y mandó que sacasen del foso a Da­niel. Daniel fue sacado del foso y no ha­llaron en él herida alguna, porque había tenido confianza en su Dios. 2 4 (25) Man­dó el rey que los hombres que habían acu­sado a Daniel fueran traídos y arrojados al foso de los leones, ellos, sus hijos y sus mujeres, y antes que llegasen al fondo del foso, los leones los cogieron y quebran­taron todos sus huesos.

D a r í o d a g lo r ia a D i o s 2 5 (26) Entonces el rey Darío escribió a

todos los pueblos, naciones y lenguas que habitan en toda la tierra: «Paz mucha. 26 (27) Mando que en toda la extensión de mi reino teman todos y tiemblen ante la presencia del Dios de Daniel, porque El es el Dios vivo, y eternamente subsiste su reino, que no será jamás destruido, y su dominación, que perdurará hasta el fin. 27 (28) E I ijbra y salva y obra señales y

portentos en los cielos y en la tierra. El ha l ibrado a Daniel del poder de los leones». 28 (29) Daniel prosperó durante el reina­do de Darío y durante el reinado de Ciro el persa.

SEGUNDA PARTE

V I S I O N E S PROFÉTICAS

(7-12)

Vis ión d e las c u a t r o bes t ias

71 El año primero de Baltasar, rey de Babilonia, tuvo Daniel un sueño y

vio visiones de su espíritu mientras esta­ba en su lecho. En seguida escribió el sueño.

2 Y o miraba durante mi visión noctur­na, y vi irrumpir en el mar Grande los cuatro vientos del cielo, 3 y salir del mar cuatro grandes bestias, diferentes una de otra. * 4 La primera bestia era como león con alas de águila. Yo estuve mirando hasta que le fueron arrancadas las alas y fue levantado de la tierra, poniéndose sobre dos pies a modo de hombre, y le fue dado corazón de h o m b r e . 5 Y he aquí que una segunda bestia, semejante a un oso y que tenía en su boca entre los dien­tes tres costillas, se estaba a un lado y le dijeron: Levántate a comer mucha car­ne. 6 Seguí mirando después de esto; y he aquí otra tercera, semejante a un leopar­do, con cuatro cabezas, y le fue dado el dominio. 7 Seguía yo mirando en la vi­sión nocturna, y vi la cuarta bestia, terri­ble, espantosa, sobremanera fuerte, con grandes dientes de hierro. Devoraba y tri­turaba, y ¡as sobras las machacaba con los pies. Era muy diferente de todas las bestias anteriores y tenía diez cuernos. *

8 Estando yo contemplando los cuer­nos, vi que salía de entre ellos otro cuerno pequeño, y le fueron arrancados tres de los primeros, y este otro tenía ojos como de nombre y una boca que hablaba con gran arrogancia. *

E l a n c i a n o d e días y el j u i c io 9 Estuve mirando hasta que fueron

puestos tronos, y vi a un anciano de mu­chos días, cuyas vestiduras eran blancas como la nieve, y los cabellos de su cabeza como lana blanca. Su trono llameaba co-

73 Estas cuatro fieras tienen la misma significación que las diversas partes de la estatua vista por Nabucodonosor, y nadie duda que la cuarta sea el reino de Siria, y este cuerno que dice

grandes blasfemias, Antíoco IV, el gran perseguidor de los judíos. 7 Estos diez cuernos, que son otros tantos reyes, no deben ser otros que Alejandro Magno,

Seleuco I Nicator, Antíoco Soter, Antíoco II Calínico, Seleuco III Cerauno, Antíoco III el Grande, Seleuco IV Filopator, Heliodoro y Demetrio I Soter. Los tres desaparecidos serán Seleuco IV, asesinado por Heliodoro; Heliodoro, abandonado por el ejército a la aparición de Antíoco IV, y Demetrio I, a quien su tío Antíoco privó del trono.

8 Este cuerno pequeño no es otro que Antíoco IV, ante el cual desaparecieron los tres ante­riores: Seleuco IV, Heliodoro y Demetrio.

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DANIEL 7-8

mo llamas de fuegp y las ruedas eran fue­go ardiente. * •« Un río de fuego procedía y salla de delante de él, y le servían milla­res de millares y le asistían millones de millones. Sentóse el Juez y fueron abier­tos los libros.

11 Yo seguía mirando a la bestia a cau­sa de las grandes arrogancias que habla­ba su cuerno, y la estuve mirando hasta que la mataron, y su cuerpo fué destro­zado y arrojado al fuego para que se que­mase. !2A las otras bestias se les había quitado el dominio, pero les había sido prolongada la vida por cierto tiempo.

El hijo de h o m b r e 13 Seguía yo mirando en la visión noc­

turna, y vi venir en las nubes del cielo a un como hijo de hombre, que se llegó al anciano de muchos días y fue presentado a éste. * 14 Fuele dado el señorío, la gloria y el imperio, y todos los pueblos, nacio­nes y lenguas le sirvieron, y su dominio es dominio eterno que no acabará nunca, y su imperio, imperio que nunca desapa­recerá.

13 Túrbeme sobremanera yo, Daniel, en mi cuerpo, y las visiones de mi mente me desasosegaron. I(¡ Llegúeme a uno de los asistentes y le rogué que me dijera la ver­dad acerca de todo esto. Hablóme él y me declaró la interpretación: "Esas grandes bestias, los cuatro, son cuatro reinos que se alzarán en la tierra, l8 Después recibi­rán el reino los santos del Altísimo y lo retendrán por siglos, por los siglos de los siglos. 19 Sentí entonces el deseo de infor­marme más exactamente acerca de la bes­tia cuarta, tan diferente de todas las otras, sobremanera espantosa, de dientes de hie­rro y garras de bronce, que devoraba y trituraba y hollaba las otras con sus pies, 20 así como también acerca de los diez cuernos que tenía en la cabeza, y de aquel otro que le había salido, y ante el cual se le habían caído tres, y que tenía ojos y boca que decía grandes arrogan­cias, y parecía más grande que todos los otros. 2i Vi yo que este cuerno hacía gue­rra a los santos y los vencía, 22 hasta que vino el anciano de muchos días y se hizo justicia a los santos del Altísimo y llegó el tiempo en que los santos se apoderaron del reino.

El cuarto reino 23 Díjome así: La cuarta bestia es un

cuarto reino sobre la tierra, que se distin­guirá de todos los otros reinos y devorará la tierra toda y la hollará y la triturará. 24 Los diez cuernos son diez reyes que en aquel reino se alzarán, y tras ellos se al­zará otro que diferirá de los primeros, y derribará a tres de estos reyes. 25 Hablará palabras arrogantes contra el Altísimo, y quebrantará a los santos del Altísimo, y pretenderá mudar los tiempos y la Ley. Aquéllos serán entregados a su poder por un tiempo, tiempos y medio tiempo. 26 Pe­ro se sentará el tribunal y le arrebatarán el dominio hasta destruirle y arruinarle del todo, 27 dándole el reino, el dominio y la majestad de todos los reinos de deba­jo del cielo al pueblo de los santos del Al­tísimo, cuyo reino será eterno y le servi­rán y obedecerán todos los señoríos.

28 Aquí acabó la plática. Yo, Daniel, anduve sobremanera turbado por mis pen­samientos, demudado el color, y guardé todo esto en mi corazón.

La

8

visión del carnero y el macho cabrío

1 El año tercero del reinado de Bal­tasar, yo, Daniel, tuve una visión a

más de la que había tenido anteriormente, 2 y estando en la visión, me pareció hallar­me en Susa, la capital, en la provincia de Elam, y estar durante la visión cerca del río Ulai. * 3 Alcé los ojos y miré, y vi un carnero que estaba delante del río. Tenía dos cuernos, y aunque ambos eran altos, el uno era más alto que el otro, habiendo crecido más después del otro. 4 Vi al car­nero acornear a poniente, a norte y me­diodía, sin que bestia alguna pudiera re­sistirle y sin que nadie pudiera librarse de él. Hacía cuanto quería y se engrandeció. 5 Pero en esto vino un macho cabrío sin tocar la tierra con sus pies y con un gran cuerno entre los ojos. 6 Llegó al carnero de los dos cuernos que había visto delan­te del río y corrió contra él con la furia de su fortaleza. 7 Vi que le acometía, rom­piéndole ambos cuernos, sin que el car­nero tuviera fuerza para resistirle, y echán­dole por tierra, le pisoteó, sin que nadie

I pudiera librar al carnero. 8 El macho ea-

• . ^ste anciano representa a P'os, Juez de las naciones, sentado en su trono, envuelto en su gloria y que se dispone a ejercer el juicio sobre los imperios orientales, máxime sobre el último

í? p U f °' g r a n Pr<>fanador del templo, Antíoco IV Epifanes. Usté personaje, semejante a un hijo hombre, es el rey Mesías, que representa el reino

ae los santos (v. 27), a quien será conferido todo poder. Jesucristo hace alusión a este pasaje ante el sumo sacerdote (Mt 26,64). Que este reino siga al sirio no prueba que le haya de suceder inme­diatamente. Es la misma ley que observamos en todos los profetas. " H ¿^S ve,?os 5"" n o s Presentan las luchas del imperio persa con el macedónico y la división

ae éste a la muerte de Alejandro Magno. Los versos 9-19 narran la aparición de Antíoco IV, que lucha contra el Oriente, el Occidente y contra Dios, persiguiendo a su religión y a su pueblo. Un 17-19, Gabriel da la debida explicación.

937 DANIEL 8-9

brío llegó a ser muy potente, pero cuando lo fue, se le rompió el gran cuerno, y en su lugar le salieron cuatro cuernos, uno a cada uno de los vientos del cielo.

9 De uno de ellos salió un cuerno pe­queño, que creció mucho hacia el me­diodía y el oriente y hacia la tierra glo­riosa; 10 engrandecióse hasta llegar al ejér­cito de los cielos, y echó a tierra estrellas y las holló, 11 Aun contra el príncipe del ejército se irguió y le quitó el sacrificio perpetuo y destruyó su santuario. 12 Con­vocó impíamente ejércitos contra el sacri­ficio perpetuo, echó por tierra la verdad, hizo con buen éxito lo que quiso. 13 En­tonces oí hablar a uno de los santos, res­pondiendo a otro santo que le pregunta­ba: ¿Hasta cuándo va a durar esta visión de la supresión del sacrificio perpetuo, de la asoladora prevaricación y de la profa­nación del santuario? 14Entonces dijo: Hasta dos mil trescientas tardes y maña­nas. Luego será purificado el gran san­tuario.

15 Mientras yo, Daniel, contemplaba la visión y buscaba la inteligencia, púsose ante mí un como hombre;16 y oí una voz de hombre que de en medio del Ulai gri­taba y decía: «Gabriel, explícale a éste la visión». 17 Vino éste luego cerca de don­de estaba yo, y al acercarse me sobrecogí y caí sobre mi rostro. El me dijo: Atiende, hijo de hombre, que la visión es del fin de los tiempos, i8 Al hablarme caí enton­tecido sobre el rostro; pero él me tocó y me hizo estar en pie,19 y me dijo: Voy a enseñarte lo que sucederá al fin del tiem­po de la ira, pues tendrá fin ese tiempo.

La explicación 20 El carnero de dos cuernos que has

visto son los reyes de Media y de Persia; 21 el macho cabrío es el rey de Grecia, y el gran cuerno de entre sus ojos es el rey primero; 22

e] romperse y salir en su lu­gar otros cuernos, cuatro reyes que se al­zarán en la nación, mas no de tanta fuerza como aquél. 23 Al final de su dominación, cuando se completen las prevaricaciones, levantaráse un rey impudente e intrigan- |

te; 24 s u poder crecerá, no por su propia fuerza, y producirá grandes ruinas y ten­drá éxitos, y destruirá a poderosos y al pueblo de los santos. 25 p 0 r sus prospe­ridades y por el éxito de sus intrigas, se llenará de arrogancia su corazón, y hará perecer a muchos que vivían apaciblemen­te, y se levantará contra el Príncipe de los príncipes, pero será destruido sin que in­tervenga mano alguna. 26 La visión de las tardes y mañanas es verdadera; guárdala en tu corazón, porque es para mucho tiempo.

27 Yo, Daniel, quedé quebrantado, y es­tuve enfermo algunos días, y cuando con­valecí, me ocupé en los asuntos del rey. Estaba asombrado de la visión, pero nadie la supo.

Profecía de las setenta semanas

91 El año primero de Darío, hijo de Asuero, de la nación de los medos,

que vino a ser rey del reino de los cal­deos, * 2 el año primero de su reinado, yo, Daniel, estaba estudiando en los li­bros el número de los setenta años que había de cumplirse sobre las ruinas de Jerusalén, conforme al número de años que dijo Yavé a Jeremías, profeta. 3 Volví mi rostro al Señor, Dios, buscándole en oración y plegaria, en ayuno, saco y ce­niza ; 4 y oré a Yavé, mi Dios, y le hice esta confesión:

Oración y confesión de Daniel Señor, Dios grande y temible, que guar­

das la alianza y la misericordia con los que te aman y cumplen tus mandamien­tos : 5 Hemos pecado, hemos obrado la iniquidad, hemos sido perversos y rebel­des, nos hemos apartado de tus manda­mientos y tus juicios; 6 no hemos hecho caso a tus siervos los profetas, que en tu nombre hablaron a nuestros reyes, a nues­tros príncipes, a nuestros padres y a todo el pueblo de la tierra. 7 Tuya es, Señor, la justicia, y nuestra la vergüenza en el rostro, que llevan hoy todos los hombres de Judá, los moradores de Jerusalén, to­dos los de Israel, los de cerca y los de le-

Q ! Este vaticinio es el más conocido de Daniel. Su punto de partida es el vaticinio de los seten-~* ta años de Jeremías. Pero estos setenta años se convierten aquí en setenta semanas de años, o sea en setenta años sabáticos (Lev 25), y su término es la justicia sempiterna, el cumplimiento de las profecías y la unción del Santísimo. Estas setenta semanas se dividen en cuatro grupos: el primero, de siete semanas, que comprende los que van desde la cautividad hasta la liberación (587-538). El cristo, el ungido, que señala el término de este período, debe de ser Ciro (Is4S,i). El segundo período, de sesenta y dos semanas, llena el largo espacio que va desde la vuelta del cautiverio, con las luchas por la reedificación del templo y de la ciudad, contadas en Esdras y Nehemias, hasta la muerte de un ungido, el cual no es otro que el pontífice Onías, cuya muerte, acaecida en 171, es narrada en el 2 Mac 4,30-42. Queda una semana, que va desde la muerte de Onías hasta la de Antíoco (164). Esta semana será de persecución, la cual el intérprete divide en dos mitades porla supresión del sacrificio perpetuo, realizada por Antíoco IV en 168, y que duró tres años y medio. La salud mesiánica, descrita en términos muy espirituales, vendrá después; pero tampoco inmedia­tamente después, como acaece en los demás profetas. El número de los años de cada grupo no se ajusta matemáticamente a los años de la historia; pero téngase en cuenta que Daniel es un profeta, no un historiador, y aun en estos últimos cabrían tales aproximaciones (cf. Jer 25,11 s.; 29,10).

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DANIEL 9-10 938

jos, en todas las tierras a que los arrojaste por las rebeliones con que contra ti se re­belaron. 8 ¡Oh Yavé!, nuestra es la ver­güenza en el rostro de nuestros reyes, de nuestros príncipes, de nuestros padres, porque contra ti pecamos. 9 Pero es de Yavé, nuestro Dios, el tener misericordia y el perdonar aunque nos hayamos rebe­lado contra El. 10 No obedecimos la voz de Yavé, nuestro Dios, andando en sus leyes, que por mano de sus profetas puso delante de nosotros, n y todo Israel tras­pasó tu Ley, alejándose para no oír tu voz. Por eso vino sobre nosotros la mal­dición y el juramenta escrito en la Ley de Moisés, siervo de Dios; por haber pe­cado contra El. 12 El ha cumplido su pa­labra, la que dijo de nosotros y de los jefes que nos gobiernan, trayendo sobre nosotros males tan grandes como no los hubo nunca debajo del cielo, cual fue el hecho en Jerusalén. 13 Vino todo este mal sobre nosotros como está escrito en la Ley de Moisés, y no hemos implorado a Yavé, nuestro Dios, convirtiéndonos de nuestras iniquidades y haciendo verdad. ' 4 Por eso veló Yavé sobre este mal y lo trajo sobre nosotros, porque justo es Ya­vé, nuestro Dios, en todas cuantas obras hace; pues no obedecimos su voz.

15 Ahora, pues, Señor, Dios nuestro, que sacaste a tu pueblo de la tierra de Egipto con mano poderosa y te hiciste nombre cual lo tienes hoy: hemos pecado, hemos obrado impíamente; Jí pero, Se­ñor, según tu gran misericordia, aparta tu ira y tu furor de tu ciudad de Jerusa­lén, de tu monte santo, pues por nuestros pecados y las iniquidades de nuestros pa­dres, Jerusalén y tu pueblo son el oprobio de cuantos nos rodean.17 Oye, pues, Dios nuestro, la oración de tu siervo, oye sus plegarias, y por amor de ti, Señor, haz brillar tu faz sobre tu santuario devasta­do, is Oye, Dios mío, y escucha. Abre los ojos y mira nuestras ruinas, mira la ciu­dad sobre la que se invoca tu nombre, pues no por nuestras justicias te presenta­mos nuestras súplicas, sino por tus gran­des misericordias.19 ¡Escucha, Señor! ¡Se-

La respuesta de Dios por medio del ángel Gabriel

20 Todavía estaba yo hablando, rogan­do, confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo, Israel, y presentando mis súplicas a Yavé, mi Dios, por el monte santo de mi Dios; 21 todavía estaba ha­blando en mi oración, y aquel varón, Ga­briel, a quien antes vi en la visión, volan­do rápidamente, se llegó a mí, como a la hora del sacrificio de la tarde. 22 Me en­señó, hablando conmigo, y me dijo: Da­niel, vengo ahora para hacerte entender. 23 Cuando comenzaste tu plegaria fue dada la orden, y vengo para dártela a conocer, porque eres el predilecto. Oye, pues, la palabra y entiende la visión.

24 Setenta semanas están prefijadas so­bre tu pueblo y sobre tu ciudad santa para acabar las transgresiones y dar fin al pecado, para expiar la iniquidad y traer la justicia eterna, para sellar la visión y la profecía y ungir una santidad santísi­ma. 25 Sabe, pues, y entiende que desde la salida del oráculo sobre la restauración y edificación de Jerusalén hasta un ungido príncipe habrá siete semanas. En sesenta y dos semanas se reedificarán plazas y muros. 2S Al fin de estos tiempos, sin jui­cio alguno será muerto un ungido. La ciudad y el santuario serán destruidos con un príncipe; y el fin llegará como una inundación, y durará hasta el fin la gue­rra. 27 Desaparecerá el pacto para muchos una semana, y a la mitad de ésta cesará el sacrificio y la oblación y habrá en el santuario una abominación desoladora, hasta que la ruina decretada venga sobre el devastador. *

ñor, perdona! ¡Atiende, Señor, y obra; no tardes, por amor de ti, Dios mío, ya que es invocado tu nombre sobre tu ciudad y sobre tu pueblo!

Luchas entre Persia y Grecia 1 | | i El año tercero de Ciro, rey de 1 U Persia, fue hecha a Daniel, llamado Baltasar, una revelación. Esta revelación es verdadera y anuncia una gran calami­dad. Puso atención a la revelación y tuvo la inteligencia de la visión. * 2 Por aquellos días, yo, Daniel, estuve en duelo tres sema­nas. 3 No comí manjar delicado, ni entró carne ni vino en mi boca, ni me ungí hasta que no pasaron las tres semanas. 4 El día veinticuatro del primer mes hallábame a las orillas del gran río, el Tigris. 5 Alcé los ojos y miré, viendo a un varón vestido de lino y con un cinturón de oro puro. 6 Su cuerpo era como de crisólito, su ros-

27 Los sacrificios paganos en el templo duraron tres años; pero antes de su inauguración habla transcurrido medio año. •I A 1 Esta última visión de Daniel abarca los tres capítulos ro a 12, de los cuales el primero habla * " de las luchas entre Persia y Macedonia (10,1-11,4); el segundo, de las luchas entre Siria y

Egipto (11,5-39); prosigue con las invasiones de Antíoco contra la Judea y acaba con un trozo ne­tamente escatológico en que se habla de la resurrección de los muertos y del fin de las cosas (11, 40-12,13).

939 DANIEL 10-11

yo a ti? Porque tengo que volverme luego a luchar con el principe de Persia, y en saliendo yo, vendrá el príncipe de Gre­cia. * 2i Pero yo te daré a conocer lo que está escrito en el libro de la verdad. Na­die me ayuda contra ellos, si no es Mi­guel, vuestro príncipe.

Las luchas entre Siria y Egipto

U l El año primero de Darío, medo, yo estuve allí para animarle y sos­

tenerle. 2 Y ahora voy a darte a saber la verdad. Habrá todavía tres reyes en Per-

Seleuco I Nicator, fundador del reino de Siria (312-280)

sia, y el cuarto acumulará más riquezas que los otros; cuando por sus riquezas sea poderoso, se levantará contra el reino de Grecia. * 3 Pero se alzará en éste un rey valeroso que uominará con gran po­

tro resplandecía como el relámpago, sus ojos eran como brasas de fuego, sus brazos y pies parecían de bronce bruñido y el sonido de su voz era como rumor de mu­chedumbre. 7 Yo solo, Daniel, vi la vi­sión; los que conmigo estaban no vieron nada, pero se sobrecogieron de gran te­rror y huyeron a esconderse.

8 Quédeme yo solo y vi esta gran visión. No quedaron en mí fuerzas, se demudó el color de mi rostro, quedé desencajado y perdí todo mi vigor. 9 Oí el sonido de sus palabras, y en oyendo el sonido de sus palabras, caí aturdido, rostro a tierra. 10 Pero me tocó una mano, sacudiendo mis rodillas y mis manos, H y me dijo: Daniel, varón predilecto, está atento a las palabras que voy a decirte y ponte en pie en el lugar en que estás, pues he sido en­viado a ti. Una vez que me habló, púseme en pie temblando. i2Díjome: Nada te­mas, Daniel, pues desde el primer día en que diste tu corazón a entender y a hu­millarte en la presencia de tu Dios fue­ron oídas tus palabras, y por ellas he ve­nido yo a ti; li pero el príncipe del reino de Persia se me opuso veintiún días; mas Miguel, uno de los príncipes supremos, vino en mi ayuda, y yo me quedé allí junto al rey de Persia. * 14 Vengo ahora para darte a conocer lo que sucederá a tu pueblo en los tiempos venideros, pues a estos tiempos se refiere la visión.

15 Mientras me decía estas palabras es­taba yo con los ojos puestos en tierra y mudo; IS cuando he aquí que uno que parecía un hijo de hombre tocó mis la­bios; abrí la boca y hablé, diciendo al que delante de mi estaba: Mi señor, la visión me ha llenado de espanto y he perdido todo vigor. 17 ¿Cómo va a poder el siervo de mi señor hablar a mi señor? Me fal­tan las fuerzas y no tengo aliento. 1* En­tonces el que parecía hijo de hombre me tocó de nuevo y me confortó. 19 Luego me dijo: Nada temas, varón predilecto; sea contigo la paz. ¡Animo, valor! Y en hablándome, recobré mis fuerzas y dije: Hable mi señor, pues me has fortalecido. 2" El me dijo: ¿Sabes para qué he venido

13 Los ángeles de los dos reinos, que defienden cada uno el que tienen encomendado, luchan como luchan los reinos mismos. Miguel, el ángel tutelar de Israel, interviene por cuanto esas luchas no son extrañas a los intereses del pueblo de Dios.

2 0 El texto de los w.10,20-11,2 está sin duda alterado. Su lección más correcta parece ser ésta: «¿Sabes para qué he venido a ti? Porque tengo que volverme luego a luchar con el príncipe de Persia, y, en saliendo yo, vendrá el principe de Grecia. Y nadie me ayuda contra ellos, si no es Mi­guel, vuestro príncipe. El estuvo para animarme y alentarme. Pero yo te daré a conocer lo que está escrito en el libro de la verdad. Habrá todavía tres reyes».

1 -| 2 La visión tiene lugar en el reinado de Ciro; luego el cuarto rey debe de ser Artajeries I, ' que, para someter a los egipcios sublevados contr'" su autoridad, tuvo que sostener larga

guerra. 3 Este rey fuerte es Alejandro Magno, cuyo imperio, después de su mjerte y al cabo de grandes

luchas, acabó por dividirse en cuatro reinos: Egipto. Siria, Asia Menor y Macedonia. 5 Este trozo, hasta el verso 30, nos presenta las relaciones entre Egipto (el rey del austro) y

Siria (el rey del norte). La muerte de Alejandro Magno (323) dio origen a grandes guerras entre sus generales, que aspiraban a la totalidad de la herencia o de la mayor parte de ella. Tolomeo

Tolomeo I Soter, fundador del reino de Egipto (313-285)

der y hará cuanto quiera. * 4 Y cuando esté en la altura, se romperá su reino y será dividido hacia los cuatro vientos; no será de sus descendientes ni ya tan pode­roso como fue, pues será dividido y pa­sará a otros distintos de ellos.

5 El rey del mediodía vendrá, se hará fuerte, pero uno de sus jefes será más fuerte que él y dominará, siendo potente su dominación. * s Al cabo de algunos

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D4NIEL 11 940

diod¡a, T ^ ' y l a h f i a d e l r e ) y d e l m e ->abw i»** a l " * d e l n o r , e P a r a r e s " rá ella i , c o n c o r d ¡ a , pero no conserva-cerá ¿i • 2 a d e s u b r a z o n i permane-V c o n t i ? ' fU b r a z o ; e l l a s e r á entregada,

ena ios que la trajeron, con su pa-

levantará una gran muchedumbre y las tropas del rey del norte serán puestas en sus manos. I 2 Esta muchedumbre se en­soberbecerá y el corazón del rey se hin­chará, derribará a muchos millares, pero no triunfará, 13 porque el rey del norte volverá con una muchedumbre más nu­merosa que la primera, y al cabo de algún tiempo marchará con un gran ejército y muchos aprestos. * 14 Entonces se alzarán

Totumeo y su esposa, Arsinoe (284-247)

eü J CSn-, e l 1 u e e n t onces había sido su sosten. * 7 U n r e t o ñ o d e s u s r a . c e s s e a]_

zara en su lugar, y vendrá con ejército y entrará en las plazas fuertes del rey del norte, dispondrá de ellas y se hará po-

Tolomeo III Evergetes (247-222)

muchos contra el rey del mediodía, y hombres violentos de su pueblo se rebe­larán para cumplir la visión, y sucumbi­rán. 15 El rey del norte avanzará y alzará baluartes y se apoderará de ciudades fuer­tes. Los ejércitos del mediodía no resis-

Antíoco II Teos (261-246)

deroso. * 8 Aun a sus dioses, sus imágenes fundidas y sus objetos preciosos de plata y oro los cogerá y se los llevará a Egipto. Estará luego algunos aflos alejado del rey del norte, 9 y éste marchara contra el rey del mediodía y se volverá a su tierra *.

10 Su hijo saldrá a campaña y reunirá una muy grande muchedumbre de tro­pas ; avanzará y se derramará como un torrente, se desbordará, pero se volverá, y llevará las hostilidades hasta la Forta­leza. * u El rey del mediodía se enfure­cerá, y saliendo atacará al rey del nor te ; I

ScUuco II Calínico (246-226)

tiran, faltos de fuerza para resistir. 1 6 El que avanza contra él hará lo que quiera y nadie podrá resistirle, y se quedará en lo mejor de la tierra, exterminando cuan­to caiga en su mano. 17 Querrá adueñarse de todo el reino del mediodía, y le dará su hija por mujer con la intención de He-

Lagos fue el primero en instalarse en Alejandría, haciéndose dueño del Egipto (323). Seleuco Ni-cator fundó a Antioquía, y en torno a ella el reino de A.sia, porque se extendía sobre la Siria, gran parte del Asia Menor y las provincias orientales del imperio de Alejandro (312). Murió asesinado por Tolomeo Cerauno (280). Le sucedió Antioco I Soter, su hijo (280-261), a quien anteriormente había instalado por rey sobre las provincias orientales.

6 Antioco II Teos (261-246) hizo la guerra a Tolomeo Filadelfo, y para acabar con ella y hacer las paces con el egipcio se casó con Berenice, hija de Tolomeo, repudiando a su esposa Laodice. Pero, muerto Tolomeo, Antioco repudió a la egipcia, y Laodice, en venganza de la injuria recibida, mató al rey, a Berenice y a muchos egipcioo de la corte de la reina. Antioco tuvo por sucesor a su hijo Seleucó II (246-226). . , . , , „ . .

7 Tolomeo III Evergetes (247-222), para vengar la muerte de su hermana, invadió la Siria y so adentró hasta las provincias orientales del imperio, recogiendo gran botín y las estatuas de los Hiníes eaipcios que Gambises habla llevado a Persia cuando conquistó el Egipto (525). Seleuco re-S r ó luego las provincias, excepto la Fenicia y la Palestina.

9 Seleuco aspiraba a recuperar las provincias perdidas, pero sin lograrlo. Le sucedió Seleuco III Cerauno, que sólo reinó tres aflos, muriendo asesinado. Le sucedió su hijo Antioco III el Grande

<Z2310l8Antloco renovó la guerra contra el Egipto; pero la sangrienta derrota de Rafia (217) le obligó » hacer la paz, dejando al egipcio las provincias de la costa palestina.

11io„ ;„s Antioco volverá a la carga contra los egipcios, y esta vez con más fortuna. Para con-firmar la pal daré su hija Cleopatra a Tolomeo V Filadelfo (205-181).

941 DANIEL 11

varíe a la ruina, pero no sucederá esto, la cosa no le saldrá como quería. 18 Volverá sus ojos del lado de las islas, y tomará muchas, pero un jefe pondrá fin al opro­bio que sobre ellas quiso echar y el opro-

Seleuco III Cerauno (226-223)

bio recaerá sobre él. * J 9 Acogeráse luego a las fortalezas de su tierra, pero se tam­baleará y caerá y no se le hallará más.

L a p e r s e c u c i ó n c o n t r a el p u e b l o d e J u d á

2 0 El que le sucederá mandará a lo me­jor de la tierra un exactor, pero en pocos días será quebrantado, y no por ira ni por guerra. * 2 1 U n hombre despreciable

Tolomeo IV Füopator (222-205)

ocupará su puesto, sin estar revestido de la dignidad real. Aparecerá rodeado de paz y se apoderará del reino por la intri­ga. * 2 2 Las tropas, que se derramarán como un torrente, quedarán sumergidas ante é] y aniquiladas, así como también un jefe de la alianza. * 23 Después de ha­berse concertado con él, usará de engaños, se pondrá en marcha y con poca gente

vencerá. 2 4 Entrará en el suelo de la paz, en los lugares más fértiles de la provincia, y hará lo que no hicieron sus padres ni los padres de sus padres. Repartirá el botín, los despojos y las riquezas, y trae­rá designios contra las fortalezas, todo esto durante algún tiempo. 25 Al frente de un gran ejército empleará su fuerza y su ardor contra el rey del mediodía. El rey del mediodía se empeñará en la guerra con un ejército poderoso y muy numero­so, pero no le resistirá, porque le harán traición. * 2 6 Los que comen su pan le quebrantarán y su ejército será destruido, cayendo muchos muertos.

2 7 Los dos reyes meditarán en su co­razón hacerse mal, y sentados a la misma

Tolomeo V Epifanes (205-181)

mesa, se hablarán falazmente, mas no le servirá de nada, porque llegará el fin al tiempo señalado. 2 8 Volverá a su tierra con grandes riquezas, y será en su corazón hostil a la alianza santa, y obrará contra ella; luego se volverá a su tierra. * 2 9 Al tiempo determinado marchará de nuevo contra el mediodía, pero esta última vez no sucederán las cosas como en la prime­ra ; * 3° vendrán contra él naves de Italia, y descorazonado, retrocederá. Luego, fu­rioso contra la alianza santa, no se que­dará inactivo, y volverá a concertarse con los que abandonaron la alianza santa. 31 A su orden se presentarán tropas que profanarán el santuario y la fortaleza y harán cesar el sacrificio perpetuo y alza­rán la abominación desoladora. * 32 Se-

18 Las aspiraciones de Antioco a dominar sobre las islas y el Asia Menor le pusieron enfrente de los romanos, que le vencieron en Magnesia (190), imponiéndole pesadas condiciones. Para cum­plirlas hizo una expedición a las provincias orientales, en que pereció al querer saquear un templo en Elimaida (187).

2 0 Seleuco IV, que sucedió a su padre (187-175), es el que envió a Heliodoro para apoderarse de los tesoros del templo de Jerusalén y fue asesinado por su ministro, que aspiraba a ocupar el trono.

2 1 Este hombre despreciable no es otro que Antioco IV Epifanes, que arrebató el trono a su sobrino Demetrio, hijo de Seleuco.

2 2 Para lograr sus propósitos hubo de hacer la guerra a Heliodoro, a quien abandonó el ejército ante un representante de la antigua dinastía. Por esta época tuvo lugar la muerte del príncipe de la alianza, que fue el pontífice Onías III (172).

2 5 Aquí comienza la primera y feliz expedición de Antioco contra el Egipto, en la que venció a su sobrino Tolomeo VI Filometor, traicionado por sus ministros.

2 8 Este rey es Antioco IV, que, a costa de los judíos, se desquitará de sus reveses militares en Egipto.

2 9 En su segunda campaña (168) se vio forzado por los legados romanos a levantar el cerco de Alejandría y retirarse a su reino. Al volver humillado, pasó por Jerusalén y descargó su furor sobre los judíos. Al fin de aquel año comenzó en forma la persecución religiosa. Toda esta historia de An­tioco IV, que aquí aparece envuelta en el misterio, aparece clara en los Macabeos.

31 Estos versículos contienen en síntesis la historia de los Macabeos. En 168, Antioco supri­mirá el culto divino y colocará sobre el altar de los holocaustos la estatua de Júpiter Olímpico. Para

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DANIEL 11-12 942

ducirá con sus halagos a los traidores a la alianza santa; pero el pueblo que cono­ce a Dios obrará con firmeza, 33 y los sa­bios de entre ellos instruirán a la muche­dumbre. Caerán de entre ellos por un tiempo a la espada, al fuego, al cautiverio y al pillaje, 3 4 y mientras sucumben ten­drán poco socorro, y muchos se unirán a ellos hipócritamente.3 5 Sucumbirán tam­bién algunos de los prudentes para que sean depurados, purificados y blanquea­dos, hasta que llegue el fin, que no llegará sino al tiempo determinado.

36 El rey hará lo que quiera, se enso­berbecerá y se gloriará por encima de to­dos los dioses, y del Dios de los dioses dirá cosas increíbles. Prosperará hasta que llegue la ira a su consumación, porque lo que está decretado se cumplirá. * 3 7 N o respetará ni aun al dios de sus padres ni a la divinidad que es la delicia de las mu­jeres ; no respetará dios alguno, porque se glorificará a sí mismo por encima de to­dos. * 3S Honrará en su lugar al dios de las fortalezas, dios que no conocieron sus padres; le honrará con oro y plata, con piedras preciosas y cosas de gran valor. 3 9 A ese dios extraño dedicará las plazas fuertes, y colmará de honores a los que le reconozcan, y los hará dominar sobre muchos, distribuyéndoles tierras en mer­ced. *

4 0 Al fin de los tiempos, el rey del me­diodía chocará con el del norte, y el rey del norte caerá sobre él como una tem­pestad, con carros y jinetes y numerosas naves; avanzará por las tierras, se derra-

4 ] Entrarán en la tierra gloriosa, y sucum' birán muchos; pero Edom, Moab y los príncipes de los hijos de Ammón se libra­rán de sus manos. 4 2 Extenderá su mano sobre muchas tierras, y no escapará la de Egipto; 4 3 se adueñará de tesoros de oro y plata y de todas las preciosidades del Egipto; libios y etíopes le seguirán.4 4 Pero nuevas venidas del oriente y del norte le asustarán, y partirá muy enfurecido, con ánimo de exterminar a muchos. 4¡ Alzará la tienda de su palacio entre los mares y el monte glorioso y santo. Mas luego lle­gará su fin sin que nadie pueda soco­rrerle.

T r i u n f o de l p u e b l o e l eg ido

1 4 l Entonces se alzará Miguel, el gran *• & príncipe, el defensor de los hijos de tu pueblo, y será un tiempo de angus­tia, tal como no lo hubo desde que existen las naciones hasta ese día. Entonces se salvarán los que de tu pueblo estén es­critos en el libro. * 2 Las muchedumbres de los que duermen en el polvo de la tierra se despertarán, unos para eterna vida, otros para eterna vergüenza y confusión. 3 Los que fueron inteligentes brillarán con esplendor de cíelo, y los que enseñaron la justicia a la muchedumbre resplandece­rán por siempre, eternamente, como las estrellas. 4 Tú, Daniel, ten en secreto estas palabras y sella el libro hasta el t iempo del fin. Muchos le leerán y acrecentarán su conocimiento. *

5 Yo, Daniel, miré y vi a dos hombres que estaban en pie, el uno al lado de acá

mará como un torrente y se desbordará. * I del río, el otro del lado de allá; * 6 y uno

esto se apoyará en muchos judíos traidores a la alianza santa y amadores del helenismo, los impíos o prevaricadores de los libros de los Macabeos. Al contrario, los fieles resistirán, luchando al prin­cipio con grandes dificultades; pero luego se harán fuertes y triunfarán hasta echar por tierra la nefasta obra de Antíoco (165), que acabará herido por Dios con una dolorosa enfermedad (164).

36 La manía antirreligiosa de Antíoco de que aquí se habla no se mostró sólo en la persecu­ción del culto judío, sino en su olvido del dios tradicional en su familia, Apolo, a quien sustituyó por Júpiter. A él dedicó el templo de Jerusalén bajo el apellido de Olímpico.

37 Este dios «delicia de las mujeres» es Tammuz, en griego Adonis, a quien lloraban las mujeres en su santuario de Dafne (Ez 8,14; Is 17,10).

39 Es este «dios de las fortalezas» Júpiter, a quien en el monte Silpio, cerca de Antioquía, levantó un suntuoso templo bajo el título de Júpiter Máximo. Este dios estaba revestido de las formas ro­manas de Júpiter Capitolino para adulación de los romanos, pero que en la mente de Antíoco era siempre el Júpiter Olímpico o el dios sirio Baal-Samem, señor de los cielos, cuyo culto se complacía en fomentar, otorgando grandes mercedes a las ciudades que se distinguían en su veneración.

4 0 Se trata aquí de una tercera campaña de Antíoco contra el Egipto, que la Historia totalmente desconoce. Por esto, la explicación más razonable de estos w.40-45 es que el profeta, dejando la Historia y apoyándose en ella, salta desde el gran perseguidor del pueblo judío a otro perseguidor del fin de los tiempos, al anticristo, que entonces vendrá a suscitar la última prueba del pueblo de Dios. Sería esto como el puente entre la época de Antíoco y la época final, que nos describe en el capítulo siguiente. Es la explicación más razonable de estos obscuros versículos (40-45), que el profeta salta desde Antíoco, el gran perseguidor, al anticristo, a quien el profeta nos pinta con colo­res tomados de la historia de Antíoco.

10 1 Con esto llegamos al fin de las cosas, las postreras luchas, que terminan con la resurrec-" ' ción final, el triunfo definitivo de todos los siervos de Dios y el castigo de los impíos.

4 El libro en que esto está escrito debe ser sellado, para que nadie lo pueda leer hasta que se acerque el fin. Entonces se hará público y servirá para fortalecer los ánimos en las luchas que deben sufrir.

s Una nueva visión pone fin al vaticinio. Dos personajes aparecen, de los cuales uno pregunta al otro por el fin de las cosas. El preguntado responde, jurando solemnemente, que será dentro de

943 DANIEL 12-13

de ellos dijo al varón vestido de lino, que estaba sobre las aguas del r ío; ¿Cuándo sefá el fin y sucederán esas maravillas? 7 Y oí al varón vestido de lino, que esta­ba sobre las aguas del río, que alzando al cielo su derecha y su izquierda, juró por el que eternamente vive que eso será den­tro de un tiempo, de tiempos y de la mitad de un tiempo, y que todo esto se cumplirá cuando la fuerza del pueblo de los santos estuviera enteramente quebrantada. 8 Yo vi, pero no entendiendo, pregunté: Mi se­ñor, ¿cuál será el fin de estas cosas?* 9 Y él respondió: Anda, Daniel, que esas cosas están cerradas y selladas hasta el t iempo del fin. 10 Muchos serán purifica­dos, emblanquecidos y depurados; los impíos seguirán el mal y ninguno de los malvados entenderá, pero los que tienen entendimiento comprenderán. 11 Después del tiempo de la cesación del sacrificio perpetuo y del alzar la abominación de­soladora habrá mil doscientos noventa días. 1 2 Bienaventurado el que espere y llegue a mil trescientos treinta y cinco d ías . 1 3 Y tú camina a tu fin y descansarás, y al fin de los días te levantarás para reci­bir tu heredad.

APÉNDICE

PARTE DEUTEROCANÓNICA

(Gr. 13-14)

H i s t o r i a d e S u s a n a I O 1 Moraba en Babilonia un varón *• *t cuyo nombre era Joaquín. * 2 Ha­bía tomado por mujer a una llamada Su­sana, hija de Helcías, muy hermosa y temerosa de Dios, 3 pues sus padres, que eran justos, la habian educado según la Ley de Moisés. 4 Era Joaquín muy rico, y tenía contiguo a su casa un jardín fru­tal. Concurrían a su casa los judíos por ser él el más ilustre de todos.

5 Aquel año habían sido designados jue­ces dos ancianos de esos de quienes dijo el Señor: Salió la iniquidad de Babilonia, de los ancianos constituidos en jueces, que parecían gobernar al pueblo. * Frecuen­taban éstos la casa de Joaquín y a ellos venían cuantos tenían algún pleito. 7 Ha­cia el mediodía, cuando el pueblo se había retirado, entraba Susana en el jardín de

su marido para solazarse, 8 y viéndola cada día los dos ancianos entrar y sola* zarse, sintieron por ella una pasión vehe­mente. 9 Y pervertido su juicio, no mira­ban al cielo ni se acordaban de los juicios de Dios.

to Ambos estaban heridos de amor por Susana, pero no se lo habían comuni­cado entre sí, n porque sentían vergüen­za de confesarse uno a otro su pasión y el deseo que tenían de unirse a ella, 12 y a porfía buscaban cada día ocasión de verla. Dijéronse, pues, el uno al o t ro ; Vamos a casa, que ya es la hora de co­mer. Y salieron cada uno por su lado; 13 pero dando la vuelta, vinieron a jun­tarse ambos en el mismo sitio. Pregun­tándose la causa, se declararon su pasión, y en común espiaron el momento de po­der hallarla sola.

14 Mientras esperaban la oportunidad entró Susana en el jardín, como de cos­tumbre, acompañada sólo de dos donce­llas, para bañarse, porque hacía mucho calor. 15 Nadie había allí, fuera de los dos ancianos que la observaban. "> Y dijo a las doncellas: Traedme el aceite y los ungüentos y cerrad las puertas, que voy a bañarme. 17 Hicieron ellas lo que se les mandaba, y cerrando las puer­tas del jardín, se salieron por un postigo para traer lo que se les había mandado, pero no vieron a los ancianos, que es­taban escondidos.

18 En cuanto salieron las doncellas, se levantaron éstos y se acercaron a Susa­na, 19 diciéndole: Las puertas están ce­rradas, nadie nos ve y nosotros ardemos en pasión por t i ; consiente, pues, y en­trégate a nosotros; 2 0 de lo contrario, daremos testimonio contra ti de que es­tabas con un joven, y que por eso des­pediste a las doncellas. 21 Rompió a llorar Susana y dijo: Por todas partes me siento en angustia; porque si hago lo que me proponéis, vendrá sobre mí la muerte, y si me niego, no escaparé de vuestras ma­nos. 2 2 Mas prefiero caer inculpable en vuestras manos a pecar contra el Señor.

2 3 Y levantando ella la voz, la levan­taron también los dos ancianos contra ella. 2 4 Corrió uno de los dos a abrir las puertas del jardín. 2 5 Apenas oyeron los gritos los que estaban en casa, se precipi-

un tiempo, dos tiempos y medio tiempo, o sea dentro de media semana de años, la que duró la pro­fanación del templo. San Juan divide también en su Apocalipsis la historia del mundo en dos medias semanas, la primera antes de la aparición del Mesías y la segunda después. Esta cronología, pura­mente simbólica, está inspirada en la duración de la profanación del templo por Antíoco.

8 Después del v.7, en que se da la posible satisfacción a la pregunta del profeta, pues para él es la respuesta, los w.n-12 parece deben ser mirados como una glosa un tanto enigmática.

1 0 t Este capítulo, de una parte nos presenta la comunidad judía gozando de amplia autono-** mía, hasta imponer penas capitales; de otra nos muestra un hermoso ejemplo de castidad

conyugal que la Iglesia recuerda con frecuencia en su liturgia.

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"ANIEL 13-14

? " ° p " V v £ a r i 0p l ; s l p o s í . i g o en e> j « -

'os ancianos se J £ ? p a s a b a ; 2 6 y luego siervos grandem^ C a r ° n ' Redando los 3 ^ J'amls « S a n l e

rC o n f u n d i d o s , por-

d e Susana. J t e c o s a s e «abía dicho

^iéla%7ZSt t0d° el " u e b I ° c ° -y vinieron asTmism su, m a r i d o faquín, llenos de p e r v S ? ° ' ° S d o s ancianos, Susana, a S ™ L S a ™ f « o S contra Ante el ~J£X ^ " í " ™ hacer morir Por Susana^h l d e V e í ^ ^ * ^"V Í a d

Joaquín. Y e n v l r l lC 1 3 s , ,y m u J e r d e

Susana,

dijeron: 28 Enviad . lelcías y mu

enviaron por ella. 29 Llegó sus padres, hijos y •"•Era Susana muy

todos sus pTrien^. S ^ » ^ * » *

SSIS&SV íba ^ í e » a " ' a i -briese D ^ a °

Sa r

m a n d a r o n °ue se descu-belleza 32aL1

S0arcXSe C o n , a v i s t a d* su Z ; ^ Lloraban entre tanto los su­yos y todos cuantos la veían

944

inquirir ni poner en claro la verdad con­denáis a esa hija de Israel? 48 Volved 41 tribunal, porque éstos han testificado fal­samente contra ella.

49 Y todo el pueblo a gran prisa se volvió. Los ancianos le dijeron: Ven, sién­tate en medio de nosotros, porque el Señor te ha dado el honor de la anciani­dad. 50 Díjoles Daniel: Separadlos uno de otro, que voy a interrogarlos. 51 Así que los hubieron separado uno de otro, llamó a uno de ellos y le dijo: Viejo en­vejecido en la maldad, ahora vienen so­bre ti las maldades que tantas veces hi­ciste, 52 juzgando injustamente, condenan­do a los inocentes y absolviendo a los culpables, cuando Dios dice: No mata­rás al inocente y al justo. 53 Dinos, si viste a ésta, ¿bajo qué árbol los viste acariciarse? El contestó: Bajo un lentis­co. 54 Replicó Daniel: Muy bien, has mentido contra tu propia cabeza, pues ya el ángel de Dios ha recibido de El bre la cabeza X '< í u s l e r o n sus m a n o s so-

miraba alTcielo^llfnnana' q U e U o r a n d o I i » K - - ••-fianza en el SpñAr « ? SU c o r a z o n de con- ciéndole retirar, mandó traer al otro v Mientras n o s T a s e á b a m n ^ ^ ^ ^ J Í! d ! í? : R a z a d e . C a n . a n * " ? . ? _ ' » & . paseábamos solos por el jardín entró ésta con dos siervas, y ce­rrando las puertas del jardín, despidió a las siervas. 36 En seguida se acercó un joven que estaba escondido en el jardín y se acostó con ella. 37 Y hallándonos nosotros en un ángulo del huerto, vimos la maldad, y corrimos a ellos y los vimos que estaban pecando, 38 p e r o n o pudi­mos detener al joven por ser más fuerte que nosotros, y abriendo las puertas, se escapó. 39 p e r o cogimos a ésta, y pre­guntándole quién fuese el joven, no quiso decírnoslo. De esto damos nosotros tes­timonio. 4« Y ¡a asamblea, como se tra­taba de ancianos del pueblo y por aña­didura jueces, los creyó y la condenaron a muerte.

41 Levantó entonces Susana la voz y dijo: ¡Dios eterno, conocedor de todo lo oculto, que ves las cosas todas antes que sucedan! 4 2Tú sabes que han decla­rado falsamente contra mí. Tú sabes que muero sin haber hecho nada de cuanto éstos han inventado contra mí. 43 Oyó el Señor su voz; 4 4 y mientras era llevada a la muerte despertó Dios el espíritu santo de un jovencito llamado Daniel, 45 que con voz fuerte gritó: Yo soy inocente de la sangre de ésa. 4e Y todo el pueblo se volvió a él, diciéndole: ¿Qué significan esas palabras que has proferido? 47 Y él, puesto en medio de ellos, dijo: ¿Tan insensatos sois, hijos de Israel, que sin

la belleza te sedujo y la pasión pervirtió tu corazón. 56 Así hacíais a las hijas de Israel, y ellas de miedo se os rendían, pero esta hija de Judá no consintió en vuestra iniquidad. 57 Ahora, pues, ¿bajo qué árbol los habéis sorprendido acari­ciándose uno a otro? Contestó él: Bajo una encina. 58 Díjole Daniel: Muy bien has mentido también tú contra tu propia cabeza, pues el ángel de Dios tiene pronta ya la espada para rajarte por medio: para aniquilaros.

59 Y toda la asamblea levantó la voz, bendiciendo a Dios, que salva a los que en El esperan. 60 Y se alzaron contra los dos viejos, a quienes Daniel había con­vencido por su propia declaración de ha­ber falsamente testificado; 61 y según la Ley de Moisés, les hicieron como ellos mismos habían maquinado contra su pró­jimo. Diéronles muerte y se salvó en aquel día la sangre inocente. 62 Helcías y su mujer alabaron a Dios por la salva­ción de su hija, y con ellos Joaquín, su marido, y todos sus parientes, porque no fue hallada en ella torpeza. « Y desde aquel día en adelante, Daniel se hizo fa­moso en el pueblo.

Historia de Bel y el dragón 1 A 1 Reunióse Astiages con sus pa-J. ^i dres, sucediéndole en el reino Ciro el persa. * 2 Era Daniel uno de los co­mensales del rey, el más honrado de

14 ! Este capítulo contiene dos episodios de la historia de Daniel, que son dos pruebas iróni-^ camente escritas para probar la inanidad de los dioses gentílicos, en las que tanto insiste la

literatura bíblica posterior a la cautividad. Conviene advertir que en la religión asírio-babilónica el sacrificio tenía un carácter notablemente alimenticio de los dioses.

945 v DANIEL 14

todos sus amigos. 3 Tenían los babilonios un ídolo llamadt Bel, que cotidianamen­te consumía doce artabas de flor de ha­rina, cuarenta ovejas y seis metretas de vino. 4 El rey le veneraba e iba cada día a adorarle; pero Daniel adoraba a su Dios. Díjole el rey: ¿Por qué no adoras a Bel? 5 A lo que Daniel respondió: Porque yo no adoro ídolos hechos por manos de hombres, sino al Dios vivo, hacedor del cielo y de la tierra y sobe­rano de toda carne. 6E1 rey le replicó: ¿Crees que Bel no es un dios vivo? ¿No ves cuánto come y bebe cada día? i Le contestó Daniel, riendo: No se deje en­gañar el rey; éste, que por dentro sólo es barro y por fuera sólo bronce, no ha comido jamás.

8 Encolerizado el rey, llamó a los sacer­dotes y les dijo: Si no me decís quién consume todas esas provisiones, moriréis; 9 pero si me hacéis ver que es Bel quien las consume, morirá Daniel, por haber blasfemado contra Bel. Contestó Daniel al rey: Hágase según tu palabra. 10 Se­tenta eran los sacerdotes de Bel, fuera de sus mujeres e hijos. Vino el rey con Da­niel al templo de Bel, n y le dijeron los sacerdotes: Nosotros saldremos fuera y tú, rey, pondrás los alimentos y el vino mezclados y cerrarás la puerta y la se­llarás con tu anillo; 1 2y si al venir por la mañana no hallamos que los alimen­tos han sido consumidos por Bel, morire­mos; en caso contrario, Daniel nos ha­brá calumniado.

13 Estaban ellos muy confiados, por­que debajo de la mesa habían hecho una entrada secreta, por la cual se introdu­cían siempre para consumir las provisio­nes. 14Pero así que salieron ellos y el rey colocó las provisiones, ordenó Da­niel a sus siervos que trajeran ceniza, y en presencia del rey solo la extendieron por todo el pavimento del templo. Des­pués salieron y cerraron la puerta; lue­go de sellarla con el sello real, se retira­ron. 15 Por la noche vinieron, como de costumbre, los sacerdotes con sus muje­res e hijos, y comieron y bebieron todas las provisiones.

i* Madrugó el rey muy de mañana, y Daniel con él; í 7 y dijo el rey: Daniel, ¿están intactos los sellos? Daniel contes­tó: Intactos, rey. l8 Abrió luego las puer­tas y miró el rey a la mesa, y dijo en alta voz: Grande eres, Bel, y no hay en ti engaño alguno, 19 Se sonrió Daniel, y deteniendo al rey para que no entrase dentro, le dijo: Mira el pavimento y ve de quién son estas pisadas. 2<> Respondió el rey: Veo pisadas de hombres, de mu­jeres y de niños. E irritado el rey, 21 hizo prender a los sacerdotes, a sus mujeres e hijos, que le mostraron la puerta se­

creta por la que entraban a consumir lo que se colocaba sobre la mesa, 22 y los mandó matar. Después entregó Bel a Daniel, que lo destruyó, así como su templo.

23 Había también un gran dragón muy venerado de los babilonios 24 Dijo el rey a Daniel: ¡No dirás de éste que es hecho de bronce! Mira que está vivo y que come y bebe; de éste no podrás de­cir que no es dios vivo. Adórale, pues. 25 A lo que Daniel contestó: Al Señor, mi Dios, adoraré, porque él solo es Dios vivo. 2* Si tú, rey, me lo permites, yo mataré a este dragón sin espada ni palo. Respondióle el rey: En tu poder está. 27 Y tomando Daniel pez, grasa y pelos, lo hirvió todo junto e hizo unas bolas, que luego dio al dragón, el cual las co­mió, reventando con ellas. Y dijo: Mi­rad lo que venerabais. 28 Cuando esto oyeron los babilonios, se irritaron sobre­manera y se amotinaron contra el rey, diciendo: El rey se ha hecho judío. Ha derribado a Bel, ha matado al dragón y ha degollado a sus sacerdotes. 29 Y lle­gándose al rey, le dijeron: Entréganos a Daniel; si no, te mataremos a ti y a tu casa. 30 Y viéndose el rey muy acosa­do, les entregó a Daniel a la fuerza, 31 y le arrojaron a la leonera.

Daniel, otra vez en el foso de los leones

32 Había allí siete leones, y allí estuvo Daniel siete días. Daban a los leones cada día dos esclavos y dos ovejas. Pero du­rante aquellos días no les dieron nada, para que devorasen a Daniel. 33 Vivía en­tonces en Judea el profeta Habacuc, el cual, cocida la comida y mojado el pan en la cazuela, se iba al campo para lle­varlo a los segadores. 34 Pero el ángel del Señor dijo a Habacuc: Lleva la comida que tienes preparada a Daniel, que está en Babilonia, en el foso de los leones. 35 Y contestó Habacuc: Señor, nunca he visto a Babilonia y no sé qué es el foso de los leones. 3 S Y tomándole el ángel del Señor por la coronilla, por los ca­bellos de su cabeza, le llevó a Babilonia, encima del foso, con la velocidad del es­píritu. 37 Y gritó Habacuc, diciendo: ¡Da­niel, Daniel!, toma la comida que Dios te envía. 3 8 Y contestó Daniel: ¡En ver­dad, oh Dios, te has acordado de mí, pues no abandonas a los que te aman! 39 Y levantándose, comió, y al instante el ángel de Dios restituyó a Habacuc a su lugar.

El rey da gloria a Dios 40 Al día siguiente vino el rey a llorar

a Daniel, y llegando al foso, miró y vio

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OSEAS 1 9 4 ^ 7

a Daniel sentado, «i Entonces, levantan-1 tonces el rey dijo: Teman todos los mora­do la voz, dijo: ¡Grande eres, Señor Dios dores de la tierra al Dios de Daniel, 42 \Pi'lniei'- y n o h a y o t r o í u e r a d e ti! porque es el verdadero salvador, que hace

Y le sacó del foso y arrojó en él a los milagros y maravillas en la tierra y ha causantes de su condena, que al instante, librado a Daniel del foso de los leones, en su presencia, fueron devorados. "3 En-1 (Vulgata.) *

J e r S ' fU ' ° n 0 s e ' " e n ' a s v e r s ' o n e s griegas, sino sólo en la Vulgata. Con esta especie de pregón a todos «los moradores de la tierra» se viene a resumir el pesamiento que resalta en este capitulo: la inanidad de los dioses gentílicos y la verdad del sólo Dios de Israel, reconocida por el rey de Persia.

O S E A S

Profetizó Oseas, hijo de Berí, en los reinados de Jeroboam II (784-744) y Me-nahem (744-738)1 reyes de Israel, y Ozias (760-737) y ]otara (737-736), reyes de Judá, cuando el peligro asirio estaba aún lejos y el Egipto, dividido entonces y sin fuerza, daba lugar a que los reyes sacerdotes de Etiopía fueran adueñándose poco a poco de todo el valle del Nilo. Ejerció el ministerio en el reino del Norte, del cual parece era originario. Hallábase el reino muy floreciente y poderoso, gracias a las conquistas que al norte y al sur habla realizado Jeroboam II. Por esto dominaba el lujo y la relajación de costumbres, la avaricia y el cohecho en los gobernantes, la violencia en los poderosos. En los santuarios de Betel y Dan se daba culto a Yavé, pero en forma poco ajustada a la Ley. Tampoco escaseaban los que francamente se entregaban a la superstición y al culto de los ídolos. En los vaticinios de Oseas llaman la atención los tres primeros capítulos, que deben tomarse como símbolos, a modo de parábolas, aunque no falten quienes los toman como episodios históricos de la vida del profeta.

Los capítulos 4-8 abarcan una serie de discursos en que el profeta pinta con vivos colores los pecados del pueblo y de sus clases directoras. Los tres que siguen (9-11) insisten, sobre todo, en el castigo que sobre todos vendrá, aunque al fin Dios tendrá piedad de ellos. Por último, los capítulos 12-13 vuelven a insistir sobre los pecados, para acabar con las promesas de salud en el 14.

S U M A R T O P R I M E R A P A R T E : Matrimonios simbólicos del profeta (1-3). S E G U N D A P A R T E : Discursos proféticos (4-14).

P R I M E R A P A R T E I j o s d e prostitución, pues que se prostitu­ye la tierra apartándose de Yavé *

M A T R I M O N I O S SIMBÓLICOS D E L PROFETA | 3 Fue, pues, y tomó por mujer a G o -

(1-3)

L a m u j e r p r o s t i t u t a y s in hi jos , s í m b o l o d e I s r ae l

i ' Palabra de Yavé dirigida a Oseas, * hijo de Berí, en tiempos de Ozias,

Jotam, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá, y en tiempos de Jeroboam, hijo de Joaz

mer, hija de Diblairn, que concibió y le parió un hijo; 4 y le dijo Yavé: Ponle por nombre Jezreel, porque de aquí a poco visitaré yo las matanzas de Jezreel sobre la casa de Jehú y pondré fin al reino de la casa de Israel. 5 Aquel día romperé yo el arco de Israel en el valle de Jezreel.

rey de Israel. * 2 Comienzo del hablar de 6 Concibió ella de nuevo y parió una Yavé en Oseas. Dijo Yavé a Oseas: Ve, hija; y Yavé dijo a Oseas: Dale el nom-toma por mujer una prostituta y ten hi- | bre de Lo-Rujama (No más misericordia),

1 • S J1.omDres d e Ajaz y Ezequías han debido de ser añadidos posteriormente por algún co­pista. No es probable que Oseas haya alcanzado estos reinados, que sufrieron plenamente las

invasiones asmas, cuando el profeta las contempla aún lejanas. » i ; s frecuente en la Escritura la imagen del matrimonio para expresar las relaciones de Yavé

afí !r A q u í se ^ ' c e a ' Profeta que se case con una mujer pública, que proseguirá en su mala vida. añadiendo que los hijos en ella engendrados serán tenidos por lo que merecen, atendiendo a la ma-

947 OSEAS 1-3

porque ya no me compadeceré de la casa de Israel, no la perdonaré jamás. 7 Pero tendré misericordia de la casa de Judá y los salvaré por Yavé, Dios ; no los salvaré con arco, ni con espada, ni con guerra, ni con caballos y jinetes. 8 Luego de destetar a Lo-Rujama volvió a concebir y parió un hijo; 9 y dijo Yavé: Llámale Lo-Ammi (No más mi pueblo), porque vosotros no sois ya mi pueblo y yo no soy ya vuestro Dios.

10 (2 i) Será la muchedumbre de los hi­jos de Israel como las arenas del mar, que son sin medida y sin número; y en el lugar mismo en que se les dijo: Vos­otros no sois mi pueblo, se dirá de ellos: Los hijos del Dios vivo. 11 (2) Los hijos de Judá y los hijos de Israel se juntarán en uno y se darán un jefe único y se des­bordarán de la tierra, pues será grande el día de Jezreel.

21 (3) Decid, pues, a vuestro herma­no Ammi (Mi pueblo) y a vuestra

hermana Rujama (Misericordia):2 (4) Pro­testad de vuestra madre, protestad, por­que ni ella es mi mujer ni yo soy su ma­rido. Que aleje de su rostro sus fornica­ciones, y de entre sus pechos sus prosti­tuciones ; 3 (5) no sea que yo la despoje y, desnu ja, la ponga como el día en que nació y la convierta en desierto, en tierra árida, y la haga morir de sed. * (s) Y no tendré piedad de sus hijos, porque son hijos de prostitución. 5 (7) Su madre se prostituyó, la que les concibió se deshon­ró , y dijo: Me iré tras de mis amantes, que ellos me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida.

6 (8) Por eso voy yo a cercar su camino con zarzas y a alzar un muro para que no pueda hallar ya sus sendas. 7 (9) Irá en seguimiento de sus amantes, pero no los alcanzará; los buscará, mas no los hallará, y se dirá: Voy a volverme con mi primer marido, pues mejor me iba entonces que me va ahora. 8 (10) N o ha querido reconocer que era yo quien le daba el trigo, el mosto y el aceite; y la plata que yo pródigamente le daba, igual que el oro, se lo consagraba a Baal.

9 ( n ) Por eso voy a recobrar mi trigo a su tiempo y mi mosto a su sazón, y

me tomaré mi lana y mi lino, que habían de cubrir su desnudez, l(l ( ,2) y voy a descubrir sus vergüenzas a los ojos de sus amantes. Nadie la librará de mi mano. 11 ( l3) Haré cesar todas sus alegrías, sus fiestas, sus novilunios, sus sábados y to­das sus solemnidades. 12 (14) Talaré sus viñas y sus higuerales, de los que decía: Es el salario que mis amantes me dan. La reduciré a un matorral y la devora­rán las bestias del campo. 13 (15) La cas­tigaré por los días en que incensaba a los baales y, adornándose con sus anillos y sus collares, se iba con sus amantes y me olvidaba a mí, dice Yavé.

P r o m e s a s d e r e d e n c i ó n

14 (16) Así la atraeré y la llevaré al de­sierto y la hablaré al corazón;* 1 5 ( 1 7 )y fuera ya de allí, yo le daré sus villas y el valle de Acor como puerta de esperanza; y allí cantará como cantaba en los días de su juventud, como en los días en que subió de la tierra de Egipto. 16 (I8) En­tonces, dice Yavé, me llamará «mi ma­rido», no me llamará baalí. 17 (19) Quita­ré de su boca los nombres de los baales, Í>ara que no vuelva nunca a mencionar­os por sus nombres. 18 (20) En aquel día

haré en favor de ellos concierto con las bestias del campo, con las aves del cielo y con los reptiles de la tierra, y quebraré en la tierra arco, espada y guerra, y haré que reposen seguros. 19 (2 ' ) Seré tu esposo para siempre, y te desposaré conmigo en justicia, en juicio, en misericordias y pie" dades, 2 0 (22) y yo seré tu esposo en fide« lidad, y tú reconocerás a Yavé.

21 (23) En aquel día yo seré propicio, dice Yavé; seré propicio a los cielos, los cielos serán propicios a la tierra, 2 2 (24) la tierra propicia al trigo, al mosto y al aceite, y éstos propicios a Jezreel. 23 (25) Yo sembraré en la tierra para mí, y me compadeceré de Lo-Rujama, 24 y diré a Lo-Ammi: «Tú eres mi pueblo», y él me responderá: «Tú, mi Dios».

3 i Díjome Yavé: Ve otra vez y ama a una mujer amante de otro y adúl­

tera; ámala como ama Yavé a lo? hijos de Israel, a pesar de que se van tras otros dioses y se deleitan con las tortas de pa­

dre. La mujer representa aquí la nación infiel a Dios por sus idolatrías, y los hijos son los israelitas, que Dios no quiere mirar por suyos, porque son hijos del adulterio.

Lo contrario ocurre después, cuando la nación se vuelve a Dios por la penitencia y Dios U recibe como esposa. Todos entonces son legitimados.

Para inteligencia de este vaticinio, que abarca los tres capítulos primeros, es indispensable alguna trasposicicu tn el texto, que a todas luces está incorrecto. El orden en que se debe leer es: 1,1-6; 8-9; 2,2-26; 1,7.10-11; 2,1. La numeración entre () es la del hebreo, que en estos capítulos es dis­tinta de la Vulgata.

21 4 La primera parte del vaticinio amenaza con el castigo, que llevará la privación de todos los bienes que Israel recibía de Dios y él consagraba a los ídolos; la segunda, la reconciliación y la

devolución de aquellos bienes en mayor abundancia, y luego la unión de los reinos bajo un jefe único, que será un descendiente de David, según 3,5.

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OSEAS 3-5 948 sas. * 2 111 compré por quince sielos de I nicación, vino y mosto quitan el juicio/ plulu, un iómer de cebada y un letec de 12 Mi pueblo pregunta al leño, y el leño >,,-,,„ 3n¡iVi«- n . . A„ „«, . .» ...... J . I ie responde, porque el espíritu de forni-vino. 3Dijele: Has de estarte reservada para mí mucho tiempo; no te prostitu­yas, no te entregues a hombre alguno, también yo me reservaré para ti; 4 porque mucho tiempo han de estar los hijos de Israel sin rey, sin jefes, sin sacrificio y sin cipos, sin efod y sin terafim. 5 Luego volverán los hijos de Israel y buscarán a Yavé, su Dios, y a David, su rey, y se apresurarán a venir temerosos a Yavé y a sus bienes al fin de los días.

SEGUNDA PARTE

DISCURSOS PROFÉTICOS |

(4-14)

Reproches por los pecados

41 Oíd la palabra de Yavé, hijos de Israel, que va a querellarse Yavé con­

tra los habitantes de la tierra, porque no hay en la tierra verdad, ni misericor­dia, ni conocimiento de Dios. * 2 Perju-, ., , , . , „ , , _ . , ran, mienten, matan, roban, adulteran, lCI0.n: a la gloria de Yavé han preferido oprimen, y las sangres se suceden a las l a ignominia. » Arrebatarale el viento en sangres. 3 Por eso está en luto la tierra s u s a l a s y s e avergonzarán de sus altares. y desfallecen cuantos en ella moran, aun ,-, _._ , , J „ * „ „ ., i„„ „„'„„:„„„ las bestias salvajes y las aves del cielo, y C o n t r a I o s sacerdotes y los principes hasta los peces del mar perecen. 4Pero C 1 ¡Oíd! esto, sacerdotes! ¡Escucha, ca-nadie protesta, nadie reprende. «* sa de Israel! ¡Atiende, casa del rey!

También contra vosotros me querello, Que es contra vosotros la querella, pues ¡oh sacerdotes! * 5 Tropezarás en pleno habéis venido a ser lazo para el atalaya, día, y contigo tropezará también el pro- red tendida en el Tabor. 2 Los persegui-feta, y la noche será semejanza de tu dores llevaron la perversidad hasta el día. 6 Perece mi pueblo por falta de co-1 extremo, pero yo seré varapara todos

cación le ha descarriado y fornicaron, alejándose de su Dios. 13 Ofrecen sacri­ficios en las cimas de los montes, y en los collados queman sus ofrendas bajo las encinas, bajo los álamos, bajo los terebintos, de grata sombra. Por eso for­nicarán vuestras hijas y adulterarán vues­tras nueras, 14 y no castigaré las fornica­ciones de vuestras hijas ni los adulterios de vuestras nueras, porque ellos mismos se van aparte con rameras y sacrifican con prostitutas, y el pueblo, por no en­tender, perecerá.

15 Si tú, Israel, te prostituyes, que al menos no lo haga Judá. No vayáis a Guil-gal, no subáis a Betaven ni juréis por la vida de Yavé. * 16 Porque como vaca cerril, es cerril Israel; por eso en adelante le apacentará Yavé como a oveja en lugar amplio. 17 Efraím está atado a los ídolos, déjale. 18 Se les ha subido el vino a la cabeza, se han dado a la fornica-

nocimiento; por haber rechazado tú el conocimiento, te rechazaré yo a ti del sacerdocio a mi servicio; por haber ol­vidado tú las enseñanzas de tu Dios, yo me olvidaré de tus hijos. 7 Cuantos son ellos, tantos fueron sus pecados contra mí. Trocaron mi gloria por la ignominia. 8 Se alimentan de los pecados de mi pue­blo y codician sus iniquidades.

' Y lo que del pueblo será, eso será también del sacerdote. Yo los visitaré según sus caminos y les retribuiré según sus obras. i° Comerán y no se saciarán, fornicarán y no se multiplicarán, porque

ellos. 3 Yo conozco bien a Efraím, e Is­rael no me es desconocido. Si, Efraím, te has prostituido; se ha contaminado Israel.

4 No dirigen sus obras a la conversión hacia su Dios; se ha adueñado de ellos el espíritu de fornicación, desconocen a Yavé. 5 La arrogancia le sale a Israel a la cara, pero tropezarán Israel y Efraím en su iniquidad, y con ellos tropezará también Judá. 6 Con sus ovejas y sus bueyes irán en busca de Yavé, pero no le hallarán, porque Yavé se ha retirado de ellos. 7 Han hecho traición a Yavé

se obstinaron en alejarse de Yavé. *íi Fór-I engendrando hijos extraños, y un ex-

O 1 Un segundo oráculo, complemento del primero, y en el que aparece más claro que no se ** trata de acciones reales simbólicas impuestas por Dios a su profeta, sino de parábolas, como las hallamos en Jeremías y Ezequiel. A i Abarca este oráculo los capítulos 4-6, en los que reprende duramente los vicios y pecados del ^ pueblo, primero; de los sacerdotes y los príncipes, después, amenazándoles al fin con el castigo, aunque en términos imprecisos y sin señalar el ministro que ejecutará esta amenaza, que también alcanza a Judá.

4 Los sacerdotes son los depositarios de la Ley, cuyo conocimiento pondera mucho el profeta; pero los sacerdotes la tienen olvidada, y el pueblo vendrá a perecer con ellos.

1 0 La iornicacíón, en labios de los profetas, es a veces la idolatría, a veces el pecado de lujuria. El contexto dirá cuál sea el sentido de cada pasaje.

1 5 Betaven, casa de iniquidad, es Betel, casa de Dios, porque en ella estaba el gran santuario del reino con su becerro de oro.

949 OSEAS 5-8

traño los devorará a ellos y a sus campos. 8 ¡Tocad la bocina en Gueba! ¡Tocad

la trompeta en Rama! ¡Dad a alarma a Betaven! ¡Está aterrado Benjamín! 9 Efraím será campo de devastación el día del castigo; lo que a las tribus de Israel les anuncio es cosa cierta. 10 Los príncipes de Judá se han hecho como los que mudan los linderos, y yo derra­maré sobre ellos mi ira como un torrente. 11 Efraím maltrata y oprime a quien le reprende, porque le exhorta a seguir la regla, i2 Yo seré, pues, la polilla de Efraím y la carcoma de la casa de Judá. "Efraím ve su debilidad y ve Judá su llaga, y Efraím se vuelve a Asur y Judá manda embajadores al rey grande, pero no podrá él curaros ni sanar vuestra llaga, 14 porque yo seré como león para Efraím y como cachorro de león para la casa de Judá. Yo, yo cogeré la presa y me iré, yo la arrebataré y nadie me la arrancará. 15 Me iré, mas volveré a mi lugar hasta que hayan expiado su peca­do y busquen mi rostro. En su angustia ya me buscarán.

Falsa conversión

6 1 Venid y volvamos a Yavé; El des­garró, El nos curará; El hirió, El nos

vendará. 2 El nos dará vida a los dos días, y al tercero nos levantará y viviremos ante El. 3 Conoceremos, nos esforzare­mos por conocer a Yavé. Como aurora está aparejada su aparición, vendrá como la lluvia, como lluvia temprana que riega la tierra. 4 ¿Qué voy a hacerte a ti, Efraím? ¿Qué voy a hacerte a ti, Judá? Vuestra piedad es como nube de mañana, como rocío matutino, pasajero. 5 Por eso yo los he tajado por medio de los profetas y los maté por las palabras de mi boca, y mis juicios fueron luz de aurora, 6 pues prefiero la misericordia al sacrificio, y el conocimiento de Dios al holocausto.

7 Pero ellos en su hipocresía violaron la alianza establecida, rebelándose con­tra mí. 8 Galad, ciudad de malhechores, de sangrientas huellas. 9 Tú, cuya fuerza son los bandidos, ¿si asesinaras a esa banda de sacerdotes a lo largo del ca­mino de Siquem, que son una banda de criminales? i° Espantoso es lo que he vis­to en Betel. Allí adultera Efraím, allí se contamina Israel, n Pero en ti, ¡oh Ju­dá!, injertaré yo una rama cuando res­taure a mi pueblo, cuando sane a Israel.

La iniquidad de los reyes y los grandes

7 1 Se han revelado la iniquidad de Efraím y la perversidad de Samaría;

obran fraudulentamente. Entra dentro el ladrón y fuera hace sus correrías el ban­dido, * 2 sin que allí nadie deje nada. Yo tengo presente su malicia, sus obras los rodean y están patentes ante mí. 3 Regocijaban al rey con sus malicias, y con sus mentiras a los príncipes, 4 mien­tras que todos respiraban furor como horno a punto de abrasar la hornada. Cesa el hornero de enrojar mientras se amasa y fermenta lo amasado. 5 Ya el día mismo de «nuestro rey» comienzan a en­cenderse los principes con el vino mezcla­do que beben en compañía de bandidos, 6 prestos en su emboscada como en horno. Su furor ha descansado durante la no­che, pero a la mañana se encendió como ardiente fuego. 7 Todos se encendieron como horno y devoraron a sus gober­nantes. Todos sus reyes sucumbieron, pero nadie de entre ellos recurrió a mí.

8 Efraím se aceita de las gentes; es como torta a que no se dio vuelta. * Los extra­ños devoran su substancia, sin que él se dé cuenta; ya tiene canas, sin que él lo haya advertido; i° a Israel le sale a la cara su arrogancia; no se vuelven a Yavé, su Dios, a pesar de todo esto, n Efraím es como paloma tonta, sin juicio; acuden al Egipto, llaman a la Asiría, * i2 pero cuan­do van, yo les tiendo mi red y caen en ella como aves del cielo. Yo los castigaré con­forme a lo decretado contra sus maldades.

13 ¡Ay de ellos por haberse apartado de mí! Ruina sobre ellos por haberse re­belado contra mí. Yo los salvaba y ellos me mentían. i 4 No me invocan de cora­zón. Gritan, sí, sobre sus almohadillas, pero es por el trigo y por el mosto, y por ellos se hacen incisiones. Son rebeldes contra mí. 15 Mientras yo los ceñía y los fortalecía, ellos maquinaban maldades contra mi. 16 Se vuelven hacia los que de nada sirven, se han convertido en arco engañoso. Los príncipes perecerán a la espada por sus insolentes bravatas.

El castigo

8 1 Emboca la trompeta. Como buitre se abate contra la heredad de Yavé

por haber quebrantado mi alianza y ha­ber prevaricado contra mi Ley. * 2 Claman

J ' Este nuevo discurso (7-9) pertenece al reino de Meneham (744-738) y describe el espíritu ' de anarquía e insubordinación que cundió en Samaría después de la muerte de Jeroboam II.

Desde entonces la sublevación y el regicidio fueron los escalones para subir al trono. 1 1 Las diversas facciones buscan apoyo en el extranjero, unos en la Asiría, que asomaba ya por

las fronteras de Siria, y otros en Egipto, el tradicional enemigo de los imperios mesopotámicos.

81 Esta trompeta es la que llama al enemigo, ministro de la justicia vengadora de Yavé. El verso 13 nos lo señala; es la Asiría, adonde Israel irá a sufrir una esclavitud como la antigua de Egipto.

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OSEAS 8-10 950

a mi : «¡Dios mío!» Pero te conozco, Is­rael, i Israel ha rechazado el bien, y el ene-.nigo le perseguirá. 4 Se dieron reyes, pero no elegidos por mí ; constituyeron prín­cipes, pero desconocidos para mí; de su oro y su plata se hicieron ídolos, mas para su perdición. 5 Yo rechazo tus becerros, ¡Samaría. Mi furor se ha encendido con­tra ellos, son incapaces de purificarse. 6 Porque de Israel son; son obra de ar­tífice, no son de Dios, y serán llevados cautivos el día de la cólera de Yavé los becerros de Samaría.

7 Siembran vientos y recogerán tempes­tades, sin espiga de trigo que pueda dar har ina; y si algunas se dieren, las devo­rará el extranjero. 8 Devorado será Israel; es ya entre las naciones como cosa que no cuenta ' por haberse entregado a Asur ellos mismos. El asno salvaje busca estar solo, pero a Efraím le ha perdido el amor. 10 Aunque están destinados a la disper­sión entre las gentes, por ahora los dejo reunidos, para que sufran algún tiempo la carga del rey y de los príncipes.

11 Efraím ha multiplicado sus altares para pecar, sólo para pecar le han servi­do. !2 Escribí para él las palabras de mi Ley, pero las tienen por palabras de un extraño. 13 Inmolan y ofrecen víctimas y comen sus carnes, pero Yavé no se agrada de ellas. Ahora se acordarán de sus ini­quidades y castigaré sus pecados. Volve­rán a la servidumbre de Egipto y comerán inmundicias en Asiría. 14 Israel se olvidó de su Hacedor y construyó palacios; Judá multiplicó sus ciudades fuertes, pero yo daré sus ciudades al fuego, que devorará sus palacios.

9 1 N o te goces, Israel, no te regocijes como las gentes, porque has fornica­

do lejos de tu Dios. Fuiste en busca del salario por toda era de trigo. * 2 Pero la era y el lagar los desconocerán y el vino los negará. 3 N o quedarán en la tierra de Yavé; Efraím volverá a Egipto, y en Asi­ría comerán manjares inmundos . 4 N o ha­rán a Yavé libaciones de vino ni le pre­sentarán sus víctimas; su pan será pan de duelo entre las gentes; cuantos lo co­man se contaminarán, no será para ellos su pan, no entrará en la casa de Yavé. 5 ¿Qué haréis el día de fiesta, el día de la solemnidad de Yavé? 6 Porque habrán de abandonar la tierra devastada y el Egipto los reunirá. Menfis será el lugar de la cita. Sus preciosidades de plata las con­quistarán las ortigas, el cardo invadirá sus moradas.

7 Viene el día del castigo. Clama Is­rael: «Es un insensato el profeta, presa del delirio el hombre del Espíritu». A la enormidad de tus iniquidades se añade la enormidad de la persecución. * 8 El pro­feta, centinela de Efraím, en unión con su Dios, halla en todos sus caminos el lazo del cazador, y la persecución en la casa de su Dios. ' Llevaron al extremo su per­versidad, como en los días de Gueba. El se acordará de su iniquidad y castigará sus pecados. 10 Como uvas en el desierto hallé yo a Israel, como brevas en la higue­ra vi a vuestros padres, y llegados a Baal-Fogor, se dieron a la infamia y se hicieron abominables como lo que amaron.

11 Se volará como pájaro la gloria de Efraím y no habrá ya ni parto, ni mater­nidad, ni embarazo. 12 Si crían hijos, los despojaré de ellos, sin dejar a nadie, y ¡ay de ellos también cuando yo me aleje! 13 Como cría la cierva sus pequeñuelos para ser cazados, así criará Efraím sus hijos para la matanza . 1 4 Dales, ¡oh Yavé: ¿Qué les has de dar? Dales entrañas esté­riles y pechos enjutos. ls Toda su perver­sidad se ve en Guilgal, allí los aborrecí. Por la perversidad de sus obras los arro­jaré de mi casa, no los amaré ya. Todos sus príncipes son rebeldes. 16 Efraím está herido, su raíz está seca, no dará frutos, y si los diere, yo daré a la muerte los te­soros de su seno. I 7 Los ha rechazado mi Dios por no haber escuchado, e irán errantes entre las gentes.

I n m i n e n c i a d e l cas t igo . D e s t r u c c i ó n d e los a l t a r e s y d e v a s t a c i ó n de l r e i n o •l A i Israel era una viña frondosa que + " da abundante fruto; pero a medi­da de la abundancia de su tierra, hizo abun­dar sus altares, y a medida de la riqueza de su tierra, hizo rico» sus cipos. 2 Su corazón es mendaz, y ahora pagarán ?us culpas; El quebrantará sus altares y de­molerá sus cipos. 3 Que si dicen: «¿No tenemos un rey?» Sí, pero sí no tenemos a Yavé, ¿qué puede hacer por nosotros el rey? 4 Pronunciar vanas palabras, ju­rar en falso, contraer alianzas; pero el castigo florecerá como ajenjo en los sur­cos del campo.

5 Las gentes de Samaría están llenas de temor por el becerro de Betaven; su pue­blo está en duelo, la t ropa de sus sacerdo­tes se lamenta por él, por haber emigrado sus riquezas lejos de él. 6 También él mis­mo será llevado a Asiría como presente para el rey grande: Efraím cosechará la vergüenza de Israel, sólo confusión sacará

9 1 Otra vez el profeta anuncia la deportación, pues «no quedarán en la tierra de Yavé». Acaso no pretenda el proíeta precisar si será a Egipto o a Asiría.

7 Estas palabras puestas en boca de I=rael son la respuesta burlesca del pueblo a las amena­zas del profeta.

951 OSEAS 10-12

de sus consejos. 7 Se acabó Samaría. Su rey es como espuma sobre la superficie de las aguas. 8 Destruidos serán los altos de la impiedad, el pecado de Israel. Las zar­zas y las malas hierbas treparán a sus al­tares. Dirán a los montes : «Cubridnos», y a los collados: «Caed sobre nosotros».

9 Has pecado, ¡oh Israel!, desde los días de Gueba. Allí tomaron posiciones. ¿No les va a alcanzar la guerra en Gueba a los hijos de la iniquidad? 10 Yo iré a casti­garlos, los pueblos se reunirán contra ellos por un común compromiso a causa de su doble crimen, u Efraím es una novilla bien tratada, hecha a pisar la era; pero yo domaré con el yugo el vigor de su cerviz; yo ungiré a Efraím; Israel tirará del a rado, Jacob tendrá que rastrillar.

1 2 Sembrad en justicia, cosechad en mi­sericordia, roturad el barbecho del cono­cimiento para buscar a Yavé mientras viene El a enseñaros la justicia. 13 Habéis sembrado perversidad, y habéis cosechado iniquidad y habéis comido fruto de men­tira. Porque confiaste en tus carros y en la muchedumbre de tus guerreros, 14 se dará la alarma en todas tus ciudades y todas tus fortalezas serán destruidas. Co­m o destruyó Salmán a Bet-Arbel en el día del combate, siendo en ella aplastados la madre y los hijos, * 15 así será de ti, casa de Israel, por la enormidad de vuestras maldades. Muy de mañana se verá con­sumada la ruina del rey de Israel.

A m o r d e D i o s p o r I s r ae l e i n g r a t i t u d d e l p u e b l o . D e s p u é s d e ca s t i gado ,

D i o s se a p i a d a r á d e él

U l Cuando Israel era niño, yo le amé; yo desde Egipto vengo lla­

mando a mi hijo. * 2 Pero cuanto más los llamas, más se apartan. Ofrecen sacrifi­cios a los baales y ofrendas humeantes a los ídolos . 3 Y o enseñé a andar a Efraím, le llevé en brazos, pero no reconoció mis desvelos por curarle. 4 Los até con atadu­ras humanas, con ataduras de amor ; fui para él como quien alza una criatura has­ta tocar a sus mejillas y me bajaba hasta él para darle de comer. 5 Pero se volverá al Egipto, y Asiría será su rey, porque rehusó convertirse. 6 Caerá sobre sus ciu­dades la espada, que exterminará a sus hijos y se nutrirán de sus consejos. 7 Los de mi pueblo serán colgados junto a sus

ciudades, a los ojos de los que suban a ellas, y no habrá quien los descuelgue.

8 ¡A lo que voy a reducirte, Efraím! ¡Voy a entregarte, Israel! ¿A qué te redu­ciré? ¿A lo de Adama? ¿Cómo te pondré? ¿Como a Seboim? Mi corazón se revuel­ve dentro de mí, se conmueve en mis en­trañas. 9 N o desencadenaré todo el furor de mi ira, no destruiré del todo a Efraím, porque yo soy Dios, no soy un hombre; soy Santo en medio de ti y no me complaz­co en destruir. 1° Irán en pos de Yavé, que rugirá como león, porque rugirá El, y sus hijos acudirán presurosos del occi­dente, ' i y acudirán del Egipto como pá­jaro y de Asiría como paloma, y los e s tab lece ré en sus casas , dice Y a v é . 12 (12 i) Efraím me envuelve en la men­tira, y la casa de Israel en el fraude, Judá es un testigo infiel a Dios y fiel a los que le engañan.

1 O ' (2) Efraím se apacienta de viento, * ^ persigue al huracán. Está siempre multiplicando la falsía y la frivolidad; ha­ce alianza con la Asiría y lleva su aceite a Egipto. • 2 (3) Yavé se querellará contra Efraím, tratará a Jacob según lo que me­rece y se vengará de él según sus obras.

3 (4) En el seno suplantó a su hermano y en su edad madura luchó con Dios. 4 (5) Luchó con el ángel y le venció, lloró e imploró misericordia. En Betel le halló, allí los habló. 5 (<>) Yavé Sebaot. Ya­vé es su nombre. 6 (7) Tú a tu Dios retor­narás. Guarda la misericordia y la justi­cia y pon siempre en Dios tu esperanza.

7 (8) Mercader de peso falso y amigo del fraude. 8 (9) Efraím dice: Pero me he enriquecido, he llegado a la opulencia. Mas todas tus ganancias no bastarán para p a g a r las cu lpas q u e h a s c o m e t i d o , 9 (i°) Yo soy Yavé, tu Dios, desde la tierra de Egipto; yo te traeré todavía a habitar en tus tiendas como en los días de fiesta. 10 (ii) Yo hablé por los profetas, yo multi­pliqué la visión, y por los profetas anuncié su ruina y la de los vanos ídolos, n O2) Va­nidad se han hecho ellos. Sacrifican sus bueyes en Guigal; majanos de piedra S3-rán sus altares sobre los surcos del campo.

l2 (13) Jacob huyó a la tierra de A r a m ; Israel sirvió por una mujer, y por una mu­jer apacentó ganados. 13 (14) Yavé sacó a Israel de Egipto por mano de un profeta, y

1 0 , 4 Se supone como más probable que este Salmán es un rey de Moab, y Bet-Arbel una ciudad ' " de la Transjordania, en la región de Pella.

1 -t 1 Este capítulo viene a ser el final de todas las amenazas de este discurso. Israel es el niño ' mimado de Dios; en otro tiempo lo sacó de Egipto; desde entonces le viene llamando para

atraerle a sí (cf. Mt 2,15), y ahora siente en lo más hondo del corazón su depravada conducta, que le acarreará graves castigos.

1 0 ! Los tres últimos capítulos van dirigidos contra Efraím, a quien echa en cara su ingratitud ^ a los antiguos beneficios y muestras de amor que Dios le dio, por lo cual será castigado.

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JOEl 952

por un profeta fue guardado.14 (15) Efraím ha provocado la ira. El le imputará sus sangrientas crueldades. Su Señor echará sobre él los ultrajes que le ha hecho.

Condenación definitiva l Es Efraím como Datan, que, sien-13 do principe en Israel, se hizo culpa­

ble contra su Señor, y murió. 2 Ahora pecan más; de su plata se hacen obras fundidas, ídolos de su invención, obra de las manos del artífice. Llaman dioses a eso y les ofrecen sacrificios. ¡El hombre dando besos a becerros! 3 Por eso serán como nube que se levanta al nacer del día, como pasajero rocío matinal, como paja arrebatada por el viento huracanado, hu­mo de chimenea.

4 Pero yo soy Yavé, tu Dios, desde la tierra de Egipto, y no has de reconocer a dios alguno sino a mi; fuera de mí no hay salvador. 5 Yo fui tu pastor en el desierto, en la tierra abrasada. 6 Se hartaron en sus pastos, y hartos, se ensoberbecieron, y por eso me olvidaron. 1 Yo seré para ellos como león; como pantera agazapada en el camino acecharé. 8 Me echaré sobre ellos como osa a quien le arrebatan las crías, despedazaré como león sus cora­zones, los devoraré como león, como fieta los haré pedazos.

9 Te traigo la ruina, ¡oh Israel!, y ¿quién podrá socorrerte? I 0 ¿Dónde está tu rey para salvarte en tus ciudades? ¿Dónde tus jueces, de quienes dijiste: Dame rey y da­nos príncipes? " Te di rey en mi furor, y en mi ira te lo quito.12 La iniquidad de Efraím está hacinada, su pecado está re­servado. 13 Vendrán sobre él dolores de parto, pero será el parto de hijo necio, que no sabrá ponerse al tiempo oportuno a la abertura del seno. 14 ¿Los libraré del

muerte? ¿Dónde están, ¡oh muerte!, tug plagas? ¿Dónde está, ¡oh sepulcro!, tu azote? No veo a mis ojos arrepentimien, to. l s Crezca mucho en sus juncales, que el soplo de Yavé soplará del desierto y secará su fuente y sus manantiales, y todo, cuanto tiene de precioso será saqueado.

1 J l Viene sobre Samaría el castigo * * porque se rebeló contra su Dios) Caerán a la espada sus hijos, serán estr&! Hados, será abierto el vientre de sus en­cintas.

Promesa de salvación 2 Vuelve, Israel, vuelve a Yavé, tu Dios,

porque caes por tus iniquidades. 3 Buscad la palabra y volved a Yavé, diciendo: Per. dona toda iniquidad y acepta lo bueno. Que podamos pagar con el rendimiento de nuestros rediles. 4 No nos salvará Asi. ría, no montaremos a caballo; nunca más llamaremos dioses nuestros a las obras de nuestras manos. ¡Oh tú, que tienes piedad del huérfano! *

5 Yo curaré su rebeldía y los amaré de corazón, pues se habrá apartado de ellos mi cólera. * 6 Yo seré como rocío para Israel, que florecerá como lirio y extende. rá sus raíces como álamo. 7 Crecerán sus ramas, y será su copa como la del olivo, y su aroma como el del incienso. 8 Volve­rán a habitar a su sombra, creciendo co­mo el trigo, pujando como la vid, y su fama será como la del vino del Líbano. 9 ¿Qué tendrá que ver ya Efraím con los ídolos? Yo, que le afligí, le haré dichoso. Por mí, que soy como ciprés siempre ver-de, recogerá él sus frutos.10 ¿Quién es sa­bio para entender estas cosas, prudente para conocerlas? Pues son del todo rec­tos los caminos de Yavé; por ellos van

poder del sepulcro? ¿Los rescataré de la | los justos, pero los malvados perecerán. *

1 A * 0 * m vez aparecen 'as tendencias de las facciones hacia Asina y Egipto. ' ™ 5 Sobre la justicia de Dios predomina la misericordia, que perdona los pecados, devuelve

la gracia y colma de bendiciones. ' ° Este versículo resume toda la doctrina de los profetas. Los caminos de Dios son rectos, y

quien por ellos camina va bien encaminado; pero quien de ellos se aparta, perecerá.

O E

Nada nos dice la Escritura de Joel, hijo de Petuel, del cual sólo sabemos lo que se halla en sus oráculos. La sentencia más probable es que vivió en Judá después de la vuelta de la cautividad. Su vaticinio es escatológico. Empieza por describimos una asoladora invasión de langosta que había devastado todo el territorio hasta hacer que faltase la oblación en el templo (1,9-13; 2,14). Tales invasiones no son raras en Palestina, sobre todo en Judea. En la orilla oriental del mar Muerto se incuba de continuo ¡a langosta, y si las circunstancias le son favorables, se multiplica, y salvando

958 JOEL 1-2

el mar invade la Judea. Los estragos de la invasión sirven de base al profeta para des­cribir los del «día del Señor», que vendrá sobre Israel y sobre todas las naciones, día de justicia y día también de misericordia mesidnica por la efusión del Espíritu divino en Israel (Act 2,17 ss.).

S T T M A R T O PRIMERA PARTE -.Exhortación a la penitencia (1,1-2,17). ^ " ^ SEGUNDA PARTE: Frutos de la penitencia (2,18-3,21).

P R I M E R A P A R T E

EXHORTACIÓN A LA PENITENCIA

(1,1-2,17)

La terrible plaga de langosta devasta la tierra

1 1 Palabra de Yavé llegada a Joel, hi­jo de Petuel.

2 Oíd esto, viejos; escuchad, habitantes todos de esta tierra, a ver si sucedió en vuestros días o en los días de vuestros pa­dres cosa semejante. * 3 Contádselo a vues­tros hijos, y que se lo cuenten éstos a sus hijos, y sus hijos a la generación venide­ra. 4 Lo que dejó el garam lo devoró el arbé, lo que dejó el arbé lo devoró el je­tee, lo que dejó eijelec lo devoró eljañl. *

5 Despertaos, borrachos, y llorad; ge­mid, bebedores de vino, que os han quita-

Hebreos vestidos de saco

do el vino de la boca. 6 Ha invadido mi tierra un pueblo fuerte, innumerable. Sus dientes son dientes de león; sus mandíbu­las, mandíbulas de leona. 7 Ha devasta­do mi viña, ha roto mis higueras, las des­cortezó, las derribó, dejándolas del todo

blancas. 8 Laméntate como doncella que viste saco por el prometido de su juven­tud. ' Ha cesado la ofrenda y la libación en la casa de Yavé. Los sacerdotes, minis­tros de Yavé, están en duelo.10 Los cam­pos, devastados; la tierra, en luto, porque el trigo está seco, destruido el vino, per­dido el aceite.

11 Confundios, labradores; gritad, viña­dores, por el trigo y la cebada; no hay co­secha. 12 La viña está en confusión; la hi­guera, enferma; el granado, la palmera, el manzano y todos los árboles del cam­po, secos. La alegría ha huido avergon­zada de entre los hombres.13 Ceñios y la­mentaos, sacerdotes; llorad, ministros del altar. Venid, pasad la noche cubiertos de saco, ministros de mi Dios, Porque las ofrendas y libaciones han desaparecido de la casa de vuestro Dios. 14 Promulgad ayuno, pregonad asamblea santa, congre­gad a los ancianos y a todo el pueblo de la tierra en la casa de Yavé, vuestro Dios, y clamad a Yavé. 15 ¡Ay, aquel día, el día de Yavé, se acerca! Vendrá como asola­ción del Todopoderoso.16 ¿No ha desapa­recido de vuestros ojos todo mantenimien­to? ¿No ha huido de la casa de nuestro Dios toda alegría? 17 La simiente se pu­dre debajo de los terrones; los graneros están vacíos; los alfolíes, destruidos, y ya no hay nada de trigo.

18 ¡Cómo mugen las bestias! Los hatos de bueyes andan locos por no tener pas­tos, y perecen los rebaños. 19 ¡Oh Yavé, a ti clamo! Que el fuego ha consumido los prados del llano y las llamas han abrasa­do todos los árboles del campo. 20 Las bestias salvajes se vuelven a ti también ávi­das, porque se han secado las corrientes de aguas y el fuego ha devorado los pra­dos del llano.

Exhortación a la penitencia

21 Tocad la trompeta en Sión, dad en mi monte santo la voz de alarma.

•I 2 La descripción de los estragos de la langosta es tan viva, que no puede haber duda de que se ' trata de un hecho histórico.

4 Son cuatro nombres con que se denominan o cuatro especies de langosta o cuatro diversos estados de ella en su desarrollo. No teniendo en nuestra lengua nombres correspondientes, no ha­cemos más que transcribir los hebreos.

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JOEL 2 954

Tiemblen los habitantes todos de la tie- I sacerdotes, ministros de Yavé, diciendo: rra, que se acerca el día de Yavé. Ya está cerca. * 2 Día de tinieblas y obscuridad; día de nublados y sombras. Se extiende sobre los montes, como la luz del alba, muchedumbre inmensa, fuerte, como des­de los siglos no se vio ni se verá después jamás por generaciones de generaciones. 3 Delante de ellos va el fuego consumien­do y detrás la llama abrasa. Delante de ellos es la tierra un paraíso de Edén, de­trás queda convertida en desolado desier­t o ; ante El no hay escape.

4 Parecen caballos, y como caballos se precipitan. 5 Como ruido de carros que brotaran por las cimas de los montes, co­mo el crepitar de las ardientes llamas que devoran la paja. Son un pueblo fuerte en orden de batalla. 6 Ante ellos la gentes se llenan de zozobra, todos los rostros se demudan. 7 Corren como guerreros, asal­tan los muros como soldados, marchan cada uno por su senda y no confunden los caminos; 8 ni aprieta ninguno a su ve­cino; va cada uno en su pelotón, y aun atravesando por entre las armas no se hie­ren. 9 Asaltan la ciudad, corren por las murallas, escalan las casas y entran por las ventanas como ladrones. 10 Ante ellos tiembla la tierra, se conmueve el cielo, se obscurecen el sol y la luna, y las estrellas extinguen su brillo.

11 Yavé hace resonar su voz ante su ejército. Su campamento es inmenso y fuerte para ejecutar sus órdenes. Grande es el día de Yavé, sobremanera terrible; ¿quién podrá soportarlo? I 2 Por eso, pues, ahora, dice Yavé, convertios a mí de todo corazón, en ayuno, en llanto y en gemido. 13 Rasgad vuestros corazones, no vuestras vestiduras, y convertios a Yavé, vuestro Dios, que es clemente y misericordioso, tardo a la ira, grande en misericordia y se arrepiente de castigar. ' 4 ¿Quién sabe si, mudando de consejo, no se arrepentirá y dejará tras sí bendición para ofrenda y libación a Yavé, vuestro Dios?

15 Tocad la trompeta en Sión, promul­gad ayuno, pregonad asamblea . 1 6 Reunid al pueblo, ordenad congregación, convo­cad a los ancianos, reunid a los niños, aun a los que cuelgan de los pechos. Que deje el esposo su cámara, y su tálamo la esposa

¡Ten piedad de tu pueblo, oh Yavé, y no des al oprobio tu heredad para que se enseñoreen de ella las gentes! ¿Por qué han de poder decir las gentes: Dónde está gu Dios?

SEGUNDA PARTE

FRUTOS DE LA P E N I T E N C I A

(2,18-3,21)

El p e r d ó n

!8 Entonces Yavé, encendido en celo por su tierra, perdonó a su pueblo, * 19 y dijo, respondiéndole: Os mando el trigo, el mosto y el aceite, y os saciaréis; no os haré ya más el oprobio de las gentes. 20 Alejaré de vosotros al norteño y le echaré a tierra desierta y árida, poniendo sus vanguardias hacia el mar oriental, y su retaguardia hacia el mar occidental; y subirá su hedor y exhalará hediondez, pues hace Yavé grandes cosas.

L a prosper idad 21 N o temas, tierra; alégrate y gózate,

porque son muy grandes cosas las que hace Yavé. 2 2 N o temáis, animales del campo, que reverdecerán los pastos del desierto y darán fruto los árboles y la higuera, y la vid los suyos. 23 Alegraos y gózaos también, hijos de Sión, en Yavé, vuestro Dios, que os dará la lluvia a su tiempo y hará descender sobre vosotros la temprana y la tardía de otras veces. 2 4 Y rebosarán de trigo las eras, y de vino y aceite los lagares. 2 5 Y os resti­tuiré lo que comieron el garam, el arbé, el jelec y el /asi!, mi gran ejército, que mandé contra vosotros. 2 6 Comeréis hasta la saciedad y alabaréis el nombre de Yavé, vuestro Dios, que hizo con vosotros ma­ravillas, y jamás será confundido mi pue­blo. 2 7 Sabréis que en medio de Israel estoy yo, y que yo soy Yavé, vuestro Dios, y no hay o t ro ; y jamás será mi pueblo confundido.

L a e fus ión del espíritu d e Y a v é 2 8 (3 ' ) Después de esto derramaré mi

espíritu sobre toda carne, y profetizarán vuestros hijos y vuestras hijas, y vuestros ancianos tendrán sueños, y vuestros mo-

17 Entre el pórtico y el altar lloren los I zos verán visiones. * 2!> (2) Aun sobre vues-

2 ' Para más mover a penitencia insiste el profeta en una viva descripción de los estragos de la langosta, el ejército de Yavé mandado para ejecutar sus juicios.

18 El Señor responde a las súplicas angustiosas de su pueblo. A la desolación general causada por la plaga hará Dios suceder una general abundancia. Con esto responderá Yavé a las voces de las gentes, que dirigían al pueblo esta irónica pregunta: «¿Dónde está vuestro Dios?»

2 8 A los frutos de la tierra, señal evidente de la gracia de Dios hacia su pueblo, Dios añadirá «después de esto» la efusión de su Espíritu sobre toda carne; todos conocerán a Yavé y se salvará todo el que le invoque. Es la promesa que en otros términos hacen Jeremías (31,31-34) y E2equiel (36,26-30) para la época mesiánica y de la plena restauración de Israel. Entre los dos primeros capí­tulos y los dos últimos hay un salto de los tiempos históricos del profeta a los mesiánicos, pues en

955 JOEL 2-3

tros siervos y sierras derramaré mi espíritu en aquellos días; 30 (3) y haré prodigios en el cielo y pondré en la tierra sangre y fuego y columnas de humo. 3l (4) Y se cubrirá de tinieblas el sol, y de sangre la luna, antes que venga el día grande y terrible de Yavé. 3 2 (5) Y todo el que invocare el nombre de Yavé será salvo, porque en el monte de Sión y en Jerusa­lén estará el resto de los salvados, como lo ha dicho Yavé, y lo mismo será de los escapados llamados por Yavé.

E l juic io d e las g e n t e s todas

3 1 (6) Porque, mirad, en esos días cum­pliré yo la restauración de Judá y de

Jerusalén, * 2 y reuniré a todas las gentes, y los llevaré al valle de Josafat, y discu­tiré con ellos la causa de mi pueblo y de mi heredad, Israel, que ellos disper­saron entre las naciones, repartiéndose mi tierra, 3 echando suerte sobre mi pueblo, dando un mozo por una prostituta, y una doncella por vino que se bebían. 4 Y vos­otros también. ¿Qué sois vosotros para mí, Tiro y Sidón, y todos los términos de la Filistea? ¿Es que queréis vengaros de mí? Pues en cuanto vosotros hagáis algo contra mí, yo haré recaer vuestra acción sobre vuestra cabeza. 5 Vosotros, que os llevasteis mi plata y mi oro y metisteis mis tesoros en vuestros palacios; 6 que vendisteis los hijos de Judá y los hijos de Jerusalén a los hijos de los griegos para que los llevasen lejos de su tierra, 7 veréis que yo los alzaré del lugar para donde los vendisteis, y haré recaer vuestra acción sobre vuestra cabeza ; 8 y venderé vuestros hijos y vuestras hijas a los hijos de Judá para que ellos los vendan a los sábeos, nación apartada, dice Yavé.

L a escena 9 Pregonad esto entre las gentes, pro­

clamad la guerra, despertad a los valien­tes; vengan, llegúense todos los hombres de guerra. 10 Forjad espadas de vuestros azadones, lanzas de vuestras hoces; diga el flaco: «Yo soy fuerte», n Juntaos y venid, gentes todas de en derredor, y congregaos. Haz bajar allá, ¡oh Yavé!, a tus guerreros, i2 Que se alcen las gentes y marchen al valle de Josafat, porque allí me sentaré yo a juzgar a todos los pueblos de en derredor. 13 Meted la hoz, que está ya madura la mies. Venid, pisad, que está lleno el lagar y se desbordan las cubas, porque es mucha su maldad.

14 Muchedumbres, muchedumbres en el Valle del Juicio, porque se acerca el día de Yavé en el Valle del Juicio 15 El sol y la luna se obscurecen y las estrellas pierden su brillo.

S e g u r i d a d y prosper idad del p u e b l o d e D i o s

16 Ruge Yavé desde Sión y hace oir su voz desde Jerusalén; los cielos y la tierra se conmueven, pero Yavé será un refugio para su pueblo y una fortaleza para los hijos de Israel. * 1? Sabréis que yo soy Yavé, vuestro Dios, moradores de mi monte santo; santa será Jerusalén y no pasarán por ella los extraños.

i 8 En aquellos días destilarán mosto los montes, leche los collados, y correrán las aguas por todas las torrenteras de Judá, y saldrá de la casa de Yavé una fuente que regará el valle de las Acacias. 19 Será des­truido el Egipto. Edom será un desolado desierto, por el cruel trato dado a los hijos de Judá, derramando en su tierra sangre inocente. 2Ü Judá será por siempre habi­tado, y Jerusalén por generaciones y gene­raciones. 2i Yo vengaré su sangre, no la dejaré impune, y Yavé morará en Sión.

estos días, en los de Pentecostés, se cumplió la promesa del Espíritu Santo, que se prosigue hasta el fin de los tiempos.

31 Muchas veces aparece unida la salud de Israel con el juicio de los pueblos que le han mal­tratado. Es Dios, que, como juez justo, da a cada uno según sus obras, o mejor, da a las naciones

la justicia, y la misericordia a su pueblo. Ni más ni menos es lo que aquí nos da el profeta, el cual contempla a su pueblo disperso entre las naciones, y a los que moran en Judá vejados por los pueblos vecinos.

16 Aquel día saldrá Yavé de Sión a pronunciar sus fallos, que serán fallos de salvación para su pueblo, de riguroso castigo para los pueblos que le maltrataron. Yavé morará en Sión en medio de su pueblo.

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A M O S

reinadTHl68kamente es Amós el primero de los profetas escritores. Profetizó en el ?"<« o u 7 n a s ° darías, rey de Judd, y de feroboam II, rey de Israel, poco donde ¡g „ Seaf- Por su origen era de Judá, natural de Tecua, al sur de Belén, ynciar s,P?ba en el oficio de pastor. De él le sacó el Señor para mandarle a pro-

^ a IuH-JUtcws sobre Israel en el santuario de Betel, juicios que se extienden tam-y la educo -A a los Pueblos pequeños de alrededor. Contrasta grandemente su origen a la de of qUe s" Pr°fesión supone con la elocuencia de sus oráculos, nada inferior er> su n„°.u muchos profetas. Es que la sabiduría, como dice San Agustín, anidaba

Se cl°' y eUa le hacía elocuente, ñones- r~er?a en este libro una unidad bastante cumplida. Se divide en tres sec-hrael fr pr."nera trata del juicio divino contra las naciones vecinas, contra Judd e Palabras» { ' ^a seSunda abarca tres discursos, que empiezan todos: «Oid estas (s,t8~6 i i 'Ij5'17^ seguidos de otros dos, que comienzan con un ¡ay! amenazador

intervenri¿J tercera comprende una serie de visiones en las que se intercala la con una» Amasías, sacerdote del santuario de Betel (7,1-9,10), y que acaban los asiriosT"63'1 de brillante restauración, una vez pasada la desolación que traerán

SUDARIO P R I M E R A . P A R T E : Conminaciones contra las naciones y

l0Sno , contra Israel (1-2).—SEGUNDA P A R T E : Reprensión de Pecados de Israel (3-6).—TERCERA P A R T E : Visiones simbólicas (7-9).

P * I M E R A P A R T E

D I G N A C I O N E S CONTRA LAS NACIONES Y CONTRA ISRAEL

(r-2)

C o n t r a Sir ia ' P a l a b r a s de Amos, de los pastores

i , r a s T ! 1fcua; d e l a visión que tuvo sobre en ?L % °S d í a s d e ° z í a s- rey d e J«dá, y «'? d , a s de Jeroboam, hijo de Joás,

moto * a f l o s a n t e s d e l t e r r e " Dijo: Desde Sión rugirá Yavé v desde

Jerusalen hará oir su voz, y estarán en w e i o los pastizales de los pastores y secaráse la cima del Carmelo. * 3 Así dice Yave: Por tres pecados de Damasco y por cuatro no revocaré yo nada ; por haber trillado a Galad con trillo de hierro ,* 4 yo pondré fuego a la casa de Hazael, que consumirá los palacios de Benadad. *

1

I exterminaré a cuantos habitan Biqueat-Aven y al que tiene el cetro de Bet-

I Edén, y el pueblo de Aram emigrará a Quir, dice Yavé.

C o n t r a la F i l i s tea

* Así habla Yavé: Por tres pecados de Gaza y por cuatro no revocaré yo nada. Por haber deportado muchedumbres en­teras de cautivos para entregárselas a Edom, 7 yo pondré fuego al recinto de Gaza, que devorará sus edificios, 8 y ex­terminaré a cuantos habitan en Azoto y al que tiene el cetro de Ascalón. Volveré mi mano contra Acarón y perecerán las reliquias de los filisteos, dice Yavé.

C o n t r a T i r o 9 Así habla Yavé: Por tres pecados de

Tiro y por cuatro no revocaré yo nada. - r . .-«.„-. , Por haber entregado a Edom muchedum-

5 Yo quebraré las barras de Damasco y I bres enteras de cautivos sin acordarse de

1 • Según la cronología corriente, aunque no cierta, Olas de Judá reinó de 769 a 737, y Jero-1 boam II, de 784 a 744. 2 El profeta nos presenta a Yavé morando en el templo y lanzando desde allí sus fallos contra

todos los pueblos. Como mensajero de un Dios de justicia, Amos denuncia las infracciones de ésta por los pueblos vecinos a Israel, infracciones que les acarrearán graves castigos. A las naciones gentiles las acusa el profeta de pecar contra la ley natural; a Judá e Israel les hablará de otro modo.

3 Sobre este modo de expresarse en contra puede verse Prov 6,16; 30,15.18.21.29. 4 Pero tampoco Judá ni Israel lograrán huir el juicio de Yavé, no obstante su elección y el pacto

divino. A ellos les echa en cara el profeta, igual que Oseas, la ingratitud para con Dios y la trans­gresión de la alianza. Todos serán juzgados en justicia, cada uno según la Ley divina que conoce, sea ésta la natural, impresa en la mente del hombre, sea la revelada a Moisés (cf. Rom 2,12).

957 AMOS 1-8

la alianza fraternal, l° yo pondré fuego al recinto de Tiro, que devorará sus edi­ficios.

C o n t r a E d o m 1 1 Así habla Yavé: Por tres pecados de

Edom y por cuatro no revocaré yo nada. Por haber perseguido a la espada a su hermano, ahogando la piedad, durando siempre su cólera y obstinándose hasta el fin en su rabia, l z yo pondré fuego en T e m a n , q u e d e v o r a r á los edificios de Bosra.

C o n t r a A m m ó n 13 Así habla Yavé: Por tres pecados de

los hijos de Ammón y por cuatro no revocaré yo nada. Por haber abierto en canal a las encintas de Galad para ex­tender su terr i tor io , 1 4 yo encenderé fuego en el recinto de Rabba, que devorará sus edificios entre clamores el día del comba­te, en medio de la tempestad el día de la tormenta. I 5 Y su rey irá al cautiverio, y con él sus príncipes todos juntos, dice Yavé.

C o n t r a M o a b

21 Así habla Yavé: Por tres pecados de M o a b y por cuatro no revocaré

yo nada. Por haber quemado los huesos del rey de Edom hasta calcinarlos, 2 yo pondré fuego en Moab , que devorará los edificios de Queriyot, y M o a b hallará la muerte en medio del estruendo, entre los clamores y entre los sonidos de la trom­peta, 3 y extirparé de él a su juez, y con él haré morir a todos sus príncipes, dice Yavé.

C o n t r a J u d á 4 Así habla Yavé: Por tres pecados de

Judá y por cuatro no revocaré yo nada. Por haber menospreciado la Ley de Yavé y no haber guardado sus mandamientos, descarriándose por las mentiras tras las cuales se fueron sus padres, 5 yo pondré fuego a Judá, que devorará los edificios de Jerusalen.

C o n t r a I s r ae l 6 Así habla Yavé: Por tres pecados de

Israel y por cuatro no revocaré yo nada. Por haber vendido al justo por dinero, y al pobre por un par de sandalias. 7 Aplas­tan a los desvalidos contra el polvo de la tierra en las encrucijadas del camino; rechazan a los pobres y entran hijo y padre a la misma sierva, profanando mi santo nombre. 8 Sobre las ropas tomadas en prenda se echan junto a un altar cual­quiera y beben el vino de los multados en la casa de su Dios.

I * Yo exterminé ante ellos a los amó­rteos, altos como cedros del Líbano y fuertes como encinas; destruí su fruto arriba, y abajo sus raíces. 10 Yo os saqué de la tierra de Egipto y durante cuarenta años os conduje por el desierto para que ocuparais la tierra de los amorreos. n Yo suscité profetas de entre vuestros hijos, y nazareos de entre vuestros mancebos; ¿no es así, hijos de Israel?, dice Yavé. 12 Y vosotros hicisteis beber vino a los naza­reos, y a los profetas les mandasteis, di­ciendo: N o profeticéis. 13 Pues mirad: yo pondré estorbos a vuestros pies, y os tam­balearéis como se tambalea el carro so­brecargado de haces; 1 4 y el ágil será incapaz de huir, y al fuerte no le servirá de nada su fuerza, y el guerrero no se escapará con vida; ls el arquero no resis­tirá, el de ágiles pies no escapará, el jinete no se salvará 16 y el más valiente de los valientes huirá desnudo aquel día, dice Yavé.

SEGUNDA PARTE

R E P R E N S I Ó N DE LOS PECADOS DE ISRAEL

(3-6)

C r í m e n e s d e I s r ae l

31 Oíd lo que de vosotros dice Yavé, hijos de Israel, de todo el pueblo

que yo saqué de la tierra de Egipto. Dice: 2 Sólo a vosotros conocí yo entre los pueblos todos de la tierra; por eso haré en vosotros justicia de todas vues­tras iniquidades. 3 ¿Podrán ir juntos dos sin estar de acuerdo? * ¿Rugirá el león en el bosque no habiendo presa? ¿Dejará oir su rugido el leoncillo en su cubil sin haber despojos? 5 ¿Se echará el ave a tierra en la red si no hubiere cebo? ¿Des­aparecerá de la tierra el cebo sin haberse cazado algo? 6 ¿Tocarán la t rompeta en la ciudad sin que se alarme el pueblo? ¿Habrá en la ciudad calamidad cuyo autor no sea Yavé? 7 Porque no hace nada el Señor, Yavé, sin revelar su designio a sus siervos, los profetas. 8 Rugiendo el león, ¿quién no temerá? Hablando el Señor, ¿quién no profetizará?

9 Echad pregón en los palacios de Azo­to y en los palacios de Egipto, diciendo: Reunios en los montes de Samaría para ver las grandes opresiones que hay en ella y las violencias que allí se cometen. 10 N o saben obrar rectamente, dice Yavé, atesorando en sus palacios rapiñas y des­pojos.

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AMOS 3-5 958

C a s t i g o • ' Por eso el Señor, Yavé, dice así:

Rodeará la tierra por todas partes el enemigo, que te robará tus fuerzas y saqueará tus palacios! 12 Así dice Yavé: Como salva el pastor de las fauces del león un par de pies o la punta de una oreja, así escaparán los hijos de Israel. Vosotros, los que en Ascalón os sentáis en la esquina del diván y en Damasco sobre el tapiz, 13 escuchad y dad testi­monio contra la casa de Jacob, dice el Señor, Yavé Sebaot. 14 Porque el día que haga yo justicia sobre Israel por sus trans­gresiones, 15 derribaré las casas de invierno sobre las casas de verano, y serán des­truidos los palacios marfileños, y desapa­recerán muchas casas, dice Yavé.

L u j o y d e s e n f r e n o d e las m u j e r e s

4 1 Oíd esto, vacas de Basan, que mo­ráis en la montaña de Samaría, opri­

mís a los débiles, maltratáis a los pobres y decís a vuestros señores: Trae que be­bamos. * 2 Ved lo que el Señor, Yavé, jura por su santidad: Vienen sobre vos­otras días en que os levantarán con bi­cheros, y a vuestros descendientes con ar­pones, 3 y saldréis por las brechas, cada una frente a sí, y seréis empujadas hacia el Hermón , dice Yavé. 4 Id a Betel a pre­varicar, a Guilgal a multiplicar vuestras prevaricaciones. Ofreced vuestros sacrifi­cios matinales y cada tercer año vuestros diezmos, 5 pregonad el sacrificio de ala­banza, pregonad los sacrificios volunta­rios; pregonadlos, pues que así lo queréis, hijos de Israel, dice Yavé.

C e g u e r a d e l p u e b l o

6 Pero yo os he hecho estar a diente limpio en vuestras ciudades, os he privado de pan en todos vuestros lugares, y np os habéis vuelto a mí, dice Yavé.

7 También os negué la lluvia desde tres meses antes de la siega; lloví en una ciudad, no lloví en o t ra ; llovió en una parte y en otra no llovió y se secó, 8 Ve­nían dos o tres ciudades a otra para beber el agua, sin poder saciarse, y con todo, no os convertisteis a mí, dice Yavé. 9 Os herí con añublo y con tizón, devasté vuestras huertas y vuestras viñas, la lan­gosta devoró vuestras higueras y vuestros olivos, pero no os convertisteis a mf, dice Yavé . 1 0 Os castigué con plagas a modo de las de Egipto, maté a vuestros mancebos a la espada, di en botín vuestros caballos

y en mi furor abrasé con el fuego vuestros campos, pero no os convertisteis a mí, dice Yavé.

11 Os trastorné como cuando trastorné a Sodoma y Gomorra , fuisteis como tizón sacado del fuego, pero no os convertisteis a mí, dice Yavé. 12 Por tanto, mira lo que voy a hacerte, Israel; mira lo que te haré. Apréstate a comparecer ante tu Dios, Israel, 13 el que formó los montes y creó los vientos y pone al desnudo ante el hombre los pensamientos de éste; el que del alba hace tinieblas y marcha por las alturas de la tierra; Yavé, Dios Sebaot, es su nombre. *

E x h o r t a c i ó n a la c o n v e r s i ó n

5 1 Escuchad esto: Es la lamentación que hago sobre vosotros, casas de

Israel. * 2 Cayó la virgen de Israel, no podrá ya más levantarse. Yace en tierra abandonada, no habrá quien la levante. 3 Porque así dice el Señor, Yavé: La ciu­dad que entre en campaña con mil guerre­ros se quedará con ciento; la que entre con cien se quedará con diez en la casa de Israel. 4 A s í , pues, dice Yavé a la casa de Israel: Buscadnie y viviréis. 5 N o busquéis a Betel, ni vayáis a Guilgal, ni paséis a Berseba, porque Guilgal será llevada al cautiverio y Betel será destruida. 6 Buscad a Yavé y vivid, no abrase a la casa de José con un fuego devorador, sin que tenga Betel quien lo apague.

7 Tornan el juicio en ajenjo y echan por tierra la justicia.

8 El hizo las Pléyades y el Orion. El torna las tinieblas en aurora y del día hace noche obscura; llama a las aguas del mar y las derrama sobre la haz de la tierra. Yavé es su nombre; 9 hace res­plandecer la salud para el desventurado y trae sobre la fortaleza la ruina.

i° En las puertas detestan al censor y aborrecen al que habla rectamente. ' 1 Pues porque pisáis con vuestros pies al pobre y le exigís la carga del trigo, las casas que de piedras talladas os habéis construido no las habitaréis, de las deleitosas viñas que os habéis plantado no beberéis el vino. 12 Porque yo sé lo muchas que son vuestras prevaricaciones y cuan grandes son vuestros pecados, opresores del justo, que hacéis extorsiones y en las puertas hacéis perder al pobre su causa. I 3 Por eso el hombre prudente tiene que callarse ahora, porque es tiempo malo.

1 4 Buscad el bien y no el mal para que

M i Muy digno de notar es el trato que Amos da a ias mujeres de Israel, que no llevaban vida * más regular que sus «señores».

1 3 Al fin de este versículo deben leerse 5,8 s., que, a no dudarlo, están fuera de su propio lugar. C 1 Esta exhortación del profeta es presentada por éste como una lamentación sobre los pecados ** de la virgen de Israel y los castigos que la amenazan. «La virgen de Israel» es el pueblo de Israel, en el lenguaje de los profetas

959 AMOS 5-7

viváis, y así Yavé Sebaot será con vos­otros como lo decís, u Aborreced el mal y amad el bien y haced justicia en las puertas, y quizá Yavé, Dios Sebaot, tenga piedad del resto de José, l6 Por tanto, así dice Yavé Sebaot, el Señor: Habrá llantos en todas las plazas y en todas las calles clamarán: ¡Ay, ay!, y llamarán al labrador para que se duela y se la­mente en las filas de las plañideras, 17 y habrá llantos en todas las viñas, porque pasaré yo por en medio de vosotros, dice Yavé. I 8 ¡Ay de aquellos que desean el día de Yavé! ¿Qué será de vosotros? El día de Yavé es día de tinieblas, no de luz. • 19 Es como quien huyendo del león diera con el oso; como quien al refugiarse en casa y poner su mano sobre la pared fuera mordido por la serpiente. 2 0 ¿No es tinieblas el día de Yavé y no luz, y obscuridad sin resplandor?

21 Yo odio y aborrezco vuestras solem­nidades y no me complazco en vuestras congregaciones. 22 $¡ m e ofrecéis holo­caustos y me presentáis vuestros dones, no los recibiré ni pondré mis ojos en los pacíficos de vuestras cebadas víctimas. 2 3 Aleja de mí el ruido de tus cantos, que no escucharé el sonar de tus c í taras . 2 4 Co­mo agua impetuosa precipítese el juicio; como torrente que no se seca, la justicia. 25 ¿Me ofrecisteis sacrificios y presentes en el desierto en cuarenta años, casa de Israel? 26 Ya os llevaréis a Sacut, vuestro rey, y al astro de vuestro dios Quevam, vuestros ídolos, los que os habéis fabri­cado ; * 2" y yo os deportaré más allá de Damasco, dice Yavé, cuyo nombre es Dios Sebaot.

C e r t e z a e i n m i n e n c i a de l p e l i g r o

6 1 ¡Ay de los descuidados de Sión' ¡Ay de los confiados de Samaría! Atended

a las más antiguas de las naciones e id a ellas, casa de Israel. 2 Id a Calne, pasad a Jamat la grande, bajad a Gat de los filisteos. ¿Son ellos de mejor con­dición que estos reinos o está el terri­torio de éstos mejor que el vues t ro? 3 Pre­tendéis lejano el día de la calamidad, agarrándoos al presente de un pernicioso descuido. 4 Ved cómo se tienden en mar­fileños divanes e, indolentes, se tumban en sus lechos. Comen corderos escogidos del

T E R C E R A PARTE

V I S I O N E S SIMBÓLICAS

(7-9)

71 El Señor me dio a ver esto: criaba langostas al tiempo en que comen­

zaba a crecer el heno que venía después de la corta del rey, * 2 e iban a acabar de devorar el verdor de la tierra. Yo dije: ¡Oh Señor, Yavé, ten piedad! ¿Cómo va a sostenerse Jacob estando tan débil? 3 Y Yavé se arrepintió y dijo: No será así, dice Yavé. 4 Hízome ver también esto el Señor, Yavé: el Señor, Yavé, se apres­taba a castigar con fuego, que había ds devorar el gran abismo e iba a consumir la heredad. 5 Yo dije: ¡Oh Señor, Yavé!

1 8 Pensando que no les alcanzará a ellos la cólera de Dios, reservada para los gentiles, los israe­litas suspiran por el día de Yavé, que es el día de su juicio. El profeta les asegura que a todos alcan­zará la ira divina, y así comienza aquí con un ¡ay! amenazador.

26 Probablemente Sacut y Quevam, dos dioses del panteón asirio. El pasaje es oscuro y difícil de interpretar, a pesar de la cita de San Esteban en Act 7,42 s. C 8 El juramento de Yavé es gravísimo: parece que ya siente el estrépito de los carros asidos y el ^ galopar de su caballería. y 1 Esta primera visión nos muestra cómo el profeta interviene a favor de Jacob, es decir, de ' ambos reinos. Lo que sigue anuncia el castigo por medio de los asirios. La «corta del rey» sería

la que se hacía en el trigo que brota con excesiva fuerza antes que nazca 1: espiga (Rev. Bibl. [IQOQ] 260).

rebaño y terneros criados en el establo. 5 Bailan al son de la cítara e inventan, co­mo David, instrumentos músicos. 6 Gus­tan del vino generoso y se ungen con óleo fino, y no sienten preocupación alguna por la ruina de José, i Por eso irán ahora al cautiverio, a la cabeza de los deporta­dos, y desaparecerá ese hatajo de disolu­tos, 8 dice Yavé, Dios Sebaot.

Por su vida ha jurado el Señor, Yavé: Yo abomino la soberbia de Jacob, de­testo sus palacios y entregaré la ciudad con todo cuanto encierra; * 9 de tal modo que, si de una casa no quedaren más que diez hombres, morirán. 10 Quedará un cor­to número de escapados para llevarse de la casa los huesos, y el uno dirá al otro que está en el fondo de la casa: ¿Queda alguno más?, u y él responderá: Ninguno. El otro le dirá: ¡Calla, no hay que pronun­ciar el nombre de Yavé! ' 2 (H) Porque va a dar Yavé la orden, y en las casas grandes abrirá brechas, y grietas en las pequeñas.

13 (12) ¿Galopan los caballos por las ro­cas? ¿Se ara el mar con bueyes? Pues vosotros hacéis del juicio veneno, y del fruto de la justicia ajenjo. 14 (13) Os en­vanecéis por lo de Lodebar y decís: ¿No hemos tomado con nuestra fuerza a Car-naím? 15 (14) Pero yo voy a suscitar contra vosotros, ¡oh casa de Israel!, dice Yavé, Dios Sebaot, un pueblo que os oprimirá desde la entrada de Jamat hasta el torrente de Araba.

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AMOS 7-9 960

Deten l e ¿Cómo va a sostenerse Jacob estando tan débil? 6 Yavé se arrepintió y dijo: Tampoco será esto, dice Yavé.

7 También me dio a ver esto el Señor, Yavé : cerca de un muro , un hombre tenía un nivel de p lomo en su mano. 8 Yavé me preguntó: ¿Qué es lo que ves, Amos? Y o respondí: U n nivel de plomo. Y el Señor dijo: Pues mira, voy a pasar el nivel de plo­m o sobre mi pueblo, Israel. Ya no le per­donaré más tiempo. ' Los altos de Isaac serán devastados, y destruidos los santua­rios de Israel. M e alzaré con la espada contra la casa de Jeroboam.

10 Amasias, sacerdote de Betel, mandó a decir a Je roboam: Amos está conspi­rando contra ti en medio de la casa de Israel. La tierra no puede ya soportar sus palabras. * n Porque Amos va diciendo: Jeroboam morirá a la espada e Israel irá al cautiverio, lejos de su tierra.

1 2 Amasias dijo a A m o s : Vidente, ve y escapa a la tierra de Judá , y come allí tu pan haciendo el profeta. 13 Pero guár­date de volver a profetizar contra Betel; mira que éste es un santuario del rey y una casa r ea l . 1 4 Amos respondió a Ama­sias, diciendo -. Y o n o soy profeta n i hijo de profeta; soy boyero y hábil en preparar los higos de sicómoro. l s Yavé me tomó de detrás del ganado y me dijo: Ve a profetizar a mi pueblo, Israel. 16 Escucha, pues, ahora la palabra de Yavé: T ú me dices: N o profetices contra Israel ni ha­gas predicciones contra la casa de Isaac. 1 7 Por eso dice Yavé: Tu mujer será des­honrada en la ciudad, tus hijos caerán a la espada, tu tierra será repartida a cordel, tú morirás en una tierra contaminada e Israel irá al cautiverio lejos de su tierra.

81 El Señor, Yavé, me dio a ver esto: un cestillo de fruta ya madura ; * 2 y

me dijo: ¿Qué es lo que ves, Amos? Yo le respondí: U n cestillo de fruta madura . Yavé me dijo: Madura está ya la suerte de mi pueblo Israel; no le perdonaré ya más tiempo. 3 Los artesonados de sus palacios aullarán aquel día, dice el Señor, Yavé. Serán muchos los cadáveres y serán en silencio arrojados en cualquier lugar.

4 Escuchad esto los que aplastáis al pobre y querríais exterminar de la tierra a los infelices, 5 diciendo: ¿Cuándo pa­sará el novilunio, que vendamos el tr igo; y el sábado, que abramos los graneros; achicaremos el efá y agrandaremos el

siclo y falsearemos fraudulentamente los pesos? * Compraremos por dinero a los débiles, y a los pobres por un par de sandalias, y venderemos las aechaduras del trigo. ^ Yavé ha jurado por la gloria de Jacob : N o olvidaré yo nunca esto. 8 ¿No h a de estremecerse por eso la tierra? En duelo quedarán cuantos la habitan. Alzaráse toda ella como el Njlo, temblará y se abajará como el río de Egipto.

9 Aquel día, dice el Señor, Yavé, haré que se ponga el sol a mediodía y en pleno día tenderé tinieblas sobre la t ierra . 1 0 Tor­naré en duelo vuestras solemnidades y en llanto vuestros cantos; haré que todos cubran de saco sus ríñones y se rapen las cabezas. Será duelo como el duelo por el unigénito, y su remate será día de desesperación.

11 Vienen días, dice Yavé, en que man­daré yo sobre la tierra hambre y sed; no hambre de pan ni sed de agua, sino de oir la palabra de Yavé, I2y errarán de mar a mar y del norte al oriente en busca de la palabra y no la hallarán. 13 Aquel día las hermosas doncellas y los mance­bos desfallecerán de sed . 1 4 Los que juran por el pecado ríe Samaría y dicen: «Vive tu Dios, D a n » y «Vive tu protector, Ber-seba», sucumbirán para no levantarse ja­más. *

91 Vi al Señor junto al altar y me dijo: R o m p e los capiteles, que se

hunda el techo y caiga sobre las cabezas de todos, y a los que queden los mataré a espada. Nadie se salvará huyendo, nadie podrá escapar. * 2 Aunque bajasen hasta el infierno, de allí los sacaría mi m a n o ; aunque subiesen hasta los cielos, de allí los bajaría. 3 Aunque se escondieran en la cumbre del Carmelo, allí los buscaría y los cogería; aunque se ocultaran a mis ojos en el fondo del mar, allí mandaría a la serpiente para que los mordiera. 4 Cuando vayan cautivos ante sus ene­migos, daré a la espada la orden de exter­minarlos, y tendré puestos sobre ellos mis ojos para mal, no para bien.

5 El Señor, Yavé Sebaot, toca la tierra y ésta se funde, y lloran todos sus habi­tantes; la levanta toda entera como el Nilo y la abaja como el río de Egipto. 6 El edificó en los cielos su morada y fundó la tierra sobre su bóveda. El

10 Betel era santuario principal del reino de Israel, levantado por Jeroboam I enfrente del de Jerusalén. Amasias denuncia como una conspiración la conducta de Amos, que ni siquiera es va­sallo del rey. Este trozo 10-17 es probable que esté fuera de su propio lugar. O 1 Esta visión del cesto de fruta madura significa que Israel está ya maduro para el castigo. 0 14 El pecado, en hebreo asimah, es el ídolo adorado en Samaría. Q 1 Es la ruina del santuario de Betel, que vendrá a caer sobre la cabeza de los que allí están y ** los aplastará. Véase Jue 16,27-31 la postrera hazaña de Sansón.

961 ABDÍAS

llama a las aguas del mar y las derrama sobre la haz de la t ierra; su nombre es Yavé.

7 Hijos de Israel, ¿no sois para mí, dice Yavé, como hijos de etíopes? ¿No hice yo subir de la tierra de Egipto a los hijos de Israel, y a los filisteos de Caftor, y a los árameos de Quír? * 8 Ved que los ojos del Señor, Yavé, están puestos sobre el reino pecador y que yo los borraré de la haz de la tierra. Pero no destruiré del todo a la casa de Jacob, dice Yavé. ' Daré la orden y zarandearé a la casa de Israel entre las gentes todas, como se zarandea con la criba; no caerá toda la masa sobre la tierra. 10 A la espada perecerán todos los pecadores de mi pueblo, que dicen: «No nos alcanzará la desdicha, no se nos acercará el mal».

C r í m e n e s d e E d o m y su r u i n a 1 Visión de Abdías: Así dice de Edom

el Señor, Yavé. Se ha oído de parte de Yavé un rumor y ha sido enviado un mensajero a los pueblos. ¡Arriba! Alcémo­nos en guerra contra él. 2 Mira, te he hecho pequeño entre las gentes, eres so­bremanera despreciable. 3 Tu orgullo y tu corazón te engañan. Quien habita en las cavernas de las rocas y cuya morada son las alturas, se dice a sí mismo: ¿Quién será capaz de echarme a tierra?

4 Pues aunque te subas tanto como e! águila y pongas en las estrellas tu nido, yo te derribaré, dice Yavé. 5 Si vinieran a ti de noche ladrones, ¿no se llevarían aquello que necesitaran? Si vinieran ven­dimiadores a vendimiarte, ¿no dejarían rebusco? 6 ¡Cómo has sido saqueado! ¡Có­mo está Esaú de hollado y de rebuscados

P r o m e s a d e r e s t a u r a c i ó n 11 Aquel día levantaré el tugurio caldo

de David, repararé sus brechas, alzaré sus ruinas y le reedificaré como en los días ant iguos , 1 2 para que conquisten los restos de Edom y los de todas las naciones sobre las cuales sea invocado mi nombre, dice Yavé, que cumplirá todo esto. 13 Vienen días, dice Yavé, en que sin interrupción seguirá al que ara el que siega, al que vendimia el que siembra. Los montes des­tilarán mosto y correrá de todos los co­llados. 14 Y o reconduciré a los cautivos de mi pueblo, Israel; reedificarán sus ciuda­des devastadas y las habi tarán; plantarán viñas y beberán su vino; harán huertos y comerán sus frutos. ls Los plantaré en su tierra y no serán ya más arrancados de la tierra que yo les he dado, dice Yavé, tu Dios.

sus escondrijos hasta la frontera! 7 Todos tus aliados te han traicionado. Te cerca­ron, te derrotaron los que gozaban tu amistad. Los que estaban en paz contigo pusieron trampas a tus pies. N o hay en él entendimiento. 8 ¿No haré yo aquel día—dice Yavé—desaparecer de Edom los sabios y del monte de Esaú la prudencia? 9 Tus guerreros, Teman, se sobrecoge­rán de terror para que todos sean exter­minados en las montañas de Esaú. Por los estragos, 10 por las matanzas hechas contra tu hermano Jacob, te cubrirá la vergüenza y serás exterminado.

11 El día en que, estando tú presente, saqueaban los extranjeros sus riquezas, penetraban por sus puertas y echaban suertes sobre Jerusalén, fuiste también tú uno de tantos. 12 N o contemples el dia de tu hermano, el día de su desastre. N o

' Dios, como señor de todos los pueblos, no es aceptador de personas; y en Israel perecerán los pecadores, pero los justos serán preservados y la casa de Jacob se salvará en ellos. El fin es igual que en Oseas 14,10.

A B D l A S

Nada sabemos de Abdías. Su oráculo, el escrito mds corto del Antiguo Testamento, es una amenaza contra los idumeos, en castigo del mal que habían cometido contra sus hermanos, los hijos de Judd, en alguna calamidad sufrida por Jerusalén. A juzgar por otros lugares (Lam 4,21; Ez 25,12 ss.; 35,1 ss.; Sal 137,7,), el profeta alude a la conducta habida por los hijos de Esaú en los días de la invasión caldea. Edom sufrirá el castigo de su maldad, mientras que Israel volverá triunfante y ocupará todo el territorio de Canán .

SUMARIO Vaticinio sobre la ruina de Edom y la salud de Israel,

N ácar^C&lunga 31

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JONAS 1 962

te goces de los hijos de Judá el dia de su perdición. N o profieras arrogancias el día de la tribulación. 13 N o entres por las puertas de mi pueblo el día de su ruina ni te estés contemplando también su desgra­cia el día de su desastre. N o tiendas la mano sobre sus riquezas el día de su ruina. 14 N o te pongas en la encrucijada para matar a los fugitivos. N o entregues sus huidos el día de la tribulación.

15 Porque se acerca el día de Yavé para todos los pueblos. Como hiciste, así te harán a t i ; tu merecido caerá sobre tu cabeza. '* Como bebisteis vosotros, los de mi monte santo, así beberán sin re­medio todas las gentes. Beberán, sorberán y serán como si no hubieran sido. 17 Pero en el monte de Sión habrá una porción

P R I M E R A P A R T E

JONÁS, ENVIADO A N Í N I V E

(1-2)

L a o r d e n d e i r a N í n i v e

I1 Llegó a Jonás, hijo de Amitai, pa­labra de Yavé, diciendo: 2 Levántate

y ve a Nínive, la ciudad grande, y anun­cíales que su maldad ha subido ante mí.

D e s o b e d i e n c i a y fuga de l p r o f e t a 3 Levantóse Jonás para huir lejos de

Yavé, a Tarsis; bajó a Jope y halló un barco que estaba para ir a Tarsis; pagó el pasaje y entró en él para irse con ellos a Tarsis, lejos de Yavé. *

•• 3 Según la sentencia más probable, Tarsis e; * tenían los fenicios sus puertos de tráfico. Las

extremo del Mediterráneo, los transatlánticos de 1

salvada, y será santa, y la casa de Jacob despojará a los que le despojaron. 18 La casa de Jacob será el fuego, la casa de José será la llama y la casa de Esaú será la paja. Le encenderán aquéllos y los devorarán, y no quedará sobreviviente de la casa de Esaú, porque lo dice Yavé. 19 Ocuparán el mediodía, la montaña de Esaú; y la tierra baja, los filisteos; y ocuparán Efraím, el llano de Samaría; y la TransJordania, Galad. 2 0 Los cautivos ahora en espera, los hijos de Israel, ocu­parán Canán hasta Sarepta; y los cauti­vos de Jerusalén, que están en Sefarad, ocuparán las ciudades del mediodía.2 1 Su­birán salvadores al monte de Sión para regir la montaña de Esaú, y el imperio será de Yavé.

L a t o r m e n t a e n el m a r * Yavé levantó en el mar un violento

huracán, y fue tal la tormenta en el mar, que creyeron se rompería la nave. 5 Lle­nos de miedo, los marineros invocaban cada uno a su dios, y echaron al mar lo que llevaban en la nave para aligerarla de ello.

Jonás, que había bajado al fondo de la nave, se había acostado y dormía profun­damente. 6 Llegóse a él el patrón del bar­co y le dijo: ¿Qué estás ahí tú durmien­do? Levántate y clama a tu dios. Quizá se cuidará Dios de nosotros y no perecere­mos. 7 Dijéronse unos a o t ros : Vamos a echar suertes a ver por quién nos viene este mal. Echaron a suertes, y la suerte

estaba en nuestra provincia de Huelva, y en ella s naves de Tarsis eran las que navegaban hasta el la época.

J O N A S

El libro de Jonds se distingue de los otros profetas por contarnos la historia del profeta una persona distinta de él. De Jonds se cuenta en 2 Re 14,25 que vaticinó las conquistas de Jeroboam II, pero nada más sabemos de su ministerio. Nínive se debatía entonces en guerras intestinas, a las que puso fin un hombre enérgico, elevado al trono desde humilde origen: Teglatfalasar III (745). El tema fundamental del relato es claro: poner de relieve la misericordia de Dios para con los pecadores arre­pentidos, aun cuando sean extraños a su pueblo; lo que no querían entender los judíos en la predicación de Jesús. Sobre la naturaleza del relato, ya los antiguos disputaban y se daban sentencias diversas, sin que los modernos hayan venido a un acuerdo. Inducidos por las dificultades del libro, algunos le consideran como una parábola. Mas la opinión que podemos llamar tradicional en la Iglesia se inclina más por la historicidad de la narración.

CTTMAUTO P R I M E R A P A R T E : Jonás, enviado a Nínive (1-2).—SE-CUmAlUV; G U N D A P A R T E : Jonás en Nínive (3-4).

963 JONÁS 1-3

cayó sobre Jonás. * 8 Dijéronle: A ver, ¿de dónde vienes, cuál es tu tierra y de qué pueblo eres? 9 El les respondió: Yo soy hebreo y sirvo a Yavé, Dios de los cie­los, que hizo los mares y la tierra.

10 Aquellos hombres se atemorizaron sobremanera y le dijeron: ¿Por qué has hecho eso? Pues sabían que iba huyendo de Yavé, porque él se lo había declarado. 11 Dijéronle: ¿Qué vamos a hacer contigo para que el mar se nos aquiete? Porque el mar iba embraveciéndose cada vez más. 12 El les respondió: Cogedme y echadme al mar, y el mar se os aquietará, pues bien sé yo que esta gran tormenta os ha sobre­venido por mí.

J o n á s es a r r o j a d o al m a r

13 Aquellos hombres hicieron por volver la nave a tierra, mas no pudieron, pues el mar se embravecía, cada vez más M En­tonces clamaron a Yavé, diciendo: ¡Oh Yavé! Que no perezcamos nosotros por la vida de este hombre y no nos imputes sangre inocente, pues tú, ¡oh Yavé!, has hecho como te plugo; * 15 y cogiendo a Jo­nás, le echaron al mar, y el mar se aquie­tó en su furia. H'Temieron aquellos hom­bres a Yavé y le ofrecieron sacrificios y le hicieron votos.

J o n á s e n el v i e n t r e de l c e t á c e o

2 1 Yavé había dispuesto un pez muy grande para que tragase a Jonás, y

Jonás estuvo en el vientre del pez por tres días y tres noches. * 2 Desde el vientre del pez dirigió Jonás su plegaria a Yavé, su Dios, diciendo:

O r a c i ó n 3 Clamé a Yavé en mi angustia y El me

oyó; desde el seno del seol clamé y tú me oíste. 4 Echásteme a lo profundo, al seno de los mares; envolviéronme las corrien­tes. Todas tus ondas y tus olas pasaron so­bre mí. 5 Y dije: Arrojado soy de delante de tus ojos. Pero no, todavía podré con­templar tu santo templo. 6 Las aguas me estrecharon hasta el alma, envolviéndome el abismo. Las algas se enredaron a mi ca­beza. 7 Bajé a las bocas del sepulcro, la re­gión cuyos cerrojos son barras eternas; pero tú, Yavé, mi Dios, salvaste mi alma del sepulcro. 8 Cuando desfallecía mi al-

7 La suerte era en la antigüedad uno de los modos de conocer la voluntad divina o de dar con la verdad (Prov 16,3).

14 Los marineros son, sin duda, fenicios, y, por tanto, gentiles: pero, aun admitiendo muchos dioses, no niegan al Dios de los hebreos y conciben como cosa razonable que éste pueda estar irritado contra uno de sus adoradores. Arrojándole al mar se aplacará y hará cesar la tormenta.

21 Qué pez sea éste y cómo pudo vivir en él Jonás por espacio de tres días y pronunciar el salmo que sigue, es una de las graves dificultades del libro, a que aludimos en la Introducción.

3 3 «Tres días de camino» significa que Jonás los necesitaba para hacer oir su mensaje en todos los barrios de la gran ciudad.

5 Como los marineros fenicios, asi las gentes de Nínive creyeron el mensaje de Dios, o sea la amenaza con que el Dios de Jonás les conmina, y procuran evitarlo aplacando a Dios.

ma, me acordé de Yavé, y mi súplica llegó a su santo templo.

9 ¡Cómo se substraen a su misericordia los que siguen a las mentirosas vanidades! ) 0 Pero yo te ofreceré víctimas acompaña­das de alabanzas, te cumpliré mis votos. De Yavé es la salvación.

L i b e r a c i ó n

n Dio Yavé orden al pez, y éste vomitó a Jonás en la playa.

SEGUNDA PARTE

JONÁS EN N Í N I V E

(3-4)

P r e d i c a c i ó n d e J o n á s e n N í n i v e

3 1 Llegó por segunda vez a Jonás la palabra de Yavé, diciendo: 2 Leván­

tate y ve a Nínive, la ciudad grande, y pregona en ella lo que yo te d i ré . 3 Levan­tóse Jonás y fuese a Nínive, según la orden de Yavé. Era Nínive una ciudad grande sobremanera, de tres días de andadura. * 4 Comenzó Jonás a penetrar en la ciudad camino de un día y pregonaba diciendo: De aquí a cuarenta días Nínive será des­truida. 5 Las gentes de Nínive creyeron a Dios y pregonaron ayuno y se vistieron de saco desde el más grande al más pe­queño. *

P e n i t e n c i a d e los n in iv i t a s 6 Llegó la cosa al rey de Nínive, y le­

vantándose de su t rono, se desnudó sus vestiduras, se vistió de saco y se sentó so­bre el polvo 7 e hizo pregonar en Nínive una orden del rey y de sus príncipes, di­ciendo :

Hombres y animales, bueyes y ovejas, no probarán bocado, no comerán nada ni beberán agua. 8 Cúbranse de saco hombres y animales y clamen a Dios fuer­temente, y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña de sus manos. 9 ¡Quién sabe si se volverá Dios y se arre­pentirá del furor de su ira y no perecere­mos!

P e r d ó n 10 Vio Dios lo que hicieron, convir­

tiéndose de su mal camino, y arrepin-

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MIQUEAS 964

tiéndose del mal que les dijo había de ha­cerles, no lo hizo.

Despecho de Jonás y reprensión de Dios

4 1 Apesadumbróse sobremanera Jo­nás; se enojó* 2 y oró a Yavé, di­

ciendo: ¡Cómo, Yavé! ¿No es lo que ya me decía yo, estando en mi tierra? Por eso, precaviéndome, quise huir a Tarsis, pues sabía que eres Dios clemente y pia­doso, tardo a la ira, de gran misericordia, y que te arrepientes del mal. 3 Ahora, pues, Yavé, mátame, te lo ruego, porque mejor me es la muerte que la vida. 4 Dí-jole Yavé: ¿Te parece que haces bien con enojarte así?

5 Salióse Jonás de la ciudad y se sentó al lado oriental de ésta; y haciéndose un chozo, metióse en él, a la sombra, hasta ver lo que era de la ciudad. 6 Dispuso Yavé, Dios, un ricino, que creció hasta

A ! Esta pesadumbre de Jonás pone más de relieve los sentimientos de Dios, tan distintos de los * de su profeta. Bien sabemos por el Evangelio que la misericordia de Dios, tan pregonada en el

Antiguo Testamento, era, sin embargo, la que menos entendían los fariseos. 1 * En las palabras finales está encerrada toda la enseñanza del libro.

por encima de Jonás, y haciendo sombra sobre su cabeza, le defendía del calor. Jo­nás se alegró mucho por el ricino, 7 pero dispuso Dios un gusano, que a la mañana siguiente atacó al ricino, y éste se secó. 8 Al salir el sol mandó Dios un recio vien­to solano, y el sol hirió la cabeza de Jonás, que, angustiado, se deseaba la muerte, di­ciendo: ¡Mejor sería para mí morir que vivir!

9 Entonces dijo Yavé a Jonás: ¿Tanto enojarte por el ricino? Y él respondió: Sí, mucho me enojo, hasta la muerte. i° Yavé le dijo: ¡Ah! Tú tienes lástima del ricino, en el cual no trabajaste para hacerle cre­cer; que en el espacio de una noche na­ció y en ti de otra noche pereció; " ¿y no voy a tener yo piedad de Nínive, la gran ciudad, donde hay más de ciento veinte mil almas que no distinguen su mano de­recha de la izquierda y, además, numero­sos animales? *

M Q v E

Este Miqueas de Morasti es distinto del Miqueas hijo de Jimia, que vivió un siglo antes, reinando Ajab en Samaría y Josafat enjerusalén (i Re 22,8 ss.). Fué natural de Morasti, aldeíta de la región de Hebrón, y profetizó en los reinados de Jotam o Joatam, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá (1,1). Es, pues, contemporáneo de Isaías y de las invasiones asirías sobre Samaría y Judá. Sus vaticinios se dirigen contra ambos reinos, reprendiendo especialmente los abusos de los ricos y conminándoles con el castigo por medio de los asirlos, al que seguirá la salud mesiánica.

Se divide el libro de Miqueas en tres secciones: la primera abarca los capítulos 1-3, en que reprende los pecados de Samaría y Judá, sobre todo las injusticias, amenazando a los directores, que descarrían al pueblo, y acabando en la amenaza de la destrucción. La segunda (4-5) empieza por un hermoso vaticinio mesiánico, el concurso de las naciones a Jerusalén. Sigue hablando sobre la restauración de Jerusalén, contra la cual vendrán las naciones extranjeras, de las que la librará el vastago de Belén, que restablecerá la paz, el orden y la religión pura de Yavé. La tercera sección (6-7) es una querella contra Jerusalén por sus idolatrías.

965 MIQUEAS 1-2

CTTA/r ATíTO PRIMERA PARTE: Juicio de Di» sobre Israel y Judá (1-3). JUiílAXXiu SEGUNDA PARTE: Vaticinio de salud (4-5).—TERCE­

RA PARTE: Reprensión del pueblo y esperanza de salud (6-y).

PRIMERA PARTE

JUICIO DE DIOS SOBRE ISRAEL Y JUDÁ

(1-3)

Contra Israel y Judá

I1 Palabra de Yavé que fue dirigida a Miqueas, de Morasti, en los días de

Jotam, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá; lo que vio sobre Samaría y sobre Jerusa­lén.

2 ¡Escuchad, pueblos todos! ¡Atiende tú, oh tierra, con todo cuanto en ella se contiene! Que el Señor, Yavé, va a liti­gar con vosotros; el Señor, desde su santo templo. * 3 Pues ved que Yavé va a salir de su morada, va a descender y a hollar las cumbres de la tierra, 4 y a su paso se fundirán los montes y se derretirán los valles, como al fuego se derrite la cera, como aguas que se precipitan por despe­ñadero.

5 Todo por la prevaricación de Jacob; todo por los pecados de la casa de Israel. ¿Cuál es la prevaricación de Jacob? ¿No es Samaría? ¿Cuáles son los excelsos de Judá? ¿No es Jerusalén? 6 Pues yo haré a Samaría majano en heredad de tierra de viñas, y esparciré sus piedras por el va­lle, y pondré al desnudo sus cimientos; ' y todas sus esculturas serán abatidas, todas sus mercedes seián abrasadas por el fuego, todos sus ídolos serán arruina­dos; porque son mercedes de prostitu­ción, y en salario de prostitución se con­vertirán.

8 Por eso gimo yo y me lamento, y voy descalzo y desnudo, y aúllo como chacal, y gimo como avestruz; 9 porque su de­sastre es irremediable y ha invadido a Judá, llegando hasta la puerta de mi pue­blo, hasta Jerusalén. 10 No vayáis a pre­gonarlo en Gat ni a llorarlo a Acó. Re­volcaos en el polvo en Ofra. 11 Os han traicionado los de Safir, las ciudades de la vergüenza. No salieron a campaña los habitantes de Sidón; la casa vecina os traicionó, os negó su apoyo. 12 Los habi­tantes de Marot esperan sacar bien de ha­ber descendido de Yavé el mal a la puerta de Jerusalén.

!3 Aparejad los carros, habitantes de Laquis. Que es el comienzo de la expia­ción de la hija de Sión. En ti se han re­producido las prevaricaciones de Israel. 14 Por eso habrás de aprontar la dote de

Moreset-Gat, y las casas de Aczib serán apoyo engañoso para los reyes de Israel. 15 Por eso os traeré yo el Señor a vosotros, moradores de Maresa, y la gloria de Is­rael emigrará a Adulam.16 Motílate y ráe­te por los hijos queridos, ensancha tu cal­vicie como la del buitre, porque fueron deportados lejos de ti.

Los ricos

2 1 ¡Ay de los que en sus lechos ma­quinan la iniquidad, que se prepa­

ran a ejecutar en amaneciendo, porque tienen en sus manos el poder! 2 Codi­cian heredades y las roban; casas, y se apoderan de ellas, y violan el derecho del dueño y el de la casa, el del amo y el de la heredad. 3 Por tanto, así dice Yavé: Mi­rad, yo estoy maquinando contra esta casa un mal, de que no podréis librar vues­tros cuellos, y no andaréis ya erguidos, porque vendrá el tiempo de la desventura. 4 Entonces se os dirá una sátira y se can­tará de vosotros una elegía:

«Ya lo había dicho Yavé: es completa nuestra ruina. Ha mudado la suerte de su pueblo. ¡Cómo arrebata para no devol­ver y reparte nuestros campos!»

5 Ya no habrá quien a la muerte distri­buya heredades en la congregación de Ya­vé. 6 ¡No claméis! Que claméis que no cla­méis, por esto no evitaréis el oprobio. 7 ¿No se dice la casa de Jacob: «Se ha cor­tado la magnanimidad de Yavé; ¿dónde están sus obras?»

¿Mis palabras no están plenas de bon­dad para los que siguen el camino recto? 8 Pero vosotros ayudáis al enemigo con­tra mi pueblo. Delante de Salmanasar arrebatáis el botín de guerra a los que confiados van por su camino. 9 Arrojáis a las mujeres de mi pueblo de su querido hogar y arrebatáis para siempre a sus hi­jos mi gloria. 1" Levantaos y echad a an­dar, que no es tiempo de holganza. Por su inmundicia será atormentado con te­rrible tormento.

11 No profetiza falsamente el hombre inspirado. Yo te profetizo el vino y la be­bida embriagante de que rebosará este pueblo. 12 Yo te reuniré, Jacob, todo en­tero; yo reuniré los restos de Israel; yo le congregaré como en el peligro se congre­gan las ovejas, como rebaño en medio del infortunio, y llenos de espanto huirán ante el desastre. 13 Irá delante de ellos el

I2 Dios sale de su morada de Sión a ejercer el juicio sobre los dos reinos. A su paso la naturaleza se estremece, como si también ella sintiera la cólera de Dios.

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MIQUEAS 2-5 966

que rompe la marcha; se abrirán una sa­lida y la atravesarán y saldrán por ella, y delante de ellos irá su rey, y a su cabeza, Yavé.

L o s falsos profetas

31 Yo digo: Oíd, príncipes de Jacob, cabezas de la casa de Israel: ¿No os

toca a vosotros conocer el derecho? 2 Abo­rrecen el bien y aman el mal; desue­llan, arrancan la carne de sobre los hue­sos, 3 y luego de haberse comido la carne de mi pueblo y de haberle arrancado la piel, y haberle roto los huesos, y haberle descuartizado como carne para la olla o carne para el caldero, 4 claman a Yavé; pero Yavé no los oirá, ocultará de ellos su rostro por la malicia que en todas sus obras pusieron.

5 Así habla Yavé contra los profetas que descarrían a mi pueblo, que, mientras muerden con sus dientes, claman: «Paz», y al que no les da que comer le hacen la guerra. 6 Por eso la visión se os hará no­che, y la adivinación tinieblas, y se pon­drá para los profetas el sol, y el día se les obscurecerá. 7 Los videntes serán cubier­tos de vergüenza, y de confusión los adi­vinos, y se cubrirán todos el rostro, pues Dios no dará ya respuesta.

8 Yo, empero, estoy lleno de la fuerza del Espíritu de Yavé y de autoridad y fortaleza para denunciar a Jacob sus

rrevaricaciones, y a Israel sus pecados. Oíd, pues, cabezas de la casa de Jacob

y jefes de la casa de Israel, que aborrecéis lo justo y torcéis el derecho; 'O que edifi­cáis a Sión con sangre, y a Jerusalén con crímenes. n Sus jueces sentencian por co­hecho ; sus sacerdotes enseñan por Salario; sus profetas profetizan por dinero y se apoyan sobre Yavé, diciendo: «¿No está entre nosotros Yavé? N o nos sobrevendrá la desventura». 12 Por eso, por vosotros, será Sión arada como un campo, y Jeru­salén será un montón de ruinas, y el mon­te del templo será un breñal.

SEGUNDA PARTE

VATICINIOS DE SALUD

(4-5)

P r o m e s a s d e restauración y d e paz

41 Pero al fin de los tiempos, el mon­te de la casa de Yavé se alzará a la ca­

beza de los montes, se elevará sobre los collados, y los pueblos correrán á él, * 2 y vendrán numerosos pueblos diciendo: Ve­nid, subamos al monte de Yavé, a la casa del Dios de Jacob, que nos enseñe sus ca­minos para que marchemos por sus sen­das, pues de Sión saldrá la ley, y de Jeru­salén la palabra de Yavé. 3 Y juzgará a muchos pueblos, y ejercerá la justicia has­ta muy lejos con naciones poderosas, que de sus espadas harán azadas, y de sus lan­zas hoces; no alzará la espada gente con­tra gente ni se ejercitarán ya para la gue­rra. 4 Sentaráse cada uno bajo su parra y bajo su higuera, y nadie los aterrorizará, porque lo dice la boca de Yavé. 5 Pues los pueblos marchan cada uno en el nom­bre de sus dioses, pero nosotros marcha­remos siempre en el nombre de Yavé, nuestro Dios.

6 En aquel día, dice Yavé, yo recogeré a la coja y traeré a la descarriada, a quien yo castigué; 7 y a la coja le daré descen­dencia y a la descarriada la haré un pue­blo poderoso, y Yavé reinará sobre ellos en el monte de Sión desde ahora para siempre. 8 Y tú, torre del rebaño, forta­leza de la hija de Sión, volverá a ti tu antiguo poderío y la realeza que es pro­pia de la hija de Jerusalén. 9 ¿Por qué, pues, tantos clamores? ¿No hay rey en ti o te falta tu consejero, que te dueles co­mo con dolores de mujer en parto? 10 Te dueles y gimes, hija de Sión, como mujer en parto, porque vas a salir ahora de la ciudad, y morarás en los campos y llega­rás hasta Babilonia, pero allí serás libra­da, allí te redimirá Yavé del poder de tus enemigos.

11 Ahora se han juntado contra ti mu­chas gentes y dicen: Que sea profanada y logren verlo nuestros ojos en Sión. * 12 Pero no conocen los pensamientos de Yavé, no penetran sus designios. El los juntará como se juntan en la era las ga­villas. 13 Álzate y trilla, hija de Sión, que yo haré tu cuerpo cuerno de hierro, y tus pezuñas, pezuñas de bronce, y aplastarás a muchos pueblos, y consagrarás a Yavé sus despojos, y sus riquezas al Señor de toda la tierra.

E l rey pacíf ico

5 1 (14) Rodéate ahora de muros, Bet-Gader. Nos cercan, hieren con la cla­

va las mandíbulas de las tribus de Is-

M * Este hermoso vaticinio mesiánico lo leemos también en Isaías, 2,2-5, contemporáneo de Mi-^ queas. No es fácil averiguar con certidumbre a cuál de los dos pertenece en propiedad o si ambos lo tomaron de un tercer profeta. Lo cierto es que fue escrito bajo la inspiración divina y que encierra uno de los más bellos anuncios de la vocación de las gentes y de la atracción que sobre ellos ejerce la Iglesia.

i1 Este párrafo es la contraposición de los versículos precedentes, en que se habla del cautive­rio y de la redención. Como en otros oráculos, v.gr., Zac 14,2-11, los enemigos vendrán con­tra Jerusalén con el propósito de acabar con ella; pero sucederá todo lo contrario. ¿Cuándo será

967 MIQUEAS 5-6

rael. * 2 (51) Pero tú, Belén de Efrata, pe­queño para ser contado entre las familias de Judá, de ti me saldrá quien señoreará en Israel, cuyos orígenes serán de anti­guo, de días de muy remota antigüe­dad. * 3 (2) Los entregará hasta el tiem­po en que la que ha de parir parirá, y el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel, * 4 (3) y se afirmará y apacenta­rá con la fortaleza de Yavé y con la ma­jestad del nombre de Yavé, su Dios; y habrá seguridad, porque su prestigio se extenderá hasta los confines de la tierra.

5 (4) Y así será la paz: cuando invada Asur nuestra tierra para hollar nuestros palacios, le opondremos siete pastores y ocho hombres principales; 6 (5) y regirán la tierra de Asur con la espada, la tierra de Nemrod con la espada desnuda. El nos librará de Asur cuando venga contra nues­tra tierra para hollar nuestro territorio. 7 (6) Y el resto de Jacob será en medio de los pueblos como rocío de Yavé, como lluvia sobre la hierba, que no tienen que esperar de nadie ni necesitan nada de los hombres. 8 (7) Será el resto de Jacob en­tre las naciones, en medio de numerosos pueblos, como león en medio de las bes­tias deí campo, como joven león en me­dio de rebaños de ovejas, que arrebata la presa, la pisa y la desgarra, sin que haya quien se la arranque.

9 (8) Se alzará tu mano sobre tus enemi­gos y todos tus contrarios serán extermi­nados. 10 (') Aquel día, dice Yavé, quita­ré de en medio de ti tus caballos, y des­truiré tus carros, * u (10) y abatiré las ciu­dades de tu tierra, y arruinaré todas tus fortalezas. Y te quitaré de las manos tus hechicerías, y no habrá más agüeros en ti, 1 2 y destruiré tus esculturas y tus ci­pos en medio de ti, y nunca más te pos­trarás ante la obra de tus manos; 13 y arrancaré de en medio de ti tus aseras, y derribaré tus árboles, 14 y haré con ira y furor venganza en las gentes que no quisieron escuchar.

TERCERA PARTE

REPRENSIÓN DEL PUEBLO Y ESPERANZA

DE SALUD

(6-7) Quere l la de Y a v é contra Israel

y Jerusalén

6 1 Oíd, pues, lo que dice Yavé: ¡Le­vántate! ¡Queréllate contra los mon­

tes y que oigan tu voz los collados!* 2 Oíd, montes, y vosotros, cimientos in­conmovibles de la tierra, la querella de Yavé. Porque tiene Yavé querella con su pueblo y va a altercar con Israel. *

3 ¿Qué te he hecho yo, pueblo mío? ¿En qué te he molestado? Respóndeme. 4 Por­que yo fui quien te sacó de la tierra de Egipto, y te redimí de la casa de la servi­dumbre, y te mandé para que te guiaran a Moisés, Arón y María. 5 Acuérdate, pueblo mío, de qué pedía Balac, rey de Moab, y qué le respondió Balam, hijo de Beor, desde Sitim hasta Guilgal, para que conozcas las justicias de Yavé.

'' ¿Con qué me presentaré yo ante Ya­vé y me postraré ante el Dios de lo alto? ¿Vendré a El con holocaustos, con bece­rros primales? 7 ¿Se agradará Yavé de los miles de carneros y de las miríadas de arroyos de aceite? ¿Daré mis primogéni­tos por mis prevaricaciones, y el fruto de mis entrañas por los pecados de mi alma?

8 ¡Oh hombre! Bien te ha sido declara­do lo que es bueno y lo que de ti pide Yavé: hacer justicia, amar el bien, humi­llarte en la presencia de tu Dios. ' La voz de Yavé interpela a la ciudad (sabiduría es temer tu nombre): Oye, tribu; oye, asamblea de la ciudad: 10 ¿Voy a perder yo de vista la casa del impío, los tesoros de la iniquidad y el detestable efá escaso? 11 ¿Voy a perdonar yo a pesar de las ba­lanzas falsas y de las bolsas de pesas frau­dulentas?

esto? «Ahora», dice el profeta. Este «ahora* puede ser escatológico y mirar a los últimos tiempos, como en Zac 14 y en Ez 38-39.

C ] Este versículo, seguramente incorrecto, es, por lo mismo, oscuro, ni es claro si se ha de unir ^ a lo que precede o a lo que sigue. Bet-Gader es un lugar vecino a Belén (1 Par 2,50).

2 Este oráculo, citado en Mt 2,6, anuncia los orígenes betlemíticos, o sea davídicos, del futuro libertador (Is 9,5-6). Como el niño de Isaias, aparece unido a la invasión asiría, de la que librará a su pueblo. Pudiera esto entenderse de dos modos: o del origen betlemítico del Mesías, como hijo de David, o de que él mismo habría de nacer en Belén. El Señor quiso que el vaticinio se cumpliese del segundo modo, acaso para poner más de relieve el primero. San Mateo lo cita en 2,6. Sobre la expresión «de antiguo, de los días remotos», véase Is 51,9.

3 Esta expresión, «la que ha de parir», la entenderemos mejor comparándola con la virgen madre del Emmanuel (Is 7,14).

10 En ese día, por medio del libertador, originario de Belén, Dios triunfará sobre las naciones y destruirá todos los elementos guerreros para que no puedan volver a hacer la guerra.

C 1 Yavé se querella contra su pueblo, trayéndole a la memoria todos los beneficios que desde ^ antiguo le hizo. Por ellos Yavé sólo quiere una cosa: la práctica de la justicia.

2 Una nueva interpretación, en que reprende a Jerusalén sus injusticias y la amenaza con el me­recido castigo.

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HIQUEAS 6-7 968

i2 Por haberse llenado sus ricachos de iniquidades y haber engañado a sus habi­tantes con palabras mentirosas, llevando en su boca una lengua mendaz , 1 3 por eso me he puesto yo también a herirte y de­vastarte a causa de tus pecados. 14 Come­rás y no te saciarás, y el hambre te roerá las entrañas; apartarás, pero no lo libra­rás, y lo que librares, yo lo daré a la es­pada. 15 Sembrarás y no cosecharás; pi­sarás la aceituna, pero no te ungirás con su óleo; la uva, pero no beberás su vino.

16 Has seguido los mandatos de Omrí y todas las obras de la casa de Ajab, y has andado según sus consejos, para que yo te entregue a la devastación y dé tus ha­bitantes al escarnio. Llevaréis, pues, so­bre vosotros el oprobio de mi pueblo.

7 1 [Ay de mí, que he venido a ser co­mo quien va a coger después de he­

cho el rebusco que sigue a la vendimia! N o hay racimo que pueda comer, anhe­lando yo los frutos primeros. 2 Han des­aparecido de la tierra los justos, no hay ninguno recto entre los hombres, todos acechan la sangre, todos tienden redes a su prójimo. 3 Todas las manos están pron­tas a hacer diestramente el mal ; el prín­cipe hace extorsión, el juez juzga por cohe­cho y el grande sentencia a su capricho, 4 y pisan al justo como a rama de zarza que sale derecha del seto. Es el día anun­ciado por tus atalayas; viene tu castigo, viene ya tu ruina.

5 N o os fiéis del amigo, no creáis al compañero; guarda las confidencias de tu boca de la que duerme en tu seno. 6 El hijo deshonra al padre, la hija se alza con­tra la madre, la nuera contra la suegra, y los enemigos son sus mismos domésticos.

E s p e r a n z a d e r e s t a u r a c i ó n 7 Mas yo esperaré en Yavé, esperaré en

el Dios de mi salvación, y mi Dios me oirá. 8 N o te regocijes, pues, de mí, ene­miga mía. Si caí, me levantaré; si en ti­nieblas estoy, Yavé será mi luz. 9 Habré de soportar la ira de Yavé, porque pequé contra El, hasta que El tome en sus ma­nos mi causa y me haga justicia. 10 Lo ve­rá mi enemiga y se cubrirá de vergüenza, ella que me decía: ¿Dónde está Yavé, tu Dios? Mis ojos lo han de ver. Ahora será ella pisoteada como el polvo de las calles.

11 Es el día de reedificar tus oviles. Aquel día no habrá ley; 12 llegará a ti desde Asiría a Egipto y desde Egipto al río, del uno al otro mar, del uno al otro monte, 13 y la tierra será devastada a cau­sa de sus habitantes, por sus obras . 1 4 Apa­cienta con tu cayado a tu pueblo, el reba­ño de tu heredad. A los que están aislados establécelos en medio del Carmelo. Que se apacienten en Basan y en Galad, como en los pasados t iempos . 1 5 Muéstranos tus prodigios como al tiempo en que nos sa­caste de Egipto. 16 Lo verán las gentes y se avergonzarán de toda su prepotencia, pondrán a la boca su dedo y ensordece­rán sus oídos. 17 Lamerán el polvo como la serpiente, como los reptiles de la tierra saldrán espantados de sus escondrijos, y despavoridos se volverán a Yavé, nuestro Dios, y se sobrecogerán de temor ante ti.

18 ¿Qué Dios como tú, que perdonas la maldad y olvidas el pecado del resto de tu heredad? N o persiste por siempre en su enojo, porque ama la misericordia. 19 Volverá a tener piedad de nosotros, conculcará nuestras iniquidades y arro­jará a lo hondo del mar nuestros peca­dos. 2 0 Serás fiel a Jacob y propicio a Abraham, como a nuestros padres se lo prometiste desde tiempos antipuos.

¿V A H V M

No sabemos de Nahum sino lo que nos dice su libro. Era natural de Elcos, que, según San Jerónimo, estaba en Galilea, y más probablemente, según otros, en Judea. Vaticinó el castigo y la ruina de Nínive en el reinado de Josias (638-608) y, por tanto, algunos años antes de que ésta tuviera lugar (612).

SUMARIO Juicio de Dios contra Nínive y destrucción de la ciudad.

peré tus cadenas. | 1 4 D e ti h a mandado Yavé: | N o quedará ni memoria de tu nombre. | Yo extirparé de en medio de ti las imágenes talladas, | y del templo de tus dioses los ídolos fundidos. | 1 5 (21) Ha­ré tu sepulcro lugar ignominioso. | Mira allí en los montes los pies del mensajero que anuncia la paz. | Celebra, Judá, tus festividades, | cumple tus votos, | que no volverán a ensañarse contra ti. I El azote será enteramente destruido.

L a r u i n a d e N í n i v e

2 ' (2) U n destructor se ha puesto en marcha contra t i ; | guarda la plaza

fuerte, escruta el camino, | cíñete los lo­mos, concentra todo tu poder. | 2 (3) H a restaurado Yavé la viña de Jacob, | ha res­tablecido la gloria de Israel, | por cuanto le habían arrebatado los saqueadores que devastaron sus cepas. * | ' (4) El escudo de sus guerreros está teñido de rojo, | sus soldados visten púrpura; | sus carros son como hachas encendidas; | al atacar, sus caballos son un torbellino I 4 (5) a través de los campos. | Sus carros con estruendo ruedan por las plazas, | brillan como an­torchas ! y se lanzan como el relámpago. | 5 (6) Los príncipes se disponen a huir, | van tropezando por los caminos, | corren a los muros, I preparan las defensas, I 6 (7) abren las puertas de las aguas, | el palacio está sumido en el terror; | 7 (8) la reina es des­nudada y sacada a la luz, ! sus servidoras lloran y gimen como palomas I y se dan golpes de pecho. *

8 (9) Nínive parece un estanque de aguas, I pero de aguas que se van. | ¡Alto, alto! Pero ninguno vuelve. | 9 (10) ¡Sa­quead la plata, saquead el oro! I N o tie­nen fin los tesoros; | es una riqueza in­mensa I de toda suerte de preciosidades.

I2 Por el texto se ve claro que 1,2-2,1 forma un salmo alfabético, en que se empieza pintándonos la temible cólera de Yavé contra los que le resisten y a la vez su piedad para los que conflan

en El (1-10): y prosigue luego aplicando estas nociones a Nínive, que será destruida, y a Israel, que será restaurado. En la segunda mitad del salmo, el texto se halla muy incorrecto, y su restitu­ción, llena de dificultades. O 2 El profeta se dirige a Nínive, exhortándola a preparar la defensa, pintando el asalto de loa "" enemigos y acabando con el anuncio de la ruina del «cubil de leones».

7 Esta reina debe de ser Istar, la gran divinidad de Asiría.

Y a v é , D i o s v e n g a d o r , m a r c h a c o n t r a N í n i v e

I1 Oráculo sobre Nínive, libro de la visión de Nahum, de Elcos.

2 Yavé es un Dios celoso y vengador; | es vengador Yavé y pronto a la ira; | Ya­vé se venga de sus enemigos | y es infle­xible para sus adversarios. * | 3 Yavé es paciente y grande en poderío | y no deja a nadie impune. | Marcha en el torbellino y la tempestad, | y las nubes son el polvo de sus pies. I 4 Amenaza a los mares y los seca | y agota los ríos todos.

El Basan y el Carmelo desfallecen | y se marchita el ver 1or del Líbano. | 5 Tiem­blan los montes ante El I y se disuelven los collados. ! Se agita en tumulto la tie­rra | y el mundo y sus habitantes todos.

6 ¿Quién p o d r á p e r m a n e c e r an t e su ira? | ¿Quién arrostrará el ardor de su có­lera? | Su furor se difunde como fuego | y ante El se quebrantan las rocas. [ 7 Es bueno Yavé para los que en El esperan, | es seguro refugio el día de la angustia.

Conoce Yavé a los que a El se aco­gen | s y los protege cuando arrecia la tormenta. I Destruye enteramente a los que se le resisten, | a sus enemigos, y los lanza a las tinieblas. | 9 ¿Qué maquinas contra Yavé? | El destruye enteramen­te ; | no tiene que levantarse por segun­da vez contra el en migo. I 10 Se erizan como zarzal enredado, | y como tal se­rán cortados y perecerán. | Del todo los devora, como a paja seca.

11 D e ti salió quien maquinó contra mí perversidades, I quien trazó contra mí malvados designios. | 12 Palabra de Ya­vé, Señor del cielo. | Y o te humillaré de suerte | que no tenga que humillarte otra vez.

13 Voy a quebrantar tu cetro, | yo rom-

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NAHUM 2-3 970

l°(H) Saqueo, pillaje, devastación, | cora­zones llenos de espanto, | rodillas tem­blorosas, | ríñones doloridos, | rostros demudados.

11 (12) ¿Dónde está el cubil de leones, I la que era guarida de cachorros de león, | adonde el león llevaba sus cachorros y d o n d e n a d i e p o d í a p e r t u r b a r l o s ? 12 (13) Arrebataba el león lo necesario para sus cachorros, | estrangulaba para sus leonas | y llenaba la caverna de presas, y su cubil de | despojos. I 13 (14) Heme aquí contra ti, dice Yavé Sebaot. | Yo conver­tiré en humo tus carros, | la espada devo­rará a tus cachorros, | raeré de la tierra tus rapiñas. | N o se oirá ya más la voz de tus embajadores.

L o s c r í m e n e s d e N í n i v e

3 1 ¡Ay de ti, ciudad sanguinaria, | toda llena de mentira y de violencia ¡ y

de inexhaustas rapiñas! * | 2 Restallido de látigo, | estruendoso rodar de ruedas, | galopar de caballos y rebotar de carros; | 3 j inetes enhies tos , | espadas r e l ampa­gueantes, lanzas fulgurantes! | ¡Muche­dumbre de heridos, montones de cadáve­res, | cadáveres sin fin, | por doquier se tropieza con cadáveres! | 4 Por las nume­rosas fornicaciones | de la ramera de encantadores atractivos, maestra en bru­jerías, | que con sus fornicaciones seducía a los pueblos | y con sus hechicerías en­gañaba a las naciones.

5 Heme aquí contra ti, dice Yavé Se­baot. [ Yo te desnudaré, alzando hasta la cara tus vestidos; | descubriré a los pueblos tu desnudez, | mostraré a los rei­nos tus vergüenzas, | 6 arrojaré sobre ti todas las inmundicias, | te cubriré de igno­minia | y te daré en espectáculo. [ 7 Cuan­tos te vean se apartarán de ti, | diciendo: ¡Destruida Nínive! ¿Quién se compadece­rá de ella? I ¿Dónde te buscaré consolado­

res? | 8 ¿Eres tú mejor que No-Amón, I la que se sentaba entre ríos, I la rodeada de aguas, | cuya muralla eran las aguas I y tenía las aguas por baluarte? | 9 Su fuerza era la Etiopía y el Egipto; I no tenía fin. I Put y la Libia eran sus mercenarios; I 10 y con todo, se fue; | se fue al cautiverio y al destierro, | y sus hijos fueron estrellados I en las encrucijadas de todas sus calles, I y sus nobles fueron echados a suertes, I y sus grandes fueron cargados de cadenas.

u También tú beberás la embriaguez J y serás objeto de escarnio; | también tú irás en busca de un refugio contra el ene­migo. | 12 Todas tus plazas fuertes son hi­gueras con brevas, I que al sacudirse caen en la boca de quien las come. I , 3 Mira : tu pueblo todos son mujeres. I Las puertas se abren de par en par al enemigo I en toda tu tierra. | El fuego devora las barras de tus puertas. | 14 Abastécete de agua para el asedio; | fortifica tus plazas, I pisa el barro, amasa la arcilla | y coge el molde de los ladrillos. | I 5 Allí te devorará el fue­go, | allí te exterminará la espada, I te devorará como devora la langosta. I Haz­te langosta por la voracidad, | hazte lan­gosta por la multiplicación. | 16 Multipli­caste tus mercaderes | más que las estrellas del cielo. | La langosta se deslarva y se va. | 17 Tus funcionarios son como lan­gostas, ! y tus escribas como enjambre de langostas | que en día de frío se amonto­nan en un vallado; | sale el sol y se van, | sin que pueda conocerse el lugar donde estuvieron.

18 Tus pastores, rey de Asur, I están dormidos; I tus grandes, tumbados, I y tu pueblo se dispersa por los montes, I sin que haya quien le congregue. 11' Tu ruina no tiene remedio; | espantoso es tu de­sastre. | Cuantos lo oigan batirán palmas contra ti, | porque ¿sobre quién no pesó sin tregua tu maldad?

O 1 En este capítulo es Yavé quien habla a la ciudad sanguinaria, cuyos crímenes enumera, para " mostrar cómo estaba obligado a ejercer en ella su justicia no menos que contra Tebas, de Egipto, que ellos, los asirios, habían saqueado y destruido.

H A B A C U C

Nada sabemos de Habacuc, fuera de lo que nos dice su libro. Este consta de dos capítulos y un canto, que forma el tercero. Los primeros contienen un diálogo entre Dios y su profeta. En ambas partes nos presenta a los caldeos como instrumentos de la cólera divina para castigo de Judá; pero éste, a su tiempo, recaerá sobre aquellos mismos, vor no haberse dado cuenta de los juicios de Dios y haber atribuido a sus ídolos los triunfos alcanzados.

SUMARIO P R I M E R A P A R T E : Juicio de Dios contra las naciones por medio de los caldeos (1-2).—SEGUNDA P A R T E :

Oración del profeta (3).

P R I M E R A P A R T E

J U I C I O DE D I O S SOBRE LAS NACIONES

POR MEDIO DE LOS CALDEOS

(1-2)

¿ C ó m o e s q u e t r i u n f a la v io lenc ia y la in jus t ic ia?

I1 Oráculo que vio Habacuc, profe­ta. I 2 ¿Hasta cuándo, ¡oh Yavé!, |

suplicaré sin que me oigas, | clamaré a ti contra la violencia | sin que mandes tu salvación? | 3 ¿Por qué me haces ver la iniquidad, | y soportar la vista de la aflicción, I y ver ante mí la opresión y la crueldad, | y que se producen pleitos y contiendas? | 4 Por eso se embota la ley | y es conculcado el derecho, I pues el impío asedia al justo | y el derecho se tuerce.

E l j u i c i o d e Y a v é s o b r e las n a c i o n e s p o r m e d i o d e los c a l d e o s

' Mirad a las naciones y ved; llenaos de espanto, | pues va a cumplirse en vuestros días una obra | que, si os la contaran, no la creeríais.

6 Voy a suscitar a los caldeos, | pue­blo feroz y arrebatado, | que marchará por las anchuras de la tierra | para con­quistar moradas ajenas. I 7 Es espantoso y terrible; | su derecho y su elación sólo de él emanan. | 8 Sus caballos son más ligeros que el tigre, | más fogosos que el lobo nocturno. I Sus jinetes, osados, | vienen de lejos, volando como el bui­tre, I con prisa de devorar. | 9 Todos vienen a la presa; I delante de ellos va el terror | y se amontonan cautivos como arenas. I 10 Se burla de los reyes; se mofa

O 1 Responde Dios a su profeta y le ordena escribir su profecía, que se realizará infaliblemente *• y sin tardanza. El orden del texto no a todos satisface, y querrían colocar 1,2-4 después del versículo 11, juntando las dos quejas a Yavé.

* En un segundo discurso, «el alma soberbia perecerás es aplicado a los caldeos, que amontonan riquezas saqueando a muchos pueblos y adoran leños cubiertos de plata y oro.

de los príncipes; I se ríe de las plazas fuertes; | alza un terraplén y las toma; | n luego, el huracán muda de dirección y pasa. I Voy a exponer a Dios mi quere­lla. I 1 2 ¿No eres tú desde muy antiguo, | Yavé, mi Dios, mi Santo? | N o dejarás tú, ¡oh Yavé!. perecer | al que establecis­te para la justicia | y fundaste sobre roca para ejecutar el derecho. | 13 Muy lim­pio de ojos eres tú para contemplar el mal I y no puedes soportar la vista de la opresión. | ¿Por qué, pues, soportas a los malvados I y callas mientras el impío devora | al que es más justo que él, | ' 4 c o m o si hicieras a los hombres | se­mejantes a los peces del mar o a los reptiles de la tierra, | que no tienen due­ño? I 15 El lo pesca todo con su anzuelo, | lo apresa en sus mallas, | lo barre con sus redes, | y triunfa y se regocija; I 16 y ofrece sacrificios a sus mallas, | y ofren­das humeantes a sus redes, | pues por ellas acrecienta su provisión ¡ y es pin­güe su comida. | 17 Cada vez que sube, vacía su red | y no cesa la matanza da los pueblos sin piedad alguna.

R e s p u e s t a d e D i o s

2 1 Yo me estaré en pie en mi puesto, | en pie sobre el muro, | y quedaré

observando a ver qué me dice | y qué responde a mi querella. * | 2 Yavé me res­pondió diciendo: I Escribe la visión y grábala en tabletas, | de modo que pueda leerse de corrido. | 3 Porque la visión es para un tiempo fijado, | y ciertamente ha de realizarse sin falta y sin tardan­za; I espérala, que ciertamente llegará, no faltará.

4 Mi ra : el de alma soberbia perece, | mas el justo por su fidelidad vivirá. * |

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HABACÜC 2-3 972

' ¡ C u á n t o más habrá de perecer el ban­dido, el orgulloso, [ que ensancha su codicia como el infierno | y es insaciable como la muerte, | y se apodera de todas las naciones, | y amontona todos los pue­blos! | 6 ¿No habrán de alzar todos éstos contra él | sátiras, burlas y proverbios? I Le dirán: ¡Ay del que amontona lo aje­no | y acrecienta sin cesar el peso de su deuda! | 7 ¿No se alzarán de repente tus acreedores, | no se levantarán tus exac­tores j y serás presa de ellos? | 8 Tú has despojado a muchas gentes, y ellas te despojarán a ti | por tus matanzas de hombres, | tus violencias contra la tie­rra, | la ciudad y cuantos la habitan.

9 ¡Ay del que, codicioso, enriquece in­justamente su casa | y quiere poner muy alto su nido | para escapar al infortu­nio! | 10 Con tu proceder has hecho se­gura la vergüenza de tu casa; | asolaste muchos pueblos y debes tu vida en cas-

SEGUNDA P A R T E

ORACIÓN DEL PROFETA

(3)

Plegaria y canto triunfal de l profeta

31 Plegaria de Habacuc, profeta, so­bre los siguinot. *

2 Yo, ¡oh Yavé!, oi tu mensaje; | vi, Yavé, tus designios. | Dalos a conocer, ¡oh Yavé!, en el transcurso de los años, | manifiéstalos en medio de los tiempos. | En la ira no te olvides de la misericor­dia. *

3 Llega Dios de Teman, | y el Santo del monte Farán. (Sela.) | Su majestad cubre los cielos, | y la tierra se llena de su gloria. | 4 Su resplandor es como la luz, de sus manos salen rayos | con que vela su poder. | s Delante de El va la mortandad | y a su zaga va el azote.

tigo, | 11 porque chilla en el muro la pie- 6 Si se detiene, hace temblar la tierra, ¡ dra | y la responde en el enmaderado la y s i mira, conmueve las naciones. | Se viga. | 12 ¡Ay del que edifica con sangre abajan los eternos collados, I sus antiguos la ciudad I y la cimenta sobre la iniqui-1 caminos. dad! | 13 ¿No es de Yavé Sebaot | «que los pueblos trabajan para el fuego | y las gentes se fatigan por la vanidad»? | 14 Llenaráse la tierra del conocimiento de la gloria de Yavé I como llenan las aguas del mar. *

15 ¡Ay del que da a beber al próji­mo [ su cáliz emponzoñado hasta embria-

7 Llenas de terror veo las tiendas de Cusan, | tiemblan los campamentos de Madián. | 8 ¿Acaso, Yavé, se enciende tu ira contra los ríos j o es contra los mares tu furor | cuando subes sobre tus caba­llos, | sobre tus carros de victoria? ] 9 Po­nes al desnudo tu arco, | llenas de saetas tu aljaba (Sela.) | y hiendes con torren-

garle | para descubrir su desnudez! | " Bebe tes la tierra. | l ° A " t u vista tiemblan las tú a tu vez a saciedad la vergüenza, I en montañas, | irrumpen diluvios de aguas, | lugar de la honra, hasta emborracharte. A ti se te dará el cáliz de la diestra de Yavé, | y en vez de gloria, vergüenza. | 1' Porque han de caer sobre ti Hs rapi­ñas del Líbano, | y la destrucción de los animales te será motivo de terror, | y las matanzas de los hombres | y el aso­lamiento de la tierra | y de las ciudades y de cuantos las habitaban.

i 8 ¿De qué sirve la escultura que su autor esculpió; I de qué la imagen fun­dida y el oráculo mendaz, | para que el que la hizo ponga en ella su confianza 1 por haberse fabricado vanidades mudas? | I* ¡Ay del que dice al leño: Despierta, y a la piedra: Levántate! | Esos no ense­ñan sino a enmudecer. I Están cubiertos de oro y de plata, I pero no hay en ellos hálito de vida. I 2 0 Yavé mora en su santo

alza su voz el abismo del mar. | n Olví­dase el sol de su levante ] y la luna se queda en su morada | ante el brillo de tus saetas voladoras, I ante el resplandor de tu lanza fulgurante.

12 En tu ira huellas la tierra, I en tu furor trillas los pueblos. | 13 Sales a cam­paña para salvar a tu pueblo, | para libertar a tus ungidos. | Abates la cús­pide de la casa del impío | desnudando sus cimientos hasta la roca. (Sela.) | 1 4 Atra­viesas con tus lanzas la cabeza de sus guerreros, | que irrumpen para desbara­tarnos, | exultan como quien devora al desvalido en secreto. | 15 Sumerges en el mar tus caballos, | en el hervidero de las grandes aguas.

16 Y lo oí, y se estremecieron mis en­t rañas; | al estruendo me faltó la pala-

palacio. | ¡Calla ante El, oh tierra toda! I bra. I Se reblandecieron mis huesos I y

•* Tomado de Isaías n ,g .

31 Esto indica que se trata de una oda destinada a ser cantada con acompañamiento de instru­mentos de cuerda.

2 El profeta, que manifiesta su espanto, sin duda por el vaticinio sobre la venida de los caldeos, luego se alegra viendo a Dios venir por el desierto haciendo justicia en las tiendas de Teman y de Cusan, para emplear sus poderosas armas contra las naciones y dar la salud a su pueblo. Por esto él confiará en Yavé y se gozará en Dios, su salvador.

973 SOFONÍAS 1

mis pasos se hicieron vacilantes. | Tran­quilo espero el día de la aflicción, I que vendrá sobre el pueblo que nos oprime.

17 Que no dé sus yemas la higuera, | que no dé sus frutos la vid, | que falte la cosecha del olivo | y no den manteni­miento los campos; que desaparezcan del

redil las ovejas, | no haya bueyes en los establos: | ls yo siempre me alegraré en Yavé | y me gozaré en el Dios de mi sal­vación. | 19 Yavé, mi Señor, es mi fortale­za, | que me da pies como de ciervo | y me hace correr por las alturas.

Al maestro del canto. A las cuerdas.

O o N

Sofoníasparece, según el epígrafe de su libro (i,i), descendiente del rey Ezequías. Vaticinó en los días de Josías, hijo de Amén (638-608), antes de la caída del imperio asirlo (612). Anunció el juicio de Dios sobre Judá y las naciones, sin excluir a Nínive, que será convertida en soledad, en desierto, en guarida de fieras (2,13 ss.). Termina anunciando la cesación del cautiverio y la restauración mesiánica, en que participarán todos los pueblos.

SUMARIO P R I M E R A P A R T E : Inminente juicio contra Judá y contra las naciones (1-2).—SEGUNDA P A R T E : Juicio contra Je-

rusalén y anuncio de salud para Israel y para las naciones (3).

1

P R I M E R A P A R T E

I N M I N E N T E J U I C I O CONTRA J U D Á

Y CONTRA LAS NACIONES

(1-2)

E l d í a d e Y a v é

1 Palabra de Yavé dirigida a Sofo­nías, hijo de Cusi, hijo de Gueda-

lías, hijo de Amarías, hijo de Ezequías, en los días de Josías, hijo de Amón, rey de Judá.

2 Yo haré perecer cuanto hay sobre la haz de la tierra, dice Yavé. * 3 Haré pe­recer hombres y animales, haré perecer las aves del cielo y los peces del mar. Yo haré tropezar a los impíos y exterminaré a los hombres de sobre la haz de la tie­rra, dice Yavé. 4 Yo tenderé mi mano sobre Judá y sobre todos los moradores de Jerusalén, y exterminaré de este lu­gar los restos de Baal y el nombre mis­mo de los arúspices de entre los sacerdo­tes, 5 y a los que en los terrados se pos­tran ante la milicia de los cielos, y a los que, postrándose ante Yavé, juran por Milcom, 6 y a los que se apartan de Yavé y no le buscan ni se acuerdan de El.

7 ¡Silencio en la presencia del Señor, Yavé! Porque se acerca el día de Yavé. Porque ha preparado Yavé un banquete y ha prevenido ya a sus invitados. 8 Su­cederá en el día del banquete de Yavé que haré yo justicia en los príncipes y

en la casa del rey y en todos los que se visten vestiduras extranjeras. 9 Haré aquel día justicia en los que corretean por las calles e hinchen las casas de sus seño­res de rapiñas y de fraudes. 10 Se alzará aquel día, dice Yavé, gran gritería desde la puerta de los Peces, y gran clamor desde la Ciudad Nueva, y gran estruendo desde las colinas.

11 Lamentaos, moradores de la Muela, porque todo vuestro pueblo de mercade­res ha sido destruido, han sido exter­minados todos los que pesaban la pla­ta. t 2 Sucederá aquel día que escudri­ñaré a Jerusalén con linternas y haré justicia en los que se sientan sobre sus heces, diciéndose en su corazón: N o hace Yavé ni bien ni mal. 13 Su opulencia será dada al pillaje y asoladas sus casas. Levantarán casas y no las habitarán, plantarán viñas y no beberán su vino. 14 Se acerca el gran día de Yavé, vie­ne presuroso; el estruendo del día de Yavé es horrible, hasta los más fuertes lanzan gritos de angustia. , 5 Día de ira es aquél, día de angustia y de congoja, día de ruina y asolamiento, día de ti-niebla y obscuridad, día de sombras y densos nublados, 1* día de trompeta y alarma en las ciudades fuertes y en las altas torres.

17 Aterraré a los hombres, que andarán como ciegos; por haber pecado contra Yavé, su sangre será derramada como se

•i 2 El día de Yavé es el día del juicio divino, de la severa justicia con que amenaza a Jerusalén • y a todo Judá por los crímenes que en ellos se cometen. Así éstos como su castigo los des­

cribe minuciosamente el profeta.

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SOFONÍAS 1-3 974 derrama el polvo, y tirados sus cadáve­res como estiércol. ' s No podrá su plata ni su oro librarlos el día de la ira de Yavé, pues toda la tierra será consumida por el fuego de su furor y consumará la ruina, la pérdida apresurada de todos los moradores de la tierra.

Exhortación a la penitencia

2 1 Ajustaos a la regla y entrad en vosotros, pueblo rebelde, * 2 antes

que la cólera os pulverice como tamo, antes que caiga sobre vosotros el ardor de la ira de Yavé, antes que llegue sobre vosotros el día de la ira de Yavé. 3 Bus­cad a Yavé los humildes de la tierra; cumplid su Ley, practicad la justicia, bus­cad la mansedumbre, y quizá quedaréis al abrigo el día de la ira de Yavé.

Sobre los filisteos 4 Gaza será abandonada y Ascalón aso­

lada, Azoto saqueada en pleno día y Acarón extirpada.* 5 ¡Ay de los habi­tantes de la costa del mar, del pueblo de los cereteos! La palabra de Yavé se alza contra vosotros; Canán, tierra de filisteos, yo te destruiré hasta no dejar en ti habitante. «Queret se convertirá en pastizales de pastores y rediles de ove-Jas- 7 La región será para el resto de •luda, allí apacentará. Dormirán por la noche en las casas de Ascalón, porque ¡° s ,visitará Yavé, su Dios, y los restau-rara.

la tierra; y todos, cada uno desde su lugar, y todos los de las islas de las gen­tes le adorarán.

Sobre la Etiopía y la Asiría 1 2 También vosotros, etíopes, seréis des­

truidos por mi espada. * 13 Y tenderá su mano hacia el aquilón, y destruirá a Asur, y haiá de Nínive un campo de devastación, árido como desierto. 1 4En medio de él dormirán los rebaños y to­dos los animales de los pantanos; el peli­cano y el alcaraván harán su morada en sus capiteles. En los huecos canta un murmullo; en los atrios, desolación; los artesonados de cedro, arrancados.15 Hela aqui la ciudad soberbia y llena de con­fianza en sí misma, que se decía: «Yo y nadie más que yo». ¡Cómo ha sido de­vastada, hecha guarida de bestias! Cuan­tos pasen cerca de ella silbarán y move­rán sus manos.

SEGUNDA PARTE

S o b r e M o a b y A m m á n

den>m!»° í d? J ? s u l t r a J e s d e M o a b Y los afrenta™ d e lo-S h i ' 0 s d e Ammón/que S ™ * a m p u e W o y s e engrande­c e Y ° ° ^ S V e r r i t o r i o - * » Por mi vida, M o a f c e b a o t ' c e l D i o s d e I s r a e l > q™

A ^ m o n e o r n o T S ° d ° m a ' y ' ° S h Í J 0 S d e

de sal v Gomorra , ortigales, minas El r e w ^ S a m p o d e e t e r n a devastación. Jos sobrevíf- m i p u e W o , o s saqueará y darán io p V f M e s d e m i P«eblo los here­d a por w . s e í á e I P a 8 ° d e s u s o ° e r -nabeVse & , u l t r a J a d ° a mi pueblo y Y « e C T v ° ^°ntra el P"ebl° d« t r a ellos „ H . • a v é s e r a t e r r i b l e c o n -S y d e s t rmrá a todos los dio*™ d„

JUICIO CONTRA JERUSALÉN Y ANUNCIO DE SALUD PARA ISRAEL Y PARA LAS

NACIONES

(3)

Sobre Jerusalén

3 1 ¡Ay de la rebelde, de la contami­nada, de la ciudad opresora! * 2 No

quiso escuchar, no se dejó enseñar, no quiso acercarse a su Dios. 3 Sus prínci­pes son rugientes leones, sus jueces lobos nocturnos, que no dejan hueso que roer a la mañana. 4 Sus profetas son hombres vanos y pérfidos, sus sacerdotes profanan las cosas santas y falsean la Ley. 5 Yavé es justo en medio de ella, no hace El iniquidad; todas las mañanas establece su juicio para alumbrar, no falta nunca y no hay en El iniquidad.

6 Yo he exterminado a los soberbios, he asolado sus torres y devastado sus caminos, sin que haya quien pase por ellos, y sus ciudades fueron saqueadas y no queda en ellas morador. i Me dije: De cierto me temerás, y te corregirás; no dejará de advertir los castigos con que

a todos los dioses de | yo la he castigado; pero se dio a corrom-O I D i

Yavé en <?*? j Práctica de la justicia antes que sobre ellos descargue la mano vengadora de En e t s u l ra-

V A |calón senfSfrv23 c ° " t r a I a Fil¡stea son de notar dos cosas: «la región será para el resto de Judá» b ~ E l casticeT r l T x / ' u t a d a y r e s t a u rada, pero en provecho de Judá. ¿ f r* engranclecidn y A m m o n l es viene por sus ultrajes contra Israel y en castigo de ha-

uPerv¡vientes d " j sc o n , s u te™torio. La pena será su destrucción y el que su territorio pase a los

1 8 0 d e su solS-hl»' q U ¿ a l c a n z a Primero a Etiopía, se extiende luego sobre Nínive, la cual, en cas-3 ' Mu- convertida en campo de desolación.

^ueva j í la„en cabeza ai<Si 1 c9ntr,a Jerusalén, de quien Dios esperaba que se convirtiera, escarmentando

6 8 «entes será SSi ,^ 8 'V . , e s t 0 - s e h i z ° P«»; Por lo cual el día en que Dios se levante a juzgar ramoien herida de la cólera divina.

975 AGEO 1

per más y más sus caminos. 8 Por eso, dice Yavé, esperadme, para el día en que me levantaré para juzgaros. Porque es mi propósito reunir a las gentes y jun­tar a los reinos para derramar sobre ellos mi ira, porque la tierra toda será consumida por el ardor de mi cólera.

L a r e s t a u r a c i ó n 9 Entonces devolveré yo a los pueblos

labios limpios para invocar todos el nom­bre de Yavé y servirle de común acuer­do. * 10 Me traerán ofrendas desde más allá de Etiopía. u Entonces no te aver­gonzarás ya de las rebeliones con que te rebelaste contra mí, porque quitaré de en medio de ti a tus fanfarrones jactan­ciosos, y no te ensoberbecerás por mi monte santo. 1 2 Dejaré en medio de ti como resto un pueblo humilde y modes­to , que esperará en el nombre de Yavé. 13 El resto de Israel no hará iniquidad, no dirá mentira, no tendrá en su boca lengua mendaz y se apacentarán y dor­mirán sin que haya nadie que los espante.

9 El día del Señor, que hasta aqui parecía sólo dia de cólera, lo será también de misericordia para las naciones, que aprenderán a invocar el nombre de Yavé, asociadas al resto del pueblo salvado de la cautividad. El profeta las invita a alegrarse y a cantar canciones de júbilo.

19 El día del Señor que el profeta anuncia será un juicio sobre todas las naciones, que recibirán su castigo, mientras que Israel, purificado por el cautiverio, se convertirá a Yavé, que le recibirá. Entonces Sión cantará alegre, tanto más cuanto que ve el castigo de quienes le maltrataron.

1 4 ¡Canta, hija de Sión! ¡Da voces ju­bilosas, Israel! [Regocíjate con todo el corazón, hija de Jerusalén! 15 Que Yavé ha revocado los decretos dados contra ti y ha rechazado a tu enemigo. El rey de Israel, Yavé, está en medio de ti. No verás más el infortunio. l s Aquel día se dirá a Jerusalén: N o temas, Sión. N o se caigan tus manos, 17 que está en medio de ti Y a \ é como poderoso salvador: se goza en ti con transportes de alegría, te ama con delirio. 18 ¡Ay de los que pre­tendan afrentarte! Destruiré del todo a los que te oprimieron.

19 Aquel día arruinaré yo enteramente a tus opresores. Y salvaré a la coja, y recogeré a la descarriada, y las haré objeto de alabanzas, y su confusión la haré gloria de la tierra toda, * 20 al tiem­po en que os colmaré de bienes, al tiem­po en que os reuniré. Porque os haré objeto de gloria y alabanza entre todos los pueblos de la tierra cuando a vues­tros ojos haré retornar a vuestros cauti­vos, dice Yavé.

E O

Nada sabemos del origen de Ageo, fuera de que vivió en el cautiverio y colaboró en la obra de la reconstrucción del templo. Su libro contiene cuatro breves oráculos, fechados en el segundo año de Darío (520) y dirigidos a los moradores de Jerusalén, vueltos del cautiverio, que hasta entonces no habían podido edificar el templo. El profeta los exhorta a emprender la obra y anuncia la gloria del segundo templo, que será mayor que la del primero por la venida de los tiempos mesiánicos, en que las naciones concurrirán a Jerusalén cargadas de ricas ofrendas.

S T T 1 V T A R T O Exhortación a la edificación del templo y gloria mesiánica de éste (1,1-3,10). Bendiciones del pueblo por la construcción

del templo (2,11-34).

E x h o r t a c i ó n a ed i f icar el t e m p l o

I1 En el año segundo del rey Darío, el mes sexto, el día primero del mes,

fue la palabra de Yavé, por mano de Ageo, profeta, a Zorobabel, hijo de Seal-tiel, gobernador de Judá, y a Josué, hijo de Jeosadac, sumo sacerdote, diciendo: *

I1 Véase en el libro de Esdras (4,26-6,22) 'a historia aqui aludida. 4 Desalentados por las dificultades, hablan desistido de la obra del templo; por esto mismo el

Señor les retiraba sus bendiciones.

2 Así habla Yavé Sebaot: Este pueblo dice: N o ha venido aún el tiempo de reedificar la casa de Yavé.

3 Fue, pues, la palabra de Yavé, por mano del profeta Ageo, diciendo: 4 ¿Ha venido para vosotros el tiempo de mo­rar en casas artesonadas, mientras está en ruinas esta casa? * 5 Pues así dice Yavé

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AGEO 1-2 976

Sebaol: Pensad bien en vuestra suerte. 'Sembrá i s mucho y encerráis poco; co­méis y no os saciáis; bebéis y no os har­táis; os vestís y no os calentáis, y el que anda a jornal echa su salario en bolso roto.

7 Asi dice Yavé: Pensad bien en vues­tra suerte. 8 Subid al monte y traed ma­deras, y reconstruid la casa, y yo hallaré en ella mi gozo y mi gloria, dice Yavé. 9 Esperabais mucho, y habéis hallado poco; almacenabais, y yo soplaba en ello. ¿Por qué?, dice Yavé Sebaot. Por estar mi casa en ruinas, mientras que to­dos os apresurabais a haceros la vues­tra. I 0 Por eso retuvieron los cielos sobre vosotros la lluvia y no dio sus frutos la tierra; " y llamé la sequía sobre esta tierra, y sobre los montes, y sobre el trigo, y sobre el vino, y sobre el aceite, y sobre cuanto produce la tierra, y sobre los hombres, y sobre las bestias, y sobre todo trabajo de vuestras manos.

A t i e n d e el p u e b l o la e x h o r t a c i ó n de l p r o f e t a

i2 Oyó Zorobabel, hijo de Sealtiel, y Josué, hijo de Jeosadac, sumo sacerdote, y todo el pueblo la voz de Yavé, su Dios, y las palabras de Ageo, profeta, conforme a la misión que Yavé, su Dios, le había encomendado para ellos, y temió el pue­blo ante Yavé. u Entonces Ageo, el en­viado de Yavé, habló por mandato de Yavé al pueblo, diciendo: Yo soy con vosotros, dice Yavé. 14 Y despertó Yavé el espíritu de Zorobabel, hijo de Sealtiel, gobernador de Judá, y el espíritu de Jo­sué, hijo de Jeosadac, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el pueblo, y vinieron y se pusieron a la obra de la casa de Yavé Sebaot, su Dios, i (ls) el día veinti­cuatro del mes sexto, del segundo año del rey Darío .

L a g lo r ía de l n u e v o t e m p l o

22 (l) El séptimo mes, a los veintiuno, fue 1 a palabra de Yavé, por mano del

profeta Ageo, diciendo: 3 (2) Habla aho­ra a Zorobabel, hijo de Sealtiel, goberna­dor de Judá, y a Josué, hijo de Jeosadac, sumo sacerdote, y al resto del pueblo, y diles: 4 (3) ¿Quién queda de vosotros que viera esta casa en su primera gloria y cual ¡a veis ahora? ¿No es en verdad a vuestros ojos como nada? * 5 (4) Pues aní­mate, Zorobabel, dice Yavé; anímate tú también, Josué, hijo de Jeosadac, sumo sacerdote, y cobra ánimo, pueblo todo |

de la tierra, dice Yavé, y [a la obra!, porque soy yo con vosotros, dice Yavé Sebaot. « (5) Conforme a la alianza que con vosotros hice a vuestra salida de Egipto, estará en medio de vosotros mi espíritu; no temáis. 7 (6) Porque así dice Yavé Sebaot: De aquí a poco haré aún temblar los cielos y la tierra, los mares y lo seco, 8 (7) y haré temblar a las gen­tes todas, y vendrán las preciosidades de todas las gentes, y henchiré de gloria esta casa, dice Yavé Sebaot. 9 (8) Mía es la plata, mío es el oro, dice Yavé Sebaot. 10 (9) La gloria de esta postrera casa será más grande que la de la primera, dice Yavé Sebaot, y en este lugar daré yo la paz, dice Yavé Sebaot.

11 (10) A veinticuatro del noveno mes, del segundo año de Darío, fue la palabra de Yavé, por mano del profeta Ageo, diciendo: i 2 ( n ) A s í dice Yavé Sebaot: Pregunta esto a los sacerdotes: 13 (12) Si uno lleva en las haldas de su vestido carnes sagradas, y con sus haldas toca pan, manjares cocidos, vino, aceite o un alimento cualquiera, ¿quedará esto santi­ficado? Los sacerdotes respondieron di­ciendo: No . I 4 ( i 3 ) Y dijo Ageo: Y si un inmundo por un cadáver tocare alguna cosa de éstas, ¿serían inmundas? Y res­pondieron los sacerdotes, diciendo: In­mundas serían, n (i4) Y replicó Ageo, di­ciendo: Pues así era este pueblo y esta gente delante de mí, dice Yavé, y así toda la obra de sus manos y cuanto ofrecían era inmundo.

16 (15) Poned, pues, vuestra atención ahora, desde este día en adelante y para atrás, antes del día en que en esta casa pusisteis una piedra sobre o t r a . 1 7 (16) An­tes venían al montón de veinte, y había diez; venían al lagar para sacar cincuen­ta, y había veinte. i 8 (17) Os hería con el viento solano y con tizón y con granizo en toda obra de vuestras manos, mas no os volvíais a mí, dice Yavé. " (18) Poned vuestra atención desde este día y antes, desde el veinticuatro del noveno mes en adelante, desde que ha sido cimentado el templo de Yavé. 2 0 ( 1 9 ) ¿ N o está aún la simiente en los graneros? Ni la vid, ni la higuera, ni el granado, ni el olivo han florecido todavía, pero desde este día en adelante daré yo bendición.

P r o m e s a d e p r o t e c c i ó n a Z o r o b a b e l

21 (20) Fue por segunda vez la palabra de Yavé a Ageo, a los veinticuatro del mismo mes, diciendo: 22(21) Habla a Zo-

O 4 Era posible que el año 520 hubiera en Jerusalén quien hubiese visto en pie el primer templo, ^ destruido en 587. La nueva obra era pobre comparada con la antigua, pero será más gloriosa, pues será el centro de peregrinación de todas las gentes en los días mesiánicos. Es claro que no se' deben tomar a la letra estas palabras del profeta, sino en sentido figurado, en cuanto anuncian to( vocación de todas las gentes a formar parte del pueblo de Dios. "

977 ZACARÍAS 1

robabel, gobernador de Judá, y dile: Y o conmoveré los ciclos y la tierra; 23 (22) y trastornaré los tronos de los reinos, y destruiré la fuerza del reino de las gen­tes, y volcaré el carro y a los que en él suben, y se vendrán abajo los caballos

y los que en ellos cabalgan, los unos por la espalda de los otros. 2 4 (23) Aquel día, dice Yavé Sebaot, te tomaré a ti, Zoroba­bel, hijo de Sealtiel, mi siervo, dice Ya­vé, y te haré como anillo de sello, porque yo te he elegido, dice Yavé Sebaot.

R

Zacarías, hijo de Baraquías, es contemporáneo de Ageo y, como él, trabajó en promover la obra del templo. Su primer oráculo lleva la fecha del segundo año de Darío, el mes octavo (520). Los seis primeros capítulos tratan de la restauración de Jerusalén y del templo, mezclando con esto promesas mesiánicas. Siguen las res­puestas a ciertas consultas dirigidas al profeta sobre el duelo que por la ruina de Jeru­salén venían guardando (7-8). Termina en los capítulos 9-14 con diversos vaticinios, en parte mesiánicos y en parte de amenaza contra Judá y las naciones. En ellos no aparece, como en los precedentes, la relación con los tiempos de la restauración, y algunos tienen un carácter apocalíptico.

C T T M A R T O P R I M E R A P A R T E : Visiones y oráculos sobre la restaura-OKJMAÍIIKJ á6n de ¡a ciudad ( , _ 8 > ) . _ s E G U N D A P A R T E : Oráculos

sobre la futura suerte de Israel y de las naciones (9-14).

PRIMERA PARTE

V I S I O N E S Y ORÁCULOS SOBRE LA

RESTAURACIÓN DE LA CIUDAD

(1-8)

I n t r o d u c c i ó n

1 1 El octavo mes del año segundo de Darío llegó la palabra de Yavé a

Zacarías, hijo de Baraquías, hijo de Ido, profeta, diciendo: 2 Yavé se irritó fuer­temente contra vuestros padres.

E x h o r t a c i ó n a la p e n i t e n c i a

3 Diles, pues: Así dice Yavé Sebaot: Volveos a mí, dice Yavé Sebaot, y yo me volveré a vosotros, dice Yavé Sebaot . 4 N o seáis como vuestros padres, a quie­nes vocearon los primeros profetas, di­ciendo: ¡Así dice Yavé Sebaot: Conver­tios de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras! Pero ellos no aten­dieron, no me escucharon, dice Yavé Se­baot. 5 Vuestros padres, ¿dónde están? Y los profetas, ¿viven siempre? 6 Pero mis palabras y mis mandatos, lo que mandé yo a mis siervos, los profetas, ¿no alcanzó acaso a vuestros padres? Por eso se convirtieron y dijeron: Ha hecho

Yavé Sebaot con nosotros tal como se­gún nuestros caminos decretó tratarnos.

7 A veinticuatro del mes undécimo, que es el mes de Sebat, del año segundo de Darío, fue la palabra de Yavé a Zaca­rías, profeta, hijo de Baraquías, hijo de Ido, diciendo:

V i s ión d e los caba l los y los c a b a l l e r o s 8 Vi de noche a un varón que cabal­

gaba en un caballo alazán obscuro y es­taba entre los montes situados a poniente; detrás de él había caballos negros, ba­yos y blancos. * 9 Yo entonces pregunté: ¿Qué son éstos, mi señor? Pero el ángel que me hablaba me dijo: Voy a darte a saber quiénes son éstos; 10 pero el que es­taba entre los montes tomó la palabra y dijo: Estos son los que Yavé ha man­dado a recorrer la tierra. 11 Luego ha­blaron ellos al ángel de Yavé que estaba en los montes a poniente y le dijeron: Hemos recorrido la tierra, y toda está quieta y tranquila.

12 Y habló el ángel de Yavé, diciendo: ¡Oh Yavé Sebaot! ¿Hasta cuándo no vas a tener piedad de Jerusalén y de las ciu­dades de Judá, contra las que estás irri­tado desde hace setenta años? 13 Y Yavé

I8 Esta primera visión de los caballos significa que el Señor está dispuesto a realizar en seguida la restauración de Jerusalén. Los caballos son los correos de Dios, que recorren la tierra para

informarle de cómo están las naciones. Estas se hallan muy tranquilas después de haber maltratado a su pueblo. Pues Dios las juzgará, y Jerusalén, que lleva asolada los setenta años predichos por Je­remías (25,11-12; 29,10), será restaurada.

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ZACARÍAS 1-3 978

dirigió al ángel que conmigo hablaba palabras blandas, palabras consoladoras. 14 El ángel que hablaba conmigo me dijo: Clama diciendo: Así dice Yavé Sebaot: Siento grande amor hacia Jerusalén y hacia Sión, 15 y e s t o / muy airado contra las naciones que ahora están tranquilas, porque yo estaba un poco airado, pero ellas agravaron el mal. 16 Por tanto, así dice Yavé: Yo me he vuelto misericor­dioso hacia Jerusalén, y mi casa será allí reedificada, dice Yavé Sebaot, y sobre Jerusalén se tenderá el cordel. 17 Clama también diciendo: Así dice Yavé Sebaot: Aún rebosarán mis ciudades de abundan­cia de bienes, y Yavé consolará a Sión y elegirá a Jerusalén.

L a v is ión d e los c u a t r o c u e r n o s y los c u a t r o c a r p i n t e r o s

lg (!) Luego alcé mis ojos y miré, y vi cuatro cuernos; * 19 (2) y pregunté al án­gel que hablaba conmigo. ¿Y éstos qué son? El me respondió: Estos son los cuer­nos que dispersaron a Judá. 20 (3) Mos­t róme luego Yavé cua t ro carp in te ros . 21 (4) y yo pregunté: ¿Qué van a hacer éstos? Me respondió diciendo: Aquéllos son los cuernos que dispersaron a Judá de modo tal que no pudo ya levantar cabeza, y éstos vienen para rodear a aqué­llos y destruir los cuernos de las gentes que alzaron el cuerno sobre la tierra de Judá para dispersarla.

ha enviado a las gentes que os despojaron, porque el que os toca a vosotros, toca a la niña de mis ojos; 9 ( ] 3 ) y yo alzo m i m a -no contra ellos y serán presa de los que tuvieron por esclavos y sabréis que Yavé Sebaot me ha enviado.

1° (I4) Jubila y regocíjate, bija de Sión, porque llegaré y habitaré en medio de ti, dice Yavé. n (15) Aquel día se unirán a Yavé muchas gentes que serán mi pue­blo, y yo habitaré en medio de ti, y sa­brás que Yavé Sebaot me ha enviado a ti. i2 (16) Yavé poseerá a Judá, su here­dad, en la tierra santa, y será Jerusalén su elegida. 13 (I7) Calle toda carne ante Yavé, que se ha alzado de su santa mo­rada.

C u a r t a v is ión . E l s u m o s a c e r d o t e J o ­s ué , a c u s a d o p o r el d i a b l o y d e f e n ­

d i d o p o r Y a v é

2X (5) Alcé de nuevo los ojos y miré, y vi a un varón que tenía en la mano

un cordel de medir, * 2 (6) y le pregunté: ¿Adonde vas? El me respondió: A medir a Jerusalén para ver cuánta es su anchura y cuánta su longitud. 3 (7) Apareció el án­gel que hablaba conmigo, y vi que venía a su encuentro otro ángel, 4 (8) que le dijo: ¡Corre! Di a ese joven: Sin murallas será habitada Jerusalén; tal será en ella la muchedumbre de hombres y animales. 5 (') Y yo seré para ella, dice Yavé, muro de fuego en derredor, y seré su gloria en medio de ella.

6 (10) ¡Arriba, arriba! Huid de la tierra del aquilón, dice Yavé, pues a los cuatro vientos del cielo os aventé, dice Yavé. 7 (H) ¡Arriba, Sión! La que habitas en Ba­bilonia, escápate. 8 ( l2) Porque así dice Ya­vé Sebaot: Después de la aflicción, él me

31 Y me hizo ver a Josué, el sumo sacerdote, que estaba en pie delante

del ángel de Yavé, y tenía a su diestra a Satán, que le acusaba. 2 Yavé dijo a Sa­tán: ¡Que Yavé te reprima, oh Satán; que Yavé te reprima, pues El ha elegido a Je­rusalén! ¿No es por ventura ése un tizón que acaba de ser arrebatado a la hogue­ra? * 3 Porque estaba Josué vestido de ves­tiduras inmundas, y así en pie delante del ángel. 4 Este habló mandando a los que estaban delante de él: Quitadle las vesti­duras inmundas y vestidle las vestiduras de ceremonia, 5 y poned sobre su cabeza una tiara pura. Ellos pusieron la tiara so­bre su cabeza y le vistieron de las vesti­duras de ceremonia; y el ángel de Yavé, puesto en pie, le dijo: Mira, he quitado de ti tu iniquidad y te he vestido de las ves­tiduras de ceremonia. *

6 El ángel de Yavé conjuró a Josué, di­ciendo : Así habla Yavé Sebaot: 7 Si an­das por mis caminos y eres fiel a mi minis­terio, administrarás también mi casa y guardarás mis atrios, y yo te daré puesto entre éstos que están aquí. 8 Escucha, pues, Josué, sumo sacerdote, tú y tus com­pañeros que se sientan delante de ti. Sois varones de presagio. He aquí que yo hago venir a mi siervo Germen. * 9 La piedra que yo he puesto ante Josué, una sola pie­dra con siete caras, la labraré yo mismo, yo mismo haré en ella su escultura, dice

18 Los cuerpos son las naciones que maltrataron a Judá, y los obreros son los instrumentos de la justicia divina contra ellos.

2 1 La visión anuncia la restauración de la ciudad de Jerusalén, de la cual serí Yavé muro y defensa, habitando en medio de ella.

3 2 Según el texto, es Yavé quien increpa a Satán; no puede caber duda que sea el ángel de Yavé quien lo hace, según el contexto.

5 E' sacerdocio había contribuido mucho a la pérdida de Judá. Ahora nos muestra al pontífice con ornamentos puros, signo de la pureza del sacerdocio mismo,

s Germen: nombre mesiánico (cf. Is n ,1 as.; Jer 23,5 ss.).

979 ZACARÍAS 3-6

Yavé Sebaot, y aquel mismo día quitaré de la tierra la iniquidad. 10 Aquel día, dice Yavé Sebaot, convidaréis cada uno a su vecino bajo la parra y bajo la higuera.

Q u i n t a v i s ión . E l c a n d e l a b r o

41 El ángel que hablaba conmigo vino y me despertó como a hombre que

despierta de su sueño, 2 y me dijo: ¿Qué ves? Yo le respondí: Miro y veo un can­delera, todo de oro, con un vaso encima y sus siete lámparas, y siete tubos desde las lámparas al vaso que está encima; 3 y a su lado, dos ramos de olivo, el uno a la derecha del vaso y el otro a la izquierda. 4 Y proseguí diciendo al ángel que habla­ba conmigo: ¿Qué es esto, mi señor? 5 El entonces me habló, respondiendo: ¿No sabes lo que es eso? Y o le dije: N o , mi señor. 6 Entonces él me habló, diciendo: He aquí la palabra de Yavé a Zorobabel. Dice: N o con ejército, no con fuerza, sino por mi espíritu, dice Yavé Sebaot. 7 ¿Qué eres tú, montaña grande? Allánate ante Zorobabel. El pondrá la piedra de rema­te en medio de aclamaciones: «¡Qué her­mosa es, qué hermosa es!» 8 Y me llegó la palabra de Yavé, diciendo: 9 Las ma­nos de Zorobabel cimentaron esta casa, y sus manos la acabarán, y sabrás que Yavé Sebaot me ha enviado a vosotros. 10 Porque los que han despreciado el día de las cosas modestas verán gozosos en las manos de Zorobabel la piedra reser­vada. Esos siete son los ojos de Yavé, que observan la tierra en toda su redon­dez. * 11 Yo proseguí diciendo: Y esos dos olivos a derecha e izquierda del candela­bro, ¿qué son? 12 y tomando por segun­da vez la palabra, pregunté: ¿Qué son esos dos ramos de olivo que están cerca de los dos tubos por donde baja el acei­te? 13 El me respondió, diciendo: ¿No sa­bes lo que son ésos? Y o respondí: N o , mi señor. 14 El me dijo: Son los dos hijos del óleo que están delante del Señor de toda la tierra. *

S e x t a v i s ión . E l ro l lo v o l a n d o

51 Y o alcé de nuevo mis ojos y vi en visión un rollo volando. * 2 Pregun­

tóme él: ¿Qué ves? Respondí : Veo un rollo de veinte codos de largo y diez de

ancho que vuela. 3 El entonces me dijo: Eso es la maldición que sale sobre la haz de la tierra, porque conforme a ella todo ladrón será arrojado de aquí, con­forme a ella todo perjuro será arrojado de aquí. 4 Yo la he desencadenado, dice Yavé Sebaot, y caerá sobre la casa del ladrón y sobre la casa del que en falso jura por mi nombre, y permanecerá en medio de su casa hasta consumir made­ras y piedras.

5 Apareció el ángel que hablaba con­migo y me dijo: Alza tus ojos y mira lo que se aparece. 6 Yo dije: ¿Qué es? El me respondió: Es un efá que aparece; y añadió: Es su iniquidad en toda su tierra. 7 Y vi que se alzaba una tapadera de plomo, y en medio del efá estaba sentada una mujer. 8 El me dijo: Ahí tienes a la iniquidad; y la echó en medio del efá y tapó su boca con la tapadera de plomo. 9 Yo alcé los ojos y vi aparecer dos mu­jeres. Soplaba el viento en sus alas, que eran como alas de cigüeña, y alzaron el efá entre la tierra y el cielo. 10 Yo dije al ángel que hablaba conmigo: ¿Adonde llevan el efá? H El me respondió: A ha­cerle casa en la tierra de Senaar y de Acad, donde la establecerán.

O c t a v a v is ión . L o s c u a t r o c a r r o s

6 1 D e nuevo alcé los ojos, y mirando una visión, vi cuatro carros que sa­

lían de entre dos montes; los dos montes eran de bronce. * 2 El primer carro tenía caballos alazanes obscuros; el segundo ca­rro, caballos negros; 3 el tercer carro, ca­ballos blancos, y el cuarto, caballos bayos, todos muy veloces. 4 Entonces, hablando ei ángel que conmigo hablaba, dije: Y éstos, ¿qué son, mi señor? 5 El ángel respondió, diciéndome: Esos son los cuatro vientos del cielo, que vienen a presentarse al Señor de toda la tierra. 6 El de los caballos alaza­nes va hacia la tierra del oriente; el de los negros va al norte, el de los blancos al oc­cidente, y el de los bayos al mediodía. 7 Pia­faron, pues, los corceles, queriendo partir para recorrer la tierra, y él dijo: Id, reco­rred la tierra. Ellos recorrieron la tierra. 8 Me llamó y me habló, diciendo: Los que van hacia el norte han calmado mi alma en la tierra del aquilón.

ñ 10 Antes sacerdotes y reyes se habían conjurado para la pérdida de Judá; ahora Josué, sumo ^ sacerdote, y Zorobabel, príncipe de la dinastía davídica y que ejercía el cargo de gobernador, están unidos y concordes para realizar la obra de la restauración.

El pensamiento de este capítulo parece quedar obscuro no haciendo la inversión de l-6a y 6b-l0a. Tal fue, sin duda, el orden original, alterado por algún accidente ignorado.

14 Los dos ungidos, Josué y Zorobabel. J5 t Las dos visiones de este capítulo significan: la del volumen, los decretos de la justicia divina *^ contra la tierra de Judá; la del efá, las iniquidades del pueblo por las que fue transplantado a Caldea. C ! Los cuatro carros, que significan los vientos, son los ministros de la justicia divina en los " cuatro ángulos de la tierra. Los que van hacia la tierra del Norte son los que ejecutarán las divinas venganzas contra Babilonia.

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ZACARÍAS 6-8 980

A c c i ó n s i m b ó l i c a . L a c o r o n a c i ó n d e l s u m o s a c e r d o t e

'L legóme l a Palabra de Yavé, diciendo: " T o m a de los cautivos repatriados, de

Jarim, de Tobías y de Jedaya, y vete luego a casa de Josías, hijo de Sefanías. » Toma de ellos plata y oro y haz una corona y ponía ante Josué, hijo de Jeosadac, sumo sacerdote, * 12 y dile: Así habla Yavé Se­baot, diciendo: H e aquí que el varón cuyo nombre es Germen, y del cual se producirá germinación, 13 edificará el tem­plo de Yavé, se revestirá de majestad, se sentará y dominará en su t rono, y el sacerdote se sentará en su solio, y habrá entre ambos consejo de paz. 14 La corona servirá a Jarim, Tobías y Jedaya de me­moria en el templo de Yavé. 15 Hombres j de muy lejos vendrán a trabajar en la construcción del templo de Yavé, y sa­bréis que Yavé Sebaot me ha enviado a vosotros. Sucederá esto si escucháis la voz de Yavé, vuestro Dios.

al huérfano, al extranjero y al pobre ; no maquinéis el mal en vuestros corazones el uno contra el otro. 11 Pero no quisieron atender, y se hicieron hombres rebeldes y endurecieron sus oídos para no oir. 12 Se hicieron un corazón duro como el diamante para no escuchar las enseñan­zas y palabras que Yavé Sebaot les man­daba por medio de los profetas primeros, y estalló la gran indignación de Yavé Sebaot; 13 y sucedió que así como El los llamaba y ellos no quisieron oirle, l lamaron luego ellos, y Él no los oyó, dice Yavé Sebaot, i 4 y los dispersé entre todas las gentes que ellos no conocían, y tras ellos quedó la tierra devastada, hasta no haber quien fuese ni viniese; y torna­ron en desierto la tierra deleitosa.

P r e g u n t a d e S a r a s a r y r e s p u e s t a d e Y a v é a c e r c a d e los a y u n o s

H 1 Sucedió que el afio cuarto del rey ' Dar ío llegó la palabra de Yavé a

Zacarías, el día cuarto del noveno mes, que es el mes de Casleu. 2 La casa de Israel envió a Sarasar, oficial del rey, con sus hombres, para implorar el favor de Yavé 3 y hablar con los sacerdotes de la casa de Yavé Sebaot y con los profetas, diciéndoles: ¿He de afligirme yo el quinto mes y guardar la abstinencia como de tantos años lo he hecho?

4 Y llegó palabra de Yavé Sebaot, di­ciendo : 5 Habla a todo el pueblo de la tierra y a todos los sacerdotes, diciendo: Cuando hace setenta años ayunasteis el quinto y el séptimo mes, ¿ayunasteis para mí? « Y cuando coméis y bebéis, ¿no coméis y bebéis para vosotros? 7 ¿No son las palabras que proclamó Yavé por mano de los profetas primeros, cuando Jerusa-lén estaba habitada y tranquila, y habi­tadas las ciudades de en derredor suyo, el Mediodía y la Sefela? *

8 Y fue palabra de Yavé a Zacarías, diciendo: 9 Así habla y dice Yavé Sebaot: Juzgad conforme a verdad, practicad la beneficencia y la misericordia hacia vues­tro prójimo; i ° n o oprimáis a la viuda,

A m o r d e Y a v é p o r el p u e b l o y p r o m e s a s d e s a l u d

8 1 Y fue palabra de Yavé Sebaot, di­ciendo : * 2 Así habla Yavé Sebaot:

Yo siento por Sión un amor extremado y un extremado celo. 3 Así habla Yavé Sebaot: Ya me he vuelto hacia Sión y habitaré en Jerusalén, y Jerusalén será llamada la ciudad fiel, y el monte de Yavé Sebaot, el monte santo. 4 Así dice Yavé Sebaot: Aún se sentarán en las plazas de Jerusalén viejos y viejas, que por los muchos años llevarán en la mano su báculo. 5 Las calles de la ciudad esta­rán llenas de muchachos y muchachas, que jugarán en ellas. 6 Así dice Yavé Sebaot: Si esto es difícil a los ojos del resto de su pueblo en estos días, ¿lo será también a mis ojos?, dice Yavé Sebaot.

7 Así habla Yavé Sebaot: Yo salvaré a mi pueblo de la tierra de levante y de la tierra de poniente, 8 y los traeré y habitarán en Jerusalén, y ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios en verdad y en justicia.

9 Así habla Yavé Sebaot: Esfuércense vuestras manos, vosotros los que en es­tos días oís las palabras de los profetas del tiempo en que fue cimentada la casa de Yavé, para que el templo sea recons­truido ; 1" porque antes de ese tiempo no había ni para pagar a los hombres, ni para pagar por las bestias, ni paz alguna para el que entraba o salía, a causa del enemigo. Yo había lanzado a los hombres

_ u El sentido de la corona no es del todo claro; pero lo que dice de Zorobabel parece sugerir la idea de que éste es mirado como el representante de la dinastía davídica destinado a dar a Israel el vastago glorioso para quien la corona está destinada. Esta quedará en el templo hasta que aparezca aquel a quien pertenece de derecho, el Mesías (cf. Gen 49,10). Y 7 Este ayuno en señal de duelo por la ruina de Jerusalén y del templo parecía a los preguntan­

tes que no tenía ya objeto, puesto que el templo estaba reedificado. A este ayuno de duelo, Dios prefiere la práctica de la justicia. Q * Con este consolador discurso, tan lleno de halagüeñas promesas mesiánícas, pretende el pro-

feta levantar el ánimo del pueblo y alentarle al trabajo; y no cabe dudar que debieron de hacer viva impresión en sus corazones estas palabras que de parte de Yavé les hablaba Zacarías.

981 ZACARÍAS 8-9

unos contra otros. n Pero ahora yo no soy ya lo que era en otro tiempo para el resto de este pueblo,12 porque yo sem­braré la paz. La vid dará su fruto, y dará la tierra su rendimiento, y el cielo su rocío, y pondré al resto de este pueblo en posesión de todo esto. 13 Y así como fuisteis la maldición de las gentes, ¡oh casa de Judá y casa de Israel!, así yo os salvaré, y seréis bendición.

N o temáis y que se esfuercen vuestros brazos: 14 porque así dice Yavé Sebaot: Como pensé en haceros mal cuando vues­tros padres me provocaron a ira, dice Yavé Sebaot, y no me arrepentí, 15 así, volviéndome, he pensado en hacer bien a Jerusalén y a la casa de Judá en estos días; no temáis. 16 H e aquí lo que vos­otros habéis de hacer: Hablar cada cual la verdad a su prójimo, juzgar en vues­tras puertas juicios de salud, 17 no ma­quinar nadie en su corazón ei mal de su prójimo ni jurar en falso, porque todas es tas cosas m e son a b o m i n a b l e s , dice Yavé.

18 Fueme dirigida palabra de Yavé Se­baot, diciendo: 1 9 Así dice Yavé Sebaot: El ayuno del cuarto mes, y el ayuno del quinto, y el ayuno del séptimo, y el ayuno del décimo se tornarán para la casa de Judá en gozo y regocijo y en festivas solemnidades: Amad, pues, la verdad y la paz.

L a v o c a c i ó n d e las g e n t e s 2 0 Así dice Yavé Sebaot: Aún vendrán

pueblos y moradores de muchas ciudades, 21 y los moradores de la una irán a los moradores de la otra y les dirán: «Vamos a implorar el favor de Yavé y a bus­car a Yavé Sebaot». «Yo también voy». 22 Y vendrán muchos pueblos y fuertes naciones a Jerusalén a buscar a Yavé Sebaot y a implorar el favor de Yavé. 23 Así dice Yavé Sebaot: En aquellos días, diez hombres de todas las lenguas de las gentes cogerán de la falda a un judío, diciéndole: Nos vamos con vosotros, por­que hemos oído que con vosotros está Dios.

SEGUNDA PARTE

O R Á C U L O S SOBRE LA FUTURA SUERTE DE

ISRAEL Y DE LAS NACIONES

(9-14)

D e s t r u c c i ó n d e los e n e m i g o s

9 1 Oráculo. Palabras de Yavé. En la tierra de Jadrac y de Damasco será

su morada, porque de Yavé son las ciu­dades de Aram. 2 Jamat será también comprendida en el territorio de éste, así como Tiro y Sidón, que son tan sabias. 3 Bien que Tiro se alzó baluartes, y amon­tonó la plata como polvo, y el oro como el polvo de las calles, 4 el Señor la con­quistará y aplastará en el mar su fortaleza, y quedará consumida por la fuerza. 5 AÍ ver esto se aterrará Ascalón; Gaza estará en extremado dolor, lo mismo que Asca­lón, porque sus esperanzas fallaron.

N o habrá ya rey en Gaza, y Acarón no será ya habitada. 6 En Azoto habitará el espurio; yo abatiré la soberbia de los filisteos 7 y les quitaré de la boca su san­gre y de entre los dientes sus abomina­ciones, y serán también un resto pertene­ciente a nuestro Dios y como una familia de Judá; y Acarón tendrá la suerte del jebuseo. 8 Yo pondré en mi casa guarni­ción sobre los que entran y salen, y no marchará ya opresor alguno contra ellos, porque ahora velaré yo con mis ojos.

E l r e y m a n s o y pací f ico 9 Alégrate con alegría grande, hija de

Sión. Salta de júbilo, hija de Jerusalén. Mira que viene a ti tu rey. Justo y salva­dor, humilde, montado en un asno, en un pollino hijo de asna. * T° Extirpará los carros de guerra de Efraím, y los caballos de Jerusalén, y será roto el arco de guerra, y promulgará a las gentes la paz, y será de mar a mar su señorío y desde el río hasta los confines de la tierra.

11 Mas cuanto a ti, por la sangre será consagrada tu alianza. Yo he sacado a tus cautivos del b a ñ o . 1 2 Tus cautivos han vuelto a la fortaleza llenos de esperanzas, y yo te restituiré hoy la gloria al duplo. 13 Porque he tensado para mí a Judá y he puesto en el arco a Efraím; y blandiré a tus hijos, ¡oh Sión!, y me serviré de ellos como de espada de héroe. 1 4 Y se hará ver sobre ellos Yavé, y lanzará sus dardos como rayos, y sonará el Señor Yavé la trompeta, y marchará como los torbellinos del austro. 15 Yavé Sebaot los protegerá, y las piedras de la honda de­vorarán la carne, y beberán la sangre como se bebe el vino; quedarán llenas como vaso de libación y como cuerno de altar; 16 y los salvará Yavé Sebaot aquel día. Mi pueblo es como rebaño que por falta de custodia se dispersó por mi tierra. 17 ¡Qué ricos son! ¡Qué hermosos son el trigo que nutre a los mancebos y el vino que nutre a las don­cellas!

99 Después de anunciar el castigo de los pueblos vecinos de Judá, con los que éste quedará libre de sus molestias, nos habla de la aparición de un rey pacífico, que convertirá en instrumentos

de paz todos los instrumentos de guerra. Jesucristo, para llamar la atención de los judíos sobre el vaticinio mesiánico, quiso cumplirlo materialmente el día de Ramos.

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ZACARÍAS 10-11 982

A Yavé se ha de suplicar | A i Pedid a Yavé la lluvia a su tiem-* " po, que es Yavé el Hacedor de

cuanto se mueve y el que dispensa la lluvia abundante y a cada uno la ver­dura de los campos. 2 Porque los terafim dan vanos oráculos y los adivinos tienen mentirosas visiones, y no son más que sueños vacíos lo que dicen, y consuelos vanos los que prodigan. Por eso se fueron como rebaño de ovejas, apremiados por­que no tienen pastor.

3 Por eso se encendió mi cólera contra los pastores y castigué a los machos ca­bríos; pero Yavé Sebaot visitará su reba­ño, la casa de Judá, y hará de él su caballo de victoria en el combate; 4 y a su orden saldrá la tropa, y los gastadores y los jefes, y todos juntos se pondrán en cam­paña. 5 Serán como héroes que pisan el lodo de los campos en el combate; com­batirán, porque con ellos está Yavé, y |

encinas de Basan, porque es destruido el bosque impenetrable.3 Oyense lamentos de pastores por la ruina de sus riquezas, rugidos de leones por la ruina de la gloria del Jordán.

El buen pastor abandona a sus ovejas 4 Así dice Yavé, mi Dios: Sé pastor

del rebaño para el matadero; 5 que el comprador mate impunemente y el ven­dedor diga: ¡Bendito Yavé, que me ha enriquecido!, sin que los pastores tengan piedad; 6 porque no tendré yo piedad de los moradores de la tierra, dice Yavé; porque yo mismo entregaré a las gentes, cada uno en manos de su pastor y en las manos de su vendedor, y éstos oprimirán la tierra, y yo no la libraré de sus manos.

7 Híceme, pues, pastor del rebaño de la matanza para los compradores del rebaño; y tomé dos cayados, dando al uno por nombre «benevolencia» y al otro

derrotarán a los que cabalgan sobre ca- «reunión», y me puse a apacentar el re-ballos.

6 Fortaleceré a la casa de Judá y sal­varé a la casa de José, y los estableceré, porque los amo, y será como cuando no los había rechazado; porque yo, Yavé, soy su Dios, y los escucharé. 'Los de Efraím serán como héroes, y su corazón estará alegre, como se alegran con el vino; sus hijos lo verán, y se gozarán, y su corazón se regocijará en Yavé. 8 Yo les silbaré y los reuniré, porque los he rescatado, y se multiplicarán sin cesar;

y aunque dispersos entre las gentes, le­jos se acordarán de mí, y vivirán, así como sus hijos, y volverán. i°Yo los reconduciré de la tierra de Egipto, y los reuniré de Asur, y los traeré a la tierra deGalad y del Líbano, y no les bastará.

Tan estrechos estarán, que pasarán el mar, y en el mar herirán las olas, y secarán las profundidades de los ríos, y será aba­tida la soberbia de Asiría, y el Egipto per-aera su cetro. 12 Yo los fortaleceré en *ave y ellos marcharán en su nombre, dice Yav¿ * dice Yavé.

1 1 ' A b r e , Líbano, tus puertas, que el fuego devora tus cedros. Gime, ci-

Pres, porque ha caído el cedro, porque son abatidos los poderosos.* 2Gemid,

baño. * 8 En un mes hice matar a los tres pastores. Entonces tomé aversión al rebaño, que también por su parte estaba cansado de mí, ' y dije: No os apacen­taré ya más; la que muere, que muera; la que se pierde, que se pierda, y las que queden, que se coman unas a otras.

10 Tomé luego mi cayado «benevolen­cia» y lo rompí para deshacer el pacto que había concertado con todos los pue­blos; u y quedó deshecho en ese día, y los mercaderes del rebaño, que me tenían a sueldo, conocieron que aquello era cosa de Yavé. 12 Yo les dije: Si queréis, dadme mi salario, y si no, dejadlo. Y me pesaron mi salario, treinta monedas de plata. 13 Yavé me dijo: Tira al alfarero el rum­boso precio en que te han apreciado. Y tomando las treinta monedas de plata, se las tiré al alfarero en su alfarería.

14 Rompí luego el otro cayado, «re­unión», para romper la hermandad entre Judá e Israel. 15 Y Yavé me dijo: Hazte también el pastor insensato, * 16 porque voy a poner yo en la tierra un pastor que no se cuidará de que desaparezcan y no buscará a las descarriadas, ni curará a las heridas, ni alimentará a las fuertes, pero se comerá a las gordas y les romperá las uñas. *

1 1 J y caP'tulo parece una mirada retrospectiva a la historia de Judá. Yavé, que como Dios encaroo C -h\4 6S SU p a s t o r mayoral, se había escogido tres pastores, que no habían respondido al quiere d r?c . °.' c o m o tampoco el rebaño indócil. Yavé declara que está cansado de su oficio; arroja ^í " a , r e l , a ñ o Por e¡ camino que desee, y pide su salario. Le ofrecen 30 sidos, que él de Jesús0" ?p^ d e v e r s e apreciado en tan vil precio. Los evangelistas aplican el texto a la venta

v el r , í í t2\ c a 5?d o s s'Snincan lo que valen sus nombres, la benevolencia de Dios hacia su pueblo 15 y» - 1 Volver a J 'untar Ios d o s r e í n o s separados.

Que el puebl *• T 3 m a n d a r a 8U Profeta que se haga el pastor insensato para representar a los enra;=„~ pufs- d e e s t e versículo deben leerse 13,7-0, que por el pensamiento y la forma literaria ««jan muy b.en aquí y no en el lugar en que sefhallkn.

983 ZACARÍAS 11-13

17 ¡Ay de mi pastor inútil, que aban­dona el rebaño! Hiera la espada su brazo y su ojo derecho, y que se seque del todo su brazo y quede ciego su ojo derecho.

Jerusalén, cáliz de vértigo para los pueblos

•i t% 1 Oráculo. Palabra de Yavé sobre ^ í Israel. Palabra de Yavé, que tiende los cielos, funda la tierra y que forma el aliento del hombre dentro de él. *

2 He aquí que voy a hacer de Jerusalén una copa de vértigo para todos los pue­blos de en derredor. También para Judá habrá angustia, que estrechará a Jerusa­lén. 3 Aquel día será Jerusalén piedra pe­sada para todos los pueblos, y cuantos con ella carguen, se fiarán cortaduras, y se reunirán contra ella todas las gentes de la tierra. 4 Aquel día, dice Yavé, heriré de terror a los caballos, y de locura a los jinetes; abriré los ojos sobre la casa de Judá y a todos los caballos de las gentes los heriré de ceguera. 5 Entonces se dirán los jefes de Judá: La fuerza de los habi­tantes de Jerusalén está en Yavé Sebaot, su Dios.

6 Aquel día haré de los jefes de Judá como brasero encendido en medio de la leña y como antorcha ardiendo en medio de los haces, que consumirá a diestro y siniestro a todos los pueblos de en derre­dor, y Jerusalén será de nuevo habitada en su lugar, en Jerusalén; i y salvará Yavé primero las tiendas de Judá, para que no se enorgullezcan contra Judá la casa de David y los habitantes de Jeru­salén. s Aquel día alzará Yavé un ba­luarte en torno de los moradores de Jeru­salén, y el cobarde será en aquel día como David, y la casa de David será como Dios, como el ángel de Yavé ante ellos.

Dios de r rama el espíritu de plegaria sobre Jerusalén

9 Aquel día me pondré yo a destruir a todas las gentes que vinieren contra Je­rusalén 1 ° y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén un espíritu de gracia y de oración, y alza­rán sus ojos a mí; y a aquel a quien traspasaron, le llorarán como se llora al unigénito, y se lamentarán por él como se lamenta por el primogénito, n Habrá aquel día gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Rimón en el valle de Migrón. 12 Se lamentará la tierra, linaje por linaje;

1 0 -1 Es éste un capítulo obscuro, en parte por falta de contexto en el conjunto de los cuatro va-^ ticinios y en parte por el lenguaje especial. En el v.g s., Dios promete derramar espíritu de

gracia y oración sobre la casa de David y los habitantes de Jerusalén para que miren al que han enclavado y le lloren como se llora la muerte de un hijo único. Las palabras del profeta traen a la mente a Jesucristo camino del Calvario, llorado por las mujeres de Jerusalén y compadecido por cuantos le reconocieron como su redentor.

Todo este oráculo (12-13) recibirá mucha luz si lo ponemos en paralelo con Is Sltl^-Slt,!-?»

el linaje de la casa de David aparte, y sus mujeres aparte; el linaje de la casa de Natán aparte, y sus mujeres aparte; 13 el linaje de la casa de Leví aparte, y sus mujeres aparte; el linaje de Semei aparte, y sus mujeres aparte; 14y todos los otros linajes cada uno aparte, y sus mujeres aparte.

1 O • Aquel día habrá una fuente abier-*• *» ta para la casa de David y para los habitantes de Jerusalén, para la puri­ficación del pecado y de la inmundicia; 2 y aquel día, dice Yavé, extirparé de la tierra los nombres de los ídolos, que no serán más recordados, y haré desapare­cer a los profetas y el espíritu impuro. 3 Y cuando alguno se ponga a profetizar, le dirán su padre y su madre, los que le engendraron: No vivirás, porque has ha­blado mentira en nombre de Yavé; y el padre y la madre, los que le engendraron, le traspasarán cuando se ponga a hablar a lo profeta.

4 Aquel día se avergonzarán de sus vi­siones, de cuando profetizaban todos los profetas, y no se vestirán más el manto peludo para mentir. 5 Un tal dirá: Yo no soy profeta, soy labrador del campo, y un labrador me asoldó desde mi moce­dad. 6 Y le dirán: Pues entonces, ¿qué heridas son esas que llevas en tu pecho? Y él responderá: Son heridas que me hicieron en la casa de los que me aman.

Her ido el pastor, se dispersan las ovejas

7 Álzate, espada, contra el pastor, con­tra el hombre de mi compañía, dice Yavé Sebaot. Hiere al pastor, y que se disperse el rebaño, y yo volveré mi mano sobre los pequeños. 8 En toda la tierra, dice Yavé, serán exterminados los dos tercios, y perecerán, pero será preservado un ter­cio. 9 Yo pondré al fuego este tercio, y le fundiré como se funde la plata, y le acrisolaré como se acrisola el oro, e invo­cará mi nombre y yo le escucharé. Yo diré: Este es mi pueblo, y él dirá: Yavé es mi Dios.

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ZACARÍAS 1 4 984

Juicio de las gentes y santificación de I más será anatema y morarán en seguridad. Jerusalén I 12 He aquí la plaga con que herirá Yavé

^ • i »». • , j . . », . l a todos los pueblos que combatieron a 14 J^*'¿le?e Bl d m ^ T ' yAea Jerusalén: sus carnes se corromperán

mientras están en pie, se consumirán en medio de ti se repartirán tus des­

pojos. * 2 Porque yo reuniré a todas las gentes en batalla contra Jerusalén, y será tomada la ciudad, y saqueadas las casas, y violadas las mujeres, y la mitad de la ciudad irá al cautiverio, pero el resto del pueblo no será exterminado. 3 Luego se pondrá en campaña Yavé, y combatirá a esas naciones como se combate el día de la batalla, al tiempo de la guerra. 4 Afirmaránse aquel día sus pies sobre el monte de los Olivos, que está frente a Jerusalén, al lado de levante; y el monte de los Olivos se partirá por en medio, de levante a poniente, como un gran valle y la mitad del monte se echará al norte, y la otra mitad al mediodía, 5 y huiréis por el valle de mis montes, porque el

las cuencas sus ojos, y su lengua se les deshará en la boca. 13 Habrá aquel día de parte de Yavé gran perturbación entre ellos y cogerá cada uno de la mano a su vecino, y le dará a éste la suya. 14Judá estará aquel día en gran festín en Jeru­salén, y se reunirán allí las riquezas de todas las gentes de en derredor, oro, plata y vestidos en grandísima abundan­cia. 15 Parecida a ésta será la plaga que herirá a caballos, mulos, camellos y asnos, y a todas las bestias que hubiere en aque­llos campos.

16 Todos cuantos quedaren de las gen­tes que vinieron contra Jerusalén subirán cada año a adorar al Rey, Yavé Sebaot,

valle riPlñrm-™*» ii l' f T i y » celebrar la fiesta de los Tabernáculos, vahe de los montes llegara hasta el lugar {•, Y a a u e n o s „ u e d e J a s „ e n t e s d e ia t i e r r a

Tn^fZf^e"^T±J^^?ri\-y^é Sebaot, no vendrá sobre ellos la lluvia.

18 Si la gente de Egipto no sube y no viene, sobre ella se abatirá la plaga con que herirá Yavé a las gentes que no suban a celebrar la fiesta de los Tabernáculos. 19 Tal será la expiación de Egipto y la expiación de todas las gentes que no suban a celebrar la fiesta de los Taber­náculos. 20 En aquellos días escribirán en sartenes y ollas: «Consagrado a Yavé»; y las ollas de la casa de Yavé serán como vasos de aspersión delante del altar.21 To­da olla en Judá y en Jerusalén estará consagrada a Yavé Sebaot, y cuantos sacrifiquen, vendrán, las tomarán y coce­rán en ellas, y no habrá aquel día más

de Ozías, rey de Judá, y vendrá entonces Yavé, mi Dios, y con El todos sus santos.

6 En aquel día no se distinguirá el brillo de las piedras preciosas. 7 Será único ese día, conocido de Yavé. No habrá ya día y noche, de noche habrá clara luz. 8 En ese día manarán en Jerusalén aguas vivas, la mitad hacia el mar de occidente, lo mismo en verano que en invierno. ' Y reinará Yavé sobre la tierra toda, y Yavé será único, y único su nombre. ™La tierra toda se convertirá en llano, desde Gueba hasta Rimón del sur, y Jerusalén será enaltecida y habitada en su lugar, desde la puerta de Benjamín hasta el lugar de la antigua puerta y desde la torre de Jananel hasta los lagares | , ., - , del rey. H Y morarán en ella, y ya nunca | mercader en la casa de Yavé Sebaot. •J 1 Este capítulo tiene un carácter escatológico y, por tanto, obscuro. Las naciones se reúnen

para luchar contra Jerusalén; pero el Señor la defiende y las naciones quedan aniquiladas, t-os restos se convertirán a Dios y vendrán a Jerusalén a celebrar las fiestas del Señor. Jerusalén quedará hecha centro de la religión verdadera.

M A L A Q U I A S

Vivió Malaqulas bastante después de los dos profetas anteriores, cuando el templo estaba ya reedificado y los sacerdotes habían caído de su primer fervor, pues ofrecían víctimas viles, muestra del poco aprecio que hacían de Dios y de su culto. De esto, sobre todo, los reprende el profeta, tomando de aquí ocasión para vaticinar el reino mesiánico con el nuevo sacrificio que a Dios se ofrecerá, no sólo en Jerusalén, sino en todas partes, pues en todas será conocido y ensalzado el nombre del Señor (2-11). Las últimas palabras de Malaqulas anuncian la venida de Elias, como pregonero del día del Señor (4-5). El Salvador nos dice que semejante vaticinio se cumplió en el Bautista (Mt 17,10 ss.; cf. Le 1,17).

SUMARIO Reprensión de los sacerdotes y juicio divino sobre los hijos de Leví.

El amor de Dios a su pueblo

I1 Oráculo. Palabra de Yavé a Israel por medio de Malaquías. 2 Yo os he

amado, dice Yavé. Vosotros decís: ¿En qué nos has amado?

¿Esaú no es hermano de Jacob?, dice Yavé. Y yo he amado a Jacob, 3 mientras que he detestado a Esaú. y he hecho de sus montañas campo de devastación, y de su heredad pastizales de desierto. * 4 Y si Edom dice: Hemos sido aplastados, pero nos reconstruiremos las ruinas, así dice Yavé Sebaot: Ellos reconstruirán, pero yo destruiré. Y los llamarán tierra de impiedad y pueblo contra el que se irritó para siempre Yavé. 5 Vuestros ojos lo verjln y diréis: Es grande Yavé aún más allá de su territorio.

6 El hijo honra a su padre y el siervo teme a su señor. Pues si yo soy padre, ¿dónde está mi honra? Si yo soy señor, ¿dónde está mi temor?, dice Yavé Sebaot a vosotros sacerdotes, que menospreciáis mi nombre. Decís: ¿En qué menosprecia­mos tu nombre? 7 Ofrecéis en mi altar pan inmundo y decís: ¿En qué lo hemos hecho inmundo? En decir: La mesa de Yavé es despreciable. 8 Y ofrecer en sa­crificio lo ciego, ¿no es malo? Y ofrecer lo cojo o lo enfermo, ¿no es malo? Anda, haz presente de ello a tu gobernador, a ver si se complace en él y le será grato, dice Yavé Sebaot.

9 Buscad, pues, el favor de Dios para que El os sea propicio. Eso otro es lo que vosotros hacéis; ¿le seréis, pues, gra­tos?, dice Yavé Sebaot. 10 ¡Oh si alguno de vosotros cerrara las puertas y no en­cendierais en vano el fuego de mi altar!

I3 Estas palabras sobre el amor de Jacob y el odio a Esaú son una clara alusión a la bendición de Isaac sobre los hijos. La expresión es demasiado dura. Su sentido es: Amé a Jacob prefirién­

dole a Esaú. En ella mostró Dios que la heredad mesiánica y, en general, la gracia divina no dependen de ia carne o de la sangre, sino de la libre elección de Dios (Rom 9-13).

No tengo en vosotros complacencia al­guna, dice Yavé Sebaot; no me son gratas las ofrendas de vuestras manos.

El sacrificio de la nueva Ley 11 Porque desde el orto del sol hasta el

ocaso es grande mi nombre entre las gentes y en todo lugar se ofrece a mi nombre un sacrificio humeante y una oblación pura, pues grande es mi nombre entre las gentes, dice Yavé Sebaot.12 Pero vosotros lo profanáis, diciendo: ¡La mesa de Yavé es inmunda, y despreciable lo que de ella proviene!13 Y aún decís: ¡Oh, qué fastidio!, y la despreciáis. Y ofrecéis lo mutilado, lo cojo, lo enfermo; lo ofre­céis en sacrificio. ¿Voy a complacerme yo en el de vuestras manos? 14 ¡Maldito el fraudulento, que, teniendo en el rebaño machos y habiendo hecho un voto, sacri­fica al Señor lo estropeado! Porque yo soy Rey grande, dice Yavé Sebaot, y mi nombre es temible entre las gentes.

Conminación a los sacerdotes

21 Para vosotros, pues, ¡oh sacerdo­tes!, este decreto: 2 Si vosotros no

escucháis y no decidís de corazón dar gloria a mi nombre, dice Yavé Sebaot, yo mandaré sobre vosotros la maldición y haré maldición de vuestra bendición, y aun la he hecho ya maldición, porque no os decidís de corazón. 3 Por eso os que­brantaré el brazo y os echaré al rostro la inmundicia, la basura de vuestras solem­nidades, y seréis echados donde se echa ella.

4 Sabréis que yo he dado este decreto para que sea real mi pacto con Leví, dice

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MALAQUÍAS 2-3 986

Yavé Sebaot. * 5 Mi pacto con él fue «vi­da» y «paz», y se las di ; «temor», y él me temió, y ante mi nombre se llenaba de temor. « Tuvo en su boca doctrina de ver­dad y no hubo iniquidad en sus labios; anduvo conmigo en integridad y rectitud y apartó del mal a muchos; ^ pues los la­bios del sacerdote han de guardar la sa­biduría y de su boca ha de salir la doctri­na, porque es un enviado de Yavé Sebaot. 8 Pero vosotros os habéis apartado del ca­mino, y habéis hecho tropezar a muchos en la Ley, y habéis pervertido el pacto de Leví, dice Yavé Sebaot. *

9 Por tanto, también yo os he hecho a vosotros despreciables y viles para todo el pueblo, a la medida en que vosotros no habéis seguido mis caminos ni habéis te­nido en cuenta la Ley. io ¿No tenemos to­dos un Padre? ¿No nos ha criado a todos un Dios? ¿Por qué, pues, obrar pérfida­mente unos con otros, quebrantar el pacto de nuestros padres?

Yavé, Dios de Israel, se cubre de injusti­cia por encima de sus vestidos, dice Yavé Sebaot. Cuidad, pues, de vuestra vida y no seáis desleales, i? Sois pesados a Yavé con vuestras palabras y decís: ¿En qué le somos pesados? En decir: El que hace el mal es grato a Yavé y en ellos se com­place. Si no, ¿dónde está el Dios justo? *

A b o m i n a c i o n e s del p u e b l o 11 Pérfido es Judá, y en Israel y en Je­

rusalén se comete la abominación, pues Judá profana las cosas consagradas a Ya­vé, lo que él ama, casándose con hijas de un dios extraño. 12 Quiera Yavé, a quien tal hace, privarle de testigo y defensor en las tierras de Jacob y de quien haga por el ofrenda de sacrificio a Yavé Sebaot.

Y v e d o t r a c o s a m a s 1 u e hacéis. Ba­ñáis de lágrimas el altar de Yavé, llantos y gemidos, porque no atiende a la ofrenda y no acepta de vuestras manos nada gra­to ; ]4y preguntáis: ¿Por qué? Porque Yavé toma la defensa de la esposa de tu juventud, a la que has sido desleal, sien­do ella tu compañera y la esposa de tu alianza matrimonial. 15 ¡Pues qué! ¿No los hizo El para ser uno solo, que tiene su carne y su vida? Y este único, ¿para qué? Para una posteridad para Dios. Cuidad,

E l á n g e l p r e c u r s o r 1 Pues he aquí que voy a enviar a mi mensajero, que preparará el camino

delante de mí, y luego en seguida vendrá a su templo el Señor a quien buscáis y el án­gel de la alianza que deseáis. Ved que viene, dice Yavé Sebaot, * 2 y ¿quién podrá sopor­tar el día de su venida? ¿Quién podrá man­tenerse firme cuando aparezca? Porque será como fuego fundido y como lejía de ba tanero , 3 y se pondrá a fundir y depurar la plata, y a purgar a los hijos de Leví, y los depurará como se depura el oro y la

I plata, para que ofrezcan a Yavé sacrifi­cio de justicia.4 Entonces agradará a Yavé el sacrificio de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados y como en los años antiguos. 5 Y vendré con vosotros a jui­cio, y seré juez pronto contra los hechice­ros, y contra los adúlteros, y contra los perjuros, y contra los que oprimen al jor­nalero, a la viuda y al huérfano, y agra­vian al extranjero, sin temor de mí, dice Yavé Sebaot.

6 Porque yo, Yavé, no me he mudado y vosotros, hijos de Jacob, no habéis cesado. 7 Desde los días de vuestros padres os habéis apartado de mis leyes; no las ha­béis guardado. Volveos vosotros a mí y yo me volveré a vosotros, dice Yavé Se­baot. Pero vosotros decís: ¿En qué hemos de volvernos? 8 ¿Puede el hombre robar a Dios? Pues vosotros me estáis robando y decís: ¿En qué te robamos? ¡En los diez­mos y las primicias! * 9 Malditos seréis de maldición, porque me estáis robando; el

pues, de vuestra vida; y no seas infiel a la pueblo todo me roba. 1° Traed integra-esposa de tu juventud. [mente los diezmos al alfolí para que haya

El que por aversión repudia, dice alimentos en mi casa, y probadme en esto,

2 Los sacerdotes levíticos tienen en poca estima el culto divino. En castigo, Dios les anuncia la pérdida de su privilegio y del privilegio de Jerusalén. Vendrá dia en que en todo lugar se

ofrecerá al Señor un sacrificio puro, el de Jesucristo, renovado en toda la redondez de la tierra. Tal sacrificio no es otro que el de la santa misa, renovación perpetua del sacrificio de la cruz, que vino 3 s u

gb s ' l t u l r a todos los sacrificios de la Ley mosaica.

j v , conducta de los sacerdotes, reprendidos por el profeta como despreciadores del pacto de Yave, se contrapone la fidelidad de éste a ese mismo pacto. Leví, el epónímo de la tribu sacerdotal, representa aquí al sacerdocio antiguo. Contra éste podemos hallar muchas reprensiones en los pro-

17aiíerlores ' Pero aquí Malaquías sólo se acuerda de los que fueron fieles, como Arón, Fines, etc. En este discurso reprende tres cosas el profeta a Judá: los matrimonios con mujeres extran­

jeras, contra los cuales tanto lucharon Nehemias y Esdras (Neh 13,23-31; Esd 0-10); la infidelidad conyugal y el divorcio. Lo que sigue, 3,1-5, es la respuesta a las postreras palabras: «¿Dónde está el JJios justo?»

^ ' En la salida de Egipto y viaje por el desierto envió Dios delante de Israel a un ángel para H 1 <;qi~e condujese hacia la tierra prometida; aquí un ángel precederá como heraldo la venida del oenor cuando venga a su templo para hacer juicio de los sacerdotes y purificarlos pasándolos P°r & crisol. Entonces le serán gratos sus sacrificios. San Marcos aplica al Precursor este pasaje (1,2).

Dios se queja de que el pueblo le roba, porque no pagan el diezmo destinado a la sustentación

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dice Yavé Sebaot, a ver si no abro yo lue­go las puertas del cielo y no derramo so­bre vosotros la bendición aún más de lo justo; 11 e impediré que la langosta os afli­ja, devorando los frutos de la tierra; y las viñas de los campos no os serán estériles, dice Yavé Sebaot. i 2 Todas las gentes os llamarán dichosos, porque seréis una tie­rra de delicias, dice Yavé Sebaot. *

13 Vuestras palabras contra mí son in­soportables, dice Yavé. Decid:

¿Qué hemos hablado contra ti? * 14 Pues diciendo: Por demás es servir a Dios; ¿Qué aprovecha servirle y guardar su Ley y afligirnos en presencia de Yavé Se­baot? 15 Bien dichosos son los soberbios y son prosperados los impíos, y aunque tientan a Dios, escapan. 16 He ahí lo que unos a otros se dicen los que temen a Ya­vé. Yavé lo ha oído, ha puesto atención a ello y ha sido presentado ante El un es­crito en favor de los que temen a Yavé y reverencian su nombre. ll Serán para mí, dice Yavé Sebaot, el día en que yo me ponga a hacer posesión propia, y me lle­naré de indulgencia hacia ellos, como in­dulgente es uno para el hijo que le sirve.

i 8 Entonces mudaréis de parecer y echa­

réis de ver la diferencia entre el justo y el malvado, entre el que sirve a Dios y el que no le sirve.

El día d e Y a v é

4 1 (19) Porque ved que viene el día, ar­diente como horno, y serán entonces

los soberbios y los obradores de la maldad la paja, y el día que viene la prenderá fue­go, dice Yavé. * 2 (20) Mas para vosotros, los que teméis mi nombre, se alzará un sol de justicia, que traerá en sus alas la salud, y saldréis y saltaréis como terneros que salen del establo, 3 (21) y pisotearéis a los malvados, que serán como polvo bajo la planta de vuestros pies, el día en que yo me pondré a hacer, dice Yavé Sebaot.

E l l a s , h e r a l d o de l g r a n d ía d e Y a v é 4 (22) Acordaos de la Ley de Moisés, mi

siervo, a quien di yo en Horeb preceptos y mandatos para todo Israel. * 5 (P) Ved que yo mandaré a Elias, el profeta, antes que venga el día de Yavé, grande y terri­ble. 6 (24) El convertirá el corazón de los padres a los hijos, y el corazón de los hi­jos a los padres, no venga yo a dar la tie­rra toda al anatema.

de los ministros del culto divino (Neh 13,10-13). Por esto Dios no bendice sus campos. Traigan el diezmo íntegro, y Dios los bendecirá, hasta el extremo de que todas las gentes los llamarán dichosos.

12 Después del castigo de los impíos, el profeta predica la salud mesiánica. 13 El profeta refiere la queja de los fieles, frecuente en el Antiguo Testamento, a vista de la

prosperidad de los malos (Jer 18,18-23). Yavé se remite al dia en que se ponga a la obra; entonces verán la diferencia que hay entre el justo y el malvado.

4 1 Este es el momento de la intervención divina, del juicio de Dios, cuando mostrará que es juez, que da a cada uno según sus obras.

4 Estos versículos no parecen tener conexión con los que preceden, y, faltando el contexto, no pueden menos de ser obscuros. Se anuncia el día del Señor, día grande y terrible, es decir, el día del juicio divino, que no quiere decir que sea el juicio último. Elias, el representante de los profetas, vendrá como heraldo a preparar al pueblo para tan gran suceso por medio de la reconciliación dé las familias, con que éstas evitarán ser dadas al anatema. El ángel aplica estas palabras al Precursor cuando anuncia al padre el nacimiento del niño Juan (Le 1,17). Y a los apóstoles, que le pregunta­ban sobre la opinión de los judíos acerca de la venida de Elias, Jesús les responde que Elias ha veni­do, y ellos entienden que el Maestro habla del Bautista. Y a esta exégesis nos hemos de atener en lo que toca a esta venida de Elias (Mt 17,10-13; Me 9,10-12).