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98 Medievalia 13, 1996-1997 Llegados a este punco, el autor aplica los conceptos formulados en la primera parte del libro, para empezar a mostrar- nos la feudahzación como un sistema de que harán que la feudalización, así enten- dida, pierda a sus subditos. Éstos se des- plazarán y preferiránrelacionarsecon esos otros poderes que van adquiriendo más importancia día a día. Hay dos momentos concretos del libro jurídica de la comunidad po¡ítica,[...], que empezaron descansando sobre la idea del carácter sagrado de la institución, [...], los reyes medievales poseen dos cuerpos: uno, natural, idéntico al de los subditos, y otro político, indivisible, inmortal, infa- lible y con el atributo de la permanencia histórica!...]", y el segundo, cuando expone su opinión respecto a que cier- tos hechos pueden ser determinantes en la formación de un conce a patr alho. que le vincula a él mediante lazos jurídi- cos e históricos. Sigue caminando el autor por conci- este orden: antiguos, nacionales y síno- dos diocesanos, y sobre el valor j urídico de sus disposiciones. Acerca del Pontificado y sus funciones, destaca el autor, el ¡tu pttniendi, o derecho a castigar mediante munión, el entredicho, la deposición o la suspensión. Apacigua el paso en su expli- cación para mostrarnos una gráfica sobre el Cisma de Occidente. Y continua de inmediato con una descripción de los Car- denales, la Curia, la Cancillería, la Cámara Apostólica, los Tribunales Centrales y el Palacio Pontificio. Antes de llegar a la tercera parte del libro, encontramos un útil resumen sobre los tipos de iglesias (propias, rurales y parroquiales), y los monasterios. El apéndice debe considerarse una par- te más del libro. Éste está constituido por una selección de tres textos cortos acom- pañados de comentarios del propio autor tados en las otras dos partes. Aquí encon- tramos un fragmento de la carta dirigida en el año 1020 al duque Guillermo III de Aquitania por Fulberto, obispo de Chames, y un fragmento de la obra del jurista inglés Henry de Bracton escrita entre 1250 y 1260, donde explica el esta- do del derecho inglés en su tiempo. Con todo construye una interesante explicación sobre el tema. De modo que una vez concluida la lectura del libro, el lector tendrá los conocimientos básicos para realizar lecturas de otros libros, que analicen desde perspectivas más específi- cas, aspectos más concretos, y poder pro- edad media. Raquel Galdón i Arrué DliBY, Georges Dames du Xlle. sikle. Vol. H. Le souvenir des aíeules. París: Gallimard, 1995. 237 p. «En este tiempo, los muertos están vivos, dedicados a desvelar la condición de algu- nadie lo duda». Con esta sencilla frase el ñas mujeres del siglo XII. El historiador malogrado Georges Duby inició el según- estructuró su libro en tres sólidas partes, do (y quizá el mejor) de sus tres libros La primera de ellas (páginas 8-63) tiene

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Llegados a este punco, el autor aplicalos conceptos formulados en la primeraparte del libro, para empezar a mostrar-nos la feudahzación como un sistema de

que harán que la feudalización, así enten-dida, pierda a sus subditos. Éstos se des-plazarán y preferirán relacionarse con esosotros poderes que van adquiriendo másimportancia día a día.

Hay dos momentos concretos del libro

jurídica de la comunidad po¡ítica,[...],que empezaron descansando sobre la ideadel carácter sagrado de la institución, [...],los reyes medievales poseen dos cuerpos:uno, natural, idéntico al de los subditos,y otro político, indivisible, inmortal, infa-lible y con el atributo de la permanenciahistórica!...]", y el segundo, cuandoexpone su opinión respecto a que cier-tos hechos pueden ser determinantes enla formación de un conce

a patr alho.

que le vincula a él mediante lazos jurídi-cos e históricos.

Sigue caminando el autor por conci-

este orden: antiguos, nacionales y síno-dos diocesanos, y sobre el valor j urídico desus disposiciones. Acerca del Pontificadoy sus funciones, destaca el autor, el ¡tupttniendi, o derecho a castigar mediante

munión, el entredicho, la deposición o lasuspensión. Apacigua el paso en su expli-cación para mostrarnos una gráfica sobreel Cisma de Occidente. Y continua deinmediato con una descripción de los Car-denales, la Curia, la Cancillería, la CámaraApostólica, los Tribunales Centrales y elPalacio Pontificio.

Antes de llegar a la tercera parte dellibro, encontramos un útil resumen sobrelos tipos de iglesias (propias, rurales yparroquiales), y los monasterios.

El apéndice debe considerarse una par-te más del libro. Éste está constituido poruna selección de tres textos cortos acom-pañados de comentarios del propio autor

tados en las otras dos partes. Aquí encon-tramos un fragmento de la carta dirigidaen el año 1020 al duque Guillermo IIIde Aquitania por Fulberto, obispo deChames, y un fragmento de la obra deljurista inglés Henry de Bracton escritaentre 1250 y 1260, donde explica el esta-do del derecho inglés en su tiempo.

Con todo construye una interesanteexplicación sobre el tema. De modo queuna vez concluida la lectura del libro, ellector tendrá los conocimientos básicospara realizar lecturas de otros libros, queanalicen desde perspectivas más específi-cas, aspectos más concretos, y poder pro-edad media.

Raquel Galdón i Arrué

DliBY, GeorgesDames du Xlle. sikle. Vol. H. Le souvenir des aíeules.París: Gallimard, 1995. 237 p.

«En este tiempo, los muertos están vivos, dedicados a desvelar la condición de algu-nadie lo duda». Con esta sencilla frase el ñas mujeres del siglo XII. El historiadormalogrado Georges Duby inició el según- estructuró su libro en tres sólidas partes,do (y quizá el mejor) de sus tres libros La primera de ellas (páginas 8-63) tiene

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Medievali» 13. 1996-1937 99

por título Servir les morts ('Servir a losmuertos') y se compone, a su vez, de cua-tro contenidos.

Situar a los muertos dentro de la casaes el objetivo del primer capítulo: Lesmorts dans la maison ( Los muertos en lacasa'). Cómo son recordados dentro dela casa —el más firme marco de todas lasrelaciones sociales—, los seres desapare-cidos del linaje, cómo éstos tienden a per-petuar su existencia a través de los vivosy cómo los cimientos del núcleo familiarse fortalecen mediante el recuerdo de los

que se explica en este capítulo. En esteproceso de reinserción de los muerros enla casa, el linaje les ofrece un lugar: los

g pdel árbol del linaje ».

El rol que ocupan las mujeres en estasecuencia del recuerdo se analiza en elsegundo capítulo: Lesfemmes et les mores('Las mujeres y los muertos'). Duby bus-có aquí mostrarlas en primera persona,como protagonistas de este complejo pro-ceso. Para ello recuerda, retrocede —eltambién— desde el siglo XII hasta la pri-mera mitad del siglo XI En este ejerciciodesplaza su punto de observación geo-gráfica habitual —el norte de Francia—

hispánica. La condesa de BarcelonaDhuoda es la primera mujer que realiza

Manual para su hijo, conservado en unatardía versión del siglo xv. En él, autén-

hijo a "rezar por todos los difuntos pero,sobre todo, por aquéllos de los que pro-cedes, en especial, a los de tu padre, quete han dado sus bienes en legítima here-dad». Para facilitar el trabajo de su hijoDhuoda le ofrece los nombres de los anre-pasados. Los escribe al final del libro queentregó a su hijo. Esto es importante.Escribir es recordar, resucitar, aportar alpresente imágenes del pasado. Quizás poresta razón Dhuoda pide a su hijo que

escriba, al final de sus días su nombre enesa lista que ella misma ha realizado:«Cuando, mis días hayan llegado a su fin.ordena escribir mi nombre junto a los deestos difuntos». Para Georges Duby estemanual era la confirmación de algo quecreía entrever: los cuerpos de los muer-tos, al igual que los de los recién nacidos,pertenecen a las mujeres. Son ellas las que,portadoras del misterio de la vida, aca-paran las funciones maternal y funerariaen el siglo XII. Sin embargo, la tarea mate-rial de escribir sobre los muertos estabadestinada a los hombres, especialmente alos servidores de Dios.

Desde el siglo vu los muertos comen-zaron a inhumarse en las cercanías delsuelo sacro. En este siguiente capítulo —Écrire des morís ('Escribir acerca de losmuerros')— Duby se detuvo a analizar laobra de algunos de estos hombres deIglesia, de estos escritores especializadosen los recuerdos familiares. Dundon deSaint-Quentin, por ejemplo, es uno delos conocidos autores de escritos genea-lógicos, obras abundantes en la geografíafrancesa, pero, desgraciadamente, casi ine-xistentes en Cataluña, donde las genea-logías nobiliarias de esta época deben serreconstruidas artificialmente por los his-toriadores. Pero los textos son muy inte-resantes. En ellos se sumergió GeorgesDuby para buscar los contornos de algu-nas siluetas femeninas.

concierne a los hombres». El cuarto capí-tulo —Mémoire des dammes ('Memoriade las damas')— está dedicado a esta tarea.Fouque Réichi, por ejemplo, dictó hacia1096 su propia genealogía para probarque detentaba legítimamente el condadode Anjou. Aparece, por lo tanto, la fun-ción de la genealogía; el uso político, lareclamación de derechos sucesorios. Perovolvamos al rexto. Sólo una mujer apare-ce mencionada en él: la madre del prota-gonista, del recitador de la autobiografía.La razón parece, a ojos de Duby, clara: de

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la madre de Kouque procede su poder.Ella le ha dado la sangre de los merovin-gios, requisito imprescindible para alzar-se sobre sus semejantes como Legítimoconde de Anjou. La reflexión de Dubyfue mas allá: existe un ineludible lazo afec-tivo entre madre e hijo. Ello motiva lamención de aquélla en los escritos. Perotambién constata que, en la mayot parte

extracción social inferior a la mujer. Elloimplica que se las venere como portado-ras del elemento mis importante de ascen-so social: la sangre.

La segunda parte del libro (páginas 65-135) lleva por título Épouses et concubi-nes ('Esposas y concubinas'), y está ctivi-

El primero de ellos —Généalogie d'unéloge('Genealogía de un elogio')— se ini-cia exponiendo cómo alrededor de la cor-te de Enrique Plantagenét se compusie-ron una buena cantidad de escritos. Dubyintenta recomponer los más importantes.Desmenuza, por ejemplo, la obra deBenoit de Sainte-Mauve escrita hacia1165 —el colosal Román de Troye— para

influencias directas recibidas (el Románde Brut, la Historia de los reyes de Bretaña,la Geste des Ducs normands, el libro Desmameyes tte vivre st ¿íes actions deis pre-mien Ducs de Normandic...), ¿con quéobjetivo? Seguir en la «larga duración» lasdeformaciones de que fue objeto, en elespíritu de los hombres, la imagen de lasmujeres de los primeros duques de

siguiente —Le trouble qui vient des fem-mes— con una frase poco esperanzado-ra: "... ¿w mujeres ocupan un lugar no muydestacado en estas historias de guerreros...».

Dudon, el autor del Manieres de vivre...,en todo saqueo, por ejemplo, las mujeresnobles son la parte más preciada del botín.Los autores posteriores (Wace, Benoit)

res: la seducción. Wace muestra la ima-gen que los hombres de su tiempo tienende lo femenino: las mujetes son débiles ynecesitan protección.

El capítulo tercero lo dedica Duby alas damas (lo tituló así mismo: Les dames)y en él muestra cómo «dama» y «matri-monio» son vocablos inseparables en elsiglo XII. Recordemos que la dama es la

esposa legítima, santificada pot el ritoeclesiástico cristiano. Tomando nuevamen-te como fuente los textos citados, el his-toriador observó, sin sorpresa, que el ma-trimonio es el garante de la estabilidadpolítica. Las mujetes se casan, no por

linajes de establecer alianzas políticas segu-ras. Además, ellas aseguran la supervi-vencia de la casa, del árbol familiar, pesea la poca simpatía que despiertan entrealgunos hombres, más predispuestos a lascaricias de los «jovencitos». Pero sabíanestos hombres que con un simple gestopúblico se podían asegurar el enraiza-miento de una nueva dinastía en un terri-torio recién conquistado. Estas unioneseran necesarias. En ningún momento, sinembargo, se pide su opinión a la mujer.Debemos esperar a la difusión de! pro-yecro que supone la novela del siglo XIIpara que ellas se sientan con el valor sufi-ciente como para tomar sus propias deci-

gación de engendrar hijos varones quepermitan asegurar la pervivencia del lina-je a través de las generaciones.

El cuarto capítulo, Les amies ( Las ami-gas' ;o deberíamos traducir por Las aman-tes? ), muestra que no siempre tuvieronéxito. En algunas ocasiones, siempresegún las fuentes literarias, los primerosduques tuvieron descendencia directa,pero estos hijos les fueron dados por unacompañera, por una amante. La situaciónde estas «otras mujeres», situadas al mar-gen del matrimonio sacralizado, no impi-dió que los gcnealogistas las elogiaran, y

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con justificadas razones: «¿Acaso no eranpolígamos los patriarcas del AntiguoTestamento? ¿Por qué no habrían de ser-lo los primeros duques normandos?Conservamos los nombres de estas muje-res que compartían un hombre, un señor:Poppa, «virgen, bella, procedente de una

dad, la importancia de la sangre..., pero

Como en aquel bello esponsalicio cata-lán de 1111 en el que el marido confiesaactuar «propter pulchritudine tuae»), Spro-ta, «doncella muy noble..,», o Gonnor,«una virgen de alta majestad». Ellas, pesea todo, exigían siempre una seguridadsocial, un prestigio mayor que el de serla concubina del señor. Y no son pocaslas ocasiones en las que lograban sacrali-zar su un ron con un matrimonio cristia-no, logrando así unos derechos «ganados

migas o—la palabra aparece ahora— suponíapara los hombres un riesgo. Sus hijos, bas-tardos, difícilmente conseguían accedera la sucesión directa de su padre naturalcuando éste moría sin descendencia legí-tima. Una simple inestabilidad políticapodía, en tales circunstancias, decidir elfuturo de un linaje.

La última parte del libro se denominaLe pouvoir des dames ('El poder de lasdamas'). Se centra en la exploración delos señores de Cuines gracias a una únicafuente: la obra de Lambert d'Ardres, escri-ta en torno al 11%. «Desengañémonos»—expone Duby— en este texto las muje-res tienen un lugar muy limitado, «...loscaballeros valerosos ocupan todo el espa-cio». Definamos la obra. Es una aventu-ra literaria en busca de los orígenes de lacasa de Arles y del comportamiento dedistintas mujeres que en ella aparecen.El esquema es siempre muy simple: ellinaje nace tras la conquista de un terri-torio inhóspito mediante las «mas. Elvencedor fue obsequiado con una viuda

ilustre, oriunda de las tierras conquista-das. Una generación después, Balduin Id'Ardres funda la primera abadía mas-mas del linaje. Poco tiempo basta paraque el primogénito logre un matrimonio

tante linaje: los condes de Guiñes. Estaunión permite a las generaciones poste-riores una rápida entrada en la corte delos reyes de Francia, insertándose en losusos de la nueva sociedad caballeresca definales del siglo XII.

El segundo capítulo de esta última par-te se denomina Le témoin ('El testigo').Duby nos descubre orro bello marco dela vida aristocrática en la Francia del sigloxii, en la cual los cabezas de linaje se apa-

Parecerá una broma pesada si pensamosen nuestro propio momento histórico.Pero no lo es. El gran maestro francésLo afirma con rotundidad: «Ellos ama-ban la lectura". Por esta razón se esfor-zaban en proteger a los grandes novelis-tas e historiadores del momento. Muchasde las grandes obras literarias de ese siglo

miento a estos mecenas: Mana de Cham-pagne, o incluso el propio rey de AragónAlfonso, llamado el trovador. Gracias aestos profesionales de la recitación losnobles tenían un fácil acceso a la alta cultu-ra, pese a que, en ocasiones, no fuerancapaces de leer ellos mismos los textos.Pero los hacían recitar con entusiasmo,empapándose de sus enseñanzas, sus me-táforas, sus maravillas... y gracias a lamemoria, llegaban a convertirse en per-sonas letradas.

La oralidad de la lectura, el gesto públi-co que implicaba la lectura de una nove-la, determinó que fuesen escritas en len-gua romance para hacerlas, además, másaccesibles al auditorio. Lambert fue unode estos profesionales que compuso unagenealogía para reconciliarse con su señor.

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Otros dos capítulos y un apéndice enel que el lector hallará varias genealogíasrealizadas por el propio Georges Dubyconcluyen esta obra fascinante, cautiva-

dora y replera de erudición que hará lasdelicias de rodo medievalista.

F.J. Rodríguez-Berna/

DUBY, GeorgesDames du XHe. ñecle, voi III. Éve el les prétresParís: GalUmard, 1996. 220 p.

Presento aquí el tercer y último libroque Georges Duby dedicó a las muje-res del siglo XII. En esta ocasión, el genial

algunas damas —recordemos, mujerescasadas— de esta época. Lo único quelas diferencia de las ya estudiadas es, porasí decirlo, la mirada, porque en esraocasión las veremos a través de lo que deellas decían los eclesiásticos. Los hom-bres de Iglesia hablan con frecuencia de

13uny estructuro su libro en cuarrograndes apartados. Cuatro reflexionessobre el mundo femenino visto a través delos testimonios procedentes de los hom-bres de Iglesia. Cada uno de esros cuatropunto se focaliza, se concentra, expone

siempre la misma. Atentos, con la segu-ridad que les proporciona su sólida for-mación, esros hombres hablan de ellas,de sus pecados.

Les peches des femmes (páginas 9-53)inicia esta obra. Étienne de Fougéres entraen escena. El obispo de Rennes, el quefuera uno de los más fieles siervos de lacasa de Enrique Plantagenét en su juven-tud, al tomar posesión de su nueva cáte-dra episcopal, escribe en francés el Livredes manieres. Atendamos a esto, escribióen francés, la lengua de la corte.

En este poema encontramos por pri-

dad tripartita, las mujeres —entiéndase

nobleza— constituyen también un ordo.Este ordo femenino es en realidad una

para fustigar a las mujeres. Las damas sonlas que más pecan, las que están diaria-

Dubyes evidente: «ellas están másexpues'tas a pecar que (os demás».

¿Cuáles son los pecados que Étienneencuentra en las damas? Básicamente tres.

a) Las mujeres, en su maldad, se niegana aceptar el trabajo que Dios les ha otor-gado y se obcecan en preparar y distribuirpócimas que provocan abortos, evitandoasí que se lleve a efecto aquel «crescire,muí tipil caminí et replete terramw, que estan frecuente en los esponsalicios catala-nes del siglo XII.

b) Ellas, además, tienden a hostigar alhombre —su padre, su hermano, su espo-s o ^ , que es quien debe conducirlas rec-ramente. Son hostiles, pérfidas y venga-tivas con aquellos que sólo desean su bien.Con frecuencia su primera venganza es

c) Es la lujuria, por lo tanto, la faltaque les lleva a cometer su pecado más

Étienne no duda en utilizar fórmulassarcásticas para exponer sus impresiones,aunque, como pueden imaginarse, susescritos poseen, ya en su época, una lar-ga tradición. Para explicar esto Dubyretrocede hacia los maestros de este per-sonaje, en busca de sus influencias másprobables. Indaga en su lecrura paraencontrar sus iriodelos, los mas próximos