A golpes de Pasion

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A GOLPES

DE PASIÓN

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A GOLPES DE PASIÓN .

CON SAN PABLO,Y EL SENTIR POPULAR

Nunca comprenderemos del todo el gesto de la pasión de Jesús.

El viejo profeta Zacarías había escrito:

“Mirarán al que atravesaron” (12,10).

Pero ante el Cristo muerto, siempre surge la pregunta: ¿Por qué?

Ya no va más. La voz ha enmudecido.El envite final se ha consumado.

Varón mortalecido,Cristo comienza su reinado.

Jugó y perdió. Ganó, sencillamente.De la cruz pende el Hombre, de la pena

pende ya la alegría. Dulcemente,se viene al suelo la cadena.

Libre es el hombre. Cae un terrible silencio sobre la tierra oscura.

Crece la niebla y trasde la mano la hiel y la amargura.

Crece el remordimiento. "Ciertamente,era el Hijo de Dios". Erguido sobre el monte,

el Hijo de Dios vivo ha muerto. Enfrente,tiembla de soledad la piel del horizonte.

Cruje el suelo, se rompe bajo el Crucificado.La noche se desata en tempestades.

Derrama sangre y agua la fuente del costado.Y el velo de los cielos se rasga en dos mitades.

(Muerte de Jesús. Carlos Murciano).

San Pablo nos ayuda a ver detrás de la oscuridad y de la injusticia… … algo más:

“Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras” (I Cor 15,3)

Al Cristo de las Claras. José Agustín.

Medito tu pasión con humildad,de mis yerros estoy arrepentido, Jesucristo, me tienes sorprendidocon tu santa paciencia y tu bondad.

Que tú con tu divina majestadhayas con mansedumbre consentidohaber sido cruelmente escarnecido

con alevosa saña e impiedad.

Perdona nuestras deudas afrentosas,no nos dejes caer en tentación

que son nuestras conductas vergonzosas.

Y ten de nuestras vidas compasiónpues pasamos por pruebas muy penosas

y esperamos de ti la salvación.

“Siendo todavía pecadores, murió por nosotros” (Rom 5,8).

Rasgaste el velo de mi corazónsiendo tú, Amado mediadorel único invitado de honor

a este humilde y necesitado mesón.

Sólo tú ¡Oh sumo sacerdote!Presentaste el sacrificio

que a mi alma libró del juicioy a mi cuerpo del azote.

Hoy ante Dios confiadamentecada día me presentoy recibo fiel sustento

perdón y gracia nuevamente.

¡Oh Sumo Sacerdote! Patricia J. Olivera Costilla.

Nos enseña a profundizar en este misterio:

En esto consiste realmente la CONVERSIÓN de san Pablo: en el cambio a la hora de mirar la cruz:

• antes era para él un instrumento de tortura.• ahora es instrumento de liberación.

“Él es nuestra paz. Él ha hecho de los dos pueblos una sola cosa, derribando con su carne el muro que los separaba: el odio”

(Ef 2, 14).

Así se atreverá a afirmar san Pablo:

Que en versión de José Bergamín suena así en su poema A Cristo crucificado:

Tú me ofreces la vida con tu muertey esa vida sin Ti yo no la quiero;porque lo que yo espero, y desespero,es otra vida en la que pueda verte.Tú crees en mí. Yo a Ti, para creerte,tendría que morirme lo primero;morir en Ti, porque si en Ti no muerono podría encontrarme sin perderte.

Que de tanto temer que te he perdido,al cabo, ya no sé que estoy temiendo;porque de Ti y de mí me siento huido.

Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo,por ese amor con el que me has herido,que vivo en Ti cuando estoy muriendo.

No es fácil llegar a ver con esta mirada tan profunda la Pasión y Muerte de Cristo.

Porque siempre nos sale al paso la pregunta desgarradora y pertinaz: ¿Por qué?

¿Por qué tuvo que llegar hasta la muerte?¿Por qué su muerte se hace silencio?

¿Por qué llegó hasta una muerte en cruz?

Hasta María su madre, ya que fue “nacido de mujer” (Gal 4,4), tuvo que pasar por este desgarro, como lo canta el sentir popular:

“Llevadla poquito a poco,capataz: cortito el pasoporque se “ajoga” de pena,y lleva los ojos rasosde lágrimas como perlas….

…Lo bajaron del madero

Y en sábanas lo pusieron,

Su cuerpo descolorío,

Su madre pregunta al cielo:

¿Qué delito ha cometío? “.

San Pablo recoge en su carta a los Filipenses un himno que da respuesta a estos interrogantes:

“Él, a pesar de su condición divina,no se aferró a su categoría de Dios;al contrario, se despojó de su rangoy tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos.”

Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó, obedeciendo hasta la muerte, y una muerte de cruz.Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble -en el cielo, en la tierra, en el abismo-,y toda lengua proclame:¡Jesucristo es Señor! para gloria de Dios Padre”.(Fi2,6-11)

Para el apóstol de Tarso, el Crucificado “engancha” y atrae, por eso llega a afirmar:

“Estoy crucificado con Cristo: vivo yo, pero no soy yo, es Cristo quien vive en mí” (Gal 2,19 s).

En esta tarde, Cristo del Calvario,vine a rogarte por mi carne enferma;pero al verte, mis ojos van y vienen

de tu cuerpo a mi cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,cuando veo los tuyos destrozados;

¿Cómo mostrarte mis manos vacías,cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a Ti mi soledad,cuando en la cruz alzado y sólo estás?¿Cómo explicarte que no tengo amor,

cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,huyeron de mí todas mis dolencias.

El ímpetu del ruego que traíase me ahoga en la boca pedigüeña.

Y sólo pido no pedirte nada,estar aquí, junto a tu imagen muerta,ir aprendiendo que el dolor es sólola llave santa de tu santa puerta.

Al Cristo del Calvario. Gabriela Mistral.

Pablo nos enseña a ver en la cruz de Cristo un reto y un sentido a

nuestras cruces aceptadas desde una espiritualidad:

“Me alegro de sufrir por vosotros: así completo en mi carne los dolores de

Cristo” (Col 1, 24).

En la cruz está la viday el consuelo,y ella sola es el caminopara el cielo.

En la cruz está "el Señorde cielo y tierra",y el gozar de mucha paz,aunque haya guerra.

Todos los males destierraen este suelo,y ella sola es el caminopara el cielo.

De la cruz dice la Esposaa su Queridoque es una "palma preciosa"donde ha subido,y su fruto le ha sabidoa Dios del cielo,y ella sola es el caminopara el cielo.

En la cruz está la vida. Santa Teresa de Jesús.

A nosotros nos cuesta trabajo entender “estas cosas”, y establecer este diálogo con el Crucificado, como lo expresa Bernardo Velado Graña:

No abras los ojos cuando yo te besoen la cruz, oh Señor, do estás clavado;

porque llego a besarte avergonzadode ver que de ofenderte nunca ceso.

No abras los ojos, porque siento el pesode tu blanda mirada en tu pecado,

y temo que tu amor se haya olvidado,y la vergüenza quiera helarme el beso.No me mires, Señor, que si me miras

cuando para salvarme en cruz expiras,será la pena y el dolor tan fuerteque los ojos te pido que retires.

Pero, ¿cómo te digo que “no me mires”,si ya, Señor, te los cerró la muerte?

Cargado con la cruz de salvacióncamina el redentor desamparado,

es el justo por odio condenadoa morir, acusado de traición.

Delante del cortejo, un centurióny el heraldo, que informa han coronado

al que se dice rey. Y a cada lado,como insulto, le ponen un ladrón.

Penosamente pasa el buen pastor,exhausto, maltratado, pero entero,trasluciendo su espíritu inmortal.

Lleva a cuestas la cruz del desamor,su peso es superior al del madero,

símbolo de su reino universal.

Emma-Margarita R.A.- Valdés.

Y más cuando intentamos comprender que Él manifiesta su poder precisamente “soportando con mucha paciencia a los que eran objeto de reprobación” (Rom 9,22).

“Para esto murió y resucitó Cristo : para ser Señor de vivos y muertos” (Rom 14, 9).

Me has mirado, Señor, tú me has mirado,sin importarte que yo no te venere,y pase el año vilmente entretenido

entre amores y odios muy mundanos.

Me has mirado, Jesús, tú me has mirado,¡y yo que te creía frío, indiferente,que sólo te ocupabas de lo ilustre,

de la gente que sublima tus palabras!

Me has mirado, Señor, tú me has mirado,cargado con la cruz de mis pecados,

camino del calvario yo te llevo,pero conservas el gesto del que ama.

Me has mirado, Señor, tú me has mirado,desde el centro de tu paso de tortura,

pues la tuya de piedad, un vaso íntegro,de colosal pasión, cáliz hermoso,de recta voluntad, un soplo nuevo.

Me has mirado, Señor, tú me has mirado,y no me pides cuenta de mi vida,

sólo me miras con magnánima ternura,con esa mirada dulce que nos pone

quien de verdad nos ama y nos auxilia.

Nazareno. Francisco Alfonso Santiago de Castro.

¡Cuántas veces habría leído Saulo los Cantos del Siervo de Isaías sin entenderlos:

“Lo vimos sin aspecto trayente,despreciado y evitado de los hombres,como un hombre de doloresacostumbrado a sufrimientos,ante el cual se ocultan los rostros,despreciado y desestimado” (52,3).

Ahora, con Cristo delante, lo encaja todo, y así lo predica:

“Nunca entre vosotros me precié de saber cosa alguna, sino a Jesucristo, y éste crucificado” (I Cor 2,2).

“Y pensar que ante vuestros ojos presentamos la figura de Jesucristo en la cruz! (Gal 3,1).

Con Cristo crucificado, la Ley ha llegado a su fin.

“Cristo es el fin de la Ley” (Rom 10,4).

Pablo lleva este mensaje a todos lugares, como lo haría hoy un costalero:

¡Quiero ver mis pasos! Y lentamente aprendo,que mirar desde la nadaes querer oír al silencio.¡Quiero ver mis pasos!Y aún no lo entiendo.Camino sin ver nada.

Obedezco sin saberlo.¿Quién guía mis pasos?¿Quién habla en el destierro?Martillo que toca llamada.¡Y ésta es! ¡Al cielo!

Quiero ver mis pasosaunque sé que no puedosólo puedo sentirlorachando por momentos.

No puedo ver mis pasos.¡Quiero llorar el destierro!La voz del capataz que llamason los ojos del costalero. RAMDEB.

Bien decía san Pablo aquello de:

Y desde la fe sabrá ir más allá de la muerte:

“Caminamos sin verlo, guiados por la fe” (2 Cor 5,7).

“Si morimos con Él, viviremos con Él” (2 Tim 2,11).

“La muerte ha sido absorbida en la victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?.... ¡Demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!” (1 Cor 15,55).

Cristo:ha resucitado.ha roto a la muerte.A Él el agradecimiento.

Mi cuerpo no sucumbe ante la muerte.Sembrado en cruz, en fría losa oscura,ya es espiga de luz fuerte y madura,ya es pan de trigo madurado y fuerte.

¡Muerte, estás de muerte herida!

Mi cuerpo se levanta para verte.¿Quién a mi amor pondrá una sepulturade olvido, o a este fuego una atadura?A cara o cruz el sino de la suerte.

Pero la muerte pierde su partida. La vencí, doblegué, he pisoteado su aguijón. ¡Muerte, estás de muerte herida!

Mira qué cruz, qué clavos me han costadoconquistar el botín de nuestra vida.¡Ven, acuéstate, amor en mi costado!

No puede dejar de agradecerteque me dieras el don de contemplarte,y que me concedas la gracia de amartedesde que te vi hasta el día de mi muerte.

Pues era, Señor, mi Cruz de Guía,y resucitas mi alma sólo al verte.Es junto a ti cuando me siento fuertepues alimentas mi fe y mi alegría.

Eres mi sostén, mi vara y mi cayado,y aunque te vi sufrir en la agonía,en el madero, como un ladrón clavado,

Volviste con la luz del nuevo día.¡Que se enteren lo que repito a porfía,que por mi bien, Cristo ha resucitado!

A Cristo resucitado:

¿Cómo no? Patricia J. Olivera Costilla.

Y eso no queda como algo perdido. •Nos afecta a todos. •Me afecta a mí.

¿Cómo no sentirte?Si me has tocado

¿Cómo no amarte?Si me has amado

¿Cómo no esperarte?Si hoy me has dado

Promesa triunfantede tu reinado.

Ahora queda:

caminar en la noche,

como lo hace el nazareno en su estación de penitencia,

iluminado por su cirio,

con la carga de la cruz de cada día,

meditando en el misterio,

Y sobre todo, siendo testigo de Jesús en esta sociedad.A pesar de la soledad que esto conlleva.

En Él, se encuentra luz.

“Penitente, que vas con la miradarecogida, y con ritmo en la andadura.Nazareno de cruz y de amargura, en

gélida oración de madrugada.

Tu cirio, y el tambor por compañero,te ayudan a entregarte con fervor

al Dios que te contempla con amor,y te enseña a abrazar al pordiosero.

Mirar a Cristo en cruz es entenderque amor y entrega están en el madero

unidos entre sí en un solo ser.

Mira a tu Veracruz, villanovero!Pero mirar no es ver, es comprender,

y en susurro decir: ¡Cuánto te quiero!”.

Francisco Rosales Fernández.

A GOLPES

DE PASIÓN

Idea: Francisco Rosales FernándezMontaje: Francisco Montes Camacho@

Parroquia EL SALVADOR